Agridulce San Valentin - B. E. Raya
Agridulce San Valentin - B. E. Raya
Agridulce San Valentin - B. E. Raya
RESEÑA
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
EPÍLOGO
RESEÑA
Liam Rossi cree que ha heredado una maldición familiar. Ninguno de sus
antecesores había tenido suerte con sus parejas, ni su madre, su abuelo, su
bisabuelo, su tatarabuela, había encontrado nunca a la pareja perfecta. Ya se lo
habían advertido y al inicio no creyó que él heredaría ese mal. Hasta que fracaso,
tras fracaso le deja en claro que nunca encontrará el amor.
Y para colmo siempre le ha gustado el único hombre que jamás le
correspondería. Por ese motivo se promete a sí mismo a no cometer el mismo
error que sus antepasados, a dejar de lado el amor y solamente buscar
satisfacción física y recuerdos de momentos.
Bruno Heber era un hombre de poca paciencia, con un plan de vida bien
estructurado y bien planeado, con poca paciencia y ni un solo hueso divertido en
todo el cuerpo. Sin embargo, un suceso que no estuvo en sus planes causo que
todo su mundo se sacudiera y a causa de eso intentará cambiar un poco su estilo
de vida. Solamente un poco, pero definitivamente “Poco” no era una palabra que
Liam Rossi conociera.
PRÓLOGO
El dolor que recibes de tu amor adolescente no tiene sentido, pero duele
mucho.
Años atrás…
—Ojalá se ahogue.
Le dijo Liam en un susurro a su mejor amigo, sabedor de que con Theo su
secreto estaba a salvo <<Como tantos otros secretos>> Prácticamente entre
Theo y él había un pacto de sangre. Juntos hasta la muerte. Los adultos juzgaban
su amistad como una curiosa situación de juventud. Pero a pesar de que ambos
tenían quince años, se podría decir que su amistad y la sólida confianza que
había en ellos era mucho más significativa y verdadera que muchas de las
relaciones de los adultos. En especial entre la familia de Theo. Los Heber era
una familia de políticos bastante astutos y manipuladores. Buenos en el engaño
de los buenos modales. Theo era la acepción. Por algo eran mejores amigos del
universo.
—No deberías mirarlos fijamente.
Comentó Theo antes de sumergirse a su costado. Era un día soleado de
verano y Theo lo había invitado a una barbacoa en el jardín de su casa. La madre
de Theo no era muy fan de Liam. Pero eso a él no le importaba. Estaba dispuesto
a aguantar unas pocas malas caras con tal de jugar un poco con su mejor amigo
en la alberca y de paso observar a la persona que le gustaba.
—¿Qué ve en ella? Es muy fea.
Suspiró, consciente de que no era cierto. De hecho, la chica era bastante
guapa, con abundantes pechos para tener diecisiete años. Con esa cinturita tan
estrecha y caderas anchas, el traje de baño le quedaba espectacular. Su melena
oscura era larga, sus facciones refinadas. Ella era una hermosa chica y
seguramente sería una espectacular mujer. Había visto a más de un hombre
adulto en la fiesta del jardín quedarse embobados mirándola, a pesar de que eso
podría ser ilegal.
Y el novio, Bruno Heber, no era la excepción entre esos bobalicones. Por
supuesto que Bruno era más discreto y sus facciones faciales no mostraban
tantas emociones. Pero igualmente lo había visto mirándola más de lo necesario,
sobre todo su escote. <<Hombres, típico>> además ¿Cuándo se había hecho una
novia? Ni Theo lo supo hasta ese día que él llegó acompañado. Bruno era tan
serio, frío y seco, que Liam jamás imaginó que le sería tan fácil ligarse a una
chica.
¡Y estaba embobado! Por el amor de Dios. No se le despegaba para nada y
no miraba a nadie más que ella y viceversa, ella también parecía encandilada por
él. Le dolió el corazón al comprender que estaba siendo testigo de un instante de
amor.
—Puedo ir allá y meterle zancadilla si quieres.
Susurró Theo apartando el agua de sus ojos. Su amigo incondicional intuía
lo que estaba sintiendo Liam. Y no juzgaba porque le gustara Bruno, hace
mucho que superaron esa parte donde Theo se enteraba de que a Liam le
gustaban los hombres y aunque Theo no lo tenía claro aún, Liam sabía que había
algo en él muy oculto en el armario. La diferencia entre ellos, era que Liam
podría ser libre como una paloma, su familia no lo juzgaría por sus preferencias,
eran unos locos fervientes en la creencia del amor verdadero. No obstante, Theo
si tendría que ser discreto o a sus padres les daría una apoplejía.
Liam se mordió el labio, deseando nadar hasta el otro lado de la alberca,
sumergirse hasta el fondo para tirar del pie de ella y hacer que se sumergiera.
Seguramente no pasaría mucho tiempo a que se ahogará antes de que Bruno
fuera a su rescate, pero mínimo se mojaría ese cabello del cual parecía bastante
orgullosa y se le arruinaría su perfecto maquillaje. Eso la volvería aún más fea,
no obstante, por cómo miraba Bruno Heber, estaba claro que la miraría del
mismo modo, aunque estuviera chorreando de agua y con el maquillaje corrido.
—No.
Dijo en voz baja, volviéndose con los ojos llenos de lágrimas.
>>—Déjalos.
Theo miró a la pareja, que estaban ahora besándose, seguramente, Liam
había leído sus intenciones en los ojos, por eso se había girado.
—¿Qué vas a hacer, entonces?
Se encogió de hombros y no contestó enseguida.
—Iré a casa.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Liam nunca fue una persona madrugadora, adoptó esa costumbre porque
“Debía hacerlo”. Trabajo duro y determinación eran su lema. Sin embargo,
también era partidario de la buena diversión de vez en cuando y era ahí donde
madrugar se le dificultaba. Además, era domingo. ¿Por qué rayos una persona
concertaba trabajo para un domingo?
Fulminó a Bruno con la mirada. Admiraba su determinación por ayudar a
su primo con su obra de caridad. La verdad lo había esperado de cualquiera,
menos de él. Después de todo, a excepción de Theo, ningún Heber valía la pena
a consideración de Liam.
Siempre había considerado que de todos los Heber eran unos idiotas, tal vez
Bruno era el menor de los males; sin embargo, a pesar de que se le hacía
atractivo como el demonio y tenía una extraña fascinación y encaprichamiento
por él. Liam no se fiaba del todo de sus buenas intenciones de buenas a primeras.
¿Sería cierto que deseaba apoyar a Theo en obra de caridad sin ningún mérito de
por medio? Por lo que sabía en la familia Heber vivían y respiraban para la
publicidad. No podían dar un centavo a las personas en la calle sin publicarlo en
redes sociales. Eran unos frívolos políticos y Bruno era uno de sus asesores de
campaña y de vida.
Fue extraño que unos días atrás, de buenas a primeras, Bruno ofreciera su
ayuda en cuanto al tema del refugio y del convento, sin esperar nada a cambio o
alertar a la familia Heber de las intenciones de Theodore. No obstante, fue más
raro aún el sutil cambio que Liam pudo distinguir en él. ¿Ahora deseaba ser
amigo de su primo? Hasta Theo estaba extrañado que fuera tan amable <<Entre
comillas, porque Bruno seguía siendo una persona fría y reservada>> Pero al
menos le mostraba más consideración a Theo que ni su propio hermano.
—¿Aún sigues molesto?
Le preguntó mientras lo observaba masticar tranquilamente su desayuno.
En parte, él también se sentía un poco responsable. Fue él quien estuvo de fiesta
con Theo anoche. Se habían embriagado hasta las chanclas y ni siquiera
recordaba cómo llegó a casa. No culpaba a Bruno enfurecerse cuando Theo
jamás le contestó y Liam no le supo dar una razón clara de donde se encontraba
y con quién. El portero sé su edificio agravó la situación al contarles que un
hombre desconocido dejo a Liam en su edificio y se marchó con Theodore. Y al
ir a casa de Theo y asegurarse de que todo estaba bien, lo encontraron en una
situación bastante comprometedora. <<Bravo por Theo, al fin tuvo las
agallas>> No obstante, sentía lástima por Bruno. Menudo trauma a su ego
heterosexual debió de haberse llevado al encontrar a dos hombres en la cama.
>>—No creo en verdad que no sospecharas de las preferencias de tu primo.
Y tu familia no tiene por qué enterarse si tú no les cuentas.
Él estaba preocupado por lo que sucedería ahora. Temía por la reacción de
los Heber, ellos tendrían que esperar y ver cómo era que Bruno actuaria <<Al
menos no ha sacado el móvil y llamado a los padres de Theo>> Eso era al
menos un avance positivo, aunque Theo no se salvó del sermón de Bruno. Vaya
bronca se aventaron esos dos. Bruno era un hombre de carácter y bastante
asertivo. Fuera lo que fuese que conversaron mientras él sacaba a Turrón a
cagar, había hecho que Theo recuperara un poco el sentido común. Salir del
closet para Theo era complicado. Liam lo había intentado por años; sin embargo,
respetaba su situación de vida y la complicada relación con su familia.
—¿Crees que iré de chismoso con mi familia? Vaya concepto tienes de mí.
Murmuró Bruno, sonando bastante sarcástico. Sin mirarlo, continúo
comiendo sus panqueques de alfalfa. En un arranque de buena voluntad y
disculpa por el susto, al abandonar la casa de Theo, Liam lo había invitado a
desayunar en compensación por las molestias. No era que él tuviera mucho
apetito con la cruda que traía y ver esos panqueques verdes le estaban sentando
mal. Pero este tipo era de esos raritos que no comían carne.
—Toda tu familia está loca y hasta donde sé, tú eres el ejecutor consejero
de sus acciones.
Comentó Liam mientras removía su ensalada sin mucho entusiasmo.
—Soy un simple asesor y publicista.
Dijo Bruno fulminándolo con la mirada, agarró la taza de café de la mesa.
Tomó un sorbo codicioso.
—La familia Heber es como una mafia. El más fuerte manipula los hilos.
No me vengas ahora con que tú siempre te has encaminado por el camino del
bien. Por algo la gente odia a los políticos.
Bruno hizo una pausa antes de tomar otro trago largo. <<Dios, hasta
bebiendo café es bastante atractivo>> Era domingo, y él vestía elegantemente
con esos trajes ajustados, el color negro sin duda elevaba su elegancia y sus
facciones varoniles.
—¿Me estás insultando?
Liam se encogió de hombros.
—Antes evitabas en su mayoría a Theo y sin contar que me mirabas a mí
por encima del hombro. ¿Ahora quieres ser mi amigo? Perdóname por
desconfiar.
Las cejas de Bruno subieron.
—¿Alguna vez te he insultado o algo?
Preguntó dejando la taza sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, por
suerte la cosa esa no se quebró. Su tono era tan incrédulo y molesto que Liam
casi se rio.
—No estoy diciendo que eres homofóbico
Dijo, manteniendo una cara seria. No podía negar que disfrutaba sacar a
este tipo de quicio.
>>—Pero siendo sinceros, tampoco es que mi estilo de vida y preferencias
te agraden tanto.
Bruno apretó los dientes.
—Jamás me ha molestado que utilices ropa llamativa o tu cabello de
colores.
Frunció el ceño antes de levantar la mirada hacia su cabello. Volvió a
mirarlo a los ojos.
>>—Cada quien es libre de vivir su vida como le plazca.
La sonrisa de Liam se amplió.
—¿Y por qué te molestó tanto encontrar a tu primo en la cama de otro
hombre?
—Porque nuestra situación familiar es distinta a la tuya.
Dijo Bruno, empujando su plato vacío al centro de la mesa.
>>—Y antes de que comiences a decir tonterías te voy a aclarar que a mí no
me importa lo que haga o deje de hacer Theodore con su vida. ¿Es tan difícil de
creer que me preocupo por él? Solamente imagina la reacción de sus padres
cuando se enteren.
—No es como si pudieran darle a Theo un par de palmadas en el trasero por
travieso, ya no tiene cinco años.
Liam se encogió de hombros. La verdad era que Liam nunca comprendería
por qué tanto temor hacia su familia.
—Llevan estrictamente el control del comportamiento de cada miembro de
la familia por generaciones. Si desean algo lo consiguen, bajo cualquier medio.
Dijo Bruno de forma tan sería que hasta lo hizo estremecer. Había algo en
la forma en que le había dicho que hacía a Liam cuestionarse muchas cosas. En
más de una ocasión, vio el miedo en los ojos de Theo al querer hacer algo por su
cuenta y luego abstenerse al pensar en lo que opinaría y haría su familia al
respecto.
—Bien, es peligroso. Ya comprendí.
Suspiro.
>>—Entonces, ¿Qué haremos ahora?
—¿Haremos?
Preguntó con una ceja arqueada.
>>—Este es problema de Theo. Ya dejo en claro que no desea que me
entrometa.
—No seas tan snob.
Comentó irritado.
>>—No podemos dejar a Theo solo en esto, se supone que somos sus
amigos.
—Tú eres su amigo. Yo solamente soy el primo irritante en el que no
confía.
No fue lo que dijo, sino la forma en la que le dijo que Liam comprendió
entonces. Bruno Heber estaba molesto porque Liam no confiaba suficientemente
en sus buenas intenciones. ¿De verdad deseaba ser un buen amigo ahora? Liam
se cuestionaba de este cambio de buenas a primeras. Ladeó la cabeza hacia un
lado.
—¿Qué te sucedió?
Preguntó entrecerrando los ojos.
—¿A qué te refieres?
—Aunque nunca fuiste tan satánico como el hermano de Theo, tampoco
eres la madre teresa de Calcuta. ¿Por qué ahora quieres ser amigo Theo? ¿Por
qué hasta hoy y no antes?
Liam observó como sutilmente la mejilla de Bruno se contraía en con un
pequeño tic.
—Nunca he sido tan bueno como ustedes para ser amigos o simplemente
expresar adecuadamente mis expresiones.
Bruno le dio una mirada inexpresiva.
>>—¿En tan malo desear cambiar un poco?
Liam frunció el ceño.
—No. Pero pienso que algo te sucedió para que decidas hacer este cambio.
Liam lo observó pensativo.
>>—No obstante, he decidido bríndate el beneficio de la duda. Y te aseguro
que puedes confiar en mí. Si deseas contarme lo que sucedió, te aseguro que
estoy dispuesto a apoyarte. Así de buena persona soy.
Liam le brindó una hermosa sonrisa. Bruno continuó con su cara seria.
—Gracias. Pero no lloraré en tu hombro. No es mi estilo. Solamente hay
que limitarnos a hacer nuestro trabajo y apoyar a Theo.
Liam se limitó a mirarlo por un largo momento.
—¡Anda no seas tan amargado! Yo puedo ayúdate ¿Qué fue? ¿Problemas
de trabajo? ¿Una enfermedad? ¿Una amante?
La última pregunta le irrito el estómago. Entrelazó sus manos sobre la mesa
y esperaba que su brillo diabólico que seguramente tenía en los ojos pasara
desapercibido para Bruno. Chisme era chisme y él vivía y respiraba para eso.
—Nada. Créeme, no todos necesitan que los fantasmas de las Navidades[1]
los visiten para querer cambiar su vida un poco.
Contestó Bruno con calma, pero Liam no le creyó.
—No te creo. Algo ocultas. Bien, puedes estar enmascarando tus malas
intenciones tras una fachada de bondad y después vas a golpearnos cuando Theo
y yo nos confiemos.
—Puedes pensar lo que quieras.
Dijo Bruno.
>>—Si deciden no confiar en mí, ese es problema de ustedes.
Irritado, Bruno se levantó. Sacó su cartera y arrojo unos dólares para pagar
la cuenta.
—Oye, espera, aún estamos conversando.
—Yo terminé con esta conversación. No pienso seguir dándole vueltas a lo
mismo.
Molestó se alejó de la mesa. <<Maldito hombre terco>> Pensó irritado.
Malhumorado, Liam se apresuró a seguirlo fuera del restaurante. Lo alcanzó
mientras, a grandes zancadas, Bruno caminaba calle arriba para buscar su auto.
El muy maldito se iría así sin más, sin preocuparse como Liam regresaría a casa.
Este era el Bruno que siempre fue. ¿No se supone que ya era buena persona?
Abandonarlo en medio de la ciudad no le daba buenos puntos. <<Tú tienes la
culpa por irritarlo>> Dijo su conciencia.
—Oye, no tienes por qué irritarte tanto.
Comentó Liam con un poco de falta de aliento. Bruno caminaba muy
rápido.
>>—Pero no puedes culparme, ¿Alguna vez te has detenido a pensar
cuántas veces nos hiciste sentir como una mierda con tu indiferencia y tus duras
miradas? Es extraordinario que quieras cambiar, pero no me culpes por querer
saber la razón.
Bruno rodó los ojos.
—Deja de sobre dramatizar. Son solamente palabras. Si tú no puedes
simplemente confiar, no es mi problema. No tengo por qué contarte una historia
trágica para justificarme.
—Eso no funciona así.
Liam corrió hasta colocarse enfrente de Bruno para evitar que siguiera
alejándose.
>>—Soy gay, salí del closet muchos años atrás y a lo largo de mi vida gané
demasiados enemigos o simplemente tuve que luchar contra los homofóbicos
que desean de alguna manera aprovecharse.
Su voz fue muy dura mientras continuaba.
>>—Mis amigos los cuento con los dedos de la mano. Y solamente te
puedo decir que Theo es la única persona en la que confió. Muchos de los que se
llamaron mis amigos siempre terminaron llamándome maricon, marica,
monstruo repugnante, etc.… discúlpame por ser precavido en creerte.
Bruno lo miró incómodo y se cruzó de brazos.
—¿Qué pretendes con esto?
Preguntó Bruno con voz ronca, sosteniendo su mirada.
>>—¿Contándote una historia trágica ayudará para que confíes en mí?
—No puedo obligarte a abrirte conmigo.
Contestó arrugando la nariz.
>>—Pero debes considerar que si deseas que confiemos en ti y te tratemos
como amigo. Debes devolver la misma cortesía.
Bruno frunció los labios. Desvió la vista antes de volver a mirar a Liam.
—No hay nada que contar.
Dijo bruscamente. Era mentira. Liam ahora apostaba que había algo grande
que estaba ocultando.
>>—Simplemente es mi intento de tener amigos. Intentarlo contigo y con
Theo me pareció una buena manera de comenzar. Ya que en la oficina al parecer
la mayoría me tiene miedo simplemente por mi apellido.
—No los puedo culpar.
Liam sonrió. Levantó las manos en señal de frustración, luciendo
positivamente rendido.
>>—De acuerdo. Ya no preguntaré más. Esperaré a que tú mismo me
cuentes lo ocurrido.
Bruno enarcó una ceja como no creyéndole del todo.
>>—Dejemos el tema por ahora. Quiero ir a casa y tomar una ducha.
¿Dónde está tu auto? Que sepas que estabas a punto de abandonarme aquí. ¿Lo
sabías? Eso no te hace un buen amigo.
Bruno resopló y dejo caer los brazos. Parecía menos tenso ahora.
—Sabía que me seguirías. Eres así de irritante. Nunca dejas el tema pasar.
Bruno pasó por su costado y continuó caminado.
—¿Acaso estás loco? Será mejor que no me provoques demasiado. No
tienes a tu suerte conmigo. No lo olvides. Soy una persona vengativa.
—Dime algo que no sepa.
Contestó Bruno sin mirarlo. Liam sonrió. Sí, este tonto era irritante, frío y
malhumorado. Pero no era mal tipo. Al menos esperaba no equivocarse. Le daría
el veneficio de la duda, por ahora.
CAPÍTULO 2
Hasta para encontrar el amor hay que tener suerte, unos tienen facilidad
para tener una pareja otros se quedan solos por toda su vida.
Mediados de diciembre…
19 de diciembre…
23 de diciembre…
—No puedo creer que estés haciendo todo esto, simplemente por el bien de
tu retorcido plan.
Comentó Bruno, mientras levantaba un puño de guirnaldas navideñas del
piso para quitarlas del camino. Su estudio era un caos, lo aceptaba. Adornos
navideños, telas de seda, nylon, listones, maniquís, plumas y lentejuelas estaban
mezcladas por todas partes. Estaba trabajando contra reloj, de buenas a primeras
había decidido que organizar una fiesta navideña para las personas infelices, sin
pareja y sin familia, para celebrar las fiestas era la excusa perfecta para reunir a
Theo y al doctor Gabriel.
En su cabeza, su plan lució brillante y bien elaborado. La realidad era muy
distinta. Estaba sobrepasado con la organización del evento y terminar su trabajo
de esta semana. Estaba tan estresado que la noche anterior, Liam fue a su club
favorito dispuesto a levantar al hombre más sexy que pudiera encontrar, un alto,
moreno y musculoso y poder tener una noche de liberación de estrés entre las
sábanas. Sin embargo, estaba tan agotado, que termino solamente viviendo la
una cerveza y yendo a casa a dormir solo. <<Es por mi mejor amigo. Hago todo
esto por Theo. Tengo que aguantar>>
—Todo estará listo a tiempo, te lo prometo.
