Tema 10. Segunda República y Guerra Civil
Tema 10. Segunda República y Guerra Civil
Tema 10. Segunda República y Guerra Civil
RUIZ
Tema 10
Bloques IV y V
LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL EN UN CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL (1931-1939)
1. Resume las reformas impulsadas durante el bienio reformista de la República (1931-1933).
2. Especifica las características esenciales de la Constitución de 1931.
3. Sufragio censitario, sufragio universal y consecución del voto femenino. Pregunta corta
4. Última proclama del comité provincial revolucionario de Asturias (18 de octubre de 1934) (TEXTO)
Señala y contextualiza las ideas fundamentales del texto, y relaciónalas con las causas, desarrollos y consecuencias de la
Revolución de Asturias de 1934.
5. Explica las causas de la formación del Frente Popular y las actuaciones hasta el comienzo de la guerra.
6. Discurso de Manuel Azaña en la Universidad de Valencia (18 de julio de 1937) (TEXTO)
Señala y contextualiza las ideas fundamentales del texto, y relaciónalas con la dimensión internacional de la guerra civil
y la importancia de la intervención extranjera en el desencadenamiento y desarrollo de la guerra. Relaciona la Guerra
Civil española con el contexto internacional.
7. Compara la evolución política y la situación económica de los dos bandos durante la guerra.
8. Especifica los costes humanos y las consecuencias económicas y sociales de la guerra.
9. Sintetiza en un esquema las grandes fases de la guerra, desde el punto de vista militar.
2
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
Azaña anunció su intención de revisar la política de ascensos por méritos de campaña realizada durante la
dictadura. Otras disposiciones fueron el cierre de la Academia Militar de Zaragoza, dirigida entonces por
Franco. Además, creó la Guardia de Asalto. Algunos militares se mostraron molestos con estas reformas y
les disgustaba reconocer la supremacía del poder civil sobre el militar. En muchos casos (Sanjurjo, Goded,
Franco, Mola o Queipo de Llano, entre otros) su odio a Azaña derivaba en parte de un resentimiento
personal por algunas decisiones que consideraban contrarias a sus intereses particulares.
* Reformas sociales y educativas. Largo Caballero, como ministro de Trabajo, llevó a cabo importantes
mejoras. Se aprobó la Ley de contratos de Trabajo, que regulaba la negociación colectiva, y la de Jurados
Mixtos para arbitrar en caso de conflictos entre patronos y trabajadores. También promovió la creación de
seguros sociales y redujo la jornada laboral en el campo a ocho horas. Muchas de estas medidas provocaron
la oposición de la patronal.
En la enseñanza se intentó difundir la enseñanza primaria obligatoria y gratuita con la creación de
escuelas y la contratación de maestros. Se intentó acabar con la hegemonía de la enseñanza religiosa y se
adoptó un modelo de escuela mixta, laica, obligatoria y gratuita.
* La reforma del Estado: las autonomías. En Cataluña se reconoció un gobierno autónomo (la
Generalitat) y su estatuto de autonomía fue aprobado en 1932. Las primeras elecciones al Parlamento
catalán dieron la victoria a Esquerra Republicana de Cataluña y Maciá fue elegido presidente de la
Generalitat. En el País Vasco, nacionalistas del PNV y carlistas aprobaron en junio de 1931 un proyecto de
estatuto que contó con la oposición de republicanos de izquierdas y de los socialistas por considerarlo
excesivamente confesional, escasamente democrático e incompatible con la Constitución. En octubre de
1936, ya iniciada la guerra, se aprobó un estatuto más democrático. José Antonio Aguirre, del PNV, fue
elegido primer Lendakari. En Galicia el proceso estatutario fue mucho más lento y a finales de junio de 1936
se plebiscitó un proyecto de estatuto que no llegó nunca a ser aprobado por las Cortes debido al estallido de
la guerra civil.
Las reacciones a estas reformas fueron múltiples: los sectores católicos de la sociedad vieron en la
reforma una agresión a la religión; la Iglesia vio lesionados sus derechos históricos; ataques al gobierno
republicano y apoyo a la Monarquía. Algunos intelectuales republicanos, que observaban con preocupación
el giro violento que tomaban los acontecimientos, no se recataron en manifestar su desilusión, como hizo
Ortega y Gasset con la conocida frase “no es esto, no es esto”.
Las reformas y la conflictividad social en aumento disgustaron a las élites económicas e ideológicas
(Iglesia, grandes terratenientes y empresarios). Todos estos grupos se fueron organizando alrededor de los
partidos conservadores para oponerse al gobierno. En el otoño de 1933 era evidente la crisis de la coalición
republicano-socialista. El jefe del Gobierno, Manuel Azaña, dimitió y el presidente de la República, Alcalá
Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones.
presidente de la República, elegido por el Congreso de los Diputados por un período de 6 años, sin
posibilidad de reelección. Las Cortes son elegidas cada cuatro años con posibilidad de voto de
censura.
✓ Se establece un poder judicial totalmente independiente, con un Tribunal de Garantías
Constitucionales.
✓ Se reconocía el derecho a la propiedad privada. Se preveía la posibilidad de expropiación forzosa
de cualquier tipo de propiedades por causa de utilidad social, mediante indemnización. Economía
capitalista de mercado, pero con carácter socializante y de planificación económica por parte del
Estado.
✓ Sufragio universal y directo. Establecía el voto desde los 23 años y por primera vez se concedía el
voto a las mujeres. El sufragio femenino era completamente novedoso en nuestro país. No
obstante, la aprobación del derecho de sufragio femenino enfrentó a las únicas diputadas
presentes en ese momento en las Cortes: Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken.
Campoamor era partidaria del voto femenino, mientras que las otras, a pesar de militar en
organizaciones feministas, argumentaban que sería un error implantarlo de inmediato, dado que la
influencia de la Iglesia entre la mayoría de las mujeres y su escaso nivel de instrucción habrían
beneficiado a los sectores clericales y reaccionarios. Al final se impuso la idea de que no era una
cuestión de oportunidad sino de elemental justicia, y las mujeres pudieron votar por primera vez
en España en las elecciones de noviembre de 1933.
