ADÁN
ADÁN
ADÁN
Adán comenzó siendo una historia la cual quería empezar con el fin de
poder mostrarle al mundo lo que escribo y como escribo. Sin embargo,
poco a poco y debido a muchas cosas, escribir este libro dejo de
emocionarme por X o Y motivo. Me daba miedo la idea de que, al
público, es decir, ustedes no les gustara. Pero sé que no a todo el
mundo tiene que gustarle, ¿verdad?
Pero he vuelto trayendo esta historia para mí y para ustedes, sea
apoyada o no, sé que estaré feliz de haberla escrito y publicado.
Hacer esto me da algo de vergüenza, pero supongo que la
presentación es algo importante, así que… Mi nombre es Isabella, este
es el primer libro que escribo completamente y el primero en ser
publicado.
Prólogo
2 de junio de 2019.
Zagreb, Croacia.
Dione.
Tomo un trago del jugo que Dalia me ha ofrecido en su casa. Lia se ha
convertido en mi mejor amiga desde que Milan se fue, ha estado
conmigo en las buenas y malas y no me ha dejado sola.
—Dione, levanta el ánimo, ¿quieres? —me dice ella, reprendiéndome.
Dejo el vaso encima de su pequeño y bonito escritorio y voy hacia su cama en donde ella
está sentada con un gesto preocupado.
—Deja de estar triste. Milan algún día volverá, ¿okey? —dice mientras me siento junto a
ella y comienza a acariciar mi espalda.
—Lo sé, Lia, créeme que lo sé. Pero Milan es el chico que me gusta, es decir, si Thiago se
fuera por quien sabe cuánto tiempo, ¿no estarías igual? —menciono al chico con el que
esta saliendo.
—Claro que sí, pero no puedes estar así toda la vida. Además, Milan no es tu novio, ¿o
si?
—Por supuesto que no —respondo de mala gana ante su pregunta—. Pero es una
persona especial para mí, así como mi familia y tú.
—Lo que digas —se da por vencida finalmente.
Luego de estar más de cuatro horas en su casa, aún me siento mal por la partida del
chico que me gusta, la cual fue ayer. Sin embargo, no puedo evitar ponerme triste al
recordar que se fue por tiempo indefinido y nuestra despedida, prácticamente, fue
ninguna.
Aún recuerdo perfectamente como su mirada se apagó al decirme la noticia de que se iba
a París por un tiempo, pero ¿cuánto tiempo exactamente?
Una nueva sonrisa apareció al decirme que cuando volviera me pediría ser su novia
finalmente, con la ilusión llenándole el rostro y pululando su mirada. Movía las manos
nervioso antes de irse y dio exactamente tres pasos hacia mí, para darme el ultimo abrazo
antes de partir junto a su familia.
Estaba feliz por él, juro que lo estaba, pero hubiera preferido que se quedara para estar
juntos, aunque seamos solo dos adolescentes que se gustan y se escapen de su casa por
la noche para ir a la del otro.
Milan tenía una actitud completamente diferente en los últimos días. En todas esas
ocasiones intente preguntar el porqué, pero el siempre cambiaba el tema y simplemente
deje de preguntarle, pues no quería molestarlo. Pero si quería saber cuál era el motivo por
el cual estaba triste. Al final, concluí que le daba vergüenza confesarlo y esperar a que
tomara la iniciativa de contármelo.
Pero el al final se fue y jamás pude saber el motivo de su tristeza, o eso creía.
—“Espérame, Dione” Fue lo último que dijo. Y claro que iba a esperarlo, me llenaba de
emoción esperar el día en el que llegase, pero jamás pensé que en muchísimo tiempo no
espere a Milan y darme cuenta tan tarde de que a él no era a quien esperaba, a quien
venía por mí, sino Adán.
Notita
Holaaa. ¿Cómo han estado? Espero que bien.
Bienvenidas y bienvenidos nuevamente a Adán.
Les agradezco millones de universos por querer leer esta historia. Algunos probablemente
no lleguen hasta el final o se queden a mitad de camino, pero aun así muchísimas
gracias.
Siento que empezamos muuuuuuy bien, ya que esta historia inicialmente no tenía prólogo,
pero me cuestione a mi misma y dije que era bastante importante para que la historia se
entienda mejor y se desarrolle mucho mejor, pues antes podía resultar un poco confusa y
pasaban cosas que ustedes dirían “pero y que pasooooo” o cosas así. Aunque se vea
simple, el prólogo ayuda bastante con el curso de la historia.
Discúlpenme de todo corazón si se encuentran con algunas faltas de ortografía como en
las comas, punto, punto y coma o incluso en las tildes. Todo lo escribo en Word, ya que
resulta mucho más cómodo, pero a veces Word no me corrige bien las comas y aparece
que está mal algunas palabras que están bien y aparecen opciones en inglés :’, así que
perdón por si alguna palabrita se me pasó y no me di cuenta.
