Emanuel Mounier - Pinche Napo

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Seminario Diocesano de Morelia

FILOSOFÍA

LA NOCIÓN DE PERSONA HUMANA Y SU REALIZACIÓN


COMUNITARIA EN EL PENSAMIENTO DE EMMANUEL

MOUNIER
Presentada por:

Noé Emmanuel Bonaparte Morales

Asesor:

Lic. Jorge Horacio Martínez Ramírez

Morelia, Michoacán. Mayo 2014


i

Introducción

¿Qué ha sido de la persona humana hoy en día? Si bien, responder a dicha pregunta implica
realizar un arduo estudio sobre la persona humana. Hoy en día hemos sido testigos de la falta que
nos hace comprender dicho término, ya que al comprender a la persona humana lograremos
tratarla como tal.
A través de la historia hemos sido testigos del mal que se comete cuando no es
comprendida la persona humana, esto lleva a lamentables sucesos en donde se denigra la
dignidad humana, o sea, se ve a la persona como un simple medio y no debe ser así, la persona es
un fin. La persona humana por naturaleza es un ser racional, un ser dotado de alma y cuerpo, de
inteligencia y voluntad, estos aspectos propios de la persona humana nos permiten contemplar la
dignidad de la cual ha sido dotada en su ser. Si bien, entre las creaturas terrenales no hay ningún
otro ser viviente que contenga dichas cualidades, es por eso que la persona humana al no estar
limitada a ser una simple máquina de carne y hueso contiene el ámbito de lo espiritual que es lo
que le hace ser la creatura terrenal más perfecta.
Es necesario acercarnos a una definición de persona desde el ámbito metafísico,
comprender la constitución ontológica del ser humano. Comprender la naturaleza humana
implica analizar aquéllas cosas que le son propias a todos los humanos de todos los lugares y de
todos los tiempos, o sea, aquello que no cambia, eso que identifica al ser humano como tal.
Así mismo, podemos decir que desde el renacimiento se ha estudiado sobremanera a la
persona humana. Es de lamentar que el estudio, en muchas ocasiones, se hizo desde un ámbito
antropocéntrico eliminando a Dios de la vida de las personas. El humano era visto como el más
perfecto de todo el cosmos, un ser humano que ya no necesita más de Dios, un ser humano que se
basta a sí mismo, que puede realizarse sin Dios. En la época contemporánea el humanismo ateo
fijó su mirada en el superhombre, un ser que ya no necesita más de Dios, es más un hombre que
ha proclamado la muerte de Dios, él mismo lo ha matado.
El resultado de dicho humanismo ateo trajo a la sociedad grandes problemas, el hombre, al
no tener una esperanza de trascender más allá le condujo a decepcionarse de sí mismo. El siglo
ii

XX se ha caracterizado por la violencia que se desató. El hombre, aquel ser que jugó a ser dios se
está muriendo, sufre porque él mismo se ha decepcionado.
Por otro lado, ¿Qué ha sido de la comunidad de personas? Mounier tiene la especial
delicadeza de ahondar en el aspecto comunitario.
Mounier mismo distingue entre comunidad y sociedad. La comunidad es una persona de
personas, esto quiere decir que en la comunidad la relación entre personas es profunda, el hombre
es visto desde su dignidad propia, el amor es la fuente de la unidad de la comunidad, es sólo
mediante el amor como las personas de la comunidad se donan entre sí, alcanzando de esta
manera su realización propia.
Por su parte, la sociedad es simplemente un conglomerado de humanos, que viven juntos
pero sin ninguna relación. Así es como el socialismo pretendió formar grupos de humanos que
vivieran en dependencia del estado, quitando a ellos el carácter de su individualidad. En la
sociedad el otro es tratado como un enemigo, al que yo debo ganarle en todo: tener mejor
vehículo, una mejor economía, etc., y si el otro me estorba puedo fácilmente eliminarlo.
Ante esta problemática surge el personalismo comunitario como una filosofía que coloca a
la persona en el centro de su estructura conceptual. El personalismo comunitario, iniciado con
Mounier con la revista Esprit, pretende sacar a la persona humana de su estado de putrefacción,
esto quiere decir recuperar la dignidad que la persona humana perdió a causa de los sistemas
totalitarios y de las guerras del siglo XX.
El personalismo comunitario al hablar de la naturaleza de la persona humana identifica que
cada persona al donarse a sí misma mediante el amor es como puede llegar a su plenitud.
Mediante el amor es como se logra dicha unión entre personas, y es así como forman verdaderas
comunidades. Comunidades en las cuales cada persona es vista en su completa dignidad.
Por tanto, en la presente investigación he tratado de investigar sobre la noción de persona
humana en Emmanuel Mounier y su realización comunitaria. Me he basado prácticamente en la
obra de Mounier “La Revolución Personalista y Comunitaria”.
Básicamente el objetivo de dicha investigación es comentar un poco sobre la persona
humana, ¿quién es la persona humana?, y basándome en la noción que presenta Mounier ahondo
en el significado de ser persona y la importancia que tiene la comunidad ante la persona humana.
iii

Para cumplir con semejante objetivo comienzo a plantear el marco teórico en el cual se ha
desarrollado el pensamiento personalista, así como cuáles han sido las principales fuentes de
inspiración del personalismo Francés.
En un segundo momento trataré un poco sobre la biografía de Mounier. Este punto es
interesante, ya que nos permitirá ver la razón por la cual Mounier inició con el movimiento de la
revista Esprit que es básicamente en donde plantea su pensamiento personalista y comunitario.
En un tercer momento hablaré sobre la noción de persona que maneja Mounier con el fin de
que nos acerquemos a una definición centrada en una visión equilibrada. Mounier ve a la persona
humana como un ser constituido de materia y espíritu, y que por tanto goza de una dignidad
especial, una dignidad de hijos de Dios, la cual no puede ser violentada por nada ni por nadie.
Y finalmente, en un cuarto momento hablaré de la relación de la persona humana con el
otro, el prójimo, y con el Otro, que es Dios. Si bien, la persona humana alcanza su plenitud al
relacionarse con su prójimo, y alcanza la plenitud de su vida cuando entra en relación con el Ser
Trascendente, con Dios.
Finalmente, hay que mencionar que Mounier busca restablecer a la sociedad mediante una
revolución, esto es, saliendo de nuestro estado de indiferencia ante las realidades sociales que se
viven. Mounier invita a todos a sumarnos a esta noble causa, sobre todo invita a los cristianos a
que denunciemos los males que sufre nuestra sociedad y así actuar consecuentemente en miras a
construir una mejor comunidad humana.
4

1 Marco teórico

1.1 Contexto histórico en Europa durante el siglo XX: política, sociedad.

Para abarcar en sus elementos esenciales sobre la singular aportación de Emmanuel


Mounier a la filosofía, y más en concreto al tema del Personalismo, que es el que nos ocupa, es
necesario hacer un recuento de los factores que hicieron posible el origen del mismo.

1.1.1 La crisis de la persona en los siglos XIX y XX.

A finales del siglo XIX en Europa se suscitan distintos movimientos sociales que
repercutirán en la Europa del siglo XX.

El liberalismo, uno de esos movimientos que surge como una ideología que defiende la
libertad del individuo. El individualismo, en efecto conducía a considerar que el individuo tenía
derecho no sólo a la libertad, sino a gozar de las condiciones de vida que le permitiesen servirse
adecuadamente de ella. Era el estado quien debía de brindar al individuo una serie de garantías
para llevar una vida adecuada.

La doctrina social de la Iglesia, aunque menos individualista que la liberal, se asemejaba


grandemente a ella, por fundarse ambas en el respeto a la conciencia individual. La única
diferencia entre el individualismo liberal y lo que pronto se llamaría “personalismo” cristiano
estriba en que mientras los liberales aspiraban a una completa libertad de pensamiento, el
catolicismo sólo concebía ésta en el marco de la fe1.

Lo primero que resalta en la evolución del pensamiento de a finales del siglo XIX es que
apareció dominada por dos corrientes diametralmente opuestas. El pensamiento filosófico, de
influjo decisivo desde finales del siglo XVIII, se escindió dos tendencias: una dominada por la

1
Cfr. PIRENE Jacques, Historia Universal., Ed. Éxito. Barcelona 1959. pp. 374-376
5

preocupación del individuo y de la conciencia personal y otra por la de la raza, es decir, por la
masa social considerada como un todo indivisible.

A partir de 1870 el pensamiento alemán de origen hegeliano es el que ejerció en Europa


mayor influencia, tanto en el plano social con el marxismo, como en el plano filosófico con el
racismo2.

El siglo XX se caracteriza por una situación social desgarrada física y moralmente por dos
guerras; una humanidad europea que entre ambas guerras experimenta en muchos de sus
territorios la pérdida de la libertad, ocasionada por regímenes totalitarios. El idealismo, el
positivismo y el marxismo son filosofías optimistas, que se jactan de haber captado el principio
específico de la realidad y el sentido progresivo absoluto de la historia.

Ante la problemática social que se vive en Europa aparecerán distintas corrientes filosóficas
que buscarán rescatar al hombre individual tan dañado y afectado por las crisis de la época.

Es en este ambiente donde se desarrolla el existencialismo3. “El existencialismo es una


reacción de la filosofía del hombre contra los excesos de la filosofía de las ideas (idealismos
desencarnados) y contra los excesos de la filosofía de las cosas (cientifismo y materialismo)4”.
Se ve un gran interés por rescatar a la persona de los grandes sistemas que en siglos anteriores
había olvidado la dignidad propia de cada individuo. En este mismo contexto el personalismo
surge como reacción contra lo mismo, con lo cual el existencialismo viene a ser la asignatura
pendiente que el personalismo ha de superar. El personalismo se centra en el concepto de
persona.

2
Cfr. Ibíd., p. 387.
3
El cual aparecerá como uno de los antecedentes del personalismo cristiano del siglo XX.
4
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial., Ed., Sígueme, Barcelona 2002. p. 23.
6

1.2 Orígenes del personalismo francés.

1.2.1 Antecedentes del personalismo.

El personalismo es una corriente filosófica que se inicia en Francia en la década de 1930,


alrededor de un personaje de nombre Emmanuel Mounier5. Se sitúa en el cauce de la tradición
introspectiva que es típica de la filosofía francesa a partir de Descartes6.

Mounier como antecedentes del personalismo considera a varios autores de la filosofía


anterior, entre los que se encuentran7:

- Sócrates: Podemos ver en la doctrina de Sócrates los orígenes del personalismo. En dicha
doctrina Sócrates realiza un profundo estudio sobre el alma de la persona humana, por
tanto, el hombre no es solo materia, sino también es alma. Una frase muy conocida de
Sócrates “conócete a ti mismo” puede ayudarnos a comprender el carácter reflexivo que
debe tener el hombre para comprender su sentido más profundo8.
- Pascal: En el pensamiento de Pascal encontramos un gran sentido antropológico en el cual
se desarrolla una reflexión profunda sobre la grandeza del hombre en cuanto persona.
Pascal rescata la dignidad de la persona en cuanto que ésta tiene la capacidad de pensar,
de reconocerse a sí mismo y reflexionar sobre su propia vida. Pascal vislumbra el doble
aspecto de la persona, en cuanto ser material y en cuanto ser racional, estos dos aspectos
no son rivales, sino que se complementan para formar una sola persona9. Por lo
mencionado anteriormente Mounier ve en Pascal al mayor maestro del personalismo.
- Maine de Brian: Dicho autor es gran precursor del personalismo francés. La filosofía de
Maine está muy empapada del espiritualismo. En su doctrina reflexiona sobre la vida
interna de la persona, el hombre en su interior tiene conciencia de que existe, de que es un
ser individual. El yo es el que posee el sentido íntimo de la existencia individual, una,

5
Profundizaré más en el apartado siguiente “el personalismo francés”.
6
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico tomo III, Ed., Herder, Barcelona 2010. p.
641.
7
Cfr. Ibíd., p. 642.
8
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo I, Ed., Herder, Barcelona 2010. p. 88
9
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo II, Ed., Herder, Barcelona 2010. p.
518.
7

idéntica, y que siempre es la misma. Maine de Brian dice que todo lo pasivo en el hombre
pertenece al ámbito físico; en cambio, lo activo en el hombre pertenece al ámbito de lo
espiritual, la libertad. Dicha doctrina nos enmarca la visión amplia que Maine tiene
respecto de la persona humana. Mounier ve en él al precursor del personalismo francés.

Al analizar la idea de persona que los autores antes mencionados nos presentan, podemos
vislumbrar las raíces del personalismo, un personalismo que ve el carácter integral de la persona,
no se centra únicamente en el carácter material ni tampoco exclusivamente en el carácter
espiritual de la persona.

Tanto en Francia como en Alemania han influido sobre el personalismo corrientes muy
diversas, así encontramos por ejemplo: el existencialismo10. El existencialismo extiende su
estudio al ser mismo del hombre, el hombre no es como las cosas, sino que él es un ser existente,
un ser que es capaz de autoconstruirse a sí mismo. En el proceso de su auto constitución
existencial, el hombre puede engendrar el ámbito de inteligibilidad que le permitirá comprenderse
a sí mismo y su situación con los demás y con el mundo11.

Emmanuel Mounier en su obra “Introducción al existencialismo” ha representado el


existencialismo como un árbol, alimentado en sus raíces por Sócrates, el estoicismo y Agustín.
Esas raíces producen filósofos como Pascal, Maine de Brian. El tronco del árbol representa
Kierkegaard. Desde ese tronco se extiende una ancha copa con una ramificación muy compleja
en la que caben, junto a los grandes existencialistas, corrientes como la fenomenología, el
personalismo, el pragmatismo.

Posterior a esta serie de pensadores y de corrientes como surge el personalismo de tinte


cristiano. Sobre todo es importante ver la gran influencia que tuvieron pensadores como Maine de
Brian en la consolidación del personalismo Francés que es en donde desarrollo el pensamiento
nuestro autor.

10
Cfr. FERRATER M. José, «Personalismo», en Diccionario de Filosofía IV, Ed, Ariel. Barcelona 2004. p. 2765, 2766
11
Cfr. URDANOZ T. Historia de la Filosofía II., Ed. B. A. C. Madrid 1986. p. 505.
8

1.2.2 El Personalismo francés.

El personalismo en Francia ha recorrido ya una amplia tradición, se ha manifestado, según


indica Lalande, desde los orígenes de la filosofía clásica. Montaigne y Descartes pueden ser
considerados como personalistas.

El personalismo como fenómeno nació en Francia con Emmanuel Mounier y se desarrolló


en torno a la revista “Esprit”, fundada por Emmanuel Mounier y cuyo primer número se publicó
en 193212.

Cabe mencionar que la idea central del pensamiento personalista es la noción de persona:
ser inobjetividad, inviolabilidad, libertad, creatividad y responsabilidad; se trata de una persona
encarnada en un cuerpo, situada en la historia y constitutivamente comunitaria. El personalismo
reacciona ante la problemática económica y social que afecta a la persona, es así como trata de
rescatarla “de su avanzado estado de putrefacción13”, propone una salida de la crisis, apelando a
una revolución personalista y comunitaria basada en una fe cristiana aceptada sin reservas y
vivida sin claudicaciones14.

El personalismo, sostiene Mounier, surgió de la crisis de 1929, que fue una fecha negra
para la economía mundial. Miles de empresas fueron a la quiebra, al igual que sus inversores.
Este ambiente generó consecuencias importantes; paros masivos, gran cantidad de desempleados,
cierre de empresas, etc…15. Así, la humanidad entró en una gran crisis. Ante semejante
problemática se generaron gran cantidad de explicaciones, algunos ciñeron a comentarios
meramente técnicos de las inquietudes y a las desventuras que entonces comenzaban, mientras
que otros se decidieron por una explicación puramente moral. En cambio, algunos jóvenes
pensaron que el mal era al mismo tiempo económico y moral, se hallaba situado en las estructuras
sociales y en los corazones: “Ante el mal económico y moral, algunos jóvenes pensaron que la
vía para salir del desorden establecido no consistía en una revolución económica que ignorara
los fundamentos morales y religiosos de la crisis, ni tampoco en una revolución puramente

12
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo III, op. cit. p. 639.
13
Ibíd., p. 639.
14
Cfr. Ibíd., p. 639
15
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial., op. cit. p. 12, 13.
9

espiritual, desinteresada por los dramas que provocan las vicisitudes históricas concretas, sino
en la reflexión teórica sobre la «comunidad de personas» y en su edificación16”.

El personalismo pretende rescatar a la persona humana de todos aquellos sistemas que hasta
entonces la habían destruido con falsas doctrinas. Tales sistemas como los totalitarismos, los
cuales pretendían formar grupos sociales de personas mediante las cuales querían tener un
dominio total de la persona. En los totalitarismos permeó de forma muy activa el ateísmo dejando
así a la persona humana sin sentido de su vida. El totalitarismo pretende poner al estado en la
máxima cumbre, y a la persona como un medio para que el estado triunfe. Todos estos problemas
eran el pan de cada día para la Europa del siglo XX y ante esta realidad política es como Mounier
pretende despertar a los cristianos para que denuncien el mal y actúen en contra de dichos males
y recuperen a la persona que está dañada y sin un sentido en su vida.

