Juan Pablo Perez Alfonzo
Juan Pablo Perez Alfonzo
Juan Pablo Perez Alfonzo
Biblioteca
Biográfica
16 Venezolana
Juan Pablo
Pérez Alfonzo
(1903 - 1979)
Eduardo Mayobre
BIBLIOTECA BIOGRÁFICA VENEZOLANA
Consejo Asesor
Ramón J. Velásquez
Eugenio Montejo
Carlos Hernández Delfino
Edgardo Mondolfi Gudat
Simón Alberto Consalvi
Política
Para entender a Juan Pablo Pérez A lfon zo se necesita com prender
que el m otivo, el propósito y la meta de su acción y su obra fueron
políticos. La inspiración fue com batir la explotación injusta de las ri
quezas de Venezuela. El propósito inmediato, lograr una sociedad en
la “que las masas de nuestra población económ icam ente marginadas
eleven sus condiciones de vida” . Y la meta de m ediano y largo plazo,
contribuir a construir una civilización de hombres libres.
Luís Beltrán Prieto, su viejo am igo y com pañero de partido, dijo en
una oportunidad: “Juan Pablo Pérez Alfonzo, lo declaro paladinam en
te, fue el más p olítico de nosotros, más político que Róm ulo Betan
court, más p olítico que yo. (...) Juan Pablo Pérez A lfon zo es el realiza
dor de un concepto económ ico y social de la política, para hacer posible
el bienestar de todos sin pensar que grupos particulares son los due
ños de la riqueza del país” .
Este concepto de la política es el que nos perm ite recorrer su vida.
Pérez A lfon zo vivió casi todo el siglo veinte. Nacido en Caracas en 1903,
se m antuvo activo hasta 1979, cuando muere en Washington. Se in
corpora en las actividades públicas en 1936, con m otivo de la muerte
del General Juan Vicente Gómez. En 1941 participa activam ente en la
fundación del partido Acción Democrática (AD), de filia ción socialde-
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10 Juan Pablo Pérez Alfonzo
Por estas razones Luís Beltrán Prieto afirma: “Me asombra, me admi
ra, me confunde, que se hable de Pérez Alfonzo como un simple gestor
de la actividad petrolera del país. A Pérez Alfonzo, que fue sin duda
alguna uno de los políticos mas sagaces de los últimos tiempos vene
zolanos.”
Cuando Pérez A fon zo asume en 1959 el Ministerio de Minas e Hi
drocarburos retoma y actualiza la política petrolera que había sido
abandonada o deformada por la dictadura militar después del golpe
que derrocó a Gallegos. La principal innovación fue la creación de la
Organización de Países Exportadores Petróleo (OPEP) con el objeto de
coordinar las políticas de los países productores de hidrocarburos fren
te al poder y los intereses de las compañías petroleras transnacionales.
En 1962, menos de un año antes de la finalización del gobierno de
Rómulo Betancourt, Pérez A fon zo renuncia al cargo de Ministro de
Minas e Hidrocarburos, alegando motivos de salud. Betancourt no le
acepta la renuncia y se produce la curiosa situación de que Pérez A -
fonzo sigue manejando la política petrolera sin asistir al ministerio.
En la carta que dirige al Presidente Betancourt señala: “Pienso que
serviré mejor a los intereses generales del país -que los míos propios
fueron apartados hace años- y que corresponderé mejor a la confian
za con que me ha honrado y al constante apoyo que me ha prestado en
mi gestión ministerial-, renunciando al importante cargo para el cual
me designó”. Y añade: “Si algo presta interés al deseo de ser útil por
más tiempo, precisamente es poder continuar dedicado al estudio de
estas cuestiones vitales para el país. Considero que mi rendimiento
podría ser más efectivo descargado de las funciones de ejecución”.
Durante el gobierno de Raúl Leoni, que sucedió al de Betancourt,
Pérez A fon zo juega un papel de conciencia vigilante de la política
petrolera. Como dice Tugwell, “sus sucesores en el Ministerio, Manuel
Pérez Guerrero, quien se hizo cargo de la política petrolera en 1963, y
José Antonio Mayobre, quien fue Ministro a partir de 1967, siguieron
de cerca su liderato. Aun la administración de Caldera, que llegó al
poder a inicios de 1969 mantuvo el mismo curso. Sin embargo, la in
fluencia de Pérez Afon zo se sintió primordialmente por medio de su
Política, petróleo y civilización 13
Petróleo
Pérez A fon zo es uno de los venezolanos que ha tenido más repercu
sión sobre los acontecimientos nacionales e internacionales de su tiem
po. Es decir, sobre la historia. Sus acciones fueron decisivas para mol
dear el mundo del petróleo, el cual constituye el elem ento
determinante de la economía nacional y una de las claves del desarro
llo político y económico mundial del siglo XX. Diseñó y ejecutó la po
lítica petrolera de Venezuela y lo hizo de manera tan coherente que
las grandes orientaciones que propuso rigieron en nuestro país hasta
que en 1976 se nacionalizó la industria petrolera. Sus objetivos, en
esta materia, fueron 1) Terminar con la injusticia que caracterizaba a
la explotación del petróleo; 2) la participación razonable de Venezue
la en los ingresos que produce el petróleo; 3) La conservación de esta
materia prima no renovable. 4) La producción e industrialización del
petróleo en el país por parte de los venezolanos; 5) La obtención de
precios justos, que permitieran cumplir los fines anteriores.
