Duch, Lluís, La Religión en El Siglo XXI, 9-25

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—Introducción:

3 . Factores importantes a tener en cuenta


4 Estudio de los fenómenos religiosos y teología
5. - Lo sagrado y lo profano
6. El ser humano como capax symbolorum
7. La religión y la superación de los límites
8. Continuidad en el cambio: la tradición
9.La memoria
10. La inevitable intervención de la cultura, de «una» cultura 190 Un número importante de estudiosos de los fenómenos religiosos del siglo
11. El debate en torno a la secularización 194 %1%, que por lo general se proponían explicarlos exclusivamente a partir del
12. La situación religiosa actual 202 principio de la «inmanencia absoluta», daba por descontado que la experien-
cia religiosa era engañosa o, al menos, ilusoria, y que detrás de ella se escondía
13. Secularización hoy: el nuevo sujeto religioso 209
ima realidad, a menudo irracional, peligrosa y anticuada, de la que el creyente
110 era plenamente consciente. Esta manera de ver las cosas, que tenía algunos
4. El contexto actual de la pregunta religiosa importantes precedentes en el siglo XVIIL, pretendia consagrar el paso definitivo
1. Introducción 215 del mundo de la tradición, representado sobre todo por los universos religiosos
2. La desconfesionalización 222 tradicionales, al mundo de la modernidad que se había configurado mediante
los procesos de racionalización del conjunto de las relaciones humanas. En las
3.La crisis de la razón 229
últimas décadas del siglo XX, siguiendo de alguna manera estas pautas tan típicas
4. La crisis de la historia 236 de la modernidad europea, algunos autores, de manera muy particular Marcel
5. Conclusión 248 Gauchet, han hecho hincapié en la excepcional importancia de una experien-
cia histórica singular a la que denominaron salida de la religión» 0,1o que en la
cultura occidental venía a ser prácticamente lo mismo, «salida del cristianismo»,
5. La pregunta religiosa a lo largo del tiempo
como si se tratase de un capítulo definitivamente concluido e irreversible de
1. Introducción 253
nuestra historia individual y colectiva!. Para muchos de los tardíos representan-
2. Religión y cultura 255 tes dé la mentalidad ilustrada y postilustrada, esa supuesta «salida de la religión»
3. Creación de cátedras 258 - se habría erigido en un inevitable destino mundial como consecuencia de la
4. Las ciencias humanas y el estudio de los fenómenos religiosos 264 occidentalización que, de una manera u otra, para bien y para mal, habían sufri-
do todas las culturas humanas.
Sin embargo, en los comienzos del siglo XXI, no parece que la mencionada
6. La metodología que proponemos
«salida de la religión» sea algo tan indiscutible, definitivo y que se imponga tan
1. Introducción 297
inexorablemente como algunos en el pasado reciente habian creído?. Además,
2. Metodologías 299

3. La sociofenomenología 314 "Véase M. Gaucher, El desencantamiento del mundo. Una historia política de la religión [1985], Ma-
drid, Trorta, 2005. Mucho más matizadas son las reflexiones de este mismo autor en La religión de
la democracía [1998], Barcelona, El Cobre, 2003. B Colin y O. Mongin, Un monde désenchanté? Débat
Conclusión 323
avec Marel Gauchet, París, Cerfí, 1988, oftecen algunas claves hermenéuticas para situar cortec-
Notas 327 tamente el pensamiento de Gauchet en el contexto contemporáneo, sobre todo entre los años
Bibliografía 373 sesenta y ochenta del siglo xX..
Índice detallado 383 “Véanse los interesantes estudios cditados por H.-G. Haupt y D. Langewiesche, Nación y reli-
gión en Buropa. Sociedades multiconfesionales en los siglos XX y XX, Zaragoza, Institución «Fernando el
desdé una perspectiva antropológica; no:sabemos con exactitud lo que en rea- tencia ese'sentido que, por consiguiente, se busca en la religión»*. Nos parece
lidad puede significar la mencionada asalida», habida cuenta de que intelectual, bastante acertada la primera afirmación del filósofo italiano por cuanto _la «fe»
moral, jurídica y políticamente aún nos encontramos «dentro», esto es, determi- que muchos habían depositado en la ciencia o en los avances tef:nolog¡cos se
nados, tengamos o no conciencia de ello, nos guste o no, por creencias, valores ha mostrado vana y no sólo efimera, sino complew.men.te volátil. En cuanto
y concepciones de lo humano que provienen de la interpretación cristiana o a su segunda afirmación, nos parece bastante mzs djscunbk.l En efecto,' hacer
Jjudeocristiana del hombre y del mundo. En el momento presente, es un debate de la religión un «tapaagujeros» tiene una larguísima tradición en Occidente,
abierto la cuestión de si es posible la completa superación de las tradiciones re- pero más allá de los abusos que se han hechc_; de ella, que son mcontablfas, lo
ligiosas, culturales y emocionales que han configurado decisivamente los mar- religioso de la religión no es contextodependiente -como 13 son %as’re];\gmnes
cos interpretativos de la cultura occidental. Un poco por todas partes, lo que históricas-, sino que pertenece radicalmente a la constitución más íntima del
sí parece evidente es que los simples valores «horizontales» de carácter social ser hhmano como tal.
