Emanuel Mounier - Pinche Napo
Emanuel Mounier - Pinche Napo
Emanuel Mounier - Pinche Napo
FILOSOFÍA
MOUNIER
Presentada por:
Asesor:
Introducción
¿Qué ha sido de la persona humana hoy en día? Si bien, responder a dicha pregunta implica
realizar un arduo estudio sobre la persona humana. Hoy en día hemos sido testigos de la falta que
nos hace comprender dicho término, ya que al comprender a la persona humana lograremos
tratarla como tal.
A través de la historia hemos sido testigos del mal que se comete cuando no es
comprendida la persona humana, esto lleva a lamentables sucesos en donde se denigra la
dignidad humana, o sea, se ve a la persona como un simple medio y no debe ser así, la persona es
un fin. La persona humana por naturaleza es un ser racional, un ser dotado de alma y cuerpo, de
inteligencia y voluntad, estos aspectos propios de la persona humana nos permiten contemplar la
dignidad de la cual ha sido dotada en su ser. Si bien, entre las creaturas terrenales no hay ningún
otro ser viviente que contenga dichas cualidades, es por eso que la persona humana al no estar
limitada a ser una simple máquina de carne y hueso contiene el ámbito de lo espiritual que es lo
que le hace ser la creatura terrenal más perfecta.
Es necesario acercarnos a una definición de persona desde el ámbito metafísico,
comprender la constitución ontológica del ser humano. Comprender la naturaleza humana
implica analizar aquéllas cosas que le son propias a todos los humanos de todos los lugares y de
todos los tiempos, o sea, aquello que no cambia, eso que identifica al ser humano como tal.
Así mismo, podemos decir que desde el renacimiento se ha estudiado sobremanera a la
persona humana. Es de lamentar que el estudio, en muchas ocasiones, se hizo desde un ámbito
antropocéntrico eliminando a Dios de la vida de las personas. El humano era visto como el más
perfecto de todo el cosmos, un ser humano que ya no necesita más de Dios, un ser humano que se
basta a sí mismo, que puede realizarse sin Dios. En la época contemporánea el humanismo ateo
fijó su mirada en el superhombre, un ser que ya no necesita más de Dios, es más un hombre que
ha proclamado la muerte de Dios, él mismo lo ha matado.
El resultado de dicho humanismo ateo trajo a la sociedad grandes problemas, el hombre, al
no tener una esperanza de trascender más allá le condujo a decepcionarse de sí mismo. El siglo
ii
XX se ha caracterizado por la violencia que se desató. El hombre, aquel ser que jugó a ser dios se
está muriendo, sufre porque él mismo se ha decepcionado.
Por otro lado, ¿Qué ha sido de la comunidad de personas? Mounier tiene la especial
delicadeza de ahondar en el aspecto comunitario.
Mounier mismo distingue entre comunidad y sociedad. La comunidad es una persona de
personas, esto quiere decir que en la comunidad la relación entre personas es profunda, el hombre
es visto desde su dignidad propia, el amor es la fuente de la unidad de la comunidad, es sólo
mediante el amor como las personas de la comunidad se donan entre sí, alcanzando de esta
manera su realización propia.
Por su parte, la sociedad es simplemente un conglomerado de humanos, que viven juntos
pero sin ninguna relación. Así es como el socialismo pretendió formar grupos de humanos que
vivieran en dependencia del estado, quitando a ellos el carácter de su individualidad. En la
sociedad el otro es tratado como un enemigo, al que yo debo ganarle en todo: tener mejor
vehículo, una mejor economía, etc., y si el otro me estorba puedo fácilmente eliminarlo.
Ante esta problemática surge el personalismo comunitario como una filosofía que coloca a
la persona en el centro de su estructura conceptual. El personalismo comunitario, iniciado con
Mounier con la revista Esprit, pretende sacar a la persona humana de su estado de putrefacción,
esto quiere decir recuperar la dignidad que la persona humana perdió a causa de los sistemas
totalitarios y de las guerras del siglo XX.
El personalismo comunitario al hablar de la naturaleza de la persona humana identifica que
cada persona al donarse a sí misma mediante el amor es como puede llegar a su plenitud.
Mediante el amor es como se logra dicha unión entre personas, y es así como forman verdaderas
comunidades. Comunidades en las cuales cada persona es vista en su completa dignidad.
Por tanto, en la presente investigación he tratado de investigar sobre la noción de persona
humana en Emmanuel Mounier y su realización comunitaria. Me he basado prácticamente en la
obra de Mounier “La Revolución Personalista y Comunitaria”.
Básicamente el objetivo de dicha investigación es comentar un poco sobre la persona
humana, ¿quién es la persona humana?, y basándome en la noción que presenta Mounier ahondo
en el significado de ser persona y la importancia que tiene la comunidad ante la persona humana.
iii
Para cumplir con semejante objetivo comienzo a plantear el marco teórico en el cual se ha
desarrollado el pensamiento personalista, así como cuáles han sido las principales fuentes de
inspiración del personalismo Francés.
En un segundo momento trataré un poco sobre la biografía de Mounier. Este punto es
interesante, ya que nos permitirá ver la razón por la cual Mounier inició con el movimiento de la
revista Esprit que es básicamente en donde plantea su pensamiento personalista y comunitario.
En un tercer momento hablaré sobre la noción de persona que maneja Mounier con el fin de
que nos acerquemos a una definición centrada en una visión equilibrada. Mounier ve a la persona
humana como un ser constituido de materia y espíritu, y que por tanto goza de una dignidad
especial, una dignidad de hijos de Dios, la cual no puede ser violentada por nada ni por nadie.
Y finalmente, en un cuarto momento hablaré de la relación de la persona humana con el
otro, el prójimo, y con el Otro, que es Dios. Si bien, la persona humana alcanza su plenitud al
relacionarse con su prójimo, y alcanza la plenitud de su vida cuando entra en relación con el Ser
Trascendente, con Dios.
Finalmente, hay que mencionar que Mounier busca restablecer a la sociedad mediante una
revolución, esto es, saliendo de nuestro estado de indiferencia ante las realidades sociales que se
viven. Mounier invita a todos a sumarnos a esta noble causa, sobre todo invita a los cristianos a
que denunciemos los males que sufre nuestra sociedad y así actuar consecuentemente en miras a
construir una mejor comunidad humana.
4
1 Marco teórico
A finales del siglo XIX en Europa se suscitan distintos movimientos sociales que
repercutirán en la Europa del siglo XX.
El liberalismo, uno de esos movimientos que surge como una ideología que defiende la
libertad del individuo. El individualismo, en efecto conducía a considerar que el individuo tenía
derecho no sólo a la libertad, sino a gozar de las condiciones de vida que le permitiesen servirse
adecuadamente de ella. Era el estado quien debía de brindar al individuo una serie de garantías
para llevar una vida adecuada.
Lo primero que resalta en la evolución del pensamiento de a finales del siglo XIX es que
apareció dominada por dos corrientes diametralmente opuestas. El pensamiento filosófico, de
influjo decisivo desde finales del siglo XVIII, se escindió dos tendencias: una dominada por la
1
Cfr. PIRENE Jacques, Historia Universal., Ed. Éxito. Barcelona 1959. pp. 374-376
5
preocupación del individuo y de la conciencia personal y otra por la de la raza, es decir, por la
masa social considerada como un todo indivisible.
El siglo XX se caracteriza por una situación social desgarrada física y moralmente por dos
guerras; una humanidad europea que entre ambas guerras experimenta en muchos de sus
territorios la pérdida de la libertad, ocasionada por regímenes totalitarios. El idealismo, el
positivismo y el marxismo son filosofías optimistas, que se jactan de haber captado el principio
específico de la realidad y el sentido progresivo absoluto de la historia.
Ante la problemática social que se vive en Europa aparecerán distintas corrientes filosóficas
que buscarán rescatar al hombre individual tan dañado y afectado por las crisis de la época.
2
Cfr. Ibíd., p. 387.
3
El cual aparecerá como uno de los antecedentes del personalismo cristiano del siglo XX.
4
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial., Ed., Sígueme, Barcelona 2002. p. 23.
6
- Sócrates: Podemos ver en la doctrina de Sócrates los orígenes del personalismo. En dicha
doctrina Sócrates realiza un profundo estudio sobre el alma de la persona humana, por
tanto, el hombre no es solo materia, sino también es alma. Una frase muy conocida de
Sócrates “conócete a ti mismo” puede ayudarnos a comprender el carácter reflexivo que
debe tener el hombre para comprender su sentido más profundo8.
- Pascal: En el pensamiento de Pascal encontramos un gran sentido antropológico en el cual
se desarrolla una reflexión profunda sobre la grandeza del hombre en cuanto persona.
Pascal rescata la dignidad de la persona en cuanto que ésta tiene la capacidad de pensar,
de reconocerse a sí mismo y reflexionar sobre su propia vida. Pascal vislumbra el doble
aspecto de la persona, en cuanto ser material y en cuanto ser racional, estos dos aspectos
no son rivales, sino que se complementan para formar una sola persona9. Por lo
mencionado anteriormente Mounier ve en Pascal al mayor maestro del personalismo.
- Maine de Brian: Dicho autor es gran precursor del personalismo francés. La filosofía de
Maine está muy empapada del espiritualismo. En su doctrina reflexiona sobre la vida
interna de la persona, el hombre en su interior tiene conciencia de que existe, de que es un
ser individual. El yo es el que posee el sentido íntimo de la existencia individual, una,
5
Profundizaré más en el apartado siguiente “el personalismo francés”.
6
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico tomo III, Ed., Herder, Barcelona 2010. p.
641.
7
Cfr. Ibíd., p. 642.
8
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo I, Ed., Herder, Barcelona 2010. p. 88
9
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo II, Ed., Herder, Barcelona 2010. p.
518.
7
idéntica, y que siempre es la misma. Maine de Brian dice que todo lo pasivo en el hombre
pertenece al ámbito físico; en cambio, lo activo en el hombre pertenece al ámbito de lo
espiritual, la libertad. Dicha doctrina nos enmarca la visión amplia que Maine tiene
respecto de la persona humana. Mounier ve en él al precursor del personalismo francés.
Al analizar la idea de persona que los autores antes mencionados nos presentan, podemos
vislumbrar las raíces del personalismo, un personalismo que ve el carácter integral de la persona,
no se centra únicamente en el carácter material ni tampoco exclusivamente en el carácter
espiritual de la persona.
Tanto en Francia como en Alemania han influido sobre el personalismo corrientes muy
diversas, así encontramos por ejemplo: el existencialismo10. El existencialismo extiende su
estudio al ser mismo del hombre, el hombre no es como las cosas, sino que él es un ser existente,
un ser que es capaz de autoconstruirse a sí mismo. En el proceso de su auto constitución
existencial, el hombre puede engendrar el ámbito de inteligibilidad que le permitirá comprenderse
a sí mismo y su situación con los demás y con el mundo11.
