Tema 1
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1. LA ESPAÑA PRERROMANA
La aparición del hombre tiene lugar en el Pleistoceno o primer periodo de la era Cuaternaria.
Entre intensas glaciaciones seguidas de intervalos cálidos, mientras la fauna y la flora se
acomodan a tales procesos climáticos. El Paleolítico o edad de la piedra tallada. Dentro de ella
distinguimos el Paleolítico inferior (hace aprox. 100.000 años); el medio (unos 60 milenios atrás)
donde encontramos la raza de Neandertal; y el superior, en con el prototipo de hombre de Cro-
Magnon. Nos hallamos así ante el homo Sapiens en el contexto de una estructura geológica
familiar.
Los utensilios más antiguos son las hachas de mano en el paleolítico inferior. A su vez, se han
distinguido en el Paleolítico superior, tres periodos industriales: el Auriñaciense, el Solutrense y
el Magdaleniense, clasificación de estirpe francesa.
Las formas de vida nos son conocidas en sus rasgos más generales. Aquel primer homo
hispanicus llegado del norte de África o de Oriente, vivió en terrazas fluviales hasta que los
intensos fríos de la última glaciación le llevaron a preferir chozas y cuevas, como escribe Pericot,
en habitación, santuario y panteón funerario.
En la medida en que todos los componentes del grupo debieron estar obligados a participar en la
recolección de frutos, la caza y la pesca, es de suponer una acusada cohesión social, con la
correspondiente división del trabajo dentro de las hordas. Se daría también cierta diferenciación
respecto a las mujeres por la gestación y crianza de los hijos, no acompañarían a los cazadores, lo
que probablemente se convirtió en factor clave de la estabilidad del grupo. La coordinación de
esfuerzos de unas y otras tareas requería de rígidas normas que las respaldaran. Se realizarán
reuniones, practicando ritos y preparara los utensilios para estaciones benignas. Se dominan ya
las técnicas del uso del fuego, conocido siglos atrás.
La vida económica del paleolítico superior era los medios y formas de lograr el alimento. Su base
fue la recolección de frutos, la pesca y sobre todo la caza, que nos es mejor conocida por la
pintura rupestre y por los restos de los yacimientos de la época.
La recolección vegetal constituye el antecedente del cultivo agrícola. Aprovechaban los frutos de
los árboles, miel de los panales y los huevos de los nidos. La pesca habría sido principalmente
fluvial o limitada a las rocas costeras. Se inventa el anzuelo y se fomenta el aprovechamiento de
moluscos acuáticos y terrestres.
En el Paleolítico superior coincide con llamada Gran Caza, por la abundancia de herbívoros. Se
usó la red, fosas y trampas de peso. Otros testimonios, muestran la existencia de lugares
acotados con empalizadas, adonde el hombre debió conducir grupos de animales,
manteniéndolos como reserva de alimentación para el consumo posterior. (antecedente de la
ganadería y del sedentarismo).
Se cazaban bisontes en la zona cantábrica, mientras que la cabra montes era perseguida en la
levantina. El ciervo y el corzo eran los mas numerosos y utilizaron una especie de arpones contra
ellos. En las zonas del este y del sur grandes cantidades de conejos pero por su fácil caza no eran
representados.
Los primeros prehistoriadores juzgaron el arte cuaternario como producto de ocio de unos
hombres cazadores a quienes sobraban animales para abastecerse. Se pensó a comienzos de
nuestro siglo como finalidad exclusivamente artística, de culto a la belleza, para enlazar con otra
concepción según la cual el arte cuaternario fue fruto de prácticas religiosas y creencias
totémicas. El hombre paleolítico, al retener con la pintura la imagen de un ser, podría realizar
sobre ella actos benéficos o maléficos; esas preocupaciones mágicas habrían llevado a pintar
animales como medio pretendido para propiciar la caza. Utilizaban carbón, ocre rojo y amarillo.
En cuanto a la religión, Blanco Freijeiro ha recordado que las estatuillas de Venus halladas en los
hogares cuaternarios representaban la gravidez femenina. Se percibe una honda preocupación
por el más allá, patente en las creencias que inspiraron al hombre cuaternario el culto a sus
muertos. Estos eran a veces enterrados en sepulturas individuales y otras en fosas comunes. Al
lado del cadáver se colocaban objetos de uso personal y diversas ofrendas. El importante
descubrimiento del llamado hombre de Morín (aprox 29.000 años), llevado a cabo por González
Echegaray y Freeman en las proximidades de Santander, hallaron un seudomorfo: el molde
arcilloso en tres dimensiones de un cadáver en estado de descomposición, el cual todavía
conserva parte de los tejidos. Corresponde a un enterramiento efectuado hace unos 29.000
años, en la etapa auriñaciense del Paleolítico superior.
