Ideologías Versión Final Aa
Ideologías Versión Final Aa
Ideologías Versión Final Aa
Dr. Carlos Antonio Aguirre Rojas, Universidad Nacional Autónoma de México, México
Dra. Sonia Álvarez, Universidad Nacional de Salta, Argentina
Dra. Susana Bandieri, Universidad Nacional del Comahue - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dr. Darío G. Barriera, Universidad Nacional de Rosario - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dr. Ricardo Cicerchia, Universidad de Buenos Aires - Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, Argentina
Dra. María Silvia Di Liscia, Universidad Nacional de La Pampa - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dr. Nicolás Dip, Universidad Nacional de La Plata, Argentina - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dra. María Luisa Femenías, Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Dra. Sandra Fernández, Universidad Nacional de Rosario - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dr. François Godicheau, Universidad de Toulouse - Francia
Dra. Miriam S. Moriconi, Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Dra. Carolina A. Piazzi, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Argentina
Dra. Irina Podgorny, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Lic. M. Paula Polimene, Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Dr. Darío Pulfer, Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina
Dra. Ana María Rigotti, Universidad Nacional de Rosario - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Lic. Gloria Rodríguez, Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Dra. Laura G. Rodríguez, Universidad Nacional de La Plata - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dr. José Javier Ruiz Ibáñez, Universidad de Murcia - Red Columnaria, España
Dr. Germán F. Soprano, Universidad Nacional de La Plata - Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Dra. Daniela Zaikoski Biscay, Universidad Nacional de La Pampa - Sociedad Argentina de
Sociología Jurídica, Argentina
Las ideologías de la nación
Memorias, conflictos y resiliencias
en las Américas
Rosario, 2022
Las ideologías de la Nación : memorias, conflictos y resiliencias en las Américas /
Frédérique Langue ... [et al.] ; coordinación general de Frédérique Langue ;
María Laura Reali. - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2022.
274 p. ; 23 x 16 cm. - (Historia y Antropología de América Latina / 22)
ISBN 978-987-809-040-5
1. Historia. 2. Historia de América. 3. Populismo. I. Langue, Frédérique, coord. II. Reali, María
Laura, coord.
CDD 320.5662098
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos
especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
©Frédérique Langue
© de esta edición:
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tada, en cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autori-
zación del editor.
Impreso en la Argentina
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ....................................................................... 9
Herrerismo internacional
De la conflagración mundial al orden bipolar (1939-1959)
por María Laura Reali y Matías Borba Eguren ............................ 105
R
eveladores de la vida política, los tiempos de crisis ponen en evidencia
fenómenos intelectuales y políticos considerados como “atípicos” en
Europa, pero inscritos en una temporalidad de largo alcance en América
Latina, y en un relato histórico que se remonta a los tiempos “heroicos” de
la Revolución de Independencia y a la fundación de las jóvenes repúblicas y
naciones. Una de sus manifestaciones surge también en el caso de las conver-
gencias ocasionales o duraderas tanto a nivel nacional como transnacional, que
se observarían entre los extremos de un tablero político generalmente pensado
en términos de derecha(s) e izquierda(s) pese a la herencia del muy republicano
siglo XIX. El escenario político latinoamericano del tiempo presente despliega
por lo tanto un movimiento permanente de interacciones, de tensiones y de
combinaciones entre diversas tradiciones (democrática-autoritaria, universa-
lista-localista, conservadora-liberal, modernizadora-tradicionalista, centralis-
ta-federalista) que distan sin embargo de limitarse a esa interpretación binaria.
Las circulaciones de ideas y de actores que se desprenden de dichas convergen-
cias colaboran en efecto en poner en evidencia que aquella dicotomía, clásica,
no resulta siempre necesariamente pertinente para dar cuenta de las experien-
cias políticas latinoamericanas, en particular a partir del siglo XX. Así, desde
Tierra del Fuego al Río Bravo, no solamente organizaciones ideológicamente
incompatibles coinciden en sus representaciones políticas y estratégicas, sino
que también militantes de extrema derecha se incorporan a organizaciones que
se declaran marxistas, sectores del trotskismo o del comunismo participan en
movimientos nacionalistas, miembros de organizaciones revolucionarias inte-
gran grupos paramilitares e intelectuales transitan del socialismo al fascismo o
se desempeñan como consejeros entre gobiernos antagónicos en el plano ideo-
lógico. De ahí la naturaleza contrastada de los vínculos entre memorias colec-
tivas e historias oficiales en una movida e incluso convulsa historia del tiempo
presente, que aparece centrada, precisamente, en las relaciones dialécticas entre
el presente y un pasado, más o menos lejano, pero con singulares ecos en el pre-
sente –el “pasado que no pasa”– y sus correspondientes registros normativos.1
1 Eugenia Allier Montaño, César Iván Vilchis Ortega, Vicente Ovalle (coord.), En la cresta de la
ola. Debates y definiciones en torno a la historia del tiempo presente, UNAM/IIS-Bonilla Artigas
Editores, México, 2020. Luc Capdevila, Frédérique Langue (coord.), Entre mémoire collective et
histoire officielle. L’histoire du temps présent en Amérique latine, PUR, Rennes, 2009.
10 Las ideologías de la nación
las contribuciones reunidas en este libro, hay a veces más afinidades socioló-
gicamente hablando –con los debidos matices históricos– entre regímenes au-
toritarios, sean cuales sean sus modalidades de legitimación política, que entre
un régimen autoritario que pretende representar al “pueblo” en contra de élites
corruptas y opresoras y un movimiento social que aspira a fundar un régimen
alternativo en contra de las élites gobernantes. En última instancia, esta re-
flexión contribuye al cuestionamiento del modelo tradicional dicotómico entre
periferias “unificadas” del Sur y al conocimiento de modelos políticos.5
La tensión entre historia y memoria participa de los imaginarios señalados y
de las tensiones entre las representaciones de la nación y sus expresiones en el
espacio público, evidenciando el papel de los lugares de memoria y sus debidos
héroes, revolucionarios y guerrilleros de otros tiempos –aunque bien presentes
en el recuerdo colectivo– y otros símbolos expresivos de un pensamiento polí-
tico que oscila constantemente entre dos escalas: local/nacional en la mayoría
de los casos, y continental e incluso más allá si consideramos los intercambios
de militantes e ideas en el siglo XX y principios del XXI, dentro del renacer de
ideologías cuestionadas por los defensores de la democracia en regímenes auto-
ritarios.6 De ahí el hecho de que, en determinados “regímenes de historicidad”
–en cuanto experiencias del tiempo y relaciones peculiares que las sociedades
tejen con su pasado, su presente y su futuro–, las emociones desempeñen asi-
mismo un papel clave en la conformación de una memoria colectiva o, dicho
de otra forma, de las “comunidades emocionales”. Éstas apoyan o, al contrario,
son adversas al proceso considerado, a sus planteamientos ideológicos y a su
expresión institucional desde el aparato de Estado e, in fine, se instrumentalizan
desde el discurso público y desde los poderes fácticos. El hecho mismo de que
el término “memoria” se refiera ahora a todo tipo de relación entre pasado y
presente, y de que la interpretación de la misma se haga a veces por fuera de
consideraciones propiamente históricas (tema de la historia oficial promovida
por los gobiernos de turno), tiene como consecuencia formas inéditas de rei-
vindicaciones sociales y programas políticos. Convertida en “valor cardinal de
nuestro tiempo” en las palabras de Henry Rousso, ese elemento clave de las
identidades colectivas de hoy se aúna a la larga lista de las reivindicaciones por
los derechos humanos y es una característica mayor de las sociedades democrá-
ticas contemporáneas, en su búsqueda de reparación del pasado –y por lo tanto
7 Juan Manuel Zaragoza y Javier Moscoso, “Comunidades emocionales y cambio social”, Re-
vista de Estudios Sociales, Núm. 62, 2017, pp. 2-9 https://journals.openedition.org/revestud-
soc/936
8 Henry Rousso, Face au passé. Essais sur la mémoire contemporaine, Belin, París, 2016. Del
mismo autor, La última catástrofe. La historia, el presente, lo contemporáneo, Centro de Inves-
tigaciones Diego Barros Arana/DIBAM/Editorial Universitaria, Santiago, 2018. Luc Capdevi-
la, Frédérique Langue (coord.), Le Passé des émotions. D’une histoire à vif Espagne-Amérique
latine, PUR, Rennes, 2014. Frédérique Langue, “Memoria y emociones del tiempo presente la-
tinoamericano”, en Eugenia Allier et al (coord.), En la cresta de la ola. Debates y definiciones
en torno a la historia del tiempo presente, México, UNAM/IIS, 2020, pp. 135-152. François
Hartog, Régimes d’historicité. Présentisme et expériences du temps, Le Seuil, París, 2003 ; del
mismo autor: Croire en l’histoire, Flammarion, París, 2013.
Frédérique Langue y María Laura Reali 13
de los debates que se dieron en el marco de una Jornada de estudios que tuvo
lugar los días 20 y 21 de abril de 2021: “Circular entre los ‘extremos’. El nacio-
nalismo (s) como denominador común. Américas-Europa (siglos XX-XXI)”.9
9 Evento organizado por el IHTP, l’EHESS y la Universidad París Cité y coordinado por Frédé-
rique Langue, Edgardo Manero y María Laura Reali.
10 Carlos de la Torre, “Los populismos refundadores. Promesas democratizadoras, prácticas auto-
ritarias”, NUSO-Nueva Sociedad, Núm. 267, 2017, pp. 129-141 https://static.nuso.org/media/
articles/downloads/9._TC_De_la_Torre_267.pdf
14 Las ideologías de la nación
con las revoluciones rosas de principios del siglo XXI: la revolución bolivaria-
na en Venezuela, la revolución indígena en Bolivia y la revolución ciudadana
en Ecuador. Entre estos “neopopulismos”, el estudio se centra en el caso de
Bolivia, país en el que la historia política es sintomática de la prevalencia de
la ideología populista en el imaginario nacional, desde el primer experimento
llevado a cabo por el Movimiento nacional revolucionario (MNR) de Víctor P.
Estenssoro en los años 50, hasta el nuevo movimiento surgido en torno al MAS
de Evo Morales. El artículo apunta, en particular, a comprender las causas de la
crisis actual de este último proyecto.
Los cuatro textos siguientes tienen la peculiaridad de centrarse en el espacio
del Cono Sur y en las miradas en espejo –en una dimensión transatlántica y Sur-
Sur‒, a partir de reflexiones epistemológicas/metodológicas como de estudios
de casos, anclados a veces en un pasado menos reciente, pero de singulares
ecos en un tiempo presente globalizado. El bloque se abre con una aproxima-
ción teórico metodológica de Julián Melo y Javier Franzé sobre la lectura de
Ernesto Laclau propuesta por parte de los principales dirigentes de la formación
española Podemos. Los autores apuntan a discernir qué se esperaba encontrar
en una teoría sobre la política, la hegemonía y, especialmente, el populismo,
haciendo foco en la relación entre teoría y práctica. La hipótesis de los autores
es que esa lectura estuvo dominada por la esperanza de encontrar una suerte
de “fórmula ganadora” que debía ser “bien traducida” a la práctica, con toda la
carga de descontextualización y de intérpretes privilegiados que ello conlleva.
Los tres trabajos que siguen se centran en estudios de casos, analizando movi-
mientos y fenómenos complejos y multifacéticos, a partir de abordajes que no
se limitan a su simple ubicación en la derecha del espectro político. Se asume
entonces que, lejos de agotar la reflexión sobre esas experiencias, los enfoques
que las reducen mecánicamente al clásico clivaje, aún frecuentes en las ciencias
sociales, presentan el riego de limitar su potencial explicativo. En primer lugar,
María Laura Reali y Matías Borba se interesan en el pensamiento del político e
historiador Luis A. de Herrera (1873-1959) en materia internacional, desde una
perspectiva en la que la experiencia uruguaya sólo cobra sentido a partir de su
inserción en diversas escalas espaciales y en la que el discurso histórico ocupa
un papel fundamental. El estudio pone en evidencia que las definiciones del
herrerismo en un mundo bipolar, su declarado “tercerismo”, su posición frente
al acontecer latinoamericano –desde el régimen peronista hasta la intervención
de 1954 en Guatemala o la posterior Revolución Cubana‒, reflejan las tensiones
de una doctrina en la que tanto el conservadurismo social como el nacionalismo
y el antiimperialismo, constituían componentes irrenunciables. A continuación,
el trabajo de Edgardo Manero analiza el movimiento carapintada, concebido
como expresión de la profunda crisis de identidad militar de la Argentina de los
años 80. Más allá de esta dimensión, su acción expresó tanto la lógica constitu-
tiva del conflicto durante la Guerra Fría como nuevas problemáticas emergen-
Frédérique Langue y María Laura Reali 15
tes con la globalización. Este espacio destaca el sincretismo entre las distintas
formas que ha adoptado el pensamiento nacionalista en Argentina, ilustrando
la permanencia de vasos comunicantes entre “derechas” e “izquierdas”, las cir-
culaciones entre nacionalismos, peronismos e izquierdas y, en particular, sus
límites. Manero sostiene que, a diferencia de otros movimientos palingenésicos
como el chavismo, al no lograr superar el condicionamiento de sus representa-
ciones políticas o, en otros términos, trascender el peso de sus fijaciones estraté-
gicas, los carapintadas no lograron constituirse en un movimiento contestatario
que expresara demandas populares. Avanzando en la cronología, el artículo de
Sergio D. Morresi, Ezequiel Saferstein y Martín Vicente analiza los diversos
posicionamientos de las derechas argentinas durante las primeras décadas del
siglo XXI, tras el quiebre operado por la crisis de 2001. Con ese propósito, se
focaliza en el abordaje de movimientos generales dentro del amplio universo
derechista argentino, en base a un recorrido en tres tiempos. El primero, el de
las críticas, durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner como
“setentista” primero y “hegemónico” luego. El segundo, el de la oposición “po-
pulismo”-“república” durante los gobiernos de Cristina Fernández. El tercero,
el de los reclamos al gobierno de Mauricio Macri para enfatizar su posición
de centro-derecha. Analizando estos momentos consecutivos, el estudio busca
demostrar que, en ese camino, las derechas argentinas ganaron presencia, hete-
rogeneidad y radicalidad.
El último apartado y grupo de ensayos contempla los imaginarios en su
vertiente social y política, las representaciones culturales a que dan lugar, los
símbolos y la percepción reflexiva en el orden patrimonial, dentro de la cons-
trucción de historias nacionales insertas en una dinámica continental e incluso
global: las experiencias del tiempo y las emociones –aquí más bien negativas y
dolorosa por el recuerdo que conlleva de un “pasado que no pasa” o de una ex-
periencia vivencial inmersa en lo trágico– desempeñan un papel fundamental.
En su trabajo sobre las luchas recientes por la memoria en torno a los monu-
mentos y los héroes nacionales en Chile, Manuel Gárate Chateau presenta un
estudio de caso a partir de la degradación de estatuas y de los enfrentamientos
en el espacio público durante el llamado “estallido social” de 2019, presen-
tándolo como un buen ejemplo del grado de virulencia que pueden alcanzar
estas disputas y del papel que puede jugar la historia reciente en estos debates.
Su reflexión parte de la premisa de que las disputas memoriales en torno a las
estatuas y monumentos nacionales suelen acentuarse en momentos de crisis
política, social y económica –como ha ocurrido en América Latina desde me-
diados de la segunda década del siglo XXI– y también como respuesta a un
fenómeno global de juicio al pasado colonial. Refiriéndose a la cuestión de
los imaginarios nacionales en el tiempo largo, Jo-Ann Peña Angulo centra su
análisis en dos ideas, por no decir emociones: la epopeya y la nostalgia, rela-
cionadas de forma estrecha con la figura del salvador y del liderazgo mesiánico
16 Las ideologías de la nación
L
as tradiciones políticas interactúan a lo largo de la historia: se mezclan
entre sí a lo largo de una serie de escenarios de conflictos y de coo-
peración, intercambian repertorios y reivindicaciones. Viejas nociones
parecen desaparecer durante largos períodos de tiempo, para retornar, trans-
formadas, en nuevos contextos históricos. En esta transformación se pierden
antiguos significados, al haber desaparecido el marco de prácticas e ideas que
les daban sentido, y emergen nuevos sentidos que dotan a la misma palabra de
una dirección diversa.
Para comprender la relación contemporánea entre republicanismo y popu-
lismo debemos acercarnos a la interacción entre dos tradiciones de antigua pro-
sapia –el republicanismo clásico y la democracia– así como el abono que dos
cosmovisiones propias de la modernidad –el socialismo y el liberalismo– hacen
a aquella interacción. Debemos explorar los modos específicos en que estas
tradiciones confluyen o se contraponen dentro del marco sintético –institucio-
nal, societal y cultural– de las “repúblicas liberales de masas”. A su vez, todo
el análisis debe remitir a los desarrollos histórico políticos recientes, para no
reducirse a meras elucubraciones o descalificaciones sustentadas en visiones
normativas de los conceptos y procesos republicanos y populistas. Son estas
reflexiones, arriba enunciadas, las que procuramos desarrollar en el presente
texto.
1 Se inició como una manera de organizar el poder en la ciudad de Roma, tras la revolución que
derrocó al último monarca etrusco en el 509. Proceso cuya institucionalización sufrió modi-
ficaciones derivadas del conflicto entre patricios y plebeyos, en la medida en que el dominio
romano se extendía primero por el Lacio, luego por toda la Península italiana hasta dominar y
unificar el mundo mediterráneo.
18 Las ideologías de la nación
2 Alberto Tenenti, De las revueltas a las revoluciones, Crítica, Barcelona, 1999, p. 73.
3 Christopher Hill, La revolución inglesa, 1680, Anagrama, Barcelona, 1978; Los orígenes in-
telectuales de la revolución inglesa, Crítica, Barcelona, 1980; Un mundo trastornado: ideario
popular extremista en revolución inglesa, Siglo XXI, Madrid, 1983; El siglo de la revolución,
1603-1714, Endymion, Madrid, 1992.
4 Jonathan Irvine Israel, Radical Enlightenment: Philosophy and the Making of Modernity,
1650–1750, Oxford University Press, Oxford, 2001; Enlightenment Contested: Philosophy,
Modernity, and the Emancipation of Man, 1670-1752, Oxford University Press, Oxford, 2006;
A Revolution of the Mind: Radical Enlightenment and the Intellectual Origins of Modern De-
mocracy, Princeton University Press, Princeton, 2009; Democratic Enlightenment: Philoso-
phy, Revolution, and Human Rights 1750-1790. Oxford University Press, Oxford, 2011; Re-
volutionary Ideas: An Intellectual History of the French Revolution from The Rights of Man
to Robespierre. Princeton University Press, Princeton, 2014; The Expanding Blaze: How the
American Revolution Ignited the World, 1775-1848, Princeton University Press, Princeton,
2017.
20 Las ideologías de la nación
5 Bernard Bailyn, The Ideological Origins of the American Revolution. Harvard University
Press, Harvard, 1967.
6 Gordon S. Wood, The Creation of the American Republic, 1776–1787, University of North Ca-
rolina Press, Chapel Hill, 1969; The Radicalism of the American Revolution, Alfred A. Knopf,
New York, 1992; The American Revolution: A History, Modern Library, New York, 2001.
7 Pierre Nora, “República” en François Furet y Mona Ozouf, Diccionario de la Revolución
Francesa, Alianza, Madrid, 1989, pp. 680-691.
8 Pierre Nora, “República”, cit., p. 681.
Frédérique Langue y María Laura Reali 21
9 Hannah Arendt, quien también es considerada una pensadora republicana contemporánea, se-
ñala en Sobre la Revolución que la reivindicación de lo público vincula a ambas revoluciones,
la felicidad pública americana y la libertad pública francesa, agregando, al reflexionar sobre
el sistema de distritos en Estados Unidos, que “nadie puede ser feliz sin participar en la feli-
cidad pública, que nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y que nadie,
finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder público.” (H. Arendt,
Sobre la Revolución, Alianza, Madrid, 2004, p. 352). Para Hannah Arendt, el legado de la
revolución republicana americana “fueron las libertades civiles, el bienestar individual del
mayor número y la opinión pública como la fuerza más importante que gobierna la sociedad
democrática e igualitaria.” (H. Arendt, Sobre la Revolución, cit., p. 305).
22 Las ideologías de la nación
10 John Elliott, Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América, Taurus, Ma-
drid, 2006.
Frédérique Langue y María Laura Reali 23
Gual, del 31 de diciembre de 1799, alertaba que “dos grandes exemplos [sic]
tenemos delante de los ojos: la Revolución Americana y la Francesa. Imitemos
discretamente la primera; evitemos con sumo cuidado los fatales efectos de la
segunda”.11
Pronto las ideas republicanas se fueron abriendo paso entre los revoluciona-
rios hispanoamericanos, expresándose en las Constituciones, en las actas de In-
dependencia y en los programas de los primeros partidos políticos, coexistien-
do con las ideas liberales, con las cuales entrarían en prolíficos debates en las
primeras décadas posteriores a la independencia.12 Las experiencias venezolana
y neogranadina hacían una temprana “reivindicación explícita del republica-
nismo”.13 Sin embargo, la relación entre republicanismo, liberalismo e iusnatu-
ralismo no era de oposición en estos discursos revolucionarios americanos, ya
que “las tres corrientes se articulan sin mayor fricción”.14
En la creación de un nuevo orden político, tras la ruptura con la metrópoli
hispana se desarrollaron, en paralelo, cuatro procesos de transformación socio-
cultural. En primer lugar, la construcción de un nuevo Estado, reformando mu-
chas instituciones heredadas, en la vía de constituir un Estado fundamentalmen-
te liberal, es decir, aquel que permitiera el libre desarrollo de los individuos. En
segundo lugar, la estructuración de un relato nacional, que brindara legitimidad
al nuevo orden establecido y a sus elites, la nacionalización de la experiencia
política. En tercer lugar, el desarrollo y ampliación de un proyecto republicano
representativo, que implicaba un ejercicio novedoso de ciudadanía y la creación
de una opinión pública, así como el uso de la educación para formar ciudadanos
republicanos. Por último, se insistía en la búsqueda de una nueva articulación
con las naciones del mundo atlántico.
los republicanos y los liberales del siglo XIX unos demócratas, rechazando
ambos dicho término, pero la política democrática emergió sobre el tipo de
socialización que hicieron posible.
Este proceso pasa por un cambio en el concepto de pueblo, presente en el
lenguaje republicano y en el democrático, que los vincula como puente con el
fenómeno populista. Así como lo hacen los conceptos de “derechos”, “ciudada-
nía” y “opinión pública”, que caracterizan la irrupción republicana, la noción de
pueblo se mueve de la periferia al centro del lenguaje político, tanto en España
como en el mundo iberoamericano, desde la primera mitad del siglo XIX, como
refiere Fátima Sá e Melo Ferreira.18 Por un lado, vemos el paso, conflictivo y
sinuoso, del uso del plural, “pueblos”, al singular, “pueblo”, que expresa la
consolidación de la idea unitaria de la República y de la Nación, que dejó atrás
las teorías pactistas pre-modernas. Al mismo tiempo, vemos el conflicto entre el
uso peyorativo del término “pueblo”, como “plebe”, “bajo pueblo” o “canalla”,
y un acercamiento más sociopolítico, como expresión integrada de la comu-
nidad política, es decir, como el depositario de la soberanía nacional. Señala
Melo Ferreira la existencia de un desplazamiento “de la invocación urgente al
‘pueblo’ como fuente de legitimidad política del periodo de las independencias,
[…] a la desconfianza y al debate sobre quién puede incluirse en esa categoría
base del sistema representativo”.19
Este uso dividirá a liberales y conservadores en algunos contextos, a radi-
cales de moderados en otros. La separación entre “ciudadanos activos” y “ciu-
dadanos pasivos”, tan común en el siglo XIX, se vincula con la concepción del
“pueblo” (plebe, canalla) como amenaza al orden. Sin embargo, en la medida
en que emergían fuerzas democratizadoras, vinculadas a los sectores más radi-
cales del liberalismo, se fue consolidando una noción más amplia e integradora
del término. Desde mediados del siglo XIX vemos la apelación al pueblo como
un actor específico que se presenta en el espacio público sobre un marco bina-
rio, muy parecido a la lógica populista, en oposición al orden conservador.
Pero en el orden republicano decimonónico, incluso en aquel discurso que
podía reivindicar al gobierno popular, la noción de democracia estaba cargada
de connotaciones negativas, que la enlazaban al igualitarismo radical, al caos y
a la anarquía. Fue un término usado para denostar del adversario, a quien se le
imponía el mote de “demócrata” para evidenciar su propensión anárquica y el
peligro de disolución de la paz republicana que representaba su presencia en la
esfera pública. La consolidación de la institución de la representación parecía
ser contradictoria con una idea de democracia que apelaba a la participación
directa del pueblo en los asuntos públicos.20
18 Fátima Sá e Melo Ferreira en Fernández Sebastián, (dir.). Diccionario político..., cit., p. 1117
19 F. Sá, en Diccionario político..., cit., p. 1132.
20 Gerardo Caetano, “La reconceptualización política de la voz ‘democracia’ en Iberoamérica
antes y después de las independencias” en Crítica Contemporánea. Revista de Teoría Política,
26 Las ideologías de la nación
21 Guy Hermet, “Del populismo de los antiguos al populismo de los modernos”, en Guy Hermet,
Jean-Francois Prud’homme, Soledad Loaeza (Comp.). Del populismo de los antiguos al popu-
lismo de los modernos, El Colegio de México, México, 2001.
22 Para Rosanvallon (Le Siècle du populisme. Histoire, théorie, critique, Le Seuil, París, 2020)
la idea moderna populista ha aparecido en tres contextos diferentes, no relacionados entre sí y
con el presente: en Rusia (1870-1880) con base campesina y enfrentada al despotismo zarista y
la occidentalización; en EUA (1890-inicios del siglo XX) con pequeños propietarios opuestos
a la burguesía industrial-financiera y en Francia, como el movimiento artístico literario que
toma lo popular como objeto de inspiración. Es posible comprender mejor al populismo con-
temporáneo atendiendo a los momentos o regímenes que, sin haber reivindicado su nombre,
expresan mejor sus componentes y dinámicas. Estos abarcan tanto el Segundo Imperio francés
–con sus formas de democracia plebiscitaria, autoritaria y polarizada–, las modalidades lati-
noamericanas de mediados del siglo XX –con el peronismo como caso ejemplar– y las formas
contemporáneas.
Frédérique Langue y María Laura Reali 29
23 Entre las sugerentes miradas colectivas contenidas en monográficos y dossiers temáticos re-
cientes se encuentran: Camil Ungureanu e Ivan Serrano (coord.) “¿La nueva era del populis-
mo? Perspectivas teóricas, empíricas y comparativas”, CIDOB d’afers internacionals, N. 119,
septiembre 2019. Bertrand Badie y Dominique Vidal (dir.), “Le retour des populismes”, L’état
du monde 2019, La Découverte, París, 2019; Alain Dieckhoff, Christophe Jaffrelot et Elise
Massicard (dir.), Populismes au pouvoir, L’Enjeu mondial, Les Presses de Sciences Po, París,
2019; “Double Special Issue: Populism(s) and Lunch with Bauman”, Thesis Eleven, Núm. 149,
diciembre de 2018.
24 John Keane, “The pathologies of populism” en The Conversation, 28 de septiembre de 2017,
en https://theconversation.com/the-pathologies-of-populism-82593; Cass Mudde y Cristóbal
Rovira, Populismo. Una breve introducción, Alianza Editorial, Madrid, 2019; Pierre Rosanva-
llon, Le Siècle..., cit.; Nadia Urbinati, Me the People: How Populism Transforms Democracy,
Harvard University Press, Harvard, 2019.
25 Nadia Urbinati, Me the People..., cit.
26 John Keane, Vida y muerte de la democracia, FCE / Instituto Nacional Electoral, México,
2018.
27 Pierre Rosanvallon, La contrademocracia: la política en la era de la desconfianza, Manantial,
Buenos Aires, 2007.
28 En ese marco –posterior a 1945– toman cuerpo las primeras formas contemporáneas de po-
pulismo, entendido como forma autoritaria –y posfacista– de democracia, cuya primera con-
creción a escala nacional/institucional fue el peronismo argentino (Federico Finchelstein, Del
fascismo al populismo en la historia, Taurus, México, 2018), pero que luego se expandió, coin-
cidiendo con episodios periódicos de crisis económica y política (María Esperanza Casullo,
¿Por qué funciona el populismo?, Siglo XXI, Buenos Aires, 2019) –generadores de demandas
ciudadanas insatisfechas– bajo el manto de disímiles ideologías y sobre el suelo de diversos
países del mundo (Ángel Rivero; Javier Zarzalejos y Jorge del Palacio (coord.), Geografía del
populismo. Un viaje por el universo del populismo desde sus orígenes hasta Trump, Segunda
Edición Revisada, Tecnos, Madrid, 2018), entre estos los de Latinoamérica.
30 Las ideologías de la nación
29 Urbinati (Me the People..., cit.) define al populismo como una transformación y forma de
gobierno representativo compatible con la democracia de audiencias, no un régimen por sí
mismo. De ahí que, según la autora, el populismo en el poder sería endógenamente precario y
sujeto a dos escenarios/desenlaces límites: derivar hacia un gobierno representativo común o
mutar en dictadura.
30 De hecho, Rosanvallon (Le Siècle..., cit.) concibe al populismo cómo una forma límite, polari-
zada, del proyecto democrático, la cual, al devenir régimen, revela una pulsión democratista y
autoritaria, dotada de una capacidad (variable) de reversibilidad.
31 Pierre Rosanvallon, Le Siècle..., cit.
32 Siguiendo con las metáforas biológicas –atendibles en tiempos de pandemia– el populismo
sería, para John Keane (“The pathologies of populism” en The Conversation..., cit., 28 de
septiembre de 2017 en https://theconversation.com/the-pathologies-of-populism-82593) una
enfermedad autoinmune y recurrente, que daña los órganos del sistema democrático.
Frédérique Langue y María Laura Reali 31
Tabla 1
Republicanismo, populismo y liberalismo: contrastes fundamentales
Aspecto Republicanismo Populismo Liberalismo
Papel del gobierno Gobierno de las Gobierno del pue- Gobierno limitado,
leyes, con vocación blo, con vocación árbitro neutral frente a
moralizante y pater- movilizadora y la sociedad, protector de
nalista, que protege protectora de los derechos individuales
la libertad de la propios, frente a
República y evita la los ajenos. El Gobierno debe prote-
dominación sobre El Gobierno debe ger el ejercicio personal
los ciudadanos. proteger al pueblo de la ciudadanía y habli-
El Gobierno y la soberanía na- tar espacio para compe-
debe promover cional frente a los tencia y pluralismo
el desarrollo de diversos enemigos
potencialidades de internos y foráneos
los ciudadanos que
contribuyan al bien
común.
Lugar de la ley Ley como expre- La voluntad del La ley existe para
sión del interés pueblo se encuen- proteger los derechos
general y del bien tra por encima de individuales.
común, que desa- la ley.
rrolla y protege.
Rol de las institu- Centralidad de las Enfrentamiento Instituciones protectoras
ciones instituciones, como contra las institu- de los derechos, con
garantes del bien ciones que limitan funciones limitadas.
común. la voluntad del
pueblo
Rol del individuo / Ciudadano autóno- Ciudadano movili- Individuos con derechos
ciudadano mo, participativo zable que participa y libertades que se
y deliberante, con individualmente ejercen desde la sociedad
deberes frente a integrado a partir civil y deben ser protegi-
la República, y de una identidad das y garantizadas por el
con derechos que colectiva. Escasa Estado.
derivan de su perte- autonomía frente
nencia a ella. al gobierno.
Libertad / Igualdad Libertad entendida La libertad es un Libertad como ausencia
como no-domina- atributo colectivo. de interferencia.
ción. Igualdad dentro Igualdad ante la ley.
Igualdad ante la ley, de los bloques La desigualdad, más
pero hay jerarquías identitarios: pueblo allá de la ley, es natural
que derivan de las versus no pueblo. y beneficiosa para el
virtudes y de los La desigualdad y progreso social.
méritos. diversidad como
La desigualdad expresiones anti-
como amenaza a populares
la armonía de la
República.
La Tabla 1 nos permite reflexionar sobre las diferencias que existen entre el
republicanismo y el fenómeno populista, pero marcando también la relación
que ambos tienen con el liberalismo. Este se convierte en el tercer elemento en
disputa, y nos permite marcar justamente los canales de enlace entre populistas
y republicanos, quienes guardan semejanzas al enfrentarse al individualismo
liberal.
Sin embargo, los contrastes son marcados. No teniendo el populismo una
propuesta ideológicamente densa, construye su identidad a partir del conflicto
contra el otro, desplegándose como un espejo inverso de la elite que pretende
enfrentar, nutriendo su repertorio de lucha, de las acciones colectivas que otras
tradiciones habían venido desarrollando. El populismo tiene puntos en común
con el republicanismo radical, en su énfasis colectivo en la conformación de
las identidades políticas, así como en su reivindicación de una identidad fun-
damentalmente homogénea que subsume y anula al pluralismo, que tanto el
liberalismo como la democracia representativa reivindican.
Sin embargo, su noción de lo público, del bien común y del interés general,
lo pone en ruta de confrontación contra los consensos fundantes de la comuni-
dad, contra las instituciones y contra la ley, que tan caras son al republicanismo.
Frédérique Langue y María Laura Reali 35
42 Pérez-Liñan, “¿Podrá la democracia sobrevivir al siglo XXI?” en Nueva Sociedad, 267, Bue-
nos Aires, enero-febrero 2017.
43 C. Mudde y C. Rovira, Populismo..., cit.
44 Pablo Stefanoni, “Posneoliberalismo cuesta arriba. Los modelos de Venezuela, Bolivia y Ecua-
dor en debate” en Nueva Sociedad, Núm. 239, mayo-junio, Buenos Aires, 2012.
45 María Victoria Murillo, “La historicidad del pueblo y los límites del populismo”, en Nueva
Sociedad, Núm. 274, Buenos Aires, marzo-abril 2018.
