U9 S 10 Barroco
U9 S 10 Barroco
U9 S 10 Barroco
Como estilo artístico, el Barroco surgió a principios del siglo XVII (según otros
autores a finales del XVI) en Italia —período también conocido en este país como
Seicento—, desde donde se extendió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho
tiempo (siglos XVIII y XIX) el término «barroco» tuvo un sentido peyorativo, con el
significado de recargado, engañoso, caprichoso, hasta que fue posteriormente
revalorizado a finales del siglo XIX porJacob Burckhardt y, en el XX, por Benedetto
Croce y Eugeni d'Ors. Algunos historiadores dividen el Barroco en tres períodos: Las meninas (1656), de Diego Velázquez, Museo del
«primitivo» (1580-1630), «maduro» o «pleno» (1630-1680) y «tardío» (1680- Prado, Madrid.
1750).2
Aunque se suele entender como un período artístico específico, estéticamente el término «barroco» también indica cualquier estilo artístico contrapuesto al
clasicismo, concepto introducido por Heinrich Wölfflin en 1915. Así pues, el término «barroco» se puede emplear tanto como sustantivo como adjetivo.
Según este planteamiento, cualquier estilo artístico atraviesa por tres fases: arcaica, clásica y barroca. Ejemplos de fases barrocas serían el arte helenístico,
el arte gótico, el romanticismo o el modernismo.2
El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo clasicista pero adoptando formas más dinámicas y efectistas y un
gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusionesópticas y los golpes de efecto. Se observa una preponderancia de la representación realista: en una
época de penuria económica, el hombre se enfrenta de forma más cruda a la realidad. Por otro lado, a menudo esta cruda realidad se somete a la
mentalidad de una época turbada y desengañada, lo que se manifiesta en una cierta distorsión de las formas, en efectos forzados y violentos, fuertes
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contrastes de luces y sombras y cierta tendencia al desequilibrio y la exageración.
Índice
Aspectos generales
Barroco: un concepto polisémico
Contexto histórico y cultural
El estilo barroco
Arquitectura
Italia
Francia
España
Otros países europeos
Arquitectura colonial
Jardinería
Escultura
Pintura
Italia
Francia
España
Flandes y Holanda
Otros países
América
Artes gráficas y decorativas
Literatura
España
Teatro
El espacio escénico
El espectáculo teatral
Italia
Francia
Inglaterra
Alemania
España
Hispanoamérica
Música
Período temprano (1600-1650)
Período intermedio (1650-1700)
Período tardío (1700-1750)
Danza
Véase también
Referencias
Notas aclaratorias
Notas al pie
Bibliografía
Enlaces externos
Aspectos generales
El término «barroco» fue usado a partir del siglo XVIII con un sentido despectivo,
Laocoonte y sus hijos, de Agesandro, Atenodoro y
para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, a diferencia de la Polidoro de Rodas (siglo II a. C.), Museo Pío-
racionalidad más clara y sobria de la Ilustración. En ese tiempo, barroco era Clementino , Vaticano. Para numerosos críticos e
sinónimo de otros adjetivos como «absurdo» o «grotesco».1 Los pensadores historiadores del arte lo «barroco» es una fase
ilustrados vieron en las realizaciones artísticas del siglo anterior una manipulación recurrente de todos los estilos artísticos, que sucede a
de los preceptos clasicistas, tan cercanos a su concepto racionalista de la realidad, la fase clásica. Así, el arte helenístico —al que
pertenece el Laocoonte— sería la «fase barroca» del
por lo que sus críticas al arte seiscentista convirtieron el término «barroco» en un
arte griego.
concepto peyorativo: en suDictionnaire d'Architecture (1792), Antoine Chrysostome
Quatremère de Quincy define lo barroco como «un matiz de lo extravagante. Es, si se quiere, su refinamiento o si se pudiese decir, su abuso. Lo que la
severidad es a la sabiduría del gusto, el barroco lo es a lo extraño, es decir, que es su superlativo. La idea de barroco entraña la del ridículo llevado al
exceso».4
Sin embargo, la historiografía del arte tendió posteriormente a revalorizar el concepto de lo barroco y a valorarlo por sus cualidades intrínsecas, al tiempo
que empezó a tratar el Barroco como un período específico de la historia de la cultura occidental. El primero en rechazar la acepción negativa del Barroco
fue Jacob Burckhardt (Cicerone, 1855), afirmando que «la arquitectura barroca habla el mismo lenguaje del Renacimiento, pero en un dialecto
degenerado». Si bien no era una afirmación elogiosa, abrió el camino a estudios más objetivos, como los elaborados por Cornelius Gurlitt (Geschichte des
Barockstils in Italien, 1887), August Schmarsow (Barock und Rokoko, 1897), Alois Riegl (Die Entstehung der Barockkunst in Rom, 1908) y Wilhelm
Pinder (Deutscher Barock, 1912), que culminaron en la obra de Heinrich Wölfflin (Renaissance und Barock, 1888; Kunstgeschichtliche Grundbegriffe,
1915), el primero que otorgó al Barroco una autonomía estilística propia y diferenciada, señalando sus propiedades y rasgos estilísticos de una forma
revalorizada. Posteriormente, Benedetto Croce (Saggi sulla letteratura italiana del Seicento, 1911) efectuó un estudio historicista del Barroco,
enmarcándolo en su contexto socio-histórico y cultural, y procurando no emitir ninguna clase de juicios de valor. Sin embargo, en Storia dell'età barocca
in Italia (1929) volvió a otorgar un carácter negativo al Barroco, al que calificó de «decadente», justo en una época en que surgieron numerosos tratados
que reivindicaban la valía artística del período, como Der Barock als Kunst der Gegenreformation (1921), de Werner Weisbach, Österreichische
Barockarchitektur (1930) de Hans Sedlmayr o Art religieux après le Concile de Trente (1932), de Émile Mâle.5
Posteriores estudios han dejado definitivamente asentado el concepto actual de Barroco, con pequeñas salvedades, como la diferenciación efectuada por
algunos historiadores entre «barroco» y «barroquismo», siendo el primero la fase clásica, pura y primigenia, del arte del siglo XVII, y el segundo una fase
amanerada, recargada y exagerada, que confluiríacon el Rococó —en la misma medida que elmanierismo sería la fase amanerada del Renacimiento—. En
ese sentido, Wilhelm Pinder (Das Problem der Generation in der Kunstgeschichte, 1926) sostiene que estos estilos «generacionales» se suceden sobre la
base de la formulación y posterior deformación de unos determinados ideales culturales: así como el manierismo jugó con las formas clásicas de un
Renacimiento de corte humanista y clasicista, el barroquismo supone la reformulación en clave formalista del sustrato ideológico barroco, basado
6
principalmente en el absolutismo y el contrarreformismo.
Por otro lado, frente al Barroco como un determinado período de la historia de la cultura, a principios del siglo XX surgió una segunda acepción, la de «lo
nota 1 Ya Nietzsche aseveró que «el estilo barroco surge cada vez que muere
barroco» como una fase presente en la evolución de todos los estilos artísticos.
un gran arte».7 El primero en otorgar un sentido estético transhistórico al Barroco fue Heinrich Wölfflin (Kunstgeschichtliche Grundbegriffe, 1915), quien
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estableció un principio general de alternancia entre clasicismo y barroco, que rige la evolución de los estilos artísticos.
Recogió el testigo Eugenio d'Ors (Lo barroco, 1936), que lo definió como un «eón»,nota 2 una forma transhistórica del arte («lo barroco» frente a «el
barroco» como período), una modalidad recurrente a todo lo largo de la historia del arte como oposición a lo clásico.nota 3 Si el clasicismo es un arte
racional, masculino, apolíneo, lo barroco es irracional, femenino, dionisíaco. Para d'Ors, «ambas aspiraciones [clasicismo y barroquismo] se
complementan. Tiene lugar un estilo de economía y razón, y otro musical y abundante. Uno se siente atraído por las formas estables y pesadas, y el otro
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por las redondeadas y ascendentes. De uno a otro no hay ni decadencia ni degeneración. Se trata de dos formas de sensibilidad eternas».
Por otro lado, el poder hegemónico en Europa basculó de la España imperial a la Francia absolutista, que tras la Paz de Westfalia (1648) y la Paz de los
Pirineos (1659) se consolidó como el más poderoso estado del continente, prácticamente indiscutido hasta la ascensión de
Inglaterra en el siglo XVIII. Así,
la Francia de los Luises y laRoma papal fueron los principales núcleos de la cultura barroca, como centros de poder político y religioso —respectivamente
— y centros difusores del absolutismo y el contrarreformismo. España, aunque en decadencia política y económica, tuvo sin embargo un esplendoroso
período cultural —el llamado Siglo de Oro— que, aunque marcado por su aspecto religioso de incontrovertible proselitismo contrarreformista, tuvo un
acentuado componente popular, y llevó tanto a la literatura como a las artes plásticas a cotas de elevada calidad. En el resto de países donde llegó la cultura
barroca (Inglaterra, Alemania, Países Bajos), su implantación fue irregular y con distintos sellos peculiarizados por sus distintivas características
nacionales.12
El Barroco se forjó en Italia, principalmente en la sede pontificia, Roma, donde el arte fue utilizado como medio propagandístico para la difusión de la
doctrina contrarreformista.nota 6 La Reforma protestante sumió a la Iglesia Católica en una profunda crisis durante la primera mitad del siglo XVI, que
evidenció tanto la corrupción en numerosos estratos eclesiásticos como la necesidad de una renovación del mensaje y la obra católica, así como de un
mayor acercamiento a los fieles. El
Concilio de Trento (1545-1563) se
celebró para contrarrestar el avance
del protestantismo y consolidar el
culto católico en los países donde
aún prevalecía, sentando las bases
del dogma católico (sacerdocio
sacramental, celibato, culto a la
Virgen y los santos, uso litúrgico
del latín) y creando nuevos
instrumentos de comunicación y
expansión de la fe católica,
Sesión del Concilio de Trento, anónimo veneciano,
poniendo especial énfasis en la
Museo del Louvre.
educación, la predicación y la
difusión del mensaje católico, que
adquirió un fuerte sello propagandístico —para lo que se creó la Congregación para la Propagación de la Vieja espulgando a un niño(1670-
Fe—. Este ideario se plasmó en la recién fundada Compañía de Jesús, que mediante la predicación y la 1675), de Bartolomé Esteban Murillo,
enseñanza tuvo una notable y rápida difusión por todo el mundo, frenando el avance del protestantismo y Pinacoteca Antigua de Múnich. La
recuperando numerosos territorios para la fe católica (Austria, Baviera, Suiza, Flandes, Polonia). Otro grave crisis económica a todo lo
largo del siglo XVII afectó
efecto de la Contrarreforma fue la consolidación de la figura del papa, cuyo poder salió reforzado, y que
especialmente a las clases más
se tradujo en un ambicioso programa de ampliación y renovación urbanística de Roma, especialmente de
bajas.
sus iglesias, con especial énfasis en la Basílica de San Pedro y sus aledaños. La Iglesia fue el mayor
comitente artístico de la época, y utilizó el arte como caballo de batalla de la propaganda religiosa, al ser
un medio de carácter popular fácilmente accesible e inteligible. El arte fue utilizado como un vehículo de expresión ad maiorem Dei et Ecclesiae gloriam,
y papas como Sixto V, Clemente VIII, Paulo V, Gregorio XV, Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII se convirtieron en grandes mecenas y
propiciaron grandes mejoras y construcciones en la ciudad eterna, ya calificada entonces como Roma triumphans, caput mundi («Roma triunfante, cabeza
del mundo»).13
Culturalmente, el Barroco fue una época de grandes adelantos científicos: William Harvey comprobó la circulación de la sangre; Galileo Galilei
perfeccionó el telescopio y afianzó la teoría heliocéntrica establecida el siglo anterior por Copérnico y Kepler; Isaac Newton formuló la teoría de la
gravitación universal; Evangelista Torricelli inventó el barómetro. Francis Bacon estableció con su Novum Organum el método experimental como base de
la investigación científica, poniendo las bases del empirismo. Por su parte, René Descartes llevó a la filosofía hacia el racionalismo, con su famoso
«pienso, luego existo».14
Debido a las nuevas teorías heliocéntricas y la consecuente pérdida del sentimiento antropocéntrico
propio del hombre renacentista, el hombre del Barroco perdió la fe en el orden y la razón, en la armonía y
la proporción; la naturaleza, no reglamentada ni ordenada, sino libre y voluble, misteriosa e inabarcable,
pasó a ser una fuente directa de inspiración más conveniente a la mentalidad barroca. Perdiendo la fe en la
verdad, todo pasa a ser aparente e ilusorio (Calderón: La vida es sueño); ya no hay nada revelado, por lo
que todo debe investigarse y experimentarse. Descartes convirtió la duda en el punto de partida de su
sistema filosófico: «considerando que todos los pensamientos que nos vienen estando despiertos pueden
también ocurrírsenos durante el sueño, sin que ninguno entonces sea verdadero, resolví fingir que todas
las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu, no eran más verdaderas que las ilusiones de
mis sueños» (Discurso del método, 1637).15 Así, mientras la ciencia se circunscribía a la búsqueda de la
verdad, el arte se encaminaba a la expresión de lo imaginario, del ansia de infinito que anhelaba el
hombre barroco. De ahí el gusto por los efectos ópticos y los juegos ilusorios, por las construcciones
efímeras y el valor de lo transitorio; o el gusto por lo sugestivo y seductor en poesía, por lo maravilloso,
sensual y evocador, por los efectos lingüísticos y sintácticos, por la fuerza de la imagen y el poder de la
retórica, revitalizados por la reivindicación de autores comoAristóteles o Cicerón.16
Discurso del método (1637), de
La cultura barroca era, en definición de José Antonio Maravall, «dirigida» —enfocada en la René Descartes.
comunicación—, «masiva» —de carácter popular— y «conservadora» —para mantener el orden
establecido—. Cualquier medio de expresión artístico debía ser principalmente didáctico y seductor, debía
llegar fácilmente al público y debía entusiasmarle, hacerle comulgar con el mensaje que transmitía, un mensaje puesto al servicio de las instancias del
poder —político o religioso—, que era el que sufragaba los costes de producción de las obras artísticas, ya que Iglesia y aristocracia —también
incipientemente la burguesía— eran los principales comitentes de artistas y escritores. Si la Iglesia quería transmitir su mensaje contrarreformista, las
monarquías absolutas vieron en el arte una forma de magnificar su imagen y mostrar su poder, a través de obras monumentales y pomposas que
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transmitían una imagen de grandeza y ayudaban a consolidar el poder centralista del monarca, reafirmando su autoridad.
