Valoración Geriátrica Integral VGI: Generalidades
Valoración Geriátrica Integral VGI: Generalidades
Valoración Geriátrica Integral VGI: Generalidades
VGI
Generalidades
De acuerdo con los últimos estudios demográficos a escala nacional y que presenta el MIES, en las
próximas décadas la pirámide poblacional perderá su forma triangular (con jóvenes en la base) para
adquirir un perfil rectangular abultado en la cúspide, propio de sociedades envejecidas.
En este período de vida, existen mayores limitaciones para acceder a recursos de subsistencia y se
incrementan las necesidades de atención1.
− 45% en condiciones de pobreza y extrema pobreza por NBI.* (424.824 AM)
− El 42% vive en el sector rural.* (395.180 AM)
− 14,6% de hogares pobres se compone de un adulto mayor viviendo solo.**(Dato 2013)
− 14,9% son víctimas de negligencia y abandono (PNBV).
− 74,3% no accede a seguridad social de nivel contributivo.
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Datos sobre el tema con corte 2013 (FUENTE: *Registros Administrativos Diciembre 2013 IESS, ISSFA, ISSPOL, **VAMS,
Diciembre 2013, *** proyección 2013, INEC.
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Elaborado por: Lcda. Patricia Naulaguari Medina Mgt.
VALORACIÓN GERIÁTRICA INTEGRAL
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
La evidencia científica describe que la calidad de vida y la funcionalidad durante la vejez, están
directamente relacionadas con las oportunidades y privaciones que se han tenido durante la infancia,
la adolescencia y la edad adulta. Los estilos de vida, geografía en que se ha vivido, la exposición a
factores de riesgo, las posibilidades de acceso a la educación, a la promoción de la salud en el
transcurso de la vida, constituyen aspectos importantes al momento de evaluar la calidad de vida y
funcionalidad del adulto mayor.
El envejecimiento exitoso es un estado donde un individuo es capaz de invocar mecanismos
adaptativos psicológicos y sociales para compensar limitaciones fisiológicas, para lograr una sensación
de bienestar y una alta autoevaluación de la calidad de vida y un sentido de realización personal,
incluso en el contexto de la enfermedad y discapacidad.
Por lo tanto, es necesaria la aplicación de un sistema especial de valoración que permita identificar y
prioriza los aspectos negativos y positivos de la salud de las personas adultas mayores, con el fin de
prevenir y tratar la enfermedad, rehabilitar la discapacidad e impulsar un envejecimiento activo y
saludable. La identificación de la fragilidad en los adultos mayores predice eventos adversos como
caídas, hospitalización, discapacidad y muerte.
En este contexto, la valoración geriátrica integral (VGI) se constituye en un proceso diagnóstico
multidimensional e interdisciplinario, diseñado para identificar y cuantificar los problemas físicos,
funcionales, psíquicos y sociales que provocan alteraciones, que con frecuencia llevan al adulto mayor
a la incapacidad.
La VGI es el mejor instrumento del cual se dispone para la correcta atención geriátrica tanto en el
ámbito hospitalario como en los centros de cuidado, con resultado positivo en la calidad asistencial.
Para la adecuada aplicación de este modelo es necesario utilizar la historia clínica, la exploración física
así como instrumentos más específicos denominados escalas de valoración, que facilitan la detección
de problemas y su evaluación evolutiva.
Las escalas de valoración incrementan la objetividad y reproductividad de la valoración, además de
ayudar a la comunicación y el entendimiento entre los diversos profesionales que atienden al paciente.
Se distinguen como pilares fundamentales en el proceso de valoración que consideran las
características descritas con anterioridad en los adultos mayores: valoración clínica, funcional, afectiva
y cognitiva, psicosocial y nutricional.