10
Cfr. FERRATER M. José, «Personalismo», en Diccionario de Filosofía IV, Ed, Ariel. Barcelona 2004. p. 2765, 2766
11
Cfr. URDANOZ T. Historia de la Filosofía II., Ed. B. A. C. Madrid 1986. p. 505.
8
Cabe mencionar que la idea central del pensamiento personalista es la noción de persona:
ser inobjetividad, inviolabilidad, libertad, creatividad y responsabilidad; se trata de una persona
encarnada en un cuerpo, situada en la historia y constitutivamente comunitaria. El personalismo
reacciona ante la problemática económica y social que afecta a la persona, es así como trata de
rescatarla “de su avanzado estado de putrefacción13”, propone una salida de la crisis, apelando a
una revolución personalista y comunitaria basada en una fe cristiana aceptada sin reservas y
vivida sin claudicaciones14.
El personalismo, sostiene Mounier, surgió de la crisis de 1929, que fue una fecha negra
para la economía mundial. Miles de empresas fueron a la quiebra, al igual que sus inversores.
Este ambiente generó consecuencias importantes; paros masivos, gran cantidad de desempleados,
cierre de empresas, etc…15. Así, la humanidad entró en una gran crisis. Ante semejante
problemática se generaron gran cantidad de explicaciones, algunos ciñeron a comentarios
meramente técnicos de las inquietudes y a las desventuras que entonces comenzaban, mientras
que otros se decidieron por una explicación puramente moral. En cambio, algunos jóvenes
pensaron que el mal era al mismo tiempo económico y moral, se hallaba situado en las estructuras
sociales y en los corazones: “Ante el mal económico y moral, algunos jóvenes pensaron que la
vía para salir del desorden establecido no consistía en una revolución económica que ignorara
los fundamentos morales y religiosos de la crisis, ni tampoco en una revolución puramente
12
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo III, op. cit. p. 639.
13
Ibíd., p. 639.
14
Cfr. Ibíd., p. 639
15
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial., op. cit. p. 12, 13.
9
espiritual, desinteresada por los dramas que provocan las vicisitudes históricas concretas, sino
en la reflexión teórica sobre la «comunidad de personas» y en su edificación16”.
El personalismo pretende rescatar a la persona humana de todos aquellos sistemas que hasta
entonces la habían destruido con falsas doctrinas. Tales sistemas como los totalitarismos, los
cuales pretendían formar grupos sociales de personas mediante las cuales querían tener un
dominio total de la persona. En los totalitarismos permeó de forma muy activa el ateísmo dejando
así a la persona humana sin sentido de su vida. El totalitarismo pretende poner al estado en la
máxima cumbre, y a la persona como un medio para que el estado triunfe. Todos estos problemas
eran el pan de cada día para la Europa del siglo XX y ante esta realidad política es como Mounier
pretende despertar a los cristianos para que denuncien el mal y actúen en contra de dichos males
y recuperen a la persona que está dañada y sin un sentido en su vida.
16
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo III, op. cit. pp. 640-643
17
Cfr. Burgos J. Manuel, El Personalismo, Ed., Palabra. Madrid 20032. pp. 56, 57.
10
2.1 Vida.
Emmanuel Mounier nació en Grenoble el día 1 de abril de 1905, en el seno de una familia
modesta de campesinos18. Él mismo hace referencia a su vida familiar con las siguientes palabras:
«Con frecuencia vuelvo la mirada con reconocimiento hacia mis cuatro abuelos
campesinos, auténticos los cuatro, con la tierra en sus zapatos; levantándose a las tres de
la mañana y con un trozo de salchichón en los dedos... ¿Sabe usted que soy del
Delfinado? Nacido en Grenoble19».
Con estas palabras nos señala que sus cuatro abuelos eran campesinos curtidos por el
trabajo, gentes sencillas y de sentimientos nobles viviendo en contacto con la naturaleza. Apenas
conoció a los abuelos paternos, por lo que sus recuerdos se dirigen a los maternos, que
convivieron en familia. El abuelo, hombre de campo, era trabajador fuerte y de gran bondad; la
prueba es que era socialista, y se dejaba robar por todo el mundo. La tendencia socialista de
nuestro héroe tiene ahí su primera raíz.
18
Cfr. Urdanoz Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, Ed., B. A. C., Barcelona 1985. p. 363.
19
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), Ed., Biblioteca Palabra., Madrid 2000. p. 27.
11
La primera guerra mundial estaba sucediendo cuando Mounier tenía entre nueve y trece
años (1914-1918), dejando a Francia arruinada, con un millón y medio de muertos, y a los vivos
desanimados y huérfanos20.
Mounier desde su primera infancia recibió una esmerada educación cristiana, ya que tanto
la familia de su padre como la familia de su madre eran creyentes, por la línea de su padre se
contaban bastantes sacerdotes. Según sus memorias, desde los siete años acompañaba a su madre,
que más tarde le llevaba el sábado a las confesiones en la iglesia sombría. Diversas alusiones
hablan de retiros y de la práctica de otras piadosas costumbres, de oración asidua y vida interior,
de la presencia de Dios que suscitaba en su espíritu la contemplación de la naturaleza. Creció
además, en el seno de la familia hasta los diecinueve años, rodeado de sus familiares, de sus
padres, abuelos y hermana mayor, con la que mantendría amplia correspondencia. Su fe cristiana
maduró así en el ambiente recoleto de la vida familiar y provinciana, sin mayores obstáculos de
influencias mundanas21.
En la biografía que Carlos Díaz escribió sobre Mounier nos dice que: “Era de
temperamento calmo, metódico, meditativo. Y de constitución débil, alto, delgado, con una visión
20
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, Colección Persona. p. 154
21
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 364
12
muy debilitada por una pedrada en el colegio e inapto para los deportes22”. La pedrada la
recibió, al parecer en 1918, cuando tenía trece años. En ese mismo ojo ya tenía estrabismo por
una úlcera de córnea; también tenía sordera en un oído por una otitis recidivante que no se
controla hasta los veinte años.
Es curioso cómo se transforma la apariencia de las cosas y de los hombres una mirada de
amor. Para su amigo Guitton, Mounier a los quince años era un muchachote pálido de cabellos
rubios, con ojos lechosos, dulce, un poco divertido, lo que le daba el encanto de los rostros
disimétricos. No estaba para la pasarela pero, para el amigo, era encantador.
A pesar de los pesares, y gracias a ellos, demostró una madurez precoz. Había llegado a las
puertas de la adolescencia con un corazón lleno de amor, se había sentido querido y había
crecido en un ambiente familiar en el que se discutía, se leía, se buscaba la verdad de la vida,
sencilla y limpiamente, no fue su hogar un lugar invadido por la televisión y la basura de colores.
Sus padres querían que estudiara medicina, y él, como hijo obediente, no les quiso desairar,
a pesar de que sus inclinaciones iban por otro camino. Fue un rodeo de tres años, los renglones
torcidos de la vida. Pero, de nuevo nos encontramos con algo frecuente en el universo: de las
condiciones, aparentemente más imposibles para la vida, emerge ésta con más empuje. Cuando
todo parecía obscuro, en la noche de la desesperación y del fracaso, ve la necesidad de retirarse
en soledad. Unos ejercicios espirituales con el P. Décisier le hacen ver claro la necesidad de
bifurcar, una profunda conversión, emprender el camino de la filosofía23.
22
CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., p. 154.
23
Cfr. Ibíd., pp. 153-155
13
Así pues, en 1924, cuando tenía diecinueve años, Mounier hizo lo que su amigo Lacroix
llama su primera conversión: de la medicina a la filosofía. En su ciudad natal, Grenoble,
estudiará filosofía durante tres años (1924-1927) bajo la dirección de Jacques Chevalier, durante
los cuales participa activamente en diferentes grupos de formación religiosa24. En efecto, en 1925
funda un círculo de estudios católicos, en 1926 dirige las reuniones semanales del grupo de los
platonizantes, lleva la secretaría del grupo de trabajo común compuesto por una treintena de
estudiantes de universidades diferentes que sostienen entre sí una correspondencia para
intercambiar sus investigaciones y trabajos personales, es miembro de la Acción Católica de
Jóvenes Franceses y de la Conferencia de San Vicente de Paul. Mounier adquiere en estos años
rasgos que le acompañarán toda la vida: escucha atenta de todos y de todo y, junto a la sincera
acogida, la firmeza y la fidelidad de un montañés en sus convicciones25.
Con la reunificación de todas sus posibilidades en torno a su vocación de ser una persona
cabal, mediante el ejercicio de la filosofía, se entregará por completo al ejercicio arduo de su
labor. En tres años de profundo estudio, 1924-1927, bajo la dirección de J. Chevalier, culmina la
licenciatura el día 23 de junio de 1927.
Son años de rendimiento académico, y, sin embargo, lo que podría parecer un éxito, a
Mounier no le deja tranquilo:
La madurez que iba alcanzando estaba haciendo posible que, ni el éxito actual, ni el fracaso
interior le hicieran perder el horizonte de la gratuidad. Por eso, el día 28 de octubre de 1927, con
24
Cfr. DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 33.
25
Cfr. Ibíd., p. 33.
26
Ibíd., p. 34.
14
veintidós años y el diploma debajo del brazo se va a París. Llega a París con la intención de
ampliar sus estudios en la Sorbona27.
J. Chevalier, había anotado en su diario que nunca había tenido un alumno tan valioso
como Mounier: «alma dócil, ferviente, transparente la de Mounier»28.
Unos meses después de la amarga experiencia de 1928 (muerte de Georges), consigue ser
catedrático de instituto. En la Francia de 1928, con veintitrés años, era una situación envidiable,
el futuro académico no podía presentarse con figura más seductora30. Pero a Mounier ya no le
llenaba el éxito académico. De hecho, una de sus críticas más duras la dedica a la Sorbona y a lo
que, según su parecer, significa: “lo que falta sobre todo a esas almas seguras de los profesores es
el sacrificio, la prueba, la noción concreta de la miseria humana, así como de su verdadera
grandeza”. Acerca de estas críticas, algunos piensan que no se ajustan a la realidad, que le faltaba
perspectiva31.
27
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 156, 157.
28
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 35.
29
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 158, 159.
30
En realidad, el sistema de oposiciones en Francia es en la época de Mounier abierto: quien gana la cátedra de
instituto puede acceder desde ella más tarde con publicaciones y méritos a la de universidad.
31
Cfr. Ibíd., p 159.
15
Una estima mutua se ha establecido, pues, entre los dos para siempre. La fundación de
Esprit se hará bajo el patronazgo más o menos oculto de Maritain, a pesar de la posición social
más conservadora de éste, desde un tomismo remozado. En la elaboración de la revista Esprit,
tanto Mounier como Maritain tenían la intención de buscar una nueva cristiandad donde
creyentes y no creyentes convivieran en plano de igualdad sin que por eso los cristianos dejaran
de ejercer la primacía espiritual33.
32
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 364.
33
Cfr. DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. pp. 50-52.
16
porque hacemos el mal voluntariamente, la revolución será espiritual o no será; pero, a su vez,
será estructural, económica y política, o no será.