El hombre de Morín, de casi dos metros de altura, debió ser decapitado después de su muerte
en una ceremonia de carácter ritual. La cabeza aparece separada del tronco, mostrando una
amputación en la parte inferior de las extremidades. Pudo ello responder a un tipo de
concepciones preanimistas (no se llega a personificar las fuerzas sobrenaturales) según Caro
Baroja según las cuales, los cadáveres eran enterrados en posiciones forzadas, correspondiendo
por su carácter o las circunstancias de la muerte. Se comprueba la colocación de ofrendas
animales, quedando el interior de la tumba en comunicación con el exterior mediante un orificio.
Neolítico (iniciado hacia el 4.500 a.C.) significa “piedra nueva”, tras la piedra tallada característica
de los milenios anteriores, el hombre fabrica útiles líticos pulimentados. El hombre se convierte
en agricultor y ganadero. Se inventa la cerámica. El conjunto de transformación justifica hablar
de Revolución Neolítica (Gordon Childe) con la principal característica es el comienzo del
sedentarismo, además, con el trabajo del cobre, entramos en la llamada Edad de los Metales.
El Neolítico hispano fue antiguamente explicado por influencias africanas, se atribuye hoy su
inicio al contacto con pueblos del Próximo Orientes, cuya presencia en Baleares, aparece ya
constatada en el quinto milenio. Quizás tuvieran lugar inmigraciones desde los Balcanes. Esto se
hizo sentir en la comarca de Almería, relacionada por mar con poblaciones orientales, en los
territorios de Levante, en la franja andaluza y el sur de Portugal, en la cultura de los sepulcros de
fosa, en el noroeste de la península y en las zonas pirenaicas.
Las nuevas técnicas del Neolítico, patentes en la cestería y en un trenzado de fibras que hizo
posible el tejido, fueron especialmente notables en lo relativo a la cerámica; existió cerámica
cardial (la superficie se adorna con impresiones del borde dentado de una concha marina) y
cerámica incisa (utilización del punzón). En la fase final de esta etapa se encuentra vasos lisos y
de influencia norteafricana.
Llegó a España, el conocimiento y utilización del cobre cuando todavía no se había descubierto su
aleación con el estaño para formar bronce, como Pericot sugiere a lo que llevaría consigo admitir
una etapa previa o edad del cobre, en el primer caso, o negarla, dando por bueno el paso directo
a la edad del bronce (cobre-bronce-hierro). Debio llegar un comercio incipiente. Los útiles de
metal, conchas o variedades de sílex fueron objeto de tráfico. Los millares más prósperos
testimonian la realidad de intercambios comerciales con el Mediterráneo oriental. La navegación
alcanzó ya entonces razonables progresos. Fueron visitadas las Baleares por algunos grupos.
B) Sociedad y cultura
Las creencias de ultratumba se representan en el arte rupestre levantino. También cabe destacar
las escenas representativas de demonios, la apelación sobrenatural a la fortuna en la vida agraria
y el culto al hacha.
La Península fue conocida como Iberia por los griegos, quienes llamaron en principio iberos a sus
habitantes de la zona mediterránea hasta el hallazgo de pueblos asentados en el centro y en el
norte. Las invasiones celticas se cree que fue por los celtas del norte junto con los iberos oriundo
de África, que construyeron un tercero, los celtíberos, quienes fueron en su tiempo el
fundamento de España.
Pero la teoría de que los iberos fueran invasores es invalida ya que, en la presencia ibera, según
afirma Tarradell, no fue producto de una invasión sino de un complejo cultural de pueblos
indígenas, constituido bajo el influjo de los colonizadores griegos y fenicios; lo ibérico más que
un pueblo o raza diferenciada, habría sido una forma de civilización y cultura común a varios
grupos étnicos distintos.
