Resumen U2mediacion

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UNIDAD 2

TEXTO 1: Guía teórica contexto comunitario de intervención


Contextos de Intervención
La gestión colaborativa de conflictos en diferentes contextos
MEDIACIÓN COMUNITARIA: Un grupo de personas que suelen vivir en un área
geográfica delimitada, comparten una cultura común, están organizadas en torno a una
estructura social y muestran cierta conciencia de identidad como grupo (podrimos
decir que comparten necesidades cotidianas comunes, con distribución diferencial de
funciones que le permiten adaptarse al medio y satisfacer las necesidades. El carácter
de comunidad concreta esta determinación por sus relaciones con otras comunidades
y la sociedad dentro de la cual existen.

Si estamos pensando en instalar la medición como sistema ¿en qué momento de la


relación dialéctica entre individuo y sociedad se ubica? Ricoeur habla de tensión entre
las relaciones cortas de persona a persona, y las relaciones largas, mediadas por las
instituciones. En cuanto a la resolución de conflictos la incompetencia de los poderes
judiciales para intervenir eficazmente a incrementado esa distancia (juicios de 15 años,
que cuando sale la sentencia el que gano ya murió, y la parte que debe pagar no tiene
dinero).

La mediación comunitaria no puede caracterizarse por el tipo de conflicto en el que


interviene, porque tiene un campo de acción muy diverso y dinámico como la propia
cultura local. Debemos analizar en cada comunidad cuales son los conflictos que serán
abordados por mediación comunitaria, y que otros dispositivos existen en la
comunidad para dar tratamiento a los conflictos determinando un esquema de
tratamiento en red.

El contexto comunitario nos ofrece gran variedad temática; diversa cantidad de partes
implicadas, publicas o privada, aspectos culturales propios o grupos sociales que
forman parte. Esta diversidad nos exige para su tratamiento no solo el dispositivo de la
mediación sino de otros métodos como la “facilitación” orientada a generar ámbitos
para el dialogo, diseñando procesos a medida: diálogos apreciativos, diálogos
generativos, visión de futuro, círculos de conversaciones, etc.
Tipos de conflictos: en la comunidad, interculturales y públicos.

Trabajar como mediadores comunitarios requiere habilidades especiales para aislar el


conflicto y determinar el sistema de impacto. Muchas veces hay que trasladar el
dispositivo al campo/lugar donde se ha producido (ej: edificio de departamentos,
reeditan dinámicas de las reuniones de consorcio, de poder, facilitadas por el espacio y
que en el centro de mediación no ocurrirá, pero facilita la concurrencia de mayor
cantidad de interesados, por la novedad de la presencia del mediador puede asistir
quienes comúnmente no lo hacen).

TEXTO 2: Nató, R Querejazu, y Ot M comunitaria (cap 2, 4 y 9)

CAPITULO II

Escenario Social Urbano

Definir la mediación considerando su utilización en el campo de las relaciones


sociourbanas, nos invita a preguntarnos sobre el escenario en el que esta se desarrolla.
El conocimiento de esta realidad nos permite desarrollar procesos de intervención más
efectivos.

¿Qué sociedad?

Uno de los cambios fundamentales de esta época es que “el trabajo” ha dejado de ser
uno de los principales ejes sobre los que se integra y estructura la vida comunitaria.

A partir de este fenómeno, se configuró un nuevo escenario de disgregación y


vulnerabilidad. Con el agravamiento de la desigualdad y la pauperización creciente nos
lleva a un fenómeno de desestructuración del tejido social (según el sociólogo Jose
Nun: la consolidación de democracias excluyentes). , un breve repaso por algunos de
los signos de las políticas aplicadas en las últimas décadas en países como la Argentina
(políticas de ajuste, caída de inversiones estatales, debilitamiento de las instituciones
del Estado, desdibujamiento de los movimientos sociales, distribución menos
equitativa de la riqueza, flexibilización y/o precarización laboral, desocupación, entre
otros) nos permiten comprender la configuración social que propicia. En suma, el
incremento de la desigualdad y la consecuente erosión de los lazos sociales conforman
el paisaje de la fractura, de la desagregación y la fragmentación social que predomina
en nuestra región. Este escenario, constituye un campo suficientemente fértil como
para que pueda emerger una multiplicidad de conflictos de orden socia y/o
comunitario en los que la mediación puede ser un instrumento adecuado para
tramitarlos.

Otras de las transformaciones que queremos apuntar es la derivada de la


“globalización”. Según Nestor Garcia Canclini, estos procesos no elimina las
desigualdades ni las asimetrías entre las metrópolis y las sociedades periféricas, así
como tampoco en el interior de ellas. Mas aun, lo que se ha revelado es que estas
distancias tienden a acrecentarse.

Para comprende r el caso argentino, que es el mas conocemos, resulta ineludible


identificar como un momento de quiebre la profunda crisis del 2001, como
consecuencia de un proceso de degradación político-institucional, el fracaso de la
economía y de una crisis social en sus múltiples registros.

Pasado el torbellino de los acontecimientos que se dispararon en el año 2001, con un


nuevo gobierno elegido por la ciudadanía estaría en pie la módica esperanza de
comenzar a transitar el largo camino de la reinclusión social o, en definitiva, de
constituir una Nación. Será necesario, entonces, trabajar en las causas y en los efectos
del actual estado de cosas por medio de políticas activas, integrales y transversales, en
el sentido de contemplar los distintos registros que componen la vulnerabilidad social.
Asimismo, deben pensarse ámbitos de diálogo en los que se desarrollen nuevas formas
de articulación y de participación colectiva con el fin de construir un nuevo contrato
social, si —verdaderamente— aspiramos a una sociedad más justa e integrada.

¿Qué ciudad?

El nuevo ciclo de pensamiento iniciado en la década de 1980, como señala Adrián


Gorelik, “...recolocó la ciudad como clave para interrogar la peculiar modernidad
latinoamericana. Nuevos temas, tales como el espacio público, la gestión local, el rol de
los medios de comunicación en los imaginarios urbanos y las vanguardias estéticas;
nuevas disciplinas, como la ciencia política, la comunicación, la crítica literaria y la
historia cultural produjeron un equipamiento intelectual para pensar la ciudad que
rompió todo lazo con los lenguajes y las problemáticas anteriores, dictadas por el
predominio de la planificación y la sociología urbana…”

El gran proceso modernizador emprendido en la década del ’90 en Buenos Aires derivó,
tal como lo revelan diversos análisis, en la configuración de una ciudad “con un
diagnóstico típico del Tercer Mundo: bolsones de riqueza privada y una extendida
pobreza e incapacidad pública”

No pretendemos analizar en este texto temáticas específicas alrededor de los procesos


que derivaron en el actual paisaje urbano, pero sí dejaremos planteadas a modo de
“registro” algunas cuestiones que consideramos centrales en la conformación de este
nuevo escenario y que, a la luz de las radicales transformaciones urbanas llevadas a
cabo en la Ciudad de Buenos Aires durante aquellos años, nos inducen a pensar en ella
como en la ciudad de las oportunidades perdidas.

Uno de los ejes sobre los que se desarrollo este proceso transformador fue la
participación de importantes capitales privados, pero este desarrollo en clave del “puro
mercado” en la ciudades consolido una fenomenal concentración de la riqueza (al
seguir una lógica previsible de inversión y reinversión privada y estatal en los sectores
mas favorecidos). Así la progresiva degradación de amplios sectores de la ciudad y de
sus espacios comunes incidiría dramáticamente en la vida publica en tanto vida urbana.

El acelerado incremento de la desigualdad y de la marginalidad fue delineando un


escenario de riqueza y de la marginalidad fue delineando un escenario de riqueza y de
miseria que desembocó en la desvalorización del espacio público, en tanto este es
vivenciado como lugar de encuentro con un “otro tenso” o cuya otredad comienza a
percibirse como amenazante.

Otra de las aristas propias de estos cambios es la privatización de los servicios públicos.
En el caso particular del transporte público estatal de ferrocarriles, la transformación
incluyó la cancelación total o parcial de redes en el orden nacional, lo que dejó sin su
único vínculo social, cultural y comercial a cantidades de pueblos de variada densidad
de población. Como parte de este proceso, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires,
mientras mejoraban significativamente los servicios de las zonas más ricas.
En este sentido, es preciso tener en cuenta que, a diferencia de las ciudades
latinoamericanas que se modernizaron en el marco del contraste social, Buenos Aires
exhibió parámetros homogeneizantes de lo público y una sociedad que se tramitaba a
partir del horizonte de la inclusión materializado en la extensa clase media, que le
brindaba, y le brinda aún hoy, su peculiaridad. De modo que al preguntarnos ¿qué
Buenos Aires? nos encontramos con las imágenes de Mogadiscio y de Chicago en una
misma postal.

