Tortured
Tortured
Tortured
Kath
Traductoras Correctoras
Alixi CamilaPosada
Brisamar58 Clau
Cjuli2516zc Dabria
Delilah Maye
Gigi Lau_sp_90
JandraNda Fatima85
Kane
Kath
Lvic15
Maria_clio88
Mary_08
Mimi
Nayelii
Rosaluce
Valen Drtner
3Figura literaria que consiste en combinar dos expresiones opuestas en una misma
estructura, con el objetivo de crear un tercer concepto con un nuevo sentido (santo e
infierno).
Dio un paso hacia mí, presionando su cuerpo contra el mío,
apoyándome contra la pared. Un fuerte suspiro salió de mícuando sentí lo
duro que estaba. No solo lo que residía entre sus piernas, presionado en la
suavidad de mi estómago, sino la extensión de su pecho, los cuadros de su
abdomen, los músculos que corrían por sus piernas. Era duro, fuerte y
parecía capaz de salvarme de lo que el mundo decidiera enviarme. Si
pudiera quedarme encerrada en el refugio de su cuerpo, estaría a salvo.
Estaría feliz. Conocería la paz.
Su cabeza se inclinó contra la mía, el calor de su aliento tocando mi
boca antes de sus labios. Mis brazos alrededor de su espalda, mis manos
acariciando la curva de sus hombros y buscando un lugar para agarrarme.
Necesitaba un agarre sólido para cuando me llevara dondequiera que
tuviera planeado. Con la forma en que me estaba besando, podría haber
sido a cualquier parte.
Su boca era suave al principio, dejándome tomar la iniciativa. Cuando
mi lengua tocó la suya, un sonido grave vibró en su pecho. Oírlo hacer ese
sonido, sintiéndolo contra mi cuerpo, sabiendo que era el resultado de lo
que yo estaba haciendo, me hizo sentir cosas que no había sentido en
años. Poder. Persuasión. Control. Golpearon mi torrente sanguíneo como
un tiro de la mejor clase de endorfinas positivas, nadando dentro de mí
hasta que me sentí invencible.
La forma en que me permitía dirigir, sometiéndose a mi fuerza física
más débil, siguiendo el tono de mi necesidad, me hacía sentir otras cosas
que tampoco había sentido en años. Confianza. Reverencia. Amor.
Mientras me levantaba para rodear mis piernas en su cintura arqueé
mi espalda, dejándome sentir la manifestación física de lo que me hacía
sentir emocionalmente. Su gemido resonó en mi boca, nuestro beso nunca
se rompió.
—Tengo que abrir la boca para hacer los sonidos que forzarás a salir
de mí —susurró antes de chupar suavemente mi labio inferior en su boca.
Mis piernas se apretaron a su alrededor.
—Has hecho tu punto.
Se alejó lo suficiente para que pudiera ver el brillo en sus ojos.
—Tengo que abrir la boca para… —Acercó su boca a mi oreja,
susurrando el resto.
Un estremecimiento bajó por mi espina dorsal, el resto de mi cuerpo
sintiendo que todo nervio estaba disparando.
—¿Estás…?
—Estoy lista —dije levantando mis caderas.
—¿Estás segura? No tenemos que hacerlo. Puedo esperar. Hasta que
estés lista. Estar así contigo es suficiente, te lo juro. —Su aliento era tan
desigual que cada palabra sonaba como una sola frase.
—No es suficiente. —Incliné mis caderas hasta que pude sentirlo
empujando contra mí. Nuestros pechos comenzaron a subir y bajar más
rápido—. Entre tú y yo, nada será suficiente.
Cuando me pegué más a él, su brazo voló detrás, apoyándose en la
pared. Empujó contra mí hasta que mi espalda estaba contra la pared, su
pecho duro contra el mío. Sus caderas se flexionaron lentamente,
hundiéndose más profundamente en mi cuerpo.
