Nota Recurso Casacion
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MINISTERIO PÚBLICO
DEFENSORÍA DE CASACIÓN
PRESENTA NOTA
Introducción:
Previo exponer los agravios
formales que ocasionó a esta parte la sentencia recurrida,
resulta indispensable contextualizar el hecho que se juzga
en autos en el marco de la violencia familiar de la que
también era víctima la Sra. B.
En la audiencia ante VV.EE. M.
relató nuevamente lo que padeció junto a su pequeño hijo,
y a pesar de haber sido ella también una víctima de
violencia de diferentes tipos -física, psicológica y
económica-, se la criminalizó, haciéndola responsable de
1
un hecho que no ocasionó ni tenía posibilidades reales de
evitar.
Entiendo que la historia de vida de
la imputada y su condición de víctima de violencia de
género son datos relevantes y que resultan transversales
al análisis de la causa. Por ello solicito a los
magistrados convocados a resolver que así la analicen y en
consecuencia emitan un pronunciamiento con perspectiva de
género.
3
Las Juezas Dras. Torrisi y Hoerr –
quienes fundaron el voto mayoritario- pretendieron
justificar el apartamiento del requerimiento fiscal
sosteniendo que no se había vulnerado el principio de
congruencia ya que el Fiscal había imputado los hechos de
la manera descripta desde un inicio, manteniéndolos en los
lineamientos de la acusación y que, habiendo alegado la
Sra. Defensora de la imputada de manera subsidiaria en
relación al planteo acusatorio final, no se afectó el
derecho de defensa.
Finalmente, por mayoría se
resolvió condenar a la imputada a la pena de 10 años de
prisión por considerarla coautora del delito de homicidio
agravado por el vínculo y por alevosía en grado de
tentativa (arts. 42, 80 inc. 1 y 2 del C.P.)
b. De lo expuesto se desprende que
las juezas han interpretado inadecuadamente la regla que
exige la congruencia y correlación entre acusación y
sentencia. Así como han inobservado la garantía de
imparcialidad.
Sabemos que el sistema acusatorio
se caracteriza fundamentalmente por la división de poderes
en el proceso: el poder de la persecución penal y poder
requirente lo ejerce el acusador, el derecho de defensa lo
ejerce el imputado, y el poder de jurisdicción, el
tribunal. Y que, en este marco, la actuación del tribunal
está condicionada al reclamo del acusador y al contenido
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1
En igual sentido, Maier señala que “Todos estos poderes se vinculan y condicionan unos a otros: su
principio fundamental, que le da nombre al sistema, se afirma en la exigencia de que la actuación de
un tribunal para decidir el pleito y los límites de su decisión están condicionados al reclamo (acción)
de un acusador y al contenido de ese reclamo (Nemo iudex sine actore y ne procedat iudex officio), y
por otra parte, a la posibilidad de resistencia del imputado frente a la imputación que se le atribuye”
(Maier “Derecho Procesal Penal, Tomo II, Parte general”, Ed. Del Puerto S.R.L., 2004 Buenos Aires)
2
Clariá Olmedo, Jorge A. “Derecho Procesal Penal, Tomo I”, Ed. Rubinzal Culzoni, p.243-244
3
Así lo ha dicho la Corte IDH en el Caso “Fermín Ramírez Vs. Guatemala”, sentencia de 20 de junio
de 2005, párrafo 67.
4
Velez Mariconde, Alfredo “Derecho Procesal Penal”. Tomo II, Marcos Lerner Editora, 3° edición,
2da. reimpresión, 1986, págs. 233/234
5
ante la modificación de la calificación legal en la
sentencia, en tanto tiene incidencia en el sustrato
fáctico. La CSJN explicó que en razón de que cada tipo
penal exige conductas diversas, al variar la norma se
afecta el sustrato fáctico de la acusación5.
Es de destacar en este caso, el
voto en disidencia de los Dres. Lorenzetti, Maqueda y
Zaffaroni en el fallo “Antognazza, María Alexandra”6, en
que se abordaron las mismas cuestiones que se debaten en
la presente, referidas no solo a la falta de congruencia
entre acusación y sentencia, sino también a poner en
evidencia que no es lo mismo reprochar una acción que una
omisión, lo que se desarrollará en otro apartado.
