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Chialva, Marianella

Destronados / Marianella Chialva. - 1a ed. - Córdoba : Marianella


Chialva, 2021.

60 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-86-9443-6

1. Literatura Testimonial. 2. Vida Cristiana. I. Título.

CDD 242.2

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Destronados

Prefacio……………………………………………………………… 4

Introducción………………………………………………………… 10

Capítulo 1 Aprender a aprender…………………………………. 14

Capítulo 2 El que ama cede……………………………………… 21

Capítulo 3 Relámpagos y truenos………………………………. 31

Capítulo 4 Libertad………………………………………………… 40

Capítulo 5 Digno de nuestra confianza…………………………. 47

Capítulo 6 Fidelidad……………………………………………….. 61

Capítulo 7 Nunca se trató de vos………………………………… 65

Capítulo 8 Sanados……………………………………………….. 79

Capítulo 9 Plenitud………………………………………………… 90

Bibliografía…………………………………………………………. 105

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Conocemos a Marianella, conocemos su hermosa y contagiosa

sonrisa. Hace varios años atrás llegó a la congregación, y tanto ella

como su familia, en poco tiempo comenzaron a ser parte de nuestra

casa. Damos cuenta de su amor por Dios y de su joven vida llevada

a través de la obediencia. Y, aunque su vida creció en un ámbito y

entorno lleno de Cristo, ni ella, y de hecho ninguno de nosotros,

estamos exentos de algo que irremediablemente tendremos que

atravesar: dificultades, pruebas y quebrantamientos.

Pero como dice Santiago 1:2, “Amados hermanos, cuando tengan

que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un

tiempo para alegrarse mucho”.

En esos momentos, la oportunidad para crecer y para que Cristo

crezca en nosotros se hace presente.

Es en las crisis donde todo lo que teníamos estable se desmorona,

pero para volverse a armar algo más sólido, con un material más

resistente. Allí, en el medio de las crisis, nuestros brazos se vuelven

más fuertes, pero nuestro corazón, antes de piedra, se transforma

en un corazón de carne.

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“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y

quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un

corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden

mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos

por Dios.” Ezequiel 11:19-20. Reina-Valera 1960

Marianella relata con mucha frescura el proceso de crisis en el que

muchas personas son introducidas. En esos difíciles días, el

Espíritu Santo nos introduce en un ambiente que nos anima a

enfrentar la frustración y así poder, a través de pasar tiempos de

intimidad con el Padre, acceder a la total restauración. En esos

duros momentos, donde nos sentimos vasijas rotas, Él, con sus

manos amorosas, arma en nosotros vasijas nuevas y

resplandecientes.

Destronados es un recorrido muy genuino, muy auténtico de cómo,

al pasar por la cruz, Cristo es formado en nosotros. No importa la

edad que tengamos.

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Y relata a través de cada capítulo los cinceles que Dios usó en su

propia vida para producir una obra nueva, pulida y con más brillo.

“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en

Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó

para nosotros tiempo atrás. Destronados es una lectura que nos

invita a sostenernos en el Padre en el tiempo de la dificultad, esos

tiempos donde tenemos que perder y vaciarnos de lo que

estábamos llenos, para permitir que Cristo sea nuestra plenitud, en

todo tiempo”. Efesios 2:10-12 (NTV).

En Juan 8 vemos a Jesús confrontar con judíos que habían creído

en Él, y les señala lo siguiente:

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si

vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis

discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le

respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido

esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: seréis libres? Jesús les

respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace

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pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa

para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os

libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes

de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla

cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y

vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre”.

Muchas veces estamos llenos de imaginaciones, dudas, temores,

bagajes difíciles de sobrellevar y mandatos complicados de

sostener. Nada de esto ha provenido del Padre, sino de nuestro

historial. Pero Jesús nos invita a vaciarnos para aprender y

aprehender Su Verdad, aquella que nos hará libres. Aprender es

asimilar, y aprehender es tomarse de algo, agarrarlo firme como

para sostenerse. Así, tal cual somos llevados, a destronar nuestro

propio yo, nuestro orgullo, nuestra mente, nuestra vida, para que

sea Él en nosotros. Para que Cristo sea en mí, y a través de mí.

Como vasijas de barro, que contienen un gran y verdadero tesoro.

Te animamos a que te introduzcas en la lectura de Destronados

pausada y quietamente. Creemos que es una lectura que

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acompaña un proceso que muy probablemente Dios está haciendo

en tu vida. Tomate el tiempo para que cada capítulo sea

acompañado por tiempos de intimidad con el Padre. ¡Tenemos la

seguridad que será de gran edificación para tu vida!

Germán y Sabrina Palermo.

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Quisiera comenzar contando un poco de mí. Mi nombre es

Marianela Chialva y soy odontóloga de profesión. Desde chiquita

quise serlo, ya que deseaba de grande poder ayudar a las personas

a tener una sonrisa hermosa, que les gustara y con la cual se

sintieran cómodas. También, me acompaña la idea de colaborar en

que la gente no tenga ese miedo que se le suele tener al dentista.

Es sabido, y probablemente te haya ocurrido, que en la boca

pueden producirse caries. Éstas, son patologías (enfermedades)

que pueden aparecer por diversos factores y que necesitan ser

tratadas a tiempo para evitar su avance antes de que produzcan

dolor o traigan mayores complicaciones. Ahora bien, para tratarlas y

evitar que vuelvan a aparecer, no solo sirve que las arregle el

profesional, sino también es importante explicar al paciente cuáles

son los motivos que las producen, cómo se podrían prevenir, qué

cuidados de los dientes debe tener y todo lo necesario para lograr

una sanidad completa y mantener un estado de salud bucal.

Así como lo hago con mis pacientes, a la hora de tratar las caries, lo

hizo Dios conmigo al pasar por un proceso de sanidad. No solo

sanó mis heridas y restauró lo que estaba roto, sino que fue

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estableciendo en mí verdades del Padre y principios eternos. Fue

revelándose a mi vida, me mostró su obrar, su presencia y que

siempre estuvo a mi lado a lo largo de cada situación. Hasta llegar

al punto de sanarlo y restaurarlo todo.

Fue así como surgió este libro, de tiempos de intimidad con Dios.

En cada capítulo podrás ir viendo verdades que el Padre me fue

mostrando, enseñando y hablando en la intimidad al punto de

restaurarme por completo. Y no solo eso, también podrás ver en los

últimos capítulos cómo me llevó a un entendimiento de la vida

desde Su perspectiva, viéndola desde un “todo”.

Así que ya sea que te encuentres en medio de un proceso de

sanidad, o no, que te encuentres herido o roto, o quizás pasando

por situaciones duras y difíciles, oro para que sea el Espíritu Santo

hablando y abriendo los ojos de tu entendimiento a La Verdad que

es Cristo. Que al leerlo salga totalmente de plano mi nombre y

puedas reconocer y ver a Aquel que te ama, te cuida, te consuela,

te restaura y da razón de existencia.

Sea en cada página, la verdad de Cristo alumbrada a tu vida. Y que

Su amor literalmente te venza para que haga todo como Él quiera

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hacerlo.

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Continuamente estamos aprendiendo cosas. Desde el momento en

el que nacemos y hasta el último día de nuestras vidas seguiremos

haciéndolo. Es que aprender es un proceso continuo en los seres

humanos.

Generalmente lo asociamos con adquirir conocimiento, pero

¿alguna vez has considerado que aprender puede connotar perder?

A veces esto implica desaprender lo que hasta el día de hoy

considerábamos correcto para conocer lo que verdaderamente es

correcto. Otras veces, tiene que ver con perder algo para ver la

ganancia dentro de la pérdida. Pero para eso debemos estar

dispuestos a aprender.

A lo largo de la vida perdemos, pero aprender es también poder ver

que dentro de las cosas que perdemos, muchas veces ganamos

otras y podemos llevarnos un aprendizaje de eso. Por ejemplo: nos

encontramos haciendo una inversión para un proyecto, pero éste

fracasa. Sin duda nos genera tristeza el que el proyecto fracase y

sentimos que perdimos dinero, tiempo, recursos, etc., pero, por otro

lado, podemos analizar lo que sucedió, encontrar el error, sacar una

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enseñanza de eso y volver a intentarlo.

En nuestra relación con Dios pasa algo similar. Muchas veces las

cosas no suceden como lo esperábamos o deseábamos, y sentimos

que estamos perdiendo. Sentimos que estamos perdiendo

proyectos, planes, expectativas, personas, sueños y eso es

doloroso. Pero no logramos darnos cuenta de que lo que a nuestros

ojos son puras “pérdidas”, a los ojos de Dios son ganancias. Porque

es ahí, en esos momentos de pérdidas, en los que aprendemos a

confiar en Él.

Tal vez te preguntes ¿qué termino ganando? Terminás ganando la

oportunidad justa para conocer la intercesión como nunca antes.

Siendo la intimidad con Dios un lugar donde podés rendir a sus pies

todo lo que te está afligiendo y descansar en que todo está bajo Su

control. Allí descubrirás un papá amoroso que conoce todo de vos.

Ganás conocer un amado que jamás te abandonó ni te abandonará.

Ganás conocer el amor eterno de Dios, donde absolutamente nada

de lo que hagas va a hacer que Él te ame menos, porque su amor

es eternamente inmenso, y aún tus pecados más ocultos y

"oscuros" no le asustan. “Yo te he amado, pueblo mío, con un amor

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eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí.” Jeremías 31:3 (NTV).

Ganás conocer un Dios que perdona, un Dios que no condena tus

errores, sino que los ve como oportunidades para que Cristo los

transforme a Su imagen y así ir de gloria en gloria. De hecho,

fuimos creados a Su imagen y semejanza. “Entonces dijo Dios:

Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra

semejanza” Génesis 1:26 (RVR 1960). Es por medio de Cristo en

nosotros, que Él nos logra ver a su imagen, santos, perfectos y

puros.

Y estoy segura de que ganarás conocer muchas cosas más, porque

Dios es tu Padre bueno y desde luego que quiere enseñarte.

¿Cuántas veces oramos diciendo: "Dios dejame conocerte más”?

Te invito a que, a partir de ahora, cada vez que sientas que estás

perdiendo algo, traigas a memoria esa oración y veas esas pérdidas

como oportunidades para conocer a Cristo como no lo habías hecho

antes. Es así como lograremos “aprender a aprender” que, dentro

de cada pérdida, Dios se está mostrando a nosotros de maneras en

las que hasta ese momento no lo habíamos conocido.

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Hechos 28: 3-6 dice:

“Mientras Pablo juntaba una brazada de leña y la echaba en el

fuego, una serpiente venenosa que huía del calor lo mordió en la

mano. Los habitantes de la isla, al ver la serpiente colgando de su

mano, se decían unos a otros: “¡Sin duda este es un asesino!

Aunque se salvó del mar, la justicia no le permitirá vivir”; pero Pablo

se sacudió la serpiente en el fuego y no sufrió ningún daño. La

gente esperaba que él se hinchara o que cayera muerto de repente;

pero después de esperar y esperar y ver que estaba ileso,

cambiaron de opinión y llegaron a la conclusión de que Pablo era un

dios.”