y político satisfacen cada vez menos la sed de absoluto de muchos hombres y Hace ya algún tiempo, un sociólogo británico, Geoffrey K. Nel_son, po-
mujeres, lo cual implica que son muchos los que se disponen a la búsqueda de nía de manifiesto que la sociología ortodoxa se había ligado excesivamente
una «verticalidad» gratificante con frecuencia completamente al margen de las a un etnocentrismo de caracteres más o menos filosóficos y a un determinis-
directrices de los sistemas religiosos establecidos. No nos cabe la menor duda mo metodológico incapaz de captar la intención última de lo rehglosq Como
de que la modernidad también es una poderosa productora de religión, habida consecuencia de ese «estancamiento», el sujeto humano no es receptivo a las
cuenta de que la peligrosa y desafiante presencia de riesgos de todo tipo —cada posibilidades de todo tipo que le oftecian las ricas tradiciones espirituales de
momento histórico produce los suyos propios— es concomitante, como no po- Oriente y Occidente. Según Nelson, en nuestros días, las ciencias humanas —y,
día ser de otro modo, con la presencia del ser humano en su mundo cotidiano. muy especialmente, el estudio de los fenómenos religiosos—; para que realmef))te
De una manera u otra, hombres y mujeres de todos los tiempos y latitudes han fuesen una empresa humana y humanizadora, deberían recuperar la concepción
tenido que determinar su actitud ante aquellos factores indisponibles que, a del hombre como ser espíritual, es decir, como posibilidad siempre activa de
gusto 9 a disgusto, intervienen en su vida configurindola y/o desfigurándola trascender los limites de lo empírico y definido®. A nuestro modo de entender,
de manera decisiva; aquellos factores, de hecho, que estrictamente no dependen la importancia de la religión para la antropología no es coyunturél,‘ fino esen-
de ellos, pero que, sin ningún género de duda, les afectan incondicionalmente*. cial. Cualquier aproximación antropológica que no incluya la religión c?n?u—
No hace mucho Gianni Vattimo señalaba que «el derrumbamiento de los in- tuye, de hecho, una simplificación intolerable de la propia praxis antropológica,
terdictos filosóficos contra la religión [...] coincide con la disolución de los que la desfigura y caricaturiza totalmente, porque priva al logos dgl hombre de
grandes sistemas que acompañaron el desarrollo de la ciencia, la técnica y la unos aspectos que, positiva y negativamente, se han mostrado activos en todas
organización social modernas [...]. La nueva vitalidad de la religión depende las fases de la historia de la humanidad. No es éste lugar para adentrarse en la
de que la filosofia y en general el pensamiento crítico, habiendo abandonado dificil cuestión de la definición de la religión. Sin embargo resulta harto eviden-
la noción misma de fandamento, no son (ya) capaces de proporcionar a la exis- te que la religión es un síntoma, ciertamente plagado de ambigucdad.es, de la
cuestionabilidad del ser humano. El ser humano es y será siempre un posible hofno
Carólico», 2010, que puntualizan, más allá de los tópicos al uso, el pluralismo religioso y las nuevas religiosus porque su constitución más intima se encuentra asediada y, en ocasio-
y a menudo insólitas formas religiosas, prácticamente desconocidas en el pasado, que surgen en nes, profundamente angustiada por preguntas fundacionales como, por ejemplo,
las actuales sociedades europeas, «por qué la vida», «qué significa la muerte», «qué sentido tienen el mal, el dolor,
* Hemos considerado esta problemática en un artículo sobre la permanencia o no de las la beligerancia», «por qué mueren los inocentes», etc. Diciéndolo brevemenfe:
míces del cristianismo en Cataluña, Creemos que, para evitar los malentendidos habituales, se porque la contingencia constituye algo parecido a una estructura humana comán
impone mantener con coherencia la distinción entre raíces estructurales y raíces históricas. La no a todos los hombres y mujeres del pasado y del presente, la pregunta religiosa
distinción ha dado lugar -y contínúa dándolo—a numerosas y, harto a menudo, peligrosas con- y la posibilidad religiosa no pueden excluirse a priori del horizonte humano,
secuencias (véase L. Duch, «Consideraciones antropológicas sobre identidad y tradición, a partir
del documento episcopal Las raíces cristianas de Cataluña» [1985], en Revista de Fomento Social 66, 5 G.Vattimo, «La huella de la huella», en J. Derrida y G. Vattimo (eds.), La religión, Madrid,
2011, págs. 681-693). PPC, 1996, págs. 111-112.
“Véase H.-J. Hóbn, Gegen-Mythen. Religionsproduletive Tendenzen der Gegenwart, Eriburgo-Ba- * Cf G. K. Nelson, Der Drang zum Spirituellen. Úber die Evistehung religióser Bewwegungen im 20.
— silea-Viena, Herder, 1994, pigs. 19-34 Jalrhundert, Olten-Friburgo,Walter Verlag, 1991, págs. 63-66.

10 11
lo cual sigñifica que la antropología como estudio exhaustivo
del ser hitmano debe
integrarlas en su quehacer propio. Desde una perspec efinitivammente superado por la evolución humana, y en el mejor d'e los casos
tiva antropológica que no
compartimos plenamente, Hermann Libbe ha señalad finicamente un conjunto de reliquias insignificantes de la minoría de edad
o que da religión es una
praxis de dominación de la contingencia». En nuestra e nidad.
exposición considera-
temos con mayor detenimiento este aspecto de la él};‘: ‘;lln;omenw presente, cualquier investigación anm)pológ-í.ca sobre .los
problemática en torno a la
religion que, según creemos, permite hacerse cargo ferómenos religiosos no puede ni debe olvidar que en la rry¡f)demxdad» h_a'n in-
de uno de sus aspectos más
interesantes y urgentes. tervenido dos factores de capital importancia: la ma_rg-malxzacmn de 13 religión ;n
Lo dicho con anterioridad no significa en modo an mundo pluralista y la extraordinaria problematicidad de ese mismo mun ho,
alguno que debamos en-
frentarnos acríficamente a los fenómenos religiosos. cuya complejidad aumenta sin cesar y resulta una tarea enormemente co;np -
Creemos que lo contrario es,
precisamente, lo más adecuado porque, a pesar de cada proceder a su reducción para poder d?scubr.lr alguna forma de sem; lo en
las dificultades que entraña,
deberíamos mantener en un mismo movimiento la <herenc medio de formas y fórmulas que se multiplican sin cesar. 'En otro lugar, emos
ia de la religión»
Y la cherencia de la Hustración». Diciéndolo de añalizado los precedentes históricos de esa marginalización en la modernidad,
otra manera: se impone una
aproximación antropológica a la religión, en particu . sobre todo en relación directa con el catolicismo”. Los numerosos y, a menudo,
lar, y a la realidad humana,
en general, que tenga en cuenta al mismo tiempo abstrusos trabajos de Niklas Luhmann permiten hacersevcargo de las conse-
el mythos y cl logos, porque
el hombre, para mantener con firmeza su humani
dad, no puede renunciar ni
cuencias del imparable aumento de la complejidad de los sls,temas y sgbáístem.%s
a la imagen ni al concepto, ni a los lenguajes evocati “ sociales para la antropología en general,y para la antropología de la religión más
vos ni a los abstractivos.
Estamos persuadidos de que, en la actualidad, es concretamente'. ,
urgente que la arítica de la re-
ligión cumpla su cometido propio de encontrar criterios La modernidad es la época de la crífica, al menos eso se suele añrn_lal.'lretorl—
para que sea posible el
adecuado discernimiento de los espíritus y, consig camente. En oposición a esa actitud se acostumbra a señalar que la rehglofx es la
uientemente, la separación
del grano de la paja. En este sentido, los más genuin muestra más característica de aquellas etapas de la historia humana domnjadas
os representantes de las di-
ferentes tradiciones religiosas han hecho uso en por la aceptación incondicional, acrítica, de un universo de representaciones
todo momento de la crítica de
la religión en la forma de aífica religiosa de la religión, y conductas impuestas coercitivamente por unos poderes teolf)glco-polltfcos
la cual, por regla general,
acostumbra a ser más incisiva y radical que la mera actualmente completamente superados. Son muchos los que están convencvlydos
eritica funcional de la religion®.
