Clase 3 - Telesca Honor

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América sin nombre, no 15 (2010) 30-38

ISSN: 1577-3442

Ignacio Telesca
BA y MA in Modern History
(University of Oxford) y Doctor
en Historia (Universidad Torcuato
di Tella, Buenos Aires). Profesor
universitario, investigador del Con-
sejo Nacional de Investigaciones
Científicas (Argentina), y miembro
de la Academia Paraguaya de la
Historia. Entre sus publicaciones,
destacan Historia del Paraguay
(coord., Taurus, Asunción, 2010),
MUJER, HONOR Y
«Negros de la Patria». Los afro-
descendientes en las luchas por la
independencia en el Antiguo Virrei-
AFRODESCENDIENTES EN PARAGUAY
nato del Río de la Plata (co-editor,
SB, Buenos Aires, 2010), Tras los
expulsos. Cambios demográficos y
A FINES DE LA COLONIA
territoriales en el Paraguay des- IGNACIO TELESCA
pués de la expulsión de los jesui-
tas (CEADUC, Asunción, 2009)
itelesca@hotmail.com
y Los documentos jesuíticos del
siglo XVIII en el Archivo Nacional
de Asunción (CEPAG, Asunción,
2006). RESUMEN

Partiendo de un caso jurídico específico en donde una mujer parda libre fue acusada de
deshonrar a una española a través de expresiones soeces, el artículo analiza la situación de los
afrodescendientes a fines de la Colonia en el Paraguay. El texto hace hincapié en mostrar cómo
el imaginario del antiguo régimen permanecía vigente en una provincia alejada de las metrópolis
y caracterizada por una pobreza extrema.
Palabras clave: mulatos, mujer, deshonra, Paraguay.

ABSTRACT

This article analyzes the situation of afrodescendents at the end of colonialsm in Paraguay
using a specific court case where a mulatto woman was accused of dishonouring a Spanish
woman with rude phrases. This text highlights how the old regime was kept alive both in the
imagination and in practice in a remote and extremely poor province.
Keywords: mulattos, women, dishonour, Parguay.

Era un diecinueve de septiembre de mil había previsto ni leyes ni reglamentaciones:


setecientos noventa y dos, de mañana, en San la de los descendientes libres de los afri-
Antonio, un paraje de la campaña paraguaya canos que llegaron esclavizados a tierras
sobre el río Paraguay, veinte quilómetros americanas.
al sur de Asunción. Doña Juan Agustina La libertad para esta descendencia podía
de Achucarro hizo llamar a su casa a Luisa darse de diferentes maneras, ya sea que los
Lezcano para que le ayudase a preparar chi- esclavos accedieron a la libertad, ya sea que
pa, una comida tradicional del lugar a base un esclavo se relacionara sexualmente con una
de almidón de mandioca. Luisa, una parda mujer libre y su descendencia fuera libre (re-
veinteañera, vivía junto a su padre, Marcos cordemos que la esclavitud se transmitía sólo
Lezcano, y su madre, Antonia González, por línea materna). La cuestión es que la co-
amparada en las tierras de los padres de Jua- rona española muy pronto tomó consciencia
na Agustina (Martín de Achucarro y Juana que esta presencia de afrodescendientes libres
María Recalde). en sus colonias no estaba contemplada en sus
La institución del ‘amparo’ es de larga primeras políticas y decidió tomar medidas.
data en la vida colonial americana. La Co- Una manera muy eficaz de controlar a una
Mujer, honor y afrodescendientes
en Paraguay a fines de la colonia
rona rápidamente se dio cuenta que surgía población es a través de los impuestos, de este
IGNACIO TELESCA un nuevo estamento étnico para el cual no modo se puede saber quiénes son y cuántos

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hay (además de obtener un ingreso extra para


las arcas reales).
La cuestión es que los afrodescendientes,
por lo general, eran pobres y no tenían posibi-
lidad de pagar dicho impuesto. Ya en una Real
Cedula del 29 de abril de 1577 se constataba
la dificultad para cobrarlos puesto que eran
«gente que no tiene asiento ni lugar cierto»
y se plantea una manera de solucionar dicho
problema: «obligarlos a que vivan con amos
conocidos» y que sean éstos los que tengan Barco negrero. Museo de Colonia. Uruguay. Foto Mar Langa.
que pagar dichos tributos «a cuenta del sala-
rio» del afrodescendiente.
En la mayoría de los casos, el amparo se este 19 de septiembre la jornada terminó en 1
Estamos siguiendo un caso ju-
convirtió en una esclavitud encubierta. De tragedia. dicial que se encuentra en el
hecho, era una herramienta de la cual dispo- Mientras preparaban la masa, y el diálogo Archivo Nacional de Asunción
(ANA), Sección Civil y Judicial
nían los gobernadores para beneficiar a sus discurría, Juana Agustina se refería no con (SCJ) volumen 1361, documento
favoritos, ya que era él quien decidía qué fa- buenos conceptos respecto a su prima Catali- 16 (1361:16), consta de 26
na. Parece ser que la crítica se relacionaba con fojas. Todas las citas se refieren
milia iría a amparar a tal o cual pardo. Como a este caso, hasta que se señale
bien lo manifestara Félix de Azara a fines del cuestiones de alcoba, ya que a Luisa le llama- lo contrario.
siglo XVIII, ba la atención cómo podría ser eso si Catalina
era soltera. Incluso Dominga le comentó a
ningún esclavo ni su posteridad puede tener libertad Luisa, «si esto dicen las señoras, qué diremos
aunque se la dé su legítimo dueño, porque al momen- nosotros los criados, y qué respeto les hemos
to que alguno la consigue lo aprisiona el gobernador de tener»1.
y lo entrega a algún particular, en amparo, según Como suele ocurrir en estos casos, Do-
dicen, para que lo haga trabajar como esclavo sin minga se lo comentó a su ama y ésta se fue
más obligaciones que la de cualquier dueño respecto junto a Juana Agustina a recriminarle por
a sus esclavos, menos que no le puede vender (Azara, sus expresiones. Sin embargo, la dueña de
1904, p. 48). casa le pasó el fardo a Luisa, atribuyendo a
ésta el haber dicho tales exabruptos. Catali-
La familia de Luisa, o mejor dicho, Marcos na, entonces, cambió el destinatario para sus
Lezcano y su familia, estaban bajo el amparo quejas, pero Luisa corroboró los dichos de
de don Martín de Achucarro. Como criados Dominga, acusando a Juana Agustina además
de los Achucarro, no sólo servían a sus ampa- de ser «mala lengua, enredadora y cuentera».
radores sino a toda la parentela que habitaba Esta última la reconvino chicote en mano,
en las proximidades, también a Juana Agus- intentando pegarle a Luisa, quien se escapó
tina, quien vivía con su marido, don Andrés de la casa. Sin embargo, el hermano de Juana
Alonso. Agustina, Pedro José, corrió tras la criada,
La elaboración de la chipa llevaba su
tiempo y siempre tenía que hacerse en y al alcanzarla le dio tres golpes con un chicote que
colaboración. Fundamentalmente el traba- llevaba en la mano, que al tercer golpe vio a la mulata
jo en el mortero era lo más pasado, para caer en tierra […] y que a tirones la hizo levantar el
moler el maíz que luego se mezclaría con expresado don Pedro arreándola por delante y tra-
el almidón de mandioca. La masa lista se yéndola a su hermana quien salió con otro chicote en
colocaba sobre hojas de banano y éstas al la mano a encontrarla, a cuyo tiempo llegó la madre
tatakua, palabra guaraní que se utiliza para de la mulata y se agarraron las tres.
denominar al horno de barro (tata = fuego;
kua = agujero). Antonia, para defender a su hija, le sacó el
A Luisa y a Juana Agustina las acompa- chicote a Juana Agustina diciéndole «que por
ñaba Dominga, que era una criada de doña qué quería castigar a su hija porque ella no era
Catalina Arostegui, prima de Juana Agustina, quien debía castigarla». En eso, «don Pedro
vecina también. La preparación y cocción de apartó de su hermana a la mulata Antonia
Mujer, honor y afrodescendientes
este tipo de comidas que se realizaba en co- tirándola del pelo, que visto esto se apartó en Paraguay a fines de la colonia
mún siempre preludiaba la fiesta, sin embargo también Luisa, dejándola a la señora». IGNACIO TELESCA

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El segundo acto lo cons- se levantaban en las fronteras de la provincia,


tituyó la violencia verbal. tanto río arriba como río abajo. Además de
Descansando de la trifulca colaborar con su servicio debían hacerlo con
sobre la ventana de su ca- sus armas (quienes la tuviesen) y con sus pro-
sa, Juana Agustina llamó a vistas para mantenerse mientras hacían dichas
Luisa «hija de la gran divina guardias. Las consecuencias de esta realidad
puta», a lo que ésta le re- nos las pinta otro obispo, Manuel Antonio
plicó «que era puta, mas no de la Torre, en su visita que le escribe al rey
del marido de la señora». en 1761:
Sorprendida doña Juana, le
inquiere sobre el porqué dice nace de estar los paraguayos españoles ocupados
eso, a lo que Luisa le acla- continuamente en el militar servicio, y defensa de
Castas. Unión de indio y negra.
ra: «porque siempre anda su esta provincia, guarneciendo treinta y dos presidios;
marido solicitando a las cria- en cuyas guardias se ocupa cada vecino diez días al
das». Más enojada aún, Juana Agustina volvió mes, con armas, municiones, caballos, y alimentos a
«a tratar de puta a la mulata, y que respondió sus expensas, viniendo a ser en cada un año, ciento y
ésta lo siguiente: Sí señora, seré puta, pero no veinte días los de este ejercicio, sin otros muchos, que
estoy pariendo hijo de sacerdote como usted ni gastan en diferentes correrías por las costas, y cuando
tampoco soy hija bastarda de mi padre.» algunos graves inopinados incursos precisa a todos
Tamaño insulto no podía quedar impune, ponerse en armas, como al presente sucede… que-
para lo cual Pedro José había ya agarrado un dando sus familias en lamentables necesidades, como
palo para darle a la madre y a su hija, pero lo he visto y palpado con indecible compasión mía;
Juana María Recalde, madre de Pedro, se lo viéndose precisadas las mujeres, y madres de familia a
impidió. laborear, por lo común, las cortas chácaras; y hacien-
Estos hechos nos hubiesen quedado ig- do instrumentos de roscos huesos, se reduce todo su
norados si Andrés Alonso, marido de Juana cultivo profundo a peinar la tierra, sin llegar a herir
Agustina, que estaba en Asunción en aquellos sus entrañas (AGI, Buenos Aires, 166: 107-111).
momentos, no hubiese presentado su queja
contra las mulatas ante el Alcalde de la Santa Para el 20 de septiembre de 1747, el gober-
Hermandad del lugar. Este último, sin mediar nador Larrazábal había realizado una inspec-
sumaria alguna, las envió a ambas al presidio ción de todos estos fortines y en su informe
que se encontraba en el mismo paraje de San al virrey (AGN, Sala IX, 5.3.7), además de
Antonio. señalar los 32 presidios, añadía la cantidad de
Aunque, según el Diccionario de la Len- soldados que allí hacían guardia: 2.508. Si tene-
gua Castellana de 1737, el presidio es «la mos en cuenta que, en 1761, la población en los
guarnición de soldados que se pone en las pueblos de españoles era de 29.707 personas en
plazas, castillos y fortalezas para su guardia 5.872 familias, e hipotéticamente consideramos
y custodia», en un informe al rey de 14 de a un soldado equivalente a una familia, tene-
septiembre de 1743, el obispo José Cayetano mos que casi uno de cada dos de los «cabeza de
Paravicino ubicaba esta definición en la reali- hogar» está en los presidios fronterizos.
dad paraguaya, y caracterizaba los presidios Cuando a fines del siglo XVIII la corona
como «unas chozas cubiertas de paja y las española instaló el estanco del tabaco en la
paredes de cañizo embarrado que las circun- provincia del Paraguay, se encontró con este
dan unos palos en bruto clavados en tierra sin problema del trabajo en los presidios. Los
otra fortaleza ni defensa que a poco tiempo se informes de esa época, como el de Francisco
arruinarán» (AGI, Charcas 374). de Paula Sanz, señalaban que había alistados
Pero más allá de las cuestiones edilicias es «6.000 hombres de armas que, a sus expensas,
importante resaltar las consecuencias sociales hacen el penoso servicio de contrarrestar las
que tuvo en la provincia la permanente y obli- continuas invasiones de indios» (AGN, Sala
gatoria asistencia a estos presidios por parte IX, 14.9.9, f. 14v). Una vez más, el trabajo
de la población masculina. No toda, claro en los presidios concurría en detrimento de
está, sólo la de aquellos que no podían pagar la economía provincial. La propuesta que
la excepción a la misma. formuló de Paula Sanz, el responsable del
Mujer, honor y afrodescendientes
en Paraguay a fines de la colonia La mayor parte de la población pasaba casi estanco, fue la de eximir del servicio en los
IGNACIO TELESCA todo su tiempo defendiendo los presidios que presidios para quien se dedique al cultivo y

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cosecha del tabaco. Si bien asistimos a una más el porqué del interés de Francisco Javier
disputa entre las autoridades locales y virrei- para sacar a las pardas del presidio y ofrecerse
nales, cuando se instale la Renta del Tabaco, como depositario de ambas.
una de las ventajas para los cosecheros fue, fi- Alonso insistirá en el maltrato físico y
nalmente, la de verse libre de dicho servicio. verbal al cual fue sometida su esposa ante
A un presidio lleno de varones es donde testigos, «estando allí presentes dos varones
fueron destinadas la mulata Luisa y su madre turbados del suceso, que fueron mi cuñado
Antonia por el Alcalde de la Santa Herman- Pedro y don Juan Manuel Vera y una mu-
dad. Ciertamente, no cumplía la función de jer llamada la Mercé», y no sólo ellos, sino
cárcel, ni había celdas preparadas, y mucho también «con el concurso de tantos criados
menos para mujeres. Seguramente por eso el de mi suegro de mi casa». Incluso el nombre
Alcalde decidió, cuando ya estaban en cami- «la Mercé» puede hacer referencia a la des- Castas. Mulata.
no, hacer regresar a Antonia, ya que era una cendencia de algún esclavo perteneciente al
mujer casada. No sabemos dónde pasaría Lui- convento de la Merced, quienes poseían una
sa las noches y los días, ni haciendo qué. Sin estancia con población esclava, alrededor de
embargo, sí sabemos que tres días más tarde, quinientos (Durán, 2005, pp. 61-70). Si bien
el Defensor General de Pobres, a pedido de en su declaración dice llamarse María Mer-
Marcos Lezcano (padre de Luisa), presentó cedes Ortiz, nunca es tratada como doña, ni
una queja formal ante el Alcalde de Segundo tampoco firma «por no saber», aunque esto
Voto en Asunción. último es una constante en la mayoría de la
Con este escrito se inicia nuestro caso, y población femenina, y bastante frecuente en-
de a poco nos vamos enterando, a través de los tre la población masculina.
testimonios de los testigos y protagonistas, de El dato que aporta Alonso, confirmando
cómo se sucedieron los hechos. Incluso el De- lo que mencionábamos en el párrafo anterior,
fensor de Pobres añadió otros datos que luego es que al salir de su casa luego de la trifulca
en la sumaria no fueron tenidos en cuenta ni con su esposa, se fueron las mulatas a la casa
narrados por las protagonistas: señala que de Recalde, y que fue él quien mandó reali-
además de Luisa, también fueron golpeados zar, a través del padre de Luisa, «un escrito
Carmela, su hermana, y el mismo Marcos, obrepticio y subrepticio, que presentado en
quien en vez de chicotes recibió sablazos. este juzgado produjo el decreto de la libertad
Que luego no se recojan en la sumaria no de ella».
significa, claro está, que no hayan ocurrido; En esta presentación de Alonso ya nos
quizá sucedieron en otro tiempo diferente al aparecen los dos temas que se desarrollarán a
preciso de los sucesos previamente narrados. través del juicio: primero el de las relaciones
El Defensor se queja primero de que no se entre los miembros de la elite del lugar, y por
haya hecho sumaria averiguación y segundo otro la cuestión del honor, y de quiénes son
de que se haya enviado a Luisa al presidio, dignos del mismo. Alonso no duda en afirmar
«entre varones, que es lo más escandaloso que las mulatas debían haber respetado a su
que pueda imaginarse». Pide entonces que se consorte porque ésta era «señora noble».
la saque de allí y que se la deposite en lo de La sumaria se realizó con dos de los tes-
Francisco Javier Recalde, pariente de la madre tigos presentes y se envió a Asunción. Allí,
de Juana Agustina, además de que se inicien el Alcalde de segundo voto le dio traslado de
las averiguaciones. la misma a Andrés Alonso para que pudiera
Para esto último, Andrés Alonso, marido formalizar su querella. Es justamente en el
de Juana Agustina, se querella civil y crimi- escrito de este último donde se puede apreciar
nalmente contra ambas pardas libres (en el el discurso con el que un grupo de la sociedad
Paraguay colonial no había distinción semán- intenta mantener sujeta a la población afro-
tica entre parda y mulata), las cuales se hallan descendiente.
«amparadas de Don Francisco Javier Recalde,
en su chácara de San Antonio». La razón es- La terrible injuria inferida a mi consorte clama por
grimida por Alonso, que luego repetirá y se una satisfacción que escarmiente los excesos de esta
explayará más, será el «honor y la vindicta de gente, y al mismo tiempo contenga el libertinaje in-
su esposa». troducido en los de su esfera, que sin quererse cono-
Mujer, honor y afrodescendientes
Otra vez nos vuelve a aparecer el tema cer inferiores, vemos todos los días solicita igualarse en Paraguay a fines de la colonia
del amparo, y podemos comprender un poco con lo que el Señor distinguió por jerarquía. IGNACIO TELESCA

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2 Los cargos son los de deshonrar no sólo un sobornalito con 4 arrobas y 21 libras y de cuyo
AGN, sala IX, 6,10,4 y 6,10,5.
a la esposa, sino a ambos consortes, los que producto (sacado el costo de conducción) quiere el
se encuentran en el vecindario como «publi- pobre dos varas y media de paño azul para calzones
cados adúlteros por el atrevimiento de estas y chupita y si sobrara algo, empléeselo al pobre en
mulatas insubordinadas». Para Alonso, la coleta para forro (AGN, sala IX, 6,10,4).
razón por la cual «han publicado y prego-
nado en aquellos partidos y sus adyacencias Y éste no es el único caso, sino que, en
estas injurias y deshonras» debe encontrarse enero del siguiente año, un esclavo envía un
en «el aborrecimiento al español» el cual «les sobornal de tabaco, de hoja nueva y fresca,
es inherente». Por tal motivo solicita «man- «con cuyo producto se compre una vara y
damiento de prisión y embargo de bienes cuarto de bayeta azul de 100 hilos, una vara de
contra las personas de ambas reas y puestas tafetán rosado y 2 onzas de seda azul (eso es
en la cárcel pública con prisiones correspon- para manta de su mujer)», y en marzo envía «3
dientes». tercios de yerba de un esclavo (22 @ 11 libras)
Interesante es notar que la queja sobre que por algunas cosas para su mujer e hijas»2.
los afrodescendientes quieren igualarse con No fue ésta la única estrategia utilizada por
los españoles ya había sido señalada en un la población afrodescendiente, pero es indu-
Acta del Cabildo, de 3 de marzo de 1757: dable que los miembros de la elite asuncena
acusaron el golpe.
Y en este estado entró el Procurador General repre- Parece ser que los contactos que Andrés
sentando por una petición en el que contiene que los Alonso poseía en Asunción eran lo suficien-
negros, negras, mulatos y mulatas visten sedas y en temente importantes, ya que inmediatamente
sus vestuarios galones de plata y oro y los mulatos tras su pedido, el Alcalde de Segundo Voto
usan espuelas y cabezadas de plata y que por esta libró orden de prisión y embargo de los bie-
causa no hay excepción de los españoles y señores en nes. Al ponerse en práctica ambas órdenes, el
los actos públicos, [...] y habiéndose conferenciado Alcalde de la Santa Hermandad tuvo que di-
acordaron sobre el primer punto que sólo se les per- rigirse a la residencia de don Francisco Javier
mita a los dichos negros, negras, mulatos y mulatas Recalde, donde estaba la familia de Luisa y
que vistan ropa de lana de castilla decentemente sin Antonia. El mismo Recalde se comprometió
cintas y galones de plata y oro, ni que se les permita a remitirlas a la carcelería de Asunción a los
usen espuelas ni cabezadas de plata, sobre lo cual di- dos días y a cuidar de los pocos bienes que
cho señor gobernador dijo que mandaría por bando declararon: «cuatro caballos viejos atrasados
para su observancia (ANA, SH, vol. 125,1, f. 273). y casi inservibles».
El 17 de octubre ya se encontraban ambas
La misma solicitud se volvió a repetir mujeres presas en la cárcel asuncena y al día
un año más tarde, el 8 de mayo de 1758. Sin siguiente se les tomaron las respectivas de-
lugar a dudas, ésta no era una queja gratuita claraciones. Importante es notar que ninguna
e inventada. Los afrodescendientes querían de las dos se expresaba en castellano, por lo
dejar de ser estigmatizados y discriminados, que hubo que echar mano de intérpretes. Es
no sólo económicamente sin también jurídica decir, toda la discusión y trifulca de ese 19 de
y socialmente. Uno de los huecos que encon- septiembre ocurrió en guaraní, y seguramente
traron fue justamente el equipararse a través todos los anteriores testimonios tomados en
de las vestimentas, algo común también en el San Antonio también, salvo que el Alcalde
resto de la América colonial. Esto nos habla de la Santa Hermandad no se vio precisado a
de una sociedad que, aunque autorreconocida anotar esa formalidad de los intérpretes, ya sea
como española, es fruto de un mestizaje cons- porque él entendía perfectamente la lengua, ya
tante (Telesca, 2009, pp. 266-270). porque era algo que caía de maduro. Es que la
Un dato que confirma lo del uso de la provincia del Paraguay, y la república también
vestimenta es la correspondencia mantenida hasta fechas no muy lejanas, era eminentemen-
entre el padre jesuita Gabriel Novat, del co- te monolingüe guaraní (Cfr. Melià, 2003).
legio de Asunción, con el hermano Miguel La población afrodescendiente reconocida
Martínez, de la procuraduría de Buenos Aires. como tal en los censos finecoloniales rondaba el
Entre otras cuestiones le comenta el 20 de 13%, sin embargo en ciertas localidades su pre-
Mujer, honor y afrodescendientes
en Paraguay a fines de la colonia agosto de 1760 que le envía de parte de un sencia era bien marcada, como en la ciudad de
IGNACIO TELESCA esclavo del colegio Asunción, capital de la provincia del Paraguay.

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Población de Asunción entre 1782 y 1799

1782 1799
Españoles europeos y americanos 2.120 42,9% 3.963 53,5%
Indígenas 118 2,4% 283 3,8%
Negros/as y mulatos/as libres 1.546 31,3% 1.853 25,1%
Esclavos/as 1.157 23,4% 1.305 17,6% Pedro Figari. Candombe. Frag-
mento. 1921.
TOTAL 4.941 100% 7.404 100%

(cfr. Telesca, 2005, p. 37)

En 1782, los negros y mulatos en Asun- Llama la atención esta diferencia entre
ción representan el 24,9% de la población mujeres y varones adultos. Uno podría pen-
parda total (el 22,8% de la población libre sar en la fuga que se da entre los varones
total y el 29,3% de la población esclava), esclavos, pero en el número de negros libres
mientras que en 1799, eran el 25,2% (el 23,3% la diferencia es aún mayor. Otra posible ex-
de la población parda libre y el 28,4% de la plicación es la emigración a otros pueblos del
población esclava). Es decir, un cuarto de la interior para trabajos, sin embargo, la misma
población afrodescendiente vivía en Asun- diferencia se da también a nivel provincial.
ción y la mitad de la población de la capital Tampoco es factible que se deba a un mayor
era afrodescendiente. En otras palabras, había nacimientos de mujeres, porque los datos
una presencia muy importante de este grupo, nos dicen otra cosa. Se puede tener en cuen-
el cual no estaba marginado de la sociedad por ta, por otro lado, una alta mortalidad debido
más que la elite así lo quisiera. De hecho, en a los trabajos duros, o incluso a que los varo-
el último cuarto del siglo XVIII se encuentran nes se escapen de los controles censales para
39 casos en la Sección Civil y Judicial del Ar- no ser enviados a los fortines. Ambas hipóte-
chivo Nacional de Asunción que involucran a sis pueden incluirse, pero el trabajo duro que
afrodescendientes. De estos, nueve se dan en- provoque una muerte precoz en Asunción
tre blancos (venta, donaciones, y una señora es más difícil que se dé, y respecto a huir del
que se opone al casamiento de su hijo con una censo-tributo, al darse la misma relación en-
mulata); quince contra negros (uno por deu- tre los esclavos, «libres» de tributo y bajo el
da, otro por matar una mula, cinco por adul- control de sus amos, la explicación queda un
terios, cuatro por heridas, dos por robo, uno poco débil. Seguramente son todas las ante-
por fuga, y otro por falsificación de firma); y riores razones juntas, porque si comparamos
hay quince demandas por parte de los negros con los esclavos que los jesuitas tenían en su
(de los cuales nueve son por maltratos). Hay colegio de Asunción en el momento de la ex-
que señalar que de estos últimos quince casos, pulsión de la orden en 1767, los porcentajes
seis fueron iniciados por mujeres. son un tanto diferentes. Incluso tenemos el
La presencia femenina entre la población dato de los recién nacidos, que en la siguiente
afrodescendiente era importante, fundamen- tabla incluimos entre paréntesis.
talmente entre los adultos, como lo demuestra
el siguiente cuadro.

Población afrodescendiente en Asunción en 1782 dividida por sexos

Mujeres Varones
Adultas/os libres 764 66,7% 382 33,3%
Párvulas/os libres 200 50,0% 200 50,0%
Adultas/os esclavas/os 566 60,5% 370 39,5%
Párvulas/os esclavas/os 95 43,0% 126 57,0% Mujer, honor y afrodescendientes
en Paraguay a fines de la colonia
1.625 60,1% 1.078 39,9% IGNACIO TELESCA

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un año de destierro y mil doscientos marave-


díes para la Corona». Esta alta pena pedida
por Alonso se justifica ahora no sólo en la
honra manchada de su esposa, sino que bien
aclara «éstas son unas mulatas atrevidas y des-
vergonzadas que hace tiempo están coligadas
con mis enemigos y vecinos». Las mulatas son
entonces los medios utilizados por los «mal
querientes» para desprestigiarlos en el valle.
A él le preocupaba que esta familia ahora
está siendo amparada por su suegro a pesar
Escrito de Andrés Alonso. de saber que la familia de Marcos Velazco
es «haragana y mal entretenida y los varo-
nes perjudiciales por robadores de caballos;
División en edad y género de los esclavos son advenedizas en el valle». El defensor
del colegio jesuita de Asunción, 1767 por supuesto niega tales calificativos, incluso
afirma que son «pardas de buena crianza y de
Varones Mujeres Total bella índole, muy respetadas y comedidas, de
Menores de 14 119(40) 137(38) 256(78) buena lengua, que jamás se acuerdan de vidas
ajenas».
Entre 14 y 50 85 98 183
Ambas partes continúan el tira y afloje so-
Mayores de 50 10 17 27 bre la pena solicitada, y el nuevo fundamento
Totales 214 252 466 que Alonso agrega para justificar su pedido de
azotes y para notar la gravedad de la ofensa
(AGN, sala IX, 22.9.1, cfr. Telesca 2008, p. 202). de Luisa a su esposa es que la exponía a ésta
«a perder la vida, pues si a mi no constase su
El argumento del Alcalde asunceno era honradez y buena vida […] podría haberle
similar al presentado por Alonso: no el hecho quitado la vida, o a lo menos apartándome
en sí mismo, sino que su argumento principal de ella».
se refería a su atrevimiento a levantarle la Por su parte, el Defensor ataca «el despo-
mano a Juana Agustina «sabiendo que es una tismo y atrevimiento» de Juana Agustina, ya
señora principal a quien deben respetar». Por que quiso hacerse juez de su causa, castigando
otro lado, un dato importante debemos no a Luisa e insultándola, «cuyas injurias y agra-
perder de vista: nunca, en todo el caso, ni Lui- vios a Luisa mucho agravió por ser persona
sa ni Antonia son llamadas por su apellido, libre, en nada sujeta a doña Juana Agustina».
sólo por sus nombres de pila. Ésta era la usan- Por vez primera el Defensor apela a «los
za con los esclavos, quienes utilizaban como derechos» que tenía Luisa «a que nadie le
apellido el de su amo. Ya el nombrar forma impusiese sus manos violentas ni la insultase
parte del juicio, y sobre todo del imaginario con palabras tan groseras».
de la elite sobre los afrodescendientes. El tema del honor ha sido ampliamente
El 22 de octubre se le corrió traslado de tratado en lo referente a las sociedades de
las declaraciones de Luisa y Antonia a Andrés antiguo régimen tanto en España como en
Alonso, quien le dio largas al asunto respon- la América colonial. Silvia Mallo justamente
diendo recién dos semanas más tarde. En el analizó, utilizando el fondo judicial del Ar-
ínterin, a pedido del Defensor, se sacó a las chivo Histórico de la Provincia de Buenos
dos mujeres de la cárcel, donde no podía per- Aires, los casos en que el honor era mancilla-
manecer «sin notable perjuicio de escándalo», do por el uso del lenguaje (Mallo, 2004). Salvo
y las pusieron en depósito en la casa de don la referencia final del Defensor, a través del
Gregorio Larrea. Aunque carecemos de la juicio queda claro que una afrodescendiente
documentación necesaria, podemos intuir que no tiene un ‘honor debido’. En una sociedad
este Larrea estaría relacionado con Francisco estamental, los descendientes libres de las
Javier Recalde. personas esclavizadas ocupaban un lugar sin
La siguiente discusión entre las partes la lugar a dudas inferior en la jerarquía, y mucho
Mujer, honor y afrodescendientes
en Paraguay a fines de la colonia constituye la pena debida para Luisa Velazco. más si eran mujeres (Goldeberg, 2000; Mallo,
IGNACIO TELESCA Alonso pide que se le apliquen «cien azotes, 2001).

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En Paraguay la situación no era diferente,


y no tenía por qué serlo. Señalábamos pre-
viamente que nunca Luisa o Antonia fueron
llamadas con su apellido, salvo cuando se les
preguntó a ellas su nombre al tomárseles la
declaración; no así con el resto de los partici-
pantes, a quienes constantemente se les añadía
el ‘don’ o ‘doña’ precediendo al nombre.
Sin embargo, Félix de Azara (comisario
y comandante de los límites españoles en el
Paraguay entre 1781 hasta 1801) brindó una
visión idílica de la vida del afrodescendiente
en Paraguay, pensando, como funcionario de
la corona, quizá más en comparación con la Testimonio de Luisa Lezcano.
esclavitud en el orbe portugués. Josefina Pla,
pionera en los estudios sobre los afroparagua-
yos, asumió esta mirada y señaló en su obra
Hermano Negro que las «actitudes sórdidas que estaban sometidos. No así la esclavitud,
y crueles» que dan material a los archivos que permaneció en vigencia hasta 1870, tras
«constituyen la excepción», haciendo célebre la guerra contra la triple alianza (Cooney,
su frase: «los esclavos felices no tienen histo- 1974 y 1995). Tampoco desaparecieron las
ria» (Pla, 1972, p. 76). leyes discriminatorias contra los descendien-
Nuestro expediente carece de sentencia. tes de los africanos (Telesca, 2010). Incluso el
Lo último registrado es el escrito del Alcalde artículo 14 de la Ley de Inmigración del 6 de
de Segundo Voto del 1 de diciembre de 1792 octubre de 1903 prohibía la inmigración «de
concediendo nueve días a ambas partes para individuos de raza amarilla y negra, de enfer-
dar sus alegatos finales. Andrés Alonso, al no mos infecciosos, de mendigos, de cíngaros o
estar en Asunción, recién firma la notificación gitanos».
el catorce de dicho mes. Nueve días más y El caso contra Luisa Velazco y su madre
llegamos a Navidad, para cuya ocasión se sus- Antonia González nos pone en escena una
penden todas la causas hasta pasadas las fechas sociedad guiada por un imaginario estamen-
festivas, lo que solía ocurrir a principios de tal, marcada por una discriminación jurídica,
enero, para cuando ya se contaba con nuevos social y económica de la población afrodes-
miembros capitulares. cendiente. Más allá de los insultos subidos de
Al no contar con la sentencia final, no sa- tono, de patrones solicitadores, de curas con
bremos si el pedido de Alonso de los azotes y descendencia o de nacimientos ilegítimos, lo
el destierro para ambas pardas libres se llevó importante es ver cómo el honor de clase, aun
a la práctica. O por el contrario, si el alegato en sociedades tan apartadas y marcadas por
del Defensor de Pobres solicitando que no se una extrema pobreza, se constituía en marca
añada más pena que la que ya llevan cumplida de distinción.
en las diferentes prisiones por las que pasaron;
además de haber ya reconocido que los in- Bibliografía
sultos tanto a Juana Agustina como a Andrés
Alonso habían sido ocasionados por el fragor Azara, Félix de (1904), Geografía física u
de la discusión. esférica de las Provincias del Paraguay y
No sabremos tampoco quiénes de los Misiones, Tomo I, Montevideo, Anales del
amparadores se continuaron beneficiando Museo Nacional.
con los servicios de la familia Lezcano, si Cooney, Jerry W. (1974), «Abolition in the
los Achucarro, los Recalde o los Larrea, los Republic of Paraguay: 1840-1870», en
últimos que se aprovecharon de la fuerza de Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirt-
trabajo de esta familia afrodescendiente. schaft und Gesellschaft Lateinamerikas,
El caso, junto con la familia Lezcano, XI, pp. 149-166.
se pierde en la documentación del Archivo, Cooney, Jerry W. (1995), «El afroparaguayo»,
Mujer, honor y afrodescendientes
como también se escabulleron los afrodescen- en Luz María Martínez Montiel (coord.), en Paraguay a fines de la colonia
dientes del mundo de discriminaciones a las Presencia africana en Sudamérica, México, IGNACIO TELESCA

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en Paraguay a fines de la colonia
IGNACIO TELESCA

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