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A N T E C E D E N T E S Y DEBATES
SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION DE LA PROVINCIA
DE BUENOS AIRES Y LEY N° 4219
3 J

PROVINCIA DE BUENOS AIRES

CONVENCION C O N S T I T U Y E N T E
AÑO 1934

ANTECEDENTES Y DEBATES
SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION
DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Y

LEY N° 4219

TOMO I

LA PLATA
TALLER DE IM P R E S I O N E S OFIt_'IAl.KS

J936
BIBLIOTECA DE LA LEOM-ATUHA

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RESOLUCION DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA HONORABLE
CONVENCION CONSTITUYENTE POR LA QUE DESIGNA LA
COMISION DE FUNCIONARIOS ENCARGADA DE LA RECO­
PILACION Y PUBLICACION DE ANTECEDENTES SOBRE RE­
FORMAS A LA CONSTITUCION Y DEBATE.

La Plata, octubre 8 de 1934.

Vistos los inconvenientes que han surgido para el mejor cono­


cimiento de los antecedentes y desarrollo de las convenciones re­
formadoras realizadas hasta el presente, dadas las deficientes pu­
blicaciones de sus debates, y
Considerando:
Que la publicación de los antecedentes, debates y resoluciones
de la Convención Constituyente, debe constituir un prolijo trabajo
de ordenación, y dado que será un elemento de gran valor para las
generaciones futuras que estudien la labor que se llevara a efecto;
Que constituirá un aporte de importancia señalar en dicha pu­
blicación todos los antecedentes que se refieran a la necesidad de
la reforma de la Constitución expresados en proyectos de ley, men­
sajes del Poder Ejecutivo, etcétera, desde el año 1889 hasta la fecha;
Que es de necesidad impostergable comenzar desde ya con la
preparación de la citada publicación en virtud de que podrá apro­
vecharse el material empleado por la propia Convención Cons­
tituyente.
Por ello el Presidente, en uso de sus facultades —

RESUELVE:

Art. 1" Encomendar a los oficiales mayores Eduardo della Croee y


Faustino García Cueto; oficial primero, Carlos J. Ballbé y al di­
rector de la Biblioteca Legislativa, doctor Pedro Vicchi, la reco­
pilación de todos los antecedentes de la reforma como así de los
debates, actas y resoluciones de la Convención Constituyente a los
efectos de la publicación de los mismos una vez que la Convención
haya terminado su cometido.
Art. 2- Para el m ejor cumplimiento de esta iniciativa se ir.clui-
rán todos los antecedentes que existan sobre la necesidad de la re­
form a y que se hayan producido desde 1889 hasta la fecha, como
así también todos los documentos de actos oficiales ocurridos du­
rante el desarrollo de la Convención Constituyente.
Art. 3? Comuniqúese e insértese en el libro de resoluciones.
JUAN VILGRE LA MADRID.
Felipe A. Cialé.
TEXTOS
CONSTITUCION DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
AÑO 1873

CONSTITUCION DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES


AÑO 1899
CONSTITUCION
D E LA

PROVINCIA DE BUENOS AIRES <


■>
(29 DE NOVIEMBRE DE 1673)

Nos, los representantes de la Provincia de Buenos Aires, reunidos


en Convención por su voluntad y elección, con el objeto de constituir
ei mejor gobierno de todos y para todos, afianzar la justicia, consoli­
dar la paz interna, proveer a■la seguridad común, promover el bienes­
tar jeneral, y asegurar los benef icios de la libertad para el pueblo y
para los demás hombres que quieran habitar su suelo, invocando a
Dios, fuente de toda razón y justicia, ordenamos, decretamos y esta­
blecemos esta Constitución.

SECCION PRIMERA

Declaraciones, Derechos y Garantías

Art. I 9 La Provincia de Buenos Aires, como parte integrante de 'a


República Arjentina, constituida bajo la forma representativa repu­
blicana federal, tiene el libre ejercicio de todos los poderes y dere­
chos que por la Constitución Nacional no hayan sido delegados al Go­
bierno de la Nación.
Art. 2” Todo poder público emana del pueblo; y así éste puede alte­
rar ó reformar la presente Constitución siempre que el bien común
lo exija y en la forma que por ella se establece.
Art. 39 Los límites territoriales de la Provincia son los que por de­
recho le corresponden con arreglo á lo que la Constitución Nacional
establece, y sin perjuicio de las cesiones ó tratados interprovinciales
que puedan hacerse autorizados por la Lejislatura.
Art. 49 El estado civil de las personas será uniformemente llevado
en toda la Provincia por las autoridades civiles, sin distinción de
creencias relijiosas, en la forma que lo establezca la ley.
Art. 5" Es inviolable en el territorio de la Provincia el derecho que
todo hombre tiene para rendir culto á Dios Todo-Poderoso, libre y pú­
blicamente según los dictados de su conciencia.
Art. 69 El uso de la libertad relijiosa reconocida en el artículo an­
terior queda sujeto á lo que prescriben la moral y el orden público.

(>) Edición oficial. Imprenta «Americana», Buenos Aires, 1873.


10 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 7V El Gobierno de la Provincia coopera á sostener el culto


Católico Apostólico Romano, con arreglo á las prescripciones de la
Constitución nacional.
Art. 8VTodos los habitantes de la Provincia son por su naturaleza
ibres é independientes, y tienen derecho perfecto de defender y de
ser protejidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y propiedad.
Nadie puede ser privado de estos goces, sino por via de penalidad
con arreglo á ley anterior al hecho del proceso, y prévia sentencia le­
gal de juez competente.
Art. 9" Los habitantes de la Provincia son iguales ante la ley, y
ésta debe ser una misma para todos y tener una acción y fuerza uni­
formes.
Art. 10. La libertad de la palabra escrita ó hablada es un derecho
asegurado á los habitantes de la Provincia. Todos pueden publicar
por la prensa sus pensamientos y opiniones, siendo responsab es de
su abuso ante el Jurado que conocerá del hecho y del derecho, con
arreglo á la ley de la materia, sin que en ningún caso la lejislacion
pueda dictar medidas preventivas para el uso de esta libertad ni res-
trinjirla ó limitarla en manera alguna.
En los juicios á que diere lugar el ejercicio de la libertad de la pa­
labra y de la prensa, el Jurado admitirá la prueba como descargo,
siempre que se trate de la conducta oficial de los empleados ó de la
capacidad política de personas públicas.
Art. 11. Toda orden de pesquisa, arresto de una ó más personas ó
embargo de propiedades deberá especificar las personas ú objetos de
pesquisa ó embargo, describiendo particularmente el lugar que debe
ser rejistrado, y no se espedirá mandato de esta clase, sino por hecho
punible apoyado en juramento ó afirmación, sin cuyos requisitos la
orden ó mandato no será exequible.
Art. 12. Queda asegurado á todos los habitantes de la Provincia el
derecho de reunión pacífica para tratar asuntos públicos ó privados,
con tal que no turben el orden público, asi como el de petición indi­
vidual ó colectiva, ante todas y cada una de sus autoridades, sea pa­
ra solicitar gracia ó justicia, instruir á sus representantes, ó para
pedir la reparación de agravios. En ningún caso una reunión de per­
sonas podrá atribuirse la representación ni los derechos del pueblo
ni peticionar en su nombre, y los que lo hicieren cometen delito de
sedición.
Art. 13. Nadie podrá ser detenido sin que preceda al menos una in­
dagación sumaria que produzca semiplena prueba ó indicio vehemente
de un hecho que merezca pena corporal, ni podrá ser constituido en
prisión sin que preceda orden escrita de Juez, salvo el caso infraganti
en que todo delincuente puede ser arrestado por cualquier persona y
conducido inmediatamente á presencia de su juez.
Art. 14. Se asegura para siempre á todos el juicio por jurado con
arreglo á las prescripciones de esta Constitución.
Art. 15. No podrá juzgarse por Comisiones ni Tribunales especia­
les, cualquiera que sea la denominación que se les dé.
Art. 16. Todo aprehendido será notificado dentro de veinticuatro
horas de la causa de su prisión.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 11

Art. 17. Toda persona detenida podrá pedir, por sí ó por medio de
otra, que se le haga comparecer ante el juez mas inmediato, y espe­
dido que sea el auto por autoridad competente, no podrá ser detenido
contra su voluntad si pasadas las veinticuatro horas no se !e hubiese
notificado por Juez igualmente competente la causa de su detención.
Todo Juez aunque lo sea en un Tribunal colejiado á quien se hicie­
re esta petición ó se reclamase la garantía del artículo anterior, de­
berá proceder en el término de veinticuatro horas contadas desde su
presentación con cargo auténtico, bajo multa de mil pesos fuertes.
Art. 18. Será eximida de prisión toda persona que diere fianza su­
ficiente para responder de los daños y perjuicios, fuera de los casos
en que por el delito merezca pena corporal aflictiva cuya duración
esceda de dos años.
Art. 19. No se dictarán leyes que importen sentencia, que empeo­
ran la condición de los acusados por hechos anteriores, priven de de­
rechos adquiridos, ó alteren las Obligaciones de los contratos.
Art. 20. Todo habitante de la Provincia tiene el derecho de entrar
y salir del país, de ir y venir llevando consigo sus bienes, salvo el de­
recho de tercero.
Art. 21. La correspondencia epistolar es inviolable. El que la viole
se hace reo de delito punible por la ley, la cual determinará en qué
casos y con qué justificaciones podrá procederse á ocuparla por man­
dato del juez.
Art. 22. El domicilio de una persona no podrá ser allanado sino
por orden escrita de juez ó de las autoridades municipales encarga­
das de vijilar la ejecución de los reglamentos de salubridad pública.
Art. 23. Ningún habitante de ¡a Provincia estará obligado á hacer
lo que la ’ey no manda, ni será privado de hacer lo que ella no prohíbe.
Art. 24. Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan el orden público ni perjudiquen á un tercero están reser­
vadas á Dios y exentas de la autoridad de los majistrados.
Art. 25. La libertad de trabajo, industria y comercio, es un dere­
cho asegurado á todo habitante de la Provincia, siempre que no ofen­
da ó perjudique á la moral ó á ia salubridad pública, ni sea contrario
á las leyes del pais ó á los derechos de tercero.
Art. 26. A ningún acusado se !e obligará á prestar juramento ni á
servir de testigo contra sí mismo en materia criminal ni será encau­
sado des veces por un mismo delito.
Art. 27. Las cárceles son hechas para seguridad y no para mortifi­
cación de los detenidos. Las penitenciarias serán reglamentadas de
manera que constituyan centros de trabajo y moralización. Todo ri­
gor innecesario hace responsables á las autoridades que lo ejerzan.
Art. 28. La propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Pro­
vincia puede ser privado de ella sino en virtud de sentencia fundada
en ley. La espropiacion por causa de utilidad pública debe ser califi­
cada por ley y préviamente indemnizada.
Art. 29. Se ratifica para siempre las leyes de libertad de vientres
y las que prohíben el tráfico de esclavos, la confiscación de bienes,
el tormento, las penas crueles, infamia trascendental, mayorazgos y
vinculaciones de toda especie, debiendo ser enajenable toda propiedad.
12 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 30. Ninguna persona será encarcelada por deudas en causa


civil, salvo los casos de fraude ó culpa especificados por ley.
Art. 31. Los estranjeros gozarán en el territorio de la Provincia
de todos los derechos civiles de! ciudadano y los municipales que esta
Constitución les acuerda.
Art. 32. La libertad de enseñar y aprender no podrá ser coartada
por medidas preventivas.
Art. 33. Las universidades y facultades científicas erijidas legal-
mente espedirán los títulos y grados de su competencia sin más con­
dición que la de exijir exámenes suficientes en el tiempo en que el
candidato lo solicite; quedando á la Lejislatura la facultad de deter­
minar lo concerniente al ejercicio de las profesiones liberales.
Art. 34. La Lejislatura no podrá dictar ley alguna que autorice
directa ó indirectamente la suspensión de pagos en metálico por nin­
guna asociación ó establecimiento de banco, sea público ó privado, ni
la circulación de sus billetes como moneda corriente; ni autorizar
nuevas emisiones de papel moneda. Tampoco podrá autorizar ninguna
clase de lotería en la Provincia ni la venta pública de bil'etes de lo­
terías establecidas fuera de ella.
Art. 35. Los poderes públicos no podrán delegar las facultades que
les han sido conferidas por esta Constitución, ni atribuir al Poder
Ejecutivo otras que las que espresamente le están acordadas por ella.
Art. 36. No podrá dictarse ley que tenga por objeto acordar re­
muneración á ninguno de los miembros del Poder Ejecutivo ni de las
Cámaras, mientras lo sean, por servicios hechos ó que se les encar­
guen en el ejercicio de sus funciones ó por comisiones especiales ó
estraordinarias.
Art. 37. No podrá autorizarse ningún empréstito sobre el crédi­
to jeneral de la Provincia ni emisión de fondos públicos sino por ini­
ciativa de la Cámara de Diputados, y la ley que lo autorice deberá
ser sancionada por dos tercios de votos de cada Cámara.
Art. 38. Toda ley que sancione empréstito deberá especificar los
recursos especiales con que deba hacerse el servicio de la deuda y su
amortización.
Art. 39. No podrá aplicarse el numerario que se obtenga por em­
préstito sino á los objetos determinados que se debe especificar en la
ley que lo autorice, bajo responsabilidad de la autoridad que lo in­
vierta ó destine á otros objetos.
Art. 40. La Lejislatura no podrá disponer de suma alguna del ca­
pital del Banco de la Provincia hasta tanto no haya sido redimida
la deuda del papel moneda á cuyo pago está aquel especialmente afec­
tado.
Art. 41. Ningún impuesto establecido ó aumentado para sufra­
gar á la construcción de obras especia’es podrá ser aplicado interina
ó definitivamente á objetos distintos de los determinados en la ley de
su creación, ni durará por mas tiempo que el que se emplée en redi­
mir la deuda que se contraiga.
Art. 42. Los empleados públicos é cuya elección ó nombramien­
to no provea esta Constitución serán nombrados ó elejidos según lo
disponga la ley.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 13

Art. 43. No podrá acumularse dos ó mas empleos á sueldo en una


misma persona, aunque sea el uno provincial y el otro nacional. En
cuanto á !os empleos gratuitos, los de profesorado y comisiones even­
tuales, la ley determinará los que sean incompatibles.
Art. 44. Las fuerzas con que la Provincia deba contribuir al ser­
vicio ordinario de las fronteras, mientras la Nación no provea á él
por si sola, no se compondrán de Guardias Nacionales sino de solda­
dos alistados á espensas del tesoro provincial.
Art. 45. Las declaraciones, derechos y garantías enumeradas en
esta Constitución no serán interpretados como negación ó méngua
de otros derechos y garantías no enumerados, ó virtualmente rete­
nidos por el pueblo, que nacen del principio de la soberania popular
y que corresponden al hombre en su calidad de tal.
Art. 46. Toda ley, decreto ú orden contrarios á los artículos pre­
cedentes ó que impongan al ejercicio de las libertades y derechos
reconocidos en ellos otras restricciones que las que los mismos artícu­
los permiten, ó priven á los ciudadanos de las garantías que asegu­
ran, serán inconstitucionales y no podrán ser aplicados por los jueces.
Los individuos que sufran los efectos de toda orden que viole ó me­
noscabe estos derechos, libertades y garantías, tienen acción civil
para pedir las indemnizaciones por los perjuicios que tal violación ó
menoscabo les cause, contra el empleado ó funcionario que la haya au­
torizado ó ejecutado.

SECCION SEGUNDA
Réjimen Electoral

C A P ÍT U L O I

Disposiciones jenerales

Art. 47. La representación política tiene por base la pobla­


ción, y con arreglo á ella se ejercerá el derecho electoral.
Art. 48. La atribución del sufrajio popular es un derecho
inherente á la calidad de ciudadano arjentino y un deber que
desempeñará con arreglo á las prescripciones de esta Constitu­
ción y á la ley de la materia.
Art. 49. La proporcionalidad de la representación será la
regla en todas las elecciones populares á fin de dar á cada opi­
nión un número de representantes proporcional al número de sus
adherentes, según el sistema que para la aplicación de este prin­
cipio determine la ley.

C A P ÍT U L O II

Bases del sistema electoral

Art. 50. El territorio poblado de la Provincia se dividirá


en tantos distritos electorales cuantos sean los Juzgados de Paz,
á los efectos de la inscripción, organización é instalación de
las mesas receptoras, y recepción de los votos.
14 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 51. Para toda elección popular deberá servir de base


el rejistro electoral de cada distrito que se hará, por inscripción
directa á domicilio, por comisiones empadronadoras nombradas
á la suerte por las Municipalidades respectivas, y donde no hu­
biese éstas por los Jueces de Paz, debiendo renovarse cada
dos años.
Art. 52. Las mesas receptoras de votos en cada distrito serán
también formadas á la suerte por las Municipalidades, ó por
los Jueces de Paz en su caso.
Art. 53. Los cargos de empadronadores y miembros de las
mesas receptoras serán obligatorios á todo ciudadano, bajo multa
que establecerá la ley á beneficio de la Municipalidad respectiva.
Art. 54. Ningún ciudadano podrá votar sino en el distrito
electoral de su residencia y estando inscripto en el Rejistro.
Art. 55. La ley de elecciones deberá ser uniforme para toda
la Provincia.
Art. 56. Toda elección deberá terminarse en un solo dia, sin
que las autoridades puedan suspenderla por ningún motivo.
Art. 57. Se votará personalmente y por boletas en que consten
los nombres de los candidatos.
Art. 58. Ningún ciudadano inscripto, que no haya sido mo­
vilizado, podrá ser citado ni retenido para el servicio militar or­
dinario desde quince dias antes (por lo menos) de las elecciones
jenerales hasta ocho dias después de estas.
Art. 59. No podrá votar la tropa de línea ni ningún indivi­
duo que forme parte de la policia de seguridad.
Art. 60. Las mesas receptoras de votos tendrán á su cargo
el orden inmediato del Colejio electoral, durante el ejercicio de
sus funciones, y para conservarlo ó restablecerlo podrán reque­
rir el auxilio de la fuerza pública.

SECCION TERCERA
Poder Lejislativo

C A P ÍT U L O I

D e la A tam hlea lejislativa

Art. 61. El Poder Lejislativo de la Provincia será ejercido


por una Asamblea dividida en dos Cámaras, una de Diputados y
otra de Senadores, elejidos directamente por electores califica­
dos, con arreglo á las prescripciones de esta Constitución y á
la ley de elecciones.

C A P ÍT U L O II

D e la Cámara de D iputados

Art. 62. Esta Cámara será compuesta de ciudadanos elejidos


en razón de uno por cada diez mil habitantes, ó de una fracción
que no baje de cinco mil.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 15

Cuando el número de Diputados alcance á cien, la Lejislatura


determinará, después de cada censo decenal, la razón del núme­
ro de habitantes que ha de representar cada Diputado para que
no esceda nunca de aquel número.
Art. 63. El cargo de diputado durará dos años, pero la Cá­
mara se renovará por mitad cada año.
Art. 64. Para ser Diputado se requieren las calidades si­
guientes :
1* Ciudadanía natural en ejercicio ó legal después de cinco
años de obtenida.
2V Veintidós años de edad.
Art. 65. Es incompatible el cargo de Diputado con el de
empleado á sueldo de la Provincia ó de la Nación. Esceptúanse
los empleos de profesorado y las comisiones eventuales.
Todo ciudadano que siendo Diputado aceptase cualquier em­
pleo rentado de la Nación ó de la. Provincia, cesará por ese hecho
de ser miembro de la Cámara.
Art. 66. Es de competencia esclusiva de la Cámara de Di­
putados :
1" La iniciativa en la creación de contribuciones é impuestos
jenerales de la Provincia;
2’ Acusar ante el Senado al Gobernador de la Provincia y sus
Ministros, al Vice-Gobernador y á los miembros de la Suprema
Corte de Justicia, por delitos en el desempeño de sus funciones
ó falta de cumplimiento á los deberes de su cargo.
Para usar de esta atribución deberá preceder una sanción
de la Cámara por dos tercios de votos de sus miembros presen­
tes que declaren que hay lugar á la formación de causa.— Cual­
quier habitante de la Provincia tiene acción para denunciar ante
la Cámara de Diputados el delito ó falta á efecto de que se pro­
mueva la acusación. La ley determinará el procedimiento de es­
tos juicios.
Art. 67. Cuando se deduzca acusación por delitos comunes
contra los funcionarios acusables por la Cámara de Diputados
no podrá procederse contra sus personas sin que se solicite por
el Tribunal competente se allane la inmunidad del acusado, á
cuyo efecto se remitirán los antecedentes á aquella Cámara, y
no podrá allanarse dicha inmunidad sino con dos tercios de votos.
Art. 68. Presta su acuerdo al Poder Ejecutivo para el nom­
bramiento de los miembros del Consejo Jeneral de Educación.

C A P ÍT U L O III

Del Senado

Art. 69. Esta Cámara se compondrá de ciudadanos elejidos


en razón de uno por cada veinte mil habitantes, ó de una frac­
ción que no baje de diez mil.
Cuando el número de Senadores alcance á cincuenta la Le­
jislatura determinará, después de cada censo decenal, la razón
del número de habitantes que ha de representar cada Senador
para que no esceda nunca de aquel número.
16 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 70. Son requisitos para ser Senador:


1? Ciudadanía natural en ejercicio ó legal después de cinco
años de obtenida.
2¥ Tener treinta años de edad.
Art. 71. Son también aplicables al cargo de Senador las in­
compatibilidades establecidas en el artículo sesenta y cinco pa­
ra ser Diputado en los términos allí prescriptos.
Art. 72. El cargo de Senador durará tres años, pero la Cá­
mara se renovará por terceras partes cada año.
Art. 73. Es atribución esclusiva del Senado juzgar en juicio
público á los acusados por la Cámara de Diputados, constitu­
yéndose al efecto en Tribunal y prestando sus miembros jura­
mento ó afirmación para estos casos.
Cuando el acusado fuese el Gobernador ó Vice-Gobernador
de la Provincia deberá presidir el Senado el Presidente de la
Suprema Corte de Justicia, pero no tendrá voto.
Art. 74. El fallo del Senado en estos casos no tendrá mas
efecto que destituir al acusado y aun declararlo incapaz de ocu­
par ningún puesto de honor ó á sueldo de la Provincia.
Ningún acusado podrá ser declarado culpable sin una ma­
yoría de dos tercios de votos de los miembros presentes.
Deberá votarse en estos casos nominalmente y rejistrarse
en el diario de sesiones el voto de cada Senador.
Art. 75. El que fuese condenado en esta forma, queda sin
embargo sujeto á acusación y juicio ante los Tribunales ordinarios.
Art. 76. Presta su acuerdo á los nombramientos que debe
hacer el Poder Ejecutivo con este requisito y le presenta una
terna alternativa para el nombramiento de Tesorero y Conta­
dor de la Provincia.

C A P IT U L O IV

Disposiciones comunes á ambas Cámaras

Art. 77. Con arreglo á lo dispuesto en los artículos sesenta


y dos y sesenta y nueve y al resultado del Censo Nacional levan­
tado en el mes de Setiembre de 1869, la Lejislatura fijará el
número de Representantes y Senadores que compondrán la Asam­
blea Legislativa hasta que se haga una nueva asignación.
Art. 78. Las elecciones para Diputados y Senadores tendrán
lugar el último Domingo de Marzo de cada año.
Art. 79. Las Cámaras abrirán sus sesiones ordinarias el pri­
mero de Mayo de cada año, y las cerrarán el treinta y uno de
Agosto. Funcionarán en la Capital de la Provincia, pero podrán
hacerlo por causas graves en otro punto, precediendo una dispo­
sición de ambas Cámaras que lo acuerde.
Las sesiones podrán prorrogarse hasta sesenta días, prévia
una sanción que lo disponga.
Art. 80. Pueden también ser convocadas estraordinanamente
por el Poder Ejecutivo ó en virtud de petición escrita, firmada
por una cuarta parte de los miembros de cada Cámara, y en es-
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 17

tos casos solo se ocuparán del asunto ó asuntos que motiven la


convocatoria.
Art. 81. Cada Cámara es Juez esclusivo de las elecciones de
sus miembros y de la validez de sus títulos.
Art. 82. Para funcionar necesitan mayoría absoluta, pero en nú­
mero menor podrán reunirse al solo efecto de acordar las medi­
das que estimen convenientes para compeler á los inasistentes.
Art. 83. Ninguna de las Cámaras podrá suspender sus sesio­
nes mas de tres dias sin acuerdo de la otra.
Art. 84. Ningún Diputado ó Senador podrá aceptar cargos,
títulos, condecoraciones, presentes ni pensiones de ningún go­
bierno ó nación estranjera.
Art. 85. Ningún miembro del Poder Lejislativo durante su
mandato, ni aun renunciando su cargo, podrá ser nombrado pa­
ra desempeñar empleo alguno rentado, creado, ó cuyos emolumen­
tos se hayan aumentado en el período legal de la Lejislatura en
que funciona.
Art. 86. Cada Cámara podrá nombrar Comisiones de su seno
para examinar el estado del Tesoro y para el m ejor desempeño
de las atribuciones que le conciernen, y podrá pedir á los jefes
de departamentos de la administración, y por su conducto á sus
subalternos los informes que crea convenientes.
Art. 87. Podrán también espresar la opinión de su mayoría
por medio de resoluciones ó declaraciones sin fuerza de ley sobre
cualquier asunto que afecte los intereses jenerales de la Provin­
cia ó de la Nación.
Art. 88. Cada Cámara podrá hacer venir á su sala á los
Ministros del Poder Ejecutivo para pedirles los informes que es­
time convenientes.
Art. 89. Cada Cámara se rejirá por un reglamento especial
y nombrará su Presidente y Vice, á escepcion del Presidente del
Senado que lo será el Vice-Gobernador, pero no tendrá voto si­
no en caso de empate.
Art. 90. Formarán también su presupuesto acordando el nú­
mero de empleados que necesiten su dotación y la form a en que
deben proveerse.
Art. 91. Las sesiones de ambas Cámaras serán públicas, y
solo podrán ser secretas por acuerdo de la mayoría.
Art. 92. Los miembros de ambas Cámaras son inviolables por
las opiniones que manifiesten y votos que emitan en el desem­
peño de su cargo.
No hay autoridad alguna que pueda procesarlos ni reconve­
nirlos en ningún tiempo por tales causas.
Art. 93. Gozarán de completa inmunidad en su persona des­
de el día de su elección hasta que cese su mandato, y no podrán
ser arrestados por ninguna autoridad sino en caso de ser sor­
prendidos infraganti en la ejecución de algún delito grave dán­
dose inmediatamente cuenta á la Cámara respectiva con la infor­
mación sumaria del hecho para que resuelva lo que corresponda
según el caso sobre la inmunidad personal.
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — a
18 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 94. Cuando se deduzca acusación por acción privada


ante la justicia ordinaria contra cualquier Senador ó Diputado,
examinado el mérito del sumario en juicio público, podrá cada
Cámara con dos tercios de votos suspender en sus funciones al
acusado y ponerle á disposición del Juez competente para su juz­
gamiento.
Art. 95. Cada Cámara podrá correjir á cualquiera de sus miem­
bros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones
por dos tercios de votos, y en caso de reincidencia podrá espul-
sarlo por el mismo número de votos.
Por inasistencia notable podrá también declararlo cesante
en la misma forma.
Art. 96. Al aceptar el cargo los Diputados y Senadores pres­
tarán juramento por Dios y por la Patria de desempeñarlo
fielmente.
Art. 97. Los Senadores y Diputados gozarán de una remu­
neración determinada por la Lejislatura.

C A P ÍT U L O V

Atribuciones del Poder Lrjislativo

Art. 93. Corresponde al Poder Lejislativo:


l* Establecer los impuestos y contribuciones necesarios para
los gastos de servicio público, debiendo estas cargas ser uni­
formes en toda la Provincia.
29 Fijar anualmente el presupuesto de gastos y el cálculo
de recursos. La ley del presupuesto será la base á que debe su­
jetarse todo gasto en la administración jeneral de la Provincia,
y el Tesorero y Contadores no podrán autorizar ni ejecutar nin­
gún pago que no esté incluido en ella ó en leyes especiales.
39 Aprobar, reparar ó desechar anualmente las cuentas de
inversión que le remitirá el Poder Ejecutivo en todo el mes de
Mayo abrazando el movimiento administrativo hasta el treinta y
uno de Diciembre próximo anterior.
49 Crear y suprimir empleos para la mejor administración
de la Provincia determinando sus atribuciones, responsabilidades
y dotación.
59 Fijar las divisiones territoriales para la mejor adminis­
tración.
69 Conceder indultos y acordar amnistías por delitos de se­
dición en la Provincia.
V Autorizar la reunión ó movilización de la M ilicia. ó de
parte de ella en los casos en que la seguridad pública de la Pro­
vincia lo exija, sin perjuicio de las atribuciones del Gobierno
jeneral.
89 Conceder privilejios por un tiempo limitado á los autores
ó inventores, perfeccionadores y primeros introductores de nue­
vas industrias para esplotarse solo en la Provincia, sin perjui­
cio de las atribuciones del Gobierno jeneral.
99 Lejislar sobre las tierras públicas de la Provincia, de­
biendo dictarse una ley jeneral sobre la materia.
/£>'/
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3

10. Dictar leyes estableciendo los medios de hacer ?


vas las responsabilidades de todos los recaudadores de rentaV<¡^'.o
Tesoreros de la Provincia y sus Municipios. \ '
11. Dictar leyes estableciendo los medios de hacer e fe ctiv a s/ 4
las responsabilidades civiles de los funcionarios públicos. \
12. Aprobar ó desechar los tratados que el Poder Ejecutivo
celebrare con otras provincias.
13. Admitir ó desechar las renuncias que hicieren de su car­
go el Gobernador ó Vice-Gobernador, y declarar el caso de pro­
cederse á nueva elección por la renuncia ó impedimento de ambos.
14. Organizar la Contaduría jeneral en el primer período
constitucional de manera que pueda controlar eficazmente las
operaciones administrativas en la percepción é inversión de los
caudales públicos.
Organizar en el mismo período una Oficina de contabilidad
dependiente de la Lejislatura, para el exámen anual de las cuen­
tas de la Administración, cuyos funcionarios principales serán
nombrados por la Asamblea jeneral.
15. Finalmente, dictar todas aquellas Leyes necesarias pa­
ra el m ejor desempeño de las anteriores atribuciones, y para todo
asunto de interés público y jeneral de la Provincia, cuya natura­
leza y objeto no corresponda privativamente á los Poderes na­
cionales.
Art. 99. Solo podrá discernir honores, y acordar jubilacio­
nes, pensiones civiles y recompensas pecuniarias por servicios
distinguidos prestados al pais.

C A P ÍT U L O VI

Procedimiento para la formación de las lepes

Art. 100. Toda ley puede tener principio en cualquiera de las


dos Cámaras, escepto aquellas cuya iniciativa se confiere á la
Cámara de Diputados privativamente.
Art. 101. Se propondrán en form a de proyecto por cualquie­
ra de los miembros de cada Cámara y también por el Poder
Ejecutivo.
Art. 102. Aprobado un proyecto por la Cámara de su oríjen,
pasará para su revisión á la otra, y si esta también lo aprobase,
se comunicará al Poder Ejecutivo para su promulgación.
A r t 103. Si la Cámara revisora m odifica el proyecto que
se le ha remitido, volverá á la iniciadora, y si ésta aprueba las
modificaciones, pasará al Poder Ejecutivo.
Si las m odificaciones fuesen rechazadas, volverá por segun­
da vez el proyecto á la Cámara revisora, y si ella no tuviese
dos tercios para insistir, prevalecerá la sanción de la iniciadora;
pero si concurriesen dos tercios de votos para sostener las modi­
ficaciones, el proyecto pasará de nuevo á la Cámara de su oríjen,
la que necesitará igualmente el voto de las dos terceras partes
de sus miembros presentes para que su sanción se comunique al Po­
der Ejecutivo.
20 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Si la Cámara revisora insistiese en sus modificaciones por


unanimidad volverá el proyecto á la iniciadora. Si esta lo re­
chaza también por unanimidad, se considerará desechado el pro­
yecto, y en caso contrario quedará sancionado con las modifica­
ciones.
Art. 104. Ningún proyecto de ley rechazado totalmente por
una de las Cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año.
Art. 105. El Poder Ejecutivo deberá promulgar los proyec­
tos de ley sancionados en los diez dias de haberle sido remitido
por la Lejislatura, pero podrá devolverlos con observaciones du­
rante dicho plazo, y si una vez transcurrido no ha hecho la pro­
mulgación ni los ha devuelto con sus objeciones, serán ley de
la Provincia debiendo promulgarse en el dia por el Poder Ejecutivo.
Art. 106. Si antes del vencimiento de los diez dias hubiese te­
nido lugar la clausura de las Cámaras, el Poder Ejecutivo deberá
dentro de dicho término remitir el proyecto vetado á la Secre­
taría de la Cámara de su oríjen, sin cuyo requisito no tendrá efec­
to el veto.
Art. 107. Devuelto un proyecto por el Poder Ejecutivo será re­
considerado primero en la Cámara de su oríjen, pasando luego á
la revisora, y si ambas insisten en su sanción por el voto de los dos
tercios de sus miembros presentes, el proyecto será ley y el Eje­
cutivo se hallará obligado á promulgarlo.— En caso contrario no
podrá repetirse en las sesiones de aquel año.
Art. 108. Si un proyecto de ley observado volviere á ser san­
cionado en uno de los dos periodos lejislativos subsiguientes, el
Poder Ejecutivo no podrá observarlo de nuevo, estando obligado
á promulgarlo como ley.
Art. 109. En la sanción de las leyes se usará la siguiente
fórm ula:
El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos
Aires sancionan con fuerza de Ley, etc.

C A P ÍT U L O V il

De la Asamblea jeneral

Art. 110. Ambas Cámaras solo se reunirán para el desempeño


de las funciones siguientes:
l 9 Apertura y clausura de las sesiones;
29 Para recibir el juramento de ley al Gobernador y Vice-Go-
bernador de la Provincia;
39 Para tomar en consideración las renuncias de los mismos
funcionarios;
49 Para verificar la elección de Senadores al Congreso Na­
cional.
Art. 111. Todos los nombramientos que se defieren á la Asam­
blea Jeneral deberán hacerse á mayoría absoluta de los miembros
presentes.
Art. 112. Si hecho el escrutinio no resultare candidato con
mayoría absoluta, deberá repetirse la votación contrayéndose á
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 21

los dos candidatos que hubiesen obtenido mas votos en la ante­


rior, y en caso de empate decidirá el Presidente.
Art. 113. De las escusaciones que se presenten de nombra­
mientos hechos por la Asamblea conocerá ella misma procediendo
según fuese su resultado.
Art. 114. Las reuniones de la Asamblea Jeneral serán presididas
por el Vice-Gobernndor, en su defecto por el Vice-Presidente del
Senado, y á falta de éste por el Presidente de la Cámara de Diputados.
Art. 115. No podrá funcionar la Asamblea sin la mayoría absoluta
de los miembros de cada Cámara.

SECCION CUARTA

Poder Ejecutivo

C A P ÍT U L O I

De su naturaleza y duración

Art. 116. El Poder Ejecutivo de la Provincia será desempeñado


por un ciudadano con el título de Gobernador de la Provincia de Bue­
nos Aires.
Art. 117. Al mismo tiempo y por el mismo período que se elija
Gobernador será elejido un Vice-Gobernador.
A rt. 118. Para ser elejido Gobernador o Vice-Gobernador se re­
quiere :
l9 Haber nacido en territorio arjentino ó ser hijo de ciudadano
nativo si hubiese nacido en pais estranjero;— 2" Tener treinta años
de edad;— 39 Cinco años de domicilio en la Provincia con ejercicio de
ciudadanía no interrumpido.
Art. 119. El Gobernador y Vice-Gobernador durarán tres años en
el ejercicio de sus funciones y cesarán en ellas en el mismo dia en
que espire el periodo legal sin que evento alguno pueda motivar su
prorrogación por un dia mas ni tampoco qué se les complete mas
tarde.
Art. 120. El Gobernador y Vice-Gobernador no podrán ser reele-
jidos en el periodo siguiente á su elección.
Tampoco podrá el Gobernador ser nombrado Vice-Gobernador ni
el Vice-Gobernador podrá ser nombrado Gobernador.
Art. 121. Si ocurriese muerte, destitución, renuncia, enfermedad,
suspensión o ausencia, las funciones del Gobernador serán desempe­
ñadas por el Vice-Gobernador por todo el resto del periodo legal en
los tres primeros casos, ó hasta que haya cesado la inhabilidad ac­
cidental en los tres últimos.
Art. 122. En caso de muerte, destitución, renuncia o inhabilidad
del Vice-Gobernador, las funciones del Poder Ejecutivo serán desem­
peñadas por el Vice-Presidente del Senado, tan solo mientras se pro­
ceda a nueva elección para completar el periodo legal, no pudiendo
esta elección recaer en dicho funcionario.
22 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

No se procederá á nueva elección cuando el tiempo que falte para


completar el periodo gubernativo no esceda de un año.
Art. 123. En los mismos casos en que el Vice-Gobernador reempla­
za al Gobernador, el Vice-Presidente del Senado reemplaza al Vice-Go­
bernador.
Art. 124. La Lejislatura dictará una Ley que determine el funcio­
nario que deberá desempeñar el cargo provisoriamente para los casos
en que el Gobernador, Vice-Gobernador y Vice-Presidente del Senado
no pudieseñ desempeñar las funciones del Poder Ejecutivo.
Art. 125. El Gobernador y Vice-Gobernador, en ejercicio de sus
funciones, residirán en la capital de la Provincia y no podrán ausen­
tarse de ella por mas de treinta dias sin permiso de la Lejislatura,
y en ningún caso del territorio de la Provincia sin este requisito.
Art. 126. En el receso de las Cámaras solo podrán ausentarse por
un motivo urjente de interés público y por el tiempo indispensable y
dando cuenta á aquellas oportunamente.
Art. 127. Al tomar posesión del cargo de Gobernador y Vice-Go­
bernador prestarán juramento ante el Presidente de la Asamblea Le-
jislativa en los términos siguientes:
«Juro por Dios y por la Patria y sobre estos Santos Evanjelios ob­
servar y hacer observar la Constitución de la Provincia, desempeñan­
do con lealtad y honradez el cargo de Gobernador (ó Vice-Goberna­
dor).— Si así no lo hiciere, Dios y la Patria me lo demanden».
El Gobernador y Vice-Gobernador gozan del sueldo que la ley
determine, no pudiendo ser alterado en el periodo de sus nom­
bramientos. Durante éste no podrán ejercer otro empleo, ni recibir
otro emolumento de la Nación ó de la Provincia.

C A P ÍT U L O TI

Tic la form a y del tiem po en que ha d>- ha ce rae bi elección de G obern ador ;t T iec^Gobcrnador

Art. 129. La elección de Gobernador y Vice-Gobernador se practi­


cará del modo siguiente:
Seis meses antes de terminar el periodo gubernativo, el Poder
Ejecutivo, dando treinta dias de término, convocará para esta elec­
ción al pueblo de la Provincia.
Una ley especial dividirá el territorio sobre la base de la pobla­
ción en secciones electorales, distribuyendo entre ellas el número de
electores, que será, igual á la totalidad de Senadores y Diputados
de la Provincia.— La elección será directa y á pluralidad de votos.
Cada sección electoral remitirá dos actas de la elección con los
rejistros y las protestas, si las hubiere, una al Presidente del Senado
y otra al Gobernador de la Provincia.
Treinta dias después de la elección, reunidas por lo menos las
dos terceras partes de las actas electorales, tomando por base la to­
talidad de secciones, se hará el escrutinio de votos por la Asamblea
Lejislativa.
Ésta por el conducto del Poder Ejecutivo hará saber su nombra­
miento á los que hubiesen resultado con mayoría, acompañando una
acta autorizada de la sesión.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 23

Art. 130. Si no hubiese sido posible obtener las dos terceras par­
tes de actas por no haber concurrido á la elección algunas secciones,
el Presidente de la Asamblea lo comunicará inmediatamente al Po­
der Ejecutivo para que éste, dando el tiempo necesario, convoque nue­
vamente á elección á las secciones que no lo hubiesen verificado.
Art. 131. Quince dias después de las comunicaciones del nombra­
miento á los ciudadanos que hubiesen obtenido mayoría, se reunirán
éstos en sesión preparatoria en la Sala de Sesiones de la Asamblea
Lejislativa, para resolver como Juez único sobre la validez de las
elecciones respectivas, á cuyo efecto el Presidente de la Asamblea
Lejislativa remitirá las actas orijinales con los rejistros y las pro­
testas que se hubiesen acompañado.
La Asamblea se espedirá dentro de diez dias contados desde su
primera reunión en el exámen de las actas.
Art. 132. Si del juicio pronunciado en el exámen de actas re­
sultare que no había dos terceras pártes de electores legalmente nom­
brados, se procederá según lo prescripto en el artículo ciento trein­
ta, decretándose nuevas elecciones donde hubiesen sido anuladas.
Art. 133. Ocho dias después de terminado definitivamente el exá­
men de las actas, se reunirá la Convención electoral en la Capital
de la Provincia y en el local designado, necesitando para funcionar
dos terceras partes de los electores convocados cuyos diplomas hayan
sido aprobados: nombrará de su seno un Presidente y dos Secre­
tarios y procederá cada Convencional á nombrar Gobernador y Vice-
Gobernador, por cédulas firmadas, espresando en una la persona por
quien vota para Gobernador y en otra para Vice-Gobernador.
El Presidente de la Asamblea electoral nombrará cuatro de sus
miembros para que reunidos á los dos Secretarios practiquen el es­
crutinio comunicando el resultado al Presidente, quien anunciará á
la Asamblea el número de votos que hayan obtenido tales candidatos
y el nombre de los electores que hubiesen votado por ellos.
Los que hayan obtenido mayoría absoluta de sufrajios con rela­
ción al número de electores presentes, serán inmediatamente procla­
mados por el Presidente de la Convención Gobernador y Vice-Gober­
nador de la Provincia.
Art. 134. Si por dividirse la votación no hubiese mayoría abso­
luta en favor de un candidato, se repetirá la votación entre los que
hubiesen obtenido la primera y segunda mayoría.
En los casos de empate se repetirá la votación, y si resultare
nuevo empate decidirá el Presidente de la Convención.
Art. 135. La Convención terminará en una sola sesión el nom­
bramiento de Gobernador y Vice-Gobernador y lo hará saber al Go­
bernador cesante y al Presidente de la Asamblea Lejislativa, acom­
pañando copia autorizada de la acta de la sesión á fin de que sea
comunicada á los electos.
Art. 136. Los que hayan resultado electos para Gobernador y
Vice-Gobernador deberán comunicar a la Convención electoral su
aceptación en los diez dias siguientes á aquel en que les fué comu­
nicado su nombramiento.
La Convención electoral conocerá en las escusaciones que presen­
ten los nombrados antes de tomar posesión del cargo, y en caso de
aceptarlas procederá inmediatamente á hacer una nueva elección.
24 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Una vez en posesión, corresponde á la Asamblea Lejislativa co­


nocer de las renuncias del Gobernador y Vice-Gobernador.
Art. 137. Declarado el caso de proceder á nueva elección, el ciu­
dadano en ejercicio del Poder Ejecutivo convocará al pueblo de la
Provincia con arreglo á lo establecido en la Constitución para la
nueva elección del Colejio electoral que debe verificar el nombramien­
to de Gobernador y Vice-Gobernador para todo el resto del periodo
legal.
Art. 138. Para ser elector se exijen los mismos requisitos que
para ser Diputado.
No podrán ser electores los Diputados ó Senadores, tanto de la
Nación como de la Provincia.
Art. 139. El elector que no asistiese sin causa justificada, puesta
oportunamente en conocimiento de la Convención, á desempeñar su
mandato en el dia fijado, incurrirá en la multa de ochocientos pesos
fuertes ó cuatro meses de prisión.
El Presidente de la Convención hará saber al Poder Ejecutivo
quiénes sean los que se encuentren en este caso á fin de que se haga
efectiva la pena.
Art. 140. La Convención resolverá sobre la renuncia de sus miem­
bros por simple mayoría.— Podrá reunirse en minoría para compe­
ler á los inasistentes que no se hubieren presentado á tercera cita­
ción y hasta declararlos cesantes, y para que se ordene una nueva
elección si no quedaren integras las dos terceras partes requeridas
en el artículo ciento treinta y tres.
Art. 141. Los electores gozan de las mismas inmunidades que
los miembros de la Lejislatura desde el día de su elección hasta el
de su cese.

C A P ÍT U L O lll

.L tríb u rion es d d P o d tr Ej^^utivu

Art. 142. El Gobernador es el jefe de la Administración de la


Provincia y tiene las siguientes atribuciones:
1‘ Promulgar y hacer ejecutar las Leyes de la Provincia facili­
tando su ejecución por Reglamentos y disposiciones especiales que
no alteren su espíritu.
2- Participar de la formación de las Leyes con arreglo á la Cons­
titución teniendo el derecho de iniciarla por proyectos presentados
á las Cámaras y (le tomar parte en su discusión por medio de los
Ministros.
37 El Gobernador podrá conmutar las penas impuestas por de­
litos sujetos á la jurisdicción provincial, prévio informe motivado
del Tribunal Superior correspondiente sobre la oportunidad y con­
veniencia de la conmutación, y con arreglo á la Ley reglamentaria
que determinará los casos y la forma en que pueda solicitarse, de­
biendo ponerse en conocimiento de la Asamblea Lejislativa las ra­
zones que hayan motivado en cada caso la conmutación de la pena.
El Gobernador no podrá ejercer esta atribución cuando se trate
de delitos en que el Senado conoce como Juez, y de aquellos cometi­
dos por funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 2b

4’ Ejercerá los derechos de patronato como vice-patrono hasta


que el Congreso nacional, en uso de la atribución décima nona que le
confiere la Constitución de la República, dicte la ley de la materia.
5* A la apertura de la Legislatura la informará del estado jeneral
de la Administración.
6* Espide las órdenes convenientes para las elecciones que co­
rrespondan de Senadores y Diputados en la oportunidad debida y no
podrá por ningún motivo diferirlas sin acuerdo de la Cámara res­
pectiva.
7* Convoca a sesiones estraordinarias á la Lejislatura ó á cual­
quiera de las Cámaras cuando lo exije un grande interes público, sal­
vo el derecho del cuerpo convocado para apreciar y decidir después
de reunido sobre los fundamentos de la convocación.
8* Hace recaudar las rentas de la Provincia y decreta su inver­
sión con arreglo á las leyes, debiendo hacer publicar mensualmente
el estado de la Tesorería.
9’ Celebra y firma tratados parciales con otras Provincias para
fines de la Administración de Justicia, de intereses económicos y
trabajos de utilidad común con aprobación de la Lejislatura y dando
conocimiento al Congreso Nacional.
10’ Es el Comandante en jefe de las fuerzas militares de la Pro­
vincia con escepcion de aquellas que hayan sido movilizadas para
objetos nacionales.
11" Moviliza la milicia provincial en caso de conmoción interior
que ponga en peligro la seguridad de la Provincia con autorización
de la Lejislatura, y por sí solo durante el receso dando cuenta en
las próximas sesiones, sin perjuicio de hacerlo inmediatamente á la
autoridad nacional.
12’ Decreta también la movilización de las milicias, en los ca­
sos previstos por el inciso vijésimo cuarto, artículo sesenta y siete
de la Constitución Nacional.
13’ Espide despacho á los oficiales que nombre para organizar
la milicia de la Provincia y para poner en ejercicio las facultades
acordadas en los dos incisos que preceden. En cuanto á los jefes, es­
pide también despachos hasta Teniente Coronel. Para dar el de Co­
ronel se requiere el acuerdo del Senado.
14’ Durante el receso de las Cámaras puede llenar las vacantes
de los empleos que requieran el acuerdo de la Cámara de Diputados
ó del Senado ó ternas de éste, por medio de nombramientos en co­
misión que cesarán treinta dias después de abiertas las sesiones or­
dinarias.
15" Es ájente inmediato y directo del Gobierno nacional para
hacer cumplir en la Provincia la Constitución y las leyes de la Na­
ción.
16’ Dá cuenta á las Cámaras Lejislativas con arreglo á lo es­
tablecido en el inciso tercero del artículo noventa y ocho del estado
de la hacienda y de la inversión dada á los fondos votados en el año
precedente, remitiendo en el mes de Mayo los presupuestos de la
Administración y las leyes de recursos.
17’ No podrá acordar goce de sueldo o pensión sino por alguno
de los títulos que las leyes espresamente determinan.
26 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

18“ Nombra con acuerdo del Senado:


l 9 Los ministros de su despacho, sin que pnra su exoneración
sea necesario dicho acuerdo.
29 Los Directorios administradores de los Bancos y Ferro-
Carriles y las comisiones encargadas de la construcción y
administración de las obras públicas de la Provincia.
3- El Presidente del Departamento Topográfico y el Jefe de
la Oficina de tierras públicas.
Estos funcionarios durarán tres años en el ejercicio de sus em­
pleos pudiendo ser reelectos.
Art. 143. No puede espedir órdenes ni decretos sin la firma del
Ministro respectivo.
Podrá no obstante espedirlos en caso de acefalia de Ministros y
mientras se provea a su nombramiento, autorizando á los Oficiales
Mayores de los Ministerios por un decreto especial. Los Oficiales Ma­
yores en estos casos quedan sujetos á las responsabilidades de los Mi­
nistros.
Estando las Cámaras reunidas, la propuesta de Ministros al
Senado se hará dentro de los quince dias después de ocurrida la
vacante; y en el receso dentro del mismo término, convocándose es-
traordinariamente dicha Cámara.

C A P ÍT U L O IV

Ve los Ministros secretarios <1*1 despacho jrnerol

Art. 144. El despacho de los negocios administrativos de la Pro­


vincia estará á cargo de dos ó mas Ministros Secretarios, y una ley
especial deslindará los ramos y las funciones adscritas al despacho
de cada uno de los Ministerios.
Art. 145. Para ser nombrado Ministro se requieren las mismas
condiciones que esta Constitución determina para ser elejido Di­
putado.
Art. 146. Los Ministros Secretarios despacharán de acuerdo con
el Gobernador y refrendarán con su firma las resoluciones de éste,
sin cuyo requisito no tendrán efecto ni se les dará cumplimiento.
Podrán no obstante espedirse por si solos en todo lo referente
al réjimen económico de sus respectivos Departamentos y dictar
resoluciones de trámite.
Art. 147. Serán responsables de todas las órdenes y resoluciones
que autoricen, sin que puedan pretender eximirse de responsabili­
dad por haber procedido en virtud de orden del Gobernador.
Art. 148. En los treinta dias posteriores á la apertura del pe­
riodo lejislativo, los Ministros presentarán á la Asamblea la Memo­
ria detallada del estado de la Administración correspondiente á cada
uno de los Ministerios, indicando en ellas las reformas que mas
aconsejen la esperiencia y el estudio.
Art. 149: Los Ministros pueden concurrir á las sesiones de las
Cámaras y tomar parte en las discusiones, pero no tendrán voto.
Art. 150. Gozarán por sus servicios de un sueldo establecido
por la ley, que no podrá ser aumentado ni disminuido en favor ó
en perjuicio de los que se hallen en ejercicio.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 27

C A P ÍT U L O V

Responsabilidad del Gobernador y de los Ministros

Art. 151. El Gobernador y los Ministros son responsables y


pueden ser acusados ante el Senado, en la forma establecida en la
sección del «Poder Lejislativo» por las causas que determina el in­
ciso segundo del artículo sesenta y seis de esta Constitución y por
abuso de su posición oficial para realizar especulaciones de comercio.

C A P IT U L O v i

D il Contador y Tesorero de la Provincia

Art. 152. El Contador y Tesorero serán nombrados en la forma


prescrita en el artículo setenta y seis y durarán tres años pudiendo
ser reelectos.
Art. 153. El Contador no podrá autorizar pago alguno que no
sea arreglado á la ley jeneral del presupuesto ó á leyes especiales.
Art. 154. El Tesorero no podrá ejecutar pagos que no hayan
sido previamente autorizados por el Contador.

SECCION QUINTA

Poder Judicial

CAPÍTULO I

Art. 155. El Poder Judicial será desempeñado por una Supre­


ma Corte de Justicia, Cámaras de apelación, y demás Tribunales,
Jueces y Jurados que esta Constitución establece y autoriza, con­
sultando la descentralización posible en su jurisdicción territorial
y en la de su competencia por la materia ó naturaleza de las causas
que dán orijen al procedimiento.

Atribuciones dr la Suprema Corte de Justicia

Art. 156. La Suprema Corte de Justicia tiene las siguientes


atribuciones:
l9 Ejerce la jurisdicción ordinaria y de apelación para conocer
y resolver acerca de la constitucionalidad ó inconstitucionalidad de
leyes, decretos ó reglamentos que estatuyan sobre materia rejida
por esta Constitución y se controvierta por parte interesada.
29 Conoce y resuelve orij inaria y esclusivamente en las causas
de competencia entre los Poderes públicos de la Provincia y en las
que se susciten entre los Tribunales de Justicia con motivo de su
jurisdicción respectiva.
3V Decide las causas contencioso-administrativas en única ins­
tancia y en juicio pleno, prévia denegación de la autoridad adminis­
trativa competente al reconocimiento de los derechos que se jestio-
28 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

nan por parte interesada. La ley determinará el plazo dentro del


cual podrá deducirse la acción ante la Corte y los demás proce­
dimientos de este juicio.
4V Conoce de los recursos de fuerza.
5’ Conoce en consulta ó en grado de apelación de las causas en
que se imponga la pena capital, al solo efecto de decidir si la ley
en que se funda la sentencia es ó no aplicable al caso siendo nece­
sario unanimidad para declarar aplicable la ley.
6? Conóce y resuelve en grado de apelación de la aplicabilidad
de la ley en que los Tribunales de Justicia en última instancia
fundan su sentencia á la cuestión que por ella deciden, con las res­
tricciones que las leyes de procedimientos establezcan á esta clase
de recursos.
Art. 157. La presidencia de la Suprema Corte se turnará anual­
mente entre sus miembros, principiando por el de mayor edad.
Art. 158. La Suprema Corte hará su reglamento y podrá esta­
blecer las medidas disciplinarias que considere convenientes á la
mejor administración de justicia.
Art. 159. Debe pasar anualmente á la Lejislatura una memo­
ria ó informe sobre el estado en que se halla dicha administración,
á cuyo efecto puede pedir á los demás Tribunales de la Provincia
los datos que crea convenientes, y proponer en forma de proyecto
las reformas de procedimiento y organización que sean compatibles
con lo estatuido en esta Constitución y tiendan á mejorarla.

Administración de Justicia m watcria Civil y Comercial

Art. 160. La Lejislatura establecerá Cámaras de apelación y


Tribunales ó Jueces de primera instancia en lo civil y comercial
permanentes en la Ciudad de Buenos Aires, determinando los lími­
tes de su jurisdicción territorial y las materias de su competencia
en su fuero respectivo. — En la Campaña los establecerá perma­
nentes ó viajeros organizando los distritos cojudiciales que consi­
dere convenientes.
Art. 161. La prueba de los hechos controvertidos en las causas
civiles y comerciales se deferirá á petición de cualquiera de las par­
tes á un Jury que se denominará de prueba y será presidido por un
Juez letrado. El Jury dará su veredicto declarando los hechos que
han sido probados y los que no lo han sido.
Art. 162. Contra el veredicto del Jury se concederá el recurso
de apelación para ante la Cámara de apelaciones respectiva, que se
limitará á conocer y resolver sobre la legalidad ó ilegalidad de sus
procedimientos y de la prueba que ha estimado dicho Jury al de­
clarar probados ó no probados los hechos controvertidos ó alguno
de ellos.
Art. 163. Declarado ilegal ó nulo el procedimiento por la Cáma­
ra de apelaciones, la prueba se deferirá á otro Jury.
Art. 164. No reclamado el veredicto del Jury, ó resuelto el re­
curso que contra él se hubiese interpuesto en razón de la legalidad
ó ilegalidad de la prueba, el Juez ó Tribunal ante quien se ha ini­
ciado la causa dictará sentencia aplicando el derecho á los hechos
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 29

probados y á los aceptados por las partes como verdaderos, de la


manera que espresa esta Constitución y determine la ley de procedi­
mientos. Contra su sentencia se otorgarán los recursos que la dicha
ley de procedimientos establezca para ante la competente Cámara
de apelaciones.
Art. 165. La ley reglamentará el modo como se ha de constituir
el Jurado de prueba, el procedimiento que ante él debe observarse
y las atribuciones del Juez que lo preside.
Art. 166. La Lejislatura queda autorizada para limitar el pro­
cedimiento de la prueba por Jurados si en la práctica no diese re­
sultados favorables, prévio informe é indagaciones de la Suprema
Corte de Justicia.
Art. 167. La prueba de los hechos controvertidos en las causas
civiles y comerciales para cuya apreciación se requieran conocimien­
tos en alguna ciencia, arte ó industria, será deferida á un Jury
de peritos.
Art. 168. La Lejislatura creará una jurisdicción especial de
tierras para todos los negocios y causas que requieran conocimientos
de agrimensura, y organizará el Tribunal que debe conocer de ellos
con sujeción al principio de la separación del hecho del derecho.
Art. 169. Mientras la Lejislatura no dicta la ley reglamentaria
del Jurado de prueba, y después de dictada, cuando ninguna de las
partes lo solicite, la prueba será producida ante el Juez ó Tribunal
que conozca de la causa, en audiencia pública, y apreciada por él
mismo al pronunciar sentencia.
Art. 170. En las causas en que la prueba no se defiera al Ju­
rado, los Tribunales colejiados que conozcan de ellas orijinariamente
ó en virtud de recurso, establecerán primero las cuestiones de hecho
y en seguida las de derecho sometidas á su decisión, y votarán se­
paradamente cada una de ellas en el mismo orden.
Art. 171. El voto en cada una de las cuestiones de hecho ó de
derecho será fundado y la votación principiará por el miembro del
Tribunal que resulte de la insaculación que al efecto debe practi­
carse.
Art. 172. Los procedimientos ante los Tribunales son públicos;
sus acuerdos y sentencias se redactarán en los libros que deben lle­
var y custodiar y en los autos de las causas en que conocen y publi­
carse en sus salas respectivas de audiencia, á menos que á juicio
del Tribunal ante quien penden, la publicidad sea peligrosa para
las buenas costumbres, en cuyo caso debe declararlo asi por medio
de un auto.
Art. 173. Queda establecida ante todos los Tribunales de la
Provincia la libre defensa y la libre representación.

Administración de Justicia en lo Criminal

Art. 174. Toda causa por hecho calificado de crimen por la Ley
será juzgada con la intervención de dos Jurys: uno que declare si
hay lugar ó no a acusación, otro que decida si el acusado es ó no
culpable del hecho que se le imputa.
30 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 175. La ley organizará los Tribunales que deban aplicar


el derecho en materia criminal, el modo y forma cómo deben cons­
tituirse los Jurys, y el procedimiento que deba observarse.
Art. 176. Las sentencias que pronuncien los Jueces y Tribu­
nales letrados en lo civil, comercial y criminal serán fundadas en
el testo espreso de la ley, y á falta de éste en los principios jurí­
dicos de la legislación vijente en la materia respectiva, y en defec­
to de éstos en los principios jenerales del derecho teniendo en con­
sideración las circunstancias del caso.
Art. 177. La Lejislatura puede modificar las bases estableci­
das en el artículo ciento setenta y cuatro para el enjuiciamiento
por dos Jurys en las causas criminales, por mayoría de votos, si en
la práctica ofreciese graves inconvenientes; y limitarlo por dos ter­
ceras partes de votos si diese resultados desfavorables, y prévio in­
forme motivado de la Suprema Corte de Justicia.

Justicia de Paz

Art. 178. La Lejislatura establecerá Juzgados de Paz en toda


la Provincia, teniendo en consideración la estension territorial de
cada distrito y su población.
Art. 179. La elección de Jueces de Paz recaerá en ciudadanos
mayores de veinticinco años, contribuyentes, con residencia de dos
años por lo menos en el distrito en que deben desempeñar sus fun­
ciones y que sepan leer y escribir.
Art. 180. Serán electos directamente por electores calificados, y
lo son los ciudadanos mayores de veintidós años, con residencia de uno
por lo menos en el distrito en que se verifica la elección.
Art. 181. La ley determinará la forma y tiempo en que debe
hacerse la elección de Jueces de Paz y la duración de sus funciones.
Art. 182. Los Jueces de Paz son funcionarios esclusivamente
judiciales y ajentes de los Tribunales de Justicia, y su competencia
jeneral y especial será determinada por la Ley.
Art. 183. Los Jueces de Paz conocerán y resolverán las causas
de su competencia en procedimiento verbal y actuado, y de los re­
cursos que se concederán contra sus resoluciones conocerán los Tri­
bunales de vecindario que organizará la Ley de la materia, de modo
que dichas causas queden terminadas en el mismo distrito.

C A P ÍT U L O II

Elección, duración y responsabilidad de los miembros dil Poder Judicial

Art. 184. Los Jueces letrados serán elejidos por el Poder Eje­
cutivo con acuerdo del Senado.
Art. 185. Los Jueces letrados conservarán sus empleos mientras
dure su buena conducta.
Art. 186. Para ser Juez de la Suprema Corte de Justicia se
requiere: —
Ciudadanía en ejercicio, titulo ó diploma que acredite suficien­
cia en la ciencia del derecho reconocido por autoridad competente
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 31

en la forma que determine la ley, treinta años de edad y menos de


setenta, y seis á lo menos de ejercicio en la profesión de abogado
ó en el desempeño de alguna majistratura ó empleo judicial. Para
serlo de las Cámaras de apelación bastarán cuatro años.
Art. 187. Para ser elejido Juez de primera instancia se requie­
re el título ó diploma que exije el artículo precedente, ciudadanía
en ejercicio y veinticinco años de edad.
Art. 188. Los Jueces de la Suprema Corte de Justicia prestarán
juramento ante su presidente de desempeñar fielmente el cargo. El
Presidente prestará el mismo juramento ante la Suprema Corte, y
los demas jueces ante quien determine la misma Suprema Corte.
Art. 189. Los Jueces de la Suprema Corte, Cámaras de apela­
ción y de primera instancia no pueden ser suspendidos en el ejer­
cicio de sus cargos sino en el caso de acusación y con sujeción á lo
que se dispone en esta Constitución.
Art. 190. Los Jueces de las Cámaras de apelación y de primera
instancia pueden ser acusados por cualquiera del pueblo por delitos
ó faltas cometidas en el desempeño de sus funciones ante un Jury
calificado, compuesto de siete Diputados y cinco Senadores profe­
sores de derecho, y cuando no los haya, se integrará con letrados
que tengan las condiciones necesarias para ser electos Senadores.
Art. 191. El Juez acusado quedará suspendido en el ejercicio
de su cargo, desde el dia que el Jury admita la acusación.
Art. 192. El Jury dará su veredicto declarando al Juez acusado
culpable ó no culpable del hecho ó hechos que se le imputen.
Art. 193. Pronunciado el veredicto de culpabilidad, la causa se
remitirá al Juez ordinario competente para que aplique la ley penal.
Art. 194. La ley determinará los delitos y faltas de los Jueces
acusables ante el Jury y reglamentará el procedimiento que ante él
debe observarse.
Art. 195. Los Jueces acusados de delitos ajenos á sus funcio­
nes serán juzgados en la misma forma que los demás habitantes
de la Provincia, quedando suspendidos desde el dia en que se haga
lugar á la acusación.
Art. 196. La ley determinará el modo y forma cómo deben ser
nombrados los demás funcionarios que intervienen en los juicios, la
duración en sus funciones, la organización del Jury que debe cono­
cer y resolver en las acusaciones que contra ellos se establezcan por
delitos ó faltas cometidos en el ejercicio de sus respectivos cargos,
y el procedimiento que ante el dicho Jury debe guardarse.

C A P ÍT U L O III

Tribunales Militares

Art. 197. Se establecerán Tribunales militares bajo los mis­


mos principios que los nacionales, para conocer en las causas que se
formen por delitos ó faltas que cometan:
1’ Los guardias nacionales movilizados por la Nación antes de
haber sido entregados á esta;
32 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

2" Los guardias nacionales empleados en servicio de la Pro­


vincia;
3" Las personas que formen parte de las fuerzas de mar y
tierra que levante la Provincia en los casos establecidos por la Cons­
titución nacional antes de estar bajo la jurisdicción del Gobierno
de la Nación.
Art. 198. La Lejislatura determinará los delitos ó faltas de
que deben conocer estos Tribunales y las penas que deben aplicarse,
sujetándose á lo que determinan las leyes nacionales y pudiendo
únicamente establecer lo que creyese conveniente sobre los puntos
no lejislados por la Nación y en tanto que ésta no lo hiciere.

SECCION SESTA

Del Réjimen Municipal

Art. 199. El territorio de la Provincia se dividirá en distritos


para su administración interior que estará al cargo de Municipali­
dades, cuyos miembros durarán dos años en sus funciones, reno­
vándose en la forma establecida para los Diputados, y serán nom­
brados pública y directamente el último Domingo de Noviembre.
Art. 200. La Ciudad de Buenos Aires formará un distrito con
sujeción á las bases siguientes:
l l Cada una de las catorce parroquias en que actualmente esta
dividida y de las que en adelante se crearen, elej irá un Consejo para
su propio gobierno de barrio.
2- Un Consejo Central compuesto por delegados de los Conse­
jos parroquiales tendrá á su cargo los asuntos jenerales del Mu­
nicipio.
La ley orgánica deslindará las atribuciones, responsabilidades
y poderes de los Consejos Parroquiales y del Consejo Central, con­
firiendo á los cuerpos parroquiales las facultades y atribuciones ne­
cesarias para que ellos tengan existencia propia y puedan atender
eficazmente á todos los intereses y servicios locales.
Art. 201. La Lejislatura determinará las condiciones, la esten-
sion y distribución del Réjimen municipal en los demás distritos
de la Provincia, ajustándose en cuanto sea posible á los principios
consignados en el artículo anterior y á las bases que se establecerán
mas adelante:
1’ Toda Municipalidad se constituirá en un departamento eje­
cutivo y otro deliberativo.
2’ El número de sus miembros se fijará en relación á la po­
blación de los distritos.
3' Serán electores los que lo sean de Diputados, estando inscri­
tos en el Rejistro Cívico del Municipio y además los estranjeros
mayores de veintidós años domiciliados en él, que paguen impuesto
directo, sepan leer y se inscriban en un rejistro especial que estará
á cargo de la Municipalidad.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 S 73 33

4* Serán elejibles todos los ciudadanos mayores de treinta años,


vecinos del distrito, con seis meses de domicilio anterior á la elec­
ción, que sepan leer y escribir, y si son estranjeros, que además
de estas condiciones, paguen contribución directa, ó en su defecto
tengan un capital de cien mil pesos ó ejerzan una profesión liberal.
5* Las funciones municipales serán carga pública, de la que na­
die podrá escusarse sino por escepcion fundada en la ley de la
materia.
Art. 202. Son atribuciones inherentes al Réjimen municipal las
siguientes:
1* Juzgar de la validez ó nulidad de las elecciones de sus miem­
bros y convocar á los electores del distrito para llenar las vacantes
de aquellos.
2' Juzgar igualmente de la validez ó nulidad de las elecciones
de Jueces de Paz y convocar á los electores del distrito para dichas
elecciones en los periodos legales.
3* Nombrar los funcionarios municipales.
4* Tener á su cargo la policia de seguridad, ornato y salubri­
dad, los establecimientos de beneficencia, los asilos de inmigrantes
que sostenga el Estado, las cárceles y la viabilidad.
5° Hacei, en cuanto no se opongan las leyes nacionales, el enro­
lamiento; resolver sobre las escepciones y entregar los continjentes
á los funcionarios del Poder Ejecutivo.
6’ Votar anualmente su presupuesto y los recursos para cos­
tearlo. Administrar lo s . bienes raíces municipales, con facultad de
enajenar tanto éstos como separadamente los diversos ramos de las
rentas del año corriente, examinar y resolver sobre las cuentas del
año vencido.
7- Dictar ordenanzas y reglamentos dentro de estas atribu­
ciones.
8* Recaudar, distribuir y oblar en la Tesoreria del Estado las
contribuciones que la Lejislatura imponga al distrito para las ne­
cesidades jenerales, sin perjuicio de que el Poder Ejecutivo nombre
funcionarios especiales para este objeto si lo cree mas conveniente.
Art. 203. Las atribuciones espresadas tienen las siguientes li­
mitaciones :
V Dar publicidad por la prensa á todos sus actos, reseñándolos
en una memoria anual en la que se hará constar detalladamente la
percepción é inversión de sus rentas.
2- La convocatoria de los electores para toda elección municipal
deberá hacerse con quince dias de anticipación por lo menos y pu­
blicarse suficientemente.
3* Todo aumento de impuesto necesita ser sancionado á mayo­
ría absoluta de votos por el cuerpo deliberante, aumentado para ese
acto con un número igual al que lo componga de los contribuyentes
mayores en el municipio.
4* No se podrá contraer empréstito fuera del Estado, ni ena­
jenar, ni gravar los edificios municipales sin autorización' prévia
de la Lejislatura. Los empréstitos se votarán con la misma garan­
tía establecida para el aumento de impuestos.
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 3
34 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

5* Siempre que se haga uso del crédito será para obras señala­
das de mejoramiento ó para casos eventuales y se votará una suma
anual para el servicio de la deuda.
6* Las enajenaciones solo podrán hacerse en remate público
anunciado con un mes de anticipación.
7* Siempre que hubiere de construirse una obra municipal de
cualquier jénero que fuere, con tal que hubieren de invertirse fon­
dos del común, la Municipalidad nombrará una comisión de propie­
tarios del distrito ó de la ciudad para que la desempeñe y dirija bajo
cuenta y razón de todos los gastos y empleo de fondos que se con­
sagren á ella.
8* Las obras públicas deberán sacarse siempre á licitación.
9° La aprobación de las cuentas no podrá hacerse por los que
las rindan.
Art. 204. Los Municipios, los Cuerpos municipales, los miem­
bros de estos y los funcionarios nombrados por ellos están sujetos
á las responsabilidades siguientes:
1" Los Cuerpos municipales responden ante los Tribunales or­
dinarios de sus omisiones y de sus transgresiones á la Constitu­
ción y á las Leyes; la ley de la materia señalará la sanción penal de
esta transgresión.
2* Los miembros de los Cuerpos Municipales y los demás fun­
cionarios municipales responden personalmente, no solo de cual­
quier acto definido y penado por la ley, sino también de los daños
y perjuicios que provengan de la falta de cumplimiento á sus de­
beres.
3? Los miembros de los Cuerpos municipales están sujetos á
destitución por mala conducta ó despilfarro notorio de los fondos
municipales sin perjuicio de las responsabilidades civiles ó crimina­
les en que incurran por estas causas.
4* La solicitud de destitución deberá ser hecha por diez vecinos
del Municipio mayores de veintidós años y presentada ante el Juez
del Crimen de primera instancia del Departamento á que pertenecie­
re el acusado.
5* Recibida la solicitud por el referido Juez del Crimen, se tras­
ladará al Municipio del acusado dentro de ocho dias, sino tuviese
en él el asiento del Juzgado, convocará un jurado doble en número
al de esa Municipalidad que dentro de ocho dias fallará la causa
al solo efecto de destituir al acusado ó declarar que no hay lugar á
la destitución. Este fallo será inapelable.
6* La ley de la materia determinará la elección, procedimiento
y calidad de los jurados.

SECCION SEPTIMA

Educación é Instrucción Publica

Art. 205. La Lejislatura dictará las leyes necesarias para es­


tablecer y organizar un sistema de Educación Común; y organizará
así mismo la instrucción secundaria y superior, y sostendrá las uni­
versidades, colejios é institutos destinados á dispensarlas.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 35

Educación Coman

Art. 206. Las leyes que organicen y reglamenten la Educación


deberán sujetarse á las reglas siguientes:
1* La educación común es gratuita y obligatoria en las condicio­
nes y bajo las penas que la ley establezca.
2* La dirección facultativa y la administración jeneral de las es­
cuelas comunes serán confiadas á un Consejo Jeneral de Educación y
á un Director Jeneral de Escuelas, cuyas respectivas atribuciones se­
rán determinadas por la ley.
3- El Director Jeneral de Escuelas será nombrado por el Poder
Ejecutivo con acuerdo del Senado; será miembro nato del Consejo Je­
neral de Educación, y durará en sus funciones cuatro años, pudiendo
ser reelecto.
4’ El Consejo Jeneral de Educación se compondrá por lo ménos
de ocho personas mas nombradas por el Poder Ejecutivo con acuerdo
de la Cámara de Representantes. Se renovará anualmente por partes,
y los miembros cesantes podrán ser reelectos.
5- La administración local y el gobierno inmediato de las escue­
las comunes estarán á cargo de Consejos electivos de vecinos en cada
Parroquia de la Capital y en cada Municipio del resto de la Provincia.
6’ Se establecerán contribuciones y rentas propias de la Educa­
ción común que le aseguren en todo tiempo recursos suficientes para
su sosten, difusión y mejoramiento, que rejirán mientras la Lejisla-
tura no las modifique. La contribución escolar de cada distrito será
destinada á sufragar los gastos de la Educación común en el mismo
y su inversión corresponderá á los Consejos escolares.
7’ Habrá, ademas, un Fondo permanente de Escuelas, depositado
á premio en el Banco de la Provincia ó en fondos públicos de la mis­
ma, el cual será inviolable, sin que pueda disponerse mas que de su
renta para subvenir equitativa y concurrentemente con los vecinda­
rios, á la adquisición de terrenos y construcción de edificios de Es­
cuelas. La administración del Fondo permanente corresponderá al
Consejo Jeneral de Educación, debiendo proceder en su aplicación con
arreglo á la ley.

In s tr u c c ió n s e cu n d a ria y su p erio r

Art. 207. Las leyes orgánicas y reglamentarias de la instrucción


secundaria y superior se ajustarán á las reglas siguientes:
1* La instrucción secundaria y superior estarán á cargo de la
Universidad existente y de las que se fundaren en adelante en virtud
de leyes sancionadas por la Lejislatura.
2* La enseñanza será accesible para todos los habitantes de la
Provincia y gratuita con las limitaciones que la ley establezca.
3? Las Universidades se compondrán de un Consejo superior pre­
sidido por el Rector y de las diversas Facultades establecidas en aque­
llas por las leyes de su creación.
4’ El Consejo Universitario será formado por los decanos y de­
legados de las diversas Facultades; y estas serán integradas por
miembros ad honorem cuyas condiciones y nombramiento determina­
rá la ley.
86 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

5* Corresponderá al Consejo Universitario: dictar los reglamen­


tos que exijan el orden y disciplina de los establecimientos de su de­
pendencia; la aprobación de los presupuestos anuales que deben ser
sometidos á la sanción lejislativa; la jurisdicción superior policial y
disciplinaria que las leyes y reglamentos le acuerden, y la decisión en
última instancia de todas las cuestiones contenciosas decididas en
primera instancia por una de las Facultades; promover el perfeccio­
namiento de la enseñanza; proponer la creación de nuevas Facultades
y Cátedras, reglamentar la espedicion de matriculas y diplomas, y
fijar los derechos que puedan cobrarse por ellos.
6’ Corresponderá á las Facultades: — la elección de su decano y
secretario, el nombramiento de profesores titulares ó interinos, la di­
rección de la enseñanza, formación de los programas y la recepción
de exámenes y pruebas, en sus respectivos ramos científicos; fijar las
condiciones de admisibilidad de los alumnos; administrar los fondos
que les corresponden, rindiendo cuenta al Consejo; proponer á éste
los presupuestos anuales; y toda medida conducente á la mejora de
los estudios ó réjimen interno de las Facultades.

SECCION OCTAVA

De la Reforma de la Constitución

Art. 208. Esta Constitución podrá ser enmendada en parte ó


reformada en el todo: en el primer caso por sanción lejislativa some­
tida al voto del pueblo; y en el segundo, por medio de una Conven­
ción Constituyente popularmente votada y elejida.
Art. 209. Podrá proponerse enmiendas parciales en cualquiera
de las dos Cámaras, sea por mocion firmada por diez Diputados ó
por cinco Senadores, sea por iniciativa del Poder Ejecutivo; pero solo
serán tomadas en consideración cuando tres quintos de votos de cada
una de las Cámaras declare la necesidad de la enmienda. Si no se
obtuviese esta sanción no se podrá volver á tratar el asunto hasta la
siguiente Lejislatura.
Art. 210. En el caso de declararse la necesidad de la enmienda se
procederá á discutirla, y si ella fuese aceptada por dos tercios de ca­
da Cámara votando nominalmente los miembros de ellas por si y por
no, la enmienda así aceptada será sometida al pueblo en la próxima
elección de Senadores y Diputados, prévia publicación de dicha en­
mienda en los distritos electorales por el espacio de tres meses; y si
en tal ocasión los electores aceptasen dicha enmienda votando por
mayoría en pró de ella, entrará á formar parte de esta Constitución,
y en caso contrario quedará sin efecto.
La Lejislatura no tendrá facultad para proponer enmienda ó en­
miendas á mas de un artículo de esta Constitución en la misma
sesión.
Art. 211. En la misma forma prescripta en el artículo doscientos
diez para proceder á las enmiendas podrá declararse la necesidad de
la reforma de parte ó del todo de esta Constitución, y si dos tercios
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 37

de cada una de las Cámaras la sancionase, se someterá á los electores


para que en la próxima elección de Senadores y Diputados voten en
pró ó en contra de una Convención Constituyente; y si la mayoría
votase afirmativamente, la Asamblea Lejislativa en la siguiente se­
sión convocará una Convención, que se compondrá de tantos miem­
bros cuantos sean los que compongan las Cámaras Lejislativas, los
cuales serán elejidos del mismo modo, por los mismos electores y en
los mismos distritos que los Senadores y Diputados.
Esta Convención se reunirá tres meses después de hecha la con­
vocatoria, con el objeto de revisar, alterar ó enmendar esta Cons­
titución, y lo que ella resuelva por mayoría será promulgado como la
espresion de la voluntad del pueblo.

SECCION NOVENA

Disposiciones Transitorias

Art. 212. Los funcionarios existentes al promulgarse esta Cons­


titución seguirán en el desempeño de sus cargos hasta que estos sean
provistos según el mecanismo que en ella se establece.
Art. 213. Promulgada que sea esta Constitución, la Lejislatura
existente procederá á la brevedad posible á dictar la ley jeneral de
elecciones con arreglo á lo que en ella se ordena. Promulgada la ley
electoral, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo de la Provincia, con
la anticipación conveniente, para las elecciones jenerales del último
Domingo de Marzo de 1874", en las que deberán observarse todas las
prescripciones de esta Constitución; y para renovar la Lejislatura
bajo las bases que ella sanciona, cada Cámara antes de la termina­
ción del corriente año remitirá al Poder Ejecutivo la nómina de los
que deben cesar por las incompatibilidades que les afecten. Los
miembros que queden, si en la nueva ley electoral se dividen ó mo­
difican las secciones que hoy representan, deberán optar por la sec­
ción que deséen continuar representando en la nueva división, y se
ordenará la elección de todos los miembros restantes para la inte­
gración de cada Cámara.
Art. 214. Si la Lejislatura actual no dictase la ley de elecciones
antes de espirar el presente año, queda autorizado el Poder Ejecutivo
para ordenar con la anticipación necesaria que ellas se practiquen en
el día que fija esta Constitución, dividiendo al efecto toda la Provin­
cia en secciones electorales, bajo la base del censo de 1869, debiendo
cada sección abrazar la población que corresponde á seis Diputados
y tres Senadores. La elección se ordenará bajo la base del voto acu­
mulativo en cada sección. Para hacer uso de esta autorización el Po­
der Ejecutivo solicitará de cada Cámara la nómina de los que deben
cesar por incompatibilidad y la opcion que hagan los miembros que
queden en la Lejislatura, respecto á la sección que han de continuar
representando en la nueva distribución seccional. Esto solo rejirá
hasta que la nueva Lejislatura dicte la ley de la materia.
Art: 215. La intervención de cada una de las Cámaras Lejislati­
vas para prestar su acuerdo á los nombramientos á que se refiere
38 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

esta Constitución empezará á hacerse efectiva desde que quede ins­


talada la Legislatura de 1874.
Art. 216. La Lejislatura actual dictará la Ley orgánica de los
Tribunales de Justicia y la reglamentaria de su procedimiento, de con­
formidad á los principios consignados en esta Constitución.
Art. 217. Si la Lejislatura actual no dictase las leyes indicadas
hasta el 1? del mes de Marzo del año de 1874, el Poder Ejecutivo, ins­
talada que sea la Lejislatura en el mes de Mayo de dicho año, nom­
brará todos los Jueces que deben componer los Tribunales de Justi­
cia con sujeción á las siguientes disposiciones:
1’ La Suprema Corte de Justicia se establecerá en la Capital de
la Provincia con cinco Jueces y un Secretario que deberá ser letrado
y nombrado en la misma forma que los miembros de la Córte.
2* Instalada que sea, observará el procedimiento vijente en el
conocimiento de los negocios de su competencia, en cuanto no se opon­
ga á lo ordenado en esta Constitución.
Art. 218. En las causas contencioso - administrativas, la acción
debe deducirse ante la Suprema Córte en el perentorio término de un
mes, contado desde la fecha en que la autoridad administrativa hizo
saber su resolución á la parte interesada.
Art. 219. El recurso de apelación por inaplicabilidad de la ley en
que los Tribunales de Justicia en última instancia fundan su senten­
cia, solo será admisible cuando esta sea revocatoria.
Art. 220. Las funciones de que no se hace mención especial en
esta Constitución y que hoy son desempeñadas por el Tribunal de Jus­
ticia en sala plena, lo serán por la Córte Suprema una vez instalada
y mientras no se dicten las leyes orgánicas y de procedimiento.
Art. 221. Se establecerá en la Capital de la Provincia dos Cáma­
ras de apelación en lo civil y una para lo criminal y comercial, las
que conocerán en grado de apelación de las resoluciones ó sentencias
de los Jueces de primera instancia del departamento de la Capital en
las causas de su fuero respectivo.
Art. 222. En la campaña se establecerá tres Cámaras de apelación
con jurisdicción civil, mercantil y criminal, en los departamentos del
Sud, del Centro y del Norte, con residencia en las ciudades cabezas
de estos departamentos, las que conocerán en grado de apelación de
las resoluciones ó sentencias de los Jueces de primera instancia de su
respectivo departamento.
Art. 223. Cada Cámara de apelación se compondrá de tres Jueces,
y tendrá un Secretario letrado nombrado en la misma forma que ellos.
Art. 224. El Poder Ejecutivo nombrará en la forma dispuesta en
el artículo 184 de esta Constitución, cuatro Jueces de primera ins­
tancia en lo civil, tres en lo criminal y dos en lo comercial, con resi­
dencia en la ciudad capital y cuya jurisdicción se estenderá al de­
partamento de la Capital con los partidos que actualmente lo forman;
y en la campaña nombrará un juez con la jurisdicción civil y comer­
cial y otro con jurisdicción criminal para cada departamento.
Art. 225. Las Cámaras de apelación y Jueces de primera instan­
cia seguirán conociendo de todas las causas sujetas á su jurisdicción
con arreglo á las leyes vij entes y observarán el mismo procedimiento
actual, en cuanto no se oponga á esta Constitución y miéntras no se
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 7 3 39

dén las leyes orgánicas y reglamentarias y se establezca la jurisdic­


ción de tierras.
Art. 226. Instalada la Lejislatura del año de 1874, dictará dichas
leyes orgánicas y reglamentarias en el periodo ordinario de sus sesio­
nes; si no lo efectuase en dicho tiempo, la Suprema Corte de Justicia
propondrá á la sanción de la Lejislatura de 1875, á la apertura de
sus sesiones, los proyectos comprensivos de dichas leyes.
Art. 227. La Lejislatura actual dictará la ley orgánica de la Jus­
ticia de Paz; y si no pudiese organizarse lo conveniente para la elec­
ción directa de los Jueces de Paz en el resto del presente año, el Po­
der Ejecutivo seguirá haciendo los nombramientos de estos funcio­
narios para el año entrante de 1874, y la justicia correccional seguirá
así mismo como está organizada hasta que se dicte aquella ley.
Art. 228. La organización municipal seguirá bajo las bases vi-
jentes hasta que la Lejislatura dicte la ley orgánica con arreglo á lo
que se ordena en esta Constitución.
Art. 229. El primer período gubernativo bajo el mecanismo de
elección y nombramiento que se establece en esta Constitución, em­
pezará á rejir el l v de Mayo de 1875, y al efecto se dictarán las dis­
posiciones convenientes para hacer efectivo oportunamente el nom­
bramiento del Colejio electoral.
Art. 230. Esta Constitución será jurada solemnemente el dia ocho
de Diciembre del presente año en toda la Provincia, quedando autori­
zado el Poder Ejecutivo para tomar las disposiciones convenientes al
efecto, y si por algún accidente no pudiese verificarse en el mencionado
dia, el Poder Ejecutivo fijará un nuevo dia á la brevedad posible.
Art. 231. Promulgúese, comuniqúese y cúmplase en todo el terri­
torio de la Provincia.
Sala de Sesione* de la Convención Constituyente de Buenos Aire:, ú v; intinneve de
Noviembre de mil ochocientos setenta y tres.
MANUEL QUINTANA
Presidente
V íc to r M a r t ín e z A noriís S om ei . i. fra
Vice presidente 1? Vice presidente 2 -'

J osé JI . J u r a d o — F ú t i l R c r n a l — D e l fí n R . H u ergo
— J o s é M . M o r í n o — A d o l fo A ln in a — ( itrios E n c in a —
E z e q u ie l A. P treg ru — P ed ro (i ag í m i— J o s é S e r illo
V ázqu ez— J osé M a n u el E stra d a — M a n u el O b a r r io —
Juan J. M o n tes de O ca— M a n u el TI. L a n g r n h e im —
A n t o n i o E . M a ’a v c r — A d o l f o I n s ia r te — A le jo Ti. <Ton-
z a lr z — F r a n c i s c o A lc o b e n d a s — J u a n J. R om ero— M a­
r ia n o M a r ín — J o s é T. fíu id n — M ig u e l V ille g a s — L u is
S a n z P e ñ a — P e d r o D . Q u i r o g a — A d o l fo R a w s o n — D a r ­
do R o c h a — L u is V. V a r e t a — J u lio Ti u ñ e z— E z e q u i e l
N . P a z — N o r b e r t o Q u i r n o C o s ta — F e lic ia n o C a ja r a v ille
— S is to V ille g a s — R e r n a r d o d e J r ig o g e n — J u a n M a r io
G u tié r r e z — V ic e n te F. L ó p ez — R u fin o de E liz a ld r —
S a n t ia g o A lc o r t a — J o s é M . M o r a le s — R a m ó n B . M u ñ iz
'o s é A . O c a n t o s .
D ieg oArana.
Secretario.
Es copia fiel del original
MANUEL QUINTANA
Presidente
D ie c o A ran a.
Secretario
40 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Diciembre 16 de 187:j.

Por recibida la presente Constitución, circúlese á todas las auto­


ridades de la Provincia, y júrese solemnemente en comicios públicos
en el dia que se designa en decreto de esta misma fecha; avisese re­
cibo, publíquese é insértese en el Rejistro Oficial.
A costa .
Amando Aborta.
Leopoldo B o x a v ilh a n o .
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 41

CONSTITUCION
D E LA

PROVINCIA DE BUENOS AIRES <>


(21 DE OCTUBRE DE 1889)

Nos, los Representantes de la Provincia de Buenos Aires, re­


unidos en Convención por su voluntad y elección, con el objeto de
constituir el mejor gobierno de todos y para todos, afianzar la jus­
ticia, consolidar la paz interna, proveer á la seguridad común, pro­
mover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad
para el pueblo y para los demás hombres que quieran habitar su
suelo, invocando á Dios, fuente de toda razón y justicia, ordenamos,
decretamos y establecemos esta Constitución.

SECCION PRIM ERA

Declaraciones, derechos y garantías

Art. I9 La provincia de Buenos Aires, como parte integrante


de la República Argentina, constituida bajo la forma represen­
tativa republicana federal, tiene el libre ejercicio de todos los
poderes y derechos que por la Constitución Nacional no hayan
sido delegados al gobierno de la nación.
Art. 2 ’ Todo poder público emana del pueblo; y asi este puede
alterar ó reformar la presente Constitución, siempre que el bien
común lo exija y en la form a que por ella se establece.
Art. 3" Los límites territoriales de la provincia, son los que
por derecho le corresponden con arreglo á lo que la Constitución
Nacional establece y sin perjuicio de las cesiones ó tratados in­
terprovinciales que puedan hacerse autorizados por la legislatura,
por ley sancionada por dos tercios de votos del número total de
los miembros de cada cámara.
Art. 4'-’ La capital de la provincia de Buenos Aires es la ciu­
dad La Plata.
Art. 5- El estado civil de las personas, será uniformemente
llevado en toda la provincia por las autoridades civiles, sin dis­
tinción de creencias religiosas, en la forma que lo establezca la ley.

I1) E d i c i ó n oficia l. E sta b le cim ie n to t i p o g r á f ic o « L a D i s c u s i ó n » , L a Plata, 1889.


42 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 6'- Es inviolable en el territorio de la provincia el de­


recho que todo hombre tiene para rendir culto á Dios Todo Po­
deroso, libre y públicamente, según los dictados de su conciencia.
Art. 7" El uso de la libertad religiosa, reconocida en el artículo
anterior, queda sujeto á lo que prescriben la moral y el orden
público.
Art. 8' El gobierno de la provincia coopera á sostener el culto
católico apostólico romano, con arreglo á las prescripciones de la
Constitución Nacional.
Art. 9" Todos los habitantes de la provincia, son por su na­
turaleza libres é independientes y tienen derecho perfecto de de­
fender y de ser protegidos en su vida, libertad, reputación, se­
guridad y propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces, sino
por via de penalidad con arreglo á ley anterior al hecho del pro­
ceso y prévia sentencia legal del juez competente.
Art. 10. Los habitantes de la provincia son iguales ante la
ley y ésta debe ser una misma para todos y tener una acción y
fuerza uniformes.
Art. 11. La libertad de la palabra escrita ó hablada, es un
derecho asegurado á los habitantes de la provincia. Todos pueden
publicar por la prensa sus pensamientos y opiniones, siendo res­
ponsables de su abuso ante el jurado que conocerá del hecho y
del derecho con arreglo á la ley de la materia, sin que en ningún
caso la legislación pueda dictar medidas preventivas para el uso
de esta libertad, ni restringirla ó limitarla en manera alguna. En
los juicios á que diere lugar el ejercicio de la libertad de la pa­
labra y de la prensa, el jurado admitirá la prueba como descargo,
siempre que se trate de la conducta oficial de los empleados ó
de la capacidad política de personas públicas.
Art. 12. Queda asegurado á todos los habitantes de la provin­
cia el derecho de reunión pacífica para tratar asuntos públicos ó
privados, con tal que no turben el orden público, así como el de
petición individual ó colectiva, ante todas y cada una de sus
autoridades, sea para solicitar gracia ó justicia, instruir á sus
representantes, ó para pedir la reparación de agravios. En ningún
caso una reunión de personas podrá atribuirse la representación
ni los derechos del pueblo ni peticionar en su nombre, y los que
lo hicieren cometen delito de sedición.
Art. 13. Nadie podrá ser detenido sin que preceda indagación
sumaria que produzca semi-plena prueba ó indicio vehemente de
un hecho que merezca pena corporal, salvo el caso infraganti en
que todo delincuente puede ser detenido por cualquiera persona
y conducido inmediatamente á presencia de su juez; ni podrá set
constituido en prisión sin orden escrita de juez competente.
Art. 14. Toda órden de pesquisa, detención de una ó mas per­
sonas ó embargo de propiedades, deberá especificar las personas
ú objetos de pesquisa ó embargo, describiendo particularmente
el lugar que debe ser registrado, y no se espedirá mandato de esta
clase, sino por hecho punible apoyado en juramento ó afirmación,
sin cuyos requisitos la órden ó mandato no será exequible.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 43

Art. 15. La legislatura dictará oportunamente la ley que or­


ganice el juicio por jurados en materia criminal. En tanto que
éste no se establezca, la jurisdicción criminal será ejercida por
los tribunales que crea esta Constitución.
Art. 16. No podrá juzgarse por comisiones ni tribunales es­
peciales, cualquiera que sea la denominación que se les dé.
Art. 17. Todo aprehendido será notificado de la causa de su
detención, dentro de las veinte y cuatro horas.
Art. 18. Toda persona detenida podrá pedir, por sí ó por medio
de otra, que se le haga comparecer ante el juez más inmediato y
espedido que sea el auto por autoridad competente, no podrá ser
detenida contra su voluntad, si pasadas las veinte y cuatro horas
no se le hubiese notificado por juez igualmente competente, la
causa de su detención. Todo juez, aunque lo sea en un tribunal
colegiado, á quien se hiciere esta petición ó se reclamase la ga­
rantía del artículo anterior, deberá proceder en el término -de
veinticuatro horas, contadas desde su presentación con cargo autén­
tico, bajo multa de mil pesos nacionales. Proveída la petición,
el funcionario que retuviese al detenido ó dejase de cumplir dentro
del término señalado por el juez el requerimiento de éste, incu­
rrirá en la multa de quinientos pesos nacionales, sin perjuicio de
hacerse efectivo el auto.
Art. 19. Será escarcelada ó eximida de prisión toda persona
que diere fianza suficiente para responder de los daños y per­
juicios, fuera de los casos en que por el delito merezca pena cor­
poral aflictiva cuya duración esceda de dos años. Esta disposi­
ción no será aplicable á los escarcelados que cometan un nuevo
delito durante el proceso, ni tampoco á los reincidentes.
Art. 20. No se dictarán leyes que importen sentencia, que em­
peoren la condición de los acusados por hechos anteriores, priven
de derechos adquiridos ó alteren las obligaciones de los contratos.
Art. 21. Todo habitante de la provincia, tiene el derecho de
entrar y salir del pais, de ir y venir llevando consigo sus bienes,
salvo el derecho de tercero.
Art. 22. La correspondencia epistolar es inviolable.
Art. 23. El dom icilio de una persona no podrá ser allanado,
sino por orden escrita de juez ó de las autoridades municipales
encargadas de vigilar la ejecución de los reglamentos de salu­
bridad pública y á este solo objeto.
Art. 24. Ningún habitante de la provincia, estará obligado á
hacer lo que la ley no manda, ni será privado de hacer lo que
ella no prohíbe.
Art. 25. Las acciones privadas de los hombres, que de ningún
modo ofendan al orden público ni perjudiquen á un tercero, están
reservadas á Dios y exentas de la autoridad de los magistrados.
Art. 26. La libertad de trabajo, industria y comercio, es un
derecho asegurado á todo habitante de la provincia, siempre que
no ofenda ó perjudique á la moral ó á la salubridad pública, ni
sea contrario á las leyes del pais ó á los derechos de tercero.
44 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 27. A ningún acusado se le obligará á prestar juramento,


ni á declarar contra si mismo en materia criminal, ni será en­
causado dos veces por un mismo delito.
Art. 28. Las prisiones son hechas para seguridad y no para
mortificación de los detenidos. Las penitenciarias serán regla­
mentadas de manera que constituyan centros de trabajo y mo­
ralización. Todo rigor innecesario, hace responsable á las autori­
dades que lo ejerzan.
Art. 29. La propiedad es inviolable y ningún habitante de la
provincia puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia
fundada en ley. La expropiación por causa de utilidad pública,
debe ser calificada por ley y préviamente indemnizada.
Art. 30. Se ratifica para siempre las leyes de libertad de vien­
tres y las que prohíben el tráfico de esclavos, la confiscación de
bienes, el tormento, las penas crueles, infamia trascendental, ma­
yorazgos y vinculaciones de toda especie, debiendo ser enagenable
toda propiedad.
Art. 31. Ninguna persona será encarcelada por deudas en
causa civil, salvo los casos de fraude ó culpa especificados por ley.
Art. 32. Los extrangeros gozarán en el territorio de la pro­
vincia de todos los derechos civiles del ciudadano y de los demás
que esta Constitución les acuerda.
Art. 33. La libertad de enseñar y aprender no podrá ser coar­
tada por medidas preventivas.
Art. 34. Las universidades y facultades científicas, erigidas
legalmente, expedirán los títulos y grados de su competencia, sin
mas condición que la de exijir exámenes suficientes en el tiempo
en que el candidato lo solicite, de acuerdo con los reglamentos
de las facultades respectivas, quedando á la legislatura la fa­
cultad de determinar lo concerniente al ejercicio de las profesio­
nes liberales.
Art. 35. La legislatura no podrá dictar ley alguna que autorice
la suspensión de pagos en metálico de los billetes del banco de la
provincia, sino por sanción de dos tercios de votos. En ningún caso
podrá dictar ley que autorice la emisión de papel moneda.
Art. 36. Quedan prohibidas la estraccion y venta de loterías
y los establecimientos públicos de juegos de azar.
Art. 37. Los poderes públicos no podrán delegar las facul­
tades que le han sido conferidas por esta Constitución, ni atribuir
al poder ejecutivo otras que las que espresamente le están acor­
dadas por ella.
Art. 38. No podrá acordarse remuneración á ninguno de los
miembros de los poderes públicos y ministros-secretarios, mien­
tras lo sean, por servicios hechos ó que se les encargaren en el
ejercicio de sus funciones, ó por comisiones especiales ó extra­
ordinarias.
Art. 39. No podrá autorizarse empréstito alguno sobre el cré­
dito general de la provincia, ni emisión de fondos públicos, sinó
por ley sancionada por dos tercios de votos de los miembros pre­
sentes de cada cámara.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 45

Art. 40. Toda ley que sancione empréstito deberá especificar


los recursos especiales con que deba hacerse el servicio de la
deuda y su amortización.
Art. 41. No podrá aplicarse los recursos que se obtengan por
empréstito sinó á los objetos determinados, que debe especificar
la ley que lo autorice, bajo responsabilidad de la autoridad que
los invierta ó destine á otros objetos.
Art. 42. La legislatura no podrá disponer de suma alguna del
capital del banco de la provincia. En cuanto á las utilidades de
que no dispusiere la legislatura, serán acumuladas á su capital
anualmente por el directorio.
Art. 43. Ningún impuesto establecido ó aumentado para su­
fragar la construcción de obras especiales, podrá ser aplicado
interina ó definitivamente á objetos distintos de los determinados
en la ley de su creación, ni durará por mas tiempo que el que
se empleen en redimir la deuda' que se contraiga.
Art. 44. Los empleados públicos á cuya elección ó nombramiento
no provea esta Constitución, serán nombrados ó elegidos según lo
disponga la ley.
Art. 45. No podrá acumularse dos ó mas empleos á sueldo en
una misma persona, aunque sea el uno provincial y el otro nacional,
con excepción de los del majisterio en ejercicio. En cuanto á los
empleos gratuitos y comisiones eventuales, la ley determinará los
que sean incompatibles.
Art. 46. Todo funcionario y empleado de la provincia cuya re­
sidencia no esté regida por esta Constitución, deberá tener su do­
micilio real en el partido donde ejerza sus funciones.
La ley determinará las penas que deban aplicarse á los infrac­
tores y los casos que pueda acordarse licencias temporales.
Art. 47. Las declaraciones, derechos y garantías enumerados
en esta Constitución, no serán interpretados como negación ó mén-
gua de otros derechos y garantías no enumerados ó virtualmente
retenidos por el pueblo, que nacen del principio de la soberanía
popular y que corresponden al hombre en su calidad de tal.
Art. 48. Toda ley, decreto ú orden contrarios á los artículos pre­
cedentes ó que impongan al ejercicio de las libertades y derechos
reconocidos en ellos, otras restricciones que las que los mismos
artículos permiten, ó priven á los ciudadanos de las garantías que
aseguran, serán inconstitucionales y no podrán ser aplicados por
los jueces. Los individuos que sufran los efectos de toda orden que
viole ó menoscabe estos derechos, libertades y garantías, tienen
acción civil para pedir las indemnizaciones por los perjuicios que
tal violación ó menoscabo les cause, contra el empleado ó funcio­
nario que la haya autorizado ó ejecutado.
46 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

SECCION SEGUNDA

Régimen electoral

C A P ÍT U L O I

D isposiciones G e n era les

Art. 49. La representación política tiene por base la población


y con arreglo á ella se ejercerá el derecho electoral.
Art. 50. La atribución del sufragio popular es un derecho inhe­
rente á la calidad de ciudadano argentino y un deber que desem­
peñará con arreglo á las prescripciones de esta Constitución y á la
ley de la materia.
Art. 51. La proporcionalidad de la representación será la regla
en todas las elecciones populares á fin de dar á cada opinión un
número de representantes proporcional al número de sus adherentes,
según el sistema que para la aplicación de este principio deter­
mine la ley.
Art. 52. El territorio poblado de la provincia se dividirá en
tantos distritos electorales cuantos sean los municipios, á los efec­
tos de la inscripción, organización é instalación de las mesas re­
ceptoras y recepción de los votos.
La legislatura determinará el número de comicios en que pue­
da sub-dividirse el distrito electoral, cuando las necesidades de
la población lo requieran.
En ningún caso la legislatura podrá formar secciones elec­
torales en que corresponda elegir á cada una de ellas un número
menor de tres senadores y seis diputados.
Art. 53. Para toda elección popular deberá servir de base
el registro electoral de cada distrito que se hará cada cuatro años,
por inscripción directa á domicilio, por comisiones empadronado­
ras nombradas á la suerte por las municipalidades respectivas, y
donde no hubiese éstas por los jueces de paz.
Este registro se reabrirá en la respectiva municipalidad ó juz­
gado de paz en su caso cada año durante el mes de Setiembre, al efec­
to de que puedan inscribirse los ciudadanos que se encontrasen en
las condiciones requeridas.
Art. 54. Las mesas receptoras de votos en cada distrito serán
también formadas á la suerte por !as municipalidades, ó por los jueces
de paz en su caso.
Art. 55. Los cargos de empadronadores y miembros de las mesas
receptoras serán obligatorios á todo ciudadano, bajo multa que esta­
blecerá la ley á beneficio de la municipalidad respectiva.
Art. 56. Ningún ciudadano podrá votar sino en el distrito electo­
ral de su residencia y estando inscripto en el registro.
Art. 57. La ley de elecciones deberá ser uniforme para toda la
provincia.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 47

Art. 58. Toda elección deberá terminarse en un solo día, sin que
las autoridades puedan suspenderla por ningún motivo.
Art. 59. Se votará personalmente y por boletas en que consten los
nombres de los candidatos.
Art. 60. Ningún ciudadano inscripto que no haya sido movilizado,
podrá ser citado ni retenido para el servicio militar ordinario desde
quince días antes (por lo menos) de las elecciones, hasta ocho días
después de estas.
Art. 61. No podrá votar la tropa de línea, ni ningún individuo que
forme parte de la policía de seguridad.
Art. 62. Las mesas receptoras de votos tendrán á su cargo el or­
den inmediato del colegio electoral, durante el ejercicio de sus fun­
ciones y para conservarlo ó restablecerlo podrán requerir el auxilio
de la fuerza pública.

SECCION TERCERA

Poder Lejislativo

C A P ÍT U L O I

D e la L e j is l a t u r a

Art. 63. El poder lejislativo de la provincia será ejercido por dos


cámaras, una de diputados y otra de senadores, elegidos directa­
mente por ciudadanos argentinos, con arreglo á las prescripciones
de esta Constitución y á la ley de la materia.

C A P ÍT U L O II

D e la C á m a r a d e D i p u t a d o s

Art. 64. Esta cámara será compuesta de ciudadanos elegidos en


razón de uno por cada diez mil habitantes, ó de una fracción que
no baje de cinco mil.
Cuando el número de diputados alcance á cien, la legislatura de­
terminará, después de cada censo decenal, la proporción del número
de habitantes que ha de representar cada diputado, para que no exce­
da nunca de aquel número.
Art. 65. El cargo de diputado durará tres años, pero la cámara
se renovará por terceras partes cada año.
Art. 66. Para ser Diputado, se requieren las cualidades si­
guientes :
1* Ciudadanía natural en ejercicio, ó legal después de cinco años
de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no sean
hijos de la provincia.
2’ Veintidós años de edad.
Art. 67. Es incompatible el cargo de diputado, con el de emplea­
do á sueldo de !a provincia ó de la nación y de miembro de los di-
48 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

rectorios de los establecimientos públicos de la provincia. Escep-


túanse los del magisterio en ejercicio y las comisiones eventuales.
Todo ciudadano que siendo diputado, aceptase cualquier empleo
de los espresados en el inciso anterior, cesará por ese hecho de ser
miembro de la cámara.
Art. 68. Es de competencia esclusiva de la cámara de diputados:
l 9 Prestar su acuerdo al P. E. para el nombramiento de los miem­
bros del consejo general de educación.
2" Acusar ante el senado al gobernador de la provincia y sus mi­
nistros, al vice-gobernador y á los miembros de la suprema corte
de justicia, por delitos en el desempeño de sus funciones ó falta
de cumplimiento á los deberes de su cargo.
Para usar de esta atribución deberá preceder una sanción de la
cámara por dos tercios de votos de sus miembros presentes, que de­
claren que hay lugar á formación de causa. — Cualquier habitan­
te de la provincia tiene acción para denunciar ante la cámara de
diputados el delito ó falta, á efecto de que se promueva la acusación.
La ley determinará el procedimiento de estos juicios.
Art. 69. Cuando se deduzca acusación por delitos comunes con­
tra los funcionarios acusables por la cámara de diputados, no po­
drá procederse contra sus personas sin que se solicite por el tribu­
nal competente se allane la inmunidad del acusado, á cuyo efec­
to se remitirán los antecedentes á aquella cámara y no podrá alla­
narse dicha inmunidad sino por dos tercios de votos.

C A P ÍT U L O III

D el S enad o

Art. 70. Esta cámara se compondrá de ciudadanos elegidos en ra­


zón de uno por cada veinte mil habitantes, ó de una fracción que
no baje de diez mil.
Cuando el número de senadores alcance á cincuenta, la legislatu­
ra determinará, después de cada censo decena!, la proporción del nú­
mero de habitantes que ha de representar cada senador para que no
exceda nunca de aquel número.
Art. 71. Son requisitos para ser senador:
l 9 Ciudadanía natural en ejercicio, ó legal, después de cinco años
de obtenida y residencia inmediata de un año para los que no sean
hijos de la provincia.
29 Tener treinta años de edad.
Art. 72. Son también aplicables al cargo de senador las incompa­
tibilidades establecidas en el art. 67 para los diputados, en los térmi­
nos allí prescriptos.
Art. 73. El cargo de senador durará cuatro años, pero la cámara
se renovará por mitad cada dos años.
Art. 74. Es atribución exclusiva de! senado juzgar en juicio públi­
co á los acusados por la cámara de diputados, constituyéndose al
efecto en tribunal y prestando sus miembros juramento ó afirmación
para estos casos.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 49

Cuando el acusado fuese el gobernador ó vice-gobernador de la


provincia, deberá presidir el senado el presidente de la suprema
corte de justicia, pero no tendrá voto.
Art. 75. El fallo del senado en estos casos no tendrá más efecto
que destituir al acusado y aún declararlo incapaz de ocupar ningún
puesto de honor ó á sueldo de la provincia.
Ningún acusado podrá ser declarado culpable, sin una mayoría de
dos tercios de votos de los miembros presentes.
Deberá votarse en estos casos nominalmente y registrarse en el
diario de sesiones el voto de cada senador.
Art. 76. El que fuese condenado en esta forma, queda sin embar­
go sujeto á acusación y juicio ante los tribunales ordinarios.
Art. 77. Presta su acuerdo á los nombramientos que debe hacer
el P. E. con este requisito y le presenta una terna alternativa para el
nombramiento de tesorero y sub-tesorero, contador y sub-contador
de la provincia.

C A P ÍT U L O IV

D isp o sicio n es co m u n es á am bas C ám aras

Art. 78. Las elecciones para diputados y senadores tendrán lugar


el último domingo de marzo.
Art. 79. Las cámaras abrirán sus sesiones ordinarias el 1? de ma­
yo de cada año y las cerrarán el treinta y uno de agosto. Fun­
cionarán en !a capital de la provincia, pero podrán hacerlo por cau­
sas graves en otro punto, precediendo una disposición de ambas cá­
maras que lo acuerde.
Las sesiones podrán prorrogarse hasta sesenta días, prévia una
sanción que lo disponga.
Art. 80. Los senadores y diputados residirán en la provincia
mientras dure el ejercicio de sus funciones.
Art. 81. Las cámaras podrán ser convocadas por el P. E. á sesio­
nes extraordinarias, siempre que un asunto de interés público y
urgente así lo exija, ó cuando por las mismas razones, lo solicite
una cuarta parte de los miembros de cada cámara y en estos ca­
sos, solo se ocuparán del asunto ó asuntos que motiven la convo­
catoria.
Antes de entrar las cámaras ó ocuparse del asunto que moti­
va la convocatoria, deberán declarar préviamente que ha llegado
e! caso de urgencia y de interés público á que se refiere la prime­
ra parte de este artículo.
Art. 82. Cada cámara es juez esclusivo de las elecciones de sus
miembros y de la validez de sus títulos.
Art. 83. Para funcionar necesitan mayoría absoluta del total de
sus miembros, pero en número menor, podrán reunirse al solo efec­
to de acordar las medidas que estimen conveniente para compeler
á los inasistentes.
Art. 84. Ninguna de las cámaras podrá suspender sus sesiones
mas de tres días sin acuerdo de la otra.
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 4
50 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 85. Ningún miembro del poder lejislativo durante su man­


dato, ni aún renunciando su cargo, podrá ser nombrado para de­
sempeñar empleo a'guno rentado que haya sido creado, ó cuyos
emolumentos se hayan aumentado durante el periodo legal de la
legislatura en que funciona, ni ser parte en contrato alguno que
resulte de una ley sancionada durante su periodo.
Art. 86. Cada cámara podrá nombrar comisiones de su seno, pa­
ra examinar el estado del tesoro y para el mejor desempeño de las
atribuciones que le conciernen y podrá pedir á los jefes de depar­
tamentos de la administración, y por su conducto á sus subalter­
nos, los informes que crea convenientes.
Art. 87. Podrán también espresar la opinión de su mayoría por
medio de reso'uciones ó declaraciones sin fuerza de ley, sobre cual­
quier asunto político ó administrativo que afecte los intereses gene­
rales de la provincia ó de la nación.
Art. 88. Cada cámara podrá hacer venir á su sala á los minis­
tros del poder ejecutivo, para pedirles los informes que estime conve­
niente.
Art. 89. Cada cámara se regirá por un reglamento especial y
nombrará su presidente y vices, á escepcion del presidente del se­
nado, que lo será el vice-gobernador, pero no tendrá voto sino en
caso de empate.
Art. 90. La legislatura sancionará su presupuesto acordando el
número de empleados que necesite, su dotación y la forma en que
deben proveerse. Esta ley no podrá ser vetada por el P. E.
Art. 91. Las sesiones de ambas cámaras serán públicas y solo po­
drán ser secretas por acuerdo de la mayoría.
Art. 92. Los miembros de ambas cámaras son inviolables por las
opiniones que manifiesten y votos que emitan en el desempeño de
su cargo.
No hay autoridad alguna que pueda procesarlos ni reconvenirlos
en ningún tiempo por tales causas.
Art. 93. Los senadores y diputados gozarán de completa inmuni­
dad en su persona desde el dia de su elección hasta el dia en que
cese su mandato y no podrán ser detenidos por ninguna autoridad
sino en caso de ser sorprendidos infraganti en la ejecución de algún
crimen, dándose inmediatamente cuenta á la cámara respectiva, con
la información sumaria del hecho, para que resuelva ío que corres­
ponda según el caso, sobre la inmunidad personal.
Art. 94. Cuando se deduzca acusación ante la justicia ordinaria
contra cualquier senador ó diputado, examinado el mérito del su­
mario, podrá la cámara respectiva, con dos tercios de votos suspen­
der en sus funciones al acusado, dejándolo á disposición del juez
competente para su juzgamiento.
Art. 95. Cada cámara podrá corregir á cualquiera de sus miem­
bros, por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, por
dos tercios de votos, y en caso de reincidencia podrá espulsarlo por
el mismo número de votos.
Por inasistencia notable podrá también declararlo cesante en la
misma forma.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 51

Art. 96. Cada cámara tendrá jurisdicción para corregir los actos
que atenten contra su autoridad, dignidad é independencia y contra
las inmunidades de sus miembros. La ley definirá los casos y las
penas para la aplicación de este artículo.
Art. 97. Al aceptar el cargo los diputados y senadores, jurarán
por Dios y por la Pátria desempeñarlo fielmente.
Art. 98. Los senadores y diputados gozarán de una remunera­
ción determinada por la legislatura.

C A P ÍT U L O V

A trib u cio n es d el P od er L e jis l a l i v o

Art. 99. Corresponde al poder lejislativo:


l 9 Establecer los impuestos y contribuciones necesarias para
los gastos de servicio público, debiendo estas cargas ser uniformes en
toda la provincia.
29 Fijar anualmente el presupuesto de gastos y el cálculo de re­
cursos. La ley de presupuesto, será la base á que debe sujetarse
todo gasto en la administración general de la provincia.
39 Crear y suprimir empleos para la m ejor administración de la
provincia, determinando sus atribuciones, responsabilidades y do­
tación.
49 Fijar las divisiones territoriales para la mejor administración.
59 Conceder indultos y acordar amnistías por delitos de sedi­
ción en la provincia.
69 Autorizar la reunión ó movilización de la milicia ó de parte de
ella en los casos en que la seguridad pública de la provincia lo exija,
sin perjuicio de las atribuciones del gobierno general.
79 Conceder privilegios por un tiempo limitado ó los autores ó
inventores, perfeccionadores y primeros introductores de nuevas in­
dustrias para explotarse solo en la provincia, sin perjuicio de las
atribuciones del gobierno general.
8" Dictar leyes estableciendo los medios de hacer efectivas las
responsabilidades de todos los recaudadores de rentas y tesoreros de
la provincia y sus municipios.
99 Dictar leyes estableciendo los medios de hacer efectivas las
responsabilidades civiles de los funcionarios públicos.
109 Aprobar ó desechar los tratados que el P. E. celebrase con
otras provincias.
I I 9 Admitir ó desechar las renuncias que hicieren de su cargo el
gobernador ó el vice-gobernador y declarar el caso de procederse á
nueva elección por la renuncia ó impedimento de ámbos.
129 La legislatura creará en el próximo período legislativo á la
promulgación de esta Constitución, un tribunal de cuentas con po­
der para aprobar ó desaprobar la percepción é inversión de caudales
públicos hecha por todos los funcionarios y administradores de la pro­
vincia. Este tribunal será compuesto de un presidente letrado y do
cuatro vocales contadores nombrados por e! P. E. con acuerdo del
senado y serán inamovibles. Las acciones á que dieran lugar ios
52 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

fallos de este tribunal serán deducidas por el fiscal de estado ante


quien corresponda.
Los miembros de este tribunal son enjuiciables en la misma for­
ma y en los mismos casos que los jueces de las cámaras de apelación.
139 Discernir honores y recompensas pecuniarias por una sola
vez y con dos tercios de votos del número total de los miembros de
cada cámara, por servicios distinguidos prestados a la provincia.
14f Dictar en e! período inmediato á la sanción de esta Constitu­
ción la ley orgánica del montepío civil, creando un fondo especial
administrado por el poder público, para atender con sus rentas las
jubilaciones y pensiones á que sean acreedores los empleados de la
provincia ó deudos en su caso. La ley determinará los casos y con­
diciones para gozar de los beneficios de esta institución.
15" La legislatura dictará en el próximo período una ley gene­
ral de sueldos y no podrá aumentar ó disminuir la compensación de
los empleos, sino por medio de la reforma de la misma.
16’ Dictará todas aquellas leyes necesarias para el mejor des­
empeño de las anteriores atribuciones y para todo asunto de interés
público y general de la provincia, cuya naturaleza y objeto no co­
rresponda privativamente á los poderes nacionales.

CAPlTTLO vi

P r o c e d im ie n to ijara la fo r m a c ió n de las le y e s

Art. 100. Toda ley puede tener principio en cualquiera de las


cámaras y se propondrá en forma de proyecto por cualquiera de los
miembros de cada cámara y también por el P. E.
Art. 101. Aprobado un proyecto por la cámara de su origen, pa­
sará para su revisión á la otra y si ésta también lo aprobase, se co­
municará al P. E. para su promulgación.
Art. 102. Si la cámara revisora modifica el proyecto que se le ha
remitido, volverá á la iniciadora y si ésta aprueba las modificaciones
pasará al P. E.
Si las modificaciones fuesen rechazadas, volverá por segunda vez
el proyecto á la cámara revisora y si ella no tuviese dos tercios para
insistir, prevalecerá !a sanción de la iniciadora. Pero si concurrie­
sen dos tercios de votos para sostener las modificaciones, el proyecto
pasará de nuevo á la cámara de su origen, la que necesitará igual­
mente el voto de las dos terceras partes de sus miembros presentes
para que su sanción se comunique al poder ejecutivo.
Si la cámara revisora insiste en sus modificaciones por unani­
midad, volverá el proyecto á la iniciadora. Si esta las rechaza también
por unanimidad, se considerará desechado el proyecto y en. caso
contrario quedará sancionado con las modificaciones.
Art. 103. Ningún proyecto de ley rechazado totalmente por una
de las cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año.
Un proyecto sancionado por una de las cámaras y no tratado por
la otra en ese año ó en el siguiente se considerará rechazado.
No podrá discutirse en particular un proyecto en el mismo día
en que se hubiese sancionado en general, salvo el caso de leyes tenden­
tes á contener invasiones ó insurrecciones.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 53

Art. 104. El poder ejecutivo deberá promulgar loa proyectos de


ley sancionados dentro de diez dias de haberle sido remitidos por la
legislatura, pero podrá devolverlos con observaciones durante dicho
plazo, y si una vez transcurrido no ha hecho la promulgación, ni los
ha devuelto con sus objeciones, serán ley de la provincia y deberán
promulgarse y publicarse en el dia inmediato por el poder ejecutivo,
ó en su defecto se publicarán por el presidente de la cámara que
hubiese prestado la sanción definitiva.
En cuanto á la ley general de presupuesto, que fuese observada
por el P. E. solo será reconsiderada en la parte objetada, quedando
en vigencia lo demás de e!la.
Art. 105. Si antes dél vencimiento de los diez dias hubiese tenido
lugar la clausura de las cámaras, el P. E. deberá dentro de dicho
término remitir el proyecto vetado á la secretaria de la cámara de su
origen, sin cuyo requisito no tendrá afecto el veto.
Art. 106. Devuelto un proyecto por el poder ejecutivo será recon­
siderado primero en Ja cámara de su origen, pasando luego á la revi-
sora y si ambas insisten en su sanción por el voto de los dos tercios
de sus miembros presentes, el proyecto será ley y el ejecutivo se ha­
llará obligado á promulgarlo. En caso contrario no podrá repetirse
en las sesiones de aquel año.
Art. 107. Si un proyecto de ley observado volviese á ser sancio­
nado en uno de los dos períodos lejislativos subsiguientes, el poder
ejecutivo no podrá observarlo de nuevo, estando obligado á promul­
garlo como ley.
Art. 108. En la sanción de 'as leyes se usará la siguiente fó r­
mula:
El senado y cámara de diputados de la provincia de Buenos A i­
res, sancionan con fuerza de ley, etc.
Art. 109. Ambas cámaras solo se reunirán para el desempeño de
las funciones siguientes:
V Apertura y clausura de las sesiones.
29 Para recibir el juramento de ley al gobernador y vice-gober-
nador de la provincia.
3" Para tomar en consideración las renuncias de los mismos
funcionarios.
4’ Para verificar la elección de senadores al congreso nacional.
5" Para practicar e! escrutinio de la elección de electores para
gobernador y vice-gobernador de l i provincia.
6V Para practicar el escrutinio del plebiscito sobre reforma de la
constitución, y según su resultado, convocar la convención
constituyente, haciendo también el escrutinio de la elección
de convencionales.
7’ Para considerar la renuncia de los senadores y diputados elec­
tos al congreso nacional.
Art. 110. Todos ¡os nombramientos que se difieren á la asam­
blea general, deberán hacerse á mayoría absoluta de los miembros pre­
sentes.
Art. 111. Si hecho el escrutinio no resultare candidato con mayo­
ría absoluta, deberá repetirse la votación contrayéndose á los dos
54 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

candidatos que hubiesen obtenido mas votos en la anterior y en caso


de empate decidirá el presidente.
Art. 112. De las escusaciones que se presenten de nombramien­
tos hechos por la asamblea, conocerá ella misma procediendo según
fuese su resultado.
Art. 113. Las reuniones de la asamblea general serán presididas
por el vice-gobernador, en su defecto por el vice-presidente del se­
nado, y á falta de éste por el presidente de la cámara de diputados.
Art. 114. No podrá funcionar la asamblea sin la mayoría abso­
luta de los miembros de cada cámara.

SECCION CUARTA
Poder Ejecutivo

C A P ÍT U L O I

D e su n a tu ra leza )i d u r a c ió n

Art. 115. El Poder Ejecutivo de la Provincia será desempeñado


por un ciudadano con el título de gobernador de la provincia de Bue­
nos Aires.
Art. 116. Al mismo tiempo y por el mismo período que se elija
gobernador, será e’ejido un vice-gobernador.
Art. 117. Para ser elejido gobernador ó vice-gobernador se re­
quiere :
1? Haber nacido en territorio argentino ó ser hijo de ciudadano
nativo si hubiese nacido en país extrangero.
2" Tener treinta años de edad.
39 Cinco años de domicilio en la provincia con ejercicio de ciu­
dadanía no interrumpida si no hubiese nacido en ella.
Art. 118. El gobernador y el vice-gobernador durarán cuatro años
en el ejercicio de sus funciones y cesarán en ellas en el mismo día en
que espire el periodo legal, sin que evento alguno pueda motivar su
prorrogación por un dia mas ni tampoco que se les complete mas
tarde.
A ”t. 119. El gobernador y el vice-gobernador no podrán ser reele-
jidos en el período siguiente á su elección.
Tampoco podrá el gobernador ser nombrado vice-gobernador ni el
vice-gobernador podrá ser nombrado gobernador.
Art. 120. Si ocurriese muerte, destitución, renuncia, enfermedad,
suspensión ó ausencia, las funciones del gobernador serán desempe­
ñadas por e’ vice-gobernador por todo el resto del período legal en
los tres primeros casos, ó hasta que haya cesado la inhabilidad acci­
dental en los tres últimos.
Art. 121. En caso de muerte, destitución, renuncia ó inhabilidad
del vice-gobernador, las funciones del poder ejecutivo serán desem­
peñadas por el vice-presidente del senado, tan solo mientras se pro­
ceda á nueva elección para completar el período legal, no pudiendo
esta elección recaer en dicho funcionario.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 55

No se procederá a nueva elección cuando el tiempo que falte para


completar el período gubernativo no esceda de un año.
Art. 122. En los mismos casos en que el vice-gobernador reem­
plaza al gobernador, el vice-presidente del senado reemplaza al vice­
gobernador.
Art. 123. La Legislatura dictará una ley que determine el fun­
cionario que deberá desempeñar el cargo provisoriamente para los
casos en que el gobernador, vice-gobernador y vice-presidente del se­
nado no pudiesen desempeñar las funciones del poder ejecutivo.
Art. 124. El gobernador y vice-gobernador, en ejercicio de sus
funciones, residirán en la capital de la provincia y no podrán au­
sentarse de ella por más de treinta días sin permiso de la legislatura,
y en ningún caso del territorio de la provincia sin este requisito.
Art. 125. En el receso de las cámaras solo podrán ausentarse por
un motivo urgente de interés público y por el tiempo indispensable
dando cuenta á aquellas oportunamente.
Art. 126. Al tomar posesión del cargo, el gobernador y el vice­
gobernador prestarán juramento ante el presidente de la asamblea
legislativa en los términos siguientes:
«Juro por Dios y por la Pátria y sobre estos santos evangelios,
observar y hacer observar la Constitución de la provincia, desempe­
ñando con lealtad y honradez el cargo de gobernador (ó vice-gober­
nador).— Si así no lo hiciere, Dios y la Pátria me lo demanden».
Art. 127. El gobernador y el vice-gobernador gozan del sueldo
que la ley determine, no pudiendo ser alterado en el período de sus
nombramientos. Durante éste no podrán ejercer otro empleo, ni reci­
bir otro emolumento de la nación ó de la provincia.

C A P ÍT C L O II

E le c c ió n , de G obern ad or

Art. 128. La elección de gobernador y vice-gobernador se practi­


cará del modo siguiente:
Seis meses antes de terminar el período gubernativo, el poder
ejecutivo, dando treinta días de término, convocará para esta elec­
ción al pueblo de la provincia.
La elección de los electores de gobernador y vice-gobernador será
directa y de acuerdo con el principio establecido en el artículo cin­
cuenta y uno, correspondiendo á cada sección elejir tantos senadores
como diputados y senadores.
Cada distrito electoral remitirá dos actas de la elección con los
registros y las protestas, si las hubiere, una al presidente del senado
y otre al gobernador de la provincia.
Treinta dias después de la elección, reunidas por lo menos las
dos terceras partes de las actas electorales, tomando por base lá
totalidad de distritos, se hará el escrutinio de votos por la asam­
blea legislativa.
Esta por el conducto del poder ejecutivo hará saber su nom­
bramiento á los que hubiesen resultado electos, acompañando una
acta autorizada de la sesión.
56 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Art. 129. Si no hubiese sido posible obtener las dos terceras


partes de las actas por no haber concurrido á la elección algunos
distritos, el presidente de la asamblea lo comunicará inmediata­
mente al Poder Ejecutivo, para que éste, dando el tiempo necesa­
rio, convoque nuevamente á elección á los distritos que no lo hu­
biesen verificado.
Art. 130. Quince dias después de las comunicaciones del nom­
bramiento á los ciudadanos que hubiesen sido electos, se reunirán
éstos en sesión preparatoria en la sala de sesiones de la asam­
blea legislativa, para resolver como juez único sobre la validez de
las elecciones respectivas, á cuyo efecto el presidente de la asam­
blea legislativa remitirá las actas orijinales con los rejistros y las
protestas que hubiesen acompañado.
La asamblea se expedirá dentro de diez dias contados desde su
primera reunión en el exámen de las actas.
Art. 131. Si del juicio pronunciado en el exámen de las actas
resultare que no había dos terceras partes de electores legalmente
nombrados, se procederá según lo prescripto en el artículo ciento
veinte y nueve decretándose nuevas elecciones donde hubiesen sido
anuladas.
Art. 132. Ocho dias después de terminado definitivamente el
exámen de las actas, se reunirá la convención electoral en la capital
de provincia y en el local designado, necesitando para funcionar dos
terceras partes de los electores convocados cuyos diplomas hayan
sido aprobados; nombrará de su seno un presidente y dos secretarios
y procederá cada elector á nombrar gobernador y vice-gobernador,
por cédulas firmadas, espresando en una la persona por quien vota
para gobernador y en otra para vice-gobernador.
El presidente de la asamblea electoral nombrará cuatro de sus
miembros para que reunidos á los dos secretarios, practiquen el
escrutinio comunicando el resultado al presidente, quien anunciará
á la asamblea el número de votos que hayan obtenido tales can­
didatos y el nombre de los electores que hubiesen votado por ellos.
Los que hayan obtenido mayoría absoluta de sufrajios con re­
lación al número de electores presente, serán inmediatamente pro­
clamados por el presidente de la convención, gobernador y vice­
gobernador de la provincia.
Art. 133. Si por dividirse la votación no hubiese mayoría ab­
soluta en favor de un candidato, se repetirá la votación entre los
que hubiesen obtenido la primera y segunda mayoría.
En los casos de empate se repetirá la votación, y si resultare
nueve empate decidirá el presidente de la convención.
Art. 134. La convención terminará en una sola sesión el nom­
bramiento de gobernador y vice-gobernador y lo hará saber al go­
bernador cesante y al presidente de la asamblea legislativa, acom­
pañando copia autorizada del acta de la sesión, á fin de que sea
comunicada o los electos.
Art. 135. Los que hayan resultado electos para gobernador y vi­
ce-gobernador deberán comunicar á la convención electoral su acep­
tación, en los diez dias siguientes á aquel en que les fué comunicado
su nombramiento.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 57

La convención electoral conocerá en las escusaciones que presen­


ten los nombrados antes de tomar posesión del cargo, y en caso de
aceptarlos procederá inmediatamente á hacer una nueva elección.
Una vez en posesión, corresponde á la asamblea legislativa cono­
cer de las renuncias del gobernador y vice-gobernador.
Art. 136. Declarado el caso de proceder á nueva elección, el ciuda­
dano en ejercicio del poder ejecutivo convocará al pueblo de la pro­
vincia con arreglo á lo establecido en la constitución, para la nueva
elección del colejio electoral que debe verificar el nombramiento de
gobernador y vice-gobernador para todo el resto del período legal.
Art. 137. Para ser elector se exijen los mismos requisitos que pa­
ra ser diputado.
No podrán ser electores los diputados ó senadores, tanto de la na­
ción como de la provincia.
Art. 138. El elector que no asistiese sin causa justificada, puesta
oportunamente en conocimiento de la convención, á desempeñar su
mandato en el dia fijado, incurrirá en la multa de ochocientos pesos
nacionales ó cuatro meses de prisión.
El presidente de la convención hará saber al poder ejecutivo quie­
nes sean los que se encuentren en este caso, á fin de que se haga
efectiva la pena.
Art. 139. La convención resolverá sobre la renuncia de sus miem­
bros por simple mayoría. Podrá reunirse en minoría para compe­
ler á los inasistentes que no se hubieran presentado á tercera cita­
ción y hasta declararlos cesantes, y para que se ordene una nueva
elección si no quedaren íntegras las dos terceras partes requeridas
en el artículo ciento treinta y dos.
Art. 140. Los electores gozan de las mismas inmunidades que los
miembros de la legislatura, desde el dia de su elección hasta el de
su cese.

C A P ÍT U L O III

A tr ib u e io n c / i d el P o d e r E je c u tiv o

Art. 141. El gobernador es el jefe de la administración de la pro­


vincia y tiene las siguientes atribuciones:
1* Promulgar y hacer ejecutar las leyes de la provincia facilitando
su ejecución por reglamentos y disposiciones especiales que no al­
teren su espíritu.
2* Concurrir á la formación de las leyes con arreglo á la constitu­
ción teniendo el derecho de iniciarlas por proyectos presentados á
las cámaras y de tomar parte en su discusión por medio de los mi­
nistros.
3? El gobernador podrá conmutar las penas impuestas por delitos
sujetos á la jurisdicción provincial, prévio informe motivado de la
suprema corte sobre la oportunidad y conveniencia de la conmuta­
ción, y con arreglo á la ley reglamentaria que determinará los casos
y la forma en que pueda solicitarse, debiendo ponerse en conoci­
miento de la asamblea legislativa las razones que hayan motivado
en cada caso la conmutación de la pena.
58 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

El gobernador no podrá ejercer esta atribución cuando se trate


de delitos en que el senado conoce como juez y de aquellos cometidos
por funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones.
4" Ejercerá los derechos de patronato como vice-patrono hasta que
el congreso nacional, en uso de la atribución décima-nona que le con­
fiere la constitución de la república, dicte la ley de la materia.
5* A la apertura de la legislatura la informará del estado general
de la administración.
6- Espide las órdenes convenientes para las elecciones que corres­
pondan de senadores y diputados en la oportunidad debida y no po­
drá por ningún motivo diferirlas sin acuerdo de la cámara respec­
tiva.
7* Convoca á sesiones extraordinarias á la legislatura ó á cual­
quiera de las cámaras cuando lo exija un grande interés público salvo
el derecho del cuerpo convocado para apreciar y decidir después de
reunido sobre los fundamentos de la convocatoria.
8’ Hace recaudar las rentas de la provincia y decreta su inversión
con arreglo á las leyes, debiendo hacer publicar mensualmente el es­
tado de la tesorería.
9* Celebra y firma tratados parciales con otrr>.s provincias para
fines de la administración de justicia, de intereses económicos y tra­
bajos de utilidad común, con aprobación de la legislatura y dando co­
nocimiento al congreso nacional.
10- Es el comandante en jefe de las fuerzas militares de la pro­
vincia con excepción de aquellas que hayan sido movilizadas para
objetos nacionales.
11* Moviliza la milicia provincial en caso de conmoción interior
que ponga en peligro la seguridad de la provincia, con autorización
de la legislatura y por sí solo durante el receso, dando cuenta en las
próximas sesiones sin perjuicio de hacerlo inmediatamente á la au­
toridad nacional.
12* Decreta también la movilización de las milicias, en los casos
previstos por el inciso vijésimo cuarto artículo sesenta y siete de la
constitución nacional.
13* Espide despachos á los oficiales que nombra para organizar la
milicia de la provincia y para poner en ejercicio las facultades acor­
dadas en los dos incisos que preceden. En cuanto á los jefes espide
también despachos hasta teniente coronel. Para dar el de coronel se
requiere el acuerdo del senado.
14* Es agente inmediato y directo del gobierno nacional para ha­
cer cumplir en la Provincia la Constitución y las leyes de la nación.
15* Da cuenta á las cámaras legislativas, con arreglo á lo estable­
cido en el inciso tercero del artículo noventa y nueve, del estado de
la hacienda y de la inversión dada á los fondos votados en el año
precedente, remitiendo en el mes de mayo los presupuestos de la
administración y las leyes de recursos.
16* No podrá acordar goce de sueldo ó pensión sino por alguno de
los títulos que las leyes expresamente determinan.
17* Nombra con acuerdo del Senado:
1* Los ministros de su despacho, sin que para su exoneración sea
necesario dicho acuerdo.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 59

29 Los directores administradores de los establecimientos públi­


cos y las comisiones encargadas de la construcción y administración
de obras públicas de la provincia.
3» El presidente del departamento de ingenieros y el gefe de la
oficina de tierras públicas.
4V El fiscal de estado.
59 El director general de escuelas.
69 Los miembros del tribunal de cuentas.
Y con acuerdo de la cámara de diputados, los miembros del con­
sejo general de educación.
La ley determinará en los casos no previstos por esta Constitu­
ción, la duración de estos funcionarios, debiendo empezar el 1’ de
junio sus respectivos períodos.
Art. 142. No puede espedir órdenes y decretos, sin la firma del
ministro respectivo.
Podrá, no obstante, espedirlos en caso de acefalia de ministros y
mientras se provea á su nombramiento autorizando á los oficiales
mayores de los ministerios por un decreto especial. Los oficiales ma­
yores en estos casos, quedan sujetos á las responsabilidades de los
ministros.
Art. 143. Estando las cámaras reunidas, la propuesta de funcio­
narios que requieren para su nombramiento el acuerdo del senado ó
de la cámara de diputados, se hará dentro de los quince días de ocu­
rrida la vacante, no pudiendo el poder ejecutivo insistir sobre un can­
didato rechazado por el senado ó la cámara de diputados, en su ca­
so, durante ese año. En el receso, la propuesta se hará dentro del
mismo término, convocándose extraordinariamente, al efecto, á la
cámara respectiva.
Con escepcion de los ministros, ninguno de los funcionarios para
cuyo nombramiento se requiere el acuerdo ó propuesta por terna
de alguna de las cámaras, podrá ser removido sin el mismo requisito.

C A P ÍT U L O IV

D e lo s M i n i s t r o s s e c r e t a r i o s d e l d e s p a c h o gen era l

Art. 144. El despacho de los negocios administrativos de la pro­


vincia estará á cargo de dos ó mas ministros-secretarios y una ley
especial deslindará los ramos y las funciones adscritas al despacho
de cada uno de los ministerios.
Art. 145. Para ser nombrado ministro se requieren las mismas
condiciones que esta Constitución determina para ser elejido diputado.
Art. 146. Los ministros secretarios despacharán de acuerdo con
el gobernador y refrendarán con su firm a las resoluciones de éste,
sin cuyo requisito no tendrán efecto ni se les dará cumplimiento.
Podrán, no obstante, espedirse por sí solos en todo lo referente al
réjimen económico de sus respectivos departamentos y dictar resolu­
ciones de trámite.
Art. 147. Serán responsables de todas las órdenes y resoluciones
que autoricen, sin que puedan pretender eximirse de responsabilidad
por haber procedido en virtud de orden del gobernador.
60 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Art. 148. En los treinta dias posteriores á la apertura del periodo


legislativo, los ministros presentarán á la asamblea la memoria de­
tallada del estado de la administración correspondiente á cada une-
de los ministerios, indicando en ellas las reformas que mas aconsejen
la esperiencia y el estudio.
Art. 149. Los ministros pueden concurrir á las sesiones de las cá­
maras y tomar parte en las discusiones, pero no tendrán voto.
Art. 150. Gozarán por sus servicios de un sueldo establecido por la
ley, que no podrá ser aumentado ni disminuido en favor ó en per­
juicio de los que se hallen en ejercicio.

CAPÍTULO V

R e s p o n s a b i lid a d del Gobernador // de ios M in i st r o s

Art. 151. El gobernador y los ministros son responsables y pue­


den ser acusados ante el senado, en la forma establecida en la sec­
ción del «Poder Lejislativo» por las causas que determina el inciso
segundo del artículo sesenta y ocho de esta Constitución y por abu­
so de su posición oficial para realizar especulaciones de comercio.

CAPÍTULO V I

D e l F is c a l d e E s ta d o , C o n ta d o r y T esorero de la P r o v in c ia

Art. 152. Habrá un fiscal de estado encargado de defender el pa­


trimonio del fisco, que será parte lejítima en los juicios contencioso-
administrativos y en todos aquellos en que se controviertan intere­
ses del Estado.
La ley determinará los casos y la forma en que ha de ejercer sus
funciones.
Para desempeñar este puesto se requieren las mismas condiciones
exigidas para los miembros de las cámaras de apelación y no podrá
ser removido sino por las mismas causas y en las mismas condiciones
de aquellos. Su nombramiento corresponde al P. E. con acuerdo del
senado.
Art. 153. El contador y sub-contador, el tesorero y sub-tesorero se­
rán nombrados en la forma prescripta en el artículo setenta y siete y
durarán cuatro años, pudiendo ser reelectos.
Art. 154. El contador y sub-contador no podrán autorizar pago al­
guno que no sea arreglado á la ley general del presupuesto ó á leyes
especiales ó en los casos del artículo ciento cincuenta y nueve.
Art. 155. El tesorero no podrá ejecutar pagos que no hayan sido
prévi amente autorizados por el contador.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 61

SECCION QUINTA

Poder Judicial
C A P ÍT U L O I

Art. 156. El poder judicial será desempeñado por una suprema


corte de justicia, cámaras de apelación, y demas tribunales, jueces y
jurados que esta Constitución establece y autoriza, consultando la
descentralización posible en su jurisdicción territorial y en la de
su competencia por la materia ó naturaleza de las causas que dan
origen al procedimiento.

C A P ÍT U L O II

A t r i b u c i o n e s d e la S u p r e m a C o rte d e J u s tic ia

Art. 157. La suprema corte de justicia, tiene las siguientes atri­


buciones :
l 9 Ejerce la jurisdicción originaria y de apelación para conocer y
resolver acerca de la constitucionalidad ó inconstitucionalidad de le­
yes, decretos, ordenanzas ó reglamentos que estatuyan sobre materia
rejida por esta Constitución y se controvierta por parte interesada.
2 ‘ Conoce y resuelve orijinaria y exclusivamente en las causas de
competencia entre los poderes públicos de la provincia y en las que
se susciten entre los tribunales de justicia con motivo de su juris­
dicción respectiva.
39 Decide las causas contencioso-administrativas en única instan­
cia y en juicio pleno prévia denegación ó retardación de la autoridad
administrativa competente al reconocimiento de los derechos que se
jestionan por parte interesada. La ley determinará el plazo dentro del
cual podrá deducirse la acción ante la corte y los demas procedimien­
tos de este juicio.
4" Conoce de los recursos de fuerza.
5° Conoce en consulta ó en grado de apelación en tribunal pleno de
las causas en que se imponga la pena capital, al solo efecto de deci­
dir si la ley en que se funda la sentencia es ó no aplicable al caso.
6- Conoce y resuelve en grado de apelación de la aplicabilidad de
la ley en que los tribunales de justicia en última instancia fundan
su sentencia á la cuestión que por ella deciden, con las restricciones
que las leyes de procedimientos establezcan á esta clase de recursos.
7- Conoce privativamente de los casos de reducción de pena auto
rizados por el código penal.
8'1 Ejerce la jurisdicción escluaiva en el régimen interno de las
cárceles de detenidos.
Art. 158. La presidencia de la suprema corte se turnará anualmen­
te entre sus miembros, principiando por el de mayor edad.
Art. 159. En las causas contencioso-administrativas, la corte su­
prema tendrá facultad de mandar cumplir directamente sus senten­
cias por las oficinas ó empleados respectivos, si la autoridad admi-
G2 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

nistrativa no lo hiciese dentro de los sesenta días de notificada la


sentencia. Los empleados á que alude este artículo serán responsa­
bles por la falta de cumplimiento de las disposiciones de la supre­
ma corte.
Art. 160. La suprema corte hará su reglamento y podrá establecer
las medidas disciplinarias que considere convenientes á la mejor ad­
ministración de justicia.
Art. 161. Debe pasar anualmente á la legislatura una memoria ó
informe sobre el estado en que se halla dicha administración á cuyo
efecto puede pedir á los demás tribunales de la provincia los datos
que crea convenientes y proponer en forma de proyecto las reformas
de procedimiento y organización que sean compatibles con lo estatui­
do en esta constitución y tiendan á mejorarla.

CAPITULO III

Adm inistración, de Justicia en m ateria civil y cohu rciu1

Art. 162. La legislatura establecerá cámaras de apelación y tri­


bunales ó jueces de primera instancia en lo civil y comercial perma­
nentes en la ciudad de La Plata determinando los límites de su ju­
risdicción territorial y las materias de su competencia en su fuero
respectivo. En el resto de la provincia los establecerá permanentes
ó viajeros organizando los distritos judiciales que considere conve­
nientes.
Art. 163. La prueba de los hechos controvertidos en las causas ci­
viles y comerciales se deferirá, á petición de cualquiera de las partes,
á un jury que se denominará de prueba y será presidido por un juez
letrado. El jury dará su veredicto declarando los hechos que han si­
do probados y los que no lo han sido.
Art. 164. Contra el veredicto del jury se concederá el recurso de
apelación para ante la cámara de apelación respectiva, que se limi­
tará á reconocer y resolver sobre la legalidad ó ilegalidad de sus
procedimientos y de la prueba que ha estimado dicho jury al decla­
rar probados ó no probados los hechos controvertidos ó alguno de
ellos.
Art. 165. Declarado ilegal ó nulo el procedimiento por la cámara
de apelación, la prueba se deferirá á otro jury.
Art. 166. No reclamado el veredicto del jury, ó resuelto el recurso
que contra él se hubiese interpuesto en razón de la legalidad ó ilega­
lidad de la prueba, el juez ó tribunal ante quien se ha iniciado la
causa dictará sentencia aplicando el derecho á los hechos probados y
á los aceptados por las partes como verdaderos, de la manera que ex­
presa esta constitución y determine la ley de procedimientos. Contra
su sentencia se otorgarán los recursos que dicha ley de procedimien­
tos establezca para ante la competente cámara de apelación.
Art. 167. La ley reglamentará el modo como se ha de constituir
el jurado de prueba, el procedimiento que ante él debe observarse y
las atribuciones del juez que lo preside.
Art. 168. La legislatura queda autorizada para limitar el proce­
dimiento de la prueba por jurados si en la práctica no diese resul­
tados favorables, prévio informe é indagaciones de la suprema corte
de justicia.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 63

Art. 169. La prueba de los hechos controvertidos en las causas


civiles y comerciales para cuya apreciación se requieran conocimien­
tos en alguna ciencia, arte ó industria, será deferida á un jury de
peritos.
Art. 170. La legislatura creará una jurisdicción especial de tierras
para todos los negocios y causas que requieran conocimientos espe­
ciales de agrimensura y organizará el tribunal que debe conocer de
ellos con sujeción al principio de la separación del hecho del derecho.
Art. 171. Mientras la legislatura no dicta la ley reglamentaria dex
jurado de prueba y después de dictada, cuando ninguna de las par­
tes lo solicite, la prueba será producida ante el juez ó tribunal que
conozca de la causa, en audiencia pública y apreciada por el mismo
al pronunciar sentencia.
Art. 172. En las causas en que la prueba no se difiera al jurado,
los tribunales colejiados que conozcan de ellas originariamente ó en
virtud de recursos, establecerán primero las cuestiones de hecho y
en seguida las de derecho sometidas á su decisión y votarán separa­
damente cada una de ellas en el mismo orden.
Art. 173. El voto en cada una de las cuestiones de hecho ó de de­
recho será fundado y la votación principiará por el miembro del tri­
bunal que resulte de la insaculación que al efecto debe practicarse.
Art. 174. Los procedimientos ante los tribunales son públicos; sus
acuerdos y sentencias se redactarán en los libros que deben llevar y
custodiar y en los autos de las causas en que conocen y publicarse
en sus salas respectivas de audiencia, á menos que á juicio del tri­
bunal ante quien penden, la publicidad sea peligrosa para las bue­
nas costumbres, en cuyo caso debe declararlo así por medio de un
auto.
Art. 175. Queda establecida ante todos los tribunales de la pro­
vincia la libre defensa en causa civil propia y la libre representación
con las restricciones que establezca la ley de la materia.

C A P ÍT U L O IV

A d m i n i s t r a c i ó n d e J u s t i c i a e n lo c r im in a l

Art. 176. Toda causa por hecho calificado de crimen por la ley
será juzgada con la intervención de dos jurys; uno que declare si hay
lugar <3 nó á acusación, otro que decida si el acusado es ó nó cul­
pable del hecho que se le imputa.
Art. 177. La ley organizará los tribunales que deban aplicar el
derecho en materia criminal, el modo y form a como deben consti­
tuirse los jurys y el procedimiento que deba observarse.
Art. 178. Las sentencias que pronuncien los jueces y tribunales
letrados en lo civil, comercial, criminal y correccional, serán funda­
das en el texto expreso de la ley, y á falta de éste en los principios
jurídicos de la legislación vigente en la materia respectiva, y en de­
fecto de éstos en los principios generales del derecho teniendo en
consideración las circunstancias del caso.
Art. 179. La legislatura puede modificar las bases establecidas en
el artíeulo ciento setenta y seis para el enjuiciamiento por dos jurys
en las causas criminales, por mayoria de votos, si en la práctica ofre-
64 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

cíese graves inconvenientes; y limitarlo por dos terceras partes de


votos si diese resultados desfavorables y prévio informe motivado
de la suprema corte de justicia.
Art. 180. Mientras no se establezca el juicio por jurados la legis­
latura podrá dictar la ley de procedimientos en materia criminal y
correccional.

C A P ÍT U L O V

Justicia de Paz

Art. 181. La legislatura establecerá juzgados de paz en toda la


provincia, teniendo en consideración la extensión territorial de cada
distrito y su población.
Art. 182. La elección de jueces de paz recaerá en ciudadanos ma­
yores de veinticinco años, contribuyentes, con residencia de dos años
por lo menos en el distrito en que deben desempeñar sus funciones
y que sepan leer y escribir.
Art. 183. Serán nombrados por el P. E. á propuesta en terna por
las municipalidades.
Art. 184. La ley determinará la forma y tiempo en que debe ha­
cerse el nombramiento de jueces de paz y suplentes y la duración
de sus funciones.
Art. 185. Los jueces de paz son funcionarios exclusivamente judi­
ciales y agentes de los tribunales de justicia, y su competencia gene­
ral y especial será determinada por la ley.
Art. 186. Los jueces de paz conocerán y resolverán las causas de
su competencia en procedimiento verbal y actuado, y de los recursos
que se concederán contra sus resoluciones conocerán los tribunales de
vecindario que organizará la ley de la materia, de modo que dichas
causas queden terminadas en el mismo distrito.

C A P ÍT U L O VI

E le c c ió n , d u r a c ió n y res p o n s a b ilid a d de los m ie m b r o s dUl P o d e r J u d icia l

Art. 187. Los jueces letrados y el procurador de la corte serán


nombrados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del senado.
Art. 188. Los jueces letrados y el procurador de la corte conserva­
rán sus empleos mientras dure su buena conducta.
Art. 189. Para ser juez de la suprema corte de justicia y procura­
dor de ella se requiere:
Haber nacido en territorio argentino ó ser hijo de ciudadano
nativo si hubiese nacido en país extrangero, título ó diploma que
acredite suficiencia en la ciencia del derecho reconocido por autoridad
competente en la forma que determine la ley, treinta años de edad
y menos de setenta, y diez á lo menos de ejercicio en la profesión
de abogado ó en el desempeño de alguna magistratura. Para serlo
de las cámaras de apelación bastarán seis años.
Art. 190. Para ser juez de primera instancia se requiere, tres años
de práctica en la profesión de abogado, ciudadanía en ejercicio y vein­
ticinco años de edad.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 65

Art. 191. Los jueces de la suprema corte de justicia prestarán


juramento ante su presidente de desempeñar fielmente el cargo.
El presidente lo prestará ante la suprema corte, y los demas jueces
ante quien determine el mismo tribunal.
Art. 192. Los jueces de la suprema corte, cámaras de apelación y
de primera instancia no pueden ser suspendidos en el ejercicio de
sus cargos sino en el caso de acusación y con sujeción á lo que se
dispone en esta constitución.
Art. 193. Los jueces de las cámaras de apelación y de primera ins­
tancia pueden ser acusados por cualquiera del pueblo por delitos ó
faltas graves cometidas en el desempeño de sus funciones ante un jury
calificado, compuesto de siete diputados y cinco senadores profeso­
res de derecho, y cuando no los haya, se integrará con letrados que
tengan las condiciones necesarias para ser electos senadores.
Art. 194. El juez acusado quedará suspendido en el ejercicio de su
cargo desde el dia que el jury admita la acusación.
Art. 195. El jury dará su veredicto con arreglo á derecho, decla­
rando al juez acusado culpable ó no culpable del hecho ó hechos que
se le imputen.
Art. 196. Pronunciado el veredicto de culpabilidad la causa se re­
mitirá al juez ordinario competente para que le aplique la ley penal.
Art. 197. La ley determinará los delitos y faltas de los jueces acu­
sables ante el jury y reglamentará el procedimiento que ante él de­
be observarse.
Art. 198. Los jueces acusados de delitos ajenos á sus funciones
serán juzgados en la misma forma que los demas habitantes de la
provincia, quedando suspendidos desde el dia en que se haga lugar
á la acusación.
Art. 199. La ley determinará el modo y forma como deben ser
nombrados los demas funcionarios que intervienen en los juicios, la
duración de sus funciones, la organización del jury que debe conocer
y resolver en las acusaciones que contra ellos se establezcan por de­
litos ó faltas cometidas en el ejercicio de sus réspectivos cargos y el
procedimiento que debe observar el jury.

CAPÍTULO VII

T r i b u n a l e s m ilit a r e s

Are. 200. Se establecerán tribunales militares bajo los mismos


principios que los nacionales, para conocer en las causas que se fo r­
men por delitos ó faltas que cometan:
1? Los guardias nacionales movilizados por la nación antes de
haber sido entregados á ésta.
2“ Los guardias nacionales empleados en servicio de la provincia.
39 Las personas que formen parte de las fuerzas de mar y tierra
que levante la provincia en los casos establecidos por la Constitución
nacional, antes de estar bajo la jurisdicción del gobierno de la nación.
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 5
66 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 201. La legislatura determinará los delitos ó faltas de que de­


ben conocer estos tribunales y las penas que deben aplicarse, suje­
tándose á lo que determinan las leyes nacionales y pudiendo única­
mente establecer lo que creyese conveniente sobre los puntos no
legislados por la nación y en tanto que ésta no lo hiciere.

SECCION SESTA

Del réjimen municipal


Art. 202. La administración de los intereses y servicios locales en
la capital y cada uno de los partidos que formen la provincia,
estará á cargo de una municipalidad, cuyos miembros durarán
dos años en sus funciones renovándose por mitad anualmente, y
serán nombrados pública y directamente el último domingo de
Noviembre.
Art. 203. Cada municipalidad se constituirá en un departamento
deliberativo y otro ejecutivo.
Art. 204. La legislatura deslindará las atribuciones y responsabi­
lidades de cada departamento, confiriéndoles las facultades necesa­
rias para que ellos puedan atender eficazmente á todos los intereses
y servicios locales, con sujeción á las siguientes bases:
F El número de miembros del departamento deliberativo se fijará
con relación á la población de cada distrito.
2’ La capital y cada uno de los partidos de la pi-ovincia formará
un distrito municipal; y cada centro de población ó sección de jus­
ticia de paz formará una sección electoral, con derecho á elegir el nú­
mero de municipales que proporcionalmente le corresponda con arre­
glo á su población.
3* Serán electores los que lo sean de diputados, estando inscrip­
tos en el registro cívico del municipio, y ademas los estranjeros
mayores de edad domiciliados en él desde un año por lo menos,
que paguen un impuesto territorial que no baje de cien pesos na­
cionales ó patente que no baje de doscientos, que sepan leer y es­
cribir y se inscriban en un registro especial que estará á cargo de
la municipalidad.
4* Serán elegibles todos los ciudadanos mayores de veinte y cinco
años que sepan leer y escribir vecinos del distrito, con un año de
domicilio anterior á la elección y que paguen impuestos; y si son
estranjeros tengan ademas cinco años de residencia y las condiciones
para ser electores.
5* La elección se verificará en la misma forma que lo sean las de
diputados y senadores.
6’ Las funciones municipales serán carga pública, de la que
nadie podrá escusarse sino por escepcion fundada en la ley de la
materia.
7* Para ser intendente se requiere ciudadanía en ejercicio y en
ningún caso podrá constituirse el consejo municipal con mas de una
tercera parte de estranjeros.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 67

Art. 205. Son atribuciones inherentes al régimen municipal, las


siguientes:
1* Juzgar de la validez ó nulidad de las elecciones de sus miem­
bros y convocar á los electores del distrito para llenar las vacantes
de aquellos.
2* Proponer al P. E., en la época que corresponda, las ternas para
nombramientos de jueces de paz y suplentes.
3’ Nombrar los funcionarios municipales.
4’ Tener á su cargo el ornato y salubridad, los establecimien­
tos de beneficencia que no estén á cargo de sociedades particulares,
asilos de inmigrantes que sostenga la provincia, las cárceles loca­
les de detenidos y la vialidad pública.
5* Votar' anualmente su presupuesto y los recursos para cos­
tearlo. Administrar los bienes raíces municipales con facultad de
enajenar, tanto éstos, como los diversos ramos de las rentas del
año corriente, examinar y resolver sobre las cuentas del año venci­
do remitiéndolas en seguida al tribunal de cuentas.
6* Dictar ordenanzas y reglamentos dentro de estas atribu­
ciones.
7“ Recaudar, distribuir y oblar en la tesorería del estado las
contribuciones que la lejislatura imponga al distrito para las ne­
cesidades generales, sin perjuicio de que el poder ejecutivo nombre
funcionarios especiales para este objeto si lo cree mas conveniente.
Art. 206. Las atribuciones expresadas, tienen las siguientes li­
mitaciones :
1* Dar publicidad por la prensa á todos sus actos, reseñándo­
les en una memoria anual, en la que se hará constar detalladamente,
la percepción é inversión de su rentas.
2’ La convocatoria de los electores para toda elección muni­
cipal, deberá hacerse con quince días de anticipación, por lo menos,
y publicarse suficientemente.
3’ Todo aumento de impuesto necesita ser sancionado ¿ mayo­
ría absoluta de votos por el cuerpo deliberante, aumentado para ese
acto con un número igual al que lo componga, de los contribuyentes
mayores en el municipio, computándose á este fin los impuestos mu­
nicipales y fiscales.
4’ No se podrá contraer empréstitos fuera de la provincia, ni
enajenar, ni gravar los edificios municipales, sin autorización pré-
via de la legislatura. Los empréstitos se votarán con la misma ga­
rantía establecida para el aumento de impuestos.
5’ Siempre que se haga uso del crédito, será para obras seña­
ladas de mejoramiento ó para casos eventuales y se votará una su­
ma anual para e! servicio de la deuda, no pudiendo aplicarse los fon ­
dos á otro objeto que el indicado.
6’ Las enajenaciones so'o podrán hacerse en remate público,
anunciado con un mes de anticipación.
7* Siempre que hubiere de construirse una obra municipal, de
cualquier género que fuere, en la que hubieren de invertirse fondos
del común, la municipalidad nombrará una comisión de propieta­
rios electores del distrito, para que la desempeñe ó dirija dando
cuenta y razón de todos los gastos y empleos de fondos que se con­
sagren á ella.
68 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

8’ Las obras públicas cuyo importe exceda de mil pesos nació-


sales, deberán sacarse siempre á licitación.
Art. 207. Los municipios, los cuerpos municipales, los miem­
bros de éstos y los funcionarios nombrados por ellos, están sujetos
á las responsabilidades siguientes:
1* Los cuerpos municipales responden ante los tribunales or­
dinarios de sus omisiones y de sus transgresiones á la Constitución
y á Jas leyes; la ley de la materia señalará la sanción penal de esta
transgresión.
2’ Los miembros de los cuerpos municipales y demas funciona­
rios municipales responden personalmente, no solo de cualquier acto
definido y penado por la ley, sino también de los daños y perjuicios
que provengan de la falta de cumplimiento á sus deberes.
3’ Los miembros de los cuerpos municipales están sujetos á des­
titución por mala conducta ó despilfarro de los fondos municipales,
sin perjuicio de las responsabilidades civiles ó criminales en que
incurran por estas causas.
A‘ La solicitud de destitución deberá ser hecha por diez veci­
nos contribuyentes del municipio, mayores de veintidós años, y re­
presentada ante el juez del crimen de primera instancia del depar­
tamento á que perteneciera el acusado.
5“ Recibida la solicitud por el referido juez del crimen, se tras­
ladará al municipio del acusado dentro de ocho dias, sino tuviese
en él el asiento del juzgado; convocará un jurado doble en número
al de esa municipalidad, que dentro de ocho dias fallará la causa
al solo efecto de destituir al acusado ó declarar que no hay lugar
á la destitución. Este fallo será inapelable.
6! La ley de la materia determinará la elección, procedimiento
y calidad de los jurados.
Art. 208. En aquellos distritos cuya población no alcance á
dos mil habitantes, el gobierno municipal estará á cargo de una
comisión de vecinos nombrados por elección popular, con las atri­
buciones que la ley determinará.
Art. 209. Todos los actos y contratos emanados de autoridades
municipales que no estén constituidas en la forma que prescribe
esta constitución, serán de ningún valor.
Art. 210. Los conflictos internos de las municipalidades, los
de estas con otras municipalidades ó autoridades de la provincia,
serán dirimidas en el departamento judicial de la capital, por la
suprema corte de justicia y en los otros departamentos por las res­
pectivas cámaras de apelación.
Art. 211. En caso de acefalía de una municipalidad, el P. E.
convocará inmediatamente á elecciones para constituirla.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 69

SECCION SEPTIMA

Educación é instruccicn pública

C A P ÍT U L O I

Art. 212. La lejislatura dictará las leyes necesarias para es­


tablecer y organizar un sistema de educación común y organizará
así mismo la instrucción secundaria y superior, y sostendrá las uni­
versidades, co’ ejios é institutos destinados á dispensarlas.

C A P Í T I f t /O II

Educación común

Art. 213. Las leyes que organicen y reglamenten la educación


deberán sujetarse á las reglas siguientes:
1“ La educación común es gratuita y obligatoria, en las condi­
ciones y bajo las penas que la ley establezca.
2* La dirección facultativa y la administración general de las
escuelas comunes serán confiadas á un consejo general de educación
y á un director general de escuelas, cuyas respectivas atribuciones
serán determinadas por la ley.
3* El director general de escuelas será nombrado por el P. E.
con acuerdo del senado y durará en sus funciones cuatro años, pu-
diendo ser reelecto.
4* El consejo general de educación se compondrá por lo menos
de ocho personas mas, nombradas por el P. E. con acuerdo de la
cámara de diputados. Se renovará anualmente por partes y los
miembros cesantes podrán ser reelectos.
5* La administración local y el gobierno inmediato de las es­
cuelas en cuanto no afecte la parte técnica, estarán á cargo de con­
sejos electivos de vecinos de cada municipio de la provincia.
Las condiciones que deben reunir los electores serán las mis­
mas que para elejir municipales y las condiciones de elejibilidad
y form ación de los consejos serán las mismas de las municipalidades.
6* Se establecerán contribuciones y rentas propias de la edu­
cación común que le aseguren en todo tiempo recursos suficientes
para su sosten, difusión y mejoramiento, que rejirán mientras la
lejislatura no las modifique. La contribución escolar de cada dis­
trito será destinada á sufragar los gastos de la educación común
en el mismo preferentemente y su inversión corresponderá á los
consejos escolares.
V Habrá, además, un fondo permanente de escuelas, deposita­
do á premio en el banco de la provincia ó en fondos públicos de la
mismaf^el cual será inviolable, sin que pueda disponerse mas que
de su renta para subvenir equitativa y concurrentemente con los ve­
cindarios, á la adquision de terrenos y construcción de edificios
de escuelas. La administración del fondo permanente correspon-
70 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

derá a] consejo general de educación, debiendo proceder á su apli­


cación con arreglo á la ley,
8* Cuando la contribución escolar de un distrito no sea bastan­
te para sufragar los gastos de educación del mismo, el tesoro pú­
blico llenará el déficit que resulte.

C A P ÍT U L O III

Instrucción secundaria, y superior

Art. 214. Las leyes orgánicas y reglamentarias de la instruc­


ción secundaria y superior se ajustarán á las reglas siguientes:
1’ La instrucción secundaria y superior estarán á cargo de las
Universidades que se fundaren en adelante.
2" La enseñanza será accesible para todos los habitantes de la
provincia y gratuita con las limitaciones que la ley esta­
blezca.
3’ Las universidades se compondrán de un consejo superior
presidido por el rector y de las diversas facultades estable­
cidas en aquellas por las leyes de su creación.
4* El consejo universitario será formado por dos decanos y de­
legados de las diversas facultades; y estas serán integradas
por miembros ad honorem cuyas condiciones y nombramien­
to determinará la ley.
5- Corresponderá al consejo universitario: dictar los regla­
mentos que exijan el orden y disciplina de los establecimien­
tos de su dependencia; la aprobación de los presupuestos
anuales que deben ser sometidos á la sanción legislativa, la
jurisdicción superior policial y disciplinaria que las leyes
y reglamentos le acuerden, y la decisión en última instancia
de todas las cuestiones contenciosas decididas en primera
instancia por una de las facultades; promover el perfeccio­
namiento de la enseñanza; proponer la creación de nuevas
facultades y cátedras; reglamentar la espedicion de matrí­
culas y diplomas y fijar los derechos que puedan cobrarse
por ellos.
6* Corresponderá á las facultades: la elección de su decano y
secretario; el nombramiento de profesores titulares ó inte­
rinos; la dirección de la enseñanza, formación de los pro­
gramas y la recepción de exámenes y pruebas, en sus res­
pectivos ramos científicos; fijar las condiciones de admisi­
bilidad de los alumnos; administrar los fondos que les co­
rresponden rindiendo cuenta al consejo; proponer á éste
los presupuestos anuales; y toda medida conducente á la
mejora de los estudios ó réjimen interno de las facultades.
CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA AÑO 1 8 8 9 71

SECCION OCTAVA

De la reforma de la Constitución

Art. 215. Esta Constitución podrá ser reformada por medio de


una convención constituyente elegida popularmente.
Art. 216. Podrá proponerse la reforma en cualesquiera de las
dos cámaras, sea por mocion firmada por diez diputados ó por cinco
senadores, sea por iniciativa del poder ejecutivo; pero solo serán
tomadas en consideración cuando tres quintos de votos de cada una
de las cámaras declare la necesidad de la enmienda. Si no se obtu­
viese esta sanción, no podrá volverse á tratar el asunto hasta la
siguiente legis’ atura.
Art. 217. Declarada la necesidad de la reforma de la Constitu­
ción, se someterá á los electores para que en la próxima elección de
senadores y diputados, voten en pró ó en contra de la convocatoria
de una convención constituyente; y si la mayoría votase afirmati­
vamente, la asamblea legislativa convocará una convención que se
compondrá de tantos miembros cuantos sean los que compongan
las cámaras legislativas, los cuales serán elegidos del mismo modo,
por los mismos electores y en los mismos distritos que los senado­
res y diputados.
Esta convención se reunirá tres meses después de hecha la convo­
catoria, con el objeto de revisar, alterar ó enmendar esta Constitu­
ción y lo que ella resuelva por mayoría será promulgado como la
espresion de la voluntad del pueblo, necesitando para funcionar la
mayoría absoluta del total de sus miembros.

SECCION NOVENA

Disposiciones Transitorias

Art. 218. Después del 31 de Diciembre de 1890, serán nulos los


actos y procedimientos de los empleados y funcionarios cuyos nom­
bramientos y atribuciones no se ajustasen á las prescripciones de
esta Constitución.
Art. 219. Queda facultado el P. E. para nombrar en comisión
hasta el 31 de Mayo de 1890 los funcionarios cuyo mandato termi­
nara antes de esa fecha y cuyos nombramientos requiriesen acuer­
do lejislativo.
Art. 220. Para la elección de diputados que tendrá lugar el
último domingo de marzo de 1891, la cámara practicará el sorteo que
sea necesario á fin de que principie á regir la form a de renovación
que establece esta Constitución.
Igual sorteo y á lo mismos efectos, practicará la cámara de
senadores para las elecciones que deben tener lugar en marzo
de 1892.
72 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Art. 221. Desde el l 9 de enero de 1891, los abusos de la libertad


de imprenta solo podrán ser enjuiciables con arreglo á la ley que
reglamente las prescripciones pertinentes de esta Constitución.
Art. 222. Mientras no se dicte la ley que rija el procedimiento
en los juicios contencioso administrativos el recurso ante la suprema
corte deberá interponerse dentro del perentorio término de treinta
dias, contados desde la fecha en que la autoridad administrativa
hizo saber su resolución á la parte interesada. En cuanto al recur­
so de retardación, podrá deducirse después de seis meses de la fecha
en que el asunto se encuentre en estado de resolución.
Art. 223. Esta Constitución será jurada solemnemente el dia
l 9 de noviembre del año corriente en toda la provincia, quedando
autorizado el P. E. para adoptar las disposiciones convenientes al
efecto.
Art. 224. Promúlguese, comuniqúese y cúmplase en todo el te­
rritorio de la provincia.
Sala de lesiones de In Convención Constituyente de la Provincia de Buenos Aires,
k veintiuno de Octubre de mil ochocientos ochenta y nuevo,

A D IT A R D O H E R E D IA
Presidente.

M a n u e l B . Go n n e t ,
V ice-Presidcnte 1?

Alberto Ugalde—Julián Barraquero— Juan Carlos


Córdoba—Cárlos Maidonado— Adolfo Montier— -Bc-
lisario J. Arana— Martin A . Martin*z— Claud'.o G.
Benitez— Santiago 11. Pilotto•—Francisco Serantes—
Cedió López— Pedro A. Romero, Torcuata B. Zu­
ñiría— Angel M. Rodríguez— Ángel G. Carranza
Mármol— Cárlos A. Davis— José M. Zapiola— Libo-
rio Muzlera— Jacob Larrain— Adolfo Mil anda Naon
— Carlos Dimct— Francisco Seguí-— Felipe 4 rist gui
— Arturo H. Gamboa— Miguel Plaza Montero—
José A. Capdevila— Eulogio Enciso— Manuel Rocha
— José M. Calderón— J. Tí. Martínez Castro— .1.
Belin Sanniento— Marcelino Davel— Benjamin C.
González— Eduardo Arana— Valentín Curuchet—
Cándido Mendoza— Alberto Lartigau— J. B. Canard
— Daniel Arana— Manuel II. Langenhdm—Juan
Ortiz de Rozas— Benjamín Castellanos— Emilio Ca­
rranza— Rafael Hernández— L. M. Boerr— Tomás
Márquez.
* Manuel F. Rubio,
Secretario.

La Plata, Octubre 22 de 1889.

Por recibida la presente Constitución, comuniqúese á todas las


autoridades de la provincia, júrese solemnemente en comicios pú­
blicos en el dia designado y en la forma que establece el decreto de
esta misma fecha, publíquese é insértese en el Registro Oficial.
M. P A Z.
F r a n c is c o S e g u í.
J osé T oso.
Man u el B. Go n n e t .
CAPITULO I

MENCION DE LOS MENSAJES DEL PODER EJECUTIVO DE


CLARANDO LA NECESIDAD DE REFORMAR LA CONSTITU
CION DE LA PROVINCIA DE 1889.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 75

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR GUILLERMO UDAONDO
28 de mayo de 1897

(El Poder Ejecutivo se refiere a ia organiza­


ción justicia de paz y muy especialmente
al régimen municipal).

«La supresión completa de estos inconvenientes depende, como es


evidente, de reformas constitucionales que no es del caso provocar; pe­
ro es indudable que pueden atenuarse muchas de sus consecuencias
mediante algunas reformas de la ley orgánica, que den al gobierno
general del Estado, y particularmente a la Legislatura, una interven­
ción moderadora en el ejercicio de las funciones municipales».

MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DOCTOR BER­


NARDO DE IRIGOYEN POR EL QUE ADJUNTA PROYECTO DE
LEY DECLARANDO LA NECESIDAD DE LA REFORMA DE LA
CONSTITUCION.
(Diario de Sesiones año 1898, pág. 500 a 505).

La Plata, diciembre 3 de 1898.