Textualmente sostuvieron dichos
magistrados:
“6°) Que es criterio de la Corte en
cuanto al principio de congruencia que, cualquiera sea la
calificación jurídica que en definitiva efectúen los
jueces, el hecho que se juzga debe ser exactamente el
mismo que el que fue objeto de imputación y debate en el
proceso, es decir, aquel sustrato fáctico sobre el cual
los actores procesales desplegaron su necesaria actividad
acusatoria o defensiva (Fallos: 329:4634). 7°) Que sin
embargo, esta correlación no ha sido respetada en el caso,
toda vez que la modificación de la subsunción típica
efectuada por el a quo, al sustituir el tipo de abandono
de persona (que es un tipo impropio de omisión) por el de
lesiones graves (que un tipo doloso activo), implicó una
alteración de la imputación fáctica. 8°) Que, en efecto,
esta modificación en la calificación legal no podía
hacerse sin alterar la imputación fáctica, pues resulta
groseramente contrario al sentido común afirmar que es
exactamente lo mismo abandonar (a consecuencia de lo cual
resultare un grave daño en el cuerpo o en la salud de la
víctima) que causar lesiones, cuando es evidente que se
trata de supuestos de hecho distintos y que, por otra
5
CSJN, fallo “Sircovich”, S.1798.XXXIX.
6
CSJN, A. 1318. XL.
6
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7
En este sentido, Ferrajioli considera que la separación de juez y acusador es el más importante de
todos los elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, como presupuesto estructural y lógico
de todos los demás. Y que la garantía de separación representa “…una condición esencial de la
imparcialidad (terzieta) del juez respecto a las partes de la causa” (Ferrajoli, Luis, “Derecho y razón.
Teoría del garantismo penal”, Ed.Trotta, 2005, Madrid, p.567)
7
jurisdicción que ejerce el tribunal en el proceso penal lo
marca la acusación, al menos en relación a los hechos.
Para continuar con el análisis del
caso es necesario, entonces, definir cuál es el acto de
“acusación” y distinguirlo del de “imputación”, puesto que
aquí radicó el error del tribunal decisor al considerar
que no existió violación al principio de congruencia
porque, no obstante el contenido de la acusación final,
desde un inicio se le habían imputado los hechos de la
manera descripta.
La imputación contiene una
relación precisa y circunstanciada de un hecho concreto y
de su posible autor, apoyada en datos -que no son pruebas-
y que sólo sirven para fundar el pedido a la jurisdicción.
La requisitoria de elevación a juicio constituye el
presupuesto de la elevación de la misma y abre la
jurisdicción a ese solo efecto.
La imputación debe actualizarse
en cada una de las instancias del proceso, pues no basta
con que exista una originaria imputación que habilite
todas las subsiguientes decisiones jurisdiccionales.
Si bien el acto de la requisitoria
debe entenderse que excita la jurisdicción del tribunal de
juicio a fin de que comience su intervención, dicha
habilitación no abarca al dictado de la sentencia, sino
que para ello, como se dijo, la imputación deberá ser
nuevamente actualizada, hasta llegar al último acto del
debate previo a la sentencia, en donde la imputación
deberá convertirse en una hipótesis concreta de cómo
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voto del Juez Dr. Zaffaroni, en el fallo “Quiroga” de la C.S.J.N. , 23/12/04.
9
Y así también lo ha aceptado la
Corte Suprema de Justicia de la Nación:
al considerar que una sentencia es
dictada sin “acusación” si “dispuesta la elevación a
juicio, durante el debate el Fiscal solicitó la libre
absolución del sujeto pasivo del proceso y pese a ello el
tribunal de juicio emitió la sentencia recurrida”9
9
CSJN, Fallo “Tarifeño”, La Ley, t.-1995-B. Tal posición fue reiterada por el Alto Tribunal en “García,
José Armando”, del 22 de diciembre de 1994, “Ferreyra, Julio” del 20 de octubre de 1995, “Cattonar,
Julio Pablo” del 13 de junio de 1995, “Cáceres, Martín H.” del 25 de septiembre de 1997, “Fiscal
c/Fernández, Pedro Ricardo” del 27 de febrero de 2001.
10
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Cfr. Maier, Julio en “Derecho Procesal Penal. I- Fundamentos” Editores del Puerto, 2002, págs.
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se extiende al conocimiento de la conducta que se le
reprocha en la sentencia de condena.
La Corte entiende que el artículo
8.2 se refiere, en términos generales, a las garantías
mínimas de una persona que es sometida a una investigación
y proceso penal, y que las mismas deben ser protegidas
dentro del contexto de las distintas etapas del proceso
penal11.