Bruno le frunció el ceño.
>>—Tengo todo controlado.
Liam sonrió con seguridad, sin embargo, Bruno levantó una bolsa de
esferas tiradas de debajo de una de las mesas de trabajo. <<¿Qué no Debby
había estado buscándolas desesperadamente para adornar el árbol?>>
—Creo que esto es una exageración. Estás loco de verdad.
Dijo Bruno mirándolo de esa forma medio divertida, medio exasperada, que
siempre enloquecía a Liam. En los últimos días, se había dado cuenta de que
Bruno, poco a poco, era más relajado en cuanto a sus expresiones faciales y eso
le agradaba.
—Theo lo vale, es mi mejor amigo y estoy seguro de que nuestro plan
funcionara.
—Pudimos contratar un organizador de eventos profesional. Así no estarías
tan estresado.
Dijo Bruno amablemente. Liam tomó un gran trago de su café.
—Yo soy capaz de organizar todo. Muchas gracias.
Se encogió de hombros.
—Como quieras.
Bruno resopló.
>>—Entonces ¿En qué quieres que te ayude?
Preguntó observando a su alrededor con la ceja arqueada. Liam apretó los
dientes. Ciertamente, su estudio era un desastre, pero no era para tanto. Mejor
dicho a lo mejor era la patología perfeccionista de Bruno, que estaba
proyectando todo, peor de lo que parecía. Liam hizo una mueca.
—Tengo una misión para ti.
Frotándose su adolorida nuca, Liam dijo a regañadientes, evitando la
mirada de Bruno.
>>—Tú serás el encargado de traer a Theo mañana. Cueste lo que cueste.
Se humedeció los labios con la lengua.
>>—Si es necesario que lo amordaces y lo arrastres. Lo tienes que hacer.
Bruno se quedó callado. Liam miró en su dirección y encontró a Bruno,
observándolo con una expresión extraña en el rostro, con sus oscuras cejas
fruncidas.
—¿Yo?
Preguntó Bruno por fin, aclarando su garganta.
>>—De los dos, creo que a mí es a quien menos caso le haría. ¿Por qué no
vas tú?
Liam se encogió de hombros.
—Porque conozco a Theo. Ya lo invité y me rechazo por más que lo
amenace. Así que no tenemos otra opción que amenazarlo, amordazarlo y
arrastrarlo. Y es tu turno de cooperar en algo, ya me encargué de que el doctor
Dave asista. Tú tienes que traer a tu primo.
La aclamada expresión que siempre caracterizaba a Bruno Heber se
transformó con una de gran exasperación.
—Si Theo no te hace caso a ti. ¿Cómo esperas que sea cooperativo
conmigo?
—Tienes que ingeniártelas para convencerlo.
Murmuró Liam.
>>— Eres un chico listo, usa ese gran cerebro que tienes.
Sorprendiéndolo, Bruno rio, sus ojos se estiraron con la diversión. Eso fue
toda una hermosa visión. Bruno nunca sonreía.
—Realmente eres sorprendente. Y estás loco, sin duda. Theodore nunca me
hará caso a mí. Reconsidera tu plan.
Suspiró.
>>—Tal vez sea mejor que yo me ocupe de este desastre… tengo una
amiga que es buena decoradora de interiores.
—¿Amiga o amante?
Preguntó irritado. Liam estaba al borde de la histeria, definitivamente no
quería lidiar con una de las mujeres de las cuales Bruno se tiraba.
Bruno enarcó una ceja.
—Es una amiga.
—Dijiste que no tenías amigos.
Se cruzó de brazos y comenzó a golpear el piso con un pie. Casi tenía ganas
de patear a Bruno.
—Conocida, entonces. Error de palabra.
Bruno rodó los ojos.
>>—Te decía… la puedo llamar y encargarnos de tu estudio. tú puedes
convencer a Theo.
—No. Tú lo harás.
Dijo Liam con irritación.
—Esa es tu misión ¡Ingéniatelas para traerlo! Ese es tu trabajo y deja de
quejarte como niño de cinco años.
—¡Él nunca me hará caso! Hazlo tú.
Dijo Bruno arrugando la nariz.
>>—Yo me encargaré de organizar este desastre de lugar. Seguro que es
mucho más sencillo a hacer que Theodore me escuche.
Liam suspiró y golpeó la mesa con la palma abierta.
—¿Por qué eres tan terco?
Bruno lo fulminó con la mirada.
—Lo mismo podría decir de ti. Eres terco como mula. Es mejor que tú
vayas con Theo. Llamaré a Teresa…
Bruno ni siquiera estaba terminando de decir la frase y ya estaba sacando su
teléfono móvil. Por instinto, Liam sujetó su mano con todo y móvil, impidiendo
que llamara a nadie. Los ojos de Bruno se ensancharon.
—Echaremos un chin chan pún[2]. El perdedor se encargará de Theo ¿De
acuerdo?
—¿Qué cosa?
Liam rodó los ojos.
—No lo puedo creer ¿No sabes jugar a piedra, papel o tijera?
—Por supuesto que sé. Pero no tenemos cinco años, señor Rossi.
—No importa la edad. Así es como se solucionan la mayoría de los
conflictos.
Aseguró con una sonrisa.
>>—Es una solución perfecta para gente terca como tú que no quieren
cooperar en situaciones de necesidad.
—Estás loco.
Liam lo fulminó con la mirada.
—Ya me has dicho loco en más de una ocasión el día de hoy. No me hagas
perder la paciencia.
Bruno apretó los labios.
>>—Venga, vamos a dejarlo a la suerte. ¿Acaso tienes miedo de perder?
Suspirando, Bruno retiró su mano de la de Liam y guardó el móvil.
—De acuerdo, lo haremos a tu manera.
Liam sonrió triunfante. Se preparó para la batalla. Por lo general, siempre
era una batalla de quien ganara dos de tres. Pero ellos lo decidirían en una sola
ronda. Una apuesta única. Todo o nada.
—¿Estás listo? Una sola ronda. Todo o nada. ¿De acuerdo?
Preguntó mirando a su rival. Bruno ahora lucia concentrado. Liam
secretamente sonrió. ¿Quién iba a imaginar que una persona tan estirada y fría se
prestaría para un juego así? Le gustaba este nuevo Bruno. A pesar de su
constante contacto últimamente y su gran acercamiento, Liam aún no descubría
que fue lo que sucedió para que Bruno cambiara de repente y quisiera ser mejor
persona. Sin embargo, agradecía el cambio.
—Hagamos ahora. No tengo todo el día.
Gruñó Bruno. Liam sonrió. Ambos rivales tomaron posición y llevaron su
mano derecha a sus espaldas.
—Piedra… papel o tijera…
Al mismo tiempo, ambos mostraron sus manos. Bruno piedra, y Liam
papel.
>>—¡Siiiii! Gane yo.
Liam saltó emocionado, danzando un baile de la victoria. Bruno se limitó a
gruñir.
—Esto es ridículo.
Liam se acercó a Bruno y palmeó su firme pecho.
—No seas un mal perdedor. Perdiste la apuesta, tienes que cumplir con tu
misión. ¿De acuerdo?
Se miraron fijamente, Liam luchó por aplacar la sensación de su estómago.
Estaba tocándolo y él olía tan bien.
—Él no va a querer venir por propia voluntad.
—Oblígalo.
Sonrió alejándose del hombre.
>>—Vivo o muerto. Quiero su cadáver aquí.
Bruno rodó los ojos. Liam estaba seguro de que Bruno deseaba decirle de
nuevo “Estás loco” pero, en cambio, se giró y le dijo que estarían en contacto y
después se marchó. <<Tan adorable>> Aún tenía mucho que aprender, pero
Liam reconocía que, al menos, Bruno estaba intentando ser amigo para él. Y eso
era agradable y peligroso para él.
CAPÍTULO 5
La melancolía ve lo peor de las cosas.
25 de diciembre…
30 de diciembre…
Liam estiró el cuello una vez más para darse una idea de cuantas personas
aún estaban en la fila. Eran varias, suspirando, sopló sus manos. Estaba haciendo
frío, mucho frío. Sin embargo, tenía fe en que esas castañas asadas valdrían la
pena morir congelado. Llevaba en la fila casi veinte minutos. Y tras de él había
también un mundo de gente. A criterio de Liam, las cosas valían la pena si había
fila esperando.
—Yo pensé que eras de los que pedían todo por Delivery[3].
Liam saltó del susto cuando Bruno se colocó sorpresivamente a su lado.
—¡Maldita sea! ¡Me asustaste!
Liam le dio un golpe en el antebrazo.
>>—Jodida mierda ¿Cómo me encontraste?
Bruno se aclaró la garganta.
—El lenguaje.
Murmuró mirando alrededor.
>>—Te busqué en tu estudio y una de las costureras me dijo que
seguramente estabas aquí.
Liam lo fulminó con la mirada.
—No me vengas con chorradas.
Chasqueó la lengua, él hablaría como quisiera hablar.
>>—¿Qué haces aquí? Pensé que aún estabas de “Vacaciones”
Liam hizo comillas en la última palabra. Ese era un viaje sospechoso, ni
siquiera Theo sabía nada al respecto.
—Tuve que regresar de improvisto por cuestiones de trabajo.
Bruno alzó la cabeza para mirar también la fila.
>>—Esta noche hay una reunión entre los Heber y los Petrus.
Informó tranquilamente.
>>—Theo y Natasha planean anunciar su compromiso esta noche.
El suelo bajo Liam se removió.
—¡¿Qué cosa?!
Prácticamente gritó. Bruno lo miró con una ceja arqueada.
—Ya temía que Theo no te lo dijera.
—¿Y te lo dijo a ti?
Preguntó ofendido. Mataría a Theodore.
—No, fue Natasha. De hecho, en la familia nadie sabe nada.
Comentó haciendo una mueca.
>>—Por supuesto que ambas familias esperan que surja una relación entre
ambos. Sin embargo, Natasha me contó que esta noche formalizarían su relación
frente a todos.
Liam apretó los puños, estaba furioso. Por supuesto que Theo no le diría
absolutamente nada. ¡Hijo de puta! Maldijo con coraje. Solamente que al ver que
Bruno se aclaraba nuevamente la garganta, se dio cuenta de que la maldición la
dijo en voz alta y no solamente la pensó. Este era Bruno el estirado, formal y
respetuoso. Hasta parecía fuera de lugar en la fila. Definitivamente, no era un
hombre que compraría comida en un puesto ambulante de la calle.
>>—Entonces ¿Cuál es el plan que estás maquilando?
Preguntó Bruno llamando su atención. Liam lo miró entrecerrando los ojos.
—¿Plan?
—Sí. Estás muy callado. Supongo que es ahora cuando nos metes en otro
de tus planes elaborados para sabotear el asunto.
Liam observó como Bruno intentaba ocultar una sonrisa. En otras
circunstancias estaría realmente fascinado.
—Ya no hay planes elaborados.
Suspiró. Sacó su cartera y extrajo dos billetes de cinco dólares. Bajo la cara
de desconcierto de Bruno, colocó ambos billetes en la solapa de su chaqueta de
piel.
>>—Es momento de una seria intervención. Lo haré solo, golpear a otra
persona es ilegal y no queremos que tu apellido quede manchado si terminamos
en la comisaria.
Palmeó su pecho.
—¿Qué…?
—Compra dos bolsas de castañas y llévalas a mi estudio… o en dado caso
tendrás que llevarlas a la comisaria. Eso te lo haré saber más tarde.
Liam dio un paso fuera de la fila.
—¿Acaso estás de broma?
Bruno lo sujetó del brazo, pero Liam le dio un manotazo para que lo soltara.
—No. Tu misión son las castañas y yo haré recapacitar a Theo.
Le mostró el puño. Liam estaba realmente furioso y ofendido. No podía
creer que Theo estuviera haciendo esta tontería. Sin embargo, comprendía la
razón de no avisarle. Si había alguien que podría hacerlo recapacitar era Liam.
—Liam… Esto no…
—¡Las castañas!
Lo interrumpió golpeando de nuevo en el antebrazo.
>>—Más vale que me consigas esas castañas. O terminaré golpeándote
también a ti.
La cara de incomodidad de Bruno, al escuchar a los otros de la fila reír, no
tenía precio. Quiso reírse a carcajadas, pero eso seguramente enloquecería al
hombre. Sin darle tiempo a seguir protestando, Liam se alejó. Era momento de
una verdadera intervención no tan sutil.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
El mayor defecto de Liam Rossi, era la paciencia. Por más que lo intentara,
llegaba al punto que su tolerancia ante los “Impulsos de idiotez de los humanos”
llegaban a agotarse. Además de que últimamente su buen humor estaba en
números rojos. Ya estaba cansado de ser sutil. Era momento de una intervención
verdadera.
—¡Theo!
Gritó sin ningún pudor. No le importaba una mierda la sensibilidad de los
empleados. Liam estaba tan cabreado como un toro embravecido. Estaba
dispuesto a tacklear[4] a cualquiera que intentara detenerlo. Hasta había enviado
a Bruno a la mierda cuando intentó razonar con él. <<Maldito descarado si es
con quien estoy más furioso aún>> Llegó hasta la oficina de Theo y fulminó a
su amigo con la mirada.
—Esto es una oficina ¿Acaso lo olvidaste? No puedes venir a gritar como
lo haces en tu estudio.
—Cariño, si no quieres que te ahorque delante de tus subordinados, será
mejor que no me cabrees más.
Amenazó.
>>—Estoy cansado de llamarte y que me ignores.
—Pensaba hacerlo mínimo hasta el año que entra.
Dijo Theo, enderezándose y mirando su reloj.
>>—Ahora, si me disculpas, tengo una reunión…
—¡De eso nada!
Interrumpió Liam, rodeando el escritorio y sentándose justamente sobre su
mesa y bloqueándole de esa forma la retirada. Esta vez Theo lo escucharía sí o
sí.
>>—Se rumorea que esta noche, Natasha y tú anunciaran su compromiso
en la cena que está organizando el gobernador.
—¿Escuchaste el rumor o te lo dijo Bruno?
Theo se recargó en la silla despreocupadamente.
>>—¿Desde cuándo ustedes se volvieron tan cercanos? Hasta no hace un
mes, Bruno no te daba ni la hora.
Los labios Liam se adelgazaron. ¿Amigos? ¿Acaso era un chiste? Si no
fuera porque en sus conversaciones el 90 % era acerca de Theodore, Bruno ni
siquiera lo miraría. Y era triste de admitir.
—He sido paciente, Theodore.
Liam plantó su mano sobre el escritorio y se inclinó peligrosamente hacia
Theo.
>>—Estúpidamente creí que con los días entrarías en razón. Pero ya es
demasiado, no permitiré que hagas esta locura.
Dijo a su amigo, mirándolo con el ceño fruncido.
—Es mi decisión, Liam. No te entrometas.
—Si es necesario que me presente en esa cena y grite ¡Yo me opongo! Lo
voy a hacer, Theo. No me retes.
Liam hablaba en serio, él era capaz de eso y mucho más. Theo se mordió
el labio. Las sutilezas en todo el plan que había diseñado con Bruno, se habían
terminado. Esta vez, Liam estaba dispuesto hasta darle unos buenos golpes a
Theo para que entrara en razón. ¿Por qué los primos se parecían tanto? También
tenía ganas de golpear a Bruno.
—Sabes que tengo que hacer esto.
Murmuró, mirando sus dedos.
>>—Ya es demasiado complicado. No agregues sal a la herida, por favor.
Su voz vaciló y apretó sus dedos en puños.
>>—Estoy haciendo lo correcto aunque no estés de acuerdo. Casarme con
ella es el único camino.
Liam golpeó el escritorio.
>>—¡No lo es! ¡Maldita sea, Theo! ¡No lo hagas!
Theo cerró los ojos. ¿Por qué era tan difícil salir del caparazón?
Comprendía que los Heber eran peligrosos, pero habría forma de enfrentarlos
¿No?
>>—No hay nada peor que una relación sin amor, Theo. Soy el ejemplo de
varias relaciones fallidas.
Comento Liam con tono de voz apagado. Con sus malas experiencias en el
amor, Liam podría hasta escribir un libro.
—Necesito tu apoyo, Liam. Si no quieres hacerlo, no puedo obligarte.
Él negó con la cabeza, frunciendo los labios. Esto era duro para Liam,
pero no había otra forma en la que obligara a Theo entrar en razón. Por primera
vez en muchos años, él no se callaría y permitirá que su amigo hiciera una
tontería.
—No pienso apoyarte en esto.
—Comprendo.
Dijo Theo, forzando una sonrisa.
>>—Seguramente Bruno o mi hermano podrán ser mi padrino.
El semblante de Liam se oscureció. Deseaba darle una cachetada a Theo.
Pero se contuvo. Resoplando se alejó de Theo.
—Que sepas que eres un idiota, Theodore.
Dijo Liam, alejándose a grandes zancadas. A su paso sus subordinados lo
miraban con nerviosismo. Era momento de la retirada, esta fue su última jugada.
Si él deseaba lanzarse por el acantilado. Liam no estaría para presenciarlo.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
31 de diciembre…
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Bruno se maldijo mientras bebió otro trago. Había estado demasiado brusco
con Liam, lo sabía. Pero no podía evitarlo. Aún estaba furioso con él y consigo
mismo por lo sucedido.
Durante estos días lo había evitado exitosamente, ya que no sabía cómo
reaccionaría al tenerlo enfrente. No quería odiar a Liam o que él lo odiara.
Ambos tenían culpa en ese problema y ciertamente tenían que hablar y
resolverlo, o todo se complicaría. Para empezar tenían negocios juntos y Theo
sería el primer afectado en todo esto.
Abandonando su vaso sobre la mesa, salió del salón de baile. Encontraría a
Liam y pediría disculpas. Tal vez no pudiera darle lo que Liam deseaba de él,
pero eso no significaba que debieran ser enemigos. Bruno estaba herido por lo
que Liam lo obligó a hacer, pero una parte de él sabía que jamás podría odiarlo
de por vida. Él era un adulto y si hubiera deseado apartar a Liam en ese
momento, lo habría hecho. Pero no lo hizo. Se prestó a ese absurdo juego.
Sacó su teléfono móvil para llamarlo, cuando vio a un par de camareros del
hotel algo asustados y cuchicheaban para sí mismos algo nerviosos. Sus vistas se
dirigían constantemente a la sala de descanso anexa. Había muchas salas de
descanso en todo el hotel, lo sabía. Él se había hospedado muchas veces en esta
cadena hotelera.
Al acercarse un poco más, los camareros lo miraron nerviosos, miraron de
nuevo con terror hacia el balcón y después se apresuraron a alejarse. Fue
entonces cuando escuchó los ruidos y los gritos amortiguados. Sin dudarlo se
apresuró ahí, sin imaginar la escena de terror que encontraría.
Contra el piso del balcón, un hombre fijaba violentamente a Liam. Los
sujetaba fuertemente, mientras luchaba incansablemente por bajarle los
pantalones. Antes de que el bastardo incluso pudiera entender lo que estaba
pasando, Bruno lo sacó de Liam y lo lanzó contra la pared, lo golpeó un par de
veces y cuando cayó al suelo, le dio un par de patadas.
Estaba tan furioso que golpearía William Petrus hasta convertirlo en una
masa sanguinolenta. Quería que este hombre sufriera, que gritara cuando Bruno
le rompiera cada hueso de su cuerpo y arrancara cada pedazo de piel fuera y
cortara el pene y se lo hiciera comer. William se quedó inmóvil, obviamente
reconociendo a Bruno.
—Bruno…
Él susurró de Liam lo detuvo. Dejo al tipo en el suelo y se giró hacia Liam.
Sin pensarlo dos veces se aproximó a él y se arrodilló junto a él. Liam necesitaba
ayuda.
Sus ojos se encontraron brevemente, y luego Liam se lanzó hacia Bruno y
enterró su cara contra el pecho de Bruno. El cuerpo de Liam se estremeció, no
por llorar, sino más bien a causa del miedo que aún mantenía aferrándose a él.
Bruno nunca había sido bueno en la concesión de consuelo, pero con Liam,
eso de alguna manera vino de manera natural. Sostuvo a Liam apretado,
murmurando leves ruidos de consuelo. Poco a poco, Liam comenzó a calmarse,
como si la presencia de Bruno, efectivamente funcionara.
—Gracias.
Murmuró Liam con voz ligeramente ronca.
>>—Gracias, Bruno.
En ese segundo el caos se desató. Personas llegaron y presenciaron la
escena. William quiso escabullirse, pero un par de hombres no se lo permitieron.
La cosa se complicó cuando su padre entró y al observar lo ocurrió se
acercó a Bruno.
—¿Qué sucedió?
Preguntó su padre con tono molesto. Pero por supuesto que estaba molesto
con Bruno por ser protagonista de este escándalo. Así era su familia.
—¿Acaso necesitas que te lo dibuje?
