Gonzalo Millán - Vida, 1968-1982

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 107

Vida

(1968-1982)
Vida

Un pájaro vuela, galopa un caballo;


un gato trepa por un álamo;
un pez nada río arriba.
Las plantas cuando crecen
lentamente se mueven,
si extienden sus ramas,
se hunden las raíces en la tierra
y cuando abren sus flores.
El pájaro huye si se quiebra una rama.
El perro acude al escuchar la voz del amo.
Los peces vienen en masa
cuando se echan migas en el agua.
El animal salvaje, por ejemplo el puma,
olfatea de lejos a su presa.
Y la sensitiva cierra sus hojas
si casi se la toca.
Las aves se alimentan de insectos,
semillas, peces o alimañas.
Los animales pacen o se devoran.
El hombre es omnívoro.
El pez y el pájaro cubren a la hembra
en el viento o en el agua.
El perro se monta sobre la perra.
El hombre se tiende sobre la mujer
Y entra por sus piernas entreabiertas.
Los árboles se fecundan con el viento.
El pez raja la ova;
el pájaro triza el huevo y deja el nido,
y uno echa plumas y el otro escamas.
El animal nace con pelaje de las entrañas.
La planta arranca de la semilla
y echa al aire corteza y vellos.
El hombre sale del vientre
desnudo y cubierto de sangre.
El lagarto cría nueva cola
si pierde la antigua,
y los cangrejos si pierden pinzas y patas
echan pinzas y patas nuevas.
Las heridas de hombres y animales cicatrizan;
los huesos quebrados sueldan solos.
Se desgastan las células,
los órganos, los tejidos.
disminuyen las fuerzas vitales.
La muerte es el fin de la vida.
Árbol de la vida

Si
el amor
junta dos manos
las mitades del árbol
reúne
partido en dos
por un rayo.
EPITALAMIO

Le poéme est toujours marié a quelqu’un.


René Char
Apocalipsis doméstico

Las sábanas regaladas para la boda


se gastaron y tienen agujeros.
Se quebraron los platos
en escaramuzas domésticas.
Las tazas están saltadas y sin asas.
Se perdieron tenedores y oxidaron
los cuchillos del servicio inoxidable,
la juguera está descompuesta.
Y empeñada la sortija de diamantes.
En el tablero del calendario
están todos los días tarjados.
Al reloj se le acabó la cuerda.
Se acabaron el té, el café,
el pan, la mantequilla.
Quedan sólo unas gotas de aceite.
Vacíos cascarones, de los huevos.
En el refrigerador hay solamente
una mitad de cebolla estreñida
y una mamadera con leche agria.
Una laucha oculta en su cueva
roe los restos de un terrón de azúcar.
La estufa se apagó anoche
después de consumir su combustible.
Cortaron el teléfono
y pronto cortarán la luz.
Quedan tres o cuatro ampolletas
indemnes en toda la casa.
Las velas se convirtieron en cabos.
Se terminó el papel higiénico
y el excusado está tapado
Con pedazos de papel de diario.
Se desvanecerá el jabón
en la próxima lavada de manos.
La peineta perdió otro diente.
La trizadura del espejo es otra arruga.
No queda ropa limpia.
Hay pañales sucios en la tina.
Se le cayó el último botón
que le quedaba a la camisa.
En la superficie de la mesa,
impresiones de pequeñas manos,
baberos, platos sucios
con migajas y raspas de pescados.
Vasos con secas borras moradas.
En la frutera vacía,
dormìta ovillado el gato.
El auto viejo estacionado afuera
no arranca desde hace meses o años.
Inmóvil descansa con sus ejes,
sobre pilas de piedras y ladrillos.
Le robaron los neumáticos, los focos
y cada día lo despojan de nuevas piezas
como un gran insecto muerto
que devoran invisibles hormigas.
El jardín está exuberante, lozano.
lnvadido de malezas que asfixian las plantas
La manguera serpeante es invisible.
Se escapó de su jaula el canario.
Y el pez de color se ahogó
y quedó flotando panza arriba
en el agua turbìa de su redoma.
El perro royó su soga
y se marchó a la siga de una perra.
El lechero ya no trae leche a la casa,
ni el suplementero reparte periódicos,
El cartero trae sólo cuentas impagas.
Sobres con ventanas que nadie abre.
los acreedores golpean largamente,
pero nadie abre, nadie responde.
El basurero pasa dos veces por semana,
pero lo hace demasiado temprano.
En el patio los tarros desbordantes hieden.
El televisor encendido sin sonido
arroja movcdizas sombras
sobre el suelo entalcado
por el yeso que llueve del cielorraso.
Un niño en un corral de palo,
entre juguetes rotos
se desgañita llorando,
hambriento y mojado,
la húmeda boca abierta,
los ojos vidriosos de lágrimas,
mirando
cómo la bestia de las dos espaldas
gruñendo convulsa se revuelca
intentando devorarse a sí misma.
Welcome