Aquí Pablo sale ileso de una situación de muerte. Es que cuando le

entregamos nuestra vida a Dios, como una ofrenda, Él hará que

todo obre para bien a fin de que Su voluntad se cumpla. Y hasta

que no finalice su obra (lo que quiere hacer a través nuestro) nos

librará de toda situación que nos desvíe o desenfoque.

En ocasiones eso nos trae alivio. Nos gusta ver lo que está

haciendo o de lo que nos está librando porque eso nos asustaba o

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incomodaba o simplemente no veíamos salida de allí, como Pablo

en este caso que fue librado de la muerte. Pero otras veces somos

librados de situaciones de las que honestamente no queríamos

salir. Es en ese momento en el que es bueno recordar que Dios es

nuestro Padre bueno y nos hará perder todo lo que nos desenfoque

de Él y de Su propósito, nos librará de lo que nos esté desviando.

Lo hace sin preguntar si nos gustaría o no, sino que lo hace porque

conoce qué es lo mejor. Así como un padre frena a un hijo que está

comiendo muchos dulces porque sabe que le harán mal, así hace

Dios con nosotros.

Cuando sientas que te está quitando algo que realmente querías,

Dios te dice esto: “Hijo necesito que confíes en mí, que confíes,

aunque duela que te saque esto. Porque como todo papá, que ama

a su hijo, yo quiero lo mejor para vos y esto estaba desviando tu

mirada, desenfocándote. Hay algo que yo quiero hacer a través de

tu vida, que cumple con mi propósito, pero eso no iba a ayudar. No

reniegues, descansá en mí y dejate sorprender.”

En momentos como esos simplemente debemos sabernos hijos.

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Porque si te sabes hijo, actuarás de la manera en la que actúa un

hijo: confiando en su padre.

Si tu papá fuese el mejor cardiólogo de tu país y tu corazón tiene

una falla, ¿pondrías en tela de juicio el tratamiento que te dé? Por

supuesto que no, vos sabés bien que él es el mejor, que sabe

perfectamente lo que está haciendo y hará lo que considere óptimo

para tu salud.

Dios es nuestro Padre y hace siempre todo bien, Él nunca falla.

Pero, aun así, más de una vez ponemos en tela de juicio su manera

de actuar o permitir que ciertas cosas sucedan.

Deberíamos ser los primeros en confiar. Él sabe perfectamente lo

que hace, qué nos conviene y sin duda, hará lo mejor para

nosotros.

Solo debemos sabernos hijos, nada más

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¿Te has sentido frustrado? ¿Te encontraste alguna vez pensando

en que nada te sale bien o que nada de lo que planeas o esperas

sucede como te hubiera gustado?

Cuando nos frustramos tendemos a sentirnos decepcionados y

puede que incluso inservibles. Podemos sentir que fallamos, como

si todo lo que nos propusiéramos, deseáramos o intentáramos tener

simplemente no sucediera. Todo sigue el curso opuesto a lo que

buscábamos. Si tu respuesta a alguna de las preguntas iniciales fue

“sí”, dejame compartir algo que considero será de ayuda.

Si te dijera que la frustración puede ser una herramienta muy buena

e inclusive necesaria en la vida, que puede ser usada para lograr

algo mejor, ¿me creerías?

Sé que suena loco, pero pasar por algún tipo de frustración,

estando posicionados en el lugar correcto, puede ser clave para

alcanzar una meta mayor.

Debo decirte que como hijos de Dios vivimos momentos de

frustración todo el tiempo. Desde que comenzamos a ser sus hijos,

el Espíritu Santo habita en nosotros y por medio de Él vamos siendo

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transformados diariamente a la imagen y semejanza de Cristo. El

Espíritu Santo es el que trae convicción a nuestra vida de pecado y

al mismo tiempo nos va enseñando el camino a seguir en todas las

áreas de nuestra vida.

A medida que avanzamos vamos siendo conscientes de cuán

grande amor tiene el Padre para con nosotros. Y en la medida que

descubrimos esto, es que vamos enamorándonos más de Él,

entonces, es ahí donde comenzamos a ceder porque el que ama

cede.

Cuando amamos a Dios buscamos agradarle en cada decisión que

tomamos, con cada pensamiento, con cada actitud. Buscamos

agradarle con todo lo que somos y tenemos, solo porque le

amamos. Si amamos a Dios vamos a dejar que nuestros planes

sean frustrados sin importar cuán valioso eran para nosotros, o

cuánto deseábamos verlos cumplirse. No nos resistimos ya que

anhelamos que Él cumpla Su voluntad a través nuestro. Es por eso

que como sus hijos debemos aprender a frustrarnos.

Al convertirnos en hijos de Dios ya no vivimos nosotros, sino Cristo

en nosotros y eso es otorgarle el gobierno sobre nuestras vidas

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dejando que haga todo conforme a Su voluntad, a Su plan y para

Su beneficio.

“Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino

que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal

confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo

por mí.” Gálatas 2:20.

A veces los planes de Dios no son iguales a los nuestros, a lo que

esperábamos o queríamos. Pero la Biblia dice que sus planes son

buenos:

“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR —

. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro

y una esperanza”. Jeremías 29:11.

Muchas veces no vamos a comprenderlo todo:

“Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es

demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán

completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de

Dios”. Efesios 3:19.

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A propósito de esto, Dios nos confirma que el hombre puede hacer

planes, pero Él hará Su voluntad:

“Puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del

SEÑOR prevalecerá”. Proverbios 19:21, y que Su voluntad es

buena para nosotros “No imiten las conductas ni las costumbres de

este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas

nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a

conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,

agradable y perfecta”. Romanos 12:2.

Hay una canción muy conocida en el ámbito cristiano que se llama

"Al estar aquí" (Danilo Montero. Álbum “Eres Todopoderoso”, 1999).

“Al estar en la presencia de tu divinidad

Y al contemplar la hermosura de tu santidad

Mi espíritu se alegra en tu majestad

Te adoro a ti, te adoro a ti

Cuando veo la grandeza de tu dulce amor

Y compruebo la pureza de tu corazón

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Mi espíritu se alegra en tu majestad

Te adoro a ti, te adoro a ti

Y al estar aquí, delante de ti te adorare

Postrado ante ti, mi corazón te adora oh Dios

Y siempre quiero estar

Para adorar y contemplar tu santidad

Te adoro a ti Señor, te adoro a ti”

Escuchándola hubo dos frases que me hicieron reflexionar mucho

en enfocarnos en Dios y en quien es Él a lo largo de los procesos

de frustración.

"Cuando veo la grandeza de tu dulce amor y compruebo la pureza

de tu corazón". Quisiera detenerme en la pureza del corazón de

Dios, allí solo podemos encontrar pureza. Pureza en cuanto a sus

deseos de cumplir Su voluntad, esto quiere decir que es genuino.

Sus planes no buscan generar sufrimiento en nosotros sino nuestro

bien, buscan que podamos vivir en la plenitud de vida que nos

ofrece por medio de Cristo Jesús. No es que está empeñado en

hacernos sufrir o quitarnos todo lo que nos gustaba, al contrario,

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quiere mostrarnos que hay cosas preparadas para nosotros los que

andamos en Cristo, que son mucho mejores de lo que podríamos

llegar a imaginar. Y cuando llegamos a comprender que en el

corazón de Dios no hay maldad, que no hay deseos de herirnos o

lastimarnos, sino que solo hay amor y pensamientos de bien, es

que llegamos a comprender y creer que nada de lo que hace o

permite en nuestras vidas es con intenciones de maldad. Sus

intenciones para con nosotros son totalmente buenas y nobles

porque tiene un corazón puro.

Otro fragmento de la canción que cito dice: "Postrado ante ti, mi

corazón te adora". En nuestro corazón se encuentran todos

nuestros sentimientos, anhelos y deseos. Postremos y rindamos

completamente nuestro corazón, y todo lo que hay en él, a los pies

de Dios. Entreguémosle todos nuestros deseos y anhelos y

adorémosle con nuestro corazón. Así podemos demostrarle que lo

amamos tanto que estamos dispuestos a ceder a cada deseo y

anhelo que no fue nacido del espíritu sino de nosotros mismos. Solo

por amor, solo por buscar agradarle y retribuirle tanto amor que nos

ha entregado. Cada vez que actuamos en obediencia a Dios, le

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estamos adorando. Adorémosle siendo obedientes con nuestros

sentimientos, anhelos y deseos. Adorémosle con nuestro corazón.

Al pasar por frustración podemos también llegar a quebrantarnos. El

hecho de que las cosas no salgan como lo esperábamos o

deseábamos nos quiebra. Nuestras ideas, proyectos, ilusiones, etc.

fueron totalmente rotos. Ya no están y no volverán (no volverán

porque algo mejor sucederá).

Una de las definiciones de quebrantar es debilitar la fortaleza de

alguien, y eso es lo que Dios justamente hace con nosotros. 2

Corintios 12:9 dice que Su poder actúa mejor en nuestra debilidad.

“Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder

actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de

mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través

de mí.”

El estar quebrantados duele, nos expone. Porque cuando un frasco

se quiebra, todo lo que estaba en el interior del mismo sale e inunda

el lugar.

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Cada vez que somos quebrantados, como si un frasco de perfume

se quebrara, el perfume que está en nuestro interior queda

expuesto y Dios puede oler qué clase de perfume es el que sale de

nosotros. Muchas veces sale un perfume de olor no muy grato,

corrompido, mezclado. Eclesiastés 10:1 dice “Así como las moscas

muertas apestan todo un frasco de perfume, una pizca de necedad

arruina gran sabiduría y honor”. Pero sea Cristo formado en nuestro

interior de manera tal que cuando se quiebre el envase pueda solo

oler a Cristo; como una ofrenda agradable.

Dios quiebre el vaso las veces que sea necesario hasta q de

nuestro perfume solo salga olor a Cristo.

“Mis amados hermanos, pase lo que pase, alégrense en el Señor.

Nunca me canso de decirles estas cosas y lo hago para proteger su

fe.” Filipenses 3:1

Te animo a que te alegres en el Señor. El gozo del Señor sea tu

fuerza en tiempos de frustración. Alegrarse es sentir placer por un

suceso favorable. Se manifiesta con buen estado de ánimo,

satisfacción y sonrisa.

Sea el Señor tu placer y satisfacción aún en momentos difíciles. Eso

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protegerá tu fe, porque la fe te hace ver las cosas desde Cristo. Fe

es ver todo como Cristo lo ve.

Cobra ánimo y mira este tiempo de frustración con los ojos de

Cristo, hay algo bueno que Él está gestando en vos. No te resistas

sino pasa la frustración a su lado, aunque pueda ser triste, doloroso

o decepcionante, está expectante de lo que Él hará.

Dejemos que nuestros planes sean frustrados, porque en Cristo sin

duda será hecho algo mejor, más de lo que podemos imaginar.

“Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr

mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante

su gran poder, que actúa en nosotros.” Efesios 3:20.

