Poesia S

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Amapola

Amapola es un avión en el que entramos todos con cara de potranca confundida.


Amapola es un avión en el que entramos preguntando: “¿Pero cómo?”
Yo conocía un muchacho que siempre se llamaba Sierpe
y siempre estaba arriba.
En la jaula de los camarones (que en Amapola no existe), pienso plantar un tallo verde
como el cielo, para que reduzca a todos a la cal que compone sus agrietadas maneras.

Veo a la Diosa gemir

Ardiente
hervor de magias seculares
destiñe
mi tormenta
en un gemido sólo, pleno de árbol.

Mito
de sirenas y endriagos,
su eternidad repentina.
[me conmueve.

El Lenguaje se seca y se cae de mi piel, que se eleva en llamas hacia la Luna. Se pierde
en una marea secreta de estrellas blancas.

Momentos

Un hombre masajea la rauda cabellera que sale de su mentón, negra, suave.

Una Madre revisa el cuarto de su hijo menor

La misma Madre le da sexo oral a un monje

El hijo menor come un tazón de miel con dientes de leche.

Un hombre asesina a su esposa a dentelladas por serle imposible penetrarla.

Las hojas secas que crepitan bajo los pies de un gato con frío

Un vecino del asesino llama, inquisidor, ¿acaso sospecha algo?

[Ruidos molestos… no… se calla… adiós… clunck….]

Una transmisión ilegal se filtra:


El angloamericano invita a alguien que no conoce

Un soldado llora.

Ya no saber si es suficiente

Olfatear todas las manijas de todos los putos hoteles de la reputa Ciudad Autónoma del
puto Buenos Aires, chuparlas, morderlas, hasta sentirse un degenerado, un depravado,
un ultrajante miembro del clero, un mutante deforme privado de toda dicha.
Luego de hacer los petates y los bolsos del camino, comprar un boleto de tren e irse
caminando, con parciales bendiciones que los escupitajos arrojan sobre la máscara de
cordero.

Catarata

..Y.

Qué bello es verla


bailar en el aire.
Rodeada de polvo de maporisa.

.Y..

Qué hermoso verla


caer dulce,
caer agua
en mis pupilas.

.Y.

Qué vertiginoso es verla


columpiándose en el vacío.
Tirándose de cabeza,
arriesgándolo todo en cada balanceo
de su lengua de dios olivo.

Oscuro en la caverna

Alto, de un color blanco mortecino, los labios colgantes, inexpresivos. Los dientes
grandes y ennegrecidos, particularmente los colmillos sobre la quijada salida, jadeante y
brutal. Una sola raya gruesa de pelo grisáceo, desde la frente hasta el final de la cola.
Uñas negras como la oscuridad de la caverna, y sucias, con pedazos de carne añeja en
mal estado aquí y allá, y su final en punta hace erizar los nervios hacia lo incontrolable.
Su mirada muerta, fría, boba. Dos gotas negras en un mar amarillo. Hilos de baba,
carne, pus y sangre salen de su boca inerte, y cuando chocan contra el piso denuncian un
estúpido goteo. Su piel, esporádicamente manchada de hongos malolientes y heridas
mal curadas. Sus piernas salen de una cadera lánguida, erigida sobre dos pies largos,
flacos y famélicos. Sus brazos cuelgan, cortos y sensiblemente torpes. Sus orejas
paradas, parecen observar el foco de la linterna con precisión de bisturí, y son casi
felinas.

Epígrafe 1

Inmóvil habrás de quedar


como un ciervo encandilado
al ver desde el salto del ojo
una gema sutil, parpadeante.

Ínfimo, Infinito

Entre nuestros más fuertes


y nuestros más efímeros
hay mares
que navegantes han venido a hacernos
más amenos,
acaso también más áridos.

Como eternos polizones


de nuestras propias calles malditas,
vagamos solos y sin razón,
en busca de ungüento.
y a extrañas horas maldecimos
la bendición de ser carne.
Y el malparir, sólo el malparir…

no poder tocar la hierba


ni poder ver cómo crece.