Hacia el año 1.000 a.C, se inicia a través de los valles pirenaicos la primera invasión céltica. Los
celtas eran un pueblo indoeuropeo (keltoi) en la parte nordoccidental que desarrollaron durante
la Edad de Bronce la llamada cultura de los túmulos (cubrir a los muertos con un gran túmulo de
tierra), alterando luego sus tradiciones funerarias al incinerar a los muertos y enterrar las cenizas
en una urna junto al ajuar. Los celtas de la cultura de los campos de urnas fueron probablemente
los primeros en aparecer en España, procedentes de la región del Rhin, seguidos luego por otras
varias migraciones que desde el siglo VIII se corresponden con la llamada primera Edad de Hierro
o cultura de Hallstatt, y desde el V con la forma clásica de la segunda Edad de Hierro o cultura de
la Tene. Las sucesivas oleadas célticas se asentaron principalmente en el valle del Ebro y Cataluña
por la explotación agrícola del rio así como del desarrollo de una economía pastoril y agraria. En
el sector occidental de la meseta surge la cultura de los Castros, llamada también de los verracos
por sus monumentos zoomorfos. En Galicia surge una cultura céltica castreña.
A principios del último milenio tiene lugar el establecimiento en la Península de los pueblos
comerciantes del Mediterráneo Oriental. Los fenicios, según el testimonio de Diodoro Sículo, tras
haberse enriquecido con el tráfico de la plata, llegaron a Occidente para establecer diversas
factorías en Iberia y África. La primera y más importante colonia fue en Gádir (Cádiz) fundada
hace el 1.100 a.C y en Sexi (Almuñécar, Granada) cuyo yacimiento fenicio reúne los materiales
más antiguos. Estrabón citó a Gádir como la segunda ciudad, tras Roma, más poblada del mundo.
Los fenicios desplegaron gran actividad pesquera y una gran industria textil. De acusadas
preocupaciones religiosas, difundieron el culto a dioses y diosas.
Debido a las inquietudes comerciales, o tal vez por problemas se superpoblación y falta de
tierras, diversos pueblos griegos expertos en navegación realizaron por entonces incursiones
hacia Occidente (S.V). Esto tuvo lugar en un clima de auge económico, por dos circunstancias
principales: por la generalización de la economía monetaria, con el consiguiente desarrollo de la
banca y el apogeo industrial; y por la talasocracia ateniense en el Egeo y el florecimiento de las
ciudades griegas en el Mediterráneo occidental.
Hacia el año 800 a.C, los rodios fundan Rhode (Rosas), mientras que esos y otros pueblos,
abandonando la seguridad de los trayectos a la costa, viajan por el centro del mar de unas islas a
otras (Sicilia, Cerdeña y Baleares) hasta las costas del oeste, Schulten califico como vía
interinsular. Entre las nuevas colonias destacan Emporion (Ampurias) y la más importante
Massalia (Marsella), correspondiente a la expansión focense debió contar la con la protección del
rey de Tartessos.
La persistencia de los grupos étnicos más primitivos, junto a las inmigraciones indoeuropeas y
el próspero desarrollo de los colonizadores mediterráneos, ocasionaron que la Península
quedará convertida en un mosaico de pueblos tal y como aparecerá ante el conquistador
romano. Se dividían en:
Una amplia área sobre la meseta central dio cabida a dos grandes pueblos: Los celtíberos en la
parte oriental y los vacceos en la occidental. Los territorios meridionales albergaron asimismo a
otros grupos étnicos de menos significación: carpetanos, oretanos y vetones (carpetanos y
oretanos al este y los vetones al oeste). Estos últimos, vivieron en poblados y a veces en
pequeñas ciudades fortificadas de economías típicamente pastoril, aparecieron esculturas de
animales simbolizando una función protectora.
Hacia el 600 a.C aparecen unas tribus de pastores nómadas, los beribraces, que
fundamentalmente se alimentaban de leche y queso. Mas tarde, la fusión de los diversos
grupos étnicos con el pueblo celtíbero, consolida una economía pastoril apareciendo guerras
para apoderarse del ganado. La industria siderúrgica alcanza notable desarrollo, y ello tanto en
su vertiente bélica para disponer de armas, como en el uso pacífico de fraguas donde se
construían herramientas y aperos de labranza. Hubo cierta actividad agrícola en la zona de
Numancia.
Los celtíberos debieron ser en tiempos de paz gentes hospitalarias, acogedoras del forastero en
razón de principios religiosos, y con creencias más proclives al culto privado que al público. En
la guerra, en cambio, su dureza y valor fueron proverbiales que llegaron a ser antológicas en las
luchas con Roma.