✓ El tema religioso. Se declaraba la separación de la Iglesia y el Estado; se suprimía la asignación
económica del Estado al Clero; se prohibía a las congregaciones religiosas el ejercicio de la
enseñanza, la industria y el comercio y se atacaba a los Jesuitas por su voto de obediencia al Papa;
se reconocía el matrimonio civil y el divorcio; se reconocían los mismos derechos para los hijos
legítimos e ilegítimos. La Constitución proclamaba la libertad de conciencia y cultos y establecía la
jurisdicción civil sobre los cementerios. La aprobación de los artículos religiosos de la Constitución
(art. 26 y 27) provocó la dimisión de los sectores católicos del gobierno (Alcalá Zamora y Maura)
por lo cual Manuel Azaña sustituyó a Alcalá Zamora en la Jefatura del Gobierno, mientras éste pasó
a ser presidente de la República, en un intento de tranquilizar a los católicos y conservadores.
✓ Educación laica, pública, obligatoria y gratuita. Se impulsó la creación de escuelas y el mayor acceso
de las niñas a la educación lograron reducir el analfabetismo femenino.
La Constitución, que fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 sin consenso, obtuvo el rechazo absoluto de
los partidos de derechas y de los sectores católicos. Tampoco contó con el consenso de los grupos
republicanos más moderados. Alcalá-Zamora (que había dimitido de la presidencia del Gobierno por no estar
de acuerdo con el contenido de los artículos sobre materia religiosa) fue nombrado presidente de la
República y Manuel Azaña le sustituyó en el cargo de presidente del Gobierno.
3. SUFRAGIO CENSITARIO, SUFRAGIO UNIVERSAL Y CONSECUCIÓN DEL VOTO FEMENINO (pregunta corta)
El sufragio censitario perduró durante toda la historia de España hasta la aprobación de la Constitución
de 1931. Durante el siglo XIX el cuerpo electoral se reducía a una mínima parte de la población que reunía un
gran patrimonio o eran profesionales reconocidos. La Constitución de 1869 aprobó el sufragio universal
masculino, que no deja de ser un tipo de sufragio censitario, limitando el derecho del voto a los hombres.
Habrá que esperar hasta la aprobación de la Constitución de 1931, durante la Segunda República, para ver
establecida la igualdad entre hombres y mujeres en materia electoral. El artículo 36 establecía que todos los
ciudadanos mayores de 23 años tendrían los mismos derechos electorales. No obstante, la aprobación del
derecho de sufragio femenino enfrentó a las únicas diputadas presentes en ese momento en las Cortes:
Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken. La primera era partidaria del voto femenino, mientras
que las otras argumentaban que sería un error implantarlo de inmediato, dado que la influencia de la Iglesia
entre la mayoría de las mujeres y su escaso nivel de instrucción habría beneficiado a los sectores clericales y
reaccionarios. Al final, las mujeres pudieron votar por primera vez en España en las elecciones de noviembre
de 1933.
4
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
Texto 9. Bloque IV
ÚLTIMA PROCLAMA DEL COMITÉ PROVINCIAL REVOLUCIONARIO DE ASTURIAS (18 DE OCTUBRE DE 1934)
“A todos los trabajadores: El día 5 del mes en curso comenzó la insurrección gloriosa del proletariado contra
la burguesía y después de probada la capacidad revolucionaria de las masas obreras para los objetivos de
Gobierno ofreciendo alternativas de ataque y defensa ponderadas, estimamos necesaria una tregua en la
lucha, deponiendo las armas en evitación de males mayores. Por ello, reunidos todos los Comités
Revolucionarios con el provincial, se acordó la vuelta a la normalidad, encareciéndoos a todos os reintegréis
de forma ordenada, consciente y serena, al trabajo. Esta retirada nuestra, camaradas, la consideramos
honrosa por inevitable. La diferencia de medios de lucha, cuando nosotros hemos rendido tributo de ideales y
hombría en el teatro de la guerra, y el enemigo cuenta con medios modernos de combate, nos llevó por ética
revolucionaria a adoptar esta actitud extrema. Es un alto en el camino, un paréntesis, un descanso reparador
después de tanto «surmenage». Nosotros, camaradas, os recordamos esta frase histórica: «Al proletariado se
le puede derrotar, pero jamás vencer». ¡Todos al trabajo y a continuar luchando por el triunfo!”
Comité Provincial Revolucionario de Asturias.
SEÑALA Y CONTEXTUALIZA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO, Y RELACIÓNALAS CON LAS CAUSAS,
DESARROLLO Y CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS DE 1934.
Ideas principales
Estamos ante un texto histórico circunstancial, de tipo político-social, cuya autoría recae en el Comité
Provincial Revolucionario de Asturias, fechado el 18 de octubre de 1934, por lo que corresponde con lo que
se conoce como “Bienio Negro” o “Bienio radical-cedista”.
Se trata de una fuente primaria, ya que es directa y coetánea a los hechos que narra, cuyo destinatario
son los trabajadores que desde el 5 de octubre protagonizan la revolución de Asturias.
En el texto se refiere a la necesidad de una “tregua en la lucha”, con lo que desde el Comité
Revolucionario se pide a los trabajadores que depongan las armas y vuelvan a la normalidad de sus puestos
de trabajo. Es interesante advertir que esa vuelta a la normalidad es para evitar “males mayores”. Entienden
los miembros del Comité que la retirada es “inevitable” dada la superioridad militar del “enemigo”. No
obstante, en el texto el Comité insiste en que se trata de un “paréntesis” en medio de todo el proceso
revolucionario que les ha llevado a una fatiga crónica (surmenage). Por tanto, con esta última proclama del
Comité Provincial Revolucionario de Asturias se está poniendo fin a la huelga revolucionaria iniciada dos
semanas antes.
Contexto histórico
Entre el 5 y el 12 de octubre de 1934, en Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social que
derivó en una auténtica guerra civil fruto el acuerdo entre anarquistas, socialistas y comunistas al grito de
UHP (Uníos Hermanos Proletarios). Es lo que se conoce como la Revolución de Asturias, que formaba parte
de una huelga general revolucionaria conocida en toda España como Revolución de Octubre de 1934,
aunque sus efectos se dejaron sentir, especialmente en Asturias y Cataluña.
Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos de la cuenca, parte de los cuarteles de la Guardia
Civil, y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios que asumieron el abastecimiento de
alimentos, el funcionamiento de los transportes y el suministro de agua y electricidad.
