La Ciencia Al Servicio de La Sociedad

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LECTURA: LA CIENCIA AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD

La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. Nos permite vivir más tiempo y
mejor, cuida de nuestra salud, nos proporciona medicamentos que curan enfermedades y
alivian dolores y sufrimientos, nos ayuda a conseguir agua para nuestras necesidades básicas
–incluyendo la comida–, suministra energía y nos hace la vida más agradable, pues puede
desempeñar un papel en el deporte, la música, el ocio y las últimas tecnologías en
comunicaciones. Finalmente, aunque no por ello menos importante, la ciencia alimenta
nuestro espíritu.

La ciencia ofrece soluciones para los desafíos de la vida cotidiana y nos ayuda a responder a
los grandes misterios de la humanidad. En otras palabras, es una de las vías más importantes
de acceso al conocimiento. Tiene un papel fundamental del cual se beneficia el conjunto de
la sociedad: genera nuevos conocimientos, mejora la educación y aumenta nuestra calidad
de vida.
La ciencia debe responder a las necesidades de la sociedad y a los desafíos mundiales. La
toma de conciencia y el compromiso del gran público con la ciencia, y la participación
ciudadana –incluyendo la divulgación científica– son esenciales para que los individuos
tengan información suficiente para tomar decisiones razonadas a nivel personal y profesional.
Los gobiernos deben basar sus políticas –sanitarias, agrícolas, etc.– en información científica
de calidad y los parlamentos que legislan sobre cuestiones sociales han de conocer las últimas
investigaciones en la materia. Los gobiernos nacionales necesitan comprender los aspectos
científicos de grandes desafíos mundiales como el cambio climático, la salud del océano, la
pérdida de biodiversidad y la seguridad del agua dulce.
Para afrontar los desafíos del desarrollo sostenible, gobiernos y ciudadanos tienen que
entender el lenguaje de la ciencia y adquirir una cultura científica. Asimismo, los científicos
han de comprender los problemas a los que se enfrentan los gobernantes y esforzarse en
buscar soluciones pertinentes y comprensibles para los gobiernos y la sociedad en general.
Los desafíos actuales son multidisciplinares y cubren el ciclo de vida completo de la
innovación –desde la investigación al desarrollo de conocimientos y sus aplicaciones–. La
ciencia, la tecnología y la innovación deben conducirnos hacia un desarrollo más equitativo y
sostenible.
La ciencia y su rol en sociedad, la necesidad de verdadera comunicación real y el
descarte de la mera difusión.
Autora: Lic. Denisse Vásquez Guevara, MCM, Ph.D.
Las generaciones X y millenials crecieron con mediana exposición a contenido científico como
parte de su formación y como entretenimiento en los medios masivos ¿Quién no recuerda los
experimentos caseros como los volcanes de bicarbonato? y los programas de TV como El
Mundo de Beakman, o películas donde el científico era la figura de inspiración. Hoy, estos
contenidos y experiencias han desaparecido para la generación de centennials.

De igual manera, hay menos espacios de interacción entre las universidades y su producción
científica con las necesidades de la sociedad. Sin embargo, la complejidad de la vida moderna
requiere -ahora más que nunca- de la ciencia para enfrentar los problemas de la humanidad.
Sin embargo, la pregunta se mantiene ¿A dónde se fue la ciencia ahora que la necesitamos?

Actualmente, los parámetros de promoción y obligaciones de los docentes-investigadores


implican como prioridad la producción científica, la publicación de artículos, y minoritariamente
la vinculación con la sociedad, pero casi nunca la comunicación pública de la ciencia, lo cual
afecta el proceso de transferencia de conocimientos a la sociedad.
La investigación de comunicación científica plantea el debate entre la difusión y el diálogo
social.

• La ciencia más que nunca necesita estar al alcance de la sociedad de forma abierta,
pero también de forma entendible.
• Hoy no basta hacer una campaña de difusión científica, sino se debe promover el
diálogo abierto ciencia-sociedad.
• Dialogar de ciencia implica abrir el espacio no sólo a las preguntas de la sociedad, sino
a la colaboración de la sociedad en la investigación de forma inclusiva sobre los temas
que afectan o interesan a distintos grupos humanos.

Las últimas dos décadas marcadas por el acelerado desarrollo tecnológico, nos ha permitido
acortar distancias e intercambiar información en tiempo récord. Sin embargo, también ha
traído información que confunde y desinforma. En las personas, este fenómeno impacta la
toma de decisiones, define aspectos cruciales en su vida como: salud física y mental, o ¿qué
hacer cuando llega el desempleo?; ¿cómo planificar sus finanzas?, planificar su familia, u
organizar su plan de vida. En dicho contexto, el entorno nos ofrece información con
frases como “científicos afirman” o ”una investigación confirma”, cursos online que
prometen hacernos alcanzar nuestros sueños. En medio de este entorno
hiperconectado, se hace evidente una de las frases de Albert Einstein “cada vez
sabemos más y entendemos menos”.

Simultáneamente, tomemos en cuenta la complejidad del entorno social dominado por


la gratificación instantánea, marcada por ofrecer vínculos personales y bienes, percibidos
como reemplazables. Es así, que la proliferación de “gurús” con recetas para cada problema,
que en su mayoría carecen de fundamentos científicos, a veces arrastra a las personas a
situaciones irreversibles o dolorosas, luego de brindar confort y seguridad.

La comunicación científica, una disciplina relativamente nueva, que se ha transformado


dramáticamente, en dos modelos: el déficit y el diálogo. El déficit plantea que la ciencia debe
ser difundida a la sociedad, asumiendo que la sociedad, no cuenta con las habilidades y
competencias para comprender la ciencia. En consecuencia, la comunicación debe centrarse
en educar a la sociedad. Es así que el déficit, se sustenta en teorías de comunicación
líneal/unilateral, donde se difunde o disemina información en medios masivos y se da
oportunidad a que la sociedad pueda plantear sus preguntas y proveer retroalimentación a los
científicos. Este esquema utilizado, en las décadas de 1980 y 1990, es criticado en la
actualidad, asume la superioridad de los científicos en la sociedad, y también, ha marcado la
distancia entre la sociedad y la comunidad científica.

Es por esto que desde la década del 2000, se replantean los paradigmas de investigación y
la práctica de la comunicación científica. Es entonces que el modelo del diálogo, motiva a re-
estructurar las relaciones ciencia-sociedad para construir iniciativas donde la ciencia aporta
de forma directa en la calidad de vida. Las iniciativas de este campo han generado por
ejemplo: centros/museos de ciencia, juegos e iniciativas de ciencia ciudadana. Sin embargo,
se enfrentan desafíos a nivel mundial como el poco o nulo financiamiento para la
comunicación científica y las barreras estructurales de las universidades. Hechos que son una
limitante, pero que pueden ser superados con colaboración y creatividad con iniciativas como
Ciencia para Todos.

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