Frédérique Langue y María Laura Reali 37
Frédérique Langue
F
ebrero de 2022: dentro del caos globalizado creado por la crisis sanitaria
y de las desventuras de una diplomacia internacional venida a menos, in-
capaz de contrarrestar siquiera los rumores/asomos de guerra, el arraigo
de autocracias y otros tantos regímenes adversos a la democracia, una noticia
pasó algo desapercibida fuera del continente latinoamericano: el fallecimiento
de Américo Martín, abogado, escritor, parlamentario y dirigente político vene-
zolano; en pocas palabras, una figura legendaria de la segunda mitad del siglo
XX criollo. Pese a los estragos del tiempo para la generación de luchadores y
militantes que hicieron historia en los años sesenta y setenta, luego del retorno
a la democracia de “una nación llamada Venezuela” (entre los recién desapare-
cidos figuran Teodoro Petkoff y Douglas Bravo), Américo Martín no fue sólo
un escritor y político sino también un personaje carismático, ex guerrillero, que
nunca dejó de reflexionar y de escribir sobre las realidades de su país. Inició su
carrera política a los 15 años, como líder estudiantil comprometido en la lucha
contra la dictadura de Pérez Jiménez, luego miembro de Acción Democrática,
antes de enfrentarse nada menos que con Rómulo Betancourt y de pasarse a la
disidencia. En los años sesenta, tiempos convulsos para la democracia vene-
zolana recién restablecida, eligió el camino de la lucha armada, participó en
la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), un partido
que tendría réplicas en todo el continente latinoamericano, bajo influencia del
castrismo y de una “pasión revolucionaria” de que fue dirigente hasta el umbral
de los setenta. Luego de la “pacificación” llevada adelante por el presidente
Rafael Caldera, varios fueron los guerrilleros que se incorporaron a las filas de
la democracia. Américo Martín fue uno de ellos, sin por eso dejar de defender
sus ideales de izquierda, particularmente desde el Congreso de la República de
Venezuela, donde fue parlamentario (1978 y 1983). Fue “el país democrático”
el que se despidió de quien fuera negociador de la oposición venezolana desde
la Coordinadora Democrática.1
El carismático ex comandante guerrillero se había convertido para aquel en-
tonces en un crítico acérrimo de la lucha armada, siendo luego el candidato de
1 “El país democrático despidió al dirigente Américo Martín”, Tal Cual, 18/2/2021 https://tal-
cualdigital.com/el-pais-democratico-despidio-al-dirigente-americo-martin/
42 Las ideologías de la nación
un MIR minado por las divisiones internas (antes de la creación del Movimien-
to al socialismo, MAS, donde coincidieron varios compañeros de lucha), en
varias elecciones, incluso presidenciales. El escritor e intelectual se hizo pensa-
dor socialdemócrata, acercándose de nuevo al movimiento Acción Democrática
(AD) durante la segunda y frustrada presidencia de Carlos Andrés Pérez, y pese
a la represión desencadenada en los años anteriores con motivo del “Caracazo”
(1989) que no dejó de condenar. Luego de la caída de la IV República y durante
los primeros tiempos de la Revolución Bolivariana, su estatuto político e inte-
lectual fue el de un opositor al gobierno de Hugo Chávez (1999-2013), llegando
a ser dirigente y negociador de la llamada Coordinadora Democrática, y con-
tribuyendo desde el primer momento con sus lúcidos escritos en la resistencia
contra el gobierno chavista y luego madurista, amén de su acerada denuncia del
autoritarismo y del militarismo a lo largo y ancho del hemisferio. Poco tiempo
antes de su partida, había caído otro símbolo de la democracia puntofijista, con
la expropiación de la sede caraqueña del diario opositor El Nacional –fundado
en 1943 por el escritor Miguel Otero Silva– en un contexto dictatorial de cre-
ciente autoritarismo, censura de los medios de comunicación no oficialistas y
represión de las voces disidentes.2
Este itinerario político –y semblanza intelectual– resume por sí solo las evo-
luciones y desventuras de la democracia venezolana en el segundo siglo XX,
luego de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez y del Pacto de Puntofijo
(1958) así como en las primeras dos décadas del siglo XXI marcadas por la
herencia ideológica asumida por el presidente Hugo Chávez. Otros persona-
jes de perfil similar, militantes, luchadores, escritores y periodistas llegaron a
ejemplificar ese periodo contrastado de anhelos y sombras con sus recelos ante
un proceso adverso a la práctica de la democracia. Tal es el caso, en especial,
de Teodoro Petkoff, director del periódico Tal Cual, sobre el cual volveremos
en el transcurso de este ensayo. Estos recorridos intelectuales permiten por lo
tanto analizar no sólo una historia intelectual y política de Venezuela teniendo
en cuenta el contexto latinoamericano, con sus “mitos y realidades”, “del buen
salvaje al buen revolucionario” de acuerdo con Carlos Rangel en los años seten-
ta, apreciar por lo tanto el grado de influencia ideológica en partidos, militantes
e intelectuales y la impronta de aconteceres mayores en la historia reciente
3 Carlos Rangel, Del buen salvaje al buen revolucionario. Mitos y realidades de América Latina,
Fundación FAES, Madrid, 2007 (1976). José Manuel Briceño Guerrero, El laberinto de los tres
minotauros, Ediciones La Castalia, Mérida (Venezuela), 2008 (1994). Hernán Castillo, Manuel
Alberto Donís Ríos, Domingo Irwin (Comp.), Militares y civiles. Balance y perspectivas de las
relaciones civiles-militares venezolanas en la segunda mitad del sigo XX, USB-UCAB-UPEL,
Caracas, 2001. Domingo Irwin, Hernán Castillo, Frédérique Langue (coord.), Pretorianismo
venezolano del siglo XXI. Ensayo sobre las relaciones civiles y militares venezolanas, UCAB,
Caracas, 2007. Domingo Irwin, Frédérique Langue, Domingo Irwin: “Militares y democracia
¿El dilema de la Venezuela de principios del siglo XXI?”, Revista de Indias, Núm. 231, 2004,
pp. 549-559. http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/426/494
4 Véanse los testimonios publicados por Alberto Garrido, como por ejemplo Guerrilla y Revo-
lución Bolivariana, Ediciones del autor, Caracas, 2003. Rafael Rojas, El árbol de las revo-
luciones. Ideas y poder en América Latina, Turner Publicaciones, Madrid, 2021. Frédérique
Langue, “La historia exacerbada. Venezuela y la ‘memoria globalizada’ del tiempo presente”,
en Presente y Pasado (ULA), Núm. 51, 2021, pp. 43-74 http://erevistas.saber.ula.ve/index.
php/presenteypasado/article/view/17184, “Bolivarianismos de papel”, Revista de Indias, Núm.
270, 2017, pp. 357-378 http://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/
view/1047/1119 y “Rómulo Betancourt. Liderazgo democrático versus personalismo en tiem-
44 Las ideologías de la nación
pos de celebraciones”, Araucaria, Universidad de Sevilla, Núm. 21, 2009, pp. 226-238. http://
www.institucional.us.es/araucaria/nro21/nro21.htm
5 Para la cuestión de la “primera Independencia” y de la “segunda”, cfr. Frédérique Langue,
“La Independencia de Venezuela. Una historia mitificada y un paradigma heroico”, Anua-
rio de Estudios Americanos, 2009, vol. 66-2, pp. 245-276; “Usos del pasado y guerra de las
memorias en la Venezuela de la “Segunda Independencia”, Polis, Revista Latinoamericana
(Chile), Núm. 34, abril 2013. http://polis.revues.org/8953245-276 http://estudiosamericanos.
revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/issue/view/22 Elizabeth Burgos, “Del buen
salvaje al buen revolucionario”, Webarticulista.net, 3/7/2010 http://webarticulista.net.free.fr/
eb201007031717+Elizabeth-Burgos+Carlos-Rangel.html Marc Ferro, Le ressentiment dans
l’histoire, París, Odile Jacob, 2007. Frédérique Langue, “Ressentiment et messianisme du
temps présent vénézuélien”, en Luc Capdevila, Frédérique Langue (coord.), Le Passé des émo-
tions. D’une histoire à vif en Espagne et Amérique latine, PUR, Rennes, 2014, pp. 121-142.
http://books.openedition.org/pur/42596
Frédérique Langue y María Laura Reali 45
8 Archivo Digital Sofia Ímber y Carlos Rangel, Universidad Católica Andrés Bello (UCAB,
Caracas), http://200.2.12.132/cic/sofiadigital/paginas/archivodigital.html (https://www.elcato.
org/gran-archivo-de-carlos-rangel-y-sofia-imber Entrevistas del 23/05/1977 y 25/10/1982. C.
A. Rangel, Tercermundismo, Monte Avila Editores, Caracas, 1982 (prólogo Jean-François Re-
vel). Teodoro Petkoff, Proceso a la izquierda: o de la falsa conducta revolucionaria, Editorial
Mosaico, Caracas, 1978.
9 Gisela Kozak, Armando Chaguaceda (ed.), La izquierda como autoritarismo en el siglo XXI,
Cadal/Universidad de Guanajuato/Centro de Estudios Constitucionales Iberoamericanos AC/
Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación, Buenos Aires,
2019, p. 151.
Frédérique Langue y María Laura Reali 47
10 Miguel Ángel Martínez Meucci, “El callejón sin salida de las izquierdas antiliberales”, en Gi-
sela Kozak Rovero, Armando Chaguaceda (ed.), La izquierda como autoritarismo en el siglo
XXI, CADAL-Universidad de Guanajuato-UCV-CECI, Buenos Aires, 2019, pp. 25-52. Ernesto
Laclau, La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005. Carlos de la Torre, Populist seduction
in Latin America. The Ecuadorian Experience, Ohio University Press, 2000 y Populismos:
una inmersión rápida, Tibidabo Ediciones, Barcelona, 2018. Frédérique Langue, “¿Encanto
populista o revolución continental? El proyecto bolivariano de Hugo Chávez entre dos siglos”,
en Castillo, Hernán, Irwin, Domingo, Langue, Frédérique, Problemas Militares Venezolanos.
FANB y Democracia en los inicios del siglo XXI, Universidad Pedagógica Experimental Liber-
tador y Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2009, pp. 133-165.
11 Walter Mignolo, La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial, GEDI-
SA, Barcelona, 2005.
48 Las ideologías de la nación
Muñoz, etc.), retome la bandera de una izquierda democrática. Esta se alejó for-
malmente del marxismo del PCV, para luego distanciarse del momento álgido
de la lucha armada en la década de los sesenta, mientras integrantes de los gru-
pos de izquierda de la guerrilla, como el Movimiento de Izquierda Revolucio-
naria (MIR) fusionaron con el MAS (1983). La trayectoria de las otrora fuerzas
radicales de la izquierda resulta, de hecho, mucho más complejo, y más si se
le añade el componente militar –mejor dicho pretoriano–, con la acción de las
logias militares como el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200)
y la temprana vinculación de Chávez con Cuba (visita La Habana en 1994).12
Ahora bien, se subraya con creces que la victoria de Hugo Chávez en 1998
(uno de los fundadores del MBR-200, devenido en Movimiento Va República
en una perspectiva cívico-militar) no contribuyó poco en el debate entre las
“dos izquierdas” en los primeros tiempos de la Revolución. Hasta que el año
2000 y los “sucesos de abril” (golpe de Estado en su contra, de acuerdo con la
versión oficializada) consagraran el inicio de otra era: ésta, extremadamente po-
larizada, cada día más violenta, se dio bajo el sello de la solidaridad con Cuba y
otros países amigos (oportunamente reunidos en el ALBA- Alianza Bolivariana
para las Américas en 2004), en un contexto además de auge electoral de la iz-
quierda latinoamericana y de regreso de la “seducción populista” –aunque fuera
en su vertiente “revolucionaria” y de discurso excluyente, con sus “zonas grises
entre autoritarismo y democracia” como lo puntualizó Carlos de la Torre–, en
varios países (Venezuela, Ecuador, Bolivia), en todo caso profundamente anti-
liberales. No fue baladí si el mismo año se volvió a dividir el MAS, entre parti-
darios de seguir apoyando al gobierno de Chávez y una mayoría que se pasó a
la oposición. De esta secuencia nacieron nuevos partidos escindidos del MAS,
la agrupación Izquierda Unida liderada por Félix Jesús Velásquez y Efrén Cal-
derón, y el partido Podemos (Chávez hasta 2007) que iban a repetir según mo-
dalidades similares el esquema divisorio entre “dos izquierdas”, entre nuevos
partidos como el indeciso Vamos, o el Polo Democrático (2005-2007) que a
su vez se disolvió para integrar el partido opositor Un Nuevo Tiempo, junto a
exdirigentes de Acción Democrática. La división de Podemos, para mencionar
tan sólo ésta, desembocaría años después en otro escenario, con el movimiento
Patria para Todos (PPT, 1997) que se dividió en 2007 ante la perspectiva de
desaparecer en el PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) y en 2012
al respaldar la nueva candidatura de Chávez e integrar el Gran Polo Patriótico
que lo apoyó a Maduro, hasta 2020, año de nuevas discrepancias internas. La
democracia, representativa o más directa, con sus desencantos o plebiscitos,
12 Domingo Irwin, Hernán Castillo, Frédérique Langue, Pretorianismo venezolano del siglo XXI.
Ensayo sobre las relaciones civiles y militares venezolanas, Universidad Católica Andrés Be-
llo, Caracas, 2007. Frédérique Langue, Hugo Chávez et le Venezuela. Une action politique au
pays de Bolívar, L’Harmattan, París, 2002.
Frédérique Langue y María Laura Reali 49
siguió siendo la línea divisoria entre parte de la oposición y los partidarios del
llamado “Socialismo del siglo XXI”.13
Como lo puntualizó en términos similares Carlos de la Torre, desde que en
1999 Chávez llegó al poder, la lucha hegemónica se articuló alrededor del tér-
mino “democracia”. Hugo Chávez fue construido como su esencia o negación.
Para sus partidarios, Chávez transformó la democracia representativa liberal,
burguesa y corrupta en una democracia participativa, con varios experimentos
participativos (i.e. los consejos comunales). En cambio, para sus opositores,
incluso a la izquierda, el “Comandante”
Otra consecuencia mayor para la polarización del país fue el hecho de que el
discurso presidencial u oficialista no dejó de estigmatizar a sus “enemigos”,
siguiendo la lógica populista de un pueblo y de su líder e incluso caudillo ca-
rismático, mesiánico y redentor, movilizando constantemente emociones nega-
tivas (odio, miedo, resentimiento). Uno está a favor, o está en contra, como lo
indicó reiteradamente el mismo Chávez. Un proyecto que enarboló la profundi-
zación de la democracia en Venezuela derivó en su contrario absoluto, un fraca-
so económico y social y en la tragedia que conocemos: un régimen autoritario y
hasta tildado de dictatorial en sus últimos tiempos: luego de un proyecto parti-
cipativo y protagónico, “un régimen tiránico con rasgos totalitarios y sultánicos
[en el caso del régimen madurista], que determina un futuro incierto para el
país”, como lo señaló también Margarita López Maya. Silencio, represión, cen-
sura, exilio fueron la respuesta dada a quienes trataron de incentivar el debate,
creyendo en una solución democrática y electoral más que en la “calle”, aunque
sí hubo defensores de esa opción entre los opositores al proyecto bolivariano.14
13 Juan Elman (entrevista), “Carlos de la Torre: ‘Los populismos actuales crearon regímenes
híbridos: zonas grises entre democracia y autoritarismo’”, Clarín, 20/05/2018, https://www.
clarin.com/opinion/carlos-torre-populismos-actuales-crearon-regimenes-hibridos-zonas-gri-
ses-democracia-autoritarismo_0_SJq-CDiRz.html Margarita López Maya, Democracia para
Venezuela: ¿representativa, participativa o populista?, Editorial Alfa, Caracas, 2021.
14 Carlos de la Torre, “La izquierda seducida por el populismo”, en Gisela Kozak Rovero, Arman-
do Chaguaceda (ed.): La izquierda como autoritarismo en el siglo XXI..., cit., pp. 121-148 (p.
128 para la cita). Margarita López Maya, Democracia para Venezuela..., cit., p. 218.
50 Las ideologías de la nación
la Guerra Fría en el Caribe y con apoyos internacionales (sic), dos son los pro-
pósitos que se asocian a esta tendencia: cuestionar una democracia fundada en
un debido proceso electoral, “para demeritar de la actuación de las autoridades
democráticas durante las presidencias de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni”, y
‘buscar en la llamada ‘lucha armada’ la cuna genésica que sirva para vincular
las tesis insurreccionales de un pasado no tan remoto con los avatares revolu-
cionarios del presente”, en un escenario sumamente mediatizado además por la
propaganda oficialista, en una suerte de avatar del internacionalismo proletario
y de la solidaridad revolucionaria de antaño.19
Esa experiencia frustrada de la izquierda revolucionaria a finales de cuentas
relativamente corta y espacialmente delimitada de la lucha armada se benefició
de esa valoración idealizada entre intelectuales fuera de Venezuela en aras de
la lucha antiimperialista. En la estrategia castrista de apoyo a los movimien-
tos insurreccionales y a las actividades subversivas de izquierda, en el caso
de Venezuela, terció ya el factor geopolítico o mejor dicho petrolero como lo
subrayaron tempranamente intelectuales como Carlos Rangel o Antonio Sán-
chez García: de ahí esa “complicidad temprana” –en términos de E. Burgos–, el
interés estratégico de Castro y su decisión de intervenir política y militarmente
en el conflicto interno venezolano durante los años 1960-1970, los campos de
entrenamientos organizados al efecto y el intento de desembarco de guerrille-
ros en Machurucuto. Este intento de intervención militar en Venezuela ideado
desde Cuba, en mayo de 1967, fue objeto de una seguida celebración por el
gobierno bolivariano de acuerdo con el sitio (entonces) chavista Aporrea, me-
diante los “centros de formación ideológicas” y “caravanas ideológicas” del
año 2006, dentro de un “programa de reivindicación antiimperialista” llevado
por el ideólogo William Izarra. Según estimaciones del Departamento de Es-
tado norteamericano, Venezuela fue el país del cual salió “el mayor grupo de
jóvenes” con destino a La Habana desde 1962, lo que se relaciona asimismo
con la intensidad de las acciones dirigidas en contra del régimen de Betancourt.
No carece de interés recordar, en la mente de varios actores del periodo (i.e. el
Comandante cubano Manuel Piñeiro alias “Barba Roja”), la importancia estra-
tégica del país, y consiguientemente, el grado de conflictividad alcanzado du-
rante la presidencia de Rómulo Betancourt. Habría que mencionar asimismo las
fuerzas publicitadas por la guerrilla (PCV, PIR) y el tema del petróleo, sendas
características asemejarían a Venezuela a un “nuevo Vietnam” en el continente.
El análisis fue compartido por tantos personajes tan disímiles como Antonio
García Ponce, miembro de la Dirección Nacional del PCV en los años 60 (mé-
dico, historiador, profesor universitario, escritor, y desde un principio opositor
al chavismo), y el mismo “Che” Guevara (a quien se intentó colocar al frente
de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional/FALN venezolanas), como por
los servicios de seguridad de Estados Unidos. Junto al tema clave del recurso
petrolero y de los paralelismos que se establecieron entre la Revolución cubana
y la Revolución bolivariana, se consideraba además a la misma “cultura petro-
lera” como más permeable a las influencias ideológicas.20
Estos tempranos nexos entre Cuba y Venezuela, que Antonio García Pon-
ce hace remontar al año 1946 y al Congreso de Unidad de los Comunistas,
contemplan en efecto la participación de figuras claves del poder en Cuba, de
cuadros importantes del Ejército revolucionario cubano, “importantes no sólo
por lo que fueron, sino por lo que llegarían a ser”. Fungirían en efecto como
jefes de Estado Mayor en las guerras libradas en África durante los años setenta
y ochenta o como miembros del PCC y de las instancias dirigentes de la isla
(Raúl Menéndez, Ulises Rosales del Toro, Silvio García Planas...), llegando a
conformar “un grupo de élite”. A juicio de Juan Bautista Fuenmayor, dirigente
del grupo conformado por el PCV junto con Ricardo A. Martínez, la participa-
ción de los cubanos “se convirtió en una franca imposición de la fusión de las
tres corrientes partidistas” en aras del “internacionalismo proletario” (aparte del
PCV, el PCVU de los hermanos Gustavo y Eduardo Machado y Luis Miquile-
na, y el Grupo No, de Miguel Otero Silva). Esta participación ostensible contó
con la presencia en Caracas del Secretario General del PSP de Cuba (el Partido
Socialista Popular, que había abandonado las viejas siglas del PCC durante
la Segunda Guerra mundial), Blas Roca. Más adelante, Cuba se convirtió en
uno de los principales santuarios de la guerrilla venezolana. Con sus coman-
dantes o comisarios, participó asimismo en las dos expediciones guerrilleras a
Venezuela, la de las costas de Machurucuto ya mencionada (mayo de 1967) y
otra a las costas de Falcón (1968), anticipando de forma nítida la organización
impuesta durante el chavismo (ingeniería ideológica, a través de instructores y
especialistas en deportes, medicina, educación, etc., amén del entrenamiento
militar). Esta estrecha “colaboración” se llevó a cabo en nombre no de la im-
posición de un modelo sino del internacionalismo como lo puntualizó Luben
Petkoff y se apoyó en una extensa red de seguridad y espionaje. La ruptura de
Fidel Castro con los comunistas venezolanos se dio cuando éstos adoptaron la
llamada táctica de la Paz Democrática o proceso de pacificación –lo que equi-
valía a abandonar la lucha armada– adelantado durante el primer gobierno de
Rafael Caldera. Para Elizabeth Burgos, los nexos de sectores de la izquierda
20 E. Mondolfi Gudat, La insurrección anhelada..., cit., pp. 59-60, 72. Elizabeth Burgos, “Para-
lelismos cubanos en la revolución bolivariana”, en Revista Venezolana de Ciencia Politíca,
29 (2006), pp. 39-71 http://www.saber.ula.ve/handle/123456789/24889 Un breve recuento del
episodio en Ángel Bermúdez, “Cómo fue el ‘desembarco de Machurucuto’, el intento de inter-
vención militar en Venezuela ideado en Cuba por Fidel Castro”, BBC News Mundo, 16 febrero
2019, https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47263573 “CFI Miranda rindió
homenaje a Antonio Briones luchador cubano que desembarcó en Machurucuto”, 10/07/2006,
Aporrea.org, https://www.aporrea.org/actualidad/n80593.html William E. Izarra, “La Carava-
na de la Ideología”, 27/3/2006, Rebelión https://rebelion.org/la-caravana-de-la-ideologia
Frédérique Langue y María Laura Reali 55
venezolana con la revolución cubana son un poco más tardíos, del año 1958,
tras la caída de la dictadura de Pérez Jiménez y durante los primeros años de la
Revolución cubana. La presencia de cubanos exiliados en Caracas, el asesora-
miento de parte de Venezuela (cuyo Ejército le envió armas a Fidel Castro en la
Sierra Maestra, por decisión del presidente de la junta de gobierno civil militar,
el Contralmirante Wolfgang Larrazábal) confortaron las relaciones establecidas
por la izquierda venezolana con sus pares cubanos. El mismo origen militar de
la Revolución bolivariana (desde el MBR-200, logia militar en sus inicios) y la
“peculiar y tradicional complicidad de sectores de la izquierda venezolana con
el estamento militar –la ‘simbiosis militar-civil y político-militar’ señalada por
Domingo Irwin–, facilitaron la ‘fusión del ‘bolivarianismo’’ con el castrismo”.
Esta conjunción abarca un período largo aunque significativo, de la Revolución
de Independencia al samán de Güere y al “divino Bolívar” tan preciado de la
historia oficial y de la teleología bolivariana reunidas, y del “bolivarianismo”,
que la necesidad de los héroes había convertido ya en “religión republicana” e
incluso en “culto por y para el pueblo” de acuerdo con Germán Carrera Damas.
A estas circunstancias se le añade la marcada y latente tendencia a la conspira-
ción del pretorianismo criollo a lo largo del siglo XX a pesar de la moderniza-
ción del Ejército en los años treinta –durante el gomecismo (1908-1935)– tal
como la evidenció también Domingo Irwin.21
21 Antonio García Ponce, Adiós a las izquierdas, Alfadil Ediciones, Caracas, 2003, pp. 120-122.
E. Burgos, “Paralelismos cubanos...”, cit. F. Langue, Hugo Chávez y le Venezuela..., cit., pp.
55 y ss. y “Bolivarianismos de papel...”, cit. Domingo Irwin, Hernán Castillo, Frédérique Lan-
gue (coord.), Pretorianismo venezolano del siglo XXI: ensayos sobre las relaciones civiles y
militares venezolanas, UCAB-UPEL, Caracas, 2007; Domingo Irwin e Ingrid Micett, “Logias
Militares Venezolanas y Conspiración, 1972-febrero de 1992”, Argos, Núm. 54, Caracas, 2011,
http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0254-16372011000100003 D. Irwin
con Frédérique Langue, “Militares y democracia. ¿El dilema de la Venezuela de principios del
siglo XXI?”, Revista de Indias, Núm. 231, 2004, pp. 549–560 https://revistadeindias.revistas.
csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/426 Elías Pino Iturrieta, El divino Bolívar. Ensa-
yo sobre una religión republicana, Catarata, Madrid, 2003. Germán Carrera Damas, El culto a
Bolívar, Grijalbo, Caracas, 1989.
56 Las ideologías de la nación
–así el 2 de enero del 63, con motivo del cuarto aniversario de la Revolución, y
que sería conocido como la Segunda Declaración de La Habana–, y en defensa
de una revolución calificada por aquel “transformador social” (G. Carrera) de
“democrática” y “evolutiva”–. El mismo discurso presidencial llegó a cobrar un
tono belicista y durante el gobierno de R. Leoni existiría una política expresada
desde el punto de vista civil y, paralelamente, otra de tipo represivo, violen-
ta y asumida por los militares. El enfrentamiento tuvo como consecuencia un
paulatino debilitamiento del poder civil durante la presidencia de Leoni (Luis
Alberto Buttó). Sin embargo, esta “década trágica” (en los términos de A. Blan-
co Muñoz) y violenta, y “guerra prolongada” (de acuerdo con las proclamas
del MIR fundamentalmente, por lo menos de los partidarios intransigentes de
la línea insurreccional, y de los disidentes del PCV que se asemejaban ya a un
sector “duro”) y derrota no por eso significó el quiebre de la estrecha y solida-
ria relación con Cuba: los sectores civiles irreductibles siguieron manteniendo
relaciones con la isla (siendo muchos de ellos militantes de la juventud comu-
nista del PCV, hasta participar en la fallida invasión de República Dominicana
organizada por Cuba en junio 1959), se incorporaron en la labor conspirativa
antes mencionada para terminar integrados al chavismo.
Al carecer de modelo propio y en medio de desavenencias internas, la iz-
quierda llevada al poder por la elección de Chávez no hubiera tenido más al-
ternativa que seguir un modelo cubano disfrazado de “bolivarianismo”, con la
colaboración de ideólogos como la chileno-cubana Marta Harnecker, autora de
un manual de marxismo-leninismo de amplia difusión en las jóvenes genera-
ciones de militantes radicales latinoamericanos. A este fin apuntarían de forma
similar la presencia de los servicios de inteligencia cubana, la centralización
absoluta del poder del Estado, desvirtuando incluso mecanismos democráti-
cos, con el respaldado por las Fuerzas Armadas (milicias populares incluidas)
y el Ministerio del Interior, y una amplia red de “solidaridad” internacional.
La “pasión cubana” y sus avatares violentos, sus imágenes y procedimientos,
sus mitos discursivos también y la consiguiente carga emocional que conlle-
van (i.e. el magnicidio, al igual que para Fidel Castro), su temprana estrategia
continental (llevada en especial por el “Che” Guevara), el intento de politizar
el sector militar, el control férreo de los medios de comunicación, su presencia
en Venezuela y la constante injerencia en la política nacional otrora aceptados
o silenciados en nombre de internacionalismo tendrían como consecuencia la
pérdida por Hugo Chávez del apoyo de la clase media, de no pocos intelectua-
les de izquierda así como de casi todos sus colaboradores en la primera fase de
su gobierno: un “adiós a las izquierdas”, para retomar el título de otro libro de
Antonio García Ponce.22
22 E. Burgos, “Paralelismos cubanos...”, cit. A. García Ponce, Adiós a las izquierdas..., cit. E.
Mondolfi Gudat, La insurrección anhelada..., cit., pp. 77, 92-93, 142. Germán Carrera Da-
mas, Rómulo histórico, Editorial Alfa, Caracas, 2013, pp. 326-328, 402-403, 410-411. Agustín
Frédérique Langue y María Laura Reali 57
la oficialidad joven (i.e. William Izarra, Hugo Chávez) y los sectores de la ex-
trema izquierda (Douglas Bravo). Aprovecharon el auge de las logias militares
ya citadas: ARMA (Acción Revolucionaria de Militares Activos), M-83 (Mo-
vimiento 83) y MBR-200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200), pero
también los contactos tejidos dentro del mundo universitario e, in fine, con la
sociedad civil y ciertos partidos (Causa R., con Alfredo Maneiro y Pablo Me-
dina). De la formación de células conspirativas –y de cuadros militares– junto
a los centros de enseñanza militar, se encargaría Douglas Bravo. Luego de la
ruptura entre partidarios de la lucha armada y “pacifistas” en el PCV, D. Bravo
terminó dejando la dirección de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional
(FALN) para crear su propio partido, el Partido de la Revolución Venezolana
(PRV, 1966), un partido que reivindicaba el marxismo-leninismo y pregonaba
el lema de la liberación nacional. El resultado de estas múltiples conexiones y
de sus avatares en términos de poderes fácticos desembocó en un entramado
civiles-militares y en un pretorianismo latente, con repetidas tendencias cons-
piradoras que se expresarían en los sucesos de febrero y noviembre de 1992 (se
ubica en el año 1977 la incorporación de Chávez en un primer grupo conspira-
tivo). Sentaría por lo tanto las bases del proyecto bolivariano y de su expresión
ya no exclusivamente militar sino política y electoral –aunque en perjuicio del
llamado control civil sobre la institución castrense, tema escasamente o nunca
mencionado, al igual que el profesionalismo militar, en el Parlamento vene-
zolano durante el chavismo–, como sucedió a raíz de la llegada de Chávez al
poder (1999). A los testimonios de no pocos actores, debidamente recogidos en
las recopilaciones de Agustín Blanco Muñoz y Alberto Garrido, se añaden evi-
dencias testimoniales como las del exguerrillero Douglas Bravo o de Américo
Martín, convertidos al igual que otros actores de la lucha armada en críticos
acérrimos del chavismo. Hay que señalar además el impacto que tuvo en las
memorias colectivas y en las representaciones sociales el fallido golpe del 4
de febrero de 1992, capitaneado por H. Chávez y sobradamente mediatizado
(el “por ahora”): sigue siendo la “rebelión de los ángeles”, de acuerdo con el
libro testimonial de la periodista y exguerrillera Ángela Zago (otrora cercana a
H. Chávez), contribuyendo con esta denominación sobradamente simbólica en
legitimar el uso “progresista” de la violencia insurreccional.24
24 Sobre la cuestión del “control civil”, remitimos a los estudios reunidos en: Domingo Irwin G.,
Luis Alberto Buttó, Frédérique Langue, Control Civil y Pretorianismo en Venezuela, UCAB,
Caracas, 2006. Domingo Irwin, Ingrid Micett, Caudillos, militares y poder. Una historia del
pretorianismo en Venezuela, UPEL/UCAB, Caracas, 2010, pp. 240 y ss., 253, 259. Hernán
Castillo, Militares y control civil en Venezuela, Mérida, Universidad de los Andes/USB, Mé-
rida, 2013, p. 322. Cristina Marcano, Alberto Barrera Tyszka, Hugo Chávez sin uniforme, De-
bate, Caracas, 2004, pp. 77-79. Angela Zago, La Rebelión de los Ángeles, Fuentes Editores,
Caracas, 1992. Sobre el particular, véanse F. Langue, Hugo Chávez et le Venezuela..., cit., pp.
65 y ss. Paula Vázquez Lezama, “Les “Anges rebelles”: la légitimation de la violence insurrec-
Frédérique Langue y María Laura Reali 59
tionnelle dans la Révolution bolivarienne”, Problèmes d’Amérique latine, Núm. 79, 2011, pp.
119-132.
25 Frédérique Langue, “El laberinto del historiador. Militancia y revolución en el espejo del tiem-
po presente”, Los mundos de Juan Carlos Garavaglia, Illes i Imperis, Barcelona, Universitat
Pompeu Fabra, Núm. 21, 2019, pp. 261-276 https://www.raco.cat/index.php/IllesImperis/arti-
cle/view/10.31009-illesimperis.2019.i21.11/452536 Sobre la Revolución cubana, el papel de
los intelectuales y el manejo de las emociones, cfr. Rafael Rojas, “Anatomía del entusiasmo”,
Encuentro de la Cultura Cubana, Núm. 45-46, 2007, pp. 3-15 https://rialta.org/wp-content/
viewer/encuentro/2007-N45-46/index.html#page=1. Frédérique Langue, “Fidel Castro stratè-
ge de l’image ou la mise en scène de la Révolution”, Carnet de l’IHTP, 9/1/2017, https://ihtp.
hypotheses.org/2457#more-2457 “¿Quién fue Douglas Bravo, el icónico guerrillero que falle-
ció por covid-19?”, Eldiario, 10/7/2021, https://eldiario.com/2021/01/31/douglas-bravo-uerri-
llero-fallecio-covid-19
26 Edgardo Mondolfi Gudat, La insurreccion anhelada..., cit., p. 70. Elizabeth Burgos, “Fantasía
Roja”, Webarticulista.net, 6/7/23007, http://webarticulista.net.free.fr/eb200708071210+Eliza-
beth-Burgos+Ivan-de-La-Nuez+Fantasia-Roja+Cuba.html
60 Las ideologías de la nación
donado con el premio Ortega y Gasset (2015) sin poder ir a recoger su premio,
se convirtió incluso en el símbolo de las contrastadas aspiraciones democráticas
de izquierda tal como las expresó la generación de Puntofijo. El observador
más agudo de los procesos políticos y de la tragedia venezolana pertenecía, en
efecto, a una generación cuyo compromiso se confundió como tuvimos la opor-
tunidad de reseñarlo con los inicios de la democracia venezolana (1958), en el
preciso momento en que la Revolución Cubana ejercía su notable influencia
entre la juventud del continente. Entró en política por no decir en resistencia du-
rante la dictadura de Pérez Jiménez, y luego durante la presidencia de Rómulo
Betancourt –al abrir frentes guerrilleros junto a otros dirigentes del PCV y del
MIR. Al igual que muchos políticos de izquierda a finales de los años sesenta,
se acogió a los términos de la pacificación propuesta por los gobiernos de Raúl
Leoni y Rafael Caldera, y eligió la vía del socialismo democrático. Rechazó el
dilema entre el dogmatismo que opuso la Revolución Cubana a la experiencia
de Allende, como lo puntualiza en Dos izquierdas. Ahora bien, otra ruptura se
produjo cuando Teodoro se separó del MAS luego de que el partido decidiera
apoyar la primera candidatura de Hugo Chávez a las elecciones presidenciales
(1998): “Esa mezcolanza de autoritarismo militar con el izquierdismo más pri-
mitivo no podía sino producir un desastre”, aparte de la ausencia de un proyecto
político verdadero en torno a un Chávez rodeado de náufragos de esa izquierda
marxista-leninista, como recordó en una entrevista con Rafael Uzcátegui. Con
la fundación de Tal Cual se inició la segunda etapa de su vida como intelectual,
de escritor (una docena de libros sobre el pensamiento político y la defensa de
la democracia) y periodista de renombre y hombre público, convirtiéndose en
un crítico acérrimo del presidente H. Chávez, aunque dentro de un respeto a la
vez mutuo y lejano, muy distinto al “encono de la militancia bolivariana” como
lo subrayó a ciencia cierta el diario El País. Son célebres sus tomas de posición
acerca de esa izquierda “falsamente radical” que calificaba asimismo de “bor-
bónica” (en Dos izquierdas) –e incluso “périférica”, en el caso del gobierno
Kirchner y de los Montoneros– una izquierda que
Indicó sin embargo que, antes de que desembocara en “un problema” (ver su
libro El chavismo como problema, 2010), una “respuesta demagógica supues-
tamente de izquierda” y una polarización extremada, en ausencia de un centro
opositor reformista con capacidad de contrarrestar los extremos, la “experien-
cia de Chávez” (más que de su sucesor) se fundó en un liderazgo capaz de
62 Las ideologías de la nación
encarnar una movilización social y una identificación con este tipo de líder
providencial, y más adelante, en el convencimiento de que “la conflictividad
permanente y la agudización de las contradicciones, como reza la vieja conseja
marxista-leninista, le han dado resultados y lo animan a seguir por ese camino”.