Por ello y pese a la crisis económica, el arte floreció gracias sobre todo al mecenazgo eclesiástico y aristocrático. Las cortes de los estados monárquicos —
especialmente los absolutistas— favorecieron el arte como una forma de plasmar la magnificencia de sus reinos, un instrumento propagandístico que daba
fe de la grandiosidad del monarca (un ejemplo paradigmático es la construcción de Versalles por Luis XIV). El auge del coleccionismo, que conllevaba la
circulación de artistas y obras de arte por todo el continente europeo, condujo al alza del mercado artístico. Algunos de los principales coleccionistas de
arte de la época fueron monarcas, como el emperador Rodolfo II, Carlos I de Inglaterra, Felipe IV de España o la reina Cristina de Suecia. Floreció
notablemente el mercado artístico, centrado principalmente en el ámbito holandés (Amberes y Ámsterdam) y alemán (Núremberg y Augsburgo). También
proliferaron las academias de arte —siguiendo la estela de las surgidas en Italia en el siglo XVI—, como instituciones encargadas de preservar el arte
como fenómeno cultural, de reglamentar su estudio y su conservación, y de promocionarlo mediante exposiciones y concursos; las principales academias
surgidas en el siglo XVII fueron laAcadémie Royale d'Art, fundada en París en 1648, y la Akademie der Künste de Berlín (1696)18
El estilo barroco
El Barroco fue un estilo heredero del escepticismo manierista, que se vio reflejado
en un sentimiento de fatalidad y dramatismo entre los autores de la época. El arte se
volvió más artificial, más recargado, decorativo, ornamentado. Destacó el uso
ilusionista de los efectos ópticos; la belleza buscó nuevas vías de expresión y cobró
relevancia lo asombroso y los efectos sorprendentes. Surgieron nuevos conceptos
estéticos como los de «ingenio», «perspicacia» o «agudeza». En la conducta
personal se destacaba sobre todo el aspecto exterior, de forma que reflejara una
actitud altiva, elegante, refinada y exagerada que cobró el nombre depréciosité.19
El arte barroco se expresó estilísticamente en dos vías: por un lado, hay un énfasis en la realidad, el aspecto mundano de la vida, la cotidianeidad y el
carácter efímero de la vida, que se materializó en una cierta «vulgarización» del fenómeno religioso en los países católicos, así como en un mayor gusto
por las cualidades sensibles del mundo circundante en los protestantes; por otro lado, se manifiesta una visión grandilocuente y exaltada de los conceptos
nacionales y religiosos como una expresión del poder, que se traduce en el gusto por lo monumental, lo fastuoso y recargado, el carácter magnificente
otorgado a la realeza y la Iglesia, a menudo con un fuerte sello propagandístico.21
El Barroco fue una cultura de la imagen, donde todas las artes confluyeron para crear una obra de arte total, con una estética teatral, escenográfica, una
mise en scène que pone de manifiesto el esplendor del poder dominante (Iglesia o Estado), con ciertos toques naturalistas pero en un conjunto que expresa
dinamismo y vitalidad. La interacción de todas las artes expresa la utilización del lenguaje visual como un medio de comunicación de masas, plasmado en
22
una concepción dinámica de la naturaleza y el espacio envolvente.
Una de las principales características del arte barroco es su carácter ilusorio y artificioso: «el ingenio y el diseño son el arte mágico a través del cual se
llega a engañar a la vista hasta asombrar» (Gian Lorenzo Bernini). Se valoraba especialmente lo visual y efímero, por lo que cobraron auge el teatro y los
diversos géneros de artes escénicas y espectáculos: danza, pantomima, drama musical (oratorio y melodrama), espectáculos de marionetas, acrobáticos,
circenses, etc. Existía el sentimiento de que el mundo es un teatro (theatrum mundi) y la vida una función teatral: «todo el mundo es un escenario, y todos
23
( omo gustéis, William Shakespeare, 1599).23 De igual manera se
los hombres y mujeres meros actores» C
tendía a teatralizar las demás artes, especialmente la arquitectura. Es un arte que se basa en la inversión de
la realidad: en la «simulación», en convertir lo falso en verdadero, y en la «disimulación», pasar lo
verdadero por falso. No se muestran las cosas como son, sino como se querría que fuesen, especialmente
en el mundo católico, donde la Contrarreforma tuvo un éxito exiguo, ya que media Europa se pasó al
protestantismo. En literatura se manifestó dando rienda suelta al artificio retórico, como un medio de
expresión propagandístico en que la suntuosidad del lenguaje pretendía reflejar la realidad de forma
edulcorada, recurriendo a figuras retóricas como la metáfora, la paradoja, la hipérbole, la antítesis, el
hipérbaton, la elipsis, etc. Esta transposición de la realidad, que se ve distorsionada y magnificada,
alterada en sus proporciones y sometida al criterio subjetivo de la ficción, pasó igualmente al terreno de la
pintura, donde se abusa del escorzo y la perspectiva ilusionista en aras de efectos mayores, llamativos y
sorprendentes.24
Durante el Barroco, el carácter ornamental, artificioso y recargado del arte de este tiempo traslucía un sentido vital transitorio, relacionado con el memento
mori, el valor efímero de las riquezas frente a la inevitabilidad de la muerte, en paralelo al género pictórico de las vanitas. Este sentimiento llevó a valorar
de forma vitalista la fugacidad del instante, a disfrutar de los leves momentos de esparcimiento que otorga la vida, o de las celebraciones y actos solemnes.
Así, los nacimientos, bodas, defunciones, actos religiosos, o las coronaciones reales y demás actos lúdicos o ceremoniales, se revestían de una pompa y
una artificiosidad de carácter escenográfico, donde se elaboraban grandes montajes que aglutinaban arquitectura y decorados para proporcionar una
magnificencia elocuente a cualquier celebración, que se convertía en un espectáculo de carácter casi catártico, donde cobraba especial relevancia el
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elemento ilusorio, la atenuación de la frontera entre realidad y fantasía.
Cabe destacar que el Barroco es un concepto heterogéneo que no presentó una unidad estilística ni geográfica ni cronológicamente, sino que en su seno se
encuentran diversas tendencias estilísticas, principalmente en el terreno de la pintura. Las principales serían: naturalismo, estilo basado en la observación
de la naturaleza pero sometida a ciertas directrices establecidas por el artista, basadas en criterios morales y estéticos o, simplemente, derivados de la libre
interpretación del artista a la hora de concebir su obra; realismo, tendencia surgida de la estricta imitación de la naturaleza, ni interpretada ni edulcorada,
sino representada minuciosamente hasta en sus más pequeños detalles; clasicismo, corriente centrada en la idealización y perfección de la naturaleza,
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evocadora de elevados sentimientos y profundas reflexiones, con la aspiración de reflejar la belleza en toda su plenitud.
Estilos
Naturalismo: La vocación de San Realismo: Lección de anatomía del Clasicismo: Et in Arcadia ego (1638),
Mateo (1601), de Caravaggio, Iglesia Dr. Nicolaes Tulp (1632), de de Nicolas Poussin, Museo del Louvre,
de San Luis de los Franceses (Roma). Rembrandt, Mauritshuis, La Haya. París.
Por último, cabe señalar que en el Barroco surgieron o se desarrollaron nuevos géneros pictóricos. Si hasta entonces había preponderado en el arte la
representación de temas históricos, mitológicos o religiosos, los profundos cambios sociales vividos en el siglo XVII propiciaron el interés por nuevos
temas, especialmente en los países protestantes, cuya severa moralidad impedía la representación de imágenes religiosas por considerarlas idolatría. Por
otro lado, el auge de la burguesía, que para remarcar su estatus invirtió de forma decidida en el arte, trajo consigo la representación de nuevos temas
alejados de las grandilocuentes escenas preferidas por la aristocracia. Entre los géneros desarrollados profusamente en el Barroco destacan: la pintura de
género, que toma sus modelos de la realidad circundante, de la vida diaria, de temas campesinos o urbanos, de pobres y mendigos, comerciantes y
artesanos, o de fiestas y ambientes folklóricos; el paisaje, que eleva a categoría independiente la representación de la naturaleza, que hasta entonces solo
servía de telón de fondo de las escenas con personajes históricos o religiosos; el retrato, que centra su representación en la figura humana, generalmente
con un componente realista aunque a veces no exento de idealización; el bodegón o naturaleza muerta, que consiste en la representación de objetos
inanimados, ya sean piezas de ajuar doméstico, flores, frutas u otros alimentos, muebles, instrumentos musicales, etc.; y la vanitas, un tipo de bodegón que
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alude a lo efímero de la existencia humana, simbolizado generalmente por la presencia de calaveras o esqueletos, o bien velas o relojes de arena.
Géneros
Pintura de género: Vieja friendo Paisaje: Puerto con el embarque de la Retrato: Sir Endymion Porter y Anton
huevos (1618), de Diego Velázquez, Reina de Saba (1648), de Claude van Dyck (1635), de Anton van Dyck,
National Gallery of Scotland, Lorrain, National Gallery de Londres. Museo del Prado, Madrid.
Edimburgo.
Arquitectura
La arquitectura barroca asumió unas formas más dinámicas, con una exuberante decoración y un sentido
escenográfico de las formas y los volúmenes. Cobró relevancia la modulación del espacio, con
preferencia por las curvascóncavas y convexas, poniendo especial atención en los juegos ópticos trompe-
(
l'œil) y el punto de vista del espectador. También cobró una gran importancia el urbanismo, debido a los
monumentales programas desarrollados por reyes y papas, con un concepto integrador de la arquitectura y
el paisaje que buscaba la recreación de un continuum espacial, de la expansión de las formas hacia el
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infinito, como expresión de unos elevados ideales, sean políticos o religiosos.
Italia
Al igual que en la época anterior, el motor del nuevo estilo volvió a ser Italia, gracias principalmente a la
comitencia de la Iglesia y a los grandes programas arquitectónicos y urbanísticos desarrollados por la sede
pontificia, deseosa de mostrar al mundo su victoria contra la Reforma. La principal modalidad
constructiva de la arquitectura barroca italiana fue la iglesia, que se convirtió en el máximo exponente de Fachada de San Carlo alle Quattro
Fontane (1634-1640), de Francesco
la propaganda contrarreformista.30 Las iglesias barrocas italianas se caracterizan por la abundancia de
Borromini, Roma.
formas dinámicas, con predominio de las curvas cóncavas y convexas, con fachadas ricamente decoradas
y repletas de esculturas, así como gran número de columnas, que a menudo se desprenden del muro, y con
interiores donde predominan igualmente la forma curva y una profusa decoración. Entre sus diversas planimetrías destacó —especialmente entre finales
del siglo XVI y principios del XVII— el diseño en dos cuerpos, con dos frontones concéntricos (curvo el exterior y triangular el interior), siguiendo el
modelo de la fachada de laIglesia del Gesù de Giacomo della Porta (1572).31
Uno de sus primeros representantes fueCarlo Maderno,31 autor de la fachada de San Pedro del Vaticano (1607-1612) —al que además modificó la planta,
pasando de la de cruz griega proyectada por Bramante a una de cruz latina—, y la Iglesia de Santa Susana (1597-1603). Pero uno de los mayores
impulsores del nuevo estilo fue el arquitecto y escultor Gian Lorenzo Bernini, el principal artífice de la Roma monumental que conocemos hoy día:32 33
baldaquino de San Pedro (1624-1633) —donde aparece la columna salomónica, posteriormente uno de los signos distintivos del Barroco—, columnata de
la Plaza de San Pedro (1656-1667), San Andrés del Quirinal (1658-1670), Palacio Chigi-Odescalchi (1664-1667). El otro gran nombre de la época es
Francesco Borromini, arquitecto de gran inventiva que subvirtió todas las normas de la arquitectura clásica —a las que pese a todo aún se aferraba Bernini
—, a través del uso de superficies alabeadas, bóvedas nervadas y arcos mixtilíneos, creando una arquitectura de carácter casi escultórico.34 Fue autor de
las iglesias de San Carlo alle Quattre Fontane (1634-1640), Sant'Ivo alla Sapienza (1642-1650) y Sant'Agnese in Agone (1653-1661). El tercer arquitecto
de renombre activo en Roma fue Pietro da Cortona, que también era pintor, circunstancia quizá por la cual creó volúmenes de gran plasticidad, con
grandes contrastes de luz y sombra (Santa Maria della Pace, 1656-1657; Santi Luca e Martina, 1635-1650). Fuera de Roma cabe destacar la figura de
Baldassare Longhena en Venecia, autor de la Iglesia de Santa Maria della Salute (1631-1650); y Guarino Guarini y Filippo Juvara en Turín, autor de la
Capilla del Santo Sudario(1667-1690) el primero, y de laBasílica de Superga (1717-1731) el segundo.35
Francia
En Francia, bajo los reinados de Luis XIII y Luis XIV, se iniciaron una serie de
construcciones de gran fastuosidad, que pretendían mostrar la grandeza del monarca
y el carácter sublime y divino de la monarquía absolutista. Aunque en la arquitectura
francesa se percibe cierta influencia de la italiana, esta fue reinterpretada de una
forma más sobria y equilibrada, más fiel al clasicismo renacentista, por lo que el arte
francés de la época se suele denominar comoclasicismo francés.36
Palacio de Versalles, de Louis Le Vau y Jules Hardouin-
Las primeras realizaciones de relevancia corrieron a cargo de Jacques Lemercier Mansart (1669-1685).
(Iglesia de la Sorbona, 1635) y François Mansart (Palacio de Maisons-Lafitte, 1624-
1626; Iglesia de Val-de-Grâce, 1645-1667). Posteriormente, los grandes programas
áulicos se centraron en la nueva fachada del Palacio del Louvre, de Louis Le Vau y Claude Perrault (1667-1670) y, especialmente, en el Palacio de
Versalles, de Le Vau y Jules Hardouin-Mansart (1669-1685). De este último arquitecto conviene también destacar la Iglesia de San Luis de los Inválidos
(1678-1691), así como el trazado de laPlaza Vendôme de París (1685-1708).37
España
En España, la arquitectura de la primera mitad del siglo XVII acusó la herencia herreriana, con una
austeridad y simplicidad geométrica de influencia escurialense. Lo barroco se fue introduciendo
paulatinamente sobre todo en la recargada decoración interior de iglesias y palacios, donde los retablos
fueron evolucionando hacia cotas de cada vez más elevada magnificencia. En este período fue Juan
Gómez de Mora la figura más destacada,38 siendo autor de la Clerecía de Salamanca (1617), el
Ayuntamiento (1644-1702) y la Plaza Mayor de Madrid (1617-1619). Otros autores de la época fueron:
Alonso Carbonel, autor del Palacio del Buen Retiro (1630-1640); Pedro Sánchez y Francisco Bautista,
autores de la Colegiata de San Isidrode Madrid (1620-1664).39
Hacia mediados de siglo fueron ganando terreno las formas más ricas y los volúmenes más libres y Plaza Mayor de Salamanca(1728-
dinámicos, con decoraciones naturalistas (guirnaldas, cartelas vegetales) o de formas abstractas (molduras 1735), de Alberto Churriguera.
y baquetones recortados, generalmente de forma mixtilínea). En esta época conviene recordar los nombres
de Pedro de la Torre, José de Villarreal, José del Olmo, Sebastián Herrera Barnuevo y, especialmente,
Alonso Cano, autor de la fachada de laCatedral de Granada (1667).40
Entre finales de siglo y comienzos del XVIII se dio el estilochurrigueresco (por los hermanos Churriguera), caracterizado por su exuberante decorativismo
y el uso de columnas salomónicas: José Benito Churriguera fue autor del Retablo Mayor de San Esteban de Salamanca (1692) y la fachada del palacio-
iglesia de Nuevo Baztán en Madrid (1709-1722); Alberto Churriguera proyectó la Plaza Mayor de Salamanca (1728-1735); y Joaquín Churriguera fue
autor del Colegio de Calatrava (1717) y el claustro de San Bartolomé (1715) en Salamanca, de influencia plateresca. Otras figuras de la época fueron:
Teodoro Ardemans, autor de la fachada del Ayuntamiento de Madridy el primer proyecto para elPalacio Real de La Granja de San Ildefonso (1718-1726);
Pedro de Ribera, autor del Puente de Toledo (1718-1732), el Cuartel del Conde-Duque (1717) y la fachada de la Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat
de Madrid (1720); Narciso Tomé, autor del Transparente de la Catedral de Toledo (1721-1734); el alemán Konrad Rudolf, autor de la fachada de la
Catedral de Valencia (1703); Jaime Bort, artífice de la fachada de la Catedral de Murcia (1736-1753); Vicente Acero, que proyectó la Catedral de Cádiz
(1722-1762); y Fernando de Casas Novoa, autor de la fachada del Obradoiro de laCatedral de Santiago de Compostela(1739-1750).41
En Inglaterra pervivió durante buena parte del siglo XVII un clasicismo renacentista de influencia palladiana, cuyo máximo representante fue Inigo Jones.