El logro de estos objetivos exigía una política internacional. El pe
tróleo era crucial a nivel mundial tanto para la seguridad y defensa de
los grandes poderes militares como para promover el crecimiento de
la producción industrial. Su extracción, elaboración y comercio inter
nacional estaban controlados por unas pocas grandes empresas trans
nacionales respaldadas por los gobiernos de los países industrializa
dos. En consecuencia, en los hidrocarburos existía un verdadero
mercado global, uno de los primeros en constituirse, con grandes im
plicaciones económicas y estratégicas.
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16 Juan Pablo Pérez Alfonzo
nueva época de nuestra historia; son las señales materiales del cambio
que se realiza. Sin embargo, lo más importante es el cambio espiritual
que sirve de motor al adelanto material. La libertad económica es antes
que nada una idea, un propósito de ser libre y comportarse como tal.
Es la decisión de actuar en todo momento con la seguridad de indepen
dencia, la garantía más efectiva de toda libertad. Las cadenas de escla
vitud son solamente el complemento del espíritu de derrota”.
En este párrafo encontramos muchas claves para entender el pensa
miento de Pérez Alfonzo. En primer lugar, está pensando en términos
de largo alcance. Habla del principio de una época de nuestra historia.
Lo realizado es sólo un comienzo y forma parte de un proyecto que
aspira a establecer nuevos modos en las relaciones sociales. En segun
do lugar, destaca que este proceso histórico supone un cambio espiri
tual y habla del cambio espiritual como base para el adelanto mate
rial. Los cambios son producto de transformaciones del espíritu. Le
otorga primacía a la acción del espíritu.
En esto último Pérez Alfonzo se diferencia de buena parte de sus
compañeros de partido. La mayoría de los líderes adecos, empezando
por Rómulo Betancourt, tenía una formación marxista y consideraba
que el cambio en las condiciones materiales de producción constituía
la base para producir un cambio espiritual. Pérez Alfonzo tenía una
formación más clásica. Por otra parte, a diferencia de ellos no se había
formado para la lucha política y no había participado en la vida clan
destina ni en los sueños “revolucionarios” que estos cultivaron en cár
celes y exilios. Además, no era parte de una generación. Aunque fue
solidario con los estudiantes de la llamada generación del veintiocho,
no perteneció a ella.
En tercer lugar, habla de la libertad económica como una idea d e
seable. Claramente la libertad económica a la cual se refiere no es la
libertad de mercado que promueven liberales y neoliberales. Mal po
día creer en la libertad de mercado quien se enfrentó a un pequeño
grupo de poderosísimas empresas que controlaban los mercados mun
diales a su antojo y quien, a su vez, promovió el control de los merca
dos por parte de los estados petroleros para contrarrestar el abuso que
aquellas realizaban. La idea de libertad económica en Pérez Alfonzo
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24 Juan Pablo Pérez Alfonzo
Semblanza de un paradigma
filósofo Emmanuel Kant, quien creía que era necesario “construir una
moral pura, totalmente limpia de todo lo que pueda ser empírico”.
Una exigencia tan alta de virtudes, sin embargo, no podía estar exen
ta de carencias. En el caso de Pérez Alfonzo estas parecen haberse pre
sentado en el aspecto sentimental. Así como no tenía enemigos, tam
poco tenía amigos cuando se trataba de asuntos públicos o de hacer
valer sus ideas u objetivos. Un colaborador cercano a él comenta: “Se le
tenía mucho respeto, pero no me imagino que alguien pudiera haberle
tenido cariño”.Y un familiar reclama: “no le daba importancia al amor”.
En el marco de todo lo anterior, Pérez Alfonzo era un hombre prag
mático que enfocaba los problemas desde un punto de vista práctico,
para tratar de resolverlos más que para incluirlos en una construcción
teórica. El problema del petróleo, por ejemplo, lo enfocó en términos
de cómo lograr que esta riqueza fuera más provechosa para Venezuela
y sólo empezó a pensar en la nacionalización de la industria petrolera
cuando consideró que esta era una posibilidad real y factible.
Admiraba profundamente la cultura anglosajona, que se compade
cía con esta propensión al pragmatismo. Desde joven leyó las revistas
culturales, políticas y económicas de habla inglesa, lo que le permitió
conocer a fondo la estructura y los matices de las sociedades estado
unidense y británica. Tal como afirmó su hijo Oscar: “siempre tuvo
simpatía por el gran país del Norte, los Estados Unidos, su pueblo y la
naturaleza del sistema político, la vigorosa actividad comercial e in
dustrial de su sociedad, donde se realizaban profundos avances socia
les como el Tennessee Valley Authority y el Texas Railway Commis
sion, ambos indicándole como ejercer la acción gubernamental dentro
de un marco de la economía libre, el efectivo ejercicio del Congreso de
los Estados Unidos contra los excesos del gobierno central, y la lucha
titánica entre éste y los poderosos trusts, tal cual se revela en la histo
ria de presidentes de ese país como Theodore Roosevelt, Franklin Dela
no Roosevet y John F. Kennedy”. Sin embargo, como añade el propio
Oscar Pérez Castillo, “su preferencia en cuanto a un ejemplo de estado
moderno lo caracterizó siempre la social democrática Suecia”.
Para la solución de problemas concretos se nutría de las diversas
corrientes de pensamiento y aspiraba a beneficiarse de ellas, por lo
Semblanza de un paradigma 35
Un aristócrata virtuoso
El medio en el que se crió Juan Pablo Pérez Alfonzo era poco propi
cio para que desarrollara una personalidad como la suya. Hijo de una
pareja de fortuna, de la alta sociedad caraqueña, nació en Caracas el
13 de diciembre de 1903. Sus padres fueron Juan Pablo Pérez Betan
court y Carmen Alfonzo de la Torre.