En estas primeras décadas del siglo XXI, en relació de que no existe ninguna posibilidad de mantener al mismo tiempo religión y
n con el estudio e inter-
pretación de los fenómenos religiosos, es import
ante no dejarse arrastrar por erítica". Desde posiciones ideológicas bastante diferentes, sobre todo_ durante los
dos corrientes que, según nuestra opinión, aunque sesenta, setenta y primeros ochenta del siglo pasado, este ConVenCJ:cme/ntO fue
aparentemente antitéticas,
son igualmente inadecuadas y, en el fondo, no compartido por muchos, que consideraban que la hístoria, por medxacmz} de la
disciernen ni valoran en ellos lo
que es fundamental y constituyente. Por un critica inherente a los propios procesos históricos, ya se encargaría d? dlsollver
lado, las posiciones que mantienen
puntos de vista y proyectos con caracteres fundam los «restos y periferias religiosos» que, transitoriamente, aún se mantenían más o
entalistas, las cuales afirman
una decidida voluntad de salvaguardar —y, muy menos en vida en nuestras sociedades,
a menudo, intentan imponerse
con la ayuda de «argumentos» físicos o Psíqui Sin embargo, estamos convencidos de que tanto la religión como la con-
cos— no lo que es findamental
en toda religión, sino simple y llanamente | ciencia critica tienen en común el hecho de poder ser críticas. Lo son por razo-
unas determinadas estructuras de
poder. La crítica que hacen de la modernidad - nes distintas. Además, el alcance de sus respectivas criticas no es exactamente
no s una auténtica búsqueda
de criterios (kritiké tékhne), ahora tan necesaria
y terapéntica, sino un simple
rechazo inspirado en sinrazones con un marcad * CET. Duch, Sinfonía inacabada. La situación de la tradición cristiana, Madrid, Caparrós, 2002, págs.
o cariz estratégico y táctico. Por
el otro, aquellos enfoques que, presentándose 147-202. -
como los últimos herederos del
«proyecto ilustrado», creen que lo religioso —no ' C£l especialmente N, Luhmann, Funktion der Religion, Frankfurt a. M., Suhrkamp, 1977; ídem, |
las religiones históricas— ha sido La religión de la sociedad, Madrid, Trotta, 2007
7 C£ H. Ltibbe, Religion nach der Aufelinmg, Graz-V
iena-Colonia, Styria, 1986.
" Véase el importante estudio de R. Schaefller, Religion und kritisches Bewusstsein, Friburgo-
* Hemos considerado esta problemática en Religión y mundo Múnich, Karl Alber, 1973, que pone justamente de relieve lo que críticamente significa la religión
moderno, Isbodución al estudio de
fos fenómenos relígiosos, Madrid, PPC, 1995, 1.3.2,
Y 1.3.3. Véase lo que exponemos en el cap. T (4.3)
Cuando sc la interpreta en clave profética o sapiencial. Del mismo autor, véase Die Religionskritit
sobre la crítica funcional y La critica religiosa de la religión. sucht ihren Partner. These zu einer emcuerten Apologetik, Friburgo-Basilea-Viena, Herder, 1974. Ambos
Estudios no han tenido el eco que, según nuestra opinión, se merecían.
12
13
el mismo. La conciencia- crítica tiene como misión el dominió
de su- propia
Crisis en tanto que es una situación especial de su misma historia. eemos que son muy pertinentes las palabras de la'ant'xtfpólogadbritánica M;Z
La religión,
en cambio, tiene como misión comprenderse a partir de la crisis otglas: «La religión de cada persona depende del individuo y de sus necesldl -
en tanto que
ésta constituye su condición de constante posibilidad”. Si, en s auténomas y, desgraciadamente, [en el momento presente], existe una ls
la diversidad de
espacios y tiempos, la conciencia critica ha sido conducida e nformidad entre las necesidades de los sacerdot_es, m‘asestros y pmfe;ores, y :s
incluso precipita-
da por su historia concrera a una crisis con características muy
particulares, en de aquellos a los que predican, enseñan- Y’adoctrm;m» 1Y creemos rm(ie:;;n
todo momento la crisis insuperable de la religión, por su parte, ha dado e que fodos tenemos necesidad de religión, en parf¡'cu ar qmen&dsl no s -
Jugar
es contra ctg¡;í¿pgí
a su historia peculiar. El deus semper maior, para utilizar una expresi
ón teológica st necesidad. «La relación que tenemos con la rehglor/¡
de la gran tradición, es la expresión de la situación crítica de quienes no es una necesidad, precisamente por esa razlon e].; ut}e; r;fecízl ue_ De
la religión, que porque la rel gi:l g ..
no cesa de encontrarse entre la proximidad y la lejanía de Dios. En ninguha otra cosa puede decirse lo mismo...
cambio, la desde - ¡?u;to e
plasmación de la existencia humana en cada hic et nunc es la coñla vida misma... La religión no debe considerarse
concreción his-
tórica, siempre provisional, de la crisis de la conciencia crítica?. de la utilidad, sino de la vida. Una religión que se preocupa principalmente por
La religión y ; ;
la conciencia crítica pueden aprender mucho de sus Tespecti y utilidad es testigo de su propia degeneración»'*.
vas expresiones, Por todo ello, creemos que es pertinente, urgente y aconsejable ?lar'¡Eeat lal
porque todas ellas a su manera ponen de manifiesto que el
ser humano, para pregunta «qué es religión hoy» porque —ésta es nuestra profunda convicción— ú;e
proseguir la actualización, siempre provisional y deficiente, de
su auténtica hu-
manidad en los variables contextos en que se halla, debe existir r humano, dado que por un lado no puede dejar de ser un hemim-r de múl-
como presente tiples y con frecuencia irreconciliables hefenclas, y que, por el otro, 5161-11pre fe
crítico (conciencia crítica) y como utopía (talante escatológico).
