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Perú Fue Los Significa de Uso Desde Evidencias De: N La Yla El Su

El documento describe la hidráulica agrícola prehispánica en el Perú. 1) Los antiguos peruanos desarrollaron diversos sistemas de riego, como el riego por mantas o capas y el riego por surcos, para aprovechar eficientemente el agua. 2) Construyeron una extensa red de canales y represas para conducir el agua desde los ríos a los campos de cultivo. 3) Tenían un sofisticado sistema para distribuir el agua de riego de manera equitativa entre los agric

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Perú Fue Los Significa de Uso Desde Evidencias De: N La Yla El Su

El documento describe la hidráulica agrícola prehispánica en el Perú. 1) Los antiguos peruanos desarrollaron diversos sistemas de riego, como el riego por mantas o capas y el riego por surcos, para aprovechar eficientemente el agua. 2) Construyeron una extensa red de canales y represas para conducir el agua desde los ríos a los campos de cultivo. 3) Tenían un sofisticado sistema para distribuir el agua de riego de manera equitativa entre los agric

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Allpanchis, núm. 15 (1980), pp.

69-81

Hidráulica
agrícola prehispánica
RKogger Ravines
Félix Solar La Cruz

n el Perú prehispánico la agricultura fue indiscutiblemente


W una de las principales actividades productivas la tierra el
4 y
factor determinante de su articulación socio-económica.
A En los varios milenios que significa el proceso de la cultura
andina, el antiguo peruano desarrolló una serie de procedimientos
técnicos, entre otros los destinados al uso y manejo eficientes de la
tierra y el agua.
Desde la emergencia de las primeras sociedades complejas, en
todo el territorio andino se encuentran evidencias de obras hidráu-
licas destinadas tanto a la defensa de las márgenes de los
ríos (evi-
tar sus quiebres, desviaciones O inundaciones), como a encauzar
sus aguas, conservarlas o almacenarlas en represas. A partir de en-
tonces se desarrollaron diversos métodos para la captación del agua
y se elaboraron diversos sistemas de cultivo con miras al aprove-
chamiento intensivo del suelo.
En el siglo XVI, antes de la conquista española, en la costa pe-
ruana se cultivaban aproximadamente un millón de hectáreas; área
mayor en la sierra debido a la calidad extensiva de sus cultivos y
a las labores de pastoreo que propicia el régimen de lluvias que la
caracteriza. Entre ambas regiones vivía una población que fluctua-
ba entre los 15 y 20 millones de habitantes, con una capacidad de
consumo per capita muy superior a la del peruano actual.
Sin embargo, pese a lo señalado, en el antiguo Perú, no se orga-
nizó la agricultura de exportación, limitándose el volumen de su
producción a la satisfacción de las necesidades internas.
Paradójicamente el pueblo andino creó su civilización en tierra
yerma y caprichosa. Como espejismo construyó dilatados valles
en los desiertos y jardines colgantes en las paredes de los inmensos
precipicios. Tubérculos y gramíneas florecieron eracias a su em-

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pecinado ingenio en alturas donde apenas existe el oxígeno, mien-


tras que represas y canales conducen el agua desde hace 3 mil
años, en un derroche de tecnología hidráulica. “Las obras de irri-
gación anotaba Markham el siglo pasado las hacían en gran escala
desde las cabeceras de los ríos, las laderas, faldas de los cerros
hasta el último rincón de los llanos, todas las tierras estaban irri-
gadas”. Y Fray Bartolomé de las Casas, 300 años antes señalaba:
“Tenían estas gentes gran policía y cuidado en la labor y cultivo
de las heredades, que allí llamaban chacras. Tenían lo mismo gran
policía para la industria que ponían en sacar las aguas de los
ríos para las tierras de regadío, primero por acequias principales
que sacaban por los cerros y sierras con admirable artificio, que
parece imposible venir por las quebradas y alturas por donde
venian. Era también gran artificio repartir casas, aguas y aprove-
charse de ellas, sin que se perdiera una gota, que todos aquellos
valles no parecían sino unos vergeles hechos a mano”.
Para evaluar, en las circunstancias actuales, la importancia de
las obras hidráulicas prehispánicas se requiere considerar, por lo
menos, cuatro aspectos: 1. la calidad de las aguas utilizadas; 2. los
medios empleados para procurársela; 3. las obras ejecutadas para
conducirlas a su destino y distribuirlas adecuadamente; y 4. el
valor productivo de las obras realizadas. Lamentablemente, la
insuficiencia de los estudios realizados, hacen difícil su cabal
evaluación.

