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Entidades patrocinadoras
Entidades colaboradoras
Actas del X Congreso Internacional
de Historia de la Lengua Española
Zaragoza, 7-11 de septiembre de 2015
Editadas por
María Luisa Arnal Purroy
Rosa María Castañer Martín
José M.ª Enguita Utrilla
Vicente Lagüéns Gracia
María Antonia Martín Zorraquino
Volumen I
Presidente
D. Javier Lambán Martínez
Presidente del Gobierno de Aragón
Vocales
D. Íñigo Méndez de Vigo y Montojo
Ministro de Educación, Cultura y Deporte
D. Antonio Cosculluela Bergua
Presidente de las Cortes de Aragón
D. Gustavo Alcalde Sánchez
Delegado del Gobierno en Aragón
D. Pedro Santisteve Roche
Alcalde-presidente del Ayuntamiento de Zaragoza
D. Fernando García Vicente
Justicia de Aragón
D. Marcial Marín Hellín
Secretario de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades
Dña. M.ª Carmen Vela Olmo
Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación
Dña. Pilar Alegría Continente
Consejera de Innovación, Investigación y Universidad del Gobierno de Aragón
Dña. María Teresa Pérez Esteban
Consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón
D. Juan Antonio Sánchez Quero
Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza
D. Manuel José López Pérez
Rector Magnífico de la Universidad de Zaragoza
D. Vicente Jiménez Zamora
Arzobispo de Zaragoza
D. Darío Villanueva Prieto
Director de la Real Academia Española
VIII
Presidente
Dr. D. Humberto López Morales
Asociación de Academias de la Lengua Española
Vocales
D. Pedro Álvarez de Miranda
Universidad Autónoma de Madrid
D. José Antonio Bartol Hernández
Universidad de Salamanca
D. José Jesús de Bustos Tovar
Fundación Menéndez Pidal
D. Rafael Cano Aguilar
Universidad de Sevilla
Dña. Gloria Clavería Nadal
Universidad Autónoma de Barcelona
Dña. Concepción Company Company
Universidad Nacional Autónoma de México
D. Rolf Eberenz
Universidad de Lausana
D. Javier Elvira González
Universidad Autónoma de Madrid
Dña. M.ª Teresa García Godoy
Universidad de Granada
D. José Luis Girón Alconchel
Universidad Complutense
D. Johannes Kabatek
Universidad de Zúrich
D. Emilio Montero Cartelle
Universidad de Santiago de Compostela
D. Antonio Narbona Jiménez
Universidad de Sevilla
D. Antonio Salvador Plans
Universidad de Extremadura
D. Juan Pedro Sánchez Méndez
Universidad de Neuchâtel
X
Presentación.............................................................................................. 1
Lección inaugural
Lección de clausura
Ponencias
José Antonio Bartol Hernández: La expresión de la irrealidad condi-
cional: hubiera dado vs. habría dado.................................................. 99
Mónica Castillo Lluch: La historia de la lengua española vuelve por
sus fueros............................................................................................ 129
Gloria Clavería Nadal: Contribución a la historia de los procesos de
adaptación en los préstamos del español moderno........................... 157
Carlos Garatea Grau: Guamán Poma de Ayala: la historia de una
variedad americana............................................................................ 193
José Ramón Morala Rodríguez: Variación diatópica y etimología en
léxico del Siglo de Oro....................................................................... 215
Beatrice Schmid: Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja
relación............................................................................................... 239
XII Índice
Mesas redondas
Comunicaciones
Sección 1. Fonética, fonología y grafemática históricas
Carlos Folgar: PĚLLE > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope
extrema?.............................................................................................. 381
María Heredia Mantis: Las sibilantes en la obra de Mateo Alemán:
¿una cuestión de seseo o de ceceo?................................................... 393
Dolors Poch Olivé: La entraña fonética del español según Tomás Nava-
rro Tomás............................................................................................ 411
Assumpció Rost Bagudanch: El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución
yeísta?................................................................................................. 427
Juan Pedro Sánchez Méndez: La doble (o triple) perspectiva en la inves-
tigación en torno a la ortografía y los usos gráficos en la documen-
tación hispanoamericana colonial..................................................... 447
Hiroto Ueda: Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español
medieval y moderno............................................................................ 463
Índice XIII
Federico Corriente
Universidad de Zaragoza
Real Academia Española
inexplicable, as far as their original meaning and linguistic background are con-
cerned. The main goal of this paper is to explain those cases and attribute them,
at least partially, to the role of Moorish nurses and mule-drivers, who transmitted
their peculiar jargons to their Christian neighbours.
Keywords. Lingüistic contact, Arabic loanwords in Castilian and other Hispanic
Romance languages, Arabic origins of lexical items, expressions and parts of
songs in Castilian, Catalan, Galician and Portuguese.
1
Vid. Corriente (2003: 280, s. v. ceiba, y 206-207, s. v. alqueive; 2008: 166 y 225).
2
Asunto este, así como otros de naturaleza estadística, competentemente tratado por
Kiesler (1994).
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 9
productos, sino a menudo voces del núcleo léxico central del idioma, lle-
vadas adonde no llegó la espada del Islam por los mozárabes, cristianos
arabizados en lengua y cultura, con la que revitalizaron y civilizaron a sus
agrestes correligionarios que resistían en el Norte, llevándoles la educación
que, a la postre, les daría la victoria. Los aun algo mejor informados saben
que la primera literatura castellana en prosa, impulsada por Alfonso X,
estuvo casi exclusivamente constituida por traducciones del árabe, que de
esta lengua también hubieron de servirse los europeos que en la Baja Edad
Media quisieron conocer la cultura y las ciencias clásicas, casi extinguidas
por los bárbaros del Norte y la enemiga del cristianismo precarolingio,
bibliófobo e iconoclasta, y que la supremacía cultural islámica, científica
y técnica, que no moral ni espiritual, no empezaría a atenuarse hasta el
Renacimiento que, incidentalmente, tampoco hubiera sido posible sin esa
fase anterior que lo preparó entre los siglos XII y XIV.
Por hablar solo de elementos materiales, que todo el mundo entiende,
hace unos diez siglos los europeos habían prácticamente olvidado cómo
hacer grandes obras de arquitectura, aunque empezaban a utilizar la teja por
algo llamada árabe para techar edificios menos solemnes; vestían y calza-
ban toscamente, salvo los privilegiados que podían pagarse importaciones
orientales; tenían una dieta pobrísima, no solo en carnes, sino también en
frutas y verduras, por no hablar de condimentos; andaban muy escasos de
medicina, música y diversiones, que hubo que importar del vecino meri-
dional; y, ¡oh dolor!, aún no sabían hacer alambiques para destilar alcohol
con que alegrar sus grises ocios: como en las tabernas más ínfimas y tristes,
aquí no había sido vino o cerveza. Por supuesto, ninguna de estas cosas fue
inventada, ni siquiera siempre admitida por el Islam, pues las religiones no
se ocupan del bienestar material de sus seguidores ni, mientras son algo
sensatas, tratan demasiado de impedirlo, pero llegaron a Europa traídas
por gentes de sus aledaños, y no siempre los más ortodoxos pero que, eso
sí, musulmanes, judíos o cristianos más o menos convencidos o fingidos,
desde un principio habían tenido la lengua árabe como su vehículo principal
de expresión, haciéndola una de las solo cinco que han sido universales
durante más de mil años, junto al griego, latín, sánscrito y chino. No hubo
otras y, de momento, tampoco las iguala ninguna más moderna.
Sin embargo, son muchos los españoles, o simplemente, occidentales,
a los que les cuesta reconocer esa deuda. Recordamos una anécdota prota-
gonizada nada menos que por don Claudio Sánchez Albornoz, historiador
brillante y muy meritorio, así como hombre de honor, que prefirió el exi-
lio al servicio de una dictadura, pero entre cuyos méritos no entraba una
10 Federico Corriente
3
Se trata de la Crónica del califa ʿAbdarraḥmān III an-Nāṣir entre los años 912 y
942 (al-Muqtabis V), editada por Viguera/Corriente (1981).
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 11
4
En realidad, un antiguo demostrativo que, por eufemismo, vino a significar los
órganos sexuales de ambos sexos, y llegar luego a ser tan obsceno en la acepción femenina
que los gramáticos lo suelen omitir al mencionar los «seis» sustantivos de flexión especial,
convirtiéndolos en «cinco» (vid. Corriente 1971: 120; 1993: 284, n. 7).
12 Federico Corriente
5
Vid. un testimonio poético, y no mera cita lexicológica, de este uso en Bencherifa
(1971-1975: 434). También la frase árabe umṣuṣ baẓra ummi + ka ‘ve a chupar la vulva
de tu madre’ parece haber engendrado el grosero reenvío castellano en idéntica dirección,
en boca de arrieros moriscos y, luego, los demás de parecido registro.
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 13
6
Recientemente nos informaba don Santiago Miralles, ministro consejero de la Emba-
jada de España en Túnez, de haber oído a su abuelo, don Santiago Huete, de la región
de Toledo, una variante, ¡jodo, minina!, que reflejaría, suponemos, el andalusí ḫuḏ + hu
mínnina ‘tómalo de nuestra parte’.
14 Federico Corriente
7
En cuanto al vulgarismo follar, vid. su interpretación como calco semántico en
Corriente (2003: 323).
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 15
8
No solo en su citada edición del refranero de Azzağğālī, sino particularmente en
su obra, Tārīḫ alʾamṯāl walʾazğāl fi lʾandalus walmaġrib [Historia de los refranes y los
cejeles en Alandalús y Marruecos], publicada en 2006.
9
V. gr. García Gómez (1977: 375-390), dentro de una larga serie de artículos dedi-
cados a paremiología hispano-árabe.
10
Vid. en Corriente (2000: 73-74, s. v. Jáša) las referencias a Martínez Kleiser (1953),
Eguílaz (1886) y Nehama (1977).
16 Federico Corriente
11
Vid. nuestra traducción en Corriente (1996: 245 y n. 4).
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 19
12
Vid. nuestra traducción en Corriente (1988: 245 y n. 4).
20 Federico Corriente
13
V. gr. la adivina de H2 (vid. Corriente 1997a: 309).
14
Ibid.: 322. Los diccionarios árabes transmiten en una versión más cruda las palabras
de una mujer al marido que parte: iḥmil ḥiraka aw daʿ ‘llévate contigo la vulva que te
pertenece, o déjala libre’ (Al-Fayrūzābādī s. a.: vol. I, 601).
15
Vid. al respecto Corriente (1997a: 155 y n. 38).
La cultura medio-oriental, nuestra asignatura pendiente 21
De manera que el cordón del que la niña pide se tire es el de sus zara-
güelles, para soltarlos, y el extraño acitrón es el aumentativo romance de
la palabra andalusí sattár, que significa ‘discreto, modoso’, para provocar
zahiriendo al amante tímido, que no toma la iniciativa, ni la secunda con
la deseada diligencia. Otras veces, ese raro acitrón es sustituido por alirón,
que aquí no viene a cuento, aunque es también voz de origen árabe, con
la que se anunciaban las subastas y otras novedades de interés público, de
donde nos viene el actualísimo futbolero «¡alirón, alirón, el Atleti cam-
peón!», o sea, ‘¡se anuncia, se anuncia!’. Ya no podemos estar tan seguros
de si, en la variante «arrión, trencilla y cordón, cordón de Valencia, etc.»,
lo que la impaciente pide es un tironazo violento que arríe, o sea, la des-
poje rápidamente de los impedimentos de ropa, o si son meramente voces
sustitutorias deturpadas, realmente sin sentido. Lo cierto es que la vigilancia
moral era mucho más estricta en el periodo morisco que en la edad de oro
de Alandalús, las Taifas, cuando las libertades de conducta parecen haber
estado mucho menos restringidas la mayor parte del tiempo; y ello hace que
después las expresiones sean mucho más discretas y claras solo al iniciado,
que ya sabe cómo las gastaban las y los amantes de Alandalús, a juzgar
por el testimonio de los poetas llamados «procaces» (muğğān). Sabemos
que el cordobés Ibn Quzmān fue una vez a la cárcel por sus atrevimientos
poéticos, de la que le sacó un príncipe almorávide, amigo o admirador, que
le libró de una ejecución por la inquisición islámica, pero podemos afirmar
que bajo su hijuela cristiana no habría escapado de la hoguera por tanta
irreligiosidad e inmoralidad pública ufanamente proclamadas.
De hecho, los mensajes pueden ser lo bastante crípticos como para no
ser claramente descifrables: esto es lo que sucede con la canción que dice:
Mi abuelo tenía un huerto,
que criaba muchos nabos,
tralará […],
también tenía un borrico,
que llevaba al mercado,
tralará […],
le salieron dos gitanos,
tralará […],
le robaron el borrico,
y le dejaron los nabos,
tralará.
Aquí la frase árabe andalusí está bastante clara, tará lalláh ‘mira, por
Dios’, pero los motivos visibles o disimulados no lo están. Habituales cho-
22 Federico Corriente
ques en los caminos entre arrieros moriscos y gitanos errantes, de los que
hubo gran afluencia en el siglo XVI, no extrañan, pero la simbología de
asno y nabos, a menudo relacionados con el miembro viril, no pasa de
ser una posibilidad, como lo es que el tricotí del estribillo de la «chata
Mirigüela» refleje una bravata de poeta andalusí, tarí qúwwati (‘mira qué
expresividad la mía’).
Algunas veces el entorno morisco era más atrevido o temía menos a
la Inquisición por algún motivo, como podía ser la protección que algunos
señores daban a sus súbditos contra ella, de manera que nos encontramos
con voces que podían ser tildadas de inmorales, y expresiones que habrían
parecido heréticas y traído funestas consecuencias a los autores o cantores.
Este parece ser el caso de la canción infantil que lleva el estribillo «¡Ay,
chúngala, cata ca chúngala, ay chúngala, cata, cachón!», con que terminan
todas las estrofas, tras la primera que dice:
Anoche me salió un novio
y lo puse en el fogón;
el gato se lo ha comido,
creyendo que era un ratón,
Referencias bibliográficas
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Iberoromanischen und Italienischen, Tübingen, Francke.
Martínez Kleiser, Luis (1953): Refranero general ideológico español, Madrid,
Real Academia Española.
Nehama, Joseph (1977): Dictionnaire du judéo-espagnol, Madrid, Consejo Supe-
rior de Investigaciones Científicas.
Viguera, M.ª Jesús y Federico Corriente, eds. (1981): Crónica del califa ʿAbda-
rraḥmān III an-Nāṣir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V). Prólogo de José
M.ª Lacarra, Zaragoza, Anubar-Instituto Hispano-Árabe de Cultura.
Acto conmemorativo de la
publicación de la
Segunda Parte del Quijote (1615)
El diálogo de las lenguas en la
Segunda Parte del Quijote
Aurora Egido
Universidad de Zaragoza
Real Academia Española
celona taken by Quijote and Sancho offers, in this sense, an entire reflection on
languages in contact and on the pre-eminence of their use, rendering Spanish a
tongue for dialogue with other languages.
Keywords. Cervantes, Don Quijote de la Mancha II, multilingualism.
Una de las lecciones humanísticas más relevantes del Quijote tal vez
sea aquella donde se sustenta que «la discreción es la gramática del buen
lenguaje, que se acompaña con el uso»1. Cervantes había aprendido de
Horacio que es en el uso común donde reside el arbitrio y la fuerza del
hablar y del escribir bien, pues, como dijo Quintiliano, el uso es el «autén-
tico maestro del lenguaje»2. Esos modelos clásicos fueron seguidos por
Lorenzo Valla, Juan de Valdés y otros humanistas del siglo XVI, que se
apartaron de la ratio (norma) y se acogieron a la consuetudo (uso)3.
Pero sobre la discreción o el arte de elegir Cervantes tuvo un buen refe-
rente en el Diálogo de las lenguas, obra de su amigo Damasio de Frías, quien,
tras el Diálogo de la lengua de Juan de Valdés, abrió nuevos caminos al plu-
rilingüismo4. Dicho proceso lo había plasmado en Italia Sperone Speroni en
su Dialogo delle lingue, donde consideró, como anteriormente hiciera León
Bautista Alberti, que el italiano era un idioma capaz de transmitir los más
altos pensamientos, propiciando así el prestigio de las lenguas vernáculas5.
1
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. Ed. de Francisco Rico, Madrid,
Real Academia Española-Asociación de Academias de la Lengua Española, 2004, p. 694,
por la que citaremos. Rosenblat (1971: 56 y sigs.), ya señaló la frecuencia de la palabra
discreto y sus derivados en el Quijote, mostrando el paso del buen gusto de Isabel la
Católica y el buen juicio de Castiglione y Valdés a la discreción. Y véase Egido (2011).
Este trabajo es continuación de otro anterior que hemos publicado sobre el mismo tema
(Egido 2007a: 25-41).
2
Así lo había afirmado Alessandri d’Urbino (1560: fol. 38v): «Mi risolvo a dire che
in cio non è altra ragione che l’uso commune nel qual come disse ben Horatio flacco con-
siste l’arbitrio & la forza del parlare & dello srivire bene». Téngase en cuenta que el Arte
poética de Horacio o Epístola a los Pisones había sido traducida en 1519 en endecasílabos
blancos por Vicente Espinel, amigo de Cervantes, junto a sus Diversas rimas.
3
Véase Sánchez Salor (2002: 329). El usus loquendi consuetudine aparece en la
Retórica a Herenio, en Cicerón y en las Institutiones quintilianistas, donde cualquier sermo
debía sujetarse a la ratio o gramática, a la auctoritas, a la vetustas y al uso o consuetudo.
4
Asensio (1975: 219-234) analizó la relación del Diálogo de las lenguas con el de
Speroni (Vinegia, 1550) y con las ideas de Hurtado de Mendoza, en coincidencia con
Joachim du Bellay, que también creía en la capacidad de las lenguas vulgares para la
especulación filosófica.
5
Véase Nelson (1981: 429-456). Para el Dialogo delle lingue (1542) de Speroni y su
idea de que el griego y el latín ya habían muerto y había que apoyar las lenguas vernáculas,
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 31
véase Heller Roazan (2008: 55); y Vasoli (1996: 263), sobre la conciencia de identidad lin-
güística en Italia a principios de ese siglo. Respecto a Francia, es bien conocida la Déffense
et illustration de la langue françoyse de Joachim du Bellay (1549).
6
Tuvo doce ediciones en Venecia entre 1576 y 1622. Forma parte de la tradición ini-
ciada por Nebrija, respecto al latín, de los diccionarios bilingües. Véase Acero (1991: 7-14).
7
Y véase Gil Puyol (2013: 89-91), además de los estudios clásicos de Asensio (1960:
399-413) y Elliot (1994). El término «lengua común de España» fue utilizado por Herrera
en sus mencionadas Anotaciones de 1580. Y véase Ruiz Pérez (1987: 35).
8
Véase por extenso Taboada (1989: 77-95), quien lo analiza desde Valdés y la Gra-
mática de la lengua vulgar de España de Bartholomé Gravio (1519) a Damasio de Frías,
Aldrete y Correas. Y véase la bibliografía recogida por Pedro Ruiz (1987).
9
Romera-Navarro (1929: 204-255) ya destacó, en ese amplio panorama, la temprana
aparición del Universal vocabulario en latín y romance (1490) de Alonso Fernández de
Palencia.
10
Véase Salazar (1615: 6). La Gramática en diálogos iba dirigida al rey de Francia y
de Navarra. Sobre el error moral del plurilingüismo y su impronta en Góngora y cuantos
mezclaban palabras latinas, griegas o mahometanas, como censuró Jáuregui, véase Río
Parra (2005: 27-47); y para su trasfondo religioso, Samarin (1972).
32 Aurora Egido
11
Tratamos de ello en Egido (1996: cap. I) y particularmente en Egido (1998a: 11-34).
Y véase el prólogo de Palenzuela (2000) a su obra Los hijos de Nemrod. Babel y los escri-
tores del Siglo de Oro.
12
Véase, entre otros, Castañeda (1990: 30 y sigs.) En ese sentido, hay una luminosa
ausencia respecto al papel de España en relación con el plurilingüismo americano y europeo
en el estudio de Eco (1994). Para las derivaciones lingüísticas de la teología de la lengua
y Babel, sigue siendo fundamental la obra de Borst (1955-1973).
13
Véase al respecto Salazar (1615: 7 y 21 y sigs.), quien también comenta las elegan-
cias del griego, del latín y de otras lenguas, así como la influencia del árabe en el vulgar
español (ibid.: 31 y sigs.). Salazar recoge además un sinfín de refranes, considerando
capital su aprendizaje. Y véase Terracini (1964: 135) para la progresiva afirmación de la
existencia de un pasado literario español.
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 33
14
Barros (1959: 22 y sigs.). Téngase en cuenta que la excelencia del portugués, here-
dero del latín, no planteaba ningún problema nacionalista con el castellano (ibid.: 77). Su
Diálogo está íntimamente ligado a su Ortografía y a su Gramática de la lengua portuguesa.
15
Véase Alonso (1943: 39, 43-44). Y véanse p. 21 y sigs. de esa monografía para la
frecuencia de los términos «idioma español», usados en el extranjero como instrumento
nacional, frente a «idioma castellano» en el XVI.
16
Menéndez Pelayo, Valera, Francisco de Icaza, Américo Castro, Francisco Ayala y
Francisco Rico, entre otros muchos, han debatido sobre ello. Para dichos términos, véanse
Merimée (1947: 452-455) y Montero Reguera (1993: 330-334).
17
Laplana (2010: 38-39), en su cuidada edición del Diálogo de la lengua de Juan
de Valdés, dice que este no hubiera escrito tal obra de no haber vivido en Italia y de no
haber conocido las questione della lingua, acercándose a Bembo y a sus mencionadas
Prose della volgar lingua.
34 Aurora Egido
18
Sobre las ideas de Oliva en relación con las excelencias de las lenguas vernáculas,
véase Pineda (1997: 25-44). Entre los interlocutores de su discurso, vence el que mejor
habla. El asunto no atañía solo a las lenguas romances, pues también los retóricos del
Renacimiento inglés trataron de que su literatura fuera parangonable a la de Grecia y
Roma, influyendo poderosamente en la teoría poética de la persuasión. Véase Clarck (1922:
cap. VII), donde trata de William Webee y de su Discourse of English Poetry (1586), así
como de la influencia de los humanistas italianos al respecto.
19
Véase en Opere del Cardenale Pietro Bembo. Tomo Secondo (1729: I, 4v) la dedica-
toria de Pietro Bembo al cardenal Messer Giulio, donde parte de la diversidad de lenguas y
hace un análisis comparativo entre las romances, sustentado en los clásicos y en los grandes
escritores italianos, como Bocaccio y Petrarca (ibid.: 55 y sigs.). Las conversaciones de
las Prose nelle quali si ragiona della Volgar lingua (1525) debieron iniciarse hacia 1502
y muestran posturas contrastadas sobre la dignidad del latín y la vileza del vernáculo.
Para Bembo, las lenguas, pese a sus diferencias, pueden regirse por un buen gusto común.
Véase Nelson (1981: 434 y 444-447). Para la dignidad del italiano y las Ellegantiae de
Valla en relación con la degeneración del latín y el problema de la lengua en Italia, véase
Fernández López (1999: 66 y sigs.).
20
Véase Ferreras (2008: 435-438; y 481 para el Diálogo de la dignidad del hombre
de Pérez de Oliva) y Egido (2001).
21
Ferreras (2008: 441-443) recuerda cómo Miranda Villafañe, en sus Diálogos de
la phantástica philosophia, criticó el excesivo respeto por el latín y el griego, así como
la vanidad de quienes presumían sin motivo de saber latín, como tantas veces recuerda
el Quijote. Bahner (1966: 66, 183) ya señaló el arraigo de la idea de Pietro Bembo en su
Prose della lingua volgare, al considerar el italiano como si se tratara del latín. No se podía
hablar de la existencia de una lengua si no se acreditaba con obras literarias.
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 35
otros derroteros, reacio a los usos del cultismo a ultranza, tratando de que
la literatura castellana (y, por ende, la suya propia) se convirtiera en clásica
por sus propios medios y sin forzar las telas del idioma, tal y como ya lo
había conseguido Garcilaso22.
Por otro lado, recordemos cómo el Brocense, que tenía un sentido
dinámico del lenguaje, había dicho en su Minerva (1587) que el latín era
lengua propia para escribir y pensar, pero no para hablar; sobre todo tal
y como se desprendía del usado por aquel entonces23. El maestro salman-
tino fue mucho más allá de Vives y de su pretensión de convertir el latín
en lengua universal, consciente además, como Juan Maldonado y otros
muchos, de la decadencia de su enseñanza en España24. Tal vez por ello,
humanistas como Aldrete o Jiménez Patón, entre otros, abogaron por un
«clasicismo vulgar» sustentado en una literatura propia, parangonable con
la de la Antigüedad clásica25.
La Elocuencia española en arte (1604) de este último estaba impreg-
nada de un sentido nacionalista en el que, además, la elocución iba unida
a la acción. Su perspectiva sobre el uso indiscriminado de la lengua del
Lacio recuerda claramente a la que vemos en El Quijote, cuando habla del
yerro en el que caen «algunos que con un poco de gramática que estudia-
ron, meten vocablos Latinos en quanto hablan fuera de propósito, que en
22
Recordemos que Sperone Speroni criticó a los cultiparlantes que se mofaban del
italiano como lengua inferior al latín, según Nelson (1981: 440). Y véase Blecua (2004:
1115-1122).
23
Sobre Francisco Sánchez de las Brozas, seguidor de Scaligero y Ramus, véase
Breva-Claramonte (1983: 237). A juicio de Juan Gil, en el prólogo a Eustaquio Sánchez
Salor (2002), el Brocense se inspiró en las Elegantiae Linguae Latinae (1597) de Lorenzo
Valla a la hora de luchar contra la barbarie de las gramáticas medievales. Este último, que
estuvo en la corte de Alfonso V en Nápoles, se basó en los usos gramaticales de los mejores
autores de la Antigüedad (ibid.: 312 y 327, en particular).
24
Véanse Asensio/Alcina (1980) y Carrera de la Red (1988: 28 y sigs., 43-44, 77 y
92-94 en particular). El Brocense inició el planteamiento del latín como lengua muerta
(ibid.: 170). Esa perspectiva también la mantuvieron Bembo, el Brocense y Pietrus Ramus.
Véanse Sánchez Salor (2002: 342-352), el Conde de la Viñaza (1893: XII y sigs.), Rome-
ra-Navarro (1929: 208) y Serés (2004: 8-11).
25
Carrera de la Red (1988: 154-158 y 164). Y véase Ynduráin (1982: 9-34) para la
irresistible ascensión del castellano. Por otro lado, la presunción de cultura que conllevaba
el uso ocasional del latín en la prosa castellana aparece en los preliminares de la Segunda
Parte del Quijote, como muestra la aprobación de José de Valdivielso (citando a Pausa-
nias y a Cicerón) y la dedicatoria de Cervantes al Conde de Lemos, con un lexicalizado
Deo volente. Véase Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, pp. 538 y 547 en la
edición por la que citamos.
36 Aurora Egido
26
Citamos La Elocuencia española en arte a través de la edición de Marras (1987).
Véase Fernández López (2001: 514-522), quien alude a la dignificación de la lengua
española de Jiménez Patón y al desdoro de no tener una retórica que estuviera a su altura.
27
El libro iba dedicado a Felipe III y formaba parte de la identificación entre lengua,
imperio y religión.
28
Ibid. Véase el prólogo, donde habla del «justo castigo de la confusión de lenguas»,
por cuya diversidad se siguieron odios y guerras. Aldrete justifica la publicación de su libro
en Roma, donde, según dice, tuvo su origen la lengua de Castilla. La obra, que analiza
el origen latino del castellano (p. 87 y sigs.), habla también de su extensión en América,
partiendo de que «los vencidos reciben la lengua de los vencedores venciéndoles con las
armas» (p. 138). Bien conocida es su concepción política del asunto: «Las lenguas son
como los Imperios, que suben a la cumbre, de la qual como van caiendo no se vuelven a
recobrar» (p. 185). Para él, hablar castellano era, en cierto modo, hablar latín (pp. 186-190).
Y véanse p. 367 y sigs. sobre la dignidad literaria del mismo. Para el tema, en España y
América, véanse los estudios recogidos por Valle (2013).
29
Véase Miranda Villafañe (1582), quien dice que la lengua castellana se habla «en
todo lo más de España, porque la Portuguesa, y la Catalana, y Valenciana, que en alguna
cosa discrepan de la castellana, son en effecto dirivadas del Romance».
30
Cervantes iría más lejos en El Persiles, al destacar la universalidad del castellano
en parangón con la que ofreciera el latín en la Antigüedad, insertándolo en un ideal de
unidad religiosa que, sin embargo, no aparece con tanta obviedad en el Quijote. Véase Egido
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 37
(1998b: 107-134). Sobre la utopía cristiana de la lengua en Bernardo José de Aldrete, frente
a las ideas de Cervantes en La Numancia, véase Beck (2013: 479-490) y Lledó-Guillem
(2015: 191-207).
31
Recordemos además cómo ya en el prólogo a la Primera Parte se burla de las citas
latinas (pp. 10-11), añadiendo: «Y con estos latinicos y otros tales os tendrán siquiera por
gramático, que el serlo no es de poca honra».
32
Pp. 665-666. En un momento dado, don Quijote se refiere a «cuando no se ha de
estudiar pane lucrando» (p. 666) y recoge un «Est Deus in nobis» de los Fastos VI.5 de
Ovidio (p. 667). Anteriormente, al hablar don Quijote de la sepultura de Adriano en el
castillo de Santángel en Roma, dice que lo llamaron moles Hadriani (p. 607). Rosenblat
(1971: 14 y sigs.) ya analizó la actitud de Cervantes ante el latín en el Coloquio de los
perros y en el Quijote (I, caps. XX, XXV; y II, caps. II, VII, XVI, XXV, XXVIII, LI,
LXII, LXVIII, etc.), señalándolo como lengua materna de los romanos. Cervantes criticó
la mezcla de español y latín por vanidad erudita, al igual que Erasmo y Jiménez Patón en
su Elocuencia española.
38 Aurora Egido
33
Rosenblat (1971: 14 y sigs.) ya destacó la defensa de la lengua vulgar de España
frente al latín en el episodio del Caballero del Verde Gabán (II, cap. XVI). Bahner (1966:
11, 23 y 39) señaló la rivalidad entre las naciones para acercar su lengua al latín, lo que
conllevaba la idea del carácter unitario de cada una de ellas y la necesidad de crear una
gramática propia. Y véanse p. 42 y sigs. para la idea en Nebrija, Valdés y otros.
34
Strosetzki (1997: 358-359, 361 y 375) recuerda cómo Baltasar de Céspedes, en su
Discurso de las letras humanas llamado el Humanista (1600), dijo que este debía saber
latín y griego, pero no hebreo, mostrando además la utilidad del latín para entenderse con
los extranjeros y para interpretar a los clásicos. El latín y el griego formaban parte de los
Studia Humanitatis. Véase Carrera de la Red (1988: 44).
35
Téngase en cuenta que Márquez Villanueva (2005: 235 y sigs.), más allá de la locura
positivista de adscribir a Pedrola y a los Villahermosa el episodio de los duques, creía que
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 39
este fue un particular «menosprecio de corte» cervantino, vinculando la aventura del barco
encantado a la burla literaria de la stultifera navis.
36
Pero véase más adelante lo que señalamos en el cap. 39 p. 846. Paradójicamente
la duquesa, que no entendía el significado de demostina, es capaz sin embargo de citar
unos versos de la Eneida (II.6-8): «quis talia fando temperet a lacrimis», o sea, «¿quién al
narrar tales cosas podrá contener las lágrimas?». Cervantes es consciente de la extensión
del castellano en esas tierras aragonesas. Sobre ello, véanse Enguita/Arnal (1995: 151-195).
37
Don Quijote, tras calificar negativamente regoldar, dice: «Y así, la gente curiosa,
se ha acogido al latín y al regoldar dice erutar y a los regüeldos, erutaciones» (p. 872).
Sancho asiente: «Erutar diré de aquí adelante» (ibid.).
38
«¡Absit!» —dijo el médico— (p. 901). Y véase el aforismo de Hipócrates, a propó-
sito de unas perdices que, en el original hipocrático, se aplicaba al pan: «Omnis saturatio
mala, perdices autem pessima».
40 Aurora Egido
39
Véase el gratis data (p. 1083) o las palabras de un don Quijote que peca tanto con
los latines como su escudero con los refranes: «No más refranes, Sancho […], que parece
que te vuelves sicut erat: habla a lo llano, a lo liso» (p. 1088).
40
Cuestión aparte es la emulación de las fuentes clásicas en el Quijote, objeto de
numerosos estudios, entre los que cabe destacar los de Cuartero (2013: 403-416) y Schwartz
(2013: 33-49). Y véase Barnés Vázquez (2009).
41
La presencia de Cide Hamete es mayor en la Primera que en la Segunda Parte,
según Jurado Santos (2012: 411-412), quien ha señalado además la ambigüedad y el juego
narrativos que ofrece su figura (ibid.: 417). Y véase Vincent (2006a: 105-118).
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 41
42
Más adelante habrá una nueva alusión al «cronista» Cide Hamete y al «traductor»
de la historia. En el capítulo XLIV el tema de la traducción se mantiene, haciéndose refe-
rencia a que el traductor había sido fiel a lo escrito por dicho autor.
43
El grito reaparecerá de nuevo en el episodio de Barcelona, cuando entran en ella
don Quijote y Sancho. Corriente (2003) registra liilíes, leilíes (‘griterío festivo guerrero de
los musulmanes’). Era palabra asimilada al castellano, al igual que algazara.
44
Véase en Corriente (2003) la voz torqui ‘turco’. Ya en el Cancionero de Baena
aparecen los términos turquis y turquino. Rico/Forradellas (2004: 1256), en su edición de
Don Quijote de la Mancha, cuestionan la opinión de Corriente (2003) respecto a los tora-
quis borrachos, pero la opinión sobre los turcos en El Persiles es igualmente despectiva.
Para la valoración de los ataques a los turcos en esas obras, cabe tener en cuenta que ya
Luis Vives (1526) había criticado dicha insolidaridad entre los príncipes cristianos desde
una perspectiva pacifista y unificadora claramente cristiana. Véase Coroleu (1998: 314),
quien señala también el desarrollo de dicha corriente y las distintas posturas respecto al
latín y a la lengua vernácula en España.
45
«Preguntó el general quién era el arráez del bergantín, y fuele respondido por uno
de los cautivos en lengua castellana (que después pareció ser renegado español): Este man-
cebo, señor, que aquí veis es nuestro arráez» (p. 1038). Recuérdese además que Sancho, al
salir de la ínsula, dice: «Así dejaré de irme como volverme turco» (p. 957), trasluciendo
una animadversión cervantina que también trasluce El Persiles y otras obras.
42 Aurora Egido
46
Para los distintos niveles de comunicación de dicho episodio, véase Neuschäfer
(1998: 638-639), quien cree se trata de dos historias intercaladas como la de Roque Guinart.
47
«Tuve una madre cristiana y un padre discreto y cristiano, ni más ni menos; mamé
la fé católica en la leche, críeme con buenas costumbres, ni en la lengua ni en ellas jamás
a mi parecer, dí señales de ser morisca» (pp. 1039-1040). Sobre la idea agustiniana de
que la religión, como la lengua, se maman con la leche de la madre, véase el clarificador
trabajo de Spitzer (1995: 135-187).
48
Téngase en cuenta que la expulsión de los moriscos fue objeto de debates en la
monarquía hispánica en 1614, cuando se liquidó el proceso. Sobre ello, Vincent (2013:
39-51). Los del Valle de Ricote se exiliaron en diciembre de 1613 y enero de 1614. Vincent
prefiere el término mudéjares antiguos para calificar a estos.
49
El plurilingüismo de Argel también se reflejó en El Persiles, según Hegyi (1999:
225-239); y véase Egido (1998b).
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 43
50
Al igual que haría con sentido despectivo en El Persiles, Cervantes dice en el epi-
sodio de Ana Félix, que «la demás chusma del bergantín son moros o turcos» (p. 1041),
mientras ella, llorando, solicita del visorrey que la deje morir como cristiana. Véanse
pp. 1052-1053, donde Cervantes hace un alegato a favor de don Bernardino de Velasco,
conde de Salazar, a quien el rey encargó la expulsión de los moriscos, lo que, según él,
llevó a cabo con misericordia y justicia; y la nota 22 de la p. 1053, donde se contrastan
otras opiniones muy distintas de Cervantes sobre el tema.
51
Según Corriente (2003: s. v. albogue), Cervantes confunde un instrumento de viento,
de origen oriental, como el albogue, que aparece ya en el Libro de Buen Amor, vv. 1223-
1224, especie de flauta doble y que él creyó estaba formado por unas chapas de latón
semejantes a crótalos. Téngase en cuenta que España contaba con el Vocabulista arábigo
en lengua castellana de fray Pedro de Alcalá (Granada, 1501). Y véase Vidal Castro (2008:
319-345).
44 Aurora Egido
Pues cuando Sancho les dio pan y queso, y ellos dijeron: «¡Guelte!
¡Guelte!» («¡Dinero!, ¡dinero!»), los peregrinos declararon su origen ale-
mán, lo que desencadenó un diálogo por señas con uno de ellos, que le
mostró la bolsa, aunque finalmente se descubriera que este no era otro sino
el morisco Ricote, disfrazado de «moharracho» y «transformado de morisco
en alemán o en tudesco» (ibid.).
Uno de los alemanes, con la alegría de vaciar la bota junto al resto,
utiliza además la lingua franca, una mezcla de varias lenguas románicas,
que incluso el propio escudero llega a compartir:
Véase Westerveld (2007). Dicho Valle era mudéjar por excelencia, con apenas un
53
54
P. 962 («Español y alemanes, todos uno. Buenos camaradas […] ¡Buenos amigos,
juro por Dios»). Sobre la lingua franca en la obra, véase Spitzer (1955: 135-187). En cuanto
a guelte o gueltre, en la ed. coordinada por Rico (2015: 1166) se anota: «del alemán u
holandés Geld; en germanía adopta la forma gueltre».
55
Ricote explica a Sancho la vida que ha llevado tras el decreto de expulsión (10 de
julio de 1610 y, por tanto, posterior a la Primera Parte del Quijote), aunque antes se les
conminara a que lo hicieran voluntariamente. La expulsión se ejecutó en un arco que va
de 1609 a 1613. Téngase en cuenta (p. 961) que muchos de los moriscos huidos volvieron
en 1612. Miranda Villafañe (1582: fol. 3) habla sin embargo de los males derivados de
la lengua de los moros que conquistaron los reinos de España, refiriéndose además a la
prohibición de Felipe II para que no se hablara la lengua «llamada arábiga o algarabía».
56
«Libertad de conciencia» tiene aquí el sentido de permisividad excesiva, por alusión
a los países protestantes (p. 964, n. 28).
46 Aurora Egido
Félix como un problema mucho más complejo que el que planteaban las
gramáticas y las preceptivas literarias de la época de Cervantes. Sobre todo
a la hora de identificar los conceptos de nación y lengua, cuando la religión,
la raza y hasta el sexo andaban de por medio57.
La vida de las lenguas y el contacto entre unas y otras aparecen en el
Quijote con esas ansias de cambio y renovación a las que Horacio apelaba
en la Epístola a los Pisones, VII, recordando lo que ocurre con las hojas
de los árboles, que van cambiando a tenor de las estaciones, sin que por
ello cambien sus raíces. Las lenguas, en cualquier caso, van unidas al uso
de las personas que las hablan, según su origen, o se plasman en las obras
de quienes las escribieron o tradujeron para entendimiento de muchos. Y
en ese proceso a lo vivo, donde el imperativo del uso es más poderoso que
el de los césares, Horacio también le sirvió a Cervantes de modelo no solo
porque había dado por buenas en el latín las voces derivadas del griego,
sino porque consideró que la inserción de vocablos nuevos o extranjeros
debía hacerse siempre con prudencia y tiento58.
La Segunda Parte del Quijote, escrita a la par que El Persiles, ofrece, en
el plano lingüístico, numerosos paralelos con este. Sobre todo en lo referido
a la comunicación gestual y verbal entre personas de distintas lenguas, así
como en el papel de la traducción, creando desde el principio un marco
de verosimilitud íntimamente ligado a la acción, al espacio y al decoro de
los personajes. Pero sobre todo mostró hasta qué punto, desde Homero,
los viajes, las peregrinaciones y hasta la caballería errante suscitaban un
sinfín de encuentros con gentes de distinta procedencia y lengua59. Gracias
a ello, la narración progresaba en la encrucijada de los caminos, fundiendo
géneros, estilos y lenguas.
Cervantes conocía muy bien la susodicha defensa del vulgar que se
había originado en Italia a partir de Dante, propiciando una corriente huma-
57
Véanse Arriaga de Lassel (2008: 329 y sigs.), y los estudios recogidos sobre Cer-
vantes y el Islam (ibid.: 327-404; 405 y sigs. para El Persiles).
58
Horacio, en la edición de Iriarte (1777: 8-9), comparó además, las voces que se
toman de otras lenguas con las monedas extranjeras que se acuñan de nuevo y adquieren
otro valor.
59
Sobre ello, Egido (1998b). Recuérdese que, en el prólogo del Viaje de Turquía,
Cristóbal de Villalón invoca a Homero en estos términos: «Ayúdame a cantar, ¡oh musa!
Un varón que vio muchas tierras y diversas costumbres». Véanse al respecto ese y otros
ejemplos en Martinell et al. (2000: 110 y sigs.). En este catálogo, no faltan la gestualidad
ni la presencia de intérpretes, guías e intermediarios, así como el reclamo de numerosos
ejemplos cervantinos y referencias a la pluralidad lingüística como consecuencia de Babel.
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 47
60
El Humanismo fue el directo responsable de la emancipación del vulgar, aunque
al principio se decantara por resaltar las facultades creadoras del latín. Véase McLaughlin
(2000: 269-294), quien parte de la plurilingüe Hipnerotomachia Poliphili (1499) de Fran-
cesco Colonna y del apogeo de la influencia humanística sobre la literatura vernácula. Y
véase en particular Gómez Moreno (1994).
61
No olvidemos que se trataba de una internacional caballeresca, cuyos héroes litera-
rios e históricos procedían de los más variados países. La historia de don Gaiferos transcu-
rre, como es bien sabido, «en la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy
se llama Zaragoza» (p. 751). Sansueña viene de Sansoigne, es decir, Sajonia (ibid.: n. 3).
62
Rico anota: «¡Tarde te quejas!» (p. 1031), expresión coloquial para indicar que
alguien llegó tarde o no se halló a tiempo en un negocio o pretensión. Ya lo recogió Timo-
48 Aurora Egido
neda en su Portacuentos, e iba unido al relato del huevo empollado y los dos vizcaínos.
Véase Hernández Valcárcel (2002: 208). Covarrubias (1611), a propósito de piar, dice:
«Proverbio: “Tarde piache”, el que no habló con tiempo». Se emplea para señalar que
alguien pide una cosa fuera de tiempo o llegó tarde. Véase Suazo Pascual (1999: núm.
316). También lo recogió, entre otros, Martín Sarmiento en 1739. En el DRAE, piache,
tarde: «Del gallego tarde piache, tarde piaste, frase que la tradición atribuye a un soldado
que, al tragarse un huevo empollado, oyó piar al polluelo».
63
En ese sentido, no deja de ser curioso que las referencias a Garcilaso y a Boscán se
den también en el camino de vuelta de Barcelona, cuando, tras el encuentro con Tosilos, don
Quijote y Sancho se topan con las pastoras y el caballero expresa su deseo de convertirse
junto a Sancho en pastores. Allí recuerda al «antiguo Boscán», que se llamó «Nemoroso»,
rubricando una amistad entre el poeta toledano y el catalán (p. 1061), que se hizo legendaria
desde la publicación en común de sus Obras en Barcelona (1543).
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 49
Pero, por si eso fuera poco, el autor precisa y traduce para los lectores
lo que allí se hablaba, dejando una pequeña señal para hacer más creíble
el cambio lingüístico:
Uno de los escuderos dijo en su lengua gascona y catalana: «Este nuestro capitán
más parece frade que bandolero» (p. 1017).
64
Con ellos iba la mujer del regente de la Vicaría de Nápoles que, según Riquer,
podía corresponder a la dama A. de Quiñones, que fue sorprendida realmente junto a sus
acompañantes por unos bandoleros cuando se encaminaba a Barcelona en 1610 (p. 1015,
n. 49). Téngase en cuenta el paralelo con El Persiles de este episodio, al aparecer dos
peregrinos que van a Roma, y a los que Guinart no solo no les roba, sino que les da dinero.
Cervantes prefirió hablar de los bandoleros catalanes, silenciando a los aragoneses, que
curiosamente utilizó el duque de Villahermosa para imponer su autoridad en Benabarre.
Tampoco quiso acordarse del bandido noble Lupercio de Latrás, que también ofreció sus
servicios a dicho duque. Sobre ello, Colás/Salas (1976: 79-146) y Casey (2001: 173, 267).
65
Los nyarros o nyerros y los cadells dividían la sociedad catalana en dos bandos.
Véase Torres (1993) y Casey (2001: 268; y 274-275 para el término pedreñales, arma mortal
cobarde y alevosa). Cervantes transcribe Monjuí por Montjuich en p. 1037; inserta, sin
embargo, como hemos visto, la palabra portuguesa frade ‘fraile’, en lugar de la catalana
frare.
66
El Autor anónimo de la Gramática de la Lengua Vulgar de España, pensada para
extranjeros, recoge las cuatro lenguas: vascuence, árabe, catalán y la «lengua vulgar de
España», que se habla y entiende generalmente en toda ella (1559: 6). Respecto a la
catalana, dice «es verdaderamente francesa, i trahe su origen de la provincia de Gascoña,
dela mui antigua ciudad de Limojes». Dice se habla en Cataluña, Valencia, Mallorca,
50 Aurora Egido
Menorca, Ibiza, Cerdeña «y aún en Nápoles». El Anónimo de Lovaina alaba los escritos
de árabes y catalanes en prosa y verso. Según Balbín/Roldán (1966: «Prólogo»), su autor
era aragonés. Hubo otra Gramática de la lengua vulgar de España publicada también en
Lovaina en 1559.
67
Alín/Barrio (1997: 258) recogen las expresiones «atrapa, atrapa» y «aparta, aparta»
en entremeses y mojigangas de varios autores, además de en la comedia El capellán de
la Virgen de Lope de Vega: «Afuera, afuera / aparta, aparta, aparta / que entran a recoger
sortija / labradores de la Sarga». Para esos capítulos barceloneses, remitimos a Egido (2007:
91-132), donde ya planteamos la cuestión del plurilingüismo. Y véase Riquer (1989) y
Micó (2004).
68
Vid. al respecto Egido (2005a: 40 y sigs.; 2005b: 2-6).
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 51
69
P. 1031. La versión de Il Pastor Fido de Guarini se publicó en Nápoles en 1602,
y en Valencia en 1609. Sería decisiva en todo lo referido a la mezcla tragicómica y otras
novedades experimentadas por Cervantes y por Lope de Vega. Respecto a la Aminta de
Tasso, Jáuregui la tradujo en 1607. Es curioso ver cómo el traductor cervantino de Le
bagatele piensa hacerse rico gracias a ello, sin entrar en otras consideraciones.
70
Valdés (2010: 230). Y véase García Yebra (2005: 277-283).
71
Véase Peña Díaz (1997: 67 y sigs.), quien niega su decadencia cultural en términos
absolutos, aunque la hubiera en relación con las letras catalanas, por el incremento de los
libros impresos en castellano a finales del XVI. La cultura italiana estuvo muy presente
en el ambiente lector barcelonés desde las primeras décadas de ese siglo (ibid.: 76 y 165 y
sigs.). Cervantes había leído la traducción del Orlando de Ariosto por Jerónimo de Urrea
(Barcelona, Claudi Bornat, 1564), según Peña (ibid.: 196), y el episodio cervantino de la
imprenta mostró, entre otras cosas, que «el toscano en Barcelona era un idioma familiar».
52 Aurora Egido
72
Para la edición y difusión de libros en latín, italiano, francés, catalán y castellano,
véase Peña (1996). Aparte de los clásicos grecolatinos, dominaban en las bibliotecas par-
ticulares las obras publicadas en catalán, castellano e italiano.
73
Véase Comellas Aguirrezabal (1995: 227); y, asimismo, sobre la idea de este autor
en torno a la traducción, cercana a la fidelidad exigida por Leonardo Bruni en De recta
interpretatione (ibid.: 230 y sigs.). Céspedes creía en la fidelidad al original y en la crea-
ción de un estilo.
74
Alessandri d’Urbino (1560). Dedicado a don Antonio D’Aragona, duque de Mon-
talto, analiza las semejanzas entre ambas lenguas tanto en la fonética como en la ortografía
y la gramática.
75
Véase la cita de Fernando de Herrera en sus Anotaciones (1580) a Garcilaso en
Terracini (1968: 148-200). Terracini analiza la desigual comparación de Herrera entre las
lenguas toscana y española, inclinándose obviamente por la segunda. Herrera (apud Inoria/
Reyes Cano 2001: 188-189) elogió la alteza y la agudeza de la lengua española, creyendo
era posible llegara a la cumbre del griego y del latín.
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 53
76
Béhar (2011: 159-195). Esa lucha contra la afectación también la libraron Lucas
Gracián Dantisco en su Galateo Español y el propio Cervantes en el Quijote (II, cap. xxvi).
Góngora, sin embargo, continuó por el camino herreriano, en ese y otros aspectos.
77
A su salida de Barcelona, don Quijote cita, en español, unos versos del Orlando
furioso (p. 1059), que también había mencionado en el capítulo III de la Primera Parte,
cerrando un círculo. Sobre el paso de ilustres pasajeros por los puertos de Barcelona y
Palamós, véase Martín Roig (2012: 69-82).
78
Véase Corriente (2003: 51-72), quien desmonta la tesis lingüística criptojudía,
señalando se trata de moriscos que conviven en Roma con connacionales de la judería; y
Lucía Mejías (1996: 7-17). Otro curioso precedente, pero que tal vez no llegó a manos de
Cervantes, por estar prohibida por la Inquisición, es la obra, publicada en 1523, de Pedro
Manuel de Urrea, Peregrinación de las tres casas sanctas de Jherusalem, Roma y Santiago.
Y véase Egido (2005: 2-6).
79
Sánchez García (2013: 1-33). Paolo Giovio señaló que el marqués de Pescara, que
se acomodó a las costumbres y a la lengua de los españoles, quiso imponer esta en los
ámbitos napolitanos, incluido el ejército. En los preliminares se parangona el vulgar de
54 Aurora Egido
tramos así ante una «imagen refleja», propia del viaje de ida y vuelta que
la traducción ofrece entre unas lenguas y otras, como ha señalado María
de las Nieves Múñiz:
Ogni immagine nazionale nasce, per opposizione o per analogía dal riflesso spe-
culare di altre all’interno di un sistema di compensazioni binarie80.
Torres Naharro con el griego y el latín por Mesinerius I. Barberius. Torres Naharro, en su
dedicatoria a dicho marqués, nos ofrece además un curioso precedente del linaje fundado
por Dulcinea en el Quijote, al decir que fue voluntad de este «començar linaje más que de
allegar linajes, esperando más gloria de la virtud propia que de la apelativa, y más claridad
de sus ojos que de los ajenos».
80
Múñiz Múñiz (2012: 15). Y véanse pp. 20-21 sobre las traducciones entre ambas
lenguas en el siglo XVI.
81
Menéndez Pidal (1966: vol. II, 7 y sigs.). Y véase Canonica (1991: 19-42).
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 55
en España, Francia, Italia, Alemania y Flandes (p. 539). Ello era además
un síntoma de la extensión del castellano por esas tierras y, en todo caso,
prueba de que la fama universal (pensemos hoy en el caso de Borges) se
alcanza gracias a la traducción82.
Pero lo más significativo y gracioso es sin duda la dedicatoria del propio
Cervantes al conde de Lemos, donde afirma que el emperador de la China le
había escrito en lengua chinesca una carta diciéndole le enviase la obra «por-
que quería fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana y quería
que el libro que se leyese fuese el de la historia de don Quijote» (p. 547)83.
Cervantes va más lejos, en este caso, que en El Persiles, donde al final
justifica el conocimiento que sus protagonistas nórdicos tenían del caste-
llano y otras lenguas de los países por donde pasaron, gracias a un colegio
plurilingüe creado en tierras septentrionales. Pues aquí no solo desplaza a
lejanos espacios chinescos el ejercicio del castellano, sino que lo identifica
con el del mismo Quijote que, cual si se tratara de una profecía, ha ter-
minado por convertirse en modelo del idioma y en el libro más traducido
después de la Biblia.
Don Quijote de la Mancha se igualó así a la saga de la caballería
andante que él mismo enumerara al principio de la Segunda Parte en el
diálogo con el cura, a través de los nombres de Amadís de Gaula, Palmerín
de Inglaterra, Lisuarte de Grecia, Felixmarte de Hircania y un larguísimo
etcétera al que pertenecía la internacional caballeresca. Pero él los aventajó
a todos al convertir su apelativo «de la Mancha» en el lugar universal del
idioma español de la literatura84.
Las ansias de inmortalidad del libro de Don Quijote se superponen en
esta Segunda Parte a las del mismo Cervantes, que asienta, desde los ini-
cios, junto a la universalidad del castellano, la que propicia su traducción
a otras lenguas, haciéndole decir a Sansón Carrasco:
82
Márquez Torres aporta además el testimonio de Bernardo de Sandoval, tío del duque
de Lerma, que avalaba el éxito de las obras de Cervantes entre los caballeros franceses
(ibid.: 539-540).
83
Recordemos que de Catay, al norte de China, provenía Angélica (p. 560), como
sabía bien don Quijote, recordando a Ariosto (pp. 556-557).
84
Pp. 556-557. Y véase también el diálogo con Sancho de esta Segunda Parte, cap. II.
Sobre el paradigma «la lengua de Cervantes», Rojo (2004: 1122-1130), en la edición que
manejamos de Don Quijote de la Mancha, pp. 1122-1130. Como dijo Canavaggio (2014:
73-82), la pluralidad lingüística de esta y otras obras suyas, así como las dificultades que
supone la comunicación con personas que hablan otras lenguas, es consecuencia clara de
su propia experiencia vital.
56 Aurora Egido
Tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal
historia: si no dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y
aún hay fama que se está imprimiendo en Amberes; y a mí se me trasluce que
no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga (p. 567)85.
Y así fue.
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85
P. 567. En realidad, de la Primera Parte se habían publicado en 1615 tres edicio-
nes en Madrid, dos en Lisboa y Bruselas, una en Valencia y otra en Milán, junto a dos
traducciones al inglés y al francés.
El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 57
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El diálogo de las lenguas en la Segunda Parte del Quijote 61
Rocío Caravedo
Università degli Studi di Padova
1. Principios de conceptualización
1.1. El término «sociocognitivo»
Empezaré aclarando el sentido adjudicado al término sociocognitivo.
En primer lugar, el prefijo intenta diferenciar este enfoque del de la lingüís-
tica cognitiva a secas, que no se plantea como prioridad la fenomenología
de la variación, aun cuando sus principales representantes reconocen la
importancia del carácter social del lenguaje en la cognición (cf. Langacker
1987, 1997)2. Pero la principal función de este compuesto léxico reside en
1
Resulta pertinente aclarar que tal enfoque no se identifica con los estudios de acti-
tudes ni con los desarrollados en la línea de la dialectología perceptiva (cf. Preston 1999),
aunque sin duda alguna estos implican la percepción. Si bien el enfoque propuesto aquí
valida tales estudios, intenta abarcar un campo más amplio que el correspondiente a los
juicios valorativos de los hablantes, en el sentido de que sostiene que la variación misma se
configura a través de la percepción selectiva de los hablantes, que implica tanto la atención
como la desatención en la producción de los hechos variables.
2
Aunque en la etapa fundacional de la lingüística cognitiva no hubo un pronuncia-
miento sobre el estatuto de la variación sociolingüística, Langacker (1997: 229) establece
que no existe una restricción programática del enfoque cognitivo en la aplicación a los
aspectos social, cultural o discursivo del lenguaje. Véase la crítica al uso del término social
de parte de Langacker, en Caravedo (2014: 19).
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 69
3
En términos distintos, si bien compatibles con el concepto de percepción que utilizo
aquí, Preston desarrolla el concepto de regard (que puede ser consciente o inconsciente)
definiendo la percepción como «the process through which a specific instance of language
regard arises based on the perception of particular linguistic input» (Preston 2013: 94).
Para una interpretación de este concepto, véase Caravedo (2014: 58).
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 71
4
Este cambio de actitud se observa, por ejemplo, en corrientes como la generativista,
cuyos principios centrales se fundan en la determinación de la esencia del lenguaje a
través del descubrimiento de elementos o factores universales, de modo que los aspectos
de la variación de las lenguas particulares eran considerados marginales o superfluos.
Últimamente esta corriente se ha abierto a la consideración de los elementos variables. No
obstante, en relación con estos, sería deseable una formulación explícita sobre el carácter
intrínseco de esta variación en la mente humana.
5
Mostramos acuerdo con la visión expresada por Oesterreicher (2006), quien deslinda
con claridad los alcances de la historicidad de las lenguas, la cual no debe identificarse
exclusivamente ni con la diacronía ni con el cambio. El autor hace hincapié en que la
historicidad incluye los hechos simultáneos del sistema, de modo que involucra también
la variación estable y asimismo —precisamos aquí— la invariación.
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 73
6
En efecto, las teorías monosémicas sostienen la simbiosis absoluta entre significante
y significado, tal como se desprende de planteamientos como los de Saussure (1916) o los
de Hjelmslev (1961), de modo que cualquier variación en el significado supondría que no se
trata del mismo signo. Cf. la visión de Heger (1974) al respecto, y un análisis de las distintas
corrientes de pensamiento con amplia bibliografía en torno a esta cuestión, en Rivarola
(1991: 83-90). Un estudio crítico sobre la concentración exclusiva en la variación de los
significantes equivalentes semánticamente ha sido desarrollada en Caravedo (2014: 21-46).
74 Rocío Caravedo
7
A propósito del cambio sintáctico, Ridruejo recomienda el estudio de los cambios
funcionales en el orden del contenido más que en el orden material (Ridruejo 1990: 95 y
sigs.). Véase una propuesta distinta que privilegia el significante en la descripción objetiva
en Luquet (2012: 138).
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 75
8
La no conciencia del cambio en su propia ejecución ha sido desarrollada también en
la teoría del cambio de Keller (1994), llamada teoría de la mano invisible (invisible hand
theory), término tomado de la teoría económica del filósofo Adam Smith (Smith 1759).
Keller subraya la intencionalidad no consciente del hablante en la producción del cambio,
propia de los fenómenos del tercer tipo (cf. también Lüdtke 1986). Véase asimismo la
76 Rocío Caravedo
crítica de Kabatek (2012: 80) a esta teoría, quien avala la formulación de una teoría del
cambio concreto que parta del uso comunicativo de los hablantes.
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 77
2. Aplicación
Con los presupuestos elementales desarrollados en las líneas preceden-
tes, pasemos a ver de qué manera las consideraciones conceptuales que,
dadas las limitaciones naturales que impone la exposición, hemos tratado de
simplificar pueden aplicarse a fenómenos específicos de la historia atando
los puntos centrales de la reflexión anterior.
En primer lugar, es preciso diferenciar por lo menos tres modalidades
básicas en que se puede dar la relación entre invariación y variación en la
producción de un cambio, que pasamos a enumerar, definir y, finalmente,
ejemplificar.
A. La primera modalidad indica el cumplimiento total del proceso de
cambio hasta llegar a un resultado; es decir, una primera fase de invariación
(1), la cual en una segunda fase (2) se transforma en variación, para final-
mente convertirse en invariación nuevamente (3), que quedan representadas
en el siguiente esquema:
1. Invariación.
2. Variación.
3. Invariación.
B. La segunda modalidad consiste en la estabilización de la variación
con sus alternativas en juego, sin evolución hacia la invariación (es decir,
la fijación en la fase 2). Habría que precisar (lo cual supone una decisión
que dejamos, por ahora, pendiente de discusión), si la transformación de
la invariación en variación supondría ya de alguna manera un cambio.
Naturalmente, en un sentido amplio, no técnico y hasta trivial, que no ha
sido adoptado aquí, toda variación es ya una forma de cambio y viceversa.
Pero un postulado de esta naturaleza lleva a un círculo vicioso que no
permite caracterizar el tipo de fenómeno que se encuentra en el foco de
estudio, al cancelar la diferencia entre variación y cambio. Por lo tanto,
operativamente la variación no será considerada como cambio (en sentido
estrecho) en la esquematización de esta modalidad que se representa del
siguiente modo:
1. Invariación.
2. Variación.
C. Finalmente, la tercera modalidad, la más compleja, comprende una
combinación de las dos primeras en la misma coordenada temporal; es
decir, por un lado, se da el término de las tres fases del proceso (como en
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 79
9
Obviamente los esquemas constituyen solo generalizaciones subordinadas al estado
de la investigación, de modo que se apoyan en una documentación limitada que no aspira a
la exhaustividad, en la medida en que el funcionamiento de tales esquemas se hace mediante
ejemplificación, lo que supone una práctica selectiva, que tiene como único objetivo mos-
trar la validez de estos en la evolución de los fenómenos particulares. Así, si los datos
allegados aquí fueran refutados por nueva documentación, la validez de los esquemas no se
alteraría, dado que estos pueden comprobarse empíricamente con muchos otros fenómenos.
Los esquemas simplemente revelan una posibilidad (entre otras) de dirección evolutiva.
10
Este mismo autor consigna un uso esporádico del valor causal en el Cuatrocientos
(cf. Eberenz 2013: 630), aunque no consigna testimonios de este uso. Hay que contar,
pues, con la inevitable limitación cuantitativa y cualitativa de la naturaleza de los datos
del pasado, como bien lo advierte Narbona (2013: 1015). Por lo tanto, si se encontrara
documentación con el valor causal coexistente, el fenómeno vendría considerado de natu-
raleza variable en sus orígenes. La posible existencia del valor causal en el Cuatrocientos
no invalida el hecho de que otros fenómenos sigan las fases de la modalidad A (cf. supra,
n. 8). En todo caso, en lo que respecta a nuestro ejemplo, Herrero (2005: 350) corrobora
los datos de Rivarola (1976), en los siguientes términos: «Originariamente [puesto que] fue
por lo tanto una conjunción utilizada para la introducción de oraciones concesivas (tanto
con indicativo como con subjuntivo)».
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 81
Puesto que andes de pie, e te vistas de saya escura, e te eguales a los pobres […]
do los ligamientos, do las palmadas, do la escupina, do los açotes, do la cruz, do
la muerte? (La estoria de los quatro dotores de la santa iglesia. Ed. de Friedrich
Lauchert, Halle, 1897, apud Rivarola 1976: 66).
2.ª fase: variación (coexistencia del valor causal con el concesivo apro-
ximadamente en los siglos XVI-XVII)11.
Valor concesivo en Valdés:
Pugés, por higa, usan algunos, pero por mejor se tiene higa, puesto que sea ver-
gonçoso fruto (Juan de Valdés, Diálogo de la Lengua, p. 128. Ed. de Juan M.
Lope Blanch, Madrid, 1969, apud Rivarola 1976: 129).
11
No obstante, Girón (2013: 883) presenta puesto que (junto con dado que, no embar-
gante que, no obstante que) con valor concesivo más frecuente en los Siglos de Oro. La
menor frecuencia de ocurrencia de puesto que en relación con otros nexos como maguer
que, pero que, comoquier que, está documentada en Rivarola (1976) y Montero (1992).
Este último estudioso presenta información cuantitativa de las apariciones de los dife-
rentes nexos concesivos en la etapa medieval, en la cual puesto que tiene 34 apariciones
en el corpus utilizado, que representan el 14 por ciento en relación con los demás nexos
(cf. Montero ibid.: 113).
82 Rocío Caravedo
12
Hay diferencia de opiniones respecto de esta interpretación. Rodríguez Marín (nota
en la ed. del Quijote, 1964) se inclina por la interpretación concesiva con las siguientes
palabras: «¿No será adversativo, como suele, y elíptica la locución? (“[…] y puesto que
el mozo estaba en Flandes […] para que esto no fuese obstáculo, ordenaron […]”)». En
cambio, a Rivarola, aunque observa que no está excluida la interpretación concesiva, le
parece «poco plausible» (cf. Rivarola 1976: 130, n. 20).
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 83
13
Para los efectos de esta reflexión no consideramos el valor estilístico formal o lite-
rario reconocido de puesto que como concesivo, al punto de definirse como cultismo, en
la medida en que no resulta pertinente en la lógica de la argumentación propuesta en este
trabajo. Véase Rivarola (1976: 129), quien señala que puesto que, «de uso muy esporádico
en el s. XIV, esta conjunción fue cobrando vigencia en la lengua literaria cultista del s. XV.
Pero tampoco en este siglo pasó de ser un instrumento ocasional de variación estilística para
la expresión concesiva ya dominada por aunque». Este autor cita asimismo el testimonio
de Vallejo (1924: 404), en relación con cuatro ejemplos encontrados en La Celestina: «La
partícula puesto que, usada concesivamente, es un cultismo. En su vida estilística, por
tanto, su empleo es consciente y responde a un deliberado propósito estilístico». De hecho
incluso actualmente en su valor causal, puesto que constituye un nexo mayormente usado
en registros formales. Pero lo que nos interesa en esta ocasión no es tanto el valor diafásico
de las alternativas cuanto la evolución de los significados mismos a través del tiempo, y la
manera como se van desplazando conceptualmente de modo gradual ocasionando cambios
en los contenidos sígnicos.
14
Tal afinidad ha sido señalada por Rivarola (ibid.: 13) en los siguientes términos: «A
juzgar por los autores que usan la conjunción repetidamente, en esta época parece haber
predominado la conjunción no hipotética con indicativo. Este predominio puede haber
abierto el camino a los empleos causales de puesto que (cf. 2.7.1)». Las afinidades lógicas
han sido también observadas por Bartol (1986: 211-216) y por Montero (1992: 117, n. 29).
84 Rocío Caravedo
Este último autor señala que: «Entre las causales y las concesivas existe la misma relación
que entre éstas y las condicionales. En las tres, hay una relación de implicación que, en
las concesivas, no se cumple». Desplazamientos análogos entre la concesividad y otros
valores son analizados por este estudioso (Montero ibid.: 118). Posteriormente, Herrero
(2005: 350) señala la conexión entre valores en el siguiente fragmento: «Originariamente
fue por lo tanto una conjunción [puesto que] utilizada para la introducción de oraciones
concesivas (tanto con indicativo como con subjuntivo). Recuérdese que entre la causativi-
dad y la concesión, la diferencia básica está en que el hecho (de carácter causal) aducido
por la subordinada junto a la principal sea eficaz (causal) o no (concesiva), objeción que
no impide el cumplimiento de la principal, de ahí que haya casos fronterizos entre causa-
tividad y concesividad, o que históricamente un nexo, perdiendo o ganando el rasgo de +
operante, + efectivo en la oración que introduce haya podido pasar de un valor a otro».
Elvira (2013: 469) señala asimismo las relaciones entre concesivas y causales. Sin duda,
tales afinidades son válidas desde el punto de vista lógico, pero no llegan a explicar por
qué en unos casos (como puesto que) se abandona una de las alternativas, mientras que en
otros no, como lo veremos más adelante.
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 85
dicen que les robamos el proyecto, no les robamos el proyecto porque nunca fue
proyecto de ellos, o sea fue una decisión tomada por la fundación, y no es robar
cuando no había sido de ellos (español moderno, apud Caravedo 1989: 214)
[causal / condicional].
15
Este corpus forma parte del Proyecto de Estudio de la norma culta de las prin-
cipales ciudades hispanoamericanas, que lleva el nombre de su creador, Juan M. Lope
Blanch, digitalizado posteriormente por Samper, Hernández y Troya (1998); será citado
como Macrocorpus.
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 89
16
Aunque naturalmente en el siglo XVI en esta zona se presentaba el uso temporal
compartido con las demás zonas hispánicas, como se documenta en la entrada corres-
pondiente a ya, en Company y Melis (2002: 947): «[…] los conquistadores que estaban
quexosos, ya que [cursiva nuestra] se hallaron, pidieron liçencia al liçenciado Marcos de
Aguylar» (doc. 3, 3v, Ciudad de México, 1526). He encontrado datos adicionales en el
CORDE que corroboran la coexistencia de los valores temporales y causales en el siglo
XVI (cf. Caravedo 2016).
Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 91
17
Cf. la posición de Bustos Tovar (2012: 211) en relación con la historia de la lengua,
que sería compatible con un enfoque sociocognitivo como el aquí presentado. Textual-
mente: «Una semántica histórica con base cognitiva (lo que obliga a conocer el universo
ideológico, social, cultural económico, etc.) y pragmática es indispensable para ir comple-
tando la historia del español en el XVI (podría decirse también de otras épocas críticas de
la historia de la lengua española). El marco del análisis discursivo, en cuanto interacción
de procesos ideológicos y lingüísticos será indispensable para realizar esta tarea». Para una
propuesta centrada en la pragmática, véase Ridruejo (2002).
92 Rocío Caravedo
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Variación y cambio desde una perspectiva sociocognitiva 93
Abstract. This paper will deal with the evolution of the use of the verb forms
hubiera dado and habría dado in the main clause (apodosis) of unreal conditional
sentences in Spanish, that is, those with DEDISSEM value. To this end, we have
prepared a corpus with the appearances that these two verb forms have with this
particular use in the CORDE from the thirteenth century to the mid-nineteenth
century. In this analysis, we will pay attention to the subordinate clauses (protasis)
with which they combine (form and meaning).
Keywords. Historical syntax, conditional sentences.
1. Introducción
1.1. Exposición del tema
En la actualidad la expresión de la irrealidad referida al pasado (dedis-
sem) está reservada de forma casi exclusiva a las formas verbales habría
dado y hubiera dado. Y en la variación entre una y otra parece que es
la forma habría dado la que cuenta con mayor uso cuando se trata de la
irrealidad condicional. Así lo pone de manifiesto el estudio de De Sterck
(2000: 215):
100 José Antonio Bartol Hernández
Aunque las formas en -ria, -ra, -se con el verbo haber (con participio de pasado)
en contextos de indicativo (condicional) son equivalentes desde el punto de vista
cualitativo, cabría precisar que en términos de frecuencia la variación entre ellas
no es libre, sino que el factor apódosis propicia el uso de -ría, desfavorece el uso
de -ra y rehúye el uso de -se (cursiva mía).
2. Siglo XIII
En la primera mitad del siglo XIII (Rojo/Montero 1983), daría es
con un 52,5% de uso la forma verbal más utilizada para expresar la idea
dedissem. Diera es con un 28,6% la segunda. Las dos formas compuestas
hubiera dado y habría dado representan, respectivamente, el 10,6% y el
6,5% de los usos. Entre todos los esquemas utilizados para los dos tipos de
condicionales, si haberem, dedissem o si habuissem, dedissem,
destaca si tuviese, daría con 56 documentaciones, un 46% del total1.
Los datos de la segunda mitad del siglo cambian considerablemente
(cf. Rojo/Montero 1983; periodos 1251-1284-1325). La forma más fre-
cuente para la expresión dedissem es diera (77,6%), seguida muy lejana-
mente de hubiera dado (11,2%); daría, por su parte, solo alcanza un 5,7%
(7 ejemplos). Habría dado no aparece2.
Los datos sobre el uso de hubiera dado y habría dado en el siglo XIII
que he obtenido en el CORDE los podemos ver en el siguiente cuadro:
1
Ahora bien, ya hace tiempo (Bartol 1989) señalé mi opinión de que en algunos de los
ejemplos mencionados daría se refiere al presente (darem) y no al pasado (dedissem).
Si estoy en lo cierto, ello supondría rebajar el porcentaje de daría, pero no cambiaría el
hecho de que daría y diera son las formas verbales preferidas en este periodo.
2
Semejantes son los datos que podemos extraer de Mendeloff (1960), aunque en este
caso trata de forma conjunta los siglos XII y XIII, y no establece etapas en este último:
daría 45,4%; diera 36,8%; hubiera dado 6,13% y habría dado 4,9%.
102 José Antonio Bartol Hernández
3
Soy consciente de que algunos ejemplos presentan dudas debido, por un lado, a los
problemas de transmisión y/o edición de los manuscritos; por otro a los problemas de inter-
pretación derivados de la polisemia de los verbos haber y ser (cf. Bartol 2012). En todos
los casos, he preferido mantener la adscripción cronológica que aparece en el CORDE,
contrastada con lo que se señala en el Diccionario filológico de literatura medieval. Textos
y transmisión. Además, el uso de habría dado en los siglos XIV y XV no hace pensar que
pueda haber habido influencia de la norma de estos siglos sobre los textos copiados del XIII.
4
A diferencia de lo que será norma en los siglos siguientes.
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 103
rem) como con compuestas, con preferencia por aquellas, incluso cuando
se refieren al pasado (22/13).
Habría dado, por su parte, presenta un uso más restringido, ya que solo
se combina con prótasis en -se, una característica que veremos hasta el siglo
XIX. Y prefiere las formas compuestas a las simples (8/2) en la prótasis.
3. Siglo XIV
En este siglo, según los datos que nos proporcionan Mendeloff (1960)
y Rojo/Montero (1983), el valor dedissem se expresa casi de forma exclu-
siva por medio de la forma verbal diera (83% de casos en el primero; el
93 % de 1326 a 1400 en los segundos).
De hubiera dado Rojo/Montero señalan tres ejemplos: dos en El Caba-
llero Zifar (primera mitad) y uno en Otas de Roma (segunda). Mendeloff,
por su parte, señala algunos ejemplos de dabas, diste, dieses y de darías.
Los datos obtenidos en el CORDE sobre el uso de las dos formas com-
puestas pueden verse en el siguiente cuadro:
5
Tratado de plantar o enjerir árboles o de conservar el vino. BNM. Ms. 10211
(1385-1407). La edición del CORDE fue realizada por Pedro Sánchez Prieto. Traducción
de la obra latina en torno a 1300 de un tal Godfridus, De plantationibus arborum et de
conservatione vini (cf. Martí Escayol 2009: 131-164). Esta autora dice que es un texto
castellano aragonés de entre 1385 y 1407.
Biblia romanceada. Real Academia de la Historia, 87 (ca. 1400). Códice de media-
dos del XV, la primera mano; la segunda de la segunda mitad (cf. Sánchez Prieto 2002).
Traducción de las Décadas de Tito Livio (Pero López de Ayala, ca. 1400). Se sigue la
edición de Curt J. Wittlin, Barcelona, Puvill, 1982. Es una traducción de un texto francés
con la ayuda del texto latino (cf. Wittlin 1999: 233-240).
Biblia ladinada I-i-3 (ca. 1400). Códice del siglo XV.
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 105
4. Siglo XV
La expresión de dedissem está ligada en el siglo XV, según los datos
de Mendeloff (1960), a la forma verbal diera (84,6%). También documentó
casos esporádicos de daría (3), daba (2) y hubiera dado (1).
Mis datos sobre el uso de las formas compuestas en la apódosis son
los siguientes:
6
Quedan fueran de este cómputo tres casos de habría dado en condicionales no
irreales, otros cuatro casos dudosos en la interpretación de apódosis sería muerto y uno
de sería fallescida (Bartol 2012b).
106 José Antonio Bartol Hernández
7
Rodríguez del Padrón (Bursario), El Tostado (Libro de las paradojas), Antón de
Zorita (Árbol de batallas), Juan de Mena (Homero romanzado, Laberinto de fortuna), Gar-
cía de Salazar (Istoria de las bienandanzas), Hernando del Pulgar (Crónica de los Reyes
Católicos), Garci Rodríguez de Montalvo (Amadís de Gaula I y II), Diego de San Pedro
(Cárcel de Amor), Fray Hernando de Talavera (Católica impugnación del herético libelo),
Vidal de Noya (Catilina), Fray Vicente de Burgos (Traducción del Libro de Propietatibus)
o García de Santa María (Traducción de la Corónica de Aragón).
8
Crónica de Don Álvaro de Luna, Crónica incompleta de los Reyes Católicos, Cró-
nica de los Reyes Católicos (Hernando del Pulgar), Crónica de Enrique IV, Crónica de
los Reyes Católicos (Alonso de Santa Cruz).
9
Lope de Ayala, Caída de príncipes; Traducción de Lanzarote del Lago; Alonso de
Cartagena, Traducción de De Officiis de Cicerón; Juan Rodríguez del Padrón, Bursario;
Enrique de Villena, Traducción y glosas de la Eneida. Libros I-III; Antón de Zorita, Árbol
de batallas, de Honoré Bouvet; Juan de Mena, Homero romanzado; Traducción de las
donas de Francesc Eiximenis; Traducción de la Teseida de Boccaccio; Fray Alonso de San
Cristóbal, Libro de Vegecio de la caballeria; Alonso de Palencia, Tratado de la perfección
del triunfo militar; Fray Vicente de Burgos, Traducción del Libro de Propietatibus Rerum.
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 107
5. Siglo XVI
La expresión dedissem en este periodo sigue ligada fundamental-
mente a la forma verbal diera, que según los datos de Keniston (1937) tiene
un porcentaje de uso del 87%; mientras que en la investigación de Nowikow
(1993) el porcentaje es de 80,95%. Los dos autores señalan que la segunda
forma verbal en importancia de uso es daba (8,6% en Keniston y 7,1% en
Nowikow). El uso de las formas compuestas (habría dado y hubiera dado)
es, según los dos estudiosos, escaso. Keniston no documenta el condicional
compuesto, mientras que Nowikow encuentra solo tres ejemplos (0,9%). El
pluscuamperfecto de subjuntivo aparece en cuatro ocasiones en el análisis
10
Un ejemplo anterior, del siglo XIV, en las obras de Fernández de Heredia.
108 José Antonio Bartol Hernández
11
Si 0, habría dado en Bartol (2012b).
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 109
Sin 1
Sino / Salvo por 2
Total 192 44
DUDOSAS Si tuviera 18
Si tuviese 1 2
Si 0 2
Sino por 1
A tener 1
Teniendo 1
Total 24 2
TOTALES 573 72
PORCENTAJES 88,8% 11,2%
Cuadro 4. Hubiera dado / habría dado. Siglo XVI.
6. Siglo XVII
El estudio realizado por Nowikow (hasta 1662) nos muestra que durante
el siglo XVII la expresión dedissem estuvo ligada a las siguientes formas
verbales:
— diera sigue siendo la forma verbal preferida para la expresión
dedissem. Hasta 1662 esta forma verbal alcanza el 71,3% de uso; lo que
supone un descenso significativo (7 puntos) respecto del siglo anterior.
— hubiera dado constituye la gran novedad. Por primera vez alcanza
un porcentaje de uso superior al 20% (20,7%).
Y es que algo estaba cambiando, como se manifiesta más claramente
si nos centramos en la última etapa de las analizadas por Nowikow (1641-
1662) y el periodo 1663-1700 analizado por Bartol (2005, 2006). En el
periodo 1641-1662 el uso de hubiera dado ya alcanza el 30,3% de los
empleos (frente al 61,8% de diera). Y en el periodo 1663-1700 hubiera
dado ya supera a diera en el uso dedissem con un porcentaje del 55%
(frente al 37% de diera). Parece, pues, que asistimos al final de un pre-
dominio que se inició en la segunda mitad del XIII y que llegó a alcanzar
porcentajes superiores al 80%.
Los datos que nos ofrece el CORDE (solo España) sobre el uso de
hubiera dado / habría dado son los siguientes:
Si tiene 2
Si tenía 1
Si 0 1
Sin que hubiera tenido 1
Como hubiera tenido 1
A tener 21
A haber tenido 32
De tener 1
De haber tenido 1
De otra manera 4
Otro modo 1
Sin 6
Total 255 5
SI HABEREM Si tuviese 4 4
Si tuviera 160 1
Si 0 2
A tener 44
Teniendo 1
De otra manera / suerte 5
Sin 3
Total 217 5
DUDOSAS Si tuviera 20
A tener 12
De otra manera 1
Sin 1
Total 34 –
TOTALES 601 10
PORCENTAJES 98,4% 1,6%
El aumento del uso de hubiera dado al que nos hemos referido supuso
como contrapartida, el descenso de la otra forma compuesta, que obtiene el
porcentaje de uso (respecto de hubiera dado) más bajo de toda la historia
del español (98,4%/1,6%).
114 José Antonio Bartol Hernández
También son de destacar los usos de de otra manera, modo, suerte que
alcanzan en conjunto once ejemplos:
(12) E
s propio de la sabiduría y poder de Dios, tratar con la misma certeza lo
futuro, que lo presente, y poner nombre a las cosas que son, y a las que no
son: (como dixo san Pablo) de otra manera huviera sido imprudente acuerdo
repartir las heredades antes de conquistar la tierra (1612-1625. Fray Juan
Márquez, El gobernador cristiano).
7. Siglo XVIII
Según los datos de Bartol (2005, 2006a y 2006b) para la expresión
dedissem en la apódosis condicional la forma verbal hubiera dado es la
más utilizada en el siglo XVIII, siguiendo una tendencia que ya aparece
a finales del XVII, y alcanza un porcentaje de uso del 82,3%, quedando a
gran distancia diera, que en este siglo ya solo llega al 4,5%.
El cambio producido en favor de la forma compuesta para la expresión
dedissem es total, y en apenas 50 años.