No envidio a mi amo, decide


el cancerbero lanudo,
echado a patadas
del infierno en el umbral
y mordisqueando un dado.
Disfraz

Nuestro cuerpo sexuado es


en primer lugar, un traje de Arlequín.
Gilles Deleuze
Antes de partir al carnaval
el orgulloso Arlequín muestra
el disfraz abìgarrado a su perro.
El perro lo contempla impasible;
sus ojos ven a su amo
vestido como siempre
con parches blancos y negros.
Vida de perros

Los gatos se agazapan


entre la floja maleza
del jardín maloliente
por el gas de los escapes;
saltan y acezan chillando
sobre sus gatas.
Después entran
por su plato de leche;
se limpian a lentos
lengüetazos el pelaje,
se van por las murallas
o échanse en los trapos.
Yo les paso largo rato
la mano por el lomo
y los envidio siete veces.
Lata

Ya no te bastan mis ojos


para corroborar tu belleza.
Buscas en las calles
ajenos espejos, otros ojos,
la cabeza de un clavo
es una luna diminuta.
Contemplas una lata
de sardinas con agua de lluvia.
El demoledor

Dormíamos abrazados
como dos gotas de agua
cuando nos despertaron
unos golpes en la puerta
de la antigua casa.
Soy el demoledor, dijo
sonriendo a mi esposa,
un extraño,
y entrando se acostó
entre nosotros al revés
en el medio de la cama.
El desnudamiento

Jadean los cuerpos


palmoteando
jade mojado;
hundiendo un ojo
en su hombro
desnudo vi
mis pestañas
blancas en negativa,
y oyendo como el fuego
su ceniza
nos apagamos acezando.
Así se deshizo
el nudo de seda.
Queja de la maltratada

Soy la desdichada rama


que remece el oso
tras el panal dormido.
Soy la furia del arpa
vibrando a manotazos.
Herraduras de la muerte
han dejado en mis ojos
sus galopes noctámbulos.
Soy una naranja
que yace bajo un caballo
Ananás y anémonas

Te vas y además del cepillo


te llevas a la niña
de mis ojos, el diamante
de mi pinacoteca privada.
De la pared desclavas
la reproducción de Matisse,
”Ananás y anémonas”.
Estrías

Aún no recuperas tu figura.


Hay estrías en tu vientre
y una anticonceptiva picadura
de aguja en tu nalga,
caramelos, sábanas limpias.
Desnudos y nerviosos,
como la primera vez,
después del nacimiento
de nuestro hijo.
Se oye pasar un camión vacío
por el camino florido del cerro,
y después dando la hora del amor
las campanadas de polen de los aromos.
Temores

A veces
las gatas
tienen
perritos.
Huevo de cigüeña

Veo claramente en un jabón oval


dìbujarse el rostro del hijo.
Tiene la cara cubierta de vello.
Extremidades terminadas en mano
Puntas de estelares alfileres
cintilan en sus ojos de lémur.
Sus rasgos de espuma enguantan
mis sucias manos que dan a luz.
Ablución

No he visto
y quizá jamás vea
una nutria negra
entre nenúfares,
pero es hermoso
imaginarla,
como para un manco
imaginar un jabón
color betarraga
entre manos
de espuma blanca.
Juez

Vacilante juez todopoderoso,


en tus manos, en tus pies
está la suerte del insecto
efímero que llega inerme
hasta tus plantas gateando
en ocho, en seis, en cuatro
patas como tu pequeño hijo
Incubadora

1. Válvula
2. Regulador
3. Termostato
4. Deflector
5. Generador de aire
6. Lámpara
7. Cajón
8. Cubeta húmeda
9. Doble pared
10. Doble fondo
11. Prematuro
Hoy no haré trabajo voluntario

Para Andrés y Mauricio Millán


Aunque en las calles lluevan
palos y piedras hoy debo
atravesar la ciudad revuelta.
Nada podrá detenerme,
ni barricadas llameantes
ni gases lacrimógenos.
Avanzo como un ciempiés
bajo una cáscara de huevo
llevando a casa de mi padre
una pequeña tina de baño
para mi hermano recién nacido.
Y no puedo detenerme.
Después escribo.
Anunciación

De súbito al otro lado


de la red te mueves
con gracia de grávida,
la faz transfigurada
y vestida de blanco,
esperando acertar
a la plumilla
de bádminton
descendiendo
desde de lo alto.
Familia

…los relojes cesaron y los hombres quedaron


desiertos de movimiento y de voz.
Carlos Pellicer
El dueño de casa da unos pasos
dentro de rígidos pantalones,
mueve sonriendo la cabeza
de izquierda a derecha
mientras la radiante esposa
repite un ademán con el brazo;
a su lado, estático, se detiene
y risueños se abrazan.
Contemplan cómo en el prado
los niños lanzan alegremente
una pelota a un perro y el perro
con la pelota en el hocico corre
a dejarla a los pies de los niños
sin dejar de acezar y menearles
con insistencia el rabo.
El reloj da la hora y al mismo tiempo
las manecillas se detienen.
Descompuesta la maquinaria,
la familia nos sonríe, inmóvil.
Vaso