Posteriormente se fueron introduciendo las nuevas formas del continente, aunque reinterpretadas nuevamente con un sentido de mesura y contención
pervivientes de la tradición palladiana. En ese sentido la obra maestra del período fue la catedral de San Pablo de Londres (1675-1711), de Christopher
Wren. Otras obras de relevancia serían el castillo de Howard (1699-1712) y el palacio de Blenheim (1705-1725), ambos de John Vanbrugh y Nicholas
Hawksmoor.43
En Flandes, las formas barrocas, presentes en un desbordado decorativismo, convivieron con antiguas estructuras góticas, órdenes clásicos y decoración
manierista: cabe destacar las iglesias de Saint-Loup de Namur (1621), Sint-Michiel de Lovaina (1650-1666), Saint-Jean-Baptiste de Bruselas (1657-1677)
y Sint-Pieter de Malinas (1670-1709). En los Países Bajos, el calvinismo determinó una arquitectura más simple y austera, de líneas clásicas, con
preponderancia de la arquitectura civil: Bolsa de Ámsterdam (1608), de Hendrik de Keyser; Palacio Mauritshuis de La Haya (1633-1644), de Jacob van
Campen; Ayuntamiento de Ámsterdam (1648, actualPalacio Real), de Jacob van Campen.44
En los países nórdicos, el protestantismo propició igualmente una arquitectura sobria y de corte clásico, con modelos importados de otros países, y
características propias tan solo perceptibles en la utilización de diversos materiales, como los muros combinados de ladrillo y piedra de cantería, o los
techos de cobre. En Dinamarca destacan el edificio de la Bolsa de Copenhague (1619-1674), de Hans van Steenwinkel el Joven; y la iglesia de Federico V
(1754-1894), de Nicolai Eigtved. En Suecia cabe destacar el palacio de Drottningholm (1662-1685) y la iglesia de Riddarholm (1671), de Nicodemus
Tessin el Viejo, y el palacio Real de Estocolmo(1697-1728), de Nicodemus Tessin el Joven.45
En Portugal, hasta mediados de siglo —con la independencia de España— no se inició una actividad constructora de envergadura, favorecida por el
descubrimiento de minas de oro y diamantes en Minas Gerais (Brasil), que llevó al rey Juan V a querer emular las cortes de Versalles y el Vaticano. Entre
las principales construcciones destacan: el monasterio de Zafra (1717-1740), de Johann Friedrich Ludwig; el palacio Real de Queluz (1747), de Mateus
Vicente; y el Santuario de Bom Jesus do Monte, en Braga (1784-1811), de Manuel Pinto Vilalobos.46
En Europa oriental, Praga (Chequia) fue una de las ciudades con un mayor programa constructivo, favorecido por la aristocracia checa: Palacio Czernin
(1668-1677), de Francesco Caratti; Palacio Arzobispal (1675-1679), de Jean-Baptiste Mathey; Iglesia de San Nicolás (1703-1717), de Christoph
Dientzenhofer; Santuario de la Virgen de Loreto (1721), de Christoph y Kilian Ignaz Dietzenhofer. En Polonia destacan la Catedral de San Juan Bautista
de Breslavia (1716-1724), de Fischer von Erlach; elPalacio Krasiński (1677-1682), de Tylman van Gameren; y el Palacio de Wilanów (1692), de Agostino
Locci y Andreas Schlüter.47 En Rusia, donde el zar Pedro I el Grande llevó a cabo un proceso de occidentalización del estado, se recibió la influencia del
barroco noreuropeo, cuyo principal exponente fue la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo (1703-1733), obra del arquitecto italiano
Domenico Trezzini.48 Más tarde, Francesco Bartolomeo Rastrelli fue el exponente de un barroco tardío de infuencia francoitaliana, que ya apuntaba al
Rococó: Palacio de Peterhof, llamado «el Versalles ruso» (1714-1764, iniciado por Le Blond); Palacio de Invierno en San Petersburgo (1754-1762); y
Palacio de Catalina en Tsárskoye Seló (1752-1756).49 En Ucrania, el Barroco se distingue del occidental por medio de una ornamentación más moderada
y unas formas más simples:Monasterio de las Cuevas de Kiev, Monasterio de San Miguel de Vydubichi en Kiev. En el Imperio Otomano el arte occidental
influyó durante el siglo XVIII a las tradicionales formas islámicas, como se denota en la Mezquita de los Tulipanes (1760-1763), obra de Mehmet Tahir
Ağa. Otro exponente fue la Mezquita Nuruosmaniye(1748-1755), obra del arquitecto griego Simon el Rum y patrocinada por el sultán Mahmud I, el cual
50
mandó traer planos de iglesias europeas para su construcción.
Arquitectura colonial
La arquitectura barroca colonial se caracteriza por una profusa decoración (Portada de La Profesa, México; fachadas revestidas de azulejos del estilo de
Puebla, como en San Francisco Acatepec en San Andrés Cholula y San Francisco de Puebla), que resultará exacerbada en el llamado «ultrabarroco»
(Fachada del Sagrario de la Catedral de México, de Lorenzo Rodríguez; Iglesia de Tepotzotlán; Templo de Santa Prisca de Taxco). En Perú, las
construcciones desarrolladas en Lima y Cuzco desde 1650 muestran unas características originales que se adelantan incluso al Barroco europeo, como en
el uso de muros almohadillados y de columnas salomónicasIglesia
( de la Compañía, Cuzco; San Francisco, Lima).51 En otros países destacan: la Catedral
Metropolitana de Sucre en Bolivia; el Santuario del Señor de Esquipulas en Guatemala; la Catedral de Tegucigalpa en Honduras; la Catedral de León en
Nicaragua; la Iglesia de la Compañíaen Quito, Ecuador; la Iglesia de San Ignacioen Bogotá, Colombia; la Catedral de Caracas en Venezuela; la Audiencia
de Buenos Aires en Argentina; la Iglesia de Santo Domingo en Santiago de Chile; y la Catedral de La
Habana en Cuba. También conviene recordar la calidad de las iglesias de las misiones jesuitas en
Paraguay y de las misiones franciscanas enCalifornia.52
En Brasil, al igual que en la metrópoli, Portugal, la arquitectura tiene una cierta influencia italiana,
generalmente de tipo borrominesco, como se percibe en las iglesias de San Pedro dos Clérigos en Recife
(1728) y Nuestra Señora de la Gloria en Outeiro (1733). En la región de Minas Gerais destacó la labor de
Aleijadinho, autor de un conjunto de iglesias que destacan por su planimetría curva, fachadas con efectos
dinámicos cóncavo-convexos y un tratamiento plástico de todos los elementos arquitectónicos (São
Francisco de Assis enOuro Preto, 1765-1775).53
En las colonias portuguesas de la India (Goa, Damao y Diu) floreció un estilo arquitectónico de formas
barrocas mezcladas con elementos hindúes, como la Catedral de Goa (1562-1619) y la Basílica del Buen
Jesús de Goa (1594-1605), que alberga la tumba de San Francisco Javier. El conjunto de iglesias y
conventos de Goa fue declarado Patrimonio de la Humanidaden 1986.54
En Filipinas destacan las iglesias barrocas de Filipinas (designadas como Patrimonio de la Humanidad en Iglesia de la Compañía (Quito).
1993), con un estilo que es una reinterpretación de la arquitectura barroca europea por los chinos y los
artesanos filipinos: Iglesia de San Agustín (Manila), Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Santa
María, Ilocos Sur), Iglesia de San Agustín (Paoay, Ilocos Norte) e Iglesia de Santo Tomás de Villanueva (Ming-ao, Iloílo).55
Jardinería
Durante el Barroco la jardinería estuvo muy vinculada a la arquitectura, con diseños racionales donde cobró preferencia el gusto por la forma geométrica.
Su paradigma fue el jardín francés, caracterizado por mayores zonas de césped y un nuevo detalle ornamental, el parterre, como en los Jardines de
Versalles, diseñados por André Le Nôtre. El gusto barroco por la teatralidad y la artificiosidad conllevó la construcción de diversos elementos accesorios al
jardín, como islas y grutas artificiales, teatros al aire libre, ménageries de animales exóticos, pérgolas, arcos triunfales, etc. Surgió la orangerie, una
construcción de grandes ventanales destinada a proteger en invierno naranjos y otras plantas de origen meridional. El modelo de Versalles fue copiado por
las grandes cortes monárquicas europeas, con exponentes como los jardines de Schönbrunn (Viena), Charlottenburg (Berlín), La Granja (Segovia) y
Petrodvorets (San Petersburgo).56
Escultura
La escultura barroca adquirió el mismo carácter dinámico, sinuoso, expresivo, ornamental, que la
arquitectura —con la que llegará a una perfecta simbiosis sobre todo en edificios religiosos—, destacando
el movimiento y la expresión, partiendo de una base naturalista pero deformada a capricho del artista. La
evolución de la escultura no fue uniforme en todos los países, ya que en ámbitos como España y
Alemania, donde el arte gótico había tenido mucho asentamiento —especialmente en la imaginería
religiosa—, aún pervivían ciertas formas estilísticas de la tradición local, mientras que en países donde el
Renacimiento había supuesto la implantación de las formas clásicas (Italia y Francia) la perduración de
estas es más acentuada. Por temática, junto a la religiosa tuvo bastante importancia la mitológica, sobre
todo en palacios, fuentes y jardines.57
En Italia destacó nuevamente Gian Lorenzo Bernini, escultor de formación aunque trabajase como
arquitecto por encargo de varios papas. Influido por la escultura helenística —que en Roma podía estudiar
a la perfección gracias a las colecciones arqueológicas papales—, logró una gran maestría en la expresión
del movimiento, en la fijación de la acción parada en el tiempo. Fue autor de obras tan relevantes como
Eneas, Anquises y Ascanio huyendo de Troya (1618-1619), El rapto de Proserpina (1621-1622), Apolo y
Dafne (1622-1625), David lanzando su honda (1623-1624), el Sepulcro de Urbano VIII (1628-1647), Éxtasis de Santa Teresa (1647-
Éxtasis de Santa Teresa (1644-1652), la Fuente de los Cuatro Ríos en Piazza Navona (1648-1651) y 1651), de Gian Lorenzo Bernini,
iglesia de Santa María de la Victoria,
Muerte de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674).58 Otros escultores de la época fueron: Stefano
Roma.
Maderno, a caballo entre el Manierismo y el Barroco (Santa Cecilia, 1600); François Duquesnoy,
flamenco de nacimiento pero activo en Roma (San Andrés, 1629-1633); Alessandro Algardi, formado en
la escuela boloñesa, de corte clásico (Decapitación de San Pablo, 1641-1647; El papa San León deteniendo a Atila, 1646-1653); y Ercole Ferrata,
discípulo de Bernini (La muerte en la hoguera de Santa Inés, 1660).59
En Francia la escultura fue heredera del clasicismo renacentista, con preeminencia del aspecto decorativo y cortesano, y de la temática mitológica. Jacques
Sarrazin se formó en Roma, donde estudió la escultura clásica y la obra de Miguel Ángel, cuya influencia se trasluce en sus Cariátides del Pavillon de
l'Horloge del Louvre (1636).François Girardon trabajó en la decoración de Versalles, y es recordado por su Mausoleo del Cardenal Richelieu (1675-1694)
y por el grupo de Apolo y las Ninfas de Versalles (1666-1675), inspirado en el Apolo de Belvedere de Leócares (circa 330 a. C.-300 a. C.). Antoine
Coysevox también participó en el proyecto versallesco, y entre su producción destaca la Glorificación de Luis XIV en el Salón de la Guerra de Versalles
(1678) y el Mausoleo de Mazarino (1689-1693). Pierre Puget fue el más original de los escultores franceses de la época, aunque no trabajó en París, y su
Milón de Crotona (1671-1682), inspirada en elLaocoonte.60
gusto por el dramatismo y el movimiento violento le alejaron del clasicismo de su entorno:
En Alemania meridional y Austria la escultura tuvo un gran auge en el siglo XVII gracias al impulso contrarreformista, tras la anterior iconoclasia
protestante. En un principio las obras más relevantes fueron encargadas a artistas holandeses, como Adriaen de Vries (Aflicción de Cristo, 1607). Como
nombres alemanes cabe destacar a:Hans Krumper (Patrona Bavariae, 1615); Hans Reichle, discípulo de Giambologna (coro y grupo de La Crucifixión de
la Catedral de San Ulrico y Santa Afra de Augsburgo, 1605); Georg Petel (Ecce Homo, 1630); Justus Glesker (Grupo de la Crucifixión, 1648-1649); y el
también arquitecto Andreas Schlüter, que recibe la influencia berniniana (Estatua ecuestre del Gran Elector Federico Guillermo I de Brandemburgo,
1689-1703). En Inglaterra se combinó la influencia italiana, presente especialmente en el dinámico dramatismo de los monumentos funerarios, y la
francesa, cuyo clasicismo es más apropiado para las estatuas y los retratos. El escultor inglés más importante de la época fue Nicholas Stone, formado en
sir William Curle (1617).62
Holanda, autor de monumentos funerarios como el de Lady Elisabeth Carey (1617-1618) o el de
En los Países Bajos la escultura barroca se limitó a un único nombre de fama internacional, el también arquitecto Hendrik de Keyser, formado en el
manierismo italiano (Monumento funerario de Guillermo ,I 1614-1622). En Flandes en cambio sí surgieron numerosos escultores, muchos de los cuales se
instalaron en el país vecino, comoArtus Quellinus, autor de la decoración escultórica del Ayuntamiento de Ámsterdam. Otros escultores flamencos fueron:
Lukas Fayd'herbe (Tumba del arzobispo André Cruesen, 1666); Rombout Verhulst (Tumba de Johan Polyander van Kerchoven, 1663); y Hendrik Frans
, 1695-1699).63
Verbruggen (Púlpito de la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas
En América destacó la obra escultórica desarrollada en Lima, con autores como el catalán Pedro de Noguera, inicialmente de estilo manierista, que
evolucionó hacia el Barroco en obras como la sillería de laCatedral de Lima; el vallisoletano Gomes Hernández Galván, autor de las Tablas de la Catedral;
Juan Bautista Vásquez, autor de una escultura de la Virgen conocida como La Rectora, actualmente en el Instituto Riva-Agüero; y Diego Rodrigues, autor
de la imagen de la Virgen de Copacabana en el Santuario homónimo del Distrito del Rímac de Lima. En México destacó el zamorano Jerónimo de Balbás,
autor del Retablo de los Reyes de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. En Ecuador destacó la escuela quiteña, representada por Bernardo de
Legarda y Manuel Chili (apodado Caspicara).52 En Brasil destacó nuevamente la figura del Aleijadinho, que se encargó de la decoración escultórica de
sus proyectos arquitectónicos, como la iglesia de São Francisco de Assis en Ouro Preto, donde realizó las esculturas de la fachada, el púlpito y el altar; o el
Santuario del Buen Jesús de Congonhas, donde destacan las figuras de los doce profetas.64
Apolo y Dafne (1622- San Andrés (1629- Milón de Crotona (1671- San Juan Cristo con la cruz
1625), de Gian 1633), de François 1682), de Pierre Puget, Bautista (1623), (1757-1765), de
Lorenzo Bernini, Duquesnoy, San Pedro Museo del Louvre, de Juan de Aleijadinho,
Galería Borghese, del Vaticano. París. Mesa, Museo de Santuario del Buen
Roma. Bellas Artes de Jesús de Congonhas.