Preguntó de mala manera, mientras ayudaba a Liam a levantarse. Su padre
lo fulminó con la mirada, pero no pudo decirle lo que en verdad pensaba al llegar
Natasha Petrus con sus hombres de seguridad. El senador Alcázar y el
representante de la cámara de comercio. Muchos testigos importantes y aunque
su padre era un claro enemigo de la comunidad gay, no podría en ese momento
manifestar lo que en verdad pensaba.
—¿Liam, estás bien?
Preguntó Natasha claramente preocupada.
—Estoy bien…
Se forzó Liam al decir. Pero Bruno sentía cómo temblaba. Natasha también
debió de verlo, porque ella le exigió a uno de los guardias que le diera el saco de
su traje y con eso cubrió a Liam que se aferraba a Bruno. Sintió desagrado ante
el olor del traje del hombre, y quiso lanzarlo lejos, pero se abstuvo.
La discusión se desató, William con tal de salvarse a sí mismo comenzó a
decir que Liam lo había seducido y después de que Bruno los encontrara, Liam
fingió que lo estaba forzando para salvaguardar lo puta que era.
Bruno quiso ir a golpearlo nuevamente, pero Natasha y el mismo Liam se lo
impidieron. Lo peor no fueron las acusaciones de Liam para protegerse a sí
mismo. Si no que muchos de los presentes, hasta parecieron creerle. Pero la
verdad no era una sorpresa, muchos de los presentes, incluyendo a su padre, eran
homofóbicos. Por supuesto que culparían a Liam. No sabía lo que habría hecho
si Natasha calmaba las cosas, hasta exigió que llamaran a la policía y muchos
protestaron.
—Esta situación no pude ser tolerada.
Dijo mientras miraba a William
>>—Atacó a Liam.
Vio las expresiones de su padre oscurecerse a medida que miraban hacia
Liam.
—Por favor…
Intervino Liam aferrándose al brazo de Bruno.
>>—Solamente quiero irme…
—Pero, Liam.
Natasha se giró hacia él.
>>—Tienes que denunciarlo. Te aseguro que habrá justicia.
—¿Por qué quieren hacer esto más grande?
Intervino el padre de Bruno.
>>—Solamente se hará un escándalo y empañarán la felicidad de los
anfitriones de la fiesta.
A Bruno no le extrañó la actitud de su padre. Natasha no podía creerlo, y el
senador tampoco.
—Señor Heber… esta situación no pude quedar impune.
Intervino el senador Alcázar, haciendo a su padre cambiar su actitud para
quedar bien con el senador.
—No estoy diciendo que deba quedar impune, solamente sugiero arreglar
este malentendido en otro lugar y de manera más privada.
Carraspeó.
>>—Seguramente pueden llegar a un arreglo privado. Una compensación
por parte del joven Petrus hacia… el señor Rossi.
Esa maldita pausa indicaba su claro desagrado hacia Liam. Sus palabras
podrían decir una cosa, pero era una manera de salvaguardar las apariencias y no
perder la credibilidad. Para la interpretación de Bruno, su padre simplemente
quería olvidar el incidente.
—Solamente quiero irme.
Dijo Liam separándose de Bruno. Por instinto, él lo rodeó por los hombros
y miró a Natasha.
—¿Podrías ayudarme a pedir que traigan mi coche al frente? Lo llevaré a
casa.
—Tengo una habitación en el hotel.
Intervino Natasha.
>>—No creo que esté en condiciones de viajar tan lejos. Mientras arreglaré
todo este enredo.
—Está bien.
Susurró.
>>—Lo llevaré.
Liam le dio tal mirada de agradecimiento y de confianza que Bruno casi se
desplomó en ese mismo momento. Luchó por mantener la compostura cuando
Liam se acurrucó más cerca de él. Cuando se volvió hacia el grupo de hombres
mirando, le dijo a Natasha.
—Mantenlo alejado de mí o terminaré lo que empecé.
William podía demandarlo por asalto y la verdad no le importaría. Cada
uno de esos golpes valieron la pena. Sabiamente, nadie comentó y se hizo a un
lado para dejarlo pasar. Ignorándolos, Bruno empezó a caminar y siguió al
guardia de seguridad de Natasha hasta la habitación.
Llegaron al señalado dormitorio y a Bruno se le presentó un nuevo
problema. Quería quedarse con Liam y protegerlo, pero no sabía si Liam deseaba
tener su compañía después de lo sucedido.
Durante un momento, consideró dejar a Liam en la puerta, pero eso era
insensible. Considero en llamar a Theo, pero no quiera molestarlo ahora mismo.
Ya bastantes problemas tenía lidiando con su psicópata familia y tratando de
adaptarse a la idea de ser padre de Daniel.
Por el momento se aseguraría de que Liam se encontrara a salvo en la cama
y luego se iría. Que él decidiera si deseaba llamar a su amigo. Bruno cruzó la
habitación y ayudó a Liam a llegar a la cama. Se sentó en el borde de la cama.
—¿Estás bien?
Su proximidad lo tranquilizó, aunque estaba a punto echarse a llorar.
Incapaz de hablar, asintió.
>>—¿Te ha hecho daño?
Negó con la cabeza.
—Trató de… deseaba…
La expresión de Bruno se endureció.
—Sé lo que deseaba.
Liam lo miró a los ojos.
—¿Así te sentiste?
Preguntó con cara compungida.
>>—Yo proactivamente te hice lo mismo…
—No fue así.
Contestó de inmediato.
>>—No compares lo sucedido.
Las palabras de Liam lo hicieron considerar la situación. ¿En realidad fue
diferente? Ciertamente, Bruno quiso oponerse, pero al final cedió ¿Fue eso una
especie de asalto?
—Yo te forcé…
Liam hizo una mueca.
—No lo hiciste.
Por lo menos Bruno sentía que lo hizo. De haber querido irse lo hubiera
hecho; sin embargo, aunque Liam forzó la situación a cierto grado, Bruno no se
sentía violado.
>>—Yo pude irme, pero no lo hice. No compares con lo sucedido hoy.
Liam te tenía sujetó y amordazado contra el suelo.
No muy convencido, Liam asintió. Desvió la vista y se estremeció.
—No quiero denunciar. No quiero un circo.
—No puede quedar impune.
Alegó. Liam hizo una mueca.
—Casi lo matas a golpes, creo que es suficiente castigo… Gracias.
Dijo con los ojos resplandecientes de gratitud. Bruno odiaba verlo así.
Jamás lo vio tan vulnerable. Siempre con ese aire arrogante, su seguridad en sí
mismo y su pesado sentido del humor y sarcasmo. Bruno inconscientemente lo
abrazo. Quería que despertara, que se avivara esa mirada en sus ojos.
Liam sintió que el corazón de él latía contra su mejilla, notó el calor de su
cuerpo a través de la delgada tela de su camisa, y no tuvo la fuerza de voluntad
para rechazar aquel consuelo.
—Ojalá lo hubiese matado.
Murmuró Bruno rozándole la mano.
>>—Le he dejado irse con demasiada facilidad. No tenía ningún derecho a
tomarte contra tu voluntad.
Liam se estremeció, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.
—Ayúdame a olvidar que alguna vez ha sucedido.
—Dime lo que deseas.
Le pidió Bruno sin comprender la situación. Liam irguió la barbilla en una
invitación inconfundible. Por supuesto que vio la reticencia en los ojos de Bruno,
pero esta mirada pronto cambio a algo más ¿Lástima? Liam no era tan tonto
como para no admitir que si Bruno estaba cediendo a su capricho, era por
lástima después de lo sucedido.
Entonces él lo besó, y el beso produjo exactamente el efecto que Liam
quería. William Petrus desapareció en el calor generado por el encuentro de sus
labios. El contacto se prolongó cada vez más, privándolo de respiración y
voluntad, y dando paso al deseo. La boca de Bruno en la de Liam era como un
bálsamo curativo que relegaba el recuerdo de la agresión a los más lejanos
confines de su memoria. No deseaba recordar, deseaba sentir. Quería que Bruno
borrase lo que casi había sucedido aquella noche.
Deseaba…
Él gruñó y cuando su lengua rozó sus labios, Bruno se abrió a él,
paladeando su sabor y su fragancia. Liam se arqueó contra él, entrelazándole los
brazos alrededor del cuello para atraerlo más cerca. Un gruñido sordo se deslizó
entre los labios de Bruno, y de pronto él interrumpió el beso.
—No, Liam. No, no podemos hacer esto.
La cara de Liam cayó.
—Oh. Cierto, se me olvidó. Me dijiste que me alejara de ti. Me disculpo…
Bruno sabía que no podía permitir que las cosas siguieran así.
—No es eso…
Suspiró.
>>—Acabas de ser agredido, simplemente no quiero hacerte daño.
—¿Hacerme daño?
Repitió Liam, sonando genuinamente confundido.
—Mírame, Liam. Entre nosotros mismos las cosas no están bien.
Ahuecó la mejilla de Liam.
>>—Lo que menos deseo es perder tu amistad. Ya metimos la pata antes.
Era cierto.
—No creo que pueda ser tu amigo.
Susurró Liam finalmente.
>>—Lo intenté, de verdad. Pero no puedo. Yo quiero…
Bruno no dudaba de la honestidad de Liam.
—Vamos a hablar más de esto en otro momento.
Lo interrumpió. Liam abrió la boca, obviamente con la intención de
protestar, pero Bruno se apartó y lo apremió a que se tumbara en la cama. Liam
le dio una seria mirada.
—Solamente, por favor… no te vayas. Quédate conmigo esta noche.
Bruno asintió. Se quitó los zapatos y los calcetines y acercó una silla a la
cama.
—Me quedo. Ahora duerme. Estás a salvo.
Liam quiso protestar y rogarle que se tumbara con él en la cama. Pero por el
momento era mejor no forzar las cosas, estaba agotado. Momentos después, sus
párpados cayeron cerrados, y se quedó dormido. Bruno se sentó ahí,
observándolo y preguntándose lo que traería el mañana.
CAPÍTULO 11
Hay un remedio para las culpas, reconocerlas...
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
—¡Liam! ¡Liam!
Liam giró la cabeza y vio a Daniel atravesar el patio del convento corriendo
para llegar hasta él. Se preparó para el impacto, pues ya estaba acostumbrado a
los efusivos saludos del niño. Después de todo, él era su tío favorito.
Daniel se lanzó a sus brazos y si Liam no hubiese estado preparado, los
habría tirado a ambos al suelo. Él se rio y lo dejó en el suelo.
—¿Qué estás tramando, Daniel?
—Voy a ir al huerto con la hermana Soledad para cultivar verduras para la
cena. La hermana Simona le pasó una receta a Theo de un estofado que prepara
esta noche.
Liam casi se echó a reír ante la mueca del niño.
>>—No me gusta mucho las verduras.
—A nadie nos gustan las verduras, pero tienes que comerlas.
Le dijo él riéndose.
—¿Quieres venir con nosotros?
—La verdad es que me gustaría…
A Daniel se le iluminó la cara.
>>—Pero tu papá Theo me está esperando. Tenemos una reunión muy
importante.
Pronto esa sonrisa encantadora se transformó en un puchero.
>>—Te prometo que me daré prisa y te alcanzare. Y de regreso a casa,
llegaremos a comprar helado. ¿Qué te parece?
—¿De verdad?
Prácticamente, se puso a bailar casi encima de sus zapatos de doscientos
dólares.
—Un helado solamente. Siempre y cuando tengamos el permiso de tus
padres.
El niño asintió impaciente.
—¿Le puedes preguntar tú?
Liam sonrió.
—Por supuesto. Ahora, ve con la hermana. Asegúrate de cosechar las
verduras más bonitas.
Se quedó mirando a Daniel mientras este salía disparado detrás de la
hermana soledad. Con una sonrisa en la cara, Liam se reunió con la madre
reverenda y el recién casado Theodore Heber. Un día sin más, Theo se había
casado en el juzgado, sin ningún tipo de extravagancia. Después tuvieron una
pequeña cena de celebración y sin más se marcharon de vacaciones en familia.
Fue una sorpresa para Liam que, de repente, hubieran decidido dar ese paso
en su relación, sin embargo, Liam se alegraba por ellos. Aunque ese día temió
volver a ver a Bruno después de tantos meses. Hasta ese momento había logrado
evitarlo en su mayoría gracias a que él ahora viajaba demasiado entre Chicago y
Washington. Siempre que iban a tener una reunión con respecto a la fundación y
el convento, Liam encontraba una excusa para no estar presente si Bruno
asistiría. En la boda de Theo fue una suerte de que Bruno llegara tarde a la
celebración, así inmediatamente Liam pudo retirarse sin siquiera mirarlo.
Ocasionalmente, entre Theo y Liam surgía una charla sobre Bruno. Más
que nada, Theo comentaba lo cambiado y distante que sentía a Bruno
últimamente. Liam intentaba disimular y afirmar que solamente eran
imaginaciones suyas, puesto que para él, Bruno Heber seguía siendo el mismo
hombre de hielo de siempre. Hasta el momento, Bruno no le había contado a
Theo sobre esa mujer embarazada y Liam no lo haría. Esperaría a que saliera de
los labios de Bruno, probablemente él estaba esperando a que ese hijo naciera y
le hicieran la prueba de paternidad. Sacando cuentas mentalmente, Liam
considero que dicho evento no tardaba en suceder o ya habría sucedido. Estaban
a finales de julio. Estúpidamente, se preguntó si ese bebé habría sido niño o niña.
<<A ti que te importa>>
Cuando terminaron la reunión, fueron juntos a cenar a la casa de Theo.
Aunque últimamente sus noches con su mejor amigo habían cambiado, Liam no
se quejaba. Antes, una cena en su apartamento consistía en comida rápida,
cerveza, mucha música alocada y chistes malos. Pero cenar tranquilamente,
sintiendo el calor de una familia, tampoco era tan malo. Le gustaba contemplar a
su amigo feliz a lado de su esposo e hijo… aunque una noche de karaoke de vez
en cuando no estaría tan mal.
Después de cenar, Liam ayudó a fregar los trastes, mientras Gabriel
terminaba de limpiar y Theo se aseguraba que Daniel y Turrón fueran a la cama.
—La lluvia no para, deberías quedarte a pasar la noche.
La dijo Gabriel con voz amable.
—Un poco de agua nunca ha matado a nadie.
Le contestó con una leve sonrisa. La verdad era que estaba diluviando allá
fuera. Pero Liam no le daba miedo las tormentas.
>>—Además no quiero entrometerme en su casa. Son recién casados
todavía.
—Hace un mes saltaste en medio de mi cama a las cinco de la mañana ¿Y
ahora te preocupas por incomodar?
—Tenía que darle una gran noticia a Theodore.
Dijo con una sonrisa.
>>—No siempre soy contratado por una productora importante para diseñar
todo el vestuario de una película ¿Sabes?
Después de su gran aparición en la portada de la revista Vogue, el trabajo
de Liam había aumentado. Había sido contactado por varios artistas entre
hombres y mujeres para diseñarles ropa para eventos importantes. Además de
que sus diseños estaban apareciendo en varias campañas publicitarias. Había
contratado a más empleados y aunque le tenía tanto amor a su estudio, este
estaba comenzando a sentirse pequeño con tanta gente y demasiada producción.
De momento está en charlas para la contratación de una empresa textil que
podría encargarse de la producción de sus diseños, sería algo anexo y sin
necesidad de él ampliar su estudio y comprar más equipo.
—Ok.
Contestó Gabriel con resignación.
>>—Como tú quieras. Pero reconsidera irte, la carretera se vuelve peligrosa
con este clima.
Liam suspiró término de acomodar la loza.
—La madre reverenda dijo que una asociación se había incorporado a
nuestra misión y ahora algunas de las chicas serían trasladadas del refugio para
una mejor atención prenatal.
Preguntó con precaución para cambiar el tema.
—Natasha Petrus se está encargando de eso. También tiene la idea de abrir
una casa estilo fraternidad para que las chicas tengan un lugar al que llamar
hogar y no un refugio.
Ese plan le había interesado cuando Theo se lo contó hace unos meses. El
propósito de Natasha era abrir ese hogar colectivo para que las mujeres se
ayudaran unas a otras entre las tareas del hogar, cuidar a sus bebés y poder
trabajar. Después de todo eran chicas sin hogar, sin apoyo familiar y quienes las
embarazaron no se harían cargo. ¿Qué mejor forma que apoyarse entre ellas?
Además, necesitaban trabajar, no podían estar viviendo de caridad toda su vida.
Liam también estaba contemplando la posibilidad de poder ofrecer empleos a
algunas de ellas. Ahora que su trabajo estaba aumentando, necesitaba más
costureras.
—Parece buen plan.
Contestó casualmente.
>>—¿Ya hablaron con Bruno? Después de todo es el que se encarga da la
logística financiera.
Había algo raro en su voz que Liam fue incapaz de definir. Pero esperaba
que Gabriel no se diera cuenta.
—Está de viaje por trabajo.
Gabriel contestó.
>>—Tengo entendido que vendrá la próxima semana. ¿No lo invitaste a tu
fiesta de cumpleaños?
Liam sintió una opresión en el pecho. Pero intentó disimularlo.
—El organizador de eventos se encargó de las invitaciones.
Gabriel entrecerró los ojos.
—¿No has hablado con él últimamente?
Preguntó tranquilamente.
>>—Pensé que eran buenos amigos, después de todo fueron los
confabuladores para que Theo me aceptara y estoy agradecido por eso.
—Son pocos a los que puedo llamar amigos. No soy tan cercano a Bruno de
esa forma.
Suspiró resignado.
>>—Era mi crush[9] en mi adolescencia. Pero eso ya quedo superado.
Por la cara de Gabriel, Liam se dio cuenta de que él ni siquiera tenía idea de
que era un crush. Liam pacientemente se lo explicó.
—Jamás he considerado que Bruno pueda ser gay o bisexual.
Comentó Gabriel ofreciéndole una botella de agua. Liam la aceptó.
—Por supuesto que no, es tan recto como una tabla, por ese motivo nunca
tuve esperanzas. Siempre me intereso por amores imposibles, hombres
comprometidos o idiotas.
—Solamente tienes que conocer a distintas personas, pronto encontraras a
alguien compatible contigo.
Gabriel frunciendo el cejo.
>>—Hay un amigo en radiología que puede…
—Soy alérgico a la sangre o temas sobre órganos expuestos, tuve una cita
con un doctor y no salió nada bien.
Interrumpió a Gabriel.
—No es doctor, es ingeniero.
Gabriel rio.
>>—Siento que ustedes podrían congeniar. Él es tranquilo, amable y
bastante paciente. Ideal para ti.
Liam entrecerró los ojos.
—¿Acaso estás insinuando que soy exasperante, por eso necesito a alguien
con paciencia infinita?
Gabriel rio.
—Sí, un poco.
Liam rodó los ojos.
—Reconócelo, te caigo bien.
—En ocasiones, no bastante.
—Ah, no seas malo. Mira que me debes un gran favor todavía. De no ser
por mí, Theo se hubiera casado con Natasha.
El hombre arrugó todavía más la frente.
—Cierto. Por eso intento ser paciente.
Hizo una mueca.
>>—Deberías ir a buscar a Theo para que te preste ropa para dormir, iré a
acomodar el sofá cama.
Liam se burló. Gabriel era basté serio y a Liam le gustaba molestarlo de vez
en cuando.
—Gracias, Gabriel. Me alegro mucho de que el amor entre tú y mi amigo
triunfara. Eres ideal para él.
Dijo él en voz baja. Gabriel medio sonrió, medio fue una mueca. Estaba
incómodo. Sonriendo, Liam salió de la cocina en busca de Theo, al parecer
tendría que quedarse.
CAPÍTULO 18
No llores por haber perdido el sol, pues las lágrimas te impedirán ver las
estrellas.
—Es hermosa.
Dijo Bruno, mirando la bebé. Ximena sonrió, a pesar de que todavía se veía
agotada.
—Será mucho más bonita cuando no esté tan hinchada.
Hizo una mueca.
>>—Y espero yo también recuperar mi cuerpo pronto. Es un alivio no
sentir que voy a explotar en cualquier momento.
Ella levantó la bebé hacia él.
>>—¿Por qué no la cargas?
Él dudó, mirando a la bebé con inquietud. Parecía tan frágil.
—No quiero lastimarla. No sé cómo hacerlo.
—No seas tonto, no le harás daño. Solamente colócala entre tus brazos. Es
fácil.
Tentativamente, Bruno tomó a la bebé. Era la primera bebé que cargaba en
su vida. Los niños del refugio ya eran más grandes y aunque él no era del todo
tan alegre para jugar con ellos como lo hacía Theo, sí era bueno para conversar
cuando los niños le preguntaban algo. Este pequeño ser humano era diminuto.
No pesaba nada. Su hija, ahora era padre. Él era responsable de esta vida.
Alejándose un poco de la cama, sostuvo a la niña entre sus brazos lo mejor
que pudo, sin apretarla demasiado para no hacerle daño. La niña abrió los ojos
legañosos y Bruno dejó de respirar. Sus ojos eran azules.
—Eres tan bonita.
