Principio de Legalidad Procesal

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL

ESTADO DE HIDALGO

INSTITUTO DE CIENCIAS
SOCIALES Y HUMANIDADES

Luis Guillermo De Jesus Granados

Procedimientos Penales Especiales

Alfredo Rene Uribe Manriquez

Resumen sobre principios políticos del


procedimiento penal
06/03/2024
Principio de Oficialidad
El principio de oficialidad -también denominado de estatalidad- es el principio según
el cual la persecución penal es obra del Estado. No debe confundirse este principio
con el principio de impulso oficial o de legalidad procesal de persecución penal
obligatoria.
El principio de oficialidad se halla regulado en nuestro derecho en el art.
71 del Código Penal, que manda a iniciarse de oficio por parte del acusador estatal
todas las acciones penales-con excepción de las dependientes de instancia privada
y las de acción privada-.
El principio de oficialidad tiene dos consecuencias: a) la persecución, el juzgamiento
y la imposición de la pena están a cargo de órganos del Estado; y b) esos órganos
del Estado, si ‘‘existen indicios suficientes para admitir una acción punible y
perseguible actuarán de oficio
La principal consecuencia del principio de oficialidad es que el Estado conserva el
monopolio persecutorio, monopolio que implica el poder de perseguir, el poder de
juzgar o decidir sobre el derecho aplicable, y el poder de imponer y ejecutar la pena.

Principio de Legalidad Procesal


Uno de los principios estructurales de nuestra justicia penal, que ha contribuido a
provocar y a afianzar la crisis que ella atraviesa ha sido, de manera indudable, el de
la persecución penal pública obligatoria de los hechos punibles.
De la manera en que ha sido interpretado en nuestro derecho, el principio de
legalidad procesal impone a los órganos estatales correspondientes el deber de
promover la persecución penal en todos los casos en que se tenga conocimiento de
una noticia acerca de la posible comisión de un hecho punible de acción pública.
El mismo principio exige que, una vez promovida la persecución penal, ésta no se
pueda suspender, interrumpir o hacer cesar. Ningún criterio utilitario, o relacionado
con la escasa gravedad del hecho, puede ser utilizado para no iniciar o para no
continuar la persecución. VELEZ MARICONDE denomina a este principio como
principio de indeclinabilidad:
En este sistema, es el legislador quien se ocupa de orientar y dirigir en forma
prácticamente exclusiva la aplicación del programa político-criminal establecido en
el derecho vigente, pues, como resulta obvio, no queda demasiado espacio de
decisión para la intervención cotidiana de los órganos de la persecución penal. El
principio de legalidad procesal implica que la promoción de la acción penal
constituye un imperativo para el ministerio público.

Principio de Oportunidad
Surge el principio de oportunidad, según el cual, cuando se toma conocimiento de
hechos punibles, puede no iniciarse o suspenderse la persecución penal, por
razones de conveniencia, de utilidad o de un manejo más eficiente en la asignación
de recursos. Existen dos modelos de aplicación del principio de oportunidad. Para el
primero de ellos la oportunidad es la regla, elevada a principio rector de la
persecución penal -en rigor, resulta más apropiado denominarlo ‘‘principio
dispositivo‘‘-. Éste es el sistema propio de los países anglosajones, tales como, por
ejemplo, los Estados Unidos.
El principio de oportunidad, en este ámbito, obtiene su justificación en las teorías
utilitarias de la pena, las teorías preventivas, al reconocer la aplicación del derecho
penal no como un imperativo metafísico de justicia sino, por el contrario, como un
instrumento orientado a la prevención de aquellos hechos sociales considerados
disvaliosos.

Principio Acusatorio
Por principio acusatorio sólo formal, pues la persecución penal es pública'- se
entiende el desdoblamiento de las funciones de perseguir y de juzgar en dos
órganos estatales diferentes. El principio acusatorio no sería suficiente para separar
los roles persecutorios y decisorios sino se asegurará una efectiva separación entre
ministerio público y poder judicial. Así, se mantiene el principio de oficialidad, pero
juez y acusador no son la misma persona:
Esto sólo puede suceder si el Estado asume tanto la tarea del acusador como la del
juez, separando esa función en dos autoridades estatales distintas-una autoridad de
acusación y el tribunal.
Tanto el principio del juez natural como el de independencia judicial son principios
instrumentales que, en cuanto al justiciable, intentan realizar la garantía de
imparcialidad en sentido genérico. Estos principios suelen ser respetados aun en
países con sistemas de procedimiento inquisitivos. Sin embargo, la práctica
generalizada de los países de la región ignora o vulnera otra exigencia del principio
de imparcialidad: la exigencia de imparcialidad del juez frente al caso concreto.
A pesar de las exigencias impuestas por la garantía de imparcialidad, tanto los
ordenamientos que establecen un proceso penal escrito como los códigos orales
denominados "modernos" desconocen, como regla, la obligación de respetar el
principio citado, Afortunadamente, no sucede lo mismo con los códigos más
recientes que, en general, pretenden adecuarse al principio acusatorio.
Estos nuevos ordenamientos legales establecen, entre otras, las siguientes
decisiones:
a) el tribunal no puede iniciar la investigación preliminar de oficio, sin requerimiento
en este sentido del ministerio público:
b) la investigación preparatoria está a cargo del ministerio público y el juez actúa
como control de esa investigación;
c) las funciones requirentes son atribuidas al ministerio público, como titular de la
acción penal pública, y el tribunal posee escasas facultades para actuar de oficio;
d) la investigación se desnormaliza y se restringe la posibilidad de introducir al
debate oral prueba producida durante la etapa de investigación, con lo cual la etapa
de juicio adquiere mayor significado; y
e) durante todo el procedimiento se depende en mayor grado de la actividad de las
partes y menos de la del tribunal.