Así como la acusación clara y
detallada le permite al acusado defenderse en la
investigación y en el juicio, la determinación concreta
del comportamiento que los magistrados le reprochan
mediante la condena le permitirá formular su defensa en la
vía recursiva.
En tal sentido, nuestro más alto
tribunal, descalificó una sentencia que había omitido
describir la conducta considerada como incumplimiento del
deber de cuidado y que había responsabilizado a los
acusados mediante una mera referencia genérica a una
supuesta negligencia12.
En dicho precedente, el Ministro
Petracchi en su voto expresó:
“... Que constituye un requisito
fundamental del debido proceso penal el de que las
sentencias penales contengan el examen de la participación
de cada uno de los procesados en los hechos ilícitos que
se consideren probados, con la concreción de las figuras
delictivas que se juzgan, sin otro límite que el del
ajuste del pronunciamiento a los hechos que constituyen
materia del juicio, en razón del derecho fundamental del
acusado, basado en el art. 18 de la Constitución Nacional,
de tener un conocimiento efectivo del delito por el cual
11
CorteIDH, Caso “Mohamed vs. Argentina”, sentencia de 23 de noviembre de 2012.
12
CSJN, “Navarro, Rolando Luis y otros”, Fallos 324:2133
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no lograron por razones ajenas a sus voluntades” (el
resaltado es propio).
En otro pasaje de su
pronunciamiento consideró que:
“…el coraje que la imputada
demostró para huir de su hogar (…) no fue el mismo coraje
que tuvo al momento de evitar que su pequeño hijo fuera
víctima de las graves lesiones que en un severo cuadro de
maltrato lo colocara en peligro cierto de muerte y con
graves secuelas…” (el resaltado es propio).
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Frente a dicha circunstancia, esta
parte se ve en la obligación de agotar todas las hipótesis
posibles -incluso aquellas claramente contrarias a la
letra de la Constitución Nacional-, a los fines de ejercer
una correcta defensa técnica, lo que demuestra que en
autos se ha afectado el derecho de defensa. En definitiva
–tal como lo consideró el Juez Dr. Petracchi en el fallo
reseñado- se “hace recaer sobre el imputado la misión -
eminentemente estatal- de formular correcta y precisamente
la imputación”.
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informe psicopatológico, en el que específicamente se
expresó que:
“La mamá se presenta angustiada
ante el estado de su hijo…”, que “No parece resultarle
indiferente la muerte de E.” y que es el Sr. O. quien no
manifestó angustia, refiriendo textualmente que: “El Sr.
O. no muestra angustia ni localiza particularidad alguna o
deseo en relación a E.”.
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Específicamente en relación a la
encartada, consideró que se advertían graves
contradicciones de sus declaraciones.
En efecto, la imputada desmintió
su primera versión de los hechos, por lo que resulta
lógico que el Tribunal encuentre contradicciones.
Si bien su primer relato frente a
los profesionales del Hospital de Niños coincidió con la
versión brindada por el Sr. O., no puede considerarse que
hubo un acuerdo, en tanto –como luego lo explicó en sus
declaraciones brindadas en oportunidad del art. 317 del
C.P.P. y en la audiencia de debate- M. se vio obligada a
dar esa versión ante las constantes amenazas de su pareja.
Textualmente manifestó que:
“La otra vez P. me dijo que no
dijera la verdad que él era quien le había pegado (…) me
dijo que si yo decía la verdad él mataría a mi papá y a mi
hijo no lo iba a volver a ver”; “En el hospital el me dijo
que a la enfermera le dijera que el golpe del ojo era por
la caída de una silla y que éste era que se había caído de
una cama”; “Esa noche cuando nos detuvieron el me dijo: si
llegás a decir que yo lo golpeaba cuando salga me las vas
a pagar”.
19
M. contó que fue violada por O. en
dos oportunidades, y que su hijo es fruto de una de esas
violaciones. Que cuando O. la trajo a la Argentina, ella
no salía de su casa porque O. cerraba la puerta con un
candado del que no tenía llave, que sólo salía a la quinta
acompañada por él. También mencionó que no podía disponer
del dinero, por lo que nunca pensó en escaparse:
simplemente no tenía recursos para hacerlo.