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Definición
El Ministerio de Salud Pública en las “Guías Geronto
– Geriátricas de Atención Primaria de Salud” (2008)
define a la Valoración Geriátrica Integral como:“...el
proceso diagnóstico evolutivo multidimensional y
multidisciplinario, destinado a identificar y cuantificar
los problemas físicos, funcionales, mentales,
sociales, con el propósito de desarrollar un plan
individualizado de cuidados integrales, que permita
una acción preventiva, terapéutica, rehabilitadora y
de seguimiento, con la óptima utilización de recursos
a fin de lograr el mayor grado de autonomía”.
Objetivos
La VGI plantea como objetivos los siguientes:
Mejorar la exactitud diagnóstica en base a un
diagnóstico cuádruple (clínico, funcional, mental
y social).
Descubrir problemas tratables no diagnosticados
previamente.
Establecer un tratamiento cuádruple adecuado y racional a las necesidades del anciano.
Mejorar el estado funcional y cognitivo.
Mejorar la calidad de vida.
Conocer los recursos del paciente y su entorno sociofamiliar.
Situar al paciente en el nivel médico y social más adecuado a sus necesidades, evitando siempre
que sea posible la dependencia, y con ello reducir el número de ingresos hospitalarios y de
institucionalizaciones.
Disminuir la mortalidad.
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Componentes de la VGI
La VGI incluye cuatro esferas: la clínica, la mental, la social y la funcional, que, configuran, una vez
enlazadas, la imagen real de la PAM. Pues, en este contexto, constituiría un fracaso tratar de forma
ambulatoria una infección urinaria en el anciano, si no se valora previamente la situación mental,
funcional y social que permiten un buen cumplimiento terapéutico.
Social Funcional
VGI
Clínico Mental
• Anamnesis - Entrevista
de enfermería
• Exámen físico • Minimental de Folstein
• Tamizaje rápido
geriátrico
Los principales medios que incluye una correcta valoración son la anamnesis, la exploración física y
una serie de instrumentos más específicos denominados “escalas de valoración” que facilitan la
detección y seguimiento de problemas, así como la comunicación entre los diferentes profesionales
que atienden al adulto mayor.
La esfera clínica es la más complicada de cuantificar por la peculiar forma de enfermar del adulto
mayor con una presentación atípica e inespecífica de la enfermedad (infección sin fiebre, infarto de
miocardio indoloro, etc.). Debe incluir: entrevista clásica añadiendo un interrogatorio directo sobre la
presencia de alguno de los grandes síndromes geriátricos (inmovilidad, caídas, malnutrición, deterioro
cognitivo, depresión, disminución auditiva o de agudeza visual, estreñimiento, incontinencia), historia
farmacológica, historia nutricional, exploración física, solicitud de exploraciones complementarias y
elaboración de un listado de problemas.
Es fundamental conocer los aspectos clínicos y sociales de las enfermedades en geriatría:
1. Dentro de los aspectos clínicos destacar: los efectos del envejecimiento fisiológico, la elevada
incidencia de pluripatología, la tendencia de la enfermedad a producir incapacidad funcional o
incluso a debutar como tal, la forma de presentación atípica como uno de los grandes
síndromes geriátricos. Todo esto conduce a un reconocimiento tardío de la enfermedad, a un
manejo complicado, generándose a menudo conflictos éticos. De ahí deriva la necesidad de una
valoración (geriátrica e integral) por un equipo multidisciplinar que conlleva la participación de
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A. Entrevista
Durante la entrevista del adulto mayor, el profesional de enfermería debe considerar que existen
factores que dificultan la entrevista clínica y la hacen más laboriosa, entre estas limitaciones se
encuentran:
! Dificultades en la comunicación secundarias a déficit sensoriales, deterioro cognitivo, lentitud
psicomotriz..., siendo recomendable realizar entrevistas cortas y frecuentes, acercarse al
anciano y hablarle alto y despacio, dándole tiempo para responder, solicitando posteriormente
información al cuidador principal o a la familia para completar y contrastar los datos.
! Descripción vaga de síntomas, resultando conveniente realizar preguntas concretas y sencillas
que nos encaminen a patologías no diagnosticadas y tratables.