La familia Pérez Alfonzo tenía una estirpe de abolengo, tal como
puede apreciarse en un árbol genealógico contenido en un rollo de
papel que mide aproximadamente diez metros de largo por uno de
ancho. El primer Juan Pablo de la familia Pérez de quien se tiene noti
cia vivió a mediados del siglo diecinueve y se le atribuye el intento de
establecer el primer banco en Venezuela. Juan Pablo Pérez Brito, el
abuelo de Pérez Alfonzo, fundó una firma comercial próspera, de im
portaciones y exportaciones y administró una lotería en Caracas.
El resto de la ascendencia la explicó Pérez Alfonzo en los siguientes
términos :”Este abuelo mío tenía entre sus hermanos a Enrique Pérez
Brito, quien fue Ministro de Hacienda y dicen de él que se cogió una
buena parte de una emisión de mediecitos (monedas de 25 céntimos
de bolívar). Pues bien, estos dos hermanos se casaron con dos herma
nas, porque la esposa de Enrique Pérez Brito era hermana de la esposa
de mi abuelo Juan Pablo. Esa hermana de mi abuela fue quien conser
vó numerosos papeles para demostrar el abolengo de la familia. Ella
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1
38 Juan Pablo Pérez Alfonzo
era la más pretenciosa y encopetada. Decía que los Pérez no eran más
que unos comerciantes, en sentido peyorativo; y que no podían com
pararse con los Betancourt. En efecto, los Betancourt son los que se
remontan en el pasado en el árbol genealógico que acabo de mostrar
le. Ellos eran los que poseían plantaciones de cacao. Los Betancourt
nunca trabajaron. Eran nobles, de abolengo, y consideraban que tra
bajar constituía un deshonor. En cambio los Pérez hacían de todo, tra
bajaban de todo. Entonces, parte de esas haciendas de cacao pertene
cientes a los Betancourt, que se habían ido perdiendo por falta de
cuidado, fueron adquiridas por la firma de Juan Pablo Pérez e hijo,
como se denominaba el negocio del abuelo. Entre estas haciendas fi
guraba la original de los Betancourt Santana, en Aragüita”.
Cuando nace Pérez Alfonzo -en la casa paterna situada de Pájaro a
Curamichate- su madre contaba apenas 20 años de edad. En su niñez,
ella había sido criada por una mulata descendiente de esclavos, que
todos en la familia llamaban Mamajuana, quien también cargó y dis
pensó los primeros cuidados a su primogénito hasta los cinco años. La
casa comercial Juan Pablo Pérez e hijos la administraba el abuelo, y
cuando éste murió lo hizo el mayor de los Pérez Betancourt, Carlos.
Juan Pablo padre poseía una cochera. Esto es, una compañía de coches
tirados a caballo para prestar servicio de transporte público.
Juan Pablo contaba dos años de edad cuando nació su primer her
mano, Luís Enrique. Sucesivamente nacieron los otros diez hermanos
a los que el mayor, junto con su abuela materna, Begoña, fue ponien
do los nombres; Alberto, Carmen Cecilia, Isaac, Víctor, Eloy, Oscar,
Maruja, Felipe Ernesto -quien murió pequeño-, Blanca y Eduardo.
Pérez Alfonzo aprendió las primeras letras con una vecina llamada
Luisa Esteller. Según narra Oscar Pérez Castillo “como era enfermizo,
sólo pudo ingresar al colegio a los nueve años, por lo cual se convirtió
en un asiduo lector. En ciertas ocasiones, nos contaba, su amor por la
lectura era tal que inventaba estar enfermo con fiebre, subiendo arti
ficialmente la temperatura del termómetro. De esta manera, se podía
quedar en casa y leer sus libros favoritos.”
Realizó sus estudios en el Colegio Francés, en el cual cursó la prima
ria y los dos primeros años de secundaria. Cuando realizaba el tercer
Un aristócrata virtuoso 39
Pérez Alfonzo le relató esa época de su vida a Eloy Porras en los si
guientes términos:
“En Antímano las muchachas nos buscaban, porque teníamos luz
eléctrica, automóviles, caballos, cine, de todo, a pesar de que ya para
ese momento no estábamos económicamente tan bien. Cuando la pes
te azotó a Caracas, en 1918, yo permanecí todo el tiempo en Antíma
no. Fui atacado por la pulmonía y sobreviví de milagro”.
Para la época en que Pérez Alfonzo concluye sus estudios de secun
daria, la familia alquila un inmueble situado frente a la plazoleta de
San Pablo, diagonal con el teatro Municipal, perteneciente a los He
rrera Uslar, que en el pasado había sido de los Monagas.
Por la plazoleta de San Pablo, en la esquina de Reducto, había una
gran casa, la de Enrique Pérez Brito, hermano del abuelo de los Pérez
Alfonzo. Entre Reducto y Miranda vivía Vicente Lecuna y enfrente vi
vía Laureano Vallenilla Lanz. La familia de Andrés Eloy Blanco vivía en
la esquina de Miranda. Todos ellos formaban parte de la élite del país.
La mudanza para la plaza de San Pablo se produce en una época en
que su padre, en vez de empleado, se convierte en co-dueño de la fir
ma de sucesión heredada del abuelo. Habían alquilado la casa de la
esquina de Curamichate y atravesaban por una etapa de bonanza eco
nómica. Pagaban cuatro mil bolívares mensuales por el alquiler de la
casa de San Pablo y en total el gasto familiar ascendía a más de doce
mil bolívares mensuales.
