Código Procesal Penal Comentado (2da Edición) - Tomo II
Código Procesal Penal Comentado (2da Edición) - Tomo II
Código Procesal Penal Comentado (2da Edición) - Tomo II
PROCESAL
PENAL
COMENTADO
TOMO II
ARTÍCULOS 114 al 320
LIBRO SEGUNDO
La actividad procesal
ACETA
JURIDICA
Av. Angarrios Oeste N° 526, Urb. Miraflores
Miraflores, Urna - Perú / a (01) 710-8900
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CÓDIGO PROCESAL PENAL COMENTADO
TOMO II
CÓDIGO PROCESAL PENAL COMENTADO
Tomo II
Coordinadores ejecutivos
Colaboradores
PERCY REVILLA LLAZA / ROBERTO VÍLCHEZ LIMAY
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AUTORES DE ESTE TOMO
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AUTORES DE ESTE TOMO
por la Pontificia Universidad Católica del Perú y en Derecho Penal Económico y Empresarial. Miem
The Gradúate School of Political Management of bro de la Sociedad Peruana de Derecho.
George Washington University.
JOSÉ LUIS QUISPE VALLEJOS
FREDY VALENZUELA YLIZARBE Abogado por la Universidad Nacional de San Agus
Abogado por la Universidad Inca Garcilaso de la tín. Maestría en Derecho Constitucional por la Uni
Vega. Máster en Justicia Criminal por la Universi versidad Católica Santa María. Abogado litigante
dad Carlos III de Madrid y máster en Argumenta especializado en Derecho Penal y Procesal Penal.
ción Jurídica por la Universidad de Alicante. Abo
gado asociado del Estudio Oré Guardia Abogados. VÍCTOR BAZALAR PAZ
Abogado por la Universidad de Piura y magister en
JUAN CARLOS PORTUGAL SÁNCHEZ Derecho Público por la misma casa de estudios. Fis
Abogado por la Universidad de San Martín de Porres cal provincial penal titular corporativo en el Distrito
(USMP). Maestrando en Ciencias Penales por la Pon Fiscal de Loreto.
tificia Universidad Católica del Perú. Estudios de
especialización en Derecho Penal Internacional por FRANCISCO CELIS MENDOZA AYMA
la American University Washington College of Law. Abogado, magister en Derecho Penal y en Derecho
Especialista en Litigación Oral por la Universidad Constitucional, y doctor en Derecho por la Univer
Autónoma Latinoamericana, Colombia. Estudios de sidad Nacional de San Agustín. Juez superior de la
especial ización en Litigación Oral por la California Corte Superior Nacional de Justicia Especializada.
Wester School. Docente en la Facultad de Derecho
de la USMP. Socio fundador del estudio jurídico
JEFFERSON MORENO NIEVES
Portugal & Abogados.
Abogado por la Universidad de San Martín de Porres
(USMP), con estudios de maestría en Ciencias Pena
Alvaro martín quispe vidal les en la misma universidad, en Derecho con men
ARELLANO ción en Sistema Acusatorio y Litigación Oral en la
Bachiller por la Universidad de San Martín de Porres Universidad de Medellín y en enseñanza del Derecho
(USMP). Miembro del Centro de Estudios de Derecho en la USMP. Ex profesor de Derecho Procesal Penal
Constitucional de la Facultad de Derecho de la USMP. en la Facultad de Derecho de la USMP.
del Estudio Oré Guardia y del Instituto de Ciencia Procesal en la Universidad de San Martín de Porres.
Procesal Penal. Cursa la maestría en Derecho Penal en la Ponti
ficia Universidad Católica del Perú. Profesor del
TEODORICO CLAUDIO CRISTÓBAL curso de Derecho Penal en la Facultad de Dere
cho de la UPSJB.
TÁMARA
Abogado por la Universidad Nacional Santiago Antú-
RUDY AUGUSTO PILLPE YARANGA
nez de Mayolo (UNASAM). Estudios concluidos de
maestría en Ciencias Penales y de doctorado en Dere Abogado por la Universidad Nacional de San Cris
cho por la UNASAM. Miembro investigador del Ins- tóbal de Huamanga. Egresado de la maestría en
titut fiir Wirschafts und Unternehmensstrafrecht (Ins Derecho Penal en la Universidad Alas Peruanas.
tituto de Derecho Penal Económico y Empresarial). Diplomado en Derechos Humanos y Gobernanza
Indígena por la Pontificia Universidad Católica del
Perú. Miembro del área legal de la Comisión de
SANDRA MARIBEL BRINGAS FLORES
Derechos Humanos.
Doctoranda en Derecho en la Universidad Nacional
de Cajamarca (UNC). Maestro en Derecho Penal y
Criminología por la UNC. Fiscal provincial de la
FREDDY ROJAS LÓPEZ
Primera Fiscalía Provincial de Prevención del Delito Abogado especialista en Derecho Penal y Derecho
de Cajamarca. Fiscal ejecutora del Programa de Pre Procesal Penal. Reconocido por Ranking Leader
vención Estratégica del Delito del Distrito Fiscal de League en el año 2019 y 2020. Máster con mención
Cajamarca. Presidenta de la junta de Fiscales Provin en Derecho Penal por la Universidad Inca Garci-
ciales del Distrito Fiscal de Cajamarca (2019-2020). laso de la Vega (UIGV). Doctor en Derecho por la
UIGV. Posgrado en Derecho Penal por la Universi
dad de Salamanca. Socio sénior y jefe del área penal
DIEGO ALONSO DÍAZ PRETEL
del Estudio Muñiz.
Presidente fundador del Taller de Derecho Penal y
Derechos Humanos. Asistente en el Estudio Jurídico
SUSAN SEGURA VALENZUELA
Vásquez Boyer & Abogados Asociados. Ex integrante
del área penal de Gaceta Jurídica. Abogada por la Universidad Nacional Santiago Antú-
nez de Mayolo. Magíster en Cumplimiento norma
MIGUEL ÁNGEL VIDALÓN CHOQUE tivo en materia penal por la Universidad de Casti
lla - La Mancha. Abogada especialista en Derecho
Abogado por la Universidad Nacional Hermilio Val- Penal del estudio jurídico Heredia & Asociados abo
dizán de Huánuco, con estudios de maestría en la gados & consultores.
misma universidad. Docente universitario de Dere
cho Penal III en la Universidad de Huánuco. Socio
MARIBEL CANDIA ARGUMEDO
fundador del Estudio Jurídico Vidalón ¿¿Asociados.
Abogada por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Fiscal adjunta superior provisional del Dis
OSCAR ZEVALLOS PRADO
trito Fiscal de Lima Este.
Abogado por Pontificia Universidad Católica del Perú,
con segunda especialidad en Prevención y Control
JOSÉ LUIS RIVERA VILLANUEVA
de la Corrupción por la misma universidad. Aso
ciado en Muñiz, Olaya, Meléndez, Castro, Ono & Abogado por la Universidad Nacional Mayor de
Herrera Abogados. San Marcos. Maestrando en Ciencias Penales por
la misma universidad. Pasante en la Universidad de
Buenos Aires y la Benemérita Universidad Autónoma
ANGGELA LOREN LIZANO
de Puebla, dentro la Escuela Complutense de Verano.
CÓRDOVA Miembro del Instituto de Ciencia Procesal Penal.
Bachiller en Derecho por la Universidad Nacional
San Luis Gonzaga de lea. Coordinadora de Gaceta VÍCTOR BURGOS MARIÑOS
Penal & Procesal Penal.
Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Máster en Ciencias Penales por la misma casa
CHRISTIAN SALAS BETETA de estudios. Juez titular de la Primera Sala Penal de
Abogado por la Universidad Privada San Juan Bautista Apelaciones Corte Superior de Justicia de La Liber
(UPSJB). Estudios concluidos de Maestría en Derecho tad. Docente universitario.
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ABREVIATURAS
DLey 25475 Ley que establece la penalidad para los delitos de terrorismo y los
procedimientos para la investigación, la instrucción y el juicio,
Decreto Ley N° 25475 (06/05/1992)
LED Ley sobre Extinción de Dominio, Decreto Legislativo N° 1373
(04/08/2018)
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ABREVIATURAS
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LIBRO
SEGUNDO
LA ACTIVIDAD
PROCESAL
SECCION I
PRECEPTOS GENERALES
TÍTULO I
LAS ACTUACIONES PROCESALES
CAPÍTULO I
LAS FORMALIDADES
Concordancias:
C: arts. 2 inc. 19, 48; CPP: arts. IX, 115; CPC: arts. 130 inc. 7, 195; CC: art. 43 inc. 3.
I. Generalidades
El idioma en sentido general es la lengua de un pueblo o nación, por medio del cual
las personas se relacionan unas con otras. Así, Amado Alarcón señala que: “Si por algún
motivo los individuos encuentran necesidad de relacionarse con otros con los que inicial
mente no comparten un determinado repertorio lingüístico, y si tienen suficientes incen
tivos para ello, aparecerá la necesidad entre estos de adoptar unas determinadas pautas o
normas de interacción, siendo una -sino la principal- el idioma”(1).
(1) ALARCÓN ALARCÓN, Amado (2000). “El idioma como pauta de intercambio: Tributo a Georg Símmel”.
En: Papers: Revista de Sociología. N° 62. Barcelona, p. 41. 17
ART. 114 PRECEPTOS GENERALES
el castellano y, en las zonas donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las
demás lenguas aborígenes, según la ley”(2).
Así, el proceso penal no podría ser ajeno a estas disposiciones; es por ello que nuestro
Código Procesal Penal -en adelante, CPP- en su artículo 114 regula el idioma que debe
regir en las actuaciones procesales.
La razón de esta disposición en nuestro CPP se basa en que en nuestro territorio nacio
nal el castellano es usado mayoritariamente por el 83.9 % de la población; seguido del que
chua que es hablado por el 13.2 % de la población; el aimara, con un 1.8 % de la población
y las otras lenguas aborígenes, que son empleadas por el 1.1 % de la población nacional.
Las partes involucradas en un proceso penal tienen derecho a que, desde un inicio,
tengan conocimiento de lo que se trata dicho proceso, para lo cual se les informa y anun
cian sus derechos, así como los cargos que se le imputan de ser el caso. Para ello, la persona
debe comprender el idioma mediante el cual se le está informando.
Por otro lado, tenemos que en nuestro proceso penal, donde prima la oralidad, es
de suma importancia que las personas puedan comprender el idioma debido a que esta:
(2) La Ley N° 29735, Ley que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las
lenguas originarias del Perú, señala en su artículo 9, que: “Son idiomas oficiales, además del castellano, las
lenguas originarias en los distritos, provincias o regiones en donde predominen, conforme a los consignado en
18 el Registro Nacional de Lenguas Originarias”.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 114
“impone que los actos jurídicos procesales constitutivos del inicio, desarrollo y finalización
del juicio se realicen utilizando como medio de comunicación la palabra proferida oral
mente; esto es, el medio de comunicación durante el juzgamiento viene a ser por excelen
cia, la expresión oral, el debate contradictorio durante sesiones de audiencia es protagoni
zado mediante la palabra hablada”(3).
Por tal razón, en las regiones donde el español y las lenguas originarias son utiliza
das de manera indistinta, sería de mucho provecho que se cuente con autoridades bilin
gües, a fin de propiciar un trato directo entre los funcionarios y las partes que intervienen
en el proceso.
La finalidad de esta norma legal es que el inculpado -ya sea nacional, extranjero,
sordomudo o que tenga algún impedimento para darse a entender- pueda entender y ser
entendido por el órgano fiscal o judicial que lo procesa.
(3) MIXAN MASS, Florencio (2006).Juicio oral. 6a edición. Trujillo: BGL, p. 29.
(4) REYES MUÑOZ, Edith (2006). Inmigración y lenguaje. Para una didáctica de la hospitalidad. Estrategias de ense
ñanza y aprendizaje utilizadas por una inmigrante marroquí. Tesis para optar el grado de doctor. Universidad de
Barcelona. España, p. 13-
(5) YRIGOYEN FAJARDO, Raquel (2003). ‘‘Fundamentos jurídicos para una justicia multilingüe en Guate
mala”. En: El derecho a la lengua de los pueblos indígenas. XI Jornadas Lascasianas. ORDOÑEZ CIFUENTES,
José Emilio (coord.). México: Universidad Nacional Autónoma de México, p. 35. 19
ART. 114 PRECEPTOS GENERALES
El rol del intérprete revela que su participación se dirige a tutelar el derecho de defensa
de aquella persona que desconoce el idioma que se utiliza en su procesamiento. En efecto,
se desprende que el acceso a un intérprete constituye una manifestación del ejercicio de
la defensa.
Asimismo, otro derecho que se relaciona con el hecho de poder contar con un intér
prete es el derecho a la igualdad, ya que gracias a este derecho las partes pueden enfrentar
un proceso con igualdad de posibilidades de ejercer las facultades y derechos previstos en
la Constitución y, además, los jueces tienen la obligación de preservar esta igualdad proce
sal, para lo cual deben allanar todos los obstáculos que impidan o la dificulten.
Por otro lado, el inciso 4, del artículo 114 del CPP, se refiere a los documentos y las
grabaciones que están en un idioma distinto del español, los cuales deben ser traducidos
cuando sea necesario. Es decir, cuando estos documentos o grabaciones puedan ser incor
porados al proceso sin afectar el derecho de las partes.
BIBLIOGRAFÍA
ALARCON ALARCON, Amado (2000). “El idioma como pauta de intercambio: Tributo a Georg Sim-
mel”. En: Papers: Revista de Sociología. N ° 62. Barcelona; JIMENO BULNES, Mar (2007). “Acceso a la
interpretación y traducción gratuitas”. En: Garantías procesales en los procesos penales en la Unión Europea.
ARANGÜEÑA FANEGA, Coral (coord.). España: Lex Nova; MIXAN MASS, Florencio (2006). Juicio
oral. 6* edición. Trujillo: BGL; REYES MUÑOZ, Edith (2006). Inmigración y lenguaje. Para una didáctica de
la hospitalidad. Estrategias de enseñanza y aprendizaje utilizadas por una inmigrante marroquí. Tesis para optar
el grado de doctor. Universidad de Barcelona. España; YRIGOYEN FAJARDO, Raquel (2003). “Funda
mentos jurídicos para una justicia multilingüe en Guatemala”. En: El derecho a la lengua de los pueblos indíge
nas. XIJomadas Lascasianas. ORDOÑEZ CIFUENTES, José Emilio (coord.). México: Universidad Nacio
nal Autónoma de México.
(6) JIMENO BULNES, Mar (2007). “Acceso a la interpretación y traducción gratuitas”. En: Garantías procesales en los
20 procesos penales en la Unión Europea. ARANGÜEÑA FANEGA, Coral (coord.). España: Lex Nova, pp. 155-183.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 114
¿US JURISPRUDENCIA
Jueces deben otorgar las garantías accesorias para que el derecho de defensa de la recurrente en su calidad de analfabeta
y quechuahablante se encuentre plenamente protegido. Su abogado no debe dejar de asistir a ninguna de las audiencias
y le debe comunicar de todo lo ocurrido en cada una de las etapas del proceso.
{E}1 Estado tiene la obligación de procurara las personas analfabetas una protección especialmente garantista, ello, por
cuanto, al estar desnaturalizada su capacidad de comprensión por no contar con las herramientas cognitivas necesarias,
tal condición especial los coloca en una situación de desventaja frente a la otra parte {...}.
En tal sentido, a partir del contenido del derecho al debido proceso y el deber constitucional de garantizar la defensa de
las personas en juicio, más aún, cuando se trate de personas analfabetas, este Tribunal entiende que entre dicho dere
cho y tal deber existe una relación que bien puede ser expresada en el derecho de las personas analfabetas a no dejar de
ser asistidas por un abogado y, por tanto, a recibir una debida defensa acorde a su condición en los procesos judiciales.
STC Exp. N° 0895-2001-AA.
El ejercicio del derecho de defensa no es posible si al recurrente no se le designa traductor o intérprete, y -acorde a la
Convención- que este derecho es una garantía mínima del procesado para el respeto de su derecho al debido proceso y a
su identidad cultural, en consecuencia, para su validez, así lo ha señalado la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos: “(...) toda declaración de una persona que no comprenda o no hable adecuadamente el idioma en el cual ésta
le es tomada, carece de valor” (Informe sobre la situación de los Derechos Humanos de un sector de la población nicara
güense de origen Mismito, 1983. Parte II, secc., D, párr. 17 d). STC. Exp. N° 4719-2007-PHC/TC
Para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y resolver los factores de desigualdad real de quie
nes son llevados ante la justicia. Es así como se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribuna
les y a la correlativa prohibición de discriminación. La presencia de condiciones de desigualdad real obliga
a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar los obstáculos y deficiencias que
impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses. Si no existieran esos medios de compensación,
ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que quienes se
encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un
debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas.
Por ello se provee de traductor a quien desconoce el idioma en que se desarrolla el procedimiento, y también
por eso mismo se atribuye al extranjero el derecho a ser informado oportunamente de que puede contar con
la asistencia consular. Estos son los medios para que los inculpados puedan hacer uso de otros derechos que
la ley reconoce a todas las personas. Aquéllos y éstos, indisolublemente vinculados entre sí, forman el con
junto de garantías procesales y concurren a integrar el debido proceso legal. STC Exp. N° 3861-2012-PHC/
TC-Sullana.
21
Artículo 115.- Declaraciones e interrogatorios con intérpretes
Las personas serán interrogadas en castellano o por intermedio de un traductor o intér
prete, cuando corresponda. El juezpodrápermitir, expresamente, el interrogatorio directo
en otro idioma o forma de comunicación. En tal caso, la traducción o la interpretación
precederán a las respuestas.
Concordancias:
C: art. 139-3; CPP: art. 114; CPC: arts. 130 inc. 7, 195; LOPJ: art. 7.
I. Introducción
En nuestro actual sistema procesal penal, el interrogatorio de las partes constituye
una prueba esencial en el desarrollo de la actividad probatoria; siendo esta la que efectúan
las partes o un tercero ante el tribunal sobre los hechos y circunstancias que tengan y que
guarden relación con el objeto del proceso.
Así se tiene que en el juicio oral, que es la etapa principal del proceso penal, se prac
ticarán interrogatorios al acusado -si acepta ser interrogado-, al agraviado, a testigos y a
los peritos. De esta manera, estos brindarán información sobre los hechos, la cual será de
suma utilidad para que el juzgador pueda decidir de acuerdo a lo actuado en juicio.
(1) Baíley señala que se denomina interrogatorio "a aquel ataque frontal que asegura el triunfo de la verdad y la
justicia. Algunas personas dicen que es ei arma más devastadora que haya inventado el hombre, incluyendo
las nucleares”. En: BAILEY, Francis Lee (1995). Cómo se ganan los juicios. El abogado litigante. México: Limusa, p.
22
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 115
los sujetos que tratan de comunicarse a través de idiomas distintos, que les resultan des
conocidos. Así se tiene que mediante este, los sujetos interrogados no tendrán problemas
en entender las preguntas que les realicen tanto el fiscal como la defensa, ya que el intér
prete se encargará de retrasmitírselas de manera clara en el idioma que ellos comprenden
y conocen; asimismo, el intérprete transmitirá a la persona que está haciendo el interroga
torio las respuestas que el interrogado ha dado, entablándose una comunicación sin limi
taciones por el idioma o la forma en que se comunica el interrogado.
2. El testigo.
3. El perito.
Aquí es importante señalar que el artículo 171 del CPP, en su inciso 1, señala expre
samente que “1. Si el testigo es mudo, sordo o sordo mudo, o cuando no hable el caste
llano, declarará por medio de intérprete”.
En cuanto al perito, se tiene que su interrogatorio está orientado a obtener una mejor
explicación sobre la comprobación que se haya efectuado respecto al objeto de la pericia,
sobre los fundamentos y la conclusión que sostiene.
(2) RUA, Gonzalo (2015). Examen de testigos. Buenos Aires: Didot, p. 34. 23
ART. 115 PRECEPTOS GENERALES
las del adversario. Así, nuestro CPP en su artículo 375, inciso 3, señala que el interroga
torio directo de los órganos de prueba les corresponde tanto al fiscal como a los aboga
dos de las partes.
BIBLIOGRAFÍA
BAILEY, Francis Lee (1995). Cómo se ganan los juicios. El abogado litigante. México: Limusa; QUIÑONES
VARGAS, Héctor (2003). Las técnicas de litigación oral en el proceso penal salvadoreño: un análisis crítico del sis
tema oral en el proceso penal desde una perspectiva acusatoria adversarial. San Salvador: Consejo Nacional de la
Judicatura; RUA, Gonzalo (2015). Examen de testigos. Buenos Aires: Didot.
(3) QUIÑONES VARGAS, Héctor. (2003). Las técnicas de litigación oral en el proceso penal salvadoreño: un análisis
crítico del sistema oral en el proceso penal desde una perspectiva acusatoria adversarial. San Salvador: Consejo Nacional
24 de la Judicatura, p. 147.
Artículo 116.- Lugar
1. Las actuaciones procesales se realizarán en el despacho del fiscal o del juez, según
el caso.
2. No obstante ello, el fiscal o el juez podrán constituirse en cualquier lugar del terri
torio nacional, cuando resulte indispensable, y no sea imposible o de muy difícil
consecución, conocer directamente elementos de convicción decisivos en una causa
bajo su conocimiento.
Concordancias:
CPP: art. I inc.2; CPC: art. 126; LOPJ: arts. 152, 175.
También, los actos procesales están sujetos a ciertas formalidades que deben cumplir
para que cada acto produzca efectos de forma natural. Estas formalidades están estableci
das por la ley y no aceptan pacto en contrario, es decir, son normas imperativas y no dis
positivas. Esto tiene mayor fundamento en el proceso penal, en el cual se busca la efectiva
materialización de la consecuencia jurídica del supuesto de hecho de la norma, así como
la búsqueda de la verdad.
(1) DEVIS ECHANDÍ A, Hernando (2004). Teoría general del proceso. Buenos Aires: Universidad, p. 373.
(2) CALAMANDREI, Piero citado en DAVIS ECHANDÍ A, Hernando. Ob. cit., p. 377. 25
ART. 116 PRECEPTOS GENERALES
Ahora bien, respecto al primer párrafo del artículo 116 del CPP:
En el presente párrafo, debe observarse que el establecerse que las actuaciones pro
cesales se realizarán en el despacho del fiscal o del juez responde a que el Estado ha dado
un espacio determinado a las diversas instituciones públicas que intervienen en la admi
nistración de justicia. Por lo tanto, resulta razonable que el lugar de las actuaciones pro
cesales sea el determinado por el Estado, toda vez que si esto no fuera así, se podría llegar
a una arbitrariedad en la que las partes procesales se verían afectadas o se podrían gas
tar recursos públicos de forma innecesaria; por ejemplo, si una persona que se encuen
tra alejada del despacho fiscal señala que en su domicilio se le hace más cómodo declarar,
¿bajo qué argumento la fiscalía podría obligar a que el imputado lo haga en su despacho?
Si el fiscal se movilizara hasta el domicilio del imputado, eso significaría un mayor gasto
logístico y personal por parte del Estado, por el contrario, el fiscal o el juez podrían esta
blecer un lugar de complicado acceso para el imputado. Entonces, se puede observar que
en ambos resultados el perjudicado sería el Estado, el imputado y, en general, el correcto
desarrollo del proceso.
En la misma línea, debe tenerse en cuenta el rol que tiene el juez en el proceso. Entre
todos los deberes que ostenta, consideramos que uno de los principales es el dirigir el pro
ceso, velar por su rápida solución, adoptando las medidas conducentes para impedir su
paralización y procurar la mayor economía procesal, so pena de incurrir en responsabili
dad por las demoras que ocurran. También, el juez tiene la obligación de buscar el contacto
(3) En sentido similar, Quispe Umasi señala que: "la nulidad procesal es la consecuencia jurídica, de carácter
excepcional, producida por un vicio o defecto trascedente en la estructura de un acto procesal, que afecta su
validez y genera la deconstitución de sus efectos”. En: QUISPE UMASI, Wilmer Roy (2016). “La nulidad en
el nuevo Código Procesal Penal: Alcances de la capacidad nulificante del Tribunal Superior”. En: Revista de la
Maestría en Derecho Procesal. Volumen 6. N° 1, enero-julio. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, p.
127. Recuperado de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoprocesal/article/viewFile/15l08/l%14.
26 (4) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: INPECCP - Cénales, p. 203.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 116
directo con los medios probatorios, dejando de lado cuestiones formales y priorizando la
finalidad del proceso.
Con lo antes anotado, puede apreciarse que los deberes de estos funcionarios públi
cos son coadyuvar al correcto desarrollo del proceso. Siendo esto así, puede observarse que
la movilización por parte del juez y del fiscal puede realizarse siempre que esta sea nece
saria. Debe tenerse en cuenta que para que el acto procesal se desarrolle en un lugar dis
tinto al señalado en la norma, debe mediar una fundamentación sólida por parte del soli
citante, la cual será seguida de una resolución, obviamente motivada, por parte del juez
que llevará a cabo la diligencia, por ejemplo, si el fiscal solicita presentar una prueba anti
cipada del testimonio de un testigo que se encuentra en la provincia de Huancayo y que
por recomendaciones médicas es riesgoso trasladarlo a otro lugar, pero el proceso penal se
está desarrollando en la provincia de Ancash, entonces, el juez de la causa debe ponderar
la relevancia del testimonio y dejar de lado las formalidades establecidas, pues lo que más
importa es que se dé un correcto desarrollo del proceso(5).
BIBLIOGRAFÍA
DEVIS ECHANDÍA, Hernando (2004). Teoría general del proceso. Buenos Aires: Universidad; QUISPE
UMASI, Wilmer Roy (2016). “La nulidad en el nuevo Código Procesal Penal: Alcances de la capacidad
nulificante del Tribunal Superior”. En: Revista de la Maestría en Derecho Procesal. Volumen 6. N° 1, enero-
julio. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Pro
cesal Penal. Lecciones. Lima: INPECCP - Cénales.
(5) El juez debe tener una actitud crítica frente a las formalidades y en algunos casos debe dejarlas de lado cuando
impidan otros fines transcendentales al proceso. 27
Artículo 117.- Tiempo
Salvo disposición legal en contrario, las actuaciones procesales podrán ser realizadas
cualquier día y a cualquier hora, siempre que resulte absolutamente indispensable según
la naturaleza de la actuación. Se consignarán el lugar y la fecha en que se cumplan. La
omisión de estos datos no tornará ineficaz el acto, salvo que no pueda determinarse, de
acuerdo con los datos del acta u otros conexos, la fecha en que se realizó.
Concordancias:
CPC:art. l4l¡ LOPJ: arts. 152, 175.
Nuestro Código Procesal Penal -en adelante, CPP- ha establecido un tiempo deter
minado para cada actuación procesal, es decir, no podríamos hablar de que se presentan
actos procesales atemporales. En toda actuación procesal que se realice debe señalarse el
lugar, la fecha y la hora en la que esta se llevó a cabo, la importancia de dichas anotacio
nes radica en resguardar los derechos que tienen las partes; por ejemplo, podrían verificar
si se produjeron los efectos de la prescripción, la caducidad o la preclusión(1), para de esa
manera activar la acción pertinente. Estos actos deben realizarse en horas prudentes y días
hábiles. Las actuaciones deben realizarse de forma célere cuando sea urgente, cesar con la
afectación del derecho del imputado y la propia naturaleza de la actuación.
Lo antes anotado, tendría que evaluarse a la luz del derecho que se está discutiendo
durante el proceso. Si estamos frente a una audiencia de prisión preventiva, en la que se
está dilucidando el derecho a la libertad personal del investigado, se tiene que buscar su
rápida resolución®, sin embargo, ¿esto justificaría que las audiencias se extiendan hasta
altas horas de la noche-madrugada? Si esto último se diera, consideramos que realmente
no podría garantizarse un derecho óptimo a la defensa técnica®, debido a que, como lo
ha señalado el Tribunal Constitucional “(• • •) no es 1° mismo la lucidez de la defensa téc
nica ejercida respetando los horarios de descanso que impone la naturaleza humana, que
ejercer la defensa técnica a media madrugada, luego de una maratónica audiencia iniciada
18 horas antes”®.
(1) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano. Lima: Palestra, p. 308.
(2) Debe tenerse en cuenta que el derecho al plazo razonable no solo se protege con la celeridad de los procesos,
sino también con la duración razonable que debe tener esta, pues si la duración fuera inferior a lo establecido
por las normas o a la complejidad e importancia de los derechos fundamentales en controversia también se
estaría vulnerando. Cfr. STC Exps. N° 040780-2017-PHC/TC y N° 00502-2018-PHC/TC (Acumulado), fun
damento jurídico 133-
(3) Código Procesal Penal
Artículo IX.- Derecho de defensa
"(...) tiene derecho a que se le conceda un tiempo razonable para que prepare su defensa; a ejercer su autode
fensa material; a intervenir, en plena igualdad, en la igualdad, en la actividad probatoria (...). El ejercicio del
derecho de defensa se extiende a todo estado y grado del procedimiento, en la forma y oportunidad que la ley
señala”.
28 (4) STC. Exps. N° 040780-2017-PHC/TC y Exp. N° 00502-2018-PHC/TC (Acumulado), fundamento jurídico 135.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 117
De lo escrito, podríamos afirmar que, si bien las audiencias en las que se discute la
libertad personal deben resolverse con rapidez y a la brevedad, estas también deben darse
en un horario prudente, en el cual las defensas técnicas y la propia fiscalía puedan presen
tar y exponer de forma óptima sus argumentos. En la actualidad, las audiencias de prisión
preventiva que tienen una complejidad considerable están siendo resueltas en varias sesio
nes con un plazo razonable entre cada una de ellas, pues, debe tenerse en claro que lo que
la norma muchas veces establece es que las audiencias se deben desarrollar dentro de un
plazo determinado al presentarse el requerimiento fiscal; sin embargo, las sesiones sí pue
den ser varias, dependiendo de la complejidad del caso, pues no es lo mismo discutir la pri
sión preventiva de un imputado que la de treinta imputados, o no es lo mismo discutir la
prisión preventiva de un imputado al que se le esté atribuyendo solo un delito que la de un
imputado al que se le esté atribuyendo cinco delitos y que la investigación de este último
contenga abundantes elementos de convicción. Por esta razón, es sumamente importante
e imprescindible que el juez dirija las audiencias de forma acertada y establezca un plazo
proporcional para la duración de esta, todo esto con la finalidad de velar por el correcto
respeto de los derechos fundamentales de las partes, sin que influya en el juez otra inten
ción distinta al correcto desarrollo del proceso, toda vez que nos encontramos en un pro
ceso acusatorio{5) y el juez es un sujeto imparcial.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILL ANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penalperuano. Lima: Palestra; MONTERO AROCA,
Juan (1997)- Principios del proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch.
(5) Es interesante lo que señala Montero Aroca al referirse a la imparcialidad del juez: “(...) no se podría hablar de
la existencia de dos tipos de procesos, uno acusatorio y otro inquisitivo, como si fuera posible un proceso en el
que el juez fuera al mismo tiempo el acusador (...). Cosa distinta es que parte de la doctrina y alguna jurispru
dencia internacional y constitucional carezca de una noción clara de proceso, y crean que la palabra acusatorio
califica al proceso, cuando la realidad es que este si no es acusatorio no es proceso, con lo que el calificativo no
añade nada, no califica, siendo simplemente un pleonasmo”. MONTERO AROCA, Juan (1997). Principios del
proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch, pp. 97 y 98. 29
Artículo 118.- Juramento
1. Cuando se requiera juramento, se recibirá según las creencias de quien lo hace, des
pués de instruirlo sobre la sanción que se haría acreedor por la comisión del delito
contra la administración de justicia. El declarante prometerá decir la verdad en
todo cuanto sepa y se le pregunte.
2. Si el declarante se niega a prestar juramento en virtud de creencias religiosas o
ideológicas, se le exigirá promesa de decir la verdad, con las mismas advertencias
del párrafo anterior.
Concordancias:
CPP.arts. 168,170, 174, 378 inc. 1; CPC: arts. 202, 441; CP:arts. 371, 438.
Con relación al primer párrafo, se observa que el declarante debe brindar juramento
siempre que la actuación procesal lo amerite, es decir, en los casos en que la persona empla
zada deba otorgar una información necesaria para el desarrollo del proceso.
(...)
Fundamento 52.- Otro tanto cabe decir respecto de la presencia de la Biblia en los
estrados judiciales. De manera similar a lo que acontece con los crucifijos, el caso
de la Biblia requiere ser enfocado no solo en función del simbolismo religioso, sino
también a la luz de lo que representa su presencia en el devenir histórico de la admi
nistración de justicia. En efecto, sabido es que la presencia de biblias en los estrados
judiciales obedece a su recurrente utilización como uno de los elementos a tomarse
en consideración al momento de realizar el juramento o el compromiso de decir la
verdad. Tal perspectiva permite considerar que, más allá de su indudable vincula
ción con la religiosidad, la Biblia representa en el desarrollo histórico de la justicia
el esfuerzo de los seres humanos por acercarse a la verdad como valor preciado en el
que aquella se sustenta”®.
Por otro lado, en la parte final del primer párrafo del artículo bajo comentario se esta
blece que: “el declarante prometerá decir la verdad en todo cuanto sepa y se le pregunte”,
esto es, pareciera que la persona que brinda juramento, a su vez, prometerá decir la ver
dad; mientras que en el segundo párrafo se señala que: “Si el declarante se niega a prestar
juramento en virtud de creencias religiosas o ideológicas, se le exigirá promesa de decir la
verdad, con las mismas advertencias del párrafo anterior”.
De esta redacción, se puede apreciar que existe contradicción entre el primer párrafo
y el segundo párrafo, toda vez que en el segundo se establece que se prometerá siempre
que el declarante se niegue a prestar juramento, mientras que en el primero se señala que
la persona que juramente también prometerá. Por nuestra parte, consideramos que puede
señalarse que si el declarante profesa la religión católica o está de acuerdo con realizarlo
bajo las normas morales de la misma este prestará juramento, caso contrario se le exigirá
la promesa de decir la verdad(3).
Ahora, se puede observar que entre prometer y juramentar no existe una diferencia
respecto a las consecuencias jurídicas que podrían producir si se realiza una u otra, pues
nuestro CPP establece que en el caso de que el requerido mienta, cometerá los delitos con
tra la administración de justicia. En ese sentido, puede afirmarse que la diferencia entre
prometer y juramentar es una diferencia netamente semántica(4).
BIBLIOGRAFÍA
ROSAS YATACO, Jorge (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Jurista.
(3) Cfr. ROSAS YATACO, Jorge (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Jurista Editores, p. 498.
(4) La Real Academia Española (RAE) señala que juramento es: afirmación o negación de algo, poniendo por
testigo a Dios o en sí mismo o en sus criaturas; y, promesa es: augurio, indicio o señal que hace esperar algún
32 bien.
Artículo 119.- Interrogatorio
1. Las personas que sean interrogadas deberán responder de viva voz y sin consultar
notas ni documentos, con excepción de los peritos y de quienes sean autorizados
para ello, incluso los imputados, en razón de sus condiciones o de la naturaleza de
los hechos o circunstancias del proceso.
2. El declarante será invitado a manifestar cuanto conozca sobre el asunto de que se
trate y después, si es necesario, se le interrogará. Las preguntas que se le formulen
no serán impertinentes, capciosas ni sugestivas.
Concordancias:
CPP: arts. 378, 380, 424 inc. j, 457 ines. 3 y 7, 462; CPC: arts. 217 al221.
Con la reforma procesal penal peruana se ha puesto en realce el juzgamiento, por ser
la fase que aplica, a plenitud, el principio de oralidad e inmediación de las partes, pilar de
la metamorfosis procesal. En ese sentido, es pues el acto del interrogatorio, el que viene a
la mente ante cualquier definición conceptual que se le pueda dar a estos principios, o si
se quiere, el acto más representativo de esta fase.
Podemos decir que el interrogatorio -artículo 119 CPP- es el examen que se realiza
a una fuente de prueba con la finalidad de obtener la mayor información posible de su
parte, data que puede tener un origen en la percepción directa del declarante, siendo que
lo obtenido del interrogatorio permite dilucidar las circunstancias relacionadas directa
mente con el hecho delictivo, así pues, mediante el interrogatorio, el juzgador (entendién
dose que también puede ser colegiado) puede esclarecer puntos de duda que le permiti
rán decidir sobre el caso.
El artículo 119 del CPP establece que el interrogatorio se llevará a cabo, a viva voz y
sin interconsulta documentaría, haciendo la salvedad en el caso de los peritos y “de quie
nes sean autorizados”, en razón de las condiciones o naturaleza de los hechos o circuns
tancias del proceso. Al respecto, si bien dicho articulado deja un vacío, en el sentido de
que no establece los criterios para la autorización de la consulta documentarla, se entiende
que la excepción discrecional es motivada por la infinidad de particularidades que podrían
presentarse en determinado interrogatorio. De esta forma, un ejemplo de ello viene a ser
la declaración de un testigo, agente policial, quien ante la infinidad de casos que presencia
e interviene en su quehacer diario, obviamente, requiere de mayores datos que le permi
tan recordar sobre el hecho por el cual se le examina, por lo cual muchas veces se le per
mite la revisión del informe o parte policial. Asimismo, si se requiere la información sobre
la aceptación o rechazo del contenido de un documento en determinado caso, siendo la
naturaleza de un delito contra la fe pública, pues resultaría lógico que el declarante tenga
a la vista el mismo.
Los ejemplos arriba propuestos nos muestran la infinidad de supuestos que podrían
presentarse en razón de la naturaleza de los hechos o circunstancias del proceso, siendo un
caso particular que ejemplifica, además, la excepción de los procesados, por su condición,
33
ART. 119 PRECEPTOS GENERALES
el supuesto de un encausado (que también podría suceder con testigos) con alguna dificul
tad o impedimento visual, que podría invocar la utilización del sistema Braille, o con dis
capacidad del habla que impedirá, obviamente, que el interrogatorio sea “a viva voz” como
indica la norma. Como vemos, de esta manera, el legislador ha incluido excepciones que,
en realidad, son la regla de toda audiencia, puesto que en todo proceso penal, durante las
audiencias, se convoca a diversas personas, entre las cuales siempre se presenta una o más,
por la cual se pueda invocar la excepción normativa.
El segundo párrafo del mismo artículo 119 establece como regla que las preguntas
formuladas durante el interrogatorio no sean impertinentes, capciosas ni sugestivas, por lo
que el juez deberá rechazar todo cuestionamiento que no tenga relevancia o relación con el
caso; no tenga relación directa o indirecta con el hecho juzgado; no se dirija al estableci
miento o negación de la conducta incriminada o de la participación del procesado; o que
no tenga relación con la credibilidad del interrogado (por cuanto resultan supuestos de
impertinencia/0; asimismo, negar la realización o aceptar toda oposición sobre preguntas
que puedan inducir a error o confusión al interrogado, dirigiéndolo a responder errónea
mente (caso de pregunta capciosa); y, finalmente, descartar toda pregunta que insinúe o
sugiera lo que el declarante debe reconocer o rechazar (sugestiva). De ser el caso en que el
juez pase por alto la formulación de preguntas de este tipo o sea él mismo quien las rea
lice, asiste a cualquiera de las partes el mecanismo de la objeción, a través del cual se busca
el retiro de la pregunta, que se replantee la misma o se reformule de forma adecuada y, de
lograrse el retiro, ello impide que se pueda volver a realizar posteriormente.
Cabe resaltar que así como es posible plantear estratégicamente la objeción de las pre
guntas, de igual forma se pueden objetar las respuestas del interrogado, en ese sentido, el
artículo 166, inciso 3, del CPP indica que “[n]o se admite al testigo expresar los concep
tos u opiniones que personalmente tenga sobre hechos y responsabilidades, salvo cuando
se trata de un testigo técnico”. De esta forma, observamos que el legislador también con
sideró el supuesto de una pregunta correctamente formulada, ante la cual se otorgue una
respuesta con caracteres objetables, que podría ser una respuesta evasiva, repetitiva o, como
señala la norma, con inclusión de opiniones personales.
(1) STC Exp. N° ólll-2009-PA/TC: caso Linares Bustamante, en el que se precisa que “{e]l contenido del
interrogatorio resulta esencial en tanto las preguntas realizadas por la judicatura se encuentren directamente
vinculadas a la materia investigada. Ello supone que los aspectos sobre los que verse el interrogatorio resulten
realmente de interés y no se orienten hacia temas irrelevantes, impertinentes o simplemente innecesarios para
34 lo que realmente se busca determinar
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 119
limitación, era necesario que las pruebas ofrecidas por un testigo no susceptible de inte
rrogar sean corroboradas con otros medios de pruebaӒ2}.
BIBLIOGRAFÍA
ANGULO ARANA, Pedro (2017). Claves de la litigación oral en el proceso penal. Alegatos e interrogatorios. Lima:
Gaceta Jurídica; QUIROZ SALAZAR, William (2013). El interrogatorio y el contrainterrogatorio en el nuevo
Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica.
Concordancias:
CPP: arts. 19, 356 inc. 1).
Debemos decir que esta excepción fue regulada mediante la incorporación de este
artículo en el CPP, a través de la Ley N° 30076 “Ley por la Seguridad Ciudadana”, publi
cada el 19 de agosto de 2013, procediendo luego el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial
con fecha 7 de enero de 2014 a emitir y publicar la Resolución Administrativa N° 4-2014-
CE-PJ, mediante la cual aprobaron la Directiva de Lineamientos para el Uso de la Video-
conferencia en los Procesos Penales, la misma que regula el procedimiento para la decla
ración de testigos, víctimas, peritos y procesados, siendo que en este último caso, adhiere
dos requisitos fundamentales como la presencia física del abogado de la defensa al lado
del procesado, así como la consideración, en el caso de procesados o condenados por deli
tos graves, del peligro de fuga que pueda revestir su traslado.
la audiencia haya sido preparada por una serie de actos escritos, en los cuales incluso puede
haberse interpuesto la pretensión y opuesto la resistencia [MONTERO AROCA: Ibídem,
p. 385], según se advierte de los artículos 349 y 350.1 del CPP
Las audiencias son la muestra del abandono del viejo sistema procesal por el cual se
invocaba la reserva de la investigación y primaba la cultura procesal del “secretismo”, para
pasar al nuevo modelo procesal acusatorio que busca un proceso público e imparcial, a
través de la primacía de los principios de publicidad, presunción de inocencia, igualdad
procesal, principio de contradicción, inmediación, concentración y oralidad.
Nuestro Código Procesal Penal establece un gran número de audiencias que algu
nos autores han llegado a clasificar, de esta forma, William Quiroz Salazar(1) las identifica
como: las audiencias vinculadas al derecho a la libertad del imputado, la audiencia vincu
lada al derecho del menor de edad, la audiencia vinculada a las medidas de coerción proce
sal en contra del investigado, la audiencia vinculada a la suspensión preventiva y cesación
de derechos, las vinculadas a las medida cautelares reales, las vinculadas a los derechos de
las víctimas, las audiencias vinculadas a ejercer el derecho a la prueba anticipada, las vin
culadas a la restricción de derechos, las vinculadas a ejercer el derecho y garantía del plazo
razonable en la investigación, la audiencia vinculada con los procesos especiales, la vincu
lada a ejercer el derecho de exclusión probatoria por violación de derechos fundamentales,
las vinculadas a la facultad fiscal de abstenerse de ejercitar la acción penal, las audiencias
vinculadas a ejercer el derecho de los medios técnicos de defensa, las vinculadas a ejercer
el control de plazo de la investigación en la fase de diligencias preliminares, la audiencia
vinculada a la fase de sentencia, las vinculadas a las medidas restrictivas de derecho, las
vinculadas a la condición de tercero civil, la vinculada a la incorporación y sanción de per
sonas jurídicas, la audiencia vinculada a la competencia de los jueces, la vinculada a ejer
cer el recurso de casación, sobre peticiones de autoridades extranjeras, con la finalidad de
ejercer el derecho de revisión penal, sobre los controles judiciales de la etapa intermedia,
la vinculada a la nulidad de transferencias o pérdidas de dominio de bienes susceptibles de
medida real, las vinculadas a la capacidad penal del sujeto activo imputado y sobre medi
das de coerción sobre testigo importante.
Con lo mencionado, no cabe duda de que la labor del juez cobra un mayor protago
nismo que implica a su vez un mayor despliegue de todo aparato jurisdiccional, sin dejar
de lado la actividad de los fiscales y abogados, quienes se ven compelidos a una mayor pre
paración sobre el caso en debate, puesto que la concurrencia a las audiencias no tiene una
única finalidad de presentación, sino que se desarrolla todo un debate en el que todas las
partes procesales deben fundamentar, en ese mismo instante, con estrategia, su postura
jurídica, de tal forma que no solo sean correctas teórica o formalmente, sino que también
produzcan convencimiento al juez de la causa.
(1) QUIROZ SALAZAR, William (2015). El sistema de audiencias en el proceso penal acusatorio. Lima: Instituto
Pacífico. 37
ART. 119-A PRECEPTOS GENERALES
BIBLIOGRAFÍA
QU1ROZ SALAZAR, William (2015). El sistema de audiencias en el proceso penal acusatorio. Lima: Instituto
Pacífico; PISFIL FLORES, Daniel Armando (2015). “La encrucijada de una justicia penal tecnológicamente
avanzada. Uso de la videoconferencia en el proceso penal y la garantía de inmediación”. En: Dialogo con la
Jurisprudencia. Tomo 204. Lima: Gaceta Jurídica.
¿¡¡3 JURISPRUDENCIA
(A}1 disponer, sin más, la continuación del juicio oral en las condiciones señaladas -sin que el acusado se haya reunido
en privado con su abogado defensor para preparar su defensa y lo no siendo asesorado por el mismo- no tomando nin
guna medida adecuada y efectiva en procura de salvaguardar realmente el derecho de defensa del acusado, como podría
haber sido no continuar, en tales condiciones, el juicio oral -lo cual, por cierto, habría estado justificado-, o disponer
el traslado del acusado a la Sala de Audiencias en Loreto para el desarrollo del juicio oral y, consecuentemente, pres
cindir de la videoconferencia. Atendiendo a ello, de ningún modo puede afirmarse que en el juicio oral seguido contra
MMG se ha cumplido con el debido proceso. R.N. N° 999-2016-Loreto.
{E}¿ sistema de videoconferencia no impide que el procesado y el juzgador puedan comunicarse oralmente; antes bien,
posibilita la interacción y el dialogo entre las partes, pudiéndose observar que cuando se realiza bajo las condiciones téc
nicas adecuadas no obstaculiza la mejor percepción sensorial. Asimismo, en la medida que se permita el acceso al con
tenido de las audiencias no se afecta la publicidad. Mientras que, respecto a la contradicción, se aprecia que, con las
partes comunicadas en tiempo real, estas pueden expresarse fluidamente, tal y como si estuvieran presentes físicamente el
procesado y el juzgador en el mismo ambiente. Exp. N° 02738-2014-PHCITC.
38
CAPITULO II
LAS ACTAS
Concordancias:
CPP: arts. 88 inc. 7, 121, 134 inc. 1, 136 inc. 1 lits. b ye; CPC: arts. 136, 139, 204; CNA: art. 144 lit. a; LOPJ:
arts. 239 inc. 3, 260 inc.l.
Del texto del artículo 120 del Código Procesal Penal (en adelante CPP), se puede
advertir que la definición de acta configura una regla general que es aplicable tanto a las
actuaciones fiscales como judiciales. Por actuación procesal debe entenderse toda aquella
actividad que desarrolla el juez o el fiscal dentro de un proceso, ya sea judicializado o no,
siempre que provenga de la presunta comisión de un delito y a partir de la toma de cono
cimiento de la noticia criminosa por parte de la Policía Nacional o Ministerio Público.
Las actuaciones serán documentadas mediante medios técnicos, ya sea audio, video o
fotográfico como los más tradicionales, y cualquier otro del que se pueda disponer depen
diendo de la actuación procesal. No debe olvidarse que esta norma no solo está planteada
para el caso de las audiencias, sino para cualquier actuación procesal, así, por ejemplo, la
norma en comento es perfectamente aplicable a la diligencia de levantamiento de cadáver
o recojo de evidencia en la escena del crimen, donde se podrán utilizar medios como video,
fotografía y adicionalmente molduras (para registrar el volumen y forma de ciertas marcas
que no son captadas por la cámara), así como la toma de muestras y otros mecanismos que
los técnicos capacitados considerarán convenientes. De la misma manera en una necrop
sia, además de los medios convencionales, se acudirá al uso de radiografías, por ejemplo,
39
ART. 120 PRECEPTOS GENERALES
Resulta claro, entonces, que entre actuación procesal y audiencia existe una relación
de género a especie. Siendo la audiencia una de entre otras tantas actuaciones procesales
reguladas por el Código Procesal Penal de 2004.
Al respecto, el inciso 2 del artículo 120 establece las formalidades básicas que debe
contener cualquier acta de actuación procesal (audiencias incluidas): fecha, lugar, año, mes,
día y hora en que haya sido redactada y determinación de las personas que han interve
nido. Este apartado contempla además que se consignará una relación sucinta, de ser el
caso, de los actos realizados, de lo que se desprende que habrá casos en los que se deberán
describir los hechos con todo detalle y otros en los que no será necesario.
Reiterando lo señalado en los párrafos previos, no todas las actas son registros de
audiencias, las actas pueden registrar tanto hechos como dichos. La mayor parte de las
actas reguladas por el CPP están referidas al registro de hechos en el trámite de la investiga
ción, y en muchas de ellas existe la obligación normativa de detallar estos, así por ejemplo:
a) El artículo 214, inciso 3, establece que los motivos que determinaron el allana
miento sin orden judicial constarán detalladamente en el acta.
Como se ve, la norma establece los casos en los que la reproducción o transcripción
de los hechos será detallada, fiel o íntegra.
El inciso 3 del artículo 120 señala que “[s]erá posible la reproducción audiovisual de
la actuación procesal, sin perjuicio de efectuarse la transcripción respectiva en un acta”.
De una lectura cuidadosa de la norma, se puede apreciar que no se refiere al registro o
documentación de la actuación procesal, sino a su reproducción. Obsérvese que el inciso
1 del artículo 120 reguló la documentación de la actuación procesal, por tanto, por sen
tido común y técnica legislativa no tendría razón de ser que se volviese a regular lo mismo
dos apartados después.
de testigo, por ejemplo), donde se podrá visualizar dicha declaración prestada previamente
ante el juez de investigación preparatoria en la audiencia de juicio oral.
Reforzando lo señalado, aparece en la parte final del inciso en análisis que tanto la
Fiscalía de la Nación como el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, en función de las posi
bilidades, dictarán disposiciones que permitan su utilización. Este término “utilización”
se refiere evidentemente al uso del ya existente registro audiovisual de determinada actua
ción procesal. Siendo así, si la norma se refiriese al acto propiamente de registrar, resulta
evidente que el término usado tendría que haber sido el de “implementación” y no el de
“utilización”, es decir, “su utilización en audiencia o en juicio oral o de juzgamiento”
mediante el uso de proyectores, pantallas gigantes u otros.
Finalmente, y para cerrar este punto, el artículo 120, inciso 3, del CPP debe con
cordarse para su comprensión con el artículo 187, inciso 4, referido a la prueba documen
tal, lo que demuestra que efectivamente el término transcripción del artículo 120, inciso
3, se refiere a la de una cinta magnetofónica o de video que se reproduzca en audiencia:
Continuando con el análisis del artículo 120, el inciso 4 señala adicionalmente quie
nes deberán intervenir en la firma del acta levantada en el trámite de una actuación pro
cesal, así se puede desglosar de la siguiente manera:
Esta norma no requiere mayor análisis, pues en este punto debe ser interpretada con
juntamente con el artículo 121.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Fondo Edito
rial del INPECCP.
41
ART. 120 PRECEPTOS GENERALES
¿Ib JURISPRUDENCIA
Cuando las resoluciones orales entrañan un pronunciamiento sobre el objeto procesal o resuelven una cuestión incidental
referida a la regularidad o viabilidad del procedimiento penal, cuya motivación es indispensable, el principio de segu
ridad jurídica y la propia noción de escrituralidad que incorpora la Constitución para el supuesto de resoluciones judi
ciales exige que se consignen o transcriban íntegramente en el acta, sin perjuicio de que consten, si fuera el caso, en la
reproducción audiovisual. Cas. N° 61-2009-La Libertad.
42
Artículo 121.- Invalidez del acta
1. El acta carecerá de eficacia solo si no existe certeza sobre las personas que han
intervenido en la actuación procesal, o si faltare la firma del funcionario que la
ha redactado.
2. La omisión en el acta de alguna formalidad solo la privará de sus efectos, o tornará
invalorable su contenido, cuando ellas no puedan ser suplidas con certeza sobre la
base de otros elementos de la misma actuación o actuaciones conexas, o no puedan
ser reproducidas con posterioridad y siempre que provoquen un agravio específico
e insubsanable a la defensa del imputado o de los demás sujetos procesales.
Concordancias:
CPP: arts. 120, 361 inc.2.
Al respecto, solo habrá que recalcar que las normas referidas a la invalidez del acta lo
son para tal en forma general, de tal manera que si determinada actuación procesal está
regulada por normas especiales, deberán preferirse estas antes que las generales en cual
quier caso que exija interpretación por colisión de normas del mismo rango.
La ineficacia del acta, por sí misma, solo podrá dictarse o declararse si se advierte
una clara imposibilidad de determinar quién la suscribió o quién intervino. Así, la falta de
firma del funcionario competente no es causal de exclusión o de determinación de invali
dez si este puede ratificarse en su contenido en acto posterior.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Fondo Edito
rial del INPECCP.
43
CAPITULO III
LAS DISPOSICIONES
Y LAS RESOLUCIONES
Concordancias:
C; arts. 158, 159; CPP: art. 127; LOMP: arts. 1, 5, 10, 82, 83, 94, 95.
Con este articulado se establece una nueva plataforma procesal en la que se postula
que el fiscal adopte una intervención más activa en el desarrollo del proceso, en la cual
formula requerimientos, así como emite disposiciones y providencias.
Del mismo modo, vemos que el legislador estableció una clasificación de las resolu
ciones que emita el fiscal, conforme procedemos a detallar:
a) Las providencias
Que tienen su equivalente a los decretos que expida el juez, cuya finalidad es
impulsar el procedimiento de la investigación, siendo decisiones de mero trámite
y no requieren motivación, por ejemplo: la designación de abogado, señalamiento
de domicilio procesal, presentación de documentos, etc.
b) Las disposiciones
c) Los requerimientos
Vienen a ser las peticiones que formula el fiscal al órgano judicial encaminadas a
la realización de determinados actos procesales, en la cual, se deberá persuadir al
juez a través de una suficiente y adecuada motivación de las solicitudes, las cua
les restringen derechos fundamentales relacionados al derecho a la libertad per
sonal, acompañando los elementos de convicción que lo sustenten, por ejemplo:
las solicitudes de prisión preventiva, impedimento de salida, suspensión de dere
chos, etc.
Por lo que, verificamos que nuestro legislador, con la dación del Código Procesal
Penal, estableció una clasificación de resoluciones fiscales, en la cual, el Ministerio Público
ejerce su función como titular de la acción penal pública y órgano persecutor del delito,
manifestando sus decisiones a través de providencias, disposiciones y requerimientos den
tro del marco del proceso penal.
BIBLIOGRAFÍA
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el sistema acusatorio. 2a
edición. Lima: Ideas; CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica.
S JURISPRUDENCIA
1. La debida fundamentación de la solicitud o requerimiento constituye un requisito de admisibilidad. 2. La absolu
ción del traslado de la solicitud o requerimiento se realizará oralmente en audiencia. 3. La asistencia a la audiencia
del fiscal con la carpeta fiscal es obligatoria. 4. Los sujetos procesales serán representados en audiencia por sus defenso
res. 5, La asistencia a la audiencia del defensor solicitante o fiscal requirente es obligatoria, bajo apercibimiento recha
zarse de plano su solicitud o requerimiento, la asistencia de los demás sujetos procesales es facultativa. 6. La decisión del
juez puede ser oralizada en la misma audiencia o notificada con la resolución escrita después de la audiencia, según la
complejidad del caso. Acuerdo Plenario N° 05-2008.
La debida motivación de las resoluciones fiscales es la garantía del denunciante del ilícito penal frente a la arbitra
riedadfiscal, asegurándole a quien denuncia un delito que las decisiones que adopten los representantes del Ministerio
Público no estén sustentadas en el mero capricho de los fiscales, sino en datos objetivos que proporciona el ordenamiento
jurídico o en los que se deriven del caso. El dejar incontestada la pretensión penal, o ele desviar la decisión del marco
del debate fiscal generando indefensión, constituía vulneración del derecho a la motivación de las resoluciones fiscales.
Exp. N° 07132-2013-PA/TC.
45
Artículo 123.- Resoluciones judiciales
L Las resoluciones judiciales, según su objeto son decretos, autos y sentencias. Salvo
los decretos, deben contener la exposición de los hechos debatidos, el análisis de la
prueba actuada, la determinación de la ley aplicable y lo que se decide, de modo
claro y expreso.
2. Los decretos se dictan sin trámite alguno. Los autos se expiden, siempre que lo dis
ponga este Código, previa audiencia con intervención de las partes. Las sentencias
se emiten según las reglas previstas en este Código.
Concordancias:
C:art. 139 ines. 3y 5; CPP:arts. 125,126; CPC:arts. 120,121; LOPJ: arts. 4,11,12,263 inc. 8,266incs. 8y22.
En ese marco, los juzgadores, en este caso, que resuelven asuntos en materia penal,
manifiestan la voluntad de sus decisiones en un proceso penal, mediante, las resoluciones,
entendidas estas como el signo fundamental y típico de la “racionalización” de la función
jurisdiccional^, estas decisiones jurisdiccionales constituyen, por tanto, el acto del juez por
medio del cual se declara el efecto en derecho que la ley hace depender de cada supuesto
fáctico0). Convengamos en aclarar que una resolución judicial, está dentro de lo que lla
mamos resoluciones jurídicas, debido a que dentro de estas podemos encontrar resolucio
nes tanto judiciales como administrativas0).
(1) CALAMANDREI, Piero (1960). Proceso y democracia. Buenos Aires: Ejea. H. Fix Zamudio (trad.), p. 115.
(2) MONTERO AROCA, Juan (2000). El nuevo proceso civil Valencia: Tirant lo Blanch, p. 196.
46 (3) LEON PASTOR, Ricardo (2008). Manual a de redacción de resoluciones judiciales. La Libertad: AM AG, p. 19 y ss.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 123
1. Los decretos
Los decretos son actos procesales del juez, que tienen como finalidad la de orde
nar el proceso, esto es, son resoluciones de mero trámite que permiten ordenar el proceso
penal. Son actos procesales de impulso del proceso, de simple trámite, breves y no nece
sitan ser motivados(4).
Los decretos, establece el Código Procesal Penal, son resoluciones judiciales que se
dictan “sin trámite alguno”; la norma bajo análisis, como podemos con facilidad advertir,
no se ocupa en brindarnos un concepto del decreto; sino por el contrario, se limita a des
cribir algunas características, como la de que se dicta sin trámite alguno y que no necesita
una motivación en el aspecto fáctico, normativo y probatorio de lo resuelto, esto último, en
interpretación contraria a lo que la norma enuncia para el caso de los autos y las sentencias.
2. Los autos
Sobre los autos, al igual que sucede con los decretos, el legislador ha evitado brin
dar una definición, así como también ha preferido no enunciar un listado de los autos
que pueden dictarse en el proceso penal, -a diferencia de lo que pasa el Código Procesal
Civil,— lo cual hubiera sido, por cierto, una tarea bastante ardua. Realiza esta labor el legis
lador cuando enuncia, por ejemplo, las facultades del juez de la investigación preparatoria
(inciso 2 del artículo 323), o los autos que son objeto del recurso de apelación (inciso 1 del
artículo 416), o los autos que son pasibles del recurso de casación (inciso 1 del artículo 427).
(4) CÁCERES JULCA, Roberto (2010). Código Procesal Penal comentado. Lima: Jurista Editores, p. 198.
(5) La no necesidad de motivación de los decretos lo establece el propio texto constitucional en su inciso 5 del
artículo 139, al regular el principio de motivación de resoluciones judiciales. 47
ART. 123 PRECEPTOS GENERALES
Ahora bien, de la lectura de los incisos del artículo 123 del Código Procesal Penal,
podemos extraer que el legislador enuncia dos características con respecto a los autos: la
obligación del juez de motivarlos y que estos se pueden emitir luego de la celebración de
una audiencia oral o sin necesidad de audiencia previa. A continuación analizaremos bre
vemente estas dos notas características:
Sobre el primer punto, esto es, el deber de motivación de los autos judiciales, es nece
sario indicar que, al ser una resolución judicial, se debe concordar con el principio de moti
vación de las resoluciones judiciales recogido en el inciso 5 del artículo 139 de la Constitu
ción Política del Perú, esto importa que los jueces, al resolver las causas, expresen las razones
o justificaciones objetivas que los llevan a tomar una determinada decisión(6) 7 8 9. No olvidemos
que la debida motivación de las resoluciones judiciales, no solo es una obligación de los jueces
al fundamentar sus decisiones, sino que, el derecho a la debida motivación de las resolucio
nes judiciales es una garantía del justiciable frente a la arbitrariedad judicial y garantiza que
las resoluciones no se encuentren justificadas en el mero capricho de los magistrados, sino
en datos objetivos que proporciona el ordenamiento jurídico o los que se derivan del caso®.
La motivación de las resoluciones —autos, en este caso— debe permitir que el ejercicio de la
potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la ley; pero también con la finalidad
de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables®.
De este modo, “la motivación de las resoluciones judiciales tiene un doble funda
mento: 1) Permitir el control de la actividad jurisdiccional y 2) Lograr convencer a las par
tes y a los ciudadanos sobre su corrección y justicia, mostrando una aplicación del derecho
vigente libre de arbitrariedades. En la resolución judicial que adopta la prisión preventiva
(por poner un ejemplo), la exigencia constitucional de motivación debe ser considerada
desde una doble perspectiva: la del derecho a la tutela judicial efectiva y la del respeto al
derecho a la libertad personal”®; piénsese, por ejemplo, en un auto de prisión preventiva
en el que el juzgador debe realizar un exhaustivo análisis fáctico y de elementos de con
vicción de los presupuestos materiales de la prisión preventiva (artículo 268 del Código
Procesal Penal) y, además, realizando en esa motivación una argumentación correcta par
tiendo del principio de proporcionalidad (idoneidad, necesidad y proporcionalidad pro
piamente dicha)(10). La norma procesal impone, en caso de la prisión preventiva, una espe
cial motivación (inciso 2 del artículo 371).
aportadas, así como en las normas o los principios jurídicos y, en general, cuando contiene
errores de juicio o de actividad que cambian los parámetros y el resultado de la decisión >(n\
Debemos también destacar el hecho de que los autos son dictados por el juez, ya sea
de manera escrita o de forma verbal, en la audiencia, así, por ejemplo, el auto de enjuicia
miento, por el que se da por concluida la etapa intermedia del proceso penal, y en el que
el juez enuncia la identificación de las partes, el delito y su tipificación única o alternativa
conforme la acusación, los medios de prueba admitidos y ordena que se remitan los actua
dos al juez de juicio competente(12\ se pronuncian en forma verbal; mientras que autos,
en otros casos, son resueltos por escrito y posterior notificación a las partes —con audien
cia previa o sin ella-; ejemplos de ello lo podemos observar en la solicitudes de constitu
ción en actor civil cuando no hay contradicción, en esos casos no hay audiencia previa, el
juez resuelve en despacho y notifica la resolución; otro ejemplo lo encontramos en la reso
lución de algún medio de defensa técnico cuando la complejidad del asunto amerita que
el juez prorrogue su decisión hasta por cuarenta y ocho horas de concluida la audiencia,
en este caso solo se notificará la decisión a las partes por escrito (inciso 4 del artículo 8 e
inciso 1 del artículo 352).
Sobre la redacción del Código en lo que respecta al deber de motivar los autos, cree
mos que se ha incurrido en un error, al equiparar el contenido de la motivación que debe
tener un auto y una sentencia. La norma enuncia: %..) salvo los decretos, (los autos y
sentencias) deben contener la exposición de los hechos debatidos, el análisis de la
prueba actuada, la determinación de la ley aplicable, y lo que se decide, de modo
claro y expreso”. Sostenemos ello en razón de dos fundamentos:
No siempre los hechos por los que se imputa o se acusa al procesado, son con
tradichos por la otra parte, o lo que pretende la defensa encuentra contradicción
por el órgano persecutor; en ese sentido, no siempre existe un debate sobre los
hechos, sino que muchas veces hay pretensiones penales que pueden estar exen
tas de contracción; por lo que no en todos los casos el auto detallará los hechos
debatidos sino, algunas veces solo se limitará a señalar los hechos presentados y
asumidos o reconocidos por la otra parte. Pensemos, por ejemplo, en un pedido
de control de plazo en la etapa de investigación preparatoria formalizada, donde
el fiscal se allana al pedido de la defensa; en ese caso, no ha existido debate, por
lo que el auto establecerá fundado el pedido sin expresar hechos debatidos, pues
simplemente nunca los hubo.
(11) ZAVALETA RODRÍGUEZ, Roger (2004). Razonamiento judicial, interpretación, argumentación y motiva
ción de las resoluciones judiciales. Lima: Gaceta Jurídica, p. 368.
(12) Véase artículo 353 del Código Procesal Penal. 49
ART. 123 PRECEPTOS GENERALES
La norma debió enunciar, desde nuestro punto de vista: “Los autos y sentencias
deben contener, según sea el caso, la exposición de los hechos debatidos, el aná
lisis de los elementos de convicción o la prueba actuada, la determinación de la
ley aplicable, y lo que se decide, de modo claro y expreso”.
“Resulta entonces que el trámite de la constitución en actor civil tendría que reali
zarse necesariamente mediante audiencia, en cumplimiento de los principios proce-
dimentales de oralidad y publicidad, y el principio procesal de contradicción esta
blecidos en el artículo 1.2 del Título Preliminar del Código Procesal Penal (...) Por
consiguiente, no es posible deducir de la ley que la audiencia solo se llevará a cabo
50
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 123
ante la oposición de una parte procesal, pues tal posibilidad no está reconocida por
el Código Procesal Penal y sería contraria al principio de legalidad procesal” (fun
damento jurídico 19).
Entonces debe quedar claro que deberá existir audiencia previa a la emisión de un
auto cuando esta audiencia oral sirva para que se ejerciten en ella derechos como el de
defensa, el de contradicción o igualdad de armas, entre otros; caso contrario, la audien
cia oral carecerá de sentido. Por ejemplo: el literal “c” del inciso 2 del artículo 15 establece
que la nulidad de las trasferencias se resolverá en audiencia siempre y cuando, sea necesa
rio (utiliza la expresión “de ser el caso”).
3. Las sentencias
La sentencia, nos dice el profesor Frisancho, se produce con la finalidad de conde
nar o absolver al acusado y se dicta en la etapa del juzgamiento; si la sentencia se dicta en
última instancia y no es objeto de medio impugnatorio, pone fin al proceso (la sentencia
adquiere la calidad de cosa juzgada y no podrá ser reformada, anulada u observada, salvo
en los casos que se admite la acción de revisión){14).
en una audiencia privada y que solo puede tener lugar a solicitarse en la investigación
preparatoria(15) 16 *. En efecto, el artículo 468 en sus incisos 6 y 7 establece que si el juez,
aprueba el acuerdo de terminación anticipada, dictará la sentencia respectiva impo
niendo la pena, consecuencias accesorias y la reparación civil.
Tercero, la sentencia es una resolución que resuelve el fondo del litigio penal, esto es,
mediante esta resolución se podrá determinar la culpabilidad del procesado y la impo
sición de la correspondiente pena y reparación civil, o se puede establecer su inocencia
cuando la presunción de inocencia no se haya podido enervar, pudiendo, inclusive,
en este escenario el juez pronunciarse por la reparación civil (artículo 12, inciso 3).
Lo antes dicho, no es absoluto, pues hemos identificado dos excepciones en que las
sentencias no son consecuencia de la actuación probatoria de los medios probato
rios aportados por las partes o por el juez como excepción (excepcionalidad de la
prueba de oficio, inciso 2 del artículo 385); estas son: la conclusión anticipada del
juicio oral, aquí el acusado acepta su culpabilidad y luego del control de legalidad
respectivo, y sin actuación de pruebas, en razón de que la conclusión anticipada se
realiza antes del inicio de la actuación probatoria, se dictará, la sentencia condena
toria (artículo 372)°6). La otra excepción es la ya explicada terminación anticipada,
que por la etapa en que se realiza la audiencia privada de su propósito (investiga
ción preparatoria), es imposible que se pueda hablar de actuación probatoria, en este
caso, la sentencia condenatoria se dicta haciendo el control de legalidad de la pena,
de tipicidad y suficiencia de elementos de convicción07).
Quinto, las sentencias que resuelven sobre la culpabilidad o inocencia del procesado,
pueden poner fin a la instancia, cuando aún hay posibilidad de poder ejercitar el dere
cho a la doble instancia; o pueden dar por concluido el proceso cuando no haya posi
bilidad de recurrir por haberse agotado ya todos los recursos e instancias (sentencia
ejecutoriada). También puede ocurrir que la sentencia que pone fin a la instancia, a su
vez, ponga fin al proceso, ello se verifican, cuando las partes legitimadas renuncian a
su derecho a recurrir y consiente la sentencia (sentencia consentida). Como sostiene
Frisancho, la sentencia adquiere la calidad de cosa juzgada y no podrá ser reformada,
anulada u observada, salvo en los casos que se admite la acción de revisión(l8) o -agre
gamos nosotros- se haya vulnerado derechos humanos fundamentales.
Solo es de agregar que las sentencias no solo pueden ser absolutorias o condenatorias,
sino que pueden establecer la nulidad cuando son revisadas en apelación (el inciso 3
del artículo 425) o cuando son objeto del recurso de casación (artículo 433).
Sexto, las sentencias se motivan de conformidad con el inciso 5 del artículo 139 de la
Constitución Política del Perú y el artículo 394 del Código Penal adjetivo, debiendo
contener la descripción fáctica (imputación de los hechos concretos) la argumentación
jurídica recogida en los considerandos, esto es, la razón de la decisión, la valoración
de las pruebas actuadas y la parte resolutiva, la misma que variará si estamos frente a
una sentencia condenatoria (artículo 399), absolutoria (artículo 398) o si se dispone
la nulidad. No hay que perder de vista que el contenido fáctico de la sentencia no
puede ser distinto de lo establecido en la acusación fiscal ni de lo aportado y alegado
por las partes durante el debate en juicio (inciso 1 del artículo 397).
BIBLIOGRAFÍA
CALAMANDREI, Piero (1960). Buenos Aires: Ejea. H. Fix Zamudio (trad.); MONTERO AROCA, Juan
(2000). El Nuevo proceso civil. Valencia: Tirant lo Blanch; LEÓN PASTOR, Ricardo (2008). Páanual a de
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en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. En: Temas penales en la jurisprudencia del Tribunal Consti
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judicial, interpretación, argumentación y motivación de las resoluciones judiciales. Lima: Gaceta Jurídica; FRI-
SANCHO APARICIO, Manuel (2012). Comentario exegético al Nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Ediciones Legales.
¿«3 JURISPRUDENCIA
El derecho a la debida motivación de las resoluciones importa que los jueces, al resolver las causas, expresen las razones
o justificaciones objetivas que los llevan a tomar una determinada decisión. Esas razones, por lo demás, pueden y deben
provenir no solo del ordenamiento jurídico vigente y aplicable al caso, sino de los propios hechos debidamente acredita
dos en el trámite del proceso. Sin embargo, la tutela del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales no debe ni
puede servir de pretexto para someter a un nuevo examen las cuestiones de fondo ya decididas por los jueces ordinarios.
Exp. N° 01480-2006-AA/TC.
Como lo ha precisado este Tribunal el contenido del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales exige que
exista: a) fundamentación jurídica que {...} implica {...} la explicación y justificación de por qué tal caso se encuentra
dentro de los supuestos que contemplan tales normas; h) congruencia entre lo pedido y resuelto, que implica la manifes
tación de los argumentos que expresarán la conformidad entre los pronunciamientos del fallo y las pretensiones formula
das por las partes; y asimismo reclama c) que por sí misma exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada,
aun si esta es breve o concisa, o se presenta el supuesto de motivación por remisión (Cfr. Exp. N° 4348-2005-PA/TC).
Exp. N° 02462-2011-PHC/TC.
Concordancias:
CPP; art. 123; CPC: arts. 119, 378, 406, 407.
I. Generalidades
Las resoluciones que los jueces puedan emitir en el transcurso de un proceso o para
poner fin a este no están exentas de errores, de imprecisiones, ambigüedades o de algu
nas omisiones, ya sea en su texto escrito o al momento de ser enunciadas oralmente(1). Así
pues, el legislador ha previsto esta posibilidad, alcanzando, inclusive a las resoluciones que
han adquirido firmeza, como una especie de excepción al principio de intangibilídad(2),
aunque, claro está, las correcciones, aclaraciones o integraciones no deben, bajo ningún
motivo, modificar sustancialmente el contenido y alcances de lo establecido en la resolución.
En ese sentido, el legislador nacional ha utilizado tres facultades con las que cuentan
tanto las partes (solicitándolo al juez) como el propio juez (incluso de oficio) para subsanar
los defectos no esenciales de las resoluciones: corregir, aclarar o adicionar su contenido. La
primera de ellas, la corrección, se utiliza cuando existen en la resolución algunos errores
materiales o numéricos; la aclaración, cuando los términos contenidos en las resoluciones
son oscuros, ambiguos o contradictorios; y la adición, cuando exista alguna omisión con
respecto a algún punto debatido.
(1) No olvidemos que en el marco del Código Procesal Penal, las resoluciones pueden ser emitidas de manera oral
en la misma audiencia.
(2) Así lo impone el artículo 121 del Código Procesal Constitucional al regular “el carácter de inimpugnables de las
sentencias del Tribunal Constitucional,"; ello también es aplicable a las sentencias firmes emitidas por la justicia
común. A nivel de tribunales internacionales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha establecido en el
caso Brumarescu contra Rumania que “el principio de intangibilidad de las resoluciones judiciales exige entre
otras cosas, que la solución dada en forma definitiva a todos los litigios por los tribunales no sea puesta en discu-
54 sión”.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 124
Sobre la adición, esta es otra posibilidad que tiene el juzgador cuando ha omitido el
pronunciamiento de algún punto controvertido, cabe señalar aquí, que dicha posibilidad
tiene como límite que dicha adicción no implique la modificación sustancial de la resolu
ción. A la adición la podemos entender como la ampliación o complementación concep
tual de la resolución judicial que permite llenar determinados vacíos o puntos omitidos,
aun así fueran estos esenciales o no esenciales, ya sea que se ubiquen en la parte conside
rativa o dispositiva, pero sin realizar cambio o modificación alguna en la parte resolutiva
o fallo. Es necesario indicar que añadir términos o conceptos involuntariamente omitidos
por el juzgador, no permite a este que pueda pronunciarse sobre aspectos no indicados por
las partes en el debate, pues ello acarrearía la nulidad de dicha resolución.
(3) FRISANCHO APARICIO, Manuel (2013). Comentario exegético al nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Ediciones Legales, p. 559.
(4) RABANAL PALACIOS, Castro y GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás (2008). El Código Procesal Penal: comentarios
descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, pp. 309-310.
(5) FALCON, Enrique (2005). Manual de Derecho Procesal. Buenos Aires: Astrea, p. 13- 55
ART. 124 PRECEPTOS GENERALES
No resulta entendible por qué la norma, en su inciso 3, solo establece: “Las partes
podrán solicitar la aclaración o adición de los pronunciamientos (...)”; como se puede leer
la norma limita la posibilidad de la aclaración y a la adición, solo ante el pedido o solici
tud de las partes (debió decir sujetos) obviando la posibilidad de que los sujetos procesales
(partes, como la norma refiere) puedan solicitar una corrección ante la presencia de algún
error material o numérico. Sostenemos que esta omisión no es justificable, puesto que si
el juez puede hacerlo de oficio, no hay fundamento alguno para que los sujetos procesales
lo peticionen. Pensamos que es más un error involuntario del legislador y que, en aras del
derecho de petición (derecho constitucional), los sujetos procesales tendrían dicha posi
bilidad de solicitar la corrección de resoluciones judiciales; esto es, como afirma Gálvez
Villegas, en cualquier caso, el juez está facultado, de oficio o a solicitud de las partes, para
emitir la resolución que contenga la corrección debida(6).
Ahora bien, es importante también indicar que con el Nuevo Código Procesal Penal,
también el Ministerio Público emite actos procesales que no necesariamente pueden estar
exentos de errores materiales, ambigüedades u omisiones; por lo que la norma bajo comen
tario también puede ser aplicada a estas disposiciones o requerimientos emitidos por la
Fiscalía en el ámbito de su actuación. Sostenemos que no es necesario que de legeferenda
se establezca tal posibilidad de corrección, aclaración o adición, sino que se debe inter
pretar, esta norma (artículo 124) con otras que le dan la posibilidad a la Fiscalía de poder
hacerlo, tales como las normas referidas a la acusación (aclaración de la acusación o inte
gración de la acusación)(7).
IV. Oportunidad
Según lo que se puede advertir del tenor de la norma, a partir de una interpretación
gramatical, pareciera que esta le otorga al juez la posibilidad de poder realizar la correc
ción, la aclaración o la adición de resoluciones judiciales en cualquier momento, sin admitir
un límite máximo temporal para poder hacer ejercitar tal facultad; sin embargo, debemos
entender que existe un momento inicial y un límite temporal máximo para que se puedan
corregir, aclarar o adicionar las resoluciones judiciales; el primero viene dado desde que
(6) RABANAL PALACIOS, Castro y GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás. Ob. cit., pp. 309-310.