! Múltiples quejas, por lo que deberemos escuchar todos los síntomas, preguntar varias veces,
concederles igual importancia y clasificar las patologías por orden de prioridad y/o gravedad.
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B. Examen físico
No difiere de la que se realiza en un adulto. Se
inicia con la inspección general: aspecto, cuidado,
aseo, colaboración. Se identifican las constantes
vitales (temperatura, tensión arterial, frecuencia
cardiaca y respiratoria, y se consignan peso y
talla). Posteriormente se hace una revisión
topográfica, algunos puntos a resaltar en el
adulto mayor son:
1. Cabeza: evaluación de arterias temporales,
boca (estado dental, prótesis, micosis,
tumoraciones), ojos (capacidad visual y
presencia de cataratas, entropión y
ectropión), capacidad auditiva.
2. Cuello: presencia de bocio, adenopatías, ingurgitación yugular, soplos, rigidez cervical.
3. Tórax: auscultación cardiaca, pulmonar, palpación de mamas en la mujer y presencia de
deformidades en columna (xífosis dorsal).
4. Abdomen: igual que el adulto (inspección, palpación, percusión y auscultación).
5. Tacto rectal: en busca de hemorroides, impacto fecal y revisión prostática en el hombre.
6. Extremidades: fuerza y tono muscular, presencia de pulsos y reflejos, y búsqueda intencionada
de edema o deformidades articulares (incluyendo dedos de los pies).
7. Neurológico: Trastornos del habla, temblor, rigidez, acinesia, equilibrio, marcha, sensibilidad.
8. Piel: lesiones tróficas, úlceras, tumoraciones.
Una vez realizada la valoración clínica habitual se realizan pruebas complementarias de laboratorio y
gabinete; éstas pueden ser básicas o incrementarse en número, en función de lo que buscamos. Las
más habituales son: biometría hemática (hemograma), química sanguínea (glucosa, creatinina, urea,
ácido úrico, colesterol, triglicéridos, albumina y fosfatasa alcalina), electrolitos séricos, examen general
de orina, electrocardiograma y placa de tórax, y riesgo de fractura por fragilidad ósea (FRAX). Cuando
hay sospechas de algún padecimiento neurológico de tipo degenerativo se agregan pruebas tiroideas,
medición de ácido fólico y vitamina B12.
Existe una serie de recomendaciones de exámenes de tamizaje, como el antígeno prostático
específico, las mamografías, densitometrías óseas, estudios de endoscopía y la citología con la técnica
de Papanicolau, que en caso de antecedentes o sospecha, después de la valoración clínica, se deben
solicitar.
Permite conocer la capacidad del AM para realizar sus actividades de la vida diaria básicas (AVDB),
que incluyen: baño, vestirse, uso del retrete, movilidad, continencia y alimentación, las actividades de
la vida diaria instrumentales (AVDI) (que son las actividades de interrelación con el medio ambiente,
como el uso del teléfono, ir de compras, preparar alimentos, realizar tareas del hogar, lavar la ropa,
utilizar transportes, control de sus medicamentos y manejo del dinero), y algunos consideran las
actividades de la vida diaria avanzadas (AVDA) (aquellas donde la persona contribuye en actividades
sociales, recreativas, de trabajo, viajes y ejercicio intenso).
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A mayor grado de dependencia, mayor riesgo de mortalidad, mayor número de ingresos hospitalarios,
mayor consumo de medicamentos, aumenta el riesgo de institucionalizarse y se incrementa la
necesidad de recursos sociales.
El Índice de actividades de la vida diaria de Katz Modificada (ANEXO 1), es uno de los más
estudiados y validados. Considera 8 puntos:
1. Baño.
2. Vestirse/desvestirse.
3. Apariencia personal.
4. Uso del inodoro.
5. Continencia.
6. Trasladarse.
7. Caminar.
8. Alimentación.
Cada ítem tiene dos posibles respuestas:
− Si lo realiza de forma independiente o con poca asistencia: 1 punto. (I: INDPENDIENTE)
− Si requiere de gran ayuda o directamente no lo realiza: 0 puntos. (D: DEPENDIENTE)
Su interpretación luego de realizar la evaluación, clasifica a la persona en:
I= independiente aquella persona que no precisa ayuda o utiliza ayuda sólo para un componente
de la actividad.