Para no alargar mucho esta nota, me estoy cuestionando muy seriamente publicar el libro
cuando esté terminado o tener días de actualizaciones. La primera opción me parece la
más cómoda, sin embargo, creo que si voy actualizando el libro podría tener más apoyo
con el paso del tiempo. Así como escribo, también leo, y en muchísimos libros (en verdad
muchísimos) las autoras o autores dejan notas comentando que algunos de sus lectores
les escriben a sus redes sociales cosas muy groseras porque no actualizan. Cositas de
gente inmadura. Para evitar todo eso la primera opción es la mejor, pero si me gustaría
bastante tener días de actualizaciones. Les estaré avisando mi decisión y por favor no
olviden votar y recomendar el libro con sus conocidos, se los agradecería muchísimo más.
Con amor,
Isa.
Capítulo 1
Cuatro años después…
15 de abril de 2023.
Split, Croacia.
Dione.
Excursiones de último año… ¿Qué puedo decir? No tengo idea.
O quizás sí, pero ¿cómo tendrías tiempo de pensar si estas tirada en el piso lleno de
barro, con un montón de adolescentes imprudentes pasándote por encima celebrando su
victoria y, peor aún, cuando hoy fue el día en el que te lavaste el cabello?
—¡Dione! Oh por Dios, levántate —llega Dalia a socorrerme. Me toma de las manos y con
un gran esfuerzo, logro levantarme.
Por suerte, ya no hay ningún adolescente lo suficientemente cerca como para ver mi
espantoso aspecto.
—¡Mierda! Los de la casa verde ganaron, Dione —informa algo que ya sabía.
—Oh, ¿en serio, Lia? —espeto con sarcasmo—. ¿Entonces quiénes fueron los que me
pasaron por encima sin siquiera mirarme y me dejaron así?
Me mira con recelo por mi actitud sarcástica y me saca el dedo del medio.
—Vamos a limpiarte a la cabaña antes de que alguien nos vea —me toma del brazo y
comenzamos a caminar hacia nuestra respectiva cabaña.
El Camp Rehut es un prometedor campamento donde va el público en general. Sin
embargo, el 5 de abril cuando nuestros profesores dieron la noticia de que habían
conseguido excelentes días para una excursión de una semana en este hotel, no pensé
que en mi primer día pasaran dos sucesos totalmente irremediables (casi).
1. No ganamos, por ende, el equipo de la casa verde tendrá doble porción de lasaña,
mientras que la casa azul y la roja solo tendrán una.
2. Hoy me lave el cabello, tengo nudos casi que imposibles de remediar, hojas y
barro por toda la cara, los brazos y las piernas.
La casa de Lia y la mía es la roja, la de su novio Thiago es la azul, y en verdad agradezco
no conocer a nadie de la casa verde porqué estoy 100% segura de que todos los
integrantes de esa casa me pasaron por encima.
—Creo que esa casa hizo trampa, así que no te sientas mal por no haber ganado la
competencia, ¿okey? —dice mi mejor amiga, preocupada.
—Dalia, es que no es por la competencia. Mira como me dejaron —señalo mi camisa y mi
pelo—. Sabes que hoy me lave el cabello, y quizás no es la gran cosa, pero me dolió un
poco todas esas pisadas.
—Tranquila, ya llegamos.
Abrimos la puerta de la cabaña y no hay nadie. Entro de inmediato al baño y me
arrepiento de haber venido y de que Dalia me haya convencido de venir. Me siento algo
dramática, pero yo no quería venir, sabía que desde el primer día iba a pasar algo. Es
como si yo tuviera activado mi poder de intuición femenina.
Me quito la ropa y abro la ducha, efectivamente está caliente, así que sin pensarlo me
meto rápido y cierro la puerta de vidrio. El agua caliente cae por mi cuerpo y el piso se
torna de un color café claro debido al barro que tengo por todas partes.
Han sido cuatro largos años, los recuerdo bien desde que Milan se fue. Mientras el agua
cae por todo mi cuerpo, pienso en todo lo que ha sucedido.
En el primer año casi no acepto el hecho de que Milan se haya ido y me deprimí por seis
meses. El segundo año lo llevaba mejor, pues Milan me gustaba muchísimo y siempre
estuve consciente de que no iba ser algo fácil de superar. Aguarde y aguarde, le escribí al
número que siempre había sido de él, pero nunca respondió. Al final de todo supuse que
lo había cambiado, pero al menos que algún día —probablemente— me escribiría. Pero
aquella probabilidad nunca se cumplió y en los primeros siete menos del tercer año,
concluí que él jamás volvería. Sin embargo, una esperanza nació debido a una mala
broma que un compañero me jugó. Alex.
Siempre supe que yo le gustaba, pero a mí siempre me había gustado Milan. Rechace
todas las indirectas que me mandaba, las veces que me escribía en múltiples ocasiones y
cuando mandaba a sus amigos a pedirme mis demás redes sociales.