En el año de 1932, Mounier funda la revista Esprit. Esprit será el instrumento que le va a
hacer posible desarrollar su vocación educativa. Ante el derrumbe colectivo de la civilización
occidental, que ha naufragado entre el colectivismo y el individualismo, es necesario educar un
hombre nuevo redescubriendo su ser personal y extrayendo las consecuencias que ese ser
personal tiene para la construcción de todos los ámbitos de la realidad humana.
“Mounier quería dar más la palabra a los no creyentes haciendo Esprit con ellos, y
cambiar con ellos el estado de cosas, sin por eso perder de vista ni un solo instante su
propia identidad católica”35.
El cristianismo debe ser íntegro y firme abierto a todos los valores auténticos. Tan abierto
estaba Mounier, que en el prólogo de revolución personalista y comunitaria, en 1935, escribía:
«Quisiera que las páginas que siguen fuesen inseparables, en la amistad del lector, del
movimiento de Esprit que las ha hecho nacer día tras día desde hace tres años. Yo mismo
34
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 160, 161.
35
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 51.
17
no sabría discernir lo que ellas le han aportado de las que ellas han recibido de él. La
firma aislada de un autor es siempre engañosa hasta cierto punto. Toda una parte de mi
generación se encuentra en su alrededor»36.
Antes de los treinta años había renunciado a apelar un humanismo abstracto y declamatorio.
Así mismo, Mounier no podía compartir el prometeísmo ateo, ese antropocentrismo cerrado. Era
pues necesario crear un discurso que diera razón de la plenitud del hombre, de todas las
dimensiones de la persona, dicho proyecto es el que acoge en 1932 la revista y el movimiento
Esprit, con el deseo de reconciliar al hombre exterior y al hombre interior37.
En el año de 1938, Mounier contrajo matrimonio con la señorita Paulette Leclercq, que ha
de formar parte de su fiel colaboradora en su trabajo intelectual y va a ordenar sus escritos,
preparando la edición póstuma de sus obras. En el año de 1939 al estallar la segunda guerra
mundial es movilizado (para servicios auxiliares, por ceguera casi total de un ojo), y, tras la
ocupación de Francia y la firma del armisticio, abandona París, residiendo en su tierra natal38.
El permiso que se tenía de editar la revista había sido otorgado por el gobierno de Vichy.
Pero pocos meses después, en julio de 1941, de nuevo es prohibido, y Mounier es encarcelado
bajo la acusación de rebeldía y conspiración contra la resistencia. Pasado un largo proceso,
36
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología Esencial., op. cit. p. 23.
37
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., p. 161.
38
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 365.
18
Mounier es absuelto y puesto en libertad a fines de 1942, pero debe vivir en clandestinidad,
dedicándose a terminar el libro sobre el carácter.
Una vez cesada la guerra la revista Esprit reanuda su publicación en París, que se convierte
en una de las voces más representativas del cristianismo de vanguardia, y el movimiento
personalista creado en torno a ella se difunde por Europa39.
2.2 Obras.
Los escritos de Mounier son numerosos, y asombra la abundante producción en una vida
que termina a los cuarenta y cinco años. Se trata de ensayos publicados primero en la revista
antes de tener edición aparte.
El legado de Mounier es muy amplio. Es pues de suma importancia hacer mención de sus
obras más excelsas40.
39
Cfr. Ibíd., p. 365.
40
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 366.
41
Cfr. MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial, op. cit., p. 23.
19
desencadenan la guerra civil española, a la que Mounier estuvo atento desde la revista
Esprit.
Dicho manifiesto está dedicado a los jóvenes, nacido de sus propias preocupaciones, de
su situación histórica y, resulta obligado decirlo, de su colaboración que ellos mismos
realizaron, es para que vean en él una llamada a la inventiva, y lo libren de cuantos
pretendan encontrar en el mismo un sustitutivo del pensamiento o de la acción42.
c) Personalismo y cristianismo: este estudio, redactado en diciembre de 1939 y cuyo
original, en inglés, se publicó en la Compilación del centenario de la Universidad
Católica de Washington, tenía por título originalmente Personalismo Católico. La
importancia de estos ensayos, escritos entre 1934 y 1939, es tal que han sido situados en
la fecha de su primera edición. La guerra civil española, que no fue una guerra local
más, sino el último crisol donde a la vez se jugaban sus bazas trágicas la guerra y la
revolución, concluye en clamor de derrota republicana. Así pues, la generación de
Mounier, tras tanta guerra, abre brecha histórica con dos respuestas a la crisis: el
existencialismo amoralista y el propietarismo burgués, dos manifestaciones diferentes
de un mismo desfondamiento antropológico43.
d) ¿Qué es el personalismo?: apareció en las Editiones du Seuil en 1947. El personalismo
no será jamás un sistema ni una máquina política. Se emplea dicho término cómodo para
designar cierta perspectiva de los problemas humanos y para acentuar en la solución de
la crisis del siglo XX, ciertas exigencias que no siempre son valoradas. No se llega a ser
personalista abandonando sus anteriores fidelidades o los puntos de vista prácticos que
se han elegido en la resolución de los problemas prácticos. Se puede ser cristiano y
personalista, socialista y personalista, y, ¿por qué no?, comunista y personalista, si se es
comunista de modo que no contradiga los valores fundamentales que aquí se defienden.
En las páginas que nos presenta dicha obra el autor tiene el deseo de que se conozca lo
que realmente es el personalismo44.
e) El personalismo: el personalismo apareció por primera vez en las Presses Universitaires
de France, en la colección Que sais-je. La palabra personalismo es de uso reciente.
42
Cfr. Ibíd., p. 365.
43
Cfr. Ibíd., pp. 542, 543.
44
Cfr. Ibíd., pp. 559-601.
20
Utilizada en 1903 por Renouvier para calificar su filosofía, cayó luego en desusos.
Reapareció en Francia hacia 1930 para designar, en un medio completamente distinto,
las primeras indagaciones de la revista Esprit y de algunos grupos cercanos acerca de la
crisis política y espiritual que estallaba entonces en Europa. El universo de la persona es
el universo del hombre45.
f) la cristiandad difunta: la cristiandad difunta apareció en las Editions du Seuil, en la
colección Esprit, en 1950. Los textos que componen dicho volumen se escalonan de
1937 a 1949. La generación cristiana posterior a la guerra del 14, que se encontraba,
para decirlo en una palabra, cómodamente en la democracia burguesa europea, partió a
la conquista de su época siguiendo los caminos tradicionales. Por todos lados, el
Cristianismo que querría instalarse es rechazado hacia su drama esencial, hacia su
condición original: itinerancia, debilidad y pobreza.
Un poco en todo lugar, pero especialmente en Francia, algunos cristianos toman
conciencia, después de las grandes sacudidas de este siglo despiadado, de una lección
que les desborda ampliamente. Dicho libro (cristiandad difunta) no dogmatiza; sus
capítulos, voluntariamente fechados, se reparten a lo largo de quince años; no quiere ser
más que un jalón, junto a muchos otros, de una búsqueda en la que la luz definitiva no se
producirá más que cuando ella misma se haga vana46.
Póstumos aparecieron las colecciones de los artículos Les certitudes difficiles y L’espoir
des désesperés (en Esprit, 1953, estudios sobre Malraux, Sartre, Camus) como los extractos de su
correspondencia y de sus notas o Carnets de route, seleccionados por su esposa, Paulette, y
publicados bajo el título Mounier et sagénération (es Esprit, 1954), quien también preparó la
edición completa de Oeuvres con la bibliografía del sinnúmero de artículos de revistas que
Mounier, escritor y periodista, fue publicando47.
45
Cfr. Ibíd., p. 675.
46
Cfr. Ibíd., p. 777.
47
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 366.
21
48
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 26.
22
El orfismo.
El orfismo posee una importancia particular porque, como han reconocido los estudiosos
modernos, introduce en la sociedad griega un nuevo esquema de creencias y una nueva
interpretación de la existencia humana. Se atribuye al poeta Orfeo el haber fijado los puntos
esenciales de la doctrina órfica en los llamados himnos órficos49. La doctrina básica del orfismo
se enfocó en la concepción dualista del alma y del cuerpo.
“El orfismo proclama la inmortalidad del alma y concibe al hombre según el esquema
dualista que contrapone cuerpo y alma50”.
Toda esta doctrina órfica nos ayudará a comprender a los siguientes filósofos, ya que ellos
beberán de esta doctrina, tal es el caso de Platón, el cual en su doctrina del dualismo se hará notar
la influencia que sobre él tuvo el orfismo51.
Esta concepción dualista del alma y del cuerpo durará bastantes siglos, hasta que se afirme
que en el hombre el alma y el cuerpo no se contraponen sino que son igualmente constitutivas en
la persona humana.
49
Cfr. MORA Ferrater, Orfismo en diccionario de filosofía Ed., Ariel referencia. p. 2650.
50
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 26.
51
Cfr. Ibíd., p. 26, 27
23
Filósofos naturalistas.
Sócrates.
Siguiendo la amplia reflexión filosófica, nos encontramos a Sócrates el cual dedicará parte
de sus reflexiones a la investigación sobre el hombre. Sócrates logra descubrir la esencia del
hombre. Sócrates se ha de preguntar sobre cuál es la esencia del hombre, a lo que él mismo ha de
decir que el hombre es su alma, puesto que su alma es precisamente aquello lo distingue de
manera específica de cualquier otra cosa.
Así pues, a la pregunta ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es su cuerpo, sino
que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del
cuerpo. Por esta razón Sócrates recomienda, con su frase célebre: conócete a ti mismo, a conocer
el alma.
52
Cfr. Ibíd., pp. 37, 38
53
Cfr. http://www.slideshare.net/minecita/concepto-de-hombre-15378192, online 5 de marzo de 2014
24
Platón.
Así pues, la reflexión filosófica que Platón nos ofrece, que versa en torno al concepto de
hombre, se centra esencialmente en mostrar que el hombre tiene una doble dimensión, la
espiritual y la material. Platón da más importancia al aspecto espiritual del hombre que al
material, para Platón sólo el alma es inmortal54.
Aristóteles.
Según Aristóteles alma y cuerpo son una sola sustancia que componen al hombre, con ello
deshace la tesis dualista platónica. La relación entre alma y cuerpo es la de forma y materia o acto
y potencia, siendo el alma la "energía" que anima al cuerpo. Esta forma de concebir la materia y
la forma como algo inseparable es a lo que se le llama hilemorfismo. Esta teoría aristotélica
servirá posteriormente a la reflexión filosófica.
54
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., pp. 142-145.
55
Cfr. HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía I, Ed., Herder. Barcelona 1985. pp. 188, 189.
25
Los seres animados se distinguen de los inanimados porque poseen un principio que les
otorga vida y tal principio es el alma. El estagirita dirá sobre el alma:
“es necesario que el alma sea substancia, en cuanto forma de un cuerpo físico que tiene
vida en potencia; pero la substancia como forma es una entelequia (acto); el alma, es la
entelequia de un cuerpo de esa clase56”.
El alma, por lo tanto, es la entelequia primera de un cuerpo físico que tiene vida en
potencia.