La ilusión de un mundo donde las distancias sociales tiendan a acortarse y donde los
beneficios de la ciudad lleguen a la mayoría, y de ser posible a todos, lejos de ello,
parece haberse convertido en fuente de tensiones para algunos y de pesadillas para
otros.

Violencias Urbanas

Dentro de lo que entendemos por violencia urbana, podemos encontrar: el hambre, el


secuestro extorsivo, las distintas formas de corrupción dentro del Estado, el homicidio
en ocasión de un robo, etc. El imaginario colectivo ha seleccionado al momento de
mencionar la violencia urbana, los delitos en los que ellos “victimarios” son individuos
o grupos de individuos que en general provienen de sectores marginales o de escasos
recursos sociales, económicos y culturales.

La fragmentación social y urana que hemos descripto permite suponer que la violencia
en sus distintas formas seguramente seguirá desarrollándose en ámbitos diversos. En
este marco, todos los sectores de la población se sienten atemorizados y hasta los
sectores de la oblación se sienten atemorizados y hasta amenazados, cada uno por sus
propios motivos.

Al hablar de violencias urbanas debemos tener presentes también las distintas


condiciones de exclusión. La desigualdad social y la anomia son verdaderos
productores de la violencia que se expresa en el espacio urbano.

Frente a esta realidad, encontramos en otros sectores una extrema sensibilidad a la


inseguridad. Los muros cada vez mas altos, clases de tiros, coches blindados
disminuyen la posibilidad de ser victimas de un ataque. Sin embargo, según Bauman,
esta la dificultad de encontrar un equilibrio entre dos valores importantes para el
individuo: la seguridad y la libertad.

La búsqueda de una comunidad segura, basada en el aislamiento, en la separación, en


los muros protectores y en las verjas con vigilantes, evoluciona hacia una forma de
“guetización”, en este caso voluntaria, que simplemente agudiza la fragmentación y la
exclusión social y urbana. Una ciudad compartimentada en guetos de ricos y guetos de
pobres es “además de socialmente injusta, políticamente antidemocrática y
culturalmente pobre”, un campo en el que “más pronto o más tarde” se puede desatar
la “guerra de todos contra todos”

Como hemos visto, los mecanismos de exclusión son diversos y es justamente en la


ciudad donde se expresan y se verifican sus efectos. En cualquier caso un elemento
básico que está presente en la raíz de la exclusión y en la ruptura de la relación social
es la falta de condiciones para una comunicación que siembre equidad en la
desigualdad. Es razonable pensar que la Mediación puede constituir un instrumento
eficaz en este sentido, como lo ilustra el siguiente relato.

Lo fundamental, entonces, es generar espacios de encuentro de los distintos nosotros.


Debemos hacer esfuerzos por superar la perversa dualidad social que tiende,
inexorablemente, a disolver nuestro sistema de convivencia. Debemos preservar,
reconstruir o inventar espacios que propicien la comunicación y las acciones
contributivas de los individuos y de los grupos de individuos. Ámbitos como el espacio
urbano, la escuela pública, los espectáculos públicos o los centros de acción
comunitaria son inestimables en este sentido.

Como mediadores, sabemos que la Mediación no puede revertir el escenario descrito,


pero puede ser un instrumento que facilite el diálogo social allí donde emerjan
indefectiblemente el conflicto y la confrontación. Puede conducir a superar la disputa
por los intereses particulares y hacer visibles los intereses colectivos. Puede también
contribuir, ofreciendo “puentes”, a articular los “fragmentos”, lo “desagregado”, del
paisaje social urbano.

CAPITULO IV
Consideraciones generales acerca de la noción de conflicto

En general, la idea de conflicto remite, para el sentido común, a distintas situaciones,


como peleas, confrontación, imposibilidad, crisis, etc. a las que se les atribuye un signo
negativo. Sin embargo, una mínima reflexión de todas ellas revela que el conflicto no es
ni negativo ni positivo, simplemente es. Por tanto, podemos inferir que es la actitud
para abordarlos la que puede caracterizar una situación dada, como lo representa
Miriam Markus y Carmen Mc Cormack.

Para fijar el punto de partida del siguiente análisis pensaremos el conflicto con signo
neutro, aclarando que desde la Mediación apuntamos a transformar las connotaciones
negativas que pudieran presentar. Decimos que:

“el conflicto es un fenómeno complejo que brinda una oportunidad de aprendizaje”

Siguiendo a Entelman, define al objeto del conflicto como “una especie o clase de
relación social en que hay objetivos que todos o algunos miembros de la relación los
perciben como incompatibles”. Este es el marco de trabajo de la mediación, que es el
de las representaciones y no del de la verdad, lo cual lo separa del fin del derecho o de
la justicia.
Sin embargo, efectuando un análisis casuístico podríamos observar que los conflictos,
en particular los que emergen en el escenario social urbano, no siempre tienen como
elemento central —aun cuando estas condiciones puedan estar presentes— la
incompatibilidad, la divergencia o el antagonismo entre los intereses o los objetivos de
las partes.

En general, en ámbitos complejos (incluso una relación de vecinos puede estructurarse


de este modo), los factores 6 que constituyen el conflicto son de diversa índole y
muchas veces son propios del contexto, real o simbólico, en el que esta relación se
desarrolla. Es por ello que el análisis de la relación o proceso conflictivo con acento en
los intereses resulta insuficiente para comprender su estructura y su dinámica.

Podemos decir, apoyándonos en diversas líneas de análisis, que en el fenómeno


conflictivo intervienen distintos conjuntos de factores o variables, y que estos
establecen una interrelación compleja y dinámica que debemos saber descifrar para
intervenir positivamente en el campo de las relaciones humanas o sociales.

Puede resultarnos muy útil en esta tarea estudiar las “condiciones de posibilidad” que
dan lugar a la aparición del conflicto, entre ellas tenemos: • incompatibilidad de
intereses • derivadas de la ecuación “satisfactores finitos-infinitos deseos” • debilidad
de imaginarios colectivos en los integrantes de la sociedad • “escasez de respeto
mutuo” • exigua capacidad de “reconocimiento de la diferencia” por parte de una
sociedad y/o de sus integrantes • desapego a la ley o a las normas • representaciones
sociales negativas • disfuncionalidad de la comunicación • cuestiones alrededor del
poder.

La Mediación constituye un espacio de tratamiento de las diferencias y/o de las


divergencias, de reconocimiento de la “otredad”, de construcción de la trama social, de
diálogo con otras conciencias y con el mundo. A su vez, podemos pensarla, como
impulsora de aquello que se indica como “...una conciencia dialógica polifónica que
vaya más allá del interés individual...” 13 . Asimismo, la experiencia de la modernidad,
en tanto produce una cultura secularizada en la que ya no encontramos un solo Dios
sino muchos, requiere para su propósito de constituir sociedad la creación de nuevos
lazos. En esta tarea de coser, o al menos de hilvanar, los fragmentos, concebimos a la
Mediación, no como el Dios de la paz social, sino como una herramienta que posibilita
que los individuos y actores sociales tramiten los conflictos. Así como las partes
coconstruyen el conflicto, la Mediación propone a los individuos la coconstrucción de
la buena convivencia y, en una versión más optimista —si se nos permite—, la
construcción de una buena sociedad.

Clasificación de los conflictos en el escenario socio urbano

 CONFLICTO EN LA COMUNIDAD: Dentro del universo de los conflictos que se


suscitan en la sociedad en general encontramos los que emergen en una
comunidad determinada, caracterizados por la cualidad y la intensidad de los
vínculos interpersonales en el marco de relaciones marcadas por la
interdependencia recíproca de quienes participan en ellas. Estos conflictos
pueden desarrollarse tanto en el interior como hacia el exterior de dicha
comunidad.
 CONFLICTO PÚBLICO: Son aquellos que resultan de interés público, por el
número de actores y de intereses involucrados o por la repercusión que tienen
en el conjunto social o en una comunidad en particular. En estos conflictos
pueden estar implicados dos o más actores directos, sean individuos o actores
sociales, como organismos gubernamentales y no gubernamentales, grupos o
asociaciones vecinales, empresas, pequeños o grandes comerciantes, colegios,
iglesias, etc. Las consecuencias de estos conflictos afectan a un gran número de
personas, a veces por períodos prolongados.
 CONFLCITOS INTERCULTURALES: las diferencias culturales pueden derivar en
conflictos difíciles de gestiona que requieren un análisis y abordaje particular
que comprende esta dimensión. Los límites que hemos encontrado en la
atención de ciertos conflictos sociales desde la Mediación tal como la
conocíamos nos han llevado a explorar las fundamentaciones teóricas y
metodológicas de los programas de Mediación intercultural que se han
implementado en diversos contextos. Con el propósito de articular actores
socioculturales diferentes, la Mediación en la comunidad, concebida desde la
dimensión de la diversidad cultural, puede ser un instrumento eficaz que
coadyuve al esfuerzo de generar espacios de diálogo y de intercambio que
apunten a tramitar sus diferencias.