A la Honorable Legislatura:

El Poder Ejecutivo tiene el honor de someter a la consideración


de Vuestra Honorabilidad, el adjunto proyecto de ley declarando la
necesidad de reformar la Constitución de la Provincia. Piensa que
ha llegado el momento de ejercitar la facultad contenida en la Sec­
ción V III de ella, y cree que una revisión inspirada en los consejos
de la experiencia y en el propósito de hacer efectivo el gobierno libre,
será eficaz, para asegurar los derechos y garantías que la Constitu­
ción de 1873 se propuso consagrar.
La Constitución sancionada por la Junta de Representantes del
año 1854, consultó discretamente las necesidades del pueblo en aquel
tiempo; pero no incorporó a sus declaraciones las conquistas libera­
les de la ciencia política en ese siglo. La Convención Constituyente
76 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de 1870 a 1873, reunida en una época de concordia y de nobles ex­


pansiones, y convocada para reformar !a Carta de 1854, amoldándola
en su espíritu y en su estructura a las exigencias de la mayor cultura
politica adquirida, realizó su tarea con un caudal considerable de
luces y de propósitos levantados, propios de las altas personalidades
que tuvieron asiento en ella. Sancionó una ley liberal y de tenden­
cias descentralizadoras en el orden político y administrativo, mode­
lada sobre teorías avanzadas, a'gunas de las que, preciso es recono­
cerlo, no han sido aceptadas hasta el presente por las naciones que
marchan en la vanguardia de los progresos del siglo. Inspirada por
aquel anhelo la Convención se anticipó en algunas de sus concepciones
a la capacidad cívica del pueblo, y esta circunstancia v las constan­
tes agitaciones que han perturbado el desenvolvimiento de los destinos
del país han contribuido a que en los hechos !a reforma de 1873 no
haya respondido íntegramente a la bondad de sus teorías.
Las deliberaciones de la Convención de 1882 terminaron el 1889,
conservándose en lo fundamental en el organismo creado en la Carta
de 1873. Sancionáronse algunas modificaciones tendientes a normali­
zar la situación derivada de la federalización de Buenos Aires, y la
reforma se extendió en reglamentaciones, inmovilizando reglas que
aun no habían pasado por el crisol de !a experiencia.
Es, pues, la Constitución de 1873 con modificaciones determinadas
la que hoy rige, y la observación de veinticinco años ha demostrado
que debe reformarse. El Poder Ejecutivo se limitará a indicar algunos
de los principales puntos, que, a su juicio, deben someterse a la revi­
sión general que se propone, y expondrá sucintamente las razones en
que se funda. Tiene el convencimiento de que la resolución que pro­
yecta está en la conciencia de todos los que se interesan por el man­
tenimiento de nuestras instituciones, y puede invocar también, en
apoyo del pensamiento que somete a Vuestra Honorabilidad, las mani­
festaciones uniformes de la opinión y las iniciativas promovidas en
las Honorables Cámaras de Diputados y de Senadores y que quedaron
paralizadas por motivos que el Poder Ejecutivo no ha llegado a cono­
cer con propiedad.
Hay, ciertamente, enmiendas urgentes, si se quiere impedir que se
perpetúen las desviaciones que están desnaturalizando el sistema po­
lítico que nos rige y al que se vincularon esperanzas de orden y de
prosperidad general.
La Provincia anhela un gobierno equilibrado y amplio, controlado
por partidos que en su organización y en sus propósitos se manifies­
ten regularmente preparados para la vida de la democracia.
La Provincia aspira a que los poderes que derivan del sufragio
popular sean resultado leal de elecciones y de escrutinios honrados
y puros; y el Poder Ejecutivo cree que es ya tiempo de que el senti­
miento público prepondere sobre planes y combinaciones ilegítimas
que han producido la destemplanza y alejamiento de una parte impor­
tante de los ciudadanos que parecen haber renunciado al sufragio po­
pular, derecho y deber impuesto por la Constitución.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 77

II

En materia electoral se ha adoptado e! principio de la represen­


tación de las minorías sobre la base de la proporcionalidad, y con
sujeción a las prescripciones de la ley respectiva.
La representación de las minorías es una aspiración de la época;
discútense diversos procedimientos para obtenerla; pero de esos de­
bates se desprende que el sistema requiere rectitud de procedimien­
tos y adelanto de hábitos y de costumbres políticas, a que no llegan
fácilmente los Estados que se encuentran, como el nuestro, en la pri­
mera época de su organización.
En 'a Convención de 1873 la opinión presentóse dividida sobre
esa reforma, y si fué acompañada de las patrióticas ilusiones de una
parte de aquella Asamblea, no alcanzó el voto de la otra que expuso
los peligros prácticos de esa innovación.
No sería sensato negar que la representación proporcional de to­
das las opiniones en el Poder Legislativo, es una teoría que seduce;
pero no debemos olvidar que los Estados más libres y organizados aun
no la han consagrado, y que las consecuencias de su aplicación, en la
forma prescripta por la ley vigente, han defraudado las esperanzas
que el patriotismo fundara al sancionarla.
Las distintas elecciones verificadas han dejado en evidencia que
ni todas las opiniones alcanzan en definitiva la representación que
justamente les corresponde, ni la opinión puede manifestarse y desen­
volverse en ios desenlaces finales, con la verdad y ponderación que
exige el progreso institucional del país.
En esta situación, el Poder Ejecutivo cree que es necesario revi­
sar el sistema,- electoral, colocándolo en condiciones tales, que asegure
a la Provincia los beneficios del Gobierno representativo, leal y honra­
damente practicado.
El Poder Ejecutivo admite sin reparo que las leyes ejercen in­
fluencia favorable sotre las costumbres; pero piensa que no es dis­
creto anticiparse a la marcha regular de los pueblos, ni consignar en
la Carta Fundamental principios de aplicación y de eficacia contin­
gente.
La renovación gradual de la Cámara de Diputados por terceras
partes, disiente de la regla generalmente aceptada en los países de go­
bierno representativo. La Cámara más numerosa debe ser la que se
adapte mejor a los cambios de 'a opinión y esto se procura renovando
con cierta frecuencia la totalidad, o por lo menos la mitad de los re­
presentantes del pueblo. Cuando la renovación periódica es sólo de
una minoría, es difícil que los recién electos puedan modificar el
espíritu de la mayoría que encuentran en la Asamblea y es más pro­
bable que se amolden a él, aunque no concuerde con el sentimiento do­
minante en el país.
Un eminente publicista ha observado que es útil una revista ge­
neral y periódica de las fuerzas disidentes para medir el estado del
espíritu público y apreciar con certidumbre la influencia relativa
de los diferentes partidos y opiniones; y es obvio que con la renova-
78 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

ción de un tercio de los Diputados no se alcanza ese resultado. Es­


ta observación adquiere mayor peso, cuando esa fracción de la Cámara
debe ser electa, no por la totalidad de los ciudadanos de !a Provincia
sino por los residentes en la tercera parte de las secciones electorales.
La reforma de la Constitución en este punto produciría un equili­
brio más perfecto entre la opinión de la Legislatura y la del pueblo
y ese es el ideal del sistema republicano.
La Constitución, en su artículo 82 declara «que cada Cámara es
juez exclusivo de las elecciones de sus miembros y de la validez de sus
títulos». Igual disposición se registra en las Constituciones de la Na­
ción y de otros estados. Pero iniciase una reacción desde que la Cá­
mara de los Comunes en Inglaterra se desprendió de esa facultad por
acto propio y después de una detenida investigación parlamentaria,
confió a jueces determinados la atribución de conocer y decidir en los
casos de elecciones contestadas.
Esta innovación se ha hecho sentir también en otros países con el
propósito de contener las extralimitaciones en el ejercicio de esa
facultad legislativa. El Poder Ejecutivo piensa que es oportuno in­
sinuar esta reforma a fin de que la Convención se pronuncie sobre ella
procurando resguardar los resultados efectivos del comido en que se
manifieste la voluntad del pueblo.

III

Por prescripción constitucional «todo funcionario o empleado de­


be tener su domicilio real en el lugar donde ejerce sus funciones»
y desde la fundación de esta Capital la opinión reclama el cumplimien­
to de aquella disposición.
Independiente de esto, es discreto promover una enmienda al ar­
tículo 80. Dispone éste que los Senadores y Diputados residirán en la
provincia; pero los intereses de ésta reclaman, a juicio del Poder Eje­
cutivo, que durante el período de las sesiones residan en la Capital.
Las tareas legislativas en un estado en el que hay tanto que legis­
lar y corregir, demandan constante atención, y las Cámaras no alcan­
zan a resolver en las pocas sesiones que celebran, los múltiples asun­
tos sometidos a su deliberación.
El Poder Ejecutivo piensa que los ciudadanos que componen los
altos poderes de la Provincia, deben estimular con su acción y con su
ejemplo, la regularidad administrativa, y justo es que ellos acepten
simultáneamente, el honor que el pueblo les discierne y las limita­
ciones consiguientes al cargo que se les confiere.

IV

Los Constituyentes de 1873 organizaron un gobierno de tenden­


cias parlamentarias, aunque no definido francamente, con poderes que
no guardan el equilibrio necesario para el desenvolvimiento armónico
de !a vida repub icana. Así la Constitución requiere el acuerdo del Se-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 79

nado para nombramiento de los Ministros de Gobierno; este requisito


previo no rige, ni bajo el mismo sistema parlamentario.
Se comprende la razón de esa exigencia, tratándose de los cargos
del Poder Judicial, o de la designación de otros funcionarios de
análoga categoría, los que, por la naturaleza de sus funciones, deben
estar al abrigo de influencias extrañas. Pero no se descubre que aqué­
lla se aplique a los Ministros del Poder Ejecutivo, porque resulta
incongruente con e! espíritu general de la Constitución, que ha es­
tablecido la responsabilidad del Gobernador y de sus Ministros, y
consagrado el procedimiento para hacerla efectiva. Si al primero es­
tán cometidas las funciones inherentes a su carácter de Jefe de la
administración, y el encargo de observar y hacer cumplir la Consti­
tución, y las leyes, lógico habría sido reconocer el derecho de ele­
gir libremente sus colaboradores, igualmente responsables, en vez de
someterlo al acuerdo previo del Honorable Senado, que no tiene, por
su parte, responsabilidad en los actos del Poder Ejecutivo, y que, si
alguna tuviera, sería remota y de dudosa eficacia.
Si la Constitución quiso sentar por ese medio las bases del sis­
tema parlamentario, debió acordar al Poder Ejecutivo como contra­
peso lógico y destinado a mantener el equilibrio entre los poderes, la
facultad correlativa de aplazar las sesiones o de disolver las cámaras
convocando a nuevas elecciones para consultar la voluntad del pue­
blo, y resolver los conflictos producidos.
De otra manera resulta un Gobierno que ofrece diariamente to­
dos los inconvenientes del sistema mencionado, y en el que no se descu­
bre, con relación a1 Ejecutivo, ni a los verdaderos intereses del Esta­
do, una sola de las ventajas que se le atribuye en los países que lo
han adoptado.
El Poder Ejecutivo prescinde deliberadamente de considerar los
resultados de la inteligencia que durante la administración anterior
y en los seis meses transcurridos de la presente, se ha dado a la
prescripción aludida, y se limita a manifestar que la intervención de
que se trata, los móvi’ es que pueden influir en ella y la forma en
que se ejercita, pueden alguna vez producir conflictos de difícil so­
lución.

En los artículos 192 y 193 la Constitución dispone que los jue­


ces de las cámaras de Apelación y de Primera Instancia pueden ser
acusados por delitos o faltas graves ante un Jury compuesto de siete
diputados y cinco senadores. Esta prescripción responde a la nece­
sidad de hacer efectiva la- responsabilidad de los miembros del Poder
Judicial; pero el Ejecutivo cree que es discreto corregir )a organi­
zación de aquel Tribunal.
Las cámaras legislativas son cuerpos esencialmente políticos, y
las agitaciones de sus debates y sus renovaciones periódicas responden
a las variables exigencias de la opinión. No es juicioso entonces que
surjan de aquellas asambleas los jurados que deben juzgar a los ma-
80 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

gistradoa a cuya rectitud y prudencia están confiados los más altos


intereses de la sociedad.
Obsérvase desde luego, la distinta organización del Tribunal
destinado a juzgar a los miembros de la Suprema Corte, y del que
juzga a los jueces de las Cámaras de Apelación y de Primera Ins­
tancia. y no puede explicarse jurídicamente esta diferencia, invocan­
do la categoría de los funcionarios a quienes afecta.
Posible es que los senadores y diputados llamados a integrar el
Jury, despejen su espíritu de las preocupaciones políticas inherentes
a la representación que invisten; pero el juicio de los funcionarios
públicos agita y apasiona el sentimiento popular; los partidos se
incorporan a esos debates, y, en tales situaciones, el Tribunal lla­
mado a juzgar debe ofrecer las más altas prendas de imparcialidad
y de sabiduría.
Y si se tiene presente que los conflictos llevados ante esos jue­
ces afectan algunas veces derechos e inmunidades políticas, se com­
prende que los partidos, en mayoría, en las cámaras legislativas,
tendrán en momentos determinados, el medio de conmover el perso­
nal de la magistratura. La posibilidad de este recurso es un peligro
para la inamovilidad y la independencia que realzan la autoridad
moral de los jueces y la conciencia de sus fallos. Fundado en estas
consideraciones, el Poder Ejecutivo propone la reforma de los ar­
tículos 192 y 193 a que ha hecho referencia.

VI

La Constitución ha consagrado la competencia de la Suprema


Corte de Justicia y de las cámaras de apelación, para entender en
los conflictos internos de las municipalidades. El Poder Ejecutivo
considera juicioso reformar esas disposiciones; la subsistencia de
ellas seguirá recargando las tareas propias del Poder Judicial, cuyo
activo funcionamiento es una imperiosa exigencia social.
Las disensiones municipales son generalmente, en sus causas y
en sus propósitos, de Índole política. Si se mantiene el procedimien­
to actual, los recursos serán cada día más frecuentes: la Suprema
Corte > las cámaras se verán en breve comprometidas en esas con­
troversias apasionadas, y por rectas que sean las resoluciones defi­
nitivas de aquéllas, quedarán expuestas a ser censuradas de par­
cialidades, que los partidos injustamente atribuyen a toda autoridad
que no favorece sus miras y planes de predominio.
Discreto es poner a cubierto, aun de maliciosas inculpaciones,
al alto Tribunal que tiene a su cargo las interpretaciones definitivas
de las leyes y la tutela de todos los derechos e inmunidades consa­
grados por la Constitución.

VII

En el capitulo V, tratándose de la Justicia de Paz, la Constitu­


ción dispone que los jueces serán designados por el Poder Ejecutivo
a propuesta en terna de las municipalidades.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 81

El nombramiento procede, en el hecho, de las municipalidades, y


siéntese naturalmente en la formación de las ternas, la influencia
perturbadora de los círculos animados en aquellas corporaciones y que
aspiran al predominio electoral. Mientras subsista aquel procedi­
miento no se levantará la decaída autoridad moral de los Jueces de
Paz, porque los vecindarios comprenden que ni la imparcialidad pre­
side a la formación de esas ternas, ni son consultadas en ellas la
competencia y aptitudes propias de los que en p rocedim ien to verbal
y actuado deben pronunciar el fallo sereno de la Justicia.

VIII

El artículo 19 de la Constitución fué sugerido por un senti­


miento noble, en favor de la libertad individual. La excarcelación
de toda persona que diese fianza suficiente, para responder de los
daños y perjuicios, fuera de los casos en que el delito merezca pena
corporal aflictiva, cuya duración exceda de dos años, debe ser re­
considerada.
Es alarmante ver en libertad a los delincuentes, pocas horas
después de ocurridos los atentados con que han perturbado el orden.
La sociedad reclama justamente el castigo de los que ponen en pe­
ligro la propiedad o la vida de los habitantes de la Provincia; y sin
embargo ellos recuperan fácilmente su libertad, bajo fianzas reales
o ficticias, alardean la impunidad de que aparentemente gozan y los
vecindarios no comprenden que esas sean las rectas interpretaciones
de la ley.
El Poder Ejecutivo no alcanza, por otra parte, a explicarse la
conveniencia de inmovilizar en la Constitución reglas o medios de
administración que deben quedar subordinados a la enseñanza de la
razón y del tiempo.

IX

En el orden comunal, la Constitución es ampliamente descen-


tralizadora: consagra como base la autonomía de los municipios y
en el propósito de afirmar ese principio les ha conferido atribución
de votar anualmente sus gastos y los impuestos para atenderlos.
Esta última facultad, sin limitación ni control, puede perturbar
el sistema rentístico de la Provincia. Si los municipios quedan habi­
litados para afectar las fuentes de recursos destinados por su na­
turaleza a costear los servicios de la administración general, nos
expondremos a complicaciones que pueden dificultar el desenvolvi­
miento de las principales industrias del país.
Ante esta eventualidad, es conveniente limitar la facultad im­
positiva de los municipios, a fin de mantener expeditos los medios
de renta necesarios para los servicios e intereses generales.
La Constitución confía a las municipalidades la preparación
del registro electoral, la formación, por medio de la suerte, de las
comisiones empadronadoras y mesas receptoras de votos. Esta in-
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 6
82 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

tervención constante y poderosa en las elecciones políticas convierte


a los municipios en campo abierto a las pasiones y luchas más o
menos legítimas de los partidos; y en vez de ser aquellas corpora­
ciones, organismos serios y representativos de la vida comunal,
témanse en teatro de evoluciones y de planes que extravían y des­
quician el orden local. Las acusaciones, los fraudes, las destitucio­
nes, todo se reputa lícito y puede asegurarse que el partido o círcu­
lo que, en un momento dado, domina en una Municipalidad, cierra
todos los caminos establecidos por las leyes, para las renovaciones
periódicas, inherentes a la vida de la democracia. Necesario es, a
juicio del Poder Ejecutivo, separar a las Municipalidades de toda
intervención directa en los actos y en las contiendas políticas.
En caso contrario, seguirán produciéndose diariamente com­
plicaciones, comprometiendo en ellas a los altos poderes del Estado
que, por la ley actual, se ven obligados a intervenir en esas disiden­
cias, y el régimen comunal quedará expuesto a desaparecer, en el
hecho, el día en que se levante un gobierno de tendencias o propó­
sitos absorbentes.
Y, para hacer por último de las municipalidades los verdade­
ros organismos del progreso, el Poder Ejecutivo conceptúa que es
previsor consignar en la Constitución disposiciones que les asegu­
ren ese carácter, e impidan que por leyes especiales se les confiera
facultades cuyo ejercicio obstruye algunas veces el funcionamiento
regular de aquéllas, y suprime otras, las libertades comunales que
todos los pueblos defienden con decisión.

Tales son los puntos que principalmente preocupan al Poder


Ejecutivo: prescinde de indicar otros igualmente importantes y omi­
te deliberadamente consideraciones y recuerdos históricos, que podría
invocar en apoyo de las opiniones que deja consignadas. Confía en
que la Convención extenderá ampliamente sus estudios y delibera­
ciones y se preocupará preferentemente de todas las enmiendas que
puedan llevar al pueblo la convicción de que es verdaderamente libre
y soberano en el ejercicio de sus derechos. La tarea es patriótica y
concurrirán seguramente a su realización, los diversos matices y
fuerzas de la opinión.
El Poder Ejecutivo espera que Vuestra Honorabilidad, inclu­
yendo este asunto en las sesiones extraordinarias, para cuyo efecto
tiene el honor de convocaros, tomará en consideración el proyecto
de ley adjunto, prestándole su aprobación, y que los dos altos po­
deres políticos del Estado mancomunarán sus votos y su esfuerzo
en esta iniciativa, acogida con general aplauso dentro y fuera de
la Provincia. Y si el pueblo, consultado en los próximos comicios,
acepta la revisión general y elige para verificarla ciudadanos re­
presentativos en la verdadera acepción de la palabra, habremos
prestado, con honra para todos, un importantísimo servicio al pre­
sente y al porvenir.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 83

Hay situaciones en la que los hombres públicos tienen ei


deber, por ingrato que sea, de decir ingenuamente, a los pueblos lo
que sienten y lo que piensan, y el Gobernador de la Provincia, cum­
pliéndolo por su parte, se permite cerrar este mensaje conden­
sando sus presentimientos y convicciones. Si esta iniciativa patrió­
tica fuera frustrada y los actos electorales continúan defraudando
en su resultado los justos anhelos de esta sociedad; si al amparo
de interpretaciones erróneas o interesadas, siguen desvirtuándose
los serios y sanos principios de gobierno, consagrados en los países
organizados; si las Municipalidades convertidas en centros políti­
cos, desnaturalizan el carácter de esa institución que predispone y
educa para la vida dem ocrática; si los magistrados a quienes in­
cumbe la más alta aplicación de la ley, han de vivir y actuar ex­
puestos a las extralimitaciones de Jurados de imparcialidad y de
competencia eventual; y si por último, las prácticas extraviadas
continúan nulificando impunemente principios, doctrinas y respetos
que consolidan la tranquilidad y desenvolvimiento ordenado de los
estados, no llenaremos ciertamente los fines de la sociabilidad ar­
gentina y de la Ley Fundamental de La Nación.
La Provincia, al favor de los elementos que la Providencia ha
prodigado en su extenso territorio, podrá ofrecer el espectáculo de
la prosperidad m aterial; pero no tendrá el lustre ni la grandeza
que dan las instituciones modernas, ni alcanzará entre los pueblos
libres el rango que presagiaron a todas las secciones de esta Repú­
blica, los héroes que conquistaron la independencia y los estadistas
que sancionaron la organización nacional.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
BERNARDO DE IRIGOYKN.
J o a q u ín C a s t e l l a n o s .

E l Senado y Cám ara de D iputados de la P rovin cia de B uenos A ir e s ,


sancionan con fu erza de —
ley:

Art. 1? Declárase la necesidad de reformar la Constitución de


la Provincia.
Art. 2? De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución el
Poder Ejecutivo mandará publicar esta ley durante tres meses con­
secutivos en todos los distritos de la Provincia y convocará al pue­
blo para que en las próximas elecciones de Senadores y Diputados
voten en pro o en contra de la necesidad de la reforma.
Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no deba tener
lugar elección de Diputados y Senadores por no corresponderles
elegir en el próximo año, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo
al sólo efecto de que manifieste su voto en pro o en contra de esta
necesidad, debiendo form ar las mesas escrutadoras de los distritos,
los escrutadores designados para la última elección de Senadores
y Diputados.
Art. 4¥ Comuniqúese, etc.
J o a q u ín Ca s t e l l a n o s .
84 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Sr. presidente — Se votará si se acepta la convocatoria para con­


siderar en sesiones extraordinarias el proyecto de que se acaba de
dar cuenta.
— Resulta afirmativa.

Sr. presidente — Pasará a la Comisión de Negocios Consti­


tucionales.
La Plata, octubre 11 de 1399.
Al Honorable Senado:
El Poder Ejecutivo en 3 de diciembre del año 1898 sometió a
la consideración de la Honorable Legislatura un proyecto de ley
referente a la reforma de la Constitución, el cual hoy se encuentra
a estudio de la Comisión de Negocios Constitucionales de esa Ho­
norable Cámara.
Estimando el Poder Ejecutivo de urgente necesidad el despacho
de ese proyecto, no sólo por su propia naturaleza, sino también
porque la reforma de la Constitución lo exigen altos intereses de
la Provincia, e interpretando, además, los sentimientos de sus habitan­
tes manifestados por la prensa diaria y por otros órganos de publici­
dad, tiene el honor de dirigirse a Vuestra Honorabilidad, encarecién­
dole quiera dedicarle a este asunto preferente atención.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
BERNARDO DE IRTGOYEN.
J osé M. C ald kr An .

La Plata, julio 3 de 1900.

De acuerdo con el artículo 60 del Reglamento, pase a la orden


del día.
A lfredo D em ar ch i .
M anuel L. del Carril.

La Plata, agosto 14 de 1900.


Rechazado en general.
M a n u el L . d el C a rril.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DOCTOR BERNARDO DE IRIGOYEN
9 de octubre de 1899

El año anterior presenté a Vuestra Honorabilidad, entre otras


iniciativas interesantes la reforma de la Constitución vigente, y expu­
se las razones que me determinaron a suscribirla. Los hechos ocurri­
dos con posterioridad, el aplauso de la prensa nacional y extranjera,
y la opinión de ciudadanos espectables por su ilustración, significan
un verdadero plebiscito, y él nos estimula a sancionar sin demora el
proyecto que sometí a vuestra consideración y que, no vacilo en de­
cirlo, es un voto ardiente del país.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 8b

El procedimiento señalado para la reforma es lento y laborioso, y


antes de que se inicie tendrán lugar elecciones dirigidas a renovar
la Legislatura: considero necesario reviséis la ley electoral para que
aquellos actos sean, en cuanto es posible, expresión ingenua del senti­
miento público. La Provincia anhela los beneficios del gobierno re­
presentativo honradamente organizado; y, participando de esa aspi­
ración, sometí a Vuestra Honorabilidad las modificaciones más pre­
miosas y que fueron aconsejadas por ciudadanos versados en estas
materias, cuyo concurso solicité.
Las elecciones dejan en evidencia, desde muchos años, que no todas
las opiniones obtienen la representación que les corresponden, y que
la voluntad popular es nulificada en los desenlaces finales. Admito
que aquellos actos son agitados en las naciones libres; pero no veo la
causa para que asuman entre nosotrqs ese carácter acerbo que desdice
la elevación y cultura nacional. Quedaron hace medio siglo resueltas
las cuestiones constitucionales que conmovieron el vasto escenario de
la República; no existen por fortuna, esos antagonismos económicos,
ni esas rivalidades de creencias o de razas, que en otros estados, dividen
a los hombres; no se escuchan protestas sobre el sabio sistema polí­
tico jurado en 1853. La superficie de la Provincia es vasta y valiosa
su producción. Su gobierno requiere gran número de hombres y de
luces, y, a mi juicio, la totalidad de los partidos es necesaria para in­
tegrar con lustre la Administración. Con estos antecedentes, no pue­
de explicarse la inflexibilidad de esos resentimientos, que sobreviven
a las controversias electorales, y que concitan a la discordia, llegando,
algunas veces, quizá sin quererlo, a la anarquía. Y pienso que aquellos
rencores atrasados se atenuarán el día en que, desterrando resuelta­
mente los recursos del fraude que desgraciadamente nos deprimen, pro­
pendamos a que el resultado de las urnas sea la ingenua expresión
del sufragio popular, que es el triunfo de la democracia y de nuestra
ley fundamental.
He manifestado también la urgencia de separar a las Municipa­
lidades de toda intervención en las elecciones políticas y de limitar la
facultad impositiva que hoy ejercitan sin restricción. Pocos meses
han corrido desde la fecha en que expuse mis opiniones, y se han le­
vantado ya protestas generales contra determinados impuestos san­
cionados por aquellas corporaciones. El Gobierno de la Nación ha
requerido mi atención acerca de esos gravámenes, y he contestado
que el Poder Ejecutivo carece de facultades para modificar la sanción
de ellos y para controlar su inversión. He ofrecido someter a la con­
sideración de Vuestra Honorabilidad, las observaciones del Ejecuti­
vo Nacional, que interesan ciertamente a las principales industrias
del país.
Y, antes de cerrar este párrafo, permítome reiterar a Vuestra Ho­
norabilidad que, actualmente, las Municipalidades, lejos de ser orga­
nismos serios y representativos de la vida comunal, se convierten con
frecuencia en teatro de evoluciones, y de planes políticos que las ex­
travían y desquician, y que si estos abusos no se corrigen, seguirán
produciéndose diariamente complicaciones locales, comprometiendo
en ellas a los altos poderes del Estado que por la ley actual se ven
B6 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

obligados a intervenir, y el régimen comunal estará expuesto a desapa­


recer, en el hecho, el día en que se levante un gobernante de tenden­
cias o de propósitos absorbentes.
En la suma de atribuciones que la Constitución asigna al régimen
municipal, el único control eficaz y posible, para la recta administra­
ción de los intereses y recursos locales está en la intervención que la
misma Constitución confiere al Tribunal de Cuentas para juzgar de
las que deben rendir anualmente las municipalidades. Pero la ma­
yor parte de esas corporaciones retarda sin causa justificada la re­
misión, sustrayéndose así los administradores de rentas locales que
ascienden a $ 6.300.000, a las responsabilidades de faltas o extralimi­
taciones cometidas en ejercicio de sus cargos.
Tratando de remediar este mal, en cuanto el Poder Ejecutivo pue­
de hacerlo, he dirigido circulares a las Municipalidades, recordándoles
el deber en que están de dar cumplimiento a la prescripción consti­
tucional remitiendo sin demora las cuentas al Tribunal. Esas indica­
ciones no son eficaces y es necesario que la ley venga pronto en apoyo
de estos propósitos y confiera al Tribunal de Cuentas facultades para
compeler a las Municipalidades al cumplimiento del deber, en los ca­
sos de que se trata.
Pende de Vuestra Honorabilidad la reglamentación del precepto
constitucional que obliga a todo funcionario y empleado a tener su
domicilio real en el lugar de sus funciones, y a los señores Senadores
y Diputados a residir en la Provincia. Desde la fundación de esta ca­
pital reclámase su cumplimiento, y, sin embargo, de ésto y del ejem­
plo de los Vocales del Supremo Tribunal de Justicia y de algunos fun­
cionarios más, la mayoría no cumple la prescripción a que me refiero.
Yo no tomo este asunto bajo el punto de vista en que lo considera
la generalidad: lo tomo en el sentido de la regularidad administra­
tiva, del tranquilo funcionamiento de la justicia, de las serenas deli­
beraciones del Poder Legislativo. Creo que los funcionarios deben
vivir en los lugares de su actuación, conocer de cerca sus necesidades,
mancomunarse, si es dable esta palabra con la opinión, y contribuir
con sus actos y ejemplos al mantenimiento de la rectitud y de la
cultura social. No son serias las simulaciones de domicilio que pre­
senciamos, y pienso que es impropio y desairado para la Provincia
el rápido pasaje por su Capital, de los que forman los diversos de­
partamentos del Gobierno.
La Administración de Justicia requiere algunas reformas y pre­
ferentemente las que conduzcan a consolidar la estabilidad de los
Jueces. Necesario es ponerlos a cubierto de las frecuentes acusa­
ciones promovidas por círculos políticos que actúan constantemen­
te en las cuestiones municipales. En el mensaje con que solicité la
reforma de la Constitución, expuse que no era regular dejar someti­
dos a los magistrados a jurados de competencia eventual y que sur­
gen de asambleas esencialmente políticas.
Los conflictos municipales afectan o interesan generalmente a
los partidos; y no es bueno que éstos tengan medios de conmover
aunque sea transitoriamente, el personal de la magistratura, a cuya
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 87

rectitud está confiada la protección de los altos intereses de la so­


ciedad.
La Constitución en su artículo 152, ha creado en el Fiscal de Es­
tado un funcionario encargado de defender, ante los Tribunales, el
patrimonio del Fisco. En el mismo artículo inciso 2", se establece
que la Legislatura determinará los casos y la forma en que el Fiscal
de Estado debe ejercer sus funciones.
Esta disposición no ha sido aun reglamentada. Urge, sin embar­
go, la sanción definitiva de una ley que llene los propósitos del pre­
cepto invocado. La Suprema Corte de Justicia Nacional no ha admitido
en distintos casos, la personería del Fiscal de Estado, fundándose,
principalmente, en que no existe ninguna disposición legal que le
atribuya la representación de la Provincia en los juicios en que se
discuten sus intereses.
Es inconveniente el sistema de nombrar representante «ad hoc*
cada vez que es necesario defender judicialmente los derechos del
Fisco, porque, además de las erogaciones extraordinarias que este
sistema comporta, la falta de unidad en la defensa puede dar lugar
a que la Provincia sostenga simultáneamente doctrinas contradic­
torias en la gestión de sus intereses y derechos.
El Poder Ejecutivo, de acuerdo con estas ideas, os enviará el pro­
yecto de ley respectivo para el cual solicito ya vuestra aprobación.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DOCTOR BERNARDO DE IRIGOYEN
3 de mayo de 1900

Las épocas históricas se escriben para iluminar a las sociedades


y a los hombres que las encabezan, y en el estudio de aquellos libros
aprendemos que las mejoras y adelantos materiales deben ser acom­
pañados de progresos fundamentales y políticos: esa es ley ineludi­
ble en el desenvolvimiento de la humanidad, y daremos prueba de
buen sentido, procurando que las ventajas y franquicias propias de
esta época, y que se conquistan en otros estados por medio de estré­
pitos y trastornos más o menos profundos, se discutan en la Provin­
cia con sereno criterio y se sancionen por reformas políticas, pacífi­
cas y duraderas.
Debemos, pues, aspirar a que sean efectivos los beneficios de las
libertades proclamadas desde los albores de la emancipación; debe­
mos empeñarnos en que la verdad y las virtudes cívicas imperen en
nuestra economía social y política, y cúmplenos esforzarnos para
que se arraigue profundamente en el espíritu público el convenci­
miento de que sólo conquistan crédito y rango permanente los pue­
blos que practican con honradez las instituciones características de
los progresos de la humanidad.
88 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Preocupado de estas cuestiones, debo persistir en la serie de ini­


ciativas constitucionales y legislativas que he tenido el honor de
someter a la consideración de Vuestra Honorabilidad, y reitero, en
primer término, la necesidad de revisar la Constitución: ésta es, en
su mayor parte, reproducción de la sancionada en 1873, en aquel
período de amplitudes y de concordia en que todos los partidos su­
primieron los antagonismos del pasado y se uniformaron en una
sola aspiración: la de dotar a esta sección de la República, de un
estatuto modelado sobre teorías avanzadas, algunas de las que no
han tenido aceptación hasta el presente en las naciones más adelan­
tadas del mundo.
En el mensaje que, en 3 de diciembre de 1898, dirigí a Vuestra
Honorabilidad, consigné concisamente las razones fundamentales de
la revisión que propongo, y he experimentado viva satisfacción al
observar que el asentimiento franco y caluroso de la Provincia, la
adhesión pública de ciudadanos distinguidos por sus servicios al país
y preparación en la ciencia del gobierno y la aprobación unánime de
la prensa nacional y extranjera, apoyaron resueltamente el proyecto
del Poder Ejecutivo. Espontáneo y solemne fué aquel verdadero ple­
biscito: debemos deplorar el tiempo perdido en tramitaciones inexpli­
cables; y pienso que los altos poderes políticos del Estado, deben
uniformarse para declarar, sin demora,, la necesidad de la reforma
que está en la conciencia de todos los que se interesan por el perfec­
cionamiento de las leyes que nos rigen.
No importa ésto desconocer que la Constitución de 1873, exhibió
un caudal de luces y de ciencia, propio de las personalidades que
tuvieron asiento en ella; pero la verdad es que aquella asamblea se
anticipó, en algunas de sus concepciones, a la capacidad cívica del
pueblo, y que esta imprevisión generosa ha contribuido a que ese
instrumento no responda, en muchos puntos importantes, a la bon­
dad de sus teorías.*

En diciembre de 1898, solicité la revisión de las leyes electorales,


señalando, con el consejo de ciudadanos ilustrados, las modificacio­
nes más urgentes para reprimir los desmanes que, hace años, nuli­
fican las prerrogativas electivas del pueblo.
Los hechos ocurridos con posterioridad al Mensaje del Poder Eje­
cutivo, han justificado más aquella iniciativa. Las transgresiones
a la ley y a la moral política continúan produciéndose con frecuencia
y en formas desalentadoras para los que rinden culto a la le con que
esta parte de la América meridional proclamó el sistema represen­
tativo.
Los altos funcionarios, encargados de constatar el resultado de
los comicios, ponen de relieve anualmente, en laboriosos informes
el falseamiento general del sufragio popular; y no es posible que
los poderes políticos de la Provincia permanezcan indiferentes ante
la notoria nulificación de los actos de que ellos derivan.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 89

La Nación, representada por el Congreso de Tucumán, proclamó


el gobierno de la libertad bajo el sistema republicano y procuró con­
solidarlo a expensas de esfuerzos y sacrificios memorables. Han co­
rrido más de ochenta años de aquella consagración, ratificada por
todas las asambleas argentinas, pero aun no es dado a los ciudadanos
sufragar con libertad, ni obtener que sus votos sean acrisolados con
pureza en los desenlaces finales.
El Poder Ejecutivo no ha omitido esfuerzo, dentro de sus faculta­
des en el sentido de corregir y castigar las transgresiones y fraudes
de que hablo. Ha requerido de diversos funcionarios los antecedentes
necesarios para hacer efectivas las penalidades respecto de cualquier
empleado de la Administración comprometido en aquellos abusos.
Pero, sea por deficiencia de las prácticas que rigen o por la indife­
rencia con que se consideran estas cuestiones — que contribuye a dejar
impunes los desmanes que nos deslumbran— no ha encontrado, hasta
ahora, cooperación para realizar el propósito indicado.
Ya en 1877, es decir poco después de sancionada la Constitución
de 1873, el Gobernador Tejedor, hacía sentir a la Legislatura que el
ensayo de la Ley Electoral era bastante para señalar defectos y va­
cíos que era preciso corregir y llenar. «No basta, agregaba, para dar
garantías a todas las opiniones, que el voto proporcional les permita
entrar a las Cámaras y a las Municipalidades: es necesario que el
mecanismo, que sirve para hacer el escrutinio, garanta anticipada­
mente de todo abuso, a fin de que nadie pueda evitar que el elegido,
con condiciones para tal, pueda tomar su asiento entre los llamados
por la opinión».
He creído oportuno transcribir esas palabras para comprobar que,
hace más de veinte años, se sienten, desgraciadamente, los abusos
que acabo de mencionar; y, en nombre del crédito institucional do
la Provincia, solicito de Vuestra Honorabilidad la reforma de las
leyes electorales, abrigando la convicción de que, en este acto inter­
preto fielmente los votos y las preferentes espiraciones del país.

No cerraré este capítulo sin hablaros de otro asunto importante.


Refiérome a la constante intervención de las municipalidades en las
elecciones generales, en el nombramiento de los Jueces de Paz y en
otros actos que no considero inherentes a esa institución. Los muni­
cipios se convierten en el presente en campo abierto a las luchas de
círculo que anhelan posesionarse de todos los medios de poder y de
influencia. He afirmado en otra ocasión que, en vez de ser aquellas
corporaciones organismos serios, representativos de la vida comunal,
tórnanse generalmente en teatro de planes y de conciertos que des­
quician el orden local.
Solicito pues, vuestra atención a la reforma en esta parte de nues­
tra legislación: persevero en las razones expuestas en el Mensaje
fecha 9 de octubre del año próximo pasado, e invoco en apoyo de esta
proposición los intereses generales; la regularidad en la rendición
90 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de cuentas de impuestos que ascienden a más de seis millones de pe­


sos; la urgencia de limitar las facultades impositivas, para resguar­
dar de contribuciones injustas las industrias más importantes del
país y, por último, para libertar al Poder Ejecutivo y a la Suprema
Corte de Justicia de intervenir en los conflictos municipales. Ellos
se producen diariamente; y ésto se explica, recordando que hablo de
corporaciones, modestas en apariencia, pero poderosas por la influen­
cia de las funciones de orden distinto que invisten en la actualidad.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DOCTOR BERNARDO DE IRIGOYEN
4 de junio de 1901

No se aleja de mi memoria el mensaje que dirigí, en diciembre de


1898, proponiendo la revisión y reforma de la Constitución. Expuse
las razones fundamentales, indicando algunas de las enmiendas que
reputo más urgentes, para que la Provincia torne, cuanto antes, a
los beneficios del gobierno representativo, leal y honradamente prac­
ticado.
Recuerdo, con legítimo contentamiento, la aceptación que aquella
iniciativa encontró en la gran mayoría de la población nacional y ex­
tranjera. Fué un verdadero plebiscito, espontáneamente convocado,
y acaricié la ilusión de que la reforma era ya un progreso conquis­
tado, no por las iniciativas del gobierno, sino por el voto y los anhe­
los del país. Y, sin embargo, más de tres años han corrido sin que
se haya iniciado ni la consideración de aquella justísima exigencia
de la opinión.
Prefiero no mencionar la única razón que se ha emitido para para­
lizar ese proyecto, que está en la conciencia de todos, sin excluir a
los mismos que lo han amortizado. Relego a un delicado silencio ese
examen, y con más motivo, en estos días, en los que no se siente una
voz en defensa de aquellos inexplicables aplazamientos.
Pero no puedo prescindir de instar por el despacho del mensaje
recordado. Al suscribirlo, sabía que la revisión no podía sancionarse
dentro del período administrativo que presido, pero quise hacer un
desinteresado llamamiento para que todos los partidos, representa­
dos por ciudadanos ilustrados y dignos de figurar en una asamblea
constituyente, concurrieran a confundirse en propósitos levantados,
y a deliberar, entre las luces del patriotismo y de la ciencia, sobre
los futuros destinos de esta tierra, favorecida por el cielo, pero con­
trariada por las veleidades y egoísmos de los hombres.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 91

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR BERNARDO DE IRIGOYEN
1? de mayo de 1902

El pueblo ha votado la reforma de la Constitución de 1873, recar­


gada, quince años más tarde, de reglamentaciones imprevisoras, y
es notoria la perseverancia con que he sostenido la urgencia de esa
revisión. Formé parte de la asamblea de 1871 a 1873, época excepcio­
nal en nuestros anales políticos. Deliberamos bajo una atmósfera-
expansiva, en días claros y serenos, en los que la altura de miras, el
respeto a las opiniones y el olvido de los antagonismos intolerantes
que enlutaron el pasado, se confundieron en un sólo sentimiento: la
concordia de los argentinos y el engrandecimiento de las provincias
que componen la Nación. Evoco estos recuerdos para explicar la
causa de que la Convención se anticipara, en algunas de sus concep­
ciones, a la capacidad cívica del pueblo. Dominaron, en sus debates,
tendencias liberales y descentralizadoras: algunas de las que no han
sido aceptadas por naciones que marchan a la vanguardia de la civi­
lización. Esa prescindencia de la educación y de las costumbres po­
líticas; la propensión a renovar contiendas eliminadas por el trans­
curso del tiempo, y las agitaciones que desde 1874 hemos experimen­
tado, contribuyeron a que la Constitución, desnaturalizada en la
práctica, no haya respondido a los ideales de los que la sancionaron.
Cuatro años he pugnado con empeño por la reforma, y siento ver­
dadera satisfacción al dejar uno de los propósitos orgánicos de la
administración que presido, sancionado ya por los poderes públicos
y refrendado por el voto ineludible del pueblo.
Y si, como lo espero, la convención es ingenua representación de
la voluntad popular y sanciona enmiendas que, consolidando la moral
política y las libertades públicas, contribuyan a que la Provincia recu­
pere la legítima influencia que en mejores tiempos ejerciera; yo,
cualquiera que sea el punto en que resida, saludaré ese acontecimien­
to como presagio de días despejados y felices para esta tierra, per­
turbada por los egoísmos de los hombres, pero favorecida por las
bendiciones del cielo.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR MARCELINO UGARTE
3 de diciembre de 1903

No he de clausurar esta parte de mi mensaje, sin insistir en la


necesidad de abordar resueltamente el problema de la reforma cons­
titucional, honrando la ley que la declaró necesaria, el plebiscito de
ratificación y el anhelo público que la auspicia ampliamente. Dos
92 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

puntos, entre tanto, reclaman solución por la magnitud de intereses


que afectan:
1* Régimen de la educación común.
29 Sistema tributario que no se adapta a las necesidades actuales;
«y en lo que pienso, de acuerdo con las ideas de mi mensaje inaugu­
ral, que es urgente adoptar el sistema progresivo como medio concu­
rrente de resolver el problema fundamental: atraer la población».

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR MARCELINO UGARTE
7 de mayo de 1904

(La ley a que se refiere este parágrafo es la


sancionada el 18 de noviembre de 19f»l y el
plebiscito del 30 de ínar/.u de 1002L

Y no he de clausurar este capítulo, sin insistir nuevamente en


la conveniencia de abordar sin vacilación el problema de la reforma
constitucional; decretando elección de convencionales, para dar cum­
plimiento a la ley, que la declaró necesaria y al plebiscito de ratifi­
cación.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DON IGNACIO D. DUGOYEN
V de mayo de 1907

La reforma de la Constitución vigente, es sin duda una necesidad


reconocida en forma unánime, por los poderes públicos y por la opi­
nión, manifestada sin discrepancia por todos sus medios de publici­
dad. Así lo declaró la Honorable Legislatura, y lo confirmó el pue­
blo, en el plebiscito a que fué convocado al efecto, realizándose, en
consecuencia, las elecciones de convencionales en 27 de julio de 1902.
La Honorable Legislatura no practicó el escrutinio de esas elec­
ciones dentro del período marcado por la misma ley, y el Poder Eje­
cutivo convocó a nuevas elecciones de convencionales, las que tuvie­
ron lugar el 30 de octubre de 1904, practicándose su escrutinio y
aprobación por la Asamblea General, el 12 de noviembre del mismo
año.
Sometido a juicio de inconstitucionalidad el decreto último de
convocatoria del Poder Ejecutivo, la Suprema Corte de Justicia, en
sentencia definitiva, declaró inconstitucionales y, en consecuencia sin
valor ni efecto legales, la convocatoria legislativa de 14 de septiem­
bre de 1904, y el decreto del Poder Ejecutivo convocando a eleccio-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 93

nes de 17 del mismo mes, creando así un conflicto de trascendental


importancia, que paralizó la tramitación de la reforma ya resuelta,
obstando a la organización legal de la Convención reformadora.
Convencido, a mi vez, de que la Constitución actual es inadecuada
al progreso y bienestar de la Provincia, no obstante los elevados
principios constitucionales que consagra, creí un deber ineludible
no permanecer indiferente ante el grave conflicto creado por la
sentencia de la Suprema Corte, y dicté el decreto de enero 8 del co­
rriente año, encargando a un abogado de reconocido talento y pre­
paración especial en la materia, el estudio de la cuestión pendiente,
en forma que, solucionando el conflicto, haga posible la instalación
de la Convención reformadora, así como también, proyectar las mo­
dificaciones institucionales, que la experiencia haya aconsejado in­
troducir en la Constitución actual.
Aceptado el encargo, el doctor Luis V. Varela, se ha puesto deci­
didamente a la tarea, redactando un libro en el que, con toda libertad
e imparcialidad de juicio, y dentro de las instrucciones recibidas,
consigna su propio pensamiento, y la experiencia ajena que ha reco­
gido minuciosamente; libro que reputo de verdadera utilidad, y que
en breve os será repartido.
Abrigo la fundada esperanza de que la reforma de la Constitu­
ción proyectada, podrá llevarse tranquilamente a cabo, con la inter­
vención de todos los partidos en que se divide la opinión, y al ampa­
ro de la confianza que ha de merecer al pueblo, la absoluta prescin-
dencia del Gobierno en las deliberaciones de la Convención, de modo
que la reforma sea sólo el fruto de sus propias ideas, sin otro propó­
sito que el de dotar a la Provincia de una ley fundamental, progre­
sista y práctica.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DON IGNACIO D. IRIGOYEN
5 de mayo de 1908

Está pendiente de vuestra sanción un proyecto que os pre­


senté al inaugurar vuestras sesiones en el período anterior, y que
tiene por objeto hacer posible la reforma de la actual Constitución
de la Provincia.
Hoy considero esa reforma más necesaria todavía que en los
momentos en que la inicié.
Los acontecimientos políticos que, en los últimos meses, han
preocupado tan hondamente a la opinión pública, han demostrado
que es indispensable reformar ciertos artículos de nuestra carta
fundamental tanto para evitar conflictos entre los altos poderes pú­
blicos del Estado, como para garantizar de una manera más efecti­
va el ejercicio de los derechos del pueblo.
La Constitución de Buenos Aires nada ha previsto para el ca­
so en que las leyes de impuestos y el presupuesto general de gastos
94 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

de la administración, no hubiesen sido sancionados dentro de los


términos fijados por ella misma; y, esta omisión, puede dar lugar
a que alguna vez se reproduzca, en la Provincia, la situación que ha
creado a los poderes públicos nacionales, el decreto de 25 de enero
de 1908.
Para evitar que esto suceda, hay conveniencia evidente en re­
formar la Constitución en esa parte, como lo han hecho ya algunas
de las provincias hermanas, declarando que los presupuestos segui­
rán rigiendo mientras no vengan otros a reemplazarlos.
Nuestra Ley de Educación Común, dictada después de la Cons­
titución de 1873, contiene esa prescripción en lo referente al pre­
supuesto de aquella repartición, lo que demuestra, que esa ha sido
la tendencia de nuestros legisladores sobre esta materia.
Por otra parte, dadas las responsabilidades personales que la
Constitución establece para los funcionarios que decreten o verifi­
quen pagos que no estén sancionados por las leyes, esa reforma es
especialmente urgente en esta Provincia.
No creo necesario insistir sobre este punto, pero vale la pena
de recordar que la ciencia constitucional moderna señala las ventajas
de las leyes permanentes de impuestos y de gastos ordinarios de la
administración, aconsejando que las reformas se hagan en ellas sólo
cuando nuevas necesidades lo reclamen.
Nuestro sistema electoral actual necesita también reformarse
urgentemente. La formación de los padrones electorales ha sido el
motivo constante de reclamos de todos los partidos que han figurado
en las oposiciones, tanto bajo el imperio de la actual Constitución
como de todas las anteriores.
Después de la sanción de las leyes de conscripción, que han
obligado a empadronarse a todos los argentinos en toda la Repúbli­
ca, se ha hecho sentir un movimiento general en la opinión pública,
exigiendo que los registros del enrolamiento del ejército nacional,
sean los que sirvan de base a todas las elecciones políticas en la
Nación y en la Provincia.
Por mi parte, creo que esa reforma daría una solución acertada
a este complicado problema de la libertad y de la verdad del sufragio.
En mi mensaje anterior, hablándose precisamente de la for­
mación de los nuevos padrones electorales, estimulaba a todos los
partidos a organizarse, garantizándoles que, en las urnas, tendrían
todas las garantías dependientes de la autoridad.
Me habría sido verdaderamente satisfactorio que, durante mi
administración, todos los partidos y todas las agrupaciones políticas
hubieran luchado libremente en los comicios, dando a la República
el espectáculo de una democracia que ejerce con libertad sus dere­
chos de hacerse representar por sus verdaderos elegidos.
No he conseguido ser escuchado en mi patriótica y sincera ex­
hortación. Las oposiciones han continuado absteniéndose de concu­
rrir a los comicios, continuando sin organizarse para las luchas
electorales, y atribuyendo siempre su inacción a las deficiencias de
los padrones, de donde han pretendido arrancar esa necesidad de
abstenerse.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 95

Ya que los partidos se niegan a organizar sus fuerzas comicia-


les antes de las fechas designadas para las elecciones periódicas; ya
que es a la formación de los padrones, a sus fraudes y a sus vicios
a lo que las oposiciones atribuyen sus derrotas en las urnas, obvie­
mos las dificultades y los trabajos en los comités, dando a todos los
partidos padrones permanentes e insospechables en su pureza y en
su verdad.
Los registros del enrolamiento militar, sirviendo como regis­
tros cívicos electorales, tendrán entre otras ventajas, la de ser forma­
dos por las autoridades federales, que no pueden ser acusadas de
falsear la verdad de las inscripciones con interés político.
Pero esta gran reforma en nuestra régimen electoral no puede
hacerse mientras esté en vigor la actual Constitución que manda que
los padrones electorales se formen por inscripción directa a domici­
lio, verificada por comisiones empadronadoras. Con semejante sis­
tema la verdad del empadronamiento es imposible, porque, dada la
grande extensión territorial de la Provincia, no es practicable un
censo a domicilio en el que se encuentren empadronados todos los ciu­
dadanos con derecho a votar.
Por otra parte, confiada a las municipalidades la formación de
los padrones y todos los actos preparatorios de las elecciones, los
ciudadanos se ven obligados actualmente a seguir una tramitación
larga y dispendiosa, para corregir o hacer castigar los procedimien­
tos delictuosos que con frecuencia vician esos actos, razón por la
que quedan en completa impunidad. El Poder Ejecutivo, cuya inter­
vención se solicita siempre en amparo de los derechos lesionados, 9e
ve en la mayor parte de los casos, en la imposibilidad legal de in­
tervenir en ellos y condenado a presenciar impasible el triunfo del
error o de la mala fe.
Como se aproxima la época en que deberán practicarse reite­
radas elecciones políticas, insisto en manifestaros que considero ur­
gentísima la reunión de la convención constituyente que reforme la
Constitución en el sentido que acabo de indicar.
Hay también otras reformas que hacen necesaria la convoca­
toria de esa convención pero ellas tienen menos urgencia que las que
buscan evitar conflictos entre los poderes y dar al pueblo mayores
garantías para el sufragio.
Yo sé bien que lo que ha impedido, hasta ahora la sanción del
proyecto que os presenté el año anterior, es la preocupación de los
vecindarios comunales, que temen ver amenguada su importancia, si
se sancionasen algunas de las reformas que han sido propuestas.
Sin embargo, no hay razón para esos temores. La Convención
que sea encargada de la reforma de la actual Constitución, deberá
formarse de convencionales elegidos por los mismos partidos a los
que aquellos proyectos de reforma afectan, y es lógico suponer que
si ellos no convienen a las localidades que los convencionales repre­
senten, las reformas no serán sancionadas por la convención.
No debéis extrañar la insistencia con que os invito a que san­
cionéis el proyecto de ley que os presenté el año anterior sobre esta
materia. Debemos todos colocarnos arriba de las sospechas, y pro­
bar con los hechos, que anhelamos hacer del sufragio popular, una
96 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AflO 1934

verdad, a fin de que, los que nos sucedan en el Gobierno de la Pro­


vincia, a vosotros y a mí, puedan representar efectivamente el voto
del pueblo elector, reunido en comicios libres y haciendo triunfar la
voluntad de la mayoría de los sufragantes.
La ley sancionada por Vuestra Honorabilidad con el propósito
de dotar de padrones electorales a los distritos que carecían de ellos
no ha dado los resultados que se esperaban, no obstante los esfuer­
zos hechos por el Poder Ejecutivo para facilitar su correcta ejecu­
ción, y me he visto en la necesidad de suspenderla, para evitar que
el padrón de la Capital de la Provincia, adoleciera de la tacha de
falso e incompleto.
En las primeras sesiones de las Honorables Cámaras, os será
remitido un nuevo proyecto de ley que ya se halla preparado, y el que
espero, si los ciudadanos se deciden a cuidar de sus propios derechos
cívicos reaccionando sobre procederes anteriores, que tendrá la efi­
cacia de dotar al distrito de La Plata de un padrón electoral inta­
chable.
Cúmpleme aquí declarar de nuevo, que la indiferencia de los
ciudadanos, por los actos preparatorios de los comicios, su completa
inacción y su falta de vigilancia, harán estériles todos los esfuer­
zos de los poderes públicos para hacer una verdad del sufragio, que
es, desde sus primeros actos, función esencialmente del pueblo pues
nuestra legislación actual le ha quitado al Gobierno toda interven­
ción en ellos.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DON IGNACIO D. IRIGOYEN
1* de mayo de 1909

La sanción del proyecto de ley relativo a la revisión de la Cons­


titución es un verdadero anhelo del pueblo de la Provincia, que recla­
ma con urgencia aquella reforma.
Por esa causa Vuestra Honorabilidad me ha de permitir que,
invocando su elevado patriotismo, insista en pedirle una atención
preferente e inmediata para este asunto.
La Constitución actual ha dado ya los frutos que podían espe­
rarse de ella; y si se exceptúa el mantenimiento del mecanismo ad­
ministrativo y de los resortes invariables de la democracia, todas
las demás funciones de%nuestra Carta reclaman reformas e innova­
ciones de mayor o menor amplitud, especialmente en presencia de los
grandes problemas creados por el mismo adelanto gigantesco de nues­
tra época.
Habéis erigido aquí la efigie de Rivadavia como símbolo de ilu­
minada y precursora sabiduría y por otra parte, se acerca el día del
canto secular de la República a todas las grandezas de sus hombres y
de sus ideales.
Haced, pues, señores legisladores, que vuestro primer acto en el
culto patrio, sea un prólogo a la nueva ley fundamental, que ha de
honrarnos a todos.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 97

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR VALENTIN VERGARA
V de mayo de 1926

En forma explícita he hecho conocer mi programa de gobier­


no y los propósitos que me animan en los distintos órdenes de la
Administración
Sin incurrir en repeticiones inútiles, me referiré a algunos
puntos fundamentales a fin de interesar desde ya la inteligente
atención de Vuestra Honorabilidad.
Es necesario, señores legisladores, una ilustrada y previsora
revisión constitucional para el m ejor desenvolvimiento del gobier­
no y la estabilidad de las instituciones provinciales.
Ella es el fruto de largas y sabias deliberaciones, pero vin­
culadas a doctrinas que la experiencia posterior no ha confirmado
sino parcialmente.
Hay que adaptarlas, pues, a las nuevas exigencias y ese pro­
ceso que la opinión pública reclama desde la época de su promul­
gación y que han motivado diversas iniciativas de los Poderes L e­
gislativo y Ejecutivo, propiciando su reforma, se impone hoy más
que nunca con caracteres de imperiosa necesidad.
Un código fundamental debe contener declaraciones formales
para que no se dicten leyes que con pretexto de organizar y re­
glamentar el ejercicio de esas libertades, las anule y falsee con
disposiciones reglamentarias, pero no debe ser detallista, sino
genérico y reunir en cambio mayor flexibilidad para que la obra
legislativa que ausculta las exigencias de cada época llene su
alta misión dentro del marco constitucional, sin necesidad de
acudir al procedimiento largo y delicado de las convenciones cons­
tituyentes.
Alberdi sintetiza este pensamiento en las siguientes palabras:
«Para no tener que retocar e innovar la Constitución, reducirla
a las cosas más fundamentales, a los hechos más esenciales del
orden político, no comprendáis en ella disposiciones por su natu­
raleza transitorias, como las relativas a elecciones».
Para tan importante obra de gobierno espero contar con el
apoyo y colaboración de todas las agrupaciones partidarias, quie­
nes no dudo se inspirarán en una necesidad evidente de bien pú­
blico.

La reforma beneficiará en primer término al régimen muni­


cipal, pues por ella los Concejos serán cuerpos puramente admi­
nistrativos y no políticos, causa que los convierte a menudo en
¿ampo propicio para todas las luchas y pasiones.
Celoso defensor de la independencia y autonomía del gobier­
no municipal, procuraré que los conflictos de orden local que se
C o n v e n c ió n ' C o n s t it u y e n t e — 7
98 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

susciten, hallen su solución dentro del resorte natural de los Po­


deres Comunales y que las intervenciones del Gobierno cuando
sean inevitables, se reduzcan solamente a resolver las contiendas
planteadas.
Espero así que todos los Municipios sin excepción funcionen
regularmente, dedicando sus mejores energías en favor del bien­
estar del vecindario de la Provincia.

He dicho en otra oportunidad, señores legisladores, que nada


dignifica más a un gobernante que la humanitaria tarea de ligar
su nombre al desarrollo de la educación común.
Impuesto de esta verdad, puedo aseguraros que mi gobierno
dedicará todos sus afanes a la realización de mejoras permanentes
y que consulten el progreso colectivo en sus múltiples y variados
aspectos.
Buenos Aires destina en la actualidad la cuarta parte del Pre­
supuesto general de gastos, en favor del adelanto moral e inte­
lectual de la población infantil, circunstancia que habla mucho
en favor de su cultura y de su progreso.
Recibo en tal sentido un patrimonio de honor que guardaré
celosamente y que trataré de acrecentar para mayor gloria del
gobierno que se inicia.
La dignificación del maestro, la casa propia para la escuela,
Ja adaptación de programas al ambiente regional con fines de
utilidad práctica, la salud del maestro y del niño, el fomento del
ahorro escolar, la difusión de cooperativas, la creación del cuerpo
de visitadores de higiene escolar, la instalación de colonias de
vacaciones para maestros y sobre todo para niños débiles en costa
de mar, llanura o montaña, etc., etc., son problemas de palpitan­
te actualidad que no dudo merecerán una atención constante y
permanente de parte de las autoridades escolares.
Pienso, por último, que la importancia de la instrucción pú­
blica plantea la necesidad de cambiar los preceptos constitucio­
nales que se refieren a la organización de sus autoridades diri­
gentes.
La creación de una Secretaría de Estado evitaría inconvenien­
tes que se palpan y daría al Poder Ejecutivo la responsabilidad
directa y solidaria de una rama de gobierno de tanta importancia
y trascendencia.

Afianzar la justicia, baluarte sobre el cual reposan las ga­


rantías constitucionales, es el objetivo fundamental de nuestra
Constitución.
Para ello no sólo basta un poder con vida independiente, con
facultades inalienables y que se desenvuelva dentro de una órbita
privativa, es menester también jueces que sepan colocarse a la
altura de su inconfundible investidura.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 99

Procederé con tino y con cuidado en su elección, sin olvidar


que especialmente para ellos no existen dos morales, e implantaré
en form a. rigurosa el ascenso entre aquellos que se hubieran des­
tacado por su probidad y talento.
En obsequio a su estabilidad, pienso que ellos no deben estar
sometidos a jurados que son temporarios y cuya designación procede
de cuerpos po.íticos.
Es urgente también proceder a la revisación de las leyes pro­
cesales, substituirlas por otras más prácticas, con el objeto de con­
seguir la rápida terminación de los juicios.
Mala justicia y justicia tardía, son términos correlativos.
Cuanto más rápido sea el pronunciamiento, más palpable será
la eficacia de la justicia, ya que es una verdad sabida que los inte­
reses cuestionados permanecen inactivos, produciendo como lógica
consecuencia el estancamiento parcial de la riqueza pública.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR VALENTIN VERGARA
2 de mayo de 1927

Insisto, señores legisladores, hoy con más rigor que nunca, que
se impone una sabia y previsora revisión constitucional que la adap­
te a las nuevas exigencias y a la sorprendente evolución que en todos
los órdenes se ha operado en la Provincia.
Ella es consecuencia de sabias deliberaciones que supieron ilus­
trarla los hombres más eminentes de la República, pero la experien­
cia ha constatado que hay que reajustarla, haciéndola más flexible
para que las iniciativas legislativas que consulten necesidades del
momento puedan desenvolverse sin el tropiezo de cláusulas rígidas
y que ya no tienen razón de ser.
Se impone igualmente con caracteres impostergables la sanción
de nuevas leyes de procedimiento que terminen con los formulismos
anticuados y con los recursos dilatorios que hacen interminables la
solución de los litigios.
Con dicho propósito, el Poder Ejecutivo ha designado una co­
misión compuesta por eminentes juristas, la que dentro de breve
plazo presentará el proyecto respectivo que será sometido a Vuestra
Honorabilidad.
100 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR VALENTIN VEROARA
2 de mayo de 1928

Al asumir la alta investidura que ejerzo, tuve el honor de ex­


presar a Vuestra Honorabilidad mis ideas de gobernante, señalan­
do la necesidad de realizar una ilustrada y previsora revisión cons­
titucional para el mejor desenvolvimiento de las autoridades pú­
blicas y la estabilidad de las instituciones provinciales. En aquella
oportunidad indiqué las causas que urgían tal reforma y hoy, des­
pués de dos años de actuación en el Gobierno, ratifico ampliamen­
te las ideas sustentadas. Es conocida la excesiva prolijidad de nues­
tra Carta Fundamental, que al hacerla inaccesible a las variacio­
nes impuestas por la lógica evolución del pueblo, le quitan fle­
xibilidad para adaptarse a las exigencias de cada época y le res­
tan eficacia en su misión de impulsar y orientar el desarrollo po­
lítico de la Provincia.
La obligación de atender impostergables asuntos de Estado y
el deseo de no proceder a tan magna empresa sino en momentos
de tranquilidad general, me indujeron a diferir hasta hoy el co­
mienzo de ejecución de tal propósito, que someteré en breve a Vues­
tra Honorabilidad, seguro de contar con el apoyo y colaboración
de todas las agrupaciones partidarias, compenetradas de la utili­
dad y conveniencia de esta importante iniciativa.
Se ha demostrado elocuentemente por la experiencia la necesi­
dad de modificar la elección indirecta del Gobernador y Vice de
la Provincia, subrogándola por el libre e inmediato sufragio de to­
dos los ciudadanos. No hay objeto en confiar a un grupo pondera-
ble de votantes calificados, la designación de las autoridades gu­
bernativas, exponiendo el resultado de la elección a las contingen­
cias propias del apasionamiento de los hombres en momentos de
contienda electoral,
Estimo que los encargados de aplicar las leyes y administrar
el Estado, deben contar en la rama legislativa con el apoyo indis­
pensable para realizar más inteligentemente la obra de bien co­
mún y propender al adelanto de las instituciones. Para ello es in­
dispensable establecer un sistema que consulte más racionalmente
la representación proporcional de las minorías para que ejerzan la
fiscalización propia de sus funciones y vigilen la actuación de las
mayorías que integran las Cámaras Legislativas.
La adopción del padrón nacional se impone, igualmente, como
una necesidad impostergable. Desaparecerá asi toda disparidad en
las elecciones y habrá un máximo de garantías, pues quedará con­
fiado a las autoridades militares del país y a la justicia federal la
facción de este instrumento básico de la libertad de sufragio y
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 01

automáticamente se le quitarán a los Concejos Deliberantes fa­


cultades políticas que los convierten en campos propicios para lu­
chas y pasiones ajenas al carácter administrativo que deben re­
vestir.

Para asegurar la administración de justicia y libertad e in­


dependencia de los magistrados, es imprescindible modificar el Ju­
ry de Enjuiciamiento, organizándolo en forma tal, que los jueces
acusados sean responsabilizados por sus actos u omisiones ante
los propios miembros del Poder Judicial, excluyendo de ese Tri­
bunal Superior a los compañeros de tareas del Magistrado someti­
do a su juicio.
La educación común, fundamento y garantía de toda demo­
cracia bien organizada, ha suscitado preferentemente mis preocu­
paciones de mandatario; estimo que su importancia y desarrollo
exige la creación de un Ministerio del ramo que la vincularía en
esa forma más estrechamente a los poderes públicos sin perjudicar
la autonomía financiera que le acuerdan las disposiciones legales
vigentes.
Con estos propósitos, descontando la colaboración de Vuestra Ho­
norabilidad y el asentimiento popular, podría sin inconveniente re­
unirse en el año en curso la Convención Constituyente, para que
la reforma proyectada que desde tan largo tiempo viene reclaman­
do la Provincia, fuera sancionada de inmediato y aplicada en la
próxima renovación de los poderes del Estado.

MENSAJE T PROYECTO DE LEY DEL PODER EJECUTIVO


SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION

M E N S A JE

L a Plata, m ayo 21 Je 192??.

A la Honorable Legislatura:
El Poder Ejecutivo tiene el honor de dirigirse a Vuestra Honora­
bilidad de acuerdo con la facultad que le otorga el artículo 216 de la
Constitución, adjuntando un proyecto de ley por el que se declara
necesaria la reforma de la Carta Fundamental de la Provincia.
Esta iniciativa, anunciada ya en el Mensaje inaugural del l 9 de
mayo de 1926 y repetida en los subsiguientes, condensa un deseo co­
lectivo firmemente sustentado cuya satisfacción no puede demorarse
por más tiempo sin peligro de que la ley que informa la vida institu­
cional de Buenos Aires, que por su propia esencia debe ser instru­
mento eficaz de progreso, desvirtúe en la práctica tan alta finalidad.
Fruto de extensas deliberaciones realizadas por Asambleas diver­
sas que no mantuvieron entre sí la necesaria unidad de pensamiento,
102 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE ASO 1 9 3 4 .

conservadora de los preceptos fundamentales de la anterior Constitu­


ción de 1873, la que hoy nos rige tiene en realidad más de medio siglo
de existencia en muchos de sus aspectos, relegando la Provincia a
uno de los últimos términos en el ritmo renovador de la mayoría de
los Estados Federales que se rigen por estatutos más recientes y
ajustados a las necesidades de la hora actual.
No es nueva, por otra parte, la idea de esta revisión; ella se viene
gestando desde hace años, como lo prueban los proyectos que se pre­
sentaron por iniciativa parlamentaria en 1895, y por el Poder Eje­
cutivo en 1898, y el principio de ejecución que implica la ley de 21
de noviembre de 1901, el plebiscito de marzo del año siguiente y la
elección de Convencionales de octubre de 1904, anulada por causas
que son del dominio público.
Tan reiterados propósitos que periódicamente vemos resurgir, con­
currentes a un mismo objeto, aunque pudieran diferir sobre el al­
cance y la materia de su contenido, trasuntan con toda evidencia la
comprobación uniforme de una falta de adaptación entre la realidad
política y ciertos preceptos constitucionales y la convicción de la ne­
cesidad de remover ese obstáculo para el mejor desenvolvimiento de
las autoridades y la más eficaz realización de los fines del Estado.
El Poder Ejecutivo valora debidamente la trascendencia y signifi­
cación que importa una reforma estatutaria. Toda modificación cons­
titucional, afecta por definición la estructura misma del pueblo, ju­
rídicamente organizado en entidad de Derecho Público y conmueve la
ley fundamental que sirve de base a la estabilidad de las instituciones.
No es, pues, el prurito de innovaciones inmotivadas ni el deseo de
singularizarse con ensayos de doctrinas que no se hallen abonadas
por la práctica y la índole de nuestro medio, lo que ha inducido al
Poder Ejecutivo en esta determinación; y al afrontar, como lo hace,
tan delicado problema, entiende servir con altura sagrados intereses
comunes e interpretar el anhelo de la inmensa mayoría de la opinión.
Vuestra Honorabilidad ha de acompañarle sin duda en la tarea
con el auxilio de su consejo ponderado y la decisión de su reconocida
voluntad por el bien de la Provincia, prestándole su sanción y con
tal seguridad, puede esperarse sin pecar en optimismo, que la reforma
constitucional, tantas veces intentada, será finalmente una realidad.

La necesidad de modificar la forma de elección de segundo grado


del Gobernador y Vice de la Provincia, reemplazándola por el sufra­
gio directo de todos los ciudadanos, surge naturalmente de la expe­
riencia recogida a través del tiempo, sobre todo a partir de la im­
plantación del voto secreto y obligatorio que tuvo la virtud de llevar
al comicio altos porcentajes de votantes, intensificando el interés co­
lectivo por las luchas comiciales.
Esa tendencia no es, por lo demás, exclusiva de nuestro Estado;
ella se manifiesta con diversas intensidades en otras Provincias que
ya la han consagrado o la anuncian en sus programas de modificacio-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 103

nes constitucionales. Medida de previsión heredada de la Constitución


norteamericana, para restringir en un núcleo de votantes calificados
la designación de las autoridades superiores del Gobierno, se ha m o­
dificado en la práctica con la imposición de nombres realizados por
las convenciones partidarias, que anulan ese propósito al suprimir
toda autonomía en los electores designados quienes llenan así una
simple formalidad, cuando no tratan de dificultar por ese mecanismo,
la realización del propósito de mayorías evidentes con maniobras de
ausentismo, o de falsear la fiel expresión numérica de la voluntad
popular mediante hábiles distribuciones de cuotas electorales, no pro­
porcionadas a la masa efectiva de los ciudadanos a quienes corres­
ponde.
Esta reforma, además de consultar las anteriores razones, simpli­
ficaría la Constitución vigente, suprimiendo el largo articulado de
la Sección cuarta, capítulo segundo, donde se ha extremado la pre­
ocupación del detalle, en frondosas disposiciones reglamentarias que
con más propiedad deben ser contempladas por resoluciones legis­
lativas.

II

El sistema de representación proporcional actualmente en vigor


inspirado en el deseo de registrar escrupulosamente la composición
partidaria de la masa electora, debe también ser objeto de meditado
estudio.
Es necesario hallar la forma para que los encargados de la aplica­
ción de las leyes y de la administración del Estado libremente elegi­
dos tengan en la rama legislativa el apoyo indispensable a la mejor
inteligencia de la obra común. Las pasiones políticas generan muchas
veces coaliciones de fuerzas esencialmente antagónicas, determinan­
tes de mayorías accidentales o minorías suficientemente ponderables
para trabar la eficiencia y rapidez de la actividad gubernamental,
produciéndose situaciones de conflicto que en el más favorable de los
casos se traducen en períodos infecundos de inacción, a la espera del
vencimiento de términos constitucionales que ponga en manos de la
voluntad popular, al renovar sus representaciones, la solución de ese
estado de cosas.
La entidad política, que por gravitación de su número en comicios
libres y garantidos, imponga la fórmula ejecutiva, debe tener simul­
táneamente en las Cámaras un conjunto de representantes suficien­
tes para asegurar una armonía plena, de propósitos y finalidades.
La fiscalización de la minoría, imprescindible por cuanto su au­
sencia atentaría contra el propio fundamento de la función parlamen­
taria, quedará siempre asegurada en la porción fija de asientos que
le corresponde en cada Cámara y reflejará la composición de los dis­
tintos partidos que la integran al mantener para ella la representa­
ción proporcional.
1 04 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

III

Estima el Poder Ejecutivo que es igualmente necesario contem­


plar el problema de Io b padrones electorales.
La forma y periodicidad de su confección es costosa y difícil por
el gran aumento de población de muchos partidos, por la extensión
considerable en que se diseminan sus habitantes y por la posibilidad
de que las comisiones empadronadoras puedan incurrir en omisiones
involuntarias o sugeridas por el interés partidario falseando la ver­
dad de su contenido.
La adopción del Padrón Nacional suprime estos inconvenientes,
hace desaparecer toda disparidad en las elecciones y ofrece la más
amplia garantía, pues quedaría confiada a las autoridades militares
del país y a la Justicia Federal la formación de este instrumento
primario del comicio, sin que ello implique una diminución de la au­
tonomía de la Provincia, de cuyo exclusivo resorte serían siempre
todos los demás elementos constitutivos del régimen electoral.

IV

El Poder Ejecutivo considera indispensable espaciar los plazos de


las elecciones; el pueblo bonaerense es convocado con demasiada fre­
cuencia a justas comiciales que importan otros tantos paréntesis a sus
normales actividades con la agotación de los espíritus y el derroche
de energías que involucran siempre estas campañas.
Si un elevado propósito de ajustar fielmente la representación con
la opinión de los representados, susceptible de variar con el tiempo,
pudo determinar la corta duración de los mandatos, es bueno tener
presente que ni ese cambio pudo producirse con tal rapidez, ni es
conveniente una renovación tan continuada en funciones de Gobierno
que exigen además de la cultura propia una experiencia que sólo
puede proporcionar el ejercicio de los cargos públicos.
Estas reflexiones aplicables al Poder Legislativo lo son aun más
en lo que se refiere a los Cuerpos Municipales por la índole eminen­
temente práctica de la materia comunal. Tanto las autoridades mu­
nicipales como los miembros de las Cámaras deberían durar cuatro
años renovándose totalmente en un mismo acto electoral a la termi­
nación de su período, el que podría tener lugar el último domingo de
marzo, fecha apropiada en relación a las labores agropecuarias que
ocupan a una parte tan considerable de la población de la Provincia
y que en lo que atañe a los períodos municipales que por las leyes
actualmente en vigor se inician el l 9 de enero, no irrogaría inconve­
nientes que no pudieran ser solucionados.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 105

El artículo 103 de la Constitución consagra el principio de que no


podrá discutirse en particular un proyecto en el mismo día en que
se hubiese sancionado en general. La experiencia ha comprobado la
inanidad de esta disposición que procura rodear la facción de las
leyes con atributos de serenidad y reflexión al dilatar su estudio sin
considerar que la urgencia de ciertas sanciones puede, sin apartarse
de la letra, reducir a pocos minutos el lapso de tiempo que se quiere
intermediar entre ambos pronunciamientos.

VI

A los efectos de mantener la independencia entre los diversos po­


deres del Estado, es también necesario suprimir el primer apartado
del inciso l 9 del artículo 141, que establece el acuerdo del Senado pa­
ra el nombramiento de Ministros. Cláusula inspirada en un proyecto
de Ministerio parlamentario que no fué aprobado por la Convención
Constituyente de 1870, esta disposición no responde a ninguno de los
sistemas ministeriales vigentes y coarta la autonomía del Poder Eje­
cutivo subordinando a la voluntad de otro Poder la designación de
los colaboradores inmediatos del primer Magistrado de la Provincia,
responsable de sus actos por el juicio político y cuya duración en el
cargo ni puede ser mantenida por la Cámara que le prestó su acuer­
do ni abreviarse por ésta, aun en el caso de que se hubieran suscitado
divergencias fundamentales en la apreciación de los problemas emer­
gentes de la cosa pública.

VII

La Administración de la Justicia que llena uno de los fines primor­


diales del Estado, debe ser objeto de una atenta y prolija revisión.
Es menester que ella pueda dirimir con acierto los conflictos de in­
tereses, otorgando su protección a los que resulten lesionados en su
legítimo goce. Cuanto más inmediata sea la sanción jurídica aplicada
a la violación o desconocimiento de la norma legal, más sensible será
su eficacia y mayor ascendiente que cobre ante la opinión pública.
La Constitución vigente crea un sistema complicado, con Jurados
de pruebas para los asuntos civiles y comerciales y Jurados de acu­
sación y culpabilidad para las causas criminales, que a más de im­
plicar una dilución de la Justicia en organismos extraños a su téc­
nica, importa un enorme retraso en los fallos.
De su propio contexto se desprende la duda que abrigaban los
constituyentes sobre su viabilidad; en tal concepto se faculta a la Le­
gislatura para limitar su aplicación si el sistema creado no diera re­
sultado favorable.
106 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

De estas consideraciones fluye espontáneamente la necesidad de


la reforma. Una prescripción constitucional no debe tener carácter
dubitativo reflejando la incertidumbre que sobre su eficacia susten­
taban los propios constituyentes. Todo ello sin olvidar que durante
su vigencia, no se han creado los Tribunales que la misma determina.
Los Juzgados de Paz desempeñados por ciudadanos que carecen de
título profesional, no deben ejercer la jurisdicción criminal y correc­
cional, incompatible con su índole de conciliación.
No puede existir buena administración de Justicia si no se asegura
la independencia y estabilidad de los magistrados, rodeándolos de
todas las garantías indispensables para que puedan ejercitar la au­
gusta misión que el Estado les confia ya que la recíproca independencia
de los poderes integrantes del Gobierno es el fundamento esencial
de su estructura; en tal virtud, el Poder Ejecutivo considera conve­
niente reformar el Jury de Enjuiciamiento disponiendo que los Jue­
ces acusados, deben ser responsabilizados por sus actos u omisiones
ante Juntas constituidas por los propios miembros del Poder Judicial,
excluyendo por razones obvias los compañeros de tareas del magistra­
do sometido a su juicio.

VIII

El Régimen Municipal puede y debe prestar mayores servicios res­


pondiendo útilmente a los anhelos colectivos. Uno de los males que le
aqueja estriba en la importancia capital que tienen sus funciones de
carácter político. Hay que hacer de las corporaciones comunales, en­
tidades esencialmente administrativas, de tal suerte que los problemas
de esa índole puedan concretar su atención y su actividad y para ello
debe procurarse reducir ese otro aspecto que se señala como pertur­
bador de su normalidad.
Leyes recientes de Vuestra Honorabilidad y particularmente la de
29 de julio de 1926, han tratado de remover las causas que dificul­
taban la constitución de esos cuerpos, delegando en Juntas Departa­
mentales creadas expresamente, la tarea del escrutinio de sus elec­
ciones; tendencia tan saludable debe repercutir en la reforma cons­
titucional y una de las más interesantes, será dejar en manos de la
Honorable Junta Electoral todo lo referente a empadronamiento de
extranjeros y sorteo de autoridades comiciales.
Tales disposiciones, la adopción de los Registros Cívicos Na­
cionales que harán innecesarios el sorteo de comisiones empadro­
nadoras y la reapertura periódica del padrón, funciones ambas en la
actualidad, de competencia municipal, y el espaciamiento de las elec­
ciones que según se ha expresado sólo tendrían lugar cada cuatro
años, eliminarán preocupaciones absorbentes y semilleros de conflic­
tos que tantas veces ha esterilizado la eficacia de los cuerpos comu­
nales e iniciarán seguramente una nueva era de progreso y actividad
en la vida local de las poblaciones de la Provincia.
Los conflictos internos de las municipalidades, los que planteen
a otros municipios y a las autoridades de la Provincia, deben ser di­
rimidos directamente por la Suprema Corte de Justicia, adquiriendo
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 107

así su resolución el mayor prestigio por emanar sus fallos de la más


alta autoridad judicial y evitándose igualmente sanciones contradic?
torias de las diversas Cámaras de Apelaciones de los Departamen­
tos, que afectan la seriedad de los preceptos constitucionales y legis­
lativos.

IX

La importancia de la Educación Común, base y garantía de


la democracia, es hondamente apreciada por la opinión general,
que hace de su ejercicio una de las piedras de toque para juzgar
sobre la bondad de los Gobiernos.
En efecto, función capital del Estado, su atención se relaciona
a los más diversos aspectos de la vida colectiva ya que la cultura
de un pueblo aumenta su capacidad productiva en el orden económico,
sus facultades de discernimiento para apreciar los problemas políti­
cos y seleccionar los representantes de su soberanía, su disciplina
social para acatar inteligentemente las sanciones legislativas y coope­
rar en su mayor eficacia, y su propia dignidad al establecer una
auto-corrección de la conducta con miras a ideales superiores de
perfeccionamiento.
Estas sucintas consideraciones, explican la necesidad de una
mayor vinculación entre sus altas autoridades y el Poder Ejecuti­
vo sin disminuir en lo más mínimo la autonomía de su régimen f i ­
nanciero, ni el valor de las decisiones resultantes de la deliberación
de sus cuerpos técnicos. Hace falta crear el nexo que establezca su
inmediato contacto con el Poder Administrador, para que las cues­
tiones de la enseñanza sean contempladas en armonía con todas las
otras que tengan atingencia con ellas y a fin de que la responsabili­
dad de los actos emanados de su cuerpo se uniformen con los que la
Constitución establece para el Gobernador y los Ministros. De tal
suerte, esta rama fundamental de la acción pública se integrará lógi­
camente al conjunto de las que corresponden al Poder Ejecutivo.
Impónese en consecuencia la modificación pertinente del Ca­
pítulo VII, de la Carta Fundamental, creando un Ministerio de Ins­
trucción Pública cuyas funciones se fijarán por la ley.
Por otra parte, no existiendo en la actualidad establecimientos
de enseñanza superior sostenidos por el Gobierno de la Provincia
ni tampoco la posibilidad de que puedan establecerse en un futuro
inmediato, las disposiciones del Capítulo III, Sección VII, resultan
demasiado prolijas y pueden substituirse por una simple manifesta­
ción facultando a la Legislatura para dictar las leyes que corres­
pondan cuando se presenta la oportunidad, para crear instituciones
de esa naturaleza.
Vuestra Honorabilidad apreciará si además de estos asuntos
escuetamente bosquejados, la atenta consideración de nuestra Ley
fundamental puede sugerir otros que sirvan de antecedentes a los
debates de la Convención.
108 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Al enumerarlos se ha querido simplemente fundar la urgencia


y la necesidad de la reforma y expresar el deseo de que en materia
institucional, la provincia de Buenos Aires ocupe el lugar que le
corresponde en el concierto de los Estados Federales que integran la
Nación.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
VALENTIN VERGARA.
O b d u l io F. S ir i .

PROYECTO DE LE Y

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Art. 1* Declárase necesaria la reforma de la Constitución de la
provincia de Buenos Aires.
Art. 2’ A los efectos del artículo precedente, el Poder Ejecutivo
convocará al pueblo para que vote en pro o en contra de la necesidad
de la reforma ajustándose a lo establecido por el artículo 217 de la
Constitución.
Art. 3* En las secciones electorales donde no hubiere otra vota­
ción que la que establece esta ley, funcionarán los comicios en la
misma forma que en la elección de legisladores inmediata anterior.
Art. 4* Comuniqúese, etc.
Obdulio F. Sib i .
Inició la H. Cároarn de Diputados.
En mayo 30 de 1926. pasó a la Comisión de Negocios Constitucionales.
En mayo 14 de 1930. pasó al Archivo.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DOCTOR VALENTIN VERGARA
1' de mayo de 1930

Al asumir el Gobierno os anuncié que una de mis más caras


aspiraciones era la de promover la revisión de la Carta Fundamen­
tal de la Provincia, fruto de ilustradas deliberaciones, pero inadap­
table a las nuevas exigencias y a la evolución sorprendente que
se ha operado en el tiempo transcurrido desde su sanción. Hoy,
con la experiencia que proporciona el ejercicio del Gobierno, insisto
ante Vuestra Honorabilidad con más fe que nunen en la necesidad
de la reforma proyectada por el Poder Ejecutivo, que ha de co­
locar la Constitución de Buenos Aires al ritmo del progreso ins­
titucional, social, económico y político alcanzado en la Provincia.
No es el prurito de innovaciones inmotivadas, ni el deseo de
singularizarme con ensayos de doctrinas — decía oportunamente a
Vuestra Honorabilidad — lo que ha inducido al Poder Ejecutivo
en esta determinación, sino el deseo de servir con altura stgrados
intereses comunes e interpretar el anhelo de la inmensa mayoría
de la opinión. No dudo que Vuestra Honorabilidad, teniendo en
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 109

cuenta la trascendencia y significación que importa una reforma


estatutaria que afecta por definición la estructura misma del pue­
blo jurídicamente organizado en entidad de derecho público, no ha
querido abocarse de inmediato el estudio de tan ardua cuestión,
esperando que la discusión pública aportase un nuevo caudal de
experiencia e ilustración. Tal pronunciamiento, se ha operado con
elocuente uniformidad. Puedo aseguraros, sin temor a réplica, que
no existen dos opiniones bien informadas que discrepen en la ur­
gente necesidad de introducir, entre otras, las siguientes reformas
constitucionales contempladas con amplitud en el mensaje que opor­
tunamente remití a vuestra consideración:
a) Supresión de la forma de elección de segundo grado de!
Gobernador y Vicegobernador de la Provincia, reemplazándola por
el sufragio directo de todos los ciudadanos. Esta es una necesidad
que surge naturalmente de la experiencia recogida a través del
tiempo, sobre todo a partir de la implantación del voto secreto y
obligatorio, que tuvo la virtud de llevar al comicio un alto porcen­
taje de votantes, ahondando el interés colectivo por las luchas co-
miciales. Quedaría así suprimido el Colegio Electoral, rodaje inútil
e inconveniente, de difícil funcionamiento, que con frecuencia cons­
pira contra soluciones patrióticas y que permite fusiones y tran­
sacciones a espaldas de la voluntad popular.
b) Implantación de la lista incompleta con la representación
proporcional dentro del tercio de la misma, lo que aseguraría a los
encargados de la aplicación de las leyes y de la administración del
Estado el apoyo indispensable de la mayoría dentro de la rama
legislativa.
En la asamblea histórica del año 1873 estuvieron presentes
los argentinos más eminentes de la época, y tal vez su profunda
erudición en el derecho público de otros países les hizo olvidar la
capacidad política del pueblo para el cual legislaban. Sólo así se
explica su inclinación por el sistema de la representación de las
minorías, sobre la base de la proporcionalidad, para la constitu­
ción de las cámaras legislativas y de los concejos deliberativos, pues
este sistema conspira contra la formación de los grandes partidos
y fomenta la coalición de fuerzas antagónicas para obtener mayo­
rías accidentales o minorías confabuladas. Todos los grupos llegan
al cuociente, todos logran representación, y el Cuerpo a que con­
curren se convierte en una expresión heterogénea negativa, sin ca­
pacidad ni eficacia para la actividad gubernamental.
c) La adopción del Padrón Nacional se impone por varias razones
que no escaparán a vuestro ilustrado criterio.
La forma y periodicidad de confección del padrón provincial es
costosa y de difícil ejecución, por el constante aumento de población
de muchos partidos, por la extensión considerable en que se diseminan
sus habitantes y por la posibilidad de que las comisiones empadrona­
doras puedan incurrir en omisiones involuntarias o sugeridas por el
interés partidario, falseando la verdad de su contenido.
Otra consideración no menos importante podría formularse. En
la actualidad, los concejos deliberantes intervienen en la forma-
110 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

ción del padrón provincial, acto político que los desnaturaliza y los
convierte en escenarios propicios al encuentro de las pasiones. Con
la reforma proyectada se les quitaría automáticamente tal inter­
vención política y quedarían reducidos a lo que deben ser: cuerpos
puramente administrativos.
d) Supresión de muchos actos electorales. Este aspecto de la
reforma constitucional ha merecido de parte de la opinión pública
la más franca y calurosa acogida. Militan, en efecto, razones so­
ciales, económicas y políticas para espaciar los plazos de las elec­
ciones, suprimiendo algunas y manteniendo un solo acto electoral
cada cuatro años, en el cual se renovarían íntegramente los Pode­
res Ejecutivo y Legislativo y los Concejos Municipales.
Vive nuestra Provincia agitada por las contiendas electorales,
que alejan a los ciudadanos de sus normales actividades y mantie­
nen en permanente trajín a los comités políticos, lo que obliga a
los dirigentes de las agrupaciones en pugna, especialmente a los
que son legisladores, a desatender sus delicadas funciones públicas,
pues están constantemente solicitados por las exigencias partida­
rias. La reforma que el Poder Ejecutivo propuso a Vuestra Hono­
rabilidad terminaría con estos inconvenientes y muchos otros fá­
cilmente discernibles, y una gran cantidad de argentinos aptos se
ocuparian en cosas provechosas para la colectividad: toda esa masa
que hoy vive siempre esperando la próxima elección para obtener
algún provecho personal.
Estas y otras cuestiones tan importantes como oportunas con­
templa la iniciativa del Poder Ejecutivo que hoy termina su pe­
ríodo de ley, por lo que es de esperar que Vuestra Honorabilidad
prestará a la iniciativa su inteligente y patriótica atención, con lo
cual habrá proporcionado a la Provincia uno de los más grandes
y positivos beneficios.

DEL MENSAJE DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA


DE BUENOS AIRES, DON FEDERICO L. MARTINEZ DE HOZ
18 de febrero de 1932

Creo también que la reforma constitucional habrá de inspi­


rarse muy atinadamente en la necesidad de reducir el excesivo
número de actos electorales que se celebran en la Provincia y de
alterar la oportunidad en que ellos tienen lugar. No es posible que
se movilice al electorado de los partidos cuatro vece3 en el término
de un año: en noviembre para las elecciones municipales; en di­
ciembre para las elecciones de electores de Gobernador y Vice; y
en marzo para las elecciones de legisladores provinciales y nacionales.
Considero que debe arbitrarse el medio de que todos los actos
electorales se celebren en uno o, a lo sumo, en dos oportunidades,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 111

para lo cual convendrá advertir la necesidad de que las renova­


ciones de los cuerpos colegiados tengan lugar Manualmente.
Esta reforma redundará en beneficio de las tareas de esos
cuerpos y será de una utilidad evidente para la población, que no
se verá obligada a retraerse de sus trabajos tan frecuentemente en
los períodos preelectorales.
Pienso, como he dicho, que también es inoportuna la fecha
de las elecciones: se realizan en la época de las grandes tareas agrí­
colas, distrayendo intempestivamente a los ciudadanos que se con­
sagran a las industrias madres de la Provincia. Soy partidario de
que los actos electorales tengan lugar en la época de menor ocupa­
ción de los trabajadores. En esta forma se conciliarían las conve­
niencias democráticas y las necesidades materiales de la población
laboriosa.
Coincido en la necesidad de esta reforma, así como en la re­
ferente a la elección directa del Gobernador y Vicegobernador de
la Provincia, con el pensamiento del ex Gobernador Vergara, limi­
tándome por el momento a la expresión de esta coincidencia, con el
propósito de ampliar sus fundamentos en la debida oportunidad.
CAPITULO II
PROYECTOS DE LEY SOBRE REFORMAS A LA
CONSTITUCION

A&o 1895: Proyecto de ley de los señores diputados:


Eduardo Sóenz, Ernesto Weigel Muñoz, Juan
Hunter, Rufino Basavilbaso, Silverio López
Osornio, Vicente Lobeira, Joaquín Castellanos,
Fernando Saguier, Odilón U. Núñez, Domingo F.
Arguas, Ramón Méndez, Pedro P. Belderrain.
Año 1898: Mensaje del P. E. acompañando un pro­
yecto de ley declarando la necesidad de la refor­
ma dé la Constitución.
Año 1901: Proyecto de ley del señor Senador Ernes­
to Weigel Muñoz, sobre la necesidad de la re­
forma de la Constitución.
Año 1904: Proyecto de ley de los señores Senadores:
Ernesto Weigel Muñoz, José Bianco, Eduardo E.
Oliver, Manuel Gallardo, José María Niño y Li-
borio Luna.
Año 1907: Decreto por el que se encarga al doctor
Luis V. Vareta, para que prepare un estudio
referente a la reforma de la Constitución.
Proyecto de Constitución reformada con arre­
glo al plan propuesto por el doctor Luis V.
Varela.
Año 1928: Mensaje del P. E. acompañando proyecto
de ley que declara la necesidad de reformar la
Constitución.
Año 1930: Proyecto de ley del señor Diputado Luis A.
Gerardin, por el que se declara necesaria la
reforma de la Constitución.

Convención Constituyente — 8
Proyecto de Ley de los señores Diputados Eduardo Sáenz, Ernesto
Weigel Muñoz, Juan Hunter, Rufino Basavilbaso, Silverio
López Osomio, Vicente Lobeira, Joaquín Castellanos, For­
mando Saguier, Odilón U. Núñez, Domingo F. Arguas, Ramón,
Méndez, Pedro P. Belderrain.
(Diario de Sesiones de la H. C. de Diputados, año 1895, páginas 118 y 119).

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Art. I9 Declárase necesaria la reforma de la Constitución de
la Provincia.
Art. 2V De acuerdo con el artículo 212 de la misma Consti­
tución, el Poder Ejecutivo someterá la necesidad de esa reforma
al pueblo, para que en las próximas elecciones de Senadores y
Diputados voten en pro o en contra de la Convocatoria de una
Convención Constituyente.
Art. 3’ Si algunas de las secciones electorales no debieran
elegir en los comicios Diputados ni Senadores, el Poder Ejecu­
tivo las convocará al solo objeto de que manifiesten su voto en
pro o en contra de la convocatoria de una Convención Consti­
tuyente.
Art. 49 Las mesas escrutadoras en estas secciones serán las
designadas para la elección de Diputados y Senadores.
Art. 59 Comuniqúese, etc.

Sr. SÁENZ — Pido la palabra.


Cumple a mi deber declarar, señor Presidente, que los fir­
mantes de este proyecto sólo coincidimos en la idea general que
él envuelve sobre la necesidad de reformar la constitución vi­
gente; todos estamos de acuerdo en ese punto capital sobre el
cual parece no hay discrepancia de opinión ni dentro ni fuera de
esta Cámara.
Las disposiciones que han de ser materia de reformas, es
asunto que lo dejamos para ser resuelto cuando la discusión se
produzca, reservándose sus autores para entonces el derecho de
exponer y salvar sus opiniones personales al respecto.
Entre tanto voy a dar las consideraciones de fondo en que
el proyecto se apoya.
Se sabe, señor Presidente, que el objeto primordial de las
constituciones es establecer las bases fundamentales de la li­
bertad y del gobierno: Dentro de ese gran propósito caben todas
las formas de organización política y pueden desenvolverse to­
dos los pueblos del mundo civilizado, sin más diferencia que aque-
116 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

lias que resultan de la diversidad de origen, de raza, de tradición


y del conjunto de condiciones físicas que influyen sobre su
desarrollo.
En los países regidos por instituciones libres, el principio
debe ser el mismo aun cuando sea diversa la fuente de poder de
la cual las constituciones emanan; ellas no pueden ser otra cosa
que un conjunto de reglas generales de gobierno tendientes a
asegurar los principios esenciales de libertad y a definir y limi­
tar la naturaleza y funciones de los poderes generales del Estado.
De manera, pues, que el concepto filosófico de las constitu­
ciones es siempre el mismo; así lo han reconocido los más emi­
nentes publicistas desde Montesquieu hasta nuestros días, reco­
mendando el gran principio de que al dictarse las constituciones
se debe siempre y en todo caso respetar las leyes de tiempo y de
lugar.
Esta es la regla general que tiene sus excepciones; sólo un
país de la tierra no se ha dado constitución escrita, prefiriendo
al tipo de imprenta, la letra viva de la conciencia de un gran
pueblo que ha sabido encender y conservar en sus entrañas el
fuego sagrado de la libertad.
Para nosotros, señor Presidente, el Código Fundamental re­
presenta esa suma de soberanía permanente, casi podría decir
inmutable, dentro de cuyo vasto lineamiento está llamada a des­
envolverse la actividad de nuestro pueblo en la prosecución de
sus grandes aspiraciones de civilización y de progreso.
Otra parte de la soberanía delegada se aplica a las necesi­
dades inmediatas de la colectividad, instituyendo poderes repre­
sentativos de duración y de atribuciones limitadas.
Esta distinción es necesaria para establecer con claridad lo
que las constituciones deben ser, pues desde el momento que ellas
se apartan de ese gran punto de vista de la misión fundamental
que ellas tienen, llegan a contrariar los fines con que fueron ins­
tituidas, limitando la acción de la soberanía en ejercicio e inva­
diendo el dominio de la legislación, que es la que en definitiva
está llamada a consultar esas leyes de tiempo y de lugar, dando
1a necesaria facilidad y movimiento a las fuerzas expansivas de
la sociedad.
Es necesario además tener en cuenta, fuera de estos prin­
cipios generales las condiciones excepcionales en que se desarro­
lla nuestro país.
País nuevo y de grandes energías, se transforma rápida­
mente; no marcha lenta y gradualmente como las naciones que
han alcanzado su máximo de desarrollo, sino que se mueve con
actividad extraordinaria, fuera de toda previsión y de toda regla.
Un país de estas condiciones necesita, más que otro alguno,
conservar cierta amplitud de movimiento en los agentes inme­
diatos para responder a sus intereses y necesidades.
Por otra parte, es bueno no olvidar que nuestro espíritu de
imitación nos lleva con demasiada rapidez muchas veces a apro­
piarnos de todo lo nuevo, y esto hace que sea necesario también no
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 117

dar a nuestra legislación permanente el carácter restrictivo que


ella tiene, porque de lo contrario nos exponemos como sucede en
las actuales circunstancias, a que los errores sean irreparables.
Fácilmente se comprende, señor Presidente, que los anhelos
del patriotismo impaciente unido a nuestras aficiones de innova­
ción han sido quizá la causa de que a nuestra Constitución vi­
gente se le dé la forma reglamentaria que ella tiene, y que los
hombres que constituyeron la última convención se hayan apar­
tado de estos grandes principios que deben presidir esta clase
de obras.
Pero de cualquier manera, los inconvenientes de esa regla­
mentación se han hecho sentir con tanta fuerza, son tan elo­
cuentes los ejemplos que hemos tenido en los últimos tiempos y
ha sido tan unánime la protesta de la prensa en general sobre
ciertos vicios de organización que el sentimiento mismo, la con­
vicción, la idea de la reforma, puede decirse que ha tomado el
carácter de una verdadera aspiración pública.
En este sentido este proyecto viene a esta Cámara con el
doble prestigio de la opinión y de la experiencia; fáltale tan sólo
la madurez del estudio y la autoridad de una discusión ilustrada
y patriótica bajo cuyos auspicios pueda ser sometido al veredicto
del público.
En cuanto a la oportunidad de la reforma, creen los autores
del proyecto que ningún momento más propicio oue el actual para
proponerla.
Todas las fuerzas vivas de la opinión están en movimiento,
hay tres partidos organizados que actúan en la Provincia de
Buenos Aires, de manera que, considerada en su conjunto, puede
decirse que la gran masa de los intereses de la Provincia está
en condiciones de ser legítimamente representada en una con­
vención, como lo está actualmente en la legislatura.
Así, pues, no existe el peligro de que la voluntad de un par­
tido político pueda prevalecer en el espíritu de la reforma, y sí
la seguridad de que ella se haría bajo las altas aspiraciones del
patriotismo, sin más anhelo que el de realizar el bien público.
Estos son, señor Presidente, sustancialmente enunciados los
fundamentos generales que han tenido los autores del proyecto
que me ha cabido el honor de fundar.
— Suficientemente apoyado este proyecto, pasa a
estudio de la Comisión de Negocios Constitucionales.

Mensaje del Poder Ejecutivo acompañando un proyecto de ley


declarando la necesidad de la reforma de la Constitución.
Gobernador de la Provincia doctor Bernardo de Irigoyen.
(Ver Capítulo I, página 75).
1 18 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Proyecto de Ley del señor Senador Ernesto Weigel Muñoz, sobre


la necesidad de la reforma de la Constitución
(Diario de sesiones del II. Senado, año 1901, página» 272 a 27H, y contraproyecto del
Poder Ejecutivo, página 274 del mismo).
— Al leerse el proyecto de reformas de la Constitución,
dice el:

Sr. W eigel Muñoz — Ya es conocido este proyecto; se ha repar­


tido impreso y se ha publicado. Sería casi innecesaria su lectura, tan­
to más cuanto se va a votar en general.
Sr. Presidente — Está en discusión en general.
Sr. Ministro de Gobierno — Pido la palabra.
El P. E. se ha impuesto, con verdadera satisfacción, del proyecto
presentado por el señor senador Weigel Muñoz, porque la idea de
la reforma de la constitución ha sido uno de los propósitos que ha
tenido en vista el actual gobierno desde su comienzo. El se ha dado
cuenta, por medio de la experiencia, de los defectos que contiene
la constitución actual, y ha creído que era obra patriótica modificarla,
para que en lo futuro pueda desenvolverse la Provincia y a realizar
los altos destinos a que está llamada. Se felicita de que el señor
senador Weigel Muñoz coincida con el P. E. en los puntos prin­
cipales que establece en el proyecto presentado al H. Senado, y
sólo lamenta que se haya perdido tanto tiempo antes de que la
Legislatura se ocupe de una obra que cree patriótica, cual es la de
revisar la constitución, desde el momento que todos están contestes
en que la reforma es necesaria e imprescindible.
Pero si está conforme el P. E. con el autor del proyecto en sí, no
lo está con la forma dada al proyecto.
La cuestión de la reforma de la constitución ha sido objeto en la
provincia de Buenos Aires de serias discusiones, y desde los pri­
meros años constitucionales, puede decirse, han existido dos tenden­
cias que se han encontrado siempre en pugna: una por la cual las
reformas se dejaban a cargo de la Legislatura, y otra por la cual
se sometían a una convención constituyente.
Por el proyecto del señor senador Weigel Muñoz se sostiene la
necesidad de la convocatoria al pueblo para que vote enmiendas que
va a determinar la Legislatura.
El P. E. entiende que el pueblo no debe votar enmiendas a la
constitución, sino que debe votar, sencillamente, si se ha de convocar
a elecciones para formar una convención constituyente.
Por la constitución de 1854 se establecía que la asamblea general
podía reformar la constitución de la Provincia.
Pasaron muchos años y los hombres de pensamiento se dieron
cuentá de que el artículo 140, que contenía esa cláusula, era un
absurdo. Y entonces fué propuesto a la Legislatura por el Dr. Dardo
Rocha un proyecto reformando el artículo de la constitución.
Se presentó un contraproyecto por el cual se determinaban en­
miendas a la constitución. Se discutió extensamente, y triunfó, por
fin, el proyecto del doctor Rocha: la Legislatura dictó una ley refor­
mando el artículo 140 de la constitución y declarando que las
reformas debían hacerse por una convención constituyente.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 119

En 1873 el convencional Rawson propuso una enmienda para que


la constitución fuera sometida al voto del pueblo, porque él decía:
«Esta convención ha surgido de una ley de la Legislatura; el pueblo
no nos ha dado poderes. Luego, nosotros no podemos dar fuerza
a esta constitución si el pueblo mismo no la sanciona con su voto».
Era una teoría radical muy bella en teoría, y fué rechazada.
En la discusión habida con motivo de la enmienda propuesta por
el doctor Rawson, el general Mitre, refiriéndose al artículo 140 de
la constitución, que había sido reformado por una ley, decía que el
pueblo debía enorgullecerse por haber arrancado ese harapo que cons­
tituía un verdadero absurdo en un pueblo republicano, democrático
y representativo como el nuestro.
Y digo esto, porque si es la Legislatura la que determina las
enmiendas que deben hacerse a la constitución por la convención
constituyente, quiere decir que se interpreta la constitución actual
como si ella diera facultades a la Legislatura para poner un límite,
una restricción a los poderes de la asamblea constituyente.
El Poder Ejecutivo no está de acuerdo con esta teoría, y va a
permitirse refutar las razones que han inducido al señor senador
.Weigel Muñoz a sostener que es posible sancionar una serie de en­
miendas y someterlas al voto del pueblo.
Las razones que da el señor senador Weigel Muñoz son: 1*, que
la constitución no dice si la reforma deba ser total o parcial; 2?,
que la cláusula del artículo 216 se refiere a enmiendas y como las
enmiendas no son más que reformas parciales, quiere decir que
desde luego implica que puede haber reformas parciales; 3% que así
lo hacen las constituciones que siguen el modelo norteamericano; 4'\
que ni los antecedentes ni el texto de la ley se oponen a que se
hagan reformas parciales.
Si estudiamos los antecedentes a que se refiere el señor senador,
nos encontramos con que en la constitución de 1873 se establecía
dos formas distintas para reformar la constitución: una, de enmien­
das sancionadas por las cámaras legislativas, mediante dos tercios
de votos, y que se sometían al voto del plebiscito, y si eran aceptadas
por el pueblo, pasaban a formar parte integrante de la constitución;
y otra, por medio de una convención constituyente; y ésta era la
reforma general de la constitución.
La Comisión revisora nombrada en 1882, modificó los artículos
de la constitución, suprimiendo la frase que decía: «en parte o en
todo»; y la convención constituyente fué más radical, pues suprimió
en absoluto la facultad, por parte de la Legislatura, de establecer
enmiendas y someterlas, por medio del plebiscito, al voto popular.
De manera que si buscamos el antecedente de 1854, el de 1873 y el
de 1882, nos encontramos con que la tendencia más democrática,
aquella que no quiere que se reforme la constitución sino por medio
de una convención constituyente, es la que ha ido triunfando en
todos los casos.
En el texto de la actual, se lee:
«Esta constitución podrá ser reformada por medio de una conven­
ción constituyente, elegida popularmente. Podrá proponerse la refor­
ma en cualquiera de las dos Cámaras, sea por moción firmada por
¿2 0 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1984

diez diputados o por cinco senadores, sea por iniciativa del Poder
Ejecutivo; pero sólo será tomada en consideración cuando los tres
quintos de votos de cada una de las Cámaras declaren la necesidad
de la enmienda».
El señor senador Weigel Muñoz deduce de esta palabra «enmien­
da» que la constitución actual admite las enmiendas parciales. Sin
embargo, si se examina bien el artículo, aparece claro que enmienda
es sinónimo de reforma. No se puede deducir, por consiguiente, de
la forma en que está redactado el artículo, que la constitución actual
admite las enmiendas parciales.
Se ha invocado por el señor senador Weigel Muñoz lo estable­
cido en la mayor parte de las constituciones que siguen el sistema
norteamericano; pero a ese argumento se contesta con lo siguiente:
las teorías pueden ser muy bellas, pero los cuerpos legislativos no
pueden separarse del derecho positivo.
Tenemos una constitución que nos determina la forma en que debe
reformársela, y es un deber de lealtad para con ella cumplirla en
todas sus partes, porque de otra manera la constitución que se dic­
tara empezaría por ser viciada desde su comienzo.
Los Poderes Públicos en los pueblos representativos, son limita­
dos; la constitución es la que determina sus atribuciones, sus facul­
tades y sus derechos; y de manera que para saber si un cuerpo
cualquiera tiene una facultad, no hay más que acudir a la constitu­
ción y buscarla.
Si acudimos a la constitución que nos rige y buscamos cual es
la cláusula que autoriza a la Legislatura a establecer las únicas en­
miendas que debe tratar la convención constituyente, nos encontra­
mos con que tal artículo no existe, y por tanto debe negarse a la
Legislatura el derecho de determinar esas enmiendas.
Por otra parte, elegida la convención constituyente, ella es la que
representa la soberanía del pueblo, por delegación, y si la Legislatura
determinara las enmiendas que debe hacer esa convención constitu­
yente, nos expondríamos a que, una vez reunida, ella dijera: no
tengo por qué someterme a la ley dictada; de acuerdo con los princi­
pios de nuestro sistema de gobierno, yo soy soberano y puedo dispo­
ner lo que quiera, como lo dispone el artículo 217 de la constitución,
que dice: «Esta convención se reunirá tres meses después de hecha
U convocatoria, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta
constitución; y lo que ella resuelva por mayoría, será pi~omulgado
como la expresión de la voluntad del pueblo, necesitando para funcio­
nar la mayoria absoluta de la totalidad de sus miembros».
Se indica que hay peligro en dejar a una convención constituyente
el que pueda entrar a considerar ampliamente las reformas que sean
necesarias.
Yo creo que hay más peligro, mucho más peligro, señor Presiden­
te, en determinar las enmiendas, en ponerle un círculo del cual no
pueda salir.
Si existiera el peligro de que la convención, una vez reunida,
defraudara las esperanzas patrióticas que los Poderes Públicos de la
Provincia tienen acerca de ella, mejor sería no convocarla. Yo creo
que los pueblos, y especialmente el nuestro, tienen la capacidad su-
/j? !
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN / $1/
_____________________________________ | O
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ficiente para darse cuenta de sus necesidades; y el P. E. espera
si la Legislatura convoca a una convención constituyente, todos
hombres, todos los círculos, todos los partidos políticos, han de dejW’'»
de lado las pequeñas pasiones, para no inspirarse sino en la noblfK,
y elevada pasión del patriotismo y que los convencionales elegidos,
inspirándose en las necesidades del presente y del futuro, han de
realizar mejoras que aseguren los destinos de la Provincia.
Por estas razones, el P. E. consecuente con lo sostenido anterior­
mente por él en el proyecto presentado a la Legislatura en 1878, va
a someter a la H. Cámara de Senadores, en sustitución del proyecto
de ley presentado por el señor senador Weigel Muñoz, el que voy a
tener el honor de presentar, y que es, como he dicho, el mismo que
fué sometido en 1878.
He dicho.
Se lee:

P R O Y E C T O D E L E Y D E L P . E.

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Artículo 1“ — Declárase la necesidad de reformar la constitución
de la Provincia.
Art. 2" — De acuerdo con el artículo 217 de la constitución, el
P. E. mandará publicar esta ley, durante tres meses consecutivos, en
todos los distritos de la Provincia, y convocará al pueblo para que en
las próximas elecciones de senadores y diputados vote en pro o en
contra de las necesidades de la reforma.
Art. 39— En aquellas secciones electorales en que no debe tener
lugar la elección de diputados y senadores, por no corresponderles
elegir en el próximo año, el P. E. convocará al pueblo al solo efecto
de que manifieste su voto en pro o en contra de esta necesidad,
debiendo formar las mesas escrutadoras de los distritos, los escruta­
dores designados para la última elección de senadores y diputados.
Art. 49— Comuniqúese, etc.
T om ás R G a rc ía .

Sr. W eigel M uñoz — Pido la palabra.


Como se ve, señor Presidente, las divergencias que acaba de indi­
car el señor ministro de Gobierno, son de forma, por cuanto se
limitan únicamente a eliminar del proyecto que tuve el honor de
presentar, aquella parte en que se reduce la reforma a enmiendas
parciales, haciéndola de una manera general. Las otras son disposi­
ciones de carácter general, ya incluidas y contenidas en el artículo
29 de mi proyecto.
Veo, además, que entre las modificaciones, muy aceptables, que
presenta el señor Ministro a nombre del P. E., ha omitido incluir
las contenidas en los artículos 39, 49 y 59, que son de rigor cada vez
que se establece la necesidad de la reforma general de una constitu­
ción, señalando el término dentro del cual debe expedirse la conven­
ción reformadora.
Por mi parte, aceptaré, cuando llegue la discusión en particular,
porque hoy solamente se va a votar en general la necesidad de la
122 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

reforma, aceptaré desde luego las modificaciones que indica el P. E.,


y acepto también que sea lo más amplia que se pueda la reforma;
pero como esto podría aparecer como una inconsecuencia de mi parte,
voy a explicar cual ha sido la razón por qué establecí enmiendas
parciales en el proyecto sometido a la discusión del Senado.
Este proyecto no es de ayer, señor Presidente. Fué formulado
hace dos años, próximamente, en una época en que algunos miem­
bros de la Legislatura, entre los cuales podría indicar, como a uno
de los más activos en la propaganda, al señor doctor Candiotti,
resolvimos ver de destruir las dificultades de orden político que se
oponían a la reforma de la constitución; y encontramos que la prin­
cipal dificultad estribaba en casi todas las fracciones, unas por una
razón, otras por otra, tenían un miedo horroroso a la reunión de
una convención que fuera a dictar una constitución tan mala o peor
que la del año 89. Y se convino entonces en que el medio práctico
sería establecer qué puntos eran los susceptibles de enmienda, a fin
de que los convencionales, con cierto mandato imperativo de los par­
tidos, pudieran limitar las reformas a aquellas que la experiencia
hubiere indicado como necesarias.
Pues bien, este proyecto quedó como un ensayo de las reformas
más o menos canjeadas entre distintas personas, a fin de someterlo
a las agrupaciones políticas, lo que no se hizo por razones que en
este momento es innecesario enumerar y que adivinarán mis colegas.
Por eso no prosperó aquella iniciativa, aquella gestión; y entonces el
proyecto, con todas las enmiendas adicionales, vino a quedar en mi
poder.
Ahora se ha presentado, porque creo que las causas de entonces
han desaparecido y existe el propósito de hacer una reforma amplia
de la constitución; y creo también que se han de preocupar todos
los hombres de buena voluntad de la Provincia, — salvo que se pro­
pusieran entregarse a un desastre irreparable— , de mandar a la con­
vención representantes preparados y patriotas, para que dicten una
constitución que esté de acuerdo con las necesidades, hábitos y cos­
tumbres de este Estado, y que tienda no solo a encarrilarlo sino a
purificarlo y mejorarlo.
Pero debo advertir, sin embargo, que yo no hice sofisma cuando
sostuve que podían hacerse enmiendas parciales. Invocaba, desde
luego, la vaguedad de los términos de la constitución actual, respecto
de las enmiendas.
Comprendo perfectamente que, por sus antecedentes, se refiere a
reformas generales, totales; pero pretendía apoyarme no solo en esa
vaguedad, sino en un principio elevadísimo de derecho constitucional
que el señor ministro de Gobierno, refiriéndose nada más que a los
antecedentes, no ha mencionado.
En primer lugar, cuando invoqué la constitución norteamericana,
quise referirme a que esa constitución, según todos los tratadistas
modernos y nuestros más eminentes publicistas, es lo que llena, en
materia de reformas constitucionales, un gran principio político: el
de que en toda sociedad organizada debe existir una base fija,
inconmovible, tal como existe en las costumbres inglesas, en lo que
se llama la constitución no escrita de Inglaterra, y de que debe
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 123

existir un principio variable, es decir, las modalidades de la ley con


arreglo a las necesidades y al desarrollo progresivo de la sociedad.
Esta teoría, expresada por el mismo Blunstchli en su tratado
«De los Estados», desarrollado en hermosas frases por nuestro ma­
logrado constitucionalista el señor Estrada, esta teoría que también
ha sido discutida admirablemente por Laboulaye, implica lo siguien­
te: que una constitución no debe ser modificada sino en todos aque­
llos puntos que las necesidades indiquen, y a medida que estas
mismas necesidades lo señalen.
Por eso es que le recomendaba el otro día al señor ministro de
Gobierno, tratando a la ligera de este asunto, citando a Laboulaye,
el caso del famoso cuchillo de Flanklin, cuando éste decía: cada diez
años se le renueva el cabo, y a los diez años siguientes la hoja, y siem­
pre queda el mismo cuchillo. La constitución norteamericana es la
base de aquel sistema político. El día que lo necesitan dicen: hay
que enmendar tal artículo, porque tal artículo obstruye el progreso
de la Nación, y se convoca una convención que sanciona la enmienda
y ésta se incorpora a la vieja carta constitucional que se estableció
desde los principios de la independencia de Norte América.
Esta teoría ha sido admitida también por nuestra constitución
nacional, y es a ello a que aludí cuando me referí al principio cons­
titucional. Yo decía: un principio tan fundamental respecto de la
naturaleza del Estado, tiene que ser indudablemente respetado por
la sociedad según la organización que se dé. Si la constitución na­
cional exige que todas las provincias se den instituciones análogas
a las que ella organiza, es evidente que debe respetar también este
principio: el de fomentar, dentro de cada sociedad civil, dentro de
cada provincia, dentro de cada estado, una base segura y fija, para
ir reformando todo lo demás hasta constituir un verdadero organis­
mo que esté de acuerdo con los fines generales de la nacionalidad.
Como decía, la Constitución Nacional establece el sistema de las
reformas parciales, y precisamente en el año 1898 se suscitó una
interesante discusión en el Congreso Nacional a propósito de si
debía o no reformarse ciertos artículos de la constitución. En el
Congreso se llegó a una especie de transacción para no reformar
sino determinados artículos, quedando siempre, naturalmente, lp
convención en libertad de declarar que no era necesaria tal reforma
o de hacerla en la forma que quisiera. Esas enmiendas parciales
fueron llevadas al seno de la convención, y allí se suscitó el caso de
si la convención podría extenderse a otros artículos que no le había
señalado el Congreso, fundándose también en cierta vaguedad de
la constitución Nacional. Y en aquella convención, en la que tuve el
honor de sentarme, y en la que figuraban altas notabilidades y
grandes constitucionalistas, se resolvió casi por unanimidad, que esas
enmiendas parciales, propuestas en esa forma, no podría hacerlas la
convención, porque era salirse del límite de su mandato y era mejor
que no saliese de él, porque era preferible el sistema de las enmien­
das parciales al de las enmiendas totales, que podrían hacer tras­
tornar las instituciones, nada más que por seguir las ilusiones y
utopías de una reunión de convencionales, como nos sucedió en 1873,
en que estuvimos sufriendo las consecuencias y efectos de ciertos
1 24 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

libros de derecho constitucional que nos cayeron en ese momento


Europa y se pusieron de moda.
He ahí la razón del principio que tenía para sostener que podría
hasta ser bueno aceptar una enmienda parcial en el caso cíe que las
necesidades políticas de la provincia de Buenos Aires lo exigieran.
Pero, por lo demás, y dado el caso de que estuviera de acuerdo en
que se haga una reforma amplia de la constitución, haciendo votos
porque no se realicen los temores que tenía en los años anteriores,
creo que no habría hoy nada en discusión, y cuando llegue el momen­
to, en la sesión próxima, de tratar en particular el proyecto, podría­
mos ponernos de acuerdo con respecto a las modificaciones de detalle.
He dicho.
Sr. Saguier — Pido la palabra.
Soy y he sido un convencido de la necesidad de la reforma de la
constitución vigente. Y digo que he sido, porque desde el primer año
que entré a formar parte de la Legislatura de la Provincia, en 1895,
firmé con otros colegas de la Cámara de Diputados y con algunos
señores senadores, un proyecto de ley análogo al que ahora se dis­
cute, y porque el año próximo pasado fui de los que votaron a favor
de la reforma. Entonces, pues, no me alcanza, en lo que a mis deberes
de legislador corresponde, el acaso cargo que el señor ministro de
Gobierno, en nombre del Poder Ejecutivo, ha formulado respecto a
la pérdida de tiempo en que ha incurrido la Legislatura en este
asunto.
Sr. Ministro de Hacienda — Ha lamentado, no más.
Sr. Saguier — Viniendo al punto referente a la extensión que debe
darse a la reforma, pienso también como el P. E. Creo debemos
encerrarnos, — apesar de reconocer la legitimidad de la teoría sus­
tentada por el señor senador Weigel Muñoz— , debemos encerrarnos,
como legisladores de la Provincia, dentro de los términos claros, pre­
cisos y terminantes de la constitución vigente, de esa constitución
que debemos reformar, (y acaso este es un punto que se debe refor­
mar). Pero existiendo una disposición tan precisa, como acabo de
decirlo, no hay más que subordinarse a ella.
Entonces, pues, estoy dentro de los términos en que el P. E. pre­
senta la cuestión, sin tener las ilusiones que el señor senador Weigel
Muñoz tiene.
Desgraciadamente, sé demasiado cual es la situación de la Pro­
vincia; sé que ésta situación continuará como hasta ahora, cosa que
está profundamente arraigada en mi convicción, agregando que ten­
go el patriótico temor de que no solo continuará así sino que empeo­
rará, y que la convención será el reflejo de ella. Por lo mismo,
entiendo que, lo que es por ahora, los patrióticos propósitos del P. E.
y de la Legislatura no se cumplirán. Pero obligado a votar, en este
caso, tengo que hacerlo a favor de lo que han sido mis ideas de
mucho tiempo atrás.
Sr. Mujica — Pido la palabra.
Deseo saber si el señor ministro de Gobierno, en representación del
P. E., ha presentado su proyecto en sustitución del proyecto del
doctor Weigel Muñoz. Sólo en este caso sería procedente la discusión.
En caso contrario, como lo ha dicho el señor senador Weigel Muñoz,
antecedentes sobre r e f o r m a d e l a c o n s t it u c ió n 125

recién en la discusión en particular sería la oportunidad de discutir


estos puntos.
Sr. Presidente—-Voy a hacer dar lectura del artículo 100 del
reglamento.
Se !ee:

«Durante la discusión en general de un proyecto, puede presen­


tarse otra sobre la misma materia en sustitución de aquel, el cual,
siendo apoyado, se procederá como lo establece el artículo siguiente».
Sr . Ministro de Gobierno — El P. E., efectivamente, presenta su
proyecto en sustitución del proyecto del señor senador Weigel Muñoz;
pero no sé si está apoyado.
S r. Presidente — Deseo saber si está apoyado.
Sr. W eigel M uñoz — ¿ Me permite, señor Presidente ?
Se va a votar en general la necesidad de la reforma; lo que es
una votación en abstracto. Para la próxima sesión vendría. . .
Sr. Presidente — El señor senador Mujica preguntaba si el pro­
yecto del P. E. era presentado en sustitución del que está a la consi­
deración del Senado. . .
Sr . M ujica — No me parece del todo exacta la opinión del señor
senador Weigel Muñoz; no se vota nada en abstracto; se vota el
proyecto en general. Después, en particular, vienen las modifica­
ciones.
Sr . W eigel M uñoz — Perfectamente; sin perjuicio de incluir las
modificaciones que contiene el m ío; yo acepto el proyecto del P. E.
en esa forma amplia.
Sr. M ujica — Le voy a observar al señor Senador algo que puede
ser facilite esta cuestión.
Con el temperamento que vamos a seguir, sino nos ponemos de
acuerdo, puede resultar esto: que se rechacen los dos proyectos.
Se pone a votación el proyecto del señor senador Weigel Muñoz.
Como hay varios señores senadores que están con el proyecto del
P. E., y como se necesitan tres quintos de votos, puede muy bien
resultar que ese proyecto no obtenga ese número de votos.
Luego se vota el del P. E. Tampoco tiene el número requerido; y
resultan ambos rechazados.
Sr. Saguier — Es cuestión de forma. Todos estamos de acuerdo
con el fondo.
Sr . M ujica — Es bueno saber lo que vamos a hacer; porque nos
exponemos a rechazar los dos proyectos.
S r. W eigel M uñoz — ¡Pero si yo he aceptado!
Sr . Mujica — Entonces, que se vote el proyecto del P. E. en
general.
Sr . W eigel M uñoz — ¿ Para tomar en consideración en particular
el mío?
S r. M ujica — Sí, señor.
Sr. Presidente — Deseo saber si el señor Ministro presenta su
proyecto, en sustitución del que está en discusión.
Sr. M inistro de Gobierno — Lo he presentado en sustitución del
presentado por el señor senador Weigel Muñoz, en general, y el
señor Senador acepta ese proyecto.
126 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Asi es que lo único que se debe votar es mi proyecto.


Sr. W eigel Muñoz— Como el señor Ministro iba a aceptar la mo­
dificación respecto a la duración de la convención, podría ponerse a
votación en general el proyecto del P. E., y en particular entrar a
considerar las modificaciones.
Sr. Ministro de Hacienda — Entonces queda como único el pro­
yecto del P. E.
Sr. W eigel Muñoz — Es claro.
Sr. Niño — Pido la palabra.
Casualmente, cuando el señor senador Saguier pidió la palabra,
tuve una reminiscencia sobre algo que dijo el señor Senador, y es
que este proyecto de reforma a la constitución no es nuevo. No es
un proyecto que haya sido iniciado durante el actual gobierno; es
un proyecto que surgió en la H. Cámara de Diputados el año 1895;
suscrito por representantes de todas las opiniones políticas que
había en aquel cuerpo.
De manera que como el señor Ministro, en su último discurso,
dió a entender que esta era una idea que pertenece al actual P. E.
y que lamentaba que la Legislatura no hubiese andado con más pre­
mura en su sanción, yo me permito, simplemente, anticipando que
voy a votar por el proyecto, aclarar este punto: que este proyecto
ha surgido del cuerpo de esta H. Legislatura, y que no puede ser
una novedad, porque desde el día en que fué jurada la reforma de
la actual constitución, se apercibió el pueblo y se apercibieron los
mismos convencionales que la sancionaron, que era necesario mo­
dificarla.
Quería, pues, dejar constancia de este antecedente, y nada más
tengo que agregar.
Sr. Presidente — La Presidencia desea recordar que el proyecto
presentado por el señor Weigel Muñoz ha sido puesto a la orden
del día en virtud de una disposición reglamentaria. La Presidencia
también entiende que el señor senador Weigel Muñoz está conforme
en que se trate el proyecto del señor Ministro.
De manera que, si hay asentimiento general, va a votarse en
general el proyecto presentado por el señor Ministro.
Sr. W eigel Muñoz — Las divergencias son en particular.
Sr. E scobar— Y se ha adelantado el debate en particular también.
Sr. Ministro de Hacienda — La única divergencia entre el pro­
yecto Weigel y el del P. E. está en la amplitud de las reformas. El
P. E., ha deseado hacer saber al Senado esta circunstancia. Si el
señor senador Weigel Muñoz acepta que la reforma sea amplia, no
hay cuestión y lo mismo da tratar un proyecto que otro.
Sr. Presidente— Se va a votar en general el proyecto presentado
por el señor Ministro, previniendo a los señores senadores que, de
acuerdo con la constitución, se requieren tres quintos de votos, es
decir, 23 de los señores senadores presentes, para aprobar dicho
proyecto.
Se vota dicho proyecto y se aprueba por afirmativa
general.
Se retira del recinto de la Cámara el 9cñor ministro
de Hacienda.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 127

(Del Diario de Sesiones del H. Senado, año 1901, páginas 348 a 353)
APROBACION EN PARTICULAR

Sr. Presidente— Corresponde tratar en particular el proyecto so­


bre reforma de la constitución.
(Véase página 121).
Se lee el Artículo lv.

SR. N iño — Hago moción para que, articulo que no se observe, se


dé por aprobado.
Sr. Presidente— Habiendo asentimiento, así se hará.
Queda aprobado el artículo 1«.
En discusión el articulo 2?:

Sr. E scobar — Pido la palabra.


Como las próximas elecciones serán de electores de gobernador,
propongo una modificación en este artículo que diga: «convocará al
pueblo para qué en las próximas elecciones de electores de gobernador
voten en pro o en contra», etc.
Su. L ópez Cabanillas — Me parece que la prescripción constitu­
cional es que sea en la elección de diputados y senadores.
Sr. M inistro de Gobierno — Pido la palabra.
Hay un artículo de la constitución que establece que la reforma de
la constitución debe votarse en las elecciones de diputados y se­
nadores.
Por eso es que el P. E. ha presentado el proyecto en esta forma.
Sr. P residente— ¿ Insiste el señor senador Escobar en su modifi­
cación ?
Sr. E scobar — Sí, señor.
Y o entiendo que si bien la letra de la constitución se refiere a las
elecciones de senadores y diputados, ella ha tenido que referirse,
forzosamente, a los casos ordinarios, pero el espíritu no está en
contra de la modificación que propongo.
Lo que la constitución quiere, es que se consulte al pueblo de la
Provincia en las primeras elecciones que se verifiquen, y, natural­
mente, se refiere a las elecciones que se realizan cada año; pero si
se presenta el caso excepcional de sancionarse una ley como ésta, en
vísperas de una elección general como es la de electores, tanto mejor.
Parece, pues, que no se contraría, en manera alguna, el espíritu de
la constitución sancionando la prescripción propuesta.
Por esta razón, insisto en la indicación que he hecho.
Sr. M ujtca — Pido la palabra.
La indicación que hace el señor Senador, me parece que es ente­
ramente inaceptable, porque según lo expresa el mismo artículo de
la ley en discusión, y según lo establece también la prescripción
constitucional respectiva, antes de hacerse la convocatoria tiene que
publicarse esta ley durante tres meses consecutivos.
Sr. W eigel M uñoz — Es claro.
SR. M ujica — De manera, pues, que no es posible la elección en
diciembre.
Sr. E scobar— Si existiese imposibilidad material, sería otra cosa.
128 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Sr. Mujica— Pero me parece que podría modificarse este artículo,


porque aún para la próxima elección de diputados y senadores, con
dificultad se podrá llevar a efecto la convocatoria: tiene que pasar
esta ley a la Cámara de Diputados: tiene que sufrir todas las tra­
mitaciones; y es posible que ni aún en la próxima elección de sena­
dores y diputados pueda hacerse la convocatoria: talvez no haya
tiempo.
Entonces, sería conveniente modificar este artículo en el sentido
de que la convocatoria pueda hacerse para la elección general inme­
diata, cualquiera que ella sea. ..
Sr. Llobet — Suprimiendo el plazo de tres meses.
Sr. Mujica — . . . y establecer que se convocará al pueblo, para
que en la elección general más inmediata se vote en pro o en contra
de la necesidad de la reforma.
Sr. N iño — Y ¿cuál sería esa elección general?
Sr. Mujica — Puede ser elección de diputados y senadores; puede
ser elección de electores; puede ser elección de municipales.
Sr. N iño — Elección de electores, sí; pero de diputados y senado­
res, no, porque no serían generales.
Sr. W eigel Muñoz— Y, sobre todo, ¿por qué nos vamos a separar
de la Constitución?
Sr. N iño— Que se lea el artículo 117 de la constitución, que salva
el caso.
Se lee:

«Art. 117. Declarada la necesidad de la reforma de la constitu­


ción, se someterá a los electores para que en la próxima elección de
senadores y diputados, voten en pro o en contra de la convocatoria
de una convención constituyente».
Sr. W eigel Muñoz— Esta es una disposición constitucional, que
no se puede modificar.
Sr. Saguier — Pido la palabra.
Iba a observar que el plazo que establece el proyecto que se dis­
cute para la publicación de la ley, lo establece el proyecto; no es un
plazo que establezca la constitución.
Sr. W eigel Muñoz — Exactamente.
. Sr. Saguier — Por consiguiente, no tiene razón lo que el señor
senador Mujica decía.
Yo creo que debe eliminarse, porque, siendo tanta la facilidad de
publicidad que hoy existe, no encuentro la necesidad de un plazo tan
largo para que los habitantes de la Provincia tengan conocimiento
de esta ley.
Entonces, eliminado este plazo, ya las razones que daba el señor
senador Mujica y que era posible que se realizaran, dejan de tener
tanta importancia.
En cuanto a las observaciones que el señor senador Escobar hacia,
yo creo que se puede ir al espíritu de la ley cuando la letra no es bien
terminante; pero no en este caso, en que, especifica expresamente
en la cláusula constitucional cuál es la oportunidad en que el pueblo
ha de resolver en pro o en contra de la reforma de la constitución,
no es posible que nosotros salgamos de esa misma cláusula.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 129

Así es que yo propondría la eliminación de la frase que dice:


«durante tres meses consecutivos».
Sr. Ministro de Gobierno — Pido la palabra.
El P. E. no tiene inconveniente en que se suprima ese detalle. Con
él se ha querido dar la mayor publicidad a la ley. Pero, dados los
inconvenientes que se apuntan, no tiene dificultad en asentir a la
supresión indicada.
Sr. E scobar — Pido la palabra.
Yo iba a presentar observaciones análogas a las que acaba de
enunciar el señor senador Saguier. Habiendo consultado la consti­
tución, encuentro que, efectivamente, ella no establece el plazo de
tres meses que se quiere fija r como requisito para la convocatoria al
pueblo de la Provincia, a fin de consultarle sobre la necesidad de
la reforma.
Ahora, en vista de las razones expuestas, que demuestran la im­
posibilidad material, dada la forma de sancionar nuestras leyes, de
hacer esta consulta al pueblo de la Provincia, antes de la elección de
electores, y apesar de opinar que la moción que he formulado no
contraría la disposición constitucional, porque es necesario fijarse
en el espíritu más que en la letra, no tengo inconveniente en que
quede el artículo tal como está, con la supresión del término que
había pensado proponer, en razón de que este asunto es sumamente
conocido del pueblo de la Provincia, dado el largo tiempo que hace
está en discusión.
Se vota el artículo, con la supresión indicada, y re­
sulta afirmativa.
Se aprueba el artículo 3?.

Sr. W eigel M uñoz — Aquí vendría el artículo a que aludí en la


discusión en general, respecto a la necesidad de fija r un plazo
dentro del cual, si los convencionales no se reúnen, podría elegirse
nuevos miembros, para no estar sometidos a una Convención como
aquella lonjísima del año 89, que empleó ocho años en empeorarnos
la constitución. (R isas).
Así es que propongo el artículo 4- del proyecto primitivo, que
pido se lea.
Se lee*.

«Art. 4?— Si la Convención no se reuniese dentro de los tres meses


subsiguientes al escrutinio de las elecciones de sus miembros, la
Asamblea Legislativa declarará cesantes a los convencionales inasis­
tentes, mandando practicar nuevas elecciones».
Sr. M inistro de Gobierno— El P. E. no tiene inconveniente en
aceptar la modificación propuesta por el señor senador Weigel
Muñoz.
Sr. E scobar — Pido la palabra.
Me parece que este es un artículo sumamente delicado; pero dado
el antecedente que se invoca, y como es necesario prever estos casos,
yo admitiría el artículo en esta form a: donde dice «Si no se re­
uniese», que se diga: «Si no se constituye la Convención».
Sr. W eigel M uñoz — Es lo que se ha querido decir.
C o n v en o i <5 n Co n s t it u y e n t e — g
130 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Sr. E scobar—Porque yo entiendo que si la Convención se consti­


tuye, ya es soberana y no puede inmiscuirse ningún otro poder del
Estado, y, mucho menos, para disolverla.
Sr. W eigel Muñoz—Admito la modificación porque es muy razo­
nable; que se diga: «Si la Convención no se constituyese».
Se aprueba el artículo con esta modificación,

Sr. López Cabanillas — Pido la palabra.


Es para preguntar al señor Ministro si no sería conveniente
prever algo para las condiciones de elegibilidad que han de reunir
los convencionales. No se si está legislado por la constitución que
para poder ser miembro de la Convención se requieren las mismas
condiciones que para ser miembro de la Legislatura de la Provincia.
Sr. Ministro de Gobierno— Y o creo que no hay necesidad de es­
tablecer las condiciones.
Sr. W eigel Muñoz— El caso puede sobrevenir; pero también una
vez que se constituya la Convención, ella tiene facultad para declarar
cesantes a sus miembros. Esto es para el caso de que no se quieran
reunir, que estén uno o dos años sin reunirse, y que de pronto se
repita lo que sucedió en la época que indiqué, en que nos apareció
una Convención que nadie sabía que existía. Este es el caso grave.
Sr. López Cabanillas — Yo me refiero a las condiciones que de­
ben reunir los convencionales. ¿Pueden serlo los empleados a sueldo
del Poder Ejecutivo?
Sr. W eigel Muñoz — La constitución, creo, algo establece. . .
Sr. Ministro de Gobierno — La constitución no lo establece.
Sk. López Cabanillas — Yo creo que conviene poner algo al res­
pecto. Propongo: «No es incompatible el cargo de convencional con el
de miembro de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la
Provincia, o de la Nación».
Sr. E scobar — Pido la palabra.
Creo que el pensamiento del señor senador está llenado sin nece­
sidad del artículo propuesto, porque desde el momento que no se exige
requisito alguno para ser convencional, ¿con qué objeto se estable­
cerían cláusulas aclarativas?
Sr. L ópez Cabanillas — Creo que todo lo que sea aclarar está
bien en una ley.
Sr. E scobar — Cuando hay obscuridad; pero aquí no la hay.
Sr. Mujica — Pido la palabra.
Me parece que el señor senador López Cabanillas tiene razón: es
indispensable establecer cuáles son las condiciones que han de reunir
los que vayan a formar la Convención, porque si no se pone nada,
pudiera suceder que se eligiera convencional a un joven de quince
años. No habría disposición legal que lo prohibiera.
De manera que es indispensable establecer qué condiciones nece­
sita un ciudadano para poder ser miembro de la Convención Consti­
tuyente. Y se puede también establecer que no existirán en este
caso particular las incompatibilidades que existan generalmente para
el desempeño de funciones análogas.
Entonces, yo propongo este artículo: «Para ser miembro de la
Convención reformadora se requieren las mismas condiciones y re­
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 131

quisitos que para ser diputado a la Legislatura, no existiendo incom­


patibilidad alguna entre ese cargo y el de legislador, miembro del
Poder Judicial o del Poder Ejecutivo».
Sr. López Cabanillas — Y agregar: «El cargo de convencional
será gratuito».
Sr. W eigel M uñoz — No sería malo ponerlo.
Sr. Mujica — No hay necesidad, porque no votándose los fondos
no habrá con qué pagar.
Sr. E scobar— En esta forma creo que no hay inconveniente, por­
que el caso es completamente distinto.
Mi observación en el caso anterior era perfectamente fundada,
puesto que no exigiéndose requisitos para ser convencional, no podía
ponerse excepciones.
Ahora, se ha modificado la indicación: se establecen requisitos;
entonces sí son ellos pertinentes, y en esta forma no tengo dificultad
en adherir.
Sr. Presidente— Se va a votar el artículo propuesto por el señor
senador Mujica.
Sr. N iño— Propongo, señor Presidente, que este artículo se vote
por partes; porque así como voy a hacerlo a favor de aquella que
dispone que es necesario, para ser convencional, en cuanto a la edad,
la que se requiere para ser diputado, voy a votar en contra de la otra
que establece que no hay incompatibilidad, entre miembro de la Le­
gislatura y el cargo de convencional.
Deseo, entonces, que la votación se haga por partes.
Sr. MUJICA — Podría el señor senador favorecernos explicándonos
los fundamentos de su voto.
Sr. N iño — No estoy en tren de discusión señor Senador.
Sr. Presidente — Nadie tiene la palabra. Se va a votar.
Sr . M ujica — Permítame, señor Presidente. Pido la palabra.
Deseaba manifestar que es posible que si el señor senador Niño
nos manifestara los fundamentos del voto que va a dar en este asunto,
pudiera traer el convencimiento a nuestro espíritu, decidiéndonos a
acompañarlo con el nuestro.
Si he prepuesto el artículo en esta forma, es porque ha sido una
regla invariable, tanto en el orden provincial como en el orden nacio­
nal. De las convenciones generales, para tratar asuntos relativos a la
constitución, se trata siempre de que formen parte los elementos que
están en mejores condiciones para estudiar estos asuntos, y se sabe
que aquellas personas que han formado parte de los parlamentos, son
las que, por la naturaleza misma de las funciones que han desempe­
ñado, están en mejores condiciones para tratar estas cuestiones.
Pero si el señor Senador tiene alguna razón que demuestre la
inconveniencia de esta parte del artículo, sería bueno que la supié­
ramos, porque así, talvez, modificaríamos nuestra propia opinión.
He dicho.
Sr . Presidente— Se va a votar el artículo por partes, de acuerdo
con la indicación del señor senador Niño.
Se vota haBta la frase «las mismas condiciones y re­
quisitos que para ser diputado», y resulta afirmativa.
Se vota «no existiendo incompatibilidad con los cargos
de miembros del P. E., Legislativo y judicial», y resul­
ta negativa de 5 votos contra 17.
132 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Sr. López Cabanillas — ¿Negativa?


Sr. Presidente — Sí, señor.
Sr. López Cabanillas — ¿Cuántos votos se necesitan?
Sr. Presidente—Veintitrés votos, que es el número de senadores
que se encuentran en el recinto.
Sr. Mujica— Yo deseo que la Presidencia tenga la bondad de ex­
plicarnos en qué consiste la negativa.
Sr. Presidente— Se requieren los votos de tres quintas partes del
Senado.
Sr. Mujica— Para la idea general de la reforma, sí.
Sr. Niño— Tanto en general como en particular, se requieren las
tres quintas partes.
Sr. López Cabanillas— Eso dice el señor Senador; pero no lo
dice la constitución.
Sr. E scobar— Pido que se rectifique la votación.
Se rectifica con igual resultado.

Sr. M ujica— Pido la palabra.


Yo voy a someter a la consideración del Senado una cuestión que
me parece enteramente simple, no obstante observar en la Presidencia
una actitud completamente contraria.
Yo entiendo que la prescripción constitucional que requiere, para
la reforma de la constitución, las tres quintas de la totalidad de los
miembros de ambas cámaras, sólo se refiere, y sólo puede referirse,
a la votación de la idea general de la reforma, y nunca a los detalles
del proyecto respectivo.
Votado en general el proyecto de reforma de la constitución, con
el concurso de los tres quintos de los votos de cada Cámara, es abso­
lutamente innecesario ese quorum extraordinario para votar los de­
talles del proyecto. Y se comprende que así sea, porque en caso con­
trario, muchas veces sería absolutamente imposible llegar a la
sanción de la ley.
En todos los antecedentes que existen, tanto en el orden provincial
como en el orden nacional; en todas las disposiciones de carácter
análogo en que la constitución o la ley reclaman un quorum extraor­
dinario, siempre se entiende que ese quorum es, simplemente, para
la votación en general.
Tenemos, por ejemplo, el caso de las pensiones. En el orden nacio­
nal, hay una ley que requiere un número extraordinario de votos para
la sanción de las pensiones; pero ese voto solamente se requiere para
sancionar la ley en general, y una vez obtenida esta sanción, en par­
ticular se requiere, simplemente, la mayoría ordinaria.
Me parece que exactamente lo mismo debe suceder tratándose de
esta cuestión. Una vez que el Senado ha expresado ya, con tres quin­
tos de la totalidad de sus miembros, que requiere la reforma de la
constitución, no es necesario, absolutamente, que subsista esa misma
mayoría de tres quintos para los detalles del proyecto, que no tienen
absolutamente importancia.
De manera, que yo propongo a la H. Cámara que resuelva la inter­
pretación que debe darse a esta cláusula constitucional, porque me
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 33

parece que es absolutamente inadmisible la necesidad de tres quintos


de votos para sancionar detalles insignificantes.
Sr. E scobar— Pido la palabra.
Sr. Presidente— Permítame, señor Senador.
La Presidencia desea hacer presente que ella ha manifestado que
no había número de votos suficientes basándose en los antecedentes
que existen cuando se trata de subsidios. En estos casos se han re­
querido dos tercios de votos, tanto en general como en particular.
Tiene la palabra el señor senador Escobar.
Sr. E scobar— Como el incidente que se ha suscitado sobre inter­
pretación de una cláusula constitucional es de tal naturaleza que
puede dar lugar a un serio debate, y con el fin de regularizarlo en lo
posible, me voy a permitir hacer esta indicación de procedimiento:
que la proposición que se ha presentado a la H. Cámara pase a la
comisión de Negocios Constitucionales, y que ésta se expida en un
cuarto intermedio.
Sr. M inistro de Gobierno— Pido la palabra.
Yo me voy a permitir pedir al señor Senador que desista de la
moción por él formulada, porque entiendo que la cuestión no vale la
pena de que la Cámara la resuelva.
Sino se acepta el agregado del artículo en discusión, no por eso
va a ver imposibilidad para que los miembros de la Legislatura y del
P. E. puedan formar parte de la Convención. Lo que no está prohibido
por la constitución o por la ley, está permitido. — De manera que
no vale la pena hacer la cuestión.
S r. W eigel M uñoz— Pido la palabra.
Sr. Presidente— Deseo saber si el señor senador Mujica insiste
en la indicación que ha formulado.
Sr. M ujica— N o tengo interés en insistir.
SR. Presidente— Entonces, no hay nada en discusión.
Sr. W eigel M uñoz— Yo iba a decir lo mismo que el señor Minis­
tro. No votándose el agregado, no hay incompatibilidad. Habrá sí
compatibilidad.
Sr. Presidente— Entonces, queda sancionado el artículo.
— El artículo 6" es de forma.

Del Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados


del 8 de noviembre de 1901. Pág. 464

VI

— Se lee el proyecto declarando necesaria la reforma


de la Constitución.

Sr. Presidente — La Constitución exige tres quintos de votos o


sea cuarenta y seis, cuyo número de diputados no existe en el recinto.
La Honorable Cámara resolverá.
S r . G necco — Corresponde aplazarlo hasta que exista el número
constitutario.
134 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Del Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados


del 9 de noviembre de 1901. Pág. 470

IV

— Se lee:

El Senado y Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires,


sancionan con fuerza de —

LEY:

Art. I 9 Declárase la necesidad de reformar la Constitución de la


Provincia.
Art. 29 De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, el Po­
der Ejecutivo mandará publicar esta ley en todos los distritos de la
Provincia y convocará al pueblo para que en las próximas eleccio­
nes de Senadores y Diputados vote en pro o en contra de la necesi­
dad de la reforma.
Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no debe tener
lugar la elección de diputados y senadores por no corresponderles ele­
gir en el próximo año, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo al solo
efecto de que manifieste su voto en pro o en contra de esta necesidad,
debiendo formar las mesas escrutadoras de los distritos, los escruta­
dores designados para la última elección de senadores y diputados.
Art. 49 Si la convención no se constituyera antes de los tres meses
subsiguientes al escrutinio de las elecciones de sus miembros, la
Asamblea Legislativa declarará cesantes a los convencionales inasis­
tentes, mandando practicar nuevas elecciones.
Art. 5- Para ser miembro de la Comisión Reformadora, se requie­
re las mismas condiciones y requisitos que para ser Diputado.
Art. 69 Comuniqúese, etc.

Sr. Presidente — Existiendo en el recinto los tres quintos de


votos que exige la Constitución se va a votar en general el proyecto.
— Se vota y es aprobado.

SR. Gnecco — Pido que conste mi voto en contra.


S r. Presidente — Así se hará.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 135

Del Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados


del 18 de noviembre de 1901. Pág. 481

IV

Sr. V ega Segovia — Pido la palabra.


Existe ya sancionado en general el proyecto de ley referente a la
reforma de la Constitución de la Provincia.
Me parece esta oportunidad la mejor para que lo votáramos en
particular.
Sabido es que ese proyecto establece el momento en que se habrá
de realizar el plebiscito.
Si ese proyecto no lo sancionamos en este momento es muy posi­
ble que no se lleve a cabo la voluntad expresada en el proyecto, porque
no es un misterio para nadie que la Cámara no volverá a reunirse
hasta después de verificada la elección de electores.
Por estas breves consideraciones propongo que este asunto lo
tratemos en particular.
Sr. Presidente — Necesita ser apoyada esta moción por dos ter­
cios de votos.
— Se vota la moción y es aprobada por más de
dos tercios de los Diputados presentes.

— Acto continuo se vota y aprueba el proyecto, sin


modificaciones, quedando convertido en l(y.

Proyecto de Ley de los señores senadores Ernesto J. Weigel Muñoz,


José Bianco, Liborio Luna, José M. Niño, Eduardo E. Oliver,
Manuel Gallardo.
(Diario de Sesiones del II. Senado, año 1904, páginas 317 a 320).

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Art. I 9 Declárase necesaria y urgente la reforma de la Cons­
titución de la Provincia, en las siguientes cláusulas y sus concor­
dantes :
l 9 Los artículos 53 y 54.
29 Los artículos 82 y 90.
39 Los artículos 99 inciso 39 y 15, 106 y 141 inciso 17.
49 El artículo 213.
59 Y los artículos 215 a 217.
1 36 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Art. 2T De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, el


Poder Ejecutivo mandará publicar esta ley, durante tres meses con­
secutivos, en todos los distritos de la Provincia, y convocará al pue­
blo para que, en las próximas elecciones de senadores y diputados,
vote en pro o en contra de la necesidad de la reforma.
Art. 3? En aquellas secciones en que no deben tener lugar elec­
ciones de senadores ni de diputados, el Poder Ejecutivo hará la
convocatoria al solo efecto de pronunciarse en el plebiscito.
Art. 4" Si la convención no se constituyese, dentro de los dos
meses subsiguientes al escrutinio de la asamblea, ésta declarará ce­
santes a los miembros de aquélla, ordenando practicar nuevas elec­
ciones.
Art. 5V El cargo de Convencional será gratuito, y para desem­
peñarlo serán exigidas las condiciones necesarias para ser elegido
diputado provincial.
Art. 6" Comuniqúese, etc.

Sr. W eigel Muñoz — Pido la palabra.


El proyecto, que tenemos el honor de someter al Honorable Se­
nado, no tiene, con el sancionado en septiembre de 1901, sino la
pequeña diferencia que se consigna en el artículo 1’ ; y aun esta
diferencia radica únicamente en una divergencia que existía en aque­
lla época acerca de si era posible que una Convención reformadora,
abordara enmiendas parciales o la revisión total de la Constitución.
Recuerdo que a propósito de ese punto se promovió en este re­
cinto un largo debate a que asistieron los ministros del Poder Eje­
cutivo; y por más que, a fin de que no se me creyera adversario de
la reforma, acepté la modificación propuesta por ellos, sin embargo
hice la salvedad de que me mantenía siempre fiel a la tradición cons­
titucional de nuestro país que debía seguir nuestra Constitución
provincial en caso de duda; esto es, que era preferible hacer en­
miendas en todos aquellos artículos que habían ofrecido dificultades
en la práctica de las instituciones provinciales, a revisar artículos
que muchas veces la práctica los había consagrado como eficaces y,
que en virtud de la revisión, resultaron sino inútiles por lo menos
perjudiciales, como ya había ocurrido en la reforma general que se
hizo el año 1889, en que, a la par de ciertas modificaciones muy pro­
vechosas, fueron consagradas también modificaciones de otro géne­
ro que fueron un empeoramiento de la Constitución del 73.
Pero debo prevenir que estas son las ideas del que habla y de
algunos de los firmantes del proyecto, respecto a las reformas ge­
nerales y que uno o dos de ellos, entre los cuales puedo citar el nom­
bre de mi compañero el señor Senador Bianco, cree que en realidad
no se pueden hacer sino reformas generales.
Hago notar en obsequio a la lealtad, esta divergencia que exis­
te entre los que suscriben el proyecto.
Por lo demás, repito, el proyecto es exactamente igual al san­
cionado hace tres años.
Existiendo divergencia, en un artículo por lo menos, sobre si
la reforma ha de ser total o general, es muy posible que algunos
señores senadores se pregunten: Y, entonces, ¿a qué viene este pro­
yecto?
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 137

Pues ahora viene la explicación de la idea en la cual hemos coin­


cidido todos los firmantes.
Este proyecto quiere dar a entender que los firmantes no están
disconformes con la necesidad, y si se quiere hasta con la urgencia,
de reformar o enmendar determinadas partes o cláusulas de la Cons­
titución de la Provincia, cuyas dificultades hemos palpado o estamos
palpando; dificultades que surgen de la conexión que existe, por
ejemplo, entre el régimen político de la Provincia y el régimen mu­
nicipal; dificultades que surgen del régimen económico en que se
encuentra trabada, puede decirse, la acción administrativa con la ac­
ción legislativa; dificultades de las que surgen roces continuos a
consecuencia de facultades desproporcionadas atribuidas a uno o
dos poderes que deben marchar armónicamente con el gobierno de
la Provincia; dificultades sobre todo gravísimas en lo que atañe a
las conexiones del régimen municipal con el régimen escolar, y, so­
bre todo, con el sistema general de la educación común.
Ahora bien; si estas dificultades, traducidas parcial o general­
mente, son reconocidas por los que firman el proyecto, quiere decir
que sus firmantes aunque no hayan hecho manifestación anticipada
o disciplinaria, están de acuerdo con que se reforme la Constitución.
Pero si coinciden en esto con todos los demás señores senado­
res y con la casi unanimidad de los diputados, no coinciden respecto
al procedimiento que se debe observar para dicha reforma.
Efectivamente, la Constitución debe ser reformada previos cier­
tos requisitos que se han llenado el año 1901 por la Legislatura, que
en esa época representaba la opinión de la Provincia. Y la sanción
legislativa que entonces recayó sobre la «necesidad y urgencia» —
fíjese la Cámara en esta última palabra que va anexa a la de ne­
cesidad — esa sanción legislativa fué ratificada — bien o mal —
en comicios públicos, por medio de un plebiscito que tuvo lugar en
marzo de 1902.
Pues bien, ¿puede afirmarse que la declaración legislativa he­
cha en 1901, que el plebiscito que la ratificó en 1902, han de quedar
en el aire, en suspenso, para que, cuando venga posteriormente cual­
quier legislatura, aunque sea de aquí a veinticinco o cincuenta años,
pueda exhumar esas resoluciones y convocar en el acto una con­
vención constituyente, cuando tal vez no haya necesidad, cuando la
urgencia haya desaparecido, cuando quizá, para evitar la disolu­
ción social o política de la Provincia, sea conveniente mantener esas
disposiciones que anteriormente se han podido tocar sin peligro?
¿Puede decirse que la Legislatura de 1901 y los comicios de
1902 han comprometido a todas las legislaturas sucesivas de la Pro­
vincia y han comprometido a todos los electores que se han ido su­
cediendo en los distintos comicios electorales, en una palabra: a
todos los habitantes, a todos los pobladores de la Provincia?
No creo que pueda sostenerse semejante teoría; y una teoría
que en materia constitucional nos conduce al absurdo, es una teoría
que no puede de ninguna manera aceptarse como interpretación de
artículos constitucionales que indudablemente son confusos y hasta
vagos.
138 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Pero hay el artículo 216, que en su final se refiere a la forma


de sancionar tal declaración; artículo que indica que, transcurrido
un período, hay que renovar esa declaración si no ha terminado el
procedimiento; y hay otra cláusula en la última parte del artículo
217, que indica que cuando haya transcurrido determinado tiempo
sin haberse reunido una Convención, esa Convención puede quedar
sin efecto; que indica que cuando se declara la necesidad y la ur­
gencia de esta reforma, los procedimientos deben ser rápidos y la
convención debe reunirse inmediatamente, so pena — como acaba
de decirse — de que cese el caso de esa urgencia o esa necesidad
desaparezca.
Y para que no se crea que esta es una simple hipótesis que he
invocado, citaré un caso.
Supóngase, que a consecuencia de la escasa densidad de nuestra
población y dadas nuestras vastas campiñas y nuestro sistema de
explotación rural, dictamos una ley tendiente a fomentar el progre­
so de la demografía o el progreso de las industrias rurales. Y que
mañana, afluyendo — como lo deseamos todos los corazones bien
intencionados — afluyendo mayor corriente de trabajadores, la Pro­
vincia llegue a un grado tal que no necesitemos de semejantes mo­
dificaciones propiciatorias del régimen rural. Resultaría, entonces,
que si mañana declarásemos la necesidad de hacer una reforma de
fomento en el sentido que digo y esa reforma no se llevase a cabo,
¿le parecería correcto al Honorable Senado que de aquí a veinti­
cinco años, teniendo plétora de población y prosperidad, nos asiése­
mos a una declaración suelta, encontrada allá en el vacío, recogida
de los archivos oficiales, para reunir una convención que hiciese
una modificación innecesaria y hasta perjudicial?
He ahí, pues, señor Presidente, las razones de derecho que sur­
gen del artículo citado, y en virtud de las cuales demuestro que nues­
tra discrepancia no se refiere a la reforma constitucional en sí ni
a la necesidad de reformar la Constitución — modificación que re­
conocemos es necesaria, y el que habla con mayor razón, puesto
que fué el iniciador de un proyecto que dió origen a la reforma —
nuestra discrepancia, digo, deriva del procedimiento, sobre el cual
deben meditar mucho los poderes públicos, desde que se trata de
modificar la base fundamental e institucional de un Estado. Porque
lo que hace una Convención Constituyente reviste otro carácter muy
distinto al de una sanción legislativa, que puede ser corregida en cual­
quier momento; mientras que el error consagrado por una Convención
Constituyente es difícil de subsanarlo, como lo prueba el hecho de que
todavía estemos soportando las consecuencias de los graves errores teó­
ricos que nos han legado las anteriores convenciones constituyentes.
He dicho.
V arios Señores Senadores— ¡Muy bien! ¡Muy bien!
Sr. Presidente — Como varios señores senadores y diputados han
solicitado de la Presidencia que convocara a asamblea para considerar
las elecciones convencionales últimamente practicadas, consulto al
Honorable Senado sobre la tramitación que debe darse a este proyecto.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 139

Sr. W eigel M uñoz — Yo no me opongo a que pase al estudio de


la comisión respectiva.
Sr. Presidente — Pasará a estudio de la Comisión de Negocios
Constitucionales.
La Plata, septiembre 12 de 1904.
— A la Comisión de Negocios Constitucionales.
Mayo 9 de 1910.
— Al Archivo (Art. 74 del Reglamento).

DECRETO POR EL QUE SE ENCARGA AL DOCTOR LUIS V. VARE­


LA PARA QUE PREPARE UN ESTUDIO REFERENTE A LA
REFORMA DE LA CONSTITUCION.
La Plata, enero 8 de 1907.
Departamento de Gobierno.

Considerando:
Que la necesidad de la reforma de la Constitución vigente en la
Provincia, ha sido reconocida, sucesivamente por todos los gobernan­
tes que han ejercido el Poder Ejecutivo, desde que ella fué promul­
gada;
Que, a fin de hacerla efectiva, la Honorable Legislatura de la Pro­
vincia hizo oficialmente la declaración constitucional de la necesidad
de esa reforma, la que fué ratificada por el pueblo en el plebiscito a
que fué convocado al efecto;
Que dictada por la Asamblea Legislativa la resolución de mayo 16
de 1902, convocando una Convención ad, hoc, se produjeron las eleccio­
nes de convencionales, en 27 de julio de 1902;
Que, no habiendo hecho la Honorable Legislatura de la Provin­
cia el escrutinio de esas elecciones, dentro del período marcado por la
misma ley, el Poder Ejecutivo convocó a nuevas elecciones, las que
tuvieron lugar el 30 de octubre de 1904;
Que la Suprema Corte de la Provincia, por fallo de 18 de no­
viembre de 1904, declaró nulas esas elecciones, no habiéndose produ­
cido, con posterioridad a ese fallo, acto oficial alguno que modifique
la situación del asunto;
Que no es posible que, estando de acuerdo el Poder Ejecutivo, la
Legislatura y el pueblo de la Provincia, en que, para su mayor bien­
estar y mejor gobierno, es necesario reformar la Constitución vigen­
te, esta reforma esté suspendida por falta de acción de parte de los
poderes públicos, que deben producir los actos preparatorios para la
reunión de la Convención reformadora;
Que la situación actual de la Provincia, en que no existen moti­
vos de agitaciones políticas, es la más oportuna para que la reforma
constitucional se lleve a cabo, libre de la influencia de los partidos y
de los intereses transitorios;
140 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Que, a fin de llegar a ese resultado, es menester que se investi­


gue y se encuentre la manera cómo debe procederse para salirse de
la situación anormal en que ha colocado a la reforma proyectada, el
fallo de la Suprema Corte, produciendo un caso que no ha sido pre­
visto en las disposiciones de la Constitución;
Que es también conveniente, a objeto de buscar el mejor acierto
en la reforma proyectada, que se examinen detallada y fundadamen­
te los puntos en que ella deba producirse, haciendo un estudio de cada
uno de ellos, fundándolo en lo que la ciencia y experiencia aconsejan,
con todos los antecedentes que sean oportunos;
Que el Poder Ejecutivo tiene el propósito de iniciar los actos pre­
paratorios de la reforma, en las primeras sesiones del próximo perío­
do legislativo, a cuyo efecto es indispensable que el mencionado estu­
dio sea encomendado a persona de reconocida competencia, capaz de
prepararlo para el l 9 de mayo de 1907;

El Poder Ejecutivo —

decreta:

Art. V Encárgase al doctor Luis V. Varela de preparar un estu­


dio jurídico que comprenda:
a) Los procedimientos que deban seguirse para la reunión de
la futura Convención Constituyente después del fallo de la
Suprema Corte de Justicia, que anuló las elecciones de con­
vencionales, practicadas el 30 de octubre de 1904.
b) El estudio de las reformas propuestas por los gobernadores
Udaondo, Irigoyen (B.) y Ugarte.
c) El estudio de las que le serán indicadas por el Ministerio
de Gobierno, como propuestas por la actual administración.
d) Las que, a juicio del doctor Varela, deban incluirse entre
las reformas convenientes.
Art. 2VEl trabajo que se encomienda al doctor Varela, deberá ser
entregado al Ministerio de Gobierno en tiempo oportuno para que pue­
da ser impreso antes del l v de mayo próximo, a fin de que pueda ser
utilizado inmediatamente por el Poder Ejecutivo, por la Legislatura
y por la Convención en su caso.
Art. 3? Comuniqúese, etc.
IRIGOYEN.
E m il io C akkanza .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 41

PROYECTO DE CONSTITUCION REFORMADA CON ARREOLO AL


PLAN PROPUESTO POR EL DR. LUIS V. VARELA (1)

Nos, los Representantes de la Provincia de Buenos Aires, re­


unidos en Convención por su voluntad y elección, con el objeto de
constituir el mejor gobierno de todos y para todos, afianzar la
justicia, consolidar la paz interna, proveer a la seguridad común,
promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la liber­
tad para el pueblo y para los demás hombres que quieran habitar
su suelo, invocando a Dios, fuente de toda razón y justicia, orde­
namos, decretamos y establecemos esta Constitución.

SECCIÓN PRIMERA
DISPOSICIONES GENERALES

A rtículo I o (vigente)

La Provincia de Buenos Aires, como parte integrante de la Re­


pública Argentina, constituida bajo la forma representativa repu­
blicana federal, tiene el libre ejercicio de todos los poderes y dere­
chos que por la Constitución Nacional no hayan sido delegados al
Gobierno de la Nación.

A rtículo 2o (vigente)

Todo poder público emana del pueblo; y así éste puede alte­
rar o reformar la presente Constitución, siempre que el bien común
lo exija y en la forma que por ella se establece.

A rtículo 3o (vigente)

Los límites territoriales de la Provincia son los que por dere­


cho le corresponden con arreglo a lo que la Constitución Nacional
establece, y sin perjuicio de las cesiones o tratados interprovinciales
que puedan hacerse, autorizados por la Legislatura, por ley san­
cionada por dos tercios de votos del número total de los miembros
de cada Cámara.

A rtículo 4o (reformado)

La capital de la Provincia de Buenos Aires es la ciudad La


Plata.

(1) Las reformas propuestas van impresas en letra cursiva.


L uis V. V arela : P la n de R eform a n a la C o n s titu ció n d e B u e n o s A ir e s , 2 vol.,
La Plata, 1907.
1 42 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Las Cámaras Legislativas, el Poder Ejecutivo y la Suprema


Corte de Justicia, funcionarán permanentemente en esta ciudad,
salvo los casos en que, por causas extraordinarias, la ley dispusiese
transitoriamente otra cosa.

A rtículo 5o (8o vigente y reformado)


El gobierno de la Provincia coopera a sostener el culto cató­
lico, apostólico, romano.

A rtículo 6o (12 vigente)


Queda asegurado a todos los habitantes de la Provincia el de­
recho de reunión pacifica para tratar de asuntos públicos o priva­
dos, con tal que no turben el orden público, así como el de petición
individual o colectiva, ante todas y cada una de sus autoridades, sea
para solicitar gracia o justicia, instruir a sus representantes, o
para pedir la reparación de agravios. En ningún caso, una reunión
de personas podrá atribuirse la representación ni los derechos del
pueblo, ni peticionar en su nombre, y los que lo hicieren cometen
delito de sedición.

A rtículo 7o (18 vigente y reformado)


Toda persona detenida podrá pedir, por sí, o por medio de otra,
que se le haga comparecer ante el juez más inmediato.
Todo juez, aunque lo sea en un tribunal colegiado, a quien se
hiciere esta petición, deberá proceder en el término de veinticuatro
horas, contadas desde su presentación, con cargo auténtico, bajo
multa de mil pesos nacionales.
Proveída la petición, el funcionario que retuviese al detenido
o dejase de cumplir, dentro del término señalado por el juez, el
requerimiento de éste, incurrirá en la multa de quinientos pesos na­
cionales, sin perjuicio de hacerse efectivo el auto.

A rtículo 8o (19 nuevo)


Toda persona procesada criminalmente, por un delito leve, ten­
drá derecho a ser excarcelada o eximida de prisión, bajo la fianza
correspondiente; y la que fuere condenada, por primera vez, en su
vida, deberá ser puesta en libertad condicional, quedando el cum­
plimiento de la sentencia suspendido, hasta que el procesado come­
tiese un nuevo delito, o la pena se prescribiese. La ley determinará
los casos y la forma en que estas disposiciones se hagan efectivas.

A rtículo 9o (20 vigente)


No se dictarán leyes que importen sentencia, que empeoren la
condición de los acusados por hechos anteriores, priven de derechos
adquiridos o alteren las obligaciones de los contratos.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 143

A rtículo 10 (31 vigente)

Ninguna persona será encarcelada por deudas en causa civil,


salvo los casos de fraude o culpa especificados por ley.

A rtículo 11 (37 vigente)

Los poderes públicos no podrán delegar las facultades que les


han sido conferidas por esta Constitución, ni atribuir al Poder Eje­
cutivo otras que las que expresamente le están acordadas por ella.

A rtículo 12 (38 vigente)

No podrá acordarse remuneración a ninguno de los miembros


de los poderes públicos y ministros secretarios, mientras lo sean,
por servicios hechos o que se les encargaren en el ejercicio de sus
funciones, o por comisiones especiales o extraordinarias.

A rtículo 13 (39 vigente)

No podrá autorizarse empréstito alguno sobre el crédito gene­


ral de la Provincia, ni emisión de fondos públicos, sino por ley san­
cionada por dos tercios de votos de los miembros presentes de cada
Cámara.

A rtículo 14 (40 vigente)

Toda ley que sancione empréstito, deberá especificar los recur­


sos especiales con que deba hacerse el servicio de la deuda y su
amortización.

A rtículo 15 (41 vigente)

No podrá aplicarse los recursos que se obtengan por empréstito


sino a los objetos determinados, que debe especificar la ley que lo
autorice, bajo responsabilidad de la autoridad que los invierta o
destine a otros objetos.

A rtículo 16 (43 reformado)

Ningún impuesto establecido o aumentado para sufragar la


construcción de obras especiales, podrá ser aplicado (suprimido: «in­
terina oj>) definitivamente a objetos distintos de los determinados
en la ley de su creación, ni durará por más tiempo que el que se
emplee en redimir la deuda que se contraiga.

A rtículo 17 (44 reformado)

Los empleados públicos, a cuya elección o nombramiento no pro­


vea esta Constitución, serán nombrados directamente por el Poder
Ejecutivo.
144 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A rtículo 18 (45 reformado)


No podrá acumularse dos o más empleos en una misma perso­
na, aun cuando el uno sea provincial y el otro nacional. Exceptúan-
se de esta disposición los profesores y maestros, en el ejercicio de
sii8 funciones docentes; no pudiendo acumularse un empleo del pro­
fesorado, con otro de cualquiera de las ramas del gobierno de la
provincia.

A rtículo 19 (nuevo)
La Legislatura no podrá iniciar leyes que importen gastos ni
aumentos de sueldos en la administración de la Provincia. Tampo­
co podrá una sola Cámara de la Legislatura votar gastos, ni aun
cuando fueran para su propio servicio.

A rtículo 20 (nuevo)
Toda ley, fuera de la de presupuesto, que importe un gasto o
una erogación, deberá crear los fondos especiales con que aquéllos
han de ser atendidos, siempre que no hubiese excedente en el cálcu­
lo de recursos hecho por el Poder Ejecutivo.

A rtículo 21 (nuevo)
En todos los casos que se produzcan, en que sea necesaria la
acción de la autoridad, y no exista ninguna disposición constitu­
cional autoritativa o prohibitiva, la Legislatura podrá dictar las le­
yes necesarias para dar la autoridad y solución requeridas al caso
imprevisto.

A rtículo 22 (nuevo)
Ningún servicio, comisión o empleo, desempeñado en virtud de
ley o de decreto, será gratuito. Los que los desempeñen tendrán de­
recho para exigir una indemnización equitativa, en proporción a los
servicios que hubieran prestado.

A rtículo 23 (nuevo)
La Legislatura y el Poder Ejecutivo, aplicarán e interpretarán
esta Constitución, al ejercitar las facultades políticas que ella les con­
fiere, sin que sus decisiones puedan ser controvertidas ante los
tribunales.

A rtículo 24 (nuevo)
Los tribunales de justicia no tienen jurisdicción para decidir
cuestiones abstractas de derecho, ni para juzgar de la constitu-
cionalidad de una ley, decreto, ordenanza o reglamento, sino cuando
se trate de su aplicación concreta a un caso contencioso.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 145

A rtículo 25 (nuevo)
Los extranjeros no naturalizados, que se hallen radicados en la
Provincia, paguen contribuciones territoriales por valor d e. . . pe­
sos, se hubiesen casado con mujer argentina y tuviesen hijos na­
cidos en el país, podrán votar en las elecciones políticas de la Pro­
vincia, sin más requisitos que los de acreditar aquellos extremos, e
inscribirse en el registro respectivo. En la ley electoral, se regla­
mentará este artículo.

A rtículo 26 (47 vigente)

Las declaraciones, derechos y garantías enumerados en esta


Constitución, no serán interpretados como negación o mengua de
otros derechos y garantías no enumerados o virtualmente retenidos
por el pueblo, que nacen del principio de la soberanía popular y que
corresponden al hombre en su calidad de tal.

A rtículo 27 (48 vigente)

Toda ley, decreto u orden contrarios a los artículos precedentes


o que impongan al ejercicio de las libertades y derechos recono­
cidos en ellos, otras restricciones que las que los mismos artícu­
los permiten, o priven a los ciudadanos de las garantías que ase­
guran, serán inconstitucionales y no podrán ser aplicados por los
jueces. Los individuos que sufran los efectos de toda orden que vio­
le o menoscabe estos derechos, libertades y garantías, tienen acción
civil para pedir las indemnizaciones por los perjuicios que tal vio­
lación o menoscabo les cause, contra el empleado o funcionario que
la haya autorizado o ejecutado.

SECCIÓN SEGUNDA

RÉGIMEN ELECTORAL

§ 1. E l empadronamiento

A rtículo 28 (nuevo)

En la Provincia de Buenos A ires tendrán el carácter de electo­


res, en todas las elecciones políticas:
I o Todos los ciudadanos argentinos que hayan cumplido la edad
designada por las leyes nacionales para el servicio militar.
2o Todos los extranjeros a quienes permitan votar las leyes que
dicte la Legislatura.
Convención Constituyente — 10
1 46 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE A Ñ a 193 4

A rtículo 29 (nuevo)
Los Registros Electorales serán formados y llevados por los
oficiales (jefes) de las oficinas del Registro del Estado Civil en
cada distrito (partido) y deberán contener:
I o La nómina de todos los ciudadanos inscriptos en las listas
del servicio militar, con arreglo a las leyes nacionales de la
materia;
2o La nómina de todos los ciudadanos que, no estando obliga­
dos a enrolarse, ocurran voluntariamente a inscribirse a las
oficinas del Registro del Estado Civil, justificando el carác­
ter que invocan con su fe de bautismo o inscripción civil co­
rrespondiente;
S° Los extranjeros, a quienes la ley autorice a votar, con arre­
glo a lo dispuesto en el artículo 25 los que deberán hacerse
inscribir personalmente en el Registro Electoral, haciendo
constar los extremos que establezcan las leyes respectivas.

