Agridulce San Valentin - B. E. Raya

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ÍNDICE

RESEÑA
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
EPÍLOGO
RESEÑA
Liam Rossi cree que ha heredado una maldición familiar. Ninguno de sus
antecesores había tenido suerte con sus parejas, ni su madre, su abuelo, su
bisabuelo, su tatarabuela, había encontrado nunca a la pareja perfecta. Ya se lo
habían advertido y al inicio no creyó que él heredaría ese mal. Hasta que fracaso,
tras fracaso le deja en claro que nunca encontrará el amor.
Y para colmo siempre le ha gustado el único hombre que jamás le
correspondería. Por ese motivo se promete a sí mismo a no cometer el mismo
error que sus antepasados, a dejar de lado el amor y solamente buscar
satisfacción física y recuerdos de momentos.
Bruno Heber era un hombre de poca paciencia, con un plan de vida bien
estructurado y bien planeado, con poca paciencia y ni un solo hueso divertido en
todo el cuerpo. Sin embargo, un suceso que no estuvo en sus planes causo que
todo su mundo se sacudiera y a causa de eso intentará cambiar un poco su estilo
de vida. Solamente un poco, pero definitivamente “Poco” no era una palabra que
Liam Rossi conociera.
PRÓLOGO
El dolor que recibes de tu amor adolescente no tiene sentido, pero duele
mucho.
Años atrás…
—Ojalá se ahogue.
Le dijo Liam en un susurro a su mejor amigo, sabedor de que con Theo su
secreto estaba a salvo <<Como tantos otros secretos>> Prácticamente entre
Theo y él había un pacto de sangre. Juntos hasta la muerte. Los adultos juzgaban
su amistad como una curiosa situación de juventud. Pero a pesar de que ambos
tenían quince años, se podría decir que su amistad y la sólida confianza que
había en ellos era mucho más significativa y verdadera que muchas de las
relaciones de los adultos. En especial entre la familia de Theo. Los Heber era
una familia de políticos bastante astutos y manipuladores. Buenos en el engaño
de los buenos modales. Theo era la acepción. Por algo eran mejores amigos del
universo.
—No deberías mirarlos fijamente.
Comentó Theo antes de sumergirse a su costado. Era un día soleado de
verano y Theo lo había invitado a una barbacoa en el jardín de su casa. La madre
de Theo no era muy fan de Liam. Pero eso a él no le importaba. Estaba dispuesto
a aguantar unas pocas malas caras con tal de jugar un poco con su mejor amigo
en la alberca y de paso observar a la persona que le gustaba.
—¿Qué ve en ella? Es muy fea.
Suspiró, consciente de que no era cierto. De hecho, la chica era bastante
guapa, con abundantes pechos para tener diecisiete años. Con esa cinturita tan
estrecha y caderas anchas, el traje de baño le quedaba espectacular. Su melena
oscura era larga, sus facciones refinadas. Ella era una hermosa chica y
seguramente sería una espectacular mujer. Había visto a más de un hombre
adulto en la fiesta del jardín quedarse embobados mirándola, a pesar de que eso
podría ser ilegal.
Y el novio, Bruno Heber, no era la excepción entre esos bobalicones. Por
supuesto que Bruno era más discreto y sus facciones faciales no mostraban
tantas emociones. Pero igualmente lo había visto mirándola más de lo necesario,
sobre todo su escote. <<Hombres, típico>> además ¿Cuándo se había hecho una
novia? Ni Theo lo supo hasta ese día que él llegó acompañado. Bruno era tan
serio, frío y seco, que Liam jamás imaginó que le sería tan fácil ligarse a una
chica.
¡Y estaba embobado! Por el amor de Dios. No se le despegaba para nada y
no miraba a nadie más que ella y viceversa, ella también parecía encandilada por
él. Le dolió el corazón al comprender que estaba siendo testigo de un instante de
amor.
—Puedo ir allá y meterle zancadilla si quieres.
Susurró Theo apartando el agua de sus ojos. Su amigo incondicional intuía
lo que estaba sintiendo Liam. Y no juzgaba porque le gustara Bruno, hace
mucho que superaron esa parte donde Theo se enteraba de que a Liam le
gustaban los hombres y aunque Theo no lo tenía claro aún, Liam sabía que había
algo en él muy oculto en el armario. La diferencia entre ellos, era que Liam
podría ser libre como una paloma, su familia no lo juzgaría por sus preferencias,
eran unos locos fervientes en la creencia del amor verdadero. No obstante, Theo
si tendría que ser discreto o a sus padres les daría una apoplejía.
Liam se mordió el labio, deseando nadar hasta el otro lado de la alberca,
sumergirse hasta el fondo para tirar del pie de ella y hacer que se sumergiera.
Seguramente no pasaría mucho tiempo a que se ahogará antes de que Bruno
fuera a su rescate, pero mínimo se mojaría ese cabello del cual parecía bastante
orgullosa y se le arruinaría su perfecto maquillaje. Eso la volvería aún más fea,
no obstante, por cómo miraba Bruno Heber, estaba claro que la miraría del
mismo modo, aunque estuviera chorreando de agua y con el maquillaje corrido.
—No.
Dijo en voz baja, volviéndose con los ojos llenos de lágrimas.
>>—Déjalos.
Theo miró a la pareja, que estaban ahora besándose, seguramente, Liam
había leído sus intenciones en los ojos, por eso se había girado.
—¿Qué vas a hacer, entonces?
Se encogió de hombros y no contestó enseguida.
—Iré a casa.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Hoy en definitiva no era su día. En casa, la situación no era la ideal <<Otra


vez>> Para lidiar con su corazón herido. Liam se recostó contra la pared,
mañana tenía examen y nuevamente no podría dormir, los gritos de su madre y
su último amante no se lo permitirían. <<De nuevo>> ya debería de estar
acostumbrado, pero no era así. Las malas relaciones de su madre habitualmente
eran un desastre y las discusiones ruidosas casi siempre eran una rutina. Las
relaciones de su madre se dividían en tres etapas
Primera: Su madre le presentaba a un novio nuevo.
Segunda: Días o semanas después <<Por lo general no pasaban del
mes>> el amor caducaba y comenzaban las discusiones.
Tercera: Con un azote violento de la puerta, el novio salía y jamás volvían a
saber de él.
Había visto circular por su casa a infinidad de hombres que ya había
perdido la cuenta. ¿Era su madre la del problema? O ¿los hombres que elegía
eran los problemáticos? Sus padres eran divorciados, Liam no sabía mucho de su
padre, su madre le había contado que vivía en Texas, tenía nueva familia y no le
pasaba con regularidad la pensión a su madre.
Liam y su padre no tenían mucha relación desde que él tenía seis años,
recordaba vagamente que lo vio en unas vacaciones después del divorcio, una
Navidad le había llamado, y hasta le envió un regalo en algunos cumpleaños,
después de eso… Nada. Y como él solo había sido un niño por aquel entonces,
pues no le había importado mucho la relación de sus padres y como ya habían
pasado años desde eso, ahora no dolía tanto.
Ahora estaba en el instituto e iría a la universidad. <<Ansiaba más que
nada que llegara ese día>>. Amaba a su madre, a sus abuelos y a todos sus tíos
y primos, pero siendo honesto lo volvían loco. De hecho, su familia tenía la
enorme capacidad de volver loco a cualquiera. Su familia eran de esos locos que
sacaban de quicio hasta al más paciente de los hombres, pero no eran peligrosos.
Al menos no de la forma violenta en la cual un loco debe ser… eran peligrosos a
nivel “Meterse en donde no los llamaban” he ahí donde radicaba el peligro en sí,
justificados por el hecho de ser familia y el amor de parientes, creían tener el
derecho de poder darte consejos.
Al ir a la universidad comenzaría una nueva vida por su cuenta, lejos de su
madre y sus locas relaciones. ¿Por qué necesitaba tanto tener un hombre a su
lado? Pregunta a la cual jamás tendría respuesta. Su madre decía que los
hombres eran complicados, ¿sería cierto? Bueno, era lógico que se lo preguntara,
ya que a él <<Para desgracia de su familia>> Le atraían más los hombres que
las mujeres. Aún no sabría si debía declararse como gay o bisexual. Hasta ahora
había tenido dos novias, le gustaban ellas, los besos se sintieron bien, pero había
terminado con ambas por la misma razón. No fue tan satisfactorio cuando
intentó algo más.
A Liam le importaba más terminar sus estudios, así que no tenía la
experiencia necesaria para decir nada sobre el amor o las relaciones. Y su madre
no era la mejor referencia en cuanto a relaciones se refería, así que no podía
esperar a estar en la universidad, todo sería más fácil, la vida adulta era más
sencilla y más emocionante.

Qué equivocado estaba…


CAPÍTULO 1
La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos.

Años después, principios de diciembre…

Liam nunca fue una persona madrugadora, adoptó esa costumbre porque
“Debía hacerlo”. Trabajo duro y determinación eran su lema. Sin embargo,
también era partidario de la buena diversión de vez en cuando y era ahí donde
madrugar se le dificultaba. Además, era domingo. ¿Por qué rayos una persona
concertaba trabajo para un domingo?
Fulminó a Bruno con la mirada. Admiraba su determinación por ayudar a
su primo con su obra de caridad. La verdad lo había esperado de cualquiera,
menos de él. Después de todo, a excepción de Theo, ningún Heber valía la pena
a consideración de Liam.
Siempre había considerado que de todos los Heber eran unos idiotas, tal vez
Bruno era el menor de los males; sin embargo, a pesar de que se le hacía
atractivo como el demonio y tenía una extraña fascinación y encaprichamiento
por él. Liam no se fiaba del todo de sus buenas intenciones de buenas a primeras.
¿Sería cierto que deseaba apoyar a Theo en obra de caridad sin ningún mérito de
por medio? Por lo que sabía en la familia Heber vivían y respiraban para la
publicidad. No podían dar un centavo a las personas en la calle sin publicarlo en
redes sociales. Eran unos frívolos políticos y Bruno era uno de sus asesores de
campaña y de vida.
Fue extraño que unos días atrás, de buenas a primeras, Bruno ofreciera su
ayuda en cuanto al tema del refugio y del convento, sin esperar nada a cambio o
alertar a la familia Heber de las intenciones de Theodore. No obstante, fue más
raro aún el sutil cambio que Liam pudo distinguir en él. ¿Ahora deseaba ser
amigo de su primo? Hasta Theo estaba extrañado que fuera tan amable <<Entre
comillas, porque Bruno seguía siendo una persona fría y reservada>> Pero al
menos le mostraba más consideración a Theo que ni su propio hermano.
—¿Aún sigues molesto?
Le preguntó mientras lo observaba masticar tranquilamente su desayuno.
En parte, él también se sentía un poco responsable. Fue él quien estuvo de fiesta
con Theo anoche. Se habían embriagado hasta las chanclas y ni siquiera
recordaba cómo llegó a casa. No culpaba a Bruno enfurecerse cuando Theo
jamás le contestó y Liam no le supo dar una razón clara de donde se encontraba
y con quién. El portero sé su edificio agravó la situación al contarles que un
hombre desconocido dejo a Liam en su edificio y se marchó con Theodore. Y al
ir a casa de Theo y asegurarse de que todo estaba bien, lo encontraron en una
situación bastante comprometedora. <<Bravo por Theo, al fin tuvo las
agallas>> No obstante, sentía lástima por Bruno. Menudo trauma a su ego
heterosexual debió de haberse llevado al encontrar a dos hombres en la cama.
>>—No creo en verdad que no sospecharas de las preferencias de tu primo.
Y tu familia no tiene por qué enterarse si tú no les cuentas.
Él estaba preocupado por lo que sucedería ahora. Temía por la reacción de
los Heber, ellos tendrían que esperar y ver cómo era que Bruno actuaria <<Al
menos no ha sacado el móvil y llamado a los padres de Theo>> Eso era al
menos un avance positivo, aunque Theo no se salvó del sermón de Bruno. Vaya
bronca se aventaron esos dos. Bruno era un hombre de carácter y bastante
asertivo. Fuera lo que fuese que conversaron mientras él sacaba a Turrón a
cagar, había hecho que Theo recuperara un poco el sentido común. Salir del
closet para Theo era complicado. Liam lo había intentado por años; sin embargo,
respetaba su situación de vida y la complicada relación con su familia.
—¿Crees que iré de chismoso con mi familia? Vaya concepto tienes de mí.
Murmuró Bruno, sonando bastante sarcástico. Sin mirarlo, continúo
comiendo sus panqueques de alfalfa. En un arranque de buena voluntad y
disculpa por el susto, al abandonar la casa de Theo, Liam lo había invitado a
desayunar en compensación por las molestias. No era que él tuviera mucho
apetito con la cruda que traía y ver esos panqueques verdes le estaban sentando
mal. Pero este tipo era de esos raritos que no comían carne.
—Toda tu familia está loca y hasta donde sé, tú eres el ejecutor consejero
de sus acciones.
Comentó Liam mientras removía su ensalada sin mucho entusiasmo.
—Soy un simple asesor y publicista.
Dijo Bruno fulminándolo con la mirada, agarró la taza de café de la mesa.
Tomó un sorbo codicioso.
—La familia Heber es como una mafia. El más fuerte manipula los hilos.
No me vengas ahora con que tú siempre te has encaminado por el camino del
bien. Por algo la gente odia a los políticos.
Bruno hizo una pausa antes de tomar otro trago largo. <<Dios, hasta
bebiendo café es bastante atractivo>> Era domingo, y él vestía elegantemente
con esos trajes ajustados, el color negro sin duda elevaba su elegancia y sus
facciones varoniles.
—¿Me estás insultando?
Liam se encogió de hombros.
—Antes evitabas en su mayoría a Theo y sin contar que me mirabas a mí
por encima del hombro. ¿Ahora quieres ser mi amigo? Perdóname por
desconfiar.
Las cejas de Bruno subieron.
—¿Alguna vez te he insultado o algo?
Preguntó dejando la taza sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, por
suerte la cosa esa no se quebró. Su tono era tan incrédulo y molesto que Liam
casi se rio.
—No estoy diciendo que eres homofóbico
Dijo, manteniendo una cara seria. No podía negar que disfrutaba sacar a
este tipo de quicio.
>>—Pero siendo sinceros, tampoco es que mi estilo de vida y preferencias
te agraden tanto.
Bruno apretó los dientes.
—Jamás me ha molestado que utilices ropa llamativa o tu cabello de
colores.
Frunció el ceño antes de levantar la mirada hacia su cabello. Volvió a
mirarlo a los ojos.
>>—Cada quien es libre de vivir su vida como le plazca.
La sonrisa de Liam se amplió.
—¿Y por qué te molestó tanto encontrar a tu primo en la cama de otro
hombre?
—Porque nuestra situación familiar es distinta a la tuya.
Dijo Bruno, empujando su plato vacío al centro de la mesa.
>>—Y antes de que comiences a decir tonterías te voy a aclarar que a mí no
me importa lo que haga o deje de hacer Theodore con su vida. ¿Es tan difícil de
creer que me preocupo por él? Solamente imagina la reacción de sus padres
cuando se enteren.
—No es como si pudieran darle a Theo un par de palmadas en el trasero por
travieso, ya no tiene cinco años.
Liam se encogió de hombros. La verdad era que Liam nunca comprendería
por qué tanto temor hacia su familia.
—Llevan estrictamente el control del comportamiento de cada miembro de
la familia por generaciones. Si desean algo lo consiguen, bajo cualquier medio.
Dijo Bruno de forma tan sería que hasta lo hizo estremecer. Había algo en
la forma en que le había dicho que hacía a Liam cuestionarse muchas cosas. En
más de una ocasión, vio el miedo en los ojos de Theo al querer hacer algo por su
cuenta y luego abstenerse al pensar en lo que opinaría y haría su familia al
respecto.
—Bien, es peligroso. Ya comprendí.
Suspiro.
>>—Entonces, ¿Qué haremos ahora?
—¿Haremos?
Preguntó con una ceja arqueada.
>>—Este es problema de Theo. Ya dejo en claro que no desea que me
entrometa.
—No seas tan snob.
Comentó irritado.
>>—No podemos dejar a Theo solo en esto, se supone que somos sus
amigos.
—Tú eres su amigo. Yo solamente soy el primo irritante en el que no
confía.
No fue lo que dijo, sino la forma en la que le dijo que Liam comprendió
entonces. Bruno Heber estaba molesto porque Liam no confiaba suficientemente
en sus buenas intenciones. ¿De verdad deseaba ser un buen amigo ahora? Liam
se cuestionaba de este cambio de buenas a primeras. Ladeó la cabeza hacia un
lado.
—¿Qué te sucedió?
Preguntó entrecerrando los ojos.
—¿A qué te refieres?
—Aunque nunca fuiste tan satánico como el hermano de Theo, tampoco
eres la madre teresa de Calcuta. ¿Por qué ahora quieres ser amigo Theo? ¿Por
qué hasta hoy y no antes?
Liam observó como sutilmente la mejilla de Bruno se contraía en con un
pequeño tic.
—Nunca he sido tan bueno como ustedes para ser amigos o simplemente
expresar adecuadamente mis expresiones.
Bruno le dio una mirada inexpresiva.
>>—¿En tan malo desear cambiar un poco?
Liam frunció el ceño.
—No. Pero pienso que algo te sucedió para que decidas hacer este cambio.
Liam lo observó pensativo.
>>—No obstante, he decidido bríndate el beneficio de la duda. Y te aseguro
que puedes confiar en mí. Si deseas contarme lo que sucedió, te aseguro que
estoy dispuesto a apoyarte. Así de buena persona soy.
Liam le brindó una hermosa sonrisa. Bruno continuó con su cara seria.
—Gracias. Pero no lloraré en tu hombro. No es mi estilo. Solamente hay
que limitarnos a hacer nuestro trabajo y apoyar a Theo.
Liam se limitó a mirarlo por un largo momento.
—¡Anda no seas tan amargado! Yo puedo ayúdate ¿Qué fue? ¿Problemas
de trabajo? ¿Una enfermedad? ¿Una amante?
La última pregunta le irrito el estómago. Entrelazó sus manos sobre la mesa
y esperaba que su brillo diabólico que seguramente tenía en los ojos pasara
desapercibido para Bruno. Chisme era chisme y él vivía y respiraba para eso.
—Nada. Créeme, no todos necesitan que los fantasmas de las Navidades[1]
los visiten para querer cambiar su vida un poco.
Contestó Bruno con calma, pero Liam no le creyó.
—No te creo. Algo ocultas. Bien, puedes estar enmascarando tus malas
intenciones tras una fachada de bondad y después vas a golpearnos cuando Theo
y yo nos confiemos.
—Puedes pensar lo que quieras.
Dijo Bruno.
>>—Si deciden no confiar en mí, ese es problema de ustedes.
Irritado, Bruno se levantó. Sacó su cartera y arrojo unos dólares para pagar
la cuenta.
—Oye, espera, aún estamos conversando.
—Yo terminé con esta conversación. No pienso seguir dándole vueltas a lo
mismo.
Molestó se alejó de la mesa. <<Maldito hombre terco>> Pensó irritado.
Malhumorado, Liam se apresuró a seguirlo fuera del restaurante. Lo alcanzó
mientras, a grandes zancadas, Bruno caminaba calle arriba para buscar su auto.
El muy maldito se iría así sin más, sin preocuparse como Liam regresaría a casa.
Este era el Bruno que siempre fue. ¿No se supone que ya era buena persona?
Abandonarlo en medio de la ciudad no le daba buenos puntos. <<Tú tienes la
culpa por irritarlo>> Dijo su conciencia.
—Oye, no tienes por qué irritarte tanto.
Comentó Liam con un poco de falta de aliento. Bruno caminaba muy
rápido.
>>—Pero no puedes culparme, ¿Alguna vez te has detenido a pensar
cuántas veces nos hiciste sentir como una mierda con tu indiferencia y tus duras
miradas? Es extraordinario que quieras cambiar, pero no me culpes por querer
saber la razón.
Bruno rodó los ojos.
—Deja de sobre dramatizar. Son solamente palabras. Si tú no puedes
simplemente confiar, no es mi problema. No tengo por qué contarte una historia
trágica para justificarme.
—Eso no funciona así.
Liam corrió hasta colocarse enfrente de Bruno para evitar que siguiera
alejándose.
>>—Soy gay, salí del closet muchos años atrás y a lo largo de mi vida gané
demasiados enemigos o simplemente tuve que luchar contra los homofóbicos
que desean de alguna manera aprovecharse.
Su voz fue muy dura mientras continuaba.
>>—Mis amigos los cuento con los dedos de la mano. Y solamente te
puedo decir que Theo es la única persona en la que confió. Muchos de los que se
llamaron mis amigos siempre terminaron llamándome maricon, marica,
monstruo repugnante, etc.… discúlpame por ser precavido en creerte.
Bruno lo miró incómodo y se cruzó de brazos.
—¿Qué pretendes con esto?
Preguntó Bruno con voz ronca, sosteniendo su mirada.
>>—¿Contándote una historia trágica ayudará para que confíes en mí?
—No puedo obligarte a abrirte conmigo.
Contestó arrugando la nariz.
>>—Pero debes considerar que si deseas que confiemos en ti y te tratemos
como amigo. Debes devolver la misma cortesía.
Bruno frunció los labios. Desvió la vista antes de volver a mirar a Liam.
—No hay nada que contar.
Dijo bruscamente. Era mentira. Liam ahora apostaba que había algo grande
que estaba ocultando.
>>—Simplemente es mi intento de tener amigos. Intentarlo contigo y con
Theo me pareció una buena manera de comenzar. Ya que en la oficina al parecer
la mayoría me tiene miedo simplemente por mi apellido.
—No los puedo culpar.
Liam sonrió. Levantó las manos en señal de frustración, luciendo
positivamente rendido.
>>—De acuerdo. Ya no preguntaré más. Esperaré a que tú mismo me
cuentes lo ocurrido.
Bruno enarcó una ceja como no creyéndole del todo.
>>—Dejemos el tema por ahora. Quiero ir a casa y tomar una ducha.
¿Dónde está tu auto? Que sepas que estabas a punto de abandonarme aquí. ¿Lo
sabías? Eso no te hace un buen amigo.
Bruno resopló y dejo caer los brazos. Parecía menos tenso ahora.
—Sabía que me seguirías. Eres así de irritante. Nunca dejas el tema pasar.
Bruno pasó por su costado y continuó caminado.
—¿Acaso estás loco? Será mejor que no me provoques demasiado. No
tienes a tu suerte conmigo. No lo olvides. Soy una persona vengativa.
—Dime algo que no sepa.
Contestó Bruno sin mirarlo. Liam sonrió. Sí, este tonto era irritante, frío y
malhumorado. Pero no era mal tipo. Al menos esperaba no equivocarse. Le daría
el veneficio de la duda, por ahora.
CAPÍTULO 2
Hasta para encontrar el amor hay que tener suerte, unos tienen facilidad
para tener una pareja otros se quedan solos por toda su vida.

Mediados de diciembre…

Liam se consideraba a sí mismo un guerrero, un sobreviviente, un luchador


en esta vida y en medio de esta sociedad clasista.
No por nada sobrevivió a todo el infierno que implicaba estudiar la
universidad, mientras se definía a sí mismo y salía del closet. Había terminado la
carrera, con gran esfuerzo y dedicación se abrió camino en el mundo de la moda,
ahora era más o menos reconocido. Era un buen adulto, buen ciudadano que
pagaba sus impuestos y para salvar su alma pecaminosa e ir al cielo estaba
ayudando a su mejor amigo Theo en sus obras de caridad.
Pero sin importar cuanto se esforzará en ser buena persona o superarse a sí
mismo, desgraciadamente se encontraba en la misma situación en la cual se
encontró varias veces en su niñez y adolescencia; sentado en el suelo, recargado
en la pared y mirando a la nada. Solamente que en esta ocasión no era porque su
madre estaba discutiendo con su novio de turno, o por el hecho de que no podía
dormir. La realidad era que hoy era Liam el protagonista de su propio drama
trágico, rio de frustración.
—¡Liam! Mi amor abre la puerta.
Él no dijo nada, ¿qué podría decir? <<¡Sí, mi vida!, Adelante, todo bien. No
es importante que te haya encontrado hace solo cinco minutos revolcándote con
una de mis modelos, no te preocupes, todo bien>> Sí, claro. Él lo recibiría con
los brazos a abiertos y todo olvidado ¡Idiota! Liam cerró los ojos y recargó la
cabeza contra la puerta. Había sido un día largo, había salido durante un par de
días de la ciudad por un contrato, regreso un día antes de lo esperado y se
encontró con la sorpresa de que su amante del momento, le estaba poniendo los
cuernos… Lo cierto era que no estaba molesta con él. No, estaba molesto
consigo mismo, se sentía tan idiota.
Levantándose de un salto, se preparó para enfrentar la bestia, necesitaba
salir de ahí enseguida. Abriendo la puerta se topó con Gerard. Cuando los
encontró revolcándose en la cama, la primera reacción de Liam fue golpearlos,
lanzarles algo y después salir huyendo. No obstante, el malestar del estómago
ganó primero, y había corrido al baño a vomitar.
—Mi cielo…
Liam lo empujó a un lado y corrió escaleras abajo.
>>—Espera, cariño, ¿A dónde vas? Hay que hablar de esto.
Gerald lo siguió, pero Liam no se detuvo, no quería ni mirarlo, llego a la
calle y corrió a su auto.
—No te puedes ir, tenemos que hablar.
Dijo él con voz de mando, su tono de voz causo algo en él, pero no la
reacción sumisa que él esperaba. Se detuvo y se giró hacia él, con la manija de la
puerta del coche en la mano.
—¡Escucha…!
Dijo con los dientes apretados.
>>—Será mejor que no digas ni una palabra más…
—Pero…
—¡Ni una palabra más!
Gritó, Gerald lo miró sorprendido.
>>—En este instante tengo ganas de tomar un cuchillo de la cocina y
cortarte esa parte que ahora mismo tienes colgando entre las piernas.
Gerard la miro con horror.
>>—Así que, si no quieres arriesgarte, será mejor que des un paso atrás y
no te interpongas en mi camino.
Liam estaba al borde de su control. Satisfecho consigo mismo, él montó en
el auto y salió quemando llanta hacia la calle.
Aturdido todavía por lo que había ocurrido, no le sorprendió para nada
haber llegado a la casa de Theo, por inercia sabía siempre a dónde acudir. Era de
madrugada; sin embargo, no importaba, rápidamente aparcó el coche y entró en
la casa utilizando la llave que Theo le había dado hace muchos años, al ser tan
cercanos, casi como hermanos prácticamente no había nada que él otro no
supiera, no tenían secretos, no tenían barreras, Theo era su ancla a tierra.
Al abrir la puerta de entrada, saltó del susto al encontrarse con Turrón, el
perro sí que tenía energías sin importar la hora que fuera. El animal saltó entre
sus piernas mientras se deslizaba por el pasillo. Al Abrir la puerta de la
habitación de su amigo, el animal corrió inmediatamente hasta la cama. Theo
estaba tumbado sobre la cama, con la luz de la mesilla encendida y un libro
sobre el pecho, al parecer él tampoco estaba teniendo buena noche. Al verlo
suspiró, dejo el libro en la mesita y levantó las sábanas para dejarlo acosarse con
él. Liam no perdió tiempo, se quitó los zapatos, la bufanda y el gorro y subió a la
cama, acostándose a un lado de su amigo.
—Pensé que llegabas mañana.
Comentó Theo, Liam había salido de viaje, supuestamente este duraría tres
días. Liam se acomodó en la almohada y miró directamente al techo. Theo lo
imitó, quedaron acostados lado a lado.
—Quería ahorrarme los gastos del hotel de hoy, por eso cambie el vuelo.
Contestó tranquilamente. Pasaron largos segundos de silencio. Ya presentía
que Theo no se tragaría su mentira. Era muy bueno leyendo a Liam.
—¿Qué ha hecho Gerald?
Liam no tenía un novio fijo, no era que esos hombres no le importaran.
Liam afirmaba que tenía una extraña maldición para las relaciones, así que no se
comprometía especialmente con nadie. Gerard era su amante del momento.
Amigos con derecho a roce, ciertamente no debería de surtirse ofendido porque
Gerard tuviera más amantes, pero no podía dejar de sentirse traicionado.
—Lo encontré revolcándose con una de mis modelos.
—¡Hijo de perra!
Gruñó Theo, por lo general, Theo era más serio y reservado y no decía
malas palabras. Liam era el impulsivo y quien siempre decía lo que pensaba. No
obstante, en estos momentos Liam ni siquiera se sentía furioso y Theo estaba
maldiciendo a Gerald hasta por los codos.
—¿Crees que es genético?
Preguntó Liam ignorando la rabieta de Theo.
—¿Qué cosa?
Preguntó confundido.
—Mi madre tenía mala suerte con los hombres. A mi abuelo, su esposa, lo
engañó. Tengo referencias de varios fracasos amorosos de tías, tíos y primos. Al
parecer eso del amor verdadero no surge en mi familia.
—No seas ridículo, Liam.
—¿Ridículo?
Él rio con sarcasmo.
>>—Manolo era un niño inmaduro, Bob estaba casado….
—Tom descubrió que era heterosexual.
Theo dijo divertido, Liam frunció el ceño, de todos sus novios el que más le
dolía, sin duda fue Tom, con todos los demás por lo menos tuvo una
oportunidad, Tom estaba perdido desde el principio.
>>—Cristopher era un buen hombre.
—Era un controlador.
Susurró.
—¿Graham?
Preguntó.
—Un idiota. Y tú primo Bruno no me da ni la hora.
Era duro de decir, pero tenía que hacerlo. Bruno Heber era el más grande
amor no correspondido de Liam. Una estupidez en realidad. Un estúpido
enamoramiento adolescente del cual no se había podido deshacer. Ni siquiera
comprendía por qué le gustaba. Era un idiota arrogante y estirado. Y Liam era un
sadomasoquista, puesto que a pesar de que sabía que dicho hombre solamente lo
hace sufrir, estos días, en lugar de alejarse, había estrechado más sus lazos de
amistad con él. No era una gran amistad cálida e inigualable como la amistad
que tenía con Theo, puesto que Bruno era muy bueno poniendo muros y era
bastante reservado. Pero le agradaba. Se divertía mientras tenían un intercambio
de mensajes y siempre mantenían sus pequeñas riñas por desacuerdo de
opiniones.
—No todo debe ser tan malo, sigo pensando que exageras.
—Admítelo, tengo un problema con los hombres.
Nuevamente, se sumieron en un silencio.
—Hoy le dije a Gabriel que me propusieron matrimonio y que tal vez en un
futuro podríamos ser solamente amantes.
Informó. A su lado, Liam suspiró.
—¿Él aceptó ser tu amante?
Theo negó con la cabeza.
>>—¿Pero esperabas que lo hiciera?
No podría imaginar a Theo siéndole infiel a su esposa, aunque esta fuera
una esposa falsa y tuvieran un acuerdo previo. Theodore Heber no era tramposo,
era leal y confiable. Un triángulo amoroso era demasiado drama para él.
—Quisiera decirte que no. Pero en el fondo tal vez mantuve la idea de que
era un buen plan. Yo casado, mi familia dejándome en paz y teniendo a Gabriel
en mi cama. Pero suena hasta ridículo decirlo en palabras.
—¿Y piensas aceptar el matrimonio?
Liam se estaba mordiendo la lengua para no decirle lo estúpido que sonaba
la idea. Pero Liam confiaba en que Theo reaccionaria por su cuenta, de momento
mantendría la calma.
—Aún no lo decidió.
—Maldito desastre.
Dijo Liam, alzando los brazos para estirarse y acomodar las almohadas.
—¿Has llorado?
Preguntó Theo rompiendo el silencio.
—¿Debería llorar?
Preguntó Liam frunciendo el ceño.
—Tal vez, te engañaron y eso duele como la mierda. Echarlo fuera te haga
sentir mejor.
¿Llorar? La verdad es que a estas alturas muchos ya estarían gritando,
pataleando, montando un drama, no obstante Liam estaba agotado.
>>—¿Quieres llorar ahora?
—No.
Dijo rápidamente.
>>—Estoy decepcionado pero no de Gerard, sino de mí mismo. Esta vida
de adulto no está resultando ser como lo imagine.
Theo se giró de costado para mirar a Liam.
—¿Qué quieres decir?
—Cuando era niño, recuerdo que me encantaban los cuentos de princesas,
de superhéroes, donde siempre el bueno triunfaba contra el mal.
Theo resopló.
>>—Estúpidamente pensé que cuando creciera, tendría la vida resuelta,
pensé que sería el príncipe que salvaría a la princesa del castillo y el dragón.
Sonrió amargamente.
>>—Ahora soy yo quien busca un príncipe y solamente encuentro sapos.
—Es parte de la experiencia de ser adulto.
Explicó Theo.
—Lo único que me gusta ser adulto es el sexo.
Comentó Liam haciendo reír a Theo.
>>—Si dejas de lado el amor solo te queda el sexo.
—Qué pensamiento tan profundo, amigo.
Liam giró su cabeza y se encontró con la mirada de Theo.
—No quiero convertirme en mi madre, o en mi abuelo, o en mi tatarabuela
—Liam…
—Muros.
Interrumpió Liam, su amigo enarcó una ceja.
>>—Los muros no mantienen a los demás fuera, sino a ti dentro, la vida es
un caos, mi madre es una sombra de mujer, necesito protegerme.
Theo suspiró
—Liam puedes pasarte la vida levantando muros si quieres, pero no creo
que sea lo que necesitas, solo no has encontrado al hombre adecuado.
Liam regresó la mirada al techo.
—Ahora es cuando de verdad necesito proteger mi corazón. No más amigos
con derecho, no más citas y amistades. Si solamente necesito sexo, puedo
hacerlo con personas a las que no conozca y no vuelva a ver.
—Pensé que habías dicho que eso era peligroso.
En su juventud llegaron a la conclusión que hacerlo por hacerlo con un
desconocido era bastante arriesgado para la salud, y varios años después, Liam
era el que estaba quebrantando esa norma.
—Tampoco es que simplemente me abriré de piernas a cualquiera, relájate.
Liam suspiró dramáticamente.
>>—Solamente no quiero nada más con esos hombres que sus penes.
Theo no pudo evitar reír.
—Esa es la parte importante de los hombres.
—Exacto.
Liam susurró satisfecho.
—No más chicos guapos, no más galanes de telenovelas y palabras vacías.
Solamente necesito penes, muchos penes.
Negando con la cabeza divertida, Theo rio y se giró bocarriba.
—Buena suerte con eso.
Liam estaba decidido a que nunca jamás permitiría que nadie volviera a
hacerle daño. Mataría primero a quien fuera antes de permitir que volvieran a
jugar con él.
CAPÍTULO 3
Un amigo nunca te dice lo que tú quieres escuchar, te dice la verdad y lo
que es mejor para ti.

19 de diciembre…

—Deja ya de fruncir el ceño. Hicimos una buena obra. Te aseguró que de


entre todos nosotros, si Theo hubiera tenido las agallas de escoger. Hubiera
preferido mil veces que el doctor Dave se quedara sin necesidad de provocar la
situación.
Comentó Liam mirando su vaso de cerveza.
>>—Además, merece un poco de confort después de todo este infierno que
vivió hoy. Estuvo casi a punto de morir ¿Te das cuenta?
De todos los escenarios posibles, nunca pensó que el melodrama que era la
vida de Theodore Heber se transformaría en un cuento de terror. Casi moría ese
día. Estando en un restaurante junto con Natasha Petrus, sufrieron un atentado.
Natasha terminó con una herida de bala y Theo con una contusión en la cabeza.
Liam nunca había estado tan asustado en toda su vida.
—Él ya había decidido alejarse del doctor Dave. ¿Dejarlo a solas con él te
pareció una buena idea?
Bruno bajó su cerveza y miró a Liam a través de la mesa antes de pasear su
mirada alrededor del pub.
—No seas hipócrita. Tú fuiste quien invitó a Gabriel y a Daniel a casa de
Theo. No me vengas ahora con remilgos.
Refunfuñó Liam. No fue una sorpresa que las monjas se preocuparan por
Theo, después de todo, su amigo se había ganado el cariño de todas las monjas y
los niños. Fue una sorpresa que Bruno de buenas a primeras invitara al doctor
Dave a casa junto con Daniel. A Liam le encantó ver la emoción en los ojos de
Theo mientras abrazaba al niño. Durante la cena, las miradas que Theo
constantemente le dirigía al doctor y viceversa no dejaban dudas para Liam. Ese
par está destinado a estar juntos a pesar de la obstinación de Theodore.
Suspirando, Bruno volvió a mirar a Liam, que se limitó a levantar las cejas,
expectante.
—Yo no lo invite. Simplemente, no pude negarme cuando él sugirió traer a
Daniel. Dejarlos solos fue tu idea. Te recuerdo que Theo ya aceptó su
matrimonio con Natasha. Solamente estás complicando las cosas.
Bruno tomó un sorbo de su cerveza. Liam lo fulminó con la mirada.
—Ese matrimonio es una tontería.
Comentó con irritación. Esa idea absurda de Theo, lo irritaba. Y por más
que él pudiera señalar que era una mala idea. Theo estaba convencido de que era
la única salida. ¡No señor! Él no lo iba a permitir. Y mirar el hermoso cuadro de
esa noche, donde Theo abrazaba al Daniel y se acurrucaban juntos en el sillón,
con el doctor Gabriel mirándolos nostálgicamente. Lo estaba convenciendo de
intervenir.
>>—No hay forma en el infierno de que Theo pueda ser feliz con esa
mujer.
—Esa no es tu decisión, Liam.
Dijo Bruno inclinándose hacia atrás en su asiento, mirándolo con absoluta
seriedad.
—¡Y una mierda! Soy su mejor amigo y yo sé que él no quiere este
matrimonio. Se está equivocando y todo es por culpa de tu maldita familia.
Bruno resopló.
—¿Y qué planeas hacer? ¿Impedir la boda?
—¡Sí! ¡Eso es lo que vamos a hacer!
Bruno rodó los ojos.
—¿Por qué me incluyes en tus planes?
Liam golpeó la mesa con la palma de las manos.
—Es tu primo y según recuerdo tus intensiones era ser su amigo. Intervenir
cuando los amigos se están equivocando es lo que los verdaderos amigos hacen.
Aseguró Liam pateándolo por debajo de la mesa. Bruno gruñó y miró hacia
los lados. Él siempre tan recto, en cambio a Liam no le importaba lo que los
demás pensaran.
>>—Además es lo correcto de hacer. No es justo que Theo eche a perder su
vida de esa forma. ¿Por qué quiere ser tan infeliz? Te aseguro que la familia
Heber ni le agradecerá el sacrificio.
—No deberíamos de entrometernos. Theodore es un adulto. Quien mejor
que él mismo para saber lo que mejor le conviene.
Bruno rodó los ojos.
—Obviamente, no podemos esperar que Theo recupere la cordura. Es
trabajo de nosotros obligarlo a razonar.
Liam bajó la mirada hacia su cerveza.
>>—Conozco a Theo mejor que nadie. Sufrirá por esto si no lo ayudamos.
Casarse con Natasha Petrus no es la solución.
Lanzó una mirada hacia Bruno y lo encontró con el ceño fruncido. Bruno
exhaló.
—Si intervenimos, complicaremos las cosas.
—No tiene que ser así.
Dijo, mordiéndose el labio.
>>—Y no me puedes pedir que me quede de manos cruzadas observando
como Theo comete la peor tontería del año.
Bruno se pasó los dedos por su negro pelo con una sonrisa irónica.
—No es buena idea…
—Por favor, Bruno. Tienes que ayudarme, es lo correcto.
Sus miradas se encontraron y se sostuvieron. Quien diría que él podría
llegar a tener esta complicidad con alguien más que no era Theo. No era que
Bruno y él eran grandes amigos, aún no confiaba del todo en él, sin embargo,
ahora se fiaba más sobre el hecho de que en verdad no estaba intentando ser su
amigo para dañarlos. Bruno estaba cambiando <<Un poco>>
—… De acuerdo. ¿Qué tienes planeado?
Liam parpadeó.
—¿Me vas a ayudar?
Bruno le dio una mirada algo taimada.
—No me gusta intervenir en la vida de las personas. Y pienso que es muy
mala idea tu plan.
Se encogió de hombros.
>>—Sin embargo, considero que si Theo está decidido a casarse con
Natasha, entonces supongo que nada de lo que hagamos lo disuadirá de la idea.
Liam lo miró con incredulidad.
—¿Por qué tienes tan poca fe? Es más que obvio que Theo no desea casarse
con esa mujer. Está enamorado del médico. Solamente necesitamos darle un
empujoncito para que se decida de una vez por todas.
Bruno se rio entre dientes.
—¿Enamorado?
Preguntó Bruno con el ceño fruncido.
>>—Apenas se conocieron hace algunos días. Nadie puede enamorarse tan
rápido.
Liam exhaló con fuerza.
—Dios, eres un idiota. ¿Cómo puedes ser tan frío? ¿Acaso nunca te has
enamorado? Un flechazo puede pasar tan rápido como una primera impresión al
conocer a otra persona y cuando sucede eso, es inevitable enamorarte.
Liam se golpeó la rodilla contra la de Bruno.
—El amor a primera vista, como tal, no existe.
Dijo, con una mueca.
—¡Si existe!
Liam se sintió ofendido. Obviamente, él no creía mucho en el amor, dado
su malo historial, pero tenía fe en la humanidad y en el romanticismo. Y de paso,
le gustaba llevarle la contraria a Bruno.
—Cuando te encuentras con esa persona. Uno se siente hipnotizado y
atrapado por una concentración de felicidad tan jubilosa como inesperada. La
intensidad de la atracción que se siente por el otro deslumbra, atraviesa y
compromete todo nuestro ser. Nos sentimos paralizados por la fuerza del golpe
recibido y encendidos por la llama interior que provoca.
Bruno resopló.
—¿Memorizaste eso de una novela?
—De un poema en realidad.
Dijo Liam secamente, mirándolo con superioridad.
—Eres realmente desesperante, ¿Lo sabías?
Gruñó Bruno, dando un trago a su cerveza.
—Soy realmente sorprendente, ¿Verdad?
Liam entrecerró los ojos.
>>—¿Entonces qué? ¿Me ayudarás en serio a impedir esa boda?
Recostado en su asiento, Bruno lo miró por sobre el borde de su vaso de
cerveza.
—Hagámoslo. No tenemos nada que perder.
Liam aún quería una seguridad. Puso el codo en la mesa y alzó el meñique.
Bruno lo fulminó con la mirada.
—Tienes que prometerlo.
Bruno resopló.
—Esto es bastante infantil.
—Cerrar un trato con el meñique, es un contrato irrompible y de confianza.
Liam no iba a retroceder. Además estaba siendo divertido, estaba
aguantándose la risa.
Theo rodó los ojos.
—No tenemos cinco años. ya te dije que te ayudaría.
—Promételo como se debe, Bruno Heber.
Liam se mordió el interior de la mejilla, la cara de Bruno era un poema,
ojalá pudiera tomarle una fotografía.
—Esto es ridículo.
Refunfuño, pero aun así, enredó su dedo meñique con el suyo una milésima
de segundo y después apartó su mano.
—Esa es la actitud.
Sonrió Liam triunfante. Alzo la mano para que Bruno chocara las palmas.
Lo único que consiguió fue una ceja alzada. Así era este tipo de estirado. Pero de
momento lo dejaría pasar. Por lo menos estaba cumpliendo su objetivo. No
estaba seguro aún de poder confiar completamente en Bruno Heber. Pero admitía
que este cambio de las últimas semanas le agradaba de verdad. Y eso era
peligroso, puesto que no quería hacerse ideas equivocadas. Lo único que podría
obtener de Bruno Heber era su amistad y haría bien en no olvidarlo.
CAPÍTULO 4
La suerte, mala o buena, siempre está con nosotros.

23 de diciembre…

—No puedo creer que estés haciendo todo esto, simplemente por el bien de
tu retorcido plan.
Comentó Bruno, mientras levantaba un puño de guirnaldas navideñas del
piso para quitarlas del camino. Su estudio era un caos, lo aceptaba. Adornos
navideños, telas de seda, nylon, listones, maniquís, plumas y lentejuelas estaban
mezcladas por todas partes. Estaba trabajando contra reloj, de buenas a primeras
había decidido que organizar una fiesta navideña para las personas infelices, sin
pareja y sin familia, para celebrar las fiestas era la excusa perfecta para reunir a
Theo y al doctor Gabriel.
En su cabeza, su plan lució brillante y bien elaborado. La realidad era muy
distinta. Estaba sobrepasado con la organización del evento y terminar su trabajo
de esta semana. Estaba tan estresado que la noche anterior, Liam fue a su club
favorito dispuesto a levantar al hombre más sexy que pudiera encontrar, un alto,
moreno y musculoso y poder tener una noche de liberación de estrés entre las
sábanas. Sin embargo, estaba tan agotado, que termino solamente viviendo la
una cerveza y yendo a casa a dormir solo. <<Es por mi mejor amigo. Hago todo
esto por Theo. Tengo que aguantar>>
—Todo estará listo a tiempo, te lo prometo.
Bruno le frunció el ceño.
>>—Tengo todo controlado.
Liam sonrió con seguridad, sin embargo, Bruno levantó una bolsa de
esferas tiradas de debajo de una de las mesas de trabajo. <<¿Qué no Debby
había estado buscándolas desesperadamente para adornar el árbol?>>
—Creo que esto es una exageración. Estás loco de verdad.
Dijo Bruno mirándolo de esa forma medio divertida, medio exasperada, que
siempre enloquecía a Liam. En los últimos días, se había dado cuenta de que
Bruno, poco a poco, era más relajado en cuanto a sus expresiones faciales y eso
le agradaba.
—Theo lo vale, es mi mejor amigo y estoy seguro de que nuestro plan
funcionara.
—Pudimos contratar un organizador de eventos profesional. Así no estarías
tan estresado.
Dijo Bruno amablemente. Liam tomó un gran trago de su café.
—Yo soy capaz de organizar todo. Muchas gracias.
Se encogió de hombros.
—Como quieras.
Bruno resopló.
>>—Entonces ¿En qué quieres que te ayude?
Preguntó observando a su alrededor con la ceja arqueada. Liam apretó los
dientes. Ciertamente, su estudio era un desastre, pero no era para tanto. Mejor
dicho a lo mejor era la patología perfeccionista de Bruno, que estaba
proyectando todo, peor de lo que parecía. Liam hizo una mueca.
—Tengo una misión para ti.
Frotándose su adolorida nuca, Liam dijo a regañadientes, evitando la
mirada de Bruno.
>>—Tú serás el encargado de traer a Theo mañana. Cueste lo que cueste.
Se humedeció los labios con la lengua.
>>—Si es necesario que lo amordaces y lo arrastres. Lo tienes que hacer.
Bruno se quedó callado. Liam miró en su dirección y encontró a Bruno,
observándolo con una expresión extraña en el rostro, con sus oscuras cejas
fruncidas.
—¿Yo?
Preguntó Bruno por fin, aclarando su garganta.
>>—De los dos, creo que a mí es a quien menos caso le haría. ¿Por qué no
vas tú?
Liam se encogió de hombros.
—Porque conozco a Theo. Ya lo invité y me rechazo por más que lo
amenace. Así que no tenemos otra opción que amenazarlo, amordazarlo y
arrastrarlo. Y es tu turno de cooperar en algo, ya me encargué de que el doctor
Dave asista. Tú tienes que traer a tu primo.
La aclamada expresión que siempre caracterizaba a Bruno Heber se
transformó con una de gran exasperación.
—Si Theo no te hace caso a ti. ¿Cómo esperas que sea cooperativo
conmigo?
—Tienes que ingeniártelas para convencerlo.
Murmuró Liam.
>>— Eres un chico listo, usa ese gran cerebro que tienes.
Sorprendiéndolo, Bruno rio, sus ojos se estiraron con la diversión. Eso fue
toda una hermosa visión. Bruno nunca sonreía.
—Realmente eres sorprendente. Y estás loco, sin duda. Theodore nunca me
hará caso a mí. Reconsidera tu plan.
Suspiró.
>>—Tal vez sea mejor que yo me ocupe de este desastre… tengo una
amiga que es buena decoradora de interiores.
—¿Amiga o amante?
Preguntó irritado. Liam estaba al borde de la histeria, definitivamente no
quería lidiar con una de las mujeres de las cuales Bruno se tiraba.
Bruno enarcó una ceja.
—Es una amiga.
—Dijiste que no tenías amigos.
Se cruzó de brazos y comenzó a golpear el piso con un pie. Casi tenía ganas
de patear a Bruno.
—Conocida, entonces. Error de palabra.
Bruno rodó los ojos.
>>—Te decía… la puedo llamar y encargarnos de tu estudio. tú puedes
convencer a Theo.
—No. Tú lo harás.
Dijo Liam con irritación.
—Esa es tu misión ¡Ingéniatelas para traerlo! Ese es tu trabajo y deja de
quejarte como niño de cinco años.
—¡Él nunca me hará caso! Hazlo tú.
Dijo Bruno arrugando la nariz.
>>—Yo me encargaré de organizar este desastre de lugar. Seguro que es
mucho más sencillo a hacer que Theodore me escuche.
Liam suspiró y golpeó la mesa con la palma abierta.
—¿Por qué eres tan terco?
Bruno lo fulminó con la mirada.
—Lo mismo podría decir de ti. Eres terco como mula. Es mejor que tú
vayas con Theo. Llamaré a Teresa…
Bruno ni siquiera estaba terminando de decir la frase y ya estaba sacando su
teléfono móvil. Por instinto, Liam sujetó su mano con todo y móvil, impidiendo
que llamara a nadie. Los ojos de Bruno se ensancharon.
—Echaremos un chin chan pún[2]. El perdedor se encargará de Theo ¿De
acuerdo?
—¿Qué cosa?
Liam rodó los ojos.
—No lo puedo creer ¿No sabes jugar a piedra, papel o tijera?
—Por supuesto que sé. Pero no tenemos cinco años, señor Rossi.
—No importa la edad. Así es como se solucionan la mayoría de los
conflictos.
Aseguró con una sonrisa.
>>—Es una solución perfecta para gente terca como tú que no quieren
cooperar en situaciones de necesidad.
—Estás loco.
Liam lo fulminó con la mirada.
—Ya me has dicho loco en más de una ocasión el día de hoy. No me hagas
perder la paciencia.
Bruno apretó los labios.
>>—Venga, vamos a dejarlo a la suerte. ¿Acaso tienes miedo de perder?
Suspirando, Bruno retiró su mano de la de Liam y guardó el móvil.
—De acuerdo, lo haremos a tu manera.
Liam sonrió triunfante. Se preparó para la batalla. Por lo general, siempre
era una batalla de quien ganara dos de tres. Pero ellos lo decidirían en una sola
ronda. Una apuesta única. Todo o nada.
—¿Estás listo? Una sola ronda. Todo o nada. ¿De acuerdo?
Preguntó mirando a su rival. Bruno ahora lucia concentrado. Liam
secretamente sonrió. ¿Quién iba a imaginar que una persona tan estirada y fría se
prestaría para un juego así? Le gustaba este nuevo Bruno. A pesar de su
constante contacto últimamente y su gran acercamiento, Liam aún no descubría
que fue lo que sucedió para que Bruno cambiara de repente y quisiera ser mejor
persona. Sin embargo, agradecía el cambio.
—Hagamos ahora. No tengo todo el día.
Gruñó Bruno. Liam sonrió. Ambos rivales tomaron posición y llevaron su
mano derecha a sus espaldas.
—Piedra… papel o tijera…
Al mismo tiempo, ambos mostraron sus manos. Bruno piedra, y Liam
papel.
>>—¡Siiiii! Gane yo.
Liam saltó emocionado, danzando un baile de la victoria. Bruno se limitó a
gruñir.
—Esto es ridículo.
Liam se acercó a Bruno y palmeó su firme pecho.
—No seas un mal perdedor. Perdiste la apuesta, tienes que cumplir con tu
misión. ¿De acuerdo?
Se miraron fijamente, Liam luchó por aplacar la sensación de su estómago.
Estaba tocándolo y él olía tan bien.
—Él no va a querer venir por propia voluntad.
—Oblígalo.
Sonrió alejándose del hombre.
>>—Vivo o muerto. Quiero su cadáver aquí.
Bruno rodó los ojos. Liam estaba seguro de que Bruno deseaba decirle de
nuevo “Estás loco” pero, en cambio, se giró y le dijo que estarían en contacto y
después se marchó. <<Tan adorable>> Aún tenía mucho que aprender, pero
Liam reconocía que, al menos, Bruno estaba intentando ser amigo para él. Y eso
era agradable y peligroso para él.
CAPÍTULO 5
La melancolía ve lo peor de las cosas.

25 de diciembre…

—Creo que nuestro plan funcionó.


Dijo Liam con orgullo alzando su copa.
—Si tú lo dices.
Bruno, por su parte, observó alrededor con ojo crítico. Su estudio era un
desastre, lo admitía. Pero había valido la pena. No solamente lograron que
Gabriel y Theo se enrollaran de nuevo. A pesar de todo mal pronóstico, todos los
preparativos estuvieron a tiempo y con semejante fiesta había logrado
impresionar a más de uno de los diseñadores de la competencia, además había
obtenido la simpatía de unos cuando modelos con los que deseaba trabajar en
alguna campaña. La fiesta había terminado por sobre las tres de la mañana y
todo porque al final no le quedó más remedio que correr a los rezagados. Ahora
su estudio parecía una zona de guerra abandonada, el piso estaba lleno de basura,
papeles de colores y serpentinas. En alguna parte alguien había derramado su
bebida. Todo mueble fijo estaba lleno de platos aun con comida picoteada y
vasos vacíos y algunos vasos derramados con bebidas. Era espantosa la escena.
No obstante, no era tan grave que un buen equipo de limpieza a domicilio no
lograra solucionar.
—Olvida el desastre. Vale la pena si logramos que ese par se arregle.
Somos unos excelentes cupidos y eso que aún no es San Valentín.
Liam tragó el resto de su vino, dejó la copa, y miró a Bruno a los ojos.
>>—¿Es verdad que te vas de vacaciones o fue un engaño para convencer a
Theo?
Las cejas de Bruno se arquearon.
—Saldré unos días de la ciudad. Regresaré antes Año Nuevo.
Liam asintió tristemente. No entendía por qué se preocupaba tanto.
—¿Son vacaciones de placer o algo diferente?
Bruno bebió de su copa y después lo miró entrecerrando los ojos.
—Son vacaciones. Necesito despejar ideas y tomar decisiones.
Liam frunció los labios.
—Entonces ¿Viajarás solo?
Liam sintió que su rostro se calentaba. Quería retractarse de su pregunta,
pero ya era demasiado tarde.
—¿Ahora quieres saber de mi situación sentimental para intervenir como lo
hiciste con la vida romántica de Theodore?
Liam lo fulminó con la mirada. Bruno continuaba con su cara plana.
—Tienes razón, es mejor que no me digas. Total, tú sabrás qué haces con tu
vida. Por mí puedes tener hasta cincuenta novias si lo deseas.
Liam lo calló, mirando alrededor con recelo.
—¿Cincuenta?
Preguntó Bruno, con una risa irónica.
>>—Eso si sería exagerado. Comprender a las mujeres es complicado. Una
sola es capaz de sacarme de quicio, dudo mucho que pueda con más.
Liam lo miró sorprendido.
—¿Acaso me estás insinuando que tienes novia?
Intentó ocultar su frustración. Estaban frente a frente en la mesa que
utilizaba para las reuniones. Después de que Theo y Gabriel se marcharan. Ellos
dieron por terminada su jornada. Habían cumplido su objetivo. Sin embargo,
Bruno no se marchó dejándolo solo con todos los invitados y le ayudó a poco a
poco correr a tanta gente. Cuando el último invitado se marchó, fue casi hasta
natural sentarse, relajarse y brindar con una copa de vino, como buenos amigos.
—¿A caso no tengo derecho a tener una pareja?
Por fin, la expresión seria de Bruno presentó una reacción, frustración.
—Puedes tener todas las que quieras.
Dijo fingiendo resentimiento.
>>—Pero me ofende que siendo supuestamente amigos, no me quieras
contar sobre tu vida amorosa.
Liam se sirvió más vino y observó la superficie de la mesa. <<No quiero
saber, no quiero saber>> Mierda, esto era patético.
—No tengo vida amorosa tan importante que valga la pena contar a mis
amigos.
Comentó Bruno con voz plana. Liam frunció el ceño.
—No te atrevas a reírte de mí.
—No me estoy riendo. Solamente estoy diciendo que no por simplemente
acostarte con una persona quiera decir que es amor. ¿Acaso te enamoras de cada
hombre con el que te acuestas?
Liam se obligó a mirar a Bruno. Pensar en Bruno, enamorado de una mujer,
era horrible. Imaginar a Bruno en la cama de una mujer, aunque no la amara, era
igual de horroroso. Bruno lo estaba mirando seriamente, con esa mirada plana y
seria con la que Liam estaba muy familiarizado.
>>—No quiero saber los detalles de todos tus ligues, así que pienso que es
una cortesía no contarte los míos.
Liam apretó los dientes, entonces era cierto. Bruno estaba teniendo una
aventura con una mujer.
—¿Entonces estás viendo a alguien ahora actualmente?
—No exactamente.
Comentó Bruno con firmeza. Liam refundido.
>>—Es más complejo de lo que crees, pero no es algo de lo que quiera
hablar ahora.
Liam apartó la mirada, con su cara incómodamente caliente.
—¿No confías en mí? Te prometo no idear un plan para hacer que te cases
con ella.
<<No pregunte más, no preguntes más>> Durante un largo momento,
Bruno no dijo nada. Liam se preguntó si el suelo debajo de él podría abrirse y
tragarlo si lo deseaba lo suficiente.
—Es un tema delicado de momento. Discúlpame si no puedo contarte. Pero
te prometo que en cuanto pueda hablar de ello, te contaré todo.
Dijo Bruno, en tono muy neutral. Liam hizo una mueca.
—Como quieras…
Se encogió de hombros. Continuaron bebiendo y ahora Liam lo único que
deseaba era que Bruno se marchara. Estaba resentido y celoso en ese momento y
no quería decir y hacer algo de lo cual se pudiera arrepentir después.
—¿Crees que Theo hable mañana mismo con sus padres?
Preguntó para intentar llenar el vacío silencioso.
—No podemos dar nada por sentado. Aún no sabemos si Theo y el doctor
Dave arreglaron las cosas.
—Más les vale que lo hagan o terminaran por agotando mi paciencia. Ellos
no querrán verme enojado.
Liam cruzó los brazos sobre su pecho.
—Liam, al final del día es decisión de ellos. Nosotros ya no podemos hacer
nada más.
Bruno tenía una expresión tensa, vagamente enojada en el rostro.
—Por supuesto que podemos.
Dijo Liam.
>>—Mínimo puedo darles un par de golpes a ambos para que reaccionen.
Liam le dedicó una sonrisa torcida. Bruno normalmente era contenido y
serio, tenía esa intensidad decidida por la que era difícil no dejarse atrapar.
Bruno le dirigió una mirada larga y escrutadora, aun incómodamente intensa.
—No soy partidario de la violencia.
Dijo al fin.
>>—Esperemos que tu plan funcione y no tengas que terminar en la cárcel
por agresión.
Liam rio.
—Si termino en la cárcel, asegúrate de pagar mi fianza.
Bruno sonrió sinceramente al fin.
—Lo prometo.
CAPÍTULO 6
Es mejor perder amando, que no haber amado nunca.

