CDC 2° TP Ted 2021

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CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA

Curso: Segundo año Docente: Valeria Adorno

Mail: valeriaadorno@yahoo.com.ar licenciada.adorno@gmail.com

ACTIVIDADES
Actividad 1

1- ¿Qué significa ser ciudadano?


2- a- Leer los siguientes enunciados y colocar el tipo de ciudadanía correspondiente (CIUDADANÍA
POLÍTICA- CIUDADANÍA SOCIAL- CIUDADANÍA LEGAL):
 Derechos civiles que tenemos como personas.
 Ejercicio de los derechos políticos, como el derecho a la participación política.
 Derechos sociales: salud, educación, trabajo, etc.
3- ¿A qué edad se vota en nuestro país?
4- ¿Los extranjeros que viven en nuestro país tienen los mismos derechos? Explicar.
5- ¿Qué es “empoderarse”?

Actividad 2

1- ¿Cuándo decimos que un acto es voluntario?


2- ¿En qué consiste la libertad?
3- Define democracia.
4- ¿Hay libertades más importantes que otras? ¿Por qué?

Actividad 3

1- ¿Qué es el Estado? Diferencia Estado de gobierno.


2- ¿Qué es una Constitución y para qué sirve?
3- Observa nuestra Constitución Nacional y explica cómo es su estructura.

Actividad 4

1- Investiga qué son los Derechos Humanos.


2- Explica lo que pasó en nuestro país durante la última dictadura militar. Relacionar con el punto 1.
3- ¿Por qué creen que los Derechos Humanos están por encima de los derechos legislados en cada
país?
4- Explicar qué son los derechos de primera, segunda y tercera generación. Dar ejemplos.

Actividad 5

Lean el texto “Identidad sexual y derechos humanos”. Busquen el significado de las palabras
desconocidas y respondan:

1- Diferencia “sexo biológico” de género.


2- ¿Por qué es importante una mirada positiva respecto de la diversidad sexual?
3- Desde dicha ley, ¿cómo se define la identidad de género? ¿Qué facilita esta ley?

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4- Explicar las identidades de género reconocidas socialmente (gay, lesbiana, etc.).
5- ¿Por qué creen que hay personas que “ven mal” la diversidad sexual, que discriminan a las
personas por su identidad de género?

Actividad 6

1- Define: Discriminación, estigmatización y tolerancia.


2- Explica con tus palabras qué es el acoso escolar (bullyng).
3- ¿Cuál es tu opinión sobre el tema? ¿Alguna vez viviste o fuiste testigo de situaciones de bullyng?

Actividad 7

Lean el texto “Culturas en plural”, realicen un glosario con los términos cuyo significado
desconozcan, y respondan:

1- ¿Qué diferencias hay entre lo multicultural y lo intercultural? Dar ejemplos.


2- ¿Cómo fueron y continúan siendo avasallados los derechos de nuestros pueblos
originarios?
3- ¿Qué significa pensar la cultura en términos de “diversidad”?

TEXTOS PARA REALIZAR LAS CONSIGNAS:

ESTADO Y POLÍTICA

Ser ciudadano significa actualmente tener el derecho de pertenecer a un país y gozar de los beneficios
que esto otorga, existiendo como contrapartida el deber de cumplir con las obligaciones que fijan las leyes.
Por ejemplo, la asignación universal por hijo otorgada a quienes se encuentran en situación más
vulnerable, se pierde si no se cumple con la escolaridad o con los planes de vacunación. El derecho de
transitar y salir del territorio argentino se pierde cuando se comete un delito por el cual se debe cumplir
una condena.

Hablamos de ciudadanía legal cuando nos referimos a los derechos civiles que tenemos como personas;
por ejemplo, los mencionados en el articulo 14 de la Constitución Nacional (CN), que garantizan a todo
habitante el derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su
propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender.

Con el concepto de ciudadanía política nos referimos al ejercicio de los derechos políticos, como el
derecho a la participación política como elector, militante, candidato o dirigente.

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El concepto de ciudadanía social tiene que ver con el goce de los derechos sociales: salud, educación,
trabajo, vivienda y seguridad social (jubilaciones, pensiones, cobertura ante accidentes de trabajo, licencia
por maternidad, etc.).