Hagamos Su voluntad en todas las áreas de nuestra vida para así

demostrarle a nuestro Padre cuánto le amamos y que no sea

simplemente de palabra. Recordá, el que ama cede. Y vos, ¿le

amás?

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Imaginá por un momento ese paisaje que te trae descanso, paz,

tranquilidad; en el que desearías pasar horas o quizás días para

poder contemplarlo detenidamente y disfrutar su vista o naturaleza.

Ese lugar al que sin dudas le quisieras tomar una foto, aunque

sabrías que ésta no le haría justicia a lo que tus ojos pueden ver,

sin embargo, solo con verla en un futuro te recordaría ese hermoso

lugar.

Ahora, imaginá el mismo lugar, pero atravesado por una gran

tormenta llena de truenos y relámpagos. Un fuerte viento soplando y

hasta rayos cayendo del cielo sin parar. ¿Seguiría trayéndote

descanso y tranquilidad? Seguramente lo único que querrías hacer

sería salir corriendo de allí y encontrar dónde refugiarte, un lugar

seguro hasta que la tormenta pase. Y al pasar la tormenta, podrías

ver que sin dudas el paisaje no es el mismo. Encontrarías árboles

caídos a causa del fuerte viento, otros quemados por los rayos,

incluso si cayó granizo más de una planta estaría rota.

Quizás por motivos como estos es que tendemos a ver las

tormentas como algo malo. No nos gustan, nos dan temor si es que

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nos encontramos desprotegidos e incluso podemos verlas

como destructivas. Internamente en nuestras vidas, más de una vez

sentimos que pasamos por tormentas. Es más, vemos a la

frustración como una tormenta que destruye nuestras expectativas

sobre algo. Es que internamente sentimos que todo es un caos,

como si hubiera pasado un huracán y se hubiera llevado todo. El

paisaje cambió, no es el mismo, no es donde nos encontrábamos

anteriormente y tampoco es lo que esperábamos.

Sin embargo, quiero invitarte a que comencemos a ver las

tormentas desde otra perspectiva. Que al terminar de leer este

capítulo puedas comenzar a mirarla con expectativas y hasta con

ansias. Aunque ahora suene raro, créeme que a veces las

tormentas no son solo destrucción e inclusive, algo muy bueno

puede surgir gracias a ellas.

En la Biblia podemos encontrar un claro ejemplo de esto, de que

después de la tormenta algo asombrosamente bueno sucedió. Para

eso vamos a leer juntos Hechos 2:2-4 :

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“De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de

un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban

sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego

aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los

presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar

en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa

capacidad.”

En este pasaje se menciona que inmediatamente después del

estruendo sucede algo poderoso, algo sobrenatural. Desciende el

Espíritu Santo. El Espíritu Santo es nuestra esperanza, es quien

nos permite hasta hoy acercarnos a Dios, ser uno con Él y es

nuestra garantía.

2 Corintios 5:4-5 dice: “Mientras vivamos en este cuerpo terrenal,

gemimos y suspiramos, pero no es que queramos morir y

deshacernos de este cuerpo que nos viste. Más bien, queremos

ponernos nuestro cuerpo nuevo para que este cuerpo que muere

sea consumido por la vida. Dios mismo nos ha preparado para esto,

y como garantía nos ha dado a su Espíritu Santo”.

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Particularmente me gustan mucho las tormentas. Ver por la ventana

las gotitas de agua cayendo sobre el vidrio y escuchar el ruido de

ellas golpeando afuera. Me gusta cuando hay grandes tormentas

con truenos y rayos y hasta disfruto del olor a tierra mojada que

queda una vez que la lluvia pasa. Pero ¿por qué será que a la gran

mayoría no le gusta las tormentas? Los niños casi siempre se

asustan con ellas.

Hechos nos muestra que luego de la tormenta cosas poderosas

pueden soltarse sobre nuestras vidas. Y hoy te invito a que cambies

la forma de ver las tormentas. Que no le temas, sino que

puedas atravesarlas expectante de lo que está por venir. Cuando

estés pasando por tormentas recuerda Hechos 2 y en lo que vino

después de la tormenta. Porque después del estruendo, los

relámpagos y truenos, algo poderoso será desatado.

Que puedas comenzar a mirar la tormenta como el momento en el

que Dios busca llamar tu atención. Es ahí, en medio de todo el

"caos" en donde podés detenerte y comenzar a contemplar, a

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desenfocarte de lo que está pasando alrededor para solo enfocarte

en Dios.

Da inicio a una nueva forma de ver la tormenta admirando el poder

de Dios, el creador de los cielos y la tierra, el que tiene poder para

desatar truenos y rayos pero que al mismo tiempo su

corazón desborda en amor y compasión por vos.

“El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda su

creación”. Salmos 145:9, y es por eso que algo asombroso quiere

mostrarte después de la tormenta. Porque ahí, cuando tenga toda tu

atención, soltará palabra de verdad sobre vos, palabras eternas.

En Mateo 14:24-31 podemos ver más sobre enfocarnos en Dios y

en estar atentos a Él en medio de la tormenta:

“Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas;

porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche,

Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole

andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron

voces de miedo. Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened

ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo:

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Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo:

Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas

para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y

comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al

momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre

de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (RVR1960)

En medio de esta tormenta Jesús se acerca caminando sobre el

agua hasta donde estaban los discípulos y les anima a que no

tengan miedo. Les dice que lo miren y lo reconozcan en medio de

esa tormenta, que fijen sus ojos en Él.

Jesús les dice “yo soy”. Esto quiere decir yo soy el Creador del cielo

y la tierra. Yo soy el Todopoderoso, el Dios que hasta los vientos le

obedecen. Yo soy el que tiene poder para desatar esta tormenta,

pero también para calmarla. Yo soy el que siempre tiene el control,

incluso en medio de la tormenta, pero también yo soy tu Padre, el

que te cuida, el que te guarda, que te protege, el que está a tu lado

siempre, el que no falla, el que nunca miente, el que no se olvida de

vos.

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Al mirar la tormenta Pedro perdió de vista quién estaba en medio de

ella, dejó de admirar a quien estaba ahí, al "yo soy".

Que aun estando en grandes tormentas en tu vida continúes

admirando al creador de la tormenta y aunque todo a tu alrededor

parezca un caos, no desvíes tu mirada de Él, sino que sea

generada en vos la expectativa de lo que está por venir después de

la tormenta. Porque, así como se desató una, y luego descendió el

Espíritu Santo, así como Pedro logró caminar sobre el agua solo por

fijar sus ojos en Jesús, así también algo está queriendo hacer Dios

con tu vida, y la tormenta es el momento previo a que Él suelte su

palabra, a que algo sobrenatural suceda.

Él hoy te dice: "Hijo, pon atención, porque algo muy valioso está por

venir"

No le enseñemos a los niños a temer a las tormentas usando frases

como "Dios está enojado y por eso hay truenos". Más bien

enseñémosle que pongan atención. A que admiren al Dios que creó

todo, incluso la tormenta, que estén atentos porque algo bueno

38
viene después. Porque algo está queriendo decir Dios y ese es el

momento previo a que suelte su palabra.

39
40
En cada proceso de sanidad y restauración hay una etapa por la

que vamos a tener que atravesar: la de liberación. Probablemente,

cuando escuchamos esta palabra, la primera imagen que se nos

viene es la de un pastor orando por alguien, imponiendo sus manos

y la persona en cuestión manifestándose porque está siendo

liberada. Pero no me refiero a esta liberación puntualmente, sino a

esa libertad que se alcanza en la intimidad cuando la palabra de

verdad, que es Cristo, se nos revela y trae orden, salvación y vida.

Hablo de la liberación que se produce en nosotros en el momento

en el que son abiertos los ojos de nuestro entendimiento y

comenzamos a comprender, y experimentar, la plenitud de Cristo en

nuestro diario vivir, en todo tiempo y ante cada actitud, conducta y

decisión que tomamos. Oro para que toda palabra inspirada por el

Espíritu Santo traiga completa libertad de aquellas cosas en las que

te has estado sintiendo preso hasta hoy. Sea esa palabra tan fuerte

como un estruendo, llegando hasta lo más profundo, cambiando

completamente tu ADN. ¡En Cristo sos alguien completamente libre!

Amén.

En el momento en el que fuiste salvo todo se te fue entregado, nada

41
más podría haber sido añadido. Pero en nuestras vidas, la salvación

es un proceso que consiste en irnos despojando de nosotros, de

nuestros deseos, para que Cristo gobierne y así llegar a ser como

Él.

Leemos en Hechos 5: 17-22: “El sumo sacerdote y sus funcionarios,

que eran saduceos, se llenaron de envidia. Arrestaron a los

apóstoles y los metieron en la cárcel pública; pero un ángel del

Señor llegó de noche, abrió las puertas de la cárcel y los sacó.

Luego les dijo: « ¡Vayan al templo y denle a la gente este mensaje

de vida!». Así que, al amanecer, los apóstoles entraron en el templo

como se les había dicho, y comenzaron a enseñar de inmediato.

Cuando llegaron el sumo sacerdote y sus funcionarios, convocaron

al Concilio Supremo, es decir, a toda la asamblea de los ancianos

de Israel. Luego mandaron a sacar a los apóstoles de la cárcel para

llevarlos a juicio; pero cuando los guardias del templo llegaron a la

cárcel, los hombres ya no estaban”.

Los apóstoles fueron arrestados y un ángel los libera. Los hace salir

de la cárcel como si salieran de cualquier lugar, nosotros los

42
argentinos diríamos como si salieran "panchos de su casa".

A veces no estamos presos literalmente como lo estaban ellos, pero

sí nos sentimos presos. Presos de la angustia, presos de la ira, del

temor, de la falta de identidad, presos económicamente, entre

muchas otras cosas más. Pero hay veces donde nos "meten

presos”, como en el caso de los apóstoles, aun habiendo actuado

de manera correcta. Este puede ser el caso de violencia, abuso,

maltrato, etc., en donde vos no hiciste algo incorrecto, pero, sin

embargo, hoy te encontrás preso de eso.

Así como vino el ángel y los liberó, también quiere hacer Dios con

vos. Dios viene, abre la puerta y te saca, te da la libertad, te invita a

salir de ese lugar.

Lucas 1:37 dice: “Pues la palabra de Dios nunca dejará de

cumplirse.” Su palabra se cumple y por lo tanto nada hay imposible

para Dios. ¿Sabes por qué? Porque Su palabra dice que gracias a

Él somos ¡santos y libres!

Luego, Colosenses 1:22 afirma: “pero ahora él los reconcilió

consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como

resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes

43
son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin

ninguna falta.” Y como su palabra nunca deja de cumplirse, esta es

una verdad en nosotros irrefutable. Sin embargo, Dios conoce que

tendemos a dudar u olvidarnos de ello y es por eso que nos anima a

que nos mantengamos firmes en esta verdad: “Pero deben seguir

creyendo esa verdad y mantenerse firmes en ella. No se alejen de

la seguridad que recibieron cuando oyeron la Buena Noticia. Esa

Buena Noticia ha sido predicada por todo el mundo, y yo, Pablo, fui

designado servidor de Dios para proclamarla.” Colosenses 1:23.

“Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la

eliminó clavándola en la cruz.” Colosenses 2:14

Jesús en la cruz anuló toda carga de condenación que estaba sobre

nosotros, la eliminó. Algo que fue eliminado no puede volver. Pero

nosotros, muchas veces vamos a “la papelera de reciclaje” y

buscamos recuperarlos. ¡Ya fueron eliminados! Ahora no forma

parte de nosotros y tenemos una nueva vida en la cual somos

totalmente libres.

Tengo que decirte que tu Dios te hace libre. Él viene y abre la

44
puerta de una celda en un lugar que está lleno de guardias y te

dice: salí caminando tranquilo, porque yo soy quien te libera, yo soy

quien te escolta y quien te da la libertad, así que no te sientas más

preso, porque no lo estás. ¡Ese es tu Dios!

Él te limpia de todo pecado: “Si vivimos en la luz, así como Dios

está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la

sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.” 1 Juan 1:7.

Dios te da la victoria, no solo sobre el pecado, sino también sobre la

muerte: “¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado

y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios

15:57.

Hoy te invita a salir de esa prisión, hoy te abre la puerta y te dice:

salí afuera de ese lugar que Yo, el Señor tu Dios, te libero, salí

tranquilo, salí confiado, porque tu lugar no está ahí dentro sino

fuera, anunciando mi mensaje. Porque fuiste llamado a vivir en

libertad.

45
“Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad;

pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la

naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse

unos a otros por amor.” Gálatas 5:13.

46
47
“Durante los cuarenta días después de que sufrió y murió, Cristo se

apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas

pruebas convincentes que él realmente estaba vivo. Y les habló del

reino de Dios.” Hechos 1:3

Jesús resucita. Imagino la incertidumbre de los apóstoles. De

repente la vida que estaban viviendo toma un giro completamente

distinto. Después de haber tenido que aprender a seguir a Jesús

dejando sus costumbres y rutinas, y viviendo una vida totalmente

distinta a la que llevaban, Él ya no se encontraba más con ellos.

Deben haberse sentido perdidos. Pensando, ¿y ahora qué

hacemos?

Lo primero que Jesús hace es aparecerse varias veces para que

vieran que había resucitado. Se aparecía para mostrarles que su

palabra se había cumplido. Jesús sabía que ellos iban a dudar, y

por eso lo hizo. Ejemplos de esto encontramos en Mateo 28:17,

Marcos 16: 14, Juan 20:25-27.

Como humanos, muchas veces ponemos en duda lo que Dios dijo o

prometió que haría, solo porque no lo "estamos viendo".

Comenzamos a desconfiar de lo que había dicho, a no creer.

48
La confianza es algo voluntario, yo decido confiar en alguien y

voluntariamente le entrego mi confianza. Y dejame decirte que Dios

es digno de confianza, es digno de que le entreguemos nuestra

confianza.

Hebreos 10:23 nos dice que podemos confiar en Dios, que Él no

nos defrauda. “Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza

que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá su

promesa.”

Lo dice porque sabe que solemos poner en tela de juicio lo que

alguna vez nos dijo. También nos insta a mantenernos firmes y sin

titubear, es que nos conoce tanto, tanto que sabe lo que vamos a

decir incluso antes de que lo digamos.

"Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga, Señor.”

Salmos 139:4.

Te conoce tanto que no solo sabe lo que vas a decir, sino también

cómo pensás e inclusive cómo te sentís. Conoce todas tus virtudes,

pero también todos tus defectos y debilidades, al punto que no le

asusta cada vez que “metés la pata” o "te la mandás".

49
Es alguien que sin dudas te ama sin condiciones, y esto quiere decir

que no está esperando nada de vos para amarte, ni busca que

cambies algo para hacerlo. Tampoco pide que le demuestres amor

para poder amarte, no pide que dejes cosas que no le agradan, ni le

importa lo que otros opinen de vos para amarte. Sino que te ama

por el simple hecho de que existís, te ama como sos. Inclusive te

ama a pesar de esos defectos, porque ve todo lo bueno que hay en

vos, aunque a veces hasta vos mismo no puedas verlo.

Quiero decirte que Él está ansioso de que lo veas, de encontrarse

con vos, para poder expresarte personalmente todo ese amor cara

a cara.

Si alguien te conoce y ama de manera tal como la acabo de

describir, ¿cómo no confiar en Él y en que te dará lo que realmente

necesitás?

“Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por

todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?”. Romanos

8:32

50
Su amor es eternamente inmenso. Entregó a su hijo por vos,

porque te ama (los padres entenderán mejor la magnitud de lo que

estamos hablando), sin dudas te va a dar todo lo que necesites,

todo te lo dará. Pero cuidado, porque eso no quiere decir que te

concederá cada capricho, sino que te dará todo lo que sea

necesario para que Su voluntad sea cumplida a través de tu vida.

A veces, como les pasó a los discípulos, no sabemos cómo seguir.

La vida que veníamos viviendo, las rutinas y costumbres dan un giro

de 180 grados. Pero depositemos nuestra confianza en Dios,

porque no sólo cumple lo que dice sino que también nos ha

entregado al Espíritu Santo que es quien nos guía en todo

momento. El Espíritu Santo llena nuestro corazón con su amor. Si

nuestro corazón está lleno del amor de Dios, entonces amaremos lo

que Él ama y haremos lo que Él haría. Buscaríamos agradarle

constantemente.

“También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque

sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia

51
desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra

esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en

desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque

nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su

amor.” Romanos 5:3-5.

Las dificultades y/o pruebas producen perseverancia, y la

perseverancia forma nuestro carácter. Ese carácter formado en

nosotros por medio de pruebas es el carácter de Cristo y fortalece

nuestra esperanza de salvación. Y esa esperanza de salvación que

tenemos en Cristo no termina en desilusión.

Esperamos expectantemente, convencidos de que ya nos ha

entregado todo lo que necesitamos (amor, aceptación, paz,

redención, paciencia, bondad, perfección y tantas cosas más). Y

aunque por momentos no lo vemos, nuestro espíritu nos da

testimonio de lo que será hecho, porque como dije, ya nos fue

entregado. Es por eso por lo que podemos confiar en Dios.

“Mi corazón está confiado en ti, oh Dios; mi corazón tiene

confianza.” Salmos 57:7. Confiemos en Él porque es digno de

nuestra confianza.

52
Soltar perdón para ganar confianza

¿Conocés la historia de Saulo y el encuentro que tuvo con Jesús

camino a Damasco? Este relato se encuentra en Hechos 9:1-19,

pero para quienes no lo conocen o no lo recuerdan lo voy a

comentar brevemente.

Saulo era un judío que dedicaba su vida a perseguir y matar a los

seguidores de Jesús. Jesús ya había muerto y resucitado, los

discípulos se encontraban predicando y haciendo milagros en todo

lugar por donde pasaban y el número de creyentes iba aumentando

considerablemente.

Un día, Saulo se dirigía hacia la ciudad de Damasco para continuar

con su tarea cuando tuvo un encuentro, literalmente, con Jesús en

el camino. Allí Jesús le indica que vaya a Damasco, que un hombre

iba a recibirle. Ese hombre se llamaba Ananías. Este era

cristiano, amaba a Dios y conocía que Saulo se dedicaba a matar a

los seguidores de Jesús. Aun así, se le pide a Ananías que busque

a Saulo y lo ayude.

53
¿Podrías imaginarte lo que sintió aquel en ese momento? ¡Debe

haberse sentido aterrado! Como si le dijese a un judío, en

plena Segunda Guerra Mundial, que tiene que encontrar y ayudar a

Hitler.

No puedo imaginar la invasión de pensamientos que tuvo en ese

momento, pero, aun así, confió en Dios, en que todo estaba bajo su

control y fue obediente a pesar de que en su mente parecía una

locura.

Él confió inclusive cuando lo que Dios le estaba pidiendo hacer no

era lo que esperaba con ansias o lo que hubiera querido.

¿Has sido herido por alguien? Si alguna vez esto te sucedió, de

seguro entenderás lo difícil que es perdonar a esa persona y

continuar la relación tal como lo era antes. Es que cuando nos

hieren hay algo muy importante que se rompe, un pilar y ese es la

confianza.

Como hijos de Dios, cuando nos ofenden, sabemos que debemos

perdonar.

54
“Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo

el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes,

así que ustedes deben perdonar a otros.” Colosenses 3:13.

Y decidimos hacerlo. Cedemos a nuestro deseo de hacer justicia

por aquello que nos hicieron y simplemente elegimos perdonar.

Pero algo de gran peso para nuestras vidas sucede en ese

momento y es que implícitamente estamos eligiendo confiar en

Dios. Te preguntarás ¿cómo es eso? Es que en el momento en el

que decidimos perdonar, también decidimos descansar en que,

aunque no nos parezca justo lo que sucedió, Él sabe lo que hace.

Pero quisiera preguntarte y que respondas con total sinceridad: una

vez que perdonaste a quién o quiénes te hirieron, ¿realmente

descansaste de eso y confiaste en Dios?

Podemos perdonar a quienes nos hieren, pero cuando no logramos

confiar en lo que Dios está haciendo continuamos queriendo hacer

las cosas a nuestra manera.

Por más que en nuestra mente conocemos que Dios tiene planes

de bien para sus hijos, si somos honestos con nosotros mismos, no

creemos que tenga algo mejor para ofrecernos, no creemos en que

55
su manera de actuar sea la correcta. Simplemente no logramos ver

qué sus planes sean mejores que los nuestros.

Es ahí cuando nos encontramos en una encrucijada: tomamos el

camino de la desconfianza, en el que tendemos a alejarnos, o el

camino de confiar, aun cuando creamos injusta la situación y no

comprendamos porque Dios permitió que suceda lo que suceda.

“Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas

ante él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se

aferran a su propio modo de hacerse justos ante él tratando de

cumplir la ley. Sin embargo, Cristo ya cumplió el propósito por el

cual se entregó la ley. Como resultado, todos los que creen en él

son hechos justos a los ojos de Dios.” Romanos 10: 3-4.

Los israelitas, pueblo escogido por Dios, quienes conocieron su

gran poder, amor y justicia a lo largo de su propia historia, no

aceptaban el modo de operar de Dios actualmente. No podían

aceptar que todo el que creyera sería salvo sin tener que respetar o

pasar por todas las tradiciones que ellos tenían.

Puedo encontrar similitud entre lo que les pasaba a ellos y nos

ocurre a nosotros. A veces no aceptamos los modos de actuar de

56
Dios, los cuestionamos, nos enojamos e inclusive nos

alejamos porque creemos que son incorrectos o injustos.

Pero tengo que decirte que, si decidís desconfiar y alejarte, estás

tomando el camino fácil. Huir es el camino fácil. Estarías actuando

de igual manera que un niño cuando no tiene lo que quiere y

entonces decide hacer un berrinche. Como adultos seríamos vistos

raros si hiciéramos berrinches, pero alejarse y huir por no estar de

acuerdo con la forma de actuar de Dios ¿acaso no es el "berrinche

de los adultos"?