Helado de llanto I

Soy el grito
retorcido en exclamaciones,
en llantos y en silencios.
¿Seré acaso una piedra
que pesa sobre el velo
siempre sutil
del Universo?

Soy la aberración
que no será tolerada
que no puede ser tolerada.
La luz verde
que arruina un bello amanecer.
La rata que desde la alcantarilla
mofa frases sordas,
mofa postres tristes
y velas poco coquetas

Y sin embargo,
aunque creo saberlo,
me deleita mi propia condición:
la de poner incómodos
a los tonos de un pan
de manteca,
de persona,
lo mismo da.
¡Si ninguno sabe reír!

¿Mas cuál podrá hacerlo?


¿Mas cuál será mi redención?
No busco sino morder
el polvo entre gritos:
Entre brillos oxidados
y luces verdes,
que pudriendo tomates
arruinen el bello amanecer.

Epígrafe 2

Tótem,
Él,
Sol de la sangre.
Revive el Tum-Tum errante
de pasos muertos de hambre;
del saber, fruto del viaje.

En la tumba II

No, no, yo nunca hablo ni aunque seas un puto duende.


Dice Egberto y dice MUY bien!!!!!!!!!!
A ver donde está ese guebo, que no me huele a forma¿¡¿¡¡¡+!-.
Mientras la gaviota no circunde la arena, todo Aquí estará bien.
TODO DO Aquí estará BIEN.
No me lo digas:
Que la improvisación sobre las letras nunca te fue amena.
Que con suerte el salto llega a caudales que provocan el horror o la indiferencia de las
damas.
Yo sé muy bien que el florero no te quedó cortito.
Sé muy bien que cruzó la muralla.
El léxico no sería sino una leve indiscreción en la cotidiana amargura de esta farsa
revistómana. Y si hasta la tachadura me sabe a grito en esta ruina ritual, es porque en
verdad, no pretendo otra cosa que olvidar gritando, lo impensable, lo innombrable.

Poxi-mundo Poxi-mudo (Mary-Jane Rotten)

Maria Juana Tragaleches y su mambo de infección


desbarrancan al son del narco garco patrón
que pisa dientes
de leche
podrida
y cunas de diarrea seca.

Acá se sienten
los cuchillazos
que entran de lleno en un pulmón
para emparcharle el bajón a una chetita
friq.

Con aereas de progre roquefort


una catarata de pendejos
nace a los cuarenta
y la palma a los doce.

Todo el puto circo


montado hasta el hartazgo
enmarañado en rabillos de ojos
censurados por pelucas.

Todo sea por bancar el hedor


de un garca
que baja la ventanilla [al lado de tu nena.
¡Ahora si! Su sudor anti-sudaca suda de relujo.

¡Todo esto y más! [¡¿Todo esto y más?!


se cocina en el Poxi-Mundo infrahumano
donde sale caro
comerse un Hiroshima.

Silencio de trinchera

Las libaciones infernales


de los genuinos locos
callan
y las ansiedades enfermizas, como licuados,
toman por sorpresa el protagónico.
La luna fría de silencio,
[inmóvil
recita con su lira el poema de la muerte.

El absoluto ha de quedar tieso


entre las madrigueras de los reptiles.
¡El festín caníbal!
Festín harto infecto
de asco que es miedo.
Un kilo de queso podrido se entera de la situación y va al rescate.
Un kilo de queso podrido, Hiroshima.
Un kilo de queso podrido, Capitán América.

A las Grandes Aves de Mar

Si tu ojo de elefante no sangrase,

Si no destilase ese sulfato


de miedo y ceguera
en la noche.

Si no deseases con tanto ahínco


asfixiar al caballo, y huir.

Si no voltearas la cabeza, como el animal asustado


que huye del incendio
de nuestra casa de la concepción.

¿Serías vos?

Si perdieses ese trono


que te mutila
y por un momento
besaras el pasto jocoso de mi ingle
con tus pies de princesa cavernícola.
Quizás,
quizás
entonces
podríamos
descansar
en
paz.