Entonces consti- esicontrará sometido a los imprevisibles e ineliminables efectos’de la contingencia,
tuirá realmente un universal concreto, que vive en la tensión jamás
superada entre activa o pasivamente, por acción o por reacclón;rslempze serd, a menudo con
las urgencias del momento presente y la realización final, que
se hace presente - uria conciencia de ello no demasiado clara, un posible homo religiostis. En defini-
en forma de aquel deseo que permanece siempre a pesar de
las adversidades y tiva, como apuntaba hace ya casi cincuenta años Wilfred C. Smith, «el Pombff
conflictos de la propia existencia:
En el momento presente, la pregunta religiosa surge en lugares encuentra en la religión algo que trasciende las acusaciones de sus críticos»”7.
que a priori Incluso puede añadirse que, en lugares convencionah.'nentc rehgmsos» o no, bus-
10 son los que tradicionalmente han sido considerados idóncos
y fecundos para ca y experimenta en y a través de ella un «plus» de vida, tfascendencm_y recon-
ella. Eso no sólo nos permite subrayar que la problemática en
torno a la reli- ciliación a pesar de las frecuentes incoherencias y perversiones de sus jerarcas y
gión es, al menos hasta cierto punto, independiente de las «confesi
ones», sino doctores oficiales.
también que, con frecuencia, las respuestas religíosas ofrecidas .
por los actuales Una de las afirmaciones más recurrentes de la modernidad europea de ori-
“sistemas religiosos» no satisfacen a los interrogantes que
plantea el hombre gen ilustrado ha sido que los «sistemas religiosos» tradicionales tenfan los días
actual sobre el origen y el término (protología y escatología) que,
desde que hay contados”*. Es evidente que cualquier «modernidad», oriental u occidental, an-
seres humanos en este planeta, han sido, en realidad, los
puntos calientes de tigua o actual, convierte el pasado en problemático. Por €50 10 e sorpren-
toda la problemática en torno a su existencia. Es un hecho
constatado muy a dente que, sobre todo desde perspectivas sociológicas y psicológicas, no sólo
menudo que el «retorno de la religión» —en la medida en que
se puede hablar se afirmase con entusiasmo la irrelevancia creciente de las llamadas arehg)¡(?nes
de un tal «retornor- que se observa actualmente, prescindiendo
de los grupos y positivas*, sino que incluso, de una manera que podriamos calificar de «mítica»,
tendencias con matices fundamentalistas, no suele llevarse
a cabo en el interior
de los cotos eclesiásticos, aunque posea en muchos casos
connotaciones muy ¥ M. Douglas, Símbolos naturales. Exploraciones en cosmiologia, Madrid, Alianza, 1978, pág. 27
religiosas, inclusive peligrosamente religiosas!'. Sobre lo
que venimos diciendo * K. Nishitani, La religión y la rada [1982], Madrid, Siruela, 1999, págs. 37-38.
* Vérse Schactller, Religion und kritsches Beumsscein, pigs, 100-104. 7WC. Smith, El sentido y el fin de la religión [1962], Barcelona, Kairbs, 2005, pág. 21.
8 C£ ibídem, págs. 105-106. "* C£ L. Duch, De la religió a la religió popular. Religió entre il-lustració romanticisme, Montserrat,
"* Somos muy escépticos respecto al aretorno» de lo religioso porque estamos Publicacions de P'Abadia de Montserrat, 1980, págs. 132-148,
totalmente " Es importante el estudio, que sc ha convertido en un clásico, de Th. Luckmann, La religión
convencidos de que no hay tal retorno por la sencilla razón de que no ha habido
con anterio. invisible. El problema de la religión en la sociedad moderna, Salamanca, Sigueme, 1973, especialmente
ridad una «alida> de o religioso, sino simplemente una suerte de desfigurzción,
represión u €l capítulo 11, que pone de manificsto que la religión (el cristianismo occidental) ha huido del
ocultación.
centro de la sociedad y se ha trasladado 2 las periferias sociales y cuiturales, Luckmann nunca ha
14
se llegase al convencimiento «casi teligioso» de que, como consecuencia de
los Creemos que, como apunta George Steiner, «todas las construcciones hu-
victoriosos procesos de secularización, en el mejor de los casos se convertir
ían añas son combinatorias, lo cual no significa más que son mefíím r‘ealxzados
en unas reliquias insignificantes del tejido social (direcramente
emparentadas ot tna:seleccidn y combinación de elementos preexistentes»®. Más que !a
con la esuperstición»), y, en el peor, desaparecerían sin dejar el
menor rastro. Es creación en un sentido estricto, lo que es propio del ser humano es l‘a posi-
indudable que el hundimiento del Antiguo Régimen aceleró la pérdida
del du- dad: de configurar innumerables, y en ocasíonesl inédxtás, combinaciones y
gar social» que con anterioridad e indiscutiblemente había poseído
el «cosmos clásificaciones de lo ya existente, de aquellos materiales físicos y mentales que
sagrado» tradicional, el cual había sido un artefacto insustituible
y eficaz para están ahí a su disposición para que puedan irrumplr» —en ocasiones revol{)clo—
la legitimación y el correcto funcionamiento de la gran maquinar
ia política y “pariamente— en el horizonte humano nuevas exposiciones y representaciones
jurídica de los Estados del Antiguo Régimen. Refiriéndose al moment
o pre- de sí mismo que le ayuden a plantear y resolver —por desco¡fcador siempre pro-
sente, Charles Taylor designa la nueva situación que está imponiéndose
en la visional y limitadamente— el apremiante misterio de su propia ex¡s?tencla, de su
cultura occidental con la expresión «final del equilibrio postaxial»?”. En efecto,
presenciá —siempre en forma de representación, es decir, de ausencia, de [.Jresen-'
en la sociedad tradicional europea, a partir de una supuesta religación (percibid
a cia vicaria— en su mundo cotidiano. Toda religión no es sino un comple_¡o.y, en
como inmediata) del soberano con la divinidad («derecho positivo divino»),
“ocasiones, caótico proceso combinatorio de materiales lingiíí-suws,- emociona-
se legitimaban tanto las diversas fisonomías adoptadas por el «poder»
como su “ es y materiales, que se despliega a lo largo y ancho de espacios y tiempos con
mismo ejercicio, aunque en muchos casos se tratase de un ejercicio
del poder “la finalidad de ofrecer respuestas al interrogante que en sí mismo es totalmente
sacropolítico manifiestamente injusto y opresivo para una
gran mayoría de los imposible de responder, esto es, al misterio del hombre, a los mtelírogantes fun-
habitantes. Lo que sí nos parece bastante evidente es que la imagen
de Dios de dacionales y constituyentes de lo humano como tal (por qué la de, la muerte,
la tradición enropea clásica ha muerto™. Con esa afirmación
no expresamos el mal, el destino, de dónde venimos y adónde vamos, si hay alguien que nos
nada nuevo. Cada uno a su manera y con los toques biográficos
que los caracte- espera al otro lado del río, etc.). — .
rizaba, Pascal en el siglo XVII, Kierkegaard y Nietzsche en el XIX,
ya plantearon No es novedoso ni arriesgado afirmar que la religión —toda religión—, casi
esta problemática con suficiente claridad y potencia expresiva.