Cuando no estamos de acuerdo, decidimos irnos del lugar o ignorar

a la persona solo porque no nos gusta lo que está haciendo o por

cómo nos está tratando. Con Dios nos comportamos igual aun

sabiendo que Él nos ama y lo hace por nuestro bien. Tal vez no

queremos ver o ser conscientes de esto porque estaría poniendo en

evidencia nuestra inmadurez a la hora de enfrentar la situación.

Dios te ama y demasiado. Demasiado como para querer herirte.

Todo lo que hace, lo hace por amor y para tu bien. Solo que a veces

no podés comprenderlo. No podés entender su modo de actuar,

pero está tranquilo porque no va a ser ni la primera ni la última vez

57
que no entiendas. Romanos 11:33 dice “¡Qué grande es la riqueza,

la sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Es realmente imposible

para nosotros entender sus decisiones y sus caminos!”. En esos

momentos solo debés decidir confiar.

Así como en una relación de pareja, en donde no siempre se está

de acuerdo en todo, pero solo por el amor que ambos se tienen

deciden afrontar la situación, conversarlo y llegar a un acuerdo; así

también pasa con vos y Dios.

Algunas veces podés no estar de acuerdo con lo que está

permitiendo que pase o no lográs comprender por qué lo permitió.

Sin embargo, en lugar de alejarte te animo a acercarte a Él.

Hablarle, preguntarle tus dudas, afrontar la situación y decidir

permanecer y confiar solo por amor. Le amamos porque Él nos amó

primero.

En ocasiones te tocará comprender por qué lo hizo, Él te lo dirá;

pero otras veces, y en la mayoría, no podrás entenderlo. A pesar de

ello, te dará tanta paz que confiado podrás decir: aún sin

comprender, sé que Dios lo permitió y quiere lograr algo de lo que

hoy no entiendo, pero porque le amo decido permanecer.

58
Al hacer esto estás permitiendo que Dios haga lo que deba hacer y

decidís avanzar con tu vida. Dejando en el pasado aquello que te

ofendió, lastimo o hirió. Perdonando. Decidís confiar en que Dios

usará eso para bien. Que aquel que te creó, sin duda tiene planes

de bien para tu vida. Que, aunque fue duro Él tiene el control, como

sucedió con Ananías, pero que no es tu trabajo hacer justicia por

aquellas cosas o comprender por qué Dios actúa de la forma en la

que actúa. Porque Dios es Dios.

Luego de que Saulo tuvo ese encuentro con Jesús, creyó en Dios y

comenzó a dedicar su vida entera a predicar el evangelio. Ya no

perseguía más a los cristianos. Pero al comienzo, los seguidores de

Jesús no le creían que esto era algo genuino, desconfiaban de su

conversión. Sin embargo, el encuentro de Saulo con Dios fue tan

poderoso que generó en él un deseo mucho mayor que cualquier

clase de temor a que lo hieran o maten.

Nuestra identidad es afirmada en Cristo, eso genera confianza.

Confianza de quien soy y qué debo hacer; y cuando esto pasa,

siempre será mayor el deseo de cumplir la voluntad de Dios, de

59
agradarle, de servirle, que cualquier clase de rencor, rechazo,

angustia, estos serán apagados.

En Cristo pasamos de una naturaleza de pecado, destrucción,

muerte, condenación a una nueva naturaleza de vida, salvación,

libertad, aceptación y mucho más. En esta naturaleza es que

lograremos perdonar siendo conscientes de que por nuestros

propios medios jamás hubiésemos podido hacerlo. “Esfuércense por

demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con

profunda reverencia y temor. Pues Dios trabaja en ustedes y les da

el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada”.

Filipenses 2:12-13

Podemos obedecer a Dios, aunque a veces parezca muy difícil o

imposible. Podemos hacerlo porque Él produce en nosotros el

deseo de querer hacerlo y el poder llevarlo a cabo. Podemos

perdonar y cada vez lo hacemos estaremos ganando confianza en

Dios.

Soltá perdón para ganar confianza en Dios.

60
61
“¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su

incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna

manera; antes bien sea Dios veraz…” Romanos 3:3-4 (RVR1960)

Una de las definiciones de fidelidad es firmeza y constancia en los

afectos, ideas y obligaciones, y en el cumplimiento de los

compromisos establecidos.

Según el pasaje que leímos, Pablo les dice a los judíos que por más

que ellos hayan sido infieles, la fidelidad de Dios no cambiará.

Su fidelidad no se mide según la nuestra. Dios no es fiel para con

nosotros en la medida que nosotros le seamos fiel a Él. Su fidelidad

es eterna, constante, permanente, sin importar que nosotros le

retribuyamos o no semejante amor, Él es fiel.

Algo que quisiera resaltar también, es que, según su definición,

fidelidad no es solo cumplir con una promesa, sino que también es

mantenerse firme y constante en afecto.

Así como lo hace con el pueblo judío, aquí Dios mantiene su

fidelidad con vos en que cumplirá la promesa, pero aún más valioso

y hermoso, es el hecho de que mantiene su fidelidad en que nunca

62
dejará de amarte. Y aún en momentos en los que te alejes o sientas

que no merecés ese amor, Él seguirá ahí a tu lado, amándote.

Porque su fidelidad permanece sin importar las circunstancias, sin

importar lo que hagas, sin importar lo que pienses. Sencillamente el

Señor permanecerá ahí, firme y constante.

“Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada

mañana”. Lamentaciones 3:23.

Podemos no saber cómo sigue la historia, no entender los modos

de operar de Dios, pero sí sabemos que nos conoce mejor que

nadie. Más que nuestros padres, amigos, hermanos o pareja.

Conoce qué es lo mejor para cada uno de nosotros y también nos

ama tanto que nunca nos dejará, seguirá allí, amándonos fielmente

hasta el final, sin importar las veces que queramos desistir, Él

siempre estará ahí.

“Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el

pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo

es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun

cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces

63
serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que

proviene de Dios.” Efesios 3:18-19

En momentos difíciles solo debemos experimentar el amor de Dios.

Éste nos completará, nos llenará de plenitud y poder por medio de

Cristo en nosotros. No necesitaremos nada más.

Recordá que Dios permanece fiel a tu lado, amándote como nunca

nadie jamás te ha amado.

64
65
En Mateo 22:36-39 encontramos el mandamiento más importante y

hoy me gustaría hablar y centrarnos en él.

“—Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de

Moisés? Jesús contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu

corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Éste es el primer

mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento

que es igualmente importante: Ama a tu prójimo como a ti mismo.”

Seguramente has escuchado varias prédicas o a personas hacer

énfasis en el primer mandamiento. En cómo uno debe correrse del

centro y poner en primer lugar a Dios, dejando de pensar solamente

en nosotros y en nuestro beneficio. Incluso es la única manera en la

cual podríamos vivir genuinamente este amor por los demás del que

habla Mateo, ya que nos saldría de forma natural, sin pensarlo.

Sería parte de muestra nueva naturaleza en Cristo, en la que

dejamos de pensar egoístamente y comenzamos a vivir esta vida

en la tierra, a través de Cristo.

Para mayor entendimiento de lo que venimos hablando, es que

quisiera mencionar un par de conceptos claves.

66
Cristo no murió para que sigamos viviendo nuestras vidas, sino para

que seamos crucificados con Él y vivamos la vida desde Cristo. “Mi

antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que

Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en

el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Gálatas 2:20

La salvación es Cristo y debemos comenzar a vivir la vida desde Él,

no desde nosotros mismos.

Cristo es hoy nuestra tierra prometida y allí encontramos todo lo que

necesitamos, allí está la plenitud de vida: “Es mi deseo que

experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande

para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la

plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios.” Efesios 3:19

Amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente quiere decir

que debemos amarle con todo nuestro ser. Y como vimos en el

capítulo 2 (“El que ama cede”), si le amamos estaremos dispuestos

a ceder y renunciar a todo aquello que no es Cristo en nosotros. Lo

haremos gozosos, demostrándole nuestro amor a Dios y nuestro

amor por hacer su voluntad.

67
“Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está

escondida con Cristo en Dios.” Colosenses 3:3

La pregunta entonces es, ¿quién es Cristo en nosotros? Cristo en

nosotros es la vida del Espíritu Santo operando a través de nuestras

vidas. Y esto sucede en el momento en el que comenzamos a vivir

la salvación. Cuando eso ocurre, hay en nosotros un nuevo

nacimiento, un nacimiento del espíritu.

“Jesús le contestó: —Te digo la verdad, nadie puede entrar en el

reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu. El ser humano solo

puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del

Espíritu Santo. Así que no te sorprendas cuando digo: Tienen que

nacer de nuevo”. Juan 3:5-7.

Desde este nacimiento es que tendremos acceso a un nuevo

entendimiento y podremos comprender todas las cosas espirituales.

“Pero fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de

su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra

los secretos profundos de Dios. Nadie puede conocer los

pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa

persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto

68
el propio Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido el Espíritu de

Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer

las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado.” 1 Corintios 2:10-

12.

“Pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades

de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden

entenderlo, porque solo los que son espirituales pueden entender lo

que el Espíritu quiere decir.” 1 Corintios 2:14.

Acceder a esta salvación no solo es poder tener entendimiento de

las cosas espirituales sino también es vivir en Cristo. Y el vivir en Él

es vivir en plenitud, porque Cristo es plenitud de vida. “Y la iglesia

es el cuerpo de Cristo; Él la completa y la llena, y también es quien

da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.”

Efesios 1:23

Nada buscaremos fuera de Él porque nada necesitaremos fuera de

Él. Absolutamente todo lo encontramos en Cristo, Él es más que

suficiente.

Conociendo entonces que la salvación se trata de vivir la vida desde

69
Cristo, es que quisiera ahondar un poco más sobre el título de este

capítulo: “Nunca se trató de vos”. Lo que voy a compartirte a

continuación verdaderamente cambió mi manera de ver y vivir la

vida, generó un quiebre en mí de manera tal que nada volvió a ser

visto como antes.

Por eso oro para que sea el Espíritu Santo abriendo los ojos de tu

entendimiento y sea alumbrada la verdad, que es Cristo. Que Su

palabra, y no las mías, penetren hasta lo más profundo de tu ser

transformando todo tu ADN al ADN de Cristo.

Para esto, va a ser muy necesario que leas el capítulo 10 del libro

de Hechos.

Todo el capítulo relata una historia que iremos desmenuzando

juntos, pero comencemos por el principio. Éste inicia contando dos

historias separadas. Por un lado, se encuentra Cornelio quien ve en

una visión a un ángel que le habla y da instrucciones. Por otro lado,

continúa el capítulo contando sobre Pedro y cómo en un momento

cae en éxtasis teniendo una visión de parte de Dios. Menciono esto

porque podemos ver, en ambas historias, como dos personas

(Cornelio y Pedro) se encontraban viviendo momentos gloriosos en

70
intimidad con Dios. Momentos que, sin duda, cualquiera de nosotros

atesoraría como algo muy valioso, como una experiencia

impresionante con Dios, un momento muy preciado.