Mounier pretende en el personalismo comunitario elaborar una doctrina en la cual se dé


primacía a la persona, pero además de la persona, Mounier busca elaborar una doctrina
comunitaria, esto en razón de que la persona individual vive en relación con los otros17.

16
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo III, op. cit. pp. 640-643
17
Cfr. Burgos J. Manuel, El Personalismo, Ed., Palabra. Madrid 20032. pp. 56, 57.
10

2 Vida y obras de Emmanuel Mounier

2.1 Vida.

2.1.1 Infancia y adolescencia.

Emmanuel Mounier nació en Grenoble el día 1 de abril de 1905, en el seno de una familia
modesta de campesinos18. Él mismo hace referencia a su vida familiar con las siguientes palabras:

«Con frecuencia vuelvo la mirada con reconocimiento hacia mis cuatro abuelos
campesinos, auténticos los cuatro, con la tierra en sus zapatos; levantándose a las tres de
la mañana y con un trozo de salchichón en los dedos... ¿Sabe usted que soy del
Delfinado? Nacido en Grenoble19».

Con estas palabras nos señala que sus cuatro abuelos eran campesinos curtidos por el
trabajo, gentes sencillas y de sentimientos nobles viviendo en contacto con la naturaleza. Apenas
conoció a los abuelos paternos, por lo que sus recuerdos se dirigen a los maternos, que
convivieron en familia. El abuelo, hombre de campo, era trabajador fuerte y de gran bondad; la
prueba es que era socialista, y se dejaba robar por todo el mundo. La tendencia socialista de
nuestro héroe tiene ahí su primera raíz.

Su padre es farmacéutico en Grenoble, de salud frágil, ganando lo justo para mantener a su


familia, y sin lograr jamás reunir el dinero suficiente para comprar la farmacia donde trabaja. Su
madre, dulce y reservada, enseña a los hijos y atiende el hogar. Había una hermana mayor,
Madeleine, que estaba frecuentemente interna en el colegio, por lo que Emmanuel vivió, de
hecho, en régimen de hijo único hasta los diecinueve años.

18
Cfr. Urdanoz Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, Ed., B. A. C., Barcelona 1985. p. 363.
19
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), Ed., Biblioteca Palabra., Madrid 2000. p. 27.
11

La primera guerra mundial estaba sucediendo cuando Mounier tenía entre nueve y trece
años (1914-1918), dejando a Francia arruinada, con un millón y medio de muertos, y a los vivos
desanimados y huérfanos20.

Mounier desde su primera infancia recibió una esmerada educación cristiana, ya que tanto
la familia de su padre como la familia de su madre eran creyentes, por la línea de su padre se
contaban bastantes sacerdotes. Según sus memorias, desde los siete años acompañaba a su madre,
que más tarde le llevaba el sábado a las confesiones en la iglesia sombría. Diversas alusiones
hablan de retiros y de la práctica de otras piadosas costumbres, de oración asidua y vida interior,
de la presencia de Dios que suscitaba en su espíritu la contemplación de la naturaleza. Creció
además, en el seno de la familia hasta los diecinueve años, rodeado de sus familiares, de sus
padres, abuelos y hermana mayor, con la que mantendría amplia correspondencia. Su fe cristiana
maduró así en el ambiente recoleto de la vida familiar y provinciana, sin mayores obstáculos de
influencias mundanas21.

En cuanto a la formación intelectual que Mounier recibió. Mounier ingresó en la escuela a


los cinco años de edad. Mounier describe su etapa escolar como: un alumno tranquilo, metódico
trabajador en todos los frentes. Realizó el bachillerato bastante inteligente, aunque ya la
renovación frecuente de profesores (guerra y posguerra) obstaculizó la continuidad de los liceos y
creó ciertas lagunas. Mounier en dicha etapa señala dos errores que se cometieron hacia su
persona. El primer error: del comentario familiar “es muy maduro para su edad”, se pasó
insensiblemente al “conservémosle su maravillosa infancia”, “tiene mucho tiempo”, etc. De aquí
surgió un frenazo bastante claro de lo que podía empezar a desarrollar –sobre todo lecturas- no
tenía ningún tío bibliotecario, ni un amigo para una convivencia. El segundo error: “está
demasiado inclinado a la meditación, hay que prepararle una vida activa”. Desde ese día
intentaron insinuar en él la vocación médica.

En la biografía que Carlos Díaz escribió sobre Mounier nos dice que: “Era de
temperamento calmo, metódico, meditativo. Y de constitución débil, alto, delgado, con una visión

20
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, Colección Persona. p. 154
21
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 364
12

muy debilitada por una pedrada en el colegio e inapto para los deportes22”. La pedrada la
recibió, al parecer en 1918, cuando tenía trece años. En ese mismo ojo ya tenía estrabismo por
una úlcera de córnea; también tenía sordera en un oído por una otitis recidivante que no se
controla hasta los veinte años.

Es curioso cómo se transforma la apariencia de las cosas y de los hombres una mirada de
amor. Para su amigo Guitton, Mounier a los quince años era un muchachote pálido de cabellos
rubios, con ojos lechosos, dulce, un poco divertido, lo que le daba el encanto de los rostros
disimétricos. No estaba para la pasarela pero, para el amigo, era encantador.

A pesar de los pesares, y gracias a ellos, demostró una madurez precoz. Había llegado a las
puertas de la adolescencia con un corazón lleno de amor, se había sentido querido y había
crecido en un ambiente familiar en el que se discutía, se leía, se buscaba la verdad de la vida,
sencilla y limpiamente, no fue su hogar un lugar invadido por la televisión y la basura de colores.

En ese entorno sus limitaciones físicas fueron un medio de enriquecimiento personal, de


madurez, una madurez, que en el hombre siempre es amor.

Entre 1920-1922 estudia 1° y 2° curso de la sección científica (matemáticas, física,


química…). Para Mounier son dos años perdidos. En el curso de 1924-1925 suspende sus
estudios de física, química, historia natural. Es así como inicia a no comer. Escribe a su casa
diciendo lo que le ocurre.

Sus padres querían que estudiara medicina, y él, como hijo obediente, no les quiso desairar,
a pesar de que sus inclinaciones iban por otro camino. Fue un rodeo de tres años, los renglones
torcidos de la vida. Pero, de nuevo nos encontramos con algo frecuente en el universo: de las
condiciones, aparentemente más imposibles para la vida, emerge ésta con más empuje. Cuando
todo parecía obscuro, en la noche de la desesperación y del fracaso, ve la necesidad de retirarse
en soledad. Unos ejercicios espirituales con el P. Décisier le hacen ver claro la necesidad de
bifurcar, una profunda conversión, emprender el camino de la filosofía23.

22
CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., p. 154.
23
Cfr. Ibíd., pp. 153-155
13

2.1.2 De la medicina a la enseñanza de la filosofía.

Así pues, en 1924, cuando tenía diecinueve años, Mounier hizo lo que su amigo Lacroix
llama su primera conversión: de la medicina a la filosofía. En su ciudad natal, Grenoble,
estudiará filosofía durante tres años (1924-1927) bajo la dirección de Jacques Chevalier, durante
los cuales participa activamente en diferentes grupos de formación religiosa24. En efecto, en 1925
funda un círculo de estudios católicos, en 1926 dirige las reuniones semanales del grupo de los
platonizantes, lleva la secretaría del grupo de trabajo común compuesto por una treintena de
estudiantes de universidades diferentes que sostienen entre sí una correspondencia para
intercambiar sus investigaciones y trabajos personales, es miembro de la Acción Católica de
Jóvenes Franceses y de la Conferencia de San Vicente de Paul. Mounier adquiere en estos años
rasgos que le acompañarán toda la vida: escucha atenta de todos y de todo y, junto a la sincera
acogida, la firmeza y la fidelidad de un montañés en sus convicciones25.

Con la reunificación de todas sus posibilidades en torno a su vocación de ser una persona
cabal, mediante el ejercicio de la filosofía, se entregará por completo al ejercicio arduo de su
labor. En tres años de profundo estudio, 1924-1927, bajo la dirección de J. Chevalier, culmina la
licenciatura el día 23 de junio de 1927.

Son años de rendimiento académico, y, sin embargo, lo que podría parecer un éxito, a
Mounier no le deja tranquilo:

« No caí en el espíritu de la Sorbona, pero no me daba cuenta de que Chevalier,


situándome en un régimen debilitador, me inoculaba otra forma de deformación escolar
bajo razón de simplicidad y de claridad. Los amplios campos que yo tenía por el lado de
mi vida interior y de algunos temas personales inagotables permitían la evasión y
sofocaban la rebelión. Ya ves, tres años fecundos que apenas ampliaban la geografía de
mi espíritu»26.

La madurez que iba alcanzando estaba haciendo posible que, ni el éxito actual, ni el fracaso
interior le hicieran perder el horizonte de la gratuidad. Por eso, el día 28 de octubre de 1927, con

24
Cfr. DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 33.
25
Cfr. Ibíd., p. 33.
26
Ibíd., p. 34.
14

veintidós años y el diploma debajo del brazo se va a París. Llega a París con la intención de
ampliar sus estudios en la Sorbona27.

J. Chevalier, había anotado en su diario que nunca había tenido un alumno tan valioso
como Mounier: «alma dócil, ferviente, transparente la de Mounier»28.

2.1.3 La muerte del amigo.

Es importante mencionar el acontecimiento de la muerte de su amigo Georges, la cual


aconteció el día 5 de enero de 1928. Apenas llegado a París, Mounier recibirá la noticia de la
muerte de su compañero de filosofía y único amigo Georges. Mounier siempre lo recordará
como su amigo de los dieciséis años, nacido con la vida, insustituible para siempre. Mounier
buscará la manera de olvidar el mal que le acaecía a raíz de la muerte de su amigo. El mismo día
en que lo amortajó se fue a escuchar las Bienaventuranzas de César Frank, ya que como él mismo
dice “cualquier otro espectáculo me habría resultado insoportable”29.

2.1.4 Catedrático de filosofía.

Unos meses después de la amarga experiencia de 1928 (muerte de Georges), consigue ser
catedrático de instituto. En la Francia de 1928, con veintitrés años, era una situación envidiable,
el futuro académico no podía presentarse con figura más seductora30. Pero a Mounier ya no le
llenaba el éxito académico. De hecho, una de sus críticas más duras la dedica a la Sorbona y a lo
que, según su parecer, significa: “lo que falta sobre todo a esas almas seguras de los profesores es
el sacrificio, la prueba, la noción concreta de la miseria humana, así como de su verdadera
grandeza”. Acerca de estas críticas, algunos piensan que no se ajustan a la realidad, que le faltaba
perspectiva31.

27
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 156, 157.
28
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 35.
29
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 158, 159.
30
En realidad, el sistema de oposiciones en Francia es en la época de Mounier abierto: quien gana la cátedra de
instituto puede acceder desde ella más tarde con publicaciones y méritos a la de universidad.
31
Cfr. Ibíd., p 159.
15

2.1.5 Su encuentro con Jaques Maritain.

En París, a propósito de su investigación sobre Péguy, el joven catedrático Mounier ha


tomado contacto con Jacques Maritain, que casi pertenece a la generación de 1905, en cuya casa
de Meudon asiste asiduamente a las reuniones dominicales desde el otoño de1928 a 1933. Allí
entrará en contacto con un grupo muy selecto de intelectuales, especialmente católicos
importantes y eclesiásticos, entre los que destacan además de Maritain: Marcel, Berdiaev, Guiton;
con quienes mantiene amistad32.

Mounier descubre a Maritain en el contacto de persona a persona, y Maritain queda a su


vez gratamente impresionado por la nobleza de corazón, la profunda fe sobrenatural, el celo
ardiente por la pureza en la acción intelectual.

Una estima mutua se ha establecido, pues, entre los dos para siempre. La fundación de
Esprit se hará bajo el patronazgo más o menos oculto de Maritain, a pesar de la posición social
más conservadora de éste, desde un tomismo remozado. En la elaboración de la revista Esprit,
tanto Mounier como Maritain tenían la intención de buscar una nueva cristiandad donde
creyentes y no creyentes convivieran en plano de igualdad sin que por eso los cristianos dejaran
de ejercer la primacía espiritual33.

2.1.6 Fundación de la revista Esprit.

La gran fuerza de Mounier consistió en unir a la conciencia de una crisis de civilización la


audacia y la lucidez de un proyecto, más allá de la filosofía de escuela, que fuera capaz de dar
razón de una civilización nueva en su totalidad. El enemigo estaba identificado. Mediante el
sistema capitalista el hombre insolidario introduce en la tierra un mal vergonzante. Frente a la
inhumanidad del mal, sólo cabe un humanismo cálido y lúcido trabajando por la justicia. El
anarquismo y el marxismo aportaban valores parciales que Mounier asumió, pero sin adscribirse
a ninguno de estos dos modos políticos. Tenía una convicción despaciosamente vivida por la que
había optado: una transformación radical comienza por el cambio del corazón. Precisamente

32
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 364.
33
Cfr. DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. pp. 50-52.
16

porque hacemos el mal voluntariamente, la revolución será espiritual o no será; pero, a su vez,
será estructural, económica y política, o no será.

En el año de 1932, Mounier funda la revista Esprit. Esprit será el instrumento que le va a
hacer posible desarrollar su vocación educativa. Ante el derrumbe colectivo de la civilización
occidental, que ha naufragado entre el colectivismo y el individualismo, es necesario educar un
hombre nuevo redescubriendo su ser personal y extrayendo las consecuencias que ese ser
personal tiene para la construcción de todos los ámbitos de la realidad humana.

Mounier se traza la tarea de elaborar un discurso sobre el hombre común a creyentes y a no


creyentes, que tenga como centro a la persona, entendida como un dinamismo de amor34.

“Mounier quería dar más la palabra a los no creyentes haciendo Esprit con ellos, y
cambiar con ellos el estado de cosas, sin por eso perder de vista ni un solo instante su
propia identidad católica”35.

Mounier busca conjuntar en su revista Esprit la aportación de personas no únicamente


católicas. El ecumenismo de Mounier es ambicioso e insólito. Siempre había sostenido que el
contacto con ateos resultaba necesario para los propios cristianos. Allí había ortodoxos,
protestantes, judíos, ateos. Sí, Esprit logró ser un prodigio de ecumenismo en el sentido más
exigente. No fueron pocos los protestantes que colaboraron en primerísima línea con Mounier:
Roger Leenhardt, Roger Labrouse, Francois Goguel, Jacques Ellul, el cual se separó de Esprit
más tarde, Denis de Rougemont, etc.; judíos que como Georges Zérapha demostrarían lealtad
incondicional, no faltando socialistas libertarios como Edmond Humeau o como el judío ruso,
luego convertido al catolicismo, Alexandre Marc, o procedentes del marxismo como Brice
Parain.

El cristianismo debe ser íntegro y firme abierto a todos los valores auténticos. Tan abierto
estaba Mounier, que en el prólogo de revolución personalista y comunitaria, en 1935, escribía:

«Quisiera que las páginas que siguen fuesen inseparables, en la amistad del lector, del
movimiento de Esprit que las ha hecho nacer día tras día desde hace tres años. Yo mismo

34
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., pp. 160, 161.
35
DÍAZ Carlos, Emmanuel Mounier (un testimonio luminoso), op. cit. p. 51.
17

no sabría discernir lo que ellas le han aportado de las que ellas han recibido de él. La
firma aislada de un autor es siempre engañosa hasta cierto punto. Toda una parte de mi
generación se encuentra en su alrededor»36.

Antes de los treinta años había renunciado a apelar un humanismo abstracto y declamatorio.
Así mismo, Mounier no podía compartir el prometeísmo ateo, ese antropocentrismo cerrado. Era
pues necesario crear un discurso que diera razón de la plenitud del hombre, de todas las
dimensiones de la persona, dicho proyecto es el que acoge en 1932 la revista y el movimiento
Esprit, con el deseo de reconciliar al hombre exterior y al hombre interior37.

2.1.7 Mounier durante la II guerra mundial.

En el año de 1938, Mounier contrajo matrimonio con la señorita Paulette Leclercq, que ha
de formar parte de su fiel colaboradora en su trabajo intelectual y va a ordenar sus escritos,
preparando la edición póstuma de sus obras. En el año de 1939 al estallar la segunda guerra
mundial es movilizado (para servicios auxiliares, por ceguera casi total de un ojo), y, tras la
ocupación de Francia y la firma del armisticio, abandona París, residiendo en su tierra natal38.

