Imperialism o
Imperialism o
Imperialism o
El cual fue liderado por Estados Unidos, Japón y las grandes potencias europeas.
El imperialismo y el colonialismo
Causas del imperialismo
Para el siglo XIX, el término imperialismo tuvo un sentido diferente al que se aplicaba en la
antigüedad, ya que
Por su parte, el colonialismo fue un aspecto dentro del imperialismo y significó la explotación y el control directo del
mundo, caracterizada por su atraso científico y técnico, por parte de los países industrializados.
Cabe destacar que estos se lanzaron a la conquista del mundo motivados por varios factores:
Demográficos. El aumento poblacional europeo favoreció una gran migración, sobre todo de los sectores más
pobres, a otros continentes.
Culturales. El colonialismo se justificó como una misión civilizadora a través de la cual se difundía por el mundo la
cultura occidental, que se creía superior a la de los pueblos indígenas.
Religiosos. Dentro del cristianismo europeo y norteamericano, surgió un gran movimiento que tenía como objetivo
la difusión del cristianismo por todo el mundo.
Políticos. El colonialismo surgió como extensión de los nacionalismos. Así, algunas naciones utilizaron la expansión
imperial como una manera de olvidar las derrotas y humillaciones. También fue importante la competencia, pues
una vez iniciada la adquisición de colonias, ninguna potencia quiso quedarse rezagada en el proceso.
La Conferencia de Berlín
Esta conferencia, convocada por el canciller Otto von Bismarck y el rey Leopoldo II de Bélgica en 1884, tuvo como objetivo
reglamentar la colonización de África para evitar la confrontación entre potencias.
En ella además de repartirse el continente, salvo Etiopía y Liberia, se acordaron dos reglas para la colonización.
En primera instancia, los países debían expresar la intención de colonizar un territorio para que fuera aprobada.
En segundo lugar, se llevaría a cabo la ocupación efectiva, etapa que trajo múltiples conflictos. Además, se lograron las
siguientes disposiciones:
El establecimiento de una nueva doctrina de ocupación, según la cual los habitantes de la costa adquirían el
derecho de posesión sobre los territorios ocupados.
La repartición de África
Inglaterra en Egipto, junto con Sierra Leona, Gambia, Costa de Oro y Lagos. Desde Egipto, se expandieron por
Sudán, Somalia, Kenia y Uganda.
Francia en Túnez y Argelia. Luego, continuó su expansión desde Senegal hacia el interior.
El gobierno de las colonias se desarrolló bajo distintos modelos. Los principales fueron los dominios, los departamentos,
el protectorado y el virreinato.
Los dominios
Posteriormente, con el gran número deinmigrantes europeos, se instauró el sistema deautogobierno, como sucedió
en Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
Los departamentos
Se caracterizó por basarse en la doctrina de asimilación, la cual señalaba que los colonos e indígenas eran ciudadanos con
derechos, lo que les permitía participar en la administración colonial.
El protectorado.
Sistema de gobierno mediante el cual las autoridades indígenas aceptaban gobernar bajo la dirección de una potencia
europea.
El virreinato.
Aplicado por los ingleses en la península del Indostán o India, cuyos estados estaban sometidos al régimen del protectorado
pero dependían directamente de la corona británica.
La resistencia al imperialismo
El avance imperial no estuvo exento de resistencias y conflictos, que fueron del siguiente tipo:
La resistencia dentro de las potencias. Esta era organizada por los partidos socialistas y los movimientos obreros.
Las rebeliones internas. Estaban dirigidas por movimientos o sociedades secretas que defendían los valores
culturales y religiosos autóctonos. Este fue el caso de los cipayos en India y los boxers en China.
Los conflictos entre europeos. En la práctica, el establecimiento de una colonia era tan importante en el ámbito
político y económico que las naciones estaban dispuestas a violar los acuerdos con tal de obtener más tierras. En
este contexto, se presentaron las guerras hispano-norteamericana de 1898, la guerra de los Bóers en 1899 y
la ruso-japonesa de 1904. Todas estas confrontaciones fueron preludio de la Primera Guerra Mundial de 1914.
rebeliones internas
Estaban dirigidas por movimientos o sociedades secretas que defendían los valores culturales y religiosos
autóctonos. Este fue el caso de los cipayos en India y los boxers en China.