No sé porque pienso en esto justo ahora.
Es un poco extraño. Pero supongo que a todos alguna vez nos ponemos a pensar en
cosas de un momento para otro, cosas que no creíamos que eran importantes como lo
eran antes. Y en una situación tan extraña como lo es esta.
Si, han pasado cuatro años desde que Milan se fue exactamente un 2 de julio, sin
despedirse, sin nada más que decir. Con el tiempo, dejé de pensar a Milan como lo
pensaba antes, dejo de gustarme como antes me gustaba, ¿lo raro? Es que siento que
aún lo sigo esperando.
Estoy en un campamento al que prácticamente fui arrastrada por mi mejor amiga y su
novio. Como dije antes, han sido cuatro años largos y ponerme a pensar en esto justo
ahora es muy confuso. Es el inicio de mi historia.
¡Como quisiera no haber venido a este campamento!
Dejo mis pensamientos a un lado y me lavo el cabello por casi una hora.
Creo que ha sido un principio algo raro y confuso, pero ¿qué puedo decir? Todo comienza
con una gran cantidad de adolescentes pasándome por encima y ahora estoy aquí,
lavándome el cabello y pensando en el chico que antes me gustaba.
Si, antes. Milan ya no me gusta en lo absoluto, le tengo cariño, pero el ya no me gusta.
Estoy consciente de que una relación a distancia no hubiera estado mal, sin embargo,
nunca volvimos a hablar y ni siquiera si algún día el volverá, y lo más probable es que no.
Fue algo muy difícil para mi, pues yo de verdad quería de todo corazón a Milan y en
verdad me gustaba, pero las circunstancias nos llevaron a esto y jamás supe algo de el,
simplemente nada y en el cuarto año acepte que las cosas pasan por algo, es decir, Milan
se fue por problemas de su familia y si nunca trato de escribirme, entonces significa que
ya no le gusto y eso está bien.
—¡Dione! ¡Sal de la ducha! Las otras chicas también quieren bañarse —grita Dalia desde
la habitación de todas nosotras, pues la casa roja solo es de chicas.
¡Dios mío, llevo casi dos horas en el baño!
Me apresuro a tomar mi toalla y ponerme una en el pelo, salgo del baño y observo a todas
las chicas y todas se ven de verdad muy cansadas por la competencia de hoy.
—Hola —saludo con una sonrisa, tratando de alentarlas.
—Hola, Dione —responde Martha, la líder de nuestra casa.
—¿Qué tal? ¿Dónde estaban? —pregunto, recordando que ellas no estaban cuando Dalia
y yo llegamos.
Se miran entre si y dudan si decirme o no.
—Fuimos a mirar a los chicos de la casa azul mientras se duchaban —la respuesta de
Ariel me sorprende y se nota mucho en mi cara.
—¡Ariel! —grita Martha, lanzándole una almohada a Ariel con una fuerza increíble.
—Se supone que le diríamos después con lo otro —responde Clarise, otra de nuestras
compañeras. En total, somos 8: Dalia, Martha, Ariel, Clarise, Sofía, Amelia, Ivana y yo.
—¿Qué es lo otro? —pregunto, aterrada por cualquiera que sea su respuesta.
De todas las chicas, la más nerviosa soy yo. Ellas siempre traen algo entre manos, algún
plan al que definitivamente yo siempre diría que no, pero ellas siempre logran
convencerme y la verdad no sé cómo. La más atrevida es Dalia, ella utiliza todo lo que
tiene para siempre conseguir algo para nosotras o para mi.
Martha, es sobreprotectora, pero se sabe divertir. Ariel y Clarise se mantienen en un punto
neutro, pero puedo llegar a considerarlas mis amigas. Sofía, Amelia e Ivana son las
menos cercanas a todas nosotras, pues ellas siempre han sido solo las tres, pero van a
todos los planes que Ariel y Dalia siempre tienen en mente.
—Uno de los chicos de la casa verde, nos invitó a una fiesta esta noche… —empieza
Dalia, despacio porque sabe cuál será mi respuesta—. Y todas vamos a ir.
De inmediato mi mente dice que no, pero mi boca permanece cerrada. No es una mala
idea, pero ¿pasara algo o mi intuición femenina va a fallarme?
Las miro con los ojos entreabiertos y espero que en la fiesta no vaya a haber sorpresas.
Sé a lo que van: chicos.
Bueno, mucha gente va a fiestas solo por algo diversión como drogas, cosas de una
noche o simplemente estar con tus amigos. Pero el gran miedo que le tengo a las fiestas
es inimaginable, pues en ellas siempre tiene que suceder algo, ya sea una tragedia o yo
besando a dos chicos a la vez, lo cual no es tan malo, pero me avergüenza un poco.