Ahora bien, el director de Tal Cual no vaciló en recordar, en contra de “una
manifiesta tendencia en la opinión pública mundial a considerar a Hugo Chávez
como un gobernante y líder político de izquierda”, que esta apreciación no era
más que una “tautología”, a menos –prosiguió–, “que aceptemos el supuesto de
que el estalinismo y el fidelismo constituyen la izquierda por antonomasia”. El
defensor de un socialismo democrático (a través de vías electorales) recordó
asimismo la similitud, en su discurso, en su comportamiento y en el movimien-
to social que lideró, con algunos “elementos fascistas, en todo caso de extrema
derecha, pertenecientes a la tipología que Umberto Eco denomina ‘Ur Fascis-
mo’” (manipulación de la historia y el hecho de apelar a determinadas tradicio-
nes históricas, el culto hacia cierta versión de la misma, el culto a la violencia y
a la muerte, el lenguaje belicista y las posturas militaristas, el negarle legitimi-
dad a la oposición, el llamado a aniquilar al “otro”, la falta de término medio,
un está a favor o en contra, la disyuntiva amigo-enemigo, etc.). Aunque ciertos
rasgos del fascismo “banal” lo sean también de regímenes comunistas, como
lo precisó, al considerar estos rasgos de la teleología revolucionaria/bolivariana
y de la narrativa acerca del “segundo Bolívar” y de la “fe bolivariana”, dicho
de otra forma, de ese “desenfrenado y fastidioso personalismo autoritario” que
desmenuzó en sus crónicas de Tal Cual. Así dio a conocer un temprano testi-
monio vivencial de esta “revolución de las oportunidades perdidas” y su aleja-
miento no sólo estratégico sino de fondo, respecto a la izquierda encarnada por
el chavismo. En el mismo rubro de siniestra convergencia de los extremos, hay
que recordar ciertas reacciones a su desaparición, cuando la esposa de un gene-
ral representativo de una derecha nacionalista y de cierta parte de la oposición,
lo calificó de “extranjero”, “terrorista” y “comunista”, una actitud que Teodoro
siempre combatió en todos sus escritos, incluso cuando se referían a chavistas.28
28 Entrevista con Teodoro Petkoff, candidato presidencial del Movimiento al Socialismo MAS,
Venevisión, 11/4/12983, Archivo Digital Sofía Ímber y Carlos Rangel http://cic1.ucab.edu.
ve/cic/php/buscar_1reg.php?Opcion=leerregistro&Formato=w&base=imber&cipar=imber.
par&Mfn=3909&Expresion=_(!BPetkoff,_Teodoro Alonso Moleiro, “Muere el intelectual y
opositor venezolano Teodoro Petkoff. El fundador del diario venezolano ‘Tal Cual’ y Premio
Ortega y Gasset de 2015 ha muerto a los 86 años”, 31/10/2018, El País, https://elpais.com/in-
ternacional/2018/10/31/america/1541009780_526001.html Antonio López Ortega, “Teodoro
Petkoff:” El antivirus del chavismo está en el reformismo avanzado”, Encuentro, 24-25, 2004-
2005, pp. 152-160. Tomás Straka, “Teodoro y la tragedia de la democracia venezolana”, Pro-
davinci, 5/11/2018 https://prodavinci.com/teodoro-y-la-tragedia-de-la-democracia-venezola-
na/ Entrevista con Rafael Uzcátegui, Teodoro Petkoff: “El papel de una izquierda después de
Chávez es ver como sobrevive”, Perdido en Itaca. La bitácora de Rafael Uzcátegui, 1/11/2018
https://rafaeluzcategui.wordpress.com/2018/11/01/teodoro-petkoff-el-papel-de-una-izquier-
da-despues-de-chavez-es-ver-como-sobrevive/ Teodoro Petkoff, El Chavismo como problema,
Frédérique Langue y María Laura Reali 63
Libros Marcados, Caracas, 2010, pp. 145 y ss. Teodoro Petkoff, Hugo Chávez, tal cual, Los
libros de la Catarata, Madrid, 2002. Marcel Gascón, “Entrevista a Xabier Coscojuela [nuevo
director de Tal Cual]: “Teodoro Petkoff tuvo claro desde el primer día que Chávez no le con-
venía a Venezuela”, 29/11/2018 https://letraslibres.com/politica/entrevista-a-xabier-coscojue-
la-teodoro-petkoff-tuvo-claro-desde-el-primer-dia-que-chavez-no-le-convenia-a-venezuela/
Alonso Moleiro, Sólo los estúpidos no cambian de opinión. Conversaciones con Teodoro Pe-
tkoff, Editorial Alfa, Barcelona, 2018.
29 Ewald Scharfenberg, “Un juez cierra la causa contra el periodista venezolano Teodoro Pe-
tkoff por difamar a un dirigente chavista”, El País, 14/9/2017 https://elpais.com/inter-
nacional/2017/09/14/america/1505355744_798244.html “Teodoro Petkoff, al recibir el
premio: “Tengo Venezuela por cárcel (con vídeo), El País, 6/5/2015 https://elpais.com/
elpais/2015/05/06/videos/1430933776_616525.html “Califican como violación de DDHH
examen psiquiátrico a Teodoro Petkoff”, Analítica, 2/9/2017 https://www.analitica.com/ac-
tualidad/actualidad-nacional/califican-como-violacion-de-ddhh-examen-psiquiatrico-a-teo-
doro-petkoff/ “Sigue el hostigamiento contra Teodoro Petkoff”, Tal Cual, 1/9/2017 https://
talcualdigital.com/sigue-el-hostigamiento-contra-teodoro-petkoff/ “Luis Almagro rechazó
hostigamiento a Teodoro Petkoff”, El Nacional, 2/9/2017 https://www.elnacional.com/vene-
zuela/politica/luis-almagro-rechazo-hostigamiento-teodoro-petkoff_201772/
30 Antonio López Ortega, “De la mano de Teodoro Petkoff”, El País, 1/11/2018 https://elpais.
com/internacional/2018/11/01/actualidad/1541080644_821217.html?rel=buscador_noti-
cias Del mismo autor: “Teodoro Petkoff:” El antivirus del chavismo está en el reformismo
avanzado”, cit. Democracia y derechos humanos. Teodoro Petkoff, un político excepcional,
Fundación Friedrich Ebert Stifnung, Caracas, de 2022 https://library.fes.de/pdf-files/bueros/
caracas/18886-20220221.pdf Teodoro Petkoff, Dos Izquierdas, Alfa, Caracas, 2000 y el texto
sobre el mismo tema publicado en Nueva Sociedad, Núm. 197, 2005, pp. 114-128 https://nuso.
org/articulo/las-dos-izquierdas
64 Las ideologías de la nación
normas que permitan un mayor conocimiento del pasado e impidan alguna que
otra forma de negacionismo sino más bien lo contrario: el imaginario de la Re-
volución en los inicios del siglo XXI da pie no sólo a una memoria sesgada y
a un “bolivarianismo de papel” sino a una dictadura asentada en una ingeniería
ideológica que hunde sus raíces en la historia todavía mitificada del continente.
La “comunidad emocional” que surge en este caótico tiempo presente y que
se deriva del imaginario de esas décadas violentas, aunque idealizadas, y del
“proceso” de las últimas décadas, dicho de otra forma, de la “Revolución” por
lo menos en tiempos de H. Chávez no contribuye poco en esa aprensión sin
matices de un pasado vinculado a la acción política. Se le añadiría una suerte
de teoría conspirativa de la historia, ya señalada por Teodoro Petkoff y am-
pliamente difundida por el discurso chavista. En ese aspecto, el manejo de las
emociones sigue siendo una vía todavía poco explorada por el análisis del fenó-
meno revolucionario en su dimensión mítica, así como la “ingeniería utópica”
que conlleva –en cuanto factor de consenso entre sus seguidores, pero también
instrumento de mayor control social–, y constituye por lo tanto una apuesta
epistemológica para futuras investigaciones. En otras palabras: lejos de ser una
“nueva virtud”, esta “memoria larga” de la “insurgencia” tal como la pregona la
historia oficial dista de ser la memoria “justa” puesta de relieve por el filósofo
Paul Ricœur, sino que es una fuente de resentimiento social e individual y por lo
tanto de conflicto permanente, en perjuicio de la democracia pregonada (o no)
que tanto necesita de una historia no militante sino comprometida.34
L
a literatura contemporánea sobre populismo, marcada por el auge de la
demagogia y del ultranacionalismo xenófobo en Europa y Estados Uni-
dos, se caracteriza cada vez más por el olvido de la historicidad. Sin
embargo, los regímenes nacional-populares en América Latina, junto con el na-
rodnichestvo ruso y el People’s Party estadounidense, fueron las experiencias
fundadoras de un populismo que ha dejado legados en la política contemporá-
nea, lejos de la demagogia y de la extrema derecha. El caso latinoamericano
es aún más ejemplar en la medida en que el populismo constituye una tradi-
ción política continental, una de las singularidades del subcontinente que más
impactaron las ciencias sociales. En América Latina, el populismo marca la
entrada en la modernidad política, a la vez estatal, nacional y democrática. En
el siglo XX, el populismo latinoamericano fue una ideología de acción pública
con matices específicos, cuyos objetivos eran la modernización económica, la
integración social de las masas populares y la democratización de las socie-
dades nacionales. Derrotada por las dictaduras militares, y luego por el giro
neoliberal de los años 1980 y 1990, esta ideología de acción pública ha vuelto
a ponerse de moda con las revoluciones rosas de principios del siglo XXI: la
revolución bolivariana en Venezuela (1998), la revolución indígena en Bolivia
(2006) y la revolución ciudadana en Ecuador (2007). Entre estos “neopopulis-
mos”, nuestra contribución aborda el caso de Bolivia: su historia política desde
la Revolución Nacional del 1952 es sintomática de la prevalencia de la ideo-
logía populista en el imaginario nacional. Este país andino se construyó como
Estado-nación democrático tras un primer experimento populista, el del Movi-
miento nacional revolucionario (MNR) de Víctor P. Estenssoro en los años 50.
68 Las ideologías de la nación
2 Gino Germani, Authoritarianism, Fascism, and National Populism, Transaction Books, Lon-
don/New Brunswick, 1978; René Mercado Zavaleta, Lo nacional popular en Bolivia, Plural,
La Paz, 2010.
3 James M. Malloy, The Uncompleted Revolution, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh,
1972.
70 Las ideologías de la nación
4 Guillermo Lora, A History of the Bolivian Labour Movement, 1948-1971, Cambridge Univer-
sity Press, Cambridge, 1977.
5 Christine Delfour, “La gouvernance politique: des acteurs partenaires et concurrents. Le cas
du Mouvement Nationaliste Révolutionnaire (1952-1964)”, en Denis Rolland y Joëlle Chassin
(dir.), Pour comprendre la Bolivie d’Evo Morales, L’Harmattan, París, 2007.
6 Laurent Lacroix, “Changements de modèles, changements d’acteurs (1982-2005)”, Pour com-
prendre..., cit., p. 80.
Frédérique Langue y María Laura Reali 71
9 John Crabtree, George Gray Molina y Laurence Whitehead (ed.), Tensiones irresueltas. Boli-
via, pasado y presente, Plural, La Paz, 2009.
10 Silvia Rivera Cusicanqui, Violencias (re)encubiertas en Bolivia, Ediciones La mirada salvaje,
La Paz, 2010.
11 Hervé Do Alto, “Le MAS-IPSP d’Evo Morales, à la croisée des politiques institutionnelle et
contestataire”, en D. Rolland y J. Chassin (dir.), Pour comprendre la Bolivie d’Evo Morales…,
cit., p. 103.
Frédérique Langue y María Laura Reali 73
12 El TIPNIS (Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Secure) es un proyecto de carretera
que une las principales ciudades bolivianas con Brasil. El gobierno de Morales ha dado marcha
atrás varias veces en este proyecto de infraestructura vial, financiado en gran parte por Brasil,
debido a la oposición de las principales organizaciones indígenas. Robin Cavagnoud, “La Bo-
livie et la révolte des indigènes du TIPNIS”, Courrier international, 02/01/2011.
13 Desde una perspectiva de largo plazo, véase el fracaso del proyecto del presidente boliviano
Manuel Isidoro Belzu (1848-55) de crear una república de artesanos y terratenientes. Guiller-
mo Lora, “Non contractual Relations in Business: A Preliminary Study”, en Marc Granovetter
y Richard Swedberg, The sociology of economic life, Westview Press, Boulder, 1967.
74 Las ideologías de la nación
Beni, Tarija y Pando), que concentran los principales recursos estratégicos –gas
y petróleo– quieren separarse del Estado central y boicotean la ANC, que queda
completamente paralizada. Al igual que los “pueblos indígenas” despertados
políticamente por el MAS, estos departamentos se ven entonces como una “na-
ción dentro de la nación”. A una “falsa” nación indígena (“colla”), una nación
de retrógrados, irracionales e indolentes, oponen una “auténtica nación” (“cam-
ba”), formada por trabajadores honestos y patriotas que luchan a diario contra
los excesos autoritarios del MAS.
A esta polarización racista, el MAS responde radicalizando su polarización
populista. Los partidarios de la nación “camba” no son más que los viejos oli-
garcas disfrazados: los comités cívicos secesionistas de Santa Cruz “quieren
apropiarse de los recursos estratégicos del país, y siempre han luchado contra
el pueblo, desde las primeras nacionalizaciones revolucionarias”.15 La voluntad
de Morales de garantizar, en su discurso de posesión, que “el movimiento indí-
gena no es vengativo”, señala algo de los temores y frustraciones sociales que
el populismo genera políticamente: la transformación de su pueblo de utopía
democratizadora en sujeto de eterna venganza, llamando a sus enemigos a ha-
cer lo mismo, hasta la destrucción mutua. Es una de las paradojas políticas del
populismo: un modo de politización que, aspirando a refundar la democracia,
acaba reduciendo el espacio público a una guerra fratricida.
15 Palabras de Evo Morales recogidas por La Razón, 18/06/2006. Los comités cívicos, reactiva-
dos por el “Diálogo Nacional” del presidente Hugo Banzer entre 1997 y 2002, están dirigidos
por representantes de la élite industrial de forma corporativa. Desde su feroz oposición al
proyecto de nacionalización atemperada de Carlos Mesa, se oponen a todo intervencionismo
estatal y ensalzan las virtudes de la “sociedad civil”.
76 Las ideologías de la nación
16 Al mismo tiempo que la población de El Alto se dispara: el 90% de sus 800.000 habitantes en
2005 vienen de la migración de los 80. Raúl Zibechi, Dispersar el poder, Abya Yala, La Paz,
2007, p. 45. Debido a la pirámide demográfica específica de El Alto, el trabajador medio es
joven, de sexo femenino, muy pobre y graduado de los primeros años de la escuela secundaria
(8 % de analfabetismo y 52 % de la población con un segundo año de estudios). Para cifras
detalladas sobre la demografía de El Alto, véase Rafael Indaburu, Evaluación de la ciudad de
El Alto, USAID, 2007.
17 Felix Patxi, Sistema communal, una propuesta alternativa al sistema liberal, CEA, La Paz,
2004.
18 P. Mamani, El rugir de las multitudes…, cit., pp. 192-193.
19 Las identidades geográficas y/o profesionales de los inmigrantes también intervienen en esta
hibridación. Así, el barrio Villa Ingenio de El Alto está poblado únicamente por migrantes de
las regiones de Achacahi y Warisata; Villa Esperanza y Villa Santiago son barrios de ex-mine-
ros (sus plazas centrales albergan estatuas de mineros, y el sindicato de mineros CSUTCB tiene
una fuerte presencia); Villa Tunari fue creada por trabajadores “desmovilizados” del aeropuer-
to central, y Primero de Mayo por herreros.
Frédérique Langue y María Laura Reali 77
20 Alvaro Garcia Linera, Pour une politique de l’égalité. Communauté et autonomie dans la
Bolivie contemporaine, Les Prairies ordinaires, París, 2008.
21 Jo-Marie Burt, Philip Mauceri, Politics in the Andes: Identity, Conflict, Reform, University of
Pittsburgh Press, Pittsburgh, 2004, pp. 12-25.
78 Las ideologías de la nación
“Desde que el MAS está en el poder, todos piensan que los Alte-
ños han encontrado su voz. Pero no es nada evidente, porque la
gente es mucho más codiciosa ahora. Lo ves en todas partes: las
otras JV se vuelven locas por el dinero que les da el gobierno y se
prostituyen ante el partido, ante el sindicato. Todo para conseguir
un poco de poa [dinero para proyectos], un poco de financiación
para supuestamente reconstruir la carretera, o una pequeña sub-
vención para dar a su familia. Pero nunca se sabe dónde acabará
el dinero. Es grave.” [Habitante anónimo, JV “12 de octubre” (El
Alto), Diario de campo].
Muchos vecinos comparan esta “guerra” con la creciente elitización de los es-
pacios populares y la pérdida de impulso del “proceso revolucionario” que lle-
vó a Evo a la presidencia:
“Es evidente que la JV ha sido infiltrada por las lógicas del go-
bierno. Este problema de los gremios [sindicatos] de comercian-
tes informales que invaden nuestros espacios vitales y nos obli-
gan a transitar por los callejones de nuestras casas, que a veces
amenazan de muerte a los vecinos, es un problema nacional. Esta
es la corrupción del proceso revolucionario en los últimos años.
Evo se ha alejado de su base, como nuestro presidente de la JV se
ha alejado de nosotros” [Néstor F., JV “12 de octubre” (El Alto)].
peticiones contra los sindicatos que les dieron ese mismo puesto,
cuesta millones alquilar uno, pero bueno. Como ves, aquí viven
vecinos que se han aliado con los comerciantes. La calle es nues-
tro espacio, es nuestro espacio común. Si la comunidad quiere
defenderla, tiene que unirse a nosotros. Si somos un pueblo, te-
nemos que estar unidos para defender la calle de los sindicatos”
[María Elena B., JV “12 de octubre” (El Alto)].
24 Luc Boltanski, L’amour et la justice comme compétences. Trois essais de sociologie de l’ac-
tion, Métailié, París, 1990.
25 Luc Boltanski, Yves Darré, Marie-Ange Schiltz, “La dénonciation”, Actes de la recherche en
sciences sociales, num. 51, mars 1984, pp. 3-40.
Frédérique Langue y María Laura Reali 83
Conclusiones
La relación ambivalente que las clases populares bolivianas tienen con el “Es-
tado de los movimientos sociales” remite, en última instancia, a un mandato
paradójico en el corazón del populismo latinoamericano: ¿cómo emanciparse
frente a un Estado que proporciona las condiciones –institucionales y discur-
sivas– para hacerlo, pero que tiende a expropiar a las clases populares de su
autonomía?
Esta pregunta nos lleva a una observación final. El caso boliviano, al igual
que otras experiencias neopopulistas del mismo tipo muestra claramente que
cuando el Estado se abre a la participación popular, se puede constituir un pue-
blo entre los subalternos. Así, la democracia está atravesada por una línea de
fuga: por un lado, sigue designando una modalidad de dominación del Estado
en el sistema social, refiriéndose a las instituciones representativas, los proce-
dimientos delegativos y los dispositivos de políticas públicas. Por otro lado, se
redefine totalmente como modo de gubernamentalidad al surgir un conflicto
sobre quién tiene los títulos para gobernar. El pueblo que se forja en las JV es
el principal operador de este conflicto. Lejos de definir a una población que ya
“está ahí”, compartiendo una tradición, una lengua y una cultura claramente
identificables, este pueblo no es más que el otro nombre de un conflicto llevado
a cabo por quienes no tienen títulos para gobernar, dentro de una comunidad
política determinada26. Es este pueblo político, portador de un conflicto demo-
crático, que hizo posible el éxito, ya lejano, de parte de la izquierda latinoame-
ricana de principios del siglo XX.
26 Jacques Rancière, La mésentente. Politique et philosophie, Galilée, París, 1995, pp. 60-61.
Alquimia de un populismo trunco
Sobre Podemos y su recepción de la obra de Ernesto
Laclau
Julián Melo y Javier Franzé
citan? ¿Cómo los leyeron? ¿Cuál fue específicamente aquel trabajo teórico?
¿Por qué sería una marca distintiva o excepcional?
Nuestro énfasis estará colocado en interrogar cómo leyeron los dirigentes
centrales de Podemos a determinados autores, y no tanto en qué leyeron. Nos
preguntaremos también qué esperaban de esa teoría que estaban leyendo, qué
creían que les podía proveer. ¿Quizá la certeza en que se podía superar la vieja
política de la Transición Española precisamente porque Podemos estaba mejor
equipado teóricamente? Vayamos buscando pistas.
El párrafo siguiente de la presentación recién citada dice:
En línea con la frase de Gramsci que abre este texto, pareciera que no se trataba
sólo de un trabajo teórico entendido –quizás de manera brusca– como algo pu-
ramente especulativo, sino que el foco se colocaba en la combinación de teoría
y práctica. Y aunque no queda del todo claro por qué esa “ágil conexión” de-
mostraría el acierto del análisis que Podemos hacía, sí se ve que se parte de una
concepción que diferencia la teoría de la práctica. De la misma forma, se deja
en evidencia que ese rasgo combinatorio podría distinguir a Podemos (o al gru-
po que lo impulsó) de otras formaciones políticas (supongamos que el PSOE
o el PP) en las que no sólo estaría ausente la combinación de teoría y práctica
sino, más directamente, la reflexión teórica como motor de ese ensamblaje.
Ahora bien ¿es posible hacer una nómina de los referentes teóricos (inte-
lectuales) que abonan la hipótesis Podemos? Con seguridad sería muy amplia
pero, como la misma presentación que citábamos expresa, Ernesto Laclau y
Chantal Mouffe son dos de sus puntos de apoyo más determinantes.4 Y aquí
mismo, continuando con la búsqueda de pistas reflexivas, podemos iniciar
nuestra interrogación.
3 Íñigo Errejón y Chantal Mouffe, Construir pueblo…, cit., p. 7. El énfasis nos pertenece.
4 Por supuesto, otra referencia central e ineludible de Podemos, que está clara y linealmente
atada a la de Laclau y Mouffe, es la de Antonio Gramsci. Puede verse por ejemplo una muy
interesante entrevista que le realiza Jorge Alemán a Pablo Iglesias donde las referencias son
claras y múltiples sobre todo en lo que respecta a la relación del intelectual con lo político y lo
social: Jorge Alemán, “Conversación con Pablo Iglesias”, 23/11/2018, disponible en: https://
www.youtube.com/watch?v=b2w5LXpHH4Q
Frédérique Langue y María Laura Reali 87
Influencias
¿Qué significa que un autor o una autora influyen en otro autor? ¿Basta con
que alguien afirme que leyó tal o cual texto para determinar esa influencia?
¿Basta con que los cite? Yendo un poco más en profundidad: cuando hablamos
de influencia teórica o intelectual, ¿es posible definir distintas intensidades y
distintos momentos? Para ser más claros respecto de nuestro caso de estudio: no
es lo mismo afirmar que se ha recibido la influencia de Hegemonía y estrategia
socialista que la de La Razón populista.5 Esto porque aun el autor más coheren-
te reconoce meandros y matices en su obra, porque nunca es igual a sí mismo y
porque incluso sus preocupaciones históricas (de coyuntura) varían, se mueven,
se mezclan, cambian. No es lo mismo el Marx del Manifiesto Comunista que el
del Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, y así podríamos seguir.
Incluso más, cabría decir –con Borges, Foucault y Derrida– que no hay
autor, ni mucho menos su intención, sino más bien textos, que además no coin-
ciden con el libro como unidad de medida, ni son propiedad de quien los firma,
sino que forman parte de un caudal discursivo heterogéneo que los incluye,
constituye y desborda. Lo único que tenemos es la lectura, sede de toda pro-
ducción de sentido. Por eso es más relevante cómo se lee, el contrato de lectura
que se establece e imagina, y no tanto su resultado. Éste, en buena medida, está
prefigurado epistemológicamente en aquél. Si esto es así, parece difícil pensar
que quepa encontrar en cualquier texto un secreto escondido que resuelva, por
ejemplo, los dilemas de lo político. Ya no porque la práctica sea concreta y la
teoría, abstracta, ni porque la realidad sea pedestre y la reflexión, elevada. No,
la clave es que nunca podemos acceder a la teoría en puridad, como tal, preci-
samente porque la estamos leyendo.
En todo caso, la reflexión laclausiana es una presencia inesquivable para
entender los núcleos intelectuales de Podemos.6 Además, como decíamos, La-
clau no es uno,7 no sólo porque él mismo redefinió preocupaciones y búsquedas
(incluso su propia retórica) sino porque las lecturas de sus textos son múltiples.
Entonces ¿cuál Laclau es el que se avizora debajo de las intervenciones de
Podemos? ¿Cómo lo leyeron? ¿Hay efectivamente uno solo aun en Podemos?8
5 Las referencias a Laclau por parte de la dirigencia de Podemos en distintas instancias es más
que profusa. Como una muestra mínima de esa profusión, véanse: Jorge Alemán, “Conversa-
ción con Íñigo Errejón”, 26/12/2018, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=oV-
G8e7QO4E0; Jorge Alemán, “Conversación con Pablo Iglesias”, cit.; e Íñigo Errejón y Chantal
Mouffe, Construir pueblo…, cit.
6 Esto lo hemos trabajado también en Javier Franzé, “La trayectoria del discurso de Podemos:
del antagonismo al agonismo”, Revista Española de Ciencia Política, 44, 2017, pp. 219-246.
7 Un posible itinerario acerca de la no-unicidad de la obra de Laclau puede verse en Julián Melo
y Gerardo Aboy Carlés, “La democracia radical y su tesoro perdido. Un itinerario intelectual
de Ernesto Laclau”, PostData, Vol. 19, Núm. 2, 2014, pp. 395-427.
8 Esto lo observaremos más hacia el final cuando, por ejemplo, veamos ciertos matices en la
forma en que Errejón e Iglesias interpretan la relación entre populismo e institucionalismo
88 Las ideologías de la nación
aunque, por supuesto, los dos compartiesen, junto a Laclau, que se trata de lógicas distintas
o antitéticas. Para un desarrollo de dicha temática, no solo en referencia a Podemos, pueden
verse: Javier Franzé, “Un hogar para (la muerte de) la política: el institucionalismo en Laclau”,
Andamios, vol. 18, nro. 46, mayo/junio 2021; Julián Melo, “¿Dividir para reinar? La política
populista en perspectiva federal”, Revista SAAP. Publicación de Ciencia Política de la Socie-
dad Argentina de Análisis Político, vol. 3, Núm. 1, agosto 2007, pp. 103-122; Julián Melo,
“Fronteras populistas. Populismo, peronismo y federalismo entre 1943 y 1955”, Tesis doctoral,
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2009.
9 Nos referimos a Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia
una radicalización de la democracia, Siglo XXI editores, Madrid, 1987.
Frédérique Langue y María Laura Reali 89
Traducción y mimesis
Como sugerimos antes, la idea misma de traducción ofrece múltiples pliegues y
dificultades; es decir, la traducción perfecta no existe, sencillamente porque la
traducción como tal no existe. Pero, además, el punto de nuestra discusión no es
el de la “imperfección” de la traducción de Podemos del idioma laclausiano al
de la concreción política. Afirmar tal cosa implicaría, por un lado, sostener que
somos nosotros los que tendríamos entre las manos esa perfección traductora;
supondría que somos capaces de haber hallado ese mensaje homogéneo y pre-
claro que se “encontraría” entre las líneas escritas por un autor. Por otro lado,
significaría también que estamos en condiciones de definir una relación entre
teoría y práctica que ya rechazamos, pues sólo concebimos posible distinguir
ambos planos analíticamente. El punto tampoco sería intentar descubrir por
cuáles motivos los fundadores de Podemos se colocaron, o colocaron su ope-
ración política, en ese lugar de traducción. Antes, y más primariamente, la idea
es tratar de entender qué sería la traducción y cómo realizaron esa operación.
En una entrevista realizada en 2018, Jorge Alemán interroga a Íñigo Errejón
sobre los modos en que se lleva adelante el trabajo para quienes combinan la
experiencia política directa con la reflexión intelectual. Errejón afirma:
10 Jorge Alemán, “Conversación con Íñigo Errejón”, cit. El énfasis nos pertenece.
90 Las ideologías de la nación
qué sería necesaria la tarea anfibia? ¿Podrá pensarse que una de las dos activi-
dades, la especulativa, eleva a la otra, la concreta? Suponiendo que tal formato
podrá realizarse ¿en qué lugar de lo político coloca eso al traductor?
Una respuesta posible a la primera pregunta se ata a la segunda: no hay
necesidad en el acto de traducción más allá del lugar de poder en el que se
coloca el traductor, pues es quien al fin y al cabo sabe y conoce lo que otros
no y, además, tiene la capacidad (tampoco común) de nivelar (se entiende que
hacia quienes no acceden a ese lugar), volviendo concreta la especulación. En
segundo lugar, en la epistemología de la traducción así concebida se oye el eco
de reflexiones que no parecen poder inscribirse en un marco de pensamiento
posestructuralista. Si la imagen no existe, esto es, no hay reflejo ni mímesis
posible, pues siempre media una interpretación, resulta relativamente confuso
suponer que hay-algo-allí-que-traducir, es decir, que no sería claro para todos
pero que está efectivamente allí. Todo intento de traducir supone ya una nueva
obra, un nuevo texto, que no tiene más validez por el hecho de provenir de “la
teoría”. En ese sentido, y aun aceptando que en Podemos (al menos sus funda-
dores) se remarca que lo importante es el lazo entre teoría y práctica (sin cues-
tionar lo necesario del mismo), termina por quedar claro que ese lazo depende
de quien tiene acceso a su retórica. El lugar del traductor, que no está explici-
tado siquiera como el de un intérprete, es al fin y al cabo el de hacer política
concreta amparando ese accionar en la palabra de un autor, en el entramado de
una obra, en la cita de un texto al que ese traductor ha accedido y, justamente,
traducirá para quien no puede entender. Esta primera noción de traducción es
muy bien explicada por Pablo Iglesias:
11 Pablo Iglesias, “Intervención Acto Presentación del libro ‘Horizontes neoliberales en la sub-
jetividad’, de Jorge Alemán, en La Morada”, 5/10/2016. Disponible en: https://www.youtube.
com/watch?v=J2W1JM5nP-s El énfasis nos pertenece.
Frédérique Langue y María Laura Reali 91
Esta cita, aunque a primera vista quizá parezca banal, resulta importante para
definir nuestro punto. En primera instancia, resulta sumamente demostrativo
(sintomático, podríamos decir) que la instancia de (des)legitimación sea un pro-
fesor universitario. En segundo término, resulta curioso (aun en Woody Allen)
la concepción que define que un autor (el que firma un texto, supongamos) es
el propietario o dueño de lo que esa obra dice (independientemente de si el
profesor de la cola del cine estaba o no diciendo tonterías). Lo que resulta muy
llamativo es suponer que el autor no se interpreta a sí mismo, o que sabe lo que
dijo como si de una verdad incontrastable se tratara. Por otra parte, aplicando
el criterio de Iglesias, deberíamos dejar de enseñar a Rousseau o a Maquiavelo
porque ellos no están para venir a decirnos qué es lo que efectivamente dijeron.
En tercera instancia, Iglesias continúa esa intervención citando dos párrafos de
13 Ernesto Laclau, “Populismo: Qué nos dice el nombre”, en Francisco Panizza (ed.), El populismo
como espejo de la democracia, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009, pp. 55-70.
14 Íñigo Errejón y Chantal Mouffe, Construir pueblo…, cit., p. 70. El énfasis nos pertenece.
Frédérique Langue y María Laura Reali 93
cuando se afirma que lo que uno conoce no puede ser conocido en España a
raíz de la actividad condenatoria de los medios de comunicación. De ese modo,
quien ha podido estar y presenciar la Bolivia de Evo Morales o la Venezuela de
Chávez aparece munido otra vez de una capacidad distinta. Y el interés que esas
experiencias despiertan, y otras más también, radica en que fueron capaces de
traducir demandas sociales excluidas o heterogéneas por obra de movimientos
que alcanzaron el poder del Estado. La idea de traducción vuelve a aparecer,
aunque con ciertos matices destacables.15
En esa intervención, Errejón afirma:
“En cualquier caso, una cosa es que sean procesos que ayuden
a testear las categorías, y otra es que sean modelos a imitar. No
son referentes para nuestra situación por evidentes e inmensas
diferencias culturales, geopolíticas y económicas. Ni nuestras so-
ciedades están rotas, ni los niveles de empobrecimiento han sido
tan brutales como en Latinoamérica al borde del siglo XX, ni un
proceso progresista tiene en nuestro caso el reto de construir, casi
de la nada, un Estado nacional”.16
15 Lo que parece claro es que, a partir de la mirada sobre esas experiencias sobre todo latinoame-
ricanas, la función de traducción que el dirigente político reclama para sí (que será también la
función determinada para la política como tal cosa) es la de amalgamar heterogeneidades que
sí o sí deben estar excluidas, es decir, fuera de lo político. Sobre la cuestión de la exclusión
y la heterogeneidad puede verse el debate entre Barros y Aboy Carlés: Gerardo Aboy Carlés,
“Populismo y Democracia en la Argentina contemporánea. Entre el hegemonismo y la refun-
dación”, Estudios Sociales, 28 (1), 2005, pp. 125-149; y Sebastián Barros, “Espectralidad e
inestabilidad institucional. Acerca de la ruptura populista”, Estudios Sociales, 30 (1), 2006, pp.
145-162.
16 Íñigo Errejón y Chantal Mouffe, Construir pueblo…, cit., p. 71. El énfasis nos pertenece. Otra
cuestión que podremos abordar en futuros trabajos tiene que ver, justamente, con los modos
de esa comprensión de experiencias que, al fin y al cabo, resultarían inimitables. Nótese que
entre las diferencias contextuales que remarca Errejón se encuentra la idea de “sociedades
rotas”. Quizás, para reflexionar sobre el devenir político de Podemos, podríamos pensar que la
ausencia de esa condición es lo que explicaría las dificultades de intentar una fórmula política
populista en un país atravesado por el recuerdo traumático de la guerra civil, que hace que se
conciba a sí mismo, a pesar del consensualismo imperante en su cultura política, como una
comunidad siempre al borde de recaer en el cainismo.