El área ibérica se extiende desde el norte de los Pirineos, a lo largo de la costa mediterránea,
hasta la zona de Murcia. Nos encontramos con variedad de pueblos: cosetanos e indigetes en
las tierras catalanas de Tarragona y el Ampurdán, iacetanos (Jaca) e ilergetes (Lérida) en el valle
del Ebro, contestanos (Alicante) y bastetanos (Baza) en el extremo meridional.
La ciudad núcleo, fue construida por lo general en lugares elevados y protegida ocasionalmente
con murallas. Las casas ibéricas eran pequeñas y con tejados de ramajes mezclado con barro.
Probablemente para familias monógamas y poco numerosas.
El proceso colonizador de fenicios y griegos entró en contacto con unos pueblos meridionales,
los turdetanos y tartesios con una rica civilización. Esas relaciones de los tartesios con la gente
del mediterráneo oriental se vieron afectadas por la rivalidad entre griegos y cartaginenses. Con
la derrota de los cartaginenses por parte de los Tartessos en Alalía (535 a.C), supuso que los
cartagineses destruyeran la capital, Tartessos aniquilando su imperio.
Un escritor romano, Justino, menciona la monarquía tartésica con reyes míticos, Gárgoris,
descubridor de la apicultura, con su hijo incestuoso Habis, héroe civilizador que enseñó al
pueblo la agricultura prohibió el trabajo a los nobles y organizó a los súbditos en siete clases.
La sociedad, con un sistema de castas cuyo grupo dominante lo fue por razón de nacimiento,
mientras numerosos esclavos formaban el estrato inferior. Quizás los grupos sociales estuvieran
separados en diversas zonas de la ciudad por otra corrección del texto de Justino según
Schulten, leyendo la palabra ordines por urbes, no habría sido dividido en siete ciudades sino en
barrios.
Las excavaciones arqueológicas de los últimos años han facilitado un mejor conocimiento sobre
la economía tartésica, y en especial de las explotaciones mineras, principal fuente de riqueza de
la zona que ha sido denominada El Dorado de Occidente. El reino de Tartessos gozó de fama
legendaria por la abundancia de minerales y en especial de la plata, bien conocida por los
comerciantes fenicios y que tal vez condicionó su propio asentamiento en Cádiz.
La riqueza agrícola aparece como una de las mayores de la Península, dado que el campo
andaluz fue abundante con sus tres productos determinantes: trigo, vino y aceite. El último
pilar lo constituye la reserva ganadera, aludida en la leyenda de Habis, cuyas enseñanzas
agrícolas contienen una referencia al uso del arado tirado por bueyes. Se sabe de la abundancia
de ganado bovino, con los grandes rebaños de toros en la cuenca del Guadalquivir.
La cultura tartésica la recordamos por testimonios literarios en verso. Por el contacto con varios
pueblos debieron abocar a un cierto sincretismo. Destaca el culto al toro, al león y a la esfinge
alada.
El derecho consuetudinario son normas no escritas que se forman por las costumbres. La
generalidad era un sistema patriarcal, donde el hombre cumplía un papel principal justificada por las
exigencias físicas de la caza, dejando de lado a la participación femenina en la expedición venatoria
(caza) y en la recolección de frutos. La aparición de la cultura pastoril pudo favorecer un sistema
patriarcal de carácter poligámico. La sociabilidad tuvo dos premisas: la necesaria cohesión del grupo
y el reparto del trabajo. Dicho de otro modo, debían concurrir muchos para hacer lo que había que
hacer, pero no todos debía haber lo mismo.
El régimen matriarcal fue posible a la extraordinaria fortaleza física de la mujer, ostensible en otra
institución, la covada, también apreciada por Estrabón entre los cántabros, es decir, la sustitución de
la madre por el padre en el lecho tras el nacimiento de los hijos, recibiendo él los cuidados debidos a
ella mientras ella volvía a sus tareas.
Existe la posibilidad de que el derecho escrito en Tartessos fuera el antecedente a las normas
escritas. Es decir, hay quienes dicen que en Tartessos fue la primera vez que aparecieron leyes
escritas. Existe la leyenda de Gárgoris y Habis, en la que se relata que el hijo de Justino una vez
convertido en monarca, “sometió a leyes al pueblo incivilizado”.