Honestamente muchas veces he pensado lo mucho que me

gustaría vivir experiencias como estas. Hasta he orado por ello

anhelando tener alguna vez una vivencia así. Y lo primero que

quiero remarcar de este capítulo es lo siguiente: no creo que esté

mal desear eso, pero el anhelar experiencias así no debe ser mayor

que el deseo de conocer la persona de Cristo. No debe ser

desviado nuestro corazón buscando manifestaciones

sobrenaturales en lugar de buscar conocer a la mayor revelación

que es Cristo. Que el mayor deseo de tu corazón sea conocer

directamente a la persona de Cristo. De la misma manera que

cuando amás a una persona, solo querés conocer sus gustos,

convicciones, sueños, anhelos, lo que lo entristece, enoja, etc., así

mismo busquemos conocer a Cristo. Porque si le amás, desearás

conocer todo de Él.

Si continuamos con el capítulo, podemos ver cómo estas dos

71
historias se unen. Pedro y Cornelio entienden las visiones que

habían tenido por separado y se encuentran en la casa de Cornelio

donde desciende por primera vez el Espíritu Santo sobre gentiles en

presencia de judíos. Por medio de experiencias sobrenaturales

vividas individualmente, no sólo se genera algo en Cornelio y Pedro,

sino que todo produce un impacto mayor.

Algo en lo que no me quiero detener, pero sí quisiera mencionar es

que ambas experiencias sucedieron en tiempos de intimidad con

Dios, en momentos en los que ellos se encontraban a solas con

Dios. Y esas experiencias que quedan marcadas a fuego en nuestro

corazón, mayormente suceden en intimidad, en momentos en los

que nos "quedamos a solas con Dios", ponemos en pausa todo lo

demás, y nos disponemos a hablar con Él cara a cara. Allí Dios se

muestra y revela a nosotros. Y estoy segura de que, si le preguntás

a cualquier líder o pastor tuyo, éste te dirá que sin duda los mejores

momentos con Dios los ha vivido en intimidad y no frente a un gran

público o arriba de un escenario.

Volviendo a la historia de Pedro y Cornelio podemos ver que ese

impacto mayor es que ambas experiencias terminan rompiendo con

72
un gran paradigma de la época: "los gentiles no podían ser salvos".

En aquel momento se conocía a los judíos como el único pueblo de

Dios, ellos habían sido escogidos por Él desde un principio. Los

judíos eran aquel pueblo de Israel al que Dios liberó de la

esclavitud, quienes vieron muchísimas señales de su poder e

incluso eran el pueblo del cual nace Jesús. Jesús era descendiente

judío. Sin dudas, los judíos eran el pueblo escogido por Dios.

“Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos

de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó

su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas

maravillosas.” Romanos 9:4

Pero el corazón de los israelitas se endureció porque comenzaron a

amar más la ley que al creador de la ley.

“Yo sé que ellos tienen un gran entusiasmo por Dios, pero es un

fervor mal encauzado. Pues no entienden la forma en que Dios

hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar el modo de

Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos

ante él tratando de cumplir la ley”. Romanos 10:2-3

Es allí donde el evangelio comienza a ser predicado a los gentiles.

73
Hasta ese momento era predicado solo a judíos, solamente ellos

eran salvos. Pero desde entonces, algo cambió y el evangelio

comenzó a predicarse tanto a judíos como gentiles. Y ahora,

simplemente el hecho de creer en Dios los hacía salvos. Ya no era

por obras o costumbres sino por tener fe en Dios.

“Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu

corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es

por creer en tu corazón que eres hecho justo a los ojos de Dios y es

por declarar abiertamente tu fe que eres salvo.”

Romanos 10: 9 -10

Ya no había diferencia entre judíos o gentiles, ahora cualquiera

podía ser salvo.

“No hay diferencia entre los judíos y los gentiles en ese sentido.

Ambos tienen al mismo Señor, quien da con generosidad a todos

los que lo invocan. Pues «todo el que invoque el nombre del

SEÑOR será salvo».” Romanos 10:12-13

Todos aquellos que creían en el Señor comenzarían a formar parte

de su pueblo, de su familia, de la iglesia de Cristo.

“Con respecto a los gentiles, Dios dice en la profecía de Oseas: «A

74
los que no eran mi pueblo, ahora los llamaré mi pueblo. Y amaré a

los que antes no amaba».”

Romanos 9:25

Entonces, vemos que luego de las experiencias individuales, Pedro

(un judío) se dirige a la casa de Cornelio (un gentil), predica el

evangelio y el Espíritu Santo desciende sobre gentiles. ¡Algo insólito

hasta el momento!

Gracias a esto, comienza a haber unión entre ambos, comienza a

formarse la iglesia de Cristo sin divisiones. Es que, gracias a la

obediencia de dos hombres, tanto judíos como gentiles, fueron

testigos del derramamiento del Espíritu Santo sobre ellos, siendo

esto un quiebre de un paradigma establecido hacía años. Una señal

del amor Dios.

Dios es un Dios de personas individuales como vos y yo, como

Cornelio y Pedro, pero también es Rey de Reyes y Señor de

Señores, es Dios de la creación, quien se encuentra por encima de

todo. Y Él hace cosas en nuestras vidas de manera personal, pero

lo hace también pensando en un todo. Todo tiene un fin mayor y va

75
más allá de lo que puedo ver hoy.

En este caso las experiencias de Pedro y Cornelio comienzan por

separado y en intimidad, eran personales, y terminan teniendo un

impacto en la historia del evangelio. Rompe con algo que había sido

fuertemente establecido entre ellos hacía mucho tiempo. Es que el

Dios de cada uno de nosotros, es el mismo Dios de ellos y tiene un

propósito con nuestras vidas pero que se une a Su propósito

eterno.

A esto se refiere Efesios 3:20 al decir que puede hacer más de lo

que podemos imaginar, “Y ahora, que toda la gloria sea para Dios,

quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o

incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en

nosotros.”. Cada cosa que hace en nuestras vidas no sólo genera

un impacto en nosotros, sino también en aquellos que nos rodean.

Porque lo que Cristo hace en nuestras vidas comienza a

evidenciarse y puede llegar a generar cosas que no somos capaces

de dimensionar, como sucedió en Hechos 10, un cambio de

paradigma que marcó la historia de la iglesia.

“Además, mis amados hermanos, quiero que sepan que todo lo

76
que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la Buena

Noticia. Pues cada persona de aquí —incluida toda la guardia del

palacio — sabe que estoy encadenado por causa de Cristo;”

Filipenses 1:12-13.

Aquí Pablo afirma que tiene una misión y que cada situación que ha

vivido y vive siempre ayuda a cumplir esa misión.

Quiero decirte que, no hace falta ponernos místicos con conocer

cuál es tu misión. Simplemente basta dejar que Cristo sea formado

en tu vida y gobierne cada área de ella, con vivir en la plenitud de la

salvación que te fue entregada y manifestarle extendiendo así Su

reino. Porque como te dije antes, lo que Cristo hace en tu vida

comienza a evidenciarse y manifestarse a los que están a tu

alrededor. Entonces cada situación o circunstancia que vivamos

hará que alguno de esos aspectos o todos sean llevados a cabo

con un fin: Cristo.

Al lograr comprender esto, sos quitado del centro y comenzás a ser

consciente de que todo en tu vida sucede a causa y consecuencia

de Cristo. Todo aquello que Dios permita que pases tiene un fin

mayor y va más allá de lo que puedas ver hoy. No es que obra a tu

77
favor para beneficiarte a vos mismo, sino que obra a favor de Su

voluntad, de lo que designó desde la eternidad. Y Su voluntad es

inquebrantable, nadie puede cambiar los planes de Dios: “Puedes

hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del SEÑOR

prevalecerá.” Proverbios 19:21.

Esa es su buena y agradable voluntad. Solo los hijos maduros que

hayan entendido esto, podrán decir: "Dios, que todo en mi vida

suceda favoreciendo tu plan eterno, suceda según sea tu voluntad.

A pesar de que a veces no logre comprenderlo, que mi alma

encuentre descanso y se llene de gozo porque lo único que busco,

lo único que anhelo es que TODO en mí en vida sea para beneficio

de tu Reino. Nunca se trató de mí y hoy puedo entenderlo. Amén”.

78
79
Alguna vez le preguntaste a Dios “¿por qué?”. En un momento muy

triste de mi vida lo primero que hice fue preguntarle: Dios, ¿por

qué? ¿Por qué permitiste que esto suceda? ¿Por qué simplemente

no hiciste nada? ¿No se supone que tenés poder para hacer lo que

sea? Tanto habla la Biblia de milagros, pero cuando te lo pedimos,

¿no lo hacés? ¿Por qué?

Esas y muchas más preguntas fueron las que inundaban mi mente

cuando pasábamos una terrible perdida como familia. La muerte de

mi primo de 3 años, Marco. Era muy duro, claro que sí, pero la

única pregunta que resonaba en mi mente una y otra vez era ¿por

qué Dios permitía que la familia de mis tíos volviera a pasar por una

situación así 13 años después de haber vivido lo mismo?

Realmente no podía entenderlo. A ellos ya se les había ido un hijo

de 1 año de edad tiempo atrás, y en ese momento volvían a pasar

por exactamente la misma situación. El dolor era muy grande, casi

insoportable, y no solo para ellos sino para toda la familia, inclusive

para amigos y conocidos. Yo tenía tanta tristeza que creía que

nunca más iba a dejar de sentirla, como si eso fuera a ser algo que

estaría ahí siempre, algo con lo que iba a tener que aprender a

80
convivir por el resto de mi vida.

En ese momento, muchos me decían que no servía preguntarle a

Dios “por qué” sino “para qué”. Y para serte sincera, esa frase la

detestaba ya que no me daba ningún tipo de consuelo llegar a

conocer si había o no algún fin con eso. Pensaba que lo decían

porque no eran ellos los que estaban pasando por eso. Que les era

muy fácil decirlo viendo el panorama desde afuera, que

simplemente no lograban comprender.

En ese momento fue que decidí hacerle esas preguntas que

mencionaba al comienzo a Dios. Fui sincera con Él y no sólo le

pregunte ¿"por qué?" sino que también abrí mi corazón y le mostré

toda mi tristeza, angustia y enojo por lo que había permitido que

pase, otra vez.

Fue ahí que Dios me habló muy claramente a través de un versículo

de la Biblia, trayendo paz y sanidad a mi alma.

El versículo está en Romanos 11:33-34: “¡Qué grande es la riqueza,

la sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Es realmente imposible

para nosotros entender sus decisiones y sus caminos! Pues, ¿quién

puede conocer los pensamientos del SEÑOR? ¿Quién sabe lo

81
suficiente para aconsejarlo?”