(7) Es de la misma idea el profesor Burgos Alfaro, aunque para él sí es necesario que se establezca en el texto del
artículo 124 del Código Procesal Penal, “(...) también es necesario tener en cuenta que no solo los jueces pue
den a aclarar o corregir errores materiales de sus resoluciones, también deben tener esta facultad los fiscales
en cuanto a sus disposiciones o requerimientos se emitan. En ese sentido, el artículo 124 debería indicar que
aparte del juez, también el fiscal puede aclarar sus requerimientos o disposiciones (...)”. BURGOS ALFARO,
José (2014). “El control del plazo de la investigación fiscal en el nuevo proceso penal”. En: Nuevo Código Procesal
56 Penal comentado. Lima: Ediciones Legales, p. 74.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 124
se dicta la resolución que se corregirá, aclarará o adicionará, o desde que es conocida por
los sujetos procesales distintos al juez; y, el segundo, hasta antes que quede ejecutoriada.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que, si bien es cierto, el inciso 3 del artículo
objeto de comentario establece que las partes (debió decir sujetos) “(...) dentro de los tres
días posteriores a la notificación podrán solicitar la aclaración o adicción debe enten
derse que también pueden realizarse dichos pedidos en la misma audiencia cuando se trata
de una resolución que se dicta en la audiencia, pudiendo alguno de los sujetos procesales
presentes hacer valer dicho derecho. La redacción de la norma, desde nuestra óptica, pierde
de vista que ahora muchas de las resoluciones judiciales, a raíz de la entrada en vigencia de
la norma procesal de 2004, son pronunciadas de forma oral en audiencia.
En este inciso 3 se impone un plazo máximo a los sujetos procesales para poder soli
citar la aclaración o adición, contados desde el siguiente de la notificación. Nótese que
ese plazo no se refiere a la corrección la que, por tanto, se puede peticionar de forma pos
terior al plazo antes señalado, e inclusive por la naturaleza del error numérico, material
u ortográfico se puede realizar durante la ejecución de la resolución. Por otro lado, debe
entenderse también, que si las correcciones, aclaraciones o adiciones se realizan de oficio
por el juez, estas pueden realizarse antes de la notificación o inclusive después de los tres
días, teniendo como límite el plazo para impugnar, pues a partir de ahí las resoluciones
adquieren firmeza.
Por otro lado, sostenemos que optar por establecer un plazo máximo de tres días para
poder hacer uso al derecho a solicitar rectificación, aclaración o adición de las resolucio
nes judiciales, no es conveniente debido a que hay recursos impugnatorios cuyo plazo de
interposición es menor a los tres días, como el recurso de reposición.
La pregunta que surge en este acápite es hasta qué momento debe mantenerse la sus
pensión del plazo de los recursos de los que pudiera ser objeto la resolución, la respuesta
es, desde nuestro punto de vista, que los plazos de interposición de los recursos que se sus
penden a partir de la solicitud de corrección, cesará y se volverán a computar los plazos
del recurso, cuando el juez resuelva la solicitud, ya sea admitiendo o rechazando el pedido.
57
ART. 124 PRECEPTOS GENERALES
Por otro lado, cuando las resoluciones no son recurribles, como sucede, por ejem
plo, en el caso de que el juez ordene una prueba de oficio, ello no es óbice para que estas
se puedan corregir, aclarar o adicionar.
VI. Límites
Lo que no podría ser, en ningún caso, es modificar el contenido sustancial o esencial
de la resolución que, en todo caso, deberá ser cuestionado por los sujetos legitimados a través
de los recursos impugnatorios8 (9). Esto es, lo corregido, aclarado o adicionado, en general, lo
modificado, se puede realizar siempre que no varíe el sentido de la sentencia primigenia(10).
BIBLIOGRAFÍA
RABANAL PALACIOS, Castro y GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás (2008). El Código Procesalpenal: comentarios
descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores; FALCON, Enrique (2005). Ikanual de Derecho Procesal.
Buenos Aires: Astrea; BURGOS ALFARO, José (2014). “El control del plazo de la investigación fiscal en
el nuevo proceso penal”. En: Nuevo Código Procesal Penal comentado. Lima: Ediciones Legales; ALVARADO
VELLOSO, Adolfo (2009). Sistema Procesal. Garantía de la Libertad. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni; FRI-
SANCHO APARICIO, Manuel (2013). Comentario exegético al Nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima: Edi
ciones Legales; CACERES JULCA, Roberto (2010). Código Procesal Penal comentado. Lima: Jurista Editores.
(8) ALVARADO VELLOSO, Adolfo (2009). Sistema procesal. Garantía de la libertad. Buenos Aires: Rubinzal-
Culzoni, p. 436.
(9) FRISANCHO APARICIO, Manuel (2013). Comentario exegético al Nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Ediciones Legales, p. 559.
58 (10) CÁCERES JULCA, Roberto (2010). Código Procesal Penal comentado. Lima: Jurista Editores, pp. 198 y 199.
Artículo 125.- Firma
1. Sin perjuicio de disposiciones especiales y de las normas establecidas en la Ley
Orgánica del PoderJudicial, las resoluciones serán firmadas por los jueces o por los
miembros del juzgado o de la sala en que actuaron.
2. La falta de alguna firma, fuera de lo dispuesto en la Ley Orgánica del Poder
Judicial, provocará la ineficacia del acto, salvo que la resolución no se baya podido
firmar por un impedimento invencible surgido después de haber participado en la
deliberación y votación.
Concordancias:
CPP: art. 392; LOPJ: art. 184.
La sentencia es un acto procesal del juez, pues en el escenario del que habláramos en
líneas anteriores, todos los sujetos procesales tienen la posibilidad latente de emitir y ejecu
tar actos procesales; sin embargo, el artículo ¿n comento se refiere específicamente a aque
llos actos procesales emitidos por uno de los sujetos más importantes del proceso, habla
mos desde luego del juez.
El juez puede emitir decretos, autos y sentencias; empero, todas estas resoluciones,
al ser actos del proceso, son emitidas con un fin, ese fin puede ser el de impulsar el trá
mite del proceso (en el caso de los decretos); el de resolver alguna cuestión incidental (tra
tándose de los autos); o el de resolver la cuestión de fondo (en el caso de la sentencia); en
ese sentido, el profesor Jorge Clariá Olmedo define los actos procesales como la expresión
volitiva e intelectual de los sujetos del proceso penal o cumplida por terceros ante el tribu
nal, cuya finalidad es la de producir directamente el inicio, desenvolvimiento, paralización
o terminación del proceso penal, conforme a lo prescrito por la ley procesal penal(1). Así
pues y para asegurar el cumplimiento de tal fin, el ordenamiento jurídico penal a deter
minado que tales actos procesales reúna ciertas formalidades de ineludible cumplimiento.
No resulta para nada antojadizo por parte de nuestro legislador el exigir que las reso
luciones judiciales lleven impregnada la firma del o de los juzgadores intervinientes.
(1) CLARIÁ OLMEDO, Jorge (2008). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni, p. 28. 59
ART. 125 PRECEPTOS GENERALES
Sostenemos que nos llama la atención que el efecto de la ausencia de la firma sea la
ineficacia, ya que la sanción o consecuencia que el Código Procesal Civil (norma de carác
ter supletoria aplicable al ordenamiento jurídico en su conjunto, incluso al Código Procesal
Penal) le otorga a la omisión de este mismo requisito -tratándose también de las resolucio
nes judiciales- es el de la nulidad de dicho acto (artículo 122 del Código Procesal Civil),
por lo que no entendemos por qué el legislador, en el ámbito procesal penal, atribuyera la
ineficacia como consecuencia a la omisión de la firma en las resoluciones judiciales, con
secuencia de la que discrepamos absolutamente.
Para poder explicarnos un poco de lo que venimos hablando, hace falta recordar aque
llo que se entiende por ineficacia, la misma que se ha entendido como la falta de posibili
dad que tiene determinado acto jurídico (en este caso procesal) para surtir efecto jurídico,
es decir, para modificar o alterar la realidad jurídica.
Así pues, y si ponemos atención a lo que venimos señalando, la ineficacia tiene como
presupuesto ineludible la existencia de un acto que, aunque defectuoso o incapaz de gene
rar efectos jurídicos predeterminados por la norma jurídica, implica la existencia de aquel
acto procesal; así pues y en esa misma línea de razonamiento, nos preguntamos: ¿es posi
ble que un acto que no exista (o un “no acto”) pueda ser ineficaz?; pues evidentemente
la respuesta es negativa a toda vista, ya que si no hay un acto jurídico procesal, este no
es capaz de producir nada; y cuando decimos nada nos estamos refiriendo a que un “no
acto” (o un acto inexistente) no es capaz de producir ni eficacia ni tampoco ineficacia,
pues nunca hubo un acto.
Decimos esto, trayendo a colación lo esgrimido por el profesor Enrico Tulio Lieb-
man, quien manifiesta que los elementos mínimos para la existencia de una sentencia (en
este caso, resolución judicial) están constituidos por un juicio pronunciado en forma escrita
(2) FRISANCHO APARICIO, Manuel (2012). Comentario exegético al nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
60 Ediciones Legales, p. 560.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 125
por un juez frente a las partes; no existe por ello una sentencia si en ella no está contenido
un juicio, si faltan las partes o si falta el documento escrito(3). En definitiva, sostenemos
que una resolución judicial en la que no obre la firma del juez no puede ser catalogada
como defectuosa, pues si dicha resolución no cuenta con aquella firma, no califica como
resolución judicial, no cataloga como nada; pues la firma es el elemento configurante que
permite conocer que la voluntad plasmada en el documento escrito proviene del Estado,
representado por el Poder Judicial, encarnado en el juez o jueces emisores. De ahí que el
procesalista Renzo Cavani afirme que lo que falta no fue hecho; lo que fue hecho pero
posee defecto, existe; lo que no fue hecho, no existe y por tanto no puede tener defecto.
Refuerza lo que hasta aquí venimos diciendo el profesor Liebman, para quien, en
particular, debe considerarse inexistente la sentencia que carezca de la firma del juez o ele
mento indispensable para la existencia del acto escrito y, en ese mismo sentido, no podría
decirse siquiera que una sentencia no firmada pueda aún después de precluida las impug
naciones adquirir cualquier eficacia, aun admitiendo por la otra parte la eventualidad de
que sea declarada nula por el juez de la impugnación(5).
Del mismo criterio es el profesor Renzo Cavani, quien manifiesta que, son típicos
ejemplos de inexistencia la falta de firma de un acto jurisdiccional, la omisión de pro
nunciamiento como, por ejemplo, las costas, o la falta de los votos necesarios para hacer
resolución en un tribunal colegiado; de la misma manera, la realización de una actuación
jurisdiccional ante alguien que no es el juez también implica una inexistencia jurídica,
pues un presupuesto para la propia configuración del acto jurisdiccional a cargo del juez
es que él lo realice(7).
(3) LIEBMAN, Enrico Tullio (1957). Níanuale di Diritto Processuale Civile. Tomo I. 2a edición. Milán: Giuffré,
p. 223.
(4) PONTES DE MIRANDA, Francisco (1970). Tratado de Direito Privado: Parte geral. Tomo I. 3a edición. Río de
Janeiro: RT.
(5) LIEBMAN, Enrico Tullio (1957). Ob. cit., pp. 223-223.
(6) Cabe aclarar que consideramos incluso un absoluto contrasentido lógico ontológico la expresión “acto inexis
tente”, pues si no existe, tampoco es acto.
(7) CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra, pp. 215-216. 61
ART. 125 PRECEPTOS GENERALES
enseña a manera de ejemplo que: el 28 de diciembre del año 1908, en Mesina y Reggio
Calabria (Sicilia), se produjo un terremoto de más 7 grados en la escala Ritcher, dejando
un saldo de más de 120 000 personas fallecidas y, entre ellas, muchos jueces que en sus
respectivos despachos habían dejado sentencias incompletas y no firmadas; y, en este caso,
el Tribunal Supremo Italiano consideró como “inexistentes” dichas sentencias e incluso
se tuvo que reabrir los procesos nuevamente(8). Aquel acontecimiento podría servir para
poder entender que quizá, con el último párrafo del inciso dos del artículo comentado, el
legislador del código procesal penal peruano, en parte, está tratando de salvar situaciones
análogas al incidente acaecido en Sicilia.
BIBLIOGRAFÍA
CLARIÁ OLMEDO, Jorge (2008). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni; FRI-
SANCHO APARICIO, Manuel (2012). Comentario exegético al nuevo Código Procesal Penal. Tomo I, Lima:
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Tomo I. 3a edición. Rio de Janeiro: RT; CAVANIBRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima:
Palestra; FLORIAN, Eugenio (1933). “Elementos del Derecho Procesal Penal”. En: Y referencias al Derecho
español. Barcelona: Bosch. L. Prieto Castro (trad.).
¿¡ü JURISPRUDENCIA
Se trata pues de aquellas “disposiciones especiales” a que hace referencia el artículo ciento veinticinco del código pro
cesal penal, que exige un tratamiento distinto en relación a las clásicas resoluciones escritas. Cas. N° 61-2009-La
Libertad.
(8) FLORIAN, Eugenio (1933)- “Elementos del Derecho Procesal Penal”. En: Y referencias al Derecho español. Bar-
62 celona: Bosch. L. Prieto Castro (trad.), p. 119
Artículo 126.- Poder coercitivo
El fiscal y el juez podrán requerir la intervención de la fuerza pública y disponer las
medidas necesarias para el cumplimiento seguro y regular de los actos que ordenen en
el ejercicio de sus funciones.
Concordancias:
CPC: art. 126; CP: arts. 66, 378.
Así las cosas, la ley procesal provee al juez de los mecanismos necesarios para la rea
lización de sus funciones, que pueden estar dirigidas a los procesados, testigos, peritos; a
la realización de determinadas diligencias mediante el empleo de la fuerza pública; a la
imposición de sanciones a quienes incumplan su mandato; etc. Sin este poder, el proceso
perderá su eficacia y la función judicial se reducirá a mínima proporción^,
Debe quedar claro que las medidas en las que se utiliza este poder de coerción para
la realización, por ejemplo, de conducciones compulsivas con el uso de la fuerza pública
para la realización de una determinada diligencia ordenada por el fiscal o el juez cesa una
vez que se lleva a cabo el acto procesal correspondiente, acto procesal al que no quiso acu
dir voluntariamente el investigado o el testigo1 2 3 (4).
Con lo dicho hasta aquí, debemos precisar que se entiende por poder de coerción el
uso de la fuerza legítima y siempre justificada y con estricto respeto a los derechos funda
mentales de la persona para la realización de determinados actos procesales. Es a partir de
(1) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, p. 32.
(2) ANGULO ARANA, citado por FRISANCHO APARICIO, Manuel (2013). Comentario exegético al nuevo Código
Procesal Penal. Tomo I. Lima: Ediciones Legales, p. 431.
(3) DEVIS ECHANDÍ A, Hernando (1984). Teoría general del proceso. Tomo I. Buenos Aires: Editorial Universidad,
p. 79.
(4) FRISANCHO APARICIO, Manuel (2013). Ob. cit., p. 433. 63
ART. 126 PRECEPTOS GENERALES
esta potestad que se procuran los elementos necesarios para su decisión (oficiosamente o
a solicitud de la parte, según sea el caso), desenvolviendo los obstáculos que se oponen al
cumplimiento de su misión.
Ahora bien, la potestad de usar la coerción no solo es propia del Poder Judicial, sino
que también, teniendo en cuenta que el Código Procesal Penal ubica al Ministerio Público
como uno de los protagonistas centrales del modelo acusatorio, adversativo y protagonista,
responsable de llevar adelante la investigación de los delitos, acusar a los presuntos respon
sables y ejercer facultades discrecionales relevantes para mantener la carga de trabajo del
sistema en volúmenes razonables(6) *; este poder coercitivo procesal ha sido conferido al fis
cal dentro del proceso penal. Así pues, ya con respecto a la potestad de coerción de la que
norma hace referencia con relación al Ministerio Público en el proceso penal, a diferen
cia de lo establecido en el artículo 66 que establece la posibilidad de la Fiscalía de poder
ordenar la conducción compulsiva ante la inconcurrencia de algún sujeto procesal para la
realización de una diligencia o ejecutar una citación, generalmente, para conseguir inte
rrogar o para que el interrogado asista a la vista oral o como medio de presentar al indi
viduo ante el juez, cuando la persona citada no se presente voluntariamente^; el artículo
bajo análisis tiene un ámbito de aplicación de mayor alcance, pues no solo reduce a la
intervención policial para traer al omiso hacia la realización de una diligencia; sino que
también permite la ejecución de otras medidas que puede adoptar la Fiscalía, para cum
plir de forma eficaz sus actos; por ejemplo: videovigilancia, pesquisas, registros personales
o intervenciones corporales (en caso de urgencia o peligro en la demora), con la finalidad
de acopiar elementos de convicción que luego podrán servir para dictar las disposiciones,
requerimientos o procedimientos correspondientes.
(5) DEVIS ECHANDÍA, Hernando (1984). Ob. cít., pp. 100 y 101.
(6) DUCE, Mauricio (2005). “El Ministerio Público en la reforma procesal penal en América Latina: visión gene
ral acerca del estado de los cambios". En: El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Lima: Palestra, p. 9 y ss.
64 (7) FRISANCHO APARICIO, Manuel (2013). Ob. cit., p. 433.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 126
Siempre con respecto al poder de coerción de la Fiscalía para utilizar la fuerza pública
para el cumplimiento efectivo de sus actos procesales, es insoslayable exponer la proble
mática que se presenta cuando este poder de coerción se utiliza para efectos que se lleve a
cabo la declaración del imputado o cuando se requiere la presentación de ciertos elemen
tos instrumentales o documentos que posee el imputado; esto, aunque en la practica es
una praxis habitual, consideramos que afecta el derecho a la defensa y específicamente el
derecho a la no-autoincriminación(8), ya que la declaración del investigado no es un acto
de investigación, sino un medio de defensa del que este puede prescindir. No puede usarse
coerción contra el imputado para hacer uso de un derecho que le es propio; ello sí puede
o debe hacerse en el caso de que lo que se pretenda sea la declaración del testigo, quien sí
tiene la obligación de comparecer; sobre el imputado no pesa ese deber.
Con lo dicho previamente, queda claro que la potestad de uso de fuerza o coerción
por parte de los jueces y de la Fiscalía debe hacerse siempre dentro del respeto de los dere
chos fundamentales de los sujetos procesales: debido proceso, derecho de defensa, no auto-
incriminación, etc. Además, el Ministerio Público y el Poder Judicial deben realizar su
actuar dentro de los parámetros de proporcionalidad.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica; FRISAN-
CHO APARICIO, Manuel (2013). Comentario exegético al nuevo Código Procesal Penal. Tomo I. Lima: Edi
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Editorial Universidad; DUCE, Mauricio (2005). “El Ministerio Público en la reforma procesal penal en
América Latina: visión general acerca del estado de los cambios”. En: El nuevo proceso penal. Estudios funda
mentales. Lima: Palestra.
eilü JURISPRUDENCIA
{Se} erige como facultad del ente persecutor la conducción compulsiva dispuesta por el fiscal en concordancia con el
artículo 66 y 713 del nuevo Código Procesal además del 126 CPP; en efecto, dichos dispositivos otorgan al Ministerio
Público la facultad coercitiva, traducida en la facultad de ordenar la conducción compulsiva de quien hace caso omiso
a su citación, orden de la Fiscalía que debe ejecutar la policía contra quien se niega a concurrir para prestar su decla
ración, siempre y cuando hayan sido válidamente notificados; debiendo puntualizarse que es una medida provisional
con la finalidad de que se cumpla el mandato, por tanto, no se vulnera ningún derecho constitucional del imputado, solo
se le notifica para que concurra a prestar su declaración ante el despacho fiscal, y si decide no declarar debe constar en
acta. Cas. N° 375 -2011-Lambayeque.
Concordancias:
C: arts. 2, 24.f 139 inc. 3; CPP: arts. 122, 128, 131; CPC: arts. 155 al 170; LOPJ: arts. 162, 264 inc. 4, 266
inc. 8, 282; DUDH: arts. 8 al 10.
I. Introducción
El Libro Segundo del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante CPP) tiene como
denominación: “La actividad procesal”, y el Título I de la Sección I: “Las actuaciones pro
cesales”, donde se encuentra el Capítulo IV, denominado: “Las notificaciones y citaciones”,
cuyo procedimiento se encuentra descrito desde el artículo 127 al 130 del citado CPP; que
será materia de análisis y comentario.
66
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 127
De otro lado, desde el inicio de la aplicación del CPP hasta la actualidad, respecto
a las notificaciones y citaciones, si bien no hemos avanzado a una velocidad acorde a los
requerimientos de la ciudadanía relacionados con la modernidad del sistema de justicia, ha
sido por distintos factores, uno de ellos, tal vez el más importante, es la carencia de medios
económicos. Sin embargo, uno de los grandes avances en la tecnología ha sido la imple-
mentación de la notificación electrónica, estableciéndose para ese fin el uso obligatorio de
la casilla electrónica por las partes procesales en todas las Cortes Superiores del país, que
reemplazará a las notificaciones físicas en su integridad, lo que además es una gran semi
lla rumbo a contar con el expediente judicial electrónico (EJE).
II. Notificaciones
Para Cubas Villanueva, “la notificación es el medio con que se lleva a alguien el cono
cimiento de un acto del juez o del fiscal, los cuales solo pueden expresarse en resoluciones
y disposiciones. La notificación es tan importante que su omisión equivale para el desti
natario, a la inexistencia del acto”^. Respecto a lo último, en nuestra opinión, no solo la
omisión de la notificación equivaldría a la inexistencia del acto, sino también el error en
la entrega en lugar o a persona distinta, sin cumplir con las formalidades del caso estable
cidas en el Reglamento.
El objeto de la notificación, según el artículo 155 del Código Procesal Civil (en ade
lante, CPC), perfectamente aplicable en el proceso penal, es poner en conocimiento de los
interesados el contenido de las resoluciones judiciales, a lo cual debe agregarse en materia
penal poner en conocimiento el contenido de las disposición fiscal.
1. Clases de notificación
(1) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación. 21
edición. Lima: Palestra, p. 246. 67
ART. 127 PRECEPTOS GENERALES
El inciso 1, del artículo 127 estipula que las disposiciones y las resoluciones deben
ser notificadas a los sujetos procesales, dentro de las veinticuatro horas después de ser dic
tadas, salvo que se disponga un plazo menor.
Las disposiciones son expedidas por los señores fiscales debiendo encontrarse moti
vadas así, por ejemplo, la disposición de formalización de la investigación preparatoria que
da inicio formalmente al proceso penal. De otro lado, las resoluciones son expedidas por
los señores jueces de las diferentes instancias.
El artículo 122, incisos 1 y 2, del CPP establece que las disposiciones son expedi
das por el Ministerio Publico y se dictan para decidir respecto a los siguientes supuestos:
e) Toda otra actuación que requiera expresa motivación dispuesta por la ley”.
Asimismo, el artículo 123, inciso 1, del CPP establece que las resoluciones judiciales,
según su objeto, son decretos, autos y sentencias; y que salvo los decretos deben contener
estos la exposición de los hechos debatidos, el análisis de la prueba actuada, la determina
ción de la ley aplicable y lo que se decide, de modo claro y expreso.
agraviado, el actor civil, el querellante particular y el tercero civil -ver artículos 60 al 113
del CPP-, además debemos identificar en cada proceso penal la existencia de cada sujeto
procesal incorporado debidamente como tal, quienes necesariamente deben ser notifica
dos. Debiendo quedar claro que no por ser sujeto procesal siempre será notificado, depen
derá del rol que tiene el sujeto procesal en el proceso.
Así, en fase preliminar, de existir investigado, aun cuando todavía no se haya forma
lizado la investigación, este debe ser notificado con la disposición fiscal o resolución judi
cial que se expida, lo cual ocurre, por ejemplo, en el supuesto de existir detenciones en
flagrancia efectuadas por la Policía o mediante arresto ciudadano. Asimismo, en esta fase
-por ejemplo, cuando se dicte la disposición de archivo definitivo de las actuaciones-, la
misma debe ser notificada a la persona natural o jurídica que aparece como agraviada en
el proceso, independientemente de que finalmente se compruebe o no que efectivamente
ha sido perjudicada.
Asimismo, si bien la Policía Nacional es reconocida por el CPP como sujeto proce
sal, lo cual no significa que debe ser notificada con la disposición fiscal o resolución judi
cial, toda vez aun cuando la norma mande notificar a los sujetos procesales se debe discer
nir e identificar a los que corresponda hacerlo, dentro de los cuales en ningún caso será la
Policía Nacional, quien más bien en un proceso penal podría ser citado como testigo -no
como sujeto o parte procesal- de un determinado hecho.
Por ello, a nuestro juicio, en todo proceso penal, sea este común o especial, siempre
existirán sujetos procesales a ser notificados con las disposiciones y resoluciones judiciales,
según corresponda, a excepción de la Policía Nacional, como hemos referido en el párrafo
precedente, u otro sujeto procesal que tiene la condición de tal, pero que no necesaria
mente tiene que ser notificado con las resoluciones judiciales como es el caso del agraviado.
Como se puede advertir, el literal a) expresamente establece que debe ser informado
de los resultados de la actuación en que haya intervenido e, inclusive, del resultado del pro
cedimiento aun cuando no haya intervenido -es decir, ser notificado del contenido de las
resoluciones que se emitan-, para lo cual se requiere que lo haya solicitado. Por tanto, si no
solicitó, no debería ser notificado de las resoluciones judiciales que se expidan, norma pro
cesal que es concordante con lo establecido en el artículo 11, inciso 1, del CPP, que esta
blece que el ejercicio de la acción civil derivada del hecho punible corresponde al Minis
terio Público y, si el perjudicado se constituye en actor civil, cesa la legitimidad del citado
órgano persecutor del delito.
Cuadro 1
Análisis - 2006
Es necesaria una empresa Se debe obtener la seguridad Uno de los principales problemas
que certifique los correos de las notificaciones a fin de es que los abogados no cuentan con
electrónicos. que no se violente el sistema computadoras e internet y menos con
electrónico. correo electrónico.
Acuerdo:
Por medio de escáner se digitalizarán los documentos; se requiere la creación de correos institucionales.
La Ley N° 30229 incorpora varios artículos al Texto Unico de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, dentro de los cuales se encuentra el artículo 155-A, que incorpora la noti
ficación electrónica como un medio alternativo a la notificación por cédula y se deriva a
casilla electrónica de manera obligatoria en todos los procesos contenciosos y no conten
ciosos tramitados ante los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial. De igual modo, el
artículo 155-D establece la obligatoriedad de la casilla electrónica, señalando que los abo
gados de las partes procesales, sean o no de oficio, los procuradores públicos y los fisca
les deben consignar una casilla electrónica, la cual es asignada por el Poder Judicial sin
excepción alguna.
Asimismo, la Ley N° 30293 que modifica diversos artículos del Código Procesal
Civil a fin de promover la modernidad y la celeridad procesal, entre los cuales se encuen
tra el artículo 157 del CPC que prescribe que la notificación de las resoluciones judicia
les, en todas las instancias, se realiza por vía electrónica a través de casillas electrónicas
implementadas, de conformidad con lo establecido en el Texto Unico Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial. Asimismo, el artículo 424 del mismo Código estable como
uno de los requisitos de la demanda que esta contenga la dirección domiciliaria, domici
lio procesal del demandante y el domicilio procesal electrónico constituido por la casilla
electrónica asignada por el Poder Judicial de acuerdo a la Ley N° 30229.
71
ART. 127 PRECEPTOS GENERALES
Ausejo Salas), Huaral (calle Derecha 784 -788) y Chancay (calle San Francisco). En el cua
dro 2 se muestra la estadística de notificaciones electrónicas correspondiente al año 2016.
Cuadro 2
Estadísticas de notificaciones - 2016
Cuadro 3
Estadísticas de notificaciones - 2017
El éxito de las casillas electrónicas, con un inicio emprendedor del año 2006 al mes
de julio de 2017 como un sistema tan moderno como es el Sinoe ha llegado al 50 % en
todo el Distrito Judicial que ya cuenta con un sistema de interconexión y se ha fortale
cido con la Resolución Administrativa N° 308-2017-CSJHA/PJ que dispone la obligato
riedad del funcionamiento del Sinoe y de las casillas judiciales y uso del apartado judicial
en las sedes judiciales de Huaura, Barranca, Huaral y Chancay de la corte de Huaura y
encarga a la oficina Desconcentrada del Control de la Magistratura de la Corte Superior
de Justicia de Huaura, la supervisión del funcionamiento del Sinoe y de las casillas judi
ciales y uso de apartado judicial (físico), debiendo exhortar a los magistrados y servidores
judiciales el correcto uso, adoptando las acciones necesarias en caso de incumplimiento.
72
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 127
El artículo 127, inciso 2, del CPP establece que “[l]a primera notificación al impu
tado detenido o preso será efectuada en el primer centro de detención donde fue condu
cido, mediante la entrega de copia a la persona, o si no es posible el Director del Estable
cimiento informará inmediatamente al detenido o preso con el medio más rápido”.
El artículo 127, inciso 3, del CPP señala que salvo que el imputado no detenido haya
fijado domicilio procesal, la primera notificación se hará personalmente, entregándole una
copia en su domicilio real o centro de trabajo. Quiere decir que la condición para hacer lle
gar personalmente la primera notificación al investigado que se encuentra libre -no dete
nido-, en su domicilio real o centro de trabajo, es que este no haya fijado domicilio pro
cesal en el proceso, toda vez que si ya lo fijo, la notificación, aun cuando se trate de la pri
mera, será realizada en el domicilio procesal designado.
El artículo 55, inciso 2 del Reglamento del Nuevo Despacho Judicial del Módulo Penal Corporativo de las
Cortes Superiores de Justicia de la República desarrolla el acto de notificación, establece que en caso de no
encontrarse la persona a quien se va a notificar, se dejará un preaviso para que espere el día indicado en este,
con el objeto de notificarlo. Si tampoco se hallara en la nueva fecha, se entregará la cédula a la persona mayor
de 18 años que se encuentre en casa, departamento u oficina, o lo adherirá en la puerta de acceso corres
pondiente a la entrada del domicilio o lo dejará debajo de la puerta, según sea el caso, emitiendo la razón
correspondiente, indicando las características del inmueble, y otros datos que permitan identificar al domicilio
de manera fehaciente. Si no pudiera ser dejada bajo la puerta del domicilio, la notificación será entregada al
responsable de la vigilancia o guardianía del edificio, condominio o conjunto habitacional. 73
ART. 127 PRECEPTOS GENERALES
El artículo 127, inciso 4 del CPP prescribe que si las partes tienen defensor o apode
rado, las notificaciones deberán ser dirigidas solamente a estos, excepto si la ley o la natu
raleza del acto exigen que aquellas también sean notificadas. Lo cual significa que la regla
es que a las partes procesales, las disposiciones y resoluciones solamente se les deben noti
ficar al domicilio procesal, la excepción es que además de notificar al domicilio procesal
-oficina casilla física u electrónica del abogado- si la ley lo dispone, también se debe noti
ficar a la parte procesal.
La norma procesal también establece otra excepción para notificar no solo al abo
gado, sino también a la parte procesal cuando la naturaleza del acto así lo exige como, por
ejemplo, cuando se notifica al sentenciado con la resolución que convoca a una audiencia
de revocación de la pena privativa de la libertad suspendida por incumplimiento de una
o varias de las reglas de conducta impuestas en la sentencia condenatoria que se encuen
tre firme, en cuyo caso, estando de por medio la libertad del sentenciado, a nuestro cri
terio, no solamente se debe notificar al abogado defensor particular o privado que apa
rece en el cuaderno de ejecución como defensor del sentenciado, sino también al domici
lio real de este último.
El artículo 127, inciso 5, del CPP dispone que “(cjuando la notificación deba practi
carse por medio de lectura, se leerá el contenido de la resolución y si el interesado solicita
copia se le entregará”. Esta clase de notificación da a entender que se refiere a la notifica
ción de la resolución oral no escrita expedida en audiencia, no existe otro supuesto, por lo
que si se solicita copia después de su lectura, es factible que se le haga entrega del audio y
video de la resolución oral. En parte, esta clase de notificación ha sido desarrollada en el
artículo 50 del Reglamento del Nuevo Despacho Judicial del Módulo Penal Corporativo
de las Cortes Superiores de Justicia de la República(4).
Asimismo, el artículo 361, inciso 4, del CPP establece que “fijas resoluciones serán
dictadas y fundamentadas verbalmente. Se entenderán notificadas desde el momento de
su pronunciamiento, debiendo constar su registro en el acta”. Esta norma, en mi opinión,
solo es aplicable en la audiencia o sesión del juicio oral y no en otra clase de audiencias,
en la que sería aplicable el artículo 50 del Reglamento del Nuevo Despacho Judicial del
Módulo Penal(5).
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación.
2a edición. Lima: Palestra; ROSAS YATACO, Jorge (2009). Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo
Procesal Penal. Lima: Jurista Editores; REYNA ALFARO, Luis Miguel (2015). Manual de Derecho Procesal
Penal. Lima: Instituto Pacífico.
ÉÉS JURISPRUDENCIA
1. La acusación se notificará al domicilio real y procesal del acusado. 2. La audiencia preliminar de control de acu
sación es de carácter inaplazable. 3. Las resoluciones de traslado de acusación y citación a audiencia se sujetarán a los
considerandos del presente acuerdo. 4- La presentación de la carpeta fiscal. 5. Los asistentes jurisdiccionales aplicaran
los modelos de resoluciones que se anexan. Acuerdo Plenario N° 03-2008.
{Djesde una perspectiva de contenido y aplicación del debido proceso, se puede decir que los actos judiciales deben
tener como requisito de validez de la notificación, con la finalidad de que el procesado tenga la posibilidad de cono
cer el contenido de los pronunciamientos y diligencias judiciales; pero solo en el caso de que se apliquen sanciones o
se restrinjan derechos de la persona, incumplir este requisito vulnerará además el derecho de defensa {...}. Exp.
N° 7811-2006-PHC/TC.
75
Artículo 128.- Notificación por edictos
Cuando se ignore el lugar donde se encuentra la persona que deba ser notificada, la
resolución se le hard saber por edicto que se publicará en el diario oficial de la sede de
la corte superior o a través del portal o página web de la institución, sin perjuicio de
las medidas convenientes para localizarlo.
La Fiscalía de la Nación y el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, sin perjuicio de la
reglamentación de este artículo, podrán disponer, en el ámbito que les respecta, que se
publiquen, en el diario oficial, listas de personas requeridas por la justicia.
Concordancias:
CPP: art. 127; CPC: arts. 165 al 168.
Según el artículo 128, se notifica mediante edictos “[cjuando se ignore el lugar donde
se encuentra la persona que deba ser notificada, la resolución se le hará saber por edicto
que se publicará en el Diario Oficial de la sede de la Corte Superior o a través del portal o
página web de la institución, sin perjuicio de las medidas convenientes para localizarlo”.
La ignorancia del lugar donde se encuentre el imputado que debe ser notificado, por
ejemplo, y por cuyo motivo se dispone la notificación mediante edicto a través del pro
cedimiento antes indicado, puede ocasionar vulneración a su derecho constitucional a la
defensa material que debe garantizarse en todas las etapas del proceso(1), además, para que
exista una adecuada y eficaz defensa técnica, el abogado necesariamente debe entrevis
tarse con su patrocinado, sin embargo, nuestro sistema procesal, conforme a las disposi
ciones legales establecidas en los incisos 2, 5 y 6 del artículo 79 del CPP, permite que el
imputado, de quien se ignora su paradero y no aparece evidencia que tuviera conocimiento
del proceso, sea declarado reo ausente, no se suspenda el proceso, lo cual solo ocurre en
la etapa de juzgamiento previa notificación por edicto, lo que significa que en la práctica,
el reo ausente no ha tenido la oportunidad de defenderse materialmente en las etapas de
investigación e intermedia, respectivamente.
Además, coincidiendo con Reyna Alfaro, el ejercicio a una defensa material com
prende a su vez diversidad de manifestaciones, uno de ellas es el derecho a ser informado
de la imputación, en conocer los estrictos términos de la imputación y de saber cuál es el
material probatorio en que la misma se encuentra sustentada(2). Por lo que se debe garanti
zar el cumplimiento de este derecho constitucional, dada su importancia en todas las eta
pas del proceso penal, no solo en juzgamiento; es claro que el conocimiento de la imputa
ción no podría ser garantizado debidamente mediante edicto.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). E/ nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación.
2a edición. Lima: Palestra; ROSAS YATACO, Jorge (2009). Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo
Procesal Penal. Lima: Jurista Editores; REYNA ALFARO, Luis Miguel (2015). Manual de Derecho Procesal
Penal. Lima: Instituto Pacífico.
77
Artículo 129.- Citaciones
1. Las víctimas, testigos, peritos, intérpretes y depositarios, podrán ser citados por medio
de la policía o por el personal oficial de la fiscalía o del órgano jurisdiccional, según
las directivas que sobre el particular dicte el órgano de gobierno respectivo.
2. En caso de urgencia podrán ser citados verbalmente, por teléfono, por correo elec
trónico, fax, telegrama o cualquier otro medio de comunicación, de lo que se hará
constar en autos.
3. Los militares y policías en situación de actividad serán citados por conducto del
superior jerárquico respectivo, salvo disposición contraria de la ley.
4. El respectivo reglamento de citaciones, dictado por la Fiscalía de la Nación y el
Consejo Ejecutivo del Poder judicial, en el ámbito que les respecta, establecerá las
precisiones que correspondan.
Concordancias:
CPP: art. 164 inc. 1; LOPJ: art. 282.
Para Cubas Villanueva, “la citación es un mandato del juez, mientras que la notifica
ción es el medio por el que se hace conocer dicha citación o cualquier otra resolución. El
acto de citación es la orden o llamamiento de la autoridad dirigida a una persona que se
realice un acto determinado en un lugar y tiempo fijado y con fin concreto. Dicha orden
se efectúa bajo apercibimiento de sanción en caso de incumplimiento inexcusable, ya que
se trata de un acto coercitivo de intimidación.
• En caso del imputado, siempre existe la posibilidad de dictar una medida coerci
tiva de carácter personal, como el ser conducido compulsivamente por la fuerza
pública o de ser capturado y en los casos más extremos, ser considerado reo ausente
o contumaz.
• En el caso del actor civil, no se ha previsto sanciones especiales, así que puede ser
la de ser conducido por la fuerza pública. En el caso de los testigos o peritos es la
de ser conducidos compulsivamente por la fuerza pública.
Generalmente, las citaciones son por escrito y tienen la forma de un decreto, no nece
sitan ser fundamentadas, salvo las que ordenan una medida coercitiva. La citación es de
carácter personal mediante la notificación, ya que no se admiten citaciones por proclamas
78
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 129
Entonces, siendo que una disposición o una resolución pueden contener un mandato,
como lo es una citación, la misma no necesariamente es para citar a testigos o peritos, entre
otros, sino también a sujetos procesales como el imputado que difiere de la norma procesal
que a continuación se detalla. El artículo 129 del CPP establece lo siguiente:
“1. Las víctimas, testigos, peritos, intérpretes y depositarios, podrán ser citados por
medio de la Policía o por el personal oficial de la Fiscalía o del órgano jurisdic
cional, según las directivas que sobre el particular dicte el órgano de gobierno
respectivo.
2. En caso de urgencia podrán ser citados verbalmente, por teléfono, por correo
electrónico, fax, telegrama o cualquier otro medio de comunicación, de lo que se
hará constar en autos.
3. Los militares y policías en situación de actividad serán citados por conducto del
superior jerárquico respectivo, salvo disposición contraria de la ley.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación.
2a edición. Lima: Palestra; ROSAS YATACO, Jorge (2009)- Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo
Procesal Penal. Lima: Jurista Editores; REYNA ALFARO, Luis Miguel (2015). Manual de Derecho Procesal
Penal. Lima: Instituto Pacífico.
(1) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación. Lima:
Palestra, p. 247. 79
Artículo 130.- Constancia
El resultado de las diligencias practicadas para efectuar las citaciones y notificaciones
se hará constar por escrito.
Concordancias:
CPP:arts. 127 al 129.
El presente artículo establece una disposición aplicable a los distintos tipos de noti
ficación y citación establecidos en los artículos 127, 128 y 129, los cuales regulan expre
samente la notificación por edictos -artículo 128-, lectura -artículo 127, inciso 4- y ver
bal, sea por teléfono, correo electrónico, fax, telegrama o cualquier otro medio de comu
nicación -artículo 129, inciso 2—
Sin embargo no solo se restringe a ellos; sino que también, por tratarse de una dis
posición de carácter general, es aplicable a todos los tipos de notificación que, por razo
nes del avance de la tecnología o desarrollo social, antiguamente fueron utilizados y pos
teriormente fueron introducidos en nuestro sistema procesal. Así puede interpretarse a
partir de un análisis en conjunto con el artículo 127, incisos 1 y 6. No es casual que en
el referido inciso 1 se utilice el término neutro de “notificación” sin hacer referencia al
medio específico que ha de usarse para ello, mientras que en el referido inciso 6 se hace
una redirección expresa -a modo de norma penal en blanco- a que en este ámbito rige,
de modo complementario, esto es, en lo pertinente, lo dispuesto en otras normas proce
sales —sean leyes, decretos ley o reglamentos, no se hace distinción de ello— que regulen
lo referido a la notificación.
80
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 130
Es en este contexto que el artículo en comento cobra relevancia pues no basta con
solo realizar una correcta notificación del imputado, ya que es necesario dejar constan
cia expresa de ello en el expediente respectivo, de ese modo, la notificación efectuada se
materializa dentro del proceso, pues se recurrirá a dicha constancia, como elemento pri
mordial, en caso de que durante el transcurso del proceso se alegue una vulneración del
derecho de defensa, basándose en una deficiente notificación.
como son la identificación plena de la persona que suscribe, así como el tiempo, lugar y
modo de notificación.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILL ANUEVA, Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación.
Lima: Palestra.
(6) Sentencias del Tribunal Constitucional recaídas en los expedientes N° 0582-2006-PA/TC y N° 5175-2007-
82 PHC/TC.
Artículo 131.- Defecto de la notificación
1. Siempre que cause efectiva indefensión, la notificación no surtirá efecto cuando:
a) Haya existido error sobre la identidad de la persona notificada;
b) La disposición o la resolución haya sido notificada en forma incompleta;
c) En la diligencia no conste la fecha o, cuando corresponda, la fecha de entrega
de la copia;
d) Si en la copia entregada falta la firma de quien ha efectuado la notificación.
2. El vicio en la notificación se convalida si el afectado procede de manera que ponga
de manifiesto haber tomado conocimiento oportuno del contenido de la disposición
o resolución, o si esta, no obstante carecer de un requisito formal, ha cumplido su
finalidad.
Concordancias:
CPP: arte. IX, 127; CPC: art. 172.
resto de sujetos procesales -acusado, actor, tercero civil, etc.- lo hacen sin mayor reparo.
Más aún, ello es ampliamente aceptado tanto en el modelo antiguo como en el nuevo sis
tema procesal penal. En el primero, en el proceso especial de ejercicio privado de la acción
penal; y en el segundo en el proceso común y en los demás procesos especiales. En nin
guno de los casos se ha producido cuestionamiento alguno sobre el particular, advirtién
dose que, en la práctica, los litigantes concurren a la audiencia del juicio oral con sus res
pectivos testigos de cargo y descargo.
La praxis que existía, a nuestro juicio, tenía amparo legal; no obstante, a la fecha, ha
sido dejado de lado debido a la expedición del Acuerdo Plenario N° 5-2012-CJ/l 16, lo que
ha originado consecuencias de distinta naturaleza y, dentro de las más graves: el retorno a
la práctica del sistema procesal antiguo, toda vez que la inconcurrencia de testigos y peri
tos al juicio desconociendo la parte que lo propuso porque no concurre, al no haber habido
contacto previo para asegurar su presencia en el juicio, genera varias sesiones para con
cluir los juicios orales, asimismo la realización de varios juicios orales en forma paralela,
que será muy difícil pero no imposible su reversión, siendo positivo que se haya expedido
la R.A. N° 14-2017-CE-PJ que aprueba el Reglamento del Nuevo Despacho Judicial del
Módulo Penal Corporativo.
El artículo 355, inciso 5, del CPP prescribe que es obligación del Ministerio Público
y de los demás sujetos procesales coadyuvar a la localización y comparecencia de los testi
gos o peritos que hayan propuesto.
El litigante no solo debe limitarse a entregar la citación judicial, sino que además debe
prestar los medios para que el testigo o perito pueda comparecer al juicio. En ese sentido,
compartimos la opinión de Rosas Yataco, quien, sobre el particular, expresa: “[s]in lugar
a dudas es al fiscal a quien le interesa sustentar su acusación, de modo que procurará que
84
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 131
los testigos y peritos, por ejemplo, acudan al juicio a fin de responder a las preguntas que
se le hicieren”(1).
Sin embargo, ¿cómo puede el fiscal procurar que su testigo o perito concurra al jui
cio? Debe localizarlo y proporcionarle los medios necesarios para que concurra al juicio,
pues se trata de su propio testigo o perito de utilidad para sustentar su teoría del caso y
obtener la condena del acusado.
En el mismo sentido, Baytelman y Duce señalan que “[l]a preparación del testigo, en
realidad, prepara tanto al testigo como al abogado, y supone varias cosas dentro del mar
gen de lo que es ética y [lo] legalmente admisible. Todas ellas suponen la necesidad para
el litigante de reunirse con el testigo con anterioridad al juicio. En esa reunión son varias
las actividades de preparación”(3). Según los citados autores en la reunión previa al juicio
con el testigo, algunas de las actividades serían las siguientes(4):
• El litigante debe recorrer con el testigo su relato, explorar los detalles relevantes
y conocer sus debilidades.
• El abogado debe ilustrar al testigo acerca de su rol en el juicio. Debe darle toda
la información, por ejemplo, cuáles son sus derechos, la expectativa del sistema
frente a su declaración, que su comparecencia en juicio puede significar, entre
otras cosas, esperas largas en una sala aislada.
En consecuencia, si el litigante propuso al testigo o perito para que concurra a juicio,
debe prepararlo para el interrogatorio en una reunión previa al juicio, cuando se desarro
lle este acto preparatorio puede hacerle entrega la citación judicial, absolviendo las inte
rrogantes que dichos sujetos procesales tengan sobre el particular.
El litigante debe conocer que el testigo o perito que propuso para que concurra al jui
cio oral no lo hará y los motivos de ello, tales como: fallecimiento, enfermedad grave, ausen
cia por viaje, desconocimiento de su paradero, etc. Ante esta situación, podrá solicitar la
(1) ROSAS YATACO. Jorge (2009). Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo proceso penal. Lima: Jurista Editores,
p. 641.
(2) REYNA ALFARO, Luis Miguel (2009). Litigación estratégica y técnicas de persuasión aplicables al nuevo proceso
penal. Lima: Grijley, p. 164.
(3) BAYTELMAN, Andrés y DUCE, Mauricio (2005). Litigación penal, juicio oral y prueba. Lima: Alternativas, p. 141.
(4) Ibídem, p. 142. 85
ART. 131 PRECEPTOS GENERALES
aplicación del artículo 383, inciso 1, literal d), del CPP(5). Para conocer estas razones, el liti
gante debe necesariamente tomar contacto con el testigo o perito previamente al juicio y, si
es habido, en ese acto debe hacerle entrega de la citación judicial y prepararlo para el juicio.
El litigante debe colaborar en la localización del testigo o perito que propuso para su
concurrencia al juicio oral, pues, de no ser localizado, en el supuesto de que se haya dis
puesto su conducción compulsiva, el juicio continuará con prescindencia de esa prueba
conforme lo dispone el artículo 379, inciso 2, del CPP(6).
La entrega de la citación judicial al testigo o perito por parte del litigante le permi
tirá ubicarlo y prepararlo para el juicio oral, así como conocer el lugar donde este puede
ser localizado para que, en caso sea necesario, pedir su conducción compulsiva cuando,
pese a haber sido debidamente citado por el propio litigante, no comparezca al juicio oral,
pudiendo de esta manera ser conducido a declarar por la Policía.
De otro lado, deben tenerse en cuenta los principios de continuidad del juzgamiento
y concentración de los actos del juicio, que establecen que el juicio oral se realice ininte
rrumpidamente el mismo día o al día siguiente y así sucesivamente hasta su conclusión,
evitando que los jueces inicien e instalen un nuevo juicio cuando todavía no han finali
zado el que se encuentran conociendo. En efecto, este modelo de juicio no podría hacerse
realidad si el litigante no se preocupa ni tiene interés, sino más bien se opone y se resiste
en hacer entrega de la citación judicial a su testigo o perito e igualmente, si se presenta al
juicio sin conocer dónde se encuentran ellos o, pese a concurrir, se advierte que los testi
gos o peritos no han sido preparados para que declaren en juicio.
(5) Artículo 383, inciso 1, literal d), del CPP: Lectura de la prueba documental:
“(...)
d) Las actas conteniendo la declaración de testigos actuadas mediante exhorto. También serán leídas las
declaraciones prestadas ante el fiscal con la concurrencia o el debido emplazamiento de las partes, siempre
que se den las condiciones previstas en el literal anterior (...)”.
(6) Artículo 379, inciso 2, del CPP: Inconcurrencia del testigo o perito:
“(...)
2. Si el testigo o perito no puede ser localizado para su conducción compulsiva, el juicio continuará con
86 prescindencia de esa prueba".
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 131
Establecer que el Poder Judicial, por intermedio del notificador judicial, entregue la
citación judicial a los peritos y testigos para que concurran al juicio oral originaría, como
ocurre en el modelo procesal antiguo, que estos, al no contar con las facilidades del caso
y al no haber sido preparados, opten por no presentarse, y cuando se le pregunte al liti
gante que los propuso el motivo de su inconcurrencia, este lo desconozca, así como el
lugar donde se encuentren; o en caso el testigo o perito comparezcan, ignoren el motivo
por el cual han sido citados, lo que denotaría que el litigante no los preparó para el juicio.
La regla es que el sujeto procesal que propuso al testigo o perito les entregue a estos
la citación judicial, por los motivos antes expuestos. Sin embargo, hemos identificado las
siguientes excepciones a esta regla:
De otro lado, a nuestro juicio, la norma procesal antes indicada manda que la parte
procesal que propuso al testigo o perito no solo coadyuve en su localización, sino tam
bién en la comparecencia de los propuestos, es decir, no está en cuestionamiento que es
el órgano jurisdiccional el competente y que tiene por función citar al testigo o perito
mediante la resolución respectiva, no existiría, por tanto, inconveniente en que la misma
87
ART. 131 PRECEPTOS GENERALES
sea entregada por la parte procesal que la propuso, lo cual no significa que la parte proce
sal está citando supliendo al órgano jurisdiccional en dicha función, salvo las excepciones
desarrolladas con anterioridad.
BIBLIOGRAFÍA
BAYTELMAN, Andrés y DUCE, Mauricio (2005). Litigación penal, juicio oral y prueba. Lima: Alterna
tivas; CERDA SAN MARTÍN, Rodrigo y FELICES MENDOZA, María Esther (2011). El nuevo proceso
penal, constitucionalización, principios y racionalidad probatoria. Lima: Grijley; CUBAS VILLANUEVA,
Víctor (2015). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación. 2a edición. Lima: Pales
tra; REYNA ALFARO, Luis Miguel (2009)- Litigación estratégica y técnicas de persuasión aplicables al nuevo
(7) CERDA SAN MARTÍN, Rodrigo y FELICES MENDOZA, María Esther (2011). El nuevo proceso penal,
88 constitucionalización, principios y racionalidad probatoria. Lima: Grijley, p. 77.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 131
proceso penal. Lima: Grijley; ROSAS YATACO. Jorge (2009). Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo
proceso penal. Lima: Jurista Editores.
& JURISPRUDENCIA
La demandante alega un indebido diligenciamiento de las notificaciones hacia su domicilio en el proceso penal que se
le sigue. En general, esta situación debe ser cuestionada y resuelta al interior del proceso a menos que resulte ser una
verdadera afectación a los derechos fundamentales de orden procesal, es decir, que esta situación le impida el ejercicio
de su derecho de defensa. En este caso, la notificación se llevó a cabo con la información que se contaba y que luego fue
reiterada por la procesada tanto en su declaración instructiva como en su declaración jurada de domicilio. STC Exp.
N° 02558-2009-PHC¡TC-Lima.
89
CAPÍTULO V
COMUNICACIÓN ENTRE AUTORIDADES
Concordancias:
CPP: art. 26 inc. 6; CPC: arts. 148, 149, 164; LOPJ: art. 185 inc. 4; LOMP: art. 4.
El nuevo Código Procesal Penal del año 2004 (en adelante CPP) trajo como una de
sus principales innovaciones la división de funciones entre los operadores de justicia (juez
y fiscal), es decir, insertó el principio acusatorio como institución madre del nuevo pro
ceso penal de corte acusatorio adversarial; dejando en antaño el corte predominantemente
inquisitivo que reinaba en el Código de Procedimientos Penales del año 1940.
ordinario, que debería ser la regla y no la excepción. Esto ocurrió en mérito a la Ley N°
26689 del año 1996, que estableció taxativamente los pocos delitos que serían tramita
dos en el proceso penal ordinario y amplió ingentemente los delitos que serían vistos en
el proceso penal sumario. La gran diferencia entre el proceso penal ordinario y el suma
rio es que el primero tenía dos fases: la primera, denominada fase instrucción, en la que
el juez instructor recopilaba las pruebas de una presunta comisión de delito y la segunda,
denominada fase de juzgamiento o plenario que se realizaba por un Tribunal Correccio
nal, quien emitirá una sentencia en base a las pruebas construidas en la fase instructiva;
por otro lado, existía el sumario donde el mismo juez que se encargaba de investigar el
presunto hecho delictivo era el mismo que se encargaba de emitir sentencia sin un juicio
oral, público y contradictorio.
Regresando al actual Código Procesal Penal que rige nuestro sistema de justicia,
como se dijo líneas ut sufra, se rige por el principio acusatorio que, en palabras sencillas,
significa que no hay proceso penal sin acusación fiscal. De acuerdo a Cubas Villanueva1 (2),
“[e]n virtud del principio acusatorio, se reconoce nítidamente la separación de funcio
nes para el desarrollo del proceso penal: al Ministerio Público le corresponde la función
requirente, la función persecutoria del delito, por ello es el titular del ejercicio de la acción
penal pública y de la carga de la prueba”. Lo expuesto guarda concordancia con lo mani
festado por la profesora española Armenta Deu(3), al establecer que: “La previa existencia
de una acusación, ejercitada y sostenida por sujeto diferente al órgano juzgador, configura
la esencia inexcusable, como se señaló, del sistema acusatorio”. En nuestra jurisprudencia,
el Tribunal Constitucional en el Exp. N° 2005-2006-PHC/TC estableció que el princi
pio acusatorio significa: “1. Que no puede existir juicio sin acusación, debiendo ser formu
lada por persona ajena al órgano jurisdiccional sentenciador, de manera que, si ni el fiscal
ni ninguna de las otras partes posibles formulan acusación contra el imputado, el proceso
debe ser sobreseído necesariamente; 2. Que no puede condenarse por hechos distintos de
los acusados ni a persona distinta de la acusada; 3. Que no pueden atribuirse al juzgador
poderes de dirección material del proceso que cuestionen su imparcialidad”.
Ante lo expuesto, queda claro que el nuevo modelo acusatorio adversarial se centra
básicamente en una división de funciones. Por una parte, el juez ya no será más un juez
(1) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2011). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo I. Lima: Reforma, p.
(2) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación.
Lima: Palestra, p. 36.
(3) ARMENTA DEU, Teresa (1995). Principio acusatorio y Derecho Penal. Barcelona: Bosh, p. 26. 91
ART. 132 PRECEPTOS GENERALES
La división de etapas que tomó el nuevo proceso penal coadyuva a reafirmar el princi
pio acusatorio que busca que un ente distinto al juez sea el que emita la acusación, por ello,
el proceso penal se segmentó en: investigación preparatoria, etapa intermedia y juicio oral.
El primer numeral del artículo mencionado prescribe que “cuando un acto pro
cesal, una diligencia o una información relacionadas con la causa deban ejecutarse
por intermedio de otra autoridad, el juez o el fiscal podrán encomendarle su cum
plimiento”. Si bien el fiscal es el titular de la acción penal y tiene toda la potestad de
92
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 132
investigación en un caso en concreto, lo es también que este se debe valer de otras insti
tuciones para poder concretar sus actos de investigación, ya que la información interna
que maneja no es suficiente para cumplir su labor de investigación a cabalidad. Todas las
instituciones del Estado, de acuerdo al artículo 322.2 del CPP, deben colaborar con el
Ministerio Público en lo que se les requiera. Siendo esto así, el fiscal que requiera infor
mación relacionada con el hecho materia de investigación a otra entidad del Estado, cur
sará comunicación a la autoridad competente de la entidad para que cumpla en remitir lo
solicitado. Entre las principales solicitudes de información que se requieren a otras autori
dades del Estado, encontramos: a) que el jefe de Sunarp remita copias fedateadas de par
tidas regístrales de bienes muebles o inmuebles, b) que el jefe de Reniec remita partidas
de nacimiento, c) que el jefe de Sucamec remita información si una determinada persona
tiene licencia para portar arma de fuego, d) que el alcalde de una Municipalidad remita
documentación sobre una posesión, etc.
El numeral 2 del artículo 132 del CPP señala que: “La comunicación de ejecu
ción precisará la autoridad judicial de que lo requiere, su competencia para el caso,
el acto concreto, diligencia o información solicitada, con todos los datos necesarios
para cumplirla, las normas legales que lo posibilitan y el plazo de su cumplimiento.
La comunicación podrá realizarse con aplicación de cualquier medio que garantice
su autenticidad”. Respecto a lo primero, como ya se había señalado, cuando el juez de la
investigación preparatoria declara fundado un requerimiento solicitado por el Ministerio
Público como, por ejemplo, un requerimiento de levantamiento del secreto bancario, que
si bien es el mismo juez que cursa comunicación a la entidad bancaria donde se encuentra 93
ART. 132 PRECEPTOS GENERALES
las cuentas a levantar el secreto, puede ser el caso de que el Ministerio Público comunique
también a la entidad bancaria que el juez de la investigación ha ordenado, mediante reso
lución, el levantamiento del secreto bancario. El documento específico que se utiliza para
cursar comunicación a otra autoridad determinada es el oficio. Este oficio deberá contar
con: a) la fecha que se emite, b) el número de oficio de la entidad que lo emite, c) la auto
ridad a quien se dirige, d) la dirección exacta donde se encuentra la autoridad a quien se
emite(4), e) la referencia en marco a qué carpeta fiscal o expediente judicial se cursa el ofi
cio, f) el asunto en específico, g) el fiscal o juez a cargo de cursar el oficio, h) el contenido
del oficio que sustenta el pedido, i) anexos si lo hubiere, y j) firma del juez o fiscal que lo
envía. Con respecto a la fundamentación del oficio, este deberá contener, clara y expresa
mente, la diligencia o información que se solicita en marco de la competencia de la autori
dad a quien se le exige, es decir, no se le puede pedir información que jurídicamente y físi
camente no puede otorgar, asimismo, deberá contener la norma legal que faculta o regula la
información o diligencia requerida y, finalmente, el plazo otorgado para su cumplimiento.
Muchas veces se coloca un apercibimiento de ser denunciado por el delito de desobedien
cia a la autoridad y obstrucción a la justicia, en caso de incumplimiento. En dicho oficio
con apercibimiento penal se encuentra la base para el delito de desobediencia a la autori
dad como medio de prueba que sustenta la tipicidad del delito, pero siempre verificándose
que el oficio haya sido notificado correctamente, que el funcionario público haya tomado
conocimiento certero del requerimiento del oficio y tenga la posibilidad física y jurídica de
cumplir con lo ordenado. En caso de que la autoridad no pueda cumplir dentro del plazo
exigido, deberá remitir otro oficio al fiscal o juez requirente una solicitud de ampliación
de plazo al otorgado, fundamentando correctamente las razones por las cuales no puede
cumplir en el plazo primigeniamente otorgado.
(4) Debe ser lo más claro y preciso posible para evitar que el notificador que lo diligencia llegue a la dirección y no
94 emita una razón de no hallazgo de domicilio.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 132
Concluyendo, el último numeral del artículo 132 del CPP señala que: “El órgano de
gobierno del Poder Judicial y el Fiscal de la Nación dictarán los reglamentos corres
pondientes y podrán celebrar convenios con otras instituciones públicas para reque
rir y compartir información así como establecer sistemas de comunicación por inter-
net entre jueces y fiscales”. A la luz de que el Poder Judicial y el Ministerio Público, por
sí mismos, no pueden llegar a administrar una justicia completa sin la colaboración per
manente de otras instituciones del Estado, es que se han creado convenios entre diferen
tes instituciones públicas con el fin de cruzar información en tiempo real y fluida. Claro
ejemplo de ello es que el Poder Judicial y el Ministerio Público cuentan con un sistema de 95
ART. 132 PRECEPTOS GENERALES
Reniec para poder identificar plenamente a las partes procesales y evitar caer en homoni-
mias. Asimismo, el Ministerio Público tiene el sistema de Sunarp para poder revisar cuán
tos bienes tiene una persona inscrita a su nombre. Otro claro ejemplo sería que el Minis
terio Público tiene el registro de cuántas denuncias a nivel nacional tiene una persona y el
cruce con el Poder Judicial de antecedentes penales. Toda esta información cruzada entre
instituciones es saludable para el sistema de justicia, ya que logra mayor celeridad en la tra
mitación del proceso penal y un sinceramiento de información. Una tarea pendiente, tal
vez, para mejorar el acceso fácil de información para el Ministerio Público, sería el cruce
de información virtual de Sucamec para saber inmediatamente cuando una persona es
detenida con arma de fuego, si esta cuenta con licencia o no.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2011). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo I. Lima: Reforma; CUBAS VILLA-
NUEVA, Víctor (2009)- El nuevo proceso penal peruano, teoría y práctica de su implementación. Lima: Palestra;
ARMENTA DEU, Teresa (1995). Principio acusatorio y Derecho Penal. Barcelona: Bosh.
96
Artículo 133.- Exhortos a autoridades extranjeras
1. Los requerimientos dirigidos a jueces, fiscales o autoridades extranjeras se efectua
ran por exhortos y serán diligenciados en la forma establecida por los tratados y
costumbres internacionales o, en su defecto, por este Código y las demás leyes del
país.
2. Por medio de la Fiscalía de la Nación o, en su caso, de la Corte Suprema de Justicia,
se canalizarán las comunicaciones al Ministerio de Relaciones Exteriores, el cual,
cuando corresponda las tramitará por la vía diplomática.
3. En casos de urgencia podrán dirigirse comunicaciones a cualquier autoridad judicial
o administrativa extranjera, anticipando el exhorto o la contestación a un reque
rimiento, sin perjuicio de que, con posterioridad, se formalice la gestión, según lo
previsto en los numerales anteriores.
Concordancias:
CPP: arts. 26 inc. 6, 508; CPC: art. 150; LOPJ: arts. 156 al 158; LOMP: art. 4; CPConst: art. 115.
(1) SILVA SÁNCHEZ, Jesús María (2001). La expansión del Derecho Penal. Aspectos de la política criminal en sociedades
post industriales. Madrid: Civitas, passim.
(2) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 435.
97
ART. 133 PRECEPTOS GENERALES
poder económico”. Por otro lado, Prado Saldar riaga(3) la define como “[u]n conjunto de
actos de naturaleza jurisdiccional, diplomática o administrativa, que involucra a dos o más
Estados y que tienen por finalidad favorecer la criminalización secundaria de un hecho
delictivo ocurrido en territorio, cuando menos, de uno de tales Estados”
Aterrizando ya en el artículo 133 del CPP, materia del presente comentario, lo que
busca su articulado normativo es regular, precisar y orientar la forma de proceder cuando
un fiscal o juez desean cursar un exhorto a una autoridad judicial o fiscal extranjera. Para
ello, tanto el Poder Judicial como el Ministerio Público han implementado estructuras
orgánicas específicas para viabilizar y tramitar dichas solicitudes. En el caso concreto del
Ministerio Público, se creó mediante Resolución N° 124-2006-MP-FN la Unidad de Coo
peración Judicial Internacional y Extradiciones que, de acuerdo al artículo 512, es consi
derado la autoridad central en materia de cooperación judicial internacional.
(3) PRADO SALDARRIAGA, Víctor (2002). "La cooperación judicial internacional en materia penal: el estatuto
de Roma y la legislación nacional”. En: Agenda Internacional, Vol. 8, num. 16. Lima: Pontificia Universidad
98 Católica del Perú, p. 138.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 133
El numeral 1 del artículo 133 señala: “Los requerimientos dirigidos a jueces, fis
cales o autoridades extranjeras se efectuarán por exhortes y serán diligenciados en la
forma establecida por los tratados y costumbres internacionales o, en su defecto, por
este Código y las demás Leyes del país”. El término exhorto, de acuerdo a la Real Aca
demia Española, significa: “Oficio que un juez o tribunal dirige a otro recabando auxilio
para realizar una diligencia procesal fuera del ámbito de su jurisdicción”. En la praxis fis
cal, se ha extendido el término exhorto cuando un fiscal recurre a otro fiscal de un mismo
nivel para solicitar la realización de una diligencia fuera de su competencia. La Ley Orgá
nica del Poder Judicial, en sus artículos 156 a 168, ha regulado de manera expresa el trá
mite que debe seguir un exhorto, así como sus formalidades. Ya se ha estipulado que el
contenido de los requerimientos estará fijado por lo regulado en el artículo 511 del CPP,
esto es: a) extradición; b) notificación de resoluciones y sentencias, así como de testigos y
peritos a fin que presenten testimonio; c) recepción de testimonios y declaraciones de per
sonas; d) exhibición y remisión de documentos judiciales o copia de ellos; e) remisión de
documentos e informes; f) realización de indagaciones o inspecciones; g) examen de obje
tos y lugares; h) práctica de bloqueos de cuentas, embargos, incautaciones o secuestros de
bienes delictivos, inmovilización de activos, registro domiciliario, allanamientos, control
de comunicaciones, identificación o ubicación del producto de los bienes o los instrumen
tos de la comisión de un delito y de las demás medidas limitativas de derechos, i) facilitar
información y elementos de prueba; j) traslado temporal de detenidos sujetos a un proceso
penal o condenados, cuando su comparecencia, así como de personas que se encuentren
en libertad; k) traslados de condenados; I) diligencias en el exterior; y m) entrega vigilada
de bienes delictivos. Asimismo el numeral 2 del artículo 511 amplía el catálogo señalado a
todos los actos señalados en el estatuto de la Corte Penal Internacional (estatuto de Roma).
Unos de los principios básicos que rige la cooperación entre países en materia de pro
cesos penales son los principios de reciprocidad(4) y solidaridad(5), y en mérito a estos prin
cipios es que los países suscriben tratados internacionales para poder regular y clarificar los
determinados actos que serán sujetos de cooperación internacional, asimismo fijarán las
autoridades que se harán cargo. Como primera línea de cumplimiento, se seguirá lo acor
dado entre los países a través de sus tratados internacionales, en caso de que queden espa
cios no previstos en el tratado, se seguirá por lo regulado por las costumbres internacio
nales y como última línea se seguirá lo regulado por el capítulo sétimo del CPP y demás
leyes reguladas a nivel nacional en materia de cooperación internacional como, por ejem
plo, la Ley de Exhortos Consulares.
(4) Principio que señala que un Estado tratará de manera igual y semejante a otro Estado cuando le solicite
determinados actos.
(5) Principio que señala que un Estado apoyará en todo acto que le solicite otro Estado. 99
ART. 133 PRECEPTOS GENERALES
Finalizando, el numeral 3 del artículo 133 señala: “En casos de urgencia podrán
dirigirse comunicaciones a cualquier autoridad judicial o administrativa extranjera,
anticipando el exhorto o la contestación a un requerimiento, sin perjuicio de que, con
posterioridad, se formalice la gestión, según lo previsto en los numerales anteriores”.
Si bien la formalidad diplomática e internacional es remitir exhorto mediante documento
físico y a través de conducto consular, lo cierto es que el Código prevé la opción de poder
cursar requerimiento a autoridad foránea mediante medio digital, para casos específica
mente de urgencia. Existen situaciones en que, por la naturaleza del proceso y del acto,
se necesite información inmediata de otra autoridad del país y, de ser el caso de emitir el
exhorto correspondiente por conducto regular, dicha información tardaría en llegar por
la distancia territorial entre los países, para ello se habilita la opción del correo electrónico
institucional para poder cursar el requerimiento correspondiente a otra autoridad inter
nacional, debiendo adjuntar escaneado el exhorto físico que se remitirá posteriormente a
la entidad foránea, con la finalidad de cumplir la formalidad, por lo que la otra autoridad
tendrá la posibilidad de responder de igual forma el exhorto mediante correo electrónico,
debiendo adjuntar el documento escaneado que se remitirá posteriormente en físico. Con
esto, se evidencia que las nuevas tecnologías han penetrado positivamente al sistema de
justicia para favorecer la celeridad de las actuaciones procesales nacionales e internaciona
les. En el Perú, mediante Ley N° 27419, se modificó el Código Procesal Civil con la fina
lidad de permitir la notificación por correo electrónico a los usuarios del sistema de justi
cia y mediante Ley N° 30229 se adecuó el sistema de justicia al uso de las tecnologías de
la información y comunicación en el Sistema de Remates Judiciales y en los servicios de
notificaciones de las resoluciones judiciales, regulando así la creación del Sinoe (Sistema
de Notificaciones Electrónicas), sistema muy usado hoy en día en los procesos judiciales.
BIBLIOGRAFÍA
PRADO SALDARRIAGA, Víctor (2002). “Cooperación judicial internacional en materia penal: el estatuto
de Roma y la legislación nacional”. En: Agenda Internacional, Vol. 8, num. 16. Lima: Pontificia Universi
dad Católica del Perú; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). EZ nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SILVA
SÁNCHEZ, Jesús María (2001). La expansión del Derecho Penal. Aspectos de la política criminal en sociedades
post industriales. Madrid: Civitas.
100
CAPÍTULO VI
LA FORMACIÓN DEL EXPEDIENTE
FISCAL Y JUDICIAL
Concordancias:
CPP: arts. 120, 135; LOMP: art.4.
I. Introducción
El Código Procesal Penal de 2004, con vigencia progresiva ya casi en su totalidad en
el Perú, regula un proceso en tres etapas formalmente (investigación preparatoria, etapa
intermedia y juzgamiento) y con un modelo predominantemente de audiencias, lo cual
no significa que los actos de investigación y demás actuaciones de los sujetos procesales
antes de la competencia del juzgado, como cuando ya está bajo la competencia del Poder
Judicial, dejen de ser documentados; un ejemplo de ello es que las disposiciones y requeri
mientos fiscales aún son presentados por escrito al juzgado, asimismo, los actos de inves
tigación como actuaciones policiales o fiscales siguen siendo redactados o registrados en
actas y algunas además en audio y video.
101
ART. 134 PRECEPTOS GENERALES
Una vez ubicados en ese contexto, pasaremos a conceptualizar cada uno de los com
ponentes que integran la carpeta fiscal:
1. La denuncia
Puede ser a instancia de parte agraviada por derecho propio o denuncia formulada
por alguna persona vinculada a ella o por cualquier miembro de la comunidad que conozca
del hecho por acción popular, denuncia que, a su vez, según la forma en que se haya comu
nicado a la autoridad competente, sea policial o fiscal, puede ser por escrito o de manera
verbal. Si fuera verbal, la autoridad que recibe la noticia de un hecho delictivo levantará
un acta, debiendo poner en conocimiento del denunciante o agraviado sus derechos, debe
res y obligaciones contenidas en los artículos 1, 95, 96, 163 170 del CPP y artículos 371
y 402 del CP, estos últimos que hacen referencia a quien, siendo legalmente requerido, se
abstiene de comparecer o prestar su declaración y, así también, a los supuestos de denun
cia calumniosa como hecho constitutivo de delito.
Antes de la vigencia del CPP, el informe policial era conocido como atestado policial
o parte policial. Actualmente, ya se ha unificado la nominación y se elaboran los informes
policiales; estos informes no deben contener pronunciamientos sobre la responsabilidad
penal o no del investigado, mas sí de las investigaciones realizadas.
Dentro de los dictámenes periciales realizados podemos encontrar las pericias de bio
logía forense, los protocolos de necropsia, los protocolos de psicología forense, las pericias
de antropología forense, las pericias de grafotecnia forense, las pericias de dactiloscopia,
las pericias químico-forenses, las pericias de restos de disparo, las pericias de balística, las
pericias de ingeniería forense, las pericias físico-forenses, las pericias de ADN, las pericias
contables, entre otros.
Son tales, por ejemplo: las actas de constatación domiciliaria, las actas de constata
ción del inmueble en caso de usurpación, las disposiciones de inicio de diligencias preli
minares, la disposición de formalización de investigación preparatoria, la disposición de
prórroga del plazo de investigación preparatoria, la disposición de conclusión de investi
gación preparatoria.
persona con interés en la investigación, así como los formularios ininterrumpidos de cadena
de custodia, si fueron encontrados en registros domiciliarios, hallazgos e incautaciones con
fines de investigación, etc.
También podrán, según los casos, ser incorporadas las cartas en manuscrito según
se atribuya su autoría a la parte agraviada o imputada, respecto a la cual deberá realizarse
las pericias que correspondan, ya que, conforme al artículo 185 del CPP, son documentos
los manuscritos, impresos, fotocopias, fax, disquetes, películas, fotografías, radiografías,
representaciones gráficas, dibujos, grabaciones magnetofónicas y medios que contienen
registros de sucesos, imágenes, voces y otros similares; por ejemplo, títulos valores, con
tratos, escrituras públicas, actas de transferencias, testimonios de otorgamiento de pode
res, testamentos, también las copias certificadas o simples de documentos contenidos en
expedientes ad ministrativos y las resoluciones emitidas en ellos; pueden ser comprendi
dos, además, los formularios de solicitudes presentados por el administrado como en caso
de las peticiones a las entidades del Estado.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
Concordancias:
CPC: art. 139; LOPJ: art. 266 inc.13; LOMP: arts. 4> 6.
La actuación del fiscal está determinada por las disposiciones, requerimientos y pro
videncias, conforme el artículo 122 del CPP, siendo así, los requerimientos son peticiones
formuladas a la autoridad judicial solicitando la realización de algún acto procesal, como
puede ser requerir prisión preventiva contra algún imputado, ya se indica en el mencio
nado artículo que tanto las disposiciones como los requerimientos deben estar como todo
acto de la Administración Pública y más por tratarse de alguna búsqueda de pruebas que
implique restricción o, en su caso, de afectación de derechos, requiere que estén acompa
ñados de elementos de convicción que justifiquen su pedido.
Los elementos de convicción en que sustenta el fiscal son aquellos actos que por lo gene
ral son realizados por el personal policial en cuanto tienen la naturaleza de ser actos de inves
tigación urgentes y necesarios; entre estos tenemos las actas policiales de intervención ya sea
por flagrancia delictiva o por hechos posteriores a la denuncia; las actas de registro personal,
debiendo haberse cumplido con el artículo 210 del CPP respecto, por ejemplo, a la posesión
de armas o municiones, o posesiones de bienes u objetos del agraviado; las actas de hallazgo
de objetos; el dosaje etílico o examen cuantitativo de alcoholemia; también los documentos
que acrediten la preexistencia de los bienes; las testimoniales del personal interviniente ya
sea policial o de seguridad ciudadana, respecto al arresto ciudadano u otros testigos directos
o indirectos; claro está también la declaración del denunciante y del agraviado si fueran dis
tintos; las pericias de grafotecnia respecto a la falsedad que se imputa; los informes técnicos
de accidentes de tránsito cuando sea pertinente a la investigación; la pericia de balística sobre
idoneidad y operatividad del arma de fuego; y las copias de los formularios ininterrumpidos
de cadena de custodia con los cuales se inicia el aseguramiento, inmovilización o recojo de
los elementos y evidencias en el lugar del hecho en las primeras diligencias y que servirá para
los actos posteriores de investigación atendiendo a su naturaleza.
Entre los requerimientos que formula el fiscal ante el Poder Judicial, en el ejercicio de
sus funciones establecidas en la Constitución Política, Ley Orgánica y en el Código Procesal
Penal, figuran, por ejemplo: los requerimientos de detención preliminar, prisión preventiva,
acusación o sobreseimiento y demás requerimientos como la confirmatoria de incautación,
105
ART. 135 PRECEPTOS GENERALES
Los requerimientos son acompañados por lo general con copias de la carpeta fiscal,
los cuales son digitalizados (escaneados) en la mesa de partes del juzgado o el Centro de
Distribución General (CDG) del módulo penal de los juzgados o de cada Corte, según sea
el caso, lo cual es el inicio de lo que a futuro (seguro en algunos años) será la digitalización
total del expediente judicial, proyecto que está en ejecución en Lima con otras especiali
dades; se precisó que por lo general se envía copias de los actuados fiscales, toda vez que la
carpeta fiscal original permanece bajo custodia del fiscal a cargo del caso.
Es el personal policial quien llega al lugar del suceso, luego da cuenta inmediata al fis
cal, procediendo también a auxiliar a la víctima de ser necesario, así como vigilar y prote
ger la escena de investigación, evitando que ingresen otras personas, facilitando el ingreso
de los expertos o peritos, deberá seleccionar áreas para desplazarse sin alterar o borrar indi
cios, también deberá priorizar y proteger evidencias, perennizándose la escena y las eviden
cias (fotografías, videos, croquis, etc.), levantando con medios de protección adecuados el
material, luego embalarlos y etiquetarlos para su procesamiento y análisis, registrándose en
la cadena de custodia los datos relevantes (usando el formato A-6), dando cuenta de ello al
fiscal, realizándose así también las pesquisas, retención de sospechosos, ubicar e identificar
a testigos y agraviados. Por otra parte, el fiscal dispondrá la intervención de especialistas o
técnicos criminalísticos y otros especialistas, si el caso lo requiere, como se usó la cadena
de custodia formato A-6, también debe tener en cuenta los formatos para duplicado de la
cadena de custodia (por ello, corresponderá usar formato A-7 y A-8).