A Porras, Pérez Alfonzo le comentó lo siguiente: “Yo conozco estas
cifras porque siempre manejé las finanzas de la familia, no las de la
firma, sino las particulares. Desde que tenía doce años, yo cuidaba de
la economía familiar con mi mamá. Cuando nos encontrábamos en la
casa de San Pablo, mis padres se fueron de paseo por Europa, para
disfrutar de lo que yo he denominado ‘esplendor decadente’ . Es decir,
mi papá sabía que la firma iba hacia la bancarrota y entonces optó por
vivir regaladamente mientras pudiera, aun cuando todo eso acabaría
de un momento a otro. El esplendor era el reflejo de la ilusión de que
las cosas podrían tener una solución favorable. El costoso viaje a Euro
pa duró alrededor de cinco meses”.
Agrega el periodista: “Juan Pablo le reclamaba y advertía a su padre:
Un aristócrata virtuoso 41
—Bueno, papá, nos estamos arruinando cada vez más... nos estamos
hundiendo.
Pero el padre no entendía eso. La causa de la desaparición de la fir
ma es clara: estaban liquidando los activos, vendían propiedades para
sostener un nivel de consumo que no provenía de la renta, que no se
originaba en el trabajo, sino en la liquidación de ese activo.
—Esa experiencia privada -señala Juan Pablo- tiene mucha impor
tancia en mi formación y en el enfoque que hago yo actualmente de
las cosas.
Añade que aquella situación familiar se asemeja mucho, a lo que ha
venido sucediendo en Venezuela durante más de medio siglo; porque
los venezolanos supeditamos nuestra economía a los ingresos deriva
dos del petróleo, un recurso natural no renovable. Es decir, que esta
mos consumiendo malbaratando y liquidando el principal activo con
que cuenta el país. Nos estamos descapitalizando”.
En 1922 Pérez Alfonzo viaja a Estados Unidos para estudiar medici
na en la Universidad John Hopkins, en Baltimore. Permanece mes y
medio en Nueva York y se inscribe en un high school cercano a Tren-
ton (Nueva Jersey) con el objetivo de mejorar su inglés. Regresa a Cara
cas de vacaciones y tiene que hacerse cargo de las finanzas de la fami
lia, que se encontraban en una situación crítica, lo que le impide
continuar sus estudios.
Carlos Pérez Betancourt, quien administraba la casa de comercio de
la familia, había pensado que los precios del cacao se moverían al alza,
por lo que realizó cuantiosas compras del producto. Como los precios
se movieron en dirección contraria, la casa comercial sufrió grandes
pérdidas y tuvo que ser liquidada. En vista de que su padre y sus tíos
no estaban acostumbrados a trabajar en condiciones tan adversas, Pé
rez Alfonzo se encargó de la liquidación de la empresa. Además con
tribuyó económicamente para que sus padres pudieran mantener el
nivel de vida al que estaban acostumbrados.
Al respecto dice Porras: “Ya Juan Pablo era y actuaba como un hom
bre. Se reunía socialmente con profesionales mayores que él, en lugar
de andar con estudiantes de su edad. Es así como se hace socio del
Club Central. Era el club de los jóvenes, situado entre las esquinas de
! Biblioteca Biográfica Venezolana
42 i Juan Pablo Pérez Alfonzo
Jesuítas y Tienda Honda. (...) Juan Pablo tenía 18 años y bebía brandy
francés. No obstante su edad, fue admitido en el Club Central, según
él entiende, porque poseía un automóvil marca Winston, el único de
esa marca que había en Caracas. Era un automóvil grande, converti
ble, de ocho cilindros en línea”.
Y sigue relatando lo que le dijo Pérez Alfonzo: “Yo entré al Club Cen
tral muy joven. Yo salía con profesionales, de mayor edad que la mía y
teníamos que parrandear obligado (...) Aquellas parrandas me causa
ban desagrado. Los hombres debíamos tomar, porque uno nunca sa
bía lo que iba a suceder. Algunas veces surgían peleas de borrachínes
presuntuosos. Pero en ese terreno yo no tuve nunca problemas, por
que era bastante fuerte. Tenia buena musculatura, no sólo porque me
ejercitaba en las paralelas y en las argollas, sino que también compe
tía con carreteros y con los cargadores del almacén de la Sucesión”.
Respecto a la fortaleza, Pérez Alfonzo relata una anécdota muy reve
ladora de su carácter pertinaz. “Una de las exhibiciones en las cuales
era imbatible consistía en levantar con los dientes un saco de 66 kilo
gramos. La idea surgió porque yo me echaba al hombro un saco de
esos y podía transportar hasta dos o tres sacos desde el almacén hasta
la carreta, en tanto los caleteros profesionales portaban en una joma
da hasta cien sacos. Eso me tenía un poco acomplejado frente a ellos,
hasta que un día vi en un circo la conocida suerte de los trapecistas
que se cuelgan de los dientes, soportando mientras giran su propio
peso. Se me ocurrió entonces que yo podía intentar algo parecido y
empecé a entrenarme con sacos de 20 kilogramos, asiéndolos con los
dientes por la parte superior. Poco a poco fui aumentando el peso has
ta llegar a los 66 kilogramos. Entonces, para lucirme con los caleteros,
los reté a levantar el saco con los dientes, asiéndolo por la costura
gruesa de la parte superior. Todos se sorprendieron de mi proeza por
que ninguno de ellos pudo hacerla como yo, por más que lo intenta
ron esforzadamente. Uno puede ser campeón con inteligencia, endu
reciendo los músculos correspondientes. Así lo hice yo con los músculos
de la nuca para poder alzar el saco de 66 kilos”.
