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TEMA : LRPD 2
DOCENTE : ING. ANGEL HUAMAN DE LA CRUZ
ALUMNO : MANUEL J. ALMEYDA CUBA
VI CICLO
SEMESTRE ACADEMICO 2024 - I
INDICE
INTRODUCCIÓN........................................................................................................3
CAPITULO I: CICLO DE CRECIMIENTO DE LA PLANTA DE VID..........................4
CAPITULO II: REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES DE LA VID..........................9
CAPITULO III: DEFICIENCIAS NUTRICIONALES.................................................13
CAPITULO IV: Manejo de la Nutrición y Corrección de Deficiencias................15
Nitrógeno (N):.....................................................................................................................15
Fósforo (P):.........................................................................................................................17
Potasio (K):.........................................................................................................................17
Magnesio (Mg):..................................................................................................................18
Hierro (Fe):.........................................................................................................................18
Zinc (Zn):............................................................................................................................19
Boro (B):.............................................................................................................................19
CONCLUSIONES.....................................................................................................21
REFERENCIAS........................................................................................................ 22
INTRODUCCIÓN
Cuando los cultivos tienen alguna deficiencia nutricional, suelen incapacitarse para sintetizar
clorofila, por lo que pierden su color verde, estado al que se le conoce como clorosis, recordemos que el
cloro en su estado natural es un gas amarillo – verdoso; precisamente la palabra “cloro” viene del griego
χλωρος, que significa "verde pálido". La sintomatología visual es la primera herramienta disponible para
conocer la situación nutricional de una planta y la identificación de los signos de hambre de nutrimentos.
No es la herramienta más precisa ni recomendada, pues existen múltiples excepciones y casos particulares
por cultivos e incluso variedades; sin embargo, es el acercamiento más rápido hacia la búsqueda de una
razón de la sintomatología. Los síntomas de deficiencias nutricionales resultan de un desbalance
metabólico dentro de la planta, asociado con la función de un determinado nutrimento que participa como
elemento esencial en un proceso fisiológico, ya sea activando o regulando la velocidad de un proceso
enzimático, o bien porque el nutrimento es un constituyente estructural de un metabolito esencial o de una
estructura molecular. La localización del síntoma tiene relación con la movilidad de los nutrimentos en la
planta; desde órganos fuente hacia órganos demanda vía floema principalmente. Algunos nutrimentos
como nitrógeno, fósforo y potasio se retranslocan muy fácilmente de las hojas viejas al tejido nuevo, de
modo que los síntomas de estas deficiencias ocurren inicialmente en las hojas viejas.
El calcio y el boro parecen no retranslocarse de las hojas viejas al tejido nuevo bajo ninguna
circunstancia y, por lo tanto, para estos nutrimentos los síntomas de deficiencia ocurren generalmente en
las zonas de la planta de nuevo crecimiento. El magnesio se considera tan móvil como el N, P y K, pero en
muchas ocasiones pueden presentarse los síntomas de deficiencia en las hojas nuevas, muy posiblemente
porque la velocidad de movimiento a partir de las hojas viejas es insuficiente para satisfacer los
requerimientos del nuevo crecimiento, como el caso del pedúnculo de la vid (Uvalle, 1996). El manganeso
y el hierro se retranslocan de las hojas viejas. El síntoma de deficiencia del manganeso se observa en hojas
recientemente maduras (hojas intermedias), esto indica que las hojas maduras tienen mayores
requerimientos internos que las hojas nuevas. El síntoma de deficiencia de hierro se desarrolla en primera
instancia en las hojas nuevas.
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Fig. 1: Tasa de crecimiento de brotes, tronco, raíces y frutos en función del tiempo. Williams & Matthews, 1990.
La brotación ocurre, en promedio, cuando la temperatura media diaria supera los 10°C. El crecimiento
posterior dependerá de una serie de factores, tales como los ambientales, culturales y sanitarios.
El número total de brotes que se desarrollarán será función del sistema de poda elegido. En términos
generales la acumulación de biomasa en los brotes sigue un patrón lineal desde brotación hasta el cuaje
para luego disminuir. La tasa de crecimiento de los brotes es máxima al comienzo del ciclo, alcanzando
su pico dos a tres semanas antes de la floración. Luego decae el ritmo hasta el momento del envero en el
que se hace mínimo. A partir de este momento, cualquier crecimiento es indeseable ya que será
competidor de los granos, por los azúcares fundamentalmente.