Aristóteles hará la pertinente observación de las operaciones propias de los seres, y dirá que
de igual manera el alma, que es principio de vida, tiene unas ciertas operaciones que le son
fundamentales. El alma vegetativa, la cual tiene por carácter propio el nacimiento, nutrición y
desarrollo; el alma sensitiva, que tiene el carácter propio de la sensación y movimiento; y
finalmente el alma intelectiva o racional, que tiene por carácter propio el conocimiento,
deliberación y elección. El hombre está dotado de un alma racional, pero a su vez posee las otras
dos almas (vegetativa y sensitiva)57.
Es preciso reconocer que Aristóteles no separa el alma del cuerpo, ni ve a éste último como
la cárcel del alma, sino que son dos principios unidos de forma armónica.
Gracias a la potencia racional con que cuenta el hombre, es como puede dominar los
apetitos sensitivos y vivir en la virtud, es pues, en lo racional del hombre donde se fundamenta el
carácter ético el cual ha de regir su comportamiento58.
56
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., pp. 179, 180.
57
Cfr. Ibíd. p. 180.
58
Cfr. Ibíd. p. 185.
26
individualismo y del egoísmo. Las caídas en el egoísmo, constituyen una exageración negativa
de dicho descubrimiento59.
Hasta aquí hemos dado un recorrido general por la filosofía griega analizando en forma
muy general sobre el concepto de hombre que se tenía. Hay que tomar en cuenta que en la etapa
griega el análisis que se hizo fue en torno al “hombre” y no en torno a “persona” como tal, el
término “persona” surgirá del cristianismo propiamente, y primeramente se aplicará para designar
a las Personas Divinas (Santísima Trinidad). Tertuliano, apologeta de los siglos II y III, forjó ni
más ni menos que novecientas nuevas palabras cargadas de nuevos significados en el contexto
cristiano, de entre las cuales sobre salen “sustancia” y “persona”60. En todo caso, “persona” no
designa ya al actor enmascarado sobre el escenario, como en Grecia, sino lo que hay de numeroso
y de interiormente diferenciado en el Dios uno, si bien no lo que pueda significar en sí mismo.
No ahondaré mucho en el concepto de “persona” referido a las Divinas Personas, sino que
me enfocaré al concepto referido a la persona humana.
San Agustín.
“Y pensar que los hombres admiran las cumbres de las montañas, las vastas aguas de los
mares, las anchas corrientes de los ríos, la extensión del océano, los giros de los astros;
pero se abandonan a sí mismos…61”
El misterio para San Agustín no reside en el misterio que nos esconde el inmenso universo,
sino en el misterio del mismo hombre, lo que somos nosotros, para nosotros mismos. ¡Qué
misterio tan profundo que es el hombre! Pero es Dios el que conoce cada parte del hombre, Él,
que lo ha creado, conoce y escruta lo más íntimo de su corazón.
59
Cfr. Ibíd. pp. 204, 205.
60
Cfr. DÍAZ Carlos, La Persona como Don, Ed., Desclée De Brouwer, Bilbao 2001. p. 19.
61
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 381.
27
Agustín no plantea el problema del hombre en abstracto, sino que plantea el problema más
concreto del “yo”, del hombre como individuo irrepetible.
En su obra “Confesiones”, San Agustín narra de forma muy amplia y magistral sobre su
persona, él ahonda en los misterios más profundos de su alma, hace ver la miseria de sí y nos
muestra la misericordia de Dios. Es precisamente en las tensiones y en los desgarramientos más
íntimos de su voluntad, enfrentada con la voluntad de Dios, donde San Agustín descubre el “yo”,
la personalidad. Este es el gran aporte de Agustín, ya que el tema sobre el hombre se había
abordado desde otros ángulos. Para Agustín el hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo,
siguiendo un poco la tradición platónica, sólo que para Agustín el cuerpo no tiene el mismo valor
que para los antiguos griegos, como cárcel del alma, sino que tiene un valor más elevado.
El hombre interior para Agustín es imagen de Dios y de la Trinidad, Dios, pues, se refleja
en el alma, y a Dios se le encuentra, no estudiando al mundo, sino ahondando en el alma62.
Boecio.
La doctrina de Boecio respecto del hombre deja muy claro que él hace una clara distinción
de lo individual.
62
Cfr. Ibíd., pp. 383, 384.
63
La persona es substancia individual de naturaleza racional.
64
Cfr. HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía I, op. cit., p. 321.
28
El hombre, para Tomás, es naturaleza racional, capaz de conocer. Santo Tomás seguirá el
concepto de alma semejante al de los antiguos griegos, como principio de vida.
El alma humana está dotada de pensamiento y razón, a diferencia de los seres que tienen
alma vegetativa o sensitiva. La peculiaridad del hombre de poseer un pensamiento y un querer
libre racional, requiere de un principio especial. Puesto que el pensar y el obrar libre racional son
algo esencialmente espiritual, y por lo tanto de una naturaleza inmaterial, debe, pues, ser también
el alma del hombre inmaterial. El alma humana existe con independencia y es por esa razón que
el alma debe ser una substancia. El alma se encuentra unida al cuerpo, siendo ella misma la forma
del cuerpo. Santo Tomás defenderá la teoría hilemórfica afirmando la unión substancial que hay
entre el cuerpo y el alma, y contradiciendo el dualismo que tanto se defendió por los órficos.
Como bien analizamos en el punto anterior sobre la edad media, el hombre es visto desde
Dios, un hombre que vive en Dios y que a su vez vive abierto a la trascendencia hacia ese Fin
Último que es el mismo Dios.
65
Cfr. Apuntes de Metafísica p. 72.
29
Esta época que hemos de analizar tiene una especial peculiaridad, el cual hunde sus raíces
en la época anterior, así mismo, junto con Galileo y la revolución científica los historiadores
mencionan que es en ese momento de la historia en el que inicia la edad moderna, la cual hunde
sus raíces en el renacimiento. La edad media es considerada como una etapa del oscurantismo,
cosa que es falsa. En efecto los grandes logros historiográficos de nuestro siglo han mostrado
que la edad media fue una época de gran civilización, llena de fermentos y de potencialidades de
diversas clases, casi del todo desconocidos para los historiadores del siglo XIX.
René Descarte.
El hombre, a diferencia de los demás animales, tiene dos substancias radicalmente distintas
entre sí, la es cogitans, y la res extensa. El hombre es una especie de punto de encuentro entre
dos mundos o, en términos tradicionales, entre alma y cuerpo. La peculiaridad de Descartes es
que él diferencia el alma del cuerpo, que el alma influye en el cuerpo pero ésta se encuentra en
una glándula del cerebro y no en todas partes. La postura que nos muestra Descartes es
66
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 381.
30
interesante ya que gracias a los avances de la medicina pudo realizar distintos estudios sobre el
cuerpo humano que fueron de vital ayuda a la ciencia de los siglos posteriores67.
En este periodo surgen varias corrientes que buscarán rescatar a la persona de los sistemas
reduccionistas, que menosprecian el valor completo que en sí tiene la persona por el hecho de ser
tal.
Entre ellas encontramos el espiritualismo, el cual reacciona ante los sistemas positivistas
mecanicistas que reducen al hombre a una simple máquina. Los espiritualistas afirman que las
67
Cfr. Ibíd., pp. 334-336
68
Cfr. Ibíd., pp. 638-640.
69
Cfr. http://www.slideshare.net/minecita/concepto-de-hombre-15378192, online 3 de marzo de 2014
31
aspiraciones del alma no están en conflicto con los resultados de la ciencia y con la imagen
mecanicista del mundo que en aquella época presuponía y defendía la ciencia. El mecanicismo
muestra que la naturaleza está regulada por leyes necesarias, pero este hecho (el mecanicismo)
tiene que ser explicado a su vez, porque no es un hecho último: sólo se vuelve comprensible en
cuanto medio destinado a realizar valores70.
El existencialismo surge en defensa del individuo singular, busca rescatar a ese individuo
que se había perdido en el inmenso sistema idealista hegeliano. El existencialismo se interesa
justamente por el hombre, por el hombre en su singularidad71. Los existencialistas indagarán en
los asuntos que atañen al hombre como sujeto existente, el sufrimiento, la angustia, la muerte etc.
En esta etapa contemporánea de la filosofía vemos el interés que se tiene por rescatar a la
persona, sobre todo de aquellos sistemas que la reducían a niveles materialistas y que sin duda
mucho mal hizo a la persona al quitar de ella el ámbito de lo espiritual.
70
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., pp. 611, 612.
71
Cfr. Ibíd., p. 527.
72
Aquí lo nombraré en líneas muy generales, ya que el trabajo versa en el estudio personalista de Mounier.
73
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., p. 639.
32
Prefieren creer que el Estado debe ocuparse de esos problemas. Y también buscan un culpable
que suele ser Dios.
Así las cosas, no falta quien, para defenderse, para justificar su flojera o su dimisión ante
cualquier compromiso o responsabilidad, termina por decir que las cosas son así, que qué le
vamos a hacer, que no tiene remedio y que porque cambie uno no va a cambiar nada. Y de este
modo lo que están haciendo es justificar su dimisión como personas, su cómodo
aburguesamiento. Así se justifica el de corazón cobarde, el de manos flojas, el que no se atreve a
llegar a ser quien está llamado a ser. Así razona, por mortecina comodidad y por adorarse a sí
sobre todas las cosas, quien prefiere no mirar el rostro que sufre desgracia. Este es el hombre que
lleva una vida de mero individuo.
Es el individuo un hombre anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin
vínculos personales. Se repliega sobre sí, narcisista. Un hombre abstracto, sin ataduras ni
comunidades naturales, dios soberano en el corazón de una libertad sin dirección ni medida75.
74
MOUNIER Emmanuel, Obras Completas tomo I, Ed., Sígueme. Salamanca 1992. p. 210.
75
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas tomo III, Ed., Sígueme. Salamanca 1992. p. 474.
33
Esto se puede mantener una temporada más o menos larga. Pero es en esta situación donde
el individuo se da cuenta de que carece de un horizonte por el que vivir, de un sentido vital, de un
proyecto de vida que vaya más allá de lo inmediato y de lo pragmático y termina por sentir que él
mismo se ha perdido.
En estos casos, muchos optan por asistir al psiquiatra o al psicólogo, no para buscar la raíz
de su vacío, sino para que lo cauterice y lo calme. Pero ocurre con alguna frecuencia que el
propio psiquiatra no cree en la persona y comparte con el individuo-paciente el mismo entramado
de valores, la misma postura vital anestesiante y nihilista. Es por esa razón que muchos terapeutas
recomiendan fármacos para atacar el síntoma, pero dejan intacta la causa profunda de los
conflictos. Todo con tal de no invitar a sus pacientes a la responsabilidad, a tomar las riendas de
sí78.
76
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, Ed., Colección Persona.
Salamanca 2002. pp. 22, 23.
77
Cfr. Ibíd., pp. 23, 24.
78
Cfr. Ibíd., pp. 29, 30.