10 segundos de fílmico invisible

A: Oh… Oh… Oh, Oh, OH, Oh.


B: Te escucho, te escucho…
A: ¿Número de serie?
B: 1344827
A: ¿Año de fabricación?
B: Milnovecientosochentaycuatro
A: …
B: …
A: ¿Año de fabricación?
B: … Milnovecientosochentaycuatro
A: …
B: …
A: … clunck…
B: … ¿hola?... clunck…

Le petit mort

Cual méngiro chirriante copernal


suspiro. Caverna de caliente
y pasa.
Rayo araña; Micéano, miasma, dilatado.
¿Tanta sangre? ¿Venado?
Allá donde los barcos encallan, y el acantilado…
Y sé, que de tanto arroz bañado en sangre,
nacerá una nueva forma de ser mujer.

Siempre tendremos Schonnesblumenfeld

Allá por la pradera


donde corrí, uno con la aurora,
viven mis faunas, mis tribus, mi desierto.
Allá por la pradera viven las cerezas de mi boca de plenilunio.
Aquella pradera evoco cual saumusa, para que orine cerveza sobre mi hocico lacerado.
¡Nada refresca más!
¿Nada refresca más?
¡Más cerveza!

Epígrafe 3

Con un revoloteo
de mosca enferma
bajo la axila
vino la primavera.
¡Saltos! ¡Epopeyas!
A la sombra de la luna otaria, circunspecta, traqueotómica.

Tiene dientes

Como hueco de carne tu ausencia me devora,


me relame los huesos limpios.
Hoy no hay minuto al que estemos subidos los dos.
Y faltás, hoy faltás.
Y tu sed es tan grande
[como la sed.

TOTAL
TOTA
TOT
TO
T
.

Paso grande

¡Porque nuestras demandas son groseras


y nuestra oferta grotesca!
¡Porque el Leteo está vedado
a quien no quiera olvidar!
¡Vedado! A los que no buscan palabras de consuelo,
sino consuelo.
Y la gracia negada
a los idiotas que rien.
Ningún camino se nos ofrece,
ningún amigo nos es regalado.
Habremos de forjarlo TODO
a fuerza de gritos, llantos.
Puñetazos y gemidos.
Y habremos de reposar
en la armonía que no habrá de ser nuestra
sino por los ojos.
¿De qué podemos quejarnos?

Epígrafe 4

¿Dónde están los poetas?


¿Dónde? Ahora que he bebido mi licor.
¿Cómo logran desvanecerse frente a mí?
Culpo yo al vino como quien acuchilla a un amigo.

Anemonena

En este momento
de la noche,
la luna posa
en tus labios una espuma
de grano fino, leve.
Recae sobre ellos, como en el agua.
Como en una figuración de cosas que
se han roto:
Lento,
con soltura.

Disparo del ser

Todo
me contraigo
entonces
Ganas tengo
de
con todo el cuerpo
Disparar
con cada parte
y con todas
en esa proyección
en toda dirección
del ser.
Ganas
de abarcarme
en el espacio infinito
y por las rutas
Olvidarme
de que empezó
sólo ruta
viaje
refluir verde
de pulmón henchido
de vida.

El Suelto-Atado

Tengo suicidios pendientes,


que si dejo en la planilla de cálculos es
sólo por curiosidad,
por un anhelo ficticio, externo.

Es acaso la alucinación
de pudrirme en esa jaula-muestra-gratis
que Cristo y el circo del lamento gustan de ofrecer, una y otra vez,
lo que me guarda, escribiendo esta hoja.

Así. tengo cicatrizes que no sanan,


y que a cada paso vuelven.
Nublan mis sentidos.

Tengo suicidios pendientes.

Noche en prisión

Me vuelvo pequeño,
es ahora el mejor momento para saltar sobre
mi
propia cárcel.

Voy a robar viento:


el empuje que necesito.

¡Basta ya de enaltecer a la jaula y a su celador en bancarrota!