Los datos en contraste entre hubiera dado y habría dado los vemos
en el siguiente cuadro:
17
Incluido un ejemplo de si hubiere tenido que parece una errata.
116 José Antonio Bartol Hernández
Si tenía 1
Si había tenido 1
Si 0 2 1
Siempre que tuviese 1
Como hubiese tenido 1
Como hubiera tenido 1
Con (poco) que hubiera 2 1
tenido
A haber tenido / El haber 55 2
tenido
De haber tenido - 1
Con haber tenido 2
A tener 36
De tener 2
Habiendo tenido 2
Teniendo 2
Tenido 1
De no 1
A no 2
De / En otra suerte / modo 6
En tal caso 1
De lo contrario 5 1
Sin 27
Total 558 29
SI HABEREM Si tuviera 47 6
Si tuviese 32 5
Si 0 1
A tener 22 2
Con tener - 1
A no 1
De no 1
Otro que 2
Sin 12
Total 118 14
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 117
DUDOSAS Si tuviera 6
Si tuviese 2
A tener 2
Teniendo 1
De otra suerte 1
Sin 1
Total 13 –
TOTALES 677 43
PORCENTAJES 94% 6%
Cuadro 6. Hubiera dado / habría dado. Siglo XVIII.
18
Esta forma verbal es exclusiva en autores como Cadalso, Leandro Fernández de
Moratín, Nicolás Fernández de Moratín, Forner, García de la Huerta, Tomás de Iriarte, el
Padre Isla, Mayans y Siscar, Romero Alpuente, Samaniego, Torres Villarroel y Trigueros.
19
Carta a Francisco Pérez de Soelmonte (1752), Carta a Felipe Samaniego (1752),
Carta a Francisco Craywinkel (1760) y Carta al Marqués de Pombal (1772).
20
En las cartas que le remiten otros coetáneos es exclusivo el uso de hubiera dado.
118 José Antonio Bartol Hernández
El único texto, no carta, en que aparece habría dado y solo una vez es
el Reglamento de pesca y navegación:
(13) p ues a haverse hecho al Duque de Medina-Celi, relacion exacta, no la havria
adoptado (1763. Anónimo, Reglamento de pesca y navegación).
Hay otras dos obras en las que las documentaciones de hubiera dado
y habría dado aparecen muy igualadas: Las frioleras de Ramón de la Cruz
(1764), con un ejemplo de cada una; y el Informe de la Sociedad Económica
de Madrid al Real y Supremo Consejo de Castilla en el expediente de la ley
agraria… (1794) de Jovellanos, con cinco ejemplos de cada forma verbal21.
Feijoo, con una obra recogida en el CORDE que ocupa una franja cro-
nológica de treinta años, prefiere claramente el uso del pluscuamperfecto
de subjuntivo, aunque en alguna época también utiliza el condicional com-
puesto. Así, en las entradas correspondientes a los periodos 1726-1730,
1726-1739 y 1753-1756 solo utiliza las formas hubiera dado, mientras
que en los años 1733 y 1734 y 1740-1750 alterna el uso de las dos formas
verbales, aunque con un uso mayor de hubiera dado.
En cuanto a la estructura de las prótasis, nos encontramos con que
el valor pasado (habuissem) se expresa mayoritariamente por formas
compuestas. Con habría dado solo aparece un caso de pasado expresado
por la forma simple tuviese («siempre que tuviese»); con hubiera dado esta
posibilidad ha quedado relegada al 13,6%22.
En cuanto a las preferencias por las formas en -se o en -ra en la pró-
tasis, mientras que hubiera dado se combina preferentemente con prótasis
en -ra (69,3%), con habría dado se prefieren las prótasis en -se (63,6%).
Por otro lado, la forma hubiese tenido recupera gran parte del uso que
había perdido en los dos siglos anteriores. Combinado con habría dado
alcanza un uso mayoritario del 55% del total de condicionales si habuis-
sem, dedissem. Con la apódosis en hubiera dado, el uso de la prótasis
hubiese tenido está aún lejos del de hubiera tenido, pero alcanza ya un por-
centaje sobre el total de irreales de pasado del 20%; hubiera tenido el 48,9%.
La construcción de preposición + infinitivo continúa con un uso
frecuente tanto para referirse al presente como al pasado: un 17,7% con
hubiera dado y un 13,9% con habría dado.
21
Hay otros dos textos de Jovellanos (informes) incluidos en el CORDE (ya comien-
zos del XIX) y en ellos alterna también el uso de las dos formas verbales.
22
Se incluyen tanto las formas verbales personales simples, tuviera, tuviese, tenía…,
como las impersonales, tener, teniendo, tenido).
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 119
8. Siglo XIX
Las dos formas verbales más utilizadas en la primera mitad del XIX
son ya las formas compuestas hubiera dado y habría dado, las mismas que
en el español actual.
En el periodo analizado (1801-1850) los porcentajes de uso de las dos
formas verbales es del 78,7% hubiera dado y del 21,3% habría dado, muy
semejantes a los de los siglos XIII y XV (cf. Cuadro 7), aunque un análisis
por tramos cronológicos pone en evidencia un aumento constante en el
uso de habrá dado. En el primer cuarto del siglo la relación es de 85,4%
/ 14,6%; mientras que en el segundo cuarto es de 76% / 24%. Y si solo
tenemos en cuenta el decenio 1841-1850 el uso de habría dado alcanza
el 37,5%, aumento relacionado con la obra de Alcalá Galiano (Memorias,
1847-1849), que utiliza mayoritariamente habría dado (65/10).
Otro que él 1
En otro caso (ocasión) 2
En tal caso 5
Con tal… 2
Con solo sust. 1
De otro modo (manera) 8 2
Sin sustantivo 48 8
Total 648 197
SI HABEREM Si tuviese 42 15
Si tuviera 76 6
Si tuviere 1
Si tengo 1
Si tenía 1
Si 0 3
Con tal que tuviese 1
Teniendo 1 1
Tenido 1
A tener 16 2
De tener 2
Con tener 2
Sin tener 1
En (tal, el, cuyo) caso 8
De otra suerte (manera, 5
modo)
Otro que 3
Sin sust. 15 1
A menos de tener, hubiera 1
dado
Total 174 31
TOTALES 842 228
PORCENTAJES 78,7% 21,3%
Cuadro 7. Hubiera dado / habría dado. Siglo XIX.
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 121
9. Algunas conclusiones
Tras el análisis anterior, podemos reagrupar los datos para poder sacar
algunas conclusiones:
9.1. General
Hubiera dado es a lo largo del periodo analizado forma más utilizada
que habría dado para la expresión dedissem en la apódosis condicional.
Esta superioridad es especialmente abrumadora en los siglos XIV, XVII y
XVIII23.
Habría dado presenta una evolución con altibajos; tras tener un 25% de
uso, respecto de hubiera dado, en el siglo XIII (aunque con más propiedad
habría que hablar de la primera mitad de ese siglo), desciende en el XIV,
se recupera algo en el XV, y vuelve a descender durante los siglos XVI,
XVII y XVIII, para recuperarse ya de forma definitiva en el XIX (21,3%),
en especial a partir de su segundo cuarto. Pero en ninguno de los siglos
analizados llega al 25% alcanzado en la primera mitad del XIII.
Otro dato importante que hemos ido señalando a lo largo de la expli-
cación es que desde el siglo XV encontramos textos y/o autores que se
inclinan por el uso de habría dado.
Con estos datos parece claro que, tal y como ha señalado el profesor
Veiga en varias ocasiones, especialmente en (1999: 279), ambas formas
verbales (también habría dado) no desaparecieron de la lengua, sino que
fueron simplemente arrinconadas por las convenciones del español escrito
de las diferentes épocas. En el caso de habría dado hubo textos —las
traducciones— y autores —relación con Italia— que la mantuvieron viva
en los siglos XV-XVIII. A través de los datos que hemos analizado, parece
evidente que esta forma verbal es la que estuvo más alejada del uso escrito
hasta dar la impresión de que en algunos momentos de la historia había
desaparecido. Es ella la que parece ir todo el tiempo a remolque de hubiera
dado hasta al menos la segunda mitad del XIX.
23
Con la excepción de la amplia obra de Fernández de Heredia, como hemos visto.
La expresión de la irrealidad condicional: hubiera dado vs. habría dado 123
9.2. Prótasis
Habría dado se combina principalmente con prótasis en -se. Esto es
así hasta el siglo XIX, cuando se aprecia un acercamiento entre los usos
de las dos. Hubiera dado, por su parte, se combina mayoritariamente con
prótasis en -ra, salvo en el siglo XIII.
Bibliografía
Alvar Carlos y José Manuel Lucía Megías, eds. (2002): Diccionario filológico de
literatura medieval. Textos y transmisión, Madrid, Castalia.
Bartol Hernández, José Antonio (1989): «El condicional simple en la apódosis de
las irreales de pasado en la Edad Media», en Julio Borrego Nieto, José Jesús
Gómez Asencio y Luis Santos Río, Philologica. Homenaje a Antonio Llorente,
Salamanca, Universidad de Salamanca, vol. II, 242-254.
— (2005): «El siglo XVIII. Hacia la modernidad en la expresión de las condicio-
nales irreales», en Luis Santos Río, Julio Borrego Nieto, Juan Felipe García
Santos, José Jesús Gómez Asencio, Emilio Prieto de los Mozos, eds., Palabras,
norma y discurso, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 99-108.
126 José Antonio Bartol Hernández
Abstract. This study aims, firstly, to trace the history of modern editions of medie-
val Spanish fueros from the early twentieth century to the present day, paying
special attention to the practice of producing variorum and parallel editions of
these texts. The argument will show the need to review the oldest editions, to
revise the dating of the manuscripts and to analyze their language. Secondly,
it follows an account of the linguistic research made on these medieval fueros,
which is closely linked to the edition of the texts and yet leaves room for further
investigations. Finally, results are presented of a word order study in sixteen
fueros, thereby revealing a different syntactic behaviour among the texts, expli-
cable only by external factors.
Keywords. Fueros, history of the edition, historic syntax, word order, electronic
corpora.
las ediciones de los historiadores del derecho tienen muy a menudo una
factura paleográfica que las hace casi indistinguibles de las que podría
haber realizado un lingüista.
Entre los juristas destaca la labor de Rafael Ureña, quien publicó una
primera edición en 1907 en colaboración con otro catedrático de derecho
de la Universidad Central de Madrid, Adolfo Bonilla, del fuero de Usagre.
Declaraban ambos en su introducción (Ureña/Bonilla 1907: X): «El conte-
nido de este fuero es interesante y extenso, y su lenguaje castellano, entre-
mezclado de frases redactadas en latín bárbaro, tiene capital importancia, no
sólo para el estudio histórico de la técnica jurídica, sino para el conocimiento
de la evolución de nuestros romances ibéricos». Esta obra aspira por tanto
a servir como fuente tanto a historiadores del derecho como de la lengua
(objetivo que compartirán los otros juristas editores del centro1), y aunque
el manuscrito conservado del fuero de Usagre es único, en ella apunta ya
la vocación de realizar ediciones de variantes, pues, por el vínculo de este
fuero con el de Cáceres, se considera «oportuno señalar, cuidadosamente,
las variantes que ambos Fueros presentan» y establecer un índice con sus
concordancias, además de reproducir el Fuero latino de Cáceres y los capí-
tulos del romanceado ausentes en el de Usagre (Ureña/Bonilla 1907: XI).
Con esta práctica se abrirá una senda para las ediciones posteriores, al igual
que lo hará la siguiente edición de Ureña, esta vez en solitario, en 1911,
del fuero de Zorita de los Canes. Esta puede considerarse de hecho, como
obra fundacional de este periodo, por la visión programática que tiene, pues
ofrece un listado de los manuscritos y ediciones de los fueros más destacados
y hace un llamamiento a otros investigadores para la realización de ediciones
pendientes: concretamente, las de los fueros de Sepúlveda, Salamanca, Soria
y Cáceres. De nuevo es esta una edición de variantes en la medida en que
se indican minuciosamente las correspondencias entre el fuero de Zorita, el
latino de Cuenca y el romanceado de Alcázar, en lo que Ureña (1911: 47)
modestamente anuncia como unas «sencillas y breves anotaciones» (aparato
de la edición), que constituirán una investigación preparatoria de su edición
magna, que le ocuparía aún 25 años más: la del fuero de Cuenca (1936).
Pero antes de atender a aquella edición monumental, vuelvo atrás, a
los años inmediatamente posteriores a la edición del fuero de Zorita, para
reseñar el trabajo editorial que en la sección de Filología del Centro de Estu-
dios Históricos habían estado realizando Américo Castro y Federico Onís
1
Cf. también Galo Sánchez, ed. del FSoria (1919: XIII): «El valor jurídico y lingüís-
tico del Fuero exigía una edición íntegra y cuidada».
132 Mónica Castillo Lluch
Entre otros, los fueros de Usagre, Soria, Medinaceli, Jaca, Sepúlveda, Alcalá y
2
3
López Sánchez (2006: 385) apunta que Ureña «convencido de que el desarrollo
de la historia del Derecho en países como Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia había
contribuido de manera decisiva a la configuración de su unidad nacional, vindicó un movi-
miento parecido para España». Y cita a Ureña: «¿Y dónde se puede observar esa lenta y
misteriosa elaboración del espíritu nacional, dónde se manifiesta sublime, hermosa y llena
de majestad y de vida el alma española, sino en la sorprendente evolución progresiva de
su derecho?» (López Sánchez 2006: 385).
134 Mónica Castillo Lluch
4
Después se mencionarán las varias ediciones de este texto que se sucedieron en el
espacio de una sola década.
136 Mónica Castillo Lluch
María Jesús Torrens del fuero de Alcalá (del viejo en 2002 y del nuevo en
20115), acompañadas por estudios filológicos y lingüísticos y, en el caso de
la segunda, también histórico-jurídicos. En cuanto a las ediciones en curso
actualmente, hay que saludar la que Ángeles Líbano está realizando del
fuero viejo de Vizcaya, con la ambición de organizar su tradición manus-
crita, y asimismo la dirigida por Carmen Isasi del fuero nuevo de Bizkaia
(consultable en línea en el portal Foru Ondarea, <foruondarea.net>) y que
consiste en una edición múltiple que muestra paralelas y alineadas cinco
transcripciones con marcación TEI de variantes textuales y siguiendo los
criterios filológicos de CHARTA. El mismo objetivo de realizar una edición
múltiple de los diversos manuscritos que conforman la tradición textual del
Fuero Juzgo es el que mueve a José María García Martín. Tanto él como
Ángeles Líbano nos presentarán esos proyectos en este congreso.
A la pregunta de si son las ediciones del siglo pasado aún válidas para
la mayoría de nuestros análisis lingüísticos, pueden responder solo defini-
tivamente aquellos especialistas que de nuevo manejan el manuscrito en
cuestión y pueden apreciar en detalle la calidad de la edición. Esto es lo
que hizo María Ángel Rosso Jiménez en 1998 con el fuero de Guadala-
jara y consideró necesario reeditar este texto superando los errores de la
edición de Keniston y de las transcripciones que Francisco Layna y Julio
González habían hecho posteriormente del ms. B (Rosso Jiménez 1998:
14). En cuanto a la edición de Ureña del fuero de Cuenca, por poner otro
ejemplo, Gutiérrez Cuadrado/Peset (1979: 17, FÚbeda) la juzgan como
bastante fiable, lo que es refrendado por la reedición facsímil que de ella
publicó la Universidad de Castilla-La Mancha en 2003. Si ahora nos fija-
mos materialmente en la primera edición de Ureña y Bonilla del fuero de
Usagre, advertimos que, aunque en esta no se da una transcripción paleo-
gráfica (los desarrollos de abreviaturas, por ejemplo, no aparecen desta-
cados), sí pretende ser bastante conservadora ortográficamente (de hecho,
ellos mismos señalan: «hemos conservado cuidadosamente la ortografía
fantástica que le caracteriza», FUsagre, Ureña/Bonilla 1907: XIV); pero
pese a que superficialmente esta edición parece satisfacer las exigencias de
un historiador de la lengua que no investigue sobre grafía, qué duda cabe
que convendría revisar de modo más pormenorizado su tenor, y de paso
atender a detalles importantes que Ureña y Bonilla no pudieron resolver:
la fecha de escritura del texto y la datación del manuscrito están aún hoy
por precisar y la mezcla de latín y romance por analizar.
5
Disponibles en el portal Andrés de Poza, <andresdepoza.com> [abril 2016].
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 137
Toda edición es una lectura, con lo que eso supone de margen de error
y, si no es indispensable editar cuatro veces el mismo texto, como sucedió
con el fuero de Plasencia entre 1979 y 19876, en lo que manifiestamente
se debió a la descoordinación de aquellos editores, sí sería conveniente
revisar la fiabilidad para el lingüista de los textos establecidos en aquellas
ediciones antiguas. A veces esa revisión conduce a desestimar la necesi-
dad de una nueva edición, como ha sucedido con la nueva publicación
del fuero de Baeza realizada en 2010 a cargo de María Antonia Carmona,
que reproduce la edición que Roudil publicó en Holanda cincuenta años
antes, pero acompañada de un estudio histórico-jurídico actualizado y, lo
que es fundamental para nosotros, también de un análisis codicológico
y paleográfico que corrige la datación del ms. que apuntaba Roudil y la
anticipa del siglo XIV al XIII. También en 2003 se ha reeditado la edición
de Maurice Molho del fuero de Jaca, con un volumen adicional de estudios
histórico-jurídicos y una introducción a su estudio lingüístico por María
Antonia Martín Zorraquino y María Luisa Arnal Purroy.
Personalmente, he tenido oportunidad de comparar la encomiable
edición del manuscrito de Murcia del Fuero Juzgo que publicó en 1815
el equipo de ilustrados académicos, con la que hicieron de ese mismo
manuscrito los colegas de la Universidad de Murcia dos siglos después,
y he podido apreciar algunos cambios menores, pero que pueden tener
incidencia en un análisis lingüístico. Me limitaré a comentar, como ejem-
plo, tres tipos de variantes concentrados en una ley muy breve (libro 3,
título 1, ley 8): gráficas: entre i corta e j larga; morfosintácticas: entre las
formas los y les del pronombre de objeto directo; o incluso algunas varian-
tes textuales entre las dos ediciones (aquí, final de la ley: «lo dexen», en
vez de «cuemo deven»), porque la RAE introduce otra lección (a veces,
como en este caso, se nos informa del cambio en el aparato de variantes,
pero en otras ocasiones lamentablemente se introduce la lección de otro
manuscrito en el cuerpo de la ley sin avisar). Como era de esperar y se
puede apreciar cotejando el manuscrito de Murcia, la más fiel es la edi-
ción moderna; pero, además, lo que ha permitido esa edición, gracias al
estudio del manuscrito hecho por García Díaz (2002: 22) es precisar que
este debió de ejecutarse en 1288.
Con estas reflexiones pretendo concluir que no estaría de más volver
a abrir manuscritos ya editados o cuyas variantes han quedado relegadas
6
Cf. Arroyal Espigares (1979), Postigo Aldeamil (1981-1982), Majada Neila (1986)
y Ramírez Vaquero (1987).
138 Mónica Castillo Lluch
a algún aparato de los que hemos visto. Una opción posible sería incluir
una serie de fueros en las ediciones que publica CHARTA, lo cual se ha
planteado ya en las reuniones de esta red. Y esto quizá podría hacerse tam-
bién en colaboración con los colegas del Hispanic Seminary of Medieval
Studies, que ofrecen ya una serie de transcripciones de fueros en línea. De
ese modo dispondríamos de textos que seguirían los mismos estándares
filológicos, que se prestarían por su formato electrónico a futuros cotejos
con herramientas informáticas que podrían ayudarnos a un conocimiento
más argumentado de su filiación, y, de paso, se podrían revisar aspectos tan
esenciales como el de la datación de los manuscritos, pues se da el caso de
que ediciones notables carecen de tal información.
Me permito ilustrarles la utilidad de revisar las ediciones antiguas con
algunos datos de uno de los ms. del Fuero Juzgo, el manuscrito Vitr. 17-10
de la Biblioteca Nacional de España cuya edición estoy terminando. Este
manuscrito, conocido de los académicos y designado en su edición de 1815
como Toledo, ha podido ser fechado recientemente por la historiadora Rosa
María Rodríguez Porto (2013) en torno al año 1302.
El Fuero Juzgo plantea numerosas incógnitas, y entre ellas hay una
fundamental relativa a la unicidad del texto. Nos consta que Fernando III
prometió a los cordobeses después de la conquista de la ciudad el Liber
Iudicum trasladado al romance. Pero ¿existió un solo texto de la ley visi-
gótica en romance? ¿O junto con aquel que prometió Fernando III a los
cordobeses en 1241 hemos de imaginar que hubo otros anteriores e incluso
posteriores? Cuestiones como estas llevan más de dos siglos formuladas
explícitamente por el jesuita erudito Andrés Burriel (*1719-†1762) y des-
pués también por Morel Fatio (1875: 27). Burriel parece que, al estudiar
varios manuscritos del Fuero Juzgo a mediados del s. XVIII, dio por sentado
que existían al menos dos versiones distintas, una de tiempos de Fernando
III y otra de época alfonsí, y precisa que esta se encontraría en el manuscrito
de la Iglesia de Toledo designado con el núm. 4:
El padre Andrés Burriel, laboriosísimo investigador de nuestras antigüedades, y
determinadamente de las pertenecientes a la legislación tanto civil como ecle-
siástica, da por asentado que hay dos versiones distintas, una hecha en tiempo
del santo Rey Don Fernando en virtud de su mandato, y otra por su hijo el rey
Don Alonso. Esta dice que se contiene en un códice de la santa iglesia de Toledo,
escrito en el siglo XIII y señalado con el número 4, que es puntualmente uno de
los que ha tenido presentes la Academia para su edición, y dice también que en
ella pulió y corrigió Don Alonso la versión de su padre (Lardizábal en su discurso
de la edición del Fuero Juzgo de la RAE 1815: XXXVII-XXXVIII).
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 139
superior al rey, en una ley como la «De las cosas de los privados e de los
de la corte que non sean enagenadas» (libro 5, título 4, ley 20) también
tenemos la sensación de que la versión del ms. Vitr. 17-10 corresponde a una
resemantización de esta ley acorde con las necesidades propias del reino de
Alfonso X. Concretamente, el inicio de esta ley corresponde a una fórmula
fuerte de propaganda regia en el ms. Vitr. 17-10: el principio de que hay
que cuidar más lo colectivo que lo propio (ms. Murcia: «Si nos devemos
aver cuydado de aguardar las cosas proprias, mucho mas devemos guardar
e acrecentar las cosas que son de comun»), se convierte en que hay que
cuidar más lo del rey que lo colectivo (ms. Vitr. 17-10: «Sy nos devemos
aver cuydado de guardar las cosas del comun, mucho mas devemos guardar
e acrescentar las cosas que son del rey»).
Estos y otros aspectos de este manuscrito, que coinciden solo, como ya
he dicho, con otros dos de toda la tradición, apuntan a una redacción con
retoques de época alfonsí. Pero aquí estoy adentrándome en cuestiones que
serían secundarias en relación con otra de las incógnitas, probablemente la
más central de la historia del Fuero Juzgo: la datación de la que podemos
considerar como la redacción romance que mandó realizar Fernando III,
como refleja el fuero breve de Córdoba de 1241. Precisamente, la datación
en los manuales de historia de la lengua de este texto fue algo que me
intrigó mucho al principio de mis investigaciones. Lapesa, en su Historia
de la Lengua, le asigna la fecha de 1260 por lo que me parece ser una
confusión del «texto» con un «testimonio», además leonés (concretamente
el correspondiente al que aparece en la Crestomatía de Menéndez Pidal,
catalogado de versión leonesa de 1260). Sea como fuere, existen pruebas
textuales indirectas de que una redacción romance del Fuero Juzgo existía
al menos en 1255, pues el Fuero Real contiene formulaciones en algunas
leyes que se han tomado de toda evidencia del Fuero Juzgo y no del Liber.
La revisión de esta fecha y de otros aspectos de la historia de la redacción
romance de este fuero se expondrán como estudio introductorio a la edición
que estoy preparando del manuscrito Vitr. 17-107.
7
Puede consultarse ya Castillo Lluch (2011a, 2012 y 2016).
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 141
8
Santa Eugenia (León, 1165), Villa Alfonso y Venefaragues (Zamora, 1157), Carva-
lleda (Zamora, 1187), Benavente (Zamora, 1167), Cornudilla (Burgos, 1187), Oña (Burgos,
1190), Celaperlata (Burgos, 1200) y Tafalla (Navarra, 1157).
142 Mónica Castillo Lluch
9
Agradezco a Clara Morales Moreno su ayuda con estas búsquedas.
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 143
metexa e troba aquest arbre que l’altre auia començat de tayllar [et] taylla-lo del
tot e falo portar. Sobre aço uen l’altre que l’auia començat de tayllar e uol-lo rete-
nir dicent que la començo primerament de tayllar e lo synnala. / Sobr’aço dic lo
fuer: que aquel qui del tot lo taylla [et] lo gitta en terra, aquel la deu auer (A 83).
10
El número total de estructuras analizadas (enunciados con verbo + objeto directo
nominal) figura en el eje de abscisas, tras el nombre de cada fuero; en el interior de las
barras se indican los porcentajes del orden OV y VO.
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 147
11
Cf. Castillo Lluch (2015b: 286, n. 8).
12
Cf. FTeruel 230: «De cabo, si el debdor dará cableuador et al plaço de los IX días
non pagará o en la ujlla non será, el cableuador todo el debdo y el coto de los V sueldos
pague, si fuere manjfiesto».
148 Mónica Castillo Lluch
13
Desarrollo esta hipótesis en Castillo Lluch (2011a).
La historia de la lengua española vuelve por sus fueros 149
todos los que ya fueron sus logros. Por eso y porque estoy convencida de
que lingüísticamente hay todavía mucho que hacer en este campo, me ha
sido muy grato hoy invitarles a volver por nuestros fueros.
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Contribución a la historia de los procesos de
adaptación en los préstamos del español moderno*
Abstract. During the eighteenth and nineteenth centuries, there are many loanword
processes in Spanish. Without any doubt, French is the language that provides
more number of loans; also, English and other languages begin to be a source of
lexical borrowing, often with formal structures substantially different of Spanish
structural properties. Furthermore, the classical Languages loanwords are always
present in the history of Romance languages. This paper aims to analyze the
adaptation processes with lexicographical data of the eighteenth and nineteenth
century. The study examines a set of phenomena related to the syllable structure
1. Introducción
Uno de los mecanismos de evolución del componente léxico de las len-
guas de todos los tiempos se halla en la incorporación de elementos de otras
lenguas. Este proceso está presente en mayor o menor medida en la historia
de la lengua desde las épocas más remotas y bien puede observarse en los
distintos capítulos de obras como la ELH, en las gramáticas históricas, desde
Menéndez Pidal (1977) hasta Penny (1993), o en la reciente monografía
de Dworkin (2012), por citar algunos estudios generales en los que estas
unidades léxicas se encuentran agrupadas según la lengua de procedencia.
Este mecanismo de ampliación del léxico tiene tendencia a generar
cierta reacción crítica ya que a menudo es juzgado desde un punto de
vista proteccionista y purista como una «invasión» (Gutiérrez Cuadrado
2006). No me detendré en esta cuestión sino en un aspecto de lingüística
interna que entraña la incorporación de préstamos en el español moderno:
los procesos de adaptación formal que experimentan al integrarse en el sis-
tema que los toma. En este caso, el sistema de acogida es el español y será
objeto de análisis la lengua de los siglos XVIII y XIX, considerada como
base diacrónica del español contemporáneo, pues no se puede entender la
variación actual sin atender a sus orígenes.
En el terreno de la adaptación, conviene recordar la perspicaz observa-
ción de Emilio Lorenzo al valorar la situación del anglicismo a mediados
de los años cincuenta del siglo pasado:
Lo que podríamos llamar norma general ha sido hasta hace aproximadamente dos
siglos la siguiente: en el léxico, transcripción fonética; en morfología y sintaxis,
fidelidad a los usos españoles. Si quisiéramos dar una explicación a este criterio,
la encontraríamos en un hecho simple: insuficiente conocimiento de la lengua
acreedora y escasa práctica de la lengua escrita, lo mismo la nacional que la
extranjera (Lorenzo 1996: 93).
1
Vid. las formas antiguas chelines / esquelines / schelines / chilin / schelins / shelines
/ schelin en Gómez de Enterría (1996). Cf. Páramo García (2003: 129-130). Las formas
con squ- podrían explicarse por un origen germánico (DECH, s. v. jirón).
160 Gloria Clavería Nadal
2
Cito las distintas obras lexicográficas consultadas a través del NTLLE y excuso su
relación en la bibliografía por motivos de espacio.
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 161
3
Salvo que se indique otra fuente, utilizo para la información etimológica el DECH.
162 Gloria Clavería Nadal
tamo del turco (y en esta lengua del árabe) que llega al español a través
del italiano o del francés (DECH; cf. Álvarez de Miranda 2009: 16-17).
Esta complejidad del proceso de transmisión queda evidenciada en otros
muchos casos: las pesquisas histórico-etimológicas de agio (Rainer 2005)
o de control (Ariza 1983), aparte de muchas de las modélicas monogra-
fías de Colón (2002), en las que se persigue desentrañar las enrevesadas
vicisitudes de la historia de las palabras. En este sentido, cabe destacar
también la función mediadora del portugués, en especial como «transmisor
de orientalismos» (Salvador 1967: 171-174) y de voces pertenecientes a
las lenguas indígenas americanas como mangostán, bambú, tapioca o tapir
(DECH; Schmid 2006: 1790).
No hay que olvidar, además, que las lenguas modernas —a partir
del siglo XVIII frecuentemente a través del francés o del inglés— acu-
ñan nuevas palabras con elementos grecolatinos. Este tipo de léxico es
fácilmente adaptable al español (Pensado 1999: 4430-4431), tanto por su
constitución como porque existen unos cauces bien establecidos para el
traspaso de unidades de este origen. Así sucede con ebonita, del inglés
ebonite, derivado de ebony ‘ébano’, formado sobre el latín ebenus y el
griego ebenos; con aluminio, del inglés aluminium, a partir del latín alu-
men, -inis. La misma procedencia se encuentra en muchos términos cultos
transmitidos al español a través del francés como se percibe claramente
en la monografía de Álvarez de Miranda (1992b) sobre el vocabulario
de la Ilustración. Además, es posible rastrear cadenas complejas entre
francés e inglés como la que existe en la palabra corporación, admitida
en la sexta edición del Diccionario académico (RAE 1822) con la marca
de neologismo y para la que el DECH supone un posible conducto francés
desde su origen inglés.
En el estudio histórico de los préstamos, interesa también atender a la
creación de dobletes, un concepto muy querido en la gramática histórica
tradicional aplicado frecuentemente al léxico de origen latino y a su trans-
ferencia a las lenguas románicas (Gutiérrez 1989). En el dominio de los
préstamos de otras lenguas, es posible identificar un mismo origen último
para voces que suelen pertenecer a distintos estratos cronológicos y pre-
sentan diferente resultado: bufete y bufet del francés buf(f)et; jefe y chef
del francés chef; o tonel, un préstamo del francés antiguo documentado ya
desde el siglo XIII (DECH), frente a túnel que corresponde al inglés tunnel,
cuyo origen en esta lengua es también el francés.
164 Gloria Clavería Nadal
4
También al francés, al portugués y al catalán a diferencia del rumano e italiano
(Heinz 2014: 91-92; Sampson 2005 y 2010).
5
Nótese que en este caso la solución implica la simplificación del grupo consonántico
latino (cf. Cano 1988: 99).
166 Gloria Clavería Nadal
6
Así puede leerse: «Los apellidos, y nombres de dignidades de otras naciones, y los
nombres propios de países, y lugares extrangeros, de los quales usamos alguna vez en
nuestros escritos solo por la precisión de nombrarlos, si tubieren s líquida en sus idiomas,
se escribirán con ella en el nuestro» (RAE 1741: 197-207; cf. Rosenblat 1951: LXXV).
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 167
7
Pseudo- aparece en el Diccionario de autoridades y en el DC de Terreros reco-
nocido como un elemento compositivo propio del latín, del griego y del español; en el
siglo XIX, el lema es recuperado en la forma adaptada seudo a partir de la cuarta edición
del diccionario académico (RAE 1803), mientras que desde mediados de siglo se admite
la alternancia gráfica seudo / pseudo (RAE 1852). También los compuestos con psico-
empiezan a aparecer muy tímidamente en la lexicografía del siglo XIX: el sustantivo
psicología se halla en el Diccionario de Núñez de Taboada (1825) y varios miembros de
la familia léxica figuran en el Diccionario de Salvá (1846) con simplificación del grupo
inicial (sicología, sicológico, sicólogo); de mediados de siglo data su recepción en la
lexicografía académica (RAE 1852) con preservación de la grafía culta inicial. Durante el
siglo XX se produce un notable acrecentamiento de la familia léxica de psico- (cf. Lapesa
1996: 373-374), que mantiene como sello de identidad el grupo consonántico inicial pese
a que en la decimoctava edición (RAE 1956) el diccionario académico admite también
las formas simplificadas.
8
Se facilita en el paréntesis la primera documentación lexicográfica de la palabra; en
algunas ocasiones se complementa con documentaciones de otras procedencias.
9
Se admite desde RAE 1956 una forma adaptada con reducción del grupo consonán-
tico inicial (netáceo, nómico, nomo, nomon, nomónica, nosticismo, nóstico), con lo que se
incrementa la variabilidad gráfica.
10
También en estos casos desde la decimoctava edición del Diccionario de la Aca-
demia (RAE 1956) se incluye una variante simplificada.
168 Gloria Clavería Nadal
11
Pt se encuentra actualmente en tecnicismos como pterodáctilo (RAE 1936), pterido-
fito-teridofito (RAE 1956), ptosis (RAE 1970). Cn aparece en algún término de la botánica
y de la zoología: cneorón y cnidias del DC de Terreros y, en el siglo XX, cneoráceo (RAE
1956) y cnidario (RAE 1992).
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 169
12
Se mantiene en el Diccionario manual en las ediciones de 1927, 1950 y 1989.
170 Gloria Clavería Nadal
13
Me refiero a los cambios esporádicos conocidos como trueques; por ejemplo, cho-
rizo, chico o chistera (Alonso 1947; Michelena 1975).
14
El término champú ya aparece en la publicidad de la prensa tanto barcelonesa como
madrileña de finales de siglo.
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 171
15
Posiblemente por conducto del francés. En el DECH se señala que «es probable
que se tomara de alguna obra de Historia Natural en latín, donde la grafía chi- se leyó
erróneamente como igual a či- o ši-». Según el TLFI en francés es un préstamo de una
lengua indígena del Congo.
172 Gloria Clavería Nadal
M.ª Rosa Lloret me indica que es forma admitida por la RAE, cf. <https://twitter.
16
com/raeinforma/status/519201746015756288>.
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 173
(Rosenblat 1951; Esteve Serrano 1982; Satorre Grau 1989; Clavería 1991;
Medina Morales 2006); y reciben espaldarazo definitivo a partir del siglo
XVIII con la fijación ortográfica de la Academia (Lapesa 1981: §102.1;
Catalán 1989). De este modo y como ha señalado Sánchez Prieto (1998b:
459-460), la enseñanza y la lectura pudieron actuar «de correa de trans-
misión entre la escritura y la fonética ordinaria». En cualquier caso, el
léxico del español moderno sigue enriqueciéndose con elementos cultos que
pueden integrar estas combinaciones consonánticas, al menos en la iden-
tidad gráfica de la palabra. Los diccionarios estudiados permiten verificar
este desarrollo con la progresiva recepción lexicográfica de un aluvión de
voces con estas características gráficas y fonotácticas: por ejemplo, étnico
(RAE 1780), adscribir (RAE 1803), abducción (Capmany 1805; Salvá 1846;
RAE 1884), cápsula (RAE 1817), amígdala (RAE 1884), obturación (Salvá
1846; RAE 1884), etc. En este marco debe ser comprendida la aparición
de consonantes no patrimoniales simples (§ 3.2.2) o agrupadas (§ 3.2.3),
especialmente en final de palabra tanto en los cultismos como en palabras
de otros orígenes.
3.2.2. Codas simples
Se refuerza la aparición de obstruyentes en posición final de sílaba
tanto a través de los cultismos como a través de su aparición en palabras
de otras procedencias.
En los primeros se difunden palabras con -t final que proceden de una
tercera persona del verbo y que pertenecen al mundo del comercio como
superávit (Diccionario de autoridades), déficit (DC y RAE 1822 en el Suple-
mento como «Voz puramente latina») y accésit (RAE 1832)17.
En el caso de los préstamos de procedencia no latina, aunque existía
una fuerte tendencia a la adaptación del final consonántico con la epéntesis
de una vocal, los diccionarios del siglo XVIII y XIX registran voces con
finales consonánticos con obstruyente que correrán distinta suerte a lo largo
de su historia. Buen ejemplo de ello es la palabra club, recogida por Terreros
como voz propia de una realidad inglesa («llaman en Inglaterra á lo que
en Madrid tertulia, ó junta de personas de gusto»). El vocablo se incorpora
al elenco académico en el Suplemento de la octava edición (RAE 1837),
una edición que, aunque no se caracteriza por una gran ampliación léxica,
17
Cf. Gómez de Enterría (1996), que aporta documentaciones textuales de 1763 y
1795 para accésit y desde 1785 para déficit. Tienen, además, este mismo final voces pro-
pias del ámbito religioso como fiat, magnificat (ya en el Diccionario de autoridades) o
stábat (RAE 1899).
174 Gloria Clavería Nadal
En CORDE se hallan tres apariciones del plural fraques que pertenecen a textos
18
20
Cf. minueto (RAE 1970) del italiano minueto. La forma minuet aparecía en el Dic-
cionario de autoridades en la voz paspié: «Danza nuevamente introducida, que tiene los
pasos de Minuét, con variedad de mudanzas. Es voz Francesa» (cf. Desporte 2000: 170).
Actualmente, minuete está marcado como poco usado.
21
Para la prenda de vestir femenina, la acepción relacionada con los coches aparece
registrada en el Suplemento de la octava edición (RAE 1837).
22
Documenta el DHLE de 1936 una forma plural bidetes en L. Moratín, Obr. Póst.,
ed. 1868, t. I, p. 427. Aparece bidet en la correspondencia de J. Valera (CORDE).
176 Gloria Clavería Nadal
ejemplo cabaret, carnet, chalet, parquet 23, para las que existen formas nor-
mativas sin consonante final que, según la documentación del CORDE, son
más tardías. En el siglo XX, por tanto, se ha generado una alternancia entre
-é/-et con preferencia por los finales consonánticos tal como se desprende
de los datos aportados por Alvar Ezquerra (1993a).
Esta evolución de los propios procesos de adaptación genera dobletes
del tipo bufete, documentado en la segunda mitad del siglo XVI (DECH;
Varela Merino 2009: 735 y sigs.), frente al posterior bufet (Diccionario
Manual 1927-1950; RAE 2001) y bufé (RAE 1984); corchete (fr. crochet),
documentado ya en los diccionarios de Nebrija y Palencia (DECH), frente
al crochet de los textos del siglo XIX al margen de la norma lexicográfica,
y así en la Regenta doña Rufina de Robledo tenía el crochet y la lectura
de novelas como ocupaciones matutinas (CORDE)24.
El inventario léxico manejado en esta investigación refleja la tendencia
hacia la aclimatación con final vocálico epentético durante los siglos XVIII
y XIX: bloque (fr. bloc, 1612 (Varela Merino 2009), RAE 1884); garante (fr.
garant, en el Diccionario de autoridades como «voz francesa, introducida
modernamente en nuestra lengua», lo que concuerda con la documenta-
ción de 1699, Varela 2009: 1312-1313); inglete (fr. anglet, Diccionario de
autoridades); intérlope (fr. interlope, 1762 (Gómez de Enterría 1996), RAE
1869); lingote (fr. lingot, DC; Salvá 1846; RAE 1869); lote (fr. lot, 1793
(CORDE), Núñez de Taboada 1825; Salvá 1846; RAE 1852); queche (fr.
caiche < ingl. ketch, DC; RAE 1884); bote (fr. antic. bot < ingl. med. bot,
Diccionario de autoridades). Este mismo patrón de epéntesis de una vocal
final muestran voces de otras procedencias como coque (ingl. coke, cok,
RAE 1869), coque (RAE 1899), coac / coaks / quac (Gómez de Enterría
1996; Fernández García 1972), có (aprox. 1835, Lorenzo 1996: 159-160);
bismuto (alem. Wismut, desde 1765 como bismut / bismuth, Gómez de
Enterría 1996), bismuth (DC), bismuto (RAE 1817)); espato (alem. Spat,
espato DC; Núñez de Taboada 1825; RAE 1832); penique (anglosajón pen-
nig, DC; Salvá 1846; RAE 1899; peniques en la documentación del XVIII,
Gómez de Enterría 1996). A estos se puede añadir la voz yate, analizada
23
Carnet (solo en el Diccionario Manual 1927-1950) / carné (desde RAE 1970);
chalet (Diccionario Manual 1927-1983; RAE 1936) / chalé (RAE 1956); parqué (RAE
1970) / parquet (Diccionario Manual 1927-1950); cabaré (Diccionario Manual 1989;
1992) / cabaret (Salvá Suplemento 1879; Zerolo 1895; DHLE 1936; Diccionario Manual
1983); ballet (Diccionario Manual 1927-1983; RAE 1992).
24
La variante adaptada tardía croché aparece recogida en la lexicografía del siglo XX
(Diccionario Manual 1927-1989; RAE 1984).
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 177
con anterioridad. Cabe recordar, además, que Cuervo (1939: § 21) se refiere
a un tiquete (ingl. ticket) para el billete del ferrocarril que continúa siendo
de uso general en América (Diccionario de americanismos) frente a la
variante peninsular con elisión tique.
A lo largo del siglo XIX los diccionarios empiezan a recoger un reducido
grupo de palabras de variada procedencia y características que manifiestan
en su forma escrita un final consonántico, generalmente con obstruyente:
junto a club se puede encontrar complot (fr. complot, 1612/1835 y 1788
(CORDE); RAE 1869); fagot (fr. antic. fagot, RAE 183725); pailebot(e) (ingl.
pilot’s boat, pailebot/e, Domínguez 1853; RAE 1884); paquebot(e) (ingl.
packboat, paquebot (Diccionario de autoridades), paquebote (Salvá 1846;
RAE 1852), paquebot / paquebotes en la documentación del siglo XVIII,
Gómez de Enterría 1996); vermut (alem. Wermut, RAE 1899); calambac
(fr. kalanbak de origen malayo26, DC y RAE 1822); coñac (fr. Cognac,
coñac 1851, cognac 1861 (CORDE); RAE 1914); bistec-bisteque (ingl. beef-
teak, biftec 1850 (DECH); RAE 1884); rosbif (ingl. roast-beef, med. s. XIX
(DECH); RAE 1884).
También se produce un incremento de palabras con -m final, general-
mente de base latina, llegadas al español por diversos conductos: ultimá-
tum (Núñez de Taboada 1825 y RAE 184327) o el famoso álbum (Salvá
1846 con la marca de neologismo y RAE 1869), al que Larra (1972) había
dedicado un espléndido artículo, de forma latina pero de origen alemán
y tomado por conducto del francés (DECH), para el que alternaban en el
siglo XIX álbums, álbumes y álbunes28. A estos se pueden añadir tedeum
(DC como te-deum y RAE 1817), vademécum (RAE 183229), memorándum
(Domínguez 1853; RAE 1869), máximum (Salvá 1846; RAE 1869), míni-
mum (Domínguez 1853; RAE 1869), desiderátum (RAE 1884), médium
(RAE 1884). Los vocablos con -m final, especialmente -um, han adquirido
cierta naturalización en español a través de palabras de uso coloquial como
mare mágnum (RAE 1803), pandemónium (Domínguez y RAE 1925), fac-
tótum, con la marca familiar ya en la décima edición del Diccionario de
25
Vid. el NDHE en el que se postula que viene del italiano pero con influjo del francés
fagot ‘haz de leña, conjunto de cosas envueltas juntas’.
26
Cf. etimología en RAE 2014.
27
Cf. ultimato en textos de H. Ascasubi (CORDE) y Bretón de los Herreros (Amu-
nátegui 1921: 160).
28
Estas formas se documentan en el CORDE en textos del siglo XIX y en Muro
Munilla (1985: 90-91).
29
Ya en textos literarios del siglo XVII (CORDE).
178 Gloria Clavería Nadal
30
Cf. condón (RAE 1992) del inglés condom, nombre del inventor del preservativo
en el siglo XVIII (DECH), que ya aparece en un texto de Nicolás Fernández de Moratín
(CORDE, 1771-1777, El arte de putear).
31
Cf. Pensado 1999: § 68.4.2.1. M.ª Rosa Lloret lo detecta en la pronunciación actual
del navegador Tom-Tom, realizado popularmente como [tonton] o nombres propios como
David Beckam.
32
Cf. sobre este asunto Pensado (1999: § 68.4.4.1) y Amunátegui (1921: 153 y sigs).
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 179
(lat. ANTHRAX, 1537 (DECH); DC; RAE 1884); cóccix (lat. COCCIX, 1871
(DECH); Domínguez 1853; RAE 1899).
Por otro, figuran palabras como lord (ingl. lord) en el DC de Terreros
como «nombre inglés», con la observación de que en «Cast. se suele decir
milorde», lo que demuestra la existencia opcional de la epéntesis (también
recoge milor, milord, y milorde). Lord se incorpora en el Diccionario de la
Academia en la séptima edición (RAE 1832), y en la novena (RAE 1843)
se añade junto al lema la observación de «pl. lores», un comentario que
desaparece en 1884. Este plural es de documentación antigua (1581 en
Carta a su Majestad de Bernardino de Mendoza, CORDE). La existencia
de todas estas variantes alternantes refleja el tratamiento que recibió un
anglicismo relativamente antiguo.
Vals es otra de las primeras palabras extranjeras con coda compleja que
aparece en el Diccionario (RAE 1843) en el que se indica que «el baile y
su nombre son modernos y de origen alemán».
Dentro de la terminología de carácter científico destacan cuarzo, cobalto
y cinc por su distinto comportamiento. Mientras que cuarzo (fr. quartz <
alem. quarz, RAE 1817) y cobalto (alem. kobalt, DC en la variante cobalt,
cobalto RAE 1817) muestran adaptación del final con epéntesis vocálica, el
alemán zink que, según el DECH, se recibió por conducto del francés (zinc)
no experimentó este proceso. Los términos se hallan documentados en los
textos de especialidad y de divulgación desde el siglo XVIII (Gómez de
Enterría 2001: 1771-1773) con distintas formas (cf. quarz / cuarzo, zinc /
cinc / zinck (DC) y zinco en L. Proust (1791, Anales del Real Laboratorio
de Química de Segovia I, CORDE). Este último fue admitido en la quinta
edición del Diccionario académico (RAE 1817) en la variante zinc33; quizá
en él prevaleció la forma sin epéntesis para mayor diferenciación con el
numeral.
La adaptación por medio de un proceso de epéntesis con resilabifi-
cación de la palabra y generación de estructura CV se manifiesta en otras
voces como ponche, del inglés punch, que ya aparece en el Diccionario
de autoridades y en el DC, aunque en las traducciones del siglo XVIII es
posible encontrar formas menos adaptadas (Páramo García 2003). Quiosco,
del turco, seguramente a través del francés (DECH), aparece como kiosko
en RAE 1869, kiosco en la edición siguiente (RAE 1884) y, finalmente,
quiosco en la última edición del siglo (RAE 1899). El mismo tipo de com-
33
Hay también variación en la consonante inicial (c/z) y a partir de la undécima
edición (RAE 1869) se admite la variante cinc.
180 Gloria Clavería Nadal
34
Adaptado según el DECH «a la forma del lat. maltha ‘especie de asfalto’ (empleado
alguna vez en castellano; vid. Terr. o a la del nombre geográfico Malta, con los cuales no
tiene relación etimológica. Quizá se tomó por conducto del fr. malt [1702], lo cual explicaría
el género masculino»; cf. Varela (2009) sobre esta cuestión.
Contribución a la historia de los procesos de adaptación 181
yact-yate, cobalt-cobalto, pero club, cinc). A lo largo del siglo XIX las
unidades léxicas con estas características fonotácticas se irán haciendo más
frecuentes. Se origina con ello un cambio en las tendencias evolutivas del
idioma hacia una estructura silábica distinta tanto en posición interior de
palabra, abonada por la forma normativa de los cultismos, como en posi-
ción final, sobre todo a través de préstamos de variada procedencia; amén
de otros elementos léxicos como las onomatopeyas, los nombres propios
o las «recientes» siglas (Lapesa 1996: 422-459). La presencia de estas
consonantes en posición final se integra en el funcionamiento general de
la coda silábica cuya realización puede variar enormemente en la diatopía
con una acusada tendencia a los procesos de relajación (Alonso 1974; Heinz
2010, 2014).
Desde el punto de vista interno, el comportamiento de los procesos de
adaptación en ataque y coda analizados muestran las divergencias naturales
de dos posiciones fonológicamente distintas (fuerte-débil, prominente-no
prominente, cf. Jiménez et al., en prensa). En posición inicial de palabra y
de sílaba, la epéntesis de e- ante sC- se mantiene de manera obligatoria pese
a la grafía de la palabra y los grupos consonánticos iniciales no patrimo-
niales tienen un carácter muy residual y pertenecen fundamentalmente a la
escritura; la extensión del fonema palatal africado sordo en posición inicial
o la combinación [(g)u̯V-] muestran la tendencia al reforzamiento propia
del ataque silábico. La posición de coda manifiesta un comportamiento
distinto y mucho más variable tanto desde la fonética y la fonología como
desde la morfología (Lloret 2016).
Si desde el punto de vista fonológico a menudo se ha considerado
que los fenómenos analizados formaban parte de la periferia del sistema
lingüístico (Heinz 2010, 2014), actualmente se parte de la idea de que los
procesos de adaptación pueden revelar ciertos aspectos del funcionamiento
de las lenguas al margen de la oposición entre centro y periferia (Fábregas
2003). Según Kang (2011), en posición inicial existe una tendencia hacia
la epéntesis, lo cual se verifica en el tratamiento de las combinaciones en
ataque silábico s+C, que ha permanecido invariable a lo largo de la historia
del español (Colina 2009: 122-123; Bonet 2006; Sampson 2005, 2010). En
la adaptación en posición de coda, sin embargo, existe una mayor diversi-
dad, de manera que tanto pueden presentarse procesos de epéntesis como
de elisión; en español parece que a lo largo de la historia se ha sustituido
la preferencia por la epéntesis (bufete, paquete, ponche) por el predomi-
nio de los procesos de relajación con posibilidad de elisión completa del
segmento (club, bufe(t), complo(t) o vals; cf. Gómez Capuz (2001: 35-39)
182 Gloria Clavería Nadal
35
Recuérdese que Menéndez Pidal (1977: 212, n. 1) señalaba que álbums era la forma
usual. Cf. Pensado (1999: 4451) sobre la frecuencia de álbunes.
184 Gloria Clavería Nadal
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Contribución a la historia de los procesos de adaptación 189
Carlos Garatea
Pontificia Universidad Católica del Perú
1
Todas las referencias a la obra proceden del siguiente sitio público y de acceso
gratuito: <www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/frontpage.htm>.
198 Carlos Garatea
2
Adorno (1989: 109): «Mientras la historia es una ciencia cuyo fin es el conocimiento
del lector, la retórica tiene como objetivo la acción de los oyentes […]. De ahí podemos
ver por qué Guamán Poma eligió la retórica del sermón como método discursivo, sobre
todo en los prólogos; es el estilo por excelencia de la persuasión. Queda todavía ver la
relación de éstos con los capítulos que acompañan, y si la prosa de Guamán Poma forma
o no un sistema discursivo».
3
«La elección de la retórica eclesiástica se explica: primero, aprovecha la “primera
arma” del predicador: el valor persuasivo de la retórica de la amenaza; segundo, coordina
el principio de la doctrina cristina, articulado por fray Luis, y el programa de reforma
colonial propuesto por Las Casas» (Adorno 1989: 105).
200 Carlos Garatea
4
En la crónica coexiste cada el día, con cadaldía y cada día. Esta variación no fue
exclusiva del cronista, también está presente en la obra de Santa Cruz Pachacuti. Ambos
autores, en proporciones distintas, parecen registrar un proceso de cambio más extendido.
Este dato no deja de ser interesante porque señala la participación del español empleado
y conocido por indígenas bilingües en procesos generales de cambio. Me ocupé de las
formas referidas, de su presencia y sus contextos de aparición en textos escritos por indí-
genas bilingües en Garatea (2010: cap. 2). La presencia en tipos textuales provenientes del
mundo jurídico fue señalada por Eberenz (2000: 412).
Guamán Poma de Ayala: la historia de una variedad americana 201
de un indígena bilingüe del XVI: el autor del texto. Volveré luego sobre
este punto.
Hago un paréntesis porque no quiero dejar de referirme a otra huella
de la formación y de la cultura de Guamán Poma. Me refiero a la reflexión
que hace sobre el estilo: ¿por qué se detiene en el estilo? Y: ¿qué habrá
entendido por estilo, en su segunda lengua? Difícil saberlo. Tal vez simple-
mente trata de cumplir con un tópico habitual en sus lecturas castellanas. Lo
cierto es que, al empezar la crónica, asegura reproducir una carta fechada
en 1586, escrita por su padre y dirigida al Rey de España con la intención
de presentar al monarca el manuscrito y expresarle su beneplácito por con-
siderar que se trata —siempre según la supuesta carta del padre— de una
historia útil y veraz. Como si concediera una licencia de impresión, el padre
respalda al hijo ante la Autoridad, toma distancia de la fantasía y remite a la
confiabilidad de las fuentes: «rrelaciones y testigos de vista». La remisión
recuerda de inmediato a los procesos judiciales. Reproduzco las líneas del
pasaje que se refieren al estilo, las que acogen los formulismos de inicio
y fin propios de la tradición epistolar y las que refuerzan la veracidad de
la historia (5/5 a 7/7):
S[acra] C[atólica] R[eal] M[agestad]: Entre las cosas questa gran prouincia destos
rreynos a prosedido útiles y prouechosos al seruicio de Dios y de vuestra Mages-
tad, me a parecido hazer estima del engenio y curiucidad por la gran auilidad del
dicho mi hijo lexítimo, don Felipe Guaman Poma de Ayala […] por rrelaciones
y testigos de uista que se tomó de los quatro partes destos rreynos de los dichos
yndios muy biejos de edad de ciento y cincuenta años […]. Y que el estilo es
fázil y graue y sustancial y prouechoso a la santa fe católica y la dicha historia es
muy uerdadera como conbiene al supgeto y personas de quien trata […] a quinze
del mes de mayo de mil quinientos ochenta y ciete años.
S[acra] C[atólica] R[eal] M[agestad], bezo los rreales pies y manos a vuestra
Magestad, su umilde bazallo,
don Martín de Ayala (rúbrica).
el tema puede tener otra dirección que no hay que pasar por alto. En el
Virreinato existieron documentos —digamos— «oficiales» que promovie-
ron el «cuidado» en el modo de usar la lengua. Pienso, por ejemplo, en las
instrucciones retóricas, verdaderos razonamientos estilísticos, que contiene
el Proemio del Tercero catecismo y exposición de la doctrina cristina por
sermones para que los curas y otros ministros prediquen y enseñen a los
indios y a las demás personas, conforme a lo que se proveyó en el santo
concilio de la ciudad de lima de 1583, texto publicado en 1584, en Lima.
No tengo cómo afirmar que el texto cayó en manos de Guamán Poma, pero,
como tampoco puedo negarlo, me limito a citar la tercera indicación del
Proemio, en la que los adjetivos «fazil y grave y sustancial y provechoso»
parecen sintetizados; cito para decir que el interés por el estilo tuvo vigencia
en el ambiente intelectual que frecuentó el cronista a fines del siglo XVI:
Tercero aviso es del modo de proponer esta doctrina, y enseñar nuestra fe: que sea
llano, sencillo, claro y breve, quanto se compadezca con la claridad necesaria; y
así el estilo de Sermones, ò Plàticas para Indios se requiere ser facil, y humilde,
no alto, ni levantado. Las clausulas no muy largas, ni de rodeo. El lenguaje no
exquisito, ni términos afectados, y mas a modo de quien platica entre compañeros,
que de quien declama en teatros.
5
Para una caracterización general del español andino remito, entre otras, a las obras de
Cerrón Palomino, Escobar y Rivarola incluidas en la bibliografía final. Para otros asuntos
asociados a su registro escrito, puede consultarse Garatea (2011, 2013 y 2016).
204 Carlos Garatea
Otras veces, las interferencias son tan fuertes que sufre el sentido y la
coherencia del texto español:
Es como y de la manera que de como de los Colla Suyos (296/298).
Al que llura más, a ésa les enborracha y ueue más y toma más rración de carne
y de comidas. Y a la maystra del cantar y tener buena bos de llorar, ésa le caue
una pierna de carnero. Todo son borracheras (290/292).
Que los yndios en este rreyno quando comensare a comer o a zenar en la plaza
pública o en sus casas, que diga estas oraciones en su lengua cantada: Santa
cruspa unanchanrayco, aucayconamanta quispichiuaycu, Dios apuyco [el quien
digere la dotrina… [yapaq churip…
[Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro]
(828/842).
Todo indica que Guamán Poma de Ayala tuvo clara conciencia de la
empresa que se propuso y un notable dominio de los medios textuales a su
disposición. A los ejemplos que llevan a esa conclusión, puede añadirse el
empleo del «diálogo»6, recurso pedagógico asentado en la tradición euro-
6
Para la dimensión historiográfica y verbal del diálogo, como tipo textual, remito
a los dos trabajos de Santiago del Rey Quesada señalados en la bibliografía; desde otra
perspectiva, para Guamán Poma, cf. Poupeney Hart (1996).
206 Carlos Garatea
Son muchas las veces que el autor cambia de una tradición discursiva
a otra, o que incorpora en su discursos unidades verbales de acuerdo a lo
esperable en el tipo de texto que emplea en su argumentación. Pero no solo
en el texto sino también en los dibujos:
que ayga escriuano público de cada pueblo». A éstos les llamaron llactapi qui-
pococ camachicoccuna, mandoncillosa. «Yten: Mandamos que ayga escriuano
rreal o nombrado». A éstos les llamauan caroman cachasca quipococ [contador
enviado lejos], Pabri ynga. «Yten: Mandamos que ayga contadores mayores». A
éstos les llamauan Tawantin Suyo hucho tasa yma hayca uata quillatauan quipo-
coc yupacoc, curaca churicona.
desto, de huyr bos de aquí cienpre que bengo a este pueblicillo de quatro yndios
que tenéys mayormente, no os haziendo yo la menor cosa del mundo y querién-
doos como a mi hijo, beníos luego cin que ayáys otra cosa que yo [o]s prometo
como hombre de bien de rregalaros y seruiros y no hazer mal nenguna […].
Buestro padre,
Antón Fernandes de Peralta (779/793).
dan luces sobre las variables sociolingüísticas que llevaron las formas
verbales en esa dirección. A Guamán Poma no le fue ajeno el proceso.
Sus referencias demuestran que percibió el fenómeno y que, además, tuvo
elementos suficientes para discernir en torno a la pertinencia de las citadas
formas de tratamiento cuando recaían en mestizos que hacían lo posible
por ascender socialmente y por ser reconocidos como don Fulano de tal.
Dicho de otra manera: no se trata ahora de colonos, sino de indígenas que,
en el siglo XVI, se nombran a sí mismos mediante las formas españolas
que proliferaban entre los recién llegados. Con ellas, los indígenas quieren
cambiar de estatus y tener mayores posibilidades de ganar privilegios en la
administración colonial. Es el mundo indígena apropiándose del universo
simbólico adscrito a unidades verbales españolas. El autor es consciente
del abuso en el empleo y da cuenta de ello mediante juicios y ejemplos
como los siguientes.
En este primero describe las condiciones para merecer el uso de don:
Y ancí en esta uida, las dichas pulperas y mesoneras, panaderas se llaman
doña Fulanas y los figones y rrufianes, ladrones, salteadores, borrachos, judíos,
moros, picheros se llaman don Fulano. Para llamarse don, a de ser cristiano
biejo y caballero y de buena sangre, que tenga título para ello de su Magestad
(788/802).
Cito dos casos más en los que los indios e indias principales merecen
la forma honorífica, pero la pierden si se casan con alguien que no tiene el
mismo estatus. Son dos ejemplos que claramente retratan un pequeñísimo
aspecto del contexto inmediato y de las relaciones estamentales de la época
entre los indios peruanos7:
7
Cabe mencionar que las diferencias aludidas se ven retratadas en los dibujos que
acompañan los pasajes citados mediante el tipo de vestimenta o las exageraciones que
incluye cada retrato.
210 Carlos Garatea
Es que la muger, hija lexítima o natural uastarda, doña Francisca, doña Juana, ci
se casa con yndio mitayo o esclabo, es ella esclaba y mitaya (788/802).
Éstas son allicac curaca guarmi. A de tener todas las honrras y priminencias
dichas ellas y sus hijas y ermanas. Ci no se casan con gente baxa y se se casa
con su ygual merese toda la doña […] (760/774).
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Guamán Poma de Ayala: la historia de una variedad americana 213
Abstract. This essay focuses on the importance of notarial sources for the study
of the Spanish language in the Golden Age, specifically those concerned with
different types of property inventories, which contain extensive lexical evidence
of that period’s daily life. The fact that notarial records have been dated and
located regularly enhances these materials’ interest for the study of diatopic lexical
variation. We have drawn our data from CorLexIn, in order to trace originally
Eastern words like vanova or cerraja plus others like llares, incorporating their
distribution in old times in order to explain their etymologies. Attention has also
been paid to a group of derivatives of fraile (frailesco, fraileño, frailengo, frai-
lego, frailar) and their geographical distribution.
Keywords. Linguistic corpora, history of the spanish language, diatopic variation,
golden age, lexicon.
1. El Corpus CorLexIn
Con el propósito de disponer de fuentes diferentes a las convencio-
nales para la época del Siglo de Oro, un grupo de investigadores de las
universidades de León, Burgos y Oviedo llevamos ya unos años trabajando
en un corpus realizado a partir de un determinado tipo de documentación
notarial. Los documentos seleccionados son únicamente aquellos textos
que caben bajo el título genérico de relaciones de bienes y que presentan,
por tanto, una gran riqueza léxica: inventarios, tasaciones, cartas de arras,
partijas, testamentos, etc. en los que el objetivo jurídico es la descripción
detallada de los bienes de una persona o institución. El corpus documental,
que puede considerarse homogéneo en cuanto a la tipología de los textos
y con escasa variación diacrónica pues se centra mayoritariamente en el
siglo XVII con una menor aportación del XVI, se ha diseñado para tratar
de acoger la variación diatópica que presenta el castellano de la época,
atendiendo muy especialmente al léxico, con una información que, en cierto
modo y salvando las distancias, se asemeja a la que para el siglo XX nos
proporcionan los atlas lingüísticos con los que la comparación es inevitable.
El resultado de este proceso es el Corpus Léxico de Inventarios (Cor-
LexIn), de consulta abierta en la web1 del Nuevo Diccionario Histórico,
que en este momento supera ya el millón de palabras transcritas a partir
de documentos procedentes de archivos generales, provinciales y locales
de todo el ámbito hispánico, tanto español como americano, aunque el
trabajo está más avanzado en el área peninsular, que es en la que aquí me
voy a centrar. El corpus no está cerrado y seguimos incorporando nuevos
documentos por lo que cualquier conclusión que se extraiga siempre estará
sujeta a revisión en la medida en que aumenten los datos manejados. No
obstante, tanto el millón de palabras disponible en este momento como
otros muchos textos que han sido leídos parcialmente, aunque no se hayan
incorporado al corpus transcrito, conforman una muestra suficientemente
sólida como para comprobar la aportación novedosa que un fondo docu-
mental limitado como este puede hacer a otros corpus mucho más amplios
y generales como son el CORDE o el CDH.
Como hemos puesto de manifiesto ya en diversas ocasiones (Morala
2012b y 2014a), los materiales reunidos documentan tanto innovaciones
1
La consulta del corpus en línea puede hacerse en la web del NDHE <www.frl.es>.
La información relativa al proyecto, con indicación de los trabajos desarrollados, archivos
visitados, legajos vaciados, un índice de voces estudiadas y la versión en línea de los
trabajos publicados, puede verse en <http://corlexin.unileon.es/>.
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 217
2. Variación diatópica
Es justamente esta posibilidad que nos ofrece la documentación nota-
rial, no solo de datar cronológicamente, sino también de localizar geográfi-
camente los textos reunidos, lo que le da un valor añadido al corpus sobre
el que trabajamos. Por esta vía, es posible determinar con un cierto grado
de precisión el ámbito de uso que una palabra tiene en la lengua cotidiana
dentro de esta fase histórica del castellano. Una localización que no siempre
coincide con la que nos dan los repertorios léxicos y atlas lingüísticos actua-
les y que puede contribuir a fijar mejor distintos aspectos de la lexicografía
diacrónica. Veamos ahora dos palabras, vánova y cerraja, cuyo ámbito de
uso histórico presenta alguna particularidad reseñable.
2.1. Vánova
Vánova figura en el DRAE con esta grafía desde finales del siglo XIX
(1884), siempre como voz propia de Aragón y con el sentido de ‘colcha
o cubierta de cama’. Anteriormente, lo hizo bajo la grafía bánova, que se
registra ya en Autoridades, donde se indica que «es voz usada en Aragón
y tomada del catalán». En la edición de 2001 pasó a identificarse única-
mente como voz de Huesca y con la marca de «rural». En el DECH (s.
v. vánova) se identifica como voz aragonesa, compartiendo área de uso
con el occitano y el catalán, y se aportan ejemplos de textos medievales.
Mucho más por extenso trata el propio Corominas en el DECat esta voz,
que explica como resultado del latín tardío GALNĂPE ‘manta’ (DECat,
s. v. vànova).
En nuestro corpus, es un término que aparece en los inventarios del
ajuar doméstico con relativa frecuencia. Lo más interesante es que los datos
del CorLexIn dibujan en el siglo XVII un área de uso más amplia, no ya solo
la correspondiente a la provincia de Huesca, sino que sobrepasa también
los límites de Aragón. Hay, como cabría esperar, ejemplos en inventarios
aragoneses:
218 José R. Morala Rodríguez
(1) vna bánoua de cáñamo […] vna bánoua de cáñamo […] vna bánoua
(Huesca, 1654).
(2) dos bánobas, quatro delantecamas, diez mantas (Quicena, Hu-1656).
(3) dos colchones, dos mantas y vna bánuba (Calatayud, Z-1641).
2
Como es fácil de entender, no es posible determinar si este islote de vánova situado
al sur es de origen aragonés o catalán, dada la coincidencia de uso de vánova en ambos
dominios. Una explicación similar tendrá otro ejemplo localizado en una carta de dote de
Vera (Almería) de 1540 en la que se registra «una vánova» (Vivancos 2013: 346).
3
Esta forma cotonina —coincidente con el catalán— es una variante léxica que tam-
bién ha de marcarse diatópicamente como oriental, pues aparece en textos de Teruel, la
ribera navarra o Almansa, en Albacete, en un área que coincide con la de vánova: «vara
y media de manteles de cotonina listados» (Tortajada, Te-1641), «once baras y media de
cotonina estrecha» (Tudela, Na-1641), «vn bestidico de cotonina» (Almansa, Ab-1640). La
forma castellana cotonía, voz de origen árabe y bien representada en el resto del corpus,
se define en el DRAE como ‘tela blanca de algodón labrada comúnmente de cordoncillo’,
mientras que cotonina es «tela gruixuda i llistada de cotó» en el DIEC.
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 219
4
En los inventarios del XVII, por ejemplo, está relativamente extendida la variante
taurete en vez de taburete.
5
Pese a su parecido formal y funcional, cerraja nada tiene que ver etimológicamente
con cerrojo, alteración de berrojo por influjo de cerrar, resultado del latín vulgar *verrŭ-
cŭlu (DECH, s. v. cerrojo).
6
Una muestra más de las isoglosas internas del castellano analizadas por Fernández
Ordóñez, quien señala que, además de contar con un eje central, con frecuencia el cas-
tellano opta en el lado oriental por soluciones comunes con Navarra y Aragón, mientras
que en las provincias occidentales coincide con las del antiguo Reino de León (Fernández
Ordóñez 2011: 32-60).
220 José R. Morala Rodríguez
7
En este caso, con asimilación de /e/ hacia /a/.
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 221
(32) vna arca de pino sin çerradura ni llabe; vn cofre con vna cerraxa, sin llabe
(Puentedura (Covarrubias), Bu-1655).
(33) una zerraxa viexa […] otras dos zerraxas, viexas, sin llaues […] otra arca
[…] sin zerraduras (Hacinas, Bu-1681).
(34) vna arca de pino vieja, con su çerraja e llabe […] vna arca de robre vieja,
con su llave e çerraja […] vna arca de aya de las de Castrobiejo, con su
çerraja e llave (Navarrete, LR-1545).
(35) vna arca de pino con su çerraja (Alfaro, LR-1646).
(36) otra harca de pino biexa, sin zerraxa (Santo Domingo de la Calzada,
LR-1626).
(37) tres arcas de madera biexa, la una sin cerraxa (Soria, 1637).
(38) un arcabuz con su zerraja (Zárabes, So-1638).
(39) un arcaz de pino biexo con su zerraja (Noviercas, So-1653).
8
Cerraja o cerraxa aparecen en el CORDE con un abundante número de ejemplos,
si bien muchos de ellos remiten a libros medicinales que usan una forma homónima refe-
rida a una verdura comestible o a la expresión «agua de cerrajas», ambos recogidos en el
DRAE. En cualquier caso, aparece en algunos inventarios —no siempre suficientemente
localizados—, pero también en autores clásicos como Góngora, Quevedo o Ruiz de Alar-
cón, aunque en este caso habría de tenerse en cuenta la influencia que pudo tener el que
figurara en un diccionario como el de Nebrija. No deja de ser significativo que Covarrubias
no la registre.
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 223
9
García de Diego (DEEH, s. v. olla) propone un derivado de olla, ollar, que luego
por aféresis perdería la vocal inicial para dar llar y llama la atención sobre la inexistencia
de llar ‘cadena’ justamente en las zonas donde la palatalización de /l-/ es una evolución
regular, es decir, el área asturleonesa.
10
La situación actual que refleja el ALEANR (mapa 1488) para Navarra es muy
similar: la forma mayoritaria es lar, si bien con frecuencia la /l-/ se ha aglutinado con la
del artículo precedente.
224 José R. Morala Rodríguez
11
El cambio para este mismo fenómeno se muestra igualmente en la documentación
de Zamora con los términos dialectales referidos al terreno llama y llamera, generalmente
con esta forma, pero que, en ocasiones, se escriben también como lama o lamera: «otra
tierra, digo llamera […] linda con llameras de […] otra lama más auajo […] linderos,
lamas de […] una tierra con su llamera […] otra llamera con su tierra […] la lama, de un
carro de yerua» (Ferreruela de Tábara, Za-1688).
12
Pese a que la variante que sistemáticamente aparece en Cantabria es llares, en
masculino, el ALECant (mapa 726) recoge una mayor variedad léxica y, respecto a llares,
figura tanto llares como llar, además de otras variantes minoritarias.
13
Llares en masculino se documenta de forma aislada, por ejemplo, en Toledo o en
Málaga: «vnos llares de hierro» (Navahermosa, To-1638), «unos llares, en ocho reales»
(Puebla de Peñarubia (Teba), Ma-1699).
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 225
(68) vnas llares de eslabones, con su pala y argolla arriba (Guadalajara, 1625).
(69) unas llares traídas, quatro reales (Guadalajara, 1625).
(70) dos pares de llares grandes (Cuenca, 1622).
(71) unas llares de yerro medianas (Villamayor, Cu-1694).
(72) unas llares (Talavera, To-1620).
(73) vnas llares (San Martín de Pusa, To-1532).
(74) unas llares en diez reales (Manzanares, CR-1665).
(75) vnas tenazas; vnas llares en quinze reales (Manzanares, CR-1666).
Los datos del ALEA (mapa 712) indican igualmente una dispar presencia de llares
14
que, de cualquier modo, es una respuesta que está presente en todas las provincias, excepto
en la de Almería.
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 227
15
En un documento procedente del Archivo Histórico de Asturias pero referido a
Ribadeo, ya en Lugo, figura también la variante gramallera: «vna gamallera de hierro
vsada que se alla en la cozina» (Ribadeo, Lu-1733).
16
Aunque no hay restos de esta variante en el ALECant (mapa 726), en el CorLexIn
aparece al menos en una ocasión: «unas caramilleras viejas de fierro en que se pone la
caldera» (Santander, 1656).
17
La mayor parte de los puntos de Huesca en el ALEANR (mapa 1488) registran la
forma cremallo o cremallos. En nuestro corpus tenemos un ejemplo: «unos cremallos de
yerro, del fuego» (Barbastro, Hu-1654).
18
Esta forma, con grafía «j», seguramente no es más que el resultado de una caste-
llanización gráfica de la esperable clamiyeras que se registra en asturiano oriental (DGLA,
s. v. calamiyeres).
228 José R. Morala Rodríguez
19
Entre los documentos allegados por González Ferrero (2015: 154-155) para el área
de La Bañeza, en León, figuran un buen número de casos de berganzas y abregancias
—entre otras variantes—, pero tampoco aquí aparece llares.
20
No es propósito de este trabajo entrar en la documentación anterior al Siglo de Oro,
pero resulta revelador el hecho de que ni en la documentación medieval del monasterio de
Sahagún, ni en la de la catedral de León figure el término llares. Antes bien, en este último
corpus documental figuran en varias ocasiones tanto pregancias (con variantes como pre-
ganças, pregançie, pregantiis) como clamayeras (clameyeras, clamiyeras), generalmente
citadas a continuación de las calderas. Hay un documento especialmente significativo, un
testamento original —realizado en León en el año 1271— de un canónigo leonés en el que
primero aparece pregancias en una manda testamentaria y, más adelante, el mismo objeto se
denomina como clamayeras cuando establece una relación general de los bienes que posee y
que ha ido donando en las mandas anteriores. Es decir, ambos términos se usan claramente
como sinónimos dentro del texto: «E mando a Marina Pélaz, mía criada […] dúas calderas
—ela mediana e ela menor— e elas pregancias […]. Esto ye elo que yo he porque se cunpla
este mío testamento […] iii calderas, unas clamayeras» (Ruiz Asencio 1994: doc. núm. 2311).
21
El DGLA registra una larga serie de voces (calambión, clamiyeres, gamayera, pre-
gayera, pregancies, gayeru, etc.) con el significado de ‘llares’, pero esta forma no aparece
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 229
como tal entre las entradas del diccionario. Únicamente, puede citarse un llarias ‘cadena’,
realizado con yeísmo, yarias, en la zona suroriental del Principado, justamente en la ver-
tiente asturiana correspondiente a la zona en la que en León se registra igualmente llarias.
Por su parte, Le Men recoge en León tanto la forma gramallera y sus variantes gramalleira,
garmalleira, ramallera, etc. en leonés occidental (Le Men 2007: 182-183) como un amplio
abanico de variantes formales de pregancias o abregancias que se localizan por práctica-
mente toda la provincia (Le Men 2002: 116-119). De llares —o su variante llarias— con
el sentido que aquí nos interesa hay solo unos pocos registros que mayoritariamente se
documentan en el área nororiental de la provincia (Le Men 2007: 468-472).
22
Se trata de puntos aislados que cuesta trabajo creer que representen la forma original
como proponía García de Diego. Más bien parecen alteraciones sobre la forma general: el
ollar (LR-102, LR-103) y ollar (Te-308).
230 José R. Morala Rodríguez
23
Respecto a la palatalización de /l-/ en Cantabria, se han señalado restos aislados
únicamente en la zona más occidental de la región, cerca de la frontera con Asturias y
León (Nuño Álvarez 1999: 186-187). No obstante, García Arias (2012: 56) señala la abun-
dancia de topónimos con /l-/ palatalizada a lo largo de toda la región y, en otro trabajo
anterior (García Arias 2010: 18), llama la atención sobre algunos restos de este fenómeno
que alcanzarían incluso al norte de Palencia y al occidente de Vizcaya, en la comarca de
Las Encartaciones. A esos ejemplos puede añadirse otro caso que hemos recogido en el
CorLexIn en la parte más oriental de Cantabria: «la metad de vna cassa con su llagar»
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 231
(Guriezo, S-1676). Esta palatalización antigua de /l-/ podría explicar el resultado llares en
esta zona, sin necesidad de recurrir a una evolución asturleonesa que, como hemos visto,
no se corresponde con la distribución geográfica del vocablo.
24
El DRAE incluye igualmente frailuno —este con sentido despectivo, además de
coloquial— que no trato aquí, pues carecemos de ejemplos en nuestro corpus. Con otro
origen, pero con un significado similar a los de esta serie, ha de considerarse el adjetivo
francisco ‘franciscano’. Además de los casos en los que se utiliza con sentido propio
(«frailes franciscos»), encontramos varios ejemplos en los que se utiliza referido a diversos
tipos de tela en expresiones idénticas a las de los derivados de fraile: «la mi saya nueba
de picote françisco» (Toro, Za-1608), «un jubón y basquiña y escapulario de estameña
françisca […] otra basquiña y jubón de estameña francisca» (Ávila, 1654), «un vestido
de estameña francisco» (Segovia, 1663).
25
En este caso, estamos ante una voz más tardía y con una definición algo diferente
al resto de los adjetivos analizados. Se registra esta voz por primera vez en el DRAE de
1817 como ‘el que es muy apasionado por los frailes’. Solo en 1925 se añade la acepción
de ‘propio de los frailes; sillón frailero’. En el CORDE, el primer ejemplo con este sentido
es de 1872 («zapatos fraileros»), mientras que los siguientes son ya del siglo XX. En el
CDH se registra frailero en algún otro ejemplo de inicios del siglo XIX. Aunque se sitúa
fuera de los límites temporales que utilizamos en nuestro corpus, cabe señalar un ejemplo
de frailero anterior a las fechas citadas, con el añadido de que, como en el resto de los casos
que analizamos, se refiere a un efecto textil: «dos cabeceras fraileras» (Sócovos, Ab-1804).
232 José R. Morala Rodríguez
26
En Autoridades, el término de referencia, frailesco, se define como ‘lo pertene-
ciente a frailes. Aplicase regularmente al color mezclado de blanco, azul y negro, como
el de los Padres de San Francisco’, mientras que los dos ejemplos que se aducen remiten
igualmente a ‘paño frailesco’.
27
No me detengo en las variantes formales que presentan estas voces en el CorLexIn:
la presencia de los fonemas /l/ y /r/ y la facilidad con la que se confunden entre sí, así como
la presencia de la semivocal /i/, supone que encontremos en la documentación variantes del
tipo flairengo, flarengo, frairengo, frairesco, además de las meramente gráficas (fraylesco,
frayleño…).
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 233
4.2. Fraileño
Este derivado, que en el CORDE presenta tan solo dos ocurrencias28, se
registra en nuestro corpus con un número mayor de casos. La característica
más interesante que muestra su recuento es el hecho de que todos ellos se
localizan en el área central, con ejemplos relativamente abundantes en la
documentación de los archivos de Ávila y Segovia, sin que de momento
encontremos otros fuera de este ámbito:
(122) un saiuelo de paño fraileño […] un mandil de paño fraileño nuebo (Ávila,
1653).
(123) un bestido entero de paño fraileño (Arévalo, Áv-1651).
(124) ropilla y ferreruelo de paño frayleño […] vn ferreruelo fraileño bueno
(Piedrahita, Áv-1651).
(125) beinte y dos baras de sayal fraileño (El Espinar, Sg-1657).
(126) el ferreruelo de paño fraileño […] el vestido de paño fraileño (El Espinar,
Sg-1657).
(127) dos baras y media de tramado fraileño (El Espinar, Sg-1659).
(128) otra basquiña de paño frayleño (Santa María la Real de Nieva, Sg-1652).
4.3. Frailego
En este caso, la documentación en el CORDE presenta igualmente un
exiguo número de ocurrencias29. En cuanto a la forma, es la que presenta
una mayor variabilidad, incluyendo un caso en el que podría identificarse
el sufijo -iego, en vez de la forma -ego que aparece en el resto, pero que
probablemente responde a un desplazamiento de /i/, como en flariego. La
variante frailiego no está registrada en el diccionario académico:
(129) dos baras de estameña fraylego (Autillo de Campos, Pa-1654).
28
De fraileño, el corpus académico registra únicamente dos ejemplos: una «ropilla
fraileña» en La pícara Justina (1605), ejemplo este en el que se apoya Autoridades, y
«xerguillas frayleñas» en unas Relaciones del Reino de Toledo (1575-1578).
29
En el CORDE, entre los ejemplos históricos, la variante figura únicamente en un
texto de Lope de Vega («sayales frailegos») y en la descripción del plumaje de una perdiz
(«el cual es de color gríseo o frailego») en el Arte de Ballestería y Montería (1644). Una
forma similar, ahora bajo la variante flairego, aparece en inventarios de moriscos de estas
mismas fechas (Perdiguero 2012: 340).
234 José R. Morala Rodríguez
documental del s. XVII procedente del área suroccidental de la provincia, corpus en el que
únicamente se registra esta variante (Gómez Ferrero 2015: 408).
