0% encontró este documento útil (0 votos)
20 vistas3 páginas

Ser Bueno Contigo Mismo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 3

16 Ser bueno contigo mismo.

Cuando un ser querido o un amigo íntimo nuestro se está recuperando


de una grave enfermedad, solemos darle lo que las buenas enfermeras
llaman cuidados cariñosos. Solemos mimar a los niños enfermos, darles
sus comidas favoritas y proporcionarles diversiones para ayudarles en
su recuperación.
El período de convalecencia de la enfermedad del alcoholismo es
bastante largo y cualquiera que la esté pasando se merece atenciones
y cuidados cariñosos.
En el pasado, la gente creía que los que estaban recuperándose de
ciertas aflicciones se merecían el sufrimiento, ya que se creía que ellos,
de manera deliberada y egoísta, se habían causado a sí mismos la
enfermedad. Debido a la culpa y al estigma erróneamente asociados al
alcoholismo por personas que desconocen la naturaleza de la
enfermedad (incluyendo a nosotros mismos hasta que estuvimos mejor
informados), muchos de nosotros no éramos muy indulgentes con
nosotros mismos mientras estábamos sufriendo una resaca.
Simplemente la sufríamos diciéndonos que era una simple cuestión de
pagar las consecuencias, como castigo necesario por nuestras
fechorías.
Ahora que nos damos cuenta de que el alcoholismo no es una forma de
conducta inmoral, nos resulta esencial cambiar nuestras actitudes.
Hemos llegado a saber que una de las personas menos propensas a
tratar al alcohólico como una persona enferma es, sorprendentemente,
el mismo alcohólico.
De nuevo vuelven a surgir nuestros viejos hábitos de pensar. Se dice a
menudo que los bebedores problema son perfeccionistas, impacientes
ante cualquier defecto, especialmente los nuestros.
Nos creamos objetivos imposibles de lograr y sin embargo luchamos
ferozmente por alcanzar estos ideales inalcanzables. Luego, ya que
nadie podría mantenerse a la altura del estándar que solemos exigir,
acabamos fracasando como ha de fracasar cualquiera que tenga
objetivos irreales. Y nos entran la depresión y el desaliento.
No castigamos airadamente por no ser super perfectos.
Precisamente en este momento podemos empezar a ser buenos, o por
lo menos justos, con nosotros mismos. No exigiríamos a un niño o a una
persona con impedimentos físicos que hicieran más de lo que es
razonable.
Nos parece que tampoco tenemos por qué esperar tales milagros
de nosotros mismos, 65 alcohólicos en recuperación. Impacientes de
estar totalmente recuperados para el martes, nos encontramos todavía
convalecientes el miércoles, y empezamos a echarnos la culpa a
nosotros mismos.

Este es el momento oportuno para hacer una pausa y


examinarnos tan imparcial y objetivamente como podamos. ¿Qué
haríamos si un ser querido o un amigo enfermo se desanimara por lo
lento de su recuperación y dejara de tomarse sus medicinas? Es útil
tener presente que beber en exceso causa graves daños a nuestro
organismo, y produce secuelas que podemos tardar meses e incluso
años en superar.
Nadie se convierte en alcohólico en unas pocas semanas (bueno,
casi nadie). Tampoco debemos esperar recuperarnos mágicamente en
un instante. Al sentirnos desalentados, debemos alentarnos.
Más de una persona ha encontrado beneficioso darse una
palmada en la espalda, para felicitarse los progresos ya hechos, sin
sentirnos muy satisfechos con nosotros mismos ni, por supuesto,
peligrosamente egoístas.
Hagamos un balance. ¿Hemos evitado tomarnos un trago las
pasadas 24 horas? Esto merece sinceras felicitaciones. ¿Hemos
procurado comer apropiadamente hoy? ¿Hemos tratado de cumplir
nuestras obligaciones hoy? En resumidas palabras, ¿hemos hecho todo
lo que podíamos hacer de la mejor forma posible hoy? Si es así, no sería
justo esperar más.
Tal vez no podamos responder afirmativamente a todas estas
preguntas. Tal vez nos quedamos un poco cortos, tal vez hemos
reincidido en viejas formas de pensar o actuar, a pesar de los progresos
que hemos hecho. ¿Qué más da? No somos perfectos.
Debemos contentarnos con los pequeños adelantos y no lamentar
nuestra falta de perfección. ¿Qué podemos hacer en este mismo
momento para alegrarnos?
Podemos hacer algo diferente de tomarnos un trago. En cada
sección de este libro se encuentran sugerencias al respecto. Pero tal
vez hay más. ¿Estamos disfrutando la vida? O ¿hemos venido
preocupándonos tanto por mejorar, tan obsesionados con nuestro
desarrollo personal, que no hemos disfrutado la puesta del sol? ¿Un
claro de luna? ¿Una suculenta comida? ¿Un descanso libre de
preocupaciones? ¿Un buen chiste? ¿Un poco de cariño? Ya que el
cuerpo tiende a normalizarse, tal vez el tuyo agradecerá cualquier
oportunidad de tomar el descanso que necesita.
Disfruta de una placentera siesta o de largas noches de sueño
apacible. O tal vez tienes energía de sobra que puedes utilizar para
simples diversiones y entretenimientos.
Al igual que los demás aspectos de la vida, estas cosas parecen
ser necesarias para desarrollar plenamente nuestro potencial humano.
Ahora es el momento de hacerlo, no hay otro. Si no somos indulgentes
con nosotros ahora mismo, no tenemos motivo para esperar que otros
nos traten con respeto y consideración. Nos hemos dado cuenta de que
sobrios podemos disfrutar todas las cosas buenas que disfrutábamos
cuando bebíamos, y otras muchas más.
Hay que practicar un poco, pero las satisfacciones compensan
con creces los esfuerzos. Hacerlo no es egoísta, sino autoprotector. Si
no valoramos nuestra propia recuperación, es imposible llegar a ser
personas generosas, honradas y socialmente responsables.

También podría gustarte