El desarrollo de la canopia y su tamaño dependerá de la tasa de expansión foliar, del crecimiento de los
brotes y de las prácticas culturales. Este desarrollo sigue una relación lineal con el aumento de la
temperatura desde brotación hasta el inicio del crecimiento de los frutos. También se verá afectada por el
marco de plantación elegido, siendo mayor a medida que la proximidad entre plantas aumenta. Aun así,
para un mismo cultivar, el comportamiento será diferente de un sitio a otro.
En cuanto al tronco, la tasa de crecimiento alcanza su máximo en antesis, luego decrece, alcanzando un
segundo pico de crecimiento después de comenzado el envero. El incremento estacional de crecimiento
varía con las condiciones en las cuales se produce dicho crecimiento y con el genotipo.
Con respecto a los cordones, la biomasa particionada dependerá fundamentalmente del sistema de
conducción elegido.
Luego de la antesis, cuando se produce una marcada disminución en el ritmo de crecimiento radicular,
comienza una etapa que se caracteriza por una intensa acumulación de azúcares. Tronco, cordones y
raíces forman las estructuras permanentes de la vid, las cuales son fundamentales para entender el
aprovechamiento de los nutrientes por parte de la vid, como se verá más adelante.
La vid tiene un comportamiento distinto respecto de algunas especies frutales, en el sentido que en
aquella, la antesis se produce luego que ha ocurrido determinado crecimiento vegetativo. A partir de la
antesis comienza el crecimiento del fruto, el cual normalmente se ve representado por una curva doble
sigmoide.
Fig. 2: Evolución del diámetro de la baya de vid. (Matthews et al, 1987)
El crecimiento de la baya de la vid se caracteriza en general por presentar tres fases más o menos
definidas. Las fases I y III muestran un incremento lineal en el crecimiento, en el tiempo, mientras que en
la fase II la tasa de crecimiento es mínima.
La fase I se caracteriza por un crecimiento rápido debido a una activa multiplicación celular. Es
decir, el crecimiento es por aumento en el número de células.
La fase II se caracteriza por muy poca elongación. Aquí comienza el desarrollo de las semillas.
En la fase III comienza la expansión celular por acumulación de agua y azúcares. El envero
comienza con el inicio de la fase III. En esta etapa el crecimiento se produce por aumento del
volumen celular.
El peso final de los granos maduros estará determinado por el número de células, el volumen y la
densidad de las mismas. Así mismo el número de células a cosecha está influenciado por las condiciones
que se desencadenen desde 2 a 3 semanas antes de antesis hasta la primera fase de crecimiento del fruto; y
el volumen y densidad de las mismas estará influenciado por lo que ocurra a partir del envero.
Como puede apreciarse en la figura 1, ninguno de los distintos picos de crecimiento, para los diferentes
órganos, se alcanza en forma simultánea, por ejemplo: la tasa de lo crecimiento de brotes, tronco y raíces
alcanzan sus picos antes de antesis y sobre el final del ciclo. Esto no hace más que indicar que un órgano
es competidor, en términos de crecimiento, con otro, por los nutrientes, agua y fotoasimilados, y que una
planta equilibrada, estará en condiciones de respetar esos ciclos.
La alternancia que se produce en los distintos crecimientos responde a un equilibrio hormonal interno
determinado. Este equilibrio hormonal se establece entre las hormonas promotoras del crecimiento
vegetativo (ácido giberélico, AG y ácido indol acético, AIA), hormonas promotoras del desarrollo
reproductivo (citocininas, CIT), hormonas promotoras del traslado de fotoasimilados (ácido absícico,
ABS) y las hormonas vinculadas a las situaciones de stress (etileno, ETH).
El ritmo en el que se sintetizan estas hormonas, indican que también hay una componente estacional en
dicha síntesis, alcanzándose los picos respectivos en forma acompasada con los picos de crecimiento.
En la figura 3 se puede ver un ejemplo de lo mencionado más arriba. El gráfico representa la evolución
del contenido hormonal desde el cuaje hasta la maduración de las bayas. Se aprecia como las citocininas
(CIT) alcanzan su pico en primer término. Esto se debe a que la floración está íntimamente ligada a la
síntesis de esta hormona. Luego se aprecian los picos de giberelinas (AG) y ácido indol acético (AIA) que
son aquellos que están vinculados al crecimiento por activa división celular, y corresponden a la fase I del
crecimiento de los granos de uva. Finalmente, y una vez que el crecimiento entra en fase II y III, se
alcanza el pico del ácido absícico (ABA), en concordancia con el comienzo del envero, esto es con el
comienzo de la acumulación de azúcares.