Susurró. Bruno le acarició el oscuro pelo en la cabeza. Perdió el tiempo que
estivo sosteniendo a su hija, hasta que llegó el médico para comprobar a Ximena
y una enfermera para llevarse a la niña. Como lo habían acordado, se harían las
pruebas de ADN correspondientes para confirmar si Bruno era el padre. Aunque
peligrosamente en su corazón, Bruno ya estaba seguro de lo que dirían las
pruebas.
—¿Te irás?
Preguntó Ximena llamando su atención, ya que él no podía apartar la
mirada de la cuna portátil donde estaban transportando a la niña fuera de la
habitación.
—Necesitas descansar. Solamente saldré al pasillo para realizar unas
llamadas. Avísame si necesitas algo. Tu hermana no tardará en llegar ¿Cierto?
Ximena le sonrió con cansancio y estiró su mano. Bruno dudó, pero al final
la tomó y la apretó. La mirada que ella le dio era tentativa.
—¿Estás feliz?
Bruno sonrió.
—Por supuesto que lo estoy.
Apretó de nuevo su mano.
>>—Duerme algo. Debes estar exhausta.
Palmeó su mano, después la saltó y salió de la habitación. Ciertamente, no
representaban la típica familia feliz y entusiasmada por el nacimiento de su hija.
No eran una pareja. Tan solo, estaban trabajando juntos para enfrentar la
situación del error que cometieron en esa noche de copas. Acordaron que su
situación se definiría una vez que los resultados de las pruebas estuvieran listos.
Bruno estaba más que dispuesto a hacer lo correcto.
Tan pronto como estuvo fuera, su sonrisa se desvaneció. Dios, era agotador.
Para Bruno era mentalmente agotador poner una cara feliz y estar animado y
toda esa mierda constantemente. Durante estos meses había enfrentado la
situación lo mejor posible, para no entristecer a una mujer embarazada.
Lo cierto era que estaba todo, menos tranquilo. La realidad era que toda su
cabeza era un desastre. Habían pasado meses, por Dios santo. No se suponía que
todavía se sintiera con ganas de golpear algo o golpearse a sí mismo. Muchas
veces deseo que todo fuera únicamente un mal sueño, vaya forma de joderla y
dos veces en menos de un año.
Primero que nada, fue esa estúpida fiesta. En su afán por ser un poco más
abierto y tener amigos. Fue a esa fiesta de reencuentro, bebió demacrado,
alguien lo drogo pensando que era una buena broma y no solamente termino
teniendo sexo frente a otras personas, sino que para rematar, Ximena había
quedado embarazada. ¡Joder! Ni siquiera había sido tan descuidado de
adolescente. Tuvo suerte de no terminar con una enfermedad de transmisión
sexual o que su desastrosa noche terminara filtrándose en las páginas ilegales de
pornografía.
Su garganta se cerró y Bruno empezó a caminar más rápido. Quería aire
fresco. Odiaba los hospitales. Apretando su mandíbula, Bruno abrió la puerta
principal y salió. Estaba lloviendo.
Ni siquiera el agua de la lluvia lo hizo menguar su conciencia. Ojalá el agua
pudiera limpiar todos sus pecados. Pero no era así. No conforme con su primera
equivocación, a pesar de sus intentos por mejorar y ser una mejor persona,
cometió el error de involucrarse en un juego tonto. ¿Qué se le había metido a la
cabeza? ¿Acostarse con un hombre? Bueno, no cualquier hombre. Fue Liam
quien lo propuso y aunque Bruno podría culpar a Liam por su insistencia, lo
cierto era que Bruno había estado tan confundido por todo lo que le había estado
sucediendo que acepto hacerlo. ¿Por qué lo hizo? ¿Por curiosidad? ¿Por caridad
hacia Liam? ¿Por qué realmente lo deseó?
Haciendo una mueca, Bruno se encaminó hacia su auto. Se metió en su
coche, cerró la puerta y se dejó caer en el asiento, mirando la lluvia, golpear
contra el parabrisas y tratando de fingir que el vacío enorme en su pecho no
existía.
¿No se suponía que ya estuviera mejor? Habían pasado meses desde que
había terminado con Liam. No era que estuvieran saliendo ni nada, simplemente
le pusieron fin a ese juego tonto.
— No me arrepiento de lo que sucedió entre nosotros. Fue un agradable
experimento y no te culpo por mentirme.
Bruno recordó las palabras de Liam y se sintió aún peor. Golpeó con fuerza
el volante. ¿Cómo era que podría equivocarse tanto en tan poco tiempo? ¿Qué
mierda iba a ser? En su cabeza, hace meses su plan estuvo bien estructurado, una
vez que tuvieran los resultados de los análisis, se mudaría definitivamente a D.
C. para estar cerca de su hija. De ser necesario estaba dispuesto a casarse con
Ximena, pero ¿Era lo correcto?
—No tengo ni puta idea.
Gruñó. Estos meses había estado intentando adaptarse al cambio. Entre
viaje y viaje, era más consciente de lo diferente que era una ciudad a otra.
Comenzaría prácticamente de nuevo aquí. Sin familiares, ni amigos cerca. Por la
parte de la familia no se preocupaba, estaba desheredado, sus padres lo dejaron
claro. Pero aún le queda Theo, su primo que poco a poco se convirtió en un
verdadero amigo. Daniel, su hijo y Gabriel, su esposo, ahora eran también
familia. Por supuesto, deseaba que ellos conocieran a su hija. La situación
familiar de Ximena tampoco era bastante buena aquí. Su familia estaba furiosa
por el fracaso de su matrimonio y era socialmente censurada por quedar
embarazada de otro hombre que no era su esposo. Ahora que la niña había
nacido, seguramente el esposo reanudaría los trámites de divorcio. Sería una
guerra demasiado sanguinaria, habían sido las palabras de la hermana de
Ximena, la cual era el único apoyo para ella.
Tal vez Chicago no era la ciudad más maravillosa del mundo, pero tenía un
hogar ahí, su trabajo, Theo y su familia, pocos amigos más y estaba Liam.
¿Por qué se había equivocado tanto? Con Liam tenía una extraña y poco
típica relación. Aunque él lo acusaba de serio y de amargado, lo que era verdad
que en más de una ocasión Bruno tuvo que soportar la risa para no darle el gusto
a Liam de saber que todas sus payasadas lo divertían. Era refrescante su
extravagancia y ocurrencias. Y lo habían arruinado todo.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Natasha Petrus admitía que sus métodos en ocasiones no eran los correctos.
Sin embargo, si algo había aprendido a lo largo de los años, era que la
información era poder. Además de que investigar a las personas que la rodeaban,
le aseguraba su propia seguridad. En los últimos años, había sufrido más
atentados contra su vida, de los que le gustaba contar.
Muchos asegurarían que sus métodos era atentar contra la intimidad.
Natasha lo llamaba inteligencia. Además, tenía una gran ventaja: era buena
leyendo a las personas, a diario aparecían ante ella, personas que simplemente
deseaban obtener un veneficio, siendo hija de un gran político, era complicado
tener amigos de verdad. Era muy pocas las personas en las que confiaba. Y
Bruno Heber era una de esas personas.
Natasha entró en la sala de reuniones, había citado a Bruno aquí para
conversar del contrato y de su contrato definitivo como publicista del partido.
Natasha se apoyó contra la puerta y observó a Bruno mirando por la
ventana. Su mirada estaba perdida, ignorando lo que sucedía alrededor. Natasha
tomó una respiración y se aclaró la garganta. Pidió suerte a los cielos para que
esto resultara.
—¿Cómo está la bebé? ¿Ya escogieron nombre?
Vio con claridad cómo los hombros de Bruno se tensaron.
—Julieta.
Murmuró él. Ciertamente, Bruno nunca fue tan entusiasta y extrovertido
como Theo o Liam. Sin embargo, en estos días parecía que no le importara un
carajo de nada.
—¿Y la prueba de paternidad…?
—Positiva.
Contestó sin ningún signo de alegría. En otras circunstancias, Natasha
habría gritado felicidades. Sin embargo, ahora corría peligro que Bruno la mirara
con desagrado. Se aclaró garganta y dio un paso dentro de la habitación. Cerró la
puerta.
—¿Y te casarás con Ximena?
Preguntó con precaución. Natasha conocía toda la historia. Después de que
Bruno dejara a los Heber y la buscara. Habían formado una especie de amistad
que al principio fue solamente un trato laboral, pero poco a poco, Bruno fue
confiando en ella hasta el grado de contarle por qué deseaba poder trabajar en
Washington en el futuro. Hasta había conocido a Ximena en una ocasión.
Natasha era cómplice de este secreto, puesto que Bruno no le había contado nada
a nadie… hasta hace poco.
Determinada, Natasha se acercó a la mesa de reuniones, jaló la silla y se
sentó, pasaron los segundos y Bruno no contestó a su pregunta, así que era
momento de cambiar de estrategia.
—Me llegó la invitación para la fiesta de cumpleaños de Liam
Natasha dijo mirando a Bruno como un halcón, necesitaba comprobar todas
sus reacciones.
>>—Al parecer será un magno evento. ¿Piensas asistir?
Sin reacción. Natasha sonrió.
>>—Además de que Theo me contó que ahora Liam tiene novio. Después
de tanta renuencia y quejarse del amor, por fin logró encontrar a alguien perfecto
para él. Hasta me da envidia. Todas mis citas han sido un fracaso últimamente.
Bruno apretó los puños. Finalmente. Una reacción. Pero era una reacción
muy previsible, teniendo en cuenta lo que Natasha sabía. A grandes rasgos, su
investigador privado, le aseguro Bruno Heber y Liam Rossi estuvieron
involucrados sexualmente. Personalmente, Natasha los estudio por separado y
convivió con ellos. Aunque no tuvo una afirmación, sí que averiguo que la cosa
entre este par estaban tensas, ni se hablaban como antes. Además, ya lo venía
sospechando desde aquella noche en que Liam le rogó su ayuda para ir a la fiesta
y encontrarse con Bruno. Ella no era ninguna tonta, además de que la forma en
la que Bruno lo defendió y posteriormente se encargó de vengarse del hombre
que lo atacó, para que no quedara impune, acabo con sus dudas. También estaba
esa pequeña tensión en la cena de san Valentín de Theo. ¡Por Dios! Fueron tan
obvios. Aunque al parecer Theo no notó nada sospechoso, Gabriel sí, así que no
solamente pudo ser su imaginación.
>>—Es un policía.
Dijo Natasha con una sonrisa.
>>— ¿Puedes creerlo? A pesar de tener a tanto modelo sexy a su
disposición, comenzó a salir con un policía. ¿Quién lo hubiera pensado?
Entonces Liam no es tan superficial como aparenta ser.
Bruno permaneció inmóvil, de espaldas a ella. Natasha no podía ver la cara
de Bruno, pero no lo necesitaba.
>>—Estoy tan contenta por él.
Natasha dijo casualmente.
>>—Yo si tengo fe en el amor y deseo de todo corazón que él sea feliz.
Dándose la vuelta, Bruno ajusto un poco su corbata. Su mirada era de furia
contenida, pero así era él. Bastante controlado.
—¿Venimos a trabajar o a hablar de tonterías?
Su rostro era inexpresivo; sin embargo, sus dedos estaban inestables,
temblorosos.
—Lo lamento, pensé que te interesaría saber. ¿Qué no Liam era tu amigo?
Preguntó Natasha con una dulce sonrisa. Bruno frunció el ceño.
—Es amigo de Theo. Mi primo es el puente de comunicación entre
nosotros.
—Lo siento, me equivoqué, pensé que Liam era un poco importante para ti.
Natasha levantó sus manos de una manera conciliadora.
>>—Yo no pretendía... molestarte.
—No estoy molesto.
—Pues lo parece. Necesitas poner buena cara, acabas de ser papá y Ximena
es una hermosa mujer, hacen buena pareja.
Natasha dijo, luciendo su expresión más sincera.
>>—Si te casas con ella, podrás formar una hermosa familia. Debería
felicitarte por eso, tú y Theo lo lograron. Ahora es el turno de Liam y espero en
un futuro sea él mío.
Natasha frunció los labios y sacó su móvil.
>>—Yo si estoy celosa de Liam, no puedo creer que se haya adelantado.
Pero parecía bastante feliz en la fotografía que me envió Theo.
Rebuscó en las imágenes de su galería, por supuesto que no era algo que le
había enviado Theo, pero Bruno no tenía necesidad de saberlo. Entró la imagen
que buscaba y se la enseñó a Bruno.
>>—No logró distinguir bien los rasgos del hombre, pero parecer realmente
apuesto. Mira lo alto que es.
En la fotografía, el hombre estaba un poco inclinado besando a Liam. La
fotografía fue tomada fuera del estudio de Liam, se estaban despidiendo. Al
contemplar la mirada de Bruno, Natasha llegó a la conclusión que el dinero
gastado en el investigador valió la pena.
—¿Por qué me enseñas esto? No me interesa saber nada del amorío de
Liam.
Natasha dejó caer su máscara y se encontró con los ojos de Bruno.
—No digas tonterías, Bruno. Ya estás comenzando a cansarme.
—No tengo ni idea de lo que hablas.
Natasha soltó una carcajada.
—Has estado comportándote como un cachorro apaleado durante meses.
Eso es triste y patético. Ni siquiera puedes estar feliz por el nacimiento de tu
hija. Seguramente deseaste que esos análisis salieran negativos.
Un músculo palpitaba en la mejilla de Bruno.
—Ya es suficiente señorita Petrus. Esto no es tu asunto.
Natasha se burló.
—Por supuesto que es mi asunto. Pensé que éramos amigos, según
Theodore, los amigos tienen que ser entrometidos.
Natasha palmeó la mesa del escritorio.
>>—No quiero todos los detalles morbosos, pero sé que entre tú y Liam
hubo algo. ¿Estás dispuesto a renunciar?
—No soy homosexual.
Bruno escupió. Natasha levantó las cejas.
—No dije que lo fueras. ¿Es acaso importante el género? Si él te gusta
¿Cuál es el problema?
—Tengo responsabilidades ahora con Ximena y Julieta.
Gabriel mordió. Natasha ladeó la cabeza.
—¿Y escoger a Liam te hará desobligarte de ellas? Tal vez casarte con
Ximena es lo más honorable de hacer según la sociedad. Pero un matrimonio sin
amor es una mierda. Soy la prueba de ello. Mis padres se odian, y aunque intente
hacer lo mismo con Theo, me alegró que él me dejara plantada.
—No es tan sencillo.
Bruno gruñó con severidad.
—Mira, Bruno. Puedes engañar a todos los demás, pero tú y yo sabemos la
verdad. Estamos cortamos por el mismo patrón. Siempre rectos, correctos,
seguimos las reglas. Sin embargo, hacer lo correcto no siempre es la mejor
opción. No me digas que nunca cruzó por tu mente, que por una vez en la vida
hacer algo por ti, ser egoísta, y al carajo todos los demás.
La manzana de Adán de Bruno se movió.
—Le hice daño y no creo siquiera que quiera escucharme.
Ella se levantó y sostuvo la mirada de Bruno.
—Te tocará, arrastrarte y suplicar. Arregla tu mierda Bruno, seguramente
Dios perdonara el hecho de no sacrificarte por el bien de Ximena y tu hija.
Julieta necesita un padre y puedes serlo, aunque no te cases con su madre.
Seguramente en el futuro ella agradecerá que sus padres sean felices por
separado, qué desgraciados y casados.
Bruno abrió la boca, pero nada salió. Sonriendo, Natasha se fue, contenta de
que había tenido la última palabra.
CAPÍTULO 19
Nadie es dueño de tu felicidad, por eso no entregues tu alegría, paz, tu vida
en manos de nadie, absolutamente a nadie.
Bruno apretó con fuerza el volante del auto mientras miraba a Liam bajar
del auto que acababa de llegar, su corazón latió tan rápido que se sintió un poco
mareado por un momento. Llevaba horas esperándolo, consideró que si de
verdad su intención era disculparse por todo lo sucedido, hacerlo por teléfono no
era la mejor idea.
Y ahora estaba contemplando como un hombre alto y moreno bajaba del
auto y atraía a Liam a sus brazos. Todos estos meses, Bruno se sintió como la
mierda sin saber que era lo que en realidad deseaba o que era lo correcto de
hacer y Liam si lo había superado. Liam estaba bien. Más que bien. Estaba
demasiado ocupado besándose con este hombre como para echarlo de menos en
lo absoluto.
Se estaban besando. Mientras las manos del hombre apresaban el rostro de
Liam y lo devoraba con pasión, las manos de Liam estaban en el trasero de ese
hombre, acercándolo para restregarse contra él, como si quisiera que lo follara en
la calle. Por un largo y doloroso momento, sintió como si el corazón de Bruno le
dejara de latir. Tenía problemas para respirar. Así que era verdad. Todo era
cierto. Liam ahora tenía novio.
No supo en qué momento salió del coche. Sentía ira y resentimiento.
Entonces Liam terminó el beso y volvió su cabeza hacia él. Liam se quedó
completamente inmóvil. Sus miradas se encontraron y el ruido de la calle se
desvaneció. El corazón de Bruno martilleaba en sus oídos.
—¿Podemos ayudarlo en algo? Amigo.
Preguntó el hombre. Bruno se obligó a apartar los ojos de Liam para mirar
al tipo.
—Soy amigo de Liam, vengo de visita. ¿Y tú eres?
Bruno sabía que estaba siendo desagradable y no le importaba. Él nunca
había afirmado que fuera una buena persona, y no iba a empezar a hacerlo por el
bien de este idiota. Liam entonces se aclaró la garganta.
—Este es Bob, mi novio.
Dijo Liam, sujetando la mano del hombre. Sin reaccionar demasiado, Bruno
miró sus manos enlazadas antes de levantar los ojos a la cara de Liam.
Expresaba muy poco. No podía leer a Liam en absoluto, y eso dolía. Tantos años
en las que estuvo que soportar las miradas juguetonas y de interés de Liam, para
que ahora lo mirara sin interés. Bruno pegó una sonrisa en su rostro.
—Mucho gusto.
Dijo con cortesía. Tantos años de buen comportamiento estaban sirviendo
para algo.
>>—Lamento la hora e interrumpir su cita. Pero necesitaba hablar con
Liam. Asuntos de negocios y no me voy a quedar en la ciudad mucho tiempo.
Miró a Liam.
>>—¿Podríamos hablar?
Liam lo miró con desconfianza, pero claro estaba que no deseaba hacer una
escena a mitad de la calle. Se giró hacia Bob y le susurró algo. El hombre, no
muy conforme asintió, se inclinó y besó a Liam en los labios frente a sus narices
¿Qué no tienen un poco más de autocontrol? Intentó no perder la paciencia. Una
vez que el tipo subió a su auto y se marchó, Liam se cruzó de brazos y los
fulminó con la mirada.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Bruno no sabía qué decir. No se suponía que debiera estar aquí. Liam no se
veía exactamente feliz de verlo. Todo lo que había planeado decir parecía
estúpido ahora. Liam había seguido adelante y Bruno no le importa una mierda,
ahora tenía un nuevo y radiante novio.
—Es bueno verte también, Liam.
Hizo una seña con la cabeza hacia el edificio.
>>—Ni siquiera me vas a invitar a subir.
Liam desvió la mirada.
—Lo que tengas que decir, dilo de una buena vez, Bruno.
—¿Si me invitas a entrar, crees que tu novio se moleste?
Su tono estaba volviéndose desagradable, pero Bruno no podía parar.
Estaba furioso. Todos estos meses, él había estado hecho un desastre,
continuando en movimiento sin que realmente sentir que nada valía la pena, pero
aparentemente Liam estaba muy jodidamente feliz.
>>—Ni siquiera me enviaste una invitación para tu fiesta de cumpleaños.
Liam apretó los labios. Estaba conteniéndose bastante bien, por lo general
era bastante explosivo.
—¿Cómo está tu amante embarazada? ¿Ya dio a luz?
—Ximena está bien. Tenemos una hija, Julieta. Es hermosa.
—Felicidades.
Liam dijo enérgicamente, caminando hacia la puerta de su edificio.
>>— Te enviaré un regalo para ella. Ahora si me disculpas tengo que irme,
mañana tengo mucho trabajo…
Bruno se movió rápidamente y lo sujetó del brazo. Los músculos de Liam
se endurecieron bajo su mano.
>>—Déjame ir.
Liam dijo, con voz uniforme.
—¿Lo amas?
Liam miró a la puerta cerrada del edificio.
—Sí.
Esa palabra fue como una daga a su corazón.
—No te creo.
Agarró el hombro de Liam y le dio la vuelta.
>>—Dijiste que no creías en el amor. Que estabas maldito.
El rostro de Liam era inescrutable, sus músculos estaban rígidos.
—Ahora estoy en una buena relación. Déjame ser.
Bruno quería protestar, quería recordarle que a pesar de todos los amantes
que tuvo a lo largo de los años, siempre sintió atracción por Bruno.
—Mírame a los ojos y dime en verdad que quieres que me vaya. Me iré y
nunca regresaré.
Liam apretó la mandíbula.