A pesar de las dificultades: dispersión de los colaboradores y de los lectores, trabas


generadas por la censura, distancia inevitable entre los puntos de vista de la revista y los temas de
la propaganda oficial; la revista seguirá saliendo. En ausencia de Mounier serán Pierre y Angele
Touchard quienes asumirán el relevo, sostenidos y guiados por las instrucciones que reciben del
Dépót 143 en que se encuentra Mounier. En el año de 1939 es cuando aparece el primer número
de la revista en tiempos de guerra.

El permiso que se tenía de editar la revista había sido otorgado por el gobierno de Vichy.
Pero pocos meses después, en julio de 1941, de nuevo es prohibido, y Mounier es encarcelado
bajo la acusación de rebeldía y conspiración contra la resistencia. Pasado un largo proceso,

36
MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología Esencial., op. cit. p. 23.
37
Cfr. CALAVO Antonio, La Revolución Personalista y Comunitaria de Mounier, op. cit., p. 161.
38
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 365.
18

Mounier es absuelto y puesto en libertad a fines de 1942, pero debe vivir en clandestinidad,
dedicándose a terminar el libro sobre el carácter.

Una vez cesada la guerra la revista Esprit reanuda su publicación en París, que se convierte
en una de las voces más representativas del cristianismo de vanguardia, y el movimiento
personalista creado en torno a ella se difunde por Europa39.

2.2 Obras.

Los escritos de Mounier son numerosos, y asombra la abundante producción en una vida
que termina a los cuarenta y cinco años. Se trata de ensayos publicados primero en la revista
antes de tener edición aparte.

El legado de Mounier es muy amplio. Es pues de suma importancia hacer mención de sus
obras más excelsas40.

a) Revolución Personalista y Comunitaria: dicha obra aparece en el año de 1935, los


capítulos que la componen (fueron saliendo a la luz entre 1932 y 1935) son, con
excepción del octavo, resultado del impacto producido por el llamado crack de Wall
Street (1929), fecha en que el pánico se apodera de la bolsa de Nueva York cuando el
valor de las acciones se desploma en apenas unas horas, sin que ningún economista
hubiera sido capaz de prever la magnitud del problema. El 24 de octubre de 1929 fue
una fecha negra para la economía mundial. Miles de empresas, al igual que sus
inversores, se fueron a la quiebra. Bastaron unas horas para eclipsar las ilusiones y
grandezas de toda una década. Las consecuencias que dicha crisis trajo no se dejaron
esperar, hubo mucho desempleo, paros masivos, en fin un gran desorden a nivel
mundial41.
b) El Manifiesto al servicio del personalismo: dicha obra se publica en 1936, y en él se
recogen las tensiones que preparan la segunda guerra mundial, así como las que

39
Cfr. Ibíd., p. 365.
40
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 366.
41
Cfr. MOUNIER Emmanuel, El Personalismo Antología esencial, op. cit., p. 23.
19

desencadenan la guerra civil española, a la que Mounier estuvo atento desde la revista
Esprit.
Dicho manifiesto está dedicado a los jóvenes, nacido de sus propias preocupaciones, de
su situación histórica y, resulta obligado decirlo, de su colaboración que ellos mismos
realizaron, es para que vean en él una llamada a la inventiva, y lo libren de cuantos
pretendan encontrar en el mismo un sustitutivo del pensamiento o de la acción42.
c) Personalismo y cristianismo: este estudio, redactado en diciembre de 1939 y cuyo
original, en inglés, se publicó en la Compilación del centenario de la Universidad
Católica de Washington, tenía por título originalmente Personalismo Católico. La
importancia de estos ensayos, escritos entre 1934 y 1939, es tal que han sido situados en
la fecha de su primera edición. La guerra civil española, que no fue una guerra local
más, sino el último crisol donde a la vez se jugaban sus bazas trágicas la guerra y la
revolución, concluye en clamor de derrota republicana. Así pues, la generación de
Mounier, tras tanta guerra, abre brecha histórica con dos respuestas a la crisis: el
existencialismo amoralista y el propietarismo burgués, dos manifestaciones diferentes
de un mismo desfondamiento antropológico43.
d) ¿Qué es el personalismo?: apareció en las Editiones du Seuil en 1947. El personalismo
no será jamás un sistema ni una máquina política. Se emplea dicho término cómodo para
designar cierta perspectiva de los problemas humanos y para acentuar en la solución de
la crisis del siglo XX, ciertas exigencias que no siempre son valoradas. No se llega a ser
personalista abandonando sus anteriores fidelidades o los puntos de vista prácticos que
se han elegido en la resolución de los problemas prácticos. Se puede ser cristiano y
personalista, socialista y personalista, y, ¿por qué no?, comunista y personalista, si se es
comunista de modo que no contradiga los valores fundamentales que aquí se defienden.
En las páginas que nos presenta dicha obra el autor tiene el deseo de que se conozca lo
que realmente es el personalismo44.
e) El personalismo: el personalismo apareció por primera vez en las Presses Universitaires
de France, en la colección Que sais-je. La palabra personalismo es de uso reciente.

42
Cfr. Ibíd., p. 365.
43
Cfr. Ibíd., pp. 542, 543.
44
Cfr. Ibíd., pp. 559-601.
20

Utilizada en 1903 por Renouvier para calificar su filosofía, cayó luego en desusos.
Reapareció en Francia hacia 1930 para designar, en un medio completamente distinto,
las primeras indagaciones de la revista Esprit y de algunos grupos cercanos acerca de la
crisis política y espiritual que estallaba entonces en Europa. El universo de la persona es
el universo del hombre45.
f) la cristiandad difunta: la cristiandad difunta apareció en las Editions du Seuil, en la
colección Esprit, en 1950. Los textos que componen dicho volumen se escalonan de
1937 a 1949. La generación cristiana posterior a la guerra del 14, que se encontraba,
para decirlo en una palabra, cómodamente en la democracia burguesa europea, partió a
la conquista de su época siguiendo los caminos tradicionales. Por todos lados, el
Cristianismo que querría instalarse es rechazado hacia su drama esencial, hacia su
condición original: itinerancia, debilidad y pobreza.
Un poco en todo lugar, pero especialmente en Francia, algunos cristianos toman
conciencia, después de las grandes sacudidas de este siglo despiadado, de una lección
que les desborda ampliamente. Dicho libro (cristiandad difunta) no dogmatiza; sus
capítulos, voluntariamente fechados, se reparten a lo largo de quince años; no quiere ser
más que un jalón, junto a muchos otros, de una búsqueda en la que la luz definitiva no se
producirá más que cuando ella misma se haga vana46.

Póstumos aparecieron las colecciones de los artículos Les certitudes difficiles y L’espoir
des désesperés (en Esprit, 1953, estudios sobre Malraux, Sartre, Camus) como los extractos de su
correspondencia y de sus notas o Carnets de route, seleccionados por su esposa, Paulette, y
publicados bajo el título Mounier et sagénération (es Esprit, 1954), quien también preparó la
edición completa de Oeuvres con la bibliografía del sinnúmero de artículos de revistas que
Mounier, escritor y periodista, fue publicando47.

45
Cfr. Ibíd., p. 675.
46
Cfr. Ibíd., p. 777.
47
Cfr. URDANOZ Teófilo, Historia de la Filosofía VIII, op. cit., p. 366.
21

3 Análisis de “la persona humana” en la revolución personalista y comunitaria de Mounier

3.1 Diversas acepciones del concepto de “persona humana”.

A través de la historia de la filosofía, la reflexión que versa en torno al concepto de persona


ha sufrido una serie de modificaciones, en algunos casos la reflexión ha sido en torno a
conceptos que rescatan todas las dimensiones de la persona (visión holística), así como también
ha habido otras reflexiones que han coartado el concepto de persona, rebajándole a conceptos
reduccionistas de la misma.

A continuación daremos un recorrido general por las diversas etapas de la historia de la


filosofía, haciendo notar la noción de Persona sobre todo en los filósofos de mayor influjo.

3.1.1 Edad antigua.

La filosofía antigua nos ha dejado un amplio panorama de reflexión en torno al mundo. La


reflexión gira en torno al origen del mundo, los elementos primarios que han propiciado el
surgimiento del mundo. Así también el hombre comienza a preguntarse de dónde viene y a su vez
se pregunta sobre sí mismo.

En los escritos de la antigua Grecia encontramos distintos elementos que constituirán la


génesis de la filosofía. Así encontramos obras que nos narran de una forma mitológica la
explicación del origen del mundo y la influencia que los dioses tienen sobre él. Este pensamiento
se irá poco a poco revolucionando y a su vez mejorando. En cuanto a la hombre, encontramos
primeramente a Homero, el cual afirmaba que el hombre era un ser mortal y consideraba que la
muerte significaba el final definitivo de su existencia48.

48
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 26.
22

 El orfismo.

El orfismo posee una importancia particular porque, como han reconocido los estudiosos
modernos, introduce en la sociedad griega un nuevo esquema de creencias y una nueva
interpretación de la existencia humana. Se atribuye al poeta Orfeo el haber fijado los puntos
esenciales de la doctrina órfica en los llamados himnos órficos49. La doctrina básica del orfismo
se enfocó en la concepción dualista del alma y del cuerpo.

“El orfismo proclama la inmortalidad del alma y concibe al hombre según el esquema
dualista que contrapone cuerpo y alma50”.

El núcleo de las creencias órficas podríamos resumirlas en:

a) El hombre se alberga en un principio divino, un demonio (alma), que cae en un cuerpo


debido a una culpa originaria.
b) Este demonio no sólo preexiste al cuerpo, sino que no muere junto con el cuerpo y está
destinado a reencarnarse en cuerpos sucesivos, a través de una serie de renacimientos,
para expiar aquella culpa originaria.
c) La vida órfica, con sus ritos y prácticas, es la única que está en condiciones de poner fin
al ciclo de reencarnaciones, liberando así el alma de su cuerpo.
d) Para quienes se hayan purificado (iniciados en el misterio órfico) hay un premio en el
más allá (para los no iniciados en el misterio órfico, existe un castigo).

Toda esta doctrina órfica nos ayudará a comprender a los siguientes filósofos, ya que ellos
beberán de esta doctrina, tal es el caso de Platón, el cual en su doctrina del dualismo se hará notar
la influencia que sobre él tuvo el orfismo51.

Esta concepción dualista del alma y del cuerpo durará bastantes siglos, hasta que se afirme
que en el hombre el alma y el cuerpo no se contraponen sino que son igualmente constitutivas en
la persona humana.

49
Cfr. MORA Ferrater, Orfismo en diccionario de filosofía Ed., Ariel referencia. p. 2650.
50
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 26.
51
Cfr. Ibíd., p. 26, 27
23

 Filósofos naturalistas.

La reflexión de los primeros filósofos naturalistas se enfoca en buscar el elemento primario


del cual fue creado el mundo. Los filósofos que han sido llamados físicos o naturalistas aquellos
filósofos que, a partir de Tales y hasta el siglo V a. C., indagaron acerca de la physis52.

Los filósofos naturalistas verán al hombre como un elemento más de la naturaleza, un


sujeto que está sometido a las leyes de la naturaleza53. Vemos que la reflexión en torno al hombre
es muy exigua, ya que su preocupación principal de dichos filósofos versó sobre temas del origen
de las cosas, y al hombre se le ve como un resultado dentro de dicho origen.

 Sócrates.

Siguiendo la amplia reflexión filosófica, nos encontramos a Sócrates el cual dedicará parte
de sus reflexiones a la investigación sobre el hombre. Sócrates logra descubrir la esencia del
hombre. Sócrates se ha de preguntar sobre cuál es la esencia del hombre, a lo que él mismo ha de
decir que el hombre es su alma, puesto que su alma es precisamente aquello lo distingue de
manera específica de cualquier otra cosa.

“El alma es para Sócrates el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad


intelectual y moral”

Gracias a este descubrimiento Sócrates creó la tradición moral e intelectual de la que


Europa ha vivido siempre, a partir de entonces.

Así pues, a la pregunta ¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es su cuerpo, sino
que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del
cuerpo. Por esta razón Sócrates recomienda, con su frase célebre: conócete a ti mismo, a conocer
el alma.

52
Cfr. Ibíd., pp. 37, 38
53
Cfr. http://www.slideshare.net/minecita/concepto-de-hombre-15378192, online 5 de marzo de 2014
24

 Platón.

La concepción platónica sobre el hombre se funda en el dualismo alma-cuerpo, siendo así


que el cuerpo es la cárcel del alma. Por tanto para el alma es un castigo encontrarse en el cuerpo,
así el cuerpo no es tanto el receptáculo del alma, a quien le debe la vida y sus capacidades, sino
más bien es el lugar de expiación del alma.

El alma al encontrarse encerrada en el cuerpo debe de liberarse y regresar al mundo


suprasensible, que es de donde ha salido. Para que realice semejante acción debe de pasar por un
proceso de purificación, un momento de conversión que conduzca al alma de este mundo sensible
al mundo suprasensible.

Así pues, la reflexión filosófica que Platón nos ofrece, que versa en torno al concepto de
hombre, se centra esencialmente en mostrar que el hombre tiene una doble dimensión, la
espiritual y la material. Platón da más importancia al aspecto espiritual del hombre que al
material, para Platón sólo el alma es inmortal54.

 Aristóteles.

Según Aristóteles alma y cuerpo son una sola sustancia que componen al hombre, con ello
deshace la tesis dualista platónica. La relación entre alma y cuerpo es la de forma y materia o acto
y potencia, siendo el alma la "energía" que anima al cuerpo. Esta forma de concebir la materia y
la forma como algo inseparable es a lo que se le llama hilemorfismo. Esta teoría aristotélica
servirá posteriormente a la reflexión filosófica.

En los estudios de Aristóteles se encuentran estudios sobre el alma (ψυχή). El alma es


aquello que se mueve por sí mismo. El alma constituye y explica la vida en los hombres, en los
animales y en las plantas55.

54
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., pp. 142-145.
55
Cfr. HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía I, Ed., Herder. Barcelona 1985. pp. 188, 189.
25

Los seres animados se distinguen de los inanimados porque poseen un principio que les
otorga vida y tal principio es el alma. El estagirita dirá sobre el alma:

“es necesario que el alma sea substancia, en cuanto forma de un cuerpo físico que tiene
vida en potencia; pero la substancia como forma es una entelequia (acto); el alma, es la
entelequia de un cuerpo de esa clase56”.

El alma, por lo tanto, es la entelequia primera de un cuerpo físico que tiene vida en
potencia.

Aristóteles hará la pertinente observación de las operaciones propias de los seres, y dirá que
de igual manera el alma, que es principio de vida, tiene unas ciertas operaciones que le son
fundamentales. El alma vegetativa, la cual tiene por carácter propio el nacimiento, nutrición y
desarrollo; el alma sensitiva, que tiene el carácter propio de la sensación y movimiento; y
finalmente el alma intelectiva o racional, que tiene por carácter propio el conocimiento,
deliberación y elección. El hombre está dotado de un alma racional, pero a su vez posee las otras
dos almas (vegetativa y sensitiva)57.

Es preciso reconocer que Aristóteles no separa el alma del cuerpo, ni ve a éste último como
la cárcel del alma, sino que son dos principios unidos de forma armónica.

Gracias a la potencia racional con que cuenta el hombre, es como puede dominar los
apetitos sensitivos y vivir en la virtud, es pues, en lo racional del hombre donde se fundamenta el
carácter ético el cual ha de regir su comportamiento58.

 El pensamiento filosófico en la época helenística.

Durante la edad helenística el hombre comienza a descubrir su identidad como “individuo”.


Este es un factor muy importante, el individuo se encuentra ya libre ante sí mismo. Como es
obvio, partiendo desde el descubrimiento del individuo, en ocasiones se cae en los excesos del

56
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., pp. 179, 180.
57
Cfr. Ibíd. p. 180.
58
Cfr. Ibíd. p. 185.
26

individualismo y del egoísmo. Las caídas en el egoísmo, constituyen una exageración negativa
de dicho descubrimiento59.

3.1.2 Filosofía cristiana.

Hasta aquí hemos dado un recorrido general por la filosofía griega analizando en forma
muy general sobre el concepto de hombre que se tenía. Hay que tomar en cuenta que en la etapa
griega el análisis que se hizo fue en torno al “hombre” y no en torno a “persona” como tal, el
término “persona” surgirá del cristianismo propiamente, y primeramente se aplicará para designar
a las Personas Divinas (Santísima Trinidad). Tertuliano, apologeta de los siglos II y III, forjó ni
más ni menos que novecientas nuevas palabras cargadas de nuevos significados en el contexto
cristiano, de entre las cuales sobre salen “sustancia” y “persona”60. En todo caso, “persona” no
designa ya al actor enmascarado sobre el escenario, como en Grecia, sino lo que hay de numeroso
y de interiormente diferenciado en el Dios uno, si bien no lo que pueda significar en sí mismo.

No ahondaré mucho en el concepto de “persona” referido a las Divinas Personas, sino que
me enfocaré al concepto referido a la persona humana.