Asimismo relató tres episodios de
violencia anteriores al hecho de autos: 1) la primera vez
que recuerda, encontrándose E. sentado en el piso, P. le
dio una patada en el cuerpo, provocando que su cabeza
golpee en la puerta de chapa de la casa; 2) a las dos
semanas le quiso pegar nuevamente a lo que M. se interpuso
impidiéndolo, a consecuencia de lo cual recibió un golpe
de puño en su pierna; 3) dos semanas antes del hecho, ante
los llantos de E., P. le propinó golpes de puño en los
ojos para que se calle, le hizo sangrar la nariz y le
arrancó el pelo. Al día siguiente de este último suceso M.
observó que, como consecuencia de los golpes, E. tenía sus
ojos cerrados.
Frente a todas aquellas brutales
agresiones mi defendida se opuso, diciéndole a P. que no
toque más a E., ante lo cual recibió diversas amenazas. P.
le dijo que iba a matar a su hijo y que lo iba a tirar a
una zanja; y hasta llegó a apuntarle a ella con un arma en
la cabeza.
Como se observa, M. y E. eran
víctimas de violencia física, psicológica y económica por
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ante otras que sufrió dos violaciones, fruto de las cuales
tuvo un hijo. Debió ser difícil aun para ella misma
interiorizar esa situación.
d. Para evaluar la credibilidad de
su segundo testimonio los magistrados debieron analizar el
conjunto de las pruebas colectadas en la causa, lo que
evidentemente no hicieron.
En primer lugar, debieron valorar
la documentación que luce a fs. 183 del principal, en el
que la Unidad de Defensoría de la localidad de Vitichi
(Bolivia), certifica que los padres de la imputada
radicaron denuncia contra el Sr. O. con fecha 19 de enero
de 2012, por el delito de abuso sexual cometido contra su
hija.
Por otra parte, el mismo Tribunal
advirtió que los médicos habían constatado en el menor
lesiones que coincidían con el relato de M. sobre los
episodios de violencia previos.
Cabe destacar, entre otras, la
observación de una placa de alopecia de 5 cm. en la región
parietal izquierda, descripta por la Dra. María Cecilia
Gaviot -en su informe obrante a fs. 7 del expediente
principal-; lesión que se corresponde con lo narrado por
la imputada en cuanto a que el Sr. O. le habría arrancado
pelo al niño.
Asimismo, el informe
psicopatológico señaló que O. no se mostró angustiado ni
localiza particularidad alguna o deseo en relación a E. Y
la Lic. Silvina Sánchez destacó que:
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Aquí cabe señalar en principio que
dichas apreciaciones son inconducentes. En nada se
relacionan con la acreditación, ni siquiera con un
indicio, de que M. haya causado las lesiones que
presentaba E. y que pusieron en peligro su vida.
Más bien se trata de prejuicios
sobre cómo debe actuar una mujer, además de demostrar un
cabal desconocimiento sobre la compleja problemática de la
violencia de género.
Nótese además que a lo largo de la
sentencia, al referirse a las violaciones sufridas por la
imputada, el tribunal utilizó el entrecomillado,
relativizando claramente lo narrado por mi defendida, lo
que demuestra un sesgo en el análisis.
M. relató que cuando E. cumplió un
año, P. fue a buscarlos a Bolivia, que en ese momento no
había nadie en la casa, y que por ese motivo se vino a
este país sin avisarle a sus padres.
En la entrevista que mantuvo con
la abogada Caravelos y la licenciada Malacalza -
integrantes del OVG-, manifestó que había accedido a venir
a la Argentina junto a O. por miedo a que le saquen al
nene.
A fs. 183 del principal, consta un
certificado de la Unidad de Defensoría de la localidad de
Vitichi (Bolivia), que acredita que los padres de la
imputada radicaron denuncia por la desaparición de su
hija, dirigiendo sus sospechas al Sr. O.
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También reconoció la falta de
comisión del delito por parte de la imputada, al sostener
que no obstante tener celular, no lo utilizó frente al
maltrato que recibió su hijo.
En el apartado en el que me
referiré a la conducta omisiva se tratará debidamente este
punto, en tanto allí intentaré dilucidar qué
comportamiento le era exigido a M. en su posición de
garante, teniendo siempre en cuenta la manera en que
incide la violencia de género en sus posibilidades reales
de concretarlo, y qué comportamiento específico parece
exigirle aquí el Tribunal.
g. En la sentencia el voto
mayoritario considera que la encartada se esmeró en
esgrimir el temor que le tenía a su pareja, que le impedía
proteger a su pequeño, y de allí se derivó en que:
“qué temor podía sentir de que su
hijo sufriera un mal a manos de su padre, si éste ya se
encontraba detenido, a pesar de lo cual siguió mintiendo”.
