BORGDORFF - El Debate Sobre La Investigación en Las Artes
BORGDORFF - El Debate Sobre La Investigación en Las Artes
BORGDORFF - El Debate Sobre La Investigación en Las Artes
Henk Borgdorff
Amsterdam School of the Arts
Si la urgencia de un asunto puede medirse por la vehemencia de los debates que lo rodean,
―la investigación en las artes‖ es un asunto urgente.1 Bajo etiquetas como ―práctica artística como
investigación‖ o ―investigación en y a través de las artes‖ ha surgido un tema de discusión durante
los últimos años, que contiene elementos tanto de la filosofía (sobre todo, de la epistemología y la
metodología) como de políticas y estrategias docentes. Esto lo convierte en un tema híbrido, lo que
no siempre contribuye a la claridad del debate.
Lo esencial de la cuestión es si existe un fenómeno como la investigación en las artes –
según el cual la producción artística es en sí misma una parte fundamental del proceso de
investigación, y la obra de arte es, en parte, el resultado de la investigación. Estrechando el círculo,
el tema es si este tipo de investigación se distingue de otra investigación por la naturaleza del objeto
de su investigación (una cuestión ontológica), por el conocimiento que contiene (una cuestión
epistemológica) y por los métodos de trabajo apropiados (una cuestión metodológica). Una cuestión
paralela es si este tipo de investigación tiene derecho a calificarse de académica y si debería de
incluirse en el nivel de doctorado de la educación superior.
La actual urgencia del asunto se debe, en parte, a las políticas gubernamentales que afectan a
este campo. Como resultado de las reformas en la educación superior en varios países europeos, la
investigación se ha convertido en la función primordial tanto de las escuelas superiores
profesionales como de las universidades. La investigación en la educación superior profesional
difiere de la universitaria en el sentido de que en la primera está más orientada a la aplicación
práctica, al diseño y al desarrollo. Por regla general, la investigación académica o científica ―pura‖
o fundamental (si es que esto existe) sigue siendo competencia de las universidades. La
investigación en las escuelas de danza y teatro, conservatorios, academias de arte y otras escuelas
profesionales de las artes es, por lo tanto, de diferente naturaleza a la que generalmente tiene lugar
en el mundo académico, dentro de las universidades y los institutos de investigación. En qué
consiste realmente esa diferencia es precisamente el tema de las controversias – y tanto las
opiniones como los motivos son aquí sumamente divergentes.
Lo primero que hay que tener en cuenta en lo que respecta a este debate es el hecho de que
muchas de las partes contendientes tienden a optar por la fuerza retórica, según la cual el tener
razón depende del poder de convicción de los argumentos. No es nada casual que normalmente las
opiniones personales estén en sintonía con las afiliaciones de cada uno. Muchos contendientes
tienden a atrincherarse en posiciones institucionales establecidas, presentándose como defensores
de unos estándares de calidad sobre los que creen tener la patente. Otros, por el contrario, ofrecen
resistencia a cualquier forma de ―academización‖ (como a veces se le llama despectivamente) –
1
Este texto está basado en lecturas y presentaciones sobre investigación en las artes llevadas a cabo en otoño de 2005
en Ghent, Amsterdam, Berlín y Gothenburg. Agradezco a los participantes en aquellas sesiones sus constructivos
comentarios. En un animado encuentro de expertos bajo el título ―Kunst als Onderzoek‖ (Arte como investigación),
llevado a cabo en Felix Meritis en Amsterdam el 6 de febrero de 2004, hubo ya un previo intercambio de ideas sobre
este tema. La grabación en video de dicho encuentro (lecturas y discusiones incluidas) se puede encontrar en
http://www.ahk.nl/lectoraten/onderzoek/ahkL.htm.
1
temerosos de perder su peculiaridad y recelosos de lo que perciben de los ―polvorientos‖ confines
de la academia. El término ―academización‖ alude en este caso tanto a la desalmada realidad de la
burocracia de la universidad como a una inaceptable ―deriva académica‖, según la cual el vital
espíritu de la práctica artística de las academias de arte tendría que ser traicionado para poder sacar
provecho de la respetabilidad y el alto status social que nuestra cultura todavía otorga al trabajo
intelectual.2
El cambio en las políticas gubernamentales no es el único factor que ha introducido el tema
de la ―investigación en las artes‖ en la agenda del debate público y académico; el desarrollo mismo
de la práctica artística también ha jugado su papel. De unos años hasta ahora, ha sido un lugar
común hablar de arte contemporáneo en términos de reflexión e investigación. Aunque la reflexión
y la investigación han estado estrechamente vinculadas a la tradición modernista desde el principio,
están también entrecruzadas con la práctica artística en nuestra era moderna tardía o postmoderna –
no sólo en términos de la auto-percepción de los creadores e intérpretes artísticos, sino también, y
cada vez más, en los contextos institucionales, desde las regulaciones de financiación hasta el
contenido de los programas en las academias y los laboratorios artísticos. Particularmente, en la
última década (después de un periodo en el que ―diversidad cultural‖ y ―nuevos medios‖ eran las
consignas), investigación y reflexión han sido parte de los trajes verbales lucidos tanto por la
práctica como por la crítica artística en los foros públicos y profesionales sobre las artes. 3 Tanto es
así que ―investigación y desarrollo‖ no sólo han dejado de ser asunto exclusivo de las
universidades, centros de investigación independientes y de negocios o de agencias consultoras,
sino que cada vez más artistas e instituciones artísticas llaman ―investigación‖ a sus actividades. No
es una coincidencia que la exposición Documenta en Kassel se presente como una academia y que
institutos post-académicos como la Jan van Eyck Academie y la Rijksacademie van Beeldende
Kunsten en Holanda estén llamando a sus actividades ―investigación‖ y a sus participantes
―investigadores‖.4
Una de las preguntas que aparecen con prominencia en el debate sobre investigación en las
artes es: ¿Cuándo cuenta como investigación la práctica de arte? (y su posible corolario: ¿No cuenta
hasta cierto punto la práctica de arte como investigación?) ¿No se podrían formular criterios de tal
manera que ayudaran a diferenciar la práctica artística-en-sí de la práctica artística-como-
investigación? Y una cuestión concomitante: ¿En qué se diferencia la investigación artística de la
llamada investigación académica o científica? En la discusión que ahora sigue voy a intentar
introducir algo de luz en el tema de la investigación en las artes. Empiezo (I) trazando el debate
hasta nuestros días y citando las fuentes relevantes. Después (II) exploro varios problemas
terminológicos (a) y el concepto de ―investigación‖ (b). Mi análisis de la cuestión central (III) – la
naturaleza intrínseca de la investigación en las artes, especialmente en comparación con la
investigación académica actual predominante – está basado en las tres perspectivas a las que me he
referido con anterioridad: la ontología (a), la epistemología (b) y la metodología (c) de la
investigación en las artes. Ya he abogado en otro lugar, dentro del contexto holandés, por la
financiación pública directa o indirecta de la investigación en las artes (Borgdorff, 2004, 2005).