30 de diciembre…

Liam estiró el cuello una vez más para darse una idea de cuantas personas
aún estaban en la fila. Eran varias, suspirando, sopló sus manos. Estaba haciendo
frío, mucho frío. Sin embargo, tenía fe en que esas castañas asadas valdrían la
pena morir congelado. Llevaba en la fila casi veinte minutos. Y tras de él había
también un mundo de gente. A criterio de Liam, las cosas valían la pena si había
fila esperando.
—Yo pensé que eras de los que pedían todo por Delivery[3].
Liam saltó del susto cuando Bruno se colocó sorpresivamente a su lado.
—¡Maldita sea! ¡Me asustaste!
Liam le dio un golpe en el antebrazo.
>>—Jodida mierda ¿Cómo me encontraste?
Bruno se aclaró la garganta.
—El lenguaje.
Murmuró mirando alrededor.
>>—Te busqué en tu estudio y una de las costureras me dijo que
seguramente estabas aquí.
Liam lo fulminó con la mirada.
—No me vengas con chorradas.
Chasqueó la lengua, él hablaría como quisiera hablar.
>>—¿Qué haces aquí? Pensé que aún estabas de “Vacaciones”
Liam hizo comillas en la última palabra. Ese era un viaje sospechoso, ni
siquiera Theo sabía nada al respecto.
—Tuve que regresar de improvisto por cuestiones de trabajo.
Bruno alzó la cabeza para mirar también la fila.
>>—Esta noche hay una reunión entre los Heber y los Petrus.
Informó tranquilamente.
>>—Theo y Natasha planean anunciar su compromiso esta noche.
El suelo bajo Liam se removió.
—¡¿Qué cosa?!
Prácticamente gritó. Bruno lo miró con una ceja arqueada.
—Ya temía que Theo no te lo dijera.
—¿Y te lo dijo a ti?
Preguntó ofendido. Mataría a Theodore.
—No, fue Natasha. De hecho, en la familia nadie sabe nada.
Comentó haciendo una mueca.
>>—Por supuesto que ambas familias esperan que surja una relación entre
ambos. Sin embargo, Natasha me contó que esta noche formalizarían su relación
frente a todos.
Liam apretó los puños, estaba furioso. Por supuesto que Theo no le diría
absolutamente nada. ¡Hijo de puta! Maldijo con coraje. Solamente que al ver que
Bruno se aclaraba nuevamente la garganta, se dio cuenta de que la maldición la
dijo en voz alta y no solamente la pensó. Este era Bruno el estirado, formal y
respetuoso. Hasta parecía fuera de lugar en la fila. Definitivamente, no era un
hombre que compraría comida en un puesto ambulante de la calle.
>>—Entonces ¿Cuál es el plan que estás maquilando?
Preguntó Bruno llamando su atención. Liam lo miró entrecerrando los ojos.
—¿Plan?
—Sí. Estás muy callado. Supongo que es ahora cuando nos metes en otro
de tus planes elaborados para sabotear el asunto.
Liam observó como Bruno intentaba ocultar una sonrisa. En otras
circunstancias estaría realmente fascinado.
—Ya no hay planes elaborados.
Suspiró. Sacó su cartera y extrajo dos billetes de cinco dólares. Bajo la cara
de desconcierto de Bruno, colocó ambos billetes en la solapa de su chaqueta de
piel.
>>—Es momento de una seria intervención. Lo haré solo, golpear a otra
persona es ilegal y no queremos que tu apellido quede manchado si terminamos
en la comisaria.
Palmeó su pecho.
—¿Qué…?
—Compra dos bolsas de castañas y llévalas a mi estudio… o en dado caso
tendrás que llevarlas a la comisaria. Eso te lo haré saber más tarde.
Liam dio un paso fuera de la fila.
—¿Acaso estás de broma?
Bruno lo sujetó del brazo, pero Liam le dio un manotazo para que lo soltara.
—No. Tu misión son las castañas y yo haré recapacitar a Theo.
Le mostró el puño. Liam estaba realmente furioso y ofendido. No podía
creer que Theo estuviera haciendo esta tontería. Sin embargo, comprendía la
razón de no avisarle. Si había alguien que podría hacerlo recapacitar era Liam.
—Liam… Esto no…
—¡Las castañas!
Lo interrumpió golpeando de nuevo en el antebrazo.
>>—Más vale que me consigas esas castañas. O terminaré golpeándote
también a ti.
La cara de incomodidad de Bruno, al escuchar a los otros de la fila reír, no
tenía precio. Quiso reírse a carcajadas, pero eso seguramente enloquecería al
hombre. Sin darle tiempo a seguir protestando, Liam se alejó. Era momento de
una verdadera intervención no tan sutil.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥
El mayor defecto de Liam Rossi, era la paciencia. Por más que lo intentara,
llegaba al punto que su tolerancia ante los “Impulsos de idiotez de los humanos”
llegaban a agotarse. Además de que últimamente su buen humor estaba en
números rojos. Ya estaba cansado de ser sutil. Era momento de una intervención
verdadera.
—¡Theo!
Gritó sin ningún pudor. No le importaba una mierda la sensibilidad de los
empleados. Liam estaba tan cabreado como un toro embravecido. Estaba
dispuesto a tacklear[4] a cualquiera que intentara detenerlo. Hasta había enviado
a Bruno a la mierda cuando intentó razonar con él. <<Maldito descarado si es
con quien estoy más furioso aún>> Llegó hasta la oficina de Theo y fulminó a
su amigo con la mirada.
—Esto es una oficina ¿Acaso lo olvidaste? No puedes venir a gritar como
lo haces en tu estudio.
—Cariño, si no quieres que te ahorque delante de tus subordinados, será
mejor que no me cabrees más.
Amenazó.
>>—Estoy cansado de llamarte y que me ignores.
—Pensaba hacerlo mínimo hasta el año que entra.
Dijo Theo, enderezándose y mirando su reloj.
>>—Ahora, si me disculpas, tengo una reunión…
—¡De eso nada!
Interrumpió Liam, rodeando el escritorio y sentándose justamente sobre su
mesa y bloqueándole de esa forma la retirada. Esta vez Theo lo escucharía sí o
sí.
>>—Se rumorea que esta noche, Natasha y tú anunciaran su compromiso
en la cena que está organizando el gobernador.
—¿Escuchaste el rumor o te lo dijo Bruno?
Theo se recargó en la silla despreocupadamente.
>>—¿Desde cuándo ustedes se volvieron tan cercanos? Hasta no hace un
mes, Bruno no te daba ni la hora.
Los labios Liam se adelgazaron. ¿Amigos? ¿Acaso era un chiste? Si no
fuera porque en sus conversaciones el 90 % era acerca de Theodore, Bruno ni
siquiera lo miraría. Y era triste de admitir.
—He sido paciente, Theodore.
Liam plantó su mano sobre el escritorio y se inclinó peligrosamente hacia
Theo.
>>—Estúpidamente creí que con los días entrarías en razón. Pero ya es
demasiado, no permitiré que hagas esta locura.
Dijo a su amigo, mirándolo con el ceño fruncido.
—Es mi decisión, Liam. No te entrometas.
—Si es necesario que me presente en esa cena y grite ¡Yo me opongo! Lo
voy a hacer, Theo. No me retes.
Liam hablaba en serio, él era capaz de eso y mucho más. Theo se mordió
el labio. Las sutilezas en todo el plan que había diseñado con Bruno, se habían
terminado. Esta vez, Liam estaba dispuesto hasta darle unos buenos golpes a
Theo para que entrara en razón. ¿Por qué los primos se parecían tanto? También
tenía ganas de golpear a Bruno.
—Sabes que tengo que hacer esto.
Murmuró, mirando sus dedos.
>>—Ya es demasiado complicado. No agregues sal a la herida, por favor.
Su voz vaciló y apretó sus dedos en puños.
>>—Estoy haciendo lo correcto aunque no estés de acuerdo. Casarme con
ella es el único camino.
Liam golpeó el escritorio.
>>—¡No lo es! ¡Maldita sea, Theo! ¡No lo hagas!
Theo cerró los ojos. ¿Por qué era tan difícil salir del caparazón?
Comprendía que los Heber eran peligrosos, pero habría forma de enfrentarlos
¿No?
>>—No hay nada peor que una relación sin amor, Theo. Soy el ejemplo de
varias relaciones fallidas.
Comento Liam con tono de voz apagado. Con sus malas experiencias en el
amor, Liam podría hasta escribir un libro.
—Necesito tu apoyo, Liam. Si no quieres hacerlo, no puedo obligarte.
Él negó con la cabeza, frunciendo los labios. Esto era duro para Liam,
pero no había otra forma en la que obligara a Theo entrar en razón. Por primera
vez en muchos años, él no se callaría y permitirá que su amigo hiciera una
tontería.
—No pienso apoyarte en esto.
—Comprendo.
Dijo Theo, forzando una sonrisa.
>>—Seguramente Bruno o mi hermano podrán ser mi padrino.
El semblante de Liam se oscureció. Deseaba darle una cachetada a Theo.
Pero se contuvo. Resoplando se alejó de Theo.
—Que sepas que eres un idiota, Theodore.
Dijo Liam, alejándose a grandes zancadas. A su paso sus subordinados lo
miraban con nerviosismo. Era momento de la retirada, esta fue su última jugada.
Si él deseaba lanzarse por el acantilado. Liam no estaría para presenciarlo.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Liam estaba tumbado sobre la alfombra a mitad de su habitación. Había


abierto las cortinas y a través de las ventanas de cristal del balcón podría
observar el cielo negro y la forma en la que estaba nevando ligeramente. Era una
noche oscura y fría y al mismo tiempo tan tranquila y melancólica. La silenciosa
calma de la habitación fue interrumpido por el sonido de una gota de agua, que
le anunciaba la entrada de un nuevo mensaje. Sin levantar la cabeza, alzó su
móvil y leyó. Era un nuevo mensaje de Bruno avisándole que acaban de llegar a
la fiesta y veía a Theo demasiado decidido. Si tenía un nuevo plan era mejor que
se diera prisa.
Le contestó de vuelta anunciándole que la fábrica de planes macabros
estaba cerrada hasta el siguiente año. Infantilmente, le sacó la lengua, se tomó
una selfi y se la envió a Bruno.
Estaba aún furioso con el mundo, en especial contra los primos Heber.
Contra Theo por tonto y cobarde y con Bruno por obstinado y pesimista.
Además, ¿por qué lo llamaba ahora? En un inicio él estaba convencido de que lo
que Theo estaba haciendo era lo correcto. Pues bien, que se jodieran. Si Theo
quería casarse, que lo hiciera, y que Bruno sea el padrino. <<Al menos pude
comer castañas sabrosas y calentitas>> Bruno había dejado su pedido en su
estudio.
Bruno contestó a su mensaje segundos después, lo regañó por ser tan
infantil. Resoplando, Liam estaba a punto de enviarle un largo mensaje de odio y
resentimiento cuando fue interrumpido por una llamada inesperada. Era
Theodore. Por un segundo, quiso ignorarlo. No obstante, su corazón no lo dejo.
Theo era su mejor amigo en el mundo, estaba cabreado, pero no había manera en
el infierno que se desentendiera del todo.
—¿Qué quieres?
Preguntó Liam sin ocultar el fastidio en su tono de voz.
—¿Sigues molesto conmigo?
Él resopló.
—¿Tú qué crees, genio?
Hubo una pausa.
>>—¿Ya tengo que felicitarte por tus próximas nupcias?
Sus palabras sobaban perfectamente casuales. Pero Liam aún estaba
furioso.
—Aún no damos el anuncio. Me escapé nada más entrar en la casa.
Liam rápidamente se sentó. No le gustó escuchar la voz desesperada de
Theo. Se maldijo por haber sido tan berrinchudo. Él debió de haber estado ahí
con él.
—¿Pánico escénico?
Preguntó Liam, intentó bromear para restar tensión en el ambiente.
—No te burles de mí.
—No enfoques tu ira en mí.
Comentó Liam.
>>—Yo no tengo la culpa de tus cambios de humor. Pensé que estabas
bastante determinado y resignado. Es buena cosa que aun tengas sentido común.
—Liam.
Gruñó su amigo. Liam sonrió.
—Entonces, ¿qué harás? Vamos, tal vez pueda ayudarte. Te prometo estar
ahí en cinco minutos y ayudarte a escapar. Soy bueno manejando un vehículo de
huida.
Theo resopló y murmuró:
—No puedo retractarme ahora. Le hice una promesa a Natasha.
—¡Y una jodida mierda! No le debes nada. Simplemente, dile que
cambiaste de opinión.
—No es así de sencillo.
Se quejó Theo. Liam pensó que, de haber estado ahí, no se hubiera
reprimido para darle a su amigo un buen coscorrón.
—No dije que lo fuera.
Dijo Liam, con frustración. Luchaba por mantener la calma. Era bueno que
Theo estuviera dudando, pero eso no aseguraba que al final su amigo se
encaprichara y continuara con su plan descabellado.
>>—Nada en esta vida es sencillo y si lo es, entonces es aburrido. Sé que
tus padres son... conservadores. Pero tendrán que aguantarse, igual que lo
hicieron tantas veces cuando te negaste a hacer lo que te ordenaron.
—Decirles que soy homosexual será mucho peor que cuando les anuncie
que deseaba estudiar literatura y letras.
Dijo Theo.
>>—O simplemente debo continuar como hasta ahora. Si participo en la
campaña, estoy seguro de que me dejaran tranquilo la mayor parte del tiempo,
entonces…
Comentó a la defensiva.
—… Seguirás oculto en el armario de por vida. ¿Qué clase de vida es esa?
Concluyó Liam.
—Es… es, complicado.
—Siempre lo es.
—Yo solo…
Theo se pasó una mano por el pelo.
>>—… Y qué tal si hago todo estoy y al final las cosas con él no
funcionan.
Theo sonaba miserable. Liam apretó los puños sintiendo impotencia y
culpa. Él debió estar ahí para apoyarlo. Ahora no le quedaba más remedio que
encontrar las palabras apropiadas para apoyar a su amigo a la distancia.
—¿Y quién dijo que harías esto por él?
Preguntó Liam seriamente.
>>—Se supone tienes que aceptarte por quién eres tú Theo. Aceptar la
verdad sobre quién eres en verdad, te hará libre a ti. Es tu vida, tus decisiones y
tu forma de sentir.
Liam habló con tanta convicción.
>>—Si al final las cosas con Gabriel no funcionan. No hay problema, la
vida sigue. Iremos de fiesta, beberemos, cantaremos y continuaremos con la
vida. ¡Tu vida, Theo! No la de Gabriel Dave.
Liam hasta podía imaginarse la cara compungida de Theo en ese momento.
Desearía tanto abrazarlo y consolarlo.
—Tengo miedo.
Dijo Theo con voz insegura.
>>—No sé qué diablos está mal conmigo. ¿Por qué todo debe ser tan
complicado?
—Theo. Escúchame.
Liam suspiró.
>>—Es verdad que no conocemos el futuro. Hace un mes, ni siquiera sabías
que tendrías un perro o que te gustaban tanto los niños. Tal vez tú y Gabriel
estén destinados a estar juntos o tal vez no. Pero si te decides a aceptarte a ti
mismo ahora, ten por seguro que al menos en el futuro yo no estarás pensando en
“qué hubiera pasado sí y en los quizás”.
A consideración de Liam, el arrepentimiento por no hacer las cosas era peor
que al menos haberlo intentado. Hace mucho tiempo se autoconvenció que
presentar batalla, aunque se perdiera la guerra, era mucho mejor que no hacer
nada. Y era más patético pensar que últimamente él mismo había olvidado eso.
Estaba simplemente cruzado de brazos por algo que seguramente no llegaría si él
no se arriesgaba.
—Es tan malditamente complicado.
Contestó Theo con dramatismo. Liam rio sin diversión.
—Sé que da miedo, sé que es difícil aceptar lo que eres, pero hazlo antes de
que sea demasiado tarde. Él no te esperará por siempre mientras que lo
averiguas. Si te quedas en la negación, Gabriel va a seguir adelante.
Eventualmente, se encontrará con alguien más y se enamorará. Pero al final se
consiente que estás tomando esta decisión por tu bien, no por él.
La línea se quedó en silencio unos segundos.
—Es…
Theo aún se escuchaba nervioso. Liam estaba temiendo que la batalla
estaba vencida. Escuchó ruidos al otro lado de la línea, pero aguardo
pacientemente.
>>—Tengo que irme ahora.
Anunció Theo. Liam se preocupó.
—¿Quieres que vaya en tu rescate?
Preguntó Liam con sinceridad.
>>—Puedo estar ahí en veinte minutos. Solamente cierra la puerta del baño
y no le habrás a desconocidos hasta que yo llegue a espantar a los buitres.
Theo se rio.
—No hace falta, mi caballero de brillante armadura. Yo me encargo.
Liam rio.
—¿Seguro?
—Sí. Gracias, amigo, te veré después.
—Mañana nos iremos de fiesta para celebrar tu salida del closet ¿De
acuerdo?
—Es una promesa.
Y con eso terminó la llamada. Liam cerró los ojos. Él no era creyente, pero
elevó una plegaria al cielo para que esto funcionara. Era la última oportunidad.
Esperaba que su amigo, se decidiera por sí mismo a intentar ser feliz. No supo
cuánto tiempo estuvo así, hasta que su teléfono móvil volvió a sonar.
Inmediatamente contesto.
—¿Qué sucedió?
—Funcionó…
Bruno se aclaró la garganta.
>>—Theo canceló sus planes con Natasha y después de aclararle un par de
cosas a su padre se marchó.
—¡Siiiiii!
Gritó Liam emocionado. Hasta se dejó caer hacia atrás y pataleó contento
sobre la alfombra como niño pequeño. Estaba seguro de que sus gritos de
emoción aturdieron los finos oídos de Bruno Heber.
>>—¡Sabía que Theo razonaría.
—Theo dejo las cosas ardiendo aquí. Mi tío regresó a la reunión, pero desde
la distancia estoy presenciando que no está nada contento con lo sucedido.
Murmuró Bruno.
—Que se joda tu tío. Tendrá que hacerse a la idea y superarlo.
Bruno dejó escapar una risa estrangulada.
—No creo que funcione de esa manera. Él no quiso hacer un escándalo en
medio de la casa de los Petrus, tendremos que esperar a conocer su verdadera
reacción más tarde.
Liam parpadeó desconcertado.
—No les quedará más remedio que aguantarse su berrinche…
Dudó por un segundo.
>>—¿O consideras que en verdad pueden hacerle daño a Theo? ¡Es su hijo
por el amor de Dios!
Bruno resopló.
—El apellido tiene mucho más peso que los lazos consanguíneos, pensé que
los sabías.
Liam frunció el ceño, comenzando a entrar en pánico.
—Si ellos osan tocar un pelo de Theo, soy capaz de llegar hasta las últimas
consecuencias. No me va a importar denunciarlos o ir a la prensa para exponer
sus trapitos al sol.
Una risa sonó desde el otro extremo de la línea.
—Eso sería una gran bomba.
Pero entonces la voz de Bruno se puso seria.
>>—Físicamente no le harán daño. Pero de alguna forma intentarán que
regrese a su redil.
—Tienes que hacer algo para evitarlo, Bruno.
Liam casi se quejó, inmediatamente se levantó. No podía seguir quieto.
—Tranquilízate. No podemos adelantarnos a nada. Es mejor esperar,
observar y después de analizar la situación, actuaremos como mejor convenga.
Liam dudó.
—¿Qué hay de ti?
Preguntó con algo de nerviosismo.
>>—¿Crees que ellos también van a ir por tu cabeza por ayudar a Theo?
Bruno se rio entre dientes.
—¿Tanto te preocupas por mí? Pensé que estabas furioso conmigo y
dejarías de hablarme.
Liam frunció el ceño.
—No seas arrogante ahora.
Dijo con mal humor.
>>—Eso me gano por preocuparme por ti. Eres un tonto.
Colgó y miró su teléfono. No tuvo que esperar para que Bruno regresara la
llamada. Liam sonrió. Bruno era tan predecible en ocasiones.
—Es de mala educación cortar la conversación de esa manera.
Dijo Bruno con exasperación. Liam sonrió.
—No quieras darme clases de etiqueta ahora. Tú tienes la culpa por ser tan
insensible. Yo intento ser tu amigo y tú me ocultas cosas. Quiero ser amable y tú
te burlas de mí.
—Me disculpo.
Dijo Bruno seriamente.
>>—Recuerda que no soy muy bueno en esto de tener amigos…
Escuchó que alguien llamaba a Bruno, fue una voz de mujer, pero no pudo
identificar quién era. Liam apretó el teléfono en su mano cuando sintió el
malestar en la boca del estómago.
>>—Tengo que irme. Cuando llegue Theo a tu casa mándame un mensaje,
solamente quiero saber que llegó seguro.
—Si mi amigo está tan decidido, irá a buscar primero al doctor Dave, eso te
lo puedo apostar.
Dijo con convicción.
—Pensé que primero iría contigo para celebrar, gritar, emborracharse y
enloquecer al mundo. Eso es típico en ustedes.
Liam sonrió con nostalgia. En otras circunstancias era cierto que lo harían.
Era su mejor manera para celebrar una gran victoria. Sin embargo, ahora las
circunstancias estaban cambiando. Theo ya no sería el número uno en la lista de
Theo. Además, disculparse con el médico es lo menos que puede hacer Theo y
Liam lo apoyaba.
—¿Quieres apostar a qué irá a declararse a Gabriel? Adelante, no tengas
miedo a perder.
—Las apuestas son ilegales.
—¿Según quién?
Liam hizo un puchero.
>>—Apostemos una cena ¿Qué te parece?
Hubo silencio por un corto tiempo.
—De acuerdo.
Dijo Bruno por fin.
—¿Seguro? El ganador elige el lugar y el día.
—Bien. Tenemos una apuesta.
Bruno suspiró.
>>— Ahora tengo que irme. Te llamaré después.
Y con eso, Bruno terminó la llamada. Liam sintió una sensación agridulce
en la boca del estómago. Estaba feliz por Theo. Al fin se estaba librando de esas
cadenas que lo amarraban a la familia Heber. Sin embargo, era triste imaginar
que al cortar esas cadenas, un lazo que mantenía con Bruno Heber también se
rompería. Dudaba mucho que su repentina complicidad con Bruno continuara
ahora que el rescate de Theo ya no sería una prioridad. Miró hacía la ventana de
nuevo, sintiéndose aún más solo que hace una hora.
—Soy tan patético.
Susurró para sí mismo.
CAPÍTULO 7
La melancolía ve lo peor de las cosas.

31 de diciembre…

—En serio, Liam.


Comentó Cris casualmente.
>>—Tu amigo se anotó una gran goleada.
Cris con orgullo le enseñó la fotografía de Theo besando a Gabriel impresa
en el periódico en primera página. De hecho, en cada periódico de circulación
del país, revista, redes sociales, el tema principal de inicio de año, era Theodore
Heber saliendo del closet. Tenía que reconocer que Theo se jugó por todas,
ahora su familia no podría hacer nada para callar las murmuraciones.
—Fue bastante épico.
Comentó Liam bebiendo un sorbo de su café.
>>—Soy fantástico ¿No es así? Todavía no es san Valentín y ya le estoy
robando el trabajo a cupido.
Cris resopló y Liam rio. Cris era un amigo desde hace algunos años. Se
conocieron cuando él fue contratado por una agencia de modelaje para brindar
seguridad a un evento. Se cayeron bien inmediatamente e hicieron clic.
Solamente un clic amistoso, porque por más que Cris fuera atractivo, se dieron
cuenta casi inmediatamente de que nunca congeniarían en la cama. Cris era
policía, un agente especial parte del equipo SWAT[5] y en ocasiones trababa de
seguridad privada para eventos ocasiones, Liam lo había recomendado a muchos
amigos.
—Sí, eres bueno uniendo parejas, aunque tú mismo te estás negando a la
oportunidad.
Cris hizo una seña poco discreta con su cabeza para señalar al hombre que
estaba en la barra esperando su café. Liam levantó la mirada y la barrió por la
cafetería. Al instante sus ojos se centraron con el hombre en el mostrador
esperando su café. Esta cafetería estaba justo enfrente de una corporación
policiaca, por lo tanto, no era de extrañar que siempre estuviera a rebosar de
oficiales de distintas corporaciones. Lo raro era que cada que se citaba con Cris
aquí. Siempre aparecía Bob. Su mirada se quedó fija en los tranquilos y oscuros
ojos de Bob. Él, además de alto y musculoso <<Como le gustaban los
hombres>> tenía un rostro fuerte y hermoso, con corto cabello castaño, ojos
oscuros y una boca firme y sensual. A pesar de su increíble tamaño, él tenía un
aire tan sereno y decidido. Fue Cris quien los presentó cuando ambos estuvieron
dando seguridad en una fiesta el verano pasado. Desde entonces, Cris le informó
que Bob se impresionó con él y estaba interesado.
Y aunque en otras circunstancias Liam también podría haber mostrado
interés, estos últimos meses había sido un caos y enrollarse con alguien era lo
último en su mente.
—No tengo cabeza ahora mismo para pensar en el romance.
Dijo Liam, dándole a Cris una sonrisa ladeada. Cris bebió de su café.
—Estas últimas semanas te he notado más apagado ¿Qué sucede amigo? Tú
no eres así.
Cris tenía una buena voz, sexy, grave y ronca.
—Soy el mismo de siempre.
Liam sonrió, pero no fue una sonrisa que alcanzara sus ojos.
>>—Es solamente que... Tal vez es la nostalgia de las fiestas.
Liam miró hacia el techo.
>>—O simplemente estoy cansado de andar jugando. Todo se ha vuelto tan
rutinario.
Miró a Cris, la expresión de Cris se puso seria.
—¿Qué es lo que quieres entonces? ¿Un novio formal? ¿Una familia? ¿Un
romance de cuento de hadas?
Cris señaló con su delgado dedo la fotografía de Theo en el periódico.
>>—¿Algo como esto?
—Estoy cansado del ambiente de los clubs y las relaciones ocasionales.
Nunca desee un marido y niños que malcriar.
Liam se encogió de hombros.
>>—Pero siento que necesito un cambio y sobre todo me gustaría eliminar
algunas cosas de mi vida.
— A veces, en esta vida pasa lo que no esperas que pase y te quedas
esperando que suceda lo que en verdad deseas que suceda.
Comentó Cris con nostalgia. Theo enarcó una ceja.
—¿Acaso te volviste poeta?
Cris sonrió. Él era atractivo y confiado, sin ser arrogante, era firme, sin ser
dominante, era verdaderamente agradable, sin parecer débil. Tenía una voz sexy
y sobre todo tenía una personalidad que te daba la confianza de ser sincero. Liam
se llevó la taza de café a los labios y tomó un sorbo de su bebida, tratando de
ganar algo de tiempo.
—Solamente intento señalar que el amor no es fácil, las novelas románticas
perfectas solamente están en los libros.
Dijo, estirándose sobre la mesa y tomando la mano libre de Liam.
>>—Aunque no me lo digas con todas sus letras, puedo presentir que tu
estado de ánimo tan apagado tiene que ver con ese amor no correspondido del
que siempre hablas cuando estás borracho.
Liam arrugó la nariz.
—No puedes reclamarme algo que no recuerdo.
Lo cierto era que Liam recordaba, no era de esos borrachos que tenían la
gracia salvadora de la pérdida de memoria a corto plazo a causa del alcohol.
Cuando Liam bebía se achispaba, sus emociones afloraban y pasaba de tristeza a
alegría en un nanosegundo. También era bastante hablador. Y no había forma en
el infierno que en ese estado de excesiva euforia no hablara de su amor unilateral
imposible. Bruno Heber.
—Escucha, yo te comprendo.
Cris se puso serio.
>>—Los amores imposibles son como enredaderas de mala yerba que no
dejan de crecer y por más que intentes cortarlas nada funciona. Es natural. Lo
difícil nos atrae, lo imposible nos seduce, lo complicado nos asusta, lo
extremadamente complicado enamora.
—Sí que eres un poeta.
Liam intentó bromear para restarle tensión al ambiente. Cris continuó serio.
—No te cierres a las posibilidades, Liam.
Su amigo palmeó su mano.
>>—No has pensado que tal vez. A veces, el amor de tu vida llega después
del error de tu vida.
Cris miró de nuevo hacia el mostrador. Liam lo imitó. Bob estaba ahí,
recibiendo su bebida y mirándolo todavía. Liam trató de ignorar el nudo de
ansiedad en su estómago.
—No creo que sea tan fácil.
—No lo sabrás si no lo intentas.
Cris alzó la mano y llamó a Bob cuando este ya estaba a punto de retirarse.
Invitándolo a la mesa, Bob se acercó y saludo. Fue incómodo al principio, pero
Liam poco a poco se encontró relajándose y mascullándose en la conversación.
El resto de la cita salió bastante bien. Era fácil hablar con ambos. Y sobre
todo era la primera vez que tenía una conversación de más de tres palabras con
Bob. Era un buen oyente y un gran conversador. Se dio cuenta de que no
solamente era atractivo, también era inteligente y bastante atento.
Liam les habló sobre los proyectos de primavera. Al tener él los contactos,
sus otros colegas diseñadores le encargaron organizar la seguridad privada de
algunos de los eventos de esos días. Por eso había contactado a Cris. Sabía que
para su amigo y sus demás colegas policías un dinero extra no viene mal.
Además de que tendrían la ventaja de conocer una que otro modelo por ahí,
según las afirmaciones de Cris, era lo que más le ayudaba a motivar a sus amigos
para trabajar.
Poco después se despidió de ambos hombres, tomando un poco el consejo
de su amigo intercambio número de contacto con Bob. Era un paso al menos.
Que las cosas surgieran como el destino estaba señalando al seguir.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Liam tenía infinidad de invitaciones a fiestas de Año Nuevo. Eran


divertidas celebraciones donde el alcohol, el baile, el sexo y algo más alegraban
las almas solitarias al final e inicio de año. Pero esa noche en particular no estaba
de ánimo para andar de fiesta. Por algún motivo que no lograba comprender, ni
siquiera tenía ánimos para tomar y bailar esa noche.
Rechazando a un chico lindo como por sexta vez esa noche, Liam tomó una
botella de sidra de manzana de una de las mesas y se abrió paso entre la multitud
de invitados en la casa de Ricaido. Él había hecho un buen trabajo en organizar
este evento con el pretexto de conocer a más personas e impulsar su carrera
como modelo. Como lo prometió, Liam había llevado a algunos de sus amigos
en el medio del espectáculo. Eso quería decir que ahora que había cumplido
podría irse o por lo menos hacer lo que le plazca ¿Cierto?
Era Año Nuevo, y todo el mundo ya estaba abrió, dudaba que el objetivo de
Ricaido, que era conseguir patrocinadores y popularidad, se consiguiera una
noche. Pero al menos darles una buena fiesta le conseguiría puntos de
popularidad con todos.
Liam encontró un lugar tranquilo en el despacho de la casa, ir al segundo
piso sería una equivocación, tremendas orgías se estaban montando ahí. Había
estado en la casa de Ricaido un par de ocasiones, así que eso le dio la confianza
de entrar y cerrar la puerta.
Se sentó junto a la ventana, estaba nevando y era una hermosa noche. Había
buscado alejarse, ya que los sonidos de la fiesta, las risas de la casa lo estaban
haciendo sentir solo. Dolorosamente solo.
Abriendo la botella, se la llevó a los labios y tomó un gran trago. La sidra
era bastante dulce y no lo embriagaría, pero una forma de buscar un poco de
consuelo. Tal vez era buena idea ir a casa, pero no deseaba estar sumido entre las
sombras y el silencio. Tampoco era que pudiera ir a casa de Theo para armar una
fiesta de Año Nuevo entre ambos. Ahora mismo era tiempo de Gabriel. Frunció
el ceño, esto era otra cosa que le molestaba, estaba feliz porque su amigo al fin
se decidiera de las cadenas controladoras de su familia, pero eso quería decir que
Liam también perdía con las acciones de Theo. A Liam no le quedaba más
remedio de ahora compartirlo con Gabriel. Que triste y más le valía al doctor ser
agradecido.
Liam sacó su teléfono, encontró el número que buscaba y presionó
Llamar.
—¿Qué sucede?
Contestó Bruno con ese tono de voz tan grave que tenía y que este se hacía
aún más sexi cuando estaba enojado.
—Esa no es forma de contestarle a alguien que te llama para desearte un
feliz Año Nuevo.
Era ridículo que Liam fuera tan patético. Pero sin importar cuanto lo
intentara, Liam no pedía evitar que Bruno Heber le gustara. Y aún más… le
gustaba molestarlo y sacarlo de sus casillas.
—Estoy ocupado ahora…
—Y yo estoy triste y melancólico y se supone que eres mi amigo y debes
consolarme.
—Tu amigo es Theodore, no yo.
—Él ahora está ocupado y tú me debes un favor. Recuerda que fui yo quien
te ayudo a convencerlo de que comprometerse era mala idea.
Dijo exasperadamente.
>>—Y gracias a eso, mi amigo ahora está en una luna de miel, practicando
sexo salvaje con su arcángel del diablo, no tiene tiempo para mí. Es tu
responsabilidad ahora.
Hubo silencio en la línea. Liam podía imaginar a Bruno con las cejas
fruncidas y con la mano en la nariz claramente frustrado.
—Ya entendí, no tienes que ser tan explícito.
Bruno dijo, su voz tensa.
>>—No necesito esas ideas en mi cabeza.
Liam tomó otro trago de la botella, y luego rio.
—¿Acaso imaginar sexo entre dos hombres te molesta tanto?
Él suspiró.
—No soy homofóbico, simplemente no me interesa el sexo que practican
los demás. Pero contigo siempre todo gira en torno a conversaciones incómodas.
—Es solamente sexo, Bruno.
Observó las luces de la ciudad a lo lejos.
>>—Si no hablas de estos temas con los amigos para aclarar tus dudas,
¿Entonces con quién?
Él se rio.
—No somos amigos tan cercanos para esos temas.
Dijo Bruno carraspeando.
>>—Además no coincidimos en preferencias sexuales.
Dijo Bruno burlonamente.
—¿Alguna vez tan siquiera has considerado en hacerlo con un hombre?
—No.
Contestó Bruno bruscamente. Liam tomó otro trago de la botella y lo dejó.
Ahora deseaba algo un poco más fuerte. Tal vez embriagarse después de todo no
fuera tan mala idea.
—¿Ni siquiera una vez?
—¿Tú has pensado en estar con mujeres en vez de hombres?
Preguntó Bruno sin contestar a su pregunta. Sus labios se torcieron en algo
feo.
—Estuve con mujeres en el pasado y no fue satisfactorio. Fue ahí cuando
descubrí en realidad lo que deseaba.
Sonrió amargamente.
>>—Experimentar es la forma en la que mejor puedes averiguar si te gusta
o no. Si no lo intentas ¿Cómo vas a saber que no te atraen los hombres?
Hubo silencio en la línea.
—Entonces sugieres que me acueste con un hombre para cerciorarme de
que soy heterosexual.
Preguntó Bruno con voz grave. Liam se mordió el labio.
—Exactamente.
Liam murmuró arrastrando las palabras. Probablemente, debería callarse
antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse. Pero no parecía poder
detenerse. Quería decirlo.
>>—A mí no me molestaría hacerlo contigo.
Él rio.
>>—Si alguna vez consideras la idea de experimentar, estaría encantado de
ser voluntario.
Escuchó a Bruno inhalar inestablemente y luego exhalar.
—Estás diciendo puras tonterías, Liam.
Dijo, su voz sonaba extraña.
>>—Estás borracho. Ve a la cama.
Liam hizo un puchero.
—Ni siquiera he bebido. Y no soy un niño al que puedas estar ordenando
que hacer, Bruno Heber. No me iré a la cama mientras no encuentre a alguien
que vaya conmigo. Si no eres tú, te aseguro que en esta fiesta hay muchos
hombres guapos de los cuales elegir.
Bruno maldijo.
—Liam… ya basta de bromas. Te juro que esta noche no estoy de humor
para aguantar tus dramas.
—Yo no estoy bromeando.
Suspiró, miró su reloj.
>>—Pero seré bueno contigo por lo que resta del año.
Suspiró.
>>—Tengo que irme ahora, Feliz Año Nuevo, Bruno.
Escuchó la respiración de Bruno.
—Feliz Año.
Y después colgó. Frunciendo el ceño, Liam miró fijamente su teléfono.
Liam era un hombre patético, aunque se había jurado nunca volver a serlo, por lo
menos en lo que restaba del año, se revolcaría en maldita miseria.
CAPÍTULO 8
Debemos amar, no caer en el amor, porque todo lo que cae, se rompe.

Los primeros días de enero pasaron volando como pájaros en emigración.


Además de que todo el drama causado en los últimos días por Theodore y su
gran salida del closet lo mantuvieron ocupado y entretenido, la verdad. Los
chismes de la prensa y redes sociales eran sorprendentes.
Pronto sería el gran evento en beneficio del convento de la Trinidad. Estaba
todo listo y preparado para el gran día. Sin embargo, Liam era de los que
pensaban que un poco más no era demasiado. Y como lo que menos deseaba era
tener tiempo para pensar, pues se puso en contacto con otros colegas diseñadores
para sumarlos a la causa.
La verdad era que Liam había estado demasiado aburrido, sin amante de
momento y con su mejor amigo en plan nuevo galán y problemas familiares.
Además, simplemente lo único que hizo fue contactar a los colegas, chismear un
poco de la vida y proponerles lavar sus conciencias con una buena obra. Los
detalles técnicos y administrativos eran cosa de Bruno y Theodore.
Su única labor fue concretar un encuentro amisto, y era muy bueno
organizando desayunos con la finalidad de plan de negocios. Era el alma de las
fiestas y reuniones. Ya estaban casi todos, al menos de su parte, ya que faltaban
los involucrados en la causa.
Su taller ahora era también lugar de eventos. Esta mañana sus auxiliares
tendrían la mañana libre. Todo estaba bien limpio y organizado para sus
invitados.
Cuando escuchó ruidos en la puerta se dio cuenta de que alguien acababa de
llegar, pero ninguno que él hubiera esperado ver. Natasha Petrus, con sus fieles
guarda espaldas, estaban entrando con la elegancia que caracterizaba a esa
familia. <<Me olvidé de ella>> Ciertamente estuvo mostrando apoyo con
cuando a la causa se trataba, pero malvadamente pensó que ahora que lo que
fuera que hubiera planeado con Theo se terminó, abandonaría la buena obra. No
podrían culparlo por pensar así. Como buen anfitrión que era. Liam se
recompuso y se acercó a saludar a la mujer.
—Gusto en verte, Natasha.
—Hola a ti también, ¿hace cuánto que no nos vemos?
Liam hizo una mueca.
—¿Desde qué tu prometido de planto?
Preguntó con falso mal humor, la hermosa mujer frunció sus rojos labios.
—Creo que mi memoria falla un poco.
Dijo de forma coqueta.
>>—Según recuerdo, solamente llamaste para persuadir a mi prometido de
fugarse. Pero no nos vimos en persona.
Sonrió.
>>—Me temo, que de haber estado tú ahí, hubiera sido todo aún más
dramático.
—Y por supuesto funcionó. Puedo a llegar a ser bastante persuasivo.
Él había prometido a Theo y estaba haciendo hasta lo imposible por llevarse
bien con esta mujer. No era que le cayera mal antes. Solamente fue su
predisposición de despreciarla porque su amigo se iba a equivocar al casarse con
ella. No podía odiarla, era una buena mujer. Mejor que muchos políticos o
mujeres ricas estiradas que conocía, además de haberle salvado la vida a su
amigo semanas atrás, había ayudado incondicionalmente a Theo en esta semana
con todo el odio de la prensa y los problemas familiares.
—No puedo discutirlo.
Natasha sonrió y por fin ambos se saludaron con un beso en la mejilla.
—¿Trajiste postres para esta reunión?
Preguntó. Por lo que sabían Natasha estaba saliendo con un chef o algo así.
No estaba seguro. Ella rio y lo tomó del brazo.
—Lo siento querido, pero estoy iniciando nueva dieta y no puedo comer
carbohidratos.
Liam frunció el ceño. Esta mujer, lo que menos necesitaba era dieta, estaba
espectacular.
—Es una lástima, con lo mucho que me gusta el chocolate.
Entre broma y broma. Así fue como los encontró Bruno Heber. A Liam se
le borró inmediatamente la sonrisa. Después de su discusión por teléfono en Año
Nuevo, no habían hablado. Liam estaba furioso con el tipo, y esa furia solamente
aumentó cuando sin siquiera mirarlo, Bruno primero saludó a Natasha con una
sonrisa y un beso en la mejilla.
—¿A mí no me vas a saludar?
Se odió por intentar llamar la intención del hombre, pero tampoco
permitiría que lo ignorara deliberadamente.
—¿Te pregunto cómo has estado, o por los problemas que has causado?
Preguntó sin siquiera ofrecerle la mano para estrecharlo. Liam se hizo el
ofendido.
—Si serás grosero, yo soy un santo. El problema es que soy incomprendido.
Bruno gruñó.
—¿Santo? Lo que tú digas.
Apretó los labios.
>>—Creo que tengo demasiados argumentos para rebatir eso.
Miró a Natasha la cual observaba divertida la interacción de ambos
hombres.
>>—Theodore y él juntos son un dolor de cabeza. Y por separado no
disminuye tanto la problemática.
Liam se cruzó de brazos.
—No seas exagerado. Lo que sucede es que eres un amargado.
—El problema no soy yo. Tú pones a prueba la paciencia de cualquiera.
—¿Acaso estás molesto conmigo por algo? Estás siendo más gruñón que de
costumbre.
Él lo miró sin expresión.
—No sé de qué hablas. Yo solamente le comento los hechos a la señorita
Petrus.
—¡Oh! Qué dramático.
Dijo Liam con ironía. Natasha solamente observaba el intercambio entre
ambos.
>>—¿Desde cuándo te caigo tan mal?
—No es así. Pero no te haría daño dejar de ser tan dramático en ocasiones.
Liam hizo una mueca.
—¡Yo no soy dramático!
Exasperado llevó las manos a su cintura.
—¡Caballeros! Por favor. Compostura.
Intervino Natasha, pero Bruno y Liam se miraban como enemigos. Este
hombre tenía la capacidad de sacar lo peor de él. Y no entendía lo que está
ocurriendo. Por supuesto que imaginó que las cosas estarían tensas entre ambos,
pero no llegó a imaginar que Bruno estuviera tan molesto con él. Después de
todo, su extraña amistad estuvo progresando en los días que fueron cómplices
para ayudar a Theo.
—Será mejor que te disculpes, Bruno. Yo no tengo la culpa que seas tan
frío como un témpano de hielo.
Bruno entrecerró los ojos y apretó los labios renuentemente. Estaba claro
que no iba a disculparse.
—¡Dios! Es que ustedes dos siempre van a armar un escándalo por todo.
Intervino Theo colocándose en medio de ambos. Ni siquiera lo habían
escuchado entrar.
—¡Él comenzó!
Alegó. Sin embargo, Theo lo sujetó del brazo y lo alejó un poco de ahí.
—Suficiente, Liam. Siempre es lo mismo con ustedes dos. Y precisamente
hoy tenemos invitados.
Liam se zafó del agarre de su amigo. De reojo fulminó a Bruno con la
mirada, el doctor Gabriel estaba saludándolos, pero Bruno miraba hacia él,
desafiante. Liam lo quería asesinar.
—¿Por qué siempre a mí me echas la bronca? Tu primo es quien me saca de
mis casillas.
—Liam…
Theo rodó los ojos.
>>—Por Dios, estás hablando conmigo.
—Eres… Eres…
—¡Buen día, señores y señores! He llegado al fin.
Gritó una voz exageradamente alegre.
—¡Señor, ya llegó el verdadero drama!
Liam rodó los ojos. Alberto estaba aquí, la estrella de las pasarelas y la
zorra de las zorras.
—¿De qué hablas? ¿Qué no es tu amigo?
—Entre diseñadores rara vez hay amistad.
Liam fingió una sonrisa y alzó la mano para saludar a Alberto y entre
dientes susurró.
>>—Somos colegas que mantenemos una falsa cordialidad y espíritu de
competencia y superioridad.
Theo rio entre dientes.
—Y hasta ahora me lo adviertes.
—Solamente sonríe y deja que él se explaye.
Como bien sabía Liam, ahora mismo Alberto sería el centro de la atención
de todos. Le encantaba protagonizar el drama y por el bien de esta misión, ellos
deberían de soportar, verlo, pavonearse por todo el lugar.
—¡Oh mi dios! Qué hermosas botas.
Pronunció Alberto llegar más cerca a Natasha. Ella era signo de elegancia,
eso lo admitía Liam, pero tampoco era para tanto. Venía vestida con un sencillo
vestido rojo, botas altas negras y chaqueta a juego.
—Gracias.
Sonrió Natasha. Liam como buen anfitrión dejo su drama de lado y se
acercó a sus invitados.
—Alberto, bienvenido. Déjame presentarte.
Liam hizo lo correspondiente, comenzó con Natasha que no solamente era
la que estaba primero de derecha a izquierda de los tres presentes. Y como era de
esperar, Alberto fue zalamero con ella, hasta dos besos en las mejillas le plantó.
Con Gabriel fue un tanto lo mismo, pero Alberto se contuvo al reconocerlo de
los periódicos, hasta le sonrió a Theo y le dio la bienvenida a la fraternidad.
Theo y Gabriel sonrieron algo incómodos. Y la dramatización de la princesa
aumento cuando le presentó al último invitado, Bruno Heber.
—¡Por las once mil vírgenes!
Dijo el hombre abriendo mucho los ojos. Bruno, como el caballero que era,
no se apartó cuando el hombre se le acercó. El señor correcto no haría eso
aunque estuviera incómodo, Bruno a pesar de todo siempre era educado y cortes
sin importar la situación. Amablemente, le tendió la mano, la cual Alberto sujetó
enseguida con ambas manos, debía de añadir. Liam apretó la mandíbula.
—Un placer conocerlo, señor.
Dijo Bruno.
—¡Ay, no qué horror! Quítame ese señor de enfrente, puedes llamarme
Alberto.
—Mil disculpas, Alberto.
Se disculpó Bruno con cortesía, tratando de retirar su mano, la cual Alberto
mantenía firmemente sujeta.
—¡Oh mi dios!, con razón el postre siempre lo dejan para el final, ¿no?
Alberto rio tontamente incomodando más a Bruno, y haciendo a los demás
reír.
>>—Liam, de verdad te recomiendo que estreches la mano de este hombre.
Es increíble el corrientoso eléctrico que le atraviesa a uno en la espalda…
—Alberto, te recomiendo que no hagas enfurecer al señor Heber,
compórtate que son nuestros socios.
—¡Ay dios! Deja de gruñirme.
Afirmó Alberto, pero se inclinó, hacía a Bruno para susurrarle
>>—Me gusta cuando grita, es tan fácil hacerlo enfadar.
—Alberto…
Gruñó Liam en advertencia, pero Alberto ni caso le presto. Después del
divertido momento llegaron los representantes de la asociación infantil por parte
del estado y se comenzó la reunión. No supo cómo sucedió, pero Alberto quedo
sentado a un lado de Bruno y Liam tuvo que intentar no mirarlos. No le gustaba
nada que su colega tuviera la audacia de estar intentando seducir a Bruno
enfrente de todos. <<Maldita, zorra>>

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Bruno no tenía baja autoestima. A las mujeres les gustaba y a muchos


hombres les molestaba su seguridad. Era bastante bueno para liderar con
infinidad de personas y distintas actitudes. Sin embargo, últimamente, con todos
los problemas que no dejaban de caerle encima, la falta de sueño y el estrés
acumulado, le costó bastante trabajo no perder la compostura ante Alberto. Y
tontamente él había pensado que no había peor reina del drama que Liam.
Él no tenía nada en contra de la homosexualidad, solamente de la
extravagancia. Cualquiera que observara a su primo y al doctor Dave, ni siquiera
podrían adivinar que ellos eran pareja. En cambio, en Liam y Alberto era como
si les gustara exhibirlo en letras de neón fosforescente. Eran tan extravagantes.
Liam tenía mandíbula cuadrada, sus rasgos eran definidos, su piel era
bastante blanca, aunque no podía asegurar que no fuera maquillaje, hasta en
ocasiones podría observar a Liam utilizando delineador de ojos como si fuera lo
más normal del mundo en un hombre, su cabello cambiada de colores según la
temporada. Además, siempre utilizaba ropa llamativa. Ciertamente cualquiera
podría vestirse como le plazca, a él nunca le molesto, después de todo, Liam era
diseñador de modas. Pero le echaba la culpa de su incomodidad a la falta de
sueño.
—¿En qué piensas? Estás muy callado.
Poco a poco, todos en la reunión se fueron marchando en cuando firmaron
los acuerdos. Bruno se quedó al último al ser el diseñador de los contratos y
aparte había recibido una llamada urgente. Se apartó para contestar y cuando
volvió, prácticamente todos se habían marchado, a excepción del anfitrión.
—Sabes que no soy de los que hablan mucho.
Bruno estaba terminando de acomodar sus cosas. Debió ser más cuidadoso.
No fue su intensión quedarse más de lo necesario.
—Estás más callado de lo normal.
Liam suspiró dramáticamente y se acercó a la mesa, sus dedos
tamborilearon sobre la madera, y recargó la cadera contra la mesa.
>>—¿Aun estás enfadado por mi llamada de Año Nuevo?
—Ya lo he olvidado.
Bruno cerró su maletín y miró a Liam a los ojos.
>>—Ahora si me disculpas tengo trabajo…
En un movimiento rápido, Liam se colocó frente a él, empujándolo contra
la mesa. Liam alzó ligeramente las cejas.
—¿Fue divertido para ti ponerme celoso coqueteando deliberadamente con
Alberto?
Acusó. Bruno entrecerró los ojos.
—¿De qué hablas? ¿Acaso enloqueciste?
Liam golpeó su pecho con el puño, no fue un golpe fuerte ni nada así.
Bruno sujetó su muñeca con su mano libre.
—Tengo años rogando tu atención y de buenas a primeras vas y le sonríes
coquetéame a la primera zorra que te lanza las pantaletas.
Liam parecía realmente furioso, y Bruno estaba desconcertado.
Ciertamente, nunca fue desconocido para él que Liam estaba interesado en él.
Pero era absurdo, Bruno solamente pensaba que era una obsesión ridícula por
parte del amigo de su primo.
—Esta charla es irracional. Estás siendo dramático de nuevo. Solamente
soy cordial cuando se trata de negocios.
Bruno intentó apartarlo.
>>—Además, sabes que no tengo interés por los hombres.
—Pues te veías bastante interesado en esa puta.
Dijo Liam furioso.
—¿Puta? ¿Así te refieres a tus amigos?
—Él no es mi amigo. Somos colegas de la moda.
Dijo con voz ronca. Encogiéndose de hombros.
—Como sea. No importan las intenciones de tu colega, yo solamente fui
amable. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer.
Bruno logró apartarlo lo suficiente como para alejarse de la mesa, pero en
esta ocasión, Liam lo empujó contra la pared. Esto ya era demasiado. Bruno
sintió que se le apretaba el estómago.
>>—Suficiente, Liam ¿Acaso bebiste o te metiste algo? Será mejor que te
apartes o no voy a responder de mis actos.
Bruno en verdad no era homofóbico y no tenía nada en contra de Liam,
pero esto ya era acoso.
—¿Por qué no me das una oportunidad?
Dijo Liam débilmente. Y esa súplica en su mirada, hizo que Bruno
desistiera en empujarlo lejos de un puñetazo. ¿Qué le sucedía? En el pasado no
era sorprendente que de alguna forma Liam lo acosará y él lo rechazará. Todo
terminaba en broma, pero ahora por alguna razón algo estaba resultando ser
peligroso.
>>—Estoy seguro que puedo lograr que te guste estar conmigo.
Liam inclinó la cabeza hacia un lado.
—Liam, ya basta.
Gruñó Bruno.
>>—Esto ya está resultando incómodo. Recapacita tus acciones.
Liam se pegó más contra su cuerpo y se estiró para intentar besarlo, Bruno
apartó la cara y lo sujetó por los antebrazos intentando alejarlo.
—Soy bueno en la cama, Bruno. Te lo prometo. Sé que te gustara estar
conmigo. Hasta pudo travestirme[6] de mujer si lo deseas.
Sorprendiéndolo, Liam se pegó más a él y rodó sus caderas.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?
Preguntó Bruno, con rostro encendido. Esto ya iba más allá que una simple
broma.
—¿Algún problema?
Preguntó Liam y rodando las caderas de nuevo, moliéndose contra Bruno.
—Suficiente, Liam. Si esta es una de tus bromas, ya te estás pasando.
Ordenó Bruno empujándolo del todo. No sintió remordimiento al ver a
Liam tambalearse, pero no cayó al suelo.
—Broma ¿Quién está bromeando?
Dijo Liam suavemente, mirándolo a los ojos.
>>—Sabes que me gustas y quiero follar contigo. ¿Qué tiene de malo?
Además no es como que te desagradé tanto, sentí a tu polla contraerse en tus
pantalones.
No estaba… Bruno lo miró furioso.
—No soy un homosexual.
Liam sonrió mirándolo divertido.
—Dile eso a tu polla.
Bruno apretó los dientes.
—Cualquier miembro de un hombre, reaccionaria si alguien crea fricción.
Eso no me convierte en un homosexual.
—Por supuesto.
Liam sonrió.
>>— Un agujero es un agujero. Es solamente sexo Bruno y yo quiero
hacerlo contigo.
Liam entonces entrecerró los ojos y se acercó.
—Una vez, Bruno. Solamente te pido una vez.
La expresión de Liam se oscureció.
—Estás siendo ridículo. Desconozco que tontería está sucediendo, pero ya
me estoy comenzando a molestar. No me interesas de esa forma.
Bruno resopló.
>>—Y de no ser por Theo, te aseguro que no tendría ganas de volverte a
ver.
Algo parpadeó en los ojos de Liam antes de que sus labios se convirtieran
en una sonrisa.
—Tal vez deba hacer que me odies de una vez por todas. Eso me ayudará a
superarte.
Bruno no comprendió lo que dijo hasta que fue un poco tarde. Sin
esperárselo, Liam volvió a abalanzarse sobre él. Bruno se puso rígido cuando
sintió que él sujetaba su entrepierna con una mano. Con el codo, Bruno lo golpeó
en el estómago, él no era un hombre violeto, pero estaba siendo atacado. Era
instinto, no era la primera vez siendo miembro de la familia Heber que tenía que
utilizar la fuerza para protegerse.
Bruno consideró que no lo golpeó tan fuerte, pero Liam cayó de rodillas
delante de él con una mano sosteniéndose las castillas. Jadeando, Liam le sonrió
y lo miró con desafío.
—Ahora estoy de rodillas ante ti. Y me debes una apuesta. Una comida
¿No? ¿Qué tal como pago me das de comer tu polla?
Antes de que pudiera reaccionar, Liam apretó los labios entreabiertos contra
la entrepierna de Bruno. Del shock, Bruno no pudo reaccionar, no quería hacerle
más daño a Liam. No pudo hacer otra cosa que mirar a Liam mientras arrastraba
su boca sobre el bulto de sus pantalones.
—Ya basta, Liam. ¿Por qué te humillas así?
Su cerebro decía una cosa, pero su polla, tan dura que era doloroso, estaba
pensando en otra. ¿Por qué estaba tan duro, maldita sea? Mirándolo a los ojos,
Liam se frotó la mejilla contra la erección de Bruno como un gato.
—¿Cómo te sientes al saber que un homosexual te provocó una erección?
Y Bruno enfureció. Fue una cuestión de orgullo. Le desagrado ver la
satisfacción en la mirada de Liam. Quería golpearlo de nuevo y lanzarlo lejos.
Pero a causa de su ego herido, sus frustraciones acumuladas y su coraje del
momento. Bruno tiró de su cremallera hacia abajo, sacó su polla y la empujó en
la boca hacia la boca de Liam
—¿Esto es lo que quieres, Liam?
Preguntó con una voz peligrosamente grave.
>>—Adelante. Abre la boca y trágala entera.
Bruno no era un hombre de naturaleza agresiva. Todos pensaban que siendo
un hombre tan serio era muy malhumorado. Pero no era así. Simplemente, era de
los que pensaban que el silencio en situaciones incómodas era mejor. Él
observaba, analizaba y actuaba. Siempre encontraba una ventaja en no
reaccionar impulsivamente. Pero ahora…
>>—Abre la boca, Liam. Te daré lo que tanto has deseado.
Liam gruñó, atragantándose con la gruesa longitud en su boca, sus ojos se
volvieron cómicamente anchos. La vista era … Grotesca, algo que Bruno jamás
espero ver. Claramente, Liam había estado faroleando. No creyó que lograría su
objetivo al presionar tanto a Bruno.
Liam miró a Bruno, apretó sus labios alrededor de la polla de Bruno, y
chupó. Bruno controló en todo momento sus reacciones. No quería darle el
placer de verlo vulnerable. No era de piedra, por supuesto, llevaba poco más de
un mes en abstinencia autoimpuesta y su ego herido le impedía reaccionar ante
tal acto. Aunque estaba resultando ser complicado. El calor, la humedad, la
cantidad perfecta de succión, eran demasiado y antes de que Bruno pudiera
detenerse, sus caderas se empujaban dentro y fuera de la boca de Liam. En
ningún momento apartó la mirada de los ojos de Liam, mientras follaba su boca.
Esto era una aberración, era un error, pero ya no podía detenerse. Con Liam
estaba deshaciéndose de todas sus frustraciones acumuladas desde el día de
Halloween <<Nuevamente estás haciendo una tontería y en esta ocasión no
puedes culpar a la bebida>>.
Antes de darse cuenta, llegó a su límite, ahogó por completo sus gemidos y
de placer y terminó corriéndose en la garganta de Liam. Durante un largo
momento, solamente hubo silencio y una incomodidad abrumadora. Cuando
Liam liberó su polla, Bruno inmediatamente se apartó y ajustó sus pantalones.
—¿Estas contentó ahora?
Preguntó sin siquiera mirarlo. Se agachó a recoger su maletín del suelo. De
reojo se dio cuenta de que Liam continuó en el piso con la cabeza gacha.
>>—Para mí, esto jamás sucedió.
Dijo con voz ronca mientras se dirigía hacia la puerta. Por su parte, Liam se
limpió la boca, mientras se sentía la peor mierda del mundo ¿Qué había hecho?
—Claro.
Dijo Liam poniéndose de pie, pero no pudo girarse para mirar a Bruno
mientras este prácticamente salía corriendo de su estudio.
>>— Gracias por… Esto…. Fue... interesante.
Murmuró, pero Bruno ya no estuvo ahí para escucharlo. Y no lo culpaba
por escapar así. Liam había hecho una tontería. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué lo
había hecho? Corrió hacia el baño con las náuseas asaltando su estómago. Nunca
se había sentido tan patético y enfermo en su vida. ¿Por qué se había humillado
así? En su defensa alegaría que su plan inicial sonaba viable. Hacer que Bruno lo
rechazara tanto para que de esta manera lograra superar su enamoramiento
absurdo. Pero jugo con fuego y salió quemado.
CAPÍTULO 9
Estamos tan acostumbrados a todo lo que es malo, que cuando sucede algo
bueno dudamos si es real.

—¿Qué te vas de vacaciones a las montañas?