Variación diatópica y etimología en léxico del Siglo de Oro 235
4.6. Conclusión
La suma de los ejemplos analizados nos permite extraer varias conclusio-
nes sobre el uso histórico de este grupo de sinónimos definidos en el DRAE
como ‘perteneciente o relativo a frailes’, a los que la norma académica actual
acompaña, en la mayor parte de los casos, con la marca de «coloquial».
En primer lugar, el uso de esta serie de derivados en el corpus
—siempre referido a telas que, bien por el color, bien por su elaboración,
se asemejan a las de los hábitos de los religiosos— carecen de relación con
la marca de «coloquial» que tienen hoy día. Se trata de un uso claramente
denotativo que, por otra parte, es el esperable en textos marcadamente des-
criptivos como son las relaciones de bienes sobre las que trabajamos, un
significado que coincide con el que se registra para las primeras apariciones
de estas voces en el repertorio académico.
En segundo lugar, un corpus específico como este es capaz de ofrecer
en determinadas parcelas del léxico un mayor número de ocurrencias de
236 José R. Morala Rodríguez
las que ofrecería un corpus general, aunque este sea mucho más amplio.
Salvo en la variante no marcada, frailesco, así lo hemos comprobado en el
resto de los ejemplos. Incluso en algún caso (frailar) nos permite localizar
una voz no descrita aún. En cualquier caso, nuestro corpus permite cali-
ficar este grupo de palabras como de uso habitual en el léxico cotidiano
del siglo XVII.
Finalmente, al tratarse de un corpus en el que los documentos están
necesariamente ubicados en un lugar concreto, el análisis del modo en el
que se distribuyen geográficamente los ejemplos ofrece también la posi-
bilidad de marcarlos con criterios diatópicos. Mientras que frailesco es la
forma más extendida geográficamente y también la más abundante, el resto
de las variantes tienden a concentrarse en determinadas zonas, por lo que
podrían calificarse, además de como sinónimos, como variantes diatópicas
de frailesco.
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Judeoespañol y español: los vaivenes
de una compleja relación
Beatrice Schmid
Universität Basel
Resumen. Desde una perspectiva histórica, cuando el judeoespañol era una lengua
completa y no se encontraba en ninguna situación de subordinación con respecto a
la lengua común, los sefardófonos se consideraban hablantes de español con toda
naturalidad. El sentimiento de pertenencia lingüística ha cambiado precisamente
desde el momento en que el judeoespañol entró en contacto con el español nor-
mativo. A lo largo de los últimos cien años estos contactos se han multiplicado
y el judeoespañol ha sufrido una intensiva rehispanización. Sin embargo, a pesar
de numerosos indicios de la pérdida de autonomía lingüística, en la actualidad los
sefardófonos prefieren el glotónimo ladino y se esfuerzan en destacar la entidad
propia de su lengua. En esta contribución se propone una serie de reflexiones
sobre esta compleja relación entre el judeoespañol y el español, teniendo en
cuenta aspectos glotonímicos, historiográficos, lingüísticos y sociolingüísticos.
Palabras clave. Judeoespañol, ladino, historia de la lengua, rehispanización, acti-
tudes lingüísticas, glotónimos.
0. Introducción
Llama la atención que en la actualidad suelen hablar de lengua sefardí
justamente los estudiosos que defienden de manera explícita su inclusión
en el ámbito de los estudios hispánicos y que aquellos que se esfuerzan
en destacar la entidad propia del judeoespañol, que ellos prefieren llamar
ladino, no ven ningún inconveniente en ponerse bajo el techo del Instituto
Cervantes. Por otra parte, en los siglos pasados, cuando el judeoespañol
se desarrolló como una lengua completa y elaborada1 y no se encontraba
en situación de subordinación con respecto a la norma o «buen uso» del
español común, los sefardófonos se consideraban simplemente hablantes
de español, precisando a veces «español levantino», «español oriental» o
«muestro español»2. La conciencia lingüística y los sentimientos de per-
tenencia lingüística empezaron a vacilar justamente a partir del momento
en que el judeoespañol entró en contacto con el castellano moderno y los
hablantes comenzaron a cuestionar esta relación y a desarrollar actitudes
a favor o en contra del español, actitudes que a menudo tenían más que
ver con España que con la lengua. A lo largo de los últimos cien años las
actitudes han ido cambiando, los contactos se han multiplicado y, en las
últimas décadas, el mundo globalizado y los espacios virtuales, han hecho
que adquieran nuevas dimensiones.
En las páginas que siguen plantearé una serie de reflexiones sobre
la relación entre judeoespañol y español desde una perspectiva histórica.
Obviamente se trata de una relación muy compleja y polifacética y soy
consciente de que la selección de los aspectos a los que voy a prestar
atención es arbitraria y personal.
1. Denominaciones y rótulos
En primer lugar, a modo de introducción, propongo un rapidísimo reco-
rrido por la historia de la investigación sobre el judeoespañol a través de
los títulos de algunos estudios representativos de determinadas escuelas
o corrientes. A menudo los glotónimos que utilizan los autores y los títu-
los que ponen a sus trabajos resultan reveladores de cómo relacionan el
judeoespañol con el español.
1
En el sentido del término alemán Ausbausprache (Kloss 1952, 1967, 1976; Muljačič
1986).
Me limito aquí al judeoespañol de Oriente, es decir, el que se desarrolló en las
2
ciudades en torno al Mediterráneo oriental en el territorio que entonces formaba parte del
Imperio otomano. No tendré en cuenta, por lo tanto, el judeoespañol norteafricano.
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 241
3
El título significa literalmente: «Sobre el dialecto judío-español, a modo de contri-
bución al conocimiento de la pronunciación en el español antiguo».
4
El mismo Wagner (1930: 16) lo formula así: «El viajero español que llega a Adrianó-
polis o a Salónica y oye por todas partes la conversación española de los numerosos judíos
que allí habitan, puede verse transportado de repente al Zocodover del Toledo medieval o
a la Alcaicería de la Granada morisca».
242 Beatrice Schmid
1.2. En la segunda mitad del siglo, sobre todo en los años 1970 / 1980,
se prestó atención a la lengua de los sefardíes en el ámbito de la interlingüís-
tica judía, aplicando el marco teórico elaborado por Max Weinreich a partir
de los estudios del yídish. Los estudiosos de esta escuela dan preferencia
a la denominación djudesmo / judezmo, por no contener ninguna alusión
al español, como en general prefieren glotónimos como yidish, yahudit o
yevanic en vez de judeo-alemán, judeo-árabe, judeo-griego, etc. (cf. Wexler
1977: 163, n. 3). La posición de esta corriente se refleja en títulos como los
siguientes: «Ascertaining the position of Judezmo within Ibero-Romance»
(Wexler 1977), «A Comparative Linguistic Analysis of Judezmo and Yid-
dish» (Bunis 1981) o «An Introduction to Judezmo» (Gold 1987).
Para los judeolingüistas, como los llamó Jacob Hassán (1995: 118), el
judeoespañol es, ante todo, una lengua judía. Desde su punto de vista no
es un dialecto secundario del castellano desarrollado después de la expul-
sión, sino que ellos postulan la existencia de un judezmo medieval o por
lo menos una evolución particular ya antes de la expulsión. Según uno de
los modelos de Wexler (1977: 172, esquema IIb), el judezmo incluso se
habría desarrollado de un hipotético judeo-latín vulgar, de modo paralelo y
en contacto con el castellano, pero sin relación de filiación directa5:
5
Véase ahora la visión diferenciada en Wexler (2006: 69).
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 243
6
Expresión que Bossong propone para traducir el término alemán Sprachbund.
7
En estas lenguas «las relaciones genéticas y las culturales se refuerzan mutuamente.
El cristianismo latinizado las empapa en todos los niveles y cubre un área central de su
estructuración semántica» (Bossong 1991: 369).
244 Beatrice Schmid
2. Alejamiento
2.1. La primera fase (siglos XVI-XVII) se caracteriza por una creciente
distancia entre el español de los sefardíes y las demás variedades, debido
a la evolución lingüística divergente, puesto que todas las variedades del
castellano evolucionan en esta época, aunque de manera distinta.
Después de la expulsión de España y su asentamiento en el Impe-
rio otomano, los sefardíes vivían en comunidades con relativa autonomía,
gracias a la forma organizativa del Imperio basada en el concepto de la
coexistencia por separado de los grupos étnico-religiosos, lo cual posibilitó
el mantenimiento de su identidad religiosa y cultural, conservando sus ins-
tituciones comunitarias, sus escuelas, sus costumbres y su lengua española.
Así, dentro de las comunidades, el romance sigue siendo el medio de
comunicación habitual, en situación de diglosia con el hebreo; pero fuera
de las comunidades se hablan otros idiomas, sobre todo el turco otomano,
la lengua vehicular del Imperio. El uso del idioma propio (el español) queda
así reducido a la comunicación interna, básicamente oral, desconectado de
la comunicación con otros hispanohablantes y de la producción cultural
en español. En esta situación de limitación a la comunicación con otros
sefardíes y a los registros orales, no sorprende que, por un lado, el idioma
evolucione libremente, sin ser frenado por el así llamado «buen uso» o
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 245
Con estas palabras Julí se refiere a Moisés Almosnino, autor sefardí del
siglo XVI nacido en Salónica en 1518. Entre sus obras en español destacan
el Regimiento de la vida (de 1564) y la Crónica de los Reyes otomanos
(de 1567). Estas obras están escritas en letra hebraica, por supuesto, pero
en una lengua que apenas muestra diferencias con el español peninsular de
su época, cosa que a nadie sorprenderá si se tiene en cuenta que su autor
pertenece a la primera generación de sefardíes nacidos en el Imperio oto-
mano. De las palabras de Julí se desprende que entre mediados del siglo
XVI y comienzos del siglo XVIII, momento en que escribe Julí, el idioma
de los sefardíes se ha alejado tanto de aquel español renacentista que la
lengua de Almosnino resulta difícil de entender.
De la segunda mitad del siglo XVIII tenemos el testimonio de David
Atías, autor de La güerta de oro, una obra miscelánea impresa en 1778 en
Livorno. Atías, nacido en Sarajevo, pero establecido en Italia, escribe para
sus correligionarios en el Imperio otomano. Según Ángel Berenguer (2004:
8
Cito según Romero (1992: 84); los corchetes son míos.
246 Beatrice Schmid
120) el autor «se propone transmitir el entusiasmo por las ciencias y los
saberes prácticos de los pueblos occidentales a los sefardíes de Oriente».
Al igual que Julí, Atías se muestra preocupado por utilizar un lenguaje
comprensible y claro, tal como explica en el prólogo de la obra:
percurí más que pude a declarar las mis avlas en lingua levantina para ser enten-
dido de vós y de todos, siendo [‘porque’] sé que ay mucha hente que non entienden
la verdadera lingua española, siendo ay en ella muchas avlas fuertes [‘difíciles’]
y entravicadas [‘enrevesadas’] que nacen de la lingua latina y taliana9.
9
Cito según Berenguer (2004: 120); los corchetes son míos. Es de suponer que las
mencionadas «avlas fuertes y entravicadas» son los cultismos e italianismos renacentistas.
10
Por ejemplo, en el texto de Atías, la conjunción causal siendo o el turquismo semán-
tico fuerte (‘difícil’). Para un resumen de los rasgos característicos, véase Schmid (2008:
54-64).
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 247
3. Emancipación
3.1. La emancipación del judeoespañol a partir del siglo XVIII tiene dos
vertientes. Por un lado, la lengua familiar (el español, que ya puede consi-
derarse judeoespañol) empieza a asumir funciones reservadas hasta ahora
al hebreo. La literatura en judeoespañol surge cuando algunos rabinos,
ante el creciente desconocimiento del hebreo, deciden superar la diglosia
lingüística e instruir al pueblo publicando obras fundamentales del judaísmo
248 Beatrice Schmid
11
Cf. Hassán (1995: 132), García Moreno (2004: 356-361) y Schmid (2008: 64-67).
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 249
12
En algunas regiones también el italiano y el alemán. La influencia del español
empieza algo más tarde y depende más de factores individuales.
250 Beatrice Schmid
4. Reencuentro
4.1. A finales del siglo XIX y principios del XX, es decir, en la misma
época en la que la dialectología románica «descubre» el judeoespañol,
desde España se reanuda el contacto con aquellos «españoles sin patria»13,
gracias a informes de diplomáticos establecidos en el Imperio otomano o
noticias de viajeros14 y, sobre todo, a la campaña prosefardí del senador
Pulido.
En cuanto a la lengua, los españoles que llegan a los Balcanes, a Saló-
nica, Esmirna o Estambul quedan encantados de oír allí un romance que
les suena a castellano medieval. Lo que primero les llama la atención es
la pronunciación, que inevitablemente evoca asociaciones con la lengua
antigua. Así lo dice explícitamente el hijo de Pulido, que cursaba estudios
de Medicina en Viena, en una carta de 1903: «Desde Viena hasta Constan-
tinopla se encuentra repartido un número de judíos que no bajará de dos
millones y cuyo idioma es el castellano antiguo» (citado en Garzón 1992:
XII). Más gráficos son los términos que usa Manuel L. Ortega al relatar el
testimonio del periodista murciano Juan Pujol Martínez: «Juan Pujol nos
cuenta cómo, en uno de sus viajes por Oriente, oyó en labios de un sefardí
la lengua castellana medieval viva, como una momia que hubiese hallado
su alma errante, después de muchos siglos de quietud»15.
De este modo el tópico del arcaísmo (cf. supra § 1.1) fue corroborado
y empezó a popularizarse en España, a menudo acompañado de un tono
paternalista, pero en general con connotaciones positivas. Un ejemplo ilus-
trativo es el siguiente pasaje de una carta de Unamuno a Pulido:
Y para nosotros ¡qué ecos de pasados días, qué antiguas frescuras, que [sic]
remembranzas de mocedad no nos trae esa habla española, de tan dulces caden-
cias, de los judíos españoles de Oriente! En esa habla […] tenemos un reflejo de
nuestro viejo y robusto romance antes de la profunda transformación que sufrió
en el siglo xvi. Esa lengua es la lengua de nuestros primitivos, esa lengua es la
lengua de la España juvenil16.
Por otro lado, para los sefardíes el reencuentro con el español de España
significa en primer lugar enterarse de que su español no es el «vero espa-
ñol», sino una modalidad anticuada.
Cf. el título del libro de Ángel Pulido (1905): Españoles sin patria y la raza sefardí.
13
15
Manuel L. Ortega, Los hebreos en Marruecos, Madrid, 1919, citado en Díaz Mas
(1997: 103); la cursiva es mía.
16
Carta de Unamuno citada en Pulido (1905: 105).
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 251
17
Sobre los principales factores que llevarían al declive del judeoespañol oriental,
véase Schmid (2007: 17-26).
18
Sobre la cuestión de la lengua en la prensa existen varios estudios, entre otros, los
de Romero (2010a, 2010b) y Bürki (2010).
19
Nótese que las expresiones «lingua española» y «havla española» se refieren al
sefardí.
20
Para la transcripción empleo el sistema de la revista Sefarad, ligeramente simpli-
ficado: <ś, ź, ć> = [z], <j, gei> = [ʒ], <š, ǰ, čh> = [ʃ], <ĵ, ĝ> = [ʤ], <ŝ, ĉ> = [ts], <b> =
[b], <v> = [v], <ḥ> = [h] o [χ]; los demás grafemas se leen como en castellano seseante
y yeísta.
252 Beatrice Schmid
21
Entiéndase «el abandono del judeoespañol».
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 253
En casi todas las cartas en este debate sobre la lengua, sean a favor o
en contra del judeoespañol, observamos una actitud de sumisión frente al
español peninsular y la expresión de una relación centro-periférica, es decir,
el reflejo de una redialectalización. Con el reencuentro se inicia, además, el
nuevo acercamiento a las demás variedades del español, la rehispanización,
o sea, el proceso de disminución de elementos diferenciales y su sustitución
por los del español general.
22
Pulido (1905: 108 y sigs.) clasifica a sus corresponsales en «anticastellanistas, ó
hispanófobos», «dialectistas, ó autonomistas», «oportunistas, ó eclécticos» y «castellanis-
tas, o hispanófilos».
23
Véase Schmid (2010: 107 y sigs.).
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 255
24
En Babelia (3 de marzo de 2007); la cursiva es mía.
256 Beatrice Schmid
6. Conclusión
En definitiva, hay numerosos indicios de la pérdida de la autonomía lin-
güística del judeoespañol y de su regreso bajo el techo del español común.
Por otro lado, a fin de subrayar la independencia se recurre a dos marcas
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mentalidades, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 55-64.
Judeoespañol y español: los vaivenes de una compleja relación 259
Abstract. The principles that inspired the creation of the Revista de Filología
Española are described as deeply related to Ramón Menéndez Pidal’s perception
of Philology, an original one, since it combines the study of language with the
study of the history of civilisation, of culture, of literature, and it is always based
on the analysis of strictly edited texts (literary and non-literary ones). Several
examples are offered that prove the fidelity of the Revista de Filología Española
to its foundational principles over a hundred of years, and, at the same time, its
capacity to integrate the new trends of Philology into its contents. Finally, a brief
introduction about the three texts that are included in this roundtable meeting
dedicated to the Revista de Filología Española is made.
Keywords. Centenary of the Revista de Filología Española, Revista de Filología
Española.
el tomo XXIV, en 1937, que incorpora, por ejemplo, «La terminación ‘-i’,
por ‘-e’ en los poemas de Gonzalo de Berceo» (de Gunnar Tilander), o «El
juicio de Carlos V acerca del español y otros pareceres sobre las lenguas
romances» (de Erasmo Buceta).
Como relatan Pilar García Mouton y María Teresa Echenique Elizondo,
tras la guerra civil, la revista continúa publicándose (en el seno del CSIC),
y es clara la voluntad de don Ramón Menéndez Pidal en mantener su exis-
tencia. Es entonces también cuando Amado Alonso comienza a publicar
la Revista de Filología Hispánica en Buenos Aires. (Pilar García Mouton
comenta estos dos últimos datos en el texto que aquí aparece).
A partir de los años cincuenta, los jóvenes filólogos de la posguerra
se hacen presentes, con sus respectivas preocupaciones investigadoras, en
la revista. Así, en la década entre 1954 y 1964, aparecen los nombres de
Diego Catalán, Manuel Alvar, Martín de Riquer, Antonio Badía Margarit,
Joan Veny, Gregorio Salvador, Germán Colón, Antonio Llorente, Fran-
cisco Marsá, José Roca Pons, Francisco López Estrada, Fernando González
Ollé, Ricardo Navas Ruiz, Antonio Quilis, y tantos otros, pero también,
por supuesto, siguen publicando los viejos maestros, como el propio don
Ramón Menéndez Pidal. Algunos de los nombres citados destacan con
frecuencia por su contribución, siempre muy importante, en la reseña de
libros y revistas. En el tomo XL, en 1956, por ejemplo, colaboran en la
revista bibliográfica Manuel Alvar, Francisco Marsá, Juan Bastardas Parera,
Alfredo Carballo Picazo o Antonio Badía Margarit. Y en el análisis de
revistas, lo hacen Manuel García Blanco, Francisco López Estrada, Martín
de Riquer, Antonio Badía Margarit y Manuel Alvar.
En 1964 se dedican muchas páginas a conmemorar los cincuenta años
de la fundación de la revista. En el volumen se recuerdan los nombres de
los redactores y de los colaboradores. Se incluye la bibliografía de Menén-
dez Pidal.
En la década de los setenta se pueden leer reseñas de los que ya son
nuevos jóvenes filólogos: Rogelio Reyes, Luis Iglesias Feijoo, José Car-
los de Torres, Luciano García Lorenzo, y otros, que comparten páginas
con quienes son ya maestros consagrados: Antonio Llorente Maldonado
de Guevara y Manuel Alvar. La labor de revisión bibliográfica de Llorente
será constante durante muchos años.
A partir de 1975 se hacen más presentes los estudios de descripción gra-
matical sincrónica; en ese año, por ejemplo, se publican «La coordinación
adversativa en español: aspecto sincrónico», de Ana María Echaide; «En
torno a los verbos perifrásticos del español: un análisis sintáctico transfor-
Ante los cien años de la Revista de Filología Española 269
Bibliografía
Alcina Franch, Juan y José Manuel Blecua (1975): Gramática española, Barce-
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Catalán, Diego (1974): Lingüística íbero-románica. Crítica retrospectiva, Madrid,
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García Mouton, Pilar (2012): «La Revista de Filología Española en el contexto
románico», Crítica del testo, XV/3, 287-296.
La lengua y el estudio de su historia: cien años de
proyección e impulso de nuestro patrimonio filológico
1
En rigor, el título de la primera edición fue Manual elemental de gramática histórica
española, que desde la 4.ª edición de 1918 (corregida y aumentada) pasó a titularse Manual
de gramática histórica española (Catalán 1974: 24). Esta obra fue la llave de acceso
al análisis global del estudio histórico-lingüístico del español concebido con amplitud
hispánica integral: es de sobra conocido el interés de esta escuela por otras modalidades
hispánicas, incluida la lengua vasca, al tiempo que, en la otra cara de la moneda, el
vascólogo Luis Michelena reconoció repetidas veces la deuda filológica que hacia esa
obra tenía su Fonética histórica vasca.
2
La investigación filológica se concebía como algo limitado a pocos estudiosos, entre
otras cosas porque no suscitaba entusiasmos colectivos. Cosa distinta era el traspaso de
La lengua y el estudio de su historia 275
3
La publicación del catálogo se debe a Pilar García Mouton y Mario Pedrazuela
Fuentes, eds. (2015). La fotografía mencionada se encuentra en la página 33.
4
En carta de 9 de julio de 1938 a D. Rubén Landa, escribe Lapesa: «Por otra parte,
el Delegado del Ministerio insinuó en una entrevista de hace días la idea de que hubiera
en el Centro un verdadero Director accidental. Yo, aunque la Comisión Delegada me haya
llamado así en la correspondencia oficial, ni acepté tal cargo ni me considero con méritos
para desempeñarlo» (Z/RLM/1/25 de la correspondencia archivada en la JAE-Residencia
de Estudiantes). Pese a todo, Rafael Lapesa defendió con determinación los materiales allí
depositados (eso sí: «con las solas armas de las palabras, únicas que poseíamos»).
5
«Casi desde sus comienzos, la Revista de Filología Española estuvo acompañada por
dos colecciones: Anejos y Publicaciones. En los Anejos se recogían aquellos estudios que,
debido a su profundidad y extensión, no tenían cabida en la Revista y exigían una publicación
aparte. En esta colección apareció Orígenes del español, de Menéndez Pidal, Contribución
al Diccionario Hispánico Etimológico, de García de Diego, El dialecto de San Ciprián de
Sanabria, de Fritz Krüger, El pensamiento de Cervantes, de Américo Castro, La lengua
La lengua y el estudio de su historia 277
8
A lo que añade, en nota al pie: «Junto a Castro y Navarro merecen honrosa mención
el menos activo F. de Onís y los más jóvenes A. García Solalinde y S. Gili Gaya» (Catalán
1974: 39, n. 69).
9
Y añade en nota: «Y no mucho después, en el tránsito de los años 20 a los 30, se
preparaba ya una nueva hornada, la de P. Sánchez Sevilla, R. Lapesa y los encuestadores
del ALPI. El “Centro” servía también de centro de atracción para lingüistas inicialmente
formados en otras escuelas, como J. Corominas, A. Steiger, G. Tilander, G. Sachs, etc.»
(Catalán 1974: 39, n. 70).
10
Catalán cita en nota un trabajo de Lapesa como fuente para todo ello.
La lengua y el estudio de su historia 279
11
«Como tantas otras veces, las actividades del equipo de Kasten y Nitti se basaban en
ideas de Solalinde que, a su vez, remitían a Menéndez Pidal» (Gómez Moreno 2015: 158).
12
El volumen I dedicado al Reino de Castilla se publicó como anejo de la RFE,
recordatorio que nos conduce a la gestación de Orígenes del español. Como el propio
Menéndez Pidal explica en el prólogo «Al lector» (p. X): «la primera edición de este
trabajo se comenzó a imprimir en abril de 1923 y se terminó en julio de 1926. En tan largo
transcurso de tiempo el plan y hasta el título de la obra se mudaron. Empecé pensando
hablar brevemente del “Español en los siglos X y XI”; pero al reparar cada vez más en el
carácter muy arcaizante del lenguaje notarial del siglo X, cambié el título sustituyéndolo
por el que ahora va en la portada». Amado Alonso denominó a Orígenes del español en
la RFE «la obra cumbre de la Filología Románica», recogiendo en ese calificativo la
visión panrománica, y con mayor razón por tanto, panhispánica, que Menéndez Pidal le
confería desde la cátedra de Filología Románica que ocupaba (aunque inicialmente la
denominación fuera otra). Esta visión ha encontrado firme asiento académico. Vino más
tarde, para corroboración de lo dicho, la preparación de los documentos de Aragón: los
Documentos lingüísticos del Alto Aragón publicados por Navarro Tomas en Nueva York en
1957 (150 documentos aragoneses comprendidos entre los años 1255 y 1494), fue lo que
logró salvarse de la edición realizada por el propio Navarro Tomás antes de 1936, perdida
tras la destrucción de la Imprenta Hernando durante la guerra civil.
13
En la actualidad, buena parte de la obra de Diego Catalán y su investigación en
torno a las crónicas medievales (edición y estudio con incidencia en la historia de la lengua,
280 M.ª Teresa Echenique Elizondo
y también a la inversa, esto es, con la posibilidad de recibir sus beneficios) ha quedado
en tierra de nadie, o sería quizá más exacto decir «en tierra de todos». En este punto su
obra apenas ha comenzado a dar los primeros frutos (Fernández-Ordóñez, Bustos, Campa,
citados extensamente por el propio Catalán 1997) de lo que deberá ser en el futuro una
fecunda línea de investigación.
14
Vid. una relación muy completa de todo ello en López Sánchez (2006: 325-330).
15
Campo asumido después sin delimitación clara y hoy distribuido en las áreas de
Lengua española, Literatura española o Lingüística general.
16
Puede verse una panorámica general de lo que la RFE representó antes del 36
en la recuperación de textos literarios y la consiguiente eclosión de estudios de carácter
eminentemente histórico en López Sánchez (2006: 307-325).
17
«Este encuentro del todo inesperado entre Alonso —el “maestro joven”, según
definición lapesiana— y Lapesa —que tiempo después Alonso emparejará con Marañón
y Menéndez Pidal como “héroes de nuestros días”— alrededor del texto del Rimado de
Palacio, con la vivacidad expresiva despreocupada y confidencial del primero, aporta por un
lado un ejemplo más de cómo la ecdótica, con sus métodos, vínculos y rigor terminológico,
era un universo extraño a la filología española aunque por cierto no ignorado [la cursiva
es mía], y por otro lado confirma el hecho indiscutible de que sabiduría, agudeza y buen
sentido no solamente crítico pueden no conceder ventajas excesivas al cientifismo de la
ecdótica en los tantísimos momentos de apuro que asaltan al editor. La ingente y sutil
labor de Lapesa sobre el texto del poema del Canciller lo atestigua de manera ejemplar»
(Di Stefano 2010: 25; dos páginas después, Di Stefano señala «algunas conjeturas más
convincentes de Lapesa» frente a los editores posteriores de la obra).
La lengua y el estudio de su historia 281
18
Escribe Lapesa en 1937: «Para sostener la publicación de las revistas [del Centro] ha
habido que luchar con dificultades de toda índole. La más grave es la falta de papel. Además
la Imprenta Hernando, donde se tiraba la RFE y también Emerita, quedó destruida por un
bombardeo de aviación. Todo ello, y la repartición de los colaboradores entre Valencia
y Madrid, así como las vacilaciones en determinar la ciudad donde habían de publicarse
ambas revistas, han contribuido al retraso que actualmente arrastran, principalmente la
RFE».
El 12 de junio de 1937 escribe Lapesa a Navarro: «Querido don Tomás: He comenzado
en Madrid el curso intensivo para estudiantes de Bachillerato […]. Es extraordinario el
espíritu de la gente de Madrid. La noche anterior a la inauguración del curso fue horrible
por el bombardeo, uno de los más intensos habidos en el curso de la guerra. Alrededor del
Instituto cayeron muchos proyectiles. ¿Querrá Vd. creer que al día siguiente no faltaba un
chico de los matriculados?». Y añade a renglón seguido: «Le agradeceré que me diga qué
le parece del proyecto de contenido para el 4.º número de la Revista (RFE)», etc.
Y el 13 de junio de 1938: «De momento, desconectados los de Madrid y los de
Valencia, no hay medio de entendernos para nada. La RFE sigue parada y con más de un
año de retraso…».
Del archivo de la Fundación Menéndez Pidal hay una carta de Tomás Navarro desde
Valencia (de 12 de mayo de 1937) en la que dice a don Ramón: «Están aquí Montesinos
y Dámaso Alonso y, aun cuando carezcamos de muchos elementos, nos esforzaremos en
mantener la continuidad de la Revista (RFE). Hemos traído también a Valencia a Bonfante
para que se ocupe de la continuidad de Emerita». Así se salvó la continuidad de la RFE
en años difíciles.
La lengua y el estudio de su historia 283
19
Hay que entender por «hoy día» los comienzos de los años setenta.
20
En López Sánchez (2006: 307-325) hay asimismo una buena panorámica de lo
que la RFE significó en sus comienzos para la dialectología, la geografía lingüística, la
lexicografía y otras disciplinas conexas.
284 M.ª Teresa Echenique Elizondo
21
El habla de la Bureba: introducción al castellano actual de Burgos encontró cabida
en los anejos de la RFE, en tanto que El habla de Quintanillabón (Burgos) del mismo
autor se publicó en la RDTP (1953). El análisis de este destino diverso nos desviaría de
nuestro propósito en estas páginas.
22
«[L]a escuela filológica española, obviamente influida por la tradición pidalina, ha
sostenido no solo que el reunificado reino de Castilla y León (y no de León y Castilla)
hablaba fundamentalmente una misma lengua, el castellano, sino que esa variedad romance
era en esencia uniforme» (Fernández-Ordóñez 2001: 399).
23
«Las locuciones viven en variantes […]. De las innumerables modificaciones que
experimentan en el coloquio sólo una parte mínima llega a la escritura» (Lapesa 1992: 85).
24
Esta autora ha desarrollado amplia y ejemplarmente la cartografía de los espacios
peninsulares aplicándola a sus trabajos, siendo uno de los últimos eslabones en establecer la
continuidad entre la concepción contenida en el proyecto originario del ALPI y la utilización
de sus datos por Diego Catalán en trabajos de sobra conocidos.
La lengua y el estudio de su historia 285
Entendiendo por «ruina», en el sentido filológico de raíz germánica, todo texto, por
25
humilde que sea, a partir del cual es posible extraer una información histórica.
286 M.ª Teresa Echenique Elizondo
Final
Diego Catalán (1982: 18) afirmó con contundencia que, a mediados
del siglo XIX, «los Pirineos constituían el límite meridional de la Ciencia
lingüística europea». Al filo del milenio España experimentó un profundo
cambio en el terreno filológico gracias al impulso de Ramón Menéndez
Pidal, que en 1899 ganaba por oposición la cátedra de Filología comparada
de las lenguas latina y española de la Universidad Central y se convertía
después en titular de la cátedra de Filología románica. Toda la época dorada
del hispanismo de los años veinte aflora en la RFE, cuidadosamente impresa
y excelentemente planificada. Su contemplación nos devuelve a un pasado
que ya no regresará, pero sigue siendo sólido cimiento de la Filología.
Hemos asistido estos días a la comprobación de que también esta Filo-
logía se había interesado por otros espacios lingüísticos, en los que el ara-
gonés ocupa en este congreso lugar de honor. Vicente Lagüéns, al presentar
ciertas preguntas que Tomás Navarro planteaba ya en su trabajo de Tesis
doctoral sobre Heredia, nos hacía comprender que aún no hemos dado cima
a muchos de los objetivos iniciales entonces planteados, y añadía: «Todavía
estamos en eso», porque todavía estamos indagando en interrogantes que
habían preocupado al propio Navarro (como ha quedado de manifiesto en
la sección dedicada al aragonés en este Congreso).
Sí, todavía estamos en eso. Falta aún mucho para cumplir los objetivos
que la RFE se marcó hace ahora 100 años. Pero hoy, con el progreso habido
en el conocimiento y métodos, así como en las herramientas de estudio
filológico, y tras la recuperación académica y científica de las diversas
filologías peninsulares, sería ya posible el cultivo de una Filología hispánica
en su más pleno sentido; eso sí, una Filología como marco de referencia
amplio para que cada cual pudiera dedicarse a aquello hacia lo que sintiera
más próximo sin ser excluyente en dirección alguna, al estilo de la ofrecida
por la RFE en su etapa fundacional, que hoy, claro está, necesariamente
debe actualizarse y reactivar, con ello, su concepción de la historia de la
lengua española para los próximos cien años.
288 M.ª Teresa Echenique Elizondo
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26
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La Revista de Filología Española:
tradición y presente
Abstract. These pages cover the main issues that articulate the exhibition La
ciencia de la palabra. Cien años de la Revista de Filología Española, curated
by Pilar García Mouton and Mario Pedrazuela, which, in the summer of 2015,
celebrated the centenary of the RFE in Madrid. The catalogue, published by the
CSIC, contextualizes the different stages in the history of the journal and its crucial
role in modernizing philological studies in Spain.
Keywords. Centenary, Revista de Filología Española, exhibition, history of the
RFE, philological studies, La ciencia de la palabra, catalogue.
1923; y de las cartas, de las transcritas por José Ignacio Pérez Pascual (2015: 91-141) en
su capítulo del catálogo.
La Revista de Filología Española: tradición y presente 295
los 85 cambios que actualmente tenemos puede decirse que figuran todas
las revistas importantes sobre estas materias a las cuales sería necesario
estar suscriptos si el Centro no las recibiese por ese medio. La suma a que
ascendería el coste de estas suscripciones sería 1659 pesetas».
Es evidente que sus responsables tenían especial empeño en demostrar
que la revista no era deficitaria. Por esta memoria de Navarro Tomás sabe-
mos que, aunque fueron aumentando las suscripciones y los intercambios,
en 1923 tuvieron que reducir la tirada para ahorrar y que, si bien los autores
externos cobraban a cinco pesetas la página, los del Centro no cobraban.
Como curiosidad, señala Pérez Pascual (2015: 105-107) que entre quienes
más habían «cobrado en 1922 figuran Vicente García de Diego, con 270
pesetas, y Pedro Henríquez Ureña, con 157»; al año siguiente los que más
cobraron fueron Erasmo Buceta, José Fernández Montesinos, Fritz Krüger,
Leo Spitzer y Max L. Wagner.
296 Pilar García Mouton
2
Las transcripciones de las cartas las tomo de las de Pérez Pascual en el catálogo.
La Revista de Filología Española: tradición y presente 299
solicitado de esta comisión el envío urgente de papel para las cubiertas de dicha
revista. Adquirido este material en Valencia, ruego a V. I. se digne dar las órdenes
necesarias para el traslado a Madrid de los dos rollos que están dispuestos en
esta Secretaría con aquel objeto (oficio dirigido al Subsecretario de Instrucción
Pública, 7/7/1937; JAE/164-305, 431/59, cit. por Pérez Pascual 2015:115).
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CSIC, 91-141.
La evolución del concepto de filología desde
la Revista de Filología Española*
Abstract. Neither Menéndez Pidal nor his disciples offered a programmatic defi-
nition of Philology. When approaching the conception of the discipline which
inspired the Revista de Filología Española, it is necessary to be guided by indirect
sources and, above all, to operate by induction based on the editorial policy of
the publication itself. From there, it is possible to establish the evolution of this
concept from the foundation of the journal until now, putting it in relation with
other theoretical reflections on the matter.
Keywords. Philology, Epistemology, Ramón Menéndez Pidal, Centro de Estudios
Históricos, Revista de Filología Española.
* El presente trabajo se inscribe en las actividades del Proyecto de I+D del Programa
Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Ministerio
de Economía y Competitividad (con cofinanciación de fondos FEDER) FFI2015-64050-P:
Magia, Épica e Historiografía Hispánicas: Relaciones Literarias y Nomológicas.
304 Alberto Montaner Frutos
1
Sobre la disciplina véase, en orden ascendente de concreción, Rubio Tovar (2004),
Portolés (1986), Abad Nebot (2010) y García Mouton (2007).
2
Para un análisis de esta definición y de la postura de compromiso que representa,
puede verse Montaner Frutos (2010, especialmente pp. 173-179).
3
Las obras a las que se refiere son: Ramón Menéndez Pidal, Cantar de mio Cid: Texto,
gramática y vocabulario, Madrid, Bailly-Baillière e hijos, 1908-1911; reimpresión con
La evolución del concepto de filología desde la rfe 305
concepción romántica de la épica, sigue siendo útil, así como una anotación
(por vía del vocabulario anejo) que reformulaba la tradición humanística
del comentario bajo un prisma más arqueológico, propio del historicismo
positivista, aunque iniciado ya desde planteamientos románticos7. Mucho
después de su aparición, el propio don Ramón consideraba, con justeza,
uno de los méritos esenciales de la versión inicial de su edición y estudio
del Cantar de mio Cid el haber sabido «considerar inseparables la historia
lingüística con la historia literaria (crónicas métricas, poesía épica) y con
la historia política y social (personajes, instituciones, sucesos)»8.
Este planteamiento, que entroncará, en el seno del Centro de Estudios
Históricos, con la corriente de Historia de las Civilizaciones en la línea de
la Kulturgeschichte germánica que practicaban los integrantes de la sección
de Historia9, responde también a un planteamiento cuyo influjo no hará
sino acrecentarse en la labor de los discípulos de don Ramón. Me refiero
a la corriente conocida por método de «las palabras y las cosas» (Wörter
und Sachen), que postula la necesidad de estudiar la historia de la lengua
en paralelo a la historia de la cultura, como única aproximación capaz de
explicar las transformaciones del léxico, más allá de las modificaciones del
significante debidas a la acción de las «leyes» fonéticas. Estos postulados,
desarrollados por autores que Menéndez Pidal conocía muy bien, como
Gottfried Baist y Wilhelm Meyer-Lübke (cf. Pérez Pascual 1998: 32), están
en la base de lo que será la semántica y constituyen una de las principales
innovaciones frente al mecanicismo e inmanentismo de los neogramáticos,
una postura que se da también en la filología pidaliana:
7
Recuérdense a este respecto las grandes obras de Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc,
Dictionnaire raisonné de l’architecture française du XIe au XVIe siècle, París, Bance-
Morel, 1854-1868, y Dictionnaire raisonné du mobilier français de l’époque carlovingienne
à la Renaissance, París, Vve A. Morel et Cie., 1858-1875 (cuyos respectivos contenidos
desbordan ampliamente la arquitectura y el mobiliario). De hecho, don Ramón utilizó el
segundo diccionario para el vocabulario contenido en el volumen II de su edición.
8
Citado por Pérez Pascual (1998: 36). La frase no se refiere estrictamente a la edición
de 1908-1911, sino a su versión inicial, que había ganado el concurso convocado por la Real
Academia Española en 1893, pero se le puede aplicar aún con más razón a la publicación
posterior. Sobre el concurso académico y los planteamientos filológicos de don Ramón en
ese momento, puede verse Montaner Frutos (1999).
9
López Sánchez (2007). Como señala en la página 123, «El CEH se caracterizó
también por una amplia práctica historiográfica, es decir, la historia de España podía y
tenía que ser descubierta a través de su lengua, su arte, su Derecho y cualquier otro tipo
de manifestación de su civilización».
La evolución del concepto de filología desde la rfe 307
Ahora bien, el hecho de que la edición del poema cidiano sea un expo-
nente paradigmático de lo que Menéndez Pidal y sus discípulos podían
entender como la máxima expresión de la filología no significa que, desde
la perspectiva coetánea, los Orígenes del español no lo fuesen también, pese
a que se ocupasen exclusivamente de cuestiones lingüísticas (de fonética
histórica, en particular). Esto se debe, tanto a la mencionada ambivalencia
conceptual de la filología como a que ambas orientaciones (la literaria y
la más lingüística) se adscribían en este momento a un común paradigma
historicista y no es de extrañar que, en el ámbito de la Junta para Ampliación
de Estudios, la Sección de Filología formase parte del Centro de Estudios
Históricos.
Del mismo modo, en la Revista de Filología Española, publicación del
Centro, conviven sin tensiones una orientación filológica con otra histó-
rico-literaria y en parte histórico-cultural, en sentido amplio, como ya he
mencionado. De hecho, en el primer número de la revista aparece incluso
una aportación al vocabulario jurídico de corte netamente institucionalista,
realizada por Pedro González Magro, uno de los discípulos de Sánchez
Albornoz10. Así pues, la línea de trabajo de la RFE podría calificarse de
armónicamente ecléctica, sobre la base común del rigor establecido en el
ámbito académico por los criterios del empirismo y el historicismo positi-
vistas11. Este eclecticismo tampoco es meramente continuista, pues supone,
10
El autor señala que «Este artículo constituye la introducción a un mapa de estas
instituciones próximo a publicarse en el Centro de Estudios Históricos» (González Magro
1914: 378, n. 1). El mapa se publicó, en efecto, y puede verse reproducido en Puig-Samper,
ed. (2007: 134).
11
A menudo se resalta sobre todo el segundo aspecto, pero la atención al dato
documental primario no puede desligarse de la actitud positivista en el ámbito de las ciencias
experimentales, que a su vez se traduce en la importancia de la encuesta de campo tanto en
el ámbito literario (siendo patente el caso del romancero) como en el lingüístico (sobre todo
en dialectología). Un paso más allá se sitúa la introducción de la fonética experimental, que
llevará a la publicación del célebre e influyente trabajo de Tomás Navarro Tomás, Manual
de pronunciación española, Madrid, Centro de Estudios Históricos, Junta de Ampliación e
308 Alberto Montaner Frutos
13
Ramón Menéndez Pidal (ed.), Poema de Mio Cid, Madrid, La Lectura (Clásicos
Castellanos, 24), 1913; ed. revisada, Madrid, Espasa-Calpe, 1944; 15.ª ed. [reimpresión],
1980.
14
Ramón Menéndez Pidal, La España del Cid, Madrid, Plutarco, 1929. El texto
fue muy ampliado en su 4.ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1947. Después no experimentó
grandes cambios, pero sí continuos retoques, hasta la 7.ª ed., aparecida póstumamente en
Madrid, Espasa-Calpe, 1969, lo que revela la constante sintonía de don Ramón con sus
planteamientos en esta obra.
15
Véase al respecto García Isasti (2004). Incide tangencialmente en este punto Juaristi
(2010).
310 Alberto Montaner Frutos
de un personaje cardinal […]. Lo que sí, en cambio, nos ofrece esta obra es una
utilización al máximo de los puntos de vista de la Historia del pensamiento en
el plano de la Historia general […]. Y de este modo la Historia no resulta un
puro capricho hazañoso, sino una continuidad dotada de sentido (Maravall 1960:
106-108)16.
16
Véanse además las pp. 89-99, sobre «el cambio en la manera de entender la Historia»
y «de hacer Historia» que se deben a Menéndez Pidal.
17
Sobre la formación de la decimaquinta edición del diccionario académico y el
papel de los filólogos del CEH, véanse Pérez Pascual (1998: 170) y Montaner Frutos
(2010: 183-184).
18
En adición a lo señalado arriba, recuérdese el preámbulo puesto por don Ramón a
la sección de textos con que se abren los Orígenes del español: «Viendo que los romanistas
[…] aducían sin recelo ni reserva documentos mal copiados en épocas tardías, sentí la
necesidad de acudir exclusivamente a los pergaminos originales de los siglos X y XI» (p. 1).
La evolución del concepto de filología desde la rfe 311
19
Puede verse un resumen de los planteamientos de Dilthey en Maravall (1960: 37-41).
Téngase en cuenta, no obstante, que el espiritualismo antipositivista venía influyendo en
el pensamiento hispánico mucho antes de la recepción de Dilthey; vid. Abad Nebot (2010:
92-95).
312 Alberto Montaner Frutos
los. Quizá el caso más obvio sea el de Américo Castro20, quien, habiéndose
previamente dedicado a trabajos de dialectología y a editar a varios clásicos
españoles21, publica en ese mismo año de 1925 una obra tan innovadora
en muchos aspectos como la dedicada a la cosmovisión cervantina22. Sin
embargo, en su movimiento de la superficie material de los fenómenos
hacia su profundidad espiritual, el planteamiento de Dilthey se alejaba de
la fundamentación lingüística de la filología. Por ello, no será este género
de biografía moral el que triunfe en el seno de la escuela pidaliana, sino
la adopción de la estilística como modo de análisis e interpretación de las
obras literarias en tanto que, precisamente, «manifestaciones del espíritu»23,
pero sin abandonar sus constantes de minuciosidad y rigor científico ni
mucho menos su faceta lingüística24.
Esta modalidad la desarrollará sobre todo la siguiente promoción de
discípulos de don Ramón, que corresponde ya a la Generación del 27, pero
el maestro no dejó de cultivarla en trabajos como el dedicado a la lengua del
siglo XVI25 y, sobre todo, en su inacabada Historia de la lengua española26.
20
Respecto de esta etapa inicial de don Américo y la insuficiencia que suponía para
él la indagación filológica estricta, véase Abad Nebot (2010: 102-104).
21
Baste citar dos de sus publicaciones en el CEH: Américo Castro y Federico de
Onís, eds., Fueros leoneses de Zamora, Salamanca, Ledesma y Alba de Tormes, I: Textos,
Madrid, Centro de Estudios Históricos, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones
Científicas, 1916; Francisco de Rojas, Cada cual lo que le toca y La viña de Nabot. Ed. de
Américo Castro, Madrid, Centro de Estudios Históricos, Junta para Ampliación de Estudios
e Investigaciones Científicas, 1917.
22
Américo Castro, El pensamiento de Cervantes, Madrid, Centro de Estudios
Históricos, Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1925 (Anejos
de la Revista de Filología Española, 6).
23
La filiación de la estilística hispana queda bien de manifiesto en el hecho de
que el volumen primero de la Colección de Estudios Estilísticos dirigida por uno de los
discípulos predilectos de Menéndez Pidal, Amado Alonso, fuese el de los integrantes de
la llamada Escuela de Munich: Karl Vossler, Leo Spitzer y Helmut Hatzfeld, Introducción
a la estilística romance. Traducción y notas de Amado Alonso y Raimundo Lida, Buenos
Aires, Universidad, 1932.
24
Vid. Fernández Retamar (2003 [1958]) y Vázquez Medel (1987: 171-183).
25
Ramón Menéndez Pidal, La lengua de Cristóbal Colón. El estilo de Santa Teresa y
otros estudios sobre el siglo XVI, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1942 (Col. Austral, 280). Se
trata de un avance de la propia Historia de la lengua española, citada en la nota siguiente.
26
Ramón Menéndez Pidal, Historia de la lengua española. Ed. de Diego Catalán,
Madrid, Real Academia Española-Fundación Ramón Menéndez Pidal, 2005, 2 vols. Aparte
del libro referenciado en la nota precedente y de algunos capítulos sueltos publicados en
vida por el autor en forma —por así decir— provisional, solo una de sus secciones había
aparecido previamente en forma de libro: Ramón Menéndez Pidal, La lengua castellana
La evolución del concepto de filología desde la rfe 313
en el siglo XVII. Ed. de Diego Catalán y prólogo de Rafael Lapesa, Madrid, Espasa Calpe,
1991 (Col. Austral, A-208).
27
Las reflexiones de Vossler (1904) sobre esta cuestión han de sumarse a otros influjos
(cuyo grado y modalidad está por determinar), como el de Croce, en quien Vossler se
inspira, o el ya mencionado de Dilthey (compárese lo dicho en la nota 19).
28
Rafael Lapesa, Historia de la lengua española. Prólogo de Ramón Menéndez
Pidal, Madrid, Escelicer, 1942; 9.ª ed. revisada, Madrid, Gredos, 1981. Sobre el influjo
del idealismo lingüístico en esta obra y, en general, en los estudios literarios de Lapesa,
véase Mainer (2010).
314 Alberto Montaner Frutos
29
Puesto que de hecho, tanto la New Philology de Nichols (1990) como la Postphilology
de Rojinsky (2007), lo que hacen es oponerse a la filología, en lugar de refundarla de algún
modo; vid. Mancini (2000).
30
Vid. Trovato (2014: 39-46).
31
A ello yo añadiría de buena gana el pensamiento crítico, como motor de todo
el procedimiento, tal y como expresa Rodríguez-Velasco (2014): «In these [Aristotelian]
Problems about philology, thinking is dynamic, and prefers putting forth stories, myths, and
becoming an art of the proof, a way to bear witness. If I read correctly, thinking actively,
dynamically also prefers, in the end, a philology of the philosopher than a philology of the
orator, because the philosopher is the one with the capacity of actually creating complex
concepts that are, at the same time, intellectual and public —like, for instance, what is
injustice, or what is tyranny. All these ideas seem at the very least an interesting line of
inquiry into the formation of a debate on philology».
La evolución del concepto de filología desde la rfe 315
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Nuevas perspectivas en el estudio
histórico de la lengua española
Gramaticalización y gramatización
en la historia del español*
Otra muger era muy porfiosa e con sus porfías non dava vida a su marido. Un día
imaginó cómo, con toda su porfía, le daría mala postrimería el marido, e dixo:
«Muger, mañana tengo conbydados para çena. Ponnos la mesa en el huerto a rri-
bera del rrío, de yuso del peral grande, porque tomemos guasajado». E la muger
asý lo fizo; puso la mesa luego e aparejó byen de çena, e asentáronse a çenar. E,
traýdas las gallinas asadas, dixo el marido: «Muger, dame agora ese cañivete que
en la çinta tyenes; que este mío non corta más que maço». Respondió la muger:
«Amigo, ¿dónde estáys? ¡Que non es cañivete, que tiseras son, tiseras!». Dixo el
marido: «¡Agora en mal punto del gañivete me hazes tiseras!». La muger dixo:
«Amigo, ¿qué es de vos? ¡que tiseras son, tiseras!». Desque el marido vido que
su muger porfiaba e que su porfía era por demás, dixo: «¡Líbreme Dios desta
mala fenbra; aun en mi solaz porfía conmigo!». Diole del pie e echóla en el rrío.
E luego començó a çabullirse so el agua, e vínosele en miente que no dexaría su
porfía aunque fuese afogada: ¡muerta sý, mas no vençida! Començó a alçar los
dedos fuera del agua, meneándolos a maneras de tyseras, dando a entender que
aún eran tiseras, e fuese el rrío abaxo afogando [Corbacho: 199].
Tal vez este tiseras son, tiseras de mediados del siglo XV —y quizá de
mucho antes—, empleado en su acepción primera de instrumento cortante,
opuesto a cañivete (‘cuchillo pequeño’), pudiera ser la expresión en la que
se produjera el diminutivo y luego la acepción figurada de ‘zarcillo de la
vid’, y que, repetida tradicionalmente y con una alta frecuencia, disparara,
por una parte, los procesos de lexicalización de las locuciones decir tije-
retas y Tijeretas han de ser y, por otra, el proceso de gramaticalización de
la interjección ¡tijeretas!
Apoyan esta hipótesis dos hechos. Primero, en tiseras son, tiseras, la
tematización y reiteración de tiseras y, sin duda, la entonación característica
con que se enunciaría esta frase están muy cerca de la modalidad deóntica
de Tijeretas han de ser. Segundo, el Diccionario de Autoridades lematizó
tixeretas, definiéndolas como diminutivo de tixeras, «Las tixeras peque-
ñas», y distinguiendo esta acepción de la de zarcillos de la vid.
Pero ¿Chi lo sa? De lo que no cabe dudar es de que, por un lado, un
manejo adecuado de los cada vez más voluminosos corpus que enriquecen
las bases documentales de la Historia de la lengua española y, por otro, la
investigación en las fuentes que proporciona la historiografía lingüística,
podrían quizá alumbrar esta y otras muchas cuestiones semejantes.
es, en primer lugar, el cambio por el que un lexema, dentro de una deter-
minada construcción, se convierte en morfema (trabado o libre: desinencia,
preposición, conjunción, adverbio o interjección, precisamos); en segundo
lugar, gramaticalización es también el cambio por el que un morfema o
palabra gramatical, o una construcción sintáctica (un complemento circuns-
tancial, una oración), en determinados contextos, asume nuevas funciones
gramaticales (Girón Alconchel 2014: 12).
4.2. La gramaticalización y la lexicalización comparten ciertos pará-
metros (Lehmann 2002; Brinton/Traugott 2005): los signos que se grama-
ticalizan y los que se lexicalizan pierden identidad formal, semántica y
funcional, pierden variabilidad morfosintáctica y ganan cohesión. Así que
desde este triple punto de vista —identidad, variabilidad y cohesión— es
lo mismo lo que ha sucedido en sinvergüenza o sin papeles y lo que ha
pasado en sin embargo, aunque en los dos primeros casos hablemos de
lexicalización y en el tercero de gramaticalización.
4.3. La gramaticalización comienza en una colocación o lexicaliza-
ción débil y concluye en una lexicalización fuerte (Girón Alconchel 2008).
Lexicalización, en el sentido de entrada en el lexicón. Y entendemos por
lexicón un continuum con un polo léxico y un polo gramatical. No existe,
pues, frontera estable ni infranqueable entre los dos polos de ese continuum.
4.4. La gramatización o codificación en las gramáticas y monogra-
fías gramaticales y en los diccionarios levanta acta de los procesos de
gramaticalización concluidos y también de aquellos no concluidos que se
han estabilizado. Por eso los futuros y condicionales analíticos —dar selo
hemos, combidar le yen— nunca fueron gramatizados por las gramáticas
renacentistas y esta fue la certificación implícita de su defunción (Girón
Alconchel 2005).
4.5. Por otra parte, la incompleta extensión del artículo definido en
español —a diferencia de lo que sucede en francés— ha dado lugar a lo
que Kabatek (2012, en el Anexo) ha llamado «gramaticalización negativa»:
el proceso de gramaticalización que se desarrolla en el espacio categorial
que no llena la gramaticalización («positiva») no concluida. En español el
sustantivo escueto es gramaticalización «negativa», según este autor. Esta
gramaticalización negativa, junto a la positiva, es necesaria para descubrir
las oposiciones funcionales del sistema histórico, la sistematicidad histó-
rica de la lengua. Pero si se puede hablar de gramaticalización negativa
en este caso, es porque esa gramaticalización negativa también ha sido
gramatizada, como prueba la codificación del sustantivo escueto en las
gramáticas del español.
328 José Luis Girón Alconchel
Anexo
Trabajos sobre gramaticalización en Actas del VIII Congreso Interna-
cional de Historia de la Lengua Española (ed. de Emilio Montero Carte-
lle, Santiago de Compostela, Meubook, 2012) analizados para esta mesa
redonda:
Artigas, Esther y Rosa Vila: «Cuidar (de) + “verbo infinitivo” en español medieval:
procesos de gramaticalización» (II, 2005-2016).
Azofra Sierra, M.ª Elena: «Elementos espaciales en la gramaticalización de mar-
cadores discursivos» (II, 2017-2028).
Bartens, Angela y Anton Granvik: «Gramaticalización y lexicalización en la for-
mación de locuciones preposicionales en español e italiano» (II, 2029-2046).
Castro Zapata, Isabel María: «Del participio a la preposición. Procesos de grama-
ticalización de durante y mediante» (I, 721-733).
Company, Concepción: «Reanálisis múltiple, gramaticalización e incertidumbre
categorial en la formación de los adverbios en -mente del español» (I, 301-314).
Elvira, Javier: «Gramaticalización y lexicalización: ¿opuestos, paralelos, conver-
gentes…?» (I, 315-325).
Espejo Muriel, M.ª Mar y Rosa M.ª Espinosa Elorza: «Quiçab, quiçá, quizá» (I,
749-760).
Fernández Sanmartín, Alba y Marcos García Salido: «De adverbio oracional a mar-
cador del discurso. Los casos de naturalmente y a lo mejor» (II, 2127-2138).
Garachana, Mar: «Discurso y gramática en el empleo de e(t)-y en textos medie-
vales» (II, 2139-2152).
Garcés Gómez, María Pilar: «El proceso evolutivo de los marcadores al fin y al
cabo y al fin y a la postre» (II, 2153-2166).
— «Estudio diacrónico de los marcadores discursivos para su descripción en un
diccionario histórico» (II, 2689-2701).
García Pérez, Rafael: «Marcadores aditivos de refuerzo argumentativo en un dic-
cionario histórico: por añadidura e incluso» (II, 2179-2192).
Girón Alconchel, José Luis: «Los relativos compuestos españoles y su interés para
la teoría de la gramaticalización» (I, 57-75).
Gramaticalización y gramatización en la historia del español 329
Herrero Ingelmo, José Luis: «Total, ¿para qué?: un resumidor singular» (II,
2229-2238).
Ibba, Daniela: «Algunas precisiones sobre el proceso de gramaticalización de
maguer (que)» (II, 2251-2264).
Kabatek, Johannes: «Nuevos rumbo en la sintaxis histórica» (I, 77-100).
Manzano Rovira, Carmen: «Gramaticalización y variación lingüística de los
nexos consecutivos de manera e intensidad-manera. Siglos XIII a XVI» (II,
2289-2300).
Martín Zorraquino, M.ª Antonia: «Tijeretas han de ser > ¡tijeretas! Revisión de
un proceso de gramaticalización» (II, 2301-2311).
Pozas Loyo, Julia: «Aportación al estudio del artículo indefinido en español medie-
val y clásico» (I, 1073-1084).
Rivas, Javier e Ivo Sánchez-Ayala: «Procesos de gramaticalización en el desarrollo
de las aportaciones reactivas: el caso de efectivamente» (II, 2363-2374).
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la historia del español: la preposición de» (II, 2393-2404).
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330 José Luis Girón Alconchel
of the history of the language are offered in this work, taking into account the
contributions of the grammaticographic studies and also raises the consideration
of the language used in these works as a kind of discursive tradition. Different
opinions on the impact of these treaties in the internal evolution of the language
and its use as a criterion for periodization are also shown.
Keywords. History of Spanish language, linguistic historiography, grammatico-
graphy, discursive traditions, periodization.
1
De las que da cuenta también la creación en 1999 de la AJIHLE (Asociación de
Jóvenes Investigadores en Historiografía e Historia de la lengua española) y los contenidos
de su revista Res Diachronicae.
2
Aparecen incluidos en las secciones correspondientes los diferentes niveles lingüís-
ticos o bien en apartados generales del tipo Historia de la lengua literaria, Historia de
la lengua, Historia externa de la lengua española o Historia de la lengua y lingüística
histórica.
historiografía lingüística e historia de la lengua 333
2.1. H
istoriografía e historia de la lengua frente al proceso de
gramatización
La utilización de gramáticas, diccionarios y ortografías como fuentes
documentales para el estudio de la historia de la lengua española, tiene,
como es bien sabido, una larga e ilustre tradición desde los trabajos de
Rufino José Cuervo (1893 y 1895-1898) y Amado Alonso (1976 [1955],
1969). Se trata, además, de fuentes peculiares, ya que, al tratar sobre la
propia lengua, invitan a confiar en su carácter testimonial sobre usos y
normas que, con suerte, se presumen cercanos a las huidizas variantes de la
lengua oral. Sin embargo, las cautelas sobre esos testimonios son también
evidentes y no han pasado inadvertidas para los historiadores de la lengua.
Las gramáticas toman como objeto la lengua, pero no necesariamente
para describirla, sino para «reduzirla en artificio y razón», como ya indicaba
Nebrija en la primera gramática del castellano. Muestran la lengua some-
tida a un proceso de gramatización (Auroux 1994) y aquí la historia de la
lengua se encuentra con la historiografía lingüística y, concretamente, con
la gramaticografía, que, como explica Swiggers, estudia la técnica histórica
utilizada para reduzir en artificio una lengua:
La gramática, que aparentemente es un ‘dato natural’, es una técnica histórica
y conceptualmente definida, para describir una actividad humana; en ella una
modelización viene aplicada a un conjunto de fenómenos lingüísticos. La mode-
lización conlleva una organización macroestructural y microestructural y algunas
decisiones; está vinculada a tres tipos de estrategias: estrategias analíticas, estra-
tegias de presentación, y estrategias con miras a la asimilación de la gramática.
Más allá de esta modelización y de las estrategias correlativas la gramática está
condicionada por ciertos factores ‘materiales’ como el contexto cultural, la estruc-
tura lingüística de la(s) lengua(s) descritas, y el sistema de escritura utilizado
(Swiggers 2014: 722).
3
Considera asimismo que en esta etapa, entre 1492 y 1726, «se ha estabilizado el
núcleo duro de la gramática (la morfología)» y «se van estabilizando —en procesos aún
no concluidos del todo— las zonas intermedias entre el núcleo y la periferia (gramatica-
lización de los tiempos compuestos, determinación del SN, marcación de las principales
funciones oracionales, etc.)».
historiografía lingüística e historia de la lengua 339
4
Méndez propone estudiar la incidencia de las disposiciones normativas de la RAE en
la lengua literaria y en la lengua culta en general. El éxito es evidente en la normalización
ortográfica, «pero muy poco se sabe de la fijeza normativa alcanzada en otros ámbitos
gracias a la labor académica». Cf. Martínez Alcalde (2002, 2010 y 2012).
5
Cf. Garrido Vílchez (2010), Gómez Asencio (2011) o Gaviño (2010, 2015), por citar
solo algunos de los más recientes realizados desde una perspectiva historiográfica en los
que pueden encontrarse amplios estados de la cuestión, con referencias a la tradición de
trabajos sobre las obras académicas de autores como Fernando Lázaro Carreter, Ramón
Sarmiento, etc.
340 María José Martínez Alcalde
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historiografía lingüística e historia de la lengua 341
Abstract. Over the turn of the 21st century, the use of data from large electronic
corpora has changed research on Spanish historical syntax, spurring interest in
long-range evolutions and the shape of the correspondent diachronic curves. How-
ever, general reflections on diffusion and the factors that drive and influence it
are still pretty much lacking. In this paper, I reflect on the research possibilities
laid open by the availability of such large masses of data, focusing particularly
1
Ya Cano (1995: 324) señaló el mayor peso de las comunicaciones sobre morfo-
sintaxis histórica en las dos primeras actas de estos congresos, preponderancia que se ha
mantenido e incluso acentuado en actas sucesivas. Según cálculos de Company (2017),
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 347
a la morfosintaxis se ha dedicado, en las nueve actas hasta ahora editadas, el 29% de las
contribuciones (437 de 1514), frente al 22% (339/1514) de la lexicología y semántica y
—a bastante distancia ya— el 19% (286/1514) de la historiografía e historia de la lengua,
que forman las tres secciones de mayor peso.
348 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta
2
Para estos aspectos, cf. ya Lucía (2003) y, más recientemente, Garachana/Artigas
(2012), Lleal (2013), Kabatek (2012, 2016), Octavio de Toledo (2016a) u Octavio de
Toledo/Rodríguez Molina (2017). Con todo, el CORDE manifiesta muchos de estos proble-
mas en menor proporción que otros corpus competidores, en especial el Corpus del Español
de Mark Davies, que presenta ventajas en cuanto a las posibilidades del lenguaje de consul-
tas, pero también más lagunas textuales y menor cuidado filológico: para el cotejo crítico
de ambos corpus, cf. Davies (2009) y Rojo (2010), así como, con aportaciones en torno
a fenómenos concretos, Nieuwenhuijsen (2009) o García Salido/Vázquez Rozas (2012).
Para las características generales del CORDE, cf. además Sánchez/Domínguez (2007) y
Rojo (2012); para las posibilidades de su explotación con fines sintácticos, cf. por ejemplo
Sánchez Lancis (2009), Buenafuentes/Sánchez Lancis (2012) y Octavio de Toledo (2016a).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 349
de los que tan solo una cuarta parte (9/36) se ha realizado sin recurso a
un corpus electrónico, mientras son más de la mitad (19/36, 53%) los que
se basan en el CORDE3. En una rama de la lingüística tan dependiente del
análisis de conjuntos de datos, esta modificación instrumental ha traído
consigo, pues, una notable reorientación de los objetivos: en apenas veinte
años, los especialistas parecen haber pasado de centrar sus preocupaciones
en el conocimiento detallado de la morfosintaxis medieval (con escasas
incursiones en otras épocas) a preocuparse en buena medida por el trazado
y el análisis de las trayectorias holocrónicas (las «curvas» evolutivas) de
los fenómenos que estudian.
Puesto que la cantidad exponencialmente superior de datos disponibles
y las transformaciones de forma y fondo que ha suscitado su explotación
han supuesto una de las más sustanciales modificaciones que ha conocido
la morfosintaxis histórica del español en estos últimos años, dedicaré las
próximas páginas a glosar, antes que los inconvenientes4, las ventajas de
semejante abundancia, dividiéndolas convencionalmente (pues, en la prác-
tica, las dos categorías se solapan con frecuencia) en las de tipo cuantita-
tivo, como la posibilidad de explorar fenómenos de muy baja frecuencia
(§§ 2-3) o la de establecer trayectorias evolutivas más precisas (§ 4), y las
de carácter cualitativo, como la oportunidad de captar correlaciones entre
esas trayectorias mejor perfiladas (§§ 5-7) o la de asentar con datos más
firmes el estatuto variacional de un fenómeno, en términos, por ejemplo,
de adscripción diatópica o de tradicionalidad discursiva (§ 8).
3
Otros seis trabajos (17%) utilizan el Corpus del Español de Davies, en la mitad
de los casos (3 de 6) junto al CORDE. Son cuatro (un 11%) los trabajos que se sustentan
en el CODEA, y dos estudios (5,5%) recurren al corpus Biblia Medieval (en uno de los
casos, junto al CODEA). Solo dos trabajos emplean el método holocrónico de seleccionar
únicamente dos o tres obras por siglo, en un caso con el complemento del CORDE. De
los estudios realizados sin un corpus electrónico, la gran mayoría (6 de 9) aborda exclusi-
vamente el español medieval, lo que muestra que las excepciones al empleo de dicho tipo
de corpus responden en general a la pervivencia del método más tradicional de recogida
de datos con miras al estudio de la lengua anterior a 1500. A efectos de la comparación
con la Tabla 1, la mayoría de las contribuciones sobre morfosintaxis del IX CIHLE son de
carácter holocrónico (17 de 36, un 53%): les siguen las centradas solo en la Edad Media
(14, un 39%), y son tan residuales como de costumbre las dedicadas a la lengua clásica (3,
un 8%) y moderna (2, un 6%); estos datos, pues, confirman la continuidad de las tendencias
recientes observables en la Tabla 1.
4
A ellos me he referido en Octavio de Toledo (2014a, 2016a), Fernández Alcaide
et al. (2016) o Rodríguez Molina/Octavio de Toledo (2017), trabajos a los que remito al
lector interesado.
350 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta
5
A través de búsquedas exhaustivas en el CORDE pueden recuperarse hasta 367
casos; cf. Octavio de Toledo (2016b).
6
Para el comportamiento sintáctico y otras propiedades de los futuros y condicionales
analíticos, cf. sobre todo Castillo (2002), Company (2006), Girón (2007), Bouzouita (2011),
Octavio de Toledo (2015a) y Batllori (2016).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 351
7
Para un listado más exhaustivo de los corpus disponibles en red, cf. Kabatek (2016:
15-16).
8
En efecto, en ese portal digital se encuentran con frecuencia todos aquellos libros
antiguos de un determinado fondo que los bibliotecarios han decidido escanear en función
de su accesibilidad, grado de conservación, fecha o lugar de impresión, pertenencia a tal
o cual colección, calidad o importancia librarias, etc., sin prestar en cambio atención a la
calidad «literaria» de tales obras, lo que diversifica notablemente su tipología. Para los
efectos de los prejuicios filológicos (y, en particular, de los adoptados a partir de la histo-
ria de la literatura) sobre los textos estudiados y disponibles en ediciones filológicamente
fiables, cf. sobre todo Pons (2006) y Montaner (2011). Las principales características de
un corpus auténticamente representativo para los intereses de la lingüística histórica han
sido descritas por Kabatek (2013).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 353
9
«[L]a expansión de la frecuencia de uso de haber + PtcP en el período 1425-1524
dependió completamente de la expansión de haber + PtcP a los nuevos contextos sintácti-
cos. La relevancia de este resultado reside en el hecho de que permite una hipótesis sobre
las causas de la sustitución de ser + PtcP por haber + PtcP en el español: el análisis sugiere
que la expansión de haber + PtcP hacia los contextos de uso previos de ser fue causada
por el factor sintáctico de la reflexividad» (Rosemeyer 2016: 499).
358 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta
10
Es, al menos, lo que cabe suponer, pues los autores no se detienen particularmente
en este asunto. Sí reconocen, sin embargo, que entre los casos que estudian se encuentran
varios en que se produce, en lugar de una tendencia a la generalización final, una «reasona-
bly stable variation with the variants fluctuating around a mean percentage value» (Blythe/
Croft 2012: 280), configuración que de todos modos subsumen dentro de las curvas en
S, de donde cabe inferir que el ritmo de la generalización final, si es que se da, carece de
importancia en la consideración de una trayectoria como curva en S.
11
Puede consultarse su página electrónica en la dirección <http://gradiadiacronia.
wixsite.com/gradia>.
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 359
abundantes que los que fracasan a medio camino, parece evidente que los
estudios de gramaticalización aún no han logrado formular una visión de
la difusión que no sea parcial y sesgada, por circunscrita a la fase temporal
en que el elemento o esquema gramaticalizado se expande12.
Gráfico 5. Difusión del artículo ante oraciones con que en frecuencias ponderadas
por periodos. Datos del CORDE.
12
Por lo demás, como señala Nevalainen (2015), la presencia de curvas en S en las
fases recesivas requiere de explicaciones adicionales de tipo sociolingüístico, a diferencia
de lo que ocurre en las fases expansivas, donde esa clase de trayectoria resulta esperable:
«If the outcome is expected (with the benefit of hindsight, for example), the diffusion of
linguistic change along an S-shaped curve does not necessarily call for an explanation, but
a change reversal normally does».
13
Dejo aquí deliberadamente al margen el caso de los fenómenos que Company (2017)
denomina cambios continuos, esto es, aquellos que evolucionan sin que en su difusión
o regresión existan cambios de ritmo apreciables entre la fase inicial, la intermedia y la
final. Para otra clase de objeciones a la pretendida universalidad de la difusión sintáctica
mediante trayectorias en S, cf. Denison (2003) o Winter-Froemel (2014).
362 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta
Gráfico 6. Artículo ante infinitivos verbales (datos del CORDE, infintivos con a- y r-).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 363
puede ser un potente motor de cambio; cf. en este sentido Espinosa (2008).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 365
15
Así lo recordó con frecuencia el añorado Wulf Oesterreicher; valga un solo ejem-
plo: «la pregunta por las estrategias de creación y las llamadas vías de gramaticalización
debería siempre ir seguida de preguntas acerca de las vías discursivas de difusión y de
adopción sucesiva de estas innovaciones por parte de los hablantes» (Oesterreicher 2006:
146; énfasis original).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 367
Mapas 2-3. Puntos donde se localiza la forma breve hemos antes de 1450 según los
datos de Rodríguez Molina 2012 (arriba) y puntos adicionales localizables a través
de los corpus en red CORDE, CODEA+, TMILG y CICA (abajo; datos occidentales
indicados con triángulos).
Gráfico 11. Proporción porcentual del esquema del tipo nada sé (respecto de
la suma de casos con el del tipo no sé nada: % antep.), de los textos en que la
anteposición de nada supera el 50% (% tx ant. > 50%) y de los textos en que no se
da ningún caso de anteposición (% ant. = 0%). Datos del CORDE.
Gráfico 12. Evolución de los usos relacionales de ínterin (lo acabaremos (en (el))
ínterin (que) los demás llegan). Datos porcentuales sobre los testimonios del CORDE.
16
Amplío con más detalles esta propuesta en Octavio de Toledo (2016a).
Incorruptibles curvas: apuntes sobre la difusión de los cambios 369
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17
Empleo a continuación pro domo mea —vayan de antemano mis disculpas— los
siguientes versos del poema «Esfera terrestre», de Cántico, el primero de los cuales da
igualmente título a este trabajo: «Incorruptibles curvas / sobre el azul perfecto, / que niega
a los deseos / la aparición de espuma» (vv. 5-8) y «¡Desierta / refulgencia! La esfera, /
tan abstracta, se aflige» (vv. 18-20). Cito por la ed. de Óscar Barrero Pérez, Barcelona,
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370 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta
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Carlos Folgar
Universidad de Santiago de Compostela
Abstract. We try to discover the reason why the substantive piel, whose origin
is Latin pĕlle, has come into Classical and Modern Spanish with loss of the
final vowel /-e/. Our first task will be to analyse the situation of this word in
medieval Castilian. We find that in the medieval stage of the language there is
coexistence between the etymological variant pielle and the short variant piel,
the latter with extreme apocope and subsequent depalatalization of the new final-
position consonant. How can we explain the apocopated variant’s victory? We
consider it acceptable to rely on the following phonetic explanation: medieval
382 Carlos Folgar
Castilian speakers apply a phonetic law for adjoining palatal sounds reduction.
In pielle the series of four palatal units can be advantageously solved through the
extreme apocope and the depalatalization of /λ/ (but not by means of simplifying
the diphthong). In the following stage the plural form pieles is created by analogy
with the new singular form piel, so that the old series of four palatal phonemes
is finally left out of this lexical item.
Keywords. Apocope, palatal, sound reduction, phonetic law, medieval Castilian.
1. Introducción
La apócope extrema es uno de los fenómenos fonológicos más caracte-
rísticos del castellano medieval. Sin embargo, la verdad es que, durante el
período en que tuvo vigencia —siglos XI, XII y XIII—, la apócope extrema
nunca llegó a eliminar completamente a las variantes con /-e/ conservada,
las cuales siguieron apareciendo, en mayor o menor proporción, en los tex-
tos y documentos de aquel período. Esta convivencia de formas apocopadas
extremas (noch, siet, fuert, huest, dixist, ciertament…) y plenas (noche,
siete, fuerte, hueste, dixiste, ciertamente…) se resuelve definitivamente
cuando, a finales del siglo XIII —o, en todo caso, a comienzos del XIV—,
las opciones con pérdida vocálica extrema acaban por desaparecer, mante-
niéndose únicamente las formas con vocal final en la lengua de fines de la
Edad Media (y también, por supuesto, en las etapas históricas siguientes)1.
Esta es la que podríamos llamar la paradoja de la apócope extrema: se
trata de un hecho lingüístico de enorme relevancia pero —permítasenos
la expresión, quizá no demasiado afortunada— «condenado» al fracaso.
Aun así, es cierto que algunas palabras medievales con apócope
extrema lograron sobrevivir y pasar a la lengua moderna2, en detrimento
de sus variantes plenas, que se perdieron (por ejemplo, pronombre perso-
nal elle > él) o, si se conservaron, tuvieron que soportar el alomorfismo
con la forma apocopada (como sucede con el adjetivo calificativo grande
/ gran)3. Uno de esos supervivientes de la apócope extrema del Medievo
1
No está de más indicar que los restos de apócope medieval que perduran en los
siglos XIV y XV (por ejemplo, en los pronombres personales átonos o en ciertas formas
verbales de 1.ª o 3.ª personas del singular) no son casos de pérdida vocálica extrema sino
normal, tal como esperamos haber demostrado en Folgar (2012: 333-337). Desaprobamos,
en consecuencia, la clasificación como casos de «apócope extrema» que hace Pla Colomer
(2013: 133) para formas verbales como val, diz, tien o entendier, que él encuentra en el
Rimado de Palacio, de Pedro López de Ayala.
2
Ya lo señaló Menéndez Pidal (1904: § 633).
3
Sobre la apócope de este adjetivo en la lengua del siglo XIII, cf. Folgar (2002).
pĕlle > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope extrema? 383
4
Lapesa/García (2003: s. v. pielle) localizan una ocurrencia de pielle en un documento
del año 939, de la iglesia de Valpuesta.
384 Carlos Folgar
5
El último es de 1329, del Testamento de Toribio Pérez.
6
Este ejemplo único de piell no resulta en absoluto despreciable, pues se localiza en
la primera parte de la General estoria alfonsí.
7
Los datos que aducía Pensado (1999: 392) confirmaban ya el predominio de la
variante piel para el singular y la alternancia entre pieles y pielles en plural.
8
La opinión contraria es defendida por Urrutia Cárdenas/Álvarez Álvarez (1983: 89).
pĕlle > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope extrema? 385
3. Hipótesis explicativas
Por ser piel un sustantivo con significado léxico y capacidad sintác-
tica plena para funcionar como núcleo de un sintagma nominal, carece de
fundamento suponer que el triunfo de su forma apocopada se deba a los
9
La correcta interpretación de la apócope extrema medieval se beneficia de las
enseñanzas que se sacan de esa jerarquía, según exponemos en Folgar (2014).
10
Con alguna que otra excepción adicional, como aimante / aimant > imán, de la que
no podemos ocuparnos en este momento.
386 Carlos Folgar
11
Interesa hacer alguna aclaración a propósito del desarrollo histórico de valle. Su
resultado regular en español ha sido valle, con mantenimiento de la vocal final, y en
ello se comprueba un comportamiento opuesto al que ha experimentado pĕlle. Ahora
bien, a partir de valle también ha sobrevivido la forma apocopada val, empleada como
elemento toponímico en nombres de lugar del tipo Santibáñez del Val, Castrillo del Val
o Grandival (< grande valle), que son pequeñas poblaciones situadas en la actual
provincia de Burgos y a las que aluden Torreblanca/Blake (2002: 436). Tal forma val ha
venido a coincidir fonéticamente con el resultado del mismo sustantivo latino valle
en otros topónimos, dotados de estructura sintáctica distinta, como Valdefresno (León),
Valdecabras (Cuenca), Valfermoso de Tajuña (Guadalajara) o, en Valladolid, Valbuena de
Duero (< valle bŏna, con conservación del género femenino etimológico del sustantivo
latino; cf. Corominas/Pascual s. v. valle). En cualquiera de estos cuatro últimos topónimos
el elemento inicial Val- ha perdido su vocal /e/ por efecto de la posición intertónica que
dicha vocal ocupaba en la cadena sintáctica. Dicho de otra manera: en nombres de lugar
pĕlle > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope extrema? 387
como Valdefresno no se ha producido apócope de vocal final sino síncopa de vocal medial.
En cualquiera de estas dos circunstancias, tanto si ha habido apócope como si ha habido
síncopa, conviene recalcar que la variante val, desprovista de /e/, no ha conseguido pervivir
como nombre común sino únicamente como componente de un nombre propio de lugar.
Queda claro, por consiguiente, que hay más divergencias que similitudes entre los derivados
castellanos de pĕlle y valle.
12
El siglo XI, según indica Ariza (2004: 313).
13
Nuestra confianza en la explicación de base fonética no nos impide percibir la
actuación coadyuvante de algunos factores de naturaleza morfológica en esta reducción
de -iello a -illo. En efecto, tal como ha expuesto Malkiel (1976: 761-768), en ese proceso
reductivo del diptongo ha intervenido la analogía con otros diminutivos como -ito, -ico
e -ino, todos ellos dotados de vocal /i/ tónica, y asimismo ha actuado la alternancia, en
los pretéritos de las conjugaciones segunda y tercera, entre las variantes fiziste / fizieste,
fizimos / fiziemos, fizistes / fiziestes, con predominio de las formas con vocal simple /i/,
que en definitiva es la que había surgido por evolución fonética o por analogía a partir de
los étimos latinos correspondientes.
388 Carlos Folgar
14
Cf. Lapesa (1980: 30) y Torreblanca/Blake (2002: 437). Ejemplos de estas formas
en el castellano alfonsí pueden verse en Kasten/Nitti, dirs. (2002: s. v. piel).
15
Pero téngase en cuenta, no obstante, el apartado 4 de este trabajo.
pĕlle > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope extrema? 389
16
En teoría, también forma parte de esa lista la 3.ª persona de singular del condicional
(de cualquier conjugación verbal) seguida del mismo clítico apocopado l’. Se trataría de
formas como dariel ‘le daría’. Sin embargo, la realidad es la contraria, por dos razones: a)
si el condicional se encuentra inserto en una cláusula dependiente (llamémosla subordinada
si queremos emplear un término, en verdad bastante impreciso, de la gramática tradicional),
el pronombre átono tiene que ir necesariamente antepuesto a la forma verbal (ejemplo:
«dixo quel darié gualardón»); y b) si el condicional aparece en una cláusula que no depende
sintácticamente de ninguna otra y que no se encuentra negada ni encabezada por adverbio,
390 Carlos Folgar
entonces el pronombre átono no suele ir —que sepamos— enclítico sino mesoclítico (por
ejemplo: «si pudiesse, dar le ié gualardón»). Esto quiere decir, en definitiva, que una
combinatoria verbo-pronominal del estilo de dariel ‘le daría’ contraviene las normas
acentuales que regían la colocación de los clíticos en castellano medieval.
17
Esperamos exponer nuestras críticas a estos autores en una próxima publicación.
pĕlle > pielle > piel. ¿Un superviviente de la apócope extrema? 391
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Studies.
18
Naturalmente, esto no quiere decir que todos los topónimos con terminación en -iel
provengan de un genitivo latino, por medio de la caída de /-e/. Quiere decir, sin más, que
para el caso concreto de los topónimos burgaleses aducidos por Torreblanca y Blake sí
resulta aceptable dicha procedencia. En este sentido, la hipótesis planteada por estos dos
hispanistas puede y debe entenderse como una simple posibilidad explicativa y no como
la única explicación posible.