Aquí voy a concluir mi discusión comentando los aspectos de este asunto que pertenecen a las
2
En Flandes, la ―academización de la educación profesional superior de arte‖ está siendo ahora promovida bajo tal
marca. Y bajo acuerdos de colaboración entre universidades y escuelas profesionales de arte se están desarrollando
programas conjuntos de investigación en las artes.
3
Otro tema que ha desembarcado en la última década es el redescubierto ―activismo artístico‖.
4
La importancia atribuida a I+D en el mundo de los negocios ha estado disminuyendo últimamente. ¿Está llamado el
mundo de las artes a sustituirlo en lo sucesivo?
2
políticas y estrategias educativas (IV), poniendode relieve, ante todo, la legitimidad de este tipo de
investigación y las implicaciones que pueden llegar a tener los programas de doctorado en las
escuelas profesionales de arte.
El debate
5
Para los criterios aplicados a títulos de máster y doctorado de orientación práctica en Estados Unidos, por ejemplo, en
el ámbito de la música, ver NASM (2005).
3
ha habido virtualmente ningún tipo de debate sobre investigación basada-en-la-práctica hasta hace
muy poco.6 La razón de esto es pura especulación, pero el hecho es que en los últimos quince años
las dimensiones tanto teóricas como filosóficas de la investigación en las artes y sus aspectos más
relacionados con la política han sido los más ampliamente debatidos en el mundo de las artes
visuales y el diseño. La discusión – que, como ya he apuntado, ha dominado en el Reino Unido y en
los países escandinavos – ha llevado a varias formas de actividad. Una importante fuente de
información son los documentos e informes producidos por organizaciones involucradas en
financiación y/o evaluación de la investigación, como el UK Council of Graduate Education
(UKCGE, 1997, 2001), el Arts and Humanities Research Council (AHRC, 2003) y el Research
Assessment Exercise (RAE, 2005), todos en el Reino Unido. También se han llevado a cabo
diversas conferencias sobre investigación artística, cuyas actas forman un corpus de textos que han
servido para estimular el debate. Cada día hay más revistas que publican artículos que tratan sobre
―práctica como investigación‖, y han aparecido varias colecciones de artículos, monográficos y
hasta manuales de investigación en las artes y su metodología, en particular (entre ellos, Gray &
Malins, 2004; Sullivan, 2005; Hannula, Suornta & Vadén, 2005; Macleod & Holdridge, 2006).
Son también dignas de ser mencionadas dos listas de correo electrónico: PhD-Design and
PARIP. PhD-Design está dedicada exclusivamente a discusiones e información sobre desarrollo de
cursos de grado doctoral basados en la práctica en el campo del diseño. PARIP (Practice as
Research in Performance) es un proyecto patrocinado por AHRC en la Universidad de Bristol, que
se centra sobre todo en temas en torno a la práctica-como-investigación, especialmente en el teatro
y la danza. En octubre de 2002 tuvo lugar una animada discusión en la lista PARIP sobre una serie
de temas (tanto institucionales y organizativos, como más teóricos y filosóficos) en relación con la
investigación en dichos campos (ver Thomson, 2003, para una compilación de esa discusión.)7
El debate sobre la investigación en las artes plásticas y escénicas ha alcanzado al resto de los
países europeos en los últimos años. Aun así, no todos parecen darse cuenta de que el asunto que
apenas estamos empezando a abordar ha sido ya cuidadosamente considerado en otros países. Con
esto no quiero decir que las únicas respuestas correctas vengan de fuera. El arte es siempre aprender
de los descubrimientos y experiencias que ya han adquirido otros.
II
(a) Terminología
El artículo que Christopher Frayling publicó en 1993 bajo el título ―Investigación en arte y
diseño‖ introdujo una distinción entre tipos de investigación en las artes a los que muchos se han
referido desde entonces. Frayling diferenciaba entre ―investigación dentro del arte‖, ―investigación
6
Algunas discusiones parecen estar siendo emocionantes en el campo de la música en los últimos años. En 2004 se
estableció una red europea de institutos de música con estudios artísticos de doctorado (MIDAS), y la AEC (European
Association of Conservatoires) ha puesto en marcha un grupo de trabajo para considerar el ciclo (tercero) de doctorado.