Mi cabeza cayó hacia atrás, mi boca abierta. Su mano estaba apoyada
contra la pared, la otra bajaba hasta la curva de mi cadera, sus dedos se
hundían en ella mientras el resto de su cuerpo empujaba el mío. Un
sonido que no reconocí salió de mí. Tuve que cubrir mi boca para
contenerlo. Cuando bajé la cabeza lo suficiente para ver a Brecken, su
rostro lucía una media sonrisa.
—¿La cama? —Suspiré.Dejando que mi cuerpo se adaptara a tenerle
dentro de mí otra vez. Dejándome comprender que realmente estaba
haciendo el amor con Brecken Connoly de nuevo.
—Viví dentro de cuatro paredes seis años. No había una cama. —Besó
la curva de mi hombro, sus labios trazando la columna de mi cuello—.
Aproveché mi situación imaginándote en esas cuatro paredes conmigo,
contra cualquiera de esas cuatro paredes conmigo dentro de ti. —Su
cuerpo se estrelló contra el mío un poco más duro, logrando hundirse un
poco más profundo—. Solo estoy cumpliendo un poco de mi fantasía.
Sonreí cuando empezó a moverse dentro de mí.
—Esta parece una bonita pared.
Brecken respiraba con dificultad, con la frente llena de sudor.
—Cualquier pared es bonita mientras te tenga pegada contra ella.
Su boca volvió a la mía, reclamando la propiedad de la misma manera
que reclamaba el resto de mi cuerpo. Lo sentía en todas partes, dentro,
fuera, él era una parte de mí.
—¿Brecken? —Respiré contra sus labios, retorciéndome mientras
trataba de frenar mi cuerpo.
—Yo también, Blue Bird. —Su frente cayó en la pared a mi lado, con
la espalda rígida—. Yo también.
Un temblor se disparó a través de mi cuerpo justo antes de sentir mi
orgasmo cobrando vida. Sus dedos se apretaron más cuando me sintió
correrme, su propia liberación siguiéndome. Dijo mi nombre una vez, y
luego otra, cuando su cuerpo dejó de moverse dentro del mío.
—Eso fue… —Sacudió su cabeza contra la pared.
Mis dedos se arrastraron por su espalda, todo mi cuerpo sintiendo
como si estuviera flotando.
—¿Rápido?
—¿Increíblemente rápido?
Separó la cabeza de la pared para mirarme.
—Increíblemente bueno. Increíblemente asombroso. Increíblemente
irreal. Increíblemente la mejor cosa que le puede suceder a un hombre en
la historia alguna vez.
Mi cuerpo se balanceó contra el suyo cuando me reí.
—Ahora lo entiendo. —Hice una pausa, amando la sensación del
sudor que salpicaba su espalda. Amando la forma en que se deslizaban las
yemas de mis dedos, las marcas levantadas de sus cicatrices—. Pero
podría necesitar una repetición. ¿Quizás esta vez, increíblemente lento?
Los brazos de Brecken me rodearon antes de alejarme de la pared. Se
dirigió hacia la cama, sus pasos fuertes y seguros. Si cojeó mientras me
llevaba a través de la habitación, no lo sentí.
—¿No te importa si increíblemente lento se traduce en toda la noche?
Mi cabeza tembló contra su cuello, un jadeo escapando de mi boca
cuando lo sentí endurecerse dentro de mí. Mientras me recostó en la cama,
sus manos rodearon mi mano izquierda. Sus ojos se quedaron en los míos
mientras deslizaba la banda de platino de mi dedo anular. La sostuvo por
un momento, luego abrió los dedos y la dejó caer al suelo.
—Siempre he sido tuyo. —Mis dedos se enlazaroncon los suyos
mientras bajaba su cuerpo sobre el mío.
—Nada cambia eso.
—Está demasiado ciego para saber lo que tiene.Yo nunca lo estuve.
Siempre supe lo que tenía cuando te tomaba en mis brazos. —Sus brazos
se cruzaron detrás de mí, atrayéndome hacia él, mientras sus caderas se
balanceaban contra las mías—. El puto mundo entero.