I. El imperialismo
La Compañía Británica de las Indias Orientales era el principal centro de poder en la India a mediados del siglo XIX tanto en
virtud de sus recursos económicos como de su control sobre una fuerza militar que le posibilitaba imponer sus medidas
sobre un vasto territorio. El grueso del ejército estaba integrado por soldados nativos, los llamados cipayos, que estaban
bajo el mando de oficiales británicos. La sublevación estalló en el norte y centro de la India en 1857 como expresión de
rechazo a los agravios étnicos y religiosos inferidos por los conquistadores. El detonante de la rebelión fue la introducción
de un nuevo fusil cuyo cartucho utilizaba grasa animal, algo ofensivo para los soldados hindúes y musulmanes, dado que
sus religiones prohibían el consumo de cualquier producto derivado de la vaca o el cerdo. Muchos indios no se sumaron a la
ofensiva contra los británicos debido a las fuertes divisiones políticas, lingüísticas y religiosas que prevalecían en el
subcontinente. Los sikhs y los pathans en el noroeste de la India respaldaron a los británicos y fueron una fuerza
determinante en la captura de Delhi. También los gurkhas de Nepal formaron parte del contingente británico debido a su
tradicional hostilidad hacia los mogoles. En el sur de la India, solo hubo brotes aislados de violencia. La mayoría de los
gobernantes de esta zona no estaban sometidos a la ocupación británica directa y tenían fuertes diferencias con los
anteriores poderes estatales, el de los mogoles y el de los marathas, del centro y del norte, sometidos por los británicos.
“Domingo 10 de mayo, en paz y felicidad. En la mañana temprano asistí al servicio en la iglesia del acantonamiento, vi
mucha gente junta reunida allí, a algunos nunca los encontré nuevamente. El día pasó en tranquila felicidad; ningún
pensamiento de peligro disturbaba la serenidad de ese feliz hogar. ¡Ay! De qué manera tan distinta se cerró ese domingo
que comenzó tan tranquilo. Estábamos a punto de ir al servicio de la tarde cuando comenzó el disturbio en el campo de
maniobras nativo. Los disparos y el humo nos alertaron de lo que estaba ocurriendo: nuestros sirvientes nos imploraron
que no nos hiciéramos ver y nos urgieron sobre la necesidad de cerrar nuestras puertas, en tanto la multitud se estaba
acercando. Mr. Greathed [su esposo], después de cargar sus armas, me llevó a la terraza en lo más alto de la casa; dos de
nuestras compatriotas también se refugiaron con nosotros para escapar de las balas de los rebeldes. Justo en ese momento,
Mr. Gough, del 3 de Caballería, galopó a toda velocidad hacia la casa. Él había cargado a través de las tropas amotinadas
disparando para todos lados para llegar hasta nosotros y darnos noticia del peligro. El sobrino del comandante de los
afganos, Jan Fishan, también llegó para el mismo propósito y fue, lamento decir, herido por un cipayo. El tumulto creciente,
el humo cada vez más espeso, los fuegos todo en derredor, nos convencieron de la necesidad de hacer nuestra posición tan
segura como pudiéramos; nuestra guardia fue preparada para el combate en la parte de abajo. Luego del ocaso, una partida
de insurgentes se abalanzó sobre nuestro terreno, ahuyentó a la guardia, y entró a la casa poniéndole fuego. Podíamos
escucharlos por todas partes rompiendo y saqueando, y llamándonos ruidosamente; una vez o dos me pareció sentir sus
pasos en la escalera, pero ninguno subió. Debemos mucho a la fidelidad de nuestros sirvientes; de habernos traicionado
uno solo, nuestras vidas hubieran sido sacrificadas.