La alianza entre comunistas, UGT y CNT hizo que los revolucionarios asturianos controlaran la cuenca
minera de Avilés, Gijón y Oviedo, produciéndose, además, ataques al clero y a propietarios agrarios. El
Gobierno declaró el estado de guerra y envió desde África a la Legión, al mando del general Franco, para
reprimir el levantamiento. A medida que las tropas de la Legión y los Regulares de África derrotaban a los
revolucionarios, éstos perdían capacidad organizativa y territorio. El tercer Comité Revolucionario se
estableció en la localidad asturiana de Sama, convertida en capital revolucionaria desde el 13 de octubre.
El 18 de octubre, definitivamente derrotado el movimiento revolucionario y como último recurso,
Belarmino Tomás, uno de los líderes del Comité Revolucionario, acudió a Oviedo a entrevistarse con el
general López Ochoa con el objetivo de negociar unas condiciones aceptables. Ofrece la rendición y consigue
que la entrada de las tropas se aplace hasta el día siguiente. Obtuvo del general la promesa, más tarde
incumplida, de que no habría represaliados. El día 19 entraron las tropas en Langreo y comenzó una
5
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
represión a consecuencia de la cual, a finales de 1934, se calculan diez mil detenidos en Asturias. La
revolución de octubre contribuyó a desestabilizar la II República. A pesar de ser derrotada, la Revolución de
Asturias se convirtió en casi un mito para la izquierda obrera española.
Causas, desarrollo y consecuencias de la revolución de Asturias de 1934
Las elecciones de noviembre de 1933 concluyeron con un vuelco en la composición de las Cortes. Las
derechas, unidas, lograron formar una única candidatura en numerosas circunscripciones, frente a unas
izquierdas que optaron por presentarse en candidaturas separadas. La CEDA de Gil Robles y el Partido
Republicano Radical de Lerroux fueron los ganadores. El gobierno radical de Alejandro Lerroux, con el apoyo
de la CEDA, comenzó una política revisionista de las reformas del primer bienio: frenó la reforma agraria, se
aprobó un presupuesto de culto y clero, se aprobó una amnistía para los sublevados con Sanjurjo,
destitución de ayuntamientos en manos de republicanos y socialistas, etc.
El viraje conservador y la obstrucción de las reformas anteriores tuvieron como consecuencia una
radicalización del PSOE y de la UGT. En junio de 1934, los socialistas declararon una huelga general
campesina en defensa de las conquistas legales y de las mejoras socio-laborales alcanzadas. El movimiento
fue reprimido, y se produjo la detención de los dirigentes socialistas más importantes. Ante esta situación, la
CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo
participar en el Gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. El jefe del Gobierno, Lerroux,
accedió a la petición, y el 5 de octubre de 1934 otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA, lo cual no fue
aceptado por las izquierdas.
El anuncio de la entrada de tres ministros de la CEDA en el Gobierno fue el detonante de una huelga
general revolucionaria declarada por los socialistas, entre los que aumentaba la aceptación de las tesis
revolucionarias de Largo Caballero, con el apoyo de otros partidos de izquierda. La CEDA era considerada
por estas fuerzas como un partido no republicano que pretendía acabar con las reformas del primer bienio.
La revolución de octubre de 1934 puso de manifiesto el temor a que el ascenso de los fascismos y de los
regímenes autoritarios en Europa pudiera llegar a España ante la entrada de la CEDA en el Gobierno de la
República. Los sectores más revolucionarios de la izquierda consideraron que, contra el fascismo, solo era
posible defenderse llevando a cabo una revolución preventiva.
Sin el apoyo de la CNT (salvo en Asturias), con las fuerzas del orden prevenidas y en estado de máxima
alerta y sin medios para transformar la huelga general en una insurrección armada, la revolución de octubre
de 1934 fracasó en casi todas partes, aunque en algunas provincias hubo enfrentamientos y asaltos a iglesias
y edificios oficiales, disturbios que la fuerza pública y el ejército sofocaron con relativa facilidad.
Los acontecimientos más graves se vivieron en Asturias, donde la actuación conjunta de organizaciones y
partidos obreros y la intervención de los mineros, que disponían de dinamita y se hicieron con arsenales y
depósitos de armas, les permitió controlar casi toda la región, incluida Oviedo, Avilés, Trubia (con su fábrica
de armas) y Gijón. Entre las peticiones de los obreros encontramos: aumento de salarios, jornada de siete
horas, dos meses al año de vacaciones pagadas, pago del 75% del salario por parte del Estado a los obreros
en paro, dos meses de vacaciones pagadas antes y después del parto a las obreras y media hora cada tres
horas durante la lactancia, pago íntegro del salario en caso de accidente, desarme de las fuerzas
reaccionarias y armamento del proletariado, destrucción del régimen capitalista y edificación del socialismo.
La insurrección fue sofocada con una represión implacable por los generales Franco y Goded, que habían
aconsejado el envío de las tropas del ejército de África, Tercios y Regulares, de los que se hace mención en el
texto. Las detenciones de miembros de las organizaciones de izquierda se extendieron y se clausuraron
indefinidamente sedes de partidos y sindicatos. La represión fue durísima: más de mil mineros muertos,
muchos como resultado de ejecuciones sumarias ordenadas por los mandos militares; más de dos mil
heridos y unos cinco mil detenidos.
En Barcelona, Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán e invitó a todas las
organizaciones a establecer en Barcelona el gobierno provisional de la República. La intervención del ejército
aplastó rápidamente la rebelión, disolviendo el Parlamento. El presidente Companys y casi todos sus
consejeros fueron encarcelados y condenados a 30 años de cárcel, además de quedar suspendida la
autonomía catalana. Incluso Azaña, que se hallaba en Barcelona, fue detenido. Las consecuencias de la
revolución de octubre de 1934 fueron notables. La CEDA aumentó su influencia en el Gobierno y se mostró
partidaria de aplicar las condenas con rigor.
Las consecuencias de la revolución de Asturias de 1934 son múltiples:
6
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
✓ Una fuerte represión llevó a prisión a muchos dirigentes de izquierda. Se divulgaron informaciones
sobre atropellos, palizas y torturas en las cárceles. Se calcula un saldo final de unos 1.500 muertos
(1.100 víctimas entre los revolucionarios y el resto entre fuerzas de seguridad y el ejército). Tras
sofocar la revolución fueron encarceladas entre 15.000 y 30.000 personas.
✓ Destrucción de la ciudad de Oviedo
✓ Un viraje derechista puso fin al talante moderador y reformista del primer bienio republicano e
inició un giro conservador y autoritario. La extrema derecha se reafirma en su idea de que el
movimiento obrero prepara una revolución para terminar con la República.