392 Carlos Folgar
Lapesa, Rafael (1985 [1980]): «Sobre el Cantar de Mio Cid. Crítica de críticas.
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Las sibilantes en la obra de Mateo Alemán:
¿una cuestión de seseo o de ceceo?
Resumen. El caso de Mateo Alemán es, posiblemente, único entre los escritores
de los Siglos de Oro: además de construir su obra literaria, deja por escrito sus
ideas lingüísticas sobre el castellano en su Ortografía Castellana (1609). Una de
las cuestiones lingüísticas en torno a este autor que más ha despertado el interés
de filólogos e historiadores de la lengua es su sistema de sibilantes. Reconoce el
propio autor: «lo que yo mas advierto es, en lo que tambien conosco que yerro
algunas vezes con descuido, porque me buelvo al natural como la gata de Venus,
i pecado jeneral en los Andaluzes, de que no ſe an escapado los caſtellanos todos,
poner ç por ſ, i z por ç, ò alrevez» (1950: 104). Sin embargo, sus palabras no dejan
clara esta cuestión: ¿era Alemán seseante o ceceante? Partiendo de las anteriores
propuestas al respecto de otros lingüistas como Amado Alonso, Rafael Lapesa o
Manuel Alvar, realizamos un estudio gráfico y fonético de las consonantes sibi-
lantes (/s/, /z/, /ŝ/, /ẑ/) en dos obras de Mateo Alemán, el Guzmán de Alfarache,
incluyendo ambas partes, y la Ortografía Castellana, para poder dar respuesta a
la pregunta planteada.
Palabras clave. Mateo Alemán, ceceo, seseo, sibilantes, Guzmán de Alfarache,
Ortografía Castellana, estudio grafemático, fonética histórica, fonología histó-
rica, ideas lingüísticas.
[s] as [dz] or [ts])? Based on the previous proposals of other linguists as Amado
Alonso, Rafael Lapesa or Manuel Alvar, we make a graphematic and phonetic
study of the sibilant consonants (/s/, /z/, /ts/, / dz/) in two works Mateo Alemán,
the Guzman of Alfarache, including both books, and the Ortografía Castellana,
to resolve the question.
Keywords. Mateo Alemán, ceceo, seseo, sibilants, Guzman of Alfarache,
Ortografía Castellana, graphematic study, historical phonetics, historical pho-
nology, linguistics ideas.
1. Planteamiento inicial
El estudio que presentamos surge a partir de una primera lectura atenta
de la Ortografía Castellana (1609), escrita en Sevilla, quizá parte en Lis-
boa, y terminada y publicada ya en México. Esta ortografía, como otras de
su época, no se limita a establecer un procedimiento para escribir correc-
tamente, sino que además aborda cuestiones fonético-fonológicas respecto
a la correspondencia entre grafías y fonemas, y cuestiones pedagógicas
acerca de la enseñanza de la escritura. A este respecto, una de las cuestiones
más relevantes es lo que Alemán propone para las grafías correspondientes
a los fonemas sibilantes, s para el fonema fricativo alveolar sonoro, ss para
el fonema fricativo alveolar sordo, z para el fonema fricativo o africado
dental sonoro y ç para el fonema fricativo o africado dental sordo. En este
texto, Alemán se declara conscientemente confundidor de las grafías, como
pasaba de manera generalizada en Andalucía:
Lo qª yo mas advierto es, en lo qª tambien conosco qª yerro algunas vezes con
descuido, porque me buelvo al natural como la gata de Venus, i pecado jeneral
en los Andaluzes, de qª no ſe an escapado los caſtellanos todos, poner ç por ſ, i
z por ç, ò alrevez.
No deja nada claro qué tipo o tipos de confusión son de los que peca,
ya que escribir ç por s sería çeçeo, mientras que escribir z por ç, o ç por
z, es una simple confusión de sonoridad entre sibilantes del mismo par, y
al revés, s por ç sería seseo. Tras esta declaración, podemos comprobar en
pocas líneas el fenómeno del que habla Alemán:
[…] diziendo à la braza braça, ò al contrario; qª la braza, es la qª llamamos ascua, qª
se haze de la lumbre; i a la braça, es una medida de dos varas, qª se mide con los
braços abiertos. Caça, es de aves ò animales de la tierra; i caſa en la qª vivimos.
2. Estado de la cuestión
2.1. Las sibilantes en 1590-1610
Antes de presentar nuestro estudio, quisiera hacer un rápido recorrido
por el panorama propuesto para las sibilantes a finales del siglo XVI, de
manera que nos podamos hacer a la idea de qué sistema de sibilantes tenían
los hablantes de Andalucía occidental en los años 1590-1610. El foco de
396 María Heredia Mantis
respecto realiza Cano (2013). Por una parte, si el seseo dental es propio
de las lenguas románicas, es lógico que llame más la atención al caste-
llano el ceceo que el seseo. Esto podría explicar por qué en la época no se
hablaba del seseo sevillano, aunque sabemos que existía y aunque se diera
un fenómeno similar en Valencia. Por otra parte, existe la posibilidad de
que la indistinción dental-alveolar se desarrollara antes que la indistinción
de sonoridad, por lo que existirían con anterioridad el çeçeo de sordas y el
zezeo de sonoras. En nuestro estudio tendremos en cuenta esta posibilidad.
2.2. Las sibilantes en Mateo Alemán
Son tres los fenómenos que podríamos encontrar en el análisis de las
obras seleccionadas, los cuales definimos rápidamente: el seseo, cambio
de /s/ por /ŝ/ y /ẑ/; el çeçeo, cambio de /ŝ/ por /s/ y /z/; y el zezeo, cambio
de /ẑ/ por /z/ y /s/. Esta es la terminología que utilizó Catalán (1957) y que
todavía sigue vigente en Cano (2013). Nuestras hipótesis son: la primera,
que Alemán fuera seseante; la segunda, que fuera çeçeante; la tercera, que
fuera zezeante; y la cuarta, que fuera distinguidor.
¿Qué han propuesto otros investigadores hasta el momento? Ante las
muestras obvias de confusión que se aprecian en la Ortografía Castellana,
gracias entre otras cosas a que no teníamos una edición modernizada de
la misma hasta la última de Francisco Ramírez Santacruz (2014) para
las Obras Completas, y a que la edición de la que disponíamos hasta el
momento era la paleográfica de José Rojas Garcidueñas, Amado Alonso
(1951a) sostiene que braza por brasa, loza por losa y consejo por concejo
son erratas del impresor. Sin embargo, años después (Alonso 1969) reco-
noce que Alemán realizaba trueques de c por s, lo que podríamos llamar
çeçeo. ¿Es esto cierto? De entrada, no disponemos de ejemplos de este tipo,
ya que braza y loza son de z por s (zezeo), y consejo de s por ç (seseo).
Manuel Alvar (1982) señala que la diferencia que Alemán observaba entre z
y ç era respecto al modo de articulación, fricativa la una y africada la otra.
Esto podría encajar con las teorías propuestas. Sin embargo, declara que
Alemán debía de ser seseante por el hecho de ser sevillano de la capital.
Catalán (1982) apunta que es difícil creer que realmente Alemán escuchara
diferentes la ç y la z, debido a que no ofrece ninguna descripción articu-
latoria de la segunda. Por el contrario, podemos pensar, como Alvar, que
el hecho de que le dedique apartados distintos sea significativo de cierta
diferencia acústica. Después de tantos juicios de valor en ausencia de datos,
Frago (1993: 255) reconoce la necesidad de adentrarse en los textos de
Mateo Alemán antes de seguir ofreciendo opiniones. Esto fue lo que hizo
sin quererlo el editor del Guzmán de Alfarache (2012) al cotejar edicio-
Las sibilantes en la obra de Mateo Alemán 399
nes originales. Luis Gómez Canseco observó que «La segunda parte tiene
como rasgos ortográficos singulares un seseo irregular, pero dominante,
y, sobre todo, un ceceo casi sistemático en los ejemplares revisados por
Mateo Alemán, que coincide con el testimonio paralelo de la Ortografía
Castellana» (2012: 924).
En consecuencia, este repaso por estudios anteriores nos hace pensar
que en las obras de Alemán encontramos o bien çeçeo o bien zezeo, fenó-
menos que el editor ha podido considerar ceceo.
3. Estudio
3.1. Metodología
Para este estudio hemos recurrido a los siguientes textos. En primer
lugar, hemos examinado la Ortografía Castellana (1609) en la edición
paleográfica de José Rojas Garcidueñas, contrastada con el documento
73.G.12 de la Österreichische Nationalbibliothek de Viena, edición de 1609,
que se encuentra en línea en Google Books. El estudio estadístico se ha
realizado sobre el Guzmán de Alfarache, concretamente sobre la edición
de la Primera Parte de 1602 de la imprenta de Juan de León de Sevilla
(llamada D en la edición de 2012) y la edición de la Segunda Parte de
1605 de la imprenta de Pedro Craesbeeck de Lisboa (llamada C en la edi-
ción de 2012). Hemos seleccionado estas dos ediciones porque fueron las
últimas que revisó el propio Mateo Alemán. Como señala Gómez Canseco
(2012) en su estudio del texto, Mateo Alemán era un escritor sumamente
cuidadoso con sus impresos, por lo que revisó las ediciones tres veces para
la primera parte y dos para la segunda. Consideramos que estas ediciones
revisadas pueden darnos datos más significativos que las prínceps. Frente
a la ausencia de autógrafos, esta es la mejor opción.
La metodología empleada ha sido la propia de la lingüística de cor-
pus, extrayendo de los mencionados textos las palabras en las que se han
encontrado trueques seseosos, çeçeosos y zezeosos. Por las características
del texto, para la Segunda Parte de la vida de Guzmán de Alfarache hemos
recurrido a un análisis de variantes textuales en comparación con las que
ofrecen las dos ediciones anteriores que revisó el propio Mateo Alemán,
la de 1604 impresa en Lisboa por Pedro Craesbeeck (llamada A) y la de
1605 impresa en Lisboa por Antonio Álvarez (llamada B).
3.2. Datos y resultados
De la sección preliminar (la dedicatoria a Francisco de Rozas, el texto
al vulgo, el texto al discreto lector, la declaración para el entendimiento
del libro, los poemas y la tabla) y del primer capítulo del primer libro de
400 María Heredia Mantis
GdA1 extraemos todas las palabras que contengan algún fonema sibilante
dental o alveolar y realizamos un estudio grafemático para contabilizar
los trueques de sibilantes que presentan, no sólo los seseosos / ceceosos,
sino también las confusiones entre sorda y sonora. El siguiente gráfico y
la siguiente tabla muestran los resultados.
4. Conclusiones
Estos análisis podrían indicar que Mateo Alemán era predominante-
mente zezeoso. Sin embargo, la confirmación de esta hipótesis no debe
ser automática por el hecho de ser el tipo de fenómeno más frecuente. Los
otros trueques podrían indicar, especialmente, dos hechos: por un lado, un
fenómeno de ultracorrección a sabiendas del zezeo propio, ya que, como
señala Guitarte (2001), los ceceantes también sesean, y por eso cecear
significó «trocar s/ss por z/ç y viceversa»; por otro lado, la presencia de
los tres tipos de fenómenos podrían indicar la convivencia entre trueques
debidos a la ausencia de norma lingüística, es decir, que Mateo Alemán
realmente fuera todas las cosas a la vez. Esta hipótesis es muy difícil de
sostener, ya que estos fenómenos grafemáticos indican hechos fonéticos
del habla, pero a la larga conllevan un cambio profundo, un reajuste del
Las sibilantes en la obra de Mateo Alemán 407
Bibliografía
Fuentes documentales
Alemán, Mateo, Ortografía Castellana. Ed. de José Rojas Garcidueñas. Estudio
de Tomás Navarro Tomás, México, Colegio de México, 1950.
408 María Heredia Mantis
Abstract. This paper studies the development of the concepts currently called
basis of articulation or articulatory settings in Tomás Navarro Tomás’ work. The
article analyses the author’s unpublished work documents, the text of his inaugu-
ral speech at the Real Academia Española (El acento castellano, 1935) and the
version of that discourse published in 1946 in Estudios de fonología española.
Keywords. History of the Spanish Phonetics, Basis of Articulation, Articulatory
Settings.
1. Introducción
El discurso de ingreso de Tomás Navarro Tomás en la Real Academia
Española (1935) versa, como es sabido, sobre El acento castellano. Su autor
aclara, en las primeras páginas del mismo, qué entiende por acento en ese
contexto: «[…] el efecto de conjunto que resulta de los diversos elementos
fonéticos de la lengua en su dinámica habitual, o sea en su modo de pro-
ducirse y combinarse» (1935: 11). Y, más adelante, añade:
Estudiar el acento de una lengua es buscar el secreto de su entraña fonética […].
No se ha dado aún la fórmula cabal del acento de ningún idioma. La fonética,
412 Dolors Poch Olivé
afectarían a todos sus hablantes. Existiría, además, otra serie de ajustes que
serían propios de cada una de las variedades y las distinguirían entre sí:
El acento idiomático, una vez constituido en norma social, impera dentro de su
campo sobre las tendencias individuales, y se impone aun a aquellas personas de
carácter diferente del que sirvió de fundamento a tal modo de expresión. Se hereda
el acento como los demás hábitos, formas y materiales del idioma (1935: 36).
Y añade en nota:
Sólo irónicamente ha podido decirse que el conservar el acento nativo cuando se
habla una lengua extranjera es en cierto modo un hecho plausible como afirma-
ción de la propia personalidad. Extendiendo este criterio a los demás aspectos del
lenguaje podría ser un excelente pretexto para disculpar toda clase de defectos
fonéticos y gramaticales. De la falta de dominio del acento de un idioma no
pueden resultar sino molestias y mortificaciones en el trato con los naturales del
mismo y una forzosa limitación en la apreciación de los efectos más delicados de
la expresión oral en el idioma referido (BH MSS 302, núm. 4, p. 2, n. 1).
Nótese que esta cuestión es analizada también, a finales del siglo XX,
en algunos de los trabajos más importantes de Flege (1988, por ejemplo)
y Piske/MacKay/Flege (2001), quienes estudian la cuestión del foreign
accent, es decir, en qué consiste el «acento extranjero» en el habla de una
lengua por parte de los no nativos.
Pasa a continuación Navarro Tomás a ocuparse de las lenguas penin-
sulares y se refiere, en primer lugar, al gallego. Los autores literarios, igual
que en el discurso de ingreso en la Real Academia Española, constituyen
una fuente de información importantísima, puesto que poseen gran cantidad
de informaciones sobre los modos de hablar que revierten en la caracte-
rización de los personajes de sus obras. El autor las recoge y, a partir de
ellas, concluye que
el gallego ofrece como rasgos fonéticos característicos una marcada tendencia a
cerrar el timbre de las vocales finales […] y de otra parte el uso ordinario de una
disposición articulatoria velarizada, engolada y hueca, que en grado más o menos
marcado da a las palabras una resonancia grave y posterior […]. La práctica de
la lengua nacional y la larga residencia fuera de Galicia llegan a borrar de la
pronunciación de los gallegos instruidos las inflexiones melódicas y las vocales
La entraña fonética del español según Tomás Navarro Tomás 421
cerradas de su región, pero apenas atenúan ese peculiar engolamiento que parece
formar parte de la base de articulación fonética de los naturales de esa región
(BH MSS 302, núm. 4, p. 7).
8. Conclusiones
La conclusión más importante que se desprende de este trabajo es que
estos textos de Navarro Tomás deben considerarse como un importante
eslabón, dentro de la tradición de los estudios de Fonética del español, en
la cadena de trabajos realizados por diversos fonetistas de ámbito interna-
cional sobre el problema de la base de articulación, los ajustes articulatorios
o el acento, como denomina don Tomás a esas características globales de
la articulación responsables de que una lengua «suene» globalmente de una
forma determinada y lo hagan también sus variedades.
Como se ha mostrado, los fenómenos que estudia y describe el autor
son los mismos por los que se interesan los fonetistas de la segunda mitad
del siglo XX y del siglo XXI que persiguen establecer cuáles son los par-
ticulares ajustes articulatorios de cada lengua y de las variedades de las
mismas. Esas respuestas que ya buscaba Navarro Tomás cuando afirmaba
que no se conocía todavía la fórmula cabal del acento en las distintas len-
guas siguen sin haberse encontrado en su totalidad. Se ha avanzado mucho
en el conocimiento de estos ajustes articulatorios en inglés, en francés y
en alemán y se ha trabajado también sobre el español, pero no se tienen
todavía datos fiables para todas las lenguas.
Debe señalarse también que, como ya apuntaba don Tomás, en el marco
del aprendizaje de la pronunciación de las lenguas extranjeras es funda-
mental que los alumnos realicen una serie de ajustes articulatorios que se
correspondan con los utilizados por los hablantes nativos de la lengua que
estudian. Es muy cierto que, si consiguen hacerlo, pueden hablar como
los nativos. Pero, desgraciadamente, estamos todavía lejos de saber cómo
conseguirlo.
Finalmente, en el marco global del estudio de la historia del desarrollo
de la Fonética en España, debe señalarse que la intención de Navarro Tomás
en sus notas, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española y en
el texto publicado en 1946 es explicar en los términos científicos propios
de la ciencia fonética una serie de conceptos que tradicionalmente habían
sido caracterizados mediante adjetivos de carácter diverso utilizados por
viajeros o escritores que intentaban explicar la impresión que su oído per-
cibía cuando escuchaban a los hispanohablantes. Desde esta perspectiva, el
trabajo de Navarro Tomás debe valorarse como una más de sus ejemplares
y rigurosas contribuciones al desarrollo de la Fonética como disciplina
científica en el ámbito hispanohablante.
La entraña fonética del español según Tomás Navarro Tomás 425
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El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta?
Abstract. Traditionally, fricative and affricate solutions for Spanish yeísmo have
been described in some meridional dialects; however, it is possible to detect
them in speakers from other zones. This would point to an evolution in the
yeísmo change. In this article, we conducted an acoustic experiment to analyse
the phonetic production of six centropeninsular speakers, three of them yeístas
and three of them distinguishers. Results show that all of them produced fricative
and affricate variants in all the analysed contexts. The observed variation allows
us to state that this kind of sounds are inherent to Spanish and that they arise
due to context conditions (complementary distribution). Moreover, its behaviour
permits to venture a possible explanation for the change from a distinguishing
system to a yeísta one.
Keywords. Spanish phonetics and phonology, ʒeísmo, sound change, phonetic
variation.
428 Assumpció Rost Bagudanch
1. Introducción
Hablar de yeísmo es hacerlo, muy frecuentemente, de un cambio foné-
tico-fonológico que consiste básicamente en la desfonologización de /ʎ/
en favor de /j/1. En la mayor parte de las definiciones del fenómeno se
suele comentar que el resultado son soluciones de tipo aproximante palatal2
que, en algunos contextos, pueden coexistir con otras que presentan rasgos
fricativos, africados o incluso oclusivos. De hecho, se suele incluir una
explicación aparte para determinadas áreas dialectales americanas, en las
que estas variantes fricativas y africadas serían las triunfadoras frente a las
aproximantes (baste consultar Montero Curiel 1991: 12-13; Quilis 1993:
319-324; García Mouton/Moreno Fernández 1994: 147-148; NGLE 2011: §
6.4; o Peña Arce 2015). Esta fase más avanzada del cambio es la que se ha
dado en conocer como ʒeísmo; de hecho, siguiendo a Moreno Fernández
(2005: 984-985), se trataría de la última etapa dentro del cambio yeísta.
La del «rehilamiento», si se quiere emplear la terminología de Navarro
Tomás (1934: 274), quien hacía referencia con esta expresión a sonidos
que presentaban fricción en su producción acústica.
Como ya se ha advertido, las soluciones de esta clase se han asociado
muy a menudo con el habla de determinadas zonas del dominio lingüís-
tico, concretamente de algunos de los llamados dialectos meridionales. En
efecto, se consideran características, por ejemplo, de una parte muy impor-
tante del territorio argentino3 y se está estudiando su avance en aquellas
que conservaban otras variantes para los mismos contextos fonológicos.
Sin embargo, cada vez es menos extraño advertirlas en hablantes de otras
1
En este trabajo se va a seguir el mismo criterio que en Kochetov/Colantoni (2011:
314), quienes consideran que la forma fonológica de la consonante puede ser la africada
o la aproximante. En nuestro caso, nos decantamos por la segunda opción, mayoritaria en
la variante peninsular que se analiza. Sin embargo, a diferencia de ellos, se va a emplear
el símbolo que el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) proporciona para la consonante
aproximante palatal, es decir, [j] en vez del propuesto por Martínez Celdrán/Fernández
Planas (2007).
2
Para la naturaleza fonética de la consonante «ye», véase Martínez Celdrán (2015).
3
En este aspecto, es necesario mencionar que la realidad de este país no es homogénea
sino que las realizaciones de los grafemas <ll> y <y> presentan una distribución diversa en
función de la región. Para una revisión más detallada y reciente, cf. Fontanella de Wein-
berg (2005) o Colantoni/Hualde (2013), o Chang (2008) y Rohena Madrazo (2013) para
estudios sobre el avance de las soluciones fricativas sordas en ciertas capas sociales. Una
descripción de las palatales argentinas que permite hacerse una idea clara de las caracte-
rísticas articulatorias de esta clase de sonidos puede verse en Kochetov/Colantoni (2011).
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 429
zonas que nada tienen que ver con las áreas ʒeístas, lo que, simplificando
mucho, podría apuntar a un cierto avance en la evolución.
Este hecho resulta interesante no solo porque se trata de un cam-
bio importante en el sistema fonológico del español contemporáneo sino
también por otra cuestión que, desde hace unos años, viene poniéndose
en valor: los cambios en marcha y la variación sincrónica son un buen
campo de pruebas para poder entender procesos diacrónicos (cf. Ohala
1974; Harrington 2012; Stevens/Harrington 2014). En efecto, los datos del
fenómeno yeísta muestran paralelismos importantes con los que se debie-
ron de producir en determinados contextos de yod segunda en su cambio
a la consonante fricativa velar sorda actual, una evolución en que también
se dieron etapas intermedias de tipo rehilado procedentes, según algunos
autores, de un estadio anterior aproximante palatal (cf. Lapesa 1981: 167)4.
La interacción de estos planos ha de hacer posible comprender cómo debió
de darse la evolución histórica pero también puede aportar luz sobre el
cambio actual y los cauces que puede seguir.
Los objetivos que nos marcamos aquí, pese a que se hará referencia
al cambio diacrónico mencionado arriba, son algo más modestos que las
ideas generales enunciadas anteriormente. De hecho, se trata de profundizar
en la naturaleza del yeísmo para comprobar si este provoca la aparición
de soluciones con rasgos fricativos como posibles variantes alofónicas en
el contexto fonológico tradicionalmente asociado a la lateral palatal. Así,
en primer lugar, interesa determinar si hay variación en la realización de
la lateral palatal y de la consonante aproximante palatal. De ser así, se
comprobará si parte de estas variantes se corresponde con sonidos de tipo
fricativo o, al menos, con sonidos que presenten algún grado de fricción.
Por otra parte, también se quiere averiguar si, en el caso de que se detecten
soluciones rehiladas, estas se organizan en distribución complementaria o
bien responden a una situación de variación libre.
En definitiva, se parte de dos hipótesis complementarias. En primer
lugar, se presume que ni la realización fonética del contexto lateral palatal
ni la del aproximante palatal son realmente uniformes y que se va a advertir
variación fonética en ambos. Además, se entiende que parte de las posibles
soluciones van a responder a fonos con fricción, con diferentes grados de
4
Cabe recordar que las fases de la evolución propuestas suelen corresponder a este
esquema: [li̯] > [ʎ] (lat. vg.) > [j] (prerrom.) > [ʒ] / [dʒ] (CM) > [ʃ] (s. XVI) > [x] (ss.
XVI-XVII). Para una revisión sintética de los puntos polémicos de la misma según los
autores más relevantes de la bibliografía especializada, cf. Rost (2011: 138-148).
430 Assumpció Rost Bagudanch
2. Diseño experimental
Para poder corroborar o falsar las hipótesis enunciadas, se ha elaborado
un experimento fonético que se centra en la obtención de muestras de habla
para su análisis acústico. En este caso, se ha recurrido a un corpus de habla
espontánea con grabaciones de una hora de duración, aproximadamente.
Se ha preferido un corpus de este tipo con el fin de intentar reproducir una
situación de comunicación natural, que es en la que se producen los cambios
en el sistema lingüístico. Otro tipo de corpus hubiera permitido controlar
mejor los casos y las variables pero, por el contrario, hubiera supuesto un
estilo de habla más encorsetado y alejado de la naturalidad.
Se acudió a 6 locutores, tres de ellos yeístas y tres distinguidores; en
este último caso, seguían manteniendo el contraste fonológico entre lateral
palatal y aproximante palatal tanto en sus producciones lingüísticas como
en la percepción. Se trata de locutores centropeninsulares de mediana edad
(entre 45 y 60 años) sin relación con hablantes meridionales cuyo contacto
pudiera condicionar sus opciones fónicas.
Las grabaciones se realizaron en una habitación silenciosa y sin eco,
con la grabadora Olympus LS-10, y en formato .wav. El análisis de las
muestras se llevó a cabo con el programa Praat (v. 5.3.76). En este aná-
lisis se tomaron en consideración todas las ocurrencias de lateral palatal
y aproximante palatal fonológicas presentes en palabras léxicas5. De este
5
Se prefirió descartar los ejemplos hallados en la conjunción copulativa o en el pro-
nombre de primera persona en caso nominativo porque se pueden emplear en disfluencias
y, en estos contextos pragmáticos, pueden alterar algunas de sus características acústicas.
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 431
6
En este trabajo se va a emplear, hasta cierto punto, la dicotomía entre lateral pala-
tal y aproximante palatal fonológica por una cuestión de comodidad en la explicación de
los resultados, no porque se crea que los hablantes yeístas mantengan este binomio en su
sistema.
432 Assumpció Rost Bagudanch
3. Resultados
Los primeros resultados obtenidos demuestran que la realización de
las consonantes lateral palatal y aproximante palatal fonológicas no es
homogénea en ninguno de los dos grupos de locutores. Vamos a comenzar
exponiendo lo hallado en los informantes distinguidores para seguir con
los yeístas.
3.1. Resultados en los informantes distinguidores
3.1.1. Distribución de las realizaciones fonéticas
Como se puede observar en la Figura 1, se han detectado 8 realiza-
ciones fonéticas diferentes para la lateral palatal y 4 para la aproximante.
En el caso de la lateral fonológica, la mayor parte de las ocurrencias
corresponde a casos de lateral palatal fonética [ʎ]7 (más de un 67% de
los ejemplos); sin embargo, también aparece una cantidad no desdeñable
de casos de aproximante [j]8 (12.3%), seguida en orden de frecuencia por
aproximantes fricativizadas [jʒ]9 (7.4%), unos pocos casos de fricativa
prepalatal sonora [ʒ]10 (2.5%) y de africada palatal [d͡ʒ]11 (casi un 3%),
así como un caso de oclusiva [ɟ]12 y otro de un elemento semivocal palatal
7
La lateral palatal se caracteriza, acústicamente, por ser un sonido periódico, con
estructura formántica, y presenta transiciones breves y bruscas. Su segundo formante la
distingue de la lateral alveolar y se sitúa alrededor de los 1900-2000 Hz, habitualmente (es
el indicador de la palatalidad), mientras que el primero (indicador del modo de articulación),
suele ubicarse a unos 350-370 Hz, más bajo que en una consonante [l] (cf. Quilis 1993: §
10.2; Ladefoged/Maddieson 1996: 194).
8
La aproximante palatal también es un sonido periódico y, en consecuencia, también
presenta estructura formántica pero sus transiciones son, por lo general, mucho más largas
y suaves que en [ʎ]. Su primer formante se sitúa a frecuencias más altas que en la lateral
palatal atendiendo a trabajos previos (cf. Rost 2015: 423-426).
9
En algunos casos, las consonantes aproximantes presentan trazas de fricción en una
parte del segmento no superior a la mitad de su duración total. Se ha considerado que se
trata de realizaciones fricativizadas, es decir, a medio camino entre un sonido periódico
y un ruido, entre aproximante y fricativo. Sería el primer paso hacia alófonos rehilados.
10
Hablamos de un alófono de este tipo si la naturaleza periódica del sonido desaparece
y solo se detecta energía desordenada a lo largo de un rango de frecuencias, habitualmente
a partir de los 2000 Hz.
11
Se trata de sonidos en los que, antes de la turbulencia, de la fricción, se produce
un cierre de los articuladores, un breve silencio, lo que configura una consonante africada
típica (cf. Ladefoged/Maddieson 1996: 90). Como presentan una fase de fricción, también
entrarían en nuestro catálogo de soluciones rehiladas.
12
Se trata de los casos en que la consonante presenta una fase de silencio (cierre de
los articuladores) seguida de una barra de explosión que corresponde a su abertura brusca
debido a la presión del aire acumulado tras estos.
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 433
13
Se corresponden a dos casos en que la consonante ha tomado la naturaleza de un
elemento semivocálico (entendiendo semivocal tal como lo hace el AFI o buena parte de la
bibliografía en fonética y fonología reciente), algo que se advierte porque, aunque presenta
coincidencias con las características acústicas de la consonante aproximante, en este caso
la amplitud del sonido es mayor.
434 Assumpció Rost Bagudanch
mente relevante tras vocal central (AR=2.4) y tras vocal palatal (AR=-2.3).
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 435
15
Los residuos tipificados corregidos indican que el número de casos en sílaba átona
es significativamente mayor al esperado (AR=3.1) mientras que los que concurren en sílaba
tónica son significativamente menos habituales (AR=-3.1).
436 Assumpció Rost Bagudanch
Figura 3. Gráfico que sintetiza la interacción del acento con el tipo de realización
fonética obtenida.
16
AR=4.5 tras consonante continua, AR=4.5 tras consonante no continua y AR=3.4
tras pausa.
17
En el límite de lo considerado significativo por el modelo estadístico: AR=1.9.
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 439
18
AR=2.5 para [jʒ] en posición tónica y AR=3.2 para [ʒ] en ese mismo contexto.
440 Assumpció Rost Bagudanch
4. Discusión y conclusiones
Así pues, en este trabajo se ha podido comprobar la existencia de una
variación importante en todos los contextos fonológicos analizados y se
ha podido demostrar que parte de estos alófonos responde a realizaciones
que presentan algún tipo de fricción. En este sentido, es relevante advertir
que estas variantes no son privativas de los informantes yeístas sino que
se dan también en hablantes distinguidores y en contexto de lateral palatal
fonológica, aunque en estos son menos abundantes que en aquellos.
Por otra parte, también se ha podido advertir que el contexto de lateral
fonológica presenta mayor riqueza alofónica que el de aproximante, lo que
sugiere una mayor inestabilidad y, por lo tanto, una mayor predisposición
al cambio.
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 441
Figura 7. Gráfico que resume lo que podría haber sucedido en la evolución desde el
sistema distinguidor al sistema yeísta.
19
En este sentido, basta fijarse en la pronunciación de ciertos locutores o actores de
doblaje que, aun produciendo su discurso en español estándar, suelen rehilar, especialmente
en situaciones de énfasis, no solo en posición inicial de palabra, sino también en posición
interna y contexto intervocálico.
20
Lleal (1992) no difiere mucho en su cronología de la aparición de la fricativa, que
sitúa en época del primitivo romance castellano; sin embargo, Meyer-Lübke (1974: 468)
reconoce que no es fácil datar el momento concreto en que se hace efectivo el rehilamiento
y solo comenta que la palatal castellana se habría dado ya en el siglo xi.
21
Cf. Rost (2011, 2017).
22
Es conocido el caso del francés y, atendiendo a Meyer-Lübke 1974: 465), lo mismo
se ha dado en la Italia central y alta, así como en valaco.
El ʒeísmo, ¿un paso más en la evolución yeísta? 443
23
Cf. Lindblom et al. (1995) para un análisis de los roles de hablante y oyente en
los cambios fónicos.
444 Assumpció Rost Bagudanch
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446 Assumpció Rost Bagudanch
1. Introducción
La relación entre usos gráficos manuscritos y tipográficos de los docu-
mentos coloniales se ha empleado tradicionalmente en la investigación de
la historia de la lengua española para la identificación histórica de rasgos
dialectales (cf. Rivarola 2001: 109) y, a su vez, ha servido de base desde
la que, en el plano fonético y fonológico, se ha emprendido la reconstruc-
ción del espacio de variación en las distintas regiones que conformaban la
América colonial. De esa manera se ha intentado describir cómo se produjo
la conformación fonológica de Hispanoamérica desde el mismo momento
en que el español se implantó en el Nuevo Mundo. Estos temas ya los he
tratado en otros trabajos (cf. Sánchez Méndez 2012 y 2013), si bien se hace
necesario retomarlos una vez más aquí para completar, precisar e incluso
corregir parte de lo que decía en ellos a la luz de los datos aportados por
la bibliografía y mi propia investigación1.
Los principales problemas que la ortografía de los documentos colo-
niales plantea a la investigación se agrupan en torno a la interpretación de
las grafías y cacografías y el correcto conocimiento de la ortografía de la
época. El intento de reconstruir la historia de la pronunciación de épocas
pasadas se ha de basar necesariamente en el estudio correcto de las grafías,
1
Hace tiempo, en Sánchez Méndez (2012: 144 y 2013: 558), formulé la hipótesis
de que quizás la ortografía en la Hispanoamérica colonial debió de adquirir una especial
complejidad que la dotaría de unas características propias durante esta época. Hoy tendría
que matizar y replantearme nuevamente esta hipótesis. En este sentido, Ramírez Luengo
(2015b: nota 12), con datos, la refuta y observa, en la línea de Frago (2002, 2007 y 2010),
que las diferencias (ortográficas) entre España e Hispanoamérica fueron de grado en el
seguimiento de una tradición común. Señala, asimismo, que me equivoco y que no explicito
ni aporto datos empíricos que demuestren mi idea de esta supuesta especial complejidad.
Sin embargo, me limitaba solo a realizar una mera hipótesis, en absoluto una afirmación.
Es verdad que los datos que aduce Ramírez Luengo la refutan tal y como la formulé, pero
también es cierto que lo hace parcialmente como demostraré a lo largo de este trabajo, pues
mi interés cuando la realicé iba por otros derroteros, lejos de implicar algunos aspectos
ajenos que este investigador me atribuye. Tiene razón en que debería haberlo precisado
o explicitado mejor. El hecho es que es justo reconocer que el autor aporta datos muy
interesantes que me han hecho reflexionar y replantearme nuevamente mi idea y, en este
sentido, la profundización en esta dirección, la revisión de otros datos que hice en otros
lugares y algunas de las ideas que expondré deben mucho a sus observaciones en este y
otros trabajos suyos. Al contrario, disiento de mi colega cuando observa, en otro lugar
(Ramírez Luengo 2013: 167, nota 12), que es «un grave desenfoque» o un «aserto confuso»
mi afirmación (cf. Sánchez Méndez 2012: 150) de que no se pueden atribuir como propios
o exclusivos de una región rasgos lingüísticos que están presentes también en sociolectos
de otras regiones distintas. Es algo que me parece obvio.
La doble (o triple) perspectiva en la investigación 449
mas distintos, cada uno con sus principios teóricos y métodos de estudio,
como ha puesto de manifiesto Echenique Elizondo (2012). Lo gráfico es
un reflejo de lo oral y el estudio de las grafías se debería basar ante todo,
y primariamente, en el conocimiento exacto de la fonética que estas grafías
representan. Así, se debería conocer adecuadamente la evolución fonética
de la lengua en el momento de la expansión americana del español y ver
en qué medida la escritura se ajusta a ella.
Hay, pues, dos perspectivas diferentes que conviene tener en cuenta a
la hora de considerar las grafías de un determinado documento. En reali-
dad, se trataría de dos propósitos distintos. Una cosa es hacer una historia
de la pronunciación para lo que se han de deducir determinados hechos
fonéticos y fonológicos dialectales o de cambio a partir de los usos gráfi-
cos, que obviamente se inscriben en una tradición compartida en mayor o
menor grado en Hispanoamérica y España, y otra, realizar una historia de
la ortografía hispanoamericana, donde precisamente el interés versará en
describir y, si es posible, explicar esa tradición más o menos compartida
y su desarrollo, como demuestra Ramírez Luengo (2015b). Por un lado,
tenemos lo que podríamos denominar, grosso modo, un nivel de uso o nivel
oral. Esto es, la cuestión de describir cómo lengua hablada y ortografía se
distanciaron progresivamente, lo que permite «juzgar la identidad idiomá-
tica dialectal de quien escribía» (cf. Rivarola 2001: 115) y así dar cuenta,
por ejemplo, de fenómenos de desfonologización como el seseo o el yeísmo.
Por el otro lado, está el tema de las normas y las tradiciones ortográficas y
las características que, frente a España, asumieron en la América colonial.
En este caso los usos en los documentos se atienen a las normas recibidas
y se esconden las particularidades orales del escribiente. De este modo se
podría estudiar la manera en que se fue gestando la norma ortográfica del
español y seguir, por ejemplo, cómo y cuándo se incorporaron las normas
académicas a lo largo del mundo hispánico o la historia particular de cada
grafía.
Desde una perspectiva de conjunto, incluso se podría señalar un tercer
nivel mixto entre uno y otro, esto es, el de determinar la manera en que
usos orales y su repercusión gráfica se interfieren o se complementan con
las tradiciones y normas ortográficas. Veamos cada una de estas tres pers-
pectivas con algo más de detalle y ejemplo para el caso de los documentos
coloniales hispanoamericanos.
2.1. Las grafías y su interacción con el nivel oral
La ortografía y los usos gráficos que muestran los documentos ameri-
canos (al igual que los peninsulares) sigue, en sus principios básicos, los
La doble (o triple) perspectiva en la investigación 451
2
Sánchez-Prieto (2008: nota 20) refiere un interesante estudio sobre encuestas léxicas
realizadas a estudiantes de tercero y cuarto curso de enseñanza secundaria en España. En
él se ofrecen abundantes testimonios de usos ortográficos y cacografías que no responden
a una pronunciación real, sino a la representación mental que tienen los estudiantes de los
sonidos de su lengua, del discernimiento de ellos, y de su correspondiente reflejo en la
ortografía (alzombra ‘alfombra’, ballador ‘bañador’, azapata ‘azafata’, etc.). Es la visión
escrita de las palabras la que contribuye en buena medida a la fijación de la imagen fónica.
454 Juan Pedro Sánchez Méndez
Para la ortografía y los usos gráficos que muestran los primeros docu-
mentos americanos aún desconocemos en gran medida, como reconoce
Rivarola (2001: 20-21), cuál era la ortografía normativa que llegó tras la
Edad Media al siglo xvi y cómo se transmitía o enseñaba a individuos que
luego mostrarán un dispar dominio de esta, dejando traslucir en diverso
grado sus particularidades dialectales (e idiolectales), según su distinto nivel
de formación y educación. Asimismo, la práctica impuesta por la imprenta
y la circulación de libros impresos debieron ejercer un importante papel
posteriormente en la consolidación de las tradiciones ortográficas en todo
el mundo hispánico. La imprenta, dada la situación de variación ortográfica
de la época al quedarse obsoleto el sistema gráfico alfonsí, asumió pronto
un carácter regulador, reacio a las innovaciones (cf. Rivarola 2001: 114).
Asimismo, desde el lado preceptivo aún no hay estudios de qué reper-
cusión tuvieron (si la tuvieron) en la Hispanoamérica colonial, y según qué
textos y contextos, las polémicas ortográficas que se daban en la Península
entre los que proponían una ortografía más cercana a la fonética y los que
preferían respetar la grafía tradicional, con los consabidos matices perso-
nales. En cualquier caso, las propuestas ortográficas de Andrés Bello, en el
siglo XIX, que se alinean con la tradición anterior más fonetista, no debie-
ron nacer ex nihilo. Desconocemos asimismo, las ideas que la Ilustración
hispanoamericana anterior a Bello tenía al respecto de la ortografía. Por
otro lado, tampoco sabemos aún cómo se fueron incorporando las distintas
normas ortográficas que propuso la Real Academia a partir de la publica-
ción de la primera Ortografía en 1741. Sánchez-Prieto (2008b) se muestra
escéptico en cuanto al alcance que las propuestas académicas pudieran
tener en España antes de su imposición obligatoria en la enseñanza, ya
bien entrado el siglo XIX. Cabría aplicar, quizás, las mismas reservas para
el caso americano, aunque no sabemos apenas nada al respecto y es algo
que merecería un estudio detallado. Lo más probable es que los docu-
mentos de la administración colonial mostrasen una situación similar a la
de los peninsulares contemporáneos, con idéntica impermeabilidad a los
postulados ortográficos que aparecían periódicamente en las publicaciones
académicas. Esto es (y lo que se señala no es más que una conjetura), que
los documentos de la administración hispánica durante estos siglos quizás
desarrollarían una estandarización propia y similar en todos lados en cuanto
a los usos gráficos: determinadas preferencias por unas grafías en detri-
mento de otras, mantenimiento de unas mismas tendencias gráficas, usos
compartidos de grafías cultas como <ph>, <th> <ch>, o permanencia de
una determinada solución gráfica particular en ciertas voces, por ejemplo,
458 Juan Pedro Sánchez Méndez
así, por ejemplo, cuando se recurre al uso de la grafía <h> no culta. Ahora
bien, debemos ser cautos en este último caso y desconfiar de la polivalencia
del grafema <h> y de ejemplos como hentil o hente (junto a gente, xente,
jente) como testimonios de aspiración de la velar, como hace Fontanella
(1992: 56-57), por cuanto la h puede representar un fonema palatal (Pascual
1993: 50) o, como señala Rivarola (2001: 25), también es posible que se
trate de un intento de poner en grafía la velarización de /ʃ/ que estaba en
pleno proceso de consolidación. Asimismo, también a propósito de este
fonema, surge la cuestión de si se adaptaron en todos lados y de manera
unánime las mismas tradiciones gráficas a la hora de mostrar los cambios
fonético-fonológicos en sus resultados intermedios. Es difícil poder docu-
mentar el paso de /ʃ/ palatal a /x/ velar y sus grados intermedios, por cuanto
no existía grafía para representarlo. Rivarola (2001: 197) documenta una
variante intermedia, hoy viva en Chile, en textos peruanos de mediados del
siglo XVI gracias a grafías como <xi> en mexias u oxias. Desconocemos
si se trata de una innovación gráfica peruana colonial u obedecía a una
tradición común y compartida de los documentos hispánicos.
Finalmente, también el estudio de las tradiciones ortográficas podría
utilizarse a fin de dilucidar una determinada pronunciación. Veamos un
ejemplo: es difícil poder señalar con seguridad solo a partir de los usos grá-
ficos cuándo comienza una determinada confusión, como el yeísmo, testi-
moniado desde época temprana en América (cf. Parodi 1977). Es más difícil
aún descubrir una pronunciación dialectal característica de una región. Es
lo que ocurre con la pronunciación rehilada (< /y/), que se puede escuchar
en algunas zonas americanas, donde no se distingue /λ/ y /y/ o donde se
distinguen como /y/ y /ž/, respectivamente. El yeísmo se puede documentar
a partir de las confusiones gráficas. Pero ¿cómo atestiguar el paso de /y/ a
/ž/? Para el caso del español bonaerense, Fontanella (1992: 58) indica que
la /y/ tenía ya una pronunciación rehilada del tipo /ž/ desde fines del siglo
XVIII, en convivencia con la variante no rehilada, basándose en ejemplos
de un sainete gauchesco de este período en el que se reproduce la palatal
sonora portuguesa /ʒ/ con la grafía /y/: yente, suyecto. Sin embargo, cabe
una interpretación alternativa desde la tradición gráfica, que invalidaría el
supuesto reflejo de rehilamiento. Habida cuenta de que a fines del siglo
XVIII ya no existía en español el sonido palatal sonoro /ʒ/, ni el sordo /ʃ/,
convertido ya en una velar quizás tipo /x/, es evidente que no se podían
usar las grafías <g> para presentar los sonidos portugueses en un texto en
español, ya que se leerían con valor velar, y por ello es muy posible que
se utilizara para ello el grafema más próximo <y>.
460 Juan Pedro Sánchez Méndez
3. A modo de conclusión
Como hemos visto, a la hora de investigar la historia de la pronun-
ciación hispanoamericana contamos con los datos que se pueden inferir a
partir de los usos gráficos de los manuscritos coloniales, la mayoría de ellos,
propios de la administración española. Ahora bien, a la hora de evaluar las
grafías hay que tener en cuenta que se deben deslindar convenientemente
la ortografía y la pronunciación. Sistema gráfico de la lengua y sistema
fónico, aunque indisolubles, son dos sistemas distintos, cada uno con sus
principios teóricos y métodos de estudio. Lo gráfico es un reflejo de lo oral
y el estudio de las grafías se debería basar, ante todo, en el conocimiento
exacto de la fonética que estas grafías representan.
Por su parte, hay que distinguir tres niveles de análisis. Por un lado,
en el nivel de la oralidad, los usos gráficos son susceptibles de testimoniar
determinados hechos propios de un determinado dialecto o de una determi-
nada evolución lingüística. Aquí se produce muchas veces anarquía gráfica,
por cuanto se han producido cambios fonológicos a los que la ortografía era
ajena. A su vez, y dentro de este nivel, conviene no mezclar las cacografías
producto de hechos de habla con aquellas que muestran hechos de lengua.
Por otro lado, en el nivel de las grafías y su interpretación en el nivel de
la norma o tradición ortográfica, los estudiosos demuestran que hubo tra-
diciones gráficas y procesos de estandarización que presentaban tan solo
diferencia de grado en el mundo hispánico. Finalmente, está pendiente un
análisis más profundo desde la doble perspectiva de ambos niveles, esto
es, mostrar las interacciones entre tradiciones ortográficas y orales y sus
consecuencias.
Bibliografía
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cacional en documentos del siglo XIX del Archivo Municipal de Alcalá de
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gua castellana en textos antiguos», en Victoria Béguelin, Gabriela Cordone y
La doble (o triple) perspectiva en la investigación 461
Hiroto Ueda
Universidad de Tokio
Abstract. We will expose the historical and social characteristics of the Spanish
abbreviation and their reasoning with the data of the linguistic corpus: 1) CODEA
(Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1700) de GITHE (Grupo de Inves-
tigación de Textos para la Historia del Español, Universidad de Alcalá); and 2) our
LEMI Corpus (Letras Españolas en Manuscritos e Impresos). In both corpus, one
of notarial documents and another of literary works, we have noticed that the same
types of abbreviation are repeated: 1) the nasal in the final position of syllable:
co<n>ve<n>to; 2) the conjunction q<ue> and its formal variants: achaq<ue>,
desq<ue>, aq<ui>, q<ua>ndo, etc.; 3) «vowel + r» and «r + vowel»: ap<re>-
ciado, au<er>; 4) the definite article <e>l, always behind a preposition: d+<e>l,
con+<e>l, etc.; 5) the preposition d<e>. In all these data we verify the continuity
of conventional use of the abbreviated forms and words, which demonstrates the
remarkable sociocultural character of the writing, more than the intention of nota-
ries to save the time and the material or to look for the forms of easy perception.
Keywords. Abbreviation, medieval Spanish, modern Spanish, conventional use.
1. Introducción
Al observar antiguos textos españoles nos encontramos con la dificul-
tad de leer frecuentes formas abreviadas. Algunas son fáciles de identificar;
por ejemplo, la q con una lineta representa la conjunción o el pronombre
relativo que y coveto sería convento con las dos enes suprimidas. No pasa
lo mismo con formas tales como dha, nro, ta, etc., que son dicha, nues-
tro, tierra, respectivamente. Nuestra pregunta inicial es si existen algunas
tendencias numéricas de estas formas compendiadas. En este estudio hare-
mos un repaso de las explicaciones históricas y funcionales presentadas en
estudios anteriores; a continuación las comprobaremos en textos literarios
y notariales, y finalmente reflexionaremos sobre las razones de su uso en
el español medieval y moderno.
1
Schiaparelli (1986: 32): «[…] quando i nomi sacri passarono nel latino, la contra-
zione era già conosciuta dai Romani e largamente usata nella scrittura tachigrafica tironiana,
[…]». Véanse también Millares Carlo (1932: 54-60) e Higounet (1955: 107-112).
2
Schiaparelli (1986: 42): «il sistema abbreviativo latino del Medioevo è il medesimo,
nei suoi caratteri generali, che fu già adottato nelle notae iuris, le quali ebbero origine,
probabilmente nel II secolo dopo Cristo, dalle sigle e dale note tachigrafiche»; Millares
Carlo (1932: 57): «[…] De la escritura tironiana pasó el sistema a la escritura común, es
decir, a las Notae iuris, cuyo origen se remonta por lo menos al siglo II de J. C., época en
que la jurisprudencia romana alcanzó su máximo desarrollo, y es, por lo tanto, anterior a
la aparición de los antiguos Nomina Sacra».
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 465
3
«Le trait qui tient une place importante dans l’histoire de notre écriture: le très large
emploi des abréviations, moyen de gagner du temps et de ménager le parchemin».
4
Derolez (2003: 187) afirma que los textos litúrgicos y literarios utilizan mucho
menos la abreviación y los manuscritos vernáculos, comparados con los latinos, contienen
relativamente poca cantidad de ella: «[…] the degree of abbreviation is far less in liturgical
and literary manuscripts. Since the abbreviation system was developed for Latin texts and
exploits features of the spelling and word-formation of that language, it is not surprising
that vernacular manuscripts contain only a small quantity of abbreviations».
466 Hiroto Ueda
5
También Ruiz (1992: 185) trata el tema de la lectura facilitada: «El hábito de leer
compendiadamente agiliza el proceso de captación del mensaje. De hecho, existen testi-
monios de la época que confirman cómo las abreviaturas introducen un factor de rapidez
en la interpretación de un texto».
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 467
3. Material y herramientas
Para el estudio histórico de la escritura española, hemos seleccionado
las siguientes obras del siglo XIII hasta el XIX, en intervalos más o menos
equidistantes, con proporción igual de cuatro obras en cada siglo. Contamos
con imágenes que ofrecen bibliotecas y estudios anteriores. Con la ayuda
de las transcripciones existentes preparamos nuestros propios materiales de
estudio con la mayor precisión posible de distinción gráfica de las letras
medievales y modernas. Hemos denominado el corpus LEMI: Letras Espa-
ñolas en Manuscritos e Impresos (véase Fuentes documentales).
La cantidad de palabras, separadas por el espacio, donde hemos hecho
el cálculo tanto de las formas plenas como de las abreviadas, varían de la
manera siguiente:
4. Análisis e interpretaciones
En principio exponemos nuestra conclusión hipotética, a la que hemos
llegado tras los análisis siguientes:
Las formas abreviadas en las obras manuscritas medievales serían pro-
ducidas por el carácter social del uso de las letras y palabras en cuestión,
establecidas en la norma escritural de la época. Al lado de las razones
basadas en su uso como medio para ahorrar tiempo y material, y en un
intento intuitivo de facilitar la lectura con formas de fácil percepción, pro-
ponemos poner atención en la tradición heredada de las letras latinas, que se
mantenía para no inflingir la interpretación visual dentro de la continuidad
cronológica y la homogeneidad social de la escritura.
A continuación expondremos estas características histórico-sociales y
sus razonamientos basándonos en los datos comprobados en la sección
anterior.
4.1. Documentos notariales y textos literarios
En los cuadros siguientes se observa que nuestro corpus LEMI, mayori-
tariamente constituido por obras literarias, a diferencia del corpus de docu-
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 469
Desde luego, en el caso de los fueros (Torrens 2002: 94) y libros impre-
sos (Pellen 2005: 102-107), la condición espacial del pergamino o del papel
era imponente. Para el ajuste del fin de la línea de las páginas impresas, la
abreviación de las <n> finales y de q<ue>, más frecuente que otras formas
abreviadas, fue utilizada, lo que se observa también en las figuras siguientes
de los posteriores libros impresos (Lazarillo y Don Quijote).
Figura 4. Lazarillo.
P: (1) PUes ſepa U<ueſtra> M<erced> a<n>te todas coſas (2) q<ue> a mi lla-
ma<n> Laʒaro ∂<e> Toɾmes (3) hijo ∂e Thome Go<n>çales y ∂e Anto(4)na Pereʒ
naturales de Tejares, al(5)dea ∂e Salama<n>ca […].
470 Hiroto Ueda
Para los detalles de las tendencias numéricas de estos tipos de abreviación, véase
6
7
Torrens (2002: 94) explica los casos de códices de lujo: «dentro de cada modalidad,
la clase y tema del manuscrito condicionan los tipos de abreviaturas, así como su cantidad;
en este sentido, son sin duda los códices de lujo los más reacios a compendiar».
8
En Ueda (2013) hemos intentando utilizar las formas abreviadas para la datación de
los documentos notariales no fechados.
472 Hiroto Ueda
¿Por qué razón se observa tal diferencia entre los dos tipos de monosí-
labos? Si la abreviatura fuera exclusivamente el medio para el ahorro mate-
rial, estas formas frecuentes deberían ser acortadas para ganar más espacio.
Para la lectura fácil, tampoco habría problema de reconocimiento gráfico
en la forma abreviada. A nuestro modo de ver, se trata de una convención
escritural respetada socialmente a lo largo de los siglos tratados. Prueba
de ello es que comprobamos la misma escasez de abreviaturas de en, sin,
vn en los documentos notariales del CODEA. Las formas latinas a partir de
las cuales se establece la norma escritural no ofrecen las abreviaturas en
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 473
9
Lindsay (1915: 153) dedica una sección al símbolo peculiar del latín noster (voster)
en la Península, donde desde el principio se presentaba el patrón de n<ost>r: «in Spain nri
is the earlier type for the oblique cases, although ‘noster’ is nsr and not nrr».
10
Según Lindsay (1915: 402) la forma proviene de la contracción griega: «The Greek
contraction Χρ(ιστό)ς was reproduced in xps (xpi, epo, etc.) […]. The symbol xps is so
universal in Latin MSS. of our period (and other periods) that examples are superfluous».
474 Hiroto Ueda
5. Consideraciones finales
Martínez Sousa (1991: 41-43) divide la historia de la ortografía espa-
ñola en tres períodos: 1) «Período fonético», desde los orígenes del caste-
llano hasta la segunda mitad del siglo XVI; 2) «Período anárquico», desde
la segunda mitad del siglo XVI hasta principios del siglo XVIII; 3) «Período
académico», desde la fundación de la Real Academia Española (1713) hasta
el presente. En cuanto a la cuestión de la abreviatura, nos tocan las pri-
meras dos épocas. En la primera, «los inicios de lo que habría de ser la
ortografía española se hallan en la General Estoria de Alfonso X […]. La
lengua latina de la que se deriva ejerce una fuerte influencia en la naciente
ortografía castellana, especialmente debido a que quienes empezaban a
escribir en romance eran los mismos que escribirían en latín» (ibid.: 41-42).
Precisamente aquí encontramos nuestra respuesta al porqué de la abrevia-
tura española. Nuestra hipótesis consiste en dar peso a la norma escritural
heredada de notae juris latinas reflejadas en el uso general de abreviaturas
en documentos notariales de la época.
En el siguiente «período anárquico», desde la segunda mitad del siglo
XVI hasta principios del siglo XVIII, también observamos una continuidad
en la práctica de la abreviación, ahora con un notable descenso. Martínez
Sousa (ibid.) describe que en el Siglo de Oro, cuando circulaba una gran
cantidad de libros de distintos géneros, los autores utilizaban sus propios
modos de escritura. Por otra parte, aun en aquel tiempo caracterizado de
anárquico, hemos observado el modo braquigráfico bastante unificado, tanto
de los cinco tipos frecuentes (4.2), como de voces particulares (4.3), donde
hemos observado unas coincidencias enormes entre los autores. Pensamos
que el recurso de la abreviación no correspndía a la transcripción foné-
tica literal, sino al uso habitual de determinados vocablos (q<ue>, d<e>,
n<uest>ro, v<uestr>o, t<iem>po, t<ierr>a, x<prist>o) o de vocablos que
contienen ciertas letras en común (n final o combinación de una vocal y r).
Ciertamente la teoría sensorial de Floriano Cumbreño (1946: 104-108),
citada y apoyada por Núñez Contreras (1994: 108), sobre la facilitación de
la lectura por medio de las letras inicial y final es plausible (apdo. 2). Lo
que nos hace pensar es si de la lectura preferencial de las letras inicial y
final surgirían directamente las abreviaturas en cuestión. Veamos los casos
concretos. Por ejemplo, la forma actual de S<eño>r aparece cinco veces
al lado de otros cinco ejemplos de forma plena (Sen<n>or) en nuestro
corpus LEMI, concretamente en Diálogo (Juan de Valdés) del siglo XVI.
Los ejemplos siguientes muestran la imagen copiada y nuestra transcripción
paleográfica de la parte en cuestión:
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 475
Bibliografía
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www.lafaziendadeultramar.com> [septiembre de 2014]. M-G.
11
El corpus está colocado en «LETRAS-web»: <http://lecture.ecc.u-tokyo.ac.jp/~-
cueda/letras/> [enero de 2016].
12
Los años de las obras medievales son los supuestos en estudios de la literatura
española. Las siglas M e I representan Manuscrito e Impreso, respectivamente. G es sigla
de letra gótica y H de humanística. Hemos recogido las primeras 20 000 letras, aproxima-
damente, contando desde el inicio de la obra.
Tendencias cuantitativas de la abreviatura en el español 477
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478 Hiroto Ueda
1. Introducción
1.1. La simplificación del sistema de relativos
La Nueva gramática de la lengua española reconoce la existencia de
ocho relativos diferentes en el español actual: que, el cual1 , quien, donde,
cuando, como, cuanto y cuyo (NGLE: § 44.1b). Ya en esta obra, al igual
que en otras anteriores (Alcina/Blecua 1975; Brucart 1999; Marcos Marín
et al. 1999), se hace referencia al uso cada vez más frecuente o general del
pronombre relativo que (NGLE: § 22.4h) y a la disminución en la frecuen-
cia de uso de otros relativos (ibid.: § 22.5a). Esta preferencia a favor del
pronombre que no parece darse solo en aquellos contextos en los que dicho
relativo alterna libremente con otros, sino también en aquellos en los que, a
priori, el uso del pronombre que no sería el más adecuado. Este es el caso,
por ejemplo, de la relación de posesión que marca el relativo cuyo entre su
antecedente y su consecuente. En principio, ningún otro relativo podría ocu-
par este contexto, pero en la actualidad son numerosos los casos en los que
aparece el pronombre que estableciendo esa misma relación de posesión2:
(1a) A mí me contó una periodista de este país, que no voy a decir su nombre,
que volando estaba iba a coger el avión de Miami y se encontró con Julio
Iglesias (CREA, oral, radio).
1
Existe cierta controversia en torno a si el cual es una única unidad léxica o una
combinación de dos unidades independientes: artículo + pronombre cual. De hecho, en
la NGLE la Academia muestra cierta incongruencia en el análisis de este relativo. Así, en
determinados apartados considera que este pronombre posee únicamente flexión de número
(op. cit.: § 22.1d), defendiendo, por tanto, la tesis de que se trata de una combinación
sintáctica de dos segmentos. Sin embargo, en otros apartados la Academia considera que
el cual posee variación de género y número (ibid.: § 22.4m-n), defendiendo así la idea
de que artículo y pronombre forman una única pieza léxica. En nuestro caso hablaremos
siempre del relativo el cual.
2
El uso del pronombre que en sustitución del determinante cuyo no parece ser un
fenómeno tan novedoso, ya que se registran varios casos de esta alternancia en épocas
anteriores del español. Iglesias Casal (1996: 189) señala varios ejemplos de los siglos XV
y XVI en los que el relativo cuyo es sustituido por que + posesivo o por de + que o el cual.
Por tanto, lo novedoso no sería el uso de estas estructuras en sustitución de cuyo, sino la
gran frecuencia con la que hoy en día parece llevarse a cabo dicha sustitución.
Simplificación del sistema de relativos: análisis diacrónico 483
(1b) A mí me contó una periodista de este país, cuyo nombre no voy a decir,
que volando estaba iba a coger el avión de Miami y se encontró con Julio
Iglesias.
3
De hecho, si tenemos en cuenta solo una perspectiva sincrónica, podríamos decir que
esa simplificación de los relativos ya se da en épocas anteriores. Así, López Ruano (2011)
muestra que ya en el siglo XVI el pronombre que era el más productivo (58% de apari-
ciones), no habiendo diferencias, por tanto, con el uso actual de los relativos. Ello implica
que la constatación de una simplificación o de un aumento en la frecuencia de uso de una
determinada unidad lingüística no se consigue de manera sincrónica sino diacrónicamente.
486 Esther Álvarez García
2. Metodología
2.1. Corpus
Para obtener las frecuencias de uso de los diversos relativos construi-
mos un corpus en el que contemplamos seis momentos temporales distintos:
1950-1959, 1960-1969, 1970-1979, 1980-1989, 1990-1999 y 2000-2009.
En cada uno de estos momentos temporales analizamos 200 textos diferen-
tes, tomados todos ellos de los corpus académicos CORDE, CREA y CORPES
XXI 4. Todos estos textos cumplen una serie de características formales:
1) reflejan el uso del español europeo; 2) pertenecen a un registro escrito;
3) proceden de libros y de artículos periodísticos; y 4) recogen literatura no
ficticia. En total, han sido analizadas cerca de 250 000 palabras, las cuales
se distribuyen de la siguiente manera:
En concreto, los textos desde 1950 a 1974 proceden del corpus CORDE; los textos
4
desde 1975 a 2000 proceden del corpus CREA; y los textos de última diacronía (2001-2009)
proceden del CORPES XXI.
Simplificación del sistema de relativos: análisis diacrónico 487
3. Resultados
A continuación, presentaremos los resultados de nuestro análisis dia-
crónico sobre las frecuencias de uso de los relativos, los cuales han sido
agrupados en función de una serie de patrones de comportamiento. Es
importante señalar que en dicho análisis hemos contabilizado solamente los
casos en los que los relativos aparecen en contextos con variación.
3.1. Disminución de la frecuencia de uso
En el primer grupo incluimos aquellos relativos que presentan una
disminución significativa de su frecuencia de uso a lo largo de los años.
Dichos relativos, por tanto, son hoy en día menos frecuentes que en momen-
tos temporales anteriores.
a) El cual (τb = –3,18 p <0,05; τc = –3,18 p <0,05): ya existen diferen-
cias significativas en la frecuencia de uso de el cual entre la última década
y los años 70 (z = –11,53 p <0,05), lo que implica que no es necesario ir tan
atrás en el tiempo para hallar una disminución significativa de la frecuencia
de uso de este relativo, sino que esta ya se da a partir de los años 70.
Estos ejemplos muestran que hay casos en los que ciertos relativos
pueden sustituir al pronombre que en relativas especificativas sin grupo
relativo. Sin embargo, en el presente estudio no hemos tenido en cuenta
estas ocurrencias del pronombre que, principalmente, por la dificultad que
entrañe identificarlos de manera correcta. En consecuencia, los resultados
aquí presentados sobre el pronombre que no son del todo definitivos y sería
necesario un análisis más profundo sobre el comportamiento del mismo.
De hecho, si analizamos la frecuencia de uso del pronombre que solo en la
última década, este presenta un aumento significativo (τb = 4,89 p <0,05;
τc = 4,89 p <0,05). Por tanto, es posible que sí haya un aumento de la
Simplificación del sistema de relativos: análisis diacrónico 493
4. Conclusión
Generalmente, los estudios que han abordado el fenómeno de la sim-
plificación del sistema de relativos consideran que este se generaliza por un
igual entre todos ellos. Sin embargo, los resultados de nuestro análisis de
frecuencias muestran que este fenómeno es más complejo de lo que hasta
el momento se ha considerado. Así, hay ciertos relativos que presentan una
disminución significativa de su frecuencia de uso a lo largo de los años: el
cual, como, cuanto y cuyo. Sin embargo, no todos los relativos presentan
tal disminución. Los relativos quien y cuando no muestran diferencias
significativas en su frecuencia de uso, lo que implica que los hablantes
emplean dichos relativos con la misma frecuencia a lo largo de los años
analizados. Asimismo, el relativo donde presenta un aumento significativo
de su frecuencia de uso, de manera que hoy en día es más frecuente que
en momentos temporales anteriores. Teniendo en cuenta esta situación,
no podemos considerar que todos los relativos se vean sometidos a una
simplificación, sino que solamente aquellos que, realmente, presenten una
frecuencia de uso significativamente menor a lo largo del tiempo esta-
rían afectados por este fenómeno. Por su parte, aquellos relativos que se
empleen con la misma frecuencia o que, incluso, presenten una frecuencia
mayor no estarían sometidos a ningún tipo de simplificación. Por tanto, y
a diferencia de lo visto en trabajos previos, la simplificación del sistema
de relativos no es un fenómeno homogéneo, sino que es un fenómeno que
afecta en mayor o menor medida a unos relativos que a otros.
Una cuestión aparte es si la disminución en la frecuencia de uso de
determinados relativos se debe a que estos son sustituidos cada vez con
mayor asiduidad por el pronombre que. En principio, esta hipótesis es plau-
494 Esther Álvarez García
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Cambios aspectuales en la evolución de
los verbos psicológicos del español*
Abstract. This paper focuses on the diachronic study of the psychological verbs
classified by Belletti and Rizzi (1987) as 3rd group and it analyses their aspectual
behaviour. Besides, we divide them, at the same time, into three different types:
a) those that could be used in unaccusative configurations with a dative object;
b) Latin verbs that did not develop the unaccusative structures with datives until
Romance; and c) verbs of Romance genesis. We put forward that the different
etymological origins of these three subclasses determine their syntactic and aspec-
tual characteristics to a great extent.
Keywords. Psychological verbs, diachronic change, event structure, stage-level
predicates, individual-level predicates.
1. Introducción
1.1. Objetivos
En este trabajo se pretende profundizar en las características aspectua-
les de los verbos psicológicos y en las peculiaridades de su evolución desde
una estructura activa, como las de (1), a un tipo de construcción estativa,
como las de (2).
(1a) para dar mayor claridad para que todos lo gusten y entiendan (CORDE:
Juan de Arfe y Villafañe, Varia Conmensuración para la Escultura y la
Arquitectura, 1585).
(1b) Antes —dijo Sabino— lo procuran y lo apetecen con ardor grandísimo
(CORDE: Fray Luis de León, De los nombres de Cristo, 1583).
(2a) No le gustó el mancebo, que con mortales ansias le buscaba en sus ojos
(CORDE: Lope de Vega, Pastores de Belén, 1612).
(2b) los que no se han criado con esta opinión, no le apetecen (CORDE: José de
Acosta, Historia natural y moral de las Indias, 1590).
Como bien dicen Fábregas y Marín (2015), hay una serie de verbos que expresan o
1
conllevan un estado mental (como pensar o respetar) que no pueden considerarse psicoló-
Cambios aspectuales en la evolución de los verbos psicológicos 499
(4) EXP (nom.) verbo TEMA / CAUSA (acus.). Clase I. Sujeto = EXP
(4a) Juan teme a María → Juan la teme.
(4b) Ana y Juan temen los rayos → Ana y Juan los temen.
(5) TEMA / CAUSA (nom.) verbo EXP (acus.). Clase II. OD = EXP
(5a) La delincuencia preocupa a Elena → La delincuencia la preocupa.
(5b) Los niños preocupan a María → Los niños la preocupan.
(6) EXP (dat.) verbo TEMA / CAUSA (nom.). Clase III. Dat. = EXP
(6a) A Julia le gusta la lluvia / / A María le gusta el chocolate.
(6b) A Gustavo le gustan las novelas de suspense.
Como puede observarse, los verbos que se apartan de manera clara del
esquema verbal transitivo en español actual son los de la clase 3 —vid.
(6)—. En ellos, el sujeto formal —con papel temático TEMA / CAUSA— no
coincide con el sujeto lógico —con papel temático EXP(erimentante)—.
Son construcciones de indeterminación formal del experimentante de la
acción y presentan cierto grado de impersonalización. Los verbos pertene-
cientes a este grupo en español actual son2:
(7)
agradar, desagradar, apetecer, placer, doler, gustar, importar, pesar, repug-
nar y antojarse.
Hay consenso general en señalar que los predicados de este grupo del
español actual deben considerarse estados (Cano Cambronero 2013: 106)3.
En este estudio vamos a centrarnos en examinar las propiedades aspectua-
les de los verbos de la clase 3, tratando de dilucidar si se comportan de la
misma manera que los de las clases 1 y 2. Con este propósito, la sección
2 se dedica al examen de la evolución de los verbos de la clase 3, puesto
que, como se demostrará a continuación, los distintos orígenes etimológicos
de los verbos que conforman esta clase determinan en gran medida sus
características sintácticas y aspectuales. La sección 3 analiza la naturaleza
aspectual de estos verbos a partir del contraste de sus características aspec-
tuales con aquellas atribuidas por Fábregas y Marín (2015) a los verbos de
las clases 1 y 2. Por último, la sección 4 recoge las conclusiones.
Los datos históricos del español, sin embargo, apuntan hacia una evo-
lución más similar a la de gusto o appeto. En el CORDE, la docu-
mentación de repugnar muestra que desde 1100 a 1550 tiene el valor de
‘rechazar’ y se atestigua en construcción transitiva (y, en ocasiones, con
leísmo de persona masculino), y en pasivas perifrásticas, como en (11a ) y
(11b) respectivamente. La construcción inacusativa se atestigua a finales
del siglo XVI, véase (11c).
(11a) E
t si por ventura alguno quisiere resistir diziendo el contrario, levantado con
spiritu de contençion, non le repugnamos, ca non somos fijos de contençion
nin la Iglesia non tiene por costumbre de contender (CORDE: Alonso Fer-
nández de Madrigal, El Tostado, Libro de las paradojas, 1437).
(11b) quando perseguían a los apóstoles por la doctrina que dauan, la qual tanto
más creçía quanto más ellos e su dotrina eran repugnados (CORDE: Her-
nando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, 1480-1484).
(11c) Pero aunque a estos septentrionales les repugna la filosofía y las demás
ciencias que las demás ciencias que hemos dicho, viéneles muy bien las
matemáticas y astrología, por tener buena imaginativa (CORDE: Juan Huarte
de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias, 1575-1588).
4
Como es bien sabido, el desmoronamiento del caso morfológico en el paso al
romance propició la interpretación de muchos acusativos como dativos y viceversa.
502 Montserrat Batllori, Elisabeth Gibert-Sotelo e Isabel Pujol
(19a) todos eran. del muy agradados & contentos (CORDE: Anónimo, Crónica
Troyana, BNM 1733, 1490).
(19b) todas las cosas que me paresç[er]ía que le avían agradado (CORDE: Anó-
nimo, Relación de Colón del viaje a Cuba y Jamaica, 1495).
(21b) E
llas de salto s’enojan / quando están más sin enojos, / y en lo que se des-
enojan, / cien cosas se les antojan (Dicc. Hist., Mexía, Canc. gen. 1511,
ca. 1480).
5
La forma antó de este ejemplo responde al pretérito indefinido del verbo antojar.
506 Montserrat Batllori, Elisabeth Gibert-Sotelo e Isabel Pujol
3. Análisis
Como se ha dicho en la introducción, al igual que el resto de ver-
bos psicológicos, los verbos de la clase 3 denotan estados. Los trabajos
centrados en la investigación aspectual (entre otros, Carlson 1977; Krat-
zer 1995; Maienborn 2005; Marín y McNally 2005, 2011) distinguen dos
tipos de predicados estativos: los predicados stage-level y los predicados
individual-level. Los predicados stage-level expresan estados episódicos
o propiedades accidentales, es decir, predicados estativos que están tem-
poralmente acotados, como por ejemplo estar enfermo. Los predicados
individual-level expresan estados más o menos permanentes o propiedades
inherentes, esto es, predicados estativos que no están acotados temporal-
mente, como por ejemplo ser alto6.
De acuerdo con esto, en esta sección examinaremos la naturaleza esta-
tiva de los verbos de la clase 3. Fábregas y Marín (2015) establecen que
los verbos psicológicos con sujeto experimentante (clase 1, p. ej. amar,
odiar) son predicados individual-level; mientras que los verbos psicológi-
cos con objeto experimentante (clase 2, p. ej. preocupar) son predicados
stage-level que incluyen un límite inicial del estado. Por consiguiente, los
verbos de la clase 2: (i) son compatibles con modificadores temporales que
permiten identificar este límite, como tan pronto como o en cuanto (22a);
(ii) concurren con desde (22b); y (iii) pueden formar parte de oraciones
que restringen la cuantificación temporal (22c).
(22a) Tan pronto como / En cuanto te aburras, nos vamos.
(22b) La Navidad deprime a María desde 2002.
(22c) Cuando / Siempre que / Cada vez que algún problema obsesiona a Carmen,
se va a pasear.
6
En la tradición española se suele distinguir entre estados transitorios y estados
permanentes. Esta terminología es habitual en los estudios dedicados a las distinciones
existentes entre ser (asociado en la mayoría de sus usos con los predicados individual-level,
i. e. con estados transitorios) y estar (asociado en la mayoría de sus usos con los predica-
dos stage-level, i. e. con estados permanentes) —vid. Fernández Leborans (1999), Marín
(2000), entre muchos otros—.
Cambios aspectuales en la evolución de los verbos psicológicos 507
7
Por razones de extensión, en este trabajo aplicamos las pruebas de aspectualidad
a los verbos de la clase 3 en sus usos contemporáneos. Dejamos para futuros estudios la
comprobación de dichas pruebas en estadios diacrónicos.
508 Montserrat Batllori, Elisabeth Gibert-Sotelo e Isabel Pujol
(26c) * Tan pronto como / En cuanto te importen las apariencias, dejarás de ser
feliz.
(26d) Tan pronto como / En cuanto te apetezca el zumo, te lo tomas.
(27a) A Luisa le gusta leer novela negra desde 2004.
(27b) A Jorge le repugnan las acelgas desde el día en que le sentaron mal.
(27c) A mi prima le importan las apariencias desde que se casó.
(27d) A Marta le apetece el zumo desde esta mañana.
(28a) * Cuando / Siempre que / Cada vez que a Luisa le gusta leer novela negra,
va a la librería.
(28b) ?Cuando / Siempre que / Cada vez que a Jorge le repugnan las acelgas,
vomita.
(28c) *Cuando / Siempre que / Cada vez que a mi prima le importan las aparien-
cias, se comporta de manera extraña.
(28d) Cuando / Siempre que / Cada vez que a Marta le apetece un zumo, se lo
toma.
Así las cosas, resulta interesante observar que los verbos psicológicos
de la clase 3 son una clase aspectualmente heterogénea que incluye predi-
cados individual-level (que es la clase aspectual de los verbos psicológicos
Cambios aspectuales en la evolución de los verbos psicológicos 509
8
Tal es el caso del verbo agradar, cuyo participio se documenta abundantemente
con el verbo estar hasta finales del siglo XVIII, construcción imposible en el español
actual (recuérdese que la concurrencia de los participios de los verbos psicológicos con el
verbo estar es una prueba de la naturaleza stage-level de estos predicados; vid. Fábregas
y Marín 2015).
510 Montserrat Batllori, Elisabeth Gibert-Sotelo e Isabel Pujol
4. Conclusiones
En este trabajo se han examinado los verbos psicológicos clasificados
como clase 3 por Belletti y Rizzi (1987), que es la clase que ha recibido
menos atención hasta la fecha. Desde el punto de vista sincrónico, las inves-
tigaciones se han centrado mayoritariamente en los verbos de las clases 1 y
2; y desde el punto de vista diacrónico se han examinado mayoritariamente
algunos de los verbos transitivos latinos que entraron en construcciones
inacusativas a partir del siglo XVI, pero no existe ningún estudio diacrónico
que analice el comportamiento aspectual de esta clase de verbos en todo
su conjunto9.
En lo referente a la evolución, hemos establecido una clasificación
de esta clase de verbos y hemos distinguido tres grupos: a) verbos que en
latín ya podían entrar en estructuras inacusativas con dativo (o sea, here-
dados: grupo I)10; b) verbos latinos que no desarrollaron el uso inacusativo
con dativo hasta el romance (concretamente, hasta entrado el siglo XVI:
grupo II); y c) verbos de creación romance (grupo III).
Tras examinar los datos históricos, consideramos que podemos relacio-
nar la evolución de los verbos transitivos latinos a construcciones inacu-
sativas con dativo, con la evolución de la inacusatividad en español. Ello
incluye tanto la reestructuración de los usos de la pasiva medieval como
la generalización de las estructuras reflejas. El hecho de que los usos de
la pasiva medieval se restrinjan a un menor número de contextos hace que
deban generarse nuevas estructuras para la expresión de la inacusatividad; y
esto conlleva la difusión de la pasiva impersonal o refleja y la adopción de
las estructuras inacusativas objeto de nuestro estudio por parte de algunos
verbos. Podríamos considerar que se trata de un itinerario de gramaticali-
zación desde estructuras activas hasta estructuras inacusativas.
Una vez analizada la evolución histórica de estos verbos, hemos dedi-
cado el último apartado a ver cómo responden estos verbos sincrónicamente
a las pautas para definir su aspecto léxico. Así, hemos comprobado que no
se acomodan homogéneamente ni a los predicados SL ni a los predicados
IL, sino que son una clase heterogénea: los descendientes del latín son
SL y los verbos que adoptan las construcciones inacusativas en romance
9
Sí ha habido algún estudio que se ha centrado en el orden de palabras de estos
verbos (vid. Elvira 2014).
10
Incluimos aquí pesar porque desde los orígenes adopta el mismo patrón que estos
verbos y, por tanto, puede pensarse que en latín tardío o, como dice Corominas, en bajo
latín ya mostraba estas características.
Cambios aspectuales en la evolución de los verbos psicológicos 511
parecen ser IL, a excepción de aquellos cuya morfología impone una lec-
tura incoativa: apetecer y antojarse. Sin embargo, el estudio histórico nos
permite trazar el itinerario de gramaticalización de este subgrupo tal como
se ha visto en (32).
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512 Montserrat Batllori, Elisabeth Gibert-Sotelo e Isabel Pujol
Robert J. Blake
University of California, Davis
Carlos Sánchez Lancis
Universidad Autónoma de Barcelona
century, with a preference for the -ra forms over the -se forms for instances
of the past subjunctive. This diachronic pattern of mood choices with the verb
esperar forms part of a larger pattern of mood variations with verbs of emotion
or comment.
Keywords. Language change, esperar, verbs of emotion, subjunctive mood,
subordination, syntactic variation.
1. Introducción
El verbo esperar (del latín spērāre ‘esperar, tener esperanza’), en su
uso transitivo, presente en español desde los orígenes del idioma, posee la
particularidad de alternar el modo del verbo de la subordinada sustantiva
que rige. Esta variación modal, según señalan Corominas y Pascual (DECH,
s. v. esperar) parece depender, en un principio, tanto del significado del
verbo como de la variante dialectal: esperar, con el sentido de ‘tener espe-
ranza’, preferiría en el español peninsular el modo subjuntivo, sobre todo
en las oraciones negativas como en «espero que no haga frío esta Semana
Santa», mientras que el español de Argentina optaría corrientemente, según
estos autores, por un tiempo futuro en modo indicativo, como en «espero
que no hará frío». Los distintos significados que le otorga el diccionario
académico a este verbo en su variante transitiva son los siguientes: «espe-
rar. […]. tr. 1. Tener esperanza de conseguir lo que se desea. || 2. Creer
que ha de suceder algo, especialmente si es favorable. || 3. Permanecer en
sitio adonde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de
ocurrir algo. […]» (DLE, s. v. esperar).
Como indican la RAE y la ASALE (2009: §§ 25.5g-h), aspectos como
el grado de seguridad, la vehemencia o la implicación del hablante en la
situación descrita (mayor en el modo indicativo que en el subjuntivo),
harían elegir el futuro de indicativo frente al presente de subjuntivo en estos
casos, aunque valores como la incertidumbre o la conjetura («espero que
habrá podido hacer el examen») también están presentes aquí.
Esta situación actual de alternancia modal en ciertos verbos como espe-
rar es un reflejo de un comportamiento sintáctico mucho más antiguo, que
se daba principalmente con un grupo de verbos que expresaba certeza,
incertidumbre, duda o negación y, sobre todo, comentario, como señala-
ron ya hace tiempo Jensen/Lathrop (1973: 54) en su conocido estudio e
inventario del empleo del subjuntivo en la época medieval, para los que
«la generalización posterior del uso del modo subjuntivo después de los
verbos de ‘emoción’ se debe considerar como una tendencia hacia la uni-
La alternancia de modo en las subordinadas sustantivas 515
(4) Señor capitán, esperá que con ayuda de Dyos yo lo concluyere byen y […]
(CORDE: ca. 1492. Anónimo, La corónica de Adramón. ESPAÑA) (Futuro
de subjuntivo).
(5) […] andudo de gujsa que njnguno non era çertero de esperar que el vençiese
(CORDE: 1284. Alfonso X, General Estoria. Quinta parte. ESPAÑA) (Imper-
fecto de subjuntivo con -se).
(6) Assí que en todas maneras esperaba que le socorrieran, o todos o algunos
dellos […] (CORDE: ca. 1453. Anónimo, Crónica de Don Álvaro de Luna.
ESPAÑA) (Imperfecto de subjuntivo con -ra).