CIT AG AIA
Mat. Seca
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En este complejo esquema, los nutrientes juegan un rol fundamental en la promoción de la síntesis
hormonal.
Un manejo tal que origine un desbalance nutricional, redundará en un desbalance hormonal en el cultivo,
lo que podría causar algunos desfasajes en estos crecimientos, pudiendo llegar a competir en un
determinado momento, dos o más órganos por nutrientes, agua y especialmente azúcares, con lo que se
comprometería tanto el rendimiento como la calidad del producto final.
CAPITULO II: REQUERIMIENTOS NUTRICIONALES DE LA VID
El color es una parte fundamental de la calidad de los vinos tintos, normalmente se dice que un aumento en
el color de la uva coincide con una mejora de la estructura de los compuestos polifenólicos, un aumento del
aroma y de la calidad del vino (Gishen et al., 2002). El color de las uvas es causado por las antocianinas
que encontramos en el hollejo, la síntesis de estas antocianinas es estimulada por la luz, el estrés
nutricional (sobretodo déficit de N y P) y la baja temperatura (Hopkins, 1995). Hay que destacar que los
niveles moderados de estrés pueden tener efectos positivos en la calidad de la uva. Esto se debe a que las
plantas restringen el crecimiento vegetativo, tienen menos fruto y bayas más pequeñas (Roby et al., 2004;
Balint et al., 2017) lo que concentra los compuestos fenólicos en la uva responsables del color, la
astringencia y el amargor de los vinos.
Los estudios de Martín et al. (2007) y Meggio et al. (2010) nos indican la existencia de una relación clara
entre las características cromáticas de los vinos y los niveles de clorofila de las viñas afectadas por clorosis
férrica. Otros nutrientes como el B (Bilir et al., 2017), el N (Boonterm et al., 2010) o el K (Jiménez et al.,
2017) también tienen relación con los parámetros colorimétricos del vino.
La nutrición férrica de la vid también se relaciona con la astringencia del vino. La astringencia es una
sensación táctil que se puede describir sensorialmente como secado en la boca y viene determinada
normalmente por los taninos. Hay estudios sensoriales que han investigado la relación de la astringencia
con el efecto de la cosecha (Boselli et al. 2004), la región de crecimiento (Heymann et al., 1987; Boselli et
al., 2004; Kallithraka et al. 2001), el cultivar de uva (Boselli et al. 2004), y varias prácticas vitivinícolas
(Reynolds et al. 1996). Pero Es-Safi et. al. (1999) y Quintana, (2001) mostraron que los taninos precipitan
por una serie de reacciones en las cuales interviene el hierro como catalizador, lo que hace que los vinos
procedentes de cepas afectadas por clorosis férrica tengan una mayor sensación de astringencia en boca.
Por supuesto, el aumento de la astringencia también podría tener que ver con una mayor producción de
taninos promovida por un microclima luminoso del racimo más favorable o por un control natural del
rendimiento en las plantas afectadas por deficiencia de hierro.
A continuación se mencionan los compuestos que intervienen en las diferentes etapas del ciclo de la vid:
Nitrógeno (N): Es el nutriente motor del crecimiento. Cuando la planta lo absorbe, lo acumula como
nitrato en las hojas, y es este nitrato el encargado de motorizar la síntesis del complejo
hormonal del crecimiento, cuyo exponente principal es el AIA (ácido indol acético).
Así mismo, el nitrógeno es el componente principal de la mayoría de los aminoácidos
que integran las proteínas y de la clorofila.
Fósforo (P): Es la fuente de energía necesaria para que se produzcan todos los procesos metabólicos
en la planta. Los momentos críticos en los que su presencia es fundamental son:
floración y cuaje y a partir del envero.
Potasio (K): Su rol más relevante lo cumple en todo proceso de traslado de azúcares fotosintetizados. A
medida que la planta va fotosintetizando, va acumulando azúcares en las hojas que
luego son utilizados para los distintos procesos fenológicos.
Calcio (Ca): Es un nutriente muy importante, y tal vez al que menos atención se le presta por
considerar a los suelos “supuestamente” bien abastecidos del mismo. Su rol principal
está asociado a la síntesis de componentes de estructura de la planta en la forma de
pectato de calcio. La demanda de este nutriente es lineal a lo largo de todo el ciclo,
puesto que la planta la utiliza durante la etapa de crecimiento radicular, durante la
etapa de crecimiento vegetativo, durante la floración y finalmente durante la etapa de
crecimiento del fruto. Es fundamental en el balance hormonal: el Calcio es conocido
como el nutriente antiestrés, ante la deficiencia la planta altera su comportamiento
hormonal, acelerándose los procesos de degradación de tejidos pudiéndose promover,
además una mayor susceptibilidad al ataque de hongos.
