Un Libro Sin Recetas-Fase6
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Salud mental
autocuidado en las
y los docentes de
educación básica
Cambiemos el tono de este libro. La historia del magisterio, las luchas de
clases, las reivindicaciones educativas, la praxis, la gestión escolar, etcétera,
requieren de un lenguaje conceptual que describa los datos, que consigne las
citas de autoridad. Sin embargo, entre el logos, el ethos y el phatos, es necesario
profundizar en este último y abordarlo desde la intimidad del lenguaje, con
la cercanía que requiere hablar de sentimientos como el dolor, la tristeza, la
alegría, la esperanza o la decepción, entre otros.
Este apartado pretende explicar algunos conceptos básicos sobre la sa-
lud mental, y acompañar en la reflexión sobre el impacto que ésta tiene en
nuestras vidas, tanto para tu desarrollo individual como el de las niñas, los
niños y adolescentes (NNA) que guiamos y acompañamos día a día en el con-
texto escolar. Asimismo, pretende facilitar algunas recomendaciones prác-
ticas para cuidar la salud mental de maestras y maestros, mientras cuidan
también la de los demás.
humanos [...]*. La salud mental forma parte de la salud integral; por lo tanto,
no podemos hablar de salud plena si no hay salud mental.
La salud mental es un derecho que permite a las personas la identifica-
ción y expresión asertiva de emociones y el manejo saludable del estrés, y
favorece el establecimiento de relaciones interpersonales sanas, positivas
y empáticas, así como la experimentación de bienestar y satisfacción con
la vida.
Es común que al hablar de salud mental, las personas la asocien con padeci-
mientos como la depresión, la esquizofrenia, el trastorno obsesivo compul-
sivo (Toc), el comportamiento suicida o los trastornos por uso de sustancias
psicoactivas o drogas. Incluso, hay quienes la asocian con “locura” y llegan
a imaginar a personas envueltas en camisas de fuerza. Aunque alejados de
la realidad, estos estereotipos fundamentados en películas y otros medios,
promueven la formación de prejuicios que se han convertido en obstáculos
importantes para que reciban apoyo de manera oportuna las personas que
lo necesitan.
Hablar de salud mental va mucho más allá, significa conocernos lo sufi-
ciente como para identificar nuestras emociones, pensamientos, conductas,
y ser capaces de gestionarlas adecuadamente. Significa desarrollar habili-
dades y competencias para la vida. Significa, también, identificar nuestras
necesidades y cubrirlas contemplando el respeto a nosotros mismos y a las
demás personas. Significa, igualmente, promover estilos de vida saludables
que generen una existencia más plena. Significa que se fortalezca la salud
integral y disminuya la vulnerabilidad a las enfermedades. Significa, inclu-
so, promover la creación de entornos que sean percibidos como seguros, que
doten de oportunidades de crecimiento y desarrollo integral de todxs. Ha-
blar de salud mental es promover los factores protectores y disminuir los
de riesgo.
Resiliencia
La importancia de este concepto ha aumentado en los últimos años con el
estudio de casos de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas
que, al transitar por situaciones adversas que representaron una desviación
de su propio bienestar y por las que fácilmente pudieron haber incurrido
en prácticas como el consumo de alcohol u otras drogas o el suicidio, salieron
adelante y son personas con las mismas características que aquellas que no
han vivido lo que éstas (Alpízar y Salas, 2010).
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niñas, niños, mujeres, personas de la tercera edad o a quienes viven con al-
gún tipo de discapacidad.
Existen diferentes tipos, desde la autoinfligida (dirigida hacia uno mis-
mo), la interpersonal (intrafamiliar, de pareja, maltrato de ancianos, aban-
dono de NN, sexual) o la colectiva, como el genocidio, la represión o el te-
rrorismo (oPs, 2022). La violencia de género es una de las manifestaciones
que ha aumentado en las últimas décadas. Ha sido debatida y estudiada con
la finalidad esencial de erradicar esta vivencia de sufrimiento y dolor que
experimentan muchas mujeres a nivel mundial (ops, 2002).
En el contexto educativo, una de las formas de violencia más recurrente
es el acoso escolar o bullying, el cual se entiende como aquellas conductas de
intimidación, hostigamiento y acoso físico o psicológico, ejercidas de forma
intencional por un escolar a otro. A diferencia de una relación conflictiva
entre compañeros, en el acoso la relación entre quien ejerce la violencia y
quien la recibe es asimétrica, y las conductas de hostigamiento son conti-
nuas (oPs, 2002). Las y los estudiantes que viven acoso escolar no suelen
defenderse. Al principio creen que ignorando a quienes les acosan, la vio-
lencia se detendrá. Sin embargo, esto puede contribuir a exacerbar el estrés
que vive el docente responsable tanto de quien ejerce como quien recibe
el acoso.
Por otra parte, el acoso laboral, también llamado mobbing, sucede cuan-
do una persona, ya sea trabajadora o empleadora, realiza conductas, hechos,
palabras u órdenes que tienen como fin agredir, desacreditar, desconsiderar
o humillar a otra (oPs, 2002), y puede generar incomodidad importante en
todas las personas involucradas. Esto puede llevar a alteraciones en la salud,
una de las consecuencias directas de esto es el burnout.
Consumo de sustancias psicoactivas, también conocidas como drogas. La
OMS las describe como sustancias que, introducidas en un organismo vivo,
son capaces de alterar una o varias de sus funciones psíquicas. Además,
generan alteraciones que llevan a las personas a seguir consumiendo por
el placer y, posteriormente, para evitar sentirse mal (oMs, 1994; Conadic,
2017).
Los efectos a corto y mediano plazo del consumo de sustancias psicoac-
tivas pueden ser distintos según la persona, la sustancia que se consume, así
como la frecuencia. Sin embargo, todas ellas tienen la capacidad de modifi-
car la función y estructura de algunas áreas del cerebro necesarias para pla-
near, tomar decisiones, regular nuestras emociones y socializar, entre otras.
Por otra parte, también existen algunos trastornos del comportamiento
conocidos como “adicciones conductuales” y que afectan de manera impor-
tante a las personas. Por ejemplo, el uso problemático de los videojuegos, las
apuestas, de internet, del sexo o las compras, entre otras. Es posible definir
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