—¿Por qué me haces esto ahora? Él es todo lo que siempre quise en un
novio.
—¿Quieres que me vaya?
Liam lo miró a los ojos.
—¡Sí! Lárgate. Ya te superé. Me importa una mierda lo que quieras o hagas
con tu vida. ¿Qué no te ibas a casar con esa mujer por el bien de tu hija?
Bruno aspiró una bocanada de aire.
—No me voy a casar con ella.
Susurró, odiándose un poco a sí mismo por ser tan patético.
>>—La prueba de paternidad salió positiva, sin embargo he llegado a la
conclusión de que puedo ser buen padre y no ser un mal esposo. Entre ella y yo
no funcionaria.
Alguna emoción cruzó el rostro de Liam. Bruno lo soltó y dio un paso atrás.
>>—No estoy aquí para pelear contigo.
Liam no se movió.
—¿Entonces a que has venido?
Liam rio con amargura.
>>—No esperarás que ahora que me anuncias que no te casas con esa
mujer, yo voy a saltar de gusto y me voy a abrir de piernas para ti.
—Te traje tu regalo de cumpleaños.
Comentó, Liam levanto las cejas. Bruno sacó de su bolsillo la pequeña caja
con los gemelos de platino y un broche de corbata que había comprado. Era muy
extraño que Liam usara algún traje sobrio y sin tanta brillantina, pero
últimamente lo había visto en eventos de gala en televisión vestir trajes a medida
un poco más sobrios y formales. Ahora que su carrera estaba despuntando,
Bruno por lo menos deseó regalarle algo que luciera bien en él. Conociendo la
personalidad alegre y única de Liam, seguramente sus demás invitados le
regalaran cosas a su gusto, un par de gemelos no era algo que muchos pensarían
que Liam quisiera o necesitara. Bruno forzó la caja en las manos de Liam y se
alejó un par de pasos rumbo a su coche.
—Pero… que…
Liam parecía desconcertado.
—No estoy aquí para alterar tu vida, Liam.
Dijo Bruno volviéndose hacia él.
>>—Comprendí hace tiempo que perdí el derecho a pedirte o a esperar algo
de ti. Solamente vine a verte y disculparme por cómo me comporté contigo.
Se rio con amargura.
>>—Estaba metido en un maldito problema y me aproveché de ti. Fui un
idiota y aunque sé que no deseas ser mi amigo de nuevo. Por lo menos espero
que no me odies.
Suspirando, Liam se pasó una mano por el pelo.
—Maldita sea. Yo no sé qué estás haciendo aquí. ¿Por qué tenías que
aparecer ahora? Tú tienes tu vida, tu familia, un bebé. No hay lugar para mí en tu
vida, realmente nunca lo hubo.
—Me gustas, Liam
Confesó. Liam abrió muchos los ojos y apretó la pequeña caja con fuerza.
—¿Qué mierda dices? Tú no eres gay.
Liam dijo en voz baja. Se oía frustrado.
>>—No puedes darme lo que yo quiero.
—Ciertamente, no soy homosexual, ni siquiera bisexual, porque no deseó a
otros hombres. Creo que solamente es cosa de que me gustas tú.
Pasaron unos segundos de silencio. Liam nunca había sido bueno para
ocultar sus emociones a diferencia de Bruno. Liam era del tipo… explosivo. Y al
ver cómo lo miraba y como apretaba sus puños sobre la caja del regalo, Bruno
supo que él estaba a nada de explotar.
—¿Sabes que es lo que pasa?
Liam gruño dando un paso hacia él. Sus facciones se transformaron, lo miró
con coraje.
>>—¡Pasa que no te quiero tener cerca! ¡Pasa que no te quiero ver! ¡Pasa
que no te quiero ni escuchar!
Recalcó cada palabra.
>>—Estoy harto de que me trates como si mis sentimientos no importaran.
Desde aquella vez acordamos que esto…
Señaló en espacio entre los dos.
>>—¡Esto terminó! Te arranqué de mi vida. No quiero volver a verte.
Y antes de que Bruno pudiera decir nada, Liam se giró y se fue.
CAPÍTULO 20
La nostalgia, ese sentimiento agridulce que nos envuelve en una
melancólica bruma del pasado.
Otra cosa que había descubierto en estas semanas de autosanación, era que
el baile le ayudaba demasiado para deshacerse del estrés. Además de que podría
considerarse que era como realizar un poco de ejercicio hoy en día.
Con Cris como su cómplice, habían encontrado una clase donde practicaban
flash mob[10] y baile de salón improvisado. Aunque, él no tendría ningún
problema en bailar en la calle, Cris era un poco más serio. Aun así, ambos se
animaron a entrar y solamente se dedicaban a bailar e improvisar dentro de la
clase.
¿Quién sabe? Tal vez, más adelante se animarían a participar con ellos en
algún proyecto futuro en las avenidas de la ciudad. Por ahora ellos estaban
conformes con solamente bailar, distraerse, desestresarse, sudar, cansarse y
conocer un poco de gente nueva.
En esta ocasión, Cris no era su acompañante, sino Theo. Y mientras él lo
daba todo sobre la plataforma con sus compañeros, Theo estaba a un costado de
la pista observando atentamente.
Por supuesto, esta no era una actividad para el recatado señor Theodore
Heber, pero, aun así, parecía divertido observando todo a su alrededor. Que se
distrajera y desestresara un poco era el objetivo.
Después de esto, irían a cenar o a beber, lo que él decidiera. En honor a la
verdad, esta salida era a petición de Gabriel. Theo lo estaba volviendo loco con
su histeria por culpa de Bruno.
Que su primo de buenas a primeras apareciera con una hija en brazos, fue
una bomba para todos los cercanos a él. Liam tuvo bastantes dificultades para
mostrarse sorprendido. Por supuesto que nadie a excepción de él sabía en
realidad cómo fue que esa niña fue concebida, de ser así, Theo comenzaría a
subirse por las paredes.
Además, Liam estaba seguro de que Natasha de alguna forma también
conocía la historia. Ella tampoco se mostró muy incrédula cuando Theo le estaba
contando el día que se reunieron para tomar café.
Liam se preguntó si Bruno también le había contado todo a ella. Entre
Natasha y Liam hubo algún intercambio de miradas. Por parte de Liam fue un
intento por averiguar que tanto sabía ella. La razón por la que ella lo observaba
tanto, quedó en la incógnita.
Y por más que durante semanas, había luchado por sacar a Bruno de su
sistema, al parecer era la conversación de todos los días.
—¿Qué te pareció la clase?
Le preguntó a Theo mientras juntos se dirigían al auto de Liam. Él hoy era
el conductor designado.
—Demasiado ejercicio para mí.
Theo se burló.
>>—¿No puedo creer que hoy seas de esa gente que va al gym todos los
días?
Liam rio y arrojó su mochila de deportes al maletero.
—Me ayuda a relajarme.
Theo entrecerró los ojos.
—Pensé que era el sexo el que decías, que te ayudaba a desestresarte.
Liam se encogió de hombros.
—Eso también. Pero dado que en este momento no es mi actividad
principal, el baile improvisado está siendo de ayuda.
La boca de Theo cayó abierta.
—¿Cómo que no…?
Las palabras se atascaron en su garganta.
>>—Pero tienes novio… ¿Me vas a decir que tú y Bob no…?
Liam volvió a encogerse de hombros mientras entraba en el asiento del
conductor.
—Llevamos las cosas con calma.
—¡No te creo!
Theo golpeó su hombro, al tiempo que se acomodaba en el asiento del
copiloto.
—No tienes que hacerlo si no quieres. Pero tampoco tengo por qué
mentirte.
Liam puso el auto en marcha. Theo continuó con su incredulidad, alegando
que era imposible que Liam aún no llevara a Bob a la cama. Después de todo, no
solamente Liam era bastante intenso en ese tema, sino que los había visto en
innumerables ocasiones besarse y toquetearse.
Y todo eso indicaba a los ojos de cualesquiera que eran bastante intensos en
la cama. Tal vez fuera así. Pero la realidad era que, de momento, Liam no había
querido dar el siguiente paso. En esta ocasión deseaba hacer las cosas bien.
Comenzar con la parte del sexo, no era buena idea, todo siempre terminaba
siendo un desastre. En esta ocasión iría lento, conocería a Bob, se enamorarían
apropiadamente y después darían el gran paso.
Con Theo aun bombardeándolo con preguntas, llegaron al karaoke de
siempre. Esto se sentía nostálgico, hacía meses que no venían.
Entre música, comida chatarra y mucho alcohol volvieron a revivir
hermosos recuerdos. Recordaron su juventud y los tiempos de cuando Theo aún
era soltero y metido en el armario. Criticaron a muchos conocidos y se burlaron
de muchas cosas. Y como era de esperar, la situación de Bruno también salió a
colación, en su mayoría era porque Theo estaba resentido porque Bruno no
confió en él. Liam lo único que pudo hacer fue aconsejarle que hablara con
Bruno y le contara cómo se sentía.
Y fue un consejo erróneo, ya que aprovechando que Liam fue al baño, Theo
había terminado marcándole a Bruno en un avanzado estado de ebriedad. Y eso
causo que treinta minutos después, Bruno Heber acompañado del doctor Gabriel
Dave aparecieran.
—Eres un soplón.
Acusó Theo a Bruno.
—Se supone que irían a cenar, no a embriagarse.
Intervino Gabriel mientras ayudaba a Theo a mantenerse en pie.
—Juro que lo iba a enviar a casa en un taxi.
Liam levantó la mano en señal de promesa. Él estaba despatarrado sobre el
pequeño sofá del privado.
—Esta escena por algún motivo me parece familiar.
Gabriel rodó los ojos. Liam se burló.
—Pero si no recuerdo mal, esa noche no te resulto tan mal ¿No es así
doctor?
Gabriel gruñó. Liam se rio y Theo también. Además, Theodore, se pegó
más a su esposo y le susurró algo en el oído que hizo al doctor abrir los ojos
sorprendido, además de que tuvo que sujetar las manos de Theo cuando le agarró
el trasero.
Liam se extendió en el sofá. No quería mirar a la parejita feliz, eso le
causaba malestar estomacal a causa de los celos. Ya que en verdad Gabriel no
parecía furioso porque Theo estuviera ebrio. Tenían un matrimonio sólido y una
buena relación. Él quería llamar a Bob para que viniera a recogerlo; sin
embargo, él ahora estaba de turno. Le tocaría pedir un taxi.
No se había dado cuenta de que había cerrado los ojos, hasta que sintió que
alguien tiraba de su brazo para alzarlo.
—¿Qué haces?
Gritó Liam empujando a Bruno.
>>—¿Por qué me tocas? No quiero que me toques.
—Es hora de irnos. Te llevaré a casa.
Dijo él intentando sujetarlo de nuevo. Liam se deslizó hasta el otro lado del
asiento. Miró alrededor, Gabriel y Theo ya no estaban.
—No necesito tu ayuda. Pediré un taxi.
—Es peligroso, yo te llevaré.
—¡No necesito tu maldita ayuda, Bruno!
Chasqueó la lengua. Pero al final no importó cuanto protestó. Dejaron en
auto de Bruno aparcado en el local y llevó a Liam a casa en su auto, después de
dejarlo, llamaría a un taxi, volvería a buscar su vehículo.
“Qué buen amigo” Habían sido las palabras del gerente del local. Aunque
Liam no estaba agradecido. Lo que menos deseaba era tener a Bruno Heber
cerca de él.
—¿Con quién dejaste a Julieta?
Preguntó Liam sin abrir los ojos. Tenía la cabeza recargada contra el
asiento orientada hacia la ventana.
—Su madre llegó esta tarde a la ciudad. Quería pasar el resto del día con
ella antes de volverse loca mañana con el caos que es su nuevo apartamento.
Liam sintió la bilis subir por la boca de su estómago al enterarse de que la
mujer de la discordia ahora ya estaba en su mismo territorio.
—Soy bueno decorando.
Sonrió sin sentido y amargura.
—¿Acaso quieres ayudarla?
Su sonrisa se borró ante la pregunta.
—Por supuesto que no.
Alegó.
>>—No quiero ni conocerla.
Dudó.
>>—Solamente estaba pensando tonterías. Espero que la habitación de
Julieta no sea sosa y aburrida en tonos blancos.
Hubo un momento de silencio.
—Desconozco como será su habitación en la casa de su madre. Pero en mi
apartamento su habitación es blanca, con muebles color hueso y colores crema.
Liam entonces abrió los ojos y miró a Bruno con horror. Él se encogió de
hombros, pero pudo ver la diversión en su boca.
—La decoradora de interiores dijo que era un signo de elegancia y ayudaba
a la iluminación.
—Eso es un crimen. Pobrecita niña, se volverá aburrida como tú.
Bruno rio. Lo miró un instante antes de volver su vista a la avenida.
—Eres libre de ir y decorarla como mejor te parezca, tienes mi permiso.
Liam estuvo a punto de gritar “Por supuesto que lo haré” pero entonces
recordó que no era su asunto. Ellos ya no eran amigos. Renuentemente, cerró la
boca y se reacomodo en el asiento. Minutos después ya estaban en casa de Liam.
—Gracias por traerme, puedo subir solo.
Refunfuñó él, bajando y azotando la puerta. Bruno lo alcanzó.
—Solamente quiero asegúrame que llegaras bien hasta tu apartamento.
—¡Estoy bien! No necesito tu ayuda.
Liam estaba ebrio, pero no tan ebrio como para no poder subir al elevador y
digitalizar el código de seguridad de su apartamento. Estaba a punto de correr
hacia la puerta, pero Bruno lo detuvo sujetándolo por el brazo, lo hizo volverse
hacia él.
Liam quería correr, estar con este hombre era sumamente peligroso para su
cordura y sus buenas intenciones. Según él, hace tiempo supero esta atracción
unilateral, ¿por qué no simplemente Bruno podría dejarlo en paz? Al parecer su
autocontrol no era lo suficientemente bueno como había pensado.
—Suéltame.
Ordenó tranquilamente, tenía los puños apretados con fuerza a los lados. No
quería actuar violentamente. Tenían que encontrar una forma de convivir sin que
nadie a su alrededor saliera daño. Ellos de alguna forma no podrían evitarse toda
la vida, Theo estaba en medio de ambos. Primo y mejor amigo. Y no había
manera en el mundo que él pudiera renunciar a su amistad con Theo y tampoco
podría pedirle a Theo cortar relaciones con su primo. Jodido dilema. Él no sabía
cómo lidiar con esto en absoluto.
—¿Realmente lo amas?
Escuchó la voz fría de Bruno. Liam apretó los labios.
—Será mejor que te marches, ahora mismo antes de que pierda la paciencia.
Dijo Liam peligrosamente. La borrachera había desaparecido.
—¿Te enamoraste de él? ¿Por qué no contestas a mi pregunta?
Su voz sonó más dura que un segundo antes. Lado a lado, miraban en
sentidos contrarios. Pero la tensión era tan vivida como dos rivales en duelo.
—No tengo por qué contestarte nada.
Liam zafó su brazo. Otro silencio.
>>—Deja de preguntar tonterías ¿Acaso estás celoso?
Preguntó con sarcasmo; sin embargo, Bruno respiró profundo. Liam dejó
escapar una risa ahogada. Mierda, esto realmente está jodiendo su cabeza.
—¿Acaso es tan difícil responder? O no puedes responder porque en
realidad no lo amas y no quieres mentir.
Liam suspiró.
—¿Por qué eres tan irritante? Deja de molestarme y corre a buscar a tu
futura esposa. Ella seguramente podrá aguantar tus cambios de humor mejor que
yo. Después de todo era el amor de tu universidad ¿No es así? Anda, ve y vuelve
a avivar la llama del amor.
Hubo un momento de silencio. Liam decidió que era momento de alejarse.
Sin embargo, al dar el primer paso, Bruno lo volvió a sujetar del brazo, pero en
esta ocasión lo empujo hasta que estuvo atrapado contra el costado de la pared
del edificio.
—¿Acaso enloqueciste?
Liam intentó empujarlo, pero Bruno no se lo permitió, le sujetó ambas
manos, manteniéndolo firme con su cuerpo prisionero contra la pared. Bruno le
dio una mirada extraña.
—Me jodiste, la maldita vida ordenaba que llevaba.
Comentó Bruno bruscamente. Liam parpadeó sorprendido.
—¿Por qué me culpas de tus malditas estupideces?
—Durante años estuviste acosándome. Tus miradas, tus comentarios, tus
insinuaciones…
Liam resopló.
—Ahora resulta que me acusaras de haber abusado de ti en un momento
vulnerable.
Bruno no paro de mirarlo fijamente. Esa intensa mirada lo hizo sentir cosas
extrañas en su interior… Y en su polla.
—Sí, estaba vulnerable… estaba confundido y un poco desconcertado por
todo lo ocurrido. Estaba furioso conmigo mismo…
Hizo una pausa.
>>— Se me vino el mundo encima. Y tú, con tus bromas, tu maldito plan
para unir a Theo y a Gabriel y todas tus locuras me mantuvieron realmente
entretenido… Me sentí… bien.
El corazón de Liam comenzó a correr una carrera.
>>—Tus chistes, tus locuras, tus dramas y desmanes… Comenzó a
gustarme pasar tiempo contigo.
Bruno soltó sus manos, pero en esta ocasión a causa de la impresión, Liam
no pudo ni moverse. Bruno apoyó las manos a cada uno de los lados de su
cabeza. Liam respiró profundamente, mirando en los ojos del hombre.
>>—Desearía haberme negado a tener sexo contigo, sin embargo no hubo
repulsión o desagrado cuando lo imagine… total, ya me habían drogado y
muchos me habían visto tener sexo. En ese momento pensé que hacerlo contigo,
no sería peor que lo sucedido en Halloween.
Dijo con voz ronca.
>>—Desde año nuevo no pude quitarme la idea de la cabeza, es por eso que
acepté hacerlo. Tontamente creí que si lo hacíamos entonces todo terminaría y
cada uno iría por su lado.
—Fui un experimento que te salió mal.
Murmuró Liam con resentimiento.
>>—Yo desearía que me hubieras rechazado. Ojalá nunca me hubieras
hecho caso. Desearía no haber conocido nunca este sentimiento. Estúpidamente
me ilusioné.
Bruno Tragó. Liam estaba realmente desconcertado por todo esto. Deseaba
reclamarle a Bruno tantas cosas.
>>—Márchate.
Dijo furioso.
>>—Si lo que buscas es mi perdón y que todo vuelva a ser como antes,
estás equivocado. Nos evitaremos lo más posible. Ni siquiera estoy seguro que
podamos ser amigos otra vez.
Bruno lo agarró del brazo. Liam notó la cálida presión de sus dedos a través
de la camisa como un hierro al rojo vivo. Sabía que él no podía soportar, que le
rechazara, pero nada podía impedirle provocarle, enfurecerle tanto como lo
estaba él. Aunque su rabia no era solo contra él: Liam estaba furioso con la
fuerza invisible que parecía unirlos, que no le permitía ignorarle ni olvidarle
como deseaba, que lo hacía profundamente consciente de él y de la extraña
sensación física que parecía hacer arder su cuerpo; su cálido olor masculino. Era
injusto.
—No he venido a pedir qué que seas mi amigo.
Declaró él muy tenso.
—Entonces, ¿a qué has venido?
Liam sintió un pozo de desesperación en la boca del estómago.
—¿No pensarás sinceramente que yo querría nada contigo? Tengo novio
¿Lo recuerdas? Y estoy feliz con Bob
Soltó con desdén. Los ojos de Bruno echaron chispas.
—Lo que sucedió entre nosotros, es algo que ambos debemos olvidar, fue
una estupidez y no volverá a ocurrir. Estoy feliz ahora, él es ideal para mí, me
casaré con él y adoptaré a una tropa de lindas niñas hermosas a las cuales pueda
vestir con lindos vestidos de colores y muchos moños.
El rostro de Bruno era un mapa de tensas líneas que irradiaban irá. Su
férreo control vacilaba.
—Quieres odiarme.
Bruno le puso la mano en el cuello, cubriendo su pulso frenético, y Liam se
quedó petrificado.
>>—Pero tú no me odias, Liam.
Bajó la cabeza y Liam percibió su cálido aliento espaciado y se quedó sin
aire, con el corazón, palpitándole como loco en el pecho.
>>—Me deseas, siempre me has deseado.
Insistió él, deslizando el dedo por su cuello hasta su garganta y un poco más
abajo, dejando tras su estela un sendero de fuego.
>>—Quien enciende tu sangre soy yo, no él.
Le susurró él al oído.
>>—Nadie te hará sentir esto jamás. Intenta negar lo que hay entre
nosotros.
Liam temblaba de la cabeza a los pies, agónicamente consciente de cada
centímetro de su poderoso cuerpo, tan cercano a él. Negó con la cabeza, sin
atreverse siquiera a hablar.
>>—Dime que no deseas que te bese.