Magnesio (Mg): Cumple, entre otros, tres roles que son fundamentales en la planta. En primer lugar es
integrante de la clorofila y por lo tanto fundamental para la fotosíntesis que es lo
mismo que decir para la acumulación de azúcares en la planta. Además de favorecer la
síntesis de azúcares, interviene en el proceso de traslado de esos azúcares en forma
similar al potasio, aunque en un segundo plano de importancia. Y finalmente optimiza
el aprovechamiento del fósforo dentro de la planta facilitando el desdoblamiento del
ATP (fuente de fósforo).
Azufre (S): Fundamental para el aprovechamiento del nitrógeno. Una vez que el nitrógeno se
acumuló como nitrato en las hojas, debe ser transformado en nitrógeno orgánico
(aminoácidos que luego pasarán a proteínas). En ese proceso interviene un complejo
enzimático compuesto por una enzima llamada nitratoreductasa, en la que el azufre es
uno de sus principales componentes. También forma parte de la síntesis de
aminoácidos azufrados (cisteína, metionina), de algunas vitaminas (tiamina, biotina) y
de la coenzima A, fundamental para la respiración.
Hierro (Fe): Directamente ligado a la fotosíntesis. Participa en la síntesis de clorofila junto con el
magnesio. Es fundamental para el aprovechamiento del Nitrógeno, cumpliendo un rol,
similar al azufre en este sentido, como así también para el aprovechamiento interno del
fósforo por parte de la planta.
Zinc (Zn): Junto con el nitrógeno son los dos promotores del crecimiento en las plantas al
promover también la síntesis de hormonas de crecimiento. Su carencia limita también
el desarrollo radicular y ya que son las raíces las promotoras de la floración, en la
medida que falte este nutriente ésta se verá perjudicada. También tiene propiedades
fungistáticas. Favorece el cuaje de frutos. Promueve la síntesis de proteínas.
Cobre (Cu): Fundamental para optimizar el transporte del agua dentro de la planta al
potenciar la síntesis de lignina (rigidez de tejidos). En la medida que los
tejidos se encuentren lignificados, las pérdidas de agua por transpiración
serán menores. Al hacer los tejidos más fuertes por la síntesis de lignina,
la planta se vuelve menos susceptible a las enfermedades. Junto con el
hierro, el manganeso y el zinc, tiene efectos fungistáticos al promover
la síntesis de fitoalexinas, compuestos hormonales sintetizados en la
misma planta que actúan contra el ataque de patógenos, en especial
hongos y bacterias.
Boro (B): Este nutriente cumple varios roles dentro de la planta entre los que
podemos citar a los siguientes como los más importantes: junto con el
calcio interviene en la síntesis de la pared celular, dándole mayor rigidez a
los tejidos; junto con el potasio y el magnesio, completa el trío de
“carriers” de azúcares; junto con el zinc, son fundamentales para el cuaje,
ya que favorecen el crecimiento del tubo polínico y por lo tanto la
fecundación.
Algunas de estas deficiencias pueden ser consecuencia de una carencia directa en los suelos,
como también verse inducidas por otros factores, por ej: el exceso de fósforo potencia la
carencia de zinc, la presencia de carbonatos, de calcio especialmente, redundará en una
menor disponibilidad de fósforo y microelementos en general; el exceso de agua puede
provocar deficiencia inducida de hierro; la sensibilidad de algunos portainjertos a algunos de
estos nutrientes también es características, una poda muy intensa puede provocar que los
nutrientes que tienen baja movilidad dentro de la planta no puedan acompañar al crecimiento
(calcio, hierro, zinc, manganeso, boro, azufre), al igual que un exceso de nitrógeno.
Las deficiencias más comunes que pueden observarse en un viñedo son: Nitrógeno,
Magnesio (en algunos cultivares y sobre determinados pies), Hierro (suelos arenosos o con
calcáreo), Zinc y Boro.
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Planta de color verde claro; hojas inferiores amarillas que
Nitrógeno
toman un color pardo claro cuando se secan.