✓ La radicalización de posturas se manifestó en la polarización política de las elecciones de 1936. Las
izquierdas, unidas en las cárceles y en la represión que siguió a octubre, acudieron sumando sus
fuerzas en una única candidatura, que adoptó el nombre de Frente Popular.
5. EXPLICA LAS CAUSAS DE LA FORMACIÓN DEL FRENTE POPULAR Y LAS ACTUACIONES HASTA EL
COMIENZO DE LA GUERRA.
Los partidos de izquierdas decidieron acudir a las elecciones de febrero de 1936 formando una gran
coalición que incluyó a los republicanos reformistas, al PSOE e incluso a los comunistas, nacionalistas
catalanes y gallegos, y adoptó el nombre de Frente Popular (llamado así por imitación a la formación
francesa de igual nombre). Su programa defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados por la
revolución de octubre de 1934, la reintegración en cargos y puestos de trabajo para los represaliados por
razones políticas y la aplicación de la legislación reformista suspendida por la coalición radical-cedista. La
CNT no participó en el pacto, pero esta vez no pidió la abstención, lo cual significaba de hecho un apoyo
tácito al Frente Popular.
Los partidos de derecha, por su parte, formaron distintas coaliciones (conocidas como candidaturas
antimarxistas) constituidas por la CEDA, los monárquicos y los tradicionalistas (Bloque Nacional). Sin
embargo, no lograron confeccionar una candidatura única para todo el país ni redactar un programa
electoral consensuado.
La participación fue del 72%. Al igual que en 1933, la diferencia del número de votos no fue abrumadora,
pero no así en escaños. El Frente Popular, que obtuvo en las elecciones el 48% de los votos y 278 diputados,
se convirtió en la fuerza ganadora. Las derechas obtuvieron el 46,5% de los sufragios y 124 diputados,
mientras que las fuerzas de centro solo un 5,4% y 51 escaños. El PSOE y la CEDA formaron las principales
minorías parlamentarias. El PCE, gracias a su inclusión en el Frente Popular, obtuvo 17 escaños. Falange
Española, liderada por José Antonio Primo de Rivera, ni siquiera consiguió acta de diputado.
De acuerdo con lo firmado en el programa del Frente Popular, el nuevo gobierno quedó formado
exclusivamente por republicanos (Izquierda Republicana y Unión Republicana), mientras que el resto de
partidos de la coalición se comprometieron a darles apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado
presidente de la República, con gran oposición de la derecha y el centro, y Casares Quiroga (republicano
gallego, ORGA), presidente del Gobierno.
El nuevo gobierno puso en marcha el programa pactado. Se decretó la amnistía para unos 30.000 presos
políticos y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos a raíz de la huelga de 1934. El
Gobierno de la Generalitat volvió al poder y se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Los
partidos de izquierda y los sindicatos se lanzaron a una movilización popular. Los anarquistas proponían
acciones revolucionarias, y un sector del socialismo se orientó hacia soluciones radicales cercanas a las del
PCE. En las ciudades se convocaron huelgas, y en el campo, especialmente en Andalucía y Extremadura, los
jornaleros se adelantaron a la legislación y ocuparon las tierras. Ante todo, la derecha protestó. Muchos
propietarios de tierras se opusieron a las medidas del Gobierno; algunos empresarios industriales
expatriaron capitales y la Iglesia inició campañas contra la República.
En la primavera de 1936, el paro agrícola en España, al que contribuyó un invierno de intensas lluvias en
todo el país, había aumentado más de un veinte por ciento. Esta casi insostenible situación llevaría, a partir
de marzo, a un amplio movimiento en las zonas rurales de Extremadura y Andalucía en el que los jornaleros
ocuparon miles de fincas. Los esfuerzos del gobierno de Azaña para detener esta expansión, y sobre todo
para que no llegara a Extremadura, donde los yunteros se habían convertido en el grupo campesino más
politizado de España, se concretaron en un decreto de 5 de marzo de 1936 en el que se invitaba a los
yunteros expulsados en 1935 a solicitar la devolución de sus tierras, ordenándose al IRA la resolución de las
solicitudes en el plazo máximo de un mes. No se trataba de ocupaciones violentas, sino de ocupaciones de
7
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
fincas para roturarlas con la intención de que los hechos consumados permitieran a los “yunteros” obtener
algún fruto de ellas. Sin embargo, en varias ocasiones, la tensión de los acontecimientos llevó a duros
enfrentamientos entre la Guardia Civil y los campesinos. La mayoría de estas movilizaciones estaban
organizadas por la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT).
Dado que el 20 de marzo sólo se habían asentado 3.000 yunteros, la FETT ordenó a la Federación de
Badajoz que lanzase un asalto masivo a las fincas en toda la provincia; asalto que se materializó a las cinco de
la madrugada del 25 de marzo de 1936, cuando unos sesenta mil campesinos se pusieron en marcha para
ocupar alrededor de tres mil fincas previamente seleccionadas al grito de “Viva la República”. El gobierno,
que en un primero momento había optado por enviar a las tropas, accedió finalmente, tres días después, a
legalizar las ocupaciones. De este modo, durante los cinco meses que van de marzo a julio aproximadamente
una tercera parte de la población masculina campesina de Extremadura recibió algunas tierras.
Por otro lado, la situación política y social hizo se hizo muy conflictiva: los enfrentamientos en las calles
proliferaron y la escalada de huelgas y desórdenes generó un clima de violencia social. En este ambiente,
Falange Española (utilizando la dialéctica “puños y pistolas”) y otros grupos de extrema derecha formaron
patrullas armadas que iniciaron acciones violentas contra líderes izquierdistas, y estas fueron respondidas
del mismo modo por los militantes más radicales de la izquierda. Una buena parte de la derecha estaba
pensando ya en un golpe de fuerza para acabar con el Frente Popular, mientras el Gobierno trataba de
controlar los disturbios y restablecer el orden social. Es evidente que la creación de ese clima de violencia
era una estrategia que favorecía a los sectores partidarios de organizar un golpe de estado contra la
República.
La planificación del golpe militar se fraguó desde el mismo momento del triunfo del Frente Popular.