Un espejismo cristalizado
de la sed es el vaso;
palacio límpido con un foso
sin puente, resbaladizo.
Deseo insaciable de nada.
Salvo el aire.
Allí es leve lo pleno
y lo hueco es grave.
Bebo vidrio del vaso vacío.
Comedor

Mesa y mantel a cuadros


blancos morados blancos
cromados tubos de patas
sillas una dos tres cuatro
tubos cromados de patas
plástico, espuma plástica
dos cojines desgarrados.
Plato

En el anfiteatro, ruinas;
restos de columnas derribadas
Y en el plato, raspas;
unas vértebras de sardinas.
Joya

No encienden tus pechos


collares de pedrería.
Cuelga a lo más del escote
como barroco aljófar,
un grano de arroz amarillo
Boliche

Me quedo resignado en casa


mientras mi mujer trabaja.
Soy el dependiente inválido
–el pelo hasta los homhros–
de un boliche en bancarrota.
La poesía pesa como una joroba.
Bajo su peso echo a caminar
estos versos que no me sustentan
a mí ni a nadie y apenas
me sirven de muletas.
Fío mi poesía y nunca me pagan.
Iluso, espero el Pago de Chile.
Ermita

You when reverend love


made one another’s hermitage.
John Donne
¡Ándate a un convento
o enciérrate en una cueva!,
me grita mi mujer.
¿Para qué si la casa
es el convento,
sus altares, la cocina,
el baño, nuestros cuerpos,
la cama y la mesa?
¿Para qué si como la cueva
y el ermitaño
somos la una para el otro?
Nido

No me alabo. Hago por ti


lo que por su hembra
un pájaro carpintero:
el nido en un árbol podrido
Kamasutra

Persistirá la cicatriz de la vacuna


y el lunar del cuello y de la axila.
Persistirán las marcas de tirantes
tras los pechos y en la piel
de la cintura, bajo el ombligo.
Más no, la medialuna,
el bocado del jabalí, la nube rota,
la garra del tigre, el coral y la joya
Las amorosas huellas debidas
al arte de mis dientes y mis uñas.
Mordedura

Culebrilla acuática
es el goce huidìzo,
muerde y se esfuma
Dos gotas de tinta
gasto en su tatuaje
de picadura efímera.
Naturaleza muerta con cama

En una cama revuelta,


una jugosa fruta madura
aunque mordida, virgen,
hambrienta de dientes,
todavía.
Cuño

La medalla oprimida
entre los torsos desnudos
dos cuerpos blandos
como la cera imprime,
complementarios y opuestos
como sus dos caras.
Paleta

Con un pulgar en tu sexo


eres la paleta del pintor;
los ocres, rojos, rosados
de tu desnudo convulso
en las sábanas de lienzo.
El contrato

Por mi parte a este contrato aporto


mi adorada y devoradora desdicha,
un frasco con clavos
de olor (afrodisíacos›,
y el miedo a la fragilidad de todo.
El regalo de bodas

Después de regalamos
a su antoio, nos pusieron
en un departamento puesto
como la parejita de novios
en lo alto
de una torta encalada
de nueve pisos.
A cambio, cada uno exigió
una tajada de nuestra vida.
Luna de miel

Nos persiguieron hasta el motel


con ruido de tarros, y entraron
con nosotros al cuarto
cn pandilla como insectos nocturnos
Nos cosquillea una tempestad
de parpadeos. Y ríes
creyendo que te muerdo.
Te marco con una tapa de cerveza
el flanco, mi ternera núbil.
Sobre tu importancia para mí de océano (Weather Report)

No te hablaré de amor,
yo te hablaré solamente del tiempo que hace.
Víctor Chklovski
Los océanos son las fuentes principales
del vapor de agua que contiene el aire.
Los vientos soplan sobre ellos
y llevan el vapor a la tierra.
Si en su curso
los vientos se calientan,
el vapor no se licúa.
En cambio si se enfrían,
el vapor se condensa
y se resuelve en nieve o lluvia.
El beso

Pese al bloqueo absoluto imperativo


otro tren franquea la señal de peligro
y penetra a toda velocidad por la vía.
La locomotora de más de 20 toneladas
avanza a unos 80 kmts. por hora.
En la cola del tren estacionado
un pasajero abstraído, fuma.
Un perro dormitando en el andén
yergue las orejas y vuelan palomas.
Un cargador suelta sus maletas y corre
dando voces, agitando los brazos.
El fumador de pronto reconoce
a la mujer que agigantada al ritmo
de su corazón acelerado
se precipita entre sus brazos.
Entonces frentes y pómulos se golpean
y se restriegan narices y mejillas;
los labios su aplastan, entrechocando dientes,
entremezclando alientos, lágrimas, saliva.
Las bocas abiertas vorazmente se devoran.
El beso arrasa cuanto encuentra a su paso.
Reliquias