LA CALIDAD DE LAS AGUAS

Las aguas empleadas por los agricultores prehispánicos fueron


tomadas generalmente por derivación de los ríos o manantiales.
Ocasionalmente se aprovecharon las aguas subterráneas. Se enten-
dió bien que las aguas que contenían muchas sales incrustantes
son nocivas para el riego permanente. Se buscó subsanar este de-
fecto mezclándolas con otras, haciéndolas reposar o caer sobre
plataformas de piedra, de modo tal que al aumentar su superficie
se adhirieran a ésta la mayor cantidad de dichas sales. Para oxi-
genar las aguas represadas se construyeron largas acequias o se las
hizo precipitar a modo de cascadas.

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MEDIOS EMPLEADOS PARA PROCURARSELA

En cuanto a los métodos empleados para irrigar las tierras cultiva-


das se han reconocido dos principales: el riego por mantos o capas,
y el riego por surcos. |

El riego por mantas o capas, es decir,


por inundación, denomi-
nado anego suyo (q. ayudar a las lluvias), consistía en echar las
aguas de los ríos, arroyos o manantiales, durante los deshielos de
la cordillera, en pozas previamente cavadas con el objeto de
fertilizarlas y humedecerlas, y así facilitar la germinación y desa-
rrollo subsiguiente de los vegetales. Con este objeto se saca de la
acequia de cabecera otra inferior o paralela, con la que se regaba la
tendida por bocas a corta distancia, derivada de la segunda ace-
quia.
El riego por surcos o usayo (q. ayudar a la siembra) consistía en
regar el terreno cultivado en una serie de divisiones, en las que se
habían hecho surcos casi horizontales, o con poca inclinación.
Estos surcos, paralelos o' en forma de meandros y diseños geomé-
tricos complejos, estaban separados por camellones de tierra cuya
distancia variaba entre 50 y 80 cm. Mediante este sistema las
plantas recibían un riego de pie en el que inicialmente se consume
más agua, debido a que el suelo flojo la deja filtrar un poco más.
Actualmente, en este sistema, el primer riego se denomina “en-
seño” y se hace con poca agua, a fin de que se fortifiquen poco
a poco los primeros surcos y se forme una capa resistente que no
sea afectada por la mayor cantidad de agua que después corre por
ella.
De modo general, en la ejecución de los sistemas de riego, in-
fluyó decisivamente la topografía del medio. Cuando el terreno
tenía una inclinación muy pequeña, la línea principal de conduc-
ción se procuraba llevar por los puntos elevados y se hacía partir
las acequias en el sentido de la máxima pendiente, las que a su vez
dividían la superficie en fajas longitudinales que se fraccionaban
transversalmente por otras acequias de segundo orden, que terml-
naban en las mismas parcelas. En ciertos casos las aguas sobrantes
de riego se reunían en otra acequia inferior que las devolvía a la
acequia de la conducción en partes convenientes de su curso, o
las distribuía para el riego de terrenos inferiores.
Si las pendientes eran considerables de 20/o a 4of/o, en lugar
de correr las acequias por la máxima pendiente se llevaban en

