Entrega de Ensayo Académico

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UNIVERSIDAD IBEROMEXICANA

“ENTREGA DE ENSAYO ACADÉMICO”

NOMBRE DEL ALUMNO: OSCAR GRACÍA RODRÍGUEZ

LIC. EN PSICOLOGÍA

CONOCIMIENTO DE LA INFANCIA

4° CUATRIMESTRE

TURNO: C

PROFESORA: TANIA ELIZABETH HERNÁNDEZ GRANADOS


Introducción

Estar mentalmente sano durante la infancia significa alcanzar los indicadores


del desarrollo y los indicadores emocionales, así como también aprender
destrezas sociales saludables y cómo enfrentar los problemas que puedan
presentarse. Los niños que son mentalmente sanos tienen una calidad de vida
positiva y pueden desempeñarse bien en el hogar, la escuela y sus
comunidades.

Los trastornos mentales en los niños se describen como cambios serios en su


forma habitual de aprender, comportarse o manejar las emociones, lo cual
causa angustia y problemas en las actividades diarias. Ocasionalmente,
muchos niños presentan temores y preocupaciones o muestran
comportamientos disruptivos. Si los síntomas son serios y persisten e
interfieren con las actividades en la escuela, la casa y al jugar, puede que al
niño le diagnostiquen un trastorno mental.

Tener salud mental no es simplemente la ausencia de un trastorno mental. Los


niños que no tienen un trastorno mental podrían diferenciarse en cuán bien se
encuentran, y los niños con el mismo trastorno mental diagnosticado podrían
mostrar fortalezas y debilidades diferentes en la forma en que se están
desarrollando y sobrellevan las situaciones, y tener una calidad de vida
diferente. Considerar la salud mental como un proceso continuo y la
identificación de trastornos mentales específicos son maneras de entender
cuán bien se encuentran los niños.
a) ¿En qué periodo de la infancia se detecta y diagnostica un
trastorno mental?

Los síntomas de los trastornos mentales cambian con el tiempo a medida que
el niño crece, y pueden incluir dificultades en la manera en que juega, aprende,
habla y actúa, o en cómo maneja sus emociones. Por lo general, los síntomas
comienzan en los primeros años de la infancia, aunque algunos de los
trastornos pueden aparecer en la adolescencia. El diagnóstico se hace a
menudo durante los años escolares y a veces antes. Sin embargo, es posible
que a algunos niños no se les diagnostique o detecte el trastorno mental que
tienen.

Los trastornos mentales infantiles se pueden tratar y controlar. Existen muchas


opciones de tratamiento que se basan en la mejor y más actualizada evidencia
científica. Los padres y los médicos deben trabajar en estrecha colaboración
con todas las personas que participen en el tratamiento del niño: maestros,
entrenadores, terapeutas y otros integrantes de la familia. Aprovechar todos los
recursos disponibles ayudará a los padres, profesionales de la salud y
educadores a guiar al niño hacia el éxito. El diagnóstico temprano y los
servicios adecuados para los niños y sus familias pueden lograr un cambio en
la vida de los menores con trastornos mentales.

Muchos niños tienen miedos y preocupaciones, y de vez en cuando se sentirán


tristes y desesperanzados. Surgirán miedos intensos en diferentes momentos
del desarrollo. Por ejemplo, los niños pequeños a menudo sienten mucha
angustia al separarse de sus padres, aunque estén seguros y al cuidado de
otra persona. Cuando los sentimientos de miedo y tristeza son persistentes o
extremos podrían deberse a ansiedad o depresión. Debido a que los síntomas
son principalmente pensamientos y sentimientos, a veces se les llama
trastornos de internalización.

Cuando los niños no superan los miedos y las preocupaciones típicos de los
niños pequeños, o cuando los miedos y las preocupaciones son tantos que
interfieren con las actividades escolares, en la casa o en el juego, puede que
se diagnostique un trastorno de ansiedad. Ejemplos de los distintos tipos de
trastornos de ansiedad incluyen los siguientes:

 Sentir miedo al estar separado de los padres (ansiedad de separación).