Las personas extranjeras que estén en nuestro territorio de paso o como residentes, sin haber tramitado la
carta de ciudadanía (es decir que no son argentinos naturalizados), también tienen derechos (en todos los
casos, tienen derecho a la salud y a la educación, aunque les falte la documentación a los menores de
edad), siempre de acuerdo a las leyes. Deben hacer las gestiones para trabajar en forma registrada, que
es el modo en que el Estado puede otorgarles los beneficios de la seguridad social. En cuanto a la
ciudadanía política, se restringe su derecho al sufragio en elecciones generales a los extranjeros
residentes, y solo pueden ejercerlo en el nivel municipal, con previa inscripción.

Por la ley nacional del voto a los 16 años, “son electores los argentinos nativos y por opción, desde los 16
años de edad, y los argentinos naturalizados, desde los 18 años de edad“. Pueden tener inhabilitaciones
para votar quienes hayan sido condenados, rebeldes en causas penales, o declarados dementes en juicio.

Pero ser ciudadano no consiste solamente en votar, sino en participar de los asuntos de una comunidad
local, regional y nacional, con el propósito de conocer y decidir qué es lo que necesitamos, y cuál es la
manera más conveniente para conseguirlo. Por eso esta materia se llama “Construcción de Ciudadanía":
porque en la medida en que los habitantes se comprometen con la realidad en que viven, e intentan
mejorarla, se convierten en ciudadanos; se construyen lazos por los cuales se supera la individualidad que
aísla, y, aunque nunca “todos”, ni siquiera “la mayoría", estén en el proyecto en que estamos, se crea una
trama de poder para superar las dificultades.

Esto significa que la sociedad se empodera, que la gente adquiere poder, voz y acción, para lograr,
aunque sea en parte, su objetivo.

Como se afirma en los objetivos de esta materia, “formar para la ciudadanía es ayudar a que las personas
desarrollen su capacidad de autonomía, es decir, que sean capaces de tener iniciativa propia y de hacerse
responsables de los cursos de acción que eligen". Y también es “formar personas capaces de cooperar
con los demás, es decir, capaces de colaborar y entender la necesidad de compartir el trabajo con otros”.

RESPONSABILIDAD Y CORRESPONSABILIDAD

La responsabilidad es la capacidad que tiene todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar
consecuencias de un hecho realizado libremente.

Los jóvenes deben tener en cuenta que, a medida que van creciendo, así como se incrementa su
posibilidad de participación como derecho, también crece su responsabilidad por los actos que realizan. La
familia o las instituciones o programas apropiados deben cuidar de los niños y adolescentes, fomentar su
participación democrática en las instituciones y velar por la vigencia íntegra y efectiva de su desarrollo en
plenitud. Asimismo, estas instituciones deben controlar y garantizar la protección y auxilio de los menores
en cualquier circunstancia y/o cuando sus derechos colisionen con los intereses de los adultos o personas
jurídicas privadas o públicas.

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Los padres, tutores o encargados, son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos
que se encuentran bajo su responsabilidad y que habitan o no con ellos (salvo que el menor esté puesto
bajo la vigilancia de otra persona), sin perjuicio de la responsabilidad personal y concurrente que pueda
caber a los hijos, a excepción de que puedan acreditar que realmente les resultó imposible evitar el daño.
Esta responsabilidad como padres no les cabe en los trabajos de sus hijos, en tareas encomendadas por
terceros.

La corresponsabilidad es la responsabilidad compartida. Por ejemplo, en la ya mencionada Ley

de Educación Nacional 26.026 se reconoce que el Estado tiene la responsabilidad principal e indelegable
de proveer una educación integral, permanente y de calidad para todos/as los/as habitantes de la Nación,
garantizando la igualdad, gratuidad y equidad en el ejercicio de este derecho, con la participación de las
organizaciones sociales y las familias, siendo estas al mismo tiempo corresponsables en la educación;
especialmente en el caso de la familia, como agente natural y primario.

¿Cuándo un acto es voluntario?

