Unidad N1
Unidad N1
Unidad N1
EL MERCADO es cualquier lugar o medio a través del cual se realiza un intercambio económico, es
decir que se interrelaciona un comprador y un vendedor.
A través de la economía de mercado la sociedad se procura los bienes y servicios que necesita.
El mercado se basa en el libre intercambio entre los agentes individuales. Pero en todas las
economías modernas el mercado es al menos complementado por el Estado. El estado representa
al conjunto de los agentes del sistema y entonces en función de esto, obliga a los agentes
individuales a pagar impuestos y a su vez proporciona bienes y servicios sin requerir un pago a
cambio.
Una de ellas sostiene que el estado debe intervenir lo menos posible, ya que cuando hay
competencia perfecta los recursos son empleados de la forma más productiva posible para
satisfacer necesidades. Ellos sostienen que si se los deja actuar libremente, los mercados funcionan
como si fueran de competencia perfecta.
Desde esta postura, se recomienda que el Estado tenga un papel secundario: que establezca reglas
que tiendan al libre funcionamiento de los mercados y que provea los servicios indispensables que
el sector privado no está dispuesto a prestar.
Otra postura reconoce la existencia de las fallas de mercado, que son las que impiden que se llegue
a la mejor solución para el conjunto de la sociedad mediante el libre funcionamiento de los
mercados. Estas fallas son las que hacen que en mayor o menor medida el Estado sea una
herramienta que utiliza la comunidad para intervenir en la asignación de recursos y en la distribución
del ingreso. Por esta razón interviene el Estado en los mercados.
La eficiencia del mercado se alcanza en un marco ideal de condiciones que difícilmente se den en la
vida real debido a la existencia de algunas fallas del mercado.
Hay mercados que tienden a concentrarse en uno o muy pocos vendedores. La intervención del
Estado puede impedir que esto perjudique a los consumidores. El Estado puede regular los
monopolios, fijándoles precios máximos y exigencias de calidad. O, hacerse cargo a través de
empresas públicas, de la producción, protegiendo a los consumidores.
En el mercado quien quiere consumir un producto debe pagar por él. Pero hay casos – denominados
bienes públicos – en los que no es posible (o practico) cobrar un precio. Por Ej. Las personas que
pasan por un camino de noche se benefician si está iluminado, pero no es posible cobrarles por esa
iluminación. El Estado se encarga de que estos servicios estén disponibles, ya que, al no poder cobrar
por ellos, un empresario privado no estaría dispuesto a proveerlos. Otros ejemplos son: la
administración de la justicia, la seguridad interna y externa, el mantenimiento de las calles y
espacios públicos, etc.
• La información imperfecta
Partimos del supuesto de que, en general, las personas harán lo que mejor les convenga a sus
intereses. Pero si las personas no conocen bien los costos y beneficios de sus decisiones, es difícil
que tomen la mejor decisión. Por ejemplo, en el caso de los medicamentos: los consumidores
pueden comprar el medicamento más caro creyendo que es superior a uno más barato, aunque
puede ser que los dos provoquen el mismo efecto. También en estos casos puede ser recomendable
alguna intervención estatal, al menos en el sentido de proveer información.
En general, existe la percepción de que los ingresos se distribuyen en forma muy desigual; que la
diferencia de poder adquisitivo entre los ricos y los pobres es demasiado grande, y que eso no está
justificado en los merecimientos de cada uno. El mercado no tiende a resolver esta inequidad. Se
reclama entonces, la intervención del Estado para mejorar la situación de los más desfavorecidos,
por ejemplo, facilitándoles el acceso a vivienda, alimentación, educación y atención de la salud.
El desempleo masivo y la pobreza son algunas de las cuestiones que más preocupan a la gente.
Respecto del desempleo masivo, Keynes y otros economistas observaron que la libre acción del
mercado no necesariamente logra eliminarlo, al menos en un corto plazo. Por su parte, el libre
funcionamiento de los mercados tampoco garantizaría el progreso de los países pobres. Por eso
muchos sostienen que el Estado debe procurar reducir el desempleo y promover el desarrollo
económico. Las fallas que presentan los mercados hacen que, en mayor o menor medida, en todos
los países, el Estado sea una herramienta que utiliza la comunidad para intervenir en la asignación
de los recursos y en la distribución del ingreso.