Sevilla.
Pintura
La pintura barroca tuvo un marcado acento diferenciador geográfico, ya que su desarrollo se produjo por
países, en diversas escuelas nacionales cada una con un sello distintivo. Sin embargo, se percibe una
influencia común proveniente nuevamente de Italia, donde surgieron dos tendencias contrapuestas: el
naturalismo (también llamado caravagismo), basado en la imitación de la realidad natural, con cierto
gusto por el claroscuro —el llamado tenebrismo—; y el clasicismo, que es igual de realista pero con un
concepto de la realidad más intelectual e idealizado. Posteriormente, en el llamado «pleno barroco»
(segunda mitad del siglo XVII), la pintura evolucionó a un estilo más decorativo, con predominio de la
pintura mural y cierta predilección por los efectos ópticos (trompe-l'oeil) y las escenografías lujosas y
exuberantes.65
Italia
Como hemos visto, en un primer lugar surgieron dos tendencias contrapuestas, naturalismo y clasicismo.
La primera tuvo su máximo exponente en Caravaggio, un artista original y de vida azarosa que, pese a su
prematura muerte, dejó numerosas obras maestras en las que se sintetizan la descripción minuciosa de la
realidad y el tratamiento casi vulgar de los personajes con una visión no exenta de reflexión intelectual. San Juan Bautista (1602), de
Igualmente fue introductor del tenebrismo, donde los personajes destacan sobre un fondo oscuro, con una Caravaggio, Museos Capitolinos,
Roma.
iluminación artificial y dirigida, de efecto teatral, que hace resaltar los objetos y los gestos y actitudes de
los personajes. Entre las obras de Caravaggio destacan: Crucifixión de San Pedro (1601), La vocación de
San Mateo (1602), Entierro de Cristo (1604), etc. Otros artistas naturalistas fueron: Bartolomeo Manfredi, Carlo Saraceni, Giovanni Battista Caracciolo y
Orazio y Artemisia Gentileschi. También cabe mencionar, en relación con este estilo, un género de pinturas conocido como «bambochadas» (por el pintor
holandés establecido en RomaPieter van Laer, apodado il Bamboccio), que se centra en la representación de personajes vulgares como mendigos, gitanos,
borrachos o vagabundos.66
La segunda tendencia fue el clasicismo, que surgió en Bolonia, en torno a la denominadaescuela boloñesa, iniciada por los hermanos Annibale y Agostino
Carracci. Esta tendencia suponía una reacción contra el manierismo, buscando una representación idealizada de la naturaleza, representándola no como es,
sino como debería ser. Perseguía como único objetivo la belleza ideal, para lo que se inspiraron en al arte clásico grecorromano y el arte renacentista. Este
ideal encontró un tema idóneo de representación en el paisaje, así como en temas históricos y mitológicos. Los hermanos Carracci trabajaron juntos en un
principio (frescos del Palazzo Fava de Bolonia), hasta que Annibale fue llamado a Roma para decorar la bóveda del Palazzo Farnese (1597-1604), que por
su calidad ha sido comparada con la Capilla Sixtina. Otros miembros de la escuela fueron: Guido Reni (Hipómenes y Atalanta, 1625), Domenichino (La
caza de Diana, 1617), Francesco Albani (Los Cuatro Elementos, 1627), Guercino (La Aurora, 1621-1623) y Giovanni Lanfranco (Asunción de la Virgen,
1625-1627).67
Por último, en el «pleno barroco» culminó el proceso iniciado en la arquitectura y la escultura, tendentes a la monumentalidad y el decorativismo, a la
figuración recargada y ampulosa, con gusto por el horror vacui y los efectos ilusionistas. Uno de sus grandes maestros fue el también arquitecto Pietro da
Cortona, influido por la pintura veneciana y flamenca, autor de la decoración de los palacios Barberini y Pamphili en Roma y Pitti en Florencia. Otros
artistas fueron: il Baciccia, autor de los frescos de la Iglesia del Gesù (1672-1683); Andrea Pozzo, que decoró la bóveda de la Iglesia de San Ignacio de
Roma (1691-1694); y el napolitano Luca Giordano, artífice de la decoración del Palazzo Medici-Riccardi de Florencia (1690), y que también trabajó en
España, donde es conocido como Lucas Jordán.68
Crucifixión de San Pedro Domine, Quo Vadis? El arcángel Miguel La gloria de San La creación del Hombre
(1601), de Caravaggio, (1602), de Annibale (1636), de Guido Ignacio (1685- (1684-1686), de Luca
Santa María del Popolo, Carracci, National Reni, Santa Maria 1694), de Andrea Giordano, Palacio
Roma. Gallery de Londres. della Concezione dei Pozzo, Iglesia de Medici Riccardi,
Cappuccini, Roma. San Ignacio (Roma). Florencia.
Francia
En Francia también se dieron las dos corrientes surgidas en Italia, el naturalismo y el clasicismo, aunque
el primero no tuvo excesivo predicamento, debido al gusto clasicista del arte francés desde el
Renacimiento, y se dio principalmente en provincias y en círculos burgueses y eclesiásticos, mientras que
el segundo fue adoptado como «arte oficial» por la monarquía y la aristocracia, que le dieron unas señas
de identidad propias con la acuñación del término clasicismo francés. El principal pintor naturalista fue
Georges de La Tour, en cuya obra se distinguen dos fases, una centrada en la representación de tipos
populares y escenas jocosas, y otra donde predomina la temática religiosa, con un radical tenebrismo
donde las figuras se vislumbran con tenues luces de velas o lámparas de bujía: Magdalena penitente
(1638-1643), San Sebastián cuidado por Santa Irene (1640). También se engloban en esta corriente los
hermanos Le Nain (Antoine, Louis y Mathieu), centrados en la temática campesina pero alejados del
tenebrismo, y con cierta influencia bambochante.69
La pintura clasicista se centra en dos grandes pintores que desarrollaron la mayor parte de su carrera en
Roma: Nicolas Poussin y Claude Lorrain. El primero recibió la influencia de la pintura rafaelesca y de la
escuela boloñesa, y creó un tipo de representación de escenas —de temática generalmente mitológica—
Magdalena penitente (c. 1640), de
donde evoca el esplendoroso pasado de la antigüedad grecorromana como un paraíso idealizado de Georges de La Tour, Museo de Arte
perfección, una edad dorada de la humanidad, en obras como: El triunfo de Flora (1629) y Los pastores del Condado de Los Ángeles. Se
de la Arcadia (1640). Por su parte, Lorrain reflejó en su obra un nuevo concepto en la elaboración del trata de una vanitas, donde la vela
paisaje basándose en referentes clásicos —el denominado «paisaje ideal»—, que evidencia una que arde simboliza el paso del
tiempo y cómo la vida se va
concepción ideal de la naturaleza y del hombre. En sus obras destaca la utilización de la luz, a la que
consumiendo lenta pero
otorga una importancia primordial a la hora de concebir el cuadro: Paisaje con el embarque en Ostia de
inexorablemente.
Santa Paula Romana (1639), Puerto con el embarque de la Reina de Saba(1648).70
En el pleno barroco la pintura se enmarcó más en el círculo áulico, donde se encaminó principalmente
hacia el retrato, con artistas como Philippe de Champaigne (Retrato del cardenal Richelieu, 1635-1640), Hyacinthe Rigaud (Retrato de Luis XIV, 1701) y
Nicolas de Largillière (Retrato de Voltaire joven, 1718). Otra vertiente fue la de la pintura académica, que buscaba sentar las bases del oficio pictórico
sobre la base de unos ideales clasicistas que, a la lar
ga, acabaron constriñéndolo en unas rígidas fórmulas repetitivas. Algunos de sus representantes fueron:
Simon Vouet (Presentación de Jesús en el templo, 1641), Charles Le Brun (Entrada de Alejandro Magno en Babilonia, 1664), Pierre Mignard (Perseo y
, 1681) y Charles de la Fosse (Rapto de Proserpina, 1673).71
Andrómeda, 1679), Antoine Coypel (Luis XIV descansando después de la Paz de Nimega
España
En España, pese a la decadencia económica y política, la pintura alcanzó cotas de gran calidad, por lo que se suele hablar, en paralelo a la literatura, de un
«Siglo de Oro» de la pintura española. La mayor parte de la producción fue de temática religiosa, practicándose en menor medida la pintura de género, el
retrato y el bodegón —especialmente vanitas—. Se percibe la influencia italiana y flamenca, que llega sobre todo a través de estampas: la primera se
produce en la primera mitad del siglo XVII, con predominio del naturalismo
tenebrista; y la segunda en el siguiente medio siglo y principios del XVIII, de
procedencia rubeniana.72
Diego Velázquez fue sin duda el artista de mayor genio de la época en España, y de los de más renombre a nivel internacional. Se formó en Sevilla, en el
taller del que sería su suegro, Francisco Pacheco, y sus primeras obras de enmarcan en el estilo naturalista de moda en la época. En 1623 se estableció en
Madrid, donde se convirtió en pintor de cámara de Felipe IV, y su estilo fue evolucionando gracias al contacto con Rubens (al que conoció en 1628) y al
estudio de la escuela veneciana y el clasicismo boloñés, que conoció en un viaje a Italia en 1629-1631. Entonces abandonó el tenebrismo y se aventuró en
un profundo estudio de la iluminación pictórica, de los efectos de luz tanto en los objetos como en el medio ambiente, con los que alcanza cotas de gran
realismo en la representación de sus escenas, que sin embargo no está exento de un aire de idealización clásica, que muestra un claro trasfondo intelectual
que para el artista era una reivindicación del oficio de pintor como actividad creativa y elevada. Entre sus obras destacan: El aguador de Sevilla (1620),
Los borrachos (1628-1629), La fragua de Vulcano (1630), La rendición de Breda (1635), Cristo crucificado (1639), Venus del espejo (1647-1651), Retrato
de Inocencio X (1649), Las meninas (1656) y Las hilanderas (1657).74
En la segunda mitad de siglo los principales focos artísticos fueron Madrid y Sevilla. En la capital, el naturalismo fue sustituido por el colorido flamenco y
el decorativismo del pleno barroco italiano, con artistas como: Antonio de Pereda (El sueño del caballero, 1650); Juan Ricci (Inmaculada Concepción,
1670); Francisco de Herrera el Mozo(Apoteosis de San Hermenegildo, 1654); Juan Carreño de Miranda(Fundación de la Orden Trinitaria, 1666); Juan de
Arellano (Florero, 1660); José Antolínez (El tránsito de la Magdalena, 1670); Claudio Coello (Carlos II adorando la Sagrada Forma, 1685); y Antonio
Palomino (decoración del Sagrario de la Cartuja de Granada, 1712). En Sevilla destacó la obra de Bartolomé Esteban Murillo, centrado en la
representación sobre todo de Inmaculadas y Niños Jesús —aunque también realizó retratos, paisajes y escenas de género—, con un tono delicado y
sentimentalista, pero de gran maestría técnica y virtuosismo cromático: Adoración de los pastores (1650); Inmaculada Concepción (1678). Junto a él
destacó Juan de Valdés Leal, antítesis de la belleza murillesca, con su predilección por las vanitas y un estilo dinámico y violento, que desprecia el dibujo
y se centra en el color, en la materia pictórica: lienzos de las Postrimerías delHospital de la Caridad de Sevilla(1672).75
El martirio de San Felipe Fray Gonzalo de Cristo crucificado Apoteosis de San Inmaculada
(1639), de José de Ribera, Illescas (1639), de (1632), de Diego Hermenegildo Concepción (1678),
Museo del Prado, Madrid. Francisco de Velázquez, Museo (1654), de Francisco de Bartolomé
Zurbarán, del Prado, Madrid. Herrera el Mozo, Esteban Murillo,
Monasterio de Museo del Prado, Museo del Prado,
Guadalupe. Madrid. Madrid.
Flandes y Holanda
La separación política y religiosa de dos zonas que hasta el siglo anterior habían tenido una cultura
prácticamente idéntica pone de manifiesto las tensiones sociales que se vivieron en el siglo XVII:
Flandes, que seguía bajo el dominio español, era católica y aristocrática, con predominio en el arte de la
temática religiosa, mientras que los recién independizados Países Bajos fueron protestantes y burgueses,
76
con un arte laico y más realista, con gusto por el retrato, el paisaje y el bodegón.
En Flandes la figura capital fue Peter Paul Rubens, formado en Italia, donde recibió la influencia de
Miguel Ángel y de las escuelas veneciana y boloñesa. En su taller de Amberes empleó a gran cantidad de
colaboradores y discípulos, por lo que su producción pictórica destaca tanto por su cantidad como por su
calidad, con un estilo dinámico, vital y colorista, donde destaca la rotundidad anatómica, con varones
musculosos y mujeres sensuales y carnosas:El desembarco de María de Médicis en el puerto de Marsella
(1622-1625), Minerva protege a Pax de Marte (1629), Las tres Gracias (1636-1639), Rapto de las hijas
de Leucipo (1636), Juicio de Paris (1639), etc. Discípulos suyos fueron: Anton van Dyck, gran retratista,
de estilo refinado y elegante (Sir Endymion Porter y Anton van Dyck, 1635); Jacob Jordaens,
especializado en escenas de género, con gusto por los temas populares (El rey bebe, 1659); y Frans Las tres Gracias (1636-1639), de
Peter Paul Rubens, Museo del
Snyders, centrado en el bodegón (Bodegón con aves y caza, 1614).77
Prado.
En Holanda destacó especialmente Rembrandt, artista original de fuerte sello personal, con un estilo
cercano al tenebrismo pero más difuminado, sin los marcados contrastes entre luz y sombra propios de los
caravaggistas, sino una penumbra más sutil y difusa. Cultivó todo tipo de géneros, desde el religioso y mitológico hasta el paisaje y el bodegón, así como
el retrato, donde destacan sus autorretratos, que practicó a lo largo de toda su vida. Entre sus obras destacan: Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp
(1632), La ronda de noche (1642), El buey desollado (1655), y Los síndicos de los pañeros (1662). Otro nombre relevante es Frans Hals, magnífico
retratista, con una pincelada libre y enérgica que antecede al impresionismo (Banquete de los arcabuceros de San Jorge de Haarlem, 1627). El tercer
nombre de gran relevancia es Jan Vermeer, especializado en paisajes y escenas de género, a los que otorgó un gran sentido poético, casi melancólico,
donde destaca especialmente el uso de la luz y los colores claros, con una técnica casi puntillista: Vista de Delft (1650), La lechera (1660), La carta
(1662). El resto de artistas holandeses se especializaron por lo general en géneros: de interior y temas populares y domésticos (Pieter de Hooch, Jan Steen,
Gabriel Metsu, Gerard Dou); paisaje (Jan van Goyen, Jacob van Ruysdael, Meindert Hobbema, Aelbert Cuyp); y bodegón (Willem Heda, Pieter Claesz,
Jan Davidsz de Heem).78
Rapto de las hijas de Carlos I de Inglaterra El buey desollado El alegre bebedor La joven de la perla
Leucipo (1616), de Peter (1635), de Anton van (1655), de (1628), de Frans Hals, (1665), de Jan
Paul Rubens, Alte Dyck, Museo del Rembrandt, Museo Rijksmuseum, Vermeer,
Pinakothek, Múnich. Louvre, París. del Louvre, París. Ámsterdam. Mauritshuis, La
Haya.