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No existen elementos de prueba que
demuestren que M. estaba en el departamento al momento del
hecho. El Tribunal solo cuenta con su relato, el que
indica que entonces había salido a lavar la ropa -más allá
del reproche moral que le formula el tribunal por este
acto, y que no resulta útil como fundamentación de su
postura-.
No valoraron las magistradas que
es perfectamente posible que eso haya sucedido y que M. no
haya escuchado ningún grito por la distancia existente
entre el lavadero y su vivienda, ya que según se corrobora
en la inspección ocular y lo manifiesta luego el oficial
Sarina en su declaración:
“el lavadero estaba ubicado tras
el último departamento, el de los hechos era el primero”
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suficiente se impone. Es decir, conforme esta regla, la
prueba indiciaria será conducente para la determinación de
responsabilidad penal, sí, y sólo sí, su consideración en
forma global habilita a efectuar una inferencia certera
sobre la actuación criminal del imputado en la ejecución
del hecho que se le enrostra.
En el caso de autos esta
circunstancia no acontece, toda vez que el conjunto de
pruebas acumuladas en la causa no acreditan la coautoría
de mi defendida en el hecho que se le imputa, con lo cual
la invalidez del razonamiento es la única solución posible
a la sub lite.
Ninguna de las pruebas analizadas,
en su estudio de consuno, puede destruir con certeza la
presunción de inocencia. Esa falta de certeza obliga a
aplicar el principio “in dubio pro reo”, lo que fue
categóricamente inobservado por los juzgadores, vulnerando
asimismo el derecho de defensa en juicio y el debido
proceso sustantivo.
La propia Corte federal ha
sostenido en numerosos fallos que si media un evidente
apartamiento de los hechos, del buen sentido o de las
reglas de la sana crítica, la sentencia es arbitraria,
como si abandona el correcto entendimiento judicial del
material probatorio o le da un tratamiento inadecuado
(Sagües Néstor Pedro, Derecho Procesal Constitucional,
Recurso Extraordinario, Tomo 2, 4° edición actualizada,
Ed. Astrea. Fallos citados en p. 271, referencia 810, 811,
812).
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La doctrina de la sentencia
arbitraria cubre también aquellos supuestos –no siempre
escindibles de la arbitrariedad “normativa”- en los cuales
el juzgador maneja con arbitrariedad el material
existencial de la causa.
La tacha de arbitrariedad fáctica
se da contra los fallos que resuelven contra o con
prescindencia de las pruebas fehacientes regularmente
presentadas en juicio; o se funda en pruebas que no
constan en el proceso: o se apartan del buen sentido y de
la sana crítica en la apreciación de los hechos y pruebas
(ob. Cit).
k. Las sentenciantes advirtieron las
contradicciones que surgían de su razonamiento al valorar
el material probatorio así como la falta de determinación
del hecho, puesto que pretendió salvar dichas falencias
recurriendo a la teoría de la coautoría concomitante o
paralela la que, por sí misma no justifica ni la
indeterminación del hecho ni la inobservancia del
principio in dubio pro reo frente a la ausencia probatoria
sobre la autoría.
Además, al recurrir a la teoría de
la coautoría concomitante, considerando que uno de los
sujetos causó las lesiones mediante golpes –comisión- y el
otro no las evitó –omisión-, entiendo que el tribunal
parte de admitir la comisión por omisión del homicidio, lo
que configura un delito de omisión impropia no escrito,
cuya constitucionalidad se refutará seguidamente.
31
IV. Violación al principio de
legalidad de los delitos de omisión impropia no escritos.
a. Prosiguiendo con las hipótesis
que vengo formulando, es momento de analizar el supuesto
en que se haya condenado a la Sra. B. por una omisión.
Se trataría de una omisión
impropia no escrita, categoría elaborada en la doctrina y
por demás discutida por afectar el principio de legalidad,
puesto que habilita que el ámbito de leyes elaboradas para
prohibir comportamientos activos, se extienda a las
conductas pasivas, sin que expresamente la norma las
contenga.
En el caso se pretende extender lo
prescripto por el art. 80 del C.P. a la comisión del
homicidio por omisión, supuesto que no se encuentra
expresamente previsto en la norma.