Buena parte del ejército, convencida de la proximidad de una revolución bolchevique, comenzó a planificar
un levantamiento armado liderado de nuevo por Sanjurjo, refugiado en Portugal, y organizado desde
Pamplona por el general Mola. Su plan consistía en organizar un pronunciamiento militar simultáneo en
todas las guarniciones posibles, siendo las claves Madrid y Barcelona, con el ejército de África, al mando del
general Franco. Para frenar los rumores golpistas el Gobierno trasladó de destino a los generales más
directamente implicados. La conspiración militar contaba con el apoyo de fuerzas políticas de derecha
(monárquicos, cedistas, falangistas…). El asesinato el 13 de julio de 1936 del líder de los monárquicos
alfonsinos José Calvo Sotelo a manos de integrantes de fuerzas policiales, en venganza por el asesinato del
teniente Castillo por la ultraderecha, aceleró la sublevación militar, que se inició el 17 de julio en Marruecos
y dio comienzo a una Guerra Civil que duraría tres años.
8
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
b) El bando sublevado
Los grupos políticos y sociales que habían dado su apoyo al alzamiento militar no tenían un proyecto
común que ofreciese coherencia política a la rebelión militar. El ejército se convirtió en la columna vertebral
del nuevo régimen, llevó siempre la iniciativa política y fue el encargado de organizar el nuevo Estado.
En la zona dominada por los militares sublevados, conocida como la “zona nacional”, hubo, desde el
primer momento, un orden mantenido por la disciplina militar y la proclamación del estado de guerra. Los
generales sublevados actuaron como jefes en su territorio (Mola en Navarra; Queipo de Llano en Sevilla…).
La muerte accidental de Sanjurjo en Lisboa el 20 de julio de 1936, y el hecho de que la sublevación no
triunfase y diera origen a una guerra, plantearon un gran problema de liderazgo en la dirección militar.
El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional (Mola, Franco, Queipo de Llano…) y
presidida por el general más antiguo entre los sublevados, Miguel Cabanellas. Sus primeras medidas fueron
9
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
prohibir la actividad de todos los partidos políticos, suspender la Constitución y decretar la paralización de la
reforma agraria.
Para dirigir la guerra fue ganando cada vez más apoyos el general Francisco Franco, cuyo liderazgo fue en
aumento, sobre todo, después de liberar el Alcázar de Toledo y de conseguir que Hitler y Mussolini lo
reconocieran como único interlocutor válido para negociar su apoyo a la sublevación. El 30 de septiembre
fue elegido jefe del Alzamiento y el 1 de octubre Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos
españoles. La Junta de Defensa Nacional desapareció y se estableció una Junta Técnica del Estado, con sede
en Valladolid y Burgos. El cuartel general de Franco se trasladó a Salamanca. A partir de octubre de 1936, a
diferencia de la zona republicana, existía en la zona sublevada un mando militar único, pero no uniformidad
política. El único partido político legal era Falange Española y de las JONS, fundado por José Antonio Primo
de Rivera (fusilado por los republicanos), y la Comunión Tradicionalista (carlistas). Se toleraban la CEDA y los
grupos monárquicos. En abril, Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido
único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando falangistas y carlistas, y en el que se
integrarían todas las demás fuerzas “nacionales”. Franco sería Jefe Nacional de este partido único,
concentrando en sus manos otro poder más. El nuevo partido adoptó el uniforme con la camisa azul de
Falange y la boina roja de los carlistas y el saludo fascista con el brazo en alto.
El gobierno de Franco suprimió las libertades religiosa, política y sindical y se impuso la censura de prensa
y en los medios de comunicación. Se suprimieron los estatutos de autonomía y se restableció la pena de
muerte. La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema que formaba parte
de las directrices fijada por los dirigentes de la sublevación y que comportó la aniquilación de los vencidos en
los territorios que iban ocupando. Así ocurrió en la ocupación de Badajoz, Málaga y Granada, y en multitud
de pueblos y ciudades que quedaron en territorio “nacional”. La represión tuvo siempre un carácter
sistemático, planificado y fue ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier
persona sospechosa de izquierdista.
En marzo de 1938 se aprobó la primera de las Leyes Fundamentales, el Fuero del Trabajo, inspirada en el
fascismo italiano, con un único sindicato que agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las
huelgas y las reivindicaciones obreras. Por último, se respetaba la importante influencia de la Iglesia católica,
que en julio de 1937 hizo pública una Pastoral Colectiva de los Obispos en apoyo de los sublevados. El nuevo
Estado era confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio, estableció el culto religioso en la
enseñanza y en el ejército se instituyó una retribución estatal al clero.
10
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
SEÑALA Y CONTEXTUALIZA LAS IDEAS FUNDAMENTALES DEL TEXTO, Y RELACIÓNALAS CON LA DIMENSIÓN
INTERNACIONAL DE LA GUERRA CIVIL Y LA IMPORTANCIA DE LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA EN EL
DESENCADENAMIENTO Y DESARROLLO DE LA GUERRA.
Este fragmento de texto corresponde con el discurso pronunciado por Manuel Azaña en la Universidad de
Valencia al cumplirse el primer aniversario del alzamiento militar contra la República. Estamos, por tanto, en
el contexto bélico que se había iniciado en julio de 1936. El gobierno de la República se había trasladado a
Valencia en noviembre de 1936 ante el temor a que Madrid fuese ocupada por los rebeldes, pero dejando en
la capital una Junta presidida por el general Miaja, y la defensa de la ciudad encargada al general Rojo.
En su discurso, Azaña comienza recordando que en julio de 1936 existía en España un gobierno legítimo
reconocido a nivel internacional, aunque varios grupos políticos no estaban conformes con la política que se
estaba llevando a cabo, lo que considera normal. Lo que critica es que una parte del ejército se levantara
también contra la República, lo que, a su juicio, constituye un delito.
A pesar de que la sublevación no triunfó ni en Madrid ni en Barcelona ni en otras ciudades, la República
estaba moralmente derrocada. Considera que sin la intervención extranjera la guerra habría durado poco.
Está convencido de que sin el apoyo de las potencias extranjeras la rebelión militar habría fracasado. Pero es
más, achaca el mantenimiento de la guerra a los intereses de las potencias europeas.
La coyuntura internacional desempeñó un papel muy importante en la “guerra de España”. A finales de
1917, las noticias que llegaban de Rusia sembraron en España la envidia y la admiración, por un lado, y la
indignación y el miedo por otro. El temor al bolchevismo no fue único en España. En Italia dio paso a la
creación de un Estado fascista liderado por Mussolini a partir de 1922. Por su parte, en Alemania, en 1933,
Hitler alcanzaba el poder y destruye la república democrática.