Otros países
En Alemania hubo escasa producción pictórica, debido a la Guerra de los Treinta Años, por lo que
muchos artistas alemanes tuvieron que trabajar en el extranjero, como es el caso de Adam Elsheimer, un
notable paisajista adscrito al naturalismo que trabajó en Roma (La huida a Egipto, 1609). También en
Roma se afincó Joachim von Sandrart, pintor y escritor que recopiló diversas biografías de artistas de la
época (Teutschen Academie der Edlen Bau-, Bild- und Mahlerey-Künsten, 1675). Igualmente, Johann Liss
estuvo peregrinando entre Francia, Países Bajos e Italia, por lo que su obra es muy variada tanto
estilísticamente como de géneros (La inspiración de San Jerónimo, 1627). Johann Heinrich Schönfeld
pasó buena parte de su carrera en Nápoles, elaborando una obra de estilo clasicista e influencia
poussiniana (Desfile triunfal de David, 1640-1642). En la propia Alemania, se desarrolló notablemente el
bodegón, con artistas como Georg Flegel, Georg Hinz y Sebastian Stoskopff. En Austria destacó Johann
Michael Rottmayr, autor de los frescos de la Iglesia colegial de Melk (1716-1722) y la Iglesia de San
Carlos Borromeo de Viena (1726). En Inglaterra, la escasa tradición pictórica autóctona hizo que la
mayoría de encargos —generalmente retratos— fuese confiada a artistas extranjeros, como el flamenco
Anton van Dyck (Retrato de Carlos I de Inglaterra, 1638), o el alemán Peter Lely (Louise de Kéroualle,
Merienda con huevos fritos, de
1671).79 Georg Flegel, Galería Municipal de
Aschaffenburg.
América
Las primeras influencias fueron del tenebrismo sevillano, principalmente de Zurbarán —algunas de cuyas obras aún se conservan en México y Perú—,
como se puede apreciar en la obra de los mexicanos José Juárez y Sebastián López de Arteaga, y del boliviano Melchor Pérez de Holguín. La Escuela
cuzqueña de pintura surgió a raíz de la llegada del pintor italiano Bernardo Bitti en 1583, que introdujo el manierismo en América. Destacó la obra de Luis
de Riaño, discípulo del italiano Angelino Medoro, autor de los murales del templo de Andahuaylillas. También destacaron los pintores indios Diego
Quispe Tito y Basilio Santa Cruz Puma Callao, así como Marcos Zapata, autor de los cincuenta lienzos de gran tamaño que cubren los arcos altos de la
Catedral de Cuzco. En Ecuador se formó laescuela quiteña, representada principalmente porMiguel de Santiago y Nicolás Javier de Goríbar.52
En el siglo XVIII los retablos escultóricos empezaron a ser sustituidos por cuadros, desarrollándose notablemente la pintura barroca en América.
Igualmente, creció la demanda de obras de tipo civil, principalmente retratos de las clases aristocráticas y de la jerarquía eclesiástica. La principal
influencia fue la murillesca, y en algún caso —como en Cristóbal de Villalpando— la de Valdés Leal. La pintura de esta época tiene un tono más
sentimental, con formas más dulces y blandas. Destacan Gregorio Vázquez de Arce en Colombia, y Juan Rodríguez Juárez y Miguel Cabrera en
México.80
Rembrandt, que alcanzó cotas de gran maestría no solo en el dibujo sino también en
la creación de contrastes entre luces y sombras. Sus grabados fueron muy cotizados,
como se puede comprobar con su aguafuerteCristo curando a un enfermo(1648-1650), que se vendió por cienflorines, una cifra récord en la época.81
Las artes decorativas y aplicadas también tuvieron una gran expansión en el siglo
XVII, debido principalmente al carácter decorativo y ornamental del arte barroco, y
al concepto de «obra de arte total» que se aplicaba a las grandes realizaciones
arquitectónicas, donde la decoración de interiores tenía un papel protagonista, como
medio de plasmar la magnificencia de la monarquía o el esplendor de la Iglesia
contrarreformista. En Francia, el lujoso proyecto del Palacio de Versalles conllevó la
creación de la Manufacture Royale des Gobelins —dirigida por el pintor del rey,
Charles Le Brun—, donde se manufacturaban todo tipo de objetos de decoración,
principalmente mobiliario, tapicería y orfebrería. La confección de tapices tuvo un
significativo incremento en su producción, y se encaminó a la imitación de la
La batalla de Zama (1688–1690), tapiz gobelino pintura, con la colaboración en numerosos casos de pintores de renombre que
diseñado por Giulio Romano, Museo del Louvre, París. elaboraban cartones para tapices, comoSimon Vouet, el propio Le Brun o Rubens en
Flandes —país que también fue un gran centro productor de tapicería, que exportaba
a todo el continente, como los magníficos tapices de Triunfos del Santo Sacramento,
confeccionados para lasDescalzas Reales de Madrid—.84
La orfebrería también alcanzó niveles de elevada producción, especialmente en plata y piedras preciosas. En Italia surgió una nueva técnica para revestir
telas y objetos como altares o tableros de mesa con piedras semipreciosas como el
ónice, la ágata, la cornalina o el lapislázuli. En Francia, como el resto de
manufacturas fue objeto de protección real, y fue tal la profusión de objetos de plata que en 1672 se promulgó una ley que limitaba la producción de
objetos de este metal. Lacerámica y el vidrio continuaron generalmente con las mismas técnicas de elaboración que en el período renacentista, destacando
la cerámica blanca y azul de Delft (Holanda) y el vidrio pulido y tallado de Bohemia.85 El vidriero de Murano Nicola Mazzolà fue artífice de un tipo de
vidrio que imitaba la porcelana china. También continuó la elaboración de vidrieras para iglesias, como las de la iglesia parisina de Saint-Eustache (1631),
diseñadas por Philippe de Champaigne.86
Uno de los sectores que cobró más relevancia fue la ebanistería, caracterizada por las superficies
onduladas (cóncavas y convexas), con volutas y diversos motivos como cartelas y conchas. En Italia
destacaron: el armario toscano de dos cuerpos, con balaustradas de bronce y decoración de taracea de
piedras duras; el escritorio ligur de dos cuerpos, con figuras talladas y superpuestas (bambochos); y el
sillón entallado veneciano (tronetto), de exuberante decoración. En España surgió el bargueño, cofre
rectangular con asas, con numerosos cajones y compartimentos. El mobiliario español continuó con la
decoración de estilo mudéjar, mientras que el Barroco se denotaba en las formas curvas y el uso de
columnas salomónicas en las camas. Aun así, predominó la austeridad de signo contrarreformista, como
se denota en el sillón llamadofrailero (o misional en Hispanoamérica). La edad de oro de la ebanistería se
Cómoda Mazarino, de André-Charles
produjo en la Francia de los Luises, donde se alcanzaron altos niveles de calidad y refinamiento, sobre
Boulle, Palacio de Vaux-le-Vicomte.
todo gracias a la obra de André-Charles Boulle, creador de una nueva técnica de aplicación de metales
(cobre, estaño) sobre materiales orgánicos (carey, madreperla, marfil) o viceversa. Entre las obras de
Boulle destacan las dos cómodas del Trianón, en Versalles, y el reloj de péndulo con el Carro de Apolo en Fontainebleau.87
Literatura
La literatura barroca, como el resto de las artes, se desarrolló bajo preceptos políticos absolutistas y religiosos
contrarreformistas, y se caracterizó principalmente por el escepticismo y el pesimismo, con una visión de la vida
planteada como lucha, sueño o mentira, donde todo es fugaz y perecedero, y donde la actitud frente a la vida es la
duda o el desengaño, y la prudencia como norma de conducta.88 Su estilo era suntuoso y recargado, con un
lenguaje muy adjetivado, alegórico y metafórico, y un empleo frecuente de figuras retóricas. Los principales
géneros que se cultivaron fueron la novela utópica y la poesía bucólica, que junto al teatro —que por su
importancia se trata en otroapartado—, fueron los principales vehículos de expresión de la literatura barroca. Como
ocurrió igualmente con el resto de las artes, la literatura barroca no fue homogénea en todo el continente, sino que
se formaron diversas escuelas nacionales, cada una con sus peculiaridades, hecho que fomentó el auge de las
lenguas vernáculas y el progresivo abandono dellatín.89
En Italia, la literatura se forjó sobre los cimientos de la dicotomía realismo-idealismo renacentista, así como el
predominio nuevamente de la religión sobre el humanismo. Su principal sello lingüístico fue el uso y abuso de la
metáfora, que lo impregna todo, con un gusto estético un tanto retorcido, con preferencia por lo deforme sobre lo
bello.90 La principal corriente fue elmarinismo —por Giambattista Marino—, un estilo ampuloso y exagerado que Página inicial de Soledades
pretende sorprender por el virtuosismo del lenguaje, sin prestar especial atención al contenido. Para Marino, «el fin (l. I, pág. 193) en el
Manuscrito Chacón, de Luis
del poeta es el asombro»: su principal obra, Adonis (1623), destaca por su musicalidad y por la abundancia de
de Góngora.
imágenes, con un estilo elocuente y, pese a todo, sencillo de leer. Otros poetas marinistas fueron: Giovanni
Francesco Busenello, Emanuele Tesauro, Cesare Rinaldi, Giulio Strozzi, etc.91
En Francia surgió el preciosismo, una corriente similar al marinismo que otorga especial relevancia a la riqueza del lenguaje, con un estilo elegante y
amanerado. Estuvo representado por Isaac de Benserade y Vincent Voiture en poesía, y Honoré d'Urfé y Madeleine de Scudéry en prosa. Más adelante
surgió el clasicismo, que propugnaba un estilo simple y austero, sujeto a cánones clásicos —como las tres unidades aristotélicas—, con una rígida
reglamentación métrica. Su iniciador fue François de Malherbe, cuya poesía racional y excesivamente rígida le restaba cualquier atisbo de emocionalidad,
al que siguieron: Jean de La Fontaine, un impecable fabulista, de intención didáctica y moralizadora; y Nicolas Boileau-Despréaux, poeta elegante pero
falto de creatividad, por su insistencia en someter la imaginación al imperio de la norma y la reglamentación. Otros géneros cultivados fueron: el burlesco
(Paul Scarron), la elocuencia (Jacques-Bénigne Bossuet), la novela psicológica (Madame de La Fayette), la novela didáctica (François Fénelon), la prosa
satírica (Jean de La Bruyère, François de la Rochefoucauld), la literatura epistolar (Jean-Louis Guez de Balzac, la Marquesa de Sévigné), la religiosa
(Blaise Pascal), la novela fantástica (Cyrano de Bergerac) y el cuento de hadas (Charles Perrault).92
En Inglaterra surgió el eufuismo —por Eufues o la Anatomía del Ingenio, de John Lyly (1575)—, una corriente
similar al marinismo o el preciosismo, que presta más atención a los efectos lingüísticos (antítesis, paralelismos)
que al contenido, y que mezcla elementos de la cultura popular con la mitología clásica. Este estilo fue practicado
por Robert Greene, Thomas Lodge y Barnabe Rich. Posteriormente surgió una serie de poetas llamados
«metafísicos», cuyo principal representante fue John Donne, que renovó la lírica con un estilo directo y coloquial,
alejado de fantasías y virtuosismos lingüísticos, con gran realismo y trasfondo conceptual (Sonetos sagrados,
1618). Otros poetas metafísicos fueron: George Herbert, Richard Crashaw, Andrew Marvell y Henry Vaughan.
Figura aparte y de mayor relevancia es John Milton, autor de El paraíso perdido (1667), de influjo puritano, con un
estilo sensible y delicado, y que gira en torno a la religión y el destino del hombre, al que otorga un espíritu de
rebeldía que sería recogido por los románticos. El último gran poeta de la época es John Dryden, poeta y
dramaturgo de tono satírico. En prosa destacó la época de la Restauración, con un estilo racional, moral y didáctico,
con influencia del clasicismo francés, representado por diversos géneros: literatura religiosa (John Bunyan, George
Fox); narrativa (Henry Neville); y memorias y diarios (Samuel Pepys).93
El paraíso perdido (1667),
de John Milton. En Alemania, la literatura estuvo influida por la Pléiade francesa, el gongorismo español y el marinismo italiano,
aunque tuvo un desarrollo diferenciado por la presencia del protestantismo y el mayor peso social de la burguesía,
que se denota en géneros como el Schuldrama («teatro escolar») y el Gemeindelied («canto parroquial»). Pese al
desmembramiento del territorio alemán en numerosos estados, surgió una conciencia nacional de la lengua común, que fue protegida a través de las
Sprachgesellschaften («sociedades de la lengua»).94 En el terreno de la lírica destacaron las denominadas Primera escuela de Silesia, representada por
Martin Opitz, Paul Fleming, Angelus Silesius y Andreas Gryphius, y Segunda escuela de Silesia, donde destacan Daniel Casper von Lohenstein y
Christian Hofmann von Hofmannswaldau. En la narrativa destaca igualmente Lohenstein, autor de la primera novela alemana plenamente barroca (La
maravillosa historia del gran príncipe cristiano alemán Hércules), y Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen, autor de El aventurero Simplicíssimus
95
(1669), una novela costumbrista similar al género picaresco español.
En Portugal, la anexión a la corona española originó un período de cierta decadencia, viéndose la literatura portuguesa sometida al influjo de la española.