CAPITULO IV

INTERVENCIONES

Acerca de los modelos de mediación

Algunos de los distintos modelos de la Mediación, entre ellos podemos encontrar el


modelo “tradicional” (derivado de la Escuela de Negociación de Harvard), el modelo
“transformativo” (Bush-Folger) y el modelo “circular narrativo” (Sara Cobb). Asimismo,
existen “adaptaciones” de estos o incluso algunos planteos que combinan aporte de los
tres modelos como el de MEDIACION ESTRATEGICA (de Calcaterra).

Sin embargo, en nuestra experiencia hemos encontrado límites para trabajar en el


marco de algunos de ellos y/o nos han resultado insuficientes para abordar la
diversidad de conflictos que se presentan en el ámbito social o comunitario.

Comentaremos brevemente las potencialidades que atribuimos a estos modelos en


cuanto a la intervención en los procesos de conflicto:

Modelo “tradicional”, basado en la Escuela de Negociación de Harvard

Este modelo fue pensado como un método de Mediación para la negociación asistida
con el objetivo de llegar a acuerdos que disipen o compatibilicen las diferencias y en el
que la función del mediador es tratar de restablecer la comunicación y orientar el
proceso. Se caracteriza por un tipo de “negociación colaborativa”, cuyas diferencias
respecto del enfoque de la negociación distributiva pueden ser sintetizadas de este
modo:
Aspiraciones

• lograr un acuerdo entre los participantes basado en sus intereses.

Premisas

• evitar que los participantes se retrotraigan al pasado

• establecer una “mirada al futuro”

• desactivar las emociones negativas de los participantes

• separar los problemas de las personas

• revalorizar los puntos de acuerdo

• “del caos al orden” (superar el caos, para lograr el establecimiento o la restauración


del orden).

Ejes conceptuales

Se basa en 7 elementos, que deben estar presentas en la negociación:

Intereses: representan el deseo real que cada uno quiere conseguir en una
negociación. Son necesidades, deseos, temores y preocupaciones. Están por debajo de
las posiciones (aquello que se afirma que se quiere)
Opciones: son las posibles soluciones de una negociación. Cuantas más opciones
puedan generarse, mayor será la posibilidad de que alguna satisfaga los intereses de
todas las partes (a mayor creatividad, mayores recursos).

Alternativas: son otras maneras de conseguir o de realizar algo. Para que el resultado
de una negociación sea exitoso, debe aportar una opción mejor que la que puedo
obtener fuera de esa negociación, denominada MAAN (mejor alternativa para un
acuerdo negociado).

Legitimación: los criterios de legitimidad nos ayudan a solucionar las diferencias


basándose en datos externos a la voluntad de cualquiera de las partes, o sea,
basándose en criterios objetivos y no en la “presión”.

Comunicación: dado que siempre nos comunicamos y que la comunicación es


interacción, es fundamental prepararse para escuchar y comprender todas las voces,
evitando los malentendidos y las suposiciones que complican el proceso de
negociación.

Relación: una buena relación nos permite manejar nuestras diferencias en forma
eficiente; para ello es fundamental construir confianza y respetarse mutuamente.

Compromiso: son los acuerdos que se obtienen ante la mesa de negociación (deben
ser claros, ejecutables y duraderos).

Ejes metodológicos

El modelo ha sido desarrollado como una secuencia de etapas:

• Preparación de la Mediación: recepción de la solicitud, convocatoria a quienes deben


participar • Presentación del mediador y explicación del proceso (características,
desarrollo, objetivos y reglas del proceso, y roles de cada uno de los participantes).
Aproximación a la visión que los participantes tienen respecto del conflicto (posiciones)

• Exploración acerca de las necesidades y de los intereses de cada participante, y


delimitación de los temas a tratar (agenda)

• Generación de opciones y alternativas

• Utilización de criterios objetivos


• Elaboración y firma del acuerdo

Es preciso reconocer los valores que este modelo nos ofrece. Entre ellos, podemos
reparar en la idea de pensar el rol del mediador como facilitador de la comunicación,
sobre todo por lo frecuente que son los problemas de comunicación en los conflictos
que se suscitan entre las personas. También sabemos lo difícil que es establecer una
comunicación que permita trabajar en ellos.

Otra de sus contribuciones es la formula que apunta a “separar a las personas de los
problemas” Son innumerables los ejemplos en los que un conflicto se complejiza por la
carga emocional o por los efectos de los aspectos relacionales. Delimitar el problema
puede ayudar a encontrar soluciones rápidas que restablezcan una relación armoniosa
o al menos a que esta no resulte agravada.

Situaciones de distinta complejidad pueden hallar en este modelo vías para alcanzar
soluciones directas y más o menos rápidas, facilitando el tratamiento de innumerables
problemas. Otros modelos más complejos y ambiciosos pueden producir desvíos
innecesarios o simplemente frustraciones tanto o más dañinas que el conflicto mismo.

El modelo “transformador” (Bush-Folger)

A diferencia del paradigma de Harvard, este modelo se centra en la transformación de


las relaciones humanas y no en la búsqueda del acuerdo, el cual será una consecuencia
de esta transformación, y concibe el conflicto, no como algo a “hacer desaparecer”,
sino como oportunidad de crecimiento y de cambio. El objeto central de la Mediación
es, en este caso, “la relación” y no “el conflicto”. Se impulsan, entonces, otras
aspiraciones de la Mediación y otros propósitos de la intervención que se expresan en
dos dimensiones: la del fortalecimiento del yo y la de la superación de los límites para
relacionarnos con los otros.

Aspiraciones

• transformar las relaciones humanas.


Premisas

• enfocar los movimientos de los participantes: el mediador evita catalogar


globalmente la disputa, adoptando un “microfoco” sobre sus contribuciones, y
concentrando la atención en lo que dicen y hacen los distintos actores

• alentar la reflexión y la toma de decisiones

• ampliar las perspectivas en todas las ocasiones en que surja la oportunidad.

Ejes conceptuales

• la revalorización: significa devolver a los individuos cierto sentido acerca de su valor,


de su fuerza y de su capacidad para afrontar los trances de la vida. En un encuadre
relacional, la revalorización focaliza distintos aspectos: las metas, las alternativas, las
habilidades, los recursos y las decisiones

• el reconocimiento: comprende la condición y el momento en el cual los participantes


“son capaces de reconocer y mostrarse mutuamente sensibles a las situaciones y
cualidades humanas comunes del otro

Ejes metodológicos

Los autores sugieren una guía de “movimientos” para mostrar cómo el mediador
puede trabajar para favorecer la toma de decisiones y contribuir al reconocimiento
recíproco 13. Entre ellos podemos señalar:

• Definir la Mediación en términos transformativos

• Destacar la voluntariedad del proceso, acentuando la autodeterminación de los


participantes y consensuando reglas básicas

• Comprobar los acontecimientos pasados para evocar la manera en que cada uno ve
al otro y explorar los modos en que los participantes desearían obtener
reconocimiento

• Proporcionar un resumen que incluya las preocupaciones de los participantes

• Promover la toma de decisiones

• Otorgar poder de decisión y oportunidades para el reconocimiento


• Tratar de confrontar los deseos de los participantes con la realidad (“test de
realidad”) ayudándolos a decidir por sí mismos de manera informada y deliberada

• Estimular la reflexión de los puntos de vista de todos los participantes facilitando la


emergencia de oportunidades de reconocimiento recíproco

• Ofrecer reinterpretaciones posibles acerca de las conductas de cada uno de ellos con
el mismo fin

• Mantener la evaluación y la elección de opciones como atribución de los


participantes, resistiéndose a aprovechar las oportunidades que se presentan para
llegar a “un arreglo ya”

• Resumir las posiciones de los participantes sobre las cuestiones sustanciales


apoyándose en el reconocimiento que vaya surgiendo

• Reencuadrar las diferencias entre los participantes respecto de asuntos


fundamentales a fin de mantener el reconocimiento mutuamente acordado

• Hacer preguntas para auxiliar a que los participantes clarifiquen sus opciones y hagan
sus elecciones

• Sintetizar los términos del acuerdo tentativo que parece haber nacido, pero dejando
que lo definan los propios participantes

• Valorizar el trabajo desarrollado, más allá de que los participantes no hayan podido
llegar a un acuerdo.

