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Un Libro Sin Recetas-Fase6

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Salud mental
autocuidado en las
y los docentes de
educación básica
Cambiemos el tono de este libro. La historia del magisterio, las luchas de
clases, las reivindicaciones educativas, la praxis, la gestión escolar, etcétera,
requieren de un lenguaje conceptual que describa los datos, que consigne las
citas de autoridad. Sin embargo, entre el logos, el ethos y el phatos, es necesario
profundizar en este último y abordarlo desde la intimidad del lenguaje, con
la cercanía que requiere hablar de sentimientos como el dolor, la tristeza, la
alegría, la esperanza o la decepción, entre otros.
Este apartado pretende explicar algunos conceptos básicos sobre la sa-
lud mental, y acompañar en la reflexión sobre el impacto que ésta tiene en
nuestras vidas, tanto para tu desarrollo individual como el de las niñas, los
niños y adolescentes (NNA) que guiamos y acompañamos día a día en el con-
texto escolar. Asimismo, pretende facilitar algunas recomendaciones prác-
ticas para cuidar la salud mental de maestras y maestros, mientras cuidan
también la de los demás.

Comencemos por definir salud


mental
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (oms, 2022), la salud
mental se refiere al estado de bienestar en el cual cada individuo desarro-
lla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, trabajar de forma
productiva y fructífera, y aportar algo a su comunidad. En este sentido, la
salud mental no significa sólo la ausencia de enfermedad, sino un estado
de equilibrio y armonía entre las personas y su entorno, lo cual incluye su
bienestar físico, emocional, psicológico y social (Unicef, 2021). La Secretaría
de Salud (1984) dice al respecto: “Se entiende por salud mental un estado de
bienestar físico, mental, emocional y social determinado por la interacción
del individuo con la sociedad y vinculado al ejercicio pleno de los derechos
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humanos [...]*. La salud mental forma parte de la salud integral; por lo tanto,
no podemos hablar de salud plena si no hay salud mental.
La salud mental es un derecho que permite a las personas la identifica-
ción y expresión asertiva de emociones y el manejo saludable del estrés, y
favorece el establecimiento de relaciones interpersonales sanas, positivas
y empáticas, así como la experimentación de bienestar y satisfacción con
la vida.

Salud mental no es hablar siempre de enfermedades

Es común que al hablar de salud mental, las personas la asocien con padeci-
mientos como la depresión, la esquizofrenia, el trastorno obsesivo compul-
sivo (Toc), el comportamiento suicida o los trastornos por uso de sustancias
psicoactivas o drogas. Incluso, hay quienes la asocian con “locura” y llegan
a imaginar a personas envueltas en camisas de fuerza. Aunque alejados de
la realidad, estos estereotipos fundamentados en películas y otros medios,
promueven la formación de prejuicios que se han convertido en obstáculos
importantes para que reciban apoyo de manera oportuna las personas que
lo necesitan.
Hablar de salud mental va mucho más allá, significa conocernos lo sufi-
ciente como para identificar nuestras emociones, pensamientos, conductas,
y ser capaces de gestionarlas adecuadamente. Significa desarrollar habili-
dades y competencias para la vida. Significa, también, identificar nuestras
necesidades y cubrirlas contemplando el respeto a nosotros mismos y a las
demás personas. Significa, igualmente, promover estilos de vida saludables
que generen una existencia más plena. Significa que se fortalezca la salud
integral y disminuya la vulnerabilidad a las enfermedades. Significa, inclu-
so, promover la creación de entornos que sean percibidos como seguros, que
doten de oportunidades de crecimiento y desarrollo integral de todxs. Ha-
blar de salud mental es promover los factores protectores y disminuir los
de riesgo.

Factores de protección y factores


de riesgo
Son conceptos clave para comprender cómo promover la salud mental
propiay la de las personas que están bajo nuestro cuidado como docentes, por
lo que el principio general de diversos programas de prevención y promo-
ción de la salud mental es, precisamente, propiciar o mejorar los factores
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protectores y reducir o eliminar los de riesgo que cambian de acuerdo con el


desarrollo de la persona (Hawkins et al., 2002).
Los factores de riesgo y de protección pueden definirse como aquellos
aspectos del ambiente o de la persona que hacen más probable (factores de
Tiesgo) o menos probable (factores protectores) que desarrolle un problema
específico (Centro para la Salud y Desarrollo Comunitario, s. f.).
Los factores de riesgo son características que pueden ser individuales,
familiares, sociales, económicas o ambientales asociadas con una probabi-
lidad más alta de aparición de problemáticas, mayor gravedad y duración
significativa de los principales problemas de salud mental. Los factores de
protección hacen referencia a condiciones que mejoran la resistencia de las
personas a los factores de riesgo y que pueden modificar, aminorar o alterar
positivamente su respuesta ante algunos peligros ambientales (OMs, 2004).
En ambos casos, pueden ser de tipo biológico, emocional, cognitivo, conduc-
tual, interpersonal o relacionado con el contexto familiar, y suimpacto en la
salud mental puede ocurrir durante periodos sensibles en diferentes etapas
de la vida, e incluso afectar a través de varias generaciones (SEP, 2021a).
Se ha identificado que el contexto es muy importante, por lo que promo-
ver un ambiente estable en los hogares, así como una nutrición adecuada,
estimulación física y cognitiva, apoyo familiar cálido, asistir a la escuela y
encontrar en ella un entorno seguro, resulta primordial para desarrollar una
adecuada autorregulación emocional y conductual, así como otras cualida-
des que protegerán de innumerables riesgos y propiciarán un desarrollo po-
sitivo (Unicef, s. f.).
Por otra parte, la acumulación de múltiples factores de riesgo, la falta de
factores de protección y la interacción en situaciones altamente estresantes,
como puede ser la violencia, una pandemia o dificultades económicas para
cubrir las necesidades básicas, pueden predisponer a las personas a cambiar
de una condición mentalmente saludable a otra de mayor vulnerabilidad
(OMs, 2004), lo que podría derivar en la presencia de trastornos mentales.

Resiliencia
La importancia de este concepto ha aumentado en los últimos años con el
estudio de casos de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas
que, al transitar por situaciones adversas que representaron una desviación
de su propio bienestar y por las que fácilmente pudieron haber incurrido
en prácticas como el consumo de alcohol u otras drogas o el suicidio, salieron
adelante y son personas con las mismas características que aquellas que no
han vivido lo que éstas (Alpízar y Salas, 2010).
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Es importante no confundirnos: la resiliencia no significa soportar es-


toicamente o atravesar sola o solo la adversidad. Por el contrario, uno de
los componentes fundamentales del ser resiliente es su capacidad de buscar
apoyo en otras personas. Ser resiliente es de gran ayuda para protegernos
de diferentes problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad.
También, puede promover la compensación de los factores que aumentan el
riesgo de presentar trastornos mentales, como el acoso o un trauma previo
(Mayo Clinic, 2022).
La resiliencia no es una característica que alguien tiene o no. Incluye
conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarro-
lladas por cualquier persona (SEp, 2021a).

+ Construir relaciones fuertes y positivas con las personas significativas


cercanas.
+ Buscar cada día una sensación de logro y propósito, establecer metas
que ayuden a mirar hacia el futuro con sentido.
+ Aprender de las experiencias pasadas cuando se ha afrontado
la dificultad de forma competente.
+ Mantener la esperanza. Aceptary anticipar el cambio para adaptarse
con mayor facilidad y que los retos se contemplen con menos ansiedad.
+ Atender las propias necesidades y sentimientos participando en
actividades que se disfruten, como hacer actividad física, dormir y
descansar, alimentarse saludablemente. Es recomendable practicar
estrategias para afrontar el estrés y el llevar a cabo un manejo de
emociones adecuado.
+ No ignorar los problemas. Por el contrario, ser proactiva/o, hacer un plan
y entrar en acción. Buscar redes de apoyo y analizar los recursos con
los que se cuenta para afrontar la adversidad.
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Derribar las principales barreras


para la atención oportuna de
la salud mental: el estigma y la
discriminación
El estigma y la discriminación son los principales obstáculos que enfrentan
las personas que requieren apoyo para atender su salud mental, pues estos
factores afectan de distintas formas:

+ Influyen en la dificultad para reconocer que se necesita apoyo


profesional (propiciadas por el estigma internalizado).
+ Evitan que las personas busquen ayuda, o lo hacen hasta que ya se
sienten “muy mal”. En ocasiones, cuando esto pasa ya es tarde.
+ Conllevan miedo a ser etiquetado y, por ende, ver afectada la vida
personal, social y laboral.
+ En el caso de las familias, cuando no son bien informadas y no
desarrollan conciencia sobre la enfermedad de alguno de sus integrantes,
los sentimientos predominantes pueden ser de vergiienza y negación
ante la situación, lo que lleva al ocultamiento, al secreto y en ocasiones
al aislamiento o abandono.

El cambio sólo es posible si se cuestionan las ideas preconcebidas alrededor


del tema y, en su lugar, nos documentamos con información clara, con base
en evidencia científica y de manera sensible, respetando los derechos hu-
manos de las personas, contemplando la etapa de desarrollo en la que se en-
cuentra y la diversidad de ideas e ideales que existe. Ante todo, es necesario
recordar que más allá de su diagnóstico, alguien que vive con un trastorno
mental es, por sobre todas las cosas, una persona.

Relación de la escuela con la salud


mental
Se ha comprobado que integrar programas de prevención y promoción de la
salud mental en las escuelas, se asocia a un efecto benéfico en NNA, docen-
tes, familias y comunidad (Weare y Nind, 2011), pues las escuelas son un
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espacio de interacción y aprendizaje donde se propicia la formación como


personas con mejores habilidades socioemocionales, capaces de construir
un proyecto de vida y de establecer relaciones afectivas sanas y de calidad
con las otrxs y con sus entornos.
Para lograrlo, es fundamental la participación activa y comprometida
de las y los docentes, pues su papel en la formación de NNA es clave. Además
son referentes de modelos diversos en cuanto a actitudes personales y emo-
cionales para sus estudiantes y compañeros de trabajo (Lever et al., 2017).
También, es importante considerar que las y los docentes no están exen-
tos a padecer alguna afección relacionada con la salud mental (de hecho,
nadie lo está), tanto por su vida personal como por las presiones del propio
trabajo, siendo de hecho los problemas más comunes para esta profesión el
burnout, el agotamiento, la ansiedad y la depresión.
Por ejemplo, en un estudio con docentes mexicanas, se identificó un
porcentaje importante de sintomatología depresiva, pues 16% presentaba
síntomas severos y 85% síntomas leves o moderados, con mayor prevalen-
cia en el grupo etario de 25-34 años. De ellos, 80% no recibía tratamiento.
Las consecuencias de esto impactan, evidentemente, en la calidad de la vida
de estas profesionales, pero también en el desarrollo de las alumnas y los
alumnos de forma directa (Soria-Saucedo etaal., 2018).
En este sentido, para que las y los docentes se desempeñen de la mejor
manera en el acompañamiento a la construcción de una buena salud men-
tal en NNA, es fundamental que reconozcan, primero, la importancia de fo-
mentar y conservar su propia salud mental (Unicef, s. £.). Esimportante que
presten atención a sus necesidades, que cuiden y procuren sus pensamien-
tos y emociones para que cuenten con un equilibrio personal, que lleven
a cabo acciones de prevención, detección oportuna y tratamiento de los
problemas mentales que presenten, así como acciones para su promoción
y cuidado.
Adicionalmente, las y los docentes pueden contribuir a:

+ Crear entornos escolares seguros, libres de acoso, discriminación,


violencia y adicciones.
+ Promover valores y acciones orientadas hacia el cuidado de la salud
integral.
+ Fomentar la normalización de la atención profesional a personas
que pueden requerir de apoyo para atender a su salud mental.
+ Que NNA adquieran conciencia sobre sus propias emociones y aprendan
a gestionarlas de manera saludable.
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+ El desarrollo de las habilidades para la vida mediante la interacción


natural y cotidiana que proporciona el contexto escolar.
+ Identificar las situaciones de riesgo familiar o social y estar preparados
para actuar colaborando con otras instituciones.

Condiciones comunes que afectan


la salud mental de docentes
El estrés es una reacción natural del organismo y no podemos ni debemos
tratar de neutralizarlo completamente. El estrés “bueno” nos ayuda a crecer
y a ser resilientes, el estrés tóxico es destructivo y debe ser abordado con
urgencia (Unicef, s. f)).
Todas las personas se encuentran expuestas a experimentar estrés en las
diferentes áreas de la vida. Comúnmente, se asocia con aspectos negativos
sin tomar en cuenta que la respuesta fisiológica también tiene aspectos po-
sitivos, ya que se requieren ciertos niveles de estrés para mantenerse alertas
y enfrentar los desafíos de la vida cotidiana. Sin embargo, cuando las de-
mandas del entorno son excesivas y de gran intensidad, aparecen síntomas
de tensión, preocupación, cansancio y frustración que afectan la salud y el
bienestar.
Los síntomas del estrés pueden afectar al cuerpo, los pensamientos, los
sentimientos y el comportamiento. Es importante saber reconocer los sínto-
mas comunes de estrés, ya que esto puede ayudar a procesarlos de manera
más efectiva (Mayo Clinic, 2019). Algunos efectos comunes del estrés son
dolor de cabeza, tensión muscular, fatiga, dolor en el pecho, malestares esto-
macales, cambios en el deseo sexual, ansiedad, problemas de sueño, irritabi-
lidad, alteraciones en la alimentación, entre otros.
El estrés que no se procesa de manera efectiva puede contribuir a múl-
tiples problemas de salud tanto física como mental y social. De las conse-
cuencias físicas se pueden mencionar la hipertensión arterial, enfermeda-
des cardíacas, obesidad y diabetes (Mayo Clinic, 2019). Entre las mentales,
destacan la depresión, la ansiedad y las fobias, entre otras. También pueden
presentarse consecuencias sociales, como dificultades a nivel laboral, pro-
blemas con la familia, tendencia al aislamiento, dificultades en la integra-
ción social, etcétera.
Síndrome de burnout. Es una alteración en el estadode bienestar
y la funcio-
nalidad de la persona que serelaciona con suárea laboral. Se manifiesta poral-
teraciones conductuales, somáticas, emocionales y/o intelectuales. Además,
es un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico que no
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se ha manejado con éxito en el lugar de trabajo (Gestaldi et al. 2014). Los


estudios muestran que el síndrome de Burnout puede estar más presente en
personas cuya labor está relacionada mayormente con la atención o interac-
ción constante con usuarios (en el caso del docente, con alumnos, padres,
compañeros de trabajo. En el caso del personal sanitario, sería con pacien-
tes, familiares y equipo multidisciplinario.
Se pueden distinguir diferentes grados en el burnout (Bosqued, 2006):

+ Leve las manifestaciones y síntomas generan un malestar,


insatisfacción y agotamiento que entorpecen levemente la vida y la
labor diaria.
+ Moderado: las manifestaciones se agudizan, el estrés, la insatisfacción y
el agotamiento son constantes, los síntomas físicos se incrementan y la
labor diaria se ve perjudicada.
+ Grave:los síntomas y manifestaciones tienen una intensidad elevada,
pueden aparecer patologías asociadas, el agotamiento, el desinterés y
la insatisfacción es total, las relaciones interpersonales se encuentran
alteradas y la actividad laboral se ve notablemente afectada o incluso se
ha suspendido.

Sus principales síntomas son intolerancia, rigidez e inflexibilidad mental,


miedo, frustración, sensación de vacío emocional, desmotivación, declive
en la productividad, distracción, agotamiento, contracturas musculares,
conflictos con colegas, distanciamiento emocional, insomnio, entre otros.
En un estudio de Aldrete de 2003 en población mexicana, citado por
Juárez-García et al. (2014), donde se incluyeron docentes de educación bá-
sica, se encontró que 80% presentaba burnout global. En 2008, el mismo in-
vestigador encontró en docentes de media superior un porcentaje similar
(80.8%). Para 2012, el número en docentes de preparatoria era de 50.4%. Los
factores asociados en los diferentes estudios fueron condiciones del lugar de
trabajo, contenido de la tarea y la interacción social (SEP, 2021a).
El síndrome de burnout es un problema de salud y calidad de vida labo-
ral, un tipo de estrés crónico como consecuencia de un esfuerzo frecuente
cuyos resultados la persona considera ineficaces e insuficientes, ante lo cual
reacciona quedándose exhausta, con sensación de indefensión y que la lleva
a presentar una retirada psicológica a causa del estrés excesivo y de la insa-
tisfacción (SEP, 2021a).
Las violencias, el acoso escolar y laboral. Aunque actualmente se visibili-
zan en todos los grupos sociales, la violencia afecta con mayor frecuencia a
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niñas, niños, mujeres, personas de la tercera edad o a quienes viven con al-
gún tipo de discapacidad.
Existen diferentes tipos, desde la autoinfligida (dirigida hacia uno mis-
mo), la interpersonal (intrafamiliar, de pareja, maltrato de ancianos, aban-
dono de NN, sexual) o la colectiva, como el genocidio, la represión o el te-
rrorismo (oPs, 2022). La violencia de género es una de las manifestaciones
que ha aumentado en las últimas décadas. Ha sido debatida y estudiada con
la finalidad esencial de erradicar esta vivencia de sufrimiento y dolor que
experimentan muchas mujeres a nivel mundial (ops, 2002).
En el contexto educativo, una de las formas de violencia más recurrente
es el acoso escolar o bullying, el cual se entiende como aquellas conductas de
intimidación, hostigamiento y acoso físico o psicológico, ejercidas de forma
intencional por un escolar a otro. A diferencia de una relación conflictiva
entre compañeros, en el acoso la relación entre quien ejerce la violencia y
quien la recibe es asimétrica, y las conductas de hostigamiento son conti-
nuas (oPs, 2002). Las y los estudiantes que viven acoso escolar no suelen
defenderse. Al principio creen que ignorando a quienes les acosan, la vio-
lencia se detendrá. Sin embargo, esto puede contribuir a exacerbar el estrés
que vive el docente responsable tanto de quien ejerce como quien recibe
el acoso.
Por otra parte, el acoso laboral, también llamado mobbing, sucede cuan-
do una persona, ya sea trabajadora o empleadora, realiza conductas, hechos,
palabras u órdenes que tienen como fin agredir, desacreditar, desconsiderar
o humillar a otra (oPs, 2002), y puede generar incomodidad importante en
todas las personas involucradas. Esto puede llevar a alteraciones en la salud,
una de las consecuencias directas de esto es el burnout.
Consumo de sustancias psicoactivas, también conocidas como drogas. La
OMS las describe como sustancias que, introducidas en un organismo vivo,
son capaces de alterar una o varias de sus funciones psíquicas. Además,
generan alteraciones que llevan a las personas a seguir consumiendo por
el placer y, posteriormente, para evitar sentirse mal (oMs, 1994; Conadic,
2017).
Los efectos a corto y mediano plazo del consumo de sustancias psicoac-
tivas pueden ser distintos según la persona, la sustancia que se consume, así
como la frecuencia. Sin embargo, todas ellas tienen la capacidad de modifi-
car la función y estructura de algunas áreas del cerebro necesarias para pla-
near, tomar decisiones, regular nuestras emociones y socializar, entre otras.
Por otra parte, también existen algunos trastornos del comportamiento
conocidos como “adicciones conductuales” y que afectan de manera impor-
tante a las personas. Por ejemplo, el uso problemático de los videojuegos, las
apuestas, de internet, del sexo o las compras, entre otras. Es posible definir
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a los trastornos por consumo o conductas adictivas como “a la enfermedad


física y psico-emocional que crea una dependencia o necesidad hacia una
sustancia, actividad o relación” (Secretaría de Salud, 2022).
Es importante señalar que, si bien es cierto que una persona no desarro-
lla adicción con el primer consumo de alguna sustancia psicoactiva, esto no
quiere decir que no represente un daño a la salud. El consumo de cualquier
sustancia psicoactiva representa riesgos a la salud para cualquier persona y
puede generar consecuencias negativas en el estado de salud física y mental.
En ese sentido, desde fases tempranas de consumo, puede resultar altamente
1til solicitar la ayuda de profesionales de la salud mental.

Recomendaciones prácticas para


el autocuidado
El autocuidado describe todas las prácticas cotidianas y las decisiones que
realiza una persona para cuidar su salud. Estas son destrezas aprendidas a
través de la vida que tienen como finalidad proteger la salud (Vitor et al.,
2010). Dado que somos seres biopsicosociales, existen tanto factores protec-
tores como de riesgo dentro de esas tres esferas (biológica, mental y social).
Al fortalecer los factores protectores, fomentamos que los factores de riesgo
se disminuyan.
Para alcanzar el estado de equilibrio necesario que permita contar con
una adecuada salud mental, es indispensable adquirir competencias de au-
tocuidado y habilidades que faciliten el manejo de emociones, el control de
impulsos, la capacidad de gestionar pensamientos y tomar decisiones saluda-
bles con el fin de lograr el desarrollo óptimo individual y social (Monsalve,
2013). Entre las prácticas para el autocuidado se encuentran: alimentación
adecuada a las necesidades, medidas higiénicas, hábitos de sueños saluda-
bles, manejo del estrés, habilidades para establecer relaciones sociales y
resolver problemas interpersonales, ejercicio y actividad física requerida,
habilidad para controlar y reducir la automedicación, seguimiento para
prescripciones de salud, comportamientos seguros, recreación y manejo del
tiempo libre, diálogo, adaptaciones favorables a los cambios en el contexto
y prácticas de autocuidado (SEP, 2021a).
En el caso de las escuelas, la enseñanza y aprendizaje del autocuidado y
del cuidado de las demás personas tiene como objetivo proteger el bienestar
de estudiantes, docentes y de todo el personal escolar, así como de las fami-
lias y las figuras comunitarias, potenciando los factores que protegen a las
personas en situaciones de crisis (SEP, 2021a).
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A continuación, enlistaremos algunas herramientas que podrás ahondar


con facilidad. Esperamos que contribuyan tanto a tu salud mental como a la
generación de entornos escolares más sensibles y propicios para el desarro-
llo integral de las personas que lo conforman.
Para ti docente, te recomendamos:

Mantener una rutina adecuada de descanso y sueño. Procura preparar


tus materiales con tiempo y evita desvelarte preparando todo un día an-
tes y estresarte demasiado.
Procura mantener hábitos alimenticios saludables para conservar buena
energía y estado de ánimo. También, esimportante mantener una buena
hidratación.
Pon en práctica los puntos para fortalecer la resiliencia (revisados ante-
riormente en este documento).
Cultiva tu mente aprendiendo cosas nuevas que llamen tu atención.
Practica la meditación para mejorar la concentración, el control del pen-
samiento, las emociones, el nivel de estrés y mejorar la salud integral.
Cultiva otras herramientas para mejorar el estado de ánimo y contender
con el estrés, por ejemplo yoga, taichi, chi kung.
Propicia actividades o momentos que te permitan expresar sana y libre-
mente tus emociones sin sentirte juzgada o juzgado.
Selecciona las personas con las que te relacionas. Las amistades o ambien-
tes que te rodean cotidianamente influyen en cómo te sientes. Busca que
estos entornos sumen a tu vida de manera positiva, que las conversacio-
nes aporten al crecimiento personal, la asertividad, empatía, la sana
convivencia, evitando prácticas como el chisme, el enjuiciar o criticar a
otros. Vale la pena elevar el nivel de nuestras conversaciones.
Mejora la autorregulación emocional. Es de especial relevancia en el ám-
bito educativo porque forma parte de las características más importantes
de la persona al momento de involucrarse adecuadamente en situacio-
nes sociales y de aprendizaje. Busca estrategias para aprender a mejorar
la forma como gestionas tus emociones.
10. Realiza tus actividades con calidad y dedicación. Valora ofrecer tu mejor
esfuerzo puede ser más placentero. Un nivel de exigencia elevado puede
llevar a una constante insatisfacción y desgaste.
n Planea las actividades laborales, pues esto contribuye a un mejor des-
empeño laboral y no desgasta al organismo. No hay que “acelerarse” y
acostumbrarse a trabajar bajo presión. Trabajar de esa manera implica
una carga extra de estrés y aumento de la ansiedad y, a la larga, desgaste
físico y emocional. Ningún trabajo regresará la salud perdida.
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12. Realiza activación física de manera cotidiana para reducir riesgos a la


salud y mejorar tu estado de ánimo.
13. Intenta dejar un hueco todos los días para tareas agradables o placente-
ras. Realiza de manera periódica actividades gratificantes como cantar,
bailar, pintar, hacer jardinería, escribir, leer, cocinar o cualquier otra que
te ayude a despejar tu mente y pasar un tiempo agradable. Estas acti-
vidades pueden ser de manera individual o grupal, dependiendo de las
condiciones o necesidades del momento. Lo importante es disfrutarlo y
mantenerlo como parte de la rutina diaria.
14. Pide apoyo de profesionales cuando sientas que lo necesitas. Recuerda
que todas las personas podemos atravesar por algún momento de crisis
o enfermedad, donde la ayuda de profesionales, de manera temprana, es
clave para la pronta recuperación.
15: Toma talleres para el desarrollo de habilidades para la vida (comunica-
ción asertiva, solución de problemas, autoestima, creatividad, toma de
decisiones, entre otras).
16. Añade, como parte de la rutina diaria, breves espacios de descanso (sies-
ta, ocio, meditaciones, pequeñas pausas) para “recuperar energía”.
17. Aprende a experimentar las emociones y sensaciones con mayor acepta-
ción y responsabilidad.
18. Los pensamientos positivos también tienen un efecto positivo. Tratar de
ver el lado favorable de los acontecimientos y no sólo los negativos.
19 Reconoce los pensamientos agobiantes para cambiarlos por otros más
realistas y objetivos.
20. Acepta que nos podemos equivocar. Es de humanos fallar, y aprender del
error es preferible en lugar de estacionarse en pensamiento desgastantes
de culpa y reproche.
21. Practica contemplar diferentes soluciones ante un problema, evaluando
los pros y los contras y alternativas de solución. Flexibiliza tu mente y
estimula los recursos tanto cognitivos como conductuales.

Para contribuir a mejorar el entorno escolar, te recomendamos:

E Realiza campañas de concientización y alfabetización sobre la salud


mental en las escuelas.
Promueve y difunde formación continua para el conocimiento actualiza-
do de diversos temas relacionados con la promoción de la salud mental.
Propicia el involucramiento activo de los actores de la escuela en el plan
de intervención para el fortalecimiento de la salud mental.
Contribuye a la erradicación del estigma y la discriminación de perso-
nas que padecen alguna condición de salud mental.
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Construye entornos seguros, libres de acoso, discriminación, violencia


y adicciones.
Las habilidades sociales se aprenden. Por ello, fomenta actividades como
torneos, reuniones con convivencia sana, grupos de estudio, entre otras,
que contribuyan a fortalecer a y nna a nivel personal y social. Motiva a
los más introvertidos y apartados a actividades sencillas que les permi-
tan ir tomando confianza e integrarse paulatinamente a los grupos.
Haz del aula un espacio de aprendizaje cooperativo, no competitivo,
donde se privilegie el trabajo comunitario.
Abre espacios para una gestión eficiente de emociones dentro del aula.
©

Enseña a los alumnos a no valorarse conforme sus logros académicos y


sociales; más bien a partir de la consciencia y aceptación incondicional
de su persona.
10. Ejecuta estrategias que fortalezcan a las nuevas generaciones para incre-
mentar su tolerancia al malestar y a la frustración, así como a la flexibi-
lidad cognitiva.
n Construye un directorio con la identificación de los principales servicios
de salud mental que tengas a la mano para referir los casos que se requie-
Tan en la escuela o para tu propia atención. Para hacer esto, te puedes apo-
yar de la Línea de la Vida 800 911 200, donde encontrarás información de
manera gratuita, todos los días del año, las 24 horas del día. 3%
Mitin de señoras por la liberación
de sus hijos detenidos, octubre de 1968,
Archivo Histórico de la UNAM

E
- EDUCACIÓN ;
g

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