Entonces entendí que hay formas en el actuar de Dios que jamás

vamos a entender. Ahí pude ver que Dios es Dios y que yo, como

ser humano, no puedo entender completamente todo su obrar o por

qué hace lo que hace, y que desde nuestra posición de hijos no

siempre vamos a entender la formas de actuar de nuestro Padre, al

igual que ocurre entre padres e hijos terrenales. Cuando un papá

prohíbe o quita algo a su hijo, porque sabe que no es lo mejor para

él, es porque su progenitor está viendo más allá de lo que su hijo

puede ver. ¿Cómo podría ser diferente con nosotros y Dios? Él es

Dios, es nuestro padre, es omnisciente y es soberano.

Desde ese momento acepté mi condición, dejé de preguntar y oré

pidiendo que por más que nunca logre comprenderlo, Él sanara mi

alma, quitara la tristeza, angustia y enojo que sentía dándome paz y

descanso en Dios.

Quiero decirte que más de una vez no vas a entender la manera en

la que Dios actúa, cómo permite que sucedan las cosas, pero el

versículo es claro: “es imposible entender sus decisiones”. Sin

82
embargo, hay algo que sí puede pasar, incluso es necesario que

pase y tiene que ver con el hecho de que podés ser sanado por

completo de lo que te está afligiendo.

Es bueno que puedas ser honesto con Dios y expongas tu

situación, lo que estás sintiendo, inclusive que le preguntes “¿por

qué?”. Abrí tu corazón con Él. A veces Dios te dará la respuesta a

tus preguntas, pero otras no. No te enojes porque, aunque en

ocasiones simplemente no podemos comprenderlo, Él siempre será

nuestro consolador y restaurador, el que te da paz e inclusive gozo

en momentos difíciles. Él es quien puede restaurarte

completamente y dar descanso a tu alma.

En medio de ese terrible momento deja que el Espíritu Santo

interceda por vos.

“Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu

dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en

armonía con la voluntad de Dios.” Romanos 8:27. Permití que

comience a actuar la sanidad de Dios en tu vida.

¿Sabés qué? ¡Es necesario que seas sanado! Y te preguntarás,

83
¿por qué es necesario que sea sanado?

Desde el dolor no podemos ver más allá que eso, nuestro dolor.

Pero Dios es bueno y Él té eligió desde antes de crear el mundo

(Efesios 1:4.) , te adoptó como su hijo (Efesios 1:5).

Él no quiere que te quedes estancado allí, en tu dolor. Dios tiene un

plan del cual te hace partícipe, en donde todas las cosas que te

sucedan resultan de acuerdo y para beneficio de su plan.

“Es más, dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una

herencia de parte de Dios, porque él nos eligió de antemano y hace

que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan.”. Efesios 1:11

De la misma forma en que un artefacto no puede tener ninguna

pieza rota para funcionar correctamente, así también pasa con

nosotros. Necesitamos que cada herida en nosotros sea sanada

para poder funcionar correctamente en el Reino.

Dios nos ama demasiado pero también nos ha dado un propósito

que es manifestar a Cristo. Ese es nuestro valor, mostrar a Cristo

donde quiera que estemos, donde quiera que vayamos. Y si

estamos "rotos", esa obra se ve dificultada, así como el artefacto no

84
puede funcionar porque una parte de él se rompió.

Dios sana nuestras heridas, nos restaura y no sólo para que

disfrutes de eso y te goces de estar completo en Él, sino también

para poder llevar a cabo la obra que nos fue encomendada, para la

cual fuiste creado: manifestarle.

En Cristo tenemos un valor. Dejame ilustrarlo por medio de dos

historias que encontramos en la Biblia. Ambas se encuentran en el

libro de Lucas capítulo 15.

Del versículo 1 al 7 tenemos la parábola de la oveja perdida y desde

el versículo 8 al 10 la de la moneda perdida (aconsejo que las leas

para tener mayor comprensión de lo que se está hablando).

En las dos parábolas algo de valor, para la persona, se había

perdido y ésta busca incansablemente hasta hallarlo. De igual

manera Dios nos busca a vos, a mí y a cada uno de aquellos que ya

fueron predestinados a ser sus hijos. Lo hace porque tenemos un

valor para Él. No solo nos busca porque nos ama, lo cual es cierto,

sino que también lo hace porque tenemos un valor para su obra,

para su plan.

85
Así como la oveja produce lana, la cual se puede comerciar o la

dracma o moneda de plata es dinero para comprar algo; nuestra

vida tiene un propósito en el Reino de Dios, le somos útiles en su

plan. No somos útiles porque tengamos alguna cualidad especial,

sino porque Cristo está en nosotros y Él decidió hacernos partícipes

de su obra. Un perfume es valioso no por su extravagante envase

sino por la calidad del contenido. Nosotros sólo somos ese envase.

Nunca se trata de nosotros sino de Él, de lo que podemos hacer en

Cristo y por medio de Cristo.

Y es por esto mismo que necesitamos ser sanados. Lo necesitamos

no solo para restablecernos sino para estar completos, sanos y

listos cuando Dios nos llame a actuar. Estar sanos para ser

funcionales en el Reino. Si nos encuentra heridos Él nos consuela y

sana cada dolencia. Lo hace por amor, pero también porque tiene

un propósito y te quiere invitar a que seas partes de él.

Se sano y libre completamente de heridas, dolores, angustias,

ansiedad, pánico, temor y todo aquello que te esté impidiendo

“tener todas tus piezas sanas” para así poder servirle sin reservas.

Para que te encuentres totalmente preparado a la hora de servirle,

86
sin pendientes.

En cuanto dependa de vos, se intencional en eso.

El hombre que habiendo sido sano y restaurado por Dios comienza

a vivir de esta manera es el apóstol Pablo.

En Filipenses 1:20-26, Pablo lo explica con mucha claridad. Él solo

vivía para Cristo. La meta en su vida era Él y hacer todo aquello que

Dios le indicaba. Pablo era determinado y su carácter le ayudó a

avanzar sin importar el costo. Su carácter hacía que, aunque

hubiera dificultades, aunque las condiciones no fuesen las mejores,

aunque más de una vez fuera acusado por otros, él continuara con

su mira puesta en la meta: predicar la Buena Noticia. Él no se fijaba

si había montañas difíciles que subir en el medio del camino sino en

cuál era su fin. Dejaba de lado toda ofensa o herida para poder

continuar sin desenfocarse.

Dios nos ama con un amor que perdona, que no condena, que está

lleno de paciencia. A veces podemos herir a Dios con nuestras

acciones y decisiones, pero nos ama tanto que no sólo nos

perdona, sino que restaura nuestra alma completamente. ¿Te

87
imaginás amar de ese modo? ¿Perdonarías a aquellos que te han

herido? ¿Amarías a quienes alguna vez hirieron tu corazón?

A pesar de que a veces le herimos, Dios siempre nos espera con

brazos abiertos, dispuesto a recibirnos sin importar la condición en

la que estemos.

Vivir del pasado

“Pero olvida todo eso; no es nada comparado con lo que voy a

hacer”. Isaías 43:18

A veces vivimos en el pasado, recordando y añorando “aquellas

épocas” o algo bueno que nos haya pasado. “El pasado siempre fue

mejor”. Pero Dios nos llama a olvidarnos y avanzar. No siempre se

trata de olvidar cosas malas, quizás son cosas muy buenas como

logros realizados, metas alcanzas, etc., pero que nos atan al

pasado; no podemos quedarnos ahí estancados, ¡necesitamos

avanzar! Creer en que Dios tiene planes de bien, dejarnos llevar y

sorprender por Él, con lo que está por venir. Porque en la vida de un

cristiano el ayer nunca es mejor que el mañana; sino que el mañana

88
trae un nuevo desafío, un mayor entendimiento, un mayor Cristo en

nosotros.

En Cristo el mañana siempre estará lleno de esperanza, pero

porque Él es nuestra esperanza.

Avancemos en Él, siempre hay un futuro mejor y no necesariamente

porque el presente sea malo, sino porque tenemos la certeza de

que como hijos de Dios en esta vida avanzamos de gloria en gloria

y de victoria en victoria, hasta llegar a la estatura de la plenitud de

Cristo.

¡Avanza expectante de lo que va a venir porque sin lugar a duda

será algo bueno, porque tu Dios es bueno!

89
90
Si buscamos el significado de la palabra plenitud en el diccionario

de la RAE encontraremos que esta es:

1. f. Totalidad, integridad o cualidad de pleno.

2. f. Apogeo, momento álgido o culminante de algo.

Podemos decir entonces que, si aplicamos la palabra a una

persona, ésta puede sentirse plena cuando se encuentra en su

totalidad o completo. Uno se siente pleno cuando puede ver que ha

llegado a ser un modelo terminado.

Ahora, profundicemos juntos en lo que la biblia habla sobre la

plenitud. Ella menciona que los hijos de Dios estamos plenos por

medio de Cristo.

“Pues en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo

humano. De modo que ustedes también están completos mediante

la unión con Cristo, quien es la cabeza de todo gobernante y toda

autoridad”. Colosenses 2:9-10

Es gracias a Cristo que podemos llegar a ser ese “modelo

terminado”, a la imagen y semejanza del Padre.

Pero antes de continuar desarrollando esto me gustaría que

91
comencemos desde el principio. Para poder llegar a esa plenitud;

primero debemos morir a nuestras vidas y comenzar a vivir con

Cristo. Solo por medio de Cristo en nosotros podremos tener

acceso y gozar de la plenitud de Dios. “Pues ustedes han muerto a

esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios.”

Colosenses 3:3.

Seguro te preguntás qué significa estar muerto a esta vida. Desde

el momento en el que nos convertimos en hijos de Dios, Él nos

perdona de todo pecado y nos entrega la salvación. En ese mismo

instante comenzamos a vivir una nueva vida con una nueva

naturaleza, la naturaleza del Padre. Ésta será la que irá generando

en nosotros el deseo de hacer la voluntad de Dios, pero también

nos ayudará a poder llevarla a cabo. Muchas cosas vamos a tener

que dejar de lado por causa de Cristo, pero podremos hacerlo

gracias a que Él está con nosotros.

“Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que

aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a Él.”

Colosenses 3:10

92
La nueva naturaleza nos va renovando a medida que vamos

conociendo al Creador.

No es de un día para otro, no es algo instantáneo, sino que es un

proceso. Implica también de nuestra parte el ser intencionales en

conocer al Creador. Nadie nos obligará a hacerlo. Y a medida que

vayamos conociéndole, nos iremos renovando y pareciéndonos

más a Él. Solo de esta manera podremos morir a esta vida y vivir la

vida con Cristo en Su plenitud.

“Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos

resucitados como él. Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso

fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en

nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Pues, cuando

morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado; y dado

que morimos con Cristo, sabemos que también viviremos con él.”

Romanos 6:5-8

Tenemos una vida nueva, una vida en Cristo. Desde aquel

momento fuimos libres del pecado y muerte, pasamos a ser

ciudadanos celestiales y comenzó a haber eternidad en nosotros.

93
“Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento

apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, pero aun

así el ser humano no puede comprender todo el alcance de lo que

Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.” Eclesiastés 3:11.

Hemos muerto a la vida que teníamos, pero Cristo nos dio una

nueva vida.

