Facciones Sabbat
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LA MANO NEGRA
La mano negra puede describirse como una secta dentro de una secta, un grupo único
de vampiros distintos a los demás. Sin embargo, esta facción (también conocida como la mano
o manus nigrum) no es totalmente independiente, ya que todos sus miembros son leales al
sabbat. La mano negra consta de vampiros de muchos clanes distintos, pero principalmente se
nutre de assamitas y gangrels antitribu.
También incluye a muchos otros para los que su clan es secundario, y que persiguen
los ideales de la organización. Los miembros de la mano no suelen crear manadas propias, se
dispersan entre las demás manadas. Existen algunas manadas compuestas exclusivamente de
agentes de la mano, pero no suele vérselas nunca si no es en los acontecimientos mas
importantes.
Esta facción, concebida como milicia especial, se puede describir de manera sencilla
como una fuerza militar a disposición de los líderes del Sabbat. Como un autentico ejército, la
mano se especializa en numerosos aspectos de la guerra, desde la intriga y el espionaje hasta
el asesinato, sabotaje y combate directo. La mano no suele permanecer activa durante grandes
periodos de tiempo, prefiriendo enviar pequeñas unidades o manadas concentradas para
atender asuntos específicos.
Son muy pocos los vampiros que pueden recordar una actuación de la mano
simultánea. Los antiguos parecen preferirlo así, pues algunos temen en secreto que la facción
pueda dar un golpe si se mantuviera activa durante demasiado tiempo. Sin embargo la mano
siempre ha servido intachablemente a la secta con lealtad. Los dirigentes de la mano suelen
activar unidades para liderar asaltos contra la camarilla. En el grupo se encuentran muchos de
los cainitas más mortales de la tierra, especializados en tácticas terroríficas y en rupturas de la
mascarada. Sin embargo llamar a la mano sin ser necesario suele marcar negativamente una
reputación.
Un grupo de vampiros conocidos como Serafines actúa como alto consejo militar de la
facción, como generales y líderes. Estos 4 cainitas responden directamente ante el regente, y
se sabe que se unen al consistorio cuando la guerra es inminente. Bajo ellos están los
Dominios, líderes de menor rango que organizan los regimientos guerreros. A sus órdenes se
encuentran tenientes, sargentos y soldados, que llevan acabo las operaciones.
Agresores: son los soldados rasos, la clase de tropa, especializada en combate cuerpo
a cuerpo y con armas de fuego. El 80% de los miembros de la Mano Negra pertenecen a esta
categoría. Como tropa de choque , hay al menos un Agresor en la mayoría de las unidades .
Espías: trabajan como exploradores del Sabbat, infiltrándose en territorio enemigo para
reunir información. Aunque a veces asumen falsas identidades, normalmente se limitan a entrar
a escondidas y coger lo que necesitan.
Magos: son los muy apreciados, pero escasos, especialistas en Taumaturgia. Usan sus
rituales parar apoyar a las unidades de la mano negra, especialmente frente a los Tremere de
la Camarilla
Supervisores: hacen las veces de líderes de la unidad en las misiones sobre el terreno,
y son responsables de todas las acciones realizadas por sus hombres. Muchos son
especialistas tácticos y tiene diversas habilidades. Los Dominios suelen proceder de esta
categoría más de ninguna otra
LA FACCIÓN LEALISTA
Esta facción asegura ser legado de los sabbat “auténticos”, aquellos vampiros que se
sacudieron del yugo de los antiguos para conseguir su libertad. Los demás suelen considerar a
los Lealistas anarquistas, sociópatas y niños malcriados que quieren beneficiarse de la
Maldición de Caín sin aceptar las responsabilidades.
La filosofía lealista es sencilla: cada vampiro es su propio amo. Todos los vampiros
tienen libertad para hacer lo que deseen, ya sea destruir Antediluvianos u organizar una
carnicería en un centro comercial. En la práctica, pocos actúan de este modo, ya que saben
que las autoridades les acosarían y destruirían, a menudo por orden de otros vampiros que
valoran su intimidad.
Evidentemente, los Lealistas carecen de organización, y se considera una facción sólo
por tratarse de un conjunto de personas que apoya una ideología. La mayoría de los Sabbat no
les tienen mucho respeto, ya que tienden a actuar contra sus dirigentes por puro placer (o
porque es su obligación, como diría un lealista). Por supuesto esta oposición indiscriminada
crea problemas, complica las misiones y genera conflictos innecesarios. Sin embargo, los
lealistas persisten en su actitud.
Estos vampiros creen realmente en su causa. Ven a un antiguo estancado y decadente
y se quejan de que la secta haya abandonado sus verdaderos ideales. Están convencidos de
que la noche ya no pertenece al Sabbat, y creen que la secta es irrelevante visto el actual
estado de las cosas. Las manadas son impotentes, como los neonatos de la Camarilla o los
anarquistas, y todo por culpa de la apatía y el egoísmo de los antiguos. Los Lealistas hacen lo
que hacen porque creen que es su deber, como hicieron los anarquistas y los antitribu
originales en las noches de la Revuelta Anarquista.
Aceptan a cualquiera en sus filas y no tienen códigos secretos o rituales para
identificarse los unos a los otros. La secta no tiene jerarquía de responsabilidades, y está
compuesta principalmente por jóvenes sabbat aunque muchos antiguos apoyaban su causa,
poco a poco la fueron abandonando. La posición dentro de la facción la determinan las historias
de antiguos humillados y burlados, así como otras hazañas resultados de la actitud “punk-rock”
definitiva.
Es evidente que dentro del Sabbat los Lealistas no tienen mucho poder, pero su
número no deja de crecer. Muchos antiguos cometen el error de despreciarlos, pero los
Cainitas más cautos ven el potencial (o la amenaza) que representan, y señalan a los Panders
como un ejemplo reciente de lo que los jóvenes son capaces de lograr.
MODERADOS
Los Moderados se oponen a lo que consideran una rigidez mayor en la secta. Edictos
como el Pacto de la Compra y el Código de Milán limitan los derechos de todos los Sabbat en
beneficio de unos pocos.
Si todos los miembros de la secta tuvieran que decantarse, la mayoría caería apática
en las filas de los moderados: las cosas están bien, pero podrían ir mejor. Esta facción es de
las más diversas de la secta, y contiene miembros de todos los clanes y líneas de sangre.
Dispone de cierta influencia política, pero las alianzas cambiantes de sus miembros (que a
menudo desaparecen cuando encuentran algo más interesante que la diatriba política)
mantienen a la facción como una potencia relativamente menor.
STATUS QUO
Como su nombre sugiere, para el Status Quo, las cosas están bien como están. Está
compuesto en su mayoría por importantes Lasombra, Tzimisce y miembros de la Mano Negra,
aceptan la naturaleza de los vampiros y saben que el cambio es relativamente imposible. La
Gran Yihad prosigue para bien o para mal, y sacudir los cimientos del Sabbat no sirve más que
para distraerle de su objetivo final.
El Status Quo apoya el liderazgo de los Lasombra y la estabilidad interna que les
permite presentar una fachada severa frente a la Camarilla. El grupo señala los recientes éxitos
de la organización como prueba de que las cosas van como deberían, y consideran innecesario
cualquier cambio radical.
El Status Quo no quiere aumentar el autoritarismo general de la secta, y sus miembros
no desean acumular el poder para ellos (aunque lo tengan en su mayor parte), pues eso
fomenta la rebelión entre las masas. Al mismo tiempo, las exigencias cada vez más ilógicas de
los Lealistas vociferantes o de los preocupados Moderados, sólo sirven para agitar y calentar al
resto de la secta, por lo que es necesario llegar a compromisos.
Muchos líderes del Sabbat pertenecen a este grupo (es coherente), pero no son los
locos tiranos ni megalomaníacos. Suele tratarse de dirigentes que han demostrado su
capacidad, que se han logrado un puesto mediante el mérito, que expresan sus órdenes como
peticiones y que respetan los derechos de sus subordinados (o al menos lo pretenden,
sabiendo que así obtienen resultados).
ULTRACONSERVADORES
Evidentemente compuesto por los miembros más antiguos del Sabbat (la Mayoría de
los clanes Lasombra y Tzimisce), los ultraconservadores predican la centralización y el
autoritarismo, esperando convertir al Sabbat en una fuerza militar contra los Antediluvianos y la
Camarilla.
Los jóvenes cainitas ven a este grupo como viejos bastardos acomodados que quieren
emplear a la secta más para llevar a cabo sus venganzas personales que para impedir la
llegada de la inminente Gehena. Otros los consideran chiflados milenaristas cuya sensibilidad
les hace librar una guerra contra enemigos invisibles. Sin embargo, cuando se les enfrenta a
argumentos opuestos, los ultraconservadores citan rápidamente el libro de Nod identificando a
su alrededor presagios y profecías que predicen el despertar de los Antediluvianos.
LA ORDEN DE BLAISE
Al Sabbat también le chocaba que la fiesta de San Blaise fuera el tres de febrero, el día
posterior a la fiesta pagana de la Misa de las Velas, un antiguo festival del fuego. Muchos
creían que esta coincidencia representaba una ironía sincrónica, por lo que formaron una
sociedad secreta y su contrapartida monástica, ya desaparecida (en el momento de la creación
de la orden, el monasterio demostró ser increíblemente útil para proteger a los vampiros de la
Inquisición.
Los Hijos del Dragón, una extraña orden caballeresca Tzimisce, muestran rasgos más
helénicos de lo que sugiere la procedencia eslava del clan. Parecen ser una división cultural,
casi como una línea de sangre, pero esta división es más artificial que la provocada por una
desviación en la Vitae.
Los objetivos exactos de los Hijos del Dragón, son desconocidos, pero parecen estar
enfrentados de manera intelectual con los demás Tzimisce. Quizá se deba a alguna
transgresión pasada o una diferencia de procedencia. Sea como sea, no se oponen al resto del
clan tanto como actúan de abogados del Diablo. Si los Tzimisce piden un asedio, los Hijos
mostrarán valores de contención; si los Demonios apoyan a la Inquisición, los Hijos dirán que
no hay que dar demasiado poder a un solo grupo.
Los Tzimisce aseguran que ningún Hijo ha ostentado el título de vaivoda y que son
incapaces de aprender la magia koldúnica (o bien se niegan terminantemente a hacerlo). Esta
distinción no tiene mucha importancia fuera del clan, y los demás lo consideran un curioso
asunto familiar.
xxxx
No todos los Demonios prestan su apoyo encarecido al Sabbat. En realidad, muy pocos
de los místicos Tzimisce del Viejo Mundo le brindan ayuda alguna. Por supuesto, alinearse
contra la organización es un buen modo de terminar enfrentado a una manada en busca de
fama dispuesta a eliminar a un antiguo por el bien de la secta, por lo que a veces es mucho
más sencillo unirse a la sociedad pero ausentarse discretamente de sus reuniones.
Los Tzimisce activos no sienten mucho aprecio por sus primos apáticos, que parecen
contentarse con dormir en sus castillos putrefactos y destripar de vez en cuando algún
campesino por deporte. Sin embargo, creen los Tzimisce del Sabbat, al menos se dedican a
sus asuntos y no a maquinar y a obrar la voluntad de los Antediluvianos. Hay peores crímenes
que ser un antiguo, y debido a la dificultad de aniquilar a estos poderosos Demonios, es más
fácil concentrarse en esos otros delitos...
INFERNALISTAS
Esta práctica es contraria a todas las creencias del Sabbat. Aunque la mayoría de los
infernalistas cree haber tomado un atajo hacia el poder, la verdad es que se venden a la
servidumbre demoníaca. Antes o después, el Diablo llegará literalmente, para cobrarse la
deuda: el alma. Para el Sabbat esta servidumbre aniquila la libertad que lleva buscando tanto
tiempo. A pesar de todo, la secta ya ha tenido enormes problemas en el pasado, por lo que ha
creado una Inquisición para protegerse. El gran éxito de este grupo, aunque motivo de alegría,
también señala un siniestro problema: que se haya encontrado y castigado a tantos
infernalistas indica que, para empezar, había muchos...