Los formatos aprobados por la Directiva Específica para el Uso de los Formatos Téc
nicos del Trabajo Fiscal son:
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). EZproceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas. 107
Artículo 136.- Contenido del expediente judicial
1. Una vez que se dicta el auto de citación ajuicio, el juez penal ordenará formar el
respectivo expediente judicial. En este expediente se anexarán:
a) Los actuados relativos al ejercicio de la acción penal y de la acción civil derivada
del delito;
b) Las actas en que consten las actuaciones objetivas e irreproducibles realizadas
por la policía o el Ministerio Público, así como las declaraciones del imputado;
c) Las actas referidas a la actuación de prueba anticipada;
d) Los informes periciales y los documentos;
e) Las resoluciones expedidas por el juez de la investigación preparatoria y, de ser
el caso, los elementos de convicción que las sustentan;
f) Las resoluciones emitidas durante la etapa intermedia y los documentos, informes
y dictámenes periciales que hayan podido recabarse, así como -de ser el caso— las
actuaciones complementarias realizadas por el Ministerio Público,
2. El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial reglamentará todo lo relacionado con la
formación, custodia, conservación, traslado, recomposición y archivo del expediente
judicial. Podrá disponer la utilización de los sistemas tecnológicos que se consideren
necesarios para el registro, archivo, copia, transcripción y seguridad del expediente.
Concordancias:
CPP: art. 737; CPC: arts. 136 al 138; LOPJ: art. 266 ines. 11, 16.
• Las actas en que consten las actuaciones objetivas e irreproducibles realizadas por
la Policía o el Ministerio Público, como lo son las actas que constituyen prueba
preconstituida, como el acta de levantamiento de cadáver, de hallazgo, de incau
tación, de registro personal, dosaje etílico, entre otras, en el marco de los artícu
los 325 y 425 del CPP.
• Los informes periciales y los documentos deben estar anexados al expediente judi
cial como se indicó, porque serán utilizados por las partes procesales al momento
del examen de los peritos respecto a los informes periciales que elaboraron, por
ejemplo, la pericia química, en cuanto a las conclusiones y procedimientos utili
zados para determinar el tipo, peso y calidad de la droga incautada y analizada.
En cuanto a los documentos, estos pueden ser los emitidos por el personal poli
cial en su actuación y que quedaron registrados, por ejemplo, el acta de inter
vención policial que será utilizado al momento de que se explique su actuación
funcional y las anotaciones en el acta que elaboraron, narrando por qué inter
vinieron, quiénes participaron y en qué consistió cada una de sus participacio
nes, qué pudo percibir en ese momento, entre otros aspectos relevantes. Además,
explicarán las demás actas policiales como de registro personal e incautaciones
o hallazgo, si fuera el caso, y demás actas que fueron incorporadas al expediente
judicial, pero también se incorporarán aquellos documentos que no serán incor
porados mediante los órganos de prueba (testigos ni peritos) como es la hoja de
antecedentes policiales, judiciales o penales, y otros emitidos por instituciones
109
ART. 136 PRECEPTOS GENERALES
- Superposición de imágenes.
- Examen de fisionomía humana incriminada (videos, fotos, con
Área de imagen
características facial y anatómicas).
antropométrica y videos
Construcción facial (en cadáveres NN, esqueletos y avanzado estado de
putrefacción).
110
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 136
El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial reglamentará todo lo relacionado con la for
mación, custodia, conservación, traslado, recomposición y archivo del expediente judi
cial. Podrá disponer la utilización de los sistemas tecnológicos que se consideren necesarios
para el registro, archivo, copia, transcripción y seguridad del expediente. En ese contexto,
el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial emitió la Resolución Administrativa N° 14-2017-
CE-PJ del 11 de enero de 2017 que aprueba el Reglamento del Nuevo Despacho Judicial
del Módulo Penal Corporativo de las Cortes Superiores de Justicia de la República, que
precisa en el título VII, artículo 87, los conceptos y conformación del cuaderno judicial
y expediente judicial.
Siendo así, el cuaderno judicial se encuentra formado para atender a los requeri
mientos y solicitudes de las partes durante la investigación preparatoria, etapa intermedia
y ejecución de sentencia. El expediente judicial está exclusivamente formado para el juz
gamiento (etapa de juicio) y, a su vez, comprende el expediente judicial para la prueba y
el expediente para el debate.
Como podrá advertirse, existe una práctica judicial que no está acorde con los regla
mentos, lo cual consideramos debería ir corrigiéndose, mientras tanto, podrá encontrarse
y verificarse lo explicado aún en los juzgamientos terminados o en trámite.
Finalmente, como aspecto crítico y que podría ser debatible inclusive, es que el texto
del artículo en comentario señala que conforman el expediente judicial todas las actua
ciones consistentes en “[l]as actas en que consten las actuaciones objetivas e irreproduci-
bles realizadas por la Policía o el Ministerio Público, así como las declaraciones del impu
tado y las actas referidas a la actuación de prueba anticipada, los informes periciales y los
documentos”, en otras palabras, toda la documentación respecto a los actos de investiga
ción realizados, sea que se trate de pruebas preconstituidas, prueba anticipada u actos de
investigación como actas de declaraciones, informes periciales o demás documentos de
contenido y naturaleza probatoria, como por ejemplo: el formulario ininterrumpido de
cadena de custodia, las muestras incriminatorias y muestras de cotejo utilizadas en las
pericias; no existiendo en el artículo en comento condicionamiento alguno a que sean
solamente agregadas las pruebas admitidas a las partes, sino las realizadas o recabadas
durante la investigación preparatoria, salvo lo prescrito por el artículo 373 del CPP. No
obstante, actualmente solo se agregan los admitidos a las partes por una costumbre judi
cial, sin observación o cuestionamiento alguno de las partes procesales y así se ha man
tenido durante varios años.
112
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 136
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
11
Artículo 137.- Traslados, remisión y resolución sobre la formación del
expediente judicial
1. Formado el expediente judicial, se pondrá en secretaría a disposición del Ministerio
Público y de los demás sujetos procesales por el plazo de cinco días para su revisión,
eventual solicitud de copias, simples o certificadas, y, en su caso, para instar la incor
poración de alguna pieza de las contempladas en el artículo anterior o la exclusión
de una que no corresponda incorporar. De esta última solicitud se correrá traslado
a las demás partes por igual plazo.
2. El juez resolverá, dentro del segundo día de culminado el plazo anterior, mediante
auto inimpugnable, la solicitud de incorporación o exclusión de piezas procesales.
3. Vencido este trámite, las actuaciones diversas de las previstas en el artículo 136
serán devueltas al Ministerio Público.
Concordancias:
CPP: art. 136; LOPJ: art. 266 inc. 11.
Según se establece en el presente artículo, una vez que el juez penal ha dispuesto la
formación del expediente judicial con todo lo señalado en el artículo 136 del CPP, el con
junto de documentos debidamente asegurados y bajo custodia ya sea en el archivo modular
(archivo de expedientes de trámite diario), pero a su vez bajo responsabilidad del especia
lista judicial de causas jurisdicciones -conforme al artículo 23, inciso 6, del Reglamento
del Nuevo Despacho Judicial del Módulo Penal(1)- o como lo indica el artículo en comen
tario de secretaría, estará a disposición del Ministerio Público, actor civil, defensa de los
imputados y tercero civil responsable por el plazo de cinco días.
El plazo establecido será para que las partes puedan no solo revisarlo, sino también,
eventualmente, solicitar copias -que puede ser en cualquier momento, conforme al artículo
138- sean simples o certificadas, de alguno o todos los documentos del expediente judi
cial; pero no solo ello, sino que también podrán solicitar la incorporación de alguna pieza
de las contempladas en el artículo anterior que se haya omitido agregar o, de ser el caso,
solicitar la exclusión de una que no corresponda para que sea retirada del expediente judi
cial, sea porque fue agregada indebidamente o porque existe alguna resolución judicial
que establece exclusión del medio probatorio por haberse declarado fundada la tutela de
derechos sobre el acto de investigación, entonces, si se trata de un pedido de exclusión
deberá el juzgado conferir previamente traslado o poner en conocimiento dicho pedido a
las demás partes por igual plazo.
L14 (1) Aprobado por Resolución Administrativa N° 14-2017-CE-PJ, de fecha 11 de enero de 2017.
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 137
para su utilización en el debate probatorio dentro del juzgamiento que iniciará en la fecha
indicada en el auto de citación a juicio, debiendo ser devueltas las demás actuaciones al
Ministerio Público.
Es este plazo, del inciso 1 del artículo en comentario, el que por excelencia deberían
utilizar o emplear las partes para la revisión del expediente judicial que será utilizado en el
debate de pruebas en la fase probatoria del juzgamiento, para además tener todo lo nece
sario para un examen adecuado de testigos, peritos y documentos. Sin embargo, la prác
tica y experiencia judicial registran e informan que recién en las sesiones de juzgamiento,
algunas partes procesales, a pesar de tener su derecho y las autorizaciones que establece el
presente artículo, recién plantean algunas de esas solicitudes en pleno juzgamiento, fuese
entendible ello si recién asumieran el conocimiento del proceso. Al amparo de un crite
rio de flexibilidad de la prueba a actuarse, es que bajo la doctrina de los actos propios o
principio de estoppel, lo que se pretende es que el juez de juzgamiento tenga información
de calidad, por lo que, de manera excepcional, podría ampararse alguna solicitud con la
expresión de las partes de una debida justificación; pero, como se indica, procesalmente el
momento ideal es el establecido en el presente artículo.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal comtin. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
115
Artículo 138.- Obtención de copias
1. Los sujetos procesales están facultados para solicitar, en cualquier momento, copia,
simple o certificada, de las actuaciones insertas en los expedientes fiscal y judicial,
así como de las primeras diligencias y de las actuaciones realizadas por la policía.
De la solicitud conoce la autoridad que tiene a su cargo la causa al momento en
que se interpone.
2. El Ministerio Público, cuando sea necesario para el cumplimiento de la investiga
ción preparatoria, está facultado para obtener de otro fiscal o del juez copia de las
actuaciones procesales relacionadas con otros procesos e informaciones escritas de su
contenido.
3. Si el estado de la causa no lo impide, ni obstaculiza su normal prosecución, siempre
que no afecte irrazonablemente derechos fundamentales de terceros, elfiscal o el juez
podrán ordenar la expedición de copias, informes o certificaciones que hayan sido
pedidos mediante solicitud motivada por una autoridad pública o por particulares
que acrediten legítimo interés en obtenerlos.
Concordancias:
CPP: art. 735 inc. 1; CPC: art. 139; LOPJ: art. 266 inc. 13.
Como se puede observar, este artículo no hace referencia a pago alguno de aranceles
o tasas por copias solicitadas, tan solo precisa el derecho que tienen los sujetos procesales
para solicitar en cualquier momento copia, ya sea simple o certificada, de las actuaciones
insertas tanto en el expediente judicial como en el expediente o carpeta fiscal.
De este modo, la Corte Suprema fijó como criterio rector que el Ministerio Público
expida copias de las actuaciones principales, siempre y cuando la defensa técnica cumpla con
16 acreditar la condición específica del beneficiario y adjuntar la verificación socioeconómica
LAS ACTUACIONES PROCESALES ART. 138
del beneficiario, criterio que en adelante debe ser considerado como doctrina jurispruden
cial de cumplimiento obligatorio.
Asimismo, se tuvo en cuenta que la utilización de esta nueva herramienta para los
fines mencionados descongestionaría la labor del personal administrativo encargado de
la recepción, calificación y atención de las solicitudes para la expedición de copias de los
actuados judiciales; trámite que, bajo el actual procedimiento, representa tres a cinco días
útiles, aproximadamente.
En este sentido, interpretaron señalando que a expresión “tomar nota” debe ser inter
pretada de manera amplia, haciéndose extensivo, también, al uso de instrumentos de digi-
talización o teléfonos celulares y no solamente a los apuntes en manuscrito, como se ha
venido considerando, lo cual facilita el acceso directo, rápido y confiable de la información
contenida en los expedientes judiciales, sin que ello implique vulneración de algún dere
cho o que atente contra el interés público. Además, dicha interpretación resulta compati
ble con el artículo 8, inciso 2, literal c) de la Convención Americana de Derechos Huma
nos, que señala que toda persona tiene derecho a “(...) la concesión al inculpado del tiempo
y de los medios adecuados para la preparación de su defensa”, derecho fundamental que
ha sido recogido como sustento por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en
sendos pronunciamientos, como es el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México,
que en la sentencia del 26 de noviembre de 2010 se ha manifestado en sentido compati
ble con la propuesta, al señalar en su fundamento 156 que “una de las garantías inheren
tes al derecho de defensa es contar con el tiempo y los medios adecuados para preparar la
defensa, lo cual obliga al Estado a permitir el acceso del inculpado al conocimiento del
expediente llevado en su contra”.
ART. 138 PRECEPTOS GENERALES
Entonces, tanto la resolución de Casación que está dirigida a la actuación fiscal en con
creto, también ahora con la resoluciones del Poder Judicial estarían directamente referidas
al artículo 101 del Reglamento del Nuevo Despacho Judicial del Módulo Penal, aprobado
mediante Resolución del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial del 11 de enero de 2017, en
cuanto señala que el costo de las copias será asumido por el solicitante.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
¿gü JURISPRUDENCIA
Habiéndose establecido bajo los criterios de una norma que la expedición de copias -simples o certificadas- por parte
del Ministerio Público deberán estar sujetas al cobro de una tasa judicial, no vulnera el derecho a la gratuidad de la
administración de justicia que le asista a todo justiciable, en tanto que, dicho cobro será motivo de exención siempre que
el solicitante acredite la condición específica del beneficiado y adjunte la verificación socioeconómica de este, respecto a
que no cuenta con recursos económicos necesarios para efectuar dicho pago; por tanto, este criterio deberá ser considerado
en adelante como doctrina jurisprudencial de cumplimiento obligatorio. Cas. N° 171-2011-Lima.
El principio de gratuidad en la administración de justicia se constituye en un mecanismo de realización del principio
derecho de igualdad, {...} de modo que el hecho de que una de ellas cuente con mayores recursos económicos que la otra
no devenga necesariamente en una ventaja que determine que la autoridad jurisdiccional vaya a resolver a su favor.
Consideraciones por las que debemos fijar como criterio rector que: el Ministerio Público expida copias de las actua
ciones principales, siempre y cuando la defensa técnica cumpla con acreditar la condición específicas del beneficiario y
adjuntar la verificación socio-económico del beneficiario. Criterio que en adelante debe ser considerado como doctrina
jurisprudencial de cumplimiento obligatorio. Cas. N° 172-2011-Lima.
118
Artículo 139.- Prohibición de publicación de la actuación procesal
1. Está prohibida la publicación de las actuaciones procesales realizadas cuando se está
desarrollando la investigación preparatoria o la etapa intermedia. Asimismo, está
prohibida la publicación, incluso parcial, de las actuaciones del juicio oral cuando
se producen en los supuestos de privacidad de la audiencia.
2. Está prohibida la publicación de las generales de ley y de imágenes de testigos o
víctimas menores de edad, salvo que el juez, en interés exclusivo del menor, permita
la publicación.
3. Cuando los sujetos procesales y demás participantes en las actuaciones procesales
infrinjan esta prohibición, el fiscal o el juez, según el caso, están facultados a impo
nerles una multa y ordenar, de ser posible, el cese de la publicación indebida. Rige,
en lo pertinente los artículos 110 y 111 del Código Procesal Civil.
Concordancias:
CPC:arts. 110,111, 112; LOPJ: arts. 8, 9, 288, 292.
En tanto, respecto al secreto, este podrá ser dispuesto por el fiscal manteniéndolo así
por un plazo no mayor de veinte días, pudiendo ser prorrogado por el mismo plazo pero
esta vez por el juez de la investigación preparatoria, cuando el conocimiento de las partes
119
ART. 139 PRECEPTOS GENERALES
pueda perjudicar o dificultar la investigación, para lo cual se requiere además que la dis
posición sea notificada a las partes.
Ahora, en concordancia con el artículo 139 del CPP, el inciso 3 del artículo 324 del
CPP también establece que las copias que reciban las partes son para uso de la defensa y,
expresamente, dicta un apercibimiento de carácter disciplinario al abogado defensor al
indicarle que está obligado a mantener la reserva de ley, es decir, está impedido de hacer
público el contenido y resultado de cada uno de los actos de investigación.
Así entonces, es derecho de las partes obtener copias de las actuaciones procesales y
de los actos de investigación, pero están prohibidos de publicar aquellas relacionadas a la
investigación preparatoria o la etapa intermedia, ya que solo la publicidad está limitada al
juzgamiento (artículos 356 y 357 del CPP). Asimismo, están prohibidos de publicar ya sea
total o parcialmente el juzgamiento ante las audiencias privadas cuando se afecte direc
tamente el pudor, la vida privada o la integridad física de alguno de los participantes del
juicio, cuando se afecte gravemente el orden público o la seguridad nacional, cuando se
afecte los intereses de la justicia o, enunciativamente, peligre el secreto particular, comer
cial o industrial, cuya revelación indebida sea punible o cause perjuicio injustificado, así
como cuando sucedan manifestaciones por parte del público que turben el regular desa
rrollo de la audiencia y, finalmente, cuando esté previsto en una norma específica.
Y, finalmente, cuando el juez considere que el abogado actúa o ha actuado con teme
ridad o mala fe, remitirá copia de las actuaciones respectivas a la presidencia de la Corte
Superior, al Ministerio Público y al Colegio de Abogados correspondiente, para las san
ciones a que pudiera haber lugar (artículo 111 del CPC). Estas consideraciones resultan
cuestionables y debatibles, puesto que a pesar de las reservas dispuestas por ley y las pro
hibiciones tanto a las partes como a los funcionarios competentes, existen filtraciones de
información sea por lo relevante de la criminalidad o el interés del público de la sociedad
o cualquier otro interés extraño a la investigación.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
120
Artículo 140.- Reemplazo de los originales faltantes por copias
1. Cuando, por cualquier causa se destruya, se pierda o sea sustraído el expediente, o
el original de las disposiciones y resoluciones o de otros actos procesales necesarios,
la copia certificada tendrá el valor del original y será insertada en el lugar en que
debería encontrarse el original.
2. Con tal fin, el fiscal o el juez, según el caso, incluso de oficio, ordenará, a quien
tenga la copia, entregarla a la secretaría, sin perjuicio del derecho de obtener gra
tuitamente otra copia certificada.
3. La reposición también podrá efectuarse utilizando los archivos informáticos del
Ministerio Público o del Poder Judicial.
Concordancias:
CPP: arts. 134, 136; CPC: art. 140; LOPJ: arts. 266 ines. 11 y 13-
En este artículo, distinto a la recomposición del expediente judicial (artículo 141 del
Código Procesal Penal de 2004), se hace referencia al reemplazo ya sea porque se destruyó,
por algún suceso o circunstancia accidental o de otra naturaleza, se pierda, sea porque fue
sustraído, o no ha sido ubicado luego de un periodo de “ubicación y búsqueda”, estos pue
den tratarse de: disposiciones fiscales, resoluciones judiciales, algunos de los documentos
que conformaban el expediente o todo el expediente.
(1) Implementado por Resolución Administrativa N° 069-2015-CE-PJ de fecha 12 de febrero de 2015 12J
ART. 140 PRECEPTOS GENERALES
Por su parte, el Ministerio Público cuenta con el Sistema de Gestión Fiscal (SGF),
que es una herramienta que es utilizada para la gestión de la información como modelo de
gestión de una bases de datos, tableros de control, sistemas de información y seguimiento,
para la emisión de diagnósticos, informes, reportes, alertas, datos e indicadores que faci
liten y den sustento al proceso de toma de decisiones en el ámbito de los asuntos que son
de competencia del despacho de la Fiscalía de la Nación, por lo que su uso forma parte de
la actividad fiscal diaria y aplicación en cada una de las investigaciones para el control de
plazos, también para insertar las disposiciones, requerimientos y demás actos fiscales; y
poder recurrir a ellos de una manera rápida sin búsqueda de la carpeta fiscal.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
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Artículo 141.- Recomposición de expedientes
1. Si no existe copia de los documentos, elfiscal o el juez, luego de constatar el contenido
del acto /altante, ordenara poner los hechos en conocimiento del órgano disciplinario
competente, y dispondrá —de oficio o a pedido de parte- su recomposición, para lo
cual recibirá las pruebas que evidencien su preexistencia y su contenido.
2. Cuando sea imposible obtener copia de una actuación procesal, se dispondrá la
renovación del acto, prescribiendo el modo de realizarla.
3. Si aparece el expediente, será agregado al rehecho.
Concordancias:
CPC: art. 140; LOPJ: art. 266 inc. 11.
En este caso, en concordancia con los artículos precedentes, se establecen las pau
tas de forma y el procedimiento para la recomposición de expedientes. Entonces, cuando
no exista copia de los documentos, después de levantarse las actas respectivas de la cons
tatación del faltante, tendrá que ponerse en conocimiento: (i) al órgano de control sea de
la Oficina Desconcentrada de Control Interno (ODCI), en caso de los fiscales, o (ii) a la
Oficina Desconcentrada de Control de la Magistratura (Odecma), en caso de los jueces,
acto seguido se deberá disponer la búsqueda de toda la documentación necesaria que acre
dite la preexistencia y, luego, lo que conformaba su contenido ya explicado anteriormente.
También, cuando sea imposible obtener una copia de la actuación procesal se deberá
disponerse la renovación del acto, debiendo asimismo establecer la forma de la realización,
claro está que si aparece el expediente perdido o sustraído se agregará al que se recon
formó o rehecho, entiéndase que no se reemplaza, sino que se agrega al que se está recom
poniendo o al rehecho.
Este artículo también guarda concordancia con el artículo 102 del Reglamento del
Nuevo Despacho Judicial del Módulo Penal Corporativo de las Cortes Superiores de Jus
ticia de la República, ambos versan sobre el mismo tema, sin embargo, el Reglamento
detalla el siguiente trámite:
• Las copias certificadas tendrán el valor del original y serán insertadas en el lugar
que corresponda dentro del cuaderno o expediente judicial reconstruido.
• Vencido el plazo y con las copias de los actuados que tenga en su poder, el juez
las pondrá de manifiesto por el plazo de dos días, luego del cual declarará recom
puesto el cuaderno o expediente judicial.
Hoy en día, no solo existen los registros físicos en papel, sino que también conta
mos con actuaciones procesales contenidas en audios o videos, por lo que, en caso de pér
dida o daño que haga irreproducible el audio o video de la audiencia, el artículo 104 del
Reglamento propone que se debe corroborar si la copia presentada por las partes o terceros
corresponde al acta y será considerada como original; además propone una serie de solu
ciones a diferentes supuestos como:
• Cuando la resolución fue emitida por escrito, fuera de audiencia, y no sea nece
sario el reexamen de los órganos de prueba actuados en la audiencia, el juez con
siderará suficiente el registro del acta de audiencia, manteniéndose la validez de
los actos procesales realizados en audiencia.
las personas considerarían oportuno atentar o dañar los registros con la finalidad de anu
lar las decisiones o actuado en su momento.
BIBLIOGRAFÍA
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2017). E/proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo I. Lima:
Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2020). Las funciones del Ministerio Público en el
sistema acusatorio. 2a edición. Lima: Ideas.
125
TÍTULO II
LOS PLAZOS
Concordancias:
C; ¿zrt. 739 inc. 3; CPC: arts. 141 al 147; CPConst: art. 15.
I. Introducción
La regulación de los plazos y términos en cualquier proceso -sea penal, civil, labo
ral, administrativo u otro—, así como su cómputo y observancia, es un tema fundamental
para el desarrollo de todas las etapas y actuaciones que aquel comprende.
Con relación a los plazos en el Código Procesal Penal (en adelante, CPP), las nor
mas contenidas en el artículo 142 son en realidad derivaciones de reglas generales sobre el
tiempo en las actuaciones procesales aplicadas en particular al proceso penal.
126
LOS PLAZOS ART. 142
La misma disposición, con ligeras variaciones, está recogida en el primer párrafo del
artículo 141 del Texto Unico Ordenado del Código Procesal Civil. Desde la dación de
este Código en 1992 se quiso imponer expresamente la exigencia de la puntualidad y de la
imposibilidad de dilatar o postergar las actuaciones, a efectos de corregir las normas pro
cesales anteriores que permitían plazos de gracia y tolerancias que no eran sino reflejo de
un país como el nuestro acostumbrado a las impuntualidades y dilaciones.
Cabe precisar que la disposición del inciso 1 comentado va dirigida a todos los sujetos
del proceso, incluyendo a los jueces y fiscales; no obstante, la inobservancia de los plazos
por estos y aquellos es únicamente sancionada como responsabilidad disciplinaria cuando
se trata de plazos que solo tienen como fin regular su actividad (artículo 144, inciso 2,
del CPP), no habiendo sido regulada la posibilidad de atribuirles otras responsabilidades
si el incumplimiento de los plazos genera daños. A este respecto, el artículo 145 del Texto
Unico Ordenado del Código Procesal Civil también señala que incurre en falta grave el
juez que, sin justificación, no cumple con realizar la actuación judicial en la fecha seña
lada o dentro del plazo legal respectivo.
No se menciona en este inciso la calificación de los días y horas como hábiles o inhá
biles, pues la aplicación de estos conceptos está plasmada, para diversos supuestos, en el
artículo 143 del CPP.
Con relación al cómputo, la parte final del inciso 2 señala que se realiza conforme al
calendario común; esto es, de acuerdo al calendario gregoriano que se aplica oficialmente
127
ART. 142 PRECEPTOS GENERALES
en casi la totalidad de países del mundo y que está dividido en años de doce meses, sema
nas de siete días y días de veinticuatro horas. Esta parte de la norma solo hace esta men
ción, pero en realidad las reglas especiales del cómputo de los plazos están desarrolladas
en el citado artículo 143 del CPP.
BIBLIOGRAFÍA
COUTURE, Eduardo J. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. edición. Buenos Aires: Depalma; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Lima: Gaceta Jurídica; ARBULU MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque
doctrinario y jurisprudencial. Lima: Gaceta Jurídica; LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2015). Comenta
rios al Código Procesal Civil. 5a edición. Lima: Gaceta Jurídica; A A.VV. (2016). Código Procesal Civil comen
tado. Lima: Gaceta Jurídica.
128
Artículo 143.- Cómputo
Los plazos se computarán:
1. Cuando son por horas, desde el instante en que se produjo el acto procesal, incluyendo
las horas del día inhábil, salvo expresa disposición contraria de la ley.
2. Cuando son por días, a partir del día siguiente hábil de conocido el mandato o de
notificado con él.
3. Solo se computará los días inhábiles tratándose de medidas coercitivas que afectan
la libertad personal y cuando la ley lo permita.
4. Salvo lo dispuesto en el numeral 3) para el caso de medidas coercitivas que afectan
la libertad personal, cuando un plazo venza en día inhábil, se prorroga de pleno
derecho al día siguiente hábil.
5. Los plazos comunes se computarán desde el día siguiente hábil de la última notifi
cación.
Concordancias:
CPP:art. 142; CPC: art. 147; LOPJ: arts. 126, 127.
L Introducción
El artículo 143 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) contiene reglas específi
cas para computar los plazos de las actuaciones procesales. Cabe enfatizar que dichos pla
zos son únicamente para esos fines, es decir, para (reiteramos) las “actuaciones procesales”
que tienen que ver con la marcha y desarrollo del proceso penal, pues en otras normas del
CPP se-contemplan otros plazos referidos a diferentes situaciones.
Los supuestos de cómputo a que se refiere esta norma son para establecer la forma de
medición de los plazos por horas y por días, básicamente. En este punto la norma comen
tada difiere en algunos aspectos de las reglas generales que sobre el cómputo de plazos
establece el artículo 183 del Código Civil (CC), pues este último no regula los plazos por
horas y más bien incluye el cómputo por meses y años, también en base al calendario gre
goriano, y regula con algunas diferencias los casos de los días hábiles e inhábiles. Sobre
esto último, y también sobre las horas hábiles e inhábiles, es importante hacer una preci
sión inicial antes de abordar los supuestos del artículo 143 del CPP.
Sobre los días hábiles e inhábiles hay que remitirse a las normas de la Ley Orgánica
del Poder Judicial (LOPJ) y del Texto Único Ordenado del Código Procesal Civil (CPC).
La primera de estas normas señala que son días inhábiles aquellos en que se suspende el
despacho conforme a esa ley (artículo 124) y la segunda, más específica, indica que son
días hábiles los comprendidos entre el lunes y el viernes de cada semana, salvo los feria
dos (artículo 141).
En cuanto a las horas, son hábiles por regla general las comprendidas entre las seis y
las veinte horas (artículo 124 de la LOPJ). El CPC, en su artículo 141, se remite a esta ley,
pero agrega que para las actuaciones que deban actuarse fuera del despacho judicial, son
ART. 143 PRECEPTOS GENERALES
horas hábiles las que están comprendidas entre las siete y las veinte horas, salvo acuerdo
distinto del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial.
No obstante, pese a lo antes señalado, el artículo 126 de la LOPJ precisa que en los
procesos penales se consideran hábiles todas las horas y días del año, lo cual constituye una
excepción y norma específica o especial teniendo en cuenta la naturaleza de lo que se dis
cute en este tipo de procesos, así como los bienes y valores que forman parte de su objeto.
El inciso 1 del artículo 143 establece que cuando el plazo es por horas, su cómputo
se inicia en el mismo instante en que se produce el acto procesal, lo que supone la consi
deración inmediata de todo el tiempo comprendido entre el término inicial y el término
final del plazo; en tal sentido si, por ejemplo, el acto procesal se produce a las 11:35 a.m. y
se señala un plazo, este empieza a correr a partir de las 11:35 a.m. en adelante.
Un punto importante en este caso es que, en armonía con lo previsto en el artículo 126
de la LOPJ, también se cuentan dentro del cómputo las horas de los días inhábiles, lo que
supone que no hay solución de continuidad en el transcurso del plazo en toda su extensión.
A este respecto se refiere el inciso 2 del artículo 143, señalando que cuando el plazo
es por días su cómputo se inicia recién a partir del día hábil siguiente de conocido o noti
ficado el mandato. Esto se condice con la regla del inciso 4 del artículo 183 del CC (el
plazo excluye el día inicial) y con la primera parte del artículo 147 del CPC (el plazo se
cuenta desde el día siguiente de notificada la resolución que lo fija).
Lo que no dice el inciso 2 comentado es si se cuentan o no, en el plazo por días, los
días inhábiles. El CPC es categórico al considerar que estos no se cuentan (artículo 147)
y el CPP parece seguir este criterio, pues así se desprende del inciso 3 del artículo 143 del
mismo Código, al señalar que solo se computan los días inhábiles tratándose de medidas
coercitivas que afectan la libertad personal y cuando la ley lo permita, lo que significa que
en cualquier otro caso los días inhábiles no se cuentan; lo cual es contrario tanto al CC,
que como regla general indica que el plazo señalado por días se computa por días natu
rales (inciso 1 del artículo 183), como también al mismo criterio que en el caso del plazo
por horas establece el propio CPP, en el inciso 1 del artículo 143, al señalar que también
se cuentan dentro del cómputo las horas de los días inhábiles, tal como vimos anterior
mente, lo cual sin embargo sí guarda correlación con la norma contenida en el artículo 126
de la LOPJ (en los procesos penales se consideran hábiles todas las horas y días del año).
Como ya se dijo antes, el único caso en que los días inhábiles sí se computan es tra
tándose de medidas coercitivas que afectan la libertad personal y otros supuestos que la
130
LOS PLAZOS ART. 143
ley establezca, conforme lo admite el inciso 3 del artículo 143. A renglón seguido, el inciso
4 prevé que si el día del vencimiento es inhábil, salvo los casos citados del inciso 3, en los
demás supuestos se prorroga dicho vencimiento hasta el siguiente día hábil, con lo que se
sigue la regla general del inciso 5 del artículo 183 del CC (el plazo cuyo último día sea
inhábil, vence el primer día hábil siguiente).
La última disposición del artículo 143, la del inciso 5, se refiere al cómputo de los
plazos comunes, entendiéndose por estos los que han sido concedidos a dos o más sujetos
procesales, en cuyo caso la regla de sentido común es que el cómputo se inicie, como dice
la norma, luego de la última notificación, pues de no ser así el último notificado estaría en
desventaja respecto de los demás sujetos que fueron notificados con anterioridad; de modo
que se trata de una regla relacionada con la igualdad de oportunidades procesales. Igual
criterio rige para el proceso civil, conforme al artículo 147 del CPC.
BIBLIOGRAFIA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Lima: Gaceta Jurídica; ARBULU MARTINEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doc
trinario y jurisprudencial. Lima: Gaceta Jurídica; LEDESMA NARVAEZ, Marianella (2015). Comentarios al
Código Procesal Civil. 5a edición. Lima: Gaceta Jurídica; AA.VV. (2016). Código Procesal Civil comentado. Lima:
Gaceta Jurídica; VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2013). El acto jurídico. 9a edición. Lima: Gaceta Jurídica.
131
Artículo 144.- Caducidad
1. El 'vencimiento de un plazo máximo implica la caducidad de lo que se pudo o debió
hacer, salvo que la ley permita prorrogarlo.
2. Los plazos que solo tienen como fin regular la actividad de fiscales y jueces, serán
observados rigurosamente por ellos. Su inobservancia solo acarrea responsabilidad
disciplinaria.
Concordancias:
CPP: arts. 143, 143; CPC: arts. V, 146; CPConst: art. 33.
El tiempo como unidad de medida espacial determina todos los actos posibles del
ser humano, siendo ello así, la actividad jurisdiccional también deberá ajustarse a plazos
procesales. En el ámbito del Derecho Procesal Penal es imperante recordar la importancia
que le otorga Clariá Olmedo, quien señala que “[a]l proyectarse en el tiempo, el proceso
penal requiere, más que cualquier otra institución jurídica, una regulación estricta; con
ella se contribuirá muy eficazmente a la tutela de los intereses comprometidos”^ y, en ese
mismo sentido, Nieva Fenoll menciona que “[a] fin de que el proceso no se eternice y, a la
vez, se favorezca la seguridad jurídica, los actos procesales deben celebrarse en el momento
señalado para cada uno de ellos”1 (2).
Siendo así, una de las instituciones jurídicas que regula los plazos o términos proce
sales es la denominada “caducidad”, cuyo origen etimológico se conforma por las expre
siones latinas caducus y cadere, cuyos significados varían entre desaparecer, acabar la vida
y extinguirse(3) *. De manera similar, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE)
la define como la extinción de una facultad o acción por el mero trascurso del plazo otor
gado por la ley para su ejercicio.
(1) CLARIÁ OLMEDO, Jorge (1998). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni, p. 186.
(2) NIEVA FENOLL, Jordy (2014). Derecho Procesal 1. Introducción. Barcelona: Marcial Pons, p. 283.
(3) VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2005). Código Civil comentado. Tomo X. Lima: Gaceta Jurídica, p. 257.
132 (4) ídem.
LOS PLAZOS ART. 144
Entonces, nos resulta conveniente referir que la naturaleza del artículo 144 del Código
Procesal Penal se acerca más a un plazo ordenatorio, situación que dista diametralmente
del contenido semántico y etimológico de la caducidad, lo que nos lleva fácilmente a hacer
la siguiente deducción: que la técnica legislativa utilizada en la redacción de este artículo
no ha sido la más acertada.
Por último, respecto a la posición que se acoge parte de la academia procesal penal
de nuestro país, quienes consideran que no es propicio establecer un plazo ordenatorio, en
atención de que este genera cierta inseguridad jurídica -de lo cual podemos inferir que son
postulantes de que la caducidad establezca una sanción de perentoriedad-(6); al respecto,
debemos realizar una breve reflexión, si bien es cierto el principio de plazo razonable se
ha instituido como una garantía constitucional procesal, esta debe ser confrontada con la
realidad que viene atravesando la implementación del CPP de 2004, se ha determinado
que la principal rémora advertida es la pésima planificación en su implementación, insu
(5) Al respecto, CLARIÁ OLMEDO, Jorge (1998). Ob. cit., p. 191- De forma similar, NIEVA FENOLL, Jordy
(2014). Ob. cit., señala que "(l}a infracción de lo anterior por el personal jurisdiccional, es corregida disciplina
riamente, sin perjuicio de otras responsabilidades por dilaciones indebidas que pueda redamar el perjudicado”.
(6) ALVA FLORIAN, César (2010). Cuestiones referidas a la tutela de derechos y al control de plazos en el nuevo Código
Procesal Penal. Investigación preparatoria y etapa intermedia. Lima: Gaceta Jurídica,p. 58 y ss.; MONTERO
CRUZ, Estuardo (2014). “¿El plazo de la investigación preparatoria es perentorio?”. En: Revista Actualidad
Penal N° 3- Lima: Instituto Pacífico, p. 82 y ss. 133
ART. 144 PRECEPTOS GENERALES
ficientes recursos humanos y logísticos, situación que conlleva muchas veces en la praxis
al vencimiento del plazo de las diligencias preliminares y, en general, de todas las etapas
procesales, es en este sentido que resulta utópico exigir a los jueces o fiscales realizar los
actos procesales en el marco temporal establecido, por ello, resulta exigióle al Estado, se
realicen esfuerzos denodados para cumplir con las necesidades que tienen nuestras insti
tuciones administradoras de justicia^.
BIBLIOGRAFÍA
ALVA FLORIAN, César (2010). Cuestiones referidas a la tutela de derechos y al control de plazos en el nuevo Código
Procesal Penal. Investigación preparatoria y etapa intermedia. Lima: Gaceta Jurídica; CLARIA OLMEDO, Jorge
(1998). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni; MONTERO CRUZ, Estuardo
(2014). “¿El plazo de la investigación preparatoria es perentorio?”. En: Revista Actualidad Penal N° 3- Lima:
Instituto Pacífico; NIEVA FENOLL, Jordy (2014). Derecho Procesal I. Introducción. Barcelona: Marcial Pons;
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2005). Código Civil Comentado. Tomo X. Lima: Gaceta Jurídica.
¿Es JURISPRUDENCIA
La solicitud de caducidad del plazo que tenía el fiscal para emitir su acusación por haber transcurrido más de diez
días hábiles desde que la sala de apelaciones ordenó que se pronuncie sobre el mérito de la investigación, constituye un
pedido contrario al texto expreso de la norma y una intromisión a la labor independiente y consustancial de la parte
acusadora. De este modo, si se realiza una interpretación por reducción al absurdo sobre el tema de la caducidad de las
atribuciones del fiscal, llegaríamos bajo la misma lógica a la caducidad de las atribuciones que tienen los jueces para
resolver los diversos requerimientos o solicitudes cuando se dicten fuera del plazo legal, situación que es manifiestamente
insostenible. De ahí la opción del legislador en establecer como única consecuencia la responsabilidad disciplinaria del
magistrado. Exp. N° 4205-2001-Trujillo.
(7) Además de elfo, debemos señalar que existen mecanismos procesales para exigir el cumplimiento de los plazos,
134 en esta posición, se puede solicitar una audiencia de control de plazos.
Artículo 145.- Reposición del plazo
1. Cuando factores de fuerza mayor o de caso fortuito, o por defecto en la notificación
que no le sea imputable, se haya visto impedido de observar un plazo y desarrollar
en él una actividad prevista en su favor, podra obtener la reposición íntegra del
plazo, con el fin de realizar el acto omitido o ejercer la facultad concedida por la
ley, a su pedido.
2. La solicitud de reposición del plazo se presentara por escrito en el plazo de veinti
cuatro horas luego de desaparecido el impedimento o de conocido el acontecimiento
que da nacimiento al plazo.
3. La solicitud deberá contener:
a) La indicación concreta del motivo que imposibilitó la observación del plazo, su
justificación y la mención de todos los elementos de convicción de los cuales se
vale para comprobarlo; y,
b) La actividad omitida y la expresión de voluntad de llevarla a cabo.
Concordancia:
CPP: art. 143.
En este sentido de la redacción del presente artículo, se determinan tres supuestos para
solicitar la reposición de plazo, para lo cual consideramos necesario explicitar los dos prime
ros supuestos desde la perspectiva de la Casación N° 1693-2014-Lima de la Sala de Derecho
Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia, que ha tenido a bien
realizar un juicio analítico para diferenciar ambas figuras jurídicas, de la siguiente manera:
“i) [Fjuerza mayor, se da cuando ni aun habiéndolo previsto se hubiese podido impe
dir. De forma similar, Cabanellas define como todo acontecimiento que no ha podido
preverse o que, previsto, no ha podido resistirse y que impide hacer lo que se debía
o era posible y lícito(3).
(1) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: INCPECCP-Cenales, p. 34.
(2) Cfr. CABANELLAS, Guillermo (2006). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo VII. Buenos Aires:
Heliasta.
(3) Ibídem, Tomo IV, p. 130. 135
ART. 145 PRECEPTOS GENERALES
ii) [CJaso fortuito, existe cuando el suceso que impide el cumplimiento de la obli
gación, no era previsible usando una diligencia normal; pero, de haberse previsto,
hubiera podido evitarse(4)”.
Es bajo estos supuestos que la norma procesal faculta a la parte afectada solicitar al
juez de investigación preparatoria se reponga el plazo, considerando en efecto, el principio
de defensa. Asimismo, cabe resaltar que la norma, de forma expresa, indica que la solicitud
de reposición de plazo debe realizarse de forma fundamentada, para lo cual, en lo posi
ble, se deberá de adjuntar medios probatorios que sustenten el fundamento de petición.
BIBLIOGRAFÍA
ALBALADEJO, Manuel (1994). Derecho Civil II. Obligaciones. Volumen I. Barcelona: Bosch; CABANE-
LLAS, Guillermo (2006). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo VII. Buenos Aires: Heliasta; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: INCPECCP-Cenales.
(4) Vid. ALBALADEJO, Manuel (1994). Derecho Civil 11. Obligaciones. Volumen I. Barcelona: Bosch,p. 170.
(5) Artículo 4 del Reglamento de Notificaciones, Citaciones y Comunicaciones bajo las Normas del Nuevo Código
Procesal Penal.
136 (6) Disponible en: <http://historico.pj.gob.pe/CorteSuprema/ncpp/documentos/RNCCBNCPP07032007.pdf>.
Artículo 146.- Subsidiariedad
Elfiscal o el juez podrán fijar plazos a falta de previsión legal o por autorización de esta.
Concordancias:
CPP.taris. 142, 143; CPC: arts. 141, 144.
Lo referido nos lleva a realizar una reflexión, si bien es cierto que la norma procesal
faculta al magistrado -juez o fiscal- a determinar plazos a falta de previsión de esta (como
ejemplo para subsanar errores) o, en su defecto, por expresión de otorgamiento de facultades
por ella misma (caso de la técnica utilizada para regular el plazo en las diligencias prelimina
res), toda decisión de esta índole debe de ser fundamentada adecuadamente, exponiendo los
motivos que llevan a disponer dicho plazo extraordinario, atendiendo que un plazo irracional
atentaría contra el principio del plazo razonable, así como el principio de celeridad procesal.
No olvidemos que una actuación sin justificación alguna solo genera mora procesal, siendo
una de las metas de este nuevo modelo procesal, la eficacia y eficiencia y celeridad procesal.
BIBLIOGRAFÍA
VILLAVICENCIO RIOS, Frezia S (2010). ‘'Apuntes sobre la celeridad procesal en el nuevo modelo proce
sal penal peruano”. En: Revista PUCP N° 65, Lima: Fondo Editorial PUCP.
(1) VILLAVICENCIO RÍOS, Frezia S (2010). “Apuntes sobre la celeridad procesal en el nuevo modelo procesal
penal peruano”. En: Revista PUCP N° 65, Lima: Fondo editorial PUCP, p. 96.
(2) Al respecto, extensamente, revisar la Casación N° 66-2010-Puno. 137
Artículo 147.- Renuncia de plazos
1. Los sujetos procesales podrán renunciar, total o parcialmente, a los plazos establecidos
en su favor, por manifestación expresa.
2, Si el plazo fuere común, la abreviación o la renuncia requerirán el consentimiento
de todas las partes y la aprobación del juez.
Concordancia:
CPP; art. 142.
Entonces, podemos inferir que el sujeto procesal interesado deberá de solicitar dicha
renuncia de plazos al juez de investigación preparatoria, quien a través de un proceso de
control -en atención que conforme señala la doctrina, cumple también la función de juez
de garantías- deberá de evaluar dicha petición, valorando que, dicha renuncia no afecte
el propio derecho del recurrente. En este sentido, renunciar a un plazo, por más que el
propio beneficiario sea el que lo solicite, en el caso de que resulte contrario a sus intereses
y sobre todo atendiendo el derecho a la defensa eficaz, el juez de investigación preparato
ria se encuentra en todas las facultades constitucionales para denegar dicho pedido y, de
darse el caso, este deberá de motivar las razones por las que la solicitud de renuncia des
favorece la defensa del recurrente.
Así también, podemos advertir que la renuncia del plazo puede ser de forma parcial
o absoluta, es decir, que el solicitante pueda renunciar a una porción del plazo otorgado a
su favor o, en su defecto, solicitar la renuncia de todo el plazo conferido.
Por último, en el caso de que fuese un plazo en beneficios de dos o más sujetos pro
cesales, la solicitud de renuncia debe ser presentada en conjunto por las partes afectadas
-o en su defecto, dar su conformidad en audiencia-, caso contrario, el juez de investiga
ción preparatoria deberá de declarar improcedente la solicitud de renuncia.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Fondo Edito
rial del INPECCP.
138
Artículo 148.- Término de la distancia
1. El término de la distancia se computa teniendo en cuenta la sede geográfica, y el
medio de locomoción utilizable y disponible para el caso concreto.
2. La Corte Suprema de Justicia de la República elaborará el cuadro correspondiente.
Concordancias:
CPC : art. 432, 3a disp compl. y fin.; LOPJ: art. 164, 12a disp. final y trans.
I. Introducción
En una norma anterior, en el inciso 2 del artículo 142 del Código Procesal Penal (en
adelante CPP), se hace referencia al término de la distancia, al señalarse que los plazos de
la actividad procesal regulados en dicho Código son “por días, horas y el de la distancia”.
Como se sabe, este último alude a un plazo adicional que se requiere computar y agregar
al tiempo ordinario establecido en una norma, dependiendo del lugar geográfico en el que
deba efectuarse una actuación procesal.
El artículo 148 del CPP complementa el tema precisando que, además de la distancia
geográfica, se debe tener en cuenta el medio de locomoción utilizable y disponible; esto,
desde luego, está sujeto a la realidad de cada zona del país. Asimismo, concluye la norma
en que el cuadro de los términos de la distancia será elaborado por la Corte Suprema, como
lo ha sido desde los años sesenta.
Asimismo, dicha norma señala que se trata de un documento normativo que esta
blece las reglas y criterios que sirven de base para fijar el cuadro de términos de la distan
cia, que debe aplicarse cuando corresponda según las leyes procesales y su finalidad es
brindar a las partes que intervienen en un proceso judicial y a los operadores de justicia, el
documento normativo en donde consten las reglas y criterios que sirven de sustento para
la aprobación del mencionado cuadro, la forma de aplicación y el propio cuadro de tér
mino de la distancia, precisando que las disposiciones del Reglamento son de aplicación 139
ART. 148 PRECEPTOS GENERALES
2. Los plazos procesales establecidos en la ley se anteponen a los plazos del término
de la distancia.
6. Para determinar los plazos del término de la distancia entre distritos judiciales
distintos, se sumarán los días correspondientes del distrito de origen a la capital
de su provincia, de la capital de provincia a la sede del distrito judicial principal
y de esta a la sede judicial principal del distrito judicial de destino, de esta a la
capital de la provincia correspondiente y de esta a su vez al distrito de destino.
7. Para el caso del cómputo del término de la distancia internacional, este se reali
zará teniendo en consideración la sumatoria de los días del país de origen a Lima-
Perú y de este a la sede del distrito judicial principal, de este a la capital de pro
vincia y de este al distrito donde esté ubicado el órgano jurisdiccional que for
muló el emplazamiento.
9. Como los plazos de términos de la distancia se computan por días y no por horas;
cuando el tiempo para trasladarse de un lugar a otro es de ocho (08) horas se
140
LOS PLAZOS ART. 148
considerará un día y si excede este plazo, se adicionará otro día, y así sucesiva
mente si presenta dos o más días.
10. Para fijar los términos de distancia nacionales se ha tenido en consideración las
vías terrestres, fluviales y lacustres según la zona, y la vía aérea en los casos en
que sea posible su utilización. Teniendo presente los cambios climatológicos y las
condiciones físicas de la zona, podrá ser una o más vías, dándose prioridad a la
vía terrestre por factores económicos. Asimismo, para los términos de distancia
internacionales, el cómputo de los plazos es por vía aérea.
De otro lado, en coherencia con lo dispuesto en el inciso 5 del artículo 143 del CPP,
cuando se trata de plazos comunes y ello implique que un mismo acto debe ser notificado
a varias personas, el cómputo del plazo debe hacerse de manera uniforme, es decir, un
solo término para todos, tomando en cuenta la distancia que resulte más larga; con ello
se garantiza que la persona que está en lugar más remoto no se perjudica si otros están en
lugares más cercanos.
V. Medios alternativos
El Reglamento ha previsto la posibilidad de utilizar otros medios con el propósito
de no hacer extenso el tiempo que requiere cada acto procesal, por lo que dispone que se
pueden emplear medios alternativos que faciliten el desplazamiento de tal acto, siempre y
cuando se haga efectiva la comunicación, precisando que los plazos que se aplican al uso
de los medios alternativos para efectos de las notificaciones son los mismos que se estable
cen en el Cuadro General de Términos de la Distancia.
141
ART. 148 PRECEPTOS GENERALES
adicionará lo que corresponda el término de la distancia. Cabe agregar que con posterio
ridad a dicha norma se implemento para efectos de las notificaciones la denominada casi
lla electrónica.
BIBLIOGRAFÍA
ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Lima: Gaceta Jurídica; ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque
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rios al Código Procesal Civil. 5a edición. Lima: Gaceta Jurídica; AA.VV. (2016). Código Procesal Civil comen
tado. Lima: Gaceta Jurídica.
142
TÍTULO III
LA NULIDAD
Concordancias:
CPP: arts. 1 inc. 2, 150, 151, 154; CPC: arts; 171 al 178.
I. Concepto
La nulidad o —como modernamente le llaman— la “ineficacia procesal” es una con
secuencia de la actividad procesal irregular, para esto aquella tiene que ser declarada por el
juez, siendo la inmediata consecuencia la anulación de los efectos del acto viciado.
La regulación del Código de Procedimientos Penales de 1940 no la preveía, pero era usual
su pedido en la práctica, para ello, se recurría de forma supletoria, a la regulación del Código
Procesal Civil. Esto trajo una serie de confusiones, pues lo que el primer Código sí regulaba
era el recurso de nulidad, que si bien fue configurado como un recurso extraordinario, terminó
siendo uno ordinario y entre las posibilidades que le daba a la Corte Suprema, aparte de decla
rar haber o no haber nulidad, era declarar nula la sentencia recurrida.
Para evitar esta confusión podemos recurrir al Código Procesal Civil que regula
los medios de impugnación y los divide en remedios y recursos, siguiendo esa lógica, el
pedido de nulidad sería un remedio contra un acto procesal, no un recurso, que solo se
insta contra una resolución. Entonces, tenemos una primera conclusión, la nulidad pro
cesal no es un recurso.
Tampoco la nulidad es equiparable a la nulidad del acto jurídico, esta tiene sus requi
sitos propios, la regulación de la nulidad procesal, más que un análisis de los requisitos
de los actos procesales, hace referencia a las consecuencias jurídicas de que un acto no sea
válido, al revisar las normas que a continuación se comentarán, se advertirá que se analiza
la posibilidad de la declaración de nulidad de oficio, su saneamiento, convalidación, hasta
cuándo puede retrotraerse, etc.(1)
(1) BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría unitaria
de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc, p. 16 y ss. 143
ART. 149 PRECEPTOS GENERALES
Este fue el panorama en todo el siglo XIX (y parte del XX), pues la búsqueda de una
teoría de la nulidades se había enfrascado en la ley vigente y en sistemas conceptuales; sin
embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial, el fenómeno del constitucionalismo^ per
mitió poner de relieve nuevos horizontes al trabajo sobre las nulidades, es así que ahora
no solo se analiza la ley o los intereses de las partes, sino que se comprende que cada acto
procesal lleva implícito un resguardo a un derecho fundamental, de ahí que este debe ser
(2) CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra, pp. 95-117
(3) Ibídem, pp. 118-159.
(4) Esta disposición viene precedida de la clásica regla de que no pueden declararse las nulidades que no estén
previstas en la ley y, a continuación, una norma que no estaba prevista en los códigos del siglo XIX, que
permite la producción de nulidad si el acto carece de los requisitos indispensables para la obtención de su
finalidad. Ibídem, p. 160.
144 (5) BINDER, Alberto. Ob. cit., p. 56.
LA NULIDAD ART. 149
respetado; en ese sentido, las formas responden a una finalidad práctica, el establecer lími
tes a la actividad procesal en aras de la protección de estos derechos constitucionales*6).
Expresamente, San Martín Castro6 (7) señala esto al indicar que: “Esta norma consa
gra el principio de taxatividad o, mejor dicho, de especificidad (pas de nullité sans texte),
en cuya virtud la nulidad como sanción no puede ser establecida sino por ley”.
Esta norma que erige a la taxitividad en la regla proviene de una concepción según
la cual existe una presunción fuerte a favor de la validez de la ley y de las formas institu
cionales, propia de la cultura de la legalidad decimonónica, cuyo mayor exponente es el
Código napoleónico citado(8).
Por ello, se debe tener en cuenta todo el desarrollo histórico de las nulidades y la
importante función que tiene la finalidad en la formación del acto, en ese sentido, el lite
ral c del inciso 1 del artículo 152 hace expresa referencia a la finalidad como un factor de
convalidación. De ahí que la interpretación no pueda dejar de lado este principio.
Entonces, este principio erigido como máximo en nuestro Código Procesal Penal de
2004 debe ser relativizado por la finalidad del acto procesal(9): si la nulidad de un acto pro
cesal no está prevista taxativamente, pero si es que este acto no cumple con su finalidad,
(6) Pues, como señala Binder, “si no está claro lo que deben proteger las formas procesales, entonces ellas
protegerán la rutina, los ritos y los ritmos de la burocracia judicial. La fuerza del trámite o del expediente, su
carácter central y hasta excluyente en la vida cotidiana de los tribunales, las mil maneras de ejercer poder a
través de los trámites, la pervivencia centenaria de las formas perimidas, la defensa que se hace de ellas y otras
tantas manifestaciones de este formalismo no se pueden explicar sino por una profunda relación entre esta
práctica formalista y la cultura judicial”. Ibídem, p. 43.
(7) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de
2004. Lima: INPECCP-Cenales, pp. 777 - 778.
(8) BINDER, Alberto. Ob. cit., p. 23 y ss.
(9) TANGER JARDIM, Augusto (2010). “De las nulidades procesales". En: TORRES CARRASCO, Manuel
(dir.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica. Y. Tito Puca (trad.), p. 494. 145
ART. 149 PRECEPTOS GENERALES
también será declarado como nulo y sin efectos. Las formas y las circunstancias prescritas
en la ley no representan más que el medio más idóneo para alcanzar el resultado -consi
derada la abstracción y la generalidad característica del trabajo legislativo- En concreto,
nada impide que ese resultado también sea alcanzado por otras innumerables maneras. Lo
que no se permite es que el uso alternativo de medios para alcanzar el fin acarree perjuicios.
“[EJxisten principios propios del Estado de Derecho y hoy plasmados con generosi
dad en todas las constituciones y pactos internacionales de derechos humanos que
protegen a todo ciudadano que es sometido a un juicio desde el inicio de la prepara
ción de este, hasta el final de los actos de control y ejecución de la decisión tomada
en ese juicio. Para asegurar ‘garantizar’ que esos principios serán respetados por los
funcionarios, se crearon formas (requisitos legales, secuencias legales) de cumpli
miento obligatorio. Pero el cumplimiento de esas formas no es de ninguna manera
el fin, sino el medio para asegurar el cumplimiento de los principios. Tal es la razón
por la que hemos insistido que en estricta consideración las formas son la garantía.
Cuando un acto de alguno de los funcionarios incumple esta forma, ese acto no pro
duce efectos y llama la atención sobre la violación de un principio. Por eso también
lo principal es la restauración del principio afectado y no el restablecimiento de la
forma. Si ese principio no puede ser restaurado de inmediato, se busca una declara
ción clara de inutilidad de ese acto. Mediante ese mecanismo se ha garantizado’ la
vigencia del principio”.
BIBLIOGRAFÍA
BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría unita
ria de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc; CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en
el proceso civil. Lima: Palestra editores; SAN MARTIN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lec
ciones. Conforme al Código Procesal Penal de 2004. Lima: INPECCP-Cenales; TANGER JARDIM, Augusto
(2010). “De las nulidades procesales”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.). Estudios sobre la nulidad
procesal. Lima: Gaceta Jurídica. Y. Tito Puca (trad.).
¿Es JURISPRUDENCIA
(L}s nulidad procesal se define como la sanción de ineficacia -cuando el acto procesal careciera de los requisitos indis
pensables para la obtención de su finalidad- mediante el cual se priva de un acto o actuación en el proceso de sus efectos
normales previstos en la ley; asimismo, esta se produce siempre y cuando adolezca de una circunstancia esencial fijada
en la ley de procedimiento como absolutamente indispensable para que el acto produzca sus efectos normales -se tiene que
acreditar estar perjudicado con el acto procesal viciado, el mismo que tiene que tener interés propio y específico en rela
ción con su pedido- R.N. N° 1478-2010-Lima.
{Debe} tenerse en cuenta que las causales de nulidad son taxativas y que la denuncia, bien sea de la vulneración del
debido proceso u otra garantía constitucional, exige claras y precisas pautas demostrativas. Cas. N° 73~2011~Puno.
(10) BINDER, Alberto. Ob. cit., pp. 72 - 95. Refiere luego que la forma garantiza no porque ella asegure el cum
plimiento del principio, sino porque facilita su vigencia y genera las condiciones de advertencia que facilitan su
146 reparación cuando ha sido violado.
LA NULIDAD ART. 149
La nulidad procesal es el estado de anormalidad de un acto procesal debido a la ausencia o a la presencia defectuosa de
requisitos que condicionan su existencia regular, determinando la posibilidad de ser declarado judicialmente inválido y
privándolo de sus efectos. La nulidad está informada de los principios, entreoíros, de legalidad y trascendencia. Respectoal
primero, el articulo 149 del Código Procesal Penal establece que la nulidad solo se sanciona en los casos previstos por la ley.
Respecto al segundo, elperjuicio debe ser cierto e irreparable, además, se requiere que el acto viciado no pueda subsanar se, Lxp.
1181-2008-25-1601-JR-PE-l-Trujillo.
Bajo el principio de legalidad o especificidad (no hay nulidad, sin ley específica que la establezca), de trascendencia
(no hay nulidad sin perjuicio), de causalidad (el acto procesal declarado nido solo afectará a los demás actos procesales
que sean dependientes de él), tenemos que se ha infringido el derecho constitucional de defensa, al llevarse a cabo el jui
cio oral sin la presencia del abogado defensor del querellado, y sin que el ad quo haya procedido a proponer la designa
ción de un defensor de oficio, irregularidad sancionada con nulidad por el Código Procesal Penal; asimismo, se ha afec
tado el derecho de igualdad de armas, generando un estado de indefensión en la parte procesada, hecho que conlleva a
declara la nulidad de la sentencia. Exp. N° 011-2008-Lrujillo.
La nulidad es entendida como aquel instituto procesal por medio del cual se declara la inexistencia o la invalidación
de un acto procesal debido a que se ha cometido un vicio procesal, es decir, por violación a la ley procesal que hace impo
sible obtener la finalidad del acto viciado, implicando nuevamente la realización de dicho acto procesal. STC Exp.
04230-2009-PHC/TC-Tumbes.
147
Artículo 150.- Nulidad absoluta
No será necesaria la solicitud de nulidad de algún sujeto procesal y podrán ser declarados
aun de oficio, los defectos concernientes:
a) Ala intervención, asistencia y representación del imputado o de la ausencia de su
defensor en los casos en que es obligatoria su presencia;
b) Al nombramiento, capacidad y constitución de jueces o salas;
c) A la promoción de la acción penal, y ala participación del Ministerio Público en
las actuaciones procesales que requieran su intervención obligatoria;
d) A la inobservancia del contenido esencial de los derechos y garantías previstos por
la Constitución.
Concordancias:
CPP: art. 149; CPC: art. 171.
El Código Procesal Penal de 2004 hace una diferencia entre nulidad absoluta y nuli
dad relativa, que no es acorde a la doctrina más avanzada sobre el tema que señala que en
realidad la nulidad no es absoluta o relativa, pues solo es un efecto. Entonces, lo que sí
puede ser absoluto o relativo es el vicio que podría generar la nulidad.
En ese sentido, los vicios que la han generado sí pueden dividirse en absolutos o rela
tivos. Los primeros tienen regulación legal expresa en el artículo 150, los otros no.
Para Vilela Carbajal, son requisitos de la declaratoria de nulidad absoluta que: (i) aún
no haya recaído sentencia firma o resolución de análoga eficacia, (ii) no proceda la subsa-
nación y (iii) se dé audiencia previa a las partes(1).
(1) VILELA CARBAJAL, Karla (2010). "Medios de impugnación y nulidad procesal”. En: TORRES CARRASCO,
148 Manuel (dir.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 181-183.
LA NULIDAD ART. 150
Los vicios absolutos se reputan siempre nulos pues, a diferencia de los relativos, se
entienden que causan un perjuicio a la sociedad. Se presume un interés de la colectividad en
la carencia de efectos en ciertos actos especialmente graves, los mismos que tienen que ver
con la lesión a los presupuestos procesales, como son: la falta de capacidad del juzgador, la
ausencia de las partes y la afectación al contenido esencial de los derechos fundamentales^.
Por ello son aplicables de oficio, pues se refieren a vulneraciones a los presupuestos
procesales, es decir, a las normas que regulan los elementos que sustentan la validez del
proceso. Tienen que ver con: (i) el derecho de defensa del imputado, (ii) la constitución
del juez, (iii) la validez de la acción penal y (iv) la vulneración del contenido esencial de
los derechos fundamentales.
No está demás aclarar que la nulidad nunca se declara a favor de la ley, sino siem
pre para proteger un interés concreto que ha sido dañado. Este principio no tiene relación
con el carácter absoluto o relativo de las nulidades, sino con el sentido de las formas, que
siempre protegen algún interés particular.
El inciso “a” de este artículo se refiere a los efectos que genera la indefensión (falta
de intervención, asistencia y representación del imputado o ausencia de su defensor) del
imputado en el proceso penal:
• El último punto tiene que ver con el número 2, pero es una norma más especí
fica, pues sanciona expresamente con nulidad los actos en los cuales participa el
imputado, en los cuales obligatoriamente debió participar el abogado defensor,
pero no lo hizo, como en la toma de su declaración o cuando se acoge a una fór
mula basada en el principio del consenso como se señaló en el párrafo anterior.
(2) BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría unitaria
de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc, pp. 29-30.
(3) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de
2004. Lima: INPECCP-Cenales, p. 780. 149
ART. 150 PRECEPTOS GENERALES
En el caso del inciso “b” se trata sobre la constitución del juez en tres aspectos:
• El nombramiento, que tiene que ver con la normativa para designar a alguien
como juez, lo que tiene relación con la regulación de la Constitución, Ley Orgá
nica del Consejo Nacional de la Magistratura, Ley de Carrera Judicial y Ley Orgá
nica del Poder Judicial para determinar quién puede ser juez.
• La capacidad tiene que ver con la aptitud para el ejercicio de la función, aspectos
formales que hacen a la habilitación del legal desempeño, en general, con la vin
culada a sus posibilidades de actuación en el caso concreto(4), es decir, la compe
tencia del juez, sea esta objetiva, funcional, materia o funcional.
El inciso “c” trata sobre la acción penal, que tiene relación con que sea válida la pro
moción de la acción penal, es decir, que no haya prescrito, no exista una cuestión prejudi
cial o previa por pronunciar, así como que la persona legitimada haya accionado, bajo las
reglas que la ley establece, por ejemplo, para el proceso de querella lo debe hacer el ofen
dido, pero no el Ministerio Público, que acciona cuando la acción penal es pública. En el
mismo sentido, se debe cumplir el requisito previo en caso de acción semipública, como
establece el artículo 1 del Código Procesal Penal.
Como señala Maier, pertenece al desarrollo de este tema la necesidad de derivar presu
puestos u obstáculos procesales de la inobservancia, por parte del Estado, de reglas básicas
comprendidas entre las declaraciones de los derechos humanos(6). Para Torres, la inobser
vancia de los derechos y garantías previstos por la Constitución es una clausula abierta para
(4) ídem,
(5) ídem.
(6) MAIER, Julio (2004). Derecho Procesal Penal. Parte general. Sujetos procesales. Tomo II. Buenos Aires: Editores del
150 Puerto, p. 134.
LA NULIDAD ART. 150
cualquier acto llevado a cabo violando dichas garantías, pues será nulo, al igual que cual
quier otra prueba obtenida ilegalmente, aunque esté aportada al proceso en legal forma,7).
La Casación N° 22-2009-La Libertad indicó que el artículo 150 del Código Proce
sal Penal de 2004 establece las causales de nulidad absoluta y pueden ser declaradas de
oficio. Un motivo específico es: la inobservancia del contenido esencial de los derechos y
garantías previstas por la Constitución (inciso d del artículo 150). Sin duda, una de las
garantías específicas, compatible con el principio de justicia material que exigen los artí
culos 43 y 44 de la Constitución y se incardina en la garantía genérica del debido proceso
(inciso 3 del artículo 139 de la Ley Fundamental), es la averiguación lícita de la verdad
que garantiza una sentencia justa -el derecho material se realiza comprobando la verdad
material- lo que en modo alguno se cumple cuando se asume una concepción de mera
justica de procedimiento, esto es, que se limite a garantizar la justicia de las condiciones
de combate entre las partes.
BIBLIOGRAFÍA
VILELA CARBAJAL; Karla (2010). “Medios de impugnación y nulidad procesal”. En: TORRES CARRASCO,
Manuel (dir.). Estudios sobre la nulidad procesal. Gaceta Jurídica, Lima, 2010; BINDER, Alberto M (2000).
El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una critica a la teoría unitaria de las nulidades en el pro
ceso penal. Buenos Aires, Ad Hoc; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones.
Conforme al Código Procesal Penal de 2004. Lima: INPECCP-Cenales; MAIER, Julio (2004). Derecho Procesal
Penal. Parte general. Sujetos procesales. Tomo II. Buenos Aires: Editores del Puerto; TORRES, Sergio Gabriel
(2003). Nulidades en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc.
dlb JURISPRUDENCIA
(Aun) cuando el fiscal superior alegó inobservancia de normas procesales sancionadas con nulidad, no indicó cuál o qué
norma estaba sancionada con dicho efecto -nulidad absoluta o relativa-, toda vez, que la inobservancia del contenido
esencial de los derechos y garantías previstos por la Constitución se ha desvirtuado con las consideraciones precedentes.
Cas. N° 213-2011-Lambayeque.
Existe nulidad absoluta en la sentencia si la inhibición de uno de los integrantes de la Sala que la emitió solo es acep
tada por uno de los jueces del Colegiado y, además, si el juez que lo reemplaza se integra sin resolución autoritativa y
suscribe la sentencia condenatoria sin haber estado desde el inicio del juicio oral. Carpeta Judicial N° 150-2007.
El hecho que el investigado no haya sido debidamente notificado con la disposición fiscal de formalización de la inves
tigación le genera un estado de indefensión, pues al no encontrarse legalmente enterado del contenido de los cargos for
mulados en su contra, no puede ejercer su defensa en esta etapa del proceso. Consecuentemente en el presente caso se ha
infringido el debido proceso, situación que acarrea nulidad absoluta conforme lo prevé el inciso d) del artículo 150 del
Código Procesal Penal. Exp. N° 2008-01123-87-2301-JR-PE-3-Tacna.
La imputada ha sido notificada a un domicilio distinto al señalado por ella, hecho que atenta contra el derecho de
defensa que le asiste, motivo por el cual se ha incurrido en causal de nulidad absoluta previsto en el artículo 150 lite
ral d) del Código Procesal Penal. Exp. N° 2009-05451~25-2001-JR~PE-2-Píura.
(7) TORRES, Sergio Gabriel (2003). Nulidades en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc, p. 95. Í51
Artículo 151.- Nulidad relativa
1. Excepto en los casos de defectos absolutos, el sujeto procesal afectado deberá instar
la nulidad por el vicio, cuando lo conozca.
2. La solicitud de nulidad deberá describir el defecto y proponer la solución corres
pondiente.
3. La solicitud deberá ser interpuesta dentro del quinto día de conocido el defecto.
4. La nulidad no podrá ser alegada por quien la haya ocasionado, haya concurrido a
causarla o no tenga interés en el cumplimiento de la disposición vulnerada. Tampoco
podrá ser alegada luego de la deliberación de la sentencia de primera instancia o,
si se verifica en el juicio, luego de la deliberación de la sentencia de la instancia
sucesiva.
Concordancia:
CPP: art. 149.
En el artículo anterior se han visto los supuestos de nulidad en casos de vicios abso
lutos, en la norma materia de comentario el legislador emplea una regla de exclusión atri
buyendo como vicio a instancia de parte a todos aquellos que no se encuentren dentro del
artículo 150 del Código Procesal Penal de 2004(2).
San Martín diferencia las nulidades absolutas de las relativas, las primeras son las que
se aplican cuando se afecta el orden público o alguna garantía constitucional, en cambio, las
relativas surgen cuando el acto afecta un interés particular y rige en beneficio de las partes(3).
(1) DIDIER Jr, Fredíe y PEDROSA NOGUEIRA, Pedro Henrique (2015). Teoría de los hechos jurídicos procesales.
Lima: Ara Editores. R. Cavani (trad.), pp. 85-86.
(2) QUISPE UMASI, Wilmer Roy (2016). “La nulidad en el nuevo Código Procesal Penal: alcances de la
capacidad nulificante del Tribunal Superior”. En: Revista de la Maestría de Derecho Procesal. Volumen 6. N° 1.
Lima: Escuela de Posgrado de la PUCP, p. 141.
(3) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de
152 2004. Lima: INPECCP-Cenales, p. 757.
LA NULIDAD ART. 151
nos encontramos frente a una nulidad relativa. Por el contrario, si nos hayamos frente a
vicios muy graves, no convalidables, entonces estaremos frente a la nulidad absoluta.
Señala San Martín Castro(4) que este tipo de nulidad se asocia al incumplimiento de
aquellos requisitos del acto procesal sobre los que las partes tienen facultades dispositivas y
de ello derivada tres características: (i) no se pueden apreciar de oficio, (ii) es necesaria una
solicitud de nulidad de la parte perjudicada -lo que da lugar a un incidente de nulidad- y
(iii) puede perderse la posibilidad de pedir la anulación por preclusión o por consentimiento.
El pedido de nulidad en caso de vicios relativos es una facultad de la parte, por ende,
este debe solicitarlo expresamente, para tal efecto debe de cumplir unos requisitos mínimos:
• Debe describir el defecto que se denuncia originará la nulidad. Esto es así, pues
quien alega el vicio habrá de invocar la causa que ocasiona y los hechos en los
cuales ella se funda, exponiendo al mismo tiempo las razones que permitan con
cluir que, por el vicio procesal, quien deduce la nulidad ha quedado efectiva
mente privado del ejercicio de una facultad o que no ha podido cumplir cuando
era pertinente. Este es el sentido de interés afectado o perjuicio (...). De ponde
rarse el interés afectado se jerarquiza en función de la forma, por antonomasia,
se evita la chicana y el mero planteo dilatorio(5). Sin embargo, no dice nada res
pecto a que este también debe decir cuál es la defensa que no ha podido realizar,
es decir, cuál es el agravio, pues resulta una exigencia del principio de trascenden
cia que quien postula la nulidad procesal tiene la carga, el deber y la obligación
de probar que el vicio alegado le ocasionó un perjuicio cierto o irreparable^.
• Debe proponer la solución correspondiente. Toda vez que las causales de nuli
dad relativa no están taxativamente previstas, es necesario, tal como lo dispone la
norma, que en la solicitud de nulidad el afectado describa lo que considera viciado
o defectuoso, pero, además de ello, deberá proponer la solución correspondiente^.
• Debe interponerse dentro del quinto día de conocido el defecto. La norma señala
el plazo para interponerlo, lo que constituye un requisito de procedibilidad,
pues cumplido el plazo para interponerlo, el pedido de nulidad sería declarado
improcedente.
El último inciso tiene una serie de reglas que se desprende de tres principios: nadie
puede ir contra sus propios actos, perjuicio y preclusión.
• La primera señala que la nulidad no podrá ser alegada por quien la haya oca
sionado o haya concurrido a causarla. Lo que hace referencia a la máxima nemo
auditur propriam turpitudinem allegans, que significa: nadie será oído si alega su
propia torpeza, que tiene su origen en la regla conforme a la cual nadie puede ir
válidamente contra sus propios actos: adversus factum quis vertiré non potesfl\
BIBLIOGRAFÍA
DIDIER Jr., Fredie y PEDROSA NOGUEIRA, Pedro Henrique (2015). Teoría de los hechos jurídicos pro
cesales. Lima: Ara editores. R. Cavani (trad.); QUISPE UMASI, Wilmer Roy (2016). “La nulidad en el
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la Maestría de Derecho Procesal. Volumen 6. N° 1. Lima: Escuela de Posgrado de la PUCP; SAN MARTIN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de 2004. Lima:
(8) MARTÍNEZ FLORES, Héctor. “Las nulidades procesales". En: Revista Jurídica Cajamarca. Recuperado de:
<http://www.derechoycambiosocial.com/RJC/Revista9/nulidades.htm>.
(9) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás, RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Ob.
cit., p. 349.
(10) Cfr. MAIER, Julio (2011). Derecho Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Editores
del Puerto, p. 45. Sin embargo, debe recordarse que si bien la nulidad solo actúa en el proceso, hay otros
medios por los cuales fuere de este se puede hacer valer la injusticia de la sentencia que se basó en prueba
ilícita, así el artículo 361 del Código de Procedimientos Penales de 1940 señala que la sentencia condenatoria
deberá ser revisada por la Corte Suprema, cualquiera que sea la jurisdicción que haya juzgado o la pena que
haya sido impuesta:
Inciso 2. Cuando la sentencia se basó principalmente en la declaración de un testigo condenado después como
falso en un juicio criminal; en el artículo 439 del CPP se señala que a revisión de las sentencias condenatorias
firmes procede, sin limitación temporal y solo a favor del condenado, en los siguientes casos: Inciso 3. Si se
demuestra que un elemento de prueba, apreciado como decisivo en la sentencia, carece de valor probatorio que
se le asignara por falsedad, invalidez, adulteración o falsificación. Incluso para Di Masi y Obligado la revisión
sería una forma de interponer la nulidad. DI MASI, Gerardo Ramón y OBLIGADO, Daniel Horacio (2011).
Las nulidades en el proceso penal. Lima: Ediciones Jurídicas del Centro, p. 198.
154 (11) Cfr. CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra, p. 101 y ss.
LA NULIDAD ART. 151
INPECCP-Cenales; DI GIULIO, Gabriel (2005). Nulidades procesales. Buenos Aires: Hammurabi; CÁCE-
RES JULCA, Roberto (2010). Las nulidades en el proceso penal. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Lima:
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Hamilton (2012). El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Edito
res; MARTINEZ FLORES, Héctor. “Las nulidades procesales”. En: RevistaJurídica Cajamarca. Recuperado
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Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Editores del Puerto; DI MASI Gerardo
Ramón y OBLIGADO, Daniel Horacio (2011). Las nulidades en el proceso penal. Lima: Ediciones Jurídicas
del Centro; CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra.
155
Artículo 152.- Convalidación
1. Salvo los casos de defectos absolutos, los vicios quedarán convalidados en los siguientes
casos:
a) Cuando el Ministerio Público o los demás sujetos procesales no hayan solicitado
oportunamente su saneamiento;
b) Cuando quienes tengan derecho a impugnarlo hayan aceptado, expresa o táci
tamente, los efectos del acto;
c) Si, no obstante su irregularidad, el acto ha conseguido su fin respecto de los
interesados o si el defecto no ha afectado los derechos y las facultades de los
intervinientes.
2. El saneamiento no procederá cuando el acto irregular no modifique, de ninguna
manera, el desarrollo del proceso ni perjudique la intervención de los interesados.
Concordancias:
CPPtarts. 149, 151; CPC: art. 172.
Está orientada a subsanar los vicios de los actos procesales, sea por el transcurso del
tiempo, por voluntad de las partes o por una decisión judicial. Opera bajo las modalida
des tácita, legal y judicial. La primera existe si la parte facultada para plantear la nulidad
no realiza su pedido en la primera oportunidad para hacerlo. La convalidación legal ocu
rre cuando el acto procesal, no obstante carecer de un requisito formal, logra la finalidad
para la que estaba destinado. La convalidación judicial opera a través de la integración(2).
Señala Scarparo que la incidencia de las normas de convalidación está siempre atenta
a la preservación del valor efectividad, pero solamente puede ocurrir cuando no propor
ciona daños de importancia al valor de la seguridad jurídica, análisis que exige la ponde
ración del caso concreto(3). De esto podemos concluir que la convalidación no se puede
aplicar a la llamada nulidad absoluta.
Se debe tener claro que lo que se convalida son los perjuicios que acarrea el acto, no
precisamente el acto viciado(4), pues, como hemos visto, la teoría de la nulidad no afecta
al acto mismo, sino a sus efectos.
(1) CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra, p. 124.
(2) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2015). Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo.
Tomo I. 5a edición. Lima: Gaceta Jurídica, p. 466.
(3) SCARPARO, Eduardo (2010). “Principios procesales e invalidez’’. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y
CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 520.
156 (4) CAVANI BRAIN, Renzo. Ob. cit., p. 125.
LA NULIDAD ART. 152
Sobre la convalidación legal, siguiendo la post.ura del Código, se debe considerar que
las nulidades deben estar previstas en la ley, sea de modo específico o de un modo gené
rico, sin embargo, este principio se ve relativizado por la finalidad del acto procesal(7) 8: si
la nulidad de un acto procesal no está prevista taxativamente, pero si es que este acto no
cumple con su finalidad, también será declarado como nulo y sin efectos. Las formas y las
circunstancias prescritas en la ley no representa más que el medio más idóneo para alcanzar
el resultado -considerada la abstracción y la generalidad característica del trabajo legisla
tivo-. En concreto, nada impide que ese resultado también sea alcanzado por otras innu
merables maneras. Lo que no se permite es que el uso alternativo de medios para alcan
zar el fin acarree perjuicios®.