Entre el Club y estas hazañas comenzó a ser atractivo, y a conocer, a
las mujeres. AI respecto Pérez Alfonzo comenta: “Hay tipos de mujer
Un aristócrata virtuoso 43
Pérez Alfonzo era un poco mayor que sus compañeros de esa gene
ración y no se consideraba miembro de ella, a pesar del gesto de soli
daridad, que realizó por gallardía. Sus ocupaciones a cargo de los
negocios de la familia no le permitían participar en las actividades
políticas de los estudiantes. Según él, apenas fue un simple especta
dor de los hechos. Sin embargo, fue recluido en el Castillo de Puerto
Cabello.
“Permaneció quince días en el Castillo. Durante esas dos semanas,
sus familiares y otros grupos estudiantiles protagonizaron manifesta
ciones callejeras de protesta en Caracas. Entre los manifestantes so
bresalían los Corao y los hermanos de Juan Pablo, en especial Luís
Enrique y Alberto, quienes fueron apresados cuando regaban tachue
las por las calles para sabotear la circulación de vehículos. Cuando
llevaron a Luís Enrique al Castillo, pusieron en libertad a Juan Pablo,
en atención a que se trataba del hijo mayor y constituía el sostén de
una familia numerosa. Luís Enrique iba a permanecer prisionero dos
años en el Castillo”. Cuando retorna a Caracas, transcurre un año sin
estudiar, porque los estudiantes acordaron abstenerse de concurrir a
las aulas, en protesta contra el gobierno.
En 1931 se gradúa de Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Presen
ta como tesis de grado un trabajo titulado “la legítima defensa de los
derechos patrimoniales”. En la elección del tema influyó su experien
cia en la liquidación de la firma paterna. “Su primer escritorio jurídi
co -denominación que empleó en vez de bufete- lo instaló de Madri-
ces a Ibarras y al mismo se asociaron en forma sucesiva Carlos Irazabal,
Carlos Eduardo Frías, Inocente Palacios y Antonio Luongo Cabello.
Después lo mudó, pero esta vez sin socios, entre las esquinas de Conde
y Carmelitas. Luego se asoció con el bufete Parpacén”
El juicio más notable a su cargo mientras estuvo en el bufete de Ma-
drices a Ibarra, se relacionó con unas tías solteras cuya fortuna habían
donado, cuando enfermaron, a su abogado y a órdenes religiosas. Pé
rez Alfonzo los demandó alegando simulación de venta y logró que se
repusiera parte de la fortuna. Con los honorarios percibidos en este
caso pudo comprar los terrenos de Los Chorros en donde más tarde
construiría su residencia. Ya en el escritorio Parpacén, el caso que le
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46 Juan Pablo Pérez Alfonzo
Un hombre público
“Querido Rómulo:
Todas mis cartas anteriores relativas a tus trabajos para el libro no
han sido fáciles. Supuse que la colaboración solicitada me imponía el
deber, no tanto de aplaudirte todo lo mucho bueno y cierto que dejas
allí estampado, que ya de esto habrá mucha gente que se ocupe, sino
más bien de observarte lo que en mi concepto he creído equivocado,
para ayudarte en lo que podía a mejorar esa obra que realizas y a tra
tar que alcanzara mejor los propósitos que te marcabas.
Pérez Alfonzo
Wash.D.C. junio 9 de 1954- 2910 Glover Drive. N.W - tel: WO-62032
El padre de la OPEP
El pentágono petrolero
utilidad neta de las empresas fue de 16,74% debido al ajuste del Im
puesto sobre la Renta decretado por el Gobierno Provisional.
El otro principio de la política de los años 1945-1948 que se repite en
El Pentágono Petrolero es el de no más concesiones. La razón principal
para aplicarlo consiste en que la riqueza principal del país debe res
guardarse para ser utilizada de la manera más conveniente a sus inte
reses en el momento que resulte más oportuno. Como se trata de un
recurso no renovable que tiende a adquirir mayor valor con el tiempo
no puede entregarse para su explotación inmediata, menos aun mien
tras su propietario, la nación venezolana, no esté en condiciones de
producirlo de la manera que le sea más provechosa. Tanto en el perío
do 1945-1948 como en el posterior a 1958 se respetaron las concesiones
otorgadas anteriormente, pero se consideró que éstas eran suficientes
para satisfacer las necesidades de mediano y corto plazo de la indus
tria y del país. Añadir nuevas extensiones en concesión a las ya otorga
das estimularía la utilización descuidada e inadecuada de las existen
tes y dificultaría que en el futuro Venezuela pudiera desarrollar una
industria petrolera nacional propia en condiciones convenientes.
En palabras de Pérez Alfonzo: “un país como Venezuela con depen
dencia exagerada del petróleo, además de las reservas de áreas proba
bles que mantiene la industria, debe también contar con reservas de
áreas de buenas perspectivas bajo su control, para el desarrollo de su
industria nacional y para decidir más libremente lo que pueda conve
nir al país en el futuro”. Para el dueño del petróleo, explica, “tiempo
que pasa es tiempo que gana, porque el petróleo, recurso agotable,
cada día se hace más costoso encontrarlo y producirlo, mientras cada
día lo reclaman en mayores cantidades las necesidades del progreso y
las aspiraciones de bienestar de los pueblos”. A lo que añade: “Al ma
yor valor futuro se agrega la posibilidad de que con el tiempo se haga
un reparto de ganancias más razonable. Además, el seguro valor futu
ro no llega a compensarse con el valor actual útil, porque general
mente los países exportadores de petróleo tienen excedida su capaci
dad real para el empleo de capitales”.