Todos ellos, es- sfempre con gran claridad, pone de manifiesto la ambigiiedad que acompaña a
pecialmente los dos últimos, profetizaron lúcidamente las sangrient
as e inseñsa- la- existencia del ser humano de todos los tiempos, religiones y culturas; am-
tas locuras del siglo XX, un siglo de violencia genocida, y además
contradijeron bigiiedad que es, individual y colectivamente, el fiel reflejo —tal vez, el más
frontalmente las optimistas previsiones históricas de Hegel, el cual
creía que los indicativo— de la íntima e indestructible constitución histórica, pero que no es
despliegues históricos no eran sino la veraz y puntual autobiografía
del mismo sencillamente reducible a ella e identificable con ella, de todos los seres hu-
Espíritu en el tiempo®,
manos sin distinción de sexo, religión, raza o cultura. Es harto evidente que la
crefdo en el final de la religión, sino que, de una manera muy durkheimiana, afirma su persisten- historia religiosa de la humanidad es un inmenso cajón de sastre en el que se
la en las sociedades modernas mediante un conjunto de transformaciones importantes, encuentran mezclados sin orden ni concierto lo mejor y más honorable junto
pero en a las aberraciones más espantosas, despiadadas y estremecedoras. De ahí que el
ningén caso se trata de desapariciones (c£ Th. Luckmann, «Religion
in der modernen Gesell-
schaf», en Th. Luckmann, Lebenswelt und Geselischafi. Grandstraleturen análisis de la religión como «estructura de acogida» constituya una empresa de
und Seschichtliche Wandlun-
$em Paderborn ef al,, El Schóningh, 1980, págs. 165-169). Siguiendo a Charles Taylor, la objeción gran complejidad en la que, inevitablemente, los trayectos y peripecias biográ-
que puede hacerse a la opinión de Euckmann deriva de la posibilidad de que, en el momento ficas del analista también influyen, a menudo decisivamente, en los juicios y va-
loraciones.A pesar de esas indiscutibles dificultades, creemos, la reflexión critica
presente, nos encontremos en una ssociedad posdurkheimianas (cf. Ch. Taylor, 4 Secular
Age, (con criterio) y responsable sobre la religión es una tarea indeclinable porque la
Cambridge [Mass.]-Londres, The Belknap Press of Harvard University Press, 2007, págs, 487-492
Y 515-518), en la que el vínculo social experimenta una erosión de magnitud «religión» es un factor constituyente de los humanos que, implícita o
notables proporciones. explicitamente, interviene —a menudo, de incógnito— en la gran mayoría de las
* Cf. Ch. Taylor, Inaginarios sociales modernos, Barcelona-Buenos Aires-Mé
xico, Paidós, 2006, formas de presencia del hombre en su mundo cotidiano. En el libro, ya clásico,
Pigs. 68-69. Es, sin embargo, en A Secular Age, cit., en donde Charles Taylor plantea con
rigor la de Émile Durkheim Las formas elementales de la vida religiosa se afirma: «Hay algo
problemitica en torno al final de la época durkheimiana en el ámbito religioso.
* Sobre esta problemática remitimos a nuestro estudio Un extrario
eterno en la religión que está destinado a sobrevivir a todos los símbolos particu—
en nuestra casa, Barcelona,
Herder, 2007. lares con los que sucesivamente se ha recubierto el pensamiento religioso [...].
A Véase J. D. Caputo, Sobre la religión, Madrid, Tecnos, 2005, pág. 74.
5 G. Steiner, Gramáticas de la creación, Madrid, Sirucla, 2001, pág. 147.

16
17
Lo eterno en la religión es el culto, la fe»”*.Y también; en directa confrontación ntenido del término «eligión» resulta mucho más difícil de ceñir y concre-
con muchos críticos de su tiempo, escribe: «[La religión] parece que está llama- tar, ¢ incluso más allá de las banalidades y gencralizaciones im¡?uestas por los
da más bien a transformarse que a desaparecen®.Al margen de las actitudes y édios de comunicación y por los habituales prejuicios negativos en contra
sentimientos concretos de los individuos respecto a ella, la religión es un «uni- ¢lla, puede llegar a mostrarse como una r?didad totalmente) descon?c¡dz.
versal culturaly, que adopta las formas lingtiísticas más insólitas —en ocasiones, al vez pueda aplicarse con razón a la religión lo que Agustín de Hipona
incluso totalmente extrañas y aparentemente opuestas a las que son operativas ecía del tiempo: cuando no me preguntan qué es, sé 1:? que es, pero cuando
(0,al menos eso se pretende) en un ámbito religioso determinado”. me lo preguntan, no lo sé. Eso puede dar lugu, más allá de las tnvlalnhdades y
Habida cuenta de los cambios tan profundos, acelerados y significativos que ugares comunes que con harta frecuencia cucL}lan en nuestras some‘dades, a
está experimentando nuestra sociedad, creemos que es de la máxima urgencia ña singular y desconcertante paradoja: la religión es la «gran conocida des-
proceder críticamente a un replanteamiento de las cuestiones en torno a la reli- onocida». .
gión.A primera vista la respuesta a la pregunta «qué es religión» puede parecer Hace ya algunos años, de forma un tanto provocativa, el_ antropólogo nor-
que no ofrece ningún tipo de dificultad. Una gran mayoría de hombres y mu- eamericano Jonathan Z. Smith advertía que los p]anteamle-ntos y construc-
Jeres, creyentes y no creyentes, eruditos o no, cree saber con bastante precisión ciones que los estudiosos hacían de las religiones solian ser simples p-ro-(%uctos
lo que se encierra bajo el término «eligión». Incluso en unos tiempos como 'más o menos sofisticados de su imaginación. «No hay datos para Lu religión. La
los actuales, inmersos en un profundo y creciente analfabetismo religioso, son religión es solamente [solely] la creación del estudio de los in}res‘tt}gadcres..Para
rarísimas las personas que no poseen algunas ideas —a menudo simples tópicos los: propósitos analíticos de los investigadores se crea por med;acmn-de su ima-
Y lugares comunes— sobre lo que es la religión. También es cierto, conviene . ginación con la finalidad de comparar y generalizar las distintas mamfestfaclones
subrayarlo con fuerza, que con cierta frecuencia se entiende por religión lo que religiosas”. Evidentemente, no tomamos el adverbio solely en un sentido al?—
la religión no es o no debería ser. Pero en cualquier caso, a muchos les parece- soluto, pero sí que es indiscutible que la ficción como consecuencia del trabajo
ré una completa pérdida de tiempo plantear el interrogante que constituye el de la imaginación —y aquí cabe recordar el famoso adagio de Max Weberf facta
tema de fondo del presente estudio. Tampoco debería olvidarse que la religión, sunt ficta- no sólo se halla presente en lo que pensamos, hacemos y sentimos,
como expresión de lo que es y, por encima de todo, de lo que más íntimamente sino que a menudo actúa como un poderoso factor constituyente de nuestros
aspira a ser el ser humano, participa a menudo de incógnito en lo que éste pien- pensamientos, acciones y sentimientos. En relación con el estudio de los fenó-—
sa, hace y siente en su periplo existencial desde el nacimiento hasta la muerte. menos religiosos —creemos— esta sabia advertencia es de una impcrtancia» capi-
Y conviene recordarlo: el pensar, el hacer y el sentir de los humanos, porque tal, porque nos alerta contra los peligros de confundir la auténtica experiencia
inevitablemente acontece en la historia, tiene como indeleble sello distintivo la religiosa con las descripciones e interpretaciones que la imaginación de los
ambigiiedad. Por eso la historia de la humanidad nos muestra de manera incon- investigadores hacen-de ella. .