Efectos casi totalmente
extendidos por toda la planta y
desecamiento más o menos
Planta de color verde oscuro; con frecuencia se presentan
marcado de las hojas inferiores.
coloraciones verdes o purpúreas; hojas inferiores de color
Fósforo
amarillo que toman un color pardo verdoso o negro cuando
se secan.
Las Hojas más
viejas o las más
inferiores son las Hojas moteadas o cloróticas, que típicamente pueden
más afectadas. enrojecerse; en ocasiones, con áreas muertas; ápice y bordes
Magnesio
foliares retorcidos con la concavidad hacia arriba; tallos
Efectos casi siempre delgados. Ennegrecimiento del raquis.
localizados; moteado o
clorosis; escaso o nulo
Hojas cloróticas,
desencadenamiento de las
con grandes o Pequeñas zonas de tejido muerto,
hojas inferiores.
pequeñas zonas generalmente en el ápice y entre los
Potasio
de tejido nervios, mucho más marcadas en el
muerto. borde de las hojas; tallos delgados.
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CAPITULO IV: Manejo de la Nutrición y Corrección de Deficiencias
Nitrógeno (N):
Distintos estudios han determinado que la mayor tasa de absorción para este nutriente ocurre desde
brotación hasta envero, produciéndose más rápidamente en el período que va desde cuaje hasta envero,
coincidente con el crecimiento del fruto. Un segundo pico de absorción se produce desde cosecha hasta
caída de hojas.
Nitrato es la forma principal como es absorbido el nitrógeno. Una vez en la planta, es traslocado hasta las
hojas en dónde se acumula hasta ser reducido a nitrógeno orgánico (aminoácidos).
90
90
80
80
70
68
63
60
grs/pta
50 44
37 37
40
28 32
25 325
30 23 7 32
23 21
15 15 21
20
10
0 911
0
Brotación
Pre-Antesis Post-Envero Madurez
Fenología
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El nitrógeno acumulado en las hojas, por el contrario, prácticamente no se removiliza hacia
las estructuras permanentes por lo que recién volverá al sistema cuando estas hojas caigan y
se descompongan (1 a 2 años después).
Las dosis a aplicar dependen de una serie de factores, como ser: espaciamiento, intensidad de
poda, si se retiran o no los restos de la poda, si se realizan abonos verdes tanto de invierno
como de verano, textura de suelo, la variedad, el portainjerto usado, etc.
En cuanto a la fuente fertilizante a usar debe tenerse en cuenta que las fuentes nítricas son de
más rápido aprovechamiento que las fuentes amoniacales. Las formulaciones líquidas y
solubles son las más adecuadas para las dosificaciones en equipos de riego por goteo.
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A la hora de hacer un balance en el flujo de nitrógeno, debe considerarse los aportes
provenientes de los abonos verdes y de la aplicación de guano de gallina. Un guano de
gallina puede aportar, en términos generales, 20 unidades de N, 57 de P2O5 y 36 de OK2.
Fósforo (P):
Potasio (K):
Este nutriente es clave para el fruto. La demanda del mismo es mayor que la de nitrógeno,
con la diferencia que el nitrógeno va a brotes y hojas y el potasio a frutos. De lo anterior se
desprende que debe estar disponible para el cultivo al comienzo del envero. Nuevamente, el
momento en el que se aplique dependerá de si se dispone riego superficial o presurizado. En
el primer caso, debe aplicarse al menos con 2 a 3 meses de anticipación al envero. Puede
hacerse al voleo en primavera. En el caso del riego por goteo, la dosificación puede hacerse
gradual a lo largo del ciclo, aumentándola en la fase final del ciclo. También puede aplicarse
vía foliar a partir del envero (sulfato de potasio, cloruro de potasio o nitrato de potasio).
Hay que tener en cuenta que un exceso de potasio puede inducir la deficiencia de magnesio,
lo que redundará en una menor fotosíntesis y por lo tanto en una menor disponibilidad de
azúcares para la uva.
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suelos arcillosos o de textura más fina, es aconsejable que la aplicación se haga en bandas
para disminuir los riesgos de fijación. Si se aplica el potasio muy cerca del tronco o raíces,
pueden producirse daños a los mismos.
Por otro lado la presencia de altos tenores de calcio en suelos puede inducir una baja
disponibilidad de potasio para el cultivo.
Magnesio (Mg):
La corrección de la deficiencia de este nutriente puede hacerse vía suelo o vía foliar. Vía
suelo se corrige con la aplicación de 1 a 2 kg de sulfato de magnesio por planta lo que hace
realmente antieconómica la corrección, por ello se puede optar por la corrección vía foliar
con pulverizaciones al 0.5%. También pueden usarse productos a base de quelatos para
aumentar la eficiencia. En términos generales las aplicaciones foliares están orientadas, más
que a corregir la deficiencia propiamente dicha, a proveerle a la planta el nutriente para
potenciar la fotosíntesis en los momentos de mayor actividad (envero).
Hierro (Fe):
La deficiencia de hierro se manifiesta principalmente en suelos con abundante presencia de
calcáreo, en suelos arenosos y en suelos muy húmedos, aunque en este último caso es una
deficiencia temporal, ya que ni bien comience a secarse el suelo, el problema desaparece.
En el primer caso, dependiendo de la severidad del problema, puedo optar por corregirse vía
suelo o vía foliar. Si el problema no es tan grave, la corrección vía foliar es factible, en tal
caso puede utilizarse tanto sulfato de hierro al 0,4% neutralizado con cal, como quelatos.
En caso de deficiencia severa, especialmente debida a calcáreo, es preferible optar por la
corrección vía suelo con productos quelatados específicos, como por ejemplo los quelatos
formulados a base de EDDHA.
Zinc (Zn):
La corrección de la misma puede hacerse tanto vía suelo como vía foliar. En el caso de
realizarlo vía suelo, tener en cuenta que en aquellos de textura fina se producirá fijación de
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este nutriente en el complejo coloidal del suelo, por lo que la eficiencia de aprovechamiento
puede ser muy baja. En suelos arenosos la situación es diferente, ya que al haber menos
coloides en los suelos, también hay menos sitios de fijación, por lo que la eficiencia de
aprovechamiento será mayor. En estos casos debe contemplarse dividir las dosis para evitar
pérdidas por lavado. Las dosis varían desde 6 a 10 kg de elemento por hectárea y para ello se
utiliza como fuente el sulfato de zinc. Las aplicaciones a suelo son eficientes para
reconstituir, en el mediano y largo plazo, los niveles del mismo. No se aconseja hacer
aplicaciones para corregir deficiencias estacionales vía suelo.
Las aplicaciones foliares tienen la ventaja de tener una respuesta más rápidamente, por lo que
son muy útiles para corregir las deficiencias durante el ciclo de cultivo. Pueden hacerse
durante el invierno cuando la planta no tiene hojas, haciendo pulverizaciones concentradas de
sulfato de zinc de hasta el 10% sobre la madera, o en primavera hasta 2 a 3 semanas antes de
floración con soluciones de sulfato de zinc al 0.4% neutralizadas con cal. También pueden
utilizarse productos a base de quelatos por lo que en estos casos se aconseja seguir las
especificaciones de marbete.
Boro (B):
El manejo de este nutriente debe hacerse con mucho cuidado porque se puede pasar de la
deficiencia a la toxicidad con muy pocos gramos de diferencia. Es un nutriente clave para el
cuaje, en especial en suelos con pH alcalino y arenosos, sin embargo es común encontrar
cantidades importantes de boro en las aguas de riego. Los niveles de boro en agua no deben
superar 1 ppm.
Los síntomas visuales de intoxicación aparecen cuando el nivel de boro, en hoja, es de 200
ppm o más.
El boro es muy versátil a la hora de elegir la forma de corregir la deficiencia. Tanto las
pulverizaciones foliares o a suelo, como las aplicaciones vía fertirriego se han mostrado
efectivas.
En caso de hacerlo vía fertirriego se recomiendan 100 a 110 grs. de boro elemento por
aplicación de 2 a 4 veces en el año comenzando en primavera y espaciando las aplicaciones
15 días. Vía suelo se recomiendan 15 grs. de boro elemento por planta. En cuanto a las
aplicaciones foliares, también se recomiendan 2 a 4 pulverizaciones por año, de 100 grs. de
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boro elemento cada una, espaciadas 15 días y comenzando 15 a 20 días antes de la floración.
Se recomienda no aplicar más 450 grs. de boro por hectárea y por año.
CONCLUSIONES
Las vides requieren una gama completa de nutrientes para un crecimiento óptimo. La
deficiencia de cualquiera de estos nutrientes puede afectar negativamente su
desarrollo, resultando en un crecimiento deficiente de los brotes, hojas amarillentas o
deformadas, y un desarrollo pobre del sistema de raíces.
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enfermedades y plagas. La falta de ciertos nutrientes puede debilitar el sistema
inmunológico de la vid, haciéndola más propensa a infecciones por hongos, bacterias o
insectos.
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REFERENCIAS
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