A rtículo 30 (nuevo)
Los Registros Electorales permanecerán abiertos todo el año pa­
ra la inscripción de los electores que se encuentren en las condicio­
nes del artículo anterior; pero sólo tendrán derecho a votar, en cada
elección, las personas que estuviesen inscriptas en ellos diez días
antes de las elecciones en que deben votar.

A rtículo 31 (nuevo)

La población total de la Provincia, según el resultado de los


censos nacionales y provinciales que se practiquen, será la base de
toda elección política, en todas las Asambleas que deban fonnarse
por elección popular.

§ 2. Del sistema electoral

A rtículo 32 (nuevo)

La Legislatura dividirá el territorio de la Provincia, en tantos


distritos cuantos sean los miembros que deban componer la Cámara
de Diputados, tratando de darles la mayor igualdad de población po­
sible y formando los distritos con los partidos más inmediatos los
unos de los otros. Las secciones electorales, para las elecciones de
senadores y diputados, según el sistema que se adopte, se formarán
del número de distritos necesarios, pero conservándose siempre la
regla en cuanto a su población e inmediación de los unos con los
otros.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 147

A rtículo 33 (nuevo)
Una vez hecha la división a que se refiere el artículo anterior,
ella no podrá ser alterada sino después de cada nuevo censo; salvo
el caso en que por haberse cambiado el sistema de elecciones, su
alteración fuera indispensable.
Los nuevos partidos que se crearen, antes de la realización de
un nuevo censo, serán anexados al distrito electoral más inmediato.

A rtículo 34 (nuevo)

Cualquiera que sea el sistema de elecciones que se adopte de­


finitivamente por la Legislatura, no podrá dejar de dárseles repre­
sentación en las asambleas deliberantes a las minorías de la opi­
nión, debiendo la ley determinar su proporción y la forma en que
aquéllas han de conseguir esa representación.

A rtículo 35 (nuevo)

En todas las elecciones, los electores votarán por tantos suplen­


tes cuantos sean los titulares por que tengan derecho de votar; y,
en caso de muerte, destitución o renuncia de un titular electo, será
reemplazado por él suplente que figurase con mayor número de vo­
tos en la misma lista en que figuraba el titular inutilizado.

A rtículo 36 (57 y 59 vigentes reformados)

La ley de elecciones deberá ser uniforme para toda la provincia,


pero los electores no podrán votar sino personalmente y en el dis­
trito en que estuviesen empadronados.

§ 3. De la Junta Electoral Permanente

A rtículo 37 (nuevo)

Todos los actos preparatorios de las elecciones generales, par­


ciales y municipales, que se practiquen en la provincia, estarán a
cargo de una Junta Electoral Permanente, que funcionará en la ca­
pital de la Provincia y será formada del presidente de la Suprema
Corte de Justicia, y de los presidentes de la Cámara primera y se­
gunda de Apelaciones en lo Civil de la mencionada capital.

A rtículo 38 (nuevo)
La Junta Electoral, a que se refiere él artículo anterior, tendrá
a su cargo todo lo referen te a formación de padrones electorales
y reclamos sobre empadronamientos; la designación de escrutado­
res por sorteo entre los inscriptos de cada distrito que sepan leer
correctamente; los escrutinios de todas las elecciones que se prac-
148 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

liquen en la provincia, tanto políticas como municipales, y la denun­


cia ante la justicia de las infracciones punibles que tengan opor­
tunidad de conocer en el desempeño de su cometido.

A rtículo 39 (nuevo)
Los oficiales del Registro del Estado Civil, en todo lo referente
al Registro Electoral, dependerán directamente de la Junta Electo­
ral Permanente, creada por esta Constitución, en cuyas oficinas de­
berá siempre existir una copia auténtica de todos los registros elec­
torales de la Provincia. La primera vez, los oficiales del Registro
del Estado Civil remitirán a esta Junta los padrones que organicen
con arreglo a esta Constitución, a los tres meses de instalada la ofi­
cina respectiva.

A rtículo 40 (nuevo)
Siempre que se trate de los escrutinios de elecciones de dipu­
tados y senadores a la Legislatura, la Junta Electoral Permanente
setá integrada por los presidentes de todas las Cámaras de Apela­
ciones que existan en la provincia, siendo su traslación y permanen­
cia en la capital a cargo del tesoro público.

A rtículo 41 (nuevo)
La Junta Electoral Permanente deberá practicar los escruti­
nios de las elecciones, dentro de los veinte dios posteriores a su ce­
lebración, siendo su deber juzgar y decidir sobre la validez del acto
electoral.
Ese fallo, con todos sus antecedentes, será elevado a la corpora­
ción para cuya integración se hubiesen practicado las elecciones, a
los efectos de los juicios definitivos que corresponden a aquélla con
arreglo a esta Constitución.

A rtículo 42 (nuevo)
Cuando alguno de los miembros de la Junta Electoral Perma­
nente tenga impedimento para concurrir a las reuniones en que de­
ban hacerce escrutinios, deberá ponerlo en conocimiento de su reem­
plazante legal, quien deberá reemplazarle provisoriamente. Toda au­
sencia injustificada, en estos casos, será penada con quinientos pesos
de multa. La justificación deberá hacerse ante la asamblea a la que
corresponda el juicio def initivo del escrutinio.

A rtículo 43 (nuevo)
Cuando lleguen los plazos en que deban reunirse los cuerpos de­
liberantes, sin que la Junta Electoral Permanente haya hecho el
escrutinio correspondiente, el cuerpo a que pertenezcan los funcio­
narios, que han debido elegirse, se abocará directamente el asunto,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 149

practicando el escrutinio y juzgando definitivamente de la elección.


En este caso se aplicará la multa a los causantes de que el escru­
tinio no se haya practicado.

A rtículo 44 (nuevo)

Los miembros de la Junta Electoral gozarán de una compen­


sación extraordinaria por estas funciones, la que será fijada por
la ley.

A rtículo 45 (55 reformado)

Los cargos de miembros de las mesas receptoras de votos serán


rentados y obligatorios para todo eiudadano. La ley determinará la
compensación que deban recibir por su trabajo, y las penas en que
incurrirán por su omisión.

A rtículo 46 (nuevo)

Cualquier ciudadano domiciliado en la Provincia, puede denun­


ciar o acusar ante la justicia, los delitos que se cometan en violación
de las disposiciones electorales; y, en esos juicios, independientemen­
te de las penas que establezcan las leyes, cuando se tratase de em­
pleados, toda condena por un delito electoral, traerá aparejada la
cesación en el cargo público o empleo que desempeñase él condenado,
aun cuando fuese de elección popular, y la suspensión del ejercicio
de sus derechos políticos durante cinco años.

A rtículo 47 (60 vigente)

Ningún ciudadano inscripto, que no haya sido movilizado, po­


drá ser citado ni retenido para el servicio militar ordinario desde
quince días antes (por lo menos) de las elecciones, hasta ocho días
después de éstas.

A rtículo 48 (61 vigente)

No podrá votar la tropa de línea ni ningún individuo que forme


parte de la policía de seguridad.

A rtículo 49 (62 vigente)

Las mesas receptoras de votos tendrán a su cargo el orden in­


mediato del colegio electoral, durante el ejercicio de sus funciones,
y para conservarlo o restablecerlo podrán requerir el auxilio de la
fuerza pública.
160 CONVENCION CONSTITUYENTE AÑO 1984

§ 4. Disposiciones transitorias

Artículo 50 (nuevo)
En tanto la Legislatura no reforme la ley electoral vigente, de
acuerdo con las prescripciones de esta Constitución, el Poder Eje­
cutivo convocará a todas las elecciones, modificando por decretos
aquella ley, para aplicar a los padrones, nombramientos de escruta­
dores y escrutinios, las disposiciones contenidas en la sección Régi­
men Electoral.

A rtículo 51 (nuevo)
Mientras no se adopte definitivamente el sistema electoral que
ha de practicarse en la provincia, todas las elecciones se harán por
el de la lista incompleta, a cuyo efecto se formarán secciones elec­
torales que elijan seis diputados y tres senadores, no teniendo cada
elector el derecho de votar sino por listas en que figuren cuatro
candidatos para diputados y dos para senadores.
La Junta Electoral Permanente, hecho el escrutinio a simple plu­
ralidad de votos, proclamará electos los seis diputados y tres sena­
dores que hubiesen obtenido mayoría de sufragios.

SECCIÓN TERCERA
PODER LEGISLATIVO

CAPITULO I
De la Legislatura

A rtículo 52 (63 reformado)

El Poder Legislativo de la Provincia será ejercido por dos Cá­


maras, una de Diputados y otra de Senadores, elegidos (suprimido:
«directamente por ciudadanos argentinos») con arreglo a las pres­
cripciones de esta Constitución y las leyes de la materia.

A rtículo 53 (64 y 70 reformados)


La Cámara de Diputados será compuesta d e . .. y la de Senado­
res d e . . . miembros, debiendo la Legislatura determinar, después
de cada censo nacional o provincial, la distribución de la población
total de la Provincia, de manera que cada diputado y cada senador
representen, respectivamente, un número igual de habitantes.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 151

ARTÍCULO 54 (65 y 73 reformados)


El cargo de diputado durará dos años y el de senador cuatro,
debiendo la Cámara de Diputados renovarse por mitades cada año
y la de Senadores cada dos años.

A rtículo 55 (66 y 71 reformados)

Para ser diputado o senador se requiere ciudadanía natural en


ejercicio o legal después de dos años de obtenida; veintidós años de
edad los diputados y treinta los senadores, no pudiendo desempeñar
otro cargo algtino durante su mandato.

A rtículo 56 (78 reformado)

Las elecciones para diputados y senadores tendrán lugar el úl­


timo domingo de Marzo de cada año y los días subsiguientes que fu e­
ren necesarios.

A rtículo 57 (79 reformado)

Las Cámaras abrirán sus sesiones ordinarias el 1° de Mayo de


cada año y las cerrarán el 31 de Agosto, debiendo sesionar diaria­
mente.
Las sesiones podrán prorrogarse hasta el 31 de Octubre, previa
una sanción de cada Cámara que así lo disponga:

A rtículo 58 (82 reformado)

Cada Cámara es juez de los requisitos personales de sus miem­


bros, y de los escrutinios de las elecciones de sus miembros, que
practique la Junta Electoral Permanente, limitándose sus faculta­
des a anular esos escrutinios y ordenar nuevas elecciones .

A rtículo 59 (88 reformado)

Cada Cámara podrá hacer venir a su sala a los ministros del


Poder Ejecutivo, para pedirles los informes que estime conveniente.
Esta facultad podrá ejercerla aun cuando se trate de sesiones
de prórroga o extraordinarias.

A rtículo 60 (90 reformado)

Cada Cámara formará su presupuesto, acordando el número de


empleados que necesite, su dotación y la forma en que deben pro­
veerse.
152 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A rtículo 61 (98 reformado)


Los senadores y diputados gozarán de una remuneración de­
terminada en la ley del presupuesto; pero ella no podrá ser aumen­
tada ni disminuida sino para que se aplique la modificación después
que se hayan renovado íntegramente las dos cámaras.

A rtículo 62 (80 vigente)


Los senadores y diputados residirán en la Provincia mientras
dure el ejercicio de sus funciones.

A rtículo 63 (81 vigente)


Las Cámaras podrán ser convocadas por el Poder Ejecutivo a se­
siones extraordinarias, siempre que un asunto de interés público y ur­
gente así lo exija, o cuando por las mismas razones lo solicite una
cuarta parte de los miembros de cada Cámara, y en estos casos, sólo se
ocuparán del asunto o asuntos que motiven la convocatoria.
Antes de entrar las cámaras a ocuparse del asunto que motiva
la convocatoria, deberán declarar previamente que ha llegado el caso
de urgencia y de interés público a que se refiere la primera parte de
este artículo.

A rtículo 64 (83 vigente)


Para funcionar, necesitan mayoría absoluta del total de sus miem­
bros, pero en número menor podrán reunirse al solo efecto de acordar
las medidas que estimen conveniente para compeler a los inasistentes.

A rtículo 65 (84 vigente)


Ninguna de las cámaras podrá suspender sus sesiones más de tres
días sin acuerdo de la otra.

A rtículo 66 (85 vigente)


Ningún miembro del poder legislativo durante su mandato, ni aun
renunciando su cargo, podrá ser nombrado para desempeñar empleo al­
guno rentado que haya sido creado, o cuyos emolumentos se hayan
aumentado durante el período legal de la Legislatura en que funcio­
na. ni ser parte en contrato alguno que resulte de una ley sancionada
durante su período.

A rtículo 67 (86 vigente)


Cada cámara podrá nombrar comisiones de su seno, para exa­
minar el estado del tesoro y para el mejor desempeño de las atribu­
ciones que le conciernan y podrá pedir a los jefes de departamentos de
la administración, y por su conducto a sus subalternos, los informes
que crea convenientes.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 153

A rtículo 68 (87 vigente)

Podrán también expresar la opinión de su mayoría por medio de


resoluciones o declaraciones sin fuerza de ley, sobre cualquier asunto
político o administrativo que afecte los intereses generales de la Pro­
vincia o de la Nación.

A rtículo 69 (89 vigente)

Cada cámara se regirá por un reglamento especial y nombrará su


presidente y vices, a excepción del presidente del Senado, que lo será
el vicegobernador, pero no tendrá voto sino en caso de empate.

A rtículo 70 (91 vigente)

Las sesiones de ambas cámaras serán públicas y sólo podrán ser


secretas por acuerdo de la mayoría.

A rtículo 71 (92 vigente)

Los miembros de ambas cámaras son inviolables por las opi­


niones que manifiesten y votos que emitan en el desempeño de su
cargo.
No hay autoridad alguna que pueda procesarlos ni reconvenirlos
en ningún tiempo por tales causas.

A rtículo 72 (93 vigente)

Los senadores y diputados gozarán dé completa inmunidad, en su


persona, desde el día de su elección hasta el día en que cese su man­
dato y no podrán ser detenidos por ninguna autoridad sino en caso de
ser sorprendidos infraganti en la ejecución de algún crimen, dándose
inmediatamente cuenta a la cámara respectiva, con la información su­
maria del hecho, para que resuelva lo que corresponda según el caso,
sobre la inmunidad personal.

A rtículo 73 (94 vigente)

Cuando se deduzca acusación ante la justicia ordinaria contra


cualquier senador o diputado, examinado el mérito del sumario, podrá
la cámara respectiva, con dos tercios de votos, suspender en sus fun­
ciones al acusado, dejándolo a disposición del juez competente para su
juzgamiento.

A rtículo 74 (95 vigente)

Cada cámara podrá corregir a cualquiera de sus miembros, por


desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, por dos tercios
de votos, y en caso de reincidencia podrá expulsarlo por el mismo nú­
mero de votos.
Por inasistencia notable, podrá también declararlo cesante en la
misma forma.
1 54 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

A rtículo 75 (96 vigente)


Cada cámara tendrá jurisdicción para corregir los actos que aten-
ten contra su autoridad, dignidad e independencia y contra las inmu­
nidades de sus miembros. La ley definirá los casos y las penas para
la aplicación de este artículo.

A rtículo 76 (97 vigente)


Al aceptar el cargo, los diputados y senadores jurarán por Dios
y por la Patria desempeñarlo fielmente.

CAPÍTULO II
Del juicio político

A rtículo 77 (68 reformado)


E s de competencia exclusiva de la Cámara de Diputados, acusar
ante el Senado al Gobernador de la Provincia y sus Ministros, al V i­
cegobernador, a los miembros de la Suprema Corte y a todos los jueces
letrados, por delitos en el desempeño de sus funciones o falta de cum­
plimiento a los deberes de su cargo.
Para usar de esta atribución deberá preceder una sanción de la
Cámara por dos tercios de votos de sus miembros presentes, que de­
claren que hay lugar a formación de causa. Cualquier habitante de la
Provincia tiene acción para denunciar ante la Cámara de Diputados el
delito o falta, a efecto de que se promueva la acusación. La ley deter­
minará el procedimiento de estos juicios.

A rtículo 78 (69 vigente)


Cuando se deduzca acusación por delitos comunes contra los fun­
cionarios acusables por la Cámara de Diputados, no podrá procederse
contra sus personas sin que se solicite por el tribunal competente se
allane la inmunidad del acusado, a cuyo efecto se remitirán los ante­
cedentes a aquella Cámara y no podrá allanarse dicha inmunidad sino
por dos tercios de votos.

A rtículo 79 (74 vigente)

Es atribución exclusiva del Senado, juzgar en juicio público a los


acusados por la Cámara de Diputados, constituyéndose al efecto en
tribunal y prestando sus miembros juramento o afirmación para estos
casos.
Cuando el acusado fuese el Gobernador o Vicegobernador de la
Provincia, deberá presidir el Senado el presidente de la Suprema Cor­
te de Justicia, pero no tendrá voto.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 155

A rtículo 80 (75 vigente)

El fallo del Senado, en estos casos, no tendrá más efecto que des­
tituir al acusado y aun declararlo incapaz de ocupar ningún puesto de
honor o a sueldo de la Provincia.
Ningún acusado podrá ser declarado culpable, sin una mayoría de
dos tercios de votos de los miembros presentes.
Deberá votarse, en estos casos, nominalmente y registrarse en el
diario de sesiones el voto de cada senador.

A rtículo 81 (76 vigente)

El que fuese condenado en esta forma, queda, sin embargo, suje­


to a acusación y juicio ante los tribunales ordinarios.

CAPÍTULO III
Atribuciches del Poder Legislativo

A rtículo 82 (99 reformado)

Corresponde al Poder Legislativo:


Io Establecer los impuestos y contribuciones necesarias para los
gastos de servicio público, debiendo estas cargas ser unifor­
mes en toda la Provincia.
2o Fijar anualmente el presupuesto de gastos y él cálculo de re­
cursos. La ley de presupuesto será la base a que debe sujetar­
se todo gasto en la administración géneral de la Provincia.
3o Crear y suprimir empleos para la mejor administración de la
Provincia, determinando sus atribuciones, responsabilidades y
dotación.
4o Fijar las divisiones territoriales para la mejor administración
de la P ro v in c ia ; no pudiendo crea r nu evos partidos sino sobre
la base de un cen tro urbano que te n g a . . . habitantes com o m í­
nimum y una exten sión de te r r ito r io que ten ga al m en os. . .
habitantes.
5o Conceder indultos y acordar amnistías por delitos de sedi­
ción en la Provincia.
G° Autorizar la reunión o movilización de la milicia o de par­
te de ella en los casos en que la seguridad pública de la
Provincia lo exija, sin perjuicio de las atribuciones del Go­
bierno general.
7o Conceder privilegios por un tiempo limitado a los autores
o inventores, perfeccionadores y primeros introductores de
nuevas industrias para explotarse sólo en la Provincia, sin
perjuicio de las atribuciones del Gobierno general.
166 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 6 4

8° Dictar leyes estableciendo los medios de hacer efectivas las


responsabilidades de todos los recaudadores de rentas y te­
soreros de la Provincia y sus municipios.
9° Dictar leyes estableciendo los medios de hacer efectivas las
responsabilidades civiles de los funcionarios públicos.
10. Aprobar o desechar los tratados que el Poder Ejecutivo ce­
lebrase con otras provincias.
11. (inciso 13 vigente). Discernir honores y recompensas pecu­
niarias por una sola vez y con dos tercios de votos de los
miembros del número total de cada cámara, por servicios dis­
tinguidos prestados a la Provincia.
V¿. (inciso 15 vigente). La Legislatura dictará en el próximo pe­
ríodo una ley general de sueldos, y no podrá aumentar o dis­
minuir la compensación de los empleos sino por medio de la
reforma de la misma.
13. (inciso 16 vigente). Dictará todas aquellas leyes necesarias
para el mejor desempeño de las anteriores atribuciones y pa­
ra todo asunto de interés público y general de la Provincia,
cuya naturaleza y objeto no corresponda privativamente a
los poderes nacionales.

CAPÍTULO IV

Del examen de las cuentas de inversión de la renta

A rtículo 83 (nuevo)

Lo Legislatura organizará, a la brevedad posible, las oficinas


encargadas del examen de las cuentas de percepción e inversión de
rentas públicas, sobre las bases siguientes:
I o Habrá una oficina de contabilidad, dependiente de la Legis­
latura, — compuesta de un presidente que deberá tener las
mismas condiciones exigidas para los camaristas, y cuatro
contadores como vocales, nombrados: el primero, por el Se­
nado; y, los segundos, por la Cámara de Diputados, — que
tendrá a su cargo el examen anual de las cuentas de la Ad­
ministración general de la Provincia. Los miembros de esta
oficina durarán, en el desempeño de sus cargos, mientras
dure su buena conducta, pudiendo ser destituidos por la mis­
ma Cámara que los nombró.
2o Las cuentas de percepción e inversión de las rentas genera­
les de la Provincia, serán presentadas a esta oficina, por el
Contador General, el I o de Mayo de cada año, debiendo con­
tener el balance del ejercicio vencido el año económico an­
terior.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 157

S° Antes del I o de Mayo del año siguiente, la oficina de con­


tabilidad de la Legislatura deberá haber examinado las
cuentas del año anterior, a fin de poder presentar, a cada
Cámara, impresa, un informe detallado, con el dictamen co­
rrespondiente, aconsejando su aprobación o desaprobación.
4o Una copia auténtica de ese informe y dictamen, le será pa­
sada al Fiscal de Estado a los efectos del ejercicio de las
funciones que le correspondan, según su propia apreciación
de los hechos.
Inciso transitorio.— El personal actual del Tribunal de Cuen­
tas, pasará a formar la oficina de contabilidad de la Legis­
latura, no pudiendo ser removido sino en las condiciones del
inciso primero.

Artículo 84 (nuevo)

Independientemente de la oficina precedente, se organizará, en


la Contaduría General, bajo la presidencia del Contador, y cuatro
contadores como vocales, otra Oficina Revisora de Cuentas, que ten­
drá a su cargo el examen de las cuentas de percepción y de inversión
de rentas y caudales públicos, hecha por todos los funcionarios, ad­
ministradores, habilitados o personas que perciban o administren di­
neros públicos, de cualquier naturaleza y origen, a cuyo efecto la
ley determinará los plazos y la forma en que esas cuentas deben ser
presentadas.

A rtículo 85 (nuevo)

Cuando la Oficina Revisora de Cuentas encuentre motivos para


observar algunas de las presentadas, podrá recabar los informes que
juzgue necesarios de las personas que en ellas intervinieron; y si,
después de pedir las explicaciones que creyese oportunas, la mayo­
ría de sus miembros insistiese en creer que se habían cometido irre­
gularidades, se remitirán los antecedentes, acompañados de un in­
forme motivado, al Fiscal de Estado, para que proceda como lo
estime de su deber.

A rtículo 86 (nuevo)

Cuando las cuentas presentadas no ofreciesen dificultades, se­


rán aprobadas por la Oficina Revisadora, comunicándose esa reso­
lución a la autoridad, funcionario, administrador o interesado que
las hubiese presentado.

A rtículo 87 (nuevo)

En todos los casos en que el Contador General no pueda presi­


dir la Oficina de Revisación, le reemplazará, en esas funciones, el
Tesorero General de la Provincia.
158 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A rtículo 88 (nuevo)
Los contadores que sean empleados en la Contaduría General,
pueden formar parte de la Oficina de Revisación de Cuentas.

A rtículo 89 (nuevo)
La Oficina de Revisación deberá expedirse, en todos los casos
dentro de los seis meses posteriores a la presentación de las cuentas
que debe examinar.

CAPÍTULO V
Educación del pueblo

A rtículo 90 (213 reformado)


La Legislatura dictará las leyes orgánicas que organicen la edu­
cación común, con arreglo a las siguientes bases:
1° La educación común es gratuita y obligatoria, debiendo la
ley establecer las penas en que incurrirán los infractores.
2o Se establecerán contribuciones y rentas propias de la edu­
cación común que le aseguren en todo tiempo recursos sufi­
cientes para su sostén, difusión y mejoramiento, que regirán
mientras la Legislatura no las modifique. La contribución
escolar de cada distrito será destinada a sufragar los gastos
de la educación común en el mismo, en la forma que lo de­
termine la ley respectiva.
3o Habrá, además, un fondo permanente de escuelas, depositado
a premio en el Banco de la Provincia o en fondos públicos
de la misma, el cual será inviolable, sin que pueda disponerse
más que de su renta para subvenir equitativa y concurren­
temente con los vecindarios a la adquisición de terrenos y
construcción de edificios de escuelas.
Jf° La dirección facultativa de las escuelas comunes estará a
cargo de un superintendente y un Consejo General compues­
to de ocho miembros, nombrados, el primero con acuerdo
del Senado; y, los últimas, con acuerdo de la Cámara de Di­
putados. El primero durará cuatro años en el ejercicio de
sus funciones; y, los segundos, dos años, siendo reelegibles.
5o El Ministro de Instrucción Pública es el jefe nato de la Di­
rección de Escuelas y puede presidir el consejo siempre que
lo estime conveniente.
6o La ley podrá crear comisiones vecinales para la inspección
de las escuelas comunes en los distintos partidos en que se
divide la Provincia, determinando la forma de su nombra­
miento, su duración y sus funciones.
antecedentes sobre r e f o r m a d e l a c o n s t it u c ió n 159

A rtículo 91 (nuevo)

Cuando las condiciones de la Provincia lo aconsejen, la Legis­


latura dictará las leyes orgánicas y reglamentarias de la enseñanza
secundaria y superior.

CAPÍTULO VI

Procedimiento para la sanción de las leyes

A rtículo 92 (100 vigente)

Toda ley puede tener principio en cualquiera de las Cámaras y


se propondrá en forma de proyecto por cualquiera de los miembros
de cada Cámara y también por el Poder Ejecutivo.

A rtículo 93 (101 vigente)

Aprobado un proyecto por la Cámara de su origen, pasará para


su revisión a la otra, y si ésta también lo aprobase, se comunicará
al Poder Ejecutivo para su promulgación.

A rtículo 94 (nuevo)

Con excepción de las leyes para cuya sanción esta Constitución


exige votaciones especiales, todas las leyes deberán ser sancionadas
por mayoría absoluta de cada Cámara, reunida en quorum legal.
Si la Cámara revisora de un proyecto de ley introdujese en él
reformas o modificaciones, lo remitirá así modificado a la Cámara
iniciadora. Si ésta acepta las modificaciones, el proyecto quedará
sancionado y se comunicará al Poder Ejecutivo. Si por el contrario,
la Cámara iniciadora rechazase las modificaciones introducidas en
el proyecto por la revisora, así se lo hará saber, invitándola a que,
en la próxima sesión, nombre una comisión de cinco de sus miembros
para que, reunida con otra comisión del mismo número, que nom­
brará esa Cámara en la misma sesión, procuren dar al proyecto una
forma que armonice las opiniones de ambas Cámaras. Si las comi­
siones no lograsen ponerse de acuerdo, en el término de quince días
( prorrogables por resolución separadamente adoptada por cada Cá­
mara) se dará por desechado el proyecto y no podrá volver a pre­
sentarse en las sesiones de ese período. Si las comisiones de ambas
Cámaras despachasen, de acuerdo, un proyecto de ley, cada Cámara
lo considerará separadamente, y si ambas lo sancionaran por mayo­
ría, se comunicará al Poder Ejecutivo. Si ambas o cualquiera de las
Cámaras desechase el proyecto de las comisiones, el asunto se tendrá
por terminado y no podrá volver a tratarse en las sesiones de ese
período.
160 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AfiO 1 9 8 4

Artículo 95 (nuevo)
No podrá iniciarse en una Cámara un proyecto de ley sobre la
misma materia o con el mismo objeto que sirviese de base a otro
proyecto de ley ya presentado en la otra Cámara, y del que se hubiese
dado cuenta en sesión, aun cuando su discusión no hubiese comen­
zado. Si la Cámara en que se presentó el proyecto, no se ocupase de
él dos meses después de su presentación, la otra podrá ocuparse del
mismo asunto como Cámara iniciadora.

A rtículo 96 (103 reformado)


Ningún proyecto de ley rechazado totalmente por una de las
Cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año.
Un proyecto sancionado por una de las Cámaras y no tratado
por la otra en ese año o en el siguiente, se considerará rechazado.
No podrá discutirse, en particular, un proyecto en el mismo día
en que se hubiese sancionado en general, salvo el caso en que, por
tratarse de leyes urgentes, así lo resuelva la Cámara por dos tercios
de votos de sus miembros presentes.

A rtículo 97 (104 reformado)


El Poder Ejecutivo deberá promulgar los proyectos de ley san­
cionados, dentro de diez días de haberle sido remitidos por la Legis­
latura, pero podrá devolverlos con observaciones durante dicho plazo,
y si una vez transcurrido no ha hecho la promulgación ni los ha de­
vuelto con sus objeciones, serán ley de la Provincia y deberán pro­
mulgarse y publicarse en el día inmediato por el Poder Ejecutivo, o
en su defecto se publicarán por el presidente de la Cámara que hu­
biese prestado la sanción definitiva.
En cuanto a la ley de presupuesto y a las leyes de impuestos,
que fuesen observadas por el Poder Ejecutivo, sólo serán reconside­
radas en la parte objetada, quedando en vigencia lo demás de ellas.

A rtículo 98 (105 vigente)


Si antes del vencimiento de los diez días hubiese tenido lugar
la clausura de las Cámaras, el Poder Ejecutivo deberá, dentro de
dicho término, remitir el proyecto vetado a la secretaria de la Cá­
mara de su origen, sin cuyo requisito no tendrá efecto el veto.

A rtículo 99 (106 vigente)

Devuelto un proyecto por el Poder Ejecutivo, será reconside­


rado primero en la Cámara de b u origen, pasando luego a la reviso-
ra; y si ambas insisten en su sanción por el voto de loe dos tercios
de sus miembros presentes, el proyecto será ley y el Ejecutivo se
hallará obligado a promulgarlo. En caso contrario, no podrá repe­
tirse en las sesiones de aquel año.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 161

A rtículo 100 (107 vigente)

Si un proyecto de ley observado volviere a ser sancionado en


uno de los dos períodos legislativos subsiguientes, el Poder Eje­
cutivo no podrá observarlo de nuevo, estando obligado a promulgar­
lo como ley.

A rtículo 101 (108 vigente)

En la sanción de las leyes se usará la siguiente fórmula:


«El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos
Aires, sancionan con fuerza de ley, etc.»

CAPÍTULO V II

DE LA ASAMBLEA GENERAL

A rtículo 102 (109 vigente)

Ambas Cámaras sólo se reunirán para el desempeño de las fun­


ciones siguientes:
1° Apertura y clausura de las sesiones.
2o Para recibir el juramento de ley al Gobernador y Vicegober­
nador de la Provincia.
3° Para tomar en consideración las renuncias de los mismos
funcionarios.
4o Para verificar la elección de senadores al Congreso Nacional.
50 Para prestar o negar los acuerdos solicitados por el Poder
Ejecutivo para la designación de los Ministros de la Supre­
ma Corte de Justicia de la Provincia.
6o Para considerar la renuncia de los senadores y diputados
electos al Congreso Nacional.

A rtículo 103 (110 vigente)

Todos los nombramientos que se difieren a la Asamblea gene­


ral, deberán hacerse a mayoría absoluta de los miembros presentes.

A rtículo 104 (111 vigente)

51 hecho el escrutinio no resultare candidato con mayoría ab­


soluta, deberá repetirse la votación, contrayéndose a los dos can­
didatos que hubiesen obtenido más votos en la anterior; y, en caso
de empate, decidirá el presidente.

A rtículo 105 (112 vigente)

De las excusaciones que se presenten de nombramientos hechos


por la Asamblea, conocerá ella misma, procediendo según fuese su
resultado.
Conyenoión Constituyente — 11
1 62 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

A rtículo 106 (113 vigente)

Las reuniones de la Asamblea general serán presididas por el


vicegobernador; en su defecto, por el vicepresidente del Senado, y
a falta de éste por el presidente de la Cámara de Diputados.

A rtículo 107 (114 vigente)

No podrá funcionar la Asamblea sin la mayoría absoluta de los


miembros de cada Cámara.

SECCIÓN CUARTA

PODER EJECUTIVO

CAPÍTULO I

De su naturaleza y duración

A rtículo 108 (115 vigente)

El Poder Ejecutivo de la Provincia S3rá desempeñado por un


ciudadano con el título de Gobernador de la Provincia de Buenos
Aires.

A rtículo 109 (116 vigente)

Al mismo tiempo, y por el mismo período que se elija gober­


nador, será elegido un vicegobernador.

A rtículo 110 (117 vigente)

Para ser elegido gobernador o vicegobernador, se requiere:


Io Haber nacido en territorio argentino, o ser hijo de ciudada­
no nativo, si hubiese nacido en país extranjero;
2o Tener treinta años de edad;
3o Cinco años de domicilio en la Provincia, con ejercicio de
ciudadanía no interrumpida, si no hubiese nacido en ella.

A rtículo 111 (118 vigente)

El gobernador y el vicegobernador durarán cuatro años en el


ejercicio de sus funciones, y cesarán en ellas en el mismo día en que
expire el período legal, sin que evento alguno pueda motivar su pro­
rrogación por un día más, ni tampoco que se les complete más tarde.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 63

A rtículo 112 (119 vigente)

El gobernador y el vicegobernador no podrán ser reelegidos en


el período siguiente a su elección.
Tampoco podrá el gobernador ser nombrado vicegobernador, ni
el vicegobernador podrá ser nombrado gobernador.

A rtículo 113 (120 vigente)

Si ocurriese muerte, destitución, renuncia, enfermedad, sus­


pensión o ausencia, las funciones del gobernador serán desempeña­
das por el vicegobernador por todo el resto del período legal, en los
tres primeros casos, o hasta que haya cesado la inhabilidad acci­
dental, en los tres últimos.

A rtículo 114 (121 vigente)

En caso de muerte, destitución, renuncia o inhabilidad del vice­


gobernador, las funciones del Poder Ejecutivo serán desempeñadas
por el vicepresidente del Senado, tan sólo mientras se proceda a nue­
va elección para completar el período legal, no pudiendo esta elec­
ción recaer en dicho funcionario.
No se procederá a nueva elección cuando el tiempo que falte para
completar el período gubernativo no exceda de un año.

A rtículo 115 (122 vigente)

En los mismos casos en que el vicegobernador reemplaza a! go­


bernador, el vicepresidente del Senado reemplaza al vicegobernador.

A rtículo 116 (123 vigente)

La Legislatura dictará una ley que determine el funcionario


que deberá desempeñar el cargo provisoriamente para los casos en
que el gobernador, vicegobernador y vicepresidente del Senado no
pudiesen desempeñar las funciones del Poder Ejecutivo.

A rtículo 117 (124 vigente)

El gobernador y el vicegobernador, en ejercicio de sus fun­


ciones, residirán en la capital de la Provincia y no podrán ausen­
tarse de ella por más de treinta días sin permiso de la Legislatura;
y, en ningún caso, del territorio de la Provincia sin este requisito.

A rtículo 118 (125 vigente)

En el receso de las Cámaras, sólo podrán ausentarse por un


motivo urgente de interés público y por el tiempo indispensable,
dando cuenta a aquéllas oportunamente.
164 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

A rtículo 119 (126 vigente)


Al tomar posesión del cargo, el gobernador y el vicegobernador
prestarán juramento ante el presidenta de la asamblea legislativa
en los términos siguientes:
«Juro por Dios y por la Patria y sobre estos santos evangelios,
observar y hacer observar la Constitución de la Provincia, desem­
peñando con lealtad y honradez el cargo de Gobernador (o Vicego­
bernador) . Si así no lo hiciere. Dios y la Patria me lo demanden».

A rtículo 120 (127 vigente)


El gobernador y el vicegobernador gozan del sueldo que la ley
determine, no pudiendo ser alterado en el período de sus nombra­
mientos. Durante éste no podrán ejercer otro empleo, ni recibir otro
emolumento de la Nación o de la Provincia.

CAPÍTULO II

Elección de gobernador

A rtículo 121 (128 vigente)


La elección de gobernador y vicegobernador se practicará del
modo siguiente:
Seis meses antes de terminar el período gubernativo, el Poder
Ejecutivo, dando treinta días de término, convocará para esta elec­
ción al pueblo de la Provincia.
La elección de los electores de gobernador y vicegobernador será
directa y de acuerdo con el principio establecido en el artículo 34,
correspondiendo a cada sección elegir tantos electores como dipu­
tados y senadores.
Cada distrito electoral remitirá dos actas de la elección con los
registros y las protestas, si las hubiere, una al Presidente del Senado
y otra al Gobernador de la Provincia.
Treinta días después de la elección, reunidas por lo menos las
dos terceras partes de las actas electorales, tomando por base la
totalidad de distritos, se hará el escrutinio de votos por la Asamblea
legislativa.
Esta, por el conducto del Poder Ejecutivo, hará saber su nom­
bramiento a los que hubiesen resultado electos, acompañando una
acta autorizada de la sesión.

A rtículo 122 (129 vigente)

Si no hubiese sido posible obtener las dos terceras partes de las


actas, por no haber concurrido a la elección algunos distritos, el
presidente de la Asamblea lo comunicará inmediatamente al Poder
Ejecutivo para que éste, dando el tiempo necesario, convoque nueva­
mente a elección a los distritos que no lo hubiesen verificado.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 165

A rtículo 123 (130 vigente)

Quince días después de las comunicaciones del nombramiento


a los ciudadanos que hubiesen sido electos, se reunirán éstos en
sesión preparatoria en la sala de sesiones de la Asamblea legislativa,
para resolver como juez único sobre la validez de las elecciones res­
pectivas, a cuyo efecto el presidente de la Asamblea legislativa re­
mitirá las actas originales con los registros y las protestas que se
hubiesen acompañado.
La Asamblea se expedirá dentro de diez días, contados desde
su primera reunión, en el examen de las actas.

A rtículo 124 (131 vigente)

Si del juicio pronunciado en el examen de las actas resultare


que no había dos terceras partes de electores legalmente nombrados,
se procederá según lo prescripto en el artículo 122, decretándose
nuevas elecciones donde hubiesen sido anuladas.

A rtículo 125 (132 vigente)

Ocho días después de terminado definitivamente el examen de


las actas, se reunirá la convención electoral en la capital de la Pro­
vincia y en el local designado, necesitando para funcionar dos ter­
ceras partes de los electores convocados cuyos diplomas hayan sido
aprobados; nombrará de su seno un presidente y dos secretarios y
procederá cada elector a nombrar gobernador y vicegobernador, por
cédulas firmadas, expresando en una la persona por quien vota para
gobernador y en otra para vicegobernador.
El presidente de la Asamblea electoral nombrará cuatro de sus
miembros para que, reunidos a los dos secretarios, practiquen el es­
crutinio, comunicando el resultado al presidente, quien anunciará
a la Asamblea el número de votos que hayan obtenido tales candidatos
y el nombre de los electores que hubiesen votado por ellos.
Los que hayan obtenido mayoría absoluta de sufragios, con re­
lación al número de electores presentes, serán inmediatamente pro­
clamados por el Presidente de la Convención, gobernador y vicego­
bernador de la Provincia.

A rtículo 126 (133 vigente)

Si por dividirse la votación no hubiese mayoría absoluta en


favor de un candidato, se repetirá la votación entre los que hubiesen
obtenido la primera y segunda mayoría.
En los casos de empate, se repetirá la votación, y si resultare
nuevo empate decidirá el presidente de la Convención.

A rtículo 127 (134 vigente)

La Convención terminará en una sola sesión el nombramiento


de gobernador y vicegobernador y lo hará saber al gobernador ce-
166 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

sante y al presidente de la Asamblea Legislativa, acompañando co­


pia autorizada del acta de la sesión, a fin de que sea comunicada a
los electos.

A rtículo 128 (135 vigente)


Los que hayan resultado electos para gobernador y vicegober­
nador, deberán comunicar a la Convención electoral su aceptación,
en los diez días siguientes a aquél en que les fué comunicado su
nombramiento.
La Convención electoral conocerá en las excusaciones que pre­
senten los nombrados antes de tomar posesión del cargo; y, en caso
de aceptarlas, procederá inmediatamente a hacer una nueva elección.
Una vez en posesión, corresponde a la Asamblea Legislativa
conocer de las renuncias del gobernador y vicegobernador.

A rtículo 129 (136 vigente)

Declarado el caso de proceder a nueva elección, el ciudadano


en ejercicio del Poder Ejecutivo convocará al pueblo de la Provincia
con arreglo a lo establecido en la Constitución, para la nueva elec­
ción del Colegio Electoral que debe verificar el nombramiento de
gobernador y vicegobernador para todo el resto del período legal.

A rtículo 130 (137 vigente)

Para ser elector se exigen los mismos requisitos que para ser
diputado.
No podrán ser electores los diputados o senadores, tanto de la
Nación como de la Provincia.

A rtículo 131 (138 vigente)

El elector que no asistiese sin causa justificada, puesta opor­


tunamente en conocimiento de la Convención, a desempeñar su man­
dato en el día fijado, incurrirá en la multa de ochocientos pesos
nacionales o cuatro meses de prisión.
El presidente de la Convención hará saber al Poder Ejecutivo,
quiénes sean los que se encuentran en este caso, a fin de que se haga
efectiva la pena.

A rtículo 132 (139 vigente)

La Convención resolverá sobre la renuncia de sus miembros por


simple mayoría. Podrá reunirse en minoría para compeler a los in­
asistentes que no se hubieren presentado a tercera citación y hasta
declararlos cesantes, y para que se ordene una nueva elección si no
quedaren íntegras las dos terceras partes requeridas en el artícu­
lo 122.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 167

A rtículo 133 (140 vigente)

Los electores gozan de las mismas inmunidades que los miem­


bros de la Legislatura, desde el día de su elección hasta el de su cese.

A rtículo 134 (141 vigente y reformado)

El Gobernador es el jefe de la Administración de la Provincia


y tiene las siguientes atribuciones:
I a Promulgar y hacer ejecutar las leyes de la Provincia faci­
litando su ejecución por íeglamentos y disposiciones espe­
ciales que no alteren su espíritu.
2a Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a la Cons­
titución, teniendo el derecho de iniciarlas por proyectos pre­
sentados a las Cámaras y de tomar parte en su discusión
por medio de los ministros.
3a El Gobernador podrá indultar o conmutar las penas por
delitos sujetos a la jurisdicción provincial, previo informe del
tribunal de última instancia en el caso, en el que se hará
constar la naturaleza y circunstancia del delito y la pena que
hubiese sido impuesta. El Gobernador no podrá ejercer esta
atribución cuando se trate de delitos en que el Senado conoce
como juez, y de aquéllos cometidos por funcionarios públicos
en el ejercicio de sus funciones.
4a Ejercerá los derechos de patronato como vice patrono hasta
que el Congreso Nacional, en uso de la atribución décima
nona que le confiere la Constitución de la República, dicte
la ley de la materia.
5a A la apertura de la Legislatura, la informará del estado
general de la administración.
6a Expide las órdenes convenientes para las elecciones que co­
rrespondan de senadores y diputados en la oportunidad de­
bida, y no podrá, por ningún motivo, diferirlas sin acuerdo
de la Cámara respectiva.
7a Convoca a sesiones extraordinarias a la Legislatura o a
cualquiera de las Cámaras cuando lo exija un grande inte­
rés público, salvo el derecho del cuerpo convocado para apre­
ciar y decidir después de reunido, sobre los fundamentos de
la convocatoria.
8a Hace recaudar las rentas de la Provincia y decreta su in­
versión con arreglo a las leyes, debiendo hacer publicar men­
sualmente el estado de la tesorería.
9a Celebra y firm a tratados parciales con otras provincias para
fines de la administración de justicia, de intereses econó­
micos y trabajos de utilidad común, con aprobación de la
Legislatura y dando conocimiento al Congreso Nacional.
10. Es el comandante en jefe de las fuerzas militares de la Pro­
vincia con excepción de aquéllas que hayan sido movilizadas
para objetos nacionales.
168 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

11. Moviliza la milicia provincial en caso de conmoción inte­


rior que ponga en peligro la seguridad de la Provincia, con
autorización de la Legislatura y por sí solo durante el receso,
dando cuenta en las próximas sesiones sin perjuicio de ha­
cerlo inmediatamente a la autoridad nacional.
12. Decreta también la movilización de las milicias, en los casos
previstos por el inciso vigésimo cuarto, artículo sesenta y
siete de la Constitución nacional..
13. Expide despachos a los oficiales que nombre para organizar
la milicia de la Provincia y para poner en ejercicio las fa­
cultades acordadas en los dos incisos que preceden. En cuan­
to a los jefes, expide también despachos hasta teniente co­
ronel. Para dar el de coronel se requiere el acuerdo del Se­
nado.
14. Es agenta inmediato y directo del gobierno nacional para
hacer cumplir en la Provincia la Constitución y las leyes de
la Nación.
15. Da cuenta a las cámaras legislativas, con arreglo a lo es­
tablecido en el inciso tercero del artículo 82 (99 vigente)
del estado de la hacienda y de la inversión dada a los fondos
votados en el año precedente, remitiendo, en el mes de Mayo,
los presupuestos de la administración y las leyes de recursos.
16. No podrá acordar goce de sueldo o pensión sino por alguno
de los títulos que las leyes expresamente determinan.

A rtículo 135 (142 vigente y reformado)

No puede expedir órdenes y decretos, sin la firma del ministro


respectivo.
Podrá, no obstante, expedirlos en caso de acefalía de ministros
y mientras se provea a su nombramiento, autorizando a los Subse­
cretarios de los ministerios por un decreto especial. Los Subsecreta­
rios, en estos casos, quedan sujetos a las responsabilidades de los
ministros (1).

A rtículo 136 (nuevo)

En todos los casos en que el Gobernador deba hacer o propo­


ner nombramientos en el Poder Judicial o en las vacantes de Fiscal
de Estado, deberá hacerlos dentro de los quince días después de
producida la vacante, o de recibidas las propuestas, en su caso.

(1) El autor ha cambiado la designación de O fic ia l* s M a y o r e s , por «Subsecretarios»,


porque es esta última la que corresponde a las funciones constitucionales que se da a
aquellos empicados. Por otrn parte, en todos los países donde existe una disposición aná­
loga se da el nombre de S u b r r c r e ta r in al que reemplaza al S e c r e ta r io .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 169

A rtículo 137 (144 reformado)

El despacho de los negocios administrativos, estará a cargo


de cuatro Ministros Secretarios, que se denominarán de Gobierno,
de Hacienda, de Obra$ Públicas y de Instrucción Pública.
Una ley especial deslindará los ramos y las funciones adscrip-
tas al despacho de cada uno de esos Ministerios.

A rtículo 138 (145 vigente)

Para ser nombrado ministro se requieren las mismas condicio­


nes que esta Constitución determina para ser elegido diputado.

A rtículo 139 (146 vigente)

Los ministros secretarios despacharán de acuerdo con el gober­


nador y refrendarán con su firm a las resoluciones de éste, sin cuyo
requisito no tendrán efecto ni se les dará cumplimiento.
Podrán, no obstante, expedirse por sí solos en todo lo referente
al régimen económico de sus respectivos departamentos y dictar
resoluciones de trámite.

A rtículo 140 (147 vigente)

Serán responsables de todas las órdenes y resoluciones que au­


toricen, sin que puedan pretender eximirse de responsabilidad por
haber procedido en virtud de orden del gobernador.

A rtículo 141 (148 vigente)

En los treinta días posteriores a la apertura del período legis­


lativo, los ministros presentarán a la asamblea la memoria deta­
llada del estado de la administración correspondiente a cada uno
de los ministerios, indicando en ella las reformas que más aconsejen
la experiencia y el estudio.

A rtículo 142 (149 vigente)

Los ministros pueden concurrir a las sesiones de las Cámaras


y tomar parte en las discusiones, pero no tendrán voto.

A rtículo 143 (150 vigente)

Gozarán por sus servicios de un sueldo establecido por la ley,


que no podrá ser aumentado ni disminuido en favor o en perjuicio de
los que se hallen en ejercicio.
1 70 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

CAPÍTULO V

Del Fiscal de Estado

A rtículo 144 (152 reformado)

Habrá un Fiscal de Estado que será el representante legal de


la Provincia en todos los juicios en que se controviertan intereses de
la Provincia y en los juicios contencioso-administrativos que se pro­
muevan contra resoluciones del Poder Ejecutivo. Dará su dictamen
escrito siempre que se lo soliciten él gobernador o cualquiera de las
Cámaras de la Legislatura, debiendo intervenir en todo asunto que
interese al patrimonio del fisco. La ley determinará la forma en que
este funcionario ha de ejercer sus funciones.
Para desempeñar este puesto se requieren las mismas condi­
ciones exigidas para los miembros de las Cámaras de Apelación y no
podrá ser removido sino por las mismas causas y en las mismas
condiciones de aquéllos. Su nombramiento corresponde al Poder Eje­
cutivo con acuerdo del Senado.

A rtículo 145 (nuevo)

El Contador y Subcontador, el Tesorero y Subtesorero serán


nombrados por el Poder Ejecutivo de una tema alternativa que,
para cada nombramiento, le presentará el Senado. Durarán cuatro
años, pudiendo ser reelectos. No podrán ser removidos sin el acuerdo
de la misma Cámara.

A rtículo 146 (154 reformado)

El Contador y Subcontador no podrán autorizar pago alguno que


no sea arreglado a la ley general de presupuesto o a leyes especiales,
o, en los casos de juicios contencioso-administrativos, cuando la Su­
prema Corte de la Provincia ordenase directamente un pago.

A rtículo 147 (155 reformado)

El Tesorero no podrá ejecutar pagos que no hayan sido previa­


mente autorizados por el Contador. Antes de verificar un pago, el
Tesorero podrá observárselo al Contador, por escrito, si, en su con­
cepto, no estuviese autorizado en alguna de las formas a que se
refiere el artículo anterior; pero si el Contador insistiese, verificará
el pago, quedando exento de responsabilidad personal.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 171

SECCIÓN QUINTA
PODER JUDICIAL

CAPÍTULO I

Organización del Poder Judicial

A rtículo 148 (156 reformado)

El Poder Judicial de la Provincia será desempeñado:


a) Por una Suprema Corte de Justicia;
b) Por Cámaras de Apelación permanentes o viajeras;
c) Por Jueces de primera Instancia;
d) Por Jueces de Paz;
e) Por Tribunales Militares;
f) Por los demás Tribunales que se creen por ley.

A rtículo 149 (nuevo)

La Suprema Corte de Justicia se compondrá de cinco Ministros


(que la Legislatura podrá aumentar hasta nueve, después de diez
años de promulgada esta Constitución), y de un Procurador General,
nombrados por el Poder Ejecutivo, con acuerdo de las dos Cámaras
Legislativas, reunidas en Asamblea General, de una terna de cama­
ristas que le presentará la misma Corte, y conservarán sus puestos
mientras no sean removidos por medio del juicio político o no lleguen
a la edad de setenta años.
El Poder Ejecutivo podrá, sin embargo, prescindir de esa terna
cuando propusiese para llenar la vacante a algún abogado que hu­
biese sido Gobernador de la Provincia, o Ministro de la Nación o de
la Provincia o Fiscal de Estado.

A rtículo 150 (189 reformado)

Para ser Juez de la Suprema Corte de Justicia y Procurador de


ella, se requiere:
Ser ciudadano argentino, en el ejercicio de la ciudadanía; tener
título o diploma que acredite suficiencia en la ciencia del derecho,
reconocido por autoridad competente en la forma que determine la
ley; treinta y cinco años de edad y menos de setenta, y diez a lo
menos de ejercicio en la profesión de abogado o en el (desempeño de
algún puesto letrado judicial.

A rtículo 151 (nuevo)

Los miembros de la Cámara de Apelaciones serán nombrados


por el Poder Ejecutivo, con acuerdo del Senado, de una terna fo r­
mada por Jueces de primera Instancia o Secretarios de la Suprema
Corte que le presentará este tribunal.
172 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Cada Cámara de Apelación se compondrá, por lo menos, de tres


jueces y cuando más de cinco, debiendo cada una tener un Fiscal,
que se reputará miembro del Tribunal.

A rtículo 152 (nuevo)


Para ser nombrado miembro de las Cámaras de Apelación, se
requieren las mismas condiciones que para ministro de la Suprema
Corte, con solo treinta años de edad y seis en la práctica de la
profesión.

A rtículo 153 (nuevo)


Los miembros de las Cámaras de Apelación conservarán sus
empleos durante ocho años, después de los cuales serán nuevamente
propuestos al Senado por el Poder Ejecutivo; y, si fuesen ratificados
en sus puestos, los conservarán hasta que cumplan setenta años o
fuesen removidos por medio del juicio político.

A rtículo 154 (nuevo)


Los Jueces de primera Instancia serán nombrados por el Poder
Ejecutivo, con acuerdo de la Cámara de Diputados, de una terna de
los representantes de los ministerios públicos en primera Instancia, o
Secretarios de las Cámaras de Apelaciones que propondrán estas
mismas al Gobernador.
Para ser nombrado, se requieren: ciudadanía argentina en ejer­
cicio, veinticinco años de edad y tres de práctica en la profesión de
abogado, o en algún puesto judicial.

A rtículo 155 (nuevo)


Después de cuatro años, y de ocho años en el desempeño de sus
funciones, el Poder Ejecutivo someterá a un nuevo acuerdo de la
Cámara de Diputados la continuación en sus puestos de los Jueces
de primera Instancia; y, si él acuerdo fuese prestado las dos veces,
conservarán el cargo hasta que cumplan setenta años o fuesen re­
movidos por medio del juicio político.

A rtículo 156 (nuevo)


En todos los cosos en que las nuevas propuestas de miembros
de las Cámaras de Apelación y de Jueces fuesen rechazadas, y cuando
se produzcan vacantes, el Poder Ejecutivo pi'ocederá a nombrar el
reemplazante dentro de los quince días de producidas aquéllas.
Si no lo hiciese, la Corte Suprema en su caso, y la Cámara de
Apelaciones respectiva, en el suyo, remitirán la terna de candidatos
a la Asamblea General o a la Cámara a que corresponda, la cual hará
el nombramiento directamente, dentro de aquella terna, por votación
nominal y a pluralidad de votos, hasta obtener la mayoría absoluta.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 173

Si la Suprema Corte o la Cámara respectiva, no elevasen la terna


correspondiente dentro de los quince días después de producida la
vacante, el Poder Ejecutivo hará la propuesta prescindiendo de ese
requisito.
Si la Asamblea General o la Cámara de Diputados o él Senado,
en sus respectivos casos, no se reuniesen ni prestasen o rechazasen
el acuerdo solicitado por el Poder Ejecutivo dentro de los quince
días después de la citación para reunirse, se considerará hecho el
nombramiento en la forma propuesta por el Poder Ejecutivo.

A rtículo 157 (nuevo)

Los miembros de las Cámaras de Apelaciones y los Jueces de


primera Instancia que, después de haber desempeñado su puesto por
uno o más períodos no fuesen confirmados en sus nombramientos por
la Cámara respectiva, tendrán derecho a una pensión vitalicia equi­
valente a tantas treintavas partes del 'último sueldo que percibían,
cuantos fuesen los años que hubiesen servido en la magistratura.

A rtículo 158 (nuevo)

Los Agentes Fiscales, Defensores de Menores y demás funcio­


narios judiciales subalternos, que deban ser abogados, serán nombra­
dos por el Poder Ejecutivo con el acuerdo de la Cámara de Apelaciones
del Departamento judicial respectivo en que deban desempeñar sus
funciones.
Para ser nombrados para aquellos cargos se requiere título de
abogado, veintidós años de edad y ciudadanía argentina en ejercicio.
Durarán en sus funciones dos años, debiendo ratificarse aquel nom­
bramiento por la Cámara de Apelaciones respectiva cada vez que ese
tiempo transcurra, sin necesidad de nueva propuesta del Poder E je­
cutivo.

A rtículo 159 (191 vigente)

Los jueces de la Suprema Corte de Justicia prestarán jura­


mento ante su presidente de desempeñar fielmente el cargo. El pre­
sidente lo prestará ante la Suprema Corte, y los demás jueces ante
quien determine el mismo tribunal.

A rtículo 160 (192 vigente)

Los jueces de la Suprema Corte, Cámaras de Apelación y de


primera Instancia, no pueden ser suspendidos en el ejercicio de sus
cargos sino en el caso de acusación y con sujeción a lo que se dis­
pone en esta Constitución.
174 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A rtículo 161 (nuevo)


Los miembros del Poder Judicial gozarán de los sueldos que
les señále la ley de presupuesto, que no podrán ser disminuidos sino
en los casos en que lo sean los del Gobernador y los miembros de la
Legislatura.

A rtículo 162 (174 reformado)


Los procedimientos en todas las causas civiles y criminales,
serán públicos, no pudiendo la ley establecer otras limitaciones que
aquéllas en que el secreto sea reclamado por la moral pública o el
honor de los interesados, no procesados.

A rtículo 163 (178 vigente y reformado)


Las sentencias que pronuncien los jueces y tribunales letrados
de cualquier jurisdicción, serán fundadas en el texto expreso de la
ley; y, a falta de éste, en los principios generales del derecho, según
el caso.

A rtículo 164 (157 inciso 8o reformado)


La Suprema Corte ejerce la superintendencia del personal de
todos los tribunales de la Provincia, con facultad para imponer mul­
tas, como pena disciplinaria, que no podrán exceder del diez por
ciento del sueldo del multado.

A rtículo 165 (nuevo)


Independientemente de la superintendencia general que ejerce la
Suprema Corte, cada Cámara de Apelaciones la ejercerá sobre el
personal subalterno de su respectivo departamento judicial, con fa­
cultad para solicitar de la Suprema Corte las penas disciplinarias de
multas que creyere necesario imponer para la mejor administración
de justicia.

A rtículo 166 (nuevo)


La jurisdicción sobre el régimen interno de las cárceles de de­
tenidos procesados, la ejercerán la Suprema Corte en la Capital de
la Provincia, y las respectivas Cámaras de Apelaciones en los De­
partamentos judiciales, con facultad para imponer a sus empleados
penas disciplinarias, en las mismas condiciones que a los empleados
del Poder Judicial.

A rtículo 167 (nuevo)


La Suprema Corte será el tribunal encargado de juzgar y apli­
car a los jueces y tribunales las penas de multa que esta ley establece,
y las que ella- les imponga como corrección disciplinaria, commii-
cándolo al efecto al Poder Ejecutivo, para que aquellas multas sean
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 175

deducidas de los haberes más próximos que los jueces multados de­
ban percibir. Esta acción podrá ejercerla cualquiera interesado que
haya intervenido en el asunto en que el magistrado incurrió en la
multa.

A rtículo 168 (nuevo)

Las disposiciones de este capítulo, referentes a nuevos acuerdos


para jueces, no serán aplicables al personal existente de la Admi­
nistración de Justicia, que continuará en sus condiciones actuales.

A rtículo 169 (nuevo)

En cualquiera época en que la Legislatura establezca los jurados


como tribunales para apreciar la prueba en materia civil o criminal,
los tribunales letrados deberán observar para sus fallos las disposi­
ciones establecidas en lo, Constitución.

CAPÍTULO II

Atribuciones de la Suprema Corte de Justicia

A rtículo 170 (157 reformado)

La Suprema Corte de Justicia, tiene las siguientes atribuciones:


I a Ejerce la jurisdicción originaria y de apelación para conocer
y resolver en todas las causas que versen sobre puntos regi­
dos por la Constitución o las leyes de la Provincia, y que se
controviertan por parte interesada, en juicio contencioso.
2a Conoce y resuelve exclusivamente en las causas de compe­
tencia que se susciten entre los tribunales de justicia con
motivo de su jurisdicción respectiva.
3a Decide las causas contencioso-administrativas en única ins­
tancia y en juicio pleno, previa delegación o retardación de
la autoridad administrativa competente al reconocimiento de
los derechos que se gestionan por parte interesada. La ley
determinará el plazo dentro del cual podrá deducirse la ac­
ción ante la Corte y los demás procedimientos de este juicio.
4a (artículo 159 vigente). En las causas contencioso-adminis­
trativas, la Corte Suprema tendrá facultad de mandar cum­
plir directamente sus sentencias por las oficinas o emplea­
dos respectivos, si la autoridad administrativa no lo hiciese
dentro de los sesenta días de notificada la sentencia. Los
empleados a que alude este inciso serán responsables por la
falta de cumplimiento de las disposiciones de la Suprema
Corte.
5a La pena de muerte no podrá ser aplicada en la Provincia de
Buenos Aires, sino previa confirmación de la sentencia de-
176 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

finitiva, por el voto unánime de todos los miembros de la


Suprema Coi-te de Justicia, a la que deberán elevarse los
autos en apelación o en consulta en la forma que lo esta­
blezcan las leyes de procedimiento.
6a Conoce y resuelve en grado de apelación de la aplicabilidad
de la ley en que los tribunales de justicia, en última ins­
tancia fundan su sentencia, a la cuestión que por ella deciden,
con las restricciones que las leyes de procedimientos esta­
blezcan a esta clase de recursos. En las civiles y comerciales,
este recurso sólo será concedido en el efecto devolutivo, cuan­
do la parte ganadora del pleito diese fianza suficiente, a
juicio de la Suprema Corte, por las consecuencias del juicio.
7a Conoce privativamente de los casos de reducción de penas
autorizados por el Código PenaL

A rtículo 171 (158 vigente)

La presidencia de la Suprema Corte se turnará anualmente en­


tre sus miembros, principiando por el de mayor edad.

A rtículo 172 (160 vigente)

La Suprema Corte hará su reglamento y podrá establecer las me­


didas disciplinarias que considere convenientes a la mejor adminis­
tración de justicia.

A rtículo 173 (161 vigente)

Debe pasar anualmente a la Legislatura una memoria o in­


forme sobre el estado en que se halla dicha administración, a cuyo
efecto puede pedir a los demás tribunales de la Provincia los datos
que crea convenientes y proponer, en forma de proyectos, las refor­
mas de procedimiento y organización que sean compatibles con lo
estatuido en esta Constitución y tiendan a mejorarla.

CAPITULO III

Administración de la Justicia Civil y Comercial

A rtículo 174 (nuevo)

Dentro de los dos años siguientes a la promulgación de esta


Constitución, la Legislatura dividirá el territorio de la Provincia en
distritos judiciales, aproximadamente de la misma población, y sobre
la base de núcleos urbanos que tengan, por lo menos, cinco mil ha­
bitantes.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 177

A rtículo 175 (nuevo)

En cada distrito judicial deberá existir, por lo menos, un juez


de primera instancia, con la jurisdicción correspondiente a esta
clase de tribunales, pudiendo ser, a la vez. Juez del Crimen, si así
lo estableciesen las leyes de la materia.

A rtículo 176 (nuevo)

La jurisdicción de apelación será ejercida por Cámaras perma­


nentes o viajeras, que actuarán en departamentos judiciales, forma­
dos del número de distritos judiciales que la ley determine, teniendo
en cuenta la población, la extensión territorial y las facilidades para
la viabilidad.

A rtículo 177 (nuevo)

Los Juzgados de primera Instancia y las Cámaras de Apelacio­


nes tendrán el personal subalterno que establezca la ley orgánica de
los tribunales, de acuerdo con las leyes de procedimiento.

CAPÍTULO IV

De la Administración de la Justicia en lo Criminal


y Correccional

A rtículo 178 (nuevo)

En cada departamento judicial habrá, por lo menos, tres Jueces


de primera Instancia en lo Criminal y Correccional, pudiendo ejercer
estas jurisdicciones los mismos jueces en lo Civil y Comercial, si
así lo determinase la ley.

A rtículo 179 (nuevo)

Los Jueces del Crimen y Correccional serán los encargados de


instruir y form ar los sumarios y tramitar el juicio plenario hasta el
estado de sentencia, pudiendo apelarse de sus resoluciones para ante
la Cámara respectiva en los actos y en los términos que establezca
la ley de la materia.

A rtículo 180 (nuevo)

El fallo de las causas correccionales será pronunciado por el


mismo Juez de primera Instancia que hubiese intervenido en la
causa, con apelación ante la Cámara respectiva.
Convención Constituyente — 12
178 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

A rtículo 181 (nuevo)


El fallo en las causas criminales será pronunciado por un tri­
bunal compuesto de tres Jueces del Crimen, previa una audiencia
pública, en la que el Ministerio Fiscal y los defensores podrán hacer
la acusación y la defensa orales correspondientes al caso.

A rtículo 182 (nuevo)


Ese fallo será apelable ante la Cámara respectiva, la que no
podrá dictar el fallo definitivo sin convocar a las partes a una au­
diencia pública en la que podrán hacerse informes verbales.

A rtículo 183 (nuevo)


El Código de procedimientos en lo Criminal reglamentará los
artículos precedentes, fijando los términos en que los Jueces del
Crimen deben reunirse para fallar las causas de su jurisdicción, y
estableciendo los plazos para los procedimientos, de manera que todas
las causas criminales queden terminadas dentro de los seis meses
desde su iniciación.

A rtículo 184 (nuevo)


Si esos plazos se excediesen, sin culpa del procesado, cada día
de detención que lo exceda se le computará por tres días de la pena a
que fuese condenado; y, si fuese absuelto, tendrá derecho para hacer­
se indemnizar por su prisión indebida por los magistrados judiciales
que fuesen responsables de ella.

A rtículo 185 (nuevo)


Mientras la ley orgánica de los tribunales y los códigos de pro­
cedimientos no se reformen con arreglo a las prescripciones de esta
Constitución, la justicia en lo Criminal y Correccional será adminis­
trada en la forma existente; pero los detenidos tendrán derecho a
la aplicación de lo que, a su respecto, se establece en el artículo
precedente.

CAPÍTULO V

De la Justicia de Paz

A rtículo 186 (nuevo)

La Legislatura dictará la ley de Justicia de Paz con arreglo a


las siguientes bases:
I a Habrá un juez de paz titular y otro suplente en cada centro
urbano cuya población exceda de dos mil quinientos habi­
tantes.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 79

2a El territorio rural de la Provincia, fuera de los ejidos de


los pueblos, será dividido en distritos que contengan más o
menos la misma población, en los que ejercerá la justicia de
menor cuantía un juez de paz, o un suplente en s m caso.
3a De las sentencias dictadas por los jueces de paz, se apelará
ante los jueces de primera instancia que tengan jurisdicción
en el distrito correspondiente.
4a En ningún caso los jueces de paz podrán ejercer la jurisdic­
ción correccional o criminal.

A rtículo 187 (187 vigente y reformado)

Los jueces de paz serán nombrados por el Poder Ejecutivo, a


propuesta, en terna, de la Cámara de Apelaciones del distrito corres­
pondiente.

A rtículo 188 (182 vigente)

La elección de jueces de paz recaerá en ciudadanos mayores de


veinticinco años, contribuyentes, con residencia de dos años por lo
menos en el distrito en que deban desempeñar sus funciones y que
sepan leer y escribir.

A rtículo 189 (184 vigente)

La ley determinará la forma y tiempo en que debe hacerse el


nombramiento de jueces de paz y suplentes y la duración de sus
funciones.

A rtículo 190 (185 vigente)

Los jueces de paz son funcionarios exclusivamente judiciales y


agentes de los tribunales de justicia y su competencia general y es­
pecial será determinada por la ley.

A rtículo 191 (186 vigente y reformado)

Los jueces de paz conocerán y resolverán las causas de su com­


petencia en procedimiento verbal y actuado.

A rtículo 192 (nuevo)

La Legislatura podrá crear tribunales inferiores a la Justicia


de Paz, con apelación ante ésta, estableciéndose en la ley la forma
del nombramiento, las condiciones para ser nombrado, la jurisdicción
y los procedimientos ante esos tribunales.
180 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1984

CAPÍTULO VI

Tribunales Militares

A rtículo 193 (200 vigente)


Se establecerán Tribunales Militares bajo los mismos princi­
pios que los nacionales, para conocer en las causas que se formen
por delitos o faltas que cometan:
1° Los guardias nacionales movilizados por la Nación antes de
haber sido entregados a ésta.
2° Los guardias nacionales empleados en servicio de la Pro­
vincia.
3o Las personas que formen parte de las fuerzas de mar y tie­
rra que levante la Provincia en los casos establecidos por la
Constitución Nacional, antes de estar bajo la jurisdicción
del gobierno de la Nación.

A rtículo 194 (201 vigente)

La Legislatura determinará los delitos o faltas de que deben


conocer estos tribunales y las penas que deben aplicarse, sujetándose
a lo que determinan las leyes nacionales y pudiendo únicamente es­
tablecer lo que creyese conveniente sobre los puntos no legislados
por la Nación y en tanto que ésta no lo hiciere.

SECCIÓN SEXTA

DEL RÉGIMEN MUNICIPAL

Artículo 195 (nuevo)

Constituirán un Municipio en la Provincia:


I o Los pueblos o ciudades que actualmente son la cabeza de Par­
tido donde residen sus autoridades, cualquiera que sea su
población, y teniendo por límites territoriales y jurisdiccio­
nales los que señalan las leyes que determinan sus ejidos
respectivos.
2o Los Partidos actuales, que tengan una extensión territorial
que no excedía de 250 kilómetros cuadrados, con una pobla­
ción no menor de ocho mil habitantes.
3o Todo centro poblado cuya población urbana sea de. . . habi­
tantes, residentes en una zona no mayor d e . .. hectáreas.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 81

A rtículo 196 (nuevo)

Los centros de población aglomerada en. . . hectáreas, que ten­


gan más de mil quinientos habitantes y no lleguen a. .. serán con­
siderados comunas.

A rtículo 197 (nuevo)

La porción rural de los Partidos de la Provincia, que no se en­


cuentran comprendidos en el inciso segundo del artículo 195, será
administrada por las autoridades generales de la Provincia, en la
forma que lo establezca la ley y bajo la dependencia del Poder
Ejecutivo.

A rtículo 198 (nuevo)

En ningún caso la ley podrá quitar a los municipios existentes,


o a los que se form en de acuerdo con las disposiciones de esta Cons­
titución, el gobierno propio que hayan tenido, debiendo sólo deter­
minar las reglas para que esos municipios se organicen de acuerdo
con las nuevas leyes.

A rtículo 199 (202 vigente y reformado)

En cada municipio, la administración y los intereses locales, es­


tarán a cargo de una Municipalidad, cuyos miembros durarán dos
años, renovables por mitad, elegidos en comicios públicos por los
mismos electores de diputados y senadores, y los extranjeros que
sepan leer y escribir, paguen impuestos por valor de cien pesos mo­
neda nacional y se inscriban en el registro respectivo.

A rtículo 200 (nuevo)

La ley determinará el número de miembros de las Municipa­


lidades con arreglo a la población de los municipios, pero aquél nunca
podrá ser menor de nueve ni mayor de quince.

A rtículo 201 (nuevo)

Las comunas a que se refiere el artículo 196, serán adminis­


tradas por comisiones vecinales compuestas de cinco a siete miem­
bros, según su población.

A rtículo 202 (203 vigente reformado)

Cada Municipalidad se compondrá de un cuerpo deliberativo, que


se llamará Concejo Municipal y de un funcionario ejecutivo, que se
llamará Intendente Municipal, quien deberá ser elegido de entre los
mismos municipales electos, reemplazándole en el Concejo su suplente.
IS 2 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

A rtículo 203 (204 vigente)


' La Legislatura deslindará las atribuciones y responsabilidades
de cada departamento, confiriéndoles las facultades necesarias para
que ellos puedan atender eficazmente a todos los intereses y servicios
locales, con sujeción a las siguientes bases:
Ia (inciso 2o vigente). La capital y cada uno de los municipios
de la provincia, formará un distrito municipal; y cada cen­
tro de población o sección de justicia de paz formará una
sección electoral municipal, con derecho a elegir el número
de municipales que proporcionalmente le corresponda con
arreglo a su población.
2a (inciso 4o vigente). Serán elegibles todos los ciudadanos ma­
yores de veinticinco años que sepan leer y escribir, vecinos
del distrito, con un año de domicilio anterior a la elección y
que paguen impuestos; y los extranjeros, que tengan además
cinco años de residencia y las condiciones para ser electores.
3a (inciso 5o vigente). La elección se verificará en la misma
forma que lo sean las de diputados y senadores.
4a (inciso 6o vigente). Las funciones municipales serán carga
pública, de la que nadie podrá excusarse sino por excepción
fundada en la ley de la materia.
5a (inciso 7o vigente). Para ser Intendente se requiere ciuda­
danía en ejercicio; y en ningún caso podrá constituirse el
concejo municipal con más de una tercera parte de extran­
jeros.

A rtículo 204 (205 vigente reformado)

Son atribuciones al régimen municipal, y se ejercerán con arre­


glo a lo que a su respecto determine la ley, las siguientes:
Ia Aprobar o rechazar los escrutinios practicados por la Junta
Electoral Permanente de las elecciones de sus miembros y
convocar a nuevas elecciones en los casos de renovación o
vacante.
2a (inciso 3o reformado). Nombrar los empleados municipales.
3a (inciso 4o reformado). Tener a su cargo el ornato y salubri­
dad, los establecimientos de beneficencia (suprimido: «que
no estén a cargo de sociedades particulares»), asilos de in­
migrantes que sostenga la Provincia, (suprimido: «las cár­
celes locales de detenidos») y la viabilidad urbana.
4a (inciso 5o reformado). Votar anualmente su presupuesto y
los recursos para costearlo. Administrar los bienes raíces
municipales con facultad de enajenarlos (suprimido: «tanto
éstos, como los diversos ramos de las rentas del año corrien-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 183

te»), examinar y resolver sobre las cuentas del año ven­


cido, sometiéndolas luego a la aprobación de quien corres­
ponda.
5a (inciso 6o vigente). Dictar ordenanzas y reglamentos dentro
de estas atribuciones.

A rtículo 205 (206 vigente y reformado)

Las atribuciones expresadas, tienen las siguientes limitaciones:


Ia Dar publicidad (suprimido: «por la prensa») a todos sus
actos, reseñándolos en una memoria anual, en la que se hará
constar detalladamente, la percepción e inversión de sus
rentas.
2a La convocatoria de los electores para toda elección municipal,
deberá hacerse con quince días de anticipación, por lo me­
nos, y publicarse suficientemente.
3a Todo impuesto o aumento de impuesto necesita ser sanciona­
do a mayoría absoluta de votos por el cuerpo deliberante,
aumentado para ese acto con un número igual al que lo com­
ponga, de los contribuyentes mayores en el municipio, com­
putándose a este fin los impuestos municipales y fiscales.
4a No se podrá contraer empréstitos fuera de la provincia, ni
enajenar, ni gravar los edificios municipales, sin autoriza­
ción previa de la Legislatura. Los empréstitos so votarán con
la misma garantía establecida para el aumento de impuesto.
5a Siempre que se haga uso del crédito, será para obras seña­
ladas de mejoramiento o para casos eventuales y se votará
una suma anual para el servicio de la deuda, no pudiendo
aplicarse los fondos a otro objeto que el indicado.
6a Las enajenaciones sólo podrán hacerse en remate público,
anunciado con un mes de anticipación.
7a Siempre que hubiere de construirse Una obra municipal, de
cualquier género que fuere, en la que hubieren de invertirse
fondos del común, la municipalidad nombrará una comisión
de propietarios electores del distrito, para que la desempeñe
o dirija, dando cuenta y razón de todos los gastos y empleos
de fondos que se consagren a ella.
8a Las obras públicas cuyo importe exceda de mil pesos nacio­
nales, deberán sacarse siempre a licitación.

A rtículo 206 (nuevo)

Las Municipalidades no podrán gravar con impuestos, lo que


ya lo hubiera sido por una ley provincial para form ar las rentas
fiscales de la Provincia. En cuanto a los objetos y materias impo­
nibles, la Legislatura determinará las que no puedan ser motivo de
impuestos o gravámenes municipales.
184 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

A rtículo 207 (207 inciso Io vigente)

Los cuerpos municipales responden ante los tribunales ordina­


rios de sus omisiones y de sus transgresiones a la Constitución y a
las leyes; la ley de la materia señalará la sanción penal de esta
transgresión.

A rtículo 208 (207 inciso 2o vigente)

Los miembros de los cuerpos municipales y demás funcionarios


municipales responden personalmente, no sólo de cualquier acto de­
finido y penado por la ley, sino también de los daños y perjuicios
que provengan de la falta de cumplimiento a sus deberes.

A rtículo 209 (207 inciso 3o vigente)

Los miembros de los cuerpos municipales están sujetos a des­


titución por mala conducta o despilfarro de los fondos municipales,
sin perjuicio de las responsabilidades civiles o criminales en que in­
curran por estas causas. La ley determinará la forma en que se hará
efectiva esa destitución y los casos en que ella proceda.

A rtículo 210 (209 vigente)

Todos los actos y contratos emanados de autoridades munici­


pales que no estén constituidas en la forma que prescribe esta Cons­
titución, serán de ningún valor.

A rtículo 211 (210 reformado)

Los conflictos internos de las municipalidades, los de éstas con


otras municipalidades o autoridades de la Provincia, serán dirimidos
en la forma que determine la ley de la materia.

A rtículo 212 (211 vigente)

En caso de acefalía de una municipalidad, el Poder Ejecutivo


convocará inmediatamente a elecciones para constituirla.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 185

SECCIÓN SÉPTIMA

DE LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

A rtículo 213 (215 vigente)

Esta Constitución podrá ser reformada por medio de una con­


vención constituyente elegida popularmente.

A rtículo 214 (216 reformado)

Podrá proponerse la reforma en cualquiera de las dos Cámaras,


sea por moción firmada por diez diputados o por cinco senadores,
sea por iniciativa del Poder Ejecutivo; pero sólo serán tomadas en
consideración cuando la mayoría de votos de cada una de las Cámaras
declare la necesidad de la enmienda. Si no se obtuviese esta sanción,
no podrá volverse a tratar el asunto hasta la siguiente Legislatura.

A rtículo 215 (217 vigente)

Declarada la necesidad de la reforma de la Constitución, se so­


meterá a los electores para que en la próxima elección de senadores
y diputados, voten en pro o en contra de la convocatoria de una con­
vención constituyente; y, si la mayoría votase afirmativamente, la
asamblea legislativa convocará una convención que se compondrá
de tantos miembros cuantos sean los que compongan las cámaras
legislativas, los cuales serán elegidos del mismo modo, por los mis­
mos electores y en los mismos distritos que los senadores y diputados.
Esta convención se reunirá tres meses después de hecha la
convocatoria, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta Cons­
titución y lo que ella resuelva por mayoría será promulgado como la
expresión de la voluntad del pueblo, necesitando para funcionar la
mayoría absoluta del total de sus miembros.

A rtículo 216 (nuevo)

Si después de hecho el escrutinio de las elecciones de convencio­


nales, o de haberse reunido la Convención, pasasen dos años desde
una u otra fecha, el Poder Ejecutivo declarará caduca la Convención
elegida o en sesiones, y convocará al pueblo para que, en los próxi­
mos comicios generales, vote en pro o en contra de la reforma de la
Constitución.

A rtículo 217 (nuevo)

Si del escrutinio que practique la Junta Electoral Permanente,


resultase que la mayoría del pueblo vota nuevamente por la reforma,
se procederá como lo establece él artículo 215.
186 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A rtículo 218 (nuevo)

Todas las Convenciones constituyentes que se reúnan, de acuerdo


con las prescripciones de esta Constitución, estarán sujetas a lo que
disponen los dos artículos anteriores.

A rtículo 219 (nuevo)

Si pasados dos años después de jurada esta Constitución, la


Legislatura no hubiese dictado todas las leyes que por ella se le
encomiendan como complementarias de sus disposiciones, el Poder
Ejecutivo convocará al pueblo para que elija una convención ad hoc
eon el objeto exclusivo de que sancione las leyes constitucionales que
no hubiesen sido sancionadas.

A rtículo 220 (nuevo)

La convención ad hoc, a que se refiere él artículo precedente,


será elegida en el mismo número y en la misma forma que el total
de los miembros de la Legislatura, debiendo los convencionales tener
las mismas condiciones exigidas para ser elegido diputado.

A rtículo 221 (nuevo)

La convención ad hoc no podrá ocuparse de asunto alguno fuera


de la sanción de las leyes que hubiese dejado de dictar la Legislatura,
y ésta no podrá entrar a ocuparse de ellas, una vez que el Poder
Ejecutivo hubiese dictado el decreto convocando la convención.

A rtículo 222 (nuevo)


Los miembros de la convención gozarán de las mismas inmuni­
dades, privilegios y compensaciones que los de la Legislatura; pero
no podrán funcionar por más d e. . . meses contados desde la fecha
de la inauguración de sus sesiones. Si, en ese término, no hubiesen
cumplido íntegramente su mandato, será declarada disuelta, por el
Poder Ejecutivo, convocándose otra convención ad hoc, para que ter­
mine la sanción de las leyes constitucionales que la anterior conven­
ción no hubiese dictado.

Mensaje del Poder Ejecutivo acompañando proyecto de ley que


declara la necesidad de reformar la Constitución. Gobernador de
la Provincia doctor Valetín Vergara. (Ver Capítulo I, páginas 101
y siguientes).
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 187

PROYECTO DE LEY DEL SEÑOR DIPUTADO LUIS A. GERARDIN


POR EL QUE SE DECLARA NECESARIA LA REFORMA DE LA
CONSTITUCION.

I -R O Y E C T O DE LKY

El Senado y Cámara, de Diputados de la Provincia de Buenos Aires,


sancionan con ftierza de ley, etc.
Art. I 9 Declárase necesaria la reforma de la Constitución de
la Provincia de Buenos Aires.
Art. 2” De conformidad con lo dispuesto en el artículo 217 de
la Constitución y una vez declarada la necesidad de la reforma» el
Poder Ejecutivo convocará al pueblo elector para que vote en pro
o en contra de la convocatoria de una Convención Constituyente.
Art. 39 En las secciones electorales donde no hubiese simultá­
neamente comicios de renovación legislativa, los comicios funciona­
rán en la misma forma que en la última elección de legisladores que
se hubiere realizado.
Art. 4? La Honorable Convención Constituyente celebrará sus
reuniones en el recinto de la Honorable Cámara de Diputados y en
el término de noventa días a contar desde su instalación, deberá
finalizar sus tareas.
Art. 59 Comuniqúese, etc.
Avellaneda, agosto de 1930. Diputado L u ís .1. G tr a r d in .

N Ó M IN A DE DAS REFORM AS Y M O D IF IC A C IO N E S C O N S T IT U C IO N A L E S PROYECTADAS

Sección primera. — Juego. Hipódromo. Casinos. Lotería. Asilos


para ancianos, huérfanos, inválidos y desamparados.
Sección segunda. — Organización jurídica de los partidos polí­
ticos. Adopción del Padrón Nacional para todos los actos electorales.
Sección tercera. — Censo Provincial. Elección y duración de los
senadores y diputados. Asistencia de los legisladores a las sesiones.
Formación de las leyes. La sanción en general y en particular.
Sección cuarta. — Elección de Gobernador y Vice. Facultad para
designar los ministros.
Sección quinta. — Creación del Juzgado del Trabajo.
Sección sexta. — Régimen Municipal. Elección y Duración de
Intendentes y Concejales. Conflictos Municipales. Tribunales com­
petentes.
Sección séptima. — Elección y duración de los Consejos Esco­
lares.
1 88 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

FUNDAM ENTOS

Señor Presidente:
La Nación está en paz. La Provincia de Buenos Aires parte
integrante de esta virtuosa República, goza de los beneficios emer­
gentes de ese estado de tranquilidad, propicio para las más gratas
evocaciones de todo orden. Al amparo de ese bienestar, conquistado
por el esfuerzo común de todos sus habitantes, puede consagrarse al
estudio sereno, meditado y patriótico de sus instituciones fundamen­
tales, para ajustarlas al ritmo de las aspiraciones y necesidades que
la población alienta sinceramente como un anhelo supremo de mejo­
rarse a sí misma por el camino de la quietud institucional, dentro
de los límites que nos señala el concepto elevado del bien, sin alejarnos
de la órbita que la Carta Magna nos ha señalado para el desarrollo de
nuestra labor, como Estado libre y soberano.
Con arreglo a estos sentimientos, inspirados en el profundo amor
a la Provincia de nuestros más caros afectos, y en el ferviente deseo
de proporcionarle — por el sendero del orden y de la paz— los ele­
mentos renovadores necesarios para el acrecentamiento de su gran­
deza y de sus instituciones, tengo el alto honor de presentar a la con­
sideración de la Honorable Cámara, el adjunto proyecto de reformas
a la Constitución de la Provincia, en la esperanza de consultar con
justeea y fidelidad los anhelos de todos los que en una u otra forma
se hallan vinculados en la tarea de trabajar incesantemente por el
perfeccionamiento de nuestras instituciones democráticas, que cons­
tituyen la esencia misma del régimen republicano representativo en
cuya virtud desempeñamos tan nobles y elevados mandatos populares.
Separada y oportunamente, daré en cada caso, las razones que a
mi modesto juicio fundamentan la necesidad de la reforma que pro­
picio. Todo ello — a pesar de mi juventud— es la resultante única y
exclusiva de la experiencia recogida en la práctica de las instituciones
que nos rigen. Hay — entre las modificaciones al estatuto de la Pro­
vincia— iniciativas que no me pertenecen. Otros ciudadanos, patrió­
ticamente imbuidos de estos mismos ideales, sugirieron en su momento,
la necesidad impostergable de abordar el problema de la reforma cons­
titucional. Circunstancias que no es del caso mencionar, obstaron para
que ellas prosperaran con arreglo a los propósitos determinantes de
sus autores. En cumplimiento de un principio de lealtad y de justicia,
que los ciudadanos jamás deben olvidar, a fuer de ingratos, menciona­
ré en cada caso, los antecedentes que ilustran las iniciativas referidas.
Estamos ahora, señores diputados, lejos de las grandes luchas
comiciales que agitan las pasiones y conturban los espíritus más se­
renos y ponderables. La Nación ha terminado hace poco, con los re­
sultados conocidos, el problema de la renovación de sus primeras ma­
gistraturas. La Provincia ha hecho lo propio hace muy pocos meses.
El momento y el ambiente de paz y de tranquilidad espiritual y polí­
tica que en estos instantes se respira por doquier, hace factible y
conveniente la oportunidad de la reforma que se proyecta. La Hono­
rable Convención Constituyente que surja del actual estado psíquico
e intelectual del país podrá con ánimo sereno y desapasionado consa­
grarse a la superior misión de incorporar a nuestra Carta Magna,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 189

todas aquellas modificaciones que proporcionen al primer Estado A r­


gentino los medios constitucionales que ha menester para proseguir
su marcha ininterrumpida hacia la conquista de sus luminosos y pri­
vilegiados destinos.
Sin hacer de estos propósitos, una pequeña cuestión que reduzca
la magnitud de los fines que se persiguen, meditando juiciosa y al­
tivamente sobre la responsabilidad que gravita sobre nuestros hombres
despojados con generosa espontaneidad de todos los prejuicios y re­
celos que alejan y separan a los hombres de una misma democracia,
mancomunemos en un abrazo de honrada solidaridad todos nuestros
esfuerzos políticos, sociales, morales e intelectuales, en la tarea de
afrontar con decisión y valentía el problema de la reforma constitu-
tucional de cuyos beneficios y auspiciosos resultados tanto espera la
población toda de la Provincia de Buenos Aires. Bajo la grata suges­
tión, que estas primeras consideraciones, ejerce sobre todo espíritu
libre, sereno, justo y patriótico, iniciaré a continuación la exposición
de motivos que abonan constitucionalmente los fundamentos de la re­
forma.

.IC E < ¡0 . H IP Ó D R O M O S , C A S IN O S , L O T E R ÍA S

El artículo 36, sección primera de la Constitución vigente, dice


que: quedan prohibidas la extracción y venta de loterías y los esta­
blecimientos públicos de juegos de azar.
No obstante estas disposiciones hace pocos años, la Legislatura
de la Provincia tuvo necesidad de sancionar leyes de represión del
juego, prohibiendo las carreras de cabal'os, clausurando los hipódro­
mos, prohibiendo los sorteos de la Caja Popular de Ahorros, y reti­
rando las patentes otorgadas a los casinos para el funcionamiento de
las ruletas.
Para no estar a la merced de los cambios de opinión que frecuen­
temente suelen ocurrir en esta como en otra materia, conviene am­
pliar el contenido de la cláusula constitucional en. vigor, para no dar
lugar a interpretaciones erróneas y equivocadas. Hay que decir clara
y terminantemente que en la Provincia de Buenos Aires no habrá hipó­
dromos donde se efectúen carreras de caballos, no habrá casinos, ni ru­
letas, ni monte, ni taba, etc., no habrá sorteos ni extracción de lote­
rías, y no habrá en fin, juegos públicos, ni privados, donde la socie­
dad encuentre esparcimientos tan deplorables en sus consecuencias,
como en sus finalidades morales y sociales. Con la cláusula constitu­
cional clara y categórica, que prohíbe terminantemente el juego en
la Provincia, no habrá posibilidad ni que se derogue, ni que se res­
tablezca. Estará eliminado totalmente del territorio, en la letra Cons­
titucional y las autoridades se encargarán de perseguirlo del espíritu
del texto y del ambiente popular. Si una ley es susceptible de ser
modificada, ampliada o derogada con otra ley, la Constitución per­
manece incólume por un largo espacio de años soportando estoica­
mente todas las asechanzas y los temporales que arrecien durante su
existencia.
190 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

A S IL O S PARA A N C IA N O S , IN V Á L ID O S , H UÉRFANOS V D E SA M PA R A D O S

No Obstante ser grande y considerable la cantidad de ancianos,


inválidos, huérfanos y desamparados existentes en la Provincia y de
hallarse relativamente atendido este deplorable aspecto de nuestra
sociedad, puede decirse sin temor a equívocos, que el Estado perma­
nece casi indiferente, frente al problema que plantea la situación de
los seres humanos que por distintos motivos, puede afirmarse, se
hallan muy lejos de vivir una vida digna, decorosa y justiciera.
Las municipalidades hacen lo que sus recursos permiten en este
sentido. Sus hospitales, bastante adelantados, no tienen más que el
espacio indispensable para atender a los enfermos y accidentados.
No hay pabellones para crónicos, ni para ancianos, ni para inválidos.
La Provincia, a pesar de los esfuerzos realizados en la última década,
se ha especializado en el montaje de policlínicos que nada dicen de
los que están condenados eternamente a sufrir las consecuencias de
su inferioridad física, como son los ancianos e inválidos. Para la
asistencia de los niños huérfanos y desamparados, es muy poco lo
hecho en nuestro primer estado, descartando la obra que particular­
mente puedan haber realizado asociaciones de carácter particular.
Este aspecto de la vida de la colectividad debe ser tratado en toda su
amplia y honda significación social y humana. No es posible cruzarse
de brazos, frente al pavoroso problema de la niñez huérfana y desam­
parada, frente a los miles de ancianos y de inválidos que pasean sus
miserias físicas, sociales, orgánicas y morales en demanda de protec­
ción y de amparo. Un amplio espíritu de justicia, alimentado en la
profunda necesidad de proteger a los congéneres obliga a establecer
disposiciones constitucionales que complementen el cuadro de libera­
lidad y de justicia de nuestro estatuto fundamental. Debe saber el
pueblo de la República y del mundo entero, que la Provincia de Bue­
nos Aires, garantiza a todos sus pobladores un vivir digno y deco­
roso, cuando distintas razones, colocan a varios miles de almas al
margen de la existencia que anhelamos propicia y fecunda para todos
los hombres, que sugestionados por la sublimidad de nuestro preám­
bulo, llegan a poblar nuestras ricas ciudades, nuestras fecundas cam­
piñas y nuestro pródigo, generoso y hospitalario suelo. Estas gran­
des necesidades humanas, no pueden estar al albedrío de leyes, ni al
albur de la suerte o de la atención que unos u otros puedan prodigar­
le. Es menester la cláusula constitucional que asegure para todos los
pobladores de la provincia, viejos, inválidos, huérfanos y desampara­
dos la protección innegable e ineludible del Estado en forma clara e
impostergable. La Honorable Convención Constituyente que dedique
parte de su tiempo preclaro y augusto a la consideración de este tras­
cendental aspecto de nuestra sociedad, disponiendo lo pertinente para
asegurar la protección del Estado para todos aquellos que no gozan de
la vida dignamente vivida, habrá conquistado el beneplácito unánime
de todos los espíritus libres de prejuicios que verán con verdadero
reconocimiento la implantación de instituciones de protección y asis­
tencia social que no es posible demorar en nombre de la razón, de la
justicia y del derecho, fuentes inagotables del bien y de la tranquili­
dad social.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 1 91

O R G A N IZ A C IO N JC R ÍD IC A PE LOS P A R T ID O S P O L ÍT IC O S

Una de las cláusulas cuya necesidad es impostergable incorpo­


rar a la Constitución, es la que se refiere a la organización de los
partidos políticos que actúan en jurisdicción de la Provincia. Nunca
podrá acusarse de detallista o simplista al estatuto que prevea toda
suerte de garantías tendientes a asegurar el perfeccionamiento de las
instituciones democráticas que nos rigen. Este tópico podría ser
materia de una ley que se sancionara en cualquier circunstancia, tal
como la que proyectara el Presidente Alvear con fecha 13 de julio
de 1927 ante el Honorable Congreso de la Nación. Esto no es su­
ficiente. Es necesario la exigencia constitucional. ¿Si actualmente
hay disposiciones terminantes que se refieren a las condiciones para
elegir y ser elegidos, estableciendo la forma de idoneidad y capacidad
indispensable para el ejercicio del sufragio y la obtención correlativa
de la representación popular, por qué no ha de haber la misma exi­
gencia para los denominados partidos políticos que constituyen el
laboratorio donde se elabora al ciudadano para el ejercicio de los de­
rechos que la Constitución le acuerda? Si el artículo 29, sección pri­
mera, dice que «todo poder público emana del pueblo; y así éste puede
alterar o reformar la presente Constitución, siempre que el bien co­
mún lo exija y en la forma que por ella se establece», concediéndole
facultades taxativas e implícitamente comprensibles para el ejercicio
de la soberanía popular, ¿por qué todo ello no ha de ser regulado — co­
mo lo es— por partidos o asociaciones de hombres organizados bajo
la tutela del Estado que le acuerda tan amplios derechos?
La ley que se dicte, establecerá las disposiciones generales y de
detalle que correspondan, relacionadas con la organización jurídica
de los partidos, confección del programa partidario, elección de can­
didatos, constitución del tesoro de los partidos, tribunales políticos
y todo cuanto se refiera a la mejor formación de los mismos. De ahí,
los partidos tradicionales de nuestra naciente democracia, adquirirán
los perfiles que en la actualidad no pueden asimilar por razones de
estancamiento y de enervamiento de las energías renovadoras del
civismo argentino. El ciudadano, antes de gobernar o legislar para
los demás, deberá aprender primero a gobernarse y a formar una
disciplina de partido que lo habilite para el desempeño sereno de las
más elevadas representaciones populares. En esa forma, el pueblo
tendrá la garantía de no hallarse a merced de agrupaciones improvi­
sadas o descalabradas en su ética o principios. Habrá partidos po­
líticos en la acepción jurídica del vocablo y no entidades abstractas
o amorfas. Hombres, ideas, valores, ciencia, conciencia, todo fundido
en un crisol técnica y cívicamente organizado bajo la tutela del Es­
tado, vigía permanente de los sagrados intereses de la colectividad.
Otros países han incorporado al derecho político esta conquista que
tiende a estimular eficientemente el progresivo perfeccionamiento
de las prácticas electorales de nuestra democracia. Que la Constitu­
ción diga claramente que los partidos o toda agrupación de personas
constituida con el objeto de intervenir en elecciones provinciales será
considerada persona jurídica con arreglo a la ley de la materia. Con
192 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

esta disposición, no estaremos a la merced de que se dicte y se dero­


gue la ley reglamentaria. Y con ello todos sabremos desde nuestra
respectiva esfera de acción lo que debemos hacer para acrecentar el
nivel político y electoral del primer estado argentino.

A D O P C IÓ N DEL PADRÓN N A C IO N A L TARA LOS A C T O S ELECTORALES

Varias provincias hermanas han adoptado, con singular éxito, el


uso exclusivo del Padrón Nacional para toda clase de comicios a reali­
zarse en sus respectivos territorios. Después de la sanción de las leyes
nacionales 11.386 y 11.387, eficaces propulsoras del paulatino mejora­
miento de los contingentes cívicos y de los registros correspondientes,
con el establecimiento de la matrícula corrida sin repetición, con el
fichero nacional de enrolados, el régimen de las altas y bajas, la ajus­
tada, escrupulosa y metódica organización impuesta con reconocida
eficacia, para que los padrones sean la más auténtica aproximación
de la realidad electoral de cada distrito, hacen factible, conveniente
y oportuno la adopción en la Provincia de Buenos Aires del Padrón
Nacional para todos los actos electorales a realizarse en la misma.
Esta innovación traerá como resultado, ahorrar a la Provincia una
preocupación inocua, en el sentido de velar por la formación de su
propio registro sin entender que esto signifique disminuir su propia
personería, autonomía y libertad. Las municipalidades se hallarán
exentas de intervenir periódica y continuamente en las tareas que la
Constitución y la ley de la materia les asigna en cuanto se refiere a
la formación, inscripción, depuración, etc., del actual registro cívico
provincial. El régimen municipal, se habrá quitado de encima el
fantasma de las acefalías producidas por la falta de padrones, de
reaperturas, etc., tan frecuentes y tan propicias para el logro de las
aspiraciones que por otro conducto no se pueden obtener. El Padrón
Nacional, formado con matemática exactitud, con el contralor que la
misma ley acuerda a todos los partidos políticos para fiscalizar las
tareas de enrolamiento, pases, etc., es el que debe ser utilizado en
todos los actos electorales a realizarse en la Provincia, suprimiéndose
totalmente el actual registro cívico provincial. Habremos ganado en
claridad y en comodidad.

EL CEN SO P R O V I N C IA L

Este podría ser objeto de una ley. Sin embargo, es conveniente


incorporar a la Constitución la cláusula respectiva. El Censo Pro­
vincial — para que no haya confusiones, ni equivocadas interpreta­
ciones— deberá levantarse todos los años que terminen en cero. Esto
quiere decir claramente que cada diez años, la Provincia debe efectuar
el recuento total de su riqueza, de su población, etc., y averiguar con
ello el paso y el camino recorrido de una decena a la otra. El no hacer
el Censo en la fecha indicada, será fácil de advertirlo por toda la po­
blación, pues, la oportunidad fijada es de las que no admiten prórro­
gas, ni postergaciones fundadas en términos o en cifras fáciles de
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 193

tergiversar. Decíamos hace muy poco tiempo — en los fundamentos


de un proyecto presentado a la consideración de la Honorable Cámara
de Diputados— que el Censo era el barómetro que señalaba el verda­
dero estado político, social, industrial, cultural, económico e intelec­
tual de un pueblo. No es necesario acudir a las fuentes más remotas
del pensamiento humano para hallar razones que determinan la con­
veniencia de realizar el censo periódicamente. Los Estados Unidos
de Norte América han instituido una permanente organización en­
cargada automáticamente de realizar las tareas censales a las que nos
hemos referido en la oportunidad citada. El último debate producido
en el Congreso al considerar el despacho producido en el proyecto de
levantamiento del cuarto Censo Nacional, dió lugar en la Honorable
Cámara de Diputados a breves discursos pronunciados por los re­
presentantes más eminentes de cada uno de los sectores políticos en
que se subdivide la opinión política, que coincidieron en la necesidad
de la operación censal, salvo alguna que otra voz agitada por prejui­
cios regionales sin mayor trascendencia. No considero necesario aquí,
abundar en mayores consideraciones. El Censo decenal propenderá
enormemente a que se arbitren, en el instante oportuno, las medidas
administrativas o legislativas que las cifras señalen a gobernantes
y legisladores para el progreso de la Provincia.

E L E C C IÓ N DE SENADORES Y DIPUTA DOS

Los senadores duran cuatro años en su mandato y los diputados


tres. La disposición contenida en el artículo 51 de la Constitución, es­
tablece la proporcionalidad para la elección de la representación po­
pular. El artículo 52 divide a la Provincia en distritos electorales
sobre la base de los municipios existentes. Los artículos 64 y 70 es­
tablecen la cantidad de diez y veinte mil habitantes como máximun y
cinco y diez como mínimun para la elección de diputados y senadores
respectivamente. La práctica de nuestro sistema legislativo nos dice
otra cosa. Hay que llegar al régimen de la lista incompleta, que Sáenz
Peña creara con acertada visión y que pusiera en ejercicio por pri­
mera vez en el año 1912. La lista de mayoría y de minoría. La elec­
ción de una cámara de senadores y otra de diputados el mismo día y
por cuatro años. El Poder Ejecutivo elegido directamente por el su­
fragio popular, con dos cámaras elegidas el mismo día y con idéntica
duración. En cuatro años, el partido que adquiera la mayoría de am­
bas cámaras y el gobierno, podrá afrontar sin pretextos de ninguna
especie el cumplimiento de la obra prometida al pueblo de la Provin­
cia. Cada sección electoral elegirá tantos diputados y senadores, de
conformidad con la cifra que se señale al efecto, por medio de listas
donde figuren tantos candidatos como indique la ley. Después de los
comicios a trabajar durante cuatro años, por la Provincia, sus ins­
tituciones y su población. En el Mensaje elevado a la H. Legislatura
en mayo 21 de 1930 por el Dr. Valentín Vergara, se preconizaba la
necesidad de la reforma, con las siguientes consideraciones: «La en­
tidad política que por gravitación de su número en comicios libres y
garantidos imponga la fórmula ejecutiva, debe tener simultáneamente
C o n v e n c i ó n Co n s t i t u y e n t e — i3
194 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

en las cámaras un conjunto de representantes suficientes para ase­


gurar una armonía plena de propósitos y finalidades. La fiscali­
zación de la minoría, imprescindible por cuanto su ausencia atentaría
contra el fundamento de la función parlamentaria, quedará siempre
asegurada en la porción fija de asientos que le corresponde en cada
cámara y reflejará la composición de los distintos partidos que la
integran al mantener para ella la representación proporcional».
Se harán los dos grandes partidos que la Provincia necesita para
su tranquilo y suficiente desenvolvimiento institucional. El partido
de gobierno y el de oposición, integrado éste por todas las fuerzas
afines y equidistantes del partido gobernante. Con este procedimien­
to, suprimiremos las elecciones anuales de renovación legislativa, con
todos los transtornos que ello origina. Por cuatro años la Provincia
vive entregada por el órgano de sus gobernantes y legisladores a la
tarea fecunda de laborar su grandeza en un ambiente propicio para
las grandes soluciones que la vida del Estado reclama de sus hijos.
El Partido que durante cuatro años no ha sabido corresponder a la
confianza en él depositada, ya sabe lo que le espera a la terminación
de su mandato. Trabajo, acción, administración, legislación, honra­
dez, serán palabras vanas, si ellas no se hallan acompañadas por la
corroboración de los hechos prácticos y efectivos.

ASI STENCIA DE LOS LEGISLADORES A LAS SESIONES DE AMBAS CÁMARAS

Hay en nuestro país, un factor que daña enormemente el prestigio


de los cuerpos legislativos, y que a pesar del tiempo, de la educación
y de la cultura siempre creciente de la masa democrática, no dismi­
nuye, ni desaparece. Me refiero a la falta de quorum para sesionar
en los días señalados para ello. Las Cámaras en uso de sus facultades
y atribuciones y de conformidad con disposiciones reglamentarias,
fijan días determinados para sesionar y dar cumplimiento a sus de­
beres legislativos para los cuales han sido elegidos y son pagados por
el erario público. Los más diligentes, los que comprenden la verdadera
significación de tan elevado mandato popular, concurren con asidui­
dad y sin interrupción a ambas cámaras en las oportunidades corres­
pondientes. No obstante esta preocupación de una parte de legislado­
res cíe cada Cámara, muchas sesiones, no se efectúan por la clásica
y tradicional frase «por falta de número, no se reunió ayer, la Cá­
mara t a l...» . «Por falta de quorum no celebró sesión la Cámara
t a l...» . Esto atenta considerablemente contra el prestigio del poder
legislativo. Se desacredita considerablemente ante la opinión públi­
ca, pierde la confianza del pueblo y se constituye en un cuerpo sin
vida, sin acción, despreocupado, y sin autoridad para entregarse al
cumplimiento de su misión, contraloreadora del Poder Ejecutivo. No
trabaja, no hace nada, pues, no puede pretender y exigir que otros
hagan y trabajen. Hay legisladores que no saben lo que significa ser
senador o diputado, que no tienen el concepto de la representación
que invisten, que no comprenden la responsabilidad constitucional que
pesa sobre sus espaldas al aceptar el mandato honroso de sus conciu­
dadanos. Esta incomprensión de una buena parte de cada Cámara,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 195

obstaculiza toda la acción legislativa y malogra los patrióticos propó­


sitos de los demás.
Es necesario, con toda valentía y franqueza, afrontar resuelta­
mente este gran problema. Legislador que no viene a cumplir con sus
deberes o que falta consuetudinariamente, que no explica ni justifica
la causa de su ausencia repetida, debe ser reemplazado sin más trá­
mite, para dar lugar a otro ciudadano que colabore con los que tie­
nen un verdadero espíritu de trabajo. Con ello, se eliminará de cada
Cámara todo aquel que no tenga un amplio concepto de su misión,
reacreditando paulatinamente a los cuerpos legislativos ante la opi­
nión pública, que justificadamente expresa sus fundadas protestas
por la inacción legislativa. El que falta tres veces, sin permiso o sin
licencia, en un período de sesiones, ya sea ordinario, de prórroga o
extraordinario, debe ser llamado aborden por primera vez. Si per­
siste en su ingrata tarea de faltar, la Cámara lo elimina sin más
trámite, dando lugar al que sigue en orden de lista. La representa­
ción de cada partido estará siempre integrada por el número que hu­
biere logrado en los comicios y la Legislatura estará compuesta por
dignos y verdaderos representantes de la voluntad popular. El que
no sabe o no puede ser un intérprete fiel del pueblo que lo ha elegi­
do, que deje el lugar a otro.

FORMACIÓN DE LA S LE V E S . -----DE LA SANCIÓN EN GENERAL A PARTICULAR

Es probable que treinta o cuarenta años atrás fuera necesario so­


meter las sanciones legislativas por el tamiz de la reflexión y de la
serenidad. Esto no equivale á pensar que hoy no sea necesario hacer
lo mismo. De la sanción en general se ha fijado un plazo de un día
para considerarlo en particular. Si se ha hecho con apresuramiento
un acto en general, dar lugar a la reflexión de un día para corregirlo
en particular. Una Cámara de las dos de nuestro sistema bicamarista
puede haber sido un poco irreflexiva en su sanción. Para enmendar
o contener los efectos de este pronunciamiento está la otra Cámara.
Si las dos coinciden, ello no puede atribuirse a una coincidencia de
rapidez. Ello será la resultante de un estado colectivo de pensamien­
to, ideas y propósitos, concertados en un proyecto o en una ley. Es­
timo, compartiendo puntos de vistas generalizados con anterioridad,
que esta parte de la Constitución debe suprimirse. Será mucho máo
simpático, franco y leal hacer las leyes con un procedimiento más
expeditivo, propio de la época en que vivimos. ¿N o es ridículo hacer
sesiones de madrugada, de trasnochada para cumplir con una exigen­
cia constitucional, llenando una ficción en medio de la anormalidad
espiritual e intelectual que significa sesionar a hurtadillas a la una dé
la madrugada? El principio contenido en el artículo 103 de la Cons­
titución, puede suprimirse en obsequio de las leyes que requieren
sanciones inmediatas, que son más que las otras, que pueden esperar
indefinidamente el turno caballeresco en el Orden del Día. Con ello
se ganará en claridad y en sinceridad y la labor legislativa será más
eficaz, desterrando las desagradables y poco gratas sesiones de raa-
196 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

drogada. Con esto no se perderá ni en reflexión ni en serenidad, pues,


hay mucho menos posibilidad de pensar y reflexionar a la una de la
mañana, cuando el físico y el cerebro se encuentran semi agotados
por una prolongada jornada de labor que insume mucho de lo que
no sobra: talento y cordura.

E L E C C IÓ N I)E GOBERNADOS T V IC E

Dando forma a un pensamiento que fuera esbozado en el Mensaje


elevado a la H. Legislatura en fecha 21 de mayo de 1928, por el
Poder Ejecutivo, desempeñado por el Dr. Valentín Vergara, y por
un anhelo de carácter colectivo, que llega a constituir, sin eufemis­
mos, una aspiración compartida por todos los partidos políticos, men­
ciono a continuación la necesidad de modificar la elección de segundo
grado que existe para la designación de la fórmula gubernativa. Ella
debe ser elegida directamente por el pueblo, suprimiéndose, en con­
secuencia, todo el vasto articulado contenido en la sección cuarta,
capítulo segundo de la Constitución vigente. La experiencia recogida
en la vida y en la práctica de las instituciones democráticas del país,
la necesidad de abreviar la incertidumbre pública alrededor de los
resultados de los comicios, la conveniencia de suprimir todos aque­
llos engranajes que, por la naturaleza constitucional de los mismos,
puedan acarrear dificultades a los veredictos populares expresados
con amplia libertad en todos los ámbitos del territorio, después de la
implantación del voto secreto, hacen, cada día más urgente, necesa­
ria e impostergable la oportunidad de la reforma en esta parte del
estatuto, en la inteligencia de haber propendido considerablemente
a eliminar todo cuanto pueda significar un asomo de molestia en el
libre juego de las instituciones. La fórmula gubernativa, debe elegir­
se directamente por el pueblo, suprimiéndose el Colegio Electoral.

A C I TER1X> LEGISLATIVO PA RA DESIGNACION 1)E LOS M INISTROS

En el artículo 141, primer apartado del inciso l 9 se establece que


el gobernador nombra a sus ministros con acuerdo del Senado.
Esto debe suprimirse en homenaje a la auténtica armonía de los
poderes del Estado. En el recordado mensaje del Gobernador Dr. Va­
lentín Vergara de fecha 21 de mayo de 1928, se esbozaba la conve­
niencia de suprimir este requisito constitucional para la designación
de los colaboradores más inmediatos del primer magistrado de la Pro­
vincia.
Como muy bien lo dice esta disposición no responde a ninguno de
los sistemas ministeriales vigentes y coarta la autonomia del Poder
Ejecutivo, subordinando a la voluntad de otro poder la designación
de los colaboradores inmediatos del gobernador. El que va al gobierno,
honrado por el veredicto popular, emitido en comicios libres y en elec­
ción directa, debe tener la suficiente libertad de elegir con entera
independencia a sus auxiliares en la patriótica gestión de adminis­
trar la cosa pública. Como nuestro sistema de gobierno, está lejos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 197

do ser de ministerios parlamentarios, nada más lógico que suprimir


todas aquellas disposiciones que tiendan a crear una ficción a todas
luces injusta y hasta invasora de las facultades que por otra parte
se le acuerda al gobernador en el referido capítulo tercero.

-it'7n *| >0 DKL TRABAJO

En el artículo 162, capítulo tercero, sección quinta, se habla de


la Administración de Justicia en materia Civil y Comercial. Cuando
la H. Convención Constituyente realizó sus deliberaciones no tuvo
presente la posibilidad de que medio siglo después, las contiendas del
trabajo exigieran la creación de juzgados encargados exclusivamente
de entender en las cuestiones que tuvieran origen en la aplicación o
interpretación de las leyes que regulan la labor de los trabajadores.
Varios países del mundo, con posterioridad a la guerra y como conse­
cuencia del tratado de Versailles, de las Conferencias de Washington
(1919) y Génova (1920), han instituido con éxito indubitable este
organismo encargado de velar por la fiel aplicación de los preceptos
que regulan la vida de los proletarios, con sus contratantes. En Ju­
nio de 1921, el Presidente Yrigoyen elevó al Congreso Nacional un
proyecto de Código del trabajo, en cuyo título 20 se establecía el Juz­
gado del Trabajo. Con posterioridad a esta iniciativa, otros legislado­
res han recogido la idea, dando forma parcial al propósito de crear
únicamente el Juzgado citado. Uno de ellos— el Dr. Leopoldo Bard,
— en breves términos, decía: «Especializar una rama de la Justicia
para resolver los conflictos entre patrones y obreros, significaría
mejorarla y abreviarla».
No he de señalar mayores razones, para abonar la necesidad de
establecer el Juzgado del Trabajo, tema que a no dudar dará lugar
a la realización de interesantes debates alrededor de los progresos
alcanzados en la legislación obrera universal y a la institución de
organismos que aseguren la estricta ejecución de todas las conquistas
obtenidas para consolidar la armonía entre patrones y obreros, los
dos puntales sobre los cuales descansa la existencia de la humanidad.

RÉ GIM EN M U N I C I P A L . -----E L E C C I Ó N DE IN T E N D E N TE Y CONCEJALES M U N ICIPALES'

En el artículo 202, sección sexta de la Constitución vigente, se dice


que «la administración de les intereses y servicios locales en la ca­
pital y cada uno de los partidos que forman la Provincia, estará a
cargo de una municipalidad, cuyos miembros durarán dos años en sus
funciones, renovándose por mitad anualmente y serán nombrados pú­
blica y directamente el último domingo de noviembre». El municipio
o la ciudad moderna— según Posada— considérase, por muchos, como
la síntesis sociológica, representativa de la civilización más alta: ex­
presa en todo caso el grado más elevado a que la Humanidad ha po­
dido llegar en su esfuerzo para dominar el medio físico— tierra y es­
pacio— , crear y dominar el medio social y difundir el bienestar; ella
nos muestra hasta que punto puede promoverse la realización del ideal
de la vida buena que Aristóteles señalaba como fin de la polis (po-
198 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO .1934

lítica), cuando las energías humanas, en vez de emplearse y derro­


charse en luchas destructoras, se consagran al ejercicio de las artes
del buen vivir y de la paz, para descubrir y utilizar las leyes de la
Naturaleza y los impulsos, instintos y movimientos humanos».
El municipio— por su propio carácter de organización familiar pa­
ra la defensa y administración de los intereses locales—necesita más
que nadie de la tranquilidad y de la paz, que no se acrecienta nunca,
con luchas comiciales anuales. Todos los años, la vida de la provincia,
interrumpe su estado, abriendo un paréntesis, muchas veces trascen­
dental, para dar paso a la lucha comicial por la renovación parcial de
los municipios. Los partidos políticos que actúan en cada municipio,
se hallan todo el año entregados a la tarea de hacer prosélitos, sin
poder desmovilizar sus efectivos, en virtud de la proximidad que ca­
da acto electoral tiene entre sí. En lugar de dedicarse a la sana y
fecunda administración de los intereses de la familia municipal, tal
como la concibieron todos aquellos que pensaron en el municipio, co­
mo entidad de acción pacífica y tranquila, no existe más preocupa­
ción que la elección de noviembre que afirma o derrumba a los par­
tidos actuantes.
En este ambiente, poco y nada es lo que se puede hacer. Dos años
pasan velozmente y el Intendente no ha podido realizar ninguno de
sus propósitos ya sea por la falta de número suficiente en el Concejo
Deliberante, ya por la pronta expiración de su mandato, ya por la
riña intestina de la familia municipal, ya por los resquemores o crí­
ticas que su acción puede suscitar entre los que no participan de su
modo de pensar. Es necesario entonces dando forma honesta a un
sentimiento por todos compartido, prolongar el mandato y espaciar
los comicios. El Intendente y todo el Concejo duran cuatro años en
sus cargos. Se elegirán el mismo día que se elija al gobernador y vice,
senadores y diputados. Ese día, la Provincia toda, interrumpe su la­
bor, para consagrarse a la muy grande y trascendental tarea de elegir
a sus primeros mandatarios, legisladores, intendentes y concejales
municipales. En esa forma, cada municipio experimentará los enor­
mes beneficios de una labor administrativa realizada en paz y tran­
quilidad. En ese lapso de tiempo— cuatro años— un partido puede ha­
cer algo efectivo en cada municipio y afrontar con patriotismo y de­
cisión el desarrollo y cumplimiento del programa prometido y ofreci­
do a los conciudadanos. Los Concejales serán elegidos por medio de
la lista incompleta, que permita el acceso de una mayoría definida
en cada cuerpo deliberativo para hacer en colaboración con el Inten­
dente la obra correspondiente. La minoría o sea la oposición, tendrá
dentro de cada Concejo Deliberante sus asientos reservados para con­
trolar la acción del partido mayoritario.
Este sentimiento, concretado en estas líneas, de hacerse efectivo,
habrá proporcionado a la vida municipal el más grande de sus ele­
mentos: la paz y la tranquilidad indispensables para realizar en cua­
tro años, una acción provechosa para la familia municipal de la Pro­
vincia de Buenos Aires.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 199

CO N FLICTO S M UN ICIPALES

El artículo 210, de la sección sexta de la Constitución, dice: «que


los conflictos internos de las municipalidades, los de éstas con otras
municipalidades o autoridades de la Provincia, serán dirimidos en el
Departamento Judicial de la Capital, por la Suprema Corte de Jus­
ticia y en los otros departamentos por las respectivas Cámaras de
Apelación».
Para hacer más uniforme la jurisprudencia, más homogénea la
interpretación de la Constitución y la ley y más armónicos los vere­
dictos que al efecto se pronuncien, estimo, que debe reservarse exclu­
sivamente a la Suprema Corte de Justicia el entender en todos los
conflictos a que se refiere el articula. 210. Todas las contiendas que
se traben en las municipalidades entre sus dos ramas, de esas tan
comunes en la vida comunal de la Provincia y que ordinariamente
terminan con la acefalía del municipio, deben someterse a la decisión
del más alto tribunal de justicia. Además, y para no alentar la suce­
sión de conflictos que solo persiguen el fin de conseguir lo que legal­
mente no se ha podido obtener, es absolutamente necesario señalar
en forma clara e intergiversable un plazo para el pronunciamiento de
la Corte que no admita prórrogas, ni demoras. Producido el conflicto
y remitidos todos los antecedentes al tribunal, este deberá pronunciar
su fallo en el término fijo e improrrogable de diez días. Bajo ningún
pretexto se puede dilatar este plazo. De manera que las acefalías
perseguidas mediante vergonzosas maniobras, atentando contra la
vigorosa estabilidad del régimen municipal, tendrán su paliativo en
el término de diez días. Vencido dicho plazo y conocido el veredicto
de la Corte, recién, habrá llegado el momento de saber lo que hay que
hacer para la custodia y protección de los intereses locales. Con dis­
posiciones claras y terminantes de esta naturaleza, mucho se habrá
hecho en beneficio del régimen municipal de la provincia.

C O N S E J O S E SC OLA RES

Por el inciso 59, artículo 213, capítulo 2V, sección séptima, se es­
tablece que «la administración local y el gobierno inmediato de las
escuelas, en cuanto no afecte la parte técnica, estarán a cargo de con­
sejos electivos de vecinos de cada municipio de la Provincia. Las
condiciones que deben reunir los electores serán las mismas que para
elegir municipales, y las condiciones de elegibilidad y formación de
los Consejos, serán las mismas de las municipalidades».
Por las razones invocadas al fundamentar la reforma del Régimen
Municipal, en cuanto a la oportunidad de elegir todo el mismo día y
duración de los mandatos por cuatro años, considero conveniente que
los Consejos Escolares, sean designados simultáneamente y con idén­
tica duración en sus cargos. En un día, la provincia habrá elegido a
todos sus poderes electivos, con los beneficios que ello traerá para
el civismo bonaerense.
200 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sin ninguna pretensión y modestamente, como cuadra a todo ciu­


dadano que anhela sinceramente el progreso de las instituciones que
regulan la vida del primer estado argentino, dejo fundados los pun­
tos fundamentales de la reforma constitucional proyectada. La H.
Convención Constituyente que surja de comicios libres, dirá la última
palabra en cada caso. No me guía otro propósito que el de sugerir
algunas ideas, que han sido enunciadas con anterioridad en parte y
que constituyen, puede decirse sin temor a rectificaciones, motivos
de conversaciones diarias entre todos los que tenemos por el momento
el honor de ocupar un puesto de representación dentro del mecanismo
constitucional de la Provincia.
Si se incorporan al estatuto de Buenos Aires estos enunciados es
fácil predecir y asegurar el advenimiento de días mejores para el
desarrollo de las diversas actividades de la provincia. Disposiciones
anacrónicas y fuera de oportunidad habrán sido suprimidas, otras
de impostergable aplicación habrán sido incluidas en beneficio ex­
clusivo del orden y del mejoramiento institucional, para cuya adqui­
sición y acrecentamiento no debemos darnos un minuto de descanso.
Al terminar estas líneas, bajo la emoción patriótica que tan loa­
bles propósitos produce a todo espíritu sensible y consciente de la
responsabilidad que contraigo al emitir públicamente un pensamiento
que ha de ser compartido con justeza por todos aquellos que se em­
peñan fervientemente para mejorar constantemente las instituciones
que nos rigen, formulo sinceros votos, para que la H. Convención
Constituyente bajo la protección de la Divina Providencia y al am­
paro de sus luces promisoras realice en un ambiente de paz y de
serenidad la obra que el pueblo espera ardientemente para el engran­
decimiento de la primera provincia argentina.
Tjuvi .1. f.Vrrí/’.ííii.

La Plata, agosto do I9:ín.


— A la Comisión do Negocios Constitucional.s.

La Plata, mayo II do 1932.


— En sesión do la fecha so le destina a’ Archivj.
CAPITULO III
PROCESO DE LA PROYECTADA REFORMA A LA CONSTITU­
CION (1902 -1904), HASTA EL FALLO DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA. — LA DEM ANDA DE INCONSTITU-
CIONALIDAD.

L e y número 2782, de 18 de noviembre de 1901. de­


clarando la necesidad de reformar la Constitución,
y facultando al Poder Ejecutivo para convocar al
pueblo a plebiscito.
A fio 1 9 0 2 : Febrero 24. Decreto del Poder Ejecutivo
de la Provincia convocando a elección de plebis­
cito.
A ñ o 1902: Mayo 15. Verificación del escrutinio del
plebiscito de la reforma de la Constitución. Asam­
blea Legislativa.
— Junio 25. Decreto del Poder Ejecutivo con­
vocando al pueblo de la Provincia a elecciones de
Diputados Convencionales.
A fio 1 9 0 4 : Pedido de varios señores Senadores ai
Presidente de la H. Asamblea Legislativa, para que
convoque a Asamblea General a fin de considerar
las elecciones que tuvieron lugar el 27 de julio
de 1902.
— Septiembre 14. Resolución de la Asamblea
Legislativa convocando a una nueva Conveoc:ón
Constituyente.
— Septiembre 17. Decreto del Poder Ejecutivo
convocando a elección de Diputados Convenciona­
les.
— Octubre 26. Demanda de inconstitucionnlidad
de la resolución de la Asamblea Legislativa del
14 de septiembre de 1904. que considera caduca
la convocatoria de 16 de mayo de 1902, y como
consecuencia la elección del 27 de julio de 1902,
entablada por los doctores Julio Sánchez Viamonte
y Tomás R. García.
— Noviembre 12. Decreto de la Asamblea Legis­
lativa aprobando las elecciones de Convencionales
del 30 de octubre de 1904.
— Noviembre 18. Fallo de la Suprema Corte de
Justicia en la demanda de inconstitucionalidad por
la resolución de caducidad de las elecciones de
convencionales realizadas el 27 de julio de 1902.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 20&

LEY N9 2782 POR LA QUE SE DECLARA LA NECESIDAD DE RE­


FORMAR LA CONSTITUCION Y FACULTA AL PODER EJECU­
TIVO PARA CONVOCAR A PLEBISCITO.

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires,


sancionan con fuerza de—
ley:

Art. I 9 Declárase la necesidad de reformar la Constitución de. la


Provincia.
Art. 2VDe acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, el Poder
Ejecutivo mandará publicar esta ley en todos los distritos de la
provincia y convocará al pueblo para que en las próximas elecciones
de senadores y diputados vote en pro o en contra de la necesidad de
la reforma.
Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no debe tener
lugar la elección de diputados y senadores, por no corresponderle
elegir en el próximo año, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo
al solo efecto de que manifieste su voto en pro o en contra de esta
necesidad, debiendo formar las mesas escrutadoras de los distritos,
los escrutadores designados para la última elección de senadores y
diputados.
Art. 4? Si la convención no se constituyera antes de los tres
meses subsiguientes al escrutinio de las elecciones de sus miembros,
la Asamblea Legislativa declarará cesantes a los convencionales
inasistentes, mandando practicar nuevas elecciones.
Art. 5 ’ Para ser miembro de la convención reformadora, se re­
quiere las mismas condiciones que para ser diputado.
Art. 6? Comuniqúese, etc.
Dada en la Sala de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia de Buenos
Aires, en La Plata, a diez y ocho de noviembre de mil novecientos uno.

A lfred o D e m a r c h i . M a n u e l G. B o n o r in o .
M L. del Carril, R icardo M. G arcía,
Secretario del Senado. Secretario de la H. C. de DD.

Departamento de Gobierno.
La Plata, noviembre 21 de 1901.

Cúmplase, comuniqúese, publíquese y dése al Registro Oficial.


BERNARDO DE IRIGOYEN.
T o m á s R. G a r c ía .
204 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

DECRETO DEL PODER EJECUTIVO DE LA PROVINCIA


CONVOCANDO A ELECCION DE PLEBISCITO
Departamento de Gobierno
La Plata, feb rero 24 de 1002.

De acuerdo con lo dispuesto por el artículo 78 de la Consti-


tución de la Provincia y debiendo darse cumplimiento a lo dis­
puesto en la ley de 21 de noviembre próximo pasado, procediendo
en esta ocasión y en toda la Provincia a manifestarse, por quienes
puedan hacerlo legalmente, la necesidad o no de reformar la Cons­
titución, el Poder Ejecutivo —
DE CRE TA :

Art. 1’ . . .
Art. 2’ Convócase también para el mismo día, a todas las sec­
ciones electorales en que se encuentra dividida la provincia, a
efecto de que los ciudadanos hábiles manifiesten su voto por la
reforma o no de la Constitución.
Art. 3’ Comuniqúese, publíquege e insértese en el Registro
Oficial.
B E R N A R D O I>F. J R ÍÜ O Y E X
G e n sér ick R a m ír e z.

ASAMBLEA LEGISLATIVA. ESCRUTINIO DEL PLEBISCITO


Sesión del 15 de mayo de 1902

Honorable Asamblea Legislativa:


Vuestra Comisión Escrutadora ha verificado el escrutinio con
sujeción a lo resuelto por Vuestra Honorabilidad, y resulta que han
funcionado válidamente más de la mitad más uno de los distritos
electorales, habiendo votado por la reforma de la Constitución 61.916
ciudadanos, en los 62 distritos cuyos registros ha resuelto compu­
tar la Honorable Asamblea.
En consecuencia, os aconseja la sanción del siguiente:

PROYECTO DE R E S O L V C I Ó N

La Asamblea Legislativa —
RESUELVE:

1* Resultando del escrutinio que ha practicado la Asamblea Le­


gislativa sobre el plebiscito que ha tenido lugar en la Provincia el
día 30 de marzo de 1902, que la mayoría de electores ha vetado por
la aceptación de la reforma, convócase a una convención constitu­
yente de acuerdo con lo que dispone el artículo 217 de la Constitu­
ción.
2V La Convención Constituyente se reunirá en la ciudad de La
Plata el 15 de agosto de 1902, en el recinto de sesiones de la Honora­
ble Cámara de Diputados.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 205

3? El Poder Ejecutivo convocará al pueblo de la Provincia a


elección de 114 convencionales, los cuales serán elegidos del mismo
modo, por los mismos electores y en los mismos distritos que los se­
nadores y diputados.
49 Comuniqúese al Poder Ejecutivo y publiquese.
Nirolás A. Avellaneda, Claudio D. Mrjía, Juné M.
Vega. E. J. Weígrl Muñoz, Pablo L. Pala -ion, A .
Robirosa, M. F. G neceo, J. E. Cibelli, Alberto
Rodríguez.

ESCRUTINIO
Número Votos
1 C am pana......................................................... 539
2 General Rodríguez ........ -........................... 235
3 General Sarmiento ..................................... 378
4 Las Conchas ................................................. 627
5 Navarro ........................................................ 1552
6 San Martín ................................................... 1049
7 San F e rn a n d o ............................................... 1289
8 Suipacha ....................................................... 774
9 Merlo .............................................................. 410
10 Almirante Brown ....................................... 432
11 Brandsen ...................................................... 868
12 Cañuelas ........................................................ 786
13 Florencio Várela ....................................... —
14 La Plata ........................................................ 4550
15 Lomas de Zamora ....................................... 2440
16 Quilmes .......................................................... 1405
17 San Vicente .................................................. 907
18 Morón ............................................................ 560
19 Lobos .............................................................. 996
20 Moreno .......................................................... 40s5
21 San Isidro .................................................... 410
22 Bragado ................................................. 1865
23 Carmen de Areco ....................................... 728
■24 Chivilcoy ......................................................... 2826
25 Chacabuco ............................................... 1592
26 Colón .............................................................. 543
27 General Pinto ............................................... 1208
28 Junín .............................................................. 1724
29 Lincoln ............................................................ 2317
30 9 de Julio ...................................................... 2325
31 Rojas .............................................................. 1160
32 San Andrés de Giles ................................... 1750
33 Salto .............................................................. 1341
34 Trenque Lauquen ......................................... 1499
35 Azul ................................................................ 1219
36 Castelli .......................................................... 494
37 DoJpres .......................................................... 672
38 General Alvear ............................................. 28
39 General C o n e s a ............................................. 425
40 General G u id o ............................................... 535
41 Pila ................................................................ 494
206 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Número Votos
42 Rauch ......................................................... 878
43 Tapalqué .................................................... 638
44 Tuyú .......................................................... 651
45 Pergamino ................................................ 489
46 San Pedro .................................................. 119
47 Baradero .................................................... 172
48 Juárez ........................................................ 312
49 General Pringles ....................................... 164
50 Coronel Suárez .......................................... 239
51 Necochea .................................................... 245
52 Bahía Blanca ............................................. 151
53 Villarino .................................... 148
54 Marcos P a z .................................................. 599
55 Barracas al Sud ......................................... 1563
56 Bolívar ........................................................ 1894
57 Pehuajó ...................................................... 1924
58 25 de Mayo ................................................. 2622
59 Chascomús ................................................. 406
60 General Belgrano ........................................ 616
61 General Paz ................................................ 1213
62 Saladillo ..................................................... 1516

Suma t o t a l...................... 61.916

Sr. P residente — Está en discusión en general.


Sr. W eigel M uñoz — Pido la palabra.
L a comisión de Escrutinio se ha limitado, de acuerdo con la
última resolución de la H. Asamblea, a hacer el cómputo, o más
bien dicho, a verificarlo, de todos los votos que se han emitido
en favor de la reforma de la Constitución.
El número de votos difiere, naturalmente, del de los produci­
dos en las últimas elecciones de renovación de la legislatura, por
razones perfectamente conocidas.
En primer lugar, porque muchos de los distritos, como puede
verse por el número de ellos, no han celebrado comicio para vo­
tar la reforma, y en otros se han olvidado de agregar el voto
relativo al plebiscito. Probablemente, en el calor de las pasiones
del momento, se les ha pasado por alto ese requisito trascendental.
De modo, pues, que en algunos distritos no se ha votado la
reform a; pero, en cambio, hay otros en que no se ha votado para di­
putados y senadores y sí por la reform a; lo cual viene a compensar
aquella falta.
Naturalmente, que de acuerdo con el reglamento, la Comisión se
ha limitado a tomar, de los datos que arrojan los resultados genera­
les del escrutinio, aquellos guarismos comprendidos en los Registros
que la Asamblea acaba de resolver que sean computados, es decir,
todas aquellas actas que, de acuerdo con el reglamento, ella ha acep­
tado. El cómputo se encuentra perfectamente verificado y arroja el
número de votos que ha indicado la Secretaría y que se encuentran
comprendidos dentro de los 62 partidos cuyas actas han sido acepta­
das, y, por consiguiente, no corresponde sino admitir como que el
pueblo de la Provincia, en realidad, ha dado su voto para que pueda
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 207

modificarse, reformarse o enmendarse la constitución o su carta fun­


damental.
Es cuanto puedo informar al respecto.
S r. P residente — Si ningún señor senador o diputado hace uso
de la palabra, se votará el dictamen de la comisión, en general.
— Se vota y resulta afirmativa.
— En discusión en particular el artículo l'.'.

S r . L ópez C abanillas — ¿N o se establece el día en que la elec­


ción de convencionales deba verificarse?
,Sr . W eigel M uñoz — Pido la palabra.
Se ha dejado la fijación del día al P. E.. porque la Asamblea Legis­
lativa únicamente indica el día en que debe reunirse la convención,
es decir, a los noventa días. Dentro de esos noventa días, el P. E. con­
vocará a elección de convencionales.
Tal es lo que se deduce del texto mismo de la Constitución.
S r. L ópez Cabanillas — Me ha dejado complacido el señor se­
nador.
— Se «prueba el artículo eu discusión.
— Se lee el artículo 2'.'.

S r . W eigel M uñoz — Pido la palabra.


Si se fuera a juzgar este artículo con el criterio que he escuchado
en aquella discusión famosa acerca de la manera de designar la co­
misión escrutadora, realmente este artículo se apartaría del regla­
mento, pero como ocurre con la reunión de esta Asamblea que tiene
lugar en un recinto que no es propiamente el que indica el reglamen­
to, resulta que aquí, en vez de una imposibilidad material, hay una
deficiencia que la Asamblea puede resolver por una votación previa,
si quiere, pero que, a mi juicio, es innecesaria.
Resulta que en la fórmula del antiguo reglamento, del año 79, no
se establecía donde se reuniría, la Convención, ni la fecha de ella.
La Constitución sólo establece la fech a; luego, es necesario, por lo
menos, un artículo que es de forma, que hay que aceptar y que es
el que propone la Comisión.
— Se aprueba el artículo rn dimisión, así como el
resto del despacho.

S r . P residente — Queda sancionado y levantada la sesión de


Asamblea.
— Se levanta la sesión siendo las 1 y l."> p. ni.

DECRETO DEL PODER EJECUTIVO CONVOCANDO AL PUEBLO


DE LA PROVINCIA A ELECCIONES DE DIPUTADOS CON­
VENCIONALES.
I.a Pluta, junio 2ñ de 1'.h»2.

En cumplimiento de la resolución de la Honorable Asamblea


Legislativa, de 15 de mayo último, señalando el 15 de agosto pró­
ximo, para que se reúna la Convención Constituyente, en la ciudad
de La Plata, y en el recinto de sesiones de la Honorable Cámara de
Diputados.
208 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

El Poder Ejecutivo—
d ecreta :

Art. l v El domingo 27 de julio próximo se procederá en la


Provincia, a la elección de ciento catorce convencionales, en la
proporción siguiente: la primera sección, veinte convencionales; la
segunda sección, diecinueve; la tercera sección, dieciocho; la cuarta
sección, veinte; la quinta sección, dieciocho; y la sexta sección,
diecinueve.
Art. 2V Comuniqúese, etc.
M A R C E L IN O IT .A R T F .
M a .s' i kl B. Bahía.

PEDIDO DE VARIOS SEÑORES SENADORES AL PRESIDENTE DE


LA HONORABLE ASAMBLEA LEGISLATIVA, PARA QUE CON­
VOQUE A ASAMBLEA LEGISLATIVA A FIN DE CONSIDERAR
LAS ELECCIONES QUE TUVIERON LUGAR EL 27 DE JULIO
DE 1902.
La Plata, septiem bre 2 de 1904.

Al señor Presidente de la Asamblea Legislativa doctor don Adolfo


Saldías.
Los senadores y diputados que subscriben solicitan del señor
presidente se sirva convocar a Asamblea a los miembros que forman
la Honorable Legislatura para, de acuerdo con el artículo 109, inciso
69 de la Constitución, considerar las elecciones de convencionales que
tuvieron lugar el 27 de julio de 1902.
Saludan al señor presidente con toda consideración:
Juan F. Fernández, Eulogio M. Berro, Pablo L. Palacio»,
Francisco Roca. Bartolomé Oliver, Juan B. Etchercrty,
Casimiro TÜlamayor, Ricardo A. Carrasco, Isidro Báel.
Carmelo Destauches, Julián Martínez (hijo), E. Guerrero.
Cruz M. Sein, Alfredo Echagüe, R. Lezica Airear, Ernesto
Arana, P. Mackinlay Zapiola, Diego de Airear. Firmo
Bercetche, Horacio Martínez. Agustín de Vera, Arturo
Dibur, Victoriano Huisse, Julián O'Roarke, Andrés P.
Taccarezza, Arturo Scotto, Domingo F. Bárrelo. Sirio
Rodríguez. Alfredo Madero, Francisco Fundó. Guillermo .1.
Martín-z, Alejandro Amoretti, César . 1 . Ctim¡uts. Tomás .4.
Guido, Mateo S. Casco, Carlos (I. Ronoríno. Benjamín
Páez, Tibaldo Ferrer, Mariano J. Machado. Alberto Rvxerule
Mitre. M. Praciamo, Domingo Segrí. A tal ira Roca (h ijo).
A. Ramos Mexía, Eduardo González Bonn riño. Manuel ,1.
Ca iro, F. Santiago Espil, Dalmiro Costee, Tomás López
Cabanillas, Isaías Mendiburu, Luís Uoycna, Manuel <1-1
Castillo, Pedro Ballester, Eduardo Arana. José V. Martínez.
E. Tomkinson, A. M. Rey na. Félix Soriano, J. Márquez
Mariano Castellanos. A. D. Tatteonr, Julián Lynch. Antonio
Azcona, Esteban Miranda, Manuel F. de la Fuente.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 209

Sesión de la Asamblea y discusión pertinente

S r. R osende M itre— Pido la palabra.


Es para hacer la siguiente moción: primero, que la asamblea se
constituya en sesión permanente; segundo, que adopte para sus
deliberaciones el reglamento de la Cámara de Diputados, y tercero,
que resuelva nombrar una comisión especial para estudiar todos los
antecedentes que han motivado esta asamblea.
S r. P residente — Está en discusión la moción del señor diputado
Rosende Mitre.
Sr. Oliver— No he podido comprender bien la última parte de la
moción. ¿Se trata de nombrar una comisión para que haga el escru­
tinio de la elección?
S r. R osende M itre— No, señor; el objeto de la comisión es para
que aconseje a la convención el procedimiento a seguir: si se ha de
hacer el escrutinio, si se ha de anular la elección o no, o lo que se
ha de hacer. He dicho bien claro: para que estudie todos los antece­
dentes y asesore a la Asamblea sobre cuál es el procedimiento a
seguir.
S r . Oliver E.— Por mi parte, me voy a oponer a la moción que
presente el señor Diputado. Creo que la constitución de la Provincia
es terminante al respecto. Bastaría que el señor Secretario se tomara
la molestia de leer el artículo correspondiente para que se vea cuál
es el rol que debe desempeñar la Asamblea en el presente caso.
— Se empieza a dar lectura del inciso 6‘- del artícu­
lo 109 de la Constitución, y dice el

S r . P alacios — ¿ Me permite ? . . .
Antes de seguir adelante, yo haría indicación para que se votara,
por lo menos, la primera parte de la moción del señor Diputado,
a objeto de no engolfarnos en una larga discusión.
S r . Oliver E.— He pedido que se lea por Secretaría el artículo.
No he dicho que haya terminado de hablar.
Sr. P alacios — Yo insisto en mi indicación: es previa la moción
del señor diputado Rosende Mitre para declarar que esta Asamblea
se constituya en sesión permanente.
S r. P residente — Haré presente a la Asamblea que la moción del
señor diputado Rosende Mitre no puede discutirse por partes y
votarse en esa forma mientras él no la divida.
S r . L ópez Cabanillas — Le pediría que la dividiera por partes.
S r . R osende M itre— No tengo inconveniente.
S r . P residente — Sírvase indicar el señor Diputado qué parte
quiere que se ponga en discusión.
S r . R osende M itre — Que la Asamblea se constituya en sesión
permanente.
Sr . P residente — Está en discusión esa parte de la moción.
S r. B ianco — Y o desearía hacer una indicación que me parece va
a ser aceptada por la Honorable Asamblea, que consiste, ante todo
y sobre todo, en que adoptemos algún reglamento. . .
C o n v e n c ió ,-; C o n s t it u y e n t e — 14
210 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. P residente— Es la segunda parte de la moción del señor


Diputado.
S r. B ianco— Antes de ocuparnos de si la sesión ha de ser perma­
nente o no, y de cualquier otra moción, lo que corresponde es adoptar
un reglamento para esta Asamblea; una vez aceptado el reglamento,
entonces vendrán las mociones siguientes para regularizar el trámite
que va a seguir a sus funciones la Asamblea.
Sr. R osende M itre— He indicado como primera moción consti­
tuirnos en sesión permanente y como segunda parte de la moción,
que se adoptara como reglamento el de la Cámara de Diputados. Así
que me parece que el orden que pretende al señor Senador no se va
a alterar en nada en lo que nos proponemos y que con este cambio
de indicaciones sólo vamos a prolongar más el debate.
Sr. M aldonado— Cualquier miembro de esta Asamblea tiene el
derecho de hacer una moción, la primera ha sido la del señor diputado
Rosende Mitre para que se declare la Asamblea en sesión permanente
a fin de terminar con la labor que le está encomendada. De manera
que eso es lo que corresponde discutirse y votarse: después vendrá
lo que dice el señor Senador.
Sr . P residente— Se va a votar si la honorable Asamblea se de­
clara en sesión permanente.
vota y resulta afirmativa.

Sr . P residente— Está en discusión la moción de adoptar el re­


glamento de la Cámara de Diputados para esta Asamblea.
S r. W eigel M uñoz— Pido la palabra.
Me parece, señor Presidente, que tratándose de una función de la
asamblea legislativa que tiene su analogía, sino identidad con otras
funciones que desempeña en cuanto al escrutinio de electores de
gobernador y vice de la Provincia, lo correcto sería que adoptara el
mismo reglamento que sirvió para hacer el escrutinio de las elec­
ciones de electores de gobernador y vice. En este sentido hago
moción, creyendo que no tenemos por qué adoptar el reglamento de
una u otra de las cámaras, cuando existe uno que es por analogía
y lógicamente debe realmente aplicarse. Si hubiéramos empezado
por ahí, no hubiera sido necesario votar la primera parte de la
moción del señor diputado Rosende Mitre, por cuanto en ese regla­
mento expresamente se dice que toda sesión de asamblea en que se
hace el escrutinio, es una sesión continua y no debe interrumpirse.
Sr. P alacios— Aunque dure tres meses.
Sr. L ópez Cabanillas — Si no prospera la moción del señor
diputado Rosende Mitre, votaré por la del señor senador. Weigel
Muñoz.
S r . R osende M itre— No creo que sea exacto lo que dice el señor
senador Weigel Muñoz, de que esta asamblea debe regirse por el
reglamento a que él se refiere.
Mi moción tiene por objeto dar mayor amplitud al debate y esto
se obtiene, según mi opinión, adoptando el reglamento de la Cámara
de Diputados.
S r . P residente— Se va a votar la segunda parte de la moción del
señor diputado Rosende Mitre.
— Se vota y resulta afirmativa.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 211

S r. P residente— Se va a votar ahora la tercera parte de la moción


del señor diputado Rosende Mitre, que consiste en el nombramiento
de una comisión que aconseje a la Asamblea el procedimiento a
seguir.
S r. Oliver E.— Queda en pie lo que dije antes respecto de las
funciones que debe desempeñar esta comisión, funciones que están
determinadas en el artículo 109 inciso 6“ de la Constitución, que pido
al señor Secretario se sirva leer.
Sr. Secretario (leyendo)— Artículo 109, inciso 6’ . «Para prac­
tica1* el escrutinio del plebiscito sobre reforma de la Constitución y
según su resultado, convocar la convención constituyente, haciendo
también el escrutinio de la elección de convencionales».
S r . Oliver E.— De ese artículo, señor Presidente, se desprende de
una manera evidente e indiscutible, cuáles son las funciones de esta
honorable asamblea, y la comisión que se nombre no tiene más objeto
ni otro trabajo que el de hacer el escrutinio de la elección. . .
S r . R osende M itre — ¿ Me permite el señor Senador ? . . . He dicho
una comisión de escrutinio y no entré en mayores detalles porque,
diciendo de escrutinio, se entiende que debe ocuparse de la revisión
de la elección. . .
S r . W eigel M uñoz— Es la asamblea la que tiene que hacer el
escrutinio, y no la comisión. . .
S r . R osende M itre — Pero es la comisión la que debe asesorar a
la asamblea. . .
S r . P alacios — Tengo entendido, señor Presidente, que la moción
del señor diputado Rosende Mitre es para que se nombre una co­
misión, y aquí estamos discutiendo las funciones que va a desempeñar
esa comisión. Creo que lo que corresponde es votar si se acepta o no
la moción del señor diputado Rosende Mitre, de si se nombra o no
la comisión; después veremos lo que ella deba hacer o lo que la
asamblea resuelva que esa comisión haga.
S r . Oliver E.— La forma en que presentó la moción el señor
diputado Mitre, fué fijando a la comisión que se nombrara mayores
facultades de las que debe tener por la constitución; y como creo
que la indicación es inconstitucional, hice la observación.
— La Presidencia pone a votación la última parte de
la moción del señor Diputado Rosendo Mitre, y resulta
afirmativa.
— La Honorable Asamblea autoriza a la Presidencia
y ésta designa los miembros de la Comisión, que la inte­
gran los señores senadores López C'abanillas, Luna, Goe-
naga, y los señorea diputados Echagiie, Maldonado, Vega,
Rosende Mitre. Mnn-tgur y G. Martínez.

S r . P alacios — P ido la palabra.


Me ocurre una duda, señor Presidente, que deseo someter a la
consideración de la asamblea, a objeto de que ésta, a su vez, encargue
a la comisión de escrutinio nombrada, se expida sobre ella.
Traduciré mi pensamiento en una pregunta, que e s : si-la elección
cuyo estudio hemos abocado, debe ser considerada o desechada de­
clarándola sin efecto, en razón de que ella fué hecha para que sirviera
de base a la convención cuya convocatoria se hizo para el 15 (te
agosto de 1902, y el plazo fijado para la reunión de esta convención
2 12 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

ha fenecido, indudablemente, con exceso. Y como entiendo que plazos


de esta naturaleza, señalados por la constitución, son fatales, en
razón de este funcionamiento, nos encontramos con que la elección
no debe ya sufrir efectos.
Pido quo la Secretaría tome nota de mis proposiciones para some­
terlas a la consideración de la comisión.
Primero: La convención, que debió reunirse el 15 de agosto de
1902 para reformar la constitución, de acuerdo con la resolución
tomada en mayo 15 de 1902, ¿ha caducado en razón de la expiración
que le fija la constitución en su articulo 217?
Segundo: Si la convención ha caducado, la elección que se hizo
de convencionales para ese fin ¿debe ser considerada o rechazada
de hecho?
Precisamente estas dos cuestiones, de las cuales la segunda es
consecuencia de la primera, es lo que deseo someter a estudio de la
comisión y para ello pido el apoyo de mis honorables colegas.
: .. te.. _
— Apoyado.

Sr . Oliver E.— Pido la palabra.


Se ha dicho, hasta por el mismo señor Diputado, que se trata de
una comisión de escrutinio; y entonces no sé qué tienen que hacer
estas preguntas con esa comisión.
Después que la comisión se expida, la Asamblea puede discutir
todas estas cuestiones; pero esa comisión que va a hacer el escrutinio,
no tiene otra misión que llenar.
Sr. P alacios— El señor Senador olvida que la asamblea es sobe­
rana y que si cualquiera de sus miembros presenta en consulta un
punto y ella lo acepta, esa comisión debe expedirse sobre él.
Sr. P residente— La Presidencia declara, con respecto al alcance
de la moción del señor diputado Rosende Mitre, que la puso a vota­
ción en términos bien claros; y a fin de que por una u otra palabra
no se entre en una discusión estéril, se va a dar lectura de los
términos en que se ha votado esa moción.
— Se lee: que se nombre una comisión para que acon­
seje (1 temperamento a seguir en vista de los antece­
dentes que le han sido presentados n la asamblea.

S r. Oliver E. — Y entonces se dijo, por el mismo señor Diputado


que hizo la moción, que se trataba de una comisión de escrutinio.
S r. R osende M itre— Dije que era una comisión de escrutinio,
pero que eran amplias todas sus facultades.
Sr . Oliver E.— La comisión ha sido votada como comisión de
escrutinio, y entonces no puede agregarse ahora nada a su misión.
Esa es la razón que doy para no estar de acuerdo ni con la opinión
del señor diputado Rosende Mitre y menos con la moción que hace el
señor diputado Palacios.
S r . P residente— El señor Diputado autor de la moción ¿ha mani­
festado el.tiempo dentro del cual debe expedirse la comisión?
S r. R osende Mitre— Mi moción está perfectamente encuadrada
en lo leído.
S r. P residente— Pero la Presidencia pregunta al señor Diputado
cuál es el tiempo dentro del cual debe expedirse esa comisión.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 213

S r. R osende M itre— Dentro del que señala el reglamento de la


Cámara de Diputados, y por eso pedí que se adoptara ese reglamento
para esta asamblea.
S r . P alacios— Deseo que se vote mi indicación.
Sr. P r e s i d e n t e — Antes se va a leer la indicación del señor dipu­
tado Palacios.
— Se lee nuevamente:

Sr. P r e s i d e n t e — El señor Diputado ¿somete a la comisión estas


dos preguntas?
S r. P a l a c i o s — Sí. señor.
Sr. L u n a — Pido la palabra. *
Deseo simplemente observar que la moción del señor diputado
Palacios no está dentro de las facultades de la comisión, y, por
tanto, no creo que ésta puede entrar a formar juicio a este respecto.
S r. P alacios — ¿ A qué objeto se ha nombrado la com isión?
La Presidencia acaba de hacer leer por Secretaría la forma en
que se ha votado, y de esa lectura no resulta lo que manifiesta el
señor Senador.
Sr. L u n a — Pero, entiendo, que esta facultad que se quiere dar
a la comisión está fuera de la constitución; que, por lo tanto, no podrá
ocuparse de estos puntos.
S r . M aldonado— P ido la palabra.
Yo creo que esta moción es una redundancia; pero que no hay
inconveniente en votarla para aclarar.
Si la comisión piensa que no puede hacer el escrutinio de una
elección que por la Constitución ha quedado sin efecto, no lo hará,
y así lo declarará a la asamblea; y si cree que debe hacerlo, lo hará.
Sr. P alacios — Entiendo que no hay nada en discusión.
SR. M aldonado— Entonces ¿por qué se está discutiendo?
U n señor D iputado — Porque somos aficionados a ello.
S r M aldonado— Y o también lo soy.
S r . P residente — Se va a votar si se somete a la consideración de
la comisión de dos proposiciones formuladas por el señor diputado
Palacios.
— Se vota, y resulta afirmativa.

S r . P residente — Sírvanse los señores miembros de la comisión


hacerse cargo de sus puestos, e invito a la asamblea a pasar a
cuarto intermedio.
— Así se hace.
— Vueltos a sus asientos los señores senadores y dipu­
tados, dice el

S r . P residente — Continúa la sesión con asistencia de treinta se­


ñores senadores y de cincuenta y cuatro señores diputados.
Se va a dar lectura del despacho de la comisión especial.
Sr. V ega— Pido la palabra.
He tenido el honor de ser designado presidente de la comisión
especial, encargada de dictaminar sobre los puntos sometidos a la
consideración de esta asamblea.
El informe que presenta la comisión en mayoría, es extenso; y
estamos en disidencia dos de los miembros que la componen, el señor
214 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

senador Luna y el señor diputado Monsegur, han presentado tam­


bién su dictamen por separado, el que se halla en poder del señor
Secretario.
A la comisión le cabe la satisfacción de haber coincidido en los
puntos principales de la cuestión.
Oportunamente, después de leerse los dictámenes respectivos, la
mayoría de la comisión ampliará las razones del suyo, si fuese
necesario.

DESPACHO DE COMISIÓN EN MAYORÍA

La Plata,septiembre 14 de 1904.
A la Honorable Asamblea Legislativa:
Vuestra Comisión en mayoría, designada para aconsejar el tem­
peramento a seguir en vista de los antecedentes presentados en esta
ocasión, y teniendo en cuenta las dos proposiciones sometidas a su
estudio, os aconseja la sanción del adjunto proyecto de resolución
por los fundamentos que se acompañan en seguida.
Dios guarde a V. H.
A. Eehagüe, J. M. Vega, Alberto Rosende Mitre, OuSlfrmo
A. Martínez, Mariano Maldonado, P. ( i nenaga, T. López
Cabanilla».

La Asamblea Legislativa—
CONSIDERANDO:

l 9 Que en vista del tiempo transcurrido desde el vencimiento del


plazo fijado para la convocatoria de la convención, como también,
de que ha vencido con exceso el término que el artículo constitucional
217 fija para que la convención pueda legalmente reunirse, corres­
ponde declarar: que la convocatoria del 16 de mayo de 1902 ha
caducado, y que por lo tanto la elección del 27 de julio de aquel año
debe desecharse por ser ineficaz y de ningún valor.
29 Que de acuerdo con la ley de 21 de noviembre de 1901 que
declaró la necesidad de la reforma y de la resolución de la asamblea
de marzo 15 de 1902 que constató que la mayoría de electores había
votado por la aceptación de la reforma.

La Asamblea Legislativa—
RESUELVE:

1? Convocar a una convención constituyente que deberá reunirse


en la ciudad da La Plata, el día 14 de diciembre del corriente año,
en el recinto de la H. Cámara de Diputados a las 2 p. m.
29 El Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones de 114 con­
vencionales, los que serán elegidos por los mismos electores y en los
mismos distritos que los señores Senadores y Diputados.
Comuniqúese al Poder Ejecutivo y publíquese.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 215

Las razones que la Comisión ha considerado para aconsejar este


temperamento son las siguientes:
El artículo 217 de la Constitución establece terminantemente que
la convención deberá reunirse tres meses después de la convocatoria
y debiendo dentro de este plazo elegirse los convencionales que han
de constituir dicho cuerpo.
Bien. La convocatoria se hizo con fecha 15 de mayo de 1902 y la
elección de convencionales, que fué la consecuencia de dicha convoca­
toria, tuvo lugar el domingo 27 de julio del mismo año.
Luego, el plazo fijado por el artículo 217 ha vencido con exceso, y
no adoptar como resolución lo que aconseja la Comisión bajo el
número 1?, sería violar flagrantemente el artículo citado, desde que
implicaría la reunión de la convención fuera del término consti­
tucional.
No habiéndose cumplido, pues, los mandatos de la resolución legis­
lativa, en cuanto determina especialmente la fecha en que la conven­
ción debía reunirse, esa disposición legal ha dejado de ser viable,
en razón de haber caducado por el transcurso del tiempo.
La Comisión aconseja igualmente que la elección debe ser decla­
rada ineficaz y sin ningún valor, porque ella entiende que las elec­
ciones de convencionales se hacen para una convención determinada
de fecha 'precisa, pues así lo dice la constitución, la que, en caso de
no realizarse, hace que la elección, lo mismo que los convencionales
que de ella pudieran resultar, sean ineficaces y de valor ninguno, y
cuya existencia no tiene razón de ser, desde que el acto principa!
del cual la elección y los elegidos derivan, que es la convención, no
tiene ya lugar.
Se podría argumentar en contra de lo que se deja expuesto,
diciendo que existe una elección hecha y que ella no puede ser anu­
lada sino por los mismos convencionales electos y reunidos en con­
vención, pero es que en esto existe un doble error.
1" Porque no hay convencional electo, sino después que se ha he­
cho el escrutinio de la elección, y mientras no se haya realizado este
acto, habrá un acto electoral producido, sobre el cual deba pronun­
ciarse el cuerpo encargado por la constitución o las leyes; pero no
existirán convencionales electos que puedan reunirse en asamblea
para examinar sus propios diplomas.
2,J Porque para que los que resulten electos del escrutinio puedan
considerarse jueces de sus títulos, es necesario que la constitución o
la ley les acuerde esa facultad — y en el caso actual, como veremos
más adelante, la convención carece de esa facultad.
Por otra parte, la elección del 27 de junio de 1902, que mandó
practicar la asamblea por resolución de 15 de mayo, tenía por objeto
reunir, como ya se ha recordado, una convención en una fecha dada
— y no en otra, y desde que ha resultado imposible que la convención
tenga lugar en aquella época, la elección que para dicho fin se realizó,
resulta ineficaz e inútil.
No se la anula porque no se la juzga— pero se la declara por la
asamblea, que para ello tiene poder, ineficaz y sin objeto, porque
ya no hay fecha designada para reunir la convención.
216 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Podría argüirse aquí respecto de la facultad que tiene la asamblea


legislativa para proceder en la forma que se aconseja —y sobre este
punto haremos constar que la Comisión se ha inspirado para ello
dando una interpretación justa a las disposiciones legales en vigor
y a lo que un eminente maestro de derecho enseña en una obra que
se ocupa de esta cuestión de las convenciones constituyentes.
Nos referimos a la obra de John Alexander Jameson «Un tratado
sobre las convenciones constitucionales», quien de acuerdo con los
precedentes diversos que estudia, reconoce a la asamblea legislativa
facultades para proceder en la forma que indicamos.
Jameson, ha dicho «una Convención es sólo un cuerpo legislativo
sub modo, que tiene algunas pero no todas las funciones legislativas/'
y «una legislatura en cambio, puede extenderse sobre todas las ma­
terias de legislación tan ampliamente como podría hacerlo el mismo
soberano, si procediese personalmente».
«Por costumbre universal, así como por disposiciones expresas de
la mayor parte de las constituciones americanas ninguna persona o
corporación en un Estado tiene facultad para convocar una conven­
ción sino la legislatura y nadie sino la legislatura puede determinar
y prescribir los objetos con que aquella debe reunirse». «Es en
general un deber y un derecho de la legislatura, el determinar cuándo,
dónde y cómo ha de reunirse una convención, cómo ha de proceder
en sus asuntos y ha de poner en vigor sus trabajos».
Y después de precisar estos hechos, agrega: «que la legislatura
es el centinela en servicio y no puede legalmente abdicar esa
posición».
Siendo la convocación de una asamblea extraordinaria, incuestio­
nablemente el lado débil de nuestras instituciones, y por lo tanto
uno de aquellos en que debe esperarse que la usurpación intente más
sus asaltos, la legislatura debe preocuparse que la República no sólo
no reciba, sino que ni siquiera se vea en peligro de recibir ningún
perjuicio».
«Como una convención, agrega el mismo autor, es un cuerpo cuya
reunión es ocasional y dependiente de circunstancias de actualidad,
se deduce que la legislatura cuyas funciones son especialmente las
de declarar y producir la reunión, es el cuerpo indicada para deter­
minar la fecha y condiciones de aquella reunión; que al proceder
así la legislatura no se coloca más arriba de la convención — simple­
mente se limitaría a manifestar la voluntad de su soberano común
sin relación al objeto de los asuntos encomendados a un cuerpo coor­
dinado y que en la ausencia de una disposición constitucional, la
extensión de las facultades de una legislatura para fijar las reglas
de conducta de una convención, quedan sobre limitadas por su propio
criterio, sin más requisito que el de mantenerse en agonía con los
principios del sistema de la convención o más bien que sus disposi­
ciones no sean inconsistentes con el ejercicio por la convención, de
sus funciones esenciales y características.
«Hay también numerosos ejemplos de poderes implícitamente con­
cedidos, los más notables son los que ocurren diariamente con motivo
de acontecimientos inesperados que reclaman la inmediata interven­
ción legislativa para evitar malas consecuencias o para hacerlas servir
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 217

cd bien público. En todos estos casos la legislatura está llamada a


obrar como el único poder que puede hacer o autorizar a que se haga
lo que deba hacerse».
En estas doctrinas enseñadas por maestro tan eminente como Ja-
meson, que fué una de las autoridades más consultadas por los con­
vencionales del 70, es que la comisión se ha inspirado en esta emer­
gencia.
Por otra parte estas doctrinas, como la interpretación dada a los
textos legales en vigencia, parece que fué también la que informó la
mente de la H. Legislatura que dictó la ley de 21 de noviembre de
1901 y la resolución de mayo 16 de 1902, pues en dichas resoluciones
se establece, además de lo que dispone el artículo 217 de la consti­
tución, las condiciones para ser miembro de la convención, la fecha
en que deberá infaliblemente reunirse ésta y el sitio en que deberá
hacerlo, acordando a la asamblea legislativa la facultad de declarar
cesantes a los convencionales inasistentes.
Y es precisamente esta cláusula (art. 4 de la ley) la que, concor­
dada con el artículo 217 de la constitución que fija el término ds tres
meses después de la convocatoria para que se reúna la convención, ha
llevado al ánimo de la comisión que la interpretación que ha dado a
ellas, es exacta y las que le han servido para aconsejar la caducidad
de la convocatoria y la ineficacia de la elección de convencionales
practicada el 27 de julio de 1902.
No tendrían, a juicio nuestro, razón de ser la existencia de las
dos disposiciones recordadas (art. 217 y art. 4 de la ley) y redacta­
das en los términos precisos que lo han sido, si el propósito de los
constituyentes y legisladores no hubiera sido el de querer que el
plazo para la reunión de la convención convocada fuera fatal y
preciso, ni hubiera tampoco acordado a la asamblea el derecho de
declarar cesantes a los inasistentes, sino hubieran entendido que
las facultades de la asamblea eran amplias a este respecto, dada la
razón de dependencia en que se halla la convención respecto del
poder legislativo.
Pero si fuere preciso aún, algo más que comprobar la razón que
existe a la comisión sobre este punto, no tiene ella, sino que refe­
rirse al proyecto presentado el lunes 12 ante el H. Senado, firmado
por seis distinguidos señores senadores, pues es esta la prueba más
evidente de la exactitud del criterio con que hemos procedido en
este caso al aconsejar la caducidad de la convocatoria y la ineficacia
de la elección.
La presentación de dicho proyecto, prueba que sus firmantes los
senadores Weigel Muñoz, Bianco, Oliver, Niño, etc., creen que la
convocatoria y la elección han quedado sin efecto y sin valor, desde
el momento que proyectan una nueva ley declaratoria de la reforma
para que se pueda convocar una nueva convención y realizar la
elección correspondiente, divergiendo tan sólo la comisión con dichos
senadores, en que ella no considera caduca o derogada la ley que
declaró la necesidad de la reforma y en cuya virtud se realizó el
plebiscito de 30 de marzo de 1902.
A ese extremo no llega la comisión. El plebiscito fué la obra de
la ley que declaró la necesidad de la reforma.
218. CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Y esta ley está en vigencia y en consecuencia su cumplimiento


se impone mientras no se derogue o se realice el fin para que se
dictó y para realizar este propósito, o fin, es que debe ordenarse
la reunión de una nueva convención.
Diferimos, pues, con los respetables senadores proyectistas, sólo
en cuanto ellos creen que para la reunión de la nueva convención es
preciso, una nueva ley y un nuevo plebiscito estando de acuerdo en
lo que se refiere a la caducidad de la convocatoria e ineficacia de
la elección. Creemos que en la diferencia apuntada el error está de
parte de los autores del proyecto.
Es cierto que la convención convocada ha caducado por la expira­
ción del plazo fijado para su reunión, y que por lo tanto, la elección
que se hizo para designar los convencionales que debían constituirla,
ha resultado sin objeto e ineficaz; pero es, que esta convocatoria
fué producto de una resolución legislativa que no es ley; en cambio
es en virtud de una ley, que la Legislatura debe ser la primera y
más empeñada en cumplir, pues, en ella quien la pueda realizar,
que se ordenó proceder a la reforma de la constitución, y para
realizar este propósito, a la asamblea no le está vedado, tomar una
o más resoluciones tendientes a cumplir dicho fin.
La ley de 21 de noviembre de 1901, está en todo su vigor
—mientras ella no sea derogada o no se haya cumplido el propósito
del legislador. Esta ley no es temporaria, no tiene plazo fijo para
que cesen sus efectos, — no así la resolución de la asamblea que no
es ley, que no tiene el valor de tal y que caduca o queda sin efecto
por cualquier causa, — en este caso: por el transcurso del tiempo.
Haciendo el distingo correspondiente entre el valor de una ley y
el alcance que tiene una resolución legislativa, la Comisión cree que
las opiniones que deja manifestadas, sobre este punto, son exactas
y justas.
Se ha argumentado también por el señor senador Weigel, al fun­
dar el proyecto de la referencia, que no sólo existe la necesidad de
proceder a la reforma de la constitución, sino que es además urgente.
Y bien, así es: la urgencia todos la reconocen y la invocan, y es
precisamente una de las razones que ha tenido la Comisión bien
presente, para aconsejar el temperamento propuesto, pues si algún
procedimiento resulta rápido y eficaz, es, justamente el que
aconsejamos.
Basta para comprobarlo, echar una rápida mirada a las fechas
en que se debe desenvolver el proceso de la reforma, y tenemos que,
siguiendo el plan de los señores senadores, los actos iniciales de la
nueva convención vendrían recién a verificarse en el mes de marzo
del año entrante.
De acuerdo con lo que la Comisión aconseja, tendremos que, —
para cuando se pretenda, invocando urgencia,— iniciar dicho pro­
ceso, la reforma estará ya terminada, y será un hecho la inexistencia
de las actuales cláusulas constitucionales, discutidas y viciadas, que
la opinión reclama su desaparición, y podrán en cambio regir las
nuevas disposiciones que contribuyan al desenvolvimiento adminis­
trativo, que regularicen el sistema municipal y fomenten y unifor­
men la educación del pueblo.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 219

Pero la Comisión no ha concretado su tarea a lo que deja expuesto,


sino que se ha planteado otra cuestión para el caso de que la asám-
blea pensara que debíamos a pesar de todo practicar el escrutinio de
la elección de convencionales.
He aquí la cuestión a que se refiere la Comisión: ¿Al practicar
el escrutinio debe concretar su tarea a la mecánica de contar votos
sin facultad para apreciar la legitimidad de ellos? ¿O puede y debe
investigar la veracidad de los registros que se le entreguen y según
este examen aconsejar la aprobación y el rechazo de tales o cuáles
elecciones para que según esto la ásamblea vote la aprobación o
nulidad de los mismos?
Creemos que debemos proceder en la forma que se formula en la
segunda pregunta pues las facultades de la asamblea son amplias
en este caso. — Ella debe — ha dicho la constitución en su artículo
109, inciso 6, — practicar el escrutinio de convencionales.
Se ha observado, es cierto, que al practicar el escrutinio la asam­
blea deberá proceder mecánicamente al recuento de los votos. Pero
hay en esto evidentemente error.
Si lo que tiene que escrutar son votos, debe la asamblea ante
todo precisar y fijarse que lo que cuenta son tales, — y para este
debe analizar, si los registros que se le presentan son válidos, si las
actas están firmadas por los escrutadores legales y en el número
que exige la ley o no y todos los demás requisitos que dan autenti­
cidad y veracidad al registro que se va a comprobar.
«Hacer un escrutinio es según el diccionario de la Academia,
hacer un examen, averiguar, exacta diligentemente alguna cosa para
saber lo que es y formarse un juicio respecto de ella», como lo
recordó el diputado Sojo en 1902, al pedir a la asamblea legislativa
que apreciara los registros de diversas elecciones.
Y así también lo han entendido y practicado las asambleas legis­
lativas en las dos últimas elecciones de gobernador como también
la junta del art. 7 de la ley electoral en diversos casos.
También procedió así la asamblea legislativa al hacer precisamen­
te el escrutinio de los convencionales que redactaron la actual cons­
titución pues dicha asamblea dejó de computar los registros corres­
pondientes al partido de Baradero en razón de que faltaban las
actas correspondientes.
Y si esto ha sucedido en los tres casos recordados y en los que
tanto los electores de gobernador, como los diputados y senadores y
los convencionales del 82 eran los jueces únicos de sus respectivas
elecciones en virtud de las siguientes prescripciones: Art. 82— 130
de la constitución y art. 4 y 5 de la ley de julio 3 de 1882— en e!
caso actual en que no sucede lo mismo la Asamblea debe de ser
más rigurosa, más minuciosa si es permitido decir, y debe proceder
con mayores amplitudes que en los tres casos enunciados, desde
el momento que los convencionales carecen de facultades para apreciar
y pronunciarse sobre sus elecciones.
Es esta asamblea la que los va a urgir en su carácter de conven­
cionales y por esto deberá proceder juiciosa y ampliamente en el
examen de las actas y registros de que van a surgir dichos fun­
cionarios.
220 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Y hacemos esta afirmación en razón de que ni la constitución ni


la ley dé la materia da o constituye a los convencionales en jueces
de sus elecciones, de modo que ejerciendo funciones propias pudieran
analizar las elecciones que las trae a la vida.
Se podría argüir contra esta afirmación diciendo que, los antece­
dentes son contrarios a esto, pero es que precisamente estos
antecedentes comprueban la afirmación de la Comisión — y no la
desvanecen.
Veámoslo.
El primer acto de la Convención del 70, como igualmente el de la
del 82, fué practicar el estudio de los títulos que presentaban los
convencionales que constituyeron estos cuerpos. Pero es que esta
tarea les estaba encomendada respectivamente por las leyes de mayo
10 de 1870 y por la de 27 de agosto de 1882.
El artículo 9 de la primera de estas leyes establecía que, el resul­
tado del escrutinio que hiciera la asamblea se comunicara a los
electos, siendo función de la convención la aprobación de las actas
y registros respectivos.
El artículo 4 y 5 de la ley del 82 establecía a su vez que la asam­
blea general haría el escrutinio y que los electos que de él resultaran
se reunirían para resolver como juez único de la validez de sus diplo­
mas, a cuyo efecto el presidente de la asamblea les remitiría las
actas, registros y protestas que se hubiesen presentado.
Es decir, que para que los convencionales se reputen jueces de sus
elecciones y tengan facultad de rever el escrutinio que hiciese la
asamblea, ha sido menester que por ministerios de la ley se les
encomendara esta facultad.
Igualmente estas leyes fueron las que autorizaron a las asambleas
legislativas para hacer el escrutinio primero de la elección.
Nada de esto pasa en el caso actual.
Ni la ley ni la constitución ha dado ninguna facultad a la con­
vención para que se pronuncie respecto de la bondad de la elección
de que emerge, su objeto es puramente revisar, alterar o enmendar
la constitución (art. 217).
En cambio una disposición constitucional que no existía ni en la
constitución del 54 ni en la del 73 — ha autorizado sin restricción
a la asamblea para practicar el escrutinio.
Que este escrutinio debe ser detenido, amplio, minucioso y defini­
tivo no existe duda — desde que los convencionales que se diplomen
no tienen ninguna facultad constitucional ni legal para observar o
alterar lo que esta soberana asamblea haga a ese respecto.
Reivindicado, pues, para esta asamblea general el derecho de hacer
el escrutinio definitivo de las elecciones de convencionales, es que
esta comisión hace presente a la H. Asamblea que para el caso de
que se resolviese entrar al estudio de los registros y a ella se le
encomendase esta tarea, el estudio de ellos sería practicado con el
criterio que esboza, es decir — con amplias facultades; investigando
y apreciando todos los elementos necesarios, para ver si los registros
que computará son o no legales, para según ello aconsejar su apro­
bación o rechazo.
.1 . K ehu yiir, J. M. V ega. O. .1 . M a rtín ez, M ariano Mti'donadn,
A lb ir to R oarn de M itre, P . G oen aga, T. L ó p ez Cabanilla».
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 221

DESPACHO DE LA MINORÍA DE LA COMISIÓN

Septiembre 14 de 1904.
Honorable Asamblea.
Vuestra comisión especial se ha expedido en minoría en el asunto
cuyo estudio le fué sometido, y, por las razones que dará el miembro
informante, os aconseja la sanción de la siguiente —

RESOLUCIÓN:

Que el plebiscito de fecha 30 de marzo de 1902, estableciendo la


necesidad de la reforma de la constitución y las elecciones de con­
vencionales de julio 27 del mismo año han caducado de acuerdo con
el término que señala la última parte del artículo 217 de la cons­
titución.
L. Luna — S. ,/. M on / tep u r.