 San Agustín.

“Y pensar que los hombres admiran las cumbres de las montañas, las vastas aguas de los
mares, las anchas corrientes de los ríos, la extensión del océano, los giros de los astros;
pero se abandonan a sí mismos…61”

El misterio para San Agustín no reside en el misterio que nos esconde el inmenso universo,
sino en el misterio del mismo hombre, lo que somos nosotros, para nosotros mismos. ¡Qué
misterio tan profundo que es el hombre! Pero es Dios el que conoce cada parte del hombre, Él,
que lo ha creado, conoce y escruta lo más íntimo de su corazón.

59
Cfr. Ibíd. pp. 204, 205.
60
Cfr. DÍAZ Carlos, La Persona como Don, Ed., Desclée De Brouwer, Bilbao 2001. p. 19.
61
REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 381.
27

Agustín no plantea el problema del hombre en abstracto, sino que plantea el problema más
concreto del “yo”, del hombre como individuo irrepetible.

En su obra “Confesiones”, San Agustín narra de forma muy amplia y magistral sobre su
persona, él ahonda en los misterios más profundos de su alma, hace ver la miseria de sí y nos
muestra la misericordia de Dios. Es precisamente en las tensiones y en los desgarramientos más
íntimos de su voluntad, enfrentada con la voluntad de Dios, donde San Agustín descubre el “yo”,
la personalidad. Este es el gran aporte de Agustín, ya que el tema sobre el hombre se había
abordado desde otros ángulos. Para Agustín el hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo,
siguiendo un poco la tradición platónica, sólo que para Agustín el cuerpo no tiene el mismo valor
que para los antiguos griegos, como cárcel del alma, sino que tiene un valor más elevado.

El hombre interior para Agustín es imagen de Dios y de la Trinidad, Dios, pues, se refleja
en el alma, y a Dios se le encuentra, no estudiando al mundo, sino ahondando en el alma62.

 Boecio.

La doctrina de Boecio respecto del hombre deja muy claro que él hace una clara distinción
de lo individual.

Boecio define la individualidad humana: Persona est rationalis naturae individua


substantia63. Es bajo esta definición como Boecio afirma la responsabilidad que el hombre tiene
ante Dios y ante el bien. Es por esta razón que el hombre tiene que evitar de sí todas aquellas
inclinaciones que prescindan de la probidad y de la razón64.

62
Cfr. Ibíd., pp. 383, 384.
63
La persona es substancia individual de naturaleza racional.
64
Cfr. HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía I, op. cit., p. 321.
28

 Santo Tomás de Aquino.

El hombre, para Tomás, es naturaleza racional, capaz de conocer. Santo Tomás seguirá el
concepto de alma semejante al de los antiguos griegos, como principio de vida.

El alma humana está dotada de pensamiento y razón, a diferencia de los seres que tienen
alma vegetativa o sensitiva. La peculiaridad del hombre de poseer un pensamiento y un querer
libre racional, requiere de un principio especial. Puesto que el pensar y el obrar libre racional son
algo esencialmente espiritual, y por lo tanto de una naturaleza inmaterial, debe, pues, ser también
el alma del hombre inmaterial. El alma humana existe con independencia y es por esa razón que
el alma debe ser una substancia. El alma se encuentra unida al cuerpo, siendo ella misma la forma
del cuerpo. Santo Tomás defenderá la teoría hilemórfica afirmando la unión substancial que hay
entre el cuerpo y el alma, y contradiciendo el dualismo que tanto se defendió por los órficos.

Santo Tomás siguiendo a Boecio define la persona como Sustancia individual de


naturaleza racional. En esta definición se defiende ampliamente la individualidad que cada
persona tiene, así decimos que cada una de las personas agota en sí todas las potencias (ser
subsistente) que le son propias según su naturaleza, y es por esa razón que podemos hablar de
ésta, o de aquélla persona individual de forma directa. Al hablar del Ser Subsistente habrá que
puntualizar: Dios posee el Ser subsistente de manera plena, o mejor dicho, Él es el Ser subsistente
por excelencia. Los ángeles y los hombres se asemejan a Dios, participan de un acto de ser más
intenso, más elevado que el de los demás supuestos, a través de un modo específico de ser o
naturaleza espiritual65.

3.1.3 Edad moderna.

Como bien analizamos en el punto anterior sobre la edad media, el hombre es visto desde
Dios, un hombre que vive en Dios y que a su vez vive abierto a la trascendencia hacia ese Fin
Último que es el mismo Dios.

65
Cfr. Apuntes de Metafísica p. 72.
29

Esta época que hemos de analizar tiene una especial peculiaridad, el cual hunde sus raíces
en la época anterior, así mismo, junto con Galileo y la revolución científica los historiadores
mencionan que es en ese momento de la historia en el que inicia la edad moderna, la cual hunde
sus raíces en el renacimiento. La edad media es considerada como una etapa del oscurantismo,
cosa que es falsa. En efecto los grandes logros historiográficos de nuestro siglo han mostrado
que la edad media fue una época de gran civilización, llena de fermentos y de potencialidades de
diversas clases, casi del todo desconocidos para los historiadores del siglo XIX.

En esta etapa, en términos de humanismo, tiene vital importancia ya que se volvió a


plantear el tema sobre el hombre. Los humanistas utilizaron términos como “hacer revivir”,
“devolver al primitivo esplendor”, “renovar”, restituir a una nueva vida, hacer renovar el antiguo
mundo. Los humanistas tuvieron en mente todos estos términos y la base de su pensamiento fue
la cultura griega antigua, viendo en ella como la época de la luz en la humanidad, contraria a la
idea que de la etapa medieval tenían viéndola a ésta última como la edad del oscurantismo.
Durante el siglo XV predomina el pensamiento acerca del hombre, mientras que en el
pensamiento del siglo XVI se ensancha para abarcar también a la naturaleza66.

 René Descarte.

René Descartes es considerado un filósofo racionalista. Su postura respecto del hombre


deja enmarcada una especial característica, que el estudio que realiza del hombre ya se percibe
desde una perspectiva científica.

El hombre, a diferencia de los demás animales, tiene dos substancias radicalmente distintas
entre sí, la es cogitans, y la res extensa. El hombre es una especie de punto de encuentro entre
dos mundos o, en términos tradicionales, entre alma y cuerpo. La peculiaridad de Descartes es
que él diferencia el alma del cuerpo, que el alma influye en el cuerpo pero ésta se encuentra en
una glándula del cerebro y no en todas partes. La postura que nos muestra Descartes es

66
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico I, op. cit., p. 381.
30

interesante ya que gracias a los avances de la medicina pudo realizar distintos estudios sobre el
cuerpo humano que fueron de vital ayuda a la ciencia de los siglos posteriores67.

 Jean Jacobo Rousseau.

La postura de Rousseau respecto del hombre, es mostrarnos un hombre natural,


originariamente íntegro, biológicamente sano, y moralmente recto; por lo tanto, no malvado, no
opresor, justo. El hombre no era malvado e injusto, sino que se convertía en tal, y su desequilibrio
no era algo originario sino algo derivado, de carácter social. Rousseau propone el retorno del
hombre a su estado natural, ya que la sociedad ha pervertido al hombre, por lo tanto el hombre
debe volver a su estado salvaje. A este respecto dice que los salvajes no son malos porque no
saben que son buenos: no es el aumento de las luces ni el freno de la ley lo que les impide hacer
el mal, sino la calma natural de sus pasiones y la ignorancia del vicio. Se defiende el carácter
sensible del hombre diciendo que no es pura razón sino sentimientos y pasiones. Con estas
críticas Rousseau pretende estimular a la sociedad para que realizase un cambio saludable dentro
de su sistema y así cambiar todo aquello que no permita al hombre realizarse como tal 68.

3.1.4 Edad contemporánea.

Se percibe el hombre como recopilación histórica de sentido y significado. Se valora el ser


humano en su dimensión bio-psico-social que tiende a la trascendencia69.

En este periodo surgen varias corrientes que buscarán rescatar a la persona de los sistemas
reduccionistas, que menosprecian el valor completo que en sí tiene la persona por el hecho de ser
tal.

Entre ellas encontramos el espiritualismo, el cual reacciona ante los sistemas positivistas
mecanicistas que reducen al hombre a una simple máquina. Los espiritualistas afirman que las

67
Cfr. Ibíd., pp. 334-336
68
Cfr. Ibíd., pp. 638-640.
69
Cfr. http://www.slideshare.net/minecita/concepto-de-hombre-15378192, online 3 de marzo de 2014
31

aspiraciones del alma no están en conflicto con los resultados de la ciencia y con la imagen
mecanicista del mundo que en aquella época presuponía y defendía la ciencia. El mecanicismo
muestra que la naturaleza está regulada por leyes necesarias, pero este hecho (el mecanicismo)
tiene que ser explicado a su vez, porque no es un hecho último: sólo se vuelve comprensible en
cuanto medio destinado a realizar valores70.

El existencialismo surge en defensa del individuo singular, busca rescatar a ese individuo
que se había perdido en el inmenso sistema idealista hegeliano. El existencialismo se interesa
justamente por el hombre, por el hombre en su singularidad71. Los existencialistas indagarán en
los asuntos que atañen al hombre como sujeto existente, el sufrimiento, la angustia, la muerte etc.

El personalismo72. La idea central del pensamiento personalista es la noción de «persona»,


en su in-objetividad, inviolabilidad, libertad, creatividad y responsabilidad; se trata de una
persona encarnada en un cuerpo, situada en la historia y constitutivamente comunitaria73.

En esta etapa contemporánea de la filosofía vemos el interés que se tiene por rescatar a la
persona, sobre todo de aquellos sistemas que la reducían a niveles materialistas y que sin duda
mucho mal hizo a la persona al quitar de ella el ámbito de lo espiritual.

3.2 ¿Qué ha sido de la persona?

En la actualidad hemos sido testigos de innumerables acontecimientos sociales en los que la


persona humana ha sido partícipe activo. Por una parte escuchamos en las noticias hablar de un
sinfín de desgracias que afectan a la persona: inundaciones, terremotos, inmigrantes
desarrapados, éxodos masivos por culpa de una guerra. Ante estas noticias sin duda que la
reacción primera que se tiene es contraria a dichas desgracias, nos llega el sentimiento de
solidaridad hacia los más desdichados. Sin embargo, muchos no se dan por aludidos, no perciben
que deban hacer algo más allá del mero sentimiento como reacción personal ante el dolor.

70
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., pp. 611, 612.
71
Cfr. Ibíd., p. 527.
72
Aquí lo nombraré en líneas muy generales, ya que el trabajo versa en el estudio personalista de Mounier.
73
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., p. 639.
32

Prefieren creer que el Estado debe ocuparse de esos problemas. Y también buscan un culpable
que suele ser Dios.

Así las cosas, no falta quien, para defenderse, para justificar su flojera o su dimisión ante
cualquier compromiso o responsabilidad, termina por decir que las cosas son así, que qué le
vamos a hacer, que no tiene remedio y que porque cambie uno no va a cambiar nada. Y de este
modo lo que están haciendo es justificar su dimisión como personas, su cómodo
aburguesamiento. Así se justifica el de corazón cobarde, el de manos flojas, el que no se atreve a
llegar a ser quien está llamado a ser. Así razona, por mortecina comodidad y por adorarse a sí
sobre todas las cosas, quien prefiere no mirar el rostro que sufre desgracia. Este es el hombre que
lleva una vida de mero individuo.

Mounier y algunos personalistas explican la diferencia que hay entre la persona y el


individuo. El individuo es pues aquel que busca vivir apartado de toda relación profunda con el
otro, es aquel que quiere disfrutar su vida sin interesarse por la vida del otro. Mounier llama
individuo «a la dispersión de la persona en la superficie de su vida y a la complacencia de
perderse en ella74». El individuo es dispersión, disolución de la persona en la materia, en la
acción, en los personajes que representa.

La persona de hoy tiene el riesgo de dispersarse en las modas actuales, en la televisión, en


internet, en el hedonismo, en las diversiones superfluas. De esta manera, la persona se pierde en
lo múltiple e impersonal, en lo que todos dicen, hacen o quieren.

Es el individuo un hombre anónimo, sin vocación, sin sentido, sin horizonte, sin familia, sin
vínculos personales. Se repliega sobre sí, narcisista. Un hombre abstracto, sin ataduras ni
comunidades naturales, dios soberano en el corazón de una libertad sin dirección ni medida75.

La actitud básica del individuo es la de poseer, y, por lo tanto, la de reivindicar, acaparar.


Es en las cosas donde ha puesto su confianza, busca de forma desenfrenada consumir, consume
más allá de lo necesario, lo superfluo, con una actitud totalmente hedonista76.

74
MOUNIER Emmanuel, Obras Completas tomo I, Ed., Sígueme. Salamanca 1992. p. 210.
75
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas tomo III, Ed., Sígueme. Salamanca 1992. p. 474.
33

Este individuo se encuentra en la desgracia de la ausencia de los demás, vive en la soledad,


piensa sólo en sí y se olvida de los demás, es un ser sin relaciones. Así pues, el individuo sin otro
ni Otro, termina siendo su propio ídolo. Su sed de absoluto quiere ser calmada en sí mismo. Pero
él mismo se descubre como nada, como alguien que termina en la nada. Es a partir de este
momento en el que surge en él el cinismo y el nihilismo. O la depresión. O las adicciones como
medio de huida77.

Disperso en la superficie de su vida, fiando su consistencia al tener, solo, sumiso, acrítico,


sin creencias ni compromisos, antes o después, termina por desmoronarse psíquicamente. Desde
la infancia, en la escuela y en la familia, se forma a los niños en la excelencia, en buscar estar por
encima de los demás en los promedios, medirnos por lo que se tiene, estudiar bastante para ser
mejor que el otro. Así, abundan los individuos muy competentes y especializados en lo
intelectual y profesional, pero infantiles en lo afectivo y moral. El buen profesional es tan bueno
que se olvida de todo lo demás que hay en su vida. Su personalidad queda reducida al personaje
laboral. Fuera de ahí, no sabe qué hacer.

Esto se puede mantener una temporada más o menos larga. Pero es en esta situación donde
el individuo se da cuenta de que carece de un horizonte por el que vivir, de un sentido vital, de un
proyecto de vida que vaya más allá de lo inmediato y de lo pragmático y termina por sentir que él
mismo se ha perdido.

En estos casos, muchos optan por asistir al psiquiatra o al psicólogo, no para buscar la raíz
de su vacío, sino para que lo cauterice y lo calme. Pero ocurre con alguna frecuencia que el
propio psiquiatra no cree en la persona y comparte con el individuo-paciente el mismo entramado
de valores, la misma postura vital anestesiante y nihilista. Es por esa razón que muchos terapeutas
recomiendan fármacos para atacar el síntoma, pero dejan intacta la causa profunda de los
conflictos. Todo con tal de no invitar a sus pacientes a la responsabilidad, a tomar las riendas de
sí78.

76
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, Ed., Colección Persona.
Salamanca 2002. pp. 22, 23.
77
Cfr. Ibíd., pp. 23, 24.
78
Cfr. Ibíd., pp. 29, 30.
34

3.3 El personalismo, movimiento de reacción contra lo impersonal y antipersonal.

Como hasta ahora hemos analizado, el personalismo surge como reacción ante los sistemas
que de alguna manera redujeron a la persona a un aspecto puramente materialista. En la época de
Mounier, primera parte del siglo pasado, los grandes enemigos del personalismo en el terreno
ontológico eran el materialismo con sus diferentes modalidades, y el nihilismo con las suyas;
ambos reducían la persona a la condición de cantidad despreciable, y su inmanentismo les cerraba
a la trascendencia. En el terreno social, el individualismo y el totalitarismo. Sin todos esos
enemigos, el personalismo comunitario de la primera mitad del siglo XX no hubiera surgido, no
en vano se lo ha definido como un fenómeno de reacción contra dos errores opuestos
(individualismo y totalitarismo), un fenómeno inevitablemente muy complejo79.

Son muchos los males que atacan a la persona, y lamentablemente en nuestra sociedad
actual crea más individuos que personas. Ante esta realidad es importante atacar el mal que nos
aqueja, y recuperar a la persona. Pero ¿cómo puede ser esto de recuperar a la persona? Antes que
nada hay que identificar los males, o sea, los enemigos de la persona, así, Mounier nos propone
una revolución personal, en la cual es necesario tomar conciencia de nuestra participación en el
desorden establecido, e invita a todos a despertar.

3.3.1 Enemigos del personalismo.

 Enemigo número uno: el actualismo.