Pero existe también cierta significativa referencia que pretende corresponderse con la realidad
misma: Refiriéndose a los turdetanos, y tras ponderar su cultura, Estrabón observa que estos tienen
escritos de antigua memoria, poemas y leyes en verso, que ellos dice de seis mil años. Pero también
se ha constado la existencia de otras escrituras en diversos pueblos del Mediterráneo oriental, con
quienes precisamente los Tartessos mantuvieron intensas relaciones.
La sociedad primitiva se jerarquizó en diversos estratos o clases. El acceso a las clases superiores
debió estar determinado por el nacimiento, por los méritos bélicos e incluso por la edad, en este
último caso cabe destacar los consejos de ancianos en algunas comunidades. Los componentes de las
clases rectoras probablemente eran dueños de latifundios y tierras, fueros calificados por los
romanos como los “nobles” que vivían en zonas preferentes. En un grado inferior de la escala social
figura la gran masa de cultivadores y pastores libres.
Existió así mismo la esclavitud. Hubo esclavos que pertenecían a dueños particulares y que sin duda
fueron objeto de comercio. El paso de la esclavitud de gentes libres estuvo a veces relacionado con la
desgracia y acciones bélicas. Según les sucedió a los turdetanos que habían alentado a Aníbal en la
guerra con Sagunto y que fueron vencidos y vendido.
También existían los siervos públicos que dependían de una comunidad política, los romanos
concedieron en libertad a esclavos que poseían tierras en beneficio de la ciudad dominadora.
A) Gens y gentilidades
Esto fue llamado por los romanos gens o tribu, también conocido como centuria a la propia
comunidad política. Por otra parte, nos encontramos con las llamadas gentilidades esto es una
forma intermedia entre la tribu y las familias. La gentilidad es una especie de clan con significación
en la vida pública. Los derechos del individuo derivan a su perteneciente gentilidad, interviene en
acuerdos o pactos a través de quien la represente.
Hübers propone que gens y gentilidades eran equivalentes. Mangas, lo rechaza por lo que propone
una organización: gens: unidades de primer orden; gentilidades segundo y familia como tercero.
En ambos pactos que corresponden a los años 27 y 152, se aprecia la intervención de los
representantes de las gentilidades. Los beneficios se estipulan para quienes la componen, pero
también sus descendientes. También se advierte pactos de gentes distintas. Es de señalar también la
presencia del magistrado de la gens, quien autoriza un acto que afecta al conjunto de la comunidad
política , como ha observado García-Gallo, los pactos de hospitalidad debilitan la peculiar
personalidad de las gentilitas al atenuar su hermetismo y favorecen la cohesión de la propia gens.
El establecimiento de diversos vínculos de sumisión personal fue debido al carácter de los españoles
primitivos, concretamente de los iberos, caracterizados por su capacidad de seducción ante las
cualidades de personales de jefes o caudillos. Los iberos se agrupaban de forma espontanea de
personajes con poder de atracción, cualquiera que fuera su origen.
La imagen del guerrero aislado, como cabeza de un grupo de leales, tuvo que ver en principio con las
precarias condiciones de vida y la carencia de propiedad territorial.
1. La clientela militar
La clientela como la hospitalidad supone un pacto que engendra una nueva relación y las obligaciones
subsiguientes. La clientela a diferencia crea un vinculo de sumisión de persona a persona. El cliente se
acoge a la protección del patrono que recibe a cambio su fidelidad y servicios. La forma mas concreta
es la clientela militar, el cliente ofrece ayuda y asistencia en actividades guerreras y el patrono
facilitarle armas. Se establecía mediante juramento, reconociendo el cliente en el patrono a su jefe o
rey. La fe jurada constituye la única garantía de las obligaciones y su ruptura depende del
incumplimiento. Debilitó los vínculos públicos entre el individuo y su gens o grupo familiar más amplio.
2. La “devotio” ibérica
Se destaca que los españoles tendían a trascendentalizar los pactos privados con líderes militares. Se
menciona la convergencia de dos concepciones diferentes: la personalista de los iberos, que ve el
pacto como con otro hombre y no con el Estado romano, y la institucional del militar, que busca un
acuerdo entre dos pueblos y no quiere ser llamado rey.