17 Aunque no tenemos espacio aquí, convendría hacer la distinción entre la noción de imitación y
la de traducción.
94 Las ideologías de la nación
una fórmula exitosa.18 Si bien la traducción no sería directa desde una experien-
cia en América Latina hacia otra en Europa, lo que vuelve a resultar lineal (mi-
mético si se quiere) es la idea de que lo político puede (y quizás debe) reflejar
(traducir, en los términos que venimos debatiendo) lo social.19
Retomando entonces nuestro eje principal, estas cuestiones nos permiten
tener una idea aproximada respecto de cómo se posicionó Podemos frente a
la lectura de la obra laclausiana, a la que pareció comprender como conjunto
de categorías “testeables” y potencialmente maleables para hacer política con
algún viso de productividad social. Esa política, esa forma de hacer política, de-
termina lugares: el del traductor (el intelectual que conoce y tiene la capacidad
de traducir lenguajes) y el del sujeto receptor/recipiente. Así vista, la actividad
política se asemeja mucho a la del trabajo de la alquimia, que va probando
sustancias en distintas proporciones, hasta llegar a una fórmula determinada
potencialmente exitosa. Aquí, en lugar de sustancias, los objetos serían signifi-
cantes, palabras.
Nuestra próxima estación es intentar comprender qué Laclau leyó Podemos,
cómo lo interpretó, en qué lugar se colocó esa interpretación. Algo de ello ya
hemos sugerido. No obstante, avancemos un poco más.
El Laclau de Podemos20
Unas páginas atrás, nos preguntamos: ¿cómo leyó Podemos a Laclau? ¿Todos
los dirigentes de Podemos leyeron al mismo Laclau? En la intervención que co-
mentábamos más arriba, Iglesias recorta dos párrafos del autor argentino sobre
el concepto de populismo que pueden servir para ver cómo leyeron esa porción
de la obra laclausiana. Dice el dirigente de Podemos:
18 Aquí puede verse de nuevo uno de los problemas subyacentes que venimos destacando, rela-
tivo al uso de la teoría para explicar no sólo grandes líneas o conceptos, sino casi la política
cotidiana, el movimiento diario de una comunidad, con todos los riesgos y complejidades que
ello acarrea.
19 Esta cuestión reconoce matices aun en el propio Errejón. Para un desarrollo más extenso de
ello nos remitimos a Javier Franzé, “Podemos: ¿regeneración democrática o impugnación del
orden? Transición, frontera política y democracia”, Cahiers de civilisation espagnole contem-
poraine, 15, 2015.
20 En este apartado nos centraremos principalmente en argumentos que ya hemos desarrollado
más extensamente en otras publicaciones. Véanse: Javier Franzé, “Podemos: ¿regeneración
democrática o impugnación del orden?..., cit.; y Javier Franzé, “La trayectoria del discurso de
Podemos…”, cit.
Frédérique Langue y María Laura Reali 95
Este ejemplo clásico, que ya se ha contado por cierto de mil maneras distintas,
resume el dejo mecanicista que venimos destacando. El ejemplo busca mostrar
qué se entiende por significante vacío. Pero aquí se da por supuesta una serie
de argumentos clave. Según nuestra interpretación, en primer lugar, falta men-
cionar que un significante se vacía tendencialmente de contenido en un proceso
que no está bajo control de ninguna voluntad de carne y hueso, pues se trata
de un juego simbólico y, como tal, de efectos inmanejables. Eso es lo que para
nosotros muestra justamente el ejemplo: el modo en que un significante (en este
caso “Perón”) se desparticulariza hasta el punto en que escapa ya al gobierno
del poseedor –si se quiere– del título singular de ese significante (el propio Juan
Domingo Perón). Esto significa entonces que el proceso de vaciamiento de un
significante no sería decidible. No es posible ingresar en el “laboratorio políti-
co” para definir cuál sería el significante a vaciar. Mucho menos se podrá hacer
alquimia en ese proceso de desparticularización; o sea, definir a priori el rumbo
que adquirirá su sentido. En segundo lugar, si bien se entiende la mecánica
que Iglesias quiere extraer del ejemplo, en ningún lugar determina por qué esa
demanda (la de la señora argentina en la clínica) sería heterogénea23 y, mucho
menos, por qué tal demanda se incorporaría a una cadena equivalencial. Pero
además, en tercer lugar, en ese propio mecanicismo voluntarista aparece una
frase, quizás a modo de lapsus: “de repente” esa demanda se hará dependiente.
Podríamos interrogar: ¿“dependiente” puede ser sinónimo de “equivalencial”,
en términos de Laclau? En todo caso, resulta curioso que, de repente, se pasa
del máximo voluntarismo posible al azar total. En cuarto lugar, otro fragmento
más que curioso es que en esta cita de Iglesias se afirma que la demanda “se
dirige hacia el significante vacío”. Esta idea de “direccionalidad” no supone un
simple detalle. En efecto, en términos laclausianos amplios,24 una demanda no
se dirige hacia el significante que la equivale sino hacia el significante o lugar
25 Por supuesto, y como habrá quedado claro ya con nuestras interrogaciones, sería más que in-
teresante desarrollar una investigación de otra índole para tratar de interpretar hasta qué punto
la obra laclausiana excedió a la oferta reflexiva de la dirigencia de Podemos impregnando o no
otro tipo de debates en la estructura de dicho partido político.
26 Lo que sigue lo hemos desarrollado más extensamente en otros textos: Julián Melo, “Fron-
teras populistas. Populismo, peronismo…”, cit.; Julián Melo, “¿Dividir para reinar?...”, cit.;
Gerardo Aboy Carlés, “Las dos caras de Jano: acerca de la compleja relación entre populismo
e instituciones políticas”, Pensamento Plural, Núm. 7, 2010, pp. 21-40; Gerardo Aboy Carlés,
“Populismo, regeneracionismo y democracia”, Postdata, 14, agosto, 2010; y Javier Franzé,
“Un hogar para (la muerte de)…”, cit.
98 Las ideologías de la nación
Estas líneas provienen del mismo gesto analítico de Laclau por el cual (en La
Razón populista y en “Populismo: Qué nos dice el nombre”) política, hege-
monía y populismo son considerados como sinónimos.28 En esta intervención
citada, esa sinonimia es tomada “a la letra”, sin críticas. De la misma forma,
la relación entre populismo e institucionalismo, que en La Razón populista ad-
quiere una relevancia poderosa, también es tomada “a la letra” pero, en este
caso, obviando incluso algunas matizaciones que su autor realiza sobre esa re-
lación. Es decir, resulta a todas luces “una letra” algo difuminada. No obstante,
vayamos a los elementos clave.
La lectura que hace Iglesias, y Podemos, toma a populismo e instituciona-
lismo como polos perfectamente antitéticos, a tal punto que el segundo supo-
ne la muerte del primero. En las instituciones, tal como lo afirma Iglesias, no
habría política porque hay mera administración. Lo cual ofrece un campo de
interrogantes más que extenso y potencialmente fructífero. ¿Qué se entiende
por política? ¿Y por administración? ¿Tenemos que tomar esas explicaciones
directamente del último Laclau? Es posible inferir que, a la usanza de nuestro
autor, administración suponga un modo no antagónico de gestión de deman-
das (aquí podríamos asimilar antagónico a conflictivo). Ergo, política vendría
a significar ese momento en que se plantea el antagonismo, cuando se ancla la
imposibilidad de administración numérica de la demanda.
Si esto es así, los problemas teoréticos fluyen por sí solos. Una mirada de
este tipo da por sentado, por ejemplo, que toda institución es específicamente
institucionalista,29 esto es, en términos laclausianos, un lugar (el Estado, dice
Iglesias) en el que prima la lógica de la diferencia y no la de la equivalencia.30
Esta asociación inexplicada entre institución e institucionalismo (lugar y lógi-
ca) recorta las posibilidades de análisis y de comprensión de lo político como
tal cosa. Pero el problema que Podemos, quizás por hacer una lectura un tanto
literal, arrastra del propio Laclau es que las lógicas de lo político (equivalencia
y diferencia) siempre son co-implicadas, esto es, el puro institucionalismo y el
puro populismo son, como tales, polos antitéticos analíticos, pero no casos que
se puedan encontrar en la realidad. En un ejemplo histórico particular invaria-
blemente vamos a encontrar una co-habitación de distintas intensidades de am-
bas lógicas. En el último Laclau, una de ellas siempre primará, es decir, no cabe
un equilibrio perfecto entre ambas.31 Ahora bien, lo que Laclau no explica es
por qué, analíticamente, la primacía de la lógica diferencial (institucionalista)
es no-política. Si el antagonismo es inerradicable de la constitución de lo social,
la lógica diferencial aleja el sentido del antagonismo por fuera de la gestión de
demandas, pero no puede excluirlo de ninguna manera de la totalización de la
social. Esto tampoco puede explicarlo Podemos y por ello, en su proceso de
traducción, aflora la falta de crítica y la comprensión lineal incluso del conflicto
interno del Partido. Leamos a Iglesias nuevamente:
31 Sobre el significante privilegiado, véase Ernesto Laclau, La Razón populista, Siglo XXI, Bue-
nos Aires, 2005, pp. 107-110.
32 Pablo Iglesias, “Intervención Acto Presentación…”, cit.
33 Aquí no estamos tomando la palabra “decisión” en sentido schmittiano, sino de manera más
simple, como una elección entre alternativas que ya están allí.
100 Las ideologías de la nación
Un segundo problema tiene que ver con otro gesto de análisis lineal que, en
este caso, reconoce una historia mundial de larguísima data: ¿por qué participar
de elecciones y ganar cargos llevaría a la muerte de la política? ¿Tomar deci-
siones administrativas supone matar la política?34 Esta cuestión, que a nuestro
parecer excede quizás a Laclau, resulta interesante porque exhibe la modalidad
de lectura de la que hablamos. Si, de un lado, Laclau afirma la contraposición
entre populismo e institucionalismo nada sugiere que, del otro lado, se haga una
interpretación mimética de esa porción del escrito sin cargar las alforjas propias
con todos los matices y ampliaciones que ese mismo escrito derrama. En efecto,
lo que se deja de lado es que el problema no es la administración como tal cosa
sino, antes bien, el modo de gestión (administración) de demandas. Es decir, en
términos del último Laclau, la muerte de la política en todo caso ocurriría cuan-
do esa gestión se da de manera no antagónica, esto es, considerando a todas las
diferencias (demandas, en el discurso de Podemos) como igualmente válidas.35
Pero, claro está, ésa no es la única forma de administración posible, ni analítica,
ni mucho menos históricamente.
La tercera instancia, quizás no tan irrelevante por su carácter político con-
creto, es que la linealidad mimética de la lectura laclausiana de Podemos podría
explicar buena parte de los dimes y diretes que su propia interna contuvo. El
binarismo conceptual, populismo versus institucionalismo en este caso, puede
ser claramente una trampa. Una trampa porque implica renunciar a explotar
los matices de aquel corpus teórico y suponer que, por ejemplo, en el campo
simbólico o discursivo se puede pasar de “fase” al modo de proyectos o mo-
vimientos políticos de antaño. Esto remite otra vez al elemento que destaca-
mos pocas líneas atrás respecto de la capacidad de decisión. Cuestión que, para
seguir con la propuesta que citamos, se puede ver con un ejemplo: cualquier
persona puede elegir qué palabras va a usar, pero jamás va a poder controlar
los juegos metonímicos en los que esas palabras se van a involucrar. Dicho con
más claridad, Perón nunca se lanzó a la carrera política para convertirse en un
significante vacío. Mucho menos será concebible que aletargó su pluma sobre
el papel “inventando” las palabras “pueblo” y “oligarquía” para testearlas, al
uso de una medición de marketing, y saber que con eso podría generar un anta-
gonismo donde no lo había y explotarlo política o electoralmente.
34 En otro lugar lo hemos expresado así: “En definitiva, pareciera que Podemos no pudiera pensar
la impugnación del orden desde sus propias instituciones, sino que la vigencia de éstas obligara
sólo a regenerarlas. Solo desde fuera de ellas, y por la vía de un “asalto” rápido, cabría la lucha
hegemónica. Lo que enseña la experiencia de Podemos, como señalan sus autores de referen-
cia –Gramsci, Laclau, Mouffe– es que no hay hegemonía sin guerra de posiciones, ni poder sin
hegemonía” (Javier Franzé, “La trayectoria del discurso de Podemos…”, cit., p. 240).
35 Este podría ser un rasgo definitivo del individualismo a ultranza, o del neoliberalismo para
decirlo con más claridad.
Frédérique Langue y María Laura Reali 101
Conclusiones
La trama de Podemos estuvo ligada a una lectura singular de la obra laclausiana
y con seguridad muy atada a un momento en que dicha obra, y su autor, tuvie-
ron una relevancia mundial inusitada. Sin embargo, lo reiteramos una vez más:
ése no ha sido nuestro objetivo argumental aquí. Lo que hemos querido resaltar,
como también ya dijimos, es nuestra interpretación de las condiciones y los
modos de una forma singular de leer, como fue la de Podemos, y cómo ésta im-
pactaba en y anticipaba una forma de hacer política. Páginas atrás preguntamos:
¿por qué Laclau? Desarrollemos esa idea para finalizar.
La obra laclausiana, con sus múltiples meandros, ofreció durante décadas
(y no sólo a Podemos) una matriz reflexiva que permitía discutir las determi-
naciones más acendradas del pensamiento político contemporáneo –incluido el
marxismo, por supuesto–. Nociones como totalidad fallida, heterogeneidad, an-
tagonismo, equivalencia, diferencia, identidad, necesidad y contingencia, entre
tantas más, ofrecían (y ofrecen) muchos caminos para reinterpretar lo político,
en especial, si se quiere, luego de la caída del muro de Berlín. En cualquier
caso, las respuestas fueron y son múltiples.
Creemos que Laclau ofreció a Podemos una forma de entender lo político
que le permitía desentramar y releer “el consenso español” de una forma nove-
dosa, para tratar de actuar sobre él. Claro que no es nuestro objetivo determinar
el éxito o no de Podemos en esa traducción operativa. Mucho menos determi-
nar esa falta de éxito responsabilizando de ese demérito a una lectura “equivo-
cada” de Laclau. El punto más bien es que en esas lecturas de Podemos, por
diferentes que fueran, aparecen –según nuestra interpretación– determinadas
antes que por una serie de reflexiones críticas, por una pretensión de encontrar
allí una “fórmula política y socialmente ganadora”. La idea de “fórmula” nos
resulta sintomática de un modo de leer. Por eso, para nosotros, el problema no
es qué se interpretó, sino cómo se leyó. Casi como si hubiesen inventado una
criatura teórica y práctica pero que al fin siempre iba y venía de los mismos
lugares, las mismas superficies, los mismos materiales.
En otras palabras, muchas de esas lecturas parecieron haber sido hechas
para su aplicación táctica. Y esas lecturas para la táctica encerraban –por dife-
rentes que fueran– una idea muy similar acerca de qué se espera de la teoría.
Para nosotros, el problema que encierra esa perspectiva es confiar en que la teo-
ría puede atrapar y anticipar la fluidez incontenible de lo político, como si fuera
capaz de proporcionar un mapa de los obstáculos e imprevistos de la lucha por
la hegemonía. Así, una teoría sería buena al “acertar” en “registrar” cómo es
el mundo. Y a causa de ese acierto, sería eficiente. Ahí hay, quizás, un modo
especial de pensar la relación entre teoría y práctica, como si la primera fuese
la notaria de un referente externo “que existe” y, entonces, si “acierta tiene”
que ser “eficiente”. Esto, a nuestro criterio, tendría lógica si no fuera porque la
teoría es una ficción con coherencia interna que construye el mundo que va a
102 Las ideologías de la nación
explicar, sin saber nunca si es así, ni si va a seguir siendo tal. La teoría constru-
ye porque necesita analizar, entender, vislumbrar. Es la performatividad de ésa,
su práctica, la que la lleva a transformar el mundo, no porque conozca los fines
ni los medios eficaces para hacerlo. Además, ese tipo de esperanza depositada
en un texto le concede todo el poder al escritor, como si fuera el único autor y
el principal creador, cuyo mensaje por tanto debe ser descifrado. Se corre el pa-
radójico riesgo, así, de situar al lector en un rol de receptor pasivo –el auditorio
que imaginaba Iglesias–, no como el auténtico autor, en tanto que intérprete de
un texto antes mudo, de la producción de pensamiento.
Si bien teoría y práctica sólo pueden distinguirse analíticamente, siguiendo
a Bourdieu cabe decir que la teoría prima sobre la práctica en tanto todo co-
mienza con una pregunta: el mundo no habla solo porque, en verdad, en tanto
objeto de conocimiento no existe como tal. Sin reconstruir la realidad a partir
de lo real, no hay modo de tener objetos de estudio. Esto no obsta para sostener
que hay una lógica de la (práctica de la) teoría y otra de la práctica (o, mejor, de
la lucha) política, ya que la primera ni se propone ni puede anticipar o duplicar
la lógica de la segunda. Afirmar que la teoría debe “aplicarse” o ser “práctica”
recuerda la manida noción peyorativa del intelectual en su “torre de marfil”,
pues ambas presuponen la separación tajante entre teoría y práctica, con la con-
secuente reducción de la práctica a una suerte de simple acción físico-muscular
visible y de la teoría a una especie de mentalismo quietista. Para nosotros, en
cambio, no hay teoría sin práctica ni viceversa, pues la teoría es performativa y
toda práctica –o lo que así se denomina habitualmente– supone una representa-
ción del mundo. Y esto no depende de la voluntad de nadie, sino que son lógicas
inherentes al lenguaje y a la acción social.
En este sentido, es como si la teoría fuera la obra de teatro escrita y la prác-
tica, su representación por unos actores, en un momento determinado y ante
un público particular. En efecto, una obra de teatro representada noche tras
noche por los mismos actores en una misma ciudad y en una misma temporada,
nunca es la misma, jamás se repite. Como alguien dijo ya, nadie ha leído nunca
el mismo libro, ni siquiera una misma persona. Cabría decir entonces que no
existe libro alguno como unidad de sentido fijo. Si no hay sentido cerrado, no
hay traducción posible. Sólo hay interpretación, ahora pasada a otro idioma.
Traduttore traditore.
La inevitabilidad del lector como autor impide toda traducción y convierte
al texto en objeto difuso, heterogéneo de interpretación. “Hegemonía”, “discur-
so”, “política”, “populismo”, “significante vacío” son antes categorías analíti-
cas, y por tanto productivas, que conceptos predictivos del devenir social, pues
están sometidas al juego de articulación. Si lo político no puede ser definido
más que como una lógica, es porque hay en él un vacío que no puede ser nunca
adivinado: el de su irremediable creatividad y contingencia.
Frédérique Langue y María Laura Reali 103
esas formas de hacer y producir sentido para encontrar al fin, en nuestro caso
de estudio, la fórmula definitiva de la acción política. En ese sentido, Laclau
le brindó a Podemos una plataforma creativa y movilizadora en la búsqueda
de patear un tablero que se consideraba fallido y anquilosado. Pero, al mismo
tiempo, Laclau –como firma de un texto que es– tendió asimismo las trampas y
las ciénagas que ralentizaron todas las potencias iniciales. Quizás, parafrasean-
do a José María Aricó, se trataba de ir con Laclau más allá de Laclau. Nadie lo
puede saber.
Herrerismo internacional
De la conflagración mundial al orden bipolar
(1939-1959)
María Laura Reali y Matías Borba Eguren
Herrera y el herrerismo
En el período que abarca este trabajo,1 Luis Alberto de Herrera (1873-1959)2
fue la principal figura de uno de los partidos políticos uruguayos tradicionales:
el Partido Nacional.3 Abogado de profesión, proveniente de una familia de des-
tacada actuación en esta fuerza política,4 comenzó su militancia tempranamen-
te, participando de los levantamientos armados de Diego Lamas y de Aparicio
Saravia (1897 y 1904). En las primeras décadas del siglo XX se presentó como
1 El presente artículo es fruto del trabajo de investigación realizado por los autores para la co-
lección Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay: Laura Reali y Matías Borba
“Herrerismos de posguerra: la lucha por el poder y el antiimperialismo”, en Magdalena Bro-
quetas, Gerardo Caetano, (coord.), Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay.
Guerra fría, reacción y dictadura, tomo II, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2022,
pp. 65-84. Se trata allí de una versión más sintética del tema, enfocado principalmente en el
período de posguerra.
2 En relación con la trayectoria de Luis A. de Herrera puede verse: Carlos Zubillaga, Herrera:
la encrucijada nacionalista. Arca, Montevideo, 1976; Carlos Real de Azúa, Herrera, la cons-
trucción de un caudillo y de un partido, Cal y Canto, Montevideo, 1994; María Laura Reali,
Herrera. La revolución del orden. Discursos y prácticas políticas (1897-1929), Ediciones de
la Banda Oriental, Montevideo, 2016; Gerardo Caetano, El liberalismo conservador. Genealo-
gías, Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2021.
3 El sistema político uruguayo de la época se estructuraba en torno al Partido Colorado –en el
gobierno hasta 1958– y al Partido Nacional. Este último, creado en las décadas finales del siglo
XIX, retomó en parte, progresivamente y en el marco de una dinámica no exenta de conflictos,
la herencia del antiguo Partido Blanco. Desde las primeras décadas del siglo fueron surgiendo
otras agrupaciones minoritarias que lograron representación parlamentaria como el Partido So-
cialista a partir de 1910 y el Partido Comunista uruguayo fundado en 1920 como una escisión
del primero.
4 Su padre, Juan José de Herrera, desempeñó funciones diplomáticas en Brasil en la década
de 1850 y luego, en Paraguay. Fue Ministro de Relaciones Exteriores durante los gobiernos
de Bernardo P. Berro (1860-1864) y de Atanasio Cruz Aguirre (1864-1865). Posteriormente,
fue miembro del Parlamento uruguayo; participó en las revoluciones de 1870, 1886 y 1897 y
presidió el Directorio del Partido Nacional en el decenio de 1890. Inicialmente partidario de
la “fusión”, desempeñó luego un papel relevante en el surgimiento del Partido Nacional, cuyo
programa de principios fue sancionado en julio de 1872.
106 Las ideologías de la nación
pequeño lugar bajo el sol. Mussolini, la conquista de Etiopía y la diplomacia uruguaya (1935-
1938), Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2009, pp. 424-425.
8 Discurso pronunciado por el senador Dr. Luis Alberto de Herrera en la E.I.A.R el 13 de julio de
1937. Citado en Ana María Rodríguez Ayçaguer, Un pequeño lugar bajo el sol…, cit., p. 426.
9 Ver Ana María Rodríguez Ayçaguer, Un pequeño lugar bajo el sol…, cit., pp. 90-91 y pp.
254-256.
10 Carta de Adolfo Sienra a Herrera. Museo Histórico Nacional (en adelante MHN) - Uy, Archivo
Luis A. de Herrera (en adelante Archivo Herrera), Correspondencia 1939, carpeta XLVIII,
París, 22/08/1946, f. 46.
11 Ver Fernando Adrover, “Antisemitismo y xenofobia en los años treinta”, en Magdalena Bro-
quetas, Gerardo Caetano (coord.), Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay.
De la contrarrevolución a la Segunda Guerra Mundial, tomo I, Ediciones de la Banda Orien-
tal, Montevideo, 2022, pp. 259-273; y María Magdalena Camou, “Influencia y presencia
del nazismo en el Uruguay de los años treinta”, en Magdalena Broquetas, Gerardo Caetano
(coord.), Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay.., cit., pp. 275-291.
Frédérique Langue y María Laura Reali 109
12 Carlos Zubillaga, Una historia silenciada. Presencia y acción del falangismo en Uruguay
(1936-1955), Ediciones Cruz del Sur, Montevideo, 2015, p. 153.
13 Ver María Laura Reali, “Usos políticos del pasado. Dos discursos históricos para un proyecto
político en Uruguay, en la primera mitad del siglo XX”, en Antonio Gutiérrez Escudero, Ma-
ría Luisa Laviana Cuetos, Estudios sobre América: siglos XVI-XX. La Asociación Española
de Americanistas en su vigésimo aniversario, Asociación Española de Americanistas, Sevilla,
2005, pp. 1675-1692.
14 El Debate, “El ‘frentismo’ y sus consecuencias”, Montevideo, 03/02/1939, p. 5.
15 El Debate, “Repercusiones de un triunfo”, Montevideo, 19/02/1939, p. 5.
16 Con el terrismo, y la Constitución de 1934, el herrerismo obtuvo espacios de gobierno en
el Consejo de Ministros (integrado por seis representantes de la lista más votada del partido
ganador, y tres para la lista más votada del segundo partido más votado), así como la mitad de
las bancas en el Senado (quince senadores para la lista más votada del lema ganador, y quince
para la más votada del segundo lema). Cabe señalar el peso del herrerismo en la Corte Electo-
110 Las ideologías de la nación
ral; para 1938, tras sucesivas renuncias, obtuvo la mayoría de su integración. Tras el golpe de
estado de Baldomir, y la nueva Constitución de 1942, se eliminó este sistema representativo en
el Ejecutivo y el Senado “del medio y medio”.
17 Ver El Debate, “Nativismo”, Montevideo, 12/05/1939, p. 5; y El Debate, “Uruguayos”, Mon-
tevideo, 14/05/1939, p. 5.
18 El Debate, “Nacionalismo verdadero”, Montevideo, 19/01/1939, p. 5.
19 El Debate, “Teoría y práctica del panamericanismo”, Montevideo, 21/04/1939, p. 5.
Frédérique Langue y María Laura Reali 111
20 Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores (en adelante, DSCS), “6° Sesión ordinaria, abril
12 de 1939”, Tomo 168, pp. 108-109. La propuesta de desafiliación fue defendida desde las
páginas de El Debate. El proyecto fue aprobado en la Cámara de Senadores el 7 de diciembre
de 1939. Cfr. DSCS, “88° Sesión ordinaria (extraordinaria), diciembre 7 de 1939”, Tomo 170,
pp. 98-112.
21 Cfr. Carlos Lacalle, (Ordenación, notas y prólogo): El Partido Nacional y la política Exterior
del Uruguay, Directorio del Partido Nacional, Montevideo, 1947, pp. 26-31.
22 La acción de la Cancillería uruguaya en torno al episodio del Graf Spee, ocurrido en diciembre
del año anterior, ya había puesto de manifiesto esta orientación.
23 Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes (en adelante, DSCR), “16ª Sesión ordina-
ria, mayo 15 de 1940”, Tomo 434, pp. 123-147.
112 Las ideologías de la nación
Algunos días más tarde, el 21 de julio, ante el sostenido avance alemán en Eu-
ropa y sus posibles repercusiones americanas se realizó una reunión de consulta
en La Habana, a fin de evaluar la situación y coordinar esfuerzos defensivos en
caso de agresión externa al continente. En ese contexto, el herrerismo denunció
el manejo estadounidense de la coyuntura para efectuar avances imperialistas
en el terreno político y económico. Se opuso a la anunciada formación de un
“Cartel Económico” en América y rechazó el establecimiento de un régimen
de mandatos colectivos sobre las colonias europeas del continente. Más allá de
las implicancias del panamericanismo en términos económicos, políticos y de
cooperación militar, esta política fue percibida desde filas herreristas como “un
modo de penetración [...] en el orden cultural. [...]. Esa hegemonía tiene que
tener sello anglo-sajón como signo racial: [...] ha de excluir los rasgos hasta
hoy característicos de nuestra cultura [...] de raíz hispánica que nos da carácter,
personalidad y alcurnia”.25
A medida que Estados Unidos acrecentaba sus compromisos con el bloque
aliado, aumentó la presión sobre los países americanos con relación a la polí-
tica de defensa hemisférica, lo que se tradujo en la iniciativa norteamericana
de instalar bases militares en distintos puntos del continente.26 Las tratativas
tendientes a concretar estas acciones en territorio uruguayo, emprendidas en la
segunda mitad de 1940 –y reiteradas cuatro años más tarde–, suscitaron inten-
sas campañas de oposición desarrolladas en la prensa y en el parlamento por el
sector herrerista. En ellas se parangonaba la posición del líder nacionalista con
aquella asumida cien años antes por figuras históricas como Juan Manuel de
Rosas y Manuel Oribe, en el marco de la injerencia europea en el Río de la Pla-
ta. Herrera había sustentado esta posición en el terreno historiográfico a partir
de un conjunto de escritos publicados en la prensa a fines de los años treinta, y
24 Circular Núm. 181/940, de 16 de julio de 1940, remitida por el Directorio del Partido Nacio-
nal a las Comisiones Departamentales. Citada en Carlos Lacalle, El Partido Nacional…, cit.,
pp. 59-61. Según se advertía en El Debate, el documento había sido redactado por Martín R.
Echegoyen, perteneciente a la fracción herrerista de la agrupación. Ver El Debate, “La voz de
la historia”, Montevideo, 18/07/1940, p. 5.
25 El Debate, “Una actitud frente a Estados Unidos”, Montevideo, 18/11/1941. Citado en Lacalle,
Carlos, El Partido Nacional…, cit., p. 177.
26 Antonio Mercader, El año del león: Herrera, las bases norteamericanas y el “complot nazi” en
el Uruguay de 1940, Aguilar, Montevideo, 1999. Sobre la cuestión de las bases, resulta intere-
sante la polémica mantenida por Antonio Mercader y las historiadoras Esther Ruíz y Ana María
Rodríguez Ayçaguer durante el mes de mayo de 1999. Ver Ana María Rodríguez Ayçaguer,
Esther Ruíz, “Herrera, las bases yanquis y el ‘crimen’ de Uruguay”, Semanario BRECHA,
Montevideo, 07/05/1999, pp. 22-23; Ana María Rodríguez Ayçaguer, Esther Ruíz, “Pruebas
insuficientes y politización excesiva”, Semanario BRECHA, Montevideo, 28/05/1999, p. 23.
Frédérique Langue y María Laura Reali 113
31 Según lo anunciado en ese medio de prensa, la integrarían, además: Dr. Manuel Gálvez, Coro-
nel Natalio Mascarello, Tnte. Coronel Tesandro Santana, Dr. Guillermo Zorraquín, Sr. Homero
Guglielmini, Dr. Juan Carlos Moreno, Dr. José María Rosas (hijo), Prof. Lis A. Chaves, Sr.
Ricardo Font Ezcurra, Sr. Emilio Roldán, Tnte. Coronel Leopoldo Casavega, Dr. Carlos Matías
de la Torre, Dr. Ernesto Palacio, Dr. Teótimo Otero Oliva, Ing. Alfredo Ortiz de Rosas, Dr.
Julián Alberto Martínez, Rodolfo Irazusta, Dr. Samuel Gradín, Br. Jorge Echebarne Romero,
Dr. Daniel Castro Cranwell, Dr. Alberto Bernaudo, Luis A. Camartino, Armando Cascella,
Dr. Héctor Bernardo, Tnte. Coronel Alberto Casavella, Oscar Serantes Peña, y Juan Queraltó.
Cfr. El Debate, “Bienvenidos los Mensajeros De La Historia Hermandad Rioplatense”, Mon-
tevideo, 29/12/1940, p. 5. Un discurso de ocasión confirma la presencia de Manuel Gálvez,
con quien Herrera mantenía un nutrido intercambio de correspondencia en ese período. Ver
Discurso transcrito en Carlos Lacalle, El Partido Nacional…, cit., pp. 126-127. No estuvo en
cambio presente en el acto Carlos Ibarguren, enviando sin embargo un mensaje de adhesión al
acto. Ver Olga Echeverría, María Laura Reali, “Encuentros y disidencias políticas, ideológicas
e historiográficas en los revisionismos rioplatenses (décadas de 1930 y 1940)”, en João Fábio
Bertonha, Ernesto Bohoslavsky (comp.), Circule por la derecha…, cit., pp. 65-91.
32 En carta fechada en Buenos Aires el 22 de abril de 1943, Juan Queraltó, Jefe de la Alianza,
invitaba a Herrera a concurrir en calidad de invitado especial a la Marcha de la Soberanía
organizada por la institución para el día 1° de mayo. MHN-Uy, Archivo Herrera, Correspon-
dencia, 1943, f. 21. En julio de 1944, la Alianza Libertadora Nacionalista –nombre adoptado
por la organización a partir de mayo de 1943–, reprodujo una declaración conjunta emitida
por el Directorio y la Bancada Parlamenta del Partido Nacional uruguayo donde repudiaba el
intervencionismo, solidarizándose con la República Argentina. En la introducción agregada a
la declaración –documento que era definido como una respuesta “a la situación internacional
creada a nuestro país por el intervencionismo yanki”–, se sostenía que “En todos los países
hispano-americanos, los sectores más representativos de la población comprenden y admiran
la posición argentina de dignidad”. “7 senadores y 23 diputados uruguayos afirman la herman-
dad rioplatense”, Montevideo. MHN-Uy, Archivo Herrera, Correspondencia 1944, f. 59. La
declaración está fechada en Montevideo, 31/07/1944, reproducida por la Alianza Libertadora
Nacionalista argentina en una hoja suelta con el título indicado.
Frédérique Langue y María Laura Reali 115
33 Herrera da cuenta de sus frecuentes encuentros con Fombona en una carta dirigida a Juan E.
O’Leary y fechada en Montevideo, 30/04/1940. BN-Py, Colección O’Leary, Correspondencia
privada y oficial, carpeta LXXXI.
34 Osés fue director de la Revista católica Criterio en 1930-1931 y desde 1931 y hasta mediados
de la década de 1940 editó Crisol, Pampero y el Federal. Desempeñó un papel destacado en el
nacionalismo argentino, desde una perspectiva de fuerte tinte hispano-criollo.
35 Carta de Felipe Ferreiro a Manuel Gálvez, 23/12/1940. MHN-Uy, Archivo Felipe Ferreiro,
Correspondencia (1937-1940), f. 90.
36 Intervención del Diputado Emilio Frugoni, DSCR, “3° Sesión ordinaria, diciembre 30 de
1940”, Tomo 441, p. 238.
37 Intervención del Diputado Julio César Canessa, DSCR, “3° Sesión ordinaria, diciembre 30 de
1940...” cit., p. 239.