Se llama actualismo a la doctrina filosófica según la cual no hay ningún ser inmutable, o
por lo menos substancial, sino que todo ser se resuelve en devenir y acontecer 80. El actualismo
niega la identidad personal, reducida a sus actos discontinuos. El actualismo en la época de
Mounier estaba representado por Sartre. Henry Lévy lo expondrá diciendo que la persona ya no
tiene identidad. Este sujeto se ocupa de esta cosa, ese otro de esa otra cosa. Si ser sujeto no es
más que ocuparse de esta cosa o de esta otra cosa, lo que no veo por ninguna parte es un super-

79
Cfr. DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, Ed., Persona. España 20032. pp. 19, 20.
80
Cfr. FERRATER Mora J. “Actualismo” en diccionario de filosofía Tomo I, Ed., Ariel. España 20043. p. 59
35

sujeto capaz de unificar, englobar, reunir las subjetivaciones dispersas y vinculadas, en cada caso,
a un objeto determinado. El hombre con Sartre pierde su identidad propia, aquello que le es
interior, y pasa a ser una “cosa” más arrojada a este mundo.

Ser sujeto no es una esencia, ni un estado. Es una serie de actos y movimientos. No hay
punto fijo, ni centro, ni núcleo, ni principio. Un sujeto literalmente anárquico. Un sujeto sin
fondo y, por consiguiente sin descanso. Los humanistas suelen decir que el sujeto es “la medida
de todas las cosas”, Sartre dice: ¡nada de eso! ¿Cómo va a ser el fundamento si él mismo no tiene
fondo?

El sujeto ya no tiene perennidad. Está en este momento porque se ocupa de esta cosa. En
ese otro momento, porque se dirige hacia esa otra cosa. Pero imaginemos que no se ocupa de
ésta, ni de ésa, ni de ninguna otra. Pues bien, en este caso ya no hay sujeto: soy sujeto en este
momento, no lo era en el momento anterior ni lo seré en el siguiente.

Sartre rompe con Descartes y su cogito ergo sum, dice que puedo pensar sin ser; por mi
conciencia pueden cruzar pensamientos, puede haber destellos de ideas o reflexiones, pero eso no
me da la interioridad, la estabilidad, la identidad, la perennidad que son los atributos del ser. Hay
otras formas de ser aparte de pensar, como la emoción, la imaginación, la sensación, la
alucinación, el sueño.

Sartre reduce al sujeto a la nada, es un sujeto vacío, un sujeto en el que no se puede volcar
uno para conocerse.

¿Qué queda de la persona ahí? Poco o nada, sólo sus actos, el actualismo del yo, y así lo
expresaban los intelectuales y escritores de la época como André Malraux, para quien un hombre
es la suma de sus actos, y Jules Romains, manifestando que los hombres son como las abejas,
pues sus productos valen más que ellas.
36

 Enemigo número dos: El egocentrismo.

La palabra “egoísmo” puede ser definida como un inmoderado amor que uno se tiene a sí
mismo y que le hace buscar siempre el bien propio, sin cuidarse de los demás81.

Si el actualismo niega el yo, el egocentrismo lo quiere aceptar tanto, que el resultado es el


mismo. El pensamiento egocéntrico también se opone al personalismo, y sus rasgos son:

 Exterioridad e intercambiabilidad, donde el otro es un anónimo sin relieve


diferenciado, sólo apreciado en su apariencia, en su cuerpo.
 Objetuidad: el otro no es para mí sino otro, cosa entre las cosas, objeto, medio o
instrumento para mi uso.
 Inventariabilidad, tenencia: el otro es reducido a sus notas funcionales, “sirve-para”,
forma parte der registro o catálogo, es apreciado por su propiedad.
 Judicabilidad: al juzgar a la persona del otro le reduzco a la condición de mero
predicado, robándole su dignidad, olvidando que una cosa es juzgar las acciones, y otra
muy distinta juzgar a la persona misma.
 Indisponibilidad e irresponsividad: nunca me encuentro en condiciones de ayudar al
otro, podemos vivir desamparados y sin respuesta en medio de una muchedumbre.

 Enemigo número tres: El colectivismo.

“El personalismo rechaza a la vez un aristocratismo que no diferenciase a los hombres


más que según su apariencia, y un democratismo que ignorase el principio íntimo de la
libertad y de la singularidad. Son dos formas de materialización, de objetivación de la vida
personal82”

El colectivismo marxista, egoísmo del nosotros, tiene su continuación en la filosofía de las


ideas, ese concentrarse en los conceptos universales abstractos ignorando lo personal irrepetible.

81
Cfr. ROSALES Camacho L., «Egoísmo» en Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado, Ed., Reader’s Digest.
México 1981. p. 1218.
82
DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, op. cit., p. 24
37

Para el personalismo, las etiquetas colectivas suelen caer hechas trizas cuando se constatan con la
persona concreta, con su rostro y apellidos, con su historia, y en este sentido es justo decir que es
importante amar a la humanidad en cada persona.

Emmanuel Mounier identifica otro tipo de colectivismo, que sin duda ha proliferado en los
últimos años. El positivismo y el cientificismo, el cual considera al hombre como un objeto entre
los demás objetos del mundo físico, identifican la naturaleza humana y la naturaleza de la
naturaleza, y le reduce a objeto material más complicado, a mera célula en el organismo social o
económico. Las ciencias sin duda que han dado grandes progresos para la vida del hombre, el
peligro es que la ciencia que el hombre hace vea en él sólo un objeto más que hay que analizar.

 Enemigo número cuatro: El escepticismo, el pesimismo.

El escepticismo consiste, o bien en una actitud dubitativa frente a todo conocimiento, o


bien en una doctrina más o menos científicamente fundada sobre el carácter dudoso de todo
conocimiento humano. El escepticismo pondrá en tela de juicio la posibilidad de adquirir un
conocimiento verdadero83.

El escepticismo es la forma máxima de indeseabilidad de la verdad, presentada como


enemiga de la libertad del yo: « ¿Por qué me impones lo que sabes si quiero yo aprender lo
desconocido y ser fuente en mi propio descubrimiento? El mundo de tu verdad es mi tragedia; tu
sabiduría, mi negación…84». La verdad trata de ser evadida y vista como un medio de trasgredir
la libertad del otro, como si la afirmación de la verdad implicara la negación de los derechos
humanos, y como si no fuera contradictorio afirmar absolutamente la inexistencia absoluta de la
verdad. El escepticismo, como afirma Wittgenstein, no es irrefutable, sino claramente sin sentido
si pretende dudar allí donde no se puede plantear una pregunta. Pues la duda sólo puede existir
cuando hay una pregunta; una pregunta, sólo cuando hay una respuesta, y ésta únicamente
cuando se puede decir algo.

83
Cfr. BRUGGER Walter, «Escepticismo» en Diccionario de Filosofía, Ed., Herder. Barcelona 19789. p. 183.
84
DÍAZ Carlos, ¿Qué es el personalismo comunitario?, op. cit., p. 24
38

 Enemigo número cinco: El transpersonalismo.

Podríamos dividir las religiones en transpersonalistas (hinduismo, budismo) y personalistas


comunitarias (judaísmo, cristianismo e islamismo), las cuales ofrecen la salvación de la persona
en su comunidad histórico-profética.

En las religiones transpersonalistas menosprecian la corporalidad, el cuerpo, devaluado,


penaría los deméritos, pero únicamente serviría como instrumento expiatorio, no como realidad
eficaz y activa para la liberación, además, una vez alcanzada la liberación definitiva del alma, al
cuerpo no le queda ya esperanza alguna de resurrección y glorificación. La paradoja está en que,
siendo el cuerpo víctima de todas las torpezas e ilusiones, pero también de las buenas obras de las
que el alma se beneficiará, sin embargo, a la hora de la verdad sólo el no-cuerpo aflora lo eterno,
la divinidad subyacente.

En el oriente la actitud no es personalista, sino transpersonalista, pues se trata de superar el


yo, no de realizarlo en el nosotros desde el tú, sino de romper la envoltura del propio yo y lanzar
al viento su identidad, a fin de que cada una de sus partículas se disuelva en el no-yo. Pierdo el yo
finito y gano en infinitud inabarcada, como tal misteriosa.

Estas religiones transpersonalistas niegan la unión substancial que existe entre el cuerpo y
el alma, además de que no mencionan la relación tan estrecha que existe entre los hombres, el
hombre necesita vivir en comunión, entregarse al otro.

3.3.2 Revolución personal, un medio contra el desorden establecido.

La postura de Mounier, respecto a los problemas que a traviesa la persona, es vista desde un
ámbito cristiano. Mounier invita a todos a participar, primeramente tomando conciencia del
desorden establecido para así actuar consecuentemente.

Toda revolución es, ante todo, una toma de conciencia, un despertar, primero uno y luego
los demás, de la falta de conciencia revolucionaria. Se trata de despertar para salir de nuestra
39

tranquilidad satisfecha, de la indiferencia o de la pereza. Es urgente despertar de la anestesia a la


que nos ha sometido nuestra sociedad burguesa e individualista.

Hay que despertar primeramente a los instalados, aquellos instalados en sus propios
intereses económicos y de clase, hay que despertar al burgués, que ha perdido el sentido del ser,
que no se mueve más que entre cosas. El burgués vive entre seguridades. Pero sólo es posible
transformar si, dejando las seguridades, se vive de esperanzas.

Hay que despertar también a los cristianos, que en nombre de la caridad, no se atreven a
denunciar el mal. Es importante que en el mundo actual el cristianismo levante la voz y denuncie
los males que se cometen. Hay que despertar a los cristianos de su complejo de inferioridad
colectivo, de su debilidad y flojera, de su mediocridad, de su envejecimiento prematuro. Hay que
despertar a los que identifican su religión con un código moral o religioso, con normas a las que
se debe dar cumplimiento85.

3.4 Noción de persona en Emmanuel Mounier.

Una vez analizadas aquellas corrientes enemigas del personalismo, es necesario que
formulemos la idea de “persona humana” que el personalismo nos propone, analizando cada uno
de los componentes que la integran en su totalidad. Es importante que hagamos esta distinción, ya
que nos ayudará a comprender cuál es el valor que cada persona humana tiene por el simple
hecho de ser persona.

3.4.1 La persona y sus dimensiones en el pensamiento de Mounier.

Puesto que el personalismo centra toda su filosofía en la persona, está claro que lo primero
que hay que hacer es describir su noción de persona; pero aquí, justo al principio, nos
encontramos con algo que podría interpretarse como una debilidad inicial del pensamiento de
Mounier. Éste proporciona múltiples descripciones de la persona pero muy pocas de ellas se

85
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 38-40.
40

acercan a lo que se podría considerar como una definición rigurosa. Ahora bien, Mounier no
define a la persona porque considera que encerrar en cuatro palabras todo lo que supone la vida
humana es imposible ya que ésta supera toda conceptualización. Siendo persona la presencia
misma del hombre, su característica última no es susceptible de definición rigurosa. Ella se revela
mediante una experiencia decisiva propuesta a la libertad de cada uno; no la experiencia
inmediata de una sustancia, sino la experiencia progresiva de una vida, la vida personal, ninguna
noción puede sustituirla.

Esta postura no le impidió, sin embargo, intentar dar algo parecido a una definición. Podría
parecer que esto es una contradicción, pero no hay tal. Mounier pretende no caer en la vaguedad
y por eso reúne, cuando lo necesita, aquellos elementos que le parecen más esenciales, pero sin
ligarse a ellos como un esquema que deba necesariamente repetirse sin quitar o añadir nada. El
mismo Mounier afirmará en el manifiesto al servicio del personalismo, que una persona es un ser
espiritual constituido como tal por su forma de subsistencia y de independencia en su ser. Pero
enseguida, añade que la persona, en el hombre, está sustancialmente encarnada, mezclada con su
carne, aunque trascendiéndola. Esa carne no es algo accidental al estilo platónico, sino una
dimensión esencial del hombre: el modo en que se manifiesta su espíritu y su medio de
comunicación. Mounier quiere evitar a toda costa cualquier tipo de dualismo y para eso usará la
palabra encarnación que, con claras resonancias teológicas para un cristiano, tiene también un
sentido filosófico preciso. El hombre es un ser en el que la carne – sus sentidos, sus instintos, su
materia, sus tendencias – forman parte inseparable de su ser: es un espíritu encarnado.

Esta postura que maneja Mounier es muy adecuada a las exigencias de una visión perfecta del
hombre. Es importante que al hombre se le vea no sólo como un cúmulo de órganos e instintos,
sino como un hombre que tiene una facultad espiritual que le ayuda a dominar sus pasiones
desordenadas, un ser racional que por medio de su corporeidad se relaciona con otros semejantes
a él, poniendo todo su esfuerzo por vivir en paz con ellos86.

Aunque Mounier no maneje una definición propiamente dicha de persona, deja ver una
peculiar postura con respecto a lo que puede denominarse filosofía clásica de inspiración tomista.
A Mounier no le gusta usar la noción sustancia para referirse a la persona por las connotaciones

86
Cfr. BURGOS J. Manuel., El Personalismo, Ed., Palabra. Madrid 20032. pp. 59-61.
41

estáticas y cosistas que despierta, pero, al mismo tiempo, no es antisustancialista. Es Santo


Tomás el que empleará el término sustancia para referirse a la persona, un individuo subsistente
que agota todo lo propio a su ser “persona” en sí mismo, el hombre es pues un ser espiritual
subsistente e independiente. Partiendo de éstos términos se pone la base de la dignidad de la que
goza toda persona por el simple hecho de ser tal.

3.4.2 La persona como unión substancial de alma y cuerpo.

La visión que Mounier nos presenta del hombre nos libra de todo dualismo al estilo órfico o
platónico, donde las dimensiones espiritual y corpórea se encuentran en una constante lucha,
donde se da mayor preeminencia al alma que al cuerpo, donde el cuerpo es visto como el lugar
donde el alma expía las faltas cometidas.

Como enseña Buber, la antropología filosófica debe captar al hombre entero y no


fragmentariamente. Por eso es necesario saber en qué medida se unifican sus distintas
dimensiones y diferentes niveles hasta constituir un solo ser y único sujeto. Es así que en este
sentido el dualismo metafísico de Platón y de Descartes constituye un serio obstáculo tanto en
psicología como en antropología filosófica. Separando el alma y el cuerpo y haciendo de los
fenómenos físico-biológicos y psíquicos compartimentos estancos, no es posible formular un
conocimiento integral y adecuado de esta realidad que llamamos hombre.

Para comprender al hombre hay que contar con la descripción fenomenológica y tener
presente su manera peculiar de obrar, su comportamiento singular. Ahora bien, en su andadura, el
ser humano se presenta dotado de una unidad indiscutible reconocida tanto por el sentido común,
como por el saber científico y la reflexión filosófica. A través de operaciones diversas, el hombre
aparece como un solo bloque, un único poseedor; es claro que sus actividades, sus pasiones, sus
estados son simultáneamente corporales y psíquicos. Forman un todo único que hace de la vida
humana una realidad distinta de la que se han dado interpretaciones diversas87.

87
Cfr. DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, Ed., Sígueme. Salamanca 1996. pp. 135, 136.
42

El hombre, por su complejidad constitutiva, se le ha estudiado desde distintas áreas del


saber humano. Cassirer en su obra Antropología Filosófica, nos muestra la visión del hombre
desde diversas perspectivas, por una parte los filósofos que ven al hombre desde un aspecto muy
materialista, otros desde un concepto espiritual, otros desde la psicología, etc…. La visión que
del hombre se ha dado a través de la historia ha sido variada, claro es que el pensamiento de cada
autor depende en gran manera de la época en que éste vivió, y la influencia que estos han tenido
de autores precedentes en su reflexión filosófica88.

En el noble afán de armonizar estos extremos, unos han caído en un monismo


reduccionista, mientras otros, empeñados en evitar un dualismo inviable, se esfuerzan por sacar
adelante una concepción unitaria (ni monista ni dualista) del ser humano. A este respecto hay
que recordar la teoría del hilemorfismo de Aristóteles, donde se plantea que tanto la materia
(cuerpo) como la forma (alma) existen en una perfecta unidad. Por esta razón no es humano el
cuerpo sin el alma, ni el alma es humano sin el cuerpo, sino que en su conjunto (alma y cuerpo)
forman al hombre89.

Pero la cuestión no termina con afirmar que el cuerpo y el alma subsisten en una unidad
perfecta, sino que hace falta analizar las relaciones que se dan entre ambas. Al intentar dar una
respuesta a tal incógnita se juega la definición de hombre y la peculiaridad de su ser. No es lo
mismo reducirlo a un producto de mecanismos más o menos complicados que reconocerlo como
realidad superior irreductible al entramado de energías bioquímicas, de estructuras
socioeconómicas y de movimientos culturales90. Emmanuel Mounier al formular su pensamiento
sobre el personalismo Cristiano, descubre la realidad de cómo se veía a la persona humana, una
persona que había sido mutilada por los sistemas totalitarios, las guerras, una persona en total
estado de putrefacción, y es bajo esa mirada como decide iniciar la revolución personalista y
comunitaria buscando la promoción de la persona humana en su totalidad, no sólo en su estado
espiritual, sino que también en su aspecto corporal. Mounier dirá que el espiritualismo busco
rescatar a la persona, pero se olvidó de que la persona es un ser que existe en un lugar y tiempo

88
Cfr. CASSIRER Ernst, Antropología Filosófica, Ed., F. C. E. México 19685. p. 101.
89
Cfr. DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, op. cit., pp. 137, 138.
90
Cfr. Ibíd., p. 139.
43

determinados. Es el gran logro de Mounier buscar la promoción de la persona humana en su


totalidad91.