Pido la p a la b ra .
¡?R. L u n a —
En nombre de la minoría de la comisión, voy a fundar su des­
pacho.
La última parte del informe de la mayoría, que se refiere a la
convocatoria que debe hacerse para nueva elección de convencionales,
no ha sido materia de discusión en el seno de la comisión. La minoría,
por su parte, debe declarar que no está tampoco de acuerdo con ese
punto.
Empezaré por lo que es materia de la primera parte del informe
que acabamos de oír.
La minoría de la comisión considera que, habiendo transcurrido
más de dos años desde la época en que la Provincia manifestó su
opinión en favor de la reforma de la carta constitucional, esa
manifestación ha caducado, como asimismo la elección que se prac­
ticó en aquel año el 30 de marzo. No habiendo sido considerada esa
elección por la asamblea, como procede por la constitución, ha que­
dado sin efecto. Los convencionales electos por ella no han podido
reunirse a llenar su cometido, no habiendo, la asamblea, pasádoles
su nombramiento de tales.
Tenemos, pues, que de hecho han caducado y quedado sin efecto
tanto el plebiscito como la elección de convencionales, que fué su
consecuencia.
La comisión en minoría, para formar su opinión, no ha necesi­
tado recurrir a autores extranjeros ni nacionales, por cuanto sabe
que los actos de la asamblea deben ajustarse estrictamente a las
disposiciones de la constitución, que es su ley y a la cual debe
subordinar todos sus procedimientos.
La constitución no ha establecido el término después del cual de­
ben caducar las manifestaciones de opinión hechas por los plebiscitos,
ni tampoco ha establecido el término después del cual quedan sin
efecto las elecciones de convencionales, por no haberse hecho el
respectivo escrutinio ni haberse reunido la convención. Es solamente
por una ley especial que se puede resolver esa caducidad.
Pero es de suponer que aun cuando la constitución no ha fijado
término para producir esos efectos, esas manifestaciones del pueblo
2 22 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

hechas en comicios públicos no pueden tener eficacia por un tiempo


ilimitado, no pueden durar eternamente. Y si así no fuera, asi como
se admite que después de dos o tres años de haber tenido lugar el
plebiscito, todavía sigue teniendo efecto también podría admitirse
que, transcurridos veinte o treinta años, continuara teniendo efecto,
lo que no es concebible, porque la vida política de la Provincia se
transforma rápidamente y las exigencias del día presente desapare­
cen para ser reemplazadas por otras exigencias y mediante otras
circunstancias del día próximo.
Otro punto se me quedaba por considerar: es el relativo a la
última parte del informe de la mayoría de la comisión, aconsejando
convocar a nueva elección.
La minoría de la comisión cree que la actual asamblea no tiene
facultad para convocar a nueva elección de convencionales, por cuan­
to no se han llenado los requisitos establecidos por la constitución
en sus artículos 216 y 217. Para convocar a elecciones de conven­
cionales, es necesario seguir todo el proceso que prescribe la cons
titución en los artículos citados.
Nada más tengo que exponer.
Sr. W eigel M uñoz— Pido la palabra.
Había formado el propósito de no entrar al debate, por razones
altamente notorias y porque los principios que sostengo respecto
a ese procedimiento de la reforma de la constitución de la Provincia,
han sido ya expuestos al fundar un proyecto presentado al H. Senado
y a que ha aludido la comisión designada por esta asamblea. Pero
no puedo dejar, por lo menos, de expresar mi más profundo agra­
decimiento por la mención que de mis opiniones hace en determina­
dos puntos el larguísimo informe que se ha leído y del que no me he
podido dar cuenta sino en los puntos principales.
Creo que realmente ha habido una benevolencia excesiva de parte
de la comisión. Mis opiniones, como muy bien lo ha expresado en
este recinto un distinguido señor diputado, no tienen ninguna auto­
ridad, ni pueden ser impuestas ni significan motivo de adhesión
para nadie; son simplemente opiniones más o menos consolidadas
dentro de mí mismo, que he aprendido y ratificado en la práctica
de la vida, y sobre todo en el desenvolvimiento de nuestra acciden­
tada vida política.
Pero, señor Presidente, al mismo tiempo que hago esta manifes­
tación a la comisión que se ha expedido en mayoría, debo hacerle
un elogio por la erudición que ha demostrado en materia de derecho
constitucional norteamericano.
Son efectivas, son exactas, todas las citas que se han hecho de
distinguidos tratadistas, que bien conocen los miembros de dicha
comisión; pero es una lástima, solamente, que no sean aplicables
al caso concreto presente, por cuanto esos tratadistas se refieren a
las facultades de las legislaturas de los estados norteamericanos.
Se ha creído hacer comparación muy adecuada y, sobre todo, muy
arreglada a las circunstancias; pero debo prevenir que lo que está
reunido en este momento, en este recinto, no es la Legislatura de la
Provincia.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 223

Así como suena. La Legislatura no está constituida por la reunión


colectiva de todos los senadores y diputados; está constituida por
el engranaje constitucional de la Cámara de Senadores y de la
Cámara de Diputados, como entidades independientes.
De manera que lo que indica el tratadista norteamericano, tan
bien citado por los distinguidos e ilustrados miembros de la comisión,
se refiere a aquellas leyes y a aquellos procedimientos que surgen
dentro del mecanismo constitucional en que interviene una sola
cámara, cuando el sistema es unicamarista, o las dos cámaras,
cuando el sistema es bicamarista, como entre nosotros. Así entre
nosotros la Legislatura no son los senadores y los diputados re­
unidos. Eso tiene un nombre especial, un calificativo, eso se conoce
en nuestro tecnicismo, diré constitucional; eso se denomina asamblea
legislativa, de la cual es presidente nato el vicegobernador que se
encuentra aquí presente.
Esta asamblea no funciona como legislatura, y una prueba de
ello es que tiene su papel especial, perfectamente definido, y bien
definido, en la cláusula de nuestra constitución provincial, así como
lo tiene en las cláusulas de la constitución nacional lo que se deno­
mina allí asamblea legislativa.
Esta asamblea de la Provincia se reúne para inaugurar sus
sesiones, se reúne para oír colectivamente el mensaje que presenta
el poder ejecutivo de la Provincia, dando cuenta del estado de ella;
esta asamblea se reúne para determinadas operaciones que se rela­
cionan con las funciones políticas de la Provincia en el orden
nacional, como en el caso de la elección de senador nacional, cuyo
caso es el único en que la asamblea desempeña una función que se
roza con la constitución nacional en que habla de la Legislatura;
pero, debo prevenir que ese no sería un argumento, porque la
constitución nacional, al emplear la palabra legislatura*, al hablar de
la elección de senadores, se pone en ambos casos: que sea unica­
marista o bicamarista el sistema; y supóngase el señor Presidente
que la provincia de Buenos Aires, en vez de convocar a una asamblea
para hacer la elección de senadores, se le ocurriera, dentro de su
mecanismo constitucional, que cada cámara hiciera la elección por
separado y después se hiciera el cómputo de una manera general.
Eso bien podría suceder. Pero, sea como fuere la palabra legislatura,
en el sentido que lo indican los tratadistas nacionales, no está tomada
como una conexión de la Provincia o de un estado con el gobierno
de los estados, no; se refiere a las facultades propias que tienen
los representantes de los estados, es decir, los representantes locales,
las legislaturas locales, en una palabra.
De modo que, en realidad, todas las cifras son muy buenas; pero
no tienen más que un solo defecto: que no dan en el caso.
Hecha esta ligera salvedad para establecer bien los términos, y
sin que en ella pare mientes porque como digo, — y aquí también
sin extrañeza, de acuerdo con los principios que había proclamado,
pensaba votar el despacho de la comisión en minoría, que se ajusta
a mi doctrina particular, — y esto de particular va por cuenta del
señor diputado Palacios, — y retirarme, porque no creo que la asam­
blea tenía más papel; pero una vez que me veo arrastrado por la
224 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

corriente de la argumentación, y por la atención que me dispensan


mis distinguidos colegas, voy a hacer una pequeña rectificación y
una aclaración después de haber molestado por algunos momentos
a esta asamblea.
La rectificación es ésta: que los señores de la mayoría de la co­
misión sostienen que desde que ha caducado, de acuerdo con el inciso
final del artículo 217 de la constitución, el proceso de la reforma
promovida en 1901, le corresponde a la asamblea el provocar la
convocatoria a nuevas elecciones, porque, dicen — y el argumento
parece a prima facie lógico, — de otra manera quedaría una ley que
no ha sido derogada: la ley de la necesidad de la reforma; quedaría
un plebiscito que en realidad ratifica esta ley, y ese plebiscito y
esa ley alguna aplicación deben tener, porque no van a quedar aquí
inútiles, como tantas leyes que ha dictado la Legislatura. ¿Qué se
hace con eso? Entonces, dicen, lógicamente la asamblea debe iniciar,
es decir, darle propulsión, vapor a la máquina de la reforma.
Pues ahí es donde diferimos. A mi juicio la urgencia de la refor­
ma es manifiesta, y he puesto intencionalmente la palabra urgencia en
mi proyecto.
Esas leves no son permanentes, sino transitorias: como si mañana
se mandara hacer un lago en determinada región y esa región de la
Provincia fuera inundada por el mar y resultara que el lago era
inútil. Quiere decir, entonces, que esa ley no es necesario derogarla
por otra ley; es la misma naturaleza de las cosas que la ha derogado;
porque las leyes pueden ser derogadas, o por el no uso de ellas o
por otra ley que es el trámite general y legal, o sencillamente por
haber desaparecido la causa que la originó.
¿Quién puede decir, como manifesté en el Senado al presentar el
proyecto, que la necesidad de proclamar tales o cuales reformas
sea mañana conveniente?
¿Quién puede augurar el porvenir que aguarda a la provincia de
Buenos Aires, que indudablemente todo senador o diputado ha de
desear sea el más próspero posible, por cuanto hemos venido a esta
asamblea sin vinculaciones y prejuicios políticos y preocupados de
modificar en lo posible las instituciones, por más que muchas veces
no sean las instituciones lo que hay que reformar sino las cosas y los
procedimientos de los hombres?
Pues bien; quiere decir que estas leyes no necesitan revocarse
por otra ley; que el tiempo y las circunstancias pueden cambiar;
y que es conveniente conocer la decisión pública para que realmente
sea la representación real y no ficticia de la población, la población
misma, la que confirme, en cada caso, que es necesario reformar
la constitución en tales y cuales puntos, sobre lo que no hago dis­
cusión y estoy de perfecto acuerdo.
Quiere decir, entonces, que no es esa la solución; sobre todo, los
distinguidos miembros de la Comisión, cuya competencia me com­
plazco en reconocer y creo animada de un espíritu generoso, han
sufrido una pequeña perturbación de criterio jurídico al respecto:
no se han dado cuenta de que la asamblea no tiene tal facultad
para reanudar el trámite previo a la reforma constitucional. No,
señor; esta asamblea tiene un papel determinado dentro de la
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 225

reforma. La legislatura, o sea las dos cámaras — fíjese bien el señor


diputado Vega que digo las dos cámaras — son las que declaran la
necesidad de las reformas. El pueblo la consagra en un plebiscito.
La asamblea se reúne y hace el escrutinio del plebiscito, como lo
hicimos la vez pasada.
Sr. R osende M itre— Y aquí lo de magister.
Sr. W eigel M uñoz— ¿Qué implica el plebiscito? Implica la convo­
catoria de la convención, y la prueba es que el decreto, que leeré si
fuere necesario, dice que habiéndose comprobado que la mayoría
de la población ha votado en favor de la reforma, se convoca a la
elección de convencionales. De modo que es la asamblea la que
hace la convocatoria de la elección.
Hecha la convocatoria — aquí comienzan nuestras dificultades y
aquí es realmente donde hay que plantear el problema para proceder
con todo desapasionamiento, — hecha la convocatoria, transcurren
los tres meses que marca el artículo 217, y los convencionales no
se reúnen.
Se dirá: Es claro, no se han reunido porque tampoco la asamblea
lo ha hecho para verificar el escrutinio; y es natural que no habiendo
escrutinio no hay convención; y no habiendo convención no puede
haber convencionales. Pero es que la declaración final del artículo
217 ha substituido el trámite.
Quiere decir que no solo está subordinado el trámite al juicio de
la Legislatura, al juicio popular, a la deliberación de la asamblea
sobre plebiscito, sino que aún los mismos convencionales, — y puede
ocurrir el caso, — pueden decir: no es necesaria la reforma a pesar
de todo lo que haya dicho la asamblea, la Legislatura, el pueblo; y
no se quieran reunir.
Entonces, ¿en qué queda la reform a?
Entrando a la historia contemporánea y dejándonos de divagar
sobre las regiones jurídicas donde puede haber magister y puede
haber quien no acierte en esas cosas, vamos a entrar en el terreno
práctico: ¿por qué no se ha reunido la convención? ¿P or qué no
se ha hecho el escrutinio? No están aquí todos los que formaban
aquella asamblea, pero hay muchos de ellos que pueden decir que
fué porque juzgaron peligrosa la reforma y encontraron que el medio
de no hacerla era estorbando la reunión.
¿Quién puede asegurar que mañana los convencionales pudieran
también decir: Señor, no queremos tal reforma, y no se reunirán?
Aquí es donde entra el papel de la Legislatura, que han invocado
los miembros de la Comisión en mayoría.
Precisamente es en la Legislatura donde, en realidad, radica la
voluntad representativa de la Provincia.
La Legislatura resolvió por un artículo, que tuve el honor de
iniciar en esa época en el Honorable Senado, establecer una juris­
prudencia que si después de hecho el escrutinio la convención no
se constituyera dentro de tres meses, la asamblea destituiría a los
convencionales y convocaría a nuevas elecciones. Este no es el caso
presente, porque en el caso presente la asamblea no se ha reunido,
no ha hecho el escrutinio; de modo que la única facultad que tiene
— y esa no deriva de la constitución, porque ella lo que le ordena
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — i5
226 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

es hacer el escrutinio — es esperar de, una vez hecho el escrutinio,


y si a los tres meses no se han reunido los convencionales, desti­
tuirlos. Este sería el trámite. Pero el trámite es ahora innecesario,
porque, de acuerdo con lo que yo sostengo y con el principio que he
sostenido siempre, creo y sigo creyendo — a pesar de los bien pre­
sentados argumentos de la Comisión — que ha caducado el proceso
y que hay que iniciarlo de nuevo. No me opongo a que se inicie;
es precisamente uno de los factores que más contribuiría a que se le
dé término, pero, como dije en el Honorable Senado, cuidemos mucho
del procedimiento en materia de reforma constitucional.
Leyes podemos hacerlas como nos dé la gana, despreocupados,
interesados, apasionados, pues tiempo hay después para modificar
o revocar esas leyes; pero es necesario pensar que una constitución
es un organismo permanente, que lo que hoy es bueno para una
fracción política o para determinados elementos, puede ser malo
mañana para toda la sociedad y que no habría medios sino violentos
y que a todo el mundo repugnan para destruir leyes tan vitales
como son las leyes constitucionales.
Pido disculpa, señor Presidente, a la Honorable Asamblea, de que
vaya un poco más allá de lo que había pensado ir.
Debo prevenir que estas teorías no son nuevas en mí; las he
sostenido toda la vida y en todos los terrenos, de acuerdo con lec­
ciones que han quedado perdurablemente impresas, de mi distinguido
maestro Estrada, quien nos decía: «fíjense en todas las trabas que
la constitución Nacional nos ha puesto para que se haga la reforma
de la constitución». ¿Por qué? Porque lo que necesitamos nosotros,
pueblo nuevo, son leyes y habituarnos a practicarlas, pero no refor­
marlas a cada paso: nos falta el common law de los ingleses: el
elemento estable; y si no tenemos el elemento estable, si no resguar­
damos lo único que sirve a las instituciones, ¿a dónde iría a parar
la nacionalidad argentina?
He mencionado, en otra ocasión, señor Presidente, lo que ha ocu­
rrido con la reforma constitucional, y en ese caso siempre he sos­
tenido que la reforma debe ser siempre limitada; ha sido la teoría
de toda mi vida y he creído que la constitución debe reducirse a
limitadas reformas. Este principie triunfó precisamente antes del
año 1897, cuando se trató por un proyecto del doctor Ayarragaray,
que quería echar abajo las tres cuartas partes de la constitución
nacional, para ponerla de acuerdo con sus teorías.
En ese caso todos los partidos se alarmaron; toda la República se
sobresaltó, y felizmente hubo espíritu sereno en aquel Congreso que,
dándose cuenta del peligro, redujo a tres las reformas constitucio­
nales: la relativa a la distribución electoral para impedir que se
formaran cámaras de trescientos o cuatrocientos miembros; la rela­
tiva a puertos francos que la convención declaró innecesaria, y la
reforma relativa al aumento de los miembros del Poder Ejecutivo.
A esos puntos se redujo la reforma por el temor de todos; y
aquí viene bien, señor Presidente, este razonamiento; se enlaza sobre
todo cuando se cuenta con la benevolencia del auditorio, un recuerdo
que va a echar por tierra con un argumento de la Comisión respecto
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 227

al papel que tienen las juntas escrutadoras en las convenciones re­


formadoras.
Sostengo y he sostenido, no con la autoridad del maestro, sino
fundándome en analogías y precedentes, que la asamblea no es sino
una junta escrutadora, y como tal su papel se limita al de toda
junta: ver las apariencias de legalidad y entregar los títu lo s ...
S r. R osende M itre— Si me permite, voy a recordarle una cita al
respecto del señor Senador, en que me parece que está en des­
acuerdo con lo que acaba de decir ahora. Era en una asamblea, y
recuerdo que lo acompañé con mi voto, porque teníamos la misma
manera de pensar. Recuerdo que decía que «la asamblea, cuando
hace escrutinio, hace operación de escrutar y no de escruchar, es
decir, que en realidad revisa todo, investiga el fondo y la forma
de las actas que vienen a su consideración».
«Por consiguiente, no puede aceptar como válidos, registros en los
cuales, según los antecedentes», etc., etc.
Esas palabras decía el señor Senador.
S r. W eigel M uñoz— Entre tanto paso a ocuparme de este asunto.
Las convenciones tienen que tener su tipo de convención, y sobre
todo las convenciones reformadoras de la constitución tienen que
tomar por modelo las convenciones reformadoras de la constitución
nacional.
No hay cláusulas expresas de la constitución Nacional que digan
en qué forma se hacen los escrutinios de la elección de convencio­
nales. Por que es una curiosidad: todas las constituciones nuestras
se han preocupado mucho de cómo se elige el presidente y de cómo
se elige el gobernador; han entrado hasta en detalles reglamenta­
rios; pero tratándose nada menos que de la reforma de la cons­
titución, las constituciones — perdóneseme, a pesar del respeto que
merecen los autores — están plagadas de desatinos.
El año 1897 se convocó una convención nacional. La provincia de
Buenos Aires hizo una elección que por no tener el número suficiente
de actas no fué tomada en consideración. Reunida la convención, se
creyó, y supongo que sería por razones de orden político y moral,
que era lastimoso que la provincia de Buenos Aires no estuviera
representada en una convención reformadora.
Se consiguió obtener el número casi exacto de los registros indis­
pensables, y como no se había hecho escrutinio, esos registros no sí
habían remitido a la convención. Esta resolvió pedir los registros,
se abocó su conocimiento, y declaró que tenía el derecho de hacer
el escrutinio y conocer de él, porque era el único juez, como autoridad
soberana, para reformar la carta constitucional, el único juez, no
sólo de la elección de sus miembros, sino de juzgar los escrutinios de
todas las asambleas anteriores.
Y aquí viene un recuerdo que conviene hacerlo presente en este
instante, porque es de oportunidad.
Entre I03 convencionales electos figuraba el que habla y, antes de
prestar juramento, por no haber concurrido el día designado, en el
intervalo otro convencional, un distinguido publicista, director de
un diario de la Capital Federal, presentó su renuncia diciendo que
228 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

él no reconocía como válida la elección que no había pasado por el


trámite del escrutinio, indispensable para poder ser convencional.
El cargo era un poco fuerte, sobre todo para los convencionales
que representaban a la provincia de Buenos Aires, entre los cuales
se encontraban, aparte de algunos insignificantes, como el que habla,
personalidades como los doctores Bermejo, José María Gutiérrez y
Manuel Quintana.
En ese caso, ante esa nota, me creí en el deber de tomar la palabra
y de sostener, de acuerdo con mis teorías. . .
S r. R osende M itre— Del momento.
Sr. W eigel M uñoz— Era en la elección de uno de los gobernado­
res anteriores.
Sr. R osende Mitre— Las teorías del momento, en ese caso.
Sr. P alacios— Lo que demuestra que es un poco veleidoso el señor
Senador.
Sr. W eigel M uñoz— No ; ya verá que los veleidosos son los hechos.
S r. R osende Mitre— Probarán que el señor Senador ha apren­
dido, y que por eso ha cambiado de opinión.
S r. W eigel M uñoz— Demostraré, en esa ocasión, que la conven­
ción, en realidad, tenía la autoridad suprema para juzgar, no solamen­
te las elecciones escrutadas, sino aún de aquellas que no lo habían sido,
porque era juez exclusivo de la elección de sus miembros, sin per­
juicio de la autoridad secundaria que tienen las juntas escrutadoras.
La asamblea, por unanimidad, aceptó esta doctrina y debe decirlo
— no como un elogio para mí, porque el elogio me repugna, sino
como un aliciente, como un medio de estímulo para aquella doctrina
que sostuve — fui felicitado precisamente por las personalidades que
acabo de nombrar y por la mayoría de los miembros de la convención.
Paso ahora a ocuparme rápidamente — porque con esto quiero
dejar aclarado que la asamblea, aun en el caso de hacer el escrutinio,
no tiene sino facultades secundarias, no puede entrar realmente al
juicio definitivo de las elecciones — paso, decía, a la cuestión que
se acaba de indicar.
Es cierto, — no soy hipócrita — puedo haber incurrido en incon­
gruencias, dada nuestra accidentada vida política, sobre todo en la
Provincia; y lo que más extraña es que la mayoría de la Comisión
haga ahora tantos repulgos acerca de la validez de las actas sometidas
a su discusión, en lo que no la guían intereses personales y a la que
supongo perfectamente sincera; pero debo prevenir que siempre que
he sostenido una teoría la he eslabonado con los antecedentes de
las teorías anteriores.
Cuando se trató de las elecciones del 98, sostuve en esa asamblea
con mi palabra — así como en artículos que circularon bajo mi
firma — que no habiendo protestas, la asamblea constituyente sólo
tenía el derecho de examinar las exterioridades o las apariencias
legales de las actas, y, sin entrar a juzgar en definitiva, cuando se
presentaban actas dobles y protestadas.
En el caso del 98 había actas dobles en la mayoría de los partidos
de la Provincia, porque se había hecho elecciones dobles; había
protestas de todo género, y era natural que entre dos o tres actas
que se encontraban sometidas a la consideración de la asamblea,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 223

había que optar por una. Fuá en ese caso que manifesté que no se
podía entrar a examinar si eran o no válidos los padrones, y pedí
que el examen se circunscribiese únicamente a las exterioridades
legales, entre ellas, la firma de los escrutadores, etc.
Esto fué en el año de 1898, y a consecuencia de no haberse acep­
tado esa doctrina, tanto el que habla como sus correligionarios polí­
ticos, se vieron obligados a tomar un vapor e irse a tierra extranjera
con el objeto de dejar sin quorum a la asamblea.
Y en 1902, el caso era distinto. Entonces se querían pasar actas
con exterioridades manifiestamente falsas; y se querían pasar bajo
el pretexto de la teoría que yo había sentado en 1898; es decir, que
trataban de cubrir un contrabando de guerra con la bandera que yo
había levantado en otra época.
Fué, entonces, que protesté, exclamando: ¡ A dónde vamos a parar!
Se presentaba una acta, y se decía: Tal escrutador ha muerto; no
puede haber firmado, porque está aquí la partida de defunción. La
Asamblea no tiene derecho de intervenir en eso, se d ijo : Pero ¿cómo
no vamos a intervenir? Tenemos el derecho de examinar todo lo que
se refiere a las exterioridades, sobre todo en caso de duda o de
comicios dobles.
Pero todas estas aparentes contradicciones no tienen nada que
ver con este caso, porque se trata de elecciones que nadie ha impug­
nado. contra las que no hay protestas.
Sr . Oliver E.— Considero, señor Presidente, que la resolución
aconsejada por la mayoría de la Comisión ad hoc es perfectamente
inconstitucional.
Creo quo los artículos de la constitución nó admiten interpreta­
ción. Las reglas de la hermenéutica se emplean en los casos obscuros,
en los casos dudosos; en los casos claros se lee y se aplica el texto.
El artículo 217 de la constitución no voy a estudiarlo nuevamente
después de la lucida exposición que acaba de hacer el doctor Weigel,
y en cuanto al inciso 6" del artículo 109, en mi pobre opinión, es
muy terminante también.
Creo que si se adopta la resolución aconsejada por la mayoría de
la Comisión, correremos un verdadero peligro: puede producirse un
verdadero conflicto para las instituciones de la Provincia: podemos
llegar hasta la intervención del poder Nacional que vendría a resta­
blecer el funcionamiento legítimo de esas instituciones.
Bastaría, en mi opinión, que una minoría de esta Honorable
Asamblea solicitase la intervención para que ella viniera, pues ya
tenemos antecedentes dentro de la misma provincia de Buenos Aires
para poder hacer esa solicitud al gobierno de la Nación.
Creo también, que cualquiera de los ciudadanos cuyo nombre
figura en la lista de convencionales que la Comisión quiere anular,
tendría el derecho de ir a la Suprema Corte de la Provincia, diciendo
que se les quita un derecho, porque no se ha hecho el escrutinio de
la elección; que no habiéndose hecho ese escrutinio no puede anu­
larse; y seguramente la Suprema Corte tendría que tomar en cuenta
el derecho invocado y tendríamos entonces que se haría una elección
de convencionales que llevaría el pecado original de su inconsti-
tucionalidad.
2C0 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

S r. LÓPEZ Cabanillas— Lo que sería un pecado mortal.


S r. Oliver E.— Yo me pregunto, señor Presidente, si es posible
que haya quien piense que una convención que va a hacer una cons­
titución, sea el fruto de una insconstitucionalidad. Planteada la
cuestión, creo que no se puede tener dos opiniones al respecto. O
el plebiscito ha caducado, y para eso hago mías las palabras del
señor senador Weigel Muñoz, y entonces tenemos que la elección
nuevamente debe hacerse en igual condición o tenemos que han ca­
ducado las dos cosas.
La Honorable Asamblea no podrá sin ultrapasar las funciones
que la constitución le confiere decretar la nulidad de la elección, y,
no podrá hacerlo, a pesar de las razones que aparentemente la Co­
misión ha dado en su vasto informe, porque, repito, el artículo cons­
titucional hace de esta asamblea escrutadora, y por consecuencia
quien puede dar su juicio sobre la elección es la convención misma.
Estas son las razones que tengo para estar en desacuerdo con el
despacho de la mayoría de la Comisión, y como quiero dejar con*
signado mi voto, hago moción en el sentido de que la votación sea
nominal.
Sr . E chagüe— Pido la palabra.
Como firmante del despacho de la Comisión, voy a defender muy
rápidamente las conclusiones a que en él se ha llegado; he de ser
breve, para no cansar a esta Honorable Asamblea y porque en
realidad de conciemcia creo que no se ha aducido por los impugnado­
res ningún argumento decisivo, y aun podría decir, ningún argumento
en contra.
El doctor Weigel Muñoz, con la alta autoridad que siempre in­
viste, se extrañaba de que en ese despacho se hubiera citado sus
palabras. No puede extrañarse el doctor Weigel Muñoz, de que se
tomen los conceptos que haya vertido, como una autoridad, puesto
que pertenece a esa clase de hombres a los cuales uno se complaoe
en dar el título de maestro, aunque no haya tenido el honor de ser
su discípulo.
Pretendiendo desvirtuar parte de la eficacia de ese proyecto, y
refiriéndose a las citas de constitucionalistas en que la Comisión ha
basado su informe, decía el señor Senador que esas citas no son
exactas, o mejor dicho, que siendo exactas, no son pertinentes a la
cuestión en debate. Pero el doctor Weigel Muñoz, padece indudable­
mente un grave error, pues las citas de Jameson, hechas por la Co­
misión, son perfectamente adaptables al caso.
Jameson se refiere, a esta parte de su obra, a las convenciones
constituyentes y a las asambleas que las preparan, y entonces no se
puede traer una cita más justa que ésta para ilustrar el criterio de la
Honorable Asamblea.
Respecto a las facultades que pueda tener la convención y respec­
to a las facultades de la asamblea, quiero, pues, que conste que estas
citas no han sido traídas caprichosamente, sino que son perfecta­
mente ajustables al caso. Y no debe extrañarse él doctor Weigel
Muñoz, que tan benévolamente y talvez en forma algo sarcástica,
nos llamó constitucionalistas distinguidos...
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

Sr. W eigel M uñoz— Puedo asegurar al señor Diputado que no héj -


empleado sarcasmos.
Sr. E chag ÜE— Estaré equivocado; y si al señor Senador le mo-'
lesta, retiro ese concepto, sustituyéndolo por el de irónico, que es
más justo, pues indudablemente hubo ironía en sus palabras.
Decía que no ha debido extrañarle que la Comisión creyese nece­
sario ir a buscar argumentos en altas autoridades de la materia,
en primer lugar, porque es de práctica, y, en segundo lugar, porque
la Comisión nunca podía estar en esta discusión mejor acompañada
que cuando encuentra el apoyo de una autoridad tan eminente como
la citada y esta autoridad debía citarla como muchas otras, para
destruir de antemano la réplica que ya se esperaba del distinguido
senador Weigel Muñoz.
Ahora, entrando en materia, debo decir que no voy a refutar,
sino en una pequeña parte, la exposición del doctor W eigel; pues que,
salvo lo que se refiere a la disertación que hizo alrededor de la
caducidad del plebiscito, lo demás de su discurso ha sido sólo un
hábil juego malabar de palabras, hecho con toda la brillantez de
su talento; y si en el fondo, leyéndolo con cuidado, — lo que no es
posible ahora, — pudiéramos encontrar argumentos, no sé hasta qué
punto habían de tomarse en cuenta, ya que el mismo doctor Weigel
Muñoz ha confesado, hace un momento, que cambia de opinión con
frecuencia, pensando hoy de manera diversa a sus opiniones de ayer.
Sr. W eigel M uñoz— No es cierto eso, señor Diputado. He dicho
que los hechos son distintos y que no puedo tener la misma opinión,
tratándose de hechos distintos.
Sr . E chagüe — Me parecía que había declarado que tenía opinio­
nes distintas.
Sr. W eigel M uñoz— Repito que eso no es exacto.
Sr . E chagüe — Creía que había dicho que esos cambios de opi­
niones, obedecían a las enseñanzas de la vida p rá ctica ...
Sr . W eigel M uñoz— No es exacto.
Sr. E chagüe — Voy, pues, a contestar la refutación que hizo al
respecto a la primera parte, sosteniendo que, caducada la elección,
debía también caducar el plebiscito celebrado, por el cual se resolvió
la reforma de la constitución.
Las conclusiones a que llega la Comisión, son totalmente distintas.
La Comisión, al iniciar su trabajo, encontró netamente planteadas
dos cuestiones. ¿Cuál es la facultad de la asamblea con respecto a
los actos que se someten a su dictamen? Dentro de estas facultades,
y dado que ella pudiera entrar a considerarlos con toda amplitud,
¿debe proceder a considerar las elecciones o debe desestimarlas,
declarándolas fenecidas con el transcurso del tiempo?
A esta cuestión respondía terminantemente, y a su respecto no se
discute, porque todos estamos conform es; pero es muy distinto en
lo que se refiere al plebiscito. En el caso de la convención y de los
convencionales, nos encontramos con un acto a medio hacer.
En virtud de una resolución de la asamblea, se había citado a elec­
ciones de convencionales; se votó en la Provincia, pero estas elec­
ciones, desde hace dos años largos, habían quedado sin considerarse,
y como la convención debía reunirse a fecha fija, de acuerdo con los
2 32 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

términos de la convocatoria, habiendo pasado dos años largos desde


la fecha en que esa convención debía reunirse, la comisión, lógica­
mente, se dijo que debíamos dar la elección por no hecha, por
caducada, por fenecida.
En este caso, como se trata de un acto que no emana sino de una
resolución de la asamblea, entra en nuestra facultad declarar que
esta convención ha caducado y que ha caducado también la elección
de convencionales, que se efectuó, y respecto de la cual no se ha
hecho aún el escrutinio; pero en lo que se refiere al plebiscito, el caso
es completamente distinto.
El plebiscito procede de una ley de la Honorable Legislatura, quien
una vez decretada la necesidad de la reforma de la constitución,
mandó citar a toda la Provincia, para que se pronunciara con res­
pecto a esta necesidad.
La Provincia, en la elección respectiva, manifestó su asentimiento
a la iniciativa de la Legislatura, votando en el sentido de que la
constitución debía ser reformada.
La asamblea se reúne y hace el escrutinio de este plebiscito, y
dice: de acuerdo con la votación practicada, resulta que la mayoría
se ha pronunciado por la reforma de la constitución.
Ahora bien, siendo esto así, quiere decir que el acto está perfec­
tamente concluido. Emanando de una ley y siendo un acto perfecta­
mente concluido, ¿por qué la asamblea, que no tiene ya nada que ver
con él, lo declararía caduco e ineficaz?
En primer lugar, esta asamblea no tiene por qué entrar a con­
siderar ese plebiscito, que ya fué considerado por la asamblea
anterior, a la cual correspondía y que fué la que hizo el escrutinio, y,
por con-iguiente, esta nueva asamblea no tiene por qué rever aquel
acto.
Por otra parte, como lo hice notar antes, el plebiscito se hizo en
virtud de una ley, y las leyes no se derogan — según las prescrip­
ciones terminantes del derecho — sino por medio de otras leyes.
El no uso no puede derogarlas, y aunque asi lo admitiéramos en
ningún caso podría invocarse el no uso contra este plebiscito, desde
que su retardo en la ejecución no es sino de dos años, plazo excesi­
vamente corto para dar por derogada una ley por el no uso.
Pero aun hay razones de otro orden, señor Presidente.
Es claro que en el primer caso cuando se trataba de considerar
la citación de la convención y la elección de sus convencionales, era
necesario declarar todo esto caduco.
Si hubiéramos de llevar adelante el procedimiento y hacer el es­
crutinio, una vez hecho esto y designadas las personas que habian
de formar la convención, en dos o tres años de plazo podríamos
fácilmente encontrarnos con que las personas designadas o habían
muerto, o vivían fuera de la Provincia, o por razones de índole
distinta no estaban ya en condiciones de formar parte de la
convención.
Sr. N iño — ¿Y por qué no supone el señor Diputado que,
transcurridos dos o tres años no pueda haber cambiado la opinión
del pueblo de la Provincia al respecto?
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 233

S r. E chagüe — Tenga un poco de paciencia el señor Senador. Ya


voy a complacerlo.
Como decía, señor Presidente, tratándose de personas, es posible
que éstas desaparezcan en plazo corto, pero en el caso del plebiscito,
no son ya personas las que están en tela de juicio, son ideas. De lo
que se trata, lo que se busca es s^ber si la carta fundamental del
Estado debe ser o no reformada.
A la reforma de una ley basilar, como es una constitución, no se
llega sino después de muchos años de experiencia, cuando su ejercicio
concienzudo y constante ha revelado palmariamente la necesidad im­
periosa de hacerlo. Para ello es preciso que hayan trascurrido 20 o
30 años de práctica de la constitución, como nuestros precedentes
lo confirman.
Ahora bien: ¿es posible suponer que lo que hace dos años se
pensó que era no sólo necesario y conveniente sino indispensable,
ahora ya no lo sea?
Yo creo que tal conjetura es inverosímil; dos años pueden ser
un largo plazo para las personas, pero son un día para las ideas.
El señor senador Weigel Muñoz, en forma un tanto irónica, ha
manifestado que la Comisión, animada de un espíritu benévolo, se
ha apresurado a facilitar la solución a la cuestión en debate; es
fácil comprender cuál es ese espíritu benévolo a que el señor Senador
se refiere; pero yo, a mi vez, devolviéndole la oración por pasiva,
podría decirle que sabemos que el señor Senador, animado de un
espíritu malévolo, ese espíritu irónico y de combativilidad que le
caracteriza, se opone a las conclusiones legales y pertinentes a que
la Comisión ha arribado por el mero placer de hacer oposición, y
para no desperdiciar la ocasión que se le presenta de añadir una
púa más, a las muchas que lleva puestas en su larga y brillante
carrera p olítica ...
Paso, ahora, señor Presidente, a contestar brevemente las obser­
vaciones formuladas por el señor senador Oliver, aun cuando ellas no
se refieren propiamente al despacho de la Comisión.
El señor Senador no hace argumentos, hace afirmaciones, y afir­
mar no es argumentar. Pero dijo también que, a seguirse el tem­
peramento aconsejado por la Comisión, nos expondríamos a que la
autoridad nacional interviniera en la Provincia.
Fuera sin duda muy deplorable que tal cosa sucediera, y lamento
que ello pueda insinuarse como una amenaza por un Senador, en
este recinto; pero, en todo caso, no sería esa una razón para que la
Comisión, desnaturalizando sus ideas arraigadas, viniese a aconsejar
a esta asamblea algo que contrariase sus íntimas convicciones.
Y, en lo que a mí me respecta, — porque en este caso no puedo
hablar sino a nombre propio, — debo declarar que no he trepidado en
subscribir el despacho de la mayoría, por que estoy plenamente per­
suadido de que legalmente no es posible seguir otro temperamento
más acertado, más legal ni prudente que el que, después de madura
reflexión, hemos aconsejado a la asamblea.

S r . V ega— P ido la palabra.


Debo empezar, señor Presidente, por pedir, a mi vez, excusa
por el tiempo que distraeré la atención de la Honorable Asamblea,
234 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

lamentando que las responsabilidades que el momento politico im­


pone, me obliguen a contrariar la moción que acabo de oír, en el
sentido de cerrar el debate. Pero son tan especiales las circunstancias
del momento a que asistimos, que bien puedo llamar histórico en los
anales de la provincia de Buenos Aires, que sentiría substraerme a
participar en la brillante discusión que acaba de tener lugar en este
recinto, no contribuyendo con algunos antecedentes, con argumentos
que estimo de eficacia, a la sanción del despacho de la mayoría de la
comisión; o siquiera, cumpliendo la obligación en que estoy de fijar
la posición que he asumido al poner mi firma al pie de ese despacho,
con la convicción, como decía el señor diputado Echagüe, de que doy
cumplimiento a un sencillo deber de civismo, hago honor a la banca
que ocupo, y tengo en cuenta, como primera inspiración del patrio­
tismo, el desenvolvimiento civilizador de las instituciones de la
Provincia.
Discutir la procedencia de la convocatoria que autoriza el despa­
cho de la mayoría, de que se ha dado lectura, importa una verdadera
redundancia, después de los argumentos expuestos, in extenso, en el
despacho y corroborados por la impecable exposición científica, por
la minuciosa relación de antecedentes que ha hecho mi distinguido
colega el diputado Echagüe, es robar a la Honorable Asamblea uri
tiempo realmente precioso, y pienso entonces que bien vale la pena
arrancar este debate de la zona ordinaria para trasladarlo al sitio
en que deben encararlo los hijos de este pedazo de tierra argentina,
que se interesan de veras por el progreso, por el desenvolvimiento
ordenado y culto de las instituciones que rigen nuestra vida de­
mocrática.
Alberdi, me parece, estudiando la aptitud de los hombres públicos,
establece en esa concisión y esa claridad de vistas, que todos admi­
ramos, una distinción fundamental entre el hombre de principios, el
filósofo que se cierne en las regiones abstractas de la3 nociones
primeras, y el político, y dice; el filósofo tiene en cuenta solamente
los principios, olvidando muchas veces la acción de los hechos; y
el político, sin perder de vista los principios, se siente arrastrado por
la corriente impetuosa de aquellos y la presión de las circunstancias.
Este es el caso que nos encontramos, los legisladores de Buenos
Aires, frente a este proyecto de convocar a nuevas elecciones de
convencionales al pueblo del Estado. Podrán discutir los teorizadores,
podrán poner en tela de juicio los tratadistas, los autores que el señor
senador Weigel Muñoz nos recordaba en su exposición de hace un
momento, si sería oportuno o no, interpretar la constitución con
arreglo a los estrictos principios de la filosofía política; pero los
que hacemos política activa, los que estamos tocando de cerca los
inconvenientes de este cuerpo de leyes fundamentales que nos hemos
dado; los que sentimos la presión de estas cortapisas constitucionales
que no nos permiten elevar el vuelo, por decir así, obligándonos a
mantenernos en una esfera limitada de acción, porque tenemos un
respeto místico por nuestra carta fundamental, como si no fuera
posible discutirla — obra al fin de los hombres y llena de errores
perfectamente subsanables, aun cuando las inspiraciones del patrio­
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 235

tismo más sano, hayan dictado las cláusulas que los comprende —
no debemos rehuir su varonil examen. — ( Muy bien!)
Recuerdo a este propósito, una brillante disertación del actual
Ministro del Interior. Cuando fundó en la Cámara de Diputados
de la Nación, el proyecto de ley electoral, decía, haciendo una de esas
figuras literarias que le han dado fama en el mundo de las letras,
sin perjuicio de ir saturadas de profundo espíritu político, que es
justo reconocerle, que las nociones constitucionales de un pueblo,
pueden compararse a los grandes camalotes que suavemente arras­
tran las corrientes del Paraná, de vegetación exuberante, que en
apariencia marchan a merced de las ondas pasajeras, pero cuyas
raíces llegan al limo que los alimenta, que, en nuestro caso, es la
esencia de la nacionalidad argentina!
Y aquí, amparando la insuficiencia de mi palabra, escudando la
insignificancia de mi opinión, con esa opinión que es verdaderamente
autorizada, puedo decir que la constitución de Euenos Aires, que va
a ser reformada, recordando una frase de Jameson, no va a excitar,
no va a despertar siquiera el temor de que pueda ser atacada como
institución fundamental de un estado federal de la República, por­
que no habría porteño, no habría argentino capaz de llevar al cuerpo
de nuestras leyes madres, pasiones mezquinas. Tampoco quien se
atreva a encontrar el más leve vestigio, en los artículos de nuestra
carta fundamental, de ningún propósito pequeño, ni rastrero, por­
que hay que hacer honor a la nacionalidad, hay que tener en cuenta
que, cuando los convencionales se reúnen en congreso para sancionar
la ley sustantiva que rige las actividades de la vida institucional y
política de la Nación, se inspiran en los grandes ejemplos del pasado,
en los altos ideales del bien y del progreso, para esta tierra feliz,
lo que no es posible olvidar, si se quiere ser digno de los proceres
que nos han dado patria con honor, que nos han dado historia! —
(¡M uy bien !).
Yo no sé si es mucho coraje aludir también a Wilson, pensador
norteamericano, cuando decía que en un congreso es más fácil en­
contrar quien quiera disfrazar sus opiniones que confesarlas a luz
del día, cuando a eso llevan, sobre todo, las contingencias de la vida
política y la defensa de los eminentes intereses generales.
Hay que tener ese valor.
Si alguna obscuridad presenta, que para mí no la tiene, el artículo
217 de la constitución, cuando habla de que esta Honorable Asamblea
sólo tiene facultad para hacer el escrutinio, esa duda debe resolverse
por lo más favorable. Y ¿qué sería lo más favorable en este caso?
¿someter a nuevas alternativas eleccionarias el prestigio de la refor­
ma de la constitución, cuyos errores no pueden llegar a subsanarse
cuanto antes, por estas trabas de pequeños detalles?
Empalmar la elección de convencionales con la de senadores y
diputados, en marzo del año que viene, cuando estaremos a punto de
tratar otros problemas que afectan hondamente el orden político del
Estado, importa, quizá hacer fracasar éste, que es el pensamiento
dominante de nuestro espíritu, el deseo más legítimo de nuestros
corazones; pues que así lo hemos declarado todos, sin distinción de
partidos: la reforma de la constitución de manera que se asegure
236 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

para «1 porvenir el desenvolvimiento tranquilo y próspero de los


pueblos cuyos intereses estamos encargados de vigilar y de cuidar.—
{¡Muy bien!).
El procedimiento que va a seguirse, es correcto, señor Presidente.
Hemos aguardado algo, decía el señor senador Weigel Muñoz,
hemos pasado ya dos estaciones del proyecto; pero esa ley, que está
vigente, porque no ha sido derogada — ya que por nuestro derecho
común las leyes no se derogan por el no uso, deben ser expresamente
derogadas por otras leye3 o haberse cumplido el fin para que fueron
dictadas — esa ley, digo, es una verdadera locomotora que va sin
destino, que tiene vía libre y no se sabe a qué término va a llegar,
porque nuestras instituciones, ante todo, — y siguiendo la interpre­
tación del señor senador Weigel Muñoz, — nos atarían las manos
para que podamos fijar su rumbo definitivo.
Se declara aprobado el plebiscito y nula la elección de convencio­
nales, porque ha transcurrido, con exceso, el término de tres meses,
que fué fijado para que la convención se reuniese.
Está latente el espíritu de la ley de 1901, porque no se ha pro­
ducido hecho alguno que haya modificado en lo mínimo las necesida­
des que obligaron a la Legislatura a dictar esa ley que está en
vigencia; y me llama seriamente la atención, que miembros distin­
guidos de una fracción política que en su tiempo preconizaron la
necesidad imperiosa, imprescindible de la reforma de la constitución,
sostengan ahora teorías adversas con el sólo pretexto de una inter­
pretación gramatical, amparados en el alcance de un verbo, señores,
como si fuera posible sujetar a un padrón estrictamente material,
el espíritu amplio, el espíritu generoso, de verdadera civilización
que ha de hacer fecundas nuestras instituciones, si consultamos
siempre, y ante todo, lo que nos da representación, lo que nos da
autoridad para sentarnos en este recinto: la felicidad del pueblo de
la provincia de Buenos Aires.
Ha demostrado el señor diputado Echagüe, y lo dice en su infor­
me la mayoría de la Comisión, que la asamblea ha tenido, por leyes
especiales, la facultad de destituir a los convencionales elegidos des­
pués de hecho el escrutinio. Si se admite que una asamblea tiene
facultad de destituir, cuando ya está producido el escrutinio y consa­
grado un convencional, ¿puede negarse que la misma asamblea tenga
facultad también para rehusarse a hacer aquel pronunciamiento que
consagre tal convencional a un ciudadano? Este pronunciamiento de
la asamblea es lo que le da vida a la convención; afirmar lo contrario,
es hacer, como decía mi distinguido colega, el señor Echagüe, un
juego malabar de palabras; y es imposible, aunque se les someta a
un verdadero tormento, recoger una partículc de substancia de esos
discursos, muy brillantes en la forma, pero que en el fondo no con­
tienen nada; son pura hojarasca que no conducen a resultado prác­
tico alguno.
Se cita la opinión de Estrada en pro de la índole permanente de
las cartas fundamentales, sosteniendo que es verdaderamente peli­
groso tocarlas, someterlas a estos vaivenes de las pasiones políticas,
tan vehementes en nuestro país; y respetando, como el primero, la
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 237

opinión del eminente maestro, yo podría contestar con la del tra­


tadista Hinsdale, citado por el ministro González, que ha dicho:
«Las constituciones prácticas (él dice las constituciones que vi­
ven), aun cuando estén en forma escrita, son siempre, en gran parte,
un organismo creciente. Totalmente,- o en una vasta medida, los ele­
mentos que los componen son el resultado de la historia. Ellas no pue­
den ser escritas en el lenguaje invulnerable de las ciencias fijas».
«La sociedad cambia, y las constituciones deben cambiar con ellas
o ser excluidas de la práctica. La constitución que vive, jamás es
exactamente la misma que la impresa en el libro. Este crecimiento
que consiste en la adaptación de las antiguas formas a las nuevas
condiciones, se realiza por medio del proceso de la interpretación
constitucional donde quiera que sus disposiciones son aplicadas a
los hechos de la vida social».
Yo podría, entonces, contraponer a la opinión del publicista ar­
gentino, esta del emineífte publicista inglés.
Esta constitución de la Provincia, si es un cuerpo pequeño, es un
cuerpo que debe crecer, porque de ahí arrancará su eficacia, para
que nutra sus entrañas, para que vivifique sus arterias en el corazón
de todos nosotros, que tenemos palpitaciones íntimas por este pedazo
de tierra, y estamos obligados, especialmente los que nos sentamos
aquí, a ser dignos de este recinto. ( Muy b ien !).
Yo tengo, por ahora, la felicidad de no tener que modificar opi­
niones anteriores.
El señor senador Weigel Muñoz, que ha impugnado brillantemente
el proyecto de la mayoría de la Comisión, no ha vacilado en declarar
que en el espacio de cuatro años ha cambiado varias veces de
opinión. Es tan evidente, que no voy a insistir sobre este detalle,
limitándose a traer a la discusión la opinión de un distinguido
miembro del partido republicano que tiene tan inteligentes repre­
sentantes en la Cámara de Diputados y en el Senado de la Provincia,
el doctor Sojo, cuando, tratando de las facultades de la asamblea,
decía en un breve párrafo que me voy a permitir leer: «Hacer un
escrutinio, — según la definición del diccionario de la Academia, —
es hacer el examen y averiguación exacta y diligente que se hace de
una cosa para saber lo que es y formar juicio de ella».
Así es como se discute, con lealtad, que me complazco en recono­
cerla también en los distinguidos impugnadores del informe de la
mayoría, pero a quienes puedo reprochar su falta de memoria o su
falta de exactitud en las citas.
La Comisión cuya mayoría represento en este momento, no ha
declarado nulo el escrutinio, no ha declarado nulo el plebiscito; de­
clara simplemente que es ineficaz, — usando el término de la doc­
trina americana — ineficaz, no tiene eficacia, no tiene efecto; como
acto jurídico valdrá en principio; pero no tendrá resultados, si una
resolución de la asamblea no lo pusiere en ejercicio, trasladando a
la vida real de los efectos, la consagración que la doctrina jurídica
encierra.
Nos decía el señor senador Weigel Muñoz, hace un momento, que
a pesar de la inteligencia y erudición de los que fueron convencio­
nales, se encuentran hasta desatinos, (salvando los respetos debidos),
238 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

en la constitución que nos rige; y ante esa declaración, yo no sé qué


admirar más: si la tranquilidad de espíritu con que un miembro de
la Legislatura que se encuentra en presencia del medio fácil y cómodo
para corregir los desatinos, acepta su vigencia; o la facilidad tam­
bién con que se procura la permanencia de estos desatinos, oponiendo
un dique a esta corriente reformista, que forma, hoy por hoy, algo
incontenible en la vida política de la Provincia.
El proyecto presentado hace pocos días por varios señores sena­
dores, apoyando la reforma de la constitución, nos indica que entre
nosotros no hay reformistas ni anti-reformistas; todos estamos de
acuerdo en principio, y lo único que se discute es la oportunidad y
el modo de poner en vigencia a la ley que ha de dar vida a la conven­
ción reformadora. De consiguiente, toda la discusión, toda esta des-
inteligencia aparente, se funda .sobre un sólo punto que es bien
pequeño: la interpretación del alcance de un verbo que emplea el
artículo 217, para saber si tenemos razón los'que queremos, teniendo,
como he dicho hace un momento, el valor de nuestras opiniones,
reformar la constitución, facilitando su enmienda, o si la tienen los
que creen encontrar en este verbo una valla insalvable para sus es­
crúpulos constitucionales.
Voy a terminar rogando nuevamente a la Honorable Asamblea se
sirva excusar si he ocupado su atención más tiempo del que deseara
hablando a nombre de la Comisión que ha formulado el despacho;
si se ha dado sanción a ese dictamen, ha sido con el convencimiento
profundo de que hacemos bien, y que si hay errores, podremos
decir, como el gran tribuno: «No habremos quizá respetado el texto
de las leyes, pero habremos salvado la república».
He terminado.— (Aplausos).
— Se vota nominalmente el de;-pacho de la Comisión
con el siguiente, resultado: SO votos por la afirmativa y
9 por la negativa.

RESOLUCION DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA CONVOCANDO


NUEVA CONVENCION CONSTITUYENTE

La Plata, septiembre 14 de 1904.


La Asamblea Legislativa —
CONSIDERANDO:

1' Que en vista del tiempo transcurrido desde el vencimiento del


plazo fijado para la convocatoria de la convención, como también
de que ha vencido con exceso el término que el artículo constitucional
217 fija para que la convención pueda legalmente reunirse, corres­
ponde declarar: Que la convocatoria del 16 de mayo de 1902 ha
caducado y, que por lo tanto, la elección del 27 de julio de aquel
año debe desecharse por ser ineficaz y de ningún valor;
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 239

2- Que de acuerdo con la ley de 21 de noviembre de 1901, que


declaró la necesidad de la reforma y de la resolución de la Asamblea
de mayo 15 de 1902, que constató que la mayoría de electores había
votado por la aceptación de la reforma.

RESUELVE:

T- Convocar a una nueva convención constituyente que deberá


reunirse en la ciudad de La Plata, el día 14 de diciembre del co­
rriente año, en el recinto de la Honorable Cámara de Diputados, a
las dos pasado meridiano.
21 El Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones de ciento
catorce convencionales, los que serán elegidos por los mismos
electores y en los mismos distritos que los señores senadores y
diputados.
3- Comuniqúese al Poder Ejecutivo y publíquese.
ADOLFO SALDIAS.
M a n u e l L. de l C a r r i l , R icardo M. G a r c í a .

DECRETO DEL PODER EJECUTIVO CONVOCANDO A ELECCION


DE DIPUTADOS CONVENCIONALES

La Plata, septiembre 17 de 1904.

En cumplimiento de la resolución de la Honorable Asamblea


Legislativa, de 14 del actual, señalando el 14 de diciembre del
corriente año para que se reúna la Convención Constituyente, en la
ciudad de La Plata y en el recinto de la Honorable Cámara de
Diputados,
El Poder Ejecutivo —
DECRETA:

Art. 1" El domingo 30 de octubre próximo, se procederá en la


Provincia, a la elección de ciento catorce convencionales, en la pro­
porción siguiente:
Primera sección ................... Veinte convencionales
Segunda sección ................... Diecinueve convencionales
Tercera sección ..................... Dieciocho convencionales
Cuarta s e c c ió n ....................... Veinte convencionales
Quinta sección ....................... Dieciocho convencionales
Sexta sección ......................... Diecinueve convencionales

Art. 2V Comuniqúese, etc.


MARCELINO UGARTE.
M a n u e l F. G n e c c o .
240 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

DECRETO DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA


APROBANDO LAS ELECCIONES DE CONVENCIONALES
DEL 30 DE OCTUBRE DE 1904

La Plata, noviembre 12 de lflO i.

La Honorable Asamblea Legislativa —

DECRETA:
Art. I 9 Apruébanse las elecciones de convencionales verificadas
el 30 de octubre del corriente año en la primera, segunda, tercera,
cuarta, quinta y sexta secciones electorales.
Art. 29 Declárase electos convencionales:

Por la primera sección. —

L ista «P artidos U nidos»


A los ciudadanos: Manuel Láinez, Mariano Demaría (hijo), Car­
los Monsalve, Juan F. Fernández, Carlos B. Palacios, José M. Bidau,
Fernando Sotuyo, Agustín Roca, Pedro Ballester, Luis Goyena,
Alcibiades Reyna, Félix Soriano, Alberto Ramos Mejía, Julio Fon-
rouge, Claudio D. Mejía, Alfredo Madero, Agustín D. García,
Bartolomé C. Podestá, Casimiro Villamavor y Ernesto Be-gara
Biedma.

Por la segunda sección.—

L ista «P artidos U nidos»


Mariano Castellanos, Gregorio de Laferrére, Bernabé Artageta
Castex, Rufino Varela Ortiz, Mariano H. de la Riestra, César Pacheco,
Alfredo de Urquiza, Mateo S. Casco, Julián O. Roarke, Enrique
Tomkinson, Dalmiro Castex, Tomás Márquez, Eduardo Arana, Tomás
Guido, Bernardo Solveyra, Horacio C. Varela, Agustín de Vera,
Horacio Martínez y Vicente T. Souza.

Por la tercera sección. —

L ista «P artidos U nidos»


Félix Rivas, Diógenes Diez Gómez, Mariano A. Pinedo, José Fon-
rouge, José N. Martínez, Ezequiel de la Serna, Juan Angel Martínez,
Emilio F. Gnecco, Antonio Robirosa, Antonio J. Márquez, Andrés de
Ugarriza, Ricardo Marcó del Pont, Eduardo della Croce, Cesáreo
Amenedo, Arturo Dibur, Héctor G. Quesada, Pedro Goenaga, Manuel
Castro.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 241

Por la cuarta sección. —


L ista «P artidos U nidos »
Carlos Arias, Federico Pinedo, Manuel González Bonorino, Carlos
Saavedra Lamas, Fermín M oyano,1Alfredo Echagüe, Diego Lezica
Alvear, Florencio Fernández Gómez, Ignacio D. Irigoyen, Guillermo
Lacroze, Alfredo D. Artiaga, Felipe S. Espil, Faustino Lezica,
Antonio Azcona, Alfredo Peña, Guillermo A. Martínez, Manuel del
Castillo, Andrés Macaya, Angel T. de Alvear y Andrónico Castro.

Por la quinta sección. —

L ista «P artidos U nidos »


Julio S. Dantas, Zenón Videla Dorna, Enrique S. Pérez, Teodoro
Serantes, Francisco Seguí, José Adrián Viale, Vicente R. Peralta
Alvear, Francisco Uriburu, Juan Cecilio López Buchardo, Carlos
Luro, Nicolás Avellaneda, Estanislao A. Garay, Luis Gandulla, Juan
Antonio Uriburu, Domingo J. Negri, Julián Lynch, Benigno A.
Martínez y Martín Lian de Rosas.

Por la sexta sección. —


L ista «P artidos U nidos »
Manuel J. Campos, Antonio M. Pirán, Pastor Lacasa, Juan José
Díaz Arana, Tomás López Cabanillas, Santiago Luro, Ernesto Arana,
Carlos González Bonorino, Eduardo B. Bambil, Isaías Mendiburu,
Bernardino Parejas, Alberto Rosende Mitre, Emilio Vivot, Pablo L.
Palacios, Sixto Rodríguez, Arturo Scotto, Mariano Maldonado,
Cecilio López y Lorenzo Lassalle.
Art. 3" Comuniqúese al Poder Ejecutivo para que se sirva hacerlo
saber a los electos a los efectos del artículo 1’ .
ADOLFO SALDIAS.
M a n u e l l . d e l C a r r il , R icardo M. G a r c ía .

DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD DE LA RESOLUCION


DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE 14 DE SEPTIEMBRE
DE 1904.

La Plata, octubre 9 de 1904.


Suprema Corte:
Los electores que suscriben, constituyendo domicilio legal en la
calle 53 número 785, a V. E., como mejor proceda, decimos:
Que haciendo uso del derecho que nos acuerda el artículo 157,
inciso l 9 de la Constitución, venimos a pedir declare V. E. la incons-
titucionalidad del decreto del P. E. de 17 de Septiembre de 1904,
convocando al cuerpo electoral de la Provincia a elección de conven­
cionales, como asimismo la resolución de la asamblea legislativa a
que ese decreto se refiere.
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — i6
242 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Personería
Nuestra personería emana del carácter de ciudadanos argen­
tinos inscriptos en el Registro Cívico bajo los números..............
de las secciones.................. de esta capital. Y decimos que emana
nuestra personería de ese carácter, porque, según el artículo
51 de la Constitución, la atribución del sufragio es un derecho
que debe ejercitarse con arreglo a las disposiciones de aquélla, y,
por consecuencia, nadie puede ser obligado a emitir su voto en un
acto electoral que infrinja dichas prescripciones. (Fallos y senten­
cias de esa Suprema Corte, tomo 4’ , página 398, serie 4*).
V. E., en el fallo citado, ha establecido que tiene personería para
deducir demanda de inconstitucionalidad de una ley o decreto, aná­
loga a la impugnada, todo ciudadano que tenga calidad de elector.
Además, es notorio y consta en las actas de la elección de con­
vencionales de 25 de julio de 1902, que fué uno de nosotros candidato
en la lista única que se votó, y, por consiguiente, que, si el escrutinio
se practicara, resultaría electo, lo cual le permitiría abrigar la espe­
ranza de formar parte de la convención y servir a la Provincia,
desempeñando una de las más altas y honoríficas funciones que
puede ejercer un ciudadano, como es la de concurrir directamente
a modelar la estructura fundamental de la sociedad política.
Ha hecho camino, indebidamente, el concepto engañoso de que
no existen candidatos electos mientras no se hayan practicado los
escrutinios respectivos. El es científicamente inexacto. El resultado
de un escrutinio, la proclamación hecha por el cuerpo escrutador,
no crea para los candidatos, el carácter de «electos». Esa proclama­
ción no es sino declarativa de un hecho ya existente. La condición
de electo no nace sino en virtud de un fíat de los escrutadores. Los
escrutadores no efectúan la elección. Las enunciaciones de los re­
gistros electorales no constituyen una caligrafía sin sentido ni valor
alguno, hasta el momento que el escrutinio las verifica y las con­
sagra. Ellas crean, en favor de quien figura en esos registros
como candidato, una probabilidad y una ventaja consiguiente que.
como toda ventaja legítima, lleva aparejado un derecho de no ser
despojado de ella arbitrariamente.
Esta breve exposición pone de manifiesto que nos encontramos
comprendidos en los términos del artículo 339 del Código de Pro­
cedimientos, que se refiere a los casos en que las autoridades pú­
blicas dicten decretos, y las partes interesadas comprendidas en sus
disposiciones y a quienes deban aplicarse, se consideren agraviadas
por ser contrarios a derechos o garantías que estén acordados por
alguna cláusula de la Constitución.

Competencia
¿Tiene jurisdicción V. E. para entender de la queja por incons­
titucionalidad que deducimos, tratándose de una cuestión política?
La afirmativa se impone en presencia de los fallos dictados por
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 243

V. E., de los cuales resulta que es jurisprudencia uniforme de esa


Suprema Corte que, no sólo es competente para conocer y decidir
de la inconstitucionalidad de leyes, decretos, etc., que estatuyan
sobre materia regida por la Constitución y cualesquiera que sea el
carácter de esos actos, sino que, además, está llamada a ejercer
funciones esencialmente políticas, por el inciso 29 del artículo 157
de la Constitución. (Fallo citado).
No necesitamos abundar en largas consideraciones para evi­
denciar que la resolución de la asamblea legislativa de 14 de sep­
tiembre próximo pasado y el decreto correlativo del Poder E je­
cutivo del mismo mes, estatuyen sobre materia regida por la Cons­
titución, desde que versan sobre su reforma. (Art. 2", sec. 1*).
«Todo poder público emana del pueblo», dice el artículo 29 «y
así éste puede alterar o reformar la presente Constitución, siempre
que el bien común lo exija, y en la forma que por ella se establece».
Afirmamos, Excmo. señor, que la asamblea legislativa y el Po­
der Ejecutivo de la Provincia, en la resolución y decretos impug­
nados, se han apartado de esa forma que la Constitución establece
para alterarla o reformarla, y de ahí que nosotros, en nuestro doble
carácter de electores y elegidos, vengamos a interponer queja de
inconstitucionalidad ante el alto tribunal creado para hacer efectiva
la supremacía de la Constitución.

Antecedentes

Por la ley de 21 de noviembre de 1901 se declaró la necesidad


de la reforma de la Constitución, sometiéndose a un plebiscito popu­
lar la cuestión de si debía o no convocarse a una convención cons­
tituyente. Resuelta esta cuestión afirmativamente, la asamblea
legislativa convocó la convención en 16 de mayo de 1902, de acuerdo
con el artículo 217 de la ley fundamental, dictando a ese efecto el
Poder Ejecutivo el decreto correspondiente.
Realizada la elección de convencionales en 27 de julio de 1902,
correspondía a la asamblea legislativa practicar el escrutinio de las
elecciones como antes había practicado el del plebiscito, pero la dicha
corporación no se reunió con ese objeto y dejó pasar más de dos años,
al cabo de los cuales se congrega para declarar caduca la convención
y resolver la nueva convocatoria cuya inconstitucionalidad deman­
damos.

Cuestiones

Estos son los antecedentes del asunto y en presencia de ellos


preguntamos: ¿Tiene la asamblea legislativa facultades para declarar
la caducidad de una convención constituyente, dados los términos de
los artículos 217 y 109, inciso 6' de la Constitución?
¿La tiene para convocar nuevamente a elecciones de convencio­
nales sin haber hecho el escrutinio de la que anteriormente se celebró,
en virtud de su convocatoria y en cumplimiento del plebiscito aludido?
Nosotros entendemos que no, Excmo. señor.
244 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Fundamentos

La asamblea legislativa no tiene más facultades al respecto que


las conferidas por la Constitución, las cuales están expresamente de­
terminadas en los artículos 217 y 109, inciso 6 ‘. Esas facultades
se reducen a practicar el escrutinio del plebiscito sobre reforma de
la Constitución, convocar en vista de su resultado la convención
constituyente, y hacer también el escrutinio de la elección de con­
vencionales. En vez de hacer el escrutinio de la elección de conven­
cionales, la asamblea legislativa declara caduca la convocatoria que
anteriormente hizo, fundándose en que ha transcurrido el término
de tres meses a que se refiere el artículo 217 de la Constitución sin
que la convención se haya reunido.
La cláusula constitucional citada prescribe que la convención
debe reunirse tres meses después de hecha la convocatoria, lo que
importa decir que no debe hacerlo antes de esos tres meses, pero
no fija término para reunirse después. Aun suponiendo fuera equi­
vocada esta interpretación y acertada la que hace la asamblea legis­
lativa, de que la convención debe reunirse a los tres meses justos
de hecha la convocatoria, no por eso podría declararse caduca la con­
vención en virtud de ese texto, porque para ello sería necesario que
é! expresamente lo estableciera, lo que no sucede en el presente caso.
Por otra parte, esa declaratoria de caducidad no la podía hacer
la asamblea legislativa, porque no estaba autorizada para ello por
un texto constitucional. La asamblea no tenía entonces más atribu­
ción que la de hacer el escrutinio de las elecciones y expedir diploma
a los que resultaran electos en ese escrutinio, a fin de que se reunie­
ran como convención constituyente y pudiera juzgar de la validez
de sus propios títulos. (Diario de Sesiones de la constituyente del
73, página 1; ídem de 1889, página 11.
La asamblea legislativa debía ejercitar, en el caso, análogas
funciones a la de la Junta del artículo V de la ley electoral en
vigencia, y sus atribuciones, por lo que respecta a la formación de
la convención constituyente, terminan con el escrutinio referido.
La facultad de declarar caduca una convención es exorbitante
y ocasionada a graves trastornos y peligros, porque si la Constitu­
ción la hubiera conferido expresamente a la asamblea legislativa,
sería ella y no el pueblo quien, en definitiva, resolvería sobre la
oportunidad de la reforma, y el plebiscito a que se refiere el artículo
217 carecería de valor y eficacia.
Pero felizmente la Constitución no atribuye ese extraordinario
poder a la asamblea legislativa, ni ésta, al pronunciar la caducidad,
invoca cláusula constitucional alguna, fundándose el dictamen de la
mayoría de la Comisión en la opinión de un reputado publicista nor­
teamericano que invoca como favorable cuando es adversa, y que
jamás podría servir de fundamento a resolución de tanta trascen­
dencia, y en la ley de 1901 que la desautoriza.
El mismo texto de la resolución que impugnamos evidencia que
ia asamblea legislativa no está segura de tener semejante poder, pues
su declaración va envuelta en los considerandos que le sirven de fun-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 245

damento y no se contiene en la parte dispositiva, reducida única­


mente a convocar una nueva convención.
La Constitución no dice, en ninguna parte, que cuando la con­
vención constituyente no se reúna dentro de determinado plazo cadu­
cará, pero si lo dijera o implicara ese plazo una condición resolu­
toria, debería expresar también qué autoridad podría declarar esa
caducidad y cuáles serían sus efectos.
Pero como la Constitución guarda absoluto silencio y como ía
opinión del doctor Jameson no puede suplir un texto constitucional,
siendo por lo tanto insuficiente, se acude a la ley de 1901 que declara
la necesidad de la reforma y en cuyo artículo 4" se atribuye a la
asamblea legislativa la facultad de declarar cesantes a los conven­
cionales inasistentes, si la convención no se reuniera antes de los
tres meses subsiguientes al escrutinio de las elecciones.
Esta ley no autoriza, pues, a declarar caduca la convención,
sino cesantes a los convencionales inasistentes, cosa que la asam­
blea legislativa estaba en la imposibilidad de hacer, por no haber
practicado el escrutinio del cual debían resultar los convencionales
cuya inasistencia daría lugar a su declaración de cesantia.
No fué, seguramente, la urgencia de la reforma la que deter­
minó a la asamblea legislativa a proceder en la forma en que lo ha
hecho, porque practicando el escrutinio de las elecciones del 27 de
julio de 1902 habría conseguido, o reunir la convención o ponerse
en condiciones de ejercitar la facultad de declarar cesantes a sus
miembros, ajustando así sus procedimientos, a falta de un texto
constitucional, a la ley de 21 de noviembre de 1901.
No fué, pues, la urgencia de la reforma, repetimos, lo que
indujo a declarar caduca una convención que no podía reunirse,
porque la asamblea legislativa que tal declaración hacía, no se había
tomado el trabajo de practicar el escrutinio del cual debía surgir
el título de las personas que debían componerla.
Y si esto es así. autorizaría la sospecha de que, de practicarse
ese escrutinio, resultarán convencionales que no responden a la polí­
tica imperante, ni se prestarán a sancionar con su voto reformas
que pueden ser un peligro para el progreso institucional de la Pro­
vincia.
Pero cualesquiera que sean los hechos y propósitos que deter­
minaron la resolución de la asamblea legislativa declarando caduca
una convención que no pudo reunirse por causa que le es imputable
a la misma asamblea, y aun cuando nuestras sospechas fueran infun­
dadas, no por eso V. E. puede dejar de preverlas para medir el
alcance de las disposiciones constitucionales, recelosas siempre del
ejercicio de la autoridad, cuyos abusos procura evitar estableciendo
restricciones y confiriendo poderes limitados.
Es un principio de orden constitucional que los poderes de
Estado no pueden ejercer más atribuciones que las que expresamente
le han sido acordadas por la Constitución.
El acto que ejecuten extralimitándolas, es y debe ser declarado
inconstitucional, y este principio no puede sufrir excepción tratán-
246 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

dose de un acto llevado a cabo por una asamblea legislativa que no


es un poder público, ni puede, por lo tanto, pretender facultades
implícitas, esenciales para cumplir una función gubernativa.
Basta leer en el respectivo Diario de Sesiones el informe de la
mayoría de la Comisión, aconsejando a la asamblea legislativa la
resolución que ésta sancionó y el debate que con ese motivo se pro­
dujo, para convencerse de que tanto la opinión del doctor Jameson,
como el artículo 49 de la ley de 1901, sólo pueden servir para fun­
dar la resolución contraria a la sancionada.
La cuestión principalmente debatida consistía en saber si corres­
pondía a la Legislatura o a la convención constituyente misma, deter­
minar cuándo, cómo y dónde debía reunirse esta última para llenar
su cometido y cómo ha de proceder en sus asuntos.
Con la cita que hace del doctor Jameson la mayoría de la Co­
misión de la asamblea legislativa, sostenía que esa era una atribu­
ción de la Legislatura; pero el doctor Weigel Muñoz, impugnando
su dictamen, observaba que la Legislatura no podía ser confundida
con la asamblea legislativa, porque aquélla no está constituida por
la reunión colectiva de todos los señores senadores y diputados, sino
por el engranaje constitucional de la Cámara de Senadores y la de
Diputados, como entidades independientes.
Suponiendo, pues, que la Legislatura, es decir, las dos Cámaras
que la componen, puedan determinar por una ley, cuándo, dónde y
cómo debe reunirse una convención constituyente, tendríamos que
admitir que: o no existe la ley, y entonces la omisión de la Legis­
latura no puede ser suplida por la asamblea legislativa, o que el
artículo 49 de la ley de 1901, es el que debe ser aplicado, y por él
sólo se autoriza a la asamblea a declarar cesantes a los convencio­
nales por causas de inasistencias, con lo cual terminaría el proceso
de la reforma de la Constitución, sin perjuicio de que se promoviera
nuevamente.
Concretando,, diremos: que si la Constitución no autoriza a la
asamblea legislativa para declarar la caducidad de su propia convo­
catoria, de la elección de convencionales y aun de la convención
misma, — si el artículo 4V de la ley de 1901, tampoco le confiere
esa facultad— , y si, por último, esa corporación no puede ejercitar
facultades implícitas por no ser poder público, — es para nosotros
indiscutible que al dictar la resolución que el Poder Ejecutivo manda
cumplir por decreto de 17 de septiembre próximo pasado, ha extra­
limitado sus funciones o, más bien dicho, ha usurpado una atribu­
ción que no le había sido conferida y producido un acto inconstitu­
cional y nulo.

Creemos haber demostrado que la asamblea legislativa no ha


sido investida con el poder de declarar la caducidad de la conven­
ción elegida en el acto electoral realizado el 27 de julio de 1902, y
sólo nos resta considerar si tiene el poder de convocar a nueva elec-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 247

ción de convencionales sin haber practicado antes el escrutinio de


la elección anterior.
Si se reconoce que la asamblea legislativa carece de facultades
para declarar caduca la convención convocada por ella misma, debe
también reconocerse que esa convención subsiste en formación o,
más propiamente, que la resolución convocándola y la elección de
sus miembros subsistirá mientras la asamblea no haga el escrutinio
de las dichas elecciones.
Sostener lo contrario, importa atribuir a la asamblea facultades
extraordinarias, porque si pudiera, por ese motivo, declarar caduca
una convención, podría también hacer esa declaración por cualquier
otro motivo análogo o no, y, por consiguiente, el juez de la oportu­
nidad de la reforma de la Constitución, no sería el pueblo soberano,
sino la asamblea legislativa, la que también podría usar de su poder
para defraudar la voluntad popular, cuando los elegidos convencio­
nales no le fueran personas gratas o resultara a su juicio conve­
niente anular la elección.
Porque llamamos la atención de V. E. sobre este punto: lo que
la asamblea legislativa denomina caducidad de la convocatoria, no
es, en verdad, otra cosa que la anulación arbitraria de la elección.
Supóngase armada la asamblea legislativa con la aludida atri­
bución, y desaparecerán por completo todas las solemnidades y gai an­
tias con que la Constitución ha querido se verifique el acto trascen­
dental de su reform a; solemnidades y precauciones que tienen por
objeto requerir del pueblo la expresión de su libre voluntad.
Tanto el doctor Jameson como los tratadistas que posteriormente
se han ocupado de las convenciones constituyentes, están de acuerdo
en que la reforma de la Constitución es un acto de trascendental
importancia que no puede llevarse a cabo sin observarse escrupulo­
samente todas las solemnidades establecidas por la Constitución y
cuyo objeto es impedir que la voluntad del pueblo sea suplantada
por sus mandatarios en el gobierno.
Todo poder no delegado en términos expresos y formales, per­
tenece al pueblo, cuya voluntad, pues, debe ser consultada, porque
en la República Argentina, como en los Estados Unidos, la perma­
nencia de la soberanía en las manos del pueblo es la base de la orga­
nización política.
En muchos de los Estados de la Unión Americana, es tal el
respeto por la voluntad popular, que se somete a la ratificación del
pueblo leyes consideradas de importancia, relativas a ferrocarriles,
escuelas y las que prohíben la venta de bebidas alcohólicas. (Jame-
son, páginas 373 a 385).
La Constitución, se dice, no ha establecido la forma en que
debía procederse si no se reuniere la convención constituyente con­
vocada; pero si esta imprevisión existiera, no puede ser salvada por
la asamblea, a la que la Constitución no confiere poder alguno al
respecto, y es forzoso consultar en ese caso la voluntad popular, pro­
moviendo de nuevo el proceso para la reforma de la Constitución,
porque bien habrían podido desaparecer las circunstancias que moti-
248 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

varón la declaración de la necesidad de la reforma. Es esto lo que


se habría hecho si la asamblea se hubiese verdaderamente inspirado
en la obra del doctor Jameson que cita; pero ha preferido adjudi­
carse a sí misma atribuciones que no le han sido conferidas y que,
a tenerlas, sería ella y no el pueblo el único juez de la oportunidad
de la reforma. Bastaría para ello la ley declarando ser necesaria,
y el plebiscito, y en esas condiciones quedaría habilitada para convo­
car la convención cuando mejor le pareciera, declarándola caduca
para convocarla nuevamente cuando la elección de sus miembros no
le fuera satisfactoria.
Y como esto podría hacerse tanto a los dos años, como a los
diez o a los veinte, resultaría que la asamblea legislativa podría
impedir la reforma de la Constitución, contrariando el plebiscito
popular que la impone en una época determinada, para realizarla
en otra cuando esa voluntad fuera contraria. Mientras la asamblea
legislativa no haga el escrutinio de la elección de 27 de julio de 1902,
poniendo así a los elegidos del pueblo en condición de cumplir el
mandato que les confirió, no puede razonablemente sostener su
derecho a hacer una nueva convocatoria.

Y aquí creemos conveniente hacer notar a V. E. que estribando


la caducidad en el transcurso del término señalado por la ley, !a
asamblea legislativa no se ha dado cuenta de que ese término no ha
empezado a correr todavía.
Léase el artículo 4" de la ley de 1901, y se verá que el susodicho
término empieza a contarse después de hecho el escrutinio de las
elecciones de convencionales, con lo cual se coloca a la asamblea
legislativa en la imposibilidad legal de declarar caduca la conven­
ción convocada, ya que ese término no puede empezar a correr sino
desde el día siguiente a aquel en que se practique ese escrutinio.
Si no se hace ese escrutinio, la convención no puede tener tér­
mino para reunirse, y esto parece tan axiomático, que cuesta ima­
ginar cómo haya podido declararse la caducidad de una convención
que sólo podía reunirse mediante un escrutinio que no se ha hecho.
Ahora bien, si la asamblea legislativa no puede declarar caduca
su propia convocatoria de una convención constituyente; primero
porque no tiene facultades constitucionales ni legales para ello;
segundo, porque la declaratoria de caducidad se funda en el trans­
curso del término fijado por la ley, cuando ese término no ha empe­
zado a correr todavia, y tercero, porque no puede ponerse en aptitud
de declarar cesantes a los convencionales mientras no haga el escru­
tinio de sus elecciones, — es para nosotros manifiesto que tampoco
puede repetir esa convocatoria y ordenar se practique nuevas elec­
ciones.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE L A CONSTITUCIÓN 249

Pero supóngase que ese término haya transcurrido ya; ni de la


Constitución ni de la ley se desprende que él importe una condición
resolutoria, ni tampoco puede considerársele perentorio, por más
que para fundar la resolución de la asamblea se haya dicho que la
convención elegida había sido convocada para reunirse en día pre­
ciso, perentoriamente fijado, o sea ál cumplirse el término de los
tres meses contados desde el 15 de mayo, fecha en que la asamblea
hizo la convocatoria.
Eso no es exacto, Excelentísimo señor. La asamblea de 15 de
mayo, que procedía en virtud de la ley de 21 de noviembre de 1901,
nc tenía facultad para decidir que el plazo de tres meses contados
desde la convocatoria tuviese el carácter de perentorio, porque tal
decisión, si hubiera de hacerse efectiva, impediría el cumplimiento
del artículo 4° de la ley citada.
Y no solamente no tenía la asamblea de 15 de mayo facultad
para decidir tal cosa, sino que no lo decidió. No expresó que el
término de tres meses fuera perentoriamente fijado. No dijo que
el día 15 de mayo estuviera perentoriamente designado.
Los honorables señores miembros de la asamblea que han aducido
ese argumento, han creído sin duda que todo término se tiene por
perentorio cuando no está expresamente dispuesto que no lo sea.
Es precisamente la regla contraria la que se observa en derecho.
Ningún término se tiene por perentorio, ningún día se considera
perentoriamente fijado sino cuando expresamente se haya prevenido
que así lo sea. En la convocatoria se fijó el 15 de agosto para la
reunión de la convención constituyente, como en la Constitución se
fija el 1" de mayo para la instalación de la Legislatura, sin que
esto importe que si las Cámaras no se reúnen el 1" de mayo, se
haya de declarar caduca la elección de sus miembros.

El escrutinio del plebiscito y la convocatoria a la convención,


constituyen un acto indivisible, porque el uno es la consecuencia
del otro, y por eso la asamblea legislativa, en su sesión de 15 de
mayo de 1902, decía: «Resultando del escrutinio practicado que la
mayoría de los electores ha votado por la aceptación de la reforma,
convócase una convención constituyente», etcétera. Esta indivisibi­
lidad del acto tiene su razón de ser en la oportunidad de la i-eforma
librada exclusivamente a la apreciación del pueblo, manifestada en
el plebiscito cuyo escrutinio la origina.
Dividir estos actos, distanciarlos y librar al arbitrio de una
autoridad cualquiera al señalamiento de la época en que debe re­
unirse la convención, importa confiscar la soberanía en provecho
de la fracción política predominante en ese entonces en el gobierno.
Todo esto concurre a formar y robustecer la opinión de que es
250 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

incompatible el principio que atribuye al pueblo el poder constitu­


yente con el ejercicio de las atribuciones de que se considera inves­
tida de una manera permanente la asamblea legislativa. La Cons­
titución no le acuerda el poder de convocar por segunda vez la con­
vención constituyente; la ley de 1901 tampoco, desde que sólo la
autoriza para hacerla en un caso determinado que no ha ocurrido
por culpa de esa corporación. Entonces, pues, es preciso, o reconocer
que ha extralimitado sus facultades, o que las tiene implícitas, y
nosotros no conocemos se haya sostenido jamás que en esta materia
y tratándose de esa clase de corporaciones, se haya reconocido la
existencia de facultades implícitas, y, por lo tanto, afirmamos que
la nueva convocatoria es inconstitucional, no sólo por constituir una
extralimitación de atribuciones, sino también por ser repugnante a
las cláusulas que rodean de precauciones y garantías solemnes una
reforma que debe emanar directamente del soberano, de cuya volun­
tad depende la oportunidad en que debe realizarse. (Artículo 2°
do. la Constitución).

Pero notamos aquí que la asamblea hace un juego de palabras:


¿Qué es lo que ha caducado, según ella? ¿La convención constitu­
yente? Si así fuera debería volverse a declarar la necesidad de la
reforma. Pero en la resolución que nos ocupa se expresa que ha
caducado, no la convención sino la convocatoria, y es este un punto
interesante sobre el que nos permitimos ocupar la atención de V. E.
La convocatoria aludida consiste en el acto producido por la asam­
blea legislativa declarando en la sesión de 15 de mayo de 1902,
haber practicado el escrutinio del plebiscito del cual resulta que la
mayoría de los electores ha votado porque se reforme la Consti­
tución, en virtud de lo cual convoca a la convención constituyente
de acuerdo con el artículo 217, convocatoria que a su vez reprodujo
el Poder Ejecutivo por decreto de febrero 24 de 1902.
Es esto lo que declara caduco la asamblea legislativa.
La declaratoria de caducidad hiere, pues, su propia resolución,
y la razón que la determina es la propia negligencia de esa asamblea
por no haber cumplido la prescripción constitucional que la obliga
a hacer el escrutinio. (Artículo 109, inciso 6’ )-
Esto es sumamente curioso y sorprendente, tanto más cuanto
que en el mismo acto pudo la asamblea practicar ese escrutinio,
llenando su cometido y realizando la aspiración que sus miembros
manifestaron de abreviar tiempo, por ser urgente la reforma. Este
era el camino más corto, pero prefirió el más largo, y decimos pre­
firió, porque no pudo ocultársele que en la nueva convocatoria mayor
tiempo tendría que transcurrir para lograr ese propósito.
Prescindiendo de la responsabilidad que pueda caber a la asam­
blea por haber dejado transcurrir más de dos años sin hacer el
escrutinio de la elección de convencionales, observaremos que si el
transcurso del término a que se refiere el artículo 217 de la Cons-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 251

titución operase la caducidad de la convención, no vemos por qué


razón, transcurriendo mayor tiempo todavía, pues al ya pasado
habría que agregar el que va a invertirse en una nueva elección,
pueda sostenerse que la convención caduca ya, rejuvenece ahora, y
vigoriza por efecto de la nueva convocatoria. La artificiosa división
de los trámites o actos prescriptos por la Constitución para su re­
forma, da pie a la asamblea legislativa para la interpretación refe­
rida, que no es jurídica, ni científica, ni racional, pero que ha satis­
fecho a la mayoría de sus miembros con el prestigio de lo misterioso
y de lo incomprensible. ¿Qué significa, pues, la aludida declaración
de caducidad? Significa que la asamblea legislativa deja sin efecto
su propia resolución. Con iguales, análogos o más legítimos títulos
hubiera podido el Poder Ejecutivo declarar caduco el decreto convo­
cando a elecciones de convencionales, ya que, según el criterio de la
asamblea, la revocación de esos decretos o resoluciones por las mis­
mas autoridades que las dictaron, cambia de naturaleza, calificán­
dolos de caducos.
Estas divisiones de los actos destinados a preparar la conven­
ción constituyente, actos que se declaran caducos, pero cuya cadu­
cidad no trae aparejada la de la convención misma, es algo extraño,
anómalo y contrario a toda regla de interpretación.
Si la reforma de una Constitución es cuestión de oportunidad que
debe apreciar el puehlo, lógico es que ella sea reformada por sus
elegidos a raíz del plebiscito que la autoriza, y no con nuevos repre­
sentantes que no pueden inspirarse en las necesidades sentidas cuando
se votó el plebiscito.

Las leyes deben prever los casos en que no se cumpla lo por


ellas ordenado y reglamentar los efectos consiguientes a su no cum­
plimiento, y esa previsión debe tenerla el legislador, con mayor
razón tratándose de una ley de carácter transitorio como es la de
1901; y si por esa ley no se dispone la caducidad, )«i se emplea
siquiera esa expresión, ni la asamblea legislativa, ni ninguna otra
autoridad tienen derecho para aplicarla sin razón y sin sentido,
porque para lo primero sería necesario la autoridad de la ley, y
para lo segundo, que ella misma fijara su significado y alcance.

Ociosa nos parece la discusión sobre la naturaleza de la ley


promoviendo la reforma, porque ella no tiene por objeto una función
gubernativa y sólo constituye el primer trámite en el proceso de la
reforma referida. Sin el plebiscito la ley sería letra muerta, y esto
demuestra su carácter especial y transitorio, reduciéndola a las
proporciones de un acto al que no se puede atribuir los efectos
de las demás leyes. La Constitución podría confiar a otro poder
público la iniciativa de la reforma, sin menoscabo de las funciones
252 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de gobierno conferidas al legislativo, y por lo tanto, no puede atri­


buírsele mayor subsistencia que a los demás actos a que se refiere
el artículo 217, cuyo objeto es preparar la formación de la con­
vención constituyente.

Por último, si la resolución de la asamblea legislativa que im­


pugnamos es inconstitucional, el decreto del Poder Ejecutivo de 17
de septiembre de 1904 convocando al pueblo a elecciones, también
lo es, porque este poder no tiene autoridad propia para hacer e3a
convocatoria, ni puede dar cumplimiento a actos emanados de auto­
ridades que carecen de atribuciones constitucionales para dictarlas,
sin infringir los artículos 2", 24, 37, 47, 48, 50, 109, inciso 6" y 215,
216 y 217 de la Constitución.

Terminamos, Excmo. señor, pero no sin antes explicar los mo­


tivos que nos lleva a deducir la demanda que sometemos a esa
Suprema Corte, confiando en la rectitud e ilustración de sus miem­
bros y, sobre todo, en que sabrá darse cuenta de que, como poder
público, es esta una de las veces en que podrá ejercitar con mayor
eficiencia su benéfica acción en defensa de las instituciones y en
salvaguardia del principio que convierte al pueblo, esto es, al cuerpo
electoral de la Provincia, en el origen y fuente de toda autoridad.
Y declaramos que no es nuestro ánimo impedir la reforma de la
Constitución, cuyas imperfecciones reconocemos, pero sí queremos
que esa reforma se haga por los legítimos representantes de la
Provincia, representantes que hoy no podría elegir libremente, ya
que es público y notorio que no se encuentra en condiciones elec­
torales.
Y no somos nosotros solos los que así pensamos, Excmo. señor,
sino una gran parte de la clase dirigente de la Provincia y aún
de la República, y, al interponer esta queja procedemos de acuerdo
con muchos de nuestros conciudadanos, quienes inspirándose en el
mismo sentimiento patriótico, suscribirían con nosotros este escrito
si la multiplicidad de partes no estorbara o dilatara los procedi­
mientos que deben acelerarse, dada la naturaleza del asunto y ser
urgente su resolución.
Será justicia.
Otrosí decimos: Que siendo notoriamente de la competencia
de ese Supremo Tribunal el conocimiento de este asunto, venimos
a pedir ordene Vuestra Excelencia la suspensión de los efectos del
decreto del Poder Ejecutivo convocando a elecciones, hasta tanto
se resuelva la demanda de inconstitucionalidad deducida, como lo ha
hecho ya en causas análogas, entre las cuales podemos citar la de
«Idaverry contra la municipalidad de Morón» y la de «Begueres-
teim contra la municipalidad de Rojas».
Será también justicia.
Fdo.: J ulio S ánchez V iamonte ,
T omás R. García .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 253

AUTO

La Plata, octubre 12 de 1904.

Por presentados los doctores Tomás R. García y Julio Sánchez


Viamonte. Téngaseles por partes éh cuanto haya lugar por derecho
y por constituido el domicilio legal indicado. Comuniqúese al Poder
Ejecutivo la demanda que se deduce y traslado de ella al señor ase­
sor de gobierno por el término legal. A efecto de ser notificadas com­
parezcan las partes a la oficina del ujier los martes y viernes de ca­
da semana o el día subsiguiente hábil si alguno de los indicados no
lo fuera.
Y en cuanto a la suspensión que se solicita, del decreto que con­
voca a elecciones —

CONSIDERANDO:

Primero — Que existe jurisprudencia invariable, por la que


ha quedado decidido en reiterados fallos de este tribunal, fu n da­
da en la doctrina que quedó consagrada en el que se registra en
el tomo 8" de la primera serie pág. 399, que la mera interposición
de la demanda de inconstitucionalidad no suspende los efectos de
la ley o decreto impugnado (véase 1’ serie, tomo 8, pág. 399; 4*
serie, tomo 7, páginas 248, 253 y 571; tomo 3, página 344; tomo 6,
pág. 256 y expedientes letras B. números 4124, 4276 y 5721 y o t r o s );
Segundo — Que el fundamento de esas reiteradas resoluciones
deriva de la presunción de constitucionalidad que acompaña a !a
ley, decreto, etc., mientras no se produzca una declaración judicial
que establezca lo contrario, porque de otra manera existiría, en to­
dos los casos, la posibilidad de desvirtuar los efectos inmediatos de
aquellos por el mero ejercicio de una acción de inconstitucionalidad;
Tercero — Que si bien esta Corte ha resuelto excepcionalmen­
te en los casos citados por la demanda, la suspensión de los efectos
de ordenanzas municipales que se impugnaban, ha sido teniendo en
cuenta que su cumplimiento implicaba la solución transitoria de la
controversia y producía efectos irreparables.
Cuarto — Que en el caso ocurrente, el cumplimiento del decre­
to de convocatoria a elecciones, no causa perjuicio irreparable, por
cuanto si este tribunal, en ejercicio de su jurisdicción, declarase la
inconstitucionalidad solicitada, esa declaración implicaría la inva­
lidez de todos los actos que fuesen consecuencia de aquel decreto, y
no habría, por lo tanto, agravio inferido al derecho invocado por
los peticionantes;
Quinto — Que esta Corte, en el fallo que se registra en la pág.
334 del tomo 3“ de la 4’ serie, ha declarado expresamente que no
254 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

procedía la suspensión de un decreto convocando a elecciones mu­


nicipales, precedente que es también aplicable por analogía al caso
de autos;
Por estos fundamentos, no ha lugar a la suspensión pedida.
Firmado: F rench — D imet — D. A lsina — R ojas.
Ante mí:
Héctor Perdriel.

En disidencia

considerando:

Primero — Que es un principio inconcuso del derecho proce­


sal, incorporado a nuestra legislación y prácticas judiciales el de na
innovar la cosa litigiosa;
Segundo — Que ese principio se aplica sin restricciones en to­
do juicio ordinario y en los de carácter contencioso-administrativo;
Tercero — Que el Código de Procedimiento que reglamenta las
quejas por inconstitucionalidad, nada dispone al respecto, y este
tribunal no ha mandado suspender ordinariamente en tales deman­
das los efectos de la ley. decreto, ordenanza o reglamento impug­
nados, porque aquellos versaban sobre impuestos cuyo cobro no
puede demorarse sin afectar servicios de interés público, y su de­
volución es siempre posible, o sobre nombramientos de funciona­
rios revestidos en formas externas de legalidad;
Cuarto — Que en todos los casos en que la ejecución del acto
emanado de poderes o autoridades públicas, y demandado de in-
ronstitucionalidad, no podía ser cumplido sin hacer frustráneo el
propósito del juicio, caso de ser fallado favorablemente al deman­
dante, esta Suprema Corte ha decretado la suspensión en sus efec­
tos del acto impugnado. (Véase, entre otras, las resoluciones dicta­
das en abril 7 y octubre 24 de 1903, en los juicios letra B, 6335 y
6544, respectivamente; y pág. 374, tomo 4V de la 4’ serie) ;
Quinto — Que faltando sólo dos meses para la reunión de la
convención (14 de diciembre próximo) de acuerdo con la convoca­
toria que motiva la presente queja, la demora en su sustanciacién
que puede fácilmente producirse al amparo de los expedientes dila­
torios que autorizaría talvez la ley de procedimientos, podría im­
posibilitar su fallo, anticipándose a él la reforma proyectada de la
Constitución;
Sexto — Que concurre igualmente a justificar e imponer Ir.
suspensión pedida, la naturaleza y gravedad excepcional del juicio
que afecta principios fundamentales de orden público que podrían
ser burlados, debiendo tenerse muy especialmente en cuenta tam­
bién, que la demora de dos o tres meses de un acto tan trascendental
como la reforma de la Constitución, que ha regido durante quiu.o
años, no puede causar perjuicio alguno;
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 255

Séptimo — Que en la presente demanda se ha impugnado e»


decreto gubernativo que convoca a elecciones y el decreto de la asam­
blea legislativa, que ordena la convocatoria de la convención, y es
ésta la que constituye el objeto principal de la queja, puesto que el
decreto del Poder Ejecutivo no es más que una mera consecuencia
de aquella;
Por estos fundamentos, opino en disidencia, que deba decre­
tarse la suspensión en sus efectos, tanto de la convocatoria como
del decreto del Poder Ejecutivo que impugna el demandante.
Capdevila .
Ante m í:
Héctor Perdriel.

CONTESTACION A LA DEMANDA
POR EL SEÑOR ASESOR DE GOBIERNO

La Plata, oitubre 19 de 1904.


Suprema Corte de Justicia:
El asesor de gobierno, en la demanda sobre inconstituciona!'-
dad contra la resolución de la asamblea general fecha 13 de sep­
tiembre próximo pasado, y el decreto del Poder Ejecutivo fecha 26
de septiembre próximo pasado, convocando a elecciones de conven­
cionales, evacuando el traslado conferido, ante V- E., como mejor
proceda, digo:
No seguiré a los demandantes en el estudio de las extensas con­
sideraciones en que fundan su demanda, porque si ellas pudieran
ser estimadas por algún tribunal, no es precisamente V. E. el in­
dicado para conocer de ellas.
La contestación a esta demanda he de limitarla, pues, a lo que
estimo más pertinente, abreviando así este traslado, en obsequio
también a V. E , y así prescindiré también de discutir la personería
que invoca uno de los demandantes, no como convencional, sino co­
mo candidato de una lista que no sabemos ni V. E., ni el Poder Eje­
cutivo, ni el asesor, si fué o no votada en suficiente número de co­
micios que forman sección electoral, o si en el acto mismo de ¡a
elección fué o no eliminado de la lista el candidato.
Por lo menos, es del todo sugestivo que en una elección de cien­
to catorce convencionales, sea sólo uno el que se considere agravia­
do en sus derechos como candidato, y con este título ocurra ante V.
E., iniciando este recurso.
No creo que exista en la Provincia un solo ciudadano que ig­
nore que la honorable asamblea legislativa está constituida por elec­
ción directa del pueblo, y en consecuencia encarne y represente la
soberanía popular.
Pero parece que algunos desconocen que, cuando la honorable
asamblea legislativa ejerce sus funciones, asume y representa toda
256 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

la soberanía del Estado, y es en nombre y ejercicio de esta sobera­


nía que sanciona sus resoluciones. Esto no se discute, Excmo. Señor.
No conozco, ni me parece que V. E. pueda encontrar dentro de
nuestro sistema institucional, un poder público con facultades bas­
tantes para estudiar, rever y revocar las resoluciones del único po­
der soberano existente en la Provincia.
Pienso que V. E. no ha de pretender dicha facultad, porque no
ha de encontrarla tampoco en ninguna de las disposiciones de la
Constitución de la Provincia.
Las atribuciones de cada uno de los tres poderes públicos que
forman el gobierno de la Provincia, están expresaraenta consigna­
das en la Constitución; fuera de ellas, no existen otras atribuciones,
y es en absoluto inadmisible la existencia de facultades implícitas o
derivadas de otras.
La Constitución, en su artículo 157, inciso l v, ha conferido a V.
E. el ejercicio de la jurisdicción originaria y de apelación para co­
nocer y resolver acerca de la constitucionalidad o inconstituciona-
lidad de leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos que estatuyan so­
bre materia regida por la misma Constitución.
Pero, como fundadamente lo reconocen los mismos demandan­
tes, la honorable asamblea legislativa no dicta leyes, porque para
su sanción la Constitución ha señalado un procedimiento que no ri­
ge para las resoluciones de la honorable asamblea legislativa. Y
pienso que no ha de creerse que sus resoluciones puedan compren­
derse en los decretos, ordenanzas y reglamentos a que hace refe­
rencia la disposición antes citada.
No surge tampoco la jurisdicción de V. E. de la disposición
del inciso 29 del mismo artículo 157 de la Constitución, porque las
funciones políticas que en virtud de dicha disposición corresponden
a V. E., son sólo para conocer y resolver cuestiones de competencia
y conflictos suscitados entre los poderes públicos, y en el caso aho­
ra sometido a la resolución de V. E. no existe cuestión alguna de
competencia, ni conflicto entre los poderes públicos.
De acuerdo con las disposiciones citadas, V. E. tiene jurisdic­
ción para conocer y resolver sobre la constitucionalidad o ineonsti-
tucionalidad de actos expresamente determinados en la Constitu­
ción y emanados de los poderes públicos, la tiene también para co­
nocer en los conflictos suscitados entre los mismos poderes públi­
cos, pero carece en absoluto de esa jurisdicción para conocer y re­
vocar resoluciones de la asamblea legislativa, dictadas en ejercicio
de la soberanía plena del Estado.
Sobre la asamblea legislativa no existe en nuestro orden insti­
tucional otro poder público con facultades para rever sus resolucio­
nes.
Uno de los señores ministros que forman parte de V. E., decía
un día, para expresar toda la fuerza de las resoluciones definitivas
dictadas por V. E.: «Lo que la Suprema Corte resuelve, ni Dios lo
anula».
No deseo incurrir en una exageración ni blasfemar de nuestro
Dios; pero, por mi parte, agregaré también: «las resoluciones dic-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 257

tadas por la honorable asamblea legislativa, en ejercicio de la so­


beranía plena del Estado, no las revoca ni la Suprema Corte de Jus­
ticia».
Quiero suponer que la honorable asamblea puede incurrir en
omisiones o transgresiones de la Constitución, como puede también
incurrir V. E. en errores u omisiones al dictar sus fallos definiti­
vos. Pero asi como el mantenimiento y estabilidad del orden social
imponen la presunción de infalibilidad en las resoluciones de V. E.,
así también, razones y consideraciones de orden público que afec­
tan la existencia del Estado, como entidad política, exigen e impo­
nen esa misma presunción de infalibilidad para las sanciones dicta­
das por la honorable asamblea legislativa, cuando asume, represen­
ta y ejerce toda la soberanía del pueblo.
Por estas consideraciones, pido a V. E. se sirva declararse sin
jurisdicción ni competencia para conocer en el recurso de inconsti-
tucionalidad de la resolución de la honorable asamblea legislativa.

II

Tócame ahora ocuparme del decreto del Poder Ejecutivo cuya


declaración de inconstitucionalidad también se solicita de V. E.
En su defensa sólo haré saber el deber en que se encontraba el
Poder Ejecutivo de dar cumplimiento a la resolución de la honora­
ble asamblea legislativa, ordenando la convocatoria a elecciones de
convencionales.
La Constitución de la Provincia, en su artículo 104, confiere al
Poder Ejecutivo la facultad de vetar las leyes; pero no se encontra­
rá en parte alguna de la misma Constitución que esa misma facul­
tad se le confiera contra las resoluciones de la honorable asamblea
legislativa.
El Poder Ejecutivo debía, pues, necesariamente dar cumpli­
miento a aquella resolución; no cumplirla, habría significado un
alzamiento contra la asamblea legislativa, actitud que bien podría
dar por resultado el juicio político contra el señor Gobernador de
la Provincia.
Si V. E. reconoce la irrevocabilidad de la resolución de la ho­
norable asamblea, como paréceme lo he demostrado anteriormente,
el decreto impugnado, que es sólo una consecuencia de aquella reso­
lución, no puede merecer de V. E. observación alguna y débese des­
estimar este recurso.
Dígnese V. E. así resolverlo, por ser justicia.

J ulio B. V elar .

Otrosí digo — Que deseando no demorar la contestación de es­


ta demanda, con mayores consideraciones, me permito acompañar
un número del diario La Provincia, en el que se halla inserta toda
la sesión celebrada por la honorable asamblea legislativa. En ella
encontrará V. E. el informe de la Comisión, con todas las conside-
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — i7
258 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

raciones constitucionales y legales que sirvieron de fundamento a


la resolución que motiva este recurso, consideraciones que fueron
aceptadás por la Honorable Legislatura y que ha de permitirme V.
E. las reproduzca en todas sus partes.
29: Otrosí digo — Que al estudiar las facultades de la asamblea,
y desconocer la jurisdicción de V. E., lo he hecho sólo como funda­
mento para establecer la corrección y legalidad del decreto del Po­
der Ejecutivo fecha 14 de septiembre próximo pasado.
No importa, pues, dicha defensa, que yo pretenda ejercer la
representación de la honorable asamblea legislativa, porque carezco
de personería para ello.
El asesor de gobierno es el representante legal del Poder Ejecuti­
vo, ante V. E. lo es también del Estado como entidad política, en
los recursos de inconstitucionalidad contra los decretos del primero,
y las leyes sancionadas por el Poder Legislativo.
Pero, las resoluciones de la honorable asamblea, si bien revis­
ten el carácter de fuerza de ley, lo mismo que los decretos del Poder
Ejecutivo, no son leyes sancionadas de acuerdo con el procedimien­
to constitucional. Carezco, pues, de la representación legal de la ho­
norable asamblea legislativa, y si V. E. desestimara la excepción de
falta de jurisdicción que hago saber; si V. E. considerase que este
recurso debe prosperar, es justo y legal que intervenga en el juicio
la honorable asamblea legislativa como parte interesada. Es inad­
misible que este juicio pueda sustanciarse sin su intervención y su
defensa. En tal caso V. E. ha de servirse conferirle traslado de la
demanda.
Es también justicia.
J ulio B. V e l a r .

A U T O

La Plata, octubre 19 de 1904.

CONSIDERANDO:

l 9 Que al contestar la demanda de fojas 1, el señor Asesor


de Gobierno, aduciendo al efecto los fundamentos que tuvo la Ho­
norable asamblea legislativa, para dictar el decreto de convocatoria
impugnado, los cuales reproduce y cuyos antecedentes acompaña,
niega jurisdicción a esta Corte para conocer en la queja interpuesta,
y se considera sin personería para representar a dicha asamblea;
29 Que tratándose de un acto de la asamblea legislativa, es el
señor Asesor de Gobierno su representante legal en este juicio, con
arreglo a lo dispuesto por el artículo 345 del Código de Procedi­
mientos en lo Civil y Comercial;
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 259

3V Que en cuanto a la excepción de falta de jurisdicción opuesta,


debe ser tomada en cuenta en el fallo definitivo, como razón general
de oposición, de acuerdo con el procedimiento establecido en los
juicios por inconstitucionalidad.
Por esto, teniéndose por contestada la demanda, vista al señor
Procurador General.

F irm ado: F rench — D. A lsin a — R ojas —


Capdevila .

Ante rrü —
Héctor Perdriel.

DICTAMEN DEL SEÑOR PROCURADOR GENERAL

Suprema Corte de Justicia:


Los doctores Julio Sánchez Viamonte y Tomás R. García, in­
vocando el carácter de electores de la Provincia, y uno de ellos
la circunstancia de haber sido candidato a convencional en la lista
única que fué votada en las elecciones que tuvieron lugar el 27 de
Julio de 1902, lo que le daría la calidad de convencional electo
si el escrutinio de las mismas fuera practicado, han comparecido
ante V. E. promoviendo queja por inconstitucionalidad de la resolu­
ción de la Asamblea Legislativa que se reunió el 14 de setiembre
del año corriente, por la cual, en virtud de considerar caduca la con­
vocatoria de 16 de mayo de 1902 y, como consecuencia, la elección
mencionada, convoca una nueva Convención Constituyente que debe­
rá reunirse en esta ciudad el 14 de diciembre del presente año, a
cuyo efecto el Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones de ciento
catorce convencionales, los que serán elegidos en la form a que se
expresa. Solicitan la declaración de inconstitucionalidad de la resolu­
ción referida, a mérito de las consideraciones que formulan, así tam­
bién como la del decreto del Poder Ejecutivo dictado en cumplimien­
to de dicha resolución el 17 de setiembre, aduciendo que una y otro
son violatoriosjie los artículos 2V, 24, 37, 47, 50, 109, inciso 6", 215,
216 y 217 de la Constitución.
Oído el señor Asesor de Gobierno de conformidad con el artículo
345 del Código de Procedimientos en lo Civil, se ha opuesto a la so­
licitud indicada sosteniendo: 1? que V. E. es incompetente «para
estudiar, rever y revocar las resoluciones del único Poder Soberano
existente en la Provincia», la Honorable Asamblea Legislativa, que
«está constituida por elección directa del pueblo, y en consecuencia
encarna y representa la soberanía popular», y desde que a esa Su­
prema Corte no le ha sido conferida tal facultad por ninguna de las
disposiciones de la Constitución, y es sabido que «las atribuciones
de los tres Poderes Públicos que forman el Gobierno de la Provincia,
están expresamente consignadas en la Constitución»; fuera de las
2 60 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

cuales «no existen otras atribuciones, y es en absoluto inadmisible


la existencia de facultades implícitas, o derivadas de otras»; 29 que
el inciso l v, artículo 157 de la Constitución sólo atribuye a V. E.
«jurisdicción ordinaria y de apelación para resolver de la constitu-
cionalidad de leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos que estatu­
yan sobre materia regida por la misma Constitución», lo que no au­
toriza a V. E. para conocer de los actos de la Asamblea que no dicta
leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos; 39 que no surge tampoco
la jurisdicción de V. E. del inciso 29 del mismo artículo 157, porque
las funciones políticas que en virtud de dicha disposición correspon­
den a esa Suprema Corte se refieren a la decisión de las cuestiones
de competencia y conflictos suscitados entre los Poderes Públicos,
de lo que no se trata en el caso presente; 49 que el decreto del Poder
Ejecutivo que también se impugna, ha sido dictado en cumplimiento
de la resolución de la Asamblea cuya irrevocabilidad estima haber
demostrado, resolución que dicho Poder no podía vetar por no ser
una ley y la desobediencia de la cual podía dar motivo al juicio polí­
tico del señor Gobernador y 5“ que la resolución expresada es consti­
tucional, como se ha demostrado en el informe de la Comisión de la
Honorable Asamblea Legislativa, publicado en el diario que acompa­
ña, el cual reproduce en todas sus partes. Ha dicho, también, el se­
ñor Asesor que prescinde de discutir la personería invocada por uno
de los actores, «no como convencional sino como candidato de una
lista», que no se sabe si fué o no votada en suficiente número de co­
micios, o si en el acto mismo de la elección fué o no eliminado de
dicha lista.
Relacionados los antecedentes que he creído indispensables para
indicar las cuestiones sometidas a V. E., y sin perjuicio de exponer
más adelante los fundamentos aducidos en pro y en contra de la
inconstitucionalidad solicitada en cuanto lo creyere necesario, paso
a ocuparme en primer término, siguiendo el orden lógico en que de­
ben ser resueltas esas cuestiones, de la inhibitoria de jurisdicción
solicitada por el señor Asesor de Gobierno, en razón del carácter
previo de la misma.
Ha de excusarme V. E. que dé a este dictamen una extensión
desproporcionada con la sencillez de los puntos controvertidos y que
haya de ocurrir en alguna de sus partes a la exposición de princi­
pios rudimentarios de la ciencia constitucional así como a la de­
mostración de proposiciones consideradas hasta hoy como verdades
axiomáticas, pero a ello me considero obligado por la naturaleza de
las altas funciones que ejerzo, por la trascendencia del asunto, por
la calidad y número de los argumentos presentados en apoyo de las
opiniones que contienden y por el olvido en que se ha incurrido para
apoyar alguno de los fundamentos aducidos de nociones jurídicas
elementales.
Como primer elemento de la incompetencia alegada, el señor Ase­
sor de Gobierno afirma en varios pasajes de su escrito que la Asam­
blea Legislativa «encarna la soberanía popular», que «representa to­
da la soberanía del Estado» y que es el «único Poder soberano exis­
tente en la Provincia». Para justificar aserciones tan opuestas a
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 261

principios democráticos vulgarizados, sólo se formulan estos racioci­


nios: «la Honorable Asamblea Legislativa está constituida por elec­
ción directa del pueblo, y en consecuencia encarna y representa la
soberanía popular»; «así como el mantenimiento y estabilidad del or­
den social imponen la presunción de infalibilidad, en las resoluciones
de V. E., así también razones y consideraciones de orden público que
afectan la existencia del Estado, como entidad política, exigen e
imponen esa misma presunción de infalibilidad par?, las sanciones dic­
tadas por la Honorable Asamblea Legislativa, cuando asume, repre­
senta y ejerce toda la soberanía del pueblo».
Ahora bien: si la Honorable Asamblea Legislativa es soberana y
sus resoluciones son irrevocables porque proviene de elección direc­
ta del pueblo, de acuerdo con una regla elemental de lógica debe re­
conocerse igual soberanía e igual irrevocabilidad a la Cámara de
Diputados, al Senado y a sus resoluciones, porque uno y otro cuerpo
emanan también de elección directa del pueblo. Pero la Constitución
contradice expresamente tales asertos, cuando en el artículo 104 auto­
riza al Poder Ejecutivo para observar las leyes, cuando en el inciso
1-, artículo 157 confiere a V. E. la facultad de declararlas inconsti­
tucionales. Una autoridad cuyas decisiones pueden ser observadas o
anuladas no es seguramente soberana.
Pero estas prescripciones de la Constitución no hacen sino reco­
nocer los principios que forman la esencia de los gobiernos democrá­
ticos. Desde la enseñanza clásica de Montesquieu y de «El Federa­
lista», hasta los autores más familiares a todos los que estudiamos
estas cuestiones, Kent, Story, Cooley, comprendiendo entre éstos al
primer propagandista entre nosotros de las ideas del gobierno fede­
ral, Alberdi, y al maestro inolvidable, Estrada, al que hay que tener
presente siempre que la Constitución y la libertad llegan a ser mate­
ria de meditación; todos, absolutamente todos, proclaman que no
pueden subsistir las instituciones democráticas sin la separación y
contrapeso de los tres poderes (El Federalista, páginas 334, 352, 356
y 541; Kent, Del gobierno y jurisprudencia constitucional de los Es­
tados Unidos, páginas 27 y 123; Story, Comentario sobre la Cons­
titución Federal de los Estados Unidos, tomo l 9, página 196; Cooley,
Principios generales de Derecho Constitucional, página 19; Alberdi,
Bases y puntos de partida para la organización política de la Repú­
blica Argentina, obras completas, tomo 39, página 457; Estrada,
Curso de Derecho Constitucional, tomo 1", página 20, tomo 2", pá­
gina 15).
Si, pues, es de la esencia del gobierno democrático que los poderes
que lo constituyen sean limitados, no puede decirse sin desconocer
la base de tal organización que uno de esos poderes sea soberano,
porque 'limitado y soberano son términos que se excluyen. Cuando al­
guna vez se ha usado la palabra soberanos para clasificar los pode­
res ha sido refiriéndose no a las autoridades que hayan de ejercer­
las sino a las facultades mismas como emanación de la soberanía
popular. Así Cooley al definir el concepto de la Constitución, en el
lugar citado, trae el siguiente párrafo que V. E. ha de permitirme
transcribir porque condensa la doctrina que acabo de expresar y de-
202 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

termina la naturaleza de los poderes públicos en los países republi­


canos :
«En América el principio fundamental de la libertad constitucio­
nal ha sido desde sus comienzos, el de que la soberanía reside en el pue­
blo; y como el pueblo no podía en su capacidad colectiva ejercitar
los poderes del gobierno, se convino por consentimiento general, en
la sanción de una Constitución escrita en cada uno de los Estados.
Estas constituciones establecen departamentos separados para el ejer­
cicio de los poderes soberanos; prescriben la extensión y las formas
en que este ejercicio se ha de hacer efectivo, y en algunos casos prohí­
ben que ciertos poderes que caerían dentro de la esfera de la acción
de la soberanía, puedan ejercitarse en manera alguna. Cada una de
éstas constituye para el Estado la regla de acción y de decisión abso­
luta, para todos los departamentos y oficinas del gobierno, en todo
lo concerniente a los asuntos que abarca, y que debe respetarse hasta
que se altere la misma autoridad que la estableció. Toda disposición
o reglamento emanado de cualquier departamento o de algún emplea­
do que extralimite las facultades que le confiera este instrumento, o
que esté en oposición con alguna de sus disposiciones o reglas en él
establecidas, es completamente nido. La Constitución, además, tiene
la índole de un contrato celebrado entre el pueblo soberano con cada
uno de los individuos que lo componen, bajo el cual, en tanto que con­
fieren los poderes del gobierno a determinadas agencias políticas, se
despojan también ellos mismos del poder soberano de introducir cam­
bios en la ley fundamental excepto por el método establecido en la
Constitución sancionada».
Y si la soberanía de la Honorable Asamblea, que el señor Asesor
parece reconocer sea cual fuere la forma y el motivo con que se
manifieste, no surge de la fuente de su elección, tampoco puede nacer
de «las razones y consideraciones de orden público que afectan la
existencia del Estado», concepto indefinido que, si fuere aceptado,
podría llevarnos a la tiranía parlamentaria, que alguna vez pesó so­
bre la Francia y la Inglaterra; la más terrible como la más irres­
ponsable.
No. En los países regidos por una Constitución escrita, a la exis­
tencia del Estado se provee por el juego regular de las instituciones
establecidas, que lejos de ser favorable al reconocimiento de la omni­
potencia de una autoridad cualquiera se funda en el atemperamento
de las varias que forman el gobierno.
En nuestra ley fundamental, dictada por los más eminentes y pro­
bados ciudadanos que participaban de la vida pública en el momento
de ser sancionada, sin distinción de credos políticos, y que fué apro­
bada después de meditado estudio y de serena e ilustrada discusión,
no podían seguramente ser olvidados tales principios, y no lo fueron
en realidad. Cada poder, cada rama de los mismos, y todos los órga­
nos independientes por ella creados, recibieron al mismo tiempo que
la vida, los medios de desarrollarse y b.s limitaciones a que debían
hallarse sujetos.
Y fué así como al tratar del Poder Legislativo, en presencia de
necesidades que requerían la acción conjunta de sus dos ramas y que
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 263

no era conveniente someter al procedimiento que se había marcado


a dicho Poder, se estableció la reunión de las dos cámaras en asam­
blea con el solo objeto y a los únicos fines que en las disposiciones
correspondientes se determinaron, enumeración que importa limita­
ción, según la conocida regla de hermenéutica.
No consignado en la Constitución que la Asamblea Legislativa sea
soberana, sino, por el contrario, perfectamente definidas sus atribu­
ciones y marcados sus procedimientos en los artículos 109 a 114, de
ninguno de los cuales puede hacerse derivar tal carácter cuando
de la existencia del Estado se trate; cuya conservación se halla en­
comendada a otros poderes, ni con ningún otro objeto, pues si tal
atributo hubiere conferido la constitución a la Asamblea sus dispo­
siciones al respecto habrían sido absolutamente nulas como repug­
nantes al artículo 59 de la Constitución Nacional, que prescribe el
establecimiento de autoridades soberanas en las provincias al deter­
minar como una de las condiciones que deben llenar sus constitucio­
nes la de crear gobiernos que respondan al sistema representativo
republicano, el que es radicalmente contrario a la existencia de po­
deres absolutos o soberanos, porque, como dice Estrada al ocuparse
de tal sistema (obra citada, tomo 2 ’, página 3 2 ): «Un gobierno no
es liberal en razón de la fuente de donde arrancan sus poderes; un
gobierno es liberal en razón de la limitación de la autoridad que
desempeña. Así como un gobierno ejercido contra justicia se llama
tiranía, un gobierno ejercido sin limitación se llama despotismo»
(véase también el comentario al referido artículo 5”, tomo 39, página
147, núm. 124) ; y si tampoco se halla la base para reconocer tal so­
beranía en los principios de derecho que rigen en los países demo­
cráticos, como lo sostienen los estadistas y autores que he citado
¿cuál es el fundamento de la soberanía de la Honorable Asamblea
que proclama el señor Asesor? Resabios tal vez de la época caótica
de nuestra laboriosa organización política en qué, para combatir
la soberanía de Fernando V II y realzar las autoridades surgidas de
la revolución, se aclamaba la soberanía de las Juntas, de los Triun­
viratos, de los Directorios, de los Congresos y de las Asambleas
Constituyentes!
Dice, además, el señor Asesor, que tampoco el inciso 1", artículo
157 de la Constitución confiere a V. E. facultad para conocer de las
decisiones de la Asamblea Legislativa porque éstas no son leyes ni
menos decretos, ordenanzas o reglamentos y es solamente a tales actos
que se refiere la atribución de esa Suprema Corte.
Aun cuando V. E. ya tiene expresamente resuelta esa objeción en
el expediente B. 5873 y otros, en que ha establecido, de conformidad
con la doctrina enseñada por Cooley y otros constitucionalistas (obra
citada, página 291), que no es exacto que sólo las autoridades ad­
ministrativas puedan dictar decretos, pues ese vocablo tiene en el
lenguaje una acepción amplia que comprende toda orden o mandato
prescripto por una persona o una corporación sin estar autori­
zada para dar leyes lo está para hacerlas cumplir (Dice, de la Lengua,
verb. Decreto), y que los decretos puedan dictarse, por lo tanto, no
sólo por el Poder Ejecutivo, sino también por los tribunales, las
264 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

autoridades municipales, escolares, y en general por todos aquellos


que tengan por la ley funciones que desempeñar y autoridad para
ordenar el cumplimiento de las resoluciones que pronuncien en ejer­
cicio de aquellas; creo oportuno recordar a V. E. un precedente que
tiene gran analogía con el caso actual y en el que V. E., en contra
del dictamen de este Ministerio, declaró su competencia para conocer
de una resolución de la Honorable Cámara de Diputados, no obstante
tratarse de una decisión de carácter interno y que se refería a los
privilegios de ese cuerpo, que fué lo que motivó mi oposición. Me
refiero al caso originado por la expulsión de los diputados Lando,
López y Paez: en él quedó establecido que fuese cual fuese la natu­
raleza del acto impugnado y la autoridad que lo hubiere producido,
V. E. era competente para juzgar de su constitucionalidad si aquél
se refería a materia regida por la Constitución y si era objetado por
parte interesada. Oído el señor Asesor en ese juicio no atacó tal de­
cisión, que había sido pronunciada ya, sino que por el contrario, ma­
nifestó que reproducía todas las consideraciones del escrito en que
se había sostenido la doctrina que prevaleció en la resolución ex­
presada.
En presencia del texto del citado inciso l 9, artículo 157, de la in­
terpretación que del mismo debe hacerse de acuerdo con la doctrina,
la cual se pronuncia en el sentido de reconocer la mayor amplitud
a las facultades del tribunal de constitucionalidad para decidir las
controversias que se susciten acerca del concepto de la ley funda­
mental, especialmente en los casos que se refiere a la definición
de los poderes que la misma crea (Story, obra citada, tomo l 9, pági­
na 201; Cooley, id., id., página 136) y de los precedentes que dejo
indicados, mi opinión es que V. E. se halla plenamente habilitada
para conocer del caso a que se refieren estos autos.
Deducida en tiempo la demanda, cumplidos los requisitos exigidos
por el artículo 344 del Código de Procedimientos en lo Civil, no nega­
do el carácter de electores que invocan los demandantes ni tampoco
la circunstancia de haber figurado uno de éstos como candidato en
la lista única que fué votada en las elecciones del 27 de julio de
1902, mi dictamen es que han sido llenadas todas las condiciones
exigidas para la procedencia de la queja por el referido inciso l".
artículo 157 de la Constitución y por los artículos 336, 339 y 343 del
Código de Procedimientos citado, y que por lo tanto, V. E. debe en­
trar al fondo de la cuestión debatida. El carácter de parte interesa­
da, independientemente de no haber sido desconocido, surge claro
de las circunstancias personales aducidas por los actores en razón
de la naturaleza del acto impugnado: una decisión que sólo atañe a
los derechos electorales de los ciudadanos no ha podido herir otros
intereses que los que nacen de tales derechos. En el caso citado en
la demanda, análogo al presente, V. E. ajustó su resolución a ese cri­
terio (Serie 4\ tomo 39, página 303).
Para precisar la cuestión que se debate y los elementos principa­
les que han de concurrir a su decisión, V. E. ha de permitirme que
transcriba la resolución objetada y las disposiciones constituciona­
les que se dicen directamente infringidas por la misma:
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 265

«■Considerando: l g Que en vista del tiempo transcurrido desde el


vencimiento del plazo fijado para la convocatoria de la convención, co­
mo también de que ha vencido con exceso el término que el artículo
constitucional 217 fija para que la convención pueda legalmente
reunirse, corresponde declarar: Que la convocatoria del 16 de mayo
de 1902 ha caducado y, que por lo tanto, la elección del 27 de julio
de aquel año debe desecharse por ser ineficaz y de ningún valor.
«29 Que de acuerdo con la ley de 21 de noviembre de 1901, que de­
claró la necesidad de la reforma y de la resolución de la Asamblea
de mayo 15 de 1902, que constató que la mayoría de electores había
votado por la aceptación de la reform a; la Asamblea Legislativa
resuelve:
l v Convocar una nueva convención constituyente que deberá re­
unirse en la ciudad de La Plata, el día 14 de diciembre del corriente
año, en el recinto de la Honorable Cámara de Diputados, a las 2 p. m.
«2g El Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones de 114 con­
vencionales, los que serán elegidos por los mismos electores y en los
mismos distritos que los señores senadores y diputados.
«S9 Comuniqúese al Poder Ejecutivo y publíquese (Diario de Se­
siones del Senado, página 366).
«Artículo 109 de la Constitución: Ambas cámaras sólo se reunirán
para el desempeño de las funciones siguientes:
« . . . Inciso 69 Para practicar el escrutinio del plebiscito sobre re­
forma de la Constitución, y según su resultado, convocar la conven­
ción constituyente, haciendo también el escrutinio de la elección de
convencionales.
«Artículo 217. Declarada la necesidad de la reforma de la Cons­
titución, se someterá a los electores para que en la próxima elección
de senadores y diputados, voten en pro o en contra de la convocato­
ria de una convención constituyente; y si la mayoría votase afirma­
tivamente, la asamblea legislativa convocará una convención que se
compondrá de tantos miembros cuantos sean los que compongan
las cámaras legislativas, los cuales serán elegidos del mismo modo,
por los mismos electores y en los mismos distritos que los senadores
y diputados.
«Esta convención se reunirá tres meses después de hecha la con­
vocatoria, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta Consti­
tución y lo que ella resuelva por mayoría será promulgado como la
expresión de la voluntad del pueblo, necesitando para funcionar la
mayoría absoluta de todos sus miembros».
Del análisis de la resolución que dejo copiada, resulta que la con­
vocatoria ordenada se ha dictado como consecuencia de las siguien­
tes decisiones previas: 1¥caducidad de la convocatoria de 16 de mayo
de 1902; 2“ declaración de ineficacia o de falta de valor de la elección
de convencionales de 27 de julio del mismo año, vale decir, anula­
ción de esas elecciones; 3? declaración de hallarse subsistente la ley
de 21 de noviembre de 1901 que declaró la necesidad de la reforma
de la Constitución; y 4* igual declaración respecto de la resolución
de la Asamblea referente al plebiscito.
266 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

¿ Ha tenido facultades constitucionales la Honorable Asamblea Le­


gislativa para formular tales decisiones?
Mi opinión es decididamente por la negativa.
El principio fundamental que rige en esta materia es el que con­
signa Cooley, el autor que ha estudiado más prolijamente las limita­
ciones constitucionales, de esta manera expresiva que ha extraído de
fallos de los tribunales norteamericanos: «El Congreso de los Estados
Unidos deriva de la Constitución sus poderes para legislar, la cual es
la medida de su autoridad; y toda sanción del Congreso que esté en
oposición con sus disposiciones, o que no esté dentro de los poderes
conferidos por ella, es inconstitucional, no siendo ley por lo tanto,
ni obligatoria para nadie; Foster versus Neilson, 2 Pet. 253. 314;
Doc. versus Braden, 16 How. 635», (obra citada, página 27).
Que la facultad de la Asamblea para declarar caduca una convoca­
toria a elecciones, para anular éstas, para establecer la subsistencia
de la ley mencionada, o de cualquiera otra, y para decidir también
la subsistencia de una resolución anterior de ese mismo cuerpo que
forma parte de un proceso al que la Constitución ha señalado las
formas y en el que ha dado intervención sucesiva a entidades distin­
tas de la Asamblea, no se halla consignada en el texto de las disposi­
ciones transcriptas es de evidencia manifiesta, desde que no puede
confundirse ninguno de los actos producidos con la atribución de
practicar un escrutinio, atento el carácter que la misma ley funda­
mental señala a tal función (artículos 128 y 129), ni tampoco con la
de hacer una convocatoria a elecciones, que es un mandato de natu­
raleza meramente ejecutiva.
¿ Podría reconocerse que la Honorable Asamblea se ha encontrado
autorizada para adoptar las resoluciones expresadas en ejercicio de
facultades implícitas ? . . .
Si bajo este concepto se entiende únicamente, de acuerdo con
los principios que son la base del sistema democrático moderno,
como lo enseñan los maestros (Story, obra citada, tomo 2’ , pági­
na 127), que tales facultades no son otras que las convenientes y
necesarias para el desempeño de los poderes expresos, es indudable
a mi juicio, que las ejercitadas por la Asamblea, de que acabo de
ocuparme, no responden a ninguna de las operaciones constitucio­
nales que han sido taxativamente deferidas a ese cuerpo. Ahora, si
por facultades implícitas quiere entenderse poderes discrecionales,
digo, con Story, con Cooley, con Estrada, que ellas son totalmente
extrañas al sistema republicano de gobierno y, que por lo tanto, a
ninguna autoridad argentina han podido ser acordadas (artículo l 9
y 5’ de la Constitución Nacional).
No contradice ninguna de las proposiciones que dejo expresadas
el informe de la mayoría de la Comisión de la Honorable Asamblea,
que el señor Asesor de Gobierno ha reproducido en contestación a
la demanda.
No tomaré en cuenta, porque son extrañas al presente de­
bate, las consideraciones que se hacen para fundar las decisiones
adoptadas. Me refiero solamente a la argumentación hecha en pro
de la facultad de la Asamblea para dictarlas, que se apoya según
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 267

se dice, en las disposiciones legales en vigor, en la opinión de Ja-


meson y en la ley de 21 de noviembre de 1901.
Respecto de «las disposiciones legales en vigor» cuya justa in­
terpretación ha llevado a la Comisión a reconocer la facultad de la
asamblea, como se expresa en el informe, nada puedo decir porque
no han sido citadas ni se ha indicado en forma alguna cuales sean.
Por lo demás, este Ministerio no conoce otra ley que la Constitución
que se haya ocupado de dicho cuerpo, y de las disposiciones de ésta,
que al mismo tiempo se refieren, ya ha.analizado las únicas que tienen
relación con el punto que motiva este dictamen, el inciso 6’ , ar­
tículo 109 y el artículo 217: ni los incisos l 9 a 5V y 79 del artícu­
lo 109 de la Constitución, ni los artículos 110 a 114 y 128 y 129
de la misma, que, con los preceptos transcriptos, son todos los que
hacen mención de la Asamblea Legislativa, contienen una sola pa­
labra de la que pueda deducirse la facultad discutida. Me remito al
texto de esas disposiciones.
Ahora, en cuanto a la opinión de Jameson, aceptada con toda
la autoridad que le atribuye la Honorable Comisión, ella no con­
mueve en lo más mínimo los razonamientos que dejo consignados.
Dicho autor, como era natural que ocurriese, no hace la me­
nor referencia a la acción de las asambleas legislativas en los pro­
cesos originados por las reformas constitucionales; sólo tiene en
cuenta las legislaturas. Y digo que eso era lo natural, porque el
mecanismo de las asambleas no es usado en los Estados Unidos,
cuya Constitución federal sólo con un objeto admite el funciona­
miento conjunto de las dos Cámaras, el juicio de la elección pre­
sidencial (Enmiendas, artículo 12).
Por lo tanto, como no se hallan en discusión las atribuciones
de la Legislatura (Cámara de Diputados y Seriado, procediendo se­
paradamente; artículo 63 y capítulo 69, sección 3* de la Constitu­
ción), sino las de la Asamblea Legislativa cuyas facultades han
sido expresamente determinadas, acatando como verdad científica
todo lo sentado por dicho tratadista, sus opiniones no pueden alterar
las interpretaciones apuntadas que surgen directamente de nuestros
textos constitucionales.
Finalmente, el argumento por el cual se hace derivar la facul­
tad de la asamblea, para adoptar las resoluciones indicadas, del
artículo 49 de la ley de 21 de noviembre de 1901, lo considero
contraproducente.
Desde luego, los hechos producidos no daban lugar a la apli­
cación de ese artículo, puesto que él solo autorizaba a la Asamblea
para declarar «cesantes a los convencionales inasistentes, mandando
practicar nuevas elecciones», «si la Convención no se constituyera
antes de los tres meses subsiguientes al escrutinio de las eleccio­
nes de sus miembros». No practicado el escrutinio, no podía produ­
cirse, en absoluto, la declaración de cesantía aludida, que dependía
necesariamente de esa operación.
Y si la Legislatura, por medio de la ley citada, creyó conve­
niente conferir la facultad expresada a la Asamblea, tal acto no
admite otra interpretación sino que, en el concepto de dicho Poder,
268 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

la Asamblea no tenía otras atribuciones que las taxativamente de­


terminadas en la Constitución a las que la ley agregó la que acaba
de mencionarse.
De lo expuesto, concluyo: que la Asamblea Legislativa ha or­
denado la convocatoria a nuevas elecciones que se impugna fun­
dándose en las decisiones previas que dejo estudiadas, las que no se
hallaba autorizada a dictar de acuerdo con los artículos 109, in­
ciso 6’ y 217 de la Constitución, por lo cual deben éstas ser anuladas
como violatorias de dichos preceptos de conformidad con el artículo
218 de la misma Constitución y en cumplimiento del articulo 350
del Código de Procedimientos en lo Civil, que señala el alcance que
debe tener la resolución de V. E. Corresponderá, asimismo, como
consecuencia, anular la convocatoria expresada y el decreto del Po­
der Ejecutivo dictado en consonancia con ésta. Para el caso en quo
se hubieran ya practicado las elecciones de convencionales al tiempo
de dictarse el fallo de esa Suprema Corte, como es posible atento lo
angustioso de los términos, deberá, igualmente, declararse inválidas
esas elecciones.
Sírvase V. E. por las consideraciones expuestas y las concor­
dantes del escrito de fs. 1, deferir a las conclusiones indicadas, a
las que he llegado por la interpretación serena de la Constitución,
con criterio exclusivamente judicial, y desoyendo tanto las voces
que proclaman servir intereses patrióticos como las que hacen cir­
cular amenazas de perjuicios personales.
La Plata, 26 de octubre de 1904.
I o n ac io M ». Gómez.

MEMORIA DE LA DEMANDA

La Plata, noviembre 5 de 1904.


Suprema Corte:
Los electores que subscriben, en el juicio que sobre inconstitu-
cionalidad de los decretos de la asamblea legislativa y del Poder
Ejecutivo convocando a elecciones de convencionales hemos promo­
vido, a V. E. decimos:
Que ya que el señor Asesor de Gobierno anuncia la presentación
de una Memoria, hacemos uso del mismo derecho, no porque crea­
mos ser ella necesaria para suplir omisiones en que suponemos no
haber incurrido, ni para robustecer los fundamentos del escrito de
demanda, que no ha rebatido ni intentado rebatir al dicho fun­
cionario, sino para considerar argumentos que se han hecho fuera
de los autos y en el debate público que ha originado este trascen­
dental asunto.
También nos proponemos, dada la repercusión de este juicio,
divulgar las nociones sobre jurisdicción y competencia de esa Su­
prema Corte, de las que aun no se han penetrado los tribunales de
1* y 2* instancia, que a menudo se declaran sin facultades para
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 269

pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de las leyes, olvidando


que la Suprema Corte conoce también de esas cuestiones en grado
de apelación, como ha sucedido últimamente en las causas seguidas
por el señor Dobarro contra el comisionado municipal de La Plata,
y el señor Cordingley contra el Juez de Paz de la sección 2\ sobre
usurpación de autoridad.
Prescindiremos de discutir la afirmación de ser la asamblea
legislativa un poder soberano, porque es de la esencia del gobierno
democrático la limitación de toda autoridad. Esto es axiomático, y
seguramente, V. E. en su fallo, apeñas se dignará mencionar ese
argumento para desestimarlo como corresponde, teniendo en cuenta
el bien meditado dictamen del señor Procurador General.
El objeto del señor Asesor es impedir que V. E. conozca del
fondo del asunto, cuya inconstitucionalidad es manifiesta, y por
eso procura sustraerlo a su acción, alegando la omnipotencia de
la asamblea legislativa, porque conociendo como conoce la Constitu­
ción provincial y la jurisprudencia de V. E., no le era permitido,
confundir las atribuciones de la judicatura de la Provincia con las
de la Nación, aplicando para la decisión de este caso la jurispru­
dencia de la Corte Federal, como lo ha hecho El Diario.
Nos proponemos, pues, establecer las diferencias entre una y
otra institución, diferencias que no son bien conocidas, no obstante
ser distintos los textos que ha interpretado V. E. en luminosos fallos
que nos permitiremos recordar.

Lo que, según enseña Laboulaye, convierte a la administración


de justicia en poder público, consiste en la facultad de juzgar si
las leyes de cuya aplicación se trata se ajustan o no a la Constitución.
«Sin esa facultad, dice el duque de Noailles en su obra «Cien
años de República en los Estados Unidos», (tomo II, página 142),
la magistratura se encontraría subordinada en un todo al Poder
Legislativo, no constituiría un Poder Judicial igual a los otros pode­
res, sino una corporación eminente encargada únicamente de dar
plena sanción a los decretos del legislador».
El propósito que se perseguía, pues, en los Estados Unidos, era
encarrilar el gobierno dentro de la Constitución, pero el temor de
subordinar los poderes políticos al judicial, hizo que se limitara o
restringiera la decisión al caso producido, enervando sólo respecto
del demandante, la ley o decreto, que no obstante esto quedaba en
pleno vigor.
Pero tal temor no pudo existir tratándose de la institución del
Poder Judicial en un estado federal o provincia, en donde no sería
posible una oligarquía de la judicatura.
Por esto se explica la mayor extensión dada al Poder Judicial
en los estados particulares de la Unión Americana y en la Repú­
blica Argentina; mayor extensión que está en perfecta consonancia
con la doctrina americana aplicada con excesivas restricciones en
la organización de la justicia federal.
2 70 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Si la provincia de Buenos Aires hubiera organizado su Poder


Judicial copiando la Constitución de los Estados Unidos o de la
Nación, nada tendríamos que objetar, porque es cierto que en el
orden nacional no se puede demandar la inconstitucionalidad de una
ley, decreto, etcétera, sino alegar esa inconstitucionalidad inciden­
talmente en un caso que cae bajo la acción de los jueces inferiores
(salvo los mencionados en el artículo 101 de la Constitución, en
razón de la calidad de las personas) y del cual conoce la Suprema
Corte Federal en virtud de un recurso de apelación.
No sucede lo mismo en la Provincia, porque con arreglo al
artículo 157, inciso V, la Suprema Corte ejerce jurisdicción origi­
naria y de apelación para conocer y resolver acerca de la constitu-
cionalidad o inconstitucionalidad de leyes, decretos, ordenanzas o
reglamentos que estatuyan sobre materia regida por la Constitución,
desde que la citada cláusula atribuye a V. E. originariamente el
conocimiento de la demanda o queja sobre inconstitucionalidad y
autoriza al demandante a hacer de esa inconstitucionalidad el objeto
principal del litigio.
Y esto no puede ponerse en duda en presencia del artículo 339
del Código de Procedimientos, el cual terminantemente establece que
V. E. tiene jurisdicción originaria «en todos los casos en que los
poderes Legislativo y Ejecutivo, municipales u otras autoridades
públicas dicten leyes, decretos o reglamentos, y las partes interesadas
comprendidas en sus disposiciones y a quienes deban aplicarse, se
consideren agraviadas por ser contrarias a derechos, exenciones o
garantías que estén acordadas por alguna cláusula de la Consti­
tución».
Tal es lo que dispone la Constitución y la ley reglamentaria en
la Provincia, perfeccionando la institución del Poder Judicial, insu­
ficiente talvez en el orden nacional, «si es que el poder de interpretar
las leyes, como dice Story (Comentarios, tomo II, página 307),
comprende necesariamente el derecho de asegurarse si ellas son
conformes o no a la Constitución, y en este último caso declararlas
nulas y sin ningún efecto».
Así, pues, según la Constitución y la ley provincial recordadas,
la ley, decreto, ordenanza o reglamento, etcétera, respecto del cual
se hace la objeción de inconstitucionalidad es, valiéndonos de la
expresión empleada por el duque de Noailles al estudiar esa insti­
tución en los Estados Unidos, una especie de acusado a quien se
lleva delante de un juez.
Esto es rigurosamente exacto, a estar a lo dispuesto por los
artículos 344 a 350 de la ley procesal que reglamenta la queja o
demanda de inconstitucionalidad y establece que ella debe ser sus­
tanciada con el Fiscal o Asesor de Gobierno cuando s¿ trate de los
poderes públicos o con los representantes legales de las municipali­
dades, corporaciones, etcétera.
En el orden nacional el caso se produce ante un juez inferior
y con motivo de una relación privada que afecta el derecho de los
particulares; la inconstitucionalidad no se demanda ni puede ser obje-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 271

to principal del litigio, sino que se alega como argumento que concurre
a hacer valer el derecho gestionado; la parte contraria es, por regia
general, una persona civil, y la Suprema Corte no reconoce de la
inconstitucionalidad sino por incidente, en grado de apelación, y
cuando le es indispensable para pronunciarse sobre la cuestión prin­
cipal.
En el orden provincial basta para producir el caso, que una
ley, decreto, etcétera, lesione los intereses pecuniarios, políticos, mo­
rales o religiosos garantizados por alguna cláusula constitucional;
la demanda tiene por objeto principal la inconstitucionalidad misma;
se sustancia siempre con el poder público o autoridad que produce el
acto impugnado, y la Suprema Corte puede conocer el caso, originaria­
mente, y declarar invalidada la ley, decreto, etcétera, no sólo con
relación al caso particular, sino también en todos los demás, desde
que se le declara nulo e insubsistente y desde que sea materialmente
imposible restringirlo al actor.
En una palabra, tanto en la Nación como en la Provincia, las
atribuciones de la Suprema Corte son casi iguales en lo referente
a sus facultades para pronunciar la inconstitucionalidad, conociendo
del asunto en grado de apelación o por medio de un recurso, pero
en la Provincia la Corte puede conocer originaria y directamente
de una demanda o queja de inconstitucionalidad que se sustancia con
los poderes públicos o autoridades que produjeron el acto impug­
nado, de la cual atribución carece la Suprema Corte Federal. (1)
Como se ve, la Constitución de la Nación y de la Provincia pre­
sentan diferencias notables por lo que respecta a la competencia y
jurisdicción del Poder Judicial, y es verdaderamente una superche­
ría invocar la jurisprudencia del tribunal federal para desconocer
jurisdicción a V. E. en este caso.
No está en tela de juicio apreciar si la institución judicial de
la Provincia responde mejor a la doctrina norteamericana que la
federal; pero demostrará su ignorancia o su mala fe quien afirme
que la organización judicial en los estados que componen la Unión
Sudamericana, es exactamente igual a la creada por la Constitución
de los Estados Unidos.
«En algunos estados, dice Harrison en su obra titulada: «Go­
bierno y administración de los Estados Unidos», traducida por el
doctor Carrié, página 384, se ha sancionado disposiciones por las
cuales se pueden someter cuestiones abstractas a sus cortes su­
premas.

(1) El artículo 101 de la Constitución Nacional es cordado del artículo III de la


sección 2» de la de Estados Unidos y ambas atribuyen jurisdicción originaria a la Su­
prema Corte en todos los asuntos concernientes a embajadores, ministros y cónsules extran­
jeros, y en los que alguna provincia fuese parte.
«El Congreso, dice Storv en la página 341 de su «Comentario», no puede dar la
jurisdicción en primera y única instancia para otra causo. Este es un ejemplo del principio
que la concesión de un poder para los casos especificados, importa la exclusión de ese poder
para otros. En consecuencia, se tiene hoy por cierto que la Corte Suprema de los Estados
Unidos no puede ejercer una jurisdicción originaria, es decir, conocer en primera y última
instancia, sino de las causas especialmente enumeradas por la Constitución. Si uno ley del
C'ongrtso extendiese este poder, la ley sería inconstitucional y de ningún efecto».
272 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

«En la crisis civil que se produjo en Maine durante la gober­


nación -de Garcelón, este método de obtener una expresión judicial se
empleó con buenos resultados, pero en conjunto es preferible que
todas las cuestiones que requieran una decisión judicial deban ser
llevadas ante la Corte por medio de juicio entre partes».
En los estados de la Unión Americana, pues, se ha llegado a
ese extremo a fin de impedir las desviaciones constitucionales, y nada
de extraño tiene que en muchos de ellos pueda demandarse ante
el superior tribunal directamente la inconstitucionalidad de un acto
que emana de cualquier autoridad, como ocurre en la Provincia.

Las atribuciones de V. E. en la materia y su carácter juris­


diccional se encuentran perfectamente determinados en el informe
presentado por la comisión revisora de la Constitución del 73 a la
convención que votó la vigente, redactado por el doctor Luis V.
Varela y otros, el cual contiene los siguientes párrafos:
«Los autores de la actual carta política de la Provincia, com­
binando las facultades de las cortes supremas de los Estados Uni­
dos, de la Corte de Casación francesa y del Tribunal de Reclamos
americano, creyeron que los intereses de los ciudadanos quedaban
asegurados dando a ese alto poder las atribuciones que entonces se
le confirieron.
«Guardián celoso de las instituciones, interpreta de una manera
definitiva e infalible la Constitución, y ante su augusto tribunal
vienen a ser juzgados todos los actos de los funcionarios públicos,
cualquiera que sea la forma exterior que ellos revistan?.
El mismo doctor Luis V. Varela, en su proyecto de Código
contencioso-administrativo, página 36, dice:
«El inciso l v del artículo 157 de la Constitución somete a juicio
de la Suprema Corte, no sólo los actos del poder administrativo,
sino los de todos los poderes y autoridades, cualquiera que sea su
jerarquía.
«La jurisdicción alcanza a las leyes que dicta la Legislatura,
a los decretos del Poder Ejecutivo, a las ordenanzas municipales,
a los reglamentos de policía y, finalmente, a toda medida emanada
de autoridad que pueda afectar disposiciones constitucionales.
«Una facultad tan amplia no encuadra dentro de los procedi­
mientos del juicio ordinario, ni dentro de las disposiciones que re­
glan lo contencioso-administrativo.
«Un juicio por inconstitucionalidad es un recurso extraordinario
dado por la Constitución a los particulares en contra de los avances
de los mandatarios, y que muchas veces puede ser la antesala del
juicio político».
*

No se puede racionalmente comentar el inciso l v del artículo 157


de la Constitución de la Provincia, invocando las opiniones de los
tratadistas norteamericanos y la jurisprudencia de nuestra Corte
Federal.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 273

De ese recurso de mala ley se ha echado mano desde hace mucho


tiempo para interpretar nuestro texto constitucional, y a su respecto
v condenándolo, se expresaba el doctor Marcelino Ugarte, padre del
actual Gobernador, en la Cámara de Diputados de la Nación, en la
sesión del 19 de junio de 1867 (página 52 del D iaño de Sesionen)
en la siguiente form a:
«Grandísima importancia tienen, en mi concepto, esos antece­
dentes. cuando el texto de la Constitución Argentina está copiado
de la Constitución de los Estados Unidos. Pero la importancia cesa
donde el texto argentino se separa del norteamericano.
«Copiando el texto, es evidente que se ha querido tomar, con
el texto, la significación del texto, y que el comentario del original
es el mejor comentario de la copia.
«Separándonos del texto, es evidente que no se ha querido
tomar la significación del texto y que el comentario del original no
sirve cuando el original no está copiado.
«Y es eso lo que sucede en este caso. Nuestra Constitución
se ha separado en este punto del modelo,no sólo en la forma de la
redacción, sino en el fondo mismo de sus disposiciones.
«Los precedentes norteamericanos, muy dignos de consideración
y de respeto cuando las dos constituciones son idénticas, no tienen,
por consiguiente, autoridad en este caso, en que las constituciones
son diversas».

La diversidad de texto hace inaplicables los precedentes invo­


cados respecto de los efectos de la declaración de inconstitucionalidad.
¿Enerva en el caso particular el acto impugnado o lo anula como tal
aun en el caso no juzgado? Esto depende de la naturaleza del acto
mismo, como va a verse.
Irrisorio sería pretender que el pronunciamiento de V. E. en
este caso se limitara a ampararnos en nuestro derecho, si la reso­
lución de la asamblea legislativa y el decreto objetados de incons­
titucionalidad han de continuar subsistiendo. Tal interpretación es
materialmente imposible, porque ella no salvaría los derechos elec­
torales que hemos invocado, ya se nos considere en nuestra calidad
de elector o de elegido.
Supóngase que la resolución de V. E. nos fuera favorable. ¿Có­
mo podría ampararnos en nuestros derechos, subsistiendo la nueva
convocatoria de la asamblea y la nueva elección de convencionales?
¿Podría, acaso, declararse que uno de nosotros tiene el derecho de
formar parte de la nueva convención, cuando sólo tiene título para
la declarada caduca? Esto sería absurdo, y por tanto la jurispru­
dencia de V. E. invalida en general los efectos del acto, ley o decreto.
Es tan clara esta cuestión, que bien podríamos habernos aho­
rrado la exposición hecha, con sólo recordar a ese Supremo Tri­
bunal su propia jurisprudencia, porque no es esta la primera vez que
cuestión de semejante linaje se haya presentado a su decisión, aun
cuando pensamos que nunca se le ha ofrecido otra de mayor tras­
cendencia.
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — i8
274 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

En el fallo contenido en el tomo 4’ , página 398 de la serie 4%


los señores Santa María y otros aparecen demandando la incons-
titucionalidad de un decreto convocando a elecciones municipales, y
V. E., reconociéndoles el derecho de electores que no les fué des­
conocido, se abocó el conocimiento de la causa y pronunció la in-
constitucionalidad de la convocatoria, convocatoria que, al mismo
tiempo que a Santa María, afectaba a todos los vecinos de La Plata.
Este decreto, pues, no se declaró sin vigor en el caso particular
de Santa María, sino que se invalidó como tal y en todos sus efectos.

Muchísimos casos podríamos citar para demostrar la competen­


cia de ese Tribunal, cualquiera que fuera la naturaleza del derecho
lesionado, siempre que se encuentre regido por la ley fundamental;
pero lo creemos innecesario desde que V. E. debe recordarlos; con
todo, es digno de una mención especial el promovido por el señor
Obispo de La Plata contra la municipalidad de Necochea, sobre
inconstitucionalidad de una ordenanza estableciendo un impuesto a
la introducción de cadáveres al templo, y en el cual V. E. declara
«que los actos de la autoridad pueden afectar tanto intereses ma­
teriales o pecuniarios, como morales y religiosos, produciendo casos
de inconstitucionalidad, porque unos y otros se hallan consagrados
en las declaraciones, derechos y garantías de la sección 1- de la
Constitución, y el artículo 157, inciso 1", al conferir jurisdicción a
esta Corte, para conocer y resolver los dichos casos, no ha hecho
determinación de la naturaleza de los derechos que se invoquen».
Dada, pues, la jurisprudencia establecida por ese Supremo Tri­
bunal, el caso que le hemos sometido es de su exclusiva competencia,
sin que pueda alegarse en contra la naturaleza política del acto que
no lo excluye de la acción judicial, primero porque afecta derechos
consagrados por la ley fundamental, y segundo porque, como enseña
Cooley, ni aun la Corte Federal de los Estados Unidos puede con­
siderar como extraña a su jurisdicción otras cuestiones políticas
que aquellas que versen sobre existencia de la guerra, el restable­
cimiento de la paz, la admisión de un Estado a la Unión, etcétera,
y que por su índole no pueden presentarse a la decisión del tribunal.
(Cooley, «Principios generales de derecho constitucional» traducido
por el doctor Carrié, página 136, y Harrison, obra citada, página
394). En el orden provincial no hay cuestión política ajena a la
jurisdicción de V. E., siempre que esté regida por la Constitución,
y así lo ha declarado ese Supremo Tribunal en el fallo publicado
en el tomo 4V, página 398, y en uno de cuyos considerandos dice:
«Que las leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos que estatuyan
sobre derechos políticos y que afectan, por consiguiente, a las liber­
tades públicas y a todas las garantías acordadas por la ley funda­
mental, son actos que con mayor razón que otros reclaman la inter­
vención del Poder Judicial, erigido a ese respecto en institución
política, a fin de decidir si se ajustan o no a los preceptos de la
Constitución, dando a esos preceptos una interpretación definitiva».
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 275

Y más adelante agrega: que reputándose nulos los actos con­


trarios a la Constitución, debe tener necesariamente el Poder Ju­
dicial la atribución de declararlos ineficaces, atribución que ejercitó
en ese caso, anulando un decreto convocando también a elecciones.

Según publicaciones hechas en los diarios, el señor Asesor, que


al contestar la demanda no objetó nuestra calidad de parte intere­
sada, piensa hacerlo en la Memoria anunciada, y aun cuando es in­
discutible el carácter por nosotros invocado, o por lo menos de fácil
comprobación, V. E. no podría acceder a ninguna petición que en
ese sentido hiciera la parte demandada, con el propósito de impedir
un pronto pronunciamiento, sin retrotraer este juicio a su principio
cuando se encuentra en su final, desde que se ha llamado «autos»
para sentencia.

Como respecto al fondo del asunto, esto es, sobre la inconsti-


tucionalidad del acto mismo ejecutado por la asamblea legislativa, el
señor Asesor no ha objetado los fundamentos de la demanda, damos
por terminada esta Memoria, pidiendo a V. E. una pronta resolu­
ción que evite a la dicha asamblea la violencia de hacer el escrutinio
de la elección fraguada el domingo próximo pasado, y haga cesar la
angustiosa expectativa con que es esperado el fallo de V. E., del que
depende adquieran nuestros conciudadanos la certidumbre de que
las libertades y garantías individuales y las limitaciones establecidas
al ejercicio de la autoridad no son un simple adorno de la Cons­
titución, sino una hermosa realidad, porque existe en la Provincia
un tribunal capaz de hacerlas efectivas.
Será justicia.
J ulio S án c h ez V iam o n te ,
T omás R. G arcía .
276 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

FALLO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA EN LA DEMANDA


DE INCONSTITUCIONALIDAD DE LA RESOLUCION DE LA
ASAMBLEA LEGISLATIVA QUE CONSIDERA INEFICAZ Y SIN
NINGUN VALOR LA ELECCION DEL 27 DE JULIO DE 1902.
(Acuerdos y Sentencias, 5* serie, tomo IX, pág. 429 y sigtes.)

S umario :— i 9 El hecho nuevo de que los demandantes no sufraga­


ron en la elección a que se refiere la demanda, alegado
después del llamamiento de autos para sentencia, tendiente
a demostrar que los actores no eran parte interesada, en
el concepto del artículo 157, inciso l v de la Constitución,
para promover la acción que autoriza, no puede ser te­
nido en cuenta por la Suprema Corte, sin establecer una
desigualdad inadmisible de las partes en el juicio.
2" A los efectos de la demanda sobre inconstitucionali-
dad del decreto del Poder Ejecutivo de 17 de noviembre
de 1904, convocando al cuerpo electoral de la Provincia
a elección de Convencionales y de la resolución de la Asam­
blea Legislativa de 13 de setiembre de 1904 que establece
que debe convocarse una nueva Convención Constituyente
son parte interesada los que invocan el carácter de can­
didatos electos o de ciudadanos inscriptos, cuando se trata
del acto más trascendental en la vida de los pueblos repu­
blicanos, como es la reforma de su carta fundamental.
3V Sujeto el proceso de la reforma constitucional a de­
terminados preceptos de la Constitución, bajo las garan­
tías que la misma acuerda a los electores, ellos implican
el derecho a reclamar su observancia y efectividad (art. 50
de la Constitución y jurisprudencia de esta Corte).
4" No es exacto, que la Constitución de la Provincia
atribuya a la Asamblea la representación de toda la so­
beranía del Estado y que por lo tanto sus resoluciones no
pueden ser revisadas por ningún otro Poder, desde que por
el articulo 157, inciso V no se excluyen de la jurisdicción
del Tribunal de constitucionalidad los actos de la Legis­
latura en Asamblea, aun ejerciendo funciones políticas,
cuando ella estatuye sobre materia regida por la Consti­
tución. La competencia de la Suprema Corte para cono­
cer y resolver acerca de la constitucionalidad de dichos
actos deriva de la disposición citada que la confiere en
términos generales sin limitación alguna, desde que el len­
guaje usado es amplio y no autoriza ninguna exclusión.
59 Las leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos, que
estatuyen sobre derechos políticos y que afectan por con­
siguiente a las libertades públicas y a las garantías acor­
dadas por la ley fundamental, son actos que reclaman,
con mayor razón que otros, la intervención del Poder Ju­
dicial, erigido a este respecto en institución política, a fin
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 277

de establecer si se ajustan o no a los preceptos constitucio­


nales dando a- esos preceptos su interpretación definitiva,
porque si toda ley, decreto, etc., contrario a la constitu­
ción se reputa insubsistente, debe necesariamente existir,
dentro del mecanismo institucional, el medio de declararlos
ineficaces, desde que las facultades del Poder Legislativo,
en el orden político, si bien son privativas, no son absolu­
tas para proceder a su arbitrio aun contra la Constitución.
6"’ El inciso 9V del artículo 109 de la Constitución, re­
lativo a la reforma de la misma, sólo autoriza a la
Asamblea para practicar él escrutinio del plebiscito y se­
gún su resultado, para convocar la convención constitu­
yente, haciendo también el escrutinio de la elección de con­
vencionales. En consecuencia ia anulación de la elección de
convencionales solo puede ser decretada por el Juez de la
elección que lo es la propia convención, según la esencia
de nuestro sistema republicano de Gobierno, que atribuye
ese carácter a cada uno de los cuerpos electivos.
7“ La Asamblea Legislativa no tiene facultades delibe­
rativas, y por lo tanto no es Juez de la elección de Con­
vencionales.
8? La Legislatura al decretar con fecha 14 de setiem ­
bre de 1904 la ineficacia de la elección de convencio­
nales y resolver una nueva convocatoria ha extralimita­
do sus facultades, violando el artículo 48 de la Constitu­
ción; y él decreto del Poder Ejecutivo de 17 del mismo
mes convocando a elecciones de convencionales, en cum­
plimiento de la resolución de la Asamblea, tiene el mis­
mo vicio que la resolución que le dió origen.

La Pinta, noviembre 18 de 1ÍR>4.