Pregunto Theo con incredulidad. Liam se sentó en el sofá al estilo indio,
tenía un plan. El evento a favor del convento de la Trinidad y su refugio había
sido un éxito. De no ser porque tuvo ese evento en puerta, Liam hubiera decidido
escapar de la ciudad días antes.
—Necesito vacaciones.
Explicó encogiéndose de hombros mientras tomaba un sorbo a su café.
—¿Vacaciones?
Repitió Theo sin no creérselo.
—Sí, vacaciones, tú ya tuviste tus días de amor con tu doctor y ahora
estarán ocupados con su nueva función de padres. Tampoco tendrás tiempo de
salir de copas conmigo y yo necesito distracción.
—¡Liam!
Liam rodó los ojos.
—¡Por favor! No me vas a negar que tuviste un activo año nuevo y una
feliz posguerra también.
Estaba feliz por su amigo, de momento su familia lo había dejado tranquilo.
Sin embargo, las cosas estaban tensas y sería peor ahora que los Heber se
enteraran de que Theo sería padre de acogida de Daniel y si todo salía bien en un
periodo de un año lo adoptaría formalmente. Solamente faltaba la boda con
Gabriel, no obstante Theo ya se lo había advertido que era bastante complicado
en este momento.
—¡Liam ya deja de tomarme el pelo!
—Yo no hago tal cosa.
Se rio.
>>—Pero es bastante obvio al contemplar la forma chueca en que caminas
que el doctor Gabriel no está perdiendo el tiempo.
Theo levantó las manos en señal de rendición.
—Deja de hablar de mi vida privada.
Theo suspiró.
>>—Volvamos al punto principal. ¡Tú no tomas vacaciones!
Recalcó su amigo.
>>—Bueno no al menos en las montañas. Liam, ahí no hay centros
comerciales, o cines y sobre todo ¡Odias estar al aire libre!
—Es una cabaña de lujo, con una enorme chimenea y una bañera tan grande
como una piscina. No hay nada mejor que una bañera, agua caliente y una copa
de vino.
—Algo raro estás tramando, ¡tú no tomas vacaciones!
—Bueno, ahora quiero vacaciones, ¿qué hay de malo en eso? Solamente
quiero un par de días libres.
Se encogió de hombros.
>>—Quien sabe, tal vez allá me encuentre un montañés sexy con quien
pasar un buen rato.
Theo entrecerró los ojos, su amigo lo conocía muy bien, pero Liam trato de
parecer calmado y no descubriera sus intenciones.
—¿Qué planeas?
Liam levantó la mano derecha solemnemente.
—Prometo que no asesinaré a nadie, que no golpearé a nadie e incluso no
me pelearé con nadie.
Theo rodó los ojos.
—Esto es raro, Liam, a ti no te gusta nada de la naturaleza. No me
extrañaría que desearas ir a París o alguna ciudad extravagante, pero ¿A las
montañas?
—Solo serán un par de días.
—Da lo mismo que sea una semana, lo raro es que precisamente sea a las
montañas, eres alérgico a la naturaleza y al aburrimiento.
—Exageras.
Aseguró Liam encogiéndose de hombros.
—Sí, claro.
Theo rodó los ojos.
—El sarcasmo no te queda.
—Pero a ti sí, y esto no eres tú.
Liam se levantó dejando la taza sobre la mesita de café.
—Eso, querido amigo, demuestra que todavía te puedo sorprender, ahora si
me disculpas, tengo que irme, aún tengo trabajo que hacer.
Todo mundo pensaba que Liam era insensible, pero no era así. Con los años
había aprendido a endurecer su piel para evitar que otros criticones le hicieran
daño con malos comentarios y críticas espantosas. Sin embargo, cuando se
trataba de una acción hecha por él mismo, por supuesto que llegaba a sentir
culpa. Mucha culpa. Los remordimientos de conciencia no lo dejaban tranquilo.
Había sobrepasado la línea con Bruno y ahora necesitaba averiguar cómo reparar
el daño.
Primero que nada, necesitaba un poco de paz y tranquilidad para pensar
bien las cosas. Ciertamente, las montañas no eran lo suyo, sin embargo, también
casi un año antes le había prometido a Cris ir con él de campamento. Ni siquiera
recordaba haber dado su parte meses atrás para el hospedaje de la cabaña y ahora
era momento de cumplir. Solamente era un fin de semana, por supuesto que él
no haría senderismo, ni montañismo, ni nada de lo que se hiciera en ese lugar.
Solamente se sentaría enfrente de una chimenea y analizaría cada acción de su
vida.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Sus días de vacaciones en calma, resultaron ser bastante ruidosos. Resultó


que la cabaña rentada por su amigo, Cris, no fue solamente para dos personas,
sino para cinco. Y según Cris, si le había dicho, no obstante, Liam recordaría sin
duda si él le hubiera advertido que compartiría espacio con otros tres policías
aparte de Cris.
Y aunque estuvo tentado a bajar de la montaña al inicio, su fin de semana
no estaba siendo tan malo. Estos hombres eran bastante divertidos, a excepción
de Bob, tal vez o solamente era la predilección de Liam por los hombres serios.
Ahora mismo, mientras Cris, Eloy y Faed, estaban buscando leña para
prender una fogata. Liam estaba sentado en una roca, abrigado hasta los dientes,
y observaba a Bob pescar en medio del agua, con un mono y botas de plástico.
Liam estaba congelándose, pero el hombre parecía estar en primavera.
Mientras él pescaba, Liam estaba ahí supuestamente como apoyo por si
necesitaba algo. Lo cual era una tontería. Porque si al final el hombre caía al
agua y lo arrastraba la corriente… Liam poco podría hacer. Además, ni siquiera
se le antojaba el pescado. Al menos no comerlo tan primitivamente como estos
hombres pretendían. “Asado a las brasas” le habían dicho. No había forma en el
infierno que Liam pudiera comer algo sin platos ni cubiertos.
—Nunca imagine que Cris te convencería de venir.
Comentó Bob. Desde el día anterior que habían llegado, nunca habían
estado solos para conversar. Y desde que intercambiaron números de teléfono en
la cafetería, Liam nunca supo cómo comenzar una conversación. Y estando los
demás, no era como si el hombre hablara mucho. Suponía que esta misión de ser
su auxiliar fue impuesta por sus compañeros para que ellos conversaran un poco.
—No me convenció.
Replicó Liam.
>>—Me engaño… o mejor dicho, omitió algo de información.
Bob se encogió de hombros.
—Así es él. Siempre busca la manera de salirse con la suya.
Él, calmadamente, siguió lanzando la caña de pescar.
—Aunque, le agradezco por traerme. Necesitaba algo de tiempo para
pensar.
Liam sacudió la cabeza.
>>—Necesito planear cómo disculparme correctamente con un amigo.
Liam no fue consciente de lo que dijo, hasta que lo dijo.
—¿Disculparte?
Preguntó él.
—Hice algo malo.
Comentó atrayendo sus rodillas hacia el pecho. No le gustaba hablar del
tema con un completo desconocido. Pero al parecer a Bob no le importaba
escucharlo.
>>—Lo siento, no quiero molestarte con mis problemas.
—No me molesta.
Contestó él mirándolo largamente, antes de volver su atención al río.
>>—Pero comprendo si no quieres contarme lo sucedido. Además no hace
falta saber los detalles. Mientras no hayas matado a nadie, todo tiene solución.
Dios querido, Liam deseaba poder contarle todo para poder deshacerse de
esa carga, pero estaría muy avergonzado de ello. Después de todo, no era
desconocido para él, que a Bob le gustaba y no deseaba que lo aborreciera si se
enteraba ahora lo mala persona que era.
—No mate a nadie, pero tampoco es tan sencillo. Hice enfurecer a un
amigo.
Bob no reaccionó a sus palabras, él siguió concentrado en su tarea.
—No serías el primero ni el último, que hace enfurecer a sus amigos. Creo
que es parte de la amistad.
Contestó lanzando de nuevo el anzuelo.
>>—Lo único que tienes que hacer es disculparte apropiadamente.
Liam soltó un suspiro.
—No es tan sencillo.
Dijo ladeando la cabeza.
>>—Dudo mucho que él me brinde la oportunidad.
—No sabrás si no lo intentas.
Replicó.
>>—Si lo necesitas… puedes obligarlo a escucharte.
Agregó.
>>—No hay una regla que diga que no puedes hacer lo necesario para
hacerte oír.
Liam encontró que su honestidad era refrescante.
—Tal vez tengas razón. Total, ya está molesto conmigo. Forzarlo a
escuchar mi disculpa no podría empeorar la situación ¿O sí?
La sonrisa de Bob estaba llena de ternura.
—Esa es la actitud. Haz lo que sea necesario para volver a sonreír. Sea lo
que sea que haya sucedido entre ustedes, te está pesando. Vale la pena que lo
arregles.
Por lo general, Liam siempre pensó que el hombre era bastante callado, y
tal vez así era. Sin embargo, ahora que estaban teniendo esta pequeña charla lo
entraba… tranquilizador y alentador. Además de que cuando él sonreía sin duda
alguna lucía bastante apuesto. Liam tuvo que obligarse a concentrarse en lo que
estaban hablando.
—Tal vez voy a necesitar que me prestes un par de esposas. Me encadenaré
a él hasta que escuche mis disculpas.
Bromeó. Bob rio.
—O tal vez podríamos encerrarlos juntos en una celda. Eso sería más
efecto.
Comentó Bob con una sonrisa. Él alzó la caña de pescar y se acercó al
borde de las rocas para buscar más gusanos para el anzuelo. Liam hizo mala cara
al observar la cosa.
—Eso también sería de ayuda.
Aseguró Liam. Mientras observaba como él preparaba de nuevo el anzuelo.
>>—Gracias por escucharme.
Dijo sinceramente. Bob le regaló una larga mirada.
—Cuando quieras. Soy bueno escuchando.
Su voz fue lenta y vacilante. Liam sonrió con sinceridad. Ahora no se
arrepentía de venir, y agradecía poder hacer un nuevo amigo.
CAPÍTULO 10
El amor imposible solo es una fuente de tristeza y desesperanza.

Liam estudió a la multitud en el gran salón de baile con un ojo vigilante. La


fiesta estaba en su apogeo, no conocía en persona a ninguno de los aquí
presentes. Sabía que muchos eran figuras públicas y funcionarios de gobierno.
Este no era su ambiente de movimiento, pero Gracias a Natasha Petrus estaba
aquí. Ella lo trajo como acompañante y hasta tenía una habitación reservada en
el hotel. Ahora que Theodore estaba lejos de este medio y de su familia, no le
había quedado más remedio que recurrir a la mujer para ayudarlo.
En los últimos días, Liam había reflexionado acerca de todos sus errores
<<Que no habían sido tantos como pensaba>> Aun así, si era cierto que
deseaba cumplir su objetivo de Año Nuevo de cambiar un poco sus malos
hábitos, lo primero que tenía que hacer era disculparse con la persona a la que al
parecer había ofendido nada más al iniciar el año, Bruno. Y no solamente lo
ofendió, sino que casi…
Eso había sido una reverenda estupidez, no podía creer que hubiera caído
tan bajo. Había hablado con su terapeuta y había llegado a la conclusión que ya
era hora que superara su pasado, junto con esa obsesión absurda.
¿Pero cómo disculparse, si Bruno ni le dirigía el saludo? Lo intentó en el
evento de caridad y Bruno siempre logro esquivarlo. Le llamó infinidad de
veces, y nunca contestó. Ni mensajes, ni correos electrónicos le contestaba.
Oficialmente, esta fiesta estaba destinada a la celebración de compromiso
de una amiga de Natasha con otro político importante, ella le había asegurado
que Bruno Heber junto con otros Heber estaba en la lista de invitados. Es por eso
que estaba ahí. Conocía a Bruno y él jamás armaría un escándalo delante de
tantas personas y su familia. Tenía una mínima oportunidad para que él lo
escuche. Y después se prometía nunca más molestarlo.
Liam suspiró mientras tomaba otro sorbo de champán de su vaso. El
brebaje burbujeante quemaba su garganta. Deseó algo más fuerte, pero
nuevamente no sería buena idea. Beber siempre lo obligaba a hacer estupideces.
Quería cambiar de verdad. No era que de buenas a primeras se convertiría
en un amargado. Él disfrutaba de la vida, le gustaba la música, el baile, viajar,
reír y divertirse. Solamente deseaba disminuir alguno de sus excesos. Además de
que ver a ahora a Theo tan feliz a lado de Gabriel y Daniel, lo hacía sentir
bastante nostálgico.
La soledad había empezado a atormentarlo, más recientemente. Estaba
claro que su maldición familiar, jamás le permitiría tener algo como lo que Theo
estaba construyendo, y aunque se había resignado a su mala suerte, no era como
si no deseara enamorarse de verdad.
Sus ojos se posaron en la imponente figura de hombre que era el dueño de
sus fantasías húmedas desde siempre. Y más últimamente, aunque fue un terrible
error de su parte acosarlo de esa forma aquella tarde, no podía quitarse de la
cabeza a Bruno Heber y anhelar lo que podrían tener. Había sido un desastre,
todo el tiempo vio la contención y el odio en la mirada de Bruno mientras
utilizaba su boca, pero, aun así…
—Soy un masoquista.
Murmuró para sí mismo. Era mejor que saliera de su ensoñación y se
convenciera de una buena qué vez que aunque Bruno estuvo excitado y se corrió,
no quería decir que lo hubiera deseado de verdad. En teoría, Liam
proactivamente lo había violado.
Liam consideró que tal vez Bruno no asistiría y perdería de nuevo una
oportunidad para disculparse apropiadamente. Y aunque estaba ahí, también
dudaba que pudiera acercarse. Bruno parecía salir de su camino para evitarlo.
Ahí estaba, tan cerca y, sin embargo, tan lejos.
Armándose de valor, volvió a intentarlo. Sondeó constantemente la zona
por donde Bruno interactuaba con los otros invitados y espero su oportunidad.
Lo más probable es que Bruno corriera en la otra dirección una vez que viera a
Liam acercarse lo suficiente.
Su corazón comenzó a latir un poco más rápido con cada paso que daba.
Observó atentamente y en cuanto vio que la dama con la que estaba conversando
se disculpaba y se alejaba, Liam corrió hacia él.
Mientras lo abordaba, se fijó en el momento exacto en que Bruno se dio
cuenta de su intención. El hombre se tensó e intentó alejarse, pero Liam fue más
rápido y le cerró el paso. Tragó saliva y las imágenes sensuales invadieron su
mente. Podía verse así mismo de nuevo de rodillas frente a él a merced de
Bruno. Podía sentir la gruesa polla de Bruno de nuevo entre sus labios. Algo
muy dentro de Liam presentía que tal vez Bruno sería capaz de darle todo lo que
Liam había anhelado y siempre había tenido miedo de encontrar. Pero, por
supuesto, Liam nunca podría tener la esperanza de eso, dado que Bruno no lo
tocaría ni con un palo de tres metros.
No obstante, dada la situación, estaba seguro de que ahora ni siquiera una
amistad podría existir entre ellos. La comprensión fue como un balde de agua
helada sobre la excitación de Liam. Siempre había sabido que Bruno era
heterosexual y él había forzado una situación absurda, terminando así con la
poca amistad que habían establecido en los últimos meses.
Con ese nuevo entendimiento le vino un tremendo deseo de huir del salón
de baile y dejar las cosas como estaban. Pero eso no sería un acto adulto. Tenía
que disculparse. Además, no era un niño que lloraba cada vez que no se salía con
la suya. Podía lidiar con esto. No tenía otra opción. Pegando una sonrisa en su
rostro, se dirigió al lado de Bruno.
—Hola, tiempo sin verte.
Asintió con la cabeza a Bruno, él miró a otra parte, menos a Liam.
>>—¿Tendrás un minuto? Quiero conversar contigo de algo importante.
—Ahora no tengo tiempo.
Dijo Bruno, su voz fue baja y ronca.
>>—Te llamaré después.
Eso fue una gran mentira, Liam se dio cuenta de que solamente fue una
estrategia para deshacerse de él.
—Solamente quiero un segundo para poder disculparme apropiadamente.
Susurró, no deseaba que nadie más escuchara la conversación.
>>—Si hay algo que pudiera hacer para reparar lo que hice…
Y aunque la culpa que sentía lo obligaba a disculparse e intentar reparar el
daño que había hecho, jamás espero ser tratado tan fríamente por parte de Bruno.
—Si hay algo que puedes hacer.
Entonces Bruno lo miró con esa fría mirada que lo caracterizaba.
>>—Puedes permanecer lejos de mí.
Dijo Bruno, con un tono que había llegado a ser tan frío como el hielo.
>>—No quiero estar cerca de ti nunca más.
Liam se sintió como si le hubieran dado una bofetada. Durante toda su vida
había sido tratado como una basura por más de una persona. Nunca le importó,
esas personas solamente eran patéticos homofóbicos. No le importaba lo que
pensaran de él, puesto que no eran importantes para Liam. Pero Bruno…
—Comprendo…
Logró balbucear, dio un paso atrás.
>>—Cuidase, señor Heber.
El sabor amargo de la humillación en su boca solamente fue superado por el
dolor en su corazón. No sabía por qué sentía incluso esto. Nunca había tenido
ningún tipo de relación con Bruno, más allá de la distancia conocida. La
atracción que experimentaba era claramente unilateral. Liam debería haberla
superado mucho tiempo atrás. Ya se lo había advertido Theo.
Sin mirarlo una segunda vez, hizo una rápida retirada. Por unos pocos
momentos, consideró irse de una buena vez. Pero primero necesitaba calmarse,
después buscaría a Natasha y se despediría apropiadamente. No era tan patético
como para avergonzarse a sí mismo y salir huyendo como novia despechada en
fuga.
Salió del salón de baile y se dirigió a otra parte del hotel. Su visión se
volvió borrosa por las lágrimas mientras buscaba un lugar apartado para
calmarse. Se prometió a sí mismo jamás a llorar por un hombre, no sería tan
patético como su madre.
En una se las salas continuas. Encontró un balcón vacío y cerró las puertas
francesas detrás de él. Una vez solo, se apoyó contra la pared. Afuera hacía
bastante frío, el helado invierno ya estaba remitiendo, pero aún les quedaban
unas semanas de vientos helados y temperaturas bajas. El frío no le molestaba,
era mejor de esa forma, concentrándose en el frío, le impedirá sentir el dolor en
su corazón. Permaneció ahí, respirando y aclarando sus ideas.
Por desgracia, su soledad se vio interrumpida cuando las puertas de cristal
se abrieron. Un hombre entró y miró alrededor. Sonrió cuando vio a Liam.
—Pero qué suerte la mía. Vengo a fumar y me encuentro con agradable
compañía.
Dijo el desconocido.
>>—¿Qué estás haciendo aquí todo solitario?
Genial, simplemente genial. Otro maldito heterosexual que le gustaba
batear para el lado oscuro y fanfarronear de eso. Liam no ocultaba nunca sus
preferencias sexuales. Era una figura pública y todos lo sabían. Y con llamativa
y elegante forma de vestir era bastante obvio que otros adivinaran que él era
homosexual. No obstante, hoy había optado por un traje gris oscuro, camisa
blanca y zapatos formales y aburridos. Lo único que delataba su estilo único era
su cabello con mechas tintas. Él hubiera optado por un traje con más estilo, pero
no le pareció correcto para la ocasión. Lidiar con un borracho baboso era lo
último que necesitaba. Ignoró al hombre, esperando que el otro hombre captara
la indirecta y únicamente se fuera.
>>—Soy William. ¿Cuál es tu nombre?
Cuando Liam no respondió, William se acercó y lo miró fijamente.
>>—Espera, te conozco. Eres el diseñador de modas que llegó
acompañando a Natasha Petrus ¿No es así? Soy primo de Natty.
Liam arrugó la nariz cuando el olor del alcohol golpeó su nariz.
—Escucha, William. En este momento no soy la mejor compañía.
Masculló Liam, alejándose de la pared. Estaba claro que su momento de
paz estaba perturbado. Era mejor marcharse de una vez.
—Oh, amigo. No te ves bien. Puedes confiar en mí. Soy bueno escuchando
y consolando.
William lo sujetó del brazo y volvió a empujarlo contra la pared.
>>—Y también soy bueno consolando…
Susurró en el oído de Liam. Sin decir una palabra, Liam lo empujó, se
dirigió de nuevo hacia las puertas corredizas, pero no tuvo la oportunidad de
dejar el balcón. El hombre agarró su brazo nuevamente, pero con más fuerza y lo
atrajo hacia sí.
>>—No vas a ir a ningún sitio.
Gruñó William.
>>—Estaba intentando ser cortes, pero no voy a permitir que un putito
como tú me desprecie de esa manera.
Liam luchó por liberarse de las garras de William, pero el hombre era
sorprendentemente fuerte.
—Suéltame.
Gritó.
>>—No me interesan los hombres idiotas heterosexuales con un palo en el
culo.
—Será mejor que cuides tu lengua, zorrita.
Respondió William, imperturbable. Rodó a Liam contra la pared, con las
manos inmovilizadas con su puño grande. Su otra mano viajó debajo de la
camisa de Liam en una lujuriosa y nauseabunda caricia.
>>—Ustedes son los culpables por andar de calienta pollas y luego se dan
baños de purezas detrás de sus banderas.
Liam levantó la rodilla y aplicó el golpe más duro que fue capaz de reunir a
los testículos de William. El hombre aulló de dolor y lo liberó. Liam aprovechó
la distracción para salirse del agarre de William. Pero el hombre se recuperó
mucho más fácil de lo que Liam esperaba.
>>—Tú, maldita, zorra.
La voz de William se convirtió en un gruñido animal.
>>—Voy a desgarrarte el culo.
Liam no pudo evitar un grito cuando el gran cuerpo de William se estrelló
contra la espalda y lo envió a caer al suelo. Se desplomó con el hombre encima
de él, mareado y asustado. Antes de que lo supiera, William estaba intentando
bajarle los pantalones, iba a ser violado.
Por más que se esforzaba, simplemente no podía liberarse de las garras de
un hombre mucho más fuerte y más grande. Además, William le tapó la boca,
para que no pidiera ayuda.
>>—Tú, sucia puta
William se rio en su oído.
>>—Te follaré tan duro que no serás capaz de caminar mañana.
Las lágrimas de frustración nublaron su visión. ¡Por favor, ayuda! ¡Que
alguien me ayude! ¡Bruno!…

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Bruno se maldijo mientras bebió otro trago. Había estado demasiado brusco
con Liam, lo sabía. Pero no podía evitarlo. Aún estaba furioso con él y consigo
mismo por lo sucedido.
Durante estos días lo había evitado exitosamente, ya que no sabía cómo
reaccionaría al tenerlo enfrente. No quería odiar a Liam o que él lo odiara.
Ambos tenían culpa en ese problema y ciertamente tenían que hablar y
resolverlo, o todo se complicaría. Para empezar tenían negocios juntos y Theo
sería el primer afectado en todo esto.
Abandonando su vaso sobre la mesa, salió del salón de baile. Encontraría a
Liam y pediría disculpas. Tal vez no pudiera darle lo que Liam deseaba de él,
pero eso no significaba que debieran ser enemigos. Bruno estaba herido por lo
que Liam lo obligó a hacer, pero una parte de él sabía que jamás podría odiarlo
de por vida. Él era un adulto y si hubiera deseado apartar a Liam en ese
momento, lo habría hecho. Pero no lo hizo. Se prestó a ese absurdo juego.
Sacó su teléfono móvil para llamarlo, cuando vio a un par de camareros del
hotel algo asustados y cuchicheaban para sí mismos algo nerviosos. Sus vistas se
dirigían constantemente a la sala de descanso anexa. Había muchas salas de
descanso en todo el hotel, lo sabía. Él se había hospedado muchas veces en esta
cadena hotelera.
Al acercarse un poco más, los camareros lo miraron nerviosos, miraron de
nuevo con terror hacia el balcón y después se apresuraron a alejarse. Fue
entonces cuando escuchó los ruidos y los gritos amortiguados. Sin dudarlo se
apresuró ahí, sin imaginar la escena de terror que encontraría.
Contra el piso del balcón, un hombre fijaba violentamente a Liam. Los
sujetaba fuertemente, mientras luchaba incansablemente por bajarle los
pantalones. Antes de que el bastardo incluso pudiera entender lo que estaba
pasando, Bruno lo sacó de Liam y lo lanzó contra la pared, lo golpeó un par de
veces y cuando cayó al suelo, le dio un par de patadas.
Estaba tan furioso que golpearía William Petrus hasta convertirlo en una
masa sanguinolenta. Quería que este hombre sufriera, que gritara cuando Bruno
le rompiera cada hueso de su cuerpo y arrancara cada pedazo de piel fuera y
cortara el pene y se lo hiciera comer. William se quedó inmóvil, obviamente
reconociendo a Bruno.
—Bruno…
Él susurró de Liam lo detuvo. Dejo al tipo en el suelo y se giró hacia Liam.
Sin pensarlo dos veces se aproximó a él y se arrodilló junto a él. Liam necesitaba
ayuda.
Sus ojos se encontraron brevemente, y luego Liam se lanzó hacia Bruno y
enterró su cara contra el pecho de Bruno. El cuerpo de Liam se estremeció, no
por llorar, sino más bien a causa del miedo que aún mantenía aferrándose a él.
Bruno nunca había sido bueno en la concesión de consuelo, pero con Liam,
eso de alguna manera vino de manera natural. Sostuvo a Liam apretado,
murmurando leves ruidos de consuelo. Poco a poco, Liam comenzó a calmarse,
como si la presencia de Bruno, efectivamente funcionara.
—Gracias.
Murmuró Liam con voz ligeramente ronca.
>>—Gracias, Bruno.
En ese segundo el caos se desató. Personas llegaron y presenciaron la
escena. William quiso escabullirse, pero un par de hombres no se lo permitieron.
La cosa se complicó cuando su padre entró y al observar lo ocurrió se
acercó a Bruno.
—¿Qué sucedió?
Preguntó su padre con tono molesto. Pero por supuesto que estaba molesto
con Bruno por ser protagonista de este escándalo. Así era su familia.
—¿Acaso necesitas que te lo dibuje?
Preguntó de mala manera, mientras ayudaba a Liam a levantarse. Su padre
lo fulminó con la mirada, pero no pudo decirle lo que en verdad pensaba al llegar
Natasha Petrus con sus hombres de seguridad. El senador Alcázar y el
representante de la cámara de comercio. Muchos testigos importantes y aunque
su padre era un claro enemigo de la comunidad gay, no podría en ese momento
manifestar lo que en verdad pensaba.
—¿Liam, estás bien?
Preguntó Natasha claramente preocupada.
—Estoy bien…
Se forzó Liam al decir. Pero Bruno sentía cómo temblaba. Natasha también
debió de verlo, porque ella le exigió a uno de los guardias que le diera el saco de
su traje y con eso cubrió a Liam que se aferraba a Bruno. Sintió desagrado ante
el olor del traje del hombre, y quiso lanzarlo lejos, pero se abstuvo.
La discusión se desató, William con tal de salvarse a sí mismo comenzó a
decir que Liam lo había seducido y después de que Bruno los encontrara, Liam
fingió que lo estaba forzando para salvaguardar lo puta que era.
Bruno quiso ir a golpearlo nuevamente, pero Natasha y el mismo Liam se lo
impidieron. Lo peor no fueron las acusaciones de Liam para protegerse a sí
mismo. Si no que muchos de los presentes, hasta parecieron creerle. Pero la
verdad no era una sorpresa, muchos de los presentes, incluyendo a su padre, eran
homofóbicos. Por supuesto que culparían a Liam. No sabía lo que habría hecho
si Natasha calmaba las cosas, hasta exigió que llamaran a la policía y muchos
protestaron.
—Esta situación no pude ser tolerada.
Dijo mientras miraba a William
>>—Atacó a Liam.
Vio las expresiones de su padre oscurecerse a medida que miraban hacia
Liam.
—Por favor…
Intervino Liam aferrándose al brazo de Bruno.
>>—Solamente quiero irme…
—Pero, Liam.
Natasha se giró hacia él.
>>—Tienes que denunciarlo. Te aseguro que habrá justicia.
—¿Por qué quieren hacer esto más grande?
Intervino el padre de Bruno.
>>—Solamente se hará un escándalo y empañarán la felicidad de los
anfitriones de la fiesta.
A Bruno no le extrañó la actitud de su padre. Natasha no podía creerlo, y el
senador tampoco.
—Señor Heber… esta situación no pude quedar impune.
Intervino el senador Alcázar, haciendo a su padre cambiar su actitud para
quedar bien con el senador.
—No estoy diciendo que deba quedar impune, solamente sugiero arreglar
este malentendido en otro lugar y de manera más privada.
Carraspeó.
>>—Seguramente pueden llegar a un arreglo privado. Una compensación
por parte del joven Petrus hacia… el señor Rossi.
Esa maldita pausa indicaba su claro desagrado hacia Liam. Sus palabras
podrían decir una cosa, pero era una manera de salvaguardar las apariencias y no
perder la credibilidad. Para la interpretación de Bruno, su padre simplemente
quería olvidar el incidente.
—Solamente quiero irme.
Dijo Liam separándose de Bruno. Por instinto, él lo rodeó por los hombros
y miró a Natasha.
—¿Podrías ayudarme a pedir que traigan mi coche al frente? Lo llevaré a
casa.
—Tengo una habitación en el hotel.
Intervino Natasha.
>>—No creo que esté en condiciones de viajar tan lejos. Mientras arreglaré
todo este enredo.
—Está bien.
Susurró.
>>—Lo llevaré.
Liam le dio tal mirada de agradecimiento y de confianza que Bruno casi se
desplomó en ese mismo momento. Luchó por mantener la compostura cuando
Liam se acurrucó más cerca de él. Cuando se volvió hacia el grupo de hombres
mirando, le dijo a Natasha.
—Mantenlo alejado de mí o terminaré lo que empecé.
William podía demandarlo por asalto y la verdad no le importaría. Cada
uno de esos golpes valieron la pena. Sabiamente, nadie comentó y se hizo a un
lado para dejarlo pasar. Ignorándolos, Bruno empezó a caminar y siguió al
guardia de seguridad de Natasha hasta la habitación.
Llegaron al señalado dormitorio y a Bruno se le presentó un nuevo
problema. Quería quedarse con Liam y protegerlo, pero no sabía si Liam deseaba
tener su compañía después de lo sucedido.
Durante un momento, consideró dejar a Liam en la puerta, pero eso era
insensible. Considero en llamar a Theo, pero no quiera molestarlo ahora mismo.
Ya bastantes problemas tenía lidiando con su psicópata familia y tratando de
adaptarse a la idea de ser padre de Daniel.
Por el momento se aseguraría de que Liam se encontrara a salvo en la cama
y luego se iría. Que él decidiera si deseaba llamar a su amigo. Bruno cruzó la
habitación y ayudó a Liam a llegar a la cama. Se sentó en el borde de la cama.
—¿Estás bien?
Su proximidad lo tranquilizó, aunque estaba a punto echarse a llorar.
Incapaz de hablar, asintió.
>>—¿Te ha hecho daño?
Negó con la cabeza.
—Trató de… deseaba…
La expresión de Bruno se endureció.
—Sé lo que deseaba.
Liam lo miró a los ojos.
—¿Así te sentiste?
Preguntó con cara compungida.
>>—Yo proactivamente te hice lo mismo…
—No fue así.
Contestó de inmediato.
>>—No compares lo sucedido.
Las palabras de Liam lo hicieron considerar la situación. ¿En realidad fue
diferente? Ciertamente, Bruno quiso oponerse, pero al final cedió ¿Fue eso una
especie de asalto?
—Yo te forcé…
Liam hizo una mueca.
—No lo hiciste.
Por lo menos Bruno sentía que lo hizo. De haber querido irse lo hubiera
hecho; sin embargo, aunque Liam forzó la situación a cierto grado, Bruno no se
sentía violado.
>>—Yo pude irme, pero no lo hice. No compares con lo sucedido hoy.
Liam te tenía sujetó y amordazado contra el suelo.
No muy convencido, Liam asintió. Desvió la vista y se estremeció.
—No quiero denunciar. No quiero un circo.
—No puede quedar impune.
Alegó. Liam hizo una mueca.
—Casi lo matas a golpes, creo que es suficiente castigo… Gracias.
Dijo con los ojos resplandecientes de gratitud. Bruno odiaba verlo así.
Jamás lo vio tan vulnerable. Siempre con ese aire arrogante, su seguridad en sí
mismo y su pesado sentido del humor y sarcasmo. Bruno inconscientemente lo
abrazo. Quería que despertara, que se avivara esa mirada en sus ojos.
Liam sintió que el corazón de él latía contra su mejilla, notó el calor de su
cuerpo a través de la delgada tela de su camisa, y no tuvo la fuerza de voluntad
para rechazar aquel consuelo.
—Ojalá lo hubiese matado.
Murmuró Bruno rozándole la mano.
>>—Le he dejado irse con demasiada facilidad. No tenía ningún derecho a
tomarte contra tu voluntad.
Liam se estremeció, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.
—Ayúdame a olvidar que alguna vez ha sucedido.
—Dime lo que deseas.
Le pidió Bruno sin comprender la situación. Liam irguió la barbilla en una
invitación inconfundible. Por supuesto que vio la reticencia en los ojos de Bruno,
pero esta mirada pronto cambio a algo más ¿Lástima? Liam no era tan tonto
como para no admitir que si Bruno estaba cediendo a su capricho, era por
lástima después de lo sucedido.
Entonces él lo besó, y el beso produjo exactamente el efecto que Liam
quería. William Petrus desapareció en el calor generado por el encuentro de sus
labios. El contacto se prolongó cada vez más, privándolo de respiración y
voluntad, y dando paso al deseo. La boca de Bruno en la de Liam era como un
bálsamo curativo que relegaba el recuerdo de la agresión a los más lejanos
confines de su memoria. No deseaba recordar, deseaba sentir. Quería que Bruno
borrase lo que casi había sucedido aquella noche.
Deseaba…
Él gruñó y cuando su lengua rozó sus labios, Bruno se abrió a él,
paladeando su sabor y su fragancia. Liam se arqueó contra él, entrelazándole los
brazos alrededor del cuello para atraerlo más cerca. Un gruñido sordo se deslizó
entre los labios de Bruno, y de pronto él interrumpió el beso.
—No, Liam. No, no podemos hacer esto.
La cara de Liam cayó.
—Oh. Cierto, se me olvidó. Me dijiste que me alejara de ti. Me disculpo…
Bruno sabía que no podía permitir que las cosas siguieran así.
—No es eso…
Suspiró.
>>—Acabas de ser agredido, simplemente no quiero hacerte daño.
—¿Hacerme daño?
Repitió Liam, sonando genuinamente confundido.
—Mírame, Liam. Entre nosotros mismos las cosas no están bien.
Ahuecó la mejilla de Liam.
>>—Lo que menos deseo es perder tu amistad. Ya metimos la pata antes.
Era cierto.
—No creo que pueda ser tu amigo.
Susurró Liam finalmente.
>>—Lo intenté, de verdad. Pero no puedo. Yo quiero…
Bruno no dudaba de la honestidad de Liam.
—Vamos a hablar más de esto en otro momento.
Lo interrumpió. Liam abrió la boca, obviamente con la intención de
protestar, pero Bruno se apartó y lo apremió a que se tumbara en la cama. Liam
le dio una seria mirada.
—Solamente, por favor… no te vayas. Quédate conmigo esta noche.
Bruno asintió. Se quitó los zapatos y los calcetines y acercó una silla a la
cama.
—Me quedo. Ahora duerme. Estás a salvo.
Liam quiso protestar y rogarle que se tumbara con él en la cama. Pero por el
momento era mejor no forzar las cosas, estaba agotado. Momentos después, sus
párpados cayeron cerrados, y se quedó dormido. Bruno se sentó ahí,
observándolo y preguntándose lo que traería el mañana.
CAPÍTULO 11
Hay un remedio para las culpas, reconocerlas...

— Te follaré tan duro que no serás capaz de caminar mañana…


Liam despertó de golpe al recordar las sucias palabras del hombre que quiso
abusar de él. De ese incidente habían pasado días. Pero Liam lo recordaba
vívidamente cada vez. Intentó respirar profundamente para controlarse. Sintió
una mano en su espalda tratando de calmarlo e inconscientemente intentó
alejarse.
—Tranquilo, soy yo. Estás a salvo.
La voz de Cris siempre era un susurro tranquilizador. Pero, aun así, no
dejaba de alterarlo la cercanía de cualquiera. Los fantasmas que lo aterraban
poco a poco se fueron disipando. A su lado, Cris le entregó un vaso de agua.
Liam lo miró de reojo. Pobre, este último par de días a él le había tocado lidiar
con su drama. Después de todo no era como si pudiera ir a meterse en la cama de
Theo, estando su nuevo novio ahí.
Liam se dejó caer de espaldas contra el colchón. Sintió a su lado Cris
recostarse.
>>—¿Necesitas algo, Liam?
—Estoy bien.
Liam comenzó a tranquilizarse, su ritmo cardíaco comenzó a nivelarse.
>>—Gracias. Lo siento por esto.
A su lado, Cris resopló. Él estaba girado de costado observando a Liam.
—No lo hagas. No es tu culpa.
Su expresión se oscureció.
>>—Deberías haberme dejado matarlo por lo que hizo.
Liam negó con la cabeza. Valoraba que Cris estuviera ofendido en su
nombre, cuando le contó lo sucedido, enfureció y Liam tuvo que evitar que fuera
a buscar del tipo para rematar el trabajo que Bruno había iniciado.
—No vale la pena.
Cerró los ojos.
>>—Ese idiota no merece que arruines tu vida.
—¡Pero es injusto!
Cris palmeó el colchón.
>>—Maldito sistema corrupto. Ese tipo salió impune.
Ciertamente, era injusto y constantemente le sucedían esas injusticias a
personas como Liam. El sistema de justicia restaba credibilidad en muchas
ocasiones a la comunidad gay. Bien se lo dijo el abogado del padre de William
Petrus la mañana siguiente que lo visito después del incidente. La
“recomendación” del hombre fue que considerara sus opciones. Presentar cargos
en contra de William Petrus sin tener ninguna prueba certera podría ser
inconveniente para él también. Ya que se expondrían innecesariamente al
escrutinio público, para nada, puesto que el juez desecharía el caso.
A él no le hubiera importado enfrentarse a la prensa y al mundo entero con
tal de que William recibiera su merecido. Sin embargo, escuchar que William
presentaría cargos contra bruno por agresión agravada y lesiones, lo disuadió de
hacerlo.
En la escasa conversación que pudo tener con Bruno esa mañana, él le
aseguró que por eso no se preocupara, que procediera en contra de William. No
obstante, escuchar que el padre de Bruno y sus tíos estaban amenazados al
mismo Bruno por intervenir. Liam dejó que las cosas estuvieran en paz. Natasha
tampoco estuvo de acuerdo en que no hiciera nada, no importaba que William
fuera su familiar. Pero la decisión de Liam fue firme. Olvidaría el suceso, si
William se retractaba de sus acusaciones contra Bruno.
El trato se firmó y Natasha además obligó a su familia a recompensar el
daño, le entregaron un maldito cheque, el cual Liam ni siquiera había querido
sostener. Le pidió a Natasha que, por favor, lo entregara ella misma a al
convento de la Trinidad.
Desde ese entonces habían pasado cinco días, y no había vuelto a saber de
Bruno. A Theo tampoco le había contado nada. Le envió un mensaje a Bruno y a
Natasha, suplicándoles que no informaran a Theo de lo sucedido, no tenía caso
perturbarlo. Natasha no muy conforme aceptó su petición, Bruno por su parte ni
le contestó el mensaje. También sabía que del personal del hotel tampoco saldría
información. Los Petrus se encargaron de pagar generosamente la molestia
causada.
—El tiempo se encargará de que el karma golpee a ese idiota tarde o
temprano.
Era la forma en la que Liam intentaba consolarse. Estaba frustrado, después
de todo el año no estaba comenzando tal cual lo había imaginado. Apenas había
transcurrido el mes de enero y Liam ya deseaba que terminara el año de nuevo.
Su horóscopo no había mentido, no sería un año sencillo. <<Tal vez en la noche
de Año Nuevo, si debí de haber hecho algún ritual para atraer la buena
suerte>>
—Espero tengas razón. De no ser así, deberíamos de planear alguna
venganza dolorosa.
Comentó Cris aún furioso. Liam rio y abrió los ojos.
—Gracias de nuevo por estar conmigo, pero no debería robarte más tu
tiempo. Tal vez debería irme.
—No te preocupes por eso.
Respondió Cris.
>>—Eres bienvenido a mi cama cuando quieras. Mi roomie[7] está de
vacaciones.
Liam salió de la cama.
—Duerme un poco, es tarde y tú debes trabajar. Yo iré a prepararme un té.
No muy convencido, Cris asintió y no insistió en acompañarlo. Le
agradeció. Necesitaba un poco de tranquilidad. Descalzo entró en la cocina, pero
a última hora no quiso el té. Optó por un poco de agua. Sumido en la oscuridad,
se sentó en el pequeño sofá de dos plazas. Alcanzó tu teléfono móvil, revisó los
mensajes.
Tenía cientos y en su mayoría todos eran de trabajo. Theo le envió algunos
comentarios graciosos, refiriéndose en su mayoría al estrés que estaba viviendo y
lo feliz que se sentía por todo el nuevo caos en su casa. Liam estaba feliz por su
amigo. Sonriendo, Liam le sugirió algunas cosas atrevidas, subidas de tono,
solamente para adultos, que podrían ayudarlo a combatir el estrés.
Y eso era todo. No más mensajes. Ni de familia y de mucho menos de los
cientos de amigos y seguidores que tenía en redes sociales. Era tan patético.
Se extendió a lo largo del sofá. Estaba cansado. Tan, tan cansado. Pero el
sueño todavía se negaba a acudir a él. Era un problema que había tenido durante
los últimos días. Ni siquiera dormir con Cris en la cama, espantaba sus
pesadillas.
Liam no podría asegurar cuanto tiempo estuvo así, mirando hacia el techo y
su mente vagando al borde del sueño. Rindiéndose alzó de nuevo su móvil y
busco a toda prisa el número que deseaba marcar, antes de arrepentirse pulsó la
tecla de llamar.
—¿Hola?
Contestó la voz ronca de Bruno al tercer tono. El corazón le subió a la
garganta. Siendo sinceros, no esperó que contestara a esa hora de la madrugada.
—¿Te despidieron por mi culpa?
Theo le había contado que Bruno estaba dejando el trabajo. Por supuesto
que Liam se sentía responsable con eso.
—No.
Contestó Bruno después de una breve pausa.
>>—Mis ideas de marketing ya no eran consistentes con los ideales de la
familia Heber. Por eso dimití.
—No me mientas, Bruno Heber.
Murmuró molesto.
>>—Eres el haz bajo la manga de esa familia. No puedo creer que de
buenas a primeras te hicieran a un lado.
—Nadie es imprescindible en esta vida, señor Rossi.
Contestó Bruno secamente.
>>—¿Cómo te encuentras?
Liam quería gritar que era un desastre. Pero, en cambio, suspiró
tranquilamente.
—Bien.
Sintió que sus párpados se volvieron más pesados mientras escuchaba la
respiración de Bruno.
>>—¿Sabes que me molesta?
—¿Qué cosa?
—Que fui a esa fiesta simplemente con el objetivo de disculparme contigo
por haber sido un idiota… y el karma me golpeó. Me hicieron lo mismo que yo
te hice.
—¡No digas tonterías!
Liam se quedó helado ante el estallido de Bruno.
>>—Lo que ese tipo intento hacer es un crimen y aún estoy furioso porque
el desgraciado está impune, nada tiene que ver con un castigo divino o algo
así…
—¿Y qué hay de diferencia entre lo que hizo él y en lo que yo te hice
Bruno?
Preguntó algo frustrado en voz baja.
>>—Dime. Yo te obligué a hacer algo que tú no deseabas.
—No es lo mismo.
El tono de su voz hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Liam.
—Todo esto es culpa tuya.
Se quejó Liam.
>>—¿Por qué? ¿Por qué tienes que gustarme tanto? Tengo una maldición
con los hombres y tú eres el peor castigo.
Bruno guardó silencio en la línea. Seguramente se sentía asqueado por la
confesión de Liam y su constante acoso. Nuevamente, Liam pensaba que no
existía ninguna diferencia entre él y el tipo que quiso violarlo. Finalmente,
Bruno suspiró.
—Eres un desastre.
—Ya lo sé, y me disculpo. Prometo que algún día te superaré.
Al menos Bruno no estaba siendo tan cruel como Liam hubiera imaginado.
Tal vez era a causa de que le tenía algo de lástima después de lo que le sucedió.
Liam no estaba seguro de no romper a llorar si lo hiciera. Le escocían los ojos y
su garganta se apretaba. La peor parte era que no estaba seguro de por qué se
sentía tan triste, solo y necesitado.
—Ni siquiera comprendo por qué te gusto. No soy gay y tampoco soy la
persona más divertida y considerada del mundo.
—Eres guapo.
—¿Te gusto solo por mi cara?
Preguntó Bruno, su voz sombría. Liam se rio.
—Y tu cuerpo tan bien. Tal vez si tuviéramos sexo, terminaría por
desilusionarme y superarte.
Se encogió, ya odiándose a sí mismo, por ser tan patético e insistir. Bruno
resopló.
—Estoy seguro de que no es buena idea.
Liam apretó los labios.
—Solamente hay una vida, Bruno. Y experimentar es parte de vivir. ¿En
serio nunca has sentido curiosidad por tener sexo con otro hombre?
El silencio se prolongó, ambos simplemente respirando en el teléfono como
dos bichos raros. Pero no pudo obligarse a colgar. Dios, sentía que se echaría a
llorar si Bruno le colgaba.
—No dejarás de insistir hasta que acepte ¿Cierto?
—Escuchándote hablar me haces sentir como un acosador.
Susurró, su voz entrecortada. En silencio en la línea se prolongó, solamente
escuchaba la respiración de Bruno.
—De acuerdo.
Dijo Bruno, dijo con rigidez.
—¿Qué cosa?
Liam se sentó de golpe. Liam deseó que fuera cierto. Bruno suspiró.
—Estoy fuera de la ciudad, llegaré el jueves, iré a tu departamento y lo
haremos.
Informó con voz plana como si estuviera hablando de trabajo.
>>—Ahora vete a dormir, Liam. Tengo una reunión demasiado temprano.
—¿El jueves?
Preguntó sin dejar de parpadear, asombrado con el teléfono todavía pegado
a la oreja.
—Sí.
Confirmó él. ¿En verdad estaban hablando de tener sexo el jueves?
—El jueves es san Valentín.
Comentó como idiota. En su defensa argumentaría que Bruno le había
explotado el cerebro con su declaración. Bruno hizo un ruido irritado.
—¿Acaso tienes planes?
—¡No!
—Entonces, ¿quieres que vaya el jueves o no?
Liam pasó su lengua por su labio inferior ¿De verdad estaba sucediendo?
¿Estaban planeando un encuentro sexual? Viéndolo en retrospectiva, no parecía
la cosa más romántica de hacer esto. Era una transacción para que Liam pudiera
rascarse la comezón y Bruno experimentar. ¿Acaso habían enloquecido?
—Sí.
Contestó conteniendo el aliento. Dios, nunca se había sentido tan patético.
Hubo silencio en la línea.
—Entonces nos vemos ese día. Ahora ve a dormir y déjame dormir.
Dijo Bruno al fin. Liam exhaló, relajándose un poco.
—Bien. Nos vemos.
Bruno terminó la llamada. Y Liam se quedó observando su teléfono en la
mano. ¿Qué mierda acababa de suceder? Después de tanto rogarle, de tantos
comentarios indirectos tan directos. De buenas a primeras, Bruno aceptaba ceder
a sus caprichos.
—Maldita locura.
Murmuró Liam girándose y dejándose caer en el sofá sobre su estómago.
¡Mierda! ¡Iba a hacerlo! ¡En verdad lo harían! Con la ansiedad a tope ni siquiera
notó quedarse dormido.
CAPÍTULO 12
Mi vida es mía, pero ¿mi corazón?

La concentración escapó de Liam Rossi durante los siguientes días.


Prácticamente, fue imposible no pensar en otra cosa que no fuera el día de San
Valentín.
El día del Amor y la Amistad, era un evento aprovechado por muchas
marcas para elaborar diversas estrategias de venta y promociones que saturan la
televisión, el radio y los medios impresos. Es tanta la invasión de contenido cursi
y romántico, que el ser humano quedaba convencido que la única forma de pasar
ese día era regalando tarjetas, cenas, globos, flores, bombones, peluches,
chocolates y lindos detalles. Liam tenía claro que, aunque esta fecha, tiene por
tradición celebrar los sentimientos, el amor, el afecto y la amistad. ¡Él tendría
solamente sexo con la persona que siempre le había gustado!
No había nada de romance en ello. Solamente un acuerdo de intentar
superar el momento. ¿Realmente le había rogado a Bruno que lo hicieran? Así de
patético y desesperado estaba.
—Estúpido.
Susurró Liam, mirando alrededor de su casa, esplendorosamente limpia.
Había contratado un servicio de limpieza para que todo estuviera
inmaculadamente limpio y ningún trozo de tela, tijeras, purpurina, o cualquier
material de costura estuviera a la vista. Siendo sinceros, en ocasiones no era la
persona más ordenada del universo. A pesar de que años antes había decidido
separar su taller de costura y su apartamento. En ocasiones le ganaba la
inspiración y terminaba trabajando también en casa. Tenía un pequeño estudio,
pero la gran mayoría de las ocasiones terminaba asfixiado ahí a causa del poco
espacio y terminaba trabajando ya fuera en la sala o en su propia habitación.
Además, había preparado la cena <<Aunque no acordaron cenar>> y fue
rotundamente complicado encontrar un lugar donde le vendieran un par de cenas
normales para llevar y no un paquete romántico de san Valentín. Incluso a él
mismo le costó trabajo ignorar todos esos puestos de flores y corazones. No es
que era un romántico, era extravagante. Simplemente, no podía dejar de
imaginar a Bruno cubierto de chocolate mientras él lamía cada gota de su
cuerpo…
<<Eres realmente patético Liam Rossi>>
Al llegar a casa y esconder todas las bolsas de chocolates de San Valentín
que había recibido, se cercioró de que todo estuviera listo. Él ya se había
duchado y cambiado de ropa <<Aunque Bruno no dijo a qué hora vendría>>
Además de que no se habían comunicado en los siguientes días. Por lo que sabía,
Bruno bien se pudo arrepentir. Recordaba la mortificante conversación
telefónica con perfecta claridad. Después de todo, Liam lo había presionado
<<Nuevamente>> No lo culparía por recobrar la cordura e ignorar esa tontería.
La única parte buena de todo esto, era que estar tan ansioso estos días a la
espera de lo que iba a suceder, le habían servido de inspiración para poder
olvidarse de William Petrus. Por supuesto que no podría borrar lo sucedido, pero
por lo menos no estaba constantemente pensando en ello. Todo su cerebro estaba
concentrado en una sola cosa, Bruno Heber y el temor de que al final él cambiara
de opinión.
La idea lo hizo sentirse más triste por sí mismo, y lo odiaba, odiaba sentirse
tan débil y patético. Se negó a ser tan patético. Liam se obligó a sí mismo a
calmarse. Puso un poco de música y fue en busca de una botella de vino <<Que
también le había obsequiado un pretendiente por san Valentín>> Beber era
mejor que hundirse en un pozo de depresión.
Para cuando bebió media botella, Liam se dio cuenta de que ese plan
estúpido era mala idea. Estaba a punto de mandar un mensaje a Bruno para
cancelar todo, cuando llamaron a la puerta.
Al abrir la puerta y al mirarlo de frente sintió como si todo se detuviera
abruptamente. Su corazón latió en su pecho, con fuerza como si tratara de
escapar.
—Creo que es mejor que te marches.
Murmuró dando un paso atrás con la intención de cerrar la puerta. Bruno no
se lo permitió y entró simplemente, él mismo cerró la puerta, se apoyó contra
ella y le devolvió la mirada, sus ojos inexpresivos.
Liam se giró y regresó a la mesilla donde había dejado la botella.
>>—Esto es mala idea.
Liam logró decir sin mirarlo.
—¿Hasta ahora te das cuenta?
Preguntó Bruno con voz tranquila. ¿Por qué estaba tan tranquilo? Liam lo
fulminó con la mirada. La expresión de Bruno inescrutable y rígida.
>>—Este fue tu plan.
Le recodó.
>>—Yo voy a saciar mi curiosidad y tú me sacarás de tu sistema. Un ganar,
ganar.
Liam sintió que la sangre le subía al rostro.
—Ni siquiera consideraste en tus más de treinta años de vida estar con un
hombre. Así que no me vengas con que ahora sí era uno de tus deseos de Año
Nuevo.
Una emoción cruzó por el rostro de Bruno y luego desapareció, demasiado
rápido para que Liam la reconociera.
—Hace meses que deje de seguir mi estructurado plan de vida para hacer
cosas nuevas.
Dijo secamente.
>>—Tener sexo con un hombre no puede ser diferente a comer un platillo
nuevo.
Liam se humedeció los labios con la lengua, inseguro. Ciertamente, desde
hacía meses, Liam había visto un cambio en el frío hombre de hielo. Había
dejado de lado su riguroso sentido del humor para por lo menos intentar ser una
mejor persona y tener amigos. Por supuesto que al principio no creyó en el
cambio. Fue inusual y sutil, pero comenzó por lo menos a saludarlo más
amablemente cuando se encontraban por casualidad cuando visitaba a Theo y él
estaba ahí por un asunto político familiar.
Incluso comenzó a seguirlo en Instagram a mediados del verano pasado.
Una vez tuvo un problema con una multa e inconscientemente a él fue el primero
que llamó para preguntar por un buen abogado y cuando pensó que el hombre le
colgaría la llamada, Bruno se ofreció a acompañarlo al día siguiente con un
amigo. Antes no había pensado tanto en esos detalles, pero fueron importantes.
Su mayo cambio fue a mediados de diciembre cuando decidió ayudar a su propio
primo en su obra de caridad y con su romance en contra de su propia familia.
—Estando aquí, ahora, frente a frente. Estoy llegando a pensar que no es
buena idea.
Comentó Liam. El silencio cayó entre ellos, cargado de algo terriblemente
familiar. Se sintió horrible. Esto estaba equivocado. Nada podría salir bien de
todo esto. Mínimo perdería para siempre la amistad con Bruno.
>>—Me disculpo por ser tan caprichoso y será mejor que olvidemos este
incidente.
Dijo con una risa ronca. La expresión de Bruno permaneció amarga. sus
ojos permanecieron fijos en Liam con una intensidad aterradora.
—¿Y que si ahora soy yo quien desea hacerlo?
Dijo Bruno. Liam parpadeó. Inclinó la cabeza hacia un lado, confundido.
Liam se puso el labio inferior entre los dientes.
—No puedes estar hablando en serio.
Bruno se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de sus
pantalones oscuros, lo que atrajo la mirada de Liam hacia… Apartó los ojos, sus
orejas se calentaron, su boca seca.
—Ahora que mi familia ya no me está ahogando en trabajo, tengo mucho
tiempo para reconsiderar muchas cosas.
Dijo Bruno lacónicamente.
>>—Ni siquiera recuerdo tener una adolescencia normal. Fui tan patético
como para siempre apegarme a las reglas. Y todo para complacer a mi familia.
Igualmente terminé siendo una decepción.
—¡No lo eres!
Gritó Liam.
>>—Todos en tu familia son unos idiotas. Theo y tú están haciendo lo
correcto en alejarse y no dejarse manipular nunca más.
Bruno lo miró atentamente, su expresión neutral.
—Entonces… ya aclarado el asunto ¿Qué haremos ahora?
Bruno se enderezó de su encorvamiento contra la puerta, y el corazón de
Liam comenzó a latir más rápido. Se quedó muy quieto cuando Bruno se acercó
a él. Se detuvo frente a Liam y lo miró.
>>—¿Si o no? Liam
Preguntó en voz baja. Ni siquiera estaba tocándolo, pero Liam no podía
respirar. Solo podía mirar a los ojos de Bruno, como un conejo atrapado en la
trampa de un cazador.
—Sigo pensando que es mala idea
Susurró, casi temblando por el esfuerzo de quedarse quieto y no apoyarse
en el toque.
—Esa no es una respuesta.
Dijo Bruno, su expresión medio disgustada.
>>—¿Quieres hacerlo conmigo?
Liam frunció el ceño.
—Sabes que sí.
Los labios de Bruno se tensaron en una línea.
—Entonces ya me tienes aquí. ¿Por qué sigues renuente? Pensé que eras
más valiente.
Dijo Bruno, con irritación entrelazando sus palabras.
>>—Siempre te jactas de decir que eres perfecto y audaz. Y ahora resulta
que estás temblando como una hoja.
Comentó Bruno al tiempo que enterraba su mano en el cabello de Liam. El
corazón de Liam se sentía como si estuviera a punto de saltar fuera de su pecho.
Sus rodillas estaban débiles. Sentía que Bruno era lo único en su foco de
atención, mientras que todo a su alrededor parecía confuso. Con valentía,
empujó a Bruno para que terminara sentado en el sofá. Se sentó a horcajadas
sobre el regazo de Bruno y se inclinó. Respiraba con dificultad, pero también
Bruno. Pudo percibir un sutil olor a menta y también a bourbon. Al parecer,
Bruno también bebió un poco y después quiso disimularlo con el enjuague bucal;
sin embargo, el característico olor del bourbon era bastante obvio.
—Para que conste, intente ser buena persona y hacerte recapacitar. No me
culpes si te arrepientes mañana.
Dijo Liam, mirando desde los ojos de Bruno a sus labios gruesos. El
impulso de morderlos era casi irresistible, ¿cuánto había deseado esos labios?
—Tomaré nota, no te preocupes.
—Joder, se supone que eres la voz de la razón. Deberías detenerme.
Dijo antes de hundir sus dientes en la aguda mandíbula de Bruno y casi
gimió ante la oleada de deseo que lo asaltó. ¡Estaba sucediendo! ¡En verdad
estaba sucediendo! Jamás imaginó que tendría la oportunidad de tocar de esta
manera a Bruno Heber.
Temblando, aplastó su polla contra el estómago de Bruno mientras
mordisqueaba la fuerte mandíbula y el cuello de Bruno. Aspiró el olor del
hombre. Enterró sus manos en su cabellera. El olor masculino de Bruno le estaba
haciendo cosas extrañas. Liam gimió de frustración, con sus manos vagó por
toda la extensión del pecho y los brazos de Bruno, codicioso, con ganas de sentir
la piel. Lo harían, estaba decidido. Ya no se culparía y se reprimiría. Liam le
desabrochó la corbata y los primeros botones de su camisa, liberando de esa
forma más piel. Bruno estaba dejando que hiciera lo que quisiera, así que sin
poder contenerse, enterró su rostro en su cuello y lamió una marca ahí. Mientras
que intentaba seguir desabotonando la camisa.
—No me dejes chupetones.
Advirtió Bruno tensamente. Pero Liam no escucharía. Su buena voluntad ya
había salido volando por la ventana. Una sensación primitiva de posesión lo
obligó a chupar el cuello de Bruno con más fuerza, marcándolo así como suyo,
al menos por esa noche. Abriéndole la camisa, Bruno suspiró y lo apartó.
—Eres una cosa obstinada como siempre.
Liam lo fulminó con la mirada, pero luego se dio cuenta de que Bruno no
era tan indiferente como pretendía ser, estaba completamente excitado y sus
músculos estaban tan rígidos por la tensión que se veía delicioso.
Era un pensamiento tan extraño. Liam nunca había pensado en otra persona
como deliciosa, pero ahora, mirando los anchos hombros con los músculos
ondulados debajo de la piel suave, ese era el único pensamiento que tenía:
delicioso. Quería consumirlo, lamerlo de pies a cabeza, dejar chupetones en todo
el cuerpo.
—Eso siempre lo has sabido.
Dijo Liam, sus manos temblorosas viajaron por el pecho de Bruno hasta su
duro estómago. Movió su mano más abajo, ahuecando el bulto debajo de los
pantalones oscuros de Bruno.
>>—Te di la oportunidad de escapar, ahora ya no me contendré.
Dijo mirando la cara de Bruno.
—Es bueno volver a ver esa mirada asesina.
Dijo Bruno en su habitual tono monótono.
>>—El conejo asustado de hace unos minutos no eras tú.
¿Tan patética imagen había dado? Sintiéndose un poco ofendido, Liam se
deslizó fuera del regazo de Bruno y se inclinó hacia delante, presionando su
rostro contra el duro estómago de Bruno. Se arrodilló entre sus piernas. Bruno
estaba rígido contra él, sus músculos abdominales se contraían contra su cara.
Liam frotó su mejilla contra la entrepierna de Bruno, la tensión y frustración de
las últimas semanas desapareció. Se sintió intoxicado. <<Sí, siempre he deseado
hacer esto>>
La mano de Bruno se enterró en su cabello, pero no lo estaba alejando,
Liam mordió el bulto en los pantalones de Bruno. Era un consuelo sentir que el
hombre estaba duro. Duro por él.
—Cielos.
Escuchó gemir a Bruno, Liam se concentró en desabrochar su cinturón y
abrir su bragueta para liberar su premio. Su dura polla saltó fuera, golpeando la
cara de Liam. la longitud caliente y dura quedo ante sus ojos. Liam la miró
fascinado. Una parte de él no podía creer que tuviera la polla de Bruno en su
mano. Era grande y simplemente parecía tan… impropio. Obsceno. La parte
superior de la polla de Bruno era de color rojo oscuro, ya brillaba con unas gotas
de líquido pre seminal.
Liam la miró con avidez y separó los labios, invitándolo en silencio a
entrar. Bruno gimió y empujó su polla dentro de su boca en un duro empujón.
¡Dios sí!
Todo lo que siguió a eso fue una mancha de placer y necesidad
desgarradora. Liam era solamente vagamente consciente de que estaba haciendo
sonidos obscenos y gimiendo alrededor de esa polla como un chupapollas
hambriento de pollas, pero no se sintió culpable por ello. Se sintió tan bien.
Liam volvió a sentir algo de conciencia cuando sintió las manos de Bruno
agarrando su rostro para mantenerlo quieto mientras le jodía la boca más fuerte.
Lo permitió, su cerebro demasiado intoxicado y confuso para pensar. Le
encantaba, le encantaba, ser utilizado por Bruno. Era tan bizarro y obsceno
¿Cuántas veces había imaginado esta fantasía mientras se masturbaba en la
ducha?
Metió la mano en sus pantalones de chándal y comenzó a acariciar su
propia polla dolorida, pero apenas podía concentrarse en ella. Todo su enfoque
estaba en la polla que le jodía la boca, la forma en que chocaba contra la parte
posterior de su garganta, haciéndole sentir un poco de arcadas, lo bien que se
sentía tener sus labios extendidos alrededor de la gruesa longitud. Su sabor muy
bueno.
—Espera…
Bruno gruñó, sacando su polla de la boca de Liam. Él hizo un ruido de
protesta, su cerebro aturdido… No pensaba parar. Así que persiguió su preciado
premio y volvió a tragar su polla entera. Esto era todo lo que quería. Esto era
todo lo que necesitaba. Esta polla, su sabor, la forma en que llenaba su boca.
Cuando Bruno llegó, Liam tragó su esperma con avidez, hasta que Bruno se
apartó.
Bruno respiraba con dificultad y no dejaba de mirarlo. Lentamente, Liam se
puso de pie y lo observó. El hombre se veía tan sexy, ahí tumbado, medio
desnudo tratando de recuperar el aliento. <<Esto es mejor que en mis
fantasías>> El pulso le latía con fuerza en los oídos y su mundo se reducía a los
ojos de Bruno. Había algo duro en ellos cuando Bruno lo recorrió con la mirada.
Liam se humedeció los labios. Se sentía como si cada célula de su cuerpo
estuviera tratando de salirse de su piel, y necesitó toda su fuerza para
controlarse. No obstante, decidió que no podía soportarlo más.
Agarró la mano de Bruno y tiró de él para que se levantara. Sin medir
palabras lo arrastró hacia la habitación. Bruno jamás se opuso y tampoco puso
resistencia cuando lo tiró con fuera de él hacia la cama. Bruno cayó encima de él
con torpeza, aplastándolo, pero a Liam no le importó. Envolvió todas sus
extremidades a su alrededor, casi gimiendo de lo bien que se sentía. Finalmente.
Él estaba en su cama. Finalmente.
—Vamos a hacerlo.
Murmuró Liam, mordiendo el costado del cuello de Bruno antes de volver a
cerrar sus labios en el chupetón que había dejado previamente. Su plan era
marcarlo más para que tardara en desaparecer. Eso aseguraría que, por lo menos
en un tiempo, Bruno se abstendría de estar con cualquier mujer. Así de
caprichoso y mimado era. Bruno se estremeció y gimió. Enterró sus dedos en el
cabello de Bruno, acercándolo más. Más apretado.
>>—Fuera ropa.
Ordenó sin aliento, deshaciéndose de una vez por todas del saco y la camisa
de Bruno y pasando sus manos con avidez sobre la cálida y suave extensión de
su espalda, amasando el firme músculo.
>>—Estoy preparado.
Susurró antes de que pudiera detenerse. Sus implicaciones estaban claras.
Liam se había asegurado de no complicar las cosas y mientras se duchaba, se
había encargado de su estiramiento.
>>—Podemos hacerlo.
Liam se quitó su propia camiseta. Bruno se estremeció. Se abrió camino por
el cuello de Liam y atravesó su barbilla. Hizo una pausa, sus bocas jadeantes
flotaron a una pulgada de distancia. Liam se lamió los labios temblorosos de
nuevo, necesitando tanto que literalmente estaba temblando, joder. Era todo o
nada. Así que agarró la cabeza de Bruno y tiró de él hacia un beso hambriento.
Dios. Se sintió más que perfecto, sus dedos de los pies se curvaron y su corazón
se derritió y su cuerpo trató de fusionarse con el de Bruno. Nunca había deseado
así a nadie más. Aunque Bruno estuvo rígido al principio. Poco a poco fue
correspondiendo al beso de Liam. Se besaron y se besaron, y se volvió más
áspero y más necesitado, y luego no fue suficiente.
Pronto, el resto de sus ropas estuvieron en el suelo. Liam le entregó a Bruno
un preservativo que saco de debajo de la almohada.
—Deberíamos bajar el ritmo.
Gruñó.
>>—No puedo joderte así. Necesitas preparación.
—Ya te dije que me preparé.
Dijo Liam, besando toda la mandíbula y el cuello musculoso de Bruno.
Acunó el rostro del hombre.
>>—Solamente hazlo. Fóllame.
Bruno maldijo, era raro ver al hombre perder el control o decir palabrotas.
Alzándose, abrió el envoltorio del preservativo con los dientes y sin dejar de
mirar a Liam a la cara se colocó. Fue un acto supersexy, que casi causo que
Liam sangrara por la nariz. <<He muerto y estoy en el cielo>> Pensó arqueando
la espalda como una zorra mientras los dedos firmes de Bruno agarraban sus
caderas. Lejanamente, escuchó su teléfono sonar en alguna parte de su
apartamento, pero iba a detenerse ahora. Que ardiera el mundo no le importaba.
Había estado deseando esto durante años.
—Vamos.
Jadeó, su mente en blanco excepto por la necesidad.
>>—Necesito tu polla en mí.
Y no tuvo que pedirlo dos veces. Bruno se estrelló contra él con una larga
estocada. Liam gritó, sus ojos rodaron hacia la parte posterior de su cabeza.
<<Oh Dios, oh Dios, oh Dios>> Dolor y calor. Tan bueno. Bruno comenzó a
joderlo, fuerte y rápido, sus dedos sujetaron sus caderas con fuerza, su cara
estaba enterrada en el cuello de Liam. Quemaba un poco, pero cada vez que
Bruno se retiraba, Liam se encontraba deseando más. Sus caderas se movían,
persiguiendo el dolor y el placer, su voz sonaba absolutamente destrozada
mientras gemía. Era demasiado ruidoso, lo sabía, pero parecía que no podía
contenerse. En algún momento Bruno volvió a besarlo y eso solamente aumento
más su excitación.
Jodieron así, con los labios apretados, la polla de Bruno, moviéndose dentro
de él con sonidos sucios y húmedos de carne contra carne. Liam ni siquiera se
avergonzaba de los gemidos agudos que salían de su boca mientras jodían. No le
importaba. No podía dejar de besarlo. No podía tener suficiente de él. No podía
tocarlo lo suficiente. Podría morir felizmente así, lleno con polla de Bruno y
siendo besado.
Bruno lo jodió como una máquina, perfectamente en control de sus
movimientos pero con mucho poder. Muy pronto, estableció un ritmo castigador
que dejó a Liam indefenso, solo capaz de agarrarse a sus hombros y antebrazos.
Tenía muchas ganas de correrse, pero tampoco quería que esto terminara
nunca, así que trató de evitar su orgasmo, pero no pudo, no pudo.
Su orgasmo fue arrancado de él, el más intenso de su vida, y Liam sollozó,
su agujero se apretó con fuerza alrededor de la polla en él. Bruno gruñó, su
respiración se hizo cada vez más áspera. Empujó unas cuantas veces más y se
puso rígido, derramándose. Jadeando, Bruno se hundió contra él, pesado y
perfecto. <<Dios, fue perfecto>>
Liam se encontró sonriendo aturdido. Nunca quiso que este momento
terminara. Nunca quiso que se separaran de nuevo. Liam casi se sintió
decepcionado de que todo hubiera terminado.
No tenía idea de cuánto tiempo estuvieron así, flotando en un subidón post-
orgásmico.
Recuperando un poco la cordura, se arriesgó a mirar a Bruno. Esperando…
¿Desagrado? ¿Desconcierto? ¿Odio? No obstante, la expresión de su rostro no
reflejaba nada. Bruno puso una mano sobre el rostro de Liam, frotándole la
mejilla con el pulgar por un momento. Liam se estremeció, tratando de no
inclinarse hacia el contacto como un gato. Ninguno de los dos decía nada. Tal
vez no querían arruinar el momento. El aire entre ellos se volvió denso y pesado.
Liam se ruborizó, sin ninguna maldita razón. Los labios de Bruno se curvaron en
una sonrisa. Fue una hermosa sonrisa. Una de esas que casi no podían verse en el
rostro del hombre. Liam sintió… sintió… Enterró su mano en el cabello de
Bruno y lo arrastró hacia un beso duro y necesitado. Dios, quería consumirlo,
tomar su cuerpo en el suyo y mantenerlo allí para siempre. <<Solamente una
vez>> Esto era cosa de una sola noche y haría bien en no olvidarlo, se advirtió
mientras chupaba la lengua de Bruno con avidez.
CAPÍTULO 13
Las penas con pan son buenas, no obstante con chocolate son más dulces.