La totalidad de la persona humana la descubrimos en el actuar de cada individuo, las


facultades que pone en práctica revelan que por su aspecto corporal entra en relación con los
demás, pero no sólo se limita a un cuerpo, sino que ese cuerpo se encuentra animado por una
alma, que le permite realizar ciertas facultades propias de los seres racionales, las cuales son: la
inteligencia y la voluntad. Además de estos aspectos que envuelven a la persona humana, hay que
decir que hay una facultad psíquica que permite al hombre descubrirse como un ser individual,
como bien dirá Ortega y Gasset: “una zona de emotividad, distinta del entendimiento y la
voluntad que corresponden al espíritu”92.

Así pues, el hombre es un ser que vive, que siente y que intelige. El hombre real es todo
anímico y todo él somático.

3.5 Recuperar a la persona.

Recuperar a la persona implica que a partir de la revolución personal busquemos la


promoción de la persona, pero de una forma auténtica y fiel, atendiendo siempre a la persona
como lo que es, un fin y no un medio, y buscando lograr que la persona alcance el fin para el cual
fue creada.

Es importante que la persona busque la conversión propia, la cual la alcanza mediante el


ejercicio de la libertad y la responsabilidad. Si bien, el hombre es un ser libre, un ser que tiene la
posibilidad de elegir, de entre varias opciones, la que mejor convenga a su propia vida. El simple
hecho de ser personas libres, implica que seamos personas responsables, esto quiere decir, que
seamos responsables de los resultados obtenidos mediante el ejercicio de la libertad. Así pues,

91
Cfr. REALE Giovanni, Historia del Pensamiento Filosófico y Científico III, op. cit., p. 639-640.
92
DE SAGÚN Lucas Juan, Las Dimensiones del Hombre, op. cit. pp. 140, 142.
44

quien se responsabiliza de sí no se conforma con lo que es y se proyecta el camino hacia su


plenitud93.

3.5.1 Las dimensiones espirituales de la persona según Mounier.

La persona no es un lugar en el espacio, un dominio que se circunscribe y que se


sobreañadiría a otros dominios del hombre provenientes del exterior. La persona es el volumen
total del hombre. Es un equilibrio en longitud, anchura y profundidad, una tensión en cada
hombre entre estas tres dimensiones espirituales: la que sube desde abajo y la concreta en la
carne, la que se dirige a lo alto y la eleva a lo universal, la que se extiende en lo ancho y la dirige
a la comunión. Vocación, encarnación, comunicación, tres dimensiones de la persona94.

 Encarnación.

La vocación es, fundamentalmente, el principio de unificación progresiva de todos mis


actos y, mediante ellos, de mis situaciones.

“Mi persona está encarnada. Ella no puede, por consiguiente, desentenderse enteramente,
en las condiciones en las que esté situada, de las servidumbres de la materia.95”

El hombre no pude prescindir de su ser encarnado y vivir únicamente como una especie de
ángel, ni tampoco puede quedar como un ser únicamente encarnado y vivir como una bestia. El
hombre no pude pensar sin ser, ni puede ser sin su cuerpo; está expuesto por el cuerpo al mundo,
a su vida en relación con los demás96.

La persona no puede elevarse, ir más allá de sí mismo, si no es desde la materia. Por tanto,
la persona no puede evadir de su vida los ámbitos materiales que la constituyen como tal, sino
que debe de trascenderse a sí mismo y lograr el Fin de su vida97.

93
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 57, 58.
94
Cfr. MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 74.
95
Ibíd., p. 75.
96
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 62.
97
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., p. 64.
45

 Vocación.

La vocación es, fundamentalmente, el principio de unificación progresiva de mis actos y,


mediante ellos, de mis situaciones: es el acto propio de la persona. El hombre, cada hombre, tiene
que descubrir cuál es para él ese principio o centro de actividad y actuar de modo coherente 98.
Mounier dirá:

“Mi persona es en mí la presencia y la unidad de una vocación intemporal que me llama a


superarme indefinidamente a mí mismo…99”

Eso da unidad a la vida y también sentido porque el hombre descubre cuál es su lugar y su
misión en el mundo.

La vocación es la identidad más profunda de la persona, es lo que realmente es y está


llamada a ser la persona. Durante la vida de cada persona es de vital importancia descubrir la
vocación a la cual se está llamado, descubrir la vocación propia significa actuar conforme a dicha
vocación. El hecho de elegir una vocación determinada nos permite actuar con libertad,
aceptando un estilo de vida y rechazando otro.

La vocación, en la vida de las personas, nos impulsa a vivir con alegría, la vocación es la
que da significado pleno y último a la vida de cada persona. Ese sentido último va más allá de lo
profesional, de los intereses, del éxito, es más bien pieza clave en el crecimiento y revolución
personal.

La persona sólo se despliega desde la toma de conciencia de su vocación. Y esta sólo se


encuentra en un proceso de interiorización. Desde ella cabe la posibilidad de volver al exterior sin
correr el peligro de quedar encerrados fuera de nosotros mismos. Por otra parte, hay que salir de
la interioridad para mantener la interioridad, hay que abrirse a la comunidad para mantenerse la
persona. Sólo desde la afirmación de su vocación, desde la adhesión a lo valioso, la persona se
recupera a sí100.

98
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 62.
99
MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 74.
100
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 66-67.
46

 Comunión.

La tercera y última dimensión es la de comunión y ya se entiende que con ella


Mounier quiere hacer presente el carácter social y comunitario de la persona. La personalización
no se logra mediante un aislamiento egoísta, sino mediante la donación a los demás. Mounier
dirá:

“En fin, mi persona sólo se encuentra dándose a la comunidad superior que llama e
integra a las personas singulares101”

Esto sucede porque las otras personas no me limitan, sino que me hacen ser más y crecer. Y
esto es un hecho esencial y primario, no derivado; está en la raíz de la persona102.

En la recuperación de la persona a partir de su vocación lo que recupera también es su


verdadera dimensión relacional y comunitaria. La persona debe de aprender a entrar en relación
con el otro.

Es a partir de mi relación con el otro como voy a crecer como persona, ya que al
relacionarme enriquezco mi persona con la experiencia de los demás. Así pues, la persona no se
puede realizar como tal si no es abriéndose a las demás personas porque son los demás quienes
nos enseñan a ser personas. En realidad nacemos abiertos a los demás.

La relación debe ser como personas, reconociendo siempre en el otro esa realidad
ontológica que la hace ser tal y no otra cosa. El error común es ver al otro como un simple medio
del cual me puedo servir para lograr mis propios objetivos, o simplemente verlo como un objeto
que puedo utilizar. El personalismo proclama ver al otro como persona y ayudarle a realizar su
propio fin103.

101
MOUNIER Emmanuel, El personalismo Antología esencial, op. cit., p. 75.
102
Cfr. BURGOS Juan M., El Personalismo, op. cit., p. 63.
103
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 67-69.
47

4 La persona en relación con el otro y el Otro en miras a la realización personal y


comunitaria

Hablar de la persona humana, como lo analizamos en el capítulo anterior, implica tomar de ella
todos los ámbitos de su existencia. Sin duda que la persona humana, en cuanto tal, tiene unas
dimensiones que le son propias en cuanto a su constitución ontológica.

Así pues, una vez analizado el concepto de persona, es importante asomarnos a la


dimensión comunitaria que es otro de los aspectos que Mounier nos invita a analizar. En el
presente capítulo abordaremos la relación que se emplea entre la persona individual y el otro, que
es el prójimo, y el Otro, el Ser Trascendente, que en otras palabras es Dios.

Partiremos primeramente del intento que se hizo en el siglo XX de erradicar el


individualismo que se vivió tan fuertemente durante el siglo XIX. Dicho intento tuvo un fracaso
rotundo, se intentó proclamar el comunismo y el fascismo, proclamando los valores de la vida
comunitaria. Analizaremos las razones por las cuales dichos sistemas fracasaron y el impacto
negativo que produjeron a la vida humana.

4.1 El fracaso de los sistemas comunitarios del siglo XX.

Apenas el siglo, siglo XX, aparecieron el fascismo y el comunismo, que son los primeros
sobre saltos de la inmensa oleada comunitaria que empieza a desbordar sobre Europa 104. Estos
sistemas, como bien lo decíamos anteriormente, buscan erradicar las secuelas que dejó sobre
Europa el individualismo.

Analizaremos cada uno de estos dos sistemas (fascismo y comunismo) y veremos los males
que dejaron a la humanidad.

104
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 219.
48

4.1.1 El fascismo.

El fascismo, en un sentido amplio, se aplica a los sistemas políticos de carácter totalitario


opuesto tanto a los de tipo marxista como a los democráticos.

El fascismo tiene su inicio apenas el siglo XX, sus inicios se remontan en Italia, siendo
fundado por Mussolini cuando inició su actividad política en la rama más radical del Partido
Socialista Italiano105. La doctrina que elaboró Mussolini la tomó básicamente de ideas de algunas
obras de Nietzsche y de Maquiavelo con una fuerte dosis de evocaciones nostálgicas del antiguo
imperio Romano.

Esta forma de gobierno se centró en el endiosamiento del Estado, el cual lo proclama por
encima de la persona humana. La dictadura fascista puso mucho énfasis en controlar a la
juventud y a la niñez italiana, con el fin de encauzarlos por las ideas que proclamaba dicho
movimiento.

La experiencia que se vivió en medio de este movimiento totalitario nos hace ver el error
fatal que cometieron contra la dignidad de la persona. Claramente la historia nos permite ver el
fracaso de dicha dictadura. Todo aquel sistema que atenta contra la dignidad humana va al
fracaso, porque la persona no existe para la sociedad sino que la sociedad existe para la persona.

Este sistema fascista se proclamó ateo, por tanto coarto la dimensión trascendental de la
persona humana. Si bien, la sociedad tiene el deber vital de ayudar a cada una de las personas a
alcanzar el fin Último para el cual hemos sido creados, si la sociedad no ayuda a lograr tal
plenitud será un error fatal.

105
Cfr. SARMIENTO Sergio, «Fascismo» en Enciclopedia Hispánica 6, Ed., Encyclopaedia Britannica Publishers.
Barcelona 1992. p. 207.
49

4.1.2 El comunismo.

El comunismo es otro de los sistemas totalitarios que han afectado sobremanera a la


sociedad humana. El moderno concepto de comunismo fue elaborado por el alemán Karl Marx.

El comunismo es considerado por Marx como la fase superior en la evolución histórica de


las sociedades humanas. La sociedad comunista sería una sociedad altamente organizada, de
trabajadores libres y conscientes, que poseerían colectivamente los medios de producción.

La organización social, fundada en el modo de producción comunista, aseguraría el modo


de desarrollo integral de cada ser humano y la utilización de todas sus dotes y capacidades con el
mayor provecho para sí y para la sociedad. El desarrollo de cada persona permitiría una unidad
armónica entre todos los seres humanos106. El socialismo surge ante todo en contra posición del
modelo capitalista que permeaba en la sociedad del siglo XIX.

El modelo socialista trató de presentar una nueva forma de organización social, según la
cual, el hombre viviría mejor que viviendo en el sistema capitalista. Lamentablemente dicho
sistema socialista mostró el rostro más horrendo y afectó a la dignidad de la persona humana.

4.1.3 ¿Por qué el fracaso?

La interrogante de por qué el fracaso de dichos sistemas es, sin duda, muy compleja al
momento de intentar dar una explicación.

Juan Louvier Calderón, en su obra “La tragedia del humanismo ateo”, nos da una sencilla
pero muy profunda explicación al respecto. Dichos sistemas, el socialismo y el fascismo, son de
corte totalmente ateo, pretenden quitar a Dios de la vida de los hombres. Esta es sin duda la razón
más fuerte por la cual han fracasado dichos sistemas. Son sociedades totalmente centradas en el
materialismo ateo.

106
Cfr. SARMIENTO Sergio, «Comunismo» en Enciclopedia Hispánica 4, Ed., Encyclopaedia Britannica Publishers.
Barcelona 1992. p. 227
50

En el capítulo anterior, al analizar la idea de persona en Mounier, afirmamos que el hombre


es un ser material, pero a la vez es un ser espiritual, por tanto, no podemos coartar su integridad
ontológica, esto quiere decir que el hombre se compone de alma y cuerpo y una visión correcta
del hombre es aquella que proclama la unidad perfecta del cuerpo y el alma. Por su parte el
socialismo y el fascismo intentaron quitar del hombre su aspecto espiritual rebajándolo a una
simple máquina.

Así pues, el error del fascismo lo hemos constatado en la vida del pueblo Italiano, en la que
el presidente Mussolini implantó un sistema que proclamara un Estado-dios. Para el fascismo
todo está dentro del Estado y nada humano o espiritual se haya fuera del Estado y mucho menos
tiene valor. El Estado se proclama por encima de la persona humana, teniéndola a ésta como un
medio, siendo que la persona es un fin y no un medio. Además, la persona humana no es para el
Estado, sino que el Estado es para la persona, y el Estado debe de procurar el bien común, o sea,
aquellos medios necesarios para que la persona humana alcance su Fin Último.

Estos sistemas son anti-personalistas, ya que pretendiendo liberar al hombre del


individualismo pero cayeron en el extremo de olvidar al individuo, a esa persona individual que
tiene una dignidad, y que como tal debe ser defendida y proclamada a toda costa107.

4.2 La persona y la comunidad.

Hasta aquí hemos analizado a las sociedades materialistas ateas que han fracasado en su
intento de formar una sociedad ideal. El fracaso de estos sistemas ha llevado a la humanidad a
que las relaciones entre las personas se vean dañadas. En estas sociedades comunitarias se
coexiste con otros semejantes, pero no se vive una verdadera relación.

Ahora vamos a analizar sobre la necesidad que hay de que el ser humano se relacione con
sus semejantes. Es por medio de dicha relación como se configura realmente como persona, y es
donándose a sí mismo como se encuentra a sí mismo.

107
Cfr. LOUVIER C. Juan, La Tragedia del Humanismo Ateo, Ed., EDAMEX. México 1993. pp. 70-80.
51

4.2.1 La vida personal.

Este primer punto es fundamental en la idea de formar una verdadera relación comunitaria
entre personas. Decimos que una civilización personalista s una civilización cuyas estructuras y
cuyo espíritu se orienta a la realización como persona de cada uno de los individuos que la
componen. Las colectividades naturales son allí reconocidas en su realidad y en su finalidad
propia, diferente de la simple suma de los intereses individuales, y superiores a los intereses del
individuo considerado materialmente.

El primer paso que se debe de dar a la iniciativa de la vida comunitaria es tener conciencia
de la diferencia que existe entre las personas. Este es un punto interesante ya que cada una de las
personas que componen una comunidad tiene una personalidad propia, y es en esa pluralidad
donde se debe buscar la medida de la relación entre personas. Cada una de las personas debe de
conocerse lo más profundamente que se pueda. Así, cada persona debe de conocer el núcleo que
lo integra, ese principio orientador y creador que es lo que llamamos vocación.

El fin de la persona le es así interior: es la búsqueda ininterrumpida de su propia vocación.


Esta es la tarea más importante de la educación, lograr que la persona pueda descubrir su propia
vocación. Recordemos que la vocación es la que unifica a la persona en su interior108.

4.2.2 La comunidad.

La comunidad es, como dirá Mounier, una persona de personas. Es importante analizar el
contenido que implica ver a la comunidad como una persona de personas. Si bien hemos
analizado, la comunidad tiene el papel principal de salvaguardar el bien común, es decir, la
comunidad debe de ayudar a cada individuo a realizar su propia vocación 109. Por tanto la
comunidad debe de:

 Descubrir a los demás como personas y tratarlos como tal, es decir, como un fin en sí.
Esto quiere decir que a la persona no se le puede rebajar a un simple objeto que se puede

108
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 83, 84.
109
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 209.
52

manipular. Este es el fundamento esencial de la comunidad que ayuda a crecer a cada


una de las personas.
 Otro aspecto importante es el que ya mencionábamos anteriormente, que la comunidad
debe estar al servicio de las personas y su vocación. Tiene como fin poner a cada
persona en estado de poder vivir como persona110.
 Si la comunidad está orientada a la promoción de todos y cada uno de sus miembros,
esto supone que se afirma el valor absoluto de cada uno, «jamás puede ser considerado
como parte de un todo: familia, clase, Estado, nación111», sino que se respeta la libertad
de cada uno, nadie trata a los demás según sus roles, según el personaje que representa,
sino como un fin en sí.