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dirección oblícua a las curvas de nivel, y el fraccionamiento del


terreno obedecia, en tal caso a las disposiciones adoptadas en las
líneas de distribución.
Finalmente, cuando el terreno era accidentado o de eran pen-
diente, la distribución de las aguas exigía un largo desarrollo de las
líneas de conducción o el establecimiento de saltos y el consi-
guiente fraccionamiento de la superficie en una serie de planos
escalonados denominados andenes o bancales.
Volumen de riego. Con el nombre de riego, los agricultores
denominan el volumen de agua necesaria, utilizada en el cultivo,
que puede introducirse por una determinada unidad métrica.
Considerando las disposiciones que sobre el particular se adopta-
ron durante la época colonial, cuyo sustento legal fue indudable-
mente el derecho consuetudinario de raigambre prehispánica, pue-
de inferirse que en el antiguo Perú no existió una medida volumé-
trica definida, sino más bien tantas cuantos eran los valles y re-
glones que lo constituían. Así, por ejemplo, en el caso de los valles
de Moche y Chicama, de acuerdo al reglamento de don Manuel
Alonso de la Riva, era el volumen que pasa por una sesma cuadra-
da. En el Valle de Chincha, el que pasa por una cuarta de vara cua-
drada. Mientras que en el reglamento del dean Valdivia, del siglo
AVII, correspondiente al Valle de Lima, se entiende por riego el
volumen que pasa por una vara de largo y una pulgada de alto en un
segundo.
Distribución del agua para el riego. Siendo la agricultura pre-
hispánica, particularmente la costeña, a base de riego, los antiguos
peruanos, alcanzaron un adecuado sistema de distribución de las
aguas. No existen testimonios directos de este régimen, pero el
mismo Emperador Carlos V lo reconoció como el más adecuado,
cuando dispuso por Real Cédula expedida en Valladolid, el 30 de
noviembre de 15336, que “el mismo orden de los indios habían
tenido la división y repartimiento de las aguas se guardase y prac-
ticase entre los españoles en quien estuvieron repartidas las tierras
y que para esto interviniesen los mismos naturales que antes lo
habían tenido a su cargo, con cuyo parecer debían ser regadas”.
En este aspecto, es también concluyente el testimonio de Gar-
cilaso Inca de la Vega: “En las tierras donde alcanzaba poca agua
por rezar, la daban por su orden y medida (como todas las demás
cosas que se repartian) porque entre los indios no hubiese rencillas

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sobre el tomarla; y esto se hacía en años escasos de lluvias, cuando


la necesidad era mayor med ían el agua y por experiencia sabian
por espacio de tiempo era menester para regar una fanegada de
tie-
rra por esta cuenta daban a cada indio las horas que conforme a
sus tierras había menester holeadamente. El tomar el
agua era por
su vez como iban sucediendo las hazas en pos de otra; no era pre-
ferido el más rico, ni el más noble ni el privado ni el pariente del
curaca, ni el ministro ni el gobernador del Rey. El que descuida-
ba al regar su tierra en el espacio de tiempo que le tocaba le cas-
tigaban afrentosamente”. 0

METODOS EMPLEADOS PARA EL APROVECHAMIENTO


DE LAS AGUAS
En el área andina central, los medios empleados para procurarse
el agua de riego han sido diversos, variando de acuerdo a las con-
diciones topográficas locales. De modo muy general estos pueden
resumirse en: 1) derivación de las aguas de los rios y arroyos
mediante canales o represas que levantan el nivel de las aguas o
desvían los ríos de una cuenca a otra; 2) almacenamiento de pe-
queños manantiales o recolección de aguas pluviales o de los
deshielos de la cordillera, en depósitos naturales o artificiales,
consistentes, generalmente, en pequeñas represas en arco de
círculo formados de piedra sentadas con barro; 3) alumbramien-
to de aguas subterráneas;.y 4) reunión de aguas subterráneas a
través de galerías filtrantes.
Canales de derivación y conducción.— Dentro de esta categoria
de obras hidráulicas deben considerarse los canales de riego, los
mampuestos y los acueductos.
Pedro Cieza de León escribía ya en el siglo XVI: “tenían los
indios y aún tienen muy grande cuenta en esto de sacar el agua
y echarla por estas acequias; y algunas veces me ha acaecido a mi
parar junto a una acequia ni haber acabado de poner tienda,
estar la acequia seca y haber echado el agua por otra parte. Porque
la
los ríos no se sequen en mano de estos indios echar
lugares que quieren, y los campos estar siempre muy verdes; sa-
el
agua por los
caban las acequias en cabos por partes que es cosa extraña afir-
marlo porque los echaban por lugares altos y bajos, por las laderas
de los cabezos y faldas de las sierras”.