(7) […] e feches cada dia e esperamos que daredes d’aqui adelant maorment
pora […] (CORDE: 1290. Anónimo, Cesión de unos palacios [Documentos
Lingüísticos Navarros]. ESPAÑA) (Futuro de indicativo).
(8) […] e mandóles bever d’aquella agua a todos, esperando que Nuestro Señor
querié mostrar allí algún […] (CORDE: ca. 1275. Alfonso X, General Esto-
ria. Primera parte. ESPAÑA) (Imperfecto de indicativo).
(9) Dizen que fue un ombre muy rrico e esperava que avia de tener sus rrique-
zas en el otro […] (CORDE: ca. 1400-1421. Clemente Sánchez de Vercial,
Libro de los exemplos por A. B. C. ESPAÑA) (Imperfecto de indicativo con
haber de).
(10) Pero también me lo haría yo, si estos necios de sus criados me hablasen
entre día; ¡pero esperan que los tengo de ir a buscar!) (CORDE: ca. 1499-
1502. Fernando de Rojas, La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea.
ESPAÑA) (Presente de indicativo).
(11) mas bien so yo seguro e espero que lo que de uos codiçio, que lo he avn
de ver (CORDE: ca. 1270. Anónimo, Historia troyana en prosa y verso.
ESPAÑA) (Presente de indicativo con haber de).
(12) Mas aquellos qui leuauan los escudos de argent lo confortauan en la batalla
esperando que ninguno no podria estar contra ellos por esto que todos eran
hombres uiellos adoctrinados de Felipo & de Alexandre (CORDE: 1379-
1384. Juan Fernández de Heredia, Traduccción de Vidas paralelas de Plu-
tarco, I. ESPAÑA) (Condicional).
Indicativo
Subjuntivo Subjuntivo Pasado Indicativo Indicativo
CORDE Presente Condicional
Presente (-se / -ra) Presente Futuro
(haber de)
7 9 (22,5%) / 2 (5%) 1 1 10 10
S. XIII
(17,5%) = 11 (27,5%) (2,5%) (2,5%) (25%) (25%)
15 63 (54,3%) / 3 (2,6%) 1 1 4 29
S. XIV
(12,9%) = 66 (56,9%) (0,9%) (0,9%) (3,4%) (25%)
71 93 (27,3%) / 3 (0,9%) 11 11 108 44
S. XV
(20,8%) = 96 (28,2%) (3,2%) (3,2%) (31,7%) (12,9%)
En total = 93 165 (33,2%) / 8 (1,6%) 13 13 122 83
497 (100%) (18,7%) = 173 (34,8%) (2,6%) (2,6%) (24,5%) (16,7%)
Indicativo
Subjuntivo Subjuntivo Pasado Indicativo Indicativo
CORDE Presente Condicional
Presente (-se / -ra) Presente Futuro
(haber de)
35 48 (32%) / 3 (2%) 5 9 38 12
S. XVI
(23,3%) = 51 (34%) (3,3%) (6%) (25,3%) (8%)
25 5 (8,3%) / 1 (1,7%) 2 4 18 5
S. XVII
(41,7%) = 6 (10%) (3,3%) (6,7%) (30%) (8,3%)
En total = 60 53 (25,2%) / 4 (1,9%) 7 13 56 17
210 (100%) (28,6%) = 57 (27,1%) (3,3%) (6,2%) (26,7%) (8,1%)
2
Los datos que se recogen en la Tabla 2 no equivalen al total de ejemplos de esta
construcción encontrados en el CORDE en el español clásico, ya que han tenido que ser
filtrados dada la gran cantidad de casos del verbo esperar que existe en este periodo.
520 Robert J. Blake y Carlos Sánchez Lancis
(26) […] pues sólo tiraba Fedreman en aquel conflicto a salir quanto antes al
valle de Vpar, esperando que su benigno clima sería el único remedio
a tantos males, como lo experimentó luego que pisó sus fértiles cam-
piñas […] (CORDE: 1723, José Oviedo y Baños, Historia de la con-
quista y población de la provincia de Venezuela. 1.ª parte. VENEZUELA)
(Condicional).
Indicativo
Subjuntivo Subjuntivo Pasado Indicativo Indicativo
CORDE Presente Condicional
Presente (-se / -ra) Presente Futuro
(haber de)
17 6 (18,2%) / 1 (3%) — 1 7 1
S. XVIII
(51,5%) = 7 (21,2%) (3%) (21,2%) (3%)
35 21 (21,4%) / 10 (10,2%) 1 1 20 10
S. XIX
(35,7%) = 31 (31,6%) (1%) (1%) (20,4%) (10,2%)
72 34 (15,6%) / 58 (26,6%) 1 — 40 13
S. XX
(33%) = 92 (42,2%) (0,5%) (18,3%) (6%)
En total = 124 61 (17,5%) / 69 (19,8%) 2 2 67 24
349 (100%) (35,6%) = 130 (37,3%) (0,6%) (0,6%) (19,2%) (6,9%)
construcción hallados en el CORDE en el español clásico, ya que se han tenido que filtrar
debido a la gran cantidad de casos del verbo esperar que existe en este periodo.
La alternancia de modo en las subordinadas sustantivas 523
del modo subjuntivo por parte de la oración completiva con un 75,2% del
total de casos (cf. 72,7% en el siglo XVIII y 67,3% en el siglo XIX), pero
en esta ocasión el tiempo seleccionado en mayor grado es el imperfecto
de subjuntivo con un 42,2%, frente a un 33% del presente de subjuntivo.
De estos últimos datos nos llama la atención el hecho de que el aumento
del número de casos del imperfecto obedece básicamente al crecimiento
y predominio de las formas con -ra (26,6%) frente a las acabadas en -se
(15,6%), aspecto evolutivo fundamental en el uso de las variantes morfo-
lógicas de este tiempo en la historia del español. A continuación se halla
el futuro de indicativo con un 18,3%, el cual conserva de forma estable
los índices de frecuencia de uso de esta época (cf. 21,2% en el siglo XVIII
y 20,4% en el siglo XIX). Y, finalmente, aparecen algunos casos en con-
dicional con un 6%, mientras que el presente de indicativo sigue sin tener
apenas presencia (0,5%).
Como se desprende del análisis pormenorizado de los datos de la Tabla
3, el aumento de la utilización de las formas con -ra del imperfecto de sub-
juntivo a partir del siglo XIX, y de manera muy destacada en el siglo XX,
va a ser el componente determinante para que el modo subjuntivo, junto
con las formas de su presente, sea el elemento característico del predicado
de las oraciones subordinadas sustantivas completivas introducidas por la
conjunción que, que complementan el verbo esperar. Junto a este factor,
el tiempo verbal del futuro de indicativo se consolida también, aunque con
una presencia mucho menos destacada por los datos obtenidos, como una
variante sintáctica alternativa al modo anterior.
Indicativo
CE Subjuntivo Subjuntivo Pasado Indicativo Indicativo
Presente Condicional
(Davies) Presente (-se / -ra) Presente Futuro
(haber de)
6 17 (34%) / 2 (4%) 9 1 11 4
S. XIII
(12%) = 19 (38%) (18%) (2%) (22%) (8%)
5 2 (14,3%) / 1 (7,1%) 3 -- 2 1
S. XIV
(35,7%) = 3 (21,4%) (21%) (14,3%) (7,1%)
16 11 (17,5%) / 4 (6,3%) 18 2 7 5
S. XV
(25,4%) = 15 (23,8%) (28,6%) (3,2%) (11,1%) (8%)
102 88 (26,7%) / 4 (1,2%) 16 30 70 19
S. XVI
(31%) = 92 (27,9%) (4,9%) (9,1%) (21,3%) (5,8%)
100 24 (9,2%) / 6 (2,3%) 39 36 49 6
S. XVII
(38,5%) = 30 (11,5%) (15%) (13,8%) (18,8%) (2,3%)
124 59 (21%) / 5 (1,8%) 7 12 64 11
S. XVIII
(44%) = 64 (22,8%) (2,5%) (4,2%) (22,7%) (3,9%)
150 90 (19,6%) / 46 (10%) 8 12 129 23
S. XIX
(32,7%) = 136 (29,6%) (1,7%) (2,6%) (28,2%) (5%)
477 27 (3,7%) / 167 (23%) 33 -- 16 4
S. XX
(65,9%) = 194 (26,8%) (4,5%) (2,2%) (0,5%)
En total 980 281(13,8%) / 235(11,5%) 133 93 247 73
= 2042 (48%) = 516 (25,3%) (6,51%) (4,55%) (12,1%) (3,57%)
(100%)
4
Los datos que se recogen en la Tabla 5 no equivalen al total de casos de esta
construcción encontrados en el CREA, ya que se han tenido que filtrar debido a la gran
cantidad de ejemplos del verbo esperar que hay en este periodo.
528 Robert J. Blake y Carlos Sánchez Lancis
Indicativo
Subjuntivo Subjuntivo Pasado Indicativo Indicativo
CREA Presente Condicional
Presente (-se / -ra) Presente Futuro
(haber de)
En total 189 12 (4%) / 92 (30,6%) 1 -- 4 3
= 301 (62,8%) = 104 (34,6%) (0,3%) (1,3%) (1%)
(100%)
5. Conclusiones
Los tempranos ejemplos que se dan de (1) a (12) ponen en claro que
el español antiguo permitía mucha variación en cuanto a la sintaxis con la
matriz esperar que…; es decir, le ofrecía al hablante la posibilidad de usar
tanto el modo subjuntivo como el indicativo, con el futuro, en especial,
siendo una alternativa muy viable. El notable aumento de ejemplos con la
expresión he de… / has de… / ha de… / etc. deben considerarse como parte
de los datos con usos del futuro también, aunque ahora queda relegado
como un rasgo del lenguaje arcaico.
La razón de esta preferencia para el futuro quizás se vea en la observa-
ción de los gramáticos que señalan una función aproximativa (vid. Casta-
ñeda 2004 y Camacho 2013) para el futuro (un evento todavía no real pero
muy posible o cercano a la experiencia del hablante: p. ej., ¿Dónde está
Miguel? → Estará enfermo), por lo que no debe sorprender la existencia
en la lengua medieval de un continuo entre algo desconocido pero posible
(los tiempos del indicativo: el presente, el futuro, el condicional) frente a
otro evento virtual y poco probable (el modo subjuntivo), según el contexto
y el criterio personal del hablante. Más tarde, los posibles usos del indica-
tivo se restringieron severamente a partir del siglo XX, sin dejar rastro del
presente de indicativo, por lo menos en el CE de Davies. De manera que
La alternancia de modo en las subordinadas sustantivas 529
Bibliografía
Camacho Guardado, Lorena (2013): «La enseñanza del modo desde una perspec-
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530 Robert J. Blake y Carlos Sánchez Lancis
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(2009), Nueva gramática de la lengua española. Morfología y sintaxis, 2 vols.,
Madrid, Espasa Libros.
«Tiene tanto temor a la mar que creo no lo hará»:
variación en la sintaxis de las
completivas en los Siglos de Oro*
1. Introducción
La presente contribución forma parte de un proyecto de investigación
en sociolingüística histórica para el estudio de la variación y el cambio lin-
güístico entre el español clásico y el contemporáneo (siglos XVI-XVII). En
ella ofrecemos los principales resultados de un estudio variacionista sobre la
presencia/ausencia del nexo subordinante que en completivas dependientes
de un verbo de entendimiento, en concreto creer. Si bien en la bibliografía
se ha dejado constancia de esta alternancia con verbos declarativos e inte-
lectivos tanto en la Edad Media, muy minoritaria (Sanchis Calvo 1991: 544;
García Cornejo 2006: 234-235; Serradilla 1997: 215), como, sobre todo, en
los Siglos de Oro (Keniston 1937: § 42.5; Cano 1984: 234; Bravo 1987:
108; Martínez Ortega 1999: 169 y sigs.; Folgar 1997: 380), igualmente se
ha señalado que este fenómeno de variación no ha recibido la atención que
merece en la lingüística histórica (Girón 2004: 879). De hecho, poco es lo
que sabemos acerca de los factores que contribuyeron a la extensión de la
variante elidida tanto en la matriz lingüística como social1.
1
Por razones de espacio no podemos incluir en este trabajo un apartado dedicado a la
evolución y conformación histórica de esta estructura desde el latín al periodo clásico. Remi-
timos, para ello, al Estado de la cuestión (§ 2) que se recoge en Blas Arroyo/Porcar (2016).
«Tiene tanto temor a la mar que creo no lo hará» 533
2. Corpus y Metodología
En nuestro proyecto hemos compilado un corpus compuesto entera-
mente por textos cercanos al polo de la inmediatez comunicativa (Oeste-
rrreicher 2004). La mayor parte de estos textos corresponde a cartas de
naturaleza privada sobre los temas más diversos (familiares, comerciales,
instrumentales, mundanos, etc.), así como, en menor medida, a obras auto-
biográficas (diarios, memorias, autobiografías, etc.) escritas por individuos
de diferente condición social3.
Trabajar con este tipo de escritos y, en particular, con cartas privadas,
se ha convertido en los últimos tiempos en una herramienta cada vez más
habitual y apreciada en los estudios diacrónicos. Y es que, como han desta-
cado diversos autores (Oesterreicher 2004; Okulska 2010; Danilova 2012;
Elpass 2012), se trata de textos que no solo contienen abundantes detalles
autobiográficos, sociales y culturales que los hacen especialmente útiles
para profundizar en la matriz social de los procesos de variación y cambio
lingüístico, sino que, al mismo tiempo, muchos de ellos se concibieron
ajenos a las maniobras de planificación inherentes a la lengua escrita y, por
ello, se encuentran concepcionalmente más próximos al español vernáculo
que otras tradiciones discursivas más formales.
El conjunto de obras reunidas para la presente investigación supera los
dos millones de palabras, con un reparto equilibrado entre los dos siglos.
2
En estas páginas no se consideran otras estructuras sintácticas diferentes en cuanto
a la forma, pero afines en cuanto al significado, y que han tenido su vigencia desde los
orígenes del idioma. El motivo principal es su nula o escasa incidencia en los textos que
componen el corpus de estudio de la presente investigación: apenas tiene relevancia la
construcción con infinitivo (cuatro ejemplos entre casi ochocientas ocurrencias de la varia-
ble) y ninguna representación la llamada transitividad preposicional. En efecto, como se ha
señalado, «el español del Siglo de Oro tendía a manifestar una única forma subordinante,
indicadora de rección, en las oraciones completivas» (Cano 1985: 88).
3
Para el siglo XVI, especialmente, contamos asimismo con una pequeña represen-
tación de testimonios judiciales, como los recogidos por Eberenz/De la Torre (2002) en
las actas de la Inquisición. En Blas Arroyo/Porcar (2016) se incluye un apéndice con la
relación completa de las obras que integran el corpus.
534 José Luis Blas Arroyo y Margarita Porcar Miralles
3. Resultados y análisis
3.1. Resultados globales
Los datos de nuestro estudio muestran que, en los Siglos de Oro, la
elisión del nexo en la completiva con el verbo creer representa una variante
muy extendida, con cifras elevadas (43%; n= 340) que la sitúan cerca de la
variante estándar (57%; n= 439). Por tanto, no se puede considerar este un
fenómeno aislado y circunscrito a tradiciones discursivas de mayor distan-
4
Para facilitar el análisis multivariante, todos los factores considerados inicialmente
fueron objeto de un primer análisis de frecuencias. Este nos permitió descartar un número
importante de ellos, bien por la asociación (cuasi) categórica con una de las variantes, bien
por todo lo contrario, esto es, la distribución de las variantes de manera muy similar en
los respectivos contextos.
«Tiene tanto temor a la mar que creo no lo hará» 535
Total N: 791
43% Media corregida:
Log likelihood = -455.643 .42
Significación = 0.03
P. % Total, n
Grado de adyacencia verbos
Adyacentes .60 55 534
Resto .29 20 244
Rango 31
Tiempo/modo (creer)
Presente indicativo .55 48 662
Resto .27 15 129
Rango 28
Tiempo/modo (v. completiva)
Futuro indicativo .58 54 318
Otros .54 45 135
Presente indicativo .40 32 249
Condicional .34 25 36
Rango 24
Persona (creer + v. completiva)
(1.º p.s.) creo + (3.ª p.) verbo completiva .54 50 509
Resto .39 30 282
Rango 15
536 José Luis Blas Arroyo y Margarita Porcar Miralles
Polaridad oracional
Afirmativa+Afirmativa .53 48 595
Afirmativa+Negativa .44 32 109
Resto .37 30 78
Rango 16
Intensificación formular
Intensificados .30 25 76
Neutros .52 45 715
Rango 22
3.2. G
rado de adyacencia entre el verbo creer y el verbo de la com-
pletiva
Con este factor evaluamos la distancia entre el verbo creer y el verbo
de la completiva como potencial condicionante de la presencia / ausencia
del nexo. Para su codificación hemos considerado, por un lado: a) aquellos
casos en los que tan solo una —el caso de (1)— o ninguna palabra —(2)—
media entre los dos verbos; y, por otro, b) el resto de ejemplos, en los que
varias palabras se interponen entre los dos núcleos verbales, como en (3).
Considerado aisladamente, el factor aparece como el más robusto de todos
los considerados (rango 31):
(1) … aunque no tendría por dañoso librarme así de don Fernando de la Cerda,
que creo Ø no es de la Junta (Diario del marqués de Osera).
(2) Bien creo Ø abréis hecho v[uestr]as diligencias para si pasa esto así (Die
Korrespondenz spanischer Emigranten aus Amerika, 1492-1824).
(3) …yo lo pagaré acá y aún lo haré tan hombre que no creo Ø ninguno de sus
hermanos los de Perú lo serán tanto ni tan presto (Die Korrespondenz spa-
nischer Emigranten aus Amerika, 1492-1824).
proposición completiva5. Por todo ello, no sorprende que el 82% (n= 642)
de las ocurrencias del corpus corresponda a la primera del singular, como
las de (6):
(6) … y como pedro de ançures sea escrivano lo mismo porque con sus ofiçios
no [1.ª p. s.] creo Ø yran a españa tan presto como quisieran (Cartas de par-
ticulares en Indias del siglo XVI).
(7) Juan de villegas le dixo señor vuestra merced crea que todo lo que yo conçer-
tare con vuestra merced… (Documentos para la historia del español de
Venezuela).
(8) …es los dichos françesce que le rrobaron y estaban apoderados de los presos
cree el testigo Ø hizieran qualquiera maldad ansi en quemar esta santa ygle-
sia… (Documentos para la historia del español de Venezuela).
(9) Y que tú crees Ø puedo socorrerte, y que resistiéndome yo en lo poco que tengo
no consigo el gradarte, sino el que la necesidad te haga quejoso me obliga
a sumo desconsuelo y aflicción (Carta del duque de Osera a su hermano).
5
Frente a los epistémicos, representados por saber, los predicados doxásticos produ-
cen efectos atenuadores sobre el valor veritativo de la proposición. Como subraya Haver-
take (1991), verbos como pensar, opinar o creer atenúan la fuerza de la aserción que
expresa el hablante para permitir que el oyente se pronuncie de otro modo. Suponen, por
tanto, una forma de aseveración cortés, muy apta para este tipo de epístolas dirigidas a un
superior o familiar, siempre en tono conciliador o de cooperación comunicativa.
6
Una reserva que, en algún caso, llega a ser categórica, como sucede con la 2.ª per-
sona del plural, cuyas nueve ocurrencias en el corpus aparecen sistemáticamente acom-
pañadas del enlace subordinante.
«Tiene tanto temor a la mar que creo no lo hará» 539
bien, si ello es así, ¿por qué esta vez el factor no es seleccionado por el
programa de regresión?
La razón hay que encontrarla en el comportamiento irregular de esa
1.ª persona, en apariencia tan favorecedora de la elisión, en su cruce con
otros factores. Si nos limitamos a aquellos que han sido seleccionados como
significativos (Tabla 2), comprobamos, efectivamente, cómo la incidencia
de la persona queda muy disminuida en algunos contextos.
Tabla 2. Frecuencias de elisión del nexo tras el cruce entre la persona / número del
verbo creer y tres factores seleccionados como significativos por Goldvarb X.
Con todo, estas diferencias frecuenciales, que suponen sin duda un dato
a tener en cuenta en la historia de esta construcción, ya que contradicen lo
que suponíamos hasta ahora, no resultan estadísticamente significativas en
la muestra actual. Y ello porque un análisis detenido de este factor revela
que la variación realmente significativa tiene lugar no entre los dos modos
verbales (indicativo vs. subjuntivo), sino entre algunos de los paradigmas
de la conjugación.
A este respecto, el análisis inicial de frecuencias nos alertó acerca de
la notable tendencia a la elisión entre las formas del futuro de indicativo
(.58; 54%), tanto simples como compuestas —ejemplos (14) y (15)—,
siendo estos, además, dos de los tiempos mejor representados en el corpus
(n= 328).
(14) Y lo prençipal dello será venir a verme y después por el interese, porque
creo Ø será mucho (Cartas del proceso Díaz de la Reguera).
(15) Por la vía de Salamanca os escrebí largo, la cual creo Ø habréis ya visto
(En el nombre del hijo).
(16) A sus deudos y señores, sus padres, dará vuesa merced sus vesamanos porque
creo Ø no escriuen ellos por ser mocos, avnque les he dicho que escrivan
(Cartas desde la otra orilla).
(17) Encargar a vuestra merced lo que cumple, cómo deue viuir y tratar y trabajar,
no creo Ø acertaría a dezillo ni sería necesario (Cartas desde la otra orilla).
(18) …ir en gran secreto, y tenían razón por mi honra, porque tales dos tiros no
creo Ø los ha errado nayde (Correspondencia de la Infanta Archiduquesa
Doña Isabel Clara Eugenia).
(19) …llegara estubiera el dinero en esta çiudad y en primera flota fuera, mas yo
creo Ø baya tarde (Cartas de particulares en Indias del siglo XVI).
Pese a figurar entre los factores con un rango explicativo más bajo
(16), la polaridad se revela también como un parámetro condicionante de
la variación. En cabeza de los factores que favorecen la elisión se sitúa la
polaridad afirmativa (.53; 48%), una construcción claramente mayoritaria
en el corpus (76%; n= 595). En una posición intermedia, aunque con una
incidencia levemente desfavorecedora, quedan aquellos enunciados en los
que la polaridad negativa afecta a la subordinada (.44; 32%). Por último,
cierran la lista los contextos en los que la negación alcanza también al
predicado doxástico, los cuales desfavorecen de forma todavía más clara
las elisiones del nexo (.37; 30%). A este respecto, es revelador que de las
siete ocurrencias de este contexto con el subjuntivo en la subordinada (no
creo (que) venga), ninguna lleva asociada la supresión del nexo. Con todo,
los porcentajes de supresión ascienden cuando el verbo de la subordinada
aparece en indicativo (33%; n= 21), aunque a distancia también de los
entornos afirmativos.
3.6. Intensificación formular de la aserción
En el género epistolar es habitual descubrir secuencias caracterizadas
por un contenido formular más o menos rígido. Desde luego estas son más
frecuentes en las cartas de contenido oficial, administrativo o comercial,
544 José Luis Blas Arroyo y Margarita Porcar Miralles
pero incluso en aquellas de naturaleza privada, como las que aquí nos
ocupan, es frecuente encontrar secuencias estereotipadas cuya formulación
contrasta con las abundantes dosis de espontaneidad y creatividad de que
hacen gala estas cartas, en las que bullen afectos trasladados al papel, a
veces desde miles de kilómetros de distancia. Así, el carácter más repeti-
tivo y menos original surge prototípicamente en las secuencias de apertura
y despedida de las cartas, pero tampoco escasean otros entornos que se
prestan al uso de colocaciones, frases hechas, etc.
A este tipo de secuencias pertenecen las que consideramos bajo este
epígrafe, y que tienen como cometido reforzar la epistemicidad débil de
creer. Esta interpretación epistémica firme conlleva la utilización de una
serie de expresiones que acompañan al verbo de entendimiento y que se
repiten, a menudo, en los textos. Así ocurre, por ejemplo, con enunciados
muy frecuentes como los de (25), en los que el verbo aparece inmediata-
mente seguido o precedido por adverbios como verdaderamente, cierto o
bien (siendo Bien creo que la fórmula intensificadora mayoritaria). Del
mismo modo, el verbo creer forma parte también de estructuras colocati-
vas en las que se coordina a otros verbos de entendimiento como pensar,
confiar, etc., como en (28), o lexías como tener por cierto (27):
(25) B ien creo Ø habrá v. m. resebido a Hernando de Salazar también fletó un
barco… (Cartas del proceso de Díaz de la Reguera).
(26) …Yo creo y confío Ø no licuará vuestra merced la menor parte de tan buena
obra (Cartas desde la otra orilla).
(27) …este testigo cree y tiene por cierto que al dicho Sancho Briseño se le die-
ron algunos indios (Documentos para la historia del español de Venezuela).
4. Conclusiones
Recogiendo una tradición compartida por otras lenguas romances, y
que se inicia en el latín vulgar, en el español de los Siglos de Oro las
«Tiene tanto temor a la mar que creo no lo hará» 545
7
Al hablar de contextos más o menos frecuentes no lo hacemos en términos absolutos
—obviamente, el futuro es una forma mucho menos frecuente que el presente, tiempo no
marcado por excelencia en la mayoría de los textos—, sino relativos, esto es, en relación
con la unidad lingüística analizada. Y en ese sentido, hemos comprobado cómo en el
corpus analizado el futuro de la completiva dependiente de un verbo de entendimiento
supera incluso al presente, dada la naturaleza de los textos epistolares y memorialísticos.
546 José Luis Blas Arroyo y Margarita Porcar Miralles
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«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos»:
el cuantificador asaz en la historia del español*
Abstract. The Nueva gramática de la lengua española (NGLE 2009: vol. i, § 20.7b)
says that the quantifier asaz is an evaluative adverb with little use in current
Spanish. However, this quantifier barely been studied from diachronic point of
view (Serradilla 2005; Camus 2009; Espinosa 2010). For this reason, the aim of
this paper is analyse the evolution of quantifier asaz in the history of Spanish,
taking its presence in the Corpus diacrónico del español (CORDE). Thus, this
research wants to contribute to the history of Spanish quantifiers in general and
in particular to the adverb asaz.
Keywords. Asaz, quantifiers, diachrony.
*
La investigación necesaria para llevar a cabo este trabajo ha sido posible gracias
a la ayuda de la DIGICYT para los proyectos Historia interna del Diccionario de la
lengua castellana de la Real Academia Española en el siglo XIX: 1817-1852 (núm. de
referencia FFI2014-51901-P) y Variación en la interfaz sintaxis-discurso (núm. de refe-
rencia FFI2014-56968-C4-2-P), y al apoyo del Comissionat per Universitats i Recerca de
la Generalitat de Catalunya concedido al Grupo de Lexicografía y Diacronía (núm. de
referencia 2017 SGR1251).
550 Cristina Buenafuentes de la Mata
1. Introducción
Como es bien sabido, en la evolución del latín al español, la clase
semántica de los cuantificadores experimenta numerosos cambios
mediante los que, o bien se amplía el inventario de las piezas que pue-
den actuar como tales (véase el caso de harto, un adjetivo que pasa a
emplearse como cuantificador, o de bastante o suficiente, que también
pasan a aumentar el inventario de esta clase de elementos), o bien se
reducen sus posibilidades quedando su uso restringido a un área dialectal
(como el caso de puro ‘muy’) o a un registro concreto o llegando incluso a
su práctica desaparición. En este último caso, se hallaría asaz en español.
Se trata de un elemento de origen latinovulgar (< ad satis ‘suficiente-
mente’), transmitido al español por conducto occitano, lengua en la que
ya poseía los valores cuantificadores de ‘suficiente’ y ‘mucho’ (dech:
s. v. asaz). Según el dech, se tomó este extranjerismo con la intención
de dotar al sistema de un equivalente culto para el popular mucho que
permitiera precisar más en la cuantificación hacia el significado de ‘can-
tidad considerable’, aunque menor que la expresada por mucho (Llamedo
Paniella 2014: 39).
Su primera aparición, a tenor de los datos del corde, se encuentra
ya a inicios del siglo XIII, pese a que el dech sitúa su primera documen-
tación en Berceo, y Camus (2009: 912) a mediados del siglo XIII. Su uso
se extendió muchísimo durante la Edad Media, sobre todo en el siglo XV,
por lo que Cuervo (1953-1994: s. v. asaz) señala que es «voz comuní-
sima en castellano antiguo». Aunque ya Valdés rechaza su empleo en su
Diálogo de la lengua por existir otros términos «más usados y [que] han
adquirido la opinión de mejores vocablos», según los datos del corpus, es
a partir del siglo XVII que asaz retrocede a favor de harto y, sobre todo,
de los más recientes bastante y demasiado. En la actualidad, según señala
la ngle (2009: vol. I, § 20.7b), asaz es un adverbio evaluativo de poco
uso, salvo si se emplea en sentido arcaizante o irónico. Así, partiendo
de su escaso tratamiento desde el punto de vista diacrónico (Serradilla
2005; Camus 2009; Espinosa 2010), en esta investigación se analiza el
comportamiento de asaz a lo largo de su historia a partir de su presencia
en el Corpus diacrónico del español (corde). Se han analizado un total
de 5049 ejemplos extraídos del corde1 con el objetivo de arrojar más
1
Se han eliminado los casos ambiguos y aquellos en los que no podía realizarse una
interpretación del valor del cuantificador. Con todo, se considera que la cifra es lo sufi-
cientemente representativa para el análisis.
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 551
2
Las variantes que se documentan son exclusivamente de tipo ortográfico.
552 Cristina Buenafuentes de la Mata
‘mucho, muchos’
suficientemente’
‘excesivamente’
‘en abundancia,
sobradamente’
Obra lexicográfica
‘demasiado’
muchísimo’
‘suficiente,
‘bastante’
‘sobrado,
‘harto’
Covarrubias (1611) ✓
Autoridades (1726-1739) ✓ ✓ ✓
Autoridades (1770), drae (1780U), ✓ ✓ ✓
drae (1783U), drae (1791U), drae
(1803U), drae (1817U), drae (1822U),
drae (1832U), drae (1837U), drae
(1843U), drae (1852), drae (1869U)
Terreros (1786) ✓ ✓
Núñez Taboada (1825) ✓ ✓ ✓
3
Los datos no incluyen su empleo como pronombre.
4
Se han incluido también estructuras analógicas introducidas por la preposición de
seguida de adjetivos, adverbios o sintagmas nominales formados por adjetivo y sustantivo
como términos de la preposición (asaz de desdichada, asaz de cerca, asaz de gran linaje).
5
Las obras consultadas son los diccionarios monolingües que recoge el Nuevo tesoro
lexicográfico de la lengua española (ntlle), junto con las dos últimas ediciones del
drae (2001 y 2014).
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 553
Salvá (1846) ✓ ✓ ✓ ✓
Castro y Rossi (1852) ✓ ✓ ✓
Domínguez (1853) ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
Gaspar y Roig (1853) ✓ ✓ ✓ ✓ ✓ ✓
drae (1884U), Zerolo (1895), drae ✓ ✓ ✓
(1899U), Pagés (1902), drae (1914U),
drae (1925U), drae (1927M), Toro y
Gómez (1901), Alemany (1917), drae
(1936U), drae (1939U), drae (1947U),
drae (1956U), drae (1970U), drae
(1984U)
Rodríguez Navas (1918) ✓ ✓
dh (1933), drae (1950M), drae ✓ ✓ ✓
(1983M), drae (1989M)
drae (1992U), drae (2001U) ✓ ✓ ✓ ✓
drae (2014U) ✓ ✓ ✓
Tabla 2. Significados de asaz en la historia lexicográfica.
Pese a estos casos, el análisis del corpus arroja que existen muchos
con el significado de ‘mucho’ o ‘muy’. Si bien la proximidad semántica
es evidente, no debió ser idéntica a tenor de algunos ejemplos en los que
asaz se coordina con mucho y con muy:
554 Cristina Buenafuentes de la Mata
(3a) Mas los padres, creyendo que en la muchedunbre abría asaz e mucho de
saña voluntariosa, aborrescieron las sañas e malenconías que fazían (Pero
López de Ayala, Traducción de las Décadas de Tito Livio, ca. 1400).
(3b) E por quanto en las arengas e prólogos que los estoriadores pasados de las
dichas Corónicas fizieron en ellas está contenido, asaz e muy complidamente
hordenado e tratado (Anónimo, Crónica de Juan II de Castilla, 1406-1411).
6
De los textos de nuestro corpus, el 13% son textos escritos en verso y el 87% están
en prosa. De los textos en prosa, el 33% corresponde a textos historiográficos (1473 casos),
el 24% a textos científicos y técnicos (1074 casos), el 21% a textos novelísticos (913
casos), el 9% a textos didácticos (380 casos), el 5% a textos jurídicos (216 casos), el 4%
a textos religiosos (201 casos) y otro 4% a otras tipologías textuales (169 casos). Para la
clasificación textual, se ha adaptado la que se emplea en el corde.
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 555
2.2. A
saz como adjetivo / pronombre o como cuantificador indefinido
evaluativo
Desde las primeras documentaciones de asaz ya a principios del siglo
XIII, este cuantificador aparece ejerciendo las funciones propias de un adje-
tivo. Como señala Camus (2009), este cuantificador puede aparecer delante
o detrás de su modificado. Sin embargo, a tenor de los datos extraídos del
corpus, durante los siglos XIII y XIV, no parece existir una preferencia en
cuanto a la posición de asaz, ya que se atestigua un número semejante de
casos para cada posición. A partir del siglo XV, se produce un claro aumento
de la anteposición del adjetivo al sustantivo, que continúa en la centuria
siguiente, hasta que, en el siglo XVII disminuye drásticamente el empleo
de asaz como adjetivo, independientemente de su posición, como se puede
observar en la siguiente tabla:
No se han tenido en cuenta en este cómputo los textos en verso por si la rima podía
7
Que asaz pueda aparecer delante o detrás del indefinido otro, acercaría
su comportamiento, no solo desde el punto de vista semántico, sino también
funcional, al cuantificador mucho, que también permite esta doble posición,
según señala Camus (2009: 916).
Finalmente, es muy frecuente que el pronombre asaz participe en
estructuras de tipo partitivo. No es algo exclusivo de este cuantificador,
8
Cuando ejerce la función de sujeto siempre se sitúa delante del verbo: «Et asaz sera
para ty de oyr los peligros que al tu magno ponpeo acaesçjeren» (Alfonso X, General
Estoria. Quinta parte, 1284).
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 557
9
Se ha documentado un caso en el que asaz modifica a un sustantivo con el signi-
ficado de ‘muy’, pero en este ejemplo el sustantivo se comportaría como un adjetivo: «E
como era asaz niño, tenía gran deseo de fazer guerra a los moros» (Pedro de Escavias,
Repertorio de príncipes de España, 1467-1475).
10
No se han tenido en cuenta las estructuras perifrásticas en las que interviene un
participio, dado que algunas de ellas pueden ser ambiguas en cuanto a su significado, tal
y como se examina después.
558 Cristina Buenafuentes de la Mata
Los datos extraídos del corpus (véase Tabla 5) reflejan que, ante una
estructura con anteposición del adjetivo al sustantivo, asaz mayoritaria-
mente se antepone también, para aparecer al lado de su modificado. Son
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 559
Como señala este autor y como se constata a partir de los datos extraí-
dos del corpus, ya no hay testimonios de este fenómeno a partir del siglo
XVI. Solo documentamos un caso en el siglo XIX que debería ser dese-
chado, pues precisamente reproduce un discurso del rey de los antiguos
reinos de León y Castilla del siglo XV11. De hecho, tal y como señalan
Octavio/Sánchez (2009: 1059), se acaban imponiendo en la historia del
español aquellas estructuras en las que «los cuantificadores se hacen obli-
gatoriamente adyacentes al elemento cuantificado».
11
«A esto vos respondo (dijo el Rey) que asaz está bien proveído, e los que tienen
pleito pendiente que prosigan su derecho» (Manuel Colmeiro, Introducción a las cortes
de los antiguos reinos de León y Castilla, 1883-1884).
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 561
12
No se han tenido en cuenta en este cómputo los textos en verso por si la rima podía
ejercer influencia en la posición del cuantificador.
562 Cristina Buenafuentes de la Mata
13
Pons (2012: 163), al analizar la construcción doble muy -ísimo, llega a la conclusión
de que tal estructura vino motivada por la necesidad de «ajustar la naturaleza elativa de
la nueva terminación latinizante», es decir, como una manera de dotar de mayor inten-
sificación al sufijo frente a muy. Cabría profundizar también en otras combinaciones de
estructuras superlativas como las que se han mostrado para poder llegar a desentrañar las
causas de esta posibilidad de coaparición en la lengua antigua antes de la censura normativa
y si ello se halla relacionado con los mecanismos de elación (Pons 2012).
564 Cristina Buenafuentes de la Mata
con las estructuras partitivas que se han analizado cuando asaz era pro-
nombre. En nuestra opinión, contribuyó a esta analogía la formación de
oraciones atributivas en las que la preposición era obligada y en las que
además el término de la preposición estaba constituido por un adjetivo y
un sustantivo, como las de (22):
(22a) E
sta uictoria fue assaç de buen ayre por que nosse fizo tanta crueldat como
enla preçedent (Juan Fernández de Heredia, Gran crónica de España, 1385).
(22b) & asy lo hizo ca le dio por marido vn omne asaz de pequeño linaje de
tierra de persia tenjendo que maguera la sangre Real (Pero López de Ayala,
Caída príncipes, 1402).
3. Conclusiones
El análisis diacrónico del cuantificador asaz refleja claramente la
reducción de las construcciones en las que podía participar, la pérdida de
sus valores funcionales y la fijación de su posición, lo que permite explicar
su prácticamente desaparición en la actualidad. Así, de poder funcionar
como adjetivo / pronombre y adverbio, a partir del siglo XVII se limita
esta posibilidad casi con exclusividad a la categoría adverbial, favorecido
este hecho por la ausencia de flexión de este cuantificador que lo acerca
más a los adverbios que a los adjetivos y pronombres. Y, dentro de este
valor adverbial, es a partir del siglo XVII y sobre todo del XVIII, que asaz
evidencia un retroceso de su uso como modificador verbal y se emplea
casi siempre para realizar el grado superlativo acompañando a adjetivos
(participiales o no) y a adverbios. Esto va ligado a la reducción de las
estructuras en las que podría participar. Como se ha mostrado, asaz podía
acompañar a sustantivos, adjetivos, adverbios y otro tipo de estructuras,
como, por ejemplo, construcciones partitivas con sustantivos precedidos
de preposición (que, por analogía, acabaron por construirse también con
adjetivos y adverbios como términos de preposición). Todas ellas quedaron
reducidas paralelamente a la desaparición de asaz como adjetivo / pronom-
bre a partir del siglo XVII.
Los datos diacrónicos han dado cuenta también de que uno de los ras-
gos más destacables de este cuantificador es su gran movilidad. De hecho,
parece ser uno de los pocos cuantificadores no universales que se docu-
«E fincaron las tiendas assaz çerca de sos enemigos» 565
4. Bibliografía
Camus, Bruno (2009): «Cuantificadores I. Los cuantificadores propios», en Con-
cepción Company Company, dir., Sintaxis histórica de la lengua española.
Segunda parte. La frase nominal, México DF, Fondo de Cultura Económi-
ca-Universidad Autónoma de México, vol. II, 881-960.
CORDE: Real Academia Española, Banco de datos. Corpus diacrónico del español,
<www.rae.es> [julio de 2015].
Cuervo, Rufino José (1953-1994 [1886-1893]): Diccionario de construcción y
régimen de la lengua castellana, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.
DECH: Joan Corominas, con la colaboración de José Antonio Pascual (1980-1991),
Diccionario crítico etimológico, castellano e hispánico, 6 vols., Madrid, Gredos.
DRAE (2001): Real Academia Española, Diccionario de la lengua española,
Madrid, Espasa Calpe, 22.ª edición.
— (2014): Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid,
Espasa, 23.ª edición.
Espinosa, Rosa M.ª (2010): Procesos de formación y cambio en las llamadas
«palabras gramaticales», San Millán de la Cogolla, Cilengua.
566 Cristina Buenafuentes de la Mata
Inés Carrasco
Universidad de Málaga
Abstract. The aim of this paper is to present the temporal history of donde no
in elliptical conditional sentences, making use of data provided by the cor-
pus CORDE. We intend to establish the chronology of that phrase and deter-
mine whether there is any dependence on certain Discursive Traditions.
The basis of the analysis corpus is structured in 11 chronological sections and
consists of a total of 406 examples in 196 literary and non-literary texts from
1400 to 1950. Also analyze locutions de no and cuando no, parallel in that they
serve to modify the polarity of the statement.
Keywords. Historical morphology and syntax.
1
Para la locución si non en latín, vid. Bassols (1976: II, 275-279), Llorens (1929:
152-161) y Meyer-Lübke (1974: III, 785).
2
Vid. al respecto Menéndez Pidal (1976: 365-366, 397).
3
Hay distintas formas de denominar a estos elementos: conectores condicionales
complejos (CCC) (Montolío 1999: § 57.6.3); anunciadores, señaladores o índices de la
condicionalidad (Polo 1971); locuciones conjuntivas condicionales (NGLE 2010: 914).
Sobre la diversidad de designaciones, vid. Porcar (1993: 35).
La especialización de donde no como locución con valor hipotético 569
4
Año 1055. Pámanes. Resolución de un pleito entre Gómez Díaz, conde de Liébana
y Carrión, y Gutierre Alfonso, conde de Cea y Tordesillas. Apud Menéndez Pidal (1972:
31, 378).
5
Vid. García García (1986: 360-361) sobre los casos de construcciones condicionales
elípticas con si no en la Primera Crónica General. Para las construcciones con se non en
el Fuero de Zamora, vid. Carrasco (1987: 398). Para los ejemplos de esta locución en la
primera mitad del XVI, vid. Keniston (1937: 421).
6
Para algunas de las expresiones adverbiales equivalentes a cláusulas condicionales
documentadas en el siglo XVI: de otra manera, de otra suerte, en tal caso, otramente,
vid. Keniston (1937: 420). Montolío (1999) nos habla de sintagmas procondicionantes
especializados en variar la polaridad del enunciado precedente: de lo contrario, de otro
modo, de no ser así.
7
«El hilo de la horrible trama fue cogido; y fortuna, porque de no, al cabo de poco el
mundo hubiera sufrido un cataclismo espantoso» (J. Balmes, El protestantismo comparado
con el Catolicismo, Barcelona 1844, 56 (4.57), apud DCR, s. v. de 2f.
570 Inés Carrasco
1401-1450 0%
1451-1500 0%
1501-1550 0%
1551-1600 1,78% (1/1)
1601-1650 12,5% (7/4)
1651-1700 10,7% (6/6)
1701-1750 10,71% (6/2)
1751-1800 12,5% (7/7)
1801-1850 14,28% (8/8)
1851-1900 25% (14/10)
1901-1950 12,5% (7/3)
Total 56/41
Cuadro 1. Evolución cuantitativa de de no.
2.2. Cuando no
Sobre cuando con valor condicional en oraciones con núcleo verbal hay
ejemplos en todas las lenguas románicas (Meyer-Lübke 1974: III, § 645). En
español, desde la época medieval hasta la actualidad, existen evidencias de
cuando en estructuras en las que se mezcla el valor hipotético con el signifi-
cado temporal que, por lo general, no desaparece del todo (Alcalá Alba 1983:
8
1908: «Y cuando estaban toos bien comíos y bien bebíos, cogen a mi bisabuelo, me
lo suben encima de una mesa, y ende allí subío como estaba y que había de decir como
ellos: ¡Viva Francia y vivan los franceses! ¡Y viva el rey de los franceses!. Que de no, y
le mataban» (J. Benavente, Señora ama).
9
1900-1928: «Quizás entonces el escarmiento hiciese más cuidadoso al usufructuario;
y, de no, a su tiempo serían reclamables también los deméritos venideros, que por ser tales,
no cabe exigir de presente» (A. Maura, Dictámenes, II, 117).
La especialización de donde no como locución con valor hipotético 571
1401-1450 0%
1451-1500 0%
1501-1550 1,22% (4/2)
1551-1600 4,60% (15/13)
1601-1650 16,8% (55/39)
1651-1700 1,84% (6/5)
1701-1750 0,3% (1/1)
1751-1800 4,29% (14/8)
1801-1850 3,37% (11/6)
1851-1900 10,42% (34/30)
1901-1950 7,05% (23/19)
Total: 326/69
Cuadro 2. Evolución cuantitativa de cuando no.
2.3. Donde no
Los procesos por los que el adverbio donde se convierte en un nexo con
valor condicional no son específicos del español, sino que se producen también
en algunas lenguas románicas como, por ejemplo, en italiano (Meyer-Lübke
1974: III, 709). Se trata de un proceso de cambio de carácter semántico ocu-
10
Algunos de los ejemplos recogidos por R. J. Cuervo (DCR, s. v. cuando) pertenecen
a Santa Teresa o a Cervantes: «Ansí que su Majestad moverá á quien torne por vosotras, y
cuando no, no será menester» (Sta. Ter., Cam. perf., 15); «Con lo cual se debía de contentar
el rey mi suegro que hubiere de ser, y cuando no, la infanta me ha de querer de manera
que á pesar de su padre me ha de admitir por señor y por esposo» (Cerv., Quij., 1.21).
572 Inés Carrasco
11
Vid. también Meyer Lübke (1974: III, 722) y Espinosa (2010: 386).
12
Sobre el desarrollo de los valores espaciales y temporales de (d)onde, vid. Elvira
(2006).
13
Para los procesos de gramaticalización que afectan a los adverbios de lugar, vid.
García/Góngora (2008).
14
Frente a lo que opina Kany (1969: 452) sobre que «el donde condicional debe de
haber sufrido la influencia de la frase elíptica donde no que fue ampliamente usada en el
sentido de ‘en el caso que no’ o ‘de lo contrario’»), creo que la dirección fue en sentido
inverso, como ha señalado Herrero (2005: 212).
15
Vid. al respecto Elvira (2005: 72), Company (2003: 39) y Santos/Espinosa (1996).
16
«Los pennos que prindaren los andadores, donde non dieren los alcalldes manifiesto,
respondan por ellos» (FLedesma, 1252, § 67).
17
Así en el siguiente ejemplo del Guzmán de Alfarache: «donde no sea esto, se podria
mal esperar ningun buen suceso» (Alf. I, 85, 21), apud Keniston (1937: 400).
La especialización de donde no como locución con valor hipotético 573
18
Aunque es una traducción de la época alfonsí (1251), el manuscrito más antiguo es
de fines del siglo XIV o del siglo XV (DCR: I, LVII).
19
«A menudo el hablante utiliza en contextos coloquiales esta proforma protética tras
una oración condicional previa, a fin de imaginar una situación hipotética desde una doble
perspectiva, tanto en el caso de que (no) se cumplan unas condiciones, como en el caso
contrario. La estructura “<si p, q>, <si no, q>”, constituye un mecanismo de exposición
ciertamente frecuente» (Montolío 1991: 47).
20
Vid. para el valor condicional de esta frase, Herrero (2005: 212).
21
Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, Obras, Madrid, 1852. Cuervo
señala que en esa edición hay obras que no pertenencen al Marqués (DCR: I, LXV).
574 Inés Carrasco
22
1440: Juan de Dueñas, Poesías (Cancionero de Palacio).
23
1450-1480: Juan de Mazuelas, Poesías (Cancionero de Gómez Manrique).
24
1496: Fernando encomienda al cardenal de Santa Cruz gestione que mosén Lobera
deje de molestar al deán de […].
La especialización de donde no como locución con valor hipotético 577
25
1550: Pedro Luján, Diálogos matrimoniales.
26
1521-1523: fray Antonio de Guevara, Epístolas familiares.
27
Para los subtipos dialogales de tradición renacentista y clásica, vid. Bustos (2000).
28
1529: Alfonso de Valdés, Diálogo de Mercurio y Carón.
578 Inés Carrasco
Y porque vea Vuestra Merced a cuánto se estendía el ingenio deste astuto ciego,
contaré un caso de muchos que con él me acaescieron, en el cual me paresce
dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo
fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica; aunque no muy
limosnera. Arrimábase a este refrán: «Más da el duro que el desnudo». Y venimos
a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia,
deteníamonos; donde no, a tercero día hacíamos Sant Juan (p. 15)29.
31
1615: Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ed.
de Francisco Rico, Barcelona, Crítica, 1998.
32
1676: Fray Francisco de Santa Inés, Crónica de la provincia de San Gregorio
Magno en las Islas Filipinas. Ed. de Leandro Corrales, Manila, 1892.
33
1771-1777: Nicolás Fernández de Moratín, Arte de putear. Ed. de Isabel Colón y
Gaspar Garrote, Archidona, Aljibe, 1995, pp. 171-172.
34
1794: Gaspar Melchor de Jovellanos, Informe de la sociedad económica de Madrid…
Ed. de José Lage, Madrid, Cátedra, 1982.
35
1800: José Donato de Austria, Memoria sobre la necesidad y utilidades de la
construcción de un camino carretero desde Veracruz a M… Ed. de Javier Ortiz de la
Tabla Ducasse, Sevilla, CSIC, 1985.
36
1832: Manuel José Quintana, Vidas, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,
Universidad de Alicante, 2003, p. 111.
580 Inés Carrasco
3. Conclusiones
El estudio del procondicionante donde no a partir de la documentación
de CORDE nos ha permitido establecer las principales fases de la historia
de esta locución . Su etapa principal abarca todo el siglo XVI y la primera
mitad del XVII. A partir de esa época sufre algunos altibajos hasta el español
actual en donde sobrevive como rasgo de marcación diatópica reservado a
los usos del español hispanoamericano.
Las otras dos locuciones que constituyen formaciones paralelas en
cuanto a su formación por elipsis tuvieron menor arraigo. Cuando no se
difunde en la primera mitad del siglo XVII y a partir de entonces entra en
un período de letargo hasta su reaparición a mediados del siglo XIX con
los ejemplos de escritores literarios como Valera, Clarín, Galdós. Sobre de
no, su presencia en la historia del español está marcada por su discreto uso
con índices muy bajos si bien de forma constante hasta la época actual,
particularmente en zonas del español de América, donde alcanza el último
estadio de gramaticalización mediante la fusión de los dos miembros de
la locución. Estos elementos no han triunfado plenamente en el sistema
lingüístico dentro del paradigma de los procondicionantes frente al término
competidor por excelencia en estos contextos, si no, elemento desde el
principio de alta frecuencia de uso, que es una de las circunstancias que
intervienen en la rutinización y que da estabilidad al sistema. Una de las
razones que podría estar en la base del escaso éxito de estas locuciones sería
la calidad de opacidad de los signos, lo cual conlleva lecturas ambiguas y
su consecuente caída en el uso de estos elementos.
Nos hemos interesado asimismo por la vinculación de donde no con
los contextos y las Tradiciones Discursivas más favorables. Su presencia se
advierte en textos de carácter formal con predominio de los que se integran
en las tradiciones de carácter notarial, jurídico e historiográfico y dentro de
37
Vid. Gómez Asencio (2001: 312).
La especialización de donde no como locución con valor hipotético 581
1. Introducción
El discurso que teje la narración de Cervantes en Rinconete y Corta-
dillo crea la abigarrada vida social de un tropel de personajes que repre-
senta el ambiente de hampa en el que viven, donde la palabra, en general,
586 Ángel Cervera Rodríguez
1
La fraseologización es definida por Ruiz Gurillo (1997: 103) como el proceso por
medio del cual, gracias a la fijación en algún grado y en ocasiones a la idiomaticidad,
parcial o total, se constituye una unidad fraseológica.
2
Los ejemplos van precedidos de número arábigo correlativo entre paréntesis. Al
final, se indica la página, también entre paréntesis. Aunque se han manejado otras ediciones
—entre ellas las Obras completas de Miguel de Cervantes, Aguilar, 2003, t. I, pp. 673-
694—, se ha optado citar por la edición digital de Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla (1922
[1612]): Obras completas de Miguel de Cervantes Saavedra. Novelas exemplares, t. I,
Madrid, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002, pp. 208-328.
3
La enunciación, según Ducrot (1980: 33), es el acto de producir un enunciado,
producto de ella, donde se manifiesta lo explícito, lo implícito y la referencia. Y los
enunciadores son distintas voces que se manifiestan en el discurso.
Formalización del predicado verbal en Rinconete y Cortadillo 587
4
La expresión cortar tijera tiene un valor metafórico, al utilizarse con el sentido de
‘robar’.
588 Ángel Cervera Rodríguez
(11) Y porque se que me han de preguntar algunos vocablos de los que he dicho,
quiero curarme en salud y dezirselo antes que me lo pregunten. Sepan voa-
cedes, que quatrero es ladron de bestias; ansia es el tormento; rosnos los
asnos, hablando con perdón (244).
A todo ello se unen las construcciones con gerundio —con y sin nexo
introductorio— con diferentes valores temporales, modales e incluso como
marcadores discursivos, como en (41), en donde se ponen de manifiesto
la concurrencia de lo narrativo con el empleo del indefinido y las marcas
descriptivas por las aposiciones, enumeraciones, el uso del imperfecto y el
conector espacial explicativo por donde:
(41) Entraron con él dos mozas, afeitados los rostros, llenos de color los labios…:
señales claras por donde, en viéndolas Rinconete y Cortadillo, conocieron
que eran de la casa llana (178).
Así pues, las perífrasis verbales son construcciones en las que el verbo
auxiliar pierde su carácter semántico propio en favor del verbo auxiliado for-
mando una expresión unitaria. Cuando el verbo conserva parte de su signifi-
cado, se puede considerar como una perífrasis en proceso de lexicalización,
aunque a veces los límites no están nada claros, sobre todo en aquellos casos
en los que el auxiliado va en infinitivo. El Esbozo (1973: 444), refiriéndose
a la perífrasis verbal, señala que «cuando un verbo forma parte de determi-
nadas perífrasis o sintagmas fijos que pueden afectar a todas las formas de
su conjugación, se producen en el significado del verbo ciertos matices o
alteraciones expresivas». En Rinconete y Cortadillo se muestra una amplia
variedad de perífrasis de infinitivo, gerundio y participio, aunque las más
frecuentes son las aspectuales y modales de infinitivo. Algunas están total-
mente consolidadas en la lengua y otras están en proceso de formalización.
4.1.1. Perífrasis de infinitivo
Las perífrasis de infinitivo presentan la acción en potencia de realiza-
ción (in posse), por lo que expresan una idea prospectiva o de futuro. En
Rinconete y Cortadillo aparecen más de 28 verbos distintos actuando como
auxiliares de perífrasis de infinitivo o formando parte de construcciones
con infinitivo, que son las más frecuentes, como la aspectual incoativa (43-
44), la aspectual ingresiva (45-46), la aspectual iterativa (47), la aspectual
frecuentativa (48) y las de carácter privativo (49) o resultativo (50), que
presentan un claro valor perlocutivo:
(43) Mas apenas auian començado a dar assalto a las naranjas (278).
(44) Sossieguense, que yo le saldre a hablar (264).
(45) Vuessas mercedes se queden a la puerta, que yo entrare a ver si está des-
ocupado (246).
(46) Luego se pusieron los dos a jugar a la veyntiuna con los ya referidos naipes
(220).
(47) Todos le boluieron las gracias; tornaronse a abraçar Repolido y la Cariharta,
la Escalanta con Maniferro, y la Gananciosa con Chiquiznaque (322).
Formalización del predicado verbal en Rinconete y Cortadillo 595
(57) Su guia les mandó esperar en vn pequeño patio ladrillado (248).
(58) […] me enseñó a cortar antiparas, que como v. m. bien sabe (212).
(59) Porque tenemos de costumbre de hazer dezir cada año ciertas missas por
las animas de nuestros difuntos y bienhechores (256).
(60) Tambien topé, dixo el viejo, en vna casa de posadas en la calle de Tintores
al Iudio, en habito de clerigo, que se ha ydo a possar alli (322).
(61) Era algo ladronzillo, le auia tomado la bolsa, y que el se obligaua a saberlo
dentro de pocos o de muchos dias (238).
(62) Despidiendose del, le dixo que a la tarde procurasse de verle en aquel mismo
lugar (238).
(63) Querria saber, hijos, lo que sabeys, para daros el oficio (258).
(64) Y tambien, si fuere menester, sabremos tocar los cascabeles (296).
(65) Mi padre es sastre; enseñome su oficio, y, de corte de tisera, con mi buen
ingenio, salté a cortar bolsas (218).
(66) Y mire no se ensanche por verme hablar tan manso (294).
(67) Vengo a dezir a vuessas mercedes como agora, agora, topé en Gradas a
Lobillo el de Malaga, y dizeme que viene mejorado en su arte de tal manera
(320).
unitario consabido no se justifica, sin más, con una suma del significado
normal de los componentes. Las locuciones se relacionan con frase pro-
verbial, refrán, dialogismo, modismo o forman parte de las «expresiones
pluriverbales», como las denomina la Academia. Aun así, la mayoría de los
paremiólogos, como Zuluaga (1980), Corpas (1996) o Ruiz Gurillo (1997)
distinguen entre las expresiones idiomáticas, caracterizadas por su fijación e
idiomaticidad5, y las unidades sintagmáticas nominales y verbales, solo por
su fijación, aunque, para Zuluaga (1980: 124), toda expresión idiomática es
fija y la idiomaticidad presupone la fijación. Tradicionalmente se ha tratado
de delimitar el concepto de locución, considerada por Casares (1992: 268-
170) como unidad inalterable y dotada de unidad de sentido. En esta línea,
Corpas (1996: 50-51 y 88) señala que las locuciones no constituyen enun-
ciados completos ni actos de habla, sino que funcionan como elementos
oracionales —dotados de fijación interna, unidad de significado y fijación
externa paremática— equivalentes a sintagmas. Esta idea es compartida por
García-Page (2008: 27-33), al referirse a ellas como unidades fraseológicas
constituidas por rasgos de fijación, idiomaticidad e institucionalización.
Al explicar las locuciones verbales, Casares (1992: 177-178) se refiere
a ellas como una clase que ofrece el aspecto de una oración transitiva,
intransitiva o predicativa, donde el verbo copulativo es necesariamente
parte integrante de la locución. Pero no siempre las funciones sintácticas se
corresponden con el régimen del verbo establecido. Eso sí, el auge actual
de los estudios fraseológicos en la lingüística aplicada no se corresponde
claramente con el escaso espacio dedicado a la fraseología diacrónica-
mente, como señala Echenique (2003: 545). De todos modos, en Rinconete
y Cortadillo es frecuente el uso de locuciones —expresiones fijas y refra-
nes— constituidas por V + locución nominal (86), adverbio (87), sintagma
nominal (88 y 89), sintagma preposicional (90), pronombre (91), adjetivo
(92) o participio (93):
(86) Acogieronle de buena gana (220).
(87) Toda esta licion tomaron bien de memoria, y otro dia, bien de mañana, se
plantaron en la plaça de san Saluador (228).
(88) Sin desplegar los labios y sin dezir esta boca es mia (262).
(89) Que quiera enojar ni hazer burla de otro amigo (298).
5
A diferencia de la idiomaticidad, la lexicalización se produce cuando un sintagma se
convierte en unidad léxica, por lo que conlleva una cierta idiomaticidad o especialización
significativa. Y la fraseologización es un proceso por el que, gracias a la fijación —parcial
o total—, se constituye una unidad fraseológica.
Formalización del predicado verbal en Rinconete y Cortadillo 599
6. Conclusión
El narrador inicia la obra con una presentación y sigue con un diálogo,
que se convierte en la guía que mueve a los personajes para crear un mundo
de oralidad. Por eso juega Cervantes constantemente con los verbos decir,
repetido más de 100 veces, y responder, utilizado en más de 60 ocasiones,
como en (115):
Formalización del predicado verbal en Rinconete y Cortadillo 601
(115) Assi es, dixo a esto el Repolido. Pero mire v. m., señor Monipodio, lo que
nos ordena y manda, que se va haziendo tarde y va entrando el calor mas
que de paso. Lo que se ha de hazer, respondio Monipodio (318).
De este modo el relato sigue una proyección discursiva dialógica,
dotada de variedad y formalización verbal, que actúa como hilo conductor
de la acción y de la trama argumental. Por eso, cabe decir que, a través de
la diversidad de formas verbales empleadas, Cervantes diseña un marco
narrativo dinámico y ameno en Rinconete y Cortadillo, gracias a su capa-
cidad creativa y dominio lingüístico, que le permiten retratar la sociedad
de su tiempo con un español clásico y moderno a la vez.
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602 Ángel Cervera Rodríguez
Abstract. The traditional analysis of short and long adverbs, vámonos rápido /
vámonos rápidamente, has been done from a sociolinguistic perspective, from
a dialectal one, and from an external historical point of view also. This paper
adopts a different perspective: historical internal grammar perspective. The paper
compares two minimal pairs of short and long adverbs in two periods of Spanish,
the 18th and the 20th-21st centuries. The paper shows that a short adverb keeps
«traces» of its original adjective category, and for that reason, to recategorize as
an adverb, it needs more cohesion with the verb, it needs a rigid relative v-adverb
order, and it needs to appear in contexts having a greater number of nominals and
a lesser event complexity, as compared to long adverbs.
604 Concepción Company Company
Keywords. Short adverb, long adverb, adjectival adverb, -mente adverb, marked-
ness, event complexity, adjacency, nominality.
1. Introducción
Las construcciones del tipo «respire hondo», «váyase derecho», «llego
rápido», «yo redacto directo en la máquina», con un adverbio adjetival
modificando a un verbo, y las del tipo «salió rápidamente», «yo redacto
directamente en la máquina», con un adverbio en -mente modificando a
un verbo, han sido objeto de numerosos análisis sintácticos y semánti-
cos, sincrónicos y diacrónicos, pero casi siempre de manera separada, sin
realizar una comparación de sus similitudes y diferencias sintácticas. Un
análisis comparativo gramatical estricto de dos pares de adverbios, rápido
~ rápidamente / infinito ~ infinitamente, es justamente el objetivo de este
trabajo. Para fines operativos, denominaré a los primeros adverbios cortos
y a los segundos adverbios largos.
La información existente sobre estas dos clases de formas adverbiales
es, como digo, abundante. Los siguientes puntos resumen los aspectos más
importantes vertidos en la bibliografía de los últimos veinte años1.
1. En español, como en la mayoría de lenguas romances, los adverbios
cortos y los largos tienen una distribución muy similar y ambos codifican,
en términos generales, un «mismo» espacio funcional de la modalidad de
manera: «váyase rápido» ~ «váyase rápidamente»; «entremos directo al
problema» ~ «entremos directamente al problema»; «Cierto, no me había
percatado» ~ «Ciertamente, no me había percatado». Sin embargo, hay
distribuciones complementarias o excluyentes, en las cuales, a veces la
construcción gramatical está codificada mediante el adverbio corto úni-
camente: «respire hondo» / *«respire hondamente»; «lo tengo claro» /
*«lo tengo claramente»; «Listo, ya está agendado» / *«Listamente, ya está
agendado»; a veces solo por el adverbio largo: «lo cree firmemente», *«lo
cree firme», y a veces es bastante dudoso cuál de los dos adverbios codi-
fica la construcción aceptada, si no es que la gramatical: «hable fuerte» /
1
Cf., entre muchos otros, para adverbios cortos en sincronía, Hummel (2000, 2012,
2013a, 2013b), Suñer/Di Tullio (2001), Abeillé/Godard (2004); para adverbios cortos en
diacronía, Hummel (2014). Para adverbios largos en sincronía, Kovacci (1999), rae-
asale (2009: §§ 13 y 30); para adverbios largos en diacronía, Company (2012a, 2012b,
2014); Hummel (2013c). Para adverbios en latín, Karlsson (1981), Tarriño (2009) y Ricca
(2010), entre otros.
Adverbios cortos y adverbios largos en el español 605
2. El corpus
El corpus está conformado por dos periodos, siglos xviii y xx-xxi,
a partir de los datos contenidos en dos corpus, el Corpus diacrónico del
español (corde) para el primer siglo y el Corpus de referencia del espa-
ñol actual (crea) para el segundo, ambos pertenecientes a la Real Aca-
demia Española (<www.rae.es>). Para el xviii, analicé el siglo completo
(1700-1799) y para los siglos xx-xxi, restringí el análisis a solo quince
años (1990-2005), ya que son numerosísimos los casos de rápido en los
treinta años que abarca el crea. Seleccioné cualquier país, cualquier
género textual y solo lengua escrita en el crea, con el fin de hacer más
comparables los datos de español dieciochesco y español contemporáneo
y evitar que el soporte oral de muchos documentos del crea añadiera
una variable por ahora no deseada en el análisis interno gramatical que
me propongo.
Para el fichado, fueron seleccionados todos los casos de rápido e infi-
nito que funcionaban como adverbios en ambos corpus en los dos periodos,
y, por muestreo al azar, elegí solamente 75 adverbios de rápidamente y 75
de infinitamente en cada periodo, con el fin de poder cumplir el objetivo
del trabajo, a saber, hacer una comparación de las dos clases de adverbios
de manera, y no hacer un análisis propiamente de las muchísimas docu-
mentaciones de los dos adverbios largos. El Cuadro 1 muestra la base
cuantitativa del análisis. Aunque no son muchos datos, considero que 475
ejemplos, 175 de cortos y 300 de largos, constituyen una evidencia intere-
sante para arrojar luz sobre la comparación gramatical interna de los dos
tipos de adverbios, haciendo a un lado, como ya dije, variables de índole
externa, tales como el dialecto, el soporte textual, el estilo de autor, el tipo
de registro sociolingüístico, etcétera.
608 Concepción Company Company
2
Y, efectivamente, no solo son comunes en el siglo xviii, sino que se emplean,
ocasionalmente, en usos y distribuciones que resultan un tanto anómalas para el español
actual, como en el siguiente ejemplo: «Vamos claro(s), señor Inca, ¿cuántas preguntas de
éstas me ha de hacer Vm.?» (Alonso Carrió de la Vandera, Concolorcorvo, El Lazarillo de
ciegos caminantes, ca. 1775, Perú, corde), motivo por el cual el editor de Concolorcorvo
altera el original, convirtiendo el adverbio corto claro, una forma no concordante, en un
adjetivo claros, concordado con el sujeto del verbo vamos: «vamos claros».
Adverbios cortos y adverbios largos en el español 609
3. La hipótesis
El cambio lingüístico, como es sabido, es la suma de continuidades
y discontinuidades. Por ello, un determinado comportamiento gramatical
sincrónico refleja siempre antiguos patrones estructurales y semánticos,
ya que las formas lingüísticas mantienen su significado básico, general y
esquemático por siglos y mantienen su capacidad sintáctica también por
siglos, así sea debilitada o decolorada. Es decir, las formas de la lengua
guardan por siglos «memoria» o «huellas» de su naturaleza categorial
originaria y son el contexto y la diversidad de selecciones y distribuciones
los medios que propician nuevas funciones y hacen que las formas cam-
bien. Las formas no cambian por sí solas sino a través de distribuciones
y contextos específicos.
El punto de partida para el análisis diacrónico es que la polisemia no
es inherente a las formas lingüísticas sino que sus distintos valores y dis-
tribuciones vienen dados por las diversas posibilidades distribucionales y
contextos en que aquellas pueden entrar. Sería una polisemia de contextos,
más propiamente una polifuncionalidad contextual, y no una polisemia de
formas. Sigo en estos planteamientos a Company (2012, 2014a, 2014b),
Hummel (2012, 2013a, 2013b, 2014), Trousdale (2012) y Waltereit (2012),
entre otros.
Con base en este planteamiento teórico, la hipótesis sustentada en este
trabajo es la siguiente: los adverbios cortos guardarán huellas de su natura-
leza adjetiva originaria3, de modo que para recategorizarse como adverbios
de manera, deberán tener o guardar una distribución típica de adverbios,
esto es, deberán aparecer casi siempre adyacentes al verbo, deberán tener
más cohesión con este y guardarán un orden relativo (casi) rígido con
respecto al verbo, v-adv. Asimismo, debido a su naturaleza y significado
adjetivos originarios, los adverbios cortos aparecerán en contextos con
mayor incidencia de nominales y/o relevancia nominal que los adverbios
largos, porque la función originaria de un adjetivo es modificar sustantivos.
3
De hecho, un análisis no infrecuente para los adverbios cortos es que son simples
adjetivos en una función no atributiva y no predicativa (Hengeveld 1992; Hummel 2013a,
2015).
610 Concepción Company Company
4
Marcación es entendida aquí en un sentido sintáctico-semántico, como presencia o
ausencia de restricciones, o más propiamente, como mayores o menores restricciones, y
no en el sentido morfológico de ausencia o presencia de una marca gramatical, como sería
el caso de singular frente a plural.
Adverbios cortos y adverbios largos en el español 611
Cortos Largos
XVIII 97% (90/93) 91% (137/150)
XX-XXI 99% (81/82) 88% (132/150)
Cuadro 2. Adyacencia al verbo.
5.2. Nominalidad
El concepto de nominalidad es entendido en este trabajo como la pre-
sencia de un sustantivo relevante, y posiblemente otros asociados a él, en
la oración en que aparece un adverbio (corto o largo). A su vez, el con-
cepto de ‘sustantivo relevante’ está muy próximo al de ‘tópico’, como una
entidad importante que se constituye en el tema de la narración (Givón
1988; Büring 1999; Jacobs 1999). Lo esperado, acorde con la hipótesis
planteada arriba en § 3, es que en las oraciones con adverbios cortos haya
un sustantivo relevante y que puede haber otros sustantivos directamente
relacionados con aquel. La razón es que los adverbios cortos ejercen una
especie de «atracción» nominal, porque guardan huella o «memoria» de
su naturaleza adjetival originaria. Dado que un adjetivo tiene como fun-
ción primaria modificar a un sustantivo, los adverbios cortos, en cuanto
que adjetivos invariables refuncionalizados como adverbios, aparecerán
en entornos nominales más fácilmente que los largos. No se trata, en este
caso, de la modificación de un sustantivo, sino de que se crea un entorno
de nominalidad mediante la presencia de uno o más sustantivos que son
importantes para la predicación. El concepto de ‘nominalidad’ está próximo
a la idea de «adjectival boundedness» de Paradis (2001), como un ámbito o
espacio de nominales ligados entre sí; si bien la autora emplea la expresión
solo para contextos estrictamente nominales y adjetivales, no adverbiales.
Los adverbios largos, por su parte, dado su carácter de adverbios no res-
tringidos, indiferentes o no marcados para contextos específicos, podrán o
no aparecer asociados a nominalidad relevante.
El Cuadro 3 abajo muestra los resultados cuantitativos de la compa-
ración. Puede observarse que ambos tipos de adverbios están asociados a
nominalidad, arriba de 75%, asociación que es lógica, porque casi cual-
quier evento (excepto los impersonales puros) tiene argumentos nomina-
les y complementos nominales. Sin embargo, el Cuadro indica que existe
una mucha mayor asociación a nominalidad con los adverbios cortos,
91% en promedio vs. 76% de promedio en largos. La diferencia porcen-
tual a favor de adverbios cortos en oraciones de elevada nominalidad es
de 15%, bastante significativa. Diacrónicamente, los cortos debilitaron
Adverbios cortos y adverbios largos en el español 615
ligeramente su vínculo con nominalidad, 94% > 88%, mientras que los
largos no cambiaron en lo esencial su comportamiento ante esta variable:
77% > 75%.
Cortos Largos
XVIII 94% (87/93) 77% (116/150)
XX-XXI 88% (72/82) 75% (112/150)
Cuadro 3. Oraciones con un nominal relevante.
Los ejemplos de (6) presentan los contextos típicos en que suelen con-
currir los adverbios cortos. Puede apreciarse en ellos que no solo aparece
un sustantivo importante sino que, por lo regular, hay otros sustantivos
semánticamente relacionados con el principal. Así, en (6a) hay un nominal
relevante que es el pronombre personal él, cuyo referente ha sido intro-
ducido desde varias oraciones antes; todas las oraciones subsecuentes lo
tienen como sujeto, travesando, vio, de manera que el nominal tiene per-
sistencia referencial. Además, se establece una relación de todo-parte en la
primera oración en que él funciona como sujeto: él-experta vista, relación
que refuerza el entorno de nominalidad. Por lo tanto, un pronombre perso-
nal individuado, más persistencia referencial, más una relación semántica
parte-todo confirman la asociación del adverbio corto rápido a entornos
nominales. La misma relevancia y persistencia presentan los otros ejemplos
de (6). En (6b) Gilsón, sujeto, tiene una relación de agente-actividad con
el nominal vuelta, o mejor, con el constructo verbo-nominal darse vuelta;
en el ejemplo aparece además un nominal, habitación, precedido por una
anáfora posesiva su, anclada en el sujeto Gilsón, su habitación, confirmán-
dose de nuevo el entorno nominal en que aparece el adverbio rápido. En
(6c) el nominal relevante es fuego, que aparece referido de nuevo mediante
anáforas, este, el poco, y en el contexto hay un par de nominales, espanto
y daño, que remiten al efecto del nominal principal fuego. El mismo efecto
de nominalidad relevante y ligada a otros nominales vemos en (6d): hay un
sujeto ‘yo’ codificado mediante la morfología de primera persona y varios
nominales asociados metonímicamente a aquel en cuanto que son producto
de una actividad suya, cartas contestaciones, letra, mi dictado, actividades
que van destinadas a otro nominal, Gefe; además hay varios pronombres
átonos, les (acusativo), le, que ligan la relación entre los sustantivos, de
manera que el adverbio infinito califica a un verbo relacionado con una
cadena de nominales y de anáforas vinculadas.
616 Concepción Company Company
(6a) Entonces él por las armadas filas tendió la experta vista, y travesando
rápido los inmensos batallones, vio el orden de los suyos (Gaspar Melchor
de Jovellanos, Traducción del primer canto, 1768-1778, España, corde).
(6b) Cuando Gilsón miró a esta periodista, se dio vuelta y caminó rápido a su
habitación (La Nación, 16-11-2000, Costa Rica, crea).
(6c) tuvieron que hacer fuego. Aunque éste fue dirigido de modo que más sirviera
de espanto que de daño, el poco que se hizo enardeció infinito al pueblo
(Conde de Fernán Núñez, Vida de Carlos III, ca. 1790, España, corde).
(6d) Me puse a la obra y estendí los borradores de las cartas contestaciones, que
se las enseñó al Gefe, que le gustaron mucho; les puse en limpio y mi letra
le gustó infinito, sobre todo el laconismo y exactitud de mi dictado (Pedro
Ortiz-Armengol, Aviraneta o la intriga, 1994, España, crea).
En resumen, los ejemplos de (6) y (7) indican que los adverbios cortos
no solo aparecen en entornos de nominalidad relevante, sino que, además,
son contextos de fuerte persistencia de tópico, bien porque una misma enti-
dad nominal se mantiene como sujeto a lo largo de varias oraciones, bien
porque se producen relaciones metonímicas de diverso tipo entre aquella y
otros sustantivos, parte-todo, actividad-resultado, o bien porque aparecen
Adverbios cortos y adverbios largos en el español 617
sumadas estas dos estrategias. Los adverbios largos, por su parte, aunque
pueden aparecer en esos mismos contextos, suelen hacerlo en contextos
con nominales en competencia, no vinculados semánticamente entre sí6.
5.3. Complejidad del evento
Por complejidad del evento entenderé el número y tipo de oraciones
sintácticamente relacionadas con la oración que contiene el adverbio, sea
este corto o largo. Como menor complejidad, clasifico una oración simple,
yuxtaposición y coordinación; como mayor complejidad, clasifico todo tipo
de subordinadas, no solo las subordinadas estrictas, las completivas, sino
todo tipo de relaciones circunstanciales. Lo esperado es que los adverbios
cortos aparezcan en oraciones menos complejas porque están especializa-
dos para aparecer en contextos con nominales. Los largos son indiferentes
al grado de complejidad estructural del evento.
El Cuadro 4 a continuación muestra la asociación cuantitativa de adver-
bios cortos y largos a la menor complejidad del evento. Se observan dife-
rencias cuantitativas grandes entre cortos y largos; en promedio, los cortos
aparecen en el 86% de los casos en eventos de complejidad menor vs. el
66% para largos, es decir, hay un 20% a favor de cortos para aparecer en
contextos de menor complejidad eventiva. Diacrónicamente, aumenta la
aparición de cortos en eventos poco complejos: 83% > 89%. Este incre-
mento de menor complejidad puede ser señal de que afianzaron su sintaxis
en menor complejidad, o señal, como creo, de que el modo de escribir a
fines del siglo xx e inicios del xxi se hizo sintácticamente menos elabo-
rado, con mayor aparición de punto y seguido y párrafos menos extensos.
Los largos, por el contrario, disminuyeron muy ligeramente su aparición en
eventos menos complejos, es decir, aumentaron ligeramente la complejidad
eventiva.
Cortos Largos
XVIII 83% (77/93) 68% (102/150)
XX-XXI 89% (73/82) 65% (112/150)
Cuadro 4. Menor complejidad del evento.
6
La muy frecuente aparición de adverbios cortos en contextos imperativos, respire
hondo, hable más alto, señalada en la bibliografía como una característica de los adver-
bios cortos, confirma la relevancia nominal asociada a ellos, ya que el oyente-interlocu-
tor, segunda persona sujeto del imperativo, ocupa posiciones altas en las jerarquías de
topicalidad.
618 Concepción Company Company
(9c) Pero lo que me importa infinitamente más es, que las Sagradas Letras nos
insinúan lo mismo que en el assumpto dixeron los antiguos philósophos
(Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas, 1753, España, corde).
(9d) Los resultados de estudios de medición demuestran que las industrias de la
nueva economía gastan infinitamente menos petróleo que el esquema del
industrialismo (Excélsior, 19-09-2000, México, crea).
6. Conclusiones
Hemos visto que adverbios cortos y largos se disputan, sin duda, el
mismo espacio funcional de la modalidad, pero son sintácticamente distin-
tos, porque a formas distintas corresponden significados y distribuciones
distintas.
El análisis cualitativo y cuantitativo del corpus muestra que adver-
bios cortos y largos ponen de relieve, de perfil o en perspectiva, como se
conoce en la gramática cognitiva, aspectos gramaticales distintos: los cortos
retienen «memoria» de su categoría adjetiva originaria y ello determina el
comportamiento sintáctico: mayor adyacencia o cohesión verbal, mayor
aparición en contextos con elevada nominalidad y menor complejidad sin-
táctica eventiva. Los largos pueden aparecer en los contextos de los cortos,
pero pueden y suelen tener menor cohesión verbal, mayor diversidad léxica
nominal y sucesión de nominales no vinculados entre sí, y suelen aparecer
en eventos mucho más complejos.
En suma, los adverbios cortos son el polo marcado del binomio adver-
bial, porque requieren una sintaxis especializada, mientras que los largos
son no marcados para un tipo particular de sintaxis.
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Cartelle, ed., Actas del VIII Congreso Internacional de Historia de la Lengua
Española, Santiago de Compostela, Meubook, 301-314.
620 Concepción Company Company
The aim of this paper is to clarify, as far as it is possible, to what extent syntac-
tic Latinate structures in the target text are motivated by translation practices.
Thus we will be able to check the existence of other phenomena conceptionally
related to latinism such as Anti-Latinism, Hyper-Latinism and Hetero-Latinism,
all of them having been usually forgotten in this research field. For this purpose
a corpus of sixteenth-century Erasmian translations and other translated texts of
this period have been analysed.
Keywords. Latinate syntax, translation, Siglo de Oro, Erasmism.
1. Introducción
El estudio del latinismo sintáctico adolece aún de una asombrosa desa-
tención en el marco de la hispanística. Si, por tomar un caso paradigmático
de influencia latinizante en las lenguas románicas, al estudio del accu-
sativus cum infinitivo (AcI) se le dedicaron monografías muy tempranas
para el francés y para el italiano (Stimming 1915 y Schwendener 1923,
respectivamente), su consideración para el español se limita a unos pocos
artículos (cf. especialmente Pountain 1998; Pons Rodríguez 2007, 2008;
Sitaridou 2009) y tesis recientes (cf. Sitaridou 2002). Y la situación no
es más alentadora para el resto de fenómenos sintácticos latinizantes1. Es
cierto que al quejarme de esta situación estoy incurriendo en un tópico de
la sintaxis histórica española, pero no es menos cierto que otras parcelas
del saber lingüístico, particularmente el léxico, han sido más frecuente-
mente transitadas, particularmente en lo que atañe a la adquisición de un
vocabulario culto mucho más abundante llegado a las lenguas neolatinas a
partir de la traducción de textos filosóficos, teológicos y técnicos (cf. Bustos
1974; Azofra 2006: 68; Veiga Díaz 2005: 220 y sigs.). En efecto, en la Edad
Media, el latín como adstrato lingüístico —o comoquiera que se denomine
a esta relación— intervino decididamente en los denominados procesos de
1
Aunque el caso del AcI es revelador por lo que concierne a la prelación temporal en
su estudio, la mayoría de los fenómenos tradicionalmente considerados latinizantes (cf. una
nómina aproximativa en Pons 2015) no ha recibido tratamiento particularizado y extenso
en ninguna de las lengua romances, con la excepción de las construcciones participiales
y gerundiales (cf. sin afán de exhaustividad, Müller-Lancé 1994 para el francés y De
Roberto 2012 para el italiano) y el orden de palabras (cf. Canaes e Mariz de Pádua 1960
para el portugués y López Izquierdo/Castillo Lluch 2015 para el español). Tampoco otros
cuya naturaleza textual pocos autores —aún— han relacionado con el carácter culto de la
construcción, como la pasiva perifrástica, que, nos parece, podría incluirse en esta nómina
(cf. en apoyo de esta hipótesis, que por razones de espacio no podemos desarrollar aquí,
Romero Cambrón 2005-2006: 696-69 y Garachana 2016).
