Landreani - Hacia Una Teoría Critico Emergente
Landreani - Hacia Una Teoría Critico Emergente
Landreani - Hacia Una Teoría Critico Emergente
FCEDU.
PARANA
Docentes:
Año: 2002
ÍNDICE
Evaluación Pág. 5
Bibliografía Pág. 6
Introducción Pág. 8
Este cuaderno se propone brindar algunas herramientas teóricas fundamentales que nos facilitarán el
tratamiento de las problemáticas de este módulo de Sociología de la Educación: la relación del sujeto
con la sociedad, el papel de las instituciones y de la escuela en particular, la acción del estado en el
diseño e implementación de las políticas educativas, los procesos institucionales, los conflictos y
contradicciones de las prácticas diarias, la intervención de los distintos actores en la vida cotidiana
escolar.
No es fácil sintetizar la presentación de tales conceptos, ya que provienen del campo de las ciencias
sociales y por lo tanto son polisémicos, es decir, son términos que pueden ser interpretados de
diferente manera, según su marco de referencia. Con esto queremos decir que no hay una definición
unívoca, certera, de interpretar los fenómenos sociales. Por el contrario, hay distintos marcos teóricos
que lo hacen de manera distinta, conforme a los supuestos de base o a la cosmovisión que tengan de
hombre, de conocimiento y de sociedad. De ahí que sea imprescindible realizar una introducción que
advierta de la naturaleza ideológica de las ciencias sociales y por ende la coexistencia de distintos
modelos de interpretación.
Claro está, el campo científico y más precisamente el campo de las ciencias sociales siempre se ha
investido de un sentido dominante que ha legitimado en determinadas épocas ciertas formas de
interpretación de los fenómenos sociales, declarando no científicos al resto. Durante mucho tiempo,
el paradigma dominante en este campo fue el positivismo, cuyo principal exponente fue el francés
Emilio Durkheim, quien habría de influir fuertemente en el pensamiento pedagógico argentino.
Para aclarar esto, tal vez sea necesario remitirse al origen mismo de las ciencias sociales y recordar
que el derrumbe del mundo feudal no solo dio por tierra las formas de estructuración de la sociedad y
la economía de la época, sino también los sistemas de ideas dominantes. Por lo tanto, el surgimiento
de las ciencias modernas habría de dotar al sistema capitalista de una de las herramientas
fundamentales que le permitió el desarrollo de las fuerzas productivas y al mismo tiempo de la
producción del saber necesario para esa expansión. El enciclopedismo o la Ilustración tuvieron
precisamente esta tarea.
La Ilustración, ese movimiento cultural fenomenal del siglo XVIII “debió su fuerza ante todo al
progreso de la producción y el comercio, y al racionalismo económico y científico, que se creía
asociado a ellos de manera inevitable.” (Hobsbawm). Las ideas de progreso y razón impregnarán el
espíritu científico a tal punto que los conocimientos debían obedecer a estrictos criterios de
objetividad y comprobación para ser considerados científicos. Por supuesto, la enorme expansión de
las ciencias naturales y el desarrollo de la tecnología no es ajena a tales criterios, ya que los
parámetros de cientificidad de las ciencias sociales fueron extraídos precisamente de allí. Las
ciencias duras habrían de imponer el criterio de cientificidad del resto de las ciencias. Por lo tanto la
ciencia de lo social para lograr ser reconocida como científica debía ser neutral, objetiva y basarse en
datos empíricos que pudieran ser traducidos a lenguaje matemático (el lenguaje más apropiado para
neutralizar la injerencia subjetiva y/o política en la recolección de los datos tanto como en los
resultados).
Estos principios que fundamentaron este paradigma, ejercieron una influencia muy negativa en la
transmisión social de las representaciones acerca de lo que es la investigación científica: una
Como ustedes se podrán imaginar esta perspectiva dominó el campo de la producción científica
durante buena parte del siglo XX, y se introdujo con facilidad en el campo educativo ya que la
transmisión del saber científico fue una de las misiones para la que fue creada la escuela capitalista,
además de inculcar los valores de la llamada civilización occidental. Así se fue instalando,
trasmitiendo y reproduciendo una manera de entender la ciencia que habría de naturalizar como
“verdadera y legítima” una versión de conocimiento. En cambio, se encargó de omitir, ignorar o
censurar otras formas de interpretación de la realidad.