Actualmente es minoritaria la
tesis que considera a la omisión impropia como una forma
de comisión de los tipos activos. Sin embargo, se admite
que detrás de cada tipo activo haya un tipo omisivo no
escrito, cuya construcción debe realizar el juez,
utilizando la analogía, expresamente prohibida.
En esta línea se ha introducido en
algunos Códigos (a partir del art. 13 del Código Alemán)
cláusulas generales que establecen una equivalencia entre
acción y omisión, las que precisamente se denominan
“cláusulas de equivalencia” y que, no salvan la
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13
Zaffaroni, Eugenio Raúl, “Derecho Penal. Parte General”, Ed. Ediar, Buenos Aires, año 2000, p. 542.
14
Zaffaroni, Eugenio Raúl, “Manual de Derecho Penal. Parte general”, Ed. Ediar, Buenos Aires, 2006,
p.452. En el mismo sentido, Mezger sostiene que el ordenamiento jurídico puede fundamentar deberes
de hacer, prescribiendo consecuencias jurídicas de determinada especie en caso de que no se cumplan,
sin que con ello vaya también unida una responsabilidad criminal en orden al ulterior resultado
(Mezger, Edmund, “Tratado de Derecho Penal” T. I., Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1955,
ps. 305 y 307).
15
Kauffman dice que: “El delito de omisión impropia no realiza el tipo del delito comisivo, sino que,
en cuanto a tipo, injusto y culpabilidad, discurre por vías propias, no tipificadas legalmente”
(Kaufmann, Armin, “Dogmática de los delitos de omisión”, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2006, p. 287).
33
puede utilizarse la analogía, la equivalencia, para llenar
esa laguna en el tipo comisivo.
Con razón Welzel sostiene que:
“ninguna construcción dogmática,
sea del género que sea, es capaz que colmar la sensible
laguna de la formación legal de los tipos”16.
16
citado por Kaufmann, Armin, en “Dogmática de los delitos de omisión”, Ed. Marcial Pons, Madrid,
2006, p. 287.
17
Kaufmann, Armin, “Dogmática de los delitos de omisión”, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2006, p. 288
18
Esta misma línea de pensamiento fue expuesta por el Dr. Zaffaroni en el fallo “Rosas, Romina
Mariela y otros” (CSJN, R.730.XLVI), causa muy similar a la de autos, en la que decidió: “Que en
virtud de lo expuesto, cabe concluir que resulta constitucionalmente inadmisible -por incurrir en una
analogía violatoria del principio de legalidad- una imputación por homicidio (que es un tipo activo
doloso) basada en una omisión, toda vez que ni siquiera existe cláusula legal alguna en nuestro
ordenamiento jurídico que establezca que no evitar un resultado típico equivalga a causarlo (conf.
Fallos: 330: 4945 -"Antognazza"-, disidencia de los jueces Lorenzetti, Maqueda y Zaffaroni,
considerando 8°)” (considerando 13º).
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que habilite a sostener que “hacer” es equivalente a
“omitir o no hacer”.Por lo demás, hechos como el aquí
tratado están previstos en abstracto por el legislador en
el abandono de persona doblemente agravado por el
resultado muerte y por el vínculo (art. 106, párrafo 3º
del C.P.)” (TCP, Sala II, causa Nº 28.686 y su acumulada
Nº 29.641, caratulada “G., L. y G., A., s/recurso de
casación” “T., A. F. s/recurso de casación”, sentencia del
18/10/2012, el resaltado es propio).
19
SCBA, causa “Cabral, María F.”, sentencia del 23 de agosto de 1994, JA 1995-I.
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V. Arbitrariedad de la sentencia
recurrida:
V.I. Falta de fundamentación.
Subsidiariamente, de considerar
VV.EE. constitucional los delitos de omisión impropia no
escritos, en este acápite alego la falta de fundamentación
suficiente en el reproche omisivo.
La mayoría del Tribunal, en
algunos pasajes de su sentencia, endilgó a la imputada la
omisión de actuar frente a las agresiones que se
ejecutaron contra su hijo.
La omisión indica la abstención
de hacer algo, lo que presupone la existencia de una
cierta expectativa respecto de que una acción positiva
tendría que haberse ejecutado.