Y vistos. Resultando:
Los doctores Julio Sánchez Viamonte y Tomás R. García, han
ocurrido a esta Corte, pidiendo se declare la inconstitucionalidad
del decreto del P. E. de 17 de setiembre de 1904, convocando al
cuerpo electoral de la Provincia a elección de Convencionales, así
como de la resolución de la Asamblea Legislativa, sancionada en
sesión de fecha 14 de setiembre último, por la que se declara,
que la convocatoria a una Convención Constituyente de fecha 16
de mayo de 1902, ha caducado, y que por lo tanto, debe des­
echarse, por ser ineficaz y sin ningún valor, la elección de
Convencionales practicada el 27 de julio de aquel año; y se re­
suelve en consecuencia, convocar una nueva Convención Cons­
tituyente, la que deberá reunirse el 14 de diciembre próximo en
esta ciudad.
Contestando, el señor Asesor de Gobierno manifestó, que
prescindiendo de discutir la personería de los actores, oponía
la excepción de incompetencia de jurisdicción de este Tribunal,
para conocer del caso promovido, y reproducía, en cuanto al fondo
del asunto, las consideraciones constitucionales y legales que
2 78 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

sirvieron de fundamento a la Asamblea, para dictar la resolución


que ha motivado este juicio.
Oído el señor Procurador General, y llamados «autos», se
han presentado las memorias que autoriza el Código de Procedi­
mientos, quedando el asunto en estado de ser fallado, el dia 9
del corriente.
Y considerando:
En cuanto a la personalidad de los demandantes que ella quedó
aceptada al contestar la demanda, no impugnándose el carácter
de electores invocados por aquellos, como ciudadanos inscriptos.
En su memoria, la parte demandada niega a los actores el ca­
rácter de parte interesada para promover la acción, en el concepto
del artículo 157, inciso 1’-’ de la Constitución de la Provincia, apo­
yándose en el hecho nuevo que enuncia, de que los demandantes no
sufragaron en las elecciones a que la demanda se refiere, y de cuyo
hecho ha tenido conocimiento, por haber inspeccionado los registros
de aquella elección. Pero aquel hecho nuevo alegado después de lla­
mados autos para sentencia, no puede tenerse en cuenta, sin esta­
blecer una desigualdad inadmisible de las partes en el juicio.
Al contestarse la demanda, tampoco se ha desconocido la per­
sonería invocada por uno de los actores, fundado en ser notorio y
constar en las actas de la elección de Convencionales del 25 de
Julio de 1902, que fué candidato en la íista única que se votó; por
cuya circunstancia a su juicio, si el escrutinio se practicara, resul­
taría electo. Al respecto la parte demandada se limitó en aquella
oportunidad a prescindir de discutir dicha personería, por ignorar
si la lista mencionada fué o no votada en suficiente número de
comicios, o si en el acto mismo de la elección fué o no eliminado
de la lista el candidato. Pero resulta que no obstante el prolijo
examen que el señor Asesor de Gobierno manifiesta en la memo­
ria, haber hecho de los registros electorales originales de aquella
elección y el que ha podido habilitarle para conocer el hecho igno­
rado al contestar la demanda, no desconoce el alegado por el
demandante candidato, con relación a las constancias del mismo
en aquellos registros de la elección, lo que autoriza a tenerlo por
exacto.
Que dados estos antecedentes, el carácter de parte interesada
a los efectos de la demanda, no puede ser desconocido a los de­
mandantes, dado el que han invocado, ya sea como candidato electo
el uno, ya como ciudadanos inscriptos ambos, cuando se trata del
acto más trascendental en la vida de los pueblos republicanos, cual
es la reforma de su Carta fundamental; puesto que por ella debe
constituirse el mejor gobierno de todos y para todos, como se ex­
presa en el Preámbulo de la Constitución. Sujeto el proceso de la
reforma constitucional a determinados preceptos de la Constitu­
ción, bajo las garantías que h misma acuerda a los electores, ellas
implican el derecho a reclamar su observancia y efectividad (art. 50
de la Constitución y jurisprudencia de esta Corte en los fallos que
obran en el tomo 3V, página 375 y 391, de la Serie 4’ ).
Para decidir acerca de la personalidad de los demandantes, es
fuera de lugar, apreciar el alcance que la resolución de fondo que ha-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 279

ya de dictarse por el Tribunal pueda tener, en la medida de su juris­


dicción, con relación a los efectos de aquella, ante los términos del ar­
tículo 157, inciso 1*, de la Constitución de la Provincia que sólo re­
quiere que la controversia constitucional suscitada lo sea por parte
interesada: y en el caso ocurrente aparece innegable ese carácter en
los demandantes, y su personalidad consiguiente para el ejercicio de
la acción que han intentado.
Considerando. En cuanto a la competencia de esta Corte.
Que la incompetencia alegada se. funda en las siguientes razones
aducidas al contestar la demanda: en que la Asamblea Legislativa en­
carna y representa la soberanía popular, y no existe en la Constitu­
ción facultad conferida a la Corte para rever las resoluciones de ese
cuerpo, que es soberano; en que el inciso P del artículo 157 de la
misma, solo atribuye a este Tribunal, facultades para conocer y re­
solver acerca de la constitucionalidad de leyes, decretos, ordenanzas
y reglamentos, que estatuyan sobre materia regida por la Constitu­
ción, y que la Asamblea no dicta leyes, decretos, ordenanzas, ni re­
glamentos: y por último, en que esa jurisdicción no surge de las fun­
ciones políticas asignadas a la Corte por el inciso 2’ del artículo cita­
do que se refiere a la decisión de las cuestiones de competencia y con­
flictos entre los poderes públicos de la Provincia.
El primero de los motivos enunciados se funda en un error
evidente, que consiste en atribuir a la Asamblea la representación
«de toda la soberanía del Estado», sosteniéndose, por lo tanto, que
su resolución no puede ser revisada por ningún otro Poder. Si bien
en la memoria de esta parte se trata de salvar dicho error, se sos­
tiene, sin embargo, que al dictar la resolución de 14 de Setiembre,
la Asamblea Legislativa ejercía un acto de soberanía que la Cons­
titución ha delegado expresamente en esa rama, y que en este con­
cepto, sus facultades eran exclusivas y absolutas; lo que no es exac­
to, desde que en el mecanismo de la Constitución de la Provincia,
el artículo 157, inciso P , no excluye de la jurisdicción del tribunal
de constitucionalidad, los actos de la Legislatura en Asamblea aun
ejerciendo funciones políticas, cuando ella estatuye sobre materia
regida por la Constitución.
Esa competencia, establecida por esta Corte, entre otros, en el
fallo invocado por los actores, deriva de la disposición constitucional
citada, que le atribuye jurisdicción originaria para conocer y resol­
ver acerca de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de leyes,
decretos, ordenanzas o reglamentos que estatuyan sobre materia re­
gida por la Constitución, cuya facultad se halla conferida en tér­
minos generales, sin limitación alguna, desde que el lenguaje usado
es amplio, y no autoriza, por lo tanto, ninguna exclusión.
Las leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos que estatuyen, so­
bre derechos políticos, y que afectan por consiguiente a las liber­
tades públicas y a las garantías respectivas acordadas por la ley
fundamental, son actos que con mayor razón que otros reclaman la
intervención del Poder Judicial, erigido a este respecto en institu­
ción política, a fin de decidir si se ajustan o no a los precéptos de
la Constitución, dando a esos preceptos su interpretación definitiva.
280 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Es un principio incontrovertible de derecho constitucional, que


ninguna ley, decreto, etc., contrarios a la Constitución pueden ser
válidos: «La negación de esto, dice El Federalista, sería afirmar
« que el delegado es más que el principal, que el servidor está arri-
« ba de su señor: que los representantes del pueblo son superiores
«a l pueblo mismo: que los hombres que obran en virtud de poderes,
« pueden hacer no solamente lo que sus poderes no autorizan sino
« lo que prohíben». Si toda ley, decreto, etc., contrarios a la Cons­
titución, se reputan insubsistentes, debe necesariamente existir den­
tro del mecanismo institucional, el medio de declararlos ineficaces:
y a esta necesidad vital para el Estado, responde el principio incor­
porado a nuestra Carta fundamental, que informa la Constitución
de los Estados Unidos; el de la limitación de los poderes consti­
tuidos.
Y a esa limitación de los poderes, dentro de la órbita constitu­
cional, no escapan sus actos políticos, porque si así fuera, tal limi­
tación desaparecería.
Es por eso que las facultades del Poder Legislativo en el orden
político, si bien son privativas, no son absolutas, para proceder a
su arbitrio, aun contra la Constitución. Para estos casos, ésta ha
investido al Poder Judicial de la facultad de contener toda desvia­
ción, en materia regida por la Constitución en la forma y condicio­
nes que ella determina.
La Constitución de la Provincia, se ha informado en la doctri­
na constitucional de los Estados Unidos, Kent, dice: «Es un prin-
« cipio tan sabio como necesario de nuestro Gobierno, que los actos
« legislativos sean sometidos al severo examen e imparcial interpre-
« tación de las Cortes de Justicia, que están obligadas a mirar la
« Constitución como la ley suprema y la más alta evidencia de la vo-
« luntad del pueblo». El Federalista expresa que, si se dice que el
« cuorpo legislativo es el Juez constitucional de sus propios poderes,
« y que la interpretación que les dé es decisiva sobre los otros de-
« partamentos, puede contestarse, que esto no puede ser la presun-
« ción natural, si ella no se infiere de algunas disposiciones particu-
« lares de la Constitución. No es, por otra parte, de suponerse, que
« la Constitución entienda facultar a los representantes del pueblo
« a sustituir su voluntad a la de sus comitentes. Mucho más racional
« es suponer que los Tribunales están designados para ser un cuerpo
« intermedio entre el pueblo y la legislatura, entre otros casos, para
« mantener a ésta en los límites asignados a su autoridad. Una
« Constitución es de hecho, y debe ser mirada por los Jueces como
« una ley fundamental. Debe, pues, pertenecer a éstos el determinar
« su inteligencia, así como la inteligencia de cualquier acto particu-
« la? procedente del Cuerpo legislativo. . . Esta conclusión en manera
« alguna supone una superioridad del poder judicial sobre el legis-
« lativo».
La legislatura, pues, aun cuando en ella se halla delegada par­
te de la soberanía, en el ejercicio de ésta, aun bajo formas legales,
no es absoluta; así dice Cooley sobre las limitaciones judiciales a las
usurpaciones del Poder Legislativo: «La misión de las Cortes es
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 281

« aplicar la ley de la tierra, en las controversias que puedan susci-


« tarse y sean llevadas ante ellas. Su autoridad es coordinada con Ja
«d e la legislatura no siendo superior una sobre la otra: pero cada
« una debe moverse con igual dignidad, dentro de la esfera que le
« está marcada. Pero el poder judicial, al tratar de determinar cual
« es la ley que debe aplicarse en una controversia determinada, pue-
« de encontrar, tal vez, que la voluntad de la legislatura, como está
« expresada en forma legal, y la voluntad del pueblo como está ex-
« presada en la Constitución, están -.en conflicto, no pudiendo per-
« manecer juntas las dos. En tal caso, como el poder legislativo es
« conferido por la Constitución, es manifiestamente claro que el de-
« legado se ha excedido en su autoridad; que el fideicomisario no
« se ha mantenido dentro de los límites de su mandato. El exceso
« es por consiguiente ineficaz, y es deber de la Corte reconocer y
« hacer efectiva la Constitución como la ley primordial, y anular
« prácticamente la sanción legislativa, negándose a hacerla cumplir».
Entre nosotros, Estrada, sobre la limitación de los poderes ha dicho:
«E l Estado no absorbe la sociedad; las Legislaturas tampoco. La
« soberanía no reside en la masa numérica. La constitución del
«G obierno supone la preexistencia de la sociedad: reside ésta
«e n la Nación organizada, calificada, y no en las masas: de
« modo que esa soberanía no importa el poder absoluto de los
« representantes para trastornar el orden social. Esta doctrina po-
«dría aceptarse en pueblos paganos o bárbaros: pero no en las so-
« ciedádes cristianas, subordinadas a reglas morales, en las que se
« encuentran ciertas entidades dependientes del Estado y anteriores
« a él. Hay además otra razón: del mismo modo se llega al despo-
«tism o, haciendo absoluto al Poder Ejecutivo, que invistiendo de
« facultades ilimitadas a la Legislatura» (Derecho Constitucional,
pág. 455).
La amplitud de los términos en que se halla redactado el artícu­
lo 157, inciso 1? de la Constitución de la Provincia, sin limitación
del carácter de las leyes, decretos, etc., cuya constitucionalidad so­
mete al fallo de esta Corte, originariamente, como lo hacía la Cons­
titución de 1873, se halla expresa en el informe de la comisión re-
visora de aquella Constitución, la que declaró, «que la Constitución
« de 1873 había atribuido a la Suprema Corte de Justicia un con-
« junto de facultades complejas, que extendiendo su intervención a la
« universalidad de los habitantes y a los demás poderes públicos, ha-
« cía imposible esos conflictos de autoridad que a veces no tienen
« una prescripción constitucional que los solucione: Que al hacerlo
« así, creyeron que los intereses de los ciudadanos quedaban asegu-
« rados, dando a ese alto poder las atribuciones que entonces se le
« confirieron; y así debieron creerlo, porque tratándose de un Tribu-
« nal Colegiado, doblemente respetable por su número, y por la com-
« petencia que debe atribuirse a sus miembros, sus fallos tienen que
« reunir los elementos necesarios para hacer efectivas todas las ga-
« rantías constitucionales. Guardián celoso de las instituciones, inter-
« greta de una manera definitiva e infalible la Constitución, y ante
« su augusto tribunal vienen á ser juzgados todos los actos de los
282 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

« funcionarios públicos, cualquiera que sea la forma exterior que


« ellos revistan». Es con este criterio que esta Corte ha ejercido y
ejerce su amplia jurisdicción, juzgando de todo acto de los demás
poderes, aunque revista carácter político, siempre que sea contro­
vertida su constitucionalidad por parte interesada. Entre otros, así
ha procedido, en los fallos que se registran en el tomo 3V, páginas
303, 375 y 391 y tomo 89, página 55, de la serie 4% casos todos en
que se ha controvertido la constitucionalidad de resoluciones, y actos
políticos de autoridades públicas, en ejercicio de facultades priva­
tivas.
Negar a esta Corte atribuciones tan claramente conferidas por
la Constitución, solo se explica por el error manifiesto de pretender
identificar en cuanto a las atribuciones del Poder Judicial, la Cons­
titución de la Provincia con la de los Estados Unidos y la Argentina:
ninguna de estas últimas confiere a la Corte Suprema la atribución
de conocer «originariamente sobre la constitucionalidad o inconsti-
« tucionalidad de los actos de otros poderes: la Corte de Estados
« Unidos solo está autorizada por su Constitución a conocer origi-
« nanamente en todos los casos relativos a embajadores, otros mi-
« nistros públicos y cónsules y en aquellos en que una de las partes
« sea un Estado. En todos los demás casos, solo tiene jurisdicción
« de apelación, tanto respecto del derecho como del hecho», y todos
los demás casos a que se refiere son los que se declaran en general,
de competencia del poder judicial, (no solo de la Corte Suprema), y
que se determinan en el número 1 de la sección 2" del artículo III,
y aquella Constitución comprende en esos casos, todos los de dere­
cho y equidad que emanen de la Constitución. La Corte Suprema de
Estados Unidos, no tiene, pues, jurisdicción originaria en materia
constitucional sino solo en las causas mencionadas en el núm. 2 de
la misma sección 2\ artículo III. (El Federalista, página 731). Idén­
tica» facultades atribuye la Constitución de la Nación al Poder Ju­
dicial, (no sólo a la Suprema Corte), puesto que el art. 100 declara
que: «Corresponde a la Corte Suprema y a los Tribunales inferiores
« de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que
« versen sobre puntos regidos por la Constitución, por las leyes de
*la Nación, y por los tratados con las Naciones extranjeras: de las
<. causas concernientes a embajadores, ministros públicos, cónsules ex-
«tranjeros; y de las causas de almirantazgo y jurisdicción maríti-
«m a : de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que
« se susciten entre dos o más provincias, entre una provincia y los
« vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y en-
« tre una provincia o sus vecinos contra un Estado o ciudadano ex-
«tranjero». En todos estos casos, declara el artículo 101 (incluso las
causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución), que la
Suprema Corte Nacional ejercerá jurisdicción por apelación: pero,
continúa, la ejercerá originaria y exclusivamente (como lo dispone
por excepción la Constitución Norteamericana), en todos los casos
concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros y en
los que alguna Provincia fuese parte. Es por esta circunstancia úni­
camente que ha podido conocer la Suprema Corte Nacional origina-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 283

riamente en las demandas últimamente promovidas contra esta Pro­


vincia por razón de la inconstitucionalidad alegada del impuesto de
guías. Es solo la Constitución de Buenos Aires, la que excepcional­
mente confiere a la Suprema Corte, la jurisdicción originaria, ade­
más de la de apelación, en toda causa en que se controvierta la cons-
titucionalidad o inconstitucionalidad de actos de los otros poderes y
autoridades públicas y cualquiera que sea el, carácter de esos actos.
Son, por lo tanto, de todo punto inconducentes todas las citas
que puedan hacerse, de fallos y doctrinas producidas bajo el régi­
men de las Constituciones Nacional y Norteamericana, que difie­
ren sustancialmente de la de la Provincia, en cuanto a las atribucio­
nes enunciadas de esta Corte, la que no puede delegar ni renunciar a
sus facultades y deberes imperativamente impuestos por la Consti­
tución (art. 37), ni regirse por otras instituciones que las de la Pro­
vincia (art. 105 de la Constitución Nacional).
La doctrina que consagra nuestra Constitución provincial, de
que las controversias sobre derechos o actos políticos, y que se
susciten impugnando leyes, decretos, ordenanzas o reglamentos, y
cualesquiera otros actos de los poderes públicos, se confirma plena­
mente por el llamamiento que el artículo 157, inciso 29 de dicha Cons­
titución hace a la Corte, para ejercer funciones esencialmente po­
líticas, confiriéndole la alta facultad de definir las atribuciones
constitucionales de los demás poderes públicos, en las cuestiones de
competencia que entre ellos se susciten, y por el artículo 210 para
dirimir los conflictos de las municipalidades o los de éstas con otras
autoridades de la Provincia.
La falta de jurisdicción de este Tribunal que se hace derivar
de la enunciación contenida en el artículo 157, inciso l 9 de la Cons­
titución, de los actos que pueden ser atacados de inconstitucionali­
dad, es también infundada, puesto que se trata de una resolución
que emana del Departamento Legislativo, que estatuye sobre mate­
ria regida por la Constitución, y que tiene en cuanto a la orden ó
mandato que comprende, la misma fuerza de una ley. Por otra
parte, aquella defensa, aun partiendo de la doctrina que la informa,
no seria eficaz en el caso sometido a juicio, desde que la demanda
se refiere, tanto a la resolución de la Asamblea como al decreto del
Poder Ejecutivo convocando a elecciones de convencionales. Y si es
verdad que el decreto ha sido originado por la expresada resolución,
también lo es, que dicha circunstancia no podría estorbar el legíti­
mo ejercicio de la jurisdicción amplia que acuerda al tribunal el
inciso l 9 del recordado artículo 157, para juzgar de la constituciona-
lidad o inconstitucionalidad de los decretos, dictados por el Poder
Ejecutivo, y demandados por parte interesada, cualesquiera que fue­
sen las causas que los hayan producido.
No importando la resolución impugnada, el ejercicio de facul­
tades privativas para la interpretación de reglamentos o procedi­
mientos de la Asamblea Legislativa, sino de atribuciones que le son
desconocidas por considerarlas violatorias de la Constitución en la
forma y con el alcance en que han sido ejercitadas, resulta de todo
'o expuesto y las consideraciones concordantes del dictamen del se-
284 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

ñor Procurador General, que este Tribunal tiene jurisdicción para


decidir la controversia suscitada; por lo que debe_entrar a conocer
del fondo de la demanda deducida.
Y Considerando. En cuanto al fondo de la demanda:
La Honorable Asamblea Legislativa, fundándose en haber ven­
cido con exceso el término de tres meses que fija el artículo 217 de
la Constitución, para la reunión de la Convención constituyente, y
en que ha caducado la convocatoria de 16 de mayo de 1902, ha de­
clarado, que la elección de convencionales de 27 de julio de aquel
año, debe desecharse por ser ineficaz, y resuelto en 14 de setiembre
del año actual, convocar una nueva convención, de acuerdo con la
ley de 21 de noviembre de 1901, que declaró la necesidad de la
reforma, y con su propia resolución de mayo 15 de 1902, que cons­
tató que la mayoría de electores habia votado por la aceptación
de aquella.
Contra dicha resolución de 14 de setiembre, se ha deducido es­
ta demanda por inconstitucionalidad, que se funda en que la Asam­
blea ha carecido de facultades para declarar «la caducidad de una
« convención constituyente y para convocar nuevamente a eleccio-
« nes de convencionales, sin haber hecho el escrutinio de las que
« anteriormente se practicaron*.
Para resolver si la Asamblea Legislativa ha extralimitado o no
sus facultades, al decretar la convocatoria de una nueva convención,
prescindiendo de la elegida anteriormente, y cuyo escrutinio no ha
practicado, suministran elementos decisivos de juicio, la misma
Constitución, los principios fundamentales que la informan, y nues­
tros propios antecedentes legislativos y parlamentarios.
Debe recordarse, desde luego, un hecho que es de importancia,
en cuanto él explica claramente las funciones de la Asamblea, y el
alcance que ellas tienen. En la Constitución de 1873, se hacía refe­
rencia a la Asamblea Legislativa en el artículo 61 dividida en dos
Cámaras, y a la Asamblea General en el 110 y esto había originado
la confusión de dos entidades con atribuciones distintas: la Legis­
latura y la Asamblea.
Para evitar esa confusión y deslindar claramente las atribu­
ciones de una y otra, se cambió en la Constitución vigente, la deno­
minación de Asamblea Legislativa por la de «Legislatura». (Art. 63),
llamándose Asamblea general (Art. 110) únicamente a «la reunión
de ambas Cámaras funcionando en un solo acto, para objetos espe­
cialmente determinados en la Constitución; como lo expresó «El Re­
dactor*, informe de la comisión revisora, página 61.
La diferencia de funciones de una y otra, es, pues, constitucio­
nalmente bien marcada. Así, en tanto que a la Legislatura dividida
en dos Cámaras se le reconocen todas las facultades enumeradas en
el art. 99, y además la muy amplia de dictar todas aquellas leyes
necesarias para el mejor desempeño de las anteriores atribuciones
y para todo apunto de interés público y general de la Provincia (in­
ciso 16 ): ambas Cámaras funcionando unidas, y sin facultades de­
liberativas porque éstas son inherentes a nuestro sistema bicama-
rista, solo pueden reunirse en Asamblea general, para el desempeño
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 285

de las funciones que taxativamente comprende el artículo 109; para


esos objetos especialmente autorizados y no para otro alguno, por
ser ese el concepto gramatical y preciso del adverbio solo, empleado
en Iíí Constitución, con un propósito limitativo y excluyente bien claro.
Ahora bien, el inciso 9V del artículo 109, relativo a la reforma
de la Constitución, solo autoriza a la Asamblea «para practicar el
escrutinio del plebiscito, y según su resultado, para convocar la
convención constituyente, haciendo también el escrutinio de la elec­
ción de convencionales»; únicamente 'el escrutinio.
Pero la Asamblea, sosteniendo que la convocatoria anterior ha
caducado, por haber vencido los tres meses que fija el artículo 217
de la Constitución para la reunión de la convención, en vez de prac­
ticar el escrutinio de la elección de convencionales verificada el 27
de julio de 1902, y pendiente ante ella, decreta una nueva convo­
catoria, la que si virtualmente implica la anulación de la primera
elección de convencionales, dicha anulación solo podría decretarse
por el Juez de la elección.
Y la Asamblea no tiene con relación a la convención tal carác­
ter de Juez, sino el de simple junta de escrutinio, porque así re­
sulta del inciso ya citado del artículo 109, que no le atribuye expre­
samente aquel carácter.
Es de esencia del sistema republicano de gobierno, que cada
uno de los cuerpos electivos, sea Juez de las elecciones y títulos de
sus miembros: al respecto, ha dicho Cushing: «El Poder de juzgar
« los cuerpos electivos sobre los escrutinios, las elecciones y las ca-
« lificaciones de sus miembros, es tan esencial a la libre elección y
« a la existencia independiente de una Asamblea, legislativa, que pue-
« de ser considerado como un incidente necesario a cualquiera cor-
« poración de esa clase, que emane directamente del pueblo: es tam-
« bién por abundante precaución, conferido o garantido al mayor
« número de las asambleas legislativas de los Estados Unidos, por
« expresas disposiciones constitucionales». (Cushing, Asambleas Le­
gislativas, pág. 67).
No puede, pues, concebirse lógicamente, que la convención cons­
tituyente, cuerpo electivo y en el que, además, el pueblo ha delega­
do sus facultades más amplias, para fija r la organización política
del Estado, dentro de los límites trazados por la Constitución Nacio­
nal, Convención que puede limitar o suprimir facultades de que es­
tén investidos los poderes existentes, quede, sin embargo, subordi­
nada en lo referente a su propia organización, a la Asamblea Legis­
lativa, a pesar de tener ésta facultades mucho más limitadas que la
misma legislatura en sus funciones ordinarias.
La convención constituyente, por su origen, por la naturaleza
de sus funciones, por la extensión de sus facultades, y como condi­
ción esencial de propia existencia, es, pues, necesariamente, único
Juez de la elección, de los títulos, y de la capacidad de los electos,
sin limitación alguna, y en ese carácter han procedido sin suscitar
la mínima duda, tanto la Convención del 73, como la del 82, prece-
286 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

dentes que son de fuerza incontrastable, como aplicación del princi­


pio reconocido sobre el juicio de la elección.
La caducidad declarada por la Asamblea supone deliberación y
juicio, y ya queda establecido que ni ella tiene facultades delibera­
tivas, porque su constitución es inconciliable con nuestro sistema
bicamarista, ni es Juez de la elección de convencionales.
Pero resulta que la Asamblea no ha entendido anular aquella
elección, sino revocarla declarándole ineficaz: asi lo expresó el miem­
bro informante de la comisión que formuló el despacho votado por
la Asamblea, con relación a dicha elección: «no se la anula porque
no se la juzga*.
Como expresión de la voluntad del pueblo manifestada en los
comicios, aquella elección es irrevocable. Mientras no sea juzgada
y resuelta su aprobación o desaprobación, su validez o nulidad, ella
subsiste.
La caducidad de una elección no tiene precedentes, porque ello
importa el retiro del voto emitido por el ciudadano, y ésto no se
halla autorizado ni en la Constitución ni en la ley. Si el ciudadano
mismo no puede retirar su voto, menos puede hacerlo su mandata­
rio que es el legislador, porque lo contrario sería según la expresión
de «El Federalista» afirmar que los representantes del pueblo son
superiores al pueblo mismo y como lo enseña Cushing, «una elec­
ción, siendo hecha, por el número requerido de electores, en ejer­
cicio de sus derechos de sufragio, es una regla establecida, que cuan­
do ha sido efectuada una elección, el derecho de los electores está
exhausto, y que no tienen ya más poderes en la materia, para revo­
car la elección, ni para hacer una elección ulterior». ( Asambleas
legislativas, núm, 205).
Se ha dicho que el plazo fijado por el artículo 217 de la Cons­
titución es de carácter perentorio, pero nada autoriza para declarar­
lo ial, no expresándolo así la misma Constitución, y mucho menos
para establecer que esa expiración de término, implique la caducidad
declarada por la Asamblea, tratándose de actos irrevocables por su
propia naturaleza, como se ha visto que es la elección ya practicada.
La perentoriedad de dicho plazo, no resiste la más ligera críti­
ca, porque no es permitido suponer siquiera que la instalación y la
existencia misma de los poderes públicos, pueda en caso alguno de­
pender de un acontecimiento incierto ó imprevisto. Cuando la Cons­
titución- fija un plazo o señala una fecha para la realización de un
acto, es indudable que éste no puede efectuarse antes de ese plazo
o de esa fecha, y que ese término no podría tampoco anticiparse por
ley o por decreto, pero si el término ha vencido por cualquier causa,
debe entenderse que esta circunstancia no obsta a la realización del
acto previsto como esencial para la existencia del gobierno consti­
tuido, o necesario para el juego regular de las instituciones.
Si, pues, la Constitución prescribe, que tres meses después de
la convocatoria, deben reunirse los convencionales electos, es eviden­
te que estos no pueden hacerlo así, sino mediante el escrutinio de
la elección, que es por lo tanto, condición esencial y previa para que
corra el término para instalarse la convención. El constituyente ha
supuesto que antes de su vencimiento, estarían llenados los proco-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 287

dimientos de elección y de escrutinio, y es regla de interpretación,


«que ninguna cláusula de la Constitución puede interpretarse de ma­
nera que destruya sus fines obvios, cuando otra interpretación igual­
mente concordante con las palabras y el sentido de ellas, las robus­
tezca y proteja*. (Decisiones Constitucionales, Orlando Bump. Tra­
ducción de Calvo, tomo 1'’, página 5 ).
Sería contrariar esta regla, considerar inalterable la fecha se­
ñalada para la reunión de la convención y prevista para la marcha
normal de los procedimientos prescriptos, cuando ocurran incon­
venientes imprevistos o extraordinarios: y mucho menos, cuando
éstos deriven de omisiones, que el constituyente no ha podido supo­
ner por parte de los poderes que deben concurrir a aquel fin, por
actos propios.
Cuando la Constitución impone a un poder público una obliga­
ción, no lo autoriza a no cumplirla oportunamente.
Por otra parte, el carácter del plazo constitucional ha sido in­
terpretado como resulta de lo dispuesto por el artículo 49 de la ley
de 21 de Noviembre de 1901, raíz del proceso de la reforma, que al
declarar su necesidad, dispuso que, «si la convención no se cons­
tituyese antes de los tres meses subsiguientes al escrutinio de las
elecciones de sus miembros, la Asamblea Legislativa declarará ce­
santes a los convencionales inasistentes, mandando practicar nuevas
elecciones». Es evidente que al autorizar así la reunión de la con­
vención hasta tres meses después del escrutinio, el término estable­
cido para casos ordinarios, de tres meses a contar desde la convo­
catoria, se hallaría agotado: y mucho más, hasta la realización y
escrutinio de las nuevas elecciones que fueren ordenadas.
No obstante esto, la Legislatura ha considerado así, hábil la
convención para constituirse, vencido el plazo constitucional — y no
ha podido más tarde reunida en Asamblea, derogar implícitamente
aquella ley, interpretativa y reglamentaria de aquel plazo.
No ha tenido además, presente la Asamblea, que a pesar de fun­
darse en el transcurso del término en el concepto de ser perentorio,
declara también que procede de acuerdo con la ley de 1901, que lo
aplica con el alcance que de ella resulta.
Para fundar la caducidad declarada, se han invocado especial­
mente, las facultades implícitas, que todos los cuerpos legislativos
tienen sin duda alguna, pero ellas son para ejercitar facultades ex­
presas; entre tanto se invocan, no para efectuar el escrutinio que
es el cometido expreso de la Asamblea, sino para producir otro acto,
que dá por resultado inmediato, el de no realizarlo.
La Asamblea no tiene tampoco como facultad expresa y aisla­
da la de convocar una convención; no le está conferido todo el pro­
ceso de la reforma. La convocatoria se produce, según sea el resul­
tado del plebiscito. Es, pues, un resultado directo y restringido que
no le confiere facultades deliberativas.
Por otra parte, la distinción entre poderes expresos e implí­
citos no es fundamental. «Estos términos son usados meramente por
« comodidad. En efecto, los poderes auxiliares, aquellos apropiados
« para la ejecución de otros poderes especialmente descriptos, son tan
288 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

« expresamente dados como cualesquiera otro poder». (Decisiones


Constitucionales. Traducción de Calvo, tomo 1-, pág. 46, núm. 102).
Si, pues, no ha sido deferida la reforma de la Constitución a
la Asamblea, reunida al solo efecto del artículo 109 inciso 6?, no ha
podido invocar facultades implícitas para ampliar y modificar res­
tricciones expresas: en el caso sometido a juicio, tan solo practicar
el escrutinio.
Aun en el supuesto de que el fin propuesto a su acción, fuera
el proceso complejo de la reforma constitucional, los procedimientos
adoptados para llegar a ella como fin, serían no solo violatorios de
tales cláusulas restrictivas, sino también de las que garanten los de­
rechos electorales, al desechar una elección en pleno vigor: y los
medios permitidos, en el concepto de facultades implícitas, son úni­
camente aquellos que sean conducentes al fin propuesto y que no
vulneren garantías o derechos consagrados por la Constitución.
Las facultades implícitas, con otro alcance, importarían la fa­
cultad de crear una Constitución distinta de la escrita, o comple­
mentaria de ésta, lo que podrá implicar la concesión de facultades
discrecionales, y por lo tanto arbitrarias.
Resulta de las consideraciones precedentes, que la Asamblea
Legislativa, al decretar la convocatoria impugnada, lo ha hecho ex­
tralimitando sus facultades y por lo tanto viciando aquella de in-
constitucionalidad, de acuerdo con lo preceptuado en el artículo 48
de la Constitución de la Provincia. El decreto del Poder Ejecutivo,
convocando a elecciones de convencionales, en cumplimiento de la
resolución de la Asamblea, resulta igualmente ineficaz y con el
mismo vicio que reviste la resolución que le ha dado origen.
Y en cuanto al alcance de la inconstitucionalidad pedida por los
demandantes, basta tener presente para fijarlo, que tanto la convo­
catoria de la Asamblea como el decreto gubernativo que es su con­
secuencia, no son susceptibles de aplicación parcial, por ser por su
propia naturaleza indivisibles, en cuanto afectan a todo el cuerpo
electoral de la Provincia en conjunto, y no individualmente, y por
lo tanto, su insubsistencia por inconstitucionalidad, es virtualmente
extensiva a todos los que forman ese cuerpo y no únicamente a los
demandantes, como ha sido resuelto por esta Corte en casos aná­
logos.
Por estos fundamentos y concordantes, del dictamen del señor
Procurador General, la Suprema Corte resuelve: declarar inconsti­
tucionales y en consecuencia sin valor ni efecto legal, tanto la con­
vocatoria de la Asamblea Legislativa fecha 14 de setiembre último,
para la reunión de una convención constituyente, como el decreto del
Poder Ejecutivo fecha 17 del mismo mes, en que se convoca al pue­
blo de la Provincia para elegir convencionales.
Transcríbase esta resolución, a sus efectos, al Poder Ejecutivo,
y al señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa.
X est o r F r e n c h
J osé A . C a p d e v ii .a ' P . u .m ir o A i .s i n a .

Ante m í: —
77tetar P m lrM .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 289

En disidencia en cuanto a la declaración de inconstitucionalidad.

Considerando:
Por ley de 18 de Noviembre de 1901, la Honorable Legislatura,
declaró la necesidad de la reforma constitucional y de acuerdo con lo
que dispone el artículo 217 de la Constitución, ordenó se efectuara
el plebiscito a que dicha disposición se refiere.
Con fecha 30 de Marzo del año siguiente, día fijado para la
elección de Diputados y Senadores, se sometió a los electores a fin
de que votasen en pro o en contra de la convocatoria de una Conven­
ción Constituyente, y practicado el correspondiente escrutinio, por
la Honorable Asamblea Legislativa, en Mayo 15 de 1902, de confor­
midad con lo preceptuado por el inciso 6" del artículo 109 de la
Constitución, del que resultó, que la mayoría había votado por la
reforma, resolvió la misma Asamblea, convocar una Convención, f i­
jando para reunirse, el 15 de Agosto del mismo año, en el recinto
de la Legislatura, procediendo así en uso de la facultad conferida
por el recordado artículo 217.
Dando cumplimiento al expresado mandato, el Poder Ejecutivo
con fecha 16 de Mayo hizo la correspondiente convocatoria a eleccio­
nes de convencionales, las que tuvieron lugar el día 27 de Julio del
mismo año. La Honorable Asamblea, no se reunió para practicar el
escrutinio de esa elección, cuya función le correspondía según el in­
ciso 69 del artículo 109 de la Constitución.
En 14 de Setiembre del corriente año, la Asamblea con el ob­
jeto de llevar adelante la reforma constitucional, declaró que en vista
del tiempo transcurrido, desde la expiración del plazo fijado para
la convocatoria de la Convención, como también de que había ven­
cido con exceso el término que el artículo 217 de la Constitución fija
para que aquella pudiera legalmente reunirse; la convocatoria de
15 de Mayo había caducado y que por lo tanto la elección de 27 de
Julio de aquel año, debe desecharse por ser ineficaz y de ningún
valor.
Consecuente la Asamblea con esa decisión, y de conformidad
con la ley que declaró la necesidad de la reforma y del plebiscito
que la ratificó, resolvió convocar una nueva Convención Constitu­
yente, fijando para su reunión el día 14 de Diciembre del año actual.
Ahora bien; de las objeciones hechas por los demandantes a
la aludida resolución de la Asamblea, resulta que la cuestión so­
metida a juicio puede concretarse én la siguiente proposición;
¿Tiene la Asamblea Legislativa, facultad para declarar la caducidad
de la convocatoria a una Convención Constituyente, después de la elec­
ción de convencionales y convocar a una nueva Convención sin haber
practicado el escrutinio de dicha elección?
El fundamento de la resolución impugnada, se apoya en el he­
cho de haber vencido el plazo establecido para la convocatoria (15
de Agosto de 1902) y el que fija el artículo 217 de la Constitución.
La Asamblea, en presencia del citado precepto constitucional ha
debido abstenerse como lo ha hecho de practicar el escrutinio, por
haber pasado la oportunidad de hacerlo: y con ello, no ha infringido
C o n v e n c ió n C o n s t it u t e n t e — iq
290 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

ninguna disposición de la Constitución, sino que, por el contrario,


se ha ajustado a sus mandatos expresos e implícitos.
En la demanda, se pretende dar a la última cláusula del ar­
tículo 217, una inteligencia que no está de acuerdo ni con su texto
ni con la razón que la informa. «Esta Convención, se reunirá, dice,
« tres meses después de hecha la convocatoria, con el objeto de re-
« visar, alterar o enmendar esta Constitución. . . .» Como se ve, de
esos términos intergiversables, resulta sin ninguna duda, que el cons­
tituyente ha querido que entre la convocatoria y la reunión de la
Convención, solo transcurra el intervalo de tres meses; de manera,
que con el vencimiento de estos, quede fijado el día de la reunión. Así
se entendió por la Asamblea en la convocatoria de 15 de Mayo de
1902, fijando para reunirse la Convención el 15 de Agosto del mis­
mo año.
El motivo que ha inspirado la fijación del plazo, confirma lo
que resulta del propio texto de la disposición. En nuestro sistema
constitucional, el pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio
de sus representantes; de manera que, lo que caracteriza el régimen
representativo es la renovación periódica de los elementos de go­
bierno, buscando con ello, la inmediata voluntad de la mayoría de
los electores. Tratándose de organizar el poder constituyente, ese
propósito tiene una señalada eficacia, desde que con su aplicación
se consigue que las enmiendas o reformas, se hagan de acuerdo con
la opinión predominante, en la época en que la Convención va a
pronunciarse y no con elegidos en tiempos anteriores más o menos
remotos y que podrían no reflejar en dicha Asamblea los cambios
o alteraciones sufridas en la opinión respecto de los puntos a refor­
marse o sistemas a adoptarse. El constituyente al señalar para la re­
unión de la Convención, una fecha determinada, que la Asamblea ha
precisado fijando el día, lo ha hecho, pues, con el propósito evidente,
de que por ningún motivo o bajo ningún concepto pueda autorizarse
la organización de la Convención con personas elegidas con mucha
anterioridad a su funcionamiento.
Por otra parte, la Constitución debe ser considerada como un
instrumento perfecto, y las palabras empleadas debe presumirse que
lo han sido en su sentido más exacto; de manera que, donde dice,—
«Esta Convención se reunirá»,— no se supone que ha querido expre­
sar podrá reunirse. Solo prescindiendo del texto y de los motivos que
lo fundan, puede convertirse el mandato en la concesión de una mera
facultad, haciendo de todo punto inútil la determinación de la fecha
en que ha de reunirse la Convención.
Una recta razón aconseja desechar en absoluto toda interpre­
tación que no atribuya fuerza y eficacia a un precepto constitucional.
La inobservancia del plazo fijado para practicar el escrutinio
de la elección de electores de Gobernador, así como también la de
la fecha en que han de reunirse los electores para llenar su come­
tido; no produce ni puede producir los mismos efectos que si se
tratase del escrutinio de convencionales y reunión de la Convención.
En el primer caso, la Honorable Asamblea no tiene otra facultad que
la de practicar el escrutinio provisorio de la elección de electores. Su
abstención al respecto, importaría asumir una actitud verdaderamen-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 291

te revolucionaria y fuera por lo tanto de la Constitución. Lo mismo


sucedería si el colegio electoral no se reuniera a hacer la elección de
Gobernador.
El caso sometido a juicio no tiene, pues, analogía, con el del
nombramiento del que ha de desempeñar las funciones de uno de los
poderes permanentes. Se trata tan solo de constituir una Asamblea
ocasional con el encargo de reformar la Constitución, de acuerdo con
la opinión predominante en el cuerpo electoral que ha elegido los
convencionales. Si éstos no se reúnen por cualquier circunstancia y
para el tiempo fijado en la convocatoria, la situación no puede perdu­
rar y la Honorable Asamblea a quien la Constitución ha atribuido
una ingerencia tan señalada en la formación del poder constituyente,
debe tener los medios de salvar las dificultades que obsten a una
nueva convocatoria.
Se pretende hacer valer, como un argumento eficaz para dilu­
cidar el punto sometido a juicio, la circunstancia de no haber cum­
plido la Asamblea, con el deber que le imponía el inciso 69 del ar­
tículo 109 de la Constitución, al no practicar oportunamente el es­
crutinio de la elección verificada el 27 de Julio de 1902. De esa omi­
sión que puede haber obedecido a razones de carácter político, que
no incumbe a esta Corte apreciar, no se sigue que la Asamblea esté
imperiosamente obligada a cumplir hoy con ese deber, porque no
podría hacerlo sin faltar a la Constitución.
Se sostiene, además, que el tiempo señalado para la reunión de
la Convención, no ha vencido aún, por cuanto el artículo 4“ de la
Ley de 21 de Noviembre de 1901, fija otra fecha que la de la con­
vocatoria y la de la Constitución. «Si la Convención no se consti-
« tuyera, dice esa ley, antes de los tres meses subsiguientes al es-
« crutinio de las elecciones de sus miembros, la Asamblea Legisla-
« tiva declarará cesantes a los convencionales inasistentes, mandan-
« do practicar nuevas elecciones». Esa disposición, legisla, como se
vé, para un caso distinto al actual, desde que supone la Convención,
habilitada para organizarse, al hablar de convencionales inasisten­
tes, y debe entenderse que el punto de partida para contar el plazo
que fija a los efectos que establece es la fecha en que se hizo el escru­
tinio de la elección de sus miembros, refiriéndose, sin ninguna duda,
al practicado por los convencionales electos, en la reunión celebrada
en la fecha que fija la convocatoria. Como esa disposición (que sería
inexistente si no armonizara con el citado art. 217) de la Constitu­
ción ; nada tiene pues, que ver, en la solución del punto que nos ocupa,
queda demostrado que según la ley fundamental, los convencionales
electos el 27 de Julio de 1902, no podían ya reunirse en la fecha
en que celebró sesión la Asamblea con el objeto de llevar adelante
la reforma Constitucional, por haber vencido con exceso el plazo
fijado por el artículo 217 de la Constitución.
Si se acepta otra interpretación que permita que una consti­
tuyente pueda reunirse después de la fecha indicada, sin que por
esa circunstancia quede sin efecto, se autorizaría una situación sin
salida, desde que la época para su reunión, podría prolongarse in­
definidamente y no habría ningún medio regular de salvar la difi­
cultad. No obstante la ley que declaró la necesidad de la reforma,
292 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

ésta quedaría paralizada ante un obstáculo insalvable. «Ningún Tri-


« bunal de Justicia, puede ser autorizado a interpretar ninguna cláu-
« suia de la Constitución, de manera que destruya sus fines obvios,
« cuando otra interpretación igualmente concordante con las palabras
« y el sentido de ellas, las robustezca y proteja». (Decisiones cons­
titucionales, Orlando Bump— Traducción de N. A. Calvo, Tom. I7
pág. 5).
Esto no quiere decir, que el término constitucional sea perentorio,
en el sentido de que fatalmente debe reunirse la Convención el día
fijado, so pena de caducar, no obstante haber mediado causas gra­
ves que hayan impedido la reunión en ese día o en los subsiguien­
tes inmediatos. La apreciación de esas causas quedaría librada al
criterio político de la Asamblea, para determinar la oportunidad de
una nueva convocatoria. Pero cuando el intervalo ha sido, como en
el caso sometido a juicio de más de dos años, se puede sostener, sin
la mínima vacilación, que la convención no puede ya reunirse, sin
incurrir en la violación flagrante del art. 217 de la Constitución.
No obstante la existencia de ese obstáculo constitucional, se ar­
guye, que no teniendo la Asamblea Legislativa, otras facultades al
respecto que las expresamente conferidas por la Constitución, no
pudo pronunciar la declaración de caducidad de la convocatoria y de­
bió limitarse a practicar el escrutinio de la elección; de manera, que
en el sentir de los querellantes, aun cuando hubiesen pasado diez
años o más, sin practicarse aquel escrutinio, la Asamblea no habria
podido dejar de hacerlo, porque cualquiera que fuese el tiempo trans­
currido, la situación jurídica sería la misma, y una misma tendría
que ser la solución. Esta consecuencia, por sí sola, basta para de­
mostrar lo inaceptable de la tesis que se sostiene, sino existieran
otras razones fundamentales, en mérito de las que debe reconocerse
en la Asamblea la facultad necesaria para la resolución del problema
surgido de la circunstancia de haber expirado, con extraordinario
exceso, el plazo constitucional para que la convención pudiera re­
unirse.
No es seguramente al Juez de la elección a quien habría incum­
bido salvar la dificultad suscitada, es decir, a los mismos conven­
cionales que habrían resultado electos, según el escrutinio que de­
bió practicar la Asamblea; pues a este respecto conviene observar,
que de acuerdo con los precedentes y lo que es de práctica en todo
cuerpo colegiado de origen electivo, cuando recién va a organizarse,
sus facultades solo alcanzan a conocer del acto electoral, los escru­
tinios y el título de los electos; pero no son Jueces para decidir acer­
ca de la propia existencia del cuerpo, que es de lo que se trataría
en este caso, ante el precepto constitucional que se opone a su orga­
nización, desde que a aquellos les estaría prohibido reunirse para
ejercer sus funciones de convencionales, entre las que está com­
prendida la preliminar de decidir acerca de la elección.
Hay indudablemente error, al atribuir a la Asamblea Legisla­
tiva una intervención puramente mecánica en el proceso de la re­
forma constitucional, hasta el punto de pretenderse que ha debido
practicar el escrutinio a pesar de incurrir en la violación de un pre­
cepto de la Constitución, al permitir con su alta autoridad, se con-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 293

greguen los convencionales electos después de la expiración del plazo


fijado para su reunión. A este respecto se alega que la Asamblea
no puede ejercer otras facultades que las que le están expresa y ta­
xativamente acordadas por el art. 109 de la Constitución, entre las
cuales no se halla contenida la de declarar la caducidad de la con­
vocatoria de una Convención Constituyente. En efecto; no existe
concesión expresa de esa facultad, pero resulta que ha sido implícita­
mente acordada como necesaria y conveniente para cumplir el man­
dato y llevar a su debido término -el propósito de la convocatoria,
que es la instalación del poder constituyente. Así como le ha confc-
íido la atribución de practicar el escrutinio del plebiscito y procla­
mar su resultado, le ha conferido igualmente la facultad de conocer
y pronunciarse acerca de la validez de las actas del sufragio y re­
solver toda controversia que al respecto se hubiese suscitado; y esta
innegable facultad no está tampoco concedida en términos expresos.
¿Podría acaso negarse que en la facultad de convocar, va tam­
bién implícita la de dejar sin efecto una convocatoria anterior en
mérito de circunstancias que imperiosamente impusieran esa medi­
da como necesaria y conveniente a los intereses públicos?
En el caso ocurrente, en el que era ya imposible la reunión de
los convencionales electos el 27 de Julio de 1902, por el inconveniente
constitucional apuntado, y en que esa situación perduraría no obs­
tante la vigencia de la ley que declaró la necesidad de la reforma y
del plebiscito que la ratificó, era de todo punto necesaria para lle­
varla adelante, una nueva convocatoria, para lo cual era indispensa­
ble declarar caduca la anterior que fijó el 15 de Agosto de 1902 para
la reunión de la Convención, con lo que de hecho quedaba sin efec­
to la elección de convencionales.
Ocupándose Madison en «El Federalista» de los poderes implíci­
tos, dice, que sin la esencia de ese poder las constituciones serían
letra muerta y agrega estas conceptuosas palabras, que justifican
esa aserción: «Ningún axioma está más claramente fundado en el
« derecho y la razón, que donde se requiere el fin, están autorizados
« los medios; donde se da una facultad general, para hacer una cosa,
« por necesidad encuéntrase en ella toda atribución particular para
hacerla». Es por esto, que en materia constitucional debe enten­
derse por poder, la capacidad o facultad de hacer una cosa, empleando
los medios necesarios para su ejecución.
Story, al comentar la cláusula de la Constitución de los Estados
Unidos, que acuerda al Congreso el poder para dictar todas las le­
yes necesarias y convenientes a fin de llevar a efecto las facultades
expresamente conferidas, dice: «Las operaciones constitucionales del
« gobierno, serían las mismas con o sin las cláusulas de la Consti-
« tución, porque de otra manera, sucedería que el poder nunca sería
« ejercido y porque sería una cosa absurda crear poderes para re-
« tenerlos comprimidos y en un estado de entorpecimiento y de iner-
« cia. No se puede negar, pues, que los poderes acordados por la
« Constitución, encierran implícitamente los medios ordinarios de
«ejecución; sin ello, la Constitución sería letra muerta». (Comenta­
rios sobre la Constitución de Estados Unidos, traducción de Calvo,
tomo 2’, pág. 127).
204 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Nuestra Constitución, no ha impuesto a la Honorable Asamblea


el deber puramente mecánico de expedir un decreto de convocatoria,
sino que le ha atribuido el encargo de convocar una convención, con
el objeto de que se reúna y funcione. Para llegar a este resultado
y conseguir se realice el propósito de la Constitución, tiene la Asam­
blea la facultad implícita de emplear los medios necesarios para que
la Convención se organice, salvando los obstáculos que a ello se
opongan. Es, pues, en ejercicio de esta facultad innegable, que in­
terpretando la segunda cláusula del art. 217 de la Constitución, y
juzgando que la Convención convocada para el 15 de Agosto de 1902
no podría ya reunirse, declaró caduca la convocatoria y procedió a
dictar una nueva.
La doctrina exige que en el ejercicio de los poderes implícitos,
los medios empleados sean necesarios y convenientes; es decir, que
sean requeridos, útiles o conducentes y de buena fe apropiados al fin.
(Anotaciones a la Constitución de los Estados Unidos, G. W. Pas-
chal. Traducción de N. A. Calvo).
Como ya se ha dicho y demostrado, sin la intervención de la Ho­
norable Asamblea, la reforma constitucional habría quedado inde-
finidamente paralizada; luégo el medio empleado, es decir, el de
declarar caduca la convocatoria para el 15 de Agosto, era el único
conducente y apropiado para poder autorizar una nueva convoca­
toria.
Jameson, que se ha ocupado con especialidad de las convenciones
constituyentes, dice después de explicar la intervención que se da a
la Legislatura en la organización de la convención: «Hay también
« numerosos ejemplos de poderes implícitamente concedidos; los más
« notables son los que ocurren diariamente con motivo de aconteci-
« miento* inesperados que reclaman la inmediata intervención le-
« gislativa para evitar malas consecuencias o para hacerlos servir al
« bien público. En todos estos casos, la Legislatura está llamada a
« obrar como el único poder que pueda hacer o autorizar a que se
« haga lo que debe hacerse». (§ 373 pág. 361).
Se objeta, que la opinión de Jameson no tiene aplicación, porque
se refiere a la Legislatura, mientras que entre nosotros, es la Asam­
blea Legislativa la que interviene. La diferencia entre Legislatura
y Asamblea, ninguna influencia tendría en este caso, porque el ejer­
cicio de las facultades implícitas de que se ha hablado, corresponde
a la Asamblea Legislativa, que es la que por nuestra Constitución
tiene el encargo de formar la Convención Constituyente.
Pero se agrega que los poderes implícitos no pueden derivarse
sino de los expresos, conferidos a la Legislatura para dictar leyes,
y que la Asamblea no tiene esta facultad y solo se halla investida de
las funciones que se le asignan por el art. 109 de la Constitución.
Si la doctrina se funda en que todo poder conferido, encierra im­
plícitamente los medios requeridos de ejecución, respondiendo a un
principio de inflexible lógica, su aplicación no puede racionalmente
restringirse a los poderes para legislar, porque los demás conferidos
por la Constitución, serían letra muerta según la expresión de Ma-
dison.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 295

A este respecto, dice un reputado constitucionalista: «Las impli-


< candas de las disposiciones de una Constitución, son algunas veces
« de la mayor importancia, y tienen considerable influencia sobre su
« interpretación. En lo que respecta a la Constitución de los Estados
« Unidos, ha sido establecido como regla, que cuando se confiere un
« poder o facultad general o se impone un deber, cada una de las fa-
« cultades particulares necesarias para el ejercicio de aquel poder o
« para el cumplimiento del deber, están igualmente conferidas. La
« misma regla ha sido aplicada a la Constitución de los Estados, con
« una modificación importante por la Suprema Corte de Illinois: «El
« hecho de que otros poderes además de aquellos conferidos, pueden
« ser, y frecuentemente son, conferidos por implicancia, es demasiado
« sabido para que pueda ponerse en duda. En toda Constitución, de-
« be recurrirse a lo implícito, con el objeto de cumplir las disposicio-
« nes generales del poder o facultad. Una Constitución, no puede en-
« trar, por su misma naturaleza, en especificaciones minuciosas de
« todas las facultades menores, natural y obviamente incluidas y que
« surgen de aquellas mayores y más importantes que han sido expre-
« sámente concedidas. Está, por lo tanto, establecido como regla ge-
« neral, que cuando una Constitución confiere un poder o facultad
« general o impone un deber, confiere también por implicancia, to-
« do poder particular necesario para el ejercicio de la una o cumpli-
« miento del otro. La implicanda, según esta regla, sin embargo, de-
« be ser necesaria y no conjetural o argumentativa y está además
« modificada por otra regla: que cuando los medios para el ejercicio
« de un poder o facultad conferida, han sido dados, no pueden impli-
« carse otros medios diferentes, por el hecho de considerarlos más e íi-
« cientes o convenientes». Esta regla se aplica al ejercicio de pode-
« res por todos los departamentos y funcionarios». (Cooley, «Limita­
ciones Constitucionales», pág. 63, número 64).
Ante la opinión tan claramente expresada por una de las más
eminentes autoridades en materia constitucional, nada resta que agre­
gar en apoyo de la tesis que se ha sostenido, de que la Honorable
Asamblea Legislativa, pudo hacer uso de facultades que le estaban
implícitamente acordadas, y que al dictar la resolución que ha dado
origen a la presente controversia procedió en el ejercicio de esas fa­
cultades.
El caso presente, sería análogo al que ocurriese si efectuada la
elección de convencionales, no hubiesen sufragado en cada sección
electoral, el número de distritos requeridos, para que se repute que
ha habido elección según el art. 10 de la ley de 10 de Febrero de 1896.
La Honorable Asamblea, no estaría obligada a practicar un escru­
tinio ilegal y de todo punto inútil. ¿Podría negársele la facultad de
declarar caduca la convocatoria, en virtud de la cual se hizo la elec­
ción que resultó ineficaz y convocar a una nueva Convención? ¿P o­
dría acaso decirse, que al proceder así, no usó de una facultad que
le estaba implícitamente acordada por la Constitución? Indudable­
mente que no.
Y si en ese caso no habría ultrapasado sus facultades, no las
ultrapasó tampoco al dictar la resolución que ha motivado este juicio.
296 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

' Por la demanda se ha impugnado también, el decreto del Poder


Ejecutivo de fecha 17 de Setiembre, convocando al pueblo a eleccio­
nes de convencionales, dictado en cumplimiento de la resolución de
la Honorable Asamblea, que según se ha demostrado, se ajusta a
los preceptos de la Constitución; en consecuencia dicho decreto no
infringe ninguna cláusula de la ley fundamental.
Por estas consideraciones, se declara que no existe inconstitucio-
nalidad en la resolución de la Honorable Asamblea de fecha 14 de Se­
tiembre del corriente año, por la que se convoca a una convención
para el 14 de Diciembre próximo, ni en el decreto del P. E. de fe ­
cha 17 de Setiembre llamando al pueblo a elecciones de convencionales.
Comuniqúese a quienes corresponda y archívese.
Carlos D im e t . J osé M\ R o jas.

Ante m í:—
Héctor Ptrdrirl.
CAPITULO IV
PROYECTO, DEBATES Y SANCION DE LA LEY QUE DECLARO
LA NECESIDAD DE LA REFORMA DE LA CONSTITUCION
(1932- 1934).

I. — Texto dtl proyecto declarando lu necesidad de


la reforma y fundamentos, presentado en la e-
sión del H. Senado, del 28 de octubre de 1912.
II. — Discusión en general en el H. Senado. Sesión
del 23 de enero de 1934.
III. — Discusión en particular en el H. Senado. Se­
sión del 24 de enero de 1934.
IV. — Discusión en general en la H. Cámara de
Diputados. Sesión del 1? de febrero de 1934.
V. — Discusión en particular en la H. Cámara ño
Diputados. Sesión del 2 de febrero de 193-1.
V I .— Texto definitivo de la ley, registrada con
número 4209.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 299

PROYECTO DE LEY DECLARANDO LA NECESIDAD DE LA


REFORMA DE LA CONSTITUCION

Texto del proyecto presentado en la sesión del Honorable Senado


del 28 de octubre de 1932

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos A ires,


sancionan oon fuerza de —
lb y :

Art. V Declárase necesaria la reforma de la Constitución de


la Provincia.
Art. 2? De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, se
someterá a los electores para que en la próxima elección de sena­
dores y diputados voten en pro o en contra de la convocatoria de
una Convención Constituyente.
Art. 3* En aquellas secciones electorales en que no se realicen
elecciones de diputados y senadores, por no corresponderle elegir en
el próximo año, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo al sólo efecto
de que se manifieste en pro o en contra de esta necesidad.
Art. 4* Las mesas escrutadoras de los distritos serán las mis­
mas designadas para la última elección de senadores y diputados. -<■
Art. 5“ De conformidad con lo prescripto en la última parte dél
artículo 217 de la Constitución, esta Convención se reunirá tres me­
ses después de hecha la convocatoria, con el objeto de revisar, alterar
o enmendar la Constitución.
Si la Convención no se constituyera a los tres meses subsiguien­
tes al escrutinio d e la elección de los convencionales, caducarán spus
mandatos y se procederá a nueva elección.
El Poder Ejecutivo hará inmediatamente la convocatoria del caso.
' La Convención caducará si dentro dé los seis meses subsiguien­
tes a su constitución no hubiera terminado su cometido.
Art. 6’ Comuniqúese, etc.
N ica n o r Saín» C h a v e», S aú l 4 . O b r t g i n ,' A lb e r to -J M eA v * /
H o m e r o F e rn á n d e z , A filio R o n ro r o n i.

FUNDAM ENTOS

Los senadores que subscribimos el proyecto de !ey de-que acaba


de mencionarse, hemos estudiado detenidamente los proyectos de refor­
ma a nuestra Constitución presentados por los Gobernadores Udapn-
do, Irigoyen (Bernardo e Ignaeio), Ugarte y Vergara, como asimis­
mo los de origen legislativo presentados en ambas Cámaras y creemos
interpretar la opinión pública, manifestada en esos proyectos en las
declaraciones de los partidos políticos que han actuado y actúan en
300 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

el escenario de la Provincia y en las publicaciones de la prensa más


caracterizada y por ello creemos estar en lo cierto a1 afirmar que
nuestro proyecto satisface un anhelo general.
Nuestra intención habría sido presentar un plan completo de re­
formas, pero examinando los antecedentes citados resulta que el cri­
terio invariable — salvo raras excepciones — ha sido siempre «enun­
ciativo», lo que se explica y justifica con la doctrina que informa el
artículo 217 (última parte) de la Constitución, según la cua! a la
Convención Constituyente le corresponde revisar, alterar o enmen­
dar la Constitución sin limitación alguna. De acuerdo con esta doc­
trina las Cámaras sólo pueden pronunciarse sobre la necesidad de la
reforma. Esto no quiere decir que los autores del proyecto de ley
no puedan dar sus puntos de vista sobre la reforma, y es lo que va­
mos a hacer aceptando también nosotros el sistema enunciativo.
Creemos que entre los prob'emas que debe estudiar la Convención
Constituyente merece especial atención, entre otros lo siguiente:

I . ----- F O R M A DE ELECCIÓN |>Kl¿ <¿OI*KKXADOK Y VICKOoKKRNADOR

Sobre este punto los autores del proyecto aconsejamos la «elec­


ción directa» en lugar de la de «segundo grado» que rige actualmen­
te por las múltiples ventajas que entraña aquel sistema y por las
dificultades de todo orden que se evitan. La elección directa, en for­
ma que garantice al partido triunfante la posesión inmediata del go­
bierno por la sola circunstancia de haber obtenido mayoría de vo­
tos en la elección popular, evitará la repetición de hechos desagra­
dables y la consiguiente perturbación en las actividades políticas y
sociales y el sedimento de rencores y odios que siempre dejan las so­
luciones circunstanciales que puedan adoptar los colegios electorales
impulsados por la necesidad de dar Gobierno o por las obstrucciones
de las minorias empeñadas en impedir aquellas soluciones.
Esto no quiere decir que la elección de segundo grado no ten­
ga sus ventajas que tuvieron en cuenta los autores de la actual Cons­
titución al implantarla. Pero de todas maneras habría que buscar,
si se mantuviera este sistema, el modo de evitar el fraccionamiento
del colegio electoral. También creemos que el sistema proporcional
adoptado por nuestra Constitución, si bien es interesante para la
elección de los cuerpos colegiados, pues asegura a las minorías el
contralor de los actos del partido mayoritario, no tiene razón de ser
cuando se trata de elegir el Poder Ejecutivo, que de acuerdo con nues­
tros antecedentes históricos, ha sido y es unipersonal.

ii. — i ' n i p i c a c u Sn de e le c c io n e s

Creemos también que la nueva Constitución que se sancione de­


be simplificar los actos electorales disponiendo que la renovación de
los poderes Ejecutivo, Legislativo y Municipal se efectúe cada cuatro
años en forma total.
Este sistema ya ha sido propiciado por otros proyectos y enten­
demos que cuenta de pareceres de la prensa en general y los parti­
dos políticos. Tiene, entre otras ventajas, de que el Gobierno que se
constituya en un momento dado, asegurará una perfecta armonía en-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 301

tre los distintos poderos, lo que facilitará su acción y permitirá la rea­


lización de las aspiraciones populares; creemos también que el par­
tido triunfante en las elecciones así realizadas tiene no solamente el
deber, sino también el derecho de gobernar y para e lo sería conve­
niente asegurarle una mayoría en los cuerpos colegiados concordan­
te con estos propósitos, sin perjuicio de asegurar a las minorías un
número de bancas que les permitan a su vez ejercer el contralor in­
dispensable en todo gobierno democrático.

I M . -----R E G I M E N MUNICIPAL

En esta parte del régimen municipal los firmantes entienden que


sería una modificación importante y ventajosa la ampliación del tér­
mino de los funcionarios municipales con el fin de darles el tiempo
necesario para desenvolver su acción en el Gobierno.
Este término podría coordinarse con la duración que se le asig­
na a los otros poderes, de modo que el acto eleccionario se efectúe
uniformemente cada cuatro años en toda la Provincia, evitando la
perturbación de todo orden que trae aparejada la multiplicación de
elecciones que altera el desenvolvimiento de la vida normal del pue­
blo y fomenta el profesionalismo político.
En este capítulo son muchas las modificaciones que habría que
introducir, de capital importancia para el desenvolvimiento de los
municipios y cuya decisión dejamos librada al buen criterio de la
convención.

I V . -----A T R I B U C I O N E S 1>E L O S PODERES EJECU T IV O Y LEG ISLATIV O

Entendemos también que sería susceptible de reformas la par­


te concerniente a ia s atribuciones de los poderes ejecutivo y legis­
lativo, en forma de asegurar la eficacia y el recíproco contralor de
sus actos.
Tal vez convenga fija r normas para limitar la facultad del po­
der legislativo para crear o aumentar los impuestos y gastos de la
administración pública y especialmente en cuanto a la contratación
de empréstitos se refiere.
Entendemos que conviene en todo caso, establecer una limitación
para contener la tendencia abusiva que se manifiesta, en general,
en los cuerpos co’ egiados, que no tienen el control necesario en cuan­
to a gastos públicos se refiere. Parecería más bien que es el Poder
Ejecutivo — que tiene la responsabilidad de la gestión financiera— al
que le correspondería la iniciativa en materia de impuestos, gastos
y empréstitos.
De todas maneras esta es una cuestión importante, que deberá
dilucidarse en la convención constituyente. Nuestro propósito es ano­
tar una de las ideas que pueden ser materia de discusión en la con­
vención y que ésta la tomará o no en cuenta.

V . ----- J U R A D O DE EN JU ICIAM IEN TO

La experiencia ha demostrado, de una manera que no admite


lugar a duda, el fracaso del sistema actual. No es necesario recordar
los antecedentes demostrativos en este aserto, por ser de pública no-
302 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

toriedad. Hay que estab’ ecer normas fijas y severas, de manera de


asegurar la estabilidad de los magistrados buenos y capaces, y la eli­
minación de los que no reúnan esas condiciones, además del rápido
juzgamiento de los que se aparten de ¡a rectitud exigible en el desem­
peño del cargo.
El sistema actual además de resultar demasiado oneroso, es de
eficacia negativa, por los inconvenientes que se han puesto en evi­
dencia cada vez que ha sido necesario aplicarlo.

V I . ----- PODER JU D IC IA L

También la convención deberá establecer un régimen en cuan­


to se refiere a! Poder Judicial, en forma tal que contemple el nom­
bramiento de los magistrados judiciales, su inviolabilidad, su esta­
bilidad y remoción; y asegure en forma definitiva la independencia
del Poder Judicial, al propio tiempo que la correcta y honesta ad­
ministración de la Justicia; por nuestra parte propiciamos la adop­
ción del juicio oral en materia penal.

VII. •— P A D R Ó N EL EC TO RA L .

La formación del padrón electoral en la forma prescripta en la


Constitución vigente, a pesar de la recta intención que inspiró sin du­
da alguna a los constituyentes del 89, tiene fallas visibles demostradas
por la práctica y la doctrina, como por ejemplo la referente a la ins­
cripción a domicilio, que resta eficacia a la disposición de fondo y
en la práctica ha fracasado.
La convención deberá estudiar las reformas necesarias en cuanto
a la forma de inscripción y considerar si conviene adoptar el padrón
nacional sin alterar los principios del régimen republicano, represen­
tativo, federal, consagrado en la Constitución Nacional.

VIII. — TR TB UN'A L DE CUENTAS

Hay que asegurar la eficiencia del funcionamiento del Tribunal


de Cuentas, de manera que pueda responder a los fines de su
institución.
La organización actual ha fracasado en la práctica, desde que la
ejecución de las acciones que derivan de los fallos de este Tribunal
queda supeditada, en última instancia, a la diligencia de una sola
persona, el Fiscal de Estado, de cuya eficacia o negligencia depende
en resumen la efectividad de las sanciones del ya referido Tribunal.
Convendría también darle a este Tribunal o a otro especial que se
creara una función preventiva con facultades de vetar o impedir de
alguna otra manera gastos no autorizados o contrarios a las leyes
que los autorizan.
Con lo expuesto creemos dejar demostrado, no sól: la convenien­
cia, sino la necesidad de la reforma de nuestra Constitución qu í
propiciamos en el proyecto de ley presentado y cuya sanción soli­
citamos a vuestra honorabilidad.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 303

DISCUSION EN GENERAL DEL H. SENADO


Sesión el 23 de enero de 1934

S r . P r e s i d e n t e — Corresponde considerar el proyecto de ley


despachado por la Comisión de Negocios Constitucionales sobre re­
forma a la Constitución de la Provincia.

— Se lee: i

La P lata, 10 de octubre <le

Honorable Senado:
Vuestra Comisión de Negocios Constitucionales ha estudiado el ^
presente proyecto de reformas a la Constitución de la Provincia de
Buenos Aires y por ajustarse al procedimiento fijado en la Sección
Octava del estatuto provincial, y por las razones que os dará el miem­
bro informante de la mencionada comisión, os aconseja le prestéis
vuestra sanción.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
Afilio Rnncornni, M a nu el X . Martínez.

S r . M (M. N . ) — Pido la palabra.


a r t ín e z
La Comisión de Negocios Constitucionales ha estudiado el pro­
yecto en el que se propone la reforma de la Constitución de la Provin­
cia de Buenos Aires, que paso a fundamentar. Las leyes políticas, se­
ñor Presidente, como enseñan los tratadistas de Derecho Público, de­
ben tener fijeza y estabilidad. Eso es indispensable para una ley de
esta índole, pero como las demás leyes, no pueden substraerse a las in­
fluencias y a los fenómenos propios de la naturaleza y de la sociedad
en transformación incesante. Así es que las leyes políticas, de las cua­
les la más importante es la carta fundamental del Estado, no pueden
seguir las reglas de una estabilidad absoluta, sino que deben ser mo­
dificadas y reformadas también, de acuerdo con las necesidades de
la sociedad.
Las reformas de la Constitución, bajo el punto de vista doctrina­
rio, se hacen mediante sistemas diversos, clasificados por el Derecho
Público. De ellos ninguno tiene ventajas y las seguridades del que
nuestro estatuto provincial ha adoptado, que es el de nuestra Consti­
tución Nacional, el de Estados Unidos y el de varias constituciones
de Europa, que responde a las inspiraciones de Juan Jacobo Rousseau,
y que establece una separación absoluta entre el órgano constitu­
yente y el poder legislativo, exigiendo los mismos requisitos legales
para las enmiendas que para crearla.
Sobre la necesidad de modificar estas leyes de fondo en democra­
cias activas como es la de nuestro país, más que todo tratándose de
hombres que, como nosotros, pertenecemos a un partido político cuyo
propio nombre indica su esencia democrática, ha definido brevemente
Story, en breves palabras, que me permitiré leer en este recinto, pa­
ra que ellas sean el más sólido fundamento de este proyecto de refoi-
304 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

mas. Con la claridad de criterio que distingue a Story, se expresa él


en la siguiente forma:
«Un gobierno siempre inconstante en su marcha está próximo a la
anarquía, y por otra parte todo gobierno que no haya provisto con
alguna disposición facilitar los cambios que se hayan hecho necesa­
rios, quedará estacionario y, tarde o temprano, se hará impropio a
las necesidades nuevas del país. Degenerará en despotismo, o la fuer­
za de las cosas lo arrojará en la revolución. Un gobierno sabio, y,
sobre todo, un gobierno republicano deberá, pues, proveer a los me­
dios de modificar la Constitución, según los tiempos y los aconteci­
mientos, a fin de detenerla al nivel de las circunstancias nuevas. El
objeto importante de esta materia es hacer practicables los cambios,
pero no demasiado fáciles, y seguir las lecciones de la experiencia
más bien que las deducciones de la teoría».
Expuestos así los fundamentos doctrinarios que harían viable la
revisión de nuestra Constitución provincial, voy a ocuparme del sis­
tema elegido por los autores del proyecto, para demostrar que él se
ajusta en primer término a las disposiciones categóricas de la Cons­
titución y es además, el que más se conforma al espíritu democrático
que debe presidir estas posibles reformas de la Constitución.
No son propiamente los antecedentes, los que han de darnos los
motivos para pensar que la Legislatura debe dejar librado a la Con­
vención de Constituyentes o reformadores, en este caso, la facilidad
y la plena libertad de acción para enmendar o alterar la Constitución
que nos rige. Pero nuestra Constitución Provincial, que, como he di­
cho, se ajusta al sistema preconizado por Juan Jacobo Rousseau, adop­
tado, se puede decir, desde muchos años atrás por las grandes naciones
europeas, ha creado el sistema más amplio y garante que las reformas
de la Constitución sean un reflejo de las necesidades ambientes y no
pueden ser el capricho o la maniobra política de un partido gobernante.
No he de detenerme en los detalles del proyecto, ya que ello es ma­
teria de la discusión en particular; pero, como dice el informe y re­
pito ahora, se ajusta estrictamente a lo establecido en la sección oc­
tava de nuestra carta fundamental, la que en su artículo 217, in fine,
dice que «la convención se reunirá tres meses después de hecha la con­
vocatoria, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta Constitu­
ción, y lo que ella resuelva por mayoría será promulgado como la ex­
presión de la voluntad del pueblo, necesitando para funcionar la ma­
yoría absoluta de la totalidad de sus miembros».
Bien claro dice la ley fundamental «con el objeto de revisar, alte­
rar o enmendar». Ante estos términos claros de la Constitución, no
cabría otra interpretación que la de que esta convención tiene la más
amplia soberanía para revisar, alterar o enmendar la carta funda­
mental. Por esto, no ha sido necesario a la Comisión tomarse la ta­
rea de revisar todos los antecedentes doctrinarios sobre esta facultad.
De manera, entonces, que este proyecto no sólo se ajusta al procedi­
miento creado por la sección octava de la Constitución, sino que tam­
bién se ajusta estrictamente — a juicio de la Comisión — a la letra y
texto de la misma.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 305

La Comisión, dado el carácter de las enmiendas que se enuncian


en los fundamentos del proyecto, no ha podido menos que conside­
rarlos y dar también su opinión, aunque ella será breve por razones
de tiempo y porque seguramente los señores senadores estarán ilus­
trados con el conocimiento que tienen, sobre todo por la larga expe­
riencia, en los asuntos políticos de nuestra Provincia.
En el fundado informe de este proyecto se enuncia una m odifica­
ción necesaria en cuanto a la forma de elección del Gobernador y V i­
cegobernador. Sostienen los autores del proyecto que la forma actual
de elección no consulta las nuevas orientaciones en materia constitu­
cional y, por otra parte, adolece de algunos defectos. Proponen que
esa elección se haga directamente. Indudablemente la elección di­
recta es una expresión más clara y directa de la voluntad popular.
Nadie podría, analizando estos principios desde el punto de vista
simplemente doctrinario, sostener que tiene la misma vinculación
la elección directa por el pueblo a la elección indirecta por medio de
sus representantes. Algunos constitucionalistas de nuestro país, co­
mo el doctor Montes de Oca, en sus conferencias en la Facultad de
Derecho ha condensado su pensamiento sosteniendo que la elección
indirecta adolece de grandes defectos que pueden determinar, en
algunos casos, la defraudación, o m ejor dicho, la expresión de una
voluntad distinta de la del electorado por aquellas personas que,
habiendo sido elegidas representantes, deben designar, a su vez,
las personas que han de desempeñar las funciones públicas. Entre
las razones que da, y que sería largo enumerar, la más importante
es precisamente la de que en la elección indirecta podría darse el
caso de que el candidato que surgiera de la elección no fuera el que
tuvieron en cuenta los electores primarios para votarlo para jefe
de un Estado.
La situación actual puede ser cambiada desde el momento que
ambos sistemas se usan en países democráticos como el nuestro.
En las últimas constituciones sancionadas por algunos países eu­
ropeos que han adoptado la forma democrática republicana de go­
bierno, se ha sentado ese principio, tal como ocurre en la República
Alemana; lo mismo ocurre, entre las repúblicas vecinas, con el Uru­
guay, y es también el sistema adoptado por otras constituciones de
Sud y Norteamérica. Los miembros de la Comisión creemos entonces
que esta modificación se ajusta a un pensamiento que se ha abier­
to camino en las nuevas constituciones y que también consulta las
necesidades actuales para esta elección.
Otro punto que se enuncia es el de la unificación de las eleccio­
nes. A esta proposición no podrán buscarse fundamentos en la doc­
trina; es más bien el fruto de una experiencia nuestra. Países jó ­
venes como el nuestro, de constante renovación, de permanente pro­
greso, los hombres que lo habitan necesitan la mayor parte de su
tiempo para dedicarlo precisamente a labrar la grandeza del mismo;
las elecciones, las reuniones populares frecuentes para elección de
sus autoridades, perturban esa marcha ascendente. En nuestro país,
y especialmente en nuestra Provincia, los actos electorales son de­
masiado frecuentes.
C o n v e n c ió x C o n s t it u y e n t e — 20
306 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Aparte de esta razón, que tiene sus vinculaciones con el desarro­


llo normal de las riquezas atesoradas en nuestras nuevas y fecundas
tierras, hay otras razones, como la de que en un solo acto se reali­
ce la renovación total de los poderes, y buscando que haya unifor­
midad de gestión entre el gobierno central y los gobiernos comu­
nales.
Dada nuestra organización política, en que el régimen municipal
representa un gobierno directo del lugar donde se reside, no hay
razón para que ese gobierno tenga una renovación distinta de la
del gobierno central de la Provincia, al cual está vinculado estre­
chamente. Hay razones más que suficientes, que nos sugiere la ex­
periencia, para demostrar que es altamente conveniente que los go­
biernos comunales coincidan en su gestión con los gobiernos cen­
trales.
El gobierno emana generalmente de las luchas políticas entre
agrupaciones que tienen distintos credos o distintos propósitos. Es
lógico también concluir que cuando un partido político triunfa en
la contienda electoral, cuando ese partido político demuestra que
la mayoría de las voluntades del Estado confía en su gestión, no
hay razón, digo, para que ese partido no pueda triunfar también
en los lugares del gobierno chico que, coincidiendo con la gestión
administrativa del gobierno mayor, digamos así, hará seguramente
una obra duradera y de progreso.
Actualmente el término que se acuerda a la administración mu­
nicipal es también exiguo. En nuestro país hay mucho que hacer,
mucho que construir, y no es posible que en un tan corto plazo pue­
da exigirse a los hombres representativos de una parte ds la opi­
nión de la Provincia el máximun de esfuerzo que será dable espe­
rar cuando esa gestión sea más larga y de más posible realización.
En las demás modificaciones que se enuncian, y a fin de no ex­
tender demasiado este informe que seguramente ha de ser comple­
tado por otros señores senadores, sólo diré que la Comisión encuen­
tra que hay sinceridad en los propósitos, y que nada impide que se
hagan llegar a la convención que se ha de reunir para considerarlas
y para adoptarlas o rechazarlas.
Muy especialmente me he dedicado, y por eso destinaré breves
minutos a las disposiciones referentes al Poder Judicial. Pertenez­
co, por mi profesión, a las actividades que están vinculadas a aquél
y deseo expresar el anhelo que abrigo, como todo habitante y como
todo profesional, que la gestión judicial sea aun más perfecta de
lo que actualmente es.
Por último, debo hacer presente a la Honorable Cámara que el
despacho ha debido ser ampliado en virtud de las últimas inicia­
tivas sobre régimen electoral. Creemos que es necesario incluir,
entre las modificaciones que se proponen, la que se refiere al ar­
tículo 49, que las votaciones se regirán por el registro cívico na­
cional, y al 5?, que se refiere a la designación de las autoridades
del comido que, lógicamente, habrá de hacerse de acuerdo con ese
padrón que se adoptará.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 307

Finalmente, se ha tratado de disminuir el término fijado para


la realización de las reformas y las reuniones que también facili­
tará la posibilidad de que estas reformas se realicen en el más breve
término, respondiendo así a una aspiración que se nota en el am­
biente y que — como he dicho al principio— se ajusta al pensamiento
de g r a n d e s constitucionalistas y se ajusta también a las necesida­
des del momento. (¡M uy bien! ¡M uy bien !).
SR. R o n c o r o n i — Pido la palabra.
Como uno de los firmantes del proyecto de ley de reformas a
la Constitución, que lo subscribiera conjuntamente con los señores
senadores Salas Chaves, Obregón, Medús y nuestro extinto com­
pañero don Homero Fernández, como miembro de la Comisión de
Negocios Constitucionales, quiero pronunciar algunas palabras para
expresar el significado que tiene el proyecto que sometemos a la
consideración de la Honorable Cámara.
Se ha pretendido combatirlo, señor Presidente, diciendo que
la reforma de la Constitución es inoportuna, cuando un partido po­
lítico ha decretado la abstención o se encuentra ausente del com ido
Y bien, señor Presidente, los pueblos no viven para los partidos po­
líticos, sino que son los partidos políticos los que deben ajustarse a
las necesidades del pueblo. Si la reforma de la Constitución es
necesaria, poco nos debe interesar que tal o cual partido político esté
o no ausente del comicio.
Cuando brilló la espada vencedora de Caseros, el partido rosista
quedó excluido de toda participación en la vida pública argentina,
y sin embargo los constituyentes del 53 no titubearon un momento
en dictar aquella ley sabia que todavía nos rige. No habían trans­
currido siete años cuando se vió la necesidad de reformar la Cons­
titución y aquella obra sabia, inspirada por un gran talento, por
un gran pensador, como fué Alberdi, fué modificada en beneficio del
país y para la tranquilidad de su vida política y social.
La Constitución de Buenos Aires, hecha por hombres talentosos,
por hombres de prestigio, fué modificada también, a los pocos año3
de haber sido sancionada por la Convención y desde entonces acá
han pasado más de cincuenta años. Ha corrido mucha agua bajo los
puentes, se ha multiplicado enormemente la población de la campaña:
las ciudades han crecido; ha venido el telégrafo, el teléfono, la radio­
telefonía, la electricidad, desconocida entonces, se han sembrado
magníficas ciudades en la extensa campaña y si todo eso ha suce­
dido. es necesario que la Constitución de nuestro Estado esté tam­
bién a tono con la vida palpitante de este pueblo nuevo que ni si­
quiera soñaron los constituyentes que hicieron la magnífica Cons­
titución que nos rige.
Todo ha cambiado, señor Presidente; ha cambiado la raza, ha
cambiado el espíritu público de los argentinos y ha cambiado tam­
bién, el espíritu público de la Provincia de Buenos Aires.
Han surgido ciudades populosas a lo largo de lá costa del océano
y de sus inmensos ríos, y en esas ciudades han surgido hombres
que tienen ideales nuevos, que tienen espíritu nuevo y por eso es
necesaria la reforma de la Constitución porque hay que afnstárla a
308 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

los nuevos hechos, porque ya no representa lo que hoy debe cons­


tituir el ideal de todo pueblo culto y civilizado. El señor Senador
Martínez (M. N.), se ha referido a muchos de los problemas que
es necesario contemplar en la reforma de la Constitución y yo
sin detallar, sin entrar a enumerar, sin calificar cada uno de esos
puntos que es necesario reformar, podría decir: que hay que re­
formar una cosa, señor Presidente, en esa Constitución: hay que
reformar el espíritu de la misma, hay que contemplar las nuevas
necesidades: la utilidad social; hay que contemplar el fin social
del Estado, principio nuevo que ha surgido en el derecho desde
hace pocos años y que está tal vez en franca contraposición con
los principios individualistas de la revolución francesa, sobre cuya
base se asentaron las cartas fundamentales del país y de las
provincias.
Ese espíritu nuevo, ese espíritu que se traduce en esas mag­
nas revoluciones que vemos todos los días en los países europeos,
revoluciones sin fusiles y sin balas, pero donde palpitan nuevas ideas,
ese espíritu de utilidad social es lo que es necesario traer a nuestra
Constitución, y yo como argentino, como hombre nuevo, como hom­
bre que quiero a mi Provincia, aspiro a que venga esa reforma de
la Constitución con ese espíritu nuevo, con ese espíritu sano que
habrá de hacer un mejoramiento de nuestras instituciones y un
mejoramiento para el pueblo de esta querida Provincia de Buenos
Aires que representamos en este recinto.
Nada más. (¡Muy bien. Muy bien!).
Sr. Salas Chaves — Pido la palabra.
Algunos órganos de publicidad, que tienen verdadera autoridad,
que soy el primero en respetar, se han dado en propalar que no
había ninguna razón de urgencia para sancionar la reforma de la
Constitución.
En mi carácter de coautor del proyecto, tengo necesidad de
decir algunas palabras para que quede constancia en el Diario de
Sesiones de que los autores del proyecto de reforma de la Consti­
tución, que se está tratando en este momento, han tenido en cuenta
y conocen perfectamente todos los antecedentes que se relacionan con
esta materia, desde la sanción de la Constitución vigente hasta la
fecha.
No hemos improvisado cuando hemos presentado un proyecto.
Repito que conocemos todos los antecedentes y para documentar lo
que digo voy a dar algunos datos que así lo demuestran.
Los antecedentes a que me refiero son los siguientes; Ya en la
gobernación de don Bernardo de Irigoyen, según consta en el Diario
de Sesiones de 1898, en la página 500 se propiciaba la necesidad de
la reforma; en el mensaje del año 1899, página 6; en el mensaje de
1900, página 8; en el mensaje de 1901, página 13; en el Diario de
Sesiones de 1902, en la página 52 (Senado), en la gobernación de
Ugarte puede leerse igualmente los antecedentes y razones de urgen­
cia que ya existían en aqúel tiempo; en el año 1903, página 8; en
1904, página 8; en la gobernación de Ignacio D. Irigoyen, basta leer
el mensaje de 1907, página 12. En el año 1907 se encarga al mismo
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 309

tiempo, por un decreto amplio y brillantemente fundado por el gober­


nador Irigoyen, el estudio de la reforma de la Constitución al emi­
nente constitucionalista doctor Luis V. Varela. (Registro Oficial, año
1907, página 14). En la gobernación de don Ignacio de Irigoyen se
puede leer el mensaje de 1908, que se encuentra en la página 7 y año
1909, página 7. En la gobernación del doctor Vergara se insiste sobre
la materia, cuyos antecedentes están en el mensaje de 1926, página
6; 1927, página 13; 1928, página 9, y en 1930, página 8.
En el mismo sentido se han presentado en la Cámara de Diputa­
dos proyectos por varios legisladores,., entre otros por los ex diputa­
dos Sáenz, Weigel, Aurter y otros, según consta en el Diario de Se­
siones del año 1895. Además hay otro proyecto presentado por el ex
Diputado Gerardin y publicaciones de todos conocidas, de verdade­
ras autoridades en la materia, como ser González Calderón (1928),
Bambill, Montes de Oca y otros.
Todos estos antecedentes que la Comisión y los autores del pro­
yecto han tenido a mano y los han estudiado, demuestran que no se
han improvisado, como dije al principio, y que si de todos estos an­
tecedentes resulta que hay una verdadera necesidad y razones de
urgencia que aconsejan la sanción del proyecto que estamos tratando,
no puede negarse que en 1934 todas esas razones hayan desapareci­
do, cuando muy al contrario, con toda elocuencia, lo acaban de de­
mostrar los señores senadores Martínez y Roncoroni.
Nada más.
Sr. Presidente — Si no se hace uso de la palabra, se va a votar
en general. Los señores senadores que estén por la afirmativa, sírvan­
se levantar la mano.
— Sr- vota y el señor Secretario Villa Abrille procla­
ma afirm ativa por unanimidad.

Sr. R oncoroni — Es preciso hacer constar que son más de los


tres quintos del total del Senado.
Sr. Presidente — Hay 25 señores senadores en el recinto que han
votado por la afirmativa.

DIS JüSION Eli PARTICULAR DEL H. SENADO


Sesión del 24 de enero de 1934

Sr. Presidente — Corresponde considerar el asunto que figura


con el número 4 del Orden del Día, para el que se acaba de votar
moción de preferencia, sobre reformas a la Constitución de la Pro­
vincia. Consideración en particular.
— Se lee:

Art. I 9 Declárase necesaria la reforma de la Constitución de la


Provincia.
Sr . P r e s i d e n t e — Se va a votar el artículo l 9.
310 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

La presidencia hace notar a los señores senadores que de acuerdo


con lo dispuesto por el artículo 216 de la Constitución, la sanción
favorable para cada una de estas disposiciones requiere los tres quin­
tos del total de los votos de cada una de las Cámaras, esto es, en la
Cámara de Senadores, 23 votos.
— Se vota y resulta afirmativa de más de tres quin­
tos de votos.

Sr. Presidente — En consideración el artículo 2’ .

— Se lee:

Art. 29 De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, se some­


terá a los electores para que en la próxima elección de senadores y
diputados voten en pro o en contra de la convocatoria de una Con­
vención Constituyente.
Sr. Rodríguez E gaña — Quisiera hacer una pregunta al señor
presidente de la Comisión Interparlamentaria, porque noto que en
este artículo se habla de la próxima elección de senadores y diputa­
dos, y como la próxima elección debe realizarse el último domingo
de marzo y a ella no concurren las secciones cuarta y sexta, desearía
saber qué solución se le da.
Sr. Salas Chaves — No ha leído todo el articulado el señor Sena­
dor, porque en el artículo 39 se establece la forma en que se realizará
la elección.
Sr. Rodríguez Egaña — Muy bien, entonces.
S r . P r e s i d e n t e — Se va a votar el artículo 2".

— Se vota y el señor Secretario Villa Ahrille pro­


clama afirmativa (le más de tres quintos.

— Se lee:

Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no se realicen elec­


ciones de diputados y senadores por no corrcsponderles elegir en el
próximo año, el Poder Ejecutivo convocará al pueblo al sólo efecto
de que se manifieste en pro o en contra de esta necesidad.
Sr. R oncoroni — Debe decir «del corriente año». Está equivocado
el despacho.
Sr. Martínez (M. N.) — El artículo quedaría redactado así: «En
aquellas secciones electorales en que no se realice elecciones de dipu­
tados y senadores por no corresponderles elegir en el corriente año,
el Poder Ejecutivo convocará al pueblo al sólo efecto de que se ma­
nifieste en pro o en contra de esa necesidad».
Sr. Presidente — Se va a leer nuevamente el artículo 3Ttal cual
lo propone la Comisión de Negocios Constitucionales.
— Se leo nuevamente con la modificación.

S r. P residente — Se va a votar.
— Se vota y el señor Secretario Villa Abrille pro­
clama afirmativa de m&s de tres quintos.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 311

— Se le e :

Art. 4" Las mesas escrutadores de los distritos serán las mismas
designadas para la última elección de senadores y diputados.
Sr. Roncoroni — Debe decir «para la próxima elección de sena­
dores y diputados».
Sr. P residente — Se va a leer nuevamente con la modificación.

— Se le e :

Art. 4" Las mesas escrutadoras de los distritos serán las mismas
designadas para la próxima elección de senadores y diputados.
Sr. Presidente — Se va a votar el artículo 49 con la modificación
propuesta por la Comisión.
— Se vota y el señor Seeretnrio Villa Abrille pro­
clama afirm ativa de más de tres quintos.

Sr. M artínez (M. N.) — Pido la palabra.


Aquí correspondería intercalar una de las modificaciones que
anuncié al informar este despacho en general, y es una disposición que
establezca que la votación se hará de acuerdo con el registro cívico
nacional, así concordará esta ley con la que acabamos de sancionar
sobre adopción del padrón nacional.
Sr . Obregón — Y o deseo preguntar a la Comisión si se va a agre­
gar un artículo respecto a la forma en que se van a constituir las
mesas receptoras de votos en los distritos en que no deban realizar­
se elecciones durante el mes de marzo.
Sr . M artínez (M. N . ) — Está previsto en el despacho.
Sr. Presidente — Se va a leer por Secretaría el artículo que pro­
pone la Comisión.

— Se le e :

Art. 59 Las mesas receptoras de votos en los distritos en que co­


rresponda elegir diputados o senadores serán las mismas sorteadas
a dicho efecto y en aquellos en que no deba realizarse elecciones en
el corriente año, serán sorteadas del Registro Cívico Nacional por
las municipalidades y en caso de que éstas no lo hicieran, por el Juez
de Paz, antes del V de marzo y en su defecto por la Junta Electoral
de la Provincia, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 127 de
la Ley Electoral.
Sr . Presidente — En consideración. Si no se hace uso de la pa­
labra, se va a votar.
— Se vota y el señor Secretario Villa Abr'.lle pro­
clama afirm ativa de más de tres quintos.

Sr. M artínez (M. N.) — El artículo siguiente sería el que se


refiere al padrón que ha de regir la elección, de acuerdo con la in­
dicación que he formulado.
Sr. Prosecretario (Gilardoni) — ¿A continuación del artículo 59,
señor senador?
312 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

SR. MARTÍNEZ (M . N.) — A continuación o antes. Podría ser como


artículo 3*.
SR. P rosecretario (Gilardoni) — Como articulo 5’ , (Leyendo):
«Artículo 5?. La votación se realizará por el registro cívico nacional».
Sr. Cortés — ¿Es un artículo nuevo o un agregado?
Sr. P residente — Es un artículo nuevo que propone la Comisión.
Está en consideración. Si no se hace uso de la palabra, se va a
votar.
— Se vota y resulta afirmativa de más de tres quintos.

Sr. P rosecretario (Gilardoni) — (Leyendo) — «Artículo 6V:


De conformidad con lo prescripto en la última parte del articulo 217
de la Constitución, la Convención se reunirá tres meses después de
hecha la convocatoria por la Asamblea Legislativa, con el objeto
de revisar, alterar o enmendar la Constitución».
SR. P residente — Si no se hace uso de la palabra, se va a votar
el artículo 6" propuesto por la Comisión.
— Se vota y resulta afirmativa de más de tres quintos.

Sr. P rosecretario (Gilardoni) — (Leyendo). «Artículo V. Si la


Convención no se constituyera en el plazo que fija el artículo ante­
rior, caducarán sus mandatos, y se procederá a nueva elección. La
convención caducará si dentro de los noventa días subsiguientes a
su constitución no hubiera terminado su cometido».
Sr . P residente — Si no se hace uso de la palabra, se va a votar
el artículo T, propuesto por la Comisión.
— Se vota y resulta afirmativa de mú«i de ir< s quintas.

Sr. P rosecretario (Gilardoni) — El artículo 8- es de forma.


Sr . P residente — Se comunicará a la Honorable Cámara de Di­
putados.

DISCUSION EN GENERAL EN LA CAMARA DE DIPUTADOS


Sesión del 1- de febrero de 1931

— Se lee:

PROYECTO DE L E Y , EN REVISIÓN

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Art. 1" Declárase necesaria la reforma de la constitución de la
provincia.
Art. 29 De acuerdo con el artículo 217 de la constitución, se some­
terá a los electores para que en la próxima elección de senadores y
diputados voten en pro o en contra de la convocatoria de una con­
vención constituyente.
Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no corresponda
elegir en el corriente año, diputados o senadores, el Poder Ejecuti-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 313

vo convocará al pueblo al solo efecto de que se manifieste en pro


o en contra de esta necesidad.
Art. 49 Las mesas receptoras de votos en los distritos en que co­
rresponda elegir diputados o senadores serán las mismas sorteadas
a dicho efecto y en aquellos en que no deban realizarse elecciones
en el corriente año, serán sorteadas del registro cívico nacional por
las municipalidades y en caso de que éstas no lo hicieran, por el juez
de paz, antes del primero de marzo y en su defecto por la junta elec­
toral de la provincia, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 127
de la ley electoral.
Art. S9 La votación se verificará por el registro cívico nacional.
Art. 69 De conformidad con lo prescripto en la última parte del
artículo 217 de la constitución, la convención se reunirá tres meses
después de hecha la convocatoria por la asamblea legislativa, con el
objeto de revisar, alterar o enmendar la constitución.
Art. 79 Si la convención no se constituyera en el plazo que fija el
artículo anterior, caducarán sus mandatos y se procederá a nueva
elección.
La convención caducará si dentro de los 90 días subsiguientes a
su constitución no hubiera terminado su cometido.
Art. 89 Comuniqúese al Poder Ejecutivo.

Honorable Cámara:
Vuestra comisión de negocios constitucionales ha estudiado el pro­
yecto en revisión sobre reformas a la constitución, y por las razo­
nes que expondrá su miembro informante, os aconseja le prestéis su
aprobación.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
Sala de la comisión, l'-* de febrero de 1934.
Arturo de Tineenzi. Juan B. Onuaechra, Dominim Sidoti,
Roberto X. Lobo*. Enrique Juan Limo.
En disidencia :
A n to n io P u rirelli.

S r . P residente — Consideración en general.


S r . S idoti — Pido la palabra.
La comisión de negocios constitucionales me ha designado para
que sea el miembro informante en el despacho que aconseja la apro­
bación de la ley que declara necesarias las reformas a la constitu­
ción de la provincia.
No es, señor presidente, el resultado de una improvisación, como
pareciera desprenderse de las palabras vertidas hace un momento
por uno de los miembros del sector de la minoría; las reformas a la
constitución, sobre cuyo tópico tanto se ha escrito y hablado, se vie­
nen gestando en esta legislatura y en los diferentes poderes ejecuti­
vos de la provincia casi podríamos decir inmediatamente de la apro­
bación de la constitución vigente. Se ha dicho, — y compartimos esa
opinión— que nuestra carta magna es un monumento de sabiduría.
Pero no es menos cierto que la aplicación de la carta magna a esta
provincia, joven, cuya evolución se hace en forma fantástica, aseen-
314 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

dente, ha creado en la práctica, en su aplicación, situaciones difíciles


a veces y en otras de una solución tan imposible, que han obligado
a la propia legislatura, en contra de la voluntad de los legisladores,
a apartarse de la misma.
Yo preguntaría a la honorable cámara, si no ha llegado el momen­
to entonces de evitar que este cuerpo persista en las prácticas vicio­
sas de tener que apartarse del texto de la carta cuando la inclusión
dentro de la misma produciría situaciones inaceptables e imposibles,
si no ilógicas. El mismo sector de la minoría aprobó en la última
sesión, con la totalidad de sus votos, una ley que nosotros, los dipu­
tados de la mayoría, consideramos inconstitucional. . .
S r. Bronzini — ¿Lo dice ahora, el señor diputado? ¿Cuál fué
esa ley?
S r. S idoti — . . .aun cuando consideramos los diputados de la
mayoría que la aplicación de la constitución en esa misma ley, en
la práctica, ha dado resultados posiblemente no del todo satisfactorios.
Sr. B ronzini — ¿A qué ley se refiere?
Sr. U zal — Tiene muy buena memoria el señor diputado
Bronzini.
S r. S idoti — Me refiero a la que acaba de aprobar la cámara, de
la adopción del padrón nacional para las elecciones en la provincia
de Buenos Aires en contra de disposiciones terminantes de la cons­
titución.
Sr. Lemos — Pero con el beneplácito de la mayoría de la cámara.
S r. S idoti — Pero eso no invalida la declaración que yo acabo de
hacer ante la cámara, que ha tenido que apartarse de la constitu­
ción, porque las propias disposiciones constitucionales eran posible­
mente de dificultosa aplicación.
Sr. B ronzini — Hay dos interpretaciones.
S r. S idoti — De cualquier manera. Ese y otros tópicos —que no
voy a entrar ahora a analizar— han obligado a hacer transgresio­
nes a la constitución.
En 1895, pocos años después de estar en vigor la constitución, se
presentó a esta legislatura un proyecto de ley declarando necesarias
las reformas. El proyecto es más o menos el mismo que viene en re­
visión del honorable senado. Firman el mismo, alrededor de catorce
o quince diputados cuyo pasaje por esta legislatura ha dejado hue­
llas imborrables. De los fundamentos, voy a leer pocas palabras pro­
nunciadas por el diputado Sáenz, que dice, más o menos, al final de
su exposición: « . . . pero de cualquier manera, los inconvenientes de
esta reglamentación (se refiere el diputado Sáenz al articulado de
la constitución de Buenos Aires), se han hecho sentir con tanta
fuerza, son tan elocuentes los ejemplos que hemos tenido en los últi­
mos tiempos, y ha sido tan unánime la protesta sobre ciertos vicios,
que el sentimiento mismo, la idea de la reforma puede decirse que ha
tomado el carácter de una verdadera aspiración pública».
Personalmente, yo creo que los pocos años de experiencia que
tenía la constitución no justificaban en forma tan imperativa la re­
forma de la misma. Pero del año 1895 a la fecha, han transcurrido
muchos años y existe la suficiente experiencia para que cada uno
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 315

de los legisladores tengamos formada opinión sobre la necesidad


impostergable de llamar a retocar ese monumento de sabiduría.
En el año 1899, el gobernador don Bernardo de Irigoyen íe
dirigió a la legislatura recordándole que en el año anterior había
presentado un proyecto de reformas a la constitución. Y en uno de
sus párrafos decía: «Los hechos ocurridos con posterioridad, el
aplauso de la prensa nacional y extranjera y la opinión de ciudadanos
espectables por su ilustración, significan un verdadero plebiscito y
él nos estimula a sancionar sin demoras el proyecto que sometí a
vuestra consideración y que, no vacilo en decirlo, es un voto ardiente
del país».
Eso se decía en el siglo pasado eon respecto a la reforma de la
constitución y el mismo año — y este asunto tiene atingencia con lo
que hablábamos y que sancionamos la semana pasada— , el gober­
nador volvió a dirigirse a la legislatura manifestando: «La comisión
no ha podido proponer el padrón permanente ni alterar el modo de
designar los empadronadores y escrutadores, porque estos puntos
están directamente regidos por la constitución, cuya reforma sería
de desear para que la legislatura tuviera más libertad de criterio en
una materia que depende estrechamente de las circunstancias y de la
experiencia».
Se refiere en su mensaje sobre ese mismo asunto, a las d ifi­
cultades que había encontrado el gobierno para hacer los padrones
con las comisiones empadronadoras a domicilio que, por inexperiencia,
negligencia o error, incurrían en omisiones, fenómeno que se repro­
dujo el año pasado cuando el gobierno, con sano criterio, quiso suje­
tarse a las disposiciones de la constitución en materia de padrones.
De entonces a 1901 no se habla de reformas a la constitución,
pero el gran movimiento se produce, precisamente, en el período de
1901 a 1904, en que la legislatura aprobó un proyecto de ley de­
clarando que era necesaria la reforma. Se llevó a cabo el plebiscito
que prescribe la constitución, y a raíz de la aprobación que hace
el electorado se realiza la elección de los constituyentes, pero, des­
graciadamente, éstos no se reúnen dentro del término constitucional,
y la corte declara la inconstitucionalidad de esa convención. Se llamó
a segundas elecciones y tuvieron la misma suerte que otras iniciativas.
En el año 1907 otro gran gobernador, don Ignacio D. Irigoyen,
se dirigió a la legislatura solicitando la reforma de la constitución.
Las razones que da en su mensaje son, más o menos, las mismas que
se dieron anteriormente y las que se dan ahora. Dificultades de
orden práctico insalvables hicieron que se dirigiera nuevamente a la
legislatura en 1908 insistiendo en ese propósito. Mientras tanto, el
mismo mandatario, que parece fué el gobernador que tuvo la visión
de que tarde o temprano la carta magna tenía que ser, sino perfecta,
por lo menos reformada en ciertos puntos, dictó un decreto por el
que encargaba al doctor Luis V. Varela para que preparase un estu­
dio referente a las reformas de la constitución de la provincia. El
doctor Varela se expidió en un concienzudo estudio que conocen los.
señores diputados. Llegamos, señor presidente, a la época de los
gobiernos radicales, y voy a referirme especialmente a la del doctor
Vergara.
316 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. BRONZINI — ¿Me permite el señor Diputado?


¿El doctor Varela produjo su informe?
Sr. Sidoti — Sí, señor Diputado.
Sr. B ronzini — Formulo la interrogación porque, si no estamos
deficientemente informados los diputados socialistas, lo que el Poder
Ejecutivo encomendó al doctor Varela no fué precisamente el estudio
de un plan de reformas de la Constitución, sino el de hacer el estudio
de un fallo producido por la Suprema Corte, que declaraba incons­
titucional la ley, según la cual, el Gobernador Ugarte convocó por
segunda vez a elección de convencionales.
Sr . SlDOTl — Se encargó al doctor Varela que hiciera un estudio
referente a las reformas de la Constitución.
Sr. L obos — Estudio que se publicó en varios tomos y se deno­
minó «Plan de reformas».
S r. Bronzini — Esa es la denominación, pero tengo entendido
que la designación del doctor Varela se produjo con otros motivos y
con otros propósitos.
Sr . S idoti — La enunciación más o menos cronológica que estoy
haciendo de los diferentes proyectos de estudio sobre reformas a la
Constitución, tiene por objeto el demostrar a la Legislatura que ésta
no es una improvisación del gobierno actual ni menos del partido
político que lo apoya, sino el fruto de un estudio maduro de muchos
años de experiencia.
El Gobernador doctor Vergara se dirigió en distintos mensajes
a la Legislatura pidiendo que ésta se abocara al estudio de las re­
formas a la Constitución, y en esos mensajes hacía un estudio prolijo
de las disposiciones que el Poder Ejecutivo de la época consideraba
indispensable afrontar. El doctor Vergara no tuvo éxito en su gestión,
a pesar de haber insistido reiteradamente en ella. Tengo en mi banca
todos sus mensajes, y en cada uno de ellos ha insistido sobre ese
tópico. Y en el último período del gobierno radical interrumpido por
la revolución, estando el Gobernador Crovetto en el ejercicio del poder,
un Diputado de la mayoría radical, el señor Gerardín, presentó un
proyecto de ley que no llegó a tener entrada en la Cámara, propiciando
que se declarara que había llegado el momento de que se hicieran
reformas a la Constitución.
Además de todas estas iniciativas oficiales y muchas de legis­
ladores de la Provincia, en estos últimos días el Colegio de Abogados
de Mercedes se ha dirigido al Ministerio de Gobierno de la Provincia
y entre otros puntos sometidos a la consideración del Poder Ejecutivo
figura el de las reformas de la Constitución en un capítulo que dice:
«Las publicaciones diarias han advertido el propósito del Poder Eje­
cutivo y cámaras legislativas de la Provincia acerca de la convenien­
cia de reformar la Constitución vigente. Esta circunstancia puede
y debe aprovecharse, a juicio del colegio, para que se introduzcan
variaciones al sistema de enjuiciamiento de magistrados.
«El que rige ha demostrado su fracaso en la práctica y algún
proceso que adquirió resonancia sensacional, puso en evidencia que
la composición del jury de enjuiciamiento de magistrados tal como
está legislado en la carta fundamental no es el adecuado para juzgar
sin pasión y con alto espíritu de justicia a los magistrados de la
justicia».
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 317

No continúo leyendo porque este solo párrafo indica que un


colegio de abogados de una localidad importante como la de Mer­
cedes, que reúne letrados de pública notoriedad, se expide favora­
blemente a la reforma de la Constitución, especialmente en los tópicos
referentes al enjuiciamiento de magistrados.
Otros legisladores han propiciado en muchas oportunidades la
reforma de la Constitución en lo relativo a elecciones. Se ha dicho
que por la reglamentación actual, se efectúan elecciones con dema­
siada frecuencia, y es exacto. Es preciso, entonces, buscar la forma
de que puedan'realizarse las elecciones sin menoscabo de las funcio­
nes públicas que deben desempeñar los legisladores especialmente,
que deben atender por obligación estas periódicas convocatorias a
elecciones. Sin ir más lejos, en el mes de marzo próximo, la Provincia
tendrá que efectuar dos elecciones: de diputados y senadores pro­
vinciales, en algunas secciones, y de diputados nacionales en toda la
Provincia.
Se ha hablado también de la necesidad de m odificar las eleccio­
nes y de que el Gobernador y Vice de la Provincia que son elegidos
por el voto indirecto, lo que trae algunas complicaciones o dificul­
tades en el colegio electoral, sean designados en form a directa por el
pueblo.
Con respecto al Poder Judicial, se ha hablado de la lentitud de
la justicia, diciendo que justicia lenta es siempre justicia mala.
Se han propiciado también reformas al Tribunal de Cuentas y
a las atribuciones de los poderes legislativo y ejecutivo.
En el Senado de la Provincia se presentaron el año pasado
iniciativas tendientes a sancionar la ley que declare necesarias las
reformas de la Constitución. Los fundamentos dados en esa opor­
tunidad, están consignados en el Diario de Sesiones del Senado y
no los repetiré porque todos los colegas han de conocerlos.
Para terminar, haré una somera enumeración de las iniciativas
de reformas presentadas desde 1899 a la fecha. Son las siguientes:
mensajes del Gobernador Bernardo de Irigoyen, 1899, 1900, 1901 y
1902; mensajes del Gobernador Marcelino Ugarte, 1903 y 1904; men­
sajes del Gobernador Ignacio D. Irigoyen, 1907,1908 y 1909; mensajes
del Gobernador Vergara, 1926, 1927, 1928 y 1930. Además, han sido
presentados proyectos de reformas a la Legislatura, y hay un pro­
yecto de resolución con respecto a las elecciones de convencionales de
1902, con el fallo de la Suprema Corte que las declaró nulas, y otro
del año 1907, encargando al señor Luis V. Varela, un estudio relativo
a las reformas constitucionales, que se encuentra en el registro oficial
que acabo de mencionar. El señor Varela publicó una obra titulada:
«Plan de reformas a la Constitución de Buenos Aires», que motivó
publicaciones críticas de otros autores.
Con estos antecedentes, sin entrar al fondo del asunto, quiero
recalcar que no improvisamos, sino que deseamos cristalizar una as­
piración de cuarenta y tantos años.
Por eso la Comisión de Negocios Constitucionales aconseja la
aprobación del proyecto en revisión, que declara necesaria la reforma
de la Constitución de la Provincia.
Nada más.
318 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. P uricelli — Pido la palabra.


Las mismas argumentaciones dadas por el miembro informante
de la mayoría de la Comisión de Negocios Constitucionales, me rele­
varían de la necesidad de exponer las razones que tenemos nosotros
los socialistas, para no ser partidarios de la reforma de la Constitu­
ción en estos momentos difíciles de la política en la Provincia.
Desde el año 1895 han habido gobiernos y legisladores que insis­
tentemente han venido reclamando la reforma de la Constitución, y
continúan insistiendo en la fecha. Aunque esos pedidos y reclamos
no fueron atendidos, los gobiernos han podido seguir administrando
la Provincia con toda tranquilidad; nadie se ha sentido coartado en
sus derechos de ciudadano por causa de la Constitución que tenemos.
¿Por qué, entonces, se quiere, en estos momentos de intranquilidad
pública, en estos momentos en que grandes masas del pueblo creen
que toda reforma que se intente es sólo con el fin de perpetuarse en el
poder; por qué — pregunto— vamos en estos momentos de inquietud,
a agrandar esa intranquilidad en el pueblo, declarando la conveniencia
de que la Constitución se reforme? ¡No es esa una buena medida de
gobierno!
Es cierto, como lo ha dicho el miembro informante de la mayoría,
que hace pocos días tuvimos que votar la adopción del padrón nacional
para las próximas elecciones de renovación, y que esa adopción del
padrón ha constituido, quizá, según la interpretación oue se le dé, una
alteración a nuestra Constitución. ¿Pero cuál ha sido la causa o el
motivo que ha obligado al Ministro de Gobierno a mandarnos ese men-
jase y proyecto para que la Cámara resolviera adoptar el padrón na­
cional en las próximas elecciones provinciales? Ha sido porque no
se puede votar con el padrón provincial. ¡No!
Sr. Uzal — El miembro informante de la Comisión, el Diputado
que habla, expresó cuál ha sido el motivo, muy distinto al que expresa
el señor Diputado. Ha sido para satisfacer una aspiración ambiente,
que, injustificadamente reputa deficiente el registro electoral de la
Provincia.
Sr. P uricelli — Precisamente, señor Diputado, decía yo que se
ha tenido que recurrir a ese padrón nacional, no porque no se pueda
votar con el provincial, no porque no se pueda confeccionar un padrón
provincial, sino porque el ambiente que se había levantado alrededor
de ese padrón, es que había sido deficientemente preparado. Habrá
habido o no intereses de caudillos, pero lo cierto es que en el ambiente
público estaba la sensación de que esos padrones no reflejaban la ex­
presión real del número de electores que debía tener cada distrito
electoral.
Pero ello, no puede ser inculpado a la Constitución sino a la vio­
lación de la misma. ¿Por qué queremos entonces achacarle a la Cons­
titución la culpa de esa agitación que hay en el ambiente, cuando
ella fué producida por otras causas? La Constitución que tenemos
en la Provincia de Buenos Aires, creo que tendrá que ser reformada.
Indudablemente, hay muchas cosas que deben ser reformadas: no lo
negamos. Pero afirmamos que tal cual están en este momento, no
pueden perturbar la buena obra que desee realizar el gobierno que
tiene en sus manos ios destinos de la Provincia.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 319

Ha habido, admito, de todos los sectores políticos que han venido


constituyendo esta Cámara, con excepción de los socialistas, proyectos
de reformas a la Constitución. Se han presentado proyectos en ese
sentido por radicales y conservadores en momentos en que sus autores
eran mayoría absoluta dentro de la Cámara. A pesar de ello, los pro­
yectos no se votaron. Esto nos prueba que la reforma no era de tanta
urgencia. El único que se llegó a votar fué el que se presentó el 21
de noviembre de 1901. ¿Y cómo se votó ese proyecto de reformas a
la Constitución? Hay que ir a leer en el Diario de Sesiones para darse
cuenta de la forma en que fué sancionada: nadie opinaba en pro ni
en contra de la urgencia ni de la reforma, pero el proyecto se votó
sobre tablas y se aprobó.
Sr. U za L — Quiere decir que todos estaban de acuerdo.
S r . B ronzini — Era un proyecto del Poder Ejecutivo.
SR. U zal — Lo mismo ocurrirá si el partido Socialista tiene
mayoría en la Legislatura. Para decidir la acción, la mayoría legis­
lativa debe ser solidaria con el gobierno del mismo partido, con
quien comparte las responsabilidades en el ejercicio de la función
pública.
S r . B ronzini — No se anticipe tanto.
S r . U zal — Es muy hipotético el caso que he expu esto.. . ( R i s a s ) .
Sr. P residente — Ruego a los señores diputados que dejen con­
tinuar al orador en el uso de la palabra.
Sr . P uricelli — El Diputado señor Gnecco fué el único que
en la oportunidad a que me refería, pidió que constara su voto en
contra, pero sin dar ninguna razón ni fundamento de su oposición.
Eso nos demuestra que lo de las reformas de la constitución son
cosas que se agitan en ciertos momentos, cuando los gobiernos tie­
nen aspiraciones a ser gobiernos fuertes.
SR. U zal — V oy a perm itirm e hacerle una interrupción.
En el año 1901 había en la legislatura tres partidos políticos
representados; no había unanimidad. Estaba la unión cívica, lla­
mada vulgarmente «m itrista»; el partido radical y el partido na­
cional, este último denominado comúnmente «vacuno». De manera
que había tres sectores de la opinión pública representados y dice
el señor Diputado que una sola voz hizo constar su voto en contra.
Quiere decir, que era coincidente la opinión de los distintos sectores.
S r . L emos — Eran tres personas distintas y un solo Dios ver­
dadero.
Sr . U zal — No es el caso de la última alianza socialista-demó­
crata progresista, señor Diputado.
S r . P uricelli — Con excepción de los socialistas, todos han sido
partidarios de la reforma. Esta clasificación de los partidos que
ha hecho el señor Diputado Uzal, no tiene ninguna importancia.
Creo que reformar la Constitución en estos momentos es un
error político, llevar al seno de la masa del pueblo la discusión de
este asunto, puede traer perturbaciones. Me explicaría que después
de grandes debates, ya iniciados en la plaza pública o en la prensa
del país, como final se hubiera llegado a presentar este proyecto
de reformas que tenemos a consideración. Pero no que se comience
320 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

por el proyecto para ir a iniciar una discusión a la plaza pública.


Nosotros, ya lo hemos declarado, a pesar de reconocer que algún día,
quizá no muy lejano, tendremos que reformar la constitución, va­
mos a iniciar nuestra campaña política a base de una seria oposi­
ción a la reforma constitucional en estos momentos. Sólo desearía
que este proyecto tuviera la virtud, en caso de ser aprobado, de
quebrar la abstención en que se mantiene una gran parte del elec­
torado. Si tuviera esa virtud, nosotros declaramos con toda since­
ridad que no nos arrepentiríamos de que se hubiera votado.
Sr. S idoti — Esa opinión pública a que se refiere el señor Di­
putado, puede votar.
Sr. U zal — Tal vez cuente con ella el partido Socialista para
elevar su aporte.
S r. P uricelli — Nosotros, que no tememos la elevación de los
cuocientes, a pesar de que en estos momentos nos estamos opo­
niendo a esta reforma, si el proyecto es aprobado por la Cámara,
vamos a colaborar en la agitación pública; vamos a ir a la plaza pú­
blica a pedir que se concurra a los comicios a manifestarse en pro
o en contra de la reforma. Y desde ya manifestamos claramente que
aconsejaremos que se vote en contra, porque no queremos dejar
en el ambiente público la idea de que se va a modificar la Consti­
tución con fines que no son lícitos para la democracia.
S r. S idoti — ¿ Cómo dice eso el señor Diputado, cuando la le­
gislatura no puede hacerlo? Los convencionales de la asamblea re­
solverán.
S r. PURICELLI — Sabemos qué libertad absoluta tiene una asam­
blea constituyente: lo que ella resuelva deberá ser acatado. Ella nos
dará la carta magna, que constituirá la ley madre de todas las
otras leyes. En estos momentos de crisis política y de indecisión en
el pueblo — porque la hay — no podemos llevar a su consideración
un asunto de esa naturaleza.
Una reforma a la carta orgánica municipal, a la ley electoral
o sobre cualquier otro asunto de esa índole, puede ser tratada más
o menos tranquilamente, aun no siendo partidarios de ella, porque
se sabe que no puede ser colocada al margen de la Constitución.
Pero cuando se trata de la ley madre de las leyes de la Provincia
no podemos tratarla con esa misma tranquilidad, sabiendo, como
sabemos, que en la calle, en el pueblo, se ponen en duda las con­
vicciones democráticas que confiesan tener sus iniciadores.
Nosotros, los socialistas, hemos repetido muchas veces, que aquí
como en todos los cuerpos colegiados en que nos toca actuar llevamos
nuestra crítica y nuestro control a los actos del gobierno siempre
con un espíritu sano, porque hay una razón de orden público que
guía nuestros actos. Podemos estar equivocados o no en nuestras
apreciaciones, pero el sentimiento que nos inspira y nos guía en nues­
tras críticas es la tranquilidad y prosperidad de la provincia en que
actuamos.
Por estas razones he firmado en disidencia el despacho y por las
mismas votaremos en contra del proyecto de la mayoría.
Nada más.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION 321

Sr . L o b o s — Pido la palabra.
La comisión de negocios constitucionales de que form o parte, ha
contemplado y ha discutido en la reunión de hoy las objeciones fo r­
muladas por el señor diputado Puricelli, representante de la minoría.
Yo no soy de los que creen que los vicios o defectos de los gobier­
nos de los pueblos puedan modificarse cambiándose la letra de la
constitución. Desgraciadamente, cuando se producen situaciones
anormales, los gobiernos son malos porque violan la letra o el espí­
ritu de la constitución. La constitución actual de la provincia no
puede menos de ponderarse y debe alabarse la obra de los constitu­
yentes.
Después de las asambleas constituyentes de 1853 y de 1860, co­
rresponde a la convención de la provincia de 1871 el mérito de haber
realizado el esfuerzo más ponderado para consolidar las instituciones
gubernativas. La actual constitución, que procede de aquella conven­
ción — y cuya armazón fué corregida en detalle en 1889 por última
vez — permite, sin duda, un amplio desenvolvimiento de las fuerzas
sociales y económicas, concentradas en el inmenso y privilegiado te­
rritorio que constituye la provincia de Buenos Aires.
La reforma de la constitución es un acto de soberanía ejercido por
el pueblo, como depositario del poder. Los códigos fundamentales no
son intangibles. Sus previsiones han sido el fruto de notables inteli­
gencias, pero pueden estar en pugna con las exigencias nacidas de
la evolución, de la transformación de las costumbres y las nuevas
orientaciones del pensamiento. El funcionamiento de sus propias
normas y la aplicación de las mismas, sugiere enseñanzas que, pau­
latinamente, van originando críticas y dan asidero a modificaciones
encaminadas a adaptarlas a las actuales exigencias de la vida.
La conveniencia, pues, de introducir modificaciones de acuerdo
con lo aconsejado por la experiencia, es hoy generalmente aceptada, la
opinión pública ha manifestado su manera de pensar en otras oportu­
nidades, y los gobiernos han oído esa opinión pública, en la forma
que expuso el señor diputado Sidoti, miembro informante de la co­
misión.
El proyecto que ha sancionado el senado y que actualmente está a
consideración de la honorable cámara declara la necesidad de la re­
forma de la constitución, de acuerdo a lo que prescribe el artículo
216 de la misma; y no hay duda de que es un asunto de capital im­
portancia, como es siempre la enmienda de la carta magna de un es­
tado.
Los argumentos que se hacen en contra del proyecto de la refor­
ma son de dos clases. Uno, que no se han mencionado expresamente
los motivos de carácter urgente que recomiendan las modificaciones
a introducirse en la constitución. Se ha dicho que la ausencia de esos
motivos fundamentales bastaría para demostrar que no hay una ra­
zón imperiosa que haga procedente la modificación. Sin embargo, a
cada rato — y lo ha reconocido también el representante de la mi­
noría — surge la exigencia de esta reforma, de corregir los pequeños
detalles de la constitución, que hacen que los gobiernos respetuosos
de ella deban encaminarse muchas veces por senderos que no sean
los más útiles para el pueblo de la provincia.
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — ai
3 22 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

La constitución de Buenos Aires es susceptible — y ello lo han


afirmado los órganos más prestigiosos del país — de mejoramiento
y adaptación a las exigencias de la época actual. Lleva muchos años
de vigencia, y si bien es cierto que durante ese lapso de tiempo se
han señalado en la provincia gobiernos que han marcado progresos
considerables, no lo es menos que pueda mejorarse esta situación
con las reformas, que pueden ser de indiscutible utilidad para la pro­
vincia.
El otro argumento que se hace en contra de la reforma del instru­
mento fundamental, es que para modificarse o llevarse a cabo tan
trascendental obra, debe contarse con un ambiente propicio de
tranquilidad general, de armonía y con un espíritu de colaboración
general. Se entra con esta cuestión en la situación creada actualmente
por un partido político que sigue manteniendo su propósito de abs­
tenerse de concurrir a los comicios y que acaba de proclamar la abs­
tención, y al mismo tiempo inicia un movimiento de carácter sub­
versivo.
Es el caso de insistir en la protesta contra este hecho, que de nin­
guna manera puede crear derechos y que viola abiertamente las le­
yes y la propia constitución.
La forma como la actual carta fundamental prevé su propia refor­
ma, da amplias garantías al pueblo y al electorado de la provincia
acerca de que cualquier modificación se hará con el expreso consen­
timiento de la mayoría. No hay, pues, ningún peligro ni razón vale­
dera para demorar por esta causa la reforma. Las enmiendas que re­
sulten de la convención reformadora tendrán en cuenta la situación
actual de la provincia para mejorar las cuestiones que indudablemen­
te beneficiarán la buena marcha de la administración y del gobierno
y propenderán al mayor bienestar del pueblo de Buenos Aires.
Por estas razones es que la comisión ha despachado favorablemen­
te el proyecto, en la forma que se ha leído.
Nada más.
S r. Osorio — Pido la palabra.
Con justificado recato entro a este debate, venciendo pudorosas
resistencias, propias de quien reconoce sus escasos conocimientos en
materia de índole constitucional, para fundar el voto de mi sector
en favor del proyecto sancionado por el honorable senado sobre la
necesidad de reformar la constitución de la provincia.
No es tarea fácil la de discutir el tema propuesto a nuestra con­
sideración si un sentido cabal de la responsabilidad nos lleva a des­
preciar Jas conveniencias políticas que vinculan a los grupos de opi­
nión aquí representados y en un íntimo recogimiento evocamos la
obra de los constituyentes contenida en el estatuto de la provincia
que representa, a través de cada una de sus cláusulas, la historia
viviente de un pueblo que supo ser abnegado en horas de infortunio,
pujante en las labores de la paz y generoso siempre cuando el llama­
do del patriotismo exigió el sacrificio de intereses particulares o de
grupo para servir, sin reticencias, necesidades y aspiraciones colec­
tivas vinculadas a un común anhelo de progreso.
Mitre, López, Quintana, Montes de Oca, Alsina, Irigoyen — don
Bernardo, señor presidente — y tantos otros esclarecidos ciudadanos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 323

que recogen hoy el tributo agradecido de estas generaciones que son


su posteridad, están dando un aldabazo en la conciencia de cada uno
de nosotros en el momento en que nos decidimos a reformar su obra
que ha servido a través del tiempo para afianzar las libertades pú­
blicas de esta provincia, para asegurar la paz, e impulsar la grande­
za en todos los órdenes de la actividad ciudadana.
Demócratas fervientes que vivieron y practicaron, señores dipu­
tados, los dogmas de la democracia, no creyeron jamás, como el em­
perador Justiniano, que su obra estuviere destinada a ser inmutable
a través de las épocas, que habría de permanecer sorda a la realidad
de los inconvenientes que surgieran en su aplicación práctica e im­
penetrable a la vez a las razones que ayer y hoy han informado, per­
manentemente, la necesidad de reformarla, en el conjunto de motivos
que han constituido una preocupación dominante desde tiempo atrás,
dando temas de meditación a tratadistas, profesores, hombres de go­
bierno y han agitado la actividad de legisladores, políticos, y de nú­
cleos efectivos de opinión pública, militante y activa, porque para la
consecución de estos fines reconocieron, expresamente, en la voluntad
soberana del pueblo que los invistió de la facultad de dictar la cons­
titución, el poder intangible para revisarla, alterarla o enmendarla
cuando lo creyese conveniente o necesario.
Y es que, señor presidente, una constitución no es, no puede ser,
un cuerpo inanimado; es un organismo viviente que crece, se des­
arrolla y cambia a través de las épocas; un organismo que se trans­
forma y que vive, mientras se adapta a los anhelos y necesidades del
pueblo que está destinado a gobernar.
Se mueve y se transforma por el uso, en la interpretación que de
su espíritu desentraña la jurisprudencia; en la reglamentación que
de sus preceptos se hace buscando su aplicabilidad práctica; en la
diferente acepción que se atribuye a sus propios términos escritos
cuyo concepto varía de una época a otra, porque sin duda, los voca­
blos de un estatuto, cuyas cláusulas tantas veces han sido puestas en
discusión ante los tribunales de justicia controvirtiendo su sentido,
no tienen en este momento para los hombres que habitan la provincia
y para los tratadistas de derecho público, idéntico valor al que tu­
vieron para los hombres de la época en que se dictó nuestra consti­
tución.
Es cierto, señor presidente, que es un peligro que los estatutos que
rigen la vida de un pueblo puedan modificarse con extrema facilidad,
sobre todo en países de una joven organización que no han cimentado
todavía su respeto a las leyes y a las instituciones. Pero también es
peligrosa la existencia de un estatuto que no pueda ser modificado
a través del tiempo por graves que sean las dificultades que los hom­
bres de gobierno encuentren en su aplicación. Conciliando estas dos
situaciones que acabo de señalar, nuestros constituyentes adoptaron
el sistema de constitución rígida que hace posible su modificación
cuando lo requiere una necesidad públicamente sentida, sistema que
establece una distinción fundamental entre el poder legislativo y el
poder constituyente.
¿Qué peligro puede existir para la paz pública, como lo ha dejado
entender el señor diputado que usó de la palabra en nombre del sector
324 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

socialista, en que la legislatura declare la necesidad de la reforma


de la constitución?
Dentro de nuestro sistema constitucional no puede existir un pe-
ligro de esa naturaleza, porque si bien la constitución ha reconocido
al poder legislador como el órgano representativo de la voluntad del
pueblo de la provincia, ha dado a un poder que está por encima de
él la facultad de aceptar la reforma de la constitución.
No es precisamente una ley, doctrinariamente hablando, lo que
dictará la legislatura para promover la reforma de la constitución,
sino una declaración de la necesidad de reformarla exigida por el
texto mismo de la constitución. La reforma no la hará la legislatura,
no la hará el poder político que nosotros representamos. La necesidad
de la reforma ha de ser sometida al plebiscito, y cuando el pueblo se
manifieste en pro de ella, habrá llegado el caso de que la asamblea
legislativa convoque a la constituyente para que ésta se pronuncie,
en definitiva, sobre las reformas que la legislatura le plantee.
Sr. B ronzini — El despacho de la comisión — si me permite el se­
ñor diputado — no plantea ninguna reforma.
Sr. Osorio — Ya hablaremos de eso.
Sr. Bronzini — Eso es muy importante para relacionarlo con las
palabras del señor diputado.
Sr. Osorio — El señor diputado se anticipa a lo que yo voy a decir.
Sr. B ronzini — Vamos a ver.
Sr . Osorio— ¡Ningún peligro puede amenazar la reforma consti-
titucional, porque existe un partido político que ha decretado la abs­
tención activa de sus afiliados y que pretende alterar la vida pacífica
de la nación, con respecto a lo cual la realidad ha demostrado su in­
capacidad para lograr ese objetivo, porque frente a cada uno de esos
motines, frente a cada una de sus reacciones armadas, de sus resis­
tencias al ejercicio de los deberes cívicos que le impone la constitu­
ción, el pueblo ha sabido mantenerse sereno y ha concurrido a los co­
micios, demostrando que desea la tranquilidad del país y la solución
legal de sus problemas para poder dedicarse a las actividades del
trabajo mientras los poderes constituidos aseguran la paz y la con­
cordia de todos los argentinos!
¿ Será posible, señor presidente, que nosotros renunciemos a nues­
tro derecho de declarar la necesidad de la reforma, porque influencias
extrañas quieran imponernos un estatismo absoluto en materia de
legislación? ¿Será posible detener la marcha ascendente del primer
estado argentino, porque a un partido político se le ocurra declarar
su abstención? ¿Acaso el país no se ha desenvuelto con toda brillan­
tez y no ha realizado los mejores anhelos de su población a pesar de
la actitud del partido político que durante 30 años se negó a cum­
plir sus deberes cívicos? ¿Habremos de esperar ahora cuando todos
los órganos de opinión han reconocido la necesidad de la reforma,
a que ese partido quiera incorporarse a las actividades cívicas para
promover nosotros las leyes que estimemos convenientes y necesarias
para el progreso de la provincia?
Sr. Bronzini — No es eso todo el asunto.
Sr. Osorio — No, señor presidente; es preciso no confundir la opi­
nión pública con la opinión de los partidos políticos.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 325

S r. P uricelli — A eso me refería yo.


S r . O sorio — Es im prescindible hacer la distinción siquiera sea
enunciándola entre la opinión pública y la opinión de los partidos
políticos. Los partidos p olíticos. . .
SR. L emos — Son o deben ser órganos representativos de la opi­
nión pública.
S r . O sorio — Organo tan representativo de la opinión pública del
país, es el partido abstenido, que de todos los extremos de la Repú­
blica nos llega la noticia de que se van levantando las convenciones
para no acatar la resolución de la asamblea de Santa Fe. Organo
de opinión pública es el partido político que proclama la abstención
activa y se lanzó a la revolución; revolución en la que no han parti­
cipado los dirigentes de esa agrupación, según lo dijo el señor di­
putado Bronzini en esta cám ara...
S r . B ronzini — No afirm é.
S r . O sorio — . . .y que de ser así la situación no puede ser peor
para ellos, porque quiere decir, señor presidente, que han demostrado
su incapacidad para dominar las opiniones y tendencias que se agi­
tan dentro de las propias filas de ese partido.
La opinión de los partidos políticos está constreñida a los deberes
obligados de la disciplina: la disciplina interna del partido. No puede
expresarse con la absoluta libertad con que se expresa la opinión pú­
blica general en el país, y cuando de reformar el estatuto fundamen­
tal que rige la vida institucional de un pueblo se trata, conveniente es
que no atinemos a escuchar la voz de los partidos políticos, sino la
voz de la opinión pública. La opinión pública no puede escucharse so­
lamente dentro de los instantes actuales que viv im os...
S r . B ronzini — ¿ Y cómo se ha de m anifestar la opinión pública?
No es un grito altanero y circunstancial el que apaga las voces
atinadas que se expiden permanentemente.
S r . O sorio — La opinión pública se escucha en estos instantes y en
los que nos han precedido, y esa opinión pública nos ha dicho reite­
radamente, desde el año 95 hasta la fecha, que la reforma de la cons­
titución de la provincia es necesaria.
Y no es preciso, tampoco, que nosotros declaremos la «urgencia»
de la reforma, porque no es un requisito que las cláusulas constitu­
cionales hayan establecido para que ella se declare necesaria. Urgente
es siempre amoldar un estatuto a las necesidades que se dejan sen­
tir; urgente es siempre conformarlo a la realidad práctica, que nos
ofrece su aplicación.
No es exacto, tampoco, que sea necesaria una gran tranquilidad;
la paz interior, la disposición de los espíritus para que sea posible re­
form ar un estatuto y contar con la colaboración de todas las volun­
tades a fin de que la obra pueda realizarse. Y quienes así opinan, se­
ñor presidente, olvidan quizá la verdad histórica, respecto a la forma
en que se han dictado las constituciones de todos los países.
Sr . P uricelli — Cuando son cambios fundamentales sí, pero no
de reformas.
SR. O sorio — La constitución nacional del 53 se dictó, señor presi­
dente, en momentos de una profunda convulsión política y social. . .
¡32 6 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. B ronzini — No se trata de una reforma, señor diputado, sino


de las sanciones. . .
S r . O s o r io — Era tal el peligro que existía por la exacerbación de
las pasiones políticas, que los constituyentes establecieron una cláu­
sula según la cual la constitución no podría modificarse hasta pasados
diez años de su juramento por los pueblos. Se juró la constitución y
se juró la cláusula. ¡Y vean los señores diputados qué problema
institucional gravísimo se afrontaba en esos instantes! Sin embargo,
quedaba separada de la unión federal nada menos que la provincia
de Buenos Aires.
Las enmiendas de la constitución de los Estados Unidos se vota­
ron, señor presidente, después de la guerra de Secesión, cuando una
fuerza política armada imponía a los vencidos su arbitrio como ven­
cedores. Y, es bueno, documentar la verdad de estas afirmaciones en
el relato y en la opinión de hombres que no podrán ser sospechados
por los señores diputados socialistas ni por la opinión pública que
ellos recogen y representan en el recinto de esta cámara.
Dice Bryce, que ha estudiado con tanto detenimiento la consti­
tución y la práctica constitucional de los Estados Unidos, cuyo es­
tatuto nos ha servido de modelo, «que la mayoría obligatoria de los
estados 3e obtuvo en condiciones enteramente anormales, pues, al­
gunos de los estados, los más recientemente conquistados, habían
ratificado esa3 enmiendas cuando aun estaban ocupados por los ejér­
citos del norte, otros las ratificaban porque su obediencia era el pre­
cio a la readmisión de sus senadores y de sus representaciones en el
congreso». Los detalles pertenecen a la historia; todo lo que importa
advertir aquí es que esos profundos cambios, quizá inevitables, da­
das las circunstancias, fueron votados, no por la libre voluntad de los
ciudadanos de los tres cuartos de los estados sino bajo la impresión
de la mayoría que había triunfado en una guerra y se valía de su au­
toridad sobre el gobierno nacional para realizar las reformas que
juzgaba indispensables para la reconstitución del sistema federal.
Y sin irnos tan lejos, señor Presidente, bastaría recordar la for­
ma en que se ha constituido el último estado soviético, cuyo estatuto,
en algunas partes, talvez, pueda ser grato a los impugnadores de la
proyectada reforma de la Constitución de la Provincia para poder
decir con verdad que tampoco en esa ocasión había un ambiente pro­
picio y de tranquilidad pública para que pudiera dictarse la ley fun­
damental de ese estado y, la más reciente y la más acomodada a los
gustos de los diputados socialistas, la constitución española, se ha
dictado, cuando aun se oía en todos los ámbitos de España, el clamor
de los expatriados, mientras la revolución triunfante vencía la hosti­
lidad de los sentimientos, madurados en siglos de existencia, por me­
dio de persecuciones morales y materiales y procuraba afianzar el
régimen establecido, sometiendo a todos a la férula de gobiernos
fuertes.
No es, pues, exacto, señor Presidente, que sea preciso un am­
biente de paz, de tranquilidad interna, para que pueda dictarse el
estatuto que ha de regir la vida de un estado o de una nación. Lo
más común ha sido, a través de la historia, que las grandes trans-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 327

formaciones se hayan producido, precisamente, en los momentos de


mayor agitación pública.
Y aun para los que piensan lo contrario, ¿podría acaso, decirse
que la Provincia de Buenos Aires está en pie de guerra? ¿Acaso
podría decirse que no existe orden público, en su sentido más cabal
y más amplio, dentro de todo el territorio de la Provincia? ¿Acaso,
podrá afirmarse, con verdad, que hay un partido político que presio­
na la voluntad de los demás para inducirlos a seguir sus huellas?
Acaso ¿no hemos cedido a la presión que viene desde fuera, dan­
do un padrón electoral para que todos los ciudadanos vayan al comi­
d o sin pretextos de ninguna naturaleza? No, señor Presidente. A fir ­
mo y sostengo que hay absoluta paz y tranquilidad en toda la Pro­
vincia y que los que han pretendido perturbarla no lograron, por el
patriotismo de los hijos de Buenos Aires, conmover los cimientos en
que se afirma la revolución triunfante de septiembre. ( ¡Muy bien !j.
El señor Diputado ha hecho mención de que los diversos proyec­
tos de reformas a la Constitución, enviados a esta Cámara, no habían
podido ser sancionados, lo que demostraba que no existía opinión
suficiente para llevarlas a cabo. Y no es así. Es que es difícil, en los
cuerpos colegiados, obtener las mayorías indispensables a tal propó­
sito. aun cuando se considere necesaria la reforma constitucional,
como los mismos señores diputados, impugnadores del proyecto que
estamos debatiendo, lo han reconocido.
Ha dicho el señor Diputado que la reforma era necesaria para
hoy o para mañana. . .
S r . B ronzini — Para cuando los partidos tengan propósitos co­
nocidos.
Sr . P residente (Berro) — Ruego al señor Diputado no inte­
rrumpa.
S r . O sorio — Sería de la mayor gravedad entregar al juego de
los intereses políticos de partido la dilucidación de asuntos tan im­
portantes como los que se refieren a una reforma constitucional. No
son los partidos políticos los que van a expedirse sobre la reforma
constitucional: es el pueblo mismo de la Provincia, ejerciendo su de­
recho de soberanía reconocido por la Constitución, en comicios libres
cuyas puertas nadie ha cerrado, el que va a pronunciarse en pro o
en contra de ella.
Y vuelvo a Bryce, que me parece siempre una fuente de infor­
mación interesante, sobre todo suficientemente convincente para los
señores diputados: «¿Cuáles han sido las causas que han hecho tan
difícil la aplicación del sistema normal de la enmienda? Son, en pri­
mer lugar, el espíritu oposicionista y enredador de las asambleas
de ciudadanos. Es difícil dirigir los dos tercios de las asambleas
de las cámaras del Congreso y los tres cuartos de las 45 repúblicas,
etc., llamados a dar su opinión y a ponerse de acuerdo sobre la mis­
ma proposición. Salvo en el caso de una fuerte presión de los suce­
sos y de las circunstancias que exigen medidas rápidas tales como
las que determinaron la misma aceptación de la Constitución en 1778,
pocas personas o grupos políticos consentirían en sacrificar las ob­
jeciones de detalle que en sí son acaso hasta razonables, para limi­
tarse a seguir pura y simplemente la opinión ajena. Quieren obtener
328 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

lo que les parece mejor en vez de obtener lo que los otros les presen­
tan como mejor. Añádase a esto que cuerpos tales, independientes de
una manera legal como las legislaturas de estado, lejos de estar dis­
puestos a ceder ante uno y otro son más celosos, vanidosos y punti­
llosos que la mayoría de los individuos. Unicamente un fuerte espí­
ritu de partido, comprometido en la consecución de fines políticos co­
munes o en vista de beneficios individuales, que pueden ser la con­
secuencia de una victoria de partido, pueden hacerles obrar concerta­
damente».
En este momento en que nosotros recogemos un anhelo que se
ha expresado por diversos órganos: los poderes públicos, la prensa,
la cátedra universitaria, un anhelo que fué imperioso apenas sancio­
nada la Constitución y que a través del tiempo, va acrecentándose
cada vez más. No podemos renunciar por vanas resistencias, cuan­
do contamos con la mayoría necesaria en el Senado y en la Cámara de
Diputados, a hacerlo efectivo y sin vacilaciones no3 entregamos a la
tarea de reformar la Constitución, asumiendo toda la responsabilidad
de nuestra actitud, porque no consideramos atendibles los razona­
mientos que se dan en contra de nuestro sano y elevado propósito.
Si bien el Senado no ha establecido en el texto de su declaración
cuáles son los puntes sobre los cuales deberá versar la reforma de la
Constitución, ha concretado en los fundamentos ocho cuestiones pa­
ra proponer a la convención constituyente.
Voy a analizar, señor Presidente, someramente, algunas de ellas,
para demostrar lo que he afirmado respecto a la necesidad, pública­
mente sentida, de que la Legislatura aborde las reformas de la Cons­
titución. La primera de ellas consiste en propiciar la elección direc­
ta de Gobernador y Vice de la Provincia. Hasta hoy, la elección se
ha hecho por el sistema de segundo grado, sistema anacrónico, que
se ha prestado a la más acerba crítica unánime de todos los consti-
tucionalistas del país. Sistema que fué tomado de la Constitución de
los Estados Unidos, donde, prácticamente, ha sido abandonado, si­
guiendo los consejos de la experiencia. Colegios electorales en los
cuales la habilidad política ha llegado, a veces, a extremos tales que
los ha hecho repudiables a la opinión pública, colegios electorales en
los cuales la maniobra electoralista ha logrado frecuentemente la
anulación de la voluntad de las mayorías electoras.
Ha propuesto, como segundo punto, el de la unificación de las
elecciones. Yo pregunto si no es necesaria una reforma que evite la
inusitada frecuencia con que se consulta al pueblo para la Consti­
tución de los poderes políticos, restándole las energías necesarias a
su actividad laboriosa y si es verdad o no que la excesiva repetición
de actos electorales en la Provincia de Buenos Aires, fomenta el pro­
fesionalismo político y desvía a muchos ciudadanos de las prácticas
honradas del trabajo.
En cuanto a las atribuciones de los poderes Ejecutivo y Legis­
lativo, tiende la proposición más que a nada, a quitar, en parte, al
poder legislativo esas facultades ilimitadas que tiene en materia de
gastos. Representantes directos del pueblo, los legisladores, raras
veces formarán un cuerpo colegiado capaz de resistir las presiones
del ambiente para negarse a autorizar gastos que llevan como úni-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 329

co propósito, en muchos casos, el de satisfacer anhelos de correligio­


narios, con fines meramente electoralistas, sin pensar que con ello
se comprometen, gravemente, las finanzas del estado de Buenos
Aires. Si el Poder Ejecutivo es quien tiene la responsabilidad en
materia de gastos, ¿por qué no habríamos de darle a ese poder fa­
cultades que la Legislatura maneja con desacierto y que el Poder
Ejecutivo ejercitaría en forma más atinada, no solamente por la res­
ponsabilidad que le asigna la Constitución, sino también por el con­
trol que sobre él ejerce el Poder Legislativo?
Jurado de enjuiciamiento. ¿Quién podrá negar, señor Presidente,
que una sana doctrina aconseja como un medio de equilibrar los po­
deres políticos el de asegurar la independencia del Poder Judicial?
En tal sentido nadie podrá oponerse a que los jueces sean juzgados
por tribunales no políticos, para que así las pasiones del ambiente o
peligrosos extravíos, no puedan jamás someter a los jueces a sancio­
nes arbitrarias o injustas.
Padrón electoral. Se ha hablado suficientemente de este asunto,
y es indiscutible que la práctica ha demostrado la inaplicabilidad de
la disposición constitucional que se refiere a la formación de los pa­
drones electorales de la Provincia. De este asunto me he de ocupar
más adelante para fijar mi punto de vista al respecto.
Por último, señor Presidente, el Tribunal de Cuentas al cual el
proyecto considera necesario dotar de atribuciones que le aseguren
mayor eficiencia en su funcionamiento, procurando que sus sanciones
no sean burladas y darle además funciones preventivas, para que
pueda vigilar con eficacia la forma en que se invierte la renta pública
y evitar posibles perjuicios que una vez producidos son de difícil o
imposible reparación.
Nosotros estamos en perfecto acuerdo con la necesidad de refor­
mar la Constitución en los puntos señalados, pero solamente tendría
que oponer, al proyecto que estamos considerando, dos objeciones en
nuestro concepto de alguna importancia.
El Senado considera a la Convención Constituyente como un cuer­
po con poderes ilimitados para reformar la Constitución en todos los
puntos que estime necesario y conveniente. No nos atrevemos a afir­
mar o a negar que la Convención Constituyente tenga tales faculta­
des, pero sostenemos que la Legislatura, que va a declarar la nece­
sidad de la reforma, tiene también el derecho de especificar en el
proyecto de declaración, concretamente, los puntos sobre los cuales
ella deberá versar, sin que tal concepto signifique quitar a la con­
vención las atribuciones que le estén expresamente conferidas.
Llegaría a más; llegaría a considerar indispensable que ia Le­
gislatura se pronuncíala ahora, de manera concreta y categórica, sobre
cuáles serán ios asuntos o temas que somete al veredicto popular, su
orientación y su alcance; porque no sería posible admitir que la opi­
nión pública haya de pronunciarse sobre una declaración abstracta
oue, en principio, tampoco debe hacer la Legislatura. La Legislatura
debe pronunciarse sobre asuntos concretos y la opinión pública para
decidirse en pro o en contra de la reforma constitucional deberá tam­
bién saber cuáles son los puntos sometidos a su determinación.
330 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

La otra cuestión se refiere al padrón de electores. Fundo, señor


Presidente, mi más absoluta oposición para que figure en la Consti­
tución de la Provincia una cláusula según la cual las elecciones en
este distrito deban hacerse por el padrón nacional.
Buenos Aires, se ha mostrado, a través de la historia, celosa
siempre de su autonomía institucional. Consagrar ahora una cláusula
de esta naturaleza sería entregar al poder federal el instrumento de
la autonomía política de la Provincia. Yo comprendo que el sistema
actual es malo, pero no concibo como posible que la Legislatura, el
pueblo y los constituyentes que este pueblo elija, hayan de atar su
voluntad soberana, hayan de enajenar la potestad de su soberanía
institucional entregándola sin resistencia al régimen del padrón na­
cional.
La adopción del padrón nacional para las elecciones de la Pro­
vincia, traería serios y graves inconvenientes. La Provincia, por
propia voluntad, escrita en su Constitución, se privaría de la potestad
que tiene de darse sus instituciones y regirse por ellas; se inhabili­
taría para poder mañana modificar su régimen electoral, restrin-
giéndolo, extendiéndolo o dándole un concepto distinto al que actual­
mente tiene.
Espero que la Legislatura, sea que considere que la declaración
debe contener los puntos concretos sobre los cuales ha de producirse
la reforma, o entienda, en cambio, que deba dejarse plena libertad a
los constituyentes para realizar las que estimen convenientes o ne­
cesarias, ha de dar su opinión para hacer sentir en el seno de la
asamblea que la Provincia de Buenos Aires mantiene íntegramente
el concepto de su autonomía y quiere regirse por sus propias institu­
ciones sin declinar atributos que no puede delegar en el gobierno
federal.
Dejo, pues, fundada con estas palabras, señor Presidente, la opi­
nión favorable de la mayoría al proyecto que viene en revisión del
Honorable Senado. Ningún temor asalta mi espíritu en el momento
de dar este voto porque confío plenamente en la capacidad y en la
comprensión del pueblo de la Provincia y pienso que una sana inspi­
ración patriótica ha de guiar a los convencionales que se elijan para
proceder a la reforma de la Constitución. Nada más. (Aplausos en
las bancas y en las galería#).
Sr. L emos — Pido la palabra.
No seguiré al señor Diputado Osorio en su largo e interesante
discurso a propósito de la reforma constitucional, porque los dipu­
tados socialistas no hemos venido a este debate preparados para hacer
una exposición con respecto al fondo de la cuestión y porque, lo con­
fieso, no sentimos gran propensión por esta clase de debates, a los
cuales les atribuimos la importancia que sin duda tienen, pero nega­
mos que tengan hoy la gravedad suficiente para interesar de manera
especial a la Legislatura de Buenos Aires.
Nuestra disidencia con el proyecto es más bien de procedimiento,
de oportunidad. No podemos negar, como no lo ha negado el miembro
informante de la minoría de la Comisión, señor Puricelli, que la re­
forma de la Constitución es una aspiración que ha sido formulada en
reiteradas oportunidades por hombres de todos los partidos, por go-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 331

bernantes de todas las tendencias políticas. No ocultamos tampoco que


coincidimos en cierto modo con la mayoría en lo que respecta a la
necesidad de algunas reformas en nuestra Constitución que permitan
ponerla al día en algunos de sus aspectos, porque como muy bien lo
ha dicho el señor Diputado Lobos, una Constitución no es una co3a
inmutable que debe permanecer inconmovible, a través del tiempo.
Una Constitución, como todas las cosas humanas, está sujeta a los
cambios y transformaciones impuestos por las propias necesidades
sociales. Una Constitución que rige las actividades y la vida de los
pueblos, la ley de las leyes, necesita, como todas las leyes, ser revisada
de cuando en cuando.
Aceptamos y compartimos, de cierto punto de vista, las m anifes­
taciones del señor Diputado Osorio, cuando afirma que la historia
demuestra que las constituciones de todos los países del munda han
surgido en momentos de verdadera conmoción pública. Generalmente
las constituciones han tenido su origen en estados de ánimo colectivos
que han determinado verdaderas transformaciones sociales. La más
reciente es la que se ha dado España, después de una intensa, de una
gran agitación pública, que si no llegó a tener las características de
violencia que ha tenido en otros países, conmovió, sin embargo, el
espíritu público, al extremo que de un régimen monárquico se pasó
al régimen republicano que hoy rige los destinos de ese país, régimen
republicano que no había conseguido consolidarse a través de muchos
esfuerzos que se hicieron en distintas épocas de su historia.
Y la revolución rusa, que es otro de los ejemplos más cercanos,
ha dado a ese país una Constitución que tiene algunos aspectos inte­
resantes, dignos de la consideración y del interés de los hombres es­
tudiosos de cualquier tendencia política a que pertenezcan.
Yo señalo a los diputados del sector demócrata nacional, tan dis­
tantes del sentimiento, de las ideas, de las modalidades que agitan al
pueblo ruso, yo les señalo, sin embargo, a los diputados demócratas
nacionales, la conveniencia de no desperdiciar la oportunidad de leer
la Constitución rusa, sin pasión, sin espíritu prevenido, con el propó­
sito de sacar algunas enseñanzas provechosas. A los conservadores,
deseosos de interpretar el momento histórico en que vivimos y de no
aferrarse a los viejos prejuicios y a las modalidades de otra época,
yo les aconsejo también la conveniencia de revisar la Constitución
rusa.
S r . O sorio — Yo podría afirmarle al señor Diputado que entre
los conservadores actuantes, no hay uno solo que sea un espíritu capaz
de tener absolutamente ninguno de los prejuicios que señala.
S r. L emos — Me interesa mucho la manifestación del señor Di­
putado, porque esta exhortación que yo estoy haciendo a los señores
diputados, va a encontrar eco propicio en el espíritu de los mismos.
Yo creo que todos los episodios de la historia ofrecen siempre
enseñanzas provechosas, y no debemos desecharlas, porque se han
producido en países determinados o en determinadas circunstancias
de la historia. Creo, como el señor Diputado, que todas las constitu­
ciones, salvo naturalmente excepciones, se han dictado en momentos
de verdadera convulsión política, porque generalmente se trata de dar
una Constitución a países que necesitan regirse por un sistema, por
332 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

un cuerpo de legislación, por un cuerpo de leyes que lo saquen de la


anarquía y del desorden. Generalmente, las constituciones han sur­
gido a raíz de acontecimientos que han colocado a los países al borde
de la anarquía, del desorden, del desequilibrio de su vida social. Y
recuerdo que nuestra Constitución se dictó en condiciones semejantes.
Había que darle una Constitución al país imponiéndola por todos los
medios; pero lograda la Constitución, alcanzados los objetivos del
pueblo e integrado el país a la tranquilidad de su labor fecunda, de
su progreso, las cosas cambian fundamentalmente.
La Provincia de Buenos Aires se ha dado su Constitución, se ha
regido por ella durante muchos años y, ahora, cuando se siente la
necesidad de reformarla, sentimos, también, la necesidad de que esta
reforma se haga con la mayor tranquilidad, con la mejor disposición
de espíritu, porque no se trata de una transformación, ni se procura
cimentar lo que ya tiene raíces profundas en el espíritu público. No
se trata de cambiar regímenes ni hacer ninguna modificación funda­
mental; no nos proponemos ningún cambio profundo, sino simple­
mente, reformar la Constitución en algunos de sus aspectos.
Esta constitución, al amparo de la cual se han desenvuelto todas
las actividades políticas y sociales y, frente a la cual, no se han
manifestado discrepancias fundamentales en ningún partido ni por
los mismos que hoy no actúan en la vida política del país, porque ellos
han hecho de la constitución su programa, porque jamás esa agru­
pación que ahora no interviene ten los comicios ha manifestado
disidencias con la estructura constitucional de la provincia.
Sr. OSORIO — ¡ Le ha declarado su amor para violarla permanen­
temente !
SR. L emos — La ha violado y la han violado todos los partidos.
Si lo más necesario y urgente es, en estos momentos, respetar la
constitución, es aprender a respetarla y a cumplirla. Nosotros tene­
mos que capacitarnos para el ejercicio de nuestra constitución,
tenemos que educarnos para su régimen, pero mientras olvidamos
ese deber primordial, estamos apurados por reformarla. Nuestra
preocupación reformista debemos reemplazarla por una preocu­
pación más respetable, a mi juicio, que es el de hacer de la
constitución el fundamento mismo de nuestra vida Institucional.
Desgraciadamente, todavía, estamos muy lejos de ese ideal. A
cada momento tenemos motivos para lamentar transgresiones, des­
viaciones al orden constitucional de todos los partidos, especial­
mente, de los partidos que actúan, que ejercen el gobierno.
Sr. Osorio — ¿ Me permite ?
¿No cree el señor Diputado que hay en la Constitución cláusulas
de cumplimiento imposible, no entiende el señor diputado que el
hecho de que los poderes públicos, por esa circunstancia, se vean
en la necesidad de violar la constitución como lo acaba de hacer
la legislatura al sancionar el padrón nacional en contra de una
disposición expresa? ¿No entiende, el señor diputado, que ese es
un mal ejemplo para los ciudadanos que se inclinan tamb.én al
incumplimiento de la ley?
Sr. L emos — Indudablemente es un mal ejemplo.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 333

Sr. Osorio — El mal ejemplo de arriba cunde y ofrece peligros


que queremos evitar dotando de eficacia a las cláusulas de la Consti­
tución e impidiendo que quede a merced de la habilidad de los juris­
tas o de la mala intención de los políticos.
Sr. Lemos — Es siempre censurable que algunas cláusulas de la
Constitución de imposible aplicabilidad, no se cumplan; pero, más
censurable, es que la mayor parte de las cláusulas constitucionales
que se pueden cumplir no se cumplen. Eso ocurre en la práctica y
nos da motivo para quejarnos diariamente, por lo cual afirmo que
tendríamos más razones para preocuparnos del cumplimiento de la
Constitución que de su reforma. Hemos alegado razones de oportu­
nidad : hemos dicho que si se tratara -de una imperiosa necesidad de
darnos una Constitución, por estar legalmente bajo un régimen de
opresión o bajo una Constitución cue limita los derechos y las garan­
tías y que impide desenvolvernos con independencia, seríamos los
primeros en reclamar la reforma. Pero nuestra Constitución, se ha
dicho por los propios diputados de la mayoría, es un dechado de vir­
tudes, es una obra maravillosamente perfecta de legislación la que ha
dado a la Provincia de Buenos Aires, una organización política de las
mejores. No veo, por eso, la necesidad de apresurarnos a reformarla
en momentos en que se hace indispensable la colaboración de todos.
Todos han propiciado reformas, los gobernadores radicales como los
conservadores y han coincidido en sostener su estructura general. De
manera, que todos estamos de acuerdo en lo fundamental, es decir,
en que la Constitución que nos rige responde y es conveniente a las
necesidades de la Provincia; que lo único que hay que hacer es re^-
formarla, y si coincidimos en la necesidad de reformarla ¿no es lógico,
no es prudente y discreto pedir la colaboración de todos? ¿Vamos
a propiciar la reforma constitucional ignorando si contamos con esa
colaboración ?
Sr. Osorio — El plebiscito lo dirá.
Sr. L emos — El plebiscito puede darles una desagradable sor­
presa a los señores diputados de la mayoría.
Sr. Osorio — No nos interesa.
Sr. L emos — ¿Quién nos dice que el plebiscito se pronuncie en
contra?
Esto sería un desmentido a las afirmaciones de los señores di­
putados que proclaman aquí las necesidades de la reforma como un
anhelo impuesto por el pueblo.
El señor Diputado ha dicho cosas interesantes pero, en el entu­
siasmo de su disertación, ha agregado otras cue me parece no son
del todo exactas. Ha afirmado que se convocará al pueblo para que
decida si se ha de reformar o no la Constitución; que lo que interesa
es el pueblo, no los partidos políticos. Querría decir eso que nosotros,
hombres políticos representantes de un partido y que creemos estar
aquí representando al pueblo auténtico de la Provincia, estamos
realizando una verdadera farsa.
Sr. Osorio — Representando a una parte del pueblo, que no es la
mayoría.
Sr. L emos — Representamos a una parte del pueblo, pero las
partes en conjunto representan a todo el pueblo. Y las opiniones del
S34 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

pueblo que no están representadas en este recinto ni en el Congreso


por el órgano de los partidos políticos, no cuentan. El pueblo no deli­
bera sino por medio de sus representantes y nosotros, hombres per­
tenecientes a partidos políticos, tenemos que ser la expresión de la
voluntad popular. Si somos lo contrario negamos nuestra propia in­
vestidura. Los partidos políticos son los que van a decidir si se re­
forma o no la Constitución; seíá el pueblo soberano, pero representa­
do por los partidos políticos. Si no hay partidos, no habrá reforma
de la Constitución.
Sr. OSORIO — Ese es un concepto completamente distinto del que
yo he expresado y que, sin duda, no ha alcanzado a percibir el señor
Diputado. Yo no he dicho que los partidos políticos no sean el órgano
de la opinión. Habrá algún partido político que no sea el órgano de
la expresión popular. . .
Sr. LEMOS — En el concepto del señor Diputado.
Sr. Osorio — . . .partido político que ha decretado la abstención,
y va a las elecciones; que repudia la revolución y que sin embargo la
hace. ¡No tiene ni siquiera el dominio de sus propios afiliados!
Sr. L emos — Esos partidos que no ejercen sus funciones de tales.
Sr. OSORIO — No gravitan en la opinión pública.
Sr. L emos — Precisamente. Pero esos partidos gravitarán en la
opinión pública, quiéralo o no el señor Diputado.
S r. Osorio — Ojalá. Y si sirviera la reforma para que ese par­
tido volviera a la vida cívica, bienvenida la reforma.
Sr. L emos — Yo creo que ese propósito de fomentar la concu­
rrencia al comicio — que parece ser el verdadero motivo de esta ini­
ciativa— ese propósito no se ha de lograr por este procedimiento.
Habría que recurrir a otro. No es la reforma constitucional la que de­
terminaría la concurrencia a las urnas a las que no van por otros mo­
tivos. Considero, insistiendo en las manifestaciones que ha hecho el
señor Diputado Puricelli, que la Constitución actual que rige los des­
tinos de la Provincia ha permitido al gobierno desenvolverse tran­
quila y ordenadamente, si ha sabido tener la tranquilidad necesaria
y el orden indispensable para el buen gobierno.
La experiencia nos ha demostrado que ni en el orden adminis­
trativo, ni en el judicial, ni en el educacional, ni en el comunal, el
régimen constitucional de la Provincia ha podido ser un obstáculo
para el progreso de esas instituciones. Todas las instituciones del
Estado han podido desenvolverse y desarrollarse al amparo de nues­
tra Constitución.
No ha sido una traba en ningún momento para el libre ejercicio
de los derechos ciudadanos; y creo que las dificultades que han en­
contrado los partidos y los hombres de gobierno, no han estado en
las cláusulas constitucionales, sino en los vicios, en las imperfeccio­
nes políticas, en la falta de capacidad de los hombres para interpre­
tar la Constitución, que han desvirtuado su concepto básico y que han
incurrido en las transgresiones más criticables.
Yo no deseo prolongar más esta improvisación, que no tiene otra
finalidad que dejar sentada nuestra disidencia que no es de fondo,
sino de procedimiento, de oportunidad. Vamos a votar, decididamente,
en contra de la iniciativa que tiende a promover la reforma de la
Constitución. Vamos a votar en contra de esta consulta al electorado.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 335

que se haría en las condiciones más precarias v en el momento menos


indicado.
S r . P residente — Si no se hace uso de la palabra, se va a votar
en general el proyecto.
— A hí kp líate y resulta a firm ativ a <le 51 votas. qup
re p re se n ta n más de tres q u in to s d e 1 total de la h o n o r a ­
ble cú mnra .

DISCUSION EN PARTICULAR EN LA CAMARA DE DIPUTADOS


Sesión de febrero & de 1934

Art. I'1 Declárase necesaria la reforma de la Constitución de la


Provincia.
S r . P residente — Consideración en particular.
S r . S idoti — Pido la palabra.
El artículo primero involucra en sus pocas palabras el propósito
de la ley en su totalidad. El resto del articulado aclara este artículo
y reproduce disposiciones de la Constitución vigente sobre el proce­
dimiento a seguir, de modo que hasta podría suprimirse sin alterar
la esencia del proyecto.
La discusión promovida ayer y los fundamentos dados por el Di­
putado que habla y sus colegas de comisión, explican con claridad el
espíritu de este artículo, por lo que es innecesario insistir en los ar­
gumentos ya expuestos a la Honorable Cámara.
S r . O sorio — Pido la palabra.
Al fundar ayer el voto del sector de la mayoría, apoyando el pro­
yecto de declaración del Honorable Senado, que ahora consideramos
en particular, expresé mi discrepancia respecto a la redacción del ar­
tículo l 9, que se concreta a declarar necesaria la reforma sin espe­
cificar los temas sobre los cuales habrá de expedirse la asamblea
constituyente. Fundaré, pues, mi voto en contra de la forma en que
está redactado este artículo.
No niego a la constituyente su poder soberano, distinto por com­
pleto al poder de que ejerce la Legislatura al declarar la necesidad de
la reforma, pero entiendo que ésta tiene el derecho de proponer los
puntos concretos que han de ser motivo del pronunciamiento del ple­
biscito y de la constituyente. Ese es el principio que se ha aceptado
como el más conveniente en la doctrina de la Constitución Nacional,
y, a pesar de la extensión que tiene el artículo de la Constitución de
la Provincia, entiendo que la buena doctrina está indicando la necesi­
dad de que la Legislatura se pronuncie concretamente sobre cada uno
de los puntos en los cuales va a declarar necesaria la reforma. No
concibo que pueda existir la posibilidad de que la opinión pública se
pronuncie sobre la necesidad de la reforma, cuando la Legislatura
no indica los puntos en los cuales la cree necesaria. No concibo tam­
poco que un cuerpo legislativo como éste pueda declarar necesaria la
reforma de la Constitución sin establecer en qué puntos debe refor­
marse. Declarar la necesidad de la reforma es plantear un tema in­
determinado, tan amplio, tan extenso, que no reconoce límites, y po­
dría quedar la Constitución, desde su preámbulo hasta el último ar­
336 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

tículo, en condiciones de ser reformada por la Convención Constitu­


yente.
Entiendo que esto entraña un grave peligro y deseo salvar mi
voto en el sentido de que la Legislatura diga en el artículo 1", cuáles
son los puntos que debe ejercitar su poder la convención reformadora.
S r . S id o t i — Pido la palabra.
La Comisión entiende, señor Presidente, al aceptar la ley tal cual
viene del Senado, que ella se ha sujetado estrictamente al texto de la
Constitución. En el último párrafo, cuando habla sobre las reformas,
dice: «Esta convención se reunirá tres meses después de hecha la
convocatoria, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta Cons­
titución; y lo que ella resuelva por mayoría, será promulgado como
la expresión de la voluntad del pueblo, necesitando para funcionar,
la mayoría absoluta de la totalidad de sus miembros». Nosotros en­
tendíamos que este último párrafo del artículo dejaba terminantemente
aclarada la posición de la Legislatura en la asamblea constituyente.
Si la Legislatura tuviera facultades para marcar a la asamblea cuáles
son los puntos sobre los cuales habría que introducir las reformas,
si no estuviera en la facultad de la Legislatura de producir las en­
miendas . . .
S r . O s o r io — No podría llegarse a ese extremo, por cuanto la
Constitución ha establecido cuáles son las facultades del Poder Le­
gislativo y cuáles las del poder constituyente.
S r . S i d o t i — Si la Legislatura se expide sobre este punto, decla­
rando en una ley que ha llegado el momento de reformar la Constitu­
ción, no lo va a hacer en forma abstracta. Tanto en el Senado como
en este recinto se ha fundamentado sobre qué puntos entiende la Le­
gislatura que ha encontrado algunas dificultades en la aplicación de
los artículos de la Constitución, razón por la cual ha creído llegado el
momento de su reforma. Yo entiendo que al iniciar sus deliberaciones
la Asamblea Constituyente, tendrá que tomar como base, precisa­
mente, las deliberaciones producidas al respecto en la Legislatura. Y
podría presentarse la situación extraordinaria de que la Asamblea
Constituyente no reconociera la necesidad de reformar la Constitución,
en los puntos en los cuales la Legislatura había indicado esa necesi­
dad, y se produciría un conflicto sin solución. Por otra parte, la
Asamblea Constituyente no sólo podría expedirse sobre los puntos
en los cuales ha creído necesario la Legislatura, sino sobre otros ar­
tículos sobre los cuales la Legislatura no se haya pronunciado.
Todas estas causas deben producir un desequilibrio en el desenvol­
vimiento normal de la asamblea, y tal vez podría conducir a que se
malograra una vez más el propósito de reformar la Constitución. Yo
entiendo que la ley, tal cual está, contempla las necesidades del mo­
mento, y sobre todo se ajusta rigurosamente al texto de la Constitu­
ción, que es, a mi entender, la obligación suprema que tenemos todos
y la responsabilidad de dictaminar sobre este asunto en la Comisión
de Negocios Constitucionales.
Con estas palabras, pido a la Cámara vote el artículo l v en la
forma que se ha despachado.
S r. Osorio — Pido la palabra.
No voy a hacer mayor hincapié en esta cuestión en la que sólo
deseo salvar mi opinión personal.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 337

Es indudable que el artículo que invoca el señor Diputado miem­


bro informante de la Comisión de Negocios Constitucionales, establece
que lo que resuelva la Asamblea Constituyente será tenido como ex­
presión de la voluntad popular. Pero no es menos cierto que para que
la reforma se lleve a cabo y para que la constituyente se reúna es
necesario, no solamente que la Legislatura declare la necesidad de la
reforma, sino también que ella convoque a la constituyente, y si por
esta declaración que estamos tratando ahora, la Legislatura tiene el
derecho de reglamentar el tiempo que han de durar las deliberaciones
de la Asamblea Constituyente, ¿cómo no habría de tener el derecho
— cuando representa la voluntad del pueblo que la ha elegido— de
determinar los puntos en que debe expedirse?
En la Constitución de la Nación también el Congreso declara la
necesidad de la reforma, y la doctrina unánime de los tratadistas de
derecho constitucional ha establecido que la necesidad de la reforma
debe declararse sobre puntos concretos, y que la constituyente no
puede apartarse de aquellos puntos sobre los cuales el Congreso se
haya pronunciado, porque ello sería colocar en pugna al Congreso con
la constituyente convocada.
La propia convención reformadora de la Constitución Nacional
se planteó a sí misma esta situación para saber hasta dónde llegaban
sus poderes, y resolvió, de manera concreta y categórica, que la con­
vención no podía pronunciarse sino sobre aquellos puntos expresa­
mente señalados por la declaración del Congreso Nacional.
El artículo de la Constitución Nacional es más breve que el de
la Provincia. Habla solamente de que el Congreso deberá declarar
la necesidad de la reforma. El texto de nuestra Constitución dispone
lo mismo y aun cuando, no hubiese establecido, en la última parte del
artículo citado por el señor Diputado Sidoti, que lo que la convención
resuelva será tenido como la voluntad del pueblo, eso es evidente, ya
que la convención es soberana una vez que ha sido convocada y ha
entrado en funciones.
Peligro grave, señor Presidente, es éste, de entregar a una cons­
tituyente, distinta en su esencia, en su conformación, en sus facul­
tades, a las cámaras legislativas de la Provincia, cuerpos permanentes,
que forman parte de los poderes públicos y representan el gobierno
constituido, mientras que la constituyente es solamente un cuerpo de
actuación transitoria que obedece a principios diferenciados con los
del poder legislador, porque su fin es el de controvertir en su seno
asuntos de distinta naturaleza de los que aquí se debaten. Se van a
agitar pasiones distintas. . .
S r . L obos — Pero de un fin superior al de la Legislatura.
SR. Osorio — Superior al de la Legislatura, en el sentido de
aceptar o rechazar lo que la Legislatura resuelva, sobre necesidad
de reformar la Constitución.
SR. L obos — Está equivocado el señor diputado.
S r . O sorio — Es un punto de vista que sostengo con absoluta
independencia del bloque a que pertenezco, con la autorización de to­
dos los colegas, para salvar mi opinión personal.
Creo que la doctrina de los constitucionalistas del país que han
resuelto así el caso para la Constitución de la Nación, si no fuera
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — 2»
338 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

aplicable para la Constitución de la Provincia, conveniente sería, señor


Presidente, que al reformar la Constitución se estableciese claramente
que la Legislatura es la que debe hacer mención concreta de los puntos
sobre los cuales debe resolverse el voto del pueblo y de los que en
ningún caso, deberá apartarse la constituyente.
Dejo a salvo con estas breves palabras mi voto personal en este
asunto que considero de importancia para las futuras deliberaciones
de la convención, y confío en que ella sabrá hacer uso discreto y acer­
tado de sus propias facultades.
Sr. L obos — Las palabras que acaba de pronunciar el señor dipu­
tado Osorio, pueden interpretarse como un anhelo de que la conven­
ción reformadora de la constitución contemple esa situación y mo­
difique los términos en que está actualmente dispuesta la forma de
hacer las modificaciones. Los proyectos de ley anteriormente pre­
sentados a la consideración de la legislatura, para reformar la cons­
titución, han sido todos redactados en la misma forma como el que
acaba de sancionar el honorable senado y que ha sancionado ayer la
cámara de diputados. Pero quiero señalar al señor diputado Osorio
una contradicción evidente en que ha incurrido: no niega el señor di­
putado a la convención constituyente o reformadora, la facultad de
enmendar la constitución respecto de cualquier otro punto; y enton­
ces, ¿qué objeto tendría que se le fijaran expresamente los puntos
sobre los cuales debe reformarse la constitución?
Sr. Osorio — Si me permite el señor diputado.
Yo no lo atribuyo ni lo niego. La asamblea constituyente como
cuerpo soberano sabrá ajustarse a sus propias atribuciones, como
lo hizo también la asamblea constituyente que reformó la constitu­
ción nacional: se planteó a sí misma el asunto y resolvió que sus
poderes no le permitían abordar temas que no le había planteado
a su consideración el congreso.
Sr. L obos — Entonces estamos haciendo una tormenta en un vaso
de agua. No tiene importancia la cuestión, salvo la opinión personal
del señor diputado que entiende que la legislatura tiene el derecho de
fijar algunos puntos a tratarse por la constituyente. No niego al
señor diputado de que la ley no sería inconstitucional si se agregara
en ella por tales o cuales razones, pero yo sostengo, señor presidente,
y en eso la mayoría de la comisión está en un todo de acuerdo, que
no es inconstitucional la ley que vamos a votar ya que se ajusta es­
trictamente a los términos de la constitución de la provincia, y de­
seo señalar la diferencia que existe, a pesar de que aparentemente
los textos son semejantes con la constitución nacional. La constitu­
ción de la provincia contiene sobre este particular una institución
que pocas veces se aplica en nuestro país, me refiero al referéndum
o plebiscito o sea poner la validez de la ley a disposición del pueblo
entero de la provincia, que debe aprobarla directamente por sí o
por no. . .
Sr. Osorio — No es una ley lo que sanciona la legislatura ahora.
SR. L obos — Y en esa forma queda salvado cualquier grave incon­
veniente que pudiera haber y a los que se ha referido el señor di­
putado Osorio, al declararse en abstracto la recesidad de reformar
la constitución. Es el pueblo de la provincia el que va a decidir si ha
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 339

llegado el momento o no de reformar la constitución y el que va a


elegir libremente a los convencionales que indudablemente se presen­
tarán con un programa definido sobre estas reformas, porque cada
partido político propondrá la lista de convencionales con su programa
el que será sometido a la decisión de la elección popular. Esos con­
vencionales son los que irán con un mandato del pueblo para reformar
en tal o cual sentido la constitución de la provincia. Por ello entien­
do, señor presidente, que no hay ningún inconveniente en que se vo­
te la ley.
S r . B ronzini — Pido la palabra.
Reconocemos que la cuestión planteada por el señor diputado Oso-
rio es de verdadera importancia. Tenemos nuestra duda sobre si la
legislatura tiene la facultad de restringir la acción de la convención
constituyente. Nos inclinamos más bien a pensa.* que ella puede mo­
verse en una esfera de acción más extensa de la que establezca la
legislatura. Por eso, señor presidente, a pesar del propósito que mue­
ve al señor diputado Osorio, tendiente a evitar situaciones desagrada­
bles para la provincia, nos inclinamos a pensar que bajo el punto
de vista estrictamente constitucional el señor diputado no tiene ra­
zón. No pensamos lo mismo cuando abordamos el estudio de la cues­
tión planteada por el señor diputado bajo el punto de vista de la ac­
tualidad política. Evidentemente, el señor diputado Osorio tiene, so­
bre este aspecto, razón. Constituye un peligro grave, en los actuales
momentos, poner en manos de una convención constituyente la re­
forma de la constitución.
S r. U z a l — Eso cuadraba en la discusión en general de ayer, se­
ñor diputado.
SR. P residente — El señor diputado se va a referir en particular
al artículo primero.
S r . B ronzini — Me estoy refiriendo al artículo primero del pro­
yecto en discusión que dice: «Declárase necesaria la reforma de la
constitución de la provincia».
Es claro que el señor diputado Osorio tiene razón. ¿Qué se va a
someter a la sanción del pueblo? ¿Qué ideas concretas, qué propó­
sitos definidos, qué problemas que hayan sido analizados por la le­
gislatura y discutidos por la opinión pública? La legislatura somete
a la consideración de la opinión pública una declaración sobre si ha
llegado o no la oportunidad de reformar la constitución; pero este
pronunciamiento legislativo no significa una definición sobre ningu­
no de los numerosísimos problemas de carácter económico, político
e institucional que tiene a su consideración el pueblo de la provincia.
Por eso la diputación socialista sostiene que es previa a la convo­
catoria de esta convención constituyente la discusión pública de los
propósitos que animan al partido gobernante. En la discusión reali­
zada ayer en el seno de la honorable cámara y en el debate que pro­
dujo el honorable senado, no se apuntaron en forma clara y definida
los propósitos doctrinarios que mueven al partido gobernante. Sola­
mente se conocen con imprecisión las ideas que animan a los autores
del proyecto y en forma todavía más imprecisa y más vaga las ideas
que sobre dos cuestiones constitucionales tiene el poder ejecutivo.
340 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Hay un proyecto de varios señores senadores sobre reforma de la


constitución, y en los fundamentos que lo acompañaron cuando él fué
presentado a la consideración del honorable senado, se emitían ideas
más o menos concretas sobre algunas cuestiones de carácter político.
El poder ejecutivo, sin que haya hecho suyo este proyecto y sin que
haya elevado a la consideración de la legislatura un proyecto suyo
sobre reforma de la constitución, dice por intermedio del señor go­
bernador, en el mensaje que el primer magistrado leyó el 4 de mayo
ante la asamblea legislativa, que tiene propósitos de reforma sobre la
elección del gobernador y vice y sobre el régimen municipal. Pero ni
los autores del proyecto ni el poder ejecutivo han hecho una enun­
ciación doctrinaria de todas las cuestiones de actualidad que puedan
ser abordadas por la convención constituyente. Es que resulta de toda
evidencia que el partido que tiene hoy la responsabilidad del gobier­
no en la provincia no tiene un plan de reformas de la constitución.
Sr. P residente — Si me permite. . .
El señor diputado se está refiriendo a la oportunidad o a la idea
de la reforma, que ya ha sido votada en general por la cámara. El
señor diputado debe concretarse a la esencia misma del artículo pri­
mero que está en discusión, y le ruego que abrevie.
SR. Bronzini — Le ruego al señor presidente que no trate de
crearme dificultades para la exposición de mis ideas.
Sr. P residente — No, señor diputado. La presidencia observa al
señor diputado que se está refiriendo a una cuestión votada afirma­
tivamente por la Cámara, cuando está en discusión — vuelvo a repe­
tir — el artículo primero.
Sr. L obos — Por otra parte, el señor diputado ya ha expresado su
conformidad con el proyecto desde el punto de vista constitucional.
S r. B ronzini — Absolutamente: estoy manifestando mi discon­
formidad porque vamos a votar en contra del artículo y estoy fun­
dando la opinión del sector socialista que es, en parte, concordante
con la del señor diputado Osorio, expuesta con amplitud hace apenas
pocos minutos.
Sr. P residente— El señor diputado Osorio ha hecho una referen­
cia brevísima y ha insinuado la necesidad de establecer en el artículo
primero sobre qué punto debe versar la labor de la convención cons­
tituyente. El señor diputado hace ahora consideraciones de carácter
general sobre la oportunidad de la reforma y la presidencia no tiene
el deseo de coartar al señor diputado en el uso de la palabra; pero le
ruega se concrete al artículo que se debate.
S r . Lemos — En este caso el señor diputado Bronzini no tiene cul­
pa, porque el señor diputado Osorio ha planteado una nueva cuestión
a la cual se está refiriendo él en su exposición.
Sr . P residente — El señor diputado Bronzini no está contestando
la exposición del señor diputado Osorio.
S r. L emos — Está hablando alrededor de las ideas emitidas por el
señor diputado Osorio con toda libertad. No me explico cómo, cuando
habla un miembro del sector socialista, se le ponen limitaciones e in­
convenientes.
Sr. U z a l — No es exacto. El señor diputado Bronzini está fuera
de las disposiciones reglamentarias, porque trata en general una cues­
tión votada ayer, cuando debe concretarse al artículo en particular.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 341

Sr. P residente — Si me permite el señor diputado. . .


La presidencia interrumpió al señor diputado porque se apartaba
de las disposiciones reglamentarias y ha permitido al señor diputado
Bronzini que continuara en el uso de la palabra. Lo único que hace
ahora es pedirle se concrete al artículo primero.
Continúa con la palabra el señor diputado Bronzini.
Sr. B ronzini — Soy respetuoso del reglamento y de la autoridad
de la presidencia que no me atrevería a desconocer; pero en esta oca­
sión la presidencia se muestra, me parece, excesivamente celosa en
la aplicación del reglamento. Ya con motivo de discutirse asuntos de
una importancia menor que éste, muchos señores diputados, con la
mejor buena voluntad y con el propósito de que las sanciones de la
cámara fueran el producto de una deliberación larga e inteligente,
se han apartado de las disposiciones reglamentarias con la compla­
cencia de la presidencia. Ahora estamos considerando un asunto que
tendrá una repercusión vigorosa en la opinión pública y que mere­
cerá de ella comentarios animados, por lo que no veo por qué ha de
aplicarse el reglamento en forma tal que impida a los señores dipu­
tados emitir con toda amplitud su pensamiento. Es evidente — si me
permite la presidencia que haga, al pasar, este comentario — que las
sesiones que viene realizando la honorable cámara al final de este
largo período legislativo, son sesiones breves que se realizan con
apresuramiento y con el deseo, por parte de los señores diputados,
de terminar lo más pronto posible. En la sesión de ayer se dió la im­
presión de cansancio y se puso de manifiesto el deseo de todos los
señores diputados de que se levantara cuanto antes la sesión, y me
inclino a creer que hay más de un diputado que no ha podido hacer
conocer su pensamiento en este asunto.
Ahora, el señor diputado Osorio, con toda oportunidad, plantea
una cuestión que nosotros consideramos digna de ser considerada y
nos brinda a los diputados socialistas y ha ofrecido ya a algunos di­
putados conservadores, la oportunidad de hablar nuevamente sobre
este asunto que estamos considerando. Ahora, está a la consideración
de la honorable cámara el artículo primero del proyecto que, según
el miembro informante de la comisión, doctor Sidoti, es la disposi­
ción fundamental de la ley.
Decía, señor presidente, cuando se me interrumpió, que la grave­
dad señalada por el señor diputado Osorio estriba en que el partido de­
mócrata nacional no tiene un plan de reformas de la constitución; no
tiene un programa de ideas conocido que haya permitido a la opinión
pública discutirlo con la anticipación y con la amplitud necesarias. Se
va a someter — y por eso tiene razón en parte el señor diputado Oso-
r io ,— a la votación del pueblo un proyecto de declaración que no
significa absolutamente nada, porque — en esto sí, el señor diputado
Osorio incurrió ayer en una gravísima equivocación, — el pueblo que
va a manifestarse por el órgano de los partidos políticos, no conoce
el pensamiento sobre esta materia del partido gobernante.
Yo no sé por qué el señor diputado en su interesante exposición
de ayer estableció esa línea divisoria entre los partidos políticos y
la opinión pública. Dijo el señor diputado que en esta ocasión va a
manifestarse la opinión pública y que no interesa conocer el pronun­
ciamiento de los partidos políticos.
342 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. Osorio — ¿Si me permite el señor diputado una interrupción?