Luego de algún tiempo, las llamas comenzaron a ascender y el humo se volvió intolerable. Justo cuando el fuego
amenazaba nuestra destrucción, oímos la voz de uno de nuestros sirvientes llamándonos para que bajáramos. Bajamos, con
todos los riesgos consiguientes. Nuestro fiel sirviente, Golab Khan, viendo nuestra peligrosa situación en medio de las
llamas crecientes, y que cada momento era precioso, con su característica presencia de ánimo y prontitud, había pensado
rápidamente un plan para alejar a la multitud, la que, luego de haberse satisfecho con todo el botín que pudieron conseguir,
se estaba volviendo cada vez más irritada en nuestra búsqueda. Él audazmente llegó hasta ellos, ganó su confianza
declarándose de la misma fe que ellos, y que deseaba entregarnos. Les aseguró que era inútil continuar buscando en la
casa; pero que si todos lo seguían, los conduciría hasta un depósito de heno donde habíamos sido ocultados. El plan tuvo
éxito; y tan convencidos estaban de que lo que él les había dicho era cierto, que no se quedó ni un solo hombre. En este
intervalo bajamos con seguridad. No se veía ningún ser humano cerca de la casa; pero tuvimos solo el tiempo justo para
escapar dentro del jardín cuando la multitud amotinada retornó, más enloquecida que nunca ante el engaño que había sido
practicado sobre ellos. La vida de Golab Khan estaba ahora tan en peligro como la nuestra; pero él escapó felizmente. En
muy pocos minutos luego de nuestro descenso, la casa se derrumbó con estrépito, y agradecimos a Dios por Su
misericordiosa ayuda.
Las horas restantes hasta el alba no transcurrieron sin ansiedad. Estábamos sentados quietamente a la luz de la luna, sobre
un tapiz que uno de los sirvientes nos había traído, cuando fue dada una alarma de que ellos amenazaban con buscarnos en
el jardín. El jardinero me escondió bajo un árbol; mi esposo se apostó cerca con su revólver en mano. La alarma probó ser
falsa y estuve feliz de ser liberada de mi escondite.
Nunca fue más bienvenida para nosotros el alba que el 11 de mayo; la luz del día mostró cuán completo había sido el
trabajo de destrucción. Todo estaba convertido en ruinas y desolación, y nuestro hogar resplandeciente y feliz era ahora una
pila ennegrecida. Era triste la escena, pero el agradecimiento por la vida no dejaba lugar para otras cosas. Con la luz de la
mañana, la multitud se había dispersado totalmente y no tuvimos dificultad para ir hacia las líneas de los dragones, donde
fuimos bienvenidos muy cordialmente por nuestros amigos, el capitán y Mrs. Cookson. Ellos habían sentido una gran
aprehensión por nuestra suerte al saber que, como estábamos fuera del acantonamiento, no podían darnos ninguna ayuda.
Habíamos estado totalmente aislados de toda comunicación durante la noche, y era triste el relato de muerte y
derramamiento de sangre que entonces escuchamos, y terrible la ansiedad por aquellos que estaban en Delhi, cuando se
encontró que los cables telegráficos habían sido destruidos por los cipayos antes de que se llegara a traslucir ningún
conocimiento de lo que estaba ocurriendo. Los amotinados se fueron durante la noche y perseguirlos era inútil. La mañana
siguiente nos confirmó nuestros peores temores, pero de esa masacre horrenda ya todo fue dado a conocer.