[¿quién más que yo?
Aprovecharé que duerme, apoyado en los barrotes
para asfixiarlo con mis zapatos.
Otro sentido me espera,
allá,
donde se pierden las referencias, los manuales, las reglas.
Y los hombres de uniforme,
[ahora ya son niños
se sientan con nosotros

[shhhh…..

A mi padre, el doctor Frankenstein

¡A los palos se hacen las fronteras!


Las fronteras y sus hombres huecos
de latón de cochecito de juguete.
Deformados por el agua salada,
Fondeados por gritos e insultos, por Patines rotos sin estrenar…
[¡claro que si! ¡claro que por miedo a la calle!

Fondeados dentro de sus propios


mares de lágrimas, rodeados de corteza de
metal siempre frío. Sin ver más
que el propio reflejo
y sin otra compañía que el torpe ¡Clunck! ¡Clunck!
de sus horrores al caminar.

No son hermosos,
[no pueden ser hermosos.
Presos
de una sensibilidad pétrea
que no les deja
ni rendirse, ni caer muertos.
Condenados al servilismo
insípido de la complacencia
y a la eterna compañía
del abominable cuerpo de latón.

El niño ojos de engranaje

El proceso es doloroso,
difícil de explicar, confuso, violento.

Nadie en la casa entiende


qué mierda pasó con él,
que se irrita ante el más leve ruido.
Sus ojos, dentados, opacos,
no distinguen texturas ni longuitudes, ni profundidades.
Digieren mecanismos:
Palancas, botones, movimientos, traslaciones,
trueques, escondrijos, lámonas, puntos de conexión y estrés.

El proceso es doloroso,
su conciencia desamparada,
está hambrienta de lugares
vedados al paso
de la carne blancuzca, nublada.

Nadie en la calle entiende,


y el niño,
que emana el olor perturbante de la vejez,
en un abrir y cerrar de boca
devora todo con gula.
Con sexo, con rabia,
en un grito desesperado
que nadie sabe callar.

El Gran Siglo XXI

Desde el exilio que vive,


los descobijados del Imperio (de las formas)
han narrado las travesuritas que hoy
abuchean desde el desagüe.
Los “carapintada” han clavado sus palabras como estacas
en la carne de sus perros, que hoy trepidan
en apocalíptico festín.

Y las estacas, más que a pequeña europa, hoy saben a pequeño


flato
Y el Rey, máximo perro de los “carapintada”, habita la idiotez
de sus súbditos.
Por eso hoy lloran sus lágrimas de maquillaje sin saber porqué.
Lloran los “carapintada”, pero así como lloran ellos
lloran también el Rey y los súbditos,
siempre en
mímesis.

Ya tarde llegará la conciencia, el sueño de la Roma porteña


habrá ardido bajo el nitrato descolorido:
La indiferencia letal de sus tragicómicos universos-isla, burbújas de moco, hermosas e
inútiles.
Condiciones y pautas para una Modern Way of Life.

Dieta fría

La máquina aún caliente,


[laxa,
distendida sobre las sábanas.
Maculada su superficie
[aquí y allá
por fluido blanco, espeso, pegajoso, decapitado.
Sentado al lado de la estructura,
[él,
sus ojos entubados y en dirección a la ventana.
Y su mano
[(la que no sostiene el cigarrillo),
apoyada sobre los pechos del aparato,
moviéndose jocosa y yendo de la piel al pezón,
[y del pezón a la piel.

---

La oscuridad se filtra a través de la persiana


y se proyecta
[como el hambre de un tigre
en las paredes.
La máquina comienza a perder su temperatura,
[producto de la fricción,
y parece retraerse, volverse sobre sí,
almacenando la energía en su interior,
de donde salen
[extrañas lucecillas macabras.
Parece que la lluvia se desata,
[cuando una gota oscura
cae, espetando el núcleo de la red mecánica.
El infierno metálico se desata, y él es aplastado por las lenguas
que parecen calmarlo.

Para cuando los calamares hacen su aparición, ya es imposible no perder la compostura.