—Está bien, pero no me dejen tomar mucho —digo, realmente preocupada. En las fiestas
me siento tímida, pero el alcohol quita toda la vergüenza que se aloja en mi, así que me
emborracho sin pensarlo y al día siguiente me arrepiento completamente. El alcohol me
lleva a hacer cosas…
Todas saltan de alegría por mi respuesta y se meten a bañar a una velocidad abismal.
Mientras Clarise se ducha, las que ya estamos afuera nos arreglamos con bonitos
vestidos y maquillaje. Por mi parte, llevo un vestido rojo que hace juego con mi cabello,
me llega hasta la mitad de los muslos y allí les da paso a unos tacones negros un poco
altos. Mi vestido consta de unas mangas largas con tela de encaje y abiertas hasta mis
muñecas, el escote es en forma de corazón, imitando la forma de un corset, en medio
tiene un moño que le da el toque de tierno y sexy. Mi maquillaje es simple, pues no quiero
ocultar mis pecas. Solo llevo un delineado más largo que al que estoy acostumbrada a
hacerme, rímel y mis pestañas largas hacen juego con mi peinado despreocupado.
Me siento orgullosa con lo que veo en el espejo mientras me aplico perfume. Pues sé que
soy hermosa, pero mi timidez no me deja demostrarlo siempre.
Mis pechos resaltan bastante con el escote de mi vestido, pues a decir verdad no son
nada pequeños.
—¿Ya están todas listas? —pregunta Martha, poniéndose sus aretes.
—Si —respondemos todas al mismo tiempo. Todas nos vemos increíblemente hermosas y
sé que destacaremos mucho esta noche.
Otro día hubiera hecho miles de preguntas sobre la fiesta, pero hoy (extrañamente) me
siento más segura y tengo una extraña sensación desde que salí de la ducha.
—Vamos a salir por la puerta de la cocina, así que andando —avisa la líder de nuestra
casa.
Todas salimos tratando de hacer el menor ruido posible. Voy de la mano con Dalia y
ambas caminamos con sumo cuidado.
Amelia, Sofía e Ivana no vinieron, pues ellas tenían una noche con sus novios y no
querían cancelarles.
—Me sorprende bastante que hayas aceptado sin refutar —comenta Dalia, mientras
avanzamos a la salida.
—Si… bueno, hoy me siento algo rara, ¿sabes? Como un poco más… —pienso en las
palabras correctas—… como tu.
—¿Cómo yo? —pregunta, confundida—. ¿A qué te refieres?
—Pues me refiero así atrevida, como tú, Lia.
—¿Yo soy atrevida? —la miro con los ojos entrecerrados, es una pregunta cuya respuesta
es obvia. Ríe a carcajadas y me abraza por la cintura.
—Es bueno que te sientas así —dice, besándome la cabeza—. Pero no te pases, ¿está
bien?
—Sí, está bien, pero por favor no me vayas a dejar tomar tanto —pido, realmente
angustiada, pues en verdad el alcohol me hace hacer cosas de las cuales luego me
arrepiento.
—¿Qué fue lo último que hiciste estando borracha? —pregunta mi amiga, curiosa.
Me cuestiono muy seriamente si responderle a esa pregunta, pues es algo un poco
vergonzoso para mi aunque sea algo totalmente normal.
—Me acosté con Dylan —digo despacio, mientras hago un puchero y siento como el calor
sube por mis mejillas.
Dalia abre los ojos totalmente asombrada y su cara es de no creerse lo que acabo de
decirle.
—¿Hace cuánto fue eso? —pregunta, curiosa por la nueva información.
—Hace siete meses… —digo, haciendo una pausa. Dalia estalla en carcajadas y me da
palmadas en la espalda.
—Ay, Dione. ¿Eso quiere decir que lo hicieron cuando él era nuevo?
Dylan es un compañero de la escuela el cual llego hace siete meses al colegio. Tardo un
poco en volverse popular, pero luego consiguió un gran grupo de amigos y una novia, con
la cual solo duro un mes. En una fiesta es solo quería diversión y yo —estando
borracha— también quería lo mismo, así que…
—Supongo —me encojo de hombros.
—Silencio chicas —nos advierte Martha—. Vamos a entrar.
Estamos justo en frente de la cocina, es un lugar alejado de las cabañas y más que todo
del hotel.
Nos adentramos y con sumo cuidado tratamos de que nuestros tacones no suenen, pues
no sabemos si hay alguna persona por aquí.
Caminamos pasito a pasito y llegamos hasta la puerta de atrás sin ser descubiertas hasta
el momento. Salimos a un callejón con dos botes de basura y caminamos a lo que parece
ser la salida de este. La gran iluminación de este pueblo se alza sobre nosotras y juro que
ni en Alemania hay pueblos tan bonitos como este.
Por las calles hay personas adineradas, pues estamos en la zona alta de Split.
Caminamos un poco hasta llegar a dos taxis estacionados especialmente para nosotras.
Al parecer Martha ya tenía todo planeado.
—Suban.
Dalia, Clarise y yo subimos al primer taxi, mientras Martha y Ariel lo hacen en el segundo.