El positivismo operó de manera tan dominante que aún hoy en las escuelas, los colegios, los
institutos de formación docente e inclusive en la universidad, muchos siguen convencidos que hay
una sola manera de definir el conocimiento y que, aunque transitorio es el único verdadero, y por lo
tanto, la educación sistemática solo tiene la función de transmitir ese saber, elaborado por expertos
que diseñan los currículos, y que conocemos habitualmente como contenidos curriculares. Cada uno
de nosotros sabe que esos contenidos son palabras sagradas.
Ese paradigma, claro está, no involucra solo a la elaboración y posterior transmisión de los
contenidos. La propuesta pedagógica positivista estuvo fundamentada en posturas epistemológicas y
psicológicas, que definieron claramente la relación del alumno con el conocimiento al considerar al
niño como una mente en blanco que debía ser llenada con los valores y conocimientos de la sociedad
para su buena inserción en la vida social. También los procesos de aprendizajes fueron
fundamentados psicológicamente, no nos olvidemos que el conductismo fue una corriente que
dominó buena parte de la concepción del aprendizaje escolar durante el siglo XX haciendo énfasis en
el análisis comparativo de las conductas de los niños de acuerdo a parámetros considerados normales
o típicos.
No queremos descartar la existencia del conocimiento científico, sino reconocerlo como una de las
mediaciones culturales posibles, indispensable en nuestra compleja sociedad actual. Esther Díaz nos
propone entender
el conocimiento como “una mediación de la realidad, una manera de relacionarnos con las cosas:
en última instancia, una interpretación” (p.195).
Poner en duda el paradigma científico que algunos definen como “versión naturalista y estándar”
(Piscitelli) no significa que la ciencia es descartable. Podemos afirmar que los conocimientos
científicos se diferencian de otras formas de saber por ser sistemáticos, obedecer a un sistema de
supuestos epistemológicos y teóricos, que reúnen ciertos requisitos metodológicos que garantizan la
fidelidad en la recolección de la información, la coherencia de la información con los resultados,
entre otros. Un aspecto importante de destacar es que ya no es posible identificar “el” conocimiento
científico ni “el” método que lo garantice. Nuevas perspectivas científicas como la teoría de la
complejidad en la física cuántica y el desarrollo de nuevas teorías en las ciencias sociales han dado
lugar a una noción no determinista, que admite la naturaleza ideológica de los marcos de referencia
epistemológicos y el carácter político de los conocimientos en tanto no es posible una lectura
desinteresada de la realidad.
Esta introducción entonces nos facilita penetrar en el campo mismo de la Sociología de la Educación,
teniendo presente justamente que por formar parte de las ciencias sociales deberemos explicitar las
distintas corrientes que brindan interpretaciones de la educación como fenómeno social. Por ende,
existen distintas teorías que proponen versiones diferentes de la organización escolar, de su
funcionamiento, de sus conflictos y, por supuesto, de la gestión educativa.
En lo que sigue pues, trataremos de desentrañar con brevedad cuáles son las principales corrientes en
este campo, en qué se diferencian y qué implicancias ideológicas y prácticas tienden a adoptar una u
otras. Como no es posible tener una visión neutral de los temas que nos convocan, nuestro cuaderno
expondrá cuidadosamente la perspectiva desde la cual analizamos la realidad educativa. Pero para ser
consecuentes, lo haremos ni bien hayamos expuesto los modelos teóricos más conocidos de la
sociología de la educación.
Antes de comenzar con los distintos marcos teóricos que el campo de la Sociología de la
Educación ofrece, es preciso admitir que la educación es parte indisoluble de la realidad social y
que no debemos analizarla separada o escindida del conjunto de la sociedad y del momento
histórico correspondiente. Es un fenómeno presente en todas las sociedades aunque en cada una de
ellas se presente bajo formas diferentes. Lo cierto es que lo educativo pertenece al orden de lo
humano, a su capacidad de trasmitir el proceso de acumulación de la experiencia social y a la
responsabilidad de los adultos de facilitar el aprendizaje de la cultura a los pequeños. Pero
entonces, para desentrañar a la educación como una categoría social, será preciso brindar algunas
claves.