El cuartel de artillería, con su gran cercado, fue convertido en un fuerte y en un hogar para todos; muchas familias ocuparon
habitaciones en las barracas y el espacio entre ellas fue llenado con tiendas. Aquí encontramos refugio y no tuvimos
demasiadas incomodidades a pesar del sol abrasador y el viento caliente. La fuerza y el ánimo parecían aumentar con las
exigencias de nuestra posición; no se escuchaban quejas; el calor y la comparativa incomodidad fueron disimulados; todo
era alegría y prontitud para ayudar a otros, y aquellos que habían perdido todo tenían sus necesidades cubiertas
generosamente por los que habían sido menos infortunados. Nuestra posición era perfectamente segura y bien guardada, y
cada día atrincherada más fuertemente. Se hicieron, al mismo tiempo, preparativos para la organización de una fuerza de
campo. Finalmente, todo estuvo preparado y fue dada con satisfacción la orden de marcha; ardientes eran nuestras
esperanzas de que en dos o, a lo sumo, tres semanas veríamos a nuestro valiente pequeño ejército retornar victorioso. Con
muchos y repetidos buenos deseos y plegarias, los vimos partir. En la noche del 27 de mayo se alejaron marchando”.
Fuente: Elisa Greathed, “Introduction”, Letters written during the siege of Delhi. Traducción de Luis César Bou.
http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-1/fuentes/el-imperialismo/fuente-4-la-revuelta-de-los-cipayos-1857-1859
los boxers en China
La Rebelión de los Bóxers fue un levantamiento contra extranjeros y cristianos que estalló en el este de China a finales de la
década de 1890. La fuerza impulsora detrás de este levantamiento fue una sociedad secreta llamada los Puños de la Justa
Armonía, apodada como los Bóxers por la prensa occidental. Este movimiento fue secreto, fundamentado en el misticismo
chino y completamente cerrado a los extranjeros. Los miembros del movimiento Armonía Justa eran antiextranjeros,
anticristianos y, a menudo, críticos con el régimen Qing por su incapacidad para resistir al imperialismo extranjero. Buscaron
su propia represalia contra los imperialistas extranjeros en China, prometiendo “expulsar a los demonios extranjeros”. Sus
miembros aprendieron y practicaron una forma de kung fu (el origen del nombre 'Boxers'). Algunos intentaron perfeccionar
una habilidad mística llamada "camisa de hierro". Esto implicó endurecer y tensar el cuerpo para resistir los golpes. Los
mejores defensores de la "camisa de hierro", se afirmó, serían inmunes a las balas.
El levantamiento de los Bóxers comenzó a tomar forma a finales de la década de 1890, poco después de que Alemania
tomara el control de la provincia de Shandong. La actividad alemana en Shandong provocó mayores tensiones entre
extranjeros y campesinos de allí. Shandong, una provincia costera al sureste de Beijing, era conocida por sus privaciones
económicas y pobreza, causadas en gran medida por sus variaciones extremas de clima. El terreno de Shandong es
mayormente llano y cultivable, pero sus tierras de cultivo podrían quedar inundadas por lluvias torrenciales en un año y
luego agrietadas y ampolladas por una sequía abrasadora el siguiente. Los campesinos de Shandong no tenían una red de
riego que los protegiera de la sequía. No podían almacenar mucho grano ni comida, sino que vivían al día de una estación a
otra. Estos factores contribuyeron a tres hambrunas devastadoras en Shandong, entre mediados de la década de 1870 y
finales del siglo XIX. A pesar de su sufrimiento, los campesinos de Shandong eran conocidos por su fuerte lealtad provincial,
su resistencia y su habilidad como soldados. El ejército chino reclutó activamente en Shandong por esta misma razón.
En noviembre de 1897, una banda de hombres armados irrumpió en una misión católica en Juye y asesinó a dos sacerdotes
alemanes. Siguiendo el consejo del obispo católico Johann von Anzer, el gobierno alemán envió dos cañoneras a la costa de
Shandong. Luego, los agentes alemanes intimidaron al gobierno Qing para que aprobara una esfera de influencia alemana
en la provincia. Los católicos alemanes fueron compensados con 3,000 taels de plata y se les permitió fortificar edificios
para protegerse de turbas violentas. Los alemanes también forzaron la destitución de funcionarios locales que creían que
eran responsables de avivar el sentimiento antiextranjero y anticristiano en Shandong. Un flujo constante de misioneros
alemanes se trasladó a Shandong, lo que provocó disputas por tierras y lugares religiosos. En Liyuantun, los cristianos
tomaron el lugar de un antiguo templo budista para construir una iglesia, lo que provocó protestas y cierta violencia.