A= requiere asistencia para más de un componente de la actividad, pero que puede realizar otros
sin ayuda o supervisión.
D= dependiente, necesita ayuda de otra persona, supervisión o guía, para todos los componentes
de la actividad.
Para las AVDI, el Índice de Lawton y Brody (ANEXO 2) toma información de 8 ítems:
1. Usar el teléfono.
2. Ir de compras.
3. Prepara la comida.
4. Realizar tareas del hogar.
5. Lavar la ropa.
6. Utilizar transporte.
7. Controlar la medicación.
8. Manejar el dinero.
Tiene una puntuación dicotómica que varía entre 0 y 8 puntos, a mayor puntuación, mayor
independencia. Existen muchas otras escalas y cada persona o centro deberán seleccionar la que más
se adapte a sus actividades. Es importante utilizar siempre la misma para poder comparar resultados
entre pacientes y como estadística del mismo centro.
Marcha y equilibrio. El movimiento es esencial; el organismo funciona con mayor eficacia cuando
está activo, la pérdida de capacidad de marcha y equilibrio es indicativo de un alto riesgo para la
salud. La escala de Tinetti permite evaluar ambos puntos, ya que a mayor puntuación, mejor
funcionamiento; la máxima puntuación para la subescala de la marcha es de 12, y para el equilibrio,
de 16. La suma de ambas puntuaciones da como resultado la puntuación final, que nos permite
determinar el riesgo de caídas (< 19, riesgo alto de caídas; 20-24, riesgo de caídas; > 24, menor
riesgo de caídas) (ANEXO 3).
En la valoración del estado mental es importante atender al estudio tanto de la esfera cognitiva, como
afectiva y tener en cuenta las variables implicadas en la fragilidad de ambas áreas. La fragilidad
cognitiva depende de: 1) variables orgánicas; 2) factores psicosociales, y 3) entidades clínicas, como
HTA (hipertensión arterial), DM (diabetes mellitus), ACV (enfermedad cerebro vascular),
enfermedades tiroideas, insuficiencia renal, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica),
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Aunque la valoración social exhaustiva es función del trabajador social, todo el personal debe conocer
y hacer constar en su historia todos aquellos datos que puedan ser de interés y tengan repercusión
presente o futura sobre el anciano. Permite conocer la relación entre el anciano y su entorno.
Aspectos relacionados con el hogar, apoyo familiar y social son cuestiones importantes a la hora de
organizar el plan de cuidados de un anciano.
La valoración social es complicada, en cuanto a que no existe acuerdo entre los componentes de la
salud social. No se debe olvidar en su evaluación incluir un factor subjetivo, pero no por ello menos
importante: la calidad de vida. Los instrumentos de medición más utilizados son:
1. Escala de valoración socio familiar de Gijón.
2. Apgar familiar.
La Escala de valoración socio familiar de Gijón (ANEXO 5) fue creada a finales de los años
noventa, se emplea para valorar la situación social y familiar de las personas mayores que viven en
domicilio. Su objetivo es detectar situaciones de riesgo y problemas sociales para la puesta en marcha
de intervenciones sociales. Evalúa cinco áreas de riesgo social: situación familiar, vivienda, relaciones
y contactos sociales, apoyos de la red social y situación económica. La puntuación oscila entre 0 y 20,
indicando mayor puntuación peor situación social.
El APGAR familiar (ANEXO 6) es un instrumento que muestra cómo perciben los miembros de la
familia el nivel de funcionamiento de la unidad familiar de forma global. Las preguntas abiertas
valoran la dinámica familiar en las áreas de adaptación, vida en común, crecimiento, afecto y
resolución. Permiten al evaluador determinar la situación familiar en la que vive el adulto mayor.
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Bibliografía
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Parte 2
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