Numerosos poetas siguieron el estilo épico de Camões, el gran poeta renacentista autor de Os Lusíadas, al que imitaron autores como Vasco Mouzinho de
Quebedo (Alfonso Africano, 1616), Francisco Sá de Meneses (Malaca conquistada, 1634), Gabriel Pereira de Castro (Lisboa edificada, 1686), y Braz
Garcia de Mascarenhas (Viriato trágico, 1699). En la primera mitad de siglo destacaron el novelista y poeta Francisco Rodrigues Lobo, autor de novelas
pastoriles que alternan el verso y la prosa (El pastor peregrino, 1608); y Francisco Manuel de Melo, autor de poemas gongorinos, diálogos y tratados
históricos (Obras métricas, 1665). También destacó la prosa religiosa, cultivada por Bernardo de Brito, João de Lucena, António Vieira y Manuel
Bernardes.96
En Holanda, la independencia de España supuso una revitalización de la literatura, donde el siglo XVII suele ser descrito como una «Edad de oro» de las
letras neerlandesas. Sin embargo, estilísticamente la literatura holandesa de la época no encaja del todo en los cánones del Barroco, debido principalmente
a las peculiaridades sociales y religiosas de este país, como se ha visto en el resto de las artes. En Ámsterdam surgió el denominado Muiderkring («Círculo
de Muiden»), un grupo de poetas y dramaturgos liderado por Pieter Corneliszoon Hooft, escritor de poesía pastoral y de tratados de historia, que sentaron
las bases de la gramática holandesa. A este círculo perteneció también Constantijn Huygens, conocido por sus epigramas espirituales. La cumbre de la
poesía lírica de la Edad de oro holandesa fue Joost van den Vondel, que influido por Ronsard destacó por el verso sonoro y rítmico, relatando con un estilo
algo satírico los principales acontecimientos de su época (Los misterios del altar, 1645). En Middelburg destacó Jacob Cats, autor de poemas didácticos y
morales. En prosa cabe citar a Johan van Heemskerk, autor de Arcadia Bátava (1637), el primer romance escrito en holandés, género que fue rápidamente
imitado, como en el Mirandor (1675) de Nikolaes Heinsius el Joven.97
España
En España, donde el siglo XVII sería denominado el «Siglo de oro», la literatura estuvo más que en ningún otro
sitio al servicio del poder, tanto político como religioso. La mayoría de obras van encaminadas a la exaltación del
monarca como elegido por Dios, y de la Iglesia como redentora de la humanidad, al mismo tiempo que se procura
una evasión de la realidad para diluir la penosa situación económica de la mayoría de la población. Sin embargo,
pese a estas limitaciones, la creatividad de los escritores de la época y la riqueza del lenguaje desarrollado
produjeron un elevado nivel de calidad, que convierten a la literatura española de la época en el paradigma de la
literatura barroca y en una de las más altas cimas de la historia de la literatura. La descripción de la realidad se basa
en dos ejes vertebradores: la transitoriedad de los fenómenos terrenales, donde todo es vanidad (vanitas vanitatum);
y el omnipresente recuerdo de la muerte (memento mori), que hace apreciar con más intensidad la vida (carpe
diem).98
La base conceptual de la literatura barroca española proviene de la cultura grecolatina, aunque adaptada, como se
ha descrito, a la apología político-religiosa. Así, la estética literaria se vertebra alrededor de tres tópicos de origen
clásico: la contraposición entre juicio e ingenio, que si bien en el humanismo renacentista estaban equilibrados, en
Don Quijote (1605), de
el Barroco será el segundo el que asumirá mayor relevancia; el tópico horaciano delectare et prodesse («deleitar y Miguel de Cervantes.
aprovechar»), por el que se produce una simbiosis entre los recursos estilísticos y el proselitismo a favor del poder
establecido, y por el que en última instancia se llega a la fórmula ars gratia artis («el arte por el arte»), en que la
literatura se abandona al placer de la simple belleza; y el también tópico horaciano ut pictura poesis («la poesía como la pintura»), máxima por la cual el
arte debe imitar la naturaleza para conseguir la perfección —como expresó Baltasar Gracián: «lo que es para los ojos la hermosura, y para los oídos la
99
consonancia, eso es para el entendimiento el concepto»—.
Por su parte, Quevedo osciló en su vida personal entre importantes cargos políticos o la cárcel y el destierro, según su relación temperamental con las
autoridades. En su obra se vislumbra un sentimiento desgarrado por la realidad cotidiana de su país, donde predomina el desengaño, la presencia del dolor
y la muerte. Esta visión se desarrolla en dos líneas contrapuestas: o bien la cruda descripción de la realidad, o bien burlándose de ella y caricaturizándola.
Sus poemas fueron publicados tras su muerte en dos volúmenes: Parnaso español (1648) y Las tres Musas (1670). Otros poetas conceptistas fueron:
Alonso de Ledesma, Miguel Toledano, Pedro de Quirós y Diego de Silva y Mendoza, conde de Salinas.102 Aparte de estas dos corrientes merece
destacarse la figura deLope de Vega, un gran dramaturgo que también cultivó la poesía y la novela, tanto de inspiración religiosa como profana, a menudo
con un trasfondo autobiográfico. Utilizó principalmente la métrica de romances y sonetos, como en Rimas sacras (1614) y Rimas humanas y divinas del
licenciado Tomé de Burguillos (1634); y también realizó poemas épicos, comoLa Dragontea (1598), El Isidro (1599) y La Gatomaquia (1634).103
La prosa estuvo dominada por la gran figura deMiguel de Cervantes, que si bien se sitúa entre el Renacimiento y el
Barroco supuso una figura de transición que marcó a una nueva generación de escritores españoles. Militar en su
juventud —participó en la batalla de Lepanto—, estuvo prisionero de los turcos durante cinco años; posteriormente
ocupó diversos cargos burocráticos, que compaginó con la escritura, que si bien le proporcionó una inicial fama no
impidió que muriese en la pobreza. Cultivó la novela, el teatro y la poesía, aunque esta última con escaso
éxito.nota 7 Pero indudablemente su talento estaba en la prosa, que oscila entre el realismo y el idealismo, a
menudo con una fuerte intención moralizadora, como en sus Novelas ejemplares. Su gran obra, y una de las
cumbres de la literatura universal, es Don Quijote (1605), la historia de un hidalgo que emprende una serie de
alocadas aventuras creyéndose un gran paladín como los de las novelas de caballería. Si bien la primera intención
de Cervantes era hacer una parodia, conforme se fue gestando la historia adquirió un fuerte sello filosófico y de
introspección de la mente y el sentimiento humanos, pasando del humor a la fina ironía que, sin embargo, está
exenta de resentimiento o acritud, y pone de manifiesto que la cualidad esencial del ser humano es su capacidad de Agudeza y arte de ingenio,
soñar.104 de Baltasar Gracián.
Portada de la edición de
Otro terreno donde se desarrolló la prosa barroca española fue lanovela picaresca, continuando la tradición iniciada Amberes, 1669.
el siglo anterior con elLazarillo de Tormes (1554). Estuvo representada principalmente por tres nombres: Francisco
de Quevedo, autor de La vida del Buscón (1604), de aspecto amargo y crudamente realista; Mateo Alemán, que
firmó el Guzmán de Alfarache (en dos partes: 1599 y 1604), quizá la mejor en su género, donde el pícaro es más un filósofo que un pobre vagabundo; y
Vicente Espinel, que en El escudero Marcos de Obregón (1618) ofrece una visión agridulce del pícaro, que pese a sus infortunios encuentra el lado amable
de la vida. Otro género fue el de la novela pastoril, cultivada principalmente por Lope de Vega, autor de La Arcadia (1598) y La Dorotea (1632), esta
última un drama en prosa cuyos largos diálogos la hacen irrepresentable como drama teatral. Por último, otra vertiente de la prosa de la época fue la
conceptista, que en paralelo a la poesía desarrolló un estilo de escritura intelectual y cultivado, que se servía de los recursos de la lingüística y la sintaxis
para describir la realidad circundante, generalmente de forma realista y desengañada, reflejando la amargura de una época donde la mayoría sobrevivía en
duras condiciones sociales. Su principal exponente fue Baltasar Gracián, autor de Agudeza y arte de ingenio (1648), un tratado que desarrolla las
posibilidades de la retórica; y El Criticón (1651-1655), novela de corte filosófico cuyo argumento es una alegoría de la vida humana, que oscila entre la
civilización y la naturaleza, entre la cultura y la ignorancia, entre el espíritu y la materia. Como escritor conceptista también merece nombrarse a Luis
Vélez de Guevara, autor de El diablo cojuelo (1641), novela satírica cercana a la picaresca pero sin sus elementos más comunes, por lo que cabría más
calificarla de costumbrista.105
En Latinoamérica, la literatura recibió en general los principales influjos de la metrópoli, aunque con diversas peculiaridades regionales. Destacaron
especialmente el teatro y la poesía, esta última de influencia principalmente gongorina, a la que se sumaba el sello indígena y el estilo épico iniciado con
La Araucana de Alonso de Ercilla: tenemos así El Bernardo (1624) de Bernardo de Balbuena; Espejo de paciencia (1608), del cubano Silvestre de Balboa;
o La Cristiada (1611), de Diego de Hojeda. En México la poesía gongorina alcanzó cotas de gran calidad, con poetas como Luis de Sandoval y Zapata,
Carlos de Sigüenza y Góngora, Agustín de Salazar y Torres y, principalmente, Sor Juana Inés de la Cruz, que inició un tipo de poesía didáctica y analítica
que entroncaría con la Ilustración (Inundación castálida, 1689). La prosa tuvo escasa producción, debido a la prohibición desde 1531 de cualquier
introducción en las colonias de «literatura de ficción», y destacó solamente en el terreno de la historiografía: Histórica relación del Reyno de Chile (1646),
de Alonso de Ovalle; Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada (1688), de Lucas Fernández de Piedrahita; Historia de la conquista
y población de la Provincia de Venezuela (1723), de José de Oviedo y Baños. En Brasil destacó Gregório de Matos Guerra, autor de sátiras y poesías
106
religiosas y seculares con influencia de Góngora y Quevedo.
Teatro
Si bien resulta complicado literariamente hablar de teatro barroco en Europa, el Barroco supuso un período de esplendor del teatro como género literario y
como espectáculo que se extendió desde Italia al resto de Europa en el siglo XVII. Los teatros nacionales, que se conformaron durante el siglo XVII,
tienen características propias y diversas.107
El espacio escénico
Durante el Barroco se definieron los límites estructurales de la sala y se introdujo la utilización de medios y aparatos mecánicos que potenciasen el
componente visual del espectáculo.109 Las realizaciones sobre el edificio teatral, las maquinarias y tramoyas (tramoggie) desarrolladas en Italia se
llevaron al resto de países europeos (España, Francia y Austria principalmente).110 El nuevo teatro dejó de ser un ambiente único para dividirse en sala y
escenario, separados y comunicados a la vez por el proscenio. Descorrido el telón, el escenario se presentaba como una escena ilusoria, apoyada en el
notable desarrollo de la escenografía. La aplicación de la perspectiva de la escena a la italiana, respuesta a
una visión del mundo que confiaba en las leyes científicas, alcanzó una gran sofisticación, con
complicadísimos juegos de planos y puntos de fuga.111 La evolución de los corrales de comedias hasta
112
las salas a la italiana propició la aparición de los edificios y salas teatrales contemporáneos.
El espectáculo teatral
El teatro del Barroco fue un espectáculo global que se convirtió en un negocio de distintas variantes.113
Por un lado estaba el teatro popular, que se trasladó del espacio público a locales específicamente
El teatro The Globe en la actualidad.
dedicados a ello, como los corrales de comedias en España o los teatros isabelinos en Inglaterra. En
Los teatros isabelinos presentaban
Madrid, las cofradías de socorro (instituciones de asistencia social que, bajo advocación religiosa,
una forma circular, con el escenario
proliferaron conforme crecía la Villa convertida en corte real) consiguieron el monopolio de la gestión en el centro, ofreciendo tres de sus
comercial del teatro popular, lo que contribuyó a su desarrollo debido a la utilidad pública de la lados al público. Eran muy parecidos
beneficencia, permitiendo superar la reticencia de predicadores, eclesiásticos e intelectuales hacia el teatro a los corrales de comedias
comercial profano, que consideraban «una fuente de pecado y malas costumbres».114 Se trataba de un españoles.108
teatro narrativo; en ausencia de telón y escenografía, los cambios de localización y tiempo se introducían
a través del texto y eran habituales largos soliloquios, apartes y discursos prolongados.115 116
El uso de artificios visuales y decoración transformó la escena con representaciones donde predominaba el espectáculo visual sobre el texto,
diferenciándose de la «vulgar comedia». La «comedia de teatro» fue un género ligado al desarrollo de técnicas y artes, especialmente el edificio y la
maquinaria teatral que se creaba para su representación. Arquitectos y escenógrafos de Italia llevaron los inventos sobre el edificio teatral, las maquinarias
110
y tramoyas (tramoggie) al resto de países europeos, España, Francia y Austria principalmente.
Las veladas teatrales del Barroco, fueran en los teatros de corrales o en los escenarios cortesanos, no consistían como actualmente en la representación de
una sola pieza u obra; se trataba de toda una fiesta teatral, una sucesión de piezas de distintos géneros entre los que ocupaba un papel primordial la
comedia. Estas sesiones seguían una estructuración fija, en la que piezas menores de distintos géneros se intercalaban entre los actos del drama principal,
normalmente una comedia o un auto sacramental. Estos géneros se diferenciaban básicamente por su función dentro de la representación y por el mayor o
menor peso del componente cantado, bailado o representado. La fiesta teatral barroca pervivió, con ligeras variaciones, durante los dos primeros tercios del
siglo XVIII.117
Italia
A finales del siglo XVI una serie de artistas e intelectuales desarrollaron en Florencia una estética teatral que buscaba imitar «la grandiosidad e impacto
expresivo del espectáculo griego»; partiendo de los textos de Aristóteles y Platón, la nueva estética giraba sobre los recursos expresivos de la voz en la
declamación y sobre el papel de la música como soporte y acompañamiento del texto poético.118 El ulterior desarrollo de sus teorías dio origen a nuevos
géneros musicales como laópera, la semiópera y la zarzuela.119
En Italia triunfaba la Commedia dell'Arte, teatro popular basado en la improvisación que se extendió por toda Europa y perduró hasta principios del siglo
XIX.120 Las compañías italianas adaptaron para su repertorio una buena cantidad de comedias españolas. Los componentes trágicos propios del teatro
español, que no eran del gusto del público italiano, eran minimizados o eliminados de la obra, al tiempo que se dilataban o introducían situaciones cómicas
que permitieran la aparición de los personajes y máscaras propios, como Pulcinella o el Dottore.121 Su acogida fue tan buena que la antigua Vía del
Via della commedia spagnola.120
Teatro dei Fiorentini de Nápoles (por entonces parte de la corona de España) llevaba para 1630 el sobrenombre de
Francia
En Francia, la tardía influencia delRenacimiento condujo a sus dramaturgos a desarrollar un teatroclasicista dirigido a una audiencia privilegiada. Autores
como Molière, Racine y Corneille se pronunciaron a favor de los preceptos clásicos del teatro y la regla de las tres unidades dramáticas, basados en la
Poética de Aristóteles.122
No obstante, la obra de dramaturgos como Corneille acusa la influencia del teatro barroco español. Se dio así el Debate de los antiguos y los modernos
(Querelle des Anciens et des Modernes), entre los partidarios del clasicismo y una generación de dramaturgos (la Generación de 1628) que defendían la
libertad creadora y el respeto al gusto del público. Enmarcada en este debate, Le Cid (1637) de Corneille fue protagonista de una de las polémicas más
célebres de la historia literaria de Francia, la Querelle du Cid. Pese a ser una de las obras más aplaudidas del siglo XVII francés, Le Cid fue fuertemente
123
criticada por no respetar los preceptos clásicos, especialmente la verosimilitud, el decoro y la finalidad educativa.
En 1680 Luis XIV fundó la Comédie-Française, compañía nacional francesa de teatro, producto de la fusión de varias compañías teatrales y le otorgó el
monopolio de las representaciones en francés en París y sus arrabales. Su nombre surgió por contraposición con la Comédie Italienne (comedia italiana),
124 125
una compañía italiana especializada en representaciones de la Comedia del arte con la que sostenían una especial competencia.