Y pensar que ayer fuimos


como cerezas mancornadas
en las orejas de un niño,
lustros que hoy tan sólo
parecen tardes de verano.
Marrasquino

De mi boca inagotable
saco poético un hueso
de corazón de paloma.
Un matadero de cerezas
era tu boca
y yo el matarife
esangrentado por tus besos
Chupo recuerdos,
como santos huesos.
El delantal de sierpes

…sacudiendo sobre su cadera los cordones de su delantal que se


retorcían como banderolas.
Madame Bovary , G. Flaubert
Me despedías sobre las hojas
de los grandes calendarios
donde mis pies dejaban
harapos de una capa
carmelita los días de lluvia.
Tu lápiz labial sabía
siempre a cera de abejas.
Una superstición antigua
me impedía volver la cabeza
para comprobar
si me seguías desde allí
hasta perderme de vista;
las tiras de tu delantal
y los cabellos al viento
como serpeantes banderolas.
O’Connor Street blues

No fui esposo modelo


y menos un diplomático
como Rubens.
Tampoco me amaron
putas celestes
ni santas negras.
Hoy no beso arañas
nl murciélagos,
tampoco culos de mulas
de rostros angélicos.
Más viejo que ayer
y menos que mañana,
a solas y sin paz,
como arroz con arvejas,
bebo mi amargo té verde.

Leche de aloe

Toma leche, me dices


a través del océano
y desde otro continente.
Toma leche, no importa
que no comas, repites,
antes de colgar el fono
y dejarme peor que antes
La única leche
que ahora tomaría
sería la de aloe
dc mi triste madre.

Larga distancia

Balbuceamos como bobos


y en seguida callamos,
la boca del uno
en la oreja del otro, gracias
a este interpuesto aparato.
Tanto que decirnos
y no saber cómo. Llamamos
a través de los océanos
como anónimos perversos
sóìo para oírnos acezar
y escuchamos los alientos.
Después tu voz repitiendo,
tengo que colgar,
tengo que colgar y el mío
vacío de una aguja inmensa
enhebrando el hilo telefónico
para coserme los oídos
con tu silencio.

Higiene

Sin ánimo de limpieza,


como el muerto nervio
de la muela de loza,
me sumerjo y remojo.
Desganado me enjabono,
enjuago, escobillo.
Quisiera seguir
la suciedad que me abandona
y hundirme velozmente girando
en el ombligo de la cloaca
como la flor del torbellino.

Limonada de manzanas

Solo,
como una pepa
de limón
en el fondo
de un largo
vaso vacío.

Noche de verano

Imagino que duermes semidesnuda,


con tu ventana abierta;
sin los lentes de contacto:
lágrimas perpetuamente frescas
en una mota de algodón de luna.

Drogadicto

Un drogadicto necesita
unos 2.000 dólares semanales
para su hábito.
Yo necesito mucho menos,
escuchar tu voz,
de vez en cuando
divisarte por la calle.
La dosis

El timbre del teléfono


inocula en mi oído
con un pinchazo de hipodérmica
una módica dosis de tu voz;
droga que debo hacer durar
días, meses, tal vez semanas.

La invitación

La muerte te llama.
Desóyela
millán con mellas,
mi mellìzo,
no vayas con ella,
óyeme,
quédate conmigo.

El pacto

Golpean por fuera el reverso


de la puerta-espejo
del baño
y gritando exigen
que les abra.
Vuelvo el rostro, mi reflejo
guardaespaldas
los contendrá
lo suficiente para pactar
con mi nuevo hermano de sangre.
Hôtel-Dieu

El hospital
fue al alba un vaso de leche
que se transmutó en yeso
durante el día
y por la noche en mármol.
Me rodean miembros vaciados
de quebradas estatuas.
Convalezco como un hampón
a quien le ha dado una paliza
su propio guardaespaldas,
la carne.

Al frente

Salgo del hospital


con un tobillo quebrado.
Los olmos desfilan
por la orilla del camino
de regreso al frente,
marchando en un solo pie,
enyesado por la nieve.

Tregua

Hoy no hay partes de batalla,


el frente personal, quieto.
Tampoco hay noticias clínicas,
ni cuentas ni cartas de amor.
La minuta del día, frugal.
El tiempo, más bien templado.
Aparece una mariposa blanca,
tremolante bandera de tregua.

El loco

Vuelo por una Línea Aérea Peregrina,


mirando el ala de mi mano siniestra
y el reflejo de mi rostro apresado
en el cubo de hielo de la ventanilla.
¿Quién soy? Para la belleza fría
como un maniquí de la aeromoza,
componiendo la lista de bebidas,
el hombre de bigotes que ordenó
un vaso de leche, sillón 17-F window.
Para ti, aunque digas que es
más difícil quedarse atrás, que irse,
ya comienzo a ser un mal recuerdo.
Para mí mismo, Le Mat del tarot,
los bártulos liados en un pañuelo
y el bordón al hombro.
El frío asciende hasta aquí
y sus caninos me muerden una pierna.
Abajo los nevados bosques perennes,
grises, verdinegros como el pelaje
de un gran danés con arestin,
saltan para morderme los talones,
mientras cruzo, funámbulo por el aire.