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 625
2
Sobre este tipo de cambios cf. Jacob/Kabatek (2001) y Pons Rodríguez (2006, 2010).
3
«Primero llega la tradición de los textos y después se elaboran los medios lingüísticos
apropiados para poder recrearla en la lengua nueva. En el estudio de la historia de una
lengua, la penetración de una nueva tradición discursiva siempre abre una brecha y crea
una especie de “desorden” hasta que los hablantes la coloquen “en su sitio” y encuentren
y fijen los medios lingüísticos que luego asociarán a ella. Son estas circunstancias las que
en el eterno juego entre tradición y creatividad innovadora, permiten que ésta predomine
sobre aquélla, y son, por lo tanto, momentos que merecen la atención primordial de los
historiadores de la lengua» (Kabatek 2001: 123).
4
Está asentada la idea en la bibliografía de que esta época corresponde
paradigmáticamente a los siglos XIII-XV para el italiano (cf. Segre 1952), XIV-XVI para
el francés (Albrecht 1995) y, sobre todo, siglo XV para el castellano, todas ellas, por
lo demás, épocas en que se produce una eclosión de la actividad traductora, de ahí que
el latinismo se asocie tan frecuentemente con esta tarea. En todo caso, es sabido que
las delimitaciones cronológicas no siempre son exactas. Por ejemplo, para el castellano
no existe una ruptura en este sentido entre el siglo XV y el XVI, por más que hacia la
segunda década de este último empiecen a triunfar los preceptos erasmianos de estilo de
acuerdo con el ideal del «escribo como hablo» (cf. Pons Rodríguez 2006: 1568; Del Rey
2015b: 212-218). De hecho, no hay que esperar que en la prosa erasmiana no se puedan
encontrar latinismos porque se procure una prosa acorde a dicho ideal, sobre todo teniendo
en cuenta que en la época de la que tratamos todavía se mantiene con fuerza el tópico de
la inhabilidad de las lenguas romances para expresar las ideas con la elegancia de estilo
propia de la lengua latina.
5
Cf. Aschenberg (1994: 133), López Grigera (2004: 702) y Pons Rodríguez (2006:
1565).
626 Santiago del Rey Quesada
6
Cf. Lorian (1968: 1271), Albrecht (1995: 21), Elvira (1996: 265), Arroyo Vega (2002:
2) y Castillo Lluch (2008: 299).
7
«[L]as construcciones latinizantes son especialmente frecuentes en las versiones de
obras latinas, que están muy sometidas al influjo del modelo directo» (Azofra 2006: 68).
Idea repetida en Azofra (2009: 106). Por supuesto, no se trata en ningún caso de opiniones
maximalistas ni definitivas. El mismo Stimming (1915: 131) reconoce que la construcción
de accusativus cum infinitivo que estudia aparece también en casos en que los traductores
no traducen directamente del latín. Lorian, por lo demás, es el introductor del concepto de
antilatinismo (cf. infra), para referirse a los numerosos casos en que los traductores emplean
una estructura sintáctica autóctona que evita el latinismo y, en fin, Azofra da cuenta de casos
en su estudio sobre el participio de presente en el Omero romançado de Juan de Mena en los
que las estructuras latinas no se trasplantan e incluso ofrece ejemplos en los que aparecen
cuando no existe correspondencia con el original (cf. infra nuestro concepto de hiperlatinismo).
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 627
8
Otros muchos investigadores de textos traducidos se han referido al hecho de que
estos presentan características menos latinizantes que los textos originales. Cf. Brucker
(1977: 339), Banciotto (1979: 69), Bérier (1988: 236), Cavallero (1992: 73), Burrus (1994:
152) y Pons Rodríguez (2012).
9
Por cuestiones de espacio, no puedo disertar en esta contribución acerca del problema
que podría alegarse respecto del diferente estatuto que probablemente se atribuyera al latín
renacentista frente al clásico también en lo que toca a la construcción sintáctica del discurso
y su capacidad «evocadora» en las prácticas del intérprete.
628 Santiago del Rey Quesada
No obstante, no nos pasa desapercibido que un corpus comparable tendría que estar
10
11
De entre las varias objeciones que podrían hacérsele a esta propuesta, quizás sea
el carácter provisional atribuido a la construcción latinizante la parte más cuestionable de
la definición, pues impediría considerar como latinismos las construcciones absolutas y,
en el plano morfosintáctico, también el superlativo sintético en -ísimo. Para una revisión
actualizada del concepto de ‘latinismo sintáctico’ y de los problemas que plantea, remito
a Mastrantonio (2017) y a Del Rey (en prensa b).
12
Por razones de espacio, no puedo detenerme en explicar las concomitancias que
presenta esta clasificación con la propuesta por Kabatek (1997) reelaborando ideas y
conceptos de Weinreich (1967 [1953]) y Coseriu (1977). Baste decir que el fenómeno del
latinismo A se relaciona con la interferencia positiva de trasposición, el hiperlatinismo y
el heterolatinismo con la interferencia positiva de hipercorrección y el antilatinismo con
la interferencia negativa de divergencia (cf. Del Rey 2016a).
13
En la terminología de Schmitt (2000: 1067), podríamos equiparar este latinismo a
lo que el autor denomina Übersetzungslatinismus.
14
Para estos casos de «infinitivo subordinado a la latina», en terminología de Cano
Aguilar (1992: 194), y sus problemas de adscripción como AcI tradicional, cf. Del Rey
(2016a: 94, n. 20).
15
Todas las reservas son pocas, sobre todo al hablar de textos antiguos, donde el
concepto de originalidad no puede equipararse a la total independencia de textos anteriores
630 Santiago del Rey Quesada
(2) el papa se guardaba bien de no ir aquella [sic] peregrinación, mas, como un día
fuese a decir misa en Roma a la capilla de Santa Cruz que llaman Jerusalén,
sintióse herido de muerte (Silva: 128).
que sirvan como modelo, sino que, muy al contrario, numerosas obras pueden ser descritas
como auténticas compilaciones de fuentes clásicas y romances, ya conocidas, ya perdidas.
Dado el carácter historiográfico de la Silva palentina, por ejemplo, obra tenida en cuenta
para este estudio, es difícil saber hasta qué punto muchos de los pasajes no son traducciones
más o menos libres de otras crónicas a las que tendría acceso el Arcediano, pero tal
incógnita merecería una indagación más pormenorizada en la que lamentablemente no he
podido detenerme.
16
Aunque no se trata propiamente de un latinismo sintáctico, sino morfológico, he
rastreado la presencia del superlativo sintético en el corpus por ser uno de los fenómenos
latinizantes más estudiados para la lengua española y porque su contrapartida antilatinizante
sí responde a motivaciones sintácticas: muy + adjetivo.
17
Es decir, se trataría de una solución más vernácula que el correspondiente latinismo.
No obstante, somos conscientes de los problemas que plantea el criterio de vernacularidad
aplicado a estadios de lengua del pasado reconstruidos a partir de los textos.
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 631
(5) teste Iob, milite longe tum exercitatissimo tum inuictissimo (Enchiridion:
94).
(5’) según lo afirma aquel muy exercitado en ella y nunca vencido caballero Job
(Enquiridion: 111).
18
Buridant (2000: 10) se refiere a este fenómeno mediante la designación de
«latinisation interne». De «latinismos espurios» habla Russel (1985: 48). Con frecuencia,
el carácter latinizante achacado a determinadas traducciones se debe a la presencia de
hiperlatinismos y no de latinismos (cf. Morrás 1990: 354; Campos Souto 2001: 377; Gil
2012: 185).
632 Santiago del Rey Quesada
Sobre las dificultades de delimitación de este fenómeno sintáctico, cf. Del Rey
19
(2016a: 94-96).
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 633
20
Por cuestiones de espacio, dejamos de lado aquí las estructuras absolutas de
gerundio, que consideramos fenómeno igualmente latinizante, aunque más asentado en el
idioma ya desde la época alfonsí (cf. Octavio de Toledo 2017), es decir, se trataría un grado
de latinización más débil (cf. Del Rey 2016b: n. 33; Del Rey en prensa a).
634 Santiago del Rey Quesada
3.4. Los resultados que para las estructuras de como + subjuntivo arro-
jan los Gráficos 7 y 8 evidencian una gran divergencia entre un autor y
otro, así como entre los dos textos latinos analizados. En efecto, mientras
que en el Enchiridion solo se contabilizan 22 casos de cum + subjuntivo,
la Lingua presenta 136 casos, sin duda por el carácter narrativo de esta
última frente al expositivo-doctrinal de aquel. Se observa (cf. Gráfico 8) que
Bernardo Pérez de Chinchón es permeable a la incorporación de este meca-
nismo subordinativo, pues hasta en 61 ocasiones se documenta la estructura
en la traducción de la Lengua, en una gran proporción como latinismo A
(cf. Gráfico 9), aunque el antilatinismo es la solución con un porcentaje más
destacable de entre las posibilidades de traducción de la construcción en la
versión castellana. En el Arcediano del Alcor (Gráfico 7), sin embargo, se
continúa la tendencia más general: mayor proporción del fenómeno latini-
zante en el texto original que en la traducción, a lo que sin duda también
contribuye la naturaleza historiográfica de la Silva palentina:
636 Santiago del Rey Quesada
4. Conclusiones
Las conclusiones presentadas en este último apartado son necesaria-
mente provisionales de acuerdo con las limitaciones del corpus de las que
advertimos. Igualmente, hay que tener en cuenta que tan importantes como
las ideas colegidas del análisis son las preguntas que este deja abiertas para
el futuro.
1. En primer lugar, se ha insistido en la necesidad de considerar el
latinismo sintáctico como un fenómeno en el que se implican diferentes
actitudes según se trate de textos originales o textos traducidos. Claro que
tampoco en este aspecto tal desiderátum está exento de problemas, pues
se ha advertido de que muchas obras originales se basan (a veces muy de
cerca) en fuentes latinas, de ahí la importancia del fenómeno de la traduc-
ción como capítulo pendiente para la historia de la lengua.
2. Los datos recogidos en los cuadros presentados y en otros que, por
cuestiones de espacio, ha sido obligado omitir, revelan que, en las traduc-
ciones, el antilatinismo es el fenómeno, de entre los relacionados en el § 2
de este artículo, más representado.
3. El análisis de los diferentes fenómenos latinizantes contemplados en
este trabajo —AcI, construcciones absolutas de participio, superlativo en
-ísimo y estructuras de como + subjuntivo— pone de manifiesto diferencias
atribuibles a los estilos de autor —Alonso Pérez de Madrid, Arcediano del
Alcor, y Bernardo Pérez de Chinchón— y también distinciones que se rela-
cionan con las contingencias de la tradición discursiva en cada caso. Este
último aspecto explica, por ejemplo, que el encadenamiento de anécdotas
históricas en la Lingua de Erasmo haga disparar la estadística de cum +
subjuntivo en el TF y de como + subjuntivo en el TM de Pérez de Chinchón.
4. Si apartamos la estadística de como + subjuntivo en la traducción de
este último autor, las soluciones en ambos escritores apuntan en la dirección
de que las tendencias latinizantes aparecen mayoritariamente con indepen-
dencia del modelo latino, es decir, cuando no hay una motivación directa.
Esta conclusión es sin duda sorprendente sobre todo si pensamos que, a
la hora de traducir, el autor podría dejarse llevar sin más por la estructura
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 639
Bibliografía
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Lingua: En Opera omnia Desiderii Erasmi Roterodami. Ordinis quarti tomus
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Company, 1989.
21
Sí parece responder a la misma tendencia la práctica de la traducción en las obras
historiográficas de Alfonso X (cf. Castillo Lluch 2005 y Del Rey 2016a).
Latinismo, antilatinismo, hiperlatinismo y heterolatinismo 641
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644 Santiago del Rey Quesada
Abstract. This paper aims at analyzing the historical depth of adjectival structures
which resort to patterns such as the following: noun + a + noun, as in camisa
a rayas, corbata a cuadros, pañuelo a tiras. Three main aspects are to be ana-
lyzed as for their significance in the building of these structures: a) the presence
or absence of a noun phrase complement followed by the preposition de, likely
to be the motivating context behind the emergence and dissemination of such
adjectival structures; b) the lexical features of the noun introducer; and c) the
lexical features of the noun followed by a prepositional phrase; both b) and c)
are thought to determine such adjectival usages.
Keywords. Preposition a, adjectival expressions, noun phrase complements.
1. Introducción
La preposición a puede caracterizarse como uno de los elementos gra-
maticales que ha adquirido, a lo largo de la historia del español, un mayor
número de funciones no etimológicas y, por lo tanto, también ha ganado
presencia significativa en muy diversos contextos de uso. Constituye una
648 Rodrigo Flores Dávila
modo, los datos dejan ver que la semántica léxica de los nominales rectores
presenta una alta dispersión léxica y, en contraparte, la semántica léxica
de los términos nominales muestra una dispersión léxica muy baja (§ 6).
En términos diacrónicos, resulta interesante la escasa profundidad his-
tórica del empleo de a como formadora de construcciones adjetivas, no
obstante algunos ejemplos en etapas tempranas. De modo más específico,
en el lapso que abarca del siglo xiii al siglo xviii son pocos los casos
que siguen el esquema nominal + a + nominal. Posteriormente, a partir del
siglo xix, se registra un periodo de activación y proliferación del esquema.
Este uso innovador de a es, sin duda, un ejemplo más de la multiplicidad
funcional y formal que la preposición a ha adquirido a lo largo de la his-
toria del español.
Esta investigación tiene como objetivo principal analizar bajo una
perspectiva diacrónica las construcciones adjetivas formadas mediante el
esquema a + nominal. Los objetivos específicos son tres: a) Estudiar el
contexto sintáctico adyacente a las estructuras de a + nominal, en particular,
la presencia de un complemento de nombre encabezado por la preposición
de. b) Mostrar los principales rasgos léxico-semánticos del introductor
nominal. c) Dar cuenta de los principales rasgos léxico-semánticos del
término nominal.
Cabe señalar que este estudio tiene como base una serie de trabajos
anteriores sobre la preposición a (Flores 2013; Company/Flores 2014), e
intenta aportar información hasta ahora no conocida sobre construcciones
con la pauta nominal + a + nominal, con base en nuevos corpus específicos
para su análisis.
La estructura de este texto se divide en seis apartados, además de esta
introducción. En el apartado 2, expongo el corpus base de la investigación
y los criterios empleados para su conformación. El apartado 3 constituye
un breve estado de la cuestión de los aspectos ya tratados en otros estu-
dios. En el § 4 analizo los datos en perspectiva diacrónica. El apartado 5
aborda la presencia de un complemento adnominal como factor motivador
del cambio. El apartado 6 está dividido en dos secciones; en la primera
presento el análisis léxico de los nominales rectores y en la segunda el de
los nominales regidos. Cierran unas conclusiones en § 7.
2. Corpus
Los datos para este trabajo proceden de cinco corpus electrónicos:
a) Corpus Diacrónico del Español (corde); b) Corpus de Referencia del
Español Actual (crea); c) Corpus del Español del Siglo xxi (corpes);
650 Rodrigo Flores Dávila
(2b) La calle de Prim tiene (hoy remendado) un elegante pavimento a rombos de
granito y pórfido (Fernando Chueca Goitia, El semblante de Madrid, 1951,
España, corde).
(3a) lo único extraño es el deambular nocturno del mandatario, con pijamas
cuadriculadas (Rafael Loret de Mola, Marta, 2003, México, corpes).
(3b) Son frecuentes los materiales de construcción como el pavimento romboidal
y las tegulae (Archivo de prehistoria levantina, 1975, España, gb).
Desde una perspectiva formal, tal y como puede verse en los ejemplos
anteriores, las construcciones adjetivas complejas aparecen siempre pos-
puestas al nominal que modifican. En estos casos no es posible cambiar
el orden hacia el margen izquierdo, como sí puede realizarse, bajo ciertas
condiciones, con las formas simples (4).
(4) cubría de tinta los ofendidos y cuadriculados papeles (Ana María Matute,
Obra completa, 1971, España, gb).
el príncipe Felipe con romboidal corbata en la misma tonalidad que favorece
tanto a Letizia (Tiempo de hoy, 11/12-2004, España, gb).
Como puede verse, en algunos casos los adjetivos simples pueden for-
marse morfológicamente a partir de la base nominal. De este modo, en (5a),
un adjetivo equivalente es alunarado; en cambio, en (5b), es sumamente
complicado realizar esta operación morfológica, puesto que el nominal que
conforma el adjetivo complejo, tiras, está a su vez modificado por otro
adjetivo, plegadas.
Por lo que toca a los aspectos semánticos, si bien las construcciones
con el esquema a + nominal son consideradas locuciones adjetivales, estas
no suelen estar consignadas en los diccionarios. En efecto, se atribuye el
valor semántico expresado en estas construcciones a la preposición a, en
cuyo caso se explica que en estos usos a expresa «el modo o la forma de
un objeto» (Lara 2010: s. v. a).
652 Rodrigo Flores Dávila
4. Diacronía de a + nominal
Desde una perspectiva diacrónica, la formación de locuciones adjetivas
conformadas mediante nominal + a + nominal ha sido caracterizada como
una más de las nuevas rutinas en las que entró la preposición a, de ahí que
su profundidad histórica sea escasa. La principal innovación se presenta,
justamente, en el nominal introductor, puesto que la preposición a, como
he mencionado supra, sigue un esquema básico de verbo + a + nominal.
2
La información de este cuadro está tomada directamente de Company/Flores (2014:
470).
654 Rodrigo Flores Dávila
xiii 1
xiv 2
xv 5
xvi 12
xvii 7
xviii 13
total 40
Cuadro 2. a + nominal en función adjetiva.
(7a) diol vna tan grand ferida con ella en el escudo que traya, a flores, el canpo
de oro e las flores de azul, que gelo paso de la otra parte (Anónimo, Historia
troyana en prosa y verso, 1270, corde).
(7b) escripto en pergamino de cuero seellado con su seello de promo pendiente
por filos de seda a colores (Anónimo, Privilegio rodado de Alfonso xi, 1335,
corde).
(8) Tengo dos corços que una oveja cría, de pelo blanco a manchas (Fray Luis
de León, Traducciones clásicas, ca. 1550-1580, España, corde).
Los Avalos tenian por armas un castillo dorado en campo azul con orla a
trozos blancos y colorados (Anónimo, Relaciones histórico-geográficas-es-
tadísticas, 1575-1580, España, corde).
Otra saya de tavi pajizo, a quadros, con dos cueras (Anónimo, Relación y
memoria de las joyas de Ana de Austria, 1615, España, corde).
(10) En la noche del 4 al 5 del corriente se salio de casa de su amo un perro
mastin, de color pardo oscuro a manchas (Anónimo, Diario de Avisos de
Madrid, 07-10-1845, España, hd).
Tiene unos enormes testículos de rombos a colores (Fernando del Paso,
Palinuro de México, 1977, México, corde).
3
Tal y como señalé en el § 2, debido al importante aumento de casos de la estructura
adjetiva a + nominal, y para los fines cuantitativos y cualitativos de esta investigación,
incluí en el corpus solamente un número representativo del total de los casos registrados
en los siglos xix, xx y xxi.
656 Rodrigo Flores Dávila
5. Contexto motivador
El corpus analizado muestra que uno de los contextos propiciadores
de la estructura adjetiva a + nominal es la adyacencia de un complemento
de nombre encabezado mediante la preposición de. El cuadro 3 muestra la
presencia de este complemento durante los primeros cortes cronológicos
establecidos en el corpus base de esta investigación4.
xiv 100%
xv 100%
xvi 67%
xvii 86%
xviii 62%
Cuadro 3. Adyacencia de un complemento de nombre con de.
El cuadro anterior deja ver que en los siglos que van del xiv al xviii
la estructura adjetiva a + nominal tiene como contexto la adyacencia de
un complemento del nombre introducido mediante la preposición de (11).
(11a) con sello de plomo pendiente en filos de seda a colores (Anónimo, Proceso
judicial, 1414, corde).
(11b) pantalón y camisa de lienzo a cuadros blancos y azules (Anónimo, El Con-
ciso, 26-09-1812, España, hd).
4
He decidido no incluir en este análisis el único ejemplo consignado en el siglo xiii,
puesto que se trata de un caso excepcional y porque no presenta una estrutura similar al
resto de los ejemplos. El total de casos que aquí estudio es de 39.
Estudio diacrónico de la preposición a en locuciones adjetivas 657
5
Cabe recordar que en este caso el universo de ejemplos es de 225 casos, 75 para
cada uno de los tres siglos analizados en esta segunda etapa del corpus.
658 Rodrigo Flores Dávila
6. Diversidad léxica
Las construcciones adjetivas con la pauta a + nominal que aquí analizo
se distinguen, además de por su contexto motivador, por tener restriccio-
nes léxicas tanto en el nominal rector como en el nominal regido. A con-
tinuación, presento algunas de las principales características para ambos
elementos; presto, además, especial atención al factor diacrónico.
6.1. Diversidad léxica del nominal rector
En términos generales, la diversidad léxica del nominal rector es sig-
nificativamente alta. El corpus arroja un total de 110 lexemas diferentes en
un universo de 265 ejemplos; esto es, aproximadamente un nuevo lexema
por cada dos ejemplos registrados. En efecto, existen 77 lexemas con una
única documentación, tales como cachucha, cojín, dalmática, escudo,
estola, gabán, jubón, orla, tacuche, uniforme, etc. No obstante, los intro-
ductores más frecuentes en el corpus son camisa, con 25/265 casos; traje
con 15/265 y vestido con 13/265.
La información antes expuesta puede apreciarse de mejor modo en la
Gráfica 1; en ella puede verse tanto la distribución como la dispersión léxica
de los nominales rectores en las construcciones adjetivas con a + nominal.
Debido al alto número de lexemas nominales diferentes, la columna de la
Gráfica 1 muestra solo algunos ejemplos; en la fila se expresa el número
absoluto de documentaciones para cada uno de estos nominales.
7. Conclusiones
En este trabajo he presentado un análisis diacrónico de estructuras
adjetivas con la pauta nominal + a + nominal. La información obtenida
muestra que si bien existe una gran profundidad histórica, las documenta-
ciones en los siglos que van del xiii al xviii son escasas. Asimismo, se hace
evidente que existe un periodo de activación y proliferación del esquema,
que corresponde al siglo xix. Durante el siglo xx y los primeros años del
siglo xxi, la frecuencia de uso se mantiene. Con base en los supuestos
anteriores, principalmente la profundidad histórica, habría que replantearse
la afirmación repetida en la bibliografía con respecto al estatus de galicismo
de las estructuras del tipo camisa a rayas, corbata a cuadros, etcétera.
He señalado, además, que la adyacencia de un complemento de nombre
encabezado mediante la preposición de podría ser un contexto motivador de
las estructuras adjetivas con a, puesto que aquellas implican restricciones
para incrustar locuciones adjetivas encabezadas con la preposición de; en
otras palabras, el esquema nominal + a + nominal surge como una estra-
tegia para evitar la repetición de dos elementos encabezados mediante de.
Finalmente, la diversidad léxica del nominal rector es muy alta, aunque
restringida a contextos semánticos específicos. En contraparte, los nomi-
nales regidos presentan muy baja diversidad léxica e, igualmente, están
restringidos a ciertos campos léxico-semánticos.
Bibliografía
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662 Rodrigo Flores Dávila
1. Introducción
La aparición del pronombre de respeto usted, derivado del honorí-
fico vuestra merced, constituye un tema central de la historia de la lengua
española. Desde los trabajos pioneros de la filología (Pla Cárceles 1923a y
1923b) hasta los más recientes de la sintaxis histórica (Sáez Rivera 2006;
Koch 2008; De Jonge/Nieuwenhuijsen 2009), en la diacronía de usted se
destaca la fase de univerbación del sintagma en pronombre. Este estadio
evolutivo manifiesta un acusado polimorfismo, sobre el que se ha funda-
mentado la reconstrucción del cambio fonético vuestra merced > usted. Las
formas amalgamadas (vuested, etc.), resultantes de la fusión del sintagma,
se han atestiguado en la comedia aurisecular y se aducen como estadios
de pronunciación previos al nacimiento de usted. El diagrama diacrónico
(vid. Figura 1), trazado por Pla Cárceles (1923a: 280), incluye dos líneas
sucesorias en la genealogía del pronombre de respeto a partir de las formas
vuesarçed (> voarçed … > vuçed > uçed) y vuesansçed (> vuesansted … >
vusted > usted). Dicho esquema evolutivo, que integra diecisiete variantes
teatrales, ha venido considerándose el árbol geneaológico oficial del pro-
nombre de respeto (cf. De Jonge 2005: § 7.6; De Jonge/Nieuwenhuijsen
2009: 1651; García-Godoy 2015: 677).
Con independencia del paradigma teórico desde el que se aborde el
cambio vuestra merced > usted, el proceso de univerbación constituye
un objetivo axial en los estudios previos, puesto que permite formular
hipótesis cronológicas sobre el nacimiento del pronombre de respeto y
la estandarización de la forma usted, en detrimento de las variantes poli-
mórficas previas. Casi de forma unánime, los investigadores establecen
que es en el siglo XVII cuando se desarrolla la biografía de usted. Pero,
recientemente, se ha señalado la importancia del periodo moderno (siglos
XVIII y XIX) en la diacronía del pronombre de respeto y se postula un
ritmo más lento en la difusión del cambio gramatical (García-Godoy 2012;
Cabal Jiménez 2013).
El arbol genealógico de usted, en lo atinente a su fundamentación
empírica, presenta grandes debilidades teóricas y filológicas, al haberse
cimentado exclusivamente en fuentes teatrales, no siempre editadas con
fiabilidad paleográfica. Desde el punto de vista teórico, el género discursivo
se esgrime como un factor relevante en el estudio del cambio lingüístico
(Company 2008) y adquiere especial importancia en la diacronía del tra-
tamiento de merced (Koch 2008). A este respecto, resulta esclarecedor el
análisis de Ly (2001) sobre el determinismo retórico de los tratamientos
alocutivos en el teatro clásico español. Así, el tuteo latinizante, plasmado en
El discurso directo en el Corpus diacrónico del reino de Granada 665
las obras teatrales del Siglo de Oro, obedece al código retórico del género
dramático y, en modo alguno, representa la generalización del pronombre
tú en la lengua no literaria de la época (Ly 2001: 13 y 15)1. Ly demues-
tra, fehacientemente, las divergencias entre el código sociodramático y el
código sociolingüístico en el paradigma de los tratamientos honoríficos
auriseculares. Por consiguiente, la historia teatral del tratamiento de merced
presenta un importante sesgo teórico, al obviar los fenómenos de variación
y cambio condicionados por la tradición retórica, particularmente intensa
en el teatro en verso. Por ello, no resulta aventurado pensar que las fuentes
teatrales puedan cobijar una imagen sesgada del cambio vuestra merced
> usted, en lo atinente al proceso de univerbación. Los estudios previos
no permiten responder a la pregunta que constituye el hilo conductor del
presente estudio: ¿el árbol genealógico de usted se circunscribe solo al
género dramático?
Por otra parte, los problemas de fiabilidad filológica minan la base
empírica literaria, muy privilegiada en la investigación diacrónica del
pronombre usted. El principal escollo lo encontramos en las ediciones
modernas de la abreviatura vmrd. (o sus variantes vmd., vm., etc.), con
la que, mayoritariamente, se escribió el tratamiento de merced en todos
sus estadios evolutivos (García-Godoy 2012: 118-125). Como es sabido,
en la historia del español se entronizó la norma escrituraria abreviada
para los sintagmas honoríficos. En el caso que nos ocupa, casi consti-
tuye una rareza documentar en escritura plena el sintagma vuestra mer-
ced, el pronombre usted y los desgastes fonéticos que lo precedieron. En
las fuentes teatrales editadas modernamente, la convención métrica de
la rima suele ser el principal parámetro considerado por el editor para
desatar «creativamente» la abreviatura vmrd. El hecho de que, lingüís-
ticamente, la fase de univerbación del pronombre se haya reconstruido
sobre variantes del editor literario, distintas de las del autor2, siembra de
dudas la mayoría de los estudios previos, inclusive aquellos basados en
el corpus académico CORDE, en el que se incluyen ediciones de escasa
1
Para el siglo XV Eberenz (2000: 98-100) también señala que algunos tipos textuales
latinizantes exhiben el mismo tuteo generalizado, ajeno a los usos sociales de la época.
2
Pla Cárceles ya advierte de estos problemas de fiabilidad filológica, incluso en
ediciones con vitola académica. Así, en la edición que en 1911 hace Cotarelo de una obra
de Hurtado de Mendoza (Getafe), incluida en su Colección de entremeses, el Secretario
de la RAE adopta vuçé «guiado por las Obras del autor, publicadas en 1728», cuando en
la edición de 1621 de Getafe, conservada en el Museo Británico, Pla Cárceles reconoce
no haber visto vuçé sino buesarçed (Pla Cárceles 1923a: 262, nota 3).
666 M.ª Teresa García-Godoy
2. El corpus
El presente estudio se basa en el Corpus diacrónico del español del
reino de Granada (CORDEREGRA). Este incluye documentación histórica
del periodo 1492-1833, lapso en el que se desarrolla la etapa cristiana del
antiguo reino nazarí. Territorialmente, dicho reino comprende las actuales
provincias de Almería, Granada y Málaga. El lapso 1492-1833 coincide,
además, con la historia de la Real Chancillería de Granada, institución
señera en la historia judicial de España, cuya jurisdicción abarcaba el terri-
torio sur peninsular desde el río Tajo (Calderón/García-Godoy 2009; Cal-
derón 2015a y 2015b).
El tamaño del CORDEREGRA es de, aproximadamente, medio millón
de palabras y se compone de documentación archivística inédita, transcrita
con criterios de paleografía estrecha y con rigor filológico3. Las dos grandes
tipologías textuales de este corpus son los inventarios de bienes (protocolos
notariales) y las declaraciones de testigo (autos, probanza, sumaria infor-
mación). Aunque minoritariamente el corpus también incluye muestras del
género epistolar que, en ocasiones, aparecen intercaladas en los pleitos.
Como ya se ha indicado, para el presente estudio se explorarán solo
aquellos documentos del CORDEREGRA fechados entre 1600 y 1800, ciclo
clave para analizar el polimorfismo del pronombre de respeto.
3
El corpus está disponible en línea en <http://www.corderegra.es> y sus 500 000
palabras presentan esta distribución cronológica: siglo XVI: 100 000 palabras; siglo XVII:
127 000 palabras; siglo XVIII: 255 000 palabras y siglo XIX (hasta 1833): 15 000 palabras
(Calderón 2015: 11). La versión actual del CORDEREGRA contiene la edición paleográ-
fica y su primera revisión filológica. Los documentos están siendo objeto de una segunda
revisión, motivo por el cual portan hoy la marca de agua «borrador». Aproximadamente
al 5% de los documentos del CORDEREGRA se les ha aplicado los criterios de edición de
la red científica CHARTA, dirigida por Pedro Sánchez-Prieto. Tales documentos del COR-
DEREGRA se han incorporado al corpus CHARTA. En este trabajo, para facilitar la lectura
de las citas del CORDEREGRA, se han eliminado algunos diacríticos de la paleografía
estrecha y se han incluido los actuales signos de puntuación.
668 M.ª Teresa García-Godoy
3. Estado de la cuestión
Diacrónicamente, el proceso de univerbación del sintagma vuestra mer-
ced constituye un episodio fundamental en la investigación del pronombre
de respeto singular. Un denominador común de los estudios previos es ofre-
cer el inventario de variantes polimórficas que preludian la aparición de
usted. A este respecto, Pla Cárceles (1923a) inaugura un modelo de diagrama
diacrónico, entronizado en la bibliografía de los siglos XX y XXI. En ese dia-
grama cada variante pronominal representa un eslabón evolutivo en la línea
sucesoria de los desgastes fonéticos experimentados por vuestra merced,
desde 1575 hasta 1675, aproximadamente (Pla Cárceles 1923a: 261-263; De
Jonge/Nieuwenhuisen 2009: 1646). En buena medida, la no modificación
del estado de conocimientos sobre el polimorfismo del pronombre obedece
a que siempre se ha explorado el mismo tipo de fuentes literarias.
En las primeras investigaciones diacrónicas sobre el pronombre de res-
peto, el inventario de variantes polimórficas de usted se determina, funda-
mentalmente, para reconstruir el cambio fonético del tratamiento de merced
en la escena clásica. Son estudios realizados a comienzos del siglo XX y, ya
entonces, se cuestiona tanto la verosimilitud lingüística de ciertas variantes
teatrales, como el orden que Pla Cárceles les otorga en la línea evolutiva
de decrementos fonéticos de vuestra merced (Navarro Tomás 1923). En las
investigaciones más recientes (De Jonge 2005; De Jonge/Nieuwenhuijsen
2009), ese mismo inventario de variantes fonéticas se inserta en un nuevo
paradigma teórico que investiga el proceso de gramaticalización de vues-
tra merced (tratamiento nominal) en usted (tratamiento pronominal). No
obstante, con independencia del horizonte epistemológico adoptado, los
estudiosos del cambio vuestra merced > usted acuden a la fase de univer-
bación, principalmente, para formular hipótesis cronológicas que permitan
responder a estas dos preguntas: ¿cuándo nace la variante que logra estan-
darizarse (usted)? y ¿cuándo se extingue el polimorfismo del pronombre y
se generaliza la forma usted?
Cronológicamente, el año de 1620 se viene considerando la fecha de
nacimiento del pronombre usted, desde el trabajo pionero de Pla Cárceles
(1923b). Dicha datación se funda en un uso teatral, atestiguado en la obra
El examinador miser Palomo, de Hurtado de Mendoza. Según reconoce Pla
Cárceles, en la edición valenciana de dicha obra se documenta la impresión
más temprana conocida de la forma usted (2). Por su parte, De Jonge/Nieu-
wenhuijsen (2009: 1646), basándose en el corpus CORDE, retrasan casi una
década la datación de usted en el teatro aurisecular y aducen un ejemplo de
La dama duende de 1629, sin que se pueda determinar si ese uso corresponde
El discurso directo en el Corpus diacrónico del reino de Granada 669
4
Se trata de la edición de Williamsen de La dama duende, publicada en 1995 en la
Universidad de Arizona.
5
La primera documentación colonial de usted se atestigua en la correspondencia
amorosa del reo Luis de Vargas con Francisca del Castillo. Estas cartas secretas, incautadas
en el proceso judicial, constituyen un verdadero hallazgo documental, porque, excepcio-
nalmente, reflejan el alejamiento del canon retórico abreviado (vmrd., etc.), implantado
férreamente por los escribanos de la época. En el español peninsular, los primeros usos
epistolares de usted que se conocen datan de 1755, pero proceden de la correspondencia
oficial y no tienen el carácter secreto de dichas cartas amorosas (García-Godoy 2012: 139).
6
Los ejemplos aducidos por Calderón constituyen las primeras documentaciones del
plural ustedes (1663) y del singular usted (1665) en el corpus CORDEREGRA. De este
corpus procede también el uso de 1653, aducido por García-Godoy (2015: 679): «¿Qué
me quiere ute onbre que no me dexa?». Dicho uso se documenta en un pleito malagueño,
seleccionado y transcrito por la Dra. Paula Martos García, como se indica en García-Godoy
2015: 690 (véase el documento [Cerón]). En el proceso de revisión del corpus CORDE-
REGRA, se ha revelado esta otra lectura diferente: «Qué me quiere este onbre que no me
dexa». Por tal motivo, se descarta este ejemplo malagueño.
670 M.ª Teresa García-Godoy
7
Todos los ejemplos epistolares del corpus, fechados entre 1795 y 1798, se documen-
tan con la innovadora abreviatura del pronombre V(d). Para la diacronía de esta abreviatura,
véase García-Godoy 2015: 670-671 y 683.
El discurso directo en el Corpus diacrónico del reino de Granada 673
vuesansted √
vuesasted √
vuested √
vuste(d) √ √
Tabla 2. Variantes formales del pronombre de respeto en
fuentes literarias y en el CORDEREGRA.
6. Conclusiones
En la nueva base empírica de este trabajo se constatan estas tres nove-
dades sobre el cambio vuestra merced > usted en los siglos XVII y XVIII:
a) la inestabilidad formal del pronombre no se circunscribe a la comedia
clásica, sino que se extiende a otros géneros textuales; b) la fase de univer-
bación de vuestra merced en la lengua literaria se manifiesta en diecisiete
variantes, mientras que en la lengua no literaria solo se documentan tres
formas (vusted, usted, osted); c) en las fuentes teatrales clásicas el polimor-
fismo del pronombre se extingue hacia 1668, mientras que en las fuentes
archivísticas se prolonga, al menos, hasta 1752.
Por otra parte, en esas dos centurias, queda demostrada la gran depen-
dencia del pronombre de respeto al discurso directo. Este determina la
presencia de las formas pronominales en los diferentes tipos textuales del
corpus. Consecuentemente, los géneros que, por tradición retórica, inhiben
el discurso directo no permiten documentar el cambio vuestra merced >
usted. Así, los protocolos notariales del corpus no ofrecen ninguna evi-
dencia del pronombre de respeto. Este, por el contrario, sí aflora, primero,
en las declaraciones de testigo (1663-1665) y, muy posteriormente, en la
correspondencia de particulares (1795-1798). Efectivamente, en los pleitos
del corpus, todos los ejemplos del pronombre se documentan en discurso
directo y presentan variación formal. Por el contrario, la correspondencia no
refleja ese polimorfismo pronominal y solo el 8,3% de los usos epistolares
del corpus se atestiguan en discurso directo. Según parece, el género episto-
lar no fue permeable a las formas pronominales hasta la segunda mitad del
XVIII, centuria clave para la estandarización de usted en la lengua general.
Por consiguiente, la futura investigación histórica del pronombre de
respeto habrá de considerar estos condicionamientos de los géneros textua-
les y reformular las hipótesis cronológicas teatrales, que han establecido la
biografía de usted entre 1620 y 1700. Las nuevas evidencias del pronombre
en la lengua no literaria ofrecen una datación más tardía para el nacimiento
de la forma usted (h. 1663-1665) y para la extinción del polimorfismo.
676 M.ª Teresa García-Godoy
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El discurso directo en el Corpus diacrónico del reino de Granada 677
Resumen. En este trabajo nos proponemos revisar el uso de los conectores aditi-
vos específicos en siete obras del scriptorium alfonsí, clasificadas no solo temá-
ticamente, sino también discursivamente. Tras el análisis de estas obras y su
comparación con otras contemporáneas de similar caracterización discursiva y
temática, llegamos a la conclusión de que el tipo de texto determina la aparición
y frecuencia de estos conectores y que el scriptorium alfonsí, de manera general,
supone una muestra de la prosa elaborada del siglo XIII. En consecuencia, obser-
vamos que para el estudio de estos (y otros) conectores es necesario valorar la
heterogeneidad interna del corpus alfonsí, pero también la homogeneidad relativa
del conjunto respecto al resto de textos de la época.
Palabras clave. Español medieval, conectores, adición, variación, sintaxis, dis-
curso, Alfonso X, siglo XIII.
Abstract. The aim of this chapter is to analyse the usage of different connectives
for addition in seven texts from Alfonso’s scriptorium. For this purpose, our
corpus has been sorted not just according several themes, but also according the
type of discourse shown. As a result of our study, we can claim that the type of
discourse makes a conditional on the appearance and frequency of these specific
connectives. Moreover, we can affirm that the scriptorium as a whole can be
considered as an example of the elaborate prose in the 13th century. As a conse-
quence, if we want to comprehend the usage of this (and other) connectives in
Introducción
Los estudios en lingüística histórica de los últimos años han venido
incorporando nuevas teorías que nos ayudan a explicar los fenómenos de
cambio lingüístico que tienen lugar en el devenir de la lengua, teniendo en
los últimos años gran aceptación las justificaciones de tipo discursivo (por
ejemplo el concepto de tradición discursiva o la estructura informativa
del texto).
Sobre la lengua del siglo XIII y, concretamente, sobre la alfonsí, existen
numerosos trabajos que ahondan en una caracterización de las unidades
lingüísticas mediante la descripción de sus usos; sin embargo, pocos com-
paran un número relativamente elevado de obras1 aportando datos cualita-
tivo-cuantitativos para contrastar la variación lingüística dada y justificán-
dola por su pertenencia a un modo o (sub)género discursivo.
En este trabajo analizaremos la variación sintáctico-discursiva existente
entre siete obras del inventario regio atendiendo a algunos aspectos de la
ilación lógica. Para ello, emplearemos un primer apartado en delimitar el
marco teórico y la metodología que aplicaremos al corpus de obras anali-
zadas (§ 1); a continuación, ofreceremos los datos extraídos y analizare-
mos la variación existente entre los textos según no solo el mecanismo de
ilación puesto en marcha, sino también las preferencias específicas sobre
los conectores específicos que la desempeñan y la pondremos en contraste
con otros textos contemporáneos (§ 2), para así exponer las conclusiones
finales de nuestro estudio (§ 3).
1
En este sentido, suelen preferirse en los estudios las composiciones históricas y
jurídicas del scriptorium alfonsí, más ligadas a la figura del monarca.
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 681
lengua española. A este respecto, la lengua del siglo XIII ha sido una privile-
giada, pues sobre ella versan numerosos trabajos de gran calidad científica;
concretamente, varios se han ocupado de la caracterización lingüística de
los textos producidos en el seno del scriptorium alfonsí (Elvira 1993 y
2000; Cano Aguilar 1996; Fernández-Ordóñez 2008-2009, entre otros). A
este respecto, se han publicado interesantes estudios sobre la elaboración
de los tipos de discurso del castellano del siglo XIII que constatan que la
denominada «hipótesis de la parataxis» o del «primitivismo sintáctico»
debe ser superada2. Por tanto, la construcción del discurso alfonsí no se
inserta en una evolución lineal desde la sintaxis suelta a la trabada, sino
que el recurso a unos mecanismos lingüísticos u otros depende de varios
factores, a saber, las preferencias del autor, las características lingüísticas
del texto fuente que versiona la obra regia y el tipo de discurso. Estos son,
desde luego, fundamentales para la comprensión de la complejidad y hete-
rogeneidad lingüística presente en la producción literaria del Rey Sabio,
por lo que deberemos tener en cuenta estas causas de variación a la hora
de realizar cualquier análisis valorativo de la lengua alfonsí.
En los últimos años los investigadores han terminado en coincidir en
que otro parámetro determinante para la elección de una construcción u otra
en el texto tiene que ver con el tipo de discurso, pues según las necesida-
des comunicativas del autor en las distintas partes en que pueda dividirse
una obra (prólogos, partes narrativas o expositivo-argumentativas, exempla
didácticos, etc.), el redactor elegirá una expresión lingüística u otra3.
2
Esta teoría tiene como punto de partida el trabajo de Badía Margarit (1960). Cf. las
revisiones de estas ideas en Harris-Campbell (1995), Cano Aguilar (1998, 2001a y 2001b).
«[N]uestros textos nos hablan de distintas tradiciones con distintos ritmos y distintas inten-
ciones, que coinciden en un momento de la historia del idioma, pero cuyos “tiempos”
pueden no ser los mismos» (Cano Aguilar 2001b: 141).
3
Cf. Cano Aguilar (1996, 2001a y 2001b) como análisis ejemplares sobre la lengua
del siglo XIII alfonsí y pre-alfonsí. Otro aspecto muy interesante es el de la función de
los textos: en concreto, las obras alfonsíes sirvieron al Rey Sabio como un instrumento
para la estandarización del castellano (Fernández-Ordóñez 2004), concretamente las his-
toriográficas. Esta intención estandarizadora por romanceamiento (Pons Rodríguez, 2010:
84) se ve reflejada en un rechazo de las formas latinistas en pro de los romanceamientos
en las estorias; de hecho, Castillo Lluch (2005) ha rastreado esa diferenciación respecto
a los documentos jurídicos, más fieles a la fuente latina. Además, también deberíamos
tener en cuenta que todo afán del monarca en la composición de sus obras es que estas
sean totalmente claras lingüísticamente y sumamente explicativas, es decir, que no quepa
la más mínima duda acerca de lo que se está exponiendo, hecho que propicia la aparición
de mecanismos de cohesión sintáctico-discursiva.
682 Blanca Garrido Martín
4
No nos extenderemos aquí con referencias bibliográficas sobre las tradiciones
textuales de las obras alfonsíes; sí señalaremos que como ejemplos de detección y aná-
lisis de esas variaciones intratestimoniales, son imprescindibles los análisis de Fernán-
dez-Ordóñez (2002) y Montejo (2005). Además, cabe mencionar que solo en ocasiones
tenemos el privilegio de contar con distintas etapas composicionales de la mano de los
autores, donde, además de rasgos propios, podemos observar correcciones de versio-
nes anteriores determinadas por diversas circunstancias, como ha estudiado Octavio de
Toledo (2006 y 2011).
5
El estudio contrastivo con las fuentes, iniciado por Badía Margarit (1958-1959 y
1960), parece ser especialmente útil en el caso de los mecanismos de ilación sintáctica
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 683
(cf. Rodríguez Toro 2003, Castillo Lluch 2005 y Calvo García 2009 para casos concretos
de la prosa alfonsí. Para un ejemplo de transformación textual en el siglo XV, cf. Pons
Rodríguez 2008).
6
Por su parte, en el plano universal, perteneciente a la actividad de hablar, se
incluirían los modos universales de discurso, «posibilidades universales de la actuación
lingüística, y determinados fundamentalmente por la finalidad de la interacción comu-
nicativa, estipulados con un nivel de abstracción tan alto como para constituir, efectiva-
mente, universales antropológicos» (López Serena 2011: 85). Estos serían históricamente
representados por los distintos géneros y, como subgéneros, por las posibles tradiciones
discursivas condicionadas por las circunstancias sociohistóricas. No obstante, si bien es
cierto que, de manera general, un texto puede ser insertado dentro de un modo discursivo
concreto, debemos tener presente que en realidad la obra en cuestión incluye distintos
modos dependiendo de las partes en que se subdivide: es un hecho que una historia es
un relato narrativo, pero el prólogo que antecede a dicha narración será más bien argu-
mentativo. Así pues, señalaremos en los casos pertinentes cuántas de las ocurrencias
totales extraídas en nuestro análisis se corresponden con esas subdivisiones más o menos
comunes a todos los textos.
684 Blanca Garrido Martín
Los motivos de esta adaptación son que, según López Serena, tradicio-
nalmente se ha empleado el término tradición discursiva de manera un tanto
abusiva para delimitar los tipos de textos, sin atender a si estos pertenecían
al plano del sistema histórico (género) o de la norma (tradición discursiva).
Por tanto, hemos de distinguir los géneros «o modelos históricos para la
construcción de discursos, definidos por el conjunto mínimo de rasgos cons-
tantes que sea imprescindible para el reconocimiento del género como tal»
de las tradiciones discursivas (o textuales), la determinación subsidiaria
del género determinada por las diferentes normas de realización posibles,
es decir, son «subdeterminaciones históricas de los modelos textuales más
generales que constituyen los géneros, y que sirven de cauce expresivo a
la realización de estos determinados géneros en el seno de comunidades
sociohistóricas particulares» (López Serena 2011: 86). Creemos que estas
matizaciones son de gran importancia para comprender mejor el funciona-
miento de la lengua, determinada por dichos moldes textuales regidos por
las normas de construcción de un discurso histórico concreto, en este caso,
en la Castilla del siglo XIII.
Por ello, nos hemos propuesto tratar las distintas piezas que componen
nuestro corpus no solo como distintos modos de discurso (MD: narrativo,
expositivo, argumentativo…), sino también en términos de género (tipo) y
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 685
Modo
Obras Tradición Núm. de
Fecha Materia discursivo Género
alfonsíes Discursiva palabras
prevalente
Libro de las 1259 Científica Descriptivo Enciclopedia Inventario 135 867
cruzes científico-
astrológico
Lapidario 1277-1279 Científica Expositivo Tratadística Tratado 104 776
científico-
mágico
Estoria de 1270-1274 Histórica Narrativo Composición Crónica 259 440
Espanna I histórica general
General 1270-1280 Histórica Narrativo Composición Crónica 556 163
Estoria I histórica universal
Fuero Real 1254 Jurídica Expositivo- Código Fuero 53 934
argumentativo legislativo
Primera 1256-1263 Jurídica Expositivo- Código Tratado 157 444
partida argumentativo legislativo jurídico
Libro de 1283 Lúdica Instructivo Instrucciones Reglas de 54 196
los juegos: juego
acedrex,
dados e tablas
Figura 2. Corpus de obras según la clasificación propuesta por López Serena (2011).
7
Esta clasificación se asimila a la empleada en CORDE: Ciencias exactas, físicas y
naturales: Astronomía (Libro de las cruzes); Ciencias exactas, físicas y naturales: Geología
(Lapidario); Historia y documentos: Historiografía (Estoria de España y General Estoria);
Derecho: Ordenamientos y códigos legales (Fuero Real y Primera partida); y Sociedad:
Deportes y juegos (Libro de los juegos: acedrex, dados e tablas).
686 Blanca Garrido Martín
8
Tanto para el despojo de nuestro corpus como para la comparación con otras obras
coetáneas, hemos consultado las ediciones en papel que hemos considerado de mayor
fiabilidad y representatividad de la lengua, si bien no hemos despreciado las versiones
electrónicas para extraer los datos generales, ya fuesen las transcripciones llevadas a cabo
por Madison, ya fuesen corpus electrónicos, especialmente el académico CORDE. Nuestro
criterio para aprovechar estos soportes, teniendo en cuenta sus limitaciones y problemas, es
que en el caso de los conectores estos inconvenientes son relativamente reducidos, sobre
todo si los comparamos con los que hallaríamos si quisiésemos estudiar la representación
gráfica o la fonética y fonología. Para la representación de los conectores analizados,
recurriremos a una archiforma, concepto propuesto por Octavio de Toledo (2002) como
componente englobador que incluye todas las variantes gráficas y morfosintácticas que
una unidad lingüística pudiera presentar, las cuales hemos tenido en cuenta a la hora de
realizar las búsquedas electrónicas.
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 687
9
Estos conectores cuentan con algunos estudios específicos, como los de Ridruejo
(1993), Eberenz (1994), Espinosa Elorza (1995), Cano Aguilar (1996) y Azofra Sierra
(2012).
10
Hallamos solo una ocurrencia de asimismo, pero no parece tener valor conjuntivo:
«Luego que ell Emperador Claudio ouo bien affirmado el su regno. perdono por siempre
a todos quantos le fizieran algun mal. o dixieran alguna cosa contra el. Este claudio era
much escaso assi mismo. & compannero a los otros. E no querie quel llamassen emperador»
(EEI, 73v). Además, son anecdóticos los registros de también como enlace conjuntivo, pues
su aparición no supera el 2%.
11
EEI (88%, 340/397), GEI (82,5%, 1521/1842), FR (92,5%, 74/80), PP (83,4%,
387/464), Lap (64,9%, 150/231), Lc (90,9%, 40/44), Lj (100%, 50/50). Del análisis aquí
realizado no se concluye una adscripción dialectal al uso de estas formas: si bien a simple
vista pareciera que los textos orientales muestran una mayor preferencia por el uso exclusivo
de otrosí: FR, Lc, Vidal Mayor, también encontramos varios contraejemplos, como el Fuero
de Alcaraz, oriental pero con un porcentaje igualado de ambos conectores, o el Fuero de Usa-
gre, occidental pero con uso exclusivo de otrosí. Además, en palabras de Fernández-Ordóñez
(2004: 408): «No parece, pues, que el corpus prosístico alfonsí favorezca nítidamente ningún
modelo lingüístico acotado dialectalmente», aunque puedan detectarse algunas características
gráficas, fónicas, morfológicas y sintácticas (Fernández-Ordóñez 2008-2009: 170).
688 Blanca Garrido Martín
12
34 701 palabras según el CORDE.
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 689
13
En cualquier caso, su localización se hace difícil incluso para el lingüista, ya que,
como afirma Cano Aguilar (1996: 303-304): «No es fácil muchas veces delimitar ante qué
función de aun, conectora o focalizadora, nos encontramos […] pero parece que el paso
a conector, y el abandono del papel de focalizador, tiene su inicio en la colocación del
adverbio, no sólo a principio de oración, sino ante el verbo».
690 Blanca Garrido Martín
14
Para la consulta de la documentación, cf. CODEA. Tomando concretamente los
datos de este corpus, observamos de nuevo porcentajes similares a los del scriptorium
alfonsí: otrosí aparece el 80% de las ocasiones, seguido de demás, y aun apenas se registra
en un par de casos.
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 691
Berceo, estos son demás, en cabo y aun, este presente solo en pasajes
dialogados; es de destacar a este respecto la ausencia del más general en
la prosa, otrosí.
Finalmente, cabe decir que estas particularidades discursivas no ocu-
rren solo con la junción aditiva, sino también con la expresión de la causa-
lidad y la finalidad: en sendos estudios, Iglesias Recuero (2000a y 2000b)
determina la preferencia de ca, al menos en algunas tradiciones textuales,
a una diferencia de registro: mientras ca es utilizado en un registro culto y
en la lengua escrita, que sería el preferido en situaciones coloquiales, cuya
representación documental es bastante escasa, como ya adelantaba Cano
Aguilar (1998: 28). En cuanto a los conectores finales, Iglesias Recuero
(2000b: 224) considera un rasgo propio de la prosa alfonsí, no tan general
en el siglo XIII, la preferencia estilística por los conectores consecutivos
más sancionados por el uso en la escritura medieval, probablemente por
ser considerados más cultos, como onde, segundo conector por índice de
frecuencia en la PP (28,85%, 131/454), la GEI (27,62%, 266/963) y el
FR (27,27%, 9/33). Efectivamente, si realizamos una búsqueda general en
CORDE, observamos que las composiciones alfonsíes se sitúan en los pri-
meros puestos de registro de onde, siendo concretamente ambas crónicas y
los fueros, entre los que cabe destacar el Fuero Juzgo, las TD que prefieren
esta construcción, preferencia que invita a un análisis más profundo de las
conexiones textuales en nuestro corpus alfonsí.
3. Conclusiones
Cabe concluir de este análisis que la aparición de un conector u otro
en un texto concreto puede darse por diversas causas, sobre todo discur-
sivas, como las preferencias autoriales y la tradición, el género o el modo
discursivo; a estos factores, con frecuencia, debemos añadir la variación
diasistemática de los textos de una época determinada. Por ello, el estudio
aislado de la producción textual alfonsí, incluso teniendo en cuenta varias
tradiciones discursivas, se revela necesario, pero insuficiente: a pesar de su
heterogeneidad, el conjunto de obras en prosa del scriptorium regio puede
ser concepcionalmente clasificado como un discurso culto y elaborado, por
lo que para contrastar sus características lingüísticas es necesario, a su vez,
compararla con composiciones más cercanas a la oralidad y la inmediatez
comunicativa y no tanto a la escrituralidad y el lenguaje culto para delimitar
mejor las diferencias textuales dadas en el siglo XIII.
692 Blanca Garrido Martín
Bibliografía
Fuentes documentales
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Corpus de documentos españoles anteriores a 1800, <http://corpuscodea.es>
[febrero de 2016].
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Wilhelmina Jonxis-Henkemans, Electronic texts of Alfonso X: The Electronic
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Lap: Alfonso X el Sabio, Lapidario. Libro de las formas e imágenes que son
en los cielos. Ed. de Pedro Sánchez-Prieto Borja, Madrid, Biblioteca Castro,
2014.
Lc: Alfonso X el Sabio, Libro de las cruzes. Ed. de Lloyd Kasten, John Nitti y
Wilhelmina Jonxis-Henkemans, Electronic texts of Alfonso X: The Electronic
Texts of the Prose Works of Alfonso X, el Sabio, Madison, Hispanic Seminary
of Medieval Estudies (CD-ROM), 1997.
Lj: Alfonso X el Sabio, Libro de los juegos: acedrex, dados e tablas. Ed. de Raúl
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PP: Alfonso X el Sabio, Primera Partida. Ed. de Lloyd Kasten, John Nitti y
Wilhelmina Jonxis-Henkemans, Electronic texts of Alfonso X: The Electronic
Texts of the Prose Works of Alfonso X, el Sabio, Madison, Hispanic Seminary
of Medieval Estudies (CD-ROM), 1997.
Referencias
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ral en relación con sus fuentes latinas. Avance de un trabajo conjunto», Revista
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ofrecido a Dámaso Alonso, Madrid, Gredos, vol. I, 115-139.
Calvo García, Irene (2009): «Las Heroidas en la General Estoria de Alfonso X:
texto y glosa en el proceso de traducción y resemantización de Ovidio», Cahiers
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Cano Aguilar, Rafael (1996): «La ilación sintáctica en el discurso alfonsí», Cahiers
de Linguistique Hispanique Médiévale, 21, 295-324.
Los conectores específicos de adición en la prosa alfonsí 693
Resumen. Este trabajo tiene como propósito aplicar y optimizar las ventajas meto-
dológicas del modelo de las tradiciones discursivas (TD) en el estudio histórico
de la lengua de los primeros romanceamientos bíblicos (siglos XIII al XVI). En
concomitancia, el estudio consta de dos fases: una bibliográfica y otra aplicada.
En la primera, se reflexiona sobre los criterios más rentables para la observación
discursiva de la lengua de la traducción bíblica. En la segunda, se aplican aquellos
criterios en el estudio estadístico de algunos datos lingüísticos y sus respectivos
contextos discursivos. En concreto, 1) se analiza una muestra representativa de los
conectores consecutivos de tres traducciones bíblicas representativas de los siglos
XIII, XV y XVI, y 2) se revisa una lista exhaustiva de las oraciones condicionales
registradas en el corpus Biblia medieval. De esta forma, se coligen contribuciones
tanto en relación con las TD de los romanceamientos bíblicos como a propósito
de la utilidad del modelo teórico en el estudio histórico de la subordinación y de
la ilación extraoracional.
Palabras clave. Tradiciones discursivas, Biblia medieval, oraciones condiciona-
les, conectores consecutivos.
Abstract. This paper seeks to implement and optimize the methodological advan-
tages of the discursive traditions’ (DT) model in the historical study of the lan-
guage of the first Bible translations (13th c.-16th c.). Accordingly, the study consists
of two phases: a theoretical phase and an applied one. In the former section, we
reflect on the most profitable criteria to observe discursively the language of
Bible translation. In the latter, those criteria are applied in the statistical study of
1. Preliminares
Desde los clásicos trabajos de Morreale (1960) y de Sánchez-Prieto
(1989 y 2002) —entre otros— y, en especial, a partir del año 2008, con la
puesta en marcha del corpus Biblia medieval (Enrique-Arias, dir., 2008),
una considerable cantidad de estudios diacrónicos se ha beneficiado de las
ventajas metodológicas de estudiar la lengua de las antiguas traducciones de
la Biblia. Entre estas ventajas, destaca la gran diversidad discursiva que hay
en aquella biblioteca que es la Biblia, hecho que adquiere mayor relevancia
en vista de que la Biblia es uno de los principales libros de los cuales se
ha tenido conciencia, a través de la historia, de la variación genérica entre
sus secciones de libros. Por lo mismo, se puede postular que el traductor
era consciente de que, además de traducir palabras, estaba trasuntando un
género a la lengua romance. Por otra parte, la traducción bíblica ha acom-
pañado los momentos decisivos de la estandarización del castellano en sus
primeras fases: el siglo XIII, el XV y el XVI. En vista de tales ventajas,
la pregunta que orienta el curso de este trabajo ha sido ¿de qué modo se
pueden optimizar las ventajas discursivas de los romanceamientos bíblicos?
Y a modo de respuesta, se propone que el modelo teórico de las tradiciones
discursivas (TD) constituye un excelente marco explicativo a partir del cual
se pueden optimizar dichas ventajas.
Por lo mismo, dos son los objetivos perseguidos: 1) determinar y explo-
rar algunas de las TD existentes en las traducciones bíblicas realizadas
hasta el siglo XVI, y 2) configurar una pauta analítica a partir del modelo
de las TD. El estudio consta de dos fases, una bibliográfica y teórica, y otra
aplicada y comprobatoria. La primera fase (vid. § 2) versa sobre cómo apro-
vechar el modelo teórico de las TD en el análisis diacrónico de la lengua de
las antiguas traducciones bíblicas. Para esto, se ha emprendido un estudio
de las TD, así como de la lengua de los romanceamientos y de su trasfondo
histórico (cf. Avenoza/Enrique-Arias 2005). En la segunda fase (vid. § 3),
eminentemente exploratoria, se observó estadísticamente la relación entre
algunos datos lingüísticos y sus respectivos contextos discursivos. En con-
Las tradiciones discursivas de los romanceamientos bíblicos 699
2. TD y romanceamientos bíblicos
De las actuales teorías que abordan el cambio lingüístico, el modelo
de las tradiciones discursivas es, sin duda, uno de los que más interés ha
suscitado entre los romanistas, en especial los de la escuela alemana here-
dera de los postulados coserianos (cf. Oesterreicher 1997; Jacob/Kabatek
2001)1. En el mismo centro de este modelo se encuentra la aguda idea
de que la historicidad de los textos es diferente de la historicidad de la
lengua. Este hecho plantea el siguiente problema: dado que el acceso a la
lengua histórica viene mediado por los textos y sus tradiciones, no se puede
simplemente asumir que un determinado fenómeno de variación lingüística
registrado en un texto particular reproduce la evolución de la lengua. Ante
esta dificultad, el modelo intenta ensayar una solución que, expresado de
manera llana, consiste en la formulación de un puente metodológico que
permite explorar el recorrido histórico-discursivo de los cambios que llegan
a afectar al sistema de la lengua.
En cuanto al concepto mismo de tradición discursiva2, es importante
evitar reducirlo u homologarlo a la noción de género, como si se tratase tan
solo de incluir la variable discursiva en el análisis estadístico. Si bien los
tradicionales géneros pueden considerarse TD, estas abarcan mucho más
que el espectro de los géneros. Es por ello que autores como Peter Koch
han dicho que las TD pueden ser tan multiformes como una «editorial,
novela, small talk, chiste; estilo llano, manierismo; diferentes tipos de actos
lingüísticos como bautizar, prometer, etc.» (Koch 2008: 54)3. Para el con-
cepto de tradición discursiva no es determinante la longitud y complejidad
1
López (2006: 998 y sigs.) ofrece «una breve síntesis historiográfica de las princi-
pales herramientas teóricas y metodológicas elaboradas desde el enfoque estructuralista
para el estudio de la variación» y allí sitúa las tradiciones discursivas, como otro aporte
más de la Lingüística de las Variedades que emerge de la Escuela de Friburgo, entre cuyos
exponentes destacados están Peter Koch, Wulf Oesterreicher, Brigitte Schlieben-Lange y
Johannes Kabatek. En el entorno hispanoamericano, el modelo comenzó a difundirse a
partir del libro editado por Jacob/Kabatek (2001).
2
Las definiciones más extendidas figuran en Oesterreicher (1997: 20; 2011: 889) y
en Kabatek (2005a: 159; 2007: 338).
3
Esta laxitud, por cierto, ha sido objeto de críticas, como aquellas que se formulan en
los trabajos de López (2007 y 2011). La misma autora, además, propone una nomenclatura
más especializada.
700 Claudio Garrido Sepúlveda
estructural —de ahí que sirvan de ejemplo estructuras tan variadas como
el saludo o la novela—. Lo que resulta determinante es el anclaje de una
estructura en una tradición o pasado textual caracterizado por la existencia
de reglas discursivas que se han ido configurando en el tiempo.
Así pues, este concepto ha activado una señal de alerta sobre el modus
operandi en los estudios de lingüística histórica. Y hoy se considera que la
tarea de identificar las TD que conforman los textos de un corpus histórico es
crucial y apremiante si lo que se persigue es una acuciosa interpretación de
los datos, pues de lo contrario las descripciones, aparentemente lingüísticas,
bien podrían tratarse de casos de homologación de aspectos variacionales
propios de una TD con aquellos que afectan al sistema (cf. Kabatek 2005a).
El siguiente es un boceto metodológico (vid. Tabla 1), elaborado fun-
damentalmente a partir de la pauta analítica que Kabatek (2005b: 32) deno-
mina «enfoques». En él se acoplan, además, algunos aportes de la teoría de
la elaboración de la lengua y de los perfiles concepcionales que ha sido
desarrollada por Koch/Oesterreicher (2007 [1990]). Cada ítem de la pauta
será desplegado en relación con los romanceamientos bíblicos medievales
con el fin de argumentar qué tradiciones discursivas hay en ellos y cómo
estudiarlas.
Fase Desglose
I. Configuración de TD a) Origen y desarrollo de la(s) TD a través de la historia del
a través de la historia español.
b) Reconocimiento (análisis filológico, apoyo de otras
disciplinas, intertextualidad).
II. Descripción de TD4 a) Tipo (monogenéticas o plurigenéticas, tipología clásica).
b) Evocación.
c) Composicionalidad (sintagmática o paradigmática).
c) Interferencias (positivas o negativas).
d) Características lingüísticas y textuales.
III. Relación entre TD e Secuencia: innovación > adopción > difusión > generalización.
historia de la lengua
IV. Relación entre TD y a) Descripción del perfil concepcional de la(s) TD.
elaboración de la lengua b) Ponderación de su influjo en el proceso de escrituralización.
Tabla 1. Boceto metodológico para el estudio de TD.
5
En este trabajo tan solo se desarrollan los criterios conocidos como tipología y
composicionalidad, pues solo estos han sido aplicados en el análisis (vid. § 3).
6
Por cierto, no se quiere decir con esto que el reconocimiento de los géneros surja
en la Septuaginta. Ya en las antiguas tradiciones talmúdicas y en la misma disposición del
Tanaj hebreo se presupone una distinción de géneros.
7
Tanto Kabatek (2001: 98-99) como Koch (2008: 54) incluyen los actos de habla
dentro de la multiforme taxonomía de posibles tradiciones discursivas.
704 Claudio Garrido Sepúlveda
Es importante apuntar que tal secuencia no solo sirve explicar los fenó-
menos de ganancia, sino también de pérdida, pues estos, al igual que las
innovaciones, primero afectan a una o a un grupo de TD con la ruptura
de una regla discursiva (o deshabitualización); dicha ruptura comienza a
extenderse a otras TD y a generalizarse en la lengua histórica una vez que
se pierde el estatus de regla idiomática (desidiomatización). Esta secuencia
es el principal soporte teórico de la fase analítica que será presentada en
la sección § 3.
La fase IV invita a reflexionar sobre cómo la adopción de TD de la
distancia comunicativa contribuye en la elaboración de la lengua, es decir,
el proceso de escrituralización. En la lingüística de las variedades se ha
argumentado que cada TD manifiesta un perfil concepcional, esto es, un
conjunto de características que permiten ubicarla en la gradiente que va de
la proximidad a la distancia comunicativa (cf. Koch/Oesterreicher (2007
[1990]). En el caso de los romanceamientos bíblicos, todas las TD mani-
fiestan una clara cercanía hacia el polo de la distancia comunicativa, o sea,
se trata de tipologías concepcionalmente escriturales. Pero eso no signi-
fica que sea inviable el estudio de la oralidad concepcional en tradiciones
textuales del medio gráfico. En este sentido, es importante entender que,
aunque todas las TD bíblicas son más próximas al polo de la escrituralidad,
en algunas de estas afloran propiedades distintivas del polo opuesto. Esto
ocurre básicamente en la prosa narrativa cada vez que se insertan diálogos,
706 Claudio Garrido Sepúlveda
8
A saber, la Biblia prealfonsina (E6/E8), la General Estoria (E3, E5/E7), La Biblia
del Marqués de Santillana (E4/BNE) y Arragel.
9
Los datos aquí presentados fueron procesados en detalle en Garrido Sepúlveda
(2017). Para dicho análisis se trabajó a partir de las principales investigaciones sobre
conectores consecutivos ya publicadas (cf. Narbona 1978; Mendoza 1992; Cano 1996-1997
y 2002; García 1998; Iglesias 2000). En especial, se acuñó la terminología y clasificación
propuestas por Herrero (2003a, 2003b y 2005).
Las tradiciones discursivas de los romanceamientos bíblicos 707
10
La tradición de estudios de la estructura condicional en perspectiva histórica es
bastante prolífica. Los estudios se remontan al trabajo de Gessner (1890) y han versado,
en lo fundamental, sobre las combinaciones modo-temporales de las formas verbales de la
prótasis y apódosis de los esquemas dependientes de si (cf. Mendeloff 1960; Harris 1971 y
1986; Rojo/Montero 1983; Cano 2014). En perspectiva discursiva, solo ha habido trabajos
que examinan los nexos condicionales (cf. Julián Mariscal 2012). En Garrido Sepúlveda
(2015) figura un estado de la cuestión de la reestructuración de las oraciones condicionales
desde el latín al castellano medieval.
708 Claudio Garrido Sepúlveda
4. Alcances
Si bien las calas exploratorias emprendidas en este estudio, al presente,
siguen siendo someras —y, en efecto, suscitan más retos que conclusio-
nes—, sí que han permitido comprobar la rentabilidad heurística del modelo
de las tradiciones discursivas en el estudio de la lengua de los romancea-
mientos bíblicos. Más de un filón se asoma bajo este lente de observación:
la adopción, difusión y generalización de estructuras; el recorrido discur-
sivo de fenómenos de ganancia o de pérdida; la posibilidad de estudiar los
perfiles concepcionales de las TD y su rol en el proceso de escrituralización
de la lengua; el estudio de lo oral en lo escrito, entre otros.
Asimismo, la ocasión de comparar dos diferentes ámbitos de la sinta-
xis —la cohesión interoracional y la cohesión extraoracional—, a priori,
parece sugerir que el influjo de las TD no es más marcado en un dominio
que en otro; no parece ser una diferencia tanto de grado como de tipo. En
el contexto condicional, las reglas discursivas tienden a aflorar más en la
combinatoria modo-temporal de las formas verbales de la prótasis y de la
apódosis, en tanto que, en los marcadores del discurso, son estas mismas uni-
710 Claudio Garrido Sepúlveda
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Origen e historia de al lado (de):
¿un reanálisis inadvertido?*
Abstract. Although traditionally the phrase al lado (de) has been analysed as a
phrase built around the substantive lado following the very productive pattern <a
+ article + noun (+ de)>, we propose in this paper an alternative analysis of its
origin: we consider the forms ad latus, allatus (de) and al·lados (de), all
of them well documented in the Burgos notarial documents from the twelfth and
thirteenth centuries, as successive stages of its evolution. This process would have
1. Introducción
El propósito de este trabajo es replantear el origen y la evolución de la
locución del español actual al lado (de): a pesar de que tradicionalmente
ha sido considerada una locución formada sobre la base del sustantivo
lado < latus, siguiendo el mismo esquema <a + artículo + sustantivo (+
de)> que otras locuciones locativas como al frente (de), al fondo (de) o al
final (de), en este estudio proponemos como hipótesis sobre su origen un
proceso que habría seguido los siguientes pasos:
(1) ad latus > ad latus (de) > allatus (de) > al·lados (de)1 > al (a +
el) lado (de).
Para ello nos basamos en ciertas variantes de esta voz que encontramos
en documentos notariales medievales burgaleses y en las propias caracte-
rísticas sintácticas y semánticas de la locución.
Las formas a las que nos referimos, allatus (de) y al·lados (de),
ya habían sido documentadas con anterioridad (dech, s. v. lado; Lapesa
1992: 16; Penny 1993: 120; Octavio de Toledo 2013: 169), pero no se había
puesto de relieve el lugar que pensamos que ocupan en la evolución de la
forma actual, como explicaremos más adelante.
Así, en primer lugar plantearemos en § 2 las peculiaridades sintácticas
y semánticas de la voz que estudiamos en el español actual y argumenta-
remos por qué su adscripción al grupo de locuciones construidas con el
mencionado patrón nos resulta insatisfactoria; en § 3 y § 4 revisaremos,
respectivamente, las formas latinas de este relacionante y la forma romance
al·lados (de), que encontramos exclusivamente en la documentación medie-
val burgalesa, como paso intermedio en la forma de la locución actual, así
como su relación con la voz cognada aledaño < adlatanӗus; en § 5
analizaremos el proceso de reanálisis que dio lugar a la forma al (a + el)
lado (de) en el español moderno; finalmente en § 6 trataremos de localizar
1
A lo largo de todo el trabajo emplearemos para esta forma en concreto el punto cen-
tral como recurso ortotipográfico para representar la ausencia de palatalización, a semejanza
de la ela geminada del catalán.
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 717
2. Planteamiento
En el español actual la locución que estudiamos plantea no pocos pro-
blemas de categorización por la dificultad de caracterizarla como locución
adverbial o preposicional. Esta cuestión la aborda la Nueva gramática de
la lengua española (ngle) desde la conveniencia de evitar una duplica-
ción de categorías en casos como el que nos ocupa, en los que la misma
locución figura en el inventario de locuciones preposicionales con de y en
el de las adverbiales sin dicha preposición, si bien en esta obra al lado de
figura en la nómina de locuciones preposicionales que añaden un artículo
al sustantivo del patrón <preposición + sustantivo + preposición>, entre las
que encontramos otras como a la altura de, a la par de, a la usanza de, a
la cabeza de, al compás de, etc. (ngle: § 29.9). También como locución
prepositiva, pero no completamente integrada en el código fraseológico
y con «ciertos lazos con la sintaxis combinatoria libre», la clasifica Gar-
cía-Page (2008: 129-132).
Codita (2013: 84) indica que al lado (de) se integra en uno de los
esquemas formales más afectados por la labilidad de la frontera entre las
locuciones preposicionales y las locuciones adverbiales: el patrón <preposi-
ción + nombre (+ preposición)>; la misma autora apunta a dos argumentos
principales que plantean dudas sobre la pertenencia de estas locuciones a la
nómina de las preposicionales o las adverbiales: la posibilidad de suprimir
de sin que ello provoque la agramaticalidad de la secuencia y la de sustituir
el segmento encabezado por de por un posesivo.
Pavón Lucero (1999: 581-585), por su parte, clasifica al lado de como
‘locución prepositiva’2 dentro del paradigma de las formadas según el
modelo <preposición + nombre + preposición> en el que el nombre está
precedido de artículo. Al afrontar la cuestión de la problemática catego-
rización, plantea para estas locuciones las dos posibilidades de análisis
enunciadas en (2), que representan diferentes grados de gramaticalización
2
Define este concepto como «una expresión constituida por varias palabras, con una
forma fija, que se utiliza en el habla como una pieza única y que presenta el comportamiento
típico de una preposición» (Pavón Lucero 1999: 579) o, en un sentido más amplio, toda
expresión que, en su conjunto, presenta el comportamiento típico de una preposición.
718 Jaime González Gómez
Por su parte, Santos Río (2003: 427) analiza al lado como una locución
adverbial, al igual que Ruiz Gurillo (2001: 58), quien considera este tipo
de construcciones locuciones adverbiales que, en ocasiones, se comportan
como locuciones prepositivas al presentar una preposición de enlace:
[…] al aparecer con ese índice preposicional son funcionalmente locuciones pre-
positivas, aunque siguen siendo categorialmente adverbiales, pues la supresión
de ese elemento no genera agramaticalidad; en todo caso, esa ausencia se ha
de rellenar con un determinante: se quedó en medio; siéntate a mi lado; por mi
parte no tengo nada más que añadir; a su juicio, actuó adecuadamente (Ruiz
Gurillo 2001: 58).
Sí admite modificadores en ejemplos como vivo al otro lado de la casa, pero, como
3
veremos más abajo, consideramos que debemos tratar de manera diferenciada este y otros
casos en los que el sustantivo lado expresa verdadera ‘lateralidad’ y no una cercanía más
genérica.
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 719
4
Para el concepto de fondo que aquí manejamos y que, en el marco de las expresiones
locativas, define el lugar con respecto al cual se ubica la figura —objeto de la locación—,
proporciona una completa panorámica Talmy (2000: 311-344).
720 Jaime González Gómez
5
Si bien el sustantivo cabo presente en esta locución podría interpretarse en el español
actual como ‘uno de los dos cabos’, de manera semejante a lo que ocurre con lado, su
etimología lleva indudablemente a caput ‘cabeza’ y, en su diacronía, puede rastrearse sin
problema el proceso de abstracción del significado, que nunca da lugar a una duplicidad
de partes en la expresión locativa (Fitch: en preparación).
6
No así en textos literarios, como apunta Sánchez Lancis (1990: 155): «J. Corominas y
J. A. Pascual (dech, iii, s. v. lado, p. 554) fechan la locución al lados de ‘junto a, al lado
de’ en un documento de Burgos de 1225. A pesar de su temprana aparición, comprobamos
que no presenta una gran difusión en nuestros textos, tal vez por su carácter literario (quizás
en los documentos tengamos una mayor presencia de este tipo de formas)».
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 721
7
Para documentar las sucesivas etapas por las que ha pasado esta locución, nos
hemos servido principalmente del corpus corhen (Corpus para la historia del español
norteño), dirigido por M.a Jesús Torrens, que contiene documentación particular procedente
de monasterios y concejos de las provincias de Burgos y Palencia de los siglos x-xiii
—cronología privilegiada para observar los cambios que se producen entre la época de
escritura latina y la plenamente romance—, ya que contiene los únicos testimonios en los
que hemos documentado las formas intermedias de este proceso. Uno de los objetivos de
este corpus es acceder a información sobre la variación lingüística interna del castellano,
por lo que los documentos que lo nutren proceden mayormente de dos fondos archivísticos:
el del monasterio de San Salvador de Oña, que custodia textos redactados en su mayoría
en Oña o sus inmediaciones, es decir, el norte de la provincia; y el del monasterio de Santa
María la Real de Las Huelgas de Burgos, representativo de la capital y del centro-sur de la
provincia. También nos hemos servido de ejemplos obtenidos de la Library of Latin Texts
Series A (LLT-A) y los Monumenta Germaniae Historica (versión electrónica, eMGH), para
los casos en latín clásico y medieval no hispánico, y de los dos corpus de textos latinos de
Galicia y Cataluña, codolga (Corpus Documentale Latinum Gallaeciae) y codolcat
(Corpus Documentale Latinum Cataloniae) para aportar más ejemplos del latín medieval
hispánico, así como de los cartularios de Santa María de Valpuesta (Ruiz Asencio 2010)
y de San Pedro de Cardeña (Fernández Flórez/Serna Serna en prensa) para complementar
los datos de Castilla, y de codea (Corpus de documentos españoles anteriores a 1800)
y corde (Corpus diacrónico del español) para intentar documentar las formas romances
fuera de Castilla y en fechas posteriores al siglo xiii.
722 Jaime González Gómez
8
Espinosa (2014: 48) también refiere este proceso: «El latín forma adverbios a partir
de sintagmas circunstanciales sin preposición, caso de circum, acusativo de circus ‘círculo’
(‘a modo de círculo’) > circum ‘alrededor’, adverbio que pasó a prefijo y a preposición de
acusativo, pero no dejó huella en castellano».
9
Concretamente, documentamos en codolcat 70 casos en 28 documentos; en
codolga 12 casos en 7 documentos —de los cuales, sin embargo, los dos más antiguos
no son gallegos, sino de Aguilar de Campoo (Palencia) y de San Millán de la Cogolla
(La Rioja)—; en corhen encontramos el único caso de (5a); Perdiguero Villarreal et
al. (2012: 21) encuentran numerosos ejemplos de latus de en los cartularios de Valpuesta,
aunque no incluyen los ejemplos de latus preposicional (5b, 5c).
10
Gaffiot (1934: s. v. latus, -eris), además, proporciona un ejemplo de Cicerón: ad
latus alicujius sedere.
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 723
(7b) Et ad latus exterius quod ascendit ad ostium portae quod pergit ad aquilo-
nem, duae mensae; et ad latus alterum ante uestibulum portae, duae mensae
(llt-a, Jerónimo, Comentarios a Ezequiel).
(7c) Sunt in hierusalem piscinae magnae duae ad latus templi, id est una ad
dexteram alia ad sinistram (llt-a, Itinerarium Burdigalense).
(7d) Quae Parisius cum magno psallentio deportata, in sacrario basilicae sancti
Petri ad latus Chlodovechi regis sepulta est a filiis suis (e-mgh, Gregorio
de Tours, Libri Historiarum x).
corhen, con preposición (9a) y sin ella (9b), aunque también con una
baja frecuencia: 7 ejemplos en 5 documentos.
(9a) Duas terras in Villa Verde, una que est a los Cantos, allatus de illa terra de
Santo Claudio, et alia que est iuxta Sanctum Romanum, allatus de terra de
domna Juliana (corhen-0062, Burgos, 1188).
(9b) Terra quam habeo en Fresneda, allatus la terra del monesterio (corhen-
1037, Burgos, 1202).
Figura 1.
Es lo tardío de las fechas en las que documentamos la forma allatus —finales del
11
xii y principios del xiii— y el hecho de que solo la encontremos en textos latinorromances
más o menos híbridos lo que nos hace inclinarnos a defender la no palatalización de <ll> en
la forma al·lados, ya que la asimilación ad latus > allatus debe haberse producido
en fecha lo suficientemente tardía como para esperar una palatalización.