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a) Canales de riego.
Son obras destinadas a derivar el volumen necesario de agua de
un cauce y conducirla a la región donde se la debe distribuir para
regar las tierras. En este caso el sistema de conducción se compone
del canal principal y la acequia madre o canal secundario, que a su
vez presenta diversas obras de arte: la toma principal o boca toma,
combinada ocasionalmente con represas para elevar las aguas; los
acueductos o puentes-canales, tomas secundarias, partidores, etc.
Entre los canales más notables del área andina se cuentan: Ca-
buyal en la margen izquierda del río Tumbes; Husimal, en Piura;
Racarrumi, en Lambayeque, que servía para irrigar tierras de
Ferreñafe, Mochumi y Tucume; La Mochica, Vichasao, Nunja y
Mmocan en el Valle de Moche, La Libertad; La Achirana, en Ica.
En el Cusco los canales de Pisac, Cusichaca y particularmente los
del paraje de Huanchac, distrito de San Judas Tadeo (actual Ur-
banización Kennedy).
Los canales de Huanchac son parte de una compleja red de
drenaje y riego, que datan de la época Inca, pero que se han man-
tenido en actual funcionamiento (noviembre 1978). Fueron des-
cubiertos a raíz de los trabajos de urbanización en la zona, a una
profundidad promedio de 1.50 m. Corren en dirección N-W a S-E
y captan el agua de los terrenos pantanosos del área, que depositan
en una poza a partir de la cual se distribuyen a la población y
tierras de cultivo de la zona de San Sebastián.
Los canales se han construido generalmente a base de piedras
labradas de andesita, las que trabajadas en forma de adoquines se
utilizan tanto para formar el cauce, como para tapas y soleras del
mismo. En un solo caso, el material de construcción lo constituye
integramente cantos rodados, mientras que las tapas son cantos ro-
dados y lajas de kontay y arenisca. El ancho de los canales varía
entre 17 y 33 cms. y su profundidad entre 12 y 13 m. Finalmente
cabe destacar una notable diferencia entre canales y drenes. Mien-
tras en los primeros las piedras están unidas con un mortero de
arcilla de color rojo oscuro, amarillo o plomo verdoso, los drenes
lo forman piedras separadas, asentadas en seco.
bD.
Mampuestos.
Uno delos recursos técnicos utilizados por los antiguos peruanos,

.
para cruzar una hondonada, fue rellenar las quebradas mediante
glgantescos terraplenes en cuya coronación labraban el prisma del
canal de conducción. Entre las obras más notable de este tipo

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se cuentan los mampuestos de Trujillo y Facalá, en el departa-


mento de La Libertad. Al primero se refería el corregidor Miguel
Feijoo y Sosa, en el siglo XVIII, anotando: “en el valle de Sta.
Catalina a la parte nordeste, hay una acequia grande hecha por los
indios gentiles muy ancha y bien formada. por donde cultivan
muchas tierras altas por cuya causa la encaminan por medio de un
cerro, dejándolo de suerte que hicieron una meseta para darle
curso a las aguas, modo maravilloso que practicaron en muchas
partes del Perú para fertilizar cuaiquier terreno. Es bien dilatada
esta acequia que llega a los terrenos de esta ciudad y por desi-
gualdad de la tierra hicieron un terraplen que llaman mampuesto
sobre el que continuaba la acequia la cual se halla arruinada por
descuido de los españoles este terraplen era bien alto y cerraba un
gran espacio de una quebrada entre los cerros”.
El mampuesto de Facalá que servía de sostén a la acequia del
mismo nombre, está situado a 5 Km. de Ascope, tiene 34 m. de
alto en la parte central de la quebrada y 2.60 m. de ancho
coronación, su longitud puede estimarse en 5 Kn.
en
su