Liam llegó al apartamento de su amigo cargado de chocolates de san


Valentín <<Aunque el gran día del amor y la amistad ya había pasado dos días
antes>> Dada las nuevas circunstancias de Theo no habían podido celebrar la
fecha en su día. Años anteriores, como ninguno tenía una pareja formal,
acostumbraban a ir a beber, comer, al karaoke, algo divertido. Este año, Theo lo
celebró con su amorcito y Liam tuvo fantástico sexo experimental. Y lo más
vergonzoso de ellos era ver a la otra parte nuevamente. Era sumamente
incómodo.
Como fuera, Theo no quiso que las cosas quedaran simplemente así, por ese
motivo lo había invitado ese fin de semana a cenar a su departamento. Lo que no
imaginó por ningún motivo que para esa cena, Bruno Heber y Natasha Petrus
también estuvieran invitados. Por supuesto que imaginó que Gabriel y Daniel
estarían ¿Pero ellos?
—¿Por qué los invitaste?
Le susurró la pregunta a su amigo, mientras le ayudaba a acomodar la
vajilla. Los invitados indiciados estaban sumergidos en una conversación con el
doctor Gabriel en la sala.
—Porque son mis amigos.
Contestó Theo tranquilamente. Liam entrecerró los ojos.
—Pensé que yo era tu único amigo.
Comentó ofendido.
—Eres mi mejor amigo. Pero también tengo amigos normales.
Theo se rio.
>>—Además de que últimamente están en el puesto cuatro y cinco de mis
llamadas frecuentes.
Liam chasqueó la lengua, mientras doblaba la servilleta de tela para darle
forma de paloma, no era necesario, pero Liam era creyente de que lo hermoso
estaba en los detalles.
—Supongo que no me tengo que ofender por haber sido degradado del
puesto uno al dos, por culpa de tu nuevo noviecito. ¿Quién es el puesto tres?
¿Natasha? No creo que hables más con tu exprometida que con tu primo ¿Y
quién es el cinco?
Preguntó curioso. Al ver que Theo no contestaba, lo miró. Su amigo estaba
mordiendo su labio inferior para no reír.
—De hecho…
Theo rio.
>>—Eres tú el tercer contacto más frecuente.
—¡¿Qué cosa?! ¿Por qué?
Fulminó a Theo con la mirada. ¿Tanto había sido relegado?
—Lo siento amigo, pero Gabriel está en puesto número dos y Simona les ha
ganado por goleada.
Liam parpadeó sorprendido.
—¿Tu niñera recibe más llamadas tuyas que Gabriel?
Theo rio.
—Es lógico ¿No? Después de todo es quien me ayuda con Daniel. Y no
pudo concentrarme en el trabajo si no me aseguro constantemente de que todo
anda bien en casa.
Uno de los grandes retos de Theo este año era él desafió de ser padre. A
Liam le constaba como Theo se había encariñado de Daniel desde el primer
momento. No había dudas, es por ese motivo, que habían estado constantemente
apoyando al convento y aunque Theo desconociera las acciones de Bruno, su
primo había organizado todo ese proyecto de acogida, ya que ambos presentían
que el deseo de Theo siempre fue adoptar a Daniel. Con Gabriel o sin él, Theo
deseó que Daniel le permitiera ser su padre, hizo un clic con ese niño desde el
comienzo y hasta estuvo dispuesto a casarse con Natasha Petrus para conseguir
su objetivo. Aunque ser padre soltero no era nada sencillo en realidad. Después
de todo, de golpe había sido relegado al tercer puesto.
—Pobre mujer.
Liam suspiró dramáticamente para quitarle tensión a la conversación.
>>—Debes estarla volviendo loca con tanta llamada.
—Ella es un encanto y no le molesta. Hasta me envía hermosas fotos.
Theo inmediatamente sacó teléfono y comenzó a mostrarle algunas de las
hermosas fotografías, todas eran de Daniel y Turrón, los fieles mosqueteros.
Theo era un papá orgulloso, le agradaba ese brillo en su mirada. Su mejor amigo
había cambiado, y para bien. Ahora que ya no estaba sujetó al yugo familiar,
hasta parecía que caminaba más ligero. El brillo en sus hermosos ojos era más
extravagante, hasta parecía más apuesto.
En ese momento fueron interrumpidos por los otros invitados. La calma de
Liam desapareció. Mientras Gabriel le informaba a Theo que había escuchado la
alarma del horno y ambos se retiraban a la cocina. Liam se hizo el tonto
concentrándose absolutamente en doblar servilletas.
—Admiro tu paciencia, Liam.
Comentó Natasha desde el otro lado de la mesa.
—El gusto está en los detalles.
—Pero tanto trabajo, para que en un segundo se deshaga.
Liam se encogió de hombros.
—Me relaja.
Comentó con una mueca. Ciertamente, las telas eran lo suyo, diseñar y
crear era su vida. Y era cierto que estar tan concentrado lo relajaba, y eso le
permitía ignorar a Bruno. ¡Dios! Odiaba esto. ¿Por qué tenía que ser tan
incómodo? Ciertamente, la incomodidad de volver a ver a tu compañero sexual
de una noche era un cliché de toda historia romántica trágica. Era incómodo
tener que convivir con alguien con el que tuviste sexo ocasional. Consideró que
se encontraría con Bruno tarde o temprano, Theo era el lazo que los unía… Pero
jamás imaginó que sería tan incómodo. Después de todo, Bruno se había
marchado esa noche mientras él dormía y no habían hablado y ni se habían
mensajeado desde ese día. Eso quería decir que no tenía la menor idea de que
sucedería a continuación. ¿Podrían simplemente fingir que esa noche nunca
sucedió? ¿Cómo podría Bruno fingir también? Hasta parecía que para ellos no
fue incómodo saludarse al llegar.
El momento de tensión fue salvado por el regreso de Gabriel y Theo con la
cena. Theodore Heber no sabía cocinar una mierda, pero el doctor tenía talento
culinario. Durante la cena conversaron y bromearon, Liam por su parte ignoró en
su mayoría a Bruno, y él también hizo lo mismo. Entre ellos directamente no
hubo ninguna conversación, era una suerte que los otros tres presentes no se
dieran cuenta. Si el hombre de hielo era tan bueno para fingir que nada sucedió,
él también podía hacerlo.
Natasha seguía sin agradarle tanto, pero tenía que reconocer que era una
mujer divertida y alegre. Y todo iba bastante bien, hasta que se enteró de que
desde hace dos semanas, ahora Bruno trabaja directamente con el equipo de
publicidad de ella. Además de con orgullo, comentaron que el plan era que a
mediados de marzo, con ayuda de ella y después de algunos trámites y
entrevistas de trabajo, Bruno sería uno de los asesores personales del candidato
del partido republicano para las elecciones a la presidencia de ese año. Eso era
un gran paso, sin duda… No obstante, eso quería decir que Bruno se iría a
Washington.
—Felicidades.
Comentó Theo a su primo.
>>—Me alegra saber que algo bueno este resultando de todo esté drama
familiar.
—Solamente esperemos que los Heber no quieran intervenir como siempre.
Agregó Gabriel.
—Ellos tienen bastantes problemas ahora como para preocuparse por mí.
Comentó Bruno. Era por el momento un murmullo a voces de que a la
familia Heber no le estaba yendo bien. Al parecer estaban siendo investigados
por alguna malversación de fondos o algo así. La verdad era que no había tenido
mucho tiempo para conversar con Theo al respecto. Además, estaba bastante
agobiado con la preparación del desfile de primavera como para tener mucho
tiempo de leer los chismes del periódico.
—Gracias por apoyar a mi primo, Natt.
Comentó Theo sujetando la mano de la mujer, ella sonrió
esplendorosamente.
—Lo hago con gusto, la pérdida de los Heber es mi ganancia.
Entonces no fue lo que dijo, sino como lo dijo y como miró a Bruno cuando
lo dijo que causo que a Theo se le retorcieran las entrañas.
—¿Acaso ustedes dos están saliendo?
Preguntó de repente. Y no fue su intensión preguntar. Y tampoco era tan
cobarde como para retractarse en ese momento a pesar de la mirada fulminante
de Theo y de Bruno. La mirada de Gabriel fue de sorpresa y la de Natasha de
incomodidad.
—Eso no es de tu incumbencia, Liam.
Lo regañó Theo.
—Por supuesto que lo es.
Dijo alzando la copa. Quería gritarle a esa mujer que Bruno era… ¿Suyo?
Pues no lo era, pero hace pocos días lo fue.
>>—Sería bastante cortes que me avisaran si esto es una cena de pajeras de
San Valentín. Estoy en desventaja.
Fulminó a Bruno con la mirada. Él seguía con su típica mirada fría, Natasha
por su parte parecía incómoda.
—Bueno… es que…
—No tienes por qué responder.
Interrumpió Bruno.
>>—Como ya te lo dijo, Theo. Nuestra vida privada no es tu incumbencia.
Liam deseaba lanzarle la copa de vino a la cabeza, acuchillarlo con su
tenedor… No obstante sonrió.
—Comprendo.
Se levantó tensamente.
>>—¿Alguien quiere postre? Traje una bolsa enorme de chocolates de san
Valentín que estaría bastante agradecido me ayudaran a comer.
Con una mano sostuvo la copa y con la otra delineó su cintura.
>>—Tengo un desfile de modas en puerta y no puedo permitirme perder la
figura.
Clavó su mirada en Bruno.
>>—Me temo que a ti no puedo ofrecerte chocolates, hombre vegetariano.
Tienen leche de vaca.
—Liam. Bruno es vegano, no vegetariano.
Advirtió Theo. Liam lo miró ofendido.
—Es la misma gata, nomás qué revolcada. Él dijo que no come cosas de
animales. La leche de las vaquitas le sentarán mal. Solamente estoy siendo
considerado.
Y con una última mirada al hombre se alejó del comedor. La verdad era que
todos esos chocolates eran aptos para veganos. Hasta había leído las etiquetas
antes de llenar la bolsa estúpidamente grande que había llevado. La mayoría de
los chocolates negros no contienen productos de origen animal, y existían
muchos chocolates hechos con leches vegetales alternativas. Los chocolates
negros con mayor porcentaje de cacao son veganos, ya que no contienen lácteos
añadidos. <<Eres patético, Liam>>
Liam quería correr y escaparse, pero sus buenos modales se impusieron,
además de que él no era un cobarde, no les daría el gusto. Llegó a la sala de estar
donde dejo el bastimento de chocolates, pero se detuvo al darse cuenta de que la
bolsa estaba medio abierta. Además de que alcanzó a escuchar una risilla
nerviosa y un gemido animal.
—Curioso, curioso…
Murmuró. Dejando la copa en la mesilla, paseó la mirada por la habitación.
Dio unos pasos a la esquina del sofá. Suspicazmente analizó el entorno. Y fue
entonces cuando más claridad logró descubrir el escondite de los ladrones de
chocolate.
>>—¡Los encontré!
Liam asomó la cabeza por el respaldo del sofá. Daniel y Turrón estaban
agazapados tratando de ocultarse.
>>—Pequeños ladrones, ¿Qué no estaban dormidos?
Daniel saltó y alzó los brazos como intentando sorprenderlo. Turrón ladró.
—Tenía sed.
Alegó el pequeño duende pelirrojo.
—La sed se sacia con agua, no con chocolates.
Sonriendo, Liam le limpió la punta de su dedo, la esquina de la boca llena
de chocolate.
>>—Theo nos va a matar si se entera que comiste chocolate a esta hora.
—Fue solamente uno chiquito.
Dijo el niño y Turrón ladró estando de acuerdo.
—Los perros no deben comer chocolate.
—Lo sé.
El niño rodó los ojos.
>>—El doctor Gabriel me lo dijo.
Liam frunció el ceño y le revolvió el cabello.
—¿Cuándo dejarás de decirle doctor? Él ahora es tu papá.
Tampoco le decía a Theo papá. Era extraño, pero Theo le había comentado
que no era raro, después de todo, apenas se estaban adaptando a ser familia y a
ellos no les molestaba.
—Mi papá es Theodore. El doctor Gabriel es solamente su novio, aún no se
casan.
—Comprendo.
Liam hizo una mueca. Este niño era bastante inteligente para su edad. ¿O
eran así de astutos todos los niños? No podía juzgarlo porque no conocía a
bastante niños. Y nunca, jamás en sus planes ha existido el deseo de ser padre.
—¿Aún tienes sed? ¿Quieres que te traiga agua?
Preguntó para cambiar de tema. El pequeño diablillo negó con la cabeza.
—Si entró a la cocina, me descubrirán. Hay agua en el cuarto de Theo.
Liam sonrió.
—Anda entonces, prometo no decir nada.
El niño sonrió, pero Liam se dio cuenta de que su mirada iba hacia la bolsa
de chocolates. Sin poderlo evitar, sacó un par de ellos.
>>—Debes prometerme que no te los vas a comer hasta el día mañana y no
todos al mismo tiempo ¿De acuerdo?
El niño sonrió de oreja a oreja. Era realmente resplandeciente.
—Lo prometo.
Liam estaba bastante seguro de que el niño no cumpliría su promesa, pero,
aun así, le entregó el botín.
—Anda, ahora vuelve a tu habitación antes de que nos descubran.
—Gracias, tío Liam.
Gritó el niño, mientras corría con su premio y el perro, pisándole los
talones. “Tío Liam” Le gustaba cómo sonaba y era la primera vez que el niño lo
llamaba así. Desde que lo conoció la primera vez, Theo le había dicho al niño
que él era su mejor amigo y al llegar a vivir aquí, Liam en broma le había dicho
que podría llamarlo tío Liam, pero hasta ahora no lo había hecho.
—Tu hijo es todo un zalamero.
Le dijo al doctor Gabriel. Desde momentos antes había visto su sombra tras
la columna.
—Eso lo está aprendiendo de Theodore.
Afirmó el médico saliendo a luz.
—Por favor no lo regañes. No quiero que piense que fui a darles el chisme.
—No pensaba hacerlo.
El doctor suspiró.
>>—Aunque costara trabajo que se duerma con tanta azúcar en el sistema.
—Suerte que mañana es domingo. Podrá dormir hasta tarde.
Theo sujetó la bolsa con los chocolates. Deseaba huir, pero no lo haría.
Gracias a la luz y calidez del alma pura de Daniel, ahora se sentía mucho mejor,
tenía que recordar visitar más a menudo al niño cuando estuviera estresado.
Caminó hacia el comedor. Enfrentar a los lobos era de valiente, y aunque
no era el más valiente del mundo. Estaba seguro de que sobreviviría a esa
batalla.
CAPÍTULO 14
Las relaciones son como el cristal.

—¿Por qué te fuiste de esa forma?


Preguntó Theo a través del teléfono. Su amigo estaba molesto, pero estaba
haciendo un gran trabajo para ser neutral. Liam sonrió.
—Porque recibí una llamada interesante. Tú ya tuviste tu feliz san Valentín.
Yo quiero tener el mío aunque sea atrasado.
Era una sensación agridulce, a pesar de todo, acostarse con Bruno ese día,
fue bueno, muy bueno. Algo que nunca pensó que sucedería. Que fuera
precisamente en San Valentín era un chiste de la vida, ya que no fue un acto de
romanticismo. Y los días de posguerra estaban empañando ese recuerdo.
Volverlo a ver después de lo sucedido y ser tratado tan fríamente no debió de
haberle dolido, pero lo hizo.
Por más que lo intentó no pudo permanecer ahí observando como lo
ignoraba la mayor parte del tiempo y sonreía a Natasha Petrus. La duda de si
ellos estaban involucrados sexualmente, jamás la aclararon y eso empeoraba la
situación. Liam era portador de un monstruo verde, muy celoso. Por ese motivo,
al regresar a la cocina, dejó los chocolates en la mesa y les anunció que tenía que
retirarse porque había quedado de encontrarse con alguien, aunque era una vil
mentira. Lo intentó de verdad, su primera determinación era enfrentarlos, pero al
final ganó su cobardía.
—Te conozco, Liam. Y me he dado cuenta de que estos días has estado
actuando muy extrañó y algo me estás ocultando.
Liam se encogió de hombros, aunque Theo no pudiera verlo.
—Estás demasiado nervioso y ya ves cosas donde no las hay,
Liam apretó los dientes.
>>—Solamente estoy intentando que la maldición de mi familia no me
ahogue.
—¿Otra vez con eso? ¡No estás maldito!
Gritó Theo, pero Liam continuó como si no lo hubiera escuchado.
—Aunque soy renuente y llegue a la conclusión de que no quiero amor en
mi vida. Mínimo guardó la esperanza de encontrar un compañero sexual
apropiado conmigo.
—Necesitas conocer a alguien seriamente, no solamente en la cama. El
amor es más que solo sexo.
Liam suspiró.
—El amor no se hizo para mí. Necesito solamente buen sexo y con quien
me encontraré hoy tiene potencial.
Theo gruñó y escupió una sarta de maldiciones que habrían hecho sonrojar
a un marinero. Estaba realmente molesto por la terquedad de Liam.
—Encontrarte así sin más con alguien, sin conocerlo puede ser peligroso.
¿Por qué eres tan arriesgado y terco?
Liam logró mantener la boca cerrada, le dolía mentirle a Theo. Pero esta era
su coartada de escape, la realidad era que no se encontraría con nadie, solamente
había escapado, llegó a una tienda de conveniencia a comprar provisiones para
emborracharse solo en casa.
—No te preocupes por eso.
Se mordió el labio.
>>—¿Ya se fue el resto de tus invitados?
Preguntó fingiendo tranquilidad.
— Justo después de ti.
Liam dudó. Se pateó mentalmente para que dejara de pensar en eso, pero no
pudo evitar preguntar.
—¿Se fueron juntos?
—Liam…
—¿Sabes qué? Olvídalo, no quiero saberlo.
Golpeó el volante de su auto.
—Liam, no creo que ellos estén involucrados de esa forma.
Comentó Theo. El corazón de Liam palpitó.
—¿Eso crees? No creo, Bruno dio a entender otra cosa.
—Tal vez lo hizo para molestarte.
Theo resopló.
>>—Ustedes se llevan de esa forma, ahora no te quejes. Pienso que a Bruno
le gusta molestarte. Y tú tienes mucha culpa en esto, ¿Cuándo vas a superar ese
estúpido enamoramiento? Ya sabes que no pude ocurrir nada entre ustedes.
<<Pues si ocurrió>> Liam se había acostado con él, pero no era algo que le
contaría a Theo.
>>— Liam ¿Me estás escuchando?
Liam salió de sus pensamientos.
—Ya lo superaré.
Negó con la cabeza.
>>—Por eso creo que encontrar un hombre compatible sexualmente
conmigo es la mejor opción.
—¿Por qué no tienes citas? Creo que mínimo puedes conocer a la persona
antes de llevártelo a la cama ¿No crees?
Liam hizo una mueca.
—No soy una persona de citas, y mucho menos de romances.
—Inténtalo por lo menos ¿Qué tienes que perder?
Liam cerró los ojos. Enamorarse para él era como perder absolutamente
todo. ¿Pero era bueno que se quedara solo de por vida? Ver la relación que ahora
tenía Theo con Gabriel lo estaba haciendo sentir añoranza. Y eso era malo.
—Lo pensaré, ¿de acuerdo?
—Liam…
—Eso es todo lo que te puedo prometer por ahora.
—De acuerdo.
Theo suspiró.
>>—No asistiré más por ahora. Sin embargo sabes que puedes hablar
conmigo ¿cierto?
—Tranquilo. Todo bien. Ahora tengo que colgar.
Liam arrancó el auto, con la mente hecha un lío con todo lo que estaba
viviendo. No necesitaba sermones de Theo para saber que, ya la había jodido.
Fue una reverenda estupidez acostarse con Bruno Heber sabiendo que nada
bueno podría ocurrir, y para empeorar su estupidez en escala monumental, Liam
se molestaba porque él no le daba una segunda mirada.
Él había pedido a Bruno tener sexo, ósea que lo había desafiado ¿Por qué
Bruno había aceptado en primer lugar? ¿Para experimentar? No era de extrañar
que no quisiera volver a verlo. La decepción lo golpeó duro. Mientras
continuaba avanzando por las heladas calles de la ciudad, recibió la llamada de
Óscar, un modelo brasileño con quien había tenido una agradable noche el día de
Halloween pasado y por “Casualidad” andaba cerca de su casa. Dudaba que
fuera cierto, pero fingió mostrarse complacido. Le dijo que él iba de regreso y
estaría por ahí pronto.
Encontró a Óscar en la entrada de su edificio, el cual lo saludó demasiado
efusivamente para comodidad de Liam. Estaba comenzando a creer que invitarlo
a venir no fue buena idea.
Juntos se disponían a entrar en el edificio, saludó al portero y al mismo
tiempo él le comentó que había alguien esperándolo. Se detuvo de golpe, la
sonrisa se le borró de los labios al contemplar como Bruno Heber se levantaba
de uno de los sillones de espera que estaban en el vestíbulo.
Su fría mirada se clavó en él. Tenía los ojos semicerrados, sus manos dentro
de la gabardina y ni siquiera el impecable traje gris de chaqueta podría suavizar
su figura amenazante.
—¿Lo conoces, cariño?
Preguntó Óscar a su lado.
—Hola, señor Heber.
Se negó a llamarlo Bruno desde que había dejado claro que no quería que
nadie supiera que habían estado juntos.
>>—Es muy tarde para tratar asuntos de trabajo ¿No lo cree? Lo llamaré
con gusto mañana por la tarde…
Liam cruzó los brazos sobre su pecho mientras lo miraba directamente a los
ojos. Él quería preguntarle cuál era su problema.
—Tenemos que hablar.
Gruñó Bruno.
>>—Dile que se vaya.
A su lado, Óscar maldijo en portugués y le preguntó de mala manera a
Bruno cuál era su problema. El arrogante hombre que era Bruno ni siquiera le
dedico una mirada.
Liam apretó los dientes y bajo los brazos. Él no era un ratón asustadizo.
Tomó unas cuantas respiraciones profundas y relajantes antes de girarse a Omar.
—Es mejor que te marches.
Comentó con calma. Óscar enfureció, negándose a marcharse.
>>—Por favor. Debes irte, no sé qué mierda está sucediendo, pero te
llamaré después.
—No puedes estar hablando en serio.
Óscar intentó sujetarlo del brazo, pero Liam retrocedió. El portero se acercó
sigilosamente, seguramente para auxiliarlo de ser necesario. Él siempre era tan
amable.
—No quiero escándalos aquí, Óscar. Márchate ahora.
Maldiciendo nuevamente en portugués, Óscar se marchó y azotó la puerta
demasiado fuerte. Liam se giró hacia el portero. Le sonrió y le agradeció.
Después se giró hacia Bruno. Él seguía fulminándolo con la mirada a unos cinco
metros de distancia.
Sin decirle nada, Liam se dirigió hacia el ascensor. Mientras esperaba, llegó
otra pareja, a los cuales saludó amablemente. Fue una bendición, ya que no
quería hablar con Bruno. De hecho, esperó que el hombre se marchara al ver que
Liam no lo invitó a subir. Pero él subió al ascensor con ellos.
Cuando llegaron a su piso, bajaron y él caminó hacia la puerta. Ingresó el
código de seguridad y entró. Dejó la puerta abierta, ya que Bruno lo siguió hasta
ahí.
— ¿Qué mierda haces aquí?
Él gritó.
>>—Pensé que a esta hora estarías revolcándote en la cama con Natasha.
Resopló.
>>—O con cualquier otra amante de ocasión. Como sea, me da igual. Será
mejor que te vayas.
Un gruñido salió de la garganta de Bruno, al tiempo que alzaba la mano y
arrancaba su corbata. Su gabardina y chaqueta fue lo siguiente, Liam le observó
y su ira desapareció en shock.
—Tú comentarios en la cena estuvieron fuera de lugar.
Contestó de mal humor.
>>—Acordamos que solamente fue sexo. ¿Qué tendría de malo si estoy en
una relación seria con Natasha?
— Yo no soy una zorra que se abre de piernas a cualquiera. Si tienes novia,
vete a la mierda. Yo no seré tu sucio secreto.
Liam se quitó los zapatos de vestir y uno de ellos golpeó su sofá. El otro
voló por el aire hasta que golpeó la pared junto a la puerta, ojalá hubieran
golpeado la cabeza del hombre arrogante.
—Ahora no me vengas con baños de pureza. ¿Quién fue quien el que rogó
que folláramos?
Los ojos de Bruno se estrecharon, su voz era profunda.
—¡Yo! Y ya saciamos nuestra curiosidad. Pasemos página y cada uno que
vuelva a sus asuntos.
Hizo un ademán con la mano.
>>—Te deseo buena fortuna, señor Heber. Por favor cierra la puerta al
salir.
Con el corazón bombeando su garganta, Liam dio media vuelta y fue rumbo
a la cocina. Él no sabía lo que estaba pasando o porque estaba actuado de esa
manera, estaba seguro en ese momento que no quería saberlo. Se dirigió a la
cocina, se alejó. La distancia entre ellos sonaba como una buena idea.
Se quitó el abrigo y la dejo sobre el mostrador, buscó en la nevera una
botella de agua. Se quedó más de lo necesario mirando el fregadero limpio. No
había oído abrirse la puerta principal, lo que significaba que él todavía estaba
allí.
— ¿Liam?
Se dio la vuelta para encontrarse a Bruno en la puerta de la cocina.
— ¿Por qué sigues aquí?
—¿Por qué tienes la capacidad de sacarme de mis casillas?
Su expresión era ilegible.
>>—Eres exasperante, terco y obstinado.
Él se aclaró la garganta.
>>—¿Por qué de todo quieres hacer un show? Temí en la cena que gritaras
a todos que nos habíamos acostado. Tus arranques son impredecibles. Y vengo a
hablar contigo y lo primero que me encuentro es que trajiste otro hombre. No
pierdes el tiempo.
Liam lo miró mientras sus palabras se hundieron en su cerebro aturdido. Él
estaba avergonzado de lo que hicieron, pero no quería que él tuviera a nadie más.
Qué hijo de puta.
—Déjame decirte cómo vamos a hacer eso, Bruno.
Se giró hacia él.
>>—No me vas a decir a quien puedo o no puedo traer a mi casa. Mi vida
personal es mía.
Enfatizó la última palabra.
>>—Por nuestro asunto, ni te preocupes. Jamás le diré nada a nadie, no
arruinaré tu reputación de esa forma. No es como si hubiéramos acordado
hacerlo de nuevo ¿Cierto?
Sonrió con sarcasmo.
>>—Ahora si me disculpas, será mejor que te vayas. Tal vez aún estoy a
tiempo de hacer que Oscar vuelva…
Él se movió tan rápido que no tuvo tiempo para tratar de defenderse. Bruno
lo agarró, lo puso al revés sobre su hombro y le impidió defenderse cuando
camino hacía su habitación con él sobre su hombro.
>>—¡Qué mierda! ¡Bájame ahora!
Bruno cerró la puerta de una patada detrás de ellos lo suficiente fuerte para
que retumbara y lo arrojó bocarriba en el centro de la cama en un movimiento
tan rápido que lo dejó mareado durante unos segundos. Bruno lo fulminó con la
mirada.
—Si quieres sexo hoy, lo vas a tener.
Gruñó. Sus dedos se pasaron sobre los botones de su cara camisa de vestir,
arrancando la prenda y enviándola lejos de su pecho. Él bajó las manos a sus
pantalones.
>>—Hoy vamos vasa saciar mi curiosidad de nuevo. Aun no tengo claro si
me gusta follar por el culo.
Liam se sorprendió al escucharlo hablar así. Él siempre tan propio, tan
correcto y ahora con un lenguaje tan vulgar. Respiró con dificultad un poco
cabreado, pero cuando evalúo sus emociones, sobre todo estaba sorprendido. Su
mirada se desvió a través de Bruno cuando bajo sus pantalones. La visión que le
presentó fue una que él nunca olvidaría. Parecía sexy, feroz, primitivo y cada
músculo de su cuerpo se perfilaba perfectamente. Él estaba excitado, su mirada
se centró en su polla y lo distrajo lo suficiente como para no ver su mano
dispararse y agarrar su tobillo. Bruno tiró de él, obligando a su cuerpo a
deslizarse sobre la cama y la otra mano tiro de su pantalón. El material delgado
de la tela de lino se rompió y durante unos segundos se quedó en un aturdido
estupor, cuando se los arrancó por completo de su cuerpo.
El instinto y años de experiencia y de supervivencia en esta sociedad
homofóbica asumieron el mando y su pie se disparó y lo golpeó con fuerza en su
estómago. El impacto fue suficiente para romper su agarre en el tobillo y
enviarlo tropezando hacia atrás con un fuerte gruñido de dolor. Liam rodó, cayó
sobre sus pies por el otro lado de la cama y lo miró.
—Yo no voy a permitir que me hagas daño.
Su voz se sacudió y levantó los brazos en una postura defensiva. Bruno lo
miró, frotándose el estómago. Había una marca roja.
—No te voy a hacer daño. Vamos a follar. Me deseabas por años ¿No es
así?
Levantó la barbilla y extendió los brazos abiertos.
>>—Aquí estoy, señor Rossi.
<<Oh, mierda. Bueno, le dije que no quería que se siguiera conteniendo.
Supongo que debería haber tenido más cuidado con lo que yo deseaba>> Liam
apartó sus pensamientos, le dio una profunda mirada una vez más y arqueó las
cejas.
—Bonito lenguaje. Me pone cachondo. Eso es sarcasmo, si no lo notaste.
Olvídate de eso, Bruno.
Resopló.
>>— Ya concluimos que lo que hicimos fue un error. No pienso volver a
caer para que después me trates de nuevo como la mierda.
Él gruñó, pero Liam no tenía miedo. Durante los años, Liam había tratado
con hombres idiotas, no era una damisela en peligro. Su estupor ante los
hombres violentos había desaparecido hace años y él estaba preparado, había ido
a muchas clases de autodefensa, le patearía el culo a Bruno de ser necesario.
>>—Tienes que irte hasta que sepas lo que quieres. Entonces hablaremos.
Bruno lo acecho por el borde de la cama. Planeaba atraparlo. Liam
retrocedió en el espacio entre la ventana y el cabecero. Pero no podía pasar a
través del cristal.
—Por esta noche, solo quiero esto.
—Para…
Ordenó. Él se detuvo. Su mirada estaba en la de Liam, no cambio su mirada
intensa, pero bajó los brazos a los costados.
—Ven a mí, Liam. Es lo que deseas.
Joder <<Porque tiene que parecer tan sexy diciendo eso>> Liam era
masoquista, en verdad. Liam negó con la cabeza.
—Eso no va a ser tan fácil, cariño.
Liam luchó por controlarse.
>>—He recapacitado y ahora comprendo que esto entre nosotros es
ridículo. No nos llevara a ningún lado.
Él frunció el ceño.
—Acordamos sexo. ¿Qué esperabas? ¿Qué me pusiera de rodillas y te
pidiera matrimonio?
—Estás siendo un cretino.
— ¿Quieres que discutamos eso ahora?
Bruno miró hacia abajo a la polla erecta de Liam y luego a su rostro.
Vergonzosamente, estaba excitado, y él también. La situación era bizarra. Bruno
desnudo en medio de su habitación completamente erecto. Liam a medio
desvestir en el mismo estado de cachondeo. Liam casi se rio de su expresión
frustrada. Para qué engañarse, podría estar furioso y frustrado, pero él lo quería,
y Bruno estaba desnudo en su habitación y siempre podían pelear más tarde. El
hecho de discutir, la frustración y ahora la ira lo hacía sentirse vivo. La
conclusión fue tal vez esta era la última ocasión que tendría la oportunidad.
<<Hay que vivir el momento, ¿no es así?>> <<¿Qué tan patético puedo llegar a
ser?>> Se preguntó a sí mismo.
Liam cogió su camisa, vio cómo los ojos de Bruno se abrieron como platos
al ver como la habría y se tomó todo su tiempo en desvestirse. Liam le iba a
hacer pagar un poco por la mierda que le había hecho pasar. Sí, le desagradaba
ver un cuerpo masculino desnudo en lugar de una mujer. Era su problema. Él
estaba pidiendo esto.
Le arrojó su camisa y él la atrapó. Ahora que estaban en la misma onda
acerca de terminar juntos en la cama, Liam no se reprimiría o fingiría ser
remilgoso. Él era seguro de sí mismo, no era feo precisamente, claro que no
tenía el cuerpo definido como Bruno, además él era un poco más alto, pero Liam
se aseguraba de cuidarse, después de todo era diseñador y no era bien visto que
un diseñador fuera gordo o no tuviera estilo. Era delgado, su cuerpo era refinado,
se aseguraba de vestir bien, y verse bien tanto con ropa o sin ella. Estaba
completamente depilado, cosa que no muchos hombres hacían. Había algo en
sus egos masculinos donde pensaban que el vello en el cuerpo les daba más
masculinidad.
Liam se inclinó y sacó del cajón de la mesilla un tubo de lubricante y una
tira de preservativos y los arrojó a la cama.
— ¿Qué? ¿Quieres una invitación por escrito para unirte a mí?
Bruno se movió rápido, vino hasta Liam en vez de hacia la cama y sus
manos le agarraron las caderas. Liam no esperaba eso, pero lo levantó y lo arrojó
sobre su espalda sobre el suave colchón. Tres latidos sordos más tarde, como si
hubiese liberado el freno en una motocicleta a toda velocidad, los labios de
Bruno se posaron en los de Liam. Varios húmedos, hambrientos besos siguieron
dejándole a Liam poco espacio para reflexionar. En algún lugar, en el fondo de
su cerebro, se dio cuenta de que estaban cometiendo un error de nuevo; sin
embargo, no estaba deteniéndolo.
Bruno inclinó la cabeza para tomar más. Su lengua acarició la de Liam y
envió una punzada de puro placer directamente hacia su ingle, y cada
pensamiento racional en el cerebro de Liam entró en año sabático
permanentemente.
Liam no podía recordar la última vez, si es que hubo alguna, que la
necesidad de estar con alguien lo atravesara con tanta intensidad.
Bruno cortó el beso y se alzó un poco sobre él, para poder abrir mejor sus
piernas. Liam se quedó tumbado quieto, mientras lo observaba buscar en la cama
los suministros que Liam había lanzado previamente. Eso le permitió unos
segundos para observarlo, para apreciar su hermoso rostro, su mandíbula
cuadrada, la línea fina de su cuello, su hombro… descaradamente se imaginó
como sería pasar toda su lengua por esa línea y envolver sus labios sobre el
pulso en el cuello. Tenía ganas de marcar la piel de Bruno. La necesidad lo
consumía por completo. Abrumándolo. Conduciéndolo a la locura.
Y ahora mismo se sentía jodidamente demasiado lejos de lo que él tenía,
que era jodidamente fabuloso, a todo lo que él quería, que era todo. Bruno
enterrado profundamente en su culo. Sus dos pollas duras ahora se presionaban
entre sí.
—Necesito…
Liam gimió contra la boca mandíbula de Bruno.
>>—Date prisa.
Liam se lanzó para otro beso de esos que drogan hasta el alma antes de
volver a intentarlo. Santo infierno, nunca antes se había sentido tan torpe durante
el sexo. Cerrando los ojos, Liam gimió al sentir los dedos de Bruno circundó su
agujero lubricándolo, Liam ahogó un sonido que parecía algo así como un
sollozo. Con un brazo apoyado a un lado de la cabeza de Liam, Bruno se inclinó
hacia delante, tratando de prepararlo y estirarlo correctamente y, aun así,
mantener sus labios sellados. Los besos de boca abierta se volvieron francamente
obscenos. Sus manos permanecieron envueltas alrededor de los bíceps de Bruno.
Liam gimió cuando sintió un par de dedos penetrarlo y empujó sus caderas en
busca de fricción, inclinó sus caderas y extendió sus muslos en invitación,
concediéndole a Bruno acceso completo.
—Mierda.
Dijo Liam con un suspiro tembloroso. Bruno estaba haciendo un buen
trabajo. Hasta parecía un experto en sexo anal a pesar de ser su segunda vez con
Liam. Él apartó la idea de su cabeza sobre que las mujeres también podrían tener
sexo anal.
Bruno trabajó en abrir a Liam, pasando de uno a dos y luego a tres dedos,
apenas tomándose el tiempo para procesar la respuesta de uno antes de agregar
el otro. Iba demasiado rápido, pero Liam simplemente enterraba sus uñas romas
en los brazos de Bruno y movía sus caderas en suplicantes círculos. No ofreció
resistencia, solamente exigió más. Liam movió las piernas más altas y las instaló
alrededor de la espalda de Bruno, levantándose aprisa.
Ni un segundo pensamiento entró en su mente, cuando Bruno retiró los
dedos y lo movía un poco, para alienar su pene contra su agujero. Gimió
desvergonzadamente algo, cuando Bruno empujó y tocó fondo en un largo
recorrido.
Bruno dejó escapar un siseo y se quedó inmóvil, sus miembros tensos.
—Alla vamos.
Bruno soltó con voz áspera. Movió sus caderas hacia atrás antes de empujar
de nuevo, y Liam arqueó la espalda para recibir a Bruno.
Él apretó la frente contra la de Liam y repitió el proceso, casi saliéndose por
completo, seguido por un duro impulso hacia delante, enterrándose hasta la
empuñadura.
Bruno Heber comenzó a un ritmo exigente, Liam esperaba como el infierno
mantuviera por largo tiempo. El tiempo se borró. La cama crujió. Hasta que el
aliento de Liam llegó a convertirse en temblorosos jadeos.
Bruno empujó las piernas de Liam más alto. Y con los codos presionados
contra la cama, sosteniendo su cabeza en su lugar, comenzó a devorar la boca
Liam sin dejar de clavarlo contra él colcho.
Liam murmuró incoherentemente, confusos sonidos entremezclados con
ruidos quejumbrosos mientras Bruno se estrellaba contra él sin descanso. <<si
alguna vez comenté que Bruno era un reprimido, me retracto>> Liam parecía
incapaz de nada más allá de abrirse más para Bruno y suplicarle que tomara más.
Aún mejor, Liam alzaba las caderas cada vez que su polla golpeaba dentro.
Los movimientos se volvieron codiciosos y calientes y duros, y ahora
Bruno apenas si se retiraba antes de empujar de nuevo dentro.
—Bruno…
Los dedos de Liam se clavaron en los brazos de Bruno, dejándolos
marcados. Pero a Bruno parecía no molestarle.
>>—Por favor...
El placer aumentó desde dentro hacia afuera, apretando a Liam con más
fuerza, intensificando cada sensación. Inhalar el oxígeno suficiente se convirtió
en un verdadero desafío. Pero, aun así, quería a Liam más cerca, necesitaba más.
Y el peso de ese deseo era jodidamente terrible.
Liam metió su mano entre ellos y se dio varios tirones al mismo tiempo que
los empujes de Bruno. Precariamente, cerca de la combustión espontánea, Bruno
gruñó mientras sus caderas tartamudearon, perdiendo el ritmo. Todo el aire salió
de golpe de sus pulmones, sus ojos se pusieron en blanco y su visión se volvió
negra. Liam arqueó su cuello, su espalda rígida, mientras gruesas y blancas rayas
de semen recibieron disparos manchándolos a ambos. Bruno dio un último
empujón, antes de unirse a él en la gloria del placer.
CAPÍTULO 15
A veces, el amor se convierte en una cadena que nos ata al sufrimiento.