116 Las ideologías de la nación
tanto fuera de América como en América misma”.38 Sin embargo, las campañas
opositoras que apuntaban a establecer “ocultas vinculaciones” entre el sector
nacionalista y los totalitarismos de derecha, se sucedieron mientras se desarro-
llaba el conflicto internacional. La posibilidad de injerencias nazi-fascistas en
el país fue movilizada con fines político-partidarios, a través del desarrollo de
virulentas campañas de prensa contra figuras políticas uruguayas y, en particu-
lar, contra Herrera. Dos episodios violentos que involucraban su agrupación,
ocurridos en el primer semestre de 1941,39 pusieron de manifiesto el aumento
de las tensiones sociales, en relación directa con el desarrollo de los sucesos
internacionales. En ese contexto, el sector nacionalista denunció la utilización
del conflicto europeo con fines de política local, acusando al Partido Comunista
de organizar una campaña calumniosa alentada por la pasividad cómplice del
gobierno.40 La propaganda desarrollada en vísperas de las elecciones de no-
viembre de 1942, procuró demostrar la participación de su sector en un complot
totalitario contra el país. En ese período, los intercambios epistolares de Herre-
ra con su amigo paraguayo Juan O’Leary dan cuenta de este clima enrarecido,
que afectaba incluso la expresión del pensamiento en el ámbito privado. En el
mes de abril, ese último advierte sobre el envío de su correspondencia a “la
dirección de la comadre [en referencia a la esposa de Herrera], para que los
[bandidos] demócratas de esa factoría norteamericana no lean mis palabras”.41
Herrera, por su parte, refiere en varias oportunidades a la dificultad de expresar-
se libremente “cuando se supone violada la intimidad” por la correspondencia
“intervenida”.42 Esto no impidió, no obstante, a su interlocutor paraguayo, pro-
nunciarse sobre cuestiones de actualidad local o internacional. En relación con
la guerra del pacífico, señalaba el 16 de junio de 1942:
38 El Debate, “Sobre sistemas y razas”, Montevideo, 21/05/1939, p. 5. Las mayúsculas son del
original. Desde las hojas de El Debate, se realizan diversas aclaraciones, intentado neutra-
lizar los efectos de la campaña contra Herrera y su agrupación. Cfr., El Debate, “Algunas
verdades oportunas”, Montevideo, 01/07/1939; “Campaña calumniosa y criminal. La realiza
el comunismo contra el Dr. Herrera”, Montevideo, 03/07/1939, p. 5; “Es demócrata la juven-
tud nacionalista”, Montevideo, 09/07/1939, p. 5; y “Demócratas como siempre”, Montevideo,
01/09/1939, p. 5.
39 El 29 de junio, se produjo un enfrentamiento en Durazno que culminó con un muerto y varios
heridos. Un mes antes, había sido atacado el edificio de El Debate. Al respecto, ver Carlos
Lacalle, El Partido Nacional…, cit., p. 151.
40 Cfr. El Debate, “La técnica del mal”, Montevideo, 18/09/1941, p. 5. En este artículo, se refería
a la “Santa Alianza demo-comunoide” que pretendía restaurar un régimen “demagógico” en el
país.
41 Carta de Juan E. O’Leary a Herrera, Asunción, 24/04/1942. MHN-Uy, Archivo Herrera, Co-
rrespondencia 1942, carpeta LI, f. 17. La palabra “democráticos” aparece subrayada en el ori-
ginal.
42 Carta de Luis A. de Herrera a O’Leary, Montevideo, 11/07/1943. BN-Py, Colección O’Leary,
Correspondencia privada y oficial, carpeta LXXXII.
Frédérique Langue y María Laura Reali 117
43 Carta de Juan E. O’Leary a Herrera, Asunción, 16/06/1942. MHN-Uy, Archivo Herrera, Co-
rrespondencia 1942, carpeta LI, f. 27.
44 Carta de Luis A. de Herrera a O’Leary, Montevideo, 13/07/1941. BN-Py, Colección O’Leary,
correspondencia privada y oficial, carpeta LXXXI. Aunque resulten escasas en este período –y
en ciertos momentos condicionadas por el temor a la falta de privacidad–, estas misivas con-
servadas por su corresponsal paraguayo revisten particular interés ya que el archivo de Herrera
alberga, únicamente, las cartas recibidas, lo que dificulta considerablemente la reconstrucción
de su pensamiento a partir del corpus de su producción epistolar.
118 Las ideologías de la nación
Uno de los puntos irreconciliables que generaba fracturas en el seno del Partido
Nacional era, precisamente, el posicionamiento de sus diversas tendencias en
el terreno internacional. Así, en noviembre del mismo año, el herrerismo se
contó entre los más vehementes opositores al documento enviado por Eduar-
do Rodríguez Larreta, miembro del Nacionalismo Independiente y titular de
la cancillería uruguaya, a sus homólogas americanas, proponiendo la posibi-
lidad de una “acción colectiva multilateral” ante los regímenes autoritarios
atentatorios de los derechos del hombre y del ciudadano. Ella fue percibida,
por amplios sectores de opinión, como una medida dirigida contra el régimen
de Edelmiro Farrell y Juan Domingo Perón en Argentina. En ese sentido, el
sector liderado por Herrera sostuvo que era inoportuno generar enemistades
con el gobierno de la república vecina, además del carácter atentatorio contra
el principio de “no intervención” que implicaba la doctrina promovida por el
diplomático uruguayo en materia internacional; ella se consideraba además ins-
pirada por el Departamento de Estado norteamericano. Ya en julio de 1944, el
Directorio del Partido Nacional y la Bancada parlamentaria, había emitido una
declaración conjunta en la que acordaron “Hacer público su completo repudio
del ‘intervencionismo’”, que “hiere el principio sagrado de las nacionalidades”,
48 Carolina Cerrano, “El impacto de la doctrina Larreta en la política interna uruguaya (1945-
1946)”, en Revista de la Facultad de Derecho, Núm. 47, Montevideo, julio-diciembre 2019,
p. 10.
49 Carta de Luis A. de Herrera a O’Leary, Montevideo, [06]/05/1945. BN-Py, Colección O’Leary,
Correspondencia privada y oficial, carpeta LXXXIV. La cuestión ya aparecía planteada en las
misivas enviadas al mismo corresponsal el 14 de enero del mismo año y en noviembre del año
anterior.
122 Las ideologías de la nación
Frédérique Langue y María Laura Reali 123
Agradecemos al MHN, especialmente a su Director, Mag. Andrés Azpiroz y la Lic. Clara von
Sanden, así como a todo el equipo técnico de la institución, que facilitaron el acceso a este docu-
mento y su digitalización.
124 Las ideologías de la nación
50 Pacto de solidaridad recíproca entre las naciones americanas, que establecía la posibilidad de
sancionar e incluso atacar países del continente, en caso de que se considerara en peligro el
régimen democrático.
51 Manifestaciones de Herrera para la Agencia Reuter, 04/06/1947. Citado en Carlos Lacalle,
E1 Partido Nacional…, cit., pp. 759-761. Como ha señalado Adrover, quien remite a su vez a
Carlos Real de Azúa y a Aldo E. Solari: “El tercerismo, carente de unidad ideológica clara, fue
un posicionamiento político muy extendido entre la intelectualidad uruguaya y el estudiantado,
pero también ofrecía un punto de contacto, espacios de diálogo e incluso de militancia com-
partida en ocasiones con sectores de la derecha nacionalista, particularmente el herrerismo”.
Ver Fernando Adrover, “El peronismo y las derechas uruguayas (1947-1955)”, pp. 75-99 en
Anuario IEHS, vol. 35, Núm. 1, Tandil, 2020, p. 85.
Frédérique Langue y María Laura Reali 125
por Herrera, con quien se hallaba sin embargo vinculado intelectual y personal-
mente desde su temprana juventud por intermedio del ya mencionado político
colorado y escritor revisionista Juan E. O’Leary.56
En diciembre de 1949, tuvo lugar un debate en la Cámara de Representan-
tes57 con motivo de un mural colocado en las paredes de la capital y por un artí-
culo periodístico publicado en el semanario socialista El Sol. En ellos se soste-
nía la existencia de un “entendimiento” entre Herrera y Perón que hacía peligrar
la independencia y el régimen democrático en Uruguay. En el curso de la sesión
parlamentaria, el diputado socialista Arturo J. Dubra calificaba a esta tendencia
política uruguaya como “un partido auténticamente antidemocrático”, situando
en una misma línea de continuidad el apoyo al golpe de Estado de 1933, la ad-
hesión al franquismo y la definición de neutralidad en el marco de la Segunda
Guerra mundial. Sostenía además que las “evidentes preferencias totalitarias”
de aquel movimiento lo ponían en sintonía con el peronismo, régimen político
que tenía su “epicentro” en Argentina pero cuyo “programa de acción” se ex-
tendía a toda América Latina, para desempeñar en este continente “el papel me-
siánico” que anteriormente se había atribuido Hitler en Europa. Para el repre-
sentante herrerista Atilio Arrillaga Safons, esta interpretación –que consideraba
errónea– provenía de que la adscripción incondicional al nacionalismo del líder
de su agrupación había sido juzgada desde “una perspectiva internacionalista
y cosmopolita” que veía egoísmo en “la convicción de que toda beligerancia
del Uruguay en el ámbito internacional, impuesta desde afuera, configuraba
una quijotesca aventura en la que sería pisoteada nuestra nacionalidad”. Esta
posición, “consustancial a su personalidad política” le había valido el califica-
tivo de “vende patrias” y la “vocinglería de ‘Herrera a la cárcel’”, cuando en
realidad constituía una garantía de su compromiso en defensa de la soberanía de
su país. Era justamente en esta cuestión, así como en la adhesión al principio de
no intervención, en la que el diputado situaba el punto de coincidencia entre su
corriente política y la representada por Perón en la vecina orilla. Por otro lado,
si bien Arrillaga Safons reconocía la existencia de vínculos personales entre el
video/. Para saber más sobre el exilio de Pastore, ver Matías Borba Eguren, “Entre Paraguay y
Uruguay. El archivo de Carlos Pastore. Redes intelectuales e investigación histórica”, Revista
Electrónica de Fuentes y Archivos, Año 11, Núm. 11, Centro de Estudios “Prof. Carlos A.
Segreti”, Córdoba, 2020, pp. 151-175; y Matías Borba Eguren, “Carlos Pastore y el Instituto
Histórico y Geográfico del Uruguay: redes intelectuales y homenajes en el Centenario de Ar-
tigas”, Cuadernos de Historia. Serie economía y sociedad, Núm. 26/27, 2021, pp. 353-387.
56 Marcela Cristina Quinteros, Carlos David Suárez Morales, “Estrategias de lucha del antipero-
nismo latinoamericano. Juan Natalicio González y Germán Arciniegas”, en João Fábio Berton-
ha, Ernesto Bohoslavsky (comp.), Circule por la derecha..., cit., pp. 189-208.
57 DSCR, “138° Sesión, diciembre 12 y 13 de 1949”, Montevideo, 12/12/1949, pp. 276-293.
Frédérique Langue y María Laura Reali 127
58 Para el caso brasileño, Ernesto Bohoslavsky señala que Perón y Getulio Vargas “...nunca se
vieron personalmente, pero diversas figuras políticas y diplomáticas se encargaron de mantener
lazos entre ellos, así como de actuar de traductores políticos entre las realidades argentina y
brasileña”. Ver Ernesto Bohoslavsky, “Los ananás de Evita…”, cit., p.177.
59 La proyección regional del proyecto peronista y la injerencia en los gobiernos vecinos, desa-
rrollada en paralelo con las declaraciones de repudio a las intervenciones extranjeras y con
la defensa del principio de no intervención, fue puesta de manifiesto por Juan Oddone. Éste
sostiene que muchas denuncias –con mayor o menor fundamento– apuntaban a incentivar el
refuerzo de las acciones de contención hacia el régimen de Perón por parte de Estados Unidos.
Juan Oddone, Vecinos en discordia…, cit., pp. 23-30.
60 En este estudio, el autor sostiene que, “Dentro del universo de las derechas se considerará a
sectores partidarios, movimientos sociales y organizaciones gremiales incluidas en un marco
ideológico heterogéneo que abarca tendencias liberal-conservadoras y vinculadas al naciona-
lismo católico y castrense, que guardaban como rasgo común un virulento anticomunismo con-
siderado en sentido amplio”. Fernando Adrover, “El peronismo y las derechas uruguayas…,
cit., p. 77.
61 Ver Juan Oddone, Vecinos en discordia…, cit.; Esther Ruiz, “El ‘Uruguay próspero’ y su crisis,
1946-1964”, en Ana Frega, et al, Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005), Ediciones
de la Banda Oriental, Montevideo, 2008, pp. 123-162.
128 Las ideologías de la nación
62 Carta de José León Suárez a Luis A. de Herrera por José León Suárez, Baradero, 20/03/1945.
MHN-Uy, Archivo Herrera, Correspondencia 1945-1946, carpeta LV, f. 22.
63 El documento está inserto en la correspondencia de 1945-1946, al comienzo de la carpeta,
pero debe corresponder a 1946 o a un período posterior, ya que Perón firma como General y se
establece en el encabezado del documento que se trata de un “Saludos del Presidente Argenti-
no”. Telegrama de Juan D. Perón a Luis A. de Herrera, Montevideo, [22]/07/[1946]. MHN-Uy,
Archivo Herrera, Correspondencia 1945-1946, carpeta LV, f. 8.
64 Fernando Adrover, “El Peronismo y las derechas uruguayas…”, cit., p. 87.
65 El Debate, “Los ‘Soplones’ son Filoperonistas?”, Montevideo, 1953/03/19, p. 3
66 El Debate, “Los sucesos argentinos”, Montevideo, 1955/06/20, p. 3
Frédérique Langue y María Laura Reali 129
67 Intervención del diputado Francisco Rodríguez Camusso. DSCR, “Sesión extraordinaria del 5
de octubre de 1955”, Montevideo, 05/10/1955. Agradecemos el acceso a este material a Fer-
nando Adrover.
68 Sobre este punto Fernando Adrover precisa que la Comisión tenía como objetivo la “inves-
tigación de los vínculos sostenidos por ciudadanos uruguayos con agentes del nazismo en
Argentina, amparados por el GOU y vinculados a Perón”. Fernando Adrover, “El peronismo y
las derechas uruguayas…”, cit., pp. 90-91.
130 Las ideologías de la nación
anteguerra contra las huestes comunistas”. Por esta razón, explica el editorial,
ha nacido una tercera posición:
de la Triple Alianza, puso el foco en los desastres que generaban las interven-
ciones extranjeras en los asuntos internos de cada país.
Este argumento también fue sostenido por el herrerismo frente a la crisis
política de Guatemala, en junio de 1954. Antes de concretarse la invasión desde
Honduras, El Debate señaló en reiteradas ocasiones las operaciones de Estados
Unidos en la propaganda contra el gobierno de Jacobo Arbenz, así como la
injerencia de la United Fruit Company. El 12 de junio sostuvo que la agresión
a Guatemala repite “el crimen de América” realizado por la “diplomacia mi-
trista”:
Una vez concretada la intervención, denunció como una farsa los argumentos
sobre la amenaza comunista que representaba el gobierno de Arbenz, calificán-
dolo como el “...único régimen verdaderamente democrático de América Cen-
tral”.77 En ese mismo mes, el expresidente Juan José Arevalo visitó Montevi-
deo, buscando contrarrestar la propaganda contra su país.78 En esa oportunidad,
recibió la visita del propio Herrera, interpretada en las páginas de El Debate
como un gesto de solidaridad “...con la causa, altivamente sostenida por su
pueblo en instante crucial, ratificando así su convicción plena sobre el derecho
de soberanía, jamás irrenunciable”.79
Más allá de esta sistemática oposición a la hegemonía estadounidense, el
herrerismo mantuvo su firme posición anticomunista. Señala Adrover que la
“amenaza comunista” todavía era considerada una realidad distante para el
Uruguay, durante el período inmediato de posguerra (1947-1953). Su esfera de
influencia se consideraba circunscripta a Europa del Este y a Asia. No obstan-
(en adelante, UBD). Si bien este sector se esgrimió como férreo opositor a He-
rrera, al participar dentro del lema permitió un importante caudal de votos que
contribuyeron al triunfo nacionalista en noviembre de 1958.
Tras la victoria electoral, el boletín de la agencia norteamericana destacó
que la difícil transición del Partido Colorado al Partido Nacional se debía a su
inexperiencia en el gobierno y a la falta de un programa específico. Agregaba
que, según la embajada estadounidense en Montevideo, la facción de Herrera
se presentaba “más demagógica”, y contaba con “menos líderes de habilida-
des probadas que la UBD”. Concluía, indicando, sin embargo, que el nuevo
gobierno nacionalista no traería cambios en su política exterior para con Esta-
dos Unidos.88 Esta observación de la agencia norteamericana tuvo un correlato
inmediato, particularmente con el triunfo de la Revolución Cubana. Desde El
Debate se siguió con simpatía el proceso revolucionario, cubriendo incluso las
actividades de exiliados en Montevideo, y reconociendo a sus representantes
diplomáticos. No obstante, en enero de 1959, una vez derrocado Fulgencio Ba-
tista, el periódico mostraba su preocupación por las supuestas palabras de Fidel
Castro donde se ordenaba el fusilamiento de los enemigos. Señalaba que este
espíritu de venganza “...hace que pierda el movimiento triunfante, todo calor y
apoyo, bien ganados en el momento de la lucha, por lo que representaba como
esperanza de afianzamiento democrático y de restauración de libertades”.89 Ex-
presaba que este tipo de episodios terminan por “desdibujar” y hacen “descon-
fiar” del “verdadero espíritu democrático”, como ha ocurrido en otras regiones
de América. Reclamaba la necesaria reflexión sobre estas acciones, pues, así
como fueron rápidamente reconocidas las autoridades revolucionarias por los
distintos pueblos americanos, también debía ser escuchada la condena de estos
últimos frente a los fusilamientos. Concluía El Debate señalando que
Consideraciones finales
En el período abordado, el carácter de las “ideologías” como principio orga-
nizador de un orden global aparece particularmente evidenciado, tanto en la
experiencia de los contemporáneos como en la observación retrospectiva. En el
continente americano, en particular, el posicionamiento frente a los grandes “is-
mos” sirvió para legitimar políticas de amplio alcance territorial, pero también
aquellas concebidas en escalas más reducidas, que involucraban algunos países
o quedaban restringidas al ámbito nacional. Al considerar programas de acción
y trayectorias personales en el terreno político, este ángulo de mira parece tan
ineludible como insuficiente si se prescinde de la articulación entre esas diver-
sas escalas; si se omiten los cruces entre los alineamientos internacionales y las
estrategias locales de los actores. Restituir esta complejidad resulta imprescin-
dible para analizar las posiciones sustentadas por Luis A. de Herrera y por los
integrantes de la corriente política que lleva su nombre; para comprender la mi-
rada favorable que dirigieron tanto al franquismo como a los primeros momen-
tos de la Revolución cubana, al yrigoyenismo y, posteriormente, al peronismo
91 Ver María Laura Reali, Herrera. La revolución del orden. Discursos y prácticas políticas
(1897-1929), Banda Oriental, Montevideo, 2016.
92 Magdalena Broquetas, La trama autoritaria…, cit., p. 51.
Frédérique Langue y María Laura Reali 139
Oribe– constituyó otro ejemplo privilegiado por Herrera; éste fue movilizado,
en el marco de la Segunda Guerra mundial, para fundamentar sus posiciones en
materia internacional y, en particular, su rechazo a la instalación de bases aero-
navales en territorio uruguayo. Estos acontecimientos, marcados a fuego en la
memoria de su agrupación político-partidaria, alimentaron constantemente su
reflexión retrospectiva; en el terreno de su actividad política, fueron ejemplos
predilectos a la hora de establecer paralelismos con el presente, recordando
las lecciones de la historia. En ese plano ambos aspectos, el pensamiento y las
prácticas del político y del historiador aparecían como elementos indisociables;
se inscribieron, en permanencia, en un juego de escalas en el que la nación,
punto de partida y de llegada, sólo podía ser comprendida si se la miraba en
función de su inserción en el terreno regional e internacional.
El movimiento carapintada en Argentina
Las fijaciones estratégicas como condicionantes del
proyecto político, rémoras de la Guerra Fría
Edgardo Manero
2 Sobre los levantamientos ver Ernesto López, El último levantamiento…, cit.; Marcelo Sain,
Los levantamientos carapintada. 1987-1991, CEAL, Buenos Aires, 1994; Germán Sopra-
no, “Carapintadas” en Andreína Adelstein, Gabriel Vommaro (eds), Diccionario del léxico
corriente de la política argentina. Palabras en democracia (1983-2013), Universidad Na-
cional de General Sarmiento, Los Polvorines, 2014, pp. 75-79; Guillermo Martín Caviasca,
“Carapintadas, ni ángeles ni demonios”, Radio Gráfica, 16/04/2022. https://radiografica.org.
ar/2022/04/16/carapintadas-ni-angeles-ni-demonios/
3 Ernesto López, El ultimo levantamiento…, cit.
4 Marcelo Sain, Los levantamientos carapintada..., cit.
5 Sobre las tensiones en el contexto de crisis institucional del Ejército ver Germán Soprano,
“La educación militar en la transición democrática argentina. Tensiones entre concepciones
tradicionales y reformistas en el contexto de crisis profesional e institucional del Ejército.
1984-1986”, Páginas, año 9, Núm. 19, enero-abril, pp. 98-121. http://revistapaginas.unr.edu.
ar/index.php/RevPaginas
144 Las ideologías de la nación
6 La familia de la esposa de Carlos Saúl Menen mantuvo un vínculo político permanente con
Seineldín.
7 ABC, 8/6/2003
Frédérique Langue y María Laura Reali 145
8 Ver Edgardo Manero, L’Autre, le Même et le bestiaire. Les représentations stratégiques du na-
tionalisme argentin, ruptures et continuités dans le désordre global, L’Harmattan, París, 2002.
9 Carlos Escudé, Realismo periférico: fundamentos para la nueva política exterior argentina
Planeta, Buenos Aires, 1992.
10 Al respecto ver el artículo “La hora de los zumbos”, El Porteño, año X, Núm. 109, enero de
1991, pp. 17-19.
146 Las ideologías de la nación
11 Página/12, 28/6/1998.
12 Página/12, 28/6/1998.
13 Entrevista a M. Seineldín, La Nación, 10/12/1997.
14 Entrevista a Aldo Rico, Debate, Núm. 4, marzo de 1990, p. 11
15 Marcelo Sain, Los levantamientos carapintada…, cit., pp. 11-12.
Frédérique Langue y María Laura Reali 147
19 Sobre el tratamiento de Cabildo ver Jorge Saborido y Marcelo Borrelli, “Por la ‘dignidad Mili-
tar’: la revista Cabildo y el levantamiento carapintada en la Semana Santa de 1987”, La Trama
Frédérique Langue y María Laura Reali 149
21 La Patria Grande, año VII, segunda época, Núm. 16, Buenos Aires, julio de 1987, pp. 6-7.
22 La Patria Grande, año VIII, segunda época Núm. 25, Buenos Aires, abril de 1988, p. 4.
23 Sobre la posición de J. A. Ramos con respecto a Leopoldo F. Galtieri ver la entrevista en Mar-
cha, año 1, Núm. 1, Buenos Aires, pp. 14-15.
24 La Patria Grande, año VIII, segunda época, Núm. 31, Buenos Aires, octubre de 1988, p. 3.
25 Ver el artículo de Alberto Guerberof en La Patria Grande, año IX, segunda época, Núm. 37,
Buenos Aires, abril de 1989, p. 5.
Frédérique Langue y María Laura Reali 151
26 Clarín, 11/9/1994, “El peronista colorado”, artículo de Alejandro Caravario. Citado en https://
sepaargentina.com/2020/03/29/jorge-abelardo-ramos-1921-1994/#_ednref4
27 Reportaje a Luis Brunati, Crisis, Núm. 67, enero-febrero de 1989, p. 8.
152 Las ideologías de la nación
una política respecto de las Fuerzas Armadas; se “sumó como furgón de cola”
de la izquierda y del liberalismo con su antimilitarismo. El resultado sería la
reivindicación de los generales del Proceso, la “gorilización” de la cúpula del
Ejército, el tutelaje sobre la voluntad popular y la amenaza de golpe si triunfaba
el peronismo en 1989.30
Los carapintadas generaron expectativas y debates en el peronismo no sólo
entre los “ortodoxos”, sino también entre sectores que se reivindicaban de la
experiencia de la “tendencia revolucionaria”, en particular de Montoneros.
Los rumores sobre la visita de dirigentes de ese espacio a Rico31 y a Seineldín
en prisión32 acompañaban la participación de ex miembros de Montoneros en
marcha por su libertad. A pesar de la dictadura, la tríada clausewitziana Go-
bierno, Fuerzas Armadas y Pueblo continuaba arraigada en este espacio.33 En
un editorial de la revista Jotapé,34 se sostenía la necesidad de “terminar con el
antimilitarismo imbécil” y se apeló, desarrollando el discurso tradicional del
peronismo en relación con lo militar, a la necesidad de predicar el nacionalismo
popular revolucionario en las Fuerzas Armadas.35 En el mismo número, en el
artículo “La defensa como parte de una política nacional”, el Coronel retira-
do Cesar Díaz hacía referencia a desprofesionalización, revanchismo, parálisis
operacional, desmovilización profesional de los cuadros, reducción presupues-
taria –la crisis salarial más profunda de la historia según el autor– para juzgar
la política de los radicales hacia las Fuerzas Armadas. A contracorriente de una
coyuntura caracterizada por la búsqueda del control civil, evocaba un irracional
civilismo que dejó sin conducción a los militares y criticaba la transferencia
de inteligencia a los civiles y su rol en Fábricaciones Militares y en la Escuela
Nacional de Defensa. También reprobaba el concepto de defensa, establecido
en la nueva ley que excluía a las Fuerzas Armadas del marco interno, cuestio-
nando la separación con la seguridad. Según el autor, “el desastre que significó
el intervencionismo militar no justifica esa exclusión”. El artículo cuestionaba
la existencia de la DSN como cuerpo doctrinario y el fijar como objetivo militar
una ideología, subrayando la ausencia de una concepción política nacional en
los militares tras el gobierno peronista, quienes asumieron la política del libe-
ralismo y de la OTAN, haciendo abstracción de la realidad geopolítica. En este
marco, Díaz criticaba a los Estados Unidos y reivindicaba la actitud de la polí-
tica militar de Brasil. Hacía referencia al antimilitarismo radical, mencionaba
30 Revista Línea, año IX, Núm. 96, marzo de 1988, pp. 6-7.
31 Es el caso de la visita de Rodolfo Galimberti a la cárcel de Campo de Mayo.
32 Dirigentes políticos y cuadros sindicales de distintos gremios solía visitarlos.
33 Al respecto ver Edgardo Manero Nacionalismo(s), política y guerras en la Argentina plebeya,
Unsam Edita, Buenos Aires, 2014.
34 Publicación vinculada a una ruptura de Montoneros próxima de Rodolfo Galimberti que tras-
cendía en su difusión largamente ese espacio.
35 Revista Jotapé, segunda época, septiembre de 1988, p. 5.
154 Las ideologías de la nación
42 Página/12, 28/6/1998.
43 Página/12, 26/8/1999.
Frédérique Langue y María Laura Reali 157
44 Tras los fracasos de institucionalización como fuerza autónoma, los sectores “fascistas” ocu-
paron un lugar marginal en diversos proyectos políticos construidos a partir de la reivindica-
ción nacional. Tras el fin de la Segunda Guerra, en un contexto internacional de descrédito,
oscilaron regularmente entre las dictaduras militares, el nacionalismo integrista y el peronismo
ortodoxo.
45 Los artículos de la revista Alerta Nacional ilustran sobre el apoyo. Ver en particular el Núm.
11, año V, Segunda Época, febrero de 1988.
46 Busca biografías. https://www.buscabiografias.com
47 Ámbito Fianciero, 30/3/1995.
48 Página/12, 23/8/1998.
158 Las ideologías de la nación
49 Su relación con el peronismo duró hasta su muerte. Se descompuso cuando llegaba a una
fundación a la que asesoraba para escuchar una disertación del gobernador de San Luis, A.
Rodríguez Saá.
50 Ver “Seineldín asume la presidencia del comando Superior peronista (Discurso)”, https://www.
youtube.com/watch?v=ahiHAB4m_5c
51 Página/12, 10/7/1998.
52 La Capital, 19/10/1998.
53 Los puntos de vista de Aldo Rico están expuestos en El desafío argentino. Una propuesta para
el año 2000, Ediciones del Bicentenario, Buenos Aires, 1995; El retorno al Proyecto nacional,
Ediciones del Modin, Buenos Aires,1997.
Frédérique Langue y María Laura Reali 159
también en una zona donde el Estado había dejado un vacío como consecuencia
de las privatizaciones. Es el caso de la región de San Nicolás y Ramallo, princi-
pal centro siderúrgico del país privatizado por el menemismo. La reacción con-
tra los despidos favoreció votos significativos para el MODIN en las elecciones
legislativas de 1993 y en la constitutiva de la asamblea constituyente en 1994.
Por su parte, Seineldín rechazaba la actividad electoral. En prisión, inha-
bilitado legalmente para hacer política, fundó el Movimiento por la Identidad
Nacional e Integración Iberoamericana en 1992. Mientras Seineldín reivindi-
caba una idea de la autoexclusión del sistema política que presenta similitudes
con las concepciones de J. A. Primo de Rivera en la España de los años 30, sus
partidarios trataron de institucionalizarse con diferentes grupos. El Movimiento
“Patria y Pueblo” fundado en 1987, que apoyó el alzamiento militar de 1990,
fue seguido por el Partido Popular de la Reconstrucción creado a mediados de
los 90 por militares como Gustavo Breide Obeid y Enrique Graci Susini, que
participaron de los levantamientos. A finales de la década se buscó instalar la
idea de un “Frente Nacional” alrededor de la figura de Seineldín.54
En términos generales, los carapintadas desarrollaron una “campaña anti-
sistema”, buscando posicionarse fuera de la estructura política tradicional y
diferenciarse de la “clase política”. Sin explicar claramente el papel de los par-
tidos políticos ni hablar de su reemplazo, plantean la cuestión de la legitimidad
popular como opuesta a la electoral y reivindican al “movimiento” por sobre los
“partidos”. Rico, inclusive, hablaba de democracia participativa cuestionando
la lógica de la representación.55 Según él, los partidos no cumplirían su función,
relacionándolo con la falencia de la dirigencia, la corrupción y la ineficacia de
las instituciones en general. La crisis vivida en el Ejército no fue un fenómeno
aislado.56 En la campaña contra el pacto PJ-UCR, en el marco de la reforma
constitucional de 1994, los sectores que apoyaban a Rico argumentaban no que-
rer ser un partido político sino un conjunto de fuerzas nacionales nacidas de la
indignación que generaba la decadencia argentina y la desintegración nacional.
Consecuentes con el tradicional discurso nacionalista, los sectores seinel-
dinistas despreciaron las campañas electorales y la clase política. Los Centros
Cívicos Patrióticos llamaron a la abstención en las elecciones de 1995, 1999 y
2003. A fines del siglo XX, el desprecio por los políticos “profesionales” impli-
ca tanto el rechazo a que la legitimidad del poder deba convalidarse electoral-
mente como la expresión de la debilidad electoral.57 La concepción del Estado
54 Grupos minoritarios diversos, como la Alianza Social Cristiana del 3° Milenio, han recurrido a
la figura de Seineldín para legitimarse.
55 Entrevista a Aldo Rico, Debate…, cit., p. 11.
56 Entrevista a Aldo Rico, Debate…, cit., p. 10.
57 En el contexto de las elecciones presidenciales de 1999, grupos nacionalistas minoritarios
como el Partido Criollo proclamaron que “los peronistas y las fuerzas nacionales votan en
blanco”.
160 Las ideologías de la nación
58 Según Cristian Buchrucker, este punto es uno de los seis temas recurrentes en el pensamiento
militar argentino entre las décadas de 1960 y 1980. “Las formas autoritarias del nacionalismo y
el conservadurismo latinoamericanos”, Ciclos, año IV, vol IV, Núm. 7, segundo semestre 1994
p. 197.
59 Durante los 70 y 80, con precedentes en la década de 1960, hubo una fuerte cooperación tran-
satlántica entre miembros de la dictadura cívico-militar argentina, organizaciones europeas
neofascistas vinculadas con la logia P2, los gobiernos de Rhodesia y Sudáfrica y elementos de
extrema derecha estadounidense.
60 Seineldín fue instructor de las Fuerzas de Defensa Panameñas. En la reivindicación de Manuel
Noriega coincidían los carapintadas con la izquierda nacional y el peronismo.
61 Carlos Castaño, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia, habría viajado a Argentina a
principios de la década del 90 para reunirse con un enviado de Aldo Rico para comprar armas.
Clarín, 8/8/1999.
Frédérique Langue y María Laura Reali 161
62 Se trataba de los diputados peronistas disidentes C. Alvarez y J. P. Cafiero, los radicales L. Mo-
reau, G. González Gass, G. Ortiz Maldonado y J. P. Baylac y el socialista A. Bravo. El Tiempo
8/6/1993. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-156998
63 Página/12, 28/6/1998.
64 Para una tipología del nacionalismo argentino ver Edgardo Manero, L’Autre, le Même et le
bestiaire…cit.
162 Las ideologías de la nación
65 Silvia Sigal y Eliseo Verón, Perón o Muerte, Hyspamérica, Buenos Aires, 1988, p. 37.
66 Al respecto ver Silvia Sigal y Eliseo Verón, Perón o Muerte, cit.
67 En el Diario de G. Quiroga, M. Gálvez sostuvo que la salvación de la República reside en la
guerra con Brasil. Si bien subraya razones, como las económicas, que favorecerían a la Argen-
tina, ésta sería batida por la falta de un espíritu nacional que los brasileños poseían. La unión de
los corazones se restauraría sobre la vecindad amenazante. La guerra reuniría a los argentinos
en una idea común y despertaría en el país el sentimiento de nacionalidad. Para M. Gálvez,
Brasil era ese “otro” que hace posible la constitución de un “nosotros”.
68 Ver Alain Joxe, Voyage aux sources de la guerre, Presses Universitaires de France, París, 1991,
p. 172.
164 Las ideologías de la nación
69 Ver Edgardo Manero, “La reconversión de identidades militares en América Latina en los 90
o el atemporal tema del traidor y del héroe”, en Arturo Fernández (coord.), Globalización,
fragmentación social y violencia, Homo Sapiens, Rosario, 1997.
70 Ver Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Emecé, Buenos Aires,
1983, tomo I, p. 187.
Frédérique Langue y María Laura Reali 165
La Patria está en el centro del sistema de valores defendidos. Todos los inte-
grantes de esta corriente se definen como parte de un proyecto político enca-
minado a la recuperación de la Patria y a la reconquista de la independencia
nacional. Seineldín sostenía:
71 Clarín, 20/4/1987.
72 Entrevista a Aldo Rico, Debate…, cit., p. 11.
73 Página/12, 28/6/1998.
74 En Francia, la consigna de fines de la década del 90 del Front National era “ni derecha ni iz-
quierda, franceses”.
166 Las ideologías de la nación
Sostiene que los conflictos se resolverán sólo cuando haya un proyecto “nacio-
nal” y llaman a la unidad nacional para salvar a la Patria:
“lógica de guerra”. Les contradicciones en el modelo de sociedad ocultan una misma matriz
estratégica, una misma respuesta a la amenaza de muerte y a la supervivencia del nosotros.
81 Ver El Caudillo, año XII, segunda época Núm. 1, 11/9/1985, p. 16.
82 Peronismo revolucionario, “Bases para la alianza constituyente de la Nueva Argentina. Un
proyecto nacional revolucionario para el país que queremos”, 20/6/1987.