Un hombre, El hombre

Yo soy hombre,
y soy tan alto
como la torre más bizarra.
Yo soy hombre,
y como un sol incandescente
baño de luz, a donde quiera que vaya.

Yo soy hombre,
y mis pies descalzos
han tapizado las montañas
más escarpadas del ser.

Yo soy hombre,
y en ataúdes de acero,
[que serán acaso artificios del último, ya de madera,
he descendido
a los abismos de azul oscuro
que encierran, entre rejas (de secreto)
los misterios de la Diosa.

Yo soy hombre,
undécimo inventor del vino.

Yo soy hombre,
el que sin saberlo
se enamora de un espejo.

Pero también soy hombre,


y no soy solo maravilla:
He levantado el macelo
al que por igual,
hombres han ido a parar.

Yo soy hombre,
y estuve ahí.

Yo soy hombre,
y a diestra y siniestra corrompo al niño.
Le usurpo, le arranco,
la vida y la inocencia.

Yo soy hombre.
Aquél que en largas piras
quema
las semillas que serían.

Yo soy hombre y muero.


Yo soy hombre y vivo.

Yo camino entre hombres,


una cara más, una cara menos,
entre gigantes que se desconocen
y se despiertan mojados.

Yo soy hombre,
yo soy el muerto,
el que dobla las campanas
y el que arroja, entre risas y llantos,
el primer y el último puñado de tierra.

Yo soy hombre, el único que entierra a su análogo,


[su metáforo
y antes de que todo acabe, yo también yaceré en una tumba,

olvidado.

Ahorcada

Tus sucios pendientes negros,


como gotas de petróleo socavón,
decantan sobre el charco impuro
que enmaraña los reflejos de los árboles

Símiles a los ojos, que enervados,


conservan su aspecto inasible,
los aros despellejan el relieve de tu cuello,
que una soga ciñe, desteñida.

Coman donde coman tus dientes,


te siguen al sarcófago hambriento,
que reclama tu cabeza muerta
mientras suspira un vaho caliente
sobre tus pies fríos.

Nº42

Pintura que lacera


el lienzo escurridizo.
Que busca, que ve, que acompaña
la fuga de la idea sempiterna.
Insoslayable,
una maraña de fuegos en cuerpo cruzado.

un doble adiós y un
lago helado de
por medio.
Suelta la mano,
suelta el jugo que
en la oscuridad blanca
da saltos
y amenaza
con dar
ceguera cierta.

de ayer y Hoy

Hoy.
despertar Hoy.
abrir los ojos
cayendo.

parpadear;
momento de ensoñación;
de carne ][ de humo.

la ficción de un tiempo
que no ha sido nuestro
nos abraza
y nosotros lo rumiamos
tranquilos.

como por sorpresa


estamos vivos
pero no como antes.

la mañana nos hace


extraños
nuestro lago interno se eriza
con cada estímulo.

Demasiado.

damos por sentado


ese tiempo parado
entre dos instantes
[entre dos otros

Hoy es
una sustancia más
que es nosotros

¿y ayer?
¿qué hay de ayer?
¿quién es ayer?
nosotros no.
ayer visto por Hoy
es otro Hoy
que ya no es.

Como taxidermistas
vamos juntando ayeres
[hoyes disecados
y fingimos ver en ellos
el cuento de Hoy.

¡Ayer!
¡Danos Hoy
[nuestro cuento de cada día!

En Trance

El insomnio es más denso que el agua.

La mente estaqueada que no cede,


se retuerce sobre el algodón
que, como la niebla,
extravía.

El insomnio es más denso que el agua,

y ningún mantra surte efecto.


El desgaste se transforma
en más desgaste
que se aloja en algún rincón del coco.

¿El insomnio es más denso que el agua?

El ejercicio de las horas bajo el nivel del mar


dice lo contrario.
-¡Mentira!- dice el cerebro - ¡Tengo ganas de silbar!
y silba, mi cabeza silba por mi nariz tapada.