Cualquiera que viera a Liam aseguraría que era la imagen de la seriedad y


la elegancia. Hasta estaba luciendo nuevo corte de cabello, había optado en esta
ocasión dejarlo más corto de lo habitual y había decidido teñir todo su cabello de
un castaño más claro con mechas platinadas. Eso estilizaba su personalidad y
ante los demás parecería un hombre más serio.
No muchos tomaban seriamente a un hombre con el cabello de colores, ni
siquiera toman en serio a un hombre que se dedicaba a diseñar ropa. A lo largo
de su vida, se había topado con idiotas que lo utilizaban de catapulta, ya fuera
para entrar en el mundo del modelaje o conocer modelos que ligar.
En verdad, Liam estaba intentando enderezar un poco su vida sin aceptar
aún que había tocado fondo. En verdad, verdad, verdad, necesitaba cambiar.
Y aunque la terapeuta no le había dicho exactamente que tuviera citas. Sí, le
había sugerido conocer personas que le ayudaran a enfocar sus sentimientos
desde otra perspectiva. En pocas palabras, Liam llegó a la conclusión de que de
alguna manera tenía que encontrar la forma de salir de esa extraña “relación”
tóxica que venía arrastrando desde el último mes.
Fue como una revelación del universo. A mediados de marzo, había
acompañado a Theo al convento para la entrega de unos recursos recaudados a
causa de una subasta donde muchos amigos tanto de Theo, como de Liam,
Bruno y Natasha habían participado. Gracias a sus acciones en los eventos de
enero, ya casi no había niños en el refugio. Lo que le permitió conocer la otra
parte del lugar que hasta el momento Liam había ignorado. La zona donde
estaban las chicas refugiadas que en su mayoría eran mujeres embarazadas,
abusadas y abandonadas.
Fue como un balde de agua helada caer en cuenta de que una relación
tóxica era un problema grave. Él ni siquiera podría decir que estaba en una
relación, pero sin duda estaba viviendo una situación tóxica.
En el último mes, estaba teniendo encuentros sexuales con Bruno Heber. Lo
que era una única ocasión se volvió algo recurrente de dos hasta tres veces por
semana. Ni siquiera hablaban. Bruno aparecía en su casa y follaban. Eso era
todo. Ni mensajes, ni llamadas, ni conversaciones. Era solamente sexo y en
cuanto terminaban, Bruno se marchaba.
En las ocasiones durante el día que tenían que verse a la cara y frente a
testigos, fingían también que nadie sospechaba nada. incluso hasta el mismo
Liam se tragaba la mentira, porque su interacción ante los demás era de lo más
normal. Se dirigían la palabra, bromeaban, Liam como siempre intentaba hacerlo
enojar y él era siempre seguía tan controlado. En verdad Liam llegó a pensar que
tal vez él mismo estaba alucinando. Que el hombre que iba a su casa de
madrugada no era Bruno, sino su gemelo malvado o algo así.
Es por ese motivo que llegó a pensar que tal vez lo que necesitaba era
practicar ese viejo dicho que decía “Un clavo, saca a otro clavo” Por ese motivo,
cuando Chantal, una de sus modelos, le sugirió tener una cita con amigo suyo,
aceptó.
Excepto que aquella vez y no funciono. Lo intentó con otra persona, y otra
y otra. Esta era su quinta cinta en el mes.
Y cualquiera que lo viera pensaría que estaba encantado con su compañero
de mesa y prestaba diligentemente atención a la charla del otro hombre.
Pero en realidad… Liam odiaba cada momento de esto, por dentro quería
golpear a alguien o golpear algo. Si le daban a elegir, sería perfecto poder tomar
esta patata preparada al horno y metérsela en la boca a su cita… Si escuchaba
algo más sobre un aneurisma cerebral o un derrame o un cerebro expuesto,
estaba seguro de que no podría contener los alimentos en el estómago, y eso que
ni siquiera había probado bocado, ¿quién dijo que los neurocirujanos eran
interesantes? No creía que no lo fueran, pero seguro que esta charla sería
interesante para otro médico, no para él. Liam era de las que veían sangre y se
desmayaba. Tendría que hacer nota mental de decirle a Theo que no quería
conocer a los amigos de Gabriel.
Y pensar que creyó que tener citas con otras personas que no tuvieran
ninguna relación con el trabajo de él era lo mejor. No obstante se estaba dando
cuenta que la combinación de “diseñador” con otras profesiones era mala
combinación, eso le había sucedido con sus últimas tres citas…
El Arquitecto resultó alegre, vivaz, entusiasta y feliz ¿Quién sonreía
siempre? Era mucho arcoíris para él…
El Ingeniero en sistemas, era mucho más antisocial que él mismo y…
El primo de Hagen, su conserje… Liam se estremeció por dentro, ni como
decirle al pobre Hagen que dejara de arreglarle citas a su pariente. Durante su
comida el hombre había estado más atento al trasero de la camarera que a él, las
intenciones de Hagen eran buenas, pero se estaba equivocando de género.
Lo de las citas no estaba funcionando. Cambiar de terapeuta también podría
ser buena idea. Tendría que haber otra solución para superar su estupidez y su
obsesión. Pero su terapeuta opinaba que estar solo, soltero, e insatisfecho,
provocaba reacciones que podrían ser dañinas para la salud. Estar involucrado en
una relación solamente sexual tóxica con Bruno Heber era lo que lo estaban
enloqueciendo, pero no había forma en la que Liam simplemente podría decirle
no. Por muy determinado que estuviera enviándolo a la mierda, cada que lo tenía
enfrente volvía a caer en la tentación.
A estas alturas todavía se sonrojaba como era capaz de actuar como una
perra en celo, cada que lo tenía a mano. En una ocasión se había corrido con solo
besarlo, lamerlo y tocarlo! ¿No era eso suficientemente vergonzoso?
Por esa razón había ideado un plan. “Encontrar al hombre ideal” estaba
claro que tenía exceso de energías acumuladas, tenía que hacer algo antes de que
un día de estos terminara haciendo más locuras. Además, siendo francos, por
boca de Theo se había enterado de que pronto, Bruno se mudaría a vivir a D.C.
¿Eso donde lo dejaba? Sería solamente el compañero sexual ocasional que
Bruno dejaría atrás. Y Liam se quedaría como al principio, sin nada y sin
expectativas.
Recordaba cuando su terapeuta le hizo la pregunta más difícil a la que una
persona podría responder ¿Cómo se veía a sí mismo en cinco años? Mierda, ni
siquiera podría asegurar como terminaría el año, mucho menos podría saber lo
que sucedería en cinco.
Eso le hizo darse cuenta de que ni siquiera tenía exceptivas de vida. No se
veía a sí mismo casado, con hijos, una familia. Nuca fue su aspiración. Pero
verse completamente solo, tampoco resultaba alentador. Ahora que Theo tenía
un hijo y un novio estable, y que parecía completamente satisfecho con eso.
Liam lo hizo considerar que, tal vez, darse la oportunidad no sería tan malo ¿O
sí? Después de todo no sería joven toda la vida.
No optante, al parecer no estaba siendo tan sencillo. Buscar a un hombre
que simplemente tuviera los mismos ideales que Liam, estaba resultando una
misión complicada.
Por esa razón aquí estaba, tratando de encontrar el hombre que fuera
compatible con él. “Compatibilidad” esa era la palabra, no buscaba amor.
<<Puesto que hacía años que no creía en eso>> así que descartando la palabra
con “A” Liam buscaba a un hombre con el que mínimo pudiera tener buenas
conversaciones y que lo atrajera lo suficiente para llevarlo a su cama <<Eso era
si se animaba a hacerlo en primer lugar>>.
Así que había recurrido a su agenda de trabajo y a la infinidad de tarjetas de
hombres acumuladas que tenía guardadas gracias a las infinitas fiestas y eventos
a los que había acudido. Siempre había quedado en llamar, pero él jamás les
había dedicado un segundo pensamiento. Ahora tenía una gran variedad de
donde elegir.
Así que tenía todo firmemente calculado, primero, escogía al hombre
asegurándose que no estuviera casado, tuviera novio o novia o algún otro
compromiso les llamaba. Se citaban para desayuno o almuerzo <<nada de cenas
románticas>> <<ni nada que involucrara vino con la cena>> Para él, la primera
cita era como una entrevista de trabajo, si había una segunda cita entonces
pasaban a algo más formal. <<Aunque hasta el momento nunca llego a la
segunda cita>>.
—El estudio del alzhéimer está teniendo muy buenos resultados y… ¿Te
aburro?
Preguntó el Doctor Nelson.
>>—Lo siento, me he adueñado de toda la conversación.
¿Cuál conversación? Se preguntó interiormente, el hombre ni siquiera lo
había dejado hablar, Liam esbozó una sonrisa.
—Para nada… Continúa, es muy interesante lo que cuentas.
El hombre sonrió emocionado y siguió hablando. Él era guapo, Liam lo
admitía, estaba en sus treinta y pocos, lo había conocido en la fiesta de una
amiga, era agradable, pero después de media hora de charla, era claro que esto
no era lo que buscaba. Tomando disimuladamente su teléfono mientras hacía
algo con su ensalada y le decía que el tomate era un órgano <<A saber cuál>> Y
que la lechuga era el centro de quién sabe qué más, él mandó un rápido mensaje.
Un minuto después recibió la llamada esperada.
>>—Un segundo.
Se disculpó con el doctor, el cual asintió tomando un sorbo a su café…
<<Lástima, pensé que porque los dos tomábamos café éramos almas gemelas>>
>>—¿Sí?
—911 aquí. ¿Quién allá?
Canturreó Cris.
—¡Oh! No puede ser, pero si ya habíamos acordado la entrega ¿Cómo que
hay problemas con la entrega de materiales? Tengo una fecha límite de entrega.
Dijo él fingiendo preocupación.
—¿Tan mal te está yendo?
Preguntó Cris divertido.
>>—Media hora, ¿Tu otra cita cuanto duro?
—Esto es imposible, si no hago yo las cosas, algo siempre sale mal. Me
comunicaré con el proveedor para solucionarlo. Te llamaré más tarde.
Continuó con su actuación y Cris siguió burlándose de él.
—Espero que me cuentes todo más tarde.
Dijo Cris. Liam terminó la llamada y miro al médico con cara de pasar.
—Lo siento mucho, el trabajo.
Él sonrió.
—Entiendo eso, si enumerara cada comida inconclusa a causa de
emergencias, nunca terminaría.
Liam sonrió y se levantó, tomando su chaqueta.
—Tengo que irme, de verdad lo siento.
—No te preocupes.
Él se levantó y lo sujetó de la mano.
>>—¿Te llamo más tarde?
<<No en esta vida>> pensó Liam, pero, en cambio, le dedicó su mejor
sonrisa.
—Nos vemos después.
Se despidió de su cita, en el mostrador se aseguró de pagar la cuenta y
apresuradamente salió del restaurante y llegó al aparcamiento donde el auto la
estaba esperando. Una huida más, un fracaso agregado, era momento de
continuar con su día.
Dejando a un lado la decepción, llegó a su estudio y se concentró en su
trabajo. Nadie de sus trabadores, se atrevió a mirarlo a los ojos. Últimamente,
Liam era un ogro aterrador al que todos preferían no molestar. Utilizando todos
los sentimientos frustrantes que sentía en ese momento, se concentró en dibujar
algunos diseños para su colección de otoño. Ignoró a todos y se sumergió en su
mundo de trazos, líneas, telas, colores. No había nada mejor que lo ayudara a
pensar que trabajar. ¿Extraño? Sí, tal vez, pero a él le funcionaba. Pasaron horas
y él siguió concentrado hasta que apareció Theo en su estudio.
—¿Cómo te va amigo? Pareces de mal humor
Liam levantó la vista para ver a Theo dejar una bolsa de comida china sobre
su mesa de trabajo. No recordaba haber acordado cenar con él ese día. Pero
tampoco era extraño que de vez en cuando Theo apareciera de sorpresa cuando
simplemente sentía la necesidad de pasar tiempo con su amigo. Aunque ahora,
por culpa de sus obligaciones de padre y novio, su tiempo de amigos estaba
reducido.
—El almuerzo me ha sentado mal.
Theo arrugó el ceño.
—¿Por qué?
Liam le contó que había tenido una cita con un médico. Theo se sorprendió,
ya que ni siquiera le había contado que estaba teniendo citas.
—Lo que sucede es que eres demasiado exigente.
—¿En serio?
Liam enarcó la ceja.
>>—¿Lo dice el hombre que estuvo encerrado en el armario y dispuesto a
casarse con una mujer cuando le gustan los hombres?
Theo lo fulminó con la mirada.
>>—No olvides tu pasado Theodore. Así que no me juzgues, yo por lo
menos lo estoy intentando.
Theo rodó los ojos, tomó asiento en la silla de enfrente.
—¿Por qué de repente …?
—¿Tengo citas?
Terminó la pregunta por él, su amigo asintió.
>>—Crisis de la edad.
Dijo encogiéndose de hombros. Theo bufó.
—¿Desde cuándo me ocultas cosas?
—No te oculto nada, tal vez es el momento de que vuelva a intentarlo, ¿no
crees?
Theo suspiró.
—Solo digo, que tienes días comportándote muy extraño.
—Ser raro es mi naturaleza Theo, ya deberías de estar acostumbrado.
—Me preocupo por ti.
—No me pongas esa cara de borrego degollado, también me preocupo por
ti. Estoy bien, solamente trato de canalizar las cosas para otro rumbo, no te
preocupes.
Liam cerró su libreta de bocetos y se puso de pie, se acercó a su amigo y
colocó la mano en su hombro.
>>—Además si algo sale mal, serás el primero en enterarte, después de
todo voy a querer embriagarme y salir a cantar. Tendrás de decirle a Gabriel que
se haga cargo de Daniel, no quiero traumar al niño mientras me deprimo y me
consuelas.
Ambos rieron.
—Estás loco.
Liam le guiñó el ojo a su amigo.
—Lo sé, y tú me amas por eso.
Liam alcanzó la bolsa de comida chica.
>>—Ahora cuéntame. Como te va con tu vida amorosa perfecta.
Theo refunfuñó y le dio un golpe en el hombro. Entre broma y broma,
buena cena y agradable charla, pasó el tiempo con su mejor amigo. No bebieron
alcohol, no era el momento. Fue agradable disfrutar un poco de paz entre tanto
caos en su vida.
Cuando Theo se marchó, Liam continuó trabajando. No deseaba ir a casa
esa noche. Estaba analizando en profundidad unas telas para escoger la adecuada
para una chaqueta, cuando, llamaron al sistema de entrada en recepción. Este
edificio estaba repleto de oficinas y distintos negocios propios, como el estudio
de Liam. A cierta hora las puertas del edificio principal se cerraban y solamente
desde cada oficina individual y electrónicamente se podría dejar entrar. Que no
era lo apropiado por seguridad, pero ¿Quién seguía las reglas?
Al ver las cámaras se dio cuenta de que era Bruno Heber ¿Qué hacía ahí?
Liam estaba considerando no abrir la puerta. Pero cambio de opinión a último
momento. Fue cuestión de segundos cuando Bruno llegó hasta su estudio.
Liam enderezó sus hombros, ignorando la forma en que su pulso se había
acelerado. No había visto a Bruno en casi cinco días.
Liam luchó por parecer calmado ante la visión de la elegante figura
masculina de Bruno. Para consternación e irritación, su cuerpo reaccionó de
manera muy predecible ante la visión del hombre apuesto, como si fuera un
adolescente sin control sobre su cuerpo.
—Es tarde. ¿Ya cenaste? Theo trajo comida china por si tienes hambre.
Fue lo primero que dijo. No había forma en el infierno que entre ellos se
pudiera romper el hielo de forma fácil. Pero mínimo, Liam estaba haciendo un
buen esfuerzo por no saltarle encima y suplicarle que lo follara contra la mesa.
—Fui a tu departamento.
Dijo Bruno con voz cansada. Fue entonces que Liam se dio cuenta de que él
tenía círculos oscuros bajo los ojos. No le extrañaba que estuviera agotado y
privado de sueño, los problemas familiares de los Heber no era una cosa sencilla.
Después de todo el drama de inicio de años, la cosa poco a poco se fue
complicando, fuertes rumores sobre malversaciones de fondo estaban circulando
y aunque Bruno y Liam ya no estaban ligados a la familia, directamente eso
también los alcanzaba. Además de que el nuevo trabajo de Bruno con Natasha
Petrus estaba resultando ser más demandante de lo esperado. Y su gran salto a D.
C. estaba cerca.
—Tengo trabajo.
Contestó.
>>—Y tu deberías ir a casa a dormir. Te ves horrible.
Estaba aquí porque había querido apagar su cerebro y dejar de pensar por
un rato y definitivamente evitar a Bruno, aunque ni siquiera había siquiera
considerado que él iría precisamente a buscarlo hoy.
>>—He oído lo ocupado que has estado últimamente.
Dijo Liam, mientras caminaba a uno de los anaqueles para buscar unos
botones.
>>— Me sorprende que hayas encontrado tiempo para mí en tu agenda tan
ajetreada.
Estaban a escaso par de metros. Bruno lo miraba con enfado.
—Si has hablado con Theodore, debes saber mejor que nadie que es
complicada la situación.
La mandíbula de Bruno se apretó.
—En su mayoría, Theo ya no se deja afectar por los dramas de los Heber.
Es bueno que se concentre en su vida ahora.
La mirada que Liam le disparó no fue nada amable.
>>—Tal vez deberías de hablar con él para que te aconseje. Ya no trabajas
para los Heber, supéralos y déjalos que se hundan solos.
—La política nada tiene que ver con los asuntos familiares.
Comentó Bruno. Liam se frotó la nuca antes de cruzar los brazos sobre el
pecho. Él desvió la mirada, mordiéndose el labio inferior.
—Cierto. Ya no eres político por parte los Heber, sino de los Petrus ¿Cómo
está Natasha por cierto?
—Abrumada.
Dijo Bruno.
>>—¿Cuánto tiempo te tomara terminar?
Los labios de Liam se curvaron en una mueca torcida. La pregunta lo
sorprendió, pero no demasiado.
—Estoy buscando botones ¿Qué no ves?
Liam hizo una pausa.
>>—Hoy estoy inspirado y quiero avanzar en mis diseños. Ve a casa a
dormir, Bruno.
Comentó mirando la pequeña distancia entre ellos. Liam estaba sorprendido
por su autocontrol. Debería de tomar esto como una buena señal. Estaba
resistiendo, era como un drogadicto en recuperación.
—¿Estás hablando en serio?
Bruno parecía furioso.
—Sé lo que deseabas al venir a buscarme esta noche.
Liam señaló a su alrededor.
>>—No obstante, tengo trabajo y sexo hoy está al final de mi lista.
Bruno se acercó peligrosamente.
—No quieres follar ¿Dices?
Bruno se burló.
>>—Has mirado mi entrepierna varias veces en los escasos minutos que
estoy aquí.
La mandíbula de Liam se apretó.
—¿Eso hago?
Liam le lanzó una mirada venenosa.
>>—Tal vez si tenga ganas de follar, pero no voy a hacerlo contigo, Bruno.
Ya no lo haremos. No podemos continuar con esta tontería. Así que mejor
márchate.
—En realidad no quieres que me vaya.
Dijo Bruno, acercándose. Liam se mantuvo recto como una tabla, mientras
Bruno peligrosamente puso las manos en su cadera.
—Quítame las manos de encima.
Liam gruñó temblorosamente.
—No quieres que lo haga.
Dijo Bruno, con la boca tan cerca que podía sentir las inestables
respiraciones de Bruno en sus labios. Mierda. Quería consumirlo. Quería
arruinar a Bruno, tirar de su brillante y perfecto cabello, arrancarlo de las raíces
y luego rasgarle la ropa. Quería follar hasta que gritar.
—Ya estoy cansado de este juego.
Con un gruñido salvaje, Liam enterró sus manos en el cabello de Bruno y lo
tiró hacia abajo.
>>—Estoy empezando a odiarte ¿Sabes?
Mordió el labio inferior de Bruno, haciéndolos a ambos jadear.
>>—Ya me tienes arto. Detesto esto.
Liam finalmente tomó su boca. Liam empujó su lengua entre esos suaves
labios, casi gimiendo, sintiéndose tan malditamente bien y perfecto, como si esto
fuera lo que había estado anhelando siempre. Sus manos se sentían inestables,
todo su cuerpo latía como si tuviera un afrodisíaco corriendo por sus venas
donde debería haber tenido sangre.
Bruno le devolvió el beso con entusiasmo, pasando sus dedos por el cabello
de Liam, chupándole la lengua y haciendo pequeños ruidos de satisfacción que
fueron directamente a la polla de Liam. La necesidad de follar fue abrumadora.
Estaba tan cerca de empujar a Bruno al suelo y móntalo allí mismo, en medio de
su estudio.
Sentirse avergonzado de sus deseos era algo con lo que se había
familiarizado íntimamente. Fue vergonzoso que se sintiera tan asquerosamente
ansioso, ansioso por tocar, ansioso por besar, ansioso por abrirse de piernas para
este hombre que solamente lo estaba utilizando para sesear su curiosidad.
>>—Lo haremos aquí.
Dijo, sujetando a Bruno por el cuello.
>>—Y esta será la última vez.
Bruno le sostuvo la mirada. Liam Se humedeció los labios con la lengua,
abrió la boca y luego la cerró.
>>—Todo lo que tienes que decir es no.
La garganta de Bruno se movió.
—¿Seguro estás que me odias?
Preguntó Bruno, inclinándose para mordisquear el lóbulo de la oreja de
Liam. Se estremeció, un suspiro salió de sus labios.
—Sí. Te odio.
Susurró Liam con voz temblorosa, sus dedos agarraron la parte delantera de
la camisa de Bruno mientras Bruno acariciaba un costado de su cara. Él olía
bien. Siempre lo hizo.
—Repite eso, hasta que te lo creas.
Dijo Bruno, besando a lo largo de la mandíbula de Liam, sintiéndose
demasiado sin aliento para su gusto.
>>—Puedes odiarme todo lo que quieras. No tenemos que querernos para
follar.
—Eres todo un seductor ¿Los sabías? Dudo mucho que las mujeres se
resistan a tu encantadora personalidad.
Dijo Liam con sarcasmo, pero se convirtió en un gemido cuando Bruno
besó su camino por su mejilla hasta su boca. El beso fue profundo e
infinitamente hambriento. Liam pareció olvidar todas sus objeciones,
devolviéndole el beso con la necesidad y la agresividad que rivalizaba con las
suyas, pequeños gemidos de placer salieron de su boca mientras las manos de
Bruno recorrían todo su cuerpo y lo desvestían rápidamente.
—Mierda.
Dijo Liam sin aliento, tirando de la corbata de Bruno y desnudándolo con
las manos inestables.
>>—Esto es un maldito error. Pero será la última vez.
Bruno murmuró su asentimiento, empujándolo contra una de las mesas de
trabajo. Con un brazo, tiró todo lo que se encontraba ahí. Prácticamente, se
tiraron sobre ella como si fuera la cama más cómoda del mundo. Gimió al ver a
Bruno trepar sobre él como un felino. Las manos de Liam se movieron
hábilmente entre ellos para liberar sus erecciones. La mirada de Bruno se
oscureció.
—Eres realmente irritante. Maldigo el día en que te rogué acostarnos.
Dijo Liam con voz ronca, envolviendo su mano alrededor de sus pollas
igualmente resbaladizas.
—No lo haces.
Dijo Bruno, apretando los dientes cuando Liam comenzó a acariciarlos.
—Lo hago. Y ahora ni siquiera comprendo cómo es que pude estar
encandilado contigo tantos años. Eres insoportable.
—¿Eso quiere decir que ya no te gusto?
Preguntó Apoyándose en los codos.
—Ya no. Comencé a tener citas. Pronto encontraré al hombre perfecto para
enamorarme, casarme y adoptar muchos niños.
Dijo Liam antes de agarrar un puñado del cabello de Bruno y tirarlo hacia
abajo para morder sus labios. El escritorio de trabajo era bastante amplio, pero
incómodo para esta actividad. Liam solamente rogaba al universo que la madera
resistiera lo suficiente. Sería bastante mortificante caer al piso en plena faena y
lo que era peor, no sabría cómo explicarles a sus empleados lo sucedido al día
siguiente. Era algo patético, la verdad sea dicha. Era patético lo ansioso que
estaba ser follado por este hombre.
Entre besos, gemidos y jadeos, Bruno medio lo preparo. Liam gimió
demasiado alto mientras era estirado y penetrado por los dedos de Bruno. No
podía esperar más.
>>—Solo hazlo ya.
Jadeó. El primer empujón de la polla de Bruno hizo que Liam gimiera
cuando una tensión de su canal se tornó increíble. la lujuria era embriagadora
haciendo que pensar fuera extremadamente difícil.
—Estás demasiado apretado… ¿Te hice daño?
—¿Ahora te preocupas por mí?
Preguntó con ironía.
>>—Vamos.
Exigió Liam, clavándole los talones en la espalda.
>>—Hazlo. Lo quiero fuerte.
Bruno empujó y estableció un ritmo muy lento y completo que fue
frustrante al inicio. Liam se quejó, gimió, lo maldijo y le arañó la espalda. Pero
Bruno parecía estar dispuesto a castigarlo.
—Por favor.
Liam suplicó.
>>—Bruno…
Lo miró suplicantemente. Su autocontrol se rompió en mil pedazos, ya no
sentía vergüenza, ni reparaos. Deseaba esto. Deseaba a Bruno y esta era la última
ocasión. Gruñendo, Bruno golpeó con fuerza dentro de él, y Liam gritó, con las
uñas romas rastrillando la espalda de Bruno, la chispa de dolor aumentaron su
placer. Una risa salió de la garganta de Bruno.
—Aseguraste que ya no te gustaba. Pero estás disfrutando demasiado de mi
polla.
Sus miradas se encontraron y se sostuvieron, y Liam sintió que un calor
desconocido se hundía en sus entrañas. Las palabras estaban en la punta de su
lengua, pero decidió callar. Bruno volvió a empujar, pero sin apartar la vista, sus
ojos se encontraron. Se sintió increíblemente íntimo e increíblemente sucio
sostener la mirada de Bruno mientras follaban. Observar los ojos de Bruno
nublarse de placer era realmente estimulante.
Liam sollozó. Se sentía tan bien que cada empuje de su polla, era
abrumador los ruidos bajos y animales que salían de su con cada empuje de
Bruno. El acto se volvió más carnal y puro instinto.
Pocos segundos después, Liam se corrió violentamente, Bruno
inmediatamente lo siguió con un gruñido bajo y derrumbándose encima de él.
Liam no paraba de temblar y respirar con dificultad. Cuando sintió a Bruno
intentar moverse, Liam quiso aferrarse fuertemente a él y gritarle que no lo
dejara. Pero dándose cuenta de lo patético que podría ser, lo empujó y rodó de
costado.
Bruno se puso de pie y buscó su ropa descuidadamente desechada, Liam
hizo lo mismo, aun sintiéndose un poco tembloroso, pero se negaba a enfrentar
esta situación en un estado tan deplorable. En su casa, fue fácil fingir que
dormía, mientras Bruno escapaba. Aquí sería imposible. Comenzó a vestirse, sin
mirar a Bruno mientras trataba de recuperar el equilibrio.
Bruno hizo una mueca, mirando las marcas de uñas en sus brazos y espalda.
—Parece que tuve una pelea con un gato salvaje.
Comentó, deslizándose en su camisa y abrochándola. Detrás de él, Liam se
burló.
—Parece que fui atacado por una bestia, así que estamos parejos.
Colocándose la chaqueta, Liam se dio la vuelta y encontró a Bruno
mirándolo. Su cabello siempre arreglado, ahora era un desastre, su mandíbula y
su cuello cubiertos de marcas rojas cortesía de Liam. Se sintió orgullo,
cualquiera que lo viera, no le quedaría dudas de que Bruno había follado a lo
grande.
—En Halloween fui a una fiesta de reencuentro con mis compañeros de
universidad.
Dijo Bruno, de repente. Liam hizo una mueca sin comprender.
>>—Ese tipo de reuniones casi siempre son para presumir que tan buena es
la vida de cada quien por sobre la vida de los otros compañeros.
—Yo odio esas fiestas. Siempre me niego a ir. Lo que menos deseo en esta
vida es ver la cara de muchos idiotas de mi universidad.
Contestó intentando bromear, pero el semblante de Bruno continuó serio.
—Todo se descontroló esa noche.
Dijo después de un momento. Bruno no apartó la vista de los ojos de Liam.
>>—A pesar de nuestra edad, muchos pensaron que aun estábamos en
aquellas épocas para beber litros y litros de alcohol y algunos fumar algo ilegal.
Fue realmente estúpido.
El corazón de Liam comenzó a correr a mil por hora mientras observaba la
ira mezclada con frustración en los ojos de Bruno.
—Por más que lo deseo, no logró imaginarte en la universidad como uno de
esos idiotas presumidos que solamente buscaban sexo, alcohol y drogas.
Era cierto. En su imaginación, Bruno siempre fue el Nerd presumido, bien
portado, que jamás daba problemas.
—No lo era.
Dijo Bruno irritado.
>>—Al menos no públicamente, mi familia jamás lo hubiera consentido.
Siempre he sido partidario de las reglas.
Liam levantó la barbilla.
—¿Qué ocurrió en ese reencuentro que te atormenta tanto?
Bruno le dio una mirada plana. El sentimiento de ansiedad empeoró. Algo
no estaba bien.
—Fue un error. Un momento de locura.
El estómago de Liam se apretó.
>>—Los más inteligentes se marcharon a casa temprano, pero algunos
continuamos con la fiesta en una suite en un hotel de cinco estrellas. En algún
momento todo se descontroló y mi cerebro esta nublado, alguien hecho algo a mi
bebida. Era la primera vez en mi vida que me sentía así.
—Por lo que estás contando. Supongo que en esa suite se montó una gran
orgía entre todos ¿No es así?
Liam cruzó los brazos sobre su pecho. Hasta precia una película de terror,
pero desgraciadamente esa historia la había escuchado un montón de veces. Era
las tonterías que la gente hacía cuando estaba alcoholizada y algo más. La
estupidez humana. Después de todo, los humanos eran animales también. Lo que
habían hecho era irresponsable. Peligroso. Debería haberlo sabido mejor.
—¿Tienes idea de quién te drogo?
—No tengo idea.
Comentó con voz plana. Liam asintió.
—Si lo sucedido esa noche te atormenta tanto, seguramente es porque tuvo
alguna consecuencia desagradable ¿No es así?
Bruno apretó los labios.
>>—¿Y qué es? ¿Alguien murió? ¿Lesiones? ¿Daños a propiedad ajena…
Dudó…
>>—¿Una de esas mujeres que todos se follaron está embarazada?
Fue un farol. Era el cliché de todas las historias de errores de una noche
loca de copas. En verdad deseó que no fuera cierto. Sin embargo, al contemplar
la seriedad del rostro de Bruno se dio cuenta de que era precisamente la
situación.
—La noche de fin de año, Ximena vino a buscarme desde Washington. Ella
está embarazada y todo indica que es mío.
Liam parpadeó incrédulo.
—¿Cómo puedes estar seguro? ¡Fue una orgía! Podría ser de cualquiera.
Dijo Liam, sintiéndose desequilibrado. Bruno lo miró.
—Puede ser, podría no haber estado en mis cinco sentidos, pero no lo
bastante aturdido como para no recordar que no me gustan los tríos. Ni me
gustan los hombres. La follé en el sofá delante de varios ojos, pero al parecer
todos estaban perdidos en sus propios asuntos. Si después de que me desmaye
ella se acostó con otro. No lo puedo asegurar.
Liam sintió que sus ojos se ensanchaban, su aliento quedó atrapado en su
garganta.
—Creo que estás intentando ser un caballero. Pero te repito. Podría ser de
cualquiera.
Dijo Liam sintiendo una opresión horrible en el pecho.
—Ximena y yo fuimos novios en la universidad. Nos separamos cuando
nos graduamos porque yo tenía que regresar y la vida de ella estaba en D.C.
Dijo Bruno con neutralidad.
>>—Aparte de las circunstancias, creo suponer que varios sentimientos
pasados afloraron. Solamente estuve con ella esa noche y ella asegura que
solamente lo hizo conmigo. También esta algo avergonzada por lo ocurrido.
Liam lo miró fijamente.
—Aún la amas.
Dijo con frialdad. Era una declaración, no una pregunta. No sabía por qué
estaba sorprendido. No era como si no hubiera sabido qué Bruno solamente
estaba experimentando con él. Como bien había afirmado, los hombres no le
gustaban, y él había sido el chivo expiatorio.
—Ella está casada. Su matrimonio ya estaba en crisis y había comenzado
los procesos de divorcio. Pero ahora, con el embarazo tiene que detener el
trámite hasta que nazca el niño y se dictamine que no es hijo biológico del
esposo y se exima toda obligación legal sobre él.
El corazón de Liam dio un vuelco.
—¿Es por eso que solicitaste ayuda de Natasha Petrus para obtener un
trabajo en Washington? Cuando ella se divorcie, estarás ahí para tomar el relevo,
¿cierto?
La cara de Bruno permaneció impasible.
—Ese niño puede ser mío. Tengo la responsabilidad.
Liam negó con la cabeza, su mente tambaleándose.
—Pero también puede ser que no sea tuyo.
La mirada pesada de Bruno en él era inmóvil.
—Por eso se hará una prueba de ADN.
Las cejas de Liam se fruncieron, aumentando su desconcierto.
>>—Si la prueba es positiva, me hare responsable de mi hijo.
La respiración de Liam quedó atrapada en su garganta. Liam abrió la boca,
pero no salió nada. Se encontró a sí mismo parpadeando, incapaz de
comprenderlo. Probablemente se veía estúpido. Se sentía estúpido, porque
mientras las palabras estaban registradas, su mente permanecía en blanco,
incapaz de imaginar a Bruno casándose con esa mujer y teniendo un hijo.
—Comprendo…
Susurró, apenas moviendo sus labios.
>>—¿Pero sabes? Te hubiera agradecido decirme todo esto cuando te
pregunté tantas veces en diciembre que era lo que te alteraba tanto o cuando te
rogué follar conmigo la primera vez.
Dijo con ironía.
>>—Podre parecer una zorra, pero no me meto con hombres
comprometidos o casados.
—Ximena y yo acordamos esperar a la prueba de ADN. Esa noche fue un
error, ella está casada aún. Si yo hubiera sabido eso, tampoco habría aceptado
estar con ella.
Dijo Bruno con un tono desagradable en su voz.
—Yo no te engañe, entre ella y yo de momento no hay nada.
Liam lo fulminó con la mirada.
—¡¿Pero tan siquiera llegaste a considerar que yo podría ilusionarme,
idiota?!
Dijo en voz baja.
>>— Siempre me gustaste, debiste rechazarme si ya tenías planes a futuro.
La cara de Bruno era absolutamente inexpresiva.
—Acordamos solamente sexo para experimentar.
Liam le sonrió con odio.
—Cierto. Y esta era la última vez. Y mucha suerte para ella. La necesitará.
Ni un solo músculo se movió en la cara de Bruno. Él no dijo nada, así que
Liam giró sobre sus talones y se dirigió escaleras arriba a su pequeña oficina.
Tan pronto como cerró la puerta, un sunami de desconcierto, rencor y tristeza lo
golpeó.
CAPÍTULO 16
Debemos amar, no caer en el amor, porque todo lo que cae, se rompe.

—¿Cómo que no iras a San Francisco?


Theo demandó saber. Liam gruñó y jaló más el edredón sobre él. Liam
tenía una importante sesión fotográfica en San Francisco, sus diseños de la
colección de otoño serían parte de una campaña de la revista Vogue. Llevaba
años anhelando una oportunidad así. Primero iría a San Francisco, después
viajaría a Nueva York y al final iría a Londres. Serían tres semanas de arduo
trabajo. Una de sus metas estaba siendo alcanzada. Theo estaba ahí para llevarlo
al aeropuerto, pero lo cierto era que Liam llevaba tres días encerrado en su
departamento bajo una profunda depresión.
Liam era un experto lidiando con situaciones difíciles, cuando no eran sus
problemas. Cuando la situación era personal, ahí tenía un problema, no era
bueno enfrentando sentimientos.
—No voy a ir.
—¿Por qué?
Liam levantó la cabeza y miró a su amigo.
—Porque estoy en enfermo ¿Qué no ves?
Ni loco le diría la razón verdadera. Para empezar su amigo enloquecería si
se enteraba de que había follado con su primo. Además, no podía contarle la
situación de Bruno. No era su secreto para contarlo.
—Maldita sea, Liam.
Theo intentó retirar el edredón, pero Liam lo tenía bien sujeto con los puños
cerrados.
>>—¡No estás enfermo! Y no puedo creer que quieras echar por la borda tu
trabajo de años.
Liam suspiró.
—No me interesa.
Tomó la almohada y se tapó la cara.
>>—Dejaré las pasarelas.
Theo resopló.
—¿En verdad? ¿Y de qué se supone que vivirás? Hasta donde sé, no te has
ganado la lotería.
Liam arrugó la nariz.
—Venderé dibujos en el parque, y seguramente las monjas de la trinidad
pueden alimentarme en el comedor comunitario. Ellas cocinan delicioso.
Theo rodó los ojos.
—Estás siendo ridículo, ¡levanta el culo y muévete! Perderás el vuelo.
—¡No quiero!
Gritó como un niño malcriado haciendo berrinche. Escuchó el bufido de
desesperación de Theo. Protestó cuando él le quitó la almohada de la cara.
—¿Qué sucede, Liam? Tú no eres así. Estás desechando todo tu esfuerzo y
trabajo. Además, recuerda que muchas personas que te han sido fieles por años,
también han trabajado codo a codo contigo. ¿Eso no te importa?
Theo preguntó sentándose en el borde de la cama, Liam entrecerró los ojos.
¿Podría contarle el verdadero motivo? No, por supuesto que no.
—Estoy cansado y harto de todo.
Aseguró, no era del todo mentira. Necesitaba tiempo para procesar lo que
había ocurrido.
>>—Estoy cansado de luchar, cansado de las citas. ¿Por qué maldita sea
encuentro sapos en lugar de príncipes?
—¿Esto tiene que ver con un amante?
Theo pasó las manos por su cabello un poco desesperado.
>>—Ni siquiera sabía que estabas viendo a alguien. Lo último que me
entere fue de tu fracaso en tu cita con el médico.
Theo suspiró.
>>—¿Es él o alguien diferente?
—Llevo un tiempo acostándome con alguien.
Confesó sosteniéndole la mirada a Theo.
>>—No era nada serio, por eso no te lo conté. Solamente fui un
experimento para él. Quería experimentar lo que era el sexo gay y yo quería
rascarme la comenzó.
Se encogió de hombros, pero su voz insegura lo delató.
—¡Hijo de puta! Solamente te uso. Dime quien es. Iré a partirle la cara y…
Liam sujetó la mano de su amigo.
—Él dejó en claro lo que deseaba desde el comienzo. Yo fui el culpable por
hacerme ilusiones y confiarme.
—¿Te enamoraste de él?
Preguntó su amigo con una mirada de compasión. Liam odiaba esa mirada.
—Estoy maldito, Theo.
Dijo con coraje.
>>—Me tocó presenciar como mi madre cambiaba de novio, tras novio, y
hasta la fecha no se ha rendido, ¿Encontrara un día al correcto? ¡No lo creo!
Theo lo observó sin decir nada. Su madre no era como las madres normales
deberían de ser, estaba más obsesionada, no “encaprichada” era la palabra
correcta. Su madre no había sido una madre para él, puesto que estaba más
ocupada tratando de encontrar al hombre de su vida… Era un capricho tener un
hombre en su vida… esa era la versión del amor y el enamoramiento con el que
Liam había crecido, conoció tantos amantes de su madre que ni siquiera pudo
contarlos. En toda su familia había una generación, no importaba si eran
hombres o mujeres que le tocaba la mala suerte de no encontrar a la persona
perfecta para compartir su vida, terminaban como madres o padres solteros
enfrentándose a una ardua búsqueda del amor, el cual jamás llegaba. Su madre le
había hablado de su padre, sin embargo, a estas alturas él hasta dudaba que ella
supiera si era su padre biológico o no. De seguro hasta se había equivocado en
sus cuentas. Tal vez estaba siendo cruel, pero era la verdad. Su madre estaba más
enamora del concepto del amor que del amor mismo. Y siguiendo la rueda, su
abuelo, el padre de su madre, también le había tocado criar a una hija solo, por lo
tanto, Liam al ser el único descendiente de su madre… Estaba condenado.
—Liam…
—Ayer por la mañana leí un correo de mi madre sobre su nuevo novio que
es chef… ¿Sabes cuánto durará? Seguramente menos que duro con el novio del
que me hablo hace una semana.
Dijo con los dientes apretados, Theo apretó los labios.
—Solamente son ideas que se te han metido en la cabeza…
—¡No lo son! Estoy maldito, no he logrado tener un novio decente, mis
amantes me engañan, y no puedo entablar una relación con nadie.
Tal vez su amigo no lo dijo, pero su mirada lo delato, él era testigo
presencial de todo esto. Liam no era bueno en las relaciones, algo siempre
ocurría. Durante segundos se comunicaron solo con la mirada, esto era así entre
ellos, no necesitaban palabras para saber lo que sentía el otro, la tristeza de él era
la tristeza de Theo y viceversa. Liam fue el que rompió el contacto visual, se
dejó caer pesadamente sobre la almohada.
>>—Y como mi maldita vida está de cabeza, me niego a salir de esta
habitación hasta que todo tenga sentido para mí.
Refunfuño.
>>—Voy a dormir. Me voy a convertir en un oso que inverna. No quiero
saber nada de nadie, no quiero volver al mundo por ahora. Si el mundo siempre
me da la espalda, yo le daré la espalda al mundo.
—¿Y quedándote en la cama solucionarás las cosas?
Preguntó Theo enarcando una ceja.
>>—Perderás la gran oportunidad de tu vida por culpa de un hombre idiota.
—Me quedaré en la cama hasta que logre poner en perspectiva mi vida.
Hasta no hace mucho tiempo yo estaba bien con estar solo. Deseaba estar solo de
por vida, pero por tu culpa ahora ya tengo otras ideas en mi cabeza.
Theo abrió los ojos sorprendidos.
—¿Por qué por mi culpa?
—Porque ahora que te veo feliz y derrochando amor con tu doctor, tu hijo y
tu perro. Me haces desear eso para mí ¡Maldita sea! Ni siquiera me gustan los
perros.
Theo parpadeó realmente sorprendido. Pero lograba ver una sonrisa burlona
en sus labios.
—¿Quieres hijos? No eres paciente con los niños.
—Una niña.
Murmuró.
>>—Creo que una niña me gustaría más.
Cerró los ojos con mortificación. Esto era patético. Él nunca deseó formar
una familia, puesto que era muy creyente de su maldición. Pero ver a Theo tan
contentó le estaba haciendo revolver las ideas. Además de que ahora que Bruno
le informaba que probablemente sería padre… no había podido de dejar de lado
la idea. Abrió los ojos al darse cuenta de que Theo estaba en silencio y
observándolo. Él tenía una mirada extraña en su rostro.
>>—¿Crees que no sería buen padre?
Preguntó con temor.
—No es eso.
Theo se levantó. Con fuerza, él tiró de las sábanas y las lanzó a un lado.
>>—Si deseas ser un buen ejemplo para un niño o una niña, haciendo
berrinches como estos no lo vas a conseguir.
Theo tiró de su pierna para tirarlo fuera de la cama. Gritando él se aferró a
las sábanas, pero fue mala idea. Estas se zafaron y terminó tirado sobre la
alfombra.
—¡Te vas a levantar e iras a San Francisco! ¿Cómo vas a mantener a tus
futuras hijas si te quedas sin trabajo?
—¿Hijas? ¿Estás loco? Yo no quiero una tropa de niñas.
Gruñó cuando Liam comenzó a patearlo para que se levantara.
—¡Ya sea una o varias! Los niños son muy costosos. Así que mueve el
trasero. Tienes que ir a hacer tu trabajo.
Liam con trabajos se levantó y corrió lejos de Theo.
—¡Eres un idiota!
Le gruñó a su amigo.
—¡No me importa! Nos vamos en cinco minutos, cámbiate o te arrastraré
en pijama al aeropuerto.
Liam le saco la lengua, y se dirigió al cuarto de baño. Cinco minutos
después ya estaban yendo rumbo al aeropuerto. No hablaron en todo el trayecto.
Las canciones maravillosas de Il Divo llenaron el espacio vacío. De los dos,
Theo era el sentimental, y le encantaba este estilo de música.
—Sé que este es el momento, debería de decirte las palabras correctas para
consolarte, pero…
Dijo Bruno deteniéndose en el estacionamiento del aeropuerto.
—Estaré bien.
Susurro a su amigo tomando su mano entre las suyas.
—Puedes llorar si quieres.
Dijo Theo. Liam miró por la ventana, no, él no era de los que lloraban.
Gritaba, golpeaba, lanzaba cosas, pero no lloraba. Se había derrumbado aquella
noche que Bruno le confesó todo. Ya había derramado suficientes lágrimas.
>>—El hombre perfecto para ti, anda por ahí en algún lugar. Si yo tuve la
suerte de encontrarlo, sé que tú lo harás.
Prometió Theo, Liam apretó la mano de su amigo.
—Eres mi mejor amigo. Eres toda la familia que necesito.
Theo era lo único, bueno y constante que había tenido en su vida. Abrazó a
su amigo con fuerza y después se separó y salió del vehículo. Theo estaba
preocupado porque se fuera de en ese estado y solo, pero Liam le prometió
llamarle todos los días.
Hora y media después, Liam estaba surcando los cielos hacia San francisco.
Sería un vuelo y sin escalas de cinco horas. Tiempo suficiente para pensar y
tratar de llegar a un acuerdo consigo mismo. No podía seguir siendo tan
patético.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

El alba despuntaba en el cielo de San Francisco. Hasta ahora habían sido


tres días de largas carreras entre sesión de fotografías y pruebas de vestuario. Era
tan agotador que en la noche que llega al hotel, apenas y tenía energías para
pensar, en cuanto su cabeza tocaba la almohada, caía desmayado. No obstante,
aunque no tuviera mucho tiempo para darle vuelta a las cosas en su cabeza, no
quería decir que no estuviera triste. Cada nuevo día traía consigo el amargo
sabor de los remordimientos.
Es por eso que había aceptado acompañar su equipo a divisar el amanecer
en el Golden Gate. Le habían insistido tanto que no pudo negarse. Hacía frío.
Mucho frío, pero nada comparado como en donde vivían. California tenía un
clima más cálido que su fría ciudad de origen.
Liam se quedó mirando hacia la el horizonte, mientras los demás sacaban
videos, fotografías y se asombraban de las personas que ya estaban haciendo
actividades en el agua. El Flyboard[8] era toda una novedad últimamente.
Agradecida por no tener que pasar el día solo. El corazón ya le dolía lo bastante
como para que además tuviese que cargar con el peso de la soledad. <<Las
cargas son más ligeras si se comparten con los amigos>> al menos era lo que
Cris siempre le decía.
Ya estaba harto de comportarse tan patéticamente. No estaba dispuesto a
comportarse como un cobarde y a esconder la cabeza bajo el ala para lamerse las
heridas en solitario. No había dormido en toda la noche y le escocían los ojos.
Theo le había dado unos consejos de un valor incalculable. La había
ayudado mucho escuchar sus palabras. No serviría de nada que se quedase
llorando en casa. Él ya no era el niño asustado al que le daba pavor escuchar
cada que su madre se peleaba con sus novios. Tenía una hermosa carrera, buenos
amigos que eran como su familia.
Aunque muriese en el intento, volvería a ser el hombre audaz y divertido
que siempre había sido. Guardaría en su memoria lo vivido con Bruno como un
recuerdo agridulce. Ni siquiera quería odiarlo, puesto que no había forma que
lograra evitarlo siempre, era el primo te Theodore. En algún momento se
reencontrarían y si no se hablaban con cortesía, Theo se daría cuenta de que algo
había sucedido. Algunas cosas era mejor mantenerlas en privado. Y por mucho
que le gustaría proclamar a los cuatro vientos el amor que sentía por Bruno, lo
mejor sería guardarlo en su corazón para que nadie pudiera utilizarlo contra él.
Después de haberse pasado varios días triste, ahora se sentía un poco mejor.
—Quiero hacer eso.
Comentó. Sus ruidosos acompañantes al principio no le comprendieron.
—¿Qué dices?
Preguntó Elena siguiendo su mirada. Liam observaba a un hombre bailando
en el aire. Era asombroso la verdad. Gracias a la fuerza del agua, el hombre
prácticamente volaba por los aires.
—No creo que puedas hacer eso jefe. Parece algo complicado.
Agregó Scott.
—Puedo hacerlo. He visto videos de personas que lo hacen.
Decidido, respiró profundamente y salió decidido en dirección al
embarcadero. A decir verdad, no tenía ni idea de que tenía que hacer para que lo
dejaran subir a esas cosas, pero estaba determinado. Entre la algarabía del grupo,
llegaron a los embarcaderos a los costados del puente. Entre los botes, encontró
el grupo que estaba practicando con los flyboards. Al parecer era un equipo que
estaba entrenando para alguna competencia en Europa. Liam siempre fue la
imagen misma de la amabilidad y el encanto. Y a pasar de la incredulidad de
quienes lo acompañaban, Liam logró convencer a los miembros del equipo que
practicaban el hidrovuelo que lo dejaran intentarlo. Ofreció pagar por la
experiencia. Hasta podría asegurar que el chico que se ofreció a llevarlo a volar
con él quedó un poquito enamorado de sus encantos.
Era un deporte peligroso y como él no tenía la experiencia, ni el
entrenamiento, era imposible que lo lograra solo. Por ese motivo, iría con Elijah,
un chico nativo americano de piel bronceada, músculos bien definidos y hermosa
sonrisa.
Sus amigos dudaron que se animaría hacerlo, hasta que decidido Liam se
quitó la chaqueta, gabardina, zapatos y calcetines y se arremangó la camisa y el
pantalón y caminó por el muelle.
—¿Listo?
Preguntó Elijah dándole la mano. Él ya estaba en agua, Liam sobre el
muelle de madera, solamente tenía que tomar su mano, avanzar y subir un pie a
la tabla aerodeslizante. Dudó un segundo a pesar de las porras y comentarios de
ánimo que le decían sus amigos a su espalda. Tomando una respiración
profunda, tomó la mano del chico lindo y dio el paso. Fue terrorífico sentir cómo
la tabla se hundía bajo el peso de los dos. Elijah lo sujetó por la cintura y Liam
se aferró a sus hombros mientras sentía las vibraciones del aparato en las plantas
de sus pies y como se inclinaban peligrosamente hacia el costado. Al principio se
hundieron un poco en el agua. Pego su cara al pecho de Elijah y chilló al sentir
lo helada que etapa, pero segundos después, estaba por los aires. Deslizándose
por el mar.
A pesar del miedo que sentía, abrió los ojos asombrados. ¡Estaba volando!
No podía creerlo, la sonrisa que se pintó en sus labios fue tan amplia que hasta
casi le dolieron las mejillas. ¡Esto era asombroso! Se aferró más fuerte a Elijah
cuando él hizo un movimiento y dieron varias vueltas en el aire. Elijah rio con
diversión. Lo había hecho a propósito, pero no para asustarlo, sino para que se
divirtiera. Y fue exactamente lo que Liam decidió hacer.
Siguiendo todas las instrucciones de Elijah, Liam poco a poco se relajó,
hasta el grado de que ya no se asustaba cuando él hacía algún movimiento
repentino o alguna pirueta. Al contrario, en una maniobra, mientras Elijah lo
sostenía por la cintura, Liam llegó a extender los brazos con tal confianza, alzó
el rostro al cielo y se sintió, libre… Libre y feliz. Se sentía tan bien estar tan
alegre que lo había olvidado y mientras seguía dando piruetas en el aire, Liam
prometió, con convicción, que nunca jamás volvería a tener lástima de sí mismo.
La vida era hermosa como para desperdiciarla por algo o alguien que no valía la
pena.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Más tarde, esa noche, Liam se encontraba en su habitación. Había sido un


gran día. Después del flyboard habían ido todos a desayunar. Puesto que el
equipo se habían negado a cobrarle nada por la experiencia, Liam mínimo quiso
invitarles el almuerzo en un restaurante cercano al atracadero. Todos se portaron
realmente bien con él. Elijah sobre todo, resultó ser un joven universitario de
veintitrés años realmente encantador. Hasta prometió llevarlo a volar todos los
días que quisiera mientras estuviera en San francisco. Lástima que pronto tendría
que viajar a Nueva York, pero tal vez decidiera volver a la ciudad algún día.
Con el buen ánimo que venía acarreando, decidió que ese día necesitaba de
una vez por todas cerrar ese capítulo de terror en el libro de su vida. Así que una
vez que se duchó con calma se recostó sobre la cama y llamó a Bruno Heber.
—¿Sí?
Él contestó al tercer tono. Sonaba, precavido.
—No quiero gritarte.
Comentó Liam.
>>—Y hasta hace poco no tenía las palabras apropiadas para decirte lo que
siento.
—Liam…
—No me arrepiento de lo que sucedió entre nosotros. Fue un agradable
experimento y no te culpo por mentirme. Tengo la misma responsabilidad que
tú, yo insistí.
Habló con calma, aunque su corazón estaba bombeando
incontrolablemente. Escuchaba claramente la respiración de Bruno al otro lado.
>>—No me voy a deprimir por lo sucedido. No soy de los que se
derrumban ante una mala situación. Me valoro a mí mismo más que otra cosa.
Liam cerró los ojos y recordó cómo se había sentido volar sobre el mar. La
sensación de libertad que experimento mientras extendía los brazos y Elijah daba
varias piruetas en el aire. Liam sentía que había dejado toda su tristeza en ese
lugar.
—Confieso que me sentí dolido puesto yo llegué a ilusionarme, siempre me
gustaste. Sin embargo, te prometo que no me comportaré como la víctima del
cuento. No me arrepiento de dar lo mejor que tenía, te juro que voy a olvidarte.
E inmediatamente cortó la llamada y apagó el teléfono. Estaba dispuesto a
dormir profundamente y esperar el amanecer de un nuevo día.
CAPÍTULO 17
El verano y la vida es fácil.

—¡Liam! ¡Liam!
Liam giró la cabeza y vio a Daniel atravesar el patio del convento corriendo
para llegar hasta él. Se preparó para el impacto, pues ya estaba acostumbrado a
los efusivos saludos del niño. Después de todo, él era su tío favorito.
Daniel se lanzó a sus brazos y si Liam no hubiese estado preparado, los
habría tirado a ambos al suelo. Él se rio y lo dejó en el suelo.
—¿Qué estás tramando, Daniel?
—Voy a ir al huerto con la hermana Soledad para cultivar verduras para la
cena. La hermana Simona le pasó una receta a Theo de un estofado que prepara
esta noche.
Liam casi se echó a reír ante la mueca del niño.
>>—No me gusta mucho las verduras.
—A nadie nos gustan las verduras, pero tienes que comerlas.
Le dijo él riéndose.
—¿Quieres venir con nosotros?
—La verdad es que me gustaría…
A Daniel se le iluminó la cara.
>>—Pero tu papá Theo me está esperando. Tenemos una reunión muy
importante.
Pronto esa sonrisa encantadora se transformó en un puchero.
>>—Te prometo que me daré prisa y te alcanzare. Y de regreso a casa,
llegaremos a comprar helado. ¿Qué te parece?
—¿De verdad?
Prácticamente, se puso a bailar casi encima de sus zapatos de doscientos
dólares.
—Un helado solamente. Siempre y cuando tengamos el permiso de tus
padres.
El niño asintió impaciente.
—¿Le puedes preguntar tú?
Liam sonrió.
—Por supuesto. Ahora, ve con la hermana. Asegúrate de cosechar las
verduras más bonitas.
Se quedó mirando a Daniel mientras este salía disparado detrás de la
hermana soledad. Con una sonrisa en la cara, Liam se reunió con la madre
reverenda y el recién casado Theodore Heber. Un día sin más, Theo se había
casado en el juzgado, sin ningún tipo de extravagancia. Después tuvieron una
pequeña cena de celebración y sin más se marcharon de vacaciones en familia.
Fue una sorpresa para Liam que, de repente, hubieran decidido dar ese paso
en su relación, sin embargo, Liam se alegraba por ellos. Aunque ese día temió
volver a ver a Bruno después de tantos meses. Hasta ese momento había logrado
evitarlo en su mayoría gracias a que él ahora viajaba demasiado entre Chicago y
Washington. Siempre que iban a tener una reunión con respecto a la fundación y
el convento, Liam encontraba una excusa para no estar presente si Bruno
asistiría. En la boda de Theo fue una suerte de que Bruno llegara tarde a la
celebración, así inmediatamente Liam pudo retirarse sin siquiera mirarlo.
Ocasionalmente, entre Theo y Liam surgía una charla sobre Bruno. Más
que nada, Theo comentaba lo cambiado y distante que sentía a Bruno
últimamente. Liam intentaba disimular y afirmar que solamente eran
imaginaciones suyas, puesto que para él, Bruno Heber seguía siendo el mismo
hombre de hielo de siempre. Hasta el momento, Bruno no le había contado a
Theo sobre esa mujer embarazada y Liam no lo haría. Esperaría a que saliera de
los labios de Bruno, probablemente él estaba esperando a que ese hijo naciera y
le hicieran la prueba de paternidad. Sacando cuentas mentalmente, Liam
considero que dicho evento no tardaba en suceder o ya habría sucedido. Estaban
a finales de julio. Estúpidamente, se preguntó si ese bebé habría sido niño o niña.
<<A ti que te importa>>
Cuando terminaron la reunión, fueron juntos a cenar a la casa de Theo.
Aunque últimamente sus noches con su mejor amigo habían cambiado, Liam no
se quejaba. Antes, una cena en su apartamento consistía en comida rápida,
cerveza, mucha música alocada y chistes malos. Pero cenar tranquilamente,
sintiendo el calor de una familia, tampoco era tan malo. Le gustaba contemplar a
su amigo feliz a lado de su esposo e hijo… aunque una noche de karaoke de vez
en cuando no estaría tan mal.
Después de cenar, Liam ayudó a fregar los trastes, mientras Gabriel
terminaba de limpiar y Theo se aseguraba que Daniel y Turrón fueran a la cama.
—La lluvia no para, deberías quedarte a pasar la noche.
La dijo Gabriel con voz amable.
—Un poco de agua nunca ha matado a nadie.
Le contestó con una leve sonrisa. La verdad era que estaba diluviando allá
fuera. Pero Liam no le daba miedo las tormentas.
>>—Además no quiero entrometerme en su casa. Son recién casados
todavía.
—Hace un mes saltaste en medio de mi cama a las cinco de la mañana ¿Y
ahora te preocupas por incomodar?
—Tenía que darle una gran noticia a Theodore.
Dijo con una sonrisa.
>>—No siempre soy contratado por una productora importante para diseñar
todo el vestuario de una película ¿Sabes?
Después de su gran aparición en la portada de la revista Vogue, el trabajo
de Liam había aumentado. Había sido contactado por varios artistas entre
hombres y mujeres para diseñarles ropa para eventos importantes. Además de
que sus diseños estaban apareciendo en varias campañas publicitarias. Había
contratado a más empleados y aunque le tenía tanto amor a su estudio, este
estaba comenzando a sentirse pequeño con tanta gente y demasiada producción.
De momento está en charlas para la contratación de una empresa textil que
podría encargarse de la producción de sus diseños, sería algo anexo y sin
necesidad de él ampliar su estudio y comprar más equipo.
—Ok.
Contestó Gabriel con resignación.
>>—Como tú quieras. Pero reconsidera irte, la carretera se vuelve peligrosa
con este clima.
Liam suspiró término de acomodar la loza.
—La madre reverenda dijo que una asociación se había incorporado a
nuestra misión y ahora algunas de las chicas serían trasladadas del refugio para
una mejor atención prenatal.
Preguntó con precaución para cambiar el tema.
—Natasha Petrus se está encargando de eso. También tiene la idea de abrir
una casa estilo fraternidad para que las chicas tengan un lugar al que llamar
hogar y no un refugio.
Ese plan le había interesado cuando Theo se lo contó hace unos meses. El
propósito de Natasha era abrir ese hogar colectivo para que las mujeres se
ayudaran unas a otras entre las tareas del hogar, cuidar a sus bebés y poder
trabajar. Después de todo eran chicas sin hogar, sin apoyo familiar y quienes las
embarazaron no se harían cargo. ¿Qué mejor forma que apoyarse entre ellas?
Además, necesitaban trabajar, no podían estar viviendo de caridad toda su vida.
Liam también estaba contemplando la posibilidad de poder ofrecer empleos a
algunas de ellas. Ahora que su trabajo estaba aumentando, necesitaba más
costureras.
—Parece buen plan.
Contestó casualmente.
>>—¿Ya hablaron con Bruno? Después de todo es el que se encarga da la
logística financiera.
Había algo raro en su voz que Liam fue incapaz de definir. Pero esperaba
que Gabriel no se diera cuenta.
—Está de viaje por trabajo.
Gabriel contestó.
>>—Tengo entendido que vendrá la próxima semana. ¿No lo invitaste a tu
fiesta de cumpleaños?
Liam sintió una opresión en el pecho. Pero intentó disimularlo.
—El organizador de eventos se encargó de las invitaciones.
Gabriel entrecerró los ojos.
—¿No has hablado con él últimamente?
Preguntó tranquilamente.
>>—Pensé que eran buenos amigos, después de todo fueron los
confabuladores para que Theo me aceptara y estoy agradecido por eso.
—Son pocos a los que puedo llamar amigos. No soy tan cercano a Bruno de
esa forma.
Suspiró resignado.
>>—Era mi crush[9] en mi adolescencia. Pero eso ya quedo superado.
Por la cara de Gabriel, Liam se dio cuenta de que él ni siquiera tenía idea de
que era un crush. Liam pacientemente se lo explicó.
—Jamás he considerado que Bruno pueda ser gay o bisexual.
Comentó Gabriel ofreciéndole una botella de agua. Liam la aceptó.
—Por supuesto que no, es tan recto como una tabla, por ese motivo nunca
tuve esperanzas. Siempre me intereso por amores imposibles, hombres
comprometidos o idiotas.
—Solamente tienes que conocer a distintas personas, pronto encontraras a
alguien compatible contigo.
Gabriel frunciendo el cejo.
>>—Hay un amigo en radiología que puede…
—Soy alérgico a la sangre o temas sobre órganos expuestos, tuve una cita
con un doctor y no salió nada bien.
Interrumpió a Gabriel.
—No es doctor, es ingeniero.
Gabriel rio.
>>—Siento que ustedes podrían congeniar. Él es tranquilo, amable y
bastante paciente. Ideal para ti.
Liam entrecerró los ojos.
—¿Acaso estás insinuando que soy exasperante, por eso necesito a alguien
con paciencia infinita?
Gabriel rio.
—Sí, un poco.
Liam rodó los ojos.
—Reconócelo, te caigo bien.
—En ocasiones, no bastante.
—Ah, no seas malo. Mira que me debes un gran favor todavía. De no ser
por mí, Theo se hubiera casado con Natasha.
El hombre arrugó todavía más la frente.
—Cierto. Por eso intento ser paciente.
Hizo una mueca.
>>—Deberías ir a buscar a Theo para que te preste ropa para dormir, iré a
acomodar el sofá cama.
Liam se burló. Gabriel era basté serio y a Liam le gustaba molestarlo de vez
en cuando.
—Gracias, Gabriel. Me alegro mucho de que el amor entre tú y mi amigo
triunfara. Eres ideal para él.
Dijo él en voz baja. Gabriel medio sonrió, medio fue una mueca. Estaba
incómodo. Sonriendo, Liam salió de la cocina en busca de Theo, al parecer
tendría que quedarse.
CAPÍTULO 18
No llores por haber perdido el sol, pues las lágrimas te impedirán ver las
estrellas.

—Es hermosa.
Dijo Bruno, mirando la bebé. Ximena sonrió, a pesar de que todavía se veía
agotada.
—Será mucho más bonita cuando no esté tan hinchada.
Hizo una mueca.
>>—Y espero yo también recuperar mi cuerpo pronto. Es un alivio no
sentir que voy a explotar en cualquier momento.
Ella levantó la bebé hacia él.
>>—¿Por qué no la cargas?
Él dudó, mirando a la bebé con inquietud. Parecía tan frágil.
—No quiero lastimarla. No sé cómo hacerlo.
—No seas tonto, no le harás daño. Solamente colócala entre tus brazos. Es
fácil.
Tentativamente, Bruno tomó a la bebé. Era la primera bebé que cargaba en
su vida. Los niños del refugio ya eran más grandes y aunque él no era del todo
tan alegre para jugar con ellos como lo hacía Theo, sí era bueno para conversar
cuando los niños le preguntaban algo. Este pequeño ser humano era diminuto.
No pesaba nada. Su hija, ahora era padre. Él era responsable de esta vida.
Alejándose un poco de la cama, sostuvo a la niña entre sus brazos lo mejor
que pudo, sin apretarla demasiado para no hacerle daño. La niña abrió los ojos
legañosos y Bruno dejó de respirar. Sus ojos eran azules.
—Eres tan bonita.
Susurró. Bruno le acarició el oscuro pelo en la cabeza. Perdió el tiempo que
estivo sosteniendo a su hija, hasta que llegó el médico para comprobar a Ximena
y una enfermera para llevarse a la niña. Como lo habían acordado, se harían las
pruebas de ADN correspondientes para confirmar si Bruno era el padre. Aunque
peligrosamente en su corazón, Bruno ya estaba seguro de lo que dirían las
pruebas.
—¿Te irás?
Preguntó Ximena llamando su atención, ya que él no podía apartar la
mirada de la cuna portátil donde estaban transportando a la niña fuera de la
habitación.
—Necesitas descansar. Solamente saldré al pasillo para realizar unas
llamadas. Avísame si necesitas algo. Tu hermana no tardará en llegar ¿Cierto?
Ximena le sonrió con cansancio y estiró su mano. Bruno dudó, pero al final
la tomó y la apretó. La mirada que ella le dio era tentativa.
—¿Estás feliz?
Bruno sonrió.
—Por supuesto que lo estoy.
Apretó de nuevo su mano.
>>—Duerme algo. Debes estar exhausta.
Palmeó su mano, después la saltó y salió de la habitación. Ciertamente, no
representaban la típica familia feliz y entusiasmada por el nacimiento de su hija.
No eran una pareja. Tan solo, estaban trabajando juntos para enfrentar la
situación del error que cometieron en esa noche de copas. Acordaron que su
situación se definiría una vez que los resultados de las pruebas estuvieran listos.
Bruno estaba más que dispuesto a hacer lo correcto.
Tan pronto como estuvo fuera, su sonrisa se desvaneció. Dios, era agotador.
Para Bruno era mentalmente agotador poner una cara feliz y estar animado y
toda esa mierda constantemente. Durante estos meses había enfrentado la
situación lo mejor posible, para no entristecer a una mujer embarazada.
Lo cierto era que estaba todo, menos tranquilo. La realidad era que toda su
cabeza era un desastre. Habían pasado meses, por Dios santo. No se suponía que
todavía se sintiera con ganas de golpear algo o golpearse a sí mismo. Muchas
veces deseo que todo fuera únicamente un mal sueño, vaya forma de joderla y
dos veces en menos de un año.
Primero que nada, fue esa estúpida fiesta. En su afán por ser un poco más
abierto y tener amigos. Fue a esa fiesta de reencuentro, bebió demacrado,
alguien lo drogo pensando que era una buena broma y no solamente termino
teniendo sexo frente a otras personas, sino que para rematar, Ximena había
quedado embarazada. ¡Joder! Ni siquiera había sido tan descuidado de
adolescente. Tuvo suerte de no terminar con una enfermedad de transmisión
sexual o que su desastrosa noche terminara filtrándose en las páginas ilegales de
pornografía.
Su garganta se cerró y Bruno empezó a caminar más rápido. Quería aire
fresco. Odiaba los hospitales. Apretando su mandíbula, Bruno abrió la puerta
principal y salió. Estaba lloviendo.
Ni siquiera el agua de la lluvia lo hizo menguar su conciencia. Ojalá el agua
pudiera limpiar todos sus pecados. Pero no era así. No conforme con su primera
equivocación, a pesar de sus intentos por mejorar y ser una mejor persona,
cometió el error de involucrarse en un juego tonto. ¿Qué se le había metido a la
cabeza? ¿Acostarse con un hombre? Bueno, no cualquier hombre. Fue Liam
quien lo propuso y aunque Bruno podría culpar a Liam por su insistencia, lo
cierto era que Bruno había estado tan confundido por todo lo que le había estado
sucediendo que acepto hacerlo. ¿Por qué lo hizo? ¿Por curiosidad? ¿Por caridad
hacia Liam? ¿Por qué realmente lo deseó?
Haciendo una mueca, Bruno se encaminó hacia su auto. Se metió en su
coche, cerró la puerta y se dejó caer en el asiento, mirando la lluvia, golpear
contra el parabrisas y tratando de fingir que el vacío enorme en su pecho no
existía.
¿No se suponía que ya estuviera mejor? Habían pasado meses desde que
había terminado con Liam. No era que estuvieran saliendo ni nada, simplemente
le pusieron fin a ese juego tonto.
— No me arrepiento de lo que sucedió entre nosotros. Fue un agradable
experimento y no te culpo por mentirme.
Bruno recordó las palabras de Liam y se sintió aún peor. Golpeó con fuerza
el volante. ¿Cómo era que podría equivocarse tanto en tan poco tiempo? ¿Qué
mierda iba a ser? En su cabeza, hace meses su plan estuvo bien estructurado, una
vez que tuvieran los resultados de los análisis, se mudaría definitivamente a D.
C. para estar cerca de su hija. De ser necesario estaba dispuesto a casarse con
Ximena, pero ¿Era lo correcto?
—No tengo ni puta idea.
Gruñó. Estos meses había estado intentando adaptarse al cambio. Entre
viaje y viaje, era más consciente de lo diferente que era una ciudad a otra.
Comenzaría prácticamente de nuevo aquí. Sin familiares, ni amigos cerca. Por la
parte de la familia no se preocupaba, estaba desheredado, sus padres lo dejaron
claro. Pero aún le queda Theo, su primo que poco a poco se convirtió en un
verdadero amigo. Daniel, su hijo y Gabriel, su esposo, ahora eran también
familia. Por supuesto, deseaba que ellos conocieran a su hija. La situación
familiar de Ximena tampoco era bastante buena aquí. Su familia estaba furiosa
por el fracaso de su matrimonio y era socialmente censurada por quedar
embarazada de otro hombre que no era su esposo. Ahora que la niña había
nacido, seguramente el esposo reanudaría los trámites de divorcio. Sería una
guerra demasiado sanguinaria, habían sido las palabras de la hermana de
Ximena, la cual era el único apoyo para ella.
Tal vez Chicago no era la ciudad más maravillosa del mundo, pero tenía un
hogar ahí, su trabajo, Theo y su familia, pocos amigos más y estaba Liam.
¿Por qué se había equivocado tanto? Con Liam tenía una extraña y poco
típica relación. Aunque él lo acusaba de serio y de amargado, lo que era verdad
que en más de una ocasión Bruno tuvo que soportar la risa para no darle el gusto
a Liam de saber que todas sus payasadas lo divertían. Era refrescante su
extravagancia y ocurrencias. Y lo habían arruinado todo.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Natasha Petrus admitía que sus métodos en ocasiones no eran los correctos.
Sin embargo, si algo había aprendido a lo largo de los años, era que la
información era poder. Además de que investigar a las personas que la rodeaban,
le aseguraba su propia seguridad. En los últimos años, había sufrido más
atentados contra su vida, de los que le gustaba contar.
Muchos asegurarían que sus métodos era atentar contra la intimidad.
Natasha lo llamaba inteligencia. Además, tenía una gran ventaja: era buena
leyendo a las personas, a diario aparecían ante ella, personas que simplemente
deseaban obtener un veneficio, siendo hija de un gran político, era complicado
tener amigos de verdad. Era muy pocas las personas en las que confiaba. Y
Bruno Heber era una de esas personas.
Natasha entró en la sala de reuniones, había citado a Bruno aquí para
conversar del contrato y de su contrato definitivo como publicista del partido.
Natasha se apoyó contra la puerta y observó a Bruno mirando por la
ventana. Su mirada estaba perdida, ignorando lo que sucedía alrededor. Natasha
tomó una respiración y se aclaró la garganta. Pidió suerte a los cielos para que
esto resultara.
—¿Cómo está la bebé? ¿Ya escogieron nombre?
Vio con claridad cómo los hombros de Bruno se tensaron.
—Julieta.
Murmuró él. Ciertamente, Bruno nunca fue tan entusiasta y extrovertido
como Theo o Liam. Sin embargo, en estos días parecía que no le importara un
carajo de nada.
—¿Y la prueba de paternidad…?
—Positiva.
Contestó sin ningún signo de alegría. En otras circunstancias, Natasha
habría gritado felicidades. Sin embargo, ahora corría peligro que Bruno la mirara
con desagrado. Se aclaró garganta y dio un paso dentro de la habitación. Cerró la
puerta.
—¿Y te casarás con Ximena?
Preguntó con precaución. Natasha conocía toda la historia. Después de que
Bruno dejara a los Heber y la buscara. Habían formado una especie de amistad
que al principio fue solamente un trato laboral, pero poco a poco, Bruno fue
confiando en ella hasta el grado de contarle por qué deseaba poder trabajar en
Washington en el futuro. Hasta había conocido a Ximena en una ocasión.
Natasha era cómplice de este secreto, puesto que Bruno no le había contado nada
a nadie… hasta hace poco.
Determinada, Natasha se acercó a la mesa de reuniones, jaló la silla y se
sentó, pasaron los segundos y Bruno no contestó a su pregunta, así que era
momento de cambiar de estrategia.
—Me llegó la invitación para la fiesta de cumpleaños de Liam
Natasha dijo mirando a Bruno como un halcón, necesitaba comprobar todas
sus reacciones.
>>—Al parecer será un magno evento. ¿Piensas asistir?
Sin reacción. Natasha sonrió.
>>—Además de que Theo me contó que ahora Liam tiene novio. Después
de tanta renuencia y quejarse del amor, por fin logró encontrar a alguien perfecto
para él. Hasta me da envidia. Todas mis citas han sido un fracaso últimamente.
Bruno apretó los puños. Finalmente. Una reacción. Pero era una reacción
muy previsible, teniendo en cuenta lo que Natasha sabía. A grandes rasgos, su
investigador privado, le aseguro Bruno Heber y Liam Rossi estuvieron
involucrados sexualmente. Personalmente, Natasha los estudio por separado y
convivió con ellos. Aunque no tuvo una afirmación, sí que averiguo que la cosa
entre este par estaban tensas, ni se hablaban como antes. Además, ya lo venía
sospechando desde aquella noche en que Liam le rogó su ayuda para ir a la fiesta
y encontrarse con Bruno. Ella no era ninguna tonta, además de que la forma en
la que Bruno lo defendió y posteriormente se encargó de vengarse del hombre
que lo atacó, para que no quedara impune, acabo con sus dudas. También estaba
esa pequeña tensión en la cena de san Valentín de Theo. ¡Por Dios! Fueron tan
obvios. Aunque al parecer Theo no notó nada sospechoso, Gabriel sí, así que no
solamente pudo ser su imaginación.
>>—Es un policía.
Dijo Natasha con una sonrisa.
>>— ¿Puedes creerlo? A pesar de tener a tanto modelo sexy a su
disposición, comenzó a salir con un policía. ¿Quién lo hubiera pensado?
Entonces Liam no es tan superficial como aparenta ser.
Bruno permaneció inmóvil, de espaldas a ella. Natasha no podía ver la cara
de Bruno, pero no lo necesitaba.
>>—Estoy tan contenta por él.
Natasha dijo casualmente.
>>—Yo si tengo fe en el amor y deseo de todo corazón que él sea feliz.
Dándose la vuelta, Bruno ajusto un poco su corbata. Su mirada era de furia
contenida, pero así era él. Bastante controlado.
—¿Venimos a trabajar o a hablar de tonterías?
Su rostro era inexpresivo; sin embargo, sus dedos estaban inestables,
temblorosos.
—Lo lamento, pensé que te interesaría saber. ¿Qué no Liam era tu amigo?
Preguntó Natasha con una dulce sonrisa. Bruno frunció el ceño.
—Es amigo de Theo. Mi primo es el puente de comunicación entre
nosotros.
—Lo siento, me equivoqué, pensé que Liam era un poco importante para ti.
Natasha levantó sus manos de una manera conciliadora.
>>—Yo no pretendía... molestarte.
—No estoy molesto.
—Pues lo parece. Necesitas poner buena cara, acabas de ser papá y Ximena
es una hermosa mujer, hacen buena pareja.
Natasha dijo, luciendo su expresión más sincera.
>>—Si te casas con ella, podrás formar una hermosa familia. Debería
felicitarte por eso, tú y Theo lo lograron. Ahora es el turno de Liam y espero en
un futuro sea él mío.
Natasha frunció los labios y sacó su móvil.
>>—Yo si estoy celosa de Liam, no puedo creer que se haya adelantado.
Pero parecía bastante feliz en la fotografía que me envió Theo.
Rebuscó en las imágenes de su galería, por supuesto que no era algo que le
había enviado Theo, pero Bruno no tenía necesidad de saberlo. Entró la imagen
que buscaba y se la enseñó a Bruno.
>>—No logró distinguir bien los rasgos del hombre, pero parecer realmente
apuesto. Mira lo alto que es.
En la fotografía, el hombre estaba un poco inclinado besando a Liam. La
fotografía fue tomada fuera del estudio de Liam, se estaban despidiendo. Al
contemplar la mirada de Bruno, Natasha llegó a la conclusión que el dinero
gastado en el investigador valió la pena.
—¿Por qué me enseñas esto? No me interesa saber nada del amorío de
Liam.
Natasha dejó caer su máscara y se encontró con los ojos de Bruno.
—No digas tonterías, Bruno. Ya estás comenzando a cansarme.
—No tengo ni idea de lo que hablas.
Natasha soltó una carcajada.
—Has estado comportándote como un cachorro apaleado durante meses.
Eso es triste y patético. Ni siquiera puedes estar feliz por el nacimiento de tu
hija. Seguramente deseaste que esos análisis salieran negativos.
Un músculo palpitaba en la mejilla de Bruno.
—Ya es suficiente señorita Petrus. Esto no es tu asunto.
Natasha se burló.
—Por supuesto que es mi asunto. Pensé que éramos amigos, según
Theodore, los amigos tienen que ser entrometidos.
Natasha palmeó la mesa del escritorio.
>>—No quiero todos los detalles morbosos, pero sé que entre tú y Liam
hubo algo. ¿Estás dispuesto a renunciar?
—No soy homosexual.
Bruno escupió. Natasha levantó las cejas.
—No dije que lo fueras. ¿Es acaso importante el género? Si él te gusta
¿Cuál es el problema?
—Tengo responsabilidades ahora con Ximena y Julieta.
Gabriel mordió. Natasha ladeó la cabeza.
—¿Y escoger a Liam te hará desobligarte de ellas? Tal vez casarte con
Ximena es lo más honorable de hacer según la sociedad. Pero un matrimonio sin
amor es una mierda. Soy la prueba de ello. Mis padres se odian, y aunque intente
hacer lo mismo con Theo, me alegró que él me dejara plantada.
—No es tan sencillo.
Bruno gruñó con severidad.
—Mira, Bruno. Puedes engañar a todos los demás, pero tú y yo sabemos la
verdad. Estamos cortamos por el mismo patrón. Siempre rectos, correctos,
seguimos las reglas. Sin embargo, hacer lo correcto no siempre es la mejor
opción. No me digas que nunca cruzó por tu mente, que por una vez en la vida
hacer algo por ti, ser egoísta, y al carajo todos los demás.
La manzana de Adán de Bruno se movió.
—Le hice daño y no creo siquiera que quiera escucharme.
Ella se levantó y sostuvo la mirada de Bruno.
—Te tocará, arrastrarte y suplicar. Arregla tu mierda Bruno, seguramente
Dios perdonara el hecho de no sacrificarte por el bien de Ximena y tu hija.
Julieta necesita un padre y puedes serlo, aunque no te cases con su madre.
Seguramente en el futuro ella agradecerá que sus padres sean felices por
separado, qué desgraciados y casados.
Bruno abrió la boca, pero nada salió. Sonriendo, Natasha se fue, contenta de
que había tenido la última palabra.
CAPÍTULO 19
Nadie es dueño de tu felicidad, por eso no entregues tu alegría, paz, tu vida
en manos de nadie, absolutamente a nadie.