Bruno bajó la boca hacia la suya, hasta que apenas las separaba un
milímetro. Liam notaba el estruendo de su corazón en los oídos, no podía
respirar. Tenía todas las terminaciones nerviosas de punta. Él lo único en lo que
podía pensar era en la sedosa textura de sus labios, y en el sabor de él en su
lengua.
—No quiero que me beses.
Logró decir con voz trémula.
—Mentiroso
Gruñó él, y luego murmuró algo sobre que era testarudo y terco, antes de
posar la boca sobre la de él. Liam sintió que algo estallaba en su interior. Todas
las emociones que tanto había luchado por contener salieron a la luz de golpe. El
beso era todo cuanto recordaba: caliente, húmedo, exigente y posesivo.
Se desplomó contra él, rindiendo su aliento, su boca, su cuerpo en un
instante. No podía negarlo aunque lo deseara. Bruno le acariciaba el mentón con
el dedo, en una suplicante caricia. Liam abrió la boca para hundirse
profundamente en él, saboreando la erótica sensación del roce de sus lenguas. Él
lo acariciaba más y más, como si no pudiera saciarse nunca.
Liam también le besaba, retorciendo la lengua contra la de él, igualando
caricia tras caricia. Bruno gimió, estrechándolo contra él, dejando que sintiera
cada centímetro de su cuerpo. Liam estallaba en llamas allí donde se tocaban.
Por Dios, era magnífico. Deseaba tocar su piel desnuda, pasar las manos por los
abultados músculos de sus brazos y su pecho para sentir su fuerza bajo los
dedos. Se amoldaba a él, derritiéndose en su calor. Ansiaba el consuelo que solo
él podía ofrecer, deseaba alimentar el famélico vacío de su alma.
El beso se tornó más rudo, más insistente. Bruno le abrió más la boca para
hundirse más profundamente. Su lengua embistió más y más deprisa en un
sensual latido, húmedo, caliente y deliciosamente erótico.
El deseo lo invadía, el calor se agolpaba en su entrepierna. Se apretó contra
él, forzando el roce de sus cuerpos, y notó también la dura erección de Bruno.
<<¿Qué estás haciendo, Liam?>> se cuestionó duramente. Una espantosa
sensación le retorció el estómago. ¿Cómo podía caer de nuevo tan fácilmente?
Por un momento, entre sus brazos, había olvidado todo lo que había sufrido estos
meses. Empujó su pecho hacia atrás, para liberarse de su abrazo. Ambos
respiraban con dificultad. Se miraron fijamente.
—Hace meses que todo entre nosotros se acabó…
Liam sentía que todas sus emociones estaban a flor de piel
>>—Ya no podemos… volver al pasado… yo no quiero.
El rostro de Bruno apenas mostraba alguna emoción.
>>—Yo tengo a Bob. Nosotros definitivamente no podemos.
Desconocía si sus palabras eran para persuadir a Bruno o para
autoconvencerse a sí mismo.
>>—Desde el principio nos equivocamos, lo nuestro jamás debió de
suceder.
Liam se tapó la boca con la mano, aturdido por sus palabras. Resolló
intentando recuperar el control, esforzándose por acallar el profundo anhelo que
todavía ardía en su interior. Le miró a los ojos, y su intensidad lo estremeció
hasta el fondo de su ser. Liam sintió sus ojos escocer. ¿Por qué? ¿Por qué él le
hacía esto? Había tardado tanto en recuperarse y hoy con él de regreso, Liam
sentía que estaba retrocediendo.
>>—Te odio por ilusionarme y por dejarme atrás.
Dijo Liam con voz ronca, sin aliento.
>>—Te odio, pero mi cuerpo te desea. Si era tu intención humillarme, lo
has conseguido.
El rostro de Bruno era una máscara fría e implacable. Mirándolo nadie diría
jamás que bajo su dominio de acero ardía tanta pasión. Pero Liam sí la había
sentido. Hacía un momento lo besó con más emoción de lo que Liam habría
soñado nunca, como si lo deseara más que nada en el mundo. Como si le
importara.
—Te aseguro que humillarte era lo último que se me había pasado por la
cabeza.
La expresión posesiva de su mirada le dijo exactamente qué tenía en la
cabeza. La deseaba, y lo peor era que Liam sentía lo mismo. Por un momento
cayeron sus defensas y le miró suplicante…
—Por favor, déjame solo, superemos esto y cada quien que continúe con su
vida.
Bruno movió la cabeza.
—Los dos sabemos que eso es imposible.
Entonces Bruno dio un paso de nuevo hacia él y Liam estuvo perdido.
CAPÍTULO 22
Nunca un fracaso, siempre una lección.
Todo lo que sucedió después, fue un acto nebuloso que no estaba claro en la
cabeza de Liam. En algún momento, juntos, entre besos calientes y toqueteos,
entraron juntos en el edificio de Liam. De esta tontería culpaba a Bruno por dejar
su mente confusa y sus rodillas débiles.
Cuando entraron a su departamento, Liam prácticamente cayó de rodillas
frente a Bruno y comenzó a chupar su polla ahí mismo, sin importarle un carajo
que el mundo decidiera incendiarse en ese momento. Todo lo que quería era esta
polla en la boca, deseaba desesperadamente el embriagador y almizclado sabor,
la sensación, el grosor que estiraba sus labios. Joder, se sentía tan bien. Con las
manos en su cabello y su exigencia habitual, Bruno le folló la boca. Se sintió
bien. Pero quería más.
Como si escuchara sus pensamientos, Bruno comenzó a empujar,
jodiéndole la boca en serio. Liam gimió alrededor de la polla y toqueteó su
propia bragueta. Sacando su propia erección, la acarició, fuerte y rápido,
mientras Bruno usaba su boca.
A la deriva escuchó su móvil sonar en el bolsillo de su chaqueta. Era de
madrugada y solamente existían tres personas en el mundo que pudieran
marcarle a esa hora de la noche. Theo seguramente en ese momento estaría
ocupado con su esposo o profundamente dormido a causa de la borrachera. La
otra opción era Cris, pero muy en el fondo de su corazón, Liam presentía que
quien llamaba era Bob. Regularmente, hacía eso en sus turnos de trabajo, casi no
podían hablar, salvo por la madrugada, cuando él tenía un descanso y en lugar de
aprovechar y dormir, contactaba a Liam para saber de su día. En ocasiones Liam
también estaba despierto a esa hora trabajando y otras ocasiones, pues Liam
dormía y hasta en la mañana lograba enviarle un mensaje.
Liam era el peor ser del mundo. Su novio marcaba para intentar enamorarlo
y alagarlo por teléfono, y, en cambio, él estaba ahí, de rodillas, mamando la
polla de otro hombre.
Toda esta situación provocó una horrible mezcla de excitación y
humillación, y Liam se corrió, gimiendo alrededor de la polla en él. Bruno gimió
y golpeó su polla contra su garganta un par de veces antes de derramarse
profundamente en su boca. Liam tragó con avidez, cada gota. Y quería más.
¡Maldita sea! ¿En qué monstruo lo había convertido este hombre?
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Dos semanas después y su vida aún era un desastre. Primero que nada,
había hablado con su novio, lo cual resultó… no tanto como él lo había
esperado. Al escuchar su confesión, Bob simplemente lo había observado
decepcionado; sin embargo, en ningún momento reaccionó violentamente como
muchos lo hubieran hecho. Tal vez eso fue lo que más le dolió a Liam. ¿Por qué
Bob no le había gritado al menos?
Él se limitó a decirle que tenía que aclarar sus sentimientos y dejar de
lastimar a las personas de su alrededor. Después de eso le deseó suerte y le alejó.
Esa era la ruptura más extraña que Liam había tenido, porque aunque no lo había
dicho con todas sus palabras, era claro que Bob terminó con él y no estaba
perdonando su traición.
Por otra parte, quien no tomó para nada bien su traición, fue Cris. Él sí que
le reclamó y se ofendió en el nombre de su amigo. Cris era del tipo de hombre
más explosivo y Liam estuvo casi hasta preparado para que él le diera unas
cuantas cachetadas. Aunque no lo hizo, la forma fría en que lo miró y le dijo lo
decepcionado y dolido que estaba por haber traicionado de esa forma a Bob, si
hizo a Liam sentirse avergonzado. Desde entonces ellos no hablaban, ni
mensajeaban. Liam le había enviado una propuesta de trabajo para ser guardias
de seguridad privada en algunos eventos organizados para la fundación que
estaba comenzando, Natasha Petrus en favor de la mujer adolescente; sin
embargo, hasta momento no le había contestado.
En muchas ocasiones Cris le había pedido que le ayudara a trabajar en
algún momento directamente con Natasha, ya que era muy fan de la mujer. Era
un admirador de ella y su trabajo y cuando se enteró de que Liam recientemente
pudo entablar una especie de amistad con ella, fervientemente le había pedido
una oportunidad para poder conocerla en persona. En honor a la verdad no se
había tomado la petición bastante en serio, hasta ahora que necesitaba que Cris
lo perdonara. Ya sabía que él había metido la pata y Cris estaba en su derecho de
odiarlo, no obstante esperaba en verdad no perder su amistad.
Mientras esperaban en las oficinas administrativas del condado a que
Natasha Petrus llegará con la comitiva de la asociación en pro de ayuda de las
mujeres y algunas personalidades más que apoyarían el proyecto de Natasha, él
aprovechó para enviarle un nuevo mensaje a Cris, aunque ya esperaba que no
recibiría respuesta.
Liam se quedó mirando su móvil por unos momentos antes de guardarlo
cuidadosamente en su bolsillo. Theo dejó también de escribir en su teléfono y
levantó la vista.
—¿Malas noticias?
—No.
Dijo Liam, poniendo una sonrisa.
>>—Ni buenas ni malas, un amigo en común que tengo con Bob ha
decidido aplicarme la ley del hielo.
—Está ofendido en el nombre de su amigo, creo que es justificado.
Comentó Theo con una mueca.
>>—Lo comprendo, yo mismo tengo una situación similar en cuanto a
lealtad. Aunque estoy en doble problema, Bruno es mi primo. Y aunque sigo
furioso con ambos. Estoy intentando no tomar partido en esta situación.
Liam arrugó la nariz. Pobre Theo, estaba en medio de dos frentes. No lo
envidiaba. Por una parte, aunque estaba furioso con los dos, en todo caso, si se
viera obligado a escoger entre Bruno y él… seguramente no sería una decisión
fácil. Hasta el momento, Liam y Bruno no habían vuelto a hablar. Liam aún no
tenía la menor idea de qué decisión tomar y Bruno había dejado claro que no lo
buscaría. Hace dos días estuvieron a punto de encontrarse en casa de Theo, justo
a la entrada del edificio, Liam estaba retirándose y Bruno estaba llegando con
portabebés en manos. Liam quiso acercarse y ver a la hermosa niña, pero algo le
impedía hacerlo. Así que solamente se miraron, y poco después Bruno entró a
buscar a su primo.
Por lo que sabía, Bruno trabaja en alguna parte de este edificio, pero hasta
el momento no lo habían visto. Y si estuviera dispuesto a apostar, Liam apostaría
que a que particularmente en esa reunión, aunque se trataba de asuntos del
convento y del refugio, él no estaría con la finalidad de no ver la cara de Liam.
—Al parecer la paternidad le ha sentado bien a Bruno ¿No es así?
Declaró apartando la mirada y con un nudo en el estómago, Theo y sonrió.
—Julieta es preciosa.
Sintió la mirada de Theo sobre él, pero mantuvo sus ojos en la pintura
abstracta que estaba de más en la sala de reuniones. La verdad que Liam
desconocía quién había decorado todas estas oficinas, pero sin duda esa persona
carecía de buen gusto.
>>—Bruno como todo padre primerizo se encuentra abrumado por muchas
cosas, sin embargo parece muy orgulloso de su hija y lo está intentando con
demasiada determinación.
Liam asintió y apretó los labios sin apartar la mirada de la horrible pintura.
>>—¿Hay algo en particular que quieras preguntarme acerca de Bruno?
Preguntó Theo al fin, sonando tan incómodo como se sentía Liam. Liam
hizo una pausa. Levantó la cabeza y miró a su amigo a los ojos.
—¿Por qué haría eso?
Theo le dirigió una mirada nada impresionada.
—Soy tu mejor amigo, Liam. No insultes mi inteligencia fingiendo que no
es un gran problema para ti.
—Realmente no hay nada que quiera saber
Dijo Liam con una risita ahogada.
>>—Lo que más deseo es superar este trago amargo y continuar con mi
existencia.
La expresión de Theo no cambió.
—¿Y qué esperas que suceda?
Las cejas de Liam se fruncieron ante la pregunta.
>>—¿Qué Bob encuentre otro novio y supere tu traición? ¿Qué Bruno se
case con la madre de su hija? ¿Y qué con el tiempo tu superes tu amor
adolescente?
Liam estaba a punto de gritar que exactamente era lo que esperaba, hasta
que se dio cuenta de que era sarcasmo por parte de su amigo.
—Aunque te burles, exactamente espero que la vida de todos se encarrile y
que cada uno viva lo que se supone debe vivir.
Liam se encogió de hombros, desconcertado el enfado de Theo.
—No eres Dios, Liam. No eres tú él que decide el camino que los demás
deben seguir.
Theo lo miró fijamente.
>>—Ni siquiera creo que una persona pueda controlar del todo su destino.
Simplemente somos piezas en un juego que se van moviendo y enlazando. Si
tenemos suerte nos ira bien en una jugada aunque cien de ellas, nos salgan mal.
A mi criterio, lo importante es jugar y arriesgarse.
Liam se rio entre dientes, frotándose la nuca.
—Bonitas palabras para alguien que duro toda su vida adulta encerrado en
el armario y estuvo a punto de casarse con una mujer por el bien de todos, menos
de sí mismo.
Theo suspiró.
—Cierto, algunas jugadas me salieron mal, pero por suerte tenía buenos
compañeros de equipo que me ayudaron a cambiar mi juego.
Su amigo sonrió.
>>— Estoy feliz, y en eso en parte se los debo a ti a Bruno.
La expresión de Theo se volvió melancólica.
>>—Me convenciste de ir y luchar por lo que yo tanto deseaba. En cambio,
no sé cómo convencerte para que hagas lo mismo, no soy tan convincente como
tú.
Liam lo miró con intensidad.
—Te ves bien.
Declaró Liam.
>>— El matrimonio y la paternidad te han sentado de maravilla y estoy
feliz por ti. Y no me debes nada. No es que hubiera sabido que hacer,
simplemente al ser tu mejor amigo, supe que no serías feliz siguiendo las
rigurosas reglas de tu familia.
Theo exhaló.
—Yo también sé que no serás feliz si no dejas de lado esa idea absurda de
tu maldición familiar.
Liam parpadeó.
—¡Mi maldición es cierta! El amor no se hizo para mi línea familiar…
Se interrumpió cuando Theo le lanzó una mirada fulminante. Liam sonrió,
sacudiendo la cabeza.
>>—Además, durante años estuve suspirando por él y no me daba ni la
hora. Perdóname si de buenas a primeras dudo que yo pueda gustarle, siendo que
durante años fui testigo de las hermosas mujeres que se colgaban de su brazo.
Liam se señaló a sí mismo.
>>—Si no recuerdo mal a él le gustaban con pechos abundantes y un
trasero espectacular y yo no tengo tetas.
—Pero tienes un buen trasero…
Murmuró Theo en voz baja. Liam lo fulminó con la mirada.
—¡No es el punto!
Gritó Liam sonrojado.
>>—Él es heterosexual, siempre lo fue.
Todo en la expresión de Theo gritaba escepticismo.
—No sería el primer, ni el último heterosexual que al final encontrara el
amor en alguien de su mismo género.
—No es irrelevante. No creo que Bruno se enamoró de mí simplemente por
algunos intercambios sexuales.
Antes de que Liam decir más cosas desagradables, Theo lo inmovilizó con
una mirada.
—El amor es más que solamente sexo.
Los labios de Theo se torcieron.
>>—El amor es incomprensible y en ocasiones irracional. ¿Te has puesto a
pensar qué tal y solamente tal vez, tú eres la razón por la que Bruno dejo de ser
tan frío y tan estirado?
Liam iba a protestar, pero Theo alzó su mano para silenciarlo.
>>—Durante toda su vida, Bruno siguió al pie de la letra cada uno de los
designios de sus padres, nunca mantuvo una amistad real con nadie, ni siquiera
una relación con todas esas mujeres que tú mencionas.
Theo tamborileó los dedos sobre la mesa.
>>—Sin embargo, contigo en verdad comenzó a salir de su zona de confort,
ahora que puedo unir las piezas comienzo a recordar pequeños detalles. A pesar
de todos sus comentarios y acosos, él jamás te falto el respeto como mi hermano
lo hizo en varias ocasiones. Me puedo imaginar todo lo que te tuvo que aguantar
en los meses que estuvieron aliados en su plan por hacerme recapacitas.
Theo rio.
>>—Te conozco, sé que no se la pusiste fácil y sin embargo sinceramente
él se quedó a tu lado y puede ser que eso lo hizo relajarse y darse cuenta de que
le gustaba pasar tiempo contigo.
Theo se mordió el labio.
>>—No creo que de buenas a primeras simplemente Bruno sintió
curiosidad por follar un hombre. De ser así, pudo follar con cualquiera. Conozco
a Bruno y estoy seguro que acepto estar contigo porque lo deseaba en verdad, no
fue solamente por saciar su curiosidad o por lastima.
—Theo… yo…
Liam negó con la cabeza, sentía una sensación tensa y enfermiza que se
asentaba en sus entrañas.
—Ya no digas nada más y piensa las cosas. Si fue un impulso de momento,
un experimento o lo que fuera que sucedió y punto. Lo que paso después de ese
día fue decisión de ambos y estoy seguro de que con el pasar del tiempo, sus
sentimientos iniciales cambiaron y ahora son responsables de simplemente
ignorarlo o hacer algo al respecto. Eso solamente lo pueden elegir ustedes.
Y con esa afirmación, Theo le levantó y se alejó hacia la mesa donde estaba
la máquina de café. Liam por su parte, cerró los ojos y respiró hondo. Y luego
otra vez. Pero eso no calmaba su acelerado corazón, ni mucho menos callaba sus
pensamientos ¿Qué debería de hacer ahora?
Sin embargo, él aún no llegaba a una decisión sobre cómo actuar a
continuación, cuando de repente llegó un empleado del gobierno acompañado de
un guardia a informales que la reunión con Natasha Petrus se cancelaría. Puesto
que en un evento de inauguración de una obra pública que estaba previamente en
su agenda, un grupo armado se había presentado y atentado contra la seguridad
de ella y de todos los asistentes al evento.
CAPÍTULO 26
No hay cosa que más avive el amor que el temor de perder al ser amado.
En un día laboral normal, era común que en ocasiones las cosas no salieran
como Liam las planeó originalmente. Se le olvidó colocar la alarma del
despertador. Ese día el ascensor de su edificio estuvo fallando y tuvo que bajar
por las escaleras y esperaba que en el trascurso del día lo arreglaran, ya que bajar
era una cosa, ¿pero subir? Es ahí donde Liam tendría un problema. El tráfico en
la ciudad estaba imposible y para colmo la cafetería donde se había propuesto
comprar un café para mejorar su día, precisamente hoy estaba cerrado porque
iniciarían remodelaciones del local.
Y por el resto de la mañana en el estudio también tuvieron ciertos
incidentes que le estaban colmando la paciencia. Esperaba sobrevivir el día con
la cordura intacta.
Al medio día llegó Theo con el almuerzo. Por lo menos algo salía bien de
acuerdo a sus planes del día.
—Te ves horrible.
—Y me siento de esa forma.
Dijo Theo dejando las bolsas de comida mexicana sobre la mesa de su
escritorio. En esta ocasión almorzarían en su pequeña oficina. Era día de facturas
y muchos pagos, por lo tanto, no podía permitir estresarse allá bajo. Theo
sonriendo se quitó la chaqueta para dejarla sobre el respaldo de la silla. Ese día
en particular, Theodore se veía encantadoramente bien arreglado y conforme
consigo mismo <<Sin duda es el semblante de un hombre enamorado>>.
—¿Cómo te va con las facturas?
Preguntó su amigo tomando asiento y remangándose las mangas de la
camisa. Con sarcasmo, Liam le mostró una sonrisa con dientes descubiertos y
alzó los pulgares hacia arriba. Theo rio, pero su sonrisa murió de golpe al
contemplar algo detrás de Liam, él no tuvo que girar para saber que era lo que
Theo estaba observando con fascinación. Era un enorme ramo de rosas lilas que
estaba el mostrador.
—¿Qué es eso?
—Han llegado para mí esta mañana. Son extravagantes, ¿no es así? Al
parecer es un ramo bastante costoso.
—¿Quién las envió?
Liam sacó la tarjeta que vino con el ramo y se la entregó a Theo.
Esa noche, después de sus clases de baile, Liam tomó la iniciativa de llegar
al apartamento de Bruno. No habían quedado en nada y era prácticamente la
primera vez que estaba ahí en mucho tiempo. Y no sabía que esperar, hasta que
no tocó al timbre fue cuando en realidad pensó que podría encontrarse con algo
que no deseaba ver. Bruno se mostró sorprendido al verlo, pero inmediatamente
lo atrajo hacia sus brazos.