 Sentir un miedo extremo acerca de una situación o algo específico, como los
perros, insectos o ir al doctor (fobias).

 Sentir mucho miedo de la escuela o de otros lugares donde haya personas


(ansiedad social).

 Estar muy preocupado por el futuro y acerca de que sucedan cosas malas
(ansiedad general).

 Presentar reiterados episodios de miedo intenso, repentino e inesperado, que


se producen con síntomas como palpitaciones del corazón o dificultad para
respirar, o sentirse mareado, tembloroso o sudoroso (trastorno de pánico).

La ansiedad puede presentarse en forma de miedo o preocupación, pero


también puede hacer que los niños estén irritables y enfadados. Los síntomas
de la ansiedad también pueden incluir problemas para dormir, además de
síntomas físicos como fatiga, dolores de cabeza o dolores de estómago.
Algunos niños ansiosos no comunican sus preocupaciones y, por lo tanto, los
síntomas pueden pasar desapercibidos.

b) ¿Qué necesita un niño para ser estable y sano mentalmente?

La ansiedad que se produce de forma excesiva puede dar lugar a nerviosismo


y a alteraciones en la conducta.

Una buena salud emocional es un estado de bienestar que supone que la


persona es capaz de gestionar los problemas habituales de la vida y realizar
trabajos productivos.

La salud física y la emocional forman un binomio indivisible, de manera que


para tener una buena salud general es necesario cuidar la salud física y las
emociones. Debemos ser conscientes de que una emoción negativa puede
producir un empeoramiento de nuestra salud física.
Dar muestras de cariño, es fundamental, para el buen desarrollo emocional de
los niños, que sientan el cariño de sus padres. No basta con palabras, debe
haber gestos, abrazos, besos.

Enseñar a entender sus emociones, en ocasiones los niños sienten rabia o


miedo y no son capaces de entender por qué. Hay que aprender a reflexiona
con ellos para que sepan la emoción que sienten, le den nombre y aprendan a
gestionarla.

Ayudar a desarrollar su inteligencia emocional, es la capacidad de entender las


propias emociones y las de otras personas. Se puede fomentar con libros, por
ejemplo, para que se comprendan qué sienten las personas en situaciones
complicadas, de forma que los niños se pongan en su lugar.

Establecer límites, sí bien es fundamental entender las emociones que sienten


nuestros hijos, también lo es ponerles límites y decirles que no.

Escucharlos, ya que los niños tienen sus propias opiniones y es esencial


escucharlos de forma activa. Fijarse en lo que dicen, en cómo lo dicen y
hacerles preguntas para que se sientan escuchados y comprendidos.

Estar atento a los cambios de comportamiento y debemos partir de que un niño


no nos va a avisar de que tiene baja autoestima, por ejemplo. Es importante ver
las señales de que puede existir un problema con el niño. Para ello observarlo
y hablar con sus profesores y si te informa sobre algún cambio de
comportamiento, estar alerta para ver a qué se debe.

Fijarse en las señales física, ya que los problemas de salud emocional suelen ir
acompañados de síntomas físicos como las taquicardias, las náuseas o la
tensión muscular.

Mantener la calma, si bien, es complicado, a veces, es esencial y evitar gritar a


los niños. Intenta empatizar con ellos, ser firme y no ponerse nervioso.

Pasa tiempo con los hijos, es una de las mejores maneras de cuidar la salud
emocional de los hijos es pasar tiempo con ellos. Disfrutar de ellos, pasea,
juega, lee… Lo que más apreciarán es la compañía.
Acudir al psicólogo, en el caso que se considere oportuno, puede acudir a un
psicólogo con el hijo, para que le ayude a controlar sus sentimientos y a
desarrollar su inteligencia emocional.

Generar confianza, Si se trabaja en crear ambientes en los que el hijo se sienta


cómodo, se genera confianza, de manera que si tienen un problema te lo
contarán para que uno le ayude.

c) ¿Qué tipo de afectaciones puede desarrollar un niño cuando no se


relaciona social y emocionalmente adecuadamente?