Bruno apretó con fuerza el volante del auto mientras miraba a Liam bajar
del auto que acababa de llegar, su corazón latió tan rápido que se sintió un poco
mareado por un momento. Llevaba horas esperándolo, consideró que si de
verdad su intención era disculparse por todo lo sucedido, hacerlo por teléfono no
era la mejor idea.
Y ahora estaba contemplando como un hombre alto y moreno bajaba del
auto y atraía a Liam a sus brazos. Todos estos meses, Bruno se sintió como la
mierda sin saber que era lo que en realidad deseaba o que era lo correcto de
hacer y Liam si lo había superado. Liam estaba bien. Más que bien. Estaba
demasiado ocupado besándose con este hombre como para echarlo de menos en
lo absoluto.
Se estaban besando. Mientras las manos del hombre apresaban el rostro de
Liam y lo devoraba con pasión, las manos de Liam estaban en el trasero de ese
hombre, acercándolo para restregarse contra él, como si quisiera que lo follara en
la calle. Por un largo y doloroso momento, sintió como si el corazón de Bruno le
dejara de latir. Tenía problemas para respirar. Así que era verdad. Todo era
cierto. Liam ahora tenía novio.
No supo en qué momento salió del coche. Sentía ira y resentimiento.
Entonces Liam terminó el beso y volvió su cabeza hacia él. Liam se quedó
completamente inmóvil. Sus miradas se encontraron y el ruido de la calle se
desvaneció. El corazón de Bruno martilleaba en sus oídos.
—¿Podemos ayudarlo en algo? Amigo.
Preguntó el hombre. Bruno se obligó a apartar los ojos de Liam para mirar
al tipo.
—Soy amigo de Liam, vengo de visita. ¿Y tú eres?
Bruno sabía que estaba siendo desagradable y no le importaba. Él nunca
había afirmado que fuera una buena persona, y no iba a empezar a hacerlo por el
bien de este idiota. Liam entonces se aclaró la garganta.
—Este es Bob, mi novio.
Dijo Liam, sujetando la mano del hombre. Sin reaccionar demasiado, Bruno
miró sus manos enlazadas antes de levantar los ojos a la cara de Liam.
Expresaba muy poco. No podía leer a Liam en absoluto, y eso dolía. Tantos años
en las que estuvo que soportar las miradas juguetonas y de interés de Liam, para
que ahora lo mirara sin interés. Bruno pegó una sonrisa en su rostro.
—Mucho gusto.
Dijo con cortesía. Tantos años de buen comportamiento estaban sirviendo
para algo.
>>—Lamento la hora e interrumpir su cita. Pero necesitaba hablar con
Liam. Asuntos de negocios y no me voy a quedar en la ciudad mucho tiempo.
Miró a Liam.
>>—¿Podríamos hablar?
Liam lo miró con desconfianza, pero claro estaba que no deseaba hacer una
escena a mitad de la calle. Se giró hacia Bob y le susurró algo. El hombre, no
muy conforme asintió, se inclinó y besó a Liam en los labios frente a sus narices
¿Qué no tienen un poco más de autocontrol? Intentó no perder la paciencia. Una
vez que el tipo subió a su auto y se marchó, Liam se cruzó de brazos y los
fulminó con la mirada.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Bruno no sabía qué decir. No se suponía que debiera estar aquí. Liam no se
veía exactamente feliz de verlo. Todo lo que había planeado decir parecía
estúpido ahora. Liam había seguido adelante y Bruno no le importa una mierda,
ahora tenía un nuevo y radiante novio.
—Es bueno verte también, Liam.
Hizo una seña con la cabeza hacia el edificio.
>>—Ni siquiera me vas a invitar a subir.
Liam desvió la mirada.
—Lo que tengas que decir, dilo de una buena vez, Bruno.
—¿Si me invitas a entrar, crees que tu novio se moleste?
Su tono estaba volviéndose desagradable, pero Bruno no podía parar.
Estaba furioso. Todos estos meses, él había estado hecho un desastre,
continuando en movimiento sin que realmente sentir que nada valía la pena, pero
aparentemente Liam estaba muy jodidamente feliz.
>>—Ni siquiera me enviaste una invitación para tu fiesta de cumpleaños.
Liam apretó los labios. Estaba conteniéndose bastante bien, por lo general
era bastante explosivo.
—¿Cómo está tu amante embarazada? ¿Ya dio a luz?
—Ximena está bien. Tenemos una hija, Julieta. Es hermosa.
—Felicidades.
Liam dijo enérgicamente, caminando hacia la puerta de su edificio.
>>— Te enviaré un regalo para ella. Ahora si me disculpas tengo que irme,
mañana tengo mucho trabajo…
Bruno se movió rápidamente y lo sujetó del brazo. Los músculos de Liam
se endurecieron bajo su mano.
>>—Déjame ir.
Liam dijo, con voz uniforme.
—¿Lo amas?
Liam miró a la puerta cerrada del edificio.
—Sí.
Esa palabra fue como una daga a su corazón.
—No te creo.
Agarró el hombro de Liam y le dio la vuelta.
>>—Dijiste que no creías en el amor. Que estabas maldito.
El rostro de Liam era inescrutable, sus músculos estaban rígidos.
—Ahora estoy en una buena relación. Déjame ser.
Bruno quería protestar, quería recordarle que a pesar de todos los amantes
que tuvo a lo largo de los años, siempre sintió atracción por Bruno.
—Mírame a los ojos y dime en verdad que quieres que me vaya. Me iré y
nunca regresaré.
Liam apretó la mandíbula.
—¿Por qué me haces esto ahora? Él es todo lo que siempre quise en un
novio.
—¿Quieres que me vaya?
Liam lo miró a los ojos.
—¡Sí! Lárgate. Ya te superé. Me importa una mierda lo que quieras o hagas
con tu vida. ¿Qué no te ibas a casar con esa mujer por el bien de tu hija?
Bruno aspiró una bocanada de aire.
—No me voy a casar con ella.
Susurró, odiándose un poco a sí mismo por ser tan patético.
>>—La prueba de paternidad salió positiva, sin embargo he llegado a la
conclusión de que puedo ser buen padre y no ser un mal esposo. Entre ella y yo
no funcionaria.
Alguna emoción cruzó el rostro de Liam. Bruno lo soltó y dio un paso atrás.
>>—No estoy aquí para pelear contigo.
Liam no se movió.
—¿Entonces a que has venido?
Liam rio con amargura.
>>—No esperarás que ahora que me anuncias que no te casas con esa
mujer, yo voy a saltar de gusto y me voy a abrir de piernas para ti.
—Te traje tu regalo de cumpleaños.
Comentó, Liam levanto las cejas. Bruno sacó de su bolsillo la pequeña caja
con los gemelos de platino y un broche de corbata que había comprado. Era muy
extraño que Liam usara algún traje sobrio y sin tanta brillantina, pero
últimamente lo había visto en eventos de gala en televisión vestir trajes a medida
un poco más sobrios y formales. Ahora que su carrera estaba despuntando,
Bruno por lo menos deseó regalarle algo que luciera bien en él. Conociendo la
personalidad alegre y única de Liam, seguramente sus demás invitados le
regalaran cosas a su gusto, un par de gemelos no era algo que muchos pensarían
que Liam quisiera o necesitara. Bruno forzó la caja en las manos de Liam y se
alejó un par de pasos rumbo a su coche.
—Pero… que…
Liam parecía desconcertado.
—No estoy aquí para alterar tu vida, Liam.
Dijo Bruno volviéndose hacia él.
>>—Comprendí hace tiempo que perdí el derecho a pedirte o a esperar algo
de ti. Solamente vine a verte y disculparme por cómo me comporté contigo.
Se rio con amargura.
>>—Estaba metido en un maldito problema y me aproveché de ti. Fui un
idiota y aunque sé que no deseas ser mi amigo de nuevo. Por lo menos espero
que no me odies.
Suspirando, Liam se pasó una mano por el pelo.
—Maldita sea. Yo no sé qué estás haciendo aquí. ¿Por qué tenías que
aparecer ahora? Tú tienes tu vida, tu familia, un bebé. No hay lugar para mí en tu
vida, realmente nunca lo hubo.
—Me gustas, Liam
Confesó. Liam abrió muchos los ojos y apretó la pequeña caja con fuerza.
—¿Qué mierda dices? Tú no eres gay.
Liam dijo en voz baja. Se oía frustrado.
>>—No puedes darme lo que yo quiero.
—Ciertamente, no soy homosexual, ni siquiera bisexual, porque no deseó a
otros hombres. Creo que solamente es cosa de que me gustas tú.
Pasaron unos segundos de silencio. Liam nunca había sido bueno para
ocultar sus emociones a diferencia de Bruno. Liam era del tipo… explosivo. Y al
ver cómo lo miraba y como apretaba sus puños sobre la caja del regalo, Bruno
supo que él estaba a nada de explotar.
—¿Sabes que es lo que pasa?
Liam gruño dando un paso hacia él. Sus facciones se transformaron, lo miró
con coraje.
>>—¡Pasa que no te quiero tener cerca! ¡Pasa que no te quiero ver! ¡Pasa
que no te quiero ni escuchar!
Recalcó cada palabra.
>>—Estoy harto de que me trates como si mis sentimientos no importaran.
Desde aquella vez acordamos que esto…
Señaló en espacio entre los dos.
>>—¡Esto terminó! Te arranqué de mi vida. No quiero volver a verte.
Y antes de que Bruno pudiera decir nada, Liam se giró y se fue.
CAPÍTULO 20
La nostalgia, ese sentimiento agridulce que nos envuelve en una
melancólica bruma del pasado.

Liam terminó de organizar sus facturas y alzó los brazos en señal de


victoria. Un problema menos que restar a su lista <<Al menos por este mes>>
Liam no podía asegurar si era solamente a él o si en realidad los meses estaban
yéndose demasiado rápido. Con tanto trabajo apenas y tenía tiempo de organizar
todos sus pendientes del mes.
Miró su reloj era poco más de las siete. En esta ocasión tal vez sí podría
llegar temprano a casa y llamar a Bob… sintió un nudo en estómago. Esperaba
simplemente tener las palabras para explicarle quién era Bruno y porque había
llegado de esa forma la otra noche.
Negando con la cabeza, cerró su portátil y se dispuso a salir de su oficina,
ya solamente revisaría las telas entregadas por los proveedores esa mañana y eso
sería todo.
Bajo las escaleras y se dio cuenta de que el taller estaba prácticamente
vacío, se negó a ceder ante su ansiedad al contemplar el desastre que había.
Después de todo estaban en fechas, límites de entrega y casi todo era un caos de
telas, hilos, plumas y botones.
Al llegar al último escalón, algo llamó su atención. Justo en la mesa más
cercana a la escalera que daba a su oficina, en la parte superior, estaba una
¿muñeca?
Bajo más deprisa para asegurarse de que sus ojos no lo engañaban. En un
portabebés, estaba una hermosa muñeca, vestida completamente en tonos
violeta, era chiquitita, de piel clara, tenía los ojos cerrados y sus labios eran tan
chiquitos y bonitos, sus mejillas eran regordetas y sonrojadas. Tenía bastante
cabello castaño y un pequeño moño de costado adornaba su cabecita.
Fascinado, Liam se acercó, no era fan de las muñecas, no era que desde
niño le hubieran gustado los juguetes de niña. Su fascinación por la moda surgió
en su adolescencia. Donde diseño muchos vestidos para muñecas, así fue como
comenzó.
—Santos ángeles.
Murmuró sorprendido, cuando la hermosa muñeca en realidad gorgojeo y
movió su hermosa manita.
>>—Amor, hermoso. ¿De dónde saliste?
Liam tuvo dudas en tocarla, pero al final no pudo resistirse a tocar la
pequeña mano de la niña. Era una hermosa muñeca de carne y hueso.
>>—Eres tan bonita.
Susurró Liam enamorado acariciando sus mejillas regordetas. Se acercó un
poquito más. Olía a bebé. ¿Quién podría resistirse al olor de bebé? Entonces la
pequeña abrió los ojos. Unos hermosos ojos azules lo miraron
desenfocadamente. El corazón de Liam quedó flechado al instante.
>>—¡Oh! Que cosa tan preciosa eres.
Liam se deshizo en alabanzas para la niña. Era hermosa, divina, primorosa.
Una hermosa muñeca que lo inspiraba a diseñar hermosos vestidos y moños para
realzar todavía más su encanto. Y de pronto, ella comenzó a sollozar y luego a
llorar más fuerte. Eso lo angustió, él no sabía qué hacer con niños llorones.
Intentó calmarla con palabras y susurros, pero ella no cesó.
—Quiere que la cargues.
Liam saltó del susto, él ya estaba nervioso por el llanto de la niña. Y ahora
Bruno empeoraba las cosas al salirle por la espalda. ¿Había estado ahí todo el
tiempo? Por supuesto que sí, ahora comprendía todo. Esta hermosura de bebé era
Julieta.
—¿Qué haces aquí?
Cuestionó fulminando a Bruno con la mirada. Él, en cambio, no contestó, se
acercó a ellos, Liam quería retroceder, pero la pequeña estaba sujetando su dedo.
Con calma, Bruno quitó los seguros y correas del portabebés y sacó a la niña,
pero no la abrazó a él. La puso en los brazos de Liam.
>>—¿Qué haces? Yo no sé cómo cargarla, la voy a tirar.
—No lo harás.
La niña quedó acunada en sus brazos.
>>—No aprietes tan fuerte.
Ella inmediatamente se calmó, bostezo y mirando a Liam parpadeó
adormecida. Realmente era imposible resistirse a ella.
>>—Le gustas a Julieta.
Liam entonces miró a Bruno.
—¿Por qué la trajiste?
Le reclamó, controló su tono de voz para no molestar a la pequeña. Bruno
lo miró impasible.
—Quería que te conociera.
Comentó con calma.
>>—Venimos de la casa de Theo, le he contado todo. Pensé que te llamaría
inmediatamente.
Liam hizo una mueca.
—Mi teléfono está aquí abajo.
No pudo evitar que su mirada viajara a la niña. Era inevitable, era tan
bonita.
>>—Cuando organizo mis facturas, prefiero no tener el teléfono cerca. Me
distraigo fácilmente.
Ya imaginaba que tenía miles de llamadas de Theo para contarle o
reclamarle.
>>—¿Qué tanto le contaste a Theo?
Miró a Bruno. Él se encogió de hombros, dio un paso atrás y se recargó
contra la mesa.
—Que tuve una aventura, que guarde el secreto hasta no estar seguro de que
Julieta era mía y que, a pesar de todo, no puedo casarme con su madre porque
estoy interesado en alguien más.
Liam tragó saliva.
—¿Le contaste sobre…?
—¿Nosotros?
Interrumpió Bruno.
>>—Por supuesto que no. Pensé que a ti no te gustaría.
—Sí, gracias… sería algo vergonzoso.
Dijo con nerviosismo.
>>—No es algo que quiero que se sepa.
Bruno lo miró fijamente. Liam desvió la mirada de nuevo a la niña. ¡Era tan
hermosaaaaa! Era amor a primera vista, sin embargo, no era buena idea que se
encariñara con ella. Con todo el dolor de su corazón. Se acercó a Bruno y le
entregó a la niña.
—Gracias por traerla. Es preciosa, felicidades.
Confundido, Bruno la sostuvo.
>>—Ahora será mejor que se vayan.
Liam retrocedió y llevó sus manos a su espalda. Deseaba arrebatarle a la
bebé de los brazos y conservarla. Esto era una trampa cruel.
>>—Yo ya voy de salida. Me están esperando.
—¿Tu novio?
Preguntó Bruno con tono mortal. Liam entrecerró los ojos y apretó los
puños.
—No es de tu incumbencia, señor Heber. Pero sí, tengo una cita romántica
con él.
Liam señaló hacia la puerta.
>>—Ahora si eres tan amable, te agradecería que te marches y lleves de
regreso a esa hermosura de bebé con su mamá. Seguramente la extraña
demasiado.
En honor a la verdad, Bruno parecía bastante calmado, tal vez era a causa
de no querer asustar a la niña. Con calma, la colocó en su portabebés.
—Ximena estaba muy ocupada con la mudanza. Llegará a la ciudad hasta
dentro de dos días.
Liam sintió un hueco en el estómago.
—¿Se mudará aquí?
Preguntó dudoso. Hasta donde sabía el plan era que Bruno se mudaría a
Washington.
—Llegamos a un acuerdo, me ofrecieron una gran oportunidad aquí en
Chicago y llegué a considerar que trabajar allá no era tan buena idea, y ella sola
no puede hacerse cargo de Julieta, no cuenta con más apoyo que el de su
hermana y ahora mismo, es muy estresante su vida social a causa de su ex.
Terminó de atar las correas de seguridad y se giró hacia Liam.
>>—Ella también consideró que un cambio de ambiente sería bueno.
Negoció con empresa y logró que la trasladaran a la sede en Chicago.
—¿Vivirán juntos aquí?
La idea lo aterró. No quería tener que toparse con la familia cada cinco
minutos. Bruno dio un paso hacia él.
—Compartiremos la crianza y la custodia.
Otro paso. Liam tragó y miró a los ojos de Bruno.
>>—Pero no viviremos juntos. No somos pareja.
El momento se alargó. No tenía idea de quién se movió primero, pero de
repente se estaban besando, con tanta fuerza que casi dolía. Dios. La mente de
Liam se quedó absolutamente en blanco con un deseo abrumador. Chupó la
lengua de Bruno, con las manos, agarrándoles a las solapas de su chaqueta con
impotencia. Estaba lloriqueando, tratando de acercarlo más, tan cerca que no
había ningún espacio entre ellos. Joder, se sentía tan bien, pero estaba tan
hambriento por esto, por él, después de meses sin tocarlo que no era suficiente.
Entonces, como un rayo de claridad, la imagen de Bob y su sonrisa amable
llegó a su cerebro. Liam se sintió cómo una maldita perra prostituía infiel. Con
las fuerzas que logró reunir, terminó el beso y empujó a Bruno. Él lo miró
confundido. Vio las intenciones de él de acercarse de nuevo. Liam reaccionó.
Sin decir, nada lo esquivó y corrió escaleras arriba. Entró a su oficina, azotó la
puerta y cerró con seguro. Y tristemente esas acciones no eran para evitar que
Bruno entrara, sino para que él no saliera e hiciera algo de lo cual se arrepentiría
por el resto de su vida. Se recargó en la puerta y se deslizó hasta el suelo.
Cuando todo terminó entre ellos, el tiempo pasó bastante rápido. Liam
decidió enfocarse en su trabajo y evitar autocompadecerse. Con el paso de las
semanas, no importaba cuanto luchara por parecer alegre, positivo y vivo. Al
final del día estaba solo y podría ser que él no creía en el amor, pero sí deseaba
compañía. Un montón de citas fracasadas y gracias a la insistencia de Cris, Liam
le había dado una oportunidad a Bob, y no se arrepentía. Resultó ser un hombre
considerado, detallista y realmente amable. Y fue así como Liam decidió
comenzar y borrar de su vida todos los recuerdos malos de sus infortunios
amorosos.
Liam cerró los ojos y enterró la cabeza entre sus rodillas. Con Bob inició
una nueva historia de amor. Quería olvidar a Bruno, trató de olvidarlo, pero
desgraciadamente era alguien a quien nunca podría olvidar.
—No puedo…
CAPÍTULO 21
Lo agridulce es una fuerza callada.

Otra cosa que había descubierto en estas semanas de autosanación, era que
el baile le ayudaba demasiado para deshacerse del estrés. Además de que podría
considerarse que era como realizar un poco de ejercicio hoy en día.
Con Cris como su cómplice, habían encontrado una clase donde practicaban
flash mob[10] y baile de salón improvisado. Aunque, él no tendría ningún
problema en bailar en la calle, Cris era un poco más serio. Aun así, ambos se
animaron a entrar y solamente se dedicaban a bailar e improvisar dentro de la
clase.
¿Quién sabe? Tal vez, más adelante se animarían a participar con ellos en
algún proyecto futuro en las avenidas de la ciudad. Por ahora ellos estaban
conformes con solamente bailar, distraerse, desestresarse, sudar, cansarse y
conocer un poco de gente nueva.
En esta ocasión, Cris no era su acompañante, sino Theo. Y mientras él lo
daba todo sobre la plataforma con sus compañeros, Theo estaba a un costado de
la pista observando atentamente.
Por supuesto, esta no era una actividad para el recatado señor Theodore
Heber, pero, aun así, parecía divertido observando todo a su alrededor. Que se
distrajera y desestresara un poco era el objetivo.
Después de esto, irían a cenar o a beber, lo que él decidiera. En honor a la
verdad, esta salida era a petición de Gabriel. Theo lo estaba volviendo loco con
su histeria por culpa de Bruno.
Que su primo de buenas a primeras apareciera con una hija en brazos, fue
una bomba para todos los cercanos a él. Liam tuvo bastantes dificultades para
mostrarse sorprendido. Por supuesto que nadie a excepción de él sabía en
realidad cómo fue que esa niña fue concebida, de ser así, Theo comenzaría a
subirse por las paredes.
Además, Liam estaba seguro de que Natasha de alguna forma también
conocía la historia. Ella tampoco se mostró muy incrédula cuando Theo le estaba
contando el día que se reunieron para tomar café.
Liam se preguntó si Bruno también le había contado todo a ella. Entre
Natasha y Liam hubo algún intercambio de miradas. Por parte de Liam fue un
intento por averiguar que tanto sabía ella. La razón por la que ella lo observaba
tanto, quedó en la incógnita.
Y por más que durante semanas, había luchado por sacar a Bruno de su
sistema, al parecer era la conversación de todos los días.
—¿Qué te pareció la clase?
Le preguntó a Theo mientras juntos se dirigían al auto de Liam. Él hoy era
el conductor designado.
—Demasiado ejercicio para mí.
Theo se burló.
>>—¿No puedo creer que hoy seas de esa gente que va al gym todos los
días?
Liam rio y arrojó su mochila de deportes al maletero.
—Me ayuda a relajarme.
Theo entrecerró los ojos.
—Pensé que era el sexo el que decías, que te ayudaba a desestresarte.
Liam se encogió de hombros.
—Eso también. Pero dado que en este momento no es mi actividad
principal, el baile improvisado está siendo de ayuda.
La boca de Theo cayó abierta.
—¿Cómo que no…?
Las palabras se atascaron en su garganta.
>>—Pero tienes novio… ¿Me vas a decir que tú y Bob no…?
Liam volvió a encogerse de hombros mientras entraba en el asiento del
conductor.
—Llevamos las cosas con calma.
—¡No te creo!
Theo golpeó su hombro, al tiempo que se acomodaba en el asiento del
copiloto.
—No tienes que hacerlo si no quieres. Pero tampoco tengo por qué
mentirte.
Liam puso el auto en marcha. Theo continuó con su incredulidad, alegando
que era imposible que Liam aún no llevara a Bob a la cama. Después de todo, no
solamente Liam era bastante intenso en ese tema, sino que los había visto en
innumerables ocasiones besarse y toquetearse.
Y todo eso indicaba a los ojos de cualesquiera que eran bastante intensos en
la cama. Tal vez fuera así. Pero la realidad era que, de momento, Liam no había
querido dar el siguiente paso. En esta ocasión deseaba hacer las cosas bien.
Comenzar con la parte del sexo, no era buena idea, todo siempre terminaba
siendo un desastre. En esta ocasión iría lento, conocería a Bob, se enamorarían
apropiadamente y después darían el gran paso.
Con Theo aun bombardeándolo con preguntas, llegaron al karaoke de
siempre. Esto se sentía nostálgico, hacía meses que no venían.
Entre música, comida chatarra y mucho alcohol volvieron a revivir
hermosos recuerdos. Recordaron su juventud y los tiempos de cuando Theo aún
era soltero y metido en el armario. Criticaron a muchos conocidos y se burlaron
de muchas cosas. Y como era de esperar, la situación de Bruno también salió a
colación, en su mayoría era porque Theo estaba resentido porque Bruno no
confió en él. Liam lo único que pudo hacer fue aconsejarle que hablara con
Bruno y le contara cómo se sentía.
Y fue un consejo erróneo, ya que aprovechando que Liam fue al baño, Theo
había terminado marcándole a Bruno en un avanzado estado de ebriedad. Y eso
causo que treinta minutos después, Bruno Heber acompañado del doctor Gabriel
Dave aparecieran.
—Eres un soplón.
Acusó Theo a Bruno.
—Se supone que irían a cenar, no a embriagarse.
Intervino Gabriel mientras ayudaba a Theo a mantenerse en pie.
—Juro que lo iba a enviar a casa en un taxi.
Liam levantó la mano en señal de promesa. Él estaba despatarrado sobre el
pequeño sofá del privado.
—Esta escena por algún motivo me parece familiar.
Gabriel rodó los ojos. Liam se burló.
—Pero si no recuerdo mal, esa noche no te resulto tan mal ¿No es así
doctor?
Gabriel gruñó. Liam se rio y Theo también. Además, Theodore, se pegó
más a su esposo y le susurró algo en el oído que hizo al doctor abrir los ojos
sorprendido, además de que tuvo que sujetar las manos de Theo cuando le agarró
el trasero.
Liam se extendió en el sofá. No quería mirar a la parejita feliz, eso le
causaba malestar estomacal a causa de los celos. Ya que en verdad Gabriel no
parecía furioso porque Theo estuviera ebrio. Tenían un matrimonio sólido y una
buena relación. Él quería llamar a Bob para que viniera a recogerlo; sin
embargo, él ahora estaba de turno. Le tocaría pedir un taxi.
No se había dado cuenta de que había cerrado los ojos, hasta que sintió que
alguien tiraba de su brazo para alzarlo.
—¿Qué haces?
Gritó Liam empujando a Bruno.
>>—¿Por qué me tocas? No quiero que me toques.
—Es hora de irnos. Te llevaré a casa.
Dijo él intentando sujetarlo de nuevo. Liam se deslizó hasta el otro lado del
asiento. Miró alrededor, Gabriel y Theo ya no estaban.
—No necesito tu ayuda. Pediré un taxi.
—Es peligroso, yo te llevaré.
—¡No necesito tu maldita ayuda, Bruno!
Chasqueó la lengua. Pero al final no importó cuanto protestó. Dejaron en
auto de Bruno aparcado en el local y llevó a Liam a casa en su auto, después de
dejarlo, llamaría a un taxi, volvería a buscar su vehículo.
“Qué buen amigo” Habían sido las palabras del gerente del local. Aunque
Liam no estaba agradecido. Lo que menos deseaba era tener a Bruno Heber
cerca de él.
—¿Con quién dejaste a Julieta?
Preguntó Liam sin abrir los ojos. Tenía la cabeza recargada contra el
asiento orientada hacia la ventana.
—Su madre llegó esta tarde a la ciudad. Quería pasar el resto del día con
ella antes de volverse loca mañana con el caos que es su nuevo apartamento.
Liam sintió la bilis subir por la boca de su estómago al enterarse de que la
mujer de la discordia ahora ya estaba en su mismo territorio.
—Soy bueno decorando.
Sonrió sin sentido y amargura.
—¿Acaso quieres ayudarla?
Su sonrisa se borró ante la pregunta.
—Por supuesto que no.
Alegó.
>>—No quiero ni conocerla.
Dudó.
>>—Solamente estaba pensando tonterías. Espero que la habitación de
Julieta no sea sosa y aburrida en tonos blancos.
Hubo un momento de silencio.
—Desconozco como será su habitación en la casa de su madre. Pero en mi
apartamento su habitación es blanca, con muebles color hueso y colores crema.
Liam entonces abrió los ojos y miró a Bruno con horror. Él se encogió de
hombros, pero pudo ver la diversión en su boca.
—La decoradora de interiores dijo que era un signo de elegancia y ayudaba
a la iluminación.
—Eso es un crimen. Pobrecita niña, se volverá aburrida como tú.
Bruno rio. Lo miró un instante antes de volver su vista a la avenida.
—Eres libre de ir y decorarla como mejor te parezca, tienes mi permiso.
Liam estuvo a punto de gritar “Por supuesto que lo haré” pero entonces
recordó que no era su asunto. Ellos ya no eran amigos. Renuentemente, cerró la
boca y se reacomodo en el asiento. Minutos después ya estaban en casa de Liam.
—Gracias por traerme, puedo subir solo.
Refunfuñó él, bajando y azotando la puerta. Bruno lo alcanzó.
—Solamente quiero asegúrame que llegaras bien hasta tu apartamento.
—¡Estoy bien! No necesito tu ayuda.
Liam estaba ebrio, pero no tan ebrio como para no poder subir al elevador y
digitalizar el código de seguridad de su apartamento. Estaba a punto de correr
hacia la puerta, pero Bruno lo detuvo sujetándolo por el brazo, lo hizo volverse
hacia él.
Liam quería correr, estar con este hombre era sumamente peligroso para su
cordura y sus buenas intenciones. Según él, hace tiempo supero esta atracción
unilateral, ¿por qué no simplemente Bruno podría dejarlo en paz? Al parecer su
autocontrol no era lo suficientemente bueno como había pensado.
—Suéltame.
Ordenó tranquilamente, tenía los puños apretados con fuerza a los lados. No
quería actuar violentamente. Tenían que encontrar una forma de convivir sin que
nadie a su alrededor saliera daño. Ellos de alguna forma no podrían evitarse toda
la vida, Theo estaba en medio de ambos. Primo y mejor amigo. Y no había
manera en el mundo que él pudiera renunciar a su amistad con Theo y tampoco
podría pedirle a Theo cortar relaciones con su primo. Jodido dilema. Él no sabía
cómo lidiar con esto en absoluto.
—¿Realmente lo amas?
Escuchó la voz fría de Bruno. Liam apretó los labios.
—Será mejor que te marches, ahora mismo antes de que pierda la paciencia.
Dijo Liam peligrosamente. La borrachera había desaparecido.
—¿Te enamoraste de él? ¿Por qué no contestas a mi pregunta?
Su voz sonó más dura que un segundo antes. Lado a lado, miraban en
sentidos contrarios. Pero la tensión era tan vivida como dos rivales en duelo.
—No tengo por qué contestarte nada.
Liam zafó su brazo. Otro silencio.
>>—Deja de preguntar tonterías ¿Acaso estás celoso?
Preguntó con sarcasmo; sin embargo, Bruno respiró profundo. Liam dejó
escapar una risa ahogada. Mierda, esto realmente está jodiendo su cabeza.
—¿Acaso es tan difícil responder? O no puedes responder porque en
realidad no lo amas y no quieres mentir.
Liam suspiró.
—¿Por qué eres tan irritante? Deja de molestarme y corre a buscar a tu
futura esposa. Ella seguramente podrá aguantar tus cambios de humor mejor que
yo. Después de todo era el amor de tu universidad ¿No es así? Anda, ve y vuelve
a avivar la llama del amor.
Hubo un momento de silencio. Liam decidió que era momento de alejarse.
Sin embargo, al dar el primer paso, Bruno lo volvió a sujetar del brazo, pero en
esta ocasión lo empujo hasta que estuvo atrapado contra el costado de la pared
del edificio.
—¿Acaso enloqueciste?
Liam intentó empujarlo, pero Bruno no se lo permitió, le sujetó ambas
manos, manteniéndolo firme con su cuerpo prisionero contra la pared. Bruno le
dio una mirada extraña.
—Me jodiste, la maldita vida ordenaba que llevaba.
Comentó Bruno bruscamente. Liam parpadeó sorprendido.
—¿Por qué me culpas de tus malditas estupideces?
—Durante años estuviste acosándome. Tus miradas, tus comentarios, tus
insinuaciones…
Liam resopló.
—Ahora resulta que me acusaras de haber abusado de ti en un momento
vulnerable.
Bruno no paro de mirarlo fijamente. Esa intensa mirada lo hizo sentir cosas
extrañas en su interior… Y en su polla.
—Sí, estaba vulnerable… estaba confundido y un poco desconcertado por
todo lo ocurrido. Estaba furioso conmigo mismo…
Hizo una pausa.
>>— Se me vino el mundo encima. Y tú, con tus bromas, tu maldito plan
para unir a Theo y a Gabriel y todas tus locuras me mantuvieron realmente
entretenido… Me sentí… bien.
El corazón de Liam comenzó a correr una carrera.
>>—Tus chistes, tus locuras, tus dramas y desmanes… Comenzó a
gustarme pasar tiempo contigo.
Bruno soltó sus manos, pero en esta ocasión a causa de la impresión, Liam
no pudo ni moverse. Bruno apoyó las manos a cada uno de los lados de su
cabeza. Liam respiró profundamente, mirando en los ojos del hombre.
>>—Desearía haberme negado a tener sexo contigo, sin embargo no hubo
repulsión o desagrado cuando lo imagine… total, ya me habían drogado y
muchos me habían visto tener sexo. En ese momento pensé que hacerlo contigo,
no sería peor que lo sucedido en Halloween.
Dijo con voz ronca.
>>—Desde año nuevo no pude quitarme la idea de la cabeza, es por eso que
acepté hacerlo. Tontamente creí que si lo hacíamos entonces todo terminaría y
cada uno iría por su lado.
—Fui un experimento que te salió mal.
Murmuró Liam con resentimiento.
>>—Yo desearía que me hubieras rechazado. Ojalá nunca me hubieras
hecho caso. Desearía no haber conocido nunca este sentimiento. Estúpidamente
me ilusioné.
Bruno Tragó. Liam estaba realmente desconcertado por todo esto. Deseaba
reclamarle a Bruno tantas cosas.
>>—Márchate.
Dijo furioso.
>>—Si lo que buscas es mi perdón y que todo vuelva a ser como antes,
estás equivocado. Nos evitaremos lo más posible. Ni siquiera estoy seguro que
podamos ser amigos otra vez.
Bruno lo agarró del brazo. Liam notó la cálida presión de sus dedos a través
de la camisa como un hierro al rojo vivo. Sabía que él no podía soportar, que le
rechazara, pero nada podía impedirle provocarle, enfurecerle tanto como lo
estaba él. Aunque su rabia no era solo contra él: Liam estaba furioso con la
fuerza invisible que parecía unirlos, que no le permitía ignorarle ni olvidarle
como deseaba, que lo hacía profundamente consciente de él y de la extraña
sensación física que parecía hacer arder su cuerpo; su cálido olor masculino. Era
injusto.
—No he venido a pedir qué que seas mi amigo.
Declaró él muy tenso.
—Entonces, ¿a qué has venido?
Liam sintió un pozo de desesperación en la boca del estómago.
—¿No pensarás sinceramente que yo querría nada contigo? Tengo novio
¿Lo recuerdas? Y estoy feliz con Bob
Soltó con desdén. Los ojos de Bruno echaron chispas.
—Lo que sucedió entre nosotros, es algo que ambos debemos olvidar, fue
una estupidez y no volverá a ocurrir. Estoy feliz ahora, él es ideal para mí, me
casaré con él y adoptaré a una tropa de lindas niñas hermosas a las cuales pueda
vestir con lindos vestidos de colores y muchos moños.
El rostro de Bruno era un mapa de tensas líneas que irradiaban irá. Su
férreo control vacilaba.
—Quieres odiarme.
Bruno le puso la mano en el cuello, cubriendo su pulso frenético, y Liam se
quedó petrificado.
>>—Pero tú no me odias, Liam.
Bajó la cabeza y Liam percibió su cálido aliento espaciado y se quedó sin
aire, con el corazón, palpitándole como loco en el pecho.
>>—Me deseas, siempre me has deseado.
Insistió él, deslizando el dedo por su cuello hasta su garganta y un poco más
abajo, dejando tras su estela un sendero de fuego.
>>—Quien enciende tu sangre soy yo, no él.
Le susurró él al oído.
>>—Nadie te hará sentir esto jamás. Intenta negar lo que hay entre
nosotros.
Liam temblaba de la cabeza a los pies, agónicamente consciente de cada
centímetro de su poderoso cuerpo, tan cercano a él. Negó con la cabeza, sin
atreverse siquiera a hablar.
>>—Dime que no deseas que te bese.
Bruno bajó la boca hacia la suya, hasta que apenas las separaba un
milímetro. Liam notaba el estruendo de su corazón en los oídos, no podía
respirar. Tenía todas las terminaciones nerviosas de punta. Él lo único en lo que
podía pensar era en la sedosa textura de sus labios, y en el sabor de él en su
lengua.
—No quiero que me beses.
Logró decir con voz trémula.
—Mentiroso
Gruñó él, y luego murmuró algo sobre que era testarudo y terco, antes de
posar la boca sobre la de él. Liam sintió que algo estallaba en su interior. Todas
las emociones que tanto había luchado por contener salieron a la luz de golpe. El
beso era todo cuanto recordaba: caliente, húmedo, exigente y posesivo.
Se desplomó contra él, rindiendo su aliento, su boca, su cuerpo en un
instante. No podía negarlo aunque lo deseara. Bruno le acariciaba el mentón con
el dedo, en una suplicante caricia. Liam abrió la boca para hundirse
profundamente en él, saboreando la erótica sensación del roce de sus lenguas. Él
lo acariciaba más y más, como si no pudiera saciarse nunca.
Liam también le besaba, retorciendo la lengua contra la de él, igualando
caricia tras caricia. Bruno gimió, estrechándolo contra él, dejando que sintiera
cada centímetro de su cuerpo. Liam estallaba en llamas allí donde se tocaban.
Por Dios, era magnífico. Deseaba tocar su piel desnuda, pasar las manos por los
abultados músculos de sus brazos y su pecho para sentir su fuerza bajo los
dedos. Se amoldaba a él, derritiéndose en su calor. Ansiaba el consuelo que solo
él podía ofrecer, deseaba alimentar el famélico vacío de su alma.
El beso se tornó más rudo, más insistente. Bruno le abrió más la boca para
hundirse más profundamente. Su lengua embistió más y más deprisa en un
sensual latido, húmedo, caliente y deliciosamente erótico.
El deseo lo invadía, el calor se agolpaba en su entrepierna. Se apretó contra
él, forzando el roce de sus cuerpos, y notó también la dura erección de Bruno.
<<¿Qué estás haciendo, Liam?>> se cuestionó duramente. Una espantosa
sensación le retorció el estómago. ¿Cómo podía caer de nuevo tan fácilmente?
Por un momento, entre sus brazos, había olvidado todo lo que había sufrido estos
meses. Empujó su pecho hacia atrás, para liberarse de su abrazo. Ambos
respiraban con dificultad. Se miraron fijamente.
—Hace meses que todo entre nosotros se acabó…
Liam sentía que todas sus emociones estaban a flor de piel
>>—Ya no podemos… volver al pasado… yo no quiero.
El rostro de Bruno apenas mostraba alguna emoción.
>>—Yo tengo a Bob. Nosotros definitivamente no podemos.
Desconocía si sus palabras eran para persuadir a Bruno o para
autoconvencerse a sí mismo.
>>—Desde el principio nos equivocamos, lo nuestro jamás debió de
suceder.
Liam se tapó la boca con la mano, aturdido por sus palabras. Resolló
intentando recuperar el control, esforzándose por acallar el profundo anhelo que
todavía ardía en su interior. Le miró a los ojos, y su intensidad lo estremeció
hasta el fondo de su ser. Liam sintió sus ojos escocer. ¿Por qué? ¿Por qué él le
hacía esto? Había tardado tanto en recuperarse y hoy con él de regreso, Liam
sentía que estaba retrocediendo.
>>—Te odio por ilusionarme y por dejarme atrás.
Dijo Liam con voz ronca, sin aliento.
>>—Te odio, pero mi cuerpo te desea. Si era tu intención humillarme, lo
has conseguido.
El rostro de Bruno era una máscara fría e implacable. Mirándolo nadie diría
jamás que bajo su dominio de acero ardía tanta pasión. Pero Liam sí la había
sentido. Hacía un momento lo besó con más emoción de lo que Liam habría
soñado nunca, como si lo deseara más que nada en el mundo. Como si le
importara.
—Te aseguro que humillarte era lo último que se me había pasado por la
cabeza.
La expresión posesiva de su mirada le dijo exactamente qué tenía en la
cabeza. La deseaba, y lo peor era que Liam sentía lo mismo. Por un momento
cayeron sus defensas y le miró suplicante…
—Por favor, déjame solo, superemos esto y cada quien que continúe con su
vida.
Bruno movió la cabeza.
—Los dos sabemos que eso es imposible.
Entonces Bruno dio un paso de nuevo hacia él y Liam estuvo perdido.
CAPÍTULO 22
Nunca un fracaso, siempre una lección.

Todo lo que sucedió después, fue un acto nebuloso que no estaba claro en la
cabeza de Liam. En algún momento, juntos, entre besos calientes y toqueteos,
entraron juntos en el edificio de Liam. De esta tontería culpaba a Bruno por dejar
su mente confusa y sus rodillas débiles.
Cuando entraron a su departamento, Liam prácticamente cayó de rodillas
frente a Bruno y comenzó a chupar su polla ahí mismo, sin importarle un carajo
que el mundo decidiera incendiarse en ese momento. Todo lo que quería era esta
polla en la boca, deseaba desesperadamente el embriagador y almizclado sabor,
la sensación, el grosor que estiraba sus labios. Joder, se sentía tan bien. Con las
manos en su cabello y su exigencia habitual, Bruno le folló la boca. Se sintió
bien. Pero quería más.
Como si escuchara sus pensamientos, Bruno comenzó a empujar,
jodiéndole la boca en serio. Liam gimió alrededor de la polla y toqueteó su
propia bragueta. Sacando su propia erección, la acarició, fuerte y rápido,
mientras Bruno usaba su boca.
A la deriva escuchó su móvil sonar en el bolsillo de su chaqueta. Era de
madrugada y solamente existían tres personas en el mundo que pudieran
marcarle a esa hora de la noche. Theo seguramente en ese momento estaría
ocupado con su esposo o profundamente dormido a causa de la borrachera. La
otra opción era Cris, pero muy en el fondo de su corazón, Liam presentía que
quien llamaba era Bob. Regularmente, hacía eso en sus turnos de trabajo, casi no
podían hablar, salvo por la madrugada, cuando él tenía un descanso y en lugar de
aprovechar y dormir, contactaba a Liam para saber de su día. En ocasiones Liam
también estaba despierto a esa hora trabajando y otras ocasiones, pues Liam
dormía y hasta en la mañana lograba enviarle un mensaje.
Liam era el peor ser del mundo. Su novio marcaba para intentar enamorarlo
y alagarlo por teléfono, y, en cambio, él estaba ahí, de rodillas, mamando la
polla de otro hombre.
Toda esta situación provocó una horrible mezcla de excitación y
humillación, y Liam se corrió, gimiendo alrededor de la polla en él. Bruno gimió
y golpeó su polla contra su garganta un par de veces antes de derramarse
profundamente en su boca. Liam tragó con avidez, cada gota. Y quería más.
¡Maldita sea! ¿En qué monstruo lo había convertido este hombre?

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Liam ya no tenía idea de lo que estaba pasando. Le daba vueltas la cabeza,


se sentía como si su mente estuviera llena de algodón y sus extremidades se
sentían pesadas y no como las suyas. Sus manos traidoras se aferraban a los
hombros de Bruno, acercándolo más, más fuerte, con el peso del hombre encima
de él. Apenas podía respirar, solo jadeaba en la boca de Bruno mientras lo
besaba o mejor dicho… lo devoraba.
¡Dios, odiaba estos! Su racionalidad había salido volando por la ventana, ya
había perdido la cuenta de cuantas veces se había corrido hasta ahora. Podía
sentir que su coeficiente intelectual caía con cada minuto que pasaba, todos sus
pensamientos se concentraban en lo bien que se sentía. Ni siquiera estaba seguro
de cómo habían terminado desnudo en la cama. Habían follado en distintas
superficies de su apartamento, siendo la cama la última parada. Joder, tenía que
detener esto. ¿Por qué estaba haciendo esto?
—Espera…
Liam logró decir sin aliento mientras Bruno succionaba moretones en su
cuello sin dejar de penetrarlo.
>>—Para…
Gimió Liam, con los ojos muy abiertos. Estaba tan lleno. Tan jodidamente
lleno. Esto era una maldita tontería. Pero no podía parar, lo único que tenía claro
era que no deseaba que Bruno se detuviera, no deseaba separarse de él.
La polla en él se sentía tan gruesa y grande que rozó su próstata sin siquiera
intentarlo, presionando contra ella, la sensación era tan intensa que casi se
desmayó. Quería más de esto. Era el mejor y el peor sentimiento del mundo,
porque supo con repentina claridad que no podría vivir sin esto, anhelaría este
sentimiento siempre.
>>—Más.
Gruñó, girando sus caderas e intentando hacer que Bruno se moviera.
Bruno hizo un ruido extraño y gutural y empezó a moverse. Entrando y saliendo
de él con fuertes embestidas que hicieron temblar el colchón. Era exactamente lo
que necesitaba Liam. Lo que él quería. Gimió fuerte y desvergonzado, sus dedos
se clavaron en las nalgas musculosas de Bruno, tratando de empujarlo más hacia
él. Dios…
Jodieron desesperadamente, la cama crujió sin cesar debajo de ellos con
tanta fuerza que probablemente era audible para sus vecinos. A Liam no podría
importarle menos. Solo quería, que la pasión y la necesidad lo consumieran por
completo.
Bruno envolvió su mano alrededor de su dolorida polla y apretó. El
orgasmo de Liam se estrelló contra él. Gimió, y Bruno se tragó su gemido, su
lengua se hundió dentro de su boca con cada empuje de sus caderas, jodiendo el
cuerpo dichoso de Liam a través de su orgasmo. Bruno hundió la cara en su
cuello, gimió y finalmente se quedó inmóvil, estremeciéndose, surcaba su
orgasmo. Durante un largo momento, solo hubo silencio mientras jadeaban
juntos, sudorosos y agotados, el peso de Bruno encima de él, pesado pero no tan
incómodo, sus cabezas sobre la misma almohada.
Aun jadeante, tembloroso y agotado, Liam vagamente, considero que
cuando todo esto terminara, solamente quedaría el arrepentimiento. <<Ojalá la
luz de la mañana no llegue nunca>>
CAPÍTULO 23
Amarte a ti fue la más exquisita forma de autodestrucción.

Liam no recordaba la última ocasión en la que despertó sintiéndose tan


descansado. Lentamente, abrió los ojos, y parpadeando con sueño. Estaba
acostado sobre su lado derecho, y claramente podía sentir el calor del cuerpo del
hombre pegado a su espalda y su brazo sobre su cintura.
No entró en pánico <<Por ahora>> Su mirada se quedó fija en la blanca
pared de ese lado. Vagamente, pensó que a esa pared le faltaba un poco de color
¿Verde pistacho quedaría bien? Era una tontería de sus pensamientos. Debería
haber estado volviéndose loco. Debería haberse sentido, avergonzado, sucio y
mal. No tenía por qué sentirse tan bien y cómodo en los brazos de un hombre
que no solamente destrozó su corazón y autoestima hace meses, sino que no era
su novio.
Liam tenía un apuesto y maravilloso novio y él estaba pagándole con esta
traición. Era una zorra que había sido infiel. Tantas veces otros amantes lo
habían engañado y él ahora hacía lo mismo. Era un desgraciado infiel , traidor,
desleal, adúltero, falso, hipócrita y aún podía pensar en un montón de sinónimos
despreciables más. Sin embargo, extrañamente, no pudo convocar el sentimiento
de autodesprecio.
Aunque no se comprendiera a sí mismo y nadie lo lograra comprender, esto
se sentía correcto. Le parecía haber vivido un sueño. Para qué mentirse, ahora
mismo él era un desagradable novio adúltero, no obstante, no podía evitar que le
gustara el calor que sentía que Bruno despedía a su espalda, ni el olor del
hombre.
Detrás de él, Bruno murmuró algo somnoliento y lo atrajo hacia él. Liam
tragó, sintiendo el bulto inconfundible, presionado contra su espalda baja. Eso le
recordó que debería poner distancia, no sería buena idea que se pusieran intensos
nuevamente. Necesitaba con urgencia alejarse para poder pensar y decidir que
maldita sea iba a hacer ahora.
Liam trató de mover la mano sobre su estómago sin despertar a Bruno, pero
Bruno murmuró algo, lo apretó más contra su cuerpo. En esta ocasión su mano
viajo un poco más arriba, hacia su tórax. Liam se mordió el labio para no emitir
ningún sonido, cuando accidentalmente los dedos de bruno rozaron una de sus
hipersensibles tetillas. Las tenía hinchadas y rojas a causa de todos los juegos de
Bruno. Todo su cuerpo era un desastre de moretones y chupetones. Su trasero
estaba dolorido y necesitaba una ducha con urgencia.
—Buenos días.
Dijo Bruno con voz soñolienta. La respiración de Liam se atascó en su
garganta, él había deseado huir mientras estuviera dormido. No tenía ni la menor
idea de cómo afrontar la situación.
>>—¿Quieres que nos duchemos juntos o preparo primero el desayuno.
Preguntó Bruno, acariciando su nuca. Liam se estremeció.
—Tomaré una ducha. Y deberías marcharte.
Ni loco entraría con él en la ducha. Sería muy, muy, muy mala idea.
>>—Tengo que darme prisa. Debo ir a recibir el envío de unos
proveedores.
—¿Tienes que ir precisamente hoy a trabajar?
Preguntó Bruno, bostezando y sin mostrar inclinación para moverse.
>>—Pensé que podríamos tomarnos el día. Tenemos mucho de qué hablar.
Frunciendo el ceño, Liam trató de alejarse del abrazo de Bruno sin mucho
éxito. Bruno se negó a soltarlo.
—No creo que haya mucho de qué hablar.
El corazón de Liam latía más rápido.
>>—Soy un maldito infiel y tengo que buscar a mi novio para disculparme
y rogar su perdón.
Sintió que Bruno se congelaba, su cuerpo se puso rígido contra él.
>>—Solamente espero de todo corazón que me perdone. Lo que menos
desee es hacerle daño. Dudo mucho que él quiera volverme a ver, sin embargo
rogaré que me dé otra oportunidad.
Ante su declaración, Bruno se alejó de él y se levantó de la cama
apresuradamente. Entonces Liam se sentó y lo miró. Bruno quedo desnudo a un
costado de la cama.
—¿Quieres seguir con él?
Preguntó Bruno con la mandíbula tensa. Suspiró.
—Dudo mucho que él siquiera quiera dirigirme la palabra de ahora en
adelante y puede ser que pierda la amistad de varios amigos que tenemos en
común.
La boca de Bruno era una delgada línea recta y una vena palpitaba en su
sien. Bruno lo fulminó con la mirada, mientras se pasaba una mano por el pelo
corto, en claro signo de frustración.
>>—Pero quiero guardar la esperanza de que todo saldrá bien. Es un gran
hombre, me gusta.
Bruno se rio con ganas, dándose la vuelta.
—¿Si tanto te gusta ese hombre porque te acostaste conmigo?
Liam se encogió de hombros.
—Porque fui idiota. Me dejé llevar. No entiendo por qué estás tan enojado.
Esto fue una tontería. Ambos sabemos que entre nosotros no hay futuro. No hay
amor, simplemente tenemos una maldita obsesión y el sexo se nos da bastante
bien.
Comentó Liam con frustración.
—Creo que es mejor que me vaya.
Dijo Bruno con voz cortada.
>>—Ambos estamos bastante alterados y necesitamos pensar las cosas con
calma. No quiero decir algo de lo cual después puedo arrepentirme.
Liam se estremeció. Cruzó los brazos sobre su pecho, sintiéndose
repentinamente frío.
—No hay nada que pensar, Bruno.
Dijo después de un momento.
>>—Lo que sea que esto sea, es imposible. No hay manera en que tu
puedas darme lo que necesito y yo tampoco puedo ser lo que tu necesitas.
—¿Y qué es lo que necesitas?
Preguntó Bruno, buscando sus pantalones. Liam frunció el ceño.
—Un hombre que me ame de verdad, me comprenda y apoye
incondicionalmente, que no se avergüence de estar a mi lado y que sin importar
lo que suceda, ya que no todo en esta vida es felicidad, me prometa que siempre
se quedara a mi lado.
Los anchos hombros de Bruno se tensaron. Él lo miró por un intenso
segundo.
—Eso quiere decir que si tu novio te perdona después de haberle confesado
que le fuiste infiel, ¿pasara la prueba?
—Una infidelidad no se puede perdonar.
Aseguró Liam, observando a Bruno con atención.
>>—Yo jamás perdone a tantos que me engañaron y no espero que él lo
haga…
Tomó una respiración profunda.
>>—Pero si lo hace… intentaré arreglar las cosas y me quedaré con él.
Lentamente, Bruno se dio la vuelta.
—¿Eso es lo que quieres?
Dioses, esto se estaba yendo de las manos.
—No estoy seguro todavía.
Confesó.
>>—Pero espero hacer lo correcto.
Estaba orgulloso de lo racional que sonaba su voz. Su voz no había
traicionado que se sentía estúpidamente herido y vulnerable.
—Comprendo. Haz lo que quieras.
Dijo Bruno, su tono vagamente incómodo y molesto.
>>—Entonces será mejor que me vaya. Esto es realmente ridículo. Tu cara
de cachorro lastimado y triste que estás poniendo, me vuelve loco.
Las cejas de Liam se alzaron. Su primer instinto fue decir que
definitivamente no estaba actuando como un gatito triste,
—Yo no estoy actuando así.
Suspirando, Bruno se colocó la camisa.
—Comprendo que he destrozado todo tu mundo perfectamente organizado
con mi reaparición. Y quisiera disculparme por ello, pero no puedo.
Dijo Bruno secamente.
>>—Estoy furioso y frustrado porque en realidad no puedes creerme
cuando digo que en verdad me gustas.
Confesó Bruno.
>>—No es una confesión de amor, puesto que ni yo mismo sé lo que es,
pero al menos lo estoy intentando. Y me duele que me digas que intentaras que
él te perdone y volver con él. Cuando esto que hay entre nosotros es verdadero y
bastante fuerte.
Estuvieron en silencio por un largo rato, sin mirarse el uno al otro.
>>—¿Tan difícil sería darme una oportunidad?
Liam se rio entre dientes, mirando sus propias manos.
—Eres heterosexual
Susurró.
>>—Lo que sucedió entre nosotros fue solamente un experimento que
resultó bastante bien. Te gustó follar a un hombre y yo logré tener a mi amor no
correspondido en mis brazos por lo menos en un periodo corto de tiempo.
Liam apretó los labios.
>>—¿No crees que deberíamos de estar agradecidos y dejar las cosas como
están?
Bruno se pellizcó el puente de la nariz.
—Después de todo el drama que montaste para unir a Theo y a Gabriel,
pensé que eras un poquito más perceptivo de las cosas.
—¿Qué cosa?
Bruno se rio, el sonido agudo y hueco.
—Piensas acaso que aún eres solamente un experimento para mí. ¡Me
gustas! Maldita sea ¿Qué no comprendes? Quiero estar contigo, quiero tener una
relación seria contigo y averiguar juntos a donde nos lleva esta. Puede ser una
oportunidad para ambos; sin embargo, tú estás desechando todo sin siquiera
intentarlo.
—Pero no eres homosexual
Bruno se encogió de hombros.
—¿Y eso que tiene que ver?
Sus labios se torcieron en una sonrisa torcida cuando Liam lo miró con
intensidad.
>>—Es verdad, no deseo a otros hombres. Y tampoco es que desee estar
con una mujer ahora mismo. Quiero estar contigo y no necesito una etiqueta para
saber lo que quiero. Se que no me crees, Liam. Pero esto también es complicado
y nuevo para mí.
Liam se encontró parpadeando.
—Ahora tienes una hija y a ella…
Dijo con una mueca.
—¿Ahora no me deseas porque soy padre? ¿Es ese el problema?
—¡No!
Liam se apresuró a aclarar.
—Pero ahora eres padre, tu prioridad debería de ser tu familia.
Bruno sonrió sin humor.
—¿Y no podré ser padre si estoy contigo?
Bruno negó con la cabeza y se acercó a la cama. Liam tuvo que luchar
arduamente para no retroceder.
>>—A pesar de todo, no me arrepiento de tener a mi hija. Es simplemente
adorable y aunque no tengo la menor idea de lo que hago la mayor parte del
tiempo. La amo incondicionalmente y deseó poder ser un padre para ella.
Su pulgar rozó la cálida mejilla de Liam.
>>—Ximena y yo decidimos tener una relación cordial por el bien de
nuestra hija. Le daremos el amor de padres que es lo que ella necesita. No somos
pareja, ni necesitamos ser pareja para darle el amor de padres que ella necesita.
Hasta creo que tú y Ximena se llevarían bastante bien.
Negándose a pensar en lo que eso significaba, Liam sujetó la mano de
Bruno.
—Bruno, yo…
Bruno colocó un dedo en sus labios para silenciarlo, después suspiró.
—No digas nada ahora. Solamente piensa las cosas y decide que es lo que
deseas hacer.
Bruno asintió, todavía mirándolo a los ojos.
>>—Ya no puedo hacer más para convencerte de que estoy siendo sincero.
Si al final decides que yo no valgo la pena, te prometo que dejaré tranquilo.
Liam se preguntó si sus ojos se veían tan hambrientos como los de Bruno.
Él sabía lo que Bruno quería, por supuesto. Él quería lo mismo, también. Lo
anhelaba.
—Necesito tiempo.
Susurró Liam.
>>—¡Mierda! Mi cabeza es un lío. Jodido infierno, esto está tan jodido.
Bruno agarró la nuca de Liam y tiró de él para darle un beso. Ignorando el
grito de sorpresa que Liam asaltó sus labios, Bruno empujó su lengua por su
garganta, jodiendo su boca de una manera tan exquisita y que siempre lograba
nublar todos sus sentidos. Bruno beso a Liam más fuerte, manteniendo su cabeza
quieta con ambas manos mientras saqueaba su boca con su lengua.
Para gusto de Liam, pronto Bruno rompió el beso a regañadientes. Los
párpados de Liam se pusieron pesados mientras flotaba en las olas de placer,
besar a Bruno siempre era tan intenso.
—Decide pronto.
Dijo Bruno.
>>—Ya no volveré a buscarte. Esperaré a que tú vengas a mí en esta
ocasión.
Los labios de Liam se contrajeron. Abrió los ojos ante este ultimátum. Liam
lo fulminó con la mirada. Una extraña clase de silencio cayó entre ellos. No era
incómodo, pero tampoco era cómodo. Estaba cargado de tensión e
incertidumbre. Se sostuvieron la mirada, el corazón de Liam no dejo de palpitar,
no deseaba ilusionarse de nuevo, si en esta ocasión Bruno volvía a dejarlo, Liam
estaba seguro de que no se recuperaría. Bruno fue el primero en romper el
contacto visual. Se alejó de Liam y mientras él permaneció en la cama
observándolo, Bruno terminó de vestirse. Después, con una última mirada, él se
marchó tranquilamente, dejándolo hecho un desastre de confusos sentimientos.
CAPÍTULO 24
Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed.