“Esa misma Buena Noticia que llegó a ustedes ahora corre por todo

el mundo. Da fruto en todas partes mediante el cambio de vida que

produce, así como les cambió la vida a ustedes desde el día que

oyeron y entendieron por primera vez la verdad de la maravillosa

gracia de Dios.” Colosenses 1:6.

Cristo es la buena noticia y por medio de Él fuimos reconciliados

con el Padre y podemos comprenderle. No solo eso, sino que esta

buena noticia (Cristo) va cambiando nuestras vidas a la imagen y

semejanza del Padre, como fuimos creados en Génesis.

El Espíritu Santo produce en nosotros los cambios que ayudan para

bien a fin de que la voluntad de Dios se cumpla. Ahora, ¿qué es

estar vivo con Cristo?

Volviendo al primer pasaje que citamos en este capítulo Colosenses

94
3, en el versículo 3 dice: "...su verdadera vida está escondida con

Cristo en Dios."

La preposición "con" quiere decirnos que estamos aparejados a,

estamos unidos. En este caso estamos unidos a Cristo, pero a su

vez, gracias a esa unión, es que nos encontramos "en" Dios. Y la

preposición "en" hace referencia al lugar en donde está algo,

especialmente si se está en el interior. Por ende, tu vida está unida

a Cristo y junto con Él es que podés estar en Dios. Por medio del

hijo fuimos unidos nuevamente al Padre.

Estar en Dios implica ya no ser ciudadano de la tierra, sino del cielo.

A partir de ese momento hay eternidad en vos, y como un

ciudadano celestial, debés comenzar a pensar en las cosas del

cielo y no de la tierra.

Pero, ¿qué es pensar en las cosas del cielo? Es dejar de lado todo

lo pasajero, todo aquello que no genere frutos del espíritu en

nosotros. Todo aquello que no colabore a que la voluntad de Dios

sea cumplida para enfocarnos y trabajar en aquellas cosas que sí

son inconmovibles, aquellas cosas que agradan a Dios e inclusive

ayudan a manifestarle y darle a conocer. A extender su Reino.

95
Filipenses 4: 8 dice: “Y ahora, amados hermanos, una cosa más

para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo

honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo

admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza.”

La palabra nos indica en qué cosas deben estar abocados nuestros

pensamientos. Si tus pensamientos no encajan con ninguno de los

que Filipenses menciona, sean rendidos a Cristo, sean llevados

cautivos a Su obediencia.

Por medio del Espíritu Santo tenemos dominio propio. Y por medio

de ese dominio propio logramos controlar nuestros pensamientos

para así agradarle al Padre inclusive con nuestra mente y

enfocarnos en las cosas del cielo.

“No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya

alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa

perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.

No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro

únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que

tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera

para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de

96
Cristo Jesús.” Filipenses 3:12-14

Nuestra meta es la perfección. Cristo nos hizo suyos y así logró que

esa meta no sea algo inalcanzable, sino algo posible a través de Él.

Él pone en vos el querer como el hacer: “Pues Dios trabaja en

ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le

agrada.” Filipenses. 2:13.

Olvidar el pasado es dejar todo lo que no es Cristo en vos, lo que no

le agrada y avanzar en el camino de perfeccionamiento, en el

camino de la salvación que un día has recibido. Allí iremos

muriendo a muchas cosas, pero Cristo irá trayendo vida y gobierno

en cada una de ellas. Hemos sido llamados por medio de Cristo. Si

sos su hijo está ya debe ser tu meta en la vida.

(Colosenses 3:11-17 explica de manera clara y práctica cómo

debemos vivir según nuestra nueva naturaleza)

Solo estamos vivos para Dios por medio de Cristo. “Así también

ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos

para Dios por medio de Cristo Jesús.” Romanos 6:11.

97
En resumen, al convertirnos en hijos de Dios, morimos a nuestra

vida para comenzar a vivir la vida aquí en la tierra con Cristo, y es

por medio de Cristo en nosotros que vivimos para Dios.

Ahora bien, Colosenses 2:9-10 menciona que en Cristo se

encuentra toda la plenitud de Dios y que por medio de nuestra unión

con Cristo gozamos también de esa plenitud. “Pues en Cristo habita

toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano. De modo que

ustedes también están completos mediante la unión con Cristo,

quien es la cabeza de todo gobernante y toda autoridad. ”

Entonces, estar pleno no dependerá de haber conseguido algún

logro, o de metas alcanzadas, o que todo a tu alrededor esté bien,

no de que se hayan acabado las pruebas y problemas. La plenitud

en Cristo vendrá solo por el hecho de estar en Él.

Desde el momento en que comenzamos a vivir en la salvación

somos unidos a Cristo. En Cristo está toda la plenitud de Dios, y si

nosotros estamos unidos a Cristo también gozaremos de esa

plenitud. Él es todo en todos, Él es la plenitud.

En Él estamos seguros, en Él todas nuestras fallas y falencias serán

redimidas porque no las ve con ojos de condenación, sino que las

98
ve con ojos de amor, como oportunidades para demostrarnos su

poder y gloria. Con Cristo podemos tener la certeza de que

continuará “trabajando” en tu vida hasta que llegues a la medida del

varón perfecto.

“Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que

necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos

al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su

maravillosa gloria y excelencia;” 2 Pedro 1:3.

No sé a vos, pero a mí eso me trae paz. Saber que soy perfecta a

los ojos del Padre y que me acepta tal como soy hace que me

sienta plena, que no necesite nada más. Y para esto no hay

recetas, lo único que nosotros podemos hacer, es fijar nuestros ojos

en Cristo, nada más. Solo enfocarnos en Él, y todo lo demás será

ordenado, aun cuando no veas ese orden hoy, su paz comenzará a

gobernar tu vida y vivirás y te sentirás en plenitud.

El apóstol Pablo vivía de esa manera plena, él estaba dispuesto a

darlo todo por Cristo, su vida nada valía sin Él.

99
“Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para

terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de

contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia

de Dios.” Hechos 20:24.

A Pablo le esperaban sufrimientos y encarcelamientos, aun así,

decidía hacer la tarea que el Padre le había encomendado, porque

mayor era su deseo de agradar a Dios que a los hombres. Mayor

era su pasión por Dios que el querer evitar el sufrimiento.

Pablo desvaloraba su vida por completo para vivir la vida desde

Cristo porque Cristo realmente era su plenitud.

Hechos 21:13. “Pero él dijo: «¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten

el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en

Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús».”

Pablo estaba dispuesto a darlo todo por Cristo, pero igualmente no

dejaba de mostrar su dolor: "me parten el corazón". Él no escondía

lo que sentía, sin embargo, había algo en su interior que lo

apasionaba por Cristo. A tal punto, que estaba dispuesto a pasar

cualquier tipo de dificultad por Su causa, incluida la muerte.

El menospreciaba todo por hacer la voluntad del Padre y lo hacía

100
porque realmente vivía en plenitud al encontrarse en Cristo. No

necesitaba nada más.

¿Te ha pasado que, por causa de obedecer a Dios, y estar en el

momento y lugar adecuado, otros sean beneficiados?

A veces Dios al cumplir su palabra y su voluntad a través de

nuestras vidas utiliza ciertas circunstancias para lograrlo. Muchas

veces esas circunstancias nos dan la victoria sobre algo, pero

también podemos ver cómo otros salen beneficiados.

Dios se vale de todo para hacer su voluntad. Dios quiere cumplir

con su plan y para ello no hay nada que lo impida, nada imposible.

Abre las puertas que quiere para lograrlo y cierra las que desea

para lograrlo. De una u otra forma, busca cumplir su voluntad, la

cual nadie puede cambiar.

Lo importante es tener la mente clara y, aunque pase lo que pase,

sólo busquemos beneficiar su Reino y que Su voluntad sea

cumplida. Y muchas veces eso puede beneficiar a otros. Solo

porque hijos obedientes se encuentran en el lugar correcto, en el

momento correcto.

101
Sea despertada en nosotros esa pasión a tal punto que todo lo

demás sea considerado sin valor. Al punto de que el deseo de vivir

la vida con Cristo haciendo Su voluntad sea mucho mayor que el

miedo al dolor, desprecio o sufrimiento, porque amamos hacer Su

voluntad.

Pablo por mucho tiempo persiguió a los creyentes, pero luego del

encuentro, no perdió un instante y comenzó a manifestar a Cristo.

Escuchaba y obedecía al Espíritu Santo todo el tiempo. Vivió

realmente como si hubiese muerto en ese encuentro. Y así es, si

bien no murió físicamente, sí lo hizo a su antigua naturaleza, allí

comenzó una nueva vida, una vida en Cristo. La vida de la que

hablamos anteriormente.

Desde allí Dios lo usó a cada instante, inclusive desde la cárcel

(lugar en el que estuvo en más de una oportunidad)

“Cuando ustedes llegaron a Cristo, fueron «circuncidados», pero no

mediante un procedimiento corporal. Cristo llevó a cabo una

circuncisión espiritual, es decir, les quitó la naturaleza pecaminosa.

Pues ustedes fueron sepultados con Cristo cuando se bautizaron. Y

102
con él también fueron resucitados para vivir una vida nueva, debido

a que confiaron en el gran poder de Dios, quien levantó a Cristo de

los muertos”. Colosenses2:11-12

Cuando nos rendimos por completos a Dios, Él redime el tiempo y

hace que comencemos a correr la carrera. Hace que seamos fieles,

dando constantemente en la medida de lo que se nos pide y que

todo lo que hagamos beneficie a Su plan eterno.

Cristo no nos completa, Cristo nos llena por completo

Oro para que aumente en vos el amor por Dios, por Su palabra, por

hacer Su voluntad. Más allá de lo que hoy vean tus ojos, todo

obrará para bien. Que el fuego que arde en tu interior por Cristo se

encienda cada vez más, más y más. Más pasión y amor por Él

para que el día que llegue la prueba, la dificultad, mayor sea tu

deseo de agradar al Padre que de evitar el sufrimiento. Porque de lo

contrario desistirías, abandonarías o darías vueltas en círculos sin

producir ningún tipo de crecimiento de la vida de Cristo que portás,

sin avanzar en la carrera que estas corriendo.

En cambio, si el fuego se encuentra encendido y ardiendo, a más

103
no poder, el deseo será mayor que el miedo a la muerte (a la

muerte de tus deseos, sueños y anhelos, de tu voluntad) para que

sean los sueños, anhelos y deseos de Dios, sea la voluntad de Dios

en tu vida. Y esa muerte traerá salvación y santificación. Aumentará

el gobierno de Cristo en vos. Generará vida en vos

Que el fuego sea cada vez mayor. Que antes de cada prueba haya

en vos una pasión por Dios como nunca antes. Y en la próxima

prueba, una pasión como nunca antes y así cada vez más. Para ir

de gloria en gloria y vivir en plenitud. Amén.

104
Bibliografía

Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, pertenecen a la

versión Nueva Traducción Viviente en español. Editorial Tyndale House

Foundation. Estados Unidos. 2010.

105

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