7
Hay también otros proyectos, redes e instituciones que se centran en este área. Tan sólo voy a mencionar dos grupos
más de Inglaterra que figuran en el debate: la Performing Arts Learning and Teaching Innovation Network
(PALATINE), con base en la Universidad de Lancaster (ver, p. ej., Andrews & Nelson, 2003); y la Research Training
Initiative (RTI), con base en UCE Birmingham Institute of Art and Design. Las páginas web de PARIP, PALATINE y
RTI contienen amplias bibliografías. Páginas web para todos los proyectos, redes y listas de correo mencionadas en este
escrito pueden ser fácilmente localizadas a través de cualquier buscador.
4
para el arte‖ e ―investigación a través del arte‖.8 Yo también voy a utilizar esta tricotomía, aunque
con un enfoque ligeramente diferente. Voy a distinguir entre (a) investigación sobre las artes, (b)
investigación para las artes y (c) investigación en las artes.
(a) Investigación sobre las artes es la investigación que tiene como objeto de estudio la
práctica artística en su sentido más amplio. Se refiere a investigaciones que se proponen extraer
conclusiones válidas sobre la práctica artística desde una distancia teórica. Idealmente hablando,
dicha distancia teórica implica una separación fundamental entre el investigador y el objeto de
investigación. Aunque esto es una idealización, la idea reguladora que aquí se aplica es que el
objeto de investigación permanece intacto bajo la mirada escrutadora del investigador. La
investigación de este tipo es común en las disciplinas académicas de humanidades que se han ido
estableciendo, incluida la musicología, la historia del arte, los estudios teatrales, los estudios de los
medios de información y los de literatura.9 La investigación científica social sobre las artes
pertenece igualmente a esta categoría. Más allá de las diferencias entre estas disciplinas (y también
dentro de las propias disciplinas), las características comunes de este tipo de investigación y del
acercamiento teórico a las mismas son la ―reflexión‖ y la ―interpretación‖ – ya sea la investigación
de naturaleza histórica y hermenéutica, filosófica y estética, crítica y analítica, reconstructiva o
deconstructiva, descriptiva o explicativa. Donald Schön (1982, 49ss, 275ss) ha usado la expresión
―reflexión sobre la acción‖ para denotar este acercamiento a la práctica. Yo ya lo he descrito con
anterioridad como la ―perspectiva interpretativa‖ (Borgdorff, 2004).
(b) Investigación para las artes puede describirse como la investigación aplicada, en sentido
estricto. En este tipo, el arte no es tanto el objeto de investigación, sino su objetivo. La
investigación aporta descubrimientos e instrumentos que tienen que encontrar su camino hasta
prácticas concretas de una manera u otra. Ejemplos son las investigaciones materiales de aleaciones
usadas en esculturas de metal fundido, la investigación en la aplicación de sistemas electrónicos
conectados en la interacción entre danza e iluminación, o el estudio de las ―técnicas ampliadas‖ de
un violonchelo modificado electrónicamente. En cada caso, son estudios al servicio de la práctica
artística. La investigación entrega, por así decirlo, las herramientas y el conocimiento de los
materiales que se necesitan durante el proceso creativo o para el producto artístico final. A esto lo
he llamado ―perspectiva instrumental‖.
(c) Investigación en las artes es el más controvertido de los tres tipos ideales de
investigación. Donald Schön habla en este contexto de ―reflexión en la acción‖, y yo he descrito
con anterioridad este acercamiento como la ―perspectiva de la acción‖ o ―perspectiva inmanente‖.
Se refiere a la investigación que no asume la separación de sujeto y objeto, y no contempla ninguna
distancia entre el investigador y la práctica artística, ya que ésta es, en sí, un componente esencial
tanto del proceso de investigación como de los resultados de la investigación. Este acercamiento
está basado en la idea de que no existe ninguna separación fundamental entre teoría y práctica en las
artes. Después de todo, no hay prácticas artísticas que no estén saturadas de experiencias, historias y
creencias; y a la inversa, no hay un acceso teórico o interpretación de, la práctica artística que no
determine parcialmente esa práctica, tanto en su proceso como en su resultado final. Conceptos y
teorías, experiencias y convicciones están entrelazados con las prácticas artísticas y, en parte por
8
La distinción de Frayling se refiere a su vez a otra hecha por Herbert Read en 1944 entre ―enseñar a través del arte‖ y
―enseñar a hacer arte‖.
9
En los últimos años estas disciplinas también están dirigiendo lo que podríamos llamar la ―interpretatividad de la
mirada teórica‖. Un ejemplo en estudios teatrales es la conferencia titulada ―The Anatomical Theatre Revisited‖,
Amsterdam, del 5 al 8 de abril de 2006. (http://www.anatomicaltheatrerevisited.com/).
5
esta razón, el arte es siempre reflexivo. De ahí que la investigación en las artes trate de articular
parte de este conocimiento expresado a través del proceso creativo y en el objeto artístico mismo.
En la literatura especializada se han utilizado varios términos y expresiones para denotar la
investigación artística. Los más comunes son ―investigación basada-en-la-práctica‖, ―investigación
guiada-por-la-práctica‖ y ―práctica como investigación‖. La investigación basada-en-la-práctica es
una noción general y amplia que puede aplicarse cualquier forma de investigación en las artes
orientada hacia la práctica. La AHRC prefiere actualmente el término investigación guiada-por-la-
práctica para denotar la investigación que está centrada-en-la-práctica, y ahora hay muchos que
utilizan ese concepto. El término más explícito de todos es práctica como investigación, ya que
expresa el entrelazamiento directo de investigación y práctica, como ya se ha discutido
anteriormente en (c). La expresión ―investigación artística‖, que a veces se elige para destacar la
especificidad de la investigación en el arte, evidencia no sólo el vínculo comparativamente íntimo
entre teoría y práctica, sino que también encarna la promesa de un camino diferente, en un sentido
metodológico, que diferencia la investigación artística de la investigación académica predominante.