La comunidad tiene esa vital tarea de promocionar a la persona humana. Así pues, es
importante primero haber conocido lo que es realmente a la persona para así conocer lo que es la
comunidad. Decía Mounier en su tiempo que nunca como en la actualidad ha habido tantas
sociedades, pero a la vez, nunca como hoy menos comunidad. El motivo de dicha decadencia es
la despersonalización masiva: a medida que avanza la prosperidad, más avanza lo impersonal, la
indiferencia. Es por esto la importancia del conocimiento interno, la toma de conciencia de la
propia vida.

Si hay personas sólidamente constituidas lo más seguro es que tendremos una buena
comunidad. Es por eso que la comunidad exige de cada uno de sus miembros sacrificio y
abnegación de su propia realización, y por el contrario entregarse por el bien del otro, de su
prójimo.

La realización personal se logra a través de la donación de sí a los demás. Se trata de


comenzar a enlazar un verdadero trato con el otro, una relación que nos vivifique a todos. El
medio de dicha realización es el amor. El amor es la unidad de la comunidad como la vocación es
la unidad de la persona. Sin el amor la comunidad no existe112.

110
Cfr. MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo I, op. cit., p. 625.
111
MOUNIER Emmanuel, Obras Completas Tomo II, op. cit., p. 626.
112
Cfr. DOMÍNGUEZ X. M., La Revolución Personalista y Comunitaria en Mounier, op. cit., pp. 87-89.
53

4.3 El paso del yo al nosotros mediante el amor.

Al analizar la cuestión comunitaria nos damos cuenta de que las personas deben de tener
una relación más profunda, es decir, deben de pasar del yo al nosotros.

El encuentro con el otro es importante en la vida personal. Un encuentro, en el sentido


concreto que busca dar el personalismo comunitario, consiste en una experiencia radical en la que
dos personas se hacen mutuamente presentes de modo significativo, acogiéndose mutuamente, y
estableciéndose entre las dos una comunicación fecunda. Cada uno de los dos crece como
personas. En el encuentro, cada una de las personas quiere que la otra llegue a ser quien está
llamada a ser, ofreciéndole cada uno al otro su riqueza personal, sus cualidades, su tiempo, su ser.
Cada uno de los dos se apoya, posibilita e impulsa al otro para crecer como persona. Por el
encuentro, un “yo” y un “tú” se convierten en un nosotros.

4.3.1 El reconocimiento del otro.

El personalismo de Mounier trata de hacer que la persona sea reconocida, en primer lugar
por la dignidad que ésta tiene. Esta dignidad de la persona es en si algo inalienable, ya que nadie
la puede negar, ni mucho menos violar.

El conocer esta realidad de la persona es fundamental en la relación comunitaria. Al


reconocer que en mi prójimo existe una dignidad inviolable me hace más sensible a las
necesidades del mismo. Actualmente el sistema de trabajo que en muchos lugares se lleva, no ve
a la persona como tal, sino que ve en ella una simple máquina a la cual puedo utilizar a mi antojo
y el día en que ya no me sirva podré tirar de ella como lo haría con un objeto obsoleto.

Mounier quiere evitar estas situaciones recuperando a la persona y haciendo ver en ella la
realidad que implica ser persona. En la relación comunitaria se debe contempla primeramente la
realidad del otro, o sea, reconocer al otro.
54

Reconocer al otro significa ante todo ver que estoy plantado frente a una persona que tiene
una dignidad como la mía. Una dignidad que no puedo yo sobrepasar más allá de los propios
límites.

Una vez que ya identifico a la persona en su dignidad es entonces cuando ya puedo hablar
de un nosotros, de una relación que ha de llevar a ambos a la realización máxima de nuestra
vocación a la cual hemos sido llamados a participar113.

4.3.2 La persona en la comunidad.

Mounier hizo todo el esfuerzo por distinguir entre sociedad y comunidad. Por sociedad
entendía la agrupación que, de hecho, forman las personas. El hombre vive naturalmente en
relación, pero no toda conjunción de personas forma una comunidad. Existen agrupaciones en las
que predomina la impersonalización, una masa que únicamente coexiste pero en la cual no hay ni
el mínimo de relación personal.

Burgos dirá: «para que se pueda hablar de comunidad es necesario que se tome a la
persona totalmente en serio, con todas sus dimensiones»114. Es necesario que la persona sea
vista como alguien semejante a mí, alguien con el cual me puedo relacionar y pasar así de un tú a
un nosotros. Ese nosotros surge de vivir un proyecto común, de valorar al que tenemos en frente,
de abrirnos a él para acogerle y envolverle en nuestros ideales, aunque sin abandonar totalmente
nuestro yo. La comunión surge cuando veo en el otro a mi prójimo, Mounier dirá que es por eso
que el mandamiento del amor dice: «amarás a tu prójimo como a ti mismo»115, esto quiere decir
amar al otro, a la persona que es igual a ti, no indica amar a los otros, es la persona humana a la
que hay que entregarse.

Así pues, la relación del yo y del tú es el amor por el cual mi persona se descentra y vive en
el otro aun poseyéndose y poseyendo su amor.

113
MOUNIER Emmanuel, Antología Esencial, op. cit., p. 88.
114
BURGOS J Manuel, El Personalismo, op. cit., pp. 64, 65.
115
Lc. 10, 27.
55

Es esta la comunidad que proclama en su doctrina Mounier, una comunidad cuyos lazos no
son meramente utilitarios o interesados, sino personales porque están formados por un entramado
de relaciones tú-yo vividas en plenitud por el amor. Es de aquí donde surge el concepto de
comunidad como persona de personas.

Esta forma de concebir a la comunidad por parte de Mounier es de suyo interesante, pero él
mismo admite que es una realidad elevada y difícil de alcanzar porque todo lo que se rige por el
principio del amor es siempre hermoso pero a veces inaccesible. Él mismo ve que el cristianismo
proclama este tipo de vida formada en el amor en la comunión de los santos. Sin duda que es
complicado formar una comunidad en el amor, y nos desanimamos cuando vemos que a diario
hay personas que actúan contrarias al amor al prójimo y en cambio ven al otro como un simple
ser sin dignidad. Mounier invita a que no nos desanimemos y busquemos la manera de luchar por
forjar una comunidad en la que el amor reine116.

4.3.3 El aprecio de las cosas y el amor a las personas.

El hombre es un ser que entra en relación con distintas realidades. Así decimo que nos
relacionamos primeramente con las realidades físicas, con las demás personas, con los objetos
materiales etc. Al relacionarse con dichas realidades, el hombre toma diversidad de formas. El
hombre no se relaciona de igual forma con las cosas y con las personas.

Recordemos que la persona humana no puede ser considerada como un medio, sino que es un
fin. Por su parte los objetos son medios que ayudan al hombre a realizar diversas acciones. El
amor que tenemos por las cosas es muy distinto al amor que tenemos por las personas, y por ende
la relación es diversa. Las cosas en realidad no las amamos, sino que las apreciamos en la medida
en que nos sirven. En cambio a una persona no la podemos amar en la medida en que nos sirve y
una vez que ya no nos sirva poder desecharla, no, sino que es un amor más fuerte. Así pues, las
cosas nos ocupan, en cambio las personas nos preocupan. Josep dirá:

116
Cfr. Ibíd., pp. 64-66.
56

“a las personas las escuchamos, las acompañamos en sus penas y alegrías, las
animamos, las ayudamos con nuestro consejo o nuestra colaboración, nos sacrificamos
por ellas, buscamos su felicidad, etc.117.”

En estas líneas claramente nos deja ver que debemos tratar a la persona con dignidad,
sabiendo que no es una cosa. Por su parte Mounier dirá que es importante que la persona humana
logre su finalidad, esto es, descubriendo su propia vocación. El autor Josep indica que nosotros
buscamos que la persona humana que entra en relación con nosotros logre su felicidad, que a la
postre se traduce como el fin al que fue creado el hombre, vivir en la felicidad, que en Cristiano
se traduce como Dios Fin Último del hombre.

4.3.4 Algunas características del amor.

Prosiguiendo el análisis del amor, nos encontramos todavía con una serie de notas
características que tampoco deben concebirse como paralelas al amor, sino como constitutivas y
manifestativas de su esencia118.
Entre las características que podemos rescatar del amor enunciamos algunas:
 La simpatía y el respeto: al hablar de simpatía, englobamos todos los aspectos de la
relación que expresan la unión del yo en el tú y que suelen concebirse como fenómenos
que están situados en el nivel del sentimiento o que, en todo caso, llevan consigo una
especial vibración afectiva. Por su parte, bajo el concepto de respeto entendemos los
aspectos de la relación que marcan especialmente la alteridad entre el yo y el tú y que
suelen situarse en el nivel de la razón.
Mediante la simpatía es como se encuentra la relación del yo con el tú, es un modo
mediante el cual se experimenta una auténtica unificación afectiva y que nos deja entrar
en relación con el otro.
La simpatía y el respeto si no están impregnadas del amor no significan nada en el hombre.
En el verdadero amor la simpatía realiza su tendencia a la unión, y el respeto ve
satisfecha su necesidad de alteridad. Únicamente en el amor de la auténtica relación

117
COLL M. Josep, La Relación Interpersonal, Ed., Colección Persona. Salamanca 2010. pp. 55, 56.
118
Cfr. Ibíd., p. 95.
57

interpersonal, la simpatía comprende lo que significa unión, y el respeto comprende lo


que significa alteridad.
 La intercomunicación: en el ámbito de expresar el amor encontramos que hay una
estrecha relación entre el amor y el expresar al mismo amor mediante la palabra. Si bien,
la palabra es el medio por el cual el amor se expresa y se comunica, es por donde se
entrega el amante al amado.
Aun cuando el amor se manifiesta y se concreta en obras o en dones que no se identifican
con la persona misma del amante, no es la calidad de la obra o del don lo que da la
medida del amor, sino la donación de sí mismo que el amante realiza ya sea en la obra,
ya sea en el don. Por eso también en este caso es necesaria la palabra que, expresando la
intención profunda del amante, convierta la obra o el don externos en entrega personal.
En la vida actual vemos que el ámbito de la intercomunicación se ha visto dañado por os
medios actuales, si bien, se ha perdido en muchos de los casos la comunicación directa y
objetiva y se ha aplicado una intercomunicación más impersonal que fuera de nutrir a la
persona la puede afectar en su interior.
La comunicación personal debe ser recuperada, ya que es el medio como la persona
puede donarse a sí misma hacia el otro y de esa forma estrechar lazos de unión mediante
el amor que se expresa por la palabra dicha.
 La confidencia: en la confidencia se encuentra el hombre a sí mismo y descubre una de
las mayores fuentes de paz que se dan sobre la tierra.
La confidencia no es un mero saberse conocido, sino un pleno sentirse comprendido,
que me permite conocerme a mí mismo. Precisamente me doy cuenta de que una
persona me comprende, porque a su lado me entiendo mejor a mí mismo; siento que no
sólo la onda principal, sino el sinfín de radiaciones conscientes e inconscientes que de
mí emergían han sido recogidas por ella; más aún que me las devuelve reflejadas, con lo
que yo termino de conocerme, de sentirme como soy, y así despierta mi ser.
Por nosotros mismos no somos capaces de distinguir lo que realmente somos de lo que
queremos aparentar. Sólo en la relación con el otro nos sentimos descubiertos y
liberados de nuestro propio engaño. Por esto evitamos la confidencia, si no queremos
obrar la verdad, ir hacia la luz. Y por esta misma razón es la confidencia tan saludable.
58

Pero no es algo que esté al arbitrio de nuestra voluntad. La presencia del tú que sabe
escuchar y responder, que hace posible la confidencia, la experimentamos como una
gracia. Cuando nos ha sido concedida, no son necesarias muchas palabras para que surja
la confidencia.
Así pues, “frente al amigo confidente basta una mirada, un gesto, una palabra, un
hecho, una reacción, para saber de qué se trata, para sentirse comprendido y
centrado”119.
Así pues, ese sentirse comprendido y ese auto-conocerse en el otro de la confidencia son
esenciales para la auténtica auto-realización personal. El hombre no es un ser lejano de
la realidad del otro, el ser humano es un ser en relación que aprende del otro, que
necesita donarse a sí mismo para realizar su persona120.
En la confidencia hace falta el amor, ya que sin amor por ambas partes no hay
confidencia posible, y el primer presupuesto que nos abre a la confidencia es el salir de
nosotros mismos que el verdadero amor trae consigo, y este olvido propio que no sólo
nos hace ser más nosotros mismos, sino que nos permite formar parte del otro
participando de una comunión superior que nos hace ser aquello que más realmente
somos121.
 El testimonio: la comunicación y la confidencia que tienen lugar en la relación
interpersonal, son testimonio precisamente por en cuanto implican y comprometen la
existencia del que se manifiesta. El testimonio es eminentemente personal y compromete
la existencia del sujeto, que sale garante de lo testimoniado. En el testimonio se da una
relación entre el que da el testimonio y el que recibe el testimonio.
El testimonio se da de forma pública, aunque va dirigido a una persona el testimonio no
se queda en ella, sino que la sociedad es testigo de ese testimonio.
En el testimonio, tanto el tú como el yo, al darse mutuamente, testimonian el don que
han recibido122.

119
Ibíd., p. 101.
120
Cfr. Ibíd., p. 101.
121
Cfr. Ibíd., p. 102.
122
Cfr. Ibíd., pp. 102-105.
59

4.3.5 El amor como unidad y plenitud de la comunidad.

El amor es el elemento constitutivo de toda relación humana. El verdadero amor es una


realidad misteriosa y divina que el pensamiento humano parece capaz sólo de profanar, al intentar
describirlo. El amor tiene por una parte una dimensión divina, pero por otra parte no le podemos
negar el ámbito humano. El yo y el tú entran en una auténtica relación interpersonal, no son
meros objetos de la acción de Dios, sino verdaderos sujetos de su amor mutuo.

El amor se debe poner más en las obras que en las palabras. Recordemos que el amor si no
tiene obras nada es. El amante no da al amado algo que no tiene o que no hace, sino que le da lo
que él es, se da a sí mismo en persona. Es por medio de dicha donación como experimentamos la
existencia como don y se nos revela su sentido.

La entrega personal a la persona del otro es el don total de sí en orden a la realización del
otro como persona y como otro. Pero no se trata sólo de desear que el otro sea lo que es, que el
otro sea como es ahora. Esto podría ser expresión del respeto al otro, pero no supondría
necesariamente el amor. Hay que querer que el otro sea lo que es en su última profundidad, lo
que verdaderamente es, es decir, lo que debe ser, pero que todavía no es.

El amor es el punto de unidad de la comunidad, es el ámbito por el cual cada una de las
personas que compone la comunidad logra alcanzar su plenitud propia y al donarse a sí misma
por los demás logra el perfeccionamiento mismo de la comunidad liberándola de todo
egoísmo123.

4.4 La persona y su relación con el Otro (Dios).

Como veíamos al inicio de este capítulo los sistemas totalitarios ateos niegan que la persona
humana tenga una dimensión trascendente. Estos sistemas apuestan por una vida común ideal, en
la cual todos trabajan por el bien de todos, esta es sin duda un ideal demasiado utópico. Si bien,
estas sociedades han fracasado por su constante insistencia de no tratar a las personas según su

123
Cfr. Ibíd., pp. 81-84.
60

dignidad, así como también por su insistencia de querer quitar a la persona su ámbito
Trascendente.

La persona humana es un ser material-espiritual, que en segunda instancia diremos que,


además de entrar en relación con sus semejantes, entra también en relación con el Ser
Trascendente, y es esa relación la que le da la plenitud a la vida personal y por ende a la relación
que se da entre las personas de la comunidad.

Es necesario analizar el fin para el cual la persona ha sido creada. Analizar dicho fin es
importante porque la comunidad debe de buscar ante todo que cada uno de sus integrantes
alcance su propio Fin, o sea, su trascendencia.

Es de lamentar que en la sociedad actual se ha quitado a Dios y se ha apostado por una


comunidad que busca bienes efímeros: el hedonismo, el bien económico, etc., y se olvida de que
la persona humana, que vive en sociedad, no es para este mundo, sino que existe sólo para Dios.

En este punto analizaré esa realidad trascendente de la persona y a la cual se debe poner el
máximo esfuerzo por alcanzar. Es a este Fin hacia el que deben estar encaminados los esfuerzos
de la comunidad para que cada uno de sus miembros logre llegar y cumplir con su meta propia.

4.4.1 Afirmación del Absoluto-Dios presencializado en la vida humana.

La persona busca lo incondicional en su salir fuera de sí misma, en el sobrepasarse a sí


misma en el movimiento transitivo del conocer, del querer y del actuar, y con más razón en la
relación interpersonal; en el sobrepasamiento de sí misma se realiza a sí misma. Si en todo esto lo
incondicionado aparece en lo condicionado, si se presupone en su ejercicio, entonces en ello se
hace patente la esencial referencia del hombre en cuanto espíritu finito en el mundo a lo
incondicionado mismo, es decir, al ser absoluto, a Dios en cuanto trascendencia. Por su esencia,
el hombre es ser para Dios, ser hacia Dios. Sólo en Él puede el hombre encontrarse
verdaderamente a sí mismo, sólo en él encontrar finalmente su personificación.

De ahí se deduce además que la existencia humana en el mundo no es todavía el ser


humano propio definitivo que Dios ha creado, ese ser humano que ha sido creado a imagen y
61

semejanza de Dios. Es solamente la existencia provisional e inacabada del hombre en el mundo,


ordenado al adecuado y definitivamente concluido ser humano que todavía no ha llegado y que
solamente habrá de mostrarse en la vida futura. Pero si el ser humano sólo allí ha de alcanzar su
plena y definitiva configuración, entonces también nuestro preguntar por la esencia del hombre
sólo puede encontrar allí su plena y definitiva respuesta.

Así pues, el hombre que busca vivir en orden al Bien Supremo ha de elegirlo siempre. Y, si
nuestra causa consiste en hacer el bien y evitar el mal, tenemos que abrirnos al Bien como
posibilidad124.

La persona debe de buscar siempre dicho fin, alcanzar dicho bien es la meta de la vida del
hombre. Díaz dirá:

“Las personas son fines en sí, no el final de sí mismas.125”

Esta afirmación es muy interesante, ya que nos deja ver la realidad que la persona debe de
buscar, que es el Fin Último de su vida, evitando buscar el fin en sí misma encerrándose de una
forma egoísta.

4.4.2 La dimensión trascendente del hombre.

El hecho de la historicidad humana nos coloca frene al problema del sentido último de la
existencia. La experiencia de crecimiento obliga al hombre a remontar el vuelo más allá de su
entorno y pensar en la trascendencia como cobijo adecuado, patria de identidad y argumento de
plenitud. Esto hace que el hombre se mida desde Dios.

Ciertamente comprobamos que el hombre es un ser que necesita de Dios. Por otra parte, los
críticos del teísmo piensan que el hombre crea a Dios a su propia imagen para para evadirse
ficticiamente de su soledad y abandono. Pensadores de todos los tiempos ven a Dios como
producto de la tentativa humana de dar sentido a un enigma inquietante.

124
Cfr. DÍAZ Carlos ¿Qué es el Personalismo?, op. cit., p. 154.
125
Ibíd., p. 153, 154.
62

En la antigüedad Cicerón, citando a Cleantes, concibió lo divino como invento para disipar
el temor, y Lucrecio llegó a afirmar que la ignorancia conduce al terror supersticioso de los
dioses. Así mismo, en los siglos pasados hubo filósofos que negaron la existencia de Dios, otros,
Nietzsche llegó a afirmar la muerte de Dios con el fin de engrandecer al hombre, lo cual resultó
fatal para el hombre mismo.

Con la negación de Dios el hombre intentó usurpar su lugar afirmándose como un ser
superior, el súper hombre, y por tanto un ser que no depende de nada ni de nadie.

Así pues, el hombre desde siempre ha deseado encontrar un orden fundamentalmente bueno
que dote de sentido pleno a su vida y confiera valor a la realidad global126.

4.4.3 La relación del hombre con Dios.

Hablar de la relación que hay entre Dios y el hombre es un tema muy complejo. Sin duda
que debemos tomar en cuenta que la idea de Dios es muy distinta entre los hombres. A este
respecto afirma Gutiérrez:

“unos ven a Dios como un ser lejano, inmisericorde, justiciero, atento para castigar la
menor falta… para otros, es el símbolo de la energía básica que constituye a todo el
universo.127”

Todas estas formas de concebir a Dios sin duda que afectan en la vida de las personas. La
experiencia que cada quien tiene de Dios es la que nos dará la forma de concebir a Dios.

Lo que si hay que afirmar es que Dios no se olvida de sus creaturas, sobre todo del hombre.
Es aquí donde podemos utilizar el término “providencia” según la cual Dios ha originado todas
las cosas, de Él surgen, y cuida de ellas, se preocupa por el hombre y cuida de él.

126
DE SAGÚN Lucas, Las Dimensiones del Hombre, op. cit., pp. 225-227.
127
SÁENZ G. Raúl, Introducción a la Antropología Filosófica, Ed., Esfinge. México 1979. p. 174.
63

4.4.4 Unidad del hombre con Dios.

A lo largo de la historia del pensamiento, se registra una serie de afirmaciones acerca de la


íntima unidad de Dios con el hombre. Esta unidad ha sido clasificada peyorativamente como
panteísmo, dando a entender que una tal unidad así descrita no puede tolerarse.

La unidad que existe entre Dios y el hombre no puede separarse de la unidad del universo
entero con Dios. Esa unidad no necesariamente ha de confundirse con un panteísmo irrespetuoso
o blasfemo128.

4.4.5 Expresiones de la unidad del hombre y Dios.

Las expresiones de la unidad del hombre con Dios son muy variadas a lo largo de la
historia de la filosofía. Los místicos han utilizado imágenes como la del amor entre cónyuges
para hacer notar la intimidad de dicha unión.

Así, podemos citar algunos filósofos que tratan dicho tema de unión del hombre con Dios:

 Spinoza: sostuvo la tesis de que tan sólo una substancia compone todo el universo. Esa
única substancia es Dios, y los diversos entes que percibimos tan sólo son
modificaciones de esa substancia.
 Leibniz: inventó su teoría de las mónadas, en la cual se postulaba un número indefinido
de unidades psíquicas, las mónadas, cada una con su vida independiente, y sin
posibilidad de comunicación real con las demás mónadas.
 Hegel: postula una conciencia absoluta, única, universal, de la cual forman parte todos
los hombres y todas las cosas. La evolución es una serie de momentos que constituye a
la conciencia universal.

Todas estas formas de captar la unión de Dios con el hombre varían sobre manera. Pero lo
que es un hecho es que el hombre realmente se relaciona con Dios, claro que la forma de
relacionarse con Dios es distinta de la relación que se da entre las personas129.

128
Cfr. Ibíd., pp. 179, 180.
64

4.4.6 El sujeto trascendental.

En conclusión, podemos decir que Dios es el sujeto trascendental, es decir, el punto del cual
surge el torrente de existencia, dinamismo y pasión que constituye al ser humano. Ahora bien, ese
sujeto trascendental carece de concepto que lo pueda expresar. Aquí se hace necesario el uso del
lenguaje analógico, que tan sólo señala y apunta, pero no llega a expresar ni a contener el
significado que pretende. Desde Santo Tomás había quedado claro que a Dios sólo se le puede
mencionar con conceptos analógicos. Pretender otra cosa es limitar a Dios, que de suyo es
ilimitado.

También hay que decir que la filosofía tiende a buscar el fundamento último de todo cuanto
existe, dicho fundamento lo encuentra en Dios, autor de todo. La filosofía, en tanto amor a la
sabiduría es esa pasión que caracteriza al hombre, pero dirigida a la iluminación de la conciencia,
única fuente de una verdadera sabiduría130.

129
Cfr. Ibíd., pp. 181, 182.
130
Cfr. Ibíd., pp. 197, 198.
65

Conclusión

Al concluir nuestra investigación es de vital importancia recoger los frutos de la misma, sobre
todo la cuestión personalista y comunitaria que nos presenta Mounier.
Es muy interesante la doctrina que maneja el personalismo comunitario en referencia a la
vida de cada persona y cómo ésta se relaciona con sus semejantes.
La vida social en la que se desarrolló Mounier dio paso a que éste desarrollara un
pensamiento centrado en la persona humana. Ante todo la dignidad humana se había perdido con
tantas guerras y lo único que quedaba era gente mutilada en campos de guerra. Es así como
Mounier empieza a elaborar una doctrina sobre la persona.
Mounier hay que decir que es un filósofo cristiano, y la doctrina cristiana nos habla de una
dignidad que tiene el hombre al ser creado a imagen y semejanza de Dios. Esta afirmación no es
algo irracional, algo que no podamos analizar a la simple luz natural de la razón, es algo evidente
ya que el hombre es un ser perfecto en cuanto a su naturaleza, pero también es un ser perfectible,
o sea, que no está terminado sino que se va realizando.
A lo largo de la investigación nos hemos dado cuenta de que todo versa en torno a la
estructura ontológica de la persona humana. El humano es un ser material y espiritual, con esto
decimos que tiene, por una parte, un cuerpo el cual necesita una serie de cuidados especiales y
que le son propios. Por otro parte, el hombre es constitutivamente un ser espiritual, tiene
facultades, inteligencia y voluntad, que lo hace ser distinto de las demás criaturas.
Así, al hombre no lo podemos rebajar a una simple máquina que mientras sirve se le puede
usar y el día que ya no nos sirve la podemos desechar. El personalismo rescata de esa visión al
hombre diciendo que él no es un medio sino que es un fin.
Es importante decir que el hombre mediante su ámbito espiritual es un ser que trasciende a
la materia, que se eleva a la contemplación de los misterios divinos deseando vivir eternamente
con Aquel que lo ha llamado a la existencia.
Concluimos también, que la persona necesita entrar en relación con las demás personas, y
que saliendo de sí misma es como se logra su plenitud. El amor forma parte muy importante en
este aspecto de la comunidad, ya que el amor es el punto de unión de la comunión. El amor
trasciende todo egoísmo y en cambio hace que la persona se done al otro, y que a la vez se vea al
otro en su dignidad y se busque ante todo la plenitud del otro.
66

Concluyo también, que la persona no puede ser encasillada por nadie, o sea, utilizada
como un objeto. El conocimiento de la naturaleza del hombre nos permite saber que cada persona
que formamos una comunidad contenemos en nosotros todas las cualidades que le son propias al
género humano. Nadie puede, por tanto, pasar por encima de la dignidad de la cual cada quien
gozamos.
Concluyo también que el hombre tiene necesidad de Dios, que no podemos quitar del
hombre su necesidad de trascender. Como vimos los humanismos ateos pretendieron quitar a
Dios de la vida del hombre y lo único que cosecharon fueron males para la misma humanidad.
Así mismo concluyo que la doctrina que nos maneja el personalismo comunitario es
necesario revisarla con más profundad. Todo lo que se maneja es muy interesante ya que nos
presenta una realidad que se vive en nuestra sociedad actual. Hace falta que los humanos
realmente hagamos comunidad, que no vivamos únicamente como extraños, o peor aún, que
vivamos en una eterna lucha por el poder económico.
Creo que la raíz de todos los problemas de la sociedad es esa falta de ver en el otro a
nuestro prójimo, hay que dejar de verlo como un objeto de placer, un objeto que puedo utilizar
para favorecerme a mí mismo y una vez que ya no me sirve desecharlo como lo haría con una
televisión que ya se ha descontinuado.
Concluyo también, que realmente hay una necesidad de una revolución, pero hay que
tener cuidado al manejar el término revolución, y no cometer el error de los extremistas de pensar
que la revolución sólo se alcanza mediante un levantamiento violento.
Yo estoy de acuerdo con Mounier de que la revolución debe ser tanto económica como
espiritual. No podemos ignorar el aspecto material y sólo enfocarnos en lo espiritual, así como
tampoco podemos enfocarnos en el aspecto material e ignorar el ámbito de lo espiritual.
La revolución que proclama Mounier es aquella en la cual todos debemos de salir de
nuestro estado de comodidad y entregarnos a la formación de una verdadera comunidad.
Concluyo también en la necesidad que hay de que los cristianos dejemos de lado nuestros
intereses personales y realmente trabajemos por construir el reino de Dios. Dicha revolución es
eso, pasar de un estado de pasividad y entrar en un estado de actividad.
67

Así mismo, hay que decir que sí hace falta recuperar a la persona, liberarla de tantas
ataduras que la tienen sometida a un estado negativo. Actualmente nos atan la desinformación
que nos presentan muchos medios de comunicación, y que en lugar de ayudarnos nos perjudican.
Es tiempo de actuar, de ir en busca de aquellos menos favorecidos, de hablar por el pobre,
por aquel que se siente oprimido a causa de la ambición humana. Mounier tuvo la iniciativa de
construir un modelo personalista y comunitario desde una perspectiva cristiana. Es por eso que
hay que tener cuidado de no confundir a Mounier con un marxista o peor aún de mal interpretar
la doctrina de Mounier y darle un sentido negativo.
Hay que rescatar a la persona, hay que formar una verdadera comunidad, esto tal vez
suena un tanto utópico, pero creo que si no iniciamos o si no nos esforzamos jamás lograremos
nada. Lo importante es iniciar y que cada uno aporte lo que debe de aportar y ante todo hay que
dejar de lado todos nuestros intereses que no nos dejan nada bueno.
68

Bibliografía

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35. WOJTYLA Karol, El Hombre y su Destino, Ed., Palabra, Madrid 20054.
70

Índice

INTRODUCCIÓN……..….……...…………………………………………………………….....i

1 Marco teórico ............................................................................................................................. 4

1.1 Contexto histórico en Europa durante el siglo XX: política, sociedad. ................................ 4

1.1.1 La crisis de la persona en los siglos XIX y XX. ............................................................ 4

1.2 Orígenes del personalismo francés. ..................................................................................... 6

1.2.1 Antecedentes del personalismo. ................................................................................... 6

1.2.2 El Personalismo francés............................................................................................... 8

2 Vida y obras de Emmanuel Mounier ........................................................................................ 10

2.1 Vida. ................................................................................................................................. 10

2.1.1 Infancia y adolescencia. ............................................................................................. 10

2.1.2 De la medicina a la enseñanza de la filosofía. ............................................................. 13

2.1.3 La muerte del amigo. ................................................................................................. 14

2.1.4 Catedrático de filosofía. ............................................................................................. 14

2.1.5 Su encuentro con Jaques Maritain. ........................................................................... 15

2.1.6 Fundación de la revista Esprit. .................................................................................. 15

2.1.7 Mounier durante la II guerra mundial. ..................................................................... 17

2.2 Obras. ............................................................................................................................... 18

3 Análisis de “la persona humana” en la revolución personalista y comunitaria de Mounier ...... 21

3.1 Diversas acepciones del concepto de “persona humana”. .................................................. 21

3.1.1 Edad antigua. ............................................................................................................ 21

3.1.2 Filosofía cristiana. ..................................................................................................... 26

3.1.3 Edad moderna. .......................................................................................................... 28


71

3.1.4 Edad contemporánea. ................................................................................................ 30

3.2 ¿Qué ha sido de la persona?.............................................................................................. 31

3.3 El personalismo, movimiento de reacción contra lo impersonal y antipersonal. ................ 34

3.3.1 Enemigos del personalismo. ....................................................................................... 34

3.3.2 Revolución personal, un medio contra el desorden establecido. ................................. 38

3.4 Noción de persona en Emmanuel Mounier. ...................................................................... 39

3.4.1 La persona y sus dimensiones en el pensamiento de Mounier. ................................... 39

3.4.2 La persona como unión substancial de alma y cuerpo. .............................................. 41

3.5 Recuperar a la persona. .................................................................................................... 43

3.5.1 Las dimensiones espirituales de la persona según Mounier. ...................................... 44

4 La persona en relación con el otro y el Otro en miras a la realización personal y comunitaria . 47

4.1 El fracaso de los sistemas comunitarios del siglo XX. ........................................................ 47

4.1.1 El fascismo. ............................................................................................................... 48

4.1.2 El comunismo. ........................................................................................................... 49

4.1.3 ¿Por qué el fracaso? .................................................................................................. 49

4.2 La persona y la comunidad. .............................................................................................. 50

4.2.1 La vida personal. ....................................................................................................... 51

4.2.2 La comunidad............................................................................................................ 51

4.3 El paso del yo al nosotros mediante el amor. ..................................................................... 53

4.3.1 El reconocimiento del otro. ........................................................................................ 53

4.3.2 La persona en la comunidad. ..................................................................................... 54

4.3.3 El aprecio de las cosas y el amor a las personas. ........................................................ 55

4.3.4 Algunas características del amor. .............................................................................. 56

4.3.5 El amor como unidad y plenitud de la comunidad. .................................................... 59

4.4 La persona y su relación con el Otro (Dios)....................................................................... 59


72

4.4.1 Afirmación del Absoluto-Dios presencializado en la vida humana. ............................ 60

4.4.2 La dimensión trascendente del hombre. .................................................................... 61

4.4.3 La relación del hombre con Dios. .............................................................................. 62

4.4.4 Unidad del hombre con Dios...................................................................................... 63

4.4.5 Expresiones de la unidad del hombre y Dios. ............................................................. 63

4.4.6 El sujeto trascendental. ............................................................................................. 64

Conclusión....................................................................................................................................... 65

Bibliografía ..................................................................................................................................... 68

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