trovertible que la religión, como quintaesencia de la ambigiiedad humana, ha Una de las premisas de esta exposición es que, aunque con muchísima
dado lugar -y continuará dando lugar— a lo mejor y a lo peor, a la santidad y a frecuencia sea una tarea muy ardua y complicada la determinación de lo que,
toda suerte de inhumanidades y perversiones. en cada aquí y ahora concretos, es la religión, el ser humano, para bien y para
Sin embargo, si más allá de los tópicos y las ideas acríticamente recibidas mal, siempre será un posible homo religiosus, cuya actividad como tal a menudo
© impuestas se procede a una indagación de los universos religiosos con más se manifestará mediante formas y fórmulas sorprendentes e, inclusive, vistas y
precisión y seriedad, y si se los analiza con un mínimo de espíritu crítico, el calibradas tanto desde la perspectiva del establishment eclesiástico como de los
posicionamientos anticlericales de cada momento histórico, como profunda-
* El Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, El sistema totémico en Austraia (1912), mente irreligiosas o antirreligiosas. Parece harto evidente que, en las primeras
Madrid, Akal, 1982, pigs. 397 y 400 (subrayado nuestro). décadas del siglo XXI, la tarea de describir y examinar las determinaciones
5 Tbídemn, pág. 400, Desde su perspectiva axiológica y metodológica, J. Hick, An Interpretation
of Religion. Human Responses to Transcendent, Londres, Macmillan, 1991 (reimpr), págs. 21-22, tm- % 1. Z. Smith, Imagining Religion. From Babylon to Jonesiown, Chicago, University of Chicago
bién señala como dato histórico indiscutible la universalidad de la religión 0, al menos, de lo Press, 1982, pág, XI: véase adernds idem, págs. 200-292. R.T. McCutcheon, Manufacturing Religion.
que,
en la variedad de espacios y tiempos, funcionalmente realiza las tareas de la religión. The Discourse ot sui generis Religion and the Politics of Nostalgia, Nueva York-Oxford, Oxford Uni-
* CEL Duch, dLa Religió: Universal Culturab», en La substincia de Pefimer. Assaigs d'antropo- Versity Press, 1997, ha elaborado un modelo interpretativo de la religión basado fundamental-
logía, Montserrat, Publicacions de lAbadia de Montserrat, 2002, págs. 45-70. mente en la propuesta de J. Z. Smith.

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históricas y- culturales de lo religioso-es Un- asunto
sumiamente complejo. e,
incluso, bastante problemático porque es una situación que, prctaák como si se tratara de una superación o eliminación de la misma
prácticamente, no bilidad religiosa estructural del ser humano. Ha de tenerse en cuenta el
riene precedentes significativos en el pasado más o menos
próximo de la cul- _¡—e impacto —a menudo de manera sumamente acrítica y con man-c?s
tura occidental. En el pasado reciente, creyentes y no
creyentes creían saber rácter metafísico, a pesar de las reiteradas profesiones de «antimetafisici-
con pelos y señales lo que era la religión dominante en
su espacio geográfico, » -que tuvo el «darwinismo social» entre los estudiosos de los' /fenómenos
cuáles eran sus representaciones habituales, qué conductas
imponía a los fieles, gi0sos, ya sea, por un lado, como si se tratase de una clegenerac¡_on o regre-
cómo se articulaba el calendario litárgico, de qué tipo de
poder disponían los Ón de la humanidad (por ejemplo, por parte de Wilhelm Schmidt y la ua—
jerarcas religiosos, etc. En la actualidad, con la excepción
de las articulacio- ada escuela de Viena), o bien, por el contrario, como si fue'nj¡ un pro-gres?jro
nes religiosas con rasgos fundamentalistas, con frecuencia no resulta
nada ficil icteversible paso hacia delante en el camino del hombre hacia la realización
determinar con alguna precisión las fluidas fisonomías y
rasgos dominantes plenitud de su humanidad”. De la misma manera que es completamcrfte
adoptados por lo religioso. En cualquier caso, creemos, deben
evitarse a toda eal'y absurdo afirmar el «final de la historia», también lo es —y por las mis-
costa los «optimismos definitorios» porque la religión, de la
misma manera que razones— el del final de lo religioso aunque se produzcan importantes co-
la poesía o la danza, se sustrae a todos los intentos de acotarl
a y encorsetarla entes de desafección respecto a las religiones oficiales. Creemos que no es
rigidamente dentro de los límites impuestos por las ortodox
ias clericales, po- gerado afirmar que en numerosas ocasiones la secularización no ha sido un
líticas o culturales.
toma del eclipse de lo religioso, sino más bien de la progresiva devaluación
Una de las consecuencias más notables de la modernidad
ha sido que, por sujeto religioso colectivo que ha tenido lugar en las sociedades occidentales
lo general, los «definidores oficialess de las distintas facetas
de la realidad ya no avor del sujeto religioso individual, incluso con frecuencia mediante formas
disponen de la omnímoda e indiscutida capacidad de
antaño para establecer
dogmáticamente sus dimensiones y atributos. Sin exagera
r demasiado puede ación no se aleja de la realidad de los hechos, sino que, de alguna manera,
afirmarse que el «imperativo herético» (Peter L. Berger)
ha llegado a ser una os-confirma®.
necesidad casi ineludible después de que «el mundo
dado por garantizado» (the Siguiendo las pautas de la critica clásica de la religién del siglo x1x, se po-
World taken for granted) (Alfred Schiitz) haya perdido
la autoridad indiscutible y dría llegar a pensar que el homo religiosus ha sido sólo una etapa provisional y
autoevidente que, con poquísimas excepciones, poseyó
en el pasado. En una fugaz en el camino histórico de la humanidad; etapa que, en nuestro tiempo,
situación como la actual, marcada por un cierto
antinomismo, la determina- Ya habría sido completamente superada, subsistiendo sólo algunos «restos re-
ción de lo que, aquí y ahora, es la religión ya no es
tanto una cuestión del ligiosos» irrelevantes, con un carácter más o menos folklérico y costumbrista.