Huevos revueltos
Tú que ayer no más eras
incapaz de quebrar un huevo
y Ilevártelo a la boca
sin asistencia femenina,
mirate hoy en el espejo
de la sartén
que tienes por el mango,
antes que la embrollen
claras y yemas revueltas
como una estopa.
Sìlenciosamentc
to sientas, coma comes eso.
Llueve desde anoche. Pelas
una naranja y te tragas
los gajos. Echas
a la basura los cascarones
rotos, las cáscaras
de fruta y lavas la grasa
de la sartén,
de los cubiertos y del plato.

La paz

Después de cataclismos
submarinos en cadena,
cierta paz, flotando
a flor de agua;
paz de pez, la blanca
panza vuelta arriba.

Faquir

El prado y sus briznas,


donde me sentaba ayer
con un helado, solitario
fueron un lecho de clavos
y el cono una antorcha
que abrasadora me lamía.
Hoy la hierba es la hierba
y el helado es de vainilla.

El río

Persigo a una hermosa muchacha


que mueve sus largas piernas
al unísono con las mias,
pedaleandn como la sombra
disforme sigue a su Cuerpo;
veloz en la bicicleta negra;
curriendo entre ambos, el río.
ELECTRODOMÉSTICOS
1968- 1982

Y tenían todo lo necesario para el Hombre Moderno,


un tocadiscos, una radio, un carro y un refrigerador.
W.H. Auden
Niño

Encontrarán siglos después,


cuando sólo queden los envases
de una sociedad
que se consumió a sí misma,
sus restos
de pequeño faraón dentro
de un refrigerador descompuesto
enterrado
bajo unas pirámides de basura.
Refrigerador

Tras la vidriera
abre la puerta
y exhibe el interior
repleto de comestibles
de plástico y frutas de cera
y la cierra;
abre su puerta,
exhibe el interior
repleto de comestibles
de plástico y frutas de cera
y la cierra,
y algunos se van,
pero nunca faltan
los que atraídos se detienen
a ver cómo el refrigerador
abre la puerta
y exhibe el interior
repleto de comestibles
de plástico y frutas de cera
y la cierra;
abre su puerta
exhibe el interior
repleto de comestibles
de plástico y frutas de cera
y la cierra...
Libro blanco

El refrigerador se abre
como un gran libro
compuesto únicamente
de tapas en blanco.
En la caja
de su páginas huecas,
los artificiales frutos
del árbol de la vida,
permanecen prohibidos
a la corrupción reinante
Tríptico

En primer plano una pareja


recogiendo algo que desborda
de un refrigerador abarrotado.
l.a puerta abierta copia
como la segunda hoja
de un díptico, las estanterías
de un supermercado en miniatura.
Baldosas en losange blancas y negras.
En el umbral al fondo del pasillo,
un ángel entrega un telegrama.
Un avión a chorro, afuera,
una cortadora de pasto, un automóvil,
y una lavadora de platos. Adentro,
una aspiradora de polvo encendida,
rugen y braman.
A la vuelta de la esquina,
el carnicero lee un diario ensangrentado
mientras por la calle marchan soldados.
Una mujer con un solo pecho
se mira desnuda en un espejo.
lil lechero se empina una botella de vino
El tuberculoso escupe en el pozo.
Un niño que pasaba por la plaza,
dejó en la mano del pordiosero
un botón con un áncora y tres agujeros.
Ave de rapiña

Volaba majestuoso el sonámbulo


cuando se sorprende a sí mismo
pøsándose en la cocina
y abriendo con una combinación
de avidez rapaz y tedio,
la fría caja de caudales
donde a medio descarnar
reposa un esqueleto de ave.
Mitos

La gallina, la vaca, el cerdo


son animales inverosímiles;
logotipos de marcas registradas.
Todo ocurre en el refrigerador
entre el crepúsculo y el alba;
las yemas y claras de ios huevos
consolidan en cubetas de hielo
con docenas de concavidades.
El tocino rebanado por sí solo
cae de las lardosas paredes.
Mientras soñamos
hablando en lenguas muertas,
mugientes, cacareadoras, porcinas,
el refrigerador ordeña la luna.
¿No han oído acaso su canturreo
alucinado en la duermevela?
Y al despertar nos aguardan
fritos los huevos y el tocino,
el vaso de leche fresca y fría.
Promisión