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 725
(10a) Tierra que avemos en val en Villa Frandovílez, al·lados de Garcí Ferrández,
e de Joán Románez, e de nós mesmas […] la vuestra propria tierra que
avedes cerca de las nuestras casas, al·lados de don Aparicio, e de Rodrigo
fijo de doña Urraca (corhen-1089, Burgos, 1221)
(10b) E la tierra de la losa, al·lados Doyagüe de Estépar; e la tierra d’Ormaça,
al·lados de Justo e de Monge (corhen-1118, Burgos, 1225).
Los cambios lingüísticos que implica el paso allatus > al·lados han
sido ampliamente estudiados y ejemplificados en castellano y siguen el
patrón general de los sustantivos de la 3.ª declinación latina con acusativo
en -us > -os, reinterpretados primero como masculinos antes de formar
un singular analógico sin -s, como explica Penny (1993: 120) para voces
como tempus, corpus, pectus, pignus, opus y latus que, durante
la etapa de orígenes, mantuvieron una terminación invariable en -os para
singular y plural, como parecen indicar las locuciones en tiempos de, en
cuerpos de, en pechos, huebos me es y al lados de, que aquí nos ocupa.
5. Gramaticalización y reanálisis
El siguiente proceso que tiene lugar antes de llegar al actual al (a
+ el) lado (de) podemos explicarlo como un reanálisis12 en el que una
secuencia que ofrece dos interpretaciones, en este caso dos posibilidades
de segmentación, se reanaliza en su estructura profunda sin sufrir ningún
cambio externo. Consideramos verosímil relacionar este reanálisis con la
situación descrita supra según la cual, durante un período determinado,
los sustantivos latinos neutros de la tercera declinación con nominativo/
acusativo en -us, ya asimilados como masculinos, presentan una termina-
ción -os invariable para el singular y el plural, antes de formar el singular
analógico en -o. Ha de haber sido en ese contexto, que ofrecía la posibili-
dad de interpretar la forma al·lados o bien como un relacionante locativo
gramaticalizado o bien como una locución del tipo <preposición + artículo
+ nombre> (al (a + el) + lados) cuando se debe de haber producido el
reanálisis.
Si, como indica Elvira (2005: 119), el reanálisis tiene un fundamento
analógico, tanto en la morfología como en la sintaxis —en este caso el de
las locuciones <a + artículo + nombre (+ de)—, y presupone que el hablante
aplica en un contexto determinado una regla que ya está disponible en su
12
Definido por Harris/Campbell (2005: 61) como «a mechanism which changes the
underlying structure of a syntactic pattern and which does not involve any immediate or
intrinsic modification of its surface manifestation».
726 Jaime González Gómez
6. Conclusiones
En este trabajo hemos tratado de mostrar cómo la explicación sobre el
origen de la locución al lado (de) del español actual resulta más satisfactoria
si la hacemos desde la formación del relacionante al·lados (de) en el caste-
llano medieval del siglo xiii, con un reanálisis posterior, que si, como táci-
tamente parece haberse hecho hasta ahora, se integra en el productivísimo
patrón de locuciones <preposición + nombre (+ preposición)>, donde el
nombre es un sustantivo que hace referencia a una o varias partes del fondo
en una relación espacial, y su bajo grado de gramaticalización permite cierta
libertad a la hora de alternar la preposición, incluir o no artículo, flexionar
el sustantivo, modificarlo, eliminar el complemento introducido por de o
sustituirlo por un posesivo. Como hemos visto, aunque al lado (de) posee
algunas de estas propiedades (posibilidad de eliminar el complemento o
sustituirlo por un posesivo) no permite otras (alternancia a/en, posibilidad
de eliminación del artículo o de flexión y modificación del sustantivo,
Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 727
13
Una al norte, coincidente geográficamente con la primitiva Castilla Vieja,
caracterizada por una tendencia al arcaísmo; otra al sudeste del condado, sometida a una
intensa influencia lingüística riojana; una tercera área más difícilmente documentable por
la falta de textos primitivos en la Extremadura castellana, en la frontera sur del condado;
y, por último, el área central, correspondiente al «castellano común» (Menéndez Pidal
1926: 482-486).
728 Jaime González Gómez
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Origen e historia de al lado (de): ¿un reanálisis inadvertido? 729
Anton Granvik
Universidad de Gotemburgo
Abstract. This paper focuses on the origins of the shell noun construction in Span-
ish, that is, the early extensión of the N de que construction, where que introduces
a complement clause. According to available corpus data the construcción starts
to spread in the middle of the 16th century, and a collostructional analysis reveals
ten typical shell nouns, i.e. the nouns most strongly associated with the N de
que construction in this century. These are causa ‘cause’, esperanza ‘ hope’, fin
‘end, aim’, noticia ‘notice, news’, ocasión ‘occasion’, presunción ‘presumption’,
señal ‘ signal’, sospecha ‘suspicion’, temor ‘fear’, and testimonio ‘testimony’. A
detailed analysis of the use of these 10 nouns in the N de que construction reveals
that some authors can be considered leaders in using it : they are the first to use
the construction and they incorporate a greater number of nouns in it.
Keywords. Shell noun construction, nominal complement clauses, N de que, col-
lostructional analysis, diachronic syntax.
732 Anton Granvik
1. Introducción
En español la llamada construcción encapsuladora (shell noun cons-
truction, cf. Schmid 2000) se expresa, típicamente, mediante una de las
siguientes alternativas de construcción:
(1) La idea de ir a Las Vegas me espanta.
(2a) La idea que vengas me encanta*.
(2b) La idea de que vengas me encanta.
(3a) La idea es que vayamos a Las Vegas todos juntos.
(3b) La idea es (de) que vayamos a Las Vegas todos juntos*.
1
Evidentemente, no todos los casos de N de que completiva son ejemplos tan buenos
de la construcción encapsuladora. Tengo en mente la diferencia evidente entre casos como
tiempo / modo de que y casos más típicamente encapsuladores como idea / esperanza /
posibilidad de que. En este trabajo no discrimino entre diferentes tipos de sustantivos
Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 733
núcleo, sino que mi modus operandi es partir de que cada ejemplo de la secuencia N de
que constituye un caso de la CxE. Lo bueno del análisis colostruccional que aplico es que
los sustantivos destacados por él son todos relativamente típicos, como tendremos ocasión
de ver más adelante. Evidentemente, los diferentes sustantivos también podrán agruparse y
caracterizarse según sus semejanzas y diferencias semánticas, pero esto no llega realmente
a afectar el estatus de la construcción encapsuladora en sí.
734 Anton Granvik
CxE (cf. la Tabla 3, abajo). Y esto, por su parte, nos permite extraer con
mayor facilidad verdaderos ejemplos de los corpus.
2. Corpus y método
El paso inicial de este trabajo ha sido extraer una muestra de 500 casos
de la construcción N de que correspondientes al siglo XVI del CE de Davies
(2002-). De los 500 casos analizados del siglo XVI, 273 constituyen ejem-
plos de la construcción encapsuladora (el 55 por ciento; véase el Gráfico
1, arriba), 219 casos corresponden a una oración relativa, mientras que los
ocho casos restantes corresponden a otras estructuras. Entre los 273 casos
que me interesan hay 110 sustantivos diferentes, de los cuales 74 ocurren
una sola vez como núcleo de la secuencia N de que. Esto nos deja con
36 sustantivos que pueden considerarse típicos de la CxE, al menos con
respecto a la frecuencia.
Ahora, para determinar con mayor seguridad —es decir, yendo más allá
de la mera frecuencia de uso— cuáles son los principales sustantivos encap-
suladores, existe un análisis cuantitativo conocido con el nombre colectivo
de análisis colostruccional (collostructional analysis; cf. Stefanowitsch/
Gries 2003, Gries/Stefanowitsch 2004 y Schmid/Küchenhoff 2013). Este
análisis permite ordenar los sustantivos teniendo en cuenta no solo su fre-
cuencia de uso en la secuencia N de que, sino poniendo esta frecuencia
en relación con la frecuencia de los sustantivos fuera de la CxE y con la
frecuencia de la CxE con otros sustantivos que el que interesa. Para realizar
el análisis colostruccional se necesitan cuatro valores de frecuencia, según
ilustra la Tabla 1 con el sustantivo señal: 1) la frecuencia de la secuencia
señal de que; 2) la frecuencia de señal fuera de la construcción con de que;
3) la frecuencia de la construcción N de que con sustantivos diferentes a
señal; 4) la frecuencia de todos los demás sustantivos en todas las demás
construcciones. Estas frecuencias se indican en el área sombreada de la
Tabla 1. La suma total de la Tabla 1 corresponde al número total de sus-
tantivos en el CE (siglo XVI).
2
El cálculo estadístico utilizado por los originadores del análisis colostruccional es
el test exacto de Fisher-Yates (Stefanowitsch/Gries 2003 y Gries/Stefanowitsch 2004).
Sin embargo, en una serie de trabajos, Schmid (2000, 2010) y Schmid/Küchenhoff (2013)
vienen abogando por otras medidas de asociación, entre ellas, los valores de Atracción
(Attraction), Dependencia (Reliance) y la razón de momios (Odds Ratio). En la edición
de agosto de 2015 de la revista Cognitive Linguistics, se incluyen dos artículos de debate
(Gries 2015 y Küchenhoff/Schmid 2015) en los que se defienden y motivan las preferencias
por uno u otro modo de calcular la asociación. Los autores de ambos artículos se mantienen
firmes en sus preferencias sin acercamiento final. Mi análisis supone un compromiso entre
las dos opciones anteriores (cf. Granvik 2015: § 3.1 para más detalles).
3
El apéndice incluye una Tabla con todos los valores numéricos relevantes corres-
pondientes al siglo XVI que se utilizan en el análisis colostruccional.
736 Anton Granvik
3. Análisis
En la Tabla 3 se presenta la frecuencia de los primeros 10 sustantivos
encapsuladores del siglo XVI en la construcción N de que. Como puede
verse, al menos con respecto a estos sustantivos típicos, formar parte de
esta secuencia es un indicio muy fiel de la construcción encapsuladora,
con un porcentaje promedio del 96%. Como demuestra la segunda línea
de frecuencias de la Tabla 3, noticia, señal y testimonio parecen depender
en mayor medida de la construcción encapsuladora, pues en más del 50%
de sus usos funcionan como núcleo de la CxE. En cambio, esperanza, pre-
sunción y fin se construyen con complementos oracionales en menos del
Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 737
30% de sus usos. Aquí podemos observar, pues, cómo la mera frecuencia
de uso ofrece una historia diferente que el análisis colostruccional.
presun- testi-
señal causa esperanza sospecha fin ocasión temor noticia Promedio
ción monio
Porcentaje de los casos de N de que que corresponden a la CxE
98,2% 93,0% 95,9% 100% 100% 97,0% 100% 92,5% 97,7% 92,0% 96,0%
Porcentaje de los casos de «N que» que corresponden a la CxE
63,0% 41,2% 28,0% 22,0% 40,2% 15,0% 50,0% 48,0% 40,0% 79,0% 42,7%
N 55 192 49 18 20 102 19 40 44 25 564
4
En la indicación del año de publicación de cada obra he seguido la datación que
ofrece el CORDE. En los casos en que el corpus ofrece un intervalo temporal como fecha
de publicación, siempre he usado el primer año. Aunque la datación así no siempre sea
exacta, especialmente en el caso de recopilaciones de epístolas, por ejemplo, esta forma
de proceder al menos refleja sistemáticamente la información presentada en el corpus,
738 Anton Granvik
En esta línea, destaca que tan solo los sustantivos causa, fin5, sospe-
cha y temor ocurran en la construcción encapsuladora con de que antes
del inicio del siglo XVI6. En la primera década del siglo XVI entra noticia,
en un documento datado en 1507 (Viaje del Rey Católico a España) y de
autor anónimo, mientras que entre 1510 y 1519 hacen su entrada señal y
testimonio. Esperanza y ocasión aparecen por primera vez en las Epísto-
5
Cabe señalar que la gran mayoría de los casos de la secuencia fin de que forman
parte de la estructura a fin de que, que debe considerarse una conjunción lexicalizada con
valor final. Así, aunque es evidente que fin aquí funciona, al menos originalmente, como
sustantivo encapsulador, dado que se trata de una expresión lexicalizada como una unidad,
el estatus de fin como sustantivo encapsulador no está exactamente a la par con los demás
sustantivos. Por otra parte, también los demás sustantivos analizados en este trabajo muchas
veces forman parte de expresiones más extensas con un cierto grado de fijación: tengo en
mente casos como con / sin temor de que, en señal de que, etc. Aunque estas quizá no sean
casos tan evidentes de expresiones lexicalizadas como a fin de que, es un hecho innegable
que los primeros sustantivos encapsuladores tienen funciones diferentes a las que tienen
sus homólogos en la lengua actual.
6
Recuérdese que sospecha y temor no se incluían en la lista de sustantivos asociados
a la CxE en el siglo XV de CE (Tabla 2), así que en este punto el CORDE ofrece infor-
mación adicional en comparación con el CE.
Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 739
las familiares de fray Antonio de Guevara, datados en 1521, pero hay que
esperar hasta 1589 para encontrar el sustantivo presunción usado en esta
construcción (en los Diálogos familiares de la agricultura cristiana, de
Juan de Pineda).
Continuando con el análisis, podemos considerar los patrones de uso
de la CxE de los diferentes autores del siglo XVI. Ver lo que hacen con
esta construcción autores individuales puede ser importante en el sentido
de que revela el grado de presencia, o activación, que tiene la construcción
en la mente de estas personas. Al hablar de los momentos iniciales del uso
de una construcción, es de suponer que habrá diferencias entre individuos
en el grado en que han asimilado una nueva estructura, y hasta dónde su
‘gramática interior’ les permite usarla (cf. Schmid/Mantlik 2015).
Mirando la Tabla 5, que presenta las cifras correspondientes a la
primera mitad del siglo (1500-1549), se observa que fray Bartolomé
de las Casas es el autor que usa la CxE-de que con mayor frecuen-
cia y diversidad. A su lado, los demás autores líderes de esta época
—considero líderes a aquellos autores que usan la CxE en seis ocasiones
o más—, presentan patrones de uso bastante limitados: fray Antonio de
Guevara usa cinco sustantivos (causa, esperanza, fin, ocasión y señal),
mientras que Fernández de Oviedo usa tres (causa, fin y temor) y Jerónimo
Fernández solo dos (causa y sospecha). En términos de frecuencia global,
esperanza y señal, usados únicamente por Bartolomé de las Casas y Gue-
vara, son los que mayor frecuencia relativa presentan en comparación con
las otras épocas del siglo, con un 35 y un 30 por ciento, respectivamente,
cifras que están claramente por encima del promedio de 16%. Es decir, los
casos de la 1.ª mitad del siglo XVI solo suponen el 16 por ciento de todos
los ejemplos de la CxE del siglo XVI, indicio de su expansión meramente
incipiente.
740 Anton Granvik
Tabla 5. Uso de la CxE-de que en autores líderes (> 6 casos de la CxE por autor)
de la 1.ª mitad del siglo XVI.
Al llegar a las dos últimas décadas del siglo XVI, sin embargo, no se
observa una continuación directa de la tendencia creciente que creímos
haber identificado en los dos períodos anteriores. Así, como indica la Tabla
7, solo hay trece autores que usan la construcción más de seis veces, uno
de los cuales, fray Juan González de Mendoza, destaca por representar
casi el 30 por ciento de los casos de este período, con 82 sobre 287 usos.
Además, 65 de estos 82 casos son usos de causa de que, y en esto González
de Mendoza es representativo de este período, pues esta microconstrucción
en particular predomina más que en los períodos anteriores, con un 54 por
ciento de los casos de la CxE-de que entre 1580 y 1599. Estas dos décadas
son llamativas también por el hecho de que ninguno de los autores llega a
usar los diez sustantivos analizados, sino que la CxE-de que parece limi-
tarse, más que antes, a tres instanciaciones concretas de la construcción,
a saber, causa de que, fin de que y ocasión de que. Aunque siguen pre-
sentes los demás sustantivos como parte de la CxE, su porción relativa ha
disminuido en comparación con el periodo inmediatamente anterior. Esta
situación se presenta de forma resumida en la Tabla 8.
Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 743
Tabla 7. Uso de la CxE-de que en autores representativos (> 6 casos de la CxE por
autor) de 1580 a 1599.
Tabla 8. Frecuencia de uso de los diez sustantivos en la CxE-de que de 1500 a 1599.
744 Anton Granvik
4. Conclusiones
En este trabajo he intentado dar cuenta de la evolución temprana de lo
que en la actualidad constituye una de las señales más claras de la cons-
trucción encapsuladora en español, es decir, las oraciones completivas de
sustantivo del tipo N de que. Hemos visto cómo la construcción N de que
se establece en el español a lo largo del XVI, empezando por el uso de
unos poco sustantivos en los textos de unos poco autores. También hemos
visto que la mayor parte de los usos de la CxE se incluye en textos de tipo
histórico y documental.
Analizando los patrones de uso de la CxE de los diferentes autores, se
introdujo una dimensión cronológica consistente en tres periodos. Aunque
esta «periodización» no demuestra en avance lineal del uso de la cons-
trucción, sino una considerable variación, revela un número creciente de
autores que usan la construcción y un mayor número de sustantivos que
la encabezan. Asimismo, los usos de la construcción indican sin lugar a
dudas que la construcción encapsuladora (N de que) existe como recurso
lingüístico en las mentes de los autores. Pero estos la utilizan en grado
variable, según su gramática interior.
746 Anton Granvik
Así, con respecto a los sustantivos encapsuladores del siglo XVI, cabe
destacar que causa de que y fin de que son muy importantes, seguidos por
señal, temor, sospecha y, hacia finales del siglo, ocasión. En el caso de
fin de que cabe recordar que su uso como conjunción final constituye ya
el 80 por ciento de los casos, lo cual indica que su caracterización como
sustantivo encapsulador «típico» es un poco problemática (cf. la nota 5,
arriba). En todo caso, hay que recordar que entre un autor y otro siempre
hay bastante variación en el inventario de sustantivos de que echa mano.
En este aspecto, y aunque constituyen casos más bien atípicos de la cons-
trucción encapsuladora, los sustantivos que ocurren una sola vez, son inte-
resantes desde la perspectiva de la construcción, pues pueden interpretarse
como «nuevos» miembros de la familia cada vez mayor de los sustantivos
encapsuladores (cf. Schmid/Mandlik 2015).
En términos de metodología, el estudio supone un ejemplo de cómo el
uso de múltiples corpus y diferentes métodos de análisis asegura un material
relativamente fiable y representativo para el análisis cualitativo pormeno-
rizado. Así, empezar por el CE (Corpus del español de Davies 2002-), que
como corpus anotado permite extraer muchos ejemplos de determinadas
clases de palabras, por ejemplo, es un paso necesario para el análisis colos-
truccional. Este método, por su parte, supone un avance importante a la hora
de determinar qué sustantivos son típicos de una determinada construcción,
en este caso la CxE, comparado con las meras frecuencias de uso. A partir
de ahí, es decir, con conocimientos sobre los sustantivos más relevantes
para la construcción, el CORDE supone una fuente importante para extraer
información más detallada sobre los ejemplos (autores, años de publicación,
géneros…) a la vez que ofrece una mayor variedad de fuentes textuales7.
Finalmente, quiero resaltar que todavía queda mucho por hacer en el
campo de la CxE. Por ejemplo, habría que detenerse en un solo autor (o
algunos) y ver qué hace con estos sustantivos, es decir, analizar las diferen-
tes funciones textuales que cumple la CxE. Y esto, evidentemente, debería
hacerse no solo en la época formativa sino también en épocas y con autores
posteriores. Por otro lado, pensando en los orígenes de la complementación
oracional de sustantivos, es evidente que la secuencia N de que no cuenta
toda la historia. Desde los textos más antiguos del español existen casos
imponer una periodización de los datos por siglos permite un mayor nivel de detalle que el
CE, a la vez que sigue siendo el corpus que reúne la mayor cantidad de datos diacrónicos
en una sola base de datos.
Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 747
Apéndice
Tabla de análisis colostruccional de los 36 sustantivos usados en la
secuencia N de que del siglo XVI (datos del CE). Se incluyen tres medidas
de asociación: atracción (Atr), dependencia (Rel) y razón de momios (OR).
Los sustantivos han sido ordenados tres veces, primero según el valor de la
columna Atr (la frecuencia relativa de uso), después según el valor de OR
(razón de momios) y finalmente según la suma de OR+Atr.
748 Anton Granvik
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Sobre la diacronía de la construcción encapsuladora en español 749
Anton Granvik
Universidad de Gotemburgo
Carlos Sánchez Lancis
Universidad Autónoma de Barcelona
Abstract. The aim of this paper is to present a fresh solution to an old problem
of the history of Spanish, namely its periodization. With this in mind we have
applied a quantitative analysis called hierarchical clustering (cf. Gries 2009) on
an extensive sample of corpus data retrieved from the Spanish Royal Academy’s
CORDE corpus. The sample consists of 27 morphological and syntactic pheno-
mena, since we believe that it is the linguistic data that must form the basis for
establishing a periodization of the language. Hierarchical clustering is a technique
based on the numerical similarity of different categories, grouping together the
most similar categories and separating the most divergent ones. Time periods
including similar grammatical phenomena are thus grouped together, forming a
distinct period. The results of our analysis confirm many previous observations
on the periodization of Spanish, but it also offers new detailed information on
both classical and modern Spanish.
Keywords. Periodization, hierarchical cluster analysis, history of the Spanish lan-
guage, diachronic grammar.
1. Introducción
El objetivo de este estudio es presentar una nueva solución a un viejo
problema de la historia del español, es decir, su periodización. Por perio-
dización entendemos el establecimiento de lapsos de tiempo, de épocas, en
los que se puede dividir el eje temporal de una lengua desde un punto de
vista histórico. Esta labor que a priori parece no revestir una gran dificultad,
ya que las diferentes historias de la lengua española han presentado desde
siempre sin grandes problemas una serie de divisiones bastante consen-
suadas, ha sido muy cuestionada en las últimas décadas en el momento en
que se ha visto la necesidad de incorporar criterios internos exclusivamente
lingüísticos a los ya consabidos criterios externos de tipo histórico, lite-
rario, etc. (cf. Sánchez Lancis 2012). De esta manera, como se verá en el
siguiente apartado, han ido apareciendo diferentes estudios con el objetivo
de cuestionar, y a su vez replantear, los criterios que se habían ido utili-
zando para establecer fronteras lingüísticas temporales, al mismo tiempo
que se buscaban nuevos elementos internos, más propios de la gramática
histórica, que corroboraran los periodos existentes y permitieran, si fuera
necesario, establecer otros nuevos.
Sin embargo, para poder avanzar en el tema de la periodización del
español creemos que es necesario introducir nuevos elementos que nos
permitan establecer y definir las etapas históricas de la forma más precisa
posible. Somos conscientes de que todo periodo no deja de ser más que
una aproximación hipotética a una realidad histórica de la que solo con-
servamos información a través de un material diverso recogido en forma
escrita, con todo lo que esto último supone. Por todo ello, consideramos
que la aplicación de un análisis cuantitativo denominado agrupamiento
Un acercamiento cuantitativo a la periodización 753
2. La periodización
2.1. Estudios anteriores
Como ya se ha señalado, son muchos los trabajos que han abor-
dado en los últimos años el tema de la periodización. Sin ánimo de ser
exhaustivos, vale la pena recoger aquí algunos de los más destacados. En
primer lugar, merece especial atención el cuestionamiento que Menéndez
Pidal (1942) realiza sobre las divisiones de la historia de la lengua cen-
tradas en periodos de cien años, los siglos, por lo que propugna estudios
basados en lapsos de tiempo mucho más restringidos, idea que vamos a
aplicar al presente estudio, como se verá más adelante. En segundo lugar
se sitúa la división temporal que realiza Lapesa (1981), quien establece
cinco etapas históricas: época de los orígenes (siglos IX-XI), castellano
medieval (siglos XII-XIV), español preclásico (1474-1525), español clá-
sico (siglos XVI-XVII) y español moderno (siglo XVIII-español actual),
subrayando sobre todo la existencia de una etapa de transición entre el
castellano medieval y el español clásico. En tercer lugar destacan princi-
754 Anton Granvik y Carlos Sánchez Lancis
b) os;
c) este o (aqueste) o est o (aquest);
d) las o elas;
e) su;
f) qui o qi o ki;
g) quienes o qienes o kienes o qujenes;
h) unas.
2) Adverbios y preposiciones (8):
a) ende o end o ent;
b) allende o allend o alliende o alliend o alende o alend o aliende
o aliend o allent o alient o alent o hallende;
c) suso o susso o desuso o desusso o dessuso o dessusso o asuso o
asusso o assuso o assusso;
d) delant o delante o denant o denante;
e) ahora;
f) cras;
g) fuerte mente o fuerte ment o fuerte miente o fuerte mientre;
h) ante.
3) Verbos (6):
a) pienso;
b) soy o soi;
c) sodes;
d) serian o serien o serían o seríen o seryan;
e) fuessedes o fossedes o fuesedes o fosedes o fuéssedes o fóssedes
o fuésedes o fósedes;
f) fuere o fore o fuére o fóre.
4) Construcciones sintácticas (5):
a) la su;
b) ‘lo no’ o ‘lo non’;
c) *r lo he / *r lo hé / *r lo e / *r lo é;
d) (dixolo o díxolo o díjolo o dijolo) + lo dixo o lo dijo;
e) lo faria o lo faría o lo haría o lo haria.
Por lo que respecta a los pronombres y los determinantes, se ha bus-
cado la aparición de la forma sintética del pronombre personal de primera
persona del plural nosotros, del clítico de segunda persona del plural os,
el contraste entre las dos variantes del demostrativo de primer grado este /
aqueste, la difusión del determinante las, la forma del posesivo de tercera
persona su, el relativo de persona qui, la presencia del plural en el relativo
quienes y la difusión del determinante / indefinido unas.
756 Anton Granvik y Carlos Sánchez Lancis
frecuentes. En todo caso, hay que tener muy presente que dado que se trata
de un análisis cuantitativo, los fenómenos más frecuentes tienen mayor peso
a la hora de realizarse el agrupamiento.
4. Análisis y resultados
El resultado del análisis de VNC es un árbol, también llamado den-
drograma, en el que cada ramificación indica una relativa divergencia
cuantitativa entre décadas contiguas. Así, las agrupaciones permiten inter-
pretarse como espacios de tiempo en los que los fenómenos investigados
demuestran frecuencias de uso lo suficientemente semejantes entre sí
como para constituir un periodo propio. En este apartado comentaremos
los detalles más importantes de cinco árboles jerárquicos, empezando
por el árbol general que incluye todos los fenómenos analizados. A con-
tinuación presentaremos cuatro árboles correspondientes a cada grupo de
fenómenos gramaticales incluidos, a saber, los pronombres y los determi-
nantes, los adverbios y las preposiciones, los verbos y las construcciones
sintácticas.
Un acercamiento cuantitativo a la periodización 759
entre periodos en casi los mismos puntos que aquel. Aparte de sugerir que
esa primera periodización es adecuada, lo que indica la gran semejanza
entre ambos árboles es que los pronombres parecen jugar un papel impor-
tante en el agrupamiento general. Es decir, como veremos a continuación,
parece que son los datos de los pronombres los que mayor peso tienen
sobre el agrupamiento general.
También las seis formas verbales muestran una situación muy par-
ticular. Como revela el Gráfico 4 (abajo), se diferencian cuatro periodos
principales, cuyos márgenes se sitúan en puntos completamente distintos
comparado con los árboles anteriores (Gráficos 1, 2 y 3). La excepción es
la primerísima época que también en el caso de los verbos termina con
el Poema de Mio Cid, en 1140. A partir de ahí tenemos cuatro periodos
más: el que va de 1150 a 1580 y se caracteriza por mucha variación; el
situado entre 1590 y 1670, en el que aumenta claramente la frecuencia
de la forma soy, mientras que experimentamos el ocaso de fuessedes, y la
forma sodes acaba siendo prácticamente inexistente; el periodo compren-
dido entre 1690 y 1750, en el que fuésedes desaparece definitivamente;
y un último periodo, que va de 1760 a 1970, en el que encontramos ya
establecido el sistema actual, con soy y pienso deviniendo más frecuentes,
mientras que nuestros datos revelan cómo la forma fuere pervive hasta
bien entrado el siglo XX.
762 Anton Granvik y Carlos Sánchez Lancis
Gráfico 4. Periodización basada en las frecuencias relativas de las seis formas verbales.
5. Conclusiones
Como se ha podido comprobar, los resultados presentados se basan
únicamente en los datos de los fenómenos, es decir, en criterios lingüísti-
cos. Ello nos permite operar con cifras globales, con frecuencias totales,
con frecuencias relativas, etc., siempre a partir del análisis del corpus. Por
todo ello, debemos reconocer también que los resultados obtenidos en el
presente trabajo dependen completamente de los fenómenos seleccionados
para su investigación. Ciertamente, hemos escogido fenómenos «clásicos»
de los estudios sobre periodización, fenómenos que sabemos que cambian
durante la historia del español, por lo que los resultados obtenidos están
anclados en la historia de los estudios sobre periodización. Sin embargo,
por contra, gracias a la aplicación metodológica del agrupamiento jerár-
quico, ofrecen un panorama, quizá, más exacto y más claramente basado
en los datos que los análisis anteriores que aparecen en las historias de la
lengua y en las gramáticas históricas, ya que describen detalladamente la
«historia conocida».
Pero no son ni mucho menos la última palabra. Ya que los diferen-
tes fenómenos ofrecen resultados (= periodizaciones) diferentes entre sí,
764 Anton Granvik y Carlos Sánchez Lancis
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Un acercamiento cuantitativo a la periodización 765
1. Introducción
El latín disponía de dos conjunciones fundamentales para la expresión
de la anterioridad y de la posterioridad: antequam1 y postquam, que fun-
cionalmente, y en buena medida también formalmente, están en el origen
de las españolas antes (de) que y después (de) que, con la sustitución de
quam por la partícula que, la más general en la subordinación latino tardía,
heredada después por la mayoría de los romances, el cambio formal de
ante en antes, con el añadido de la -s adverbial y la sustitución de pues2
por los adverbios depués y después en cuya composición entra el propio
pues (de post, de ex post). A pesar de ser tanto las conjunciones tem-
porales como los adverbios que están en su base graduables (poco antes
/ después; tres días antes / después) se crearon una serie de locuciones
específicas para la indicación de la posterioridad inmediata, quizá como
mecanismo más cómodo y expresivo para indicarla. No hay sin embargo
un proceso paralelo de formación de locuciones de anterioridad inmediata.
En estos casos, si se quiere señalar la inmediatez, sí hay que recurrir a la
gradación de las locuciones del tipo antes (de) que. Parece claro que, para
la expresión de la secuencia de dos acciones o acontecimientos que se
suceden con carácter inmediato, se prefiere marcar explícitamente el que
tiene lugar cronológicamente antes en el tiempo: la conjunción o locución
de posterioridad inmediata del tipo ‘en cuanto’ introduce una subordinada
1
También contaba con la conjunción de anterioridad priusquam, equivalente desde
el punto de vista funcional a antequam. Más usada en el periodo arcaico (Bassols 1981:
336), no ha dejado sin embargo huellas formales en español.
2
También existió la conjunción temporal pues que en el español medieval, que alcanzó
valores causales que más allá del siglo XIV fueron los únicos que se mantuvieron (Méndez
1995: 139-143; Herrero 2005: 254-256 y 341).
La expresión de la posterioridad inmediata 769
que indica la acción que sucede antes, en tanto que la principal, sin marca,
indica lo que sucede después.
Ya en latín existían conjunciones o locuciones conjuntivas que per-
mitían expresar la posterioridad inmediata, como simulac o simulatque,
cum primum, mox ubi o mox ut. Y en el latín tardío se siguen formando
locuciones de este tipo, tomando como segundo elemento de la locución
alguno de los más generales en la subordinación temporal, como en mox
cum (Herman 1963: 101), o en la subordinación general, como en mox
quod (Herman 1963: 88), para lo que se utiliza ya uno de los procedimien-
tos fundamentales, después heredado por los romances, para la creación
de locuciones conjuntivas de diversa índole: la unión de un adverbio y el
subordinante general, quod en el latín tardío, que en los romances.
En español, desde los primeros testimonios escritos, podemos ver un
importante proceso de creación y renovación de las distintas locuciones
empleadas para el uso de la posterioridad inmediata. Los procedimientos
por los que se llega a la creación de estos elementos son relativamente
variados, aunque limitados. Por supuesto, esto se encuadra, por una parte,
dentro de los procesos de gramaticalización que conducen a la creación de
nuevos útiles de carácter gramatical, y por otra, dentro de la tendencia, ya
señalada por Meillet (1921), a la renovación de las conjunciones, lo que atri-
buía este autor a la búsqueda de la expresividad por parte de los hablantes.
Sin embargo, aunque esto en grandes líneas es cierto, hemos de tener en
cuenta que no todas las locuciones conjuntivas utilizadas con un determinado
valor proceden directamente de un proceso de gramaticalización: con fre-
cuencia se producen también deslizamientos en los valores, ya gramaticales,
de determinadas locuciones conjuntivas, es decir, nos encontramos en deter-
minados casos ante ejemplos de exaptación o refuncionalización. Por otra
parte, hay que tener en cuenta que no todas las conjunciones experimentan
con la misma velocidad estos procesos de renovación. De este modo, pode-
mos ver cómo conjunciones fundamentales en español, como la copulativa y o
la conjunción general de subordinación que no han sufrido cambios desde los
orígenes y, con la evolución formal pertinente, prolongan conjunciones del
latín clásico (et) o tardío (que, que sustituye a quod), mientras que otras sí han
experimentado procesos, más o menos rápidos, de renovación. Dentro de las
conjunciones y locuciones conjuntivas temporales, algunas se han mantenido
muy estables, como sucede con cuando, y en gran medida también con las
conjunciones de anterioridad y posterioridad a que antes nos hemos referido
(antes (de) que, después (de) que), mientras otras, como las de posterioridad
inmediata, han experimentado continuos procesos de renovación.
770 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
3
Ya Eberenz (1982: 377), al estudiar las conjunciones temporales en español, señalaba
«la variedad y fluctuación de los giros» que se han utilizado en las distintas épocas para
referirse a la posterioridad inmediata.
4
Aunque de menor empleo en época medieval, tuvo mayor pervivencia deque / de
que, que aún existe en un registro vulgar.
La expresión de la posterioridad inmediata 771
5
En uno de ellos, del argentino Martín Kohan (Ciencias morales, Barcelona, Ana-
grama, 2007), no es conjunción, mantiene un valor comparativo. En el otro ejemplo, del
español Miguel Ángel Trigo Trujillo («La introducción del cristianismo por Magallanes en
la Isla del Cebú (Filipinas) I». Odiseo. Revista de Historia, Málaga, Asociación Cultural
ODISEO, 2002-03-17) se copia un fragmento del Primer viaje alrededor del globo de
Pigafetta, en la traducción del chileno José Toribio Medina, realizada a finales del XIX,
momento de cierto auge, como ya vimos, de la construcción tan luego como.
774 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
En el español actual, tan pronto como sigue siendo una locución tem-
poral de uso general y sin restricciones dialectales, pero más propia de un
estilo elaborado que de la conversación.
6
La adverbialización de la secuencia, e incluso su integración en expresiones de
carácter temporal, es probable que remonte al latín tardío, pues el francés à peine o el
italiano appena también presentan esos valores.
La expresión de la posterioridad inmediata 775
(7) Abés podio el monge la palabra complir / Veno Sancta María como solie
venir (Berceo, Milagros 114, apud Eberenz 1980: 309).
7
Al gramaticalizarse como conjunción, apenas presenta características distintas de
las que tiene en su uso como adverbio de aproximación, uso que aún puede apreciarse en
la correlación apenas… cuando. Estas características han sido estudiadas para el español
moderno por Pavón (2013: 521-524).
776 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
(10) Apenas vide que salían de entre ellas dos balandras con bandera inglesa para
reconocerme, me atravesé a esperarlas (Sigüenza y Góngora, Los infortunios
de Alonso Ramírez, 1690, apud Herrero 2005: 224).
(11) Nadie puede dudar que con la quixada de un predecesor nuestro mató un
hombre á la mitad de los nacidos, ó á la quarta parte de los habitadores del
mundo, apenas fueron criados sobre él un varon y una muger, y nacido de
éstos dos hermanos (Portal de mauleros, Madrid, 1789, p. 3).
8
Recoge además un ejemplo de en cuanto temporal en los materiales de Montevideo
y otro en La Habana.
La expresión de la posterioridad inmediata 777
cuando el rector nos llamó nuevamente y nos pidió que entráramos todos»
(Ángela Pradelli, Amigas mías, 2011, apud CORPES XXI). Sin embargo,
ni son muy frecuentes ni los corpus académicos las recogen hasta época
muy reciente. No hay que confundir con estos casos otros ejemplos for-
malmente semejantes, pero en los que recién no presenta el valor aspectual
que se refiere a acción recién concluida, sino el valor focal de ‘justamente,
precisamente’ (RAE-ASALE 2009: 2330): «aquel hijo del desierto, / ensar-
tado lo llevé, / y allá recién lo largué / cuando ya lo sentí muerto» (José
Hernández, La vuelta de Martín Fierro, 1879, apud CORDE). De hecho,
en este caso la relación temporal es la inversa a la que encontramos en
las secuencias apenas… cuando. En él la oración introducida por cuando
señala anterioridad respecto a la principal, en la que se inserta recién. De
utilizar apenas tendríamos que recurrir a una construcción como «apenas
lo sentí muerto (cuando) lo largué».
También se halla en Hispanoamérica la secuencia recién cuando. Del
mismo modo que recién puede acompañar a un adverbio de tiempo en el
español hispanoamericano (sobre todo en el del cono Sur y área andina) en
secuencias como recién entonces, puede acompañar también a una oración
subordinada de tiempo. Probablemente hemos de ver también aquí el valor
focal de recién, que en principio daría lugar a una interpretación de simul-
taneidad (18), desde la que fácilmente se puede pasar a la de posterioridad
inmediata (19).
(18) La escuché putear bajito y recién cuando yo estaba terminando un cigarrillo
volvió a aparecer en la habitación (Eduardo de la Puente, Por qué tardé
tanto en casarme. Crónica despiadada de las mujeres de mi vida, Argentina,
2002, apud CORPES XXI).
(19) En Alihuatá se dieron cuenta de que estaba herido recién cuando se des-
plomó en las posiciones, al regresar de una descubierta (Juan Bautista Riva-
rola Matto, Yvypóra, Paraguay, 1970, apud CORDE).
6. En cuanto
En el español medieval y clásico, en cuanto introducía oraciones de
simultaneidad. El relativo cuanto puede hacer referencia a una cantidad
indefinida de tiempo. Si esa cantidad de tiempo es la misma en la oración
principal y en la subordinada, la relación ante la que nos hallamos es de
simultaneidad. Al simple cuanto (a veces con la variante cuanto que), que
se usó en oraciones temporales, podía anteponerse la preposición en, pues
esta preposición siempre ha sido frecuente en la introducción de comple-
mentos circunstanciales de tiempo:
(20) e avn entre los romanos e griegos con tales degollauan sus sacrificios,
quanto duró el gentílico rito en la jovial ley (Villena 4.23, apud Eberenz
1982: 328).
(21) todos los más granados fechos que los vuandalos et los otros barbaros fizie-
ron en quanto señorearon Espanna (Crónica Gral, apud Eberenz 1982: 343).
9
En Davies (2002-) se recogen numerosos ejemplos de en cuanto como locución
de posterioridad inmediata en la Relación histórica de la vida del Venerable Padre Fray
Junípero Serra, escrita por Francisco Palou, que fecha en 1757. Sin embargo, la primera
edición de esta obra es de 1787 (México, Imprenta de Don Felipe de Zúñiga).
10
El PRESEEA da cinco casos de en cuanto que por cuatro de en cuanto en los
materiales que publica de Madrid, y uno más en Alcalá frente a siete de en cuanto. Los
dos que recoge en Valencia presentan la forma en cuanto.
La expresión de la posterioridad inmediata 781
11
En las conversaciones que transcribe el PRESEEA encontramos nueve ejemplos de
nada más + infinitivo con valor de posterioridad inmediata procedentes de ciudades españo-
las, pero no hay ninguno de no más + infinitivo procedente de ciudades hispanoamericanas.
782 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
(23) Pronunciar el nombre de don Álvaro, oír su voz y sus pisadas, nada más
presentirle, era para Paulina de un delicioso sobresalto (Gabriel Miró, Nues-
tro padre San Daniel, 1921, apud CDH).
(24) Esto lo decidí a los once años; a los ocho ya había frecuentado una academia
de dibujo; nada más llegar a Madrid, me informé de las que estaban a mi
alcance, y al curso siguiente reanudé mi aprendizaje (Rosa Chacel, Estación.
Ida y vuelta, 1930, apud CDH).
12
De los dos ejemplos nicaragüenses que se recogen, en uno tiene el valor de ‘solo’
y en otro el de ‘en cuanto’. El único ejemplo panameño tiene el valor de ‘solo’.
13
Kany (1970: 371) documenta también la forma no más que seguida de verbo en
forma personal en México, y nada más que en España. Ofrece el siguiente ejemplo de
los Cuentos populares publicados por Aurelio Espinosa en 1924: «Nada más que saco la
La expresión de la posterioridad inmediata 783
8. Conclusiones
El estudio de las conjunciones y locuciones conjuntivas utilizadas para
la expresión de la posterioridad inmediata en español muestra un constante
proceso de renovación, de creación de nuevos elementos nexuales. Aunque
la renovación de conjunciones puede darse en cualquier punto del sistema
de coordinación y subordinación, parece que aquellos en los que se codifica
una relación especialmente expresiva, como es la posterioridad inmediata,
tienen una mayor tendencia a la creación de nuevas formas. En cuanto a los
procedimientos de formación, aunque no son siempre iguales ni predecibles
los procesos de gramaticalización y regramaticalización (o exaptación) que
llevan a la habilitación de conjunciones o locuciones conjuntivas con deter-
minado valor, sí parece haber unos patrones más frecuentes, como son la
creación de locuciones a partir de preposición + que y adverbio + que (pro-
cedimientos frecuentes en las lenguas romances heredados del latín tardío),
la gramaticalización como locuciones temporales de construcciones com-
parativas en que aparece un adverbio de cercanía temporal (aína, presto,
pronto), el paso a conjunciones de adverbios (a veces como consecuencia de
calandria a la puerta empieza a llover» (Cuentos, Málaga), que muestra cierta antigüedad
de este empleo en el habla vulgar.
784 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
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786 Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga
Abstract. The purpose of this study is the analysis of the compound gerund in jour-
nalistic texts from the late XIX century and early XX century. The analysis is based
on parameters relating both to the construction contained in the compound gerund
(presence of subordinate conjunctions, possibility of receiving proper negation,
presence or absence of subject and proper complements and syntactic position)
and to the semantic relation between the gerund and the main clause. The results
of this research suggest that the gerund compound variant, in the time and text
type considered in this study, yields a performance that does not match exactly
the traditional use described in grammars.
Keywords. Compound gerund, history of language, journalistic texts.
1. Introducción
En comparación con la abundante bibliografía existente en torno al
gerundio simple, las referencias al gerundio compuesto son escasas y se
788 Silvia Hurtado González
2. Corpus y metodología
Como ya hemos adelantado, la fuente de la que procede nuestro cor-
pus es exclusivamente periodística. En concreto, para este estudio, hemos
1
El reducidísimo empleo en la lengua actual del gerundio compuesto se ha visto
confirmado en varios corpus (Hallebeek 1998: 197, por ejemplo), pero el más reciente
es el de Verhaert (2008). En el recuento realizado por esta autora, de un total de 1217
formas, 1214 son gerundios simples y 3, compuestos; por lo tanto, la frecuencia relativa
del primero es del 99,75% frente al 0,25%, correspondiente al gerundio compuesto, lo que
resulta determinante para su estudio. En palabras de Verhauert, «el casi monopolio del G
[gerundio] simple lleva a anclar el análisis en su naturaleza imperfectiva» (2008: 103).
Hay que señalar que el corpus manejado en este estudio es un corpus paralelo bilingüe
español-neerlandés porque la intención no es solo analizar el gerundio español sino tam-
bién sus equivalencias en neerlandés. Las obras seleccionadas son exponentes de la ficción
narrativa contemporánea de fecha reciente.
Análisis del gerundio compuesto a partir de textos periodísticos 789
2
Esta fuente está disponible en la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de
Madrid, a la que se puede acceder desde su página web.
3
Por lo general, los estudios diacrónicos han estado ligados a un tipo de corpus en
el que no todos los registros lingüísticos están igualmente representados. En este sentido,
y en el caso concreto del conocido corpus de la Real Academia Española (CORDE), se ha
señalado la escasa presencia del registro periodístico.
4
Carmona Yenes (2013) expone una visión de conjunto sobre los todavía escasos
estudios lingüísticos de prensa histórica en español, centrados especialmente en el léxico
y en distintos aspectos discursivos.
790 Silvia Hurtado González
Del análisis del corpus se desprende que son más abundantes las mues-
tras de gerundio compuesto con sujeto explícito (con un porcentaje del
75%), siempre pospuesto al gerundio. He aquí algunos ejemplos más:
(6) Habiendo cesado el estado epidémico del cólera en el Archipiélago filipino,
se ha dispuesto se expida pasaporte á los jefes y oficiales de la Armada, así
como a las clases subalternas (22/10/1882).
(7) Dió á los novios la bendición municipal el obispo auxiliar del cardenal
arzobispo de Londres, que fué expresamente á París con el indicado objeto,
habiéndoles enviado la apostólica bendición Su Santidad el Papa Pío X
(27/4/1912).
(8) Habiéndole contestado nosotros que tenemos su escrito en nuestro poder,
tampoco se aviene á reconocer que os ha ofendido (12/4/1897).
Hay que señalar que este significado ilativo o copulativo suele expresar
una relación causa-efecto, relación que parece legitimarse por el significado
léxico de algunos verbos. En efecto, hay ciertos verbos que incorporan en
su raíz léxica una relación de causa-consecuencia intrínseca, como por
ejemplo, quedar. Esto es, ya de por sí, este verbo, con el que se forma el
gerundio compuesto en la siguiente oración, es un verbo resultativo que se
centra en el resultado o la consecuencia de otro evento que se interpreta
como la causa.
5
Aunque aquí hablemos separadamente de gerundio de posterioridad y de gerun-
dio ilativo, cabe subsumir las diferencias existentes entre ambos, como hace Fernández
Lagunilla (1999), quien los engloba bajo la categoría de gerundios ilativos por entender
que poseen el mismo valor copulativo para luego establecer una distinción en dos grandes
subgrupos: el gerundio explicativo y el gerundio de posterioridad.
796 Silvia Hurtado González
4. Conclusiones
El análisis realizado de las construcciones con gerundio compuesto en
textos periodísticos de finales del siglo xix y principios del xx ha puesto
de manifiesto la marginalidad del nexo, la posibilidad de recibir una nega-
ción propia, la frecuente aparición de un sujeto propio explícito pospuesto
al gerundio, el alto grado de elaboración interna de estas construcciones
gerundivas (y aun de las oraciones en las que se integran) y su libertad
posicional. En cuanto a la interpretación semántica predominante, es tempo-
ral, específicamente de anterioridad mediata, aunque es posible también un
sentido causal o concesivo, pero lo sorprendente es que aparecen ejemplos
de gerundio compuesto de posterioridad e ilativos, valores ejemplificados
siempre con la variante simple del gerundio. En definitiva, el gerundio
compuesto presenta en estos momentos un gran abanico de posibilidades
de uso que son explotadas al máximo por el periodista.
Para terminar, insistiremos en que este estudio es parcial y debe com-
pletarse con el análisis de las construcciones con gerundio en distintas eta-
pas y tipos de texto. Dichos análisis, que serán abordados en una próxima
6
A lo largo de los siglos xix y xx existió un enconado debate en torno a estos usos
del gerundio simple. Actualmente, la ngle (2009) señala que debe evitarse el gerundio
cuando la acción que denota es posterior a la acción que expresa el verbo principal, mien-
tras que se admite cuando el gerundio indica la consecuencia de lo expresado en el verbo
principal.
Análisis del gerundio compuesto a partir de textos periodísticos 797
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Hacia un análisis morfológico de
los hispanismos argelinos
Ahmed Kaddour
Universidad Complutense de Madrid
Introducción
Al incorporarse al sistema lingüístico árabe, los préstamos de origen
español pueden experimentar determinados cambios formales para adap-
tarse a la estructura morfológica del sistema receptor. La adopción de estos
cambios o la posibilidad de crear sobre el préstamo derivados, siguiendo las
pautas de la derivación en árabe, son indicio del grado de aclimatación al
nuevo sistema. Hablamos de la derivación producida ya dentro del sistema
lingüístico oranés: «La presencia de la derivación es síntoma del arraigo
de un lexema en la lengua» (Bajo Pérez 1997: 11).
Morfología nominal
Dentro de la morfología nominal hay dos aspectos de especial rele-
vancia que afectan a la forma de los sustantivos: la adjunción del artículo
y la formación del plural.
a) Adjunción del artículo
El primer fenómeno que llama la atención es la aplicación del artículo
determinado el a la mayoría de los adjetivos y sustantivos del español
tomados como préstamo en el oeste de Argelia. Muchas veces, por la
frecuencia de la aplicación del artículo al lexema, este acabó formando,
conceptualmente, parte del mismo. No se interpreta como artículo; por
ejemplo, en la palabra esbitar < el hospital, con la caída de la -l- intervocá-
lica favorecida por la dificultad de pronunciarla como [elsbitár], el artículo
pierde sus rasgos formales para formar parte del conjunto del lexema; pasa
lo mismo con erriel < el real. La dificultad fónica de articularlo como
[elȓjél] incide en la caída de la -l del artículo haciendo que el conjunto
sea en la mente del hablante argelino una unidad léxica morfológicamente
desfragmentable. También es el caso de elsobera < sopera, elsupa < sopa,
elrujo < rojo (con el significado de ‘rubio’), elrauda < rueda, elronda <
ronda, etc. En árabe resulta muy difícil la realización fonética de dichas
voces con el artículo: [elsbitár], [elsopéra], [elsúpa], [elráwda], [elrónda],
por lo que se pronuncian [esbitár], [esopéra], [esúpa], [eȓáwda], [eȓónda].
En la fonética del árabe dialectal y clásico, igualmente aplicable al prés-
tamo español, en todas las palabras que empiezan, entre otras, con una
consonante vibrante sonora (simple o múltiple) /r/, /ȓ/, alveolar fricativa
(sorda o sonora) /ș/, /ẓ/ o alveolar nasal sonora /n/, se tiende a eliminar
en general la -l del artículo definido el como contracción fonética para
facilitar la pronunciación. En otras palabras, la -l del artículo se asimila en
las consonantes que acabamos de mencionar; son las llamadas consonantes
solares, en oposición a las consonantes lunares. El mismo fenómeno se
Hacia un análisis morfológico de los hispanismos argelinos 801
así pues, encontramos, por ejemplo, el término chancla que designa con la
misma forma ‘chancla’ o ‘chanclas’. Aunque chancla es común sin varia-
ción formal, implica en el contexto adecuado una referencia plural. Esto
es debido a una cuestión intuitiva de la morfología del árabe que no utiliza
-s como marca del plural. Pero chancla puede sufrir también un reajuste
formal en su uso: existe una forma plural derivada del término original:
chnakel ‘chancletas’ (más de dos pares), adaptado a la morfología árabe
—con una asimilación perfecta en el sistema receptor—, que convive con
un término equivalente en árabe, nâala, que tolera una alternancia de uso
con el vocablo español.
Algo parecido, pero en sentido inverso, ocurre con la palabra tomatis,
que indica tanto el plural ‘tomates’ como ‘un tomate’ y que posee, como
se puede apreciar, el mismo marcador del plural -s que existe en tomates.
Sin embargo, en Argelia se aplica sin variación tanto al singular como al
plural. Esta invariabilidad del árabe, con la peculiaridad de que toma la
forma procedente del plural español, es debida quizá a su empleo frecuente
en plural (se suele comprar más de un tomate, recoger más de uno, etc.).
Resulta curioso que muchos hablantes argelinos consideren que este ame-
ricanismo, transmitido a su sistema vernacular como préstamo terciario
a través del español, procede del árabe clásico tamatim. No obstante, se
recurre generalmente al término tomatis antes mencionado para pedir un
tomate o muchos tomates. Por lo tanto, se ha normalizado la forma proce-
dente del plural español con posibilidad de usarla tanto para la referencia
plural como singular.
Naturalmente, la etimología última de la palabra es amerindia, como
hemos comentado anteriormente. Una vez adoptado el término por el espa-
ñol pasó a través de él al sistema lingüístico oranés. Es un americanismo
como tantos otros adoptados en la lengua española después de la conquista
del Nuevo Mundo y que se expandieron a nuevas tierras hispanas a través
de las distintas expediciones exteriores, sobre todo en el norte de África.
Paralelamente a esto, de entre algunos préstamos españoles existentes en
otras tierras, García Borrón (2003-2004: 68) expone, refiriéndose a los
préstamos castellanos al francés, cómo «una cantidad importante de estos
préstamos los había tomado a su vez el castellano del árabe o de las lenguas
prehispánicas de América». Por lo tanto, en este ámbito norteafricano, el
español sirvió como nexo de transmisión lingüística de la palabra tomates
desde América a la variante de la región oeste de Argelia. Veamos otro
ejemplo, los casos de Roca y serdina:
Hacia un análisis morfológico de los hispanismos argelinos 803
Morfología verbal
Cuando un verbo de origen español se incorpora al caudal léxico del
dialecto árabe del oeste de Argelia se conjuga, lógicamente, siguiendo sus
modelos flexivos de conjugación verbal. Esto hace que, en muchos casos,
las formas verbales lleguen a ser irreconocibles para el hablante español.
Incluso diferentes vías de adaptación formal de un mismo verbo pueden
dar lugar a diferentes pautas de conjugación. Ejemplificamos con el pre-
sente de indicativo (correspondiente a la gramática del árabe) de algunos
verbos. El verbo aguantar se adapta como préstamo en el árabe argelino
de dos formas: la primera, wante, es variable en la conjugación en presente
y ofrece las variaciones que marcamos con cursiva:
Ana nwánti ‘yo aguanto’
Ntya twánti ‘tu aguantas’
Hnaya nwántiu, nwántou ‘nosotros aguantamos’
Ntuma twántiu o twántu ‘vosotros aguantáis’
nada que ver con la conjugación en árabe clásico, aunque este le sirva de
referencia. En el caso de la primera, llega incluso a variar de una región
a otra. Por lo tanto, hay que llamar la atención sobre la ausencia de para-
digmas gramaticales normativos de los dialectos locales, semejantes a los
del sistema español o a los del francés, que podrían regir esta conjugación.
Para explicar el funcionamiento sintáctico del árabe dialectal tenemos
que tener en cuenta la presencia (imprescindible en algunos casos) de los
pronombres personales en el habla (ana ‘yo’, ntaya ‘tú’, hua ‘él’, hiya
‘ella’, hnaya ‘nosotros’, ntuma ‘vosotros’, huma ‘ellos’ / ‘ellas’). Para saber
de qué género o número estamos hablando, en ausencia de los pronombres,
hay que fijarse en la primera letra con la que empieza el verbo. Esto ocurre,
por ejemplo, con las personas del singular: ana nwanti ‘yo aguanto’, no es
igual que ntaya twanti ‘tú aguantas’, aunque la forma del verbo, si quitamos
la letra inicial, es igual; la única diferencia es la consonante inicial n- en el
primer caso, que indica la primera persona del singular, y la t- en el segundo,
que indica la segunda persona del singular. En el plural es diferente; hay
que fijarse, además, en la desinencia del verbo: hnaya nawntu o nawntiu
‘nosotros aguantamos’, ntuma twantu o tawntiu ‘vosotros aguantáis’. La
única forma de hacer la diferencia entre el masculino y el femenino en la
tercera persona del plural huma ‘ellos’ / ‘ellas’, puesto que la forma del
verbo es idéntica, es a través del contexto de la conversación. Naturalmente,
la variación formal de estas formas conjugadas hace que el término original
sea en ellas difícil de reconocer para un hablante español, si bien demuestra
la integración total del término en el sistema sintáctico receptor.
Derivación
Vamos a ocuparnos especialmente de la derivación nominal, sin pasar
por alto la composición sintagmática de la que también hallamos algunos
ejemplos. Según Alvar Ezquerra (1999: 49), la derivación «consiste en la
creación de elementos léxicos nuevos por la adición a palabras ya exis-
tentes en la lengua de elementos inseparables, esto es, de afijos, o por la
supresión de algún sufijo»; señala, además, la diferencia entre derivación
y flexión: «En ésta no hay aportaciones nuevas de significado, tan sólo
de función, mientras que en la derivación hay variaciones de significado
y, en menor medida, cambios de categoría gramatical de la palabra, pero
no modificación de la función» (ibid.). En sentido estricto, la morfología
derivativa nominal —según Bajo Pérez (1997: 11)—, «estudia la formación
de sustantivos a partir de lexemas preexistentes, bien por la anteposición,
bien por posposición de afijos derivativos, es decir, por adición de partículas
Hacia un análisis morfológico de los hispanismos argelinos 805
a) Prefijación
El proceso de adición de los prefijos a los lexemas es considerado,
según Montero Curiel (2001: 13), «como mecanismo derivativo que crea
nuevos elementos mediante la anteposición de un afijo a una base» y es
considerado, desde el punto de vista cuantitativo, un procedimiento muy
productivo en el español actual. Como características generales, «los pre-
fijos suelen ser menos ambiguos que los sufijos, con manifiesta tendencia
a la monosemia, que implica un significado claro y constante o que, a lo
sumo, permite una polisemia limitada» (Lang 1992: 221). Los prefijos
pueden ser, según el mismo autor, separables e inseparables. Los separables
están formados por un prefijo que presenta una coincidencia formal con
algunas preposiciones y, por tanto, aparece como tal en otros contextos;
mientras que los inseparables no experimentan una coincidencia formal con
las preposiciones y, consecuentemente, solo aparecen unidos a un lexema.
Estos últimos proceden, en muchos casos, del latín.
Las palabras que vamos a presentar no contienen prefijos en árabe
dialectal, los tienen en español. Queda dicho que los hablantes que tienen
cognición de la existencia del artículo, piensan que proviene, a pesar de sus
rasgos formales procedentes del español, del árabe clásico al. El resultado,
tanto articulatorio como conceptual, favorece, como hemos visto, la fusión
del artículo en el lexema. Morfológicamente, [lánxoba] es un monema que
contiene tres sílabas: [lán]+[cho]+[ba]. Desde el punto de vista del espa-
ñol, se destaca que en la primera sílaba [lán] existe el artículo [la] + [án],
pero ha quedado acoplado al resto del lexema al fundirse las dos vocales
contiguas. En sentido inverso, algo similar ocurre en algunos arabismos
existentes en español donde el artículo al, sin ser considerado un prefijo,
es parte inseparable del lexema integrándose en su primera sílaba: alca-
rria, almirez o Alhambra con el artículo determinado serían la alcarria, el
almirez, la Alhambra.
Generalmente los prefijos en árabe dialectal, concebidos como tales
desde la perspectiva del español, son artículos determinados que sufren
contracciones varias. Se funde la vocal silábica inicial del lexema con el
artículo, como en los casos de la ama > lama, la aguja > laguja; se elimina
la vocal inicial del artículo y se anexa la consonante del mismo al lexema,
como en la palabra el interés > lentiris, o bien se elimina la consonante del
artículo y se contrae su vocal con el lexema: el real > erriel. Cabe señalar
que, desde el concepto estricto de la derivación, el artículo se considera
como un morfema afijo y no como prefijo, ya que no se antepone al lexema
para formar una nueva palabra semánticamente diferente.
808 Ahmed Kaddour
b) Sufijación
La derivación léxica mediante sufijación es, por oposición a la
prefijación,
el procedimiento de formación de palabras más productivo, general y variado
de nuestra lengua […], los sufijos tienen, por lo general, una categoría gra-
matical propia e incluso, en el caso de algunos sufijos nominales, un género
fijo; así, por ejemplo, el sufijo -ción impone la categoría nombre y el género
femenino a la base a la que se agrega. Por su parte, el sufijo -ble impone a
su base la categoría de adjetivo y el sufijo -iza(r) la categoría verbo (Varela
Ortega 2005: 41).
Por otra parte, a pesar de existir en árabe dialectal chancla sin dimi-
nutivo, por oposición a chancleta, chanclita con el sufijo, este no es con-
siderado morfológicamente como diminutivo ni como afijo. En este caso
concreto tampoco hay diminutivo en español: chancleta es lo mismo que
chancla y no se considera como chancla pequeña. Para los hablantes arge-
linos no hay diferencia alguna entre un término y otro. La distribución
morfológica de ambos sería:
[chancla] → [[chancl-] + [-ita], [-eta]] → chancla, chanclita, chancleta
Sust. etim. → lexema + sufijo → sustantivo singular (chnakel plural)
Con el sufijo -ista, que no tiene ningún valor semántico en árabe arge-
lino, tenemos el caso del sustantivo muturista ‘mecánico’.
[motor] → [motor-] + [-ista] → motorista, muturista (‘mecánico de barco’)
Sust. → lexema + morfema → adjetivo con diminutivo
4. Preposición + sustantivo
De esta estructura hallamos únicamente el caso prefijal del español
contrabando. En Argelia se estandariza como trabando, con categoría gra-
matical de sustantivo.
5. Adjetivo + adjetivo
Dada la escasez de uso de este tipo de estructuras en español, resulta
difícil encontrar muchos casos en Argelia. El único que hallamos es un
numeral compuesto, con categoría gramatical de sustantivo, resultante de
la suma de dos cuantificadores: vinticuatro < veinticuatro. En este caso el
sustantivo ya se había lexicalizado en español antes de introducirse en la
variante argelina, donde se estandarizó como palabra única compacta y no
como un compuesto.
Conclusiones
La variante objeto de análisis es un dialecto árabe que no se escribe,
sino que es un conjunto de signos orales cuyo deje es peculiar y que se
puede plasmar gráficamente, pero no tiene normas de escritura. Está teñido
en grandes proporciones de español y francés. Por otra parte, algunas modi-
ficaciones en la forma del préstamo son debidas a factores morfológicos.
Así, en algunos casos, es posible que se haya introducido el lexema con
el artículo, pero no se siente como tal, sino como parte del mismo. Dado
que no es habitual en árabe dialectal que los sustantivos comiencen por
e + consonante, se produce a veces la pérdida de la e- correspondiente
al artículo aglutinado dando lugar a formas como lentiris < el interés o
laz < el as. No obstante, la incorporación de sustantivos en los préstamos
estudiados viene acompañada casi siempre del artículo el, independiente-
mente de si es femenino o masculino: elbanca, elmango, elmanu, etc. Cabe
decir que el análisis formal llevado a cabo en este trabajo está realizado
desde la configuración morfológica del español, ya que es la única pers-
pectiva que nos puede permitir trabajar sobre segmentaciones lexemáticas.
Además, dada la complejidad interdisciplinaria en este estudio, había que
tratar de apoyarse en definiciones y ejemplos que nos pudieran clarificar
los casos analizados. Queda dicho que no todos los compuestos son conce-
bidos así siempre, más bien lo contrario. El hablante argelino concibe las
palabras (salvo en casos excepcionales) sin posibilidad de segmentación
alguna, como unidades léxicas no desfragmentables. Esta actitud pasiva
en el movimiento y creación de compuestos es debida al desconocimiento
profundo de la lengua española por parte del hablante local y, además, a
la propia naturaleza de los hispanismos circulantes en el sistema dialectal
argelino. Por otra parte, debemos admitir que los fenómenos fonéticos,
pero, sobre todo los morfológicos, en el préstamo no atienden a ninguna
Hacia un análisis morfológico de los hispanismos argelinos 815
Bibliografía
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Madrid, Gredos.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en
contraste: el caso de la estructura art+pos+N en
español y portugués, del siglo XIII al siglo XVI
Mallorie Labrousse
Universidad París 8
Resumen. Del siglo XIII al siglo XVI, en el área lingüística castellana y portuguesa,
se disponía de dos sistemas de posesivos, uno construido con artículo y otro sin.
La frecuencia de uso de la estructura art+pos+N va disminuyendo durante la
Edad Media y se desgramaticaliza en el siglo XVI, mientras que en portugués va
aumentando durante el mismo periodo. Para intentar entender mejor este proceso
se analizan en este trabajo 26 textos, siguiendo la metodología idiolectal propuesta
por Barra Jover (2015). En un primer momento, se estudiará la evolución de la
alternancia entre art+pos+N y pos+N en español y en portugués del siglo XIII
al siglo XVI y se compararán ambas evoluciones. En un segundo momento, nos
preguntaremos si las variantes art+pos+N y pos+N están motivadas y controladas
y si se controlan de la misma manera en español y en portugués.
Palabras clave. Artículo + posesivo + nombre, variante, español medieval, por-
tugués medieval, siglo XVI.
Abstract. In old Spanish and old Portuguese, two different possessive systems
were available, one constructed with an article and another without an article. In
old Spanish, the proportion of structures with articles decreases in the middle age
until the degrammaticalization of this construction in the 16th century; whereas
in old Portuguese it increases during the same period. Firstly, this study aims to
shed light on the evolution of the possessive system in both languages, between
the 13th and the 16th century, comparing 26 idiolects, according to the idiolectal
method proposed by Barra Jover (2015). Secondly, this article addresses the
question of the motivation and the control of the variations article + possessive
+ noun / possessive + noun and seeks to compare the different tendencies in
both languages.
Keywords. Article + possessive + noun, variation, old spanish, old portuguese.
818 Mallorie Labrousse
1. Introducción
Asumiendo que no se puede tener acceso a la gramática social (o len-
gua histórica) de un tiempo pasado y que la historia de la lengua solo se
puede esbozar a partir de los testimonios escritos que nos han llegado de
épocas anteriores, coincidimos con Barra (2015: 272) en que solo se puede
llegar a conocer «ciertas propiedades correlacionadas de la gramática de
un locutor x en un momento t» si este momento t es anterior al nuestro.
Barra propone así que se estudie el cambio lingüístico a partir del análi-
sis de idiolectos. En este trabajo se pretende observar la alternancia entre
art+pos+N y pos+N en español y en portugués, del siglo XIII al siglo XVI.
Ahora bien, las variaciones se manifiestan a nivel del habla, es decir a nivel
de la producción individual. Tenemos aquí otra razón para estudiar textos
considerados individualmente y seguir el método idiolectal que propone
Barra. Sin embargo, hablar de «idiolecto», para referirse a producciones
literarias del siglo XIII o del siglo XIV, plantea ciertas dificultades, por-
que el concepto de autoría era diferente entonces y muchas obras eran
colectivas, y porque muchos de los textos de la época son anónimos. Por
otra parte, en la mayoría de los casos solo tenemos acceso a copias de un
original perdido y en ellas se pueden mezclar como mínimo el idiolecto
del copista y el del autor; y, finalmente, muchas obras de esta época son
traducciones o reelaboraciones de obras anteriores y en este caso también
se dan interferencias de varios idiolectos. Además, al trabajar con ediciones
y no directamente con manuscritos, también puede interferir el idiolecto
del editor. No obstante, la metodología implementada, de por sí, obliga
a ser muy conscientes de todos estos ruidos que pueden distorsionar los
resultados. Este trabajo es parte de una investigación diacrónica y diatópi-
camente más amplia en la que el concepto de idiolecto con su definición
plena de ‘producción individual’ es una herramienta muy útil a la hora de
estudiar la variación. Opinamos que, para el estudio de la lengua de textos
tempranos, el concepto en sí es interesante, a pesar de que actualmente
el material del que disponemos para los primeros siglos de la historia de
las lenguas escritas no permita su aplicación a todas las producciones que
utilizamos, a falta de otras en las que sí se podría aplicar. En estos casos
delicados, no hablaremos de «idiolectos» sino de «textos».
En el presente trabajo se estudian tres idiolectos o textos por siglo y
por lengua1 y, para constituir el corpus, se han analizado sistemáticamente
los primeros 500 posesivos de cada texto. El objetivo es observar el funcio-
1
En portugués se ha tenido que proceder a algunos ajustes que se justificarán más adelante.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 819
ESPAÑOL PORTUGUÉS
POS+N ART+POS+N POS+N ART+POS+N
Forma reducida mi fijo el mi fijo ta casa a ta casa
Forma plena mio fijo el mio fijo tua casa a tua casa
Tabla 1. Paradigmas de los posesivos en español y en portugués.
2
Según Barra las variantes son visibles cuando el locutor y/o el receptor las perciben
distintamente y cuando la elección entre una u otra es interpretable. Para una definición
más detallada de los conceptos de «variante visible» y «variante invisible», vid. Barra
(2011: 81-82).
3
Martins (2007: 180-181) justifica que se pueda trabajar con Graal para estudiar la
lengua del primer siglo del portugués escrito.
822 Mallorie Labrousse
4
Vid. a este respecto Costa (2002: 289) y Rinke (2010: 130).
5
En este caso, estudiar todas las producciones del siglo XV mezcladas y no por
idiolecto, podría dejar pensar que la forma art+pos+N sigue una progresión lenta y lineal
(siglo XIV = 27%, siglo XV = 31%, siglo XVI = 31%), mientras que el estudio por idio-
lecto deja claro que no es así.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 823
6
Es interesante subrayar que Horto y Regra presentan proporcionalmente el doble de
estructuras art+pos+N que los idiolectos del siglo posterior.
7
Presentaremos datos más concretos en un trabajo exclusivamente dedicado a este
cambio.
824 Mallorie Labrousse
(7a) Señora, dad licencia a vuestro criado (Lozana, XVI, p. 266, lín. 17).
(7b) ¡Socorred el vuestro siervo! (Lozana, XVI, p. 182, lín. 12).
(8a) haveria seu amor (Menina, XVI, p. 60, lín. 17).
(8b) houvera o seu amor (Menina, XVI, p. 74, lín. 30).
Otra función
Sujeto
(- voc, - ap)
Gregório 59% 22%
HTroiana 36% 14%
Linhagens 58% 25%
Horto 87% 56%
CróConde 25% 8%
Menina 46% 33%
Peregrinação 45% 35%
Ropica 60% 20%
Tabla 2. Proporción de art+pos+N en función de sujeto en portugués.
Otra función
Sujeto
(- voc, - ap)
EvMateo 28% 19%
HisTroyana 49% 32%
Victorial 26% 14%
Tabla 3. Proporción de art+pos+N en función de sujeto en español.
8
Para medir la diferencia de proporción de art+pos+N y pos+N entre el sujeto y las
demás funciones no se han tomado en cuenta, en el cómputo, las ocurrencias que aparecían
en contexto vocativo o de aposición, puesto que vimos que estos contextos favorecían el
uso de la estructura sin artículo. La diferencia entre sujeto / no sujeto sería aún mayor si
se incluyeran también los dos contextos en cuestión.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 827
9
Notamos que las dos traducciones portuguesas de las obras de Alfonso X no presen-
tan diferencias de proporción de art+pos+N entre la función sujeto y las demás funciones.
828 Mallorie Labrousse
Nombres de
Otro
parentesco
Graal 3% 20%
Gregório 12% 32%
HTroiana 3% 19%
Linhagens 14% 35%
CróConde 0% 11%
Horto 15% 64%
Regra 47% 72%
Menina 2% 41%
Peregrinação 7% 38%
Tabla 6. Proporción de art+pos+N con nombres de parentesco en portugués.
10
Puesto que los nombres de parentesco aparecen a menudo en vocativo o en apo-
sición y hemos visto que, en estos contextos sintácticos, la construcción con artículo es
respectivamente agramatical y muy poco frecuente, no se han tomado en cuenta los SN que
aparecen en estas funciones. Así, se pretende observar el impacto del campo semántico de
la familia en la elección de las estructuras posesivas sin que los resultados estén sesgados
por las tendencias sintácticas en cuestión.
11
Iªpartida y Ropica no aparecen en la Tabla porque presentan menos de diez ocu-
rrencias de estructura posesiva + nombre de parentesco, aunque ambos textos sigan la
tendencia general. Foro presenta muchas ocurrencias de estructura posesiva + nombre de
parentesco; sin embargo, la diferencia de proporción de art+pos+N entre los sustantivos
que establecen una relación de parentesco (3%) y los demás sustantivos (4%) solo es de
un punto. Esta diferencia no es significativa.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 829
12
Eberenz también notó esta tendencia (2000: 288-289).
13
Vid. Labrousse (en prensa).
14
La novela pastoril, cuyo tema central es el amor idealizado, continúa la tradición
discursiva del amor cortés.
15
Esta tendencia no se da en ningún otro idiolecto.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 831
16
Tomar en cuenta o no los vocativos apenas cambia las proporciones de las Tablas
9 y 10. Sin embargo, si se dejan de tomar en cuenta las ocurrencias de nuestro señor y
nosso senhor cuando remite a Dios o a Jesús, la proporción de art+pos+N en las personas
del acto de comunicación puede ganar hasta 15 puntos, y la diferencia de proporción de
art+pos+N entre las personas del acto de comunicación y la tercera persona resulta aún
mayor que la que presentamos en las Tablas 9 y 10.
832 Mallorie Labrousse
4. Conclusión
A modo de conclusión, se puede decir que, aunque la proporción de
estructuras con artículo va disminuyendo en español y aumentando en por-
tugués, parece que ambos diasistemas o lenguas son, en general, sensibles
a las mismas variables del siglo XIII al siglo XVI. Ambas lenguas parecen
estar en una etapa de su evolución en la que las variantes art+pos+N y pos+N
son visibles, aunque no están del todo controladas, puesto que muchas de las
tendencias que se han mencionado solo conciernen a un pequeño número
de posesivos y la mayoría de los ejemplos no parece responder a ninguna
tendencia. Ahora que se han identificado algunas tendencias propias de
cada idiolecto o texto, queda por determinar precisamente qué proporción
de estructuras posesivas se ven afectadas por estas tendencias. Ya se puede
adelantar que incluso en los idiolectos donde parece que el control es mayor,
solo la mitad de las ocurrencias están claramente controladas. En portugués,
el control parece cada vez menos claro a medida que aumenta la proporción
de estructuras con artículo; mientras que en español, el control no parece
llegar a ser mayor cuando esta disminuye. Así que será interesante en un
futuro trabajo intentar establecer una cronología del control de este fenó-
meno en ambos idiomas.
Bibliografía
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1994.
[Sta Teresa] Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, Madrid, Cátedra, 1979.
Dos diasistemas iberorrománicos occidentales en contraste 833
1. Introducción
En este estudio nos proponemos exponer los resultados sobre nuestra
investigación de la variación del orden de palabras en las cláusulas no
836 Cristina Matute Martínez y Teresa María Rodríguez Ramalle
(2) Sin testamento muriendo omne que non dexasse fijos legitimos, su fijo
natural que […] puede heredar, Partidas, VI, XIII, ley VIII, p. 92v (Muñío
Valverde 1995: 109).
(3) Et el en Toledo estando, oyo nueuas de Cordoua, Cr. Gral., II, p. 737 (Muñío
Valverde 1995: 22).
1
Utilizamos el Libro conplido en los iudizios de las estrellas y las partes I y IV de la
General Estoria (en adelante, GE1, GE4) de Alfonso X el Sabio; las Biblias escurialenses
I.I.6, I.I.8 (en adelante, E6 y E8 respectivamente); y la Biblia de Alba (en adelante, Alba)
del corpus Biblia Medieval. Del área navarra se incluye también el Fuero de la Novenera
(vid. Gago Jover et al. 2011-). A ello sumamos una serie de diplomas de la cancillería
castellano-leonesa y diplomas locales de Castilla y León del corpus CODEA, así como el
importante corpus manejado por Muñío Valverde (1996).
838 Cristina Matute Martínez y Teresa María Rodríguez Ramalle
2
En relación con estos elementos, cabe destacar que las construcciones de gerundio
regido por preposición contrastan claramente con el mismo tipo de construcciones con
infinitivo, ya que en las de gerundio nunca se documenta la anteposición del pronombre
átono o de elementos adverbiales. Las razones de este contraste merecen ser exploradas
en un estudio aparte.
Adverbios y periferia izquierda de las construcciones de gerundio 839
(9) & brennio empos esto ueyendo ya de tod en todo lo que so hermano fiziera
& de comol yua tomando su tierra tomo muy grand auer & metiosse en un
Nauio (GE4, 162v).
(10) Et yo non te fallesciendo, ¿por que me fallesces tu?, Cr. Gral., II, p. 405
(Muñío Valverde 1995: 39).
(11) E pusieron sobrel sos uestidos e pusieron sobrel a ihesu christo. El assi
yendo; tendien sos uestidos por la carrera (E6, 250r).
3
Suñer (en prensa) analiza los ejemplos de anteposiciones de relativos en cláusulas
absolutas de participio y concluye que son restos de una sintaxis latinizante documentados
desde finales del siglo XIII hasta acabar el siglo XVI. En este sentido, no cabe descartar que
la anteposición de constituyentes con los gerundios también se pueda relacionar en ocasiones
con una sintaxis latinizante, sobre todo en manuscritos del siglo XV (p. ej. Barlaam, Biblia
de Alba) o en algunos del siglo XIII por influencia de una fuente latina, p. ej., en Biblias
como E6 o en la GE. No obstante, textos sin fuentes latinas del siglo XIII como el Libro
conplido en los iudizios de las estrellas ofrecen el mismo tipo de anteposiciones, lo cual
obliga a atenuar la importancia de la influencia latina como explicación (al menos única)
del orden de palabras en este tipo de cláusulas.
840 Cristina Matute Martínez y Teresa María Rodríguez Ramalle
(16) & non peresçra la morada della por todas aquellas cosas en que la yo uisite.
Mas pero leuantando se en la mannana los sos moradores. dannaron todos
los sos cuedados (GE4, 75v).
(p. ej., allí), modales (p. ej., assí), de tiempo (p. ej., agora, etc.). Esta es la
situación que podría ser compartida por todos los tipos de gerundios: abso-
lutos, gerundios adjuntos y perifrásticos. Los gerundios adjuntos proyectan
un núcleo verbal, pues el gerundio selecciona complementos y es capaz
incluso de tener un sujeto propio, como vimos en el ejemplo de (23), en
el que hiriendo y derribando son modificadores de tipo causal o modal de
la acción principal. La anteposición afectaría a este nivel, a un Sv, a una
periferia no a nivel oracional, sino verbal, donde se pueden documentar
anteposiciones que afectarían a más de un constituyente, aunque en el caso
de los gerundios adjuntos y perifrásticos (o bloques verbales) dicha situa-
ción resulta extraña. La anteposición en estos casos sería, en consecuencia,
una opción posible, dado que el gerundio proyecta un Sv. Es, por tanto, una
opción disponible por la propia estructura que proyecta el gerundio. Una
propuesta similar ha sido defendida precisamente para el italiano medieval
por Benincà (2004) y Poletto (2014: cap. 4)4.
Pero donde existen anteposiciones generalizadas es en las construc-
ciones absolutas, las más independientes respecto a la oración principal5;
además, con una jerarquía determinada. Encontramos un sujeto que parece
tener en casi todos los casos propiedades de tópico y una posición más,
la cual puede estar ocupada por sintagmas preposicionales, adverbios o
marcadores del discurso. El hecho de que tengamos desplazados adverbios
en -mente no solo de manera, sino también del tipo de ordenadores del
discurso, nos hace pensar que existe una posición que se ha vinculado con
la fuerza ilocutiva en un modelo cartográfico, un aspecto que, en este caso,
no es diferente de lo que encontraríamos en el español moderno.
También podemos documentar una negación antepuesta que puede
estar acompañada solo esporádicamente de otro adverbio (vid. el ejemplo
4
La cuestión de la existencia de dos tipos de periferia, una propia del SComp y
otra del Sv, merece más espacio del que le podemos dedicar aquí. No obstante, queremos
hacer notar que ello podría relacionarse con la diferencia que registramos en el tipo de
constituyentes antepuestos a los gerundios según su nivel de dependencia del predicado
de la oración principal.
5
Estas cláusulas desarrollan un papel de tópico en la oración principal, como exponen
Pérez Jiménez/Moreno Quibén (2008) respecto al español actual. En nuestros datos
medievales, precisamente por ello pueden aparecer en el área del tópico de una oración
subordinada, en una estructura de recomplementación propia de los tópicos (Poole 2006;
Gupton 2012), como en el siguiente ejemplo: «Si me iudgastes por seer fiel a dios; entrat
en mi casa e aluergat hy. e fizo nos alla ir. Assi fue que nos yendo a oracion; que nos
encontro una moça que uie espiritu phyton que ganaua mucho a sos sennores adeuinando»
(E6, 278v).
844 Cristina Matute Martínez y Teresa María Rodríguez Ramalle
22) y que no atrae al pronombre átono por igual en todas las variedades
peninsulares. Nótese que esta negación en cláusulas absolutas podría tener
propiedades específicas, pues ofrecen una aserción secundaria en la que
la información no aparece aseverada (Pérez Jiménez 2006). Asimismo,
merece la pena destacar que en el español moderno el gerundio absoluto
puede tener una negación propia, posibilidad no siempre accesible a los
gerundios adjuntos, como ha revelado Fernández Lagunilla (2011).