A
la mañana siguiente el cuerpo todavía me dolía, pero era
diferente. Las molestias habían desaparecido siendo
reemplazadas con dolores de placer. Brecken había logrado
llevarse el dolor, un suave toque a la vez, una palabra cariñosa a la vez.
Estaba despertando a la misma vida, pero era una persona diferente
atravesándola. El reloj al lado de la cama decía que era poco antes de las
seis de la mañana. Recuerdo ver las cuatro y algo antes de rendirme
finalmente al sueño. Nunca me había sentido tan descansada, incluso con
solo un par de horas de sueño. Eso puede haber sido porque no había
dormido con el proverbial ojo abierto, anticipando cuándo llegaría el
siguiente ataque.
Cuando me giré, encontré el otro lado de la cama vacío. Aunque en la
almohada había una rosa, que debió de haber tomado de uno de los
arbustos, y una nota. En ella había un pequeño dibujo con ojos
exagerados.
Lo siento. Mirando de nuevo.Y estaba firmado con:Finge que el dibujo
soy yo.
La mayoría de las mañanas me despertaba con una versión de terror
o resolución en mi rostro. Hoy, me había despertado con una sonrisa.
Tomando la nota y la rosa de la almohada, salí de la cama para ducharme
y vestirme. No estaba segura de dónde había ido Brecken, pero asumí que
a su cabaña,ya que ambos habíamos decidido que era importante
mantener nuestra relación, mientras fuese más allá de la amistad, oculta
de Keenan. Solo lo confundiría y quería mantener la confusión al mínimo
en su vida.
Después de ducharme y vestirme, volví a recoger la habitación y
asegurarme que ninguna de las prendas de Brecken estaba tirada por allí.
No me perdí que debió coger mi anillo esta mañana y ponerlo en el armario
para que lo encontrase.
Me lo puse con tristeza. Él sabía la forma en que las cosas eran entre
nosotros y también aceptó la forma en que tenía que sercuando Crew
volviese de rehabilitación. Era extraño aceptar que el hombre que amaba
estaría encantado de cortar la garganta del hombre con el que estaba
casada… si no le hubiese pedido que no lo hiciese.
Comprobando mi teléfono donde lo había dejado cargándose en la
sala de estar, vi que había recibido un mensaje de Crew. Me había enviado
uno cada mañana desde que entró en el programa. Cada uno comenzaba
con una cuenta atrás de cuántos días le quedaban, seguido con alguna
frase diciendo algo sobre que nos echaba de menos y sentirlo. Como las
dos mañanas anteriores, borré este.
Keenan no se había movido de la posición en la que había estado la
noche anterior, su pecho todavía elevándose con movimientos lentos y
tranquilos. Nada como un día en el lago para agotar las energías de un
niño.
Aunque iba a despertarse hambriento, así que imaginé que debería
comenzar con el desayuno antes que lo hiciera. En realidad, yo también
tenía hambre. No podía recordar la última vez que realmente había comido
porque hubiese estado hambrienta, en lugar de hacerlo simplemente para
evitar consumirme.
Ayer compramos algunas cosas antes de venir, así que abrí la caja de
la mezcla de tortitas y saqué los huevos de la nevera. Justo estaba
rompiendo el último par de huevos en la sartén cuando me di cuenta de
una figura corriendo por el borde del lago. Apenas se notaba, pero sus
pasos eran un poco desacompasados. Suave en la derecha, agitado en la
izquierda. No es que eso lo estuviese ralentizando. Brecken parecía estar
entrenando para los cien metros lisos en lugar de una carrera matutina.
Sus pasos hicieron eco en los escalones unos minutos después, sus
fuertes respiraciones sonando similares a las que había experimentado
contra mi piel la noche anterior. Me obligué a centrarme en el desayuno,
para evitar quemarlo, en lugar de en los recuerdos de la noche anterior.
La puerta mosquitera sonó al abrirse, seguido por Brecken entrando
lentamente cuando notó que Keenan todavía estaba durmiendo. Cuando
me vio, su mirada se suavizó justo antes de deslizarsesobre mí, de una
forma parecida a la que yo estaba haciendo sobre él.