«sujeto colectivo» y de las centrales eclesiásticas, que antaño
ejercían un rígido Ahora bien, conviene subrayar que, mientras la contingencia sea el «estado
control, a menudo con la ayuda del «brazo seculan, sino natu-
que se trata más bien Tal del ser humano, no creemos que sea posible la superación definitiva
de un asunto que atañe de una manera casi completament de sus
e desconocida en el posibilidades religiosas, porque en realidad la religión no es sino una
pasado a la esfera de la conciencia individual, al señal de la
fuero interno de hombres y insuperable cuestionabilidad del ser humano debida a la inextirpabl
mujeres, a una intimidad que es inaccesible a la supervisión e presencia
y al control de los Y actividad en él de la contingencía. El ser humano, si se mantienen
aparatos eclesiásticos y civiles. las pre-
guntas fundacionales (¿por qué la vida, la muerte, el mal, el amor,
A causa de lo que acabamos de expouer, la transformaci el odio, etc.?)
ón del sujeto re- que lo constituyen como ser finito e interrogativo, y que indefectib
ligioso, a partir sobre todo del siglo XVI, ha tenido unas lemente le
consecuencias fácil- acompaian desde el nacimiento hasta la muerte, siempre será
mente observables en casi todas las dimensiones de un posible homo
la cultura occidental y, por Teligiosus; siempre gozará de la posibilidad de solicitar, dentro
consiguiente, también en la esfera de la religión. Enunci o fuera de él, la
ado muy esquemáti- ayuda de alguien o de algo que le ofrezca pautas y criterios orientativos para
camente, es: el paso del sujeto colectivo —el llamado,
en la Edad Media, corpus dominar —aunque sea provisionalmente— la contingencia y, de esta
christianum— al sujeto individual, que se ha impuesto, positiv manera,
a y negativamente, Degar a ser capaz de encontrar —aunque sea de forma decisionista—
cada vez con más empuje en la modernidad europea, algún sentido
convirtiéndose en su re- asu vida cotidiana, a las peripecias, a menudo tan
ferencia más destacada y significativa. En muchas ocasion banales e intrascendentes, de
es, sobre todo desde
mediados del siglo XIX, tanto desde posiciones conven
cionalmente religio- * Véase lo que expondremos en el capírulo 4 sobre el impacto del evolucionismo en el análi-
335 como presuntamente laicas, esta transición en forma de Sis y ponderación de los universos religiosos.
constantes cam-
bios sociales ~por otra parte, fácilmente constatables a * Véase lo que decimos en el capítulo 3 sobre la secularización.
primera vista— ha sido

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su existencia. O, como apunta Hans Blumenberg; el ser humano siempre tendrá estos-fltimos cuarenta años, con la finalidad de deslindar un poco el
a su disposición algún medio adecuado —por ejemplo, el mito o la religión o la
‘g‘tar‘) confuso y desengañado en el que actualmente se plantea la pregunta
imaginación— para dominar —0, al menos, intentarlo— el opresivo, y en ocasio-
nes mortal y apabullante, imperialismo de la realidad®.A propósito de todo eso, 1050, Esto es, la encarnación de lo religioso en nuestro momento histórico.
¿¡r de la enorme crisis que en el momento presente experimentan las reli-
Haupt y Langewiesche escriben categóricamente:
« oficiales, cada vez nos parece más evidente que la constitución Ialiglosfl
¢r humano es un dato indiscutible e insuperable. Buena prueba de ello f
El sígnificado político-nacional de las actitudes religiosas o confesionales no
que la creatividad religiosa de los humanos continúa deparándonos incon-
desapareció en modo alguno en el proceso de secularización. Cuando en los si- es:sorpresas e irrumpe en personas, marcos y ámbitos sociales y culturales
glos XIX y XX lo religioso se trasladó de forma creciente desde el espacio públi-
- desde un punto de vista «racionalistar, no son Di mucho menos los més
¢o al privado y cada vez más personas buscaron vivir la religiosidad fuera de las
picios para ello. In statu nascendi, las irrupciones de lo religioso en las socie-
instituciones eclesiásticas, no surgieron sociedados irreligiosas. Por el contrario, casi siempre han sido prodigiosas, imprevisibles e intrigantes.
les humanas
a pluralidad religiosa aumentó cuando los mercados religiosos de Jas sociedades tamos convencidos de que lo fundamentalmente portentoso y admirable del
modernas se sustrajeron a la dominación de las iglesias establecidas”. “humano de todos los tiempos se debe justamente a su estructural capacidad
giosa, que es apta para mover montañas y derribar barreras inconmovibles,
Por su parte, Zygmunt Bauman ha señalado con contundencia que ara hacer posible lo imposible y para imaginar el más allá de la muerte, es de-
r, el cielo nuevo y la tierra nueva. Eso no es óbice para que tengamos plena
si se acepta, como yo hago,la definicion de religión de Leszek Kolakowski, que
conciencia de que, históricamente, la religión ha dado lugar a lo mejor y a lo
la considera la admisión de la insuficiencia humana, la religión se convierte en
ot a saludables procesos de humanización y a las mayores perversidades y
algo mucho más universal que ninguna iglesia, liturgia o evangelio en particular safueros. Eso ha sido así —y continúa siéndolo— porque las religiones no son:
...} Nosotros, los humanos, somos criaturas defectuosas, seres finitos que pien- sino as traducciones más fieles de ese ser paradójico, indefinible y sorprendente '
san en el infinito, seres mortales dolorosamente tentados con la eternidad, seres
que es el hombre en el día a día de su paso por esta tierra. Otro posible titulo
inacabados que soñamos con la completitud, seres inciertos hambrientos de cer- para esta obra sería El más allá del más acá, y expresaría adecuadamente no sólo
tidumbre. Somos desesperadamente insuficientes.Y, por esa razón, bien somos lo:que intentamos exponer, sino sobre todo nuestra posición personal ante los
irrevocablemente religiosos, [...] bien estamos condenados irremisiblemente a fenómenos religiosos, porque estamos completamente convencidos de que la
buscar desesperadamente un escape a esa desesperación, una de cuyas alternati-
«nentralidad» y la objetividad sin fisuras no son posibilidades humanas reales
vas posibles es la religión”. aunque retóricamentese den por descontadas.