34
Como hasta ahora hemos analizado, el personalismo surge como reacción ante los sistemas
que de alguna manera redujeron a la persona a un aspecto puramente materialista. En la época de
Mounier, primera parte del siglo pasado, los grandes enemigos del personalismo en el terreno
ontológico eran el materialismo con sus diferentes modalidades, y el nihilismo con las suyas;
ambos reducían la persona a la condición de cantidad despreciable, y su inmanentismo les cerraba
a la trascendencia. En el terreno social, el individualismo y el totalitarismo. Sin todos esos
enemigos, el personalismo comunitario de la primera mitad del siglo XX no hubiera surgido, no
en vano se lo ha definido como un fenómeno de reacción contra dos errores opuestos
(individualismo y totalitarismo), un fenómeno inevitablemente muy complejo79.
Son muchos los males que atacan a la persona, y lamentablemente en nuestra sociedad
actual crea más individuos que personas. Ante esta realidad es importante atacar el mal que nos
aqueja, y recuperar a la persona. Pero ¿cómo puede ser esto de recuperar a la persona? Antes que
nada hay que identificar los males, o sea, los enemigos de la persona, así, Mounier nos propone
una revolución personal, en la cual es necesario tomar conciencia de nuestra participación en el
desorden establecido, e invita a todos a despertar.
Se llama actualismo a la doctrina filosófica según la cual no hay ningún ser inmutable, o
por lo menos substancial, sino que todo ser se resuelve en devenir y acontecer 80. El actualismo
niega la identidad personal, reducida a sus actos discontinuos. El actualismo en la época de
Mounier estaba representado por Sartre. Henry Lévy lo expondrá diciendo que la persona ya no
tiene identidad. Este sujeto se ocupa de esta cosa, ese otro de esa otra cosa. Si ser sujeto no es
más que ocuparse de esta cosa o de esta otra cosa, lo que no veo por ninguna parte es un super-
79
Cfr. DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, Ed., Persona. España 20032. pp. 19, 20.
80
Cfr. FERRATER Mora J. “Actualismo” en diccionario de filosofía Tomo I, Ed., Ariel. España 20043. p. 59
35
sujeto capaz de unificar, englobar, reunir las subjetivaciones dispersas y vinculadas, en cada caso,
a un objeto determinado. El hombre con Sartre pierde su identidad propia, aquello que le es
interior, y pasa a ser una “cosa” más arrojada a este mundo.
Ser sujeto no es una esencia, ni un estado. Es una serie de actos y movimientos. No hay
punto fijo, ni centro, ni núcleo, ni principio. Un sujeto literalmente anárquico. Un sujeto sin
fondo y, por consiguiente sin descanso. Los humanistas suelen decir que el sujeto es “la medida
de todas las cosas”, Sartre dice: ¡nada de eso! ¿Cómo va a ser el fundamento si él mismo no tiene
fondo?
El sujeto ya no tiene perennidad. Está en este momento porque se ocupa de esta cosa. En
ese otro momento, porque se dirige hacia esa otra cosa. Pero imaginemos que no se ocupa de
ésta, ni de ésa, ni de ninguna otra. Pues bien, en este caso ya no hay sujeto: soy sujeto en este
momento, no lo era en el momento anterior ni lo seré en el siguiente.
Sartre rompe con Descartes y su cogito ergo sum, dice que puedo pensar sin ser; por mi
conciencia pueden cruzar pensamientos, puede haber destellos de ideas o reflexiones, pero eso no
me da la interioridad, la estabilidad, la identidad, la perennidad que son los atributos del ser. Hay
otras formas de ser aparte de pensar, como la emoción, la imaginación, la sensación, la
alucinación, el sueño.
Sartre reduce al sujeto a la nada, es un sujeto vacío, un sujeto en el que no se puede volcar
uno para conocerse.
¿Qué queda de la persona ahí? Poco o nada, sólo sus actos, el actualismo del yo, y así lo
expresaban los intelectuales y escritores de la época como André Malraux, para quien un hombre
es la suma de sus actos, y Jules Romains, manifestando que los hombres son como las abejas,
pues sus productos valen más que ellas.
36
La palabra “egoísmo” puede ser definida como un inmoderado amor que uno se tiene a sí
mismo y que le hace buscar siempre el bien propio, sin cuidarse de los demás81.
81
Cfr. ROSALES Camacho L., «Egoísmo» en Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado, Ed., Reader’s Digest.
México 1981. p. 1218.
82
DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, op. cit., p. 24
37
Para el personalismo, las etiquetas colectivas suelen caer hechas trizas cuando se constatan con la
persona concreta, con su rostro y apellidos, con su historia, y en este sentido es justo decir que es
importante amar a la humanidad en cada persona.
Emmanuel Mounier identifica otro tipo de colectivismo, que sin duda ha proliferado en los
últimos años. El positivismo y el cientificismo, el cual considera al hombre como un objeto entre
los demás objetos del mundo físico, identifican la naturaleza humana y la naturaleza de la
naturaleza, y le reduce a objeto material más complicado, a mera célula en el organismo social o
económico. Las ciencias sin duda que han dado grandes progresos para la vida del hombre, el
peligro es que la ciencia que el hombre hace vea en él sólo un objeto más que hay que analizar.
83
Cfr. BRUGGER Walter, «Escepticismo» en Diccionario de Filosofía, Ed., Herder. Barcelona 19789. p. 183.
84
DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, op. cit., p. 24
38
Estas religiones transpersonalistas niegan la unión substancial que existe entre el cuerpo y
el alma, además de que no mencionan la relación tan estrecha que existe entre los hombres, el
hombre necesita vivir en comunión, entregarse al otro.
La postura de Mounier, respecto a los problemas que a traviesa la persona, es vista desde un
ámbito cristiano. Mounier invita a todos a participar, primeramente tomando conciencia del
desorden establecido para así actuar consecuentemente.
Toda revolución es, ante todo, una toma de conciencia, un despertar, primero uno y luego
los demás, de la falta de conciencia revolucionaria. Se trata de despertar para salir de nuestra
39
Hay que despertar primeramente a los instalados, aquellos instalados en sus propios
intereses económicos y de clase, hay que despertar al burgués, que ha perdido el sentido del ser,
que no se mueve más que entre cosas. El burgués vive entre seguridades. Pero sólo es posible
transformar si, dejando las seguridades, se vive de esperanzas.
Hay que despertar también a los cristianos, que en nombre de la caridad, no se atreven a
denunciar el mal. Es importante que en el mundo actual el cristianismo levante la voz y denuncie
los males que se cometen. Hay que despertar a los cristianos de su complejo de inferioridad
colectivo, de su debilidad y flojera, de su mediocridad, de su envejecimiento prematuro. Hay que
despertar a los que identifican su religión con un código moral o religioso, con normas a las que
se debe dar cumplimiento85.
Una vez analizadas aquellas corrientes enemigas del personalismo, es necesario que
formulemos la idea de “persona humana” que el personalismo nos propone, analizando cada uno
de los componentes que la integran en su totalidad. Es importante que hagamos esta distinción, ya
que nos ayudará a comprender cuál es el valor que cada persona humana tiene por el simple
hecho de ser persona.
Puesto que el personalismo centra toda su filosofía en la persona, está claro que lo primero
que hay que hacer es describir su noción de persona; pero aquí, justo al principio, nos
encontramos con algo que podría interpretarse como una debilidad inicial del pensamiento de
Mounier. Éste proporciona múltiples descripciones de la persona pero muy pocas de ellas se
85
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 38-40.
40
acercan a lo que se podría considerar como una definición rigurosa. Ahora bien, Mounier no
define a la persona porque considera que encerrar en cuatro palabras todo lo que supone la vida
humana es imposible ya que ésta supera toda conceptualización. Siendo persona la presencia
misma del hombre, su característica última no es susceptible de definición rigurosa. Ella se revela
mediante una experiencia decisiva propuesta a la libertad de cada uno; no la experiencia
inmediata de una sustancia, sino la experiencia progresiva de una vida, la vida personal, ninguna
noción puede sustituirla.
Esta postura no le impidió, sin embargo, intentar dar algo parecido a una definición. Podría
parecer que esto es una contradicción, pero no hay tal. Mounier pretende no caer en la vaguedad
y por eso reúne, cuando lo necesita, aquellos elementos que le parecen más esenciales, pero sin
ligarse a ellos como un esquema que deba necesariamente repetirse sin quitar o añadir nada. El
mismo Mounier afirmará en el manifiesto al servicio del personalismo, que una persona es un ser
espiritual constituido como tal por su forma de subsistencia y de independencia en su ser. Pero
enseguida, añade que la persona, en el hombre, está sustancialmente encarnada, mezclada con su
carne, aunque trascendiéndola. Esa carne no es algo accidental al estilo platónico, sino una
dimensión esencial del hombre: el modo en que se manifiesta su espíritu y su medio de
comunicación. Mounier quiere evitar a toda costa cualquier tipo de dualismo y para eso usará la
palabra encarnación que, con claras resonancias teológicas para un cristiano, tiene también un
sentido filosófico preciso. El hombre es un ser en el que la carne – sus sentidos, sus instintos, su
materia, sus tendencias – forman parte inseparable de su ser: es un espíritu encarnado.
Esta postura que maneja Mounier es muy adecuada a las exigencias de una visión perfecta del
hombre. Es importante que al hombre se le vea no sólo como un cúmulo de órganos e instintos,
sino como un hombre que tiene una facultad espiritual que le ayuda a dominar sus pasiones
desordenadas, un ser racional que por medio de su corporeidad se relaciona con otros semejantes
a él, poniendo todo su esfuerzo por vivir en paz con ellos86.
Aunque Mounier no maneje una definición propiamente dicha de persona, deja ver una
peculiar postura con respecto a lo que puede denominarse filosofía clásica de inspiración tomista.
A Mounier no le gusta usar la noción sustancia para referirse a la persona por las connotaciones
86
Cfr. BURGOS J. Manuel., El Personalismo, Ed., Palabra. Madrid 20032. pp. 59-61.
41
La visión que Mounier nos presenta del hombre nos libra de todo dualismo al estilo órfico o
platónico, donde las dimensiones espiritual y corpórea se encuentran en una constante lucha,
donde se da mayor preeminencia al alma que al cuerpo, donde el cuerpo es visto como el lugar
donde el alma expía las faltas cometidas.
Para comprender al hombre hay que contar con la descripción fenomenológica y tener
presente su manera peculiar de obrar, su comportamiento singular. Ahora bien, en su andadura, el
ser humano se presenta dotado de una unidad indiscutible reconocida tanto por el sentido común,
como por el saber científico y la reflexión filosófica. A través de operaciones diversas, el hombre
aparece como un solo bloque, un único poseedor; es claro que sus actividades, sus pasiones, sus
estados son simultáneamente corporales y psíquicos. Forman un todo único que hace de la vida
humana una realidad distinta de la que se han dado interpretaciones diversas87.
87
Cfr. DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, Ed., Sígueme. Salamanca 1996. pp. 135, 136.