—Te ves increíble, Dione —me halaga Clarise. Aparte de Dalia, ella es la más cercana a
mi.
—Tu también te ves increíble —no lo digo porque ella me lo dijo primero, sino porqué es
verdad. Su piel morena resalta mucho con el vestido amarillo que se puso, ni muy
llamativo ni muy casual.
—Gracias, ya lo sé —dice, lanzándome un beso.
Las calles del pueblo se ven hermosas y me permito admirarlas antes de llegar al lugar
donde se da la fiesta. Es un bar de tres pisos y todo parece estar muy ambientado y a
punto de estallar debido al alto volumen de la música.
Todas salimos de los taxis y nos adentramos al lugar y por dentro se ve mucho más
grande. Todas tomamos tragos que los meseros nos ofrecen y nos vamos a bailar todas
juntas.
Tomamos trago por trago y empiezo a sentirme mareada, en ese momento sé que es
tiempo de dejar de tomar e ir al baño.
—Ya vuelvo —avisó.
Me dirijo al baño en medio de empujones, pisadas e incluso insultos. Logro llegar y para
mi mala suerte, esta atestado de muchachas a punto de hacerse en sus vestidos. Tomo la
decisión de ir al segundo piso donde otro mesero me ofrece otro trago el cual acepto, voy
al baño y este está cerrado por mantenimiento.
¡Maldición!
Subo las escaleras hasta el tercer piso y este está totalmente apagado, pero los baños
están vacíos y abiertos. Prácticamente corro y hago lo que tanto deseaba hace un rato.
Abro la puerta del cubículo al que entre y me miro al espejo, estoy algo despeinada y trato
de arreglarlo con mis manos.
—Para mí, eso no es necesario —dice una voz masculina antes de que las luces del baño
se apaguen y el tercer piso quede totalmente apagado.
El corazón empieza a latirme a una velocidad fuera de lo normal. Todo empieza a darme
vueltas y me pregunto si fue buena idea recibirle ese último trago a aquel mesero. Las
manos comienzan a sudarme y siento mis incesantes latidos en mi garganta. Las ganas
de llorar me inundan y el hecho de no ver nada me desespera.
—¿Hola? —logro articular.
No responden y opto por salir, pero me han dejado encerrada y mi desesperación se
vuelve aún mayor.
—¡Ayuda! —grito, golpeando la puerta.
No puede ser que este encerrada en el baño con un asesino, un violador, caníbal y quien
sabe que más cosas.
—Dione —me llama aquella persona y me pongo más nerviosa al pensar en cómo
demonios sabe mi nombre.
—Soy yo —dice, totalmente calmado como si yo también lo estuviera.
—No te conozco, no te me acerques —hace caso omiso a mis palabras y oigo sus pasos
cerca de mi. Me toma por la cintura y me acerca a su cuerpo, siento un torso duro y el
alcohol no me deja pensar bien, pero me asusto, claro que me asusto y sé que es hora de
gritar con todas mis fuerzas.
Lo hago, grito hasta sentir como se desgarra mi garganta, pero aquel sujeto es hábil y me
tapa la boca.
—Dione, te aseguro que jamás te hare daño, no a ti —destapa mi boca.
—¡Suéltame! —exijo, totalmente desesperada. Sé que aún tengo algo de alcohol en mi
sistema, es por eso que este loco podría hacerme quien sabe qué.
Me siento desesperada y tengo muchísimas ganas de llorar. Quiero irme a casa y jamás
haber venido ni al campamento ni a esta fiesta.
—Dione, por favor —ruega.
Ya no me queda nada más que decir, solo me queda llorar en los brazos de este hombre
loco y rogar mentalmente para que no me haga nada. Las luces del baño se encienden,
pero muy poco. La luz tenue es lo que me permite ver unos ojos marrones totalmente
sinceros, con lágrimas a punto de salir de sus pupilas y es ahí cuando noto que sus
palabras no son mentiras, pues sus ojos están diciéndomelo todo.
Pero yo, en medio de mi miedo y desesperación, lo empujo con fuerza y se golpea
fuertemente con la puerta de uno de los baños. Me quedo quieta, sin saber muy bien
porque he hecho eso y solo pienso en gritar otra vez, pero antes de hacerlo la puerta es
abierta de manera abrupta y aquel muchacho se encierra en la puerta donde lo golpee y la
poca luz que hay me permite ver a una Dalia totalmente preocupada entrar por mí y
revisar mi estado.
—Oh, Dios santo. ¿Te encuentras bien? ¿Paso algo? ¿Alguien te hizo algo? —su cara es
de preocupación genuina.
Pero yo no logro responder nada de lo que ella me pregunta. Quisiera poder decir que ese
muchacho está detrás de aquella puerta, pero no sería capaz de decir algo, pues el no me
hizo nada que pudiera lastimarme. Su voz no sonaba dura, sonaba pasiva y sus ojos…
sus ojos estaban diciéndome lo que su boca prefería callar.