Si bien el voto mayoritario hizo
referencia a “no evitar la suerte final corrida por el
pequeño”, a “no impedir los golpes que se le propinaron al
mismo”, no especificó qué conducta era la omitida: si
37
evitar la agresión concreta que ocasionó las lesiones a E.
el día 20 de agosto del 2013, si evitar el maltrato al que
estaba sometido diariamente E., o si pedir auxilio luego
del hecho. Tampoco especificó de qué modo podía M. haberlo
hecho, sin analizar si se encontraba con posibilidades
reales para ello, lo que se analizará en el acápite
siguiente.
De tal forma, por falta de
fundamentación suficiente, dejó sin conocimiento a esta
defensa de la conducta que consideró omitida por la
imputada, lo que afectó además el derecho de defensa en
juicio, quedando obligada esta parte a formular nuevamente
diversas hipótesis para un adecuado servicio de defensa.
V.II. Apartamiento de las
constancias de la causa. Ausencia de análisis del caso con
perspectiva de género.
Seguidamente se analizarán una a
una las conductas que M. habría omitido, para demostrar
que su reproche por la mayoría del tribunal implicó un
apartamiento de las constancias de la causa, de prueba
relevante para el caso.
a. Si la conducta que se consideró
omitida por la imputada era la de evitar que a su hijo lo
golpearan el día del hecho, es necesario formular diversas
consideraciones.
Le reprochó a la encartada “no
tener coraje” para evitar que su hijo fuera víctima de las
graves lesiones; que no obstante tener celular, no lo
utilizó frente al maltrato que recibió su hijo; y hasta le
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Por último, he de considerar de
qué modo podía M. evitar las lesiones, ya que el tribunal
le reprochó no haber tenido el coraje para evitarlas: ¿se
le exigía un acto heroico, al momento del hecho, que ponga
en riesgo también su propia vida?
b. Si lo que consideró la mayoría
del tribunal que debió haber evitado M. era el maltrato,
se le exigía una conducta anterior para eliminar la fuente
de peligro, tal como irse de su casa, abandonando al
agresor.
Aquí se debe analizar si tuvo
posibilidades reales de actuar para evitar las agresiones
–tanto físicas como psicológicas y socio-culturales-, y,
por otra parte, si de haber podido actuar hubiera evitado
el resultado –nexo de evitación-.
Adelantaré que ni una ni otra
conducta fueron realmente posibles en este caso.
Como dije, enfrentar a O. hubiera
puesto en peligro la propia vida de la imputada y tampoco
garantizaba el fin perseguido.
Recuérdese que frente a todas las
agresiones físicas sufridas por el menor, mi defendida se
opuso, diciéndole a P. que no toque más a E., ante lo cual
fue amenazada. P. le dijo que iba a matar a su hijo y que
lo iba a tirar a una zanja; y hasta llegó a apuntarle a
ella con un arma en la cabeza. Y en una oportunidad M. se
opuso a que P. golpee a su hijo, y a consecuencia de ello
recibió un golpe de puño en su pierna.
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“…La incorporación de hechos
pasados contribuye a explicar las razones de la pasividad
de la mujer frente a los peligros que representan las
agresiones en su contra o de sus hijos”. Y que “…distintos
estudios sobre violencia basados en la psicología del
aprendizaje nos explican que la violencia contra la mujer
genera mecanismos de adaptación que se traducen mediante
una inacción –conocida como “indefensión aprehendida”-,
resultante de una estrategia de supervivencia desarrollada
por la mujer frente a la realidad que vive. No puede
quebrar el ciclo de violencia y construye una defensa
psíquica para seguir adelante. La mujer niega y minimiza
los maltratos (conf. Walker, Leonore, en Di Corleto
Julieta, Legítima defensa en el caso de las mujeres
golpeadas, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal N°
5/2006, Lexis Nexis, Buenos aires)”.
Manifestó que:
“el peso de la tradición y la
cultura construye la identidad de la mujer y la posiciona
en el lugar que la forma histórica de dominación le
asignó. En ese sentido fue socializada y en ese único
sentido puede pensarse”. Y que en relación al caso “…M.
aceptó la única forma de relación hombre-mujer que pudo
internalizar, la que le impuso O. luego de abusarla
sexualmente. Se situó en el lugar que su propia cultura le
asignó bajo los mandatos de su pareja”.
20
Comité CEDAW, Recomendación General Nº 19, 11º período de sesiones, 1992, párr. 23.
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experiencia de intervenciones previas por parte de
funcionarios estatales sin los resultados esperados21.
En el caso de M. a ello se suma
que no disponía de recursos económicos para huir, no
conocía el lugar donde vivía, no podía salir de su casa
porque O. la encerraba bajo llave, ni la dejaba hablar por
teléfono.