La Verdad Material
Los iluministas cuestionaron profundamente las bases del modelo inquisitivo, al
mismo tiempo que postularon la imperiosa necesidad de adoptar las formas del
régimen acusatorio. Sin embargo, en la gran discusión política que caracterizó esa
época histórica no se llegaron a cuestionar los principios materiales del modelo
Inquisitivo. Así, no se discutió en profundidad el carácter público de la persecución
penal -principio de oficialidad, que continuó en manos de órganos del Estado, ni la
averiguación de la verdad material como objeto atribuido al procedimiento penal
-principio de la verdad real-
Si bien se sostiene que existió un debate, no demasiado explícito, acerca del
"sistema de persecución penal que convenía a la nueva república, entre la
acusación popular, y la persecu ción pública (estatal), principio fundamental de la
Inquisición el sistema acusatorio no logró imponerse al sistema Inquisitivo
reformado.
El Juicio
El procedimiento penal divide a todo proceso en diversas etapas. En este sentido,
un proceso común por delito de acción pública que tenga por objeto la imposición de
una medida represiva cuenta con las siguientes etapas:
a) Investigación preliminar o preparatoria , b) Procedimientos intermedios, c)
juicio público, d) impugnación de la sentencia y e) etapa de ejecución penal.
El procedimiento penal principal o juicio es la etapa central del procedimiento
penal, realizada sobre las bases de una acusación, cuyo eje sustancial es un
debate oral, público, contradictorio, y continuo, que tiene por fin específico
obtener la resolución de mérito que resuelve sobre las pretensiones ejercidas.
El juicio es esencial en verdad, debería serlo, solo por ser la porción mínima del
procedimiento penal que debe existir siempre, porque representa la forma más
nítida y acabada de cumplir con la garantía de juicio previo.

El Juicio: Publicidad y Oralidad


El juicio debe ser oral y público, entre otras razones, por imperio de la organización
republicana consagrada en el artículo 1 de la constitución. Así lo entiende Vivas
Ussher, quien atribuye como consecuencia necesaria de la idea de justicia que
deben informar el juicio el principio de publicidad. También consideran a la
publicidad del juicio una exigencia constitucional de Anitua, Binder, Cafferata, D
Albora y Maier, entre otros. Ello significa que la publicidad del juicio es al mismo
tiempo una exigencia constitucional y un principio político del procedimiento. por tal
razón el legislador puede reglamentar el derecho del público a ingresar a la sala de
audiencias para asistir a un juicio penal pero no puede alterarlo con la excusa de
dictar la ley reglamentaria.

El Juicio: Inmediación e identidad física del juzgador


La inmediación intenta que el tribunal reciba una impresión lo más directa posible de
los hechos y las personas y rige en dos planos distintos. El primero de ellos se
refiere a las elecciones entre quienes participan en el proceso y el tribunal y hace
necesario que estén presentes y obren juntos. El segundo plano es el de la
recepción de la prueba e implica que para que el tribunal se forme un cuadro
evidente del hecho y para que sea posible la defensa la prueba se produzca ante el
tribunal que dictará la sentencia y durante el debate en presencia de todas las
partes lo que obliga la identidad física del juzgador con los jueces que presenciaron
el debate.

Libre convicción
La relevancia del régimen de valoración probatorio es tal que según se afirma la
historia de los métodos de valoración de la prueba es también la historia del
enjuiciamiento penal. Ello se debe a la estrecha dependencia existente entre el
modelo de procedimiento penal y el sistema de apreciación de la actividad
probatoria.

Autonomía de la víctima
Un nuevo principio político que Informa el derecho procesal latinoamericano ese
principio no ha adquirido demasiado relevancia en nuestro país aún es el de
autonomía de la víctima. Para tal entendemos la nueva relación que definen los
códigos entre víctimas y procedimiento penal es una tendencia que ha dejado de ser
una moda política criminal como la ha calificado algún autor para convertirse en un
nuevo lineamiento estructural que atraviesa los códigos más modernos esta
tendencia político criminal que no tiene relación alguna con la reciente disciplina
denominada victimología.

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