83 Infobae, 7/9/2020. https://www.infobae.com/politica/2020/09/07/con-una-solicitada-militan-
tes-y-simpatizantes-reivindican-su-lucha-en-el-50-dia-del-montonero/
168 Las ideologías de la nación
84 Veintitres, 7/2/2002.
85 Al respecto ver Edgardo Manero, L’Autre, le Même et le Bestiaire.., cit.
86 El peso de la influencia francesa desde la segunda década del 50 fue tempranamente destacado
por Ernesto López en sus trabajos.
87 Entrevista a Hugo Vercellotti, director de Seguridad de San Miguel, Página/12, 23/8/1998.
88 Ramón Díaz Bessone, Guerra revolucionaria en Argentina 1959-1978, Editorial Fraterna,
Buenos Aires, 1986.
Frédérique Langue y María Laura Reali 169
89 Sobre la recepción por los carapintadas de Lartéguy ver Jérémy Rubenstein, “La doctrina mili-
tar francesa popularizada. La influencia de las novelas de Jean Lartéguy en Argentina”, Nuevo
Mundo Mundos Nuevos, 6/6/2017. https://journals.openedition.org/nuevomundo/70524
90 Sobre el tema ver Mario Ranalletti, “Contrainsurgencia, catolicismo intransigente y extremis-
mo de derecha en la formación militar argentina. Influencias francesas en los orígenes del
terrorismo de Estado (1955-1976)”, en Daniel Feierstein (comp.) Terrorismo de estado y geno-
cidio en América Latina, Prometeo, Buenos Aires, 2009, pp. 249-281.
91 La Nación, 25/5/2009.
170 Las ideologías de la nación
ber Ganado la batalla de Argel; la derrota habría sido producto de una decisión
política, de la traición del general de Gaulle.
Para los carapintadas, los militares vencieron militarmente a la subversión
impidiendo la implantación de un régimen marxista-leninista, pero fueron de-
rrotados a nivel político-cultural. Su discurso expresa “resentimiento” frente a
una sociedad que no reconoce la importancia de las acciones de los militares.
Como para todo el nacionalismo integrista, el conflicto continúa, aunque la
naturaleza de la guerra habría cambiado. Vieja interpretación, en la estrategia
de la “subversión” – inspirada en los postulados de Gramsci –, la paz es una
forma de guerra. La sociedad debe hacer frente a un nuevo tipo de conflic-
to de carácter ideológico que hace de los productos culturales armas y de las
instituciones objetivos. Desde los años ochenta, la referencia a las estrategias
gramscianas de la subversión ha sido constante entre los carapintadas. En busca
de venganza, los “subversivos” actuarían en los medios de comunicación y en
la educación; deformando los hechos y manipulando la historia engañan a la
sociedad, principalmente a la juventud. Pretenden, por la mentira, reescribir el
pasado, reemplazar la historia por una memoria. Para Seineldín, las organiza-
ciones de derechos humanos buscan venganza.92 Estas descalificaron, según él,
la legitimidad ética de la acción represiva contra los “subversivos”.
Para Seineldín, el país tiene dos instituciones básicas: la Iglesia y las Fuer-
zas Armadas. Las dos habrían y son atacadas por un enemigo que busca debi-
litarlas. La existencia de la Patria estaría vinculada a dichas instituciones. Para
los carapintadas, la Iglesia –que no es la de la opción por los pobres– y las
Fuerzas Armadas, conformarían un sólo núcleo. Se inscriben en una tradición
de la que participaron en otras coyunturas M. Domecq García y J. Bruno Genta,
según la cual las Fuerzas Armadas y la Iglesia serían las únicas instituciones ca-
paces de hacer frente a amenazas que resultan de una democracia que conduce
al marxismo. Considerando a la religión católica como elemento fundante de la
identidad nacional, los carapintadas se inscriben en la tradición que promueve
la “nación católica” en tanto modelo alternativo al liberal93; se trata de una vieja
cuestión del nacionalismo argentino.
Los años 1930, época de crisis terminal de la hegemonía liberal y preludio
a la entrada definitiva en escena de las masas, dejan ver la consolidación de un
bloque articulado en torno a la Iglesia y a las Fuerzas Armadas. Consideradas
como depositarias de los valores tradicionales por los integristas, se trata de dos
instituciones disciplinarias, coercitivas y organizadoras de las fuerzas sociales,
de “masas artificiales” en el análisis freudiano,94 que habían sido la base del
92 Página/12, 28/6/1998.
93 El reconocimiento de la religión católica como un elemento importante en la construcción de
la identidad nacional va más allá del marco del nacionalismo integrista.
94 Sigmund Freud, “Psychologie des foules et analyse du moi”, en sus Oeuvres complètes, vol.
16. PUF, París, 1991, pp. 31-32.
Frédérique Langue y María Laura Reali 171
95 El catolicismo argentino salió del proceso independentista y de la formación del Estado posco-
lonial en mejores condiciones que otras sociedades latinoamericanas.
96 La cuestión de los grupos católicos en los regímenes militares en Argentina fue abordada tem-
pranamente por Alain Rouquié, Intégristes et militaires: les tentatives du national-catholicisme
en République Argentine. Fondation Nationale des Sciences Politiques, París, 1972. Sobre el
tema ver Loris Zanatta, Del Estado liberal a la Nación católica. Iglesia y Ejército en los orí-
genes del peronismo. 1930-1943, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1996. Para
una visión del catolicismo argentino ver los trabajos de Fortunato Mallimaci.
172 Las ideologías de la nación
97 Página/12, 26/8/1998.
98 Ámbito Financiero, 13/12/1990.
Frédérique Langue y María Laura Reali 173
99 Veintitrés, 7/2/2002.
100 Manuel de Lezica, Recuerdos de un nacionalista,Astral, Buenos Aires, 1968, p. 10.
101 Sobre el temor y la amenaza en la Edad Media europea ver Jean Delumeau, La peur en Occi-
dent, Pluriel–Hachette, París, 1978.
102 Ver Daniel Gutman, Tacuara. Historia de la primera guerrilla urbana argentina, Javier Verga-
ra, Buenos Aires, 2003.
103 Comisión de Estudios de la Sociedad Argentina de Defensa de la Tradición, Familia y Propie-
dad, El Nacionalismo: Una incógnita en constante evolución. Buenos Aires, 1970.
174 Las ideologías de la nación
104 Mohamed A. Sineldín, Lyndon H. LaRouche, et al., El complot para aniquilar a las Fuerzas
Armadas y a las naciones de Iberoamérica, Ed. EIR, Mexico, 1993, p. 14.
105 Edgardo Manero, Nacionalismo(s), política y guerras en la Argentina plebeya…, cit., p. 79.
Frédérique Langue y María Laura Reali 175
historia. Ahora bien, las relaciones de enemistad, al igual que toda relación,
llevan siempre en sí la posibilidad de la transformación. Están inscriptas en una
temporalidad específica y quedan abiertas al cambio. Los seres humanos no
están condicionados por ningún determinismo. Tienen siempre la posibilidad
de actuar sobre sus relaciones con el “otro”, lo cual permite que una hostilidad,
aunque esté arraigada en la historia, se modifique.
Conclusión
El movimiento carapintada no se reduce al actor militar. En él converge la cana-
lización de demandas varias, inclusive antagónicas. La heterogeneidad se ma-
nifiesta no sólo en puntos doctrinales divisorios o en recorridos disimiles. Los
oportunistas de la política bajo sus diferentes formas cohabitan con militantes
y simpatizantes convencidos. En los carapintadas se expresó tanto la lógica
constitutiva del conflicto durante la Guerra Fría, construida bajo la influencia
de la Doctrina de la Seguridad Nacional, como los nuevos problemas emergen-
tes con la post-Guerra Fría y la globalización como proceso y como ideología.
Este espacio destaca el sincretismo entre las distintas formas que ha adoptado
el pensamiento nacionalista en la Argentina ilustrando la permanencia de vasos
comunicantes entre “derechas” e “izquierdas” y las circulaciones entre nacio-
nalismos, peronismos e izquierdas, y en particular sus límites. El nacionalismo,
el antiimperialismo, el antiliberalismo, la tercera posición y, en el caso del pe-
ronismo, una cultura estratégica común, habilitaron espacios de circulación e
inclusive reconversiones militantes.
Desde fines del siglo XX, el escenario político latinoamericano tiene la par-
ticularidad no sólo de fusionar viejas tradiciones de protesta social con actores
sociales y políticos forjados en los conflictos propios del ciclo “neoliberal”,
sino también de convocar nuevamente a la nación como espacio de resistencia.
La globalización generó, paralelamente a la descomposición de las formas tra-
dicionales adoptadas por los colectivos de identificación propios de períodos
históricos anteriores, nuevas reivindicaciones identitarias, incluso en relación
con el nacionalismo. En los años 90, los movimientos de resistencia al neolibe-
ralismo han desarrollado formas originales de pensar el conflicto y sus actores,
que en muchos casos no marcaron una ruptura, sino una cierta reformulación,
aunque con novedades importantes respecto a luchas y proyectos políticos an-
teriores. Es el caso de los militares en ruptura con la promoción de representa-
ciones estratégicas transnacionales por parte de Estados Unidos.
En este marco, la experiencia de los carapintadas contrasta dejando ver su
arcaísmo. Mas allá de los discursos críticos del neoliberalismo y de sus análisis
en muchos aspectos premonitorios sobre la globalización como proceso y como
ideología, el nacionalismo de los carapintadas poco tienen que ver con los mo-
vimientos que procuraron la apropiación de soberanía nacional y popular. Más
176 Las ideologías de la nación
E
l año 2001 implicó un quiebre en la historia argentina reciente en diver-
sos planos. Una crisis política y económica de grandes dimensiones aca-
bó con el gobierno de la Alianza entre la Unión Cívica Radical (UCR)
y el Frente País Solidario (FREPASO), que había asumido a fines de 1999.
La sociedad argentina se sacudió a lo largo de varias semanas en protestas de
todo tipo y la arquitectura institucional tambaleó, tal como graficó una frase
que devino referencia en medios de comunicación de distintos países: “cinco
presidentes en una semana”. Sin embargo, luego de ese tiempo de zozobra, una
parte mayoritaria del peronismo, en vínculo con actores partidarios diversos
(incluyendo sectores del radicalismo y del casi desintegrado FREPASO), logró
avanzar en una transición ordenada hacia las elecciones de 2003. La lenta nor-
malización de la política institucional no implicó, sin embargo, la remoción de
muchas ideas que habían entornado aquel punto de ruptura.
En diversas áreas del universo político y cultural argentino, los debates so-
bre qué dinámicas habían conducido a la debacle se prolongaron, impactando
paulatinamente en la construcción discursiva e identitaria de las principales
fuerzas políticas, sus referentes sociales y entornos intelectuales y culturales,
que devendrían líneas maestras de sus interpretaciones con la normalización del
sistema político luego de 2003. Para muchos sectores de la política y también
para grupos de la ciudadanía que se activaron en medio de la crisis, apareció
como imperioso comprender y narrar no sólo el momento de la emergencia,
sino también sus vínculos con la historia nacional para pensar el lugar que la
Argentina tenía en el mapa internacional del nuevo siglo, lo cual extendió los
debates sobre el ciclo de la poscrisis hacia la historia del país y los recentró en
una lectura sobre el mundo: el país había colapsado y por ello debía atenderse
a cómo se había llegado a ese quiebre.
La asunción de Néstor Kirchner en mayo de 2003 levantó voces de alerta
entre diversos actores de las derechas casi de inmediato. Las referencias elogio-
sas del presidente a la izquierda peronista fueron leídas por distintos analistas
a la derecha del espectro ideológico como una reminiscencia a los violentos
años setenta, e incluso un liso y llano retorno de la guerrilla más importante
de aquella facción justicialista: Montoneros, ahora con ropaje institucional. La
178 Las ideologías de la nación
1 Clarín, 5/5/2003.
2 Página/12, 16/5/2003.
3 La Nación, 10/8/2003.
4 Noticias, 12/7/2003 y 30/8/2003. No eran sólo las derechas las que, en los primeros tiempos
del kirchnerismo, tanteaban un panorama confuso. Lo mismo ocurrió con sectores que, desde
las izquierdas, el progresismo y la hasta allí no renovada tradición nacional-popular miraban
al gobierno sin definir posiciones. Una tira de Miguel Rep en Página/12, lo graficaba cuando
su autor se quejaba de no poder hacer “humor oficialista”. Esta ambivalencia en los sectores
progresistas se extendió al menos hasta el final del mandato de Kirchner, cfr. Nicolás Casullo
“El conflicto de las interpretaciones”, Página/12, 10/12/2007.
Frédérique Langue y María Laura Reali 179
las derechas argentinas se posicionaron en las primeras décadas del siglo XXI
ante lo que interpretaron como una peculiar versión local de aquella dinámica
regional. El objetivo no es dar cuenta acabada de todas las posiciones de los
múltiples actores del heterogéneo campo derechista en cada momento, sino tra-
tar de desentrañar movimientos generales que expresan un arco amplio, aunque
centrándonos en la familia ideológica de mayor peso en las derechas argentinas:
la liberal-conservadora.5
Así, mostraremos que en un primer momento las derechas buscaron influir
en el escenario político a partir de cuestiones puntuales (reclamos sobre las
políticas económica, de seguridad o de Derechos Humanos) que se tramaron
sobre el pliego de la idea de “setentismo” con la cual criticaban al gobierno,
pero muy pronto se fue conformando una agenda que puso en primer plano
la cuestión del afán “hegemónico” y poco pluralista de un gobierno peronista
inclinado hacia la izquierda.
En un segundo punto, las críticas contra los impulsos hegemónicos del kir-
chnerismo fueron consolidándose y adquiriendo los contornos de un lenguaje
tradicional en las derechas argentinas: el de la oposición entre populismo (ca-
racterización para el oficialismo) y república (entendida como su contracara
deseable), especialmente con el contexto abierto a principios de 2008, con el
“conflicto de la 125”. Sin embargo, no se trató apenas de una reposición de vie-
jas discusiones sino del despliegue de un nuevo entramado en el que se yuxta-
pusieron tópicos de largo recorrido con una propuesta de “nueva política” capaz
de superar ese populismo que se narraba como atávico, que fue articulado por
la principal oposición partidaria, PRO, un espacio de centro-derecha formado
en tiempos de la crisis de 2001. Esta consistía en reemplazar las categorías de
derecha e izquierda y las narrativas épicas por un gobierno del hacer cotidiano,
cercano a “la gente” (vocabulario que había reemplazado a los términos de pue-
blo y ciudadanos durante los años previos),6 técnicamente capacitado e inmune
a las veleidades de un progresismo que hablaba mucho, pero hacía poco o, peor
aún, se acercaba demasiado a formas autoritarias (e incluso totalitarias, como
se subrayaría años luego).
Finalmente, nos detendremos en un tercer momento: con ese partido de cen-
tro-derecha en el gobierno, en la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019),
discursos y actores ubicados a la derecha de esa experiencia encontraron espa-
cio para expresar posturas radicalizadas. Si bien hubo una suerte de apoyo tác-
5 Ver Ernesto Bohoslavsky, Olga Echeverría y Martín Vicente, “Las derechas argentinas en el si-
glo XX: presentación e itinerarios de un problema”, en Ernesto Bohoslavsky, Olga Echeverría
y Martín Vicente, Las derechas argentinas en el siglo XX. Tomo I. De la era de las masas a la
guerra fría, UNICEN, Tandil, 2021.
6 Ver Gabriel Vommaro, “Lo que quiere la gente”. Los sondeos de opinión y el espacio de la
comunicación política en Argentina (1983-1999), UNGS-Prometeo, Buenos Aires-Los Polvo-
rines, 2008.
180 Las ideologías de la nación
7 Juntos por el Cambio es el nombre que desde 2019 adoptó la coalición Cambiemos, forma-
da en 2015 por el partido Propuesta Republicana (PRO), la Unión Cívica Radical (UCR), la
Coalición Cívica (CC), el Partido Demócrata Progresista (PDP) y partidos menores. Para las
elecciones de 2021, llevó diversas denominaciones según los distritos.
8 Página/12, 18/05/2003. Ver las versiones de Escribano y Verbitsky, respectivamente, en Hugo
Caligaris y Encarnación Ezcurra, Escribano. 60 años de periodismo y poder en La Nación,
Planeta, Buenos Aires, 2021 y Horacio Verbitsky y Diego Sztulwark, Vida de perro. Balance
político de un país intenso, del 55 a Macri, Siglo XXI, Buenos Aires, 2018.
Frédérique Langue y María Laura Reali 181
9 En el mismo tono que muchas notas editoriales, Grondona señalaba sin cortapisas que “en
el acto de la ESMA el presidente declaró que venía a continuar las ideas de Montoneros, La
Nación, 11/04/2004. Sobre su figura, ver Martín Vicente y Mauricio Schuttemberg, “De la
ética capitalista al posliberalismo: Mariano Grondona y una lectura culturalista-política del
desarrollo liberal en democracia (1983-1999)”, en PostData, vol. 26, Núm. 1, 2021.
10 El cruce de Kirchner con periodistas llamó la atención de analistas que buscaron colocarse por
fuera de ese conflicto, como las revistas Noticias o Tres Puntos. Ver Eduardo Minutella y María
Noel Álvarez, Progresistas fuimos todos. Del antimenemismo a Kirchner, cómo construyeron
el progresismo las revistas políticas, Siglo XXI, Buenos Aires, 2019.
182 Las ideologías de la nación
12 Sobre el “caso Blumberg”, ver Gabriel Kessler y Sandra Gayol, Muertes que importan. Una
mirada sociohistórica de los casos que marcaron la Argentina reciente, Siglo XXI, Buenos
Aires, 2018.
13 Ver Gabriel Kessler, El sentimiento de inseguridad. Sociología del temor al delito, Siglo XXI,
Buenos Aires, 2009.
14 Una selección de esas notas se publicó, respectivamente, en La Nación, Los intelectuales y
el país de hoy. Treinta entrevistas sobre el país en crisis, La Nación-Sudamericana, Buenos
Aires, 2004; y José Natanson, El presidente inesperado. El gobierno de Kirchner según los
intelectuales argentinos, Homo Sapiens, Rosario, 2004.
184 Las ideologías de la nación
15 Natalio Botana, Poder y hegemonía. El régimen político después de la crisis, Emecé, Buenos
Aires, 2006, pp. 212-213. Estas preocupaciones estaban presentes en las entrevistas de La
Nación y Página/12, con sentidos diversos.
16 Natalio Botana, Poder y hegemonía…, cit., pp. 88-98 y 216. En este sentido, resulta claro que
el miedo “para no caer en el chavismo” que será clave en la conformación de PRO tuvo tras
de sí una historia afianzada en la década que medió entre este momento y su llegada al poder
nacional. Ver Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Alejandro Belloti, Mundo PRO. Anatomía
de un partido fabricado para ganar, Planeta, Buenos Aires, 2015, pp. 262-264.
Frédérique Langue y María Laura Reali 185
circuladas desde allí a espacios más amplios tenían una centralidad en el debate
que llevaba a sectores progresistas, dentro y fuera del oficialismo, a implicarse
en los debates respectivos. Ambos factores resultaron clave en lo sucesivo.
24 Ricardo Aronskind y Gabriel Vommaro (Comp.), Campos de batalla. Las rutas, los medios
y las plazas en el nuevo conflicto agrario, UNGS-Prometeo, Buenos Aires-Los Polvorines,
2010; Roy Hora, Cómo pensaron el campo los argentinos. Y cómo pensarlo hoy, cuando ese
campo ya no existe, Siglo XXI, Buenos Aires, 2018.
188 Las ideologías de la nación
gió una literatura que revisitaba los acontecimientos de los '70, referidos a la
violencia política, la lucha armada y a la represión militar, principalmente des-
de una óptica contraria a la extendida por parte de los organismos de Derechos
Humanos históricos (así como en los '80 y '90 hubo una fuerte impronta favo-
rable a esas miradas). Libros autoeditados o editados por pequeñas editoriales
derechistas, de autores como el abogado conservador Nicolás Márquez y el pro-
fesor de Historia nacionalista Sebastián Miranda, habían expuesto una defensa
de la visión militar de la dictadura, sin cosechar un mercado fecundo ni reper-
cusión mediática.25 Sin embargo, esto cambió cuando las grandes editoriales y
sus editores –principalmente, Pablo Avelluto al frente de Sudamericana– vieron
allí la chance de un mercado fecundo. Entre los más representativos, se destaca
la trilogía sobre los años '70 del periodista y político Juan Bautista Yofre y los
textos del periodista y politólogo Ceferino Reato, que se transformaron en best
sellers y abrieron un ciclo donde los libros sobre los años setenta se convirtie-
ron en un éxito editorial motorizado por la propia Sudamericana.26 La idea de
“setentismo” era retomada de manera peyorativa por estos autores, para definir
tanto al accionar de las organizaciones armadas e identificar su espíritu con el
gobierno kirchnerista, como también para referirse a una modalidad utilitaria
del espíritu revolucionario, que escondía una voluntad de acaparar poder bajo
una discursividad y narrativa falsamente comprometida. Al mismo tiempo, es-
tos autores subrayaban que el matrimonio Kirchner no había tenido un interés
especial por el tema antes de su presidencia, lo que dejaría en claro la impostu-
ra.27 Esa lectura compartía con las que se presentaron en el segmento previo una
mirada sobre el kirchnerismo como una fuerza que se basaba en ideas de los '70
o acaparaba poder de modo cínico.
Durante ese ciclo, además, se editaron diversos textos que anticipaban el
final del tiempo kirchnerista a la luz de la dinámica abierta por el conflicto de
2008, tanto de autores noveles (especialmente periodistas políticos o de investi-
gación) como de ensayistas consagrados, que también tomaban la problemática
de la década de los setenta para hilarla al presente, donde se enfatizaba que el
25 Por ejemplo, Nicolás Márquez, La otra parte de la verdad: la respuesta a los que han ocultado
y deformado la verdad histórica sobre la década del '70 y el terrorismo, edición del autor,
Buenos Aires, 2004; La mentira oficial. El setentismo como política de Estado, edición del
autor, Buenos Aires, 2007. Sebastián Miranda, La guerra contra el terrorismo en la Argentina.
De los uturuncos a la muerte de Juan D. Perón, Unión, Buenos Aires, 2016.
26 Respectivamente, Juan B. Yofre, Fuimos todos (Sudamericana, Buenos Aires, 2010); Nadie
fue (Sudamericana, Buenos Aires, 2011); Volver a matar (Sudamericana, Buenos Aires, 2011).
Ceferino Reato, Operación Traviata. ¿Quién mató a Rucci? La verdadera historia, Sudameri-
cana, Buenos Aires, 2008; Operación primicia. El ataque de Montoneros que provocó el golpe
de 1976, Sudamericana, Buenos Aires, 2010; Disposición final. La confesión de Videla sobre
los desaparecidos, Sudamericana, Buenos Aires, 2012.
27 Ver un análisis de esta literatura, sus autores y editor en Ezequiel Saferstein, ¿Cómo se fabrica
un best seller político? La trastienda de los éxitos editoriales y su capacidad de intervenir en
la agenda pública, Siglo XXI, Buenos Aires, 2021.
Frédérique Langue y María Laura Reali 189
trabajo: diversos actores entre las derechas rescataron las críticas progresistas al
kirchnerismo para mostrar que no se trataba de una cuestión derecha-izquierda
sino de un acuciante momento liminar que ponía en riesgos los cimientos de las
formas demoliberales. Por eso, el foco de Iglesias no estuvo puesto solamente
sobre el kirchnerismo y su supuesta corrupción, sino en una crítica al populis-
mo, pensado en línea con un autoritarismo que habría tenido su punto de partida
con el golpe de 1930 en el que la participación de Perón (entonces un joven
oficial justista) se agigantaba para servir de prólogo a décadas de iliberalismo,
retroceso y violencia.32
En parte por compartir lecturas similares acerca de los problemas derivados
del populismo, diversas figuras representativas del liberalismo progresista se
acercaron, en distintos momentos, a las filas de un nuevo partido político que
se presentó a sí mismo como ubicado “más allá de la izquierda y la derecha”.
“Compromiso para el Cambio” (que luego devendría Propuesta Republicana,
PRO), nacido al calor de la crisis y que proponía ocupar el espacio dejado va-
cante por la desaparición y la marginalización de las experiencias de derecha
y centro-derecha anteriores. En alianza con algunos núcleos liberal-conserva-
dores como la Unión del Centro Democrático, el Partido Federal y el Partido
Demócrata, se presentó con un discurso político que sumaba tópicos del neo-
liberalismo, retomaba la cuestión moral puesta en juego por experiencias par-
tidarias de centroderecha que tuvieron su auge en los '90 (como Acción por la
República y Nueva Dirigencia) y sumaba, aunque de modo más bien estético,
una veta de sensibilidad social que se emparentaba con el “conservadurismo
compasivo” con el que George W. Bush había ganado las elecciones en Estados
Unidos. En el nuevo partido convergían, además de políticos con trayectorias
derechistas, otras figuras provenientes del radicalismo y el peronismo de la Ciu-
dad de Buenos Aires, así como cuadros empresarios cercanos al grupo econó-
mico SOCMA (el holding familiar del líder del emprendimiento partidario, Ma-
cri), militantes sociales (en general provenientes del mundo católico) y jóvenes
que provenían de diferentes ONGs y think-tanks que se activaron políticamente
en el contexto de la crisis de 2001.
Si bien en los primeros años PRO se mostró orientado hacia la derecha
(estableciendo un marco de alianzas hacia ese sector, desplegando una agenda
cercana al neoliberalismo y mostrando su acuerdo con valores culturalmente
conservadores), a partir de 2007 fue cambiando de estrategia. Así, se distanció
de varios de sus socios políticos más claramente identificados con las ideas
derechistas (como el gobernador neuquino Jorge Sobisch o el economista neoli-
beral Ricardo López Murphy), exigió la renuncia a funcionarios propios (como
el ministro de Educación porteño Abel Posse, por declaraciones culturalmente
32 Fernando Iglesias, Es el peronismo, estúpido. Cuándo, cómo y por qué se jodió la Argentina,
Galerna, Buenos Aires, 2015. El éxito del libro llevó a Iglesias a publicar otros textos de simi-
lar tenor y re-editar éste en versión ampliada.
192 Las ideologías de la nación
33 Sobre estos temas, ver sobre el crecimiento de PRO, Gabriel Vommaro, Sergio Morresi y Ale-
jandro Belloti, Mundo PRO…, cit. y Sergio Morresi, “¿Cómo fue posible? Apuntes sobre la
prehistoria y el presente del partido PRO”, en Mónica Arredondo y Atilio Borón, Clases me-
dias argentinas: un modelo para armar, Luxemburg, Buenos Aires, 2017; sobre la política de
cercanía, ver Isidoro Cheresky y Rocío Annunziata, Sin programa, sin promesa. Liderazgos y
procesos electorales en Argentina, Prometeo, Buenos Aires, 2013 y, sobre el caso PRO, Rocío
Annunziata, “´Si viene, yo lo voto´: la proximidad en timbreos y visitas de Mauricio Macri du-
rante la campaña electoral y su primer año de gobierno (2015-2016)”, Austral Comunicación,
vol. 7, 2018.
34 Gabriel Vommaro y Mariana Gené, “Argentina: el año de Cambiemos”, Revista de Ciencia
Política, vol. 37, Núm. 2, 2017; Paula Canelo, ¿Cambiamos? La batalla cultural por el sentido
común de los argentinos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2019.
Frédérique Langue y María Laura Reali 193
35 Ernesto Ocampo, “El peligroso populismo de Trump”, La Nación, 20/02/2017; Sergio Berensz-
tein, “Donald Trump, la ola populista y la ‘recesión democrática’”, La Nación, 30/03/2018;
Joaquín Morales Solá, “Cuando el futuro es el pasado”, La Nación, 10/01/2021.
194 Las ideologías de la nación
36 Agustín Laje y Nicolás Márquez, El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o
subversión cultural, Unión, Buenos Aires, 2016.
Frédérique Langue y María Laura Reali 195
puestas como las de El libro negro… con figuras que provenían de la tradición
liberal-conservadora. Así, Laje y Márquez comenzaron a compartir espacios
de socialización y difusión con Javier Milei, un economista matemático que se
había acercado a las ideas de la escuela de Austria y las posiciones anarcoca-
pitalistas. Milei solía presentarse en programas de televisión, espectáculos de
stand-up, participaba activamente en las redes sociales y había publicado varios
volúmenes sobre los peligros que encerraba la economía en los gobiernos kir-
chneristas con prólogos escritos por economistas mainstream como Juan Carlos
de Pablo, Ricardo López Murphy y José Luis Espert, algunos de ellos también
editados por Unión.37 Su acercamiento al anarcocapitalismo y al minarquismo
lo aproximaron al paleolibertarismo, ideas que explicaba ante sus variopintas
audiencias con histrionismo y virulencia, construyendo un visible personaje pú-
blico. Tal como lo muestra Pablo Stefanoni,38 abrevando en la obra más tardía
de Murray Rothbard,39 Milei articuló la conexión con posiciones culturalmente
reaccionarias (por ejemplo, contrarias al feminismo), manteniendo la centrali-
dad de las ideas económicas hayekianas y miseanas y la política de tipo nozic-
kiano y randiano. Asimismo, tal matriz le permitió una visión positiva, siquiera
en sentido instrumental, del populismo de derecha, la adopción de la agenda
de la alt-right estadounidense y el establecimiento de vínculos fluidos tanto
con la derecha brasileña de Jair Bolsonaro como con la radical y nacionalista
española de Vox o la chilena de José Kast, que lo colocaron en diálogo con el
nacionalismo derechista.
La reunión entre un autor de libros que, desde una perspectiva nacionalista y
castrense, reivindican el accionar militar durante la última dictadura como Már-
quez, un politólogo cuya producción intelectual abrevaba de las teorías críticas
posestructuralistas para delinear un programa de “batalla cultural” contra el
izquierdismo como Laje y un economista mediático que se posicionó desde la
escuela austríaca como Milei, se dio en un escenario de confluencias novedosas
en el campo político y cultural argentino. La institución organizadora del prin-
cipal evento en donde confluyeron estas figuras, Cruz del Sur, funciona como
un centro de estudios liderado por jóvenes nacionalistas-reaccionarios que ac-
37 Javier Milei et al., Lecturas de economía en tiempos del kirchnerismo, Unión, Buenos Aires,
2014; Javier Milei y Diego Giacomini, Otra vez sopa. Maquinita, infleta y devaluta, Ediciones
B, Buenos Aires, 2016; Javier Milei, Desenmascarando la mentira keynesiana. Keynes, Fried-
man y el triunfo de la Escuela Austríaca, Unión, Buenos Aires, 2018.
38 Pablo Stefanoni, ¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el antiprogresismo y la antico-
rrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería
tomarlos en serio), Siglo XXI, Buenos Aires, 2021.
39 Ver Murray Rothbard, “A Strategy for the Right”, Rothbard Rockwell Report, III (3), vol. 1,
Núm. 16, 1992; “Right-Wing Populism: A Strategy for the Paleo Movement”, Rothbard Roc-
kwell Report, III (1), vol. 5, Núm. 14, 1992; Egalitarianism as a revolt against nature, and
other essays, Ludwig von Mises Institute, Auburn-Ala., 2000; The betrayal of the American
right, Ludwig von Mises Institute, Auburn-Ala., 2007.
196 Las ideologías de la nación
40 Márquez citado en Analía Goldentul y Ezequiel Saferstein, “Los jóvenes lectores de la derecha
argentina. Un acercamiento etnográfico a los seguidores de Agustín Laje y Nicolás Márquez”,
Cuadernos del CEDC, Núm. 112, 2021.
41 Sergio Morresi, Ezequiel Saferstein y Martín Vicente, “Ganar la calle. Repertorios, memorias
y convergencias de las manifestaciones derechistas argentinas”, Clepsidra, vol. 8, Núm. 15,
2021.
Frédérique Langue y María Laura Reali 197
distinto de aquel en el que lo hicieron las derechas liberales en los años '80. En
ese entonces, los partidos mayoritarios (peronismo y radicalismo) pugnaban
por representar de modo cabal a la centro-izquierda, mientras que la Unión del
Centro Democrático (UCeDé) y la Alianza de Centro crecían como los únicos
representantes de la derecha partidaria, reivindicando esa pertenencia. Incluso
en los años '90, cuando la derecha nacionalista tuvo un breve resurgimiento a
través del Movimiento por la Dignidad y la Independencia (MODIN), lo hizo
acusando de derechismo neoliberal al gobierno de Menem y sus aliados libera-
les. Hoy, en cambio, las ofertas de candidatos liberal/libertarios crecen no sólo
autopresentándose abierta y orgullosamente como derechistas, incorporando
pautas conservadoras, reaccionarias y nacionalistas, sino también cuando la
coalición Juntos por el Cambio atrae (con sus propuestas o con los perfiles de
algunos de sus candidatos) a una parte sustancial de ese electorado inclinado a
la derecha.
Por otro lado, aun con un caudal de votos que dista de la puja principal,
las propuestas de derecha tuvieron la fuerza suficiente para moldear al menos
en parte las agendas de otros actores políticos argentinos. En este sentido, Ar-
gentina es ilustración de una tendencia global, ya que son varios los países en
los que las fórmulas de derecha encuentran techos que les impiden crecer pero
también pisos que les permiten correr los parámetros de la discusión pública,
algo que Milei explicitó en varias oportunidades como un triunfo en la “batalla
de ideas”.42 Por ello en Argentina, al contrario de lo que sucede en Europa, la
derecha mainstream (en este caso la de Juntos por el Cambio) parece lejos de
impulsar un “cerco sanitario” que mantenga a raya a las derechas extremas y se
inclina más bien por tomar como propia parte de la agenda de sectores extre-
mos, reformularla y cortejar a sus principales dirigentes para buscar integrarlos.
En esa línea, son elocuentes los contactos públicos entre el ex presidente Macri
y la presidenta del partido PRO, Patricia Bullrich, con dirigentes como el pro-
pio Milei y otros referentes libertarianos.