Las personas deben hacerse responsables de los actos que realizan libremente, es decir, de lo que hacen
sin estar bajo amenaza. Pero Ia responsabilidad tiene relación con la capacidad de discernimiento o
comprensión de lo que está sucediendo. Esto significa que tiene que considerarse la edad (no es lo mismo
que un niño de 4 años provoque un incendio a que lo haga uno de 14), analizar si la persona está en su
sano juicio (un anciano con senilidad puede dejar la llave de gas abierta sin darse cuenta). Por supuesto,
se debe averiguar si existía la intención de hacer algo. Por ejemplo, si alguien que viaja sentado en el tren
apoya un pie sobre el pasillo y una persona se tropieza y se lastima, no es lo mismo que haya ocurrido
intencionalmente o que haya sucedido porque el viajero se quedó dormido y no se dio cuenta de que
estaba obstruyendo el paso. No se puede invocar Ia ignorancia de la ley o de las normas para justificar lo
que uno hace mal: se presume conocida por todos, y se supone que todos a partir de los diez años saben
qué es lo que está bien o está mal. Por supuesto que uno cuando hace algo se puede equivocar; puede
existir error cuando uno compra algo más caro pensando que es de mejor calidad que otro artículo más
barato, pero no puede invocar error por copiarse en un examen. Si actuamos con una intención engañados
por otro, o si nosotros mentimos a otro para que realice una determinada acción, ese acto no es totalmente
voluntario, está viciado por dolo1.

Cuando una persona comete un delito el juez analiza también los condicionantes sociales que lo llevan a
cometer ese acto. No es lo mismo un robo violento o robos reiterados que el robo de comida en situación
de hambre familiar. Al hacernos cargo de las consecuencias de los actos que realizamos comienzan los
límites de nuestra libertad. Porque no se puede hacer todo lo que queramos. Debemos actuar dentro de
ciertos límites, que permitan la convivencia de los miembros de la comunidad.

ESTADO Y POLÍTICA

¿En qué consiste la libertad?

La libertad, en el hombre, es el poder humano que tiene para obrar, para elegir, para pensar.
Consiste en la posibilidad de autodeterminación, o sea, en poder decidir uno lo que quiere hacer;
en la posibilidad de elección, cuando uno tiene varias o infinitas opciones de elegir algo; es la
ausencia de interferencias, obstáculos o prohibiciones para hacer algo; es la falta de esquemas o
1
Dolo: engaño o fraude hecho con la intención de dañar a alguien. Voluntad deliberada de cometer un delito, por acción u
omisión, conociendo que se quiebra la ley.

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estructuras que pueden predeterminar lo que uno hace. El concepto “libertad” se contrapone, por
ejemplo, a “no voluntario”. Hay que tener en cuenta que puede ser que en esta sociedad una
persona tenga libertad para realizar algo que en otra no esté permitido.

Si hay libertad para todos, no puede haber esclavitud, por ejemplo. Podemos ver que la condición
de “libre” es contrapuesta a la de “esclavo” y a la de “siervo”, seres que dependen de la voluntad
de otra persona. Si bien esas condiciones inhumanas están prohibidas por las organizaciones de
Derechos Humanos, de hecho existen en varios lugares del planeta, y lo peor, mucho más cerca
de lo que uno se imagina. Entonces, puede haber gente que sea libre y otra que está en
gravísimas circunstancias de sometimiento.

Conrado Eggers-Lan plantea que la libertad no es el derecho a hacer lo que se desea, porque si
el poderoso no tiene límites, no existe libertad cuando el débil es oprimido por el fuerte. La
libertad, según este filósofo, es la posibilidad de desarrollarse como ser humano en todas sus
dimensiones, de acuerdo a la voluntad y al esfuerzo que cada uno ponga en ello.

Cuando hablamos de libertad, nos imaginamos un mundo sin límites, o nos referimos a una
búsqueda interna de algo desconocido, de una sensación diferente. La noción de libertad en
todos los sentidos es muy amplia, y es por eso que cuando se habla de libertad uno se refiere a
un ámbito específico, en una sociedad determinada, en la cual tiene alcance ese concepto:
libertad privada o personal; libertad pública; libertad política; libertad de acción; libertad de
palabra, etc.

¿Libertad para qué?

En ninguna sociedad organizada existe una total “libertad general” o absoluta, ni siquiera en las
mejores democracias. Allí, por ejemplo, los ciudadanos pueden ejercer su libertad política de
participación en el gobierno, teniendo parte en elecciones “libres”, que se organizan mediante
reglas para que se puedan llevar a cabo.

La educación nos hace libres, sí: porque conocemos mejor el mundo, porque podemos defender
nuestros derechos en la sociedad, porque pensando soluciones somos capaces de planificar un
mundo mejor, o al menos una ciudad o un barrio con menos problemas, donde la vida sea más
justa y más agradable para todos. Pero no se trata de una libertad absoluta.