Las razones para no otorgar más concesiones pueden dividirse en
dos aspectos. Por una parte, se trata de evitar que la mayor parte de la
El pentágono petrolero 89
riqueza del subsuelo del país, que es propiedad de la nación, sea acu
mulada por las empresas transnacionales con el objeto de reservarla
para el futuro y evitar la posible competencia de nuevos productores.
Dichas concesiones habían sido otorgadas en condiciones históricas
desventajosas y no convenía repetir la experiencia. Más importante
aun era el hecho de que las áreas de concesión estaban siendo utiliza
das para la producción solamente en un pequeño porcentaje, un 6,32%
de las concesiones vigentes, lo que determinaba que los concesiona
rios contaban con un amplio margen para aumentar la exploración y
la explotación en las áreas ya asignadas.
Por otra parte, para el desarrollo futuro de la industria podían pre
verse modalidades de producción más convenientes para la nación
que iban desde la explotación directa por parte del Estado hasta for
mas de asociación que preservaran el control del país sobre sus recur
sos, tales como los contratos de servicio. Debido a que las áreas más
promisorias para la explotación de petróleo ya estaban en manos de
las concesionarias, parecía prudente mantener las áreas restantes como
reservas.
En este sentido Pérez Alfonzo sostenía que la política de no más con
cesiones “no se trata de alarde nacionalista, ni de táctica antiimperia
lista, como tampoco es simple reacción emocional. Por el contrario,
mientras más cuidadosamente se examine la situación más se afian
zan las razones que justifican la medida”.
Se ha mantenido a lo largo de los años la controversia sobre si es
conveniente aumentar la producción petrolera en el corto plazo para
aprovechar de inmediato la riqueza que produce y tratar de mantener
la mayor participación en los mercados con el objeto de evitar la com
petencia de otros productores, frente a la posición que mantuvo Pérez
Alfonzo de limitar la producción y reservar la riqueza para el uso futu
ro ante la certeza de su valoración en el tiempo.
Quienes apoyan la primera posición destacan que el avance de la
tecnología permite o permitirá el descubrimiento de nuevos yacimien
tos y la utilización comercial de petróleos no convencionales que com
petirán con las reservas probadas existentes. Añaden que el desarrollo
de fuentes alternas de energía, como la solar y la atómica, desplazará
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90 Juan Pablo Pérez Alfonzo
Petróleo y dependencia
“Pero doctor, fue idea suya sustituir las concesiones petroleras por con
tratos de servicio”, respondió cortante: “entonces Pérez Alfonzo esta
ba equivocado”.
Según nos cuenta Clemente Cohén, en esa oportunidad Pérez Alfon
zo comentó con sus allegados: “mientras el petróleo nos produzca di
nero fácilmente, nosotros continuaremos derrochándolo” (...)” Los con
tratos de servicios debían ser considerados como un vehículo. Como
tal pueden ser considerados un Cadillac en comparación con el Mode
lo T de Ford, respecto a las concesiones petroleras. Lo que yo critico
cuando me opongo los contratos de servicios, es el camino, no el ca
rro. Y, por este camino, el Cadillac nos llevará al desastre más rápida
mente”.
La argumentación que hace Pérez Alfonzo en contra de los contratos
de servicio en el libro “Petróleo y Dependencia” deja en claro que no
consideraba a la explotación del petróleo dañina por sí misma. Por el
contrario, afirma “la nación para subsistir, fortalecerse y progresar,
tiene el compromiso de aprovechar lo mejor posible todos sus recur
sos. Aun cuando los recursos se agoten al usarse, como es el caso del
petróleo y otros minerales, se tiene el derecho y hasta el deber de apro
vecharlos razonablemente”.
Lo que realmente le preocupaba era que la economía del país no
estaba preparándose para el momento en el cual el petróleo se agota
ra o dejara de tener fuerza para impulsar el crecimiento del país. Por
ello consideraba que un agotamiento temprano de la riqueza petrole
ra sin que se hubiera preparado suficientemente a Venezuela para vi
vir sin la ayuda fortuita de la explotación de los hidrocarburos consti
tuiría “el efecto complejo más peligroso para la seguridad de la nación”.
En la exposición de estas ideas, tal como señala Clemente Cohén,
“no es ningún secreto que a pesar de su perspicacia y capacidad para
captar los argumentos importantes en una batalla legal complicada,
Pérez Alfonzo jamás adquirió dominio sobre la elocuencia escrita o
verbal, su única elocuencia era la vehemencia de su verdad”. A pesar
de esta debilidad, que narran sus alumnos y se constata al leer sus
escritos, poseía la virtud de resumir en frases e imágenes cortas y ex
presivas lo que quería decir. Giros tales como “Diezmo colonial” y “Ca
Petróleo y dependencia 117
tos como ejemplo a seguir porque habían logrado ser aceptados en los
mercados internacionales de capital. Por otra parte, en 1979 el Banco
Mundial circuló un estudio de acuerdo al cual el precio del petróleo
llegaría a cien dólares por barril en 1985. Una de las moralejas era que
los países exportadores de petróleo no tendrían ninguna dificultad
para cancelar las deudas que contrajeran de inmediato en beneficio
del sistema financiero internacional y de su propio desarrollo.
El aumento del gasto y del endeudamiento, como puede apreciarse,
no era solamente el resultado de las ilusiones de súbito progreso por
parte de los gobiernos de los países exportadores de petróleo o de los
engaños y ambiciones de lucro de los vendedores de maquinarias y
baratijas, sino que respondía, además, a las presiones y los grandes
lincamientos de política de los países más poderosos de la economía
mundial.
