Tarea 4
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SIGLO XXI
Tópico viene del griego topos que significa “lugar”, no obstante, el médico y
psicoanalista no se refiere con su teoría a lugares físicos específicos sino más bien a
instancias o partes de
nuestra psique
4.2 TOPOLOGÍA PSÍQUICA: CONSCIENTE, PRECONSCIENTE,
INCONSCIENTE
Sin embargo, la percepción es subjetiva y diferente para cada persona, lo que explica
que no solo percibimos a través del sistema consciente, sino que el sistema
preconsciente e inconsciente también están involucrados en este proceso y es por eso
que a veces la realidad puede verse distorsionada.
Otra característica común entre los primeros dos niveles de conciencia es el principio
de realidad, por lo que estos sistemas nos permiten tanto adaptarnos a las
circunstancias como postergar nuestro deseo si este no se puede satisfacer en el
momento. Por el contrario, el inconsciente no tiene esta capacidad, sino que
busca satisfacer su placer y deseo sin capacidad de espera y control ya que en este
caso predomina el principio de placer.
Otra diferencia entre los sistemas que describe Freud se refiere a la lógica de realidad.
Mientras que el nivel consciente y preconsciente están prescritos a los códigos de
lenguaje y los contenidos tienen significado literal y no oculto, el inconsciente no sigue
ningún orden lógico, es incoherente y caótico y por tanto tiene significados que van
más allá de lo evidente y literal.
Ello, yo y superyó son instancias que forman la psique humana, de acuerdo con la
teoría de la personalidad, desarrollada por Sigmund Freud en sus estudios sobre el
psicoanálisis.
El ello es el componente innato de los individuos, las personas nacen con él. Consiste
en los deseos, voluntades e instintos principalmente originados por el placer. A partir
del ello se desarrollan las otras partes que componen la personalidad humana: yo y
superyó.
El yo surge a partir de la interacción del ser humano con su realidad, adecuando sus
instintos primitivos (el ello) con el ambiente en que vive. El yo es el mecanismo
responsable por el equilibrio de la psique, buscando regular los impulsos del ello, al
mismo tiempo que intenta satisfacerlos de modo menos inmediato y más realista.
Gracias al yo la persona logra mantener la cordura de su personalidad. El yo comienza
a desarrollarse ya en los primeros años de vida del individuo.
El super-yó se desarrolla a partir del yo y consiste en la representación de los ideales y
valores morales y culturales del individuo. El superyó actúa como un "consejero" para
el yo, alertándolo sobre lo que es o no moralmente aceptado, de acuerdo con los
principios que fueron absorbidos por la persona a lo largo de su vida.
De acuerdo con Freud, el superyó comienza a desarrollarse a partir del quinto año de
vida. Es aquí cuando el contacto con la sociedad comienza a intensificarse, a través de
la escuela, por ejemplo. En este momento las relaciones sociales pasan a ser mejor
interpretadas por la persona.
En suma, estos tres componentes de la formación de la personalidad —ello, yo y
superyó— son las representaciones de la impulsividad, de la racionalidad y de la
moralidad, respectivamente.
Freud creía que todas estas partes de la psique existen en todas las personas y, a su
modo, son parte indispensable de los procesos mentales. Sin embargo, también creía
que la lucha entre el Ello, el Yo y el Superyó en ocasiones puede generar
descompensaciones que producen sufrimiento y la aparición de psicopatologías, por lo
que se debía tratar de re-equilibrar la correlación de fuerzas a través del psicoanálisis.
De hecho, una de las características de las teorías de Freud es que crean un concepto
de la salud mental en la que los trastornos no son la excepción, sino la norma; lo más
común son los desajustes entre estas instancias psíquicas, debido a que los problemas
mentales permanecen implícitos y latentes en la lucha interna que mantienen entre
ellas.
Por ejemplo, si el Superyó llega a imponerse, la represión de pensamientos y
emociones puede llegar a ser tan excesiva que periódicamente se producen crisis
nerviosas, algo que atribuía por ejemplo a los casos de mujeres con histeria demasiado
adheridas a una moral rígida y profundamente restrictiva.
Por otro lado, si el Ello predominaba, esto podía dar paso a la sociopatía, una
impulsividad que pone en peligro tanto a la persona que la experimenta como a los
demás, ya que la prioridad absoluta es satisfacer necesidades con urgencia.