Su acento en la revalorización y en el reconocimiento lo transforma en una perspectiva


sumamente apta para mediar en situaciones que presentan relaciones marcadas por el
desconocimiento, el rechazo, la discriminación, el prejuicio y otras manifestaciones
análogas. Puede considerarse, entonces, como una inestimable contribución para
construir la interculturalidad o para recomponer el tejido social en sociedades
dramáticamente fragmentadas como las nuestras.
El modelo “circular-narrativo”

El núcleo de este modelo reside en la comunicación. Su denominación proviene de


considerar la causalidad y la comunicación como procesos de dinámica “circular”, y del
uso de la narrativa como categoría analítica y propositiva.

Algunos elementos originales respecto de los demás modelos: aumento de las


diferencias, legitimación de las personas, cambio de significados y creación de
contextos. Una de las ideas centrales de esta propuesta —contraria a la de Harvard—
es “del orden al caos, para encontrar un nuevo orden”, y tiene como fundamento el
hecho de que las personas llegan a la Mediación con una historia construida, rígida, y
con visiones o escenas cristalizadas.

Se señala como una condición de esta dinámica que durante el relato de las historias
en una reunión conjunta de Mediación la narrada en primer término tiende a colonizar
a las siguientes. Si las historias de conflictos construyen “historias de responsabilidad”,
la historia del “reclamante” (que usualmente es el primero en tomar la palabra) tiende
a absorber la de quien habla en segundo lugar, quien casi siempre es llevado a ubicarse
dentro del contexto de la primera historia y en un papel defensivo. Se trata, entonces,
de “desestabilizar” esas historias para, desde allí, “coconstruir” una “historia
alternativa” y consensuada, esto es, transitar un proceso de coconstrucción de la
solución desde un lugar de legitimidad de cada uno de los participantes.

Aspiraciones

• lograr el acuerdo, con el énfasis en la comunicación y en interacción de las partes.

Ejes conceptuales

Marinés Suares indica las cinco grandes áreas de las que se nutre este modelo:

• los elementos conceptuales de la teoría de la comunicación humana (Bateson,


Watzlawick), en especial lo relativo a la comunicación analógica

• los aspectos pragmáticos de la comunicación y la noción de contexto como calificador


del texto • las claves provenientes de la terapia familiar sistémica

• las innovaciones epistemológicas de la cibernética de segundo orden


• los aportes del construccionismo social.

Ejes metodológicos

Se plantea en cuatro etapas y una fase previa:

• fase previa, de “pre-reunión”, en la que se dan a conocer a las partes las


características del proceso de Mediación y se explica lo concerniente a la
confidencialidad, a los honorarios y al tiempo máximo de encuentro. Culmina con la
firma de un acuerdo

• reunión conjunta en la que se informa a los participantes sobre las alternativas


existentes y se establecen las reglas, insistiendo en la confidencialidad, en el respeto de
los turnos de palabra y de la posibilidad de cada uno de ellos, y también del mediador,
de interrumpir el proceso de Mediación si así lo prefieren

• reunión individual con cada participante en la que se trabaja el despliegue del


problema, la fijación de objetivos y necesidades, la estipulación de contribuciones para
resolver el conflicto, el discurso de los derechos, el análisis de las soluciones
intentadas, la creación de circularidad (analizando qué quiere el “otro” y cuáles son sus
necesidades con el objeto de alcanzar el reconocimiento recíproco y el
coprotagonismo), y el reposicionamiento de los objetivos. Se proponen sesiones
privadas antes de las conjuntas para eludir la eventual dominancia de la primera
historia (acusatoria) sobre la segunda (defensiva)

• la tercera etapa es la reunión interna del equipo de Mediación, para reflexionar sobre
las distintas historias y considerar las diferencias y semejanzas encontradas respecto de
las observaciones de las partes, de las personas, del contexto, etc. Es el momento de
empezar a construir la historia alternativa

• una nueva reunión conjunta en la que se narra la historia alternativa y se construye el


acuerdo. Se presta especial atención a lo que los participantes manifiestan respecto de
nuevas opciones, así como a la discusión acerca de las ventajas e inconvenientes de
cada una de ellas. Se facilita la generación de una nueva opción común y, finalmente,
se escribe el acuerdo.
Sin embargo, el enfoque sistémico evidencia sus límites en el tratamiento de los
aspectos histórico-sociales de las situaciones de conflicto en escenarios definidos por la
diversidad sociocultural.

La propuesta de John Paul Lederach

Desde su punto de vista, para entender en profundidad la naturaleza del conflicto hay
que atender a:

• las polarizaciones: esta genera, entre otras cosas, el pasaje de una comunicación
directa y plural a una comunicación restringida a pocas perspectivas que no admiten el
disenso, anulando la posibilidad de que haya diversas percepciones de lo que esta
sucediendo. Lederach propone estimular el desarrollo de una “visión englobadora”,
que permita un enfoque mas amplio a fin de interpretar y de comprender la
complejidad de los escenarios. Para ello es necesario desarrollar espacios de dialogo,
entre los diversos actores.

• los espacios de articulación estratégica y constructiva: alude al reconocimiento de


los diferentes procesos que deberían darse en forma simultánea: procesos de arriba-
abajo (el de los lideres más notorios), procesos de abajo-arriba (que requieren la
participación y la responsabilidad de todas las ciudadanías) y procesos medio-hacia
abajo y hacia arriba (espacios que integran lo vertical y lo horizontal)
• Sostenimiento de procesos de cambio no violento: se refiere a la necesidad de
cambiar el modo de acercarse a las problemáticas en el marco de estos procesos. En
este sentido, es preciso abandonar la inmediatez y plantear soluciones que conformen
una plataforma de cambio constructivo a mediano y largo plazos.

El abordaje de los conflictos en el escenario social urbano

Sin la pretensión de proponer teorías o modelos definitivos, intentaremos subrayar


algunas claves para una práctica de la Mediación encuadrada en la concepción que
hemos trazado y que deben relacionarse con las líneas teóricas ya enunciadas.

Estos procesos requieren, como hemos enunciado, estrategias por demás complejas,
algunas basadas en ejes conceptuales y otras en ejes metodológicos (cada uno
configurado por distintas etapas y claves) a propósito de los cuales dejaremos
indicadas algunas breves referencias.

Ejes Conceptuales

-Acción colectiva. Actores colectivos. Minoría activa.

-Acontecimiento.

-Liderazgo social.

-Multitud.

-Fortalecimiento comunitario: 1) prevención. 2) representaciones sociales. 3) identidad


social. 4) redes sociales.

Acción colectiva. Actores colectivos. Minoría Activa

La existencia de agentes, individuos o conjunto de individuos que comparten intereses


comunes no garantiza la constitución de actores políticos. Será a partir de la interacción
entre ellos que podrán organizarse en forma colectiva y conformar un grupo capaz de
actuar estratégicamente con el fin de transformar una situación objetiva.
Consideramos imprescindible que en toda intervención se reconozcan los grupos ya
existentes, así como también los que potencialmente podrían convertirse en actores
colectivos en una situación de conflicto. Preguntarnos qué actores colectivos se
encuentran movilizados en el escenario en el que esta se desarrolla, con qué recursos
cuentan para organizarse y para vehiculizar sus demandas, hacia quiénes las dirigen,
qué sentidos construyen desde su acción, cuál es su dinámica interna en cuanto a los
elementos identitarios y de fragmentación, qué eventual tensión se produce dentro de
ellos y se expresa en el par cohesión-fragmentación, nos permitirá diseñar estrategias
adecuadas para facilitar que se establezcan como un espacio de confluencia que
supere la simple suma de actores para dar paso a una minoría activa.

Acontecimiento

Podemos pensar al acontecimiento como, la aparición de un suceso que provoca la


ruptura del orden constituido. Uno de los riesgos de estas manifestaciones es que su
fugacidad, su desconexión de otros sucesos y la conmoción que producen llevan a que,
una vez desactivaos, sus efectos se justifiquen solo como una contingencia y no como
síntomas de cuestiones más profundas.

Liderazgo Social

En cualquier grupo, organizado o no, emergen lideres naturales y también lideres


autoimpuestos. Como operadores del conflicto o facilitadores de la constitución de
actores colectivos, primero debemos reconocerlos, luego, trabajar para contribuir a su
legitimidad y representatividad para ejercer este rol. Asimismo, trabajar en el conjunto
para abrir canales de comunicación que eviten entre los lideres y los liderados es un
paso necesario para optimizar la actuación del grupo.