No puedo haber dicho semejante cosa. He hecho la distinción que
existe entre lo que es la opinión de los partidos políticos y la opinión
pública. No sabemos — y quiero aclarar con esto el concepto que ha
repetido el señor diputado Lemos en una forma que me hace aparecer
en una situación distinta de la que he podido tener — no sabemos,
repito, qué trascendencia puede tener esta declaración de la legisla­
tura.
SR. B ronzini — Así es.
Sr. Osorio — No sabemos si grupos de hombres que no militan en
partidos políticos han de moverse y han de agitar el ambiente en pro
o en contra de esta reforma, y no sabemos si son los partidos polí­
ticos los que van a llevar las mayorías a la convención constituyente
o si son otros grupos distintos los que harán la mayoría de esa con­
vención; porque cuando se va a reformar la constitución, no está en
juego la opinión de los partidos políticos, sino la opinión de toda la
masa ciudadana, de todos los habitantes de la provincia, que tienen
el derecho de opinar sobre sus instituciones.
Sr. B ronzini — Es una posibilidad imposible...
Sr. Osorio — Tal vez, señor diputado.
Sr. B ronzini — . . . la que plantea el señor Diputado. La verdad
es que la opinión pública se va a manifestar por el órgano de los par­
tidos políticos, y la verdad es también que si no cambia — y nos
inclinamos a creer que no van a cambiar las circunstancias políticas
por que atraviesa la Provincia y el país — la futura Convención
Constituyente de la Provincia de Buenos Aires va a formarse con
mayoría de convencionales demócratas nacionales.
Sr. Luro — Y ha de ser para bien de la Provincia, señor Di­
putado.
Sr. L emos — O para mal.
Sr. B ronzini — Entonces el pensamiento del partido gobernante
es de la mayor y vital importancia para el éxito de esta ley.
Si la opinión pública no conoce los propósitos y las ideas que ten­
ga la fuerza política gobernante, si no sabe el pueblo de la Provincia
qué ideas tiene el Partido Demócrata Nacional sobre la reforma de
la Constitución, ¿sobre qué ha de pronunciarse el pueblo? Por eso el
partido en cuyo nombre han hablado los señores diputados, antes
de traer este proyecto a la consideración de la Legislatura, debió
enunciar públicamente sus propósitos de reforma, hacerlos conocer
al pueblo y darle al mismo la oportunidad de discutirlos.
Sr. O s o r io — Lo ha hecho, señor Diputado.
SR. Bronzini — Tiene perfectísima razón el señor Diputado de
la mayoría al sostener la gravedad de que se convoque a la Conven­
ción Constituyente, no sin establecer en la ley de convocatoria los
puntos que constituirán su Orden del Día, sino sin que el partido
que tendrá mayoría dentro de ella — según se cree — y sin que la
opinión pública sepa en realidad de qué ha de tratarse. El señor Di­
putado de la mayoría no dijo todo lo que el temor que le embarga
lo autoriza a decir.
¿Qué hará la Convención Constituyente? ¿Se circunscribirá a los
propósitos enunciados en el mensaje del señor Gobernador, que son
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION 34o

brevísimos, y a las ideas enunciadas por los autores del proyecto, o


ejercitará su poder de institución soberana e introducirá a la Cons­
titución de la Provincia todas las reformas que crea convenientes?
En este último caso, ¿cuáles serán estas reformas? La opinión pú­
blica, que no está enrolada en el partido gobernante, la enorme masa
de opinión pública que está políticamente desorganizada y que para
manifestarse tiene que optar, de acuerdo con sus intereses y sus con­
vicciones ideológicas, por algunos de" los partidos que se mueven en
el escenario de la Provincia, se ha de preguntar para qué quiere el
Partido Demócrata Nacional convocar a una Convención Constitu­
yente. Y como la fuerza política gobernante no sólo no tiene hecha
una definición de propósitos sobre materia constitucional, sino que
tampoco tiene perfilada su figura política en la conciencia del pue­
blo con rasgos definidos, como el pueblo la ve moverse constantemen­
te en forma insegura, avanzar en algún terreno y retroceder de in­
mediato, rectificarse a renglón seguido, es evidente que la sanción
de esta ley ha de producir en él una impresión de verdadero des­
concierto.
i Ojalá, señor Presidente, aun cuando incurriéramos en el ries­
go de trabar la acción de la asamblea en su misión de reformar la
carta fundamental de la Provincia, pudiéramos, en las actuales cir­
cunstancias, dar form a legal al pensamiento del señor diputado
Osorio!
¿Qué ocurrirá cuando la Convención Constituyente, convocada
de acuerdo al enunciado vago e impreciso del señor Gobernador y
de los señores senadores autores del proyecto, aborde la reforma
de la Constitución sobre materia municipal? Ya hemos tenido opor­
tunidad — y no lo digo, señores diputados con el ánimo de molestar
al sector de la mayoría, porque yo creo que cuando las ideas y los sen­
timientos son sustentados con sinceridad, aun cuando ellos sean la
expresión de intereses, de ideas y de sentimientos, los más rancia­
mente conservadores, son respetables — de apreciar las corrientes
encontradas de ideas que se agitan en el partido gobernante.
Ya en ocasión de discutirse la ley municipal, se puso de manifiesto
una corriente de ideas, en el sector de la mayoría, que nosotros cali­
ficamos con un lenguaje doctrinario (que no puede interpretarse co­
mo el propósito de inferir agravios) de «reaccionarios». Se trató de
interpretar actuales disposiciones de la constitución, en el sentido de
calificar con criterio restrictivo a los representantes municipales, en
tal forma, que quedaban excluidos de toda posibilidad de represen­
tación en las municipalidades, fuertes sectores de la opinión pública.
Si el señor diputado Osorio pudiera llevar al ánimo de los demás
señores diputados la seguridad de que es procedente bajo el punto
de vista legal y constitucional establecer restricciones a la acción de
la próxima convención constituyente, yo creo que le haría un gran
bien al pueblo de la provincia, porque nos pondría a cubierto de los
graves riesgos que él enunció.
¿Qué va a ocurrir en materia de sufragio? Los señores diputados
han hecho manifestaciones entusiastas en más de una ocasión, de
ser ardientes partidarios del sufragio universal, sin calificación y
sin ninguna clase de restricciones. Pero yo señalaba hace un mo-
344 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

mentó que la opinión pública ve con un poco de angustia y con mu­


cha alarma la inseguridad en que, en materia de propósitos políticos,
económicos e institucionales, se mueve el partido demócrata nacio­
nal; y así como en determinados momentos esta fuerza política que
en la actualidad tiene la responsabilidad del gobierno es, según lo
declaran los señores diputados de la mayoría, amigos de la demo­
cracia y partidarios del sufragio universal sin restricciones, no sa­
bemos si cambiando las circunstancias, en momentos en que la con­
vención esté en funciones, cambiará también la orientación e ideas
del partido que tiene mayoría dentro de esa convención. . .
Sr. Osorio — No lo tema el señor diputado; las garantías esen­
ciales no se tocan para nada.
Sr. Bronzini — El que lo teme también, es el señor diputado.
Vamos a correr este doble riesgo: entregar la reforma de la cons­
titución, en momentos tan inciertos y tan inseguros, a una conven­
ción cuyos representantes no van a ser la expresión de un pensa­
miento político y constitucional definido. Y vamos a correr también
el riesgo de crear un nuevo motivo de intranquilidad política.
Los señores diputados razonan bien cuando dicen — y lo ha dicho
en su mensaje el señor gobernador de la provincia — que no es po­
sible paralizar la acción del gobierno en el sentido de perfeccionar
las instituciones, a la espera de que una fracción política determi­
nada — que es la expresión de un fuerte sector de la opinión pú­
blica — se decida a participar de las luchas cívicas. Eso es evidente,
y hasta yo me inclinaría a reconocer razón a los señores diputados
de la mayoría cuando declaran que es precisamente en ios momentos
de convulsión política cuando son más viables las reformas a la cons­
titución. Y pienso también que toda revolución debe completar su
ciclo, plasmando en leyes todo su pensamiento.
Yo interpreté que los señores diputados razonaban en esa forma
diciendo que una revolución, que lo sea de verdad, es siempre la
expresión de una mayoría que frente a un poder usurpador, que
constituye la expresión de una minoría usurpadora, realiza el es­
fuerzo salvador de la revolución.
S r. Osorio — A veces la revolución la hacen minorías esclareci­
das que logran imponerse. . .
Sr. B ronzini — En esas palabras del señor diputado Osorio, está
resumido todo el comentario que se merece el asunto en discusión.
El señor diputado Osorio habla. . .
Sr. Osorio — Son las que hacen todas las revoluciones del mundo.
Sr. B ro n zin i — ...d e minorías que hacen la revolución contra
la voluntad de las mayorías. Nosotros interpretábamos que las pa­
labras del señor diputado, tendían a llevar al ánimo de las minorías
de esta cámara y de la opinión pública, la seguridad de que la fuerza
política que tiene hoy la responsabilidad del gobierno en la provin­
cia, es la expresión de la mayoría, y que, por eso mismo, tenía el
derecho de reformar la constitución.
,Sr. Osorio — No tergiverse mis palabras.
S r. B ronzini — Si un miembro tan calificado del sector de la ma­
yoría. como es el señor diputado Osorio, hace la declaración implí­
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 345

cita de que el partido que hoy tiene el gobierno en la provincia, es


un partido que representa la m in oría ...
V arios señores diputados — ¡N o, señor diputado!
S r . O sorio — ¡N o haga el señor diputado, semejante afirmación!
¡N o haga afirmación tan antojadiza y no desvirtúe en forma tan
esencial el concepto que acabo de expresar! He dicho que las revo­
luciones las hacen siempre las minorías esclarecidas, que logran im­
ponerse a la mayoría de la opinión. Una cosa totalmente distinta
a la que dice el señor diputado, quien ha entendido perfectamente
bien mi pensamiento, pero que con mala fe evidente, lo está expo­
niendo ante la cámara en forma caprichosa!
S r . L uro — Rogaría al señor presidente hiciese entrar de lleno
a la cuestión, que es tratar el artículo 1-.
S r . P residente — Es lo que ha intentado hacer la Presidencia,
pero ante la actitud de la cámara, la Presidencia ha consentido que se
diese esa extensión al debate. Tiene la palabra el señor diputado
Bronzini.
S r . B ronzini — No tengo el ánimo de provocar incidencias des­
agradables. El señor diputado Osorio se ha sentido molestado por la
apreciación que yo hice después de las palabras que él ha pronunciado.
S r . O sorio — Siempre soy respetuoso de las expresiones del se­
ñor diputado. En cambio, el señor diputado interpreta torcidamente
todas las manifestaciones que yo hago en esta cámara.
S r . B ro n zin i — No se moleste el señor diputado.
S r . O sorio — No me molesto; mantengo una absoluta serenidad.
S r . B ronzini — No pierda la serenidad de que está haciendo gala
desde hace algún tiempo.
SR. O sorio — Las palabras tienen el valor de quien las pronuncia.
SR. B ron zin i — No atribuya a la representación socialista mala
fe en la interpretación de las palabras de los diputados de la mayoría.
El señor diputado Osorio ha hecho reiteradamente la manifesta­
ción de que todas las revoluciones son hechas por minorías esclare­
cidas. No compartimos esa opinión. Es cierto que hay revoluciones
que han sido hechas por minorías esclarecidas, pero hay también
revoluciones hechas por mayorías esclarecidas, y creíamos que ¡a re­
volución del 6 de septiembre, en opinión de los señores diputados,
era la obra de una mayoría del pueblo argentino.
V arios señores diputados — Sí, señor diputado; por la mayoría
del pueblo.
S r . O sorio — Del pueblo de toda la nación, con exclusión del par­
tido a que pertenecen los señores diputados.
S r . B ron zin i — Cuando se habla de revolución, forzosamente hay
cue creer que nos referimos a !a revolución del 6 de septiem bre...
S r . L astra — Ruego al señor presidente que ponga dentro de la
cuestión al señor diputado Bronzini.
S r . P residente — No está en discusión la revolución del 6 de sep­
tiembre.
S r . B ronzini — Me parece pertinente esta referencia a la revo­
lución del 6 de septiembre, después de la manifestación que hizo el
señor diputado Osorio.
346 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Sr. Osorio — No me he referido a un acto revolucionario deter­


minado.
S r. P residente — Ruego al señor diputado Osorio que no inte­
rrumpa y al señor diputado Bronzini que se concrete al articulo
primero, pues de lo contrario me veré obligado a plantear el asunto
a la cámara.
Sr. B ronzini — Voy a continuar recalcando la circunstancia gra­
vísima de que ni la legislatura ni el partido gobernante, ni la opi­
nión pública han discutido previamente las reformas que es necesario
introducir a la constitución, y así, después de una discusión rapidí­
sima en el seno de la legislatura, va a convocarse al pueblo a elegir
convencionales constituyentes. Se trata, evidentemente, de un grave
peligro. Y permítame el señor presidente que manifieste, para cerrar
mi exposición y para exhibir en forma completa el pensamiento de
la representación socialista, que la actual constitución, que con tanto
entusiasmo se quiere reformar ahora y se quiso reformar, sin éxito,
en años anteriores, es un instrumento admirable de acción para un
partido conservador de verdad. Los radicales, que para nosotros son
tan conservadores como los señores diputados de la mayoría, que son
la expresión de un sector conservador de la sociedad, no han hecho
todo lo que la constitución permite hacer en el sentido de beneficiar
al pueblo; y el partido que hoy gobierna la provincia, que reemplazó
a aquél en la responsabilidad del gobierno, tampoco ha agotado to­
das las posibilidades de bien público que ofrece esta constitución.
Hay cuestiones de vitalísima importancia que todavía no han sido ni
siquiera rozadas. La provincia de Buenos Aires está escasamente
poblada. ¿Cuánto no ha podido hacer, desenvolviendo una política
inteligente, antes el partido radical y ahora el demócrata nacional,
para aumentar la población de la provincia? ¿Cuánto no han podido
hacer los radicales y los demócratas nacionales para que los benefi­
cios de la instrucción pública alcanzaran a todos los habitantes de
la provincia? ¿Y cuánto no han podido uno y otro partido hacer
para crear un régimen económico dentro del cual, mediante una le­
gislación impositiva avanzada, pudiera hacerse en forma más equi­
tativa el reparto de la riqueza? Y, ¿cuánto, señor presidente, no han
podido hacer los partidos gobernantes...
Sr. Peri — Planteo, señor presidente, la cuestión reglamentaria;
no es posible que el señor diputado continúe en esa forma.
S r. Bronzini — Ya voy a terminar.
S r. P eri — Planteo la cuestión reglamentaria.
Sr . P residente — Ya va a terminar el señor diputado.
Sr . B ronzini — ¿Qué no han podido hacer esos partidos para re­
solver el grave y angustioso problema de la tierra en nuestra pro­
vincia, que se encuentra monopolizada en manos de un grupo redu­
cido de privilegiados?
Todo eso ha podido contemplarse y resolverse dentro de nuestra
constitución. Las reformas que ahora se proyectan son de carácter
esencialmente político, que no interesa mayormente a la provincia.
SR. VALLEJO— ¿No dijo el señor diputado, que no se conocen las
reformas? ¿Cómo dice ahora que no le interesan?
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 347

SR. B ronzini — Evidentemente no las conoce la opinión pública,


y cuando las conozca, se desentenderá de ellas, porque no le entu­
siasma mayormente.
Sr . Osorio — No se va a cumplir su vaticinio.
Sr. B ronzini — El señor diputado Lobos resumía ayer la inuti­
lidad de estas reformas, diciendo, con palabras admirables por ru
concisión, que las costumbres y vicios de un pueblo no se modifican
por medio de las leyes, y si nosotros ahora tenemos leyes admirables,
una constitución que ofrece inmensas posibilidades y garantías de
todo orden al pueblo, y todas esas posibilidades y garantías son poco
menos que letra muerta, francamente no veo por qué después de ha­
berse evidenciado por parte de los partidos gobernantes su incapa­
cidad para hacer toda la obra de progreso que permite la actual
constitución, la vamos a modificar para aumentar — en el mejor de
los casos — algunas garantías que van a ser, como las actuales, le­
tra muerta.
Por eso, señor presidente, quisiéramos que en los actuales momen­
tos, sin que eso sentara precedente para el futuro, pudiera restrin­
girse la acción de la convención constituyente que va a convocarse.
Pero en ese sentido entendemos que el señor diputado Osorio está
derrotado. La constitución es terminante y declara que la convención
constituyente es soberana.
SR. U zal — Casi inmediatamente después, señor presidente, de
sancionada la constitución vigente en Buenos Aires, se planteó el
problema de su reforma desde todos los órganos de expresión de
la opinión pública.
No es exacto entonces que la necesidad de esa reforma tome
de sorpresa a esa opinión. Ha sido pública, suficiente y ampliamen­
te debatido ese asunto en reiteradas oportunidades y el Partido De­
mócrata Nacional, que hoy tiene la responsabilidad de la función
pública, en el gobierno de Buenos Aires, no solo desde ahora sino des­
de mucho antes, cuando se denominaba Partido Conservador, hace más
de veinte años, viene proclamando en todas sus asambleas, en to­
das sus convenciones y en todos los sitios donde ha levantado su
tribuna para hablar al pueblo, la necesidad de reformar la Constitu­
ción. Y no es tampoco exacto que esta necesidad traducida en este
proyecto de ley venido en revisión del Honorable Senado, no exprese
fundamentos que la justifiquen y sea un proyecto de ley que sin
fundamentos expresos, se promueve en abstracto. Hay puntos ex­
presamente establecidos para basar la reforma no solamente en los
fundamentos del proyecto de ley, sino en los que dieron los señores
senadores que intervinieron en el debate propiciándolo, como lo hi­
cieron también, con toda claridad, para las inteligencias abiertas,
que no se obsesionaban los señores diputados, en la discusión de ayer
y el mismo señor Diputado Osorio en su extenso y brillante discurso
que tuvo el gusto de escuchar la Honorable Cámara.
La Legislatura no tiene por qué limitar las atribuciones de la
convención, de esa convención que es soberana, que debe proceder
de acuerdo con la última parte del artículo 217 de la misma Cons­
titución a «revisar, alterar, enmendar esta Constitución; y lo que
ella resuelva por mayoría, será promulgado como la expresión de
la voluntad del pueblo, etc.».
348 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Quiere decir entonces, señor Presidente, que se tomarán como


puntos básicos de la reforma los que entienda la Honorable Legis­
latura, que son dignos de modificación; pero no quiere decir, eso,
que la Legislatura tenga atribuciones para limitar el cometido de
esa convención, que es autónoma y soberana.
La convención podrá promover, conforme al artículo enuncia­
do, íntegramente la reforma de la Constitución, sin limitación al­
guna desde su preámbulo, hasta su último artículo. Y el Partido
Demócrata Nacional con mayoría en esta Honorable Legislatura, y
que posiblemente por ser hoy la mayoría de la opinión pública de la
Provincia de Buenos Aires, tendrá mayoría en esa convención, ha
de llevar al recinto de sus deliberaciones por conducto de sus re­
presentantes, de sus convencionales, elegidos directamente en su­
fragio popular, la expresión de su voluntad, de sus anhelos y su pen­
samiento para promover la reforma.
De tal manera entiendo que el proyecto de ley en discusión es
perfectamente constitucional y que cualquier iniciativa en el sentido
de limitar las atribuciones de la convención sería un exceso de la
Honorable Legislatura que podría ser impugnado de inconstitucional.
Sr . S idoti — No sé si reglamentariamente me corresponde hacer
uso de la palabra de nuevo.
S r. Uzal — Como miembro de la Comisión le corresponde.
Sr. P residente — El debate es libre en la discusión en parti­
cular, pero debe guardarse unidad.
S r. S idoti — Al hablar el señor Diputado de la minoría en el
extenso discurso que le permitió hacer algunas incursiones en el
terreno doctrinario, ha insistido en forma reiterada, y al terminar
su exposición lo dijo también, sobre que la Honorable Cámara iba
a proponer a la población de la Provincia que se pronunciara en un
plebiscito sobre una cuestión para la cual no estaba preparada, no
teniendo los ciudadanos que debían emitir su voto, conocimiento de
ella.
No obstante lo dicho ayer, quiero recalcar nuevamente que no
sólo numerosos poderes ejecutivos se refirieron a este asunto, sino
que también algunos legisladores han promovido al respecto debates
muy interesantes. Y no faltó algún gobierno que encargara a hom­
bres de talento, a constitucionalistas de la talla de Luis V. Varela,
que se expidieran sobre la cuestión. Mal podría el señor Diputado
de la minoría pensar que Ja Convención Constituyente se encontrara
ante un problema a resolver sin conocimiento de causa.
Sr . B ronzini — Si me permite el señor Diputado. . .
Le rogaría me informara si el partido que el señor Diputado
representa en esta Cámara tiene un programa de reformas a la Cons­
titución.
Sr . S idoti — El Poder Ejecutivo y el Honorable Senado de la
Provincia lo han enunciado.
S r. Bronzini — Yo me refería al partido que representa el señor
Diputado que es el que, en opinión del señor Diputado Uzal, tendrá
mayoría en la convención.
Sr . S idoti — El gobierno de mi partido ha hecho manifestacio­
nes públicas.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 849

S r . B r o n z in i — ¿Tiene ideas concretas?


S r . S idoti — Ha manifestado ideas concretas y ayer en este
recinto el Diputado que habla y otros, también han expresado pro­
pósitos definidos acerca de algunos puntos que no atañen a m odifi­
caciones de orden político.
El señor Diputado que se alarma de que un partido político que
tiene mayoría afronte la responsabilidad de una reforma a la Cons­
titución, se olvida de que los partidos de su ideologíá, en países ex­
tranjeros, llegados al gobierno, no sólo modifican constituciones vi­
gentes, sino que se dictan íntegramente su propia Constitución; y
se olvida también de que partidos que si no son afines, por lo menos
han actuado en concordancia con el suyo en algunas oportunidades,
llegados al gobierno, a su vez, ponen en vigencia la Constitución de
su ideología. No creo que sea esto para alarmarse ni que el pueblo
de la Provincia se haya de encontrar en una situación de angustia,
como decía el señor Diputado. El pueblo de la Provincia está sufi­
cientemente educado porque es extraordinariamente raro que un ciu­
dadano no se entere por la prensa de estas cuestiones de importancia
trascendental. Sería emitir un juicio muy poco favorable para los
pobladores de esta Provincia culta el decir que los encargados de ex­
pedirse sobre esta cuestión no estuvieran preparados para ello, cuan­
do se trata de puntos que se han explicado públicamente en muchas
oportunidades y que durante cuarenta y tantos años se han recla­
mado en la Provincia de Buenos Aires, por intermedio de su gobier­
no y por sus representantes en esta Legislatura.
S r . K aiser — Pido la palabra.
No pensaba, señor Presidente, intervenir en este debate. Creo
que podría votarse ya; creo que ha debido votarse hace ya tiempo
el artículo primero, al que en realidad no se le ha hecho ninguna
objeción, puesto que el señor Diputado Bronzini, hablando en nombre
del sector socialista, manifestó su conformidad con la falta de enun­
ciación de los puntos que han de ser objeto de la reforma,
El señor Diputado Bronzini cree, como la Comisión, que la Con­
vención Constituyente tiene amplitud de facultades para tratar todos
los puntos que crea conveniente, reformar y modificar la Constitu­
ción en la forma que le parezca más oportuna.
Se explica la larga exposición del señor Diputado, después de
haber manifestado esa conformidad con la Comisión, por la nece­
sidad de llenar con algo, con palabras, con muchas palabras, el vacío
de argumentos y de doctrinas puesto de manifiesto en la exposición
con que los señores diputados socialistas se opusieron ayer en general
a esta reforma de la Constitución. Pero yo, señor Presidente, voy a
limitarme — porque si quiero seguirlo al señor Diputado socialista
tendría que incurrir en la misma extralimitación, en la misma falta
de respeto por las disposiciones reglamentarias— , voy a limitarme
a tratar de disipar el temor que ha expuesto el señor Diputado so­
cialista con respecto a la confusión y a la intranquilidad que va a
producir en el pueblo de la Provincia el desconocimiento del pensa­
miento del Partido Demócrata Nacional que ha de ser, según el señor
Diputado socialista, mayoría en la Convención Constituyente: no
ha expuesto, no tiene una doctrina conocida el Partido Demócrata
350 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Nacional con respecto a la reforma constitucional, ha dicho el señor


Diputado.
Está en un error. Hace mucho tiempo, hace más de un año,
que el partido designó una comisión compuesta por hombres intelec­
tuales prestigiosos, por los más prestigiosos intelectuales que mili­
tan en el partido y que ha presidido el actual Ministro de Gobierno,
comisión encargada de hacer el estudio de los puntos a reformar en
la Constitución; y el resultado del estudio de esa comisión será am­
pliamente conocido por el pueblo, como será ampliamente conocido
el pensamiento de los hombres del partido, porque así como el señor
Diputado Puricelli nos decía ayer que el Partido Socialista haría
bandera de su oposición en esta campaña electoral que se va a iniciar,
para incitar al pueblo a no votar la reforma, debe suponerse tam­
bién que nosotros sabremos ocupar la tribuna pública y que a la
opinión y a las palabras de los señores diputados socialistas, vamos
a oponer la verdad de nuestras intenciones y vamos a decir al pue­
blo, para que lo conozca y para que lo discuta, cuál es nuestro pen­
samiento, cuál es nuestro objetivo, qué es lo que perseguimos...
Se. B r o n z i n i — Debió hacerse antes.
Sr. K aiser — Esa discusión pública que anhelan los señores
diputados la vamos a hacer no en este recinto, la vamos a hacer en
la tribuna callejera y en la plaza pública, y desde ya les aseguro que
no han de llevar la mejor parte en este debate, porque no es posible
que el pueblo de la Provincia que vota, el pueblo que se interesa por
la vida política...
Sr. Bronzini — Y que conoce los partidos de la Provincia.
Sr. Kaiser — . . . no haya sentido la necesidad de la reforma
que vamos a proponer. La tranquilidad reinará en la Provincia y
en los espíritus de los electores, porque sabrán qué es lo que quere­
mos. Y si la mayoría de la convención estuviera formada por hom­
bres del partido, esos hombres han de sujetarse al programa y al
pensamiento, de acuerdo a los cuales los designaremos.
Sr. L uro — Pido la palabra.
Deseo fundar brevemente mi voto, porque ayer lo he emitido en
general sin dar a conocer mi opinión.
Voto con absoluta tranquilidad, porque tengo la completa con­
vicción de que los hombres que ha de elegir el pueblo de la Provincia
para reformar la Constitución, han de tener sin duda alguna, el
mismo patriotismo y la misma visión clara de los constituyentes que
nos dieíon el estatuto actual.
Desde la sanción de la actual Constitución hasta la fecha, han
transcurrido aproximadamente sesenta años, y en los actuales mo­
mentos han surgido necesidades que los constituyentes de entonces
no pudieron prever, y es, pues, necesario rever la obra constitucional.
El Partido Demócrata Nacional, que tiene la responsabilidad
del gobierno, está constituido por hombres honestos, patriotas y de
pensamiento elevado. No puede dudarse, entonces, que han de reali­
zar en forma sana, leal y veraz, obra de provecho para la Provincia.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 351

Sr. P residente — Como no se ha propuesto nada concreto, se


va a votar el artículo primero.
— fie vola y resulta afirmativa de 52 votos, que re­
presentan más de los tres quintos del total de miembros
da la honorable cámara.

— Se lee:

Art. 2* De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, se


someterá a los electores para que en la próxima elección de senadores
y diputados voten en pro o en contra de la convocatoria de una Con­
vención Constituyente.
Sr. S idoti — Pido la palabra.
Este artículo no puede votarse sino por la afirmativa, porque
la disposición constitucional citada establece imperativamente el ple­
biscito. Por eso, decía al iniciarse la sesión, que este artículo y los
subsiguientes podrían suprimirse sin menoscabo del espíritu del pro­
yecto.
Sr. P residente — Se va a votar el artículo segundo.
— Se vota y resulta afirmativa do 52 vetos.

— Se lee:

Art. 3’ En aquellas secciones electorales en que no corresponda


elegir en el corriente año, diputados o senadores, el Poder Ejecutivo
convocará al pueblo al solo efecto de que se manifieste en pro o en
contra de esta necesidad.
— Afirmativa de 52 votos.

— Se lee:

Art. 4" Las mesas receptoras de votos en los distritos en que


corresponda elegir diputados o senadores, serán las mismas sortea­
das a dicho efecto y en aquellos en que no deben realizarse elecciones
en el corriente año, serán sorteadas del registro cívico nacional por
las municipalidades y en caso de que éstas no lo hicieran, por el Juez
de Paz, antes del primero de marzo y en su defecto por la Junta
Electoral de la Provincia, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo
127 de la ley electoral.
— Afirmativa (le 52 votos

— Se lee:

Art. 5* La votación se verificará por el registro cívico nacional.


— Afirmativa de 52 votos.

— Se lee:

Art. 6- De conformidad con lo prescripto en la última parte del


artículo 217 de la constitución, la convención se reunirá tres meses
después de hecha la convocatoria por la asamblea legislativa, con el
objeto de revisar, alterar o enmendar la constitución.
— A firm a t iv a de 52 votos.
352 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

— Se lee:

Art. V Si la convención no se constituyera en el plazo que fija


el artículo anterior, caducarán sus mandatos y se procederá a nueva
elección.
La convención caducará si dentro de los 90 días subsiguientes a
sü constitución no hubiera terminado su cometido.
— Afirmativa de 52 votos. El articulo 8" es de forma.

— Queda sancionado definitivamente. Se comuni­


S r . P r e s id e n t e
cará al poder ejecutivo y al honorable senado.
S r . V is c a — P id o la palabra.
He visto dolorosamente, señor presidente, que en este recinto falta
un sector de la opinión pública en momentos en que se debaten leyes
de importancia para la provincia, como es la que acaba de sancionar
la cámara y otras anteriores. Y lo he visto dolorosamente porque esa
actitud no condice con la autoridad y responsabilidad que algunos
diputados de ese sector, los señores diputados Sánchez Negrete y
Poghetini, han demostrado en el cumplimiento de su deber en esta
cámara.
Deseo que, de acuerdo con lo que establece la constitución y el
reglamento de esta cámara, se cite especialmente para las sesiones
que tenga que realizar este cuerpo, a los señores diputados nombrados.
El señor diputado Poghetini ha faltado a 40 sesiones y el señor
diputado Sánchez Negrete a 37 y esa falta notoria no les da la po­
sición que creen ocupar ante la opinión pública, ni satisface las as­
piraciones del pueblo que los ha elegido.
S r . B r o n z i n i — No he oído bien al señor diputado Visca, porque
mientras él desarrollaba su exposición en el recinto, no he podido
percibir...
S r . P r e s id e n t e — ¿Me permite? La presidencia no lo ha interrum­
pido al señor diputado Visca, porque no conocía la cuestión que iba a
plantear. Estamos considerando el orden del día, y no pueden inter­
calarse otros asuntos.
Sr. B r o n z i n i — De todas maneras, si la presidencia me permite
y tiene conmigo la misma tolerancia que con el señor diputado
Visca. ..
S r . P r e s id e n t e — Sí, señor diputado.
S r . B r o n z i n i — Quería completar el pensamiento
del señor dipu­
tado Visca, si es que lo he percibido con exactitud. Me parece que
el señor diputado señaló la situación de diputados de una minoría
que no. concurrían a las sesiones de la honorable cámara y pidió para
ellos la aplicación de disposiciones reglamentarias.
S r . V is c a — No, señor diputado. He solicitado a la presidencia
que cite a los señores diputados Sánchez Negrete y Poghetini para
que concurran a las sesiones de la cámara, para que asistan a com­
partir la responsabilidad que les corresponde como miembros de un
sector de la opinión que, en estos momentos, parecería que tuvieran
como representantes de ella y directores del partido a que pertenecen,
la verdadera noción y el verdadero sentimiento de la responsabilidad.
Eso es lo que he querido decir.
O
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 35 O

S r . B r o n z i n i — Quiero completar la indicación del señor diputa­


do, haciéndola extensiva a los diputados de la mayoría que no concu­
rren nunca a las sesiones de la cámara.
Sr . P r e s i d e n t e — La presidencia cumple siempre con el deber de
citar a los señores diputados a las sesiones de la cámara, pero debe
manifestar a la misma, que no puede considerarse ahora dicho asunto,
sino los que se mencionan en el orden del día.

TEXTO DEFINITIVO DlE LA SANCION


LEY N9 4209

El Senado y Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires,


sancionan con fuerza de —
LE Y:

Art. I9 Declárase necesaria la reforma de la Constitución de la


Provincia.
Art. 29 De acuerdo con el artículo 217 de la Constitución, se some­
terá a los electores para que en la próxima elección de Senadores y
Diputados voten en pro o en contra de la convocatoria de una Con­
vención Constituyente.
Art. 39 En aquellas secciones electorales en que no corresponda
elegir en el corriente año, Diputados o Senadores, el Poder Ejecutivo
convocará al pueblo al solo efecto de que se manifieste en pro o ?n
contra de esta necesidad.
Art. 49 Las mesas receptoras de votos en los distritos en que co­
rresponda elegir Diputados o Senadores serán las mismas sorteadas
a dicho efecto y en aquellos en que no deban realizarse elecciones en
el corriente año, serán sorteadas del registro cívico nacional por las
municipalidades y en caso de que éstas no lo hicieran, por el Juez
de Paz, antes del primero de marzo y en su defecto por la Junta
Electoral de la Provincia, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 127
de la Ley Electoral.
Art. 59 La votación se verificará por el registro cívico nacional.
Art. 69 De conformidad con lo prescripto en la última parte del
artículo 217 de la Constitución, la Convención se reunirá tres meses
después de hecha la convocatoria por la Asamblea Legislativa, con
el objeto de revisar, alterar o enmendar la Constitución.
Art. 79 Si la convención no se constituyera en el plazo que fija el
artículo anterior, caducarán sus mandatos y se procederá a nueva
elección.
La Convención caducará si dentro de los noventa días subsiguien­
tes a su constitución no hubiera terminado su cometido.
Art. 89 Comuniqúese al Poder Ejecutivo.
Dada en la Sala de Sesiones de ln Honorable Legislatura de la provincia de Buenos
Aires, en la ciudad de La Plata, a los dos días del ines de febrero de mil novecientos
treinta y cuatro.
Luía M. B e r s o . R aúl , D ía z .
Francisco Ramos, Walter Elena,
Secretario de la C. de DD. Secretario del Senado.
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — a3
354 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÍÍO 1934

La Plata, febrero 5 «le 19o4.

Registrada bajo el número cuatro mil doscientos nueve (4209).


Juan Carlos Olwprlo Tarrln.

La Plata, febrero 5 Je HKU.

Téngase por Ley de la Provincia, cúmplase, comuniqúese a quie­


nes corresponda y dése al Registro y «Boletín Oficial».
F. L. MARTINEZ DE HOZ.
J uan Y i i .c r é L a M ai >r id .
CAPITULO V
DEBATES DE LA ASAM BLEA LEGISLATIVA QUE REALIZO
EL ESCRUTINIO DEL PLEBISCITO
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 357

ASAMBLEA LEGISLATIVA
ESCRUTINIO DEL PLEBISCITO
Sesión del 27 de junio de 1934

Presidencia del Doct Ór Raúl D íaz


V IC E G O B E R N A D O R DE LA P R O V IN C IA

SEN ADORES P R E S E N TE S M oren o Salvador L o re d o José


P ira n sola Santiago E. L u ch etti Aurelio A.
A zcon a Pablo F. P u ccla re lll Ramón M. L u ro Anastasio V.
B a liñ o José P. S a p oritl Ambrosio C. M a g g l José María
B eltram I Juan M. M astay Cristóbal
B lan ch José M. M erlo José
C h ioccon l A n ton io R. D IPU TA D O S P R E S E N T E S M lgu en s Hortensio
E lena W alter M olin a Ramón
E lla Agustín I. do A ldu n cín José M. M orello Luis M.
E stoves A lfred o F. A llegu e José M n tti Juan G.
F on tan a José P. A rg e ricb Guillermo O rler Juan
G arcía Agruetín M. A rru é José Ventura O rm aechea Juan B.
G erde José O sorio Miguel
S e r r ó Luis M.
G rim aldi Am adeo B o r r á B Antonio
P e r l Silvio M.
Ju árez G regorio P erra n d o Afilio C.
B u rón Felipe
L am ón Juan C. P u rice lli Antonio
B u zón Juan D.
L e lo ir A leja n d ro E. R a va zzoli Aleardo
C alabria L om b a rd o Antonio
Llam osas F elipe M. R e g o t Delfor C. J.
Candía Domingo J. R ic c i Manuel
M artín ez B en ito E. C en tu rión Vicente
M ígu ez E dgardo J. R iz z i Miguel
Costanza José R o c c a Eduardo R.
N igro Juan C happerón Luis A.
O bregón Saúl A. R o tta Angel C.
de D io Vicente S aldn n garay Santiago
P alm eiro F e d erico C. de las C arreras Ernesto (h.) S ib rettí Mario
P a rod i S ilv io E . de V in cen z i Arturo S id o ti Domingo
P orrín i E duardo D íaz Francisco T alen to A m ato Miguel
B och a Ju sto V . D íaz Horacio T a sca Giordano Bruno
R on coron í Afilio D íaz A rañ o Emilio T7za¡l Roberto
Salas Chaves Nicnnor D om ín gu ez Carmen V a lle jo Carlos
Sim ón Rene E sp il Carlos M. V erd e T e llo Pedro A.
T erra rossa Luis A. E tch everría Ignacio V erd ú n Rodolfo
T o b io Luis F ernández G u errico Rodolfo V erzu ra José Abel
Z am ora Antonio F rene Ramón V is c a .José Emilio
Z em boraín Saturnino (h.) Gallan José A. V illa r Daniel
G alarregu i Pedro Z avaleta Antonio M. de
G arayo Santiago V.
SENADORES AUSENTES G arm endia Miguel A.
G ianello Raúl M. D IP U T A D O S A U S E N T E S
CON AVISO GUerci José María
H aroategu í Esteban C O N A VISO
M eló A rturo H elgu era Alberto
Itu rreg u i Domingo B ron zin í Teodoro
Ju rado Hugo C ánepa Juan Carlos
senadores au sen tes K aiser Juan G. C asavilla Florencio
L a rrea Higinio
S IN AVISO L a stra Miguel
L em os José M.
de la Puente Néstor F. L im a Enrique J.
G üercí Luis L ob os Roberto N.

SUMARIO
I. Aprobación del acta de la Asamblea anterior.
II. Asuntos entrados.
III. Aprobación de la moción del señor diputado Lobos, referente
al Reglamento por el cual ha de regirse la Asamblea de la fecha.
858 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

IV. Designación de la Comisión Escrutadora del acto electoral


del plebiscito sobre Reforma de la Constitución y despacho favorable
de la misma, con respecto a la validez de las actas y demás documentos
remitidos por la Junta Electoral.
V. Aprobación del proyecto de resolución de la mayoría de la
comisión, encargada de verificar el escrutinio del plebiscito sobre
Reforma de la Constitución, sobre convocatoria al electorado de la
Provincia para elegir ciento veintiséis convencionales.

APROBACION DEL. ACTA DE LA ASAM BLEA ANTERIOR

— En la ciudad de La Plata, a veintis'ete de junio


de rail novecientos treinta y cuatro, siendo In hora 15.20.
dice el

S r. P residente — Queda abierta la sesión de Asamblea con se­


senta y cuatro señores diputados en el recinto y sesenta y ocho en la
casa, y veinticinco señores senadores en el recinto y en la casa.
Por Secretaría se va a dar lectura del acta de la asamblea an­
terior.
— Iniciada la lectura del acta, dice el

Sr. D iputado Uzal — Hago indicación para que se suprima la


lectura del acta y se dé por aprobada.
S r. P residente — Si hay asentimiento, así se hará.
— Asentimiento.

Sr. P residente — Por Secretaría se va a dar lectura de los


asuntos entrados.

II

ASUNTOS ENTRADOS

Sr. Secretario (Villa Abrille) — (Leyendo) : Varios señores se­


nadores y señores diputados solicitan al señor Presidente se sirva con­
vocar a Asamblea a los miembros de la Honorable Legislatura, a fin
de practicar el escrutinio del plebiscito realizado el 25 de marzo del
corriente año sobre reforma de la Constitución.

La Plata, 21 de junio do 19154.

Señor Presidente de la Asamblea Legislativa, Vicegobernador de la


Provincia, doctor Raúl Díaz.
Los senadores y diputados que firman la presente, solicitan del
señor Presidente se sirva convocar a asamblea a los miembros de la
Honorable Legislatura, a fin de practicar el escrutinio del plebiscito
realizado el 25 de marzo del corriente año, sobre reforma de la Cons-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 359

titución, y según su resultado, convocar la Convención Constituyente,


de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 109, inciso 6“ de la Cons­
titución.
Saludan al señor Presidente con la consideración más distinguida.
R o b erto TJzal, J u a n G. K a is e r , N ic a n o r S a la s C h a ves,
Saúl A. O bren ón , S a tu rn in o Z c u ib o r a in (h ijo ),
S ilv io M . P t r i , J o s é A b e l T erzu ra.
— Al Archivo.

SR. P residente — La Secretaría va a dar lectura de la comunica­


ción recibida de la Junta Electoral sobre cómputo de votos del plebis­
cito del 25 de marzo.
Sr. S ecretario (Villa Abrille) — (Leyendo) :

La Plata, junio ile 1934.

A la Honorable Asamblea Legislativa.


Tengo el honor de elevar a Vuestra Honorabilidad los cuadros
numéricos que contienen el cómputo de votos emitidos por el electora­
do de la Provincia en pro y en contra de la reforma de la Constitu­
ción en la consulta a que fué convocada el día 25 de marzo próximo
pasado.
Esta Junta se ha limitado en lo que a ese plebiscito se refiere, a
efectuar el recuento de votos con el resultado que informan las pla­
nillas adjuntas, sin abrir juicio en ningún caso sobre la validez de las
urnas o de las actas, por considerar que ello es facultativo de esa
Honorable Asamblea, de acuerdo con lo prescripto por el artículo 109,
inciso 6° de la Constitución. Adjunto igualmente a Vuestra Honora­
bilidad una copia auténtica de las actas parciales y del acta general
del escrutinio practicado por la Junta Electoral que presido.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
CÉSAR A M E G H IN O .
J. González Litanlo.
Secretario.

III

APROBACION DE T«A MOCION DEL SEÑOR DIPUTADO LOBOS


REFERENTE AL REGLAMENTO POR EL CUAL HA DE REGIRSE LA ASAMBLEA
DE LA FECHA

Sr. D iputado C ostanza — Pido la palabra.


Desearía saber por qué reglamento se va a regir esta Asamblea.
Sr . P residente — La Presidencia informa al señor Diputado
que se va a sujetar, en el desarrollo de la Asamblea, al único regla­
mento sancionado en forma legal, que es el del año 1879.
Sr . D iputado Costanza — Si me perm ite. . .
Los diputados y senadores socialistas nos vamos a oponer a que
esta Asamblea sesione con el reglamento del año 1882, o por lo menos
con el que sirvió para las asambleas constituyentes de los años 1882
y 1902. Nos parece, señores legisladores, una verdadera incongruen-
360 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

cia que esta Asamblea, convocada precisamente para remozar nuestra


Constitución, ajustarla a modernos principios económicos y sociales,
tenga que regirse, precisamente, por un Estatuto que tiene cincuenta
y dos años de edad. Yo no veo ni siquiera la posibilidad de que la Pre­
sidencia pueda aplicar el reglamento que él dice que va a poner en
vigor en esta oportunidad. Ya con motivo de la reunión de la Asam­
blea del año 1902, hubo una seria discusión al respecto, con motivo de
tratarse la forma en que se iba a designar una de las comisiones que
debía producir dictamen; y yo encuentro atinadas algunas de las pa­
labras pronunciadas, por ejemplo, por el legislador Rosende Mitre,
quien dijo que previamente a la Asamblea, la Legislatura de la Pro­
vincia debía darse un reglamento.
Nosotros creemos que, previamente a esta Asamblea, la Legisla­
tura de la provincia de Buenos Aires debe darse un reglamento al
efecto, sancionando una ley por los resortes normales.
Nos oponemos, pues, a la adopción del reglamento que el señor
Presidente ha dicho que va a servir de base a las discusiones.
Sr. Senador Obregón — Pido la palabra.
Señor Presidente: Las manifestaciones que acaba de formular el
señor Diputado, oponiéndose a la adopción de este reglamento, en rea­
lidad no significan otra cosa que el propósito de que esta Asamblea
tuviera que distraer su tiempo para sancionar otro reglamento, más
o menos semejante a éste, puesto que, contrariamente a lo que acaba
de manifestar el señor Diputado, este reglamento puede ser aplicado
perfectamente; naturalmente que será aplicado en lo que sea compa­
tible con el estado actual de las cosas, porque a ningún miembro de
esta Asamblea se le puede ocurrir la idea de que se aplique en aque­
llos casos en que no puede tener aplicación.
De manera, entonces, señor Presidente, que como este reglamen­
to tiene más partes buenas y aplicables, que partes no aplicables, creo
y espero que me han de acompañar los demás señores legisladores.. .
Sr . D iputado Costanza — ¿De manera que el señor Senador re­
conoce que es un reglamento malo?
Sr . S enador Obregón — Ruego al señor Diputado no me inte­
rrumpa. Permítame que termine, y después podrá hablar.
Decía, señor Presidente, que entiendo que este reglamento es per­
fectamente aplicable a los fines de esta Asamblea. Hay, como he di­
cho, algunas disposiciones que no tendrán aplicación, pero esas dis­
posiciones no perjudicarán absolutamente en nada la marcha y el
desenvolvimiento regular de las resoluciones que pueda adoptar esta
Asamblea.
Por estas razones, señor Presidente, voy a votar, y espero que lo
hagan así mis compañeros de sector, por la adopción de este regla­
mento, que entiendo, es compatible con la función que debemos
cumplir.
SR. Senador Roncoroni — Pido la palabra, para agregar algu­
nas consideraciones a las que acaba de formular el señor Senador
Obregón.
El señor Diputado que ha planteado este asunto, no nos ha dicho
que el reglamento sea bueno o malo; se ha limitado a decir que es un
reglamento antiguo.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 361

Para mí, señor Presidente, es un criterio por demás curioso el


de sostener que todas las cosas antiguas son malas, empezando por
la Biblia y el Decálogo famoso de los tiempos del Sinaí, siguiendo
por los antiguos códigos, muchos de los cuales están en vigencia, por
nuestra Constitución Nacional, que es del año 1852 y que está toda­
vía en vigencia, por los códigos Civil, Penal, Comercial y de Minería,
por nuestra propia Constitución de la Provincia, que es anterior a es­
te reglamento, y por un sinnúmero de leyes orgánicas que tenemos
en vigencia en nuestro Estado, y que son perfectamente aplicables
y se aplican todos los días. Sin mayor esfuerzo, sin forzar la argu­
mentación, nos convencemos de que las leyes no son buenas o malas
porque sean modernas o antiguas — ese es un criterio un poco cu­
rioso — como dije; las leyes son buenas o malas por su contenido
intrínseco, por la materia que contienen.
Si este reglamento, como ha dicho el señor Senador Obregón, es
bueno en su casi totalidad, y es aplicable en las deliberaciones de esta
Asamblea, no veo por qué hemos de descartarlo. Si hubiera alguna
disposición que no sea aplicable, como la Asamblea es soberana, puede
modificar el reglamento en esa parte.
Sr . D iputado V erde T ello — No, señor Senador, absoluta­
mente.
Sr . Senador R oncoroni — Si hubiera alguna disposición no apli­
cable, re:*ién entonces sería el momento de discutir, pero no podemos
establecer que un reglamento no es aplicable por el solo hecho de ser
antiguo.
S r . D iputado V erde T ello — La Asamblea se ha reunido para
tratar el plebiscito, y no tiene facultad para dictar ninguna clase de
reglamento.
Sr . P residente — Ruego al señor Diputado no interrumpa.
Sr . D iputado Costanza — Pido la palabra.
El señor Senador Obregón me ha dado sin haberlo meditado, sin
duda, toda la razón. Ha comenzado por reconocer que el reglamento a
que hemos aludido tiene partes buenas y partes malas. . .
Sr . S enador Obregón — Eso lo sabíamos antes de que hablara
el señor Diputado.
S r . P residente — Ruego al señor Senador Obregón no inte­
rrumpa.
Sr . D iputado C ostanza — Insisto en que el señor Senador me ha
dado la razón. He querido precisar claramente, señor Presidente, el
fundamento de la oposición socialista a la adopción de este regla­
mento que consideramos anticuado para el funcionamiento de esta
Asamblea, y ya verá el señor Senador si la Asamblea resuelve adop­
tarlo, cómo eso es exacto, pues vamos a encontrarnos con serias difi­
cultades para su aplicación. Si hacemos cuestión de ello, no es con
el propósito de retardar esta Asamblea, como se ha dicho, porque
no es exacto que nosotros tengamos motivos para oponernos al nor­
mal desenvolvimiento de la misma pero sí creemos que durante los
tres últimos meses los señores legisladores han tenido tiempo sufi­
ciente para preparar por ley el reglamento que había de regir este
acto y creemos que en vez del apresuramiento de los últimos días, pu­
do haber sido aprovechado con anterioridad el tiempo, para que esta
362 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

asamblea se rigiera por un estatuto moderno, exacto y previsor, que


no tuviera que ponernos en la disyuntiva de tener que adoptar pro­
cedimientos reñidos con el mismo. Nos resulta chocante tener que
apartadnos del reglamento o aceptar uno como el que está en tela
de juicio, y por otra parte, yo no veo el motivo de este apresura­
miento que ha asaltado a la mayoría, en estos últimos días para
realizar la Asamblea.
En síntesis, sostengo que es indispensable que, previo a la Asam­
blea, dicte la Legislatura el reglamento por el cual se ha de regir
la Asamblea, y destaco, una vez más, que el señor Senador Obre­
gón nos ha dado los mejores fundamentos para robustecer nuestro
punto de vista.
Sr. D iputado Osorio — Pido la palabra.
Puede decirse que la oposición del sector socialista a la apli­
cación de la ley de 1879 en esta Asamblea Legislativa, ha sido vic­
toriosamente batida por los señores senadores Obregón y Roncoroni.
Pero las palabras últimas del señor Diputado Costanza me obligan
a pronunciar, a mi vez, muy pocas, para dejar definitivamente sen­
tado cuál es la posición y el fundamento de la actitud de los di­
putados y senadores demócratas nacionales, en la cuestión planteada.
El señor Diputado Costanza comenzó diciendo que no veía la
posibilidad de que la Presidencia pudiera aplicar este reglamento an­
ticuado, pero después ha reconocido, el mismo señor Diputado, que
tiene ese estatuto muchas disposiciones que pueden ser aplicadas a las
deliberaciones y a la función especial de esta Asamblea.
Nos ha citado el precedente de la discusión que se hizo a este
respecto cuando hubo de reunirse la Convención Constituyente de
1902, — las palabras del señor Rosende Mitre, fundando su oposi­
ción a que la Asamblea aplicase este reglamento — , pero no nos ha
dicho el señor Diputado cuál fué el resultado final de la discusión
y ese resultado fué el de la adopción y la subsiguiente aplicación del
reglamento. Por eso es, señor Presidente, que no hemos tenido nos­
otros necesidad de dictar una ley nueva para que se rigiesen por ella
las deliberaciones de la Asamblea, desde que, si ese reglamento pudo
aplicarse en el año 1902, bien puede ser también aplicado en el año
1934, con todas las salvedades con que se aplicó entonces. Hay, señor
Presidente, un precedente, que es el de la aplicación de esta ley, ri­
giendo la Constitución actual, lo que nos permite, a nosotros, adop­
tarla nuevamente sin que cometamos ninguna transgresión. Esta
es la ley que tiene la Asamblea para desempeñar sus funciones; es­
ta es la ley vigente, la ley con que nos encontramos, la que no hemos
considerado necesario reformar. Y para todas las cuestiones que quie­
ran debatirse, será ésta una buena ley. Si ella no existiera y la Le­
gislatura no hubiese dado la ley reglamentaria, a pesar de las pala­
bras del señor Diputado Verde Tello, podría la Asamblea Legis­
lativa darse un reglamento.
S r. D iputado V erde T ello — Creo que no.
S r. D iputado Osorio — Todos los cuerpos deliberativos pueden
darse un reglamento que rija sus deliberaciones.
Sr. D iputado V erde T ello — En este caso, no.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 363

S r . D iputado Osorio — No habiendo una ley, rigen los prin­


cipios legales análogos y rige también la costumbre. Y en esta clase
de asuntos, la costumbre ha sido aplicar esta ley, que ahora ponen
en discusión los señores legisladores socialistas.
Con absoluta tranquilidad, convencidos de que no cometemos
ninguna transgresión y de que adoptamos una actitud perfectamente
válida y legal, vamos a aplicar a las deliberaciones de esta Asamblea
la ley puesta en discusión por los señores diputados.
S r . D iputado V erde T ello — P ido la palabra.
Por supuesto, no es un asunto de menor importancia para el fu ­
turo, las resoluciones de esta Asamblea.
Es un principio de orden constitucional el de que los poderes del
Estado no pueden ejercer más atribuciones que las que expresa­
mente están establecidas por la Constitución. El artículo ciento nue­
ve de la Constitución establece el objeto para que pueda reunirse es­
ta Asamblea y sostengo — y conmigo lo sostienen todos los cons-
titucionalistas — que esta Asamblea no está ¿acuitada para dictar
ningún reglamento; esta Asamblea se reúne para realizar el escru­
tinio del plebiscito y nada más.
Es exacto lo que decía el señor Diputado Osorio, de que previa­
mente a la Convención de 1882, se adoptó en parte ese procedimien­
to, inconstitucional en mi concepto; pero el hecho de que en aquella
Asamblea se haya incurrido en un error, no nos autoriza para re­
petir el error.
La Convención citada para 1902 no pudo reunirse nunca ni des­
empeñar su misión porque ante la Suprema Corte de Justicia se ale­
gó la inconstitucionalidad de todos los actos previos a la Conven­
ción. Entre otros, esos vicios fueron los que obligaron a la nulidad
e impidieron la reunión de la Constituyente.
Por otra parte, para regirnos por este reglamento tendríamos
que modificarlo, y entonces esta Asamblea, qúe no tiene facultades
para ello, tendría que dictar un nuevo reglamento, porque no po­
dríamos nosotros conciliar con la situación actual lo que se establece
en el artículo 15, en sus distintos incisos, porque habla de enmiendas
a la Constitución, de reformas a la Constitución, y es porque este
reglamento se dictó de acuerdo a la Constitución anterior a la del
año 1889. De tal manera que, para que esta Asamblea pudiera fun­
cionar y ajustarse a un reglamento, tendría que sancionarlo, y para
ello, sostengo, no está facultada. Es necesario que para dictar el re­
glamento se siga el procedimiento regular para dictarse las leyes:
que se inicie en una de las cámaras, que pase a la otra y entonces
será cuando esta Asamblea podrá regirse por ese reglamento.
Sostengo, señor Presidente, que esta Asamblea va a tener una
iniciación que la vicia por completo de nulidad, y que todos los actos
que se realicen posteriormente serán insalvablemente nulos, por ser
contrarios a la Constitución de la Provincia.
Nada más.
S r . D iputado B erro — Pido la palabra.
Comenzaré, señor Presidente, por desvanecer la preocupación que
pueda haber causado a la Cámara las palabras pronunciadas por el
señor Diputado Verde Tello.
364 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

El pronunciamiento de la Suprema Corte de Justicia en la de­


manda entablada en el año 1904, cuando se quiso poner en movimien­
to el plebiscito de 1902, dándose por ineficaz la elección de conven­
cionales, no se refirió para nada a la cuestión que acaba de men­
cionar el señor Diputado; sólo consideró y estudió, si la Legislatura
tenía facultades para declarar inexistente una elección efectuada por
el pueblo.
Sr . D iputado V erde T ello — Exactamente.
Sr. Diputado B erro — Pero no tomó para nada en cuenta, re­
pito, la existencia del reglamento; y no podía hacerlo, porque el re­
glamento de 1879, — que aplica perfectamente bien, a mi juicio, la
Presidencia de la Asamblea — fué sancionado con todas las formas
de la ley; se hizo, precisamente, para afrontar la reforma de 1889,
que se inició en 1882, y se elaboró de la siguiente manera: la Cámara
de Diputados consultó al Senado cómo habría de hacer para desenvol­
verse la Asamblea Legislativa que debia reunirse en esa época; y
el Senado sancionó el reglamento, cuyo proyecto fué fundado por el
doctor Luis Sáenz Peña. Pasó a la Cámara de Diputados, donde
mereció algunas observaciones, formuladas por el doctor Luis V.
Varela. Tomen nota los señores senadores y los señores diputados do­
los legisladores que estoy mencionando.
El doctor Varela formuló objeciones y el proyecto volvió al Se­
nado; éste insistió en su primitiva sanción y la Cámara de Diputa­
dos las aceptó. El reglamento, pues, tiene, vuelvo a repetirlo, todas
las formas de la ley y se aplicó por vez primera en el año 1882.
El señor Diputado se ha referido a las dificultades que puede
ocasionar la aplicación del artículo 15 del reglamento. No hay tales
dificultades, porque él habla de enmiendas o reformas. La Constitu­
ción de 1873 tenía un régimen distinto de la actual; el de la enmien­
da, que estaba contenido, creo, que en el artículo 202 y que se some­
tía directamente a la votación del pueblo, y el de la reforma que era
similar al actual; pero no existía entre las facultades de la Legis­
latura, la de hacer el escrutinio ni la de citar a la convención.
S r. D iputado V erde T ello — ¿Me permite el señor Diputado?
Sr. D iputado B erro — Me va a ser difícil, porque el señor Dipu­
tado tiene más facilidad de palabra y más habilidad parlamentaria.
Sr . D iputado V erde T ello — Muchas gracias.
Sr . D iputado B erro — La Constitución de 1873 tenía las dos
formas mencionadas para modificar la Constitución; en cambio,
la actual, solamente tiene la de la reforma. Y ya verá la Honorable
Asamblea cómo no puede haber ninguna razón de que la Corte se
pronuncie en contra de una decisión de esta Asamblea, cuando ad­
vierta que la Asamblea Legislativa del ochenta y dos lo aplicó, preci­
samente para hacer el escrutinio, tal como vamos a hacer nosotros, y
para citar una Convención exactamente igual a la que nos dispone­
mos convocar.
El reglamento tiene, en realidad, partes que no son aplicables. Se
dice en él que el Senado se reunirá primero en su sala y que luego
invitará a los señores diputados. Eso es desde luego impracticable,
o por lo menos incómodo, pero no puede ser ello un motivo de alar­
ma porque leyes posteriores vigentes, han establecido que todas las
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 365

asambleas legislativas se reúnan en la Cámara de Diputados, vale


decir, que esa prescripción está derogada y carece además de im­
portancia.
Hay otros artículos del reglamento que no han sido derogados
y que sen de perfecta aplicación.
En cuanto al criterio de que este es un reglamento viejo, no
tiene fundamento. Hace cuatro o cinco días los señores diputados so­
cialistas en esta Cámara y los señores senadores socialistas en la
otra, han concurrido a sesiones secretas en las cuales se aplicó la
ley del año 1875, que es vetusta, que no es conveniente y que ha pro­
vocado por eso la presentación de un proyecto del señor Senador Mí-
guez. que tuvo entrada ayer en la otra Cámara.
La Ley de Educación Común del año 1875, que está en plena
vigencia, es un poco más anciana que este reglamento.
S r . D iputado V erde T ello — Ese es un asunto distinto, señor
Diputado.
S r . D iputado B erro — Quiere decir que la antigüedad de la ley
no es inconveniente cuando ella es buena.
Sr . D iputado Costanza — La Constitución de Estados Unidos
tiene también ciento y tantos años.
S r . D iputado B erro — El reglamento que pretendemos aplicar
fué utilizado por la Asamblea Legislativa del año 1882 y también pol­
la de 1902, para verificar el escrutinio del plebiscito de ese año. Pe­
ro no son solamente esas las asambleas legislativas que se realizaron
en la Provincia después de la fecha mencionada. Se reunió nueva­
mente en 1904 para declarar la inexistencia de la elección a que me
he referido y para convocar a elecciones y hacer el escrutinio de los
convencionales en 1904 y, en esa Asamblea, a mi juicio indebida­
mente, se puso en vigencia el reglamento de la Cámara de Diputados.
Comparto, en algo, la opinión del señor Diputado Verde Tello.
Creo que la Asamblea Legislativa, debe desenvolverse dentro de un
reglamento que puede calificarse perfectamente, como lo ha hecho
el señor Diputado Osorio, de ley.
La Asamblea Legislativa no tiene facultades para dictar un re­
glamento, contrario a esa ley, pero nosotros hemos advertido, hemos
visto que, con este reglamento, podríamos perfectamente ejecutar
todas las funciones que la Constitución encomienda a la Asamblea
Legislativa. Creo, señor Presidente, que no ha de quedar ninguna du­
da en la Asamblea sobre la procedencia del reglamento que discuti­
mos, y advierto, a tiempo felizmente, que hemos discutido durante
un período de tiempo cuatro o cinco veces más largo que el empleado
en el caso a que se ha referido el señor Diputado Costanza, para re­
solver si la asamblea se apartaba, en un punto, de este reglamento.
Nada más.
Sr . S enador R oncoroni — Pido la palabra.
Lamento mucho tener que hacer uso de la palabra nuevamente,
pero no puedo dejar en el aire algunas observaciones que se han
hecho.
Yo estoy completamente convencido de que esta Asamblea tiene
amplias facultades para dictar el reglamento que se le ocurra. Las
facultades reglamentarias se refieren solamente al modo de funcio-
366 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

namiento de la Asamblea, no es una facultad que afecte el fondo de


las resoluciones, ni que tenga nada que ver con las facultades intrín­
secas de las asambleas para resolver el problema constitucional; creo
que esta es una facultad que afecta solamente a la forma del funcio­
namiento de la Asamblea; bastará con este argumento, para que los
miembros de la Asamblea se convenzan plenamente de las faculta­
des que ella tiene: cada Cámara tiene facultades para dictar su
propio reglamento, diariamente aplicamos ese reglamento en las se­
siones de ambas Cámaras, y ese reglamento es modificado cada vez
que ellas entienden que es conveniente hacerlo. La Asamblea Legis­
lativa no es sino la reunión de las dos Cámaras, para deliberar. Si
esa facultad incumbe a cada una de las Cámaras, incumbe, también,
a las dos reunidas.
Sr. D iputado V erde T ello — ¿También se podría dictar una
ley, entonces?
Sr. Senador Roncoroni — La ley es muy distinta, porque re­
quiere el concurso del Poder Ejecutivo. Aquí estamos hablando de la
facultad reglamentaria que es propio de la esencia de este cuerpo.
Sr . D iputado V erde T ello — Están expresamente estableci­
das en la Constitución las funciones de esta Asamblea.
Sr . P residente — Permítame el señor Diputado.
Tiene la palabra el señor Senador Roncoroni.
S r . Senador R oncoroni — Por otra parte, el asunto es muy
claro en el sentido de que es de la esencia de todo cuerpo tener todas
aquellas facultades que no le hayan sido expresamente prohibidas. Lo
desafío al señor Diputado doctor Verde Tello, a que nos muestre el
artículo de la Constitución que prohíbe a esta Asamblea dictarse su
propio reglamento. Además, si la Asamblea tiene la facultad de
dictarse su reglamento, tiene también la de adoptar un reglamento
anterior, sancionado por otra Asamblea y aún de modificarlo en la
forma que crea más conveniente para el éxito de sus deliberaciones.
Nada más.
Sr . D iputado B erro — Pido la palabra.
No desearía entrar en una discusión estéril sobre esta materia,
pero también quiero salvar brevísimamente mi punto de vista.
Hay dos clases de reglamentos: el reglamento interno para el
manejo de un cuerpo, para las discusiones, y otro que emana de
quien puede conferir un mandato para determinados casos. Ninguna
de las asambleas se reúnen en la Provincia, sino en virtud de una
ley que así lo prescribe. La que verifica el escrutinio de las elecciones
de Gobernador y Vice, se reúne y actúa de acuerdo a la ley de 1913,
sancionada al efecto; la que elige senadores nacionales, se reúne en
virtud de un mandato expresamente establecido en la Constitución
y en la ley de elecciones respectiva y las asambleas que realizan el
escrutinio del plebiscito y la elección de convencionales, para la re­
forma de la Constitución, hasta ahora se han regido por un regla­
mento o ley sancionada por las dos Cámaras, de acuerdo con el sis­
tema bicamarista que nos rige.
Sr . D iputado Osorio — Si el señor Diputado me permite. . .
Acepto la teoría del señor Diputado en cuanto se refiere a las
funciones que esta Asamblea tiene: Nosotros tenemos que regirnos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 3

por una ley; pero en cuanto se refiere a las deliberaciones de la Asaiilr


blea, si estableciéramos, a pesar de lo que dice este reglamento, res^
pecto, por ejemplo, a los 10 minutos para hacer uso de la palabra,
apartarnos y dar mayor tiem po. . .
S r . D iputado B erro — Podría hacerlo.
S r . D iputado Osorio — . . . podríamos hacerlo porque eso esta­
ría en la esencia de la soberanía de la Asamblea.
Por otra parte, la exposición del señor Diputado Verde Tello
ha sido un poco espectacular, un poco impresionista. El señor Dipu­
tado ha dicho que los poderes públicos no pueden ejercer otras
atribuciones que aquellas que le han sido conferidas por las leyes. . .
Sr. D iputado V erde T ello — Por la Constitución.
S r . D iputado O sorio — . . . o por la Constitución.
Como en las atribuciones conferidas a esta Asamblea no está
la de dictarse su reglamento, parecería surgir de las palabras del se­
ñor Diputado Verde Tello, que si lo hiciéramos, incurriríamos en un
acto que anularía los actos posteriores a la realización de esta Asam­
blea. Y, francamente, eso no cabe discutirlo ni en los hechos ni en la
faz jurídica. Para que la nulidad de los actos fuera tan absoluta
como ha afirmado el señor Diputado Verde Tello, sería necesario que
el acto estuviera fulminado con la pena de nulidad por la propia
Constitución.
No vamos a entrar a esta cuestión de nulidad, un poco abstracta
y difícil sobre todo por esa obscuridad que en las mismas leyes de
fondo hay, en virtud de la división en actos de nulidad absoluta y re­
lativa. Pero sostengo que es de la esencia de todo cuerpo deliberativo
poder darse un reglamento interno para sus propias discusiones. De
lo que no podemos apartarnos es de la esencia de las funciones que
este cuerpo tiene que desempeñar; pero insisto en que toda Asamblea
puede dictarse su propio reglamento.
S r . D iputado V erde T ello — P ido la palabra.
Declaro que estoy un poco alarmado por las manifestaciones del
doctor Roncoroni, abogado y Senador.
Yo sostengo, y vuelvo a repetir, y conmigo lo sostienen constitu-
cionalistas de prestigio, que esta Asamblea Legislativa no tiene fa ­
cultades para dictar ni para modificar el reglamento.
S r . D iputado Osorio — ¿Me permite? La Constitución ha esta­
blecido, señor Diputado, que cada Cámara habrá de darse su regla­
mento. ¿Le parece al señor Diputado que cuando la Cámara resuelve
apartarse del reglamento para cualquier cuestión, los actos que cele­
bre habrán de ser nulos?
S r . D iputado V erde T ello — Es un asunto distinto. El artícu­
lo 109 de la Constitución establece para qué se reúne esta Asamblea
y no podemos. . .
S r . S enador R oncoroni — No dice eso, señor Diputado.
S r . D iputado V erde T e l l o — .. .y no podemos, señor Senador,
apartarnos de lo que establece la Constitución. Es más, señor Presi­
dente: se daría este caso ciertamente extraordinario y poco común,
de que un reglamento que no ha sido dictado por ninguna Asamblea
Legislativa sería modificado por una Asamblea Legislativa; un regla­
mento que ha sido dictado siguiendo el procedimiento corriente para
368 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

dictar las leyes, lo modificaría una Asamblea Legislativa compuesta


de diputados y senadores. Realmente el asunto es extraordinario.
Insisto en mi manifestación: la Constitución establece en una
forma expresa y categórica qué es lo que puede hacer esta Asamblea
Legislativa, y nada más. Lo que se haga de más será en contra de
la Constitución y será inconstitucional. Esta Asamblea Legislativa
no puede modificar, ni alterar, ni crear un nuevo reglamento. ¿Cómo
haremos para aplicar literalmente este reglamento cuando nos en­
contramos con el artículo l 9 que en su segundo apartado dice: resul­
tando del escrutinio practicado que la mayoría de electores ha votado
en contra de la enmienda o reforma propuesta? ¿Qué enmienda o
reforma propuesta? La Constitución actual no se ha sometido al
pueblo con respecto a ninguna reforma o enmienda.
Sr. D iputado Osorio — Pero ¿qué alcance le da a la palabra?
Sr. P residente — Ruego al señor diputado Osorio que no inte­
rrumpa.
Sr . Diputado V erde T ello — El reglamento fué dictado cuando
existía la Constitución modificada en el año 89. Este reglamento es­
tá de acuerdo con aquella Constitución, y modificada la Constitución
este reglamento es inadaptable.
Sr . D iputado B erro — ¿ Me permite una interrupción ?
Sr. D iputado V erde T ello — No quiero que la habilidad del se­
ñor Diputado me pueda envolver. (Risas).
Sr. D iputado B erro — Deseo hacer una brevísima aclaración
al señor Diputado. ¿Cómo se va a aplicar? dice el señor Diputado.
Es que ya se ha aplicado en el año 89. Si se hubiera aplicado mal, yo
no tendría la culpa, pero se aplicó bien.
Sr . D iputado V erde T ello — ¿Esta Asamblea puede modificar
un reglamento que ella no ha dictado?
Sr . Senador R oncoroni — Pero puede adoptarlo.
— V arios señores asambleístas hablan a 1h vez.

Sr . P residente — Tiene la palabra el señor Diputado Lobos.


Sr . D iputado Lobos — Coincido, señor Presidente, con las mani­
festaciones del señor Diputado Verde Tello. Entiendo que esta Asam­
blea se ha reunido con un fin, el establecido en el inciso 69, del ar­
tículo 109 de la Constitución provincial, que dice: «Ambas Cámaras
sólo se reunirán para el desempeño de las funciones siguientes: In­
ciso 6?, para practicar el escrutinio del plebiscito, sobre reforma de
la Constitución, y según su resultado, convocar la convención consti­
tuyente, haciendo también el escrutinio de la elección de convencio­
nales».
Ese es el fin de la Asamblea que se ha reunido en virtud de una
ley dictada por ambas Cámaras por el procedimiento que establece !a
Constitución, y que ha determinado la necesidad de la reforma de la
misma. Pero, señor Presidente, ¿cómo vamos a practicar ese escru­
tinio? Y ahí es donde me permito disentir con la opinión del señor
Diputado Berro. Una cosa son los reglamentos que establecen las le­
yes, tales como el que hemos dictado para la reforma de la Constitu­
ción, y otra cosa son los reglamentos internos de cada Cuerpo para
practicar las funciones que le han sido encomendadas por la Consti-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 369

tución. ¿Cómo va a hacer esta Asamblea para practicar el escrutinio?


Esta Asamblea tiene el derecho de decir: vamos a practicar el escru­
tinio en tal o cual forma.
Para terminar, entiendo que es perfectamente aplicable el re­
glamento que la Presidencia ha resuelto aplicar en esta reunión. En­
tiendo que la Asamblea puede, también, en los casos en que no sea
compatible ese reglamento con las situaciones actuales, apartarse del
mismo, y practicar el escrutinio en esta form a o tal otra. Siempre
que cumplamos con el inciso 6’ del artículo 109 de la Constitución
de la Provincia, habiéndose reunido la Asamblea a tal efecto, estare­
mos dentro de la Constitución.
Entiendo, repito, que esta Asamblea debe resolver, por votación
si es necesario, que se regirá en cuanto a la facultad que le ha conce­
dido el inciso 6" del artículo 109, por el reglamento establecido por
la ley para la Convención de 1882, en cuanto es compatible con las
circunstancias actuales.
Y en ese sentido hago moción para que así se resuelva.
S r . D iputado B erro — Que se vote.
S r . D iputado U zal — No es menester la votación. Es un regla­
mento sancionado en virtud de una ley que está en perfecta vigencia
y la Presidencia ha hecho perfectamente bien en ajustar las delibera­
ciones de esta Asamblea a ese reglamento.
S r . S enador Z em borain — Pido la palabra.
Yo creo que estas disquisiciones no hacen más que hacer perder
tiempo a la Asamblea Legislativa constituida en la fecha. Está el pue­
blo de la Provincia atento a nuestras deliberaciones, y no debemos
defraudar las esperanzas cifradas en nosotros. Si la representación
socialista, que es representación de control, ha creído o ha tenido el
pensamiento de que no debiera aplicarse este reglamento, tenía ella
la obligación de haber presentado el proyecto de reforma.
S r . D iputado V erde T ello — ¿Cuándo, señor Senador?
S r . Senador Z emborain — En cualquiera de las sesiones que
tuvo la Cámara de Diputados, o la de Senadores, ayer mismo. No es
culpa nuestra si los señores representantes socialistas no han pre­
sentado un proyecto en ese sentido. Es culpa de la representación so­
cialista, que es de control. Nada más.
S r . P residente — ¿ Mantiene su indicación el señor Diputado
Lobos ?
S r . D iputado L obos — Mantengo la moción y pido que se vote.
S r . D iputado V erde T ello — Pido que se dé lectura de la mo­
ción.
S r . P residente — La secretaría va a dar lectura de la moción
del señor Diputado Lobos.
Sr . S ecretario (Villa Abrille) — (L eyen do): «La Honorable
Asamblea Legislativa resuelve regirse, en cuanto a la facultad que
le ha sido conferida por el inciso 69 del artículo 109 de la Constitu­
ción, por el reglamento establecido por ley en la Asamblea del año
1882, en cuanto sea compatible».
S r . D iputado V erde T ello — En el fondo, es una reforma del
reglamento.
S r . D iputado Lobos— Para lo cual tiene facultad esta Asamblea.
C onvencióte C o n s t it u y e n t e — 24
370 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

S r . P r e s id e n t e — Se va a v o ta r la moción.
— Sp votu y resulta afirmativa por mis de dos tercio».

S r . D ip u t a d o V erde T e l l o — Q ue quede constancia de nuestro


voto en contra.
S r . P r e s id e n t e — Bastan las palabras del señor Diputado.

4
DESIGNACION DE DA COMISION ESCRUTADORA DEL ACTO ELECTORAL DEL
PLEBISCITO SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCION Y DESPACHO FAVO­
RABLE DE LA MISMA CON RESPECTO A LA VALIDEZ DE LAS ACTAS Y
DEMAS DOCUMENTOS REMITIDOS POR LA JUNTA ELECTORAL.

SR. P r e s id e n t e — Se va a dar lectura del resultado numérico del


plebiscito y del informe de la Junta Electoral respecto de la elección.

— Se lee:

PLKR I 8 PI TO

Elección d el t i d* m a rzo d e 1 9 3 4
Seccione» Sufragios En pro En i-mitra Kn blanco
Capital .................. 23. 409 12.644 <;. 70 1 4 .064
Primera ................ 53. 142 26.815 12. 794 1:t . -VÍM
Segunda .............. 37. 831 19.146 8 ,.972 «».713
Tercera ................ fi5. 019 31.763 24...->11 <•). 445
Cuarta .................... 710 23.096 5 .r¡M) l . 77."»
Quinta .................. 34. 222 24.028 6. 394 ;í . 800
Sexta .................... 22. 841 15.287 5. 220 - . ;¡‘2H

Séptima .................. 13. 424 10.964 i . 742 718

Totales 280 . 528 163.743 72. 479 4 1. :i7ti

En cumplimiento del artículo 8f de la Ley de 3 de julio de 1914, la


Junta hace constar su juicio favorable a la validez de la elección. La
mayoria de las mesas de las secciones convocadas han funcionado li­
bremente, sin que haya llegado a la Junta denuncia formal sobre ex­
pulsión o rechazo de fiscales por los presidentes de mesas, medida
grave, que priva a los partidos del ejercicio de un derecho reconocido
por la iey como uno de sus requisitos substanciales y que tiende a
asegurar la legalidad del sufragio. Los reclamos aislados de parte de
los fiscales de los partidos, cuando estimaron violados preceptos le­
gales o atacados sus intereses partidarios, fueron considerados por la
Junta con preferente atención, aceptados cuando estuvieron suficien­
temente comprobados o rechazados, cuando no lo estuvieron, quedan
sometidos a la consideración definitiva de la Honorable Legislatura.
Con lo que terminó el acto, siendo las trece horas.— (Firmado) César
Ameghitio; J. González Litardo, Secretario.

S r . P r e s id e n t e — Resultando de la lectura que acaba de hacer


la Secretaría que han funcionado en la Provincia la mayoría de los
distritos electorales, vale decir, más de la mitad establecida en el re-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 371

glamento, se declara que el acto del plebiscito está en condiciones


de procederse a su escrutinio. Corresponde que la Asamblea designe
la Comisión Escrutadora que debe estar formada por cuatro senado­
res y cinco diputados.
S r . S e n a d o r O b r e g ó n — Hago moción para que se autorice a
la Presidencia a designar la Comisión.
— Asentimiento.

S r . P r e s id e n t e — Habiendo asentamiento, la Presidencia desig­


na a los señores senadores Míguez, Zamora, Baliño y Obregón; y a
los señores diputados Kaiser, Berro, Verde Tello, Uzal y Osorio.
De acuerdo con lo establecido en el reglamento, se pasará a la
Comisión de Escrutinio los registros que se encuentran en la Secre­
taría de la Asamblea.
Invito a la Asamblea a pasar a cuarto intermedio.
S r . D ip u t a d o B e rr o — Pido la palabra antes de pasar a cuarto
intermedio.
Esta sesión debe ser continuada y no es postergable, de manera
que la Presidencia tendrá a bien hacer presente a los señores legis­
ladores que no deben retirarse de la casa.
Sr. P residente — Queda hecha la indicación a los señores
legisladores de no retirarse de la casa, a efecto de que haya quorum
tan pronto como la Comisión manifieste que puede expedirse. Invito
a la Asamblea a pasar a cuarto intermedio.
— Así se hace, siendo las 16 y .15.
— Siendo las 17,32 y vueltos los señores legisladores
al recinto, diec el

S r . P r e s id e n t e — Continúa la sesión.
La Secretaría va a dar cuenta de la forma cómo ha quedado cons­
tituida la Comisión de Escrutinio y del dictamen de la misma.
S r . S e c r e t a r io (Villa Abrille) — (Leyendo) : «La Plata, 27 de
junio de 1934. Al señor Presidente de lo Honorable Asamblea Legis­
lativa, doctor Raúl Díaz: Tengo el honor de dirigirme a V. E., co­
municándole que la Comisión especial designada en la fecha se ha
constituido bajo la Presidencia del subscripto, eligiendo Secretario
al señor Diputado doctor Pedro A. Verde Tello, y ha resuelto pre­
sentar los dictámenes adjuntos. Saluda a V. E. muy atentamente. —
Saúl A. Obregón. Pedro A. Verde Tello».
Primer dictamen de la Comisión:
Vuestra Comisión Escrutadora ha estudiado las actas y demás
documentos de la elección realizada el 25 de marzo próximo pasado,
para votar en pro o en contra de la convocatoria de la Convención
Constituyente, en la que han funcionado 3071 mesas receptoras en
los ciento diez distritos que forman la Provincia, y después de haber
formado las nóminas a que se refiere el artículo 5'- del reglamento,
os aconseja la sanción del siguiente —
372 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

P R O Y E C T O DE R E S O L U C IÓ N

La Asamblea Legislativa —
RESU ELVE!

Art. 1" De acuerdo con el artículo 7" del Reglamento: computar


las actas y demás documentos que han tenido sanción aprobatoria
de ambas cámaras, y que son las siguientes:
Sección Capital: 185 mesas.
Sección Primera: Campana, 18 mesas; General Rodríguez, 6;
General Sarmiento, 26; Las Conchas, 27; Las Heras, 9; Luján, 34;
Marcos Paz, 9; Mercedes, 45; Merlo, 12; Moreno, 8; Navarro, 18;
Pilar, 17; San Fernando, 36; San Isidro, 36; San Martín, 72; Seis
de Septiembre, 50; Suipacha 9 y Vicente López, 42.
Sección Segunda: Baradero, 22 mesas; Bartolomé Mitre, 31;
Carmen de Areco, 13; Colón, 19; Exaltación de la Cruz, 11; General
Uriburu, 35; Marcelino Ugarte, 24; Pergamino, 69; Ramallo, 19;
Rojas, 25; San Andrés de Giles, 21; San Antonio de Areco, 17; San
Nicolás, 40 y San Pedro, 33.
Art. 2" Aceptar las actas y demás documentos que han tenido
sanción aprobatoria de la Cámara de Senadores y que son los si­
guientes :
Sección Tercera: Almirante Brown, 24 mesas; Avellaneda, 179;
Brandsen, 10; Cañuelas, 14; Esteban Echeverría, 9; Florencio Vá­
rela, 7; Lobos, 24; Lomas de Zamora, 67; Magdalena, 20; Matanza,
41; Quilmes, 46 y San Vicente, 8.
Sección Quinta: Ayacucho, 24 mesas; Balcarce, 27; Castelli, 8;
Chascomús, 22; Dolores, 20; General Alvarado, 9; General Belgrano,
15; General Conesa, 3; General Guido, 7; General Lavalle, 4; Ge­
neral Madariaga, 12; General Paz, 14; General Pueyrredón, 42; Las
Flores, 26; Lobería, 21; Maipú, 10; Mar Chiquita, 11; Monte, 12;
Necochea, 43; Pila, 5; Rauch, 16 y Tandil, 49.
Art. 3'1 Aprobar sin discusión las actas y demás documentos co­
rrespondientes a los distritos enumerados en el artículo anterior.
Art. 4" Aceptar las actas y demás documentos correspondientes
a los distritos que no han funcionado en elección de renovación de la
Legislatura, y que son los siguientes:
Sección Cuarta: Alberti, 15; Bragado, 41; Carlos Casares, 22;
Carlos Tejedor, 15; Chacabuco, 42; Chivilcoy, 58; General Arenales,
17; General Pinto, 24; General Viamonte, 21; General Villegas, 36;
Junín, 61; Leandro N. Alem, 19; Lincoln, 45; Nueve de Julio, 46;
Pehuajó, 52; Rivadavia, 22 y Trenque Lauquen, 23.
Sección Sexta: Adolfo Alsina, 18; Bahía Blanca, 92; Coronel Do-
rrego, 19; Coronel Pringles, 23; Caseros, 14; Coronel Suárez, 27;
General Lamadrid, 16; González Chaves, 14; Guaminí, 14; Juárez,
19; Laprida, 12; Patagones, 17; Pellegrini, 21; Puan, 20; Saavedra,
15; Tornquist, 10; Tres Arroyos, 52 y Villarino, 13.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 373

Sección Séptima: Azul, 52; Bolívar, 40; General Alvear, 9; Ola-


varría, 40; Roque Pérez, 13; Saladillo, 26; Veinticinco de Mayo, 47
y Tapalqué, 10.
Art. 5V Permitir la discusión de las actas y demás documentos
correspondientes a los distritos enumerados en el artículo anterior.
Resueltos por Vuestra Honorabilidad los puntos planteados en
este dictamen, la Comisión procederá a practicar el escrutinio.
Dios guarde a Vuestra Honorabilidad.
Roberto Vial, Juan G. K aiser, L uis M. Berro,
S a ú l A.. O b r e g ó n , M i g u e l O so r io , Edgardo J.
M í g u e e , A n t o n i o Z a m o ra , J o s é P . B a liñ o , P e d r o
A . V e r d e Tello.

Sr. Senad o r O bregón — la palabra.


P id o
La Comisión Escrutadora ha estudiado las actas y documentos
sometidos a su consideración, y por unanimidad ha producido el des­
pacho que se acaba de leer. Por tal circunstancia, y habiendo sido
ajustado este despacho a las disposiciones reglamentarias vigentes,
la Comisión no tiene nada más que agregar.
S r . S e n a d o r Z a m o r a — P id o la palabra.
La representación socialista en el seno de esa Comisión, ha fir ­
mado el despacho, no obstante las reservas que expuso en su opor­
tunidad. Nos remitimos, pues, en esta emergencia, a las considera­
ciones que hicimos entonces acerca del acto electoral, en cada una
de las Cámaras, pues no queremos abrir un debate nuevamente so­
bre una cosa ya juzgada.
Nada más.
S r . P r e s id e n t e — Se va a votar en general el dictamen de la Co­
misión. Los señores legisladores que estén por la afirmativa, sírvanse
levantar la mano.
— Resulta afirmativa por unanimidad.

S r . P r e s id e n t e — S e v a a v o t a r en p a rtic u la r.
— Hago indicación de que se enun­
S r . D ip u t a d o V e r d e T e l l o
cien los respectivos capítulos, ya que no es necesario toda la lectura.
S r . P r e s id e n t e — Si hay asentimiento, la Presidencia dará por
aprobados en particular, los capítulos que no sean observados.
— Asentimiento.
— Sin observación, se aprueban todos los capítulos
del dictamen.

Sr. P r e s id e n t e — Habiendo sido aprobado el dictamen de la


Comisión, corresponde que la misma proceda a realizar el escruti­
nio. Invito, pues, a la Comisión designada a que se haga cargo de la
documentación que se encontraba en la Secretaría de la Asamblea,
enviada por la Junta Electoral, y a la Honorable Asamblea a pasar
a cuarto intermedio.
374 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. Senador Obregón — Pido la palabra.


Deseo manifestar que la Comisión va a producir despacho en
un brevísimo cuarto intermedio, porque ya tiene muy adelantado
el trabajo. Será, tal vez, cuestión de cinco minutos.
Sr. P residente — Invito a los señores legisladores a pasar a
un breve cuarto intermedio.
— Agí ge hace, siendo las 17,40 horas.

V
APROBACION DEL PROYECTO DE RESOLUCION DE LA MAYORIA T)E LA COMI-
SION ENCARGADA DE VERIFICAR EL ESCRUTINIO DEL PLEBISCITO SOBRE
REFORMA DE LA CONSTITUCION. SOBRE CONVOCATORIA AL ELECTORADO
DE LA PROVINCIA PARA ELEGIR 126 CONVENCIONALES.

SR. P residente — Continúa la sesión de Asamblea; la Secreta­


ría va a leer los dictámenes de la Comisión de Escrutinio.

— Se lee:

P IC T A M E N DE L A C O M IS IÓ N

Honorable Asamblea Legislativa:


Vuestra Comisión encargada de verificar el escrutinio del ple­
biscito sobre Reforma de la Constitución, que ha tenido lugar el
25 de marzo del corriente año, ha realizado las operaciones que le
encomendara Vuestra Honorabilidad, y de ellas resulta que han fun­
cionado válidamente los ciento diez distritos que forman la Pro­
vincia.
En consecuencia os aconseja la sanción del siguiente —

PROYECTO DE R E S O L U C IÓ N

La Asamblea Legislativa —
RESU ELVE:

Art. 1° Resultando del escrutinio que ha practicado la Asamblea


Legislativa sobre el plebiscito que ha tenido lugar en la Provincia
el día 25 de marzo de 1934, que la mayoría de electores ha votado
por la aceptación de la reforma de la Constitución, que se declaró
necesaria por la Ley número 4209 de 5 de febrero de 1934, convó­
case a una Convención Coñstituyente que deberá reunirse en el re­
cinto de la Cámara de Diputados el 27 de septiembre próximo a las
14 horas, de acuerdo con lo establecido por el artículo 217 de la
Constitución.
Art. 2V El Poder Ejecutivo convocará al electorado de la Pro­
vincia para elegir ciento veintiséis convencionales, los cuales serán
elegidos del mismo modo, por los mismos electores y en los mismos
distritos que los senadores y diputados.
Art. 3T Comuniqúese al Poder Ejecutivo.
Dado en la Sala de Sesione* do la ComUión, La Plata, junio 27 d<» HU54.
Saúl A . O bret/dn. E d fta td o J . .1íifju t'z. ,h u tn f¡. K a is e r ,
M iffu el O orto, J n xé P . S o liñ o. L uía \ fa ria B err*.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 375

SR. S ecretario (Villa Abrille) — (L eyen d o): Honorable Asam­


blea: Vuestra Comisión especial en minoría encargada de verificar
el escrutinio del plebiscito sobre la reforma de la Constitución que
ha tenido lugar el día 25 de marzo próximo pasado, os aconseja la
sanción del siguiente —

P R O Y E C T O D E R E S O LU C IO N

La Asamblea Legislativa —
resuelva:

Art. 1- Surgiendo del escrutinio que ha practicado la Asamblea


sobre el resultado del plebiscito que tuvo lugar el 25 de marzo úl­
timo que la mayoría de los electores no ha votado en pro de la con­
vocatoria a una Convención Constituyente, téngase por rechazada
la consulta formulada a! electorado de la Provincia.
El artículo 2" es de forma.
Dado en la Sala de la Comisión, La Plata, junio 27 de 1Ü34.
P ed ro A. Y rrd e 7V//o* .Lnfonío Z a m ora .

S r . P residente — En consideración.
S r . S enador O bregón — Pido la palabra.
La Comisión Escrutadora, señor Presidente, ha verificado el
escrutinio del plebiscito, y de las 3100 mesas que debieron haber
funcionado en el territorio de la Provincia funcionaron 3.099, las
cuales, de acuerdo con las operaciones que ha realizado la Comisión
han arrojado como resultado: Votos a favor de la reforma de la Cons­
titución, 163.743; votos en contra, 72.479; votos en blanco, 44.376,
todos los cuales forman el total de sufragantes que asciende a 280.598,
con una pequeña diferencia sobre las cifras que se han leído por
Secretaría, de setenta sufragantes.
Ahora bien, señor Presidente, todas estas cifras la Comisión ha
estado de acuerdo en tomarlas de las cifras dadas por la Comisión
Electoral. No ha habido discrepancia en cuanto al resultado numéri­
co de la elección. Pero en el seno de la Comisión se han dividido las
opiniones — y esa es la razón por la cual se presenta un despacho en
minoría — en cuanto a la interpretación de ese resultado.
Por la mayoría de la Comisión, el resultado de la elección no
admite dudas, es por la afirmativa; y las razones que tiene la Co­
misión son bien sencillas. Si sobre 280.598 votos hay 163.743 por la
afirmativa, aun en el supuesto de que los votos ambiguos — que
están representados por los votos en blanco, que hay tanta razón
para suponerlos a favor como en contra — los consideráramos en
contra, tendríamos que, agregados estos votos en blanco a los votos
en contra, formarían un total de 116.855 votos, número que no al­
canza al de los votos emitidos por la afirmativa.
De acuerdo con este resultado, la mayoría de la Comisión en­
tiende que están cumplidos los requisitos exigidos por el artículo
217 de la Constitución de la Provincia y que esta Asamblea debe
convocar a la Convención de acuerdo con lo dispuesto por este des­
pacho.
376 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Sr. D iputado V erde T ello — Pido la palabra.


Los representantes socialistas que formamos parte de la Comi­
sión, hemos presentado el despacho en disidencia que acaba de ser
leido y que han escuchado los miembros de esta Asamblea. Los so­
cialistas, que por muchas razones podríamos ser sospechados de ate­
nernos poco a los principios constitucionales, en estas circunstancias
somos los que vamos a fundar nuestro voto ateniéndonos princi­
palmente a lo que dispone la Constitución de la Provincia.
Dice el artículo 217: «Declarada la necesidad de la reforma de
la Constitución, se someterá a los electores para que, en la próxima
elección de senadores y diputados, voten en pro o en contra de la
convocatoria de una Convención Constituyente, y si la mayoría vota­
se afirmativamente, la Asamblea Legislativa convocará una Con­
vención».
De acuerdo con el inciso 6" del artículo 109 de la Constitución,
esta Asamblea se reúne para practicar el escrutinio del plebiscito
sobre reforma de la Constitución y, según su resultado, convocar la
Convención Constituyente y hacer también el escrutinio de la elec­
ción de convencionales.
Habrán observado I03 miembros de esta Asamblea, que el artícu­
lo 217, que he leído, en parte, se refiere a electores no a rotantes. El
artículo 217 es categórico. Se refiere, vuelvo a repetirlo, a electores
inscriptos en el padrón electoral y no a los votantes, vale decir, a los
que hayan votado en las elecciones.
¿Podríamos sostener nosotros que en las elecciones del día 25 de
marzo, el pueblo de la Provincia se ha pronunciado afirmativamente,
es decir, en favor de la reforma de la Constitución? Yo afirmo, señor
Presidente, que no.
En el padrón nacional, que hemos adoptado para las elecciones
provinciales — pero que no es el padrón electoral que establece el
artículo 53 de la Constitución de la Provincia — en ese padrón fi­
guran inscriptos en condiciones de emitir su voto 678.000 electores.
Hemos aceptado, por razones de seguridad para los votantes, el pa­
drón nacional, no obstante lo que establece el artículo 53 de la Cons­
titución de la Provincia; pero al aceptarlo, hemos reconocido también
que el padrón provincial era deficiente, que con el padrón provincial
no podrían realizarse elecciones legales.
Esos padrones provinciales malos, deficientes, que motivaron en
gran parte la abstención del partido radical, han sido, sin embargo,
los que sirvieron para las elecciones de los años 1932 y 1933, padrones
en virtud de los cuales fueron elegidos la mayor parte de los miem­
bros que forman esta Asamblea.
Nosotros, es decir, el partido socialista y la oposición, no concu­
rrimos a las elecciones en que se elegía Gobernador y en que también
se elegían diputados y senadores provinciales, en el año 1931, incor­
porados en 1932.
No concurrió el partido socialista, porque considerábamos que
no era posible que nuestra presencia implicase una complicidad con la
anulación ilegítima que se había realizado de las elecciones del 5 de
abril, en que había triunfado el partido radical en la Provincia de
Buenos Aires.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 377

Por eso, en las secciones primera, segunda y tercera, pudo darse


el caso, ciertamente extraordinario y en cierto modo doloroso, de que
la oposición, mejor dicho los votos en blanco, fuesen en mayor núme­
ro que los votos emitidos afirmativamente en favor de los candidatos
del partido demócrata nacional. En las secciones primera, segunda
y tercera, repito, fueron más los votos en blanco y los votos que ob­
tuvo el partido radical, creo antipersonalista, que los que obtuvo la
mayoría del partido demócrata nacional.
Por eso puede explicarse aquella expresión un tanto despectiva
del Senador Guevara, cuando dijo quíc renunciaba a su banca porque
había entrado de relleno en el Senado, porque no había ido la oposi­
ción a la elección.
Por eso, señor Presidente, la Legislatura, la Cámara de Diputa­
dos y el Senado, debió pensar mucho, debió meditar mucho antes de
proponerse dictar la ley que sancionaba la necesidad de la reforma
de la Constitución; debió pensar en aquellas circunstancias como el
gran argentino José Manuel Estrada, que dijo las palabras que me
voy a permitir leer: «Las constituciones — dice — que son el elemen­
to más noble de un régimen republicano, nunca deben ser altieradas
sino en virtud de necesidades evidentes y concurriendo a su reforma
la unanimidad moral de una sociedad».
La Provincia no esperaba en esos momentos, en el momento que
dictó la ley, que se realizaran reformas; lo que se esperaba en esta
Provincia era normalizar el funcionamiento institucional, volver al
orden jurídico, respetando la Constitución y haciendo servir sus pre­
ceptos de garantía y seguridad a todos los habitantes de la Provincia.
No obstante la oposición del Partido Socialista en la Cámara de
Diputados, donde tenía representantes, en la tribuna pública, por su
numerosa prensa dispersada por todo el país; no obstante la opinión
desfavorable manifestada por casi todos los diarios importantes del
país, la Legislatura dictó la ley que establece la necesidad de la re­
forma.
Para fundamentar m ejor la posición de la representación socia­
lista, quiero referirme brevemente a la forma cómo se procedió en
la Legislatura para sancionar la necesidad de la reforma constitucio­
nal. Es preciso que concurran, señor Presidente, en esa votación, los
tres quintos de los miembros componentes de las respectivas cámaras;
los tres quintos de los miembros componentes, óiganlo bien, señor
Presidente, señores diputados y señores senadores; no los tres quin­
tos de los diputados y senadores presentes en el acto, sino los tres
quintos de los senadores y diputados que componen las respectivas
cámaras.
¿Cómo es posible, que si en la Cámara para dictar la necesidad
de la reforma, son necesarios tres quintos de votos, podamos darnos
por satisfechos y considerar que con un veinticinco por ciento de ciu­
dadanos que han votado en favor de la reforma, pueda llevarse a ca­
bo esa reforma de nuestra Carta Fundamental?
No, señores diputados y señores senadores. No es posible que el
veinticinco por ciento de los electores que han votado afirmativamen­
te, puedan dar motivo para que esta Asamblea declare la existencia
378 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de un plebiscito que yo sostengo — y conmigo los representantes so­


cialistas— no se ha producido.
Los socialistas que, como es notorio, tenemos nuestros reparos
serios en lo que se refiere a los principios individualistas que con­
sagra la Constitución de la Provincia respecto a la propiedad priva­
da, pero que vivimos dentro de la realidad constitucional y sabemos
que la Constitución de la Provincia nada puede disponer en contra
de la Constitución Nacional, nosotros, que sabemos que en la Pro­
vincia no podríamos intentar reformas para alterar el sistema eco­
nómico de la Constitución o la organización económica político-capita­
lista; nosotros, digo, no tenemos ningún inconveniente en reconocer
que la Constitución de la Provincia en ninguna circunstancia ha si­
do un obstáculo para la libre expresión de las ideas ni para el libre
desenvolvimiento institucional y para el progreso en todos sus as­
pectos. Si en algunas circunstancias la Constitución ha sido ineficaz,
ello se debe no a culpa de lo que la misma preceptúa, sino a los malos
gobernantes que se han preocupado siempre de violarla.
Mitre ha dicho que la Constitución no es un juego de niños ni
cosa que pueda andarse variando todos los días. Ese es el espíritu
de la Constitución; por eso la nuestra fija requisitos, exigencias ex­
cepcionales para sancionar la ley que establezca la necesidad de la
reforma; por eso determina la concurrencia de los tres quintos de
votos para su sanción. El artículo 216 de la Constitución Provincial
dice que sólo serán tomadas en cuenta las resoluciones siempre que
tres quintos de votos de cada una de las cámaras declare la necesidad
de la reforma. Y quiero vincular ese artículo al 51 de la Constitución
que expresa que «la proporcionalidad de la representación será la re­
gla en todas las elecciones populares, a fin de dar a cada opinión
un número de representantes proporcional al número de sus adhe-
rentes». Es evidente que ese artículo, relacionado con el 216, ha con­
siderado la situación de que en los cuerpos colegiados, cámaras de
diputados y senadores, estuviesen representadas las distintas opinio­
nes políticas de la Provincia.
Las reformas constitucionales no se han sancionado por ninguna
Legislatura cuando han estado representados en la Cámara de Di­
putados y en la Cámara de Senadores todos los sectores políticos
en que está dividida la opinión pública de la Provincia de Buenos
Aires. Ha sido necesario que estuviera ausente del comicio el Partido
Radical, partido que tiene en sus filas una enorme cantidad de ciu­
dadanos; ha sido necesario que no estuviese en esta Cámara repre­
sentada toda la opinión pública de la Provincia, todos los partidos
políticos, para que esta Cámara se atreviese a dictar la ley que esta­
blece la necesidad de la reforma de la Constitución.
La reforma en esas condiciones, señor Presidente, no debió lle­
varse adelante. No pudo llevarse adelante en circunstancias tan ex­
cepcionales para la Provincia de Buenos Aires, cuando en la Legis­
latura existe una mayoría circunstancial, y esa mayoría circunstan­
cial quiere ser la que reforme una cosa de tanta permanencia como
la Constitución de la Provincia. Es una improvisación, una gravo
improvisación que ha de quedar como un hecho histórico de graves
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 379

consecuencias institucionales para el futuro de la Provincia de Bue­


nos Aires.
Los socialistas, por mi intermedio, sostenemos, sin embargo, que
en la Provincia de Buenos Aires no ha habido un resultado favora­
ble al plebiscito; que no ha habido un pronunciamiento expreso en
favor de la necesidad de la reforma de la Constitución.
No puede sostenerse que ciento sesenta y tres mil votos — ciento
sesenta y tres mil votos ha dicho el señor Senador Obregón — no
es posible que ciento sesenta y tres mil votos hagan mayoría en re­
lación a padrones electorales que contienen inscriptos seiscientos se­
tenta y ocho mil electores. Ni aquí ni en ninguna parte del mundo,
ciento sesenta y tres mil votos pueden ser mayoría con relación a
seiscientos setenta y ocho mil votos.
Voy a adelantarme, señor Presidente, al argumento hecho por
el señor Gobernador de la Provincia, argumento político de tono po­
lémico, de que la abstención no da derechos, y que un número deter­
minado de votos, ciento diez y siete mil votos en contra y en blan­
co, son siempre minoría con respecto a ciento sesenta y tres mil se­
tecientos votos.
En lo que se refiere a la afirmación de que la abstención no da
derechos, yo no voy a ocuparme. La abstención del radicalismo es
también un hecho histórico que no puede desvincularse por com­
pleto de las condiciones de ambiente y de las condiciones electorales
de la Provincia de Buenos Aires, amén del antecedente de habérsele
anulado las elecciones del 5 de abril, que les dieron el triunfo.
Yo no quiero justificar a los radicales, ni quiero criticarlos tam­
poco. La historia ha de decir en el futuro si procedieron mal o si
procedieron bien en esta emergencia. Voy en cambio a ceñirme a lo
que establecen los artículos 216 y 217 de la Constitución de la Pro­
vincia. He leído ya los artículos — y pido a los señores miembros de
esta Asamblea disimulen que sea tan largo — pero voy a insistir ana­
lizando un poco algunos de los términos de los artículos de la Cons­
titución. Yo invito a los señores diputados y senadores presentes a
que revisen el artículo 217 y vean en dónde dice que la mayoría debe
establecerse con respecto a los votantes. El artículo 217 habla de elec­
tores. D ice: «Se someterá a los electores para que en la próxima elec­
ción de senadores y diputados voten en pro o en contra». . . . , etcé­
tera, y si la mayoría votare afirmativamente, — e insisto en esto úl­
timo — la Asamblea legislativa convocará a una convención.
¿Cómo es posible, señor Presidente, que si cuando se sancionó la
ley que establecía la necesidad de la reforma, tanto en la Cámara de
Diputados como en la de Senadores, se sostuvo el criterio constitucio­
nal exacto de que eran necesarios las tres quintas partes de los
miembros componentes del cuerpo, no de los presentes, cuando se tra­
te de juzgar el resultado de las elecciones se tenga en cuenta que
678.000 electores no tienen ninguna importancia para establecer su
relación con los votantes? Así como cuando se sancionaron las le­
yes se aceptó que eran necesarios los tres quintos, yo creo que ex­
tremando un poco la argumentación y tratándose de la reforma de
la Constitución, hasta debería exigirse que fueran las tres quintas
380 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

partes de los electores, con respecto al total de los inscriptos, los que
se manifestasen en favor de la reforma.
Afirmo, señor Presidente, que el pueblo de la Provincia no quie­
re la reforma de la Constitución. El pueblo, el que ha votado, y
también el que no lo ha hecho, sólo está representado por 163.000
votantes que han dicho que quieren la reforma; pero 163.000 votos
con relación a 678.000, constituyen apenas el veinticinco por ciento do
los electores de la Provincia, y no es posible que nosotros sostengamos
que ese 25 por ciento es la mayoría afirmativa que exige la Consti­
tución. Si la Constitución estableciese que sería indispensable tener
en cuenta el número de los votantes y no el de los electores, entonces,
desde luego, podría sostenerse que sobre 290.000 votos, los 163.000
votantes a favor del plebiscito habrían hecho expresión categórica
en sentido afirmativo por la reforma de la Constitución. Pero no es
así; los términos de la Constitución son categóricos y se refieren a
electores y no a votantes.
No es la opinión del partido socialista, únicamente, la contraria a
la reforma. Todos los diarios del país se han ocupado de este asunto
y me voy a permitir leer una parte muy breve del editorial, del día
13 de abril, del diario «La Nación», que dice: «Será un empeño va­
no pretender cohonestar con argumentos especiosos el incuestionable
fracaso de la consulta que acaba de hacerse al electorado bonaerense.
Ha quedado de manifiesto la indiferencia con que la opinión pública
ha recibido una iniciativa, que si fuera acertada, habría sido aco­
gida con muestras de efusión cívica. De modo que, al no encontrar
eco en la masa ciudadana el referido proyecto, sólo cabe, procediendo
juiciosamente, desistir del intento».
Hemos creído nosotros en algún momento de que, efectivamente,
el resultado del comicio haría desistir del intento de reforma a los
hombres que militan en el partido del gobierno. Desgraciadamente,
no ha sucedido así.
No ha habido, como se ha visto, eco favorable en el pueblo pa­
ra la reforma constitucional y ahora, debemos agregar además, no
solamente no ha habido eco favorable, sino que la Constitución en
sus distintas disposiciones, de acuerdo al resultado obtenido, tampoco
ampara a los que propician esa reforma.
Yo me atrevo a sostener que además de otros motivos de ir.cons-
titucionalidad, ha de poderse plantear con éxito la incon3titucionali-
dad de la convocatoria para una Asamblea Constituyente únicamente
con el argumento de que, solamente 163 mil electores se han manifes­
tado afirmativamente sobre un padrón de 678 mil.
¿Puede, señor Presidente, esta Asamblea decir que ha habido
voto favórable a la reforma? ¿Podemos nosotros declarar lo que no
han expresado los electores de la Provincia? ¿Podemos nosotros mo­
dificar los términos y decir que el número de 163 mil, por un movi­
miento mágico se convierte en mayoría con respecto a 678 mil?
Yo creo que no, señor Presidente, por eso nosotros hemos re­
dactado este despacho de minoría que declara que en la provincia de
Buenos Aires, los electores que se han pronunciado en favor de la re­
forma están en una minoría insignificante.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 381

No podría, por otra parte, hacerse la convocatoria porque no se


han llenado los requisitos del artículo 217 de la Constitución. No han
votado afirmativamente más del 50 por ciento, y vuelvo a repetirlo,
con veinticinco por ciento de votantes a favor no puede dictarse nin­
guna disposición en el sentido de llamar a elección, porque el pueblo
se ha manifestado francamente contrario a la reforma proyectada.
Todo poder público emana del pueblo, dice el artículo 2’ de la
Constitución. Y agrega: «Y así éste puede alterar o reformar la pre­
sente Constitución, siempre que el bien común lo exija y en la forma
que por ella se establezca». La reforma que se intenta no tiene como
antecedente bien común alguno, y afirmo que el pueblo de la Provin­
cia, del que emana todo poder, se ha pronunciado negativamente en
la consulta que se le ha formulado. Esta asamblea, sin otras faculta­
des que las que le confieren los artículos 217 y 109 — inciso 6? —
de la Constitución, no puede declarar que 163.000 votantes constitu­
yen mayoría sobre 678.000 electores. El resultado negativo de la
consulta demuestra que el pueblo de la Provincia no quiere la refor­
ma de la Constitución, y eso es lo que debe reconocer y aceptar esta
Asamblea, votando el despacho de la minoría.
Nada más.
S r . S enador O bregón — Pido la palabra, para una aclaración.
El señor Diputado Verde Tello, en su larga exposición, hace
hincapié e insiste en que 163.743 no es mayoría sobre 280.598 votan­
tes . . .
S r . D iputado V erde T ello — No, sobre 670.000.
Sr . S enador Obregón — Le ruego al señor Diputado que no me
interrumpa, porque yo lo he escuchado con toda atención.
Sr . D iputado V erde T ello — Discúlpeme, señor Senador; ha
sido para una aclaración.
S r . Senador Obregón — Porque el señor Diputado Verde Tello
interpreta y ve entre líneas de la Constitución lo que la Constitución
no dice. La Constitución, señor Presidente, al decir que: «Si la mayo­
ría votase afirm ativam ente...» se refiere a la mayoría de los elec­
tores que votan, y no a la mayoría de los electores que forman el pa­
drón; de modo que es al resultado del escrutinio al que se refiere la
Constitución.
Pero yo, señor Presidente, no voy a entrar en una discusión doc­
trinaria del asunto, sino simplemente quiero aclarar y hacer una rec­
tificación de cifras, y demostrarle al señor Diputado Verde Tello
que, en igualdad de circunstancias — lo voy a hacer con cifras redon­
das — 100.000 es una mayoría sobre 600.000. Voy a plantear el ejem­
plo en la Capital Federal, pongamos por caso, en donde el sector so­
cialista tiene una representación en el Senado.
Admitamos, por vía de hipótesis, y para hacer la comparación
más eficaz, que el padrón electoral de la Capital fuera de 600.000 elec­
tores ; que convocado el electorado a elecciones, concurrieran tres par­
tidos, A, B y C, y que en esa elección, sobre 600.000 electores que arro­
ja el padrón, votaran 300.000, y que esos 300.000 sufragios se divi­
dieran en la siguiente form a: 100.000 por el partido A ; 90.000 por
el partido B ; 80.000 por el partido C y 30.000 fueran en blanco. De
acuerdo con el sistema electoral vigente, resultaría que la mayoría y
382 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

el triunfo en la elección le correspondería al partido A, que ha obte­


nido 100.000 votos, no obstante haber 200.000 votos en contra. Yo le
pregunto al señor Diputado Verde Tello cuál es la interpretación que
le daría a un resultado electoral de esa naturaleza en la Capital Fe­
deral, y a ver si no admitiría entonces que 100.000 forman mayoría
sobre 600.000 sufragantes que forman el padrón.
Nada más.
Sr. Diputado Osorio — Pido la palabra.
Sería, señor Presidente, tarea más que imposible la de seguir al
señor Diputado Verde Tello en su larga exposición, en la que ha mez­
clado una cantidad de cosas ajenas por completo al asunto que esta­
mos debatiendo, sin duda porque el señor Diputado ha pensado que
son necesarias muchas palabras para afirmarse en un concepto, cuan­
do no lo informa la razón, y, tal vez, porque la ampulosidad de la
frase ha sido necesaria para llenar la vaciedad del pensamiento.
El señor Diputado Verde Tello ha citado a Estrada, para afirmar
el concepto de que la mitad más uno de los electores de la Provincia,
constituyen la mayoría que el artículo 217 de la Constitución exige
para que ésta pueda reformarse.
«La reforma, dijo Estrada, debe hacerse cuando concurra la una­
nimidad moral de una sociedad», y el señor Diputado que ha hecho la
cita, no se ha detenido a meditar un instante sobre el significado de
las palabras de Estrada. La unanimidad moral, señores legisladores,
no es la de los intereses políticos, no es la unanimidad material de los
electores; la unanimidad moral es la necesidad que sienten los que
piensan, es la necesidad que sienten los que están inspirados por un
generoso sentimiento de bien público y por un alto sentimiento pa­
triótico. Esa es la unanimidad a que se ha referido Estrada, y en este
caso, señor Presidente, podemos decir que la unanimidad moral del
pueblo de la provincia de Buenos Aires se ha pronunciado por la re­
forma de la Constitución de la Provincia, unanimidad moral que la
constituyen los que cumplen con las leyes, los que se sujetan, en todas
sus decisiones, a lo que la Constitución de la Provincia y a lo que las
leyes que la reglamentan tienen establecido. ( ¡Muy bien, muy bien!)
La unanimidad moral la constituyen los que quieren vivir en la paz,
en el orden y en el trabajo, y no los que estimulan la revuelta y los
que quieren imponer su voluntad, sin cumplir con las obligaciones que
las leyes consagran.
Sr. Diputado Orler — Eso hicieron ustedes el 6 de septiembre. . .
Sr. D iputado Osorio — El señor Diputado, al decir eso, ha que­
rido significar que la revolución del 6 de septiembre la hizo el par­
tido Demócrata Nacional. Yo les agradezco esa manifestación. El 6
de septiembre, señor Diputado, fué la obra de todo el pueblo de la
República, cansado de soportar una dictadura que los señores diputa­
dos socialistas apoyaban. ( ¡Muy bien, muy bien! Aplausos en las ban­
cas y en las galerías). Al partido Demócrata Nacional le cupo la hon­
ra de haber recogido el clamor público que se levantaba en las cator­
ce provincias argentinas, fustigadas por la tiranía sangrienta del
señor Irigoyen. ¡Tanto mejor para nosotros: ustedes, en cambio,
tendrán la responsabilidad histórica de haber apoyado e;a dicta-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 383

dura! (¡M uy bien, muy bien! Aplausos en las bancas y en las ga­
lerías).
S r. D iputado O rler — Ese es el peligro que ahora se cierne so­
bre la provincia de Buenos Aires.
SR. D iputado O sorio — No, señores senadores y diputados; el
único peligro de dictadura que existe es el de la dictadura socialista,
el peligro a que se ha referido el señor Diputado Verde Tello, cuan­
do manifestaba que los miembros del Partido Socialista tienen re­
paros que hacer a los principios individualistas, y a los que con­
sagran la propiedad privada. ¿Qué libertad, señor Presidente, pue­
de existir en un pueblo, cuando se conculca su derecho de propiedad?
¿Cómo se van a emitir las ideas, cuando los hombres no pueden
expresarlas, porque no están respaldados en los conceptos de la li­
bertad que se afianzan con el derecho de la propiedad privada? Ese
principio jurídico establecido en nuestras leyes y que los conserva­
dores sostenemos, es precisamente el que asegura la libertad. (¡M uy
bien, muy bien! Aplausos en las bancas y en la barra).
S r . P residente — La Presidencia advierte a los concurrentes
a la barra que no les está permitida ninguna clase de manifestaciones,
ni en favor ni en contra de las expresiones que se pronuncian en el
recinto. Continúe el señor Diputado Osorio.
S r . D iputado O sorio — La opinión de los diarios es, dice el se­
ñor Diputado, la opinión de la prensa toda del país, contraria a la
reforma de la Constitución de la Provincia. ¡Inexacto, totalmente
inexacto! La opinión de la prensa no se ha expresado en contra de
la reforma misma de la Constitución, sino en contra de la opor­
tunidad de la reforma, con un criterio que, para nosotros, que tam­
bién formamos parte de la opinión pública de la Provincia, no es ver­
dadero ni justo, no lo hemos compartido ni lo compartiremos; pero
para esa opinión que la prensa ha expresado en contra de la opor­
tunidad de la reforma, nos cabe también la satisfacción de decir que,
en el momento en que nos hemos dispuesto a poner en movimiento
la ley dictada por la Legislatura, esa misma prensa ha reconocido
que es buena, que es útil y que es necesaria la reforma de la Cons­
titución de la Provincia. Lo remito al señor Diputado Verde Tello y
a los señores legisladores socialistas, tan propensos a traer a esta
Cámara los artículos editoriales de los diarios para debatir estos
asuntos, los remito al artículo de fondo de «La Nación», de ayer.
Ha citado a Mitre el señor Diputado. Como se ve, el señor Di­
putado, para afirmar sus opiniones, ha tenido necesidad de recu­
rrir a hombres como Mitre, aquella figura venerable de patricio,
aquella figura de prestigio moral suficiente como para que el señor
Diputado pueda evocarla en este momento en apoyo de una mala
causa.
La Constitución, dijo Mitre, «no es un juego de niños que pueda
variarse constantemente». «Constantemente» le llama el señor Dipu­
tado, a variar la Constitución de la Provincia, que es ya un insti ci­
mento que tiene más de cuarenta años de existencia. Peligro grave,
señor Presidente, señalado en todas las doctrinas de los constitucio-
nalistas del mundo, en todos los países que tienen instituciones aná­
logas a las nuestras, es el de renovar frecuentemente los estatuios
384 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

de un Estado, los que rigen su vida institucional, los que determinan


la forma cómo han de establecerse y cómo regirse los gobiernos per­
manentes de una nación o de una provincia, pero también enseñan
esas doctrinas, al mismo tiempo, la gravedad, el perjuicio, el peligro
para la evolución natural, para el progreso de un pueblo, que entra­
ña un estatuto inamovible, con una Constitución que jamás puede
reformarse.
Y llevando al extremo la teoría sentada por el señor Diputado,
ilegaríamos al absurdo de que no podría jamás reformarse ninguna
constitución en ningún país del mundo ni en ningún Estado argen­
tino. Peligro, también, es tener una Constitución que no pueda re­
formarse. Tan lo es, señor Presidente, que los constitucionalistas, co­
mo he dicho, lo han señalado en la doctrina y los constituyentes, al
dictar las constituciones han establecido, en sus propias cláusulas,
la forma cómo deben reformarse. Según la doctrina del señor Di­
putado, los constitucionalistas y los constituyentes se habrían equivo­
cado y habrían transgredido todas las normas que el Partido So­
cialista sostiene en esta materia.
La proporcionalidad, ha dicho el señor Diputado, es la regla
de la representación, invocando un precepto constitucional que no
tiene nada que hacer con el asunto que estamos analizando en este
momento. ¡Si el plebiscito no es un acto electoral que deba regirse
por el sistema electoral de la proporcionalidad, no puede hablarse de
proporcionalidad en el plebiscito! El plebiscito es una consulta al
pueblo, que dobe expresarse por sí o por no. ¿Cuál es, entonces, la
representación proporcional posible? ¿Cómo ha de pretenderse apli­
car las reglas de la Constitución y de la Ley Electoral sobre la pro­
porcionalidad a que se ha referido el señor Diputado?
Sr. D iputado V erde T ello — Yo no he hablado de proporciona­
lidad.
Sr. D iputado Osorio — Sí, señor Diputado. El señor Diputado
ha citado el artículo de la Constitución que se refiere a la proporcio­
nalidad de la representación.
S r . D iputado V erde T ello — Ha entendido mal el señor Dipu­
tado.
Sr. D iputado Osorio — Me remito a la versión taquigráfica.
Sr . D iputado V erde T ello — Cómo no; me remito.
S r . D iputado Osorio — Sé, señor Presidente, que no lo voy a
convencer al señor Diputado Verde Tello y que, ahora, él va a soste­
ner siempre que no se ha referido para nada a que la proporcionali­
dad es la regla de la representación.
S r . D iputado V erde T ello — Me remito al Diario de Sesiones.
S r. D iputado Osorio — El Diario de Sesiones lo dirá.
S r. D iputado V erde T ello — Muy bien.
Sr . D iputado Osorio — El plebiscito, señor Presidente, es un
acto especial autorizado por la Constitución, para que el pueblo ten­
ga la oportunidad de pronunciarse sobre una cuestión concreta que
se somete a su decisión; y el pueblo tiene el derecho de expresarse
en pro o en contra de ella. Asombra, señor Presidente, que un abo­
gado como el señor Diputado Verde Tello, sostenga que, porque en
la Provincia hubo un número de electores que no se pronunció en el
plebiscito del 25 de marzo, deban computarse sus vetos no emitidos,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN B 85

en contra de la reforma de la Constitución. No sé lónde puede en­


contrarle asidero a esa opinión el señor Diputado.
Aceptando la invitación del señor Diputado, vamos a ir editar so­
bre el contenido del artículo 217 de la Constitución. Sus términos —
cuando expresan que, declarada la necesidad de la reforma de la Cons­
titución, se someterá a los electores para que, en la próxima elección
de senadores y diputados, voten en pro o en contra de la convocato­
ria de una Convención Constituyente y, si la mayoría votase afirm a­
tivamente, la Asamblea Legislativa convocará a la Convención —
son los que han provocado toda esta discusión respecto a si existió o
no, la mayoría necesaria para hacer la reforma en los comicios del
25 de marzo.
En la Convención Reformadora de la Constitución, cuyos deba­
tes tengo sobre mi banca, no existe ningún antecedente que autorice
la interpretación hecha por el señor Diputado Verde Tello. El señor
Diputado ha analizado este precepto a su modo y manera, y no se ha
referido a ningún antecedente que pueda permitirnos dar autoridad a
la interpretación que él le ha dado.
Pero en la Convención de 1888, cuando se discute el capítulo de
la Constitución, referente a la reforma constitucional, el que es pues­
to a consideración en su conjunto, el convencional Lartigau pide que
se agregue la expresión «absoluta», «mayoría absoluta», «para evitar
en lo futuro las dificultades que ha tenido esta misma Convención
para formar quorum». Se refiere a la mayoría necesaria para la
adopción de las resoluciones de la Convención. Se votó así, para las
resoluciones de la Convención será necesaria la mayoría absoluta de
los convencionales.
No deben haber sido tan poco advertidos ios constituyentes que
hayan pasado por alto el reparo que ahora opone el señor Diputado
Verde Tello. Si hubiesen querido que la mayoría absoluta de los
electores de la Provincia se pronunciase en favor de la reforma para
hacerla posible, así lo habrían establecido en el texto de la Constitu­
ción, como lo hicieron para las resoluciones de la Constituyente.
Se ha hablado de mayoría de electores y el señor Senador Obre­
gón ha demostrado, acabadamente, con todo acierto, que las mayorías
no son solamente aquellas que contienen la mitad más uno de los vo­
tos. Las mayorías también son relativas, y, en este caso, la Constitu­
ción no ha hecho distingo a qué mayoría se refiere, si a mayoría
absoluta o a mayoría relativa. Y el silencio de la ley y de la Cons­
titución en este sentido, relacionado con las palabras del señor con­
vencional Lartigau y con la discusión que se hizo respecto a la ma­
yoría necesaria para las determinaciones de nuestra Convención, de­
muestra, con claridad, que no se quiso la mayoría absoluta de los ve­
tos de los electores, ya que ella se exige únicamente para las resolu­
ciones de los Convencionales.
Si los tres quintos de votos de la representación legislativa son
necesarios para declarar válidamente la necesidad de la reforma,
¿cómo habríamos de aceptar que esta minoría de 163.000 votos fue­
ra la que decidiese llevarla a la realización práctica?
Es que la mayoría de los tres quintos está exigida de manera
concreta en la Constitución, para que la ley que declara la necesidad
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — a5
386 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de la reforma pueda ser sancionada. En cambio, el artículo 217 habla


de la mayoría de electores; y toda la argumentación del señor Di­
putado Verde Tello falla por su base, porque partiendo de una pre­
misa falsa, tiene que llegar también a conclusiones falsas e inexactas.
El señor Diputado Verde Tello parte de la premisa de que la ma­
yoría necesaria es la mayoría absoluta de los inscriptos en el pa­
drón, cosa que la Constitución no ha dicho. Es la mayoría de los
electores que expresan su voluntad, por cuanto la Constitución al em­
plear la palabra «electores» la ha usado como término sinónimo a
«sufragantes», de la misma manera que lo hace la ley electoral de la
Provincia.
Cuando el ciudadano va a depositar su voto al comicio, o cuando
su presidente debe tomar la libreta del ciudadano que va a depositar
su voto, la ley no habla del sufragante, como es en ese momento
el ciudadano, sino que la ley habla del elector, empleando la palabra
«elector» en el mismo sentido, con el mismo concepto que tiene la
palabra «sufragante». Vale decir, entonces, que la mayoría la consti­
tuyen los que hayan votado y no los abstenidos. Y aplicando la teoría
del señor Diputado, como las opiniones se emiten por acción y no por
omisión, podríamos decir nosotros también, que la mayoría absoluta
del pueblo de la Provincia ha aceptado la necesidad de la reforma,
desde que no ha recurrido al sufragio en la oportunidad que tuvo pa­
ra expresarse en contra de la reforma.
Sr. Diputado V erde Tello — Lea el artículo 217. Dice: «afir­
mativamente».
Sr. Diputado Osorio— Exactamente, pero ha establecido el se­
ñor Diputado, que los que no expresan su voluntad, votan por la ne­
gativa, cosa que no dice el artículo de la Constitución.
No quiero, señor Presidente, continuar en el análisis de las pa­
labras contenidas en este artículo de la Constitución, cuyos antece­
dentes, que pueden remontarse a la época en que se reformó la Cons­
titución, en que se sancionaron estos artículos, no permiten atribuir­
les el sentido que ha querido darles el señor Diputado Verde Tello, ni
voy tampoco a detenerme a rectificar algunos de los conceptos emi­
tidos con tanta ligereza por el señor Diputado, no obstante la factu­
ra de su discurso, demostrativa de una delicada y paciente elabora­
ción. Pero sí quiero recoger un concepto que ha expresado el señor
Diputado repetidas veces en este recinto; el que se refiere a la nuli­
dad de que van a padecer todos los actos que celebre esta Asamblea
Legislativa y la Asamblea Constituyente, en virtud de la reiterada
violación a los artículos de la Constitución. No, señor Presidente.
Estamos procediendo estrictamente dentro de las normas que la Cons­
titución establece, con un cabal sentido de bien público; estamos
procediendo a afianzar sus preceptos, sus principios individualistas
y las libertades públicas que ella consagra; estamos procediendo a
dar a las sanciones de los poderes públicos una autoridad moral in­
contenible, que sólo podrán llevar cuando los gobiernos puedan cum­
plir y ejecutar los preceptos de la Constitución sin desviarse de ello»
por ningún interés y sin violarlos en ningún momento. Eso queremos
y nada más que eso; que la Constitución sea un instrumento adap­
table a la época en que nos toca aplicarla, que sea un instrumento de
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 387

Gobierno respetable y respetado, y, para que así sea, para que las
cláusulas inadaptables no tengan que ser violadas permanentemen­
te por los poderes públicos que tienen la obligación de aplicarlas, es
que queremos reformar la Constitución, dentro de procedimientos
legítimos, con patriótica inspiración y en el propósito lealmente ex­
presado de contribuir a soluciones que consultan e interpretan el ver­
dadero sentido del bien público.
Quedarán las palabras del señor Diputado Verde Tello en el Dia­
rio de Sesiones como la demostración más acabada de la forma en
que el partido socialista se opone tenazmente, y sin razón, a la ne­
cesidad de la reforma sancionada por la Legislatura.
Los señores diputados socialistas conocen las expresiones de la
calle de su partido; los señores diputados conocen la voz del partido
socialista que se alza en todas partes y manifiesta estar a la espera
de la hora de la propugnación socialista para la cual necesitan el
«ambiente propicio» que les ofrece la Constitución en sus defectos,
en sus imperfecciones, en sus fallas; el ambiente propicio es aquel
por cuyos resquicios puede infiltrarse la anarquía, el desorden, ese
ambiente propicio que el partido socialista necesita para imponer su
voluntad y sus decisiones es el del descrédito de la Constitución, y
nosotros queremos aventarlo para hacerla compatible con nuestras
ideas, de paz, de progreso, de legalidad, compatible con los princi­
pios filosóficos que afianzan el régimen de la libertad individual, ase­
guran el orden público y garantizan los derechos de toda sociedad
organizada civilizadamente. Nada más. (Aplausos en las bancas y en
las galerías).
Sr . Senador Zamora — Pido la palabra.
Voy a pronunciar muy pocas, ya que trataré de ser lo más bre­
ve posible.
Deseo dejar sentado que el Partido Socialista no es contrario a
la reforma de la Constitución. En principio deseamos la reforma, y
tal vez en mayor grado que lo desea el partido gobernante. Lo que
sostenemos nosotros es la inoportunidad de la reforma en estos mo­
mentos.
Como bien lo dijo el señor Diputado Verde Tello, no consideramos
oportuna en esta emergencia la reforma de la Constitución, porque
ella encierra un peligro que no sabemos a que grado puede llegar.
De acuerdo con el texto mismo de la Constitución, la Asamblea
Constituyente es dueña de alterar, de transformar, de hacer hasta
una nueva Constitución, y no habiendo intervenido en lo principal,
en todos los preparativos de la elección de constituyentes y no inter­
viniendo en la constituyente misma la mayoría de la opinión de la
Provincia. . .
Sr. D iputado Lobos — Existirá.
Sr. Senador Zamora — .. .existirá el peligro de que el partido
gobernante haga una Constitución para su uso y eso debe alarmar
tanto a los señores diputados y senadores que pertenecen al partido
gobernante como a los de la oposición.
Si el electorado hubiera emitido su voto, como lo hizo en algunos
distritos, el resultado de la elección habría sido completamente dis­
tinto. Una prueba de ello se vió en Quilmes donde en sus tres cuar-
388 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

tas partes, se manifestó en contra de la reforma por la circunstancia


especial de que allí los radicales concurren a las elecciones, lo que
no hacen en otras partes.
Su. Senador Zemborain — Ayudan a los socialistas.
Sr. Senador Zamora — No ayudan a los socialistas. No precisa­
mos ayuda de nadie. Tal vez marchemos despacio, pero avanzamos se­
guros.
Sr. Diputado Uzal — Quizás se arrepienta de la afirmación.
Sr. Senador Zamora — Quién sabe quien se va a arrepentir des­
pués. No se trata ahora de si necesitamos ayuda de algún partido,
la que no necesitamos. Concurrimos a las elecciones con nuestro pro­
grama, hemos manifestado nuestras ideas, de modo que el electorado
sabe por quién y por qué principios vota.
También deseo dejar establecido que las reformas que querría­
mos introducir en la Constitución tienen un sentido colectivista, con­
trario al sostenido por el señor Diputado Osorio. Esto no debe alar­
mar a los señores diputados y senadores que saben, como yo, cuán­
to adelanta el derecho en esta materia; no hay, pues, que asustarse
de las reformas a establecerse, por más fundamentales que ellas sean.
Queremos la reforma de la Constitución para hacerla más adapta­
ble a las necesidades y circunstancias de la época, pero, interpretan­
do la voluntad popular deseamos que todo elector participe en ella.
Somos, sin embargo, contrarios a que se reforme en estas circuns­
tancias la Constitución de la Provincia, porque consideramos que
debió haberse expuesto primero el programa de reformas a introdu­
cirse, el que aun no se sabe cuál será el que sostendrá el partido go­
bernante en la Asamblea Constituyente. Todavía no todos, dentro del
partido gobernante, están de acuerdo con la reforma ni con las modi­
ficaciones que deben introducirse en la Constitución. Lo que se cono­
ce es algo ambiguo y contradictorio.
Hay naturalmente — no es un caso particular nuestro sino ge­
neral a la mayoría de los pueblos — un estado especial en este mo­
mento, de incertidumbre, producto del aflojamiento, diría yo, de
los resortes de la organización social, económica y política del mun­
do. Y no es posibje que los hombres de un mismo partido en estas
circunstancias logren ponerse de acuerdo fácilmente. Pero cuando se
trata de afrontar reformas de la magnitud de las que se proponen
introducir a la Constitución, es necesario ponerse en guardia. Es ne­
cesario dar todas las facilidades que sean necesarias, demostrando
el máximo de interés para que todo el pueblo de la Provincia parti­
cipe en un acto tan trascendental como el de la reforma de la Cons­
titución. Por eso, repito, nosotros, que somos partidarios de la re­
forma de la Constitución, en esta oportunidad somos contrarios, por­
que consideramos que no se han llenado todos los requisitos constitu­
cionales para realizar esa reforma y porque consideramos que está
ausente de la representación en los cuerpos colegiados una parte con­
siderable del electorado de la Provincia que yo no voy a defender,
que yo he sido el primero en muchas circunstancias en combatir y
que no tengo inconveniente en combatir de nuevo como adversario,
frente a frente, pero que aun como adversario hay que ser leales,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 389

reconocer que aun vencidos, hay que darles la oportunidad para que
ellos se manifiesten libremente como nosotros.
Nada más.
Sr. D iputado K aiser — Pido la palabra.
Estamos íntimamente compenetrados los hombres del gobierno
de la Provincia, los hombres del partido gobernante y los legislado­
res que ocupamos estas bancas, de la responsabilidad que contrae­
mos ante el pueblo de la Provincia* y ante el país al propiciar esta
reforma, y nos atreveríamos a llevarlo adelante y detendríamos el
procedimiento que nosotros mismos pusimos en movimiento cuando
el 4 de lebrero de este mismo año sancionamos la ley declarando que
considerábamos necesaria la reforma y sometiendo ese pronuncia­
miento al pueblo de la Provincia. Si no tuviéramos la más absoluta
seguridad que interpretamos un anhelo general, de que esa reforma
es absolutamente necesaria y conveniente como lo acaba de recono­
cer el mismo señor Senador que me ha precedido en el uso de la pa­
labra, que no puede menos de confesar que los mismos representan­
tes socialistas reconocen la utilidad de la reforma y que sólo se opo­
nen a ella por razones de oportunidad.
Pero, señor Presidente, ¿cuándo habría de llegar esa oportuni­
dad sino es en este momento, quizás único, en que pueden llenarse
los requisitos expresos de la Constitución de la Provincia? Es casi
imposible que una Legislatura pueda reunir los tres quintos de los
votos exigidos por la Constitución en cada una de sus Cámaras para
poder sancionar el pronunciamiento que, gracias al momento actual
de la política argentina, nos ha sido posible sancionar en estas dos
cámaras.
Pero nosotros no pretendemos llevar la' reforma a los puntos
que ha mencionado el señor Senador Zamora. No vamos a estudiar,
no vamos a someter a la Convención ninguna de esas reformas de las
bases fundamentales sobre que están asentadas nuestras institu­
ciones políticas y sociales; vamos a mantener, como lo ha manifesta­
do elocuentemente el señor Diputado Osorio, el espíritu individualis­
ta y conservador de esta Constitución. Nuestra reforma es mucho
más pequeña y mucho más sencilla: es una reforma de carácter elec­
toral . . .
Sr. Senador Z amora — De carácter político.
Sr. D iputado Kaiser — . . . que evite la repetición de los hechos
de la elección del 5 de abril que los diputados socialistas quieren en­
rostrarnos a cada momento.
Esa elección demuestra la imprescindible necesidad, la absoluta
urgencia de hacer la reforma de la Constitución, para que sea posi­
ble que el partido que tenga mayoría en el electorado pueda elegir al
Gobernador de la Provincia, porque ha sido demostrado en esa opor­
tunidad que no basta tener mayoría en los comicios, sino que es ab­
solutamente indispensable tener mayoría en el colegio electoral, y
que entonces la elección del Poder Ejecutivo queda al arbitrio de las
combinaciones de los colegios.
SR. Senador Zamora — ¿Me permite una in terrupción ?...
Aquí aparece un criterio contradictorio del partido gobernante.
En los concejos deliberantes se eligen intendentes por el Concejo.
Aquí se sostiene lo contrario.
390 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. D iputado Osorio — Es distinto.


Sr. D iputado K aiser — . . . y no tendremos inconveniente en
incluir en la reforma la elección directa del Intendente, porque he­
mos manifestado que si en la oportunidad de la elección anterior sos­
tuvimos que la elección debía ser de segundo grado, era justamente
para conciliar esa elección con una disposición vigente de la Cons­
titución que así lo exige.
Deseo ocuparme — y he pedido la palabra casi exclusivamente
para eso — de la objeción fundamental que el señor Diputado infor­
mante del despacho de la minoría ha hecho al escrutinio y al resul­
tado del plebiscito. La larga exposición del señor Diputado Verde
Tello quedará como un monumento de dialéctica asentada sobre sofis­
mas inadmisibles. No me explico cómo puede decir el señor Dipu­
tado que la mayoría de los electores que se han pronunciado a favor
de la reforma no son la mayoría porque no lo son en relación a la to­
talidad de los inscriptos, que es otra cosa distinta que la mayoría
de los electores.
Los legisladores que confeccionaron el reglamento por el cual nos
estamos rigiendo, establecieron en un artículo de ese reglamento, que
para que el plebiscito fuera válido, era necesario que la mitad más
uno de los distritos hubiesen participado de la elección; y fíjense
los señores diputados y senadores, que si ese era el espíritu de los
que vivieron en la época en que la Constitución se sancionó, si la mi­
tad más uno de los distritos bastaba para que su pronunciamiento
hiciera válido el plebiscito, no se puede realmente sostener que sea
necesaria la mitad más uno de todo el electorado a favor del plebis­
cito para que él sea válido, porque llegaríamos a cosas inconcebibles
si aceptáramos las teorías del señor Diputado Verde Tello.
En la elección del veinticinco de marzo han sufragado doscien­
tos ochenta mil quinientos electores; de ellos, ciento sesenta y tres
mil (rectifico una cifra que el señor Diputado enunció mal, induda­
blemente por error, en varias ocasiones), se han pronunciado a favor,
siendo evidentemente la mayoría de los que han votado. Pero con la
teoría del señor Diputado, llegaríamos a esta conclusión absurda:
admitiendo que hubiesen votado también a favor del plebiscito los se­
tenta y dos mil que votaron en contra y que hubieran votado a fa­
vor del plebiscito los cuarenta y cuatro mil que votaron en blanco,
tendríamos un total de doscientos ochenta mil votantes que unáni­
memente hubiesen aceptado la necesidad de la reforma, y no hubié­
ramos podido llevarla a cabo por haber trescientos mil que no habían
votado, porque se habían quedado en su casa, por estar enfermos
o ausentes o abstenidos, o porque estando conformes con la reforma,
no querían tomarse la molestia de llegar hasta el comieio. Y habien­
do sufragado doscientos ochenta mil electores de la Provincia por la
reforma de la Constitución, deberíamos pronunciarnos, de acuerdo
con la teoría del señor Diputado Verde Tello, manifestando que la ma­
yoría estaba en contra de la reforma.
Yo creo que el señor Diputado no puede sostener esa enormidad,
no la puede sostener de buena fe.
S r. D iputado V erde T ello — No le voy a admitir que no sea de
buena fe.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 391

S r. D iputado K aiser — Por otra parte, el artículo 217 que ha ci­


tado el señor Diputado no dice que sea necesaria la mayoría de los
electores, dice: «y si la mayoría votase afirmativamente». No dice la
mayoría de los inscriptos ni la mayoría de los electores, sino si la
mayoría votase, la mayoría de los que concurren a la elección.
Sr. D iputado V erde T ello — ¿P or qué no explica el señor Di­
putado cómo se ha modificado el despacho de la mayoría?
Sr. D iputado Berro — No se ha modificado.
Sr. Diputado V erde T ello — Se ha borrado una parte.
Sr. D iputado K aiser — Se habrá corregido un error.
Sr. D iputado V erde T ello — En el despacho decía electores y
ahora veo que lo han tachado.
Sr. D iputado B erro — De los electores que han votado.
S r. Diputado K aiser — Insisto, señor Presidente, en que está
perfectamente establecido, con toda claridad, que la mayoría se ha
pronunciado a favor del plebiscito, no sólo la mayoría de los que han
concurrido al com ido, sino la mayoría de todos los partidos políticos
que hay hoy en la Provincia, haciéndose así la unidad moral a que
hacia referencia el señor Diputado Verde Tello citando una frase de
Estrada.
¿Acaso todos los partidos y todos los gobiernos, desde que la
Constitución se dictó, no han manifestado expresamente como ya se
ha dicho y repetido en ésta y en la otra Cámara, la necesidad de la
reforma? ¿No lo ha manifestado Bernardo de Irigoyen, Ugarte, Can-
tilo, Vergara, proponiendo reformas que no ha sido posible poner en
ejecución por esas circunstancias a que ya me he referido, porque
cuando los partidos políticos están en lucha, siempre han de tener al­
guna razón de oportunidad para no efectuar la reforma cuando no les
conviene?
Refiriéndome a las cifras y argumentos del señor Diputado Verde
Tello, es conveniente pensar que esta misma Constitución sería nula si
se aplicara las teorías aritméticas del señor Diputado. En el plebis­
cito del año 1882, habiendo 78 distritos en la Provincia, solamente 59
concurrieron a la elección; 19 ni se preocuparon.
Sr. D iputado V erde T ello — ¿Cuántos eran los distritos?
Sr. D iputado K aiser — Setenta y ocho.
Sr. D iputado V erde T ello — ¿Cuántos votaron?
Sr. D iputado K aiser — Cincuenta y nueve. Y en esos cincuenta y
nueve, votaron veintiséis mil sufragantes que no se puede decir que
eran la mayoría de los electores en esta oportunidad. De manera que
esta Constitución y su artículo 217 no existiría si se aceptase esa
teoría.
Termino, señor Presidente. Tengo la absoluta confianza que el se­
ñor Diputado Verde Tello está más convencido que yo de que no puede
sostenerse esa teoría. Admiro la elocuencia con que la ha sostenido y
debo decirle para que su tranquilidad sea más absoluta, que, los 678
mil electores de la Provincia tendrán la oportunidad en la elección de
convencionales de manifestar su conformidad a disconformidad.
S r. Senador Z amora — Habrá que ver qué piensan los radicales
cuando vayan.
392 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Sr. D iputado K aiser — . . . Tendrán derecho a enviar sus con­


vencionales todas las opiniones políticas de la Provincia a esa Conven­
ción, y tengo también la certeza, y deben tenerla los señores diputa­
dos, que de ella no han de salir sino modificaciones absolutamente
convenientes para el bien de la Provincia, para la estabilidad de los
gobiernos honestos y para bien de los mismos partidos políticos.
Nada más. (Aplausos).
Sr. D iputado V erde T ello — Pido la palabra.
Quiero decir unas cuantas palabras a efecto de aclarar algunas
de las cosas que ha dicho el señor Diputado Kaiser, en quien va resul­
tando habitual en esta Cámara el acusarnos de mala f e . . .
Sr. D iputado Kaiser — No he dicho eso.
Sr. D iputado V erde T ello — Acaba de decir que solamente por
mala fe puede sostenerse lo que yo he sostenido.
V arios señores legisladores — ¡ N o ! ¡ N o !
Sr. D iputado V erde T ello — Sería disculpable eso en otro se­
ñor Diputado que no tuviera el aprendizaje demasiado largo que el
señor Diputado Kaiser tiene en esta Cámara.
Sr. D iputado K aiser — Lamento que le moleste la duración. (Ri­
sas).
S r. D iputado V erde T ello — Aunque podríamos hacer algunas
reservas con respecto a las distintas posiciones que ha ocupado en esta
Cámara el señor Diputado Kaiser, porque, eso sí, hay que reconocer
que siempre ha estado acompañando a los gobiernos.
S r. D iputado K aiser — ¿Cómo dice? Le ruego quiera repetir lo
que ha expresado, porque no he oído.
Sr . D iputado V erde T ello — He dicho que el señor Diputado
siempre ha estado en esta Cámara defendiendo a los gobiernos; que
los gobiernos han cambiado y el señor Diputado ha sido siempre
oficialista.
Sr. D iputado K aiser — Es una acusación que no tiene ningún
fundamento. He defendido a los gobiernos cuando estaban dentro de
la verdad y de la razón y he estado en contra. . .
S r. D iputado V erde T ello — Nunca ha sido opositor el señor
Diputado.
Sr . D iputado K aiser — Por otra parte, no es mi conducta la que
está en tela de juicio en este momento.
Sr .. D iputado V erde T ello — Entonces no atribuya mala fe
cuando se discute. ..
Sr . D iputado K aiser — No le he dicho.
Sr . D iputado V erde T ello — . . . con toda honestidad, dentro
de los modestos conocimientos que uno tiene.
Sr. P residente — Se va a votar. . .
Sr. D iputado B orrás — Pido la palabra.
Se advierte, señor Presidente, el resultado a que va a llegar esta
Asamblea en el momento de votar los despachos en consideración. Di­
fícilmente habría en estos momentos poder humano sobre la tierra
que pudiera convencer a los señores diputados y senadores de la ma­
yoría, del acto que van a realizar. La resolución que esta tarde va a
votar esta Asamblea ha tenido una corta gestación fuera de este re­
cinto y a los debates partidistas que se han producido, nosotros hemos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 393

asistido a través de las columnas de los diarios. Se ha venido entonces


esta tarde aquí con un propósito determinado y firme de aprobar una
cosa que ya se trae hecha de afuera.

— Se escachan rumores en las bancas de la derecha.

SR. D ifutado B orrás — Pero esta circunstancia no habrá de im­


pedirnos — como lo hemos hecho y como lo vamos a hacer, — dejar
sentados nuestros puntos de vista en forma clara y terminante con
respecto a la resolución que se va a tomar.
Se va a reformar la Constitución, señor Presidente, se van a ele­
gir convencionales para reformar la Constitución Provincial, y nos­
otros entendemos que este acto transcendental de la vida política de
un pueblo, o sea, la reforma de su ley fundamental, debe reunir de­
terminadas condiciones. Y en esta oportunidad, como en cualquiera
otra, las condiciones que debe reunir ese acto transcendental de la vi­
da política son los siguientes: primero, de acuerdo a nuestra Consti­
tución provincial, que haya una mayoría evidente de electores que
apruebe la necesidad de la reform a; segundo, que en la Provincia, en
el sector de la población que habrá de elegir sus convencionales, exis­
tan condiciones políticas normales; y, tercero, que las reformas que
haya de acometer la Convención Constituyente, estén precedidas del
estudio previo de las mismas, que habrá de llegar a conocimiento del
pueblo para que pueda pronunciarse.
Nosotros, y con nosotros la Provincia entera, debe reconocer, que
ninguna de esas tres condiciones se ha cumplido, y por ello es que
vamos a votar en contra de la convocatoria de la Convención Consti­
tuyente, en la misma forma que los representantes socialistas en la
Cámara de Diputados, votaron el año pasado en contra de la iniciati­
va del plebiscito popular.
No me voy a referir con mayor extensión al primer punto, o sea
a la necesidad que existe, de acuerdo a nuestra Constitución, de que
la mayoría de los electores de la Provincia se pronuncie favorable­
mente a la reforma. Ya el señor diputado Verde Tello, en forma elo­
cuente y clara, ha demostrado que esas condiciones no se han reunido.
El ha examinado los artículos pertinentes de la Constitución y ha
llegado u lo que llegaría un niño de primero o segundo grado: a que
163.000 ciudadanos no constituyen la mayoría de 678.000.. .
S r . S enador Z emborain — ¡ Se necesita conocer matemáticas pa­
ra saberlo! Naturalmente que son matemáticas primarias.
S r . D iputado B orrás — Cuando la Constitución y las leyes, no
son en sus disposiciones del todo claras, deben ser interpretadas, y en
este caso me voy a remitir a un juicio de uno de los hombres más res­
petables de nuestro país: me refiero a Alberdi, cuyo cincuentenario
de su muerte acaba de cumplirse. Decía Alberdi: «La Constitución,
como las personas, habla por la letra y por el tono, tiene una voz y
una voluntad; comprender lo que ella dice y lo que quiere sin decirlo,
es lo que se llama interpretar y cumplir la Constitución de buena fe».
Y yo afirmo que los que queremos el cumplimiento de la Constitución
de buena fe, en estos instantes, en la primera provincia argentina,
somos los diputados y senadores socialistas, al oponernos al despacho
394 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

que manda convocar a los constituyentes, por las condiciones precarias


en que se han realizado los actos pertinentes.
El segundo requisito, o sea que existan condiciones políticas nor­
males, que hoy están totalmente ausentes de la Provincia, yo no lo
voy a demostrar, señor Presidente, con palabras mías; lo voy a de­
mostrar con el recuerdo del procedimiento que han adoptado otros
gobernantes de esta Provincia, algunos de los cuales ya han sido men­
cionados en este mismo debate.
Nadie puede desconocer que desde hace tiempo nuestra Provin­
cia y en general nuestro país, por razones que ahora no sería del caso
analizar, atraviesa por condiciones anormales. Los señores legislado­
res no podrán desconocer este hecho verídico y real de la política ar­
gentina . . .
Sr. D iputado Uzal — Pido la palabra.
Yo desearía que la Presidencia me dijera si se ha convocado esta
Asamblea para hacer el proceso político de la Provincia.
Sr. D iputado B orrás — Yo no voy a hacer proceso político algu­
no, como ya lo he afirmado. No me voy a referir a la política general.
Sr. D iputado U zal — Se está refiriendo, y si continúa voy a for­
mular una moción de orden de cerrar el debate.
SR. P residente — Yo les ruego a los señores legisladores que ad­
mitan el conocimiento del Reglamento por parte de la Presidencia. Es­
tima la Presidencia que el señor Diputado no se ha salido de la cues­
tión. Si lo contrario entendiera alguno de los señores legisladores, ro­
garía que planteen la cuestión de orden pertinente. Continúe el señor
Diputado. (Manifestaciones de aprobación en las bancas de la iz­
quierda).
Sr . D iputado B orrás — Tengo necesidad, señor Presidente, de
referirme brevemente a este aspecto de la cuestión para aclarar algu­
nos conceptos que voy a expresar más tarde, en vista de que se han
vertido por parte de algunos señores diputados ciertas opiniones que
pretenderían demostrar lo contrario de lo que yo afirmo. Así, por
ejemplo, hace un momento el señor Diputado Osorio, reconoció esa si­
tuación anormal y, a propósito de ello, nos decía que el cambio ope­
rado en el país y en la Provincia después del 5 de septiembre era una
situación normal, porque el 6 de septiembre — expresaba — fué el
pueblo pensante el que se lanzó a la calle. Pero, yo le pregunto al señor
Diputado Osorio si no fué también el pueblo pensante el que el 5 de
abril se lanzó a las urnas, cuya validez fué desconocida por el gobierno
de facto que entonces existía. ( ¡Muy bien! Aplausos en las bancas de
la izquierda).
Sr. D iputado Osorio — Si me permite, le voy a contestar.
Sr . D iputado B orrás — ...¿ E s a es la condición normal de la
vida política de un pueblo, para que pueda ser convocado a un acto
tan trascendental como el de reformar su Constitución? No, señor
Presidente.
Sr . D iputado Osorio — Me ha formulado una pregunta; permí­
tame contestarla.
Sr . D iputado B orrás — Está contestada con las publicaciones
que todo el país conoce, con los propios decretos del Gobierno de
facto. . .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 395

Sr. D iputado Osorio — Debe admitir mi respuesta...


Sr. D iputado Borrás — Oportunamente.
Para el mejor orden del debate, ganaremos si la respuesta es
dada oportunamente, cuando termine.
Sr. Presidente — En homenaje a la brevedad, ruego al señor
Diputado se dirija a la Presidencia.
Sr. D iputado Osorio — El 5 de abril se congregaron los intere­
ses más bastardos para derrotar a la revolución.
Sr. D iputado Calabria Lombardo — A la tiranía. . .
Sr. D iputado L emos — La respuesta no tiene más valor que el
de una simple frase.
Sr. D iputado Osorio — Como la del señor Diputado, será.
Sr. D iputado E tcheverría — ¡Todos los discursos socialistas
son una sola frase hueca!
Sr. D iputado Osorio — ¡Cuántas palabras inútiles y sin sen­
tido!
Sr. D iputado Calabria L ombardo — Son las que pronuncia el
señor Diputado.
Sr. Presidente — Está en uso de la palabra el señor Diputado
Borrás.
Sr. D iputado Borrás — La falta de condiciones políticas norma­
les quedará demostrada, pues, no sólo con mis palabras, sino con pa­
labras y documentos emanados de autoridades y funcionarios de la
Provincia. Y nada m ejor para esta Asamblea que cerrar por un m o­
mento los ojos a la realidad presente y a las conveniencias políticas
de partido, para fijarse en lo que hicieron otros gobernantes y legis­
ladores del pasado que intentaron reformar la Constitución provin­
cial antes de ahora.
No me voy a remontar a los actos anteriores a 1889; me voy a
referir a las tentativas de reforma de la actual Constitución. La
primera se produjo en 1895, bajo el gobierno del doctor Udaondo. El
proyecto fué presentado con la firm a del número reglamentario de
diputados, y algún tiempo después, al discutirse en 1901, un pro­
yecto análogo, el señor Senador Niño pudo decir de aquel proyecto
de reformas que «surgió en la Honorable Cámara de Diputados el
año 1895, subscripto por los representantes de todas las opiniones
políticas que habían en aquel cuerpo». Yo pregunto si el actual pro­
yecto reúne las mismas cualidades.
En 1897 el mismo Gobernador Udaondo habla por primera vez
de las reformas de la Constitución en un mensaje; y en el mismo,
con toda prudencia, el Gobernador Udaondo se limita a insinuar a la
Legislatura la necesidad del estudio, no obstante que en aquel enton­
ces se había palpado algunas deficiencias evidentes en la Constitu­
ción Provincial. Pero de todas las reformas intentadas y de todos
los proyectos presentados por los gobernantes de la provincia de
Buenos Aires, que hayan reunido las condiciones a que me he refe­
rido, ninguno de tanta importancia, ninguno tan elocuente como el
que en 1898 presentara aquel gran Gobernador, don Bernardo de
Irigoyen.
¿Cómo fundada el doctor Irigoyen la oportunidad de la reforma
en ei mensaje que al efecto envió a la Legislatura el 3 de diciembre
de ese año?
396 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Decía entre otras cosas: «Que el Poder Ejecutivo tiene el con­


vencimiento de que la resolución que proyecta está en la conciencia
de todos los que se interesan por el mantenimiento de nuestras ins­
tituciones y puede invocar también, en apoyo del pensamiento que so­
mete a Vuestra Honorabilidad, las manifestaciones uniformes de la
opinión y las iniciativas promovidas en la Cámara de Diputados y
Senadores*, etcétera.
Y en este mensaje el Gobernador Irigoyen, a semejanza de otros
que también intentaron reformas y diferenciándose de los actuales,
acompañaba una especie de tratado sobre las reformas que el Po­
der Ejecutivo creía oportuno realizar, haciendo de cada una de ellas
el correspondiente examen.
La opinión de la prensa del país fué también de aplauso para el
gobernante, y así «La Prensa», en una edición de aquel año, decía
entre otras cosas: «Indudablemente, la época es oportuna; las pasio­
nes partidistas, por más que encuentren su expresión en las trabas
opuestas en el seno de las cámaras a las iniciativas del poder
administrador, no podrán ser capaces de llevar su tenacidad hasta
hacer imposible un progreso institucional que nadie se aventura a
desconocer y, por otra parte, el carácter respetuoso y moderado del
actual gobierno, que permite formular la esperanza de que las opinio­
nes más contrarias serán tenidas en cuenta, que el sufragio será
amplio, libre y seguro, para que la Convención que ha de resolver so­
bre los destinos de la Provincia en el futuro, sea la expresión más
aproximada posible de la voluntad pública, legisle para todas las
generaciones y todas las divisiones sociales del porvenir, y no sólo
para un día ni para una clase o grupo más o menos importante de
personas».
Este mensaje, que con otros documentos anexos se publicó en fo­
lletos, fué recibido con muestras de simpatía por hombres eminentes
del país, que por esas razones, porque había planteado la necesidad
de la reforma en sus verdaderos términos y de acuerdo al espíritu
de nuestra Constitución, se permitieron expresarle sus felicitaciones.
Entre esas personas, yo he de recordar a Roque Sáenz Peña, Joaquín
V. González, Ernesto Quesada, Francisco Barroetaveña, Mariano de
María y otros más. Pero al llegar el mensaje a la Legislatura y ser
discutido por primera vez en la Cámara de Diputados, sus componen­
tes tuvieron oportunidad de expresar diversos conceptos, que sería
oportuno aplicarlos en el momento presente de la vida política de esta
Provincia.
Así, por ejemplo, en la sesión del 7 de diciembre de aquel año,
el diputado Weigel Muñoz recalcó, a pesar de lo que el Poder Ejecu­
tivo informaba, la necesidad de estudiar con toda detención ese pro­
yecto de reformas y a tal efecto dijo: «Tratándose de un mensaje
tan extenso, hago moción para que se pase a estudio de una Comisión
especial, que se expida previamente respecto a la necesidad a las re­
formas que indica el Poder Ejecutivo. Lo que propongo se ha hecho
en dos cuestiones», y mencionaba dos cuestiones especiales en que
la misma Cámara había intervenido también nombrando comisiones
especiales. Y luego agregaba: «Por otra parte, el mensaje es muy
extenso y conviene que la Cámara, antes de resolver sobre la nece-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 397

sidad de esa reforma, sea asesorada por el estudio previo de una


Comisión».
Es interesante hacer notar bien las reservas que en el mismo
sentido opusieron algunos otros señores diputados. Uno de ellos, el
Diputado Ferrari, pronunciaba estas palabras que son de rigurosa
actualidad, y sobre las cuales debieran meditar quienes van a votar
el proyecto en discusión: «Yo creo — decía — que en este asunto de­
bemos marchar con pies de plomo, y pienso que ante todo debemos
estudiar este punto: si es realmente la Constitución la que no sirve
para gobernar o es el gobierno que no sirve para aplicar la Consti­
tución». Afirm o que actualmente estaínos en esta situación: es el
gobierno quien no sirve para aplicar la Constitución, porque no se
cumple.
Y para terminar — no quiero seguir con este interesante e
ilustrado debate, producido entonces, y que podría guiarnos para pro­
ceder ahora — mencionaré otro párrafo del Diputado Weigel Muñoz,
correspondiente a la sesión del 14 de diciembre del mismo año:
«Cada vez que se ha tratado de abordar la reforma de la Constitu­
ción, se ha buscado siempre un momento propicio, un momento en
que las pasiones se encuentren algo acalladas y no puedan influir
los partidos con sus elementos de acción en dicha reforma, ni puedan
intervenir intereses latentes. Han llegado hasta este punto las pre­
cauciones por un instinto de patriotismo en los partidos políticos, que
en el orden nacional jamás se han sancionado reformas sino de ca­
rácter parcial, como ha ocurrido últimamente, y hasta cierto punto
poniéndose de acuerdo los partidos militantes para considerar la
reforma, a fin de que esto no pudiera servir de instrumento de ac­
ción de un partido contra otro». Esta opinión resume elocuentemen­
te la situación actual, y podríamos reeditarla para votar en contra
del despacho de la mayoría.
Aquel proyecto, por las observaciones formuladas, se postergó
hasta el año 1901, en que recién fué aprobado por la Legislatura des­
pués de un estudio a fondo, y vino luego la convocatoria a elecciones
de la Convención con una serie de incidencias que no refiero por ser
ajenas a este debate. Pero quiero mencionar tan solo la actitud de
otro Gobernador, en 1907, Ignacio D. Irigoyen, que para propulsar
una reforma que tampoco'se llevó a cabo, procedió a nombrar, por de­
creto, a un especialista en cuestiones jurídicas — el doctor Luis V.
Varela — para que compilara las reformas necesarias e indicara, con
el tiempo suficiente, a los legisladores, al pueblo y a la Convención
Constituyente, cuáles eran las necesidades institucionales de la Pro­
vincia, a objeto de que los que tuvieran que intervenir en la discu­
sión o elección estuvieran enterados de lo que debía y quería hacerse.
Aparte de esto, que estoy seguro no conmoverá a los señores se­
nadores y diputados que votarán el despacho, existe otra cuestión
fundamental sobre la cual hablaré brevemente.
No existen hoy condiciones políticas aceptables en la Provin­
cia para convocar a la Convención Constituyente y posiblemente por
lo mismo que no existen esas condiciones políticas aceptables, el par­
tido que hoy está en el gobierno propulsa la realización de esta
reforma con fines exclusivamente políticos. Y no lo voy a demostrar
398 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

solamente con mi palabra. Ya en algún mensaje y en alguna decla­


ración el propio gobierno se ha encargado de deslizar la intención;
pero donde esta demostración es más evidente — y quiero decirlo pa­
ra conocimiento cabal y exacto del pueblo de la Provincia que habrá
de elegir próximamente a los convencionales para reformar su Cons­
titución — donde este propósito, donde este fin político ha sido vis­
to y lo ha podido ver la población de esta Provincia, es a través de
manifestaciones emanadas de los propios Ministros del Poder Eje­
cutivo en una reunión partidaria de diputados y de senadores perte­
necientes al partido gobernante, que se realizó la semana pasada
en esta ciudad.
Lo que voy a reflejar, señores diputados y señores senadores, no
es algo que haya visto con mis propios ojos o haya oído, porque en
esa Asamblea se imaginarán que yo no he estado presente. Pero un
diario que yo conceptúo serio, formal y bien informado, porque hasta
ahora no ha sido rectificado, se ha encargado de revelarnos cuáles
han sido esas manifestaciones ministeriales. Y así resulta que los
ministros del Poder Ejecutivo, en lugar de venir a discutir sus pro­
pósitos reformistas en esta Cámara, como lo hicieron hace muchos
años los del gobernador Irigoyen que he mencionado, han preferido
ir al bloque partidario para hacerlo.
Sr. Senador Zemborain — Han ido como partidarios y no como
ministros, señor Diputado.
Sr. Diputado Borrás — Y para evidenciar el propósito polí­
tico de esta reforma, me voy a permitir leer unas cuantas líneas de
la crónica que al respecto ha hecho el diario «El Día» de esta ciudad,
que es al que me he referido anteriormente. El mismo, después de
hacer una breve crónica sobre el acto, dice así: «Iniciada la reunión,
tomó inmediatamente la palabra el doctor Vilgré La Madrid, quien,
al explicar los objetivos de la misma, se extendió en consideraciones
similares a las que formulara en una comunicación dirigida, con el
mismo motivo, a los diputados y senadores. Sostuvo el Ministro de
Gobierno que es impostergable para los intereses partidarios» —re­
calco, señores diputados y senadores, esta expresión del señor Mi­
nistro de Gobierno..........
Sr. Diputado Luro — No, señor diputado; es del diario «El
Día».
Sr. Diputado Borrás — Estoy leyendo una crónica de un dia­
rio, que hasta la fecha no ha sido rectificada. . .
Sr. Diputado Luro — La crónica es de un diario que no tiene
autoridad.
Sr. D iputado Borrás — Quiero que quede especial constancia
en el Diario de Sesiones de que aquí se habla, por boca de un Mi­
nistro del Poder Ejecutivo, a propósito de las reformas, de los inte­
reses partidarios. . .
V arios señores legisladores — Falta a la verdad.
— Hablan varios señores legisladores a la vez. diri­
giéndose al 6cñor diputado Borras.

Sr. Diputado L uro — Todos conocemos las falsedades en que


incurre el diario al que se refiere el señor Diputado.
Sr. Diputado Borrás — En todo caso tendría que rectificar. . .
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 399

Sr. P residente — La Presidencia lo interrumpe para llamarlo


al cumplimiento del reglamento. Ha tenido con el señor Diputado
toda la tolerancia que la Cámara ha podido comprobar. El regla­
mento autoriza a hablar diez minutos a cada orador y el señor Di­
putado se ha excedido. Le ruego quiera sintetizar.
Sr. D iputado BorrAs — Voy a sintetizar.
Sr. D iputado Osorio — Que quede especial constancia que el
señor Diputado ha incurrido en una falsedad absoluta, al decir que
esas palabras han estado en boca de un Ministro.
Sr. D iputado B orrAs — Pido que la Cámara me deje hablar.
V
— Hablan a la vez varios señores legisladores y suena
la campana de orden.