Cualquiera sea el modelo teórico que escojamos debemos hacer referencia a algunas nociones
básicas, que dan significado preciso a aspectos centrales de la vida social. Esto quiere decir, que
en el mundo social existen más allá de nuestra voluntad e ideología, una realidad social histórica
cuya existencia no puede ignorar ninguna corriente de pensamiento.
Las sociologías de la educación reconocen como conceptos claves que son propios del campo
específico a:
Sociedad – sujeto - cambio social
Cada corriente sociológica –estructural funcionalismo, reproductivismo, crítica emergente-
priorizará uno de estos conceptos, sin desconocer los otros, en relación con la forma de interpretar
la existencia y sus múltiples aspectos.
Podríamos elegir otros conceptos, incluso hay autores que ofrecen otra clasificación para
introducirnos en esta disciplina, pero nosotros hemos seleccionado precisamente éstos porque son
llaves que nos permitirán introducirnos al campo de la gestión educativa. Repasemos brevemente
cada uno de ellos:
Sociedad, este concepto nos proporciona un significado acerca de una porción de la realidad que
explica la naturaleza del conjunto de la vida humana en un espacio y tiempo determinados.
Sujeto, el significado de este término alude a la intervención del individuo en lo social. En el
despliegue de sus prácticas, sus experiencias y sus modos de obrar constituye su subjetividad al
mismo tiempo que construye el mundo.
Cambio social es una categoría importante porque la vida en sociedad se caracteriza
precisamente por estar en permanente cambio, aunque el ritmo y la aceleración de los cambios no
es universal ni constante.
Dado que no pretendemos realizar una presentación exhaustiva de todas las corrientes sociológico
educativas, solo nos referiremos a tres grandes matrices teóricas, que han sido las más difundidas
en América Latina y en nuestro país. Se trata del paradigma dominante que reúne las teorías del
orden o denominadas también teorías no-críticas que incluyen al positivismo y al estructural
funcionalismo; las teorías de la reproducción social y cultural; y por último las teorías criticas
emergentes.
Antes de pasar a cada una de ellas, quisiéramos advertir dos cuestiones. La primera es que, aunque
no es nuestro ánimo escamotear la complejidad de cada una de las propuestas teóricas que aquí se
expondrán, la brevedad de este trabajo nos obliga a un cierto reduccionismo. La segunda, que los
a. Vida cotidiana:
Como decíamos antes de penetrar en lo cotidiano, esta es una nueva perspectiva para observar la
realidad social desde los sujetos/actores y no desde el sistema como aparato hegemónico. En lo
cotidiano interactúa lo particular con lo general. Permite una visión particular del movimiento
histórico, justamente porque en lo particular está contenida la historia social. La naturaleza del
hombre es la historia, nos advierte Gramsci. Muchos confunden lo cotidiano con lo situacional, con
los acontecimientos y anécdotas que suceden a diario y es un error, porque la vida cotidiana contiene
la huella de la historia, de lo general. Lo que acontece no es obra circunstancial, fortuita, sino
producto de procesos históricos que se desencadenan y que muchas veces nos cuenta a nosotros como
c. La práctica escolar:
Esta nueva perspectiva pone el énfasis en el análisis de las prácticas cotidianas escolares. Permite
introducirse en los procesos mismos de apropiación y construcción del ámbito escolar. Se muestra en
ello la diversidad, lo heterogéneo, dando indicios o pistas que permiten construir la lógica de las
prácticas en la escuela.
La dominancia de los análisis macroestrucurales y del estudio de la determinación social obliga a
hacer un esfuerzo en la construcción del nuevo objeto de estudio. Un elemento a tener en cuenta en
ello, es el entender a la escuela no tanto como producto, sino como proceso en el que se establece una
red de relaciones particulares imprimiendo a ese ámbito rasgos peculiares que brindan elementos para
entender la lógica propia.
El conocimiento de las prácticas cotidianas es el punto de partida de las alternativas pedagógicas. Y
el análisis de las significaciones que los sujetos involucrados en ella poseen, permiten también su
resignificación. En esto juega un papel importante el cómo se entiende la práctica docente.
Bibliografía
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Introducción y cap. 4
Gentili, Pablo: “La escuela pública y el desafío de la construcción de una pedagogía de la esperanza” Panel de CLACSO
en el foro Mundial Social. 24/8/2002. CTA –CTERA.
CTERA-CTA IIPMV (Instituto Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte) (2003) “Prioridades para la construcción
de políticas educativas públicas”