Desde el primero momento la Guerra Civil tuvo una repercusión internacional. El conflicto fue visto como
una confrontación entre las fuerzas democráticas, y en parte revolucionarias (socialistas o comunistas), y los
regímenes fascistas en ascenso (alemán e italiano). La opinión democrática progresista del mundo, como los
partidos obreros y la URSS, estuvieron a favor de la República. Las fuerzas conservadoras de la democracia
(Francia y Reino Unido), y los gobiernos fascistas (Italia y Alemania) veían en el alzamiento de Franco un
freno a la expansión del comunismo. También el régimen del portugués Oliveira Salazar fue aliado de los
sublevados. El catolicismo estuvo en general con los rebeldes, y el Papado acabó pronunciándose a favor de
Franco.
Durante la década de 1930 la recesión económica derivada de la crisis de 1929, extendió por todas partes
el aumento del paro, el cierre de fábricas y la miseria. En esa atmósfera, la conflictividad social aumentó y se
multiplicaron las huelgas y los disturbios callejeros. Europa se halla inmersa en una profunda crisis
económica y dividida políticamente en países democráticos, fascistas y comunista. Es imposible, por tanto,
entender la guerra sin comprender el contexto europeo y las tensiones producidas por el ascenso del
fascismo y la extensión de las ideas revolucionarias tras la Revolución rusa.
Hoy todos los investigadores coinciden en que, sin la masiva ayuda extranjera, la guerra de España no
hubiese durado más de medio año por la escasez de material militar y de repuestos en los dos bandos. Tanto
los sublevados como el gobierno de la República recurrieron al exterior para buscar apoyos. Los sublevados
enviaron agentes a los países fascistas con el fin de pedir ayuda militar (aviones, armas). El gobierno
republicano pidió colaboración militar y política, en primer lugar, a Francia, que también tenía un gobierno
del Frente Popular.
En la contienda española se forman dos bandos que se van a repetir en la Segunda Guerra Mundial. De
un lado, los regímenes fascistas; de otro, el pacto del Frente Popular sellado entre los gobiernos
democráticos y los comunistas. Pero mientras en la guerra española la intervención fascista en apoyo de los
sublevados es inmediata, la inhibición e incluso la neutralidad favorable a los rebeldes de las potencias
democráticas (EE.UU., Francia y el Reino Unido), denominada política de no intervención, debilita la
República y favorece claramente a los golpistas. El temor a que el conflicto pudiera extenderse por Europa
favoreció esa política de no intervención.
Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento y comunicó a Francia que, si intervenía en España
ayudando a la República, no apoyaría la política internacional francesa ante la posible amenaza de Hitler.
Francia se plegó a estas exigencias e impulsó la creación de un Comité de No Intervención, con sede en
Londres, al que se adhirieron 27 países. Pero esto no impidió que los dos bandos recibiesen ayuda exterior.
La República tuvo que comprar armas y productos energéticos donde pudo. Aquí reside el origen de la
decisión del gobierno de Largo Caballero de hacer uso de las reservas de oro del Bando de España que, en el
11
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
mes de octubre de 1936, fueron enviadas a la Unión Soviética para hacer frente al pago de armas compradas
por la República a la URSS. En noviembre de 1936, la URSS comienza su apoyo a la República. Parte de los
suministros llegaron en ocasiones a través de la frontera francesa, que estuvo la mayor parte del tiempo
cerrada, pero que fue abierta de manera efímera e intermitente. La ayuda soviética y la simpatía que
despertó la causa de la República en Europa y América dieron paso a la formación de unidades de
voluntarios extranjeros de diversas nacionalidades denominadas Brigadas Internacionales, que vinieron a
España a luchar contra el fascismo. Este cuerpo militar estaba formado por voluntarios izquierdistas y
comunistas que en número cercano a los 60.000 lucharon contra el bando franquista en la Guerra Civil. Su
intervención ayudó a detener al ejército rebelde a las puertas de Madrid en el otoño de 1936. Fueron
retirados de España a finales de 1938.
Los sublevados fueron los más favorecidos por el apoyo extranjero. La ayuda alemana e italiana en armas
fue la más importante. Alemania envió la Legión Cóndor y cobró su ayuda con la entrega de minerales y
otros productos estratégicos. La ayuda italiana consistió en el envío de una gran unidad, el Corpo di Truppe
Volontarie, (40.000 soldados), aunque también tuvo importancia la armamentística. También recibieron el
apoyo de voluntarios portugueses, irlandeses (Legión de San Patricio) y otros países.
12
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
Además, hacia el final de la guerra, población procedente de toda España y miles de soldados en retirada
se concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa. Mientras, otros miles huían en barco hacia el
norte de África y otros destinos. Medio millón de españoles salieron desde Cataluña en 1939, de los cuales
160.000 quedaron en el exilio en Francia, Argentina y México, y nunca regresaron a España. Muchos de ellos
eran científicos e intelectuales de primera categoría: Claudio Sánchez Albornoz, Luis Buñuel, Antonio
Machado o Juan Ramón Jiménez.
Durante la guerra, el Gobierno republicano organizó evacuaciones de niños a distintos países para
protegerlos de los horrores de la guerra. Los envíos más numerosos fueron a Francia, con unos 20.000. Se
denomina “niños de Rusia” a los cerca de 3.000 menores que fueron enviados a la Unión Soviética en cuatro
embarques, en 1937 y 1938. La mayoría de los niños procedía del País Vasco, Asturias y Santander. Algunos
de ellos regresaron a España en los años cincuenta y otros se trasladaron a Cuba durante la década de 1960.
En segundo lugar, la guerra arruinó al país: las infraestructuras y las comunicaciones se destruyeron, así
como miles de viviendas afectadas por los bombardeos; la actividad económica se paralizó y la ayuda
recibida por los “nacionales” debía ser pagada ahora, endeudando al país. Más de 250.000 casas quedaron
destruidas, y la mitad del material ferroviario. Los destrozos afectaron a más de 180 ciudades. El 80% de las
instalaciones industriales, sobre todo en el País Vasco y Asturias, se destruyeron, además de la ruina de los
campos de cultivo. Todo ello trajo consigo el desabastecimiento y el hambre en todo el país, pero
especialmente en las grandes ciudades. Las reservas de oro del Banco de España trasladadas a Moscú se
habían esfumado y las deudas de los vencedores con sus aliados alemán e italiano, tardarían muchos en
años en pagarse. Se calcula que la guerra ocasionó unas pérdidas económicas cifradas en torno a 30.000
millones de pesetas de 1935. La economía española entró en recesión y el racionamiento del pan no
desapareció hasta 1952.