Pérez Alfonzo estaba conciente de esta nueva manera de dependen
cia, que abarcaba un amplio espectro que comprendía el halago a la
vanidad de los gobernantes de los países petroleros; la promesa de su
influencia en los asuntos internacionales; la amenaza sobre la hostili
dad de los países industrializados y de los países en desarrollo impor
tadores de petróleo; y la predicción de una sustitución de los suminis
tros de energía por fuentes alternativas al petróleo. Sabía que no se
trataba únicamente de la debilidad de la dirigencia política nacional
e intuía que se estaba lidiando con tendencias en la distribución mun
dial del poder que iban más allá de los asuntos propiamente petrole
ros. Esta situación contribuyó a aumentar el ámbito de sus preocupa
ciones y el alcance de sus denuncias.
Los países miembros de la OPEP habían logrado un cambio en la
estructura de poder en áreas fundamentales para la economía mun
dial pero no habían podido formular una visión global alternativa para
la definición de nuevas formas de desarrollo. Intentaron hacerlo en la
primera conferencia de soberanos y jefes de estado de la OPEP, celebra
da en Argelia en 1975, la cual tuvo como resultado una propuesta glo
bal para negociar e impulsar un “nuevo orden económico internacio
nal”. Se aspiraba estructurar pautas para que los países en desarrollo
pudieran avanzar económicamente dentro de un ambiente general
|Biblioteca Biográfica Venezolana
1221Juan Pablo Pérez Alfonzo
ha hecho inevitable. Una visión más global y más profunda puede aún
dar tiempo de tomar medidas que abran nuevos rumbos hacia el futu
ro. Ha penetrado el convencimiento de la necesidad de modificar o
detener tendencias peligrosas que venían acumulándose y amenaza
ban con una hecatombe. De nuevo el petróleo sirvió de iluminante
para hacernos ver más claro lo que sucedía (...) El problema del hom
bre y del hambre no se podrá cubrir por más tiempo bajo la mampara
de una supuesta omnipotencia de la ciencia y de la técnica. El petró
leo desinfló ese balón. También sirvió la crisis energética para llevar a
un plano de atender con mayor urgencia y amplitud la destrucción
del ambiente y su contaminación, al mismo tiempo que se descubrió
la escasez inminente de otros recursos despilfarrados como si fuesen
infinitos. El cobre, el estaño y en general los minerales son cada vez
más difíciles de encontrar y producir. Pero también tienen límites el
agua, los suelos cultivables y hasta el aire que respiramos”.
Los nuevos rumbos para la humanidad, y para Venezuela, a su en
tender deben empezar “corrigiendo al hombre”. Según Pérez Alfonzo,
“el sistema puede que ayude a corregir al hombre más fácilmente,
pero lo primero a corregir sigue siendo el hombre”. Por ello cuando
Iván Loscher le pregunta ¿Cómo cree usted que deberíamos comenzar
a crearnos una conciencia racional de lo que debería ser Venezuela?,
responde: “Tenemos que preparar a los futuros papás y mamás, por
que ellos son los que hacen al niño más razonable”. Según él, se nece
sita un proceso educativo de politización, enseñarle a la población a
pensar en términos de las necesidades sociales. Todo en función del
ser humano. “Preparando al hombre así -indica Pérez Alfonzo- usted
se garantiza que la sociedad sea más segura, en el sentido de mayor
bienestar para todos”.
En términos de sistemas políticos se pudiera decir que Pérez Alfon
zo era un social demócrata en el sentido más estricto. Creía en la d e
mocracia y creía que el socialismo era un objetivo deseable que se d e
bería alcanzar dentro del régimen democrático. Al respecto afirma:
“Yo siempre he sido demócrata por temer mucho las dictaduras, aun
cuando ésta sea socialista. Esa posibilidad es muy peligrosa entre no
sotros (...) Las dictaduras entre gente atrasada son dictaduras milita
Biblioteca Biográfica Venezolana
132 Juan Pablo Pérez Alfonzo
res, que pueden ser muy peligrosas”. Pero era necesario prepararse
para el socialismo. Reconocía la posibilidad de que un gobierno socia
lista “tenga más chance, pero sólo más chance” de lograr el mejora
miento del hombre que él proponía, “ya que no es cierto que por ese
mismo hecho de ser socialista sea capaz de realizar tal objetivo”.
Las condiciones humanas de la dirigencia y la capacidad de organi
zación de la sociedad le resultan a Pérez Alfonzo tan importantes como
la orientación ideológica. Con respecto a los socialistas venezolanos
de la época, por ejemplo, afirma que no le preocupa tanto que sean
muy ortodoxos sino que son “muy jefeciviles. Mandadores, como son
todos. Ahí es donde está el peligro en nuestro caso”. Pero también le
preocupa la ortodoxia en el sentido de que supone una salvación des
de fuera de las propias convicciones a las que puedan llegar los ciuda
danos. Por ello exclama, más que afirma, “Mejor es que nos salvemos
nosotros. ¿Quién sabe si ese alguien que supuestamente nos salva, no
es capaz de condenarnos?”
Según Pérez Alfonzo la propiedad social de los medios de produc
ción -el socialismo- es algo para lo cual se requiere una preparación
previa y debe culminar en el control de esos medios por parte de los
trabajadores o de las comunidades. Por ello: “bajo ningún motivo hay
que caer en el error de decir: “Ahora somos socialistas” y pasar a nacio
nalizar todo. Para empezar tenemos que estar conscientes de la impo
sibilidad de manejarlo todo de buenas a primeras. Y por otra parte, en
una etapa posterior, después de haber cumplido con un proceso pau
latino de nacionalización, como pensamos recomendable, si los me
dios de producción no pasan a manos de los trabajadores, una vez
comprobada la capacidad de estos para manejarlos, estaremos cayen
do en el gran peligro del estatismo”. En la etapa de transición -afir
ma- “la mejor y más recomendable vía de salir adelante, es quitarles
gran parte de los beneficios a los empresarios particulares, y restarles
las injustas posibilidades de sucesión de poder económico a través de
un buen sistema impositivo”.