—¿Hambriento? —dije suavemente, señalando el plato de tortitas
humeantes con la espátula.
Alzó una ceja antes de secarse el rostro en la camiseta.
—Famélico.
La forma en que lo dijo me hizo aclararme la garganta. Las hormonas
desaparecidas. La libido guardada para después.
—¿Ejercicio? —Miré su vestimenta de correr sudada.
Sonrió.
—Mucho.
—¿Cansado?
Arrugó la frente mientras me miraba.
—Negativo.
—¿Más?
—Positivo. —Asintió una vez mientras se acercaba.
—¿Esta noche?
Tomó una manzana de la mesa y se la llevó a la boca. Clavó los
dientes en ella, sus ojos fijos en mí mientras masticaba.
—Toda la noche.
—Suena… —comencé, revolviendo los huevos.
—¿Increíble?
—Extenuante.
Meneó las cejas mientras tomaba otro trozo de manzana.
—Si lo estás haciendo bien.
—En lo que pones empeño.
Arqueó una ceja seguido de un guiño.
—¿Hemos terminado con las conversaciones de frases cortas
—Quizás. —Sonreí hacia la sartén cuando masculló.
Un momento después, los sonidos de alguien comenzando a
despertarse llegaron desde el futón. Keenan tenía un ritual cuando se
despertaba. Un par de bostezos, estirar los brazos sobre la cabeza, otro
bostezo, largo e interminable, seguido por saltar en la cama, ya preparado
para enfrentarse al día.
—Hola, dormilón.
—Hola, mamá. —Keenan salió de la cama y se encaminó a la cocina—
. Estoy hambriento.
Miré a Brecken mientras llevaba el plato de tortitas a la mesa.
—Parece ser el tema de esta mañana. —Dándole un beso en su
cabeza despeinada, puso un par de tortitas en un plato para él.
—Hola, Brecken. ¿Por qué estás todo sudado? —Keenan se detuvo de
tomar el sirope cuando le dio un buen vistazo a Brecken, que se estaba
moviendo hacia la cocina.
—Salí a correr esta mañana.
—¿Puedo ir a correr contigo mañana por la mañana?
—Claro, seguro. Si le parece bien a tu madre —añadió Brecken,
tomando la espátula y mirando los huevos, como si estuviese intentando
llegar a una tregua.
Afortunadamente, había bajado el fuego antes de llevar las tortitas a
la mesa.
—¿Eso está bien, mamá?
—Me parece bien —respondí, cortando las tortitas en trozos
pequeños, mientras él ponía sirope sobre ellos.
—¿Por qué entrenas tanto, Brecken? —preguntó Keenan.
—Porque necesito estar fuerte —respondió, removiendo con cuidado
los huevos. Pareció sorprendido cuando las llamas no comenzaron a arder
de la sartén.
—¿Por qué? Ya no estás en los marines. ¿Por qué necesitas estar tan
fuerte? —Keenan se metió un tenedor lleno de tortitas en la boca.
—Porque quiero mantener segura a la gente por la que me preocupo.
—Habló de cara a la cocina, pero podía sentir sus palabras dirigidas a
nosotros.
—Supongo que es una buena razón. —Keenan se encogió de hombros,
tomando unos cuantos bocados más de tortitas mientras Brecken
terminaba de revolver los huevos.
Después de inspeccionar los huevos y apagar el fuego antes de pasar
de revueltos a quemados, le di un codazo a Brecken.
—Bien hecho.
—Aprendo rápido.
—O yo soy una buena profesora.
—Está bien. —Sonrió hacia mí, llevando la sartén con los huevos a la
mesa—. Entonces soy un aprendiz entusiasmado.
—Historia real. —Sonreí mientras servía tortitas en otros dos platos.
—Entonces,¿qué vamos a hacer hoy? ¿Más pesca? —Los ojos de
Keenan se iluminaron, girando la cabeza hacia la ventana en dirección al
lago.