Por último, la guerra destruyó la convivencia y el frágil sistema democrático iniciado en la Segunda
República, y fue sustituido por una dictadura militar, de inspiración fascista, que se prolongará durante 40
años. La huida de muchos soldados republicanos para evitar represalias hizo que algunos se escondieran en
zonas de sierra (los maquis), desde donde mantuvieron actividades guerrilleras contra el régimen franquista
hasta finales de los años cuarenta.
9. SINTETIZA EN UN ESQUEMA LAS GRANDES FASES DE LA GUERRA, DESDE EL PUNTO DE VISTA MILITAR
Desde los inicios del año 1936, grupos de militares se habían reunido para planear un golpe de Estado en
el caso de que los partidos de izquierdas ganaran las elecciones. El general Mola, relegado por el gobierno de
la República en Pamplona, actuó como organizador. Para alcanzar su objetivo, contaba con muchos oficiales
de la Unión Militar Española (UME), que era una asociación clandestina de oficiales antirrepublicanos,
distribuidos por todo el territorio. El general Sanjurjo, entonces exiliado en Lisboa, tomaría el mando
superior. Las grandes fases de la guerra desde el punto de vista militar pueden sintetizarse en las siguientes:
a) Sublevación militar
La sublevación se inició en Melilla el día 17 de julio y al día siguiente se extendió a toda la Península. El
mismo día, el gobierno de Casares Quiroga fue informado, pero no se atrevió a tomar ninguna medida, lo
que sí hizo fue dimitir y Azaña nombró a José Giral jefe de gobierno. Su primera medida, el 19 de julio, fue
autorizar la entrega de armas a los sindicatos y a los partidos del Frente Popular. Fueron ellos, junto con una
parte del ejército leal a la República y la Guardia de Asalto, los que hicieron frente, especialmente en Madrid
y Barcelona, a los golpistas.
El día 18 llegó el general Franco desde Canarias y tomó el mando del ejército de África, el más preparado
y mejor armado de la República. El mismo día 18 se sublevaron otros jefes militares: Mola en Pamplona,
Queipo de Llano en Sevilla, Goded en Mallorca y Cabanellas en Zaragoza.
b) Avance rebelde hacia Madrid (julio-noviembre de 1936)
Las operaciones militares comenzaron la semana siguiente al alzamiento, y dieron lugar a una fase de la
Guerra Civil que conocemos como “guerra de columnas”. Una vez sofocado el alzamiento en las principales
ciudades, se constituyeron columnas de milicianos que marcharon a las poblaciones vecinas a sofocar la
sublevación.
En la primera semana de agosto, los aviones enviados por Hitler y Mussolini permitieron el transporte
de las tropas africanas de Marruecos a la Península. La cabeza de puente para el paso del Estrecho la
constituía el dominio sobre la Andalucía occidental que mantenía el general Queipo de Llano desde Sevilla.
13
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
Después de cruzar el Estrecho, las tropas de África al mando de Yagüe, debían enlazar con las tropas
de Mola por el camino más corto, evitando la ruta controlada por el republicano Miaja y aprovechando la
cobertura de la frontera portuguesa, país donde el Gobierno del dictador Salazar era claramente favorable a
los sublevados. El día 11 de agosto los rebeldes ocuparon Mérida, dejando Badajoz aislado. La resistencia
Badajoz fue la primera de importancia que encontraban las fuerzas moras en su avance. Los asaltantes
sufrieron muchas bajas, pero al final lograron entrar en la ciudad. La represión que siguió provocó gran
conmoción internacional: los prisioneros fueron reunidos (más de 2.000) y fusilados en la plaza de toros
vieja. El avance prosiguió hasta alcanzar el valle del Tajo como vía de acceso a Madrid. A mediados de
septiembre, Franco ocupó Toledo, y puso fin al cerco de su Alcázar, donde resistían los sublevados desde
julio. Mientras, en el Norte, las tropas de Mola ocupaban Irún y días después San Sebastián. Gran parte de la
población había huido a Francia.
Los refugiados que huían del avance rebelde habían ido llegando a Madrid. La conquista de la capital
podía ser inminente, por lo que a primeros de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia,
dejando la capital en manos de una Junta presidida por el general Miaja, mientras que la estrategia de la
defensa de la capital quedaba en manos del general Rojo. Pese a los ataques aéreos, Madrid resistió gracias
también a la llegada de las Brigadas Internacionales y de una columna anarcosindicalista desde Barcelona, la
columna Libertad, al mando del líder sindical Buenaventura Durruti, que encontró aquí la muerte.
En la retaguardia de ambos bandos se desencadenó una violenta persecución con el propósito de
exterminar a todos los adversarios. Los sublevados fusilaron a militantes de sindicatos y partidos del Frente
Popular, alcaldes y dirigentes políticos republicanos y maestros de izquierdas. También fueron ejecutados los
militares que se negaron a secundar el alzamiento.
Por su parte, los milicianos anarcosindicalistas, ugetistas y comunistas se lanzaron al asesinato de
todos los derechistas, clérigos, empresarios, terratenientes, burgueses, monárquicos y católicos que
encontraron. Sucesos como los fusilamientos masivos de Paracuellos del Jarama serán recordados
posteriormente por los franquistas.
c) Las batallas en torno a Madrid y la ocupación del Norte (diciembre 36-octubre 37)
Después del fracaso rebelde de ocupar Madrid, Franco decidió cambiar su estrategia, sustituyendo el
ataque frontal por las maniobras envolventes, con la intención de aislar la capital. Se sucedieron tres
ofensivas que, si bien lograron ocupar pequeñas porciones de terreno a costa de muchas bajas y pérdidas
materiales, fracasaron en sus objetivos principales. Las ofensivas se desencadenaron en primer lugar por el
noroeste (batalla de la carretera de La Coruña), después por el sudeste (batalla del Jarama) y finalmente por
el nordeste (batalla de Guadalajara), en la que los sublevados obtuvieron el mayor fracaso. La batalla de la
carretera de La Coruña tenía como objetivo interrumpir las comunicaciones entre la ciudad y los milicianos
que defendía el frente de la sierra de Guadarrama. Ante una fuerte resistencia de los defensores, la batalla
se detuvo sin conseguir los objetivos.