Como consecuencia de lo anterior, como señala Scarparo, se extrae que tiene plena
vigencia el principio de libertad de formas, esto es, predomina la flexibilidad de las for
mas rigurosamente reguladas, pues aún subsiste una exigencia de previsibilidad y rigu
rosidad de las formas de los actos procesales por parte de la seguridad jurídica, contra la
búsqueda por un mayor informalismo, pregonando por la efectividad, a fin de que no se
traicionen los fines del proceso, entonces, para la declaración de nulidad, no interesa tanto
la violación de alguna forma, sino que el acto alcance o no la finalidad prevista por la ley.
Como el acto procesal integra un todo mayor -el proceso- no se puede olvidar de que las
nociones de finalidad remiten a los valores a ser idealmente alcanzados con el transcurso
de la actividad procesal: justicia, paz social, seguridad y efectividad. Entonces, es salu
dable recordar que esos valores están presentes, en mayor o menor grado, en cada forma
(5) CÁCERES JULCA, Roberto (2010). Las nulidades en el proceso penal. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Lima: Jurista
Editores, p. 85.
(6) MARTINS-COSTA, Judith (2004). “La ilicitud derivada del ejercicio contradictorio de un derecho: el renacer
del venire contra factum proprium". En: Revísta Forense N° 376. Río de Janeiro: Forense, p. 110. Citado por
DIDIER JUNIOR, Fredie (2010). “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil brasileño”. En:
TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal.
Lima: Gaceta Jurídica, p. 463. Quien además, habla de una preclusión lógica.
(7) TANGER JARDIM, Augusto (2010). “De las nulidades procesales”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y
CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 494.
(8) SCARPARO, Eduardo (2010). “Principios procesales e invalidez”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y
CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 510. 157
ART. 152 PRECEPTOS GENERALES
procesal. Asimismo, señala que esta finalidad la impone la ley y no el interés de las partes
como en el derecho privado(9).
De ahí que se diga que este fin se encuentra en concordancia con el principio de ins-
trumentalidad de las formas, pues privilegia el contenido sobre la forma, del fin sobre el
medio(10) 11.
Asimismo, se debe indicar que un acto no puede ser declarado ineficaz o nulo si es
que es inocuo, si es que no causa perjuicio a alguien, claro, este perjuicio no tiene que nece
sariamente haber afectado a una de las partes.
BIBLIOGRAFÍA
CAVANIBRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra; LEDESMA NARVÁEZ, Maria-
nella (2015). Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo. Tomo I. 5a edición. Lima: Gaceta
Jurídica; SCARPARO, Eduardo (2010). “Principios procesales e invalidez”. En: TORRES CARRASCO,
Manuel (dir.) y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima; Gaceta Jurídica;
CACERES JULCA, Roberto (2010). Las nulidades en el proceso penal. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Lima:
Jurista Editores; MARTINS-COSTA, Judith (2004). “La ilicitud derivada del ejercicio contradictorio de
un derecho: el renacer del venire contra factumproprium”. En: Revista Forense N° 376. Río de Janeiro: Forense.
Citado por DIDIER JUNIOR, Fredie (2010). “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil
brasileño”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la
nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica; TANGER JARDIM, Augusto (2010). “De las nulidades procesa
les”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nuli
dad procesal. Lima: Gaceta Jurídica.
¿¡¡¡3 JURISPRUDENCIA
Si bien es cierto el acusado no concurrió a la audiencia de control de acusación, convalidó su participación en el proceso al
concurrir al juicio oral, donde pudo hacer uso del derecho a su defensa de forma plena, así como en el juicio de apelación.
Por lo tanto, no existe agravio irreparable a su derecho que fundamente una nulidad insalvable. Exp. N° 2007-3313-
87-1601-JR-PE-l-Trujillo.
Concordancias:
CPP.art. 151;CPC:art. 172.
Siendo el fin del proceso llegar a cumplir unos bienes protegidos constitucional
mente (lograr la paz jurídica, seguridad jurídica, plazo razonable, etc.), la nulidad debe
ser entendida como la excepción, pues su aplicación daría lugar a un retroceso en conse
guir estos fines(1) 2 3 4.
Como señala Cavani, en tanto proceso y procedimiento avanzan hacia una meta, la
nulidad implica todo lo contrario: es el retroceso, el rehacer algo porque está mal hecho,
el volver sobre los pasos. Ahora se puede comprender perfectamente lo nocivo y perjudi
cial que es la nulidad para el proceso, pues le impide cumplir sus finalidades, retrasando
la obtención de la prestación jurisdiccional®.
(1) CAVANI BRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra, p. 64.
(2) ídem.
(3) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2012). El
Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, p. 351.
(4) TORRES, Sergio Gabriel (2003). Nulidades en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc, p. 36. 159
ART. 153 PRECEPTOS GENERALES
El artículo en comentario señala que los defectos deben siempre ser saneados; sin
embargo, se debe indicar que no pueden ser subsanadas aquellas nulidades que afecten
cuestiones esenciales establecidas por razones de orden público y para garantizar el ejerci
cio efectivo de una garantía constitucional^.
• Los defectos relativos al tiempo de los actos fijados por una norma que establezca
término o plazo para realizarlos no se pueden sanear a menos que se Raga dentro
del tiempo preestablecido.
• Fuera de estos dos supuestos, los demás defectos resultan susceptibles de sanea
miento, determinados en atención a la materia de que se trate y a la importancia
tanto del acto en el conjunto del proceso, como del requisito que se establezca,
siempre que revele voluntad de cumplimiento del requisito.
De ahí que este artículo en comentario haga referencia a que el proceso no debe
retrotraerse a una etapa ya precluida, pues la seguridad jurídica lo impide. También per
sigue evitar que el saneamiento sea utilizado como un mecanismo de dilación indebida(8).
(5) BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría unitaria
de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc, pp. 112-113.
(6) TORRES, Sergio Gabriel. Ob. cit., p. 81.
(7) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de
2004. Lima: INPECCP-Cenales, pp. 786-787.
(8) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Ob.
160 cit., p. 351.
LA NULIDAD ART. 153
BIBLIOGRAFÍA
CAVANIBRAIN, Renzo (2014). La nulidad en el proceso civil. Lima: Palestra; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás,
RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2012). El Código Procesal Penal. Comen
tarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista; TORRES, Sergio Gabriel (2003). Nulidades en el proceso
penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc; BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales.
Elementos para una crítica a la teoría unitaria de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Conforme al Código Procesal Penal de 2004.
Lima: INPECCP-Cenales; DI GIULIO, Gabriel (2005). Nulidades procesales. Buenos Aires: Hammurabi.
(9) DI GIULIO, Gabriel (2005). Nulidades procesales. Buenos Aires: Hammurabi, p. 149. 161
Artículo 154.- Efectos de la nulidad
1. La nulidad de un acto anula todos los efectos o actos consecutivos que dependen de
él. El juez precisara los actos dependientes que son anulados.
2. Los defectos deberán ser subsanados, siempre que sea posible, renovando el acto,
rectificando su error o cumpliendo el acto omitido.
3. La declaración de nulidad conlleva la regresión del proceso al estado e instancia
en que se ha cumplido el acto nulo. Sin embargo, no se podrá retraer el proceso a
etapas ya precluidas salvo en los casos en que asi correspondiere de acuerdo con las
normas del recurso de apelación o de casación.
4. La declaración de nulidad de actuaciones realizadas durante la investigación pre
paratoria, no importará la reapertura de esta. Asimismo, las nulidades declaradas
durante el desarrollo del juicio oral no retrotraerán el procedimiento a la etapa de
investigación o ala etapa intermedia.
Concordancias:
CPR arts. 25, 149; CPC: arts. 773, 380.
Debe entenderse que el acto en sí no es nulo, sino que la nulidad es solo un efecto o
una sanción, es decir, es la consecuencia normativa, no causal ni natural. Binder(1) señala
que la nulidad vendría a ser la pérdida de efectos propios de un acto procesal por su rea
lización defectuosa.
Siendo la nulidad un efecto no querido, toda vez que va en contra de la finalidad del
proceso, los efectos de su declaración también deben ser limitados, es así que se hace una
discriminación entre actos que: (i) han sido contaminados con los efectos del acto viciado
y (ii) los actos que son independientes y no han sido contaminados1 (2).
Los actos anteriores no pueden ser eliminados, pues los efectos de la invalidación no
tienen efecto retroactivo al acto viciado. Si un acto es complejo, el juez debe analizar con
precisión los alcances de la invalidez, ya que esta puede ser parcial o total(3), esto tiene que
ver con el principio de fungibilidad, como señala Didier Júnior, que implica que la invali
dación debe restringirse al mínimo necesario, manteniéndose incólumes las partes del acto
(1) BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría unitaria
de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc, p. 108.
(2) TORRES, Sergio Gabriel (2003). Nulidades en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc, p. 36.
(3) DIDIER JUNIOR, Fredie (2010). “La invalidación de los actos procesales en el proceso civil brasileño”. En:
TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal.
Lima: Gaceta Jurídica, p. 451. Binder ejemplifica que en un interrogatorio de un testigo o en un examen
pericial solo una parte de ese acto puede ser inválido y, por lo tanto, no se deberá valorar únicamente la
162 información alcanzada por esa invalidez. BINDER, Alberto. Ob. cit., p. 111.
LA NULIDAD ART. 154
que pueden ser aprovechadas por no haber sido contaminadas. La invalidez de una parte
del acto no vicia necesariamente todo el acto, así la parte de la sentencia que no motiva
la responsabilidad del tercero civilmente responsable y tiene un vicio no puede afectar la
parte correcta respecto a la responsabilidad del autor.
En el ámbito nacional, Cáceres Juica ha señalado que el acto procesal puede ser decla
rado nulo en todo o en parte, respecto al elemento invalidante, ello en razón de que el
acto procesal viciado tiene independencia en cuanto no afecte directamente o indirecta
mente a otros actos, así deducida la nulidad, solo afecta aquella porción de lo resuelto que
se encuentra viciado, se aplica aquí el principio de conservación141.
Asimismo, cada vez que se analice un acto que pueda estar contaminado con el acto
viciado original, se debe de analizar siguiendo los principios de la nulidad151.
Binder161, además, señala la relación que existe entre las cadenas de actos procesales,
así, cuando se trata de un encadenamiento directo, de tal modo que el antecedente es una
condición necesaria y suficiente del posterior, entonces la respuesta nulificadora debe alcan
zar al acto consecuente171. Sin embargo, cuando el segundo acto, o en algún punto de la
cadena, el acto en cuestión ya no tiene en su sustento único ni determinante en la infor
mación de origen ilícito, entonces la pérdida de efecto comenzará a cesar.
Un efecto más de esta declaración de nulidad debería ser la expulsión del expediente
del soporte físico del acto viciado realizado, de otra forma será fácilmente utilizable -a pesar
de estar prohibido-, sin embargo, señala Binder181 que esto no se hace porque existe una
visión sacramental del expediente que en el fondo asigna algún efecto a todo acta que lo
forma, haya sido declarada inválido o no; de ahí que es importante que la pérdida de efec
tos debe llevar a la destrucción física de aquello que no sirve -o no debe servir- para nada.
Estas consideraciones son aplicables a los actos de prueba, pues constituyen tam
bién actos procesales, si son defectuosos, no se deberá permitir su ingreso al proceso penal
mediante la sanción de inadmisibilidad, pero si ya ingresaron, lo que corresponde es la
declaratoria de nulidad, por ello, Di Giulio señala que la regla de exclusión no es más que
una nulidad virtual191.
(4) CÁCERES JULCA, Roberto (2010). Las nulidades en el proceso penal. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Lima:
Jurista Editores, pp. 52-53.
(5) BINDER, Alberto. Ob. cit., pp. 112-113.
(6) Ibídem, pp. 113-115.
(7) Scarparo señala que la validez del proceso tendrá verificación durante todo su procedimiento, porque ocurrirá
sobre la práctica de sus actos anteriores, cada cual en su tiempo. La validez del acto conclusivo depende de
la existencia y de la validez de los actos condicionantes, necesarios que integran la cadena procedimental.
SCARPARO, Eduardo (2010). "Principios procesales e invalidez”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y
CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 522.
(8) Ibídem, p. 112.
(9) DI GIULIO, Gabriel (2005). Nulidades procesales. Buenos Aires: Hammurabi, p. 142. 163
ART. 154 PRECEPTOS GENERALES
BIBLIOGRAFÍA
BINDER, Alberto (2000). El incumplimiento de las formas procesales. Elementos para una crítica a la teoría uni
taria de las nulidades en el proceso penal. Buenos Aires: Ad Hoc; TORRES, Sergio Gabriel (2003). Nulidades
en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Ad Hoc; DIDIER JUNIOR, Fredie (2010). “La invalidación
de los actos procesales en el proceso civil brasileño”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.) y CAVANI
BRAIN, Renzo (coord.) (2010). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica; CACERES JULCA,
Roberto (2010). Las nulidades en el proceso penal. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Lima: Jurista Editores;
SCARPARO, Eduardo (2010). “Principios procesales e invalidez”. En: TORRES CARRASCO, Manuel (dir.)
y CAVANI BRAIN, Renzo (coord.). Estudios sobre la nulidad procesal. Lima: Gaceta Jurídica; DI GIULIO,
Gabriel (2005). Nulidades procesales. Buenos Aires: Hammurabi; ALVA MONGE, Pedro José y SÁNCHEZ
TORRES, Alexander Germán (2014). Las casaciones penales en el Perú. Tomo I. Lima: Jurista Editores; GÁL
VEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2012).
El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista.
(10) ALVA MONGE, Pedro José y SÁNCHEZ TORRES, Alexander Germán (2014). Las casaciones penales en el
Perú. Tomo I. Lima: Jurista, p. 378.
(11) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2012). El
L64 Código Procesal Penal, comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista, p. 350.
SECCION II
LA PRUEBA
TÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
Concordancias:
C: art. 2 ines. 7 y 9; CPP: arts. 756 al 159, 422 inc. 4; CPC: arts. 188, 189; LOMP: arts. 9, 11, 14.
I. Actividad probatoria
Se llama actividad probatoria, en tanto se la entienda como el núcleo del procedi
miento para la administración de justicia, al esfuerzo de todos los sujetos procesales ten
diente a la producción, recepción y valoración de los elementos de prueba(I).
(1) CAFFERATA ÑORES, José (1988). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Depalma, p. 31. 165
ART. 155 LA PRUEBA
órgano jurisdiccional repeler aquellos medios de prueba impertinentes o inútiles, así como
superabundantes o excesivos.
Por otro lado, si bien en materia de práctica de pruebas su obtención se hace respe
tando la libertad de actuación y exposición de los órganos de prueba, es del todo posible
su actuación coactiva, de suerte que la ley impone el deber de colaboración con la justicia
y autorice al juez a la conducción coactiva del propio imputado y de los testigos y peritos,
la exhibición forzosa de cosas en general y la realización de medidas instrumentales res
trictivas de derechos, tales como intervenciones corporales, incautaciones, levantamiento
del secreto bancario, allanamientos, etc.®
a) La actividad que se cumple para llevarla a cabo, la actividad probatoria -en cuanto
conjunto de declaraciones de voluntad, de conocimiento o intelectuales-, está
regulada en la Constitución, los tratados correspondientes y por la ley, en espe
cial el Código Procesal Penal (en adelante, CPP) -es lo que denomina el procedi
miento de prueba legal-. Así lo dispone el artículo 155.1. del CPP: los medios de
prueba previstos en la ley han de introducirse al juicio oral legalmente previsto.
b) Rige el principio de aportación de parte, como regla del juicio oral, está recono
cido en el artículo 155.2 del CPP: la prueba se admite por el juez a solicitud de
las partes procesales. El juez es el receptor de la prueba. Ello, no obstante, debe
matizarse intensamente por la vigencia del principio de oficialidad dado el inte
rés público que existe en que se persiga y castigue al culpable de un delito, lo que
en buena cuenta ratifica uno de los rasgos propios del proceso penal: la posibili
dad del juez de ordenar prueba de oficio®.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1988). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Depalma; BANACLO-
CHE PALAO, Julio y ZARZALEJOS NIETO, Jesús (2010). Aspectos fundamentales de Derecho Procesal Penal.
Madrid: La Ley; GARCIA VALENCIA, Jesús (1996). Las pruebas en el proceso penal. Bogotá: Ediciones Jurí
dicas Gustavo Ibáñez.
¿23 JURISPRUDENCIA
{Para} efectos de emitir una sentencia condenatoria es preciso que el juzgador tenga plena certeza de la responsabi
lidad penal del procesado, la cual solo puede ser generada por una actuación probatoria que establezca en él, convic
ción de culpabilidad, de lo contrario no será posible revertir la inicial condición de inocencia que tiene procesado. R.N.
N° 503-2011-Ica.
(2) GARCIA VALENCIA, Jesús (1996). Las pruebas en el proceso penal. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibá-
ñez, p. 79.
(3) BANACLOCHE PALAO, Julio y ZARZALEJOS NIETO, Jesús (2010). Aspectos fundamentales de Derecho Pro-
166 cesal Penal. Madrid: La Ley.
PRECEPTOS GENERALES ART. 155
La necesidad del pleno esclarecimiento de los hechos acusados exige que se superen interpretaciones formalistas de la ley
procesal, sin que ello signifique, desde luego, una lesión a los derechos de las partes. En el presente caso, el testigo asistió
al acto oral y fue examinado por las partes, no siendo objetada la solicitud probatoria que justificó su presencia. Conse
cuentemente, no se está ante una prueba inconstitucional en vista que se cumplieron los principios fundamentales de la
actuación probatoria: contradicción, inmediación y publicidad. Cas. N° 10-2007-La Libertad.
El derecho a que se admitan los medios probatorios, como elemento del derecho de prueba, no implica la obligación del
órgano jurisdiccional de admitir todos los medios probatorios que hubieran sido ofrecidos.
En principio, las pruebas ofrecidas por las partes se pueden denegar cuando importen pedidos de medios probatorios que
no sean pertinentes, conducentes, legítimos o útiles, así como manifiestamente excesivos.
En tal sentido, es imperioso que se realice un análisis de cuál es el rol que cumple el medio probatorio, ya que así se
podrá determinar, entre otras cosas, si el momento en que fue postulado era el que correspondía según las normas pro
cesales sobre la materia.
• Pertinencia: Exige que el medio probatorio tenga una relación directa o indirecta con el hecho que es objeto de
proceso. Los medios probatorios pertinentes sustentan hechos relacionados directamente con el objeto del proceso.
• Conducencia o idoneidad: El legislador puede establecer la necesidad de que determinados hechos deban ser
probados a través de determinados medios probatorios. Será inconducente o no idóneo aquel medio probatorio que
se encuentre prohibido en determinada vía procedimental o prohibido para verificar un determinado hecho.
• Utilidad: Se presenta cuando contribuya a conocer lo que es objeto de prueba, a descubrir la verdad, a alcanzar
probabilidad o certeza. Solo pueden ser admitidos aquellos medios probatorios que presten algún servicio en el pro
ceso de convicción del juzgador, mas ello no podrá hacerse cuando se ofrecen medios probatorios destinados a acre
ditar hechos contrarios a una presunción de derecho absoluta; cuando se ofrecen medios probatorios para acreditar
hechos no controvertidos, imposibles, notorios, o de pública evidencia; cuando se trata de desvirtuar lo que ha sido
objeto de juzgamiento y ha hecho tránsito a cosa juzgada; cuando el medio probatorio ofrecido no es el adecuado
para verificar con él los hechos que pretenden ser probados por la parte; y, cuando se ofrecen medios probatorios
superfinos, bien porque se han propuesto dos medios probatorios iguales con el mismo fin (dos pericias con la fina
lidad de acreditar un mismo hecho) o bien porque el medio de prueba ya se había actuado antes.
• Licitud: No pueden admitirse medios probatorios obtenidos en contravención del ordenamiento jurídico, lo que
permite excluir supuestos de prueba prohibida.
• Preclusión o eventualidad: En todo proceso existe una oportunidad para solicitar la admisión de medios pro
batorios, pasado dicho plazo, no tendrá lugar la solicitud probatoria. Exp. N° 6712-2005-HC/TC-Lima.
Si bien la omisión del órgano jurisdiccional de actuar un medio probatorio puede generar indefensión en las partes y
afectar el derecho a la prueba -que es un elemento integrante de la garantía de defensa procesal-, ello es así en tanto
estas oportunamente las hubieren solicitado. Asimismo, los jueces pueden prescindir de la práctica de pruebas formal
mente pertinentes en función de criterios tales como su imposibilidad, sobreabundancia o inutilidad, y valorar la sufi
ciencia de las pruebas de cargo actuadas con criterio de consciencia. Queja N° 558-2007-Huancavelica.
El derecho a la prueba forma parte del derecho a la tutela procesal efectiva, en la medida que los justiciables se encuen
tran facultados para poder presentar todos los medios probatorios pertinentes, a fin de que puedan crear en el órgano
jurisdiccional la convicción necesaria de que sus argumentos planteados son correctos. La pericia grafotécnica fue ofre
cida como medio de prueba por el Ministerio Público y luego admitida por el juez penal, por lo que correspondía su
actuación y valoración, lo que no ocurrió, de lo que se colige que se ha producido la violación del derecho a la prueba
del acusado. Exp. N° 00862-2008-PHCnC-Arequipa.
El respeto del derecho a la prueba supone que una vez admitidos los medios de prueba, estos sean actuados y valo
rados de manera adecuada y con la motivación debida. De esto último se deriva una doble exigencia para el juez:
en primer lugar, la exigencia de no omitir la actuación de aquellas pruebas que han sido admitidas; y, en segundo
lugar, la exigencia de que dichas pruebas sean valoradas motivada-mente con criterios objetivos y razonables. Exp.
N° 03562-2009-PHCITC-Lima.
167
ART. 155 LA PRUEBA
Existe una oportunidad procesal en el juicio oral para solicitar la actuación de la prueba. Todo medio probatorio, como
la declaración de los testigos de descargo, ofrecido fuera de plazo deviene en inválido por haberse vencido la etapa pro
batoria. El derecho de prueba no puede ejercerse de manera absoluta sino dentro de límites que establece el ordenamiento
jurídico. Tales límites obedecen a lo señalado legalmente para el proceso penal, es en ese sentido que se establecen plazos
para que los medios de prueba sean presentados. Exp. N° 00834-2009-HC/TC-Piura.
Toda persona tiene derecho a un juicio previo, oral, público y contradictorio; el principio de oralidad relativo a la forma
de los actos procesales significa que su fase probatoria se realiza verbalmente. En el juicio oral el Colegiado incorporó,
de oficio, el examen del médico legal, lo que desnaturaliza el nuevo modelo procesal penal, por cuanto con dicha actua
ción se reemplaza a las partes ofreciendo, admitiendo y actuando pruebas no ofrecidas en la etapa correspondiente por
ninguna de aquellas. Exp. N° 2007-00469-59-1308-JR-PE-l-Huacho.
La resolución que declara no ha lugar al pedido de nulidad del auto de enjuiciamiento en el extremo que indebida
mente se habrían admitido pruebas no es apelable; lo contrario significaría paralizar el trámite del juzgamiento, más
aún cuando el cuestionamiento sobre la indebida o irregular admisión de medios de prueba puede ser deducido al inicio
del juicio oral de primera instancia conforme lo establece el artículo 155.4 del Código Procesal Penal de 2004. Exp.
N° 2008-00078-Huacho.
Prueba pertinente es aquella que hace referencia al hecho que constituye el objeto del proceso, de tal forma que acre
dita su existencia, inexistencia o modalidades, o a la participación que tuvo en él el imputado; sin embargo, la per
tinencia no se limita por la circunstancia de que las partes hayan controvertido o admitido el hecho, sino por la vin
culación del elemento con los hechos que es necesario probar para verificar la verdad real. Es también pertinente la
prueba si está dirigida a verificar la idoneidad de otro elemento probatorio que esté relacionado directamente con
el hecho principal, como serían las pruebas tendientes a verificar o cuestionar la credibilidad de la prueba. Exp.
N° 2008-01296-21-2301-JR-PE-l-Tacna.
168
Artículo 156.- Objeto de prueba
1. Son objeto de prueba los hechos que se refieran a la imputación, la punibilidad
y la determinación de la pena o medida de seguridad, así como los referidos a la
responsabilidad civil derivada del delito.
2. No son objeto de prueba las máximas de la experiencia, las leyes naturales, la
norma jurídica interna vigente, aquello que es objeto de cosa juzgada, lo imposible
y lo notorio.
3. Las partes podrán acordar que determinada circunstancia no necesita ser probada,
en cuyo caso se valorará como un hecho notorio. El acuerdo se hará constar en el
acta.
Concordancias:
CPP: art. 755; CPC: art. 190.
De igual manera se habrá de proceder respecto de los hechos notorios -en tanto
hecho generalmente conocido-: sucesos de la naturaleza, acontecimientos históricos,
169
ART. 156 LA PRUEBA
hechos locales para una población determinada; Viada Aragoneses los define como
verdades científicas, históricas, geográficas, así como los hechos evidentes o axio
máticos-. La jurisprudencia alemana incorpora los denominados hechos notorios
judiciales: lo que el juez llega a saber de modo confiable, en relación con su acti
vidad oficial, tales como constataciones hechas en las sentencias de otros jueces.
En todos estos casos la práctica de la contraprueba no es imposible, en tanto una
de las partes niega tal condición o que tal notoriedad es inexistente [Roxin]. En
síntesis, el razonamiento judicial no debe vulnerar las reglas de la lógica ni las
máximas de la experiencia.
c) Los hechos auxiliares. Son los hechos o circunstancias tendientes a la mejor valo
ración de otras pruebas. Son los hechos que ayudan a la prueba (v. gr.: relaciones
entre imputados y testigos de descargo, estado de salud del testigo: su visión o
memoria).
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Fondo Editorial del
INPECCP; NEYRA FLORES, José Antonio (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa.
170
Artículo 157.- Medios de prueba
1. Los hechos objeto de prueba pueden ser acreditados por cualquier medio de prueba
permitido por la ley. Excepcionalmente, pueden utilizarse otros distintos, siempre
que no vulneren los derechos y garantías de la persona, así como las facultades de los
sujetos procesales reconocidas por la ley. La forma de su incorporación se adecuará
al medio de prueba más análogo, de los previstos, en lo posible.
2. En el proceso penal no se tendrán en cuenta los límites probatorios establecidos por
las leyes civiles, excepto aquellos que se refieren al estado civil o de ciudadanía de
las personas.
3. No pueden ser utilizados, aun con el consentimiento del interesado, métodos o téc
nicas idóneos para influir sobre su libertad de autodeterminación o para alterar
la capacidad de recordar o valorar los hechos.
Concordancias:
C: art. 7; CPP: arts. 71 inc. 2 lit. d, 755; CPC: arts. 797, 799; DUDH: art. 7.
I. Introducción
El estudio de la teoría de la prueba siempre ha resultado ser un contenido apasionante
dentro de los temas del Derecho Procesal Penal, sin embargo, en esta parte nos ocuparemos
solamente de uno de sus ámbitos más importantes, los denominados medios de prueba,
categoría que siempre ha sido confundida con lo que es prueba, utilizándose muchas veces
indistintamente ambos conceptos.
Así también, consideramos relevante trazar una clasificación de los medios de prueba.
En la doctrina se asumen diversas posiciones para estructurar o configurar una sistema
tización de los medios de prueba, en ese sentido, por razones didácticas, hemos asumido
desde una clasificación clásica como lo es la de Bentham, a una más reciente del autor
Plascencia Villanueva.
“ [S]e entiende como prueba cualquier instrumento, método, persona, cosa o circuns
tancia que pueda proporcionar información útil para resolver dicha incertidumbre”(1).
Por esa razón, el derecho a la prueba es un derecho complejo, tal como lo ha catalo
gado el Tribunal Constitucional, al señalar que está determinado:
(1) TARUFFO, Michele (2008). “Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad”. En: La prueba.
Artículos y conferencias. Santiago de Chile: Metropolitana, pp. 59-60.
(2) BALLENA, José (2014). “La prueba: historia y evolución acerca de los sistemas probatorios”. En: lpsoJure N°
25, p. 135.
172 (3) Cfr. STC N° 0Ó712-2005/HC/TC, fundamento jurídico 15.
PRECEPTOS GENERALES ART. 157
los hechos que configuran su pretensión o su defensa. Según esta dimensión subjetiva del
derecho a la prueba, las partes o un tercero legitimado en un proceso o procedimiento tie
nen el derecho de producir la prueba necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que
configuran su pretensión o defensa”^.
En tanto que el aspecto objetivo “comporta también el deber del juez de la causa de
solicitar, actuar y dar el mérito jurídico que corresponda a los medios de prueba en la sen
tencia. En la medida en que el objetivo principal del proceso penal es el acercamiento a la
verdad judicial, los jueces deben motivar razonada y objetivamente el valor jurídico pro
batorio en la sentencia. Esto es así por cuanto el proceso penal no solo constituye un ins
trumento que debe garantizar los derechos fundamentales de los procesados, sino tam
bién debe hacer efectiva la responsabilidad jurídico-penal de las personas que sean halla
das culpables dentro de un proceso penal”4 (5).
Para García Rada, “es todo lo que puede servir para adquirir la verdad. Es el modo de
suministrar datos al juez, puente que une el objeto por conocer con el sujeto cognoscente”(8).
En tanto que para Mixán Máss “el medio de prueba es aquello que vincula a la concien
cia (en actitud cognoscitiva) con el objeto del conocimiento, cuya esencia, propiedades y
circunstancias trata de descubrir, escrutar”(9). Explica el jurista, que el “medio de prueba
cumple una función binaria de reciprocidad: conduce a la conciencia hacia el thema pro-
bandum-. pero, a la vez, expone (presenta, coloca) a este ante aquel para que lo conozca”(10).
Por su parte, Serra Domínguez015 dice “que si mediante la prueba se reconstruyen los
hechos de la realidad, trasladando ante el Juez los vestigios o huellas que produjeron tales
hechos en su realización, los medios de prueba deben ser por definición limitados -única
mente pueden reconstruirse los hechos mediante la declaración ante el Juez de las perso
nas que directamente los presenciaron, o de las cosas, que, bien intencional, bien casual
mente, resultaron afectadas”.
No obstante, quien nos gráfica de manera clara cómo entender un medio de prueba
es Enrique Palacio025, quien dice que la declaración del imputado es un verdadero medio
de prueba, por cuanto tiene por finalidad proporcionar al órgano judicial elementos enca
minados a formar convicción acerca de la existencia de los hechos que han de servir de
fundamento a su decisión y constituye, por lo tanto, un medio de prueba. Para cerrar
la idea el jurista postula: “Si bien, en suma, la confesión se verifica, por lo general, en el
curso de la declaración indagatoria, que constituye esencialmente un medio de defensas,
aquella puede ser un resultado eventual de ese acto, y pasa entonces a erigirse en un ver
dadero medio probatorio”035.
De otro lado, también resulta importante tener presente aquello que no es un verda
dero medio de prueba, tales como las presunciones y las denominadas máximas de la expe
riencia, al respecto, Serra Domínguez045 hace una distinción, al señalar que junto a dichos
medios de prueba, pero en diversos planos, nos encontramos con el dictamen pericial y las
presunciones que se sitúan en un segundo estadio probatorio -fase de fijación— y mediante
el recurso a máximas de experiencia, bien especializadas —pericia—, bien comunes -pre
sunciones-, que elaboran los hechos introducidos por los medios de prueba, extrayendo
de los mismos nuevos hechos. Sin que en puridad de principios ni el dictamen pericial -
auxiliar técnico de juez que completa la falta de conocimientos especializados de este-,
ni las presunciones -actividad probatoria que no requiere carácter externo por su carácter
intelectual-, pueden considerase como verdaderos medios de prueba.
(11) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel (2009). Estudios de Derecho Probatorio. Lima: Communitas, p. 144.
(12) PALACIO, Lino Enrique (2000). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Abeledo Perrot, p. 154.
(13) ídem.
(14) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Ob. cit., p. 145.
(15) “Los medios de prueba son considerados como los modos u operaciones que, referidos a cosas o personas, son
susceptibles de proporcionar un dato demostrativo de la existencia o inexistencia de los hechos sobre el cual
174 versa la causa penal”. PALACIO, Lino Enrique (2000). Ob. cit., p. 23.
PRECEPTOS GENERALES ART. 157
La fuente de prueba está fuera del proceso o incluso existió antes del inicio del mismo,
es todo aquello que da origen a un elemento de prueba, es el dato que se extrae de ella,
por ejemplo, en el testimonio, el conocimiento relatado por el testigo, en un documento
una expresión artística graficada, etc. Recordemos el caso “Bussiness Track”(19), una com
pañía particular que interceptó las comunicaciones entre Rómulo Augusto León Alegría
y Alberto Quimper Herrera, tales interceptaciones se ejecutaron en los teléfonos fijos que
tenían los agraviados en sus oficinas, comunicaciones que eran escuchadas, grabadas, alma
cenadas en USB o CD y trascritas, para luego ser comercializadas, hasta este momento
tales documentos (grabaciones) solo eran fuente de prueba, aún no habían sido admitidas
a un proceso judicial; recién se convierten en medio de prueba una vez que se les abrió
proceso penal a los representantes de la compañía ‘ chuponeadora” y a los agraviados León
Alegría y Quimper Herrera por delito contra la Administración Pública, es decir, cuando
tales documentos (grabaciones) son admitidos e ingresados al proceso.
anteriores al proceso, no pueden ser practicadas con sujeción a presupuestos que son típi
cos del proceso”(20).
En tanto que los medios de prueba serán “un concepto procesal de existencia pos
terior a la fuente de prueba, siempre y cuando sea ofrecida la fuente de prueba en el pro
ceso penal, sea aceptada, y desahogada como tal”(21), son todos aquellos elementos o ins
trumentos utilizados por los sujetos procesales (las partes, el juzgador y los terceros legi
timados) para incorporar al proceso o procedimiento fuentes de prueba. Son ejemplos de
medios de prueba: los documentos, la declaración de parte, la declaración de testigos, las
inspecciones judiciales, los dictámenes periciales, etc.(22). En ese sentido, los medios de
prueba se producen en el interior del proceso, cuando las fuentes de prueba son ofrecidas
y admitidas, al proceso de la cual se extraen los elementos de prueba, es decir, la informa
ción que posteriormente servirá al juez para tomar la decisión.
(20) Recurso de nulidad, Expediente N° 19-2001-09-A.V. (caso Barrios Altos y La Cantuta), Sentencia de la Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de la República.
(21) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Ob. cit., pp. 204-205.
(22) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Ob. cit., pp. 137-158.
(23) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel. Ob. cit., pp. 204-205.
(24) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. Ob. cit., pp. 137-158.
(25) Cfr. BENTHAM, Jeremías (1959). Tratado de las pruebasJudiciales. Volumen 1. ETIENNE DUMONT (comp.),
176 Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, p. 35; PLASCENCIA VILLANUEVA, Raúl (1995). "Los
PRECEPTOS GENERALES ART. 157
1. Por su naturaleza
1. Medios de pruebas personales: aquellos aportados por el ser humano, por ejem
plo: declaración testimonial, declaración del agraviado o confesión del imputado.
2. Medios de pruebas reales: aquellos que se deducen de las cosas, por ejemplo: ras
tros o huellas, etc.
3. Por su voluntariedad
4. Por su producción
1. Medio de prueba por documentos ocasionales, son los documentos casuales como
una carta, una nota, una agenda personal, un diario personal u otro documento
semejante que no se haya elaborado exprofesamente para un proceso judicial.
medios de prueba en materia penal”. En: Boletín Mexicano de Derecho comparado. Año XXVIII, N° 83, pp. 717-
718 y HERNÁNDEZ MIRANDA, Edith (2012). "Preceptos generales de la prueba en el proceso penal”. En:
La prueba en el Código Procesal Penal de 2004. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 22-23. 17j
ART. 157 LA PRUEBA
6. Por su autonomía
7. Por su origen
8. Por su perfección
1. Medios de prueba perfectos: aquellos que más cerca están de la verdad o en grado
de verisimilitud, por ejemplo, la prueba del ADN (ácido desoxirribonucleico) para
acreditar la paternidad.
2. Medios de prueba imperfectos: son aquellos que están menos próximos a la verdad
o verosimilitud, por ejemplo, el testimonio de a oídas o testimonios de referencia.
.78
PRECEPTOS GENERALES ART. 157
182 y 183), la prueba documental (artículos 184 al 188), el reconocimiento (artículos 189
al 191), y la inspección judicial y reconstrucción (artículos 192 al 194).
Empero, ello no es óbice para que se utilice cualquier otro medio de prueba permitido
por la ley para probar los hechos, con la única condición de que no se vulneren derechos
fundamentales y garantías de las persona, así como las facultades de los sujetos procesales
reconocidas por la ley. La forma de su incorporación se adecuará al medio de prueba más
análogo, de los previstos, en lo posible.
En la investigación de los hechos podemos emplear todos los medios adecuados a fin
de que la investigación sea exhaustiva, no olvidemos que el avance de la ciencia y la tec
nología han abierto nuevos instrumentos probatorios, como las pruebas de ADN y proce
dimientos tecnológicos mecánicos, electromagnéticos y hasta psicofisiológicos (medicina
legal), etc., por tanto, la ley deja al juez en plena libertad para escoger la prueba que con
sidere oportuna y pertinente.
Así, el profesor San Martín Castro considera los siguientes supuestos como prohibi
ciones normativas al principio de libertad probatoria:
• La ley puede exigir determinados medios de prueba para acreditar un hecho (v.
gr.: pericia para determinar la anomalía psíquica del imputado).
• Citando a Julio Maier, explica que no rigen todas las limitaciones probatorias
del derecho privado, ello en vista de las diferencias ínsitas en ambas ramas del
derecho(28).
(27) CLARIA OLMEDO, Jorge (1966). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo V. Buenos Aires: Ediar, pp. 34-35.
(28) Cfr. MAIER, Julio (1989). Derecho Procesal Penal argentino. Buenos Aires: Hammurabi, pp. 587 y 588 y SAN
80 MARTIN CASTRO, César. Ob. cit, p. 602.
PRECEPTOS GENERALES ART. 157
De otro lado, tenemos la prohibición legal que prescribe que no podemos utilizar,
aún con el consentimiento del interesado, métodos o técnicas idóneas para influir sobre su
libertad de autodeterminación o para alterar la capacidad de recordar o valorar los hechos
(inciso 3 del artículo 157 de Código Procesal Penal de 2004), tal prohibición está funda
mentada en que la verdad no se puede obtener a cualquier precio, esto es, violando los dere
chos fundamentales, por ello, en la investigación policial o judicial no está permitido utili
zar procedimientos o medios mecánicos, electromagnéticos, psicofisiológicos o sustancias
químicas como medios de prueba para acreditar el objeto de prueba en el proceso penal;
por ejemplo, los denominados “sueros de la verdad o narcoanálisis”(29) 30 o el polígrafo{30), etc.
BIBLIOGRAFÍA
TARUFFO, Michele (2008). “Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad”. En: La
prueba. Artículos y conferencias. Santiago de Chile: Metropolitana; BALLENA, José (2014). “La prueba: histo
ria y evolución acerca de ios sistemas probatorios”. En: IpsoJure N° 25; GIMENO SENDRA, Vicente (1981).
Fundamentos del Derecho Procesal. Madrid: Civitas; SAN MARTÍN CASTRO, César (1999). Derecho Proce
sal Penal. Volumen II. Lima: Grijley; GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal.
8a edición. Lima: Eddili; MIXAN MASS, Florencio (1992). Teoría de la prueba. Trujillo: Ediciones BLG;
SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel (2009). Estudios de Derecho Probatorio. Lima: Communitas; PALACIO,
(29) Narcoanálisis: utilizar la ingestión de narcóticos en el deponente para averiguar la verdad procesal penal, es un
recurso censurable dada la permeabilidad de la prueba personal. La prueba realizada mediante narcoanálisis es
ilícita y, por tanto, no es admisible en la actuación, pues es un desprecio de la dignidad de la persona humana,
en tanto en cuanto representa el aniquilamiento de los resortes psíquicos y físicos del ser humano; como su
autonomía y voluntad. Cfr. RODRÍGUEZ, Orlando Alfonso (2004). Prueba ilícita penal. Bogotá: Ediciones
Jurídicas Gustavo Ibáñez, p. 151.
(30) Gabriel Gazso dice: “El instrumento detecta y registra indistintamente reacciones psico - fisiológicas que
pueden obedecer a sentimientos de temor, aversión, desagrado, indignación, hostilidad, orgullo, satisfacción,
euforia, como la mentira. Decir que toda reacción se debe a una expresión o manifestación contraria a lo que
se sabe, cree o piensa, denominada mentira, sería erróneo”. Citado por RODRÍGUEZ CHOCONTA, Orlando
(2003). A Prueba ilícita penal. 2a edición. Bogotá: Doctrina y Ley, p. 151.
(31) HERNÁNDEZ MIRANDA, Edith. Ob. cit., p. 22. 181
ART. 157 LA PRUEBA
Lino Enrique (2000). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Abeledo Perrot; FAIRÉN GUILLEN, Víc
tor (1992). Teoría general del Derecho Procesal. México: UNAM; BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo
(2001). “El problema de la ‘prueba ilícita: un caso de conflicto de derechos. Una perspectiva constitucio
nal procesal”. En: Themis N° 43. Lima: PUCP; BENTHAM, Jeremías (1959). Tratado de las pruebas Judicia
les. Volumen 1. ETIENNE DUMONT (comp.) Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América; PLAS-
CENCIA VILLANUEVA, Raúl (1995). “Los medios de prueba en materia penal”. En: Boletín Mexicano de
Derecho comparado. Año XXVIII, N° 83; HERNÁNDEZ MIRANDA, Edith (2012). “Preceptos generales
de la prueba en el proceso penal”. En: La prueba en el Código Procesal Penal de 2004. Lima: Gaceta Jurídica;
CLARIA OLMEDO, Jorge (1966). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo V. Buenos Aires: Ediar; MAIER,
Julio (1989). Derecho Procesal Penal argentino. Buenos Aires: Hammurabi; RODRIGUEZ, Orlando Alfonso
(2004). Prueba ilícita penal. Bogotá: Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez; RODRÍGUEZ CHOCONTA,
Orlando (2003). A Prueba ilícita penal. 2a edición. Bogotá: Doctrina y Ley.
dllj JURISPRUDENCIA
{En} lo concerniente a la información de la existencia de casos en que a través de la prueba de ADN fueron absueltos
personas acusadas por violación, se tiene que corresponder a hechos ajenos al proceso, perpetrados en otros países {..}
que no pueden vincular al órgano jurisdiccional para un pronunciamiento sobre el fondo de la pretensión demandada,
al tratarse de noticias publicadas por medios de comunicación y que en modo alguno se equiparan a jurisprudencia
nacional vinculante; tanto más, si dicho elemento de prueba fue ponderado {...} en su oportunidad por la Sala Penal
Superior. Revisión de Sentencia N° 57-2011-Lima.
(Fjuente de prueba puede ser una fotografí, un libro -siempre que contenga información relevante para el caso inves
tigado-, entre otross, no hay limitación alguna, pues todo acto material o personal en que conste una noticia refe
rida a un hecho, tiene tal consideración y puede tener acceso al proceso, a través de un concreto medio. Exp. N° 19-
2001-09-A.V.
182
Artículo 158.- Valoración
1. En la valoración de la prueba el juez deberá observar las reglas de la lógica, la
ciencia y las máximas de la experiencia, y expondrá los resultados obtenidos y los
criterios adoptados.
2. En los supuestos de testigos de referencia, declaración de arrepentidos o colaborado
res y situaciones análogas, solo con otras pruebas que corroboren sus testimonios se
podrá imponer al imputado una medida coercitiva o dictar en su contra sentencia
condenatoria.
3. La prueba por indicios requiere:
a) Que el indicio esté probado;
b) Que la inferencia esté basada en las reglas de la lógica, la ciencia o la expe
riencia;
c) Que cuando se trate de indicios contingentes, estos sean plurales, concordantes
y convergentes, así como que no se presenten contraindicios consistentes.
Concordancias:
CPP: arts. I inc.l, 159, 481 inc. 2, CPC: arts. 197, 276.
(1) MIRANDA ESTRAMPES, Manuel (1997). La mínima actividad probatoria en el proceso penal. Barcelona: Bosch,
p. 105; citado por ROSAS YATACO, Jorge (2016). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Ediciones Legales,
p. 113. 183
ART. 158 LA PRUEBA
Este tema de valoración de la prueba es, sin duda alguna, la más importante de la
etapa de la actividad probatoria, ya que no solo se trata de culminante y decisiva, lo que se
traduce en un proceso intelectual y racional que el juez debe evaluar y examinar, teniendo
en cuenta una serie de situaciones que no solo va desde los jurídicos sino, además, implica
la lógica, el sentido común y, sobre todo, las máximas de la experiencia. Lógicamente, para
realizar este análisis, el juez tiene que haber presenciado e intervenido en el juzgamiento,
esto es, que a través del principio de la inmediación, contradicción y oralidad tenga una
apreciación de la actuación probatoria y el valor que le va a otorgar a cada uno y luego
conjuntamente05.
(2) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 430.
184 (3) ROSAS YATACO, Jorge (2016). Ob. cit., p. 115.
PRECEPTOS GENERALES ART. 158
que expliquen cómo o el porqué de su convicción sobre las pruebas o algún medio de
prueba en específico, siendo engranaje entre ellos la lógica y las máximas de la experien
cia que sobre ello tenga el juez.
Además, el artículo bajo comentario establece que los testigos de referencia y los demás
bajo condiciones especiales de carácter procesal, como pueden ser los testigos indirectos, los
testigos de oídas, los testigos con medidas de protección con reserva de identidad (cono
cidos como testigos con claves al haberse preservado su identidad e incluso “camuflado” o
distorsionado su apariencia, voz y otras características para evitar su identificación) por sí
solo, sus testimonios no tendrán la condición o fuerza acreditativa necesaria para dar por
acreditada un hecho, sino que requerirá que su testimonio, versión o relato esté corrobo
rado con otras pruebas para considerar legítima, a su vez, razonable y constitucionalmente
válida ya sea la medida coercitiva o la condena a imponerse.
Sobre los “testigos de oídas”, por no ser testigos directos de sucesos sino referencia-
les, conforme al artículo 166 del Código Procesal Penal de 2004, el testigo debe señalar
el momento, lugar, las personas y medios por los cuales obtuvo el conocimiento del cual
da testimonio, se insistirá aun de oficio, en lograr la declaración de las personas indicadas
por el testigo de referencia, como fuente de conocimiento. Si dicho testigo se niega a pro
porcionar la identidad de esa persona, su testimonio no podrá ser utilizado. Además, no
se admite a ningún testigo expresar los conceptos u opiniones que personalmente tenga
sobre los hechos y responsabilidades salvo que sea un testigo técnico, porque la declara
ción del testigo versa sobre lo que percibió en relación con los hechos objeto de prueba.
la experiencia y, por último, las características que sean los indicios contingentes, que estos
sean plurales, concordantes y convergentes, y que no existan contraindicios consistentes,
solo así podrá decirse que la sentencia, a pesar de no existir prueba directa sobre los hechos,
reúne todos los estándares de razonabilidad en atención a lo probado en un proceso regular.
BIBLIOGRAFÍA
MIRANDA ESTRAMPES, Manuel (1997)- La mínima actividad probatoria en el proceso penal. Barcelona:
Bosch; ROSAS YATACO, Jorge (2016). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Ediciones Legales; PEÑA
CABRERA FREYRE, Alonso (2006). Exégesis del Nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas.
¿Jü JURISPRUDENCIA
(L)a valoración de la prueba no es un elemento que integra la garantía genérica del debido proceso, sino las de presun
ción de inocencia y motivación -que integra la garantía de tutela jurisdiccional-. La denuncia del imputado no incide
en una motivación constitucionalmente defectuosa {...}, sino en una diferente valoración de la prueba, lo que no es de
examinar a través del recurso extraordinario de queja. Queja N° 35 0-2015-Juníh.
La prueba indirecta, también conocida como prueba indiciaría, puede ser un medio para obtener convenci
miento en el juzgador penal respecto a la culpabilidad de un procesado. Sin embargo, para ello es preciso que
cuando esta sea utilizada, quede debidamente explicitada en la resolución judicial, pues no basta con expresar
que sus conclusiones responden a las reglas de la lógica, las máximas de la experiencia o los conocimientos cientí
ficos, sino que dicho razonamiento debe estar debidamente exteriorizado en la resolución condenatoria. STC Exp.
N° 00533-2009-PHC/TC-Junín.
186
Artículo 159.- Utilización de la prueba
1. El juez no podrá utilizar, directa o indirectamente, las fuentes o medios de prueba
obtenidos con vulneración del contenido esencial de los derechos fundamentales de
la persona.
Concordancias:
C: arts. 1, 2 ines. 7 y 9; CPP: arts. I, 155 inc. 2, 4-81 inc. 2.
L Introducción
La prueba prohibida o ilícita es una figura jurídica de vieja raigambre, pero al mismo
tiempo de imborrable actualidad, conectada al devenir histórico asida a esa permanente
discusión en la tensa balanza de equilibrar ese aparente conflicto de libertad versus perse
cución delictiva o impunidad.
No por eso también una de las instituciones del Derecho sumamente complejas, espe
cialmente para asumir una definición, un concepto; y qué decir de su naturaleza jurídica,
su origen, su fundamento, conceptos que abordaremos, en primer lugar, como una didác
tica de entendimiento a una de las instituciones más importantes del Derecho Procesal
Penal; sobre todo, por constituir al mismo tiempo dos umbrales -derecho y garantía- en
la protección y preservación de los derechos fundamentales de la persona.
187
ART. 159 LA PRUEBA
tiempo se vienen presentando, como los famosos “vladivideos”(1), “los petroaudios”(2), “las
agendas de Nadine”®, y últimamente, los “audios del Procurador^”.
“[l]a organización del proceso penal (...) exige un cuidadoso equilibrio entre dos
extremos en permanente tensión: la obligación y potestad del Estado de perseguir el
delito y sancionar a sus autores, por un lado, y el respeto de los derechos y garantías
de los justiciables, por el otro. Si se rompiese el equilibrio se arruinarían los elevados
objetivos del proceso penal”(5).
Así tenemos a Picó I Junoy, para quien la prueba prohibida podría definirse como
aquella fuente de prueba o medio de prueba contaminado por la infracción de un derecho
(1) “Vladivideos”, la prensa intituló así a las grabaciones o registros que realizaba Montesinos a sus entrevistados
(altos funcionaros tales como miembros del Poder Judicial, Fiscalía de la Nación, Tribunal Constitucional,
Jurado Nacional de Elecciones, Fuerzas Armadas y Policiales, dueños de medios de comunicación, empresa
rios, entre otros), en donde aparecía el exasesor entregando grandes sumas de dinero u ofreciendo dádivas,
prebendas a cambio de un acto ilegal que debía realizar su interlocutor, tales actos se registraban o filmaban
en una oficina de las instalaciones del Sistema Nacional de Inteligencia (SIN).
(2) Cfr. Expediente N° 105-2008, Tercera Sala Liquidadora de Lima.
(3) Cfr. Expediente N° 249-2015-19-5001-JR-PE-01, Sala Penal Liquidadora Nacional.
(4) Diario Perú 21. “Audio revelaría supuesta presión del Gobierno al procurador Edgar Alarcón”, edición del
05/06/2017.
(5) SCHÓNBOHM, Horst, MIXÁN MÁSS, Florencio; RODRÍGUEZ HURTADO, Mario y BURGOS MARIÑOS,
Víctor (2007). Teoría y práctica para la reforma procesal penal. Trujillo: Ediciones BGL, p. 96.
188 (6) SILVA SÁNCHEZ, Jesús María (1992). Aproximación al Derecho Penal contemporáneo. Barcelona: Bosch, p. 13.
PRECEPTOS GENERALES ART. 159
El profesor César San Martín la define como aquella prueba que se obtiene con infrac
ción de derechos fundamentales, entendiendo por obtención aquella labor tendente a llegar
a un resultado probatorio en el proceso, esto es, tanto la actividad de búsqueda o inves
tigación de la fuente de prueba, cuando la labor de la obtención del resultado a partir de
una fuente de prueba por mecanismos que violan los derechos fundamentales, aplicación
a la fuente de un método ilícito y extracción de un resultado que en sí mismo viola el con
tenido esencial7 (8) del derecho(9). En esta definición se abarcan los contenidos tanto de la
legitimidad de la prueba como de la prohibición de su utilización. Respecto de la legitimi
dad (i) todo medio de prueba será valorado solo si ha sido obtenido e incorporado al pro
ceso por un procedimiento constitucionalmente legítimo y (ii) carecen de efecto legal las
pruebas obtenidas, directa o indirectamente, con violación del contenido esencial de los
derechos fundamentales de la persona (literal 2 del inciso 1 del artículo VIII del Título
Preliminar del Código Procesal Penal de 2004); en cuanto a su utilización, se norma que
el juez no podrá utilizar, directa o indirectamente, las fuentes o medios de prueba obteni
dos con vulneración de los derechos fundamentales de la persona (artículo 159 del Código
Procesal Penal de 2004).
José María Asencio Mellado hace una clara distinción entre lo que debemos enten
der por prueba ilícita de lo que es prueba irregular y puntualiza:
En tanto, Mixán Máss la entiende como una infracción ética, cuando dice que el
carácter ilegítimo (inválido) y la consiguiente ineficacia de la prueba resultan de haberla
obtenido perpetrando una infracción jurídica y ética que afecta derechos fundamentales
tutelados por la Constitución(11).
Por tanto, la prueba prohibida o ilícita deberá ser entendida como el mandato de pro
hibición en que ningún juez podrá utilizar, directa o indirectamente, las fuentes o medios
(7) PICÓ I JUNOY, Joan (2005). “La prueba prohibida y su control judicial en el proceso civil”. En ABEL
LLUCH, Xavier y PICÓ I JUNOY, Joan (dirs.). Aspectos prácticos de la prueba civil. Barcelona: Bosch, p. 20.
(8) Por contenido esencial debe entenderse al contenido determinable de un derecho fundamental, que se erige
como un límite absoluto a la actuación de los poderes públicos, que nunca pueden vulnerar, limitar o restringir
tales derechos. Es esencial’ en cuanto atañe a la esencia del derecho, a su naturaleza, a su ontología, de modo
que todo el contenido es en si mismo necesario por esencial. CASTILLO CÓRDOVA, Luis (2003). Elementos
de una teoría de los derechos constitucionales. Lima: Ara Editores, p. 138.
(9) SAN MARTÍN CASTRO, César (1992). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley, p. 649.
(10) ASENCIO MELLADO, José María y UGAZ SÁNCHEZ-MORENO, José Carlos (2008). Prueba
ilícita y lucha anticorrupción (el caso del allanamiento y secuestro de los “vladivideos”). Lima: Grijley, p. 23.
(11) MIXÁN MÁSS, Florencio (2003). Categorías y actividad probatoria en el proceso penal. 6a edición. Trujillo:
Ediciones BLG, p. 378. 189
ART. 159 LA PRUEBA
de prueba obtenidos con vulneración del contenido esencial de los derechos fundamenta
les de la persona y cuyo efecto será su expulsión del proceso.
(12) Cfr. NEYRA FLORES, José (2010). Manual del nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, pp. 667-668; MIRANDA
ESTRAMPES, Manuel (2012). La prueba en el proceso penal acusatorio. Lima: Jurista Editores, pp. 71-73.
(13) Ibídem, p. 71.
(14) DELGADO DEL RINCÓN, Luis (2013). “La regla de exclusión de la prueba ilícita, excepciones y eficacia’’.
En BAEZ SILVA, Carlos y RIOS VEGA, Luis (eds.). Ciudadanía, derechos políticos y justicia electoral en México:
memoria del IV Seminario Internacional del Observatorio Judicial Electoral. Recuperado de: <http://www.te.gob.
190 mx/ccje/iv_obs/materiaies/LUIS%20DELGADO.pdf>, p. 4.
PRECEPTOS GENERALES ART. 159
(15) URBANO CASTRILLO, Eduardo y TORRES MORATO, Miguel Ángel (1997). La prueba ilícita penal, estudio
jurisprudencial. Pamplona: Aranzadi, p. 32.
(16) Según Mixán Máss, la clasificación más divulgada y a la vez controvertida que distingue: verdad objetiva,
verdad concreta, verdad absoluta, verada relativa y verdad formal (MIXÁN MÁSS, Florencio (1995). La
prueba en el procedimiento penal. Trujillo: Ediciones BLG, p. 29)
(17) ídem.
(18) Como concepto de verdad inspirado en la concepción relativista -en el relativismo filosófico- de la verdad,
amalgamada con cierto agnosticismo y fideísmo. Nos parece que se afilia a esta concepción la afirmación que al
respecto formulan algunos procesalistas en el sentido de que la” verdad legal” es la que aparece en el proceso penal
como resultado de la prueba, pero que contiene una variable proporción de error inevitable en toda obra humana.
Que para salvar dicho error existe la revisión de los procesos penal. “Que la verdad absoluta solo la tiene Dios, pues
es la verdad misma”. Verdad legal, como un concepto que sirve para expresar la adecuación del caso concreto a
la estructura lógico-jurídica de la norma a aplicar. En efecto, pueden llamar verdad legal a la adecuación práctica
del hecho, acto, omisión, el Tribunal Constitucional; a la hipótesis jurídica pertinente; adecuación que, a su vez,
determina la identificación de la respectiva consecuencia jurídica que en caso debe o puede concretarse. MIXÁN
MÁSS, Florencio (1982). Derecho Procesal Penal', teoría de la prueba. Lima: Ankor, p. 93.
(19) Cfr. Expediente N° 00655-2010-PHC/TC, Tribunal Constitucional. Recuperado de: <http://www.tc.gob.pe/
jurisprudencia/2010/00655-2010-HC.html>. 191
ART. 159 LA PRUEBA
Sostiene esta teoría que se deben excluir tanto las pruebas obtenidas ilícitamente, como
las que se derivan de ellas. Aquí hay ineficacia procesal por el quebrantamiento indirecto a
los derechos fundamentales en la obtención de fuentes de prueba, por lo que no se pueden
aprovechar resultados probatorios que se han obtenido ilícitamente por haber partido justa
mente de una prueba que se obtuvo de manera ilícita. Al respecto, Jairo Parra Quijano dice:
“[R] estarle mérito a la prueba ilegalmente obtenida afecta a aquellas otras pruebas
que, si bien son en sí mismas legales están basadas en datos conseguidos por aque
lla prueba ilegal, llegándose a concluir que tampoco tales pruebas legales pueden ser
admitidas”*22*.
Para acreditarse la inutilización de la prueba derivada, tiene que acreditarse que efec
tivamente existe una relación de causalidad entre la prueba ilícita directa y la prueba deri
vada. Castro Trigoso(23), citando a López Barja de Quiroga, señala “que lo importante en
este tipo de casos es determinar la relación causal entre el acto originariamente violatorio
de derechos fundamentales y el acto consecuencia del primero” Agrega, “sin embargo,
que el establecimiento de esa relación causal no está exento de dificultades y problemas. Es
por ello que no sería apropiado que desde la dogmática se perfilen reglas generales cuando
dicha tarea debe ser asignada a quienes tiene la obligación de examinar y resolver los casos
concretos: los jueces”.
“(...) que, resultando manifiesta la vinculación causal entre los audios de las conver
saciones privadas entre el procesado Rómulo Augusto León Alegría y Alberto Quim-
per Herrera, obtenidos como producto de la interceptación telefónica ilícita de que
estos fueron víctimas, y las actas fiscales de allanamiento, inmovilización y entrega
de CPU, así como la agenda y cuaderno incautados; de tal manera que ante la supre
sión hipotética de la primera -entiéndase la prueba prohibida originaria- no serían
posibles las segundas, lo que demuestra el carácter de derivadas que tienen estas con
relación aquella; desapareciendo por ende la posibilidad de una fuente independiente;
y no existiendo elemento alguno que permita sostener estas últimas pudieran haber
sido objeto de descubrimiento inevitable, (...) en consecuencia, debe rechazarse su
admisión como prueba documental”(24).
Sin embargo, debemos tener presente que las grabaciones o escuchas secretas para
ser consideradas pruebas lícitas y válidas deben cumplir por lo menos los siguientes requi
sitos: a) al menos uno de los interlocutores que intervienen en la conversación tenga
(23) CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2009). La prueba ilícita en el proceso penal peruano, Lima: Jurista Editores,p. 97
(24) Cfr. Expediente N° 105-2008, Tercera Sala Liquidadora de Lima, fundamento jurídico 9. 193
ART. 159 LA PRUEBA
“(...) que no existe violación al contenido esencial del derecho al secreto e inviolabi
lidad de las comunicaciones y menos al derecho a la intimidad, cuando uno de los
participantes en la comunicación es el que realiza las grabaciones, registro y/o filma
ciones. Por tanto la prueba así obtenida no constituye prueba prohibida”.
“La grabación de las palabras de los acusados realizadas por el denunciante con el
propósito de su posterior revelación no vulnera ningún derecho al secreto, ni a la dis
creción, ni a la intimidad del recurrente. La CE{28) y el derecho ordinario, por otra
parte, no podrían establecer un derecho a que la exteriorización de propósitos delic
tivos sea mantenida en secreto por el destinatario de la misma. En principio tal dere
cho resulta rotundamente negado por la obligación de denunciar que impone a todos
los ciudadanos el art. 259 LECrim. (...) De la misma forma que hubiera podido reve
lar el contenido de correspondencia a él dirigida o presentar su propio diario perso
nal para acreditar sus dichos, el testigo denunciante ha podido poner a disposición
del Tribunal de la causa una grabación privada. No existe ninguna disposición que
exija un control judicial para tales obtenciones privadas de pruebas. Tampoco existe
ninguna disposición que impida valorar como pruebas tales grabaciones”.
Todo ello nos permite aseverar que no es delictiva la grabación ni tampoco lo es,
incluso, la difusión de lo grabado, ya que no existe deber legal de guardar un secreto, salvo
los casos de sujetos obligados a ello o la intención de la difusión, por ejemplo, para injuriar.
(25) REAÑO PESCHIERA, José (2004). Formas de intervención en los delitos de peculado y tráfico de influencias. Lima:
Jurista Editores, p. 113.
(26) Expediente N° 00867-2011-PA/TC, Tribunal Constitucional.
(27) Recurso de Nulidad N° 2076-2014-Lima Norte, fundamento jurídico 6.
194 (28) Constitución española.
PRECEPTOS GENERALES ART. 159
Pero, en todo caso, lo que se puniría no sería el acto de la grabación, sino el bien jurídico
concreto que se vulnera con la difusión(29) 30.
Así, en la resolución(32) de tutela de derechos interpuesta por los antes citados espo
sos se puntualiza:
Sin embargo, consideramos que la línea de análisis que realiza el Tribunal Superior
para resolver la petición de tutela de derechos por exclusión de prueba prohibida no es la
correcta ni tampoco el momento procesal para resolver su expulsión.
(29) ASENC1O MELLADO, José María y UGAZ SÁNCHEZ-MORENO, José Carlos (2008). Prueba ilícita y lucha
anticorrupción. Lima: Grijley, p. 51.
(30) Expediente N° 00867-2011-PA/TC, Tribunal Constitucional, fundamento jurídico 11.
(31) Expediente N° 249-2015-19-5001-JR-PE-01, Resolución N° 09, veintitrés de junio de 2017, Sala Penal
Liquidadora Nacional.
(32) ídem. 195
ART. 159 LA PRUEBA
una cuestión prejudicial; eí único tópico de análisis, descartando toda otra observación, es
el establecer si la prueba fue obtenida violando derechos fundamentales, lo demás sobra.
“Cuando se excluye una prueba por derivar de un delito, no se hace por provenir de
ese delito, sino porque afecta a un derecho fundamental, o, lo que es lo mismo, solo
sucede la exclusión o la misma decisión de sobreseimiento si solo consta en esa prueba,
ante delitos que comportan infracción de derechos fundamentales, no todos. Y así
sucede con la tortura o con la entrada en domicilio sin orden judicial. Los derechos
son los que determinan la invalidez de la prueba, no la actividad típica delictiva”(33).
Por ello, se equivocan los jueces superiores que resolvieron el caso de los “petroau-
dios”, pues asumieron como un hecho acabado que al haberse dictado una sentencia con
denatoria consentida contra los representantes de la empresa Business Track (empresa a
través de la cual los agentes chuponeaban los teléfonos de los agraviados) como autores del
delito contra la libertad -violación de las comunicaciones-(34); no quedaba más remedio
que excluir la prueba -los audios- (incluso adelantaron el pronunciamiento en una cues
tión incidental en el juzgamiento(35)), pues su análisis debió centrarse exclusivamente en
verificar si en efecto en la obtención del material probatorio se produjo violación de dere
chos fundamentales o si se presentaban los presupuestos para la aplicación de una excep
ción a la exclusión de la prueba como, por ejemplo, utilizar la teoría de ponderación de
intereses u otras excepciones que desarrolla la jurisprudencia.
BIBLIOGRAFÍA
SCHÓNBOHM, Horst; MIXÁN MÁSS, Florencio; RODRÍGUEZ HURTADO, Mario y BURGOS M ARI-
ÑOS, Víctor (2007). Teoría y práctica para la reforma procesal penal. Trujillo: Ediciones BGL; SILVA SAN
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TRO, César (1992). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley; ASENCIO MELLADO, José María
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probatoria en el proceso penal. 6a edición. Trujillo: Ediciones BLG; NEYRA FLORES, José (2010). Nsanual del
nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; MIRANDA ESTRAMPES, Manuel (2012). La prueba en el proceso penal
acusatorio. Lima: Jurista Editores; DELGADO DEL RINCON, Luis (2013). “La regla de exclusión de la
(33) ASENCIO MELLADO, José María (2005). Derecho Procesal Penal: estudios fundamentales. Lima: INPECCP-
Cénales, p. 1126.
(34) Expediente N° 105-2008, Tercera Sala Liquidadora de Lima, fundamento jurídico 4.
(35) Decisión contraria a lo que había resuelto el Tribunal Constitucional en el Expediente N° 655-PHC/TC,
precisamente esta acción la promovió Alberto Quimper contra la iniciación de este proceso ordinario que lo
absolvió de los cargos; el Tribunal declaró infundada la demanda de hábeas Corpus y dispuso que el momento
procesal para la exclusión de la prueba sería en la sentencia y no antes. El Tribunal Constitucional prescribió:
“21. Para evaluar la incidencia de las pruebas prohibidas en la situación jurídica del beneficiario, este Tribunal
considera necesario examinar en abstracto el conjunto del proceso penal a fin de verificar la afectación del
derecho al debido proceso, y si la decisión sobre la situación jurídica del demandante se fundamenta, o no, en
pruebas prohibidas. Como el proceso penal aún no ha concluido, la presente demanda ha sido presentada en
196 forma prematura, por lo que deviene en improcedente”.
PRECEPTOS GENERALES ART. 159
prueba ilícita, excepciones y eficacia”. En BÁEZ SILVA, Carlos y RÍOS VEGA, Luis (eds.). Ciudadanía, dere
chos políticos y justicia electoral en México: memoria del IV Seminario Internacional del Observatorio judicial Electo
ral. Recuperado de: <http://www.te.gob.mx/ccje/iv_obs/materiales/LUIS%20DELGADO.pdf>; URBANO
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Jurista Editores; RE AÑO PESCHIERA, José (2004). Pormas de intervención en los delitos de peculado y tráfico
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José Carlos (2008). Prueba ilícita y lucha anticorrupción. Lima: Grijley; ASENCIO MELLADO, José María
(2005). Derecho Procesal Penal: estudios fundamentales. Lima: INPECCP-Cenales.
197
TITULO II
LOS MEDIOS DE PRUEBA
CAPÍTULO I
LA CONFESIÓN
Concordancias:
CPP: arts. 71,86, 161; CP: art. 46 inc.10.
• Sea prestada ante el juez o el fiscal en presencia de su abogado (inciso 2 del artículo
160 del Código Procesal Penal de 2004).
Cuando el artículo 160 del Código Procesal Penal de 2004 utiliza la palabra confesión,
está aludiendo específicamente a la declaración autoinculpatoria del imputado mediante la
cual este reconoce su participación en el delito materia de imputación, esto significa que
198 (*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 160
La conformidad es una forma de confesión prestada al inicio del juicio oral o una
especie de confesión cuando concurren determinados requisitos. La conformidad consta
de dos elementos materiales: a) el reconocimiento de hechos, una declaración de ciencia a
través de la cual el acusado reconoce su participación en el delito o delitos que se les haya
atribuido en la acusación; y b) la declaración de voluntad del acusado, a través de la cual
expresa, de forma libre, consciente, personal y formal la aceptación de las consecuencias
jurídico penales y civiles derivadas del delito (Acuerdo Plenario N° 5-2008/CJ-l 16, fun
damento jurídico 19)1 (2). Si bien es cierto que la conformidad es un término utilizado en
(1) En el Recurso de Nulidad N° 2482-2014-Lima, se consideró que al no mediar violencia o amenaza contra
víctima, no se materializa la circunstancia calificante en la conducta del sujeto activo; por lo que, corresponde
modificar la tipificación del delito a hurto agravado; conforme con lo facultado en el acápite 5 del Acuerdo
Plenario N° 5-2008/CJ-l 16, referido a los efectos vinculantes de la conformidad, en que por razones de legali
dad y justicia el Tribunal puede hacer un control /» bonam partem e introducir determinadas circunstancias no
incorporadas en la acusación -solo desde sus perfiles jurídicos, mas no fácticos- y dictar la sentencia confor
mada que corresponda (fundamento jurídico 3.5).
(2) En el Recurso de Nulidad N° 1609-2010-Huánuco se consideró que el encausado cuestiona el extremo
que declaró su responsabilidad penal por los hechos imputados, alegando insuficiencia probatoria; que, sin
embargo, dichos agravios carecen de fundamentos, en tanto que él se acogió a la conclusión anticipada del
juicio oral y conforme al Acuerdo Plenario N° 5-2008/CJ-l 16, en el procedimiento de conformidad procesal
no puede agregarse ni reducir los hechos o circunstancias descritos por el fiscal y aceptados por el imputado
y su defensa, tampoco pueden pronunciarse acerca de la existencia o no de pruebas o elementos de convicción
(fundamento jurídico 3). En el caso de autos, el acusado realizó una declaración motil proprio, en presencia del
representante del Ministerio Público y su abogado defensor, y durante un acto público reconoció su respon
sabilidad, por tanto, no se infringió su derecho a la no autoincriminación, sino que es un reconocimiento de 199
ART. 160 LA PRUEBA
rigor para la conclusión anticipada del juicio; nada obsta que, conceptualmente, la confor
midad pueda comprender al proceso especial de terminación anticipada en las etapas
previas al juicio, en razón de que ambas requieren que la confesión comprenda también
la calificación jurídica del hecho delictivo, la pena y la reparación civil, las cuales tendrán
como efecto la emisión de una sentencia condenatoria.
culpabilidad permitido por ley y que, en todo caso, hizo uso del ejercicio de su libertad de autodeterminación
(fundamento jurídico 4).
(3) En el Recurso de Nulidad N° 2642-2014-Lima se consideró que en el caso de autos no cabía admitir la
conclusión anticipada, puesto que en la sesión del juicio oral, el imputado, al ser preguntado respecto de
considerarse responsable de los hechos materia de acusación -conclusión anticipada del proceso-, respondió
afirmativamente; no obstante, al momento de tomar la palabra su defensor, luego de aceptar la conformidad
de su patrocinado, pidió que se tomará en cuenta la versión exculpatoria de este, en tanto que desconocía la
edad real de la agraviada, pues creía que contaba con quince años de edad, y que la relación sexual mantenida
fue de mutuo acuerdo y con consentimiento de la menor, más aún que no se le hallaron signos de violencia
física (fundamento jurídico 2.3). Lejos de solicitar a la defensa aclare la contradicción suscitada o explicara al
imputado sobre el carácter del asentimiento efectuado, el Colegiado Superior emitió la sentencia conformada,
lo que constituye un error del órgano judicial que la Fiscalía presente en el acto tampoco advirtió (fundamento
jurídico 2.4). En consecuencia, se ha incurrido en causal de nulidad insalvable, por lo que, corresponde declarar
la nulidad de la venida en grado para que se inicie el juzgamiento y se emita un pronunciamiento arreglado a
ley (fundamento jurídico 2.5).
(4) La confesión es la declaración del acusado -en sentido genérico-, por la cual narra o reconoce ser el autor de
unos hechos que la ley penal describe como delito. PARRA QUIJANO, Jairo (1992). Manual de Derecho Proba
torio. 3a edición. Bogotá: Ediciones Librería del Profesional, p. 180.
(5) La confesión es el reconocimiento del imputado, formulado libre y voluntariamente ante la autoridad judicial,
acerca de su participación en el hecho en que se funda la pretensión represiva ya deducida en su contra. En
tal caso se suele denominar confesión simple, en tanto que se llama confesión calificada si se le añaden
circunstancias capaces de excluir la responsabilidad penal -maté pero en defensa propia- o atenuada -maté,
pero violentamente emocionado- CAFFERATA ÑORES, José (2001). La prueba en el proceso penal con especial
200 referencia a la Ley N° 23894. 4a edición. Buenos Aires: Depalma, p. 159-
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 160
La confesión del imputado es un medio de prueba que siempre ha tenido gran impor
tancia en el proceso penal, porque se ha recurrido frecuentemente a ella cuando no ha
habido otro modo de probar la autoría del delito; por tanto, el hecho de centrar la activi
dad probatoria en la confesión tiene el grave peligro de intentar la autoinculpación a toda
costa, mediante el uso de métodos que puede sobrepasar el límite de lo permitido, pre
sionando excesivamente al imputado mediante la amenaza o tortura, lo cual puede generar
alguna sospecha de indebida presión policial o de inducción interesada para que declare en
un sentido autoincriminatorio, cuestionándose la eficacia probatoria de la confesión así obte
nida, por lo que lo más conveniente es buscar otros medios de prueba que puedan comple
mentar la confesión(8). La confesión del imputado está afectada de una sospecha objetiva
(6) La confesión es la declaración que en contra de sí hace el imputado, reconociéndose culpable del delito y demás
circunstancias. En rigor, la confesión importa la admisión del imputado de haber cometido una conducta
penalmente típica, aun cuando contenga alegaciones encaminadas a atenuar o excluir la pena SAN MARTÍN
CASTRO, César (2003). Derecho Procesal Penal. Volumen II. 2a edición. Lima: Grijley, p. 840.
(7) La confesión en el procedimiento penal es un acto procesal que consiste en la declaración necesariamente per
sonal, libre, consciente, sincera, verosímil y circunstanciada que hace el procesado, ya sea durante la investiga
ción o en el juzgamiento, aceptando total o parcialmente su real autoría o participación en la perpetración del
delito que se le imputa. MIXAN MASS, Florencio (1999). La prueba en el procedimiento penal. Lima: Ediciones
Jurídicas, p. 59.
(8) En el Recurso de Nulidad N° 472-2010-Apurímac se consideró que, en lo concerniente a la situación jurídica
del encausado, la prueba de cargo es sólida: fue capturado en flagrancia delictiva cuando integraba un grupo
de personas que transportaban droga en sus mochilas. La ocurrencia policial y el acta de registro e incautación,
en concordancia con los dictámenes periciales químicos y de balística forense, son definitivos. En su manifes
tación prestada con asistencia del fiscal y de su abogado defensor, admitió los cargos, aunque trató de mini
mizarlos alegando que ocasionalmente integró el grupo de “mochileros” y que, luego de aceptar, los sujetos
le dijeron que si se escapaba, lo matarían. La alegación de que fue maltratado por la policía para que admita
los cargos no tiene base material. Las lesiones levísimas que presenta no fueron inferidas en el acto de su
declaración, sino con motivo de su captura. En sede sumarial y plenarial, retractándose, afirmó que fue ame
nazado por “Sihuas”, el líder del grupo, para que traslade parte de la droga que ellos transportaban. Empero,
tal versión no tiene el menor fundamento probatorio -es claro, por lo demás, que toda versión excluyente de
responsabilidad, habiéndose acreditado la materialidad del transporte de droga en este caso, debe ser probada
por quien la alega, lo que no ha sucedido en el presente caso- (fundamento jurídico 8). 201
ART. 160 LA PRUEBA
de ilicitud(9) 10, es decir, de una sospecha de que la confesión habría sido conseguida valién
dose de procedimientos legalmente inadmisibles, ello porque la confesión, por regla gene
ral, es contraria al instinto de conservación al ser una declaración contraria a quien la for
mula, por eso se debe analizar rigurosamente las causas de su producción y las formali
dades de su obtención0 0).
(9) CLIMENT DURAN, Carlos (2005). La prueba penal. 2a edición. Tomo I. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 375.
(10) En el Recurso de Nulidad N° 1882-2010-Lima se consideró que la tesis de la defensa del encausado Sánchez
Fernández, a lo largo del proceso penal en el fuero ordinario, fue que su aceptación de los cargos por el delito
de terrorismo se debió a que los efectivos militares lo agredieron y presionaron para que los aceptara y seña
lará que conocía el lugar donde se encontraban las armas de corto y largo alcance; sin embargo, se tiene que
el certificado médico legal concluyó que el referido encausado no fue torturado ni presentó lesiones, y que la
pericia grafotécnica cinco determinó que la firma corresponde a dicho encausado; que, por otro lado, la decla
ración policial del encausado fue tomada los días 6 y 7 de octubre de 1999, sin embargo, el certificado médico
legal fue elaborado el 1 de octubre de 1999, en este contexto, no se puede descartar íntegramente la tesis de
la defensa del encausado, pues lo único que el certificado médico señaló es que hasta el 1 de octubre de 1999
el encausado no fue torturado, empero no puede afirmar lo que haya ocurrido hasta el 6 de octubre de 1999;
que, asimismo, la sola autoincriminación a nivel policial no puede sustentar una condena, pues la misma debe
estar corroborada con otros medios probatorios y no debe existir ninguna sospecha de manipulación antes ni
202 durante la declaración autoincriminatoria (fundamento jurídico 4).