Ha sido argumentado desde varias perspectivas que la tricotomía propuesta más arriba –
investigación sobre, para y en las artes – no describe exhaustivamente las posibles formas de
investigación artística.10 Después de todo, ¿no es una característica distintiva de las artes, y por lo
tanto también de la investigación vinculada a ellas, su gran habilidad para eludir estrictas
clasificaciones y demarcaciones, y, en realidad, para generar criterios – en cada proyecto artístico
individual y en cada momento – que la investigación satisface, tanto en sentido metodológico como
en las formas en que la investigación es explicada y documentada? En esta cualidad específica, se
suele decir, yace una de las mayores distinciones vis-à-vis que es habitual en el mundo académico –
una fundamental apertura hacia lo desconocido, lo inesperado, que puede suponer un correctivo a lo
que actualmente es considerado como investigación válida.
Este argumento está basado en un específico y limitado concepto de lo que son las becas y la
ciencia. Más particularmente, supone que la investigación científica predominante está siempre
basada en un protocolo establecido y que existen criterios universales para la validación de la
investigación. Esto es fruto de un concepto erróneo. A menudo, los investigadores académicos, sólo
desarrollan los métodos y técnicas de investigación apropiados a medida que avanza su trabajo, y
las reglas para la validación y la fiabilidad de los resultados de su investigación tampoco derivan de
ningún patrón externo e independiente de ésta, sino que están definidos dentro de los propios
dominios de esa investigación. La ciencia, en su mejor forma, es menos rígida y constrictiva de lo
que a algunos de los participantes en el debate de la investigación artística les gustaría creer.
Evidentemente esta clasificación general en tres tipos de investigación no dice mucho
todavía. En el caso de la ―investigación en las artes‖, a la que ahora nos estamos limitando, todavía
tenemos que responder a la pregunta de cuándo la práctica artística se califica como investigación.
¿Qué queremos decir aquí con ―investigación‖, y qué criterios podemos formular para distinguir
dentro del arte entre práctica-en-sí y práctica-como-investigación?11 Antes de abordar la cuestión de
qué se debe entender por investigación, me gustaría comentar brevemente las clasificaciones
utilizadas en la práctica artística en sí.
10
Mi colega Marijke Hoogenboom, por ejemplo, en su trabajo en la Escuela de Arte de Amsterdam (Amsterdamse
School of the Arts), trata de aproximarse a lo que la investigación puede ser potencialmente, empezando por las actuales
prácticas artísticas y prácticas educativas de las artes.
11
La idea de que toda práctica de arte es por definición investigación puede ser a veces de utilidad para subrayar la
naturaleza reflexiva del arte, y puede surgir en la incierta búsqueda que abriga el proceso creativo, pero no es muy
fructífera a la hora de traer luz al debate sobre investigación en las artes. Si todo es investigación, entonces ya nada es
investigación.
6
En las artes estamos acostumbrados a diferenciar en términos de actividad o rol (música,
teatro), dimensión (arte visual) y otros aspectos varios. En el mundo de la música se distingue, por
ejemplo, entre componer, interpretar e improvisar12; en el mundo del teatro se distingue entre
actores y directores, dramaturgos y escenógrafos; en el mundo de las artes visuales podemos
diferenciar entre trabajo bidimensional, tridimensional y audiovisual, etc. En el debate sobre
investigación artística, se ha demostrado más productivo el empleo de otra distinción – la que se da
entre objeto, proceso y contexto. Objeto representa la ―obra de arte‖: la composición, la imagen, la
actuación, el diseño, así como la estructura dramática, el argumento, la disposición del escenario, el
material, la música. Proceso representa la ―producción de arte‖: creación, producción, ensayo,
desarrollo de imágenes y conceptos, pruebas. Contexto representa el ―mundo del arte‖: la recepción
del público, el entorno cultural e histórico, la industria, etc.13 Especialmente en la evaluación (y
financiación) de la investigación en las artes, existe una gran diferencia entre examinar
exclusivamente los resultados en forma de objetos concretos de arte y observar también la
documentación del proceso que ha llevado a tales resultados, o el contexto, como parte
determinante del significado del objeto y del proceso.
12
Una cuarta categoría podría llamarse ―actividades híbridas‖, en tanto que, especialmente en el caso de la música
contemporánea, no pueda establecerse ninguna distinción clara entre composición, interpretación e improvisación.
13
Como el artista visual Robert Klatser me señaló en una ocasión, en la experiencia y en la práctica creativa de los
artistas el objeto, el proceso y el contexto no pueden ser, o al menos no siempre, separados entre ellos. Ahora bien, esta
distinción puede ser un instrumento que aclare y ayude a estructurar y guiar las prácticas de investigación.
