Tarea Reglas Ortograficas

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Actividad 1

Instrucciones: Divide silábicamente las siguientes palabras y escribe la


primera letra de acuerdo con qué tipo de palabra es por número de sílabas
(M: monosílaba, B: bisílaba, T: trisílaba, P: polisílaba). Si hubiese diptongo,
triptongo o hiato, escribe delante de la palabra la sigla D, T o H, según
corresponda. Observa el ejemplo.

Palabra División silábica Número de sílabas D, T, H


mitología mi-to-lo-gí-a P H
cráneo Crá – ne - o T H
industrial In-dus-trial T D
vehemente Ve-he-men-te P H
perpetuéis Per-pe-tuéis T T
anhelo a-nhe-lo T H
amáis a-máis B D
ahuecar a-hue-car T H
cándidamente Cán-di-da-men-te P N/A
opulencia o-pu-len-ci-a P D
extinguir Ex-tin-guir T N/A
restaurante Res-tau-ran-te P D
caída Ca-í-da T H
contrario Con-tra-rio T D
geografía Ge-o-gra-fí-a P H
caótico Ca-ó-ti-co P H
oído o-í-do T H
catarata Ca-ta-ra-ta P N/A
Cuauhtémoc Cuauh-té-moc T T
Actividad 2
Instrucciones: Subraya la sílaba tónica y escribe qué tipo de palabra es:
aguda, grave, esdrújula o sobresdrújula. Observa el ejemplo.

mercantil aguda díselo esdrújula


ámbar aguda policía grave
matemática esdrújula contemporáneo esdrújula
cónsul grave instante grave
diciéndoselo sobresdrújula mariposa grave
examen grave abdomen grave
atravesar aguda conjuntándose esdrújula
madrugar aguda cantaríamos esdrújula
bajío grave contábaselo sobresdrújula
decía grave reunión aguda
reliquia grave arduo grave
maíz aguda duodécimo esdrújula
retráctense esdrújula leía grave

Actividad 3
Instrucciones: Clasifica las palabras del siguiente texto, excepto los monosílabos
Texto Agudas Graves Esdrújulas
Elogio proscrito Referiré Mujeres Lágrimas
piel Ésas sonámbulas
Días pájaros
Me referiré a las mujeres Vida orígenes
a ésas Hojarasca
que uno a uno Arrastran
los días de su vida son hojarasca Palabra
tierra
lágrimas
sucumben
arrastran la palabra de la tierra deshabitadas
sucumben deshabitadas con ellas
ellas hombros
sonámbulas guardan
noche
sus hombros guardan la noche esas
esas mujeres han perdido la piel mujeres
su cintura perdido
paisaje de pájaros dilapidados cintura
tuvo orígenes de oleaje paisaje
dilapidados
el espejo hombre las condena tuvo
Texto Agudas Graves Esdrújulas
son ostracismo niño manos de oleaje
voz espejo
hombre
aleteo de silencios. condenas
ostracismo
niño
manos
aleteo
silencios

Actividad 4
Instrucciones: Clasifica las palabras del siguiente texto, excepto los
monosílabos.
Dolor es igual a felicidad
Gerardo Canseco
(Fragmento)

En cuestión de la disciplina en esta sociedad que tiene fobia al dolor, al esfuerzo,


al sacrificio, cada vez se hace más difícil cumplirla. Hoy la anestesia no es solo una
característica
que nos hace más llevaderas las visitas al dentista; la anestesia es algo que, a
veces, nos quita la capacidad moral para discernir entre el bien y el mal y para
fortalecer el musculo de la voluntad, para fortalecer nuestro espíritu. Y en México,
si algo necesitamos todos es mucha disciplina, pues el dolor tiene una función
formativa. El dolor es una de las asignaturas difíciles de manejar en toda la vida.
Esto se debe a que hemos conceptualizado el dolor como algo negativo, que tiene
que evitarse.
Los padres se proponen que su hijo no sufra, los médicos ven que los pacientes no
sufran, nosotros mismos vemos la manera de no sufrir y por aquí nos metemos en
una enorme trampa, porque el dolor es inevitable, es parte de nuestra vida. Una de
las cuatro verdades según Buda es precisamente: “la vida es difícil”. Esto implica,
por supuesto, que la vida es dolorosa y cuando nosotros queremos salirnos de esta
verdad, nos vamos a encontrar con esa utopía del mundo feliz, donde todo puede
manejarse de una manera artificial y, lógicamente, caemos en una trampa de que
no hay ningún elemento externo que nos pueda quitar ese dolor. El problema que
estamos viviendo en nuestra cultura contemporánea es que hemos creído que todo
se puede solucionar sin mi intervención directa. Y partimos mucho de las medicinas
y los analgésicos, y decimos: “me duele esto, tomo aquello”. Cualquier molestia me
la puedo quitar. De hecho, ¿qué está sucediendo con este mundo en que queremos
controlar las emociones, sobre todo, las emociones dolorosas, controladas
químicamente? Estamos haciendo un mundo de “prozac”
A continuación, escribe en el recuadro las palabras con hiato y las palabras
esdrújulas que encuentres en el texto.