Y corresponde considerar que en el
caso se acrecienta la vulnerabilidad social de la Sra. B.,
no solo por su condición de mujer, sino también por ser
pobre y migrante.
b.3. Es por tales motivos que
sostengo que mi defendida no se encontraba en posición de
decidir su destino, ni de pedir ayuda para escapar de esa
situación.
Refuerza lo dicho el informe de la
perito Psicóloga, María Elina del Rosario Hiriart, al
manifestar que:
“Su relación con P. O., padre de
su hijo, fue una relación muy difícil, plagada de
destratos y violencia física de parte del mismo. A través
de un extenso relato da cuenta de su vulnerabilidad frente
a las imposiciones caprichosas de P. No teniendo nadie que
la aconseje y la contenga frente a una relación de pareja
tan conflictiva.” Y concluye que: “Posee capacidad
conservada de discriminar entre la realidad y la fantasía
y comprender las normativas sociales vigentes, elegir a su
libre albedrío su accionar aunque muy limitado por
prejuicios culturales de la índole de la superioridad de
la autoridad del hombre”.
En su declaración en audiencia de
debate la licenciada manifestó que la imputada:
21
En este sentido, García de Ghiglino, Silvia S. y Acquaviva, Alejandra María; en “Protección contra la
violencia familiar”, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, octubre 2010, p.267.
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22
Ob. Cit., p.299.
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b.4. Subsidiariamente, aún
entendiendo –luego de la clara exposición respecto a la
coacción que existía sobre la imputada- que la misma
contaba con posibilidades de actuar; cabe analizar si su
obrar hubiera evitado el resultado.
En el caso de autos, hay que
analizar concretamente si M. hubiera actuado,
enfrentándose a O., y recibiendo ella misma los golpes de
parte de su concubino –como ya había sucedido en otras
oportunidades-, ¿hubiera frenado el comportamiento del
imputado y evitado que también golpeara a su hijo?
Eso no es posible saberlo con
certeza, pero de acuerdo a la experiencia previa de la
imputada me animo a decir que ni aun así lo hubiera
evitado.
La tipicidad objetiva sistemática
requiere que el agente no haya interpuesto la acción que
hubiese interrumpido la causalidad que provocó el
resultado. La acción no es típica cuando, imaginando la
conducta debida en lugar de la realizada, igualmente se
hubiera producido el resultado23.
En los delitos de omisión impropia
en lugar de hablar de nexo de causalidad se habla de nexo
de evitación.
“…existe práctica unanimidad en que
para que un resultado típico sea imputado a una omisión –y
prescindiendo de si es posible considerarla o no causa de
aquel- es necesario que se pueda afirmar que la acción
23
Zaffaroni, Eugenio Raúl, “Manual de Derecho Penal. Parte general”, Ed. Ediar, Buenos Aires, 2006,
p. 446.
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asistido inmediatamente después del hecho, por lo que
tampoco puede considerarse que hubo abandono.
d. De todo lo expuesto concluyo
que tampoco puede reprochársele a la Sra. B. un
comportamiento omisivo, y que en este sentido el tribunal
se apartó de las constancias de la causa, rechazando
prueba relevante sin brindar los fundamentos suficientes.
Asimismo sostengo que de la prueba
valorada el tribunal extrajo inferencias que no derivan de
un razonamiento lógico, arribando en conclusiones
meramente genéricas que demuestran prejuicios y un
absoluto desconocimiento de la problemática de la
violencia de género.
Conclusión:
De todo lo dicho resulta evidente
que no existen elementos de prueba que acrediten la
coautoría de la Sra. B. en el delito de homicidio
calificado en grado de tentativa y que, por el contrario
sí existe prueba suficiente que demuestre su inocencia.
Asimismo, de acuerdo a las
constancias de la causa y a un análisis del caso con
perspectiva de género, tampoco puede reprochársele una
omisión.
Por tales motivos, más allá de las
infracciones constitucionales alegadas en primer lugar y
que invalidan la sentencia del tribunal de origen, sería
innecesario el reenvío, ya que además del dispendio
jurisdiccional que ello provocaría, dilatando aun más este
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VI. Petitorio:
Por lo expuesto previamente
solicito a VV.EE. que haga lugar al recurso de casación,
case la sentencia del Tribunal de instancia y en
consecuencia, absuelva a mi defendida.
Proveer de conformidad,
Será Justicia.-
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