Dios mío, pero ¿qué ha pasado?
Notita
Bueno, aquí quiero decir un par de cosas. Sé que el capítulo al principio es un poco
confuso, sin embargo, algunas cosas se irán aclarando en el resto de capítulos siguientes,
así que les pido de todo corazón que tengan paciencia porque poco a poco estamos
empezando. Y si, quizás es algo apresurado que pasen tantas cosas en el primer capítulo,
pero no quiero darle tantas vueltas al asunto e ir directo al grano.
Espero me entiendan y no les aburra, porque vamos poco a poco ૮(˶╥︿╥)ა.
Y respecto con lo que dije en la nota anterior, ya tomé una decisión la cual es que voy a
publicar el libro desde el capítulo 10 y allí iré actualizando. Probablemente al principio no
tenga mucho apoyo, pero aun así no quiero dejar tirado este proyecto. Así que, si estás
leyendo esto antes del capítulo 10, espero tengas paciencia.
Los días de actualizaciones serán los sábados y domingos, si hay festivos entonces
también los festivos. Todo esto de acuerdo al horario colombiano.
Con amor,
Isa.
Capítulo 2
Dione.
Notita
Holaaa, nuevamente yo.
En estos capítulos estamos y estaremos conociendo como Dione. Creo que ya la hemos
conocido un poco, así que ¿qué piensan de ella? Sinceramente, yo la amo.
Se me olvido decirles que leyeran el primer cap como un prólogo 2.0, así que tómenlo
como eso por favor.
A partir del próximo capítulo ya vienen más cosas, así que estén preparados.
Quizás el cap 2 no fue el más largo, pero no se preocupen por eso. (ㅅ´ ˘ `)
Con amor,
Isa.
Capítulo 3
Tres semanas después…
Dione.
—¡Dione! ¡Se hará tarde!
Dios mío, en un segundo se han pasado tres semanas y yo debo volver de vacaciones a
la escuela.
—¡Un segundo! —grito, concentrándome en mis pestañas y mirando nuevamente al
espejo de bolso con el que me maquillo. Cuidadosamente paso el cepillo del rímel por mis
pestañas tratando de no manchar mis parpados. Hago lo necesario para k me duren todo
el día y finalizo mi maquillaje, guardando el rímel en mi mochila por si acaso y mi lip gloss
por si lo necesito. Me veo al espejo de mi tocador y me siento satisfecha con el resultado.
Bajo al comedor, donde ya todos me esperan. Saludo a mi mamá con un beso en la
mejilla y a mi hermana le sacudo el pelo. Tomo asiento en medio de mi papá y mi
hermano y empiezo a comer mi desayuno. Mi padre me besa la cabeza y mi hermano se
roba una de mis fresas.
—Oye —le reprendo.
—Come rápido, se me hará tarde para la universidad —dice, advirtiéndome.
—Que amargado —ruedo los ojos.
De toda mi familia, mi hermano, Iván, es el que tiene más carácter. Serio, frio, calculador
y, sobre todo, respetuoso. Es cierto que mi hermano tiene fama —por no decir mucha
fama— en mi colegio y su universidad. Siempre fue popular por ser alemán y un gran
experto con las mujeres. Pero ¿saben? Mi hermano es demasiado frio y al parecer eso es
lo que a algunas mujeres les gusta, aunque una cosa es ser serio y otra desinteresado.
Por otra parte, mi padre también es serio, pero no tanto como Iván. ¿Por qué creen que
mi mamá esta con él? Ella tiende a ser más dulce y pasiva, como mi hermana y yo.
—¿En qué tanto piensas, Dione? —pregunta mi hermano, en un tono cortante.
—En nada, ¿por? —respondo.
—¿No será que hay alguien que se esté robando tus pensamientos los cuales no te dejan
comer? —cuestiona nuevamente, alzando su ceja derecha. Sé que intenta retarme, pero
no debo dejarme llevar.
—No —respondo, en su mismo tono cortante. Las mujeres Weber podemos ser muy
pasivas y todo, pero también tenemos nuestro carácter.
—Dejen de hablar y solo terminen su desayuno que se les hará tarde —dice mi mamá,
preocupada porque comamos y llevemos las energías necesarias para nuestro día. Así es
Johanna Weber—. Cariño, ¿tú ya terminaste de comer? —pregunta a mi padre.
—Si, amor. Ya me voy —mi padre se acerca mi madre y le da pequeños besos en la boca.
Ally hace una mueca de asco y yo solo río a carcajadas por su reacción—. Los amo,
niños, pórtense bien —nos da un beso en la cabeza a mi y a Ally, y a Iván le despeina el
cabello.
—Nosotros nos vamos ya también —informa Iván, levantándose de la mesa. Cuchareo mi
cereal rápidamente y también me levanto, corriendo por mi mochila. Le doy un beso en la
mejilla a mi madre y mi hermana de 10 años. No alcanzo a despedirme bien, pues
escucho como Iván me llama incesantemente, enojado. Sé que es hora de correr de
nuevo, pues una vez que Iván arranque el auto no volverá por mí.