Vocabulario

Democracia: sistema de gobierno en el que la mayoría tiene el poder para imponer su voluntad
por sobre la minoría, con respeto o al menos tolerancia ante las diferentes ideas. Tiene que incluir
la libertad en la relación política (es decir, en las re-laciones de mando y obediencia) y debe haber
un conjunto de normas fundamentales (una Constitución) que establezca las reglas: quién está
autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos.

Normas: conjunto de principios des-

tinados a ordenar o sistematizar algo. Existen normas para construir objetos o cosas (bienes
materiales o inmateriales) o para realizar procesos de comunicación, comerciales e industriales
(como las normas ISO –Organización Internacional de Normalización– que regulan la fabricación
para que los productos finales sean seguros o sanos).
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¿Hay libertades más importantes que otras?

Existe una escala de valores para las libertades, porque en muchas oportunidades se discute qué
libertad o qué derecho se encuentra por encima de otro. Por ejemplo, está en debate si es más
importante la libertad de expresión o la libertad de tránsito, en cuanto a las protestas callejeras
que dificultan o impiden la circulación vehicular.

Asimismo, hay tensión entre el derecho a la libertad de prensa y a la intimidad de las personas;
entre los contenidos curriculares de educación sexual y lo que algunos padres más
conservadores consideran conveniente para dar a conocer a sus hijos. O incluso entre los
automovilistas y los ciclistas, por si es válido el derecho a estacionarse en las bicisendas,
resguardando sus necesidades y no las del común de la población. Como estos, podemos
mencionar muchísimos otros ejemplos. Se supone que se debe establecer la escala según el bien
superior a resguardar.

Al asumir la presidencia en el año 2003, tras los asesinatos de los manifestantes Darío Santillán y
Maximiliano Kosteki en Avellaneda en junio de 2002, Néstor Kirchner se comprometió a no
reprimir la protesta social. Esto es criticado desde el pensamiento de centro y de derecha, por
obstaculizar la vía pública, aunque también lo hace justamente por lo contrario la izquierda,
afirmando que estas presidencias criminalizan y judicializan la protesta social y estigmatizan a
piqueteros y activistas.

A fines del año 2015, la presidencia de Mauricio Macri decidió reglamentar “en un protocolo de
protesta social” los reclamos en la vía pública para que sean “previsibles” y no afecten “la libre
circulación”.

En cuanto a los derechos, cuando dos o más derechos entran en pugna, los derechos personales
están por encima de los derechos patrimoniales (el derecho a la vida por sobre el derecho a la
propiedad). Como vemos, existen diferentes valoraciones de las situaciones, instituciones, por
parte de los distintos sectores de la sociedad: visiones opuestas sobre qué corresponde hacer
ante una misma situación. Para ponerse de acuerdo, en la Justicia se deben contraponer los dos
valores y determinar cuál de ellos puede prevalecer, o bien encontrar un equilibrio entre ambos, o
intentar averiguar qué intereses hay en juego en el enfrentamiento de esos derechos, y
determinar qué interés debe prevalecer, o equilibrar ambos intereses. En las escuelas debe haber
Códigos de Convivencia, revisados y consensuados cada tanto para que los nuevos actores
sociales estén en armonía.

Derechos

Los derechos de los seres humanos desde que nacen hasta que mueren, o derechos humanos,
son un conjunto de principios, valores y derechos naturales (que les corresponden a todas las
personas por el simple hecho de serlo) superiores al derecho positivo, es decir, al Derecho
legislado en cada país. Desde que la humanidad se organizó en diferentes sociedades, algunos
grupos se aprovecharon del trabajo de otras personas y comenzaron a vivir mejor que los demás,
naturalizando las desigualdades y justificándolas con diversas razones. También desde la
antigüedad hubo rebeliones contra la dominación: las personas sometidas lucharon y algunas
veces lograron obtener derechos. Debemos tener en cuenta que todos los derechos que están
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escritos en nuestra legislación y en la legislación internacional, existen porque alguien o muchos
pelearon para que se obtuvieran.

Los primeros derechos establecidos en la Constitución en el siglo XIX son derechos individuales,
personales, civiles y políticos. Se los denomina derechos de primera generación, porque fueron
instituidos entre fines del siglo XVII y fines del siglo XVIII en Inglaterra (Declaración de Derechos),
Estados Unidos (Convención de Virginia y Declaración de la Independencia) y Francia
(Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano). Entre ellos figuran: trabajar y ejercer
toda industria lícita; navegar y comerciar; peticionar a las autoridades; entrar, permanecer,
transitar y salir del territorio argentino; libertad de prensa y de expresión; libertad de culto;
derecho de propiedad; de asociación con fines útiles; de enseñar y aprender; de casarse
conforme a las leyes; de igualdad ante la ley.