c. Acueductos.
Los más importantes y conocidos son indudablemente los de
Nazca, que según Garcilaso Inca de la Vega, fueron construidos
con “el objeto de aumentar el agua del río Grande, que se llega a
secar en tiempo de estiaje. Los acueductos de Nazca son de 2
clases: a) los trabajados a cielo abierto, y b) los construidos sub-
terráneamente. Los primeros son verdaderas galerías filtrantes. Los
otros son canales de conducción que captan aguas de los manan-
tiales. Cada acueducto se origina en un estanque de almacenamien-
to, teniendo unos 180 m. aguas arriba, una sección de canal a
cielo abierto, para pasar luego a subterráneo a causa de la profun-
didad del corte en el terreno.
La sección subterránea se denomina caja y está formada por
muros secos de mampostería ordinaria. La luz libre entre paredes
es de 50 cm. con una altura variable entre 75 cm. y 2 m. El techo
o tapa está formado por lajas o troncos de algarrobo o hualtaco. A
distancia de 50 m. como promedio, existen buzones de limpieza.
Los acueductos corren paralelos al río, distando el eje de erosión
de aquel unos 300 a 400 m. en su parte inferior, en tanto que en
la superficie se aproxima al río y aún penetran en él, haciendo

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las veces de galerías filtrantes. En término medio la pendiente de


los acueductos es de 0.520/0.
d. Reservorios.
En la sierra se utilizaban para almacenar el agua de los deshielos
de la cordillera, y en la costa para embalsar las aguas excedentes de
los ríos, que en épocas de estiaje se utilizaban para el riego de las
plantas y usos domésticos.
Entre los reservorios más notables se encuentran: los de Huasi-
mal en Piura, de Chanchan en Trujillo, Nepeña en Casma. El re-
servorio de Nepeña, tiene 1360 m. de largo por 900 de ancho. El
muro de contención 30 m. en la base, y está formado de piedras y
arcilla apisonada.

ALUMBRAMIENTO DE AGUAS SUBTERRANEAS


O HIDROPONIA
La escasez de tierras de cultivo fue otro de los factores que impul-
só al hombre andino a buscar en los desiertos lugares donde sem-
brar excavándolos hasta encontrar humedad. Atacama, Tamarugal,
Clemesi, Islay, Nazca, Ica, Lurín, Ancón, son lugares en los que se
han creado verdaderos huertos hundidos de prodigiosa fertilidad.
El sistema empleado fue remover la arena en grandes proporciones
hasta encontrar la capa freática, y luego introducir guano de la
isla o pescado seco hasta formar capas compactas, sobre las que co-
locaban las semillas. Hacia 1865 George E. Squier, señalaba:
“Gran parte de los viñedos en torno de la
ciudad de Ica están plan-
tados en estas antiguas excavaciones indígenas, que sólo son visi-
bles cuando uno se para en sus mismos bordes”. Es decir, un sis-
tema de cultivo en soluciones químicas, si se tiene en cuenta que el.
guano la
de isla contiene nitrógenos, ácido fosfórico y potasa, ele-
mentos esenciales a la vegetación, y que la arena sólo servía de
apoyo a las raíces. Este sistema de cultivo es indiscutiblemente un
antecedente a los huertos hidropónicos que los bonáticos desarro-
llaron en Europa durante la segunda Guerra Mundial.
Valor productivo de las obras: El caso de Pisac
a. Uso de la tierra y conservación de los suelos. Para el sembrío en
las laderas de los cerros se construyeron bancales y patas. Los an-
denes son terrazas, soportadas por muros de sostenimiento que
siguen por lo general una curva de nivel. Su objeto es hacer la-