Llego hasta el pequeño estacionamiento de nuestra casa y hayo a un muy enojado
hermano mayor. Me adentro en el auto antes de que empiece a insultar por diestra y
siniestra a todo el mundo. Enciende el motor y lo pone en marcha hacia mi escuela.
Se siente un poco (por no decir mucho) raro volver a la escuela. Nunca me había sentido
así, es como si me hubiera cambiado de escuela y tuviera k conocer a gente nueva y
empezar de 0. Es una sensación muy extraña, pero decido no ponerle mucha atención y
centrarme en el camino.
—Dione, ¿cuál fue el último novio que tuviste? —la pregunta por parte de mi hermano
mayor me toma desprevenida, sin embargo, mi sorpresa dura poco al saber que tenemos
la suficiente confianza como para hablar de muchas cosas.
—Nunca he tenido novio, ¿Por qué preguntas?
—Me refiero a cuál fue la última vez que estuviste con un chico de cualquier manera
—aclara.
—Hace siete meses, pero ¿por qué preguntas, Iván? —insisto en que me responda. Es
algo raro que de la nada quiera saber de mi vida amorosa.
—Solo quiero saber —responde—. ¿Y qué hiciste con ese chico?
—Cosas de una noche —respondo con tranquilidad. Aunque mi respuesta no la toma muy
bien, no diría que Iván es celoso, el solo quiere…mi bienestar.
—¿Crees que eso está bien? —lo miro, sorprendida—. Quiero decir, no es que este mal,
pero…
—A ver, tu, el que ha tenido mil cosas de una noche, y yo, tu hermana la que solo ha
tenido tres cosas de una noche.
—Si…
—¿Cómo va a estar mal? —digo, golpeando su cabeza—. ¡Hola! ¡Soy yo, tu hermana la
que le da miedo montarse al carrusel! Si estuviera mal, es algo que, yo, Dione Weber
Meyer, no haría ni hubiera hecho nunca.
Iván se queda pensativo todo el camino y duda en decirme algo más. Finalmente, no lo
hace, así que decido no preguntarle nada porque sé que cuando esté listo, me dirá la
razón de sus inseguridades.
Finalmente, llegamos a mi escuela y lo abrazó, sacude mi cabello y bajo de su auto. Me
encamino hacia la entrada y visualizo a Dalia en lo que parece ser una discusión con
Martha. Se me hace bastante extraño, pues somos como un grupo de amigas y en
nosotras no hay rivalidades ni odio hacia ninguna de nosotras.
—Hola —las saludo a todas, mostrando los dientes en una sonrisa—. ¿Pasa algo?
Me preocupo al ver la cara de preocupación de Martha y la de furia de Dalia.
—No… —alcanza a responder Martha antes de que Dalia le arrebate algo de las manos.
Camina hacia a mi con una furia latente en su mirada y acciones, me muestra lo que le
arrebato a Martha y me quedo perpleja al ver que es una foto mía.
—¿Qué es esto? —pregunto, sorprendida.
—Martha tenía esta foto en su maleta y se la iba a dar a un tipo —me asusto ante la
respuesta de Dalia. Miro a Martha y esta tiene una expresión de susto estampada en su
rostro.
—¿Por qué harías eso?
—Solo la tenía en mi mochila, no se la iba a dar a nadie —responde.
—¡Si ibas a hacerlo! —exclama Dalia. Observo a las demás chicas y están todas
sorprendidas por la discusión.
Me deja desconcertada que Martha tenga una foto mía, pero no creo que alguien a quien
considero una amiga sea capaz de dársela a alguien para quien sabe que cosas.
—¡Deja de acusarme! —grita Martha, dejándonos sorprendidas a todas, menos a Dalia
quien mantiene su postura firme y derecha—. ¡Yo no iba a hacer nada con eso! —me
mira—. Dione, debes creerme —con la mirada parece como si me rogara. Me apeno por
ella, pero sé que no debo creerle porque la situación ya es bastante rara.
—Vámonos, Dione —Dalia hala mi brazo y me arrastra con ella. Clarise viene con
nosotras, pero no dice nada. Entramos a la escuela y allí Dalia me suelta, su furia parece
haber bajado al menos un poco.
—Hola —me abraza Clarise. Correspondo el abrazo y le doy un beso en la mejilla.
—Vamos a clases, Dalia —me mira y me entrega la foto. No la había visto del todo bien,
está tomada como tipo paparazzi y está impresa en papel fotografía. En ella aparezco el
día de mi cumpleaños de este año, en mayo. Estoy distraída y me veo feliz, realmente lo
estaba. Ese día invite a Martha, así que posiblemente aprovecho mi momento de
descuido para tomarla, pero ¿por qué?