En el siglo XX los pueblos lograron introducir en las constituciones a los derechos sociales: la
Constitución de México de 1917 fue la pionera, tras la revolución mexicana, luego se reformó la
Constitución alemana (Weimar, 1919), y antes de mitad de siglo ya varios países europeos y
latinoamericanos incorporaron artículos para mejorar el bienestar de la población en sus
constituciones. En Argentina se reformó en 1949 pero, como esa transformación fue derogada por
el golpe de Estado de 1955, en 1957 se incorporó el artículo 14 bis con derechos del trabajador,
de los gremios, y beneficios de seguridad social para los empleados y sus familias. Los derechos
sociales dependen de las políticas públicas aplicadas para satisfacer esos derechos de la
población, es decir que existen gracias a la mayor o menor intervención del Estado, y tienen
relación con los recursos económicos destinados a que se cumplan. Por ejemplo, si se protege a
la industria nacional habrá mayor cantidad de puestos de trabajo; si por ley se reajusta el salario
mínimo, vital y móvil, los trabajadores dispondrán de lo necesario para vivir; si se convocan a los
convenios colectivos de trabajo, mejorarán los salarios porque los sindicatos negocian con los
dueños de las empresas los sueldos; si las jubilaciones y pensiones se actualizan, los ancianos
no se verán desvalidos en los últimos años de sus vidas. Estos derechos que ya no son
individuales sino grupales, que son sociales y económicos, se denominan de segunda
generación.

Los derechos de tercera generación son los derechos de los pueblos y los de solidaridad. Son
derechos colectivos de las naciones, de las culturas, de la humanidad, como el derecho a la paz,
a la autodeterminación, a la identidad nacional y cultural, a la independencia económica y política,
a la justicia internacional, a gozar de un ambiente sano, al patrimonio común de la humanidad, al
uso de las ciencias y la tecnología para la salud y la coexistencia pacífica, con cooperación

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internacional y regional, a la solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y
ecológicos, al desarrollo que permita una vida digna.

IDENTIDAD SEXUAL O DE GÉNERO


IDENTIDAD SEXUAL Y
DERECHOS HUMANOS

El sexo es biológico (nuestros órganos genitales, las


hormonas, etc.), pero el género es un estado social y
legal que nos identifica como varones o mujeres y
que se relaciona con las expectativas que la
sociedad tiene respecto a cómo debe comportarse
cada uno y con la propia percepción que nosotros
tenemos sobre nosotros mismos. El hecho de ser
hombre o ser mujer no se agota en los órganos
sexuales con los que nacemos. La identidad sexual o
de género es una vivencia interna e individual que
puede corresponder o no con el sexo asignado al
nacer. La identidad de género, esto es, sentirse,
percibirse y actuar como hombre o como mujer, es
una compleja construcción que vamos haciendo a lo
largo de nuestra vida.

Cuando hablamos de género, comúnmente lo hace-


mos en referencia al femenino y al masculino. Es
decir, a los dos géneros tradicionales. Sin embargo,
como el género incluye las diferentes identidades
sexuales con las que las personas se relacionan
socialmente, se puede decir que existen muchas y
diferentes identidades sexuales.

Y esto es así porque las funciones socialmente


atribuidas a varones y mujeres en una sociedad
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están en constante cambio, y porque se ha demostrado que no existe un correlato natural
entre el sexo biológico y la forma en que una persona se siente e identifica dentro del
espectro masculino-femenino.

En nuestra y en todas las sociedades existen muchas formas de identidad sexual, pero en el caso
de nuestro país recién en los últimos años se reconocen y aceptan más abiertamente.

La Ley 26.743 de Identidad de Género,


sancionada en 2012, define la misma como “la
vivencia interna e individual del género tal
como cada persona la siente, la cual puede
corresponder o no con el sexo asignado al
momento del nacimiento, incluyendo la
vivencia personal del cuerpo”.

“Travesti”, “Transexual”, “Transgénero” e “intersexual”, son algunas de las nuevas identidades de


género reconocidas socialmente, que actualmente circulan en el discurso social y en los medios
masivos de comunicación.

Como en cualquier identidad, la aceptación por parte de la familia y de toda la sociedad es clave
para que toda persona pueda tener una vida plena, sin discriminaciones y pueda decidir su vida
sexual libremente. La diversidad sexual es una realidad en nuestra sociedad y es importante una
mirada positiva sobre ella para enriquecer nuestra democracia.