Sr. D iputado B orrAs — Yo he creído importante, necesario y


fundamental traer a la Cámara esta versión, que hasta ahora, a pesar
de haber transcurrido una semana, no ha sido rectificada. ..
Sr. D iputado Osorio — Falta a la verdad.
Sr. D iputado BorrAs — . . . y lo considero indispensable porque
entiendo que estas manifestaciones producidas en el seno de una
reunión partidaria no tienen la importancia y la trascendencia de
una declaración pública, pero en cambio traducen una confesión
íntima de propósitos...
Sr. D iputado Osorio — Falta a la verdad.
Sr. D iputado BorrAs — Y continúa la crónica en la siguiente
forma. . .
Sr. D iputado L uro — Muy veraz, la crónica. . .
Sr. D iputado B orrAs — . . . «y para los principios comprometi­
dos con el proyecto de reforma de la Constitución, llevar adelante
la convocatoria de la Convención Constituyente, que ha de dar forma
a las aspiraciones entonces enunciadas». Y después de hacer refe­
rencia a hechos pasados, entre ellos las elecciones del 5 de ab ril. . .
Sr. D iputado K aiser — ¡ Qué tiene que ver!
Sr. Diputado BorrAs — No le voy a tocar las elecciones del 5
de abril. . .
Sr . D iputado Osorio — Tóquelas, nomás; no le tenemos nin­
gún temor.
Sr. D iputado BorrAs — Continúo. Y dice la crónica: «se apoyó
en el fracaso de esas gestiones y otros antecedentes para afirmar
que los demócratas nacionales deben valerse por sí solos para con­
solidar sus posiciones y proseguir la obra programada desde el 6 de
septiembre de 1930».
Sr. D iputado Osorio — Es absolutamente inexacto.
Sr . D iputado L uro — Para bien de la Provincia.
Sr . D iputado BorrAs — Por esto, porque se trata de un pro­
pósito político es que el señor Ministro olvidó pronunciar las pala­
bras que el señor Diputado ha pronunciado ahora en su lugar.
Sr. Senador Obregón — Las ha pronunciado, señor Diputado.
Sr. D iputado BorrAs — Y dice más adelante, tendiente todo a
demostrar esta finalidad a que ya me he referido, insiste el señor
Ministro. . .
Sr. Diputado Osorio — Está fuera de la cuestión...
4 00 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

— Var'os señorea legisladores hablan a la voz, y di­


ce el

Sr. Presidente — ¿Me permiten los señores legisladores? Se­


ñor Diputado Borrás: la Presidencia lo llama a la cuestión. El señor
Diputado se ha salido visiblemente del asunto en debate. La Asam­
blea está reunida para el escrutinio del plebiscito y el señor Dipu­
tado está evidentemente fuera de la cuestión. La Presidencia le
ruega quiera sintetizar terminando su discurso.
Sr. Diputado Borrás — Muy bien. Ahí están las crónicas de
los diarios que, repito, no han sido rectificadas y que prueban ter­
minantemente la afirmación que nosotros hemos hecho.
Sr. Diputado Osorio — Vamos a reírnos.
Sr. Senador Zemborain — Matemática infantil.
Sr. Diputado Borrás — Sin reunir la mayoría necesaria, sin
reunir la cantidad de votos indispensables. . .
SR. Senador Roncoroni — Lo ha dicho diez veces.
Sr. Diputado Borrás — .. sin que la Provincia se encuentre
en condiciones normales. . .
Sr. Senador Obregón — Lo dijo ya diez veces.
Sr. D iputado Borrás— . . . pero el señor Senador parece que
no lo comprende.
Sr. Senador Obregón — Lo que pasa es que estoy cansado de
escuchar una exposición tan larga y tan insulsa.
Sr. Diputado Borrás — Puede salirse del recinto...
Sr. Senador Obregón — Yo he venido a cumplir con mi deber.
Sr. Diputado Lemos — Más insulsa fué la del señor Senador,
aunque fué más corta ...
Sr. Diputado Borrás — En esta situación la Provincia no se
encuentra en la actualidad. . .
Sr. Senador Roncoroni — ¿Por qué no renuncia a su banca?
Sr. D iputado Borrás — . . . en condiciones políticas normales
para concurrir a un acto de la trascendencia que implica la reforma
de la Constitución y sin que las reformas hayan sido perfectamente
explicadas. . .
Sr. Senador Roncoroni — Es inexacto.
Sr. Diputado Borrás — . . . ya que todavía no hay claridad sobre
las ideas que propicia el partido oficialista. ¿ Cómo, señor Presidente,
en estas condiciones podemos hacer la convocatoria al pueblo para
elegir constituyentes?
Por estas razones, porque creemos que aun debe esperarse — no
obstante ser necesaria la reforma a la Constitución— , hasta que haya
un poco más de cordialidad política, votaremos en contra de la con­
vocatoria, entendiendo que en esta forma contribuiremos a prestar
un gran servicio al pueblo de la Provincia y dejaremos también sen­
tado un gran principio que concuerda con la tradición honrosa de
los gobernantes que hemos tenido.
Sr. D iputado Lobos — Pido la palabra.
Señor Presidente: el debate está agotado y esta Honorable Asam­
blea está visiblemente cansada después del discurso del señor Dipu­
tado Borrás que, ese sí, ha sido inoportuno, y fuera también del
motivo para el cual estamos convocados.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 401

Quería referirme a las condiciones que según el señor Diputado


Borrás se establecen en la Constitución para que sea legal la reforma
de la misma. Mas no puedo pasar por alto las últimas palabras pro­
nunciadas por el señor Diputado, con un acaloramiento inusitado, al
hacer referencia a una reunión tenida entre miembros legisladores
del Partido Demócrata Nacional y Ministros del Poder Ejecutivo, re­
unión de la cual sólo tiene una versión por un órgano de publicidad,
cuyo representante no estuvo presente, desde luego, en la misma y de
la cual sólo tiene noticias por algún testigo, que ni de oídos vale gran
cosa. Es absolutamente inexacta la versión de lo que sucedió en aque­
lla reunión.
Pero sí, es exacto, señor Presidente, que el Partido Demócrata
Nacional está empeñado en reformar la Constitución con un interés
partidario, y ese sólo puede ser el de que se cumplan los propósitos
enunciados en su plataforma, que no son otros que el bien de la Pro­
vincia y del pueblo de la misma.
El señor Diputado se ha referido a que falta la condición de
normalidad requerida para que se sancione la reforma de la Cons­
titución y hace de esto cuestión fundamental. Y yo pregunto, señor
Presidente: si cuando se sancionó la Constitución de 1853, si cuando
se sancionó la Constitución Provincial, existían las condiciones de
normalidad a que ha hecho referencia el señor Diputado. Las Consti­
tuciones, señor Presidente, suelen reformarse de dos maneras: o por
la fuerza, por medio de un movimiento armado que arrase con todo y
establece nuevamente y desde un principio el nacimiento de las insti­
tuciones, como ha sucedido últimamente en varios países del mundo;
o por reformas racionales, siguiéndose paso a paso las condiciones que
los propios constituyentes anteriores han establecido para que se modi­
ficaran los sistemas. Hemos preferido, señor Presidente, o ha prefe­
rido la revolución de Septiembre este último camino, cuando pudo, al
día siguiente de la revolución, haber cambiado todo el sistema cons­
titucional de la República. ( ¡Muy bien! ¡M uy bien!)
No existe en la Provincia, ha dicho el señor Diputado, las condi­
ciones de normalidad suficientes para una reforma. Sin embargo, se
han cumplido estrictamente las disposiciones que establece la Cons­
titución : se ha votado por esta Legislatura la ley que declara la nece­
sidad de la reforma, y en esa oportunidad ya hicieron oír su voz en
contra los diputados socialistas, no porque ellos fueran contrarios a
la reforma de la Constitución, sino porque consideraban que no era
el momento oportuno. Ha pasado esa situación. Ha votado en favor
de la reforma una mayoría de electores sobre el total de los votantes.
Sobre este punto han hecho también especial hincapié los sostene­
dores en esta Asamblea, de que no se han cumplido los requisitos esta­
blecidos en la Constitución. Sin embargo, señor Presidente, yo le
preguntaría al señor Diputado Verde Tello, que es un abogado dis­
tinguido, si conoce los antecedentes de los sistemas de plebiscitos o
de referéndums, establecidos en otras constituciones del mundo.
Es un caso excepcional este de la Constitución de la Provincia
de Buenos Aires, que establece una consulta al pueblo. En ningún
caso de referéndum, y hay que buscar los antecedentes de la institu­
ción, se establece que es necesario una mayoría afirmativa del padrón
de votantes, para que sea aceptada una enmienda, porque no sería
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — só
4 02 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

posible suponer que el pueblo pueda ser obligado a votar; se le da


la oportunidad de manifestarse: aquellos que no están conformes, que
se molesten y vayan a depositar su voto en contra; pero el indiferente,
o el que está de acuerdo con la reforma, o vota a favor, o se queda
en su casa. Esto es fundamental, y está establecido en todas las
constituciones del mundo que siguen este sistema.
No necesito seguir más, paso a paso, la argumentación del se­
ñor Diputado Borrás, respecto a los proyectos de reformas de la
Constitución, sucesivamente presentados por los gobiernos que ha
tenido la Provincia. El gobierno actual manifestó desde un principio
su propósito de reformar la Constitución. La oportunidad actual no
puede ser más propicia, lo ha dicho el señor Diputado Kaiser. No ha
sido posible hasta ahora que otros gobiernos, con el mismo interés,
hayan podido llegar hasta la convocatoria de la Convención Constitu­
yente. Nosotros no podemos, en interés del propio pueblo de la Pro­
vincia, desaprovechar la ocasión que se nos presenta.
Por estas razones, votaremos tranquilamente en favor del pro­
yecto de resolución presentado por la mayoría de la Comisión.
Nada más.
Sr. D iputado V erzura — Pido la palabra.
En verdad, señor Presidente, este debate está agotado; lo esta­
ba antes de hacer uso de la palabra el señor Diputado Borrás, que
no agregó un solo argumento en contra del despacho de la mayoría
de la Comisión, a los pocos valederos invocados por el señor Diputado
Verde Tello.
Pero yo no participo del concepto que acaba de expresar el señor
Diputado Lobos, cuando afirma que el discurso del señor Diputado
Borrás, ha sido inoportuno; creo que para los legisladores de la ma­
yoría, ese discurso ha resultado muy oportuno, porque nos permite
establecer con toda claridad la dualidad del criterio que aplican los
señores diputados socialistas al juzgar situaciones absolutamente
análogas.
El señor Diputado Verde Tello ha sostenido, en síntesis, que no
pueden ellos aceptar en el momento actual que se lleve adelante el
proceso de reforma de la Constitución, porque hay una importante
fuerza partidaria en la Provincia que se abstiene de ir a los comicios.
Habria que esperar a que ese núcleo partidario — el radical — se
decida a emitir su opinión respecto a la procedencia de la reforma,
para considerar cumplidos los requisitos constitucionales previos a
la misma. Posteriormente, el señor Diputado Borrás ha invocado el
ejemplo de cómo procedían los gobernantes del pasado, y nos ha ci­
tado, en primer término, el nombre del que calificó con toda justi­
cia, de gran gobernador, de don Bernardo de Irigoyen, cuya figura
augusta preside nuestras deliberaciones. Ha leído expresamente pá­
rrafos del mensaje con que el eminente estadista fundamentara su
proyecto de reformas a la Constitución, sosteniendo que la Provincia
se encontraba en perfectas condiciones para abordar la cuestión plan­
teada, dado el estado de tranquilidad reinante y que no había pro­
blemas políticos de trascendencia que contemplar. Nos ha citado pos­
teriormente el señor Diputado Borrás, la iniciativa del ex goberna­
dor Ignacio D. Irigoyen, quien designó al ilustrado constitucionalista
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 403

doctor Luis V. Varela, para que proyectara un plan de reformas a la


Constitución de Buenos Aires. No lo ha recordado, pero lo voy a
recordar yo. que en el decreto de designación del doctor Varela, el
ex gobernador Ignacio D. Irigoyen, también hizo mérito de la situación
de absoluta tranquilidad política porque atravesaba la provincia de
Buenos Aires, que permitía iniciar sin dificultad alguna el proceso
de la reforma constitucional. Pero el señor Diputado Borrás ha omi­
tido un detalle, detalle que para mí es fundamental en este caso, por­
que demuestra, como digo, la dualidad de criterio de los 'señores di­
putados socialistas, para juzgar situaciones absolutamente análogas.
Durante el gobierno de Bernardo de Irigoyen de 1898 a 1902 y de
Ignacio D. Irigoyen, de 1906 a 1910, también el partido Radical es­
taba en la abstención, también proclamaba la irregularidad de la
situación política de nuestro país, también se negaba a participar en
las actividades electorales y anunciaba la revolución. Como los seño­
res diputados nos traen el ejemplo de aquellas épocas para que nos
inspiremos en ellas, podemos aceptar la sugestión, decirles que sí
nos inspiramos en la acción de esos grandes gobernantes que nos
precedieron honrosamente en el gobierno de la provincia de Buenos
Aires, porque creemos que la situación actual ofrece, como entonces,
las garantías necesarias para que todo ciudadano honesto que quiera
cumplir con sus deberes cívicos pueda depositar su voto en pro o en
contra de la reforma. Ante situaciones idénticas, pues, no podemos,
no debemos admitir que los señores diputados socialistas pretendan
enrostrarnos antecedentes que abonan ampliamente nuestra conducta
actual.
Se necesita, señores legisladores, mucha serenidad para parti­
cipar de estos debates, en el curso de los cuales se comprueban con­
tradicciones inexcusables e inexplicables en el criterio de los legis­
ladores que impugnan el proyecto actual y para no reaccionar hasta,
intensamente, diría, para poner de relieve que no se mide a todos
los hombres que actúan en la Provincia con la misma vara, por
hombres que procuran exhibirse como procediendo con un criterio
de severa justicia; que afirman ser los defensores en esta Cámara
de la verdad institucional y del respeto a las libertades cívicas y los
derechos del pueblo.
Estamos hoy, repito, en la misma situación que señalaba don
Bernardo de Irigoyen, en la misma situación del gobernador don Ig­
nacio D. Irigoyen. cuando propiciaban la reforma de la Constitución.
¿Por qué, entonces, no podríamos hacer hoy lo que se quería hacer
avei, señores legisladores? ¿P or qué lo que consideran encomiable
los señores diputados socialistas, al punto de traerlo como ejemplo a
este recinto, ha de ser repudiable si disponemos realizarlo nosotros
hoy?
Más aun, señor Presidente: De entonces ahora, han transcurrido
veinte años, en esos veinte años se ha ratificado la necesidad de la
reforma. Las palabras del señor Diputado Borrás — de aceptarlas sin
reserva — llevarían a esta Asamblea, que ha escuchado tantos ar­
gumentos absurdos por parte de los señores legisladores socialistas,
que al fin y al cabo uno por parte nuestra, no tendría por qué asom­
brarla, llevaría a la Asamblea — repito — a la conclusión de que los
404 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

momentos oportunos para realizar la reforma constitucional en Bue­


nos Aires, son precisamente aquellos en que el partido Radical se
encierra en la abstención. Lo fué en 1898, y luego en 1907, según los
representantes socialistas. Vuelve a serlo también, en consecuencia,
en 1934. Si han de sacarse conclusiones con lógica estricta de los an­
tecedentes que traen los señores diputados, esa sería la única con­
clusión razonable.
Y podemos pensar que debe ser así, cuando tenemos presente
que los gobiernos radicales de 1918 a 1930 propiciaron y trataron de
adelantar el proceso de la reforma constitucional, pero ninguno de
ellos pudo llevarlo a buen fin, no obstante contar en el seno de la
Legislatura con amplia mayoría. Les faltó a sus dirigentes, sin duda,
la energía en la acción y las aptitudes necesarias para terminar la
ardua como trascendental tarea.
Siendo así, ¿por qué nos hemos de retraer ahora con escrúpulos
que no tienen ninguna justificación? Lo ha dicho muy bien el señor
Diputado Kaiser: la parte de opinión de la Provincia que no ha que­
rido votar en las elecciones de plebiscito, tiene ahora abierta las puer­
tas de los comicios para la elección de convencionales, y la conven­
ción futura, si fuera ello realmente la voluntad de la mayoría del
pueblo, como parecen sostenerlo en principio los señores legisladores
socialistas, podría resolver que, por ahora, no debe reformarse la
Constitución. Esa convención soberana, señores legisladores puede,
una vez reunida, declarar que la Constitución actual debe mantener­
se en vigor sin alteración. El camino está libre para ello y el pueblo
de Buenos Aires no lo ignora. Los señores diputados y senadores
saben perfectamente que encierra una verdad irrebatible, por más
que el señor Diputado Verde Tello haya querido desconocerla, el prin­
cipio enunciado por el señor Gobernador de la Provincia de que la
abstención no da derechos. Y más que un principio que podamos dis­
cutir jurídicamente, es hasta un concepto difundido en el mundo
casi desde la época en que se organizaron las sociedades bajo formas
legales. Desde entonces aparece consagrado el principio de que quien
calla otorga, y si queremos establecer su alcance jurídico — el se­
ñor Diputado Verde Tello no debe ignorarlo — recordemos las pa­
labras de Alfonso el Sabio en sus Leyes de Partida: «El que calla
no siempre otorga, tan solamente no niega».
Ante el resultado de la última elección de plebiscito realizada en
Buenos Aires, podemos inspirarnos en las palabras de Alfonso el
Sabio, para decir: los electores de Buenos Aires que no han querido
votar ni en favor ni en contra del plebiscito; que se han quedado ca­
llados; no han manifestado, evidentemente, su voto afirmativo para
que la reforma constitucional se realice; pero no han negado la ne­
cesidad de ella. En ese sentido debemos interpretar la voluntad del
pueblo de Buenos Aires, y con toda tranquilidad, decididamente, con­
siderarnos sus fieles intérpretes y llevar adelante el proceso iniciado.
(¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos).
S r . P r e s i d e n t f — Se va a votar en general el despacho de la
mayoría.
— Resulta afirmativa.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 405

S r. D iputado Costanza — ¿De cuántos votos?


Sr . Secretario F ernández G uerrico — Ochenta y uno, señor
Diputado.
Sr . P residente — En consideración en particular.
— Se vota el a r t í c u lo 1 », y es aprobado.

S r. D iputado V erde T ello — ¿P or cuántos votos?


S r. Secretario F ernández Guerrico — Ochenta y uno.
Sr. D iputado P eri — ¿ Sobre cuántos legisladores presentes ?
S r. Secretario F ernández G uerrico — Noventa y cinco.
Sr . P residente — En consideración el artículo 2".
— No haciéndose uso de la pa'abra se vota y es
aprobado.

— El artículo 8* es de forma.

SR. P residente — Queda sancionado. Se comunicará al Poder


Ejecutivo. Queda levantada la sesión de Asamblea.

— Es la hora 20 y 30.
CAPITULO VI
PROYECTO, DEBATES Y SANCION DE LA LEY REGLAMENTANDO
EL FUNCIONAMIENTO DE LA CONVENCION CONSTITUYENTE

I. — Texto del proyecto fijando diversas disposicio­


nes sobre la elección y funcionamiento de la
Convención Constituyente, fundamentos del mis­
mo y discusión en general en el H. Senado.
Sesión del 3 de julio de 1934.
II. — Discusión en particular en el H. Senndo. Se­
sión del 4 de julio de 1934.
III. — Discusión en general en la II. Cámara de
Diputados. Sesión del 5 de julio de 1934
IV. — Discusión en particular en la H. Cámara do-
Diputados. Sesión del 6 de julio de 1934.
\ . — Texto definitivo de la ley, registrada con el
número 4219.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 409

PROYECTO DE LEY FIJANDO DIVERSAS DISPOSICIONES SOBRE


LA ELECCION Y FUNCIONAMIENTO DE LA CONVENCION
CONSTITUYENTE.

D IS C U S IO N E N G E N E R A D

S esión del H on ora b le S en ado d el 3 de ju lio de 1934

APROBACION DE LA MOCION DE SOBRE TABLAS DEL SEÑOR SENADOR OBRE­


GON, EN EL PROYECTO DE LEY DE LOS SEÑORES SENADORES MIGUEZ.
OBREGON, MARTINEZ Y ELENA, POR EL QUE SE REGLAMENTA EL FUNCIO­
NAMIENTO DE LA CONVENCION CONSTITUYENTE, COMO ASI TAMBIEN F I­
JANDO PARA EL DIA 4 SESION ESPECIAL, A FIN DE CONTINUAR CON EL
ORDEN DEL DIA.

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados, etc.


Art. 1* La elección de los ciudadanos que han de formal* la Con­
vención Constituyente, convocada para el 27 de setiembre próximo,
se realizará con el mismo registro cívico y las mismas autoridades de
comicio y ubicación de mesas que la verificada el 25 de marzo pró­
ximo pasado.
Art. 2’ Los reemplazos de los presidentes de mesas que estuvie­
ren impedidos o que, por cualquier otra causa, no pudiesen desempe­
ñar el cargo, serán resueltos por las municipalidades, jueces de paz
y Junta Electoral, de acuerdo con lo previsto en la Ley 3489.
Art. 3" La Junta Electoral, en sesiones sucesivas, desde el día
siguiente al de la elección, practicará el cómputo de votos, aplicará
el cuociente, a las listas de cada partido, hará la nómina de los can­
didatos electos y de sus suplentes, tal cual procede al considerar las
elecciones de diputados y senadores; y remitirá las actas y demás
documentos, conjuntamente con el premencionado resumen de las
operaciones realizadas, a la Asamblea Legislativa; y ésta formulará
o adoptará un reglamento para facilitar su funcionamiento, revisará
el escrutinio, juzgará, como juez único, sobre la validez del acto en
juzgamiento y proclamará a los diputados convencionales electos, a
quienes el Presidente entregará, como credencial, un diploma y una
medalla del mismo formato y cuño de los que otorgan ambas cáma­
ras a sus miembros componentes.
Art. 4V A los efectos de mantener la proporcionalidad en la re­
presentación, los diputados convencionales renunciantes o cesantes
por cualquier otra causa, serán reemplazados por los candidatos de
sus mismas listas que siguieren en orden de colocación a los últimos
incorporados.
4 10 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Art. 59 Para ser diputado convencional, se requiere: mayoría


de edad, ciudadanía natural en ejercicio o legal después de cinco años
de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no sean
hijos de la Provincia.
Art. 69 Los diputados convencionales, que desempeñarán sus car­
gos ad honorem, gozarán de las mismas inmunidades de los diputa­
dos y senadores.
Art. 79 La Convención formulará o adoptará un reglamento pa­
ra sus deliberaciones, nombrará dos secretarios y dos prosecretarios,
eligiendo uno de cada Cámara, y dispondrá de la mitad del personal
de las mismas hasta tanto le sea necesario para el cumplimiento de
sus funciones.
Art. 89 El Poder Ejecutivo otorgará, sin cargo, a los diputados
convencionales, los pasajes que les fueren indispensables para el des­
empeño de su misión.
Art. 99 Los gastos que demande la ejecución de esta Ley y el
funcionamiento de la Convención Constituyente, se declaran de im­
prescindible urgencia, y se cubrirán de rentas generales con imputa­
ción a la misma.
Art. 10. Comuniqúese al Poder Ejecutivo.
Edgardo J. Míguez, Binito E. Martínez, &ait¡ A. Obregón,
Waltcr Elena.

FU N DAM EN TOS

Resuelta la convocatoria a elecciones de diputados convenciona­


les, se hace necesario dictar la ley habilitante de los comicios, y es­
tablecer las reglas para que pueda llevarse a cabo el acto sin tropie­
zos y para que funcionen la Asamblea Legislativa y la Convención
Constituyente en forma desenvuelta y normal.
A facilitar, pues, todos los actos relacionados con la próxima
Convención del 27 de septiembre próximo, tienden los artículos de
este proyecto, cuyo auspicio solicitamos de nuestros distinguidos co­
legas de representación.
En él se establece bien claramente cuáles son los procedimientos
a seguir por la Junta Electoral, que si bien carece de función cons­
titucional, se ha desempeñado airosamente como un organismo inter­
medio, cuyos fallos han sido respetados desde el día de su creación
hasta el momento actual.
Ella, con criterio jurídico y absoluta independencia de acción,
pone de manifiesto los defectos a través de cada urna, formula los
cómputos y los cuocientes y dice cuáles son los candidatos que han
resultado electos.
La Asamblea Legislativa se dará su propio reglamento, para lo
cual queda autorizada por la ley, aunque esa autorización no sea me­
nester, desde que, sin orden en las deliberaciones, no le sería posible
desempeñar normalmente sus serias funciones constitucionales, ni es
concebible que la falta de autorización legal pueda enervar su acción
prevista expresamente en nuestra Carta Fundamental. Revisa, ade­
más, el escrutinio de la elección, ya preparado por la Junta; juzga
de la validez del acto y diploma a los electos, a quienes el Presidente
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 411

del cuerpo expide sus credenciales o justificativo de sus cargos e in­


munidades que se les reconoce.
Se prevén los reemplazos de diputados convencionales, de mane­
ra que los partidos actuantes no sufran desmedro en la representa­
ción por las bajas que puedan experimentar sus representantes.
Se declara que la función de Diputado Convencional es gratui­
ta, excepto en cuanto se refiere al gasto de pasajes indispensables
para sus traslados.
Y para evitar toda discusión sobre diplomas y facultades de re­
glamentar el funcionamiento de la Convención Constituyente, se le
autoriza, desde ya, para que dicte o adopte un reglamento adecuado
a los fines de su misión.
Señores senadores: Este proyecto, que dejamos fundado, re­
quiere una sanción urgente, por ser habilitante de actos a realizarse
en breve plazo.

Sr. Obregón — Pido la palabra.


El proyecto que acaba de tener entrada, señor Presidente, tien­
de a reglamentar el procedimiento que ha de seguirse para la elec­
ción de los ciudadanos diputados a la Convención Reformadora de
la Constitución, que de acuerdo con lo resuelto por la Asamblea Le­
gislativa, deberá reunirse en esta capital el 27 de septiembre próxi­
mo. Asimismo tiende a determinar las condiciones que deben reunir
los candidatos a convencionales.
Como se trata de un asunto cuya sanción urge, hago moción de
sobre tablas, interpretando el pensamiento del sector demócrata na­
cional. Igualmente mociono para que este cuerpo se reúna mañana,
a fin de poder considerar este proyecto en particular, cuya sanción
en general tendrá lugar hoy. De manera que de este modo, sesionan­
do mañana, podremos al mismo tiempo que tratar en particular ese
proyecto, continuar con el numeroso Orden del Día que, posiblemen­
te, no podremos terminar hoy.
Nada más.
Sr. Presidente — En consideración las indicaciones hechas por
el señor Senador Obregón.
Sr. Moreno — Pido la palabra.
La Cámara podrá apreciar perfectamente de que no es posible
tomar nota en todas sus partes de un proyecto que recién ha tenido
entrada en el día de la fecha. Si bien es cierto que existe la necesi­
dad de urgencia que manifiesta el autor del proyecto, nada se per­
dería si se le diese entrada hoy y se dejase para tratarlo en general
en la próxima sesión.
En ese sentido, yo le pediría al señor Senador Obregón que mo­
dificara su indicación.
Sr. Obregón — Pido la palabra.
En realidad, señor Presidente, hay leyes cuya discusión en gene­
ral casi es inútil. Tal sucede con la Ley de Presupuesto, porque des­
de luego, es de admitir que necesariamente la Provincia debe tener
un Presupuesto. Con esta ley acontece lo mismo. Se trata de una ley
que tiende a establecer una reglamentación necesaria. No es posi­
ble que no estemos de acuerdo en que hay necesidad de reglamentar
la convocatoria a elecciones de convencionales. De manera que no
412 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

puede haber, en verdad, ningún escrúpulo en votar una ley que es


absolutamente necesaria, pudiendo modificarse en particular, en el
caso de que algún señor Senador tuviese alguna observación que
formular.
A mi juicio, es una ley necesaria e indispensable. Como idea ge­
neral, no puede ni siquiera ponerse en tela de juicio.
Sr . Moreno — ¿Me permite, señor Presidente?
Yo no he querido entrar a hacer mayores consideraciones para
justificar esa breve prórroga pedida, la que, por otra parte, no sig­
nificaría una obstrucción a la necesidad aducida por el señor Sena­
dor Obregón. Hay hasta una razón de tiempo que justifica mi pedi­
do, para que los señores senadores puedan estudiar este proyecto,
y, en todo caso, proponer otro en sustitución del mismo. Estamos to­
dos de acuerdo en que hay que reglamentar, en que es necesario que
se sancione una ley de esta naturaleza; pero hay tiempo para exami­
nar ese proyecto dentro de la prórroga solicitada, a fin de poder pro­
poner las modificaciones o sustituciones que se consideraran conve­
nientes.
Yo creo, pues, que el señor Senador Obregón no puede tener in­
conveniente en acceder al pedido que dejo expresado.
SR. Obregón — Insisto, señor Presidente, en mi moción de que
se trate sobre tablas, en general, el proyecto de que se acaba de dar
cuenta, y mantengo la moción de que la Honorable Cámara celebre
Besión en el día de mañana para continuar con los asuntos del Or­
den del Día.
Sr . Presidente — Si no se hace uso de la palabra, se va a votar,
en primer término, la indicación del señor Senador Obregón para
tratar sobre tablas el proyecto de ley de que se ha dado cuenta y que
va a leer enseguida la Secretaría.
— Se lee nuevamente.

— Ocupa la Presidencia el señor Yireprasidente pri­


mero de la Honorable Cámara, doctor Edgardo J. Mi­
gues.

Sr. Presidente — Se va a votar si se trata sobre tablas el pro­


yecto que está sobre la mesa del Honorable Senado.
— Se vota y resulta afirmativa de más de dos tercios
de votos.

SR. Presidente — Se tratará como primer asunto del Orden del


Día.
En consideración la segunda parte de la moción del señor Sena­
dor Obregón: la celebración de sesión en el día de mañana. El se­
ñor Senador ¿propone que sea sesión especial?
Sr. Obregón — Sesión para continuar con el Orden del Día. . .
Sr. Presidente — Se va a votar la indicación del señor Senador:
si se celebra sesión especial en el día de mañana.
— Resulta afirmativa de más de dos teñios de votos.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 413

APROBACION EN GENERAL DEL PROYECTO DE LE Y DEL SEÑOR SENADOR


MIGUEZ Y OTROS. SOBRE REGLAM ENTACION D E L FUNCIONAMIENTO DE LA
CONVENCION CONSTITUYENTE.

S r . P r e s id e n t e — En consideración en general el proyecto de


ley sobre elección de ciudadanos para la Convención Constituyente.
Se va a dar lectura del proyecto.
— Se lee nuevamente el proyecto transcripto en el
punto 5. i

S r . P r e s id e n t e — Está en consideración. Si no se hace uso de la


palabra, se va a votar en general.
Los señores senadores que están por la afirmativa, sírvanse mar­
car la votación.
— Se vota y resulta afirmativa.

DISCUSION EN PARTICULAR

Sesión del H. Senado del 4 de julio de 1934

S r . P r e s id e n t e — Corresponde pasar al Orden del Día. Debe


considerarse en particular el asunto que figura con el número uno:
Proyecto de ley sobre elección de ciudadanos a la convención consti­
tuyente.
S r . S e c r e t a r io (Villa Abrille) — El proyecto se encuentra en la
página 88.
— Se lee:

Art. I 9 La elección de los ciudadanos que han de formar la Con­


vención Constituyente, convocada para el 27 de septiembre próximo,
se realizará con el mismo registro cívico y las mismas autoridades
de com ido y ubicación de mesas que la verificada el 25 de marzo pró­
ximo pasado.
S r . P r e s id e n t e — Está en consideración el artículo l 9.
S r . S a p o r i t i — Pido la palabra.
Voy a referirme, con motivo de este artículo l 9, a una cuestión
que está también íntimamente vinculada con el artículo 2*, que es
la elección de las autoridades de comí ció. Entendemos que sería con­
veniente que previendo el caso eventual de que no se pueda conseguir
que sean autoridades de comicio en la elección de convencionales los
mismos ciudadanos que lo fueron en la elección del 25 de marzo úl­
timo, se disponga que los Concejos Deliberantes deberán reunirse
dentro de un plazo breve a efecto de elegir los presidentes de mesa.
De lo contrario, como los señores senadores han de haber tenido opor­
tunidad de comprobarlo en muchas ocasiones, puede correrse el ries­
go de que ocurra en este caso lo que ocurre cada vez que la munici­
palidad realiza estas elecciones de presidentes de mesa: que llueva
una cantidad de renuncias. Como ha transcurrido un lapso de tiempo
414 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

bastante amplio desde la última elección, posiblemente esa situación


se verá agravada y se verán obligados los Concejos a llamar a sesio­
nes especiales para poder elegir los reemplazantes. A fin de prever
esa dificultad eventual, sugerimos la conveniencia de que el artículo
l 9 se redacte estableciendo que las municipalidades, en un plazo que
podrá determinarse en este proyecto de ley, realicen las designacio­
nes de autoridades de mesa.
S r . O b r e g ó n — P id o la palabra.
Yo entiendo, señor Presidente, que el artículo, en la forma que
está, es suficientemente claro y que no puede, su aplicación, traer
ninguna dificultad, puesto que las autoridades de comicio y la ubica­
ción de las mesas, ya están determinadas por la ley que rigió en las
elecciones del 25 de marzo próximo pasado. En esa misma ley se es­
tablece la forma en que han de ser reemplazadas las autoridades de
comicio o alterada la ubicación de las mesas, en los casos especiales
en que no puedan concurrir las personas designadas o en que sea
necesario cambiar la ubicación de las mesas. De manera que yo. por
mi parte, voy a votar este artículo tal cual está.
S r . M íg u e z — Pido la palabra.
El artículo quiere que los presidentes de mesa que han actuado
el 25 de marzo, sean los mismos que estén a cargo de las mesas en
los comicios para la elección de convencionales. Hay personas cier­
tas, habilitadas para presidir las mesas, y será mucho más fácil con­
seguir que ellas concurran, por lo menos en un porciento muy ele­
vado, que hacer un nuevo sorteo a los efectos de elegir otras perso­
nas que acaso ro reúnan las condiciones ya evidenciadas por los que
han actuado y que, además, estén dispuestas a ir al acto electoral im­
prescindiblemente.
Ahora, para el caso de que un cierto número de presidentes de
mesa, que ya han actuado, que ya han demostrado sus condiciones
para el cargo, puesto que no hay anulación de mesas en la elección
del 25 de marzo, en forma apreciable; esta situación deberá tenerse
presente más bien al considerarse el artículo segundo y cuando se
ponga a discusión.
S r . P a r o d i — Hay otra razón más y es que estas mesas que han
sido sorteadas para la elección de marzo son las mismas que tienen
que funcionar en noviembre, de manera que no hay dificultades por
el momento, ni serán mayores las que se presenten en noviembre. La
observación del señor Senador Saporiti, me parece que está demás.
Sr. M íg u e z — Continúo. Por lo demás, si el Poder Ejecutivo al
poner en vigencia la ley encontrara que podía existir alguna dificul­
tad, sería el caso, de acuerdo con la observación del señor Senador,
de que le bastaría con indicar a la Municipalidad los plazos dentro
de los cuales debe sortearse.
Si los presidentes no son hábiles para presidir la mesa el día de
la elección, siempre habrá tiempo suficiente para hacer la designación
de los nuevos presidentes. Es una observación, entonces, más válida
para hacerla cuando se trate el artículo segundo.
S r . R o n c o r o n i — Yo voy a proponer una pequeña modificación
de forma, para aclarar más el artículo. Donde dice «las mismas au­
toridades de comicio y ubicación de mesas» yo agregaría «que las
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 415

que funcionaron» en la elección verificada el 25 de marzo próximo


pasado. A sí me parece que quedaría más clara la redacción.
S r . M íg u e z — Es que rige con la elección. Yo me opongo a la mo­
dificación. Gramaticalmente está bien redactado. Lo que se quiere,
y pretende el artículo, es que la elección se verifique en la misma
forma que la del 25 de marzo, con las mismas autoridades de comí ció
y con la misma ubicación.
S r . P r e s id e n t e — S e v a a v o t a r e l a r tíc u lo l 9.

— Se le e :V

Art. P La elección de los ciudadanos que han de formar la Con­


vención Constituyente, convocada para el 27 de setiembre próximo, se
realizará con el mismo registro cívico y con las mismas autoridades
de comicio y ubicación de mesas que la verificada el 25 de marzo pró­
ximo pasado.
— Re vota y rexultn afirmativa.

— Se lee:

Art. 29 Los reemplazos de los presidentes de mesas que estuvie­


ren impedidos o que, por cualquier otra causa, no pudiesen desempe­
ñar el cargo, serán resueltos por las municipalidades, jueces de paz
y Junta Electoral, de acuerdo con lo previsto en la Ley 3489.
Sr. MÍGUEZ — «o Junta Electoral» debe decir por que es por su
orden.
— S p lee en psa f o r m a .

S r . M íg u e z — Es natural, señor Presidente, que las municipali­


dades — para eso están los partidos políticos que deben procurar or­
ganizar el acto electoral — deberán reunirse con el tiempo suficiente
para poder ejecutar el acto, y si no se reunieran, entonces les co­
rresponde a los jueces de paz y en último caso a la Junta Electoral,
tal cual lo dispone la Ley Electoral. Creo que la acción de los par­
tidos allanará las dificultades, si es que tienen interés de llegar a
los comicios como vulgarmente se dice, con cartas limpias. Más vale
en estos casos la acción de los partidos, que la del propio gobierno.
S r . S a p o r i t i — Yo encuentro una elasticidad en la frase que se
refiere a «que estuvieren impedidos o que por cualquier otra causa».
De acuerdo con la ley electoral ya se han fijado los casos de excusa­
ción. Me parece, ya que la mayoría ha resuelto que las autoridades
sean las mismas del último acto eleccionario, que se fijase en forma
más terminante y precisa la obligación, para evitar que se eluda el
cumplimiento, en esta emergencia, de la Ley Electoral. Yo sugeriría
la conveniencia de que después de donde dice: «los reemplazos de los
presidentes de mesa», se agregara: «que por razones de fuerza ma­
yor justificada», etcétera.
Sr. S a l a s C h a v e s — No hay fuerza mayor sino impedimentos
legales.
S r . M íg u e z — Sería cuestión de impedimentos legales. Podría
haber incurrido en quiebra, estar concursado o tener otro impedi­
mento.
S r . S a p o r i t i — Como el artículo se refiere a impedimentos le­
gales.
4 16 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

S r . M íg u ez — Legales o físicos.
S r . S a p o r it i — Precisamente yo decia razones de fuerza mayor
justificada.
Sr . S a l a s C h a v e s — E l p ropósito es ese.
Sr. M íg u e z — Impedidos legal o físicamente.
Sr . B a l iñ o — O cualquier otra causa.
Sr. S a l a s C h a v e s — P o r im pedim ento legal, con eso está dicho
todo.
S r . S a p o r it i —
Esto evitaría la elasticidad de la redacción.
(Villa Abrille) — El artículo quedaría redacta­
S r . S e c r e t a r io
do en la siguiente form a: «Los reemplazos de loa presidentes de mesa
que estuvieren impedidos legalmente, y no pudiesen desempeñar el
cargo. . .
S r . M íg u e z — N o , señor S ecretario.
Los reemplazos de los presidentes de mesa oue estuvieren impe­
didos legalmente.
Yo quería hacer notar otra cosa, porque esta es una ley que está
muy estudiada, y sino concurre el presidente de mesa, siempre se
conviene entre los partidos, para evitar que una mesa quede sin pre­
sidente, la forma de proveer a ese nombramiento. Con esta redacción
de la ley resultaría que no se podría reemplazar sino estuviese le­
galmente impedido.
Sería quizá mejor dejar bien sentado el concepto que la Comisión
y la Cámara tiene al respecto y dejar tal cual está el artículo, así
para todos los casos de impedimento o mala voluntad de la persona
designada presidente, se evitaría que la mesa deje de funcionar.
S r . S a p o r it i — L o que persigue el artículo es que se constitu­
yan todas las mesas.
S r . M íg u e z — Por eso se ha puesto «cualquier otra causa».
S r . O b r e g ó n — Puede haber impedimentos legales o impedi­
mentos físicos.
S r . M íg u e z — O por m ala voluntad de un p resid en te que d eja sin
fu n cio n a r un com icio, y es eso lo que debem os e v ita r, a cuyo e fe cto
bastará que se d ir ija un te le g ra m a a la Jun ta p ara que ésta design e
o tra persona, y com o el com icio puede fu n cio n a r desde las doce ho­
ra s en adelante, no qu edará sin rea liza rse el acto electoral.
S r . P o r r in i — En ese caso hay titulares y suplentes.
S r . S a l a s C h a v e s — Resulta que a veces no concurre ninguno.
S r . M íg u e z — Aquí mismo en La Plata ha ocurrido que los par­
tidos han tenido que ponerse de acuerdo, a último momento, para
designar presidente.
S r . S a l a s C h a v e s — Y en A v e lla n ed a se ha rep etid o muchas
veces e l caso y con la con fo rm id ad de los represen tan tes socialistas
y radicales siem p re se ha solucionado así.
S r . S a p o r it i — Yo hacia esta indicación porque en el artículo
2" ya se refiere a la Ley Electoral.
.SR. S a l a s C h a v e s — El caso que plantea el señor Senador Míguez
es otro, y este artículo lo contempla, por lo que opino que convendría
dejar el artículo como está, porque se ha citado el caso concreto que
no está en la ley pero sí en la práctica.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 417

S r . S a p o r it i — Tengo la impresión de que en la forma en que está


redactado el artículo segundo, parecería que alentase a algunos pre­
sidentes de mesa a no cumplir con su deber, a buscar esa excusa que
aquí le fijamos.
S r . M íg u e z — Todos los presidentes de mesa que sin tener impe­
dimento legal dejen de cumplir con su deber, pueden ser perseguidos
a requerimiento de cualquier elector. De manera que en esos casos
cabrá la acción de los partidos y de los electores, para obligar de una
vez a que los que resulten sorteados cumplan con su deber.
Sr. S a p o r i t i — Pero aquí dice: « . . . o que, por cualquier otra
causa, no pudiesen desempeñar el cargo». Es una forma tan vaga,
que se podría invocar esa causa que no está precisada en esta ley de
emergencia.
S r . S a l a s C h a v e s — Pero el concepto lo conocemos nosotros.
Sr . M íg u e z — No es posible enumerar todas las causas por las
cuales un presidente de mesa puede verse obligado a faltar. Podría
suceder que tuviera que hacer un viaje y que no llegase por cualquier
circunstancia, al lugar del comicio, el día indicado, teniendo así un
justificativo legal para faltar, que no se puede conocer hasta el mo­
mento mismo de la elección.
S r . Z e m b o r a in — Podría ocurrir que pierda el tren.
Sr. M íg u e z — O que sufra un accidente de automóvil, o que suceda
cualquier otra cosa. Entonces hay que habilitar a la Municipalidad, en
primer término, y a los Jueces de Paz y Junta Electoral, después,
para que subsanen esa situación.
S r . Z a m o r a — Que se vote, señor Presidente.
S r . P r e s id e n t e — Se va a votar el artículo con la aclaración hecha
por el señor Senador Míguez.
— Se vota y r e s u lta a f i r m a t iv a .

— Sin observación, se votan y aprueban los siguien­


tes artículos:

Art. 3" La Junta Electoral, en sesiones sucesivas, desde el día


siguiente al de la elección, practicará el cómputo de votos, aplicará
cuociente a las listas de cada Partido, hará la nómina de los candi­
datos electos y de sus suplentes, tal cual procede al considerar las
elecciones de diputados y senadores; y remitirá las actas y demás
documentos, conjuntamente con el premencionado resumen de las
operaciones realizadas, a la Asamblea Legislativa; y ésta formulará
o adoptará un reglamento para facilitar su funcionamiento, revisará
el escrutinio, juzgará, como juez único, sobre la validez del acto en
juzgamiento y proclamará a los diputados convencionales electos,
a quienes el Presidente entregará, como credencial, un diploma y una
medalla del mismo formato y cuño de los que otorgan ambas cámaras
a sus miembros componentes.
Art. 4" A los efectos de mantener la proporcionalidad en la re­
presentación, los diputados convencionales renunciantes o cesantes
por cualquier otra causa, serán reemplazados por los candidatos de
sus mismas listas que siguieren en orden de colocación a los últimos
incorporados.
Convención Constituyente — a7
418 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Art. 5’ Para ser diputado convencional se requiere: mayoría de


edad, ciudadanía natural en ejercicio o legal después de cinco años
de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no sean
hijos de la Provincia.
— En consideración ti artículo fi?.

Art. 6" Los diputados convencionales que desempeñaran cargos


ad honorem gozarán de las mismas inmunidades de los diputados
y senadores.
Sr. Baliño — Pido la palabra.
Si me permite el autor del proyecto, yo daria otra redacción a
este artículo porque tal cual lo ha leído la Secretaría parecería des­
prenderse que algunos convencionales pudiesen cobrar. Se podría
darle la siguiente redacción: «Los diputados convencionales desem­
peñarán sus cargos ad honorem y gozarán de las mismas inmunidades
que los diputados y senadores». En esta forma queda claro.
Sr. Presidente — Se va a votar el artículo 6" en la forma pro­
puesta por el señor Senador Baliño.
— Se vota y resulta afirmativa.
— En consideración él artículo 7o.

Art. 7" La Convención formulará o adoptará un reglamento para


sus deliberaciones, nombrará dos secretarios y dos prosecretarios,
eligiendo uno de cada cámara, y dispondrá de la mitad del personal
de ias mismas, hasta tanto le sea necesario para el cumplimiento de
sus funciones.
SR. M íguez — Pido la palabra.
Como este artículo ha sido observado en el sentido de que pare­
cería que el personal de las cámaras que va a necesitar la Convención
en sus deliberaciones pudiera cobrar sueldo fuera del que cobra por
el presupuesto de la Cámara, yo deseo aclarar en el sentido que
deberán prestar sus servicios, cobrando el sueldo que le corresponde
por presupuesto cuando están al servicio de la Cámara.
Se. Obregón — Deseo hacer otra aclaración, que al decir: «Y
dispondrá de la mitad del personal de la misma hasta tanto le sea
necesario para el cumplimiento de sus funciones», se debe interpretar
que en este personal está incluido también el personal de taquígrafos.
Nada más.
Sr. Zamora — Quiero hacer otra observación. Que en donde di­
ce : «hasta tanto», sería conveniente que diga: «durante tanto».
SR. Roncoroni — El señor Senador sufre una equivocación de
concepto, porque lo que quiere decir el artículo es que se disponga
del personal hasta la cantidad que necesita, mientras que lo que pro­
pone el señor Senador se refiere al tiempo de duración.
Sr. Zamora — Así es.
Sr. N igro — Se desprende de la lectura del artículo.
Sr. Míguez — Porque es indudable que después que terminen
las deliberaciones, hay el trabajo de preparación y finiquitación del
trabajo, incluso las publicaciones y demás, que habrá necesidad de
hacerse.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 419

Sr. Zamora — No tengo inconveniente que quede como está, pero


quiero dejarlo aclarado, señor Presidente, para que no ocurra, en esta
Convención Constituyente, que se va a reunir, lo que a la Convención
del 73, en que algunos taquígrafos, porque no estaba expresamente
establecido que debían cumplir su misión, de acuerdo con la asignación
que tenían, se quedaron con las versiones, y por eso ellas no aparecen
en los tomos que hay publicados.
Sr. M íguez — Justamente, para evitar eso es que se ha puesto
«hasta tanto sea necesario», y no «mientras dure la Convención».
Sr. Presidente — Se va a votar el artículo 7", tal cual ha sido
proyectado.
— Se votn y resulta afirmativa.
— En discusión el artículo 8?.

«El Poder Ejecutivo otorgará sin cargo a los diputados con­


vencionales los pasajes que les fueran indispensables para el desem­
peño de su misión».
S r . S a f o r i t i — Pido la p a la b ra .
No sé si la Comisión ha contemplado lo relativo a los gastos de
estada que puede ocasionarle a los convencionales el desempeño de
su misión. Posiblemente vengan ciudadanos de los distintos extre­
mos de la Provincia, los cuales tendrán que permanecer durante
varios días en la ciudad de La Plata, y no es posible que deban cargar
con los gastos inherentes al desempeño de su misión. Entiendo que
debería establecerse alguna disposición para que esos gastos de es­
tada fueran cubiertos por el Poder Ejecutivo.
S r . O b r e g ó n — Se trata de una carga pública.
S r . S a p o r i t i — Una carga pública que puede durar uno o dos
meses, ocasionando una serie de gastos.
S r . P residente — ¿Qué m odificación propone el señor Senador?
S r . S aporiti — Insinúo a la Comisión la conveniencia de esta­
blecer alguna disposición en la que se asigne una cantidad para su­
fragar los gastos de estada de los convencionales.
Sr . M íguez — Yo creo que tiene razón el señor Senador. Hay
que contemplar la situación d£ las personas de condición humilde
que no estén en situación de costear sus gastos, de traslado a la
ciudad de La Plata y permanencia en ella, mientras funcione la
Convención. Y sería conveniente, para evitar abusos que pudieran
producirse en el día de mañana, si la Convención dispusiera de fondos
er. forma ilimitada, no para pagar sueldos o dietas — que no los
tienen, ni los deben tener, porque para eso se establece que la función
de Convencional es ad honorem— que se fijara una cantidad para
costear los gastos de movilidad y estada, fuera de los pasajes o fi­
ciales, los cuales se ha dispuesto ya que serán entregados por el
Poder Ejecutivo. Propondría al efecto una cantidad de 300 pesos
para toda la época en que dure la Convención. La Convención no
puede durar más de tres meses, y esa sería una suma razonable
para costear los gastos que pudieran hacerse, no en forma dispen­
diosa, por supuesto, sino en una forma normal.
S r . N ig r o — Una asignación de trescientos pesos.
420 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Su. L lamosas — Pido la palabra.


Como no se sabe, señor Presidente, el tiempo que durará la
Convención. . .
SR. MÍGUEZ — Tres meses.
Sr. L lamosas — .. .voy a proponer que se fije una cantidad
diaria. En esa forma, el reembolso de gastos se hará con relación
a los días de labor, porque si la Convención termina su labor en
pocos días, la asignación seria menor que la que pudiera corresponder
a un período largo, dentro del término de tres meses fijados por la
ley. Creo que sería la forma más equitativa.
Sr. P residente — ¿Una cantidad diaria de cuánto?
Sr. L lamosas — Podría establecerse diez pesos por día.
Sr. Moreno — Pido la palabra.
Yo propondría, después de la palabra «indispensables»; «un
viático no mayor de diez pesos diarios, hasta finalizar el desempeño
de su misión».
Sr. Míguez — Yo propondría: «y un viático de 300 pesos por
todo el término de la duración de la Convención. Es más claro,' y
la asignación de diez pesos va a alargar. . .
Sr. Salas C haves — Diez pesos diarios pueden significar un
total de novecientos.
Sr. Míguez — Y haría esta otra salvedad: que sea para aque­
llas personas que no reciban dietas o sueldos del Estado.
Sr. Salas C haves — Para excluir a los legisladores.
Sr. Saporiti — Muy bien.
Sr. M íguez — El propósito de la asignación es únicamente per­
mitir que las personas de condición humilde, que no estén en con­
diciones de sobrellevar la carga que significa el traslado, puedan
desempeñarse como convencionales.
SR. Moreno — Ese ha sido el espíritu de la proposición. Preci­
samente, la asignación diaria tenía este propósito; pero no hay in-
con/eniente en aceptar la forma dada por el señor Senador.
Sr. Presidente — Se va a leer el artículo con las modificaciones
propuestas.
— Se lee:
Sr. Obregón — Me parece que al darse lectura del artículo se
ha omitido un párrafo que dice: «Los pasajes que les fueren indis­
pensables para el desempeño de su misión». Deben ser acordados
sólo los pasajes requeridos para el desempeño de sus funciones.
Sr. N igro — Pasaje entre la ciudad capital y su residencia.
Sr. Míguez — Cuando se dice «los pasajes indispensables», es
porque los legisladores que sean convencionales no necesitan pasajes,
desde el momento que tienen su pase.
SR. B ali ÑO — La parte final del artículo diría: «y que no go­
zaran de dietas o sueldos del Estado». Y si fuera un empleado del
Estado que trabajara en Bahía Blanca, ¿en qué situación estaría?
SR. RoncoróNI — ¿No habría incompatibilidad entre las fun­
ciones de convencional y de empleado del Estado?
Sr. Míguez — No se ha establecido incompatibilidad, porque la
Constitución no la establece.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 421

Su. Bali ÑO — Supóngase el caso de un empleado que gane 200


pesos en Bahía Blanca; designado convencional tendría que venir
acá, y aquí el hotel le cobraría, sin que dejara de correr en Bahía
Blanca el alquiler de su casa y los gastos de su familia.
Podría suprimirse la parte final, dejándose la asignación de 300
pesos para todos los convencionales.
Sr. Salas Chaves — Por lo menos eliminemos a los legisladores.
SR. M ÍG U EZ — Que quede la exclusión de los que perciben dieta.
SR. N igro — Sin embargo, un empleado puede tener un sueldo
equivalente a la dieta, y también debería ser excluido.
Sr. Salas C haves — Un empleado con esa asignación sería una
excepción.
SR. Baliño — Por supuesto, nos debemos eliminar nosotros:
que no haya viático para los legisladores.
Sr. Presidente — Se va a leer el artículo.

— Se le e :

Art. 8V El Poder Ejecutivo otorgará sin cargo a los diputados


convencionales los pasajes que les fueren indispensables para el
desempeño de su misión, y un viático de 300 pesos para todo el tér­
mino de funcionamiento de la Convención Constituyente, que no per­
cibirán log que gozaren de dietas o sueldos del Estado.
Sr . Presidente — ¿Acepta la modificación el señor Senador
Míguez?
Sr. M íguez — Sí, señor Presidente.
Sr. Presidente — Se va a votar, con la modificación de las úl­
timas palabras en la forma propuesta.
— Se vota y resulta afirmativa.
— Se lee el artículo 99.

Art. 9" Los gastos que demande la ejecución de esta Ley y el


funcionamiento de la Convención Constituyente, se declaran de im­
prescindible urgencia, y se cubrirán de Rentas Generales con impu­
tación a la misma.
Sr. Presidente — Se va a votar.
— Se vota y resulta afirmativa.

Sr. Secretario (V illa A brille) — El artículo 99 es de forma.


Sr. Presidente — Se comunicará a la Cámara de Diputados.

DISCUSION EN GENERAL EN LA CAMARA DE DIPUTADOS


Sesión del 5 de julio de 1934

S r. P residente (B erro) — Corresponde considerar la moción


de sobre tablas formulada por el señor Diputado Kaiser.
SR. K aiser — Pido la palabra.
La resolución de la asamblea legislativa que establece la fecha
del 27 de setiembre para la reunión de la convención reformadora de
422 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

la Constitución, ha creado la necesidad de sancionar también la ley


que ha de regir para la elección de los convencionales, lo que ha de
hacerse con urgencia, dada la brevedad del tiempo entre esta fecha
y la fijada para la convención.
En el escaso tiempo —yo no sé si quedan 80 días— es necesario
hacer la convocatoria, realizar el acto, efectuar el escrutinio, diplo­
mar a los convencionales y convocarlos, de manera que no es posible
perder un solo día en la sanción de esta ley. Eso demuestra el carác­
ter de urgencia y justifica la moción de sobre tablas que he formu­
lado y que espero sea aprobada.
Sr. P residente (B erro) — Se va a votar la moción de sobre
tablas formulada por el señor Diputado Kaiser.
Sr. Secretario (F ernández Guerrico) — Afirmativa de más
de dos tercios de votos.

— Se le e :

FH OYECTO DE L E Y

El Senado y Cámara de Diputadas, etc.


Art. I9 La elección de los ciudadanos que han de formar la Con­
vención Constituyente, convocada para el 27 de setiembre próximo, se
realizará con el mismo registro cívico y las mismas autoridades de
comicio y ubicación de mesas que la verificada el 25 de marzo pró­
ximo pasado.
Art. 29 Los reemplazos de los presidentes de mesas que estuvie­
ren impedidos o que, por cualquier otra causa, no pudiesen desem­
peñar el cargo, serán resueltos por las municipalidades, jueces de paz
o junta electoral, de acuerdo con lo previsto en la ley 3489.
Art. 3" La junta electoral, en sesiones sucesivas, desde el día
¿¡guíente al de la elección, practicará el cómputo de votos, aplicará
el cuociente a las listas de cada partido, hará la nómina de los can­
didatos electos y de sus suplentes, tal cual procede al considerar las
elecciones de diputados y senadores; y remitirá las actas y demás
documentos, conjuntamente con el premencionado resumen de las
operaciones realizadas, a la Asamblea Legislativa; y ésta formulará
o adoptará un reglamento para facilitar su funcionamiento, revisará
el escrutinio, juzgará, como juez único, sobre la validez del acto en
juzgamiento y proclamará a los diputados convencionales electos, a
quienes el Presidente entregará, como credencial, un diploma y una
medalla del mismo formato y cuño de los que otorgan ambas cámaras
a sus miembros componentes.
Art. 49 A los efectos de mantener la proporcionalidad en la re­
presentación, los diputados convencionales renunciantes o cesantes
por cualquier otra causa, serán reemplazados por los candidatos de
sus mismas listas que siguieren en orden de colocación a los últimos
incorporados.
Art. 59 Para ser Diputado Convencional, se requiere: mayoría
de edad, ciudadanía natural en ejercicio o legal después de cinco años
de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no sean hi­
jos de la Provincia.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 423

Art. 6V Los diputados convencionales desempeñarán sus cargos


ad honorem y gozarán de las mismas inmunidades que los diputados
y senadores.
Art. V La Convención formulará o adoptará un reglamento para
sus deliberaciones, nombrará dos secretarios y dos prosecretarios,
eligiendo uno de cada Cámara, y dispondrá de la mitad del personal
de las mismas hasta tanto le sea necesario para el cumplimiento de
sus funciones.
Art. 8- El Poder Ejecutivo otorgará, sin cargo, a los diputados
convencionales, los pasajes que les fueren indispensables para el des­
empeño de su misión y un viático de trescientos pesos moneda na­
cional ($ 300 por todo el término del funcionamiento de la Con­
vención Constituyente; que no percibirán los que gozaren de dietas.
Art. 9’ Los gastos que demande la ejecución de esta ley y el
funcionamiento de la Convención Constituyente, se declaran de im­
prescindible urgencia y se cubrirán de rentas generales con impu­
tación a la misma.
Art. 10. Comuniqúese al Poder Ejecutivo.
SR. P residente (B erro ) — Consideración en general.
S r . K aiser — Pido la palabra.
Las disposiciones más importantes de esta ley y las que justi­
fican su sanción, son las que se refieren a la adopción del padrón na­
cional como instrumento electoral. Esa adopción está justificada por
el último precedente de la elección de marzo, por e! cual se realizó el
mismo plebiscito y que la Legislatura resolvió se hiciera también por
el padrón nacional.
Era igualmente indispensable determinar quién haría el escru­
tinio de esa elección y establecer al mismo tiempo — porque la Cons­
titución no lo dice— cuáles son las condiciones que deberán reunir
ios convencionales para ser elegibles. El proyecto de ley de que acaba
de darse lectura establece también algunas disposiciones fundamen­
tales para el normal desenvolvimiento de la Convención, que no tiene
ningún reglamento a que ajustarse, por más que ella misma podría
dárselo después.
Todas estas disposiciones son indispensables para poder realizar
la elección y para que la Convención pueda reunirse en la fecha es­
tablecida por la asamblea de 27 de junio próximo pasado.
Estas son las razones que tengo para pedir a la Honorable Cá­
mara quiera votar favorablemente este proyecto de ley.
S r . B orrás — Pido la palabra.
Nosotros no nos opusimos a que este asunto fuera tratado sobre
tablas, por más que hubiésemos preferido que hubiera pasado a Co­
misión con el objeto de hacer un estudio más profundo de esta ley,
un estudio a fondo, como el que generalmente debe hacerse y más en
este caso, dado el asunto de que se trata. Pero teniendo en cuenta la
sanción favorable del Senado y el propósito firme de la mayoría de
votarlo en general en esta misma sesión, vamos a reservarnos el de-
424 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

recho para hacer, en particular, las objeciones que creamos conve­


niente. a los artículos de este proyecto.
Sr. P residente (B erro) — Se va a votar en general el proyecto
de ley relativo a la elección de diputados convencionales.
— Se vota y resulta afirmativo.

DISCUSION EN PARTICULAR EN LA CAMARA DE DIPUTADOS

Sesión del 6 de julio de 1934

Sr. P rosecretario (Cialé) — Corresponde considerar el asunto


número 12 del resumen del orden del día, página 61 de los asuntos
entrados.
— Se lee:

Art. 1? La elección de los ciudadanos que han de formar la Con­


vención Constituyente, convocada para el 27 de septiembre próximo,
se realizará con el mismo registro cívico y las mismas autoridades
de comicio y ubicación de mesas que la verificada el 25 de marzo
próximo pasado.
Sr. P residente (B erro)— Discusión en particular.
Sr. Borrás — Pido la palabra.
En la sesión de ayer, al tratarse en general este proyecto, deja­
mos constancia de que nos reservábamos el derecho de formular
observaciones en particular.
S r. K aiser — No necesitaba hacerlo el señor diputado, porque,
reglamentariamente, en la discusión en particular se pueden formular
observaciones.
SR. B orrás — Yo también conocía esa disposición del reglamento.
S r. K aiser — Por eso digo que no había necesidad de dejar
ninguna constancia.
Sr. Borrás — Ahora haremos esas observaciones, y con respecto
al artículo primero, proponemos un agregado en el sentido de que
esta ley determine la fecha en que habrán de realizarse las eleccio­
nes de convencionales, e indicamos para ello el día 2 de septiembre.
Nos parece que es un requisito esencial de la ley, porque es nece­
sario — sobre todo dada la forma precipitada en que se ha tramitado
este asunto — que los partidos políticos tengan todo el tiempo indis­
pensable para realizar los actos previos a la elección. Ellos deben
formular aún su plataforma, deben comunicar a la población los
puntos de vista con respecto a las reformas que habrán de sostener;
y deben practicar la elección de los candidatos a convencionales. Y
para todo ello creemos que es necesario que desde ya se establezca
un plazo prudente, en la misma ley que manda convocar a elecciones
de constituyentes.
Proponemos el 2 de septiembre que consideramos dará el tiempo
suficiente para que todos los partidos puedan realizar esos trámites.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 425

Por otra parte, también la Junta Electoral, en el plazo comprendido


entre el 2 de septiembre y el 27 del mismo mes en que debe reali­
zarse la reunión, tendrá el tiempo suficiente para practicar el escru­
tinio y llevar a cabo todos los demás trámites que por esta misma
ley se le encomiendan.
La otra observación que tenemos que formular a este artículo
es la que se refiere al padrón a emplearse en esos comicios.
Este artículo establece que la elección de convencionales deberá
practicarse con el padrón que rigió para las elecciones provinciales
del 25 de marzo último; y es un hecho evidente que ese padrón que
sirvió para las elecciones del 25 de marzo, cuando llegue la oportu­
nidad de practicarse la elección de convencionales, será ya un padrón
incompleto, que no constituirá la expresión real y fiel del electorado
de la provincia con derecho a emitir su voto. Hay nuevos enrolados,
hay ciudadanos con pase de otras provincias y, por otra parte, se
han producido en el padrón una cantidad importante de bajas por
fallecimiento que será necesario tenerlas en cuenta.
Verdaderamente, la forma precipitada en que este asunto se ha
tramitado, nos ha impedido hacer un estudio más profundo de las
reformas que a nuestro juicio es necesario introducir, y, entonces,
yo propondría que este artículo pasara a comisión para que en un
breve cuarto intermedio ella produzca despacho, acondicionándolo de
acuerdo a las observaciones que hemos formulado y que creemos son
pertinentes.
Nada más.
Sr . O sorio — Pido la palabra.
Nosotros, señor presidente, vamos a votar el artículo primero tal
como está redactado.
S r . P residente (Berro) — Si me permite, señor diputado...
El señor diputado Borrás acaba de formular moción de poster­
gación que debe votarse inmediatamente de fundada. El señor diputado
podrá referirse a la oportunidad de la postergación.
S r . O sorio — Nosotros, señor presidente, no vemos el motivo per
el cual tengamos que aceptar la moción de postergación formulada
por el señor diputado.
Creemos que puede tratarse cada uno de los artículos de la ley sin
necesidad de postergar su consideración.
Por otra parte, llama la atención que el sector socialista, en el
senado, no haya planteado ninguna observación ni haya pedido la
postergación de este asunto que los señores diputados socialistas so­
licitan ahora.
Vamos a votar, pues, en contra de la moción de postergación fo r­
mulada por el señor diputado Borrás.
S r . B orrás — Pido la palabra.
No es, en realidad, postergación para otra fecha: lo que propo­
nemos es que pase el artículo a comisión para que pueda expedirse,
en un breve cuarto intermedio, sobre las observaciones que nosotros
hemos formulado al respecto.
S r . P residente (Berro) — Es una moción de postergación.
SR. B orrás — Pero no es una postergación sin plazo como ha
querido hacer ver el señor diputado Osorio. Por otra parte, si el sector
4 26 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

de senadores socialistas no ha promovido estas reformas, se debe,


precisamente, a la circunstancia que he hecho notar de la rapidez con
que este asunto se está tramitando.
Sr. P residente (Berro) — La moción de pasar a comisión este
artículo es una moción de aplazamiento o de postergación.
Sr. B orrás — Muy bien, puedo agregar: de aplazamiento por una
hora.
Sr. P residente (Berro) — Se va a votar la moción de apla­
zamiento.
— Se vota y resulto negativa.

Sr. P residente (Berro) — Continúa la consideración del artículo


primero.
Sr. Osorio — El señor Diputado Borrás ha formulado al artículo
primero dos observaciones: la primera, se refiere a la fijación, por
esta cámara, de la fecha en que debe el Poder Ejecutivo convocar al
pueblo de la provincia para la elección de convencionales; la segunda,
a la adopción del padrón nacional con el cual se hizo la elección del
25 de marzo próximo pasado.
En cuanto a la primera cuestión, es indudable que no es facultad
de esta cámara fijar la fecha en que el pueblo de la provincia debe
ser convocado. Así lo resolvió ya la Asamblea Legislativa cuya sanción
no puede rever esta cámara, ajustándose estrictamente a las dispo­
siciones del artículo 217 de la Constitución que establece, con claridad,
que la Asamblea Legislativa convocará únicamente a la Convención,
pero no le atribuye la facultad de convocar a la elección de conven­
cionales. Es indudable que no es facultad de la Legislatura, ni de la
asamblea, la de convocar al pueblo a los comicios; es esa una facultad
privativa del Poder Ejecutivo y no habrá, seguramente, ningún pre­
cedente que pueda invocar el señor diputado en apoyo de su tesis. En
ningún caso cuando se ha llamado a elección de constituyentes, ha
sido la asamblea ni la Legislatura la que ha fijado la fecha para con­
vocar al pueblo a elecciones, lo que se ha dejado librado al Poder
Ejecutivo. La fecha que fija la Legislatura, es la de la reunión de la
convención para que puedan transcurrir los plazos que establece la
Constitución, pero de ninguna manera la de convocar al pueblo a
elecciones, facultad exclusiva del Poder Ejecutivo.
Y así tiene que ser, señor presidente, porque el Poder Ejecutivo
necesita tomarse el tiempo que considere conveniente para disponer
el acto eleccionario, preparando todos los elementos a ese efecto.
En cuanto a la segunda cuestión, no podríamos adoptar otro pa­
drón que el que rigió para las elecciones del 25 de marzo, que fué el
nacional; el nuevo padrón nacional que quiere el señor diputado que
se adopte, se encuentra en el período de reapertura y únicamente
después del cierre de esa reapertura podrá hacerse la elección por él,
como se harán las elecciones de noviembre próximo. Antes de ello no
hay otro padrón para hacer la elección que el que rigió las elecciones
del 25 de marzo último.
Ajustándonos a estos conceptos y a estos hechos, votaremos esta
disposición de la ley en la forma en que viene redactado por el Hono­
rable Senado.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 427

Sr . F ernández G uerrico — Pido la palabra.


La modificación propuesta por el señor diputado no puede ser
aceptada, porque entiendo que no corresponde a la Legislatura la
fijación de la fecha en que tendrá lugar la elección de convencionales.
El artículo 217 de la Constitución, establece que la Asamblea Legis­
lativa convocará a una convención que se compondrá de tantos miem­
bros cuantos sean los que compongan las cámaras legislativas, los
cuales serán elegidos del mismo modo, — entiéndalo bien, señor dipu­
tado— , por los mismos electores y en los mismos distritos que los
senadores y diputados. Y entre las facultades privativas del Poder
Ejecutivo de la provincia, el artículo 141 establece que: «expide las
órdenes convenientes para las elecciones que correspondan de sena­
dores y diputados en la oportunidad debida, y no podrá por ningún
motivo diferirlas sin acuerdo de la cámara respectiva».
Quiere decir que es el Poder Ejecutivo el que tiene que convocar
a esta elección, de acuerdo con prescripciones categóricas, expresas
y claras de la Constitución.
Por otra parte, fija r el 2 de septiembre para la elección de con­
vencionales para la reforma de la Constitución, sería dejar sin efecto
un plebiscito votado por el pueblo y una convocatoria recientemente
hecha por la asamblea.
Dentro de los noventa días después de haber votado la asamblea
la aprobación del plebiscito, tienen que reunirse los convencionales.
Esos noventa días terminan el 27 de septiembre y saben muy bien
los señores diputados que hecha la elección el 2 de ese mes sería
casi matemáticamente imposible el escrutinio de la elección y que la
asamblea empiece a ejercer su función. No necesitamos, pues, cuarto
intermedio para esto; es una cuestión de sentido común y de lógica.
Por lo tanto, pido a la cámara que no acepte la ampliación solicitada
por los señores diputados socialistas.
S r . B orrás — Pido la palabra.
Deseo hacer algunas aclaraciones a los conceptos que han expre­
sado los señores diputados. Sostengo que contrariamente a lo que
han sostenido, es facultad de la Legislatura fija r la fecha para la
elección de los convencionales y para demostrarlo yo pregunto en
qué lugar de la Constitución se establece una prohibición en ese
sentido.
S r . O sorio — ¿ Y en qué lugar se le ha dado esa atribución?
S r . B orrás — La tiene por la naturaleza del acto. Es una facul­
tad privativa de la Legislatura.
S r . O sorio — ¿Pero dónde?
S r . B orrás — Interpretando las disposiciones que ha leído el
propio señor diputado Fernández Guerrico, en la parte que dice que
el Poder Ejecutivo deberá convocar a elecciones en la oportunidad de­
bida, es decir, en la oportunidad que la Legislatura lo resuelva por
una ley.
Sr . F ernández Guerrico — Pero el Poder Ejecutivo no puede
delegar esas atribuciones.
S r . B orrás — ¡N o es una delegación!
Sr . F ernández Guerrico — La Constitución establece que es una
facultad privativa del Poder Ejecutivo.
428 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

S r. Borrás — No, señor. En otros actos, también la Legislatura


fija fechas que el Poder Ejecutivo debe respetar. No se trata por otra
parte de la delegación de ninguna facultad.
El propósito nuestro es dar el tiempo necesario para que los par­
tidos puedan realizar todos los actos previos a la elección.
En cuanto al tiempo necesario para practicar el escrutinio por la
junta; me parece que no sería necesario volver a insistir porque los
señores diputados tienen una demostración concluyente del tiempo
que es indispensable para realizar esta clase de operación, con el es­
crutinio de la última elección provincial en que ha invertido menos
de veinte días.
Sobra ese tiempo pero, en último caso, podrían dársele siete días
más, es decir, convocar al electorado para el último domingo de
agosto.
Nosotros no hacemos cuestión de siete días más o menos. Lo que
nos interesa es que desde ya se fije la fecha en que habrán de ser
convocados los electores, para que los partidos que intervengan Se­
pan a qué atenerse desde este momento.
Nada más.
Sr. Osorio — Pido la palabra.
El señor diputado nos formula una pregunta que tiene por objeto
que nosotros digamos en qué artículo de la Constitución existe la
facultad expresa conferida al Poder Ejecutivo para convocar a elec­
ciones. El señor diputado sostiene que, como la Constitución ha guar­
dado silencio en cuanto a la facultad que tiene la Legislatura para
convocar a elecciones, ésta tiene esa facultad. Nosotros creemos todo
lo contrario: creemos que es una facultad privativa del Poder Eje­
cutivo convocar a elecciones y que si la Constitución no ha establecido
expresamente que debe ser la Legislatura, la ha otorgado expresa­
mente al Poder Ejecutivo. Tenemos que regirnos, entonces, por la
disposición constitucional que da a dicho poder esa facultad y que
éste no puede delegar en la Legislatura.
La ley ha fijado el 27 de septiembre para la reunión de la Con­
vención Constituyente, y el Poder Ejecutivo no tiene otra limitación,
a la facultad de convocar a elecciones, que la de hacerlo treinta días
antes de la realización del acto electoral.
S r. V erde T ello — ¿Dónde se establece ese plazo?
S r. Osorio — En la ley de elecciones. Y el artículo 217 de la Cons­
titución establece que debe convocarse a elecciones del mismo modo
y por los mismos electores y distritos que para la elección de senado­
res y diputados. De manera que el Poder Ejecutivo tiene que convo­
car a elección de convencionales, del mismo «modo» que para la elec­
ción de diputados y senadores, vale decir, con treinta días de anti­
cipación.
Sr. V erde T ello — Yo creo que lo que sucede en este caso es que
se confunde lo referente a la convocatoria con la fijación de fecha.
Desde luego, el Poder Ejecutivo tiene la facultad de hacer la convo­
catoria, pero la Legislatura puede fijar la fecha de esa convocatoria.
S r. Osorio — La Legislatura, en realidad, no le indica una fecha
concreta al Poder Ejecutivo, porque no puede ni debe hacerlo, desde
que el Poder Ejecutivo es el que debe fijar la fecha, porque es él quien
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 429

debe saber cuando está en condiciones para convocar al pueblo para


el acto que debe verificarse. Pero al establecer que la convención
se reunirá el 27 de septiembre próximo, ya ha establecido un plazo
determinado, desde que el Poder Ejecutivo tendrá que convocar trein­
ta días antes de la fecha en que debe reunirse la conven ción...
S r . V erde T ello — Tenía razón el señor Diputado Borrás.
S r . O sorio — El Poder Ejecutivo puede hacerlo antes de los
treinta días. El último plazo es el de treinta días antes del 27 de
setiembre. Es ésta una facultad privativa del Poder Ejecutivo, des­
de que no está consignada dentro de la que corresponda al Poder
Legislativo, y en esto aparece una contradicción en los señores di­
putados. En la asamblea legislativa han sostenido que ella no podía
dictarse un reglamento interno, porque la Constitución no le había
dado esa atribución. Y ahora los señores diputados, aun cuando la
Constitución no ha dado a esta Cámara la facultad de fija r la fecha
para convocar a elecciones, sostienen que puede hacerlo, porque la
Constitución no lo ha privado.
SR. V erde T ello — Esa facultad surge de la atribución de dictar
las leyes.
S r . O sorio — Como la que yo señalo de la atribución que tiene
todo cuerpo deliberativo de darse su reglamento interno.
S r . F ernández G uerrico — Pero la asamblea legislativa tiene
facultades expresamente determinadas.
S r . O sorio — Nosotros sostenemos que es facultad privativa del
Poder Ejecutivo convocar a elecciones dentro de las normas estable­
cidas por la ley, y no se concibe que haya otra manera de convocar a
elecciones. De manera que el Poder Ejecutivo convocará a elecciones
dentro del plazo que ha establecido esta misma ley, antes del 27 de
septiembre y con los treinta días de anticipación que le fija la ley
de elecciones o antes, si lo considera oportuno.
S r . S ibretti — Pido la palabra.
Quiero decir, señor Presidente, que no se violenta disposición
alguna, ni limitamos la facultad del Poder Ejecutivo, si establecemos
la fecha en el proyecto de ley que estamos considerando; porque ten­
go a la vista la ley 635, del año 1870, que convocó la constituyente, y
dice textualmente el artículo 3o: «La elección se practicará el domin­
go 24 de abril próximo, con arreglo a las leyes vigentes en la mate­
ria, cerrándose los registros a las 6 de la tarde». Quiere decir que
aunque en aquella fecha existían leyes que regían los actos electo­
rales en la P rov in cia ...
S r . F ernández G uerrico — Pero se olvida que el escrutinio se
hacía en el atrio, una vez terminado el acto.
S r . S ibretti — Eso no excluye que nosotros podamos fija r la
fecha y que el Poder Ejecutivo haga la convocatoria, que no podrá
ser para un día anterior ni posterior.
S r . F ernández G uerrico — Es un asunto completamente dis­
tinto.
4 30 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr. P residente (B erro) — Se va a votar el artículo primero,


tal cual está redactado.
— Se vota y resalta afirmativu.

S r. P residente (B erro) — Se va a votar el agregado pro­


puesto por el señor Diputado Borrás.
— Se vota y resulta negativa.

— Se lee:

Art. 29 Los reemplazos de los presidentes de mesas que estuvie­


ren impedidos o que, por cualquier otra causa, no pudiesen desempe-
ñor el cargo, serán resueltos por las municipalidades, jueces de paz
o junta electoral, de acuerdo con lo previsto en la ley 3489.
Sr. P residente (B erro) — En consideración.
Sr . B orrás — Pido la palabra.
En este artículo también tenemos una reforma importante que
proponer.
Desde luego que yo no me voy a extender en consideraciones de
carácter electoral y político para fundamentarla, porque ya cuando
se trató la elección realizada el 25 de marzo tuvimos oportunidad de
mostrar la forma en que se había realizado ese acto y la interven­
ción que en el mismo habían tenido algunos presidentes de comicio.
Para esa elección se han realizado sorteos de presidentes de mesa que
a simple vista nos demuestran que para practicar esa operación no
se ha tenido en cuenta muchas veces la equidad y la justicia. Hay lo­
calidades de la Provincia en que todos los presidentes de mesa per­
tenecen al partido del gobierno, Creemos que esa circunstancia debe
ser modificada con motivo de la realización del acto electoral para
la reforma de la Constitución que es de suma importancia. Por eso
nosotros vamos a proponer que para esta elección de convencionales
a que será convocado el electorado, se lleve a cabo un nuevo sorteo de
presidentes de mesa, agregando de paso una pequeña modificación
al artículo 3Vde la ley 3489, para dar intervención a los partidos po­
líticos en ese acto, en forma más amplia que actualmente. El artícu­
lo 2V quedaría, pues, redactado así: «Con 30 días de anticipación se
practicará un nuevo sorteo de presidentes de mesa de acuerdo al
artículo 3V de la ley 3489. En los sorteos correspondientes tendrán
intervención los partidos políticos por intermedio de los fiscales que
designaran, debiendo al efecto las municipalidades, los jueces de paz
o la junta electoral en su caso, comunicarles el acto de dichos sorteos
con tres días de anticipación».
Tal es la modificación que proponemos.
S r. Osorio — Pido la palabra.
Es indudable, señor Presidente, que las 3099 mesas receptoras
de votos han funcionado con regularidad en los comicios celebrados
el 25 de marzo. No habría ninguna razón para que resolviéramos
cambiar las autoridades de los comicios cuya importancia es relativa
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 431

si los partidos políticos cumplen con el deber de fiscalizar el acto


electoral.
El sorteo se ha practicado en su oportunidad con la intervención
de los partidos políticos como lo propone el señor Diputado Borras
y no ha habido reclamación de ninguna naturaleza respecto a la
forma en que tales sorteos se verificaron.
No vemos la razón para que se realice un nuevo sorteo, cuando
de los practicados surgieron los presidentes que deben actuar en
todos los comicios, desde que su designación es anual. De manera
que vamos a votar este artículo tal como está redactado.
S r . V erde T ello — Quiero aclarar que no es del todo exacto lo
que manifiesta el señor Diputado Osorio.
No es verdad que no se haya formulado ninguna reclamación
respecto a la forma como se han designado los presidentes de comicio,
porque el partido Socialista formuló, oportunamente, objeciones se­
rias con respecto a Tandil y Lomas de Zamora. Se alegó, y de ello
también se habló al juzgarse las elecciones, que se había hecho en
forma irregular tales designaciones.
Consideramos que con la proposición del señor Diputado Borrás
podrá evitarse la ocurrencia de esos hechos y conseguir que los co­
micios a realizarse estén presididos por autoridades a las cuales no
se les haya formulado ninguna objeción. Así, los partidos opositores
podrán ejercer un control severo, hasta donde sea posible, y tendrá
mayor eficacia y seriedad el acto electoral.
Sr. B uzón — Pido la palabra.
Aunque no estén en tela de juicio las elecciones pasadas, res­
pecto a lo que acaba de manifestar el señor diputado, deseo aclarar
que el sorteo de Tandil ha sido perfectamente legal. Con toda mala
fe el fiscal socialista no concurrió al acto que efectuó el juez de paz
en aquella oportunidad.
Sr. K aiser — Pido la palabra.
No quiero referirme a ningún caso singular, pero deseo expre­
sar que las garantías que quieren los señores diputados socialistas
con su agregado, están consagradas por la ley electoral. Los partidos
políticos pueden hacerse representar y fiscalizar los sorteos y todos
los demás actos por disposiciones de la ley, y creo que en la mayoría
de los distritos se han hecho presentes. Donde no tienen represen­
tantes, los partidos opositores han enviado un delegado. De manera
que es o sería repetir un acto en las mismas condiciones del ya rea­
lizado y que sirvió de base para las elecciones del 25 de marzo.
SR. F ernández G uerrico — Lamento muchísimo no poder com­
partir nunca el criterio del sector socialista en estas cuestiones.
Proponen ahora treinta días para que los concejos deliberantes
sorteen nuevos presidentes de mesa. Prácticamente estamos a los diez
días hábiles del mes de julio y con treinta días más, en el m ejor de
los casos, llegaríamos al 10 de agosto. Después de esa fecha, por la
ley electoral se necesitan otros treinta días para la convocatoria des­
tinada a elegir convencionales, es decir, que la ley no tendría apli­
cación.
Por estas razones, de hecho me opongo a la proposición.
432 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

Sr. B orrás — Si fuera por eso solo, podría votar favorablemente.


Sr. F ernández Guerrico — ¿Por qué?
Sr. B orrás — Porque en lugar de treinta días, podríamos poner
veinte.
Sr. Osorio — Pido la palabra.
Por otra parte, nosotros tenemos en cuenta un asunto que los se­
ñores diputados descuidan, y es el deseo de que los comicios funcionen
con regularidad y se constituyan todas las mesas. El nuevo sorteo nos
traería como consecuencia todos los inconvenientes que siempre traen
estos procedimientos para designar las autoridades de mesa, como con­
secuencia de los cuales algunos comicios no se constituyen, obligando
a nuevas designaciones, porque algunos presidentes no pueden o no
quieren hacerse cargo de sus funciones.
De manera que si las mesas han funcionado con regularidad,
dentro de las imperfecciones propias del sistema, si han funcionado
así, con alguna regularidad, repito, queremos asegurar el funciona­
miento de los comicios para la fecha en que se convoquen, mante­
niendo el artículo tal cual está, para no traer nuevas perturbaciones,
que a lo mejor darán como resultado la no constitución de los comi­
cios. Vamos a votar el artículo tal cual está sancionado por el Ho­
norable Senado.
Sr. P residente (Berro) — Se va a votar el artículo tal cual
está redactado.
— Se vota y aprueba.

— Se lee:

Art. 39 La Junta Electoral, en sesiones sucesivas, desde el día si­


guiente al de la elección, practicará el cómputo de votos, aplicará el
cuociente a las listas de cada partido, hará la nómina de los candida­
tos electos y de sus suplentes, tal cual procede al considerar las elec­
ciones de diputados y senadores y remitirá las actas y demás docu­
mentos, conjuntamente con el premencionado resumen de las opera­
ciones realizadas, a la Asamblea Legislativa y ésta formulará o adop­
tará un reglamento para facilitar su funcionamiento, revisará el es­
crutinio, juzgará como juez único, sobre la validez del acto en juz­
gamiento y proclamará a los diputados convencionales electos, a quie­
nes el Presidente entregará, como credencial, un diploma y una me­
dalla del mismo formato y cuño de los que otorgan ambas cámaras a
sus miembros componentes.
Sr . P residente (Berro) — En consideración.

— Ocupa la presiclcnriu el sefior vico pretil, ule se­


gundo de la honorable Cámara, diputado .Juan D.
Buzón.

Sr. Borrás — Pido la palabra.


Voy a formular otra observación a este artículo, que aunque solo
comprende unas pocas palabras, es de suma importancia, para nos­
otros fundamentalísimas.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 433

Estemos de acuerdo con el artículo, pero eliminando la leyenda


que dice: «Juzgará, como juez único, sobre la validez del acto en juz­
gamiento».
Entendemos que no es la Asamblea Legislativa la llamada a juz­
gar la elección de los convencionales. Ya en la anterior reunión de la
asamblea, tuvimos oportunidad de expresar nuestra opinión concor­
dante con la Constitución, respecto a las facultades que ella tiene y
que por otra parte están claramente expresadas.
En efecto: por el artículo 217 de la Constitución, se establece
que para la reforma de la misma, «se convocará una convención que
se compondrá de tantos miembros cuantos sean los que compongan
las cámaras legislativas, los cuales Serán elegidos del mismo modo,
por los mismos electores y en lo mismos distritos que los senadores y
diputados». Y en el artículo 109, se expresa con respecto a las fun­
ciones que a la Asamblea Legislativa se le han encomendado: «Ambas
cámaras sólo se reunirán para el desempeño de las funciones si­
guientes» :
Y entre esas funciones están la de los apartados 5" y 6" que se re­
fieren al escrutinio de convencionales y que dicen: «59 Para practicar
el escrutinio de las elecciones de electores de Gobernador y de Vice­
gobernador». «6V Para practicar el escrutinio del plebiscito sobre las
reformas de la Constitución y según su resultado convocar la Conven­
ción Constituyente, haciendo también el escrutinio de la elección de
convencionales».
Quiere decir entonces que el acto que la Asamblea Legislativa
realiza en el caso de la elección de convencionales para la reforma
de la Constitución, es similar al que realiza cuando se trata de la
elección de electores de Gobernador. Y los electores de Gobernador
— los señores diputados !o saben— son los únicos jueces de su elec­
ción, ya que, producido su nombramiento, se han reunido siempre
para examinar y juzgar sobre la validez de su elección y de sus
diplomas. En igual situación se encuentran los constituyentes.
Por otra parte, la Constitución en ninguno de sus artículos ha
establecido una facultad ni siquiera vedada de la Asamblea Legis­
lativa para juzgar de la validez de la elección de los convencionales,
como se pretende en el proyecto en discusión. Sólo se le han dado
a la Asamblea Legislativa facultades expresas de las cuales no
puede excederse. Y la prueba, señor Presidente, de que la Asamblea
Legislativa no puede apartarse de las facultades que expresamente
se le han fijado en la Constitución, la tenemos en un precedente
que para los señores diputados que hace un momento me solicitaban
que se les invocara precedentes para otro asunto, ha de tener suma
importancia. Me voy a referir al fallo que la Suprema Corte de
Justicia produjo en 1904 con motivo de una discusión con respecto
a las facultades que para determinados actos no enumerados en la
Constitución, tiene la Asamblea Legislativa. Vino a raíz de los
siguientes hechos. El 18 de noviembre de 1901 la Legislatura de la
Provincia declaró la necesidad de reform ar la Constitución. Poco
tiempo después, el 24 de febrero de 1902 se efectuó el plebiscito
correspondiente que dió resultado favorable. El 15 de mayo del
mismo año se practicó el escrutinio de ese plebiscito y el 25 de
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — 28
434 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

junio se convocó a la elección de constituyentes. Convocada la


elección y realizado el acto electoral, la Asamblea Legislativa en su
oportunidad no practicó el escrutinio correspondiente. Pasado
algún tiempo, un número apreciable de diputados y senadores
solicitó la convocatoria o reunión de la Asamblea Legislativa para
decidir sobre el acto trunco de la reforma de la Constitución y esta
Asamblea Legislativa, nuevamente convocada, resolvió el 14 de
septiembre de 1904 anular la anterior elección de convencionales
cuyo escrutinio no se había efectuado y convocar a elección de
nuevos convencionales para el 4 de octubre del mismo año, fecha
en que se realizó la elección.
En este estado de cosas, dos convencionales de 1902, los doctores
Sánchez Viamonte y García se presentaron ante la Suprema Corte
alegando la inconstitucionalidad de la nueva elección que había
resuelto la Asamblea Legislativa el 14 de septiembre de 1904, fun­
dándose precisamente en el hecho de que esa asamblea se había
excedido y no tenía otras facultades que las expresamente estable­
cidas en el artículo 217 de la Constitución.
Es evidente que la Asamblea Legislativa se había apartado de
esas facultades expresas que la Constitución le otorgaba, y el
asunto fué ganado. Ahora bien; para fundar la modificación que
nosotros proponemos, creo que no podríamos expresar palabras y
conceptos más terminantes y claros que los empleados en el fallo
dictado por la Suprema Corte a que me refiero, algunas de cuyas
partes me voy a permitir leer, para ilustrar el criterio sustentado.
Después de establecer la diferencia entre la Legislatura y la Asam­
blea Legislativa, dice el fallo: «La diferencia de funcione? de una
y otra es, pues, constitucionalmente bien marcada. Así, en tanto
que a la Legislatura, dividida en dos cámaras, se le reconocen todas
las facultades enumeradas en el artículo 99 y además la muy amplia
de dictar todas aquellas leyes necesarias para el mejor desempeño
de las anteriores atribuciones y para todo asunto de interés público
y general de la Provincia (inciso 46), ambas cámaras, funcionando
unidas y sin «facultades deliberativas», porque éstas son inherentes
a nuestro sistema bicamarista, sólo pueden reunirse en asamblea
general para el desempeño de las funciones que taxativamente
comprende el artículo 109, para esos objetos especialmente autori­
zados y no para otro alguno, por ser ese el concepto gramatical
preciso del adverbio «solo» empleado por el constituyente, con un
propósito limitativo y excluyente bien claro».
«Ahora bien; el inciso 6’ del artículo 109, relativo a la reforma
de la Constitución, sólo autoriza a la asamblea para practicar el
escrutinio del plebiscito, y según su resultado, para convocar la
Convención Constituyente, haciendo «también el escrutinio» de la
elección de convencionales, «únicamente» el escrutinio. Y continúa
luego el fallo: «La asamblea no tiene, con relación a !a convención,
tal carácter, sino el de simple junta de escrutinio, porque así resulta
del inciso ya citado del artículo 109, que no le atribuye expresamen­
te aquel carácter».
«Es de esencia del sistema republicano de gobierno (continúa
el fallo) que cada uno de los cuerpos electivos sea juez de las elec-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 435

don es y títulos de sus miembros», y a ese respecto cita la siguiente


opinión de Cushing:
«El poder de juzgar los cuerpos electivos sobre los escrutinios, las
elecciones y las calificaciones de sus miembros, es tan «esencial» a
la libre elección y a la «existencia independiente» de una asamblea
legislativa, que puede ser considerada como un incidente necesario
a «cualquier corporación» de esa clase que emane directamente del
pueblo; es también por «abundante precaución» conferido o garan­
tido al mayor número de asambleas legislativas de los Estados Uni-.
dos por expresas disposiciones constitucionales». (Cushing: Asam­
bleas Legislativas, página 67).
Y continúa en seguida el citado fallo: «No puede, pues, conce­
birse lógicamente que la Convención Constituyente, cuerpo electivo
y en el que además el pueblo ha delegado facultades amplias para
fija r la organización política del Estado dentro de los límites trar
zados por la Constitución Nacional, convención que puede limitar
o suprimir facultades de que estén investidos los poderes existen­
tes, quede, sin embargo, subordinada en lo referente a su propia
organización a la asamblea legislativa, a pesar de tener ésta facul­
tades mucho más limitativas que la misma legislatura en sus fun­
ciones ordinarias.
«La Convención Constituyente, por su origen, por la naturaleza
de sus funciones, por la extensión de sus facultades y como condi­
ción esencial de su propia existencia es, pues, necesariamente único
juez de la elección de los títulos y de la capacidad de los electos, y
en ese carácter ha procedido sin suscitar la mínima duda, tanto la
Convención del 73 como la del 82, precedentes que son de una fuerza
incontrastable, como aplicación del principio reconocido sobre el
juicio de la elección.
«La caducidad declarada por la asamblea — y voy a terminar
con la lectura — supone «deliberación y juicio», y ya queda esta­
blecido que ni ella tiene facultades deliberativas, porque su Consti­
tución es inconciliable con nuestro sistema bicamarista, ni es juez
de la elección de convencionales». (Este fallo lleva la firma de los
doctores Néstor French, José A. Capdevila y Dalmiro Alsina).
Señor Presidente: No podría en estos momentos pronunciarse pa­
labras más terminantes y definitivas para fundar la modificación
cue hemos propuesto al artículo tercero que se acaba de leer. No
distraeré, en consecuencia, por más tiempo la atención de la Hono­
rable Cámara, y haciéndolas mías, dejo fijado nuestro punto de vista
sobre lo aconsejado en el proyecto.
S r . B erro — Pido la palabra.
Voy a intervenir, señor Presidente, improvisando un tanto en el
asunto, porque no tengo a mi alcance ántecedentes que me hubieran
permitido rebatir con suma facilidad los argumentos del señor di­
putado Borrás.
Entre la interpretación dada por la mayoría de la Suprema
Corte de 1904, a que hace referencia el señor diputado Borrás y la
de la asamblea legislativa que dispuso la nueva convocatoria a elec­
ciones de convencionales, el legislador, realizando un análisis tran­
quilo y reposado, debe quedarse con la tesis de la mayoría de la asam-
4 36 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

blea que en ese caso estaba apoyada con la opinión del constitucio-
nalista americano Jameson, que avanza aun más cuando expresa que
la legislatura es «un centinela en servicio» que no puede renunciar
a la vigilancia sobre la convención y que ésta no podría tener sino
funciones expresas acordadas por la Legislatura, teoría en que coin­
cide el señor diputado Osorio, como lo ha manifestado oportunamente
en esta Cámara.
El señor diputado Borrás ha olvidado decir en su exposición que
el voto de la mayoría de la Corte, fué rebatido con argumentos vale­
deros de una minoría esclarecida, que sostuvo la facultad de la asam­
blea en aquel caso. Pero aquí no estamos discutiendo las facultades
de la asamblea legislativa para determinadas situaciones, sino que
estamos considerando el artículo de una ley, y yo entiendo que está
dentro de las atribuciones de la Legislatura, la de dictar normas, bajo
cuyo imperio se han realizado las convenciones y las asambleas legis­
lativas anteriores. Así, para la reforma de 1889, que se inició en 1882,
la Legislatura dictó una ley en la cual se acordaban facultades a la
Convención Constituyente, para juzgar como juez único sobre la va­
lidez de la elección de sus miembros, con la misma facultad que esta
Legislatura puede acordarla a la asamblea, ya que en ninguna
parte de la Constitución se ha establecido que la Convención Cons­
tituyente tenga atribuciones para juzgar de la elección de sus miem­
bros. Y si la Constitución hubiera querido que fuera exclusivamente
la Convención Constituyente la que hiciera ese juicio, lo hubiera ex­
presado en su texto, tal como lo ha hecho en el artículo 130, que
confiere al colegio electoral el juzgamiento como único juez, acerca
de la elección de sus miembros, dándole sólo a la asamblea esas fa­
cultades para hacer el escrutinio de la elección.
La Legislatura, en virtud del apartado 16 del artículo 99 de la
Constitución, está autorizada para dictar todas aquellas leyes nece­
sarias para el mejor desempeño de las atribuciones del Poder Eje­
cutivo, y para todo asunto de interés público y general de la Pro­
vincia, cuya naturaleza y objeto no corresponda privativamente a
los poderes nacionales. Vale decir que en este caso, la Legislatura,
mediante esta ley que estamos considerando, puede acordarle a la
asamblea legislativa o a la Convención Constituyente, facultades para
juzgar sobre la elección de diputados a la Convención Constituyente.
Decía, refiriéndome a la exposición un tanto extensa pero muy
interesante del señor diputado Borrás, relativa a la reforma de 1901,
que la tesis sustentada por la gran mayoría de la asamblea legisla­
tiva, fué la de que la ley podía determinar expresamente las facul­
tades que debían tener tanto la asamblea legislativa como la asam­
blea constituyente.
S r. V erde T ello — La Corte dijo otra cosa.
Sr . B erro — Pero el señor diputado Verde Tello, que es abo­
gado, sabe que la Corte no se pronuncia sino sobre el asunto some­
tido a ella. Es posible que otra Corté diera otro fallo. De manera
que el argumento no es definitivo. Puede haberse equivocado aquella
Corto, como lo afirma con mucha mayor autoridad que la del dipu­
tado que habla, Luis V. Varela y otros tratadistas que se han ocu­
pado de ese fallo, criticándolo, porque consideran que la Corte no
puede hacer generalizaciones de esa naturaleza.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 437

En síntesis, la Cámara puede votar, a mi juicio, este artículo


sin exceder las facultades que acuerda la Constitución a la Legisla­
tura y concederle a la asamblea la facultad de juez único.
S r . V erde T ello — Pido la palabra.
Las palabras que ha pronunciado el señor Diputado Borrás, res­
paldadas con la autoridad de un fallo tan concienzudo como el dictado
por la Suprema Corte de la Provincia, no han podido ser rebatidas
con éxito por el señor diputado Berro.
El fallo es realmente definitivo, y como él se ajusta estricta­
mente a disposiciones constitucionales, nosotros debemos tenerlo muy
en cuenta, porque podría repetirse* nuevamente el caso de alegarse la
inconstitucionalidad de la ley que dicte esta Legislatura, y encon­
trarnos con que la Suprema Corte declare también la inconstitucio­
nalidad de esa ley, en lo que se refiere a establecer las facultades
que el señor diputado Borrás considera no deben otorgarse a la
asamblea legislativa y que están contenidas en el proyecto que con­
sideramos.
S r . B erro — ¿M e permite el señor diputado?
¿El fallo a que hace referencia dice en la parte dispositiva que
tiene facultades la Convención Constituyente para juzgar como juez
único, o lo expresa en los considerandos como un argumento de una
tesis?
S r . V erde T ello — Lo cierto es que se anuló esa convocatoria,
que no tuvo lugar por el fallo de la Suprema Corte.
S r . B erro — Está en un error el señor diputado. Se realizó; se
,fizo el escrutinio y se proclamó a los diputados convencionales electos.
S r . de las Carreras — Los diputados socialistas, cue han sido
enemigos de la reforma de la Constitución, tienen el mejor argu­
mento para procurar su nulidad; no me explico tanto empeño en
salvarlo. . .
S r . V erde T ello — ¿Qué dice el señor diputado?
S r . de las C arreras — Que le damos el argumento en contra de
la reforma.
S r . C alabria L ombardo — Eso sería pegar por la espalda.
S r . de las C arreras — N o; es pegar de frente.
S r . V erde T ello — Como ha dicho el señor diputado Borrás,
la asamblea legislativa tiene funciones que le están taxativamente
enumeradas en la Constitución de la Provincia en su artículo 109,
inciso 69, que acaba de leer.
No podría, por otra parte, la asamblea legislativa ser la que
juzgase de la validez de los títulos de los convencionales, porque nos
encontraríamos en semejante situación ante la realidad de que el
cuerpo constituyente no podría estudiar o analizar los títulos de sus
miembros; y en cambio, estaría en condiciones de hacerlo una asam­
blea legislativa ajena por completo a ese cuerpo.
Si han de realizarse elecciones de convencionales, queremos que
la opinión pública se exprese con toda libertad y que al emitir su
voto se marquen claramente las distintas tendencias políticas actuan­
tes. Bien podría suceder que de estas elecciones, convocadas precipi­
tadamente, resultare alguna sorpresa para los hombres del partido
gobernante, porque si los partidos opositores pueden ejercitar libre-
438 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

mente su voto, podría ocurrir que estuviesen en mayoría en la con­


vención. Y es de imaginarse que una Legislatura con opinión com­
pletamente distinta a la de la Convención Constituyente, se encon­
traría en una situación de gran violencia y la asamblea, cue obraría
como cuerpo político, podria anular los resultados de esa elección.
Sr . Kaiser — No tiene derecho el señor diputado a dudar de la
rectitud de la Legislatura.
Sr . V erde T ello — Por eso ha reconocido en forma clara y ter­
minante la Suprema Corte — con magistrados de la talla de los
que la formaban en aquellos momentos y con un dictamen luminoso
del procurador general doctor Gómez — que la asamblea legislativa
no puede ir más allá de las atribuciones que expresamente le confiere
la Constitución de la Provincia. No podemos sancionar leyes al mar­
gen de la Constitución, porque podrían ser atacadas de inconstitu-
cionalidad y todo el trabajo, realizado con tanto apresuramiento, que­
daría así en la nada.
Suprimamos, pues, esa parte del artículo en discusión y los se­
ñores diputados habrán demostrado que realmente desean que se
efectúen pronto las elecciones de constituyentes y que la convención
puede llevar a término una reforma sobre cuyos alcances tenemos
muchas reservas, pero que podría resultar favorable, si efectiva­
mente guían a los miembros de la mayoría los buenos propósitos que
en algunas oportunidades han enunciado.
Creo que la Legislatura se colocará dentro de in Constitución
si vota la ley con la exclusión de la parte a que se ha referido el
señor diputado Borrás; y si miembros de la mayoría en esta Cá­
mara, van a ser también los miembros de la próxima Convención
Constituyente, no va a haber ningún inconveniente en que sean los
que integran ese cuerpo los que juzguen la elección de sus miembros.
Sr. B erro — Pido la palabra.
El señor diputado Verde Tello, me ha colocado frente a un faHo
de la Suprema Corte de Justicia, firmado por eminentes ciudadanos,
y yo debo apoyar en algo mis argumentos, ya que resulta pequeño
lo que yo pueda aducir frente a la autoridad de los que suscribieron
ese fallo. Pero también, es respetable la opinión de los señores Dimet
y Rojas que votaron en disidencia y más es todavía para mí el autor
a que me referí hace un momento, que fué mencionado, casi desme­
nuzado, podría decirse, tanto en la asamblea legislativa como en el
voto de la mayoría y de la minoría de la Suprema Corte, cuando dice:
«Una convención es sólo un cuerpo legislativo sub modo que
tiene alguna, pero no todas las funciones legislativas; y una Legis­
latura, en cambio, puede extenderse sobre todas las materias de le­
gislación tan ampliamente como podría hacerlo el mismo soberano
si procediera personalmente».
Vale decir, que de acuerdo con esta teoría que ha tenido aplica­
ción invariablemente en la provincia de Buenos Aires, la Legislatu­
ra puede decir cuál es el cuerpo que debe realizar el juicio de la elec­
ción, toda vez que la Constitución no expresa en ninguna de sus cláu­
sulas que la convención o la asamblea tendrán esa atribución. De ma­
nera que quien puede y debe reglamentar e interpretar los artículos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 43 D

de la Constitución, en virtud del apartado 16 del artículo 99, que


acabo de leer, es la Legislatura.
SR. V erde T ello — No, señor diputado. La Legislatura no puede
interpretar las leyes.
S r . B erro — ¿N o puede interpretar la Constitución, señor dipu­
tado?
S r . V erde T ello — Eso está reservado a la Suprema Corte de
Justicia.
S r . B erro — Interpretar no, señor diputado; pero puede regla­
mentar, puede sancionar leyes concordantes con la Constitución: es
precisamente su misión.
¡ Cómo no va a poder dictar la Legislatura una ley que no vulne­
re prescripciones constitucionales!
S r . V erde T ello — Señor diputado, la facultad de in terpretar...
SR. B erro —■ Habré empleado mal el término; haré una afirma­
ción en términos expresos. La Legislatura, mediante una ley, puede
acordar a la Convención Constituyente o a la asamblea legislativa,
según lo considere conveniente, la facultad de hacer el juicio de la
elección, porque la Constitución no la establece para ninguno de los
dos cuerpos.
S r . O sorio — Pido la palabra.
Toda la argumentación que se ha traído en contra de las dispo­
siciones de este artículo, formulada por los señores diputados socia­
listas, tiene como base un fallo de la Suprema Corte, que el señor
diputado Verde Tello calificó de definitivo y de inconmovible. Fallo,
señor presidente, en el que hubo tres votos por la afirmativa, en favor
de la teoría que ahora hace suya el señor diputado y dos por la nega­
tiva. De manera que el fallo no era tan definitivo.
Pero volviendo, señor presidente, a la Constitución; volviendo
al propósito que parece animarnos a todos, de respetar sus cláusulas
en su letra y en su espíritu, podría decir que la Convención Consti­
tuyente no tiene otra facultad, acordada por la Constitución, que
de reunirse, con el objeto de revisar, alterar o enmendar esta Cons­
titución.
S r . V erde T ello — Casi nada, señor diputado.
S r . Osorio — No es exacto que sea de la esencia del régimen
republicano el que los cuerpos electivos sean los jueces únicos de la
elección de sus miembros.
Hay países de instituciones análogas a las nuestras, en los cua­
les la Legislatura no tiene la facultad de juzgar sobre la validez de
los diplomas de los miembros que la componen; y aquí mismo, en
este país, señor presidente, los grandes órganos de opinión, tantas
veces citados en favor de teorías que a menudo sostienen los señores
diputados en este recinto, se ha bregado últimamente porque se quite
al Congreso la facultad que tiene de juzgar sobre la validez de los
diplomas de sus miembros, para evitar las discusiones de carácter
político, que no llevan a otro fin que a desprestigiar al parlamento y
sacarlo de sus funciones útiles y necesarias para el bien público. No
habría, pues, ninguna extralimitación de esta Legislatura, ningún
cercenamiento de las facultades privativas de la constituyente, en
440 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

que la Legislatura dictara en este momento una ley que otorgue a


la asamblea legislativa esa facultad que quieren atribuirle los seño­
res diputados, a la Convención Constituyente, pero que no le confie­
re la Constitución en ninguna de sus disposiciones, de juzgar sobre
la validez de los diplomas de sus miembros.
El fallo de la Suprema Corte declaró inconstitucional la actitud
de la asamblea legislativa, porque no existía ley que le acordara esa
facultad. En este caso, vamos a investir a la asamblea legislativa de
la atribución de juzgar de la validez de los diplomas de los consti­
tuyentes, ejercitando una atribución que la Legislatura tiene, como
muy bien lo ha dicho el señor diputado Berro, de acuerdo con lo dis­
puesto en el artículo 99, inciso 16 de la Constitución, que establece:
«la Legislatura dictará todas aquellas leyes necesarias para el me­
jor desempeño de las atribuciones que la Constitución confiere a la
Legislatura, y para todo asunto de interés público general de la
Provincia, cuya naturaleza y objeto no corresponda privativamente
a los poderes nacionales».
De manera, señor presidente, que cuando dictamos esta ley, lo
hacemos para poner en movimiento la asamblea de constituyentes,
que debe reformar la Constitución dentro de lo que esta misma Cons­
titución establece. Y si ella no ha dicho en ninguna de sus cláusulas
cuál es el juez que va a dictaminar sobre la validez o nulidad de los
diplomas de los miembros de la constituyente, la Legislatura, en
ejercicio de los poderes que le confiere la Constitución, va a decir
ahora, dictando esta ley, que es la asamblea legislativa quien juzgará
de la validez de esos diplomas. Lo hará en ejercicio de una facultad
constitucional y en uso de atribuciones que le son propias.
Sr. B erro — Si me permite el señor diputado.
Hay disposiciones constitucionales que pueden también traerse
a colación, como la que se refiere al juicio de las elecciones de los
miembros de las cámaras, respecto del cual expresamente se deter­
mina que son las propias cámaras los jueces de su validez o nulidad.
Sr . Borrás — Eso estaría en favor de nuestra tesis, ya que el
artículo 217 establece que los constituyentes se elegirán en la misma
forma que los diputados y senadores.
Sr. Berro — Se elegirán.
Sr. Osorio — No hagamos de este asunto un galimatías del cual
no podremos salir. Una cosa es que el acto electoral se realice dentro
de las mismas condiciones establecidas para la elección de diputados
y senadores y otra distinta las atribuciones que el cuerpo pueda te­
ner para juzgar sobre la validez de la elección de sus miembros.
Cuando la Constitución ha querido que haya un juez para que juzgue
sobre la validez de los diplomas de sus miembros, lo ha determi­
nado . ..
Sr. V erde T ello — ¿Quién juzga de la elección de los diputa­
dos? ¿Qué miembros forman parte del cuerpo?
S r. Osorio — Voy a contestarle.
Cuando la Constitución ha establecido que cada cámara es juez
de la elección y de los diplomas de sus miembros, la cámara de dipu­
tados y la cámara de senadores en su caso, es el juez único.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 441

S r . V erde T ello — Le pregunto, qué miembros componen la


cámara cuando se juzga la elección de diputados.
SR. B erro — Los diputados por mandato de la Constitución.
SR. V erde T ello — Los electos y los que están en ejercicio.
S r. O sorio — Porque así lo ha establecido la Constitución y el
reglamento, que fija normas para el ejercicio de las atribuciones de
las cámaras. La Constitución exige que los diputados electos y los
diputados en ejercicio, sean los jueces únicos de la validez de la elec­
ción; pero cuando la Constitución guarda silencio, cuando la Cons­
titución no inviste al cuerpo de esa facultad, es indudable que la
Legislatura tiene el derecho de dictar la ley que ha de establecer
cuál es el juez que va a juzgar de la validez, sin contrariar ninguna
de las disposiciones de la Constitución.
S r . B erro — El precedente es ese: cuando la Legislatura lo ha
creído conveniente, como en el año 82, ha dictado una ley en que le
confiere a la asamblea legislativa la facultad de juzgar. El señor
diputado Verde Tello pregunta cómo se rige la elección de conven­
cionales : los convencionales se eligen del mismo modo que los diputa­
dos y senadores y eso ocurre porque no se puede prever un sistema
de elección distinto para la elección de convencionales. Es el meca­
nismo uniforme de la ley electoral el que entra en juego. Pero, cuando
la Constitución guarda silencio sobre la facultad de juzgar, es por­
que no ha querido conferirla expresamente a la convención y lo ha
dejado para que la ley lo determine.
SR. O sorio — He expresado que cuando la Constitución ha que­
rido que sea el cuerpo legislativo el juez que esté investido de la
facultad de determinar sobre la validez de la elección de sus miem­
bros lo ha establecido así, concretamente. Por eso el artículo 82 de
la Constitución, ha dicho que cada cámara es juez exclusivo de la
elección de sus miembros y de la validez de sus títulos, y el artículo
130, ha establecido que quince días después de la comunicación del
nombramiento a los ciudadanos que hubiesen sido electos, se reuni­
rán éstos en sesión preparatoria en la sala de sesiones de la asamblea
legislativa para resolver como juez único sobre la validez de las elec­
ciones respectivas, a cuyo efecto el presidente de la asamblea legis­
lativa, etcétera. Y el artículo 205, inciso primero, ha dicho que son
atribuciones inherentes al régimen municipal; primero, juzgar de
la validez o nulidad de la elección de sus miembros y convocar a los
electores del distrito para llenar las vacantes de aquélla, etcétera.
S r . V erde T ello — Son argumentos a favor nuestro.
S r . Osorio — Decía que el artículo 217, de la Constitución, que
es el que habla de la asamblea constituyente, no le ha dado a la mis­
ma esa facultad, porque no la tiene, porque en ninguna parte de la
Constitución se la ha investido de otro poder que el de revisar, alte­
rar o enmendar la Constitución. Y cuando la Constitución ha guar­
dado silencio respecto a cuál va a ser el juez que va a juzgar sobre
la validez de los diplomas de los constituyentes, la Legislatura tiene
perfecto derecho, aclarando los conceptos de la Constitución e in­
terpretando sus cláusulas, de dar a la asamblea legislativa la facul­
tad de expedirse sobre la validez de los diplomas de sus miembros.
4 42 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

SR. Orler — Va a ser un grave error legislativo.


Sr. Osorio — Según el concepto del señor diputado que yo respe­
to muchísimo; pero me quedo con la opinión de los dos jueces de la
Suprema Corte que dieron su voto en contra de las opiniones mani­
festadas y me quedo también con opiniones de los tratadistas de de­
recho constitucional y con la Constitución misma, que así lo establece
con toda claridad.
Sr. Orler — El espíritu de la Constitución no es ese.
Sr. Osorio — Según el criterio del señor diputado.
SR. V erzura — Pido la palabra.
En esta discusión, señor presidente, se plantean dos situaciones
diversas: una que hay que contemplarla desde el punto de vista de
las disposiciones expresamente establecidas en la Constitución, y
otra que habrá que analizarla, desde el punto de vista de la doctrina
aplicable al caso en debate.
Del punto de vista de las disposiciones expresamente contenidas
en la Constitución, nos encontramos con que, en cuanto se refiere al
juicio de la elección de legisladores, de electores de gobernador y de
miembros de los concejos deliberantes municipales, la Constitución
establece que los miembros de esos cuerpos son jueces exclusivos de
su elección.
En cuanto se refiere a la Convención Constituyente, que pueda
ser elegida por el pueblo de la provincia, esa misma facultad no le
es dada expresamente por la Constitución a los convencionales. Al­
guna diferencia debe sacarse de esta situación, señor presidente. Y
esa diferencia, en mi concepto, no puede ser otra que la que han ma­
nifestado los señores diputados Berro y Osorio, con toda claridad:
la Constitución no ha querido darles a los miembros de la Conven­
ción Constituyente la facultad de juzgar de la elección de sus propios
miembros.
Ahora, tendríamos que explicar el por qué de esa diferencia, por
qué se plantea esta situación diversa con respecto a cuerpos electi­
vos. Ahí entraríamos en el terreno de la doctrina pura. Hay que
establecer, señor Presidente, una distinción para mí fundamental,
entre los cuerpos electivos que desempeñan funciones electorales y
los que no las desempeñan.
Dentro de nuestro régimen político no hay otros cuerpos electi­
vos que no desempeñen funciones electorales, que las convenciones
constituyentes. De ahí entonces que en el ánimo de los que dictaron
la Constitución no haya podido existir el propósito de atribuirles una
función puramente electoral a los señores convencionales, como sería
entrar a analizar los actos preparatorios de la elección, revisar las
actas, juzgar sobre las condiciones de sus miembros, pronunciar, en
fin, el juicio de la elección. La Constitución ha establecido una fun­
ción exclusiva para la convención, como es la de corregir, enmendar
y revisar la Constitución. Su título, el derecho a actuar, se lo adju­
dica el pueblo en una elección cuyo escrutinio y juicio debe pronun­
ciar la asamblea legislativa.
No es admisible que a una convención puramente constituyente,
se le den poderes electorales, como vendría a resultar de aceptarse
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 443

la teoría de los señores diputados socialistas, ya que ellos aceptan


que es de la esencia de los poderes de los cuerpos electivos juzgar
de la elección de sus propios miembros. . .
S r . V erde T ello — ¿L a convención puede reform ar la Consti­
tución y no puede juzgar de la elección de sus m iem bros?
SR. V erzura — . . . en cuanto considera al cuerpo en funciones
electorales y en cuanto se refiere a un cuerpo de poderes tan restrin­
gidos, tan limitados, a pesar de su absoluta soberanía, como es la
convención, que se reúne exclusivamente para la función que la mis­
ma Constitución le atribuye.
Creo que esa es la razón fundatnental que sirvió de base para
justificar la inclusión en el artículo de esta ley, la disposición que
establece que la asamblea legislativa juzgará, con carácter único, la
elección de convencionales. La Constitución no le ha dado ese poder
a ningún cuerpo constituido. No se lo ha dado a la Convención Cons­
tituyente: tiene que ejercerlo entonces la Legislatura, en virtud de
los poderes implícitos que le atribuyen las mismas disposiciones ge­
nerales de la Constitución.
S r . B orras — Pido la palabra.
El asunto que se debate es de una importancia más fundamental
de lo que a primera vista parece, y es por ello que nosotros hacemos
especial hincapié en esta cuestión. Volveré, pues, a usar brevemente
de la palabra para contestar algunas apreciaciones formuladas por
los señores diputados Berro y Osorio, porque si no he oído mal, el se­
ñor diputado Berro ha dicho que las convenciones del 73 y del 82,
que se reunieron para reformar la Constitución, no juzgaron ellas
sus títulos. . .
S r . B erro — No he dicho eso, todo lo contrario: he dicho que
la convención del 82 fué juez de sus títulos por disposición de una
ley que le confirió esa atribución y agrego ahora que si la Legisla­
tura ha tenido facultad para conferir a la Convención Constituyen­
te esa facultad, era porque la convención no la tenía, y que en virtud
de esa misma facultad puede conferírsela a la asamblea legislativa.
He dicho que juzgó de la elección en virtud de una ley de la Legisla­
tura. Ahora le voy a dar el antecedente con más detalles.
S r . B orras — ¿ Y en virtud de qué disposiciones la Legislatura
dictó esa ley dándole la facultad para ju zgar de su propia elección?
SR. B erro — En virtud de las facultades que tiene la Legisla­
tura para dictar leyes, en virtud de lo estatuido en la propia Cons­
titución.
Sr. BoRRÁS — No. Fué en virtud de disposiciones que establece
la Constitución, sí; pero no en su artículo 99, sino en el 217.
S r . O sorio — ¿Me permite?
SR. B orrás — Sí, señor diputado, aunque el señor diputado no
ha permitido mis interrupciones.
S r . O sorio — Lo que ha ocurrido es que se me han hecho dos in­
terrupciones a la vez; por una parte me interrumpió el señor diputa­
do y por otra el señor diputado Verde Tello, a quien atendía.
El fallo de la Corte que han citado los señores diputados se afir­
mó en los principios generales de derecho, porque no existía una ley
4 44 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

que concretamente hubiese establecido que la asamblea constituyen­


te podía juzgar de la elección de sus miembros.
Pero quiero hacer una pregunta concreta al señor diputado, para
demostrarle que no es exacto que los cuerpos legislativos tengan siem­
pre la facultad de juzgar sobre la validez de la elección de sus miem­
bros. Eso es de la esencia de los cuerpos legislativos, cuando ..na ley
no ha entregado a otro cuerpo esa facultad. Y la prueba la tieiie en
este hecho concreto: las municipalidades tienen cuerpos deliberativos
que son los concejos deliberantes y los consejos escolares, y la ley
ha establecido que los consejos escolares no son los jueces de los di­
plomas de sus miembros.
Sr. B orrás — Lo ha establecido, en virtud de disposiciones cons­
titucionales en la parte que se refiere a las atribuciones del Poder
Ejecutivo.
SR. OSORIO — En este caso la ley también va a establecer que
los convencionales no son jueces de sus diplomas, que es la asamblea
constituyente la que va a juzgar sobre la validez de los diplomas de
los constituyentes. Tiene mucha importancia; y lo establecemos en
i a ley porque de no establecerlo el señor diputado tendría razón; la
Convención Constituyente, por los principios generales que rigen
estas cosas, estaría capacitada de juzgar. No queremos que tenga
esa facultad para que se cumpla el precepto de qua la constituyente
no se reúna más que para tratar los artículos que se refieren f la
reforma de la Constitución, y por eso vamos a investir a la asambi^
del poder para juzgar de la validez de los diplomas de los conven­
cionales.
Sr . B erro — Pido la palabra para contestar al señor diputado
Borrás.
S r. P residente (Buzón) — ¿Acepta el señor diputado Borrás?
Sr . B orrás — Sí, señor presidente.
S r. B erro — En el transcurso de este debate se ha mencionado
el fallo de 1904, con respecto a las atribuciones o facultades de la
asamblea legislativa. La asamblea de 1904 no realizó juicio alguno; lo
tínico que hizo fué declarar inexistente la elección de convenciona­
les y eso precisamente es lo que le discutió la Suprema Corte: que
no tenía esa facultad de declarar inexistente un acto eleccionario del
cual habían surgido convencionales investidos de un mandato popular.
S r. B orras — La Suprema Corte, para producir ese fallo, se
fundó precisamente en las facultades que tiene la asamblea legisla­
tiva, que no son otras que las de practicar el escrutinio. No habla
para nada de la ley.
S r. B erro — Porque no existía la ley que la autorizara, que le
diera esa facultad, como ya lo ha dicho el señor diputado Osorio.
¿Cómo se va a hablar de una ley inexistente?
El señor diputado ha pedido concretamente que le informe so­
bre los antecedentes de la reforma del 89. El artículo 5" de la ley
número 1510 expresa: «Los electos se reunirán el F de octubre para
resolver como jueces únicos sobre la validez de sus diplomas, a cuyo
efecto el presidente de la asamblea legislativa remitirá las actas ori­
ginales con los registros y las protestas que se hubieran presentado».
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 445

Esta ley la dictó, como es natural, la Legislatura, y ello se utilizó


para la reforma del 89. Los convencionales, que debían tenerla muy
presente, no consideraron sin embargo oportuno incluir en la Cons­
titución la facultad de juzgar por la Convención Constituyente; vale
decir, que deliberadamente no acordaron esa atribución.
Es, pues, la Legislatura quien puede dictar la ley concediendo
esa facultad a la asamblea legislativa, pues para ello estaba autori­
zada por la Constitución en el artículo que he leído anteriormente.
S r . B orrás — Bien; resulta, pues, que todos los casos y argu­
mentos mencionados favorecen en realidad la tesis que sostenemos,
como acontece con las convenciones del 73 y del 82, que juzgaron
su propia elección y que el señor diputado Berro c o n o ce ...
S r . B erro — A mí no me parece. (Risas).
S r . B orrás — . . . aunque el señor diputado Berro se ría.
Por su parte, el señor diputado Osorio nos ha dicho que la con­
vención está investida de facultades amplias. . .
S r . O sorio — No, señor diputado.
S r . B orras — .. .que es soberana para llevar a cabo su cometi­
do. Si tiene, pues, facultades para lo más — para reformar la Cons­
titución— , ¿cómo no va a tenerlas para deliberar sobre un acto pri­
mario elemental, como es su propia elección?
SR. Osorio — No puedo haber hecho esa afirmación, y no crea
el señor diputado que tengo el propósito de perturbarlo o desviarlo,
sino de aclarar, como tampoco creo yo que los señores diputados es­
tén animados de un simple prurito de oposición.
La base de mi argumentación es que la Convención Constitu­
yente no puede hacer otra cosa que lo que la Constitución le ha indi­
cado que debe hacer: revisar, alterar. . .
Sr . V erde T ello — No le fija límites. Eso lo sabe el señor di­
putado.
S r . O sorio — La Constitución, señor diputado, no le da a la
Convención Constituyente otras facultades que esas.
S r . V erde T ello — Le da todas las facultades; no están limi­
tadas las facultades de la convención.
S r . O sorio — No, señor diputado; como que le da la de revisar,
alterar o enmendar la Constitución.
S r. V erde T ello — Es todo.
S r . V isca — Pido la palabra, para hacer una moción de orden.
Estamos asistiendo a un debate en que el tema ha sido tratado
ampliamente y reiterando los mismos argumentos.
Sr . V erde T ello — Sería mejor que el señor diputado Visca
opinara sobre el asunto.
SR. V isca — Las posiciones son tan encontradas que no es posi­
ble que haya un acuerdo entre las dos partes.
La representación demócrata nacional ha demostrado con toda
amplitud el verdadero criterio en esta cuestión. Por eso, señor Pre­
sidente, formulo indicación de que se cierre el debate y de que se
vote.
S r . M erlo — Pido la palabra.
Sr. P residente (Buzón) — Hay una moción de orden.
4 46 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sr . Merlo — Es para hablar sobre la moción de orden.


Sr. Berro — Yo le pediría al señor diputado Visca, que poster­
gue su moción hasta que termine el señor diputado Borras, que se­
guramente ha de ser breve.
Sr. V isca — No tengo inconveniente.
Sr . Osorio — Pido que se vote la moción del señor diputado
Visca, para que se cierre el debate una vez que haya terminado su
exposición el señor diputado Borrás.
Sr . Orler — Es una imprudencia que mientras habla un señor
diputado, se haga moción de cerrar el debate.
Sr. V erde T ello — Creo que no hay motivo para limitar la
discusión sobre un tema tan interesante.
Sr. P residente (Buzón) — Continúa con !a palabra el señor
diputado Borrás.
Sr . B orrás — Continúo. De acuerdo, entonces, con lo cue aquí
se ha expresado, todos los precedentes son favorables a la tesis que
hemos sostenido, tanto las convenciones anterioi'es, como el único
fallo de la Suprema Corte.
Y si no fuera así, resultaría este caso original: que solamente
la Convención Constituyente, precisamente el cuerpo investido de
más amplios poderes, que puede declarar la caducidad de los ac­
tuales, carecería de la facultad de juzgar su propia elección y de
aprobar sus diplomas. . .
Sr . Osorio — ¿Y los consejos escolares?
Sr. B orras — .. .porque no hay en todo el país otro cuerpo
colegiado que esté en las mismas condiciones.
Sr. Osorio — Los consejos escolares.
Sr . B orrás — El señor diputado Osorio, yo no lo olvido, ha men­
cionado el caso de los consejos escolares, pero este caso está clara­
mente establecido en una ley dictada por la Legislatura, que está
autorizada para legislar sobre los consejos escolares. En cambio,
la Legislatura carece de facultades — porque nadie se las ha dado
— para dictar leyes con respecto al funcionamiento de la Conven­
ción Constituyente.
Sr. Osorio — N o; señor diputado.
Sr B orrás — Y esa es la diferencia fundamental y no hay
que confundir.
Y si nos remitimos a la forma en que se juzga la elección y los
diplomas en otros cuerpos colegiados, nos encontramos que: ¿Quién
juzga la elección en la cámara de diputados o en el senado? ¿Quién
juzga la elección en los concejos deliberantes? ¿Y en las demás
provincias?
En general, en todos los cuerpos colegiados, es el mismo cuerpo
■que es único juez de la elección de sus miembros.
S r. V erzura — Cuando la Constitución o la ley les dan expre­
samente la facultad.
Sr. B orrás — Aquí también le da la facultad para juzgar su
propia elección, porque los artículos pertinentes han establecido que
la cámara de diputados y el senado, son los jueces únicos de su pro­
pia elección; y en el artículo 217, referente a la elección de conven­
cionales, no ha considerado necesario reproducir esa disposición v
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 447

se ha establecido entonces que la elección de convencionales había de


efectuarse del mismo modo en que se efectúa la elección de los dipu­
tados y senadores.
S r. B erro — Habría sido una redundancia.
Sr . V e r z u r a — La elección.
Estaría demás repetir en el artículo 217 lo que la Constitución
dice con respecto a la elección de diputados y senadores, y bastó en­
tonces a la convención del 89 establecer que los convencionales serían
elegidos del mismo modo que los diputados y senadores.
S r . B erro — Elegidos. Habla de la elección. El acto de juzgar
es cosa distinta.
S r . B orrás — El acto de exam inar las actas electorales y las
condiciones de los electos form a parte de la elección misma.
S r . V erzura — Ese es el ju icio de la elección.
Sr . B orrás — Pero no hay elección sin juicio. Estrictamente
no formará parte porque no es un acto simultáneo, pero es su com­
plemento, ya que la convención no haría nada con la sola realización
del acto electoral.
Sostenemos, pues, que en la Constitución está claramente esta­
blecida la facultad de la convención para examinar la elección y los
diplomas de sus miembros, por lo cual consideramos que si esta cá­
mara aprueba el artículo tercero, la ley ha de ser declarada incons­
titucional, por cuya razón votaremos en contra.
S r . P residente (Buzón) — Se va a votar la moción del señor
diputado Visca, de cerrar el debate.
— S e v o t ft y r e s u lta a fir m a t iv a .

Sr . P residente (Buzón) — Se va a votar el artículo tercero.


— Se vota y r e s u lta a fi r m a t iv a de m ás d ■ dos
t e r c io s .

— Se lee:

Art. 4" A los efectos de mantener la proporcionalidad en la re­


presentación, los diputados convencionales renunciantes o cesantes
por cualquier otra causa, serán reemplazados por los candidatos de
sus mismas listas que siguieren en orden de colocación a los últimos
incorporados.
— Aprobado.

— Se lee:

Art. 5" Para ser diputado convencional, se requiere: mayoría de


edad, ciudadanía natural en ejercicio o legal después de cinco años
de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no sean
hijos de la provincia.
— Aprobado.

— Se lee:

Art. 6* Los diputados convencionales desempeñarán sus cargos


ad honorem y gozarán de las mismas inmunidades que los diputados
y senadores.
— Aprobado,
448 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

— Se lee:

Art. 79 La convención formulará o adoptará un reglamento para


sus deliberaciones, nombrará dos secretarios y dos prosecretarios,
eligiendo uno de cada cámara, y dispondrá de la mitad del personal
de las mismas hasta tanto le sea necesario para el cumplimiento de
sus funciones.
— A probado.

— Se lee:

Art. 8" El Poder Ejecutivo otorgará, sin cargo, a los diputados


convencionales, los pasajes que les fueren indispensables para el des­
empeño de su misión y un viático de trescientos pesos moneda nacio­
nal ($ 300 %) por todo el término del funcionamiento de la Conven­
ción Constituyente; que no percibirán los que gozaren de dietas
' I
«■***f4

Sr. V erzura — Pido la palabra.


Voy a formular a este artículo una observación de carácter pu­
ramente doctrinaria, que no tendrá otro significado que el de dejar
establecido un concepto personal. En este artículo se establece que
deberá acordarse a los convencionales un viático de 300 pesos hasta
el término del funcionamiento de ia convención. Dejo constancia de
mi voto en contra de esta disposición porque, a mi entender, la fun­
ción de convencional debe ser absolutamente honoraria. Así lo esta­
blece en principio el artículo 6V de la ley que consideramos, cuando
determina que los diputados convencionales desempeñarán su cargo
ad, honorem. Esta fijación de un viático quiebra ese concepto de ad
honorem.
Considero que no hay función más honrosa, más grata para un
ciudadano, dentro de una democracia, para cuyo desempeño debe pres­
tar su colaboración desinteresada y entusiasta, que ésta que importa
la facultad de votar la ley fundamental de la sociedad de que for­
mamos parte. La fijación del viático desvirtúa ese concepto absolu­
tamente honorario que debe tener el cargo y que contribuiría a darle
mayor representación, mayor solemnidad, mayor jerarquía.
Por estas breves consideraciones, votaré en contra del artíeulo 8-,
en la parte que se refiere a la fijación del viático.
Sr. L emos — ¿E l señor diputado Verzura objeta la parte que
se refiere a gastos de pasajes?
Sr. V erzura — A la fijación del viático de trescientos pesos.
Sr . L emos — Pido la palabra.
Entiendo que la fijación del viático es para un gasto inherente
a la función representativa, un aporte que se les entrega a los se­
ñores constituyentes como se les entrega un pasaje. El viático com­
plementario, ya que me imagino que los constituyentes no tendrán
sólo gastos de pasaje, tendrán también de estada y no se puede exi­
gir para la reforma de una Constitución tan democrática como la
nuestra, por hombres que viven la vida de la democracia y que son
personas generalmente de escasos recursos, que dispongan siempre
de lo necesario para llenar decorosamente esa función. De modo que,
participando en principio de las ideas del señor diputado Verzura,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 449

de que el de convencional es un cargo honorífico y muy honroso,


creo que no implica quitarle importancia el otorgar lo que me parece
de tanta justicia como una compensación para los gastos que debe­
rán realizar con motivo del desempeño de su misión.
S r. O sorio — Pido la palabra.
En el senado se sancionó esta disposición en la forma que viene
redactada, precisamente por insinuación de los señores senadores
socialistas. Es indiscutible que el cargo no deja ds ser honorífico
aunque se les fije a los convencionales un viático tan pequeño por el
tiempo que va a durar sus funciones. Las palabras del señor dipu­
tado Lemos vienen a afirmar el concepto que se tuvo al fija r esta
reducida cantidad, porque habrá hombres con gran capacidad,
con buenas iniciativas, con buenas ideas, que pueden ser convencio­
nales y que son pobres. Y no es posible entonces, por honorario que
sea el cargo, por grande que sea el honor que se les quiere discernir
al elegirlos convencionales, colocarlos en la imposibilidad absoluta
de aceptar.
Es por esta razón, como una ayuda mínima a los gastos que se
les va a ocasionar, que debe mantenerse esta disposición.
S r . K aiser — Anotamos complacidos la absoluta coincidencia
entre los señores diputados Osorio y Lemos. (Risas).
S r . de las C arreras — Ya que el señor diputado Kaiser habla
de coincidencias, quiero dejar constancia de que comparto en abso­
luto los conceptos vertidos por el señor diputado Verzura, y que de
acuerdo con ello voy a votar en contra de esa parte del artículo.
S r . V erde T ello — Nosotros, en cambio, vamos a votar e' pro­
yecto como viene del senado, en lo que se refiere a este artículo,
porque el partido socialista es un partido de hombres de trabajo,
que está compuesto en su gran mayoría por trabajadores...
S r . O sorio — Como el nuestro.
S r . V erde T ello — . . . y el grupo de diputados socialistas de
esta cámara, con algunas excepciones, son trabajadores manuales,
que, desde luego, no podrán desempeñar sus funciones con eficacia
si no se estableciese alguna remuneración a sus servicios.
Por otra parte, es ya una tendencia general, universal, que las
personas que desempeñan cargos públicos deben ser remuneradas,
porque, de lo contrario, podría incurrirse en situaciones que abri­
garan sospechas respecto a la forma cómo desempeñan la función
que les ha sido encomendada por el pueblo. Creemos que gratuita­
mente no puede trabajar nadie, salvo que sea millonario o que cuente
con cuantiosas entradas.
S r . L emos — Si me permite el señor diputado.
En este caso no se trata de una remuneración, sino de compen­
sar el gasto que se les va a ocasionar.
S r . V erde T ello — Así es.
Para que no quede la menor duda con respecto al alcance de
nuestro voto en este asunto, quiero hacer presente que nosotros va­
mos más lejos y hasta consideramos que llegará el momento que
sea necesario que a los concejales, que desempeñan funciones de suma
utilidad, se les pague su trabajo, porque de no hacerse así, nuestros
afiliados que viven en la campaña se encontrarán en completa im-
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — 29
450 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

posibilidad para poder desarrollar sus funciones, ya que son hom­


bres de trabajo. Por eso aceptamos y reconocemos que ha sido por
indicación del sector socialista que se ha propuesto este viático en
el senado. Lo consideramos muy conveniente, porque en esa forma
podrán venir representantes obreros que viven en la campaña y que
son dignos de escucharse en una convención, ya que traerán los an­
helos de la gente trabajadora de la provincia.
Sr. V e r z u r a — Las convenciones de 1873 y 1882, estuvieron for­
madas por hombres altamente representativos de todas las catego­
rías sociales de la provincia, y no tuvieron ninguna remuneración...
S r . O r le r — Sería toda gente pudiente.
— H ablan a la vez varios seboros diputados.

S r . P r e s id e n t e (Buzón) — Se va a votar el artículo tal cual


ha venido en revisión del senado.
— Se vota y resulta afirm ativa.

— So le e :

Art. 9" Los gastos que demande la ejecución de esta ley y el


funcionamiento de la Convención Constituyente, se declaran de im­
prescindible urgencia y se cubrirán de rentas generales con impu­
tación a la misma.
— Aprobado.

— Pido la palabra.
S r . B o rrás
Nosotros deseamos agregar después del artículo noveno, uno
nuevo, estableciendo otra disposición que tiene, a nuestro juicio,
suma importancia. Es un hecho conocido que a raíz del último
plebiscito, el insignificante número de votantes ha provocado en
general en toda la población, reflejándose esto a través del periodismo,
un movimiento contrario a la necesidad de la reforma, dado que sólo
había votado en ese plebiscito, un 42 por ciento de los ciudadanos
inscriptos, lo que debe interpretarse como un repudio; vamos a
proponer, entonces, la inclusión de un nuevo articulo tendiente a
prestigiar la futura convención y la Constitución que de ella salga
por el número de ciudadanos concurrentes a los comicios, que como
artículo décimo diga lo siguiente: «Para que la elección de conven­
cionales sea considerada válida deberá sufragar como mínimo un
50 por ciento de los ciudadanos inscriptos en el padrón?*.
Consideramos que esta disposición ha de ser necesaria por los
mismos prestigios que han de rodear a la Convención Constituyente
futura, la cual debe ser en grado máximo la resultante de la opinión
de la mayoría del pueblo.
Sr. Osorio — Nosotros no vamos a aceptar el agregado que
propone el señor Diputado, porque sería colocar en la ley un estímulo
para la acción negativa de los ciudadanos contrarios a la reforma
constitucional y a la marcha normal de las instituciones.
SR. VERDE T ello — La Legislatura está facultada para introdu­
cir el nuevo artículo que propone el señor D iputado.. .
— H ablan va rios señores diputados a la vez.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 461

S r . P residente (Buzón) — Le ruego al señor Diputado que no


interrumpa al señor Diputado en uso de la palabra.
S r . O sorio — Vamos a votar en contra del nuevo artículo pro­
puesto para no dar un arma a los que impugnan la reforma y para
no aguzar el espíritu de los que quieren proceder en este caso en
forma negativa. Le damos al pueblo y a los partidos políticos de la
Provincia la oportunidad de concurrir a los comicios; no queremos
poner en la ley una disposición derrotista — por llamarla así— , como
la que propone el señor Diputado. Por eso vamos a votar en contra.
S r . P residente (Buzón) — Se va a votar el artículo propuesto
por el señor Diputado Borrás.
— Se vota y resulta negativo.

S r . P rosecretario (Cialé) — El artículo 10 es de forma.


S r . P residente (Buzón) — Sancionado definitivamente el pro­
yecto, se comunicará al Poder Ejecutivo y al Honorable Senado.

TEXTO DE LA SANCION DEFINITIVA

Ley N? 4219

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires,


sancionan con fuerza de —

ley:

Artículo 1’ La elección de los ciudadan.os que han de form ar


la Convención Constituyente, convocada para el 27 de septiembre
próximo, se realizará con el mismo registro cívico y las mismas
autoridades de comicio y ubicación de mesas que la verificada el 25
de marzo próximo pasado.
Art. 2" Los reemplazos de los presidentes de mesas que estu­
vieren impedidos o que, por cualquier otra causa, no pudiesen desem­
peñar el cargo, serán resueltos por las municipalidades, jueces de
Paz, o Junta Electoral, de acuerdo con lo previsto en la ley 3489.
Art. 3V La Junta Electoral, en sesiones sucesivas, desde el día
siguiente al de la elección, practicará el cómputo de votos, aplicará
el cuociente a las listas de cada partido, hará la nómina de los can­
didatos electos y de sus suplentes, tal cual procede al considerar las
elecciones de diputados y senadores; y remitirá las actas y demás
documentos; conjuntamente con el premencionado resumen de las
operaciones realizadas, a la Asamblea Legislativa; y ésta formulará
o adoptará un reglamento para facilitar su funcionamiento, revisará
el escrutinio, juzgará, como juez único, sobre la validez del acto en
juzgamiento y proclamará a los diputados convencionales electos, a
quienes el Presidente entregará, como credencial, un diploma y una
medalla del mismo formato y cuño de los que otorgan ambas cámaras
a sus miembros componentes.
452 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

Art. 49 A los efectos de mantener la proporcionalidad en la


representación, los diputados convencionales renunciantes o cesantes
por cualquier otra causa, serán reemplazados por los candidatos de
sus mismas listas que siguieren en orden de colocación a los últimos
incorporados.
Art. 5" Para ser Diputado convencional, se requiere: mayoría
de edad, ciudadanía natural en ejercicio o legal después de cinco
años de obtenida, y residencia inmediata de un año para los que no
sean hijos de la Provincia.
Art. 69 Los diputados convencionales desempeñarán sus cargos
ad honorem y gozarán de las mismas inmunidades que los diputados
y senadores.
Art. 79 La convención formulará o adoptará un reglamento
para sus deliberaciones, nombrará dos secretarios y dos prosecreta­
rios, eligiendo uno de cada cámara, y dispondrá de la mitad del per­
sonal de las mismas hasta tanto le sea necesario para el cumplimiento
de sus funciones.
Art. 89 El Poder Ejecutivo otorgará, sin cargo, a los diputados
convencionales, los pasajes que les fueren indispensables para el
desempeño de su misión y un viático de trescientos pesos moneda
nacional ($ 300 % ), por todo el término del funcionamiento de la
Convención Constituyente; que no percibirán los que gozaren de
dietas.
Art. 9" Los gastos que demande la ejecución de esta ley y el
funcionamiento de la Convención Constituyente, se declaran de im­
prescindible urgencia y se cubrirán de Rentas Generales con impu­
tación a la misma.
Art. 10. Comuniqúese al Poder Ejecutivo.
D ada en la sala de sesiones de la H onorable Legislatura de la P rovin cia de B uenos
Aires, en la ciu dad de La Plata, n los seis días del mes de ju lio de mil novecientos
treinta y cuntro.

R a Í'l D í a z . L u is M. B e r r o .
J. Villa A bríile, F ilip e A . Cíale.
Sec. del Senado. Sec. de la C. de D D .

La Plata, ju lio 11 de 1934.

Téngase por Ley de la Provincia, cúmplase, comuniqúese, publí-


quese y dése al Registro y «Boletín Oficial».
F E D E R IC O L . M A R T IN E Z DE H O Z.
R odolfo M o r e n o .

Registrada bajo el número cuatro mil doscientos diez y nueve.


C a r lo s M. B ei .t o n .
VII
ASAM BLEA LEGISLATIVA EN QUE SE APRU EBA
LA ELECCION DE CONVENCIONALES
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 455

— Siendo las 19 horas, dice el

S r. P residente — Continúa la, sesión de Asamblea.


La Secretaría va a dar cuenta de la forma en que ha quedado
constituida la Comisión de Elecciones y de los despachos producidos
por la misma en el cuarto intermedio.
S r. S ecretario (Villa Abrille) — (Leyendo) :

L a P la ta , 5 de septiem b re «le 1 9 3 4 .

Al señor Presidente de la Asamblea Legislativa, doctor Raúl Díaz.


Tengo el agrado de dirigirme al señor Presidente, comunicán­
dole que en la fecha ha quedado constituida la Comisión de Eleccio­
nes, bajo la presidencia del que suscribe, habiéndose designado se­
cretario al Diputado doctor Pedro A. Verde Tello.
Saluda al señor Presidente con toda consideración.
S a ú l A . O b r e g ó n , P e d r o A . V e r d e T e l lo .

Honorable Asamblea:
Vuestra Comisión de Elecciones ha examinado las actas y regis­
tros de la elección realizada en la Provincia el 19 de agosto próxi­
mo pasado y los cómputos y demás documentos remitidos por la
Junta Electoral, y por las razones que dará el miembro informante,
os aconseja, de acuerdo con las atribuciones conferidas a la Asamblea
Legislativa por la Ley número 4219, la sanción del siguiente —

PROYECTO DE DECRETO

Art. 1° Apruébase la elección verificada el 19 de agosto próximo


pasado en la Provincia, en las secciones electorales Capital, Primera,
Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta, Sexta y Séptima.
Art. 2V Decláranse válidos los comicios que forman cada una de
las secciones electorales de la Provincia.
Art. 3V Declárase que sobre un total de 17.355 votos computables
en la Sección Electoral Capital, corresponden 13.642 al Partido De­
mócrata Nacional, 3.231 al Partido Socialista y 482 a la Lista Obre­
ra y Campesina; en la Primera Sección Electoral, sobre 34.039 vo­
tos computables, corresponden 28.481 al Partido Demócrata Nacio­
nal, 5.167 al Partido Socialista, 390 a la Lista Obrera y Campesina y
1 al Partido Concentración Obrera; en la Segunda Sección Electoral,
sobre 24.270 votos computables, corresponden 19.759 al Partido De­
mócrata Nacional, 4.363 al Partido Socialista, 72 a la Lista Obrera
y Campesina y 76 al Partido Concentración Obrera; en la Tercera
456 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Sección Electoral, sobre 52.827 votos computables, corresponden


41.091 al Partido Demócrata Nacional, 10.280 al Partido Socialista,
629 a la Lista Obrera y Campesina y 827 al Partido Concentración
Obrera; en la Cuarta Sección Electoral, sobre 36.424 votos computa-
bles, corresponden 31.268 al Partido Demócrata Nacional, 4.862 al
Partido Socialista, 291 a la Lista Obrera y Campesina y 3 al Partido
Concentración Obrera; en la Quinta Sección Electoral, sobre 27.340
votos computables, corresponden 23.847 al Partido Demócrata Na­
cional, 3.440 al Partido Socialista y 53 a la Lista Obrera y Campe­
sina; en la Sexta Sección Electoral, sobre 27.103 votos computables,
corresponden 22.045 al Partido Demócrata Nacional, 4.838 al Par­
tido Socialista, 206 a la Lista Obrera y Campesina y 14 al Partido
Concentración Obrera, y en la Séptima Sección Electoral, sobre
16.197 votos computables, corresponden 15.168 al Partido Demócra­
ta Nacional y 1.029 al Partido Socialista.
Art. 4V Declárase que de acuerdo con el artículo 83 de la Ley
número 3489, el cuociente para la adjudicación de cada candidato es
de 1928 votos para la Sección Electoral Capital, 2002 votos para la
Primera Sección Electoral, 1516 votos para la Segunda Sección Elec­
toral, 2515 votos para la Tercera Sección Electoral, 1734 votos para
la Cuarta Sección Electoral, 1708 para la Quinta Sección Electoral,
3594 para la Sexta Sección Electoral y 1799 votos para la Séptima
Sección Electoral, correspondiendo en consecuencia por la Sección
Electoral Capital siete Diputados Convencionales y dos suplentes al
Partido Demócrata Nacional y dos Diputados Convencionales y siete
suplentes al Partido Socialista; por la Primera Sección Electoral ca­
torce Diputados Convencionales y tres suplentes al Partido Demó­
crata Nacional y tres Diputados Convencionales y catorce suplen­
tes al Partido Socialista; por la Segunda Sección Electoral trece Di­
putados Convencionales y tres suplentes al Partido Demócrata Na­
cional y tres Diputados Convencionales y trece suplentes al Partido
Socialista; por la Tercera Sección Electoral diez y siete Diputados
Convencionales y cuatro suplentes al Partido Demócrata Nacional y
cuatro Diputados Convencionales y diez y siete suplentes al Partido
Socialista; por la Cuarta Sección Electoral diez y ocho Diputados
Convencionales y tres suplentes al Partido Demócrata Nacional y
tres Diputados Convencionales y diez y ocho suplentes al Partido
Socialista; por la Quinta Sección Electoral catorce Diputados Con­
vencionales y dos suplentes al Partido Demócrata Nacional y dos Di­
putados Convencionales y catorce suplentes al Partido Socialista; por
la Sexta Sección Electoral catorce Diputados Convencionales y tres
suplentes al Partido Demócrata Nacional y tres Diputados Conven­
cionales y catorce suplentes al Partido Socialista y por la Séptima
Sección Electoral toda la representación al Partido Demócrata Na­
cional, nueve Diputados Convencionales, por no haber llegado al cuo­
ciente electoral el Partido Socialista.
Art. 5’ Decláranse electos Diputados Convencionales por la Sec­
ción Electoral Capital, por el Partido Demócrata Nacional a los ciu­
dadanos Edgardo J. Míguez, Juan Carlos Chaumeil, Manuel M. Eli-
cabe, José Abel Verzura, Raúl Arístegui, Honorio J. Senet y Luis
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 457

Reyna Almandos y por el Partido Socialista a los ciudadanos Ale­


jandro Korn y José E. Rozas; por la Primera Sección Electoral a
los ciudadanos Manuel A. Fresco, Rodolfo Moreno, Eduardo Arana,
Carlos Indalecio Gómez, Atilio Víale, Aurelio F. Amoedo, Juan G.
Kaiser, Roberto Uzal, Manuel N. Martínez, Saúl A. Obregón, Osvaldo
Rocha, Alejandro Villa Abrille, José R. Naveira e Hilario A. Duca
por el Partido Demócrata Nacional y a los ciudadanos Silvio L. Rug-
gieri, Manuel V. Besasso y Adolfo Arnoldi por el Partido Socialista;
por la Segunda Sección Electoral, a los ciudadanos Vicente Solano
Lima, Alfredo Echagüe, Mariano de Vedia y Mitre, Marco Aurelio
Avellaneda, Carlos Güiraldes (h ijo ), José María Bustillo, Alberto
Espil, Francisco Uriburu, Pedro R. Quiroga, Angel Ferrero Regis,
José María Vega, Oscar Ivanissevich y Miguel V. Dávila por el Par­
tido Demócrata Nacional y a los ciudadanos Nicolás Repetto, Roge­
lio L. Ameri y Antonio Borrás por el Partido Socialista; por la Ter­
cera Sección Electoral a los ciudadanos Matías G. Sánchez Sorondo,
Juan E. Solá, Enrique C. Urien, Pedro Groppo, Nicanor Salas Cha­
ves, Alberto P. Arroartena, Roberto N. Lobos, Pedro V. Pelento, En­
rique Santamarina (h ijo ), Julio Alberto Fonrouge, Manuel Huisi,
José P. Baliño, Agustín I. de Elía, Emilio Díaz Araño, Tomás D. Sa­
rracino, Ismael Erriest y Juan A. Madero por el Partido Demócrata
Nacional y a los ciudadanos Carlos Sánchez Viamonte, Gerónimo
Della Latta, Salvador Moreno y Antonio Zamora por el Partido So­
cialista; por la Cuarta Sección Electoral a los ciudadanos Benito de
Miguel, Luis Duhau, Luis Grisolía, Miguel Osorio, Dionisio Schoo
Lastra, Rafael A. Palomeque, Jorge Leyro Díaz, Gustavo Frederking,
Mariano de Vedia, Horacio Bruzzone, Juan C. Aramburu, Julio O.
Ojea, José M. Blanch, Arturo Vera, Esteban Cernuda, Miguel Las­
tra, Ramón Molina y Marcos Cachau por el Partido Demócrata Na­
cional y a los ciudadanos Manuel Palacín, Miguel B. Navello y Gui­
llermo Korn por el Partido Socialista; por la Quinta Sección Elec­
toral a los ciudadanos Juan Vilgré La Madrid, José Arce, Angel Sán­
chez Elía, Daniel Videla Dorna, Atilio Roncoroni, Carlos Alberto
Pueyrredón, Samuel Ortiz Basualdo, Juan M. Beltrami, Alfredo
Zemborain, Eugenio Leal de Ibarra, Manuel González Guerrico, Ro­
dolfo Fernández Guerrico y Juan D. Buzón por el Partido Demócra­
ta Nacional y a los ciudadanos Alfredo L. Palacios y Teodoro Bron-
zini por el Partido Socialista; por la Sexta Sección Electoral a los
ciudadanos Antonio Santamarina, Daniel Amadeo y Videla (h ijo ),
Saturnino Salcedo, Luis M. Medús, José María Goñi, Delfor C. J.
Regot, Benito E. Martínez, Gregorio Juárez, Martín Carri, Alfredo
del Gaje, Santiago Saldungaray, Anastasio V. Luro, Pedro D. Pu-
mará y Andrés E. Coppie por el Partido Demócrata Nacional y a los
ciudadanos Agustín de Arrieta, Julio C. Martella y Rómulo Etcheve-
rry por el Partido Socialista y por la Séptima Sección Electoral a
los ciudadanos Agustín J. Carús, Carlos Saavedra Lamas, Adrián
C. Escobar, Amadeo Grimaldi, Juan Carlos Curiel, Enrique Calac,
Francisco N. de Achával, Valentín López Cavo y Hugo Jurado por el
Partido Demócrata Nacional.
458 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Art. 6* Decláranse igualmente Diputados Convencionales suplen­


tes por la Sección Electoral Capital, a los ciudadanos J. Tulio Ba-
cigalup Vértiz y Armando Spinelli por el Partido Demócrata Nacio­
nal, y a los ciudadanos Pedro A. Verde Tello, Eduardo Cao Llanos,
Mario Sibretti, F. Ovejero Salcedo, Bartolomé Seguí, Juan B. Mog-
gia y Luis Moresi por el Partido Socialista; por la Primera Sección
Electoral, a los ciudadanos Juan F. Almirón, Eduardo Bolo Bolaño y
Luis María Fresco por el Partido Demócrata Nacional, y a los ciu­
dadanos José Costanza, Manuel Ramírez (h ijo), Luis Del Greco,
Giordano Bruno Tasca, Arturo Havaux, Ambrosio C. Saporiti, Jo­
sé A. Vila, Eduardo Porrini, Santos Del Olmo, José Merlo, Marcelo
A. Tomadoni, Alfredo Muzzopappa, Enrique Valverde y Viriato
Unia por el Partido Socialista; por la Segunda Sección Electoral a los
ciudadanos Francisco L. Allende, Guillermo Fernández Guerrico y
José L. Morteo por el Partido Demócrata Nacional, y a los ciudada­
nos Alberto Iribarne, Miguel A. Garmendia, Roberto A. Lasala, Se­
vero Masi, Juan Ferrari, Natalio D. Chiarella, Andrés Asprella,
Francisco Speranza, José J. Navarro, José Loredo, Amadeo Broggio
y Angel Levatto por el Partido Socialista; por la Tercera Sección
Electoral, a los ciudadanos Daniel Lean, Luis Satragno, Alberto Cor­
tés Arteaga y Salvador N. Salerno por el Partido Demócrata Nacional
y a los ciudadanos Alejandro J. Hermida, José Vidal Baigorri, Ma­
riano Liberti, Manuel Pardo, Arturo Meló, Domingo Besasso, Gau-
dencio Medaglia, Nicolás Bottari, Pier Gino Capponi, Francisco Mez-
zano (hijo), Camilo Rosso, Salomón Yasky, Carlos E. Luchelli, José
M. Argaña, Miguel Giordano, José Canzobre y Radamés Barsanti
por el Partido Socialista; por la Cuarta Sección Electoral a los ciu­
dadanos Rodolfo Espil, Juan M. Najera y Agustín Mendive por el
Partido Demócrata Nacional, y a los ciudadanos Bruno J. Pietrane-
ra, José Menghini, Enrique P. Cano, Antonio Cánepa, Arturo M.
Esquiroz, Romeo Ferrara, Arturo Urbiztondo, Francisco Panal, En­
rique Thomes, Antonio Fortunato, Matías Semelis, Enrique Torres,
Gregorio Céspedes, Benito Macaggi, Marcelo A. Padín, Antonio Maz-
zini, Pedro Palacín y Fortunato Andrade Menéndez por el Partido
Socialista; por la Quinta Sección Electoral, a los ciudadanos Esteban
I. Harosteguy y Santiago M. Fraccione por el Partido Demócrata
Nacional, y a los ciudadanos Urbano Eyras, Miguel Guglielmotti, Ru­
fino Inda, Eugenio A. Becerra (h ijo), Antonio F. Puricelli, Juan
Nigro, Miguel Pascarelli, Juan Orler, Antonio Calabria Lombardo,
José Lebonatti, Victorio Fernández, Romeo Coquetti, José A. Bona-
vita y Federico Otero por el Partido Socialista; y por la Sexta Sec­
ción Electoral, a los ciudadanos Fortunato Chiappara (hijo), Pedro
Ecay y Federico E. Dori por el Partido Demócrata Nacional, y a los
ciudadanos Angel Sebastian, Andrés Manzi, Francisco P. B. Pode­
roso, Alfredo Fichter, Augusto Hunter, Francisco Camps, Antonio
Dionisio, Miguel Quintana, José M. Zugasti, Angel Macagnini, An­
selmo Casini, José Codecido y Antonio Rotger por el Partido So­
cialista.
Art. 79 El Presidente de la Asamblea Legislativa entregará las
credenciales que determina el artículo 3* de la Ley número 4219 y ci-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 459

tará a los Diputados Convencionales a fin de que se reúnan en el


recinto de la Honorable Cámara de Diputados el día 27 del corrien­
te a las 14 y 30 horas para prestar juramento, incorporarse a la Con­
vención y elegir autoridades.
Art. 8* Comuniqúese al Poder Ejecutivo y publíquese.
Sala de la Comisión, 5 de septiembre de 1934.

— Lo firman los señores legisladores Obregón, Mi*


gutns, Verzura, Osorio, Baliño, Kaiser y Uzal.

— Se le e :

Honorable Asamblea:
Vuestra Comisión de Elecciones, ha tomado en cuenta las de­
nuncias formuladas en su seno y ante la Asamblea Legislativa, y os
aconseja la sanción del siguiente —
PROYECTO DE DECRETO

Art. l v La Presidencia remitirá a la Justicia del Crimen los


documentos correspondientes a las denuncias concretas de irregula­
ridades cometidas en los comicios realizados el 19 de agosto próximo
pasado, presentadas a la Comisión de Elecciones y a la Asamblea
Legislativa, a los efectos de la investigación que estime pertinente
y de las sanciones que puedan corresponder.
— El articulo 2? es de forma.

Sala de la Comisión, 5 de septiembre de 1934.

— Firman este -despacho los señores legisladores


Obregón, Uzal, Osorio, Verzura, Baliño, Moreno, Kai­
ser y Verde Tello.

