HISTORIA
HISTORIA
HISTORIA
pueblos y naciones que, desde tiempos remotos, habían desarrollado sus propias culturas y civilizaciones
absolutamente al margen de lo que ocurría en el resto de los continentes.
Examinaremos a grandes rasgos el origen, el proceso de poblamiento, los modos de vida, la cultura y la
organización social del conjunto de esos pueblos que ocupaban el territorio que posteriormente se convirtió en
la nación venezolana.
La historia prehispánica de Venezuela ha sido dividida en cuatro grandes períodos: Paleoindio (15.000 a 500
años antes de Cristo), Mesoindio (500 / 100 a.C.), Neoindio (1000 a.C. / 1500
después de Cristo) e Indohispano (1500 d.C. hasta el presente).
Esta periodización no es precisa ni rígida; es decir, el inicio de un nuevo período
no significa necesariamente la finalización de lo anterior, ya que los grupos
étnicos que poblaban nuestras tierras antes de la llegada del hombre europeo
experimentaron líneas muy diversas de evolución y desarrollo. Sin embargo, se
puede hablar de la existencia de dos grandes modos de vida que se
diferenciaban entre sí: el de los arawacos y el de los caribes.
Los cuatro períodos permiten explicar la diversidad de grados de desarrollo de
las sociedades indígenas de Venezuela para el momento del contacto con el
europeo, cuando se reportan grupos recolectores y grupos agricultores, unos
con grandes expresiones de alfarería, otros con ingenioso desarrollo de sus
viviendas y algunos, como los timoto-cuica, con un reconocido talento para la agricultura. Son dos situaciones
representativas de las diversas líneas de desarrollo del tiempo histórico prehispánico.
La extinción de los grandes animales característicos del Paleoindio, debida principalmente a fuertes cambios
climáticos, propicia la adopción de nuevas formas de subsistencia.
No significa esto que dejaran de existir las antiguas prácticas –como parece
demostrarlo una industria rudimentaria de piedra tallada que hacia los 5000/4000
años a.C. existió en la península de Paria– sino que habría una situación de
convivencia en la que comienzan a predominar las nuevas formas de vida,
sustentadas en una aparente abundancia y estabilidad de recursos provenientes del
mar. Las evidencias arqueológicas señalan el norte de Venezuela como un área de
mayor concentración de comunidades recolectoras. En las costas de Sucre y
Anzoátegui y en la isla de Cubagua hay evidencias del abandono de la industria
lítica (piedra) y de la adopción de una economía fundamentada en la recolección de
productos marinos.
Se tienen noticias de ciertas manifestaciones de la agricultura y de la confección de
cerámica, elementos que caracterizarán el período siguiente.
De otras evidencias se infiere que los mesoindios basaron su subsistencia en las siguientes alternativas:
explotación de productos marinos en las zonas costeras, recolección de recursos vegetales en el interior del
territorio y caza de pequeños mamíferos. En las dos primeras existiría una especie de sedentarismo
semipermanente que daría origen a las primeras manifestaciones de la agricultura.
El período indohispano, como su nombre lo indica, corresponde a lo acontecido en los pueblos prehispánicos
desde el momento en que irrumpen los primeros conquistadores hasta el presente. Durante este largo
período, las características y el número de su población fueron modificados notablemente, tanto por la política
de exterminio puesta en práctica por los conquistadores, como por el
proceso de asimilación por parte de la cultura criolla que se fue
gestando lentamente con la mezcla de los aportes étnicos europeos,
africanos y los específicamente aborígenes.
Para el momento del contacto el territorio venezolano estaba ocupado
por centenares de grupos, familias y pueblos indígenas que se
encontraban dispersos a lo largo y ancho del territorio nacional. Esos
grupos, sin embargo, llevaban sus vidas de manera relativamente
autónoma y no formaban parte, ni cultural ni políticamente, de una
unidad administrativa mayor. Hoy en día, en cambio, los pueblos
indígenas sobrevivientes forman parte de la nación venezolana y se
encuentran agrupados en 36 familias ubicadas en las zonas
fronterizas –como los guajiros que pueblan por igual territorios colombianos y venezolanos o los yanomami en
territorios venezolanos y brasileños–, en las selvas y sabanas del sur del Orinoco, en las tierras lejanas de los
llanos occidentales, o en zonas excepcionales como las que ocupan los cariña en la Mesa de Guanipa. A
pesar de la política de exterminio y del desdén criollo, la Venezuela actual muestra importantes huellas de
quienes fueron sus habitantes originarios. La nueva Constitución de la República, aprobada en 1999,
establece una sección completamente dedicada a reconocer los derechos de los pueblos indígenas, entre los
que se incluyen el respeto a sus territorios ancestrales, sus lenguas y culturas, y su participación política.
Las fiestas religiosas de nuestro calendario popular contienen en su música, letras, instrumentos, coreografía,
vestuario y sentido elementos indígenas. Las Turas y el Maremare ofrecen rasgos de claro origen
prehispánico. Algunas músicas autóctonas merideñas, y de otras zonas criollas del país, como la de la Bajada
de los Reyes en San Miguel de Boconó, son de origen indígena, así como algunos elementos de nuestras
danzas y bailes populares.
Algunas deidades y héroes culturales prehispánicos sobreviven, transfigurados, en casi todas las expresiones
dancísticas y creencias del pueblo venezolano. Tal es el caso de la fiesta del Espuntón o Parranda de los
Caribes, en Caigua (Anzoátegui); el Baile del Mono, en Caicara de Maturín, (Monagas), y el Espuntón de
Pueblo Nuevo (Mérida). La fiesta de San Isidro Labrador, en nuestros Andes, es celebrada en vinculación
directa con las labores agrícolas, así como la Bajada de Ches.
La Candelaria, fin del ciclo de Navidad, es celebrada en varios lugares del país y algunos de sus elementos
tienen evidente connotación indígena, sobre todo en lo que se refiere a la reproducción coreográfica de
labores agrícolas. Igual ocurre con la fiesta de San Benito, particularmente en las regiones andinas, y algunas
de Locos y Locainas, en cuyo vestuario y adornos corporales se recuerdan posibles influencias indígenas, lo
que parece reafirmarse con el porte de arcos y flechas. Principalmente en el oriente del país se montan
diversiones en cuyos nombres y coreografía y en algunos de sus aditamentos, es indudable el aporte
indígena. Han sido consagradas como diversiones orientales El Sebucán o Baile de Cintas, El Carite, El
Chiriguare, El Pájaro Guarandol, El Baile de la Culebra. En La Victoria (Aragua) el baile de La Llora, que
recuerda costumbres funerarias prehispánicas.
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
FUNDACIÓN “MISIÓN SUCRE”
COORDINACIÓN MISIÓN SUCRE
ALDEA UNIVERSITARIA “MIREYA VANEGAS”
PERÍODO PREHISPÁNICO
PROFESORA: ESTUDIANTES:
Lucila Pérez
Millán Fanny C.I.: 18675325
Abril, 2024