14
El texto completo es ‗ ―Investigación‖, para el propósito de la RAE, ha de ser entendida como investigación original
emprendida con la intención de obtener conocimiento y entendimiento. Ello incluye trabajos de relevancia directa para
las necesidades del comercio, la industria y para los sectores públicos y de voluntariado; becas; la invención y
generación de ideas, imágenes, actuaciones, artefactos que incluyen diseño, donde estos llevan a descubrimientos
nuevos y sustancialmente mejorados; y el uso de conocimiento existente en el desarrollo experimental para producir
materiales, mecanismos, productos y procesos nuevos y sustancialmente mejorados, incluyendo el diseño y la
construcción.‖
7
cuando la práctica artística ofrece una contribución intencionada y original a aquello que ya
conocemos y entendemos.15
La AHRC (2003) trabaja con un paquete diferente de criterios para evaluar propuestas de
investigación; no juzga los resultados de la investigación en retrospectiva ni evalúa consecuencias,
sino que contempla, en primer lugar, qué implica la investigación y cómo se diseña el estudio (es
decir, se centra en una evaluación a priori). Cuatro criterios sirven de parámetros: (1) La
investigación tiene que introducir cuestiones de investigación o problemas claramente articulados.
(2) Ha de ser explicada la importancia de estas cuestiones y problemas dentro de un contexto de
investigación específico que incluya la contribución que va a hacer el proyecto y cómo se va a
relacionar el estudio con otras investigaciones en el área. (3) Tienen que especificarse uno o más
métodos de investigación que se vayan a aplicar para dirigir y, en la medida de lo posible, dar
respuesta a las cuestiones y problemas. (4) Los resultados del estudio y el proceso de investigación
tienen que ser debidamente documentados y difundidos. Huelga decir que las cuestiones, el
contexto, los métodos, la documentación y la difusión de la investigación están sujetos a cambios en
el transcurso del estudio, pero la evaluación está basada en la propuesta de diseño del estudio en su
forma inicial.
Tomándolo todo en su conjunto, las definiciones citadas aportan criterios discriminatorios
para evaluar las actividades que pueden calificarse como investigación: intención, originalidad,
conocimiento e interpretación, cuestiones de investigación, contexto, métodos, documentación y
difusión. Podemos ahora utilizar estos criterios para abordar la cuestión de cómo la ―práctica
artística-como-investigación‖ puede ser distinguida de la ―práctica artística-en-sí‖. Voy a hacerlo a
través de una propuesta que espero que se vea como desafiante:
La práctica artística puede ser calificada como investigación cuando su propósito es ampliar
nuestro conocimiento y entendimiento a través de una investigación original. Empieza con
preguntas que son pertinentes para el contexto de la investigación y el mundo del arte, y emplea
métodos que son apropiados para el futuro estudio. El proceso y los resultados de la investigación
están apropiadamente documentados y son difundidos entre la comunidad investigadora y el
público más amplio.
Esta ―definición‖ puede servirnos de bien poco de momento. ¿Cómo sabemos en nuestra
investigación, por ejemplo, qué métodos son ―apropiados para el estudio‖, y qué significa
―debidamente documentado‖?16 Las opiniones difieren en algunos puntos igual que en el debate
sobre la investigación en arte. Pero esta definición nos proporciona, al menos, unos criterios
negativos que podemos usar para distinguir práctica artística-en-sí (o protegerla, si es necesario) de
práctica artística pretendida-como-investigación. La próxima pregunta es igual de importante: ¿En
qué aspectos difiere este tipo de investigación de la investigación académica predominante?
15
The Dublín Descriptors (2004), que propone criterios educativos para el Proceso de Bolonia, definen investigación de
manera similar: ―un estudio o investigación cuidadosa basada en la interpretación sistemática y la conciencia crítica de
conocimiento‖. Esta definición ostensiblemente amplia de investigación se vuelve más concreta después, cuando se
discuten los requerimientos para una investigación de grado doctoral: ―investigación original que extiende la frontera de
conocimiento‖.
16
¿Es un dosier visual suficiente para un proyecto de arte visual, por ejemplo, o es siempre necesario un informe para
explicar el futuro estudio?
8
III
17
Cfr. Biggs (2003), y especialmente Pakes (2004), quien, citando a Gadamer, insta a retomar la obra de arte como
objeto de investigación.
10
(b) La pregunta epistemológica
¿De qué tipo de conocimiento y entendimiento se ocupa la investigación en las artes? ¿Y
cómo se relaciona este conocimiento con formas más convencionales de conocimiento académico?
La respuesta corta a la primera pregunta es: el conocimiento plasmado en las prácticas de arte
(objetos y procesos). La respuesta a la segunda pregunta va a proporcionar una comprensión más
directa a lo que pueda ser el ―conocimiento plasmado‖.
Una primera vía de aproximación nos viene de la tradición, remontándonos a la antigüedad
griega, que distingue entre conocimiento teórico y conocimiento práctico. Desde Aristóteles, el
concepto de episteme, conocimiento intelectual, fue contrastado con el de techne, conocimiento
práctico requerido para crear (poiesis) y hacer (praxis). El concepto de phronesis, o sabiduría
práctica, en concreto, el conocimiento de cómo comportarse (particularmente en un sentido moral),
puede entenderse también en oposición al conocimiento intelectual, que se revelaba insuficiente
cuando se convertía en sabiduría intelectual (Carr, 1999; Kessels & Korthagen, 2001). En el s. XX,
esta oposición fue tematizada en la filosofía analítica como aquella entre ―saber qué‖ y ―saber
cómo‖, entre conocimiento y habilidad. Especialmente, Gilbert Ryle (1949), y después Michael
Polanyi (1962, 1966) y el teórico del arte David Carr (1978, 1999), elevaron el conocimiento
práctico – el cual, siendo un conocimiento tácito, implícito, no encuentra ninguna expresión
discursiva o conceptual directa – a un plano de igualdad, epistemológicamente hablando; Polanyi,
incluso, lo vio como el fundamento de todo conocimiento.