Después el ataque se desplazó hacia el sudeste con el fin de interrumpir los suministros que llegaban a
Madrid desde la carretera de Valencia, que conectaba la capital con la sede del Gobierno y con los puertos
de Levante. Esta maniobra produjo la batalla del Jarama, en febrero de 1937, donde se enfrentaron en el
aire los aviones de la Legión Cóndor y los pequeños y rápidos cazas rusos. Esta batalla fue calificada de
victoria propia por ambos ejércitos, pero lo cierto es que fue extinguiéndose de forma progresiva sin haberse
cumplido los objetivos. Simultáneamente al inicio de la batalla del Jarama, en el Frente Sur un doble avance
rebelde, mandado por Queipo de Llano desde Algeciras por el Oeste y desde Granada por el Este, culminaba
con la pérdida de la provincia de Málaga para la República. La caída de Málaga comenzó a preparar la crisis
del Gobierno de Largo Caballero, que acabaría con su dimisión en mayo. La última intentona para aislar
Madrid se produjo en la batalla de Guadalajara, librada en el mes de marzo de 1937. En ella, las tropas
fascistas italianas aliadas de Franco sufrieron una espectacular derrota a manos del Ejército Popular de la
República. Fue la primera victoria republicana de gran resonancia.
d) La ocupación del Norte
Al llegar la primavera de 1937, todos los ataques para ocupar Madrid habían fracasado. La guerra se
alargaba y Franco decidió acometer la conquista del Norte, territorio que estaba aislado del resto de la zona
Republicana. Los sublevados, al mando de Mola, desencadenaron un ataque hacia Vizcaya en los últimos
días de marzo. En la campaña de Vizcaya se produjo uno de los sucesos de mayor impacto en la opinión
pública española y mundial: el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana, con muchas víctimas.
14
I.E.S. “José Manzano”. Historia de España, 2º Bachillerato. J. RUIZ
Con el objetivo de quebrar la moral y la capacidad de resistencia del enemigo, la aviación franquista había
efectuado bombardeos aéreos contra la población civil en Valencia, Madrid y Barcelona.
Bilbao fue ocupada en el mes de junio gracias a la superioridad en medios, armamento y aviación de
los sublevados. Las tropas de Franco entran primero en Santander y luego en Asturias. De este modo, el
frente del Norte quedaba liquidado en otoño de 1937 y Franco podía concentrar sus esfuerzos en otras
zonas.
e) El avance hacia el Mediterráneo (noviembre del 37-junio del 38)
En diciembre de 1937, el ejército republicano había sido remozado con la creación de las Brigadas
Mixtas y tenía a su frente al general Rojo, el defensor de Madrid. El nuevo ejército republicano intentó tomar
la iniciativa desencadenando diversas ofensivas, la más exitosa de las cuales tuvo lugar en dirección a Teruel.
La batalla de Teruel llevó a la ocupación republicana de la ciudad, que se mantuvo hasta febrero, momento
en que los republicanos tuvieron que abandonarla definitivamente. El ejército de Franco desencadenó
entonces la campaña de Aragón atravesando el Maestrazgo y llegando al Mediterráneo en Vinaroz
(Castellón) en el mes de abril. El territorio republicano quedaba dividido en dos zonas, una de las cuales era
Cataluña.
Para contrarrestar estos éxitos, el general Rojo, al mando del ejército republicano, diseñó un plan para
ocupar parte de la orilla derecha del río Ebro. Con esta operación, que había de dar la iniciativa a las tropas
gubernamentales, se pretendía ganar tiempo, elevar la moral y retrasar la ofensiva rebelde sobre Cataluña.
f) La batalla del Ebro y el fin de la guerra (julio 38-abril 39)
La última fase de la guerra se inició con la batalla del Ebro y terminó con la derrota definitiva de la
República, en un contexto internacional en el que los representantes de las grandes potencias dejaron
totalmente abandonado al Gobierno republicano. La batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios
militares de la guerra. Empezó el día 25 de julio de 1838 y el ejército republicano quedó gravemente
mermado. Durante los cuatro meses que duró la batalla se produjeron unas 100.000 víctimas. Franco decidió
entonces emprender la ofensiva sobre Cataluña. A mediados de enero entraba en Barcelona sin lucha. La
caída de Gerona significó la huida hacia Francia de millares de refugiados, entre ellos el gobierno
republicano, instalado en Barcelona desde octubre de 1937. El presidente de la República, Manuel Azaña,
abandonó España. A principios de febrero estaba ocupada toda Cataluña y la suerte de la República,
totalmente decidida.
En febrero de 1939 a la República no le quedaba más territorio que la llamada Zona Centro, que
comprendía Madrid y toda la región mediterránea, desde el norte de Valencia hasta Almería. A pesar de que
el jefe del Gobierno republicano, Juan Negrín, había regresado de Francia y quería continuar la guerra,
apoyado por los comunistas, ya no hubo realmente ninguna batalla importante. A finales de este mes,
Inglaterra y Francia reconocieron al gobierno de Franco, y Manuel Azaña presentó, en París, su dimisión
como presidente de la República.
A comienzos de marzo de 1939 se produjo en Madrid una sublevación contra el Gobierno de la
República dirigida por el coronel Segismundo Casado, jefe de la defensa de la capital. Casado creía que la
influencia de los comunistas en la República era la causa de la prolongación de la guerra y que sería posible
terminarla mediante una negociación con Franco. Casado se sublevó y controló Madrid tras una fuerte lucha
con las unidades comunistas y fusilamientos de militares por ambas partes.
Junto con el socialista Julián Besteiro entre otros, y el apoyo de parte de la UGT, se creó una Junta de
Defensa, cuya presidencia se dio al general Miaja, con el objetivo de negociar con Franco una “paz honrosa”
basada en la “generosidad del Caudillo”. Sin embargo, Franco no aceptó condición alguna para la rendición y
obligó a entregar las armas. El día 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid sin ninguna
resistencia. Algunos días después se ocupó toda la zona Mediterránea.
El día 1 de abril de 1939 Franco firmó en Burgos el último parte de guerra. El final de la guerra trajo el
inicio de la represión, persecución de los vencidos. Sólo quedaron a salvo de la represión los que marcharon
al exilio. Los que se dirigieron a Francia se salvaron tan sólo momentáneamente, porque allí les esperaba la
invasión nazi de la Segunda Guerra Mundial. Este fue el caso del presidente de la Generalitat, Lluis
Companys, que sería entregado por la Gestapo a Franco y ejecutado después en Montjuich.
15