La violencia contra los extranjeros se extendió por Shandong a finales de 1898 y 1899. La supresión de las Reformas de los
Cien Días por parte de la emperatriz viuda Cixi puede haber dado cierto estímulo al creciente movimiento bóxer, que había
atribuido la debilidad de China al emperador Guangxu. En octubre de 1899, hasta 1,500 boxeadores se concentraron en un
templo budista en Pingyuan, al noroeste de Shandong, y lucharon contra un contingente mucho más pequeño de soldados
del gobierno. La Batalla del Templo Senluo, como se la conoció, hizo añicos el mito de que los bóxers tenían defensas
mágicas contra las balas; sin embargo, el movimiento bóxer siguió creciendo en Shandong y en la periferia de las provincias
vecinas. A finales de 1899, bandas de bóxers acechaban por el oeste de Shandong, atacando a extranjeros y cristianos
chinos. Los edificios construidos, propiedad o utilizados por extranjeros fueron quemados o derribados. Algunos chinos
incluso fueron agredidos o asesinados por poseer o portar una Biblia, libros en inglés o artículos obtenidos de europeos. Los
Boxers también distribuyeron activamente propaganda antiextranjera en forma de arte, carteles, poesía, canciones y
rumores.
“Durante los últimos 30 años [los extranjeros] se han aprovechado de la benevolencia y la generosidad de nuestro país, así
como de nuestra sincera conciliación para dar rienda suelta a sus inescrupulosas ambiciones. Han oprimido nuestro estado,
invadido nuestro territorio, pisoteado a nuestra gente y exigido nuestra riqueza. Cada concesión hecha por la Corte les ha
llevado, día a día, a depender más de la violencia hasta que se acobardan ante la nada. En pequeños asuntos oprimen a la
gente pacífica; en los grandes asuntos, insultan lo divino y lo santo. Toda la gente de nuestro país está tan llena de ira y
agravios que cada uno de nosotros desea vengarse ”.
La emperatriz viuda Cixi, 1900
La relación entre el movimiento Boxer y el gobierno Qing era incierta. Al principio, los Boxers y los líderes Qing se mostraban
antipáticos entre sí. Los bóxers consideraban a los Qing corruptos y demasiado débiles para resistir las incursiones
extranjeras. De hecho, los propios Qing eran extranjeros, manchúes y no chinos han. Dentro del gobierno, los ministros
Qing condenaron el movimiento Armonía Justa. Li Hongzhang, de China de facto Ministro de Asuntos Exteriores y el más
ferviente partidario del autofortalecimiento, dijo que “bajo cualquier soberano ilustrado, estos boxeadores, con sus
ridículas pretensiones de poderes sobrenaturales, habrían sido condenados a muerte hace mucho tiempo”. A finales de
1899, los Qing nombraron a uno de los mejores generales de China, Yuan Shikai, como gobernador de Shandong y comenzó
a reprimir los disturbios de los bóxers en el oeste de la provincia. Pero las actitudes comenzaron a cambiar, a medida que
tanto los Boxers como los Qing comenzaron a reconocer las ventajas que cada uno podía brindar al otro. Con la esperanza
de que los bóxers pudieran expulsar a los extranjeros de China, Cixi les brindó su cauteloso apoyo. Los edictos imperiales de
enero y abril de 1900 legalizaron la formación de milicias civiles, dando luz verde al reclutamiento de bóxers. Los Qing
también filtraron dinero a los líderes boxeadores, para apoyar la formación de nuevos miembros. Los Boxers
correspondieron usando el eslogan “¡Revive el Qing! ¡Destruye al extranjero!
