Cuentos Parte 2
Cuentos Parte 2
Cuentos Parte 2
En estos tiempos, que nos toca afrontar juntos una situación de salud, es cuando se visibilizan aun más las
actitudes, los valores y las predisposiciones de cada uno en beneficio de todos.
Sugerimos diferentes cuentos y textos que aportan insumos para el abordaje de algunos valores como la
solidaridad, la tolerancia, el respeto por el otro, la amistad, entre otros.
Resultará muy productiva que esta lectura y su posterior comentario se haga en familia, propiciando así el
estrechar los vínculos intra familiares.
MANUELA RAUS, en el blog Educación para la Solidaridad, nos propone generar un silencio poblado de
armonía que ponga en marcha todos los recursos de nuestra cabeza y de nuestro corazón. A lo mejor hasta
acompañados de una buena música. Elevar un escalón el espíritu. Intuir, en el silencio de la lectura
compartida, que hay formas de comunión que aún no hemos estrenado.
También se puede proponer a otras personas a sumarse a esta actividad por medio de la virtualidad, ya
sean familiares, amigos, conocidos. Para ello se sugiere la colaboración de los mayores en el armado, o en
el caso de los estudiantes que manejan estos medios, puede ser una hermosa iniciativa de su parte. El
grupo puede ser armado por las vías más prácticas para los involucrados y que todos utilicen como
watsapp; facebook; correo electrónico; entre otras. A taves de las cuales se pueda compartir el cuento,
dialogar y reflexionar juntos.
* ¿Sentís que hay veces que pareciera que nuestra tarea carece de sentido?
* ¿Cuáles son esas actividades?
* ¿Estamos seguros que no tienen sentido para alguien?
* ¿Qué crees que motivó al joven a realizar ese esfuerzo?
*¿Qué estrellas se pueden cruzar en nuestro camino y que nos motiven a realizar un esfuerzo?
El pueblo del Arco Iris
En el principio el mundo estaba quieto y silencioso. El suelo
parecía estar cubierto de rocas y piedras de color deslucido.
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Pero si uno miraba con atención notaba que las piedras eran
personas pequeñitas que no se movían para nada. Un día un
viento sopló sobre la tierra, hizo que las personas entraran en
calor, llenándolas de vida y de amor. Empezaron todos a
moverse… a mirarse los unos a los otros…a hablar entre
ellos…a cuidarse mutuamente.
Cuando comenzaron a explorar su mundo, encontraron unas cintas de colores tiradas por el
suelo. Excitados, corrieron por todas partes juntándolas.
Algunos eligieron el color azul, otros el verde, algunos el rojo y otros más el amarillo. Se
divertían atándose las cintas los unos a los otros, riendo del brillo de los colores.
Repentinamente sopló otro viento. Esta vez los hizo tiritar de frío. Se miraron y dándose cuenta
de que habían cambiado, dejaron de tenerse confianza.
· Se juntaron todos los rojos y se fueron corriendo a un rincón
· Se juntaron todos los azules y se fueron corriendo a un rincón
· Se juntaron todos los verdes y se fueron corriendo a un rincón
· Se juntaron todos los amarillos y se fueron corriendo a un rincón
· Olvidaron que habían sido amigos y que se habían cuidado entre sí. Los otros colores
parecían raros, diferentes.
· Construyeron murallas para separarse y para evitar que los otros entraran.
· Pero descubrieron que:
· Los rojos tenían agua, pero no tenían nada para comer
· Los azules tenían comida, pero no tenían agua
· Los verdes tenían leña para hacer fuego, pero no tenían nada que los protegiera
· Los amarillos tenían techo, pero nada que les diera abrigo.
De repente apareció un desconocido que se paró en el medio. Miró sorprendido, a la gente y a
las murallas que las separaban y hablando en voz alta dijo: “salgan todos…¿A qué le tienen
miedo? Vamos a conversar todos juntos”. La gente lo miraba y despacio fue saliendo de sus
rincones dirigiéndose hacia el centro.
El desconocido dijo: “Ahora que cada uno explique a otro con que contribuir y qué es lo que necesita
que le den.”
Los azules dijeron: ”Nosotros podemos contribuir con comida pero necesitamos agua”.
Los rojos dijeron:” Nosotros podemos contribuir con agua, pero necesitamos comida.”
Los verdes dijeron: “Nosotros podemos contribuir con leña, pero necesitamos un techo.”
Los amarillos dijeron: “Nosotros podemos contribuir con un techo, pero necesitamos calor.”