A tal penoso ruido de perro dolorido


se le suma el zumbido de los colectivos
que entra por entre las persianas
medio abiertas, medio cerradas,
que son mis ojos, secos abrojos.

El insomnio es más denso que el agua:


Casi como un amor real.

Historia del Hombre

Estábamos todos juntos


y llegó el abuelo.
Nos dijo que eso era un
castillo, y nosotros vimos por primera vez
un castillo.

Estábamos todos juntos


y llegó el abuelo.
Nos dijo que eso no se tocaba,
y nosotros le vimos
mientras lo empacaba y
lo escondía.

Ya no estábamos todos juntos


y el abuelo nos dijo
que nuestros vecinos eran monstruos:
horrendos monstruos, con ganas de
matarnos y comerse a
nuestros hijos y violar a
nuestras mujeres.

Así que nos hicimos de monstruos,


que creíamos peores
y violamos a
sus hijos y nos comimos a
sus mujeres.

Ellos lloraron, no eran monstruos,


eran como nosotros.

Un round de fiebre

La bolsa me ayuda,
me sumerjo en ella y jugamos
carreras, a ver quien aguanta más.
La enfermedad me alcanza en una
curva cerrada,
y me retuerzo y
vomito por todos mis poros:
agua salada.
Es como si
Papá Noel
hubiese mudado su fábrica
al quinto piso con vista al mar
de mi cadera.

El brillo es intolerable.
El pesado estado febril
se quiere comer mis huesos.

Entonces una mano de calor


entra en mí, y se oculta en lo
profundo del glaciar.
El sudor se vuelve incontrolable y
mi acelerador se traba
en ciento ochenta clavado.
Llegué. Hay aire limpio. Pienso en vos.

Chica tonta.

Y ahora entenderéis
que era todo mentira,
un arranque violento:

Un fuego

para hacer

señales

de

humo.

Una vez adentro,


la levadura se mostraba resuelta
a fingir para mí.
No lo consiguió.

Aburrimiento

Dando vueltas,
las moscas dan vueltas
alrededor de un vaso
sucio.
Dando vueltas
como las moscas
se termina
mareado.
Se cocina,
atareado,
el cerebro.
Y no dan abasto
las canillas
ni el veneno
para tantas moscas.

Latigueada

No pidió un bozal,
quería gritar
y quería que la escuchen.

Quería compartir el escenario.

Cayó, pesado,
el brazo,
y laceró su carne
de tierra mojada.

Su órgano, su mundo,
se abrió como un capullo.

La luz que brotaba


rasgó los ojos
de los comensales, que
se echaron al piso
y comenzaron a reír.

Amor natural

El gesto era magnífico.


Ella dejaba aterrizar
su vientre sobre el mío,
con la suavidad de una bandada
que besa el pasto con los pies.
Entonces su boca de nube
se dejaba llevar por el viento
de mi lengua
y juntos,
volábamos nuestras cabezas.
Hojas secas cayendo
de las altas copas
del bosque de los dos.

Para que no me preguntes

Gente como salmones


nadando corriente arriba
por un río de electrodomésticos.

Aquí y allá
los arlequines,
ofreciendo la materia
como si fuese suya.

Ninguno prueba bocado,


o al menos no lo suficiente
como para darse la vuelta
y ver
¡Al Uranio Enriquecido!

Y ellos comiéndose sus mierdas.


Dolor polarizado.

Muzzarella

Brota el aceite de esta muzza


estival
en chorros de gloria,
que con brío
llenan de amor
nuestros cuerpos resquebrajados
por la rutina intempestiva,
nuestra ruta por fuera del
tiempo.

Entonces brota el encanto


del manto amarillo
que cubre este corso
de masa y salsa.
Tranquilo

El mundo es un pañuelo,
y aunque esté lleno de mocos
el mundo es el lugar
donde vivís.

Así que si todo va mal,


si todo va jodidamente mal,
no seas humilde:
no te mates.

Usá la salida de emergencia:


Olvidate del “pero”,
rematalo a tiros
a la primera de cambio.