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dorables las laderas estériles de los cerros, disminuir el talud ver-


tical y evitar la fuerza erosiva de las aguas.
Los muros de contención son generalmente de albañilería seca
o pirca. Construidos los muros las terrazas se nivelaban, en princi-
pio rellenándolas con trozos de roca colocados a granel. Luego se
disponían capas de piedras más pequeñas, canto rodado
Sobre esta capa, se colocaba una capa de arena, para la absorción y
cascajo.
del agua, y finalmente tierra vegetal de la mejor calidad. El espesor
de la capa vegetal variaba entre 60 y 80 cm.
Desde el punto de vista agrícola, los andenes o terrazas reúnen
las condiciones básicas para una buena agricultura. No solamente
son fáciles de cultivar y regar con aguas de lluvia, sino que el dis-
minuir escurrimiento y evaporación permiten una distribución
más uniforme del agua, un aumento de la
infiltración y el aprove-
chamiento inmediato en el andén inferior, de cualquier desborde
del superior.
En los andenes los antiguos peruanos fructificaron diversos cul-
tivos en toda su potencia, defendiéndola de los fenómenos atmos-
féricos con mayor eficacia que en campo llano y proporcionán-
doles la cantidad de agua necesaria a través de canales o acueduc-
tos.'

LA MICROREGION Y EL CONJUNTO
ARQUEOLÓGICO A PISAC
La región de Pisac, provincia de Calca, departamento del Cusco es
parte de la hoya hidrográfica del Amazonas. En su cuenca alta el
valle es estrecho y sigue el curso de un pequeño cañón formado
por los contrafuertes de la Cordillera Oriental pero extendiéndose
notablemente en su parte media cuando forma el Valle de Vilca-
nota. Desde el punto de vista climático, Pisac se caracteriza por un
clima frío y seco, con vientos fuertes de abril a julio y heladas du-
rante las noches.
De modo general en la región pueden señalarse dos épocas bien
marcadas durante el año: una fria y seca, con sol durante el día
y baja temperatura por la noche (abril a setiembre); y otra fría
y húmeda o lluviosa (octubre a marzo). Las heladas de
la estación
seca se aprovechan para hacer chuño, mientras que la regularidad
de la estación lluviosa permite la actividad agrícola particularmen-
te en las partes altas.

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El actual pueblo de Pisac, al igual que el complejo arqueológico


del mismo nombre, se encuentra ubicado en la margen derecha del
Vilcanota, en el sector denominado valle de Yucay. Las ruinas del
asentamiento inca ocupan las faldas y cerro que domina la actual
población, destacándose entre ellas la gigantesca sucesión de ande-
nes que se elevaban hasta la cumbre de la montaña. Estos andenes,
de dimensiones monumentales, con terrazas que varían entre 1.20
m. y 2.00 m. de alto, son los más notables y extensos del sur del
Perú. Una estrecha y larga senda, en gran parte tallada en la roca,
sube por entre los andenes, hasta la planicie, donde se ubican los
edificios prehispánicos.
El conjunto arquitectónico propiamente dicho ocupa una posi-
ción dominante y está constituido por tres grupos. En la parte
más elevada de la colina se encuentra Corihuayrachina, torreón
circular, unido por baluartes de piedra labrada a los otros edificios
del conjunto. Hacia atrás, en una pequeña depresión, a 100 m.
sobre el nivel del río Intihuatana, conjunto arquitectónico de
carácter religioso. Su acceso es difícil por lo abrupto de la
ladera y
la serie de andenes que deben franquearse. Los edificios, constituil-
dos por siete habitaciones rectangulares, ocupan la última plata-
forma, teniendo al centro el Intihuatana, monolito tallado a ma-
nera de reloj solar que le da nombre al conjunto. Hacia la ladera
se encuentra la zona habitacional, constituida por viviendas rec-
tangulares, hechas con sillares, colocados en hiladas horizontales.
La mayor parte de este sector está en ruinas. Sin embargo, se con-
servan y siguen funcionando algunos de los. canales que servían
para usos domésticos y regar los andenes.
El siglo pasado Charles Wiener, señalaba ya la extraordinaria
magnitud de la andenería de Pisac que recortada en escalones de
300 m. de longitud, cubre totalmente los flancos de la colina:
“Nada más difícil que franquear las terrazas, que son de tres O
cuatro metros de altura, y donde los muros que los sostenían es-
tán cubiertos de plantas espinosas. Tuvimos que subir 42 de
estas gradas; la terraza superior está separada de la plataforma por
una pendiente abrupta de.más o menos 300 m. que son pequeñas
interrupciones, tiene una gradiente que varía entre 350 y 450 de
inclinación, es aquí donde la ascensión es horriblemente fati-
cante”.
A la fecha, dentro del conjunto arqueológico de Pisac, es po-
sible reconocer 10 grupos de andenes, siendo los más notables:

78
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Pacchapata, constituido por 40 terrazas, ubicado a 350 m.


de la población actual., Huanuhuanupata, constituido por 10
al N.

terrazas casi paralelas, orientadas al E-W, a unos 500 metros al


NE del pueblo. Huimin, integrado por 26 terrazas de longftud
variable al NE de Pisac. Pacchayoc, al SW de Corihuairachina, y
Pisaqa, constituido por 356 terrazas actualmente en cultivo, que
siguen las curvas de nivel de la ladera que desciende a la quebrada
de Chongoc. Además, el grupo ubicado al SE de Intihuatana, que
mira al riachuelo de Kitamayu. Las 17 terrazas en el sector $.
de Pisac, a 100 m. del primer torreón, y el grupo del NE también
en cultivo, que se extiende desde Antachaca hasta la quebrada de
Chongoc.
Entre los andenes de Huimin y los de Pacchayoc, se encuentra
una escalera de 80 cm. de ancho, tallada en la roca, que es eviden-
temente continuación del camino que asciende hacia Corihuaira-
china. En este sector hacia el O. del conjunto y en la parte media
de los andenes, se encuentran a su vez, dos canales principales de
los que se desprenden otros secundarios que servían tanto para el
riego de los andenes como para el consumo de la población.
Canales.— De modo general, en Pisac, la distribución del agua
se hizo mediante cuatro canales de estructura de captación rúst1-
ca: Cuyochicoc 2, Pisac 1 y Pisac 2, derivados del riachuelo
Chongoc, cuyo origen se encuentra en las descargas de la laguna
Quinsacocha.
De estos el más importante es el Pisac 1, que distribuye sus
aguas al sector de Pisaqa desde la zona alta de Antacocha. Este
canal, en buen estado de conservación, presenta tramos cortados
en la misma roca hechos a base de piedras labradas bien ensambla-
de 125 x 0.65 m. x 1.20 m. de profundidad, la que a su vez
se conecta mediante un canal abierto, de 2 m. de largo, a otra poza
se conecta mediante un canal abierto, de 2 m. de largo, a otra poza
inferior de 2.00 x 1.65 m. y 150 m. de profundidad, a partir de la
cual se distribuye el agua a la población y andenes.
La capacidad máxima de uso de los canales Pisac A y Pisac B
es de 0.48 m*? por segundo, y 0.50 m* por segundo, respectiva-
mente. La longitud del canal Pisac A es de 700 m., con 40 cm.
de ancho y 25 cm. de profundidad. El canal Pisac B tiene una lon-
situd de 800 m., 70 cm. de ancho y 40 cm. de profundidad.
Actualmente, sin embargo, el caudal promedio señalado se incre-

79
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nenta durante los meses de enero a marzo, debido al régimen plu-


nal de la zona, lo cual repercute indudablemente en su conserva-
21Ón.
Los andenes de Pisac, desde el punto de vista estructural están
constituidos por muros de contención de forma trapezoidal,
con la cara externa más inclinada, hechos con rocas sedimentarias
de forma poliédrica. Las terrazas propiamente dichas se han for-
mado mediante el relleno de elementos extraños, dispuestos en
forma de capas horizontales, de 10 cm. de espesor promedio,
aunque su potencia varía ocasionalmente por el agregado de
elementos subangulares. La capa superior, agricola, procede
veneralmente del fondo del valle o de las márgenes del río. En
términos generales el relieve de los andenes es plano y sus pen-
dientes no mayores de 3.50/0. |