Después de que Bruno se fue, Liam no perdió tiempo en tonterías.


Ciertamente, el plan correcto sería ir y darle la cara a su novio <<Al cual no tuvo
el valor de devolverle las cinco llamadas perdidas que tenía y no había
contestado los mensajes>> simplemente no tenía las agallas aun de enfrentarlo.
Así que había terminado llamando a Theo y ahora estaban en un pequeño
restaurante intentando almorzar. El almuerzo fue el pretexto para traer a Theo
aquí. Sin embargo, simplemente aparecer su amigo frente a sus ojos le había
soltado “Me acosté con Bruno” explicarle la situación de su patética infidelidad
fue lo último que Liam tuvo ganas de hacer. No obstante, necesitaba a Theo,
requería que su mejor amigo recalcara la tontería que había hecho <<No culparía
que le diera unas cuantas cachetadas, a este grado eran justificadas>>
Theodore era el único que podía ayudarlo a poner las cosas en perspectiva.
Con el ceño fruncido, Theo tomó asiento frente a él.
—¿Qué acabas de decir?
Preguntó con tono mordaz. Liam tomó una profunda respiración.
—Lo que escuchaste. Tuve sexo con tu primo…
Theo se frotó las sienes con frustración.
—¿Cuándo fue eso?
—Anoche…
Liam casi gimió en voz alta la respuesta
>>—Y hace meses también.
Dijo, evitando los ojos de Theo. No era malo mintiendo, pero nunca le
había gustado particularmente mentirle a su mejor amigo.
>>—En san Valentín fue la primera vez… seguimos unas cuantas semanas
hasta que llegamos a la conclusión que no era buena idea volverlo hacer… y
otras circunstancias ocurrieron.
Ignoró el sentimiento de aprensión. De hecho, lo sucedido era más
complicado de explicar, sin embargo, sabía con antelación que Theo exigiría
toda la historia.
—¿Bruno era el hombre por el cual estabas tan deprimido hace meses?
Preguntó Theo con incredulidad. Liam consideró mentir. Consideró
maquillar la verdad. Era extremadamente vergonzoso confesarle a Theo que
prácticamente él había acosado y suplicado a Bruno tener sexo. Pero así fue
como sucedió. Estaba harto de mentirle a su mejor. Confiaba en Theo. Entonces
comenzó a hablar. Le contó absolutamente toda su verdad. Le habló de la forma
en la que ambos se acercaron un poco más gracias a la decisión de ayudar a Theo
y a Gabriel. Confesó que se sintió celoso de él y su nueva relación y, por lo
tanto, deseó tener eso también, salvo que se equivocó con la persona. Con
vergüenza le contó la forma en la que prácticamente acosó a Bruno y todo lo que
sucedió después. También admitió que él sabía de Ximena y de la niña desde
hacía meses, pero por petición de Bruno no dijo nada hasta que no confirmaran
la paternidad de la niña. Por supuesto que no le explicó la forma en que esa niña
fue concebida, esa no era su historia para contarla. Liam habló y habló hasta que
no quedó nada que decir. Se desahogó por completo con su mejor amigo,
mientras comían sándwich con ensalada. Aunque la verdad, ni siquiera saboreó
la comida.
Cuando terminó, el silencio cayó pesadamente entre ellos. Liam aguardó
con las manos apretadas en su regazo mientras esperaba la reacción de Theo. Su
amigo parecía absolutamente sin palabras.
—No puedo creer que no me contaras nada.
Dijo Theo al fin, pasándose la mano por el cabello. Liam se encogió.
—Tú ya tenías suficiente en tus manos.
Declaró, mirando a cualquier lado menos a su amigo.
>>—Además solamente fue algo sin sentido. Bruno siseó su curiosidad por
el lado oscuro y yo por fin pude completar una de mis fantasías. Sabes que
siempre estuve encandilado por tu primo.
Sintió la pesada mirada de Theo sobre él, pero se negó a mirar en su
dirección, estudiar el local con interés era la mejor opción.
—Liam, te conozco y acostarte con Bruno no hizo que la fijación que tenías
por él desapareciera.
Había tanta seriedad en la su voz que Liam se estremeció.
>>—Tú en definitiva te enamoraste más de él.
El silencio que cayó entre ellos fue el más incómodo de su vida. Liam se
estremeció, Theo expuso sin tapujos el verdadero problema.
—No importa, él ahora tiene una familia por la que velar y yo tengo un
novio que realmente es buena persona.
—Un novio al que le fuiste infiel.
Liam miró hacia arriba.
—Metí la pata.
Admitió.
>>—No me va a quedar otra opción que hablar con Bob, le contaré todo y
esperaré a que me perdone. Aunque dudo que lo haga.
—Supongamos que él te perdona…
Dijo Theo con calma.
>>—¿Entonces que sucederá? ¿Te quedarás con ese hombre mientras
suspiras por mi primo?
Liam frunció los labios, miró a Theo.
—Bruno ahora tiene…
—Una hija, sí.
Interrumpió Theo.
>>—Pero según tengo entendido, no tiene una relación con la madre de la
niña. Y si Bruno te ha buscado es porque tal vez en verdad tiene sentimientos
por ti.
Liam se rio entre dientes.
—Él no es homosexual. Acostarse conmigo fue solamente un experimento.
Los labios de Theo se contrajeron en una mueca.
—Bruno es demasiado formal para simplemente jugar sin sentir nada.
Liam arrugó la nariz <<Piensas eso porque no conoces la historia detrás de
la concepción de Julieta>>
—He suspirado por tu primo, por años. No creo que ahora de buenas a
primeras yo le guste como hombre y pareja. Es ridículo
Theo negó con la cabeza.
—Nadie entiende en realidad cómo funciona la lógica humana o el corazón
para este caso. Yo caí enamorado de Gabriel prácticamente al instante. Y no
estaba entre mis planes enamorarme o salir del armario.
Liam se recargó en la silla.
—¿Cómo lo supiste?
Preguntó cerrando los ojos. Intentando escuchar su corazón.
—¿Qué cosa?
Pregunto Theo confundido.
—¿Cómo supiste que Gabriel era el correcto?
Escucho el suspiro de su amigo.
—Amo a Gabriel.
Aseguro él.
>>—Me enamoré, me costó admitirlo a ti te consta, pero simplemente creo
que al final lo sabes y no hay vuelta atrás.
—No lo sé.
Dijo él sinceramente <<Mentiroso>>
>>—No creo en el amor ya lo sabes.
—Liam…
—Es la verdad, si quisiera ponerle nombre a esto, te diría que es atracción
sexual nada más, pero no soy tan idiota.
Abrió los ojos y miró a su amigo.
—¿Sigues pensando en esa maldición familiar?
—Sí.
Aseguró.
>>—Y me preocupa que al aceptar que hay algo con Bruno, esto termine de
una manera muy mala.
Theo frunció los labios.
—Entonces, ¿qué sientes por mi primo?
Liam tomó una profunda reparación.
—Me desespera, me estresa, me hace enojar la mayor parte del tiempo, es
terco, testarudo, obstinado, cabezota y malhumorado.
—Uy, y yo que pensé que Gabriel era complicado.
Dijo Theo divertido.
>>—Y entonces ¿Qué piensas hacer?
Preguntó con calma.
>>—¿Enserio piensas que negar lo que sientes e intentar arreglar las cosas
con Bob es lo correcto?
Esa era una buena pregunta, Liam estaba tan lleno de inseguridades, era un
hombre decidido y tenas, era un hombre que siempre sabía lo que quería; sin
embargo, en cuestiones sentimentales era más complicado, pero… él quería que
esto en realidad funcionara. Tenía que haber una forma.
CAPÍTULO 25
No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis,
alegrías intensas y tristezas profundas.

Dos semanas después y su vida aún era un desastre. Primero que nada,
había hablado con su novio, lo cual resultó… no tanto como él lo había
esperado. Al escuchar su confesión, Bob simplemente lo había observado
decepcionado; sin embargo, en ningún momento reaccionó violentamente como
muchos lo hubieran hecho. Tal vez eso fue lo que más le dolió a Liam. ¿Por qué
Bob no le había gritado al menos?
Él se limitó a decirle que tenía que aclarar sus sentimientos y dejar de
lastimar a las personas de su alrededor. Después de eso le deseó suerte y le alejó.
Esa era la ruptura más extraña que Liam había tenido, porque aunque no lo había
dicho con todas sus palabras, era claro que Bob terminó con él y no estaba
perdonando su traición.
Por otra parte, quien no tomó para nada bien su traición, fue Cris. Él sí que
le reclamó y se ofendió en el nombre de su amigo. Cris era del tipo de hombre
más explosivo y Liam estuvo casi hasta preparado para que él le diera unas
cuantas cachetadas. Aunque no lo hizo, la forma fría en que lo miró y le dijo lo
decepcionado y dolido que estaba por haber traicionado de esa forma a Bob, si
hizo a Liam sentirse avergonzado. Desde entonces ellos no hablaban, ni
mensajeaban. Liam le había enviado una propuesta de trabajo para ser guardias
de seguridad privada en algunos eventos organizados para la fundación que
estaba comenzando, Natasha Petrus en favor de la mujer adolescente; sin
embargo, hasta momento no le había contestado.
En muchas ocasiones Cris le había pedido que le ayudara a trabajar en
algún momento directamente con Natasha, ya que era muy fan de la mujer. Era
un admirador de ella y su trabajo y cuando se enteró de que Liam recientemente
pudo entablar una especie de amistad con ella, fervientemente le había pedido
una oportunidad para poder conocerla en persona. En honor a la verdad no se
había tomado la petición bastante en serio, hasta ahora que necesitaba que Cris
lo perdonara. Ya sabía que él había metido la pata y Cris estaba en su derecho de
odiarlo, no obstante esperaba en verdad no perder su amistad.
Mientras esperaban en las oficinas administrativas del condado a que
Natasha Petrus llegará con la comitiva de la asociación en pro de ayuda de las
mujeres y algunas personalidades más que apoyarían el proyecto de Natasha, él
aprovechó para enviarle un nuevo mensaje a Cris, aunque ya esperaba que no
recibiría respuesta.
Liam se quedó mirando su móvil por unos momentos antes de guardarlo
cuidadosamente en su bolsillo. Theo dejó también de escribir en su teléfono y
levantó la vista.
—¿Malas noticias?
—No.
Dijo Liam, poniendo una sonrisa.
>>—Ni buenas ni malas, un amigo en común que tengo con Bob ha
decidido aplicarme la ley del hielo.
—Está ofendido en el nombre de su amigo, creo que es justificado.
Comentó Theo con una mueca.
>>—Lo comprendo, yo mismo tengo una situación similar en cuanto a
lealtad. Aunque estoy en doble problema, Bruno es mi primo. Y aunque sigo
furioso con ambos. Estoy intentando no tomar partido en esta situación.
Liam arrugó la nariz. Pobre Theo, estaba en medio de dos frentes. No lo
envidiaba. Por una parte, aunque estaba furioso con los dos, en todo caso, si se
viera obligado a escoger entre Bruno y él… seguramente no sería una decisión
fácil. Hasta el momento, Liam y Bruno no habían vuelto a hablar. Liam aún no
tenía la menor idea de qué decisión tomar y Bruno había dejado claro que no lo
buscaría. Hace dos días estuvieron a punto de encontrarse en casa de Theo, justo
a la entrada del edificio, Liam estaba retirándose y Bruno estaba llegando con
portabebés en manos. Liam quiso acercarse y ver a la hermosa niña, pero algo le
impedía hacerlo. Así que solamente se miraron, y poco después Bruno entró a
buscar a su primo.
Por lo que sabía, Bruno trabaja en alguna parte de este edificio, pero hasta
el momento no lo habían visto. Y si estuviera dispuesto a apostar, Liam apostaría
que a que particularmente en esa reunión, aunque se trataba de asuntos del
convento y del refugio, él no estaría con la finalidad de no ver la cara de Liam.
—Al parecer la paternidad le ha sentado bien a Bruno ¿No es así?
Declaró apartando la mirada y con un nudo en el estómago, Theo y sonrió.
—Julieta es preciosa.
Sintió la mirada de Theo sobre él, pero mantuvo sus ojos en la pintura
abstracta que estaba de más en la sala de reuniones. La verdad que Liam
desconocía quién había decorado todas estas oficinas, pero sin duda esa persona
carecía de buen gusto.
>>—Bruno como todo padre primerizo se encuentra abrumado por muchas
cosas, sin embargo parece muy orgulloso de su hija y lo está intentando con
demasiada determinación.
Liam asintió y apretó los labios sin apartar la mirada de la horrible pintura.
>>—¿Hay algo en particular que quieras preguntarme acerca de Bruno?
Preguntó Theo al fin, sonando tan incómodo como se sentía Liam. Liam
hizo una pausa. Levantó la cabeza y miró a su amigo a los ojos.
—¿Por qué haría eso?
Theo le dirigió una mirada nada impresionada.
—Soy tu mejor amigo, Liam. No insultes mi inteligencia fingiendo que no
es un gran problema para ti.
—Realmente no hay nada que quiera saber
Dijo Liam con una risita ahogada.
>>—Lo que más deseo es superar este trago amargo y continuar con mi
existencia.
La expresión de Theo no cambió.
—¿Y qué esperas que suceda?
Las cejas de Liam se fruncieron ante la pregunta.
>>—¿Qué Bob encuentre otro novio y supere tu traición? ¿Qué Bruno se
case con la madre de su hija? ¿Y qué con el tiempo tu superes tu amor
adolescente?
Liam estaba a punto de gritar que exactamente era lo que esperaba, hasta
que se dio cuenta de que era sarcasmo por parte de su amigo.
—Aunque te burles, exactamente espero que la vida de todos se encarrile y
que cada uno viva lo que se supone debe vivir.
Liam se encogió de hombros, desconcertado el enfado de Theo.
—No eres Dios, Liam. No eres tú él que decide el camino que los demás
deben seguir.
Theo lo miró fijamente.
>>—Ni siquiera creo que una persona pueda controlar del todo su destino.
Simplemente somos piezas en un juego que se van moviendo y enlazando. Si
tenemos suerte nos ira bien en una jugada aunque cien de ellas, nos salgan mal.
A mi criterio, lo importante es jugar y arriesgarse.
Liam se rio entre dientes, frotándose la nuca.
—Bonitas palabras para alguien que duro toda su vida adulta encerrado en
el armario y estuvo a punto de casarse con una mujer por el bien de todos, menos
de sí mismo.
Theo suspiró.
—Cierto, algunas jugadas me salieron mal, pero por suerte tenía buenos
compañeros de equipo que me ayudaron a cambiar mi juego.
Su amigo sonrió.
>>— Estoy feliz, y en eso en parte se los debo a ti a Bruno.
La expresión de Theo se volvió melancólica.
>>—Me convenciste de ir y luchar por lo que yo tanto deseaba. En cambio,
no sé cómo convencerte para que hagas lo mismo, no soy tan convincente como
tú.
Liam lo miró con intensidad.
—Te ves bien.
Declaró Liam.
>>— El matrimonio y la paternidad te han sentado de maravilla y estoy
feliz por ti. Y no me debes nada. No es que hubiera sabido que hacer,
simplemente al ser tu mejor amigo, supe que no serías feliz siguiendo las
rigurosas reglas de tu familia.
Theo exhaló.
—Yo también sé que no serás feliz si no dejas de lado esa idea absurda de
tu maldición familiar.
Liam parpadeó.
—¡Mi maldición es cierta! El amor no se hizo para mi línea familiar…
Se interrumpió cuando Theo le lanzó una mirada fulminante. Liam sonrió,
sacudiendo la cabeza.
>>—Además, durante años estuve suspirando por él y no me daba ni la
hora. Perdóname si de buenas a primeras dudo que yo pueda gustarle, siendo que
durante años fui testigo de las hermosas mujeres que se colgaban de su brazo.
Liam se señaló a sí mismo.
>>—Si no recuerdo mal a él le gustaban con pechos abundantes y un
trasero espectacular y yo no tengo tetas.
—Pero tienes un buen trasero…
Murmuró Theo en voz baja. Liam lo fulminó con la mirada.
—¡No es el punto!
Gritó Liam sonrojado.
>>—Él es heterosexual, siempre lo fue.
Todo en la expresión de Theo gritaba escepticismo.
—No sería el primer, ni el último heterosexual que al final encontrara el
amor en alguien de su mismo género.
—No es irrelevante. No creo que Bruno se enamoró de mí simplemente por
algunos intercambios sexuales.
Antes de que Liam decir más cosas desagradables, Theo lo inmovilizó con
una mirada.
—El amor es más que solamente sexo.
Los labios de Theo se torcieron.
>>—El amor es incomprensible y en ocasiones irracional. ¿Te has puesto a
pensar qué tal y solamente tal vez, tú eres la razón por la que Bruno dejo de ser
tan frío y tan estirado?
Liam iba a protestar, pero Theo alzó su mano para silenciarlo.
>>—Durante toda su vida, Bruno siguió al pie de la letra cada uno de los
designios de sus padres, nunca mantuvo una amistad real con nadie, ni siquiera
una relación con todas esas mujeres que tú mencionas.
Theo tamborileó los dedos sobre la mesa.
>>—Sin embargo, contigo en verdad comenzó a salir de su zona de confort,
ahora que puedo unir las piezas comienzo a recordar pequeños detalles. A pesar
de todos sus comentarios y acosos, él jamás te falto el respeto como mi hermano
lo hizo en varias ocasiones. Me puedo imaginar todo lo que te tuvo que aguantar
en los meses que estuvieron aliados en su plan por hacerme recapacitas.
Theo rio.
>>—Te conozco, sé que no se la pusiste fácil y sin embargo sinceramente
él se quedó a tu lado y puede ser que eso lo hizo relajarse y darse cuenta de que
le gustaba pasar tiempo contigo.
Theo se mordió el labio.
>>—No creo que de buenas a primeras simplemente Bruno sintió
curiosidad por follar un hombre. De ser así, pudo follar con cualquiera. Conozco
a Bruno y estoy seguro que acepto estar contigo porque lo deseaba en verdad, no
fue solamente por saciar su curiosidad o por lastima.
—Theo… yo…
Liam negó con la cabeza, sentía una sensación tensa y enfermiza que se
asentaba en sus entrañas.
—Ya no digas nada más y piensa las cosas. Si fue un impulso de momento,
un experimento o lo que fuera que sucedió y punto. Lo que paso después de ese
día fue decisión de ambos y estoy seguro de que con el pasar del tiempo, sus
sentimientos iniciales cambiaron y ahora son responsables de simplemente
ignorarlo o hacer algo al respecto. Eso solamente lo pueden elegir ustedes.
Y con esa afirmación, Theo le levantó y se alejó hacia la mesa donde estaba
la máquina de café. Liam por su parte, cerró los ojos y respiró hondo. Y luego
otra vez. Pero eso no calmaba su acelerado corazón, ni mucho menos callaba sus
pensamientos ¿Qué debería de hacer ahora?
Sin embargo, él aún no llegaba a una decisión sobre cómo actuar a
continuación, cuando de repente llegó un empleado del gobierno acompañado de
un guardia a informales que la reunión con Natasha Petrus se cancelaría. Puesto
que en un evento de inauguración de una obra pública que estaba previamente en
su agenda, un grupo armado se había presentado y atentado contra la seguridad
de ella y de todos los asistentes al evento.
CAPÍTULO 26
No hay cosa que más avive el amor que el temor de perder al ser amado.

Demasiado perturbado para mantener más tiempo la compostura, Liam


junto con Theo se abrieron paso a la fuerza por la multitud de personas que
rodeaban el hospital. Menudo desastre. El lugar estaba lleno de curiosos, medios
de comunicación y policías. El tráfico en las calles era imposible, diez manzanas
a la redonda y ni siquiera podrías acercarse en auto hasta ahí. Prácticamente,
ellos habían corrido para poder llegar. Además, se enfrentaron a los policías que
aseguraban el edificio, los dejaron pasar, hasta que un representante de
relaciones públicas del padre de Natasha Petrus había salido para auxiliarlos.
Liam jamás había estado tan preocupado en su vida, mientras que les
informaron todo lo que había sucedido en ese evento. Con horror escucharon
sobre todo el atentado, el caos que se originó, todos esos heridos y la peor parte
para ellos, fue cuando uno de los asistentes de Natasha le informó que Bruno
Heber estaba entre la lista de lesionados.
Después de eso los minutos se le hicieron eternos, no les informaron con
claridad el estado de salud de Bruno, ni de Natasha, puesto que todo era un caos
en el hospital. Los médicos y equipos de emergencias estaban sobrepasados con
la situación. Las imágenes que se reproducían en redes sociales y en los canales
de noticias eran aterradoras. Los tres atacantes se habían presentado portando
armas de alto calibre y de uso exclusivo del ejército y habían abierto fuego
contra todos los que estaban ahí reunidos. Hasta el momento, las cifras oficiales
de muertos en el lugar era de quince personas y más de treinta heridos. ¡El
mundo estaba podrido! Maldita sea. ¿Qué clase de enfermos mentales hacían eso
en contra de civiles inocentes? Hasta el momento se desconocía la causa por la
que esos tipos atacaron, aunque había quienes presumían que probablemente
eran fanáticos en contra de la política de los Petrus.
Dentro del hospital, el caos no era mejor. El equipo médico estaba
sobrepasado con la situación. Los ojos de Liam recorrieron frenéticamente el
lugar, buscando con mirada ansiosa a la persona que deseaba encontrar. Y lo
encontraron en el tercer piso, estaba en el pasillo conversando con dos hombres.
Liam se detuvo y estudió la silueta del hombre.
Bruno tenía la boca tensa, marcas y raspones en su rostro, su ropa estaba
rasgada, cubierta de tierra y podía distinguir con claridad varias manchas de
sangre en su traje oscuro. También se dio cuenta del vendaje de su mano
mientras estrechaba a Theo en brazos. Su amigo se había acercado a su primo,
sin embargo, Liam se quedó atrás.
Liam ansiaba acercarse a él, pero algo le impedía hacerlo. El incidente que
casi le había costado la vida, ser consciente de ese hecho era aterrador… Aquello
no podía estar pasando. Liam tenía el pecho tan constreñido que no podía ni
respirar. Pudo haberlo perdido para siempre.
Desde la distancia, observó a Theo decirle algo en el oído a Bruno y fue de
esa forma en la que, repentinamente, Bruno miró en su dirección. Con una
palmada en el brazo, Theo se alejó de su primo y se dirigió al par de hombre que
previamente estuvieron conversando con Bruno. Al parecer Theo los conocía,
seguramente eran políticos, hasta no hace mucho ese fue el mundo de Theo
también.
Bruno dio un paso hacia él y eso lo hizo salir de su aturdimiento, colocando
las manos en sus bolsillos para no cometer una tontería, de correr y lanzarse a los
brazos del hombre. Bruno se detuvo a unos cuantos pasos de distancia. Él esbozó
una mueca tensa, la, expresión que mostraba cuando intentaba dominar su
carácter.
—Gracias por venir, pero no era necesario.
Comentó Bruno.
—¿Cómo te encuentras?
Preguntó mirando fijamente la mancha roja en su camisa blanca. Ahora que
lo veía de frente podría ver incluso mejor su desastroso aspecto.
—No es mi sangre.
Él lo miró a los ojos.
>>—Un hombre que estaba a mi costado recibió uno de los disparos,
intente auxiliarlo en lo que llegaban los paramédicos.
Liam sintió un hueco en el estómago.
—¿Él vivirá?
Liam notó la tensión de todos sus músculos.
—No lo sé. Está en cirugía.
Liam apartó la cabeza bruscamente. Esto era tan difícil.
—¿Natasha cómo se encuentra?
—Su furia ante lo sucedido es mayor al dolor que siente ante la lesión de su
pierna.
Repuso él, por fin, en tono grave y severo. Liam asintió, ya sabía que
Natasha no había resultado gravemente herida. Después de todo era de lo único
que informaban en las noticias al ser ella la política importante en este evento.
—Me alegra saber que ambos están bien… Nos preocupamos mucho.
Liam se aclaró la garganta. Bruno dio un paso más hacia él
sorprendiéndolo. Bruno le alzó el mentón para obligarlo a mirarlo. Al parecer
Bruno no estaba preocupado de que los cientos de personas alrededor los
miraran.
—¿Estabas en verdad preocupada por mí?
Liam notó que empezaban a arderle los ojos.
—¡Por supuesto que sí! ¿Qué clase de persona crees que soy? No estoy
hecho de piedra.
—Pensé que ya no te importaba, dejaste claro que entre nosotros no puede
haber nada.
—Te considero un amigo, por supuesto que me preocuparía.
Ni siquiera había terminado la frase, cuando de inmediato, Bruno apartó las
manos de su rostro y dio un paso atrás.
—Amigos
Replicó él, y su voz restalló como un látigo.
>>—Nunca pensé que esa palabra me desagradara tanto.
El corazón de Liam se detuvo un instante antes de empezar a martillear con
fuerza.
—¿Ya no podemos ser amigos?
—Maldita sea, Liam ¿Ya no te intereso para nada? Sé que me equivoque
¿Qué tengo que hacer para que confíes en mí? Ser solamente tu amigo no es algo
que deseo, yo te quiero más de lo que se quiere a un amigo.
Por un momento, Liam saboreó una incontenible explosión de alegría; ¡Lo
quería! Aquellas palabras que tanto deseaba oír… Pero no así. La escena era
irreal. Estaban en medio de un hospital, con Bruno en una deplorable situación.
Esto sin dudas no era una novela romántica o un cuento de hadas donde se
suponía que cuando se confesaran su amor sería un momento perfecto, un
momento de cercanía e intimidad sin igual. No tenía que ser una declaración
hecha con furia y frustración. En lugar de una declaración, aquello parecía un
reclamo. Pestañeando para evitar las lágrimas, apartó la cabeza.
—Ojalá pudiera creerlo.
—Puedes creerlo.
Él volvió a alzarle el mentón.
>>—Dime la verdad, Liam. ¿Ya no te gusto?
Liam estaba tentado a empujarlo y salir corriendo. Deseaba mentirle y
pedirle que dejara de insistir. Sin embargo, era realmente complicado no caer
ante la presión.
—No te imaginas lo que sentí cuando nos dieron la noticia. Nunca he tenido
tanto miedo en mi vida. Podía haberte perdido.
—No es nada, estoy bien.
Él tensó la mandíbula.
—Pudieron herirte de gravedad. Y no podía siquiera imaginar que algo
malo ocurriera y nosotros renuentemente teníamos dos semanas sin hablar.
¿Sabes lo culpable que me sentí?
Le espetó con la voz cargada de emoción.
—Pero no me sucedió nada y podemos arreglar las cosas entre nosotros.
Replicó él con exagerada paciencia, pronunciando las palabras con
cuidadosa precisión.
>>—Por favor.
Insistió él con ojos suplicantes.
>>—Si te importo aunque sea un poco, dame una oportunidad, Liam.
Liam notó que se le retorcían las entrañas. La necesidad de complacerlo era
casi irresistible. Se moría por estrecharlo entre sus brazos y amarlo hasta que él
volviera a sonreírle, hasta que sus ojos se ablandaran de ternura.
Liam notó que le hervía la sangre, tanto por el calor de la carrera hasta aquí,
como por el miedo a haber estado a punto de perderlo. La necesidad que sentía
por Bruno bramaba en él como una tormenta, inundándole de un calor líquido.
Tuvo que controlar el impulso.
—¿Que si me importas? Pero ¿Es que piensas que te he acosado todos estos
años solamente por deporte?
Liam negó con la cabeza y respiró profundamente, ya no podía más. De
verdad intentó hacer lo correcto, pero ya estaba cansado de luchar contra
corriente.
>>—Después de todos estos meses... ¿De verdad crees es fácil para mi
olvidarte?
—¿Y qué quieres que piense si dejase en claro que no querías nada
conmigo?
—¿Y tú me creíste?
—Por supuesto que sí.
Bruno gruñó.
>>—Dijiste que arreglarías las cosas con tu novio… y estas semanas ni
siquiera me has buscado.
Liam movió la cabeza; el mentón le temblaba. Apretó los dientes, luchando
por mantener la calma, pero era una batalla perdida.
—Ya sabes que me gusta ser dramático y complicarme la vida. Le confesé a
Bob mi traición, pero no me perdonó y dudo que lo haga en algún momento de
la vida. Tendré que cargar con esa culpa por siempre. Le traicioné y le hice daño.
—Por Dios bendito, me estás volviendo loco.
Murmuró Bruno.
>>—Me estás diciendo que si él te hubiera perdonado, entonces…
—No, ni, aun así, podría haber estado con él.
Contestó Liam, mirándole a los ojos.
>>—Entre él y tú, mi elección es clara.
Dijo con un suspiro.
>>—¿Qué hay de ti, Bruno? ¿Me escogerías a mí sobre todo lo demás?
Él miró un momento, parecía furioso con por su pregunta. Liam sintió
lástima por él. Pero no podía culpar a Liam, después de todo, él jamás había
mentido sobre lo complicado que siempre era. Bruno lo conocía, así que no
debería de asombrarse ahora.
Tal como esperaba, Bruno recibió aquel dilema en silencio. No era una
pregunta sencilla de responder, estaba Liam comprendiendo eso. Se sentía tenso
como la cuerda de un arco a punto de disparar la flecha, y no se fiaba de
quedarse allí ni un momento más.
>>—Discúlpame, creo que este no es el lugar para tener esta conversación.
No es justo de mi parte.
Comentó Liam, sintiéndose de súbito impotente, se retorció las manos un
instante, hasta que recobró la compostura. No era importante que Bruno
contestara, después de todo no era una pregunta fácil. Y Liam tampoco esperaba
que de buenas a primeras Bruno dejara todo por escogerlo a él.
>>—Me alegra saber que estas a salvo… ahora iré a ver a Natt…
Sorprendiéndolo, Bruno lo sujetó por la muñeca y lo atrajo hacia sus
brazos. Sentía un hormigueo por todo el cuerpo como siempre que estaba tan
cerca de él, anhelando el bálsamo de sus caricias. Quería pasar las manos por su
ancho pecho, sentir el cálido terciopelo de su piel sobre los duros músculos
esculpidos. Bruno estaba grabado en su mente y en su cuerpo, y todos sus
instintos clamaban por la intimidad que compartían, por refugiarse en aquella
honda conexión que no podía ser negada.
—Si se trata de escogerte a ti sobre cualquier otro hombre o mujer… Lo
haría, sin dudar.
Él se mantenía tenso, pero Liam notó que su cuerpo reaccionaba al
contacto. La pasión, la contención y la ira ardiente crepitaban entre ellos.
>>—Pero no puedo darle la espalda a mis valores, no puedo ignorar a
Julieta y no ayudar a su madre.
—¡Yo no te he pedido eso!
—¿A no? Porque sonó como un ultimátum. Entre escogerte a ti o a mi hija.
—¡No pretendía que mis palabras sonaran de esa forma!
Alzó la mirada hacia él
>>—Solamente quiero estar seguro de que es a mí a quien quieres abrazar.
Que de verdad te gusto yo y no solamente es una obsesión por lo que ambos
compartimos.
Bruno se inclinó hacia él, ahogando sus sentidos en su sensual olor
masculino. Liam se puso de puntillas y le rodeó el cuello con los brazos.
>>— Yo te quiero, y si tú me quieres...
—Maldita sea. ¿Qué se supone que te he estado diciendo estas semanas?
Quiero estar contigo.
Gruñó él.
>>—Y no sabes cuánto.
Todos sus músculos se tensaron de pura contención, las aletas, la nariz de
Bruno se ensancharon cuando Liam acercó la boca a milímetros de la suya.
Odiaba verlo así: el hombre frío e implacable, el hombre que no necesitaba a
nadie. Liam deseaba que lo necesitara, tanto como él lo necesitaba. Ansiaba
deslizar la boca por su duro mentón hasta suavizarlo con el deseo, pasar la mano
por los rígidos músculos de su vientre hasta llegar a la gruesa columna de su
virilidad y hacerle gemir. Pero en lugar de eso alisó con la mano la suave tela de
su traje desgarrado.
—Creo que este es un lugar extraño para una reconciliación.
Murmuró mirando una mota invisible de polvo en su traje. Bruno rio
roncamente.
—Cierto. Aunque ya estoy menos estresado, al menos logramos arreglar las
cosas.
—No del todo.
Murmuró Liam alzando la mirada, Bruno entrecerró los ojos.
>>—Aún tenemos cosas de las cuales hablar.
Bruno asintió. Intentó apretarlo contra él, pero Liam se apartó.
>>—Y tengo una condición.
El ceño de Bruno se frunció aún más.
—¿Condición?
—Sí.
Liam se alejó un paso.
>>—Mientras no logremos aclarar todo y que yo me convenza en verdad de
que estamos haciendo lo correcto…
Liam miró espió a hacia los lados, esperando que nadie estuviera
prestándoles atención. Después regresó su mirada hacia Bruno, junto a ambas
manos en su boca para susurrar.
—No tendremos sexo.
—¡¿Qué?!
Gritó Bruno demasiado alto, ganándose la mirada de alguna que otra
persona. Aguantándose la risa, Liam dio un paso hacia la izquierda.
—No me mire de esa forma, señor Heber.
Liam le guiñó un ojo.
>>—Creo que necesitamos conocernos en verdad antes de dar de nuevo ese
salto.
—Pero…
—Quiero citas.
Dijo Liam con una sonrisa amable y dando otro paso. ¿Pensaba Bruno
acaso que esto era tan fácil para él? Liam era capaz en ese momento de
arrastrarlo hasta algún rincón en este hospital, valiendo un soberano cacahuate lo
precaria que era la situación. Sin embargo, deseaba de alguna forma iniciar las
cosas bien.
>>—Y quiero flores y chocolates de san Valentín.
Bruno entrecerró los ojos.
—Estamos en septiembre.
Liam se encogió de hombros.
—¿Y eso qué importa?
Volvió a encogerse de hombros.
>>—¿No puedo obtener un regalo simplemente porque no es san Valentín?
Además me gustaría fingir que los meses posteriores a Febrero no existieron.
Sería como comenzar de nuevo ¿No lo creas?
Liam rio divertido.
>>—No te preocupes, intentaré no desquiciarte tanto con mis caprichos. No
necesito chocolates, bromeo. Pero tal vez podríamos a salir a cenar de vez en
cuando ¿cierto?
Bruno suspiró y negó con la cabeza.
—No me pondrás sencillo el camino ¿No es así?
Liam sonrió.
—Ya debería saber, señor Heber. Qué drama y dificultad son mis apellidos.
Sonrió con inocencia. Bruno rio.
—Y dolor de cabeza es tu sobre nombre.
Dijo Bruno divertido. Caminó hacia Liam y sorprendiéndole, le sostuvo la
mano. Ante la mirada incrédula de Liam, Bruno volvió a respirar profundamente
y juntos, tomados de las manos, caminaron por los pasillos del hospital.
CAPÍTULO 27
Las maravillas de la vida se nos escapan por la cómoda trampa de la
rutina.

En un día laboral normal, era común que en ocasiones las cosas no salieran
como Liam las planeó originalmente. Se le olvidó colocar la alarma del
despertador. Ese día el ascensor de su edificio estuvo fallando y tuvo que bajar
por las escaleras y esperaba que en el trascurso del día lo arreglaran, ya que bajar
era una cosa, ¿pero subir? Es ahí donde Liam tendría un problema. El tráfico en
la ciudad estaba imposible y para colmo la cafetería donde se había propuesto
comprar un café para mejorar su día, precisamente hoy estaba cerrado porque
iniciarían remodelaciones del local.
Y por el resto de la mañana en el estudio también tuvieron ciertos
incidentes que le estaban colmando la paciencia. Esperaba sobrevivir el día con
la cordura intacta.
Al medio día llegó Theo con el almuerzo. Por lo menos algo salía bien de
acuerdo a sus planes del día.
—Te ves horrible.
—Y me siento de esa forma.
Dijo Theo dejando las bolsas de comida mexicana sobre la mesa de su
escritorio. En esta ocasión almorzarían en su pequeña oficina. Era día de facturas
y muchos pagos, por lo tanto, no podía permitir estresarse allá bajo. Theo
sonriendo se quitó la chaqueta para dejarla sobre el respaldo de la silla. Ese día
en particular, Theodore se veía encantadoramente bien arreglado y conforme
consigo mismo <<Sin duda es el semblante de un hombre enamorado>>.
—¿Cómo te va con las facturas?
Preguntó su amigo tomando asiento y remangándose las mangas de la
camisa. Con sarcasmo, Liam le mostró una sonrisa con dientes descubiertos y
alzó los pulgares hacia arriba. Theo rio, pero su sonrisa murió de golpe al
contemplar algo detrás de Liam, él no tuvo que girar para saber que era lo que
Theo estaba observando con fascinación. Era un enorme ramo de rosas lilas que
estaba el mostrador.
—¿Qué es eso?
—Han llegado para mí esta mañana. Son extravagantes, ¿no es así? Al
parecer es un ramo bastante costoso.
—¿Quién las envió?
Liam sacó la tarjeta que vino con el ramo y se la entregó a Theo.

“Un pago de san Valentín”

Theo miró a Liam con una ceja arqueada.


—Son de parte de tu primo.
—¿De Bruno?
La sorpresa en la cara de Theo era bastante graciosa.
—Sí. ¿Acaso tienes algún otro primo con el que he follado?
Liam medió, se giró para alcanzar a tocar con el pulgar uno de los pétalos
de las rosas, eran veinticuatro en total, las había contado. Un detalle romántico,
viniendo de un tipo para quien no existía el romanticismo. Liam dejó las rosas y
volvió a girarse hacia Theo.
—No pareces impresionado
Dijo Theo dejando la tarjeta sobre el escritorio.
—Yo sabía que tu primo no era el hombre más romántico de la tierra, pero
mínimo esperaba que se esforzara un poco.
Liam señaló la nota.
>>—Solamente envió rosas porque yo le dije que deseaba algo de citas y
romanticismo antes de irnos de nuevo a la cama ¿En tiendes?
Con su dedo golpeó la tarjetita.
>>—Únicamente hace esto porque yo se lo pedí, no porque en verdad este
interesado en conquistarme.
—Yo pensé que habían arreglado las cosas.
Theo se encogió de hombros.
>>—Después de todo, a pesar de estar en medio de un hospital con la
desgracia rodeándonos, ustedes parecían bastante cariñosos.
Con el ceño fruncido, Liam jaló una de las bolsas del almuerzo y comenzó
a buscar sus burritos con mucha salsa.
—En nuestro periodo inicial follamos como conejos sin freno y en esta
ocasión pensé que sería buena idea iniciar con la cordialidad y el romanticismo
para evitar equivocarnos nuevamente.
Informó. Theo lo miró con una ceja alzada.
—¿Desde cuándo el sexo es una equivocación?
—Desde que me nubla la cabeza y no puedo discernir en verdad si deseo
tener una relación verdadera con Bruno o solamente follarlo hasta que ambos
alcancemos las estrellas.
—Tú estás enamorado de él. ¿Por qué te complicas tanto? Es más que claro
que estás dispuesto a que no solamente sea sexo.
—Es complicado.
Liam se recargó en la silla.
>>—El sexo es intenso, la mejor experiencia de la vida. Pero como bien
dijiste en otra ocasión, una relación no solamente es sexual. Él tiene una hija y
también está la madre de la niña ¿Sabes lo celoso que me pone eso? Aunque se
supone que no hay nada entre ellos, siempre existirá algo que los una.
—Eso es verdad.
Theo se pasó una mano por su barbilla.
>>—Y tú eres bastante celoso.
—Supongo que no puedo negar esa parte. Ximena conoció una parte de
Bruno que a mí me encanta, además fueron novios en la universidad y ya sabes
lo que dicen, donde hubo fuego…
Liam se quedó inmóvil sin querer completar la frase.
—Ximena es bastante guapa, tengo que admitir.
Comentó Theo y Liam le lanzo una mirada furibunda.
—Pero, vamos a ver, ¿De qué lado estás tú?
—Del tuyo, amigo.
Alargó el brazo y le palmeó la mano.
>>—Siempre del tuyo. Por eso estoy señalando los hechos. Ximena es
bastante guapa y la madre de Julieta, pero ¿Has considerado que si a Bruno en
verdad le gustara o la deseara, entonces él se habría mudado a Washington con
ella? En cambio, logró que ella se mudara aquí y tienen un acuerdo de custodia.
En sus ojos apareció un brillo malicioso.
>>— Estoy de acuerdo contigo en que el sexo no es lo importante en una
relación, pero si un gran factor de ayuda. La química sexual que tienen tal vez es
lo que este impulsando todo lo demás y en lo que deben trabajar.
Theo le dio un par de golpes en la mano.
>>—Deja de darle tantas vueltas a las cosas. Aunque tú le pediste flores no
quiere decir que él te las esté dando por obligación. ¡Por Dios! Hablamos de
Bruno, el hombre vegetariano más estirado de la tierra. Por supuesto que no es
nada cursi como tú. Pero al menos lo intenta ¿No lo crees?
—¡Es vegano, no vegetariano!
Liam sonrió.
>>—Y creo que tienes razón. Él no es bastante cursi para mi gusto, pero
tiene varios otros puntos a su favor.
—Esa es la actitud. Él no es cursi, pero tu sí. No olvides eso e intenta
encontrar un punto medio y deja de pensar tanto las cosas.
Theo retiró la mano.
>>—Ahora comamos que tengo hambre y debo regresar al trabajo.
—Vale, almorcemos. Necesito mi dosis de picante y grasa.
Ambos rieron y comenzaron a almorzar. Mientras charlaban sobre las
últimas travesuras de Daniel y Turrón. Liam tecleó en su móvil un rápido
mensaje para Bruno.
—Las flores son hermosas, Gracias. ¿Por qué color lila?
Era algo que también lo confundía. Por lo general lo impresionante para un
regalo de amor era el rojo ¿No es así? Al menos en todas sus fantasías
románticas, las rosas rojas siempre eran el foco de su imaginación.
—Puedes buscar el significado en internet… pero solamente pensé que
eran un poco fuera de lo común… igual que tú.
Liam sonrió al leer el mensaje. Rápidamente tecleó.
—Vaya, eso no lo pensé. Eres bastante lindo, incluso algunas mujeres
dirían que eso es romántico.
—A mí solamente me importa lo que digas tú.
No pudo evitarlo, Liam suspiró enamorado. Este hombre era serio y frío
que resultaba adorable en ocasiones. Con una estúpida sonrisa de la cual Theo se
burló al darse cuenta de que era lo que estaba haciendo, Liam se despidió de
Bruno con un “Nos vemos luego” Después regresó su atención a su amigo y a
sus burlas sobre su estúpida cara de enamorado y Liam no pudo negar esa
afirmación.
CAPÍTULO 28
La única cosa que te hará feliz es ser feliz.

Esa noche, después de sus clases de baile, Liam tomó la iniciativa de llegar
al apartamento de Bruno. No habían quedado en nada y era prácticamente la
primera vez que estaba ahí en mucho tiempo. Y no sabía que esperar, hasta que
no tocó al timbre fue cuando en realidad pensó que podría encontrarse con algo
que no deseaba ver. Bruno se mostró sorprendido al verlo, pero inmediatamente
lo atrajo hacia sus brazos.
—Estaba a punto de llamarte.
Bromeó mordiéndole la oreja.
>>—Iba a invitarte a cenar.
—A eso he venido.
Murmuró Liam alzando la mirada.
>>—Encarguemos comida china y comida vegana y miremos una película.
La mirada de Liam viajo por un costado hacia el salón. Esperando ver
¿Qué?
—Jully está con su madre esta noche.
Comentó Bruno como adivinando que era lo que buscara. Liam se sonrojó
avergonzado.
—¿Jully?
Preguntó con una ceja arqueada. Bruno sonrió, lo sostuvo del brazo y lo
hizo pasar del todo para poder cerrar la puerta.
—Theo y Daniel argumentaron fervientemente que Julieta es un nombre
bastante adulto para la niña.
Bruno lo guio hacia el sofá de la sala.
>>—Gabriel propuso Julls, pero fue descartado por Theodore y al final
Daniel propuso Jully y Turrón ladró dando su aprobación.
Juntos se sentaron en el sofá. Y Liam extrañamente se sentía cohibido.
—Ella podrá tener un nombre y un sobre nombre de cariño, pero espero que
tú como papá le hables de forma aún más cariñosa.
Bruno dejó escapar un suspiro.
—No soy del tipo cariñoso.
Liam colocó una mano en su cara.
—Eres su papá, y ella espera recibir mucho amor de parte de sus padres.
—Intento ser buen padre, hasta puedo cambiarle mejor los pañales que
Ximena.
Respondió con un tono seco.
—Bueno, si mi opinión te sirve de algo, cuando estamos en la cama eres
bastante cariñoso. No te cuesta nada intentarlo en los demás aspectos de tu vida.
Bruno retorció los labios y le acarició la mejilla.
—Será porque tú eres el único que logra sacarme de mi zona de confort.
Soy diferente cuando estoy contigo.
—Y no entiendo por qué. No es que haga algo sorprendentemente
complicado para que te guste estar conmigo. Liam apoyó la cara en su
corazón.
—Es fácil estar contigo y me gustan tus ocurrencias para sacarme de quicio.
Bruno acarició su cabello.
—Me encanta estar contigo. Cuando no estamos juntos, deseo que lo
estemos.
Suspiró.
>>—Sé que tienes dudas y no puedo culparte por no creerme.
—Las relaciones son difíciles, Bruno. La mayoría de ellas no tienen un sexo
estupendo como nosotros. Creo que somos de los afortunados.
Bruno estrechó los brazos a su alrededor.
—No soy como otros hombres cariñosos, ni espontáneo. No es que culpe a
mis padres, pero jamás se me educo para dejarme llevar por los
sentimentalismos. Por eso no puedo relajarme.
Sintió a Bruno tensarse.
>>—¿Sabías tú que ni siquiera quisieron conocer a su nieta? Yo estoy
muerto para ellos.
Liam alzó la mirada.
—Hijos de puta. ¡Es su nieta!
—Los contacte porque deseaba que Jully tenga una verdadera familia. Sin
embargo, fue una tontería, ellos no son familia. Nunca lo fuimos.
—Jully solamente te necesita a ti, Bruno.
—Y quiero ser todo para ella, por eso planee casarme con su madre, pero
por más que lo intente no pude hacer lo correcto.
Bruno colocó una mano en su mejilla.
>>—Lo has cambiado todo en mí. No podría soportar perderte.
Liam lo abrazó.
—Esa sensación es mutua.
Inclinó mi cabeza hacia atrás y Bruno lo besó en la boca con intensidad.
Pocos momentos después, quedó claro si seguían de esa manera, solamente
podrían terminar en un solo lugar… el dormitorio. Así que Liam se apartó.
—Tengo hambre, encarguemos la comida.
Dijo con nerviosismo, Bruno rodó los ojos con una sonrisa pecaminosa.
—De acuerdo. Lo haremos a tu manera.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Comieron en la sala de estar, excelente comida china para Liam y comida


vegana para Bruno, bebieron vino y vieron televisión. Era algo nuevo para
ambos y aunque fue algo raro al principio, poco a poco se fueron relajando y
disfrutando de la cena. Bruno nunca había visto un programa de televisión de
concursos de cocina. Y él se dedicó a criticar a los participantes como si fuera un
experto chef internacional.
Mientras reía ante las ocurrencias de los participantes y el ceño fruncido de
Bruno, Liam observó cómo el hombre que le gustaba disfrutaba de un rato de
distracción. Nunca había visto ese aspecto de Bruno y le encantó.
Mientras Liam acaparaba todo un lado del sofá, él estaba sentado sobre la
alfombra con las piernas cruzadas y utilizaba la mesita para apoyar su plato.
Llevaba un pantalón de chándal y camiseta ajustada y Liam disfrutaba con la
vista. ¿No era un chico con mucha suerte?
Liam se acordó de todas esas veladas donde compartió momentos así con
Theo. Siempre estuvo Theo a su lado y ahora mismo sentía angustia al pensar
que Bruno no tuvo nunca una relación así con nadie, ni siquiera una simple
amistad.
Ahora que lo pensaba mejor, por más que lo intentó, no lograba imaginarse
el aspecto de Bruno cuando estaba en la universidad. Sabía ahora que Ximena
fue su novia, pero ¿habían tenido momentos como este? ¿Bruno se había
relacionado con otros estudiantes? ¿Asistió a fiestas de las hermandades? ¿Se
había emborrachado muchas veces? Bruno era un hombre con tanto autocontrol
que le costaba imaginarlo tan despreocupado y, sin embargo, ahí estaba,
comportándose exactamente así. <<Tal vez entablar una amistad con Ximena no
sea del todo mala idea>> Ella había conocido momentos de Bruno que él
ignoraba y le gustaría bastante conocer.
Como había estado tan callado, Bruno alzo la vista y lo miró, aun
sonriendo, y el corazón de Liam dio la vuelta en su pecho. Por una vez, parecía
tener su verdadera edad, tan joven, tan guapo y tan normal. En ese momento,
solamente eran una pareja relajándose en casa después de un largo día de trabajo.
Y a Liam le gustó esa imagen. Todo era dulce y fácil. Aquella imagen le pareció
conmovedora.
Liam no recordaba haberse quedado dormido, hasta que sintió que Bruno lo
despertaba suavemente. Parpadeó somnoliento.
—¿Qué hora es?
—Casi la una, vayamos a la cama.
Susurró colocando una mano en su mejilla. Liam bostezó.
—Debería ir a casa.
—Quédate. Voy a respetar tu decisión.
Liam iba a protestar, pero Bruno lo interrumpió.
>>—Me voy a comportar, te lo prometo. Solamente dormiremos. Te
aseguro que no ronco.
Liam rio y no pudo negarse a la invitación. Ya en el dormitorio, Liam se
quitó el pantalón y los calcetines y se subió a la cama. Dormiría solamente con
playera y bóxer.
—¿Saliste mucho de fiesta cuando estabas en la universidad?
Preguntó, mientras Bruno se quitaba la camiseta por la cabeza. Él negó con
la cabeza mientras Liam se comía con los ojos, su torso maravillosamente
perfecto y su delgada cintura.
—Estaba concentrado en mis estudios. Siempre fui acusado de aburrido.
—¿Ximena fue tu única novia?
—Era quien mejor paciencia me tenía.
Liam resopló.
—No digas tonterías, yo te vi en muchas ocasiones con demasiadas novias
de las que puedo contar. Recuerda que yo me la pasaba viviendo prácticamente
en la mansión de los padres de Theo.
—No eran mis novias.
Dijo Bruno sacando de la cajonera una camiseta.
>>—En su mayoría eran hijas de hombres de negocios con los que mi padre
deseaba que yo quedara bien. Y ellas pronto se aburrían de mí.
—Estás mintiendo.
Liam le lanzó la almohada.
—No tengo por qué mentirte.
Gruñó.
>>—A lo largo de mi vida, solamente he tenido dos relaciones más o
menos estables y alguno que otro encuentro ocasional. Si te soy sincero, este año
he tenido más sexo contigo que en los últimos tres años.
—No exageres.
—Es verdad. Trabajaba mucho, apenas y terminaba con la energía necesaria
para hacer ejercicio. Puede que de vez en cuando haya surgido la ocasión de
llevarme a una mujer a la cama, pero, aparte de eso, hasta que te he conocido, si
tenía sexo, bien, y si no, también.
—No te creo.
Aquello le resultaba imposible de creer. Bruno lo fulminó con la mirada
antes de dirigirse al baño.
—No puedo hacer que me creas, pero no gano nada mintiéndote.
Dijo él con seriedad mientras se dirigía al baño. Liam saltó fuera de la cama
y fue tras él.
—No es que me guste dudar de ti… ¡Pero es increíble que no tengas un
harén de mujeres a tu alrededor!
—No soy tan lujurioso como piensas.
Él se rio mientras buscaba entre los estantes el cepillo de dientes y la pasta.
>>—Hasta la locura que cometí en Halloween, no era ni siquiera lo
bastante osado como para besar y toquetear a una mujer en público, me parecía
de lo más vulgar las demostraciones de afecto en vías públicas.
Frunció el ceño y miró a Liam a través del espejo.
>>—En una ocasión una chica con la que me cito mi madre, me acuso de
carecer de interés en las mujeres por simplemente no haber ido con ella
inmediatamente a un hotel.
Liam rio con la cadera apoyada en la puerta del baño y los brazos cruzados.
—Creo que vamos a tener un problema
Comentó con diversión. Bruno se giró hacia él.
—¿Qué problema?
—A mí sí me gustan las demostraciones de afecto públicas.
Bruno le dedico una sonrisa ladeada.
—Lo sé, Theo aseguró que eres bastante lujurioso. ¿En serio lo has hecho
en un automóvil en un estacionamiento público?
Al instante, Liam descruzó los brazos y se erizó como un gato callejero a
punto de atacar.
—¡Él no tenía derecho a contarte eso!
—Fue en una ocasión que estaba ebrio algunos años atrás.
Bruno rio.
>>—Cuando ustedes se embriagan son bastante indiscretos.
—¿Qué más te contó? Lo voy a asesinar.
El sinvergüenza le guiñó un ojo mientras colocaba un poco de pasta dental
en el cepillo eléctrico.
—Tranquilo, no tienes de qué avergonzarte. No es como si fuera a exigir
que seas virgen.
A través del espejo, miró su rostro divertido.
—No lo soy, pero tampoco soy un…
—No te preocupes.
Bruno se acercó y le dio un rápido beso en la frente.
>>—No te estoy juzgando. Ni tampoco nos echaremos en cara nuestro
pasado. Estamos juntos ahora y es lo que importa.
Bruno regresó su atención al espejo y comenzó a cepillarse los dientes. Son
poderse resistir, Liam se acercó por atrás y lo abrazó. Acarició su mejilla contra
su espalda.
—Si sirve de algo, no importa cuantas veces tuve sexo. Era solo un acto
físico. Tú has sido siempre mi amor no correspondido. Siempre suspiré por ti.
Después de unos momentos, Bruno escupió en el lavabo, dejo el cepillo
sobre la encimera y se giró hacia él, tuvo que liberarlo para poder enfrentarlo.
—Me disculpo sin en algún momento te hice sentir mal.
Liam negó con la cabeza.
—Siempre pensé que era imposible que tú me dedicaras una segunda
mirada.
Bruno hizo una mueca.
—Bueno, ahora lo estamos intentando, veremos a donde nos lleva esto.
Bruno acarició su espalda con ambas manos tranquilizadoramente.
>>—Ahora vamos a dormir. Tengo que ir a recoger a Jully temprano, me
toca llevarla a la guardería.
Juntos y abrazados fueros a la cama. Inmediatamente, Liam enterró la cara
en el cuello de Bruno y respiró su olor, se acurrucó aún más. Por lo general ellos
comenzaban con sexo, dormían saciados y cansados y no se enteraban de nada.
Simplemente, dormir con él estaba resultando ser algo… extraño, pero le
gustaba.
El cuerpo de Bruno se amoldaba perfectamente al suyo. Era tan cálido y
fuerte, tan poderosamente masculino, que únicamente tenía que pensar en él para
desearle. Liam deslizó las piernas por encima de su cintura y me puso encima de
él. Estaba oscuro. No podía verlo, pero no lo necesitaba. Lo sentía, se sentían
mutuamente y eso era lo importante.
—Liam…
Bruno se quejó, ya que deliberadamente Liam estaba provocándolo cuando
él mismo puso la condición de cero sexo. Al diablo sus propias reglas.
—Te quiero.
Confesó con un sentimiento verdadero, menos mal que estaba oscuro o
estaría tan avergonzado. Liam no necesitó decir nada más. Bruno se sentó y
envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo y lo besó apasionadamente.
Entonces, las restricciones que Liam había puesto se derrumbaron. Aun
besándolo, Bruno le dio la vuelta y lo colocó debajo de él. Hicieron el amor con
una tierna actitud posesiva que le llegó hasta el alma.
CAPÍTULO 29
La vida es realmente sencilla, pero insistimos en hacerla difícil.