En resumen y en términos prácticos, “Habría que partir inicialmen
te de la aceptación de una posibilidad similar a la del modelo sueco.
El monje de los chorros 133
sentaban 4,4 por cada mil habitantes, en 1971 esa cifra había aumen
tado a 124 por mil habitantes.
Al respecto afirma de manera tajante: “Nada ni nadie fijará un rum
bo de esperanzas para Venezuela mientras no se parta del punto críti
co alrededor del cual gira todo lo demás. (...) En esta pobrerica Vene
zuela, al igual que en cualquiera otra nación, lo que cuenta es su
población” .
Se apoya en observaciones cuyas consecuencias no se han pondera
do suficientemente: “Que la gran mayoría de los venezolanos pasen
hambre es algo que no se ha llegado a medir en todas sus repercusio
nes. Cuando el 70 por ciento de la población carece de Tos requeri
mientos nutritivos mínimos’ eso implica que la gran mayoría de los
menores indefensos se encuentran en situación peor. De consiguien
te, su desarrollo mental será irreversiblemente deteriorado y muy poco
puede esperarse de semejantes seres dañados de por vida”.
“Pero el punto crítico -acota- la clave del asunto es otra, es la canti
dad de adultos capaces que reclaman los menores para el pleno des
envolvimiento de sus facultades físicas y espirituales. Ese es el proble
ma, que a su vez tiene por base que toda la población alcance un nivel
de vida satisfactorio. Mientras los adultos no alcancen a atender sus
propias necesidades, será por excepción extraordinaria que hagan sa
crificios significativos para cuidar a los menores”. Por ello resulta “in
soportable” la relación existente en Venezuela entre mayores y meno
res de la población. Se explica: “Ningún país satisfactoriamente
organizado ha llegado a serlo sin contar con una cantidad substan
cialmente mayor de individuos de más de 20 años que la cantidad de
menores de esa edad que reclama atención. Venezuela venía sufrien
do ya de una situación difícil por contar con menos mayores que m e
ñores. Pero esta conflictiva situación ha empeorado aceleradamente.
Para 1950, no hace tanto, todavía se podía contar con 94 personas
mayores de 20 años para atender y preparar 100 menores. Esa canti
dad de mayores bajó a 84 para 1960 y ahora el mal ha llegado a la
imposible relación de 75 a 100”. En contraste destaca que esa relación
es de 159 mayores de veinte años en Estados Unidos y de 261 en Suecia
por cada cien menores.
El monje de los chorros 135
Otros autores
• Yergin, Daniel. The Prize, the epic quest for oil, money and power.
Simón & Shuster. New York. 1991.
índice de contenidos 143
U n aristócrata virtuoso 37
U n revolucionario petrolero 55
Un exilado estudioso 65
El padre de la OPEP 73
El pentágono petrolero 83
Títulos publicados
1. Joaquín Crespo /Ramón J. Velásquez /Tomo I y Tomo II
2. José Gregorio Hernández /María Matilde Suárez
3. Aquiles Nazoa /lldemaro Torres
4. Raúl Leoni /Rafael Arráiz Lucca
5. Isaías Medina Angarita /Antonio García Ponce
6. José Tomás Boves /Edgardo Mondolfi Gudat
7. El Cardenal Quintero /Miguel Ángel Burelli Rivas
8. Andrés Eloy Blanco /Alfonso Ramírez
9. Renny Ottolina /Carlos Alarico Gómez
10. Juan Pablo Rojas Paúl /Edgar C. Otálvora
11. Simón Rodríguez /Rafael Fernández Heres
12. Manuel Antonio Carreño /Mirla Alcibíades
13. Rómulo Betancourt /María Teresa Romero
14. Esteban Gil Borges /Elsa Cardozo
15. Rafael de Nogales Méndez /Mirela Quero de Trinca
16. Juan Pablo Pérez Alfonzo /Eduardo Mayobre
Próximos
Eleazar López Contreras /Clemy Machado de Acedo
Leoncio Martínez /Juan Carlos Palenzuela
Teresa de la Parra /María Fernanda Palacios
Antonio José de Sucre /Alberto Silva Aristeguieta
Ignacio Andrade /David Ruiz Chataing
Ramón Ignacio Méndez /Manuel Donis
Pedro Manuel Arcaya /Pedro Manuel Arcaya Urrutia
José Rafael Revenga /Carlos Hernández Delfino
Miguel Otero Silva /Argenis Martínez
En imprenta
Teresa Carreño /Violeta Rojo
Este volumen de la Biblioteca Biográfica
Venezolana se term inó de im prim ir el mes de
agosto de 20 0 5 , en los talleres de Editorial Arte,
Caracas, Venezuela. En su diseño se utilizaron
caracteres light, negra, cursiva y condensada de
la fam ilia tipográfica Sw ift y Frutiger, tam años
8.5, 10.5, 11 y 12 puntos. En su impresión se
usó papel Ensocreamy 55 grs.
La b io g ra fía es un género que concita
siem pre una gran atracción entre los
lectores, pero no m enos cierto es el
hecho de que m uchos venezolanos nota
bles, m ás allá de su relevancia, carecen
hasta ahora de b io g ra fía s fo rm ales o
han sido tratados en obras que, por lo
general, resultan de d ifícil acceso.
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EL NACIONAL Q ue se deian ver BANCO DEL CARIBE