Debe prestarse atención, por lo antedicho, al modo en que las fuerzas de
derecha se vienen desarrollando en Argentina. Si en el siglo XX, cuando este
tipo de propuestas se presentaban a elecciones acudían principalmente a ar-
gumentos instrumentales y economicistas, hoy esas cuestiones se entrelazan
con una retórica reaccionaria en la que la moral (expuesta de modo maniqueo
y extremo) ocupa el centro del escenario. Así, y a pesar de que para muchos
progresistas está arraigada la idea de que por detrás de toda política de derecha
solo hay intereses pecuniarios o conspiraciones, hay razones para indicar que
en esta dinámica se está afianzando un discurso que no se derrumbará aun si
desde un gobierno de centro o centro-izquierda se obtuvieran mejores resulta-
dos económicos en el mediano plazo. En este punto también cabe subrayar que
42 https://www.infobae.com/politica/2021/09/09/javier-milei-logramos-correr-el-eje-del-deba-
te-nosotros-terminamos-ganando-la-batalla-de-las-ideas/
198 Las ideologías de la nación
hay una relación tensa entre esas propuestas “morales” y la democracia formal/
procedimental, por lo que no debería perderse de vista que al menos una parte
de los dirigentes autodenominados liberales/libertarios han expresado reservas
serias con respecto a la democracia, a la que perciben como un modelo subóp-
timo de distribución de recursos, un juego amañado entre elites e incluso una
amenaza para la libertad individual de potencial totalitario.43
A los puntos expuestos, finalmente, debe sumarse la progresiva activación
de estas miradas derechistas en un impacto de corte socialmente transversal,
por ende, mostrando capacidad de replicarse en sectores populares, estratos
medios y altos. Por momentos unidas por una concepción moral de la política,
en otros por las aversiones comunes, también en sentido etario existe una pauta
que recorre de modo parejo actores de extracciones y edades disímiles, lejos de
la narrativa que se enfoca a los sectores medios y los jóvenes (sí los más visi-
bles y con prevalencia activista masculina) como ejes del fenómeno: en el cie-
rre de este texto, una heterogénea crítica al progresismo como cultura política
gana lugar entre las derechas y más allá de esas como ejemplo de esa dinámica.
Conclusiones en tránsito
La política argentina posterior a la crisis de 2001 estuvo marcada por el signo
de ese quiebre y por la centralidad que los gobiernos kirchneristas tuvieron
en los debates políticos y culturales, incluso tras su derrota a manos de Cam-
biemos en 2015. Como pudo verse, si bien determinados sectores derechistas
criticaron desde su origen la experiencia del kirchnerismo, no fueron los úni-
cos críticos, sino que por momentos coincidieron con sectores progresistas, así
como encontraron eco en peronistas críticos del oficialismo desde las derechas
del movimiento. El antikirchnerismo permitió articular voces muchas veces
disímiles en torno a una serie de grandes ejes narrativos que tenían diferente
significado en cada crítica. Como expusimos, ello permite presentar a las opo-
siciones derechistas al kirchnerismo dentro de una serie de marcos diversos
contextualizados como lecturas sobre la versión local de “la ola rosa”, pero
que no se redujeron a ello, sino que esta crítica en tono regional fue parte de
una dinámica más amplia, que aquí analizamos a través de tres estaciones de
polémicas político-culturales.
D
esde el año 2019, Chile ha vivido, al igual que otros países de la región,
protestas sociales masivas cuyas causas son múltiples, pero que se han
visto potenciadas por la pandemia del virus SARS COVID-19, la cual
ha aumentado las ya enormes diferencias sociales y económicas estructurales
de nuestro continente. El descontento social ha tomado diversas formas, y una
de esas expresiones ha sido la destrucción de estatuas y monumentos patrios a
lo largo de todo el territorio.1 El malestar se ha dirigido contra las elites de todos
los colores políticos, y especialmente a los valores tradicionalmente asociados
a ella: la nación, el orden socioeconómico, el Estado y los próceres que han
formado parte del panteón nacional. Podríamos decir, casi como en un juego de
palabras, que los monumentos son invisibles hasta que dejan de serlo. Y son las
luchas por el presente y la interpretación del pasado las que vuelven a darles un
protagonismo del cual carecieron durante décadas.
Este trabajo indaga en el surgimiento de discursos e interpretaciones que se
oponen al relato de las elites y cómo éstos se enfrentan en el espacio público
a través de la destrucción o desplazamiento de los monumentos y estatuas, en
tanto objetos memoriales. Unos las destruyen y otros las rescatan e incluso las
trasladan a otros barrios considerados “protegidos”. El llamado estallido social
chileno ha tomado como uno de sus símbolos principales la lucha por una plaza
de Santiago y también por su referente principal: la estatua del general Manuel
Baquedano, militar de la Guerra del Pacífico (1879-1883). Pero también ve-
mos que procesos comparables se producen en otras partes del mundo, donde
se cuestionan monumentos de héroes confederados en Charleston, o bien de
próceres con un pasado esclavista en Barcelona, Bruselas o Liverpool. En este
sentido, el artículo apunta a relacionar el descontento y la tensión social con una
disputa por el espacio público entre quienes defienden una cierta concepción
de la historia nacional y sus símbolos, y quienes se oponen radicalmente a ella.
1 Paula Huenchumil, “Derribar símbolos coloniales: Un nuevo acto político que se suma en las
protestas en Chile”, Interferencia, 08/11/2019. Disponible en: https://interferencia.cl/articulos/
derribar-simbolos-coloniales-un-nuevo-acto-politico-que-se-suma-en-las-protestas-en-chile
202 Las ideologías de la nación
Según Helen Frowe, las autoridades de los Estados nacionales tienen el deber
de repudiar todos aquellos actos del pasado que hayan atentado contra los dere-
chos de las personas, y por lo tanto remover los monumentos que representan a
quienes hayan perpetrado estas violencias.4 Pero si la remoción del monumento
genera más violencia que su presencia, las autoridades deberían priorizar la
protección de la población por sobre el deber ético. Esta posición niega toda
posibilidad de contextualización de los acontecimientos (sin por ello justificar-
los) y arriesga la aplicación de criterios contemporáneos al pasado tanto remoto
como cercano (una forma clásica de anacronismo). La justificación del derribo
o destrucción de estatuas sería una cuestión sujeta a permanente evaluación
según criterios del presente:
2 Andrea Rincón, “Rebelión contra las estatuas: Los símbolos que suscitan choques en todo el
mundo”, France 24, 11/06/2020. Disponible en: https://www.france24.com/es/20200611-re-
beli%C3%B3n-contra-las-estatuas-los-s%C3%ADmbolos-que-suscitan-choques-en-to-
do-el-mundo
3 Roxana Alvarado, “Monumentos derribados: ¿reescribiendo o destruyendo la historia?”, No-
ticias FAU, 26/06/2020. Disponible en: http://www.fau.uchile.cl/noticias/164647/monumen-
tos-derribados-reescribiendo-o-destruyendo-la-historia
4 Helen Frowe, “The Duty to Remove Statues of Wrongdoers”, Journal of Practical Ethics,
Volume 7 Núm. 3, 06/12/2019. Disponible en: https://ssrn.com/abstract=3533061
Frédérique Langue y María Laura Reali 203
“It’s not the statues themselves but the point of view that they
represent. And these are statues in public places, right? So these
are statues claiming that this version of history is the public ver-
sion of history”.6
6 Entrevista a Erin Thompson en: Jonah Bromwich, “What Does It Mean to Tear Down a Statue?
We asked an art historian who studies the destruction of cultural heritage”, The New York Ti-
mes, 11/06/2020. Disponible en: https://www.nytimes.com/2020/06/11/style/confederate-sta-
tue-columbus-analysis.html
Frédérique Langue y María Laura Reali 205
co, consolidó una de las sociedades más desiguales del mundo en términos
de ingreso familiar y repartición de la riqueza.7 Las espectaculares cifras de
crecimiento económico de la década de 1990 y el posterior boom de las expor-
taciones de materias primas (cobre principalmente) de la década siguiente, no
pudieron ocultar ni aminorar las gigantescas brechas de ingreso y de calidad
de vida que se estaban incubando en la sociedad chilena. Sin negar que los
diferentes grupos sociales vieron aumentar sus ingresos y capacidad de con-
sumo durante estas tres décadas, los sectores medios y populares lo hicieron
principalmente a expensas de un altísimo endeudamiento y de una promesa de
ascenso social que se vio truncada entre los años 2010 y 2019. A esto puede
agregarse que la “seguridad social” en Chile es prácticamente inexistente, pues
tanto las pensiones como la salud y la educación deben ser pagadas por las pro-
pias personas, y la atención gratuita está reservada sólo para los sectores más
pobres y suele ser deficiente. Los grupos medios, hoy mayoritarios en Chile,
están sujetos a una precariedad estructural tanto en el empleo como en acceso a
prestaciones sociales autofinanciadas. Sin tener en cuenta este contexto, resulta
difícil comprender por qué una sociedad que había sido puesta como ejemplo
de desarrollo en América Latina, vivió por meses en una espiral de malestar y
violencia callejera como pocas veces se había visto en el continente.
7 El informe del PNUD del año 2018 (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), daba
cuenta de los límites alcanzados por la desigualdad social y económica en Chile Ver: Varios au-
tores, “DESIGUALES. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile”, Programa
De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo PNUD, 2018 [en línea].
8 Jonathan Lukinovic ha documentado más de 300 casos de destrucción o intervención de mo-
numentos en todo Chile en los meses inmediatamente posteriores a octubre de 2019. Jonathan
Lukinovic, La guerra de los monumentos, Editorial Camino, Santiago, 2021, 290 p.
Frédérique Langue y María Laura Reali 207
9 El detalle de las cifras de víctimas del estallido social pueden ser consultadas en: https://www.
indh.cl/indh-entrega-balance-a-un-ano-de-la-crisis-social/; y respecto de los daños materiales
y a las policías en: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2020/10/02/a-casi-un-ano-del-18-
de-octubre-las-cifras-del-gobierno-sobre-los-dd-hh-en-el-estallido-social-3-443-personas-he-
ridas-y-347-con-trauma-ocular/
210 Las ideologías de la nación
que se identifica plenamente con las demandas de la protesta social, pero cuyas
promesas de campaña se podrían ver afectadas por las restricciones económicas
del país después de tres años de crisis sucesivas.
La afectación del espacio público, y de los monumentos, en particular, pue-
de ser interpretada como una huella de la protesta, pero también como una
suerte de manifiesto de ciertos sectores de la población contra el modelo econó-
mico, las élites del poder (político y económico), pero también, tras un análisis
histórico, respecto a una concepción de la historia de Chile centrada en la cons-
trucción del Estado y el predominio de la capital (Santiago) sobre el resto de
las regiones. La destrucción de estatuas y monumentos, a nuestro parecer, no es
únicamente el resultado de una rabia espontánea contra los símbolos del poder
tradicional, sino de diversas lecturas de la historia de Chile que rápidamente
se han extendido a través de las redes sociales; y cuyos detentores llaman a la
acción y a la intervención radical del espacio público.
Durante la última década una serie de libros de divulgación histórica y gran
éxito de ventas, han insistido en el carácter elitista de la historia de Chile que
se enseña en las escuelas, colegios y liceos del país. Algunos de estos autores10
(con éxito importante en televisión y radio), han puesto el acento en la discri-
minación y la violencia ejercida en la construcción del Estado chileno, negando
las diferencias étnicas, regionales, sociales y de género, y que además habrían
ocultado una sociedad mucho más diversa de lo que los textos escolares expo-
nen.11 En ningún caso creemos que este fenómeno sea, por sí solo, una causa de
la destrucción de monumentos. Sin embargo, pensamos que ha ejercido cierta
influencia, al menos en el ámbito discursivo, respecto de la crítica acérrima a
varios de los personajes masculinos tradicionales de la historia de Chile, y por
ende a todo aquello que haga alusión a su memoria en el espacio público (mo-
numentos, memoriales, estatuas, bustos, nombres de calles, etc.).
10 Nos referimos, entre otros, a la obra del escritor y comentarista de televisión, Jorge Bara-
dit, quien ha tenido un enorme éxito de ventas con su colección “Historia secreta de Chile”.
Para más detalles, ver: https://www.penguinlibros.com/cl/historia/84966-libro-historia-secre-
ta-de-chile-1-9789563254792#
11 La serie “Historia secreta de Chile” también fue llevada a la televisión abierta por la señal
Chilevisión (2019-2020). Algunos capítulos completos están disponibles en YouTube: https://
www.youtube.com/watch?v=6aSKYQtT1H0
Frédérique Langue y María Laura Reali 211
12 El General Manuel Baquedano (1823-1897) fue un militar chileno que participó activamente
durante la guerra contra Perú y Bolivia de 1879, así como en la fase final de la ocupación de la
Araucanía entre 1881 y 1883.
13 Descripción del monumento al General Baquedano según archivo de la DIBAM (Chile) “Mo-
numento al General Manuel Baquedano: Escultura y relieves realizados en bronce y piedra
verde; obra del escultor chileno Virginio Arias y Gustavo García, arquitecto. Conmemora los
hechos acaecidos durante la Guerra del Pacífico. Sobre la base y en sus costados figuran: una
escultura de mujer que levanta una guirnalda de copihues, relieves que recrean batallas de Cho-
rrillos y Miraflores y un soldado en posición de guardia. Bajo el pedestal, se encuentra la tumba
del Soldado Desconocido, cuya lápida dice: ‘Aquí descansa uno de los soldados con que el Ge-
neral Baquedano forjó los triunfos del heroísmo chileno’ y una placa conmemorativa que seña-
la: ‘Homenaje de la caballería en servicio activo en retiro y de reserva 1943’. Erigido en ‘Plaza
Italia’, que pasó a denominarse ‘Plaza Baquedano’. Inaugurado el 18 de septiembre de 1928.”
Disponible en: http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/629/w3-article-612141.html
14 En la Plaza Italia (oficialmente Plaza Baquedano desde 1928) se cruzan dos de las principales
arterias de la ciudad de Santiago que van de este a oeste y de norte a sur, siendo además un
punto emblemático de la Línea 1 del Metro de Santiago; la más importante y antigua de la
ciudad.
15 Uno de los medios no tradicionales más utilizados para apreciar en vivo y en directo la protesta
en Plaza Italia fue el sitio web de la galería de arte CIMA, que hasta el día de hoy posee una cá-
mara internet que transmite al mundo 24x7 lo que sucede en este lugar. Disponible es: https://
galeriacima.cl/en-vivo/
212 Las ideologías de la nación
16 Monasterio, Fernanda, “Más de 4 mil manifestaciones y 25 mil detenidos: El balance del esta-
llido social”, Pauta, 30/08/2020. Disponible en: https://www.pauta.cl/nacional/carabineros-en-
trega-banance-final-cifras-detenidos-estallido-social-saqueos
Frédérique Langue y María Laura Reali 213
En un recorrido realizado por la denominada zona cero del estallido social chi-
leno, durante los primeros días de enero de 2020, pude comprobar con mis
propios ojos y una cámara fotográfica en mano, el grado de intervención, alte-
ración y destrucción del espacio público en las cuadras circundantes a la Plaza
Italia. Pocas semanas antes de que la pandemia del COVID 19 se expandiera
por el mundo, fue una ocasión bastante única para hacer un registro visual del
monumento de Baquedano y de las expresiones estéticas que lo rodeaban en
aquel momento (no debemos olvidar que las alteraciones fueron permanentes
y siempre cambiantes semana tras semana). Una de las cosas que más llamaba
la atención era el colorido iconoclasta de la estatua y la estética andrógina que
se le había impuesto a través de pintura en el rostro, el uso de prendas de ropa
femenina, además de las grandes manchas con pintura roja que simbolizaban la
sangre atribuida a la acción de los militares chilenos desde el siglo XIX en ade-
lante.17 Se trataba también de atacar a uno de los símbolos más recurrentes de la
virilidad castrense (un militar erguido y triunfante sobre un imponente caballo)
y de lo que algunos manifestantes definían como la imagen del “poder patriar-
17 En las distintas jornadas de protesta surgió la bandera mapuche como símbolo del descontento
y en contraposición a la bandera de Chile, cuestión que no se había visto con anterioridad, dado
el uso tradicional de la bandera chilena en diversas manifestaciones populares.
214 Las ideologías de la nación
18 En al menos en dos ocasiones entre 2019 y 2020, grupos conservadores y de derecha se diri-
gieron al sector de Plaza Italia y al monumento de Baquedano, y en horarios donde no había
manifestantes para realizar actos públicos de desagravio y de reparación.
19 Claudio Alvarado Lincopi, “Baquedano barroco, desafíos para los monumentos del futuro”,
CIPER Chile, 22/10/2020. Disponible en: https://www.ciperchile.cl/2020/10/22/baqueda-
no-barroco-desafios-para-los-monumentos-del-futuro/
Frédérique Langue y María Laura Reali 215
Entrada principal de la estación Baquedano del metro – Plaza Italia, Santiago de Chile
Fotografía de Manuel Gárate, 01-10-2020
Pocos días antes del retiro definitivo de la estatua ecuestre de Baquedano (12-
03-2021), el Ejército de Chile emitió una declaración oficial (06-03-2021) de-
plorando el incendio del que había sido objeto el monumento sólo días antes, y
argumentando que se trataba de “un deleznable atentado al pueblo de Chile”.20
Esta y otras manifestaciones públicas de rechazo a la vandalización de la es-
tatua de Baquedano, obligaron a las autoridades del Consejo de Monumentos
Nacionales a retirar la efigie de bronce de dos toneladas para su restauración
y posterior reubicación en un lugar resguardado.21 Finalmente el Ejército de
Chile reubicará el monumento en alguno de sus recintos y probablemente en el
Museo Militar. Resulta difícil imaginar que la estatua del General Baquedano
pueda volver a su lugar original, al menos en el corto plazo, debido a que su
simple presencia genera inmediatas reacciones y reaviva las pasiones en torno a
las disputas por el espacio público y a las imágenes históricas que evoca.
20 La declaración completa del Ejército puede ser vista en línea en la siguiente dirección: https://
www.ejercito.cl/prensa/visor/comunicado-oficial-ataque-incendiario-al-monumento-del-gene-
ral-baquedano
21 Comunicado oficial del Consejo de Monumentos Nacionales anunciando el retiro de la estatua
del General Baquedano (12/03/2021). Disponible en: https://www.monumentos.gob.cl/prensa/
noticias/culmina-exito-retiro-temporal-monumento-general-baquedano-su-restauracion
Frédérique Langue y María Laura Reali 217
22 En la portada del libro Rebelión (Editorial Sudamericana 2019) de Jorge Baradit, aparece la
cabeza decapitada de Pedro de Valdivia.
23 Camilo Pérez, “Derribando estatuas: una entrevista con Jorge Baradit”, Pousta.com,
23/04/2020. Disponible en: https://pousta.com/derribando-estatuas-jorge-baradit/
218 Las ideologías de la nación
24 Para una visión desde España sobre la destrucción de monumentos en Chile, ver: Cervera,
César, “La leyenda negra del conquistador español cuyas estatuas están decapitando en Chile
los manifestantes”, ABC de España, 06/11/2019. Disponible en: https://www.abc.es/historia/
abci-leyenda-negra-conquistador-espanol-cuyas-estatuas-estan-decapitando-chile-manifestan-
tes-201911060116_noticia.html
Frédérique Langue y María Laura Reali 219
En relación con la cita anterior, nos cuesta imaginar la manera en que podría-
mos ver la historia más claramente sólo a través del acto destructivo o perfor-
mático, pues sus reverberaciones sólo podrían ser apreciadas años o décadas
más tarde. El acto de intervención o destrucción refleja más una voluntad de
actuar que un discurso propiamente tal, si bien éste puede estar subyacente.
Basta, por ejemplo, con ver los registros fotográficos y audiovisuales del derri-
bo de la estatua de Valdivia en Concepción para notar que estamos frente a una
celebración popular y menos respecto de una lectura histórica27. Ahora bien, el
argumento anterior no niega que las acciones en el espacio público puedan ser
leídas históricamente, pero dudo que esto no sea más bien el resultado de la
mediación del lector o investigador que accede indirectamente a los aconteci-
mientos, como suele suceder con el trabajo de los historiadores. Efectivamente
podemos apreciar en los manifestantes un sentimiento anti élites, y contra los
25 Nicolás Díaz, “Hasta $40 millones costaría restaurar estatua de Pedro de Valdivia derribada
en plaza de Concepción”, Bio Bio Chile, 24/12/2019. Disponible en: https://www.biobiochile.
cl/noticias/nacional/region-del-bio-bio/2019/12/24/hasta-40-millones-costaria-restaurar-esta-
tua-de-pedro-de-valdivia-derribada-en-plaza-de-concepcion.shtml
26 Enzo Traverso, “Derribar estatuas no borra la historia, nos hace verla con más claridad”, Nueva
Sociedad. Democracia y política en América Latina, 29/06/2020, Disponible en: https://nuso.
org/articulo/estatuas-historia-memoria/
27 Extracto de video del derribo de la estatua de Pedro de Valdivia en la ciudad de Concepción
(14/11/2019). Disponible en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=ji37k81iXRg
220 Las ideologías de la nación
representantes del poder y sus símbolos “patrios”, pero de ahí a considerar que
mediante el acto performático podemos acceder a una visión más clara de la
historia, me parece un argumento al menos discutible.
Conclusión
La cuestión de la destrucción, intervención y desplazamiento de monumentos,
como hemos sostenido a lo largo de este capítulo, no es un fenómeno local y
tampoco nuevo. Probablemente lo inusual es el grado de sincronía entre sucesos
que han ocurrido en Europa, Estados Unidos, y algunos países de Latinoaméri-
ca en los años recientes, y ante lo cual queda suponer que el efecto de Internet
y las redes sociales sirve de catalizador para estos fenómenos. El denominado
estallido social chileno de 2019-2020, representa un momento interesante para
estudiar las causas y efectos de la destrucción de estatuas y monumentos patrios
en el espacio público, pues tenemos numerosos casos a lo largo del país que dan
cuenta de distintas situaciones con características y ubicaciones diferentes. Sin
embargo, todos los casos comparten la expresión de un rechazo hacia los per-
sonajes históricos que la historia escolar ha consagrado como los forjadores de
la nación chilena y de su territorio. Si esto es el resultado de una interpretación
histórica más profunda, lo ponemos en duda, pues estamos ante situaciones que
combinan acciones espontáneas con planificación, lo cual también se hace mu-
cho más fácil a través de la coordinación rápida que permiten las redes sociales.
La respuesta de las autoridades frente a la destrucción y derribo de monu-
mentos también es una cuestión que nos interesa, pues en los dos casos anali-
zados, las estatuas fueron recuperadas por las autoridades encargadas del pa-
trimonio cultural y sometidas a intensos procesos de restauración. La pregunta
que queda en el aire, es si es posible imaginar el regreso de tales monumentos
a sus emplazamientos originales o bien se ha instalado una nueva conciencia
histórica que lo hace imposible, y obliga al estado a buscar lugares protegidos
o bien abrirse a una posible musealización de estas obras como huellas de un
pasado que está en constante disputa.
Venezuela bajo la égida de la epopeya y la nostalgia
Jo-Ann Peña-Angulo
D
os elementos fundamentales destacan en la construcción de los imagi-
narios nacionales: la idea de epopeya y nostalgia. De ambos se puede
decir que vienen asociados intrínsecamente a la imagen del héroe y
mesías latinoamericano. Este ensayo busca comprender los vínculos emocio-
nales y redes que se establecen a partir de sus representaciones simbólicas y
discursivas y por lo tanto considerar la idea trágica de la historia como anhelo
y sentimiento, junto a la relación indisoluble entre las emociones y la política.
Este entramado se analiza a partir de la experiencia contemporánea del llamado
proyecto revolucionario inaugurado por Hugo Chávez Frías. Revisar el pasa-
do y con qué objetivo es otra de las interrogante que intentaremos responder,
teniendo en cuenta el papel de la epopeya en la construccción de la nostalgia
hacia el pasado anhelado. Mostraremos cómo la nostalgia aparece como fuente,
mediación y mecanismo ideológico del chavismo y su proyecto nacionalista.
En efecto, las ideologías de la nación “desnudan” la emergencia de los nacio-
nalismos. En este contexto, el chavismo hizo suyo un programa emocional a
partir del cual se encaminó desde el año 1999, en una especie de nacionalismo
latinoamericano. Este trabajo se desarrollará entonces en torno a tres ejes inter-
pretativos: el pasado nacional, memoria y nacionalismo; el papel de los histo-
riadores, su relación al pasado nacional y al nacionalismo, y el cóctel explosivo
conformado en la actualidad por el nacionalismo, las emociones y la ideología.
1 Scot A. French, “What is Social Memory?” in Southern Cultures, vol. 2, Núm. 1, 1995, p. 9,
[consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://www.jstor.org/stable/26235387
2 Hay una amplia bibliografía sobre los nacionalismos. No es objeto de este trabajo exponer las
distintas teorías que desde el campo de las ciencias políticas se han planteado sobre los mismos.
3 Francisco Zapata, Ideología y política en América Latina, Colegio de México, México, 1990,
p. 15.
Frédérique Langue y María Laura Reali 223
4 El psiquiatra francés Boris Cyrulnik es uno de los creadores del concepto de resiliencia.
5 Christian Fuchs, Communication and Capitalism: A Critical Theory, University of Westmins-
ter Press, London, 2020, p. 15.
6 Es importante destacar que desde los mismos grupos chavistas emergieron también represen-
taciones vinculadas a dicho movimiento. Por ejemplo: la oración Padre Nuestro a Chávez.
Sobre la manipulación simbólica por parte del chavismo puede leerse en Jo-Ann Peña Angulo,
“El imaginario instituyente Dios y el Diablo: entre el ocaso y la gestación de una nueva reali-
dad venezolana (1990-2006)” en Revista Venezolana de Ciencia Política, Núm. 34. Julio-di-
ciembre, 2008, pp. 113-114, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: http://www.
saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/31959/articulo7.pdf?sequence=1&isAllowed= “...la
relación vital de la política, la ideología y los imaginarios, juega un papel fundamental en las
representaciones simbólicas, surgidas a partir del 4 de febrero del 1992, como observamos en
224 Las ideologías de la nación
la oración del Padre Nuestro, hecha por simpatizantes a Chávez: ‘Chávez nuestro [que estás en
la cárcel, Santificado sea tu golpe, Venga (vengar) a nosotros, tu pueblo, Hágase tu voluntad
la de Venezuela, la de tu ejército [...]’. Está práctica de asociar al presidente de turno con la
oración del Padre Nuestro no es nueva, pues existe incluso una versión –hecha por los oposi-
tores al régimen gomecista–, dedicada a Juan Vicente Gómez. Congreso de la República de
Venezuela (documentos), 1983, p. 57.
7 Dicha documentación emanada de organismos internacionales testimonia la crisis en Venezue-
la. Su contenido jurídico demuestra la violación de los DDHH en Venezuela. “Informe de la
Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre Venezuela insta a adoptar de
inmediato medidas para detener y remediar graves violaciones de derechos”, 4/7/2019, [con-
sultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/
DisplayNews.aspx?NewsID=24788&LangID=S
Ver la “Resolución Aprobada por el Consejo de Derechos Humanos,” 27/09/ 2019, 42/24 sobre
Situación de Derechos Humanos en la República Bolivariana de Venezuela.
Posteriormente Bachelet como Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (ACNUDH) actualiza dicho Informe, incluyendo el período entre el 1 de junio de
2020 y el 30 de abril de 2021. Ver “Resolución Aprobada por el Consejo de Derechos Huma-
nos”, 45/20 sobre Situación de Derechos Humanos en la República Bolivariana de Venezuela,
06 de octubre de 2020, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://undocs.org/
es/A/HRC/RES/45/20
8 “Consejo Permanente de la OEA aprueba resolución sobre Ayuda Humanitaria en Venezuela”,
27 de marzo de 2019, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://www.oas.org/
es/centro_noticias/comunicado_prensa.asp?sCodigo=C-017/19 “El Consejo Permanente de la
Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobó hoy la resolución ‘Ayuda Humanitaria
en Venezuela’” en la cual anima a los Estados Miembros, a los Observadores Permanentes y a
las organizaciones internacionales ‘a continuar apoyando e implementando medidas para aten-
der la crisis humanitaria en Venezuela’. El documento insta además a las instituciones públicas
de Venezuela en especial las fuerzas militares y de policía ‘a que se abstenga de bloquear el
ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, dando el debido respeto a los principios humani-
tarios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia operativa de la asistencia
humanitaria, así como el respeto de los derechos humanos.’”
Frédérique Langue y María Laura Reali 225
“Si seguimos una tosca cronología que va desde los años veinte
hasta nuestros días, los conceptos más influyentes en este campo
son mémoire collective, Mnemosine, storia e memoria, lieux de
mémoire, memoria cultural, memoria comunicativa, lugares del
9 Jeffrey Olick and Joyce Robbins, “Social Memory Studies: From Collective Memory to the
Historical Sociology of Mnemonic Practices” in Annual Review of Sociology, vol. 24, 1998, p.
106, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://www.jstor.org/stable/223476
10 Autora de diversas obras. En el caso del libro trabajado en este artículo, el mismo fue publicado
originalmente en alemán bajo el título Kollectives Gedächtnis und Erinnerungskulturen, en el
año 2005.
226 Las ideologías de la nación
11 Astrid Erll, Memoria colectiva y culturas del recuerdo. Estudio introductorio (Johana Córdoba
y Tatjana Louis; trad.), 2012, p. 7, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en: https://
elibro--net.us.debiblio.com/es/ereader/bibliotecaus/96813
12 Scot French, “What is Social…”, cit., p. 9.
13 Astrid Erll, Memoria colectiva…, cit., p. 8.
Frédérique Langue y María Laura Reali 227
zación, fue sólo hasta el año 2011 cuando asumió como política
pública la elaboración y distribución gratuita de los textos es-
colares para la educación primaria y media de las instituciones
dependientes del Estado.”17
En este contexto no debemos olvidar que las élites o en su defecto las que así
sean entendidas en cada país, pueden cumplir en este proceso, el de ideologi-
zación, dos acciones: servir de contención o ser mediadores para su estable-
cimiento y consolidación. Incluso pueden tener diferencias con las pretensio-
nes del proyecto nacionalista; sin embargo pueden unirlo a este sentimientos
y emociones animadas desde la “deuda con el pasado”. Aunque sea incómodo
decirlo, debemos tomar en cuenta estos aspectos de la condición humana, para
contexto historiográfico, es una categoría re-semantizada desde Hugo Chávez hasta el presente
dentro del chavismo.
21 Ana Ramos, “Delcy Rodríguez, nuestra venganza personal es estar en la revolución” en Agen-
cia Carabobeña de Noticias, 2018, s/p, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en:ht-
tps://www.acn.com.ve/delcy-rodriguez-venganza-revolucion/
22 Prensa MPPC, “Vicepresidenta Rodríguez: La Ley Antibloqueo es una convocatoria a la unión
nacional para derrotar las sanciones” en el programa “Aquí estamos”, 2020, [consultado el
15 de agosto 2021]: disponible en: http://www.mincultura.gob.ve/detalles.php?meta=NT-
M0OA==
23 Filósofo y teórico social. Ha dedicado gran parte de su obra a la teoría de la elección racional.
Tomamos en este trabajo su idea básica sobre la venganza y el honor para insertar una línea de
estudio sobre ésta y los nacionalismos.
24 Puede leerse en “El imaginario instituyente Dios y el Diablo…”, cit., p. 119: “De manera tal
que podríamos afirmar que la vinculación discursiva y simbólica entre Cristo y en este caso la
llamada Revolución Bolivariana, es semejante a aquella hecha por los poetas rusos, en el con-
texto histórico europeo del siglo XIX y XX. Esta vinculación le permitirá al Gobierno Venezo-
lano, persuadir a una población eminentemente católica-cristiana, con fines muy concretos, re-
lacionados con la difusión de sus ideales bolivarianos-revolucionarios a través de la persuasión
Frédérique Langue y María Laura Reali 231
29 “Comandante Chávez: Por la zurda se hizo el camino del socialismo y democracia “en en el
programa Con el Mazo Dando, 2006, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en:https://
www.youtube.com/watch?v=zQuDzLgBOQQ
30 “Comandante Invicto: ¡El que traicione a Chávez se muere políticamente!” en en el programa
Con el Mazo Dando, 2008, [consultado el 15 de agosto 2021]: disponible en:https://www.
youtube.com/watch?v=y3YTPGRoE_o
31 VIII Cumbre de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA). Pala-
cio de Convenciones de La Habana, Cuba.
Frédérique Langue y María Laura Reali 235
En el 2012 al hacer referencia a un escrito de Brito García como parte del libro
prologado por Federico Ruíz Tirado “Un día para siempre: treinta y tres ensa-
yos del 4F”33 afirma:
“No hay ejército sin pueblo pero tampoco pueblo sin ejército
para llevar adelante grandes empresas y esto es bueno resaltarlo
para recordárselo a los enemigos de la patria y a los que siempre
andan a la caza de cualquier oportunidad y haciendo planes para
tratar de regresar aquí a Miraflores a tomar el poder por vía vio-
lenta, por vía de la desestabilización, hay que recordar yo se los
dije siempre, yo le hablé a la burguesía muy claro cuando me dí
cuenta que venían por la vía violenta, les dije esta no es una re-
volución desarmada y se los vuelvo a decir, recuerdo aquí mismo
cuando hablé con Fidel, aquí mismo como a esta hora [...] y me
dijo: Chávez tú no mueres hoy tú eres un soldado.”34
32 “Chávez: Soy socialista, bolivariano, cristiano y también marxista” en Cuba Hoy, 2009, [con-
sultado el 15 de agosto 2021]: disponible en:https://www.youtube.com/watch?v=fqV1BpDxy-
6c&t=8s
33 Editado por Red Nacional de Escritoras y Escritores Socialistas de Venezuela, 2012.
34 “Chávez a los enemigos de la Patria: Esta no es una Revolución desarmada” en el programa
Con el Mazo dando, 11 de abril de 2012, [consultado el 20 de agosto 2021]: disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=NK1LJLyzJkQ&t=133s
35 “Comandante Chávez: La revolución es el camino a la salvación de la patria” en el programa
Con el Mazo dando, 25 de noviembre de 2015, [consultado el 20 de agosto 2021]: disponible
en: https://www.youtube.com/watch?v=xeuye-IxRnA
236 Las ideologías de la nación
sus hijos, a todas sus hijas, a todo el pueblo que somos hermanos
y hermanas en Chávez, en Bolívar, esa es la verdad.”39
institucionales, lo cual es obra única del Régimen Bolivariano fundado por el Ilustre Presidente
General López Contreras, cuya actitud republicana ha devuelto a Venezuela el imperio de la
justicia, de la concordia y del progreso honesto y perdurable.” (Énfasis en el original). En el
mismo trabajo, pp. 38-39: “Podemos observar en su Discurso en el Congreso de la República
de Venezuela en noviembre de 1957 que Pérez Jiménez después de enumerar las obras y los
objetivos alcanzados durante los 4 años de gobierno expresa este imaginario nacionalista en
una retórica que asocia El Nuevo Ideal Nacional: ‘Todos ellos, en conjunto, obedecen al cum-
plimiento de los objetivos del Nuevo Ideal Nacional fundamentado en el ideal del Padre de la
Patria, Simón Bolívar, el Libertador, y que en resumen, puede concretarse en tres índices de
indiscutible aliento: Venezuela es la primera potencia económica de la América; Venezuela es
el país de mayor crecimiento industrial de la América Latina; y, Venezuela es el país de más
alta rata de crecimiento demográfico en el mundo.’”