Desde Alexander Baumgarten, el conocimiento plasmado en el arte ha sido así mismo un
tema de especulación y reflexión en la filosofía estética. El conocimiento no conceptual plasmado
en el arte ha sido analizado de diferentes maneras: en Baumgarten como ―analogon rationis‖, según
lo cual el gran arte es capaz de manifestar un conocimiento sensorial perfecto; en Immanuel Kant
como ―valor cultural‖ (Kulturwert), la cualidad a través de la cual el arte alimenta el pensamiento y
se distingue de la mera gratificación estética de los sentidos; en Friedrich W.J. Schelling como el
―órgano de la filosofía‖, la experiencia artística que se eleva sobre cualquier marco conceptual y es
la única experiencia que puede tocar lo ―absoluto‖; en Theodor W. Adorno como el ―carácter
epistémico‖ (Erkenntnischaracter), a través del cual el arte ―articula‖ la verdad oculta sobre la
oscura realidad de la sociedad; y también en contemporáneos postmodernos como Jacques Derrida,
Jean-François Lyotard and Gilles Deleuze, quienes, cada uno a su manera, contraponen el poder
evocativo de aquello que está plasmado en el arte a la naturaleza restrictiva del conocimiento
intelectual.
Algunos participantes en el debate sobre la especificidad de la investigación en las artes
abrigan la creencia de que el arte llega a realizarse sólo sobre la base de la intuición, en terrenos
irracionales y a través de vías no cognitivas, y que esto lo hace inaccesible para la investigación
desde dentro. Este error surge cuando el contenido no conceptual de los hechos artísticos se
confunde con su supuesta forma no cognitiva, y cuando la manera no discursiva en la que se nos
presenta ese contenido se interpreta como una traición a su irracionalidad. Sin embargo, los
fenómenos de trabajo en el terreno artístico son decididamente cognitivos y racionales, aun cuando
no podemos acceder directamente a ellos a través del lenguaje y los conceptos. Parte de la
especificidad de la investigación del arte yace, por eso, en la peculiar manera en que los contenidos
no conceptuales y no discursivos están articulados y son comunicados.
La cuestión espistemológica del carácter distintivo del conocimiento artístico ha sido
asimismo abordada por la fenomenología, la hermenéutica y las ciencias cognitivas. En la obra de
Maurice Merleau-Ponty, el conocimiento plasmado es, más concretamente, un ―conocimiento
corporal‖. El a priori del cuerpo supone el lugar del a priori del conocimiento intelectual,
11
convirtiendo la intimidad corporal prerreflexiva con el mundo que nos rodea en el fundamento de
nuestros pensamientos, acciones y sentimientos. En el contexto del actual debate, el enfoque de
Merleau-Ponty ha tenido una fuerte influencia en los estudios teatrales (particularmente en los
estudios sobre danza; ver p.ej. Parviainen, 2002) y también en los estudios de género.
Ya he aludido a la hermenéutica como vehículo para el acceso a lo que hay en
funcionamiento en el arte. La ambigüedad fundamental del trabajo artístico ofrece la interpretación
de un proceso inacabado en el que el intérprete y lo interpretado se funden temporalmente en
horizontes interpretativos siempre en retroceso. La ―historia efectiva‖ (Wirkungsgeschichte), como
la ha llamado Hans-Georg Gadamer, permite a la interpretación productiva de la investigación en
arte generar nuevos significados, implícitos en obras de arte concretas.
El conocimiento implícito también ha sido uno de los focos de la investigación en el campo
de la psicología cognitiva, como en la obra de Howard Gardner (1985) sobre inteligencia múltiple o
la de Herbert Dreyfus (1982) sobre inteligencia artificial. La zona entre cognición y creatividad se
está explorando ahora en proyectos de colaboración entre científicos y artistas.18
En resumen, el conocimiento plasmado en el arte, que ha sido analizado de diferentes
formas, tales como conocimiento tácito, práctico, como ―saber cómo‖ (―knowing-how‖) y como
conocimiento sensorial, es cognitivo, aunque no conceptual; y es racional, aunque no discursivo. La
naturaleza específica del contenido del conocimiento ha sido analizada en profundidad en la
fenomenología, la hermenéutica y la psicología cognitiva.
18
Coreografía y cognición. http://www.choreocog.net/
19
Ver la contribución de Ken Friedman a la lista PhD del 9 de abril de 2002.
12
Una diferencia respecto a la investigación académica más establecida es que la investigación
artística generalmente es desarrollada por los propios artistas. De hecho, se podría argumentar que
sólo los artistas son capaces de llevar a cabo tales investigaciones basadas-en-la-práctica. Pero, si es
éste el caso, entonces la objetividad se convierte en un asunto urgente, ya que un criterio para la
investigación académica sólida es una fundamental indiferencia hacia quién lleva a cabo la
investigación. Cualquier otro investigador debería ser capaz de obtener los mismo resultados en
condiciones idénticas. Por tanto, ¿tienen los artistas un acceso privilegiado al dominio de la
investigación? La respuesta es sí. Porque los procesos artísticos creativos están inextricablemente
unidos a la personalidad creadora y a la mirada individual y, a veces, a la idiosincrásica del artista;
por tanto, la mejor manera de llevar a cabo investigaciones de este tipo es ―desde dentro‖. Además,
la actividad como tema aquí es la investigación en la práctica artística, lo cual implica que crear y
actuar forman parte del proceso de la investigación – de este modo, ¿quién más, aparte de los
propios creadores, estaría cualificado para llevarlo a cabo? Ahora bien, esa diferenciación tan
borrosa entre sujeto y objeto del estudio se complica por el hecho de que, a menudo, la
investigación está, en diferentes grados, al servicio del desarrollo artístico del artista-investigador.