El instinto Darwiniano
Para Darwin, los instintos constituían una parte esencial de la naturaleza de cada ser
vivo. Es el instinto el que permite la subsistencia, la relación con el entorno y con el
resto de individuos de la misma especie.
El mismo instinto que impulsa a las abejas a construir paneles geométricos o el que
permite a las aves migrar miles de kilómetros a través de los mares para regresar
meses después a su lugar de origen.
A priori, la explicación más habitual es que el instinto es algo heredado e innato, y que
nacemos con ello. Esto lo podemos comprobar con multitud de animales, incluidas
nuestras mascotas preferidas. ¿Quién no ha visto salivar a su perro al darle la comida?
Parece evidente que, en el reino animal, los instintos se conservan y cumplen su
función vital.
Sin embargo... ¿qué les sucede a los seres humanos? Pongamos un ejemplo: el
instinto de alimentación. Este instinto primario permite a todos los seres vivos equilibrar
sus necesidades de energía y descanso. Hasta aquí, bien. Pero, ¿qué pasa por
ejemplo con trastornos como la anorexia o la bulimia?
Aunque instinto e intuición no son lo mismo, es muy común hacer uso de ellos en
contextos en los que los dos conceptos se entremezclan. El instinto aquí entendido
como un modo de conocer o actuar basado en sentimientos, sensaciones y
motivaciones, ya sean corporales o cognitivas, pero que no vienen del análisis
sosegado, sino que parecen irrumpir de forma súbita.
Con el instinto maternal ocurre algo parecido: a pesar de no haber pruebas científicas
de su existencia, se ha popularizado el término para definir una especie de impulso que
empuja a una mujer a sentir motivación y querencia por una prole presente o futura.
Aunque la maternidad sea un deseo que toma diferentes formas en cada mujer y a
veces pueda no darse nunca.
El instinto de Maslow
Maslow empezó a popularizar términos como deseo o motivación para simbolizar ese
tipo de instintos o necesidades internas de cada uno de nosotros, afirmando que estas
necesidades “instintoides” eran una especie de instintos genéticamente construidos en
todos nosotros.
Este psicólogo también postula que el ser humano ha perdido el contacto con sus
instintos y que, en la mayoría de casos, actúa en contra de aquello a lo que le
impulsarían. Según él, podríamos mejorar todos los aspectos de nuestras vidas
recuperando nuestros instintos y utilizándolos en nuestro beneficio.
Los mecanismos de defensa, por tanto, son procedimientos que mantienen el equilibrio
psicológico de manera inconsciente para enfrentar la angustia o ansiedad asociada a la
expresión consciente de una representación pulsional (sexual o agresiva), a la
transgresión del código moral, o a un peligro real externo.
1. Desplazamiento
2. Sublimación
3. Represión
4. Proyección
5. Negación
Es el mecanismo por el cual el sujeto bloquea eventos externos para que no formen
parte de la consciencia y, por tanto, trata aspectos evidentes de la realidad como si no
existieran. Por ejemplo, un fumador que niega que fumar puede provocar serios
problemas para su salud. Negando estos efectos nocivos del tabaco, puede tolerar
mejor su hábito, naturalizándolo.
6. Regresión
7. Formación reactiva
8. Aislamiento
Es un mecanismo por el cual se divorcian los recuerdos de los sentimientos, como una
forma de soportar y tolerar mejor los hechos y la realidad. Se separa una idea
intolerable para el yo de las emociones que produce, así permanece en la consciencia
de forma debilitada. Por ejemplo, relatar un episodio traumático con total normalidad,
igual que si se hablara del tiempo o de cualquier otro asunto trivial.
9. Condensación
10. Racionalización
En la racionalización se sustituye una razón real que no es aceptable, por otra que
resulte aceptable. Es decir, se cambia la perspectiva de la realidad a través de ofrecer
una explicación diferente. Por ejemplo, una mujer se enamora perdidamente de un
hombre, e inician una relación. Al cabo de un mes de empezar el noviazgo, el hombre
rompe la relación porque considera que la mujer tiene una autoconfianza muy baja y no
le deja respirar. Pese a que la mujer lleva tres fracasos amorosos consecutivos por la
misma razón, concluye: “ya sabía que este hombre era un perdedor”, o bien "desde el
primer momento supe que este hombre no me convenía".
Interpretación psicoanalítica