43 Frédérique Langue, “Bolivarianismos de papel” en Revista de Indias, vol. LXXVII, Núm. 270,
2017, p. 358, [consultado el 24 de agosto 2021]: disponible en: https://revistadeindias.revistas.
csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/1047/1119
44 Son innumerables las obras sobre Simón Bolívar desde distintos enfoques interpretativos. La
más conocida es el texto de John Lynch: “‘Levántate Simón, que no es tiempo de morir’. Rein-
vención del Libertador e historia oficial en Venezuela", Araucaria, 25, 2011, pp. 26-45. Dentro
de la historiografía venezolana tenemos entre otros, El culto a Bolívar de Germán Carrera
Damas, El divino Bolívar de Elías Pino Iturrieta, De la patria boba a la teología bolivariana
de Luis Castro Leiva. Igualmente hay importantes artículos como: “La reinvención del Liber-
tador e historial oficial de Venezuela”, “Bolivarianismo de papel” de la historiadora Frédérique
Langue y recientemente el libro del historiador Carlos Malamud El sueño de Bolívar y la
manipulación bolivariana, entre otros. En estos puede verse el uso político e ideológico de la
imagen de Bolívar.
240 Las ideologías de la nación
45 El título de la obra es: Nacionalismo incipiente en los historiadores coloniales: estudio histo-
riográfico.
Frédérique Langue y María Laura Reali 241
reflexionar sobre la relación entre algunas ideas de las crónicas coloniales y las
posteriores historias derivadas de éstas, en cada uno de nuestros países. En estas
últimas, es válido preguntarse hoy sobre su caracterización como historiografía
nacionalista o nacionalismo historiográfico. Una aclaratoria: este ejercicio pue-
de ser acusado de presentismo. No obstante, no puede considerarse presentimos
histórico o historiográfico, el trabajo de lectura e interpretación rigurosa de los
textos partiendo de su marco espacio temporal de producción. Lejos de cual-
quier menosprecio por el devenir temporal, pasado-presente-futuro, resaltamos
aquí la labor imprescindible de estudiar la dinámica conceptual que conlleva
consigo toda elaboración intelectual. Y en este caso particular, indagar sobre
cierta narrativa de la historia colonial, la leyenda negra y sus usos por los na-
cionalismos, es tarea obligatoria dentro del ámbito académico. Vemos que el
pasado no es sólo lo materialmente sucedido. Ese lapso temporal yace en los
documentos y testimonios escritos, en la oralidad perdida y re-semantizada, en
la memoria, ficciones, mitos y leyendas construidas a lo largo del devenir. En
todo caso, reposa como raíz emocional de la memoria colectiva de una nación.
Fuera de las manos del historiador y de la rigurosidad de la ciencia histórica,
el pasado existe y se construye, hay que repetir estas líneas. Pero ¿cómo es esto
posible si los historiadores se esfuerzan por lograr la objetividad disciplinar
en el estudio del pasado? En este punto debemos advertir, una objetividad mal
entendida incluso por los mismos historiadores. Por tal razón siempre es bueno
volver a la explicación de Paul Ricoeur: “La objetividad debe tomarse aquí
en su sentido epistemológico más estricto: es objetivo lo que el pensamiento
metódico ha elaborado, ordenado, comprendido y lo que de este modo puede
hacer comprender.”46 Observemos ahora en las líneas que siguen, la relación
planteada entre ésta y la subjetividad:
absoluta clínica, entendiendo por ésta, una especie de sanidad absoluta, que
evite “contaminar” el texto con cualquier intento de reflexión filosófica o in-
terpretativa, así sea rigurosa. Las palabras de Ricoeur, nos ayudaran a despejar
las dudas:
Pero ¿qué relación tiene esto con el pasado y el nacionalismo? ¿por qué debe
ser tema de nuestro interés? Partimos de un punto básico: cuando se estudian
los procesos o fenómenos políticos, tiende a verse peyorativamente en ellos, el
papel de los sentimientos y emociones, del bien y el mal. Se intenta despojar
a la historia paradójicamente de la condición humana, condición precisamente
a la que apelan todos los nacionalismos y populismos. Esto bajo el argumento
que el objetivo de la historia es la búsqueda de la verdad en el pasado. Una
verdad a la cual le hemos llamado una verdad deshumanizada en un pasado
que siempre se hace presente. No ahondaremos aquí sobre las dos dimensiones
irrenunciables del trabajo de historiar, la heurística y la hermenéutica, campos
que a su vez plantean al historiador la necesaria revisión del andar intelectual
y teórico de su propia disciplina, especialmente cuando la historia como pala-
bra y oficio no ha estado exenta ni lo estará de tergiversaciones e imposturas
semánticas incluso aceptadas como disciplina histórica. Parece olvidarse enton-
ces que la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo, tal como lo expresa
Marc Bloch. En este tejido sensible, ¿cuál es el papel del historiador en la re-
construcción del pasado? ¿Acaso, la memoria ha sustituido a la historia en este
proceso? Nos preguntamos en este punto: ¿qué es la memoria de los pueblos a
la que tanto se refieren los nacionalismos? ¿qué sentimientos y emociones se
apelan en ella y sobre todo quiénes hacen uso de ella? ¿Los historiadores se han
prestado para la construcción ideológica del pasado?
Nos detenemos en dos ideas: las fuentes históricas como artefactos culturales
que plantean una determinada interpretación y la pretendida objetividad del
historiador. Ambas derriban los mitos conservados hasta hoy en día. Muy li-
gadas entre sí, las fuentes históricas suelen ser vistas exclusivamente como so-
porte físico, sobre el cual predomina la frase decimonónica historia es lo que
digan las fuentes, entendiendo que el trabajo del historiador en muchos casos
se basa exclusivamente en la elaboración de resúmenes o las llamadas minutas.
Esta tarea fundamenta entonces la objetividad de la disciplina. Entender que las
fuentes históricas no necesariamente traducen lo ocurrido objetivamente puede
considerarse una afrenta51; sin embargo lo importante es comprender que las
mismas son contenedoras de una visión del mundo. Es esta subjetividad la que
hay que estudiar rigurosamente y evitar caer así en los errores del revisionismo
histórico-historiográfico entendido principalmente por sus fines ideológicos y
negacionistas. Examinar y revisar es parte del trabajo del historiador, el asunto
es que debe quedar claro con qué objetivos se hace. En el caso del chavismo,
ha acudido al revisionismo histórico como fundamento legitimador de su pro-
yecto. El objetivo: cambiar y modificar los contenidos históricos del devenir
56 Dicho intento no sólo es común en el plano político sino también académico. Por ejemplo en
“Por un Derecho autóctono: aproximación arqueológica al pensamiento jurídico venezolano,
desde una perspectiva decolonial” en Revista Insurgentes, Núm. 3, 2020, p. 87, [consultado
el 24 de agosto 2021]: disponible en: http://erevistas.saber.ula.ve/index.php/insurgentes/arti-
cle/view/17203/21921928353 se lee: “Desde un enfoque arqueológico se busca desenterrar la
ideología subyacente en el pensamiento jurídico venezolano mediante la develación del lugar
de enunciación del discurso jurídico hegemónico, obtenido genealógicamente mediante un
preliminar rastreo de la ‘herencia’ filosófica existente en la formación jurídica universitaria. Se
finaliza planteando la necesidad de arraigar filosóficamente el pensamiento jurídico autóctono
en una ecología de saberes que genere una justicia cognitiva y una ética transformadora, desde
el pluralismo jurídico y cultural.”
57 Frédérique Langue, “La historia de un tiempo presente latinoamericano: ‘oscuro pasado’ y
‘enemigos’ de la Revolución.” en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y
Humanidades, vol. 17, num. 34, 2015, p. 62, [consultado el 24 de agosto 2021]: disponible en:
https://www.redalyc.org/pdf/282/28242302003.pdf
58 Astrid Erll, Memoria colectiva…, cit., p. 133.
Frédérique Langue y María Laura Reali 247
la estabilización del país, la clase obrera debe tener consciencia de esto y venir
a defender este programa.”64 Esto se configura con la línea ideológica del mar-
xismo y su lucha de clases.
En realidad, no es una novedad dentro del chavismo. Este tipo de caracte-
rizaciones las implementó anteriormente: en el año 2003 con los empaques de
alimentos de la red MERCAL65 y en el 2014 con la historia gráfica del “Nuevo
Reto de Florentino y el Diablo” –inspirada en la obra del poeta Alberto Arvelo
Torrealba– y distribuida en forma de librillo66 en el marco de la campaña polí-
tica llamada “La Batalla de Santa Inés”. Esta vez, Nicolás Maduro caracteriza
al superhombre de capa roja pero esta vez bajo los ideales del chavismo. Es
una imagen destinada a cautivar a las generaciones más jóvenes. En ella, las
situaciones y personajes animados avalan y respaldan la imagen del discurso
chavista y sus sempiternos enemigos. El 30 de noviembre de 2021, Venezolana
de Televisión, VTV, transmite el cómic animado “Superbigote y su mano de
hierro”. Sobre ésta puede leerse en el diario estatal y medio propagandístico del
chavismo, Últimas Noticias:
64 Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social del trabajo, “Maduro: A mí me dicen Presi-
dente Obrero porque yo soy de la clase obrera”, 23 de agosto de 2018, [consultado el 24 de no-
viembre 2021]: disponible en: http://www.mpppst.gob.ve/mpppstweb/index.php/2018/08/23/
maduro-a-mi-me-dicen-presidente-obrero-porque-yo-soy-de-la-clase-obrera/
65 En J. A. Peña Angulo, “Sacralización y Satanización Política. El Imaginario Cultural en Vene-
zuela, 1990-2006”, cit., p. 104, puede leerse: “Bajo una hábil y singular estrategia simbólica
comienza el gobierno venezolano a difundir entre los consumidores de los productos de la ‘red
de mercados de alimentos’ MERCAL bajo el lema: ‘MISIÓN MERCAL PROFUNDIZA LA
SOBERANÍA ALIMENTARIA’, todo un conjunto de representaciones culturales-simbólicas,
emanadas no solo de los momentos de necesidades y dificultades que atravesaron los vene-
zolanos para disponer de los alimentos básicos –en momentos del paro petrolero– sino que
eficazmente bajo formas de historietas, se definieron dichas necesidades como manifestaciones
del Diablo, representado esta vez, por el capitalismo y las políticas neoliberales relacionados
ambos con la llamada cuarta república; demonio de destrucción cultural que hay que comba-
tir.” “...mientras en los empaques de los productos alimenticios de primera necesidad como la
harina de maíz, el azúcar, el arroz y la leche –expedidas y vendidas en el Mercado de Alimentos
(MERCAL)– las historietas representadas siguen mostrando un apego continuo a los héroes
de la patria, a la sacralización del gobernante y a la satanización del pasado reciente, el Estado
comienza a justificar, esta vez en ocasión de la inauguración de la segunda fase de la Misión
Mercal el 26 de junio del 2005, la retórica ‘Esto es socialismo: el capitalismo es el reino de la
desigualdad, y en nuestro país debe haber igualdad para todos.’”
66 “Sacralización y Satanización Política…”, cit., pp. 112-114: “Está estrategia de masas se apo-
yó a su vez en todo un despliegue de propaganda expresada en “pintas” en las paredes y en
cómics en tv, en los que caricaturas del Diablo y de Florentino, dialogaban sobre el destino del
país.” Más adelante “El ‘enemigo’ del pueblo cae rendido a los pies de este nuevo Florentino,
asociado al ‘buen gobierno’, al Estado paternalista de Florentino en liquilique, que recordaba
al Juan Bimba popularizado por Andrés Eloy Blanco en La JuanBimbada como representación
del pueblo y de Acción Democrática.”
Frédérique Langue y María Laura Reali 249
Su creador anónimo niega que el personaje central sea Nicolás Maduro y res-
ponde a las preguntas:
67 Rocío Cazal, “Súper Bigote, el animado que revoluciona las redes” en Diario Últimas Noti-
cias, 3 de diciembre de 2021, [consultado el 28 de diciembre 2021]: disponible en:
https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/especial/super-bigote-el-animado-que-revoluciona-las-re-
des/
68 Rocío Cazal, “Súper Bigote, el animado que revoluciona…”, cit.
250 Las ideologías de la nación
69 Frank Bramlett, “Why There Is No “Language of Comics” in The Oxford Handbook of comic
book studies (Frederick Aldama, ed.), Oxford University Press, 2020, p. 2, [consultado el 24
de octubre de 2021]: disponible en: https://www--oxfordhandbooks--com.us.debiblio.com/
view/10.1093/oxfordhb/9780190917944.001.0001/oxfordhb-9780190917944
70 En la siguiente cita observamos la reiterada línea discursiva del nacionalismo chavista sobre
los enemigos de la patria, así como sus intentos de descolonización, tal cual como lo explica-
mos anteriormente. Iria Puyosa en “Control político de internet en el contexto de un régimen
híbrido Venezuela 2007-2015” en Revista Teknokultura, Núm. 15, vol.12, 2015, p. 515, [con-
sultado el 24 de noviembre 2021]: disponible en: https://revistas.ucm.es/index.php/TEKN/
article/view/50392/47838 “Los cambios en la política para internet del Estado venezolano
alcanzan expresión institucional en el II Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social
de la Nación 2013-2019, conocido como Plan de la Patria. Entre las secciones del Plan de la
Patria, la más importante para nuestro objeto de estudio es el Gran Objetivo Histórico N°4.
De allí se deriva el Objetivo Nacional. 4.4. ‘Desmontar el sistema neocolonial de dominación
imperial” que da paso al Objetivo Estratégico 4.4.2. ‘Reducir el relacionamiento económico y
tecnológico con los centros imperiales de dominación a niveles que no comprometan la inde-
pendencia nacional’. Dentro de este objetivo estratégico se derivan los Objetivos Generales:
4.4.2.3. ‘Llevar a niveles no vitales la conexión de Venezuela con las redes de comunicación
e información dominadas por las potencias neocoloniales’ .4.4.2.4. ‘Eliminar la dependencia
de sectores estratégicos para el desarrollo nacional de redes de comunicación e información
controladas por las potencias neocoloniales.’”
71 JOV, “Venezuela: Bloqueo de Twitter es limpieza étnica del chavismo” en DW, 19 de junio de
2019, [consultado el 24 de noviembre 2021]: disponible en: https://www.dw.com/es/venezue-
la-bloqueo-de-twitter-es-limpieza-%C3%A9tnica-del-chavismo/a-39319594
Frédérique Langue y María Laura Reali 251
73 Barbara Rosenwein and Riccardo Cristiani, What is the History of Emotions?, Polity Press,
UK, 2018, p. 22.
74 Barbara Rosenwein and Riccardo Cristiani, What is…, cit., p. 26.
254 Las ideologías de la nación
Destacaron las protestas del sector educativo y fueron protagonizadas por maestros, padres
y representantes ante el anuncio de reinicio de clases presenciales sin contar con garantías
sobre el derecho a la salud y a la vida. Los manifestantes argumentaron ausencia de protocolos
contra la Covid-19, problemas de infraestructura en centros educativos que han estado aban-
donados durante la pandemia y la exigencia de reivindicaciones salariales.” En “En Venezuela
ha habido casi 8.000 protestas sociales en medio de la pandemia” en DW, s/f, [consultado
el 24 de noviembre 2021]: disponible en: https://www.dw.com/es/en-venezuela-ha-habido-ca-
si-8000-protestas-sociales-en-medio-de-la-pandemia/a-56353005 “Venezuela registró 7.789
protestas callejeras entre marzo y diciembre de 2020, pese al estado de alarma que las prohíbe,
dice el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).”
81 Los llamados en un principio Círculos Bolivarianos, luego Tupamaros y Colectivos. Tam-
bién la violencia ejercida por instrumentos como la Lista Tascón, listado público por internet
de firmas recolectadas en apoyo al Referéndum Revocatorio en contra de Hugo Chávez, la
Ley Constitucional contra el odio, por la convivencia pacífica y la tolerancia, 2017. “Están
armados, controlan barrios enteros en Venezuela y defienden la revolución bolivariana: los
Tupamaro (en realidad, Movimiento Revolucionario Tupamaro, MRT), el grupo violento que
atacó a balazos el martes a los estudiantes que protestaban en Mérida, es uno de los numerosos
colectivos chavistas que aterrorizan a la sociedad civil del país sudamericano. Para llegar a los
orígenes de estos movimientos, muchos de los cuales se autodenominan político-sociales, hay
que remontarse a los grupos guerrilleros venezolanos de los años 60, explica a El Comercio el
sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
Agrupados en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, varios de esos movimientos op-
taron por participar en la pacificación, aunque otros permanecieron con la idea de la lucha ar-
mada como medio para llegar al poder. El vínculo de estos grupos con el chavismo se remonta
al intento de golpe de Estado de 1992 encabezado por el entonces comandante Hugo Chávez
contra el presidente Carlos Andrés Pérez. ‘Como parte de su estrategia para tomar el poder,
muchos de estos grupos se habían infiltrado en el Ejército. Entonces, cuando Chávez intenta el
golpe, no solo estaba apoyado por militares, también había un componente civil compuesto por
estos colectivos’, sostiene Briceño León.” En Ger Zuzunaga Ruíz, “Los Tupamaro, la fuerza
de choque del chavismo”, en Observatorio Venezolano de Violencia, 12, 02, 2014, [consultado
el 24 de noviembre 2021]: disponible en: http://observatoriodeviolencia.org.ve/news/los-tupa-
maro-la-fuerza-de-choque-del-chavismo/
Frédérique Langue y María Laura Reali 257
Todo este tejido, nos permite interrogarnos ¿por qué hablamos de la nostalgia
como emoción radical del proyecto nacionalista chavista? Recordemos que en
líneas anteriores mencionamos el mecanismo de la nostalgia en el caso del cha-
vismo, proceso que nos permite distinguir sus dos caras. Ahora bien, la nostal-
gia no sólo es sinónimo de tristeza por la felicidad perdida. En su interior, esta
emoción se transforma como parte del acto del habla en emotive, siguiendo la
teoría de Reddy. Desde esa posición, el recuerdo de un pasado feliz que pudo
ser, es la utopía no realizada para el proyecto chavista. El pretérito es un pe-
ríodo de abusos y traiciones a los orígenes: entendido como la pureza bucólica
indígena y el proyecto bolivariano. Esto último puede leerse en el llamado Li-
bro Azul de Chávez:
Desde esta emoción, atribuyó significados al pasado, presente y futuro. “El Li-
bro Azul es un libro de mandatos y profecías” se lee en el epílogo de dicho
escrito. Es el mismo transitar semántico que el chavismo le adjudicó a la me-
moria colectiva. En ese camino, la nostalgia va marcando la ruta. Mientras ella
sea una emoción compartida, así será. Al agotarse seguramente otra emoción la
sustituirá, cambiando de esta forma el régimen emocional, tal como lo plantea
William Reddy. Queda claro cómo operan los mecanismos de ideologización
en las operaciones retóricas sobre las emociones.
86 Citamos las palabras de Earle Herrera, en el año 2016, sobre la imagen de los ojos de Chávez.
“Opinión. En víspera de tus ojos” en Venezolana de Televisión, VTV, 27 de junio de 2020,
[consultado el 24 de noviembre 2021]: disponible en: https://www.vtv.gob.ve/opinion-en-vis-
pera-de-tus-ojos-por-earle-herrera/ Las mismas nos recrean el rol de la ideología y las repre-
sentaciones simbólicas del chavismo: “Aquella mayoría ensoberbecida no escucharía argu-
mentos. Cuando me tocó la palabra, decidí provocarla en su terreno e irritarla. En el podio, me
desabroché la camisa y les mostré los ojos de Chávez. Perdieron el control, empezaron a gritar,
se olvidaron de lo que iban aprobar y salieron del hemiciclo maldiciendo. Hoy les confieso
que yo mismo me sorprendí con el impacto que causaron (y causan) en esa derecha los ojos de
Chávez.”
87 Jo-Ann Peña Angulo, “Totalitarismo en nombre de la nostalgia” en Ideas en Libertad, 23 de
junio de 2019, [consultado el 24 de noviembre 2021]: disponible en:http://ideasenlibertad.net/
totalitarismo-en-nombre-de-la-nostalgia/
Duelo, mesianismo e iconocracia
en el latinoamericanismo de la Guerra Fría
Rafael Rojas
E
n su libro La invención de Nuestra América (2021), el historiador argen-
tino Carlos Altamirano propone algunos momentos de la historia conti-
nental, como las independencias a principios del siglo XIX, el ascenso
del antimperialismo en el contexto de la guerra hispano-cubano-estadounidense
en 1898 o las décadas revolucionarias y populistas de los 20 a los 40 del pasado
siglo, como plataformas de proyección y reorientación de la identidad latinoa-
mericana.1
Momento ineludible de la reinvención del latinoamericanismo sería uno
posterior: el de la Guerra Fría y, específicamente, la Revolución Cubana y la
reproducción de guerrillas marxistas en la región. Un reciente estudio de Kurt
Weyland argumenta que la desproporcionada expectativa de que la Revolución
Cubana podía repetirse en toda América Latina, sostenida tanto por la izquierda
como por la derecha, y alentada desde los grandes poderes geopolíticos y sim-
bólicos de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, propició una
expansión continental del autoritarismo, en forma de dictaduras militares, entre
los años 60 y 70.2
Weyland identifica unos veinte regímenes militares, entre 1962 y 1980, que
apelaron para su legitimación al tópico de la “amenaza cubana”.3 Tres en Ar-
gentina, las dictaduras de 1962, 1966 y 1976, dos en Perú (1962 y 1968), dos en
Ecuador (1963 y 1972), la brasileña de 1964, la chilena y la uruguaya de 1973
y seis en Bolivia, que abarcan casi las dos décadas completas. El estudio, por
estar centrado en Suramérica, deja fuera las dictaduras centroamericanas, en
Nicaragua, Guatemala, El Salvador u Honduras, la haitiana de los Duvalier y la
dominicana de 1963, que siguió al golpe contra el presidente Juan Bosch, que
también recurrieron al mismo argumento.
Que la expectativa de la repetición del modelo cubano era desproporcionada
pudo advertirse, dentro del propio campo de la izquierda, desde los debates en
torno al ensayo ¿Revolución en la Revolución? (1967) del marxista francés
4 Rafael Rojas, El árbol de las revoluciones. Ideas y poder en América Latina, Turner, Madrid,
2021, pp. 207-230.
5 Vera Carnovale, Los combatientes. Historia del PRT-ERP, Siglo XXI, Buenos Aires, 2011, pp.
92-120; Aldo Marchesi, Hacer la Revolución. Guerrillas latinoamericanas de los años 60 a la
caída del Muro, Siglo XXI, Buenos Aires, 2019, pp. 42-70.
6 John A. Booth, Patricia Bayer Richard, Latin American Political Culture. Public Opinion and
Democracy, SAGE/CQPRESS, Los Angeles, 2014, pp. 4-18.
Frédérique Langue y María Laura Reali 263
7 Ver, por ejemplo, Dorian Lynskey, 33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta,
Malpaso, México, 2011, pp. 335-355.
8 John Beverly, Subalternidad y representación, Vervuert-Iberoamericana, Madrid, 2004, pp.
103-126.
264 Las ideologías de la nación
había sido frustrada por la labor divisionista del imperialismo. Durante siglo y
medio, hasta el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, se había “aplazado el
nacimiento de un mundo”. Parecería mucho tiempo, pero Milanés señala que se
trataba un “breve lapso”, “del universo, un segundo”.
Con las revoluciones y guerrillas de los años 60 y 70 se rehacía aquel hilo
roto. Los versos de “lo que brilla con luz propia/ nadie lo puede apagar/ su brillo
puede alcanzar/ la oscuridad de otras costas” aludían tanto a la propia Revo-
lución Cubana y su efecto de contagio en la región como a la alianza tercer-
mundista que, a través de la OSPAAAL y el Movimiento de los No Alineados,
podía generar el latinoamericanismo de izquierda con los procesos socialistas
de descolonización en Asia y África.
Al final de la canción, el estribillo de Milanés confirmaba la genealogía
básica de aquel latinoamericanismo: “Bolívar lanzó una estrella/ que junto a
Martí brilló/ Fidel la dignificó/ para andar por estas tierras”. La continuidad era
secular y estaba coronada, en la Guerra Fría, por liderazgos que apostaban a la
inscripción en el bloque soviético pero que, a la vez, cultivaban una reinvención
de la identidad latinoamericana. Aquel renacimiento del latinoamericanismo,
ligado a la experiencia de la revolución y la guerrilla, pudo congeniar con la
alianza soviética y, de hecho, abrió un campo para el latinoamericanismo dentro
del propio bloque soviético.
Otras canciones de aquellos, como “Yo pisaré las calles nuevamente”
(1976) de Milanés o “Fusil contra fusil” (1968) y “Santiago de Chile” (1975)
de Silvio Rodríguez, proyectaban el duelo por la muere de Guevara o Allende
sobre una justificación de la lucha armada. Otras canciones de Rodríguez en
los años 80, como “Canción urgente para Nicaragua (1982) y “El tiempo está
a favor de los pequeños” (1984), reafirmaban aquel procesamiento armado del
duelo y rehacían la misma teleología liberal-socialista de la historia latinoame-
ricana por medio de invocaciones a los “espectros” de Simón Bolívar, el Che
Guevara y Salvador Allende. Estos espectros se atribuían a “tres caminantes”,
que siguieron el “mismo camino”, corrieron una “idéntica suerte”, “se hicieron
gigantes” y “burlaron la muerte”.
Si la revolución y la guerrilla fueron señas de la identidad continental, las
dictaduras y el autoritarismo también impondrían una lógica regional. La cola-
boración entre esas dictaduras, a través de la Operación Cóndor y la estrategia
de Seguridad Nacional, muestra un entendimiento básico, puesto en función de
la represión, en la que intervinieron activamente los servicios de inteligencia de
Estados Unidos. Desde un punto de vista ideológico, el eje de aquellas alian-
zas era el anticomunismo.9 Un anticomunismo que, significativamente, también
apelaba al nacionalismo latinoamericano e, incluso, al monroísmo, que algunos
remontaban a Bolívar. Aunque hubo críticas a las dictaduras y raras confluen-
9 Patrick Iber, Neiher Peace nor Freedom. The Cultural Cold War in Latin America, Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, 2015, pp. 116-144.
Frédérique Langue y María Laura Reali 265
10 Marta Ruiz Galbete, “Los trabajos intelectuales del anticomunismo: el Congreso por la Liber-
tad de la Cultura”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Núm. 13, 2013, https://journals.openedi-
tion.org/nuevomundo/66101?lang=es
11 Daniel Cosío Villegas, Extremos de América, FCE, México, 2004, pp. 230-234.
12 Luis Maira, Las dictaduras en América Latina, CESOC, Santiago de Chile, 1986, pp. 13-36.
13 Edwidge Danticat, Sobre el duelo, Random House Mondadori, México, 2020, p. 8.
266 Las ideologías de la nación
diosa Jean Franco sostiene que el duelo es un componente central del lenguaje
político latinoamericano de fines del siglo XX y principios del siglo XXI.14
Una manifestación evidente de esto último sería la experiencia zigzagueante e
inconclusa de los procesos de memoria, justicia y verdad, en cada uno de los
países de la región. Procesos de duelo que, ahora, se reactivan con fenómenos
generalizados de violencia, de naturaleza distinta a los de la Guerra Fría.
El duelo ha formado parte, tradicionalmente, de la tradición revolucionaria
y populista latinoamericana. Algunos de los dramas centrales de la política re-
gional están ligados a episodios reconocibles de esa tradición como el asesinato
de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, la muerte de Evita Perón en 1952, el suicidio
de Getulio Vargas en 1954, la ejecución del Che Guevara en 1967 y la inmola-
ción de Salvador Allende en 1973. El martirologio de la izquierda latinoameri-
cana, en la Guerra Fría, alienta resortes afectivos en los que el cuerpo del héroe
sacrificado adquiere una connotación sagrada.
El mesianismo recorre toda aquella cultura política latinoamericana de fines
del siglo XX. En la Teología de la Liberación de pensadores como Gustavo
Gutiérrez y Leonardo Boff, después del Concilio Vaticano II, observamos una
resemantización cristiano-marxista de arquetipos como el “pobre”, la “vícti-
ma” y el “sacrificado”, que ilustran esa representación del cuerpo. El sacerdote
colombiano Camilo Torres y el guerrillero argentino Ernesto Guevara serían
dos referentes visibles de aquel mesianismo. El sacrificio del líder implicaba la
promesa de una reparación y un regreso, protagonizados por las nuevas genera-
ciones de revolucionarios latinoamericanos.
En el clásico Caminos de utopía (1950), Martin Buber distinguía dos tipos
de escatologías providenciales, la “profética”, que depende de la “preparación
para la redención”, y la apocalíptica, que prefigura un fin ineluctable.15 Curio-
samente, Buber asociaba el marxismo con la variante apocalíptica y reservaba
la dimensión profética a distintas ramas teológicas de la tradición judeo-cris-
tiana. En el mesianismo latinoamericano de la Guerra Fría parece predominar
la corriente profética, dados los constantes llamados al cumplimiento de una
promesa o a la realización de una profecía. Los revolucionarios cubanos busca-
ron realizar la profecía de José Martí, los guerrilleros colombianos la de Gaitán,
buena parte de la Nueva Izquierda latinoamericana se propuso ser como el Che
Guevara y la causa del socialismo democrático, todavía hoy, tiene como a uno
de sus mártires primordiales a Salvador Allende.
David Brading exploró ese imaginario profético en el caso mexicano, en
su libro Mito y profecía en la historia de México (1988). Siguiendo a John
Womack y Jean Meyer, sostenía que el carácter profundamente popular y espe-
cíficamente campesino de la Revolución Mexicana conectaba con un trasfondo
14 Jean Franco, Una modernidad cruel, FCE, México, 2013, pp. 6-13.
15 Martin Buber, Caminos de utopía, FCE, México, 2014, pp. 20-21.
Frédérique Langue y María Laura Reali 267
16 David Brading, Mito y profecía en la historia de México, Vuelta, México, 1988, pp. 167-171.
268 Las ideologías de la nación
18 Mauricio Tenorio, Larin America. The Allure and Power of an Idea, University of Chicago
Press, Chicago, 2017, pp. 7-15.
19 Luis Roniger, Transnational Perspectives on Latin America. The Entwined Histories, Oxford
University Press, New York, 2022, pp. 181-204.
LOS AUTORES y LAS AUTORAS
Armando Chaguaceda
Investigador en Gobierno y Análisis Político AC. Experto país del proyecto
V-Dem (Universidad de Gothemburg). Especializado en el estudio de los proce-
sos de democratización y en la relación estado-sociedad civil en Latinoamérica
y en Rusia.
Edgardo Manero
Doctor en sociología por la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales
(EHESS) Francia. Investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cientí-
ficas de Francia (CNRS) y docente de la EHESS de París. Director de la revista
Apuntes Estratégicos. Sus investigaciones se centran en las transformaciones
del/en el pensamiento estratégico, las violencias estatales e infraestatales, las
problemáticas de seguridad y defensa, las identidades y las alteridades, los na-
cionalismos y los populismos latinoamericanos. Entre sus publicaciones más
recientes se encuentran Nacionalismo(s), Política y Guerras en la Argentina
plebeya, 1945-1989 (2014) y Sécurité et désordre global. Les Amériques: un
terrain d’expérimentation (2020).
Ezequiel Saferstein
Doctor en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires), Investigador Asis-
tente del CONICET con sede en el CEDINCI-UNSAM. Es docente de grado y
posgrado en UBA, UNSAM e IDES-UNGS. Su área de trabajo es la sociología
de la cultura, especialmente las relaciones entre el mundo de la edición y la po-
lítica. Ha publicado trabajos en la Argentina y diversos países y el libro Cómo
se fabrica un best-seller político (2021). Es editor de Edición y revolución en
la Argentina, en prensa.
Federico Tarragoni
Agrégé de ciencias económicas y sociales, sociólogo y profesor asociado de la
Université París Cité. Es el fundador del Centro de Investigaciones Interdisci-
272 Las ideologías de la nación
Frédérique Langue
Doctora y HDR en historia, directora de investigación en el CNRS e investiga-
dora en el Instituto de Historia del Tiempo Presente (IHTP), profesora invitada
en varias universidades europeas y latinoamericanas. Fundadora y directora
editorial de la primera revista americanista en línea Nuevo Mundo Mundos Nue-
vos (2001-2012). Especialista en historia cultural de América Latina, especial-
mente Venezuela –donde ha sido profesora de universidad– y España, historia
del tiempo presente, historia de las sensibilidades y emociones, y humanidades
digitales. Coordinadora (PI) del International Research Network HISTEMAL
(CNRS-InSHS), "Historia del tiempo presente, memoria y emociones en Amé-
rica Latina y España". Miembro correspondiente de la Academia Nacional de
la Historia de Venezuela.
Javier Franzé
Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, Espa-
ña, donde se desempeña como profesor e investigador. Sus líneas de investiga-
ción son la historia del concepto de política, con especial atención a la relación
entre la política, lo político, la ética y la violencia, y los problemas históricos y
epistemológicos de la "recepción" de pensamiento "internacional" en América
Latina, enfocados centralmente en la discusión de nociones como "lo propio" y
"lo ajeno", "lo auténtico" y "la copia".
Julián Melo
Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires y Doctor
en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires. Actualmente es investigador adjunto del Conicet y profesor
adjunto de IDAES de la Universidad Nacional de San Martín. Sus líneas de
investigación se concentran en temáticas relativas a las identidades políticas, el
populismo y el análisis del discurso.
Frédérique Langue y María Laura Reali 273
Martín Vicente
Doctor en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires), Investigador Ad-
junto del CONICET en la UNCPBA y docente en UNMdP. Ha dictado cursos
de posgrado en diversas universidades y publicado trabajos sobre historia po-
lítico-intelectual en la Argentina, Brasil, Estados Unidos, Francia entre otros
países. Es autor de De la refundación al ocaso (2015) y co-coordinador de Las
derechas argentinas en el siglo XX (tomo I, 2021 y tomo II en prensa) y La
Argentina y el siglo del totalitarismo (2022).
Rafael Rojas
Doctor en Historia y profesor e investigador del Centro de Estudios Históricos
de El Colegio de México. Miembro de la Academia Mexicana de la Historia,
director de la revista Historia Mexicana y miembro del comité editorial de las
revistas Istor. Revista de Historia Internacional (CIDE) y Cuban Studies (Har-
vard University). Premio Matías Romero (2001), Anagrama de Ensayo (2009)
e Isabel de Polanco (2009). Sus últimos libros son El árbol de las revoluciones.
Ideas y poder en América Latina (Madrid, Turner, 2021) y La epopeya del sen-
tido. Ensayos sobre el concepto de Revolución en México (Ciudad de México,
El Colegio de México, 2022).
Sergio Morresi
Doctor en Ciencia Política (Universidad de San Pablo), Investigador Adjunto
del CONICET con sede en la Universidad Nacional del Litoral, donde es do-
cente. Publicó La nueva derecha argentina (2008) y es co-autor de Mundo PRO
(2015) y co-coordinador de Saber lo que se hace (2013) y Hagamos equipo
(2014). Publicó trabajos en Argentina y otros países sobre temas de teoría polí-
tica, historia intelectual e historia y análisis político.
Ysrrael Camero
Historiador en la Universidad Central de Venezuela, Máster en Sociedades
Históricas y Formas Políticas en la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona,
España. Docente de historia y relaciones internacionales en el Instituto de Hu-
manidades Francesco Petrarca de Madrid.