Obviamente tiene que haber límites. En casos en los que el impacto de la investigación queda
confinado a la propia obra del artista y carece de importancia en un contexto investigador más
amplio, uno puede preguntarse con razón si dicha actividad puede ser calificada como investigación
en el verdadero sentido de la palabra.
Tal y como sucede con la ontología y la epistemología dentro del campo de la investigación
en las artes, la cuestión de la metodología debería también elucidarse, en lo sucesivo, por medio de
la comparación con el academicismo establecido. Tomando como referencia la amplia división en
los tres grandes campos académicos, podemos hacer las siguientes burdas generalizaciones sobre
los diferentes métodos asociadas a ellos. Como norma, las Ciencias Naturales tienen una
orientación empírico-deductiva; es decir, sus métodos son experimentales y están diseñados para
explicar los fenómenos. Los experimentos y los equipos de laboratorio son elementos
característicos de la investigación dentro de las ciencias naturales. Las Ciencias Sociales están
también, por norma, orientadas empíricamente; sus métodos normalmente no son experimentales,
pero están diseñados, ante todo, para describir y analizar datos. Los análisis cuantitativos y
cualitativos ejemplifican la investigación de las Ciencias Sociales. Uno de los métodos
desarrollados en la Etnografía y la Antropología social es la observación de la participación de los
diversos actores. Este acercamiento responde a una interpretación mutua del sujeto y el objeto del
campo de investigación y puede servir, hasta cierto punto, como modelo para algunos tipos de
investigación en las artes. Las Humanidades, por norma general, tienen una orientación más
analítica que empírica, y se centran más en la interpretación que en la descripción o explicación.
Formas características de la investigación en las Humanidades son la Historiografía, la reflexión
filosófica y la crítica cultural.
Si comparamos varios campos académicos entre sí y nos preguntamos (1) si son, en esencia,
exactos o interpretativos, (2) si tratan de identificar leyes universales o de entender instancias
particulares y específicas; y (3) si la experimentación forma parte de su investigación, podemos
llegar a la siguiente estructura esquemática.20 Las matemáticas puras son generalmente una ciencia
20
Estoy aquí en deuda con Nevalinna (2004). Estoy de acuerdo con el autor reconociendo que la comparación es más
bien burda. Además, especialmente, en vista de la evolución de la ciencia moderna y de recientes descubrimientos en la
filosofía de la ciencia, clasificaciones de este tipo sin duda deben ser vistas con escepticismo. Por ejemplo, es muy
común hoy en día, especialmente para los que no son físicos, poner el acento en los paradigmas inconmesurables de la
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exacta, universalmente válida y no experimental. Así mismo, las ciencias naturales tratan de generar
conocimientos exactos que correspondan a leyes o modelos universales, pero que, a diferencia del
conocimiento matemático, a menudo se obtienen por medios experimentales. Estos pueden
contrastarse con la Historia del Arte (por citar tan sólo un ejemplo de las Humanidades), que no está
interesada fundamentalmente en formular leyes precisas, universales, sino más en abrirse paso hacia
lo particular y lo singular a través de la interpretación. La experimentación no tiene aquí la menor
importancia.
Vamos a ver ahora la posición específica que ocupa la investigación en arte a este respecto.
La investigación en las artes también se ocupa generalmente de interpretar lo particular y lo único,
pero en este tipo de investigación la experimentación práctica es un elemento esencial. Por lo tanto,
la respuesta a la cuestión de la metodología es, brevemente, que el diseño de la investigación
incorpora la experimentación y participación en la práctica y la interpretación de esta práctica.
En resumen, la investigación en las artes se llevaa cabo, generalmente, por artistas, pero su
investigación prevé una repercusión en un ámbito más amplio que el del propio arte. A diferencia
de otros campos de conocimiento, la investigación en el arte emplea métodos tanto experimentales
como hermenéuticos, dirigiéndose a productos y a procesos particulares y singulares.
Si tomamos ahora todas juntas esas exploraciones de las facetas ontológica, epistemológica
y metodológica de la investigación en las artes y las condensamos en una única y breve fórmula,
llegamos a la siguiente caracterización:
La práctica artística – tanto el objeto artístico como el proceso creativo – entraña un conocimiento
ubicado y tácito, que puede ser mostrado y articulado por medios de experimentación e
interpretación.
La práctica artística puede ser calificada como investigación si su propósito es aumentar nuestro
conocimiento y comprensión, llevando a cabo una investigación original en y a través de objetos
artísticos y procesos creativos. La investigación de arte comienza haciendo preguntas que son
pertinentes en el contexto investigador y en el mundo del arte. Los investigadores emplean métodos
experimentales y hermenéuticos que muestran y articulan el conocimiento tácito que está ubicado y
encarnado en trabajos artísticos y procesos artísticos específicos. Los procesos y resultados de la
investigación están documentados y difundidos de manera apropiada dentro de la comunidad
investigadora y entre un público más amplio.
Coda: legitimación
La investigación sobre la supervisión de los proyectos de investigación basada-en-la-
práctica en las artes (Hockey & Allen-Collison, 2000; Hockey, 2003) ha mostrado que una
dificultad experimentada tanto por candidatos de doctorado como por sus supervisores radica en la
desconfianza y el escepticismo de otros estudiosos –tanto de sus mismas instituciones como de
círculos más amplios – ante investigaciones de este tipo. Aquellos implicados en la investigación
del arte, a menudo tienen que ―vender‖ su investigación como un proyecto creíble, y deben emplear
mecánica cuántica, la teoría de la relatividad y la mecánica clásica con la intención de enfatizar la naturaleza
interpretativa del conocimiento científico.