42
Pero la cuestión no termina con afirmar que el cuerpo y el alma subsisten en una unidad
perfecta, sino que hace falta analizar las relaciones que se dan entre ambas. Al intentar dar una
respuesta a tal incógnita se juega la definición de hombre y la peculiaridad de su ser. No es lo
mismo reducirlo a un producto de mecanismos más o menos complicados que reconocerlo como
realidad superior irreductible al entramado de energías bioquímicas, de estructuras
socioeconómicas y de movimientos culturales90. Emmanuel Mounier al formular su pensamiento
sobre el personalismo Cristiano, descubre la realidad de cómo se veía a la persona humana, una
persona que había sido mutilada por los sistemas totalitarios, las guerras, una persona en total
estado de putrefacción, y es bajo esa mirada como decide iniciar la revolución personalista y
comunitaria buscando la promoción de la persona humana en su totalidad, no sólo en su estado
espiritual, sino que también en su aspecto corporal. Mounier dirá que el espiritualismo busco
rescatar a la persona, pero se olvidó de que la persona es un ser que existe en un lugar y tiempo
88
Cfr. CASSIRER Ernst, Antropología Filosófica, Ed., F. C. E. México 19685. p. 101.
89
Cfr. DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, op. cit., pp. 137, 138.
90
Cfr. Ibíd., p. 139.
43
Así pues, el hombre es un ser que vive, que siente y que intelige. El hombre real es todo
anímico y todo él somático.
91
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., p. 639-640.
92
DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, op. cit. pp. 140, 142.
44
Encarnación.
“Mi persona está encarnada. Ella no puede, por consiguiente, desentenderse enteramente,
en las condiciones en las que esté situada, de las servidumbres de la materia.95”
El hombre no pude prescindir de su ser encarnado y vivir únicamente como una especie de
ángel, ni tampoco puede quedar como un ser únicamente encarnado y vivir como una bestia. El
hombre no pude pensar sin ser, ni puede ser sin su cuerpo; está expuesto por el cuerpo al mundo,
a su vida en relación con los demás96.
La persona no puede elevarse, ir más allá de sí mismo, si no es desde la materia. Por tanto,
la persona no puede evadir de su vida los ámbitos materiales que la constituyen como tal, sino
que debe de trascenderse a sí mismo y lograr el Fin de su vida97.
93
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 57, 58.
94
Cfr. MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 74.
95
Ibíd., p. 75.
96
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 62.
97
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., p. 64.
45
Vocación.
Eso da unidad a la vida y también sentido porque el hombre descubre cuál es su lugar y su
misión en el mundo.
La vocación, en la vida de las personas, nos impulsa a vivir con alegría, la vocación es la
que da significado pleno y último a la vida de cada persona. Ese sentido último va más allá de lo
profesional, de los intereses, del éxito, es más bien pieza clave en el crecimiento y revolución
personal.
98
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 62.
99
MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 74.
100
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 66-67.
46
Comunión.
“En fin, mi persona sólo se encuentra dándose a la comunidad superior que llama e
integra a las personas singulares101”
Esto sucede porque las otras personas no me limitan, sino que me hacen ser más y crecer. Y
esto es un hecho esencial y primario, no derivado; está en la raíz de la persona102.
Es a partir de mi relación con el otro como voy a crecer como persona, ya que al
relacionarme enriquezco mi persona con la experiencia de los demás. Así pues, la persona no se
puede realizar como tal si no es abriéndose a las demás personas porque son los demás quienes
nos enseñan a ser personas. En realidad nacemos abiertos a los demás.
La relación debe ser como personas, reconociendo siempre en el otro esa realidad
ontológica que la hace ser tal y no otra cosa. El error común es ver al otro como un simple medio
del cual me puedo servir para lograr mis propios objetivos, o simplemente verlo como un objeto
que puedo utilizar. El personalismo proclama ver al otro como persona y ayudarle a realizar su
propio fin103.
101
MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 75.
102
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 63.
103
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 67-69.
47
Hablar de la persona humana, como lo analizamos en el capítulo anterior, implica tomar de ella
todos los ámbitos de su existencia. Sin duda que la persona humana, en cuanto tal, tiene unas
dimensiones que le son propias en cuanto a su constitución ontológica.
Apenas el siglo, siglo XX, aparecieron el fascismo y el comunismo, que son los primeros
sobre saltos de la inmensa oleada comunitaria que empieza a desbordar sobre Europa 104. Estos
sistemas, como bien lo decíamos anteriormente, buscan erradicar las secuelas que dejó sobre
Europa el individualismo.
Analizaremos cada uno de estos dos sistemas (fascismo y comunismo) y veremos los males
que dejaron a la humanidad.
104
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 219.
48
4.1.1 El fascismo.
El fascismo tiene su inicio apenas el siglo XX, sus inicios se remontan en Italia, siendo
fundado por Mussolini cuando inició su actividad política en la rama más radical del Partido
Socialista Italiano105. La doctrina que elaboró Mussolini la tomó básicamente de ideas de algunas
obras de Nietzsche y de Maquiavelo con una fuerte dosis de evocaciones nostálgicas del antiguo
imperio Romano.
Esta forma de gobierno se centró en el endiosamiento del Estado, el cual lo proclama por
encima de la persona humana. La dictadura fascista puso mucho énfasis en controlar a la
juventud y a la niñez italiana, con el fin de encauzarlos por las ideas que proclamaba dicho
movimiento.
La experiencia que se vivió en medio de este movimiento totalitario nos hace ver el error
fatal que cometieron contra la dignidad de la persona. Claramente la historia nos permite ver el
fracaso de dicha dictadura. Todo aquel sistema que atenta contra la dignidad humana va al
fracaso, porque la persona no existe para la sociedad sino que la sociedad existe para la persona.
Este sistema fascista se proclamó ateo, por tanto coarto la dimensión trascendental de la
persona humana. Si bien, la sociedad tiene el deber vital de ayudar a cada una de las personas a
alcanzar el fin Último para el cual hemos sido creados, si la sociedad no ayuda a lograr tal
plenitud será un error fatal.
105
Cfr. SARMIENTO Sergio, «Fascismo» en Enciclopedia Hispánica 6, Ed., Encyclopaedia Britannica Publishers.
Barcelona 1992. p. 207.
49
4.1.2 El comunismo.
El modelo socialista trató de presentar una nueva forma de organización social, según la
cual, el hombre viviría mejor que viviendo en el sistema capitalista. Lamentablemente dicho
sistema socialista mostró el rostro más horrendo y afectó a la dignidad de la persona humana.
La interrogante de por qué el fracaso de dichos sistemas es, sin duda, muy compleja al
momento de intentar dar una explicación.
Juan Louvier Calderón, en su obra “La tragedia del humanismo ateo”, nos da una sencilla
pero muy profunda explicación al respecto. Dichos sistemas, el socialismo y el fascismo, son de
corte totalmente ateo, pretenden quitar a Dios de la vida de los hombres. Esta es sin duda la razón
más fuerte por la cual han fracasado dichos sistemas. Son sociedades totalmente centradas en el
materialismo ateo.
106
Cfr. SARMIENTO Sergio, «Comunismo» en Enciclopedia Hispánica 4, Ed., Encyclopaedia Britannica Publishers.
Barcelona 1992. p. 227
50
Así pues, el error del fascismo lo hemos constatado en la vida del pueblo Italiano, en la que
el presidente Mussolini implantó un sistema que proclamara un Estado-dios. Para el fascismo
todo está dentro del Estado y nada humano o espiritual se haya fuera del Estado y mucho menos
tiene valor. El Estado se proclama por encima de la persona humana, teniéndola a ésta como un
medio, siendo que la persona es un fin y no un medio. Además, la persona humana no es para el
Estado, sino que el Estado es para la persona, y el Estado debe de procurar el bien común, o sea,
aquellos medios necesarios para que la persona humana alcance su Fin Último.
Hasta aquí hemos analizado a las sociedades materialistas ateas que han fracasado en su
intento de formar una sociedad ideal. El fracaso de estos sistemas ha llevado a la humanidad a
que las relaciones entre las personas se vean dañadas. En estas sociedades comunitarias se
coexiste con otros semejantes, pero no se vive una verdadera relación.
Ahora vamos a analizar sobre la necesidad que hay de que el ser humano se relacione con
sus semejantes. Es por medio de dicha relación como se configura realmente como persona, y es
donándose a sí mismo como se encuentra a sí mismo.
107
Cfr. LOUVIER C. Juan, La Tragedia del Humanismo Ateo, Ed., EDAMEX. México 1993. pp. 70-80.
51
Este primer punto es fundamental en la idea de formar una verdadera relación comunitaria
entre personas. Decimos que una civilización personalista s una civilización cuyas estructuras y
cuyo espíritu se orienta a la realización como persona de cada uno de los individuos que la
componen. Las colectividades naturales son allí reconocidas en su realidad y en su finalidad
propia, diferente de la simple suma de los intereses individuales, y superiores a los intereses del
individuo considerado materialmente.
El primer paso que se debe de dar a la iniciativa de la vida comunitaria es tener conciencia
de la diferencia que existe entre las personas. Este es un punto interesante ya que cada una de las
personas que componen una comunidad tiene una personalidad propia, y es en esa pluralidad
donde se debe buscar la medida de la relación entre personas. Cada una de las personas debe de
conocerse lo más profundamente que se pueda. Así, cada persona debe de conocer el núcleo que
lo integra, ese principio orientador y creador que es lo que llamamos vocación.
4.2.2 La comunidad.
La comunidad es, como dirá Mounier, una persona de personas. Es importante analizar el
contenido que implica ver a la comunidad como una persona de personas. Si bien hemos
analizado, la comunidad tiene el papel principal de salvaguardar el bien común, es decir, la
comunidad debe de ayudar a cada individuo a realizar su propia vocación 109. Por tanto la
comunidad debe de:
Descubrir a los demás como personas y tratarlos como tal, es decir, como un fin en sí.
Esto quiere decir que a la persona no se le puede rebajar a un simple objeto que se puede
108
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 83, 84.
109
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 209.
52
La comunidad tiene esa vital tarea de promocionar a la persona humana. Así pues, es
importante primero haber conocido lo que es realmente a la persona para así conocer lo que es la
comunidad. Decía Mounier en su tiempo que nunca como en la actualidad ha habido tantas
sociedades, pero a la vez, nunca como hoy menos comunidad. El motivo de dicha decadencia es
la despersonalización masiva: a medida que avanza la prosperidad, más avanza lo impersonal, la
indiferencia. Es por esto la importancia del conocimiento interno, la toma de conciencia de la
propia vida.
Si hay personas sólidamente constituidas lo más seguro es que tendremos una buena
comunidad. Es por eso que la comunidad exige de cada uno de sus miembros sacrificio y
abnegación de su propia realización, y por el contrario entregarse por el bien del otro, de su
prójimo.
110
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 625.
111
MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo II, op. cit., p. 626.
112
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 87-89.
53
Al analizar la cuestión comunitaria nos damos cuenta de que las personas deben de tener
una relación más profunda, es decir, deben de pasar del yo al nosotros.