—Lo siento, pequeño. Tengo más trabajo que hacer hoy y
probablemente llegaré demasiado tarde para llevarte de nuevo a pescar por
la noche. —Brecken sirvió unos pocos huevos en el plato de Keenan y en el
mío antes de tomar asiento.
Keenan se dejó caer en su asiento antes de volver a levantarse.
—¿Mamá? —Se giró hacia mí, pestañeando sus grandes ojos azules—.
¿Me llevarías a pescar?
Levantando el tenedor, me detuve.
—No sé nada sobre pescar.
—Brecken tampoco sabía nada sobre pescar, pero me llevó. —Cuando
Brecken le lanzó una mirada herida, él se encogió de hombros.
—Mi secreto ha sido desvelado. No sé nada sobre pescar. —Brecken
echó una porción de huevos en su plato—. Pero aun así nos divertimos
intentándolo, ¿cierto?
Keenan agitó la cabeza.
—Vamos. ¿Por favor, mamá? Haré cualquier cosa. Fregaré los platos.
Haré la colada. Solo por favor, ¿inténtalo? ¿Por mí?
La porción de huevo que había estado a punto de tomar todavía
estaba congelada en el aire frente a mi boca. Brecken se había unido
juntando las manos suplicando, mirada de cachorrito incluida. Se veían
como clones con veinte años de diferencia, desde el puchero a su postura.
Bajé el tenedor, mirando el muelle donde se estaban moviendo los
botes en el agua.
—Vayamos a pescar.
4Boogie Boarding: Es un deporte parecido al surf que se hace con una tabla más pequeña
y generalmente en las olas que llegan hasta la orilla del mar
—Veamos, de verdad estaba muy cómodo aquí sin hacer nada, y el sol
estará justo en nuestro rostro, y el agua está helada… —Brecken alzó sus
cejas mientras se ponía en pie—. Hagámoslo.
Keenan dejó salir un grito de celebración, tomando la tabla para
boogie board mientras Brecken tomaba otra. Ambos trotaron hacia el
agua, luciendo como un par de personas que habían crecido
acostumbrados a la vida en la playa.
Esa pequeña casa tan cerca de la playa como pudo conseguir era
ahora nuestro hogar. Me encantaba. Se sentía como si siempre hubiera
sido mi hogar, incluso aunque acabábamos de mudarnos. Buen
vecindario, un asombroso distrito escolar, una caminata de diez cuadras a
la playa, era el lugar perfecto para educar a un hijo. Mejor que todo eso,
era un nuevo comienzo.
—¡Mamá! —Keenan se detuvo de repente, llamándome—. ¿Quieres
venir con nosotros?
Sin responderle, me puse en pie, me quité el pareo, y agarré la última
tabla que estaba en la arena.
No quería estar en ninguna parte sin ellos.
Eran mi paz.
De la forma en que una persona no conocería la luz sin la oscuridad,
yo no conocía la paz sin el dolor. Era una superviviente. De la vida. La
tortura. Del maltrato.
Debí tardar mucho tiempo, porque Brecken vino trotando hacia mí
con una sonrisa en su rostro. Sus brazos me rodearon antes de subirme
sobre su hombro.
Una risa brotó desde mi interior mientras corría conmigo de regreso
hacia Keenan.
—¿Una chica no puede tener un segundo para sí misma?
La cabeza de Brecken negó, sus brazos apretándose.
—Me perdí seis años. No me perderé ni un segundo más. Es una
tortura estar sin ti.
Soy una esposa, una madre, una escritora.
Empecé a escribir porque me gustaba y aún lo
hago porque lo amo. Escribo temática para
jóvenes adultos porque todavía creo en el amor
verdadero, almas gemelas y finales felices.
Brindemos por permanecer joven en tu corazón
*levanta su copa de champán*... ¿quieres unirte a
mí?
A Nicole le encanta escuchar de sus lectores.
Puedes contactarla a través de:
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