Sr . P residente — Están en consideración los despachos de la


Comisión de Elecciones.
S r. S enador Obregón — Pido la palabra.
Señor Presidente: La Comisión de Elecciones, ha considerado
y analizado con toda minuciosidad y detención las actas, los registros,
los cómputos y demás documentos remitidos por la Junta Electoral
a la Asamblea Legislativa, relativos a la elección de diputados cons­
tituyentes, del 19 de agosto próximo pasado.
La Comisión, señor Presidente, antes de producir despacho, ha
creído conveniente hacer también un estudio analítico de los actos
preelectorales, a fin de dejar establecido de una manera inconcusa la
pureza y legalidad del acto electoral. A tal efecto, se han solicitado
antecedentes que han permitido establecer que el pueblo de la Pro­
vincia de Buenos Aires ha gozado de la más absoluta garantía y de
la más amplia libertad para sufragar en los comicios del 19 de agos­
to. Y así, señor Presidente, la Comisión ha podido tomar conoci­
miento de una presentación realizada el 16 de agosto de 1934, por la
Federación Socialista Bonaerense ante el señor Ministro de Gobier­
no de la Provincia, suscripta por el señor Diputado Nacional Gui­
llermo Korn y los señores senadores a la Legislatura de la Provin­
cia, Ambrosio Saporiti y Antonio Zamora, en la cual solicitaban al
46a CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Poder Ejecutivo, medidas tendientes a garantizar el ejercicio de los


derechos cívicos.
Solicitaban, señor Presidente, en esa presentación, que se proce­
diera también al cambio de la Policía en algunos distritos de la Pro­
vincia, entre ellos Balcarce, Orense, Juárez y otros y, agregaban, que,
de no accederse a su petición, se verían obligados a abstenerse de
concurrir a la elección, como ya lo tenían resuelto en algunos otros
distritos.
Y bien, señor Presidente, el Gobierno de la Provincia de Buenos
Aires, por intermedio del Ministerio de Gobierno, contestaba a esa
presentación de la Federación Socialista, diciendo: que el Gobierno
tenia más interés que las autoridades mismas de los partidos po­
líticos de que el acto eleccionario se realizara con todas las garantías
que es deber ofrecer a los votantes. Y, así, señor Presidente, de
acuerdo con esta contestación del Ministerio de Gobierno, la Comisión
ha podido constatar, como he dicho hace un rato, una amplia li­
bertad y una absoluta garantía para toda la campaña preelectoral,
como lo ponen en evidencia las estadísticas de las conferencias so­
licitadas por el único partido opositor que merece la pena consi­
derar en este momento. El Partido Socialista, señor Presidente, en
el curso del mes de agosto, solicitó permiso a la Policía para rea­
lizar 214 conferencias. De estas 214 solicitudes, sólo les fué negada
una. Quiere decir que el Poder Ejecutivo de la Provincia autorizó
y garantizó la realización de 213 conferencias del Partido Socia­
lista en la Provincia. De estas 213 conferencias, señor Presidente,
sólo se realizaron 168; las 45 restantes no se realizaron porque,
como reza la estadística que tengo sobre mi banca, en unas se produjo
la falta de concurrencia, otras se suspendieron sin causa, en otras
faltaron oradores y público; y así, sucesivamente, podrían estable­
cerse las causas a que ha obedecido la suspensión de esas 45 con­
ferencias autorizadas por la Policía de la Provincia y no realizadas.
Bien, señor Presidente; de acuerdo con estos antecedentes la
Comisión pasó a estudiar el acto eleccionario. En lo relativo a la
elección no se ha encontrado, entre la documentación remitida por
la Junta Electoral, ninguna protesta, ninguna reclamación. De ma­
nera que, de acuerdo con esas constancias, en realidad, no se ha
producido en todo el territorio de la Provincia una sola reclamación.
Tampoco, señor Presidente, han llegado reclamaciones a la Policía
de la Provincia, ni al Ministerio de Gobierno. Vale decir que, de
acuerdo con lo que resulta de la documentación, el acto electoral
realizado el 19 de agosto es completamente inobjetable.
La minoría de la Comisión — diría — , los miembros socialistas
que han integrado la Comisión, han traído algunas denuncias que
voy a analizar oportunamente y que me anticipo a declarar que la
Comisión las ha considerado, las ha tomado en cuenta. Pero ha habido
una discrepancia en la manera de considerar la función de la Comi­
sión de elecciones de esta Honorable Asamblea. La Comisión podía
considerar, puede analizar, puede pronunciarse sobre denuncias con­
cretas, denuncias que debieron haber llegado a esta Asamblea por
el órgano que corresponde, es decir, por medio de la Policía, del
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 461

Ministerio de Gobierno o de la misma Junta Electoral. Pero ha


ocurrido, señor Presidente, que las denuncias han sido traídas al
seno de la Comisión hace un momento. Y la minoría de la Comisión
sustentaba la tesis de que sería conveniente realizar una investi­
gación, una especie de fiscalización «a posteriori» del acto electoral.
Vale decir, señor Presidente, que lo que no se hizo en el acto elec­
toral — porque es evidente que el acto electoral careció de la fis­
calización del Partido Socialista en algunos de sus comicios, pues
por propia declaración del Partido Socialista la falta de fiscaliza­
ción obedeció a la carencia de fiscales — , vendría a pretenderse que
lo hiciera actualmente la Comisión, esto es, hacer la revisión total
del acto electoral para ir a investigar si en realidad los votos com ­
putados por la Junta Electoral estaban bien o mal computados. La
Comisión, repito, ha considerado — porque entendía que era su
deber — las denuncias concretas y documentadas traídas por los
señores representantes del Partido Socialista; pero, desde luego, ha
tomado en cuenta esas denuncias considerando que pueden también
haberse producido algunos errores, que oportunamente se van a de­
mostrar, es decir, que pudo haber un error, o pudo haber un delito,
pero entendiendo que esa no es función de la Comisión de elecciones,
sino que, en todo caso, sería motivo de la acción de la justicia.
Decía, señor Presidente, que la Comisión ha entendido que, si
algunos errores o algunos delitos se hubieran cometido, como pueden
haberse llevado a cabo por algún ciudadano irreflexivo e inconsciente,
eso no podía invalidar el acto electoral del 19 de agosto, máxime
cuando se trata de denuncias que representan un porcentaje in fi­
nitamente pequeño al lado del gran número de votos emitidos en
esa elección. Esas razones han llevado a la Comisión a producir el
despacho que ha producido, aconsejando la' aprobación de la elec­
ción y aceptando la exactitud de los cómputos de la Junta Electoral;
porque la Comisión entiende que la ley ha puesto el escrutinio en
manos de la Junta Electoral, que está compuesta por ciudadanos, por
funcionarios, por magistrados espectables y respetables, que tienen
la austeridad, la severidad, la imparcialidad, la serenidad de juicio y
el espíritu de justicia y equidad necesarios para juzgar de la elección y
réalizar el cómputo de votos, pronunciándose sobre la validez o nulidad
de cada comisio, en los casos en que se concreten denuncias sobre cier­
tas y determinadas urnas, como una sólida garantía de la rectitud de
procedimiento; denuncias que, por otra parte, deben hacerse llegar
por escrito a la Junta Electoral.
Los antecedentes existentes ponen en evidencia que ha sido
práctica invariable no modificar los resultados del escrutinio prac­
ticado por la Junta Electoral, y esa circunstancia hace que la Co­
misión de Elecciones no haya creído conveniente hacer modificacio­
nes al resultado del cómputo numérico de esa Junta, con motivo
de las denuncias que ha traído a su seno la representación socialista,
porque cree que no se modificaría en nada el cómputo general de
votos y, en cambio, se produciría un pronunciamiento, sobre bases
no suficientemente exactas, respecto a la existencia de delitos, que
no está en manos de la Comisión establecer.
462 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

De acuerdo con los cómputos de la Junta Electoral, se han


constituido en la Provincia 3083 de los 3257 comicios. No funcio­
naron 146, muchos de los cuales son mesas «bis* de cada distrito,
cuyo funcionamiento no correspondía. Han sido anulados 28 por la
Junta, por causas que han resultado de las actas respectivas y que
no es del caso examinar.
En la Sección Capital han sufragado 17.355 ciudadanos. De
los 17.355 votos computados, corresponden 13.642 al Partido De­
mócrata Nacional y 3231 al Partido Socialista. No voy a leer las
cifras correspondientes a la lista Obrera y Campesina y a la Con­
centración Obrera, que no tienen importancia, porque ninguno de
esos partidos alcanzó el cuociente. En la Sección Capital el cuociente
resultante es de 1928, correspondiendo al Partido Demócrata Na­
cional 7 diputados constituyentes y 2 al Partido Socialista, uno por
cuociente y el otro por mayor residuo.
En la Sección Primera, de 34.039 votos computados, corres­
ponden 28.481 al Partido Demócrata Nacional y 5167 al Partido
Socialista. El cuociente electoral es 2002, correspondiendo, en con­
secuencia, 14 representantes al Partido Demócrata Nacional y 3 al
Partido Socialista, 2 por cuociente y 1 por mayor residuo.
En la sección segunda se computan 24.268 votos, correspon­
diendo 19.759 al Partido Demócrata Nacional y 4363 al Partido So­
cialista. El cuociente electoral es de 1516, y corresponden trece
íepresentantes al Partido Demócrata Nacional y tres al Partido
Socialista, dos por cuociente y uno por mayor residuo.
En la sección tercera, de 52.827 votos, corresponden 41.091 al
Partido Demócrata Nacional y 10.280 al Partido Socialista. El cuo­
ciente electoral es de 2515. Corresponden al Partido Demócrata Na­
cional diez y seis representantes por cuociente y uno. por mayor
residuo, y el Partido Socialista obtiene cuatro representantes.
En la sección cuarta se computan 36.424 votos, correspondiendo
31.268 al Partido Demócrata Nacional y 4862 al Partido Socialista.
El cuociente es 1734, resultando corresponder diez y ocho diputados
constituyentes al Partido Demócrata Nacional y tres al Partido
Socialista, dos por cuociente y uno por mayor residuo.
En la sección quinta hay 27.340 votos computados, correspon­
diendo 23.847 al Partido Demócrata Nacional y 3440 al Partido
Socialista. El cuociente electoral es de 1708 votos, y, en conse­
cuencia, se adjudican trece representaciones por cuociente y una por
mayor residuo, al Partido Demócrata Nacional y dos al Partido
Socialista.
En la sección sexta los votos computados ascienden a 27.103,
de los cuales 22.045 son para el Partido Demócrata Nacional, y 4838
para el Partido Socialista; el cuociente electoral es de 1594 votos,
y, en consecuencia, le corresponden catorce representaciones al Par­
tido Demócrata Nacional y tres al Partido Socialista.
En la sección séptima los votos computados ascienden a 16.197,
de los cuales 15.168 corresponden al Partido Demócrata Nacional
y 1029 al Partido Socialista; el cuociente electoral es 1799; corres-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 46:

ponden las nueve representaciones al Partido Demócrata Nacional


por no haber alcanzado el cuociente el Partido Socialista.
En cuanto a los candidatos que han de proclamarse electos, no
hay necesidad de perder tiempo en su lectura, ya que están incluidos
en el despacho que acaba de leerse por Secretaría.
Ahora bien, señor Presidente; el otro despacho que produce la
Comisión, aconsejando la sanción de un proyecto de resolución,
tiende precisamente a considerar la situación planteada por las de­
nuncias traídas al seno de la misma. En principio, las denuncias
se refieren a los distritos electorales de Quilmes y La Plata, siendo
las únicas denuncias que se han concretado y documentado, pero
quiero aclarar; se han documentado en forma aparente, porque puede
ocurrir que lo que nosotros creemos que es una documentación, una
prueba, no sea sino simplemente la consecuencia de un error. Por
ejemplo, en el distrito de Quilmes, en la mesa catorce, se denuncia
que hay once ciudadanos que no han votado, es decir, que tienen
la libreta en blanco y que figuran en el padrón como habiendo vo­
tado. Desde luego, la Comisión ha visto las libretas y el padrón,
pero lo que la Comisión no puede afirmar es si en realidad esas
libretas en blanco no son el producto de una maniobra delictuosa,
porque tanto puede suceder que esos ciudadanos no hayan votado,
como también que hayan votado, porque hay muchos presidentes que
firman las libretas con lápiz y otros que se olvidan de firmar. De
manera que puede ser el producto de un acto delictuoso del sufra­
gante o del presidente del comicio, y puede ser también el producto
de un simple error. La Comisión ha considerado este asunto, y
cree que es una cuestión que debe subordinarse a la decisión de
la justicia.
Lo mismo ocurre en el caso de La Plata. Se denuncia que en la
mesa quinta de la sección novena y en la mesa nueve de la misma
sección, aparecen siete ciudadanos en la primera y dos en la se­
gunda, en las mismas condiciones. En la mesa diez y siete de la
sección quinta y en la diez y ocho de la misma sección, aparecen
también dos ciudadanos, en cada una, en las mismas condiciones.
Estas libretas la Comisión no las ha tenido a la vista; aconseja el
despacho, haciendo honor a la palabra de un diputado, que mani­
fiesta haber visto esas libretas al ser presentadas al Presidente de
la Junta Electoral.
Otro de los casos que también plantean y cuya denuncia for­
mulan, es el de algunos fiscales que dicen que han votado en la
mesa en cuyo padrón figuran inscriptos y que además lo han hecho
en la mesa de cuya fiscalización estaban encargados. Este es otro
asunto más difícil de comprobar, porque puede muy bien suceder
que en el padrón aparezca la palabra «votó» en el renglón corres­
pondiente a un ciudadano que no sea en realidad el que ha sufragado,
y que entonces, en virtud de ese error, aparezca ese ciudadano como
votando dos veces. Este es el caso del ciudadano Amílcar Abbiati,
que votó como fiscal en la mesa 9, Sección 2‘ y en la mesa 6 de la
misma sección.
S r . D iputado V erde T ello — Por eso lo hemos verificado.
4 64 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

SR. Senador Obregon — Hemos verificado que está en los dos


padrones, pero lo que nadie ha verificado ni puede verificar, es
&i en verdad la palabra «votó» está puesta en el renglón que co­
rresponde.
De manera, señor Presidente, que todas estas denuncias son
cuestiones que la Comisión no considera que esté dentro de sus
facultades, ni que esté dentro de sus atribuciones ni dentro de
sus posibilidades materiales establecer si constituyen o no una falta
o un delito grave. Por esas circunstancias, la Comisión ha proyec­
tado la resolución que se ha leído por Secretaría, que ha sido fir­
mada por la unanimidad de los miembros de la misma. En ese
proyecto de decreto se aconseja que la Presidencia de la Honorable
Asamblea remita a la justicia del crimen todos los antecedentes
relativos a las denuncias formuladas a la Comisión y a la Asamblea,
para que la justicia se expida y aplique oportunamente las san­
ciones a que hubiere lugar.
Por estas consideraciones, señor Presidente, y en nombre de
la Comisión, yo me permito solicitar de la Honorable Asamblea su
aprobación al despacho que se ha leído por Secretaría.
Sr. D iputado V erde T ello — Pido la palabra.
Los representantes del sector socialista que han integrado la
Comisión designada por esta Asamblea no han votado el despacho
suscripto por la mayoría, porque consideran que los elementos de
juicio que se le han facilitado en la Comisión, no han sido sufi­
cientes como para poder formarse un juicio definitivo sobre la
validez o nulidad de la elección.
Hemos pedido los miembros del sector socialista, que este asunto
se considerase después de transcurridos algunos días, los necesarios
para que nosotros pudiésemos llevar al seno de la Comisión todas
las denuncias que se nos han formulado de vuelco de padrones. La
Comisión ha considerado que sólo debían tomarse en cuenta aque­
llos hechos que pudieran ser verificados ante la misma y en esta
tarde, no en otra oportunidad.
Es desde luego lamentable, que la mayoría de la Comisión no
haya comprendido bien cuál es la finalidad de los representantes
del Partido Socialista al reclamar mayor tiempo para el estudio de
todos los antecedentes vinculados con una elección de tanta im­
portancia para la Provincia y para las instituciones provinciales,
como la realizada el 19 de agosto. Los socialistas, que estamos in­
terviniendo en ambas cámaras legislativas, que actuamos en el esce­
nario político provincial, no podemos sentirnos en ningún modo
halagados por el espectáculo, ciertamente bochornoso, que presenta
la provincia de Buenos Aires.
Por un sector importante de la opinión pública, por un partido
político, hemos sido acusados en alguna oportunidad, de ser nosotros,
los socialistas, los que dábamos visos de legalidad a este gobierno,
considerado por todos, ilegal. Sabemos, los socialistas, cuál es nues­
tra misión dentro del desenvolvimiento político e institucional de
la Provincia; sabemos perfectamente bien cuál es la misión que nos
corresponde desempeñar dentro de la política de la Provincia y de
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 465

la política de todo el país. Nosotros no hemos atendido nunca esas


críticas que han sido interesadas, porque en ningún momento fija ­
ban en términos precisos y categóricos la posición del Partido So­
cialista, mejor dicho, la actuación del Partido Socialista en la Pro­
vincia. Partido de minoría, como es el nuestro, partido de una po­
sición clarísima, con una posición que nadie puede confundir, hemos
concurrido a todas las luchas electorales, porque estamos represen­
tando a una parte de la opinión pública, la más interesante, sin
duda alguna, la clase trabajadora de la provincia de Buenos Aires,
que ha sido casi siempre olvidada vpor todos nuestros gobiernos capi­
talistas. Hemos concurrido a todas las elecciones con un mandato,
el mandato de la clase trabajadora para defender sus intereses, que
son los intereses de la mayoría, dentro del regular desenvolvimiento
de las instituciones democráticas. Por eso, nosotros, que nos hemos
opuesto terminantemente a la ley que establecía la necesidad de la
reforma constitucional, que hemos realizado también, posteriormen­
te, una campaña intensa e inteligente en contra del plebiscito, nos­
otros que hemos considerado que no era este el momento preciso
para efectuar reformas en la Constitución de la provincia de Bue­
nos Aires, hemos concurrido a la elección del 19 de agosto en la
esperanza — ya lo he dicho por ahí y lo repito ahora — un tanto
ingenua, de que el partido que está gobernando en la provincia
de Buenos Aires, iba a respetar alguna vez, la voluntad ciudadana.
No ha ejercido el Partido Socialista, en esta elección, una fis ­
calización extrema de los comicios, se lo puedo asegurar a los miem­
bros de esta Asamblea; el Partido Socialista ha realizado una in­
tensa campaña de agitación en toda la Provincia y ha procurado
ilustrar a la masa ciudadana sobre el problema que le planteaba la
reforma constitucional, ha discutido los puntos planteados en su
plataforma por el Partido Demócrata Nacional, y los ha puesto en
frente de los puntos que contenía la plataforma del Partido So­
cialista.
Se fijó la fecha de las elecciones con una celeridad ciertamente
asombrosa, podría decirse extraordinaria. La Cámara actuaba con
un apuro inusitado, con un deseo en cierto modo incomprensible,
por ocultar qué es lo que iba a hacerse con esa reforma constitu­
cional. El Poder Ejecutivo convocó a elecciones apenas con un mes
de anticipación. Un asunto de tanta trascendencia como es la re­
forma constitucional merecía muy bien el estudio amplio, la discu­
sión serenamente difundida, de los puntos que iban a ser objeto
de reforma en la Constitución de la Provincia. Esperábamos nos­
otros que se daría un amplio plazo para que los partidos políticos
pudiesen realizar su campaña electoral, que para el Partido Socia­
lista significaba un motivo más de difusión de cultura popular, como
es la que realiza en todas las circunstancias y en todas las elecciones.
Ha habido un gran apresuramiento en la fijación de la fecha
para las elecciones. Hemos contado con una gran indiferencia pú­
blica, con una enorme indiferencia pública, sobre el problema cons­
titucional. Yo no sé, realmente, si es por la apatía general que se no­
ta en el ambiente, o porque la reforma constitucional era auspiciada
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 3o
466 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

por el partido del Gobierno, con un prestigio tan precario, pero es


lo cierto, que no ha llegado a convencer, no ha llegado a entusiasmar
a nadie, y, por el contrario, ha sido un motivo de desprecio el acto
electoral del 19 de agosto.
Debemos confesar, señor Presidente, que, aun dentro de nues­
tras propias filas, este problema no ha despertado un gran interés;
que ha despertado menos interés que una elección de carácter mu­
nicipal, o de carácter provincial. Esa falta de entusiasmo, ese es­
cepticismo, esa falta de fe, se ha traducido en el porcentaje de vo­
tos socialistas inferior al obtenido en las elecciones del 4 de marzo.
Esa disminución de votos, señores diputados y señores senadores, e;
perfectamente lógica, perfectamente explicable; pero lo que no es
explicable, ni lógicamente, ni de ningún modo, es el progreso extra­
ordinario que han experimentado los candidatos del partido Demó­
crata Nacional.
La indiferencia pública no ha sido únicamente en el sector so­
cialista; ha sido más acentuada, puede decirse, en el sector del Par­
tido Demócrata Nacional.
Me causaba cierta gracia, la referencia que hacía el señor Sena­
dor Obregón sobre las conferencias que hemos anunciado y no he­
mos realizado. Por lo menos ya es bastante significativo que en ese
breve tiempo hayamos podido o querido realizar 214 conferencias
públicas; pero hubiese sido, sin embargo, mucho más interesante que
el señor Senador, que siempre tiene tanta facilidad para traer es­
tadísticas policiales, nos hubiera dado la estadística de las conferen­
cias que ha realizado el Partido Demócrata Nacional, porque reve­
laría el interés que ha tenido ese partido en hacerle conocer a la masa
ciudadana sus principios y sus ideas y también para demostrar aho­
ra el por qué de ese progreso extraordinario en los votos del Par­
tido Demócrata Nacional.
Hemos querido los representantes socialistas, cuando solicitamos
en la Comisión que este asunto se postergase, no ya desprestigiar el
acto, si es que ese acto ha tenido algún prestigio, sino, prestigiarlo
precisamente con una amplia investigación para demostrar que todas
las denuncias que se han hecho públicas por la prensa y por el Par­
tido Socialista son injustas, totalmente injustas; pero la mayoría de
la Comisión con un criterio que tengo la esperanza no ha de com­
partir esta Asamblea, no ha querido escuchar, no ha querido inves­
tigar. Tengo alguna esperanza de que la mayoría de esta Asamblea
Legislativa, que fué la que aprobó el plebiscito, que fué la que dijo
que un número insignificante de votos constituía la mayoría que exi­
ge la Constitución, tengo la esperanza, repito, de que esta Asamblea
Legislativa ha de darnos oportunidad a los representantes socialis­
tas de que probemos las denuncias que hemos formulado, y si no lle­
gáramos a probarlas, tendrán una excelente ocasión los miembros
de la mayoría de salir más prestigiados de esta Asamblea.
Es asombroso que el señor miembro informante de la mayoría
haya hablado de la pureza inconcusa del acto electoral del 19
de agosto.
Francamente, tal afirmación, provoca la risa que he visto di­
bujada en los rostros de algunos de los miembros de esta Asamblea.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 467

Estas elecciones se han caracterizado por el fraude enorme, ex­


traordinario que han cometido autoridades de comicio, instigadas no
sabemos por quién, pero eso sí, podemos asegurar que en ningún ca­
so han sido instigadas por el Partido Socialista. En otras oportunida­
des, en otras elecciones, se ha hecho mucho ruido el mismo día del
acto electoral; pero eso ha ocurrido porque el Partido Socialista ha
tenido en todas las mesas sus fiscales, y la gente que tiene una si­
tuación política dada, que no quiere perder esa situación, cuando se
encuentra con el fiscal socialista recurre a la violencia, y mediante el
auxilio del presidente del comicio y de la policía que los protege,
persigue a los representantes del Partido Socialista que están fisca­
lizando el acto. En estas circunstancias, en estas elecciones, como el
Partido Socialista no ha tenido fiscales, el acto, aparentemente, ha
sido normal. Por eso podrán explicarse también los señores miem­
bros de esta asamblea — y me voy a adelantar a la observación que
pudiesen hacerme al respecto— , por eso han podido ver que hasta el
mismo Partido Socialista al día siguiente de la elección, manifestara
que el acto del 19 de agosto, externamente, se había desenvuelto con
toda normalidad; no había habido hechos de violencia. En aquellas
localidades en que por razones especiales podían haberse producido,
el Partido Socialista no concurrió a las elecciones y, entonces, él
mismo suprimió ese motivo de violencia. En estas elecciones el
Partido Socialista no tuvo fiscales en una gran parte de las mesas,
en la Provincia de Buenos Aires. Por eso es que no se han producido
actos que hayan podido llamar la atención pública. Pero — y aquí es
donde era preciso que llegásemos para explicar bien el asunto— ni
bien se comenzó a realizar las primeras tareas del escrutinio, inme­
diatamente pudo comprobarse que el vuelco, de padrones había sido
ciertamente extraordinario.
Yo recuerdo, señor Presidente, — y están aquí presentes el señor
Diputado Verzura y el señor Senador Elena, que me rectificarán si
no es verdad lo que voy a expresar— que cuando se estaba escru­
tando la sección La Plata, amistosamente comentábamos los aspec­
tos de la elección y los actos previos a la misma, y nos referíamos
a la frialdad pública traducida en la poca concurrencia de votantes a
los comicios y recuerdo que no se cuál de los dos, al calcular el núme­
ro de votos que se obtendrían en La Plata, dijo que el Partido De­
mócrata Nacional, obtendría de 9 a 10 mil votos. Es de suponer, pues,
que ese era el cálculo que habían hecho los miembros del Partido
Demócrata Nacional, que sería en definitiva la expresión de los vo­
tos que tiene aquí en esta ciudad — claro que hecho el cálculo con un
poco de optimismo— el Partido Demócrata N acional...
S r . D iputado V erzura — Si me permite el señor Diputado. Es
posible que algún señor Diputado o Senador de nuestro partido, ha­
ya hecho el cálculo aproximado de los votos que pudiera correspon­
derle al Partido Demócrata Nacional, cálculo personal, pero debo ex­
presar que el Diputado que habla, al día siguiente de la elección, hizo
declaraciones públicas en un diario de La Plata, de las que resulta
que a su juicio el Partido Demócrata Nacional iba a repetir las
468 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

elecciones anteriores y hasta iba a señalarse un aumento en el total


de sufragios a su favor.
Sr. D iputado V erde T ello — Ello quiere decir entonces que el
señor Diputado Verzura sabía en ese momento que se había co­
metido fraude.
Sr . D iputado V erzura — Lo que sabía es que habíamos ganado
votos, señor Diputado, que es cosa muy distinta.
Sr. D iputado V erde T ello — Quiero significar que el fraude
empezó a manifestarse una vez que se inició el escrutinio; hasta ese
momento, el Partido Socialista, un poco ingenuo, creía que las cosas
habían ocurrido con toda normalidad, y que cuando se realizara el
escrutinio aparecería la expresión real de los votantes, pero, ya en el
correspondiente a la ciudad de La Plata, nos encontramos con gran­
des sorpresas al verificar que ciudadanos conocidos como radicales
calificados, aparecían votando. Fué en ese momento, cuando tuvimos
la sensación del gran fraude que se había cometido, no ya en las
formas conocidas y puestas en práctica en otras oportunidades, me­
diante persecución a los fiscales, sino valiéndose de los presidentes
de mesa, verdaderos instrumentos, gentes sin ninguna clase de res­
ponsabilidad, personas que, como en el caso de un ciudadano que
estaba el día del escrutinio en la Legislatura, no tenía ningún in­
conveniente en considerar como un título de honor, el hecho de ha­
ber introducido fraudulentamente algunos sobres en una urna.
Esos ciudadanos, señor Presidente, tienen grandes responsa­
bilidades, pero los socialistas tememos mucho de que esos presidentes
no hayan entrado por su propia cuenta a realizar esos actos y sí que
hayan sido inspirados por el deseo político del partido de la mayo­
ría, que con esos actos perseguía el aumento del porcentaje de votos
que no había obtenido en esas elecciones. Quiero, ya que me estoy re­
firiendo a este aspecto general de la elección, quiero hacer presen­
te que en este asunto de los presidentes de comicios hay un poco tam­
bién de responsabilidad en nuestra justicia. Eñ algunas oportunida­
des, los socialistas hemos acusado a autoridades de comicio, hemos
acusado a Presidentes de Concejos Deliberantes y a Jueces de Paz, que
se han prestado, mediante maniobras, para que saliese tal o cual can­
didato presidente de comicio. que han venido repitiéndose durante
tres o cuatro años, desvirtuándose totalmente, en esa forma, la ley
electoral.
Yo recuerdo que en una ocasión, aquí en La Plata, con motivo de
comprobaciones que se hicieron en la mesa 17 de la Sección Segunda,
que fueron hechas por el doctor Bilbao la Vieja, Secretario de la
Junta Electoral, había un ciudadano que sin tener ningún título,
— un verdadero usurpador de funciones— estaba presidiendo una
mesa. El Diputado que habla, en ese momento simple ciudadano, lo
acusó ante la justicia del crimen, y el Juez del Crimen, doctor Ma­
nuel Cotti de la Lastra, lo absolvió diciendo que ese hecho no cons­
tituía delito.
Ahora, recientemente, hemos acusado a algunos funcionarios de
Tandil, porque habían cometido también incorrecciones en el sorteo
de los presidentes de comicio; y en esa oportunidad también la jus-
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 469

ticia se ha escapado por la tangente, y habiéndoseles acusado por un


delito perfectamente reprimido por el Código Penal, no ha tenido
otro medio para defender a esos señores que aplicarle un artículo
de la Ley Electoral, declarándolo prescripto.
Digo, entonces, que en este estado de anormalidad, que en este es­
tado que perturba el regular desenvolvimiento de nuestras institucio­
nes, ha habido también una gran responsabilidad de parte de funcio­
narios judiciales, que no han tenido la valentía de cuadrarse fren­
te a los caudillos y aplicar la ley con toda estrictez.
Las denuncias que nosotros hemos presentado ante la mayoría
de la Comisión, si bien es cierto que no ban sido muchas, en casos
concretos, ellas han sido terminantemente acertivas, terminantemen­
te probatorias de los hechos delictuosos que hemos imputado a de­
terminadas personas.
En el caso de la mesa número 14, de Quilmes, hemos probado que
en esa mesa aparecían sufragando 11 ciudadanos, y que esos 11
ciudadanos están sumándose al total de los votos que se han escru­
tado en estas elecciones. Esa mesa no ha sido anulada. Debía haber­
se anulado; y, sin embargo, la mayoría de la Comisión ha informado
sobre el total y no ha deducido, como debía hacerlo, esos votos que
han sido incluidos indebidamente en la urna.
Hemos hecho también acusaciones concretas sobre casos ocurri­
dos en La Plata, y con el testimonio del señor Diputado Verzura,
que es el legislador a quien se refería el Senador Obregón, que, jus­
tamente con el que habla, pudo constatar ante el doctor Ameghino
el fraude cometido en la mesa 5 de la Sección 9* y en otras más.
Con esos casos hemos probado también los delitos que se han co­
metido en La Plata, que desnaturalizan totalmente la función del
sufragio.
Yo, señor Presidente, he hecho todas estas consideraciones, rea­
lizando algún esfuerzo, porque mi estado físico no es bueno, para
terminar formulando una proposición de orden. Considero que, co­
mo los representantes del Partido Socialista tienen una gran can­
tidad de denuncias que quieren verificar si son exactas — y nueva­
mente apelo al buen sentido de toda esta Asamblea— que debe pos­
tergarse, como lo propongo, la consideración de las elecciones por
cinco días, es decir, que el dictamen de la mayoría de la Comisión
sea considerado el lunes próximo. En estos cuantos días, nosotros
podríamos verificar si realmente las denuncias que han llegado, y
que en muchos casos nos merecen una gran fe, son o no son exactas.
Nosotros, lo declaro ante esta Asamblea, desearíamos mejor que no
fuesen exactas; desearíamos que realmente, mediante esa investiga­
ción, se llegase a una conclusión adversa, aun cuando fuera en con­
tra de nuestra propia afirmación, porque dichas denuncias echan
una mancha que no será fácil borrar sobre el acto electoral del 19
de agosto.
Los señores miembros de esta Asamblea convendrán conmigo
en que no hay una urgencia extraordinaria en que se considere este
asunto hoy y que no hay ningún motivo, absolutamente ninguno.
470 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

p¿tr.s. obstaculizar el libre examen que solicitamos los representantes


del Partido Socialista.
Cuando se abrió esta sesión, y al proponer que la Comisión tu­
piese un plazo de cinco días para expedirse, yo expliqué por qué
hacía esa proposición. Era porque, en realidad, no se había po­
dido hacer el examen de todos los elementos de juicio existentes en
la Junta Electoral. Y a propósito, voy a hacer una pequeña refe­
rencia a lo que se dijo al comienzo de esta sesión. Mientras el se­
ñor Presidente de la Asamblea, con toda amabilidad, decía que el
Diputado que habla no se había apersonado a él para solicitarle
las actas ni ningún otro elemento referente a la elección, el señor
Diputado Kaiser decía que el señor Presidente no tenía facultades
para hacerlo, es decir, para entregarlos. En esa evidente contra­
dicción yo no quiero descubrir un propósito de ocultar los elementos
de juicio que existen y que pueden ser revisados por los partidos
políticos de la oposición, vale decir, por el Partido Socialista; pero
es lo cierto que en este caso, sea por oposición de la Junta Elec­
toral o por no haber contestado la nota el señor Presidente de la
Asamblea, y por otra parte, por los términos mismos de la ley de
elecciones de convencionales, no ha sido posible que hasta este mo­
mento nosotros hayamos tenido la posibilidad dé estudiar todos
esos elementos. '
Yo quiero insistir sobre esto, señores miembros de la Asam­
blea. Creo que no se va a perder nada absolutamente con que se
facilite ese examen, pues no es el caso que nosotros vayamos a
rever lo que ha hecho la Junta Electoral. En otras elecciones no
se da la facultad que se le confiere a esta Asamblea de revisar el
escrutinio y hasta para entregarles los diplomas a los electos. En
las elecciones ordinarias esa función la realiza la Junta Electoral
y no la Asamblea. Quiere decir que esta Asamblea estaría facul­
tada para hacer toda esa revisación y poder pronunciarse en una
felina que diese realmente la sensación de seriedad que yo declaro—
aprobándose el dictamen de la mayoría de la Comisión sin ese es­
tudio previo — no tendría.
Para terminar y concretando, presento como moción de orden
q e se postergue la consideración del despacho de la mayoría hasta
el lunes de la semana próxima.
Nada más.
S r. D iputado O scrio — Pido la palabra.
Voy a usar de la palabra, exclusivamente, para fundar el voto
de nuestro sector en contra de la proposición de aplazamiento he­
cha por el señor Diputado Verde Tello.
Ya tuvimos, señor Presidente, en el seno de la Comisión la
oportunidad de expresar las razones por las cuales no consideramos
oportuna ni conveniente la postergación de este acto que la Asam­
blea Legislativa realiza, para juzgar de la validez de la elección
de diputados constituyentes.
El señor Diputado ha afirmado — sin que de ningún modo
pueda aceptar como exacta su afirmación — que la Comisión de
Poderes no ha querido oír ni investigar. La Comisión, lo afirmo,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTíTUCiÓN 471

l.n oído y ha investigado. Pero, es que el señor Diputado olvida


in.e la Asamblea Legislativa, en este momento, es un juez lla­
mado a pronunciarse dentro de ciertas normas para autenticar
ti acto electoral y para diplomar a los que resultaron electos.
Quiere apartarse de toda suerte de procedimientos legales, para
imponer una voluntad arbitraria, que consiste en realizar, como
l i en lo dijo el señor miembro informante de la Comisión, una
fiscalización «a posteriori» del acto electoral.
No encontrará el señor Diputado ninguna doctrina legal ca­
paz de convencernos de la posibilidad de realizar el acto que
pretende. La Comisión ha oído todas las m anifestaciones y car­
gos que los señores diputados han llevado a su seno, ha tenido
en su poder las pruebas concretas que los señores diputados
han presentado, en casos determinados, y ha producido un des­
pacho consecuente con esas pruebas y con las afirm aciones hechas
sobre esos cargos concretos por los señores diputados y senadores
integrantes de la Comisión. Pero de esa, señor Presidente, que es
la función de la Comisión de Escrutinio y la función de esta Asam­
blea, a que nos apartemos de toda norma regular de procedimiento,
y resolvamos postergar la consideración de la elección a fin de
que los señores diputados salgan a la calle a conseguir las pruebas
que han de traer, para que luego nos pronunciemos sobre ellas,
media una distancia muy grande; la distancia que hay entre lo
lega! y lo correcto y lo que no es legal ni serio.
Constituimos un tribunal, en este momento, que va a proce­
der con la seriedad necesaria y con la equidad que sea menester.
Los señores diputados han tenido tiempo suficiente para hacer las
.'aclamaciones, en su oportunidad, ante la Junta Escrutadora y
ante esta Asamblea. Se ha citado con el tiempo que marca la ley
paje la reunión de esta Asamblea, y los señores diputados, desde
el día siguiente de la elección hasta ahora, han tenido tiempo
suficiente para acumular todas las pruebas y presentarlas en este
acto, que es — podría permitírseme la frase — la audiencia en
la cual ellos han debido traer los elementos que comprobaran los
cargos que quisieran hacer sobre la elección del 19.
¿Cuál es el objeto de esta postergación, señor Presidente? ¿E s
acaso que nosotros consideremos pruebas existentes en la Comisión,
pruebas, sobre los cargos que los señores diputados formulan, en poder
de esta Asamblea Legislativa? No, señor Presidente; son pruebas
y cargos en abstracto, sobre los cuales los señores diputados piden
un término para salir a la calle a buscar elementos que los corroboren.
¿Los traerán los señores diputados o no? Me parece poco serio que
esta Asamblea se determine a dar ese plazo atendiendo una situación
hipotética, que no presenta ningún viso de realidad, desde que no se
han presentado las pruebas en su oportunidad, habiendo transcurrido
15 días desde las elecciones, tiempo suficiente para traerlas. Y la
argumentación que se hace es floja, desde todo punto de vista, para
fundar esta postergación.
Los miembros del Partido Socialista que formaban parte de la
Comisión de Escrutinio, han propuesto que se haga la investigación
sobre una mesa o dos de cada uno de los distritos electorales; y, si
472 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

en esas mesas se comprueba alguna irregularidad, deducir de ello


que todas las demás están en condiciones de ser anuladas. No es así.
Se habrían de anular aquellas donde se hubieran probado irregula­
ridades, pero ello no habría de provocar la nulidad total que se pre­
tende. Y esto no es una afirmación caprichosa hecha por los miem­
bros de la mayoría: es una afirmación que está contenida en todos
los textos clásicos y aun elementales de derecho constitucional. Y más
todavía, señor Presidente, los señores diputados podrían traer aquí
pruebas evidentes de fraudes o irregularidades cometidas en un co­
mido y aun con esas pruebas a la vista ese comicio podría no ser
anulado por esta Asamblea, en cuanto podrían no afectar, p o r dis­
tintos motivos, la validez de los votos emitidos.
El señor Diputado dice que esta Asamblea tiene una función ex­
cepcional, desde que por la ley que se rige es la que va a diplomar y
dar las credenciales a los diputados constituyentes, cosa que no hacen
las asambleas en otros casos, porque cuando se eligen diputados o
senadores esa función está encomendada a la Junta de Escrutinio.
No es así, señor Presidente: a los diputados y senadores se los
diploma en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, y es allí
donde se les entrega su credencial. No es, entonces, la Junta Elec­
toral quien otorga los diplomas. Esta tiene la simple misión de
escrutar y atender las reclamaciones justificadas para anular aque­
llos comicios que estén afectados por transgresiones a las reglas
establecidas en la Ley Electoral.
Cuando los señores diputados, con ese plazo que solicitan de cinco
día3 lograran traer pruebas de irregularidades en algún comicio,
nosotros nos veríamos obligados, para controvertir sus pruebas, a
pedir un nuevo plazo y dilucidar luego aquellas cuestiones que fueran
necesarias para desvirtuar las aseveraciones de los señores diputados.
Y lo saben perfectamente bien, los señores diputados, porque aquí
nadie «se chupa el dedo» y todos sabemos perfectamente qué es lo
que tenemos entre manos. Lo que los señores diputados socialistas
tienen entre manos es sencillamente el propósito de ir postergando
la fecha de la aprobación de las elecciones, hasta el día que deba re­
unirse la Convención. Estaremos aún, si aceptamos sus pretensiones,
para esa fecha, en la discusión de este asunto, y esa situación no
estamos dispuestos a tolerarla los miembros de la mayoría, que te­
nemos el propósito confesado de reformar la Constitución, dentro
de los términos que hemos establecido. Es para no hacer lugar a ese
juego, con un criterio puramente político, pero de alta política
constructiva y no con el criterio político destructor, anarquizados
escandalizador, practicado por los señores diputados en el recinto para
hacer la crítica de la elección, que los miembros de la mayoria vamos
a votar en contra de la proposición formulada por el señor diputado
Verde Tello.
Nada más.
Sr . Senador M oreno— P ido la palabra.
Sr. P residente— ¿ P ara referirse a la moción de orden?
S r . Senador M oreno— Sí, señor Presidente.
Como miembro de la Comisión especial encargada del estudio de
la elección, voy a apoyar la moción que acaba de formularse y voy a
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 473

agregar algunas razones que se hacsn necesarias en virtud de las


últimas palabras pronunciadas por el señor Diputado Osorio.
Nuestra conducta entre la actuación que hemos tenido en el seno
de la Comisión y la proposición que traemos al seno de la Asamblea,
es perfectamente lógica, y es lógica, señor Presidente, porque el
proceso general de la elección y de la impugnación que acaba de oír
la Asamblea, hecha por el señor Diputado Verde Tello, ha quedado
demostrado acabadamente que no ha sido posible hacer las compro­
baciones concretas que exigía la Qomisión para expedirse sobre la
misma.
Se han encontrado dificultades de orden legal. El Partido Socia­
lista, por intermedio de su delegado, ha querido obtener la copia de
las actas de los comicios para constatar la veracidad de las denuncias
que se formulaban sobre ciudadanos que aparecían votando y que
mantenían sus libretas en blanco, prueba incontrastable de no haber
votado. Esa era la única forma concreta en que podía actuar el
delegado de nuestro Partido. Con los casos ya comprobados en los
días en que se realizaba el escrutinio de La Plata, se han hecho las
denuncias judiciales que la Asamblea conoce, tomadas en cuenta pol­
la Comisión y que han motivado el proyecto de decreto que tenemos
a consideración, para dar traslado a esas irregularidades a la
justicia.
¿Pero por qué es lógica nuestra actitud en esta Asamblea pro­
poniendo ese plazo? E 3 lógica porque ya lo hemos solicitado en el
seno de la Comisión con esta argumentación que no ha sido destruida:
si hemos demostrado que en determinadas mesas el fraude estaba
documentado, estaba comprobado, en mayor o menor cantidad,
pedimos que se nos otorgue el tiempo suficiente como miembros de
la Comisión, que ha de juzgar la elección y que sólo tiene para su
juzgamiento como único documento veraz, las actas de esos comicios.
Deseamos revisarlas e inspeccionarlas a fin de podernos expedir a
conciencia sobre la misma. No es posible realizar en un breve cuarto
intermedio ese análisis, por la extensión que el fraude ha alcanzado
en esta oportunidad. Propusimos entonces una medida transaccional
a la Comisión y le hemos dicho: Nosotros, como miembros de la
minoría, deseamos abreviar el trámite de la Asamblea, porque no
está en nuestro espíritu la intención que nos atribuye el señor
Diputado Osorio de actuar con propósitos de baja política. No es
ese nuestro propósito, ni como partido orgánico, ni como hombres
que tenemos la responsabilidad de nuestra acción, entregarnos a una
acción meramente destructiva; está en nuestro interés, precisamente,
prestigiar las instituciones democráticas acreditándolas, y haríamos
una obra suicida si por mero aprovechamiento electoral, no sé hasta
qué punto podría medirse, fuéramos a realizar esa obra negativa,
ajena a nuestras prácticas, a nuestra educación y a nuestra manera
de apreciar las cosas de orden público.
Hemos pedido ese cuarto intermedio de cuatro días para examinar
un acta de cada distrito; como tenemos denuncias concretas sobre
todos y cada uno de ellos, tomaríamos al azar una mesa de cada uno
y demostraríamos que en ella ha habido fraude y vuelcos de padrones.
En la esperanza de que una vez demostrado, el resto de la Comisión
4 74 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

no iba a ser tan impermeable como para no querer avanzar en la


investigación y llegar, si fuese necesario, hasta la anulación del
comicio mismo. Mantenemos la teoría, que consideramos saludable,
de que los cuerpos colegiados como órganos políticos no deben tratar
de rever los resultados admitidos por las juntas electorales. Pero no
podemos ser ciegos ante la evidencia.
En este caso, se trata de una función trascendental que se produce
en la historia de los pueblos en circunstancias especialísimas. Las
constituciones se hacen y se reforman como resultado de hondas
conmociones, de revoluciones, de cambios radicales, de lo que, en
nuestro concepto materialista de interpretación de los hechos polí­
ticos, llamamos factores reales de poder. Cuando existen esos factores
reales de poder, es cuando se estatuyen las constituciones, porque
reclaman la necesidad de ese estatuto máximo. En esta oportunidad
no hay ningún motivo de urgencia para que los miembros de la
convención que ha de reformar la Constitución vengan con poderes
discutidos. El mandante, que emana de un acto electoral en que la
consulta no ha sido realmente ejercitada, cuando la consulta al elec­
torado ha sido viciada, tiene y condensa autoridad; pero no produce
la pureza de un poder legítimo. Queremos que se otorgue ese poder
legítimo y puro a los Diputados Constituyentes que van a reformar
la Constitución. Y pedimos a la Asamblea el cuarto intermedio por­
que, si a simple vista podria tenerse la seguridad de que ha habido
fraude electoral, estamos seguros de que la Comisión, en el seno de
la cual hay hombres de ley que tienen una tradición en esta materia
de juzgamiento de elecciones, llegaría a avanzar en el examen y a
anular la elección misma, hecho que no sería por otra parte extraor­
dinario, puesto que tiene precedentes en la historia constitucional
de la Provincia: ya en otra oportunidad han sido electos Diputados
Constituyentes, y no llegaron a desempeñar su función.
En este caso, decimos, porque tenemos ideas y conceptos doctrina­
rios que sostener frente a una Asamblea Constituyente: que se
reforme la Constitución, pero que los convencionales vengan munidos
de poderes limpios. Y está en la conciencia unánime del pueblo que
los electos carecen de esa condición.
El señor Senador Obregón, miembro informante de la mayoría,
habló de pureza y legalidad en la elección. En el señor Senador
Obregón, bastante inclinado a los excesos de expresión, no nos ha
extrañado que haya juzgado así el acto electoral. Es un exceso verbal,
desde el momento que él ha tenido que convenir que a pesar de la
precariedad con que hemos podido documentar el fraude, ha suscripto
un decreto para dar traslado a la justicia. El fraude está documentado
r.o matemáticamente en todas las mesas, pero sí en todos los casos
en que la Comisión ha tenido oportunidad de constatarlo dentro del
escaso tiempo de que ha dispuesto. Yo tenía una larga lista de de­
nuncias de fraude o de vuelco de padrones realizado en Brandsen; he
tomado sólo tres actas, y en la primera, de la mesa 1, inmediatamente,
aparecieron dos ciudadanos votando, que declaran no haberlo hecho
y que tienen documentos y forma de probarlo.
Sr. D iputado Uzal — Pero no se han traído las pruebas a la Co­
misión. Ha sido una afirmación del señor Senador.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 475

S r . S enador M oreno— Igualmente sucede con la mesa número 69,


de San Martín. En dicha mesa se había labrado un acta, separada
de la constancia o aclaración que se dejó al pie del acta del comicio,
en donde se registraba la existencia de 70 votantes, y aparece en
el padrón sólo la acotación a 60 votantes e impugnados seis, y a más
de esos seis, cuatro que ha tolerado la Junta Escrutadora. No hemos
tenido las pruebas, evidentemente, pero nosotros no pedíamos a la
Comisión que se constituyera en Comisión investigadora, como se
afirm a; lo que hemos pedido, como transacción, es un cuarto inter­
medio de 48 horas, para que los miembros de la Comisión tuvieran,
ante una demostración, la sensación exacta de que el vuelco ha sido
importante en la elección del día 19 de agosto. Si la Comisión hubiera
aceptado esto, seguramente que ella, unánimemente, hubiese avanzado
en la investigación.
Es así, señor Presidente, que no habiendo ninguna violación de
carácter legal en ese aplazamiento que solicitamos, no teniendo la
Asamblea ningún interés en resolver este asunto tan trascendental,
cual es el de titular a los diputados constituyentes en una forma
discutible, podría accederse al plazo que se solicita y continuar la
Comisión su trabajo de examen de las actas, en la seguridad de que
las pruebas abundarían, porque esos ciudadanos aportarían sus
documentos cívicos demostrando que figuran como votantes sin
haberlo sido, y se daría una sanción ejemplar más amplia de la
que se propone ahora, para los presidentes de mesas que n<"> han
titubeado en realizar un fraude realmente innecesario e inaudito.
Ha dicho el señor Diputado Osorio que desde el día del comicio
hasta ahora, nosotros hemos tenido tiempo suficiente para traer esa
documentación. El valor de estos documentos no desmerecen por su
número. Al seno de la Comisión se han llevado libretas con las que
inmediatamente se ha comprobado que esos ciudadanos no han votado.
Es así que pedirles a los miembros de la minoría de la Comisión que
trajeran miles de libretas, es absolutamente innecesario. Con la pre­
sentación de esos documentos se tiene la sensación exacta de que el
vuelco se ha realizado. Entonces, para demostrar lo contrario, el
único argumento válido en esta oportunidad es conceder el plazo
que solicitamos, y si del examen de esas actas resultase que todo es
fantasía, que el vuelco no se ha operado, entonces sí quizá podrían
esgrimirse esas clases de argumentos y adjudicarnos esas intenciones.
S r . D iputado Osorio— Pero también reconocerá el señor Senador
que con algunas libretas que trajeron haciendo la manifestación de
que correspondían a ciudadanos que no habían votado y que sin
embargo figuraban como sufragantes en el padrón, en el padrón
apareció que no habían votado. En el peor de los casos estamos en un
empate.
S r . S enador M oreno— Exactamente; como no ha habido elementos
de control, algunos ciudadanos se presentan diciendo que no han
votado y que tienen la presunción de que los hacen figurar votando
y de un número determinado de libretas, se constata, que hay, efec­
tivamente, ciudadanos en esas condiciones y que hay otros que se
han equivocado, puesto que sus nombres no aparecen con la palabra
«votó» al margen del padrón electoral.
476 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Pero eso, en sí, no tiene importancia; lo que hay que considerar


en toda su extensión es el acto electoral de toda la provincia de
Buenos Aires. Y si en la ciudad de La Plata se ha podido demostrar
esa irregularidad electoral y si en cualquier distrito donde se tome
al azar un acta, como ha ocurrido en Brandsen y Quilmas, han apa­
recido votando ciudadanos que no lo han hecho, esa es razón sufi­
cientemente atendible para que la Comisión y la Asamblea considere
nuestra indicación para que pasemos a cuarto intermedio por cinco
días a fin de realizar el examen de las actas, por ser el único elemento
de juicio veraz que tiene la Comisión para poder aconsejar sin titu­
beos la aprobación del acto electoral.
Nada más.
Sr. D iputado K aiser— Pido la palabra.
Voy a oponerme también a este aplazamiento que se ha pro­
puesto a la Honorable Asamblea. En realidad se trata de una apela­
ción ante ella de la resolución de la Comisión. Hubiera sido quizá
más reglamentario y más leal que ese aplazamiento se propusiera
sin hacer previamente el examen, el análisis y la crítica de la elección,
entrando al fondo del asunto.
Yo me voy a limitar muy brevemente a establecer las razones
que tengo para no adherirme al pedido de aplazamiento. En la Co­
misión nos hemos encontrado con esta situación: los señores
legisladores del sector de la minoría nos manifestaron que necesita­
ban cuatro o cinco días para comprobar la veracidad o la inexactitud
de un gran número de denuncias que habían recibido sobre inclusión
en la lista de votantes de ciudadanos que no habían concurrido al
comido. Nosotros les manifestamos que la Comisión estaba dispuesta
a permanecer reunida todo el tiempo que fuera necesario para exa­
minar la exactitud de las denuncias, cuyas pruebas ellos pudieran
presentar; pero que no nos era posible convertir a la Comisión en
una comisión investigadora para ir a buscar en toda la Provincia, en
los ciento diez distritos de la misma y en las tres mil mesas que han
funcionado, si existían en ellas ciudadanos que aparecían en esas
condiciones: habiendo sufragado sin haberlo hecho.
El señor Senador que me ha precedido en el uso de la palabra
modificó entonces la proposición pidiendo, como acaba de hacerlo
nuevamente, un plazo más breve a los efectos de traer ellos, dentro
de las cuarenta y ocho horas, algunos elementos de prueba de que
carecían en ese momento, y le objetamos lo que voy a objetar ahora.
Los señores legisladores socialistas que tienen sus dudas respecto
a la veracidad de las denuncias que han recibido, habrían de conce­
dernos a nosotros, dentro de dos, tres o cuatro días, el plazo necesario
para también, hacer nosotros, la investigación sobre la veracidad
de las pruebas que ellos nos trajeran, porque no sería posible que
nosotros nos encontráramos en la situación de aceptar como buenas,
denuncias que ellos mismos hoy consideran que son susceptibles de
ser verificadas. Y si entráramos en ese juego de comprobaciones o
de investigaciones, sería muy posible que llegáramos a la fecha
fijada por la ley para constituir la Convención, sin que esta Asam­
blea pudiera pronunciarse todavía; y es evidente — y el señor Se­
nador con cierta franqueza, que agradecemos, acaba de dejar
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 477

traslucir — el propósito de que lo que se quiere hacer es eso. Desde


el principio de este proceso de reforma, el Partido Socialista se
singularizó por su deseo de obstaculizarla, pero nuestra situación
es otra, y la ha expresado con toda claridad el señor Diputado Osorio
al decir que queremos hacer obra constructiva. Sostenemos que no
es exacto, que no hay ese consenso unánime que dice el señor Senador,
solo existe en las filas socialistas, existe en las filas de la oposición,
sobre el pretendido fraude, sobre la magnitud del fraude, sobre el
vuelco escandaloso y jamás visto de los padrones, que es un caso
extraordinario de prestidigitación, que permite a los legisladores
socialistas demostrar la impopularidad de esa reforma que no ha
alcanzado a obtener sino el ínfim o porcentaje del 28 por ciento del
electorado de la Provincia, y permite, al mismo tiempo, afirm ar que
nosotros hemos tomado los padrones y los hemos volcado. Fran­
camente habría que optar por una de estas dos situaciones, o no se
han volcado los padrones, o si se han volcado ha votado más del 28
por ciento. Dejo a criterio de los señores legisladores socialistas que
hagan ellos la composición de lugar que les parezca más favorable,
pero los dos casos no son susceptibles de producirse simultáneamente.
Volviendo a la moción concreta, creo haber expresado cuáles son
las razones valederas que tenemos para oponernos a ella. Nosotros
ro queremos oponernos a que se investigue la realidad de los fraudes
cometidos o supuestos. Los señores senadores socialistas han debido
fiscalizar y ellos mismos reconocen que no lo han hecho; han debido
fiscalizar la elección en las mesas, han debido protestar el día de la
elección, han debido traer a la Junta Escrutadora y a esta Asamblea
la documentación fehaciente, que nos hubiera obligado a aceptar sus
afirmaciones. E§ la primera vez, en los años que actúo en esta
Legislatura, que veo que alguien se presente a ella pidiendo que se le
dé un plazo para hacer una investigación, después de hecho el escru­
tinio de una elección, para saber si ha habido o no fraude, y yo creo
que eso no es aceptable.
S r . S enador M oreno— Si me permite el señor Diputado Kaiser,
le diré que no hemos pedido hacer una investigación, sino solamente
el examen de las actas; no pedimos una investigación a posteriori,
sino el examen de las actas, y eso es un derecho que debe recono­
cérsele a la Comisión de Poderes.
S r . D iputado O sorüo— Las actas las hemos examinado; están
aquí y se pueden volver a examinar de inmediato.
S r . D iputado B ronzini — Pido la palabra.
El señor Diputado preopinante estableció con una simple a fir­
mación que el aplazamiento solicitado por el sector socialista no re­
portaría ningún beneficio práctico. Ya estarían definidas anticipa­
damente las actitudes de la mayoría y la de la representación socia­
lista. i Para qué vamos a dar ese plazo, si lo que los socialistas quieren
es crear dificultades al funcionamiento de la Convención?, y esta­
blecida esa premisa, la Asamblea Legislativa no tiene por qué
perderse en cuestiones como las que preocupan a la representación
de nuestro Partido.
Para la representación socialista el problema tiene otro aspecto:
queremos que los delincuentes electorales que existen en la Provincia,
478 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

que los ha habido y que los hay, que han sido el instrumento a que
se ha echado mano para ganar elecciones en otro momento, que
todavía son el elenco con que se constituyen las autoridades de los
comicios, no queden impunes. Estamos en condiciones de demostrar
en la forma razonadora con que habitualmente los socialistas venimos
al debate, que ha habido delincuentes en los últimos comicios.
No nos explicamos cómo es posible que la Comisión venga con un
despacho frente al cúmulo de circunstancias anómalas que existen,
aconsejando que aprobemos la elección y diciendo que ha trabajado
con minuciosidad y detención en el estudio de las actas remitidas por
la Junta.
Evidentemente, el señor miembro informante, ha incurrido en
un exceso verbal. Se ha constituido la Comisión hace pocas horas, y
después de un par de horas viene con un despacho que nos dice el
señor Senador que es el fruto de un trabajo minucioso y detenido,
que’ ha hecho la Comisión, en forma analítica, del acto electoral. Fran­
camente ha incurrido en un exceso, porque no es posible que haya
tenido ni el tiempo necesario para realizar un estudio analítico, sino
ni siquiera para ojear los padrones, actas y cantidad de papeles...
Sr. Senador Obregón— Porque nosotros hemos realizado la fis­
calización a su tiempo. Hemos tenido fiscales en los comicios, cosa
que no han hecho los socialistas.
Sr. D iputado B ronzini— La Comisión no ha realizado ese tra­
bajo. El señor miembro informante habla en plural, diciendo «nos­
otros hemos realizado con, anterioridad la fiscalización del com ido»;
es inexacto: la Comisión no ha realizado con anterioridad ese tra­
bajo; la Comisión se ha constituido hace pocos momentos. Ha habido
vuelco de padrones; ha habido, por lo tanto, presidentes de mesas
delincuentes; ha habido fraude electoral.
¿Qué objeto tiene postergar la consideración de este asunto? Si
la Comisión hubiese realizado un minimo del trabajo detenido del que
nos habló el señor Senador Obregón, se hubiese encontrado con re­
sultados realmente sorprendentes, suficientes para inducirla a pro­
poner ella misma la postergación, porque esa postergación y el estudio
que habríamos podido realizar durante el tiempo de que dispusiéra­
mos, habría servido para establecer que muchos presidentes de mesa
han efectuado el vuelco de padrones. Tenemos aquí algunos resultados
de mesas. Podríamos ocupar el tiempo de la Honorable Asamblea
trayendo una cantidad de información abrumadora, pero me bastará
con traer el resultado de algunos distritos, para demostrar la nece­
sidad de que esta Asamblea Legislativa no se apresure en el pronun­
ciamiento y para establecer la necesidad de invertir un poco de tiem­
po con el fin de individualizar a los delincuentes que han intervenido
en los últimos comicios.
En la ciudad de Chascomús se ha producido el siguiente caso
interesantísimo. En las 17 mesas de la ciudad, el electorado de la
misma ha podido votar sin dificultades, y en las 17 mesas sufragaron
568 ciudadanos. Los caminos de ese partido están en las peores
condiciones; el tránsito es casi imposible. No ha habido fiscalización
de los partidos opositores; funcionaron 5 mesas en la zona rural y
han sufragado 537 ciudadanos, tantos como en las 17 mesas de la
ciudad.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 479

En la localidad de Bragado se ofrece el mismo cuadro. En las 12


mesas que tuvieron fiscalización de todos los partidos, el promedio
de votantes es de 62 por mesa. En las 6 mesas donde no hubo fisca­
lización, el promedio por mesa es de 122.
S r . S enador B la n c h — En Bragado han sido fiscalizados por
los socialistas todos los comicios. Voy a decir en qué forma. Fun­
cionan en diferentes locales dos mesas; una aquí y 'otra al lado. El
fiscal de una mesa, durante las diez horas del comicio fiscaliza la
mesa para la cual está acreditado, y\ también la otra mesa. Apelo al
testimonio del comité socialista de Bragado, para comprobar si es o
no exacto lo que digo.
S r . D iputado B ronzí NI— El centro socialista de Bragado dice
que no es exacto lo que expresa el señor Senador.
S r . S enador B lan c h — Entonces sus correligionarios no son
sinceros. Así, como he dicho, funcionaron los comicios de Bragado,
con fiscales permanentes; sobre 41 mesas, en 6 no se acreditaron
fiscales, no sé si porque no podían designarlos. Las mesas que aludió
el señor Diputado, estaban distantes, unas de otras, dos o tres metros,
y repito que el fiscal de una, fiscalizaba en esa forma, el funciona­
miento de la otra mesa de al lado.
Sr . D iputado L emos— Eso quiere decir, sencillamente, señor
Senador, que una de las mesas estaba sin fiscalización, porque ya
sabemos que prácticamente un sólo fiscal no puede realizar esa fun­
ción sobre dos mesas. Y una prueba elocuentísima de lo que afirma,
es el hecho de que. . .
S r . S enador B l a n c h — Usted me pone de fiscal, señor Diputado,
y yo me animo a fiscalizarle cuatro mesas.
Sr . D iputado L emos— Es que será muy hábil el señor Senador
para esa función. Pero como iba a decir, una prueba elocuente en
contra de lo que sostiene el señor Senador, es el hecho de que en la
mesa 14 del partido de Quilmes, se ha denunciado una cantidad
enorme de votos fraudulentos, y esa mesa no estaba fiscalizada. En
cambio, en la mesa 13, que funcionaba al lado, fiscalizada, arroja un
porcentaje de votos ínfimo. Es esta una prueba que habla claramente
en contra de la fiscalización de dos mesas a la vez.
S r . S enador B la n c h — De esas 6 mesas, creo que tres de sus
presidentes, son, sino socialistas afiliados, por lo menos simpatizantes.
( Risas ).
S r . P residente — E stá en el uso de la palabra el señor diputado
Bronzini.
S r . D iputado B ronzini — E l centro socialista de Bragado, des­
miente al señor Senador. Y si aun el señor Senador tuviera razón en
lo que sostiene, ¿cómo podría explicar esa diferencia de votantes de
una mesa con otra?
S r . S enador B lan c h — Ya lo he explicado en la forma que me
ha escuchado el señor Diputado, y no puedo hacerlo en otra.
Sr . D iputado B ronzini — El señor Senador, que vive en la
ciudad de Bragado, habrá tenido a su cargo la representación del
partido mayoritario en esos comicios, por lo que supongo que ha
de estar bien informado y podrá expresar a la Honorable Asamblea
cuáles son los motivos que han determinado una afluencia tan gran-
480 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

de de votantes en las mesas que no han tenido fiscalización. Sería


interesante esta explicación.
Sh. Senador Blanch — Ese es un deber de ustedes, señor Dipu­
tado, el de fiscalizar todas las mesas y no me pida a mí, explicacio­
nes de lo que debe constituir para ustedes un deber cívico.
Sr. D iputado Bronzini— La Asamblea Legislativa no puede
abocarse al estudio de este asunto con el criterio del señor Senador;
para el señor Senador todo parece justificable; que se cometan
fraudes, que se vuelquen padrones, todo eso está perfectamente
bien para el señor Senador, porque los partidos opositores no han
realizado la tarea de fiscalización a que estaban obligados. Aquí no
se trata de establecer si hubo o no fiscalización, sino que lo que se
trata de establecer, lo que tratamos de documentar, de probar, es
que ha habido fraude y ha habido delincuentes.
S r. S enador Blanch — Si es así vayan a la justicia del cri­
men y denuncien los hechos.
S r. D iputado B ronzini — A la justicia del crimen podemos
ir después de haber cumplido nosotros con nuestro deber aquí.
Sr. Senador B lanch — Es que debieron comenzar por cum­
plir con ese deber allí al pie de la vaca. (Risas).
Sr. D iputado B ronzini — El señor Senador debió empezar por
cumplir con su deber de buen ciudadano en Bragado y terminar
cumpliendo con su deber de Legislador aquí, acompañándonos a
investigar.
Sr. Senador B lanch — El señor Diputado no me va a ense­
ñar a mí a cumplir con mi deber de ciudadano, ni le reconozco el
derecho para hacer cátedra en ese sentido.
Sr. D iputado B ronzini — Yo solamente he replicado al con­
sejo del señor Senador.
Sr. P residente — Ruego al señor Senador Blanch que no in­
terrumpa.
Sr. D iputado Osorio— Pido la palabra, señor Presidente, pa­
ra hacer una moción de orden.
Sr. P residente — Puede formularla el señor Diputado.
S r. D iputado Osorio — Pido que se dé lectura por Secretaría
a los artículos 80 y 81 del reglamento.
Sr . P residente — Se va a dar lectura por Secretaría.
Sr. S ecretario (Villa Abrille) — (Leyendo): Artículo 80. En
ningún caso se dirigirá la palabra sino al Presidente o a los dipu­
tados en general.
Art. 81. Se evitará en lo posible el designar a los miembros de la
Cámara por sus nombres.

Sr. D iputado B ronzini — Yo no he sido el interruptor, señor


Presidente. No lo he nombrado al señor Senador porque no tengo
el honor de saber cómo se llama.
Sr . D iputado de las Carreras— Aparte de eso, no está en la
cuestión el señor Diputado.
Sr. D iputado L emos — ¿Si me permite el señor Presidente?
Habría que leer la disposición reglamentaria que autoriza a un Le­
gislador a no ser interrumpido cuando está en el uso de la palabra,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 481

sin su permiso. Sería interesante leerla, porque eso ha ocurrido


aquí; el señor Diputado Bronzini mientras hablaba, ha sido inte­
rrumpido inopinadamente por el señor Senador que acaba de hacer
uso de la palabra.
S r . S enador B lan ch — Con autorización de él.
Sr. P r e s i d e n t e — Ruego al señor Senador Blanch que no in­
terrumpa. El señor Diputado Bronzini consintió la interrupción del
señor Senador Blanch, y hasta casi lo interrogó. Y o le ruego al se­
ñor Diputado Bronzini que no consienta las interrupciones y la Pre­
sidencia hará lo posible para evitar que sea interrumpido.
Sr. D iputado B ron zin i — En Carlos Casares ha habido vuel­
co de padrones y hemos podido establecer e individualizar a un nú­
mero crecido de ciudadanos que no habiendo votado aparecen como
sufragantes en el padrón.
Y con un poco de buena voluntad y dedicando un poco más de
tiempo a esta importantísima tarea de establecer la form a en que
se han realizado los comicios, habríamos acumulado suficientes
pruebas para dar la sensación de que las protestas socialistas es­
tán perfectamente explicadas y justificadas.
En cualquier otro momento este apresuramiento no hubiese
justificado o por lo menos no hubiese suscitado con toda razón las
censuras y las protestas que vienen produciéndose con motivo de
las dificultades que han existido para que los legisladores socialis­
tas realizaran el trabajo de información documentada, sobre la base
de los padrones, antes de esta Asamblea.
Hemos querido investigar, hemos querido documentarnos, y era
indispensable para ello que dispusiéramos de los padrones y los he­
mos solicitado; hemos pedido que se nos permitiera realizar esa ta­
rea de examen y parece que no hemos encuadrado nuestro requeri­
miento dentro de los términos escritos del reglamento, y ese traba­
jo no ha podido realizarse. Pero sí podemos ofrecer la prueba irre­
futable de que ha habido vuelco de padrones, trayendo al conoci­
miento de los señores legisladores, el hecho impresionante de que
en algunos distritos la votación se ha realizado en form a irregular;
mientras en las mesas no fiscalizadas el porcentaje ha sido alto, en
las mesas que ha habido fiscalización, el porcentaje de votantes ha
sido ínfimo, no puede sostenerse con seriedad, señores legisladores,
que haya habido entusiasmo ni pasión en los últimos comicios. Ellos
se han realizado ante la indiferencia del pueblo, a pesar de todos
los esfuerzos, de todo el empeño que ha puesto el Partido Socialista
por suscitar, por despertar ese interés.
¿Y cómo se explica, cómo puede explicarse que precisamente en
estas elecciones, que se han realizado frente a la indiferencia popular,
el caudal de votos obtenidos por el partido gobernante arroja cifras
nunca conocidas? ¿Quién puede discutir, quién puede negar que los
comicios del 4 de marzo se han realizado con un esfuerzo intenso
por parte del Partido Socialista y del Partido Demócrata Nacional?
Y en ellos, a pesar de todo el esfuerzo realizado por el partido g o ­
bernante, sus sufragios alcanzaron a 179.000 y en los otros comi­
cios, los del plebiscito, en el cual el partido gobernante tenía interés
para hacer triunfar su propósito de reformas de la Constitución,
C o n v e n c ió n C o n s t it u y e n t e — 3 i
482 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

sus sufragios alcanzaron solamente a 163.000. Ahora» en estas elec­


ciones que se han realizado frente a la indiferencia de la inmensa
mayoría del pueblo de la Provincia, los votos obtenidos por el Par­
tido Demócrata Nacional ascienden a 195.000...
S r. Senador Güerci — Y ustedes los han disminuido porque
no han tenido el concurso radical como en otras elecciones.
Sr. D iputado B ronzini — No es cuestión de hacer frases, si­
no de constatar hechos.
Si cuando el partido de la mayoría ha puesto interés en la lu­
cha y ha tenido frente a él a un adversario que se movía con igual
interés alcanzó en dos elecciones anteriores a 179.900 y a 163.000
votos, ¿cómo se explica que en estos comicios de indiferencia po­
pular ese mismo partido tenga 195.000 votos?
No se puede, entonces, frente a un propósito como el de la re­
presentación socialista, que tiende a depurar políticamente a la Pro­
vincia, que quiere cooperar al perfeccionamiento de las costumbres
políticas, y también frente al esfuerzo que realiza el gobierno, que
afirma estar interesado, como nuestro partido, en el propósito de
realizar esa depuración — gobierno que fracasa todos los días por­
que se está viendo con claridad meridiana que el gobierno no está
en la casa de gobierno— frente a un propósito tan honrado de co­
laboración del Partido Socialista en el sentido de terminar, si es po­
sible, o sino de atenuar el fraude y de terminar con los delincuen­
tes electorales, y frente a estas presunciones, qu-¿ no se contestan
con frases, ¿cómo es posible que la Comisión que se nombró hace
pocas horas, esta tarde, para hacer un examen sobre la base de to­
das estas sugestiones, y teniendo en frente a la realidad política de
la Provincia, cómo es posible, digo, que esa Comisión se venga con
un despacho, después de pocos momentos de haberse constituido, y
nos diga en la forma que lo ha hecho el señor Senador Obregón, co­
mo queriendo provocar un sentimiento de extraordinaria sorpresa
en el seno de esta Asamblea Legislativa, que se ha empeñado a fon­
do en el trabajo minucioso y detenido del examen de las actas y do­
cumentos remitidos por la Junta Electoral?
No estamos aquí para realizar una tarea inútil de agitación,
tendiendo a crear dificultades innecesarias. Estamos aquí para co­
laborar con los hombres del gobierno, si hay en él hombres de esa
sinceridad y de esos propósitos, para mejorar las costumbres polí­
ticas de la Provincia, en el esfuerzo de desterrar el fraude, que no
es una invención nuestra, sino que es el fundamento político de mu­
chas situaciones locales y hasta el origen de los poderes públicos de
la Provincia.
¿Es posible, señores legisladores, que frente a hechos de esta
naturaleza se nos diga que no vale la pena dedicar cinco días al exa­
men honrado, sincero, real de las actas y de los papeles que nos ha
remitido la Junta Electoral?
¿No prueba, o por lo menos no nos trae la presunción, frente a
esa desigualdad de votos, en mesas de un mismo distrito, de que en
ellos ha habido fraude y de que en ellos ha habido delincuentes?
¿Y no debe interesar a los legisladores de la mayoría tanto co­
mo a los representantes socialistas, que si ha habido delincuentes
ellos sean llevados a los estrados de la justicia?
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 483

No es ésta, señor Presidente, la m ejor forma de prestigiar al


partido gobernante, ni al gobierno de la Provincia, ni a las institu­
ciones representativas de la misma. No habríamos perdido nada con
acceder al pedido de la representación socialista y con que estudiá­
ramos seriamente la documentación remitida por la Junta Electo­
ral. No habríamos perdido nada y habríamos hecho al partido go­
bernante, a la Legislatura y a la Provincia en general, un gran bien.
Evidentemente los socialistas tenemos nuestra composición de
lugar hecha, frente a la Convención Constituyente que va a funcio­
nar dentro de pocos días. Hemos tratado con nuestra conducta en
el seno de la Legislatura, de impedir que la reforma se llevara a ca­
bo, porque conceptuamos que estos no son los momentos más propi­
cios para la reforma. Hemos realizado una acción de resistencia, de
oposición, pero frente a los hechos irremediables nos hemos dado un
programa de propósitos para traerlos al seno de la Convención por­
que el Partido Socialista, que se mueve dentro del campo político de
la Provincia, sin perder las modalidades de este Estado argentino,
el Partido Socialista no ha dejado de exhibir en todo momento sus
propósitos, sus ideas y sus modalidades, para que no se llamara a
engaño y para que existiera en todos los espíritus la certidumbre
de que la nuestra es una agrupación política que no puede ser con­
fundida con el actual partido gobernante ni con el partido que ejer­
ció, antes de él, las responsabilidades del gobierno.
Y por eso, señores legisladores, porque tenemos intereses que
defender, porque representamos los intereses que consideramos
mejores de la Provincia, porque consideramos necesaria nuestra
presencia en la Legislatura y consideramos también útil e indis­
pensable la presencia de nuestros representantes en la Convención,
con el propósito de defender a esos intereses y defender a nuestras
ideas, es que hemos venido a esta asamblea con el empeño que esta­
mos exhibiendo: de contribuir a que ella no haga pronunciamientos
precipitados, no se solidarice, sin quererlo, con los delincuentes que
existen en la Provincia y no sancione con pronunciamientos impre­
meditados, sin el estudio prolongado y necesario de la Comisión, la
impunidad para esos malos elementos y no arroje sobre la Legislatura
y sobre la Constituyente motivos de desprestigio moral.
No nos anima, entonces, al formular nuestra moción de apla­
zamiento, un propósito obstruccionista; ese pedido está abonado
por los fundamentos que dieron mis compañeros de representación
y que yo he querido contribuir, en la medida de lo posible, a refor­
zarlos.
Nada más, señor Presidente.
S r . P residente — Se va a votar la moción de postergación fo r­
mulada por el señor Diputado Verde Tello.
— Se vota y resulta negativa.

S r. P residente — En consideración, en general, el despacho


de la Comisión de Elecciones.
Sr. D iputado V erzura — Pido la palabra.
Sr . P residente — Tiene la palabra el señor Diputado Verzura.
484 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

Sr. D iputado B ronzini — Pido la palabra.


Sr. D iputado V erzura — Pido a la Presidencia me haga res­
petar en el uso de la palabra, en el curso de toda mi exposición.
Sr. P residente — Tiene la palabra el señor Diputado Verzura
y se le hará respetar en el uso de la palabra, como lo solicita.
— Los señores diputados socialistas se retiran del re­
cinto y se producen manifestaciones en la barra.

Sr . P residente — Prevengo a la concurrencia de la barra que


a la primera manifestación que haga será desalojada.
S r. D iputado Osorio — Ahí está la colaboración. ¡Vengan a
afrontar el debate sobre las elecciones!
Sr. D iputado V erzura — Señor Presidente: llegamos al mo­
mento final del proceso que se ha cumplido en la Provincia de Bue­
nos Aires, para llevar adelante el proyecto de reforma constitucio­
nal. presentado en el año 1932.
A partir del momento en que esta Asamblea pronuncie la san­
ción definitiva sobre el acto electoral del 19 de agosto último, que­
darán los señores convencionales investidos de su alta función y en
condiciones de entrar a desempeñar las tareas supremas que corres­
pondan a los ciudadanos de una democracia. Habremos cerrado así,
un proceso político que ha sido de indudable movilidad, si bien —
puedo afirmarlo— en su desarrollo no se ha registrado la agitación
popular que justificaría la oposición de algunos sectores de la opi­
nión pública.
Creo, señor Presidente, que va a ser muy fácil al Diputado que
habla demostrar la falta de argumentos con que se ha hechc oposi­
ción a la reforma constitucional. La coincidencia respecto a la bon­
dad de los temas propuestos, y las causales invocadas para impug­
nar el proceso anterior a la elección, y la elección misma — traí­
dos a esta Cámara por los señores legisladores socialistas, cuyas
bancas vacías parecen estar demostrando acabadamente la absoluta
falta de solidez de sus argumentaciones — evidencia que no se ha
pretendido otra cosa que desprestigiar el proceso de una reforma
que el partido Demócrata Nacional inició con propósitos exclusivos
de bien para el pueblo de la Provincia, y que llevará adelante, pese
a quien pese y proteste quien proteste, inspirado siempre por esa
noble finalidad.
Hemos tenido que luchar en un principio, señor Presidente, con
la resistencia pasiva al proyecto de reforma, exteriorizada sólo a
través de declaraciones de los comités políticos, pertenecientes a
partidos de oposición. Podemos, así, decir que la opinión general se
ha mantenido indiferente a esa campaña que se realizaba con pro­
pósitos pocas veces confesados y en ningún caso justificado.
No puedo negar, sin embargo, que órganos caracterizados de
la prensa nacional se han hecho eco y han tomado sobre sí la tarea
de exteriorizar la oposición a la reforma y recoger algunos de los
argumentos que se han esgrimido para ello; pero me ha de ser fácil
demostrar también, que ni siquiera esos mismos órganos de opinión,
muy caracterizados, por cierto, y que no he de ser yo. que tengo
también antecedentes arraigados en el periodismo nacional, quien
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 485

haya de desconocer su valor y su alta significación; he de poder


demostrar también, digo, que no ha habido de parte de esos órga­
nos calificados de la prensa nacional la uniformidad de opiniones
que sería necesario acreditar en el curso del tiempo para poder de­
mostrar que en el caso de Buenos Aies han obrado con plena con­
vicción. ”
Se ha pretendido hacer valer, en primer término, el argumento
de que la reforma era inoportuna, en un momento en que un partido
relativamente apreciable en la provincia de Buenos Aires se abstenía
de concurrir a los comicios. Y digo un partido relativamente apre­
ciable, porque no pretendemos negar, ni desconocemos los diputados
demócratas que el Partido Radical, cuantitativamente, es apreciab’.e
en la Provincia; ojalá pudiéramos decir lo mismo, juzgándolo del
punto de vista de su calidad.
Pero no concibo que se pueda esgrim ir un argumento más ab­
surdo, ni creo que pueda concebirlo ningún ciudadano sensato para
objetar un proyecto de reforma a la Constitución de un Estado, que
la circunstancia de que haya un núcleo de opinión, grande o chico,
que se abstenga de ir a la elección en que deben consagrarse los re­
presentantes del pueblo que realizarán, o no realizarán, la reforma.
La abstención la practican hoy los radicales; mañana podríamos
practicarla los demócratas nacionales, o podrían practicarla los socia­
listas o los comunistas; y para colocarme en el mismo punto de ab­
surdo en que se colocan nuestros contradictores, admitiré que pue­
dan abstenerse los partidarios del señor Giacobini, cue al fin pue­
den formar un núcleo de opinión, cuyo número no podrá apreciarse
mientras no se presenten al comicio. Y esa abstención habría de
ser suficiente para impedir la realización de la reforma.
En términos más claros: a cualquier núcleo político contra­
rio a una reforma constitucional, le bastaría proclamar su absten­
ción para que ella no pudiera realizarse. Esto demuestra la incon­
sistencia de la situación que pretende plantearse en el caso espe­
cial de la provincia de Buenos A ires; y he de demostrar más ade­
lante, cómo se han juzgado de modo distinto casos análogos y tal
vez menos claros del que consideramos hoy.
Sin duda, convencidos de que están en terreno poco sólido, lo?
opositores a la reforma, subsidiariamente al argumento de la abs­
tención radica], aceptan que si se tratara de situaciones de carácter
impostergable, habría entonces que prescindir de la abstención e ir
directamente a la reforma. Es precisamente el caso en que nos en­
contramos: la reforma de la Constitución bonaerense es de carácter
apremiante e impostergable, si se quieren evitar trastornos serios
que se han sufrido en el pasado y que se podria volver a sufrir en
el futuro.
Y puedo ya entrar a invocar los mismos argumentos de los opo­
sitores a la reforma, para demostrar que hay urgencia imposterga­
ble en su realización. Bastará recordar que a principios del año en
curso, los más calificados órganos de la prensa nacional fustigaban
a la situación de Buenos Aires por las dificultades que creían des-
486 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

cubrir en la posible designación de ministros pa' a cubrir alguna va­


cante en el gabinete provincial, y reclamaban imperiosamente la mo­
dificación de la cláusula constitucional que requiere para la desig­
nación de ministros el acuerdo previo del Senado. Sostenían con
todo calor que esa cláusula había perturbado el desenvolvimiento de
varios gobiernos de Buenos Aires, desde 1896 hasta el presente, y
que en más de una ocasión había trabado en absoluto la acción de
gobernantes bien inspirados, dispuestos a realizar obra de progreso
para nuestro Estado. ¿Qué pretenden, entonces, los que plantean
tal situación y se oponen después a la reforma que deseamos realizar
de inmediato?
¿Que dejemos transcurrir otros treinta y ocho años, como los
que van corridos desde 1896 hasta la fecha, si durante esos treinta
y ocho años a los señores radicales se les ocurriera mantenerse en
la abstención? ¿O es que debemos prescindir de ese absurdo argu­
mento para contemplar la necesidad de colocar a nuestra Carta Fun­
damental al ritmo de la vida actual del Estado?
Se argumenta también, señor Presidente, que la indiferencia del
electorado provincial pone de manifiesto, en forma terminante, que
no hay ninguna urgencia en realizar la reforma actual. El más
caracterizado vocero de esa tesis ha sido el diario «La Prensa», de
Buenos Aires. Con argumentos de él mismo, voy a poner de relie­
ve ante la Honorable Asamblea cómo carece en absoluto de funda­
mento la oposición que se formula.
En un editorial del 19 de agosto pasado, «La Prensa» decía lo
siguiente: «Los partidos tienen sin duda culpa de la indiferencia
de los ciudadanos por las convenciones constituyentes provinciales.
Pero nosotros estamos convencidos de que muy distinta sería la ac­
titud popular si se tratara de reformar la Constitución Nacional.
En tal caso, por deficiente que fuese la actuación de acuellas agru­
paciones, los ciudadanos participarían desde el primer momento en
el debate general de la cuestión, y concurrirían a elegir los conven­
cionales con toda la información que pudiesen obtener de la prensa
y de los partidos, con entusiasmo cívico y con celo patriótico. Es
que el pueblo sabe que su organización republicana y democrática,
sus garantías civiles y sus libertades políticas se hallan aseguradas
por la Constitución Nacional, a cuyos principios generales deben
conformarse las constituciones provinciales. Estas son, pues, de una
importancia secundaria, y la relativa indiferencia pública al res­
pecto no se advierte solamente en la Argentina, sino en general en
todas las repúblicas federales».
No puede pedirse, señor Presidente, nada más claro para de­
mostrar que si ha habido frialdad en el electorado, en determinadas
provincias, sea Buenos Aires o cualquier otra, frente a una elección
de constituyentes ello no demuestra en absoluto que el pueblo con­
sidera que esa reforma no es necesaria, que no es urgente, que no
es imprescindible; sino tan solo que mira con tranquilidad el pro­
ceso de esas reformas porque sabe cue sus libertades fundamentales
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 487

no van a poder ser alteradas por los estados federales, mientras


subsistan las garantías de la Constitución Nacional.
Los antecedentes de nuestra Provincia ratifican plenamente esa
afirmación. Basta i*eferirnos al caso de cada una de las convencio­
nes constituyentes que se han convocado en Buenos Aires, para de­
mostrar que en el caso actual tal vez, y sin tal vez, como lo van a
demostrar las cifras, estamos en una situación muy ventajosa sobre
las históricas convenciones de 1873 y 1882 a 1889, en cuanto se re­
fiere al concurso que el pueblo prestó a los sucesivos proyectos.
El 24 de abril de 1870 se realizó la elección de convencionales pa­
ra la reforma que quedó terminada en 1873. Se elegían 36 conven­
cionales por la capital de la provincia, que era entonces !a ciudad
de Buenos Aires no federalizada, y 36 por doce secciones de cam­
paña.
Realizada la elección la Convención designó dos com isiones:
una de convencionales electos por la Capital para que se expidieran
sobre las elecciones realizadas en la campaña y otra de convencio­
nales electos por la campaña para que se expidieran sobre las elec­
ciones realizadas en la Capital. Llamo la atención de la Honorable
Asamblea sobre la calidad de los ciudadanos que formaron esas
comisiones: la de la Capital la integraban el General Bartolomé Mi­
tre, el doctor Eduardo Costa, el doctor José A. Ocantos, don Adolfo
Alsina y don Rufino de Elizalde; la de los convencionales electos
por la campaña la integraban el doctor Bernardo de Irigoyen, el
doctor Santiago Alcorta, don Melchor J. Rom, don José Villegas y
don José María Miguens. Estas comisiones, formadas por ciuda­
danos de los más eminentes que tenía el país en la época, aconse­
jaron, en definitiva, la aprobación de las elecciones realizadas en la
Capital y solo en nueve de los doce distritos de campaña. El Gene­
ral Mitre, miembro informante de la Comisión encargada de exa­
minar los comicios de la campaña, manifestó que se omitía dicta­
minar con respecto a las secciones novena, décima y duodécima,
porque se había encontrado que los partidos en que se realizó la
elección no componían la mayoría absoluta de los que formaban la
sección electoral. De manera que, en definitiva, la convención de
1873 iba a constituirse sobre la base de una elección en la que no se
había votado en una tercera parte de los distritos de la Provincia.
Se discutió el despacho de la Comisión, e intervinieron en el
debate hombres de la calidad de Quintana, José María Moreno,
Eduardo Costa, Ocantos, Mitre y Adolfo Alsina. Y puesto a consi­
deración el despacho sobre cada una de las secciones donde se había
votado, se aprobó.
En toda la Provincia, señor Presidente, votaron en el año 1870,
9043 electores. La población en aquella época era de 520.320 habi­
tantes. Mantenidas las reglas de proporción, que son más o menos
uniformes en todas las épocas y que tal vez en aquellos años bene­
ficiarían a la población nativa, puesto que es notorio que el aporte
apreciable de extranjeros va lográndose para nuestro país recién
a partir de 1890, podemos calcular que el número de ciudadanos en
488 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

condiciones de votar fuera la cuarta o quinta parte de la población


total, es decir, alrededor de 100.000 habitantes. El porcentaje de
votos representaba, pues, apenas el nueve por ciento de los posibles
electores hábiles en la Provincia. Pero hay una comprobación más
interesante, señor Presidente: votaba entonces la sección Capital de
Buenos Aires Provincia, que era a la vez la ciudad de Buenos Aires,
y Que tenía 186.320 habitantes. El convencional más votado fué don
Norberto de la Riestra que tuvo 1692 votos y el General Mitre, el
hombre que sin duda polarizaba el prestigio popular de la época, que
acababa de descender de la presidencia de la República, después de
ser el héroe de la guerra del Paraguay, fué consagrado convencio­
nal de Buenos Aires, ciudad con más de 180.000 habitantes, por
1257 votos, y a ningún argentino, ni en la época aquella ni hoy, se
le ocurriría pensar que el General Mitre no cumplía su mandato de
convencional con plena aquiescencia del pueblo de Buenos Aires.
(¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Pero veamos, señor Presidente, lo que ocurre en la Convención
de 1882, que estuvo reunida hasta 1889. El plebiscito se verificó
el 26 de marzo de 1882 y sufragaron solo los electores de 59 distri­
tos sobre 78 que formaban la Provincia. Votaron en total 16.077
ciudadanos en una población que era de 531.320 habitantes. Calcu­
lado el padrón en 100 mil electores como en el caso anterior, resul­
taría votando el diez y seis por ciento de los ciudadanos habilitados
para ello. Y en la elección de convencionales que se verificó el 10
de septiembre de 1882, sufragaron 63 distritos, es decir, que no se
votó absolutamente en quince distritos. El total de votos en esos
comicios, por los que se elegían miembros a la Asamblea reformado­
ra, fué apenas de 18.375 votos sobre los calculados 100.000 inscrip­
tos, o sea una proporción del 18 %.
Viene luego, en el año 1901, el proyecto que se sancionó bajo
el gobierno de don Bernardo de Irigoyen; se realizó la elección el
20 de marzo de 1902, se votó únicamente en 71 distritos, sobre 97,
que componían la Provincia, se aprobó la elección de 62 distritos,
o sea poco más del 50 %, indispensable para que la elección fuera
válida, y se obtuvo un total de 61.972 votos. Los habitantes de la
Provincia alcanzaban a 1.200.000, el padrón puede calcularse en
240.000, y, por consiguiente, el porcentaje de votantes sólo alcanzó
al 25 %. Es sabido que los convencionales electos en esta Asamblea
no llegaron nunca a reunirse, y si el señor Senador Moreno no
hubiera abandonado el recinto con sus compañeros de sector, en la
forma extraña en que lo han hecho, hubiera tenido el medio de
aclarar sus informaciones, tan lamentablemente erróneas, sobre los
antecedentes constitucionales de nuestra Provincia, y hubiera sa­
bido, o vendría a saber ahora, que no se anuló la elección de conven­
cionales del año 1901, que no se llegó a pronunciar juicio sobre esa
elección, y como transcurrieron plazos que se consideraron excesivos,
ia Legislatura se creyó habilitada para decretar caducos los man­
datos de convencionales que no entraron a desempeñar su cometido.
Viene finalmente, la elección del año 1904, que se realizó el 30 de
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 489

octubre; el total de votos fué de 32.932, no funcionaron comicios


en los distritos de San Pedro, Juárez y Tandil; la población de la
Provincia excedía entonces de 1.300.000 habitantes y calculado el
padrón con un total de 260.000 sufragantes, tenemos que en esta
elección votaron menos del 15 c/ c .
Conocidas estas cifras, y las que daré más adelante, nadie podrá
negar la evidencia de que hemos progresado, de que hemos podido
y conseguido sacudir un poco má$ que en 1873, 1882, 1901 y 1904
la opinión pública de la Provincia, frente al problema de la reforma
constitucional; que hemos logrado quebrar en algo esa indiferencia,
cuya razón de ser con toda verdad y elocuencia señaló el diario «La
Prensa», para justificar aquello que después ella misma se encargó
de combatir.
Pero, aun refiriéndonos a elecciones nacionales, podemos com­
probar también que estamos hoy en una situación ventajosa res­
pecto a la que representa la última Convención reformadora de la
Constitución Nacional, que tuvo lugar en 1898. A esa elección con­
currieron de la Provincia de Buenos Aires, apenas el 50 por ciento
de los distritos, y digo apenas, porque en el seno de la Convención,
se discutió sobre la autenticidad de algunas actas que daban por
cumplida la elección en distritos donde se exteriorizaron dudas de
que se hubiera realizado. La Comisión de Poderes que estudió la
elección en 1898, estaba formada por ciudadanos de honestidad y
probidad indiscutibles, como Gutiérrez, Víctor M. Molina, Ministro
de los últimos gobiernos radicales y caracterizado dirigente de su
partido, Carlos Doncel, Domingo T. Pérez y otros. Esa Comisión se
expidió, y sostuvo que se habían realizado elecciones en el 50 por
ciento de los distritos, lo cual autorizaba a aprobar los diplomas pre­
sentados. Resultaron electos y desempeñaron su mandato entre otros
con plena conciencia y autoridad, ciudadanos como Dardo Rocha,
Saturnino Unzué, Vicente Casares, Estanislao S. Zeballos, Manuel
Quintana, Manuel Augusto Montes de Oca, Julio Sánchez Viamonte,
General Manuel J. Campos, Emilio Carranza y Ernesto Weigel
Muñoz.
El doctor Adolfo Dávila que también figuró entre los electos,
presentó su renuncia ante la Convención, con la manifestación de
que hasta él habían llegado versiones que le autorizaban a dudar de
que las elecciones de Buenos Aires, se hubieran realizado en de­
terminados distritos. Y la Convención, integrada por hombres de
alto valor moral, rechazó la impugnación que formulara el doctor
Dávila, y resolvió enviar lisa y llanamente la renuncia al archivo,
en cuanto entendía que ningún ciudadano tenía derecho a dudar de
la autenticidad y validez del acto, luego de haber la Asamblea pro­
nunciado su juicio definitivo al respecto.
Pero, por encima de todo esto, que ya vemos cuán poco fun­
damento reconoce, podemos establecer que nadie ha concretado un
solo argumento en contra de los puntos sobre que versará la reforma,
ni aun los opositores al momento elegido para practicarla.
«La Nación», en su editorial del 18 de agosto, sostiene lo si­
guiente: «Puede decirse, como ya lo hemos dicho en otra ocasión.
4 90 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

que el plan adoptado por la fuerza política cuya orientación pre­


dominará en la Asamblea, contiene iniciativas dignas de aplauso
porque se dirige a subsanar deficiencias de largo tiempo atrás se­
ñaladas por la prensa y por los mejores publicistas. De modo que
existe a este respecto, en lo esencial una conformidad tácita de todos
los partidos».
«La Prensa», en su editorial del 19 de agosto, dice: «Las bases
proclamadas por dicho partido — se refiere al Demócrata Nacional—
son, hasta cierto punto, tranquilizadoras, porque contienen innova­
ciones sobre las cuales es probable que haya coincidencia de opinio­
nes» ; y a continuación enumera los 13 puntos del plan de reformas
del partido mencionado.
Con estos antecedentes, señor Presidente, hay motivos para
pensar que existe hoy un propósito, que ha existido siempre, un
propósito preconcebido, de dificultar el proceso de la reforma cons­
titucional bonaerense, de acuerdo a esa campaña persistente y con­
tinua, que lleva hasta cerrar los ojos a la evidencia, en contra de
todo acto que responda, o que tenga su origen en el partido cuyos
hombres gobiernan hoy a Buenos Aires. (¡Muy bien!).
Se registran antecedentes en la historia institucional de nues­
tro país, que permiten probar mi afirmación. En el año 1923 se
constituyó el gobierno de Córdoba, a cuyo frente se encontraba, para
bien de la misma, el eminente ciudadano que hoy ejerce la vicepre­
sidencia de la Nación: el doctor Julio A. Roca.
La elección se realizó con la abstención radica). En su mensaje
inaugural, el doctor Roca anunció el 17 de mayo de 1J22, «u propó­
sito de proceder de inmediato a la reforma constitucional, «1.a Pren­
sa», en su editorial del 19 de mayo de 1922, comentó el mensaje y
sostuvo que los propósitos en el sentido de reformar la Constitu­
ción representaban un fecundo programa parcial de gobierno. «La
Nación» del 18 de mayo elogió el proyecto de reforma constitucio­
nal y lo calificó como resultado de una deliberación largo tiempo
elaborada y que se traduce en fórmulas concretas, con armonía y
sabio equilibrio de los elementos que integran su contenido. En cuan­
to al gobierno del doctor Roca, que surgió — repito— con la abs­
tención radical y en condiciones que voy a establecer más ".delante,
lo calificó como de legalidad intachable.
A mediados del año 1922, en el mes de julio, el doctor Roca ele­
vó a la Legislatura el proyecto de reforma constitucional, y mani­
festó en el mensaje respectivo que esas reformas servirían para
eliminar las causas de la abstención que perturbaba el juego regu­
lar de las instituciones.
«La Nación» del 17 de julio de 1922, en un extenso y muy bien
fundado editorial que mantiene firme la tradición de tribuna de
doctrina que fundara Mitre, hizo un caluroso elogio del proyecto,
lo estudió en detalle, aplaudió la actitud del gobernador de Córdo­
ba, que cumple, dice, al proyectar la reforma la promesa auspiciosa
de su mensaje inaugural, y termina con las siguientes palabras:
«Tiene la opinión pública cordobesa y sus agentes representativos
una honda materia de estudio y de examen en el proyecto sometido
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 491

a su pronunciamiento. Se trata de una obra seria y honestamente


concebida. Merece ser acogida con seriedad y examinada con desa­
pasionamiento».
Ningún reparo se opuso derivado de la abstención radical que
se mantenía en la Provincia. Sin embargo, esa abstención se man­
tenía en condiciones mucho más desventajosas que la actual de Bue­
nos Aires. El Partido Radical desconoció la ley electoral sanciona­
da en la provincia de Córdoba, bajo cuyo imperio se realizó la elec­
ción del doctor Roca. No concurrió a los comicios de Gobernador,
pero se hizo presente de inmediato a las elecciones nacionales rea­
lizadas en abril de 1922, y obtuvo un ruidoso triunfo sobre el Par­
tido Demócrata. Además de eso, cuando se proyectaba la reforma
constitucional existía a consideración del Congreso Nacional un pro­
yecto de intervención amplia a la provincia de Córdoba, que estaba
pendiente de despacho en la Comisión de Negocios Constituciona­
les, y el entonces Presidente señor Irigoyen, había hecho declara­
ciones públicas en el sentido de que si el Congreso no cumplía opor­
tunamente con su deber, como él entendía que debía cumplirlo, es
decir, votando la intervención, él, como Jefe del Poder Ejecutivo,
adoptaría las medidas necesarias para que la situac:ón se legaliza­
se; es decir, que anunciaba su propósito de intervenir la Provincia
de Córdoba por decreto si la ley no se votaba. En esas condiciones
se sancionó el proyecto de reform a; se realizaron las elecciones con
la abstención radical, partido que, para explicar las causas de su
actitud, publicó un manifiesto que si no fuera porque traería como
consecuencia alargar en exceso esta exposición, que tal vez tendrá
que ser más larga de lo que hubiera deseado, podría leer a la hono­
rable Asamblea, comparándolo con el que el' mismo Partido Radical
publicó en Buenos Aires antes del 25 de marzo, y demostraría así
que los términos de uno y otro documento son exactamente iguales,
responden a la misma ideología y al mismo propósito y que procu­
ran la misma finalidad.
Realizada la elección, la Convención se reúne, y con auspicio
del pueblo de Córdoba, debemos reconocerlo, se sancionó la Consti­
tución del año 1923, que todavía rige y bajo cuyo amparo han gober­
nado la Provincia sin desconocer sus cláusulas, por el contrario, go­
zando de sus beneficios el mismo Partido Radical que proclamaba
el desconocimiento de todo acto emergente del gobierno del doctor
Roca. Seguramente la experiencia del caso de Córdoba autoriza hoy
al Partido Demócrata Nacional a llevar adelante con toda tranqui­
lidad su proyecto de reformas a la Constitución de Buenos Aires,
seguro de que como ellas estarán acordes con las sanas aspiracio­
nes del pueblo, no habrá partido político que lo pueda sustituir en
algún momento en las posiciones del gobierno, cuyos hombres se
atrevan a rectificar las reformas que se sancionarán. (Muy bien).
El aporte de votos, con motivo de la reforma de la Constitución
de Córdoba, fué muy inferior al registrado en la Provincia de Bue­
nos Aires. Así, en la primera, sobre un padrón de 165 mil inscrip­
tos, más o menos, el total de votantes fué de 20 mil aproximadamen­
te, es decir que no llegó al 15 por ciento en toda la Provincia.
492 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

En- la Capital, robre un total de 29.700 ciudadanos registrados


en el padrón, sufragaron solamente 4.434. Esa elección fué juzga­
da por la Convención Constituyente en la cual tomaron asiento ca­
lificados representantes del Partido Socialista, entre ellos los dos
proceres máximos de esa agrupación, los doctores Juan B. Justo y
Nicolás Repetto, y también el señor Ricardo Belisle, un señor To-
losa y algunos otros más que no recuerdo. Al pronunciarse el juicio
de la elección los representantes socialistas firmaron el despacho de
la mayoría de la Comisión que aconsejaba la aprobación del acto
realizado, sin modificación de ninguna especie; ese dictamen fué
votado por unanimidad y los convencionales socialistas, a que ya me
he referido, se incorporaron a la Asamblea sin oponer una sola reser­
va al acto eleccionario realizado en tan precarias condiciones, en
cuanto al número de votos, se refiere.
Pero ya que estamos en tren de comprobaciones numéricas no
quiero dejar de mencionar otra que resulta especialmente interesan­
te; el doctor Juan B. Justo, el procer máximo como he dicho antes,
del Partido Socialista, se incorporó a la Convención Constituyente
reemplazando a un señor José Riesco que había sido elegido por el
69 distrito electoral y que no obtuvo mucho más de 100 votos y el
doctor Repetto se incorporó por el primer distrito electoral, donde
tuvo tan sólo 301 votos. Si consideramos, como he dicho, el total de
votantes inscriptos en los padrones de la Provincia que eran más de
160 mil, vemos con qué pobre representación acudieron los socialis­
tas a la Convención Constituyente de Córdoba y al doctor Repetto
llegó hasta ocupar su presidencia.
Y aquí aparece una vez más la prueba, señor Presidente, de
cierta vacilación, ya que no puedo calificarla de duplicidad por el
respeto que me merecen las altas tribunas de la prensa argentina;
de cierta vacilación de criterio, repito, por parte de diarios que ni
siquiera tendrían la defensa de invocar un cambio en la dirección
de ellos, desde la época en que se realizaron las elecciones de la Pro­
vincia de Córdoba hasta aquí. Porque no faltó entonces la afirma­
ción categórica de que el número de votantes obtenidos en la ciudad
de Córdoba, que apenas alcanzaba al 15 por ciento del padrón era un
número apreciable dadas las circunstancias particulares de la elec­
ción.
En la Provincia de Buenos Aires, en la elección del 25 de mar­
zo se llegó al 35 por ciento de votantes y los señores representantes
socialistas, hoy ausentes de sus bancas no opusieron mavores reser­
vas a esta elección, sino que la aceptaron como un he^ho. es cierto
que por razones que no median hoy, dado que de anular la elección
del plebiscito, hubieran tenido que anular también la de reputados
y senadores que les había sido beneficiosa en una forma tan des­
proporcionada a su electorado, que en ningún otro nv menta hubie­
ran podido igualar. (¡Muy bien!).
En la elección del 19 de agosto último, el porcentaje de votos no
ha variado mayormente sobre la anterior. El resultado señala un 36
por ciento de electorado de la Provincia, sobre un 35 ñor ciento que
se obtuvo en la del 25 de marzo, que los socialistas — repito— acep­
taron encantados porque les representaba una cantidad de bancas
para ellos inusitada en la Legislatura Provincial.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 493

Las ventajas numéricas están todas a favor nuestro, pero los


argumentos de los opositores a la reforma actual se nos vuelven to­
dos en contra; y se nos vuelven en contra en el caso de Buenos A i­
res que ofrece notorias ventajas comparado con el de Córdoba, que
he citado como también podría citar el de Entre Ríes — para refe­
rirnos a una Provincia que es modelo de eficacia electoral— donde
en la última elección de constituyentes realizada en 1932, luego de
una intensa lucha entre dos fuerzas electorales de gran arraigo en
la Provincia, que se mantienen constantemente ras con ras en los re­
sultados electorales y disputándose las posiciones de 'a mayoría en
cada elección que se produce; aun con esa lucha intensa desarrolla­
da en una Provincia, cuyo pueblo revela siempre alto sentimiento
cívico, no se llegó a marcar más que el 55 por ciento del tot.il de vo­
tantes.
Nuestro sistema de gobierno, señor Presidente, es un sistema
de mayoría, pero de mayoría acreditada en los comicios. No se ex­
plica, pues, que se puede invocar derecho al gobierno sobre la base
de no votar.
La vida del Estado no puede detenerse por obra de la absten­
ción, sea ésta activa, mediante el voto en blanco, o sea pasiva, ne­
gándose en absoluto a votar. P or el camino de la abstención y de
prosperar el sistema, llegaríamos, señores legisladores, a la desa­
parición total del gobierno, porque si en una determinada elección
los partidos, así como coinciden en concurrir a las urnas, coincidie­
ran en abstenerse, quedaríamos sin gobierno.
La acefalía de los poderes del Estado no se concibe en una so­
ciedad civilizada, ni siquiera en casos de derrocamiento por una re­
volución, como ocurrió el 6 de septiembre de 1930. con los gobier­
nos de la Nación y 12 provincias. Así lo declaró la Suprema Corte
Nacional en una sentencia que marca un antecedente auspicioso pa­
ra la vida cívica argentina, en cuanto despejó el camino para la or­
ganización de gobiernos estables.
Pero parecería que los radicales, mediante la abstención, quie­
ren realizar la revolución desde el comicio, propósito en el cual fr a ­
casan, como han fracasado siempre en todas las intentonas realizadas
antes de 1912 y después de 1930, así se llamen sus dirigentes Irigo-
yen o Alvear, Pomar, Bosch, Abalos o Cattáneo. (Aplausos) .
Pero si quisiéramos devolverle a los radicales el argumento que
ellos esgrimen de la abstención, para descalificar los gobiernos que
se constituyen en elecciones a las que ellos no concurren, no tendría­
mos que alejarnos mucho, porque aquí mismo, en la provincia de Bue­
nos Aires, en el. año 1926, se fconstituyó el gobierno presidido por el doc­
tor Vergara, gobierno que los radicales consideran como el mejor
que ellos han tenido en Buenos Aires, en una elección sin competi­
dor, en una elección en que el Partido Conservador se abstuvo, por­
que consideraba que era inútil el esfuerzo susceptible de realizarse
para una elección de gobernador, frente a la máquina montada del
radicalismo, que había puesto al servicio de sus caudillos, todos los
resortes del poder.
En esa elección, sobre un padrón de más de 500.000 votos, los
radicales no tuvieron reserva ninguna, no dudaron en admitir la va-
494 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

lidez del gobierno que se constituyó con 109.303 votos, o sea menos
del 25 por ciento del electorado provincial.
El Presidente Sáenz Peña, cuyo nombre agita todavía las ma­
sas populares argentinas, que ven personificado en él algo así como
el apóstol de las libertades cívicas, en su manifiesto de 1912, des­
pués de sancionada la ley electoral que nos rige, decía, dirigiéndose
al pueblo del país: «Si el Gobierno Nacional está obligado a prote­
ger la libertad, necesita de la razón de ser de aquel amparo, porque
así como en derecho no hay obligación sin causa, tampoco existe en
el orden político actuaciones represivas por sospecha de opinión. Sí
los partidos no se organizan ni actúan, ¿les sería dado afirmar que
faltan seguridades cuando lo omitido es el sufragio perdido en la
abstención? ¿Qué fundamento legal podría justificar mi interven­
ción allí donde no hay sino un partido que ejercita derechos tan res­
petables como los que me propongo garantizar a los demás? Para
que el gobierno central interviniese donde no se vota, porque no se
quiere, habría que proceder por hipótesis, vale decir reprimiendo
conjeturas e intenciones. No supongo que se me quiera encargar de
destruir o vencer a partidos determinados».
Poco habría que agregar hoy, 22 años después de pronunciadas
estas palabras para llamar a la realidad a ese partido radical,
que parece haber elegido a Sáenz Peña como procer propio. Las
palabras del mismo ciudadano, que según ellos les dió la
legislación electoral que hoy nos rige, debieran inducirlos a con­
currir a las urnas a cumplir sus deberes ciudadanos y no ence­
rrarse en la estéril abstención con que se pretende perturbar la
paz y tranquilidad del país. (Aplausos).
Sarmiento, refiriéndose alguna vez a los vicios de nuestra de­
mocracia, decía que nuestra historia revela que se tiene más la con­
ciencia del bien que paciencia y capacidad para realizarlo.
Yo, recordando esas palabras del gran pensador argentino, me
pregunto qué quieren, qué desean, a qué aspiran los radicales en los
actuales momentos de la vida cívica del país. ¿Quieren el bien gc-
j’ci’í'l? ¿Quieren que la libertad ciudadana sea respetada en los co­
micios? Si es así, deben saber que ello se logra solamente mediante
la concurrencia al comicio. Mientras no lo hagan, seguirán demos­
trando, como decía Sarmiento, que conocen teóricamente el bien
pero que son incapaces de practicarlo. (¡Muy bien!).
No es admisible, señor Presidente, que un partido que gobierna
al país a justo título porque acredita ser la mayoría en los comicios,
se disponga a entregar las posiciones al adversario que no se las
disputa legalmente. Los que no votan incurren en un delito previsto
y penado por la misma ley que fué sancionada en el año 1912, de
conformidad a la propaganda intensa y casi a la presión del par­
tido radical. Y debemos dejar establecido que el régimen electoral
vigente es el mismo que los radicales sostenían y reclamaban en el
año 1912: voto secreto y obligatorio, descentralización del comicio,
padrón militar y amplio derecho de fiscalización para todos los par­
tidas. En esas condiciones hay que aceptar como verdad indiscutible
que si hay ciudadanos que no votan, pocos o muchos, o son malos
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 495
___________ _______________ * ________________________________________

ciudadanos infractores a las leyes, responsables ante la justicia, o


indiferentes al movimiento cívico del país, o ciudadanos que, consi­
deran necesarias las medidas que aconseja un determinado partido, el
único o el más importante que va a las urnas, pero se creen habilitados
para evitarse la molestia de concurrir también a ellas, ya que des­
cuentan el resultado de la elección.
Debemos reconocer que el Partido Socialista — y es lástima que
uno de lus pocos elogios que voy a peder tributarles a nuestros adver­
san :<s en esta hora no sea recibido dfe cuerpo presente— , está libre del
pecado cié la abstención. Se ha presentado siempre a las elecciones,
sobre todo desde que los radicales se abstienen, y en más de un caso
1 ;m reconocido la legalidad de los comicios limitándose a exponer teóri­
camente reservas de orden general derivadas, a juicio de ellos, de
los vicios que pretenden definir con la frase consagrada por el doctor
Justo y que con tanto amor cultivan sus discípulos, cual es la de <po­
lítica criolla»; como si entre los criollos debiéramos hacer política ex­
tranjera.
Pero en este caso de la reforma constitucional, la situación del
Partido Socialista es curiosa, pero lógica hasta en el momento en que
han abandonado las bancas para no afrontar un amplio debate en este
recinto. El último acto de la representación socialista confirma am­
pliamente las sospechas que ya existían en la opinión imparcial de que
se elaboraba un plan de lento desarrollo pero de finalidad clara; des­
prestigiar el proceso de la reforma constitucional que lleva adelante
el Partido Demócrata Nacional, como mayoría indiscutible del elec­
torado provincial y procurar aún dar la sensación final de que los
com endónales electos carecerían de la autoridad moral para desempe­
ñar sus delicadas funciones.
En un manifiesto publicado por los socialistas el 16 de marzo del
año en curso, se pone ya de relieve el sensualismo electoralista con
que han actuado en todo el proceso anterior a la Convención Cons­
tituyente, sensualismo tanto más lamentable cuanto que viene a
afectar a un partido que no cesa de proclamar su carácter eminente­
mente principista. En ese manifiesto se hacía un llamado casi que­
jumbroso a las masas democráticas radicales de la Provincia a
quienes reconocemos — dice— «hermanadas con los militantes so­
cialistas en su amor a la libertad». Confesión de un contubernio,
para emplear términos radicales, que hasta entonces no habíamos
sospechado. Y agrega al manifiesto: «Es un deber de lealtad lla­
mar a la conciencia de esas masas democráticas radicales». Se hace
luego una invocación a los obreros radicales y se les recuerda la
necesidad de librarse de las tutelas «para hacerse presentes en la
vida civil de la Provincia». Naturalmente, votando a favor de los
socialistas.
La respuesta a ese verdadero canto de sirena que representa el
citado manifiesto del 16 de marzo, fué dada aquí en la ciudad de
La Plata, desde el escenario de uno de nuestros teatros, por uno de
los más prestigiosos oradores radicales, quien, calificó a los socia­
listas de «caranchos que pretenden vivir revoloteando sobre los des­
pojos del radicalismo». (¡M uy bien!)
4 96 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Antes del 25 de marzo, los socialistas aparecían defendiendo la


Constitución actual y sostenían que no era posible ni pensar en su
reforma. Uno de los párrafos del manifiesto, bien terminante, de­
cía así: «No queremos una Constitución peor; tal es la fórmula
que define el sentido de la posición socialista frente al plebiscito del
25 de marzo. Ello trasunta claramente que gracias a la doctrina
socialista hemos de propugnar a su hora para el país y la Provincia
una carta fundamental elaborada sobre principios de un nuevo dere­
cho. Entre tanto, los viejos postulados vivientes de la tradición de­
mocrática, encontrarán en el socialismo su más férreo defensor con­
tra cualquier intento regresivo. Defendemos la Constitución actual
porque es en su clima fecundo de libertad democrática que desea­
mos ver germinar la simiente del porvenir. La Constitución es, pues,
más que nuestra, de esas masas democráticas y radicales que la tie­
nen por su último programa».
Y, colocado ya en el terreno del más puro ilusionismo, perfec­
tamente garantido por nuestra Constitución, el manifiesto socialis­
ta termina diciendo: «La Provincia de Buenos Aires será el primer
Estado socialista argentino; que el ineludible deber de este postula­
do se cumpla bajo el imperio de la Constitución liberal, depende del
grado en que las masas democráticas y radicales sepan comprendar
la grandeza de su misión y el momento de su ocaso».
Por lo visto en la elección del 19 de agosto las masas radicales
no han comprendido la grandeza de su misión, pero han estado lejos
de creer que ha llegado el momento de su ocaso: no han votado por
los socialistas.
Votar contra la reforma significaba el 25 de marzo de este año
obtener tal vez votos radicales para candidatos a diputados y se­
nadores, que debían depositarse en la misma urna. Esa es la razón
por ia cual los socialistas se pliegan a los contrarios a la reforma
constitucional. Y ese aporte de radicales explica cómo sobre cua­
renta y un mil y pico de votos que obtuvieron los socialistas en la
última elección a que concurrieron aquéllos en la Provincia, llegan
a computar a su favor setenta y dos mil, sobre la base de dar por
votos socialistas a todos los que se pronunciaron en contra del ple­
biscito.
Ahora, pasada la elección y una vez logrados los beneficios ma­
teriales que esperaban de los votos radicales, traducido en un au­
mento desproporcionado en la representación legislativa socialista,
entonces se cambia de táctica y presentan ante el pueblo de la Pro­
vincia un plan que significa variar íntegramente el estatuto actual,
ese mismo estatuto que declaraban intangible e inviolable y bajo
cuyo amparo querían que la Provincia de Buenos Aires se convir­
tiera en el primer Estado socialista argentino.
Resulta así — y me permito sostenerlo solo, con mi pobre opi­
nión ya que los socialistas no están presentes para rectificarme o
recoger la insinuación, por si la encuentran conveniente para otra
campaña electoral— , resulta, digo, que falló el último paso de la
comedia preparada, que ha querido darse un poco en falso frente a
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 497

esta Asamblea: los socialistas, para ser lógicos y seguir computan­


do votos radicales, debieron, antes del 15 de agosto, dar un nuevo
manifiesto dirigido a esas mismas masas democráticas y radicales,
anunciándoles que de obtener el triunfo, sus convencionales vendrían,
posiblemente a la Convención, a declarar que la Constitución no ne­
cesita ser reformada, por lo menos hasta que se lograra que Buenos
Aires fuera el primer Estado socialista argentino, peligro del cual
— tranquilícense los señores legisladores— vamos a estar libres por
muchas generaciones.
No se han animado en ningún momento los socialistas a soste­
ner que la reforma de la Constitución de Buenos Aires sea innece­
saria. Y así el jefe máximo del socialismo actual, que deseo y anhelo
verlo ocupar una banca en este recinto cuando se reúna la Conven­
ción Constituyente, el doctor Repetto, en declaraciones publicadas
en diarios de Buenos Aires y La Plata, días antes de realizarse la
elección, decía que los socialistas apoyarían las reformas progresi­
vas que la mayoría pudiera querer introducir en la Constitución de
Buenos Aires, «tratando de estirarlas tanto como se pueda para
aproximarlas lo más cerca posible a las reivindicaciones socialistas».
Pocas veces un dirigente político, que pretende hacer cátedra de
doctrina a través de sus declaraciones y discursos, habrá exteriori­
zado conceptos más crudamente utilitarios que los que revelan las
palabras del señor Diputado Repetto. Expresa que «seguiremos tan­
to como nos sea posible la táctica de penetrar con el socialismo en
todas partes y hasta donde se pueda». Se refiere a «la necesidad de
empujar un poco más hacia adelante ciertas disposiciones de la ac­
tual Constitución»; y termina diciendo que «si la próxima Consti­
tuyente de la Provincia se hiciera un deber en no restringir ninguna
de la libertades y derechos que acuerda la actual Constitución / se
eludiera con cuidado las reformas políticas inspiradas en propósi­
tos más o menos mezquinos, y si no se rehusara a acompañar al so­
cialismo en las ideas de cambiar o al menos atenuar el régimen de
la distribución de la tierra y contribución territorial que rige la
Provincia, esa Convención habría salvado sus prestigios y el del
Gobierno, tornando en obra útil un intento primitivamente obscuro
e impreciso». Tales declaraciones representan la caída definitiva de
la máscara antirreformista con que el socialismo había querido cu­
brirse antes de la elección para conquistar adhesiones fuera de sus
filas.
Desde ese momento tuvieron la sensación absoluta de que la
abstención radical se haría efectiva en la Provincia y entonces llegan
al período final del plan que han venido desenvolviendo: se propo­
nen lisa y llanamente sabotear la elección que se ha de realizar a
los pocos días. No formulan mayores reclamaciones preelectorales.
Dejan transcurrir todo el proceso anterior y dan la sensación de
que cuentan con las garantías indispensables para el ejercicio de
sus derechos cívicos. Ya el señor Senador Obregón dijo que los so­
cialistas cumplieron su campaña en la Provincia sin ninguna difi­
cultad y sin hacer reclamo; que realizaron 157 reuniones públicas
C o n v e n c ió n Co n s t it u y e n t e — 3a
498 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

y suspendieron 45 de las autorizadas, la mayoría de ellas por falta


de público y unas pocas por falta de oradores. Pero no es esto lo
más interesante, sino dejar establecido con sus mismos documentos
la dualidad de criterio con que procedia el partido Socialista en sus
relaciones con el Gobierno de la Provincia y en su actividad interna.
Antes de la elección, concretaron ante el Ministerio de Gobier­
no un solo reclamo que comprendía el cambio del personal de Po­
licía en el distrito de Balcarce, en la Comisaría de Orense y en el
Partido de Juárez, y se refiere además a la posibilidad de que la
Legión Cívica Argentina, que había instalado un local en Santos
Lugares, pudiera perturbar la tranquilidad de ese pueblo el día de la
elección, cosa que, de producirse, no podía ser responsable el Partido
Demócrata Nacional.
El día mismo de la elección concretan ante el Ministerio de Go­
bierno solo cinco reclamos; dos de ellos se refieren al mismo asunto,
a la expulsión y detención de un fiscal en Marcelino Ugarte, que fué
puesto en libertad de inmediato, permitiéndosele ejercer el derecho
de voto sin dificultad; el resto no tiene ninguna importancia, y el
Ministerio de Gobierno les dió trámite e inmediata solución.
Es conocida la nota que el 18 de agosto envió el Ministro de
Gobierno a los partidos políticos actuantes pidiéndoles su contribu­
ción para que el acto comicial se realizara en condiciones de ¡a ma­
yor normalidad posible. «El Gobierno — decía— empeñado en la
tarea de que concurra a las urnas el mayor número de ciudadanos
que eleven el concepto democrático y afiancen los principios de la
Carta fundamental, espera de su partido la debida cooperación, en­
tendiendo que para el mejoramiento de nuestras prácticas, el con­
curso general es necesario».
El partido Socialista contestó por intermedio del Secretario de
la Federación de la Provincia, Diputado Nacional Guillermo Korn,
en forma terminante, y afirmó que «cada una de las agrupaciones
socialistas que integran esta Federación, son otras tantas avanzadas
de la civilización política argentina», y que «el partido Socialista
estará, como siempre, dispuesto a vigilar la pureza del acto electoral».
En la misma nota se manifiesta el agrado por la diligencia con que
el Ministro de Gobierno ha atendido los reclamos de la Federación
tendientes a garantizar la libertad del sufragio en algunos distritos
donde, según la nota de los socialistas, aparecía seriamente ame­
nazada.
Tenemos, entonces, que se anunciaba por órgano oficial el pre­
pósito de garantir la pureza del acto electoral, es decir, de fiscali­
zarlo para que resultara expresión fiel de la verdad. Pero los hechos
han demostrado que era otra cosa muy distinta la que pensaban
hacer.
Apenas conocido el resultado de los comicios de La Plata, que
representaron el principio del desastre socialista, el apoderado ge­
neral de la agrupación, Diputado señor Verde Tello, se presenta a
la Junta Electoral con una nota en la que entre otras cosas expresa
lo siguiente: «El partido Socialista pensó equivocadamente que en
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 499

las elecciones en que se elegirían convencionales para estudiar las


reformas a introducirse en la Constitución de la Provincia se res­
petaría la voluntad popular y que, efectuado el escrutinio, se obten­
dría la expresión aproximada de las ideas políticas de I03 ciudadanos
sufragantes. Por eso no fiscalizó en la mayoría de las mesas de las
secciones 1*. 2\ 3\ V y 9’ ». Se refiere a las secciones de la ciudad
de La Plata. Pero desde sus bancas, en estos momentos vacías, el
Diputado señor Verde Tello, primero, el señor Senador Moreno, des­
pués, y el Diputado señor Bronziní finalmente, nos han repetido que
el partido Socialista no fiscalizó en absoluto la mayoría de los co­
micios de la Provincia. Es el caso de preguntarse en qué momentos
se obró de buena fe, si cuando anunciaban solemnemente al Minis­
tro de Gobierno que el partido Socialista, en su carácter de avan­
zada de la civilización argentina, estaría atento para asegurar la
pureza del acto electoral o cuando, el mismo día y a la misma hora,
resolvían desde sus comités de distrito no fiscalizar en absoluto dicho
acto. Yo creo que no ha habido buena fe en ninguno de los dos casos.
La explicación de todo ello la tenemos en otra declaración, fo r­
mulada también por el señor Diputado Verde Tello, en un diario de
esta ciudad, el 22 de agosto, donde se establece que solo en las sec­
ciones 4° y 8“ de La Plata, el partido Socialista, contó con afiliados
suficientes para fiscalizar seriamente el acto electoral.
La publicidad sensaciona’.ista tiene a veces sus ventajas: da no­
toriedad a quien la practica y es, más de una vez, vehículo de es­
cándalo para quien lo desea. Pero tiene un riesgo muy grande, y
es que para mantenerla en su diapasón continuo obliga frecuente­
mente a hablar de lo que no se debe. Sólo así se explica que el señor
Diputado Verde Tello, ordinariamente tan sagaz, haya avanzado una
declaración desconcertante, pero significativa, cual es la de que el
partido Socialista, que obtuvo más de 3200 votos en las urnas de
La Plata, ha carecido de los afiliados suficientes para fiscalizar las
185 urnas donde esos 3200 votos fueron depositados. Si eso ha su­
cedido en la ciudad de La Plata; ¿qué no habrá ocurrido en las 3100
urnas, más o menos, que representan el total de las que han fun­
cionado en la Provincia, no obstante lo cual los socialistas han ob­
tenido más de 37.000 votos? La fiscalización que ellos ofrecieron al
Ministro de Gobierno, y que después, manifestaron a la Junta Elec­
toral que no creían necesario realizar, no han podido realizarla por
falta de afiliados. Esa es la verdad cruda y descarnada, que los
señores legisladores socialistas no se van a animar a confesar ni
van a querer reconocer. Por eso, pensando inteligentemente que el
argumento pudiera llegarles y que esa afirmación pudiera formular­
se en esta Cámara, han huido, anticipándose a la fuga que les hu­
biera correspondido realizar en este momento. (¡M uy bien! Aplausos).
Quienes no han querido ejercitar el amplio derecho de fiscali­
zar la elección que les da la ley, no tienen tampoco derecho de venir
a proponer impugnaciones después de conocidos I03 resultados to­
tales de la elección que les son desfavorables en forma abrumadora.
500 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

Por otra parte, las denuncias que concretan los legisladores so­
cialistas, que las anuncian y comentan desde el 19 de agosto, no han
podido en ningún momento representar un número de votos sufi­
cientes siquiera para anular una sola urna, y menos aún para hacer
variar en algún distrito de la Provincia, la representación que cada
partido llevará a la Asamblea Constituyente. Hay motivos, pues,
para sostener que las impugnaciones teóricas y verbales de los so­
cialistas no responden sino a encubrir el ruidoso fracaso electoral
que les significa la primera elección a que concurren, después del 5
de abril de 1931, en que no cuentan absolutamente con el concurso
de los radicales. Las cifras lo van a demostrar así.
Si tomamos por base la última elección nacional realizada en la
Provincia, presidida por un gobierno radical, la de 1930, tenemos
que no obstante las fallas denunciadas con respecto al padrón provin­
cial, y que poco después habían de ponerse de manifiesto en forma
indubitable, los radicales obtienen 172.000 y pico de votos, ios con­
servadores 154.000, luchando en forma intensa desde la oposición
contra todos los resortes del poder, volcados para presionar al electo­
rado de la Provincia, y los socialistas llegan apenas a 26.000 votos.
El 5 de abril de 1931, realizada la elección con el mismo padrón que
habian preparado los radicales para asegurar su mayoría, que ya
veían tambaleante en la Provincia después de la elección de marzo de
1930, dió un resultado de 41.000 votos socialistas, contra 187.000 de
los conservadores y doscientos y tantos mil de los radicales; pero en
noviembre de 1931, en que los radicales no van a la elección, los de­
mócratas obtienen 218.000 votos y los socialistas, sobre la base de la
alianza demócrata progresista - socialista, obtienen 124.365 votos, es
decir que el Partido Demócrata Nacional mejoró su electorado en
30.000 votos, mientras que el Partido Socialista triplicó el suyo y
llegó a tener 82.000 votos más que en la elección anterior en que ha­
bía obtenido apenas 41.000. Con la misma lógica que nos aplican los
señores socialistas para suponer que nuestro aumento discreto desde
el 31 de marzo hasta el 19 de agosto se debe al vuelco de los pa­
drones, podríamos decirles que ellos hicieron volcar padrones en no­
viembre de 1931, porque de otra manera no se explicaría tampoco
que en un período de siete meses el Partido Socialista se triplique
en la Provincia. Pero, vienen después las elecciones municipales ie
1932 y loS socialistas de 124.000 votos rebajan repentinamente a
59.000; en las elecciones de 1933 rebajan a 55.000; en las de di­
putados nacionales de 1934 ascienden de nuevo a 77.000, descien­
den en la elección del plebiscito a 72.000 votos, con el apoyo de esa
masa democrática radical, a la cual se dirigieron en su manifiesto, y
quedan finalmente con 37.000 votos en la última elección de conven­
cionales. Se prueba así, señor Presidente, que el total de votos demó­
cratas en la Provincia, se mantiene dentro de una proporción regular
que aumenta o disminuye también regularmente, sin las oscila­
ciones repentinas del socialismo, según sea más o menos eficaz ia
acción de sus representantes en la oposición o en el gobierno y que
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 501

cuando el pueblo encuentra la perspectiva de una gestión de orden y


progreso presta su concurso para que se lleve adelante.
No se concibe, señor Presidente, que un partido de la vitalidad
extraordinaria que es el Partido Demócrata, como fué el Partido
Conservador, fogueado en la oposición durante casi 14 años y que
afronta hoy la dura, la ingrata responsabilidad del Gobierno en el
peor momento que pueda haberle tocado a partido alguno para go­
bernar el país, recurra a procedimientos torpes, a procedimientos de­
leznables, que los ha condenado en ,todo momento y a toda hora, para
enfrentar a un adversario minúsculo que no puede significar en
ningún momento materia de preocupación seria y que, ni remota­
mente pudo ser colocado en condiciones de disputar un número apre­
ciable de votos en las urnas y menos aun la proporción de repre­
sentantes que, de antemano, se descontaba para cada uno en la
Asamblea Constituyente. Un partido en esas condiciones, señor Pre­
sidente y señores legisladores, está libre de toda sospecha de ma­
niobras, de toda sospecha de irregularidades, de toda sospecha de
fraude posible para beneficiarse en una situación en que harto be­
neficiado resultaría siempre, sin ningún esfuerzo y con la sola dis­
posición de presentarse ante las urnas.
Si acaso ha existido alguna irregularidad, algún fraude inten­
cionado o fruto de la ignorancia o del error de presidentes de comi­
d o, como pueden ser los cuatro o cinco casos que concretaron los re­
presentantes del partido socialista en la comisión de elecciones, esos
casos no afectan, en absoluto, el resultado general de la elección, re­
sultarían cuando más, irregularidades aisladas que habrán podido
registrarse en todos los comicios realizados en la Provincia de Bue­
nos Aires, cualquiera sea la época, y por estricto que haya sido el
contralor de los partidos, porque es imposible prever la ignorancia,
el error y hasta la mala fe de funcionarios interesados por que se
anule una urna, o fracase una elección.
Los socialistas en el curso del proceso anterior a la Asamblea, cuyo
final se marca con la fuga que han pretendido revestir de caracteres
espectaculares en este recinto, llegan a usar argumentos de tal in­
genuidad como el que ha invocado el señor Diputado Verde Tello,
que ha huido a buen tiempo para librarse de oír cosas desagrada­
bles, que no hubiera podido rectificar, como pudo hacerlo el Dipu­
tado que habla, con respecto a la única alusión que se permitió hacer­
le en el curso de su insubstancial discurso.
Sostuvo el citado legislador en declaraciones publicadas por
diarios de La Plata, que si el Partido Socialista había rebajado un
40 por ciento de votos en la última elección, lo mismo debía haberle
ocurrido al Partido Demócrata Nacional. Tan ingenua afirmación
me trae el recuerdo de las famosas verdades del señor de La Palia­
se, aquel que proclamaba, entre otras cosas, la necesidad de no olvi­
dar los huevos cuando se hacían tortillas.
Señor Presidente: el Partido Demócrata Nacional tiene un elec­
torado permanente en la Provincia, un electorado que oscila entre
160 a 200 mil votos, desde el año 1930 a la fecha, el que ha aumen-
5 02 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

tado o disminuido, pero siempre dentro de esa proporción, según la


importancia de la campaña y según, repito, la eficacia acreditada
por sus hombres dirigentes. En cambio, a los socialistas los vemos
con repentinas altas y bajas sin explicación razonable, como no sea
la del aporte o la negación de los votos radicales: en agosto del 31
tenían 41.000 votos, ascienden en noviembre a 124.000, rebajan a
54.000 en enero del 32, rebajan en noviembre de 1933 a 55.000, en
marzo de 1934 ascienden a 72.000 y rebajan a 37.000 en agosto
pasado.
Estamos así autorizados a decir que los diputados y senadores
socialistas, deben buscar la explicación de su fracaso electoral últi­
mo, no en el socorrido argumento del vuelco de los padrones, sino en
la falta de un electorado estable, permanente, constante, qu? los vo­
te en la Provincia de Buenos Aires con decisión, y que no los obli­
gue a formular llamados compasivos a las masas radicales, para ver
si ellas, convencidas de que les ha llegado el momento del ocaso, se
deciden a pasarse a las filas socialistas.
Es necesario también dejar establecido que el vuelco de los pa­
drones, de haberse producido, aun con toda la intensidad que los so­
cialistas anuncian, pero no prueban, podría beneficiar a algún par­
tido político en el sentido de aumentar sus votos, pero en ningún
caso habrá hecho desaparecer los votos auténticos, de carne y hueso,
que los socialistas^ han llevado a las urnas. Esos están ahí, y por
más que se vuelquen los padrones, no aumentarán ni rebajarán.
Podemos aún invocar un argumento sólido en favor del aumen­
to de los votos demócratas con respecto a la elección del 25 de mar­
zo. En la Provincia, como en la Capital Federal, existe una grar.
masa de electorado fluctuante, que se califica a sí mismo de inde­
pendiente, que no está afiliado a ningún partido, que vota hoy por
uno y mañana por otro, que inclina la balanza a favor de los gru­
pos más contradictorios en una y otra elección, y que procede asi
por impresión personal y respecto de los candidatos que presenta ca­
da lista. Esta masa electoral es muy apreciable, tal vez más de lo
que creen los socialistas. Al hacer ella el análisis de las listas pro­
clamadas habrá encontrado que los demócratas nacionales, ;■ la vez
que llevaban los representantes más calificados de su partido, in­
cluían también nombres prestigiosos de ciudadanos que si bien pue­
den considerarse afines, están alejados de la acción política, del mo­
vimiento electoral diario, y que han venido a prestar su concurso a
la tarea de reformar nuestra Constitución, porque consideran que
es una obra patriótica, la más imperiosa de los actuales momentos
para Buenos Aires. Con el prestigio de tales nombres que represen­
tan, podríamos decir, las figuras consulares de la Kepúbliea, debía
conquistarse fácilmente a esa apreciable masa de electores indepen­
dientes a que me he referido.
En cambio, los socialistas procedieron con un crudo criterio
partidario; formaron sus listas exclusivamente con afiliados bien
definidos. Lógico es, entonces, que no obtengan más votos que los
de sus afiliados, y alguno que otro .radical indisciplinado, descon­
tento, que no ha podido resistir a la tentación de ir a votar contra
el partido que sostiene al gobierno actual.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 503

Señores legisladores: de acuerdo con el mecanismo de nuestra


ley electoral, vigente en sus principios generales desde el año 1912
y bajo cuyo imperio los radicales han declarado reiteradamente que
seguirían concurriendo a los comicios, la fiscalización de éstos debe
hacerse al depositarse el voto, y la impugnación concreta llevarse
ante la Junta o asamblea que realiza el escrutinio. Adm itir una re­
visación «a posteriori» de los padrones y de sus constancias resulta
imposible, equivaldría en este caso poco menos que autorizar el lla­
mado a los 250.000 ciudadanos, que han sufragado o aparecen co
mo sufragantes en los registros electorales, para interrogarlos, res­
pecto a si esa constancia traduce o no la realidad.
La sola enunciación de este supuesto basta para demostrar el
absurdo que presenta su posible realización. La responsabilidad de
cualquier hecho anormal que se haya registrado en los comicios pa­
sados recae, pues, casi exclusivamente, sobre el partido político que
pudo fiscalizar ampliamente la elección, que prometió hacerlo, pero
desertó en el momento decisivo cuando estaba en sus manos poner
en acción los eficaces recursos defensivos que la ley autoriza.
Señor Presidente: Llegamos hoy — lo repito— al punto final
del proceso político, cumplido para llevar a la práctica el proyecto
de reforma constitucional que el Partido Demócrata Nacional de
Buenos Aires sostiene desde 1932 y que propusieron todos los go­
bernadores de la Provincia desde 1896 hasta el presente. El Partido
Demócrata Nacional cumplirá su plan de reform as; lo cumplirá por­
que considera que es su deber hacerlo en la hora actual, con plena
noción de su responsabilidad y en ejercicio de sus derechos y sus
atribuciones como mayoría del pueblo, acreditada en todos los co
micios realizados desde noviembre de 1931 hasta el presente. No as­
pira en este momento ni ha aspirado jamás — sus antecedentes lo
demuestran acabadamente— a ocupar las posiciones del gobierno
por el gobierno mismo; no aspira tampoco a disfrutar sólo de los
beneficios materiales que en determinado momento el gobierno pue­
de representar, tal como lo hicieron los radicales que durante más de
quince años despilfarraron el patrimonio de la Provincia y rebaja­
ron el nivel moral del pueblo. Desea que los principios democráticos
que sirvieron de base a nuestra organización política se cumplan
ampliamente, honestamente, con respeto de la voluntad del pueblo
consciente, libre e inteligentemente expresada par í hacer pesar sus
decisiones y hacer sentir su voluntad desde las urnas con !o cual po­
dremos acercarnos al viejo concepto de Aristóteles «el gobierno de
los más, ejercido por los mejores».
De esa línea de conducta, patrióticamente trazada, el Partido De­
mócrata Nacional no se apartará de ningún modo, ni por la absten­
ción maliciosa de los radicales ni por la oposición extrema y contra­
dictoria de los socialistas.
Sujeto a ella, realizará la reforma proyectada cuyos benéficos
resultados nadie podrá discutir y se descuentan desde que fueron
dados a conocer los puntos concretos que el Partido propicia­
se llevará hasta el final la tarea emprendida — entiéndanlo
bien los socialistas opositores y los radicales abstencionistas— sin
detenernos siquiera a pensar en nuestro propio interés partidario.
504 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

en nuestra posible actuación futura, porque queremos en esta hora,


como siempre, servir a la Provincia y al país, antes que al partido
a que pertenecemos. (Aplausos).
Demostraremos así que somos dignos herederos de los insig­
nes representantes del Partido Conservador de Buenos Aires que
en el año 1912, desde el Congreso Nacional, dieron al pueblo de la Re­
pública la ley electoral que hoy rige, aun cuando ello podía signifi­
carles el sacrificio de posiciones ejercidas durante largos años en
condiciones honrosas para el gobierno nacional y el de las catorce
provincias argentinas.
Se respondió entonces, lealmente, al noble ensueño de Roque
Sáenz Peña e Indalecio Gómez, que la acción del radicalismo en el
Gobierno y del socialismo en el Congreso Nacional y en algunas le­
gislaturas provinciales, desvaneció de inmediato. Obraremos sobre
la base de la dura experiencia que nos brinda ese triste período de
la historia argentina que va del 12 de octubre de 1916 al 6 de sep­
tiembre de 1930. El rayo de luz que iluminó la aurora de ese día
glorioso, ante cuyo aniversario, por feliz coincidencia, nos encon­
tramos ya, iluminará nuestro espíritu y el fervor patriótico de los
hombres que abrieron el camino de la reacción, presidirá las deli­
beraciones de la futura Convención Constituyente, de la cual saldrá,
sin duda alguna, el mejor instrumento de gobierno que pueda brin­
darse al pueblo honesto de Buenos Aires.
He dicho. (Aplausos en la,s bancas y en la barra).
Sr . Senador Obregón — Pido la palabra.
La hora es un poco avanzada, la Cámara está un tanto fatiga­
da y después de la erudita y brillante exposición del señor Diputado
Verzura y ante la ausencia del sector 'socialista, casi sería innecesa­
ria la breve réplica que voy a hacer a algunas de las exposiciones
por ellos formuladas, pero es el caso, señores legisladores, que no
es posible dejar que floten en el ambiente algunas de las palabras
que han vertido los miembros del sector opositor. Se me ha imputa­
do exceso de lenguaje, cuando al informar el despacho de la mayo­
ría de la Comisión, califiqué las elecciones del 19 de agosto de co­
rrectas y puras, y debo dejar constancia de que los que me atribuían
ese exceso de lenguaje son precisamente los que han incurrido en él,
al permitirse repetir reiteradas veces que ha habido vuelco de padto-
nes, que se han realizado fraudes, que ha habido delincuencia en
los actos electorales del 19 de agosto.
Pero no es posible dejar en pie una afirmación tan calumnio­
sa como falta de fundamento ante la evidencia de los hechos y ante
la claridad de los números. Yo pregunto, señor Presidente, en la
terminología propia de los hechos y de los actos electorales, ¿qué
significa volcar los padrones? Significa o puede significar haber
habido vuelco de padrones en una elección en donde sobre un padrón
electoral con 678.149 inscriptos, los votos computables ascienden
tan sólo a 235.553 votos; vale decir, que han votado tan sólo el 34,76
por ciento de los inscriptos en los padrones. De esos 678.149 inscrip­
tos, y de esos 235.553 votos computables, 195.301, o sea el 28,79
por ciento del total de los electores inscriptos en los padrones, son
los que han sufragado por el Partido Demócrata Nacional, a quien
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 505

se le pretende imputar el vuelco de padrones. No es posible, no pue­


de admitirse bajo ningún concepto la afirmación que se ha hecho,
con el fin de impresionar a la opinión pública, al querer demostrar
la existencia de incorrecciones y de fraudes que no han existido, co­
mo lo acabo de poner en evidencia.
Pero, señor Presidente, lamento la ausencia del sector oposi­
tor, porque quiero rectificar algunas afirmaciones antojadizas c o ­
mo las que han hecho de que la elección del 19 de agosto se ha rea­
lizado bajo la más absoluta indiferencia pública, agregando toda­
vía, hasta en las filas del partido Socialista.
Y o voy a demostrar que la indiferencia que existe en las filas
del partido Socialista, no se refiere a la elección de constituyentes,
sino que esa indiferencia existe en las filas de sus propios partida­
rios, en las votaciones internas del partido.
Tengo aquí un artículo de «La Vanguardia», publicado en la edi­
ción de fecha 23 de agosto de 1934, que informa 3obre el resultado
de una elección interna que se ha realizado en el partido Socialista.
El Partido Socialista tenía 13.290 inscriptos y advierto a los señó-
res legisladores, que los inscriptos en el Partido Socialista son a fi­
liados actuantes y militantes, que pagan una cuota mensual y que
son eliminados del padrón en cuanto se atrasan en el pago de la mis­
ma. En esa consulta que realizó el partido Socialista para ?a refor­
ma de su propio estatuto, de los 13.290 inscriptos, votaron sola­
mente 6.076, es decir, que votó únicamente el 45,71 por ciento. Y
de ese 45,71 por ciento, solamente lo hizo por la afirmativa, el 29,59
por ciento.
Estas cifras evidencian en forma flagrante que la indiferen­
cia en las filas socialistas está en su propia intimidad y no preci­
samente en el acto eleccionario del 19 de agosto.
Se quiere desfigurar la realidad de los hechos. Hay, señor Pre­
sidente, una tendencia maliciosa, en esto del porcentaje de votos in­
ferior a que se refería uno de los representantes socialistas. El por­
centaje inferior de votos, obtenido por el Partido Socialista, lo ha
demostrado elocuentemente el señor Diputado Verzura, no es nada
más que la consecuencia lógica y natural de la falta de apoyo del
Partido Radical. Y es por eso que en las elecciones de constituyen
tes los candidatos socialistas no han tenido más que sus propios vo­
tos que se han reducido a 37.210. Pero no puede tampoco pasar de­
sapercibida la contradicción, la dualidad de criterio que tiene el sec­
tor socialista para apreciar lo que ellos llaman una minoría en el
cómputo del porcentaje de votos. Pretenden afirmar que el 28,79 por
ciento de votos obtenido por el partido mayoritario, por el partido
Demócrata Nacional, significa una minoría, y en cambio, las elec­
ciones que con el mismo fin ha realizado el Partido Socialista, en las
cuales sólo ha votado un 29,59 por ciento a favor de la reforma,
la juzgan mayoría y la consideran válida, no obstante que es una
minoría la que se ha pronunciado a favor.
Finalmente, para no abusar más de la atención de la Honora­
ble Asamblea, quiero también dejar constancia de que el despacho
de la Comisión no ha podido tener por fundamento, como lo preten­
de la minoría, simples presunciones de delitos cometidos, cuyas
pruebas concluyentes a prima facie, no han sido aportadas a la Co-
506 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

misión. Esa es la razón por la cual ésta se ha visto en la necesidad


de no tomar en cuenta nada más que aquellas denuncias concretas
que aparentemente podrían constituir la comisión de un delito.
Nada más.
Sr. D iputado Osorio — Pido la palabra, para pronunciar muy
pocas después que se vote el despacho de la comisión, a fin de pro­
poner un homenaje.
S r. P residente — Se va a votar, en general, el despacho de la
Comisión de Elecciones.
— Se vota y resulta afirmativa de 7ü votos.

Sr . P residente — Se va a votar en particular.


Sr . D iputado B erro — El dictamen de la Comisión de eleccio­
nes se ha leído ya, de modo que propondría, para abreviar la vota­
ción, que se enunciara el artículo y que sobre él se produzca la vo­
tación, menos en el artículo que proclama a los diputados conven­
cionales.
Sr. P residente — Si hay asentimiento, así se hará.
-— Afientimiento.

Sr . P residente — En consideración en particular. Se va a leer


el artículo l 9.
— Se lee el artículo 1?.

Sr . P residente — Si no se hace observación, se dará por apro­


bado.
— Aprobado.

— Se lee el artículo 2».

Sr. P residente — Si no se hace observación, se dará por apro­


bado.
— Aprobado.

— S e lee el a r tíc u lo 3 ‘.\

Sr . P residente — Si no se hace observación, 3e dará por apro­


bado.
— Aprobado.

— Se lee el artículo 4'-'.

Sr . P residente — Si no se hace observación, se dará por apro­


bado.
— Aprobado.

— 8e lee d artícu lo ó'-'.

Sr. P residente — Si no se hace observación, se dará por apro­


bado.
— Se aprueban los electos por las secciones primera,
secunda, tercero, cuarta, quinta y s e x t a ,
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

— Sin observación, se lee y aprueban los elecl


los suplentes de las secciones electorales capital
7* inclusive.

— Se lee el artículo l'K

Sr. D iputado B erro — ¿Me permite, señor Presidente? La ley


establece que debe ser a las 14 horas; propondría que se modificase
el artículo del despacho que dice a las 14 y 30 y se pusiera a las 14.
Sr . Presidente — ¿Acepta la Comisión?
Sr. Senador Obregón — Sí, vseñor Presidente.
Sr. Presidente — Se va a votar el artículo 7* con la m odifica­
ción propuesta por el señor Diputado Berro y aceptada por la Co­
misión.
— Se voto y resulta afirmativa de 7t votos.

— El artículo 81-’ es de forma.

Sr. Presidente — Se harán las comunicaciones a los diputados


constituyentes electos.
En consideración el segundo despacho de la Comisión de Eleccio­
nes, por el que se resuelve remitir a las autoridades judiciales co­
rrespondientes, las denuncias de delitos electorales, formuladas por
algunos legisladores socialistas.
— No haciéndose uso de la palabra, se vota y es
aprobado en general, por 70 votos.

Sr. Presidente — En consideración en particular.


Sr. D iputado B erro — Quede constancia, a título de informa­
ción, de que las impugnaciones concretas llevadas a la Comisión por
los legisladores socialistas y traídas por ellos a este recinto se re­
fieren a cuatro mesas en toda la Provincia.
Sr. D iputado K aiser — Quede constancia, también, de nuestra
esperanza de que los jueces que entiendan en estas denuncias, con­
sideren que estos ciudadanos, que van a declarar que lio han votado,
han incurrido en un delito que debe castigarse.
Sr. Presidente — Corresponde votar el artículo l 9.
— Se vota y es aprobado pov 70 votos.

— El artículo 2? es de forma.

Sr. Presidente — Se remitirán los antecedentes a la justicia


del crimen.
Sr. D iputado Osorio — Pido la palabra.
Breves minutos más, señor Presidente, y se habrá cumplido el
cuarto aniversario de la Revolución de septiembre.
Movimiento revolucionario que encarnó los ideales del pueblo
argentino, hecho trascendental en la vida de la Nación, se gestó en
el calor de las asambleas públicas y se ejecutó con un plan modera­
do y sereno, expresión del espíritu de su glorioso jefe, el Teniente
General Uriburu.
L 03 partidos de la Revolución han realizado ya una obra fe­
cunda, que ha permitido a muchos olvidar la era angustiosa que
5 08 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1934

vivió el país en el desconocimiento permanente de sus instituciones


fundamentales y en la conculcación de las garantías inalienables
que otorga la Constitución a todos los ciudadanos para el ejercicio
de sus derechos cívicos.
El tiempo se encargará de justificarlo plenamente, cuando la
distancia permita apreciar el panorama de esta época, en conjunto,
y la pasión, cediendo paso a la realidad, nos muestre su profundo
significado. Entretanto, señor Presidente, mientras esperamos el
juicio de la historia, recordémoslo con la emoción patriótica que nos
impulsó a la acción.
Como homenaje de esta Asamblea de representantes del pueblo
de la Provincia, hago indicación para que los diplomas de los miem­
bros de la Asamblea Constituyente se extiendan con la fecha del 6
de septiembre.
Nada más.
Sr. Presidente — Queda levantada la sesión de Asamblea.
— Es la hora tíH.'IO.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 509

APENDICE

Nómina de los electos diputados convencionales y de los cuadros de


cómputos de las Secciones: Capital, I a, 2a, 3 \ 4a, 5a, 6a y 7a de las
elecciones realizadas el 19 de agosto de 1934, remitidas por la Jun­
ta Electoral de la Provincia.

La Plata, agosto 20 de 1924.

A l señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted los cuadros de los cómputos de
votos de las elecciones realizadas en la Sección Capital el día 19 del
corriente.
Se acompaña, también, el acta donde se indica el resultado obte­
nido por los partidos concurrentes al acto eleccionario y se ponen
a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa, las actas y do­
cumentos del escrutinio realizado por esta Junta, con fecha 20 del
corriente, de conformidad con el artículo 39 de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e g h i n o .
A. C orrea B u sto s.
Secretario.

P i e siil lite: En la ciudad de La Plata, a los veinte días del


Dr. C. Ameghino
mes de agosto de mil novecientos treinta y cuatro;
r orales : reunidos en el recinto del Honorable Senado I03 se­
Dr. J. Silva Riestra ñores miembros de la Junta Electoral que al mar­
Dr. R. I. Ferrando gen se expresan. Siendo las 14 horas el señor Pre­
Dr. P. J. Alegre
sidente, dijo: Que habiendo llegado a la Junta to­
Dr. U. Villalobos
das las urnas y documentos de la elección realizada
el día 19 en la Sección Capital; correspondía dar principio a practicar
el cómputo de votos de conformidad con las disposiciones estableci­
das en el artículo 3“ de la Ley número 4219 de 11 de julio del co­
rriente año. Después de un cambio de ideas entre los señores miem­
bros, respecto del personal y forma de proceder al mejor y más rá­
pido desempeño de las tareas encomendadas; el señor Presidente dis­
pone se proceda al cómputo de votos de la Sección Capital. Acto conti­
nuo se traen al recinto del Honorable Senado las ciento ochenta y cin­
co urnas de las nueve secciones que forman dicha Sección. Siendo las
5 10 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

19 y 45 y después de haberse hecho un intervalo de inedia hora


(16.30 a 17 horas) se da por terminado el recuento de votos con el
siguiente resultado:
Partido Demócrata Nacional: 13.642.
Partido Socialista: 3.231.
Lista Obrera y Campesina: 482.
En blanco: 1.530.
Total de votos: 18.885.
Votos computables: 17.355.
Cuociente electoral: 1.928.

Practicado el cómputo de votos y aplicado el cuociente electoral


a la lista de los partidos, resulta la siguiente nómina de candidatos
electos y de sus suplentes:
Candidatos Electos por el Partido Demócrata Nacional:
Diputados Convencionales, señores: Edgardo J. Míguez, Juan
Carlos Chaumeil, Manuel M. Elicabe, José Abel Verzura, Raúl Arís-
tegui, Honorio J. Senet y Luis Reyna Almandos; suplentes, señores:
J. Tulio Bacigalup Vértiz y Armando Spinelli.
Candidatos electos por el Partido Socialista, señores: Alejandro
Korn y José E. Rozas; suplentes: Pedro A. Verde Tello y Eduardo
Cao Llanos.
O. A M K i í HI NO.
A. Corren B u s to f,
Secretario.
SECCION CAPITAL

Sección 1» ............. 1.435 242 58 182 1.735 1.917


Sección 2* ............ 2.417 404 60 208 2.881 :t.089
Sección 3» ............ 1.990 479 125 357 2.594 2.951
Sección 4* ............. 636 763 58 224 1.657 1.881
Sección 5* ............. 1.721 272 16 169 2.009 2.178
Sección 6 * ............. 1.274 224 26 82 1.524 1.606
Sección 7* ............ 804 — — 33 804 837
Sección 8» ............ 674 475 44 68 1.193 1.261
Sección 9* ............ 2.491 372 95 207 2.908 3.165
Totales .......... 13.642 3.231 482 1.530 17.355 18.885

RESUM EN
Total de votos computables ................. 17.355
Cuociente electoral ............................... 1.928
Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 7 Diputados Convencionales
A l P artido Socialista ......................... 2 Diputados Convencionales

Total 9
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 511

Ln Plata, agosto 22 de 1934.

Al señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted un cuadro del resumen de
los cómputos de votos, de las elecciones realizadas en la Sección P ri­
mera Electoral, el día 19 del corriente.
Se acompaña, también, el acta donde se indica el resultado ob­
tenido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y
se ponen a disposición de la Hónorable Asamblea Legislativa, las
actas y documentos del escrutinio realizado por esta Junta, con fe ­
cha 22 del corriente, de conformidad con el artículo 3" de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e g h i x o .
A. Correa Bustos,
Secretario.

P resid en te: En la ciudad de La Plata, a los veintidós días


Dr. C. Ameghino del mes de agosto del año mil novecientos treinta y
V o ca les:
cuatro, reunidos en el recinto del Honorable Senado
los señores Miembros de la Junta Electoral que al
D r. J. Silva Rieetra
margen se expresan. Siendo las nueve horas el se­
D r. P. J. Alegre
ñor Presidente, dijo: Que habiendo llegado a la Jun­
D r. R . I. Ferrando
ta todas las actas y documentos de la elección rea­
D r. U . Villalobos
lizada el día diez y nueve del corriente en la Sec­
ción Primera Electoral, correspondía de acuerdo con las disposiciones
establecidas en el artículo tercero de la Ley número cuatro mil dos­
cientos diez y nueve proceder al cómputo de votos a cuyo efecto se
dispone sean llevados al recinto las urnas de dicha sección para su
escrutinio. Siendo las diez y nueve y quince horas y después de un
intervalo de media hora, de diez y seis a diez y seis y treinta horas,
se dió por terminado el recuento de votos con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a cio n a l: 28 481.
P a rtid o S ocialista: 5.167.
L is ta O brera y Cam pesina: 390.
Concentración O b rera: 1.
En blanco: 2.076.
T o ta l: 36.115.
T o ta l de votos com putables: 34.039.
Cuociente electo ra l: 2.002.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes al acto eleccio­


nario, dió el siguiente resultado: Al Partido Demócrata Nacional co­
rresponden catorce Diputados Convencionales, señores: Manuel A.
Fresco, Rodolfo Moreno, Eduardo Arana, Carlos Indalecio Gómez,
Atilio Viale, Aurelio F. Amoedo, Juan G. Kaiser, Roberto Uzal, Ma­
nuel N. Martínez, Saúl A. Obregón, Osvaldo Rocha, Alejandro Villa
Abrille, José R. Naveira e Hilario A. Duca y tres Diputados Conven­
cionales Suplentes, señores: Juan F. Almirón, Eduardo Bolo Bolaño
y Luis María Fresco. Al Partido Socialista corresponden tres Dipu­
tados Convencionales, señores: Silvio L. Ruggieri, Manuel V. Besas-
so y Adolfo Arnoldi y tres Diputados Convencionales Suplentes, seño­
res: José Costanza, Manuel Ramírez (h.) y Luis Del Grecco.
512 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

SECCION PRIMERA ELECTORAL

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Partidos
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Campana ................ 629 335 — — 83 1.047


General Rodríguez . 591 — — — 8 599
General Sarmiento . 2.993 1 - 1 — 28 3.023
Las Conchas.......... 2.047 254 — — 116 2.417
Las H era s.............. 758 — — — 22 780
Luján .................... 1.659 258 — — 126 2.043
Marcos Paz .......... 621 45 — — 20 686
Mercedes ................ 964 131 31 1 125 1.252
Merlo ..................... 1.361 — — i— 22 1.383
Moreno ................... 220 38 — — 89 347
Navarro ................ 1.641 1 — — 62 1.704
Pilar ...................... 904 213 25 — 86 1.228
San Fernando . . . . 1.226 792 4 — 156 2.178
San Isidro ............ 2.456 660 100 — 317 3.533
San Martín .......... 3.236 1.597 173 — 418 5.424
Seis de Septiembre. 4.894 375 24 — 254 5.547
Suipacha .............. 839 6 —■ \ 6 851
Vicente López . . . . 1.442 461 32 — l-»8 2.073
Totales .......... 28.481 5.167 390 1 2.076 36.116

RESUM EN

Total de votos computables ................. 34.039


Cuociente electoral ............................... 2.002

Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 14 Diputados Convencionales
A l P artido Socialista ......................... 3 Diputados Convencionales

Total .......................................... 17
C. AUBGHIKO.
A. C o r r e a B u s to s ,
Secreta rio.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 513

La Plata, agosto 24 de 1936.

A l señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted un cuadro del resumen de
los cómputos de votos de las elecciones realizadas en la Sección Se­
gunda Electoral, el día 19 del corriente.
Se acompaña, también, el acta donde se indica el resultado ob­
tenido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario, y
se pone a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa, las ac­
tas y documentos del escrutinio realizado por esta Junta con fecha 23
del corriente, de conformidad con el artículo 3Vde la Ley 4219.
Saluda al señor Presidente con toda consideración.
C'. AME ií HINO.
A. C orrea B u sto s,
Secretario.

P r e s id e n te : En la ciudad de La Plata, a los veintitrés días


Dr. C. Ameghino del mes de agosto del año mil novecientos treinta
y cuatro, reunidos en el recinto del Honorable Se­
T"o c a le s :
nado, los señores Miembros de la Junta Electoral
Dr. J. Silva Riestra
que al margen se expresan. Siendo las doce horas
Dr. P. J. Alegre
el señor Presidente, d ijo : Que habiendo llegado a
Dr. R. I. Ferrando
la Junta todas las urnas y documentos de la elec­
Dr. U. Villalobos
ción realizada el día diecinueve del corriente en la
Sección Segunda Electoral, corresponde de acuerdo con las disposicio­
nes del artículo tercero de la Ley número cuatro mil doscientos die­
cinueve, proceder al cómputo de votos a cuyo efecto se dispone sean
llevadas al recinto las urnas de dicha seccióji para su escrutinio.
Siendo las dieciséis y treinta horas se da por terminado el recuento
de votos, con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a cio n a l: 19.759.
P a rtid o S ocialista: 4.363.
L is ta O brera y Cam pesina: 72.
Concentración O b rera: 76.
E n blanco: 1.059.
T o ta l de votos: 25.329.
T o ta l de votos com putables: 24.270.
Cuociente elec to ra l: 1.516.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes a la elección,


dió el siguiente resultado: al Partido Demócrata Nacional, correspon­
den trece Diputados Convencionales, señores: Vicente Solano Lima,
Alfredo Echagüe, Mariano de Vedia y Mitre, Marco Aurelio Ave­
llaneda, Carlos Güiraldes (h ijo ), José María Bustillo, Alberto Espil,
Francisco Uriburu, Pedro R. Quiroga, Angel Ferrero Regis, José
María Vega, Oscar Ivanissevich y Miguel V. Dávila, y tres Diputados
Convencionales Suplentes, señores: Francisco Allende, Guillermo
Fernández Guerrico y José L. Morteo. Al Partido Socialista, corres­
ponden tres Diputados Convencionales, señores: Nicolás Repetto, Ro­
gelio L. Ameri y Antonio Borrás y tres Diputados Convencionales
Suplentes, señores: Alberto Iribarne, Miguel A. Garmendia y Rogelio
A. Lasala.
Co n v e n c i ó n C o n s t i t u y e n t e — 33
514 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

SECCION SEGUNDA ELECTORAL

Partido Demócrata Nacional

Lista Obrera y Campesina

Obrera
Partido Socialista

En blanco

Totales
Concentración
Partidos

1
Baradero ................ 756 624 _ - . 65 1.455
Bartolomé Mitre 1.067 797 4 — 91 1.929
Carmen de Areco . . 1.329 15 — — 14 1.358
Colón ...................... 1.364 397 12 — 82 1.855
Exalt. de la Cruz . 889 18 — — 52 959
Gral. J. P. Uriburu 1.916 319 11 69 84 2.399
Marcelino Ugarte . . 2.517 30 :i — 14 2.564
Pergamino ............ 2.145 643 39 7 229 3.063
Ramallo .................. 904 176 — — 67 1.147
Rojas .................... 1.230 209 — — 57 1.496
San Andrés de Giles 1.887 4 — — 4 1.895
San A. de Areco . . 785 63 — — 30 878
San Nicolás .......... 1.510 586 3 — 146 2.245
San Pedro ............ 1.490 482 — — 134 2.106
Totales . . . . 19.759 4.363 72 76 1.059 25.329

RESUM EN

Total de votos computables ................. 24.270


Cuociente electoral ............................. 1.516
Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 13 Diputados Convencionales
A l P artido Socialista ......................... 3 Diputados Convencionales

Total ..................................................... 16
C. A m e o h i n o .
A. Corre»» B i t i t o » ,
Secretario.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 515

La Plata, agosto 24 de 1934.

Al señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raid Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted un cuadro del resumen de
ios cómputos de votos de las elecciones realizadas en la Tercera
Sección Electoral, el día 19 del corriente.
Se acompaña también el acta donde se indica el resultado obte­
nido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y
se ponen a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa las ac­
tas y documentos del escrutinio realizado por esta Junta los días
23 y 24 del corriente, de conformidad con el artículo 3’ de la
Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e g h in o .
A. C orrea B u sto s,
Secretario.

Presidente : En la ciudad de La Plata, a los veintitrés días


Dr. C. Ameghino del mes de agosto del año mil novecientos treinta
y cuatro, reunidos en el recinto del Honorable Se­
V o c a le s :
nado los señores miembros de la Junta Electoral
Dr. J. Silva Riestra
que al margen se expresan. Siendo las diez y
Dr. P. J. Alegre
siete horas y después de un intervalo de media
Dr. R. I. Ferrando
hora, de diez y seis y treinta a diez y siete ho­
Dr. U. Villalobos
ras, el señor Presidente, d ijo: Que habiendo lle­
gado a la Junta, todas las urnas y documentos de la elección realizada
el día diez y nueve del corriente en la Sección Tercera Electoral,
corresponde de acuerdo con las disposiciones del artículo tercero de
la Ley número cuatro mil doscientos diez y nueve, proceder al cómputo
de votos, a cuyo efecto se dispone sean llevadas al recinto las urnas
de dicha sección para su escrutinio. Siendo las diez y seis horas, del
día veinte y cuatro del corriente, se dió por terminado el recuento
de votos con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a cio n a l: 41.091.
P a rtid o S o cia lista : 10.280.
L is ta O brera y Cam pesina: 629.
Concentración O b rera: 827.
En blanco: 3.568.
T o ta l de votos: 56.485.
T o ta l de votos com putables: 52.827.
Cuociente electora l: 2.515.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes al acto elec­


cionario dió el siguiente resultado: Al Partido Demócrata Nacional,
corresponden diez y siete Diputados Convencionales, señores: Matías
G. Sánchez Sorondo, Juan E. Solá, Enrique C. Urien, Pedro Groppo,
Nicanor Salas Chaves, Alberto P. Arroartena, Roberto N. Lobos,
Pedro V. Pelento, Enrique Santamarina (h ijo), Julio Alberto Fon-
rouge, Manuel Huisi, José P. Baliño, Agustín De Elía, Emilio Díaz
Araño, Tomás D. Sarracino, Ismael Erriest y Juan A. Madero, y
516 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

cuatro Diputados Convencionales suplentes, señores: Daniel Lean,


Luis Satragno, Alberto Cortés Arteaga y Salvador N. Salerno. Al
Partido ' Socialista corresponden cuatro Diputados Convencionales,
señores: Carlos Sánchez Viamonte, Jerónimo Della Latta, Salvador
Moreno y Antonio Zamora, y cuatro Diputados Convencionales su­
plentes, señores: Alejandro J. Hermida, José Vidal Baigorri, Mariano
Liberti y Manuel Pardo.

SECCION TERCERA ELECTORAL


Partido Demócrata Nacional

Lista Obrera y Campesina

Concentración Obrera
Partido Socialista

En blanco

Total
Partidos

Almirante Brovn . 2.325 138 2 10 91 2.566


Avellaneda Secc. 1* 10.676 1.901 108 244 684 1
Avellaneda Secc. 2* 5.382 2.620 173 216 588 [ 30.014
Avellaneda Secc. 3* 4.904 1.703 71 142 602 \
Brandsen .............. 710 2 — — 17 729
Cañuelas ................ 1.024 34 — — 27 1.085
E. Echeverría.......... 690 9 — — 38 737
Florencio Várela 344 38 — — 40 422
Lomas de Zamora . 4.938 2.357 143 77 759 8.274
Magdalena ............ 1.374 63 — — 24 1.461
Matanza.................. 3.946 150 11 33 166 4.306
Lobos ..................... 1.270 102 — 28 137 1.537
Quilines ................ 3.136 1.117 121 77 461 4.912
San Vicente .......... 372 46 — — 24 442

Totales . . . 41.091 10.280 629 827 3.658 56.185

RESUM EN

Total de votos computables ................. 62.827


Cuociente electoral ................................. 2.515

Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 17 Diputados Convencionales
A l P artido Socialista ......................... 4 Diputados Convencionales

Total .......................................... 21
C. A m e g h i s o .
A. Correa Bustos,
Secretario.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 517

La Plata, agosto 25 de 1934.

A l señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted, un cuadro del resumen de
los cómputos de votos, de las elecciones realizadas en la Cuarta Sec­
ción Electoral, el día 19 del corriente.
Se acompaña también, el acta donde se indica el resultado ob­
tenido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y
se ponen a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa, las
actas y documentos del escrutinio' realizado por esta Junta el día 24
del corriente, de conformidad con el artículo 39 de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A meghino .
J. C orrea B u s to s ,
Secretario.

P r e s id e n te : En la ciudad de La Plata, a los veinte y cuatro


Dr. C. Aineghino días del mes de agosto del año mil novecientos
treinta y cuatro, reunidos en el recinto del Ho­
T o c a le s :
norable Senado los señores miembros de la Junta
D r . J. Silva Riestra
Electoral que al margen se expresan. Siendo las
Dr. P. J. Alegre quince y treinta horas, el señor Presidente, d ijo:
Dr. R. I. Ferrando Que habiendo llegado a la Junta todas las urnas
Dr. U. Villalobos y documentos de la elección realizada el día diez
y nueve del corriente en la Sección Cuarta Electoral, corresponde, de
acuerdo con las disposiciones del artículo tercero de la Ley número
cuatro mil doscientos diez y nueve, proceder al cómputo de votos, a
cuyo efecto se dispone sean llevadas al recinto las urnas de dicha
sección para su escrutinio. Habiéndose dado término al recuento de
votos, con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a c io n a l: 31.268.
P a rtid o S ocia lista: 4.862.
L is ta O brera y Cam pesina: 291.
Concentración O b rera : 3.
E n blanco: 1.726.
T o ta l: 38.150.
T o ta l de votos com putables: 36.424.
Cuociente elec to ra l: 1.734.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes al acto elec­


cionario, dió el siguiente resultado: Al Partido Demócrata Nacional
corresponden diez y ocho Diputados Convencionales, señores: Benito
de Miguel, Luis M. Duhau, Luis Grisolía, Miguel Osorio, Dionisio
Schoo Lastra, Rafael A. Palomeque, Jorge Leyro Díaz, Gustavo Fre-
derking, Mariano de Vedia, Horacio Bruzzone, Juan C. Aramburu,
Julio O. Ojea, José M. Blanch, Arturo Vera, Esteban Cernuda,
Miguel Lastra, Ramón Molina y Marcos Cachau, y tres Diputados
Convencionales suplentes, señores: Rodolfo Espil, Juan M. Najera y
Agustín Mendive. Al Partido Socialista corresponden tres Diputados
Convencionales, señores: Manuel Palacín, Miguel B. Navello y Gui­
llermo Korn, y tres Diputados Convencionales suplentes, señores:
Bruno J. Pietranera, José Menghini y Enrique P. Cano.
518 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

SECCION CUARTA ELECTORAL

Partido Demócrata Nacional

Lista Obrera y Campesina

Concentración Obrera
Partido Socialista

Total de votos
En blanco
Partidos

Alberti .................. 1.558 150 22 3 73 1.806


Bragado ................ Si. 711 366 13 — 94 3.184
Carlos Casares . . . . 984 274 — — 65 1.323
Carlos Tejedor . . . . 1.061 23 — — 23 1 .107
Chacabuco .............. 1.402 346 — — 94 1.842
Chivilcoy .............. 3.211 899 249 — 296 4.655
General Arenales ■. . 1.023 162 — — 43 1.228
General Pinto . . . . 2.064 85- — — 52 2.201
General Viamonte 1.438 16 — — 38 1.492
General Villegas 2.096 257 — — 110 2.463
J u n ín ...................... 3.415 876 — — 340 4.631
Leandro N. Alem . 1.053 92 — — 65 1.210
Lincoln .................. 2.304 479 7 — 180 2.970
9 de Julio ............ 1.028 306 — — 87 1.421
Pehuajó ................ 3.751 75 — — 62 3 . 888
Rivudavia .............. 1.373 119 — — 31 1.523
Trenque Lauquen .. 796 337 — — 73 1.206
Totales . . . 31.268 4.862 291 3 1.726 38.150

RESUM EN

Total de votos computables ................. 36.424


Cuociente electoral ............................. 1.784

Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 18 Diputados Convencionales
A l P artido Socialista ......................... 3 Diputados Convencionales

Total .......................................... 21
C . A MEO HI ÑO.
A. C orrea B u sto s,
Secretario.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 519

La Plata, agosto 25 de 1934.

Al señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted un cuadro del resumen de los
cómputos de votos de las elecciones realizadas en la Quinta Sección
Electoral el día 19 del corriente.
Se acompaña también el acta donde se indica el resultado obtenido
por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y se ponen
a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa las actas y
documentos del escrutinio realizado por esta Junta el día 24 del
corriente, de conformidad con el artículo 3? de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e g h i n o .
A. C orrea B u sto s,
Secretario.

Presidente : En la ciudad de La Plata, a los veinticuatro


Dr. C. Ameghino días del mes de agosto del año mil novecientos
treinta y cuatro, reunidos en el recinto del Hono­
V orales :
rable Senado, los señores miembros de la Junta
Dr. J. Silva Riestra
Electoral que al margen se expresan. Siendo las
Dr. P. «T. Alegre
diecisiete horas, el señor Presidente, d ijo : Que ha­
Dr. R. I. Ferrando biendo llegado a la Junta todas las urnas y docu­
Dr. U. Villalobos mentos de la elección realizada el día diecinueve
del corriente en le Sección Quinta Electoral, co­
rresponde, de acuerdo con las disposiciones del artículo tercero de la
Ley número cuatro mil doscientos diecinueve, proceder al cómputo
de votos, a cuyo efecto se dispone sean llevadas al recinto las urnas
de dicha sección, para su escrutinio. Habiéndose dado término al re­
cuento de votos con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a cio n a l: 23.847.
P a rtid o S ocia lista: 3.440.
L is ta O brera y Cam pesina: 53.
E n blanco: 1.075.
T o ta le s : 28.415.
T o ta l de votos com putables: 27.340.
Cuociente electo ra l: 1.708.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes al acto elec­


cionario dió el siguiente resultado: Al Partido Demócrata Nacional
corresponden catorce (14) Diputados Convencionales, señores: Juan
Vilgré La Madrid, José Arce, Angel Sánchez Elía, Daniel Videla
Dorna, Atilio Roncoroni, Carlos Alberto Pueyrredón, Samuel Ortiz
Basualdo, Juan M. Beltrami, Alfredo Zemborain, Samuel Moreno
Ortiz, Eugenio Leal de Ibarra, Manuel González Guerrico, Rodolfo
Fernández Guerrico y Juan D. Buzón, y dos (2 ) Diputados Conven­
cionales suplentes, señores: Esteban Harosteguy y Santiago M. Frac­
cione. Al Partido Socialista corresponden dos (2) Diputados Conven­
cionales, señores: Alfredo L. Palacios y Teodoro Bronzini, y dos Di­
putados Convencionales suplentes, señores: Urbano Eyras y Miguel
Guglielmotti.
520 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 9 3 4

SECCION QUINTA ELECTORAL

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Partidos £>
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Ayacueho .......................... 983 179 — 45 1.207


Baleares ............................ 2.386 — — 15 2.401
Castelli .............................. 661 5 — 20 686
Chascomús ........................ 1.370 134 — 57 1.561
Dolores .............................. 1.113 294 — 152 1.559
General Alvarado ............ 434 239 9 48 730
General Belgrano ............. 723 66 — 24 813
General Conesa ................ 295 — — 7 302
General Guido .................. 610 1 — 16 677
General Lavalle ............... 254 — — 8 262
General Madariaga .......... 582 36 — 14 632
General Paz ..................... 873 — — 13 891
General Pueyrredón ........ 1.191 1.361 38 204 2.7 9 4
Las Plores ......................... 1.398 278 — 130 1.606
Lobería ............................... 582 268 — 34 884
Maipú ................................ 265 86 — 16 367
Mar Chiquita .................... 939 3 1 24 967
Monte ................................ 712 15 — 13 740
Necocbea .......................... 3.459 217 — 68 3.744
Pila ..................................... 410 1 — — 415
Rauch ................................. 728 75 — 16 619
Tandil ................................. 3.879 182 6 142 4.208

TotaleB .................. 23.847 3.440 53 1.075 28.415

RESUM EN

Total de votos computables ................. 27.340


Cuociente electoral ............................... 1.708

Corresponde:
A l Partido Demócrata Nacional . . . . 14 Diputados Convencionales
A l Partido Socialista ......................... 2 Diputados Convencionales

Total .......................................... 16
C. A meghixo.
A. C o r r e a B u s to s *
Secretario.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 521

La Plata, agosto 27 de 1934.

A l señor Presidente de la- Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted, un cuadro del resumen de
los cómputos de las elecciones realizadas en la Sexta Sección Electoral,
el día diez y nueve del corriente.
Se acompaña también, el acta donde se indica el resultado ob­
tenido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y
se ponen a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa, las
actas y documentos del escrutinio realizado por esta Junta en el
día de la fecha, de conformidad con el artículo 3’ de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e g h ijt o .
A. C orrea B u s to s ,
S e c r e t a r io .

Presidente : En la ciudad de La Plata, a los veintisiete


D r . C . A m e g h in o días del mes de agosto del año mil novecientos
treinta y cuatro, reunidos en el recinto del Ho­
Vocales :
norable Senado los señores miembros de la Junta
D r . J . S ilv a R ie s t r a
Electoral que al margen se expresan. Siendo las
D r . P . J . A le g r e trece horas, el señor Presidente, d ijo : Que ha­
D r. R . I. F e rra n d o biendo llegado a la Junta todas las urnas y
D r . U . V illa lo b o s documentos de la elección realizada el día diez
y nueve del corriente en la Sección Sexta Electoral, corresponde de
acuerdo con las disposiciones del artículo tercero de la Ley número
cuatro mil doscientos diez y nueve, proceder al cómputo de votos, a
cuyo efecto se dispone sean llevadas al recinto las urnas de dicha
sección, para su escrutinio. Habiéndose dado término al recuento de
votos con el siguiente resultado:
Partido Demócrata Nacional: 22.045.
Partido Socialista: 4.838.
Lista Obrera y Campesina: 206.
Concentración Obrera: 14.
En blanco: 1.470.
Total de votos: 28.573.
Total de votos computables: 27.103.
Cuociente electoral: 1.594.

Aplicado el cuociente a los partidos concurrentes al acto elec­


cionario, dió el siguiente resultado: al Partido Demócrata Nacional
le corresponden catorce Diputados Convencionales, señores: Antonio
Santamarina, Daniel Amadeo y Videla (h ijo), Saturnino Salcedo,
Luis M. Medús, José María Goñi, Delfor C. J. Regot, Benito E.
Martínez, Gregorio Juárez, Martín Carri, Alfredo del Gaje, Santiago
Saldungaray, Anastasio V. Luro, Pedro D. Pumará y Andrés E. Cop-
pie, y tres Diputados Convencionales suplentes, señores: Fortunato
Chiappara (h ijo ), Pedro Ecay y Federico E. Dori. Al Partido So­
cialista le corresponden tres Diputados Convencionales, señores:
Agustín de Arrieta, Julio C. Martella y Rómulo Etcheverry, y tres
Diputados Convencionales suplentes, señores: Angel Sebastián, An­
drés Manzi y Francisco P. B. Poderoso.
522 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

SECCION SEXTA ELECTORAL

Purtido Demócrata Nacional

Lista Obrera y Campesina


«

Partido Socialista
C 3

En blanco
1
Partidos '3
5
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Z o
Er>
0
O

Adolfo Alsina ........ 502 199 22 _ 161 864


Bahía Blanca Ser. 1’ 2.118 1.382 115 — 313 3.928
Bahía Blanca Sec. 2* 1.295 1.058 42 — 193 2.588
Coronel Borrego . . . 1.13:i 91 12 — 53 1.289
Coronel Pringles .. 1.163 102 — — 183 1.448
Caseros .................. 431 131 — 1 15 578
Coronel Suárez........ 1.435 259 — — 35 1.729
General Lamadrid . . 1.199 135 — — 21 1.355
González Chaves 578 125 — — 27 7:50
Guaminí.................. 586 199 — 1 28 814
Juárez .................... 1.282 155 — — 42 1 .479
Laprida .................. 1.140 — — — 6 1.146
Patagones .............. 1.074 20 — — 45 1.139
Pellegrini................ 796 307 — 12 :*>)► 1.168
Puan ............................. 1.135 269 — — 133 1.557
S a a v e d ra ..................... 1.162 117 — — 40 1.319
T o r n q u is t ................... 915 12 — — 2<t 947
Tres Arroyos ........ 3.349 223 15 — 68 3.655
ViUorino ................ 752 34 — — 34 820
T o t a le s ..... . 22.045 4.836 206 14 1.470 28.573

RESUMEN
Total de votos computables ................ 27.103
Cuociente electoral .............................. 1.594
Corresponde:
Al Partido Demócrata Nacional . . . . 14 Diputados Convencionales
Al Partido Socialista ....................... 3 Diputados Convencionales
Total ....................................... 17
C. A m e u h in o .
A. Correa B u s to s ,
Secretario.
ANTECEDENTES SOBRE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN 523

La Plata, agosto 27 de 1934.

A l señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de remitir a usted, un cuadro del resumen de
los cómputos de las elecciones realizadas en la Séptima Sección Elec­
toral el día diez y nueve del corriente.
Se acompaña también, el acta donde se indica el resultado ob­
tenido por los partidos políticos concurrentes al acto eleccionario y
se ponen a disposición de la Honorable Asamblea Legislativa, las
actas y documentos del escrutinio realizado por esta Junta en el día
de la fecha, de conformidad con el artículo 3? de la Ley 4219.
Saludo al señor Presidente con toda consideración.
C. A m e » ni no .
A. Corren Bustos,
Secretario.

P resid en te: En la ciudad de La Plata, a los veintisiete


Dr. C. Ameghino días del mes de agosto del año mil novecientos
treinta y cuatro, reunidos en el recinto del Ho­
T"o c a l e s :
norable Senado los señores miembros de la Junta
Dr. J. Silva Riestra
Electoral que al margen se expresan. Siendo las
Dr. P. J. Alegre
quince horas el señor Presidente, d ijo: Que en­
Dr. R. I. Ferrando
contrándose en esta Junta todas las urnas y
Dr. U. Villalobos documentos de la elección realizada el día diez
y nueve del corriente en la Sección Séptima Electoral corresponde de
acuerdo con las disposiciones del artículo tercero de la Ley número
cuatro mil doscientos diez y nueve, proceder al cómputo de votos a
cuyo efecto se dispone sean llevadas al recinto las urnas de dicha
sección para su escrutinio. Habiéndose dado término al recuento de
votos con el siguiente resultado:
P a rtid o D em ócrata N a cio n a l: 15.168.
P a rtid o S o cia lista: 1.029.
E n blanco: 629.
T o t a l: 16.826.
T o ta l de votos com putables: 16.197.
Cuociente e lecto ra l: 1.799.

No habiendo llegado al cuociente electoral el Partido Socialista


le corresponde en consecuencia toda la representación al Partido
Demócrata Nacional (artículo 83), resultando electos Diputados
Convencionales los señores: Agustín J. Carús, Carlos Saavedra La­
mas, Adrián C. Escobar, Amadeo Grimaldi, Juan Carlos Curiel, En­
rique Calac, Francisco N. de Achával, Valentín López Cavo y Hugo
Jurado.
C. A m e g h in o .
.4. Correa Bultos,
Secretario.
524 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 193 4

SECCION SEPTIMA ELECTORAL

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Partidos ce 2 4?
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Azul .................................................... 3.873 224 115 4.212


Bolívar ................................................ 2.322 100 00 2.182
General Alvear .................................... 238 105 22 365
Olavarría ............................................. 2.356 469 148 2.973
Roque Pérez ...................................... 1.105 — 46 1.151
Saladillo .............................................. 2.265 — 48 2.313
Veinticinco de Mayo .......................... 2.325 106 119 2.550
Tapalqué ............................................. 684 25 71 780
Totales ................................ 15.168 1.029 629 16.826

RESUM EN
Total de votos computables ................. 16.197
Cuociente electoral ................................. 1.799

Corresponde 9 Diputados Convencionales al Partido Demócrata N a ­


cional por no haber llegado al Cuociente el Partido Socialista (A rtíc u ­
lo 83, inciso 2?).
C. Ajísghino .
A. Correa Bultos,
Secretario.

La Plata, agosto 27 de 1934.

Al señor Presidente de la Honorable Asamblea Legislativa, doctor


Raúl Díaz.
Tengo el agrado de comunicar al señor Presidente, que la Junta
Electoral que presido, ha terminado el cómputo de votos de las elec­
ciones de Diputados Convencionales a que fué convocado por el Poder
Ejecutivo el electorado de la Provincia. En tal virtud, se acompaña
la nómina y nombramientos de los Diputados Convencionales electos
y de sus suplentes, para que se sirva hacerlos llegar a sus destinata­
rios, y se pone a disposición de esa Honorable Asamblea Legislati­
va, las actas y demás documentos de las elecciones realizadas el día
19 del corriente mes; todo ello, de acuerdo con las disposiciones esta­
blecidas en el articulo 3* de la Ley 4219.
Saluda al señor Presidente con su mayor consideración.
C. A m x c íh in o .
A. C orrea B u sto i,

5Z%S0 OfOÁ
INDICE

TOMO I

i P á g in a

Resolución del señor P resid en te de la H on orab le Convención Cons­


titu yen te p or la que se designa la Com isión de fu n cion arios
encargada de la recopilación y publicación de antecedentes sobre
refo rm a s a la Constitución y debates ........................................... 5
Constitución de la P ro v in c ia de Buenos A ir e s (29 de noviem bre
de 1873) ......................... 9
Constitución de la P ro v in c ia de Buenos A ir e s (21 de octubre
de 1889) ................................................................................................ 41

C A P IT U L O I
M E N C IÓ N DE LOS M EN SA JES DEL PODES E J E C U T IV O DECLAKANDO LA N E C E S ID A D
DE HE P O S M A S LA C O N S T IT U C IÓ N DE LA P S O V IN C IA DE 1889

D el M en saje del G obernador de la P ro v in c ia de Buenos A ire s , doctor


G uillerm o Udaondo (28 de m ayo de 1897) .................................. 75
M en saje del G obernador de la P ro vin c ia , doctor B ern ard o de Ir ig o -
yen, p or el que adjun ta p royecto de le y declarando la necesidad
de la re fo rm a de la C o n s titu c ió n ..................................................... 75
D el M en saje del G obernador de la P ro vin c ia , doctor B ern ard o de
Irig o y e n (9 de octubre de 1899) ........................................................ 84
D el M en saje del G obernador de la P ro vin c ia , doctor B ern ardo de
Irig o y e n (3 de m ayo de 1900) .............. ■......................................... 87
D el M en saje del G obernador de la P ro vin c ia , doctor B ern ard o de
Irig o y e n (4 de ju n io de 1901) ............................................................ 90
D el M en saje del Gobernador de la P ro v in c ia de Buenos A ires , doctor
Bernardo de Irig o y e n (1" de m ayo de 1902) .............................. 91
D el M en saje del G obernador de la P ro v in c ia de Buenos A ires , doctor
M arcelino U g a rte (3 de diciem bre de 1903) .............................. 91
D el M en saje del Gobernador de la P ro v in c ia de Buenos A ire s , doctor
M arcelino U g a rte (7 de m ayo de 1904) .......................... .*.......... 92
D el M ensaje del Gobernador de la P ro v in c ia de Buenos A ires , don
Ign a cio D. Irig o y e n ( l 9 de m ayo de 1907) .................................. 92
D el M en saje del Gobernador de la P ro v in c ia de Buenos A ires , don
Ign a cio D. Irig o y e n (5 de m ayo de 1908) .................................. 93
D el M en saje del Gobernador de la P ro vin cia , don Ign a cio D. Ir ig o ­
yen ( l 9 de m ayo de 1909) .............................................................. 96
D el M en saje del G obernador de la P ro vin c ia de Buenos A ire s , doctor
V a len tín V e r g a r a ( l 9 de m ayo de 1926) .................................... 97
D el M ensaje del Gobernador de la P ro vin c ia de Buenos A ires , doctor
V alen tín V e rg a r a (2 de m ayo de 1927) ...................................... 99
D el M ensaje del Gobernador de la P ro vin c ia de Buenos A ires , doctor
V a le n tín V e rg a r a (2 de m ayo de 1928) ...................................... 100
M ensaje y proyecto de le y del P od er E jecu tivo sobre re fo rm a de la
Constitución. D octor V a len tín V e r g a r a (m a y o 21 de 1928) . . . 101
D el M ensaje del G obernador de la P ro vin c ia de Buenos A ires, doctor
V a len tín V e r g a r a ( l 9 de m ayo de 1930) ...................................... 108
D el M en saje del Gobernador de la P ro vin c ia de Buenos A ires , don
Federico L . M artín ez de H o z (18 de feb re ro de 1932) .............. 110
526 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 1 93 4

C A P IT U L O II
P R O V E C T O S DE L E Y SOBR E R E F O R M A S A LA C O N S T I T U C I Ó N
Página
Año 1895: Proyecto de ley de los señores diputados Eduardo Sáenz,
Ernesto W eigel Muñoz, Juan Hunter, Rufino Basavilbaso, Sil-
verio López Osornio, Vicente Lobeira, Joaquín Castellanos, F er­
nando Saguier, Odilón U. Núñez, Domingo F. Arguas, Ramón
Méndez, Pedro P. Belderrain ....................................................... 115
Año 1898: Mensaje del Poder Ejecutivo acompañando un proyecto
de ley declarando la necesidad de la reform a de la Constitución.
Gobernador de la Provincia, doctor Bernardo de Irigoyen . . . . 117
Año 1901: Proyecto de ley del señor Senador Ernesto W eigel Mu­
ñoz, sobre la necesidad de la reform a de la C on stitu ción ........ 118
Año 1904: Proyecto de ley de los señores senadores Ernesto J.
W eigel Muñoz, José Bianco, Liborio Luna, José M. Niño, Eduar­
do E. O liver, Manuel G a lla r d o ..................................................... 135
Año 1907: Decreto por el que se encarga al doctor Luis V. V arela
para que prepare un estudio referente a la reform a de la Cons­
titución ............................................................................................. 139
— Proyecto de Constitución reform ada con arreglo al plan pro­
puesto por el doctor Luis V . V arela ...................................... 141
Año 1928: M ensaje del Poder Ejecutivo acompañando proyecto de
ley que declara la necesidad de reform ar la Constitución. Gober­
nador de la Provincia, doctor Valentín V erga ra ..................... 186
Año 1930: Proyecto de ley del señor Diputado Luis A . Gerardin
por el que se declara necesaria la reform a de la Constitución . . 187

C A P IT U L O III
PR OC ES O DE LA PROYECTADA REFORMA A LA CO N STITU C IÓ N (1902-19Q4)
HASTA EL FALLO DE LA SUPREMA CORTE DE J U S T I C I A
LA DEMANDA DE I N C O N S T I T U C I O N A L I D A D

Año 1901: L ey número 2782 por la que se declara la necesidad de


reform ar la Constitución y faculta al Poder E jecutivo para
convocar a plebiscito ..................................................................... 203
Año 1902: Decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia convocando
a elección de plebiscito ................................................................. 204
— Asamblea Legislativa. Escrutinio del plebiscito ................... 204
— Decreto del Poder Ejecutivo convocando al pueblo de la P ro ­
vincia a elecciones de Diputados Convencionales ..................... 207
Año 1904: Pedido de varios señores senadores al Presidente de la
Honorable Asamblea Legislativa, para que convoque a Asam ­
blea Legislativa a fin de considerar las elecciones que tuvieron
lugar el 27 de julio de 1902 ........................................................ 208
— Resolución de la Asamblea L egislativa convocando nueva
Convención Constituyente .......................................................... 238
— Decreto del Poder Ejecutivo convocando a elección de Dipu­
tados Convencionales ................................................................. 239
— Decreto de la Asamblea L egisla tiva aprobando las eleccio­
nes de Convencionales del 30 de octubre de 1904 ................. 240
— Demanda de inconstitucionalidad de la resolución de la
Asamblea L egislativa de 14 de septiembre de 1904 ............ 241
— Fallo de la Suprema Corte de Justicia en la demanda de
inconstitucionalidad de la resolución de la Asam blea Legis­
lativa que considera ineficaz y sin ningún valor la elección
del 27 de julio de 1902 ............................................................ 276
INDICE 527

C A P I T U L O IV
PROYECTO. DEBATES Y S A N C IÓ N DE LA LEY
QUE DECLARÓ LA N E C E S ID A D DE LA REFORM A DE LA C O N S T IT U C IÓ N (1 9 3 2 - 193 4)

Página
Proyecto de ley declarando la necesidad de la reforma de la Cons­
titución. Texto del proyecto presentado en la sesión del Hono­
rable Senado del 28 de octubre de 1932 .................................... 299
Discusión en general del Honorable Senado. Sesión del 23 de enero
de 1934 ..................................... 303
Discusión en particular del Honoi*able Senado. Sesión del 24 de
enero de 1934 ................................................................................. 309
Discusión en general en la Cámara de Diputadas. Sesión del 1* de
febrero de 1934 ............................................................................. 312
Discusión en particular en la Cámara de Diputados. Sesión de
febrero 2 de 1934 .......................................................................... 335
Texto definitivo de la sanción. Ley número 4209 ............................ 353

C A P IT U L O V
D ebates de la A sam blea L e g is l a t iv a que r e a l iz ó el e s c r u t in io
DEL PLEBISCITO ............................................................................... 357

S U M A R I O

I. — Aprobación delacta de la Asamblea anterior ....................... 358


II. —Asuntos entrados ....................................................................... 358
III. — Aprobación de la moción del señor Diputado Lobos, referente
al Reglamento por el cual ha de regirse la Asamblea de
la fecha ................................................................................... 359
IV. — Designación de la Comisión Escrutadora del acto electoral
del plebiscito sobre la reforma de la Constitución y des­
pacho favorable de la misma, con respecto a la validez de
las actas y demás documentos remitidos por la Junta Elec­
toral ......................................................................................... 370
V. — Aprobación del proyecto de resolución de la mayoría de la
Comisión, encargada de verificar el escrutinio del plebiscito
sobre la reforma de la Constitución, sobre convocatoria al
electorado de la Provincia para elegir ciento veintiséis Con­
vencionales ............................................................................... 374

C A P IT U L O VI
PROYECTO, DEBATES Y S A N C IÓ N DE LA LEY
REGLAM ENTANDO EL F U N C IO N A M IE N T O DE LA C O N V E N C IÓ N C O N S T IT U Y E N T E

Proyecto de ley fijando diversas disposiciones sobre la elección y


funcionamiento de la Convención Constituyente ...................... 409
Discusión en general del Honorable Senado. Sesión del 3 de julio
de 1934 ........................................................................................... 409
Discusión en particular del Honorable Senado. Sesión del 4 de julio
de 1934 ........................................................................................... 413
Discusión en general en la Cámara de Diputados. Sesión del 5 de
julio de 1934 ................................................................................ 421
Discusión en particular en la Cámara de Diputados. Sesión del
6 de julio de 1934 ......................................................................... 424
Texto de la sanción definitiva, Ley número 4219 ............................ 451
5 28 CONVENCIÓN CONSTITUYENTE AÑO 198 4

C A P IT U L O V i l
Página
A sam blea L e g is l a t iv a e n q u e se a p r u e b a l a e l e c c ió n d e C o n ­
v e n c io n a l e s ................................................................................................................... 455

A P E N D IC E

Nómina de los electos Diputados Convencionales y de los cuadros


de cómputos de las secciones: Capital, 1*, 2', 3', 4% 5', 6* y V
de las elecciones realizadas el 19 de agosto de 1934, remitidas
por la Junta Electoral de la Provincia ................................... 509
Sección Capital ................................................................. 509
Sección Primera ................................................................. 511
Sección Segunda ................................................................ 513
Sección Tercera ................................................................. 515
Sección Cuarta ................................................................... 517
Sección Quinta ................................................................... 519
Sección Sexta ..................................................................... 521
Sección Séptima .................................................................. 523

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