El personalismo de Mounier trata de hacer que la persona sea reconocida, en primer lugar
por la dignidad que ésta tiene. Esta dignidad de la persona es en si algo inalienable, ya que nadie
la puede negar, ni mucho menos violar.
Mounier quiere evitar estas situaciones recuperando a la persona y haciendo ver en ella la
realidad que implica ser persona. En la relación comunitaria se debe contempla primeramente la
realidad del otro, o sea, reconocer al otro.
54
Reconocer al otro significa ante todo ver que estoy plantado frente a una persona que tiene
una dignidad como la mía. Una dignidad que no puedo yo sobrepasar más allá de los propios
límites.
Una vez que ya identifico a la persona en su dignidad es entonces cuando ya puedo hablar
de un nosotros, de una relación que ha de llevar a ambos a la realización máxima de nuestra
vocación a la cual hemos sido llamados a participar113.
Mounier hizo todo el esfuerzo por distinguir entre sociedad y comunidad. Por sociedad
entendía la agrupación que, de hecho, forman las personas. El hombre vive naturalmente en
relación, pero no toda conjunción de personas forma una comunidad. Existen agrupaciones en las
que predomina la impersonalización, una masa que únicamente coexiste pero en la cual no hay ni
el mínimo de relación personal.
Burgos dirá: «para que se pueda hablar de comunidad es necesario que se tome a la
persona totalmente en serio, con todas sus dimensiones»114. Es necesario que la persona sea
vista como alguien semejante a mí, alguien con el cual me puedo relacionar y pasar así de un tú a
un nosotros. Ese nosotros surge de vivir un proyecto común, de valorar al que tenemos en frente,
de abrirnos a él para acogerle y envolverle en nuestros ideales, aunque sin abandonar totalmente
nuestro yo. La comunión surge cuando veo en el otro a mi prójimo, Mounier dirá que es por eso
que el mandamiento del amor dice: «amarás a tu prójimo como a ti mismo»115, esto quiere decir
amar al otro, a la persona que es igual a ti, no indica amar a los otros, es la persona humana a la
que hay que entregarse.
Así pues, la relación del yo y del tú es el amor por el cual mi persona se descentra y vive en
el otro aun poseyéndose y poseyendo su amor.
113
MOUNIER Emmanuel, Antología Esencial, op. cit., p. 88.
114
BURGOS J Manuel, El Personalismo, op. cit., pp. 64, 65.
115
Lc. 10, 27.
55
Es esta la comunidad que proclama en su doctrina Mounier, una comunidad cuyos lazos no
son meramente utilitarios o interesados, sino personales porque están formados por un entramado
de relaciones tú-yo vividas en plenitud por el amor. Es de aquí donde surge el concepto de
comunidad como persona de personas.
Esta forma de concebir a la comunidad por parte de Mounier es de suyo interesante, pero él
mismo admite que es una realidad elevada y difícil de alcanzar porque todo lo que se rige por el
principio del amor es siempre hermoso pero a veces inaccesible. Él mismo ve que el cristianismo
proclama este tipo de vida formada en el amor en la comunión de los santos. Sin duda que es
complicado formar una comunidad en el amor, y nos desanimamos cuando vemos que a diario
hay personas que actúan contrarias al amor al prójimo y en cambio ven al otro como un simple
ser sin dignidad. Mounier invita a que no nos desanimemos y busquemos la manera de luchar por
forjar una comunidad en la que el amor reine116.
El hombre es un ser que entra en relación con distintas realidades. Así decimo que nos
relacionamos primeramente con las realidades físicas, con las demás personas, con los objetos
materiales etc. Al relacionarse con dichas realidades, el hombre toma diversidad de formas. El
hombre no se relaciona de igual forma con las cosas y con las personas.
Recordemos que la persona humana no puede ser considerada como un medio, sino que es un
fin. Por su parte los objetos son medios que ayudan al hombre a realizar diversas acciones. El
amor que tenemos por las cosas es muy distinto al amor que tenemos por las personas, y por ende
la relación es diversa. Las cosas en realidad no las amamos, sino que las apreciamos en la medida
en que nos sirven. En cambio a una persona no la podemos amar en la medida en que nos sirve y
una vez que ya no nos sirva poder desecharla, no, sino que es un amor más fuerte. Así pues, las
cosas nos ocupan, en cambio las personas nos preocupan. Josep dirá:
116
Cfr. Ibíd., pp. 64-66.
56
“a las personas las escuchamos, las acompañamos en sus penas y alegrías, las
animamos, las ayudamos con nuestro consejo o nuestra colaboración, nos sacrificamos
por ellas, buscamos su felicidad, etc.117.”
En estas líneas claramente nos deja ver que debemos tratar a la persona con dignidad,
sabiendo que no es una cosa. Por su parte Mounier dirá que es importante que la persona humana
logre su finalidad, esto es, descubriendo su propia vocación. El autor Josep indica que nosotros
buscamos que la persona humana que entra en relación con nosotros logre su felicidad, que a la
postre se traduce como el fin al que fue creado el hombre, vivir en la felicidad, que en Cristiano
se traduce como Dios Fin Último del hombre.
Prosiguiendo el análisis del amor, nos encontramos todavía con una serie de notas
características que tampoco deben concebirse como paralelas al amor, sino como constitutivas y
manifestativas de su esencia118.
Entre las características que podemos rescatar del amor enunciamos algunas:
La simpatía y el respeto: al hablar de simpatía, englobamos todos los aspectos de la
relación que expresan la unión del yo en el tú y que suelen concebirse como fenómenos
que están situados en el nivel del sentimiento o que, en todo caso, llevan consigo una
especial vibración afectiva. Por su parte, bajo el concepto de respeto entendemos los
aspectos de la relación que marcan especialmente la alteridad entre el yo y el tú y que
suelen situarse en el nivel de la razón.
Mediante la simpatía es como se encuentra la relación del yo con el tú, es un modo
mediante el cual se experimenta una auténtica unificación afectiva y que nos deja entrar
en relación con el otro.
La simpatía y el respeto si no están impregnadas del amor no significan nada en el hombre.
En el verdadero amor la simpatía realiza su tendencia a la unión, y el respeto ve
satisfecha su necesidad de alteridad. Únicamente en el amor de la auténtica relación
117
COLL M. Josep, La Relación Interpersonal, Ed., Colección Persona. Salamanca 2010. pp. 55, 56.
118
Cfr. Ibíd., p. 95.
57
Pero no es algo que esté al arbitrio de nuestra voluntad. La presencia del tú que sabe
escuchar y responder, que hace posible la confidencia, la experimentamos como una
gracia. Cuando nos ha sido concedida, no son necesarias muchas palabras para que surja
la confidencia.
Así pues, “frente al amigo confidente basta una mirada, un gesto, una palabra, un
hecho, una reacción, para saber de qué se trata, para sentirse comprendido y
centrado”119.
Así pues, ese sentirse comprendido y ese auto-conocerse en el otro de la confidencia son
esenciales para la auténtica auto-realización personal. El hombre no es un ser lejano de
la realidad del otro, el ser humano es un ser en relación que aprende del otro, que
necesita donarse a sí mismo para realizar su persona120.
En la confidencia hace falta el amor, ya que sin amor por ambas partes no hay
confidencia posible, y el primer presupuesto que nos abre a la confidencia es el salir de
nosotros mismos que el verdadero amor trae consigo, y este olvido propio que no sólo
nos hace ser más nosotros mismos, sino que nos permite formar parte del otro
participando de una comunión superior que nos hace ser aquello que más realmente
somos121.
El testimonio: la comunicación y la confidencia que tienen lugar en la relación
interpersonal, son testimonio precisamente por en cuanto implican y comprometen la
existencia del que se manifiesta. El testimonio es eminentemente personal y compromete
la existencia del sujeto, que sale garante de lo testimoniado. En el testimonio se da una
relación entre el que da el testimonio y el que recibe el testimonio.
El testimonio se da de forma pública, aunque va dirigido a una persona el testimonio no
se queda en ella, sino que la sociedad es testigo de ese testimonio.
En el testimonio, tanto el tú como el yo, al darse mutuamente, testimonian el don que
han recibido122.
119
Ibíd., p. 101.
120
Cfr. Ibíd., p. 101.
121
Cfr. Ibíd., p. 102.
122
Cfr. Ibíd., pp. 102-105.
59
El amor se debe poner más en las obras que en las palabras. Recordemos que el amor si no
tiene obras nada es. El amante no da al amado algo que no tiene o que no hace, sino que le da lo
que él es, se da a sí mismo en persona. Es por medio de dicha donación como experimentamos la
existencia como don y se nos revela su sentido.
La entrega personal a la persona del otro es el don total de sí en orden a la realización del
otro como persona y como otro. Pero no se trata sólo de desear que el otro sea lo que es, que el
otro sea como es ahora. Esto podría ser expresión del respeto al otro, pero no supondría
necesariamente el amor. Hay que querer que el otro sea lo que es en su última profundidad, lo
que verdaderamente es, es decir, lo que debe ser, pero que todavía no es.
El amor es el punto de unidad de la comunidad, es el ámbito por el cual cada una de las
personas que compone la comunidad logra alcanzar su plenitud propia y al donarse a sí misma
por los demás logra el perfeccionamiento mismo de la comunidad liberándola de todo
egoísmo123.
Como veíamos al inicio de este capítulo los sistemas totalitarios ateos niegan que la persona
humana tenga una dimensión trascendente. Estos sistemas apuestan por una vida común ideal, en
la cual todos trabajan por el bien de todos, esta es sin duda un ideal demasiado utópico. Si bien,
estas sociedades han fracasado por su constante insistencia de no tratar a las personas según su
123
Cfr. Ibíd., pp. 81-84.
60
dignidad, así como también por su insistencia de querer quitar a la persona su ámbito
Trascendente.
Es necesario analizar el fin para el cual la persona ha sido creada. Analizar dicho fin es
importante porque la comunidad debe de buscar ante todo que cada uno de sus integrantes
alcance su propio Fin, o sea, su trascendencia.
En este punto analizaré esa realidad trascendente de la persona y a la cual se debe poner el
máximo esfuerzo por alcanzar. Es a este Fin hacia el que deben estar encaminados los esfuerzos
de la comunidad para que cada uno de sus miembros logre llegar y cumplir con su meta propia.
Así pues, el hombre que busca vivir en orden al Bien Supremo ha de elegirlo siempre. Y, si
nuestra causa consiste en hacer el bien y evitar el mal, tenemos que abrirnos al Bien como
posibilidad124.
La persona debe de buscar siempre dicho fin, alcanzar dicho bien es la meta de la vida del
hombre. Díaz dirá:
Esta afirmación es muy interesante, ya que nos deja ver la realidad que la persona debe de
buscar, que es el Fin Último de su vida, evitando buscar el fin en sí misma encerrándose de una
forma egoísta.
El hecho de la historicidad humana nos coloca frene al problema del sentido último de la
existencia. La experiencia de crecimiento obliga al hombre a remontar el vuelo más allá de su
entorno y pensar en la trascendencia como cobijo adecuado, patria de identidad y argumento de
plenitud. Esto hace que el hombre se mida desde Dios.