El refrigerador se sobresalta
y trepidando cambia de ritmo.
Insomne lo velo. Y no necesito
jalar su puerta abombada y hermética
para ingresar en sus sueños.
Estoy en la oquedad
iras la cascada de aguas amnióticas
que se deshielan, envuelto
como un Conejo desollado
en una placenta plástica.
Despierto después de invernar
por edades, ovillado
un un catafalco blanco; a lo lejos
diviso, cuando la niebla se disipa,
El Valle de las Luces de Neón
y oigo los esteros estereofónicos,
bajando de las cimas de nieves eternas.
u surtir de anuncios los supermercados
de unas pródigas tierras de promisión.
Testamento
Odio los testamentos y odio las tumbas.
Ch. Baudelaire
Al fuego, mi único heredero,
dejo mi noble cuerpo,
y al viento albacea,
la dispersión de mis cenizas.
Nada dejo a la tierra
que invierte
la carne en sus entrañas.
A la poesía lego
la imagen póstuma
de mi corazón martillando
como un puño de brasa
el refrigerador del infierno.
AUTOMÓVIL
1968- 1982

O automóvel, que parecia há pouco dar-me liberdade,


E’agora uma cosa onde estou fechado.
Fernando Pessoa
Automóvil

El automóvil es celeste, metálico y cromado


con un motor, rejillas, estanque y hélices,
lubricados con aceite mineral y grasas,
que ruge, tiritan, se vacía y giran
por medio de pedales, botones y llaves.
Dentro van por tubos, líquidos minerales
que una chispa prende con ruido y humo quema.
Tiene luz generada por baterías con ácido,
cables multicolores finos y faroles,
intermitente y roja para las señales,
amarilla para las noches y la niebla.
Las puertas se abren, cierran, suaves,
y para introducir o dejar el aire
los vidrios se bajan o suben.
los asientos acomodables se reclinan,
rellenos de resortes, esponjas y espuma,
recubiertos por el plástico y la goma.
Las cuatro ruedas de caucho ruedan
y con un volante se tuercen o enfilan.
El acelerador se aplasta sin freno corre;
las llantas resbalan, chillan y se queman,
se abolla la lata y quiebra, retuerce,
los esmaltes y cristales se destruyen,
y el hombre puede salvar ileso o muere.
El objeto

Digo triunfalmente al objeto


codiciado: –Eres mío ahora.
El objeto impenetrable, opaco
me objeta: –Me compras,
pero no has pagado mi secreto.
Oscurece

Ante una casa de ladrillos


pasa un auto blanco
una micro verde,
naranja y roja,
y un camión estanque;
al rato un taxi negro
con el techo amarillo;
y se encienden las luces
de un auto blanco,
de una micro verde,
naranja y roja,
de un camión estanque
y de un taxi negro
con el techo amarillo,
a kilómetros
de la casa de ladrillos.
Túnel

Como una bala


encañonada,
un automóvil
sale del túnel
y penetra
en el parietal
deslumbrante
de la vida.
Blaaammm!

…íbamos los dos al anochecer, oscureció y no se podía ver, yo


manejaba, iba a más de 100…
Alci Acosta
A1 fondo de la hondonada:
entrelazados y sordos
a lu interminable bocina
que sus pechos oprimen,
los cuerpos de unos amantes.
Garaje

Como un mecánico yace el cadáver


debajo del coche, arrollado
en una mortaja grasienta.
Un foso de garaje
es la tumba-honda,
y la guadaña-cruel,
una llave inglesa.
Pernos y tuercas, los gusanos.
Motociclista

Sigue primero los meandros de baba


dejados por los caracoles
en la espalda del motociclista,
vestido enteramente de cuero
como un persa de Ciro,
quien bostezando hace poco despertó
de una siesta entre los helechos.
Y más adelante detente a descifrar
en la encrucijada resbaladiza
el garabateo de dedos sangrientos
un una blanca puerta crucífera.
¡Esplendoroso día!

Y lava, encara, acaricia


como no acariciará nunca
a su mujer ni a los hìjos
el necrófilo, su automóvil.
Limousine

La velocidad es juventud, salud;


tras el chofer cita, el inválido.
Por el rabillo del ojo lagrìmoso
parpadean peatones con paraguas,
árboles y neones bajo la lluvia.
La velocidad les calza chanclos
de plomo y los remece y riega
la ráfaga que causa nuestro paso.
Cuando la limousine se detenga
y el chofer me abra las puertas
como las aceradas hojas rostfrei
de un cortaplumas suizo,
entonces y solamente entonces
me enfermará otra vez mi edad
y rodando avanzaré sentado
en la silla de ruedas, lentamente.
Soplido

De nada te sirvió nuestro regalo:


el pequeño guante de boxeo rojo;
oscilante talismán bajo el espejo.
Sentado al volante de un tornado
apagaste de un soplido los años
prendidos en tu torta de cumpleaños;
tu vida, con unas luces de alumbrado.
Astronautas

Los niños conocen las marcas


de todos los autos
que corren por la carretera,
pero si les preguntas
los nombres de las estrellas,
lejanas, aunque visibles
adonde sueñan con vìaiar
en naves espaciales
más veloces que la luz,
se encogen de hombros.
Weel Wrench

¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?