Inglaterra
La influencia renacentista fue también tardía en Inglaterra, por lo que no suele hablarse de teatro barroco
en la literatura inglesa del XVII, sino delteatro isabelino y de la comedia de la Restauración.107 Entre los
dramaturgos de la época isabelina cabe destacar a Christopher Marlowe, iniciador de la nueva técnica
teatral que puliría William Shakespeare, máximo exponente de la literatura inglesa y uno de los más
célebres escritores de la literatura universal.108 Como en España, el teatro se profesionalizó y trasladó el
escenario de las plazas a salas públicas y privadas especialmente destinadas al espectáculo dramático.
Entre los primeros teatros construidos en Londres se cuentan The Theatre (El Teatro), The Curtain (El
Grabado que muestra una
Telón), The Swan (El Cisne), The Globe (El Globo) y The Fortune (La Fortuna).126 representación de El enfermo
imaginario de Molière en los jardines
Tras un paréntesis de dieciocho años en los que la facción puritana del parlamento inglés consiguió
del Castillo de Versalles, parte de
mantener los teatros ingleses clausurados, la Restauración monárquica de Carlos II en 1660 abrió paso a una fiesta dada por Luis XIV para
la comedia de la Restauración, una manifestación de las propuestas estéticas italianas de carácter popular, celebrar la reconquista delFranco
libertino, frívolo y extravagante.127 Condado en 1674. El denominado
Rey Sol utilizaba el arte, la
arquitectura y el teatro para llamar la
Alemania atención hacia su monarquía.
Comparado con al extraordinario desarrollo en el contexto europeo, el teatro alemán del siglo XVII no
realizó grandes aportes. El dramaturgo alemán más conocido podría ser Andreas Gryphius, que tomó como modelos el teatro de los jesuitas, al neerlandés
Joost van den Vondel y a Corneille. Cabe mencionar también a Johannes Velten, quien combinó la tradición de los comediantes ingleses y la comedia del
128
arte con el teatro clásico de Corneille y Molière. Su compañía de teatro ambulante se cuenta entre las más importantes del siglo XVII.
España
El Barroco tuvo su realización más característica en la católica y contrarreformista España, que sucedió a
Italia en el liderazgo literario que le había pertenecido durante el Renacimiento.nota 8 El teatro hispano
del Barroco buscaba contentar al público con una realidad idealizada, en la que se manifiestan
fundamentalmente tres sentimientos: el religioso católico, el monárquico y patrio y el del honor,
procedente del mundo caballeresco.nota 9
Suelen apreciarse dos períodos o ciclos en el teatro barroco español, cuya separación se acentuó hacia
1630; un primer ciclo cuyo principal exponente sería Lope de Vega y en el que cabe mencionar también a
Tirso de Molina, Gaspar de Aguilar, Guillén de Castro, Antonio Mira de Amescua, Luis Vélez de El Corral de comedias de Almagrose
conserva tal como era en el siglo
Guevara, Juan Ruiz de Alarcón, Diego Jiménez de Enciso, Luis Belmonte Bermúdez, Felipe Godínez,
XVII.
Luis Quiñones de Benavente o Juan Pérez de Montalbán; y un segundo ciclo, del que sería exponente
Calderón de la Barca y que incluye a dramaturgos como Antonio Hurtado de Mendoza, Álvaro Cubillo de
Aragón, Jerónimo de Cáncer y Velasco, Francisco de Rojas Zorrilla, Juan de Matos Fragoso, Antonio Coello y Ochoa, Agustín Moreto o Francisco de
Bances Candamo.129 Se trata de una clasificación relativamente laxa, puesto que cada autor tiene su propio hacer y puede en ocasiones adherirse a uno u
130 131
otro planteamiento de la fórmula establecida por Lope. La «manera» de Lope es quizá más libre que la de Calderón, más sistematizada.
Félix Lope de Vega y Carpio introdujo con su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609) la comedia nueva, con la que estableció una nueva
fórmula dramática que rompía con las tres unidades aristotélicas de la escuela de poética italiana (acción, tiempo y lugar), así como con una cuarta unidad,
también esbozada en Aristóteles, la de estilo, tanto mezclando en una misma obra elementos trágicos y cómicos como valiéndose de distintos tipos de
verso y estrofa según lo que se representa.132 Aunque Lope tenía un buen conocimiento de las artes plásticas, no dispuso durante la mayor parte de su
carrera ni del teatro ni de la escenografía que se desarrolló posteriormente.133 La comedia lopesca otorgaba un papel secundario a los aspectos visuales de
nota 10
la representación teatral, que descansaban sobre el propio texto.
Tirso de Molina fue, junto a Lope de Vega y Calderón, uno de los tres dramaturgos más importantes de la España del Siglo de Oro. Su obra, que destaca
por su sutil inteligencia y por una profunda comprensión de la humanidad de sus personajes, puede considerarse un puente entre la primitiva comedia
lopesca y el más elaborado drama calderoniano. Aunque parte de la crítica discute su autoría, Tirso de Molina es conocido sobre todo por dos obras
magistrales, El condenado por desconfiadoy El burlador de Sevilla, principal fuente del mito deDon Juan.134
La llegada a Madrid de Cosme Lotti llevó a la corte española las técnicas teatrales más avanzadas de Europa. Sus conocimientos técnicos y mecánicos se
aplicaron en exhibiciones palaciegas llamadas «fiestas» y en «fastuosos despliegues sobre ríos o fuentes artificiales» denominados «naumaquias». Tuvo a
su cargo los diseños de los jardines delBuen Retiro, de la Zarzuela y de Aranjuez y la construcción del edificio teatral del Coliseo del Buen Retiro.119 Las
fórmulas lopescas comenzaron a verse desplazadas por el afianzamiento del teatro palaciego y el nacimiento de nuevos conceptos cuando comenzó la
carrera como dramaturgo de Pedro Calderón de la Barca.135 Marcado al principio por las innovaciones de la comedia nueva lopesca, el estilo de Calderón
marcó algunas diferencias, con un mayor cuidado constructivo y atención a su estructura interna. Sus obras alcanzaron una gran perfección formal, un
lenguaje más lírico y simbólico. La libertad, el vitalismo y la espontaneidad lopesca dieron paso en Calderón a la reflexión intelectual y la precisión
formal. En sus comedias predominan la intención ideológica y doctrinal sobre las pasiones y la acción, e hizo que el auto sacramental alcanzase sus más
altas cotas.136 La comedia de teatro es un género «politécnico, multiartístico, híbrido en cierta manera». El texto poético se imbricó con medios y
recursos procedentes de la arquitectura, la pintura y la música, liberándose de la descripción que en la comedia lopesca suplía la falta de decorados y
dedicándose al diálogo de la acción.133
Hispanoamérica
Siguiendo la evolución marcada desde España, a finales del siglo XVI las compañías de comediantes, esencialmente trashumantes, comenzaron a
profesionalizarse. Con la profesionalización vino la regulación y la censura: al igual que en Europa, el teatro oscilaba entre la tolerancia e incluso
protección del gobierno y el rechazo (con excepciones) o la persecución por parte de la Iglesia. El teatro resultaba útil a las autoridades como instrumento
137
de difusión del comportamiento y modelos deseados, el respeto al orden social y a la monarquía, escuela del dogma religioso.
Los corrales se administraban en beneficio de hospitales que compartían los beneficios de las representaciones. Las compañías itinerantes (o «de la
legua»), que llevaban el teatro en tablados improvisados al aire libre por las regiones que no disponían de locales fijos, precisaban una licencia virreinal
para poder trabajar, cuyo precio o pinción era destinado a limosnas y obras piadosas.138 Para las compañías que trabajaban de forma estable en las
capitales y ciudades importantes una de sus principales fuentes de ingresos era la participación en las festividades del Corpus Christi, que les
proporcionaba no solo beneficios económicos, sino también reconocimiento y prestigio social. Las representaciones en el palacio virreinal y las mansiones
de la aristocracia, donde representaban tanto las comedias de su repertorio como producciones especiales con grandes efectos de iluminación, escenografía
138
y tramoya, eran también una importante fuente de trabajo bien pagada y prestigiosa.
Nacido en el virreinato de Nueva Españanota 11 aunque asentado posteriormente en España, Juan Ruiz de Alarcón es la figura más destacada del teatro
barroco novohispano. Pese a su acomodo a la nueva comedia de Lope, se han señalado su «marcado laicismo», su discreción y mesura y una agudísima
capacidad de «penetración psicológica» como características distintivas de Alarcón frente a sus coetáneos españoles. Cabe destacar entre sus obras La
verdad sospechosa, una comedia de caracteres que reflejaba su constante propósito moralizante.139 La producción dramática de Sor Juana Inés de la Cruz
la sitúa como segunda figura del teatro barroco hispanoamericano. Cabe mencionar entre sus obras el auto sacramental El divino Narciso y la comedia Los
empeños de una casa.140
Música
Entre los especialistas se acepta que la música entre los albores del siglo XVII y mediados del siglo XVIII tiene una serie de características que permite
clasificarla como un período estilístico, el denominado Barroco en la historia musical occidental. También hay coincidencia en que, aunque el período
pueda acotarse entre 1600 y 1750, algunas de las características de esta música ya existían en la Italia de la segunda parte del siglo XVI y otras se
mantuvieron en zonas periféricas de Europa hasta finales del siglo XVIII. Algunos autores dividen a su vez el barroco musical en tres subperíodos:
141
temprano, hasta mediados del siglo XVII; medio, hasta finales del siglo XVII; y tardío, hasta las muertes de Bach y Händel.
Se han estudiado paralelismos y similitudes entre los rasgos musicales de esta época con los de las otras artes de este período histórico como la
arquitectura y la pintura.141 Sin embargo, otros autores estiman excesivas esas analogías, prefiriendo señalar los rasgos estilísticos únicamente musicales
que pueden ser calificados de barrocos simplemente por ser contemporáneos de las artes plásticas y la literatura, y por tener una unidad espiritual y
artística con el período post-Renacimiento.142
La música barroca a menudo tenía una textura homofónica, donde la parte superior desarrollaba la melodía sobre una base de bajos con importantes
intervenciones armónicas. La polaridad que resultó del triple y del bajo llevó desde la transición entre los siglos XVI y XVII al uso habitual del bajo
continuo: una línea de bajo instrumental sobre la que se improvisaban en acordes los tonos intermedios. El bajo continuo era una línea independiente que
duraba toda la obra, por eso recibe el nombre de continuo. Apoyado en la base del bajo se improvisaban melodías mediante acordes con un instrumento
que los pudiese producir, normalmente un teclado. Estos acordes se solían especificar en el pentagrama mediante números junto a las notas del bajo, de allí
143
el nombre de bajo cifrado. El bajo continuo fue esencial en la música barroca, llegándose a denominar la «época del bajo continuo».
Entre los muchos compositores barrocos destacan los italianos Claudio Monteverdi, Arcangelo Corelli, Alessandro Scarlatti, Domenico Scarlatti, Antonio
Vivaldi y Tommaso Albinoni; los franceses Jean-Baptiste Lully, François Couperin, Jean Philippe Rameau y Marc-Antoine Charpentier; los alemanes
Heinrich Schütz, Georg Philipp Telemann, Johann Pachelbel y Johann Sebastian Bach; y los ingleses Henry Purcell y Georg Friedrich Händel (alemán de
nacimiento).144
Para Francisco Camino, en los 150 años de este período la música occidental cobró un gran impulso, convirtiéndose en una de las artes más variadas,
extendidas y vigorosas. La variedad la aportaban los géneros y formas que se establecieron en este período: aria de capo, cantata, ópera, oratorio, sonata
(para tres instrumentos o para uno solo), concierto grosso, concierto para un instrumento solista, preludio, fuga, fantasía, coral, suite y tocata. La extensión
geográfica de la música barroca alcanzó a toda Europa desde Italia: la música sonaba en todos los lugares, palacios, teatros, iglesias, conventos, colegios,
145
etc. El vigor de las formas barrocas se siguió expandiendo en los siglos siguientes con una fuerza que hoy todavía continúa.
Los compositores abandonaron las formas renacentistas de continuidad melódica y rítmica plana con El Palacio Ducal de Mantuadonde
texturas homogéneas y se decantaron por la discontinuidad dentro de la misma obra. Se buscaba el fue estrenada la óperaLa fábula de
Orfeo de Monteverdi en 1607, la
contraste de diversas formas: entre suave y fuerte, entre solos y tuttis, entre los variados colores vocales o
147 148 primera gran obra maestra del
instrumentales, entre rápido y lento, entre diferentes voces e instrumentos.
género.
La nueva estética musical cambió el estilo vocal; buscando ser más expresivo se dejaron de emplear las
voces polifónicas renacentistas. La nueva forma se basaba sobre todo en una voz solista. En Venecia
comenzó la ópera y se construyeron teatros de ópera financiados por las familias nobles poderosas, lo que favoreció el desarrollo de la misma y el público
de la ciudad se volcó en ello. Los compositores experimentaron con el nuevo estilo y, entre ellos, Monteverdi exploró todas las posibilidades del teatro
musical, tanto vocales como instrumentales, llegando en sus últimas óperas a desarrollar completamente el género, siendo el primero en dotar a los
148 149
elementos esenciales (drama, música, acción y expresión) de unidad y cohesión.
La ópera tiene un papel destacado en la cultura desde entonces. En eVnecia en el siglo XVII se estima que se estrenaron más de mil óperas y otras mil en el
siglo XVIII. En los 400 años de historia de la ópera en Italia se han estrenado unas 30 000 óperas y en el mundo se estiman unos 50 000 estrenos de obras
de ópera.150
Desde su amplio florecimiento en Italia, la nueva música se difundió por toda Europa. El compositor
italiano Jean-Baptiste Lully emigró a Francia y allí adaptó la nueva música y la ópera al gusto francés,
dando preferencia en la misma al ballet, que tenía un gran predicamento en la corte francesa. Bajo la En esta época los fabricantes de
violines perfeccionaron este
dirección de Lully, los instrumentistas de la corte francesa adquirieron un gran nivel técnico y su orquesta
instrumento.
de cuerda, que acompañaba sus óperas, era muy admirada en toda Europa. Aunque los instrumentos de
cuerda habían dominado el panorama musical, en Francia instrumentos como la trompeta y el oboe
151
tuvieron un importante desarrollo técnico y sus intérpretes impulsaron las posibilidades de estos instrumentos, que fueron incorporados a las orquestas.