Ciertamente comprobamos que el hombre es un ser que necesita de Dios. Por otra parte, los
críticos del teísmo piensan que el hombre crea a Dios a su propia imagen para para evadirse
ficticiamente de su soledad y abandono. Pensadores de todos los tiempos ven a Dios como
producto de la tentativa humana de dar sentido a un enigma inquietante.
124
Cfr. DÍAZ Carlos ¿Qué es el Personalismo?, op. cit., p. 154.
125
Ibíd., p. 153, 154.
62
En la antigüedad Cicerón, citando a Cleantes, concibió lo divino como invento para disipar
el temor, y Lucrecio llegó a afirmar que la ignorancia conduce al terror supersticioso de los
dioses. Así mismo, en los siglos pasados hubo filósofos que negaron la existencia de Dios, otros,
Nietzsche llegó a afirmar la muerte de Dios con el fin de engrandecer al hombre, lo cual resultó
fatal para el hombre mismo.
Con la negación de Dios el hombre intentó usurpar su lugar afirmándose como un ser
superior, el súper hombre, y por tanto un ser que no depende de nada ni de nadie.
Así pues, el hombre desde siempre ha deseado encontrar un orden fundamentalmente bueno
que dote de sentido pleno a su vida y confiera valor a la realidad global126.
Hablar de la relación que hay entre Dios y el hombre es un tema muy complejo. Sin duda
que debemos tomar en cuenta que la idea de Dios es muy distinta entre los hombres. A este
respecto afirma Gutiérrez:
“unos ven a Dios como un ser lejano, inmisericorde, justiciero, atento para castigar la
menor falta… para otros, es el símbolo de la energía básica que constituye a todo el
universo.127”
Todas estas formas de concebir a Dios sin duda que afectan en la vida de las personas. La
experiencia que cada quien tiene de Dios es la que nos dará la forma de concebir a Dios.
Lo que si hay que afirmar es que Dios no se olvida de sus creaturas, sobre todo del hombre.
Es aquí donde podemos utilizar el término “providencia” según la cual Dios ha originado todas
las cosas, de Él surgen, y cuida de ellas, se preocupa por el hombre y cuida de él.
126
DE SAGÚN Lucas, Las Dimensiones del Hombre, op. cit., pp. 225-227.
127
SÁENZ G. Raúl, Introducción a la Antropología Filosófica, Ed., Esfinge. México 1979. p. 174.
63
La unidad que existe entre Dios y el hombre no puede separarse de la unidad del universo
entero con Dios. Esa unidad no necesariamente ha de confundirse con un panteísmo irrespetuoso
o blasfemo128.
Las expresiones de la unidad del hombre con Dios son muy variadas a lo largo de la
historia de la filosofía. Los místicos han utilizado imágenes como la del amor entre cónyuges
para hacer notar la intimidad de dicha unión.
Así, podemos citar algunos filósofos que tratan dicho tema de unión del hombre con Dios:
Spinoza: sostuvo la tesis de que tan sólo una substancia compone todo el universo. Esa
única substancia es Dios, y los diversos entes que percibimos tan sólo son
modificaciones de esa substancia.
Leibniz: inventó su teoría de las mónadas, en la cual se postulaba un número indefinido
de unidades psíquicas, las mónadas, cada una con su vida independiente, y sin
posibilidad de comunicación real con las demás mónadas.
Hegel: postula una conciencia absoluta, única, universal, de la cual forman parte todos
los hombres y todas las cosas. La evolución es una serie de momentos que constituye a
la conciencia universal.
Todas estas formas de captar la unión de Dios con el hombre varían sobre manera. Pero lo
que es un hecho es que el hombre realmente se relaciona con Dios, claro que la forma de
relacionarse con Dios es distinta de la relación que se da entre las personas129.
128
Cfr. Ibíd., pp. 179, 180.
64
En conclusión, podemos decir que Dios es el sujeto trascendental, es decir, el punto del cual
surge el torrente de existencia, dinamismo y pasión que constituye al ser humano. Ahora bien, ese
sujeto trascendental carece de concepto que lo pueda expresar. Aquí se hace necesario el uso del
lenguaje analógico, que tan sólo señala y apunta, pero no llega a expresar ni a contener el
significado que pretende. Desde Santo Tomás había quedado claro que a Dios sólo se le puede
mencionar con conceptos analógicos. Pretender otra cosa es limitar a Dios, que de suyo es
ilimitado.
También hay que decir que la filosofía tiende a buscar el fundamento último de todo cuanto
existe, dicho fundamento lo encuentra en Dios, autor de todo. La filosofía, en tanto amor a la
sabiduría es esa pasión que caracteriza al hombre, pero dirigida a la iluminación de la conciencia,
única fuente de una verdadera sabiduría130.
129
Cfr. Ibíd., pp. 181, 182.
130
Cfr. Ibíd., pp. 197, 198.
65
Conclusión
Al concluir nuestra investigación es de vital importancia recoger los frutos de la misma, sobre
todo la cuestión personalista y comunitaria que nos presenta Mounier.
Es muy interesante la doctrina que maneja el personalismo comunitario en referencia a la
vida de cada persona y cómo ésta se relaciona con sus semejantes.
La vida social en la que se desarrolló Mounier dio paso a que éste desarrollara un
pensamiento centrado en la persona humana. Ante todo la dignidad humana se había perdido con
tantas guerras y lo único que quedaba era gente mutilada en campos de guerra. Es así como
Mounier empieza a elaborar una doctrina sobre la persona.
Mounier hay que decir que es un filósofo cristiano, y la doctrina cristiana nos habla de una
dignidad que tiene el hombre al ser creado a imagen y semejanza de Dios. Esta afirmación no es
algo irracional, algo que no podamos analizar a la simple luz natural de la razón, es algo evidente
ya que el hombre es un ser perfecto en cuanto a su naturaleza, pero también es un ser perfectible,
o sea, que no está terminado sino que se va realizando.
A lo largo de la investigación nos hemos dado cuenta de que todo versa en torno a la
estructura ontológica de la persona humana. El humano es un ser material y espiritual, con esto
decimos que tiene, por una parte, un cuerpo el cual necesita una serie de cuidados especiales y
que le son propios. Por otro parte, el hombre es constitutivamente un ser espiritual, tiene
facultades, inteligencia y voluntad, que lo hace ser distinto de las demás criaturas.
Así, al hombre no lo podemos rebajar a una simple máquina que mientras sirve se le puede
usar y el día que ya no nos sirve la podemos desechar. El personalismo rescata de esa visión al
hombre diciendo que él no es un medio sino que es un fin.
Es importante decir que el hombre mediante su ámbito espiritual es un ser que trasciende a
la materia, que se eleva a la contemplación de los misterios divinos deseando vivir eternamente
con Aquel que lo ha llamado a la existencia.
Concluimos también, que la persona necesita entrar en relación con las demás personas, y
que saliendo de sí misma es como se logra su plenitud. El amor forma parte muy importante en
este aspecto de la comunidad, ya que el amor es el punto de unión de la comunión. El amor
trasciende todo egoísmo y en cambio hace que la persona se done al otro, y que a la vez se vea al
otro en su dignidad y se busque ante todo la plenitud del otro.
66
Concluyo también, que la persona no puede ser encasillada por nadie, o sea, utilizada
como un objeto. El conocimiento de la naturaleza del hombre nos permite saber que cada persona
que formamos una comunidad contenemos en nosotros todas las cualidades que le son propias al
género humano. Nadie puede, por tanto, pasar por encima de la dignidad de la cual cada quien
gozamos.
Concluyo también que el hombre tiene necesidad de Dios, que no podemos quitar del
hombre su necesidad de trascender. Como vimos los humanismos ateos pretendieron quitar a
Dios de la vida del hombre y lo único que cosecharon fueron males para la misma humanidad.
Así mismo concluyo que la doctrina que nos maneja el personalismo comunitario es
necesario revisarla con más profundad. Todo lo que se maneja es muy interesante ya que nos
presenta una realidad que se vive en nuestra sociedad actual. Hace falta que los humanos
realmente hagamos comunidad, que no vivamos únicamente como extraños, o peor aún, que
vivamos en una eterna lucha por el poder económico.
Creo que la raíz de todos los problemas de la sociedad es esa falta de ver en el otro a
nuestro prójimo, hay que dejar de verlo como un objeto de placer, un objeto que puedo utilizar
para favorecerme a mí mismo y una vez que ya no me sirve desecharlo como lo haría con una
televisión que ya se ha descontinuado.
Concluyo también, que realmente hay una necesidad de una revolución, pero hay que
tener cuidado al manejar el término revolución, y no cometer el error de los extremistas de pensar
que la revolución sólo se alcanza mediante un levantamiento violento.
Yo estoy de acuerdo con Mounier de que la revolución debe ser tanto económica como
espiritual. No podemos ignorar el aspecto material y sólo enfocarnos en lo espiritual, así como
tampoco podemos enfocarnos en el aspecto material e ignorar el ámbito de lo espiritual.
La revolución que proclama Mounier es aquella en la cual todos debemos de salir de
nuestro estado de comodidad y entregarnos a la formación de una verdadera comunidad.
Concluyo también en la necesidad que hay de que los cristianos dejemos de lado nuestros
intereses personales y realmente trabajemos por construir el reino de Dios. Dicha revolución es
eso, pasar de un estado de pasividad y entrar en un estado de actividad.
67
Así mismo, hay que decir que sí hace falta recuperar a la persona, liberarla de tantas
ataduras que la tienen sometida a un estado negativo. Actualmente nos atan la desinformación
que nos presentan muchos medios de comunicación, y que en lugar de ayudarnos nos perjudican.
Es tiempo de actuar, de ir en busca de aquellos menos favorecidos, de hablar por el pobre,
por aquel que se siente oprimido a causa de la ambición humana. Mounier tuvo la iniciativa de
construir un modelo personalista y comunitario desde una perspectiva cristiana. Es por eso que
hay que tener cuidado de no confundir a Mounier con un marxista o peor aún de mal interpretar
la doctrina de Mounier y darle un sentido negativo.
Hay que rescatar a la persona, hay que formar una verdadera comunidad, esto tal vez
suena un tanto utópico, pero creo que si no iniciamos o si no nos esforzamos jamás lograremos
nada. Lo importante es iniciar y que cada uno aporte lo que debe de aportar y ante todo hay que
dejar de lado todos nuestros intereses que no nos dejan nada bueno.
68
Bibliografía
9. DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), Ed., Biblioteca Palabra.
Madrid 2000.
10. DÍAZ Carlos, La Persona como Don, Ed., Desclée De Brouwer, Bilbao 2001.
11. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, Ed.,
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70
Índice
INTRODUCCIÓN……..….……...…………………………………………………………….....i
1.1 Contexto histórico en Europa durante el siglo XX: política, sociedad. ................................ 4
4.2.2 La comunidad............................................................................................................ 51
Conclusión....................................................................................................................................... 65
Bibliografía ..................................................................................................................................... 68