Empezá a contestar
tus propias preguntas
como puedas.

Recordá
que al cielo y al infierno,
a los ángeles y a los demonios,
a la timidez y a la angustia,
a los santos y a los perdedores,
los inventó un imbécil.
Un loco, un idiota,
Exactamente
como vos.

Una vez que entendés el porqué


sos más libre
del miedo que provoca
el ruido del pelotón de fusilamiento.

Ya no te amo

Algo terrible.
Un avión cayendo al mar.
Una infección generalizada.
Algo repentino:
La guillotina
vista por el rabillo
del ojo.

No quise creerle,
pero estaba allí.
Era la corriente
y no había forma
de aferrarse a nada.

Al final los dientes y las uñas ceden


y el agua baja turbia.

Criaturas compañeras

Todos andan
portando su cara de negocio
detrás de sus anteojos.
Yo también traigo la mía,
no vaya a ser
que desprevenido,
termine entregándoles el alma.

Ella no trae siquiera anteojos


y sonríe.
Su alma es tan suya
que no tiene miedo:
no lo necesita.

Se pierde dos trenes


entre risas y caladas,
y el humo es como sexo
atrayendo nuestras miradas incrédulas.

Y su indiferencia sólo me hace


maravillarme más.

Es que algunos seres,


sólo algunos,
nacen en la piel indicada.

La borracha

Hay algo en esos ojos


que habla de paz,
de láudano,
de saciedad,
de ingenua experiencia.

Hablan de un paracaídas abierto


en plena borrachera,
con la noche zumbando en los oídos.

De la plenitud
de una calma trascendental, empírica.

De un lugar en el mundo,
un mirador.

Hay algo en esos ojos


que permite caminar
sobre el vacío
sin resbalarse:

Equilibrio.

Lógica

Se percibe en soledad,
de modo que para contentarse
uno TIENE que masticar
pequeños trozos de cerebro
con pedacitos de cráneo,
y pelo,
y mugre,
que nos hacen estrujar los ojos
mientras el mundo
[narrado
baja por la garganta.

La experiencia raramente
nos resulta
grata.

Se percibe en soledad,
de modo que para contentarse
uno TIENE que condimentar
esa pasta gris
lo mejor que pueda,

El estómago hace a la mitad del hombre.


Depredación

Dando vueltas, encerrada,


deja escapar la mirada,
depredadora experta.

La coincidencia brutal
de los rasgos,
deliciosa.
El vértigo de su figura,
la seguridad
de su andar.

Los barrotes se ponen nerviosos,


no quieren contenerla,
no quieren estar allí.

Y mientras afuera
la carne la observa
comer la carne
con su boca de incendio,
todo el aire se contagia
de su pesado hedor animal.

Y mientras la adrenalina
que ella exuda
se trepa a mi tabique,
no puedo pensar
ni moverme. Sólo
puedo observar
el fuego verde
de la pantera,
comiéndome.

Amarula

Colmada de frutos jugosos


como piel
hecha para la saliva.

Entregada
al movimiento mecánico
de la digestión del insecto,
anda suelta por la selva,
persiguiendo el olor del hambre.

Llora cuando está dormida


y grita y patalea.
Se tira de los pelos
y exclama: “¿Quién es?”
cuando debiera preguntarse “¿Quién soy?”

Uno de Vampiros

Y Él mordió su cuello blanco


mientras ella no gritaba,
y el placer les dio la vuelta
como un tigre de bengala.

Sorprendido abrió los ojos,


vio que no lloraba,
no gemía de dolor,
mas sonreía y le jadeaba.

Y ella se ciñó a su cintura


acaso para no deslizarse,
como la sangre que al suelo caía
buscando desparramarse.

Hincó aún más los dientes


y el rubor se le chorreaba.
Y la joven, demudada,
con candor le acomodaba.