Nos encaminamos a nuestro salón y cuando entramos vamos a nuestros asientos. El mío
es al lado de Dalia y el de Clarise es al lado de otra compañera con la que he cruzado
palabras muy pocas veces.
—¿Por qué crees que Martha tenía esa foto? —le pregunto a Dalia, antes de que llegue
nuestro profesor.
—Quizás está enamorada de ti, es la respuesta más lógica. Pero yo vi cuando iba a
entregársela a ese tipo, Dione, pero no se la dio…
—Pues creo que eso es bueno, ¿no? Al menos no se la dio a ningún desconocido
—evado la respuesta que Dalia me dio. ¿Será posible que Martha sienta algo más que
una amistad hacia mi? ¡Oh, Dios mío! —. Pero igual no creo que Martha haga algo así,
sería algo muy extraño porqué solo somos amigas.
—Deja de tenerle compasión, Dione —me reprende. Opto por no decir nada más y prestar
atención al maestro de física que recién llega. Una clase a la que tengo en la lista de
aburrida, pero en la que, extrañamente, me va muy bien.
Las dos horas pasan y en varios pequeños momentos suelo acordarme del muchacho de
la fiesta y sus ojos. Juro que he querido borrarlo de mi mente, pero juro que no puedo y
empiezo a enlistar las señales de que él no me hizo daño. La manera en la que dijo “soy
yo” como si nos conociéramos de toda la vida, pero jamás había escuchado unas
palabras tan sinceras. Ese chico me asusto, pero su manera de decir las cosas me tiene
hipnotizada, o quizás es su voz, quizás en la forma en que sentí cada segundo temblando,
pero él me tenía en sus brazos.
¡Dione, es un desconocido que te asusto!
Me doy una cachetada mental y pongo toda mi atención de nuevo al frente. El señor Peric
sigue hablando y hablando de Pitágoras y lo increíble que era para él. Desvió mi vista
hacia mi mesa y me recuesto sobre ella.
Lo que ha pasado unas horas antes me ha dejo muy sorprendida. Si es lo que Dalia dice,
los sentimientos de Martha hacia mí no serán correspondidos en ningún sentido por dos
razones:
1. Solo la veo como una amiga.
2. Soy hetero.
Me entristece pensar en la posibilidad de que yo le guste, pero ¿por qué más tendría una
foto mía? No lo sé, pero no quiero que ese suceso me invada ni me de ideas falsas sobre
sentimientos que posiblemente no existen.
—Pueden irse —finaliza la clase.
—Fueron tres horas agotadoras —dice Clarise una vez salimos a descansar.
—Dime algo nuevo —responde Dalia.
Clarise es una muy buena amiga. Nos conocimos hace dos años y al principio no
hablábamos mucho, pero con el tiempo nos volvimos más cercanas. De todas las demás
chicas, Dalia y Clarise son las que más aprecio.
Caminamos hasta un lugar especial que tenemos Dalia y yo, pero ahora también será
para Clarise.
—¿Qué es este lugar? —pregunta.
—Es donde Dione y yo siempre pasamos los descansos —le responde mi mejor amiga.
—¿Han estado escondiendo este lugar siempre? Es muy lindo.
—Cualquiera puede venir aquí, es solo que prefieren hacer otras cosas —respondo.
Este pequeño lugar especial, es solo un gran árbol en donde la luz del sol llega
perfectamente. Nos sentamos debajo de él y hablamos de cosas al azar.
—Clarise, ¿quién fue tu último novio? —pregunta Dalia. Dirijo mi atención hacia la
mencionada y puedo notar como se tensa ante la pregunta.
—No lo conocen. Fue un chico que conocí en mi último viaje a Francia, lo quería mucho…
—responde con un tono de melancolía.
—¿Es decir, que era francés? —pregunto.
—No, el venía desde Cuba.
—Ah.
—¿Por qué rompieron? —pregunta de nuevo Dalia, curiosa.
—La distancia… —su respuesta me hace preguntarme si Milan y yo hubiésemos podido
con la eso si alguna vez me hubiera escrito—. Duramos siete meses —informa
finalmente—. ¿Cómo van las cosas con Thiago? —cambia de tema, dirigiéndose hacia
Dalia. Puede notarse lo mucho que le afecta hablar de su ex.
—Todo va bien, ya saben, problemas de pareja que siempre vienen y van —responde,
con desanimo.
—Vamos, ustedes se ven muy lindos juntos desde hace cuatro años —intento animarla.
Notita
Holaaaaaaaaa. Espero que estén bien.
Hoy venimos con un nuevo capítulo el cual me parece bastante interesante.
¿Qué piensan que pasara con la llegada de Milan?
¿Qué opinan sobre lo que, según Dalia, Martha iba a hacer? ¿Creen que Dalia si vio a
Martha hacer eso? Déjenlo todo por acá.
Gracias por continuar con la historia y nos vemos pronto en el próximo capítulo.
Con amor,
Isa.