En la primavera de 1900, miles de rebeldes bóxers atravesaban el noreste de China y se acercaban a Beijing. Una atmósfera
de pánico se apoderó de los extranjeros en la capital, quienes enviaron informes a sus gobiernos de origen, mientras las
cañoneras de las armadas extranjeras permanecían amenazadoras frente a la costa de Shandong. En junio, más de 20,000
boxeadores inundaron Beijing y se dirigieron hacia el barrio diplomático de la capital, ubicado alrededor de la Ciudad
Prohibida. Diplomáticos y funcionarios extranjeros de nueve países diferentes, junto con una pequeña guarnición de unos
400 soldados, se enteraron del avance de los Boxer y se reunieron dentro de la seguridad de un recinto fortificado. La
legación alemana, situada al otro lado de la ciudad, no tuvo tanta suerte. El embajador alemán, Clemens von Ketteler, murió
en una pelea callejera con soldados pro-boxers. Mientras tanto, los extranjeros dentro del recinto, con escasez de alimentos
y armados sólo con rifles y un solo cañón, fueron asediados durante casi dos meses (que luego se hizo famoso en la
película Días 55 en Pekín). Cuando sus suministros estaban casi agotados, las legaciones extranjeras fueron rescatadas por
tropas de la llamada Alianza de las Ocho Naciones (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Austria-Hungría, Italia, Rusia, Japón y
Estados Unidos). Esta fuerza internacional de unos 20,000 soldados entró en Pekín el 14 de agosto de 1900, relevó a las
legaciones y expulsó a los bóxers de la ciudad. La emperatriz viuda Cixi y el emperador Guangxu huyeron de Beijing en
carros de mano y se dirigieron a la seguridad montañosa de la provincia de Shaanxi.
La expedición de las Ocho Naciones ocupó la capital china durante semanas, dividiéndola en áreas de control. Se ordenó a
diplomáticos y tropas extranjeros que peinaran Beijing, identificando y arrestando a boxeadores sospechosos o
simpatizantes de los boxeadores, pero la mayoría se limitó a participar en una campaña de saqueo indiscriminado, violencia
y violaciones. Hubo informes de diplomáticos que enviaron a casa carros llenos de objetos de valor robados de hogares
manchúes. La Ciudad Prohibida fue asaltada al menos dos veces y despojada de artefactos de valor incalculable; Hubo
numerosos relatos de palizas, violaciones y ejecuciones callejeras. Los peores infractores parecían ser los soldados
alemanes, impulsados por un discurso pronunciado en julio de 1900 por su monarca, el káiser Guillermo II:
“Si te encuentras con el enemigo, será derrotado. No se dará cuartel. No se tomarán prisioneros. Quien caiga en tus manos
se perderá. Al igual que hace mil años, los hunos se hicieron un nombre bajo Atila ... que el nombre alemán sea estampado
por ti de tal manera que ningún chino se atreva nunca a mirar bizco a un alemán ".
En septiembre de 1901, el gobierno Qing, representado por Li Hongzhang, se vio obligado a firmar el Protocolo Boxer. El
Protocolo fue, en efecto, un costoso tratado de paz para expiar el levantamiento de los Bóxers. China acordó pagar
reparaciones: una de plata tael por cada cabeza de población (el equivalente a casi 340 millones de dólares). Se prohibieron
los grupos antiextranjeros, se impusieron restricciones militares y se acuartelaron permanentemente tropas extranjeras en
Beijing. Diez funcionarios del gobierno de Qing que se cree que apoyaron o alentaron a los boxeadores fueron ejecutados.
El gobierno Qing se vio obligado a emitir una disculpa formal por el asesinato del embajador alemán y a erigir un arco
conmemorativo en el lugar de su muerte. La emperatriz viuda Cixi negoció su regreso a Beijing y al gobierno, pero lo hizo sin
su antiguo fuego, aceptando las demandas occidentales y luego aprobando un programa de reformas sociales y políticas. La
alguna vez temible 'Dama Dragón' pasó los últimos años de su gobierno como una figura más dócil, invitada por las mujeres
occidentales a tomar té y fotografías, mientras que el régimen Qing era sólo una sombra de un gobierno nacional.
https://es.alphahistory.com/chineserevolution/boxer-rebellion/