En lo referente al suelo agrícola y capacidad productiva, de mo-


do general, en base a un estudio de 10 muestras de suelos, puede
señalarse que los andenes de Pisac son de gran facilidad para el
drenaje y por tanto no presentan problemas de salimidad en
parte alta, lo que no ocurre con terrenos de las partes bajas, par-
la
ticularmente los inmediatos al río donde el drenaje es muy lim1-
tado.
En todos los casos sus suelos son profundos
medad. El color del perfil varía, de arriba hacia abajo, de pardo
y
retentivos de lu-

oscuro a gris oscuro. Su consistencia es pegajosa a ligeramente


pegajosa, con moderada a buena permeabilidad al aire y agua,
como se infiere de abundantes raíces. En general tiene buena are-
nabilidad y no hay peligro de erosión. La pedregosidad superficial
que se observa en muchos casos se debe a la presencia de graves y
piedras al pie de los muros.
Si bien los andenes no presentan mayor grado de salinidad, su
fertilidad está en relación directa al contenido orgánico que
retuvieron variando actualmente de baja a buena. lgualmente la
capacidad de sembrío es inherente al mejoramiento y unifor-
midad de la reacción del suelo que al presente, es de un 200/o,
así como el contenido de ph que es de 6.50/o0 a 5.50/0. Final-
mente, en Pisac el nitrógeno es de rango medio de 1.9 a 5.60/0.
mientras que <! fósforo es bajo en las terrazas inferiores, de la l a
6 partes por millón, y medio a alto en las superiores de 7 a 17
partes por millón. El potasio es bajo a medio, ae 52 a 156 mm.
Con los datos disponibles a la fecha, una evaluación de la ca-

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Allpanchis, núm. 15 (1980), pp. 69-81

pacidad productiva y rendimiento económico de los andenes de


Pisac durante el último período prehispánico, indica que un mayor
rendimiento al actual promedio, tuvo que estar condicionado
necesariamente a la aplicación de ciertos fertilizantes nitrogenados,
fosfatados y potásicos, de acuerdo al
tipo de cultivo. Actualmente
en Pisac el rendimiento promedio de sus andenes cultivados es de
4.5 por 1, promedio que fácilmente puede alcanzar el 9.1 al 1,
sin perjuicio del tipo de cultivo. |

En este aspecto el riego como medio de lograr un mejor aprove-


chamiento de la capacidad productora del agua es factor decisivo
en la obtención de un determinado peso de un producto agrícola.
En el caso de Pisac, y sus dos cultivos predominantes de períodos
vegetativos intensivos: papa y maíz, se ha establecido que la de-
manda mensual de agua varía entre 7.17 y 8.41 mm. para
y entre 7.24 y 7.77 para la papa, en períodos de 8 y 7 meses res-
maíz el
pectivamente. Esto lleva a suponer que durante la época prehis-
pánica, los andenes de Pisac, en el caso del maíz, por ejemplo
—cultivo que aprovecha al mínimo la capacidad productora del
agua— en las condiciones óptimas de riego tuvieron un rendimien-
to promedio de 2000 a 2645 Kg. por hectárea y que el
riego al que
deben aunarse otros factores como rotación de cultivo, apoque,
distanciamiento apropiado de las plantas, abonamiento, permitie-
ron una productividad agrícola superior a la actual.
En suma, puede concluirse que la agricultura prehispánica pese
a lo poco elaborada de su tecnología, alcanzó a superar en más de
un 100/o la superficie cultivada de los andes centrales. El antiguo
peruano ideó y construyó ingeniosos métodos de cultivo y obras
hidráulicas y domesticó más de 30 variedades
que fueron objeto de cultivo intensivo.
de
plantas silvestres,

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