Multitud

Este concepto alude a una pluralidad definida por un conjunto de singularidades que
toman protagonismo en la esfera publica en un momento dado, sin articulación política
y sin referencia al Estado. Esta expresión no se asocia con ninguna inscripción ni
instancia política, así como “tampoco opta por una salida movimientista, porque la
multitud se territorializa y desterritorializa en una escena mundial donde las redes que
unen los puntos son producciones dinámicas del movimiento mismo”.
Fortalecimiento comunitario

Maritza Montero define al fortalecimiento comunitario como un “proceso mediante el


cual los miembros de una comunidad (individuos interesados y grupos organizados)
desarrollan conjuntamente capacidades y recursos para controlar su situación de vida,
actuando de manera comprometida, consciente y critica, para lograr la transformación
de su entorno según sus necesidades y aspiraciones, transformándose al mismo
tiempo a si mismo”.

Constituye un conjunto de reglas y sistemáticas, que se traducen en acciones mediante


las cuales se modifica o transforma algún aspecto de la realidad. Se diferencia de otras
técnicas sociales en que no es una acción SOBRE la comunidad, sino una acción DE la
comunidad, trabajando sobre individuos, grupos y comunidades en niveles
psicosocioeductivos, para desarrollar sus aptitudes y capacidades potenciales.

Mediante el fortalecimiento comunitario se apunta a potenciar los recursos propios de


cada persona o grupo de personas para transformar una relación de poder en la que
estos tienen un lugar desfavorable respecto del logro de sus objetivos o aspiraciones y
del ejercicio de su libertad, o toma de decisiones, en una situación particular.

Pensar la Mediación como instrumento para el fortalecimiento comunitario supone


una perspectiva que ilumina espacios todavía no desarrollados en profundidad en el
ámbito de la resolución de conflictos. No se trata de ver qué faceta de la Mediación
(comunitaria, social, familiar, escolar, penal, etc.) encuadra dentro del desarrollo de la
comunidad-sociedad, sino dotar a la disciplina de una visión que la amplíe y proyecte
como un elemento privilegiado entre las posibilidades para generar cambios en las
relaciones sociales, a partir de una situación de conflicto o en el devenir de la gestión
social.

En esta técnica pueden identificarse al menos cuatro procesos, acerca de los cuales
haremos un breve desarrollo.

1) Prevención

La prevención consiste en anticiparse a un fenómeno que va a ocurrir para, de este


modo, si no es posible evitarlo, poder diseñar la manera de tramitarlo y por reducir los
riesgos o efectos dañinos. Como estrategia para evitar problemas implica en general
administrar recursos humanos y económicos con objetivos precisos. Entre ellos: educar,
transformar condiciones socioculturales, intervenir, poner a disposición alternativas
útiles, integrar acciones.

En todas estas instancias podemos encontrar formas que caracterizan a la prevención:

-prevención inespecífica

-prevención especifica

La prevención inespecífica abarca las acciones que tienden a la difusión de cuestiones


generales; por ejemplo, la educación para la paz, la promoción de la salud social,
prevención de adicciones, promoción de centros sociales y/o comunitarios, etc.

La prevención especifica, incluye las que se proponen objetivos puntuales así como las
que se enmarcan en un universo que podría ser representado como “administración de
las consecuencias” (ya que se anticipan al agravamiento de una problemática ya
instalada) como: la gestión de conflictos, procesos de “rehabilitación”, atención en la
emergía, contención en la violencia, etc.

Un programa de prevención debe ser diseñado teniendo en cuenta los diversos


aspectos vinculados con la situación a abordar: sociocultural, psicosocial,
médicosanitario, jurídico, económico. Asimismo, las alternativas deben ser evaluadas
en el marco de las posibilidades reales.

2) Representaciones sociales

Las representaciones colectivas son, portadoras de significaciones sociales, de


interpretaciones, de formas de ver el mundo. Constituyendo a su vez, sistemas de
valores, lógicas clasificatorias, principios interpretativos, que determinan la conciencia
colectiva.

Debemos tener presente que en el ámbito social conviven imaginarios de distinta


índole y que en él encontramos “…un conjunto de figuraciones dominantes que recorre
transversalmente de manera desigual y combinada diferentes estratos sociales…”.
Otros abordajes sitúan este concepto como “producto y como proceso de una
elaboración psicológica y social” 36, por lo que las representaciones se inscriben en el
punto de intersección entre lo social y lo psicológico, y son entendidas como los modos
de interpretar y de pensar la realidad cotidiana que los sujetos construyen, según la
posición que ocupan en la sociedad, y que sirven para orientar sus comportamientos.

En nuestro trabajo, debemos detectar, si no el modo en que se construyeron, sí cuáles


son las representaciones presentes en los “hechos de discurso” o que circulan en el
“actuar comunicacional” que se despliega en el proceso: ideas, conceptos, imágenes,
creencias, valores, sensibilidades, etc. En suma, los seres humanos no organizan sus
prácticas exclusivamente según la realidad, sino conforme a lo que creen que es la
realidad.

3) Identidad social

Las personas que integran una comunidad participan en sus representaciones


colectivas o universos simbólicos, lo que se traduce en significaciones sociales: normas,
valores, mitos, ideas, tradiciones.

Así la identidad colectiva: es la que emerge de la interacción entre los actores sociales,
en la cual estos se apropian de significaciones u otorgan sentido a los enunciados y a
las prácticas desplegadas. Los individuos, en este contexto, se autoperciben como
miembros de un grupo particular y pueden compartir o rechazar el conjunto de
“imaginarios, significaciones” que este grupo ha co-construido.

4) Redes Sociales

Norbert Elías propone una lectura de las relaciones sociales dentro de la trama social
que las sustenta y coloca a los individuos en una especie de interdependencia
reciproca. La relación que se establece en comunidades pequeñas es muy distinta a las
de las ciudades, como así también, aquellas que se configuran en periodos de paz o de
guerra, lo cual precisa la necesidad de pensar en ellas como una relación de
interdependencia. Así podemos comprender al entrelazamiento que representa la idea
de “red móvil”, en donde, los individuos forman algo mas, o incluso distinto, que la
suma de sus individualidades comprendiéndolo como aquello que va mas allá de sus
decisiones o voluntades. En el campo de la cultura, vemos que esta produce y
reproduce en el entramado social un conjunto de saberes, prácticas, sentidos y
significados que le confieren un código normativo, le dan identidad y permiten su
supervivencia y transformación.

podemos pensar la Mediación como un espacio posible desde el cual se establezcan


redes que estimulen y favorezcan las relaciones sociales con un sentido colectivo. Una
definición de la que podríamos partir es la que plantea este tipo de articulación como
un proceso de construcción, tanto individual como colectivo, que promueve un
intercambio dinámico entre los que participan en él.

El análisis de las redes que están funcionando en un contexto particular y la calidad de


sus vínculos puede ser el inicio de un trabajo de reformulación y potenciación de lazos
efectivos, con vocación democrática y pluralista.

En este caso, las estrategias de trabajo pueden estar orientadas a:

• crear redes alternativas o sustitutas alrededor de la persona

• apoyar a la persona para que reconozca las redes a su alrededor, analice su posición y
la modifique

• modificar la red y las relaciones/conexiones establecidas con la persona, lo que


implica que esta debe cambiar al mismo tiempo.

Eje metodológico

El enfoque metodológico es, en principio, el mismo para las tres tipologías de


conflictos: conflictos en la comunidad, conflictos públicos y conflictos interculturales.
No ocurre así, desde luego, con las formas con las cuales nos acercaremos a cada
situación particular (el modo de tomar el primer contacto) y con la manera de abordar
cada momento de la intervención. Partiendo de esta base, consideraremos los posibles
marcos que pueden ser utilizados.
Método social : guía orientativa para un proceso de Mediación Comunitaria.

Primer contacto con la situación: la entrevista social

La entrevista social es un proceso de comunicación que tiene por finalidad realizar una
primera evaluación de la situación planteada para identificar el/los problema/s y las
necesidades de las personas. Para proceder a una derivación efectiva —y no a una
“derivación a la deriva”— los centros de Mediación Comunitaria deben tener una real
inserción en la comunidad, trabajar en contacto personal con los referentes locales y
establecer una sólida articulación institucional (con universidades, hospitales,
defensorías del pueblo, municipios, escuelas, etc).