El desconocido dijo:” ¿Por qué no juntan lo que tienen y lo compartimos? Entonces todos tendrían
suficiente para comer, beber, estar abrigado y tendrían un techo.”
Hablaron y el sentimiento de cariño volvió. Recordaron que habían sido amigos. Derribaron los
muros y se dieron la bienvenida como viejos amigos.
Cuando se dieron cuenta de que se habían dividido por culpa de los colores, querían tirarlos. Pero
sabían que les iba a faltar la riqueza de su brillo. Entonces hicieron algo distinto, mezclaron los colores
para hacer una cinta lindísima como un arco iris. Decidieron llamarse “el pueblo del arco iris”.
La cinta del arco iris pasó a ser el símbolo de la paz.
3
sur para el invierno, fíjate que vuelan formando una "V". Es bien
interesante que sepas lo que la ciencia ha descubierto acerca de
por que algunas aves vuelan de esta forma. Se ha comprobado
que cuando cada pájaro bate sus alas produce un movimiento en
el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en "V" la
bandada completa aumenta por lo menos un 71% su poder, más
allá de lo que lograría cada pájaro sí volara solo. Está demostrado
que las personas que se unen y comparten una dirección común
con sentido de comunidad, llegan más rápido y más fácil a donde
desean porque se apoyan y se fortalecen mutuamente.
Cada vez que un ganso se sale de la formación, siente
inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la
dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a la formación para beneficiarse del poder de los
compañeros que van adelante y ayudar a los que van detrás. Si nosotros actuáramos con la inteligencia
de los gansos, haríamos todo lo posible por superar las diferencias, compartir una misma dirección y
servir con lo mejor de nosotros mismos.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar.
Siempre obtenemos mejores resultados si tomamos turnos haciendo los trabajos más difíciles en lugar
de permitir que el peso lo lleven unos pocos o uno solo. Los biólogos han observado que los gansos que
van detrás producen un sonido propio de ellos para alentar a los que van adelante a mantener la
velocidad. Una palabra de aliento produce grandes beneficios. El estímulo motiva reconforta.
Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la
formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta que esté
nuevamente en condiciones de volar ó hasta que muera y, sólo entonces, los dos acompañantes vuelven
a su bandada o se unen a otro grupo. Si nosotros aprendemos de los gansos, como solidarios con quien
nos necesita y nos mantenemos uno al lado del otro acompañándonos y apoyándonos.
Autor desconocido
Recuperado de: Benavides, Luis M. (2007) : CUENTOS PARA SER HUMANO – 1ra. Edición – Ed. SB – Buenos Aires, Argentina.
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Aquel señor había viajado mucho por todo el mundo, pero lo que más recordaba era el
país de LAS CUCHARAS LARGAS. Lo recordaba porque le había impresionado lo que allí
vio.
En ese país había una sola casa enorme. Esta casa estaba dividida en dos partes, y esta
división estaba anunciada así:
Puede doblar a la derecha si quiere visitar la habitación NEGRA, o a la izquierda si quiere visitar la habitación BLANCA.
El hombre avanzó por el pasillo y la casualidad lo hizo doblar primero a la derecha. Desde los primeros pasos por el pasillo, empezó a escuchar
los quejidos que venían de la habitación negra.
Por un momento las exclamaciones de dolor y sufrimiento lo hicieron dudar, pero siguió adelante. Llegó a la primera puerta, la abrió y entró.
En el centro de la mesa estaban los manjares más exquisitos que cualquiera podría imaginar y aunque todos tenían una cuchara con la cual
alcanzaban el plato central...se estaban muriendo de hambre.
El motivo era que las cucharas tenían el doble del largo de su brazo y estaban fijadas a sus manos. De ese modo todos podían servirse, pero
nadie podía llevarse el alimento a la boca.
La situación era tan desesperante y los gritos tan desgarradores, que el hombre dio media vuelta y salió casi huyendo del salón.
Volvió al hall central y tomó el pasillo de la izquierda, que iba a la habitación blanca. Un corredor igual al otro terminaba en una puerta similar.
La única diferencia era que, en el camino, no había quejidos, ni lamentos. Al llegar a la puerta, el explorador giró el picaporte y entró en el
cuarto.
Cientos de personas estaban también sentados en una mesa igual a la de la habitación negra. También en el centro había manjares exquisitos,
y cada persona tenía una larga cuchara fijada a su mano...
Pero nadie se quejaba ni lamentaba. Nadie estaba muriendo de hambre, porque todos ...se daban de comer unos a otros!!!
AUTOR: ADAPTACIÓN DEL CUENTO DE JORGEBUCAY DEL LIBRO RECUENTOS PARA DEMIÁN.