Todo esto nos hace pensar que los gerundios sin preposición realizada
pueden encabezar una oración sin flexión dotada de independencia sintác-
tica con respecto al verbo principal. Se proyecta una estructura funcional
periférica defectiva, pues parecen estar activas dos posiciones como mucho,
donde existiría una proyección funcional que puede quedar activada por
la presencia de una negación o por un adverbio relacionado con el grado,
el modo, la cuantificación y con la deixis espacio-temporal. Esta posición
funcional no estaría especificada ni para foco ni para tópico, pero tendría
propiedades relacionadas con la cuantificación, la negación, la deixis y
la manera. Es una posición que también hemos encontrado en oraciones
subordinadas finitas (Matute/Rodríguez Ramalle 2016). Frente a este tipo
de estructuras, en las oraciones de gerundio no hemos encontrado inter-
polación, pero sí se da en las de infinitivo, lo que tiene que ver con un
segundo nudo o posición funcional, la que codifica la fuerza ilocutiva, y
que en los gerundios tiene que tener propiedades especiales. En este sentido,
consideremos que la movilidad del pronombre átono está relacionada con
el tipo de fuerza ilocutiva y con la existencia de diferentes áreas activas
de la periferia izquierda según se expone en diferentes trabajos (Benincà
2004; Fernández-Ordóñez 2009; Rodríguez Ramalle/Matute 2015; Matute/
Rodríguez Ramalle 2016). Pues bien, lo interesante de las estructuras de los
gerundios es que solo la negación activa una posición preverbal para estos
pronombres, pero no siempre en el oriente peninsular. Ello refuerza la idea
de que la fuerza ilocutiva posee propiedades especiales en las construccio-
nes de gerundio y, por otro lado, la idea de que las categorías funcionales
presentan distintas propiedades en los dialectos peninsulares.
Desde un punto de vista estructural, en trabajos recientes como el de
Hernanz/Gallego (2012) se intenta demostrar que los gerundios y partici-
pios, frente a los infinitivos, contienen una preposición nula en su estructura
subléxica que los legitima sintácticamente y que determina su interpreta-
ción y su distribución. En el caso de los infinitivos, Rico (2014 y 2016)
ha propuesto que los adverbiales encabezados por la preposición al, como
al llegar, proyectan una categoría funcional que interviene decisivamente
Adverbios y periferia izquierda de las construcciones de gerundio 845
6
El sujeto podría relacionarse con diversas categorías funcionales en la estructura
oracional (vid. Villa-García 2013) y ello explicaría sus diferentes posiciones. Primero, si
el sujeto se relaciona con la categoría informativa de tópico, su posición variable conduce
a pensar en que la posición de esta categoría TOP en la periferia izquierda puede variar,
como en las cláusulas finitas (Rizzi 1997; Benincà 2004). En tal caso, no estaríamos ante
una constitución de la periferia izquierda con scrambling (fenómeno relacionado con la
posición aleatoria de los constituyentes), tal como defiende Poletto (2014). También puede
considerarse que en ciertas estructuras se relacione con la posición del especificador del
STiempo, y es entonces cuando se situaría más cerca del verbo.
Adverbios y periferia izquierda de las construcciones de gerundio 847
4. Conclusiones
Este trabajo ha revelado que en las construcciones de gerundio de la
lengua antigua existe una estructura preverbal disponible con unas carac-
terísticas muy concretas; en algunos aspectos no muy distinta a la que
encontramos en el español moderno, con sujetos antepuestos con propie-
dades de tópico, pero en otros con posiciones que pueden ser ocupadas por
ciertas clases de adverbios y constituyentes argumentales que no parecen
estar disponibles en la actualidad. El contraste que hemos comprobado en
el grado de independencia sintáctica de las construcciones es un dato clave
para entender los espacios funcionales que se activan en los diferentes tipos
de gerundios.
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La propagación de por en construcciones pasivas
perifrásticas con complemento agente explícito.
El factor del aspecto verbal
Dorien Nieuwenhuijsen
Universidad de Utrecht (Holanda)
Abstract. This paper diachronically studies the decay of the agential preposition
de and the subsequent spread of the preposition por in periphrastic passive
constructions with ser. Particularly, we analyse the role of the verbal aspect in
the expansion of por in these passive constructions. We offer quantitative data on
the distribution of both prepositions based on a corpus of examples which covers
the period from the thirteenth to the twentieth century. In addition, a statistical
analysis is performed to measure the influence of perfective and imperfective
verb forms on the selection of the preposition, which allows us to pinpoint the
contexts in which por gradually extends its use over time and, thus, closely follow
the linguistic change in progress.
Keywords. Periphrastic passive constructions, agentive complement, agential
preposition, verbal aspect.
852 Dorien Nieuwenhuijsen
1. Introducción
Cuando en las construcciones pasivas perifrásticas el complemento agente
aparece explícito, en español contemporáneo es introducido casi exclusiva-
mente por la preposición por. Los casos de de + complemento agente son
escasos y solo se dan con ciertos verbos específicos, i. e. con seguir y acom-
pañar, entre otros (cf. Gili Gaya 1981: 253, 255; Herrero 1992: 353; Seco
1993: 133; Bosque 1999: 295; De Bruyne 1999: 681-682; Lapesa 2000: 119).
Véanse, a modo de ejemplo, (1), en el que el complemento agente
va precedido por la preposición por, y (2), que presenta un complemento
agente introducido por la preposición de:
(1) La admisión de comunicaciones para su presentación en el Congreso será
decidida por un comité científico (Primera Circular del X Congreso CIHLE,
octubre de 2014, <http://cihle10.unizar.es/primera-circular/> [febrero de
2016]).
(2) El actor fue acompañado de su madre (Holly Cooper, «Gloria Campano, y su
hermana», El Mundo, 12 de junio de 2015, <http://www.elmundo.es/album/
loc/2015/06/08/557570b246163f1b3c8b4584_1.htm> [febrero de 2016]).
1
Cf. también Funes (2011: 138): «En este sentido, el hecho de que un hablante elija
usar la preposición por o la preposición de para encabezar un CAg [= construcción pasiva
con complemento agente, explicación nuestra] se relaciona con el objetivo comunicativo
que persigue y con un significado específico que quiere transmitir».
854 Dorien Nieuwenhuijsen
2
Es de notar que, aunque el apartado en el que Gili Gaya trata del aspecto morfológico
se titula «Aspecto perfectivo e imperfectivo», en la caracterización de los distintos tiempos
verbales parece utilizar indistintamente las denominaciones de (im)perfecto e (im)perfectivo.
En nuestra exposición hemos seguido la terminología empleado por Gili Gaya.
856 Dorien Nieuwenhuijsen
4. Análisis cuantitativo
Para someter a prueba la hipótesis planteada en la sección anterior
acerca del mayor empleo de por como introductor del complemento agente
con tiempos perfectivos, se ha creado un corpus de ejemplos a base del
recurso electrónico Corpus del español (CE) Los ejemplos comprenden
ocurrencias de la construcción con el auxiliar ser en cualquier tiempo ver-
bal. Los complementos agentes constituyen nombres propios, sustantivos
definidos e indefinidos, además de pronombres personales tónicos. El cor-
pus total consta de 1973 casos.
Como primer paso se presenta la Tabla 1, que recoge la distribución
numérica y porcentual de las dos preposiciones a través de los siglos. Como
se puede observar, se han hecho cortes para cada siglo, empezando en el
siglo XIII y tomando como punto final el XX. Después, los mismos datos
se despliegan gráficamente (Gráfico 1).
3
En cambio, nuestros datos no comprueban la afirmación de Moreno de Alba
(2009: 1384) de que «[l]os SCN [= sintagmas completivos del nombre, explicación
nuestra] argumentales de agente, que completan participios, hasta el siglo XIV, aparecen
introducidos, casi siempre, por la preposición de. Comienza a aparecer la preposición por
en el siglo XV, aunque sigue predominando de».
858 Dorien Nieuwenhuijsen
Como se puede apreciar, son frecuentes, sobre todo, los casos de pre-
térito indefinido (32,8%), presente de indicativo (25,1%), infinitivo (15%)
e imperfecto de indicativo (10,6%).
En la sección anterior se ha constatado que las gramáticas discrepan
sobre el aspecto (im)perfectivo de los distintos tiempos verbales, aunque sí
existe una base común entre ellas, es decir un conjunto de distintos tiem-
pos verbales cuyo carácter no se refuta. Serán precisamente estos tiempos
verbales los que constituyen la base de nuestro análisis.
El Cuadro 2 ofrece la clasificación de los distintos tiempos verbales
con sus números absolutos de casos. Obsérvese que el número de casos
perfectivos y el de casos imperfectivos es similar (698 frente a 742 casos).
Estos casos constituyen el 73% del total de los ejemplos (1440 / 1973).
La propagación de por en construcciones pasivas perifrásticas 859
perfectivo imperfectivo
pretérito indefinido (647) presente de indicativo (495)
pluscuamperfecto de indicativo (39) imperfecto de indicativo (209)
infinitivo perfecto (10) gerundio (38 casos)
gerundio perfecto (2)
Los ejemplos (5) a (11) ilustran el uso de los distintos tiempos perfec-
tivos e imperfectivos del Cuadro 2:
(5) presente de indicativo: Eurídice huyendo por los prados es mordida de la
serpiente venenosa escondida en la hierba: Por la serpiente se entiende el
engaño que está escondido en los deleites (Philosofía secreta, s. XVI, CE).
(6) imperfecto de indicativo: & ouo de yr a sant andres al dia del plazo a jurar
commo era julgado del alcalle. & fue ella a cumplir de derecho (Libro de
los fueros de Castilla, s. XIII, CE).
(7) gerundio: Tuvo grandes encuentros con Antígono, que tiránicamente se
había apoderado del cetro, y siendo vencido de él, fue a Roma a buscar
favores (Historias y leyendas, s. XVII, CE).
(8) pretérito indefinido: Esta proposición fue oída por el virrey con bastante
gusto, e hizo que [en 1744] se le diese un estado del costo que tendría un
navío de sesenta cañones (Discurso y reflexiones políticas sobre el estado
presente de los reinos del Perú, s. XVIII, CE).
(9) pluscuamperfecto de indicativo: A un costado de la cama estaban los dos
bolsones con comida, y uno de ellos ya había sido asaltado por el gato, que
sentía mucha hambre (El peldaño gris, s. XX, CE).
(10) infinitivo perfecto: Angelita corrió de nuevo hacia la puerta después de
haber sido conducida por Roberto al sitio en dónde se hallaba el enfermo
(El naufragio del grumete, s. XIX, CE).
(11) gerundio perfecto: y sintió mucho la muerte de Atilano, que era un hombre
muy honrado y bienquisto, y más habiendo sido enviado por él con título
de embajador (Historia general del Perú, s. XVI, CE).
Gráfico 3. Desarrollo del uso de por (frente a de) como preposición introductora del
agente en construcciones pasivas con ser, tiempo perfectivo (pretind, pluscperfindic,
infperf, gerunperf) e imperfectivo (presind, imperfindic, gerundio).
5. Comprobación estadística
Como no solo nos interesa conocer la distribución de por con tiempos
perfectivos e imperfectivos en el corpus, sino también las tendencias gene-
rales, hemos realizado un test de regresión logística binaria, una prueba
estadística que predice el resultado de una variable dependiente (en este
caso la preposición, con dos variantes: de y por) en función de una o más
variables independientes o predictoras (i. e. un tiempo perfectivo o imper-
fectivo). De esta manera se puede estimar, a base de los ejemplos del cor-
pus, la probabilidad de que a través del tiempo por aparezca con un tiempo
perfectivo o imperfectivo. Huelga decir que lo que nos interesa en este caso
es saber si dicha probabilidad aumenta o disminuye a través del tiempo.
Los resultados de la prueba se recogen en la Tabla 3, en la que las
columnas de Sig. y Exp(B) comprenden los datos más importantes para el
presente trabajo. El Exp(B) (el exponencial del coeficiente u odds ratio)
indica la probabilidad de que por aparezca con la variable independiente.
Un valor de Exp(B) mayor de 1 indica que la probabilidad aumenta con
respecto a la categoría de referencia y apunta a un efecto positivo. En
cambio, con un Exp(B) < 1 la misma probabilidad es más pequeña que
con la categoría de referencia, en cuyo caso, por tanto, se detecta un efecto
negativo. En la columna Sig. se da el valor p, que señala la significación
estadística del efecto dado bajo Exp(B). Un valor p es < 0,05 se interpreta
como una significación estadística y, por consiguiente, el resultado encon-
862 Dorien Nieuwenhuijsen
4
Esta columna recoge los resultados de la prueba de Wald, que se utiliza para compro-
bar si el valor de Exp(B) es significativo, o sea, si la variable independiente tiene realmente
efecto sobre la variable dependiente.
5
La constante o intersección constituye la probabilidad estimada de que aparezca la
variable dependiente si el valor de todas las variables independientes o predictoras es de
0. La constante necesariamente forma parte del modelo probabilístico, pero no repercute
directamente en la interpretación de los resultados.
La propagación de por en construcciones pasivas perifrásticas 863
6. Conclusiones
En este trabajo hemos estudiado la propagación de la preposición por
en construcciones pasivas perifrásticas con complemento agente explí-
cito. El corpus reunido para tal fin muestra claramente que, después de
un período relativamente largo de variación, en el siglo XIX por llega
a predominar como preposición introductora del complemento agente, a
expensas de de, que queda relegada a unos determinados contextos con
ciertos verbos específicos.
Además de la diacronía y periodización, nos interesaba indagar sobre
las posibles razones de la extensión de por y los factores que pueden haber
influido en la propagación de la preposición. Por ello, hemos analizado la
supuesta correlación entre las formas verbales perfectivas y el empleo de
por, que se justifica por el hecho de que, por una parte, por presente al
agente como el propulsor o motor de la acción y, por otra parte, las acciones
perfectivas requieran agentes relativamente activos.
Los datos cuantitativos de nuestro estudio corroboran la hipótesis, dado
que hasta el siglo XX por siempre es más frecuente con formas verbales
perfectivas que con formas imperfectivas.
Con el test de regresión logística binaria hemos podido calcular proba-
bilidades del empleo de por con tiempos verbales perfectivos a lo largo de
los siglos. De esta manera, hemos podido comprobar que tanto el tiempo
como la perfectividad tienen un efecto positivo sobre la aparición de la
preposición por. Además, hemos medido la interacción de estas dos varia-
bles, lo que ha revelado que la probabilidad de uso de por con un tiempo
perfectivo disminuyó a lo largo del tiempo, por lo cual se puede concluir
que la preposición extendió su empleo, sobre todo, a través de los contex-
tos imperfectivos, es decir, en construcciones pasivas con forma verbal
imperfectiva. El análisis estadístico, por tanto, nos ha permitido captar el
cambio lingüístico en curso, al localizar los contextos por los que por ha
ido ganando terreno a lo largo del tiempo.
Cabe pensar que, si la perfectividad del tiempo verbal resulta ser un
factor decisivo, también debe de influir el aspecto léxico del predicado en
la selección de la preposición, lo cual ya ha dejado vislumbrar el análisis
cualitativo de ciertos ejemplos del corpus6. Nos proponemos desarrollar
más esta idea en un trabajo futuro.
6
De hecho, son pares mínimos como i), ii) los que nos sugieren que el aspecto léxico
del predicado también incide en la selección de la preposición:
La propagación de por en construcciones pasivas perifrásticas 865
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i) «Hubo una alteración poco decorosa para ser oída del Rey»; «el ardor de la disputa,
llevada con ímpetu del ministro francés, hizo que los españoles hablasen más claro»
(Comentarios de la guerra de España, s. XVIII, CE).
ii) «Esta proposición fue oída por el virrey con bastante gusto, e hizo que [en 1744] se
le diese un estado del costo que tendría un navío de sesenta cañones» (Discurso y reflexiones
políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú, s. XVIII, CE).
En ambos casos el complemento agente es humano, un rasgo que favorece el empleo
de por. En ii) se puede atribuir el uso de por a la ocurrencia del pretérito indefinido, un
tiempo perfectivo, mientras que en i) se observa un infinitivo, forma aspectualmente neutral
(NGLE 2010: 493) o imperfectivo (Gili Gaya 1981: 188) y, por ello, compatible con el uso
de la preposición de. No obstante, cabe señalar que en i) el verbo oír tiene el significado
de ‘percibir con el oído los sonidos’ (DLE). El autor se refiere a una fuerte disputa, de la
que comenta que era tal que había sido mejor que el rey no la oyera. En cambio, en ii) se
trata más bien del significado metafórico de oír, es decir, ‘atender los ruegos, súplicas o
avisos de alguien, o a alguien’ (DLE), ya que se relata cómo cierta proposición complace
al virrey y cómo actúa este a continuación. Ahora bien, el sentido literal del verbo oír se
compagina bien con un complemento agente relativamente poco activo o dinámico y, por
tanto, con el empleo de de (ejemplo i). Por otra parte, para la acción de oír en sentido
metafórico, es decir para atender los ruegos de alguien, se necesita un agente más activo,
que es más compatible con el significado básico de por (ejemplo ii).
866 Dorien Nieuwenhuijsen
Christopher J. Pountain
Queen Mary, Universidad de Londres
1. Introducción
El género de los sustantivos inanimados parece ser una propiedad morfo-
lógica arbitraria, sin funcionalidad, y, por lo tanto, redundante. Sin embargo,
como ya hicimos notar en Pountain (2005), en determinados grupos de sus-
tantivos inanimados hay indicios de una relación semántica sistemática entre
masculino y femenino —tamaño relativo, árboles / fruta (1)1—, además de
casos aislados de oposición que no son susceptibles de sistematizar (2). El
desarrollo de parejas como las de (1) sugiere por lo menos un conato de
adfuncionalización del género (Smith 2011), si bien no del todo sistemática,
mientras que las de (2) se pueden considerar más bien oportunistas, con una
relación semántica idiosincrásica entre los dos términos, donde los hablantes,
por así decirlo, aprovechan o explotan la posibilidad de recurrir al género para
hacer una diferenciación semántica. Todo esto induce a pensar que el género
todavía puede desempeñar algún papel funcional en sustantivos inanimados.
(1) Tamaño relativo:
huerto / huerta.
cesto / cesta.
Árbol / fruta:
manzano / manzana.
chirimoyo / chirimoya.
(2) Casos aislados de oposición:
partido ‘conjunto de personas que defienden una misma opinión’, ‘compe-
tencia concertada entre jugadores’, etc. / partida ‘acción de partir’, ‘copia
de un registro’, etc.
modo ‘aspecto que ante el observador presenta una acción o un ser’ / moda
‘uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo’.
(2006).
Sustantivos de género «ambiguo» 869
(3a) éstos son colóricos, que en ellos predumina e señorea la cólera a las otras
calidades (CORDE: Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera,
Corbacho, 1438).
(3b) En la cólera morbo, de que pocos se libertaban, hoy rarísimo se desgracia
(CdE: Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal, vol. II, 1728).
(3c) Desahuciado quinto. Del cólera morbo (CdE: Diego de Torres Villarroel,
Los desahuciados del mundo y de la gloria, 1732).
(3d) otro de los buenos amigos a quien el cólera ha hecho desaparecer después de
las fiestas (CdE: Vicente Boix, Fiestas que en el siglo IV de la canonización
de San Vicente Ferrer se celebraron en Valencia, 1846).
2.1.3.2. Editorial
Es mucho más reciente editorial, que como sustantivo independiente
aparece por primera vez en el DRAE de 1925, tan solo como masculino, en el
sentido de ‘artículo de fondo no firmado’, aunque en realidad se empleaba
mucho antes en América Latina en esta función (5a). Se da por primera
vez la acepción femenina ‘casa editora’ en el DRAE de 1936, y el primer
ejemplo de CORDE es de 1925 (5b). Esta distinción se ha mantenido nítida
y constante. Se trata sin duda de una doble elipsis —(artículo, despacho)
editorial frente a (casa, empresa) editorial—, de la que ya hay evidencia
en el siglo XIX (5c, 5d).
(5a) al día siguiente el sabio escritor argentino Tejedor dijo en el editorial de
«El Progreso», que eran tan brutos los pintores del teatro, que en vez de la
América del Sur habían pintado un jamón (CORDE: Vicente Pérez Rosales,
Recuerdos del pasado, 1882, Chile).
(5b) Ayer dejé firmada la dedicatoria en la editorial «Excelsior», el ejemplar
suyo de mi De Fuerteventura a París (CORDE: Miguel de Unamuno, Epis-
tolario inédito, 1925).
(5c) Advierto a usted, para los efectos consiguientes, que ha sido denunciado por
esta Fiscalía el número primero del periódico El Puerto de Arrebatacapas,
por su artículo editorial (CdE: Leopoldo Alas, De la Comisión, 1876).
(5d) Acto continuo procuró ponerse en buenas relaciones con una casa editorial,
de esas ricas, que publican periódicos semanales con monos y notabilidades
europeas, vista de Constantinopla, o lo que salga (CdE: Leopoldo Alas,
Artículos, 1876).
2.1.3.3. Final
Final es un poco más problemático. El primer ejemplo de final empleado
como sustantivo independiente que hemos encontrado en CdE es del siglo
XVI (6a), pero es en los siglos XIX y XX cuando alcanza una frecuencia
significativa, correspondiendo el siglo XX a una auténtica explosión en el
uso de la expresión a finales de, sobre todo en la prosa académica. Final
como sustantivo masculino con su significado moderno ‘término de algo’
se incluye en todos los diccionarios académicos. Como femenino, también
con su sentido actual ‘última competición en un concurso o campeonato’,
aparece por primera vez en el DRAE de 1956; en CORDE ya hay un ejemplo
de 1935 (6b).
(6a) nuevas amistades, de tal manera sólidas y firmes que duraban en gran parte
hasta el final de la vida (CdE: Francisco Hernández, Antigüedades de la
Nueva España, 1552).
(6b) En Madrid se han celebrado los concursos sociales del Club de Campo
dentro de la mayor normalidad. Manolo Alonso quedó vencedor, ganando a
872 Christopher J. Pountain
(9a) Ca las hemorroydas son venas que se termjnan en el margen del sieso las
quales son çina (CdE: Lanfranco de Milano, Cirugía mayor, s. XV).
(9b) Margo. ginis. incerti. g. me. cor. in obliquis. la margen o extremidad dela
cosa o del logar (CdE: Rodrigo Fernández de Santaella, Vocabulario ecle-
siástico, s. XV).
(9c) La cual, llegándose al margen del arroyo, con atentos ojos se paró a mirar el
agua que por él corría (CORDE: Miguel de Cervantes Saavedra, La Galatea,
1585).
(9d) Dichoso posseedor, aquí tendido / del fresco gozarás junto a la fuente / a
la margen del río do has nacido (CORDE: Fray Luis de León, Traducciones
clásicas, ca. 1550-1580).
25
margen izquierdo
(45,45%)
30 55
margen derecho
(54,55%) (32,54%)
52
margen izquierda
(45,61%)
62 114
margen derecha
(54,39%) (67,56%)
Total 169
767
margen de – (m.)
(100%)
0
margen de — (f.)
(0%)
Total 767
Tabla B. Género de margen en determinados contextos en
CORPES XXI (España).
(10c) ‘concierto’: Modestia. es moderaçion: & modo: & guardar mediania: &
deuido & loable orde<n> (ibid.).
Chile Argentina
el / un terminal de computadora 21 8
la / una terminal de computadora 30 77
Tabla D. Género de terminal de computadora en CORPES XXI
(Chile y Argentina).
ser el género preferido en plural, cuyo sentido suele ser el más general de
‘(buenos) dones’; en la segunda mitad del siglo XIX la preferencia por el
femenino se intensificó incluso en singular (Tabla E).
masc. fem.
España Otros países España Otros países
lente 0 160 93 165
lentes 0 593 88 39
Tabla G. Género de lente(s) en CORPES XXI (a base de casos de el lente, la lente,
los lentes, las lentes).
9 de los 15 casos del género masculino en singular son de Néstor Almendros, Cine-
2
3. Conclusiones
Está claro que en estos casos que vengo comentando el aprovecha-
miento o capitalización del género como recurso discriminatorio para
acepciones nuevas de un vocablo no es un proceso sistemático ni mucho
menos predecible, lo que es de esperar, porque el género es una propiedad
arbitraria léxica y, como es sabido, cada palabra tiene su propia historia.
No arguyo por eso. La hipótesis que defiendo, apoyada por casos como
cometa, cólera y los sustantivos deadjetivales capital, editorial, final y
pendiente, es que el género sea una propiedad (nótese que en estos casos
no se trata de desinencias morfológicas) a la que el español puede recurrir
de vez en cuando, a diferencia, por ejemplo, del inglés, que es indiferente
al género. En los sustantivos deadjetivales el género puede corresponder a
los sustantivos con los que se combinaban los adjetivos originales, o bien
a los sustantivos que se sobreentendían, mientras que con otros cultismos
parece ser la variación de género la que abre el camino a una eventual
discriminación. Pero, como hemos visto en el caso de margen y orden, la
variación puede tardar en resolverse, aun cuando hay indicios de que el
género puede ser aprovechado como recurso discriminatorio. Finalmente,
como hemos visto en los casos de dote y lente, el género como recurso
discriminatorio puede ser cohibido si hay otros recursos disponibles, por
ejemplo el número.
Bibliografía
CdE: Mark Davies (2002–), Corpus del español: 100 million words, 1200s-1900s,
<http://www.corpusdelespanol.org> [agosto de 2015].
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Echaide, Ana María (1969): «El género del sustantivo en español: evolución y
estructura», Iberorromania, 1, 89-124.
882 Christopher J. Pountain
Matthias Raab
Universitat de Barcelona
Resumen. Se analizarán las voces verbales neológicas formadas por procesos para-
sintéticos y documentadas en textos del siglo XV procedentes del territorio de la
antigua Corona de Aragón. Con tal propósito, partiremos de las voces novedosas
de estas características que se documentan en el Diccionario del castellano del
siglo XV en la Corona de Aragón (DiCCA-XV). Haremos hincapié en posibles casos
de variación morfológica entre los afijos y tendremos en cuenta otros aspectos,
como las características semánticas y etimológicas de las bases derivativas o los
géneros textuales en que se documentan las voces. Nos proponemos, en defini-
tiva, arrojar algo más de luz al estudio histórico de la parasíntesis con el fin de
constatar si este proceso de derivación obedece, en el castellano oriental, cuna de
las innovaciones léxicas del siglo XV, a las pautas de formación preestablecidas
en la bibliografía anterior.
Palabras clave. Morfología, derivación, parasíntesis, aragonés, siglo XV.
Abstract. The purpose of this paper is expound upon the neological parasynthetic
verbs documented in texts from the fifteenth century from the territory of the
former Crown of Aragon. Therefore, we will use the Diccionario del castellano
del siglo XV en la Corona de Aragón (DiCCA-XV). We will emphasize on possible
cases of morphological variation between affixes and consider other aspects such
as semantic and etymological characteristics of the derivative bases or textual
genres in which voices are documented.
2
Léase, acerca de metodología y confección de la obra, Lleal (2006, 2008) y Anglada/
Lleal (2010).
886 Matthias Raab
4. Análisis
4.1. Las bases etimológicas de los parasintéticos
Aunque sea un mero apunte anecdótico, creemos que merece la pena
mencionar que solo ocho de los neologismos derivan de raíces cultas; ade-
más, es significativo que todas ellas sean sustantivos y que todos los ver-
bos formados elijan la terminación abierta y universal -ar de la primera
conjugación, mientras que los verbos parasintéticos formados sobre bases
3
En concreto, se trata de las obras Libro de Albeyteria de Manuel Díez de Calatayud
(B), Viaje de la Tierra Santa de Bernardo de Breidembach (C), ambas obras traducidas
por Manuel Martínez de Ampiés, y Los doze trabajos de Hercules de Enrique de Villena
(D), texto traducido por el propio autor de la versión previa en catalán.
Verbos parasintéticos del castellano oriental del siglo XV 887
5. Conclusiones
En términos generales, los parasintéticos estudiados derivan, preferi-
blemente, de bases patrimoniales. Y es que treinta y siete de los cuarenta y
dos verbos analizados se forman de esta manera. Además, todas las bases
cultas eligen la terminación verbal abierta y más generalizada -ar.
Mientras que veintiún verbos se forman a través de los prefijos a- y en-
respectivamente, los otros veintiuno derivan a través de los prefijos des- y
es-. Estos últimos solo aparecen junto a la desinencia verbal -ar, mientras
que -ecer e -ir, claramente influenciados por el catalán, coaparecen con las
desinencias -ar, -ecer e -ir. Acerca de las bases derivativas, hay que poner
de relieve que veintinueve verbos derivan de bases sustantivas; diez, de
adjetivos (de ellos, seis eligen -ecer), y tres, de verbos.
4
Hemos recurrido, para comprobar la supervivencia de las voces estudiadas, a la 23.ª
edición del Diccionario de la lengua española (RAE 2014).
890 Matthias Raab
Bibliografía
Anglada, Emília y Coloma Lleal (2010): «¿Qué pueden esperar los filólogos del
Diccionario del castellano del siglo XV en la Corona de Aragón?», en Antonia
María Medina Guerra y Marta Concepción Ayala Castro, eds., Los diccionarios
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Fernández-Ordóñez, Inés (2012): «El norte peninsular y su papel en la historia
de la lengua española», en Sara Gómez Seibane y Carsten Sinner, eds., Estu-
Verbos parasintéticos del castellano oriental del siglo XV 891
Abstract. The aim of this article is to describe the patient subject role in the
periphrastic passive structure (to be + participle) through the history of Spanish.
This is a corpus-based study. The approach followed focuses on the description
of nominal phrases that function as the patient subject. This work is focused on
the analysis of the patient subject role in documented data. The data show a wide
diversity of elements that function as patient subjects, e.g., pronouns, nouns, com-
plex nominal phrases (this is, in addition to the core noun, these phrases present
information to the left margin or right margin and, in some cases, in both margins).
The analyzed contexts information allows to know what types of nominal phrase
are preferred in the formation of a patient subject.
Keywords. Patient subject, nominal phrase, object promotion, periphrastic passive
with to be + past participle.
894 Pedro Ángel Ramírez Quintana
1. Introducción
El sujeto paciente es un constituyente básico de la pasiva perifrástica.
Consiste en una frase nominal —pronombre, sustantivo o sintagma— que
ocupa la posición de sujeto en la estructura pasiva y se caracteriza por ser
la entidad receptora de la acción expresada por la perífrasis verbal («El
artículo fue publicado»).
El sujeto paciente no es exclusivo de la pasiva perifrástica, también
puede localizarse en otras construcciones, como en las pasivas reflejas
(«Se publicó el artículo») y en otras estructuras de la lengua española1.
Mendikoetxea (2000: 1623-1626) ofrece un inventario de formas de pasiva
perifrástica que por su propia naturaleza presentan un sujeto paciente: estar
+ participio («La ciudad está rodeada de montañas»; «Las cumbres están
cubiertas de nieve»); verbos de percepción en forma reflexiva + participio
(«Los pisos más bajos se vieron alcanzados por las llamas»; «Los vecinos
se sintieron engañados por las autoridades»). Como se observa, la pasiva
perifrástica ser + participio comparte el constituyente sujeto paciente con
otras oraciones pasivas en español.
La perífrasis ser + participio puede expresar dos lecturas distintas:
una verbal («Los ijos son casados por sus padres», Martini 1817: 262) y
otra adjetival («Yo tambien soy casada», DLNE, 1686.139.366). Ante este
panorama, fue necesario establecer algunos criterios que ayudaran a deli-
mitar, en una primera etapa, lo que este acercamiento considera una pasiva
perifrástica2. De esta forma, se emplearon tres criterios sintácticos: a) la
presencia o la recuperación de una forma, frase nominal o pronombre, con
función de sujeto paciente; b) la presencia de la perífrasis verbal, integrada
por el verbo auxiliar ser + el participio del verbo auxiliado; y c) la presencia
del complemento agente. Y cuando este estaba ausente, es decir, cuando
la estructura no registraba explícitamente una frase nominal en función
de complemento agente, fue necesario recurrir a un criterio semántico: el
propio contexto debía ofrecer la lectura de una «entidad» externa promotora
de la acción expresada por la perífrasis verbal. A partir de esta selección,
1
La Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009) enumera la presencia
de sujetos pacientes en otras formas oracionales: con participios en construcciones absolutas
(«Dicho esto», p. 1576); subordinadas sustantivas en las pasivas reflejas («Se dice que te
casas», p. 3237); en la locución habida cuenta, que está compuesta del participio de haber
+ el sujeto paciente cuenta (p. 3481).
2
Este artículo constituye un apartado de una investigación mayor denominada Estudio
diacrónico de la pasiva perifrástica en español. Tesis doctoral en proceso, Universidad
Nacional Autónoma de México.
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 895
3. El corpus
El corpus base de consulta está constituido, en su mayoría, por tres
textos que representan cada uno de los cinco cortes temporales3: siglos XIII,
XV, XVII, XIX y XXI. Para los siglos XV y XVII, fue necesario sumar un
cuarto texto con el fin de equilibrar el número de palabras consultado4. La
3
Siglo XIII: la General estoria. Primera parte, los Documentos lingüísticos de
España: reino de Castilla y el Fuero real; siglo XV: la Crónica de los Reyes Católicos,
vol. 2, La Celestina, los Documentos lingüísticos de España: reino de Castilla y el Corpus
de documentos españoles anteriores a 1700; siglo XVII: el Alboroto y motín de México del
8 de junio de 1692, los Documentos inéditos de Carlos de Sigüenza y Góngora, El rey gallo
y discursos de la hormiga y los Documentos lingüísticos de la Nueva España: altiplano
central; siglo XIX: La República, periódico político y literario, año VI, expedientes de
la Secretaría de Justicia, consultados en el Archivo General de la Nación (México), y La
Regenta; siglo XXI: El País. Periódico global en español, Los rojos de ultramar y diversos
documentos de procesos jurídicos (México). Pueden completarse los datos bibliográficos
aquí mencionados en § 6. Fuentes documentales.
4
Para la compilación de contextos, realicé una lectura aleatoria de 30 000 palabras,
aproximadamente, por cada texto. Esta medida de lectura es un criterio metodológico cuyo
fin es homogeneizar la cantidad de palabras y, así. poder ofrecer un acercamiento equitativo
para cada corte temporal.
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 897
5
Este elevado porcentaje coincide con el estudio de Amparo Ricós (1995b: 60), quien
señala que «el siglo XIII se caracteriza, frente a los anteriores, por un aumento considerable
del número de construcciones pasivas».
898 Pedro Ángel Ramírez Quintana
4. El sujeto paciente
4.1. Sujeto paciente: presencia vs. ausencia
Los propios contextos del corpus ofrecieron una primera clasificación
del sujeto paciente, debido a que algunos sujetos pacientes se localizaban
6
Los textos poseen estrategias distintas de presentar la información; cada género textual
y cada corte temporal aportan sus propias variantes. En forma específica, los documentos
jurídicos consultados en el ramo Justicia del Archivo General de la Nación, México, poseen
una temática y una estructura discursiva distintas a los textos de los siglos anteriores,
agrupados en este acercamiento bajo la etiqueta «textos jurídicos»: Documentos lingüísticos
de España: reino de Castilla (siglo XIII); Documentos lingüísticos de España: reino de
Castilla y Corpus de documentos españoles anteriores a 1700 (siglo XV); Documentos
lingüísticos de la Nueva España: altiplano Central (siglo XVII). Los procesos legales del
siglo XIX, en general, emplean con mayor frecuencia formas como fue sentenciado, fue
consignado, son requeridos, fui acusado, etc., con las cuales se da cuenta de las etapas del
propio proceso. Además, las temáticas de los primeros cortes temporales —vinculadas con las
transacciones sobre las tierras o propiedades, siglos XIII y XV, y con los conflictos sociales
en los primeros años del virreinato, siglo XVII— difieren de las del siglo XIX, donde se
documentan, con una mayor frecuencia, denuncias sobre atropellos, asaltos, asesinatos.
Por su parte, el periódico es un género textual que se incorpora al material de consulta a
partir del siglo XIX y que, por su naturaleza informativa, da cuenta de los sujetos hacedores
de la acción así como de aquellos que la experimentan: «Varios cristianos annamitas,
y un misionero francés de 24 años de edad, Mr. Guyomar, fueron asesinados por los
rebeldes» (República, 1885.101.2.1c); «El Sr. D. Petronilo Zaragoza, ha sido nombrado por
el Gobierno, Recaudador de Rentas del Distrito de Mocorito» (República, 1885.101.2.5c).
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 899
cuya descripción deberá dar cuenta de: a) la distancia oracional que existe entre la frase
nominal y la perífrasis verbal; y b) las estrategias empleadas para la recuperación del SP
ausente.
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 901
la que tiene don Pero Diaz es sellada con el siello del prior (DLE, 1270,
(3b)
62.94.80); Sabido era entre los gallegos que tenían probablemente el tren
más lento del mundo hasta que comenzó a asomarse el AVE por sus tierras
(El País, 07-2013, 22).
Esta división del sujeto paciente en frase nominal y predicación permite
bosquejar lo diversa y compleja que puede ser su estructura interna. En el
Cuadro 3 se concentran los respectivos porcentajes.
Siglo Frase nominal Predicación
XIII 97% (328/339) 3% (11/339)
XV 95% (167/176) 5% (9/176)
XVII 82% (36/44) 18% (8/44)
XIX 97% (159/164) 3% (5/164)
XXI 98% (92/94) 2% (2/94)
Promedio 96% (782/817) 4% (35/817)
Cuadro 3. Estructura del SP: frase nominal vs. predicación.
8
La descripción a partir de este punto se centra en los sujetos pacientes con frase
nominal, 782 contextos.
902 Pedro Ángel Ramírez Quintana
(4a) El 29 de junio próximo pasado me fue consignado con las primeras diligen-
cias y por el juez de paz de la villa de Tacubaya, Manuel López, acusado
de haber dado muerte a Antonio Mayorga (Justicia, 1867.4.858.1r); aquella
por quien yo era conoscida en toda la cibdad y arrabales, ya está dando
cuenta de sus obras. Mil cuchilladas le vi dar a mis ojos; en mi regaço me
la mataron (Celestina, 296).
(4b) Dicho avemos que la tenençia de la çibdat de Alhama fué encomendada por
el Rey e por la Reyna a don Iñigo López de Mendoça (Reyes, 2.1483.96.04);
Dos minas de oro han sido descubiertas hace poco en el Estado de México
(República, 1885.103.2.5c).
9
«La característica principal de este tipo de sintagmas (nominal) es que su núcleo
pertenece a la categoría de sustantivo o nombre, de la que forman parte los pronombres
personales, los nombres comunes, los nombres propios y adjetivos sustantivados» (Ayala
2008: 31).
904 Pedro Ángel Ramírez Quintana
10
Sepúlveda (1988: 369) presenta una lista que denomina Naturaleza morfosintáctica
del paciente, en la que enumera los pacientes registrados en pasivas con ser: sustantivo
con actualizador, relativo sin artículo, relativo con artículo, demostrativos, indefinidos,
pronombres personales, pronombres interrogativos, infinitivo, nombre propio, proposiciones
sustantivas, proposiciones de relativo y pacientes contextuales. De estos, los pacientes
contextuales y los sustantivos con actualizador son los pacientes con mayor registro.
11
Lapesa (1996: 131-132) ofrece un inventario de contextos del nombre común
con función de sujeto sin modificador: a) con verbos de pasiva refleja («Se necesita
mecanógrafa»); b) en la pasiva con ser («Fue concedido indulto general»); c) con verbos
intransitivos y reflexivos de existencia, presencia o ausencia, comienzo y fin, nacimiento
y crecimiento, apariencia, acaecimiento, etc. («Hace falta valor para decir eso»); d) con
verbos transitivos («Hombres de calidad estudian el asunto»). Sus referentes —anota
el propio Lapesa— son abstractos, animados sin referente individuado que pueden ser
colectivos o plural.
12
El DLE, s. v. haba, señala que es una expresión usada «para denotar que algo es
cierto y claro».
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 905
13
«El sintagma nominal suele presentar una estructura más compleja que el puro
núcleo sustantivo, ya que además de este, puede, y suele, contener modificadores a la
izquierda del núcleo y también a la derecha de este. Llamaremos a los modificadores del
margen izquierdo modificadores propiamente y a los de la derecha expansión» (Company
2009: 7).
906 Pedro Ángel Ramírez Quintana
5. Conclusiones
Este artículo ha ofrecido un acercamiento al sujeto paciente de la pasiva
perifrástica; para ello, fue necesario analizar este constituyente a partir de
los contextos documentados en el corpus base de consulta. La razón de esta
decisión metodológica está basada en el interés de bosquejar la naturaleza
sintáctica del sujeto paciente a partir de contextos de uso como el primer
paso para su descripción. Por lo tanto, no se discutió la propuesta teórica
sobre la promoción de un O de una oración activa a la posición de S en
una construcción pasiva.
El corpus consultado arrojó datos interesantes: a) el sujeto paciente
posee libertad para aparecer en el mismo nivel oracional que su respectiva
perífrasis verbal o para recuperarse en el discurso en una o varias oraciones
anteriores e incluso recuperarse ad sensum; b) el SP presente no está limi-
tado a una estructura interna única, sino que registra varias posibilidades
de construcción, entre ellas la predicación, la FN simple y la FN compleja;
c) de estas tres, la FN compleja es la que presenta un mayor registro; d)
la estructura más documentada de una FN compleja con función de sujeto
paciente está integrada por un determinante + un sustantivo; y e) existe un
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 909
6. Bibliografía
Fuentes documentales
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910 Pedro Ángel Ramírez Quintana
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noma de México, vol. I, 3-56.
El sujeto paciente presente de la pasiva perifrástica en español 911
Abstract. This paper deals with the evolution of the expression of the superlative
adjective. It makes a brief review of the superlative formulas of Medieval and
Classical Spanish. Similarly, it illustrates that many of the old medieval superla-
tive formulas still survived in the 18th and 19th Centuries, although some of them,
such as asaz, began to have a restricted use in some specific registers. It also
points out a significant increase in the use of prefixes as indicators of superlative
meaning. After that, the study focuses on the situation of contemporary Spanish
and notes the emergence of some new expressions, such as mazo, mogollón, or
even super, which begins to detach from its prefix value and tends to become
an analytical superlative formula. The document also delves into the analysis of
these formulas through the evidence obtained from a survey, and from several
corpuses of current Spanish. Likewise, it proves that these formulas are involved
in a grammaticalization process.
Keywords. Adjective, superlative, evolution, analytical form, prefix, grammati-
calization.
1. Introducción
A lo largo de la historia del español la expresión del grado superlativo
del adjetivo ha sufrido una importante evolución con la incorporación de
nuevas fórmulas (harto en el siglo XV o mazo en el XX), la recuperación
de formas latinas como -issimo en el español clásico y la desaparición de
otras expresiones, frecuentes en la Edad Media, como fuert, sobra o sobre.
Se trata de una realidad que ha llamado la atención de varios investigado-
res en los últimos años (entre otros, Espinosa 1998; Montero Curiel 2011;
Pérez-Salazar 2006; Pons 2012; Sánchez López 2006; Serradilla 2004, 2005
y 2006; o Wang 2013)1 y que se retoma en este artículo con el fin de analizar
la evolución de las fórmulas superlativas del adjetivo hasta llegar al español
actual asumiendo su participación, en mayor o menor grado, en un proceso
de gramaticalización que permite explicar que determinadas expresiones se
hayan ido incorporando al paradigma de la superlación.
En este trabajo me limitaré básicamente al análisis de las expresiones
cuantitativas tipo muy, bien, harto, asaz…; los elativos sintácticos como
sumamente, increíblemente…; y los elativos morfológicos (-ísimo, re-,
mega-, super-…). Dejaré de lado los elativos léxicos (fatal, terrible, colo-
sal, fantástico…) y los fraseológicos (a carta cabal, más feo que Picio,
más lento que una tortuga…), tratados en profundidad por Sánchez López
(2006).
2. Revisión histórica
El español ha recurrido desde sus orígenes a fórmulas analíticas como
sustitutas del desaparecido superlativo sintético latino. Así, en el espa-
ñol medieval contamos ya con formas como asaz, bien, harto, tan, sobra,
Aunque aquí se citen trabajos recientes, obviamente, con esto no quiero decir que
1
sea un tema que solo haya sido de interés para los investigadores en los últimos años.
Contamos con excelentes trabajos sobre la superlación ya clásicos. Véanse en este sentido
estudios como los de Morreale (1955), Salvador (1987), González Calvo (1984 a 1992),
Donaire Pulido (1988), Arjona (1991) o Martinell (1992), entre otros.
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 915
2
Para los ejemplos del español medieval y clásico, así como para los de los siglos
XVIII y XIX se ha acudido al CORDE como fuente básica.
916 Ana Serradilla Castaño
«El Pança», antes que otro respondiesse, dixo Sancho, «aqui está, y el don
Quixotissimo assimismo; y, assi, podreys, dolorosissima dueñissima, dezir
lo que quisieridissimis; que todos estamos prontos y aparejadissimos a ser
vuestros seruidorissimos» (El Quijote, 2.ª Parte, cap. XXXVIII).
Sí desaparecen las fórmulas superlativas con fuert, sobre, sobra y tan; y sufren en
3
español clásico una importante decadencia mucho y además, que en el siglo XVIII ya no
funcionarán con este valor.
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 917
4
Algunos informantes señalaron más de una opción.
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 919
5
Obsérvese el refuerzo con mega en una autora que también usa la forma superlativa
habitual muy.
920 Ana Serradilla Castaño
6
Sobre el uso de mazo y mogollón con o sin preposición y sus posibles diferencias
sintácticas y semánticas, véase Pastor (2011).
922 Ana Serradilla Castaño
Tope + adjetivo es una fórmula muy poco utilizada por los encuesta-
dos, pero en otras zonas es de uso común, como afirma Montero Curiel
(2011: 101):
El elemento tope se admite como una seña de identidad del habla juvenil actual,
al margen de los usos registrados por el diccionario académico; de ahí su impor-
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 923
tancia. Además, ofrece una extensa variedad de usos, siempre con valor de super-
lación; es muy corriente en su función de sinónimo de muy.
7
En Google solo de mogollón de simpática hay 549 entradas y de mogollón de
simpático, 321.
924 Ana Serradilla Castaño
Por otro lado, igual que ocurría en español antiguo con fórmulas como
asaz o además, puede aparecer pospuesto al adjetivo que modifica:
(35) Tu poema Eladio es creativo, original, aleccionador y simpático mogollón,
y te mantiene expectante hasta el final, características tuyas y de nadie más
jejeje (lomafresquita, 22 de febrero de 2013, <http://www.mundopoesia.
com/foros/temas/la-hija-del-cura.456506/>).
8
En este caso significa ‘mucho más psicológico…’.
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 925
4. Reflexiones finales
Como puede observarse, el paradigma de la intensificación está en
constante ebullición y es llamativo cómo continuamente van incorporán-
dose nuevos términos para expresar el máximo grado del adjetivo.
En general, lo que hemos observado hasta ahora son, por un lado, ela-
tivos morfológicos como -ísimo, re-, requete-, super-, hiper-, mega-… y,
por otro, formas analíticas compuestas por un adverbio cuantitativo (asaz,
muy, harto…) que precede al adjetivo modificado en su grado o por un
adverbio como bastantemente, increíblemente… que se antepone al adjetivo
para expresar también el máximo grado.
Ambas construcciones han evolucionado a lo largo de nuestra histo-
ria lingüística. En el caso de -ísimo, observamos cómo, aunque aún pueda
quedar cierto matiz culto, su uso se ha extendido a todo tipo de adjetivos y
puede hoy considerarse de uso común en diversos registros. Respecto a los
prefijos, es digna de mencionar su evolución hacia la expresión analítica y,
así, observamos cómo súper, híper o mega en textos de carácter coloquial
(más en los americanos que en los europeos) se presentan como términos
independientes que vienen a sumarse al resto de expresiones cuantitativas que
antes mencionaba y comienzan a funcionar como estas en todos los sentidos.
Respecto a las formas analíticas, muchas de ellas presentes desde el
español medieval y otras de penetración reciente como mazo, mogollón,
tope o to, se podría decir que, en cierta medida, han sufrido un proceso de
gramaticalización, al igual que les ocurre a los adverbios en -mente (increí-
De «asaz fermoso» a «mazo guapo» 927
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Expresión variable de los pronombres de
sujeto: diferencias entre él y ella
1
Este estudio es el resultado final de un trabajo colectivo realizado por Grant Berry,
Chris Champi, Lauren Perrotti y Miguel Ramos para el curso de Hispano-Romance Lin-
guistics (Language Change) dictado por Rena Torres Cacoullos en la primavera de 2014
en The Pennsylvania State University. Agradecemos a estos colegas la colaboración. Una
versión preliminar fue presentada en NWAV43 por Rena Torres Cacoullos y Grant Berry.
Expresión variable de los pronombres de sujeto 933
2. Datos y método
2.1. Corpus y contexto variable
El presente estudio se basa en el análisis de cuatro obras de la lite-
ratura española escritas entre los siglos XIII y XVI: Calila et Dimna
(1251), Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio (1335),
La tragicomedia de Calisto y Melibea (1499) y La vida de Lazarillo
de Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554). El contexto varia-
ble en el que compiten las formas alternativas, presencia y ausencia del
pronombre de sujeto, se restringe en nuestro estudio, a sujetos de 3sg
con referente humano específico. De cada uno de los textos escogidos
extrajimos alrededor de 500 ocurrencias de verbos conjugados en la 3sg,
con el propósito de tener así una cantidad equilibrada de instancias por
texto. Excluimos de nuestros análisis todas las ocurrencias de pronombres
postverbales, puesto que la posición del sujeto (preverbal o postverbal)
obedece a distintos factores probabilísticos que la expresión del sujeto
(pronominal o nulo), a saber, la copresencia de otros elementos (adver-
bios, objetos) preverbales y el uso del verbo decir para introducir discurso
directo (Benevento/Dietrich 2015; Silva-Corvalán 2001: 165). También
934 Rena Torres Cacoullos y Miguel Ramos
2
Los porcentajes en todas las figuras y tablas son de la aparición de formas prono-
minales él/ella como sujetos frente a la no expresión de sujeto, que son las dos variantes
que compiten dentro del contexto variable como lo hemos definido. Las figuras que se
presentan en este estudio fueron creadas usando el software para análisis estadístico y grá-
ficos RStudio 0.99 (RStudio Inc.) (paquete: ggplot2). R Development Core Team (2008).
R: A language and environment for statistical computing. R Foundation for Statistical
Computing, Viena, Austria. ISBN 3-900051-07-0 < http://www.r-project.org>.
Expresión variable de los pronombres de sujeto 935
(3b) Y si Ø sabía que los dichos clérigos eran de los reverendos, digo que más
con dineros que con letras y con reverendas se ordena, Ø hacíase entre ellos
un Santo Tomás (Lazarillo, Tratado Quinto).
2.3.2. Deixis-topicalidad
El factor deixis-topicalidad nos permite examinar la retención o
persistencia en la gramaticalización. En las formas que están en vías de
gramaticalización perviven huellas del significado de su fuente original,
hasta bien avanzado el proceso. Es decir, «las formas arrastran su signifi-
cado etimológico por siglos» (Company 2003: 50; Bybee/Pagliuca 1987;
Hopper 1991). En esta línea, los demostrativos (este, aquel) que son ele-
mentos deícticos, distinguen a los referentes según su distancia respecto
del hablante.
Esto lleva a preguntarnos si es posible encontrar vestigios del signi-
ficado deíctico distal —indicar ‘aquello’— en el pronombre de sujeto de
3sg en textos tempranos del español. Siguiendo a Givón (1984: 354), la
idea de deixis espacial —«la proximidad, distancia, visibilidad»— puede
extenderse a la deixis temporal, «que entraña proximidad […] relacio-
nada con la mención previa del referente en el discurso». De este modo,
la hipótesis sería que el sujeto pronominal de 3sg señala referentes más
distantes, o menos topicales. Determinamos la mayor o menor topicalidad
por medio de una medida anafórica (cf. Myhill 1985). Nuestra medida
anafórica es el rol sintáctico de la mención previa. Dada la estrecha rela-
ción existente entre sujeto y tópico (Comrie 1989; Givón 1979: 209, 298;
1983: 22; Schwenter/Torres Cacoullos 2014: 529), suponemos que los
referentes deícticamente más distantes, o menos topicales, son aquellos
cuya mención previa se hace en un rol sintáctico distinto al de sujeto. En
los ejemplos que se presentan a continuación vemos una mención previa
en rol de sujeto (ejemplo 4a), y una mención previa en el rol de objeto
indirecto (ejemplo 4b):
(4a) por el amor et grant fiança que en mí Øi avía, que Øi me quería dexar toda
su tierra (Lucanor, cuento I).
(4b) Saladín le dixo que reçelava quel’i pidría que non le Øi fablasse más en
aquel fecho. Et ella díxol’ que non le demandaría esso (Lucanor, cuento L).
Para apreciar los detalles de la variación, nos fijamos ahora en cada uno
de los factores. En primer lugar, vemos el efecto de las medidas anafóricas
de la accesibilidad y deixis-topicalidad. Según la Tabla 1, la accesibilidad
influye significativamente en la expresión pronominal de manera que esta
se ve favorecida cuando la mención previa del referente se encuentra a una
o más cláusulas de distancia (como en el ejemplo 3b). También se desprende
del análisis multivariable que juega un papel la deixis-topicalidad ya que
3
Otro grupo de factores es la reflexividad (forma verbal pronominal), que no resultó
significativa en ninguno de los análisis. No investigamos aquí la clase semántica del
verbo que, a diferencia del español actual, no resultó significativa para la primera persona
singular en textos tempranos, lo que muestra que la construcción [yo+verbo cognitivo]
no se había consolidado aún como un contexto altamente propicio para la expresión
pronominal; una situación que debilita la significancia de la clase semántica en su con-
junto (Ramos 2016).
Expresión variable de los pronombres de sujeto 939
4
En la categoría sujeto la diferencia es estadísticamente significativa (Chisq=79.3577,
p<.001); no lo es en la categoría no sujeto (Chisq=3.3092, p>.05).
940 Rena Torres Cacoullos y Miguel Ramos
La Figura 3 nos muestra cómo este efecto priming interactúa con la acce-
sibilidad. Se reafirma la hipótesis del priming: como se puede apreciar, las
columnas del lado derecho presentan índices de expresión más altos que las
de la izquierda (15% y 30% vs. 4% y 13%). En segundo lugar, los índices
más altos de expresión aparecen cuando el priming y la accesibilidad operan
en conjunto (cuarta columna, 30%). En suma, los pronombres promueven
la presencia de pronombres y cuando existe además una distancia de una
o más cláusulas entre menciones del referente, se da el porcentaje más alto
de expresión.
5
El texto con la diferencia de género más marcada es El conde Lucanor. En La
Celestina, el único de los cuatro textos en el que los sujetos femeninos son más frecuentes
que los masculinos, no hay diferencia de género ni en el índice de expresión pronominal
(Fig. 5) ni en la distribución según el rol sintáctico de la mención previa (Fig. 8). En un
modelo lineal generalizado mixto (interceptos aleatorios: textos), los mismos efectos fijos
resultan significantes, menos la ambigüedad en la morfología verbal (distancia de mención
previa, género del referente, rol sintáctico de mención previa, forma de mención previa).
942 Rena Torres Cacoullos y Miguel Ramos
Figura 5. Expresión del pronombre de sujeto de 3sg por género del referente.
6
En las Figuras 7 y 8 omitimos los casos sin mención previa en las 5 cláusulas
anteriores.
7
La diferencia en la distribución es altamente significativa (Chisq=40.0159, p<.001).
Expresión variable de los pronombres de sujeto 945
5. Conclusiones
Al examinar el condicionamiento lingüístico de la variación en la
expresión variable del sujeto pronominal de 3sg encontramos que muchos
de los efectos que operan en el español actual estaban ya presentes hace
más de siete siglos. Los índices de expresión son más bajos cuando, en la
claúsula inmediatamente anterior, la mención previa es un sujeto (p. ej.,
Silva-Corvalán 1994: 157). El sincretismo de persona gramatical en la
morfología verbal (ambigüedad) interactúa con este efecto de accesibilidad,
haciéndose efectivo solamente con referentes menos accesibles, es decir,
cuando la mención previa está a una distancia de 1 o más cláusulas (Came-
ron 1994: 35). Un efecto priming (pronombre-pronombre) está también
presente, y este efecto se hace más fuerte con los referentes más accesibles
que con los menos accesibles (cf. Cameron 1994: 40).
Sin embargo, hallamos un efecto de género del referente, que hasta
donde sabemos no ha sido expuesto en estudios actuales de la variación.
Nuestros resultados indican que el género femenino favorece la expresión
del sujeto. Para interpretar este efecto, miramos tanto la distribución de
los datos como los patrones de variación. En nuestros datos, los sujetos de
la tercera persona singular que se refieren a mujeres no solo son menos
frecuentes que aquellos que se refieren a hombres, sino que, cuando ocu-
rren, la probabilidad de que la mención previa de aquel referente femenino
cumpla el rol sintáctico de sujeto es menor. Además, los pronombres ella y
él muestran distintos condicionamientos lingüísticos: el rol sintáctico de la
946 Rena Torres Cacoullos y Miguel Ramos
mención previa tiene un efecto mayor en ella que en él, siendo la expresión
de ella favorecida cuando la última mención del referente cumple cualquier
rol sintáctico, excepto el de sujeto. Dada la estrecha relación entre sujeto y
tópico (p. ej., Givón 1979: 209, 298), estas distribuciones sugieren que los
referentes femeninos eran, en general, menos topicales. Así, el índice supe-
rior de expresión del sujeto pronominal con referentes femeninos refleja
el uso del pronombre para marcar de manera expresa los sujetos menos
probables o inesperados en textos tempranos del español.
De modo que, al analizar la distribución de los datos y los efectos de
probabilidad en conjunto, estos sugieren que la expresión del sujeto era
sensible no solo a la accesibilidad (medible en términos de distancia de
la mención previa), sino también a consideraciones socio-pragmáticas de
menor topicalidad (medible en el rol sintáctico de la mención previa y el
género del referente). Este resultado concuerda con la retención (persis-
tencia) en la gramaticalización, al proporcionar evidencias de vestigios del
significado originario deíctico distal en el pronombre de sujeto 3sg, ya que
este señala referentes deícticamente más distantes, o menos topicales. Por
lo tanto, el condicionamiento lingüístico de la expresión variable de los
pronombres de sujeto de 3sg en perspectiva diacrónica nos lleva a proponer
que, en términos de gramaticalización, una etapa intermedia en el tránsito
demostrativo > pronombre sería el empleo del pronombre de sujeto para
marcar sujetos inesperados en el discurso.
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948 Rena Torres Cacoullos y Miguel Ramos
Abstract. The most frequent structures in the first texts are presented now for the
analysis of the Castilian to the Spanish predictive evolution. Next elements will
be reviewed: semantic characteristics of the nucleus predicative, the semantic
requirement of the predicative presence with regards to the verbal arguments,
the morphosyntactical category of the predicative, the syntactic function of the
phrasal nucleus of the predicative, the instances of the predicative according to
the kind of text and the rate of the modalized structure. The methodology frame-
work used for the grammatical analysis is the discursive analysis of the historical
texts and chronicles from Middle Age, based in the grammatical variation of the
Spanish history through the semantic, syntactic and pragmatic description of the
studied structures.
Keywords. Grammatical analysis, discursive analysis, predicative complement,
verbal semantics.
950 M.ª Rosa Vila Pujol y Eva Martínez Díaz
[Trad.]: «Todo lo escribían a Roma Afranio y Petreyo y sus amigos mucho más
1
abultado de lo que era en la realidad; y además aumentaba y fingía la fama las noticias
de suerte que casi se daba por concluida la guerra».
La presencia del predicativo en los inicios del castellano 951
el valor nocional de ‘en calidad de’ o ‘bajo tal condición’, cuya estructura
latina se presentaba con ut, y cuyas estructuras castellanas se heredan a
través de por, de y como (Baéz 1998: 20; Rodríguez 1996).
(1) Y fueron en uno hasta que passó el rey de la sierra de Elvira, y el Cid iva
por lo baxo en el llano ante él. Y los que mal lo querían dixieron al rey:
–El Cid viene empós de vos assí como cansado, y passó ante vos (Anónimo,
Corónica del Çid Ruy Díaz, 1498).
(2) En comiendo quiere dezir despues de comer, i es locuzion que se varia con
todos los partizipiales á que se xuntare la preposizion en: en beviendo, en
bolviendo, en oiendo, &. En Aragon la xuntan con los infinitivos con el
mesmo sentido: en comer, por en comiendo, ‘despues de aver comido’; en
bever, en bolver, en oir, por ‘después de aver bevido, &’, i ansi la noto por
frase no Castellana (Gonzalo Correas, Arte de la lengua española caste-
llana, 1625).
Ahora bien, en todos los casos en los que se documenta este tipo de
argumento, esté o no seleccionado por el verbo, bien sea un predicativo bien
un circunstancial, comparte el papel temático de modo: de ahí la tenden-
cia a la confusión, actualmente, entre ambas valencias sintácticas, pues el
predicativo recubre sustancias significativas a menudo circunstanciales, de
estado o modo de ser, a medio camino entre el atributo y el circunstancial.
En la perspectiva metodológica del Análisis del Discurso, no se han
realizado tantos estudios sobre el predicativo, a pesar de que las descrip-
ciones sincrónicas de la segunda predicación hechas en el marco de algún
periodo histórico se hayan hecho sobre todo en la perspectiva funcional.
En el marco de un proyecto sobre la caracterización histórica y tex-
tual del predicativo, con la comunicación que hoy aportamos pretendemos
apuntar solo algunas anotaciones en las que se pongan de relieve tanto la
perspectiva informativa como la discursiva en el seno de la historia del
español.
En la perspectiva informativa, desde una óptica histórica vamos a
tratar los siguientes aspectos: ahondaremos sobre el carácter informa-
tivo del predicativo, subrayando en qué medida ha contribuido a cam-
bios trascendentales en la evolución de algunas estructuras lingüísticas
del español. Destacaremos la contribución a la estabilización de otros
mecanismos gramaticales de la oración que, como el propio predicativo,
ejercen funciones claves en el avance informativo y en la cohesión del
texto; concretamente, apuntaremos el carácter de nexo entre los pronom-
bres, personales —en su gran mayoría—, y los predicativos en la función
cohesionadora del texto.
952 M.ª Rosa Vila Pujol y Eva Martínez Díaz
De consideración subjetiva:
(3) […] y advertid que no me obligo
con la razón que me dais,
que ése ha sido un silogismo
que le oigo como aparente,
y le habláis como a preciso;
tiempo hay para mi venganza
y para vuestro castigo.
(Francisco de Rojas Zorrilla, Obligados y ofendidos y gorrón de Salamanca,
1630).
De consideración objetiva:
(4)
El sol, cuando embiste en un cristal, dos cosas hace necesarias: la una es
parecerse un vivo retrato y semejanza del propio sol y la segunda es echar
y despedir rayos de sí, como los despide del cielo (San Juan Bautista de
la Concepción (Juan García Gómez), Exhortaciones a la perseverancia,
1610-1612).
ya genérico, raramente:
(10) Los árbores en los primeros años parece no salen de tierra y, después de bien
arraigados en uno o dos años, suben que parece quieren llegar al cielo. No
quiero poner más exemplos en estas cosas, que pienso ya los dejo puestos
(Juan García Gómez, San Juan Bautista de la Concepción, Exhortaciones
a la perseverancia, 1610-1612).
pueden los oyentes persuadirse a creer muchas palabras hasta que alguna
obra los assegura (Joaquín Romero de Cepeda, La historia de Rosián de
Castilla, 1586).
(12) Tras esto imagino desconocido y presumo ocupar mis pensamientos en
otros que me conozcan; pero líbrete Apolo, Galafrón amigo, que llegue el
desengaño del alma, verdugo de las arrogancias del apetito, que no vienen
tan feos los negros de Etiopía a las blandas riberas del dorado Danubio
como yo me parezco (Lope de Vega Carpio, La Arcadia, 1598).
En este último caso, por ejemplo, es destacable el orden de los cons-
tituyentes, donde el predicativo informa sobre el sujeto y se antepone a
través de un proceso de rematización intensificada.
La característica informativa del predicativo tantas veces realizada junto
a un clítico en el caso del OD permite formular una hipótesis relacionada
con la estabilización de estas formas pronominales cortas. En el periodo
de transición del castellano medieval al español, mediante las formas de
pronombres personales de OD, habitualmente anafóricos, van dejando de
presentar la alternancia presencia / ausencia de la forma. Acaso pueda con-
siderarse que las necesidades del emisor-narrador de ampliar información
respecto de un referente con una predicación secundaria requieren tener
formulado de algún modo el argumento con rasgo de especificidad, lo que
ocurre mediante estas formas de pronombre personal:
(13) E por que al onbre que
busca poderio es muy conplidero el que es muy menguado
el qual non ha cura delo suyo ansy commo
aquel que non ha cosa & todas las coses juzga
por buenas & honestas tanto quele den algo mario
ayuntado algund tanto mayor numero de
hueste delo quele era orden[ado] paso en africa &
en pocos dias vjno a vtica E publio Rutilio
legado de metello entregole la hueste
(Vasco Ramírez de Guzmán, Guerra de Jugurtha de Caio Salustio Crispo,
1440-1460).
(14) Et la reyna Encuba, de continent que uido matar a Policena, su filla, subi-
tament perdio la memoria & se torno loca (Juan Fernández de Heredia,
Historia troyana, 1376-1396).
(15) Decía que era como cuando un doliente está con la fiebre y le fatiga la
dolencia, que lo primero que procura es estar muy obediente a los médicos
y disponerse lícitamente en las cosas de su ánima y en ordenar su testa-
mento y descargar su conciencia; y cuando la calentura se va interpolando
y remitiendo, en todo aquello se vuelve muy negligente y remiso (Jerónimo
Zurita, Anales de la Corona de Aragón. Primera parte, 1562).
(16) La guerra se hace perpétua, y aunque el Rey no paga sino 30.000 hombres,
viene a pagar mas de 70.000 (Anónimo, Relación que hizo a la República
de Venecia Simon Contareni, al fin del año de 1605, de la embajada, 1605).
Por ello, el análisis de esta categoría debe ir más allá del análisis de
un mero complemento cuyo valor depende del tipo de verbo con el que se
relaciona. Es decir, para la completa descripción acerca de la frecuencia del
uso del predicativo hay que tratar el tipo de género y el tipo de contexto
sociocomunicativo en el que se inserta, en nuestro caso según el texto
escrito, a saber: según el género al que pertenece, así como la finalidad
que persigue el narrador responsable del acto comunicativo y la temática
a la que pertenece el propio macroacto de habla.
Como ya indica Charaudeau (2012: 25), para producir un texto, es
posible recurrir a varios modos de organización mediante los cuales se
combinen diferentes mecanismos lingüísticos que reflejen en mayor o
menor grado las intenciones del sujeto-narrador. Cierto es que los modos
de organización no son géneros, sino procedimientos de puesta en discurso.
En el corpus aquí trabajado estos «modos de organización» se producen
mayormente en textos narrativos, cuyos tipos vienen determinados por el
estatus y el rol lingüístico del narrador de acuerdo con su finalidad comu-
nicativa, sus objetivos discursivos y con el ámbito temático, que constituye
su basamento semántico (Charaudeau 2012: 31).
De este modo, los textos trabajados —en relación con la propia cons-
titución del ámbito de práctica social en el intercambio comunicativo— se
clasifican en géneros literarios (novela pastoril, novela de caballería, novela
satírica-moral y poesía épica), géneros instructivos (tratados de temática
específica o bien de ámbito temático moral-religioso), géneros científico-in-
formativos (textos historiográficos) y género epistolar. Si bien esta clasifi-
cación no es impermeable, pues está conferida de matices comunicativos
que son los que se acaban de justificar, el punto de enlace entre ellos es
la técnica narrativa donde el narrador (sea el propio autor o alguno de los
personajes narrativos) dispone la información bajo el propio punto de vista
adoptado. Para ello se sirve de mecanismos lingüísticos que le permiten
focalizar el discurso a través de estructuras modalizadoras como las pre-
La presencia del predicativo en los inicios del castellano 961
2
Los textos que se han seleccionado del CORDE para la conformación de este aná-
lisis histórico sobre el predicativo son, según su género discursivo, los siguientes: género
literario, género instructivo, género científico-informativo y género epistolar.
962 M.ª Rosa Vila Pujol y Eva Martínez Díaz
3
«Estos verbos se emplean para representar a una determinada entidad, sea esta un ser
animado, un objeto o una idea, a través de los sentidos o de la mente. Como consecuencia,
la percepción se desarrolla en dos niveles: físico e intelectual» (Baéz 1998: 99).
La presencia del predicativo en los inicios del castellano 963
6. Conclusiones
De este modo, la gramática de las estructuras en que participan los
predicativos, debido a su naturaleza sintáctica, semántica y pragmática,
condiciona la evolución del español sobre dos categorías funcionales: la
estabilidad del uso de los pronombres proclíticos de objeto directo cuando
el referente antecede al verbo; y la estabilidad en la formación de algunas
de las perífrasis verbales perfectivas, o de participio, con verbos de movi-
miento (locativos y transformativos).
Asimismo, hemos podido comprobar que el análisis del predicativo no
puede ser meramente oracional, y solo determinado por reglas de la base
léxica sobre la que predica, sino que su análisis debe ir más allá y saltar al
plano discursivo, pues su uso está condicionado, además, por la cohesión
del macroacto de habla, a saber: por la unidad discursiva del texto en que
se inserta y la coherencia pragmática del propio acto comunicativo.
Bibliografía
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nuestros días», en José Luis Girón y José Jesús de Bustos, eds., Actas del VI
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Báez Montero, Inmaculada (1998): «Las correlaciones entre función sintáctica
y tipo de unidad: el complemento directo de esquemas con predicativo del
complemento directo en español medieval», en Claudio García Turza, Fabián
González Bachiller y José Javier Mangado, eds., Actas del IV Congreso Inter-
nacional de Historia de la Lengua Española, Logroño, Universidad de La
Rioja, I, 361-371.
— (1999): La construcción con predicativo del complemento directo en castellano
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de Valbuena, vol. I, Madrid, Imprenta Real, 1798 [1789].
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cursivos desde múltiples perspectivas: teoría y análisis, Madrid-Fráncfort,
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<www.rae.es> [septiembre de 2015].
Demonte, Violeta (1988): «Algunas propiedades de los predicados secundarios»,
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— y Jesús Pascual Masullo (1999): «La predicación: los complementos predica-
tivos», en Ignacio Bosque y Violeta Demonte, dirs., Gramática descriptiva de
la lengua española, Madrid, Espasa, vol. 2, 2461-2523.
964 M.ª Rosa Vila Pujol y Eva Martínez Díaz
Anne C. Wolfsgruber
Humboldt-Universität zu Berlin
Abstract. The present article investigates —on the basis of corpus studies— the
status of passive, anticausative and impersonal se constructions in Medieval Span-
ish and Medieval French. It shows that the two languages choose different ways
of integrating the syntactic functions made available by the grammaticalization
of se. While we find an abundant use of the constructions in Medieval Spanish
* Quiero dar las gracias a Montserrat Batllori Dillet, Elisabeth Gibert-Sotelo, Peter
Herbeck y Bernhard Pöll por darme pistas, comentarios, correcciones y apoyo en el presente
trabajo. Además, esta investigación no hubiera sido posible sin la financiación de la beca
Marietta Blau del Ministerio Austriaco de Ciencia, Investigación y Economía (Marietta
Blau-Stipendium der OeAD GmbH, finanziert aus den Mitteln des österreichischen Bun-
desminsiteriums für Wissenschaft, Forschung und Wirtschaft (BMWFW)).
966 Anne C. Wolfsgruber
texts (literary and scientific prose texts) and especially so in verbal actions that
contain low-Agentivity subjects, Medieval French does not use them very fre-
quently and in the case of impersonal se, a full reanalysis must be questioned.
Furthermore, Medieval French has a strong tendency to opt for configurations in
which high-Agentivity subjects can be maintained, which seems to be linked to
the emergence of SVO as a basic word pattern in the course of the XIIth and XIIIth
centuries and the abundant and steady use of the indefinite pronoun on from the
earliest stages onwards.
Keywords. Passive se, anticausative constructions, impersonal se, diachronic
change, Agentivity, Transitivity, indefinite pronouns, Spanish, French, Medieval
languages.
1. Introducción
El presente artículo tiene como objetivo principal la investigación del
estatus de las construcciones con clítico se en el español y el francés de la
época medieval. Si se consultan las gramáticas históricas del francés anti-
guo, puede verse que se alude a varios tipos de se, entre ellos el se reflexivo,
recíproco, anticausativo, pasivo e impersonal (cf. inter alia Gamillscheg
1957 y Darmesteter 1922). Lo que destaca es que no se mencionan muchos
detalles sobre la frecuencia y el uso de dichas construcciones. Sobre todo
en cuanto a la construcción impersonal activa con se (como, por ejemplo,
se trabaja mucho aquí), cabe destacar que la única construcción que se cita
en las gramáticas históricas del francés es or se cante ‘ahora se canta’, que
se encuentra en Aucassin et Nicolette, una chantefable en scripta picarda
de la segunda mitad del siglo XIII. Algunos categorizan esta frase como
pasiva refleja (cf. Jensen 1990: 278; Moignet 1973: 188; Nyrop 1979: 204)
y otros como construcción impersonal (cf. Gamillscheg 1957: 511; Roques
1929: VI; Salvi 2011: 348). Reichenkron (1933: 63-66) comenta que la
construcción con se fue marginada por el pronombre indefinido on desde los
comienzos de esta lengua románica. El francés medieval, en sus inicios, es
visto como lengua de sujeto nulo (que va perdiendo este estatus a lo largo
de la época medieval) por algunos eruditos, lo cual le hubiera permitido
desarrollar la construcción con se que estudiamos1. La escasez de detalles
sobre el estatus de dicha construcción fue el motivo por el cual hemos
iniciado un exhaustivo estudio de corpus de las construcciones con se en
francés medieval. El corpus utilizado es Base de français médiéval (BFM)
Pero vid. Adams 1987, Vance 1997, Offredi 2006, Rinke/Meisel 2009, etc., para
1
opiniones divergentes sobre el estatus del francés antiguo como lengua de sujeto nulo.
Los valores de se: nuevos datos de una visión comparativa 967
2
Citado por Sánchez López (2002: 132); cf. Bogard (2006: 865).
968 Anne C. Wolfsgruber
que esta comparación se centre en solo dos textos, tendría que ser válida
también para textos más divergentes. En nuestro caso, el Lapidaire en prose
es de la primera mitad del siglo XII (el manuscrito es probablemente de
principios del siglo XIII), y el Lapidario de Alfonso X es del año 1250.
Aunque haya una diferencia en las fechas de composición, hemos verifi-
cado si el uso de se en textos científicos en prosa del siglo XIII puede ser
considerado comparable con el uso de se en el Lapidaire en prose y lo que
hemos encontrado al analizar otros textos con estas características es que
el uso de se en el Lapidaire en prose puede ser visto como representativo
también para textos más tardíos como, por ejemplo, Le régime du corps
(traité sobre cosas de higiene, escrito en 1256). Esta situación cambia un
poco a lo largo del siglo XVI con nuevos tratados influidos por el latín y el
italiano (cf. Wolfsgruber 2017). Uno de los resultados más importantes de
la comparación mencionada es que en francés, el uso de on < lat. homo
(que se utiliza en contextos en los que en la lengua española de la época
medieval, a menudo, se emplea una construcción pasiva con se), es mucho
más frecuente.
que se produce de forma espontánea (cf. inter alia Haspelmath 1987: 15).
La construcción en cuestión está documentada, aunque escasamente, y apa-
rece con más frecuencia más tarde en la evolución de la lengua francesa
(vid. también Heidinger 2010). Los ejemplos más antiguos que se pudieron
encontrar son del autor Philippe de Thaon y de dos textos suyos que fueron
escritos a principios del siglo XII.
(3) Puis si s’ovre, sin ist la piere, E puis se juint en tel maniere […] (Best.,
p. 110, v. 3039).
(4) […] E sanglente colur prendra; De tut en tut s’oscurerat (Lapidal., p. 232,
v. 848).
3
Tenemos que mencionar que este ejemplo podría ser interpretado como ambiguo
entre una lectura reflexiva y una con cum si de latín sic, pero como Philippe de Thaon es
un autor que también usa el se anticausativo más tempranamente que otros autores, y dado
que no hay manera de distinguir entre sic y se, una lectura impersonal también es posible,
ya que el Comput contiene algunos ejemplos sin cum que podrían ser un se impersonal.
970 Anne C. Wolfsgruber
Otro fenómeno interesante que cabe destacar son los diferentes usos
de hacerse o de hacer y se. Encontramos enunciados, como por ejemplo
(11), en que hacerse ya tiene un uso más lexicalizado con el significado
‘producirse’ o ‘evolucionar’. En estos casos, como en (11), se trata de una
construcción anticausativa. Pero también encontramos ejemplos en que se
utiliza hacer con se, como en (12) y en (13), y en estos no se trata de una
forma lexicalizada de hacerse, sino que hacer forma una pasiva refleja
con se. Otro significado lexicalizado de hacerse es el de ‘llegar a ser’ o
‘devenir’, que vemos en el ejemplo (14).
(11) Et la uertud della presta mucho en el arte de fisica ca si la ponen en sobre
ferida o sobre llaga sana muy ayna sin fazerse en ella uenino nin postema
(Lap., corde).
(12) […] lo ponen en somo de un fierro delgado & lo metieren al omne que a la
piedra en la natura de guisa que la tanga; quebrantala luego, pero esto non
se deue fazer; si non quando los omnes son en dubda de non sanar (ibid.,
corde).
(13) Non se faze assí el mercado […] (Cid, corde).
(14) Et quando la queman fazese uermeia (Lap., corde).
4
Esto no quiere decir que no haya casos de omne en el Lapidario.
Los valores de se: nuevos datos de una visión comparativa 973
(22) Cele est la mieldre, ki est si clere que hom pot vedeir parmi, ki taint le air
ki li est prof (ibid., p. 100).
(23) Pur duresce ne pot estre en tallee, se n’est od la piece de l’adamas depeciét
(ibid., p. 100).
(24) Quant ele est eschaufee par freier, si atrait la paille ki prof li est (ibid.,
p. 102).
(25) Eliotropia est de tele nature que se hom la met en vaisel encontre le soleil,
ele fait le soleil devenir ruge e si fait nuvel eclipsim; e en poi de tens fait
ele buillir le vaissel et geter le ewe cume se il plust (ibid., p. 104).
(26) Ele est de tiele vertut que ele tolt a la chaldiere buillante sun buillir, et que
ele en poi de tens refreidet l’ewe (ibid., p. 105).
(27) […] et se hom en fait puldre et hum la destempred od sel et od ewe et
hom en aruse la falde dedenz et dehors, si devendrunt les berbiz laitieres,
et ruigne ne lur avient mie; et, ceo dient les anciens: ki ceste piere portet,
ele li valt aultretant cume tutes les altres. Se hom la ported en la buche et
ele remetet, si li trublet le sens. Hom la trovet el Nil. Quant hom la friet a
la cuz, dunc ad ele colur et savur de lait (ibid., p. 107).
5
Nótese que el orden es SV. Además se emplea el verbo modal voleir ‘querer’ con
valor deóntico que subraya la intención del sujeto inanimado y que aumenta el grado de
agentividad.
974 Anne C. Wolfsgruber
5. Conclusiones
Parece que el español y el francés tienen preferencias distintas en
cuanto a la codificación del sujeto. Mientras que el español no tarda en
utilizar las construcciones con se (sean anticausativas o pasivas o entre las
dos) en conexión con sujetos inanimados que son pacientes y no agentes,
el francés tiene una cierta preferencia por utilizar sujetos que son agentes
reforzando contextos transitivos (que contienen sujetos agentes prototípicos
y objetos que son pacientes prototípicos) y el orden SVO. En el francés
medieval, la fijación de SVO como orden de palabras básico se desarrolla
a lo largo del siglo XII y comienza con el cambio de OV a VO seguido por
la fijación de SV más tarde (cf. Marchello-Nizia 2009: 6).
En resumen, mientras que el español tiene más flexibilidad sintáctica
al tratar sujetos con baja agentividad, el francés parece ser más restric-
tivo y favorece claramente los sujetos con más agentividad. Esto podría
haber desempeñado un papel muy importante en el desarrollo divergente
del francés en cuanto a la fijación del orden de palabras y a la adopción de
un cierto grado de transitividad como estructura básica y favorecida. Esta
característica, junto al hecho de que on se utilizaba desde el comienzo con
más frecuencia que omne, podría explicar la escasez o la falta de ciertas
etapas de gramaticalización en las construcciones con se (pasiva refleja con
aspecto télico, construcción impersonal) en la historia del francés. Lo que
podemos decir claramente es que ya en sus etapas más antiguas, el español
emplea las construcciones con se con más naturalidad y con una frecuencia
bastante alta, mientras que el francés es más restrictivo. Con todo, propo-
nemos que el español tiene un grado más alto de gramaticalización de se
mientras que el francés tiene un grado más alto en la gramaticalización de
la transitividad.
Bibliografía
Fuentes documentales
[Best.] Philippe de Thaon, Bestiaire. Ed. de Emmanuel Walberg, Lünd-París,
Möller-Welter, 1900, <http://catalog.bfm-corpus.org/bestiaire> [mayo de 2014].
[Cid] Anónimo, Cantar de Mio Cid. Ed. de Alberto Montaner, Barcelona, Crítica,
1993, <http://corpus.rae.es/cordenet.html> [agosto de 2015].
Los valores de se: nuevos datos de una visión comparativa 975