Carta A Jesus David
Carta A Jesus David
Carta A Jesus David
He sentido un deseo muy grande de escribirte esta carta para decirte cuánto te
amo y cuánto me preocupo por ti. Te vi ayer cuando estabas platicando con tus
amigos, esperé todo el día con la esperanza de que quisieras platicar conmigo
también. Al caer la tarde te mandé una hermosa puesta del sol para terminar tu
día, ¿la viste? Y una fresca brisa para que descansaras... Y esperé, y esperé
mucho, pero tú nunca viniste con tu mente hacia mí. Quiero ser sincero, eso me
dolió mucho. Pero te sigo queriendo porque soy tu amigo.
Hoy te veo tan triste, tan solo... la sonrisa con la que engañas a los demás
conmigo no funciona. Yo te conozco y te comprendo, y sufro contigo. Sé que hay
gente que te hace sufrir, con su agresividad o con su desprecio. A mí también muy
seguido me fallan mis amigos. Tú mismo me fallas, pero a pesar de eso yo te amo.
Si quisieras, me oirías. Te amo, trato de decírtelo en lo azul del cielo y en el suave
verde del pasto; te lo murmuro en las hojas de los árboles y en los colores de las
flores. Te lo grito en el rugido de las olas, y te lo canto suavemente en los trinos de
los pájaros, los cuales cantan las canciones de amor que quiero cantarte a ti. Te
envuelvo con el calor del sol y el perfume del aire, con los aromas todos de la
naturaleza.
Mi amor por ti es más profundo que los océanos, y más grande que la necesidad o
carencia más grande que puedas pensar. Si supieras cuánto deseo caminar y
platicar contigo. Podríamos pasarnos una eternidad juntos en el cielo.
Bueno, no quiero insistirte más para no serte molesto. Eres libre para preferirme o
rechazarme. La decisión es tuya. Yo ya he decidido, y te he escogido a ti como
amigo. Yo estoy a la puerta de tu corazón, y aquí me quedaré hasta que decidas
abrirme. Esperaré, porque te amo.
Tu amigo y hermano:
Jesús.
Espero que esta carta te encuentre en paz, a pesar de los desafíos que puedas
estar enfrentando en estos momentos. Sé que el camino que has elegido puede
ser difícil, especialmente cuando el odio y la soberbia intentan nublar tu visión y
empañar tu corazón.
Antes que nada, permíteme disculparme por tomar un rato de tu tiempo. Sé que tu
vida está llena de responsabilidades y preocupaciones, y valoro enormemente
este momento que compartes conmigo para reflexionar sobre mi mensaje de amor
y compasión.
También quiero expresarte mi más sincero agradecimiento por tu servicio. En un
mundo marcado por el egoísmo y la indiferencia, tu compromiso con el bienestar
de los demás es un reflejo del amor y la compasión que deseo ver florecer en el
corazón de cada uno de mis hijos.
Recuerda que estás rodeado de mi amor incondicional en todo momento. En los
momentos de oscuridad, cuando la ira y la arrogancia se ciernen sobre ti, te invito
a recordar mis enseñanzas de amor, compasión y perdón.
El odio es como un veneno que corroe el alma y nubla la mente. No permitas que
el odio de otros te contagie, ni dejes que germine en tu propio corazón. En lugar
de eso, elige responder con amor y compasión. Busca comprender las raíces del
odio y trabaja para transformarlo con la luz de la verdad y la empatía.
La soberbia es una barrera que separa a las personas y bloquea el camino hacia
la verdadera conexión y crecimiento espiritual. Recuerda que todos somos iguales
ante los ojos de Dios, y que la humildad es la llave que abre las puertas del
entendimiento y la unidad. No te dejes seducir por la arrogancia ni te sientas
superior a los demás, sino que busca servir con humildad y compasión.
En tus momentos de debilidad, levanta tus ojos hacia el cielo y encuentra en mí la
fuerza y el consuelo que necesitas. Confía en que, aunque el camino pueda ser
difícil, nunca estás solo. Mi amor te sostiene en cada paso del camino, y mi luz
ilumina incluso las más oscuras de las noches.
Que mi paz y mi gracia te acompañen siempre, guiándote hacia la verdad y el
amor.
Con amor eterno,
Jesús
Querida familia de Jesús David,
Espero que estas palabras lleguen a ustedes en un momento de serenidad y
reflexión, donde puedan encontrar consuelo y fortaleza en medio de las
dificultades que están atravesando. Vuestra situación no pasa desapercibida para
mí, y deseo que sepan que estoy a su lado en todo momento, sosteniéndolos con
mi amor eterno y mi gracia sanadora.
Jesús David, permíteme dirigirme especialmente a ti en este momento de
tribulación. A través de las pruebas que has enfrentado, quiero que reconozcas el
inmenso amor que te tengo. Cada lágrima derramada, cada suspiro de angustia,
no ha pasado desapercibido para mí. Mi corazón se compadece de tus
sufrimientos, y mi deseo más profundo es que encuentres consuelo y fortaleza en
mi amor incondicional.
En medio de la adversidad, te invito a contemplar la misión que he encomendado
para ti. Cada desafío, cada obstáculo en tu camino, forma parte de un plan divino
que busca tu crecimiento espiritual y tu realización como hijo amado de Dios.
Aunque en ocasiones el camino parezca oscuro e incierto, confía en que estoy
contigo, guiándote con amor y sabiduría hacia la luz y la plenitud de vida que te he
prometido.
Querida familia, comprendo el peso de vuestras preocupaciones y el dolor que
llevan en vuestros corazones. En estos momentos de incertidumbre, les pido que
eleven sus súplicas a mí, confiando en mi poder transformador y mi amor redentor.
Soy el Dios de la esperanza y la restauración, y en mí encontrarán el consuelo y la
fortaleza que necesitan para seguir adelante.
Además, deseo recordarles la importancia de encomendar sus vidas a la dulce
intercesión de mi amada Madre, María. Ella, con su ejemplo de humildad y entrega
total a mi voluntad, les guiará por el camino de la confianza y la fidelidad.
Aprendan de su corazón dócil y abierto, dispuesto a decir "sí" a mi plan divino
incluso en los momentos más difíciles. Que su ejemplo les inspire a confiar en mí
plenamente y a abrir sus corazones a mi amor transformador.
Queridos hijos, en medio de la tormenta, no pierdan la esperanza ni la fe. Yo estoy
con ustedes en cada paso del camino, fortaleciéndolos con mi amor y mi gracia
divina. Confíen en mí y en mi promesa de que todas las cosas obran para bien de
aquellos que me aman. Mantengan viva la llama de la esperanza en sus
corazones, sabiendo que al final del camino les espera la plenitud de vida y la
alegría eterna en mi presencia.
Que mi amor les envuelva y les dé la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Estoy con ustedes hoy, mañana y siempre.
Con infinito amor y misericordia,
Dios