En Italia en este período el violín se destacó como el instrumento más importante de la orquesta. Luthiers italianos, como las familias Amati, Stradivarius
y Guarneri, perfeccionaron la construcción del violín, estudiaron sus óptimas medidas, el grosor de sus tablas hasta conseguir una sonoridad más potente e
intensa manteniendo su calidad. De sus talleres salieron el violín y sus familiares, la viola actual, el violonchelo y el contrabajo. Paralelo al
perfeccionamiento en la construcción de la familia de cuerda, la intuición de los compositores mejoró la intensidad y calidad de su sonoridad gracias a
nuevas técnicas de ejecución de estos instrumentos. Los principales compositores italianos compusieron fundamentalmente para estos instrumentos de
cuerda, tanto en grandes masas orquestales como en pequeños grupos de instrumentos. El concierto y la sonata para instrumento solo o en trío adquirieron
un gran desarrollo.151 152
El florecimiento de la música italiana originó que los artistas italianos fuesen reclamados en toda Europa y estos fueron emigrando e instalándose en otros
países, difundiendo el estilo de música de su país. A finales del siglo XVII, la música italiana, tanto la instrumental como la vocal, tenía una gran
influencia en Europa, con especial énfasis en la ópera. En Austria y Alemania se impuso tanto la música italiana como la francesa, en cambio en Inglaterra
predominó la influencia italiana.151
La música italiana continuó un desarrollo inmenso, especialmente la ópera. Arcangelo Corelli y otros compositores italianos exploraron y extendieron la
música instrumental, que alcanzó en desarrollo a la música vocal. Apareció el concierto para un instrumento solista que los compositores, especialmente
Antonio Vivaldi, consolidaron y llevaron a su esplendor. La ópera se enriqueció con el incremento de la participación orquestal y los compositores
exploraron las potencialidades expresivas del género. Algunos cantantes de ópera alcanzaron gran fama y eran muy populares, especialmente los
castrati.153
La música barroca llegó a su plenitud en las composiciones deJohann Sebastian Bachy Georg Friedrich Händel, junto a la de Domenico Scarlatti, Antonio
Vivaldi, Jean Philippe Rameauy Georg Philipp Telemann.154
Antonio Vivaldi cimentó el G.F. Händel destacó en Domenico Scarlatti J.S. Bach está
género del concierto. Es el todos los géneros compuso sonatas para considerado la cumbre de
autor de los conciertos para musicales, especialmente clavicémbalo, por las que la música barroca. Autor
violín y orquesta Las cuatro ópera y oratorio. Compuso es universalmente de la Pasión según San
estaciones. El Mesías. reconocido. Mateo y El clave bien
temperado.
Johann Sebastian Bach, desde la tradición de la iglesia alemana protestante, fusionó los conocimientos musicales de su época. Analizó la obra de los otros
compositores copiando y arreglando sus partituras. Así conoció los estilos de los principales compositores de Italia, Francia, Alemania y Austria. De los
italianos y, sobre todo, de Vivaldi, aprendió a desarrollar los temas con concisión y en grandes proporciones, así como a ajustar el esquema armónico. Los
elementos que asimiló los desarrolló en toda su potencialidad, lo que unido a su maestría en el contrapunto, dio origen a su personal estilo bachiano.155
Bach compuso sus obras maestras a partir de 1720, cuando un nuevo estilo forjado en los teatros de ópera italianos se extendía ya por Europa, pareciendo
156
ya anticuada su forma de componer. Por ello el conocimiento completo de su obra debió esperar al siglo XIX.
En cambio Haendel, también alemán de nacimiento pero con una formación musical tanto alemana como italiana, se estableció en Londres y compuso en
154
un lenguaje musical totalmente cosmopolita: óperas italianas, creó el oratorio inglés y dio nuevos significados a otros estilos tradicionales.
Danza
La danza no tenía en el siglo XVII la misma consideración de arte que tiene hoy día, y era considerada más bien un pasatiempo, un acto lúdico, aunque
con el tiempo fue cobrando protagonismo y empezó a ser considerada como una actividad elevada. Asimismo, si bien en un principio era tan solo un
acompañamiento de otras actividades, como el teatro o diversos géneros musicales, progresivamente fue cobrando autonomía respecto a estas
modalidades, hasta que en el siglo XVIII se consolidó definitivamente como una actividad artística autónoma. A finales del siglo XVI el principal país
donde se otorgaba una cierta importancia a la danza era Francia, con el denominadoballet de cour, el cual incluso hizo evolucionar la música instrumental,
de melodía única pero con una rítmica adaptada a la danza. Aun así, su utilización en la corte francesa era más que nada un acto propagandístico con el que
demostrar la magnificencia de la realeza, o con que agasajar a visitantes y diplomáticos, y donde se valoraban más la escenografía, el porte y la elegancia
que la coreografía o la habilidad física.157
Sin embargo, a principios del siglo XVII el epicentro de la danza varió de Francia a Inglaterra, donde fue favorecida por los Tudor —y posteriormente los
Estuardo— con un tipo de espectáculo llamado masque, donde se conjugaba la música, la poesía, el vestuario y la danza. Una variante de esta modalidad
fue la antimasque, aparecida en 1609 como un complemento a la anterior, donde frente al canto y al diálogo se desarrolló un tipo de espectáculo donde
predominaba la actuación y el gesto, el movimiento puramente coreográfico. Con el tiempo, la antimasque se separó de la masque y pasó a ser un
158
espectáculo autónomo, poniendo los cimientos de la danza moderna.
A mediados del siglo XVII, sin embargo, las mayores innovaciones se dieron nuevamente en Francia,
gracias sobre todo al patrocinio del rey Luis XIV, así como al mecenazgo del cardenal Mazarino, que
introdujo el gusto por la ópera —género recién surgido en Italia—, en cuyas representaciones era habitual
la presencia de ballets en los entreactos. Sin embargo, el hecho de que las óperas eran representadas por
aquel entonces en italiano hizo que el público francés prefiriese los ballets que acompañaban a las óperas
a estas mismas, por lo que poco a poco fueron ganando importancia. De ello se dio cuenta el músico Jean-
Baptiste Lully, que empezó una serie de reformas que convirtieron el ballet en un arte escénico, cercano al
que conocemos hoy día. Lully fue el autor del Ballet Royal de la Nuit (1653), un gran espectáculo que
duró trece horas y donde intervino el propio rey caracterizado de Apolo dios del sol —de donde viene su
apodo de Rey Sol—.159
Luis XIV favoreció la profesionalización de la danza, para lo que creó la Academia real de Danza en
1661, la primera de esta modalidad en el mundo. En ella desarrolló su labor Pierre Beauchamp, quizá el
primer coreógrafo profesional, creador de la danse d'école, el primer sistema pedagógico de la danza.
Beauchamp introdujo el en dehors —la rotación de las piernas hacia fuera, uno de los pasos tradicionales
del ballet clásico—, así como las cinco posiciones de los pies, que varían en diferentes grados de apertura
respecto al eje central del cuerpo. Por otro lado, la Academia favoreció la transformación del ballet en
grandes espectáculos donde, además de la danza, destacaban los elementos dramático y musical. Así Luis XIV en el Ballet Royal de la Nuit
como el principal referente musical fue, como se ha visto, Lully, a nivel dramático jugó un papel esencial (1653).
Molière, creador del comédie-ballet, un género de danza inspirado en la commedia dell'arte italiana. Por
último, cabría mencionar aRaoul Auger-Feuillet, que en 1700 desarrolló un nuevo sistema de notación de
160
danza, gracias al cual han sobrevivido numerosas coreografías de la época.
Véase también
Historia del arte Historia de la escultura Historia del teatro
Estudio de la Historia del Arte Historia de la pintura Historia de la ópera
Historia de la estética Historia de la literatura Historia de la danza
Historia de la arquitectura Historia de la música Neobarroco
Arquitectura efímera barroca
española
Referencias
Notas aclaratorias
1. Para José María de Azcárate Ristori, por ejemplo, se suelen distinguir en cada estilo, escuela o período artístico las siguientes fases —
con las naturales variaciones concretas en cada caso—: «fase preclásica», donde se comienzan a configurar los signos distintivos de
cada estilo concreto —se suelen denominar con los prefijos “proto” o “pre”, como el prerromanticismo—; «fase clásica», donde se
concretan los principales signos característicos del estilo, que servirán de puntos de referencia y supondrán la materialización de sus
principales realizaciones; «fase manierista», donde se reinterpretan las formas clásicas, elaboradas desde un punto de vista más
subjetivo por parte del autor; «fase barroca», que es una reacción contra las formas clásicas, deformadas a gusto y capricho del artista;
«fase arcaizante», donde se vuelve a las formas clásicas, pero ya con la evidente falta de naturalidad que le es intrínseca —se suele
denominar con el prefijo “post”, como el postimpresionismo—; y «fase recurrente», donde la falta de referentes provoca una tendencia
al eclecticismo —se suelen denominar con el prefijo “neo”, como el neoclasicismo—. (Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez
Domínguez, 1983, pp. 14-16.)
2. Término proveniente de la filosofía neoplatónica, donde aludía a una categoría metafísica inscrita en la historia, con un determinado
desarrollo en el tiempo. (d'Ors, 2002, p. 67.)
3. D'Ors distinguió 22 fases barrocas a lo largo de la historia del arte, que definió de forma un tanto hiperbólica poniéndoles nombres en
latín al estilo de la clasificación de especies en la historia natural, donde al género Barocchus corresponderían las siguientes especies:
Barocchus pristinus, el arte prehistórico; B. archaicus, el arte arcaico griego; B. macedonicus, el arte helenístico griego; B. alexandrinus,
el arte helenístico alejandrino; B. romanus, el arte romano; B. buddhicus, el arte budista; B. pelagianus, el arte del pelagianismo; B.
gothicus, el arte gótico; B. franciscanus, el arte franciscano; B. manuelinus, el arte manuelino; B. orificensis, el arte plateresco; B.
nordicus, el arte del norte de Europa; B. palladianus, el arte palladiano; B. rupestris, el arte «grutesco», una variante del manierismo; B.
maniera, el arte manierista; B. tridentinus sive jesuiticus, el arte del período Barroco propiamente dicho; B. rococó, el arte rococó; B.
romanticus, el arte romántico; B. finisaecularis, el arte modernista; B. posteabellicus, el arte expresionista; B. vulgaris, el arte popular o
folklórico; y B. officinalis, el arte de Carnaval. (d'Ors, 2002, p. 93.)
4. A lo largo de todo el siglo se sucedieron continuos episodios de malas cosechas que, unidas en numerosas ocasiones a la peste y la
guerra, provocaron graves hambrunas. Entre las más graves, se encuentran la de 1625 en Francia, 1630 y 1631 en Francia e Italia,
1637 en Francia y Alemania, 1661 y 1662 nuevamente en Francia, 1693 y 1694 en Francia y Países Bajos, y 1696 en casi toda Europa
septentrional. La recurrencia de estas desgracias puso de moda la invocación A fame, peste e bello libera nos, Domine(«del hambre, la
peste y la guerra líbranos, Señor»). B ( ennassar, 1995, pp. 14-15.)
5. La peste bubónica fue recurrente a todo lo largo del siglo, que si bien fue el último en tener grandes pestes en Europa dejó a su
población diezmada. En Londres, por ejemplo, se registraron graves epidemias en 1603, 1625, 1636 y 1665, con un total de 130 000
fallecidos. En Mantua, la peste de 1630 eliminó al 70 % de su población. Bennassar,
( 1995, pp. 17-18.)
6. El acta de la Sesión XXV del Concilio de Trento recoge que el artista «no sólo instruya y confirme al pueblo recordándole los artículos
de la fe, sino que además le mueva a la gratitud ante el milagro y beneficios recibidos, ofreciéndole el ejemplo a seguir y, sobre todo,
excitándole a adorar y aun a amar a Dios». Antonio,
( 1989, p. 6)
7. Él mismo reconocía que «yo, que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo»
(Viaje del Parnaso, 1614). (García Madrazo y Moragón, 1997, p. 172.)
8. González Mas , 1980, pp. 1-2 (http://books.google.es/books?id=XccoqStgIt0C&lpg=P A21&dq=Teatro%20barroco&hl=es&pg=PA1).
«Fue en España, por supuesto, donde este Barroco italiano encontró la acogida más entusiasta, y fue España, la nación
contrarreformista, católica y barroca por excelencia, la que lo maduró y lo extendió por toda Europa, produciendo en el orden Barroco
tantas obras maestras de la literatura mundial como ningún país ha producido nunca, asumiendo con justicia el papel de maestra
literaria de Europa, que, durante el Renacimiento, había pertenecido a Italia.»
9. Pedro Crespo, de El alcalde de Zalamea, une los tres sentimientos en una frase: «Al rey la hacienda y la vida / se ha de dar; pero el
honor / es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios.» VéaseGonzález Mas , 1980, p. 8 (http://books.google.es/books?id=XccoqS
tgIt0C&lpg=PA21&dq=Teatro%20barroco&hl=es&pg=PA8)
10. «Oye atento, y del arte no disputes; / que en la comedia se hallará de modo, / que oyéndola se pueda saber todo.» Lope de Vega. Arte
nuevo de hacer comedias, p. 301, citado en Amadei-Pulice , 1990, p. 6 (http://books.google.es/books?id=klRUg4JBG88C&lpg=PP1&hl=
es&pg=PA6)
11. Según las declaraciones del propio dramaturgo, nació en la Ciudad de México en 1580 o 1581. Sin embargo, se ha encontrado una
partida de bautismo fechada el 30 de diciembre de 1572 en Taxco, perteneciente a un niño llamado Juan, hijo de Pedro Ruiz de Alarcón
y Leonor de Mendoza, los padres del poeta. A pesar de las declaraciones de Alarcón, la mayoría de la crítica considera a Taxco como
su lugar de nacimiento. Véase Lola Josa, Juan Ruiz de Alarcón y su nuevo arte de entender la comedia, Madrid, Asociación
Internacional de Hispanistas, 2008, págs. 7-14.
Notas al pie
31. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y fic/baroque_churches_philippines_rev.pd
1. Chilvers, 2007, p. 83. Ramírez Domínguez, 1983, p. 481. f+&hl=es&gl=es&pid=bl&srcid=ADGEES
2. AA. VV., 1990, p. 354. 32. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y gyA2Szv5jlWWtqCgIi82FimEEU6lUww8
3. Mayor Ortega, 1998, p. 168. Ramírez Domínguez, 1983, p. 482. J0_MUyrh3zFTIX3L7r9M1hZu0E7sKfQS
NVWZZKM4DwpBlBwfXCM2D97bRAi4f
4. Martínez Ripoll, 1989, p. 8. 33. Albert de Paco, 2007, p. 277. ceGnrkqxzYIeHe7gG5FwClxvQ4X45EIg
5. Martínez Ripoll, 1989, p. 10. 34. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y eKV-dusDr&sig=AHIEtbRdsoyLkiV0VC8
6. Hatzfeld, 1966, pp. 52-56. Ramírez Domínguez, 1983, p. 483. d-4dnup1O3YyUtw). Consultado el 4 de
7. Cabanne, Soler Llopis y Masafret 35. Martínez Ripoll, 1989, pp. 122-127. noviembre de 2012.
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9. Cabanne, Soler Llopis y Masafret 37. Toman, 2007, pp. 123-133. Ramírez Domínguez, 1983, p. 493.
Seoane, 2007, p. 7. 38. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y 58. Martínez Ripoll, 1989, pp. 70-80.
10. Mayor Ortega, 1998, pp. 161-163. Ramírez Domínguez, 1983, p. 543. 59. Toman, 2007, pp. 292-297.
11. Bennassar, 1995, p. 74. 39. Toman, 2007, pp. 86-90. 60. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y
12. Martínez Ripoll, 1989, p. 6. 40. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, pp. 498-499.
Ramírez Domínguez, 1983, pp. 545-546. 61. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y
13. Martínez Ripoll, 1989, pp. 18-20.
41. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, pp. 556-565.
14. Mayor Ortega, 1998, pp. 168-169.
Ramírez Domínguez, 1983, pp. 546-550. 62. Toman, 2007, p. 320-336.
15. René Descartes. «Discurso del método,
42. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y 63. Toman, 2007, p. 316-318.
parte IV» (http://presencias.net/indpdm.h
Ramírez Domínguez, 1983, pp. 490-491. 64. AA. VV., 1990, p. 81.
tml?http://presencias.net/invest/ht3017e.
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