Bertolt Brecht
De hinojos junto a la carretera
empuñando las tibias cruzadas
de una llave cuádruple,
el Rabdomante de las Distancias,
cambia la rueda
para seguir su peregrinaje
tras espejismos de agua pura.
En el espejo retrovisor,
las ciudades
con sus pozos emponzoñados,
bajo el Signo de la Calavera.
PISCIS
1969-1982
Noche

Los días se distinguen. La noche


no tiene más que un solo nombre.
Elías Canetti
Atardece
como un amanecer a la inversa
retrocediendo hacia la noche.
Y cuando la noche cae,
nadie sabe
si abre o cierra los ojos,
si se desnuda o se viste,
si se levanta o se acuesta.
Nadie sabe si llega o sale,
si abre o cierra la puerta,
si estos son los sueños de ayer
o las pesadillas del mañana.
Sol de los venados

Para María Isabel Vargas


En la pared rosada, bajo
el oblicuo techo de zinc,
hay un ventanuco negro.
Por la pared de barro
bajan dos caños rojos de óxido
hasta una mujer con paraguas
verde, impermeable morado.
¿Quién es esa mujer?
La tierra gira y oscurece
despidiendo un fulgor extraño.
La última fogata

Il ne reste qu’un feu du royaume de mort.


Ives Bonnefoy
Al atardecer se reunían los niños
junto al fuego en sitios eriazos
a tostar castañas o malvaviscos,
y algunos por siempre recuerdan
el llamado a comer de sus padres
y la lumbre de la última fogata
que se extinguió después de dormirse.
Áreas grises

Alguien se aventura
en áreas grises, desiertas,
pero intensamente iluminadas,
donde el eco multiplica,
por túneles interminables,
bajo luces sin oios,
un grito aterrado.
Edificio Bacon

Aplastado contra la vidriera el hocico


.nilla un borroso ser bimano, o bosteza
yu que el salvaje aullido no se oye
ni los ayes del trapo frotavidrios,
sofocado entre espinosas palmeras.
Sombras de sucios aseadores noctambulan
deambulando en sonámbulos overoles,
tras los ventanales blindados del precipicio
mientras suda por dentro el vidrio helado.
Cóctel

Un camarero de neón
llena una copa de neón
con burbujas de neón
que después se apaga.
Fosforece violeta
la sábana
de la camilla
hundiéndose
abultada
en un vórtice
de tizones.
Se enciende
un cóctel de neón
y sangre derramada,
con burbujas de neón
que después se apaga.
Club nocturno

Desapareció la desnudez al fin


como una cebolla deshojada,
dejando en la penumbra
frente a la escena solitaria,
un rostro vacío, todavía ávido
iluminado por unos topacios
que se extinguen en sus labios.
Licántropo

Me abraza y me besa,
me muerde en la boca,
la lengua esa cruza
de chacal y rabìosa
perra loba, musa.
Entonces al colmillo
de la noche aúllo,
y en la trocha nueva
derrocho un reguero
de espuma sagrada.
Monstruo

Aureolado de soledad
invulnerable rastrea una víctima
por avenidas pavimentadas
con limaduras de hierro.
El pararrayos enlutado
atrae descargas eléctricas
que iluminan un perfil aguileño.
Las enguantadas prótesis se abren
asfixian y aprietan el aire
como alicates de cangrejo,
ocultas en el impermeable negro.
Televisión

Las antenas en los techos


captan tormentas estelares,
explosiones galáciìcas.
No pueden volar las palomas.
Y el haz explorador delira
deshilachando en zig-zag
el tapiz de las pantallas.
Cayó una fiera estruendosa
en la trampa de iones.
Nievan copos de ceniza
que adormecen el olfato.
Y por todos los canales
Corre un torrente
de agua regia
que corroe las ìrnágenes.
Anochece y en la bola de vidrio
una cabeza da los buenos días.
El sereno

Suavemente con un dedo


vas por la casa
bajando los párpados
de los cuartos difuntos
hasta hacer completa
la oscuridad eléctrica.
Entre los mausoleos
del amoblado
vagabundean encendidos
Im fuegos fatuos del gato.
El sereno da una pestañada,
y se oye decir:
Ayer sucederá
lo que sucedió mañana.
Ovni sobre la Antártida

"Durante 15 minutos, dirección sud-oeste.


Posición estacionaria.
Aparición: 35 grados sobre el horizonte.
No altera mayormente las comunicaciones,
aparte de que la banda de 20 metros
no es captada y se escuchan débiles
los 3.200 kilociclos.
Aspecto: tres veces más brillante
que una estrella de primera magnitud,
cambiando cada cierto tiempo
del rojo al verde y al gris azulado.
Las condiciones meteorológicas son excelentes.
La noche, despejada, con luna y sin viento..."
(Poema encontrado en EI Mercurio . Santiago de Chile)
Piscis

Los ojos de los peces


estaban
siempre mirándonos,
abiertos y voraces,
desmesurados como soles.
Y lo ignoramos
con nuestra ceguera
de gusanos,
atentos únicamente
al dolor del anzuelo.
Menú

Debíeras tragar como el pavo


que engulle arañas insalubres,
pintura letal para graneros
o añicos de diamantes rubios,
para ir acostumbrando
la carne tierna del animal
cebada con tréboles y flores
a piensos radiactivos.
Ojo. Mañana o pasado
un el menú vienen
como único plato del día.
Nubes

Porque la muerte no tiene dimensiones.