Las externalidades
Surge cuando la producción o el consumo de un bien afectan directamente a consumidores o
empresas que no participan en su compra ni en su venta, y cuando esos efectos secundarios de la
producción o del consumo no se reflejan totalmente en los precios del mercado.
El efecto social que producen las externalidades, son los beneficios o costos (según sea externalidad
positiva o negativa), que el mercado no ha tenido en cuenta. Es decir, no se reflejan en los precios
de mercado.
A veces la actividad de una persona perjudica a otras a las que no tiene en cuenta, por ejemplo,
alguien que contamina un río, que otros utilizan para actividades turísticas. En esos casos el Estado
puede intervenir para proteger los derechos de los perjudicados; por ejemplo, obligando al que
contamina a que deje de hacerlo.
Una externalidad negativa en la producción hace que el costo social de producir el bien
contaminante sea superior al costo privado. De esta forma, la cantidad del bien contaminante que
no afectaría socialmente, es menor que la cantidad lanzada al mercado. El motivo de esta
ineficiencia es que el equilibrio del mercado (cruce entre demanda y oferta) solo refleja los costos
privados de la producción.
Un caso de externalidad negativa que ha tenido amplia repercusión en nuestro país fue el
ocasionado por la instalación de dos empresas papeleras en la localidad uruguaya de Fray Bentos,
ya que se temía que sus vertidos perjudicaran los recursos turísticos de la ciudad entrerriana de
Gualeguaychú, situada justo en frente. La menor afluencia de turismo a Gualeguaychú como
consecuencia de dicho deterioro se traduciría en menores ingresos para su población, además de
los perjuicios directos a su calidad de vida. Ambos aspectos constituirían una externalidad negativa
para la población de dicha localidad de la provincia argentina de Entre Ríos.
Al contrario del caso anterior, hay actividades que benefician a terceras personas. Por ejemplo, es
el caso de la producción de tecnología. La fabricación de bienes que incorporan avances
tecnológicos y nuevos diseños beneficia no solo a las empresas que los producen, sino también a la
sociedad en su conjunto, pues entran en la acumulación de conocimientos tecnológicos de la
sociedad. Este tipo de externalidad positiva se denomina efecto difusión de la tecnología.
Una externalidad positiva en la producción hace que el costo social de producir el bien sea inferior
al costo privado. Por ello, la cantidad del bien lanzada al mercado, es inferior a la cantidad óptima
desde el punto de vista de la sociedad.
Para luchar contra la ineficiencia derivada de las externalidades, el estado suele establecer:
A. Controles directos, esto es mediante regulaciones sociales. Especialmente para
externalidades relacionadas con la salud y la seguridad. Se trata de otorgar instrucciones detalladas
sobre la tecnología que debe utilizarse para controlar la contaminación y dónde debe aplicarse. Es
muy difícil que se alcance la eficiencia económica cuando las autoridades tratan de combatir la
contaminación con esta clase de controles. Es por ello que los expertos coinciden en que este tipo
de controles han resultado innecesariamente costosos.
-Los impuestos sobre las emisiones: obligan a las empresas a pagar un impuesto por unidad de
producto contaminante igual a la cantidad de daños externos ocasionados. Con este tipo de
impuestos se le exige a la empresa contaminante que afronte los costos sociales de sus actividades.
En este caso quien elige el nivel de contaminación es la empresa.
-Permisos o licencias transferibles para contaminar: aquí son las autoridades quienes fijan el nivel
máximo de contaminación total y determinan el número adecuado de permisos. El precio de estos
permisos para contaminar, que equivalen a la tasa sobre la contaminación, se fijan en función de la
oferta y la demanda de permisos. Este sistema lleva a lograr los objetivos de eliminación de la
contaminación deseados con costos mucho más bajos que los que implican los controles directos.
Además, como propician la actuación de las fuerzas del mercado, las empresas se ven con más
incentivos para innovar e introducir procedimientos más eficientes para combatir la emisión de
residuos contaminantes.