En este sentido, el reconocimiento del derecho a la identidad de género por parte del Estado, es
un paso fundamental en una sociedad diversa y con derecho a una vida digna para todos. La Ley
de Identidad de Género considera que toda persona tiene derecho al reconocimiento de su
identidad sexual o de género, al libre desarrollo de su persona conforme a ella y a ser tratada de
acuerdo a la misma. Esto implica respetar e incluir en los instrumentos que acreditan su identidad
(DNI, pasaporte, etc.) el género que vivencia y con el cual se identifica.

Dice la Ley en su artículo 2°:

Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada
persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del
nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de
la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra
índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género,
como la vestimenta, el modo de hablar y los modales.

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ESTIGMATIZACIÓN Y DISCRIMINACIÓN

Muchas veces, en este proceso de pensar un nosotros y un


Vocabulario
ellos, ese “ellos” aparece como un rival; es más, a veces
Estigmatización: en las ciencias llega a extremos donde miramos al otro como rival a
sociales estigmatizar significa
destruir y entramos en procesos de estigmatización y
resaltar un comportamiento o rasgo
que alguien o algún grupo posee discriminación, y la violencia está en la base de estos
para señalarlo como inferior, para comportamientos.
menospreciarlo.

Antagonismo: oposición o acción


contraria.
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Obviamente, la construcción social de la diferencia, de poder pensar un ellos y un nosotros, no
siempre necesita realizarse como una relación de antagonismo, de oposición, de rivalidad.

Pensemos lo que sucede ante una final deportiva. Final entre Boca y River. Pareciera que, a las
ganas obvias de ganar el partido, le sumamos una carga de odio hacia el contrincante que supera
lo deportivo y que se aleja de toda ética social posible. Vayamos un poco más allá y
reflexionemos cuando, en vez de Boca y River, la cuestión es con los pobres, con los inmigrantes,
con los gays...

En nuestras sociedades, donde constantemente se estimula la competencia, donde existe tanta


desigualdad social y económica, es frecuente que ocurra que para afirmar una identidad, para
poder decir. “yo soy”, como dijimos, se ponga en el lugar del “enemigo” al Otro, al “No-yo”, a quien
no quiero ser. Dicho de otra forma, cuando en una sociedad la solidaridad no es el valor principal,
cuando el individualismo ha superado a los comportamientos sociales colectivos, y lo que prima
ante la desigualdad social es la desconfianza y cierto temor hacia el otro, el Otro aparece como
un potencial enemigo.

Se lo coloca en un plano de inferioridad, se lo deshumaniza, en tanto de manera directa o


indirecta se le dice que no merece mi consideración. Esto sin duda nos lleva a prácticas de
estigmatización (ponerle una etiqueta a alguien: negro, gorda, bolita, cheta etc.) y de
discriminación que se vuelven casi naturales a nuestra cotidianeidad.

¿Por qué discriminamos? En gran medida, en la base de la estigmatización y la discriminación,


existe el propio miedo de quedar afuera de algo, de un nosotros. Nuestras propias inseguridades
y, con ello, el temor a quedar excluidos de un grupo por nuestro aspecto, nuestra ropa, nuestro
lugar de residencia, nuestras ideas religiosas, nuestras elecciones sexuales, etc. nos lleva a
fabricar esa idea del otro como un inferior. Quien discrimina tiene la falsa creencia de que así
marca la frontera entre “nosotros”, los incluidos, y “ellos”, los rechazados, los excluidos. Es una
obviedad decir que somos todos diferentes. Esto significa, sin embargo, que si hay algo que todos
tenemos en común, que nos hace iguales... es que somos diferentes.

Muchas veces, en este proceso de pensar un nosotros y un ellos, ese “ellos” aparece como un
rival; es más, a veces llega a extremos donde miramos al otro como rival a destruir y entramos en
procesos de estigmatización y discriminación, y la violencia está en la base de estos
comportamientos.

Estos comportamientos tienen su correlato en la historia social de un país. De alguna manera


hablan de nuestra propia historia desde los tiempos de la colonización. Los nativos de estas
tierras eran “los otros” para los colonizadores, y que esos Otros fueran diferentes, se vistieran
diferente, hablaran diferente y rezaran a alguien diferente, fue sumamente combatido, primero por

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los colonizadores y luego, por algunos sectores que adquirieron una posición dominante, de
poder en nuestras sociedades.