Un padre o un profesor puede detectar signos de que un niño o un adolescente


está ansioso. Por ejemplo, un niño se puede aferrar a sus padres a la hora de ir
a la escuela, llorar y acabar perdiendo clases. Puede actuar como si estuviera
asustado o muy alterado, o negarse a hablar o a hacer cosas. Los niños y los
adolescentes con ansiedad también pueden tener síntomas imperceptibles
para los demás. Pueden estar asustados, preocupados o nerviosos.

La ansiedad también puede afectar a su cuerpo. Se pueden sentir inestables,


inquietos, agitados o faltarles la respiración. Pueden sentirse nerviosos, tener la
cara caliente, las manos húmedas y pegajosas, la boca seca y el corazón
acelerado.

Estos síntomas físicos de la ansiedad son la consecuencia de la respuesta de


"lucha o huida". Se trata de la respuesta normal del cuerpo ante el peligro. Esta
respuesta desencadena la liberación de sustancias químicas naturales en el
cuerpo. Estas sustancias químicas nos preparan para afrontar un peligro real.
Afectan a la frecuencia cardíaca, la respiración, los músculos, los nervios y la
digestión. El objetivo de este tipo de respuesta consiste en protegernos del
peligro. Pero en los trastornos de ansiedad, la respuesta de "lucha o huida" es
excesiva. Porque ocurre cuando no hay ningún peligro real.

d) Finalmente ¿Qué sugiere la experta para apoyar la salud mental del


niño?
Encuentre un terapeuta con formación y experiencia, y lleve a su hijo a todas y
cada una de las visitas de terapia.

Habla a menudo con el terapeuta del niño, y pregúntele sobre cómo lo puede
ayudar.

Ayudar al niño a afrontar sus miedos. Preguntar al terapeuta cómo puede


ayudar al niño a poner en práctica en su casa lo que aprende en las sesiones
de terapia. Felicite a su hijo cuando se esfuerce en afrontar sus miedos y
preocupaciones.

Ayúdelo a hablar sobre sus sentimientos. Escúchelo y hágale saber que lo


entiende, lo quiere y lo acepta. El hecho de tener una relación positiva y
afectuosa con usted ayudará a su hijo a construir su fuerza interior.

Anime a su hijo a avanzar a pequeños pasos. No permita que su hijo tire la


toalla o evite lo que teme. Ayude a su hijo a avanzar dando pequeños y
positivos pasos hacia adelante.

Tenga paciencia. Y recuerde lo siguiente: que la terapia funcione y que su hijo


se encuentre mejor es un proceso que requiere tiempo.

Conclusión

La alta prevalencia de dificultades de salud mental y experiencias adversas


infantiles, incluso en niños menores de tres años, es una preocupación
creciente; sin embargo, los tres primeros años son también el momento óptimo
para establecer una base social y emocional positiva y saludable en la vida de
los niños. Por lo tanto, es fundamental que los cuidadores estén informados de
la investigación, los riesgos y las estrategias preventivas para apoyar mejor la
salud mental de bebés y niños pequeños. Para abordar la salud mental de
bebés y niños pequeños, la atención informada sobre el trauma reconoce la
prevalencia y el impacto potencial del trauma y ofrece principios que los
programas de cuidado infantil pueden esforzarse por implementar. El paso más
importante que podemos dar para fomentar la salud mental saludable de los
bebés y niños pequeños es crear relaciones positivas y seguras entre los
cuidadores y los niños.

Referencia

Canal Teleamiga. (2019, 19 marzo). SALUD MENTAL EN NIÑOS en Salud para Todo –
Teleamiga [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=89OgrDBQUZY

Aprendemos Juntos 2030. (2023, 20 noviembre). V. Completa. Criar con salud mental.
María Velasco, psiquiatra infantojuvenil [Vídeo]. YouTube.
https://www.youtube.com/watch?v=mKA8HbMvI2M

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