Kenneth Patchen
El miope se coloca los anteojos
y observa cómo una hormiga
se le mete bajo la suela del zapato.
Se guarda los anteojos en la chaqueta,
el día fie nubla
y mueve el pie, distraído.
Paradero de taxis

Estos vehículos de letras


se ponen en movimiento
al leerse, sucesivamente
como los taxis detenidos
empujados por sus choferes.
Sin encender los motores
para ahorrarse gasolina
van ocupando el sitio libre
de los que fueron empleados.
Y después de la carrera,
estos vehículos de letras
vuelven y allí mismo esperan
otros o a los mismos lectores.
Gasolina

En el destrozado sillón
del barbero, un esqueleto
con una gorra de Texaco.
En una tabla escrita
con carbón dice GASOLINA;
un palo de escoba
como una lanza
entre sus costillas.
Rascacielos condenado a la demolición

Huele como a moho de ascensor


donde unos ecos se aprietan.
Caridad

En las ciudades evacuadas


permanecen indiferentes
a las radiaciones,
Las Brigadas Misioneras,
lodos enfermos terminales,
calmando sus dolores con opio,
los nuevos leprosos
ai cargo de árboles y plantas
y de los animales mutantes
de granjas y zoológicos.
Póquer

Todo fue abandonado


precipitadamente
como las colillas,
las cartas y apuestas
del juego de póquer
de unos bomberos.
Se marcharon
y aún no han vuelto.
Hace mucho tiempo
se apagó el fuego.
Nadie
Las calles están silenciosas
y desiertas. Solamente cruzan
las sombras de los árboles.
No se oyen pájaros, bocinas,
ni siquiera el motor inminente
de un auto siempre aproximándose
Los ascensores, las escaleras
y pasillos de los edificios, vacíos.
En una cocina un charco
un torno al refrigerador
que se deshiela
con sus bandejas desnudas
y la puerta abierta.
Conservada en el hielo
no hay más que una arveja
muy pequeña, redonda y verde.
En la autopista

Por la carretera vacía


como arteria de cadáver,
algo rosado
rueda con el viento:
la pierna de una muñeca.
El testigo

Apuntando al sol
que lentamente
se sumerge
ante unas playas
y costaneras vacías,
un palo de escoba
en una balaustrada
que salpica el mar.
Aeropuerto

Unas fantasmales gaviotas


planean sobre las cicatrices
de la planicie; grises pistas
del aeropuerto abandonado,
donde al atardecer guiñan
aún luces violetas;
señalizaciones de carreteras
absurdas que dan al acantilado.
Un árbol joven ya se abrió paso
y crece agrietando el concreto,
doblegado por el viento
impetuoso que viene del mar.
Table of Contents
Gonzalo Millán - Vida
Vida (1968-1982)
Vida
Árbol de la vida
EPITALAMIO
Apocalipsis doméstico
Welcome
Disfraz
Vida de perros
Lata
El demoledor
El desnudamiento
Queja de la maltratada
Ananás y anémonas
Estrías
Temores
Huevo de cigüeña
Ablución
Juez
Incubadora
Hoy no haré trabajo voluntario
Anunciación
Familia
Vaso
Comedor
Plato
Joya
Boliche
Ermita
Nido
Kamasutra
Mordedura
Naturaleza muerta con cama
Cuño
Paleta
El contrato
El regalo de bodas
Luna de miel
Sobre tu importancia para mí de océano (Weather Report)
El beso
Reliquias
Marrasquino
El delantal de sierpes
O’Connor Street blues
Leche de aloe
Larga distancia
Higiene
Limonada de manzanas
Noche de verano
Drogadicto
La dosis
La invitación
El pacto
Hôtel-Dieu
Al frente
Tregua
El loco
Huevos revueltos
La paz
Faquir
El río
ELECTRODOMÉSTICOS 1968- 1982
Niño
Refrigerador
Libro blanco
Tríptico
Ave de rapiña
Mitos
Promisión
AUTOMÓVIL 1968- 1982
Automóvil
El objeto
Oscurece
Túnel
Blaaammm!
Garaje
Motociclista
¡Esplendoroso día!
Limousine
Soplido
Astronautas
Weel Wrench
PISCIS 1969-1982
Noche
Sol de los venados
La última fogata
Áreas grises
Edificio Bacon
Cóctel
Club nocturno
Licántropo
Monstruo
Televisión
El sereno
Ovni sobre la Antártida
Piscis
Menú
Nubes
Paradero de taxis
Gasolina
Rascacielos condenado a la demolición
Caridad
Póquer
En la autopista
El testigo
Aeropuerto

También podría gustarte