Desde hace ya unas cuantas décadas, desde los años ochenta, el orden mundial en occidente
fue de la mano de la consolidación de un capitalismo salvaje, del neoliberalismo. Para el
neoliberalismo, lo más importante es ganar dinero, competir por el dinero; de tal manera que, para
esta forma de mirar el mundo, ser ciudadano significa tener capacidad para competir en el
mercado. La desigualdad social se justifica pensando que quien no tiene, es quien no se esforzó
lo suficiente para conseguirlo.

En nuestras sociedades, donde constantemente se estimula la competencia, donde existe tanta


desigualdad social y económica, es frecuente que ocurra que, para afirmar una identidad, para
poder decir. “yo soy”, como dijimos, se ponga en el lugar del “enemigo” al Otro, al “No-yo”, a quien
no quiero ser. Dicho de otra forma, cuando en una sociedad la solidaridad no es el valor principal,
cuando el individualismo ha superado a los comportamientos sociales colectivos, y lo que prima
ante la desigualdad social es la desconfianza y cierto temor hacia el otro, el Otro aparece como
un potencial enemigo.

Se lo coloca en un plano de inferioridad, se lo deshumaniza, en tanto de manera directa o


indirecta se le dice que no merece mi consideración. Esto sin duda nos lleva a prácticas de
estigmatización (ponerle una etiqueta a alguien: negro, gorda, bolita, cheta etc.) y de
discriminación que se vuelven casi naturales a nuestra cotidianeidad.

EL ACOSO ENTRE PARES

Desde hace un tiempo es frecuente escuchar hablar de bullying o acoso entre pares en los
ámbitos educativos. El acoso en la escuela es una relación de hostigamiento sistemática y
duradera en el tiempo hacia un estudiante o grupo de estudiantes por parte de otro u otros que
necesitan “tomar de punto” a otro como una forma de tener prestigio o poder dentro de la escuela.
Quiere decir que el acoso es un problema serio que se vincula con la trama de relaciones de
poder dentro de un grupo de pares. El hostigador cree que demuestra su poder frente a los otros,
cree que obtiene su respeto ante a los demás, maltratando y humillando a alguien que considera
inferior.

No existen sujetos fuertes y débiles. El acoso es un fenómeno grupal donde no solo hay alguien
que maltrata y alguien maltratado, sino también hay otros participantes, testigos de las
agresiones, humillaciones y burlas, que, si bien quizás no agredan directamente, se suman en
silencio a la situación. En otros términos, cuando se da una situación de maltrato en un curso, es

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importante pensar que todo el grupo, con las interacciones que construye, es parte del conflicto,
por supuesto en distinto grado.

Sabemos que las agresiones a compañeros pueden ser tanto físicas como psíquicas. Las burlas,
las amenazas, las humillaciones, las exclusiones, las difamaciones, son las formas más
frecuentes que encontramos incluso en las escuelas.

Muchas prácticas de maltrato y violencia están incorporadas y naturalizadas. Es común que los
medios de comunicación hagan un show burlándose, riéndose, estigmatizando a aquel que tiene
una posición más débil. De manera que sería interesante reflexionar sobre nuestra actitud frente a
esas expresiones en los programas de televisión o radio, por ejemplo, donde el maltrato es la
forma de construir vínculo con un otro.

Cuando el acoso se realiza a través de las redes sociales, correo electrónico, mensajería
instantánea, etc., nos referimos a ciberacoso o ciberbullying, que se define como: “situación en
que un niño, niña o adolescente es atormentado, amenazado, acosado, humillado o avergonzado
por otro niño, niña o adolescente por medio de Internet, teléfonos celulares, etc.”.

Es importante estar atentos a cuando “algo anda mal” y dar intervención enseguida a los adultos
que nos rodean, para juntos atender a la situación y poder construir vínculos de respeto y
solidaridad con el otro.

En estos videos pueden encontrar información sobre bullying y el ciberbullying:

https://www.youtube.com/watch?v=gBZTStdpwYg

https://www.youtube.com/watch?v=aE36pYqqD4M

https://www.youtube.com/watch?v=Gfsuj6wlg8Y

https://www.youtube.com/watch?v=zdJIsMbwU08

https://www.youtube.com/watch?v=asTti6y39xI

https://www.youtube.com/watch?v=uzk5z4c2Ocw

CULTURAS EN PLURAL
Los cambios producidos en estos tiempos globales: intercambios económicos, mediáticos,
migratorios, laborales, turísticos, gastronómicos, etc. nos ha hecho pasar de un mundo
multicultural a un mundo intercultural, globalizado, con sus ventajas y sus conflictividades.