En ciencias humanas la objetividad se limita a ser un buen deseo que, evi-
dentemente, el investigador debe intentar con todas sus fuerzas poner en pric-
En este libro hemos pretendido ofrecer los aspectos más importantes de la tica, aunque un sano realismo nos muestre que se trata de una empresa en ella
reflexión antropológica sobre los fenómenos religiosos que hemos llevado a Tnisma imposible, que resulta imposible a un ser como el humano que es al
mismo tiempo un ser lógico y un ser patético. En realidad, lo que designamos
* Sobre esta cuestión, of. H. Blumenberg, Trabajo sobre el mito, Barcelona-Buenos Aires-Mé- con la expresión «factor biográfico» incide decisivamente, muy a menudo de
xico, Paidós, 2003, y nuestra interpretacién del pensamiento blumenbergeriano en L. Duch, Mito, facógnito, en nuestro discurso sobre los fenómenos religiosos. Somos plena-
interpretación y cultura. Aproximación a la logomítica, Barcelona, Herder, 22002, páps. 428-443. Vease mente conscientes de que en este libro sólo nos hacemos eco, a menudo muy
también E J. Weez, Hans Blumenberg. La modernidad y sus metáforas Valencia, Alfons el Magninim, brevemente, de algunas cuestiones concretas, sin abordar algunos otros temas
1996, págs. 77-95:y el conjunto de estudios reunidos porA. Borsari (ed.), Hans Blumenberg. Mito, de indudable importancia en la actualidad como son, por ejemplo, el culto, el
metafora, modernira, Bolonia, I Mulino, 1999,
mito, las relaciones entre lo religioso y lo político, los feminismos y la religión
* H.-G. Haupt y D. Tangewiesche, «Introducción», en op. áit., págs. 25-26. Véase además H. O los complicados procesos de institucionalización de lo religioso. Estamos fir-
Lehmann, Jenseits der Sákularisiermesthese, Religion zwischen Kunst und Polítik, Gotinga, Wallen-
memente convencidos de que casi todas las posibilidades y limitaciones del mé-
stein, 2004, págs. 178-190. todo que hemos venido utilizando en los estudios que hemos elaborado sobre
*? 7. Bauman y K. Tester, La ambivalencia de la modernidad y atras conversaciones, Barcelona-
€sta temática aparecen claramente reflejados en el texto que ahora ofrecemos,
Buenos Aires-México, Paidós, 2002, pág. 181. Cuyo objetivo es, por un lado, abrir cauces, siempre tentativamente, a quienes se

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interesan por un conjunto de fenémenos que han tenido y continúan tenierido
una singular importancia en la existencia humana, justamente porque constitu- ¡¡ue'prácticamente están siendo expulsadas de la universidad, les somos
yen una de las concreciones más significativas de su ambigtiedad constitutiva y ores por la labor científica, universitaria y editorial que llevan a cabo. Mu-
de su insuperable sujeción a la contingencia.Y, por el otro, intentamos, a partir -otros amigos en conversaciones, trabajos comunes y pmpu?stf¿s me ]_nn
del estudio de las manifestaciones histórico-culturales de lo religioso en nuestro mpañado y ayudado de muchas maneras a lo largo de estos t]lnmos años.
espacio y tiempo, proponer un diagnóstico del momento histórico que nos ha Con ellos he tenido la oportunidad de discutir y ponde-rax no ?olo los temas
tocado en suerte vivir, porque lo religioso —tal es nuestro convencimiento— no fe aquí se exponen, sino otras muchas cuestiones que, directa o md¡rectamefnf
es una provincia aislada y autosuficiente de lo humano, sino que, desde el na- e, tenían algo que ver con el método y las premisas ide nue@tra,compre'nslon
cimiento hasta la muerte, para bien y para mal, abiertamente o de incógnito, 4 antropologia. Siempre hemos creído que la praxis íantmpoloiglca, si no es
está presente en todas las peripecias —las «historias»— del hombre y la mujer a empresa dialogal, se suele convertir en un parloteo msust.af]clal y anodino
concretos. “lágado de lugares comunes, vacío y carente de la menor utilidad. Porque las
Lo que caracteriza a las ciencias humanas, por lo menos tal como nosotros ciencias humanas, contrariamente a lo que tan frecuentemente se dice por par-
las entendemos, es su carácter perspectivístico, lo cual implica que los resultados de un gran número de autoridades académicas que se encuentran bajo los
obtenidos han de ser considerados y ponderados efectos letales de la tecnofilia, son extremadamente Gtiles para que mujeres y
en clave de relacionalidad, sin
que en ningún momento el investigador concreto pueda aspirar a ofrecer una hombres adquiramos criterios para orientarnos en los tan a menudo peligrosos,
visión exhaustiva y definitivamente cerrada de su campo de estudio, en este azarosos y confusos caminos de bosque de nuestra existencia cotidiana. Eso es
que los antiguos con razón designaban con el nombre de sabiduría. Por ello
caso el de la religión. En relación con lo que acabamos de apuntar, la modestia
no es una virtud, sino la realidad dura y cruda que se desprende de la misma me resulta gratisimo manifestarles a todos ellos aquí mi agradecimiento más
condición del ser humano —de todo ser humano—, que, ín statu viae, sólo alcanza
sincero y cordial.
a entrever, sin duda siempre nebulosa y equívocamente, algo de la totalidad por
Lluís Duch
mediación de los fragmentos, con frecuencia quebrados y harto desconectados,
Montserrat, julio de 2011
de eso que llamamos «realidad». Durante casi cuarenta años hemos intentado
modestamente llevar a cabo una aproximación antropológica a los fenómenos
religiosos que, sin olvidar minca la ambigiiedad que está presente en todo lo
que piensa, hace y siente el ser humano, permitiera vislumbrar aunque fuera
fugazmente no sólo la indiscutible calidad humana de lo religioso, sino espe-
cialmente la indefectible presencia del más allá, incluso a contrapelo, en todas
nuestras etapas y peripecias de seres en situación de éxodo, finitos, pero sedien-
tos de infinito, de plenitud y de reconciliación. La existencia humana, se tenga
conciencia de ello o no, siempre no sélo se halla abierta al misterio, sino que, en
y por ella misma, participa directamente de él porque es parte integrante de él,
esto es, de la insuperable e insuprimible relacionalidad que hay entre «Dios»,
«Hombre» y «Mundo».

Gracias a la invitación de mis amigos Victoria Cirlot y Amador Vega se me


brindó la oportunidad de ofrecer a sus alumnos de doctorado de la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona algunos fragmentos de este libro. También debo a
su gentileza la publicación de este estudio en la prestigiosa colección El Árbol
del Paraíso por ellos dirigida. Me es sumamente grato manifestarles aquí mi más
profundo y sincero agradecimiento. Todos cuantos nos sentimos vinculados a
una u otra de las ciencias humanas, sobre todo en un momento como el actual

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