—Estaba a punto de llamarte.
Bromeó mordiéndole la oreja.
>>—Iba a invitarte a cenar.
—A eso he venido.
Murmuró Liam alzando la mirada.
>>—Encarguemos comida china y comida vegana y miremos una película.
La mirada de Liam viajo por un costado hacia el salón. Esperando ver
¿Qué?
—Jully está con su madre esta noche.
Comentó Bruno como adivinando que era lo que buscara. Liam se sonrojó
avergonzado.
—¿Jully?
Preguntó con una ceja arqueada. Bruno sonrió, lo sostuvo del brazo y lo
hizo pasar del todo para poder cerrar la puerta.
—Theo y Daniel argumentaron fervientemente que Julieta es un nombre
bastante adulto para la niña.
Bruno lo guio hacia el sofá de la sala.
>>—Gabriel propuso Julls, pero fue descartado por Theodore y al final
Daniel propuso Jully y Turrón ladró dando su aprobación.
Juntos se sentaron en el sofá. Y Liam extrañamente se sentía cohibido.
—Ella podrá tener un nombre y un sobre nombre de cariño, pero espero que
tú como papá le hables de forma aún más cariñosa.
Bruno dejó escapar un suspiro.
—No soy del tipo cariñoso.
Liam colocó una mano en su cara.
—Eres su papá, y ella espera recibir mucho amor de parte de sus padres.
—Intento ser buen padre, hasta puedo cambiarle mejor los pañales que
Ximena.
Respondió con un tono seco.
—Bueno, si mi opinión te sirve de algo, cuando estamos en la cama eres
bastante cariñoso. No te cuesta nada intentarlo en los demás aspectos de tu vida.
Bruno retorció los labios y le acarició la mejilla.
—Será porque tú eres el único que logra sacarme de mi zona de confort.
Soy diferente cuando estoy contigo.
—Y no entiendo por qué. No es que haga algo sorprendentemente
complicado para que te guste estar conmigo. Liam apoyó la cara en su
corazón.
—Es fácil estar contigo y me gustan tus ocurrencias para sacarme de quicio.
Bruno acarició su cabello.
—Me encanta estar contigo. Cuando no estamos juntos, deseo que lo
estemos.
Suspiró.
>>—Sé que tienes dudas y no puedo culparte por no creerme.
—Las relaciones son difíciles, Bruno. La mayoría de ellas no tienen un sexo
estupendo como nosotros. Creo que somos de los afortunados.
Bruno estrechó los brazos a su alrededor.
—No soy como otros hombres cariñosos, ni espontáneo. No es que culpe a
mis padres, pero jamás se me educo para dejarme llevar por los
sentimentalismos. Por eso no puedo relajarme.
Sintió a Bruno tensarse.
>>—¿Sabías tú que ni siquiera quisieron conocer a su nieta? Yo estoy
muerto para ellos.
Liam alzó la mirada.
—Hijos de puta. ¡Es su nieta!
—Los contacte porque deseaba que Jully tenga una verdadera familia. Sin
embargo, fue una tontería, ellos no son familia. Nunca lo fuimos.
—Jully solamente te necesita a ti, Bruno.
—Y quiero ser todo para ella, por eso planee casarme con su madre, pero
por más que lo intente no pude hacer lo correcto.
Bruno colocó una mano en su mejilla.
>>—Lo has cambiado todo en mí. No podría soportar perderte.
Liam lo abrazó.
—Esa sensación es mutua.
Inclinó mi cabeza hacia atrás y Bruno lo besó en la boca con intensidad.
Pocos momentos después, quedó claro si seguían de esa manera, solamente
podrían terminar en un solo lugar… el dormitorio. Así que Liam se apartó.
—Tengo hambre, encarguemos la comida.
Dijo con nerviosismo, Bruno rodó los ojos con una sonrisa pecaminosa.
—De acuerdo. Lo haremos a tu manera.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Los días fueron pasando y Liam no podía creer siquiera que ahora en
verdad estaba intentando tener una relación con su amor no correspondido de su
adolescencia. Tan solo el término “relación” era algo nuevo para él.
A lo largo de su vida, intentó tener novios formales, aunque claramente su
maldición familiar causaba que todo siempre terminara en un desastre. Sin
embargo, esto al parecer era auténtico. Aún tenía muchas dudas, demasiadas
para contarlas. No obstante, los días fueron fluyendo.
Su primer reto, vino por partida doble. Conocer a Ximena y ayudar a Bruno
a cuidar a Jully, todo en una misma noche. Ver el rostro de la mujer a la cual
detestó por tantos meses fue algo duro de enfrentar. Por supuesto que se sintió
sumamente celoso de ella, era espectacular, rubia, alta, con abundantes pechos y
solamente imaginarla en los brazos de Bruno le producía un sabor amargo en la
garganta y un estremecimiento horrible en la boca del estómago.
Liam llegó a la conclusión de que Bruno en algún momento le habría
informado a ella que ahora estaba en una relación con él, puesto que Ximena no
se mostró bastante sorprendida de encontrarlo en el apartamento de Bruno
cuando fue a llevar a la niña. Mientras ellos se miraban cara a cara intentando
sobrellevar el momento, Bruno aguardo pacientemente con su hija en brazos. Y
todo resultó bastante bien. Después de la incomodidad inicial y las sonrisas y
saludos incómodos, todo fue fluyendo. Liam era un encanto de persona, tenía la
experiencia y utilizó toda esa habilidad con Ximena. ¿Fue extraño al comienzo?
Sí. ¿Fue complicado? También. Pero poco a poco se fueron relajando. Liam
llegó a darse cuenta de que ella sentía un poco de recelo hacia él y no la culpaba,
puesto que después de todo fue Liam el impedimento que causo que Bruno al
final no se casara con ella.
Y ahora estaba claro que si Ximena no deseaba comenzar alguna fricción
con Bruno, tendría que, sí o sí, aceptar a Liam. Y eso era exactamente lo que
estaba sucediendo, ellos no eran los grandes amigos del mundo, pero estaban
manteniendo una relación cordial. Hasta últimamente se habían mensajeado y
Liam la había invitado a pasarse por su estudio con la promesa de diseñarle algo
para un evento de la empresa que tendría a finales de octubre. Era tal vez un
soborno para mantener la fiesta en paz, pero al menos estaba poniendo de su
parte.
Y era más sencillo ganarse a la madre que la hija, tenía que admitir. Intentar
llegar a un acuerdo con una bebé tan chiquita que lloraba por todo era
sumamente imposible. Y la peor parte era que él no sabía nada de bebés. Jamás,
jamás, jamás, había cambiado un pañal en su vida y fue fantástico presenciar
como a Bruno se le daba tan naturalmente esa habilidad. Secretamente, admitió
que le gustaba verlo en ese rol de papá. Siempre frío, siempre serio y contenido;
sin embargo, con su hija, siempre tenía una mirada cariñosa y tierna. <<Ella es
realmente afortunada>> y era algo estúpido de su parte, pero en ocasiones
estaba celoso de la niña.
Aunque admitía, que también había tenido sus días buenos. Todos los días
que despertaba en la misma cama que Bruno era maravilloso. El sexo era
fantástico, pero el resto del día con sus pequeños detalles tampoco eran
desagradables. Era algo que vivía por primera vez.
Una de sus partes favoritas de la mañana, eran esos pequeños momentos
donde ambos entre conversaciones y una que otra broma desayunaban juntos.
Incluso le gustaban esas mañanas donde uno de ellos preparaba el desayuno y el
otro estaba dándole biberón a Jully, se sentía tan hogareño.
Otro de sus momentos preferidos era escoger el traje que Bruno usaría ese
día. Era como envolver su propio regalo, era sumamente erótico ayudarlo a
abotonarse la camina, colocarse la corbata, el chaleco… Él jamás había
considerado que era sorprendiéndome erótico verle ponerse la ropa como
quitársela.
En estas dos semanas había compartido tantos momentos con Bruno que
aún le costaba creer en realidad que esto estaba sucediendo.
—¿Qué harás hoy después del trabajo?
Preguntó Bruno, mientras le entregaba el termo de café que últimamente le
gustaba llevar. El café era necesario en su sistema para subsistir.
—Nada, en particular, había quedado de ir con Theo al cine, pero aún no
me ha confirmado nada.
Ladeó la cabeza.
>>—¿Tienes algo en mente? Puedo cancelarle a Theo.
¿Ir al cine con Theo o pasar la noche con Bruno? La decisión era clara en la
cabeza de Liam. No podía evitar sentir la excitación en todo su cuerpo.
—Natasha me aviso de una reunión de último momento. Probablemente,
llegue tarde a casa.
Bruno puso los labios sobre la sien de Liam.
>>—Y si Theo tiene planes contigo tal vez no querrá prestarme a Simona
en esta ocasión. Tendré que recurrir a mi agenda en busca de una niñera para
Jully.
—¿Te toca cuidarla hoy?
Bruno y Ximena tenían un extraño acuerdo <<Extraño para muchos>>
Ellos no tenían noches definidas, por lo general, según el abogado de Bruno, el
acuerdo más común entre progenitores, era que los días entre semana eran de la
madre y los fines de semana del padre. En el caso de ellos, como ambos
trabajaban, se turnaban todos los días de la semana, en ocasiones Jully estaba
con su madre dos, tres días y después se quedaba con Bruno otro par de días o
era un día y un día. Nada era definitivo, si alguno de ellos necesitaba que el otro
la cuidara en cualquier día, lo hacían. Jully iba a una guardería durante el día y
cualquiera de los dos que estuviera desocupado a las cuatro de la tarde podría ir
a recogerla. También recurrían a niñeras en casa cuando lo necesitaban, y el
apoyo de Bruno era la niñera de Theo. Era un acuerdo de custodia extraño e
impredecible, pero al parecer a ellos les estaba funcionando.
—Ximena tiene que terminar un proyecto importante y acorde quedarme
con Jully, pero esta reunión es imprevista.
—Porque no me lo dijiste antes, no te preocupes.
Dijo dándole un suave golpe con el codo.
>>—Yo con gusto me quedaré con Jully, estoy seguro que le encantara ser
mi modelo esta noche. Quiero diseñarle un disfraz para Halloween.
Dijo emocionado, aunque la verdad estaba nervioso, nunca había estado a
solas con la niña.
>>—Además tengo un montón de ideas en la cabeza sobre diseños de
vestidos de bebés. Hoy es el día sin duda en que podremos poner en marcha este
proyecto.
Bruno al parecer no notó su nerviosismo.
—¿Estás seguro?
Preguntó Bruno con los labios en su pelo.
—Por supuesto. Solamente avisa en la guardería que iré a recogerla.
Bruno lo envolvió en sus brazos. Suspiró con fuerza.
—Lo agradezco, pero no quiero imponerte esta situación.
—No estás imponiendo nada, quiero hacerlo.
Liam sintió un escalofrío.
>>—No soy bueno con los pañales, pero seguiré un tutorial de YouTube y
te prometo estar preparado… Al menos que no confíes en mí.
Bruno apretó los sus labios contra su pelo, murmuró:
—Confió en ti…
Rio amargamente.
>>—Pero temo que Jully te abrume tanto que al final llegues a la
conclusión de que estar con un papá soltero es bastante complicado.
Liam se apartó y miró a Bruno a los ojos. No quería sentirse ofendido, pero
la verdad era que le dolían las palabras de Bruno.
—¿Aún piensas que en cualquier momento saldré corriendo?
Sintió un hueco en el estómago.
—No es eso…
—Pensé que el inseguro aquí era yo, pero al parecer continuamos con esta
desconfianza.
—Supongo que es normal que ambos nos sintamos inseguros
Explicó Bruno con voz cansina.
>>—Creo que solamente hay que dejar que el tiempo fluya. Estaremos
bien.
Liam no quería volver a discutir sobre el mismo tema. La inseguridad de
ambos era justificada. Bruno temía que él llegara a la conclusión de que esto de
una relación formal con una bebé involucrada no era para él y Liam temía que
Bruno recuperara la cordura, se olvidara esa idea de que le atraía otro hombre y
se casara con Ximena. ¿Con el tiempo lograrían sentirse seguros? Liam giró la
cabeza hacia él y metió los brazos por debajo de su chaqueta para acercarse más.
No tenía la menor idea de que era lo que sucedería en el futuro, pero había algo
que sí sabía.
—¿Bruno?
—¿Sí?
Liam se retiró para mirarlo. Extendió la mano y recorrió con ella el
marcado arco de su ceja.
—Te quiero.
Ya había pronunciado esas dos palabras la noche que se reconciliaron. Y no
esperaba que de buenas a primeras Bruno le correspondiera. Pero era algo que de
su parte quería dejarle claro. ¿Liam tenía ganas de huir? Sí. Sus inseguridades
eran muchas, pero el sentimiento que sentía por él era auténtico y más profundo.
Eso era una garantía de que estaba intentándolo.
>>—Y por ese sentimiento estoy aquí, no iré a ninguna parte. Quiero ser
parte de tu vida y que seas parte de la mía. En eso consiste ser pareja ¿No?
Liam apartó la cara y se recargó contra su pecho.
>>—Quiero que recurras a mí en momentos de necesidad. Confía en mí
para ser tu apoyo. Es todo lo que te pido por ahora.
Liam sabía que le gustaba a Bruno, otro sentimiento no había sido
pronunciado de su parte y de momento no era relevante. Su confianza era lo
único que necesitaba por ahora. Con una de sus manos Bruno lo sujetó por la
nuca, su respiración era entrecortada y el corazón le latía con fuerza. No dijo una
palabra y tampoco lo soltó hasta que llego el momento en que se marcharan para
ir a trabajar.
♥ ♡ ❥ ♡ ♥
Y aunque todo en su vida al parecer iba como viento en popa, Liam aún
tenía un problema. Y no comprendía por qué precisamente ese día que estaba de
mejor humor, no podía dejar de pensar en su amigo Cris. Era como una
sensación en la boca del estómago y una vocecita en su cabeza que no paraba de
susurrarle que le marcara a su amigo.
Así que lo hizo. Tomó varias respiraciones profundas y se armó de valor
para marcar. Al principio temió que no le constara o que ya de plano lo hubiera
bloqueado de sus contactos para siempre. Sintió algo de alivio cuando él le
contestó al tercer toque.
—¿Qué?
Contestó con brusquedad. Pero era una buena señal que le hubiese
respondido.
—Soy consciente de que metido la pata.
Dijo rápidamente.
>>—Lo siento, aunque soy consciente de que tienes todo el derecho de no
hablar el resto de mi vida, yo quiero arreglar las cosas, amigo.
Cris soltó un gruñido.
—¡Joder, Liam, aún estoy cabreado contigo!
—Sí, lo sé. Se me da muy bien cabrear a la gente, por si no lo habías
notado, pero odio no hablar contigo.
Soltó un suspiro.
>>—No puedo reparar el daño que le hizo a Bob, y soy consciente que te
estoy poniendo entre la espada y la pared. Pero no quiero perder tu amistad.
—Bob es un gran hombre.
Espetó.
>>—No se merecía que jugaras con él.
Liam cerró los ojos.
—Es fallo mío.
Respondió con sinceridad.
>>—Pero que quieres que te diga, he estado enamorado de Bruno Heber
desde que tome conciencia de mí mismo. No es justificación para haber sido
infiel, pero simplemente sucedió. Fue más fuerte que mi mismo ¿Me
comprendes?
Suspiró y abrió los ojos.
>>—Te quiero, Cris. Incluso cuando le eche todo a perder.
Cris exhaló sobre el auricular.
—De acuerdo, te daré una oportunidad para disculparte. ¿Almorzamos?
Una sonrisa sonrió de oreja a oreja.
—Sí, por supuesto.
—Iré a tú estudió. Nos vemos alrededor de la una.
Terminaron la llamada y Liam trato de concentrarse, pero le resultó difícil.
Esperaba de verdad poder arreglar las cosas.
Minutos antes de la una, recibió un mensaje de Cris avisándole en que local
almorzarían. Y fue un lugar de comida oriental que estaba a una manzana del
estudio de Liam. Acordaron verse ahí. Organizó rápidamente lo que quedaba por
hacer el resto del día e instruyó a sus asistentes, dado que él probablemente ya
no regresaría por lo que restaba del día. Desconocía cuanto tardaría en su
almuerzo y después tendría que ir a la guardería por Jully. No podía fallar en sus
dos grandes misiones del día.
Mientras esperaba a Cris, Liam sintió un nudo en el estómago. No podía
soportarlo. Tenía tantas cosas en la cabeza.
—Liam.
Él salió de sus pensamientos con un respingo al oír la voz de Cris. Liam
había escogido una de las mesas que estaban fuera del local, el día estaba
bastante agradable como para no aprovechar estar rodeado de árboles y flores.
Cris no llevaba uniforme, lo cual le indicaba que estaba de suerte, era su día
libre, por ese motivo no se citaron en los lugares de siempre que estaban cercar
del trabajo de Cris. Lo cual agradecía, aunque temió que la razón por la cual no
lo cito allá, fue para evitar que Bob los viera.
Cris vestía relajadamente ese día, con un chándal color tinto y zapatillas de
deporte blancas. Era la imagen viva de la despreocupación y la seguridad en sí
mismo con esas gafas oscuras y las manos en los bolsillos. Las mujeres
alrededor se lo estaban comiendo con los ojos. <<Sueñen, señoritas. Porque este
hombre por el que babean no cae por cualquiera>> Si alguien en esta vida era
cuidadoso con sus relaciones, ese era Cris y existía una gran razón para ello. Un
secreto sobre él que casi nadie conocía.
Ahora mismo su amigo parecía distante y frío. En cuanto se acercó a la
mesa, Liam se puso de pie y se abalanzó hacia él, envolvió sus brazos sobre su
cuello con tanta fuerza que Cris se quejó de haberle dejado sin aire.
—Te he echado de menos.
Comentó sinceramente.
—Aunque no eres mi persona favorita en este momento… también te
extrañe.
Murmuró Cris en voz baja y le devolvió el abrazo. Liam se apartó para
mirarlo.
—Lo siento.
—Tranquilo.
Cris se encogió de hombros.
>>—Como que he llegado a comprenderte. En el corazón no se puede
mandar.
Cris le palmeó el hombro.
—Almorcemos y charlemos. Hay mucho que quiero contarte.
Propuso Liam y Cris asintió. Tomaron asiento en la mesa y al poco trajeron
la comida. Liam ya se había encargado de ordenar previamente cosas del menú,
conocía los gustos de Cris. Y era más práctico de esa manera.
>>—¿Cómo se encuentra, Bob?
Preguntó, no quería agravar las cosas, pero ese hombre fue tan bueno con él
que la culpa de engañarlo aún carcomía su alma.
—Menos ofendido que yo, sorprendentemente.
Liam se pasó una servilleta por esos labios que convertían a las mujeres
sensatas en niñas tontas cuando él sonreía.
>>—Él muchas veces me insistió en que te llamara y que intentara arreglar
las cosas. No desea que nuestra amistad termine por esta situación.
Liam sonrió.
—Él es un hombre maravilloso.
Liam deseó poderle agradecer; sin embargo, dudaba mucho que él quisiera
siquiera mirarlo.
—Sí, mucho más de lo que mereces.
Sus ojos se entrecerraron.
>>—Espero en verdad que ese tal Bruno, valga machismo la pena.
Liam sintió una presión en el pecho.
—Lo amo.
Replicó.
>>— Y ante esa verdad, poco puedo hacer.
Cris soltó un bufido y dio otro bocado a su pollo Kung Pao. Masticó con
fuerza y se tragó su comida con un largo sorbo de su limonada.
—¿Amor? Pensé que no creías en el amor. ¿Y qué no ese hombre era
heterosexual?
Liam sintió esas preguntas como un golpe en el estómago. Preguntas duras,
verdades complicadas, de las cuales aún tenía muchas dudas.
—Él dice que le gusto yo, no le importa que sea un hombre.
Cris asintió y dio otro bocado.
—¿Y tú le crees?
Preguntó mientras masticaba.
—Por supuesto.
Contestó con convicción.
>>—Soy consciente que la forma en la que iniciamos todo esto no es la más
ortodoxa y ambos metimos la pata. Pero lo estamos intentando, estos días han
sido…
—¿Te ha dicho que te ama?
Cris interrumpió su bravata con esa pregunta. ¡Y que pregunta! Una
granada directa lanzada a su cabeza. Liam se quedó mirándole como un búho
con los ojos bien abiertos.
—Apenas tenemos un par de semanas intentando entablar una relación. No
te parece que es muy pronto para esas palabras.
Con calma, Cris se llevó un rollo primavera a la boca.
—¿Tú le has dicho que lo amas?
Liam apretó los labios.
—Que sepas que estás siendo un idiota.
Cris sonrió y apretó la servilleta en sus manos.
—¿Por qué te molestan mis preguntas? Son preguntas válidas.