Los días fueron pasando y Liam no podía creer siquiera que ahora en
verdad estaba intentando tener una relación con su amor no correspondido de su
adolescencia. Tan solo el término “relación” era algo nuevo para él.
A lo largo de su vida, intentó tener novios formales, aunque claramente su
maldición familiar causaba que todo siempre terminara en un desastre. Sin
embargo, esto al parecer era auténtico. Aún tenía muchas dudas, demasiadas
para contarlas. No obstante, los días fueron fluyendo.
Su primer reto, vino por partida doble. Conocer a Ximena y ayudar a Bruno
a cuidar a Jully, todo en una misma noche. Ver el rostro de la mujer a la cual
detestó por tantos meses fue algo duro de enfrentar. Por supuesto que se sintió
sumamente celoso de ella, era espectacular, rubia, alta, con abundantes pechos y
solamente imaginarla en los brazos de Bruno le producía un sabor amargo en la
garganta y un estremecimiento horrible en la boca del estómago.
Liam llegó a la conclusión de que Bruno en algún momento le habría
informado a ella que ahora estaba en una relación con él, puesto que Ximena no
se mostró bastante sorprendida de encontrarlo en el apartamento de Bruno
cuando fue a llevar a la niña. Mientras ellos se miraban cara a cara intentando
sobrellevar el momento, Bruno aguardo pacientemente con su hija en brazos. Y
todo resultó bastante bien. Después de la incomodidad inicial y las sonrisas y
saludos incómodos, todo fue fluyendo. Liam era un encanto de persona, tenía la
experiencia y utilizó toda esa habilidad con Ximena. ¿Fue extraño al comienzo?
Sí. ¿Fue complicado? También. Pero poco a poco se fueron relajando. Liam
llegó a darse cuenta de que ella sentía un poco de recelo hacia él y no la culpaba,
puesto que después de todo fue Liam el impedimento que causo que Bruno al
final no se casara con ella.
Y ahora estaba claro que si Ximena no deseaba comenzar alguna fricción
con Bruno, tendría que, sí o sí, aceptar a Liam. Y eso era exactamente lo que
estaba sucediendo, ellos no eran los grandes amigos del mundo, pero estaban
manteniendo una relación cordial. Hasta últimamente se habían mensajeado y
Liam la había invitado a pasarse por su estudio con la promesa de diseñarle algo
para un evento de la empresa que tendría a finales de octubre. Era tal vez un
soborno para mantener la fiesta en paz, pero al menos estaba poniendo de su
parte.
Y era más sencillo ganarse a la madre que la hija, tenía que admitir. Intentar
llegar a un acuerdo con una bebé tan chiquita que lloraba por todo era
sumamente imposible. Y la peor parte era que él no sabía nada de bebés. Jamás,
jamás, jamás, había cambiado un pañal en su vida y fue fantástico presenciar
como a Bruno se le daba tan naturalmente esa habilidad. Secretamente, admitió
que le gustaba verlo en ese rol de papá. Siempre frío, siempre serio y contenido;
sin embargo, con su hija, siempre tenía una mirada cariñosa y tierna. <<Ella es
realmente afortunada>> y era algo estúpido de su parte, pero en ocasiones
estaba celoso de la niña.
Aunque admitía, que también había tenido sus días buenos. Todos los días
que despertaba en la misma cama que Bruno era maravilloso. El sexo era
fantástico, pero el resto del día con sus pequeños detalles tampoco eran
desagradables. Era algo que vivía por primera vez.
Una de sus partes favoritas de la mañana, eran esos pequeños momentos
donde ambos entre conversaciones y una que otra broma desayunaban juntos.
Incluso le gustaban esas mañanas donde uno de ellos preparaba el desayuno y el
otro estaba dándole biberón a Jully, se sentía tan hogareño.
Otro de sus momentos preferidos era escoger el traje que Bruno usaría ese
día. Era como envolver su propio regalo, era sumamente erótico ayudarlo a
abotonarse la camina, colocarse la corbata, el chaleco… Él jamás había
considerado que era sorprendiéndome erótico verle ponerse la ropa como
quitársela.
En estas dos semanas había compartido tantos momentos con Bruno que
aún le costaba creer en realidad que esto estaba sucediendo.
—¿Qué harás hoy después del trabajo?
Preguntó Bruno, mientras le entregaba el termo de café que últimamente le
gustaba llevar. El café era necesario en su sistema para subsistir.
—Nada, en particular, había quedado de ir con Theo al cine, pero aún no
me ha confirmado nada.
Ladeó la cabeza.
>>—¿Tienes algo en mente? Puedo cancelarle a Theo.
¿Ir al cine con Theo o pasar la noche con Bruno? La decisión era clara en la
cabeza de Liam. No podía evitar sentir la excitación en todo su cuerpo.
—Natasha me aviso de una reunión de último momento. Probablemente,
llegue tarde a casa.
Bruno puso los labios sobre la sien de Liam.
>>—Y si Theo tiene planes contigo tal vez no querrá prestarme a Simona
en esta ocasión. Tendré que recurrir a mi agenda en busca de una niñera para
Jully.
—¿Te toca cuidarla hoy?
Bruno y Ximena tenían un extraño acuerdo <<Extraño para muchos>>
Ellos no tenían noches definidas, por lo general, según el abogado de Bruno, el
acuerdo más común entre progenitores, era que los días entre semana eran de la
madre y los fines de semana del padre. En el caso de ellos, como ambos
trabajaban, se turnaban todos los días de la semana, en ocasiones Jully estaba
con su madre dos, tres días y después se quedaba con Bruno otro par de días o
era un día y un día. Nada era definitivo, si alguno de ellos necesitaba que el otro
la cuidara en cualquier día, lo hacían. Jully iba a una guardería durante el día y
cualquiera de los dos que estuviera desocupado a las cuatro de la tarde podría ir
a recogerla. También recurrían a niñeras en casa cuando lo necesitaban, y el
apoyo de Bruno era la niñera de Theo. Era un acuerdo de custodia extraño e
impredecible, pero al parecer a ellos les estaba funcionando.
—Ximena tiene que terminar un proyecto importante y acorde quedarme
con Jully, pero esta reunión es imprevista.
—Porque no me lo dijiste antes, no te preocupes.
Dijo dándole un suave golpe con el codo.
>>—Yo con gusto me quedaré con Jully, estoy seguro que le encantara ser
mi modelo esta noche. Quiero diseñarle un disfraz para Halloween.
Dijo emocionado, aunque la verdad estaba nervioso, nunca había estado a
solas con la niña.
>>—Además tengo un montón de ideas en la cabeza sobre diseños de
vestidos de bebés. Hoy es el día sin duda en que podremos poner en marcha este
proyecto.
Bruno al parecer no notó su nerviosismo.
—¿Estás seguro?
Preguntó Bruno con los labios en su pelo.
—Por supuesto. Solamente avisa en la guardería que iré a recogerla.
Bruno lo envolvió en sus brazos. Suspiró con fuerza.
—Lo agradezco, pero no quiero imponerte esta situación.
—No estás imponiendo nada, quiero hacerlo.
Liam sintió un escalofrío.
>>—No soy bueno con los pañales, pero seguiré un tutorial de YouTube y
te prometo estar preparado… Al menos que no confíes en mí.
Bruno apretó los sus labios contra su pelo, murmuró:
—Confió en ti…
Rio amargamente.
>>—Pero temo que Jully te abrume tanto que al final llegues a la
conclusión de que estar con un papá soltero es bastante complicado.
Liam se apartó y miró a Bruno a los ojos. No quería sentirse ofendido, pero
la verdad era que le dolían las palabras de Bruno.
—¿Aún piensas que en cualquier momento saldré corriendo?
Sintió un hueco en el estómago.
—No es eso…
—Pensé que el inseguro aquí era yo, pero al parecer continuamos con esta
desconfianza.
—Supongo que es normal que ambos nos sintamos inseguros
Explicó Bruno con voz cansina.
>>—Creo que solamente hay que dejar que el tiempo fluya. Estaremos
bien.
Liam no quería volver a discutir sobre el mismo tema. La inseguridad de
ambos era justificada. Bruno temía que él llegara a la conclusión de que esto de
una relación formal con una bebé involucrada no era para él y Liam temía que
Bruno recuperara la cordura, se olvidara esa idea de que le atraía otro hombre y
se casara con Ximena. ¿Con el tiempo lograrían sentirse seguros? Liam giró la
cabeza hacia él y metió los brazos por debajo de su chaqueta para acercarse más.
No tenía la menor idea de que era lo que sucedería en el futuro, pero había algo
que sí sabía.
—¿Bruno?
—¿Sí?
Liam se retiró para mirarlo. Extendió la mano y recorrió con ella el
marcado arco de su ceja.
—Te quiero.
Ya había pronunciado esas dos palabras la noche que se reconciliaron. Y no
esperaba que de buenas a primeras Bruno le correspondiera. Pero era algo que de
su parte quería dejarle claro. ¿Liam tenía ganas de huir? Sí. Sus inseguridades
eran muchas, pero el sentimiento que sentía por él era auténtico y más profundo.
Eso era una garantía de que estaba intentándolo.
>>—Y por ese sentimiento estoy aquí, no iré a ninguna parte. Quiero ser
parte de tu vida y que seas parte de la mía. En eso consiste ser pareja ¿No?
Liam apartó la cara y se recargó contra su pecho.
>>—Quiero que recurras a mí en momentos de necesidad. Confía en mí
para ser tu apoyo. Es todo lo que te pido por ahora.
Liam sabía que le gustaba a Bruno, otro sentimiento no había sido
pronunciado de su parte y de momento no era relevante. Su confianza era lo
único que necesitaba por ahora. Con una de sus manos Bruno lo sujetó por la
nuca, su respiración era entrecortada y el corazón le latía con fuerza. No dijo una
palabra y tampoco lo soltó hasta que llego el momento en que se marcharan para
ir a trabajar.

♥ ♡ ❥ ♡ ♥

Y aunque todo en su vida al parecer iba como viento en popa, Liam aún
tenía un problema. Y no comprendía por qué precisamente ese día que estaba de
mejor humor, no podía dejar de pensar en su amigo Cris. Era como una
sensación en la boca del estómago y una vocecita en su cabeza que no paraba de
susurrarle que le marcara a su amigo.
Así que lo hizo. Tomó varias respiraciones profundas y se armó de valor
para marcar. Al principio temió que no le constara o que ya de plano lo hubiera
bloqueado de sus contactos para siempre. Sintió algo de alivio cuando él le
contestó al tercer toque.
—¿Qué?
Contestó con brusquedad. Pero era una buena señal que le hubiese
respondido.
—Soy consciente de que metido la pata.
Dijo rápidamente.
>>—Lo siento, aunque soy consciente de que tienes todo el derecho de no
hablar el resto de mi vida, yo quiero arreglar las cosas, amigo.
Cris soltó un gruñido.
—¡Joder, Liam, aún estoy cabreado contigo!
—Sí, lo sé. Se me da muy bien cabrear a la gente, por si no lo habías
notado, pero odio no hablar contigo.
Soltó un suspiro.
>>—No puedo reparar el daño que le hizo a Bob, y soy consciente que te
estoy poniendo entre la espada y la pared. Pero no quiero perder tu amistad.
—Bob es un gran hombre.
Espetó.
>>—No se merecía que jugaras con él.
Liam cerró los ojos.
—Es fallo mío.
Respondió con sinceridad.
>>—Pero que quieres que te diga, he estado enamorado de Bruno Heber
desde que tome conciencia de mí mismo. No es justificación para haber sido
infiel, pero simplemente sucedió. Fue más fuerte que mi mismo ¿Me
comprendes?
Suspiró y abrió los ojos.
>>—Te quiero, Cris. Incluso cuando le eche todo a perder.
Cris exhaló sobre el auricular.
—De acuerdo, te daré una oportunidad para disculparte. ¿Almorzamos?
Una sonrisa sonrió de oreja a oreja.
—Sí, por supuesto.
—Iré a tú estudió. Nos vemos alrededor de la una.
Terminaron la llamada y Liam trato de concentrarse, pero le resultó difícil.
Esperaba de verdad poder arreglar las cosas.
Minutos antes de la una, recibió un mensaje de Cris avisándole en que local
almorzarían. Y fue un lugar de comida oriental que estaba a una manzana del
estudio de Liam. Acordaron verse ahí. Organizó rápidamente lo que quedaba por
hacer el resto del día e instruyó a sus asistentes, dado que él probablemente ya
no regresaría por lo que restaba del día. Desconocía cuanto tardaría en su
almuerzo y después tendría que ir a la guardería por Jully. No podía fallar en sus
dos grandes misiones del día.
Mientras esperaba a Cris, Liam sintió un nudo en el estómago. No podía
soportarlo. Tenía tantas cosas en la cabeza.
—Liam.
Él salió de sus pensamientos con un respingo al oír la voz de Cris. Liam
había escogido una de las mesas que estaban fuera del local, el día estaba
bastante agradable como para no aprovechar estar rodeado de árboles y flores.
Cris no llevaba uniforme, lo cual le indicaba que estaba de suerte, era su día
libre, por ese motivo no se citaron en los lugares de siempre que estaban cercar
del trabajo de Cris. Lo cual agradecía, aunque temió que la razón por la cual no
lo cito allá, fue para evitar que Bob los viera.
Cris vestía relajadamente ese día, con un chándal color tinto y zapatillas de
deporte blancas. Era la imagen viva de la despreocupación y la seguridad en sí
mismo con esas gafas oscuras y las manos en los bolsillos. Las mujeres
alrededor se lo estaban comiendo con los ojos. <<Sueñen, señoritas. Porque este
hombre por el que babean no cae por cualquiera>> Si alguien en esta vida era
cuidadoso con sus relaciones, ese era Cris y existía una gran razón para ello. Un
secreto sobre él que casi nadie conocía.
Ahora mismo su amigo parecía distante y frío. En cuanto se acercó a la
mesa, Liam se puso de pie y se abalanzó hacia él, envolvió sus brazos sobre su
cuello con tanta fuerza que Cris se quejó de haberle dejado sin aire.
—Te he echado de menos.
Comentó sinceramente.
—Aunque no eres mi persona favorita en este momento… también te
extrañe.
Murmuró Cris en voz baja y le devolvió el abrazo. Liam se apartó para
mirarlo.
—Lo siento.
—Tranquilo.
Cris se encogió de hombros.
>>—Como que he llegado a comprenderte. En el corazón no se puede
mandar.
Cris le palmeó el hombro.
—Almorcemos y charlemos. Hay mucho que quiero contarte.
Propuso Liam y Cris asintió. Tomaron asiento en la mesa y al poco trajeron
la comida. Liam ya se había encargado de ordenar previamente cosas del menú,
conocía los gustos de Cris. Y era más práctico de esa manera.
>>—¿Cómo se encuentra, Bob?
Preguntó, no quería agravar las cosas, pero ese hombre fue tan bueno con él
que la culpa de engañarlo aún carcomía su alma.
—Menos ofendido que yo, sorprendentemente.
Liam se pasó una servilleta por esos labios que convertían a las mujeres
sensatas en niñas tontas cuando él sonreía.
>>—Él muchas veces me insistió en que te llamara y que intentara arreglar
las cosas. No desea que nuestra amistad termine por esta situación.
Liam sonrió.
—Él es un hombre maravilloso.
Liam deseó poderle agradecer; sin embargo, dudaba mucho que él quisiera
siquiera mirarlo.
—Sí, mucho más de lo que mereces.
Sus ojos se entrecerraron.
>>—Espero en verdad que ese tal Bruno, valga machismo la pena.
Liam sintió una presión en el pecho.
—Lo amo.
Replicó.
>>— Y ante esa verdad, poco puedo hacer.
Cris soltó un bufido y dio otro bocado a su pollo Kung Pao. Masticó con
fuerza y se tragó su comida con un largo sorbo de su limonada.
—¿Amor? Pensé que no creías en el amor. ¿Y qué no ese hombre era
heterosexual?
Liam sintió esas preguntas como un golpe en el estómago. Preguntas duras,
verdades complicadas, de las cuales aún tenía muchas dudas.
—Él dice que le gusto yo, no le importa que sea un hombre.
Cris asintió y dio otro bocado.
—¿Y tú le crees?
Preguntó mientras masticaba.
—Por supuesto.
Contestó con convicción.
>>—Soy consciente que la forma en la que iniciamos todo esto no es la más
ortodoxa y ambos metimos la pata. Pero lo estamos intentando, estos días han
sido…
—¿Te ha dicho que te ama?
Cris interrumpió su bravata con esa pregunta. ¡Y que pregunta! Una
granada directa lanzada a su cabeza. Liam se quedó mirándole como un búho
con los ojos bien abiertos.
—Apenas tenemos un par de semanas intentando entablar una relación. No
te parece que es muy pronto para esas palabras.
Con calma, Cris se llevó un rollo primavera a la boca.
—¿Tú le has dicho que lo amas?
Liam apretó los labios.
—Que sepas que estás siendo un idiota.
Cris sonrió y apretó la servilleta en sus manos.
—¿Por qué te molestan mis preguntas? Son preguntas válidas.
—Estás siendo un capullo.
La sonrisa Cris desapareció y su mirada se volvió más dura.
—Durante años te he escuchado alabar, maldecir y suspirar por ese amor no
correspondido. Quiero simplemente convencerme de que no es tu absurda
obsesión de adolescente y que sí es amor verdadero.
Liam lo miró con furia.
>>—En ocasiones necesitas que los que estamos a tu alrededor te salvemos
de ti mismo. Hace meses eras una sombra patética de una persona, que afirmaba
que el amor no existía y que tenía una maldición.
Liam resopló con frustración.
—Soy consciente de lo loco que puede parecer. Pero estoy seguro de que
puede funcionar. ¿Sabes lo que es esto para mí? Yo lo amo.
—Pero ¿Te ama él?
Preguntó Cris arrastrando las palabras.
>>—Comprende, Liam. Me preocupo por ti. Y de todos tus amantes, él ha
sido por quien más has sufrido. Discúlpame por desconfiar.
Dijo Cris con seriedad.
—Y te agradezco por eso. Pero yo sé que puede funcionar.
Terminó diciendo sin convicción. Cris asintió con la cabeza.
—Si tú estás convencido, no seré yo el villano de tu historia de amor.
Cris apretó los labios unos segundos.
>>—Solamente espero que él sea la persona que necesitas en tu vida.
Liam se inclinó hacia delante y extendió la mano para buscar la de Cris.
—Yo lo quiero y aunque él no pronuncié las palabras… Lo siento, siento
todos esos sentimientos que emana hacia mí ¿Me entiendes?
Cris sujetó su mano con fuerza.
—Liam… Espero seas feliz con él. De verdad.
—Gracias.
Cris retiró la mano y se apartó el flequillo que le tapaba un ojo.
>>—Me alegra que pudiéramos arreglar las cosas.
—Yo también.
—Ahora cuéntame, como te ha ido a ti. ¿Trabajo? ¿Amantes? Cuéntamelo
todo.
—Nos llevará mucho tiempo.
Dijo con voz de cansancio.
—Estoy libre hasta las cuatro, así que soy todo oídos.
Consiguió poner una sonrisa. Durante la siguiente hora y media, hablaron,
hablaron y hablaron. Absolutamente de todo. Cris le contó cómo estaban las
cosas en su trabajo y algunos desacuerdos que había tenido con algunos
compañeros por situaciones “Sin importancia” según Cris. Pero si algo era
cierto es que nunca existían peleas sin importancia.
Liam aprovechó la oportunidad para recordarle acerca de los proyectos que
tendrían en puerta. Trabajo era trabajo y Liam sentía placer en ayudar a sus
amigos. Aunque dudaba mucho que en esos servicios de seguridad participara
Bob, por lo menos esperaba que Cris y el resto quisieran apoyarlo. Además, sería
la oportunidad para que Cris conociera por fin a Natasha Petrus.
Cris también le preguntó todos los detalles sobre el incidente sucedido hace
poco y la salud de Natasha. Ese día, por desgracia, Cris no estuvo de servicio y
aunque se presentó de voluntario al servicio por ser causa de emergencia, no fue
asignado directamente en la escena del crimen. Le dieron la misión de rastreo en
la central, después de todo, Cris era un experto en sistemas computacionales y
era primordial revisar todas las grabaciones de la escena.
Liam le contó todo y le confirmó que aunque no había visto a Natasha en
persona, salvo aquel día que la visitaron en el hospital con Theo. Por Bruno se
había enterado de que ella estaba recuperándose bastante bien y estaba ya
trabajando desde el minuto uno. El desagrado de Cris hacia Bruno disminuyó un
uno por ciento al enterarse de que él directamente trabajaba con Natasha Petrus e
inmediatamente Liam aprovecho para sobornarlo. Si en verdad intentaba llevarse
bien con Bruno, lo convencería de invitar a Natt a cenar a casa y por supuesto
que Cris sería el otro invitado de honor. Esa propuesta causó que Cris sonriera y
prometiera fervientemente en que intentaría ser amigo de Bruno Heber.
Para cuando terminó su almuerzo con Cris, los ánimos de Liam estaban por
los cielos. Se sentía eufórico, al parecer el tiempo estaba acomodando las cosas.
Estaba tan contentó que no pudo resistir el impulso de ser espontáneo. Así que
antes de que pudiera arrepentirse, hizo un rápido envió por a domicilio.
Estaba llegando justo a la guardería cuando recibió un mensaje de Bruno.
Era una foto de unas rosas rojas de tallo largo elegantemente colocadas en un
jarrón de cristal.
—¿Me olvidé de alguna ocasión especial?
Preguntó Bruno con el mensaje de texto. Liam sonrió.
—¿Acaso no puedo enviarle rosas a mi novio?
No fue sino hasta que envió el mensaje que la palabra “Novio” resaltó en su
pantalla como si fueran letras fosforescentes. ¿Novios? ¿Eran novios? Ni
siquiera habían hablado de eso. Después de la reconciliación, decidieron darse
una oportunidad y hasta el momento convivían como una pareja de novios, pero
¿Lo eran? Al menos se sentía de esa amanera. Aunque no habían hablado de
atribuirse esa etiqueta.
—Tú puedes hacer lo que quieras.
Fue la contestación de Bruno. Y Liam sonrió con maldad. Era como un
pagaré en blanco y él aprovecharía para divertirse un poco. Después de
comentarle que estaba por recoger a Jully, al mismo tiempo hizo otra compra por
internet.
Las chicas de la guardería fueron un encanto, le ayudaron y le dieron
consejos sobre cómo cuidar a la niña. Incluso hasta le ayudaron a colocar el
portabebés en el auto. Al parecer ellas se dieron inmediatamente cuenta de que él
acerca de bebes, no sabía absolutamente nada y tal vez estaban preguntándose
cómo era que los padres de Julieta estaban confiando en él.
Sin incidentes, llegaron al edificio de Bruno, no tenía problemas en llevar a
la pequeña consigo al estudio o a su casa, pero siendo sinceros, sus lugares no
estaban equipados con todo lo que necesitaba un bebé, cosa que tendría que
asegurarse de corregir en un futuro cercano.
—Estamos en casa, muñeca. Y nos divertiremos mucho.
Canturreó Liam colocando el portabebés sobre la mesita de café en la sala
de estar. La niña balbuceaba y lo miraba fijamente. Al menos no estaba llorando,
lo cual era un tremendo alivio. Estaba considerando en sí sacarla del portabebés
ahora que estaba bastante tranquila o esperar a que se pusiera inquieta, cuando su
teléfono móvil vibro en su bolsillo.
—¿Son dulces aptos para veganos?
Liam sonrió ante el mensaje y la foto de la cesta llena de chocolates y
dulces, con un enorme listón rojo.
—Por supuesto, come con confianza y no dejes que tus compañeras te
metan mano.
Sonrió.
—Puedo imaginar la cara de tu papi ahora mismo.
Le comentó a Jully.
>>—Es tan serio y tan formal, que solamente puedo imaginar su
incomodidad ante tanta cursilería de mi parte.
Le sonrió a Jully.
>>—Sé que no es correcto, pero molestar a tu papá es bastante divertido.
La niña balbuceó y Liam decidió considerar que esa era el permiso de la
bebé para que siguiera coqueteando con su padre. En ese momento llegó un
mensaje de Bruno.
—El único que puede meterme mano, eres tú.
Liam sonrió.
—Más te vale.
Sonriendo con maldad, Liam hizo otra nueva compra. Y aunque dudó en
esta ocasión enviarla, estaba decidido, de una vez por todas, lanzarse sin
paracaídas y sin dudas en esta relación. Y era primordial que Bruno supiera que
iba en serio.
Mientras esperaba a que su plan se concretara, sacó a Jully del portabebés,
con ella en brazos consultó la lista de cosas por hacer que Bruno siempre tenía
pegada en el refrigerador.
Él era siempre tan organizado, que Jully estaba regida por una estricta
rutina. Madre, niñeras y maestras de la guardería, también seguían todas las
indicaciones del padre sobre protector.
Jully contaba con una rutina para todo, biberones, baños, siestas y Liam
temía que mientras esta niña más creciera, más detallada sería esa lista de cosas
de que hacer y no hacer con Julieta Heber. Y Liam apostaba sus ahorros a que
esta niña terminaría siendo vegana igual que el padre.
Con gran temor al inicio, comenzó con su primera tarea a realizar, fue
cambiarle el pañal a la pequeña. Menos mal que de momento fueron solamente
orines, fuera otra cosa y no estaba seguro poder soportar como los valientes ese
tipo de olores.
Le cambio la ropita por algo más cómodo y después le preparó el biberón.
Cosa que era lo más sencillo de hace, Bruno Heber tenía un maldito aparto en el
cual solamente necesitaba colocar el biberón, presionar un botón y
automáticamente el aparato servía el biberón con las onzas de leche y agua
preprogramadas. Era como una cafetera para bebés.
Después de comer, le sacó el aire, y lo correcto era dejarla en la cuna, para
ese momento Jully ya estaba adormilada. Sin embargo, Liam se negaba a
soltarla, así que con ella en brazos se recostó en la cama de Bruno.
Los bebés en realidad olían bastante bien, y eran calentitos y suaves. Fue
casi imposible que no se sintiera cómodo con Jully en brazos, así que se quedó
dormido imaginando la reacción del Bruno al recibir el oso de peluche con el
globo donde le pedía formalmente ser su novio.
CAPÍTULO 30
Los desafíos hacen la vida interesante y superarlos hace la vida
significativa.

Liam se vio obligado a salir de su nebulosa siesta a causa del sonido de su


teléfono móvil, nunca fue su intención dormirse. Parpadeó adormilado y se
separó de Jully para evitar que el zumbido del aparato perturbara su sueño. Tenía
la sensación de apenas haber cerrado los ojos, salvo que si la hora en el
despertador de la mesilla no mentía, habían sido cuarenta minutos de
inconsciencia.
—Diga…
Susurró sin mirar quién llamaba.
—Gracias.
Dijo una voz femenina. Era Natasha.
—¿Por?
Con cuidado se levantó de la cama y colocó en su lugar una almohada para
que Jully no sintiera su falta.
—Ha sido bastante entretenido observar a Bruno con cara de tonto casi todo
el día.
Dijo ella divertida. Liam sonrió.
—¿No crees que me he pasado?
Preguntó con temor. Por lo que sabía Bruno podría estar molesto por sus
muestras cursis de afecto. Pero así era Liam, cursi, ridículo, demasiado intenso.
Ya se había contenido demasiado.
—Para nada. He disfrutado viendo cómo recibía tus regalos hoy. Creo que
nunca le había visto sonreír así.
Comentó divertida. Una cálida oleada de seguridad fluyó por su cuerpo.
Quería hacer feliz a Bruno.
>>—Además ha servido para espantar una que otra urraca que andaban
rondando al hombre.
—¿Qué urracas?
La sonrisa se borró de golpe.
—¿Acaso pensaste que Bruno no era capaz de encandilar a una que otra
mujer aquí?
Volvió a reír.
>>—Bruno Heber a pesar de no estar ligado más a su familia en el ámbito
laboral, no deja de ser un buen partido para cualquier mujer.
—Mierda.
Murmuró con frustración.
—A muchas ni siquiera les importó enterarse de que ahora tiene una niña, y
como él comentó que no estaba casado y no tenía ninguna relación formal con la
madre de Julieta. Pues muchas han dado por sentado que la competencia sigue
abierta. Muchas gustosamente se postularían para el puesto de madrastra.
—Cielos y yo tan contento que estaba.
Liam sintió cómo sus inseguridades regresaban.
—No debes preocuparte tanto. Bruno ni les da una segunda mirada. Son
ellas las que no se dan por vencidas. Tu acción de hoy creo que ha ayudado un
poco a disuadirlas.
Comentó un poco seria.
>>—Aunque no debes olvidar que para muchas el hombre prohibido y
ocupado supone aún más tentación.
Liam resopló.
—¿De casualidad no tienes un empleo disponible para mí?
Natasha se carcajeó.
—Por ti, puedo incluso inventarme una regla sobre la vestimenta de oficina
y que ahora necesitamos un supervisor de moda.
—Eso suena interesante.
Durante unos minutos más estuvieron bromeando, hasta que Natasha se
tuvo que despedir porque estaba a punto de tener una reunión. Liam suponía que
era la reunión por la cual Bruno había dicho que llegaría tarde ese día.
Acordaron después reunirse para un almuerzo o cena junto con Theo para así
ponerse al día.
—Entonces nos vemos luego.
Se despidió de ella.
—Liam…
Ella lo detuvo un segundo.
>>—Sea lo que sea que tengas planeado, no dudes y sé tú mismo. No te
contengas, creo que es lo que Bruno necesita.
Y después ella se despidió. Miró su bandeja de mensajes de texto y
solamente tenía mensajes de Cris, Theo y otros mensajes sobre trabajo, nada de
Bruno. ¿Acaso se había excedido con su último obsequio? No pudo evitar
sentirse inquieto. Lo que menos había deseado era presionar las cosas, pero así
era él. Y estaba cansado de sentir miedo, deseaba creer que lo que estaba
comenzando a lado de Bruno era verdadero. Y si, por el contrario, Bruno no
estaba dispuesto a que su relación saliera a luz o se avergonzaba de estar con él,
era mejor saberlo de una vez por todas.
Tomando una respiración profunda, se giró para observar a Jully, ella aún
dormía profundamente. Colocando más almohadas alrededor de ella, encendió la
lámpara del velador, para que estuviera un poco más iluminado la estancia. Fue a
la habitación de ella para buscar el monitor de bebés y lo colocó sobre la mesilla.
Estaba saliendo al pasillo cuando escuchó abrirse la puerta principal.
Confundido y algo temeroso de que podría encontrarse con un intruso, se
apresuró hacia ahí. Su sorpresa fue total al encontrarse a Bruno dejando su
maletín sobre la mesilla del recibidor.
—Creí que habías dicho que llegarías tarde. Jully está profundamente
dormida.
Comentó con cautela. Estaba nervioso, miró a Bruno a los ojos, buscando…
¿Enojo? ¿Fastidio? ¿Vergüenza? No sabía qué. Esperaba no ser nada malo y
fueran solamente sus temores arraigados. Amaba a este hombre y temía que no
podría sobreponerse de nuevo a un rechazo.
>>—¿Bruno?
Preguntó, mirándolo.
>>—¿Estás enfadado?
La mirada pesada de Bruno lo mantuvo prisionero. Él se arrancó la corbata.
>>—Lamento si me sobrepase… fue demasiado de mi parte ¿No es así?
—Sí, fue demasiado.
Contestó él riendo entre dientes.
>>—Tú siempre eres demasiado.
Comentó él dando unos pasos hacia él, pero no parecía furioso, al menos
eso le pareció a Liam. Bruno llegó a él y continuó mirándolo con la misma
intensidad, levantó las manos y acunó la cara de Liam.
>>—Eres realmente impredecible. Una fuerza de la naturaleza difícil de
prevenir y siempre buscas la manera de salirte con la tuya.
Liam lo fulminó con la mirada.
—Solamente quería sorprenderte.
Muy bien, Liam definitivamente estaba irritándose.
>>—Y soy cursi y meloso cuando quiero serlo.
Gruñó.
>>—Y se supone que te quiero y no sé si tú me quieres, pero en las
relaciones existen detalles románticos. El romanticismo mantiene la llama de
pasión viva y…
Bruno lo besó. Liam quiso alejarlo, pero Bruno no se lo permitió. Un
pequeño gemido salió de su boca, y se lanzó hacia delante, devolviéndole el beso
hambriento, incapaz de calmar la necesidad que sentía por él. Cuando finalmente
se separaron para tomar el aire que tanto necesitaban, ambos estaban sonrojados
y respirando con dificultad.
—Hablas demasiado.
Dijo Bruno en su mejilla, sus manos todavía acunaban la cara de Liam.
>>—Hablas demasiado, eres exasperante e irritante. No soy un hombre
paciente, pero aun así lograste hacer que me enamorara de ti.
Liam parpadeó, inseguro de estar entendiendo eso correctamente.
—¿Me quieres?
Preguntó, su voz más pequeña de lo que le hubiera gustado. Bruno se echó
hacia atrás, su expresión fue un poco tensa. Él permaneció en silencio. Liam se
burló, alejándose.
>>—Necesito palabras, Bruno. Yo te he dicho ya algunas ocasiones que te
quiero y soporte que no me dijeras nada.
Su voz flaqueó. Tenía que ser firme.
>>—Te lo demostré también hoy. Quiero un romance, quiero sentirme
deseado, amado y apreciado por ti ¿Es mucho pedir?
—No soy bueno con las emociones. Lo sabes.
Contestó secamente. Liam iba a alegar lo contrario, después de todo en más
de una ocasión lo había visto ser cariñoso con Jully; sin embargo, ella era una
niña y su hija. Además, también estaban esas ocasiones cuando tenían sexo y
Bruno era sumamente tierno y después dormía abrazándolo, esas eran muestras
de cariño, ¿no? Pero a la luz del día, Bruno era tan cerrado como una ostra. Liam
consideró entonces todos los factores de la crianza de Bruno que lo obligaron a
hacer así de serio. Fue entonces cuando consideró que tal vez no era que Bruno
no tuviera sentimientos profundos; el problema era su incapacidad para
comunicarse sobre ellos después de toda su perfecta crianza para mostrar tanta
propiedad y dignidad ante la sociedad.
—Está bien.
Comentó, con voz suave.
>>—Creo que tengo que ser paciente. Después de todo yo no recuerdo un
momento de mi vida donde no me gustaras desde que te conocí y el sentimiento
solamente creció poco a poco.
Suspiró.
>>—Es egoísta de mi parte exigirte así de la nada amarme.
Las fosas nasales de Bruno se ensancharon. Miró a Liam con las pupilas
dilatadas.
>>—No voy a exigir que me digas las palabras hasta que tú mismo quieras
hacerlo, pero por favor. Permíteme expresarme como yo quiera ¿Te disgustaron
tanto mis obsequios?
Un leve rubor apareció en los pómulos de Bruno. Tragó saliva y abrió la
boca, pero no dijo nada. Liam se inclinó y presionó su nariz contra la mejilla de
Bruno. Inhaló.
>>—Si te molesta que alguien más sepa de nosotros ahora, entonces no
haré, ni diré nada para avergonzarte. Lucharé por ser paciente y discreto.
Le susurró al oído. Bruno hizo un sonido bajo, sus manos agarraron el
trasero de Liam y lo tiraron contra su entrepierna. Liam jadeó al sentir el duro
bulto de la excitación de Bruno, presionado insistentemente contra él. Se sintió
tan excitado.
—Me sorprendió recibir las rosas.
Comentó Bruno, salpicando el cuello de Liam con besos hambrientos y
chupetones.
>>—Cuando recibí tus chocolates, la estúpida sonrisa en mi rostro no la
pude disimular fácilmente.
Liam sacudió la cabeza, luchando contra el sentimiento en la boca del
estómago.
>>—Y ese peluche con los globos, terminó por quebrar para siempre mi
cordura.
Bruno ahora estaba respirando inestablemente, sus manos aún sostenían a
Liam contra el duro bulto de su polla.
>>—No me pude volver a concentrar por tu culpa.
Dijo con voz cortada.
>>—Y terminé por simplemente irme y cancelar mi participación en la
reunión a la que se supone era primordial que asistiera.
—¿Acaso enloqueciste? ¡No debiste hacer esa tontería!
Gritó, pero no por la indignación de la tontería que hizo Bruno, sino por la
sorpresa de verse empujado hacia el sofá, cuando ni siquiera fue consciente que
Bruno lo hizo retroceder poco a poco hacia atrás.
—Eres mi perdición. Una mala influencia para mi buen juicio y mi
credibilidad.
Bruno se subió encima de él, acunando su cabeza con sus antebrazos, su
mirada oscura y vidriosa.
>>— Ahora le debo un favor a Natasha. Me cubrirá en la reunión porque
simplemente no pude seguir permaneciendo ahí ¿Qué me hiciste?
Murmuró Y luego se inclinó y lo besó, si eso podría llamarse un beso. Se
sentía como si Bruno estuviera tratando de consumirlo, devorarlo, meterse
dentro de él a través de su boca, el beso fue tan hambriento e intenso que abrumó
a Liam y, aun así, no pudo evitar gemir de felicidad absoluta.
Deslizó una mano entre ellos y abrió la bragueta de Bruno. Cuando su mano
se cerró alrededor de la gruesa y goteante polla de Bruno. Lo deseaba tanto. La
polla de Bruno dura al instante, lo que revelaba lo excitado que estaba.
—Vamos a hacerlo…
Susurró contra la boca de Bruno.
>>—Date prisa, antes de que despierte Jully…
Bruno se estremeció encima de él, su erección se hizo aún más dura en la
mano de Liam. Lo que sucedió después lo sorprendió. Liam había esperado que
Bruno simplemente le quitara los pantalones, lo medio estirara y comenzaran a
follar como locos. Pero al parecer, Bruno no tenía prisa, lentamente comenzó a
desnudarlo y a besarlo. La piel de Liam hormigueó con cada toque de sus manos.
Bruno siguió con besos por el cuello de Liam, luego lamió sus pezones. Los
chupó por un tiempo, haciendo que Liam gimiera sin aliento. Sus pezones
siempre habían sido muy sensibles. Pronto, Liam se retorcía debajo de Bruno,
arañándole la espalda y sosteniendo la boca de Bruno contra sus pezones.
Bruno se movió más abajo, sus labios trazaron sus músculos abdominales, y
luego más abajo. Liam gritó cuando Bruno tomó su polla dura en su boca y
chupó. Sorprendido, Liam gritó, hasta el momento era la primera vez que recibía
una felación por parte de Bruno, lo había masturbado un par de ocasiones
cuando estaban en el acto y eso obligaba a Liam a correrse. Liam incontables
veces había mamado la polla de Bruno, a él le gustaba, aunque nunca lo había
exigido de Bruno, puesto que con antelación no quería presionarlo, después de
todo él no era gay.
—Baja la voz o despertarás a Jully…
Le dijo Bruno moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo, de su polla.
Liam no podía estar callado. Tuvo que morderse el dorso de la mano para
amortiguar los sonidos que estaba haciendo, su otra mano se enterró en el
cabello de Bruno y lo empujó hacia abajo sobre su polla. Se sintió tan bien. Pero
pronto, no fue suficiente. Él necesitaba más. Necesitaba algo más.
Como si escuchara sus pensamientos, Bruno ensalivó sus dedos y los movió
hacia abajo a su canal. Cerró los ojos y gimió bastante alto al sentir cómo los
dedos de Bruno delineaban su entrada, al mismo tiempo que él no dejaba de
atormentar a su polla con su boca.
—Brujo…
Jadeó suplicantemente al sentir cómo dos dedos se introducían rápidamente
en su agujero. Los minutos pasaron y se sintió como si Bruno lo hubiera
torturado durante horas, estirándolo con dos y luego tres dedos, alternando su
boca entre chupar la polla de Liam y besar las bolas de Liam. Finalmente,
después de lo que pareció una eternidad, Bruno se alzó sobre Liam empujó su
polla dentro de él. Liam gimió de alivio, su agujero se contrajo sobre Bruno con
avidez. Clavó las uñas en la espalda de Bruno. Aunque dudaba que pudiera
hacerle daño gracias a que aún estaba completamente vestido.
—Bésame.
Ordenó y Bruno se inclinó, doblándolo casi por la mitad y lo besó tal cual
lo había pedido. Liam suspiró de felicidad y le devolvió el beso, sintiéndose
vergonzosamente necesitado. Bruno comenzó a moverse en él, su circunferencia
era tan satisfactoria que cada empuje lento hacía que Liam gimiera contra la
boca de Bruno. Podía sentir que Bruno intentaba ser gentil, pero su cuerpo se
tensaba con cada momento.
>>—Más…
Murmuró Liam, mordisqueando el labio inferior de Bruno.
>>—No te contengas, por favor.
Bruno se estremeció, su cuerpo pesado empujó más fuerte contra él, su
polla prácticamente lo golpeó contra el sofá. Liam luchó por callar los gemidos
que salían de su boca, su cuerpo estaba en llamas. Se sentía tan bien: el aroma de
su Bruno, su boca, su cuerpo duro encima de él, la polla gruesa dentro de él.
—Te quiero…
Susurró Bruno en su oído. Fue un ligero susurró como el viento, que Liam
pensó que tal vez lo había imaginado. Bruno repitió ambas palabras antes de
volverlo a besar con intensidad. Eso fue suficiente para hacerlo correrse con un
gemido confuso, la visión de Liam se tornó borrosa con lágrimas. Bruno se
estremeció y se quedó quieto encima de él, derramando su liberación
profundamente dentro de él.
Cuando pudo calmarse un poco, sintió los labios de Bruno en su rostro,
besándolo suavemente, con reverencia. Era casi demasiado. Sentía que su pecho
estaba a punto de estallar de afecto, amor y necesidad. Sintió que se estaba
ahogando con ellos. <<Lo amo>> Pensó Liam de repente. Así de simple era su
verdad, no importaba que Bruno fuera tan contenido, soso y aburrido en
ocasiones. Frío y serio. Enojón y exigente. Formal e imperturbable. Fuera como
fuera. Siempre lo amaría. Nunca amaría a otra persona tanto como a él. Liam
parpadeó abriendo los ojos, teniendo problemas para creer lo que estaba
sintiendo.
>>—Esta es la primera vez que recibo flores, basados en un sentimiento
verdadero y no en una simple formalidad para quedar bien.
Dijo Bruno en voz baja, rompiendo el silencio. Su voz estaba ligeramente
amortiguada por la mejilla de Liam.
>>—Nunca puedo evitar reír con cada una de tus ocurrencias.
Mordisqueó la mandíbula de Liam, sin duda dejando un chupetón.
>>—Eres como un soplo de aire fresco en mi vida.
Otro chupetón.
—Natasha me dijo que tienes bastantes acosadoras en la oficina.
Seguramente eres el más popular ahí. ¿Cuántas de ellas te han ofrecido sus
favores?
Liam miró hacia el techo alto, su corazón latía tan rápido que se sintió casi
mareado.
—La mayoría de ellas, al igual que muchas mujeres a lo largo de mi vida,
ni siquiera saben una cosa sobre mí. Solamente soy una cara atractiva y un buen
apellido.
—Para mí eres solamente Bruno.
Susurró temblorosamente.
>>—El hombre vegano más serio del planeta, tan frío en ocasiones como
intransigente, formal, propio y educado que aunque no sepa como decirlo con
palabras, con acciones demuestra su interés y cariño a las personas que de
verdad le importan.
Dijo Liam, chupando un chupetón en su cuello, marcándolo de esa forma
como suyo, esperaba que a pesar de la camisa, corbata y chaqueta de alguna
forma fuera un poco visible para algunas para que se dieran cuenta de que este
hombre estaba bien marcado y tenía dueño.
>>—Eres mío y con gusto lucharé por ti contra las zorras que intenten
acercarse.
—Puedes ponerme una etiqueta de propiedad si lo deseas.
Liam sentía que el corazón estaba a punto de estallar. Bruno levantó la
cabeza y lo miró.
>>—Yo... lo estoy intentando, Liam.
Dijo, su voz tranquila.
>>—Francamente, no estoy seguro de como expresar mis sentimientos.
Pero lo que si te puedo asegurar es que con la única persona con la que deseo
estar eres tú. Jully y tú son lo más importante para mí. Mi familia.
Acarició la mejilla de Liam con el pulgar. Liam se tragó la repentina
opresión en la garganta.
—¿Sabías que hasta hace no mucho tiempo yo pensé que estaba maldito?
Bruno dejó escapar una risa sin humor.
—¿La dichosa maldición familiar?
—Sí, los Rossi tienen mucha mala suerte en el amor, jamás logran
encontrar la pareja perfecta y la mayoría vive con el corazón roto.
Liam se encontró con los ojos de Bruno.
>>—Cualquiera diría que somos la pareja más dispareja que existe.
Un músculo se crispó en la mandíbula de Bruno.
—Somos polos apuestos y durante años llegué a pensar que las
posibilidades de que yo llegara a gustarte eran el cero por ciento. Y ahora que
estamos juntos, el miedo de que al final cambies de opinión y te alejes es…
insoportable.
—Yo también me preocupo por muchas cosas.
Confesó Bruno.
>>—Soy bastante soso y aburrido para alguien como tú. Vives rodeado de
modelos y del espectáculo, en cambio soy un simple oficinista y padre soltero.
Liam parpadeó un par de veces, sintiéndose aturdido. Ni siquiera había
pensado que Bruno pudiera sentirse inseguro.
—No pienso dejarte nunca.
Dijo Liam, aclarándose la garganta.
>>—Eres mi amor no correspondido de toda la vida y al fin te tengo en mis
brazos, ni loco te pienso liberar...
Lo miró fijamente.
>>—Eres mío y no te voy a ceder a nadie…
Hizo una pausa.
>>—Bueno, tal vez a Jully. Pero solamente te compartiré con ella.
Terminó sin convicción. Para su sorpresa, Bruno sonrió, y era una sonrisa
hermosa. El atractivo de Bruno aumentaba un millón de veces cuando sonreía.
<<Es una suerte que sus compañeras de oficina no conozcan esta parte de él o
lucharían con más ganas por arrebatarle lo que es suyo>> la calidez llenó sus
entrañas cuando lo golpeó de nuevo la idea de que Bruno realmente tenía
sentimientos por él.
— No tienes de qué preocuparte. Soy todo tuyo y de Jully.
—Lo eres.
Liam se echó a reír, arrojando sus brazos alrededor de su cuello y
presionando su boca contra la de Bruno. Bruno le devolvió el beso por un
momento antes de retroceder para mirar a Liam a los ojos.
—Vivamos juntos. Puede ser aquí o podemos mudarnos a un lugar más
grande.
Liam lo miró fijamente.
—¿De verdad estabas hablando en serio?
—Por supuesto.
La expresión de Bruno era algo incómoda.
—Cuando no estás, es demasiado tranquilo. Y aún más tranquilo cuando
Jully está en la casa de su madre. Supongo que me he acostumbrado a tu charla y
ocurrencias constantes. Comencé a detestar el silencio.
Liam ladeó la cabeza hacia un lado y sonrió burlonamente.
—Soy bastante ruidoso y en ocasiones desordenado. A pesar de tener mi
estudió, mi apartamento está lleno siempre de telas, brillos, lazos e innumerables
instrumentos de costura.
La expresión de Bruno no cambio.
—Lo sé.
Dijo Bruno secamente.
>>—Por ti puedo ser menos intransigente. Además, me temo que pronto mi
ordenado apartamento estará lleno de juguetes por todos lados. ¿Quién crees que
sea más desordenado, tú o Julieta?
La sonrisa de Liam se suavizó.
—Probablemente ella.
Alzándose, le dio un casto beso como recompensa, que Bruno
inmediatamente convirtió en un duro y codicioso, lleno de lengua y lujuria.
Suspirando de placer, Liam le devolvió el beso feliz por un rato, fueron
interrumpidos por los gimoteos y gorgojeos de Jully que se escuchaban a través
del monitor de bebes que había quedado sobre la alfombra, ni siquiera recordaba
haberlo tirado así sin más.
>>—Hablando de la reina de roma…
Liam intentó moverse, ya que esta era la finalización de su momento
romántico y era momento de que Bruno tomara el rol de padre. No estaba celoso
por ello.
—Aún no me contestas.
Anunció Bruno renuentemente a levantarse y dejarlo moverse.
—Vivir juntos puede ser un desastre.
Dijo Liam con un suspiro, besando el hueco de la garganta de Bruno.
>>—Pero te amo, y por supuesto que quiero estar contigo veinticuatro siete.
Se encogió de hombros.
>>—Intentémoslo. Pero recuerda que fue tu idea, así que no vale
arrepentirse ni quejarse después. ¿De acuerdo?
Liam alzó el dedo meñique para cerrar el trato. En cambio, Bruno sonriendo
lo abrazó.
—No estoy arrepentido de nada de lo que tenga que ver contigo, Liam.
Dormir contigo en san Valentín, fue la mejor decisión que he tomado.
Dijo, su voz era bastante firme. Liam sonrió y habló contra su cuello.
—El mejor san Valentín.
EPÍLOGO
Cada día el romance hace sentir que el mundo es completamente nuevo y
que podemos recorrerlo juntos.

Hasta hace un par de años, Bruno Heber aseguró con convicción que no le
gustaban los niños. Su mejor argumento al respecto, era su falta de paciencia con
los adultos, mucho menos paciente con los niños.
Siempre considero que un niño representaba ruidos, desastre y berrinches
incontrolables. Cuando comenzó a ayudar a Theo con su misión en el convento
de la Trinidad, comenzó a convivir con más niños. Más o menos, ya que muchos
de esos niños le temían. Si les daban a escoger entre él y la agradable calidez y
hermosa sonrisa de Theodore, ellos mil veces siempre escogieron a su primo.
Incluso perdió en muchas ocasiones contra el lado divertido de Liam Rossi. Y
eso que Liam tampoco tenía mucha paciencia para los niños.
No obstante, cuando eres padre, no hay otra opción, no puedes perder la
paciencia. Estaba de cuclillas sobre la alfombra, observando todo el desastre y
calculando como proceder a continuación.
—Julieta, ¿de dónde sacaste eso?
Dijo con su voz más severa. Su hija de casi ocho meses lo miró con sus
grandes ojos azules y parpadeó inocentemente.
>>—Pa… pa…
Balbuceó la niña mirándolo y arrogando por todos lados los trozos de tela y
cajas de botones. Mentalmente, comenzó a contar del uno al cien para calmarse.
>>— Tienes en tu habitación llena de juguetes. ¿Por qué siempre terminas
jugando con cualquier cosa que tengas a mano?
Jully se carcajeó como si estuviera burlándose de él y balbuceó cosas
intangibles al tiempo en que se llevaba el ala de lo que aprecia ser un sombrero
fosforescente azul a la boca. Si intentaba quitárselo ahora, su hija gritaría tan alto
que terminaría despertando a los vecinos a las seis de la mañana.
—Tú tienes la culpa por dejar las cosas en el suelo.
Dijo Liam en tono divertido. Ni siquiera parecía molesto porque Jully había
sacado las cosas de su bolso y había hecho un desastre en la sala con ellas.
Bruno se pellizcó el puente de la nariz y contuvo un suspiro.
—Son tus cosas, ¿por qué es culpa mía?
Levanto la vista hacia Liam, él estaba apoyado contra el marco del pasillo,
estaba sonriendo ampliamente e irradiando diversión.
—Estabas tan caliente anoche, que me atacaste nada más cruzar la puerta,
querido. Ni siquiera me permitiste acomodar mis cosas en el armario.
Bruno lo fulminó con la mirada. Liam se encogió de hombros.
>>—No es que me esté quejando, llevábamos un par de semanas en sequía,
también estaba ansioso por follar contigo.
Había sido un mes algo complicado tanto para el trabajo de Liam y de
Bruno. Liam era el encargado este año de diseñar el vestuario de la participante
en Miss universo y estaba realmente emocionado y trabajaba en exceso para
tener todo a tiempo, sin descuidar sus demás compromisos. Incluso en san
Valentín no le quedo más remedió que viajar a Londres. Así que como tal no
habían tenido una cita normal. No era como si San Valentín fuera un gran día
festivo, ciertamente en su mayoría era marketing; sin embargo, era un día
especial para ellos. Fue cuando comenzó todo.
Se consideró la idea de poder viajar con él, pero al final fue imposible. Por
su parte, Bruno había tomado una licencia en su trabajo, para sí poder apoyar a
Natasha Petrus en su campaña política por la alcaldía de la ciudad de Chicago.
Este era el salto definitivo de Natasha a la política, siempre siendo sombra de su
familia, mano derecha y auxiliar de su padre, y ahora se lanzaba sola y a la
cabeza del proyecto. Y tenía grandes posibilidades de ganar, según las encuestas,
y si todo salía como ella lo planeaba, este sería solamente el inicio de una carrera
política prometedora en ascenso. Bruno se comprometió a ser su asesor político
y mano derecha todo el camino.
>>—Tus compañeros de partido, no me creerían si les contara que una bebé
de site meses y medio, puede ganarte, cuando muchos de ellos te tienen miedo.
Bruno entrecerró los ojos.
—Todo esto es tu culpa.
Dijo.
>>—Ella está copiando tu actitud rebelde, tus gestos y tus pucheros cuando
no te sales con la tuya.
—Tal vez.
Dijo Liam, todavía sonriendo.
>>—Ella es una dulce niña que necesita de vez en cuando desquiciar a sus
papás. Ximena está de acuerdo conmigo en que preferimos que Jully sea
traviesa, inquieta y no tan seria como tú.
Liam arrugó la nariz.
>>—Aunque desgraciadamente ha heredado tu carácter. Es tan obstinada
como su papá. ¿Verdad corazón?
Bruno rodó los ojos.
—Ella necesita aprender lo que debe y no debe hacer. O en un futuro será
un desastre.
Liam resopló y se acercó.
—Ella es solamente un bebé. No te pongas de intenso.
Liam se inclinó para levantar a la niña, ni siquiera intento arrebatarle el
sombrero de las manos.
>>—Los bebés pueden hacer lo que les plazca. Además no importa cuánto
la quieras controlar, al final ella logrará dominarte amigo. Seamos sinceros,
cuando Jully te mira con esos hermosos ojos y esa linda carita, tú mismo no
puedes evitar complacerla, te tiene dominado, cariño.
Liam besó en la frente de Jully.
>>—¿Te gusta el sombrero, princesa? ¿Quiere uno para ti?
Bruno contempló la escena desde abajo. Observó a Liam hacerle monerías a
Jully y a esta sonreír encantada y Bruno, lo único que pudo hacer fue dar gracias
nuevamente al universo por la buena fortuna que le había tocado. Una
equivocación trajo a Jully a su vida para no solamente iluminarla, también
complicarla, pero no podía estar más feliz. Amaba ser padre y al menos pensaba
que estaba haciendo un mejor trabajo que el que hicieron sus padres. Costó al
inicio llegar a un entendimiento en esta rutina de ser padres separados. Pero
funcionaba hasta ahora, mantenía una relación cordial con Ximena por el bien de
Jully. Ella hacía lo mismo y le agradecía ahora ser amiga de Liam. Aunque
renuente al inicio, puesto que ella no comprendía cómo era que de buenas a
primeras, Bruno se había decidido estar con un hombre cuando ni siquiera se
considera homosexual. Ahora se podría decir que Liam se había ganado a
Ximena y ambos estaban construyendo una hermosa y fuerte amistad. Eran un
frente único en contra de Bruno en todo lo que se refería a Jully.
Su hija por su parte amaba a Liam y en ocasiones tenía que luchar con ella
por la atención de él y siempre perdía Bruno. Una parte de él simplemente se
deleitaba en los sentimientos de calidez, comodidad y afecto que siempre perciba
en Liam hacia su hija. Si hace unos años alguien le hubiera dicho que esta sería
su vida, habría hecho una mueca burlona y habría pensado que esa persona
estaba loca.
Si hace veinte años alguien le hubiera dicho que ese chico que lo acosaba y
le dirigía miradas indiscretas se convertiría en el centro de su mundo, tampoco
les habría creído. La vida era extraña e indescifrable.
—¿Qué estás pensando?
Preguntó Liam inclinándose con la niña en brazos y besándolo suavemente
en los labios. Bruno abrió los ojos y miró a los hermosos ojos de Liam. Se
levantó y atrajo a Liam con Jully a sus brazos. Nunca podría abrazarlos lo
suficiente. Él presionó sus frentes juntas.
—Estaba pensando… que te amo.
Las palabras que una vez le habían sido tan difíciles de decir salieron de su
lengua con bastante facilidad.
—Y quiero casarme contigo en el próximo San Valentín.
Por un instante, Liam lo miró con ojos tan abiertos como un búho.
—¿Casarnos?
Bruno sonrió ante el sobresalto que le causó a Liam aquel anuncio.
—Sí, ya vivimos juntos y hasta el momento no ha explotado el
departamento.
Le dijo en un susurro ronco.
>>— Quiero casarme, estoy seguro de ello.
La convivencia juntos no fue bastante fácil al comienzo. Como bien Liam
lo había asegurado, él era aún desastre y a Bruno lo enloquecían las cosas fuera
de lugar. Liam no era vegano y él sí. No podían ser más diferentes en cuanto a
gustos de decoración, música, arte… pero, aun así, Bruno no había cosa que
Bruno no hiciera o concediera por Liam.
>>—¿No quieres casarte conmigo?
El desconcierto de Liam se transformó en una sonrisa radiante.
—Nunca pensé que una boda era una posibilidad entre nosotros.
Confesó.
>>—No necesito un documento que me diga que eres mío para saber que
me quieres. Tengo todo lo que alguna vez pude desear.
—Nos casaremos y no aceptaré una no por respuesta.
Refunfuñó él, complacido con sus fervientes. Bruno sujetó a Liam con un
brazo y le tomó el rostro con una mano y se inclinó hacia delante. Cubrió la boca
de Liam con la suya. El beso era dulce, sin exigencias, lleno de amor. A su lado,
Jully gorgojeo y protestó golpeándolo con su manita en la cara y el hombro. Se
apartó con lentitud, besó a su niña en la frente.
Liam dejó escapar un suspiro y se desplomó contra él. Creía que nunca
había conocido tanta dicha y estaba tanto contento. Pasaron largos minutos en
silencio.
—¿Bruno?
—¿Sí?
—¿Puedo planear la boda como yo quiera?
—Por supuesto. Tienes un año para hacerlo, al menos que quieras una boda
exprés como la de Theo y Gabriel.
—¿Estás seguro? Puedo ser bastante extravagante.
Bruno besó la sien de Liam.
—Haz lo que quieras, sé que disfrutas las planeaciones y eventos coloridos,
yo solamente quiero casarme contigo.
Liam se derrumbó en los brazos de Bruno, reflexionó con asombro acerca
de las bendiciones y fortuna que había recibido a lo largo de este año. Ahora
formaba parte de una familia. Era amado, respetado y valorado. Finalmente, su
maldición está rota.

FIN
Para más información sobre mi o se mis próximos
proyectos; sígueme
https://beraya.webador.mx/

[1]
El Fantasma de las Navidades Pasadas o el Espíritu de las Navidades Pasadas es un personaje de A
Christmas Carol, obra de Charles Dickens, sirve como recordatorio de que el pasado, aunque inmutable,
contiene lecciones valiosas que pueden guiar nuestras decisiones en un futuro
[2]
Piedra, papel o tijeras" se juega de dos en dos. Los jugadores se deben poner uno frente al otro con una
mano a la espalda y decir en alto: piedra, papel o tijera, justo al acabar la frase enseñarán las manos y verán
quién gana. Si los dos jugadores sacan la misma figura, hay empate, tablas, no gana nadie. conocido
también como chin chan pún, pikachú, cachipún, jankenpón, yan ken po, pin pon papas, hakembó y how-
are-you-speak
[3]
servicio de reparto a domicilio.
[4]
En deportes como el futbol o el rugby, derribar a un adversario trabándole las piernas.
[5]
Un equipo SWAT es un equipo o unidad de policías de élite incorporado en varias fuerzas de seguridad.
[6]
Vestir(sé) con ropas del sexo contrario,
[7]
compañero de cuarto
[8]
es un tipo de tabla aerodeslizante que está conectada por una manguera larga a una moto acuática que
hace posible manejar el Flyboard en el aire.
[9]
El amor de cachorro, también conocido como enamoramiento, es un término informal para los
sentimientos de amor romántico, que a menudo se sienten durante la niñez y la adolescencia temprana. Es
un enamoramiento generalmente desarrollado por la apariencia y el atractivo de alguien a primera vista.
[10]
se trata de una acción colectiva y organizada de baile que se realiza en un lugar público con una
coreografía marcada

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