Palabras con hiato Utopía, contemporánea, creído


Palabras esdrújulas México, difíciles, médicos,
analgésicos

Actividad 5
Instrucciones: Acentúa las palabras en cursivas cuando sea necesario. En
este ejercicio practicas el acento diacrítico.

1. Me contestaron que no sabían cuando iban a regresar.


2. ¡Como! ¿Estabas aquí? Pues, ¿a qué hora llegaste que no me di
cuenta?
3. A veces cuando pienso que lejana está ya mi juventud y cuantas cosas
he dejado sin hacer…
4. ¿En dónde quedaron los lápices que acabamos de comprar?
5. No saben cuál es tu expediente ni cual es el mío. No sé cómo van a
resolver esto.
6. Se pone furioso si le hablan por teléfono cuando está estudiando, pero,
quien va a adivinar a qué hora estudia.
7. Ya lo buscaron donde les dijiste y no lo encuentran, ¿no estará en el
lugar que dijo Roberto?
8. Las personas con quienes nos entrevistamos ayer no saben en cuanto
tiempo podrán terminar el trabajo.
9. Como no tengo tiempo ahorita, ni se cuándo lo voy a tener, no puedo
darles una cita. Ya lo haré en cuanto pueda.
10. El niño se porta como loco, razón por la cual no hay nadie que quiera
cuidarlo.
11. No les interesan estos artículos; prefieren aquellos.
12. Esa no es mi obligación. Yo solo tengo que arreglar estos documentos.
13. No saben nada de eso porque esta es la oficina de trámites.
14. Cuando veas esa película me dices si crees que es mejor que esta.
15. En aquellos tiempos no existían ni la luz ni el teléfono. Estos son el
resultad de inventos más recientes.
16. Eso que dices me parece superficial. Creo que podríamos buscar
aquellos libros de los que nos habló el maestro e informarnos un poco
más sobre esto.

Actividad 6
Instrucciones: Escribe los acentos que hacen falta en el texto siguiente.

La Odisea Literaria de Un Manuscrito

A principios de agosto de 1966 Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de San


Ángel, en la ciudad de México, para enviar a Buenos Aires los originales de Cien años
de soledad. Era un paquete de quinientas noventa cuartillas escritas en maquina a
doble espacio y en papel ordinario, y dirigido al director literario de la editorial
Sudamericana, Francisco (Paco) Porrúa. El empleado del correo puso el paquete en la
balanza, hizo sus cálculos mentales, y dijo —Son ochenta y dos pesos. Mercedes conto
los billetes y las monedas sueltas que llevaba en la cartera, y me enfrento a la realidad:
—Solo tenemos cincuenta y tres. Tan acostumbrados estábamos a esos tropiezos
cotidianos después de un año de penurias, que no pensamos demasiado la solución.
Abrimos el paquete, lo dividimos en dos partes iguales y mandamos a Buenos Aires
solo la mitad, sin preguntarnos siquiera como íbamos a conseguir la plata para mandar
el resto. Eran las seis de la tarde del viernes y hasta el lunes no volvían a abrir el correo,
así que teníamos todo el fin de semana para pensar.

Ya quedaban pocos amigos para exprimir y nuestras propiedades mejores dormían el


sueño de los justos en el Monte de Piedad. Teníamos, por supuesto, la maquina
portátil con que había escrito la novela en más de un año de seis horas diarias, pero
no podíamos empeñarla porque nos haría falta para comer. Después de un repaso
profundo de la casa encontramos otras dos cosas apenas empeñables: el calentador
de mi estudio que ya debía valer muy poco y una batidora que Soledad Mendoza nos
había regalado en Caracas, cuando nos casamos. Teníamos también los anillos
matrimoniales que solo usamos para la boda y que nunca nos habíamos atrevido a
empeñar porque se creía de mal agüero. Esta vez, Mercedes decidió llevarlos de todos
modos como reserva de emergencia.

El lunes a primera hora fuimos al Monte de Piedad más cercano, donde ya éramos
clientes conocidos, y nos prestaron —sin los anillos— un poco más de lo que nos
faltaba. Solo cuando empacábamos en el correo el resto de la novela, caímos en la
cuenta de que la habíamos mandado al revés: las paginas finales antes que las del
principio. Pero a Mercedes no le hizo gracia porque siempre ha desconfiado del
destino.

–Lo único que falta ahora–dijo–es que la novela sea mala.

La frase fue la culminación perfecta de los dieciocho meses que llevábamos batallando
juntos para terminar el libro en que fundaba todas mis esperanzas. Hasta entonces
había publicado cuatro en siete años, por los cuales había percibido muy poco más
que nada. Salvo por La mala hora, que obtuvo el premio de tres mil dólares en el
concurso de la Esso Colombiana, y me alcanzaron para el nacimiento de Gonzalo,
nuestro segundo hijo, y para comprar nuestro primer automóvil.

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