PROTORRACIONALISMO
PROTORRACIONALISMO
PROTORRACIONALISMO
Steiner.
1910.
Michaelerplatz,
Viena.
Engloba personalidades y obras muy dispares, que dificultan la enumeración de sus aspectos
específicos y sus significados. Parece que el término fue usado por primera vez por
Edoardo Persico hablando del palacio Stoclet, construido por Hoffmann en Bruselas, y las
características de este edificio podrían constituir los invariantes del protorracionalismo:
ausencia de "genio", la coherencia con su época, el abandono de las formas clásicas, el
empleo de nuevas técnicas y la lucha contra la costumbre de un arte revestido con
exuberancia ornamental.
Adolf Loos (1870-1933) manifiesta una postura opuesta a la de Gaudí. "La sociedad,
declara, no tiene necesidad de arquitectura sino de viviendas. Mientras falten viviendas
será inmoral gastar dinero transformando las viviendas en arquitectura. Condena las
invenciones originales, sólo los hallazgos técnicos pueden determinar cambios en las formas
de la construcción; denuncia la ornamentación como un crimen que pesa sobre la economía
de la construcción; niega la arquitectura porque si no sirve a necesidades prácticas es
inmoral, y si las sirve no es arte". (G.C. Argan, ob. cit., pág. 268)
"Aquí (...) todo parece surgir de la intención de superar una normativa de edificación; en
particular, la condición que impone a la fachada principal de ser poco más alta de un piso. A
partir de esto, Loos desarrolla su edificio insertándolo en el desnivel entre la calle y el
jardín, disponiendo en el lado de éste una altura de cuatro pisos y relacionando su cubierta
con la del único piso permitido en el lado de la calle mediante un gran techo curvo. Toda la
articulación de los espacios interiores (...) debía basarse precisamente en la yuxtaposición
de ambientes grandes y pequeños, encajando ambientes de diversos tamaños y
conservando, sin embargo, un único plano de cubierta, que aquí tiene una sección mixtilínea,
primero plana y después curva." (De Fusco, R., ob. cit., pág. 191)
Bibliografía
Gillo Dorfles (1980), La arquitectura moderna. Barcelona. Ariel. Col. Ariel quincenal 151,
págs. 36
Renato de Fusco (1981), Historia de la arquitectura contemporánea. Madrid. Blume. págs.
171-173 y 191-194
Fernando Chueca Goitia (1992), La arquitectura: del Barroco a nuestros días. Barcelona.
Carroggio S. A. de Ediciones. Tomo 4º de la Historia del Arte. pág. 217 y 219
Gravagnuolo, Benedetto (1988), Adolf Loos: teoría y obras. Madrid. Nerea.
Lustenberger, Kurt (1998), Adolf Loos. Barcelona. Gustavo Gili.
Schezen, Roberto (1996), Adolf Loos: arquitectura 1903-1932. Barcelona. Gustavo Gili.
Giulio Carlo Argan (1976), El arte moderno. Valencia. Fernando Torres ed. 2ª ed. Vol. 1, pág
267-270
PROTORRACIONALISMO
Introdución
El inicio del protorracionalismo puede ser el palacio Stoclet, construido por Hoffmann
en Bruselas. Es la conclusión de un largo proceso y búsqueda del gusto, y marcado por
la ausencia de un genio.
Este nacimiento se debe también a la burguesía europea, a la que se debe el abandono
de las formas neoclásicas, y la afirmación del protorracionalismo, con sus exposiciones
universales, con el empleo de las nuevas técnicas, con el arte para todos. La producción
de este periodo no ve ya la belleza del ejemplar aislado, sino que se presenta como un
acto que tiene en cuenta otras cosas. Eso es lo que hacen los grandes representantes de
este estilo.
Loos afirma que la arquitectura se diferencia del arte porque tiene fines prácticos. El
objetivo de Perret es la calidad de la construcción. Granier trata de llevar la arquitectura
a la urbanística. Behrens trata de llevar a la práctica la edificación industrial.
El protorracionalismo, que coincide con la difusión del hormigón armado, aprovecha las
posibilidades de los materiales para conseguir su programa de simplificación y máxima
economía.
Loos se pone en contra de los ornamentos en sus escritos y en su obra, buscando la
economía estética. La simplificación de las formas, la liberación del espíritu decorativo,
constituyen el gusto por la sencillez misma. Su arquitectura busca un papel moral,
enfrentándose al despilfarro decorativo en beneficio del valor funcional y social.
Otra de las características del estilo esta en el plano estético arquitectónico. Las
transformaciones del gusto, con el paso de la familia morfológica de motivos cóncavo-
convexos del Einfuhlung a la familia morfológica geométrica cuyo punto culminante es
la abstracción.
Podemos considerar el protorracionalismo un estilo fundamentalmente reductivo.
Heredó la reducción de la arquitectura a la construcción propia de los ingenieros del
siglo XIX; la reducción estilística del Art Nouveau, cuya continuación es la tendencia
que acaba en la abstracción, la reducción económica de todos los estilos precedentes y
sobre todo la reducción a la geometría.
Al geometrismo teorizado por MacKintosh y Wright, el protorracionalismo añade su
adhesión a la geometría de los productos mecánicos, estandarizados, modulares,
repetibles, con todas las implicaciones socioeconómicas pertinentes. Estos motivos de
inspiración implican también una influencia lingüística, que interviene con papel activo
en la definición del nuevo estilo. Sin embargo, es en el nivel lingüístico donde el
protorracionalismo entra en contradicción. Este estilo negativo combate el ornamento
del Art Nouveau y todo acento que no venga de lo artificial. Las diversas reducciones
del protorracionalismo no encontraron otro código aparte del clasicista de los esquemas
de bloques cerrados, simetrías bilaterales que ambas corrientes del Art Nouveau habían
olvidado.
El reduccionismo del protorracionalismo adquirirán un carácter nuevo, ya en pleno
racionalismo, en las obras de Wright.
Josep Hoffmann
El palacio Stoclet
Loos
Perret
Tony Garnier
Garnier nos proporciona otra versión del protorracionalismo, en la que toda obra de
arquitectura se encuadra en un programa urbanístico. Elabora en 1901 un proyecto de
urbanismo y edificación para una ciudad industrial de 36000 habitantes, que se puede
considerar como el modelo de la urbanística racionalista, por su rigurosa funcionalidad,
su zonificación y parcelación.
También encontramos en Garnier las limitaciones de la inspiración clasicista.
Le falta la búsqueda de un nuevo lenguaje, basando toda su obra en una simplificación
geométrica.
Deutscher Werkbund
Peter Behrens
Construida en Viena en 1910 por Loos. Inserta el edificio en el desnivel entre la calle y
el jardín, disponiendo en el lado de éste cuatro pisos y relacionando su cubierta con la
del único permitido en el lado de la calle mediante un gran techo curvo. Toda la
articulación de los espacios interiores debía basarse en la yuxtaposición de ambientes
grandes y pequeños, conservando un único plano de cubierta. Las fachadas laterales
muestran los diferentes ambientes con sus diferentes cotas. La fachada del jardín, en
cambio, es ordenada y compuesta con un orden clasicista, y simétrica. Esta casa
representa sobre todo un manifiesto de la poética del arquitecto. Muestra los principios
de la arquitectura protorracionalista: la fachada principal, fea con su techo curvo, estaba
concebida por un arquitecto que excluía la arquitectura del conjunto de las artes por
resolver una función.