—Estás siendo un capullo.
La sonrisa Cris desapareció y su mirada se volvió más dura.
—Durante años te he escuchado alabar, maldecir y suspirar por ese amor no
correspondido. Quiero simplemente convencerme de que no es tu absurda
obsesión de adolescente y que sí es amor verdadero.
Liam lo miró con furia.
>>—En ocasiones necesitas que los que estamos a tu alrededor te salvemos
de ti mismo. Hace meses eras una sombra patética de una persona, que afirmaba
que el amor no existía y que tenía una maldición.
Liam resopló con frustración.
—Soy consciente de lo loco que puede parecer. Pero estoy seguro de que
puede funcionar. ¿Sabes lo que es esto para mí? Yo lo amo.
—Pero ¿Te ama él?
Preguntó Cris arrastrando las palabras.
>>—Comprende, Liam. Me preocupo por ti. Y de todos tus amantes, él ha
sido por quien más has sufrido. Discúlpame por desconfiar.
Dijo Cris con seriedad.
—Y te agradezco por eso. Pero yo sé que puede funcionar.
Terminó diciendo sin convicción. Cris asintió con la cabeza.
—Si tú estás convencido, no seré yo el villano de tu historia de amor.
Cris apretó los labios unos segundos.
>>—Solamente espero que él sea la persona que necesitas en tu vida.
Liam se inclinó hacia delante y extendió la mano para buscar la de Cris.
—Yo lo quiero y aunque él no pronuncié las palabras… Lo siento, siento
todos esos sentimientos que emana hacia mí ¿Me entiendes?
Cris sujetó su mano con fuerza.
—Liam… Espero seas feliz con él. De verdad.
—Gracias.
Cris retiró la mano y se apartó el flequillo que le tapaba un ojo.
>>—Me alegra que pudiéramos arreglar las cosas.
—Yo también.
—Ahora cuéntame, como te ha ido a ti. ¿Trabajo? ¿Amantes? Cuéntamelo
todo.
—Nos llevará mucho tiempo.
Dijo con voz de cansancio.
—Estoy libre hasta las cuatro, así que soy todo oídos.
Consiguió poner una sonrisa. Durante la siguiente hora y media, hablaron,
hablaron y hablaron. Absolutamente de todo. Cris le contó cómo estaban las
cosas en su trabajo y algunos desacuerdos que había tenido con algunos
compañeros por situaciones “Sin importancia” según Cris. Pero si algo era
cierto es que nunca existían peleas sin importancia.
Liam aprovechó la oportunidad para recordarle acerca de los proyectos que
tendrían en puerta. Trabajo era trabajo y Liam sentía placer en ayudar a sus
amigos. Aunque dudaba mucho que en esos servicios de seguridad participara
Bob, por lo menos esperaba que Cris y el resto quisieran apoyarlo. Además, sería
la oportunidad para que Cris conociera por fin a Natasha Petrus.
Cris también le preguntó todos los detalles sobre el incidente sucedido hace
poco y la salud de Natasha. Ese día, por desgracia, Cris no estuvo de servicio y
aunque se presentó de voluntario al servicio por ser causa de emergencia, no fue
asignado directamente en la escena del crimen. Le dieron la misión de rastreo en
la central, después de todo, Cris era un experto en sistemas computacionales y
era primordial revisar todas las grabaciones de la escena.
Liam le contó todo y le confirmó que aunque no había visto a Natasha en
persona, salvo aquel día que la visitaron en el hospital con Theo. Por Bruno se
había enterado de que ella estaba recuperándose bastante bien y estaba ya
trabajando desde el minuto uno. El desagrado de Cris hacia Bruno disminuyó un
uno por ciento al enterarse de que él directamente trabajaba con Natasha Petrus e
inmediatamente Liam aprovecho para sobornarlo. Si en verdad intentaba llevarse
bien con Bruno, lo convencería de invitar a Natt a cenar a casa y por supuesto
que Cris sería el otro invitado de honor. Esa propuesta causó que Cris sonriera y
prometiera fervientemente en que intentaría ser amigo de Bruno Heber.
Para cuando terminó su almuerzo con Cris, los ánimos de Liam estaban por
los cielos. Se sentía eufórico, al parecer el tiempo estaba acomodando las cosas.
Estaba tan contentó que no pudo resistir el impulso de ser espontáneo. Así que
antes de que pudiera arrepentirse, hizo un rápido envió por a domicilio.
Estaba llegando justo a la guardería cuando recibió un mensaje de Bruno.
Era una foto de unas rosas rojas de tallo largo elegantemente colocadas en un
jarrón de cristal.
—¿Me olvidé de alguna ocasión especial?
Preguntó Bruno con el mensaje de texto. Liam sonrió.
—¿Acaso no puedo enviarle rosas a mi novio?
No fue sino hasta que envió el mensaje que la palabra “Novio” resaltó en su
pantalla como si fueran letras fosforescentes. ¿Novios? ¿Eran novios? Ni
siquiera habían hablado de eso. Después de la reconciliación, decidieron darse
una oportunidad y hasta el momento convivían como una pareja de novios, pero
¿Lo eran? Al menos se sentía de esa amanera. Aunque no habían hablado de
atribuirse esa etiqueta.
—Tú puedes hacer lo que quieras.
Fue la contestación de Bruno. Y Liam sonrió con maldad. Era como un
pagaré en blanco y él aprovecharía para divertirse un poco. Después de
comentarle que estaba por recoger a Jully, al mismo tiempo hizo otra compra por
internet.
Las chicas de la guardería fueron un encanto, le ayudaron y le dieron
consejos sobre cómo cuidar a la niña. Incluso hasta le ayudaron a colocar el
portabebés en el auto. Al parecer ellas se dieron inmediatamente cuenta de que él
acerca de bebes, no sabía absolutamente nada y tal vez estaban preguntándose
cómo era que los padres de Julieta estaban confiando en él.
Sin incidentes, llegaron al edificio de Bruno, no tenía problemas en llevar a
la pequeña consigo al estudio o a su casa, pero siendo sinceros, sus lugares no
estaban equipados con todo lo que necesitaba un bebé, cosa que tendría que
asegurarse de corregir en un futuro cercano.
—Estamos en casa, muñeca. Y nos divertiremos mucho.
Canturreó Liam colocando el portabebés sobre la mesita de café en la sala
de estar. La niña balbuceaba y lo miraba fijamente. Al menos no estaba llorando,
lo cual era un tremendo alivio. Estaba considerando en sí sacarla del portabebés
ahora que estaba bastante tranquila o esperar a que se pusiera inquieta, cuando su
teléfono móvil vibro en su bolsillo.
—¿Son dulces aptos para veganos?
Liam sonrió ante el mensaje y la foto de la cesta llena de chocolates y
dulces, con un enorme listón rojo.
—Por supuesto, come con confianza y no dejes que tus compañeras te
metan mano.
Sonrió.
—Puedo imaginar la cara de tu papi ahora mismo.
Le comentó a Jully.
>>—Es tan serio y tan formal, que solamente puedo imaginar su
incomodidad ante tanta cursilería de mi parte.
Le sonrió a Jully.
>>—Sé que no es correcto, pero molestar a tu papá es bastante divertido.
La niña balbuceó y Liam decidió considerar que esa era el permiso de la
bebé para que siguiera coqueteando con su padre. En ese momento llegó un
mensaje de Bruno.
—El único que puede meterme mano, eres tú.
Liam sonrió.
—Más te vale.
Sonriendo con maldad, Liam hizo otra nueva compra. Y aunque dudó en
esta ocasión enviarla, estaba decidido, de una vez por todas, lanzarse sin
paracaídas y sin dudas en esta relación. Y era primordial que Bruno supiera que
iba en serio.
Mientras esperaba a que su plan se concretara, sacó a Jully del portabebés,
con ella en brazos consultó la lista de cosas por hacer que Bruno siempre tenía
pegada en el refrigerador.
Él era siempre tan organizado, que Jully estaba regida por una estricta
rutina. Madre, niñeras y maestras de la guardería, también seguían todas las
indicaciones del padre sobre protector.
Jully contaba con una rutina para todo, biberones, baños, siestas y Liam
temía que mientras esta niña más creciera, más detallada sería esa lista de cosas
de que hacer y no hacer con Julieta Heber. Y Liam apostaba sus ahorros a que
esta niña terminaría siendo vegana igual que el padre.
Con gran temor al inicio, comenzó con su primera tarea a realizar, fue
cambiarle el pañal a la pequeña. Menos mal que de momento fueron solamente
orines, fuera otra cosa y no estaba seguro poder soportar como los valientes ese
tipo de olores.
Le cambio la ropita por algo más cómodo y después le preparó el biberón.
Cosa que era lo más sencillo de hace, Bruno Heber tenía un maldito aparto en el
cual solamente necesitaba colocar el biberón, presionar un botón y
automáticamente el aparato servía el biberón con las onzas de leche y agua
preprogramadas. Era como una cafetera para bebés.
Después de comer, le sacó el aire, y lo correcto era dejarla en la cuna, para
ese momento Jully ya estaba adormilada. Sin embargo, Liam se negaba a
soltarla, así que con ella en brazos se recostó en la cama de Bruno.
Los bebés en realidad olían bastante bien, y eran calentitos y suaves. Fue
casi imposible que no se sintiera cómodo con Jully en brazos, así que se quedó
dormido imaginando la reacción del Bruno al recibir el oso de peluche con el
globo donde le pedía formalmente ser su novio.
CAPÍTULO 30
Los desafíos hacen la vida interesante y superarlos hace la vida
significativa.
Hasta hace un par de años, Bruno Heber aseguró con convicción que no le
gustaban los niños. Su mejor argumento al respecto, era su falta de paciencia con
los adultos, mucho menos paciente con los niños.
Siempre considero que un niño representaba ruidos, desastre y berrinches
incontrolables. Cuando comenzó a ayudar a Theo con su misión en el convento
de la Trinidad, comenzó a convivir con más niños. Más o menos, ya que muchos
de esos niños le temían. Si les daban a escoger entre él y la agradable calidez y
hermosa sonrisa de Theodore, ellos mil veces siempre escogieron a su primo.
Incluso perdió en muchas ocasiones contra el lado divertido de Liam Rossi. Y
eso que Liam tampoco tenía mucha paciencia para los niños.
No obstante, cuando eres padre, no hay otra opción, no puedes perder la
paciencia. Estaba de cuclillas sobre la alfombra, observando todo el desastre y
calculando como proceder a continuación.
—Julieta, ¿de dónde sacaste eso?
Dijo con su voz más severa. Su hija de casi ocho meses lo miró con sus
grandes ojos azules y parpadeó inocentemente.
>>—Pa… pa…
Balbuceó la niña mirándolo y arrogando por todos lados los trozos de tela y
cajas de botones. Mentalmente, comenzó a contar del uno al cien para calmarse.
>>— Tienes en tu habitación llena de juguetes. ¿Por qué siempre terminas
jugando con cualquier cosa que tengas a mano?
Jully se carcajeó como si estuviera burlándose de él y balbuceó cosas
intangibles al tiempo en que se llevaba el ala de lo que aprecia ser un sombrero
fosforescente azul a la boca. Si intentaba quitárselo ahora, su hija gritaría tan alto
que terminaría despertando a los vecinos a las seis de la mañana.
—Tú tienes la culpa por dejar las cosas en el suelo.
Dijo Liam en tono divertido. Ni siquiera parecía molesto porque Jully había
sacado las cosas de su bolso y había hecho un desastre en la sala con ellas.
Bruno se pellizcó el puente de la nariz y contuvo un suspiro.
—Son tus cosas, ¿por qué es culpa mía?
Levanto la vista hacia Liam, él estaba apoyado contra el marco del pasillo,
estaba sonriendo ampliamente e irradiando diversión.
—Estabas tan caliente anoche, que me atacaste nada más cruzar la puerta,
querido. Ni siquiera me permitiste acomodar mis cosas en el armario.
Bruno lo fulminó con la mirada. Liam se encogió de hombros.
>>—No es que me esté quejando, llevábamos un par de semanas en sequía,
también estaba ansioso por follar contigo.
Había sido un mes algo complicado tanto para el trabajo de Liam y de
Bruno. Liam era el encargado este año de diseñar el vestuario de la participante
en Miss universo y estaba realmente emocionado y trabajaba en exceso para
tener todo a tiempo, sin descuidar sus demás compromisos. Incluso en san
Valentín no le quedo más remedió que viajar a Londres. Así que como tal no
habían tenido una cita normal. No era como si San Valentín fuera un gran día
festivo, ciertamente en su mayoría era marketing; sin embargo, era un día
especial para ellos. Fue cuando comenzó todo.
Se consideró la idea de poder viajar con él, pero al final fue imposible. Por
su parte, Bruno había tomado una licencia en su trabajo, para sí poder apoyar a
Natasha Petrus en su campaña política por la alcaldía de la ciudad de Chicago.
Este era el salto definitivo de Natasha a la política, siempre siendo sombra de su
familia, mano derecha y auxiliar de su padre, y ahora se lanzaba sola y a la
cabeza del proyecto. Y tenía grandes posibilidades de ganar, según las encuestas,
y si todo salía como ella lo planeaba, este sería solamente el inicio de una carrera
política prometedora en ascenso. Bruno se comprometió a ser su asesor político
y mano derecha todo el camino.
>>—Tus compañeros de partido, no me creerían si les contara que una bebé
de site meses y medio, puede ganarte, cuando muchos de ellos te tienen miedo.
Bruno entrecerró los ojos.
—Todo esto es tu culpa.
Dijo.
>>—Ella está copiando tu actitud rebelde, tus gestos y tus pucheros cuando
no te sales con la tuya.
—Tal vez.
Dijo Liam, todavía sonriendo.
>>—Ella es una dulce niña que necesita de vez en cuando desquiciar a sus
papás. Ximena está de acuerdo conmigo en que preferimos que Jully sea
traviesa, inquieta y no tan seria como tú.
Liam arrugó la nariz.
>>—Aunque desgraciadamente ha heredado tu carácter. Es tan obstinada
como su papá. ¿Verdad corazón?
Bruno rodó los ojos.
—Ella necesita aprender lo que debe y no debe hacer. O en un futuro será
un desastre.
Liam resopló y se acercó.
—Ella es solamente un bebé. No te pongas de intenso.
Liam se inclinó para levantar a la niña, ni siquiera intento arrebatarle el
sombrero de las manos.
>>—Los bebés pueden hacer lo que les plazca. Además no importa cuánto
la quieras controlar, al final ella logrará dominarte amigo. Seamos sinceros,
cuando Jully te mira con esos hermosos ojos y esa linda carita, tú mismo no
puedes evitar complacerla, te tiene dominado, cariño.
Liam besó en la frente de Jully.
>>—¿Te gusta el sombrero, princesa? ¿Quiere uno para ti?
Bruno contempló la escena desde abajo. Observó a Liam hacerle monerías a
Jully y a esta sonreír encantada y Bruno, lo único que pudo hacer fue dar gracias
nuevamente al universo por la buena fortuna que le había tocado. Una
equivocación trajo a Jully a su vida para no solamente iluminarla, también
complicarla, pero no podía estar más feliz. Amaba ser padre y al menos pensaba
que estaba haciendo un mejor trabajo que el que hicieron sus padres. Costó al
inicio llegar a un entendimiento en esta rutina de ser padres separados. Pero
funcionaba hasta ahora, mantenía una relación cordial con Ximena por el bien de
Jully. Ella hacía lo mismo y le agradecía ahora ser amiga de Liam. Aunque
renuente al inicio, puesto que ella no comprendía cómo era que de buenas a
primeras, Bruno se había decidido estar con un hombre cuando ni siquiera se
considera homosexual. Ahora se podría decir que Liam se había ganado a
Ximena y ambos estaban construyendo una hermosa y fuerte amistad. Eran un
frente único en contra de Bruno en todo lo que se refería a Jully.
Su hija por su parte amaba a Liam y en ocasiones tenía que luchar con ella
por la atención de él y siempre perdía Bruno. Una parte de él simplemente se
deleitaba en los sentimientos de calidez, comodidad y afecto que siempre perciba
en Liam hacia su hija. Si hace unos años alguien le hubiera dicho que esta sería
su vida, habría hecho una mueca burlona y habría pensado que esa persona
estaba loca.
Si hace veinte años alguien le hubiera dicho que ese chico que lo acosaba y
le dirigía miradas indiscretas se convertiría en el centro de su mundo, tampoco
les habría creído. La vida era extraña e indescifrable.
—¿Qué estás pensando?
Preguntó Liam inclinándose con la niña en brazos y besándolo suavemente
en los labios. Bruno abrió los ojos y miró a los hermosos ojos de Liam. Se
levantó y atrajo a Liam con Jully a sus brazos. Nunca podría abrazarlos lo
suficiente. Él presionó sus frentes juntas.
—Estaba pensando… que te amo.
Las palabras que una vez le habían sido tan difíciles de decir salieron de su
lengua con bastante facilidad.
—Y quiero casarme contigo en el próximo San Valentín.
Por un instante, Liam lo miró con ojos tan abiertos como un búho.
—¿Casarnos?
Bruno sonrió ante el sobresalto que le causó a Liam aquel anuncio.
—Sí, ya vivimos juntos y hasta el momento no ha explotado el
departamento.
Le dijo en un susurro ronco.
>>— Quiero casarme, estoy seguro de ello.
La convivencia juntos no fue bastante fácil al comienzo. Como bien Liam
lo había asegurado, él era aún desastre y a Bruno lo enloquecían las cosas fuera
de lugar. Liam no era vegano y él sí. No podían ser más diferentes en cuanto a
gustos de decoración, música, arte… pero, aun así, Bruno no había cosa que
Bruno no hiciera o concediera por Liam.
>>—¿No quieres casarte conmigo?
El desconcierto de Liam se transformó en una sonrisa radiante.
—Nunca pensé que una boda era una posibilidad entre nosotros.
Confesó.
>>—No necesito un documento que me diga que eres mío para saber que
me quieres. Tengo todo lo que alguna vez pude desear.
—Nos casaremos y no aceptaré una no por respuesta.
Refunfuñó él, complacido con sus fervientes. Bruno sujetó a Liam con un
brazo y le tomó el rostro con una mano y se inclinó hacia delante. Cubrió la boca
de Liam con la suya. El beso era dulce, sin exigencias, lleno de amor. A su lado,
Jully gorgojeo y protestó golpeándolo con su manita en la cara y el hombro. Se
apartó con lentitud, besó a su niña en la frente.
Liam dejó escapar un suspiro y se desplomó contra él. Creía que nunca
había conocido tanta dicha y estaba tanto contento. Pasaron largos minutos en
silencio.
—¿Bruno?
—¿Sí?
—¿Puedo planear la boda como yo quiera?
—Por supuesto. Tienes un año para hacerlo, al menos que quieras una boda
exprés como la de Theo y Gabriel.
—¿Estás seguro? Puedo ser bastante extravagante.
Bruno besó la sien de Liam.
—Haz lo que quieras, sé que disfrutas las planeaciones y eventos coloridos,
yo solamente quiero casarme contigo.
Liam se derrumbó en los brazos de Bruno, reflexionó con asombro acerca
de las bendiciones y fortuna que había recibido a lo largo de este año. Ahora
formaba parte de una familia. Era amado, respetado y valorado. Finalmente, su
maldición está rota.
FIN
Para más información sobre mi o se mis próximos
proyectos; sígueme
https://beraya.webador.mx/
[1]
El Fantasma de las Navidades Pasadas o el Espíritu de las Navidades Pasadas es un personaje de A
Christmas Carol, obra de Charles Dickens, sirve como recordatorio de que el pasado, aunque inmutable,
contiene lecciones valiosas que pueden guiar nuestras decisiones en un futuro
[2]
Piedra, papel o tijeras" se juega de dos en dos. Los jugadores se deben poner uno frente al otro con una
mano a la espalda y decir en alto: piedra, papel o tijera, justo al acabar la frase enseñarán las manos y verán
quién gana. Si los dos jugadores sacan la misma figura, hay empate, tablas, no gana nadie. conocido
también como chin chan pún, pikachú, cachipún, jankenpón, yan ken po, pin pon papas, hakembó y how-
are-you-speak
[3]
servicio de reparto a domicilio.
[4]
En deportes como el futbol o el rugby, derribar a un adversario trabándole las piernas.
[5]
Un equipo SWAT es un equipo o unidad de policías de élite incorporado en varias fuerzas de seguridad.
[6]
Vestir(sé) con ropas del sexo contrario,
[7]
compañero de cuarto
[8]
es un tipo de tabla aerodeslizante que está conectada por una manguera larga a una moto acuática que
hace posible manejar el Flyboard en el aire.
[9]
El amor de cachorro, también conocido como enamoramiento, es un término informal para los
sentimientos de amor romántico, que a menudo se sienten durante la niñez y la adolescencia temprana. Es
un enamoramiento generalmente desarrollado por la apariencia y el atractivo de alguien a primera vista.
[10]
se trata de una acción colectiva y organizada de baile que se realiza en un lugar público con una
coreografía marcada