Si bien el proceso de Mediación comienza con la primera consulta, a fin de facilitar la


comprensión de su dinámica consideramos al “encuentro de Mediación” como el
desarrollo que se inicia cuando todos los actores han acordado participar en él. Puede
pensarse como secuencia de etapas, cada una de las cuales tiene sus propósitos y sus
particularidades.

Etapas del encuentro de Mediación

etapa actividades
1) Introducción- • presentación de los participantes y de los mediadores
Apertura • charla introductoria — explicación de la dinámica de trabajo —
creación del clima adecuado — principios de la Mediación —
reglas de procedimiento — agradecimiento o reconocimiento por
la voluntad de participación.
2) Presentación • los participantes cuentan su visión del conflicto
del problema • ayudar a los participantes a narrar sus historias y a expresar sus
sentimientos
• crear confianza y cooperación
• escuchar
• preguntar para aclarar, ampliar y comprender los distintos
aspectos que se desprenden de las narrativas, explícitos o
subyacentes
• parafrasear las narrativas de las partes
• propiciar el diálogo
• legitimar a las personas, los relatos, las ideas, las acciones
• resumir
• mantener un equilibrio en cuanto al tiempo de que disponen
los participantes.
3)Reformulación • ayudar a los participantes a visualizar y comprender los
del conflicto distintos aspectos de la situación y a entenderse entre ellos
(diálogo)
• ayudar a “ponerse en el lugar del otro”
• ayudar a decidir un orden de los aspectos a tratar (agenda)
• ayudar a enfocar problemas específicos
• balancear las preguntas con legitimaciones y parafraseo
• facilitar la comunicación
• reconocer los progresos.
Los indicadores para pasar a la siguiente etapa, será que los participantes se den
cuenta de que tienen problemas por resolver, tienen intereses en común, quieren
trabar juntos, haciendo la pregunta de replanteo:
¿CÓMO PODEMOS HACER PARA ALCANZAR LOS INTERESES DE A Y LOS INTERESES DE
B?
4) Análisis de • alentar a los participantes a generar opciones de mutuo
opciones y
beneficio
alternativas que
permitan construir • reorientar la crítica y la evaluación de las opciones en un
soluciones
primer momento
• utilizar la técnica del “torbellino de ideas” en caso de que no
surgieran opciones o de que estas no fueran mutuamente
aceptables
• resumir las opciones que aparecen (pueden escribirse en un
rotafolio) • preguntar para aclarar y especificar
• facilitar la comunicación
• reconocer los progresos
• evaluar consecuencias (“abogado del diablo”)
• evaluar las opciones sobre la base de criterios objetivos
• resumir las propuestas
• integrar las propuestas.
5) Acuerdo Es un compromiso verbal o escrito construido y diseñado por los
protagonistas. El acuerdo debe ser expresado en forma
afirmativa, en lenguaje neutral y en estilo de los participantes.
Los participantes no siempre llegan a un acuerdo
6) Seguimiento Se puede hacer por: teléfono, correo electrónico, personalmente,
según las posibilidades.
Sirve para saber si se cumplió el acuerdo, si hubo modificaciones
o si fracasó

Mediación Comunitaria Multiparte

Esta técnica se utiliza habitualmente en los conflictos denominados complejos: los que,
por la intervención de las autoridades públicas o por su repercusión social, no han
encontrado resoluciones satisfactorias en los mecanismos institucionales. Involucran a
diferentes actores sociales, como organismos gubernamentales y no gubernamentales,
grupos de vecinos, empresas, pequeños comerciantes, instituciones educativas, de
salud, etc. Las partes no solo son las que han sido afectadas en forma directa por la
situación conflictiva, sino también los grupos de interés, los que, si bien pueden no
estar personal o directamente afectados, tienen interés en el asunto a resolver (grupos
ecologistas, de derechos humanos, y otros).

Las cuestiones deben ser discernibles y no estar centradas primariamente en derechos


constitucionales.
Eje metodológico

Pautas sobre los distintos momentos de dichos procesos

Primer paso: despliegue y análisis del problema

• considerar los diversos aspectos y/o factores que configuran la situación de conflicto
y delimitar los más relevantes

• definir una categorización que permita pensar el enfoque adecuado

• considerar la información disponible y la necesaria

• considerar qué actores están o estarían eventualmente involucrados

• preguntarse ¿cuáles son los puntos fuertes de los actores involucrados?

• preguntarse ¿cuáles son los puntos débiles de los actores involucrados?

Segundo paso: construcción del mapa

• ¿qué relaciones tienen establecidas?

— con personas, grupos, familias llave

— con ONGs

— con organismos nacionales

— con organizaciones de base

— otros.

• de estas relaciones:

— ¿cuáles son las más estrechas o cercanas?

— ¿cuáles son las intermedias?

— ¿cuáles son las más distantes?

Tercer paso: el “contrato social”

• ¿qué relaciones convendría fortalecer en torno a la resolución del problema


definido?
• ¿qué nuevas relaciones podrían establecer los participantes?

• ¿qué estrategias adoptarían para lograr ese objetivo?

• ¿qué tipo de contacto deben mantener para poder llevar adelante la tarea?

• ¿cuál es el contrato que deberían sellar con los demás (personas, grupos u
organizaciones)?

Equipo de intervención

En todos los casos, pero más aún en el contexto de los conflictos sociales, la calidad
profesional del equipo de intervención es sustancial a las oportunidades del proceso.
Es preciso tener en cuenta que, así como podemos hacer aportes significativos a la
tramitación de los procesos, también podemos —incluso con las mejores intenciones—
contribuir a agravar la situación u ocasionar daños considerables a los actores
necesarios y/o involuntarios del conflicto si no comprendemos estos fenómenos en
toda su complejidad.

Visión del Conflicto

Debemos observar el sistema de relaciones, los distintos factores intervinientes, el


contexto en el que se desenvuelven, los nivele y el acceso a la participación, las
relaciones de poder y las articulaciones existentes y estrategias que pueden
transformar la situación planteada. El análisis de la situación de conflicto supone,
también, atender a las percepciones y a las representaciones recíprocas de los
distintos actores y del propio conflicto.

Objetivos

Objetivo general: lograr que muchos —diferentes, diversos y plurales— puedan


concertar propósitos comunes sin renunciar a su diferencia, a su diversidad o a su
pluralidad.

Objetivos específicos:
• contribuir a facilitar la comunicación como vehículo de la construcción de lo público

• disponer escenarios de deliberación pública y ciudadana

• promover “actividades de diálogo”

• propiciar la construcción de consensos y lugares de encuentro entre actores sociales


diversos que les permitan organizar y planificar acciones estratégicas

• facilitar la comprensión de la dimensión colectiva de los problemas sociales

• estimular la participación en la construcción de políticas públicas y el encuentro de


canales de incidencia en los asuntos públicos

• recuperar la memoria histórica colectiva.

Etc.

Estrategias

Entendiendo estas intervenciones como procesos complejos y dinámicos, una primera


indicación para la elección de las estrategias adecuadas es proceder a una correcta
evaluación del contexto general y específico (material y simbólico) en el que se
desarrollarán. En este marco, se puede incluir una pluralidad de estrategias o
actividades que se propongan objetivos generales y específicos, así como también la
actuación de distintos equipos de Mediación, facilitación y capacitación o
fortalecimiento comunitario.

Texto Nº 3: Teoría de conflictos. Entelman Remo.


Segunda parte: Análisis del conflicto.
Estática del conflicto.
Una aclaración semántica.
Teoría de conflictos: actividad científica nueva que adolece la falta de l un
sistema terminado de conceptos clasificatorios y de una nomenclatura propia
suficiente. -> la necesidad de transmitir inteligiblemente los conocimientos que se van
desarrollando y adquiriendo obliga a tomar en préstamo la terminología de otros
lenguajes, naturales o construidos y a recurrir a metáforas que permitan la
comprensión de un discurso original sobre un objeto no familiar. Tales recursos hacen
a menudo conveniente una adecuada explicación de su uso, para prevenir
interpretaciones erróneas.
Estática del conflicto: parece contradictoria sí se refiere a la descripción de un
objeto.
Conflicto: especie del género “relación social”: secuencia de conductas
recíprocas , cuya diferencia con ese género reside en la incompatibilidad de los
objetivos de los actores que las realizan= proceso dinámico.
Estática: empleada para calificar un análisis de características del conflicto hay
una consciente licencia del lenguaje que solo responde a un afán pedagógico. La
relevancia del análisis estático estriba en que es preciso conocer elementos para
comprender luego, en un posterior examen dinámico -la exhibición continuada- el
objeto.