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 160
La confesión puede producirse por primera vez durante la etapa de juicio, rectificando
la inicial declaración exculpatoria durante la etapa de investigación preparatoria, y tam
bién puede ocurrir que el imputado ratifique durante el juicio su inicial confesión pres
tada en la investigación. La confesión puede darse incluso durante las últimas palabras
del acusado al finalizar el juicio, que tiene lugar cuando han concluido los alegatos finales
y el juez penal concede la palabra al acusado para que exponga lo que estime conveniente
a su defensa (inciso 1 del artículo 391 del Código Procesal Penal de 2004), la cual no es
una mera formalidad, sino que está conectada con el derecho a la defensa que tiene todo
acusado, al que se le brinda la oportunidad final para confesar los hechos, ratificar o recti
ficar sus propias declaraciones o las de sus coacusados o testigos, o incluso discrepar de su
defensa técnica o completarla de alguna manera. La última palabra del acusado en juicio
se funda en el principio de que “nadie puede ser condenado sin ser oído”. La viva voz del
acusado es un elemento personalísimo y esencial para su defensa en juicio(11).
(11) La 3a Sala Penal Superior de La Libertad (jueces superiores Walter Cotrina Miñano, Carlos Merino Salazar y
Giammpol Taboada Pilco), en el expediente N° 3173-2014-19, mediante resolución del 16 de marzo de 2017,
resolvió que no podía instalarse la audiencia de apelación de sentencia condenatoria por el delito de homicidio
calificado, procediéndose a su reprogramación, debido a que por problemas técnicos no fue posible realizar
la videoconferencia con el condenado recluido en el establecimiento penitenciario Trujillo I (distrito de La
Esperanza) con la sala de audiencias de la Corte de Justicia de La Libertad (distrito de Trujillo), en la que se
encontraban presentes los jueces superiores, la fiscal superior y el defensor público, ello con la finalidad de res
guardar el derecho a la defensa material del imputado a través de la concesión de la palabra, como lo reconoce
el inciso 1 del artículo 391 del Código Procesal Penal de 2004. 203
ART. 160 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
PARRA QUIJANO, Jairo (1992). Manual de Derecho Probatorio. y edición. Bogotá: Ediciones Librería del
Profesional; CAFFERATA ÑORES, José (2001). La prueba en el proceso penal con especial referencia a la Ley
N° 23894. 4a edición. Buenos Aires: Depalma; SAN MARTÍN CASTRO, César (2003). Derecho Procesal
Penal. Volumen II. 2a edición. Lima: Grijley; MIXAN MASS, Florencio (1999). La prueba en el procedimiento
penal. Lima: Ediciones Jurídicas; CLIMENT DURAN, Carlos (2005). La prueba penal. Tomo I. 2a edición.
Valencia: Tirant lo Blanch.
204
Artículo 161.- Efecto de la confesión sincera^
El juez puede disminuir prudencialmente la pena hasta en una tercera parte por debajo
del mínimo legal, si se cumplen los presupuestos establecidos en el artículo 160, Este
beneficio es inaplicable en los supuestos de flagrancia, de irrelevancia de la admisión
de los cargos en atención a los elementos probatorios incorporados en el proceso y cuando
el agente tenga la condición de reincidente o habitual de conformidad con los artículos
46-B y 46-C del Código Penal.
Este beneficio también es inaplicable en los casos del delito previsto en el artículo 108-B
o por cualquiera de los delitos comprendidos en el Capítulo I: artículos 153, 153-A, 153-
B, 153-C, 153-D, 153-E, 153-P, 153-G, 153-H, 153-1, 153-J y Capítulos IX, X y XI del
Título IV del Libro Segundo del Código Penal!(*) **).
Concordancias:
CPP: arts. 86, 160; CP: art. 46 inc. 10.
El artículo 161 del Código Procesal Penal de 2004 prescribe que el juez puede dis
minuir prudencialmente la pena hasta en una tercera parte por debajo del mínimo legal,
si se cumplen los presupuestos establecidos en el artículo 160. Este beneficio es inaplica
ble en los supuestos de flagrancia, de irrelevancia de la admisión de los cargos en atención
a los elementos probatorios incorporados en el proceso y cuando el agente tenga la condi
ción de reincidente o habitual, de conformidad con los artículos 46-B y 46-C del Código
Penal. Asimismo, conforme a la última modificatoria del artículo 161 del Código Procesal
Penal de 2004, dispuesta por la Ley N° 30963, tampoco es aplicable en los casos del delito
previsto en el artículo 108-B (feminicidio) o por cualquiera de los delitos comprendidos
en el Capítulo I: artículos 153,153-A, 153-B, 153-C, 153-D, 153-E, 153-F, 153-G, 153-H,
153-1,153-J (trata de personas) y Capítulos IX (violación de la libertad sexual), X (proxene
tismo) y XI (ofensas al pudor público) del Título IV del Libro Segundo del Código Penal.
Como antecedente normativo, se tiene que el derogado artículo 136, segundo párrafo del
Código de Procedimientos Penales de 1940(1), no fijó límite legal a la disminución de la
pena, quedando a la discrecionalidad y prudencia del juez en atención a las circunstancias
del caso y a la personalidad del agente.
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013.
(**) Segundo párrafo incorporado por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1382, publicado el 28-08-2018. Texto
vigente según modificatoria efectuada por la quinta disposición complementaria modificatoria de la Ley
N° 30963, publicada el 18-06-2019.
(1) El artículo 136, segundo párrafo del Código de Procedimientos Penales de 1940, prescribe que: “La confesión
sincera debidamente corroborada puede ser considerada para rebajar la penal del confeso a límites inferiores al
mínimo legal”. 205
ART. 161 LA PRUEBA
del hecho punible cometido(2), con lo cual, eventualmente puede no ser aplicable el bene
ficio premial por confesión o concederse con porcentajes menores al máximo beneficio
de la tercera parte, según sea el caso(3) 4. Asimismo, el artículo literal “g” del inciso 1 del
artículo 46 del Código Penal considera a la confesión como una circunstancia de atenua
ción de la pena, cuando el sujeto activo del delito se presenta voluntariamente a las auto
ridades después de haber cometido la conducta punible, para admitir su responsabilidad.
(2) En el Recurso de Nulidad N° 2429-2014-Lima, se consideró que en el hecho mediaron varias circunstancias
agravantes específicas: mano armada, pluralidad de agentes y estado de gravidez de la víctima. Esta situación,
unida a la existencia de confesión sincera, importa una disminución de la pena por debajo del mínimo legal. Al
imputado se le bajó un año por debajo del mínimo legal, lo que impide una disminución más intensa, a tenor
del conjunto de agravantes concurrentes (fundamento jurídico 4).
(3) En el Recurso de Nulidad N° 4871-2007-La Libertad, se consideró que, a nivel de determinación de la pena, el
encausado fue condenado como autor de tres delitos: parricidio, actos contrarios al pudor de menor agravado
y violación sexual de menor agravado; que no es aplicable la atenuante de confesión sincera, pues el encausado
en su instructiva sostuvo, en contraposición con su manifestación policial, que solo tuvo relaciones sexuales
con la agraviada a partir de que esta tenía catorce años de edad; que, por otro lado, se toma en cuenta: i) que
el encausado admitió en el plenario ser autor de los delitos materia de acusación y responsable de la reparación
civil, lo que condujo a la conclusión anticipada del debate oral; ii) que, en el ámbito de la determinación de la
pena, las condiciones personales del encausado -carencias sociales, arrepentimiento y carencia de anteceden
tes- se evalúan con relación al injusto cometido y su reprochabilidad por el hecho; y iii) que, en el presente
caso, ninguna de las circunstancias concurrentes tienen aptitud para reducir la pena conminada por debajo del
mínimo legal (fundamento jurídico 7).
(4) La 2a Sala Penal Especial de la Corte Suprema (jueces supremos Salas Gamboa, Ponce de Mier, Pariona Pas-
trana), en el Expediente N° AV-13-2003 -caso Alberto Fujimori Fujimori-, mediante resolución del 10 de
abril de 2008, confirmó la sentencia emitida por el juez supremo Instructor Pedro Guillermo Urbina Ganvini
el 11 de diciembre de 2007, que condenó al acusado como inductor del delito de usurpación de funciones,
se consideró que no se puede hablar de confesión de parte del procesado, toda vez que este cuando prestó su
declaración indagatoria en el cuaderno de extradición formulado en su contra, no admitió el cargo que le indi
caba, pese a que conocía las abundantes pruebas que existía en su contra, que si posteriormente al momento de
rendir su declaración instructiva admite su participación, aquello no puede considerarse como una confesión,
sino más bien es una estrategia de la defensa con el objeto de buscar una rebaja de la pena solicitada por el
Ministerio Público, la misma que no surte efecto alguno, en atención a que dicho reconocimiento lo hace con
206 dicho propósito, así como a la abundante prueba de cargo existente en su contra (fundamento jurídico 25).
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 161
sea la confesión, mayor será la reducción de la pena”. La gradualidad del quantum del bene
ficio de reducción penal por confesión hasta el máximo legal dependerá exclusivamente de
la satisfacción plena de los criterios objetivos antes anotados, como se deduce del artículo
161 del Código Procesal Penal de 2004 al permitirle al juez disminuir prudencialmente
la pena hasta en una tercera parte por debajo del mínimo legal.
(5) En el Expediente N° 13-2003 (caso Alberto Fujimori Fujimori), el juez supremo Instructor Pedro Guillermo
Urbina Ganvini, mediante sentencia del 11 de diciembre de 2007 condenó al acusado como inductor del delito
de usurpación de funciones, considerando que de la valoración de los diversos medios de prueba, en especial
de la declaración de los testigos y del coimputado -ya condenado- Ubillús Tolentino, se obtiene que, antes
de la declaración del acusado, ya se encontraba suficientemente probado que fue él quien expidió la orden de
manera directa al ejecutor para que se hiciera pasar por el falso fiscal en la diligencia de allanamiento. Por
ende, la declaración del acusado, con relación a la concreta imputación, no aportó nada nuevo a lo ya corrobo
rado por la prueba recogida durante el proceso. No constituye confesión sincera la declaración del acusado que,
por razones de oportunidad y conveniencia a sus intereses, reconoce por primera vez la comisión de un hecho
luego de siete años, en tanto la abrumadora prueba recogida en la instrucción demuestra lo que el acusado de
manera tardía pretende recién reconocer (fundamento jurídico 23).
(6) En el Recurso de Nulidad N° 2487-2002-Arequipa, se consideró que la ratio de la confesión es la facilitación
del esclarecimiento de los hechos delictivos y que esta sea relevante para efectos de la investigación de los
hechos, a la par que evidencie una voluntad de colaboración a los fines del ordenamiento jurídico que contra-
rrestre la anterior voluntad antijurídica mostrada al cometer el hecho delictivo, relevancia que no se advierte 207
ART. 161 LA PRUEBA
tigación, negó los cargos y, luego, llegado el momento culminante del proceso, en el juicio
oral, los admite, ya nada queda por investigar, entonces, la confesión plenaria solo podrá
tener una relativa o escasa influencia en torno a la determinación e individualización de
la pena, pero no puede considerarse como un elemento atenuante de la responsabilidad
penal con entidad para rebajar la pena por debajo del mínimo legal (Acuerdo Plenario
N° 5-2OO8/CJ-116, fundamento jurídico 21)(7). No basta que las declaraciones hayan sido
reiterativas, pues deben estar rodeadas de ciertas corroboraciones periféricas, de carácter
objetivo, que la doten de aptitud probatoria, lo que no ha ocurrido en autos, ya que las
anotadas declaraciones no han sido corroboradas con prueba alguna; que, en tal virtud,
su absolución se encuentra arreglada a ley (Recurso de Nulidad N° 3682-2009-La Liber
tad, fundamento jurídico 3).
en el caso de autos por parte del recurrente, pues de sus declaraciones no se aprecia admisión de hechos que
sea completa, veraz, persistente, oportuna y relevante; en efecto, si bien en su primera declaración el citado
encausado admitió plenamente los hechos que se le atribuyen, brindado información relevante respecto a la
forma y circunstancias en que estos se produjeron, empero, con posterioridad sostuvo versiones contradictorias
y carentes de uniformidad, que reflejan su intención de ser beneficiado con una pena mínima, por lo que no
son de aplicación los efectos benéficos de la confesión sincera (fundamento jurídico 10).
(7) En el Recurso de Nulidad N° 3822-2009-Junín, se consideró el hecho de que no existió una confesión sincera,
ya que la asunción de responsabilidad penal, durante la sesión de audiencia del 10 de julio de 2009 -posterior
al trámite de conclusión anticipada-, fue consecuencia del material probatorio que corroboró su vinculación
con el evento criminal, ya que en el curso del proceso invocó inocencia en los hechos juzgados -manifestación
policial y declaración plenaria- (fundamento jurídico 5).
(8) En el Recurso de Nulidad N° 1192-2012-Lima, se consideró que esta declaración de Pedro César Mamanchura
Antunez no solo carece de los estándares mínimos de credibilidad y certeza, sino también es descartada por
que el propio encausado, alejándose de dicha tesis defensiva, en la diligencia de confrontación que realizó con
su coencausada Abencia Meza Luna en el plenario, reiteró la información incriminatoria que proporcionó en
forma libre y espontánea en sede policía, esto es, admitió que dio muerte a la agraviada Alicia Luisa Delgado
Hilario por encargo de Abencia Meza Luna a cambio de una determinada suma de dinero; que, en conse
cuencia, su declaración plenaria en la que sostuvo que dio muerte a la aludida agraviada por emoción violenta
208 quedó desvirtuada (fundamento jurídico 5.3.4).
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 161
Finalmente, el artículo 471 del Código Procesal Penal de 2004 ha precisado que el
beneficio de reducción de la pena de una sexta parte por acogerse al proceso especial de
terminación anticipada se acumulará al que reciba el imputado por confesión, en tanto
sea útil y anterior a la celebración del proceso especial. Sin embargo, tal acumulación no
procede cuando el imputado tenga la calidad de reincidente o habitual, en cuyo caso solo
recibe el beneficio correspondiente a la terminación anticipada.
BIBLIOGRAFÍA
PARRA QUIJANO, Jairo (1992). Manual de Derecho Probatorio. 3a edición. Bogotá: Ediciones Librería del
Profesional; CAFFERATA ÑORES, José (2001). La prueba en el proceso penal con especial referencia a la Ley
N° 23894. 4a edición. Buenos Aires: Depalma; SAN MARTÍN CASTRO, César (2003). Derecho Procesal
Penal. Volumen II. 2a edición. Lima: Grijley; MIXAN MASS, Florencio (1999). La prueba en el procedimiento
penal. Lima: Ediciones Jurídicas; CLIMENT DURAN, Carlos (2005). La prueba penal. Tomo I. 2a edición.
Valencia: Tirant lo Blanch.
(9) En el Recurso de Nulidad N° 1969-2016-Lima Norte, se consideró que tampoco se configura la bonificación
procesal por confesión sincera o conclusión anticipada del juicio oral. En efecto el acusado en sus manifesta
ciones policiales, en presencia del señor fiscal provincial, negó ser el autor de las lesiones graves causadas a la
agraviada, aduciendo que estas fueron causadas por su expareja, a quien no pudo identificar con exactitud.
En la etapa de instrucción, reconoció parcialmente un episodio de agresión, empero, justificó su accionar en
diversos motivos carentes de fundabilidad. Justamente negó las circunstancias que connotaban ese hecho
como lesiones de tipo graves. En ambas etapas procesales dicho procesado persistió en su negativa de asumir su
responsabilidad, por lo tanto, la versión que asume no reúne las características de integridad, veracidad, per
sistencia, oportunidad y relevancia. Esta conducta procesal no se corresponde con un acto de arrepentimiento,
menos aún, con la voluntad de hacerse responsable del delito y asumir plenamente las consecuencias jurídicas
derivadas de ello. Asimismo, no se acogió a los alcances de la conclusión anticipada del juicio oral, en cuyo caso
se habría logrado una rebaja de la pena. Al inicio del plenario, negó su responsabilidad respecto al delito de
lesiones graves por violencia familiar (fundamento jurídico 15). 20$
CAPÍTULO II
EL TESTIMONIO
Concordancias:
CPP: art. 95 inc. 1 lit. b; CPC: art. 222; CC: arts. 42 al 44-
Así es que, dentro de los medios de prueba admitidos en nuestra legislación, se indica,
en referencia al testimonio, que el interrogatorio directo corresponde al fiscal y al defen
sor, siendo quienes los rinden, los órganos de prueba, vale decir, los testigos (inciso 3 del
artículo 375).
Jauchen entiende que el órgano de prueba será toda persona que colabora con el juez
dentro del proceso, suministrando conocimiento sobre el objeto de prueba1 (2). A su vez, para
Víctor Cubas, órgano de prueba es la persona física que porta una prueba o elemento de
prueba y concurre al proceso, siendo un intermediario entre la prueba y el juez(3).
Por su parte, César San Martín menciona como órganos de prueba al testigo y al perito,
enfatizando que el elemento probatorio aportado se da a través de un medio de prueba,
el primero a través del testimonio y el segundo a través del dictamen o informe pericial(4).
El testigo, en tanto órgano de prueba, ofrece datos ciertos a través de sus declara
ciones en la investigación preparatoria (elementos de convicción) o durante el juicio oral
(1) CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico del Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta,
p. 714.
(2) JAUCHEN, Eduardo (2005). Derechos del imputado. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni, p. 25.
(3) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (1997). El proceso penal, teoría y práctica. Lima: Palestra, p. 241.
210 (4) SAN MARTÍN CASTRO, César (2005). Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, pp. 811-812.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 162
(elementos de prueba) que resultan relevantes para la probanza del caso o para declarar el
decaimiento del mismo.
Precisamente, para mejor colaborar con las finalidades del proceso, el testigo debe
de ser formalmente calificado. Ello debe ser así para generar confianza y garantía de que
las finalidades últimas del proceso y la justicia penal no serán tergiversadas a partir de la
participación de un testigo inidóneo o de un testimonio falaz.
Así es que un testigo ideal debe exhibir tanto una capacidad jurídica, previamente
puesta en evidencia y calificada, tanto como habilidades psicofisiológicas. La capacidad
jurídica es entendida como la aptitud legal que debe tener el testigo para que su testimo
nio constituya una prueba válida y eficaz.
Por su lado, la capacidad psicofisiológica alude a la idoneidad física y mental del tes
tigo para que pueda ofrecer información confiable dentro del proceso.
Por ende, será en las pericias de capacidad de expresión de hechos donde serán exa
minados algunos testigos en particular, bajo el interés de establecer la capacidad de dis
cernimiento, por ejemplo, en una persona sumamente anciana, tal como en un menor de
cuatro años.
1. Presunción de capacidad
presunción de capacidad para ser testigo. Tal norma expresa lo siguiente: “toda persona
es, en principio, hábil para prestar testimonio, excepto el inhábil por razones naturales o
el impedido por la ley”.
2. Verificación de idoneidad
Ante tal hecho, que razonablemente muy bien puede ocurrir, la norma dispone que
se realizarán las indagaciones que sean necesarias (recopilación de antecedentes documen
tarlos, tales como tratamientos médicos, psicológicos, psiquiátricos; estudios que hubiere
seguido la persona demostrando capacidad, desempeños laborales, benéficos, sociales, etc.)
y también las pericias que correspondan.
Las investigaciones serán tanto la idoneidad física como la idoneidad síquica, enten
diéndose que ello podrá ocurrir ante una solicitud fundamentada y razonable de cual
quiera de las partes.
Respecto a las pericias, la norma concede facultad al juez para que pueda ordenarlas
de oficio, entendiéndose que ello se hace así en consideración a la necesidad de establecer
la realidad del aporte que pueda ofrecer el testigo.
La pericia servirá para que se explique al juez objetivamente, así como a los suje
tos procesales, si el testigo podrá ofrecer información confiable, entendiéndose que, para
definir esto, se requerirá conocimiento especializado de naturaleza científica (inciso 1 del
artículo 172 del Código Procesal Penal de 2004).
12
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 162
En todos los casos referidos, se discutirá siempre sobre la capacidad psicofísica del
testigo y, por ello, conviene conocer debidamente hasta qué punto podrá existir confiabi
lidad en sus expresiones, de modo que pueda generar certeza respecto de que sostengan;
de otro lado, aunque se trate de personas comunes y normales, igualmente será relevante
conocer sobre la capacidad de las personas.
1. La percepción
La percepción involucra al estado y la capacidad idónea de las facultades de la per
sona, circunstancialmente convertida en testigo y que se hace valiosa precisamente por ello.
El testigo, en tanto órgano de prueba, ofrece datos ciertos a través de sus declara
ciones en la investigación preparatoria (elementos de convicción) o durante el juicio oral
(elementos de prueba) que resultan relevantes para la probanza del caso o para declarar
la caída de este.
La percepción viene a ser un fenómeno más complejo que la simple sensibilidad (en
tanto respuesta básica ante un estímulo) configurando una reunión de respuestas que consti
tuyen un proceso recepticio. Así es que la percepción incluye una interpretación básica de las
sensaciones, otorgándoles significado y orden, convirtiéndose lo percibido en información.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta lo siguiente: “Los testigos se hallan general
mente en una condición negativa desfavorable, muy distinta de la de un observador: su
conocimiento se produce por casualidad, involuntariamente, sin preparación y sin interés:
en consecuencia, sin mucha atención, y ello origina una percepción más o menos incom
pleta, fragmentaria y desviada”®.
Chocano Núñez, precisamente, toca el tema de los errores en la percepción, que cierta
mente pueden ser frecuentes y deben motivar nuestro sentido crítico: “El juez tiene que tener
en cuenta siempre las posibilidades de una falsa percepción de la realidad, pero no por ello debe
pensar que siempre los testigos perciben falsamente la realidad, al contrario, debe asumirse que,
(5) RODRÍGUEZ CHOCONTÁ, Orlando (2005). El testimonio penal y sus errores, su práctica en el juicio oral y público.
Bogotá: Temis, p. 186.
(6) GORPIIE, Francois (1998). Apreciación judicial de las pruebas. Bogotá: Temis, p. 294. 213
ART. 162 LA PRUEBA
en general, los hombres se encuentran suficientemente dotados para reflejar la realidad con la
mayor exactitud”®.
2. La retención
El testigo debe no solo haber percibido, sino que debe haber asumido cognitivamente
ello, lo cual importa el almacenamiento del conocimiento que será guardado en la memoria.
Mixán expresaba que la retención depende de la postura consciente del ser humano,
lo cual tiene que ver con su actitud o modo de estar en relación a las cosas que suceden.
Ello se vincula a las observaciones de la persona, ocurriendo que algunas de aquellas pue
den ser involuntarias, así como otras son voluntarias, pudiendo ser más eficaces las invo
luntarias, aunque también nos refiere que se retiene lo que para las personas posee interés®.
La memoria del testigo resulta relevante cuando se trate de reconstruir los hechos y
debemos distinguir que, biográficamente, habrán personas dueñas de una muy buena memo
ria y otros la tendrán frágil. Por ende, no solo es memoria, sino retención o conservación.
Estas representaciones serán logradas con testigos que posean mucha formación o
con los peritos, quienes, en su análisis y conclusiones, podrán volcar fácilmente sus viven
cias profesionales y experticia.
(7) CHOCANO NÚÑEZ, Percy (2003). Derecho probatorio y derechos humanos. Inadmisibilidad de pruebas ilegítimas.
Tomo I. Arequipa: UNSA, p. 256.
(8) MIXÁN MÁSS, Florencio (1991). La prueba en el procedimiento penal. Lima: Ediciones Jurídicas, p. 92.
(9) ídem. Refiere que las asociaciones por semejanza se basan en la similitud de los objetos de las representaciones;
por ejemplo, si veo a “x” que es intrépido, recuerdo a “n” que también lo es; en cambio, la asociación por
contigüidad tiene lugar cuando el recuerdo se funda en el factor tiempo y/o espacio en el que ocurrió; por
ejemplo, si el 1 de enero de 1990 tuvo lugar un suceso importante, será recordado dicho suceso cada 1 de
214 enero.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 162
3. La evocación
Viene a ser la capacidad de recuperar voluntariamente las imágenes que han quedado
en la memoria de los hechos pasados. Para Gorphe, “el reconocimiento de los recuerdos
requiere un trabajo de selección, de coordinación y de interpretación, que difiere según el
sentido crítico y el poder de juicio interno de cada uno”°0).
Explica Chocano Nuñez que: “las reminiscencias no siempre son voluntarias, pero
son estas las que interesan para los efectos del testimonio. Por otro lado, no siempre es
posible de evocar todo lo que se desea, por fallas de la memoria propias de la naturaleza
humana y no siempre la evocación es realmente del hecho que se produjo en la realidad”00.
4. La comunicación
La capacidad expresiva del testigo resulta relevante en tanto se pretende tender un
puente de comunicación con el juez y hacer que este último perciba a través de quien fue
testigo de los hechos. La pregunta es: ¿habrá capacidad de vivenciar y transmitir la vivencia?
Respecto a este último tema, se ha dicho lo siguiente: “la deposición puede ser más
o menos fiel, dependiendo de la complejidad del hecho sobre el que se depone, de la con
ducción del interrogatorio, de la capacidad [p]sicofísica del testigo y de la voluntad de
decir la verdad”(12).
Para Gorphe, “se trata, esencialmente, de obtener del testigo el saber máximo, al
mismo tiempo que lo más exacto posible. En la deposición intervienen dos factores prin
cipales: de una parte la capacidad de expresar con mayor o menor claridad las percepcio
nes reales recibidas; y de otra, la voluntad de reproducirlas fiel y francamente”0 3).
Ahora bien, algo cierto es que se debe prestar siempre atención a varias manifestaciones,
como bien pueden ser: conducta verbal, conducta paralingüística y conducta no verbal(14).
A nuestro entender, la facultad concedida se vincula con el interés que tiene que tener
el juez, en que la información que se le ofrezca sea confiable y veraz y no que pueda ser
considerada dudosa.
Bajo la clásica consideración de que el testigo será favorable o a la causa del fiscal o a
la causa de la defensa, se podría argüir que es a aquella parte favorecida por el testimonio
En tal sentido, al juez no le interesa decidir por decidir y que cualquiera de las par
tes resulte ganando, solo porque ello corresponde que suceda al final del proceso. No es
así, pues al juez le corresponde decidir en justicia, y ello no se corresponde solo con que
uno gane ni tampoco con que resulte ganador el mejor orador o más dotado en el cono
cimiento del Derecho.
Se supone que el juez es consciente del valor de su decisión para la paz social y para la
consolidación del Estado de derecho y, por tanto, debe asumir la necesidad de que la infor
mación que fluya y se muestre ante él deba ser valorable. Por ende, el juez también posee un
interés respecto al cumplimiento de los estándares de la prueba que se actúe en su delante.
Por ende, el que se le otorguen facultades al juez para ejercitar acciones de oficio va
precisamente en tal orden de entendimiento.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico del Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
JAUCHEN, Eduardo (2005). Derechos del imputado. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni; CUBAS VILLA-
NUEVA, Víctor (1997). El proceso penal, teoría y práctica. Lima: Palestra; SAN MARTÍN CASTRO, César
(2005). Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley; RODRÍGUEZ CHOCONTÁ, Orlando (2005). El testimonio
penal y sus errores, su práctica en el juicio oral y público. Bogotá: Temis; GORPHE, Francois (1998). Aprecia
ción judicial de las pruebas. Bogotá: Temis; CHOCANO NUNEZ, Percy (2003). Derecho probatorio y derechos
humanos. Inadmisibilidad de pruebas ilegítimas. Tomo I. Arequipa: UNAS; MIXAN MASS, Florencio (1991).
La prueba en el procedimiento penal. Lima: Ediciones Jurídicas; DIGES, Margarita (2016). Testigos, sospechoso y
recuerdos falsos. Estudios de psicología forense. Madrid: Trotta.
S JURISPRUDENCIA
La contundencia de la prueba testimonial (directa) y los probados indicios de cargo no pueden verse enervados frente a
los posibles escenarios que arroja una prueba pericial de descargo basada en probabilidades, con cuestionamientos razo
nables y que, esencialmente, no alcanzar para eliminarlo afirmado por los testigos. R.N. N° 1658-2014-Líma.
{L}as notas que autorizan la admisión de prueba testimonial ya rendida en el juicio de primera instancia son, copu
lativamente: i) La presencia de un defecto grave de práctica o valoración de la prueba personal en primera instancia,
ii) Que la información brindada por el testigo pueda variar la decisión del aquo. Por la importancia de estas vulne
raciones y de la información contenida se puede ingresar este material probatorio sin afectar los principios de inmedia
ción, contradicción, derecho de defensa y plazo razonable. Cas. N° 854-201-Ica.
216
Artículo 163.- Obligaciones del testigo
1. Toda persona citada como testigo tiene el deber de concurrir, salvo las excepciones
legales correspondientes, y de responder a la verdad a las preguntas que se le hagan.
La comparecencia del testigo constituirá siempre suficiente justificación cuando su
presencia fuere requerida simultáneamente para dar cumplimiento a obligaciones
laborales, educativas o de otra naturaleza y no le ocasionará consecuencias jurídicas
adversas bajo circunstancia alguna.
2. El testigo no puede ser obligado a declarar sobre hechos de los cuales podría surgir
su responsabilidad penal. El testigo tendrá el mismo derecho cuando, por su decla
ración, pudiere incriminar a alguna de las personas mencionadas en el numeral
1) del artículo 165.
3. El testigo policía, militar o miembro de los sistemas de inteligencia del Estado no
puede ser obligado a revelar los nombres de sus informantes. Si los informantes
no son interrogados como testigos, las informaciones dadas por ellos no podrán ser
recibidas ni utilizadas.
Concordancias:
CPP: arts. 162, 165 inc. 1, 327; CP: art. 409; CPC: art. 222.
La necesidad de la participación del testigo, para los fines de una mejor impartición
de justicia, le somete necesariamente a obligaciones de conducta dentro del proceso, las
cuales desarrollaremos en las siguientes líneas.
1. Obligación de comparecer
La citación al testigo determina que aquel debe acudir, obligatoriamente, ante la auto
ridad que le cita, en la fecha, lugar y hora indicados. Por cierto que la ley no es irrazona
ble ni la autoridad tampoco, y, por eso, algunas circunstancias materiales como viajes pre
vios, enfermedad o motivos laborales urgentes serán comprendidos y, por ende, podrán
ser nuevamente citados.
Una cosa cierta es que más comprensión existe en las etapas iniciales y podrán darse
varias citaciones; pero en la etapa del juicio oral, la obligación del testigo es más apremiante y
la obligación que posee puede motivar una conducción compulsiva, en caso de inconcurrencia.
de procedimiento, en virtud del deber genérico que pesa sobre toda persona, consistente
en prestar colaboración a las autoridades públicas comprometidas en el esclarecimiento y
sanción de los delitos”(1).
Lo referido constituye un mandato de orden público que genera una justificación legal
y suficiente, de modo que la ausencia del testigo en su centro de trabajo, por motivo de ren
dir testimonio en el proceso penal, de ningún modo podrá interpretarse como falta injusti
ficada ni se podrá sumar a otras que sí estuvieren injustificadas en perjuicio del trabajador.
Lo cierto es que si bien hay exámenes en fechas rígidas y únicas como los de ingreso
a universidades, los de postulantes a magistrados (ante la Junta Nacional de Justicia) o los
de la Academia de la Magistratura, estos únicamente se fijan los días domingo, por lo que
resulta muy difícil que ocurra un conflicto.
Como último concepto, la norma refiere que “no le ocasionará consecuencia jurídica
adversa bajo circunstancia alguna”, en lo que podemos advertir que constituye una afir
mación imperativa que evidencia la voluntad de la ley de no perjudicar a quien fuere tes
tigo de manera alguna.
(1) HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASLE, Julián (2004). Derecho Procesal chileno. Tomo II. Santiago
de Chile: Editorial Jurídica de Chile, p. 274.
218 (2) SAN MARTÍN CASTRO, César (2005). Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p.102.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 163
Obvio es que el mismo derecho se aplicará a nivel del juicio oral, pues, dado el caso,
será perfectamente aplicable y quien hubiera sido citado como testigo y, como tal, tuviera
que responder preguntas, podrá negarse a hacerlo si considera que al responder a aquellas
podría incriminarse.
Obvio es que tal expresión o su silencio, ante las preguntas, podrán poner en claro
que su condición varía y de testigo, se convertirá en investigado. Resulta claro que quien
considere estar en una situación así debe de haberse asesorado, de modo tal que él mismo
pueda expresar que se acoge a los artículos pertinentes del Código, en defecto de lo cual
también lo podría señalar su abogado.
Como la norma refiere a que el testigo no puede ser obligado a declarar (respecto tales
hechos), entendemos que una vez advertida la situación del testigo, nada impide que se le
puedan hacer conocer los beneficios legales que podría obtener si cooperara al pronto escla
recimiento de los hechos, tal cual se puede hacer con el imputado (artículo 87, inciso 4).
3. Obligación de veracidad
La obligación natural del testigo, conforme a los fines del proceso penal, es deponer
con la verdad y esto no resulta dejado al azar por la norma ni a la espontaneidad del tes
tigo, sino que ello resulta organizado y ordenado normativamente.
(3) MEDINA SCHULZ, Gonzalo (2003). “La primera declaración del imputado y el derecho en perjuicio propio”.
En: La prueba en el proceso penal. Santiago de Chile: Lexis Nexis, pp. 36-37. Este autor nos recuerda que la
Corte Suprema de Estados Unidos en el caso Murphy vs. Waterfront Comission denominó al problema de la
declaración del imputado en juicio “cruel trilema”, que significa que un ciudadano es obligado a contestar pre
guntas cuya respuesta veraz es incriminatoria, pues ante dicha situación solo puede: i) responder verazmente y
perjudicarse, lo que es contrario a la naturaleza humana; ii) no contestar, caso en el cual puede ser acusado de
desacato; y iii) mentir, caso en el cual cometería perjurio. 219
ART. 163 LA PRUEBA
Michele Taruffo, sobre este tema, ha sostenido que es verdad que el contexto del pro
ceso es peculiar, sea porque existen reglas de exclusión, porque hay normas que determi
nan a priori el valor de ciertas pruebas o porque la búsqueda de la verdad no puede durar
infinitamente, mas añade: “Sin embargo no hay dudas, a pesar de estos límites, [de] que la
búsqueda de la verdad tiene sentido, y que un decisor racional debe tender a maximizar la
verdad respecto al conocimiento de los hechos que le interesan, si quiere maximizar la vali
dez de sus decisiones y reducir el riesgo de errores que pueden traer graves consecuencias”.
3.1. La verdad
Que el testigo deba expresar la verdad de lo que haya percibido constituye una afir
mación que se repite hasta el cansancio dentro del CPP, cada vez que se toca el tema del
interrogatorio. Tal afirmación es indicada en los preceptos generales de las actuaciones pro
cesales: “El declarante prometerá decir la verdad” (artículo 118, inciso 1).
Posteriormente, cuando se trata de la realización del testimonio a nivel del juicio oral,
en parecidos términos se dice que el juez: “dispondrá que preste juramento o promesa de
decir la verdad” (artículo 378, inciso 1).
En relación a las informaciones de oídas que posean y les sean preguntadas, se entiende
que las deberán ofrecer respondiendo al interrogatorio con la verdad, tal cual están obliga
dos; sin embargo, si se les pidiera el o los nombres de sus informantes, ellos podrán negarse
a revelarlos. Por ende, la única posibilidad legal de que ellos revelen los nombres de sus
informantes es que lo hagan voluntariamente.
La norma pareciera que solo daría valor a las testimoniales del policía, militar o agente
de inteligencia si luego de tales declaraciones también fueran interrogados los informan
tes, lo cual parece un contrasentido, puesto que si pudiera contarse con la testimonial del
último, sería poco interesante mantener el testimonio de quien sabe información de oídas.
Así es que la norma refiere: “Si los informantes no son interrogados como testigos,
las informaciones dadas por ellos no podrán ser recibidas ni utilizadas”. En realidad, para
interpretar una salida lógica, podría entenderse que el informante será interrogado de un
220
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 163
Por otro lado, por más que sea un testimonio de información obtenida de oídas,
consideramos irrazonable e ilógico que se deseche totalmente la información, pues aque
lla podría ser corroborada por otras fuentes y los detalles que se podrían haber obtenido
de un informante anónimo, podrían servir de punto de comparación para dar o no vera
cidad a tal información o también podría servir como indicio, sujetándolo a compulsa
con otros elementos.
§5 BIBLIOGRAFÍA
HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASLE, Julián (2004). Derecho Procesal chileno. Tomo II. San
tiago de Chile: Editorial Jurídica de Chile; SAN MARTÍN CASTRO, César (2005). Derecho Procesal Penal.
Lima: Grijley; MEDINA SCHULZ, Gonzalo (2003). “La primera declaración del imputado y el derecho
en perjuicio propio”. En: La prueba en el proceso penal. Santiago de Chile: Lexis Nexis.
221
Artículo 164,- Citación y conducción compulsiva
1. La citación del testigo se efectuará de conformidad con el artículo 129. Cuando
se trata de funcionarios públicos o de dependientes, el superior jerárquico o el
empleador, según el caso, están en la obligación de facilitar, bajo responsabilidad,
la concurrencia del testigo en el día y hora en que es citado.
2. El testigo también podrá presentarse espontáneamente, lo que se hará constar.
3. Si el testigo no se presenta a la primera citación se le hará comparecer compulsiva
mente por la fuerza pública.
Concordancias:
CPP: art. 129; CP: art. 425; CPC: arts. 53, 232; LOPJ: art. 282.
I. Análisis preliminar
A partir de la entrada en vigor del Código Procesal Penal, se incorporó la obtención
y actuación de la prueba testifical en sede preliminar, preparatoria y de juzgamiento, con
un especial desarrollo procesal y dogmático, normas procesales que en el capítulo II, artí
culos 162 al 171, plantean un remozado desarrollo de este importante medio probatorio y
cuyo progreso ha significado el refuerzo de la reforma procesal, cuya validez y eficacia ya
es inminente en todo el territorio nacional.
que existen comunicaciones jurídicas (operaciones fácticas) que versen sobre las cons
trucciones dogmáticas, la ‘dogmática jurídica’ formará parte del sistema jurídico. Solo
una vez que el sistema del Derecho ha revalidado una comunicación del sistema de
la ciencia, se produce una interpenetración de ambos sistemas y la respectiva estruc
tura dogmática comienza a formar parte del sistema jurídico (...)”(1).
En este contexto, como lo explica el profesor Talavera Elguera®, siendo el testigo aque
lla persona que ha percibido por sus sentidos el hecho punible, sus circunstancias o cual
quier otro hecho sobre el cual las partes hubieran hecho alguna afirmación y sea objeto de
prueba pudiendo ser considerado por excepción el testigo de referencia, técnico o el impro
pio, está obligado a acudir en forma oportuna, cuando se procure el llamamiento fiscal o
judicial respectivo, citación que debe efectuarse en modo tal que el testigo pueda tomar
conocimiento en forma clara e inequívoca del motivo por el cual está siendo citado y de
los hechos sobre los cuáles ofrecerá su relato, no pudiendo ser obligado a declarar sobre
hechos de los cuales podría surgir su responsabilidad penal o cuando por su testificación
se advierta la posibilidad de incriminar verbigracia a su cónyuge. 1 2
(1) PINA ROCHEFORT, Juan Ignacio (2005). Rol social y sistema de imputación. Una aproximación sociológica a la
función del Derecho Penal. Barcelona: Bosch, p. 338.
(2) TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia de la Magistratura,
p. 88. 223
ART. 164 LA PRUEBA
La citación fiscal o judicial tiene por finalidad hacer comparecer a las víctimas, testi
gos, peritos, intérpretes, depositarios y otros que correspondan, en el tiempo y lugar prefi
jados, a las actuaciones fiscales o judiciales en las que se considere necesaria su presencia;
es indispensable reiterar que el testimonio del testigo en sede preliminar o de investigación
preparatoria será considerado como elemento de convicción, mientras que en sede judi
cial y en estricto en el juicio oral de primera o segunda instancia se le considerará como
medio probatorio.
(3) Cfr. ANGULO MORALES, Marco Antonio (2012). El derecho probatorio en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta
Penal, pp. 137-138. “Una de las exigencias que muestra el nuevo sistema procesal penal, en el proceso semi
adversarial, se orienta fundamentalmente a la actuación del abogado patrocinante. A diferencia de la actividad
que tenía el Ministerio de Defensa, basado en la escrituralidad, con la utilización de la oralidad en el proceso
o juicio, ahora se demandará en el jurista mayor conocimiento y entrenamiento en las técnicas de litigación
oral, pericia, experiencia, tacto y tino, a efectos de que su intervención en el debate cumpla con su cometido.
Se constituyen las oposiciones u objeciones en los artilugios mediante los cuales se solicita al juez, se desestime
la actuación probatoria de un determinado medio de prueba o se dejen sin efecto las preguntas formuladas con
grave vulneración de las garantías de las cuales se encuentra premunido el proceso penal; la objeción tiene una
finalidad preventiva destinada a evitar que se sometan a valoración judicial caudales probatorios o interrogato
224 rios que resultan manifiestamente inadmisibles’’.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 164
“[C]on relación a las citaciones telefónicas, ha fijado que el artículo 129 del Código
Procesal Penal autoriza la notificación o citación telefónica, pero solo en casos de
urgencia, de lo que se dejará constancia en autos (apartado 2). La regla es la notifica
ción mediante cédula (artículos 157 y 158 del Código Procesal Civil) y por medio de
personal del propio órgano jurisdiccional (apartado 1 del artículo 129 del Código Pro
cesal Penal). La urgencia es una situación concreta y eventual que se presenta cuando
no es posible, por razones de tiempo o logística del órgano jurisdiccional, o por cau
sas de fuerza mayor o causas imprevistas, acordar la vía ordinaria de la cédula, con
forme al apartado 1 del citado artículo 129 del Código Procesal Penal. Como excep
ción a la regla, su interpretación es restrictiva y, para garantizar su corrección, debe
especificarse el motivo determinante de la urgencia”
En ese entendido, considero que deben tenerse presente dos aspectos relevantes para
optar por una notificación distinta a la tradicional: a) que, en efecto, se acredite y exprese
el motivo del reemplazo de la cédula de notificación para la notificación tradicional y b)
que con la observancia del literal “a” se procure la utilización de los sistemas de notifica
ción Sinoe de reciente implementación en el sistema judicial peruano, que no hace sino
fortalecer y modernizar el sistema de justicia con el empleo de nuevas herramientas apli
cadas a la informática y que se encuentran vinculadas a una actual impartición de justicia.
llamamientos a este órgano de prueba, en ese entendido, bastará que el testigo haga caso
omiso a la primera citación fiscal o judicial para que se pueda recurrir a las acciones coer
citivas que, no obstante ser legales -uso de la fuerza pública-, deberán cuidar de no vul
nerar el derecho fundamental a la dignidad del ser humano.
“(...) el imputado es el sujeto del proceso que suele estar en la mejor posición para
efectuar aportes probatorios respecto del hecho que se le atribuye, no obstante ello,
su colaboración únicamente puede obtenerse a partir de una actitud estrictamente
voluntaria, lo que constituye una de las notas distintivas del proceso penal moderno
en contraposición a la metodología inquisitiva dominante en el pasado, donde el obje
tivo primordial de las actuaciones judiciales en materia criminal consistía en lograr
la confesión del acusado a toda costa’. En el marco de esta metodología procesal,
la dignidad humana convierte al imputado en un sujeto incoercible e impone a los
funcionarios encargados de la persecución penal el deber de atenerse a lo que aquel
decida en cuanto a si declarará o no y obviamente al contenido de ella”.
Reitero, con modestia, que en el caso del testigo, la prerrogativa de guardar silencio
y no declarar se traducirá más bien en la posibilidad de que el testigo citado exprese des
conocimiento sobre lo que se le pregunta, mas no de negarse a ser interrogado y conse
cuentemente a deponer con verdad, salvo cuando se adviertan las excepciones prescritas
en el artículo 165 del ordenamiento adjetivo vigente. Finalmente, sobre el proceder que
debe asumirse cuando el testigo no ha concurrido a la audiencia para la que es citado -
encontrándonos en la etapa procesal del juicio oral-, en consonancia con la vigencia del
inciso 3 del artículo 164, debe aplicarse lo normado en el artículo 379 del mismo Código
Procesal a efectos de que se conduzca coercitivamente al testigo requerido; de no ubicarse
el lugar exacto donde pueda emplazarse al testigo, agotándose todos los medios posibles
para conseguir sus arraigos con el concurso del oferente, debe preferirse la prescindencia
de dicho medio de prueba y continuarse con el juzgamiento conforme a la reglas preelu
sivas que informan y rigen el plenario oral.
227
ART. 164 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
ANGULO MORALES, Marco Antonio (2012). El derecho probatorio en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta
Penal; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009)- La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia de la
Magistratura; PIÑA ROCHEFORT, Juan Ignacio (2005). Rol social y sistema de imputación. Una aproxima
ción sociológica a la función del Derecho Penal. Barcelona: Bosch
¿¡ü JURISPRUDENCIA
Tal como se aprecia de la cédula de citación por ¿z cual se le cita al actor por segunda vez para rendir sus decla
raciones bajo apercibimiento de ser conducido compulsivamente se infiere que la fiscal basa la citación y conduc
ción compulsiva en el artículo 164, inciso 3 del Código Procesal Penal, el cual señala la citación en calidad de
testigo, premunida de las facultades coercitivas que le otorga el artículo 66 inciso 2 del Código Procesal Penal.
Además, se desprende de la declaración de la demandada, que el actor tiene la condición de testigo. STC Exp.
N° 06020-2008-PHC/TC-Huaura.
228
Artículo 165.- Abstención para rendir testimonio
1. Podrán abstenerse de rendir testimonio el cónyuge del imputado, los parientes dentro
del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, y aquel que tuviera
relación de convivencia con él. Se extiende esta facultad, en la misma medida, a los
parientes por adopción, y respecto de los cónyuges o convivientes aún cuando haya
cesado el vínculo conyugal o convivencial. lodos ellos serán advertidos, antes de la
diligencia, del derecho que les asiste para rehusar a prestar testimonio en todo o en
parte.
2. Deberán abstenerse de declarar, con las precisiones que se detallarán, quienes según
la ley deban guardar secreto profesional o de Estado:
a) Los vinculados por el secreto profesional no podrán ser obligados a declarar
sobre lo conocido por razón del ejercicio de su profesión, salvo los casos en los
cuales tengan la obligación de relatarlo a la autoridad judicial. Entre ellos
se encuentran los abogados, ministros de cultos religiosos, notarios, médicos y
personal sanitario, periodistas u otros profesionales dispensados por ley expresa.
Sin embargo, estas personas, con excepción de ministros de cultos religiosos, no
podrán negar su testimonio cuando sean liberadas por el interesado del deber
de guardar secreto.
b) Los funcionarios y servidores públicos si conocen de un secreto de Estado, esto es,
de una información clasificada como secreta o reservada, tienen la obligación
de comunicárselo a la autoridad que los cite. En estos casos se suspenderá la
diligencia y se solicitará información al ministro del sector a fin de que, en el
plazo de quince días, precise si, en efecto, la información requerida se encuentra
dentro de los alcances de las excepciones establecidas en el texto único ordenado
de la ley de la materia.
3. Si la información requerida al testigo no se encuentra incursa en las excepciones
previstas en la ley de la materia, se dispondrá la continuación de la declaración.
Si la información ha sido clasificada como secreta o reservada, el juez, de oficio o
a solicitud de parte, en tanto considere imprescindible la información, requerirá
la información por escrito e inclusive podrá citar a declarar al o los funcionarios
públicos que correspondan, incluso al testigo inicialmente emplazado, para los
esclarecimientos correspondientes.
Concordancias:
C: art. 2 inc. 18; CPP: arts. 163, 170 inc. 2, 175, 224 inc.l, 327; CPC: art. 220; CP: art. 165; CC: art. 816;
DUDH: art. 21.
normativa que se encontraría plenamente justificada, por cuanto de procurarse estas mani
festaciones testificales, sencillamente no estaríamos frente a la narración de hechos avalo-
rativos o neutrales, sino más bien en extremo parcializados, por lo que se estaría poniendo
en grave riesgo la posibilidad de obtener datos certeros sobre la comisión del evento delic
tivo materia de proceso penal; así, dispone la norma pertinente que “podrán abstenerse
de rendir testimonio el cónyuge del imputado, los parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad y aquel que tuviera relación de convivencia con él.
Se extiende esta facultad, en la misma medida, a los parientes por adopción y respecto de
los cónyuges o convivientes aun cuando haya cesado el vínculo conyugal o convivencial.
Todos ellos serán advertidos, antes de la audiencia o diligencia, del derecho que les asiste
para rehusar a prestar testimonio en todo o en parte.
• Los vinculados por el secreto profesional no podrán ser obligados a declarar sobre
lo conocido por razón del ejercicio de su profesión, salvo los casos en los cuales
tengan la obligación de relatarlo a la autoridad judicial. Entre ellos se encuentran
los abogados, ministros de cultos religiosos, notarios, médicos y personal sanita
rio, periodistas u otros profesionales dispensados por ley expresa. Sin embargo,
estas personas, con excepción de ministros de cultos religiosos, no podrán negar
su testimonio cuando sean liberadas por el interesado del deber de guardar secreto.
(2) MORENO CATENA, Víctor (1980). E/ secreto en la prueba de testigos del proceso penal. Madrid: Montecorvo,
232 p. 298.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 165
esta actividad procesal; además, sostiene de manera uniforme que el derecho a la prueba es
un derecho comprendido en el contenido esencial del derecho al debido proceso, ostentado
reconocimiento implícito en el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución como una de
las garantías que asisten a las partes para presentar los medios probatorios necesarios que
posibiliten la creación de convicción en el juzgador sobre la veracidad de sus argumentos.
Sin embargo, como todo derecho fundamental, el derecho a la prueba también está sujeto
a restricciones o limitaciones, derivadas tanto de la necesidad de que sean armonizados con
otros derechos o bienes constitucionales -límites extrínsecos-, como de la propia natura
leza del derecho en cuestión -límites intrínsecos-.
Otro aspecto relevante es el que se plantea el proceso penal cuando se tiene que actuar
pruebas testificales y el órgano de prueba ha sido considerado como uno de identidad reser
vada, en ese contexto, debe quedar sentado que esta posibilidad ha recibido el respaldo
estatal mediante la dación de la Ley N° 30077, en ese contexto, aun con los discrepancias
del sistema judicial internacional sobre el particular, se prevé esta posibilidad como una
forma efectiva de llevar a cabo procesos judiciales en las que se encuentren sometidos a
investigación o juzgamiento organizaciones o bandas criminales cuyo accionar no puede
ser juzgado mediante las reglas procesales convencionales por decirlo así; sin embargo,
la utilización de los testigos con identidad e información reservada o los que se acogen a
los procesos judiciales en calidad de “delatores” o de “colaboración eficaz” debe realizarse
solo si.resulta excepcional y estrictamente necesario; desde mi punto de vista, los testi
gos delatores ofrecerán información condicionada a la imposición de una pena benigna,
frente a ello tendrán la posibilidad de narrar los hechos privilegiando sus intereses antes
que los fines del proceso; siendo así, se requiere contar con otros elementos de prueba que
puedan legitimar la versión delatora, por cuanto su sola existencia y valoración, creo con
recato, no permite descubrir esa tan ansiada verdad legal de los hechos considerados para
el Derecho Penal como delito.
en su contra y a su favor, bajo las mismas condiciones, con el objeto de ejercer su defensa.
La reserva de identidad del testigo limita el ejercicio de este derecho, puesto que impide a
la defensa realizar preguntas relacionadas con la posible enemistad, prejuicio y confiabili
dad de la persona misma del declarante, así como otras que permitan argumentar que la
declaración es falsa o equivocada. El deber estatal de garantizar los derechos a la vida y la
integridad, la libertad y la seguridad personales de quienes declaran en el proceso penal
puede justificar la adopción de medidas de protección. En esta materia, el ordenamiento
jurídico chileno comprende tanto medidas procesales (como la reserva de datos de identi
ficación o de características físicas que individualicen a la persona) como extraprocesales
(como la protección de su seguridad personal).
BIBLIOGRAFÍA
MORENO CATENA, Víctor (1980). El secreto en la prueba de testigos del proceso penal. Madrid: Montecorvo;
VERDE, G. (1975) “Informazione neiriniziativa processuale, segreto e dissenso”. En: Giustizia e informa-
zione, a cura de Nícoló Lipar, Roma Barí.
234
Artículo 166.- Contenido de la declaración
1, La declaración del testigo versa sobre lo percibido en relación con los hechos objeto
de prueba.
2. Si el conocimiento del testigo es indirecto o se trata de un testigo de referencia, debe
señalar el momento, lugar, las personas y medios por los cuales lo obtuvo. Se insistirá,
aun de oficio, en lograr la declaración de las personas indicadas por el testigo de
referencia como fuente de conocimiento. Si dicho testigo se niega a proporcionar la
identidad de esa persona, su testimonio no podrá ser utilizado.
3- No se admite al testigo expresar los conceptos u opiniones que personalmente tenga
sobre los hechos y responsabilidades, salvo cuando se trata de un testigo técnico.
Concordancias:
CPP: arts. 162, 163; CPC: art. 214.
(1) COLOMA CORREA, Rodrigo (2003). “Panorama general de la prueba en el juicio chileno”. En: La prueba en
el nuevo proceso penal oral. Santiago de Chile; Lexis Nexis, p. 13. 235
ART. 166 LA PRUEBA
En el ejemplo, el testigo que es convocado para que narre sobre los hechos asociados
al delito de cohecho que se le atribuye a un funcionario público perteneciente a una ins
titución policial y que, en efecto, tras el registro personal se le encontró el carné de iden
tidad que lo identifica como efectivo miembro de la fuerza pública y además un arma de
fuego; el investigado reconoce ser efectivo policial y que el arma hallada en su poder es un
bien del Estado; lo real y concreto en el hecho propuesto es que nos encontramos ante la
presunta comisión de un delito contra la Administración Pública que obviamente reque
rirá del despliegue procesal respectivo, esto es, el proceso común y su etapa probatoria,
empero lo que no será materia de debate es si el agente activo tenía o no la condición de
funcionario público al ser un hecho evidente.
Por otro lado, si decimos: Francisco, de veinticinco años, pudo advertir y perennizar
con su cámara fotográfica los precisos momentos en que el sujeto apodado como “caníbal”
acestó con el cuchillo a la víctima para apoderarse de sus pertenencias; esta afirmación, que
se exterioriza mediante un testimonio y se acompaña con un medio adicional de prueba
(fotografías), sí va a converger en la esfera de la discrecionalidad del juez para determinar
mediante una decisión final si aprueba o desaprueba el contenido de lo ofrecido como tes
timonio y, por consiguiente, si amerita tener la condición de medio probatorio y si despeja,
además, la duda existente sobre el hecho concreto con trascendencia penal, conclusión a
la que arribará mediante la valoración debida del caudal probatorio, esto es, en aplicación
de lo prescrito en el artículo 393 del Código Procesal Penal.
Con relación al ofrecimiento del testigo cuyo conocimiento sobre los hechos objeto
de prueba ha sido presenciado directamente, no existiría mayor inconveniente al momento
de admitir a trámite su versión testifical, no acontece lo propio cuando el conocimiento
del hecho objeto de prueba pertenece al testigo indirecto o de referencia, en ese caso, el
órgano de prueba deberá señalar el momento, lugar, las personas y medios por los cuales
obtuvo la información que proporcionará en su declaración. Se insistirá, aun de oficio, en
lograr la declaración de las personas indicadas por el testigo de referencia como fuente de
conocimiento. Si dicho testigo se niega a proporcionar la identidad de esa persona, enton
ces su testimonio no podrá ser utilizado.
testigo X dice que A salió de la casa de B alrededor de medianoche, pero no que A salió
de la casa de B alrededor de medianoche, para que esto último resulte probado es nece
sario acreditar también que el testigo no miente, ni sufrió error de percepción, ni su cer
teza sobre los hechos (del pasado) ha sido menoscabada por errores de la memoria, pero
la acreditación de estas circunstancias se apoya en las leyes de naturaleza probabilística
-por lo común, en máximas de la experiencia- que, por lo tanto, no permiten entender
tal prueba como deductiva”(2).
• Eliminar, por completo, las amenazas, las coacciones, las promesas y demás medios
que impulsen al interrogado a manifestar hechos que pueden no ser ciertos con
el objeto de que no se hagan efectivas las amenazas u obtener los beneficios que
se le prometen.
(2) GASCÓN ABELLÁN, Marina (2004). Lor hechos en el Derecho. Bases arguméntales de la prueba. 2a edición.
Madrid: Marcial Pons, pp. 101-102.
(3) RIVERA IBÁÑEZ. José María (1994). “El juez en lo penal en Bolivia”. La Paz: Talleres AVF, pp. 159-161. En:
Apuntes de Derecho Procesal Penal, Bolivia: Imprenta Editora Sirena, pp. 192-194 237
ART. 166 LA PRUEBA
• Ser claro y preciso en las preguntas que formula, que deben referirse en lo posi
ble a un solo hecho, sin extenderse a cuestiones que puedan confundir o involu
crar unos hechos con otros, confundiendo al interrogado.
• Las preguntas deben ser cortas, sin suprimir lo esencial, lógicamente, pero sin
extenderse demasiado para que el interrogado no pierda interés en el punto con
creto que se pretende establecer.
• Las preguntas capciosas o aquellas que puedan borrar, falsear, modificar o adul
terar los recuerdos del interrogado hay que eliminarlas.
• Las preguntas deben buscar que el exponente haga una relación libre (espontá
nea) y continua de los hechos que conozca y no que declare lo que el funcionario
crea o suponga que sucedió.
• El interrogador debe buscar que todas las respuestas sean dadas en forma tal que
no quede duda en cuanto a lo que el interrogado quiso decir, pidiéndole explica
ción a los términos, modismos, situaciones, mímicas o planteamientos que uti
lice o haga.
• Preguntar sobre todas y cada una de las contradicciones que aparezcan dentro de
la misma exposición, con otras anteriores del interrogado o con hechos estableci
dos por otros testimonios u otros medios probatorios dentro del proceso.
• Tener una gran paciencia para no dejarse desorientar por las respuestas que inge
nua o maliciosamente se den en relación con la pregunta. Debe insistir para que
el interrogado responda concretamente sobre lo que se le pregunta y analizar rápi
damente la intención de la respuesta sin perder la calma en ningún momento.
• Observar las reacciones del interrogado ante ciertas preguntas: si (el rostro le)
cambia de color, si transpira, si demuestra nerviosismo, si trata de eludir ciertos
temas, etc., de todo lo cual debe dejar constancia en acta.
por algunos miembros del ente judicial, quienes son los llamados a impartir justicia con
sujeción a lo previsto en la norma escrita.
El artículo 425 del Código Procesal Penal prescribe en el inciso 2 que la Sala Penal
Superior solo valorará independientemente la prueba actuada en la audiencia de apelación,
y de las pruebas pericial, documental, preconstituida y anticipada. La Sala Penal Superior
no puede otorgar diferente valor probatorio a la prueba personal que fue objeto de inme
diación por el juez de primera instancia, salvo que su valor probatorio sea cuestionado por
una prueba actuada en segunda instancia.
No es menos verdad que no todo derecho ni todo principio es absoluto, pues estos
se pueden sujetar a limitaciones o excepciones. En ese sentido, tal como lo señala la litera
tura especializada que ha sido válidamente recogida por la Corte Suprema de Justicia de la
República (Casación N° 05-2007-Huaura; Casación N° 468-2014-San Martín), la actua
ción y la valoración de la prueba personal en su relación con el principio de inmediación
presenta dos dimensiones: una personal y otra estructural.
pues: (i) puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente
inexacto; (ii) puede ser oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incon
gruente o contradictorio en sí mismo; o (iii) ha podido ser desvirtuado por pruebas prac
ticadas en segunda instancia. En este segundo conjunto de supuestos, se encuentra consti
tucionalmente justificada la variación del valor de la prueba personal otorgada por el juez
de primera instancia sobre la base del principio de inmediación y, por tanto, no sería pre
ciso declarar la inconstitucionalidad del acto procesal que lo contiene.
Solo bajo este contexto interpretativo y de correcta aplicación de las normas proce
sales vigentes, estimo con templanza que el éxito del proceso y del sistema penal se consi
derará consolidado y robustecido.
BIBLIOGRAFÍA
COLOMA CORREA, Rodrigo (2003). “Panorama general de la prueba en el juicio chileno”. En: La prueba
en el nuevo proceso penal oral. Santiago de Chile.' Lexis Nexis; GASCON ABELLAN, Marina (2004). Los hechos
en el Derecho. Bases arguméntales de la prueba. 2a edición. Madrid: Marcial Pons; RIVERA IBAÑEZ. José
María (1994). “El juez en lo penal en Bolivia”. La Paz: Talleres AVE. En: Apuntes de Derecho Procesal Penal,
Bolivia: Imprenta Editora Sirena.
e "ü JURISPRUDENCIA
La declaración de la víctima puede ser hábil para desvirtuar la presunción de inocencia, atendiendo a que el marco de
clandestinidad en que se producen los delitos sexuales impide en ocasiones disponer de otras pruebas. Para fundamentar
una sentencia condenatoria en la sola declaración de la víctima, es necesario comprobar los siguientes requisitos: a) ausen
cia de incredibilidad subjetiva, derivada de las relaciones acusador-acusado que pudieran conducir a la deducción de la
existencia de un móvil de resentimiento, enemistad, venganza, enfrentamiento, interés u otro, que pueda restar credibilidad
a la versión del agraviado; b) verosimilitud, que la versión de la víctima pueda ser corroborada por las circunstancias de
lugar y tiempo, por ejemplo, detalles de la escena del delito, apariencia y vestido del autor, la hora del suceso coincidente con
momentos en que la víctima estaba sola, etc.; además de que no entre en contradicciones; c) persistencia en la incriminación,
es decir, la víctima debe mantener su versión durante el proceso de manera uniforme respecto a la identidad del autor. Exp.
N° 037-2008-Trujillo.
240
Artículo 167.- Testimonio de altos dignatarios
1. El Presidente de la República, presidente del Consejo de Ministros, congresistas,
ministros de Estado, magistrados del Tribunal Constitucional, vocales de la Corte
Suprema, Fiscal de la Nación, fiscales supremos, miembros del Consejo Nacional de
la Magistratura^, Jurado Nacional de Elecciones y del Consejo Supremo de Justicia
Militar, comandantes generales de los institutos armados, director general de la
Policía Nacional, presidente del Banco Central de Reserva, Superintendencia de
Banca y Seguros, Contralor General de la República, presidentes de la (sic) regiones,
cardenales, arzobispos, obispos, o autoridades superiores de otros cultos religiosos,
y demás personas que la ley señalé, declararán, a su elección, en su domicilio o en
su despacho. El juez podrá disponer se reciba su testimonio por escrito, cursando el
pliego interrogatorio correspondiente, el mismo que se elaborará a instancia de las
partes.
2. Se procederá en la forma ordinaria, salvo el caso de los presidentes de los poderes del
Estado y del presidente del Consejo de Ministros, cuando el juez considere indispen
sable su comparecencia para ejecutar un acto de reconocimiento, de confrontación
o por otra necesidad.
Concordancias:
CPP: arts. 163, 287.
I. Introducción
La existencia de diferencias en la naturaleza de las cosas podría sustentar una apli
cación diferente de la ley, como ocurre, por ejemplo, con las personas que ocupan deter
minados cargos o cumplen con ciertas funciones cuyo ejercicio debe preservarse de inje
rencias indebidas. A esta aplicación diferente de la ley se le conoce como privilegio o pre
rrogativa, el cual solamente podrá admitirse si se encuentra taxativamente previsto en las
normas o en los tratados internacionales. Como puede verse, se asume un sistema cerrado
o taxativo de los privilegios* (l).
En el Código Procesal Penal de 2004 (en adelante CPP), uno de los privilegios que
tienen los altos dignatarios del Estado, si es que dentro de un proceso judicial se requiere
su testimonio, se encuentra regulado por el artículo 167 de la siguiente manera:
(2) HERRERA GUERRERO, Mercedes (2012). “El testimonio”. En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). La prueba
en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 244.
(3) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2012). “La prueba en el nuevo proceso penal". En: REVILLA LLAZA,
242 Percy (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 125.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 167
El principio de igualdad tiene dos aspectos, la igualdad de las personas, por un lado,
en la ley, y por otro, ante la ley. Por lo tanto, en materia procesal penal, sus alcances son
también dobles. Así, el legislador debe dictar solo leyes generales y comunes.
Se debe aclarar que los altos dignatarios de la Nación no están exceptuados al deber
de testificar ante la instancia jurisdiccional, la referencia normativa hace alusión a algo
distinto, esto es, la forma y modo de cómo se va a tomar este testimonio. El ejercicio per
secutorio de los órganos predispuestos tienen ciertos límites en el marco del Estado cons
titucional de derecho, y estos límites vienen definidos por ciertas prerrogativas que se le
reconocen a determinados altos funcionarios del Estado, como una forma de equilibrar las
fuerzas políticas de los poderes públicos, estrictamente basados en el principio de división
de poderes. En tal virtud, se confieren determinadas prerrogativas y privilegios a quienes
ejercen funciones públicas en los más altos niveles de la Administración Pública, en este
caso, de rendir su declaración testimonial en su domicilio o despacho, a efectos de salva
guardar el normal desarrollo de las más altas investiduras del poder público(6). Dichas pre
rrogativas que por razón de la función o rango se reconocen a ciertas personas tienen que
estar de un modo taxativo previstas en las leyes o tratados internacionales.
(4) HART, H (1963). El concepto de Derecho. Genaro Carrió (trad.). Buenos Aires: Depalma, p. 198.
(5) ROSS, Alf (1970). Sobre el Derecho y la justicia. 2a edición. Genaro Carrió (trad.). Buenos Aires: Universitaria,
pp. 277-278.
(6) Citado por PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima:
Rodhas, p. 453. 243
ART. 167 LA PRUEBA
Las personas que ocupan los más altos cargos públicos del país y que, sin embargo,
la situación los coloca en la condición de testigos, son consideradas por la norma de tal
modo que, como en otras realidades, se les concede la facultad de escoger el lugar donde
declararán, pudiendo escoger entre su domicilio o su despacho, de conformidad con el
inciso 1 del artículo 167 del CPP.
Las altas autoridades a las cuales se les concede tal privilegio son las siguientes(8):
a) El presidente de la República.
c) Los congresistas.
(7) Véase VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe (2006). Derecho Penal. Parte general. Lima: Grijley,p. 215.
(8) ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica,
244 p. 77.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 167
La exclusión de la participación de las mismas no está prevista por la ley, por lo que
Herrera Guerrero propone la protección del derecho de contradicción y de defensa del acu
sado y el de participar en la actuación de la prueba que asiste a las partes, repercutiendo la
actuación del testimonio de altos dignatarios en el correcto desarrollo del procedimiento,
haciendo posible la tutela judicial efectiva y el debido proceso00. Puesto que la oralidad, la
publicidad, la inmediación y la contradicción son principios expresamente reconocidos por
el CPP (artículo 356) que rigen la actuación probatoria, el juez debe limitar el testimonio
escrito solo a supuestos excepcionales y, en tales casos, se debe motivar la decisión de reci
bir el testimonio del alto dignatario de forma escrita. La mencionada autora indica que la
forma escrita del testimonio -aunque prevista por la ley- no debería aplicarse, porque se
opone frontalmente a la oralidad, la contradicción, la inmediación; y, en este sentido, si * * *
(9) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 78.
(10) ANGULO ARANA, Pedro. Ob. cit., p. 78.
(11) HERRERA GUERRERO, Mercedes. Ob. cit., p. 244. 245
ART. 167 LA PRUEBA
se admitiese, se privaría a las partes y otras personas que intervienen en el proceso, prin
cipalmente al acusado, de la posibilidad de ejercer eficazmente su derecho de defensa(12).
BIBLIOGRAFÍA
ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurí
dica; ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2012). “La prueba en el nuevo proceso penal”. En: REVILLA
LLAZA, Percy (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica; GARCÍA CAVERO,
Percy (2012). Derecho Penal. Parte general. 2a edición. Lima: Jurista Editores; HART H. (1963). El concepto de
Derecho. Genaro Carrió (trad.). Buenos Aires: Depalma; HERRERA GUERRERO, Mercedes (2012). “El
testimonio”. En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurí
dica; ROSS, Alf (1970). Sobre el Derecho y la justicia. 2a edición. Genaro Carrió (trad.). Buenos Aires: Uni
versitaria; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima:
Rodhas; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; VILLAVI-
CENCIO TERREROS, Felipe (2006). Derecho Penal. Parte general. Lima: Grijley.
(12) ídem.
(13) Ibídem, p. 245.
246 (14) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit, pp. 454-455.
Artículo 168.- Testimonio de miembros del cuerpo diplomático
A los miembros del cuerpo diplomático o consular acreditados en el Perú se les recibirá
su testimonio, si están llamados a prestarlo, mediante informe escrito, Para tal efecto
se les enviará, por conducto del ministro de relaciones exteriores, el texto del interro
gatorio que será absuelto bajo juramento o promesa de decir verdad. De igual manera
se procederá si el agente diplomático o consular culminó su misión y se encuentra en
el extranjero.
Concordancia:
CPP.art. 163.
I. Introducción
El testimonio es la declaración que una persona llamada testigo hace ante la autori
dad judicial o fiscal respecto de un hecho del cual ha tenido conocimiento. El testimonio
permite informar al juez sobre determinados hechos que desconoce. Carnelutti, citado
por Guevara Paricana, afirma que “la prueba personal por excelencia es el testimonio. A
través de ella la autoridad judicial va a conocer algo más de las circunstancias del hecho
que investiga”(1). El testigo es la persona física que se encuentra presente en el momento
de la comisión del delito y que es llamada al proceso penal para que declare sobre algo
que conoce de los hechos que se investigan. Es por ello que los testigos, de acuerdo a una
interpretación histórica, se encuentran entre el ambiente del delito y el juez. El testigo es
toda persona llamada a referir su declaración sobre todo lo que ha visto, oído o palpado o,
en fin, de todo aquello que ha llegado a él por medio de los sentidos, respecto de un hecho
pasado presumiblemente punible y objeto de averiguación.
El artículo 168 del Código Procesal Penal de 2004 regula el testimonio de los miem
bros del cuerpo diplomático de la siguiente manera:
(1) GUEVARA PARICANA, Julio A (2013). EZ fiscal en el nuevo proceso penal. Investigación del Ministerio Público y
requerimientos fiscales ante el juez penal. Lima: Nomos & Thesis, p. 101. 247
ART. 168 LA PRUEBA
En efecto, a los miembros del cuerpo diplomático o consular que estuvieren acredita
dos en el Perú se les recibirá su testimonio, si están llamados a prestarlo, mediante informe
escrito. El conducto formal para hacerles llegar el texto del interrogatorio será el Ministe
rio de Relaciones Exteriores. El texto debe ser absuelto bajo juramento o promesa de decir
la verdad. En el caso de que el agente diplomático hubiera dejado el país, conforme al tér
mino de su misión, se procederá del mismo modo(3) 4.
(2) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2012). “La prueba en el nuevo proceso penal”. En: REVILLA LLAZA,
Percy (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 126.
(3) ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica,
p. 78.
(4) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 454.
(5) Así, CAFFERATA ÑORES, José I. (1986). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Depalma, p. 108.
(6) Véase SANCHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 78.
248 (7) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., pp. 454-455.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 168
El principio de inmediación exige que el juez perciba directamente la prueba, por ello
necesita como medio el principio de oralidad. Si se lleva hasta las últimas consecuencias el
contenido y exigencias de este principio, no pueden admitirse como pruebas documentos o
declaraciones que se hayan presentado por escrito®, como sería el caso de las declaraciones
testimoniales de los miembros del Cuerpo Diplomático o Consular acreditados en el país.
Es preciso apuntar que la imposición de una pena, como manifestación del poder
coercitivo estatal, no se puede dar de un modo irracional, puesto que nos encontramos en
un Estado de derecho. Por ello, la prueba como medio de una posible sentencia condena
toria debe actuarse conforme a los procedimientos y garantías que protegen la dignidad y
libertad de la persona humana0l).
En efecto, la jurisdicción penal se articula mediante un proceso con todas las garan
tías, esto es, a través de un procedimiento adecuado que otorga a las partes la posibilidad
de contradecir la prueba, que preserva el derecho de defensa del acusado y persigue la ver
dad en el proceso02). Con el testimonio escrito se reduce a su mínima expresión el derecho
de contradicción o, para ser más precisos, se pone al acusado en una posición tal que no
puede ejercitar con eficacia este derecho.
En este orden de ideas, se podría concluir que una ley o un precepto concreto de esta
no puede suprimir o limitar principios tan importantes como los que regulan la actividad
probatoria. De otra parte, el propio Título Preliminar del Código Procesal Penal establece
que sus disposiciones tengan preeminencia frente a cualquier otra disposición del mismo
y que sean utilizadas como fundamento de interpretación03). * * * * * *
(8) HERRERA GUERRERO, Mercedes (2012). “El testimonio”. En: REVILLA LLAZA, Percy Enrique (coord.).
La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 247.
(9) NEYRA FLORES, José (2007). “El sistema acusatorio”. En: CALLIRGOS VELARDE, Raúl (dir.). Código
Procesal Penal. Manuales operativos. Lima: Academia de la Magistratura, p. 33.
(10) GIMENO SENDRA, Vicente (2008). Manual de Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex, p. 415.
(11) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2003). E/proceso penal. 5’ edición. Lima: Palestra, pp. 29-30.
(12) COUTURE, Eduardo (1958). Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Depalma, p. 42.
(13) HERRERA GUERRERO, Mercedes. Ob. cit., p. 248. 249
ART. 168 LA PRUEBA
Si bien es cierto que en otras legislaciones, como es el caso de la española, por ejem
plo, se exime a los miembros del cuerpo diplomático de la obligación de declarar como tes
tigos en el proceso penal; en nuestro país, no se ha considerado ello. En ese entendido, si
el legislador nacional ha optado por no dispensar a aquellos funcionarios públicos de esta
obligación, lo lógico es que las declaraciones de los diplomáticos se hagan bajo los mismos
principios procesales que regulan la declaración de los testigos comunes y de la prueba
en general. El tratamiento excepcional que el legislador decida para este tipo de testigos
debe estar justificado por la necesidad, la proporcionalidad e idoneidad de la actuación
de estos testimonios.
Ahora bien, es necesario resaltar que la videoconferencia no reúne todas las caracte
rísticas de la comparecencia al Tribunal, por ello su utilización debe tener siempre carácter
subsidiario y, al mismo tiempo, desde el punto de vista de Herrera Guerrero, se debe prefe
rir este medio a los testimonios por escrito contemplados por el Código Procesal Penal(15).
Se entiende que por las especiales funciones que desempeñan los miembros del cuerpo
diplomático y consular no tienen las mismas facilidades que cualquier otro ciudadano para
acudir a la sede del Tribunal; por ello, la administración de justicia penal debe facilitarles
otros medios que no perjudiquen al regular ejercicio de las funciones encomendadas, que
permitan a las partes y especialmente al acusado el ejercicio del derecho de contradicción,
así como el respeto -con las limitaciones que la videoconferencia implica- de las garan
tías que rige la prueba en el proceso penal(16).
La inmediación propia del contacto directo entre las partes y el Tribunal se limita
con el uso de la videoconferencia, porque el juez no observa directamente los gestos, la
(14) ídem.
(15) Ibídem, p. 245.
250 (16) Ibídem, p. 248.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 168
BIBLIOGRAFÍA
ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta
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LLA LLAZA, Percy (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 126; ARNAIZ
SERRANO, Amaya (2006). “Los medios de prueba mencionados expresamente en el Convenio de Asisten
cia Judicial en Materia Penal de 2000. Videoconferencia y audición telefónica de testigos. La experiencia
española en el uso de la videoconferencia en el proceso penal”. En: Centro de Estudios Jurídicos. Ministerio
de Justicia. La prueba en el espacio europeo de libertad, seguridad y justicia penal. Pamplona: Aranzadi; CAFFE-
RATA ÑORES, José I (1986). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Depalma; COUTURE, Eduardo
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Magistratura; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal.
Lima: Rodhas; SANCHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa.
(17) ARNAIZ SERRANO, Amaya (2006). "Los medios de prueba mencionados expresamente en el Convenio
de Asistencia Judicial en Materia Penal de 2000. Videoconferencia y audición telefónica de testigos. La
experiencia española en el uso de la videoconferencia en el proceso penal”. En: Centro de Estudios Jurídicos.
Ministerio de Justicia. La prueba en el espacio europeo de libertad, seguridad y justicia penal. Pamplona: Aranzadi,
p. 141 y ss. 25Í
Artículo 169.- Testigos residentes fuera del lugar o en el extranjero
1, Si el testigo no reside en el lugar o cerca de donde debe prestar testimonio, siempre
que resulte imposible conseguir su traslado al despacho judicial, se podra disponer su
declaración por exhorto. De ser posible, y con preferencia, podra utilizarse el medio
tecnológico mas apropiado, como la videoconferencia o filmación de su declaración, a
la que podran asistir o intervenir, según el caso, el fiscal y los abogados de las partes.
2. Si el testigo se halla en el extranjero se procederá conforme a lo dispuesto por las
normas sobre cooperación judicial internacional. En estos casos, de ser posible, se
utilizará el método de videoconferencia o el de filmación de la declaración, con
intervención -si corresponde- del cónsul o de otro funcionario especialmente habi
litado al efecto.
Concordancias:
CPP: arts. 132, 133; LOPJ: arts. 136, 137, 160.
I. Introducción
La competencia por razón de territorio de jueces y fiscales se define según el principio
de ubicuidad, es decir, el lugar donde se cometió el delito, en el caso de la infracción de las
normas prohibitivas donde se dio inicio a los actos ejecutivos o donde se consumó efectiva
mente, y en el caso de la infracción de las normas de mandato, aquel donde el garante omi
tió realizar la medida de precaución salvadora para el interés jurídico objeto de protección.