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mucho tiempo y energía teniendo que explicar repetidamente a toda clase de particulares y
autoridades en qué consiste la investigación y cuál es la base lógica de este tipo de investigación.
Sortear las barreras institucionales y disuadir a otras personas exige una cantidad desproporcionada
de tiempo, además de tener poco que ver normalmente con el tema de la investigación. Y el peso de
la prueba recae sobre los ―novatos‖, mientras que la legitimación de la investigación académica
predominante rara vez se cuestiona. El asunto culmina con la pregunta de si aquellas
investigaciones en las que la creación de arte está entremezclada con el proceso de investigación
son realmente investigaciones académicas serias, y si merecen, por ejemplo, el grado de doctorado
(Cadlin, 2000a, 2000b). Algunos argumentan que aunque las ―prácticas de arte con-aspecto-de-
investigación‖ pueden tener, o tienen, valor en sí mismas – un valor comparable o incluso
equivalente al de la investigación académica – estamos ante dos proyectos distintos: verdadera
investigación, por una parte, y, por otra, una actividad que debe considerarse distinta de la
investigación, incluso aunque pueda tener un valor equivalente desde un punto de vista social o
desde cualquier otro punto de vista. Hay diferencia de opiniones sobre este punto en el debate sobre
doctorados basados-en-la-práctica en las artes. Frayling (en UKCGE, 1997), Strand (1998) y otros
han defendido, en este punto, la introducción del concepto de ―equivalencia de la investigación‖. Es
de sospechar que uno de los motivo de los que proponen esta ―equivalencia de la investigación‖
debe ser el que la investigación basada-en-la-práctica, con sus cualidades no discursivas, de
actuación y artísticas no tenga que seguir ―verdiéndose‖ más.
Ya que las prácticas de arte, no importa si se presentan como investigación, están valoradas
en nuestra cultura, otro argumento defiende que los que las practican quizá deban ser
recompensados con un grado de educación superior, así como con financiación – pero entonces el
nombre o título de ese grado debería dejar claro que no se trata de una verdadera investigación
académica; en otras palabras, ese título no debería ser un grado de doctorado sino una suerte de
―doctorado profesional‖. La distinción entre doctorados y doctorados profesionales ha existido
durante algún tiempo en los Estados Unidos. Básicamente, se podría argumentar que el mundo
académico orientado-hacia-la investigación en ese país contempla los doctorados profesionales
como inferiores, mientras que el mundo del arte profesional tiende a mirar con desprecio los grados
más ―académicos‖, como los másters y doctorados.
Además de la equivalencia, otro tema en el debate de doctorado-versus-doctorado
profesional en las artes se ocupa de la naturaleza y la orientación del grado doctoral. Aquellos que
se inclinan a comparar la investigación en las artes con proyectos como la investigación técnica o
aplicada, o la investigación en diseño, son más propensos a defender el doctorado profesional que
aquellos que hacen hincapié en el parentesco de la investigación en arte con la investigación en los
estudios culturales o en las humanidades. Otra propuesta, dirigida en parte a evitar la no deseada
proliferación de títulos y a mantener la transparencia del sistema de grados, es introducir el así
llamado modelo inclusivo (ver p.ej. UKCGE, 1997, 14ss, 26ss). El título de doctorado indicaría
entonces que sus poseedores son capaces de llevar a cabo investigaciones al más alto nivel, pero
dejaría abierto si esto sería investigación académica ―pura‖ o investigación ―basada-en-la-práctica‖.
Toda la gama que va desde la investigación teórica hasta la investigación en diseño, desde las
ciencias naturales hasta los estudios clásicos, desde la odontología, la gestión de la calidad
alimenticia y la ingeniería civil hasta la teología, el derecho fiscal y las bellas artes, todas podrían
tener su lugar dentro del grado de doctorado. Las dudas sobre la legitimidad del grado en la
investigación basada-en-la-práctica en las artes plásticas y escénicas surgen principalmente porque
todavía hay problemas para tomar en serio la investigación diseñada, articulada y documentada por
medios tanto discursivos como artísticos. La dificultad yace en la presunta imposibilidad de
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alcanzar una evaluación más o menos objetiva de la calidad de la investigación – como si los foros
especializados en arte no existieran paralelamente a los académicos, y como si la objetividad
académica o científica fuera una noción que no planteara ningún tipo de problema. En cierto
sentido, aquí se está repitiendo una discusión que ya ha tenido lugar (y todavía continúa) respecto a
la emancipación de las Ciencias Sociales: la prerrogativa de la vieja guardia que se cree poseedora
del estándar de calidad contra los derechos del recién llegado quien, al introducir su propio campo
de investigación, en realidad altera la interpretación vigente de lo que son el academicismo y la
objetividad.
Si la comparación con la emancipación de las Ciencias Sociales es acaso válida, entonces
queda un largo camino por recorrer. Incluso después de dos siglos de debate sobre la premisa
fundamental de las Ciencias Sociales, algunos, tanto dentro como fuera de las universidades,
todavía cuestionan la autonomía (y legitimidad) de ese campo de conocimiento. Por contra, el
rápido desarrollo de una nueva disciplina como son los Estudios Culturales puede ser motivo de
optimismo. Quizá iría demasiado lejos exigiendo un cambio de paradigma, pero sé con toda
seguridad que es necesario un cambio en la mentalidad de algunas personas. Sabíamos que nos
encontraríamos con una férrea resistencia, y aunque esto nos va a hacer perder el ánimo de vez en
cuando, es un reto que podemos asumir.
h.borgdorff@ahk.nl
31-1-2006
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