Los actores del conflicto.


Conflicto: relación social en el sentido de Max Weber-> actores= seres
humanos.
2 grupos: Individuales -típicos protagonistas del del conflicto conyugal, de buena parte
de los conflictos de familia, del societario en las compañías de dos socios, etc, que se
desarrollan entre dos individuos, uno en cada campo conflictual- y plurales o
colectivos-los desarrollos sobre las características de estos actores tienen por objeto el
mejor conocimiento del proceso de toma de decisiones de cada uno de ellos, la mejor
percepcion y comprension de sus conductas e intenciones y la mejor construcción de
los escenarios de futuro posibles-.
1. Actores colectivos: Pueden estar organizados o no. Hay dos problemas
añadidos que generan estos actores, son los de su identidad y los de su
fragmentación.
La coexistencia de objetivos compatibles e incompatibles en una misma
relación es una realidad que incide en la selección de los métodos de resolución, pero
no en la determinación de quiénes son los actores, cuando se trata de conflictos
individuales.
Pero cuando se trata de actores colectivos, además de las relaciones de
conflicto y cooperación que teóricamente pueden involucrar a los campos
enfrentados, existen entre algunos miembros de cada uno de los grupos enfrentados
diversos tipos de relaciones aisladas y plenas de alta proporción de compatibilidad de
objetivos y aun de cooperación más o menos intensa. Estas relaciones parciales inter-
grupos generan a su vez vínculos y sentimientos destinados a influenciar en el grado de
participación que estos subgrupos o sus integrantes están dispuestos a tomar en la
relación de conflicto entre los grupos más amplios, -sus países-, a los que ellos
pertenecen.
La existencia de conflictos internos en un actor colectivo enfrentado con un
adversario externo complica -y a menudo altera- para este la identificación del
adversario.
El conflicto interno dentro del seno de un actor colectivo puede provocar la
fragmentación de ese actor. Puede influir en el proceso de toma de decisiones.
Una de las características de los actores colectivos consiste en la tensión que
dentro de ellos se produce entre dos fuerzas opuestas: la “cohesión” y la
“fragmentación”.
Estas complejidades alertan sobre la necesidad que un operador tiene de
prestar atención a una serie de elementos cuyo conocimiento y apropiada
ponderación es indispensable, tanto para la administración como para el proceso de
resolución del conflicto.
Características relativas a conflictos con actores colectivos no organizados y
actores colectivos organizados.
a. separación entre actores colectivos. Debe tenerse en cuenta sí los individuos
que integran cada campo son todos los de su género o solo una parte de ellos.
Existe la posibilidad de que se considere integrante a uno de los campos del
conflicto, y en realidad integre el otro.
b. actores colectivos organizados. Los diversos tipos de actores colectivos ofrecen
grados muy distintos de organización. Existe multiplicidad de matices de
organización que aconsejan un análisis individual de cada caso más que un
intento de sistematización, que en el estado actual de las investigaciones
parece prematuro.
c. El liderazgo de los actores colectivos. En un grupo organizado debe poder
observarse la existencia de un mínimo de liderazgo, que puede o no ser
reconocido externamente, pero existe. Pero el liderazgo de los grupos menos
estructurados ofrece dificultades propias de su escasa organización. A menudo,
el propio grupo es reacio a que se genere un liderazgo capaz de ejercer la
representación de todos los miembros que quieren participar en las acciones
conflictivas o en la toma de decisiones.
d. Actores colectivos con relaciones intrasistémicas. A menudo los conflictos se
producen entre unidades que integran un mismo sistema, que incluso pueden
estar en un mismo nivel.

2. Multiplicidad de actores y bipolaridad.


El conflicto parece tratado como un fenómeno bipolar, que encierra a todos sus
actores en dos campos enfrentados por incompatibilidad de sus objetivos.
Actores múltiples: a diferencia de los actores colectivos, el problema se plantea
en tanto no se distingue claramente dos bandos constituidos por sendos grupos
integrados por individuos o subgrupos con intereses claramente coincidentes.
Cuando hay varios actores con incompatibilidades cruzadas, se perfilan inicial o
progresivamente dos bandos dentro de los cuales se agrupan todos los miembros de la
relación. Ocurre que dentro de cada campo, sus integrantes están unidos contra el
adversario por determinados objetivos.
Texto Nº 4: Mediación comunitaria. Construyendo legitimidades: de la comunidad al
mediador y de las instituciones del Estado a la comunidad. -Dolores Ayerdi
(Argentina).
1. Sobre mi experiencia en mediación y mi visión de ella. (introducción personal
subjetivo)
Perspectiva: implementación de la mediación comunitaria como un servicio
social en el marco de las políticas públicas orientadas a la prevención de la violencia en
los conflictos sociales urbanos.
Hay déficit de las políticas públicas provinciales y municipales en materia de
gestión participativa de conflictos comunitarios: Necesidad de diseñar estrategias de
promocion y difusion del dispositivo pero también legitimación interna (propias
resistencias institucionales en el interior de un organismo en el que se impone la lógica
judicial de la confrontación a la hora de dar tratamiento a los conflictos.
Mediación comunitaria: dispositivo válido, eficaz y democratico de abordaje de
conflictos.

2. El mediador y la comunidad construyendo ciudadanía en el marco de una


política pública.
 considerar alternativas y construir acuerdos a la medida de sus
necesidades promueve dinámicas de relacionamiento más saludable y
cooperativas basadas en el respeto por el “otro”.
Mediación comunitaria: dos objetivos: 1) prevención de la violencia; 2)
recomposición de los vínculos sociales.
Características del mediador comunitario: vocación social de servicio, interés,
compromiso y solidaridad ante el otro. También perspectiva de DDHH y de género y el
respeto a la comunidad, honesto, paciente, capacidad para escuchar al otro y
empático. Ética y credibilidad deben acompañarlo con una apertura creativa y tener
sentido del humor.
La mediación comunitaria es una herramienta que puede contribuir a generar
relaciones en las cuales todas las partes resulten beneficiadas. A través del diálogo
pueden llevar a tomar decisiones basadas en su autodeterminación.
Perspectiva de género: mirada consciente sobre las manifestaciones de las
desigualdades de género en los procesos de mediación incorporando conocimientos y
herramientas que permiten identificar los desbalances y manejarlos con miras a
democratizar las relaciones y potenciar las capacidades de autodeterminación. Permite
una reflexión sobre ciertas percepciones y conducta (no los casos de violencia de
género), y para la selección de las técnicas que los mediadores utilizan en pos de
equilibrar el poder.
Necesidad de legitimación de la comunidad, aunque no basta con la
legitimación durante el proceso específico de mediación. La sensibilización, difusión de
la herramienta y la capacitación de la comunidad en habilidades comunicacionales son
tareas tan importantes como el proceso de mediación. Pero, la comunidad también
necesita sentirse legitimada como parte del proceso de fortalecimiento y consolidación
de los valores democráticos que proponen los que se dedican a esto. Construcción
conjunta que requiere más de una legitimación: la de la comunidad al mediador
comunitario y la de las instituciones del Estado a la comunidad. Sin pertenencia no hay
responsabilidad ni motivación para apropiarse de la conflictividad y abordarla de
manera cooperativa.
Los dispositivos estatales de abordaje participativo de conflictos no deben
perder de vista que todas y cada una de las personas de la comunidad son sujetos de
derechos, no objetos y que es sobre esa base que se construye cualquier propuesta de
participación. Es decir, el Estado debe garantizar el efectivo goce de los derechos
cumpliendo con sus derechos innegables e ineludibles, a la vez que promueve la
emancipación de las personas.

3. ¿hacia dónde vamos?


Aspira a que la mediación comunitaria y todos los métodos participativos de
gestión de conflictos se consoliden como dispositivos de prevención y de promoción de
escenarios dialógicos, en un contexto social que parece complejizarse cada vez más.
Tramitar los conflictos asegurando equidad, igualdad de posibilidades, acceso a
la justicia, bienestar y respeto por los DDHH. Que la mediación comunitaria promueve
ciudadanos responsables y comprometidos con la cultura del diálogo y del consenso
como base de las relaciones sociales y como forma de gestionar la conflictividad social,
de manera tal que el conflicto pueda transformarse en un proceso cooperativo que
favorezca los cambios comunitarios.

4. El conflicto de unificar escuelas.


Importantes:
 que todos se sientan incluidos, trabajar con cada uno de los intereses y
necesidades que fueron surgiendo
 Importancia de la circulación de la información, pero haciendo un uso
responsable a la hora de transmitirla al resto.
 Promoción de la búsqueda de opciones que posibiliten una educación digna y
en un ambiente adecuado para todos.