“Tranquila, hermosa, tranquila,


no quiero, de un beso, matarte.”
Dijo el vampiro, buscando,
en la faz de su amada tranquila

Algún vestigio de luna,


mas no encontró en su mirada
el silencio del agua en su cuna,
el humor del llano en vendimia:

Había, rojo-gris, dos astros


ardientes de fuego. Atractiva
salía de su boca
su dentadura, de gala en saliva.

Y su voz le habló en silencio


le dijo, blanca, furtiva:
“Parece que se hace de día
y tú y yo en esta tierra baldía
no encontraremos refugio
de la furia del astro en subida”

Y Ella mordió su cuello blanco


y mientras Él no gritaba,
el placer los hizo ceniza
con la rabia del sol en la quebrada.

En los pechos

Ya no te debe más que una lágrima,


jugosa, blanca.

Los concursos arreglados


tienen un aroma avinagrado
que ella conocía al pie de la letra.
Voló.
La persiana cayó tarde.

Cuentan las bocas vecinas


una historia que pasa de manos
como pan duro.

El mito que resume sin asco


lo que fuiste.

Se pasó las noches


derramándose el cedrón y el vino
sobre los pechos
que no abrigaste.

Su tristeza nos sabe hoy


a barro
y ya es tiempo de contarte
que se curó de tu fiebre.

¡Fuera tu peste! ¡Fuera!


¡Fuera tu hedor! ¡Fuera!
¡Fuera el frío
de tu cuerpo hostil!

Y bienvenida la hueste
que con su candor
trae en su sangre hermosa el brío
y la luz ingenua del candil.
¿Qué pasa?

¿Y qué pasa si ya no me conmovés?


¿Qué pasa si ya no sos lo que eras?
¿Y qué pasa si ya no me estremezco al mirarte?
¿Qué? si ya te doy por pérdida.
¿Qué; si al ver tu imagen en conserva mi única respuesta es fisiológica?
Como una moneda gastada, que ha perdido su ontología.
Así se representa tu recuerdo:
Ordinario, insípido, banal.

[Aprendí a darte por perdida]

El juglar me llama, y es más importante que tu risa.


El juglar me llama, ojalá algún día entiendas;
que la risa y el llanto me trajeron aquí:
El juglar me llama, y es más importante que tu orgasmo

porque el juglar

soy yo.

Brotando

Conozco la viscosidad rota,


así que no miento
si digo que la sentí
trepando a mi cuerpo,
columpiándose en mi garganta,
dejándome tieso
en el medio de la vereda.

Conozco esa sensación


que la antecede:
Mezcla de silencio de radio
y marcha de pirañas río abajo.

Tiembla todo, con una intensidad


que sale de mi lengua, de mis manos.
Pierdo el control,
no puedo hacer nada
“Voy a morir” pienso.
El aire me cierra la puerta en la cara
y la sangre se me pone más dura
que una erección de quinceañero.

Me voy haciendo de piedra


sentado en el banco de plaza
y “Voy a quedarme acá” pienso,
“No habrá otro round” pienso.

Y mis amigos me miran


como desde afuera del agua,
con cara de pánico,
mal disimulada.

“Tenés la mirada de un pato


con el cuello roto” me dicen,
como para tranquilizarme,
como para que el pinchazo siente mejor.

Y yo espero el estallido,
espero el “¡Paf!”,
el final,
la campana que me salve
del bombo que suena
detrás de mis orejas;
pero no llega,
sólo el incesante flujo de adrenalina
corriendo por todo mi cuerpo.
Un puto incendio forestal
en temporada de sequía.

“¡Sáquenme de acá!” pienso,


pero “acá” es todos lados,
porque de donde intento escapar
es de mi propio cuerpo.

Y mientras todo se derrumba,


mientras mi mente se deshilacha,
hay algo que resiste en mí.
Hay una parte de mí, más dura que el conjunto de esas partes:
Algo que me mantiene de pie
mientras mi cabeza se fríe
como un huevo.

“Soy más duro que esto”, me dice


un instante de calma, que es
como una vela que se abre
para llevarme a casa.

Cuando al final
las convulsiones terminan,
no queda nada que temer
y yo sigo vivo.

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