En segundo lugar, se señala que la consagración ibérica no era completamente novedosa para los
romanos, quienes tenían una institución similar, la devotio, utilizada exclusivamente en la guerra. Esta
devotio romana a veces implicaba la consagración del territorio enemigo a divinidades infernales
mediante fórmulas mágicas. En el fondo, la devotio romana tenía el objetivo constante de desear la
aniquilación del adversario.
Por otro lado, los devotos iberos, conocidos como soldurios según César, tenían un enfoque diferente.
Buscaban no solo una asistencia social recíproca, sino también desviar la muerte del jefe elegido hacia
aquellos que lo seguían
En este contexto, la vida tiene sentido en el ámbito militar, y aquellos que se sienten viejos e incapaces
optan por el suicidio al considerarse inútiles para la guerra. Se sugiere que el temor a caer en manos
del enemigo también influye en esta decisión, extendiéndose incluso a las clientelas. La vida de los
seguidores tras la muerte del líder militar resulta difícil de justificar para quienes consideran ilícito
sobrevivir al caudillo, siendo este fenómeno asociado principalmente a muertes violentas del líder en
lugar de muertes naturales.
El régimen político de los Estados prerromanos fue unas veces monárquico que ostentan un supremo
poder y lo transmiten por herencia, y otras aristocrático, desempeñado por magistrados elegidos por
un cierto tiempo. La comunidad política solía tener su centro en una ciudad, y desde allí regía a los
alrededores.
Solían llamar rey al jefe de la comunidad política y “reyezuelo” (regulus) a quienes estaban al frente de
las organizaciones aristocráticas, o caudillo de la clientela. Mas frecuentes son, según Caro Baroja, la
mención de los príncipes (prínceps) aparece a veces como el hombre más importante de la ciudad o
tribu, y otras como un miembro más de la clase noble. La ascensión a este cargo fue objeto de
enfrentamientos. En Lusitania no se dieron régulos o reyes, existiendo algunos jefes militares elegidos
en asambleas populares. En Tartessos aparece la institución monárquica.
2. Asambleas populares
En los Estados indígenas existía una asamblea popular formada por hombres libres (concilium) y un
senado que desempeñaba un papel rector no bien conocido.
Las colonias fenicias y griegas se debían regir por un sistema análogo a las metrópolis fundadoras. Al
responder a intereses fundamentalmente comerciales, las colonias fenicias eran tanto oficiales
(como Cádiz) como simples delegaciones mercantiles de carácter privado. Ambas pertenecían
vinculadas a las ciudades promotoras por vínculos religiosos. Mediante este culto, las colonias debían
aportar la décima parte de los ingresos del tesoro público. Estas contaban con una asamblea popular
y un senado mas restringido de composición aristocrática, su gobierno corrió a cargo de dos
magistrados o jueces, los sufetes. La admiración hacendística quedo en manos de un funcionario
llamado sofer.
Este doble carácter político y comercial fue también característicos de los establecimientos griegos,
aparecen como auténticas colonias oficiales (cleruquías) o simples factorías comerciales. Las colonias
mantenían estrechas relaciones con sus metrópolis de origen, previstas de antemano en un
documento (apoikia) que establecía cierta situación de igualdad. los conflictos se resolvían por
arbitraje. Podían crear a su vez su colonias o delegaciones dependientes, las cuales pagaban un
tributo a esas poleis o ciudades fundadoras. El régimen interno de las colonias griegas en el
Mediterráneo fue muy variable, observándose tanto un aristocrático so pujante en las de Italia, como
un sistema más demócrata en las colonias orientales.
La presencia cartaginesa en la Península desde mediados del siglo tercero a.C. impuso un dominio
irregular sobre la base del poder militar y de pactos de hospitalidad y clientela. Sus jefes fueron
elegidos por el ejército en el seno de una familiar, los Barcas.
La jefatura del Estado era desempeñada anualmente por os magistrados (sufetes), existiendo así
mismo una asamblea popular, un senado de quinientos miembros y cierta cámara, tribunal de los
ciento cuatro, el cual pudo tener funciones delegadas de carácter general y otras más específicas
sobre cuestiones civiles y mercantiles.
El centro político y militar de la España cartaginesa fue la ciudad de Cartago Nova, fundada por
Asdrúbal y organizada a semejanzas de la propia Cartago. El doble frente hispanoafricano implico
tensiones que nunca lograron ser superadas en la consolidación de un imperio cartaginés
homogéneo.