Texto Nº 5: La mediación comunitaria: hacia la construcción de nuevos saberes. -


Alejandro Nató (Argentina),
1. Motivaciones personales. (apreciación subjetivo personal del autor)
2. Algunas consideraciones sociales
Debido al aumento de una sociedad de consumo y a la globalización, la misma
idea de democracia se complejiza y no garantiza los mismos derechos a todas las
personas. Se multiplican las barreras y fronteras materiales y simbólicas, que marcan
distancias muy concretas, que profundizan la desigualdad social y asientan la
diferencia con una individuación negativa que puja por la subsistencia y que no
encuentra ni el camino, ni mucho menos la entrada al mundo de la inclusión.
Los códigos y normas sociales y culturales que definen lo humano y que, por lo
tanto, construyen a ciertos individuos como sujetos, son aquellos que
simultáneamente privan a otros de la posibilidad de adquirir ese estatus.
El encuentro con el otro no resulta fácilmente en el reconocimiento y la
reciprocidad, sino que antes bien el reconocimiento y la respuesta ética frente al otro
se encuentran estructurados por relaciones de poder fuertemente asimétricas que
condicionan -o disputan- aquello que será o no reconocible.
LACLAU y MOUFFE: “Democracia radical y plural”. El pluralismo es radical
solamente en la medida en que cada uno de los términos de esa pluralidad de
identidades se encuentra en sí mismo el ppio de su validez, sin que esta deba ser
buscada en un fundamento positivo trascendente -o subyacente- que establece la
jerarquía o el sentido de todos ellos, y que sería la fuente y garantía de su legitimidad.
Y ese pluralismo radical es democratico, en la medida en que la ‘autoconstitutividad’
de cada uno de sus términos es la resultante de desplazamientos del imaginario
igualitario.

3. Las asimetrías y la ética del mediador.


El resultado del mundo en el que estamos insertos es que las tensiones y
fricciones se generan no solo por una situación vincular entre las partes de un
conflicto, sino a partir también de la imperante situación social, del lugar asignado
para cada uno en la sociedad, en ocasiones como cuestión estructural y que se le
presenta irreversible.
Estos problemas, en ciertas ocasiones, tienen manifestaciones sintomáticas de
una mera fricción que al no contar con un tercer lado o un operador que pueda
colaborar para contener o encauzar el curso de la acción, puede escalar con altas dosis
de violencia y esa expansión puede resultar incluso en hechos irreparables. Otros
conflictos por su amplitud y por su escena de disputa, tienen carácter público en los
que los actores interpelan, con una diversidad de estrategias de distinta radicalidad, a
los poderes fácticos, sean estos de orden estatal o privado. En estas situaciones suelen
suscitarse, junto con la violencia y su expansión, hechos igualmente irreparables.
Se trata de estructurar un umbral de partida: quienes se postulen como
operadores de conflictos deben asumir que no se trata de voluntarismo, sino de un
saber y un hacer complejos, y una ética que sepa distinguir cuándo y cómo intervenir. -
> requiere la construcción de nuevos saberes interdisciplinarios que confluyen –y
reconfiguran– el campo de la mediación comunitaria o que establezcan un nuevo
campo: mediación social. Se trata – otra vez– de una instancia, pero una que requiere
de saberes especializados y específicos, procesos múltiples, un compromiso y una ética
a la altura de la situación. Esto es una intervención no para acallar, “pacificar”, o
mantener el statu quo, sino para poder iniciar un proceso de transformación social que
será seguramente conflictivo y confrontativo.
BOAVENTURA DE SOUZA SANTOS: sentido “emancipatorio” de estos procesos->
quien promueve o financia el proceso puede estar gravitando sobre él. Una de las
fórmulas con la que seguramente hemos “simpatizado” –y hemos promovido– en este
campo es la de “acuerdos o pactos de convivencia”. Sin embargo, no hemos estado
atentos a que estos pueden resultar en un sistema de “control social” o de “paz
negativa”. Esto es, un modo de normalizar las acciones, las actividades, “los modos” de
aquellos que en mayoría –o con mayor poder– imponen un modelo de convivencia
basado en la restricción de libertades de los otros. Es preciso entonces tener claro
quién promueve el proceso, y su lugar de poder en la situación. No se trata entonces
de desestimar términos o fórmulas, sino de problematizarlos.
No debemos soslayar que los factores reales de poder en forma habitual suelen
colonizar y determinar el funcionamiento de ciertas instituciones públicas.
¿Podemos pensar que la mediación tenga como horizonte únicamente
garantizar la tranquilidad o “armonía” social sin importar la concreción de los derechos
reclamados? Evidentemente no. La tranquilidad o “armonía” social debería ir de la
mano del aseguramiento del goce de los derechos reclamados, que generalmente se
encuadran dentro de los derechos humanos.

4. La mediación comunitaria como instrumento para alcanzar la paz y acceder a la


justicia.
La necesidad institucional de descomprimir la carga del Poder Judicial en
contraposición con la cultura de la paz fueron dos valores que pulsearon, de modo
contradictorio, en el transitar de la instauración de la mediación. La pretensión de
incluir a los diferentes ámbitos de desarrollo de la mediación en general y la
comunitaria en particular bajo el paraguas de cultura de paz o del acceso a justicia,
nos obliga a plantearnos si verdaderamente se han alcanzado esas motivaciones, dado
que hay diversos intereses superpuestos y contrapuestos, especialmente los que
provienen de las necesidades del propio sistema judicial. El camino recorrido por la
mediación comunitaria nos permitiría inferir que se está convirtiendo o podría
convertirse en un apéndice de los aparatos y necesidades estatales. Contrarrestar ello
implica profundizar su génesis como herramienta de los sectores y grupos sociales
cuyos derechos se han visto vulnerados y generan visibilidad mediante la protesta
social.
Las visiones encontradas se extienden incluso al Poder Judicial que al tener que
actuar frente a un acontecimiento social toma partido generalmente a favor del
punitivismo y no hace pie en el marco normativo que resguarda y garantiza los
derechos fundamentales de las personas.
En donde existe tensión de derechos de un mismo rango normativo (ninguna
norma prevalece sobre otra), un derecho debe ceder a favor del otro y esta
ponderación interpretativa la lleva adelante el juez. Vemos cómo, habitualmente, el
interés empresario –en nombre del desarrollo– prevalece judicialmente sobre el social.
Por ello, al pensar a la mediación como complementaria del sistema judicial
podríamos caer en una reproducción nociva que asentaría la desigualdad jurídica que,
en lo operativo, en estas temáticas sociales se manifiesta de modo palmario.
De este modo “no hay, ni mucho menos hacemos, paz, ni garantizamos el
acceso a justicia”, dado que solo estaríamos, desde la mediación comunitaria,
representando un eslabón más de una cadena de funcionalidades de todo un sistema
que responde –con mucha más preponderancia– a los intereses de los poderosos.

5. La mediación comunitaria a futuro


En el campo de la conflictividad social urbana la mediación comunitaria se ha
abierto paso como una institución “teóricamente” fiable para tramitar conflictos
vecinales y sociales. Por ello, no solo la capacitación de los operadores es fundamental,
sino que su visión, su punto de apoyo y su umbral de partida imponen tener mucho
más que una caja de herramientas o un bagaje teórico que se agota en los insumos de
un curso o taller de formación de mediadores, su conocimiento y experiencia de vida.
Requiere de nuevos saberes, un posicionamiento en las ideas y un compromiso social a
la altura de la situación.
Por ello, sería fundamental la sensibilización de múltiples actores tanto sociales
como institucionales, pero en el momento de institucionalizar la figura de la persona
que lleve adelante el rol de la mediación comunitaria debemos contemplar la
amplitud, la profundidad y la integralidad de su formación teórico-metodológica,
además de su actitud para intervenir en un escenario y un conflicto en su
multifactorialidad, su multidimensionalidad y su temporalidad compleja.

Al referirse al urbanismo en clave neoliberal, MANUEL DEL- GADO lo define


como “el riesgo de consolidar lo que se opone a la sociedad urbana, lo que la niega y
la destruye en el transcurso del proceso mismo que la crea”.
Es necesario hacer pie –especialmente en el campo social– en el peldaño ético
para que la labor del mediador comunitario no haga cierto el riesgo de consolidar lo
que se opone a la mediación, lo que la niega y la desprestigia, en nombre de una paz
social que invisibiliza las desigualdades y las exclusiones sociales, culturales y
espaciales, que vulnera o niega derechos, y que no asume la diferencia, la libertad y la
dignidad de las personas.

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