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Mientras que lo multicultural se vincula con la diversidad de culturas, incitando el respeto a cada
una de ellas, lo intercultural enfatiza las relaciones de negociación, conflicto, de préstamos y
cruces culturales. Seguramente en el barrio donde viven hay un supermercado chino, cuyo dueño
está aprendiendo a tomar mate, así como ustedes pueden haber comido sushi alguna vez o
sabrán al menos de qué se trata porque lo vieron en un programa de cocina japonesa por la
televisión. Usamos ropa hindú, pero con jeans... Disney Channel produce grupos musicales y
series para toda Latinoamérica, en los que sus protagonistas se visten de manera similar, hablan
en neutro, cantan de manera similar, melodías similares, rítmicas similares... Todo circula y a la
pregunta de ¿quiénes somos como cultura? es claro que la respuesta se vuelve más sencilla si
podemos pensar en términos plurales, de pluralidad de cultura. Todo circula y todo se reinterpreta
a nivel local, a nivel de ese pueblo, de esa comunidad, y se le da el significado que esa
comunidad negocia y acuerda.

En nuestras sociedades desiguales, alcanzar relaciones interculturales sanas implica contar con
una clara definición de ciudadanía y acceder a una mirada política de la interculturalidad, para
que los diferentes y diversos grupos culturales estén conectados, sin que esto signifique que se
atropellen sus diferencias. Se trata de tejer puentes culturales donde aprendamos del otro, donde
el intercambio de bienes simbólicos sea multidireccional. El riesgo, en tiempos de globalización,
donde el poderoso impone sus reglas, es que la música producida, por ejemplo, en las grandes
discográficas llegue a comunidades mapuches a través de la radio, pero que no haya espacio en
esas radios o en las propias discográficas, para difundir la propia música mapuche.

Pensemos otro ejemplo: en el país, según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas


2004-2005 elaborada por el INDEC, había 71.802 jóvenes indígenas de entre 15 y 19 años. De
todos ellos, 14.030 cursaban lo que hoy sería primero a tercer año del secundario. Estos
adolescentes, pertenecientes a pueblos originarios: ¿deberían “adaptarse” a la educación llamada
común, la que se dicta en la mayoría de las escuelas de nuestro país (donde el castellano es la
primera lengua y como segundo idioma, por ejemplo, se estudia inglés) y dejar su lengua nativa y
sus costumbres en las fronteras de su comunidad? ¿Debemos pensar en un tipo de educación
que facilite a jóvenes indígenas interactuar interculturalmente, dándoles herramientas para que
participen de la sociedad como ciudadanos plenos, pero respetando su cultura indígena?

Quizá muchos piensen que si uno vive en un país donde se habla mayoritariamente tal o cual
idioma, el grupo minoritario tiene que adaptarse... para qué insistir en conservar su propio idioma
y más si solo ellos lo entienden. El idioma no es un elemento menor dentro de una cultura, porque
aprendemos palabras para clasificar personas y cosas, palabras que construyen nuestro

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pensamiento. Cuando vemos algo o a alguien buscamos la palabra que los haga encajar con
nuestras ideas según nuestro sentido común.

Pensemos por ejemplo en por qué si decimos que tal persona es blanca decir que uno es blanco
o negro, es nada más y nada menos que una convención social. Es el lenguaje el que constituye
esa forma de mirar.

Entonces, perder el lenguaje, es perder el modo de mirar, de clasificar y de pensar de un grupo.

Hemos pensado ejemplos para hablar de la interculturalidad casi todos referidos a los pueblos
originarios porque aún falta mucho por hacer desde nuestras políticas culturales. Pero es
importante señalar que la interculturalidad no se reduce a los pueblos originarios. Cultura, esa
práctica de significación diríamos, la producen los pueblos originarios y las comunidades urbanas;
los italianos que vinieron a vivir aquí hace mucho y los africanos que hoy están en Buenos Aires;
los judíos y los mormones; los que viven en edificios y los villeros. Entonces, pensar en términos
de diversidad, de la clase que sea: étnica, religiosa, social, debería servir para asumir que la
tolerancia genuina es aquella donde nadie se siente superior a otro.

En la tolerancia genuina, se convive con el diferente y no con el inferior.

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