(1) De conformidad con lo establecido en el artículo 151 del Código Procesal Civil, los exhortos son de aplicación
cuando una actuación judicial deba practicarse fuera de la competencia territorial del juez del proceso, este
encargará su cumplimiento al que corresponda, mediante exhorto. El juez exhortado tiene la atribución para
aplicar, de oficio, los apremios que permite este Código. El exhorto en el extranjero debe ser dirigido a los
cónsules del Perú, quienes tienen las mismas atribuciones del juez, salvo el uso de apremios.
252 (2) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 455.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 169
En el juicio oral, las actas que contengan las declaraciones de testigos actuadas
mediante exhorto serán incorporadas a través de su lectura de conformidad con lo taxati
vamente señalado por el artículo 383, inciso 1, literal d del CPP.
(3) Véase SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, pp. 78-79.
(4) ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica,
p. 78.
(5) HERRERA GUERRERO, Mercedes. "El testimonio”. En: REVILLA LLAZA, Percy Enrique (coord.). La
prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 249.
(6) ANGULO ARANA, Pedro. Ob. cit., p. 78. 253
ART. 169 LA PRUEBA
La utilización de las video conferencias puede servir tanto para actos procesales de
alcance local, nacional e internacional que permitan lograr a los jueces, personal jurisdic
cional o administrativo del Poder Judicial, la realización de actos de investigación o de
prueba con mayor celeridad y seguridad. Esta medida ya se viene utilizando en varios dis
tritos judiciales, siendo la pionera en esta tecnología la Corte Superior de Justicia de Lima
Norte, gracias al impulso de magistrados especializados en informática jurídica®.
Para garantizar la veracidad del testimonio es necesario que -siempre que sea posible-
algún funcionario o servidor público esté presente en la declaración a través de videocon
ferencia u otro medio. De lo contrario, disminuye el valor probatorio de esta declaración,
incluso puede ser impugnado por completo por las partes. Podría darse, por ejemplo, una
manipulación de la declaración del testigo por parte de un tercero, también cabe la posi
bilidad de que el testigo declare conforme a un guión preestablecido o falte a la verdad y
esta circunstancia no pueda ser apreciada a través del medio tecnológico7 8 9 (10) *.
De otra parte, si bien la ley prevé la filmación como forma de declaración del testigo
que resida en el extranjero y del que vive en otra ciudad, en opinión de Herrera Guerrero,
su utilización debe ser muy excepcional. Esta forma de declaración excluye por completo
la contradicción, no permite que la prueba pueda ser sometida a un test de veracidad por
el acusado y los demás sujetos procesales. Por ello, cuando no sea posible hacer uso de la
videoconferencia, el Tribunal debe tener en cuenta, al momento de valorar la prueba, que
una filmación no presenta el mismo valor que una declaración en el despacho judicial con la
presencia del acusado, su abogado, el fiscal y otros sujetos que intervienen en el proceso(ll\
Chocano Núñez expresa con acierto que: “En tales casos, el operador no dispone de la
impresión personal que el declarante causó al prestar declaración. No sabe tampoco cómo
(7) MORENO CATENA, Víctor y CORTÉZ DOMÍNGUEZ, Valentín (2010). Derecho Procesal Penal. Valencia:
Tirant lo Blanch, p. 397.
(8) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2012). “La prueba en el nuevo proceso penal”. En: REVILLA LLAZA,
Percy (coord.) La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 126.
(9) HERRERA GUERRERO, Mercedes. Ob. cit., p. 249.
(10) ídem.
254 (H) íbídem, p. 250.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 169
se desarrolló el interrogatorio; esto solo lo sabe el que lo tomó(12). Este mismo autor, citando
a Doring, respecto a las prevenciones a tomar en tales casos, señala lo siguiente: “(...) lo que
interesa en ese caso es que los puntos de apoyo existentes en el documento se aprovechen
íntegramente y, por otro lado, que a los indicios contenidos en el mismo no se atribuya
una importancia exagerada. Frecuentemente hay peligro [de] que el operante asigne al acta,
en ciertos puntos, una exactitud mayor de la que ostensiblemente tiene. Pueden tomarse
demasiado en serio giros empleados, que quizá son mero producto de la casuaüdad”(13).
En el caso de que el testigo estuviere fuera del país, la norma refiere que se procederá
conforme a lo dispuesto por las normas sobre cooperación judicial internacional. Tam
bién se considera que debe agotarse la posibilidad (previamente a recurrir a otras formas)
de usar la videoconferencia y, en defecto de ello, debería filmarse la declaración con inter
vención del cónsul u otro funcionario si cabe ello(14).
A fin de adecuar este medio virtual a la declaración del testigo en el despacho judi
cial, es preciso(l5):
(12) CHOCANO NÚÑEZ, Percy (2003). Derecho probatorio y derechos humanos. Inadmisibilidad de pruebas ilegítimas.
Vol. I. Arequipa: UNSA, p. 218.
(13) Ibídem, pp. 218-219.
(14) ANGULO ARANA, Pedro. Ob. cit., p. 79.
(15) HERRERA GUERRERO, Mercedes. Ob. cit., p. 246.
(16) MORENO CATENA, Víctor y CÓRTEZ DOMÍNGUEZ, Valentín. Ob. cit., p. 390 ss. 255
ART. 169 LA PRUEBA
podrá realizar la diligencia con la intervención del cónsul o de otro funcionario especial
mente habilitado para los efectos y, de ser el caso, de un intérprete.
BIBLIOGRAFÍA
ANGULO ARANA, Pedro (2007). El interrogatorio de testigos en el nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurí
dica; ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2012). "La prueba en el nuevo proceso penal”. En: REVI-
LLA LLAZA, Percy (coord.) La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica; CHOCANO
NUNEZ, Percy (2003). Derecho probatorio y derechos humanos. Inadmisibilidad de pruebas ilegítimas. Vol. I.
Arequipa: UNAS; HERRERA GUERRERO, Mercedes. “El testimonio”. En: REVILLA LLAZA, Percy
Enrique (coord.). La prueba en el Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica; MORENO CATENA, Víc
tor y CORTÉZ DOMÍNGUEZ, Valentín (2010). Derecho Procesal Penal. Valencia: Tirant lo Blanch; PEÑA
CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas; SÁN
CHEZ VELARDE, Pablo (2006). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa.
256
Artículo 170.- Desarrollo del interrogatorio^
1. Antes de comenzar la declaración, el testigo será instruido acerca de sus obligaciones
y de la responsabilidad por su incumplimiento, y prestará juramento o promesa
de honor de decir la verdad, según sus creencias. Deberá también ser advertido
de que no está obligado a responder a las preguntas de las cuales pueda surgir su
responsabilidad penal.
2. No se exige juramento o promesa de honor cuando declaran las personas compren
didas en el artículo 165, inciso 1), y los menores de edad, los que presentan alguna
anomalía psíquica o alteraciones en la percepción que no puedan tener un real
alcance de su testimonio o de sus efectos.
3. Los testigos serán examinados por separado. Se dictarán las medidas necesarias
para evitar que se establezca comunicación entre ellos.
4. Acto seguido se preguntará al testigo su nombre, apellido, nacionalidad, edad, reli
gión si la tuviera, profesión u ocupación, estado civil, domicilio y sus relaciones con
el imputado, agraviado o cualquier otra persona interesada en la causa. Si teme
por su integridad podrá indicar su domicilio en forma reservada, lo que se hará
constar en el acta. En este último caso, se dispondrá la prohibición de la divulgación
en cualquier forma, de su identidad o de antecedentes que condujeren a ella. La
Fiscalía de la Nación y el órgano de gobierno del Poder Judicial dictarán las medidas
reglamentarias correspondientes para garantizar la eficacia de esta norma.
5. A continuación se le interrogará sobre los hechos que conozca y la actuación de las
personas que le conste tengan relación con el delito investigado; asimismo, se le
interrogará sobre toda circunstancia útil para valorar su testimonio. Se procura la
claridad y objetividad del testigo por medio de preguntas oportunas y observaciones
precisas.
6. Son inadmisibles las preguntas capciosas, impertinentes o sugestivas, salvo esta
última, en el contrainterrogatorio. El fiscal o el juez, según la etapa procesal que
corresponda, las rechazará, de oficio o a pedido de algún sujeto procesal.
Concordancias:
CPP: art. 165 inc.l; CPC: arts. 225,228; CP: arts. 20 ¿ncs.l y 2, 371, 409; CG arts. 42 al 44-
Ya hace varios lustros desde que Jiménez de Asúa enseñó que “una teoría que no sirve
para la práctica, no es teoría, y una práctica sin teoría es mera rutina”; pues, el contenido
de esta máxima es tan antiguo como vigente en nuestros operadores jurídicos que se des
envuelven dentro de los sistemas de audiencias en la aplicación de las reglas del Código
Procesal Penal de 2004 (en adelante, CPP).
Bajo ese derrotero, el análisis del presente artículo resulta menester, toda vez que los
preceptos que albergan informan sobre las pautas que se han de seguir en el desarrollo del
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de ia Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013. 257
ART. 170 LA PRUEBA
interrogatorio al testigo; por lo que nos permitiremos hacer una exégesis de cada apartado
que esta norma procesal penal contempla.
En primer lugar, se percibe el apartado número 1) del presente artículo, el cual esta
blece que: “Antes de comenzar la declaración, el testigo será instruido acerca de sus obli
gaciones y de la responsabilidad por su incumplimiento, y prestará juramento o promesa
de honor de decir la verdad, según sus creencias”; debiéndose señalar que uno de los debe
res primordiales del testigo es informar con veracidad, advirtiéndose que de hacerlo en
sentido contrario, estaría incurriendo en el evento delictivo denominado como “perjurio”,
figura penal contemplada en el artículo 409 (falsedad en juicio) de nuestro Código Penal.
Por otro lado, en el último extremo de este precepto procesal penal se ha establecido que
el testigo “no está obligado a responder a las preguntas de las cuales pueda surgir su responsa
bilidad penal”; situación que se explica a partir de entender que el derecho a la “no autoincri-
minación” irradia sus efectos no solo hacia quienes se encuentren comprendidos en una inves
tigación bajo la condición de imputados, sino que, conscientes de que un sujeto espectador o
interviniente de un ilícito penal puede pasar de la condición de “testigo” a “encausado”, tam
bién y viceversa.
Ahora bien, en lo atinente al segundo párrafo de la norma in comento, esta prevé una
excepción a la regla de realizar “juramento o promesa de honor”, aplicable al cónyuge o
conviviente (aun cuando haya cesado este vínculo), parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad y a los parientes por adopción del imputado, toda
vez que no se puede exigir a la familia o personas afectivamente vinculadas a un encau
sado que declaren conforme a la verdad, en desmedro de este; por lo que aun se les permite
“abstenerse” a rendir testimonio, en consonancia a lo regulado en el artículo 165 del CPP.
Asimismo, esta exclusión también abarca a los menores de edad y a las personas que
adolezcan de alguna anomalía psíquica o alteración en la percepción que no permita tener
un real alcance de su testimonio o de sus efectos.
Por otro lado, el inciso tercero de esta disposición procesal penal establece que los tes
tigos deben ser examinados por separado, por lo que se dictarán las medidas necesarias para
evitar que se establezca comunicación entre ellos, debido a que se busca que estos no puedan
influenciarse o coordinar entre sí, en cuanto a la versión sobre los hechos que brindarán.
258
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 170
Por otro lado, en el inciso 5 de esta norma adjetiva se materializa lo atinente al cum
plimiento de los principios de admisión de prueba, relacionados a la utilidad y pertinen
cia del medio probatorio; en ese sentido, se ha preceptuado que: “(...) se le interrogará [al
testigo] sobre los hechos que conozca y la actuación de las personas que le conste tengan
relación con el delito investigado; asimismo, se le interrogará sobre toda circunstancia útil
para valorar su testimonio. Se procura la claridad y objetividad del testigo por medio de
preguntas oportunas y observaciones precisas”.
Por último, este dispositivo procesal penal prevé, en su inciso 6, una regla de carác
ter práctico para la realización y control de las preguntas que se le puedan formular al tes
tigo; así, indica que: “Son inadmisibles las preguntas capciosas, impertinentes o sugestivas,
salvo esta última, en el contrainterrogatorio. El fiscal o el juez, según la etapa procesal que
corresponda, las rechazará, de oficio o a pedido de algún sujeto procesal”.
Bajo ese derrotero, resulta conveniente indicar que las preguntas capciosas son aque
llas que pueden ser entendidas como interrogantes que, en su elaboración, inducen a error
al sujeto que responde, favoreciendo de este modo a la parte que las formula(17); por ejemplo,
un abogado solicita al testigo que indique las características físicas de otros cinco testigos
del hecho (cuando, en realidad, solo existan tres más), generando que fuerce la creación
de otros, siendo que, con ocasión de esto, el litigante resalte que el testigo está mintiendo.
En segundo término, tenemos que las preguntas impertinentes son aquellas que no
guardan relación con el thema probandum^ es decir, con los hechos objeto de imputación
penal; verbigracia, cuando, en un caso donde se evalúa el delito de estafa, se le interroga
al testigo sobre si conocía que el encausado suele libar alcohol todos los fines de semana
en su vecindario.
En tercer lugar, en lo referente a las preguntas sugestivas, estas deben ser concebidas
como aquellas que las cuales se hacen una aseveración, y la respuesta del testigo será afir
mar o negar la aseveración que hace el litigante; en estas preguntas, es el propio abogado
quien afirma algo, él pone en la boca del testigo las palabras que quiere escuchar (...)(18).
Siendo que, será el fiscal quien deniegue la validez de estas preguntas en el estadio
de la investigación preparatoria, y el juez en las audiencias de juicio oral, a partir de un
pedido de los otros sujetos procesales o de oficio.
BIBLIOGRAFÍA
BAYTELMAN, Andrés y DUCE Mauricio (2007). Litigación penal, juicio oral y prueba. Bogotá: Ibáñez;
NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa.
GARCÍA RAMÍREZ, Julio; GARCÍA GONZÁLEZ, Florentino y ROMERO SANTOS, Luis (2011). La
técnica del interrogatorio. 3a edición. Madrid: Rasche.
(17) BAYTELMAN, Andrés y DUCE, Mauricio (2007). Litigación penal, juicio oral y prueba. Bogotá: Ibáñez, p. 191.
(18) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa,
pp. 841-842. 259
Artículo 171.- Testimonios especiales
1. Si el testigo es mudo, sordo o sordo mudo, o cuando no hable el castellano, declarará
por medio de intérprete.
2. El testigo enfermo o imposible de comparecer será examinado en el lugar donde se
encuentra. En caso de peligro de muerte o de viaje inminente, si no es posible aplicar
las reglas de prueba anticipada, se le tomará declaración de inmediato.
3. Cuando deba recibirse testimonio de menores y de personas que hayan resultado
víctimas de hechos que las han afectado psicológicamente, se podrá disponer su recep
ción en privado. Si el testimonio no se actuó bajo las reglas de la prueba anticipada,
el juez adoptará las medidas necesarias para garantizar la integridad emocional
del testigo y dispondrá la intervención de un perito psicólogo, que llevará a cabo el
interrogatorio propuesto por las partes. Igualmente, permitirá la asistencia de un
familiar del testigo.
4. Cuando se requiere que el testigo reconozca a una persona o cosa, debe describirla
antes de serle presentada. Luego relatará, con la mayor aproximación posible, el
lugar, el tiempo, el estado y demás circunstancias en que se hallaba la persona o
cosa cuando se realizó el hecho.
5. Para la declaración del agraviado, rigen las mismas reglas prescritas para los testigos.
Concordancias:
€.* arts. 2 inc. 19, 48; CPC: arts. 130 inc. 1, 195; LOPJ: art. 15.
Testigo es toda persona que es llamada al proceso por presumirse que tiene conoci
mientos relacionados con el hecho que se investiga, con el fin de que declare lo que al res
pecto conozca(1).
En relación a esta definición, Oré Guardia precisa que testigo es la persona física que
sin ser parte en el proceso es llamada a declarar, según su experiencia personal, acerca de
la existencia y naturaleza de unos hechos conocidos con anterioridad al proceso®.
(1) LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo (2014). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo I. 6a edición. Navarra:
Aranzadi, p. 1453.
(2) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 524.
(3) ASENCIO MELLADO, José María (2005). "Comentario al artículo 360”. En: GIMENO SENDRA, Vicente
260 (dir.). Proceso civil práctico. Tomo IV. 2a edición. Madrid: La Ley, p. 822.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 171
Así, el artículo 96 del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante, CPP) establece
que la intervención del agraviado como actor civil no lo exime del deber de declarar como
testigo en las actuaciones de la investigación y del juicio oral”.
El artículo 143 del CPP, en concordancia con el artículo 171.5, señala que “La decla
ración preventiva de la parte agraviada es facultativa, salvo mandato del juez, o solici
tud del Ministerio Público o del encausado, caso en el cual será examinada en la misma
forma que los testigos”. Artículos que también deben ser concordados con el artículo 96
del mismo cuerpo normativo.
Ahora bien, en relación a lo prescrito en el artículo 171 del CPP, que, por norma
general, todos están obligados a concurrir ante el llamado de la autoridad, previa citación,
y a declarar oralmente cuando supiesen sobre los hechos, en virtud del deber genérico que
toda persona tiene de prestar auxilio a la administración de justicia. Así, el artículo 162
del Código adjetivo establece que toda persona es, en principio, hábil para prestar testi
monio, excepto el inhábil por razones naturales o el impedido por la ley.
Es por ello que el propio artículo 162 del CPP establece que para valorar el testimo
nio es necesario verificar la idoneidad física o psíquica del testigo, se realizarán las indaga
ciones necesarias y, en especial, la realización de las pericias que correspondan.
En consonancia con ello es que el artículo 171, inciso 3, del CPP prevé que cuando
deba recibirse testimonio de menores que hayan resultado víctimas de hechos que las han
afectado psicológicamente, se podrá disponer su recepción en privado. Igualmente, se per
mitirá la asistencia de un familiar del testigo.
Igualmente, el testigo con alguna limitación para expresarse puede declarar con el
apoyo de un intérprete, tal como lo establece el artículo 171, inciso 1, del Código en men
ción cuando refiere que en caso de que el testigo sea mudo, sordo o sordomudo, o cuando
no hable el castellano, declarará por medio de intérprete.
En todos estos casos es necesaria una especial diligencia por parte del órgano encar
gado de la investigación, con la finalidad de que conozca la situación física o psicológica
del testigo y lleve a cabo la toma de su declaración con la premura del caso y conforme a
los criterios estipulados en el artículo en comento.
BIBLIOGRAFÍA CITADA
ASENCIO MELLADO, José María (2005). “Comentario al artículo 360". En: GIMENO SENDRA,
Vicente (dir.). Proceso civil práctico. Tomo IV. 2a edición. Madrid: La Ley; LÓPEZ BARJA DE QUIROGA,
Jacobo (2014). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo I. 6a edición. Navarra: Aranzadi; ORÉ GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal. Tomo II. Lima:
Gaceta Jurídica.
262
CAPÍTULO III
LA PERICIA
Concordancias:
CPP: art. 84 inc. 3; CPC: arts. 262, 263; CP: arts. 13, 409; LOPJ: art. 273.
Estando claro lo que el término "pericia” significa, vemos que se hace referencia a la
actuación de un perito que aporta conocimiento y/o experiencia para esclarecer una duda
que genera antes o durante el proceso y que la información proporcionada por este se tras
lada a un documento que en líneas generales se conoce como “pronunciamiento pericial”,
el que puede, según las exigencias y circunstancias, adoptar alguna de las siguientes deno
minaciones: dictamen pericial, informe pericial o simplemente peritaje. Sin embargo, tam
bién existen otros documentos generados por los peritos que pueden tener denominación
distinta, como es el caso de los informes técnicos, como el que practica un perito balístico
para comprobar la calidad de un chaleco antibalas o el que instruye un perito en inge
niería química forense, opinando sobre la idoneidad de un equipo o instrumental nece
sario para su quehacer o actividad pericial. En resumen, sea cual fuere la denominación
presente o futura, es a fin de cuentas un pronunciamiento que hace un perito en aplica
ción de los conocimientos particulares con que cuenta, en el que constan los hallazgos de
su indagatoria pericial en determinado asunto, a consecuencia de utilizar una metodolo
gía de trabajo particular.
La expresión siguiente:
“(...) procederá siempre que, para la explicación y mejor comprensión de algún hecho,
se requiera conocimiento especializado de naturaleza científica, técnica, artística o
de experiencia calificada”. Nos motiva pensar en: ¿Quién es tal perito, poseedor de
conocimiento calificado? Vemos entonces que la especialización de cada uno de ellos
permite imaginar a personas de vasta experiencia, conocimiento y ética suficiente, ya
que en aquel se confía la responsabilidad de asesorar con solvencia”.
263
ART. 172 LA PRUEBA
Tenemos entonces que este tipo de actividad se vincula, entre otras áreas de la acti
vidad humana, al Derecho Procesal Penal; informándonos, por los distintos medios de
comunicación al alcance, que la intervención de los denominados “peritos forenses”, a los
que con mayor propiedad y haciendo más contemporánea su denominación podemos lla
marlos “peritos criminalísticos”, intervienen en distintos países, como aquellos personajes
poseedores de conocimientos en artes, técnicas, disciplinas o ciencias.
Al emplear el término criminalísticos, sabemos que son aquellos expertos que vie
nen siendo formados en el entorno de la ciencia criminalística, a la que definimos con
temporáneamente como: “Ciencia mediante la cual se procede al examen de indicios o
evidencias de diverso origen y naturaleza, por parte de expertos forenses, con el objeto de
plasmar la información obtenida, en un pronunciamiento pericial que sirva de ilustración
para un proceso judicial, administrativo o de índole particular”(1). Así, tenemos peritos en
las ramas científicas de la antropología forense, biología forense, economía forense, foné
tica forense, medicina forense, balística forense, papiloscopía forense, etc.; o en discipli
nas como la grafotecnia, accidentología vial forense; y otras, técnicas como la ingeniería
forense, planimetría forense, etc.; o artes como la pinacología forense, fotografía forense,
etc. Sin embargo, existe una gran cantidad de peritos que aún no se encuentran incorpo
rados en el seno de esta ciencia; lo que no les quita calidad de tales y que, dada su solven
cia, pueden ser convocados para un esclarecimiento como el que se demanda en la nor
mativa expresa, citando algunos ejemplos como el de los filatélicos, numismáticos, enólo
gos, gourmets, gemólogos, etc.
Ya el segundo párrafo del artículo en comento refiere que “[s]e podrá ordenar una
pericia cuando corresponda aplicar el artículo 15 del Código Penal. Esta se pronunciará
sobre las pautas culturales de referencia del imputado”.
“El que por su cultura o costumbres comete un hecho punible sin poder comprender
el carácter delictuoso de su acto o determinarse de acuerdo a esa comprensión, será
eximido de responsabilidad. Cuando por igual razón, esa posibilidad se halla dismi
nuida, se atenuará la pena”
Por lo tanto, de haberse cometido un hecho que en el contexto social nacional está
calificado como un tipo penal reprimible, la misma normativa prevé condiciones técnicas
particulares de carácter pericial para proceder a identificar cuándo el agente y la víctima
pertenecen a un medio sociocultural de connotación singular, como bien puede ser el caso
de que se presente en una comunidad andina algo apartada del contexto social de ciudades
distantes a ella, en la que su forma de coexistencia humana les hace preservar tradiciones
culturales singulares que no han sufrido cambios desde hace muchos años, por lo que ese
acto reprimible para nosotros, no lo es así para ellos, por lo tanto, es pasible de una califi
cación distinta. Siendo esto así, la normativa faculta a que este hecho pueda ser sometido
a una evaluación pericial calificada que informe si efectivamente el mismo guarda rela
ción estrecha para con esas características culturales y sociales propias de tal tradición.
Haciendo objetiva la explicación, tenemos el caso de la relación sexual de una pareja de la
comunidad conocida como “Servinacuy” —matrimonio de prueba-, como parte del Dere
cho consuetudinario, respecto del que sí cabría tal pronunciamiento pericial, el mismo
que por el principio de especialidad correspondería a un perito antropólogo forense y a
un perito sociólogo forense, al ser los mejor llamados para ello.
Finalmente, el tercer párrafo del artículo en comento refiere que “[n]o regirán las
reglas de la prueba pericial para quien declare sobre hechos o circunstancias que conoció
espontáneamente aunque utilice para informar las aptitudes especiales que posee en una
ciencia, arte o técnica. En este caso regirán las reglas de la prueba testimonial.
En cambio, analizando una situación similar, como es la del médico forense que, a
consecuencia de haberse iniciado las diligencias preliminares con participación de la Poli
cía y el Ministerio Público, es notificado para examinar a dicha paciente cuando se encon
traba aún en el centro hospitalario -en donde fuera atendida por el anterior profesional-
procediendo luego del examen practicado a evacuar su pronunciamiento pericial a instan
cia de la Policía. En este caso, dicho profesional cuando comparezca en juicio lo hará en
calidad de perito forense oficial y no como testigo.
Ante todo ello, también tenemos el caso en el que la paciente mantenga la posición
de que su caso no se trata de la secuela de una “maniobra abortiva”, sino por otras razo
nes médicas; y al tomar conocimiento pleno de la hipótesis de que estaba siendo manejada
por el médico clínico del centro hospitalario en el que fuera atendida; además, de haber
sido objeto de examen por el perito médico forense, requerido por la Policía y el Minis
terio Público. A sugerencia de su abogado, ve la conveniencia de la intervención de un
perito médico de parte, proponiendo su intervención, tanto a la Policía como al Minis
terio Público, procediendo luego del apersonamiento del caso a realizar el examen de la
paciente, emitiendo su informe pericial, el mismo que ratificaba la posición sostenida por
ella en el sentido de que efectivamente no se trata de “maniobras abortivas”, sino que obe
dece a otro diagnóstico. En el presente caso, dicho perito tendrá que ser convocado para
declarar en juicio como perito médico forense de parte, mas no como testigo.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
EZAINE CHÁVEZ, Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. 3a edición. Tomo 2. Lima: A.F.A.; RODRÍ
GUEZ, P. (2006). Criminalística general. Arequipa: LPG; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de
la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhló>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999)* Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
¿Ha JURISPRUDENCIA
La no ratificación de la prueba pericial, no acarrea la nulidad de la sentencia, si esta no fue cuestionada oportu
namente en su aspecto táctico o técnico; manteniendo su validez como medio de prueba. R.N. N° 802-2014-Líma.
266
Artículo 173.- Nombramiento
1. El juez competente, y, durante la investigación preparatoria, elfiscal o el juez de la
investigación preparatoria en los casos de prueba anticipada, nombrará un perito.
Escogerá especialistas donde los hubiere y, entre estos, a quienes se hallen sirviendo
al Estado, los que colaborarán con el sistema de justicia penal gratuitamente. En su
defecto, lo hará entre los designados o inscritos, según las normas de la Ley Orgánica
del Poder Judicial. Sin embargo, se podrá elegir dos o más peritos cuando resulten
imprescindibles por la considerable complejidad del asunto o cuando se requiera el
concurso de distintos conocimientos en diferentes disciplinas. A estos efectos se tendrá
en consideración la propuesta o sugerencia de las partes.
2. La labor pericial se encomendará, sin necesidad de designación expresa, a la Direc
ción Ejecutiva de Criminalística de la Policía Nacional del Perú, a la Dirección
de Policía Contra la Corrupción y al Instituto de Medicina Legal, así como a los
organismos del Estado que desarrollan labor científica o técnica, los que presen
tarán su auxilio gratuitamente. También podrá encomendarse la labor pericial a
universidades, institutos de investigación o personas jurídicas en general, siempre
que reúnan las cualidades necesarias para talfin, con conocimiento de las partes,(*>
Concordancias:
CPP: arts. 173, 174; CPC: art. 268; LOPJ: arts. 273, 274, 277.
Para interpretar mejor el contexto de los enunciados que consta el presente artículo,
procederemos a desagregar sus componentes, comenzando por el primero:
Posteriormente, tenemos el siguiente enunciado, que contiene otra idea que dice:
“Escogerá especialistas donde los hubiere y, entre estos, a quienes se hallen sirviendo al
Estado, los que colaborarán con el sistema de justicia penal gratuitamente”.
(*) Texto vigente del inciso 2 según modificatoria efectuada por la única disposición modificatoria final del Decreto
Legislativo N° 1152, publicado el 11-12-2012. 267
ART. 173 LA PRUEBA
Ahora bien, encomendada esta labor a "los peritos especialistas que se encuentren
sirviendo al Estado”, tenemos necesariamente que ponernos en alguno de los dos casos
siguientes: primero, el de aquellos peritos que están al servicio del Estado justamente para
la práctica pericial que demanden las autoridades competentes, instituciones como la Poli
cía Nacional, el Instituto de Medicina Legal u otro afín; en las que se cuenta con infraes
tructura, equipamiento e insumos destinados a la práctica pericial especializada: química
forense, biología forense, balística forense, grafotecnia, medicina forense, antropología
forense, odontología forense, etc., con los que no se tiene problema alguno, por cuanto la
labor de sus peritos está siendo remunerada para tal objeto por el propio Estado.
“En su defecto, lo hará entre los designados o inscritos, según las normas de la Ley
Orgánica del Poder Judicial”.
Siendo esto así, tanto el juez como el fiscal pueden recurrir a nombrar a aquellos que
se encuentren bajo esta calidad. Y, para tener en claro lo que ello implica, tengamos en con
sideración que al referirse la disposición a la Ley Orgánica del Poder Judicial, es porque se
alude al Decreto Legislativo N° 767, del 4 de diciembre de 1991, que en su sección sexta,
Órganos Auxiliares, artículos. 278 al 285, hace referencia a los requisitos, instituciones que
los proponen, solicitud de informes a instituciones profesionales, lugar de residencia, hono
rarios, etc.; por cuanto según el sub párrafo en análisis, tendría que designarse a aquellos
268
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 173
peritos que figuran en las listas que pongan a disposición tanto los Colegios Profesiona
les, como la propia Policía Nacional; hecho que actualmente no está en práctica, merced
a la generación de la Resolución Administrativa del Titular del Pliego del Poder Judicial
N° 351-98-SE-T-CME-CJ del 25 de agosto de 1998, que aprueba el Reglamento de Peri
tos Judiciales y cuya vigencia se dio a partir del año 1999. Entonces, ¿por qué tendría que
hacer esta distinción?; pues simple y llanamente porque pareciera que a esta última norma
tiva de evidente jerarquía muy por debajo del Decreto Ley que aprueba la Ley Orgánica
del Poder Judicial, se le confiere capacidad de derogatoria sobre esta última, lo que está lle
vando a interpretaciones discordantes con el marco de legitimidad legal que debe imperar
en el país, hoy en día. Entonces, se debe de estar atento a esta situación si queremos que
los nombramientos se ajusten al ordenamiento legal vigente. Otra cosa, a diferencia de
los anteriores -del enunciado precedente-, el servicio que presten los peritos nombrados
bajo esta disposición no ha de prestarse gratuitamente, debiendo cumplirse con fijarles el
importe necesario por concepto de “honorarios periciales”, lo que no queda debidamente
aclarado en el contexto del presente artículo.
En la cuarta proposición tenemos la siguiente idea: “Sin embargo, se podrá elegir dos
o más peritos cuando resulten imprescindibles por la considerable complejidad del asunto
o cuando se requiera el concurso de distintos conocimientos en diferentes disciplinas”.
En este caso se hace referencia a dos situaciones que se pueden presentar. La primera
cuando hay una “considerable complejidad del asunto”; y que para interpretar adecuada
mente ilustramos con el ejemplo siguiente: Se trata del cuestionamiento de una gran can
tidad de documentos, como pueden ser formularios de préstamo de una entidad finan
ciera, los que para ser objeto de trámite deben ser firmados y colocar su impresión digital,
acto que corresponde a cada una de las personas solicitantes. Ocurrida la denuncia por
parte de los agraviados, se inician las correspondientes diligencias preliminares y, como
parte de ello, se requerirá necesariamente la realización de pericias grafotécnicas y papi-
loscópicas, debiendo procederse al estudio pericial de gran cantidad de estos documen
tos, los que se encuentran compilados en diversos tomos (unos cincuenta para tener una
idea de lo que podría suceder); por lo que designar a un solo perito grafotécnico y a otro
papiloscopista para que se hagan cargo del correspondiente examen pericial, se tendría un
retraso de muchos meses hasta la evacuación de los peritajes solicitados; siendo así, en el
presente caso del ejemplo es acertada la propuesta planteada en este enunciado y más ati
nada sería la designación de un equipo de peritos para que se haga cargo del estudio, en
mérito a su complejidad y cantidad.
La segunda situación sería, por ejemplo, cuando se trata del hallazgo de una fosa
clandestina en un paraje alejado de la ciudad más cercana; en ese caso, la designación de
igual manera tendría que recaer en un equipo multidisciplinario, integrado por antro
pólogos forenses, biólogos forenses, odontólogos forenses, procesadores de escena, etc.; los
que, por la naturaleza del hecho, tendrán cada uno que proceder conforme a sus especia
lidades periciales para informar lo pertinente al final de su cometido.
Por último, el quinto enunciado considera que: “A estos efectos se tendrá en consi
deración la propuesta o sugerencia de las partes”.
269
ART. 173 LA PRUEBA
Se tiene clara alusión a los señores abogados de la defensa técnica, de tal manera que
en alguna medida puedan considerar necesaria la participación de uno u otro perito, tal
vez motivados por el hecho de ser conocedores de su mejor idoneidad para el caso.
Significa entonces que sin necesidad de seleccionar y “nombrar” a algún perito que
preste servicios en una de estas instituciones u otros organismos en los que también se
cuenta con peritos, como bien podrían ser los grafotécnicos o papiloscopistas del Regis
tro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), Oficina de Normalización Previ-
sional (ONP), Contraloría General de la República, etc.; tendrán la obligación de prac
ticar dicho cometido de modo gratuito. Lo resaltante estriba en que en el numeral pre
cedente (1.), tanto el juez como el fiscal “nombraban” a un determinado perito, quien se
presentaba ante la autoridad comisionante para cumplir con el procedimiento del caso;
pero en el presente la forma cambia, al dirigirse no a uno de los peritos que prestan servi
cios en estas instituciones antes mencionadas, sino que el requerimiento pericial se hace
mediante oficio dirigido al jefe de dicha entidad, solicitando se practique tal o cual pro
nunciamiento pericial, conociéndose que por razones de especialidad funcional existen
entre sus miembros especialistas en la materia requerida. Y, luego de recibido el docu
mento de trámite administrativo, este conduce hasta la designación de uno de los exper
tos de la entidad especializada, quien habrá de hacerse responsable de practicar la pericia,
a cuyo término, no es entregada -como en el numeral anterior- directamente a la auto
ridad requirente, sino que su informe pericial ha de seguir un trámite administrativo de
retorno que termina con el envío del informe adjunto al oficio de atención destinado a la
autoridad interesada en dicho resultado. El énfasis que se pone en la expresión presenta
rán su auxilio gratuitamente, permite comprender que todas estas dependencias cuen
tan con una infraestructura, logística y presupuesto justamente asignado para este come
tido, por ello no cabría cobro de honorario alguno.
270
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 173
BIBLIOGRAFÍA
CAB ANEELAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
EZAINE CHÁVEZ, Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. 3a edición. Tomo 2. Lima: A.F.A.; RODRÍ
GUEZ, P. (2006). Criminalística general. Arequipa: LPG; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de
la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; Z AVAL A, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
271
Artículo 174.- Procedimiento de designación y obligaciones del perito
1. El perito designado conforme al numeral 1) del artículo 173 tiene la obligación de
ejercer el cargo, salvo que esté incurso en alguna causal de impedimento. Prestará
juramento o promesa de honor de desempeñar el cargo con verdad y diligencia,
oportunidad en que expresará si le asiste algún impedimento. Será advertido de
que incurre en responsabilidad penal, si falta a la verdad.
2. La disposición o resolución de nombramiento precisará elpunto o problema sobre el
que incidirá la pericia, y fijará el plazo para la entrega del informe pericial, escu
chando al perito y a las partes. Los honorarios de los peritos, fuera de los supuestos
de gratuidad, se fijarán con arreglo a la tabla de honorarios aprobada por decreto
supremo y a propuesta de una comisión interinstitucional presidida y nombrada
por el Ministerio de Justicia.
Concordancias:
CPP: art. 173; CPC: art. 269; CP: art. 409.
Dado que el encargo por parte del juez o fiscal, recae en persona natural, la primera
parte del presente numeral deja en claro que “(...) tiene la obligación de ejercer el cargo,
salvo que esté incurso en alguna causal de impedimento”
actuar, se está subrayando que este no podrá dilatar su pronunciamiento más allá de los
términos que se señalen.
Como ejemplo del presente, podríamos citar el caso de un perito balístico forense que,
luego del examen pericial de un proyectil en el que se han identificado cinco líneas heli
coidales en sentido dextrórsum, consigne en su pericia que se trata de seis líneas helicoida
les en sentido sinistrórsum; o el del perito biólogo forense que, habiendo obtenido como
resultado del grupo sanguíneo en una muestra de sangre peritada por él y haya encontrado
que corresponde al grupo sanguíneo “A” positivo, consigne en su pronunciamiento peri
cial que se trata del grupo sanguíneo “B” negativo; o como para el caso del perito médico
forense, que consigne en su pronunciamiento pericial de clínica forense, lesiones que no
se encuentran presentes en la víctima; etc. En todos estos ejemplos, se evidencia una clara
intencionalidad del perito de considerar una cosa por otra.
El segundo párrafo del artículo en comento establece que “[l]a disposición o reso
lución de nombramiento precisará el punto o problema sobre el que incidirá la pericia, y
fijará el plazo para la entrega del informe pericial, escuchando al perito y a las partes. Los
honorarios de los peritos, fuera de los supuestos de gratuidad, se fijarán con arreglo a la
tabla de honorarios aprobada por Decreto Supremo y a propuesta de una comisión inte
rinstitucional presidida y nombrada por el Ministerio de Justicia”.
La primera proposición nos hace conocer que: “La disposición o resolución de nom
bramiento precisará el punto o problema sobre el que incidirá la pericia, y fijará el plazo
para la entrega del informe pericial, escuchando al perito y a las partes”. Así tenemos,
en primer orden, que la autoridad comisionante en el documento con el que procede al
nombramiento del perito deba especificar lo que se entiende como “objeto del pronuncia
miento pericial” que, dicho en otras palabras y considerando que se trata de una forma
de investigación científica, no es ni más ni menos que el “problema de investigación”, por
lo que este deberá estar claramente planteado para evitar que el perito vaya a interpretar
a su libre albedrío lo que se quiere conocer o duda que se quiere aclarar. De presentarse
este caso, el perito nombrado deberá de solicitar la especificación o aclaración de la deter
minación que deba de practicar; por ejemplo, se propone la práctica de un examen peri
cial de estomatología forense, en la persona de Juan Pérez, cabe señalar que un examen 273
ART. 174 LA PRUEBA
Al respecto cabe señalar que en la actualidad no existe tal “tabla de honorarios” que
haya sido emitida por la mencionada “Comisión interinstitucional” siendo algunos colegios
profesionales (contadores, arquitectos, etc.) quienes han puesto en vigencia su propia tabla
de honorarios profesionales; pero para el caso de experticias provenientes de otras activi
dades como la de los peritos grafotécnicos, balísticos, papiloscopistas, traductores, etc., al
no existir la indicada, son los propios peritos quienes proponen el monto de sus honora
rios profesionales, los que son designados por los jueces o fiscales con conocimiento de las
partes. En este caso, es importante tener en consideración que el señalamiento de dichos
honorarios no puede ser discrecional o sujeto a libre elección, sino que deben tomarse en
cuenta algunos criterios como los que se mencionan a continuación:
especialidad, ya que, por simple lógica, una cosa es haber logrado el aprendizaje
de ciertos conocimientos que forman parte del saber humano; y otra es que dicho
especializado haya sido además objeto de “supervisión y evaluación” en cuanto a
su desempeño como tal.
Dicho esto, tenemos que cuando un perito propone sus “honorarios profesionales”, la
suma, cantidad o importe considerado por él no tiene por qué ser igual para unos y otros
peritos, ya que las calidades profesionales periciales van a marcar necesariamente la diferencia.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Prinrer Colombiana;
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la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
276
Artículo 175.- Impedimento y subrogación del perito
1. No podrá ser nombrado perito, el que se encuentra incurso en las mismas causales
previstas en los numerales 1) y 2) ‘a’ del artículo 165. Tampoco lo será quien haya
sido nombrado perito de parte en el mismo proceso o en proceso conexo, quien está
suspendido o inhabilitado en el ejercicio de su profesión, y quien haya sido testigo
del hecho objeto de la causa.
2. Elperito se excusará en los casos previstos en el numeral anterior. Las partes pueden
tacharlo por esos motivos. En tales casos, acreditado el motivo del impedimento, será
subrogado. La tacha no impide la presentación del informe pericial.
3. El perito será subrogado, previo apercibimiento, si demostrase negligencia en el
desempeño de la función.
Concordancias:
CPP: arts. 165 ines. 1 y 2 lit. a, 174.
Veamos qué contienen los numerales consignados del artículo 165 del Código Pro
cesal Penal de 2004 que refiere:
“1) Podrán abstenerse de rendir testimonio el cónyuge del imputado, los parientes
dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, y aquel que tuviera
relación de convivencia con él. Se extiende esta facultad, en la misma medida, a los
parientes por adopción, y respecto de los cónyuges o convivientes aún cuando haya
cesado el vínculo conyugal o convivencia. Todos ellos serán advertidos, antes de la dili
gencia, del derecho que Ies asiste para rehusar a prestar testimonio en todo o en parte”.
En este numeral, vemos que el perito no puede ser nombrado como tal si incurre en
alguna de las causales por el “vínculo familiar” que pudiera tener con algunas de las partes.
“2) Deberán abstenerse de declarar, con las precisiones que se detallarán, quienes
según la Ley deban guardar secreto profesional o de Estado:
a) Los vinculados por el secreto profesional no podrán ser obligados a declarar sobre
lo conocido por razón del ejercicio de su profesión, salvo los casos en los cuales tengan
la obligación de relatarlo a la autoridad judicial. Entre ellos se encuentran los aboga
dos, ministros de cultos religiosos, notarios, médicos y personal sanitario, periodistas
u otros profesionales dispensados por Ley expresa. Sin embargo, estas personas, con
excepción de ministros de cultos religiosos, no podrán negar su testimonio cuando
sean liberadas por el interesado del deber de guardar secreto”.
El artículo a comentar se inicia como: “No podrá ser nombrado como perito el que
se encuentra incurso en las mismas causales previstas en los numerales 2) a)”; por lo que,
277
ART. 175 LA PRUEBA
respecto del inicio del enunciado, tenemos una negación de participar y se remite al tenor
del literal transcrito anteriormente; sin embargo, vemos que este mismo literal considera
en el enunciado final: “Sin embargo, estas personas, con excepción de ministros de cultos
religiosos, no podrán negar su testimonio —en el presente caso su nombramiento como
perito- cuando sean liberadas por el interesado del deber de guardar secreto”. ¿Cómo inter
pretar el presente enunciado?, significaría acaso que si la persona de quien el perito tiene
conocimiento de algún hecho materia de su intervención profesional, es autorizada o no
existe oposición a su nombramiento -salvo el caso por supuesto del ministro de culto reli
gioso-, quedaría así expedito para participar como tal. O primaría la negativa impuesta al
inicio del articulado. Cuestión a ser resuelta necesariamente por la autoridad pertinente,
en cada caso particular.
La segunda parte refiere que “[tjampoco lo será quien haya sido nombrado perito de
parte en el mismo proceso o en proceso conexo, quien está suspendido o inhabilitado en el
ejercicio de su profesión, y quien haya sido testigo del hecho objeto de la causa”. Se deberá
tener en consideración primeramente a aquel sobre quien no puede recaer el “nombra
miento de perito oficial” cuando este ha intervenido como “perito de parte” en el mismo
proceso. Y cuál sería esta situación: se trataría de un perito perteneciente tal vez a crimina
lística de la Policía Nacional del Perú, que haya participado como perito de parte y entre
gado su pronunciamiento pericial al solicitante y que es parte en un proceso penal; acti
vidad desempeñada cuando aquel se encontraba en uso de sus vacaciones reglamentarias
perteneciendo a una dependencia distinta a aquellas destinadas a la formulación de peri
cias criminalísticas; y, posteriormente, cuando se reincorpora de sus vacaciones, es reasig
nado por el hecho de ser perito criminalístico, justamente a una Oficina de Criminalística
de la misma jurisdicción, siendo esto así, al poco tiempo es nombrado como perito oficial
justamente en el mismo proceso en el que se ha incorporado su anterior pronunciamiento
pericial. En estas circunstancias, dicho perito se encuentra obligado a rehusar el cargo, ya
que hay imposibilidad para ser nombrado como tal.
Por último, tenemos que tampoco puede ser nombrado para el cargo “quien haya
sido testigo del hecho objeto de la causa”; que puede tratarse de un perito balístico forense,
quien presta servicios en una oficina de criminalística PNP y ha sido testigo de la lesión de
una persona mediante el empleo de arma de fuego; y que con ocasión de las investigacio
nes se tenga que practicar alguna pericia balística, y como quiera que aquel se encuentra
asignado a dicha dependencia puede ser objeto de propuesta para nombramiento, lo que
no es aceptable por el impedimento en referencia.
El segundo párrafo del artículo en comento refiere: “El perito se excusará en los casos
previstos en el numeral anterior. Las partes pueden tacharlo por esos motivos. En tales
casos, acreditado el motivo del impedimento, será subrogado. La tacha no impide la pre
sentación del informe pericial”.
278
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 175
El segundo enunciado se aplica cuando, tomándose conocimiento por las partes del
nombramiento del perito, esta es poseedora de información suficiente y acreditable de que
el perito tiene vínculo familiar o profesional con su contraparte, por lo que puede recurrir
a la tacha del mismo, para lograr que sea apartado del proceso.
Y, por último, el tercer párrafo del artículo en comento refiere que “[e]l perito será
subrogado, previo apercibimiento, si demostrase negligencia en el desempeño de la función”.
Para analizar la importancia del presente párrafo, veamos primero el significado del
término adjetivo negligencia:
Negligencia: “[l]a falta de precaución ha hecho que el autor ignore o yerre acerca de
la naturaleza de lo que hacía o de su resultado posible” (conforme Ricardo C. Núñez).
(1) SOPEÑA (1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña, p. 1465.
(2) EZAINE CHÁVEZy Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. 3aedición. Tóme 2. Lima: A.E.A., p. 1265.
(3) CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta,
p- 532. 279
ART. 175 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
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investigación científica. Lima: San Marcos.
280
Artículo 176.- Acceso al proceso y reserva
1. Elperito tiene acceso al expediente y demás evidencias que estén a disposición judicial
a fin de recabar las informaciones que estimen convenientes para el cumplimiento
de su cometido. Indicarán la fecha en que iniciará las operaciones periciales y su
continuación.
2. El perito deberá guardar reserva, bajo responsabilidad, de cuanto conozca con
motivo de su actuación.
Concordancias:
CPC; arto. 262, 265, 266, 267 y 270.
En el presente tenemos dos situaciones que se derivan de la primera parte del enunciado
inserto en el numeral; en principio, lo que será materia del examen pericial se encuentra a
cargo del juez en la respectiva etapa procesal, en cuyo caso, previa solicitud hecha por él o
por la defensa técnica que ha promovido su nombramiento pedirá el señalamiento de una
fecha para ponérsele a disposición lo que necesita con el objeto de cumplir con su come
tido. El otro caso se da cuando existen objetos de examen que no obran en poder del juez;
por lo que el perito nombrado deberá de solicitar que su despacho lo provea de un oficio,
solicitando a quien posea las muestras materia de examen pericial le otorguen las facilida
des necesarias para que proceda a su estudio pericial.
El segundo párrafo del artículo en comento refiere que “el perito deberá guardar
reserva, bajo responsabilidad, de cuanto conozca con motivo de su actuación”
Todo perito debe tener en cuenta que la información a la que pueda acceder con oca
sión de su desempeño se encuentra sujeta al principio de reserva, motivo por el cual no
puede informar a ajenos al proceso sobre la actuación que se le ha encomendado; es más,
al único que ha de informar con el resultado de su pronunciamiento pericial es al juez, ya
que es quien ha dispuesto su nombramiento, aun cuando haya sido a instancia de parte.
Sin embargo, existen situaciones que ponen en riesgo esta situación como, por ejemplo,
cuando la pericia es realizada por alguna de las entidades previstas en el artículo 173.2.,
como son la Dirección Ejecutiva de Criminalística de la Policía Nacional del Perú, la Direc
ción de Policía Contra la Corrupción, el Instituto de Medicina Legal u otro organismo del
Estado en donde laboran los peritos encargados del informe pericial, quienes únicamente
se remiten a procesar los indicios o evidencias y emitir su pronunciamiento pericial; y, al
culminar este informe, el contenido queda expuesto a todo aquel que tiene que ver con el
trámite administrativo, hasta su entrega al juez o fiscal solicitante; asimismo, la copia de
este pronunciamiento pericial es guardada en los archivos de cada una de estas dependen
cias, quedando sujeto a que se pueda solicitar previo pago de los derechos exigidos por el
281
ART. 176 LA PRUEBA
TUPA de la institución, copia certificada del mismo, desconociéndose qué destino pueda
dársele a dicha información. Situación que, como repetimos, escapa a la responsabilidad
directa del perito a cargo.
Esto es de mayor control cuando el perito actúa de forma directa y personal, en cuyo
caso la reserva de lo actuado es responsabilidad exclusiva del mismo; y la seguridad de las
copias de sus pronunciamientos periciales igualmente se encuentra a cargo de su persona.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
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(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999X Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
282
Artículo 177.- Perito de parte
1. Producido el nombramiento del perito, los sujetos procesales, dentro del quinto día
de notificados u otro plazo que acuerde el juez, pueden designar, cada uno por su
cuenta, los peritos que considere necesarios.
2. El perito de parte está facultado a presenciar las operaciones periciales del perito
oficial, hacer las observaciones y dejar las constancias que su técnica les aconseje.
3. Las operaciones periciales deben esperar la designación del perito de parte, salvo
que sean sumamente urgentes o en extremo simples.
Concordanci as:
CPP: art. 175 inc. 1; CPC: art. 264.
“Producido el nombramiento del perito, los sujetos procesales, dentro del quinto día
de notificados u otro plazo que acuerde el juez, pueden designar, cada uno por su cuenta,
los peritos que considere necesarios”.
Respecto a este párrafo, sea el fiscal o el juez quien haya nombrado peritos, cabe enton
ces a los demás sujetos procesales dentro del término concedido por la normativa hacer
conocer a este la designación de uno o más peritos, a fin de que puedan actuar conforme
a lo que se tiene previsto y de no coincidir con lo realizado por el perito oficial designado
por el fiscal o juez, tendrán que emitir su propio pronunciamiento pericial.
Respecto al segundo párrafo, refiere que “ [e]l perito de parte está facultado a presen
ciar las operaciones periciales del perito oficial, hacer las observaciones y dejar las cons
tancias que su técnica les aconseje”.
Habiendo sido designados los peritos de parte, se les deberá de hacer conocer la fecha
y lugar en que el perito oficial va a proceder a la realización de su estudio pericial, de tal
forma que estos puedan estar presentes y participar durante la diligencia.
Ahora bien, en cuanto al hecho de “dejar las constancias que su técnica les aconseje”,
veamos qué es lo que esto implica: dado que el perito de parte en el ejemplo que citamos
en el párrafo anterior es de la especialidad de balística forense, como lo es el perito oficial,
ambos conocen la técnica y procedimientos para llevar a cabo un examen balístico, sea
en armas, municiones o partes de estas últimas, por lo que con tal objeto observa cómo
es que el perito oficial va practicando la pericia. El momento de la intervención del perito
de parte es cuando, observando actuar al perito oficial, nota que no está cumpliendo, por
ejemplo, con el protocolo necesario para la realización de un examen microscópico com
parativo, de lo que dejará constancia en el acta que se levante incluyendo tal observación
sustentando el motivo de la misma.
Respecto al tercer párrafo, el mismo refiere que “fijas operaciones periciales deben
esperar la designación del perito de parte, salvo que sean sumamente urgentes o en extremo
simples”.
Teniendo conocimiento las partes procesales sobre la disposición para que se lleve
a cabo una pericia en particular, que puede ser solicitada a alguna de las instituciones ya
mencionadas en la presente norma o mediante nombramiento de perito oficial, conforme
a lo establecido para ambos casos, se especifica con toda claridad que: “Las operaciones
periciales deben esperar la designación del perito de parte bajo esta circunstancia,
se debe de tener en cuenta, en franca coherencia con el debido proceso, que el perito ofi
cial perteneciente a alguna de las entidades del Estado o institución privada no comience
el procesamiento de las evidencias sometidas a examen pericial en tanto no esté presente
284
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 177
el perito de parte, pues se debe tener en consideración que la norma le otorga un plazo
de cinco días a las partes procesales para que propongan a su perito de parte, a cuyo tér
mino, de no presentarse este, recién los peritos oficiales estarían habilitados para proceder
según su protocolo pericial. Sobre el particular, es muy común apreciar que la defensa téc
nica descuida esta oportunidad; y cuando ya se ha presentado el resultado del pronuncia
miento pericial por el perito oficial, al enterarse del resultado que afecta a su patrocinado,
recién a partir de ese momento se preocupa por ver la convocatoria del perito de parte, lo
que desde ya es una actuación perjudicial para su defendido.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
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la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3- Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
285
Artículo 178.- Contenido del informe pericial oficial
1. El informe de los peritos oficiales contendrá:
a) El nombre, apellido, domicilio y Documento Nacional de Identidad del perito,
así como el número de su registro profesional en caso de colegiación obligatoria.
b) La descripción de la situación o estado de hechos, sea persona o cosa, sobre los
que se hizo el peritaje.
c) La exposición detallada de lo que se ha comprobado en relación al encargo.
d) La motivación o fundamentación del examen técnico.
e) La indicación de los criterios científicos o técnicos, médicos y reglas de los que se
sirvieron para hacer el examen.
f) Las conclusiones.
g) La fecha, sello y firma.
2. El informe pericial no puede contener juicios respecto a la responsabilidad o no
responsabilidad penal del imputado en relación con el hecho delictuoso materia del
proceso.
Concordancias:
CPP: arts. 172, 179; CPC: art. 265.
El informe de los peritos oficiales contendrá “el nombre, apellido, domicilio y Docu
mento Nacional de Identidad del perito, así como el número de su registro profesional en
caso de colegiación obligatoria”.
Entonces, para aquellos peritos que no vienen de formación profesional, ellos también
pueden hacer la consignación del número de registro de su título o diploma de especialista
286
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 178
En este literal se tiene cuidado de exigir al perito que proceda a hacer una descrip
ción de aquello que ha sido materia de su examen pericial. Por tanto, sea cual fuere la natu
raleza del pronunciamiento, siempre debe de tener cuidado de describir aquello que está
siendo examinado; por ejemplo, si se trata de la realización de una necropsia en el cuerpo
de un cadáver humano -a cargo del médico forense especialista en necropsias- o animal
-a cargo del médico veterinario forense-; en ambos casos se hará la descripción del cuerpo
sujeto a esta práctica (en qué estado de conservación se encuentra y otras señas particula
res individualizadoras, hasta antes de iniciar la necropsia); otro caso puede ser el examen
practicado en un maxilar inferior que contiene piezas dentales, el encargo, según el objeto
de estudio, puede estar a cargo de uno o dos profesionales: antropólogo forense y odontó
logo forense; ambos, en el cuerpo de su pericia, deberán mencionar cómo llegó embalada
la muestra ósea, en qué estado se encontraba, etc.; o cuando se recibe un frasco que con
tiene muestras de contenido gástrico para análisis químico toxicológico, el perito en toxi-
cología forense debe describir cómo llegó el envase que contiene la muestra (roto, abierto,
se derramaba el contenido, sellado con cinta aislante, en un envase de diseño especial para
este tipo de muestra, etc.); y si se trata, por último, de la toma de muestras para determi
nar la presencia de residuos producto del disparo de un arma de fuego en una persona
detenida, el perito ingeniero químico forense deberá describir si la persona presentaba las
manos sucias, lavadas, si habían estado protegidas con algún soporte para evitar contami
nación, etc., previo a la toma de muestras según sea la técnica en uso. Es decir, esta es infor
mación importante que necesariamente se tiene que consignar y mejor aún si se acompaña
con las correspondientes vistas fotográficas ilustrativas que demuestren lo que es materia
de descripción: fotografía del cuerpo humano, cuerpo animal, maxilar inferior, frasco que
contiene sustancia para análisis, manos de la persona materia de toma de muestras, etc.
Cada tipo de examen pericial tiene su propia metodología de estudio, de la que resulta
la obtención de una serie de informaciones que deberá de ser incorporada en su informe
pericial, según la secuencia metodológica prevista para ello. Si bien es cierto que hay una
metodología de carácter general, también lo es la existencia de una metodología de carác
ter particular.
Analicemos los verbos que dan origen a los términos incorporados al presente lite
ral, como son motivar, que significa: “Ser causa o motivo de algo. Explicar el motivo o,
razón de algo (...)”(1); y fundamentar, que significa: “Establecer o poner fundamentos,
bases. Poner los cimientos de un edificio”(2).
De lo que se desprende que un informe pericial, al tener que llegar a una “conclu
sión” o “conclusiones”, necesariamente estas tienen que estar respaldadas en información
suficiente que resulta de los datos obtenidos del examen de los indicios, evidencias, hue
llas, rastros, etc. -téngase presente que una- “escena”, en su conjunto, es un macroindicio,
como también lo es un cuerpo humano, un arma de fuego, un documento, etc.; ya que,
como un gran conjunto, contiene muchos otros “subindicios o evidencias” que han de ser
detectados con ocasión del estudio pericial. Por tanto, toda conclusión tiene necesaria
mente que tener fundamento en los datos o informaciones obtenidas durante el examen
pericial. Se pone como ejemplo el caso de un pronunciamiento pericial que fuera materia
de debate, de cuyo resultado se evidencia que el perito informante no tenía fundamento
fáctico para una de sus conclusiones; y, al solicitarle el juez explicación para ello, su res
puesta sea: “bueno, es mi opinión”, una gran respuesta. Situaciones como la del ejemplo
no pueden permitirse, el perito debe de ser eminentemente objetivo y sustentar todas sus
conclusiones en fundamentos fácticos que permitan a otro perito, más adelante, confirmar
o desvirtuar lo manifestado por él; no olvidemos que entre las características del conoci
miento científico se tiene que este es verificable y, por consiguiente, falible. Entonces, si
la conclusión tiene sustento fáctico, puede ser comprobada y consolidar la afirmación o
rechazo que la contiene. Posición clara del legislador al exigir de este perito que cumpla a
cabalidad con la exigencia normativa.
(1) EDICIONES LAROUSSE (2007), El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana,
p. 697.
288 (2) Ibídem, p. 469-
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART, 178
Cuando en el numeral 1 del presente artículo se considera que “El informe de los
peritos oficiales contendrá” y en el presente literal se consigna específicamente: “La indi
cación de los criterios científicos o técnicos, médicos y reglas de los que se sirvieron para
hacer el examen”, implica que el perito a cargo del pronunciamiento pericial se encuentra
ante el imperativo de tener que “sustentar de qué marco teórico se extrae la metodología de
trabajo y conocimientos fundamentales”; y esta es una exigencia en todo trabajo de inves
tigación científica. El problema estriba en que la restringida formación metodológica de
los peritos hace que en la mayoría de los casos se siga obviando incluir tal información en
el cuerpo de su pronunciamiento pericial, si bien no es factible incorporar “citas” o biblio
grafía, propias de una fórmula académica; sí es cierto que, por lo menos, cada perito con
sidere en el cuerpo de dicho pronunciamiento cuál es la base teórica en la que se fundan
sus investigaciones; por ejemplo, tomando el caso de una pericia de clínica forense, en la
que el médico procede a describir una de las lesiones que presenta el cuerpo de un herido,
lo menos que podría aportar es en cuanto a qué clase de lesión corresponde y si dicha cla
sificación es tomada de uno u otro autor; lo propio para el caso de una pericia realizada
por un psicólogo forense, mediante la que se afirma que la persona examinada posee una
característica particular de personalidad psicopática, motivo más que suficiente para que
fundamente esa identificación mencionando al tratadista o tratadistas que proponen tales
características identificatorias de dicha conducta, que pueden ser diferentes a las de otros
estudiosos; o refiriéndonos al perito biólogo forense, cuando emplea determinado reac
tivo que se esparce sobre una superficie para detectar manchas de sangre y ha de revelarse
mediante el empleo de la luz ultravioleta; en estas condiciones debería de informar por
qué motivo ha empleado un reactivo y no otro; o sino cuando el perito químico forense
procede a realizar la toma de muestras de las manos de una persona o de un cadáver, para
investigar la posible presencia de residuos del disparo de un arma de fuego, se necesitaría
fundamentar las razones por las que está utilizando determinado método de captura de
muestras y no otro, así como por qué razón únicamente toma las muestras de las manos
y no de otra zona denominada de “descarte de saturación”; explicando luego las razones
doctrinarias y metodológicas sobre el particular; finalmente para el perito grafotécnico,
fundamentar las razones por las que ha procedido a emplear determinado método de toma
de muestras y no otro, también ilustrando los motivos científicos que lo han llevado a tal
selección, informando sobre el marco teórico en el que se sustenta la decisión. En sínte
sis, el presente punto evita que se tenga que aceptar a pie juntillas lo que el perito que sus
cribe el pronunciamiento pericial nos dice en su informe, porque “es su palabra”; eso no
se puede seguir aceptando, debe de quedar en claro que, siendo peritos criminalísticos o
peritos forenses -denominación que va a ir quedando en desuso con el transcurso de los
años-, se desempeñan adscritos a un entorno científico; y todo científico basa sus conoci
mientos en un marco teórico en particular, propio de la especialidad científica o técnica
que posea, inclusive si es artística. Entonces, vemos que lo mínimo que se debe de con
tener en el cuerpo de los informes periciales es ese referente teórico necesario y suficiente
para sustentar la credibilidad científica o técnica de tales pronunciamientos periciales.
289
ART. 178 LA PRUEBA
Por tanto, vemos que la o las conclusiones resultan siendo el razonamiento inferen-
cial, en el que se integra el resultado de la investigación practicada por el perito a cargo; es
decir, que encuentran el sustento en los datos obtenidos durante el examen pericial, que
resultan de aplicar el conocimiento científico. No es una conjetura, un parecer, una opi
nión singular; sino una afirmación, rechazo o abstención que genera un conocimiento sos-
tenible y demostrable.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
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(3) ZAVALA, Abel (1999). Proyecto de investigación científica. Lima: San Marcos, p. 146.
(4) REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en:
290 http://dle.tae.es/?id=A9Prhl6
Artículo 179.- Contenido del informe pericial de parte
El perito de parte, que discrepe con las conclusiones del informe pericial oficial puede
presentar su propio informe, que se ajustará a las prescripciones del artículo 118, sin
perjuicio de hacer el análisis crítico que le merezca la pericia oficial.
Concordancias:
CPP: arts. 172, 178; CPMP: art. 303.
Pero esto es de aplicación en el caso de haber sido nombrado el perito de parte con
ocasión del nombramiento del perito oficial o perito comisionado perteneciente a una ins
titución del Estado o particular; sin embargo qué ocurre cuando no se está en este supuesto
y ya se tiene incorporada una pericia oficial, con unas conclusiones que no son comparti
das por el inculpado; entonces, existiendo también la posibilidad del nombramiento del
perito de parte por el sujeto procesal respectivo, tiene también la opción de la práctica de
su propio informe pericial, que además incorpore el análisis crítico del contenido y con
clusiones de la pericia oficial; y puede estar incorporado todo ello en un solo documento
o en dos; en el primer caso como informe pericial y en el segundo como informe pericial
de observaciones técnicas al pronunciamiento pericial XX.
291
ART. 179 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
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EZAINE CHÁVEZ, Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. edición. Tomo 2. Lima: A.F.A.; RODRÍ
GUEZ, P. (2006). Criminalística general. Arequipa: LPG; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de
la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; Z AVAL A, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
292
Artículo 180.- Reglas adicionales
1. El Informe pericial oficial será único. Si se trata de varios peritos oficiales y si discre
pan, cada uno presentará su propio informe pericial. El plazo para la presentación
del informe pericial será fijado por elfiscal o el juez, según el caso. Las observaciones
al Informe pericial oficial podrán presentarse en el plazo de cinco días, luego de la
comunicación a las partes.
2. Cuando exista un informe pericial de parte con conclusión discrepante, se pondrá
en conocimiento del perito oficial, para que en el término de cinco días se pronuncie
sobre su mérito.
3. Cuando el informe pericial oficial resultare insuficiente, se podrá ordenar su
ampliación por el mismo perito o nombrar otro perito para que emita uno nuevo.
Concordancias:
178, 179, 181 inc. 3; CPC: art. 265.
El segundo párrafo del artículo en comento establece que “[cjuando exista un informe
pericial de parte con conclusión discrepante, se pondrá en conocimiento del perito oficial,
para que en el término de cinco días se pronuncie sobre su mérito”.
Con ocasión del presente contenido, se pueden dar dos situaciones como se detalla
a continuación:
por lo que esta normativa prevé que se le ponga en conocimiento del perito oficial para
que luego de informarse de la posición teórica contradictoria del perito de parte, pueda
argumentar contrariamente sobre el particular defendiendo la suya; y para ello tiene un
término de cinco días.
El tercer párrafo del artículo refiere que [cjuando el informe pericial oficial resultare
insuficiente, se podrá ordenar su ampliación por el mismo perito o nombrar otro perito
para que emita uno nuevo.
(1) ZAVALA, Abel, (1999). Proyecto de investigación científica. Lima: San Marcos, p. 146.
(2) REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en:
294 < http: //dle. rae.es/? id=A9Prhl6 >.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 180
comisionará a otro perito que presta servicios para ella, generando el informe, pero siem
pre tomando en consideración que se trata de una “ampliación” y no la elaboración de un
nuevo pronunciamiento pericial, salvo el caso previsto anteriormente, en el que todo lo
realizado esté mal. Generándose así el nuevo informe pericial ampliatorio.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). El pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
EZAINE CHÁVEZ, Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. 3a edición. Tomo 2. Lima: A.F.A.; RODRÍ
GUEZ, P. (2006). Criminalística general. Arequipa: LPG; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de
la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
295
Artículo 181.- Examen pericial
1. El examen o interrogatorio del perito en la audiencia se orientará a obtener una
mejor explicación sobre la comprobación que se haya efectuado respecto al objeto
de la pericia, sobre los fundamentos y la conclusión que sostiene. Tratándose de
dictámenes periciales emitidos por una entidad especializada, el interrogatorio
podrá entenderse con el perito designado por la entidad.
2. En el caso de informes periciales oficiales discrepantes se promoverá, de oficio inclu
sive, en el curso del acto oral un debate pericial.
3. En el caso del artículo 180.2, es obligatorio abrir el debate entre el perito oficial y
el de parte.
Concordancias:
CPP: art. 180 inc. 2; CP: art. 409.
La primera parte del contenido del presente numeral se sostiene en el siguiente enun
ciado: “El examen o interrogatorio del perito en la audiencia se orientará a obtener una
mejor explicación sobre la comprobación que se haya efectuado respecto al objeto de la
pericia, sobre los fundamentos y la conclusión que sostiene”. Con gran propiedad se incor
pora la expresión “examen del perito” y justamente el instrumento para ello es el “interro
gatorio”, logrando con este último, a través de una serie de preguntas, que el perito oficial
o de parte, expliquen con detalle todo aquello que se relaciona con la investigación pericial
llevada a cabo para esclarecimiento del “objeto de estudio” —que viene a ser el problema
de investigación-, citando la fundamentación científica (marco teórico, técnica, métodos
y procedimientos aplicados) en la que se respaldan las informaciones obtenidas que le han
permitido llegar a la conclusión de su pronunciamiento pericial.
Cuando se considera que: “Tratándose de dictámenes periciales emitidos por una enti
dad especializada, el interrogatorio podrá entenderse con el perito designado por la enti
dad”. Dado que entidades como las dependencias de criminalística PNP a nivel nacional
o del IML también a nivel nacional, habiendo atendido la solicitud de la realización de un
peritaje y comisionado a uno de sus peritos para el diligenciamiento, en primera instancia,
es evidente que el perito a cargo ha de ser notificado para que se presente para el examen
pericial de su documento, con lo que no hay problema con el tema. Sin embargo, podría la
participación de este perito verse afectada por alguna de las siguientes situaciones, como la
de no encontrarse ya prestando servicios para esa entidad, pero se conoce su dirección de
residencia en el país, en este caso se hará conocer tal hecho para que se expedite la notifi
cación del mismo por otra vía. También tenemos aquel que opera para peritos de la PNP
que ya no prestan servicios en la dependencia de criminalística desde donde evacuará su
informe pericial, pero sí se encuentran laborando en otra dependencia de la institución poli
cial, que bien puede encontrarse fuera de la ciudad en la que está ubicada la dependencia
de criminalística que fuera de su anterior asignación; en este caso, la notificación ha de ser
tramitada por el organismo de administración de personal responsable de disponer la con
currencia de dicho perito para que cumpla con la diligencia respectiva. Otro caso extremo,
296 pero no raro de presentarse, lo tenemos cuando el perito de determinada dependencia de
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 181
El segundo párrafo del artículo en comento refiere que “[e]n el caso de informes peri
ciales oficiales discrepantes se promoverá, de oficio inclusive, en el curso del acto oral un
debate pericial”.
Finalmente, respecto al último párrafo, “[e]n el caso del artículo 180.2, es obligato
rio abrir el debate entre el perito oficial y el de parte”.
BIBLIOGRAFÍA
CABANELLAS, Guillermo (2003). Diccionario enciclopédico de Derecho usual. Tomo V. Buenos Aires: Heliasta;
EDICIONES LAROUSSE (2007). E/pequeño Larousse ilustrado. 13a edición. Bogotá: Printer Colombiana;
EZAINE CHÁVEZ, Amado (1999). Diccionario de Derecho Penal. ¥ edición. Tomo 2. Lima: A.F.A.; RODRÍ
GUEZ, P. (2006). Criminalística general. Arequipa: LPG; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de
la Lengua Española. Edición del tricentenario. Disponible en: <http://dle.rae.es/?id=A9Prhl6>; SOPEÑA
(1982). Enciclopedia concisa Sopeña. Tomo 3. Barcelona: Ramón Sopeña; ZAVALA, Abel (1999). Proyecto de
investigación científica. Lima: San Marcos.
297
CAPITULO IV
EL CAREO
Concordancias:
CPP: arts. 86,183,242; CPart. 409.
I. Introducción
El Código Procesal Penal de 2004 (en adelante, CPP) ha regulado un capítulo al
careo, el mismo que es abordado en el capítulo cuarto y dentro del título segundo de
los medios de prueba, en él se fija la procedencia y sus reglas; mientras que el Código de
Procedimientos Penales lo reguló disperso dentro de la instructiva y testimonial. En él se
ha venido indicando que el careo en la vía penal es una diligencia de carácter personal y
de predominante efecto psicológico, por lo que se entiende al hecho de ‘estar cara a cara”
para esclarecer los hechos u opiniones divergentes, mientras que en el proceso civil ha sido
aplicada con menor frecuencia(1\
En este sentido, podemos definir al careo como medio de prueba que contiene
declaraciones o hechos contradictorios de vital importancia a fin de ser aclarados por dos
órganos de prueba de manera consiente y libre. Para algunos autores el careo es un medio de
(1) CLARIÁ OLMEDO, Jorge (2008). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Actualizado por CHIARA
DIAZ, Carlos Alberto. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni, p. 142.
(2) DEL VALLE RANDICH, Luis (1968). Los medios de prueba en el Derecho Procesal Penal. Lima: Editora Chalaca,
298 pp. 124-125.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 182
II. Fundamento
El maestro Mixán Máss sostuvo que el fundamento del careo se encuentra sostenido
en la psicología(5), basada en el método de la extrospección psíquica, que permite observar
el actuar de los confrontados tanto en sus dichos como en sus gestos, donde el magistrado
tiene que observar de manera objetiva y no parcializada, dado que se confrontan dos
órganos de prueba sobre sus declaraciones discordantes esenciales. Este fundamento se
apoya en el principio de inmediación en el que los magistrados deben poner en práctica sus
conocimientos y experiencias en psicología y las máximas de la experiencia para observar
atentamente las reacciones psicosomáticas de los confrontados, teniendo cuidado de no ser
impresionado por reacciones simuladas o teatralizadas y evitar agresiones físicas o verbales.
III. Presupuestos
El careo reúne las características de un acto procesal que es llevado en la etapa de
investigación preparatoria o juicio oral; es un acto formal y oral donde los protagonistas
cambian o ratifican sus dichos; es bilateral porque su actuación requiere la presencia
física de dos personas que han declarado sobre hechos.
Hay que dejar sentado que los órganos de prueba no pueden ser los peritos oficiales
ni los peritos de parte. Consideramos que por regla general no puede ser órgano de prueba
un menor de catorce años de edad, y de forma excepcional lo es (como lo prescribe el CPP)
(3) TAMBINI DEL VALLE, Moisés (2000). La prueba en el proceso penal. Lima: Palestra, p. 111.
(4) MANZINI, Vincenzo (1953)- Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo IV. SENTÍS MELENDO Santiago y
MARINO. AYCRRA Redín. (trad.) Buenos Aires: Ejea, p. 214.
(5) MIXÁN MASS, Florencio (1995). La prueba en el procedimiento penal. Trujillo: BGL, p. 130. 299
ART. 182 LA PRUEBA
d) Entre agraviados: es la novedad que nos trajo el CPP y ahora en qué casos es fac
tible aplicar. Deben ser descartados en delitos contra el Estado por cuanto la víc
tima es una sola, el Estado.
e) Entre testigos: esta es otra novedad que nos trajo el CPP que permite el careo
entre testigos; sin embargo, el Código de Procedimientos Penales en su artículo
155 prohibía el careo entre testigos. La legislación penal argentina permite el careo
entre testigos, el cual se evidencia que nuestra legislación la tomó de la legislación
comparada o de la nuestra, prescrita en el artículo 209 del Código Procesal Civil.
f) Entre testigo y agraviado: la regla general debe ser entre un agraviado y un tes
tigo ofrecido por el imputado.
Queda descartado el careo entre peritos, consideramos que debe quedar descartado el
careo entre el imputado y la víctima menor de catorce años de edad, entiéndase por niño a
los menores de doce años de edad y por adolescente a los mayores de doce años conforme
al Código de los Niños y Adolescentes; por cuanto en los procesos penales de adultos es
exponerla ante su agresor y sería revictimizada. En un trabajo de La Libertad(6), se dice que
los magistrados serían los que vienen revictimizando a la víctima y esto no puede ocurrir.
Los derechos del niño o la niña menor de catorce años, víctimas de abuso sexual quedan
relegados a un segundo plano cuando se revictimiza, donde se deben respetar y garantizar
los derechos fundamentales de la persona humana.
(6) MALCA SERRANO DE CABANILLAS, Eliana (2014). El nuevo Código Procesal peruano y la protección a víc
timas menores de edad del delito contra la libertad sexual. Trujillo: Ministerio Público, pp. 73-74. Disponible en:
300 <http://revistas.unitru.edu.pe/index.php/PGM/article/viewFile/799/726>.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 182
VI. Solicitantes
Nuestra legislación procesal penal no restringe este pedido a las partes procesales
como agraviados, actor civil, tercero civil o imputados; no obstante, un testigo no podrá
solicitar careo al no ser parte procesal ni tener interés en el proceso. Solo deben darse los
presupuestos donde el fiscal es el llamado a disponer de una diligencia de careo entre los
órganos de prueba mencionados en investigación preparatoria. Un testigo no podrá solicitar
careo al no ser parte procesal ni tiene interés en el proceso.
No obstante, existen límites al careo, dado que, como medio de prueba, se encuentra
sujeto a la pertinencia, conducencia o utilidad, licitud y preclusión o eventualidad, conforme
lo ha desarrollado el Tribunal Constitucional en el caso Magaly Medina y Ney Guerrero,
STC N° 6712-2005-HC/TC-Lima, fundamento 26; por tanto, el titular de la acción
penal tiene que precisar las contradicciones importantes y argumentar la importancia de
la diligencia, salvo que el careo se ordene de oficio en juicio oral, para tal efecto se deben
seguir las pautas del Tribunal Constitucional.
(7) CASTRO, Julio César (2015). “Cuando los niños tienen la palabra. A propósito de la validez de la toma de sus
dichos mediante un procedimiento diferenciado". En: UNICEF. Acceso a la justicia de niñoslas víctimas. Protección
de los derechos de niños, niñas y adolescentes víctimas o testigos de delitos o violencia, p. 187. Disponible en: <https://
www.unicef.org/argentina/spanish/OriginalLibroVictimas.pdf>.
(8) RODRÍGUEZ RESCI A, Víctor Manuel (1998). El debido proceso legal y la Convención Americana sobre los Derechos
Humanos, p. 1310. Disponible en: <http://www.corteidh.or.cr/tablas/al7762.pdf>.
(9) COMISIÓN ESPECIAL DE IMPLEMENTACIÓN DEL CPP (2009). Reforma procesal penal, justicia rápida y
transparente. Casaciones y acuerdosplenarios. Tomo II. Lima: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, p. 294. 301
ART. 182 LA PRUEBA
En el proceso penal por el delito de querella, la parte civil no conforme con la sentencia
absolutoria, interpone una acción de amparo contra las resoluciones judiciales emitidas por
los jueces de segunda y primera instancia, donde el Tribunal Constitucional, en el Expediente
N° 02201-2012-PA/TC-Lambayeque, fundamento 10, sostiene: “(...) los accionantes sostienen
que aunque la sala emplazada ha afirmado que además de la declaración testimonial no ha
existido careo entre las partes (no ofrecida por ninguna de las partes) ni se ha admitido la
declaración de los agraviados (rechazada por el juez de primera instancia) y que, por ello,
dicha declaración testimonial por sí sola es insuficiente para formar convicción, sin que
ello implique otorgar diferente valor a la prueba del que otorgó el juez penal con base en
el principio de inmediación; la resolución cuestionada incurre en motivación incoherente,
pues, a su juicio, la Sala sí ha otorgado valor diferente a la declaración testimonial de don
Daniel Regalado Bustamante y, además, hace mención a unas pruebas no ofrecidas y otras
no admitidas. Al respecto, el Tribunal de Apelación concluyó: ‘se colige que siendo este
la única prueba testimonial de cargo, ya que no fue ofrecida ni actuada la declaración de
los presuntos agraviados, ni existió el careo entre las partes, aquel testimonio por sí solo
resulta insuficiente, toda vez que al no haberse demostrado la credibilidad del testigo, no es
posible juzgar, si este puedo o no parecía el hecho’. Asimismo, ‘la prueba testimonial por sí
sola, por creíble que parezca pero no corroborada, no es suficiente para formar convicción,
sin que ello signifique otorgar diferente valor a la prueba del que ya le otorgó el Juez por
el principio de inmediación’. El supremo interprete finaliza diciendo que no encuentra
razones para discrepar de la línea argumentativa fijada por los jueces emplazados (...)”(10).
^5 BIBLIOGRAFÍA
CLARIÁ OLMEDO, Jorge (2008). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Actualizado por CHIARA
DÍAZ, Carlos Alberto. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni; COMISIÓN ESPECIAL DE IMPLEMENTA-
CION DEL CPP (2009). Reforma procesal penal, justicia rápida y transparente. Casaciones y acuerdos plenarios.
Tomo II. Lima: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos; DEL VALLE RANDICH, Luis (1968). Los
medios de prueba en el Derecho Procesal Penal. Lima: Editora Chalaca; CASTRO, Julio César (2015). “Cuando
los niños tienen la palabra. A propósito de la validez de la toma de sus dichos mediante un procedimiento
diferenciado”. En: UNICEF. Acceso a la justicia de niños/as víctimas. Protección de los derechos de niños, niñas y
adolescentes víctimas o testigos de delitos o violencia. Disponible en: <https://www.unicef.org/argentina/spanish/
OrigÍnalLibroVictimas.pdf>; MANZINI, Vincenzo (1953). Tratado de Derecho Procesal Penal. SENTÍS
MELENDO, Santiago y MARINO AYCRRA, Redín (trad.) Tomo IV. Buenos Aires: Ejea; MALCA
SERRANO DE CABANILLAS, Eliana D. (2014). El nuevo Código Procesal peruano y la protección a víctimas
menores de edad del delito contra la libertad sexual. Trujillo: Ministerio Público. Disponible en: <http://revistas.
unitru.edu.pe/index.php/PGM/article/viewFile/799/726>; MIXÁN MASS, Florencio (1995). La prueba en
el procedimiento penal. Trujillo: BGL; RODRÍGUEZ RESCIA, Víctor Manuel (1198). El debido proceso legal y
la Convención Americana sobre los Derechos Humanos. Disponible en <http://www.corteidh.or.cr/tablas/al7762.
pdf>; TAMBINI DEL VALLE; Moisés (2000). La prueba en el proceso penal. Lima: Palestra.
303
Artículo 183.- Reglas del careo
1, El juez hará referencia a las declaraciones de los sometidos a careo, les preguntará
si las confirman o las modifican, invitándoles, si fuere necesario, a referirse recí
procamente a sus versiones.
2. Acto seguido, el Ministerio Público y los demás sujetos procesales podrán interrogar,
a los sometidos a careo exclusivamente sobre los puntos materia de contradicción y
que determinaron la procedencia de la diligencia.
Concordancias:
182; CP: art. 409.
I. Objeto
El objeto principal de la diligencia del careo es el esclarecimiento de la discrepan
cia que existe entre dos versiones o hechos narrados por dos órganos de prueba, donde el
magistrado debe lograr un resultado positivo. De esta manera, el objetivo de dicha dili
gencia es despejar la incertidumbre provocada.
Del Valle Randich sostiene que la diligencia del careo tiene el propósito de esclare
cer un determinado hecho o circunstancia y no averiguar la falsedad o sinceridad del tes-
tigo(1). En este sentido, podemos sostener que el objeto del careo son las declaraciones con
tradictorias efectuadas por dos órganos de prueba; sean testigos, agraviados e imputados.
1. Tesis afirmativa
Los autores de esta tesis han sostenido que en la diligencia de careo el más astuto o
el más descarado envolverá fácilmente al otro menos advertido o más tímido (Tejedor);
asimismo, se explica que el colocar a los sujetos cara a cara ante el magistrado prevendría
los malos entendidos, lo cual contribuye a simplificar el proceso (Bentham). En cuanto a
la condena, se resalta el carácter injusto que esta tendría sin que antes se haya confrontado
al inculpado con los testigos (Carlos Tejedor); incluso se afirma que es un loable medio
de arribar al convencimiento de la verdad (Esteves Sagui); además de contribuir a preci
sar los detalles del caso (Hugo Alsina). Finalmente, permite poner en evidencia el carácter
(1) DEL VALLE RANDICH, Luis (1961). Los medios de prueba en el Derecho Procesal Penal. Lima: Editora Chalaca, p. 157.
(2) MUÑOZ VILLANUEVA, Mario Alfredo (2005). “El careo: ¿flaquea la institución o la praxis?”. En:
304 ActualidadJurídica. Tomo 145. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 113-114.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 183
de la prueba procesal directa, al situar a los testigos y culpables como objetos de observa
ción (Jiménez Asenjo).
2. Tesis negativa
Para los autores de esta tesis, el careo es una institución estéril, al tener poca o ninguna
utilidad, cuyo objeto se reduce a conseguir un acuerdo entre los procesados o testigos (López
Moreno). Asimismo, se señala que el careo es un resabio del pensamiento inquisitivo, poco
usado en materia civil y que, por tanto, debe desaparecer debido a que, difícilmente, el juez
averiguará la verdad a través de este procedimiento. Además, se afirma que la entereza o sin
ceridad de un testigo en frente de las contradicciones o balbuceos del otro son generalmente
el fruto de las condiciones psicológicas de cada uno y no de la mayor o menor veracidad
(Ramiro Podetti); incluso, se apunta a la inutilidad práctica de la figura (Bartolini Ferro).
3. Tesis intermedia
Hay autores de esta tesis que sostienen que el careo presenta ventajas y desventajas y
que todo depende del juez (Vilanovay Mañes); también se establece que esta diligencia en
materia penal es en vano, puesto que solo da lugar a escenas enojosas, sobre todo cuando
se produce un enfrentamiento entre testigos y procesados, pero reconocen que no pueden
ser omitidos cuando se trate de “puntos esenciales”, porque son el único medio que puede
permitir, algunas veces, el conocimiento de las causas de un desacuerdo entre dos mani
festaciones opuestas (Malagarriga y Sasso). Asimismo, se señala que produce un mejor
esclarecimiento de los hechos y se opone a la confrontación de los imputados al conside
rarla violatoria de la garantía constitucional sobre la declaración contra sí mismo (Jofré).
Es evidente que nuestro Código Procesal Penal (en adelante, CPP) ha optado por la
tesis intermedia, dado que su aplicación puede generar ventajas y desventajas; sin embargo,
la práctica está convirtiendo al careo en un procedimiento mecánico o, incluso, tiene pro
blemas de forma al ser solicitado de forma errada en diversas instancias y procesos que no
corresponden, donde no flaquea la institución sino la praxis.
A juicio propio, esta diligencia debe tener importancia, porque la confrontación per
mite apreciar mejor la sinceridad de los testigos y sirve para que estos precisen sus recuer
dos e insistan en sus versiones o las corrijan01.
(3) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2012). Comentarios al Código Procesal Civil, análisis artículo por artículo.
Tomo I. 4a edición. Lima: Gaceta Jurídica, p. 479- 305
ART. 183 LA PRUEBA
está decirlo, con la sagacidad que les presta la experiencia acumulada en el ejercicio de su
función”(4) *.
En este sentido, el magistrado en todo momento debe buscar extraer mayor informa
ción y que se aporten detalles de las declaraciones materia de controversia. De las declara
ciones orales, el careo es posiblemente la más apta para poder tomar cabal conocimiento
de la cuestión con relación a los puntos de discrepancia y apreciar los dichos de los distin
tos protagonistas en función, no solo de lo que dicen, sino especialmente mediante el len
guaje corporal, lo cual se manifiesta por la situación de tensión que provoca la referida dili
gencia^. Con ello y junto a otros elementos de convicción, el magistrado del caso resol
verá, sea para requerir un sobreseimiento, una acusación o en caso de un juicio oral, para
absolver o sentenciar al acusado.
En ese sentido, se señala que, en los casos de violación sexual, no se debe vulnerar la
prueba de la parte afectada ni el principio de inmediación; tal como lo sostiene la Casa
ción N° 09-2007, Huaura (fundamento jurídico 4), que señala:
(4) PEYRANO, Jorge Walter (1978). EZ proceso civil. Principios y fundamentos. Buenos Aires: Astrea, p. 293.
306 (5) FALCÓN, Enrique (2003). Tratado de la prueba. Tomo II. Buenos Aires: Astrea, p. 393.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 183
Esta regla procesal fue regulada para realizarse en juicio oral y no en etapa de inves
tigación preparatoria; no obstante, debe ampliarse la aplicación en la etapa de investiga
ción preparatoria, por cuanto el fiscal puede programar tal diligencia con participación
de las partes.
La enfermedad debe ser de tal magnitud que sea inminente la pérdida del órgano de
prueba o de sus condiciones físicas y psíquicas para volver a declarar confrontado con otro
órgano de prueba; y no necesariamente debe entenderse que la enfermedad ponga en riesgo
la vida, basta que ponga en riesgo las facultades sicofísicas del testigo, viaje a otro país o
carezca de domicilio (puesto que será difícil dar con su paradero para la citación a juicio)(6).
b) Que el testigo hubiera sido expuesto a violencia o amenaza, para que no declare
o lo haga falsamente
La intimidación que reciba el testigo puede ser directa o indirectamente y debe estar
debidamente corroborada con algún elemento de convicción o la existencia de indicios
de amenaza.
Una forma a la que recurren los imputados de cuello y corbata que ostentan poder
económico, cuyo propósito es adquirir una declaración conforme a sus intereses o cam
bien de versión primigenia, faltando a la verdad; también se requiere un elemento de con
vicción o indicio corroborado con otro.
(6) TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia de la Magistratura,
p. 66 307
ART. 183 LA PRUEBA
Ante tal resultado, el fiscal tenía otra salida, disponer la diligencia de careo en la etapa
de investigación preparatoria o la solicite una de las partes. En caso de que el representante
del Ministerio Público rechace el careo, las partes en tal etapa pueden solicitar que se prac
tique tal diligencia vía tutela de derechos ante el juez de investigación preparatoria, a fin
de que declare fundada la tutela en audiencia oral y posteriormente se ordene al fiscal lle
var a cabo el careo, conforme al artículo 192.1 del Código Procesal Penal.
(7) COMISIÓN ESPECIAL DE IMPLEMENTACIÓN DEL CPP (2009). Reforma procesal penal, justicia rápida
y transparente. Casaciones y acuerdos plenarios. Tomo II. Lima: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
pp. 83-84.
(8) Las contradicciones del careo según el Ministerio Público son: El imputado alega que se enamoró de la agra
viada de catorce años de edad, a quien incluso le pidió sea su enamorada, lo cual aceptó habiendo tenido rela
ciones sexuales consentidas cada seis días aproximadamente, cuando no estaba la conviviente del investigado y
en las que inclusive él se cuidaba con condón, además de negar en todo momento que haya mediado violencia
o amenaza; por su parte la agraviada ha manifestado que fue víctima de violación por su padrastro cuando se
encontraba en su cuarto descansando, que ella se ha negado a ser su enamorada, por lo que procedió a violen
tarla sexualmente y luego la amenazó con matarla a ella si decía algo; que tales actos violentos se han realizado
cada dos días y no cada seis y que ha referido que desde que ella tenía catorce años, el investigado siempre la
308 acosaba y le fueron efectuados tocamientos en sus senos y partes íntimas.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 183
Puede ordenarse el careo entre imputados o entre No regula el careo entre demandados o entre
agraviados. demandantes.
VIII. Recomendaciones
El careo puede ser recomendado para los delitos de corrupción de funcionarios, de
crimen organizado, homicidios, entre otros casos emblemáticos de trascendencia social;
en dichos casos, puede ser solicitado como “prueba anticipada” siempre y cuando se cum
plan los presupuestos para la procedencia de careo y de prueba anticipada, dado el incre
mento de los delitos de extorsiones, homicidios, violaciones a la libertad sexual en mayo
res de catorce años de edad y corrupción de funcionarios.
309
ART. 183 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
COMISIÓN ESPECIAL DE IMPLEMENTACIÓN DEL CPP (2009). Reforma procesal penal, justicia rápida
y transparente. Casaciones y acuerdosplenarios. Tomo II. Lima: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos;
DEL VALLE RANDICH, Luis (1961). Los medios de prueba en el Derecho Procesal Penal. Lima: Editora Cha-
laca; FALCÓN, Enrique (2003). Tratado de la prueba. Tomo II. Buenos Aires: Astrea; LEDESMA NAR-
VÁEZ, Marianella (2012). Comentarios al Código Procesal Civil, análisis artículo por artículo. Tomo 1.4a edición.
Lima: Gaceta Jurídica; MUÑOZ VILLANUEVA, Mario Alfredo (2005). “El careo: ¿flaquea la institución
o la praxis?”. En: ActualidadJurídica. Tomo 145. Lima: Gaceta Jurídica; PEYRANO, Jorge Walter (1978).
El proceso civil. Principios y fundamentos. Buenos Aires: Astrea; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La
prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia de la Magistratura.
310
CAPÍTULO V
LA PRUEBA DOCUMENTAL
Concordancias:
CPP: arts. 18, 183, 324 inc. 2, 331 inc. 1, 330 inc. 1 lit. f 331 inc. 1; CPC: art. 233.
I. Introducción
Como sostienen Horvitz y López, la prueba es una verificación de afirmaciones que
se lleva a cabo utilizando los elementos o fuentes de prueba que disponen las partes y con
arreglo a ciertas garantías, en esa medida, la prueba no consiste en averiguar, sino en veri
ficar, y prueba, en el proceso penal, solo tiene lugar en el juicio oral, es aquí donde el juez
verifica las afirmaciones en las cuales se basan la acusación y la defensa. Toda la actividad
que precede al debate contradictorio no constituye propiamente una actividad probatoria
destinada a verificar hechos, sino lisa y llanamente actividad de investigación destinada a
averiguarlos. En este punto, se deben distinguir los denominados elementos y medios de
prueba. El primero -según estos autores- son todo dato objetivo que se incorpora legal
mente al proceso, capaz de producir un conocimiento cierto o probable acerca de los extre
mos de la imputación delictiva; mientras que los medios de prueba son los procedimientos
establecidos por la ley tendientes a lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso.
Los medios de prueba son, de esta manera, un procedimiento formal para la incorporación
de elementos probatorios, que está regido por ciertas garantías, y que tiene su razón de ser
en la necesidad de controlar los instrumentos de los que se vale el juzgador para adquirir
conocimiento de los hechos(1).
Los medios probatorios son diversos, en ese sentido, Nieva Fenoll destaca que, nor
malmente, se han resumido las diferentes actuaciones probatorias que pueden llevarse a
(1) HORVITZ LENNON, María Inés y LÓPEZ MASLE, Julián (2004). Derecho Procesal Penal chileno.
Tomo II. Santiago de Chile: Editorial Jurídica de Chile, pp. 65, 66 y 67. 311
ART. 184 LA PRUEBA
cabo en un reducido elenco de medios de prueba, seguido en general por las legislaciones,
que distingue entre los interrogatorios de partes y testigos, la prueba pericial y la prueba
documental, soliéndose añadir al proceso penal, el careo. Sin embargo, el listado no es
cerrado, puesto que se pueden incorporar otros medios, como sucede con la prueba de
reconstrucción de hechos. En el futuro, es factible que surjan otros medios de averigua
ción de la verdad que no sean reconducibles a los medios de prueba tradicionales, y que,
por tanto, quizás propiciarán la concreción de un nuevo medio de prueba®.
El Código Procesal Penal -en adelante, CPP- en sus artículos 184 al 188 brinda un
tratamiento a la prueba documental. En el artículo 184, la norma procesal, sin definir qué
debe entenderse por prueba documental o por documento, establece que “se podrá incor
porar al proceso todo documento que sirve como medio de prueba”, prescribe las reglas
de la incorporación de los documentos, precisando la obligación de presentar o exhibir los
mismos a cualquiera que lo tenga en su poder, indicando además que el fiscal, durante la
investigación preparatoria, tiene la facultad de solicitar directamente al tenedor del docu
mento su presentación, y en caso de la negativa del tenedor, el fiscal debe recurrir al juez
para que ordene la incautación que corresponda, regulando además el supuesto en que el
documento contenga declaraciones anónimas.
De otro lado, las clases de documentos son reguladas en el artículo 185, donde figu
ran no solo los documentos escritos en soporte de papel, sino los que contemplan docu
mentos en otro tipo de soportes materiales y que no solo contengan escritura, sino voces
o imágenes. Por su parte, el artículo 186 del Código adjetivo regula el reconocimiento
de documentos, cuando sea necesario determinar al autor de los mismos, ya sea el impu
tado o terceros que participan como testigos, precisando que se podrá recurrir a la prueba
pericial para establecer la autenticidad de un documento. Por su parte, el artículo 187 del
CPP prescribe la necesidad de que un documento en idioma extranjero sea traducido al
castellano, idioma oficial de las actuaciones procesales. Asimismo, esta norma, alejándose
de la clásica concepción que identificaba el documento con el documento escrito, pres
cribe las reglas para la transcripción y visualización de documentos que consisten en cintas * *
(2) NIEVA FENOLL, Jordi (2017). Derecho Procesal III. Proceso penal. Madrid: Marcial Pons, p. 338.
(3) JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni,
312 p. 487.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
magnetofónicas y cintas de video, además precisa que debe realizarse una diligencia de
audición o visualizado del documento, debiendo quedar plasmado el mismo en un acta.
Por último, el artículo 188 contempla la posibilidad de que el juez o el fiscal durante la
investigación preparatoria solicite informes sobre datos que consten en registros oficiales
o privados. De esta manera, el presente trabajo tiene por objetivo examinar la regulación
que dispensa nuestra norma procesal a la prueba documental.
Para Neyra Flores, prueba constituye una de las más altas garantías contra la arbitra
riedad de las decisiones judiciales. Por ello, el referido autor sostiene que prueba es todo
aquello que tiene el mérito suficiente y necesario para que en su calidad de medio, elemento
o actividad pueda formar en el juez la certeza de haber alcanzado la verdad concreta que
se produjo durante el proceso y de este único modo desvirtuar la presunción de inocen
cia^. En ese marco, Ramos Méndez constata que una de las garantías típicas del proceso
penal es el derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa, el proceso
penal se articula en forma contradictoria, en un juego dialéctico entre acusación y defensa,
ambas posturas procesales tienen sus legítimas aspiraciones probatorias. Es tan constitu
cional el derecho a probar la acusación como el derecho de defenderse(8).
Sentís Melendo precisa que la prueba no consiste en averiguar, sino en verificar. Ave
riguar significa tender, ir, caminar hacia algo, en este caso la verdad; mientras que verificar
(4) ROXIN, Claus (2003). Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Editores Del Puerto, p. 185.
(5) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa, p. 158.
(6) JAUCHEN, Eduardo. Ob. cit., p. 19.
(7) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual de Derecho Procesal Penal y de litigación oral. Lima:
Idemsa, p. 544.
(8) RAMOS MÉNDEZ, Francisco (2000). El proceso penal, sexta lectura constitucional. Barcelona: JM
Bosch Editor, p. 222.
(9) JAUCHEN, Eduardo. Ob. cit., p. 17. 313
ART. 184 LA PRUEBA
se refiere a hacer o presentar algo como verdad, como cierto005. Pero como sostiene Montero
Aroca, la actividad probatoria no es investigadora, sino verificadora de las afirmaciones del
hecho de las partes015. Por su lado, Muñoz Sabaté precisa que la investigación no es prueba
y que la prueba es verificación de una afirmación025. Por ello, Abel Lluch concluye que el
juez no averigua los hechos sometidos a controversia, sino que verifica los hechos aporta
dos por las partes para reconstruir la pequeña historia del proceso. Averiguar los hechos y
aportarlos al proceso son carga de las partes, verificar los hechos ya aportados al proceso
es deber del juez. En ese marco, este autor define la prueba como la actividad desplegada
generalmente por las partes, y excepcionalmente de oficio por el juez, cuya finalidad es
verificar las afirmaciones sobre los hechos aportados por las partes y determinar la certeza
de los hechos controvertidos, que se plasman en la sentencia a través de la motivación fác-
tica, basada ora en reglas tasadas, ora en la sana crítica. Entonces, se advierte que la prueba
en un proceso judicial es un concepto polisémico, puede ser entendido como actividad (de
las partes y del juez), como medio (en cuanto mecanismos para acreditar hechos) y como
resultado (conclusión a la que llega el órgano jurisdiccional)035.
En cuanto a su primera acepción, para Fernández López, como regla general, el con
cepto de prueba suele reconducirse al terreno de la actuación de los sujetos procesales. Con
expresiones del tipo “las partes tienen que probar” o “el juez tiene determinadas faculta
des probatorias”, en cierto modo, se pone el énfasis en quiénes son los sujetos que realizan
la actividad tendente a la demostración histórica en torno a la que gira la controversia045.
Así, para Cortés Domínguez, la prueba es la actividad encaminada a convencer al juez de
la veracidad de unos hechos que se afirman existentes en la realidad055. En la misma línea,
Asencio Mellado, sostiene que prueba es aquella actividad de carácter procesal cuya fina
lidad consiste en lograr la convicción del juez o tribunal acerca de la exactitud de las afir
maciones de hecho operadas por las partes en el proceso065.
Cabe advertir en este marco, siguiendo a Fernández López, que la prueba es actividad
del juez y, fundamentalmente, de las partes. Si bien en la mayoría de las normas procesales
otorga amplias facultades y cargas a las partes para la producción de la prueba, también
es cierto que se confieren determinadas facultades al órgano jurisdiccional que, bajo cier
tas condiciones, puede ejercitar con la finalidad de dar cumplimiento al objeto último de
obtención del convencimiento necesario para resolver el conflicto y, en definitiva, de des
cubrimiento de la verdad. De otro lado, la prueba es, sobre todo, actividad de las partes,
(10) SENTÍS MELENDO, Santiago (1947). La prueba. Buenos Aires: Ejea, p. 12.
(11) MONTERO AROCA, Juan (2002). La prueba en el proceso civil. 3a edición. Madrid: Civitas, p. 38.
(12) MUÑOZ SABATÉ, Luis (2001). Fundamentos de la prueba judicial civil L.E.C. 1/2000. Barcelona:
J.M. Bosch, pp. 41 y 85.
(13) ABEL LLUCH, Xavier (2007). “Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil”. En: ABEL
LLUCH, Xavier y PICÓ IJUNOY, Joan. Objeto y carga de la prueba civil. Barcelona: Bosch, p. 20.
(14) FERNANDEZ LÓPEZ, Mercedes (2004). Presunción de inocencia y carga de la prueba en el proceso
penal. Tesis para optar el grado de doctor en Derecho: Alicante: Universidad de Alicante, pp. 12-13.
(15) CORTÉS DOMÍNGUEZ, Valentín, et al. (2003). Derecho Procesal Civil. Parte general. 5a edición.
Madrid: Colex, p. 227.
(16) ASENCIO MELLADO, José María (1989). Prueba prohibida y prueba preconstituida. Madrid: Trivium,
314 p. 15.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
dirigida esencialmente a hacer constar en el proceso los hechos sobre los que se sustentan
las respectivas pretensiones y defensas o resistencias(17) 18.
En cuanto a la segunda acepción, Taruffo precisa que una de las acepciones funda
mentales del término prueba es la que hace referencia a los instrumentos para la verifica
ción de la verdad de los hechos afirmados en el proceso<18). Cabañas García precisa que los
medios de prueba consisten en instrumentos de intermediación requeridos por el proceso
para la constancia material de los datos de hecho existentes en la realidad (exterior)(I9).
En ese marco, Abel Lluch explica que, como todo derecho fundamental, el derecho a
la prueba opera como norma “atributiva de derechos subjetivos” y “consagra valores objeti
vos”. En el primer aspecto (derecho subjetivo) concede al particular facultades para ser ejer
citadas en situaciones concretas. En el segundo aspecto (derecho objetivo) consagra unas
garantías institucionales que deben ser respetadas en todo proceso(27). Esta doble dimen
sión o carácter del derecho a la prueba también es advertida en la STC Epx. N° 1014-2007-
PHC/TC, donde se precisa que la dimensión subjetiva de este derecho consiste en que las
partes o un tercero legitimado en un proceso o procedimiento tiene el derecho de producir
la prueba necesaria, con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión o
defensa. Mientras que la dimensión objetiva supone el deber del juez de la causa de solici
tar, actuar y dar el mérito jurídico que corresponda a los medios de prueba en la sentencia.
En ese mismo sentido, Ferrer Beítrán sostiene que los elementos definitorios del dere
cho a la prueba son: 1) el derecho a utilizar todas las pruebas de que se dispone para demos
trar la verdad de los hechos que fundan la pretensión; 2) el derecho a que las pruebas sean
practicadas en el proceso; 3) el derecho a una valoración racional de las pruebas practica
das; y, 4) la obligación del juez de motivar las decisiones judiciales(28).
(25) DIEZ-PICAZO, Luis (2003). Sistema de derechos fundamentales. Madrid: Thomsom/Civitas, p. 57.
(26) TALAVERA ELGUERA, Pablo (2008). “Bases constitucionales de la prueba penal en la jurispruden
cia del Tribunal Constitucional”. En: Revista Institucional. N° 8. Academia de la Magistratura, p. 208.
(27) ABEL LLUCH, Xavier. Ob. cit., p. 32.
(28) FERRER BELTRÁN, Jordi (2003). “Derecho a la prueba y racionalidad de las decisiones judiciales”,
316 En: Revista Jueces para la Democracia, N° 47. Madrid, pp. 27-34.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
Bustamante Alarcón precisa que el derecho a la prueba se encuentra integrado por los
siguientes derechos: 1) El derecho a ofrecer los medios probatorios destinados a acreditar
la existencia o inexistencia de los hechos que son objeto concreto de prueba; 2) El derecho
a que se admitan los medios probatorios así ofrecidos; 3) El derecho a que se actúen ade
cuadamente los medios probatorios admitidos y los que han sido incorporados de oficio
por el juzgador; 4) El derecho a que se asegure la producción o conservación de la prueba
a través de la actuación anticipada y adecuada de los medios probatorios; y, 5) El derecho a
que se valoren en forma adecuada y motivada los medios de prueba que han sido actuados
y que han ingresado al proceso o procedimiento(29). En el mismo sentido, Talavera sostiene
que la función principal del proceso judicial radica en determinar la ocurrencia de deter
minados hechos a los que el Derecho vincula ciertas consecuencias jurídicas, y la impo
sición de esas consecuencias a los sujetos previstos por el propio Derecho. En esa línea, la
idea fundamental es que el ciudadano tiene derecho a demostrar la verdad de los hechos
en que se funda su pretensión procesal. Es decir, el ciudadano tiene derecho a probar que
se han producido, o no, los hechos a los que el Derecho vincula consecuencias jurídicas(30).
(29) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo. “El derecho fundamental a probar y su contenido esen
cial”, En: lus etveritas. Año VIII. N° 14. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 179 y ss.
(30) TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: GTZ/AMAG, p. 21.
(31) En ese sentido Reynaldo Bustamante sostiene que: “En nuestra opinión, el derecho a probar es
aquel derecho subjetivo, perteneciente al grupo de los llamados derechos fundamentales, que tiene
todo sujeto de derecho por el solo hecho de serlo, que le permite utilizar dentro de un proceso o
procedimiento en el que interviene o participa, conforme a los principios que lo delimitan y le dan
contenido, todos los medios probatorios que resulten necesarios para acreditar los hechos que sir
ven de fundamento a su pretensión o a su defensa”. En: BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo
(1997). “El derecho fundamental a probar y su contenido esencial”. En: Apuntes de Derecho Procesal.
Lima: Ara Editores, p. 65. Por su parte, Picó I Junoy define el derecho a la prueba como “[...] aquel
que posee el litigante consistente en la utilización de los medios probatorios necesarios para formar
la convicción del órgano jurisdiccional acerca de lo discutido en el proceso.” En: PICÓ I JUNOY.
Joan. (1996). El derecho a la prueba en el proceso civil. Barcelona: José María Bosch Editor, pp. 18-19-
(32) MORENO CATENA, Víctor (2008). “Los elementos probatorios obtenidos con la afectación de
derechos fundamentales durante la investigación penal”. En: GÓMEZ COLOMER, Juan Luis
(coord.) (2008). Prueba y proceso penal. Análisis especial de la prueba prohibida en el sistema español y en el
derecho comparado. Valencia: Tirant lo Blanch. 317
ART. 184 LA PRUEBA
medidas de política criminal que deben adoptar los poderes públicos. Pero también debe
salvaguardar los derechos de la persona que se ve sometida al proceso penal, pues cuando
alguien es llamado como imputado aparece su libertad seriamente amenazada, y el valor
político que representa la libertad, o el conjunto de derecho que conforman las libertades
civiles, se pone en riesgo, tanto por la definitiva imposición de sanciones en la sentencia
condenatoria como en razón de las medidas cautelares y de las diligencias de investigación
que pueden ordenarse durante la sustanciación del proceso.
En el mismo sentido, San Martín Castro precisa que el proceso penal es el marco
formal que permite dilucidar la aplicación del ius puniendi y solo a través de él debe des
cubrirse la verdad acerca de los hechos objeto de imputación. Así este autor concluye que,
sin prueba, en tanto no se hayan podido reconstruir históricamente los hechos objeto de
imputación, no es posible dictar resolución judicial alguna que afecte el entorno jurídico
de las partes, en especial del imputado(33). Para entender la importancia de la prueba en
el proceso penal, se debe tener en cuenta la reflexión de Martínez Garnelo(34), quien sos
tiene que la prueba es el factor básico sobre el que gira todo el procedimiento, ya que de
ella dependerá el nacimiento del proceso, a mayor abundamiento, al tenerse noticia de la
comisión de un delito, el órgano investigador entra en actividad en busca de elementos
probatorios para acreditar el cuerpo del delito, autoría y probable responsabilidad, a tra
vés de las diligencias preliminares. Luego, el Ministerio Público, al formalizar la investi
gación preparatoria, lo hace fundado en los indicios que derivan de los primeros elementos
de prueba o recaudos encontrados. En esta etapa, el juez de la investigación preparatoria,
para resolver si es que dicta o no mandato de detención, examina esos primeros recaudos.
Será durante la investigación preparatoria que el Ministerio Público reúne la prueba nece
saria para actuarla en el juzgamiento. Con lo recolectado por el fiscal durante la investi
gación preparatoria, este evalúa si formula o no acusación, que luego será sometida a con
trol por parte del juez, y se verá si se admite o no la prueba que debe ser actuada en jui
cio oral. Por último, es durante el juicio oral donde se actúa la prueba, y en la sentencia
el órgano jurisdiccional, al valorar los elementos de prueba esgrimidos en el proceso, con
dene o absuelva al procesado.
En suma, la teoría de la prueba atraviesa todas las etapas del proceso penal, así, en la
investigación preliminar para establecer si la denuncia tiene elementos de juicio suficien
tes que permitan ir a la siguiente fase de la investigación preparatoria, en la cual se com
plementará la recolección de los elementos de convicción a fin de que el fiscal decida, en
la etapa intermedia, entre el requerimiento de sobreseimiento o la acusación; de ser el caso
esta última opción, se admitirán los medios de prueba pertinentes, conducentes y úti
les. Posteriormente se dará paso al juzgamiento, donde la prueba, válidamente obtenida y
admitida, será actuada y debatida para, finalmente, ser valorada por el juez en la senten
cia. Toda sentencia que pone fin a un proceso penal implica invariablemente determinar
la existencia o inexistencia del hecho que constituye el objeto del mismo, configurando
esta faz la materia puramente fáctica sobre la cual recaerá la aplicación de la ley al caso
particular. La primera es una labor sobre los hechos, previa a la segunda, de adecuación al
Sin embargo, como anota Taruffo(40), hay que tener en cuenta que los hechos no se
incorporan en los procedimientos judiciales en su realidad empírica o material; en general
ya han ocurrido y, por lo tanto, pertenecen al pasado. De modo que los hechos no pueden
ser percibidos por el juez (excepto algunos elementos de prueba circunstancial), así que tie
nen que ser reconstruidos por el juzgador de los hechos tomando como base los medios de
(35) JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni
Editores, p. 18.
(36) GIMENO SENDRA, Vicente (2003). Lecciones de Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex, p. 369-
(37) NEYRA FLORES, José Antonio. Ob. cit., p. 546.
(38) BUSTAMANTE ALARCÓN, Reynaldo (2001). EZ derecho a probar como elemento esencial de un proceso
justo. Lima: Ara Editores, pp. 102-103.
(39) CALAMANDREI, Piero (1965). “II giudice e io storico”, En: Opere Giuridiche. Volumen I. Napoli:
Morano, p. 394, citado por FERNÁNDEZ LÓPEZ, Mercedes. Ob. cit., p. 34.
(40) TARUFFO, Michele (2008). La prueba. Laura MARTÍNEZ y Jordi FERRER, traducción. Madrid/
Barcelona/Buenos Aires: Marcial Pons, p. 16. 319
ART. 184 LA PRUEBA
prueba disponibles. De este modo, los hechos se toman en consideración de una forma muy
especial: en forma de enunciados acerca de lo acontecido fácticamente. Cuando hablamos
de la verdad de un hecho, en realidad hablamos de la verdad de un enunciado acerca de ese
hecho. En consecuencia, lo que se prueba o demuestra en el proceso judicial es la verdad
o falsedad de los enunciados sobre los hechos en litigio(4l). Con lo cual, como indica Mon
tero Aroca(42), no debe desconocerse que en el proceso y en la prueba tiene normalmente
que existir un intento decidido de verificar de la manera posible más próxima a la verdad
las afirmaciones de hecho que realizan las partes, pues la constatación de los límites en que
opera el hombre no puede llevar, sin más, a renunciar a la justicia de la decisión judicial.
Climet Durán(43) esboza la distinción entre prueba y demostración; según este autor,
la prueba tiene por objeto comprobar la verdad o falsedad de una proposición concreta
o fáctica, a diferencia de la demostración que tiene por objeto determinar la validez o no
validez de una proposición abstracta o general, también llamada tesis, que, a su vez, puede
ser teórica (teorema) o práctica (problema). Así, cuando en un litigio se discute sobre una
cuestión fáctica y los litigantes sostienen diversas o contradictorias proposiciones fácticas,
se practicará la prueba correspondiente, donde cada una de las partes tratará de convencer
al juzgador acerca de que el hecho discutido acaeció como cada una de ellas afirma, lo que
tiene lugar mediante los denominados argumentos probatorios, y el juzgador, tras anali
zar las pruebas practicadas, deberá formar en su ánimo la certeza moral sobre los hechos
realmente sucedidos. Pero cuando en un litigio se discute sobre una cuestión abstracta o
doctrinal, sea práctica o sea teórica (propiamente jurídica), y las partes sostienen tesis u
opiniones diferentes o contradictorias, cada una de ellas formulará sus propios argumen
tos demostrativos para fundamentar sus respectivas tesis, de esta forma tratan de conven
cer al juzgador acerca de la tesis de que cada cual es el más razonable o conveniente en
relación con el objeto del litigio, y aquel deberá decidirse en favor de una u otra tesis, tras
sopesar los diversos argumentos.
Con lo cual cabe afirmar que, la finalidad de la prueba en el proceso penal es la veri
ficación de los enunciados fácticos o preposiciones sobre los hechos que hacen las partes
procesales de cómo ocurrieron los acontecimientos sometidos a juzgamiento, en especial,
las preposiciones fácticas afirmadas por la parte acusadora.
Gimeno Sendra(44) refiere que a las partes les incumbe determinar el themaprobandi
mediante la afirmación de los hechos constitutivos, de un lado, o impeditivos, extinti-
vos o excluyentes, de otro, de la pretensión penal. Precisa además que si los temas de la
prueba no establecen a cuál de las partes, si a la acusación o a la defensa, le corresponde
realizar la actividad de la prueba sobre tales hechos controvertidos (carga de la prueba en
Mientras que los medios de prueba, según Nieva Fenoll, son todas aquellas actuacio
nes procesales que pueden realizarse en averiguación de un hecho, y que arrojan un resul
tado que será objeto de valoración judicial(51). En la misma perspectiva, Cafferata y Haire-
bedián plantean que medios de prueba es el procedimiento establecido por la ley tendiente
a lograr el ingreso del elemento de prueba en el proceso. Su regulación legal tiende a posi
bilitar que el dato probatorio existente fuera del proceso penetre en él para ser conocido
por el tribunal y las partes, con respecto del derecho de defensa de estas(52).
Así, también Climent Durán sostiene que los medios probatorios son instrumen
tos mediante los cuales se trata de conseguir la finalidad de justificar la verdad de las afir
maciones básicas realizadas por las partes. Cada uno de los medios probatorios traslada
o aportan hasta la presencia del juzgador unas determinadas afirmaciones, denominadas
instrumentales, que le permiten compararlas con las afirmaciones básicas de las partes y
determinar si pueden reputarse suficientemente probadas o no(53).
En este sentido, puede decirse que sería fuente de prueba todo aquello (persona o
cosa) susceptible de aportar información relevante para la decisión judicial acerca de los
hechos litigiosos, tal y como sucede con los testigos, documentos, peritos, etc. Por el con
trario, el medio de prueba es una entidad eminentemente jurídica, creada en el marco del
proceso y cuya misión principal es la de servir de instrumentos para la incorporación de
las fuentes al procedimiento. En tal sentido, los medios de prueba, en sí mismos conside
rados, no nos aportan información, sino que son los mecanismos previstos para poner en
contacto al órgano jurisdiccional con las fuentes de información de acuerdo con los pro
cedimientos legalmente establecidos(54). Bajo esa perspectiva, Sentís Melendo explica que
fuente es un concepto extrajurídico, metajurídico o ajurídico que se corresponde necesa
riamente con una realidad anterior y extraña al proceso. La fuente existe con independen
cia de que llegue a realizarse o no un proceso. Medio, en cambio, es un concepto jurídico-
procesal; es el mecanismo -la actividad- para incorporar las fuentes al proceso. El medio
de prueba no existe fuera del proceso, únicamente existe en él(55).
(51) NIEVA FENOLL, Jordi (2017). Derecho procesal III. Proceso penal. Madrid: Marcial Pons, p. 338.
(52) CAFFERATA ÑORES, José y HAIREBEDIÁN, Maximiliano (2008). La prueba en el proceso penal.
Buenos Aires: Lexis Nexis, p. 36.
(53) CLIMENT DURÁN, Carlos. Ob. cit., p. 80.
(54) Cf., FERNÁNDEZ LÓPEZ, Mercedes. Ob. cit., p. 15.
322 (55) SENTIS MELENDO, Santiago. Ob. cit., p. 147.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
el documento es un medio probatorio caracterizado por ser una pieza de convicción con
un determinado contenido ideológico, producto del pensamiento humano, y que está des
tinado a formar la convicción del juzgador sobre un hecho al cual el mismo se refiere(56).
En esa medida, para este autor, las características más salientes del documento, desde
esta misma perspectiva procesal penal, son las siguientes: 1) Es un medio de prueba real;
2) Es una pieza de convicción dotada de un determinado contenido ideológico; 3) Tiene
un origen extraprocesal; 4) La finalidad del documento, una vez aportado al proceso, es la
de convencer al juzgador sobre la verdad de un determinado hecho(57). Guasp incide en que
el documento es un verdadero medio de prueba, un elemento que sirve o tiende a obtener
la convicción psicológica del órgano jurisdiccional en torno a ciertos datos procesales(58).
También, Gómez Colomer sostiene que el documento es un magnífico instrumento para
formar la convicción del juez.(59) 60
En ese marco, la prueba documental es un tipo de medio probatorio que sirve para
introducir la fuente de prueba, que es el documento. Como refiere Pardo Iranzo, en el
concepto amplio de documento en cuanto muebles aptos para la incorporación de señales
expresivas de un determinado significado. Además, es importante señalar que: “(...) los
medios de prueba, los mecanismos a través de los cuales las fuentes pueden entrar al pro
ceso, sí que tienen que estar delimitados por el legislador en su labor de configuración de
los diversos procedimientos. Las partes no pueden introducir al proceso como les interese
y en el momento en el que les resulte más conveniente una determinante fuente de prueba
(principio de legalidad); los medios son necesariamente un numerus clausus. Pues bien,
las fuentes -todas las fuentes- deben poder acceder al proceso y el problema será deter
minar a través de qué medio de prueba se insertan en el mismo”í60). De esta manera, los
documentos tradicionales evidentemente acceden al proceso a través de la prueba docu
mental, y se puede afirmar que el documento, en sentido estricto, es fuente de prueba y
accede al proceso a través de la prueba documental, de hecho, la fuente por antonomasia
para ser introducida en el proceso a través del citado medio de prueba es el documento(61).
1. Noción de documento
puede obtenerse, bien mediante la escritura, bien para todos los demás medios represen
tativos (fotografía, fonografía, cinematografía, planos, disquetes, etc.), siendo lo impor
tante no la grafía, sino la representación*63*. En esa medida, como observa Delgado Gar
cía, la prueba documental no solamente puede entenderse de forma estricta (libros, docu
mentos y papeles), sino que debe interpretarse en un sentido más amplio, esto es, también
son documentos todos aquellos objetos que incorporen datos, sonidos o imagen (soportes
informáticos, grabaciones magnetofónicas, videos o fotografías), así como cualquier otro
objeto portador de alguna indicación significativa como prueba (piezas de convicción)*64*.
(63) MONTERO AROCA, Juan (2005). La prueba en el proceso civil. 4a edición. Madrid: Civitas, pp. 264-265.
(64) DELGADO GARCÍA, Joaquín (1996). La prueba en el proceso penal. Madrid: Consejo General del
Poder Judicial, p. 538.
(65) CLIMENT DURAN, Carlos. Ob. cit., pp. 599-600.
(66) Ibídem, p. 600.
(67) NEYRA FLORES, José Antonio. Ob. cit., p. 598.
(68) JAUCHEN, Eduardo. Ob. cit., p. 487.
324 (69) ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 246.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
Así, para este autor, el soporte está integrado por dos elementos, de un lado, la mate
ria o sustancia que constituye el sustentáculo físico del documento, y que es el papel, la
cinta, la película, el disco, el disquete, etc.; y, del otro lado, los signos expresivos del len
guaje empleado para transmitir la información, y que están constituidos por la escritura,
la imagen, el sonido, la música, etc(73). Abel Lluch observa que el soporte, también identi
ficado como la “cosa” u “objeto material”, lo constituye una cosa mueble susceptible de ser
llevada a presencia judicial, excluyéndose los inmuebles, de esta manera, entiende el pro
fesor español que el soporte papel está implícito en la noción de documento; un escrito es
un documento, pero no todo documento es un escrito, ni se puede reducir la noción de
documento al soporte papel y la grafía de la escritura. En el pasado se utilizaron tablas de
madera, papiros o pergaminos -por citar algunos ejemplos- y en nuestros días, los sopor
tes audiovisuales -cintas magnetofónicas, películas, fotografías-, informáticos -discos
duros, pen driven, CD o electrónicos- o ficheros electrónicos van sustituyendo cada vez
con mayor frecuencia al soporte papel hasta el punto de que la aparición de las nuevas tec
nologías ha dado lugar a la llamada “sociedad de la información”, con un acceso práctica
mente ilimitado a cualquier conocimiento, y en el concreto ámbito de la administración
de justicia, así también fruto de la implantación de las nuevas tecnologías, se ha llegado a
postular como desiderátum el llamado “pleito electrónico”(74).
(70) ROSAS YATACO, Jorge (2009). Derecho Procesal Penal. Con aplicación al nuevo proceso penal. Decreto
Legislativo N° 957. Lima; Jurista editores, p. 781.
(71) UGAZ ZEGARRA, Fernando (2012). “Estudio introductorio sobre la prueba en el Código Procesal
Penal”. En: Instituto de Ciencia Procesal. Recuperado de https://www.minjus.gob.pe/defensapublica/
contenido/actividades/docs/303_7_la_prueba_en_el_ncpp.pdf, p. 33.
(72) CLIMENT DURAN, Carlos. Ob. cit., p. 603.
(73) Ibídem, p. 603-
(74) ABEL LLUCH, Xavier (2010). La prueba documental. Barcelona: Bosch, pp. 38-39. 325
ART. 184 LA PRUEBA
Montero Aroca sostiene que la cosa es el soporte del documento que representa un
hecho o acto jurídico, el cual no puede confundirse entre uno y otro, en esa medida, para
este autor es importante distinguir entre el hecho o acto jurídico y la cosa que lo repre
senta, así explica que: “La distinción anterior es base de otra que distingue entre docu
mentos dispositivos y testimoniales. Los primeros incorporan una declaración de volun
tad constitutiva, mientras que los segundos plasman una declaración de conocimiento o
un simple acontecimiento que puede tener consecuencias jurídicas. Los documentos dis
positivos no suelen ser realizados atendiendo a su posterior utilización en un proceso, sino
como medio para dar seguridad a las relaciones jurídicas materiales; los documentos tes
timoniales pueden o no realizarse sin finalidad procesal o con ese fin”(75).
Jauchen también destaca que debe distinguirse entre documento y testimonio, así
precisa que, “(...) cuando el documento contiene una declaración de su autor, se asemeja
al testimonio en razón de que los dos son pruebas históricas representativas y declarati
vas, que en forma indirecta, transmiten al juez el conocimiento sobre hechos que no per
cibe. Sin embargo, se diferencian por cuanto mientras el documento es siempre un objeto
representativo, el testimonio es oral y personal, versando sobre hechos pasados, mientras
que el documento puede también contener enunciados sobre hechos futuros. El testimo
nio es siempre declarativo, el documento puede ser simplemente representativo, como las
fotografías, los mapas o los planos, etcétera. En cuanto a los sujetos, el testimonio pro
viene de un tercero en el proceso; el documento puede serlo, además, de alguna de las par
tes e incluso del juez”(77).
aparecen muy unidos, aun cuando algunos autores los analizan separadamente. Del mismo
modo que el soporte del documento puede ser distinto del papel, también caben formas
de representación que no sean escritas. Puede representarse un hecho mediante la escri
tura -en cualquiera de sus variantes, manuscrita, mecanografiada, impresa, taquigrafiada-,
y también puede representarse un hecho mediante medios reproductivos -en cualquiera
de sus variantes, fotos, planos, películas, cintas de video, disquetes informáticos, etc.-.
Incluso la reproducción por medios reproductivos puede resultar más fiel que la simple
escritura. Así, resulta más fidedigna la reproducción de un juicio a través del visionado de
un CD que mediante la lectura del acta levantada a tal efecto por el secretario judicial^9*.
Finalmente, todo documento tiene un autor, sea o no sea conocido. La relación exis
tente entre el autor del documento y el contenido del mismo es de autenticidad: un docu
mento es auténtico cuando su contenido ha sido realizado por quien aparece como su
autor79 (80) 81 82. Para Núñez Lagos, los requisitos de la autoría del documento son: a) voluntad y
conciencia de ser autor (elemento personal); b) acto de asunción de paternidad del docu
mento (elemento real); y c) cualquier modo de expresión y recognoscibilidad del autor:
firma, antefirma, expresión del nombre del texto, sin firma ni antefirma -así en telegra
mas: ministro de la Gobernación a gobernador civil- (elemento formal/81*.
En el caso del CPP, Neyra Flores nos recuerda que nuestra norma procesal reconoce
como documentos a los manuscritos, los impresos, fotocopias, fax, disquetes, películas,
fotografías, radiografías, presentaciones gráficas, dibujos, grabaciones magnetofónicas y
medios que contienen registro de sucesos, imágenes, voces y otros similares; señala ade
más que se podrá incorporar al proceso todo documento que pueda servir como medio de
prueba/82* Así ha quedado regulado en el artículo 185 de la referida norma.
Finalmente, cabe observar, siguiendo a Abel Lluch, que las funciones del documento
son, fundamentalmente, de perpetuación, de garantía, probatoria y, en algunos casos,
constitutiva. Tiene una función de perpetuación, en cuanto a que en un soporte material
apto permite perpetuar actos, hechos y declaraciones de voluntad. Tiene una función de
garantía, en cuanto el documento permite su atribución a un autor o autores determina
dos. Tiene una función probatoria, pues a través del documento se puede acreditar un acto,
hecho o negocio jurídico, una vez creado, y en caso de ser aportado al proceso, permite
dejar constancia de cuáles eran los actos, hechos documentados o las relaciones jurídicas
entre las partes. Tiene en ciertos casos una función constitutiva, el ordenamiento jurídico
exige, como requisito ad solemnitatem o ad substantiam, la forma documental para deter
minados actos o negocios jurídicos(83).
En cuanto al ofrecimiento de parte, Jauchen refiere que cualquiera de las partes que
tenga el documento en su poder puede ofrecerlo como prueba mediante la manifestación
correspondiente y entregando el mismo en el juzgado(87). Así, el inciso 1) del artículo 184
del CPP prescribe que: “Se podrá incorporar al proceso todo documento que pueda servir
como medio de prueba. Quien lo tenga en su poder está obligado a presentarlo, exhibirlo
o permitir su conocimiento, salvo dispensa, prohibición legal o necesidad de previa orden
judicial”. Sobre la incorporación de la prueba documental, Climent Durán sostiene que
los documentos, entre otras diversas posibilidades, puede ser presentados voluntariamente
por los particulares, obtenidos coercitivamente por el órgano judicial, exhibidos por quien
los posee o confeccionados por un funcionario o encargado de un archivo(88). Esto supone
entonces, como advierte Pardo Iranzo que, en cualquier momento de la instrucción (en
nuestro caso de la investigación preparatoria), la parte puede: 1) presentar un documento,
del que tenga la disposición, para que se incorpore a las actuaciones, 2) pedir al juez, si no
tiene esa disposición, que ordene a quien la tenga, la presentación del documento. Con
petición de parte o sin ella, el juez siempre puede acordar como diligencia que se aporte
un documento al proceso(89).
Neyra Flores detalla que el artículo 184 antes citado regula tres formas de introducir
la prueba documental al proceso. Así, en primer lugar, esta podrá ser incorporada por pre
sentación de parte, en tal sentido, cualquiera que tenga en su poder el documento, está obli
gado a presentarlo, exhibirlo o permitir su conocimiento, salvo dispensa prohibición legal
o necesidad de previa orden judicial. No se detalla la oportunidad para su presentación,
por lo que se entiende que se podrá presentar durante la etapa de investigación, o poste
riormente en la fase destinada al ofrecimiento de pruebas. En segundo lugar, este medio
de prueba podrá ser incorporado a solicitud del fiscal, es así que, durante la etapa de inves
tigación preparatoria, podrá el fiscal solicitar directamente al tenedor del documento su
presentación o exhibición voluntaria. Finalmente, y en relación con este último supuesto,
si el tenedor del documento que pueda servir como medio de prueba se negara a exhibirlo
al fiscal, este podrá solicitar al juez la orden de incautación correspondiente. En otros orde
namientos se conoce a este procedimiento como secuestro, lo que resulta más apropiado, al
tratarse de una actuación con fines de investigación y no de una medida cautelar(90). En el
mismo sentido, Rosas Yataco expresa que se podrá incorporar al proceso todo documento
que sirva como medio de prueba. Así también, quien lo tenga en su poder está obligado
a presentarlo, exhibirlo o permitir su conocimiento, salvo dispensa, prohibición legal o
necesidad de previa orden judicial(91). Al respecto, Climent Durán explica que “los docu
mentos, entre otras diversas posibilidades, pueden ser presentados voluntariamente por
los particulares, obtenidos coercitivamente por el órgano judicial, exhibidos por quien los
posee o confeccionados por un funcionario o encargado del archivo”(92).
En suma, cualquiera de las partes puede ofrecer el documento que sirva como medio
de prueba, es más, la norma procesal lo plantea como una obligación cuando una de las
partes posee un documento, por lo que tendrá el deber de presentarlo, exhibirlo o permi
tir su conocimiento. Sin embargo, en este punto cabe advertir, siguiendo a Jauchen que,
el imputado no está obligado a responder u obedecer la “orden de presentación” de docu
mentos que tenga en su poder, de manera tal que, si bien está dentro de las facultades del
juez disponer el requerimiento, el imputado no tiene ningún imperativo que le imponga
el deber de obedecer la orden, puede cumplirla voluntariamente, pero si no lo hace no es
posible extraer ninguna inferencia en su contra. Empero, ello no obsta a que el juez pueda
en todo caso ordenar el secuestro del documento(93).
Este deber de exhibición del documento alcanza también a las entidades oficiales,
quienes no pueden negarse a expedir las certificaciones y testimonios que sean solicita
dos por los tribunales ni oponerse a exhibir los documentos que obren en sus dependen
cias y archivos, excepto cuando se trate de documentación legalmente declarada o clasi
ficada como de carácter reservado. En definitiva, en el proceso penal, el deber de facilitar
los documentos debe extenderse a todos los terceros, salvo aquellos que gocen del privile
gio de tener carácter reservado(95).
El inciso 2) del artículo 184 del CPP prescribe que: “El fiscal, durante la etapa de la
investigación preparatoria, podrá solicitar directamente al tenedor del documento su pre
sentación, exhibición voluntaria y, en caso de negativa, solicitar al juez la orden de incauta
ción correspondiente”. De esta manera, la norma específica que el fiscal, durante la inves
tigación preparatoria, puede solicitar al tenedor del documento su presentación o exhibi
ción voluntaria, y en caso de negativa, puede recurrir el juez de investigación preparatoria
para su incautación(96).
En ese marco, cuando el documento es requerido para ser cotejado con otro docu
mento, el juez ordenara la exhibición del mismo(99) 100 101 102 103 104, y cuando, el documento es un medio
de prueba, el órgano jurisdiccional dispondrá de su secuestro, no importando quien sea
su poseedor, incluyendo el propio imputado. Así, Climent Durán observa que, cuando un
documento no se ha aportado voluntariamente al proceso, el órgano judicial puede ocu
parlo coercitivamente e incorporarlo al proceso, asimismo, puede exigirse judicialmente
la exhibición de los documentos poseídos por cualquier persona, de los que se pueda obte
ner copia, testimonio o reseña bastante000*. Pardo Iranzo, también reflexiona que "cuando
se trata de dibujos, fotografías, croquis, planos, mapas y otros documentos que no incor
poren predominantemente textos escritos, si solo existiese el original, la parte podrá soli
citar que en la exhibición se obtenga copia, a presencia del Secretario Judicial, que dará fe
de ser fiel y exacta reproducción del original”001*.
(99) La exhibición documental es un mecanismo al alcance de los litigantes para acceder a documentos
relevantes a efectos del proceso, es usada con el objetivo de introducir medios de prueba para formar el
convencimiento del juez. Cf., PEREIRA PUIGVERT, Silvia (2012). Exhibición de documentos probatorios
y soportes informáticos. Tesis para sustentar el título de doctor por la Universidad de Girona, p. 102.
(100) CLIMENT DURÁN, Carlos. Ob. cit, pp. 608 y 609-
(101) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., p. 192.
(102) CAFFERATA, José y HAIRABEDIÁN, Maximiliano, Ob. cit, pp. 201-202.
(103) PALACIO, Lino Enrique. Ob. cit, pp. 70-71.
(104) JAUCHEN, Eduardo. Ob. cit, p. 496. Este autor también refiere que: "El secuestro de cosas u objetos
es otra medida de coerción real que como tal conlleva necesariamente una restricción a la libertad
de disposición patrimonial del imputado o de un tercero, que limita el derecho constitucional a la
inviolabilidad del patrimonio (...). Su finalidad es la obtención y conservación de cosas relacionadas
con el delito o que puedan servir como prueba del mismo, mientras dura el proceso (...)”. Ibídem,
p. 151. 331
ART. 184 LA PRUEBA
8. La incautación instrumental (artículo 218 del CPP) recae contra (i) los bienes
que constituyen cuerpo del delito, o contra (ii) las cosas que se relacionen con el
delito o que sean necesarias para el esclarecimiento de los hechos investigados.
El objeto de esta medida de aseguramiento es amplio y, por su propia naturaleza
investigativa, comprende una extensa gama de bienes u objetos relacionados, de
uno u otro modo, con el delito. En estricto sentido se entiende por;
9. La incautación cautelar (artículo 316.1 del CPP) incide en los efectos provenientes
de la infracción penal, en los instrumentos con los que se ejecutó y en los objetos
del delito permitidos por la ley.
A. Los efectos del delito o producía scaeleris son los objetos producidos mediante
la acción delictiva, como el documento o la moneda falsa, así como las ven
tajas patrimoniales derivadas del hecho punible, como el precio del cohecho,
el del delincuente a sueldo, o la contraprestación recibida por el transporte
de droga, etcétera.
332
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 184
B. Los instrumentos del delito o instrumenta scaeleris son los objetos que, pues
tos en relación de medio a fin con la infracción, han servido para su eje
cución, tales como el vehículo utilizado para el transporte de la mercan
cía, los útiles para el robo, el arma empleada, maquinarias del falsificador,
etcétera.
C. Los objetos del delito son las cosas materiales sobre las que recayó la acción
típica, como por ejemplo las cosas hurtadas o robadas, armas o explosivos
en el delito de tenencia ilícita de las mismas, la droga en el delito de tráfico
ilícito de drogas, los bienes de contrabando en dicho delito, etcétera, para lo
que se requiere una regulación específica.
10. Como se advierte de los parágrafos precedentes, los bienes y objetos que pueden
incautarse -privación de la posesión de un bien u objeto y su consecuente indispo
nibilidad y ocupación por la autoridad penal- cumplen en la mayoría de los casos
una doble función: se garantiza su eventual decomiso como consecuencia acce
soria del delito conforme a las disposiciones del artículo 102 y siguientes del CP,
y se permite su eficaz control para la acreditación del hecho punible -se asegura
su utilización por las partes y el juez como objeto de prueba-. Como ya quedó
expuesto, la función que prima en el caso concreto será la determinante, aunque
desde luego una distinción radical es, por lo menos, particularmente complicada.
A estos efectos, se ha de tener en cuenta el estado de la causa -específicamente,
de la investigación- al momento de su imposición, y la evidencia de que se trata
de un bien u objeto destinado, sin dificultad alguna, a la consecuencia accesoria
del decomiso”.
(105) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y DELGADO TOVAR, Walther (2013)- La pérdida de dominio en el
ordenamiento jurídico peruano. 2a edición. Lima: Jurista Editores, pp. 265-267. 333
ART. 184 LA PRUEBA
En esa medida, estos autores nacionales, reflexionan que, “(. • •) el secuestro y la incau
tación quedan debidamente diferenciados, el secuestro tiene un fin en sí mismo, en cuanto
acto procesal o de investigación; en cambio, la incautación resulta instrumental respecto a
los que se resuelva en la sentencia definitiva; esto es, sirve para que las consecuencias jurí
dicas del delito, establecidas en la sentencia, sean realmente ejecutadas o cumplidas”0065.
En conclusión, por mandato del inciso 2 del artículo 184 del CPP, el fiscal durante
la investigación preparatoria, tiene la facultad de solicitar al juez la incautación (secuestro)
de documentos que puedan ser utilizados como medios de prueba, para ser incorporado
al proceso y valorado en su oportunidad por el órgano jurisdiccional al fundamentar su
sentencia. Esta norma se complementa con lo dispuesto en los artículos 218 al 223 de la
norma procesal referida a la exhibición forzada y la incautación de bienes, así como con lo
regulado en los artículos 224 y 225 de la misma norma, referida a la exhibición e incauta
ción de actuaciones y documentos no privados; también, con lo dispuesto en los artículos
226 al 229 del CPP, donde se regula la intercepción e incautación postal; y, por último,
con lo regulado en los artículos 232 y 233 de la norma adjetiva referida al aseguramiento
e incautación de documentos privados.
Bajo esa perspectiva, como plantea Pardo Iranzo, se trata de precisar cuál es la validez
del documento anónimo en el proceso penal; si este puede ser utilizado solo cual consti
tuye el cuerpo del delito o también como fuente a utilizar en la prueba documental. En esa
medida, la autora española explica que, el análisis del documento anónimo requiere dis
tinguir entre aquellos que comprende una declaración o un pensamiento humano (ejem
plo, un documento escrito) de aquellos otros que no la contienen (por ejemplo, una foto
grafía). Los primeros solo tienen sentido si se conoce a su autor, puesto que encierran una
declaración de conocimiento que no se puede separar de aquel. Es cierto que los mismos
pueden llegar a contener información objetivamente útil, pero también lo es que el dere
cho de defensa del acusado quedaría mermado al ser imposible el control de la veracidad
de su contenido, puesto que no es factible interrogar a su autor al respecto. Entendemos,
en consecuencia, que estos documentos no podrán incorporarse al proceso penal. En cam
bio, los segundos, los que no contienen declaraciones de conocimiento, sino que represen
tan datos objetivos existen y tienen perfecto sentido, aunque se ignore quién es su autor y,
en consecuencia, pueden perfectamente acceder al proceso. Si en una grabación de video
se observa como una persona está apuñalando a otra, ese “documento” puede introducirse
en el proceso, aunque se desconozca su autor. Cosa diferente es que en el propio proceso
se cuestione su autenticidad y puede llegar a entenderse que ha sido manipulado, pero esto
no se relaciona con que se trate de un documento cuyo autor se desconozca, sino que se
duda de su fiabilidad porque ha sido adulterado o manipulado0101.
En suma, un documento anónimo, respecto del cual se haya acreditado que pro
venga del imputado, puede ser incorporado al proceso y valorado por el juez, lo mismo
sucede con el documento que constituya el cuerpo del delito, aunque se desconozca su
autor, por ejemplo, el cheque que sirvió de base o de medio para el engaño del delito de
estafa, como cuerpo del delito; así también tendrá esa consideración el documento falsi
ficado o adulterado objeto del delito de falsificación documental. Así lo entiende Gómez
Orbaneja, quien refiere que el verdadero cuerpo del delito es exclusivamente la persona
o cosa objeto del mismo y esa cosa evidentemente podría ser un documento como ocu
rre, por ejemplo, en el delito de falsedad documental0111. Rives Sevas, citando la jurispru
dencia del Tribunal Supremo español, refiere que el cuerpo del delito goza de la cualidad
de documento en algunos casos, si se trata de publicaciones pornográficas, el ejemplar o
ejemplares de las mismas unidos a autos, pese a constituir corpus de lie ti, tendrán el rango
de documento auténtico0121.
(109) RAMÍREZ GÓMEZ, José Fernando (1997). La prueba documental. Teoría general. 5a edición.
Medellín: Señal Editora, p. 142.
(110) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., pp. 92-93.
(111) GÓMEZ ORBANEJA, Emilio y HERCE QUEDAMA, Vicente (1987). Derecho Procesal Penal. 10a
edición. Madrid: Artes Gráficas y Ediciones S.A., p. 160.
(112) RIVES SEVAS, Antonio Pablo. Ob. cit., p. 684. 335
ART. 184 LA PRUEBA
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337
Artículo 185.- Clases de documentos
Son documentos los manuscritos, impresos, fotocopias, fax, disquetes, películas, fotografías,
radiografías, representaciones gráficas, dibujos, grabaciones magnetofónicas y medios
que contienen registro de sucesos, imágenes, voces; y, otros similares.
Concordancias:
CPP: art. 184; CPC: art. 234.
1. Manuscritos
Como sostiene Climent Durán, citando una sentencia del Tribunal Supremo espa
ñol, se suele considerar el documento escrito como documento por antonomasia, el docu
mento tiene que constituirse mediante una declaración humana de forma razonablemente
perdurable, pues de lo contrario no podría entrar en el tráfico jurídico y su finalidad pro
batoria no llegaría a conseguirse; tradicionalmente se reservaba al papel la posibilidad de
ser soporte físico de la corporeización de dicha declaración(3). Dentro de los documentos
escritos, se encuentra el manuscrito, definido como un texto que contiene una informa
ción que ha sido escrita a mano en cualquier soporte flexible y manejable(4). Por su parte,
(1) MIR PUIG, Carlos (2001). “Sobre algunas cuestiones relevantes del Derecho Penal en internet”.
En: Cuadernos de Derecho Judicial. Madrid: CGPJ, p. 288.
(2) PARDO IRANZO, Virginia (2008). La prueba documental en el proceso penal. Valencia: Tirant lo
Blanch, p. 59-
(3) CLIMENT DURÁN, Carlos (2005). La prueba penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 601.
338 (4) Cf, https://conceptodefinicion.de/manuscrito/
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 185
García Ejarque define manuscrito como papel o libro escrito a mano con cualquier ins
trumento de escritura^.
2. Fotocopias
Sobre las fotocopias y su valor probatorio en el proceso penal, Pardo Iranzo destaca
que en principio solo se admitía como documento el original no teniendo tal carácter las
copias o fotocopias a las que no se les otorgaba valor alguno en el proceso; sin embargo,
poco a poco se ha ido aceptando que se puedan introducir en el procedimiento por la vía
de la prueba documental. La autora española reflexiona acerca de la diferencia entre ori
ginal y una copia, destacando que: “Aquel [original] es un documento que representa una
parte de la realidad y que es elaborado por un determinado sujeto. La copia, en cambio,
es otro documento que se caracteriza porque representa al original y puede ser realizado
por el mismo sujeto que ha efectuado el primigenio o por otro distinto. Por tanto, el ori
ginal puede representar hechos, personas o cosas, mientras que la copia representa siem
pre una cosa: el documento original ”5 (6) 7.
Ramírez Gómez también considera que para que la copia preste mérito probatorio
se precisa de su autenticidad, lograda porque fue reconocida expresamente por la parte
contraria o demostrada mediante cotejo. En esa medida, para este autor, tanto el original
(5) GARCÍA EJARQUE, Luis (2000). Diccionario del archivero-bibliotecario: terminología de la elaboración, tratamie
y utilización de los materiales propios de los centros documentales. Gijón: Trea, p. 296.
(6) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit, pp. 112-113-
(7) RIVAS SEVAS, Antonio Pablo (2008). La prueba en el proceso penal. Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo. Tomo II. 4a edición. Navarra: Aranzadi, p. 689-
(8) Ibídem, p. 690. 339
ART. 185 LA PRUEBA
como la copia de un documento pueden tener valor probatorio en el proceso, siendo que
la copia consiste en transcripción o reproducción mecánica del documento, esta reproduc
ción mecánica es la fotografía o la fotocopia(9).
Rovira Del Canto refiere que: “bajo el concepto de documento informático gene
ralmente se ha venido incluyendo todo aquel en cuya confección ha intervenido en algún
modo la tecnología informática o telemática, identificando el documento informático con
el denominado documento electrónico, o incluso confundiendo aquellos con cualquier
soporte material cuyo contenido ha sido generado electrónicamente: el documento gene
rado electrónicamente”005. En ese marco, este autor precisa que el documento electrónico
requiere una materialidad, unos soportes magnéticos u ópticos que los contienen y alma
cenan; mientras que el informático es un concepto más amplio que incluye el documento
electrónico, pero también aquel otro que no lo es, es decir, aquel otro que no tiene esa
materialidad, ese soporte magnético u óptico015.
Para Urbano Castillo, podría hablarse de un concepto natural, otro legal y final
mente uno técnico de documento electrónico a efectos penales. Concepto natural: el
documento electrónico es aquel documento procedente de la electrónica. Concepto legal:
documento electrónico es aquel que permite acreditar hechos con relevancia en el proceso
penal, mediante un soporte informático. Concepto técnico: el documento electrónico es
aquel proveniente de la elaboración electrónica025. En suma, como plantea Pardo Iranzo, el
documento informático es fuente de prueba que se inserta al proceso a través de la prueba
documental, asimismo, destaca esta autora que el documento informático incluye como
categoría al documento electrónico035.
(9) RAMÍREZ GÓMEZ, José Fernando (1997). La prueba documental. Teoría general. 5a edición. Medellín: Señal
Editora, pp. 163-164.
(10) ROVIRA DEL CANTO, Enrique. (2001). “Tratamiento penal sustantivo de la falsificación informática”. En.-
Cuadernos de Derecho Judicial. N° 10. Madrid: CGPJ, p. 477.
(11) Ibídem, p. 476 y ss.
(12) URBANO CASTILLO, Eduardo (2001). “El documento electrónico: aspectos procesales”. En: Cuadernos de
Derecho Judicial. N° 10. Madrid: CGPJ, p. 21 y ss.
(13) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., p. 108.
340 (14) NIEVA FENOLL, Jordi (2017). Derecho Procesal III. Proceso penal. Madrid: Marcial Pons, p. 379.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 185
4. Películas o videos
Según Devis Echandía, “las películas tienen el valor que le corresponde a las fotogra
fías; si no es posible agregarlas al expediente, pueden exhibirse ante el juez, en inspección
judicial, dejándose constancia de lo pertinente™. Ramírez Gómez explica al respecto que
si la grabación de la voz, la película o el video donde aparece la imagen es desconocida, no
operando el reconocimiento tácito, esto no quiere decir que los señalados documentos pier
dan eficacia probatoria, sino que es necesario entrar a probar su autenticidad, acudiendo
a los cotejos de voz mediante la utilización de sistemas técnicos (prueba pericial, informes
técnicos), o a la comparación de la imagen, inclusive aduciendo al medio de la inspección
judicial. En todo caso, sin restricción alguna para efectos de probar la autenticidad cobra
vigencia el principio de libertad probatoria, porque aun la prueba de testigos resulta idó
nea por lo menos para informar sobre las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que
tuvo ocurrencia la grabación o la película0 65.
Pardo Iranzo reflexiona que, en la actualidad, es comúnmente aceptado que las foto
grafías, croquis, planos, etc., son documentos y se insertan en el proceso a través de la
prueba documental; sin embargo, asunto distinto es la fuerza que lleguen a producir en el
proceso, cuestión que dependerá de otros muchos factores. Es por ello que si bien las foto
grafías constituyen prueba documental, sin otros elementos de prueba complementarios,
no constituyen prueba inatacable de lo que en ellas se recoja gráficamente, entre otras razo
nes, por su posible manipulación, dado que esto ocurre no solo respecto de las fotografías,
sino también respecto del resto de fuentes, esas otras fuentes también son vulnerables, es
decir, no constituyen prueba inatacable. Con todo, se les otorga la consideración de docu
mento a los dibujos, fotografías, pinturas, croquis, planos, etc., de lo que se trata es que
el juez valore estos documentos conforme al sistema propio del proceso penal, el sistema
de valoración libre085. Así, por ejemplo, Rives Seva, haciendo referencia a una sentencia
del Tribunal Supremo español, destaca que una fotografía por sí sola no resultó poseer la
(15) DEVIS ECHANDIA, Hernando (1973)- Compendio de Derecho Procesal Civil, pruebas judiciales. Tomo II. Bogotá:
ABC, p. 427.
(16) RAMÍREZ GÓMEZ, José Fernando. Ob. cit., pp. 158-159.
(17) Ibídem, pp. 159-160
(18) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., pp. 111 y 112. 341
ART. 185 LA PRUEBA
Como anota Palacio, participan de los caracteres de la prueba documental las filmacio
nes realizadas de determinados hechos relevantes para un proceso penal(20) 21; destaca que, las
grabaciones habladas pueden serlo en disco o casete, pueden contener declaraciones extra
judiciales de parte (confesión) o declaraciones extrajudiciales de terceros. En todo caso unas
y otras pueden ser aducidas como pruebas, pero su valor, su eficacia y alcance probatorio
están determinados por la autenticidad de la declaración y el reconocimiento de la voz por
parte de su autor, que implícitamente permite el reconocimiento del contenido o declara
ción, porque como bien se sabe estos serían documentos eminentemente declarativos*20.
BIBLIOGRAFÍA
CLIMENT DURAN, Carlos (2005). La prueba penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch; DEVIS ECHAN-
DIA, Hernando (1973). Compendio de Derecho Procesal Civil, pruebas judiciales. Tomo II. Bogotá: ABC; GAR
CIA EJARQUE, Luis (2000). Diccionario del archivero-bibliotecario: terminología de la elaboración, tratamiento y
utilización de los materiales propios de los centros documentales. Gijón: Trea; JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado
de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni; MIR PUIG, Carlos (2001). “Sobre algunas
cuestiones relevantes del Derecho Penal en internet”. En: Cuadernos de Derecho Judicial. Madrid: CGPJ;
NIEVA FENOLL, Jordi (2017). Derecho Procesal lll. Proceso penal. Madrid: Marcial Pons; NEYRA FLO
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Lino Enrique (2000). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Abedelo-Perrot; PARDO IRANZO, Vir
ginia (2008). La prueba documental en el proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch; RAMIREZ GOMEZ, José
Fernando (1997). La prueba documental. Peoría general. 5a edición. Medellín: Señal Editora; RIVAS SE VAS,
Antonio Pablo (2008). La prueba en el proceso penal. Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Tomo
II. 4a edición. Navarra: Aranzadi; ROVIRA DEL CANTO, Enrique. (2001). “Tratamiento penal sustan
tivo de la falsificación informática”. En; Cuadernos de Derecho Judicial. N° 10. Madrid: CGPJ; URBANO
CASTILLO, Eduardo (2001). “El documento electrónico: aspectos procesales”. En: Cuadernos de Derecho
Judicial. N° 10. Madrid: CGPJ.
343
Artículo 186.- Reconocimiento
1. Cuando sea necesario se ordenara el reconocimiento del documento, por su autor o
por quien resulte identificado según su voz, imagen, huella, señal u otro medio, así
como por aquél que efectuó el registro. Podrán ser llamados a reconocerlo personas
distintas, en calidad de testigos, si están en condiciones de hacerlo.
2. También podrá acudirse a la prueba pericial cuando corresponda establecer la
autenticidad de un documento.
Concordancias:
CPP: art. 185; CPC: arts. 246, 249, 251.
Sobre esta institución Neyra Flores explica que, “De acuerdo con el artículo 186 del
NCPP, cuando sea necesario, se ordenará el reconocimiento del documento, por su autor
o por quien resulte identificado según su voz, imagen, huella, señal u otro medio, así como
por aquel que efectuó el registro, podrán ser llamados a reconocerlo personas distintas, en
calidad de testigos, si están en condiciones de hacerlo. En tal sentido, quien ha redactado,
firmado o intervenido de algún modo en la confección o registro del documento, debe
concurrir a la Fiscalía y declarar sobre el particular. Es evidente que, si el otorgante o autor
del documento ha fallecido o no se encuentra, es posible que la diligencia se entienda con
una persona cercana, conocida o que tenga información acerca del documento”(1). Sostiene
además el destacado autor nacional que, “(...) ante la negativa del imputado a someterse
a la diligencia de reconocimiento o cuando los emplazados rechacen haber intervenido
de algún modo en la confección o suscripción del documento, nieguen su autenticidad o
sostengan su falsedad, o cuando no exista seguridad de la realidad, formalidad o autenti
cidad del mismo, procede que el Fiscal lleve a cabo diligencia de cotejo con la copia u ori
ginal que existen de él o que disponga la realización de las correspondientes pericias”(2).
(1) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual de Derecho Procesal Penal y de litigación oral. Lima:
Idemsa, p. 601.
344 (2) ídem.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 186
(3) PARRA QUIJANO, Jairo (2009). Manual de Derecho Probatorio. 17a edición. Bogotá: Librería Edi
ciones del Profesional LTDA., pp. 552-553.
(4) RAMÍREZ GOMEZ, José Fernando (1997). La prueba documental. Teoría general. 5a edición.
Medellín: Señal Editora, p. 223.
(5) PALACIO, Lino Enrique (2000). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Abedelo-Perrot, p. 79.
(6) JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni,
p. 503.
(7) PARDO IRANZO, Virginia (2008). La prueba documental en el proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 199. 345
ART. 186 LA PRUEBA
escrito que se le muestra ha sido redactado por ella y si su contenido se corresponde con
lo que realmente redactó. El modo habitual de practicar el reconocimiento de un docu
mento consiste en dirigir una pregunta al acusado, o en su caso al testigo, acompañada
de la exhibición al mismo del documento que se pretende reconocer, a fin de que mani
fieste si fue él quien lo elaboró y si su contenido se corresponde con lo que él hizo cons
tar en el documento(8) 9.
Sobre las grabaciones de voces, Pardo Iranzo, advierte que un sector de la doctrina
considera que no es necesaria la impugnación expresa del documento para comprobar la
autenticidad del mismo; sobre este punto la profesora de la Universidad de Valencia señala:
“En este supuesto se ha afirmado que la autenticidad —es decir, que la voz pertenece al
imputado- no se presume, siendo necesario demostrar la identidad de las personas cuyas
voces han sido registradas”00, sin embargo, la referida autora no comparte esta posición,
precisando que se puede determinar la autoría de una grabación sin necesidad de recu
rrir a una pericia; al respecto, citando un antecedente en la jurisprudencia española, pre
cisa que: “aunque no haya existido una prueba pericial sobre las voces de las grabaciones,
la juzgadora que las ha escuchado con inmediación y contradicción y ha escuchado tam
bién a los testigos y al propio denunciado ha podido válidamente llegar al convencimiento
subjetivo de que el acusado ha realizado las llamadas en el sentido de que ha participado
en las mismas y ha transmitido esos mensajes vejatorios”(10) 11.
No comporto esta opinión, puesto que si bien una grabación de voz que es reco
nocida por su autor no necesita de pericia, cuando la misma es objeto de impugnación
expresa por el supuesto autor de la misma, en especial cuando se trata del imputado, con
sidero que sí es indispensable se practique una pericia fonética, pues el juez no cuenta con
los conocimientos técnicos, ni instrumentos necesarios para determinar si la voz grabada
pertenece o no al imputado.
(8) CLIMENT DURAN, Carlos (2005). La prueba penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 634.
(9) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., p. 199. La autora cita en ese punto a MONTÓN
REDONDO.
(10) PARDO IRANZO, Virginia. Ob. cit., p. 199.
(11) MAGAÑA MARTÍNEZ, María (2017). Fonética forense y rueda de reconocimiento de hablantes.
Aproximación teórico-práctice.. Trabajo de fin de grado. España: Facultad de Letras y de la Educación
346 de Universidad de La Rioja, p. 26. Según esta autora esta técnica de reconocimiento de hablante
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 186
ticidad de una grabación, esto es, si la voz registrada pertenece al imputado, resulta ser
una cuestión técnica que requiere la utilización de herramientas informáticas, por lo que,
la realización de una pericia para esta determinación resulta indispensable.
BIBLIOGRAFÍA
CLIMENT DURÁN, Cados (2005). La prueba penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch; JAUCHEN,
Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni; MAGAÑA MAR
TINEZ, María (2017). Fonética forense y rueda de reconocimiento de hablantes. Aproximación teórico-prácticz. Tra
bajo de fin de grado. España: Facultad de Letras y de la Educación de Universidad de La Rioja; NEYRA
FLORES, José Antonio (2010). Manual de Derecho Procesal Penal y de litigación oral. Lima: Idemsa; PALACIO,
Lino Enrique (2000). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Abedelo-Perrot; PARDO IRANZO, Vir
ginia (2008). La prueba documental en el proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch; PARRA QUIJANO, Jairo
(2009). Manual de Derecho Probatorio. 17a edición. Bogotá: Librería Ediciones del Profesional LTDA; RAMI
REZ GOMEZ, José Fernando (1997). La prueba documental. Teoría general. 5a edición. Medellín: Señal Editora.
por voz fue utilizada durante la investigación del atentado en el aeropuerto de Madrid - Barajas,
en diciembre de 2006, gracias al software Agnitio’s Batvox se pudo demostrar, con un 98% de
seguridad, la implicación de un etarra en el ataque, ya que su voz coincidió con las del sujeto que
había realizado unas llamadas avisando del atentado. 347
Artículo 187.- Traducción, transcripción y visualización de documentos
1. Todo documento redactado en idioma distinto del castellano, será traducido por un
traductor oficial.
2. Cuando el documento consista en una cinta magnetofónica, el juez o el fiscal en la
investigación preparatoria dispondrá, de ser el caso, su transcripción en un acta,
con intervención de las partes.
3. Cuando el documento consista en una cinta de vídeo, el juez o el fiscal en la inves
tigación preparatoria ordenará su visualización y su transcripción en un acta, con
intervención de las partes.
4. Cuando la transcripción de la cinta magnetofónica o cinta de vídeo, por su exten
sión demande un tiempo considerable, el acta podrá levantarse en el plazo de tres
días de realizada la respectiva diligencia, previo traslado de la misma por el plazo
de dos días para las observaciones que correspondan. Vencido el plazo sin haberse
formulado observaciones, el acta será aprobada inmediatamente; de igual manera,
el juez o el fiscal resolverán las observaciones formuladas al acta, disponiendo lo
conveniente.
Concordancias:
CPR art. 185; CPC: art. 241.
El artículo 187 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP- regula lo referido a la
traducción, transcripción y visualización de documentos; respecto a lo primero se prescribe
que todo documento que se encuentre redactado en un idioma distinto al castellano debe
ser traducido por un traductor oficial; este dispositivo guarda coherencia con lo señalado
en el inciso 1) del artículo 114 del mismo cuerpo legal, donde se precisa que las actuacio
nes procesales se realizan en castellano(I). La regulación de transcripción y la visualización
de documentos hacen referencia a documentos cuyo soporte es diferente al papel, como
grabaciones voces o videos, donde resulta necesario su reproducción técnica, audición o
visualización, para su posterior transcripción en un acta, esto debe llevarse a cabo en una
diligencia ordenada por el juez de investigación preparatorio o el fiscal, con participación
de las partes. La norma establece que se cuenta hasta con tres días para elaborar el acta,
cuando la cinta magnetofónica o cinta de video resultan muy extensas, con traslado a las
partes por dos días para que hagan conocer sus observaciones.
(1) Jauchen observa al respecto que, la actividad procesal se desarrolla mediante declaraciones expresas
de carácter idiomático realizadas por los sujetos procesales, por los auxiliares y órganos de prueba,
en virtud de ello, las leyes procesales han establecido, como premisa rectora, el uso del lenguaje
oficial, de modo que todos los actos del proceso deben ser expresados en idioma nacional, o sea el
castellano, bajo expresa sanción de nulidad. En: JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba
148 en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni, p, 537.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 187
autores que cuando la actividad recaiga sobre documentos, se dirá que es una traducción,
si se refiere a declaraciones de testigos o imputados, se la llamará interpretación®. Por su
parte, De las Heras Caba refiere que la traducción es definida en el Diccionario de la Real
Academia Española como “la acción y efecto de traducir”, esto es, “expresar en una len
gua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra”2 (3) 4 5 6.
Bajo esa perspectiva, es importante tomar en cuenta lo comentado por Picó I Junoy,
respecto a que la traducción de un documento redactado en lengua extranjera es un acto
puramente pericial, esto es, estamos ante una actividad profesional que requiere un deter
minado conocimiento especializado, en consecuencia, el juez, en principio, debe seguir la
traducción dada por el especialista, en esa medida, la traducción como cualquier otro acto
pericial, es valorado por el juez según las reglas de la sana crítica®.
(2) CAFFERATA ÑORES, José y HAIREBEDIÁN, Maximiliano (2008). La prueba en el proceso penal.
Buenos Aires: Lexis Nexis, p. 213.
(3) DE LAS HERAS CABA, María (2016). “La figura del traductor en las normas procesales españolas.
Análisis de los órdenes jurisdiccionales civil, penal, contencioso-administrativo y social”. En: Revista
Internacional de Doctrina y Jurisprudencia. N° 13, p. 14.
(4) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual de Derecho Procesal Penal y de litigación oral. Lima:
Idemsa, p. 602.
(5) JAUCHEN, Eduardo. Ob. cit., p. 540.
(6) PICÓ I JUNOY, Joan, “Aportación de documentos en lengua extrajera”. En: ABEL LLUCH,
Xavier (2010). La prueba documental. Barcelona: Bosch, p. 284. 349
ART. 187 LA PRUEBA
AI respecto, Pardo Iranzo advierte que, cuando se trata de practicar una fuente de
prueba con código mediato, es imprescindible que el tribunal disponga de los medios téc
nicos correspondientes según sea el caso, por ejemplo, si la fuente es una cinta de video
deberá haber un aparato reproductor del video, para ello, la parte, al proponer la prueba
correspondiente, deberá solicitar que en el acto de la vista se disponga del medio técnico
de que se trate. En suma, según esta autora, es necesario que se disponga del instrumento
adecuado para la transmisión de la información, porque la prueba es la cinta, su audición
o visualización, no las transcripciones que, de lo que se escucha en la cinta, se entrega a
las partes{8). Así se dejó constancia en la Sentencia del Tribunal Supremo español del 19
de noviembre de 2003: “Respecto de la entrega de las transcripciones, ya es sabido que su
valor es meramente auxiliar, que las intervenciones telefónicas en cuanto medio de prueba
están constituidas por la propia cinta”.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José y HAIREBEDIÁN, Maximiliano (2008). La prueba en el proceso penal. Buenos
Aires: Lexis Nexis; DE LAS HERAS CABA, María (2016). “La figura del traductor en las normas procesa
les españolas. Análisis de los órdenes jurisdiccionales civil, penal, contencioso-administrativo y social”. En:
Revista Internacional de Doctrina y Jurisprudencia. N° 13; JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba en
materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni; NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual de Derecho
Procesal Penal y de litigación oral. Lima: Idemsa; PARDO IRANZO, Virginia (2008). La prueba documental
en el proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch; PICÓ IJUNOY, Joan, “Aportación de documentos en lengua
extrajera”. En: ABEL LLUCH, Xavier (2010). La prueba documental. Barcelona: Bosch.
Concordancias:
CPC: arts. 255, 256; LOMP: arts. 3, 6.
El artículo 188 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP- regula la institución
de la prueba de informes, consistente en la solicitud de informe a las entidades de carác
ter público o privado que en sus registros cuenten con datos de interés para el proceso; la
norma también contempla sanción de multa a las entidades que retarden la remisión del
informe, falsifiquen los datos del informe u oculten datos, sin perjuicio de la responsabili
dad penal a la que hubiera lugar; precisa también el Código adjetivo que el juez se encuen
tra facultado a realizar diligencia de inspección, revisión o incautación de ser el caso.
Sobre esta institución Abel Lluch explica que la prueba de informes es una modalidad
de la prueba documental, cuya naturaleza jurídica no resulta alterada por el hecho de que
el documento recoja la declaración de una persona con referencia a los datos que obren en
sus archivos, pues sigue conservando una función esencialmente representativa. La princi
pal diferencia entre el informe y el documento radica en el hecho de que el informe presu
pone la existencia de un archivo y de una selección de los documentos obrantes en el mismo
sobre, sobre los cuales se elabora una respuesta. El informe no se traduce en una certifica
ción, sino que comporta a cargo del sujeto informante una labor de selección y coordina
ción. Se busca el conocimiento que la persona jurídica privada o la entidad pública puedan
proporcionar, cuando consulten sus archivos y documentación*0. Por su parte, Cafferata y
Hairabedián comentan que, en sentido genérico, cabe decir que “informe probatorio” es la
respuesta escrita emanada de una persona jurídica frente a un requerimiento judicial, sobre
datos preexistentes a tal pedido, que estén registrados en dependencias de aquella, en esa
medida, el informe tendrá valor probatorio si es expedido por instituciones públicas por
medio de funcionarios autorizados, o por representantes de personas jurídicas privadas*1 2*.
En esa medida, Jauchen sostiene que a menudo es necesario para la eficacia de la inves
tigación la obtención de ciertos datos que, encontrándose reservados, archivados, anotados
o registrados de cualquier modo en alguna institución de carácter público o privado, resulta
dificultoso su conocimiento mediante el testimonio de los encargados o representantes de
la repartición, y también engorroso que el mismo juez se constituya a inspeccionar dicha
(1) ABEL LLUCH, Xavier (2010). La prueba documental, Barcelona: Bosch, pp. 52-53.
(2) CAFFERATA ÑORES, José y HAIREBEDIÁN, Maximiliano (2008). La prueba en el proceso penal.
Buenos Aires: Lexis Nexis, p. 209. 351
ART. 188 LA PRUEBA
documentación o solicite la remisión del total de las mismas. En estos supuestos, la vía
probatoria más idónea es el pedido de informe mediante el cual el juez requiere, por ofi
cio dirigido al representante de la institución pública o privada, informe sobre concretos
datos que supuestamente están contenidos en las registraciones o archivos de la misma(3).
BIBLIOGRAFÍA
ABEL LLUCH, Xavier (2010). La prueba documental, Barcelona: Bosch; CAFFERATA ÑORES, José y HAI-
REBEDIAN, Maximiliano (2008). La prueba en el proceso penal. Buenos Aires: Lexis Nexis; JAUCHEN,
Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni.
(3) JAUCHEN, Eduardo (2005). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni,
352 p. 531.
CAPÍTULO VI
LOS OTROS MEDIOS DE PRUEBA
SUBCAPÍTULO I
EL RECONOCIMIENTO
Concordancias:
CPP.arts. 191, 192.
I. Consideraciones previas
Uno de los principales problemas en la investigación de delitos violentos (por lo gene
ral) es la identificación de los autores y partícipes de los hechos, esto como primer peldaño
dentro de los actos de investigación destinados a corroborar la responsabilidad de una per
sona y su posterior sanción.
Para este propósito, el Código Procesal Penal -en adelante, CPP- regula en el artículo
189 la diligencia de reconocimiento de personas, diligencia que puede distinguirse en dos
tipos: el reconocimiento a través de registros fotográficos y las que se realizan a través de
la diligencia de reconocimiento en rueda.
“El reconocimiento es una diligencia que permite identificar a una persona, por sus
rasgos propios, voz, fisonomía, movimientos, etc., mediante acto físico, video o fotogra
fía, otorgando elementos para el desarrollo de una línea investigativa determinada”0*.
Del mismo modo, el profesor Sánchez Velarde citando a Almagro Nosete establece que:
“Se trata de una diligencia que se realiza ante los órganos de persecución, dirigida a
reconocer mediante las facultades visuales a quien se supone está involucrado en la
participación de un hecho punible, sin interesar el grado de participación delictiva”1 (2).
(1) Vid. el Protocolo de Reconocimientos de Personas, Fotografías y Cosas en el siguiente link perteneciente
al portal web del Poder Judicial: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/b78a3e8040999dac9d92dd-
1007ca24da/Protocolo+de+reconocimiento+personal.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=b78a3e8040999
dac9d92ddl007ca24da
(2) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa, p. 189.
(3) ÁLVAREZ DÁVILA, Francisco (2015). “Los testigos oculares del delito. Apuntes sobre la naturaleza jurídica
y presupuestos para la validez probatoria del reconocimiento de imputados”. En: La prueba en el proceso penal.
354 Lima: Instituto Pacífico, p. 183.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 189
Si es que además del reconocimiento de aspectos físicos, el sujeto declara haber escu
chado la voz del sujeto materia de reconocimiento en determinada situación, es posible
que se disponga el reconocimiento de la voz, para lo cual el artículo 190 del CPP establece
que, para la materialización de esta diligencia, se observarán en lo aplicables, las disposi
ciones previstas en el artículo 189.
355
ART. 189 LA PRUEBA
de error en el segundo método(4). Asimismo, el primer modelo termina siendo más seguro
en relación al segundo debido a que con el uso de distractores se puede obtener no solo la
identificación del sujeto conforme a las características previamente brindadas; sino tam
bién identificaciones erróneas que permiten concluir la inviabilidad del testimonio del
sujeto como medio de prueba y una imposible incriminación errada debido a que se uti
lizan distractores que no tienen la condición de sospechosos.
Sin embargo, tal como lo establece Álvarez Dávila, se debe tener en consideración
algunas posibles excepciones a la necesidad de la presencia del abogado defensor. Por un
lado, cuando se trate de personas que no se encuentran detenidas, las cuales, voluntaria
mente han prestado su consentimiento para la materialización de esta diligencia sin la
(4) WELLS, Gary y TURTLE, John (1986). “Eyewitness identification: The importance oí lineup models”. En:
356 Psychological Bulletin. Volumen 99. N° 33. Urbana: American Psychological Association Inc., p. 328.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 189
presencia de un abogado defensor y, por otro, cuando han sido debidamente informadas
de sus derechos. Asimismo, en el caso de que se lleve a cabo un reconocimiento fotográ
fico porque no existen sospechas razonables contra una persona, siendo el motivo único
buscar al posible autor del delito de quien no se conoce su identidad(5) 6.
Existe gran data de estudios referidos a los problemas que se presentan en la identifi
cación de personas que podría conllevar a su reducción e incluso eliminar la credibilidad de
la persona que realiza el reconocimiento, de ahí la necesidad de poner énfasis en todos los
detalles concernientes a esta importante diligencia. Estudios como los de Laughery K.R.,
Alexander J.F. y Lañe A.B. en 1971 (Recognition of human faces: Effects oftarget exposure
time, targetposition, poseposition, and type ofphotograph), Sanders G.S. y Warnick D. en
1980 (Some condition maximizing eyewitness acccuracy: A learning memory model), Cutt-
ler B.L., Penrod S.D., y Martens T.K. en 1987 (Improvingthe reliability of eyewitness iden-
tification: Putting context into contexi}, Shepherd J.W, Ellis H.D. y Davies G.M. en 1982
(Identification evidence), entre otros, dan luces de los efectos de las situaciones externas en
el proceso de reconocimiento^.
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ DAVILA, Francisco (2015). “Los testigos oculares del delito. Apuntes sobre la naturaleza jurí
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NANDEZ, Ramón (1997). “Reconocimiento de personas mediante ruedas de identificación”. En: Psicolo
gía e investigación judicial. Madrid: Fundación Universidad Empresa; SANCHEZ VELARDE, Pablo (2013).
Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa; WELLS, Gary y TURTLE, Jhon (1986). “Eyewitness identi-
fication: The importance of lineup models”. En: Psychological Bulletin. Volumen 99- N° 33- Urbana: Ame-
rican Psychological Association Inc.
¿¡¡•j JURISPRUDENCIA
El reconocimiento realizado para la identificación del imputado cuando no se sabe con certidumbre quién es, es por su
propia naturaleza una diligencia sumarial de carácter preconstituido que se debe realizar inmediatamente de come
tido el hecho (con lo que se evita un cambio de apariencia del presunto autor, así como probables distorsiones en la
memoria del testigo como consecuencia del transcurso del tiempo o la concurrencia de influencias ilícitas sobre él). Cas.
N° 03-2007-Huaura.
Del contenido del acta de reconocimiento personal, se advierte el incumplimiento de las disposiciones que contiene el
numeral 1 del artículo 189 del Código Procesal Penal, las que, por ser de orden público, son de cumplimiento obligato
rio. Nuestro sistema procesal pretende que, a través de dicha prueba, se contraste debidamente la fiabilidad del recono
cimiento directo e inmediato realizado por quien efectúa el referido acto y para ello ha previsto el deber de la descripción
previa de la persona aludida. Exp. N° 019-2008-Trujíllo, 30/04/2008.
La defensa cuestiona el hecho de que no existe la diligencia de reconocimiento, sin embargo, dada las circunstancias en
que se produjeron los hechos, y tratándose de un caso de flagrancia delictiva, no era necesaria la diligencia de recono
cimiento. Exp. N° 001-2008-Trujillo.
Si el único testigo presencial señaló que los sujetos que participaron en el evento delictivo (estaban encapuchados), mal
podría reconocer al imputado como uno de ellos, con lo cual el acta de reconocimiento negativo no constituye un nuevo
elemento de convicción. Exp. N° 05291-2009-15-2001-JR-PE-04-Piura, 16/09/2009.
El agraviado sabía antes de efectuarse la diligencia de reconocimiento personal quién era el imputado, pues lo vio a través
de una pequeña entrada que hay en el calabozo de la comisaría; además, no lo reconoció en rueda de personas, sino que,
antes de que se hiciera presente el fiscal, se le preguntó si “era él" el autor del delito, a lo que respondió afirmativamente.
Siendo así, el reconocimiento efectuado carece de idoneidad probatoria en razón de que el agraviado tomó conocimiento
de quién era el sujeto a reconocer antes de efectuar la mencionada diligencia. R.N. N° 4378-2006-Lambayeque.
358
Artículo 190.- Otros reconocimientos
1. Cuando se disponga reconocer voces, sonidos y cuan to pueda ser objeto de percepción
sensorial, se observarán, en lo aplicable, las disposiciones previstas en el artículo
anterior.
2. Sin perjuicio de levantar el acta respectiva, se podrá disponer que se documente
mediante prueba fotográfica o videográfica o mediante otros instrumentos o proce
dimientos.
Concordancias:
CPP:arts. 189, 191.
El artículo 190 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP) prescribe que “Cuando
se disponga reconocer voces, sonidos y cuanto pueda ser objeto de percepción sensorial,
se observarán, en lo aplicable, las disposiciones previstas en el artículo anterior” (artículo
190.1). “Sin perjuicio de levantar el acta respectiva, se podrá disponer que se documente
mediante prueba fotográfica o videográfica o mediante otros instrumentos o procedimien
tos (artículo 190.2)”.
De lo regulado se aprecia que no solo pueden ser objeto de reconocimiento las perso
nas, sino también las voces y sonidos. En efecto, en muchas investigaciones resulta suma
mente útil realizar este tipo de diligencias, pues el reconocimiento en rueda o fotográfico
no es el único medio para poder reconocer o identificar a las personas. Puede suceder que,
en muchos casos, los agraviados o testigos no hayan visto al autor, pero sí escucharon su
voz y las palabras que reproducía la misma. Esto es muy común de suceder en los delitos
de extorsión, en los cuales se utilizan las llamadas telefónicas como medios para canali
zar la amenaza que pretende solicitar una ventaja económica indebida o en los delitos de
secuestro donde también se usan estos medios para solicitar el pago de un rescate, por
ejemplo. En ambos supuestos, puede ser el propio agraviado quien tenga contacto directo
con la voz del investigado o puede ser que sea un testigo, como cuando por ejemplo la
policía ya asumió las investigaciones y, haciéndose pasar por el agraviado, inicia las con
versaciones telefónicas de negociación con el investigado a efectos de poder conseguir su
captura. En consecuencia, la memoria auditiva de los sujetos que reconocerán (observan
tes), la particularidad del habla que posea el investigado o incluso el dialecto y las pala
bras o lenguaje (jerga, por ejemplo) que utiliza se deberán tener en cuenta al momento de
realizar el reconocimiento de voz.
Por tanto, siguiendo dichas pautas, el observante o sujeto que va a reconocer deberá
realizar la “descripción previa” de las características de la voz, siendo que esta exigencia
constituye una prueba de memoria para el sujeto recognoscente, ya que luego esa descrip
ción podrá ser confrontada con las características de la voz o sonido que se va a recono
cer. Por ejemplo, podría señalar en primer lugar si la voz era de una persona de sexo feme
nino o masculino; si era de una persona joven, adulta o adulta mayor; si además esa voz
era fina o gruesa, o si tenía alguna particularidad (disfonía, ronquera etc.), o finalmente si
expresa algún dialecto en particular (como por ejemplo, si la voz proviene de una persona
oriunda de la selva o sierra del Perú).
Así también lo exige la ley procesal penal: la voz o sonido materia de reconocimiento
debe ser colocado junto con otras voces de “características o aspectos semejantes”(1), cons
tituyéndose este requisito en una garantía, ya que una rueda mal constituida por falta
de esa semejanza puede desembocar en un error de identificación y posiblemente en un
futuro error judicial. Esto último sucedería por ejemplo si la voz que se va a reconocer es
un dialecto de la selva, y todas las voces que servirán de anzuelos son voces de la costa;
o si la voz pertenece a una lengua extranjera (inglés, portugués, alemán, etc.) y las voces
anzuelos pertenecen al español; siendo que en este caso la voz a reconocer tiene caracte
rísticas totalmente opuestas a las de los anzuelos, habiéndose conformado una rueda de
voces sumamente sugestiva.
Pero, ¿cómo debería entenderse dicha semejanza? Al respecto podemos decir que no
es exigible una identidad completa entre las voces que participarán en el reconocimiento,
porque si así se exigiera, sería difícilmente constituible un reconocimiento de voces(2). Solo
se puede reputar viciada una rueda de voces cuando las diferencias son patentes y despro
porcionadas (como en los ejemplos planteados anteriormente), pero dicha semejanza no
implica que las voces que participarán en el reconocimiento tengan que ser idénticas en
sus características esenciales(3). Por tanto, lo aceptable es que entre las voces que partici
(1) La norma hace referencia a “aspecto exterior semejante"; sin embargo, ello está referido al reconocimiento de
personas, por lo que considero que cuando se trata del reconocimiento de voz o sonidos, debemos hablar de
características semejantes.
(2) Así también lo entiende el Tribunal Supremo español, en su sentencia N° 1281-1999, del 13 de setiembre
(caso Martínez Arriera) donde señala que: “Las exigencias legales de las ruedas de reconocimiento -que no
pueden considerarse imprescindibles en la instrucción de las causas penales, ni son siempre posibles- deben
encenderse siempre como exigencias razonables. No es infrecuente que los individuos a identificar, por sus
especiales características, sean inconfundibles y prácticamente imposible encontrar otros de circunstancias
exteriores «semejantes», lo cual no puede ser obstáculo para que los perjudicados por sus acciones puedan”.
Como vemos, aunque esta sentencia se refiere al reconocimiento de personas en rueda, también es aplicable al
reconocimiento de voces.
(3) En este sentido, el Tribunal Supremo español, en su sentencia N° 642-1997, de 29 de abril (Caso Granados
Pérez) señala que: “El Tribunal de instancia ha dado cumplida respuesta a la alegada falta de semejanza entre
los individuos que integraron la rueda de identificación. Y así expresa que no supone falta de circunstancias
semejantes la corpulencia física de las personas, salvo cuando se trate de tales desproporciones que puedan
determinar su identidad. La ley de enjuiciamiento criminal establece en el artículo 369 que la rueda se forme
con personas de circunstancias exteriores semejantes pero no exige una identidad que resultaría casi imposible
360 de cumplir. Las diferencias de raza, sexo, color de pelo y piel, sí pueden condicionar la virtualidad del recono-
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 190
Por otro lado, dicha razonabilidad antes que estar en función de las características
de la voz del sospechoso, debe buscarse que esté en función de las características de la voz
descrita previamente por el sujeto que va a reconocer (recognoscente). Por ello, el criterio
para comparar el parecido de los componentes de la rueda es la descripción que el testigo
haya dado de la voz objeto del reconocimiento, y no tanto así de la voz del sospechoso
del delito; y esto se encuentra directamente vinculado con el procedimiento que se sigue
para la realización de la referida diligencia, toda vez que la rueda se integra, además del
sospechoso, por los llamados distractores funcionales que son aquellos cuyas voces enca
jan en las características de la voz brindada previamente por el sujeto recognoscente. En
todo caso, si se advierte algún vicio relevante en la composición de la rueda de reconoci
miento de voz, debe ser inmediatamente advertido por el abogado defensor, quien tiene
derecho a que su observación se haga constar en el acta que se levante, lo que podrá tener
una posible incidencia en la valoración de dicha prueba que realice el juez o tribunal sen
tenciador^. En consecuencia, cuando la rueda de reconocimiento de voz se ha constituido
sin respetar la exigencia de semejanza entre los integrantes de la misma, dicha diligencia
carecerá de eficacia probatoria(6).
Luego, el artículo 189 del CPP también señala que: “(...) En presencia de todas ellas,
y/o desde un punto de donde no pueda ser visto, se le preguntará si se encuentra entre las
personas que observa aquella a quien se hubiere referido en sus declaraciones y, en caso afir
mativo, cuál de ellas es”. Debemos señalar que dicho mecanismo constituye una medida
de protección para la víctima a efectos de que esta no se vea intimidada, atemorizada y, a
veces, hasta amenazada por los integrantes de la rueda al ser puesta frente a ellos, buscando
que la rueda de reconocimiento de voz, no se vea frustrada o viciada. Sin embargo, nuestra
realidad no permite realizar este tipo de medidas de protección, las comisarías de la Policía
Nacional del Perú no cuentan con los ambientes adecuados para poder cumplir con este
requisito, pues lo ideal sería que cuenten con cámaras Gesell que permitan a la víctima rea
lizar un reconocimiento de voz de una forma segura y tranquila y sin atisbos de amenaza.
cimiento, así como la discrepancia exagerada de rasgos o una obesidad extrema”. Como vemos se hace alusión
a diferencias desproporcionadas que conviertan en sugestiva la diligencia del reconocimiento.
(4) Por ejemplo, en la sentencia del Tribunal Supremo español N° 1805-2001, del 10 de octubre, se ha estipulado
que para el caso de reconocimiento en rueda de personas, se entiende cumplido el requisito cuando concurre
la triple similitud de altura, contextura física y edad. Por lo que para el caso de reconocimiento de voces,
entiendo que el requisito se encontrará cumplido cuando concurran las similitudes de edad, sexo, dialecto e
idioma.
(5) Al respecto, la sentencia del Tribunal Supremo español N° 790-1998, del 8 de junio señala que: “Ninguna
objeción puso el letrado del hoy recurrente, quien asistió a las ruedas, de donde es preciso suponer que sus
componentes eran de similares características, como el motivo destaca, porque dichas características son
comunes a los varones de la comarca”.
(6) En la sentencia del Tribunal Supremo español N° 412-1999, del 18 de marzo, se señala que: “Examinada la
causa, como prueba de cargo, únicamente obra al folio 24 una diligencia de reconocimiento en rueda, practi
cada en el juzgado, en la que la denunciante identifica al acusado como autor de los hechos, diligencia en la
que consta la protesta del letrado asistente al acto por haberse formado la rueda con otras cuatro personas de
raza blanca cuando el presunto autor era una persona de color. Igualmente consta en el atestado que la inicial
sospecha sobre el acusado sobre su participación en los hechos parte de una denuncia anónima”. 361
ART. 190 LA PRUEBA
Luego, en el inciso 4 se señala que: “Cuando varias personas deban reconocer a una
sola, cada reconocimiento se practicará por separado, sin que se comuniquen entre sí. Si
una persona debe reconocer a varias, el reconocimiento de todas podrá efectuarse en un
solo acto, siempre que no perjudique el fin de esclarecimiento o el derecho de defensa”. Res
pecto a la primera parte de este inciso no se ve nada raro o problemático, pero sí respecto
de su segunda parte. En efecto, resultaría problemático que se realice el reconocimiento
(7) El inciso 2 del artículo 71 del CPP que regula los derechos del imputado prescribe que: 2. los jueces, los fiscales
o la Policía Nacional deben hacer saber al imputado de manera inmediata y comprensible, que tiene derecho a:
a) Conocer los cargos formulados en su contra y, en caso de detención, a que se le exprese la causa o motivo
de dicha medida, entregándole la orden de detención girada en su contra, cuando corresponda;
b) Designar a la persona o institución a la que debe comunicarse su detención y que dicha comunicación se
haga en forma inmediata;
c) Ser asistido desde los actos iniciales de investigación por un abogado defensor;
d) Abstenerse de declarar; y, si acepta hacerlo, a que su abogado defensor esté presente en su declaración y en
todas las diligencias en que se requiere su presencia;
e) Que no se emplee en su contra medios coactivos, intimidáronos o contrarios a su dignidad, ni a ser some
tido a técnicas o métodos que induzcan o alteren su libre voluntad o a sufrir una restricción no autorizada
ni permitida por ley; y
f) Ser examinado por un médico legista o en su defecto por otro profesional de la salud, cuando su estado de
362 salud así lo requiera.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 190
de voz, por ejemplo, de dos o tres voces o sonidos, en una misma rueda, y ello principal
mente sobre la base de dos razones:
La primera, que no debemos olvidar que las voces que serán cebos o anzuelos deben
reunir características o aspectos semejantes a las voces descritas previamente por el sujeto
recognoscente, lo que sin duda haría fácticamente muy difícil e inviable que los anzuelos
o cebos que se utilicen en la rueda de reconocimiento de voces tengan a la vez caracterís
ticas semejantes a las de las dos o tres voces que conformarán la rueda; y la segunda, que
la forma de atenuar ello sería con el incremento del número de voces que serán cebos o
anzuelos y que acompañarán a las voces de los sospechosos en la rueda; sin embargo, esto
último generaría un rueda muy lata, lo que conllevaría una mayor exigencia por parte del
sujeto que va a reconocer, pues lo situaríamos frente a una prueba de memoria muy rigu
rosa que quizá la víctima o testigo no esté en condiciones de afrontar. Debido a ello, es
que se sugiere que las ruedas se hagan por separado; es decir, si hubiera dos o tres voces
sospechosas, tendrá que hacerse una rueda por cada una de ellas®.
Por otro lado, tenemos que reconocer que nuestra legislación procesal penal respecto
del reconocimiento de personas, fotográfico o de voces resulta deficiente e insuficiente
para garantizar la eficacia del mismo, pues realmente ha omitido tantos otros requisitos o
garantías que pueden coadyuvar a que el reconocimiento realizado no sea producto de una
sugestión o de algún interés parcializado; en consecuencia, se busca evitar que su resul
tado no sea producto de una mala práctica, pues si el procedimiento del reconocimiento
se realiza equivocadamente (como sucede cuando la víctima reconoce por sugestión o pre
sión), su resultado también será errado (ya que probablemente se terminará reconociendo
a un sospechoso inocente).
(8) Los protocolos de buenas prácticas internacionalmente aceptados en la materia desaconsejan esta comparecen
cia simultánea en la misma rueda de dos sospechosos, práctica que puede afectar en una reducción el tamaño
efectivo o funcional de la rueda, al disminuir el número de figurantes y ser más dificultoso que estos puedan
semejarse a la vez a los rasgos de los dos sospechosos a reconocer. 363
ART. 190 LA PRUEBA
de contar con sus fotografías. En síntesis, la exigencia legal de la presencia del abogado
defensor está referida únicamente para las diligencias de reconocimiento fotográfico, de
personas o de voces; ya que son estos los que expresamente se encuentran regulados en la
norma procesal penal, además de encontrarse sometidos a una serie de requisitos de los
que depende su validez y eficacia, de suerte que la intervención del abogado garantiza la
observancia y cumplimiento de los mismos(9). Lo que no tiene lugar en la identificación
fotográfica que ni está sometida a regulación legal ni a la exigencia de requisitos ni a la
participación del detenido. En consecuencia, la existencia de una imputación en contra
de una persona concreta es lo que diferencia a la identificación del reconocimiento. Por
ello, el hecho de que exista una imputación contra una determinada persona genera que
su defensa (técnica) se encuentre debidamente garantizada por un abogado defensor, ya
que este busca garantizar el contradictorio (su función será objetar, cuestionar, al inicio
de la diligencia; es decir, antes de que se realice el reconocimiento) y el cumplimiento de
los requisitos formales que exige la propia diligencia. Por otro lado, respecto de la exis
tencia de una imputación, coincidimos con Gimeno Sendra cuando señala que “ningún
testigo puede ser sujeto pasivo de la diligencia de reconocimiento en rueda: antes al con
trario, el testigo, contra el que existen indicios de criminalidad ha de ser judicialmente
determinado como imputado a fin de que pueda ejercitar su derecho de defensa”(10).
Definitivamente la condición de imputado comporta a su vez la necesidad de que este
presente su abogado defensor durante la práctica del reconocimiento de voces, y si no
lo tiene, a que se le designe un defensor público(I1). De esta forma se protegen los dere
chos fundamentales a la defensa, a la contradicción y a la presunción de inocencia. Por
tanto, de realizarse una diligencia de reconocimiento de voces sin la presencia del abo
gado defensor, esta constituirá la obtención de una prueba con vulneración a los dere
chos fundamentales del imputado (como el derecho de defensa), lo que generará efectos
probatorios negativos transcendentes para la investigación penal(12).
Por su parte, Cafferata Ñores citado por Rosas Yataco señala que: “Tal muéstreo
puede hacerse mediante rueda o cuerpo de voces. En el primer caso (rueda), varias perso
nas entre las que se encuentra el pretendido autor, separadamente, van a emitir en forma
directa los sonidos que le indique el órgano judicial interviniente, según el caso (hablar,
gritar, reír, etc.), en lo posible desde un lugar que no puedan ver al testigo que lo escucha.
(9) La asistencia del abogado defensor en la diligencia de reconocimiento es necesaria con el objeto de conferirle
a esta el carácter contradictorio, esto en atención a que el abogado que asiste a la rueda puede intervenir en
defensa del imputado. A su vez, en el mismo acto puede solicitar que se haga constar en el acta cualquier
incidencia o circunstancia que considere irregular. La importancia de resguardar esta garantía es tal que su
omisión supone, por lo general, que el reconocimiento se constituya en prueba prohibida al haberse realizado
sin abogado defensor, vulnerándose con ello, el derecho fundamental a la defensa.
(10) GIMENO SENDRA, Vicente (2007). Derecho Procesal Penal. 2a edición. Madrid: Colex, p. 459.
(11) La sentencia del Tribunal Supremo español N° 757-2010, del 14 de julio de 2010 establece que: “Practicada
con las debidas garantías y en forma contradictoria con la presencia del letrado del acuado sometido a recono
cimiento en rueda”.
(12) El Tribunal Supremo español en su sentencia N° 224-2008, del 30 de abril de 2008, señala que: “Inicia su
impugnación casacional este acusado reclamando la invalidez de la diligencia de reconocimiento en rueda en
la que se identificó al mismo como uno de los autores del asalto y robo, porque fue practicada sin la presencia
de su letrado defensor, a quien ni siquiera se le había citado a tal actuación procesal. Ciertamente, la diligencia
en cuestión carece de validez y, por ende, de efectos probatorios, al infringir el artículo 520 de la LEcrim., que
establece la necesidad de la presencia de abogado, ‘en todo reconocimiento de identidad de que sea objeto el
364 detenido’ (...)”.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 190
En el segundo, el cuerpo de voces puede formarse asentando los sonidos en un soporte (v.
gr. casete o disco compacto) para su posterior reproducción al reconociente ”(13).
Pienso que la rueda de voces es mucho más eficiente para los fines de la investiga
ción, toda vez que al estar presente el sospechoso se le podrá requerir que emita los soni
dos, gritos o risas que sean necesarios; por el contrario, el utilizar grabaciones de las voces
o sonidos presenta dos inconvenientes: El primero, que difícilmente se podrá obtener la
grabación de la voz o sonidos del sospechoso, si es que nunca se apersona al proceso o se
desconoce su paradero; y el segundo, que de obtenerse las grabaciones, la diligencia que
dará restringida al reconocimiento de la voz o sonidos que fueron grabados y no podrá
solicitarse la emisión de cualquier otro sonido al no encontrarse presente el sospechoso.
Un segundo requisito que se podría incorporar en la norma procesal penal debería ser
que la diligencia de reconocimiento de voz sea realizada por personal especializado (que
no sepa de qué se tratan los hechos y que no tenga ningún interés en los mismos) y dis
tinto del encargado de la investigación (fiscal o policía) pues con ello lograríamos alcan
zar la imparcialidad en la realización de la diligencia, produciéndose en el reconocimiento
de voz un resultado mucho más objetivo. También sería interesante que el reconocimiento
se realice en un ambiente adecuado (cámara Gesell), donde se puedan reproducir las con
diciones de iluminación, distancia, tiempo, acústicas etc., procurando crear un ambiente
con las condiciones parecidas al del sitio del suceso (al menos, en las condiciones acústicas
y de distancia). Además de ello, el empleo de un ambiente adecuado permitirá a la víctima
o testigo realizar un reconocimiento de voz, de forma más serena y tranquila, sin sentirse
presionada y estresada por tener que reconocer la voz del autor de los hechos, buscando
con ello bloquear o evitar esa presión psicológica que pueda sentir la víctima ante la pre
sencia del sospechoso, cuya voz esta por reconocer.
(13) ROSAS YATACO, Jorge (2016). La prueba en el nuevo proceso penal. Tomo II. Lima: Ediciones Legales, p. 955. 365
ART. 190 LA PRUEBA
necesariamente uno de los componentes de la rueda, así como prevenirle de que no debe
tratar de adivinar. Luego de ello, se le indicará al testigo que debe fijarse detenidamente
en cada una de las voces de los integrantes de la rueda (sospechoso y anzuelos), a quienes
se les pedirá que emitan los sonidos o voces que sean necesarios (esto último dependerá de
la forma y circunstancias en que el testigo escuchó al autor de los hechos) y luego de todo
esto, se le pedirá al testigo o víctima que señale cuál es la voz o sonido que reconoce, por
qué lo reconoce y cuál fue su participación en el evento delictivo.
Un cuarto requisito debería ser que se especifiquen las medidas que se deben adop
tar para que el sospechoso no haga en su voz alteración alguna que pueda dificultar su
reconocimiento por quien corresponda. Pues se trata de que el sospechoso no pueda hacer
ineficaz el reconocimiento de voz alterando o distorsionando la misma. Por ello, se debe
ría regular normativamente que el sospechoso no altere las condiciones o características
de su voz. En este sentido, la diligencia no se podría realizar en el supuesto en que el sos
pechoso se encuentre con alguna afonía, ronco u otro problema con la voz.
(14) DE DIEGO DIEZ, Luis Alfredo (2003). Identificación fotográfica y reconocimiento en rueda del inculpado. Barce
lona: Bosch, p. 153.
(15) La sentencia del Tribunal Supremo español N° 1507-2002, del 18 de septiembre del 2002 señala que: “Nuestra
ley procesal penal (...) no exige un número determinado y esta sala en más de una ocasión, ha entendido que
366 la intervención de cuatro [personas] cumple adecuadamente con la exigencia legal”.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 190
BIBLIOGRAFÍA
DE DIEGO DIEZ, Luis Alfredo (2003). Identificación fotográfica y reconocimiento en rueda del inculpado. Barce
lona: Bosch; GIMENO SENDRA, Vicente (2007). Derecho Procesal Penal. 2a edición. Madrid: Colex; ROSAS
YATACO, Jorge (2016). La prueba en el nuevo proceso penal. Tomo II. Lima: Ediciones Legales.
367
Artículo 191.- Reconocimiento de cosas
1. Las cosas que deben ser objeto del reconocimiento serán exhibidas en la misma
forma que los documentos.
2. Antes de su reconocimiento, se invitará a la persona que deba reconocerlo a que lo
describa. En lo demás, regirán análogamente las reglas previstas en el artículo 189.
Concordancias:
CPP: arts. 189, 190; CPC: art. 252.
El artículo 191 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP) prescribe que: “1. Las
cosas que deben ser objeto del reconocimiento serán exhibidas en la misma forma que los
documentos. 2. Antes de su reconocimiento, se invitará a la persona que deba reconocerlo a
que lo describa. En lo demás, regirán análogamente las reglas previstas en el artículo 189”.
Lo novedoso de esta regulación es que prescribe que las cosas que deben ser objeto
del reconocimiento serán exhibidas en la misma forma que los documentos; y cuando
nos remitimos a la regulación de la prueba documental, en su artículo 186, se señala que:
“Cuando sea necesario se ordenará el reconocimiento del documento, por su autor o por
quien resulte identificado según su voz, imagen, huella, señal u otro medio, así como por
aquel que efectuó el registro. Podrán ser llamados a reconocerlo personas distintas, en cali
dad de testigos, si están en condiciones de hacerlo”.
En este sentido, vemos que este dispositivo legal parte del supuesto de que es el pro
pio sospechoso quien va a reconocer la titularidad del documento, imagen, huella, señal
o de su voz; es decir, se trataría de un autor reconocimiento o reconocimiento directo (por
la persona que efectúa el reconocimiento). No obstante, como regla general, el recono
cimiento a que se hace referencia en el Capítulo VI, subcapítulo I, artículos 189 a 191,
está referido al reconocimiento de personas, voces, sonidos o cosas, que realizarán perso
nas distintas de los titulares de dichas condiciones; es decir, en dichos dispositivos legales
se regulan los procedimientos que deben seguirse para el reconocimiento que realizarán
personas distintas a los titulares o sospechosos. Por ello, se dice que es un reconocimiento
indirecto, ya que los sujetos recognoscentes serán las víctimas o testigos, pero no los pro
pios titulares de los documentos, voces o cosas, ni los sospechosos del delito.
Como vemos, se señala que la prueba material podrá ser presentada durante las decla
raciones de los acusados, testigos y peritos a fin de que la reconozcan o informen sobre ella;
368
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 191
es decir, se regula una técnica de litigación oral, en el sentido de establecer como debe ser
introducida la prueba material en el juicio oral, siendo un canal de introducción, justa
mente el examen o contraexamen de los órganos de prueba. Sin embargo, conviene preci
sar que, aunque la norma procesal utilice la palabra “reconocimiento”, en sí no lo es, pues
el reconocimiento como diligencia se realizó en la etapa de la investigación preparatoria,
siendo que precisamente se hizo por cuanto se desconocía o existía duda sobre la identi
dad del sospechoso o investigado (fundamento existencial de la diligencia del reconoci
miento); en cambio, en el juicio oral ya existe una acusación dirigida contra una persona
en concreto; por lo tanto, desaparece el fundamento del reconocimiento (duda sobre la
identidad del sospechoso). Por lo tanto, si se insistiera con realizar un reconocimiento en
el juicio oral, el mismo devendría en nulo, por ser un reconocimiento sumamente suges
tivo, ya que no respeta el procedimiento que ha estipulado la norma procesal para ello (me
remito al comentario realizado en el artículo anterior).
Vinculado con este punto, se encuentra el hecho de cómo se debe introducir o actuar
el reconocimiento en el juicio oral; es decir, si se debe oraüzar el acta levantada en la dili
gencia de reconocimiento realizada en la investigación preparatoria, o se debe examinar
al órgano de prueba (víctima o testigo) que efectuó el reconocimiento o si se debe repro
ducir toda la diligencia de reconocimiento en el juicio oral. Al respecto, debo precisar que
el reconocimiento tiene naturaleza testifical (la víctima o testigo al reconocer, se pronun
ciarán respecto de algo que fue percibido por sus sentidos; es decir, su relato estará refe
rido a un aspecto puntual, las características del sospechoso, de la voz, sonidos u objetos),
por lo tanto, no se debe oralizar el acta de la diligencia de reconocimiento, sino “actuar”
al testigo, y respecto de él, realizar el examen y contraexamen respectivo, a efectos de que
el a quo, por los principios de inmediación y contradicción, pueda tener una mejor apre
ciación de la forma y las circunstancias en que se realizó la diligencia, y obviamente esta
forma (correcta) de actuar el reconocimiento tendrá repercusiones en su forma de valo
rarlo, pues no resulta ser lo mismo, valorar una (fría) prueba documental, que un testigo,
sobre todo cuando existen cuestionamientos respecto del reconocimiento0).
(1) VARGAS YSLA, Roger (2015). “El reconocimiento en rueda de personas: hacia la elaboración de criterios de
valoración judicial". En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 73. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 199-244.
(2) El artículo 368 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal española establece: "Cuantos dirijan cargo a determinada
persona deberán reconocerla judicialmente, sí el juez instructor, los acusadores, o el mismo inculpado concep
túan fundadamente precisa la diligencia para la identificación de este último, con relación a los designantes, a
fin de que no ofrezca duda quién es la persona a que aquellos se refieren”. 369
ART. 191 LA PRUEBA
los delitos contra el patrimonio, generalmente en los hurtos o robos, los testigos (que a la
vez son vecinos del lugar) señalan a la víctima (extraño en el lugar) y al autor, diciendo que
este último ha sido un tal “Pollo”, “Enano” o “Negrasho”, pero ocurre que todos estos alias
son muy comunes y puede suceder que dentro de un mismo lugar (urbanización o distrito)
existan varias personas que lleven esos mismos alias y que la policía proceda a detenerlos,
guiándose por los alias que el testigo sugirió, siendo detenida una persona que no tuvo
nada que ver con los hechos investigados. Es obvio que en estos supuestos, el detenido por
error será el primer interesado en que se realice el reconocimiento en rueda, a efectos de
que la parte agraviada descarte su participación en el hecho delictivo.
BIBLIOGRAFÍA
VARGAS YSLA, Roger (2015). “El reconocimiento en rueda de personas: hacia la elaboración de criterios
de valoración judicial”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 73. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 199-244.
370
SUBCAPÍTULO II
LA INSPECCIÓN JUDICIAL
Y LA RECONSTRUCCIÓN
Concordancias:
CPP: arts. 193,194; CPC: art. 212.
La prueba es uno de los capítulos más importantes dentro del Derecho Procesal Penal
toda vez que ella nos llevará a la verdad, de tal forma que cuando el juez decida lo haga sobre
la base de ella. No tiene sentido invocar valores como la legalidad, la corrección y la justicia
de la decisión si no se reconoce que la verdad de los hechos es condición necesaria para una
correcta aplicación de la norma(1>, entonces la prueba implica una actividad de verificación
entre lo que postula una de las partes y lo que existe en la realidad.
Para hablar de medios de prueba se debe hacer referencia a fuentes de prueba, que son
realidades extraprocesales, personas, objetos, entre otros, cuya existencia no depende del pro
ceso iniciado; en cambio, medio de prueba es la regulación legal que se hace de la prueba al
interior del proceso, su existencia depende del proceso, solo tiene razón de ser dentro de un
proceso1 (2). Cada medio de prueba ingresa al proceso una fuente de prueba a efectos de gene
rar convicción en el juzgador.
(1) TARUFFO, Michele (2002). La prueba de los hechos. Jordi FERRER BELTRÁN, traducción. Madrid: Trotta, p. 86.
(2) MENESES PACHECO, Claudio (2008). “Fuentes de prueba y medios de prueba en el proceso civil". En:
Revista luset Praxis. Año 14. N° 2. Talca: Universidad de Talca, p. 52. Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/
pdf/iusetp/vl4n2/art03-pdf 371
ART. 192 LA PRUEBA
Al analizar los medios de prueba materia de comentario, García Rada(3) señaló que en
ambos predomina el sentido de la vista, en uno mediante el reconocimiento del lugar donde
se verificó el evento, en el otro, estando presente personas que reconstruirán los hechos.
La inspección tiene como antecedente la inquisitio generalis, que tenía por fin com
probar el delito, distinta a la inquisitio specialis, que tenía por fin averiguar la responsabi
lidad del autor(4). Este medio de prueba es realizado por el fiscal o por el juez, pues puede
ser ordenada por estos, tiene por objeto la percepción directa de un funcionario sobre las
huellas que haya dejado el delito.
Siendo ello así, se hará constar en el acta respectiva lo advertido en tal diligencia,
de tal forma que al llegar al momento del juicio oral, el juzgador se dé una idea de cómo
quedó el lugar de los hechos o las personas luego de cometido el delito, lo que le dará luces
sobre lo ocurrido.
Como señala San Martín Castro, este medio de prueba está ligado a la noción de
cuerpo de delito, tiene por objeto el reconocimiento por el juez o fiscal de todo aquello
que puede tener relación con la existencia y la naturaleza del hecho, por lógica deducción,
solo se lleva a cabo si es que el hecho investigado ha dejado vestigios materiales de su per
petración o cuando resulte conveniente para mejor constancia mediante la descripción de
todo lo que puede relacionarse con su existencia y su naturaleza(5).
En específico, este medio de prueba tiene por objeto comprobar las huellas y otros
efectos materiales que el delito haya dejado en los lugares, cosas o en las personas. La ins
pección de lugares se hace en ambientes abiertos o cerrados, inmuebles en general o mue
bles de gran volumen o de amplias dimensiones que permitan contener variedad de cosas,
y aun dentro de estos, puede limitarse a una pieza o habitación a un camarote o compar
timento. Cuando se trata de la inspección de cosas, se debe indicar que recae sobre todo
elemento material que pueda relacionarse con el hecho investigado y al cual se pueda acce
der directamente(6).
En el acta que se señaló anteriormente, se debe describir la totalidad de los actos rea
lizados, detallándose las huellas, rastros, anormalidades u otras circunstancias objetivas
que se adviertan en la cosa y se consideren posibles consecuencias del hecho investigado.
Se debe hacer la descripción del lugar del delito, el sitio y el estado en que se hallen los
objetos que en él se encuentren. El detalle de los accidentes del terreno o situación de las
habitaciones y todo lo que puede utilizarse para las partes. En los delitos contra la libertad
sexual no se exigirá la concurrencia de los agraviados menores de edad, o de las víctimas
que pueden ser afectadas psicológicamente con su participación.
(3) GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili, p. 243.
(4) SAN MARTÍN CASTRO, César (2017). Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 566.
(5) Ibídem, p. 467.
372 (6) ídem.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 192
Para valorarse se debe considerar que no siempre será posible reproducir fielmente las
condiciones del lugar, el tiempo y la acción en que el hecho a reconstruir se desarrolló. Incluso,
las circunstancias que influyen sobre la exacta percepción de los testigos y los peritos pueden
influir sobre el propio juzgador que observa directamente el acto(9).
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1998). La prueba en el proceso penal. Con especial referencia a la ley 23.984. Bue
nos Aires: Depalma; GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición.
Lima: Eddil; MENESES PACHECO, Claudio (2008). “Fuentes de prueba y medios de prueba en el pro
ceso civil”. En: Revista bis et Praxis. Año 14. N° 2. Talca: Universidad de Talca; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2017). Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley; TARUFFO, Michele (2002). La prueba de los hechos. Jordi
FERRER BELTRÁN, traducción. Madrid: Trotta.
Concordancias:
CPPtaris. 192, 194; CPC: art. 272.
Respecto al modo en el que esta diligencia debe desarrollarse, se debe tener en cuenta
el principio de inmediación®; uno de los principios rectores del CPP, por el cual quien
la dirija, ya sea el fiscal o juez deberá realizar un reconocimiento directo sobre el hecho
punible; esto es una percepción inmediata, in situ, realizando un examen sensorial sobre
(1) NEYRA FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa, p. 342.
(2) De esta manera, “{l]a inmediación es uno de los principios de mayor importancia dentro del proceso penal
en la medida que estructura un cambio de paradigma en la resolución de las causas que llegan al servicio de
justicia, siendo un principio base de la reforma procesal penal (...) basta recordar solamente que en este sistema
la actuación escrita posibilitaba la intervención de diversos juzgadores en un mismo proceso, e incluso que
este se ha decidido porque no contempló acto de prueba alguno de ahí que la decisión puede emanar de jueces
accidentales, pedáneos, itinerantes provisorios o comisionados, completamente desligados de los marcos emo
cionales del proceso que, aún en el sistema inquisitivo, no son ajenos al juez titular del oficio o cargo”. Ibídem,
374 p. 141.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 193
los lugares, las cosas y las personas; haciendo uso de sus sentidos (vista, oído, tacto, olfato
y gusto) y con la concurrencia de los demás sujetos procesales(3).
BIBLIOGRAFÍA
NEYRA FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa; SÁNCHEZ
VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa.
(3) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa, p. 191-
(4) Artículo 242.- Supuestos de prueba anticipada
“1. Durante las diligencias preliminares o una vez formalizada la investigación preparatoria, a solicitud del
fiscal o de los demás sujetos procesales, podrá instarse al juez de la investigación preparatoria la actuación
de una prueba anticipada, en los siguientes casos:
(...)
c) Reconocimientos, inspecciones o reconstrucciones, que por su naturaleza y características deben ser considera
dos actos definitivos e irreproducibles, y no sea posible postergar su realización hasta la realización del juicio”.
(5) Artículo 385.- Otros medios de prueba y prueba de oficio
"1. Si para conocer los hechos, siempre que sea posible, que no se halla (sic) realizado dicha diligencia en la
investigación preparatoria o esta resultara manifiestamente insuficiente, el juez penal, de oficio o a pedido de
parte, previo debate de los intervinientes, ordenará la realización de una inspección o de una reconstrucción,
disponiendo las medidas necesarias para llevarlas a cabo”. 375
Artículo 194.- Participación de testigos y peritos
1. Ambas diligencias deben realizarse, de preferencia, con la participación de testigos
y peritos.
2. Asimismo, se dispondrá que se levanten planos o croquis del lugar y se tome foto
grafías, grabaciones o películas de las personas o cosas que interesen a la causa.
3. En los delitos contra la libertad sexual no se exigirá la concurrencia de los agraviados
menores de edad, o de las víctimas que pueden ser afectadas psicológicamente con
su participación.
Concordancias:
CPP.arts. 192,193; CPC: art. 273; CP: arts. 173 al!78-A.
Ahora bien, para que estos medios de prueba cumplan con los requisitos proce
sales para su admisión y no se declare fundada alguna tacha, es necesario que estas
diligencias se desarrollen con el mayor recelo posible; esto es, cumpliendo las forma
lidades establecidas en el CPP y el Protocolo de Inspección Judicial y Reconstrucción.
Para coadyuvar a ello, se debe recurrir a la intermediación de peritos, en vista de que,
por su naturaleza, sus conclusiones no están al alcance del común de la gente®; por
ello, en la realización de estas diligencias, el perito deberá utilizar las declaraciones
brindadas por los agraviados, los denunciados y los testigos, así como sus conocimien
tos en operaciones técnicas y científicas.
su versión de los hechos para que esta diligencia cumpla su finalidad, conociéndose de esta
manera las circunstancias verdaderas del hecho punible.
En el desarrollo de estas estas diligencias, las partes podrán solicitar que del lugar de
los hechos se levanten planos o croquis(5}, tomas fotográficas, grabaciones o películas de
las personas o cosas que interesen en la investigación.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cénales.
con las declaraciones y demás pruebas actuadas. No se obligará al imputado a intervenir en el acto, que
deberá practicarse con la mayor reserva posible”.
(4) “Su finalidad, a diferencia de la inspección judicial no es recoger o apreciar vestigios o huellas materiales, tam
poco describir el lugar donde acaeció el delito, sino reproducir la posible mecánica comisiva de la acción delictiva
en el mismo lugar donde la misma se llevó a cabo, a fin de determinar con la mayor precisión posible cuáles son
las condiciones y circunstancias en que se produce”. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 564.
(5) Artículo 194. Participación de testigos y peritos
“2. Asimismo, se dispondrá que se levanten planos o croquis del lugar y se tome fotografías, grabaciones o
películas de las personas o cosas que interesen a la causa”. 377
SUBCAPITULO III
LAS PRUEBAS ESPECIALES
Concordancia:
CPMP: art. 312.
I. Introducción
Algunos delitos necesitan ser comprobados y acreditados mediante la realización de
pruebas especiales. En el homicidio se demostrará la causa de muerte; en el aborto, la pre
existencia del embarazo; en las lesiones, el grado de afectación a la dimensión fisiológica y
psíquica de la víctima y, en ciertos ilícitos penales patrimoniales, la preexistencia del bien
objeto de protección o el desbalance patrimonial, dependiendo del caso concreto.
378 (*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 de la Ley N° 29986, publicada el 18-01-2013.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 195
Los medios de investigación, de acuerdo con lo señalado por Gimeno Sendra(3), tienen
la inmediata misión de introducir los hechos en el procedimiento (esclarecerlos) y contri
buir a formar, en el órgano jurisdiccional, el juicio de probabilidad suficiente para dispo
ner acerca de la imputación y adoptar las oportunas medidas cautelares, además de deci
dir acerca de la apertura del juicio oral; en tanto que los actos de prueba tienden a formar
la certeza o evidencia suficiente para lograr la convicción del tribunal sobre la preexisten
cia de los hechos y la participación en ellos del acusado.
(1) En ese sentido, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima:
Rodhas, p. 508.
(2) Así, FENECH, Miguel (1956). El proceso penal. Barcelona: Bosch, p. 122.
(3) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Ob. cit., p. 509.
(4) Ibídem, p. 510.
(5) ídem.
(6) GISBERT CALABUIG, Juan Antonio y VERDÚ PASCUAL, Fernando Alejo (2004). "Autopsia médico
legal”. En: VILLANUEVA CAÑADAS, Enrique y GISBERT CALABUIG, Juan Antonio (2004). Medicina
legal y toxicología. 6a edición. Barcelona: Masón, pp. 219-243- 379
ART. 195 LA PRUEBA
La muerte de una persona puede ser consecuencia de un acto natural, por razones
inmunológicas u otras propias de su caracterización psicofísica, también los fenómenos de
la naturaleza pueden ser causantes del deceso, v.gr., alud, huaico, tsunami, relámpago, etc.
Sin embargo, a efectos de una imputación jurídico-penal, nos interesa únicamente cuando
la “muerte” de la víctima es producto de una conducta humana consciente, libre o negli
gente que se adecúe formalmente a un tipo penal, a fin de poder establecer el juicio de
imputación normativa entre la causación del evento fatal acaecido y la conducta humana
generadora de un riesgo no permitido. Se deja de lado, entonces, cualquier nexo de causa
lidad, de caso fortuito, de imprevisible causación u otro evento que se explique a través de
las ciencias naturales, que de ningún modo puede establecer las bases de una imputación
delictiva que pueda desencadenar responsabilidad penal(9).
(7) GUEVARA PARICANA, Julio A. (2013). E/ fiscal en el proceso penal. Lima: Nomos & Tesis, p. 116.
(8) Vid. CAFFERATA ÑORES, José (1998). Lz prueba en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Depalma, p. 169.
380 (9) En ese sentido, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 510.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 195
muerte sospechosa de haber sido causada por un hecho punible se procederá al levanta
miento del cadáver, esto quiere decir que deben advertirse ciertos indicios, como la ubi
cación del cadáver (autopsia), la hemorragia u otro elemento que pueda hacer pensar que
el deceso es producto de una conducta criminal. En la diligencia debe estar obligatoria
mente presente el representante del Ministerio Público y, de ser posible, el personal espe
cializado en criminalística de la Policía Nacional o de Medicina Legal, haciendo constatar
en acta todas las ocurrencias concomitantes al caso concreto, a efectos de deslindar cual
quier cuestionamiento que surja aposterior^.
El artículo 4.1 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS indica que en caso existan
dificultades que impidan la presencia inmediata del fiscal, el oficial al mando o quien haga
sus veces, previamente al acto de levantamiento de cadáver, dispondrá de forma inmediata
la comunicación al representante del Ministerio Público, a través de los medios con que
cuente, siguiendo su línea de comando.
Este oficial al mando o quien haga sus veces podrá prescindir de la comunicación
al representante del Ministerio Público cuando, atendidas las circunstancias concretas, la
misma sea de imposible realización, lo que se registra en el formato especial de diligen
cia de levantamiento de cadáver y/o restos humanos correspondiente, de acuerdo con el
artículo 4.2 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS, procediéndose con la realización de
la diligencia.
El oficial al mando o quien haga sus veces dará cuenta al fiscal dentro de las 24 horas
de realizado el levantamiento del cadáver, más el término de la distancia, si fuera el caso.
Asimismo, esta persona deberá proceder al llenado de los documentos correspondientes
(oficio de internamiento del cadáver y solicitud de necropsia, formato de la diligencia, ficha
de recepción del cadáver, guía de instrucción de levantamiento de evidencias), debiendo
acompañar en lo posible los registros fílmicos, fotográficos u otros de similar naturaleza
que se puedan haber obtenido respecto a los hechos y, en particular, respecto a cada una
de las fases del procedimiento.
El oficial al mando o quien haga sus veces protegerá el lugar del hallazgo del cadáver
o partes corporales humanas, a fin de evitar que cualquier otro miembro de las Fuerzas
Armadas, de la Policía Nacional o cualquier persona ingrese a dicha zona y pueda alterar
las huellas u otros elementos indiciarios, salvo que el cumplimiento de esta medida ponga
en serio riesgo la vida o integridad del personal interviniente o de terceros, conforme al
artículo 6 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS. Esta persona también dispondrá el
ingreso del médico, técnico de la salud u otro profesional al lugar del hallazgo del cadá
ver o partes corporales humanas, a fin de que contribuya con el acto de levantamiento de
cadáver, de acuerdo con el artículo 7 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS.
382
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 195
El oficial al mando o quien haga sus veces dispondrá también, de ser el caso, del
recojo de huellas o elementos indiciarios relacionados al deceso de la víctima siempre que
no se ponga en serio riesgo su vida y su integridad física, la del personal a su cargo o de
terceros, observando el procedimiento de la cadena de custodia de evidencias que establece
la norma procesal penal y las leyes reglamentarias vigentes. Asimismo, podrá ordenar la
participación en dicho acto del médico, técnico de salud u otro profesional, tal como lo
indica el artículo 8 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS.
El oficial al mando o quien haga sus veces dispondrá el recojo y el traslado de cadá
ver o partes corporales humanas hacia la división médico-legal, o cualquier institución de
salud en ausencia de una sede del Ministerio Público, siempre que no se ponga en serio
riesgo su vida o integridad física, la del personal a su cargo o de terceros, observando el
procedimiento que establece la norma procesal penal y las normas reglamentarias vigen
tes, para lo cual podrá autorizar la participación del médico, técnico de salud u otro pro
fesional, conforme con el artículo 9 del Decreto Supremo N° 010-2013-JUS.
En relación con el papel del médico forense, los objetivos fundamentales que se per
siguen con la realización de esta diligencia son: corroborar y comprobar la certeza de la
muerte; identificar al fallecido; determinar la data de la muerte; formular una valoración
preliminar del origen, el mecanismo y la causa de la muerte, y tomar muestras de vesti
gios que pudieran deteriorarse o desaparecer a consecuencia del transporte del cadáver.
(12) PALOMO RANDO, José Luis y RAMOS MEDINA, Valentín (2004). "Papel del médico forense en la
inspección ocular y levantamiento del cadáver. Propuesta de documento”. En: Cuadernos de Medicina Forense.
N° 36, pp. 41-57. 383
ART. 195 LA PRUEBA
El médico forense podrá constatar la certeza de la muerte mediante los signos clásicos
que se definen como la comprobación instrumental o no, de determinadas condiciones o
estados capaces de demostrar el deceso. En este sentido, existen signos como los fenóme
nos cadavéricos (livideces cadavéricas, rigidez cadavérica y putrefacción, deshidrataron y
enfriamiento cadavérico) y los correspondientes al cese de las funciones vitales (cese de la
respiración, de la función cardiaca y de las funciones nerviosas)(13) 14 15 16.
Para la identificación pueden ser de utilidad los medios documentales que porte el
cadáver (documento nacional de identidad, licencia de conducir)04*, los objetos personales,
ropas, joyas, los rasgos físicos, o la presencia de señales particulares del individuo como
cicatrices, tatuajes, deformidades o estigmas profesionales05*. Se pueden cotejar todos estos
datos con las declaraciones de personas que conocían al occiso, aunque también podrían
ser necesarios los métodos científicos, como el recojo de huellas dactilares, por ejemplo.
(13) Vid. MUÑOZ HERNÁNDEZ, Valeriano y VIÉITEZ LÓPEZ, Ángela. “La investigación en el lugar de los
hechos. La intervención del médico forense en el levantamiento del cadáver”. En: https://dialnet.unirioja.es/
descarga/articulo/4767889.pdf, pp. 32-33.
(14) GARAMENDI GONZÁLEZ, Pedro Manuel y LÓPEZ ALCARAZ, Manuel (2011). “Autopsia médico legal I.
Aspectos generales”. En: DELGADO BUENO, Santiago (dir.). Tratado de medicina legal y ciencias forenses. Tomo
III. Patología y biología forense. Barcelona: Bosch, pp. 494-499-
(15) Vid._ PALOMO RANDO, José Luis y RAMOS MEDINA, Valentín (2004). Ob. cit, pp. 41-57.
(16) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2004). Teoría general del proceso y la práctica forense penal. Lima:
384 Rhodas, p. 334.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 195
(17) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Ob. cit., p. 512.
(18) La exhumación es el acto de retiro de un cadáver del correspondiente ataúd empleado para la inhumación en
tierra, bóveda, nicho, etc. Ella se efectúa por razones higiénicas, por voluntad de los deudos, con propósito de
traslado, cremación o por orden judicial. En este último caso, se busca por lo general reafirmar una autopsia u
otro reconocimiento tendiente a establecer la causa de la muerte. En: ROJAS, Nerio (1982). Medicina legal. 12a
edición, Buenos Aires: Librería El Ateneo, p. 141.
(19) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2004). Ob. cit., pp. 332-333.
(20) GISBERT CALABUIG, Juan Antonio y VERDÚ PASCUAL, Fernando Alejo. Ob. cit., pp. 219-243. 385
ART. 195 LA PRUEBA
La ausencia de circulación se podría confirmar con la prueba del pulso (radial, femo
ral, pedio, carotidio o temporal), auscultación de latidos cardíacos en el tórax, ligadura
del delito (observar si no se pone cianótico) o la prueba de Icard (se inyecta fluoreceína de
manera intramuscular, no generándose coloración diferente en la zona).
El PH de los humores también podría ser revisado, pues al morir este se vuelve ácido.
También se podría realizar la prueba de Dorminices (escarificación de la piel), poniéndose
papel tornasol rosado en la piel sin que cambie de color; también se podría practicar la
prueba de la leche marza, utilizándose papel tornasol, pero en la humedad del ojo.
También se puede verificar la rigidez cadavérica (rigor mortis), causada por la acidifi
cación del cadáver, la misma que se inicia a las 2 o 3 horas; a las 24 horas es total y a las 36
horas desaparece, iniciándose en el maxilar superior (a las 2 horas de la muerte), la nuca,
los músculos del rostro, el tronco, los miembros superiores, luego los inferiores, produ
ciéndose eyaculación, micción y defecación post mortem, en el caso de las mujeres emba
razadas la expulsión fetal, pilo erección y rigidez pupilar.
Las hipóstasis concurren con las livideces, son viscerales (se encuentran en las vis
ceras), por ejemplo, el pericardio, el estómago, el intestino o el encéfalo. A los 8 días de
fallecida la persona, se produce el signo de medusa (red venosa umbilical). Se inicia en fosa
ilíaca derecha y luego se extiende hacia la fosa ilíaca izquierda, con este signo empieza la
putrefacción cadavérica, apareciendo manchas verdes en el abdomen.
podría determinar el motivo del deceso y si el cuerpo fue desplazado a otro lugar distinto
de donde ocurrió el hecho o si la vestimenta tiene signos de violencia. A continuación, pro
cederemos a señalar las diferentes posiciones existentes, de acuerdo con Montiel Sosa(21) (22):
i) Decúbito dorsal: El cuerpo descansa con sus regiones posteriores sobre el plano
de soporte, con la cara mirando al cielo, aunque puede haber una rotación de la
extremidad cefálica hacia la derecha o a la izquierda, y los miembros superiores
e inferiores pueden estar orientados hacia determinado punto.
ii) Decúbito ventral: El cuerpo descansa con sus regiones anteriores sobre el plano
de soporte, con la cara mirando al piso, aunque puede haber una rotación de la
cavidad craneal hacia la derecha o a la izquierda, con apoyo en la mejilla de los
mismos lados o, en su caso, habrá apoyo anterior con la región facial, e igual
mente los miembros superiores e inferiores pueden estar orientados hacia deter
minado punto.
iii) Decúbito lateral derecho: El cuerpo descansa con sus regiones laterales derechas
sobre el plano de soporte, regularmente con la región facial derecha apoyada en el
plano y los miembros superiores e inferiores orientados hacia determinado punto,
ya sean extendidos o flexionados.
iv) Decúbito lateral izquierdo: El cuerpo descansa con sus regiones laterales izquier
das sobre el plano de soporte, por lo regular con la cara facial izquierda apoyada
al plano de soporte, y los miembros superiores e inferiores orientados hacia deter
minado punto, ya sean extendidos o flexionados.
vi) Posición geno-pectoral: El cuerpo se mantiene empinado; existen dos formas clá
sicas de posición del cuerpo, la primera con las regiones superiores apoyadas al
plano de soporte, fundamentalmente con la extremidad cefálica y la cara anterior
del tórax, con las rodillas flexionadas, quedando los muslos y las piernas hacia
afuera; y la segunda posición, casi de igual forma, pero sin apoyarse completa
mente con la cara anterior del tórax. Las rodillas quedan flexionadas y apoyadas
al plano con los muslos y las piernas hacia adentro. En las dos posiciones la cabeza
puede quedar con rotación en la derecha o izquierda y los miembros superiores
colocados en cualquier forma y orientación.
(21) SOLANO GONZÁLEZ, Emily (2010). “Manejo del escenario de muerte y autopsia médico legal”. En:
Medicina legal en Costa Rica. Volumen 27. N° 2, pp. 47-58.
(22) MONTIEL SOSA, Juventino (1997). “Posiciones de cadáveres”. En: Policía Nacional. N° 62. Año 9, pp. 192-
197. 387
ART. 195 LA PRUEBA
fijo, que puede ser una regadera, una alcayata, un travesano de madera o metal,
etc. Al estar suspendido completamente no toca el piso con ninguna región del
cuerpo y casi siempre los miembros superiores e inferiores cuelgan.
xi) Posición de boxeador: Es la posición final que conservan los cuerpos de las perso
nas que pierden la vida en incendios, debido a la deshidratación y la contracción
de los músculos, hecho que se origina por el calor o fuego directo que reciben
con gran intensidad. La figura se asemeja a un boxeador en posición de defensa,
se observa complementariamente en cualquier otra posición, pero siempre des
cansando sobre algún soporte.
c) Fenómenos cadavéricos
Como la putrefacción cadavérica que comprende cuatro periodos sucesivos: cromático
(mancha verde en el abdomen), enfisematoso (producción de gases), colicuativo (licuefac
ción de los tejidos blandos) y reducción esquelética (los huesos quedan desnudos), cuando
pasen varios años.
(23) GISBERT CALABUíG, Juan Antonio y VERDÚ PASCUAL, Fernando Alejo. Ob. cit., pp. 219-243.
(24) ídem, pp. 163-171.
(25) VILLANUEVA CAÑADAS, Enrique, CONCHEIRO CARRO, Luis y SUÁREZ PEÑARANDA, José
Manuel (2004). "Problemas tanatológicos médico legales”. En: VILLANUEVA CAÑADAS, Enrique y GIS
BERT CALABUIG, Juan Antonio. Medicina legal y toxicología. 6a edición. Barcelona: Masón, pp. 194-218. 389
ART. 195 LA PRUEBA
ii) El examen del cadáver: el perito deberá fijarse en la posición y la actitud que pre
senta el cuerpo, la posibilidad de que hubiera sido transportado o movido, la pre
sencia de huellas de violencia en el mismo, tales como heridas, erosiones, contu
siones, heridas por arma de fuego o arma blanca, heridas eléctricas, surcos en el
cuello con presencia de lazos o nudos, etc. También es necesario estudiar el estado
de los vestidos, buscando señales de violencia en ellos o revisando los bolsillos en
busca de objetos personales.
iii) El examen del lugar de los hechos: el médico forense analizará meticulosamente
la estancia o lugar donde se encuentre el cadáver, buscando huellas de violencia o
(26) PALOMO RANDO, José Luis y RAMOS MEDINA, Valentín (2004). Ob. cit., pp. 41-57.
(27) GISBERT CALABUIG, Juan Antonio y VERDÚ PASCUAL, Fernando Alejo. Ob. cit., pp. 219-243.
(28) MUÑOZ HERNÁNDEZ, Valeriano y VIÉITEZ LÓPEZ, Ángela. Ob. cit., p. 35.
390 (29) ídem.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 195
Por último, el médico forense ordenará el traslado del cadáver a la morgue donde le
será practicada la necropsia médico-forense, dando así por concluida la diligencia de levan
tamiento de cadáver. Deberá elaborar el informe pericial correspondiente que será remi
tido a la autoridad fiscal o judicial(31).
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1998). La prueba en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Depalma; FENECH,
Miguel (1956). El proceso penal. Barcelona: Bosch; GARAMENDI GONZÁLEZ, Pedro Manuel y LÓPEZ
ALCARAZ, Manuel (2011). ‘Autopsia médico legal I. Aspectos generales”. En: DELGADO BUENO,
Santiago (dir.). Tratado de medicina legal y ciencias forenses. Tomo III. Patología y biología forense. Barcelona:
Bosch, pp. 494-499; GUEVARA PARICANA, Julio A. (2013). El fiscal en el proceso penal. Lima: Nomos &
Tesis; GISBERT CALABUIG, Juan Antonio. Medicina legal y toxicología. 6a edición. Barcelona: Masón; GIS-
BERT CALABUIG, Juan Antonio y VERDÚ PASCUAL, Fernando Alejo (2004). “Autopsia médico legal”.
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y toxicología. 6a edición. Barcelona: Masón; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del
nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas; MONTIEL SOSA, Juventino (1997). “Posiciones de cadáveres”.
En: Policía Nacional. N° 62. Año 9; MUÑOZ HERNÁNDEZ, Valeriano y VIÉITEZ LÓPEZ, Ángela. “La
investigación en el lugar de los hechos. La intervención del médico forense en el levantamiento del cadá
ver”. En: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4767889 pdf; PALOMO RANDO, José Luis y
RAMOS MEDINA, Valentín (2004). “Papel del médico forense en la inspección ocular y levantamiento del
cadáver. Propuesta de documento”. En: Cuadernos de Medicina Forense. N° 36; PEÑA CABRERA FREYRE,
Alonso Raúl (2004). Teoría general del proceso y la practica forense penal. Lima: Rhodas, p. 334; ROJAS,
Nerio (1982). Medicina legal. 12a edición, Buenos Aires: Librería El Ateneo; SOLANO GONZÁLEZ, Emily
(2010). “Manejo del escenario de muerte y autopsia médico legal”. En: Medicina legal en Costa Rica. Volu
men 27. N° 2; VILLANUEVA CAÑADAS, Enrique, CONCHE1RO CARRO, Luis y SUÁREZ PEÑA
RANDA, José Manuel (2004). “Problemas tanatológicos médico legales”. En: VILLANUEVA CAÑADAS,
Enrique y GISBERT CALABUIG, Juan Antonio. Medicina legal y toxicología. 6a edición. Barcelona: Masón.
Concordancia:
CPP: art. 195.
I. Introducción
Dentro de la medicina legal, el objeto de la tanatología es todo aquello vinculado con
la muerte desde una triple perspectiva: biológica, médica y jurídica. La muerte es definida
en la actualidad como el cese definitivo e irreversible de las funciones vitales: respiratoria,
cardiovascular y nerviosa.
La medicina forense deriva su nombre del hecho de que “forense” significa hablar
o argumentar, lo cual describe el testimonio médico que está plasmado en el protocolo
de necropsia, pericia que representa una opinión que será tomada en consideración por la
(1) CAFFERATA ÑORES, José (1998). La prueba en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Depalma, p. 83.
(2) Vid. INSTITUTO DE MEDICINA LEGAL (2007). Manual de procedimientos de la diligencia de levantamiento de
392 cadáver del Perú. Lima: Ministerio Público, p. 2.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 196
II. Definición
Etimológicamente, la palabra “autopsia” viene del griego ¿tutus-, “yo mismo” y opsis-.
“vista”; significa examen con los propios ojos. Desde el punto de vista jurídico, autopsia
es el examen del cadáver hecho con fines de investigación científica o para averiguar las
causas, la forma y las circunstancias de la muerte de una persona cuando existe la sospe
cha de que aquella no ha sido natural. Constituye una diligencia judicial que practican
los médicos de los tribunales llamados legistas o forenses y su importancia es grande en
criminalística y medicina legal. Este procedimiento tiene por objeto el investigar la causa
y la circunstancia que puede haber producido la muerte y su fecha aproximada, o excluir
la posibilidad de muerte por mano criminal0*.
(3) VILLALOBOS, Jorge (1994). “El cadáver humano en el ordenamiento jurídico costarricense”. En: Medicina
legal de Costa Rica. Volumen 10. N° 2, Costa Rica: Asociación Costarricense de Medicina Forense, pp. 39-42. 393
ART. 196 LA PRUEBA
ha producido por razones ajenas a casos de criminalidad, por ejemplo, sida, cáncer, etc.
no se practicará la necropsia. Para ello, se debe presentar la documentación respectiva que
acredite que el occiso sufría de una enfermedad que generó su muerte.
Por muerte violenta se entiende aquella ocasionada por haber mediado un hecho
extraño en su acaecimiento, ajeno al desarrollo normal de la vida. Solo cuando se ha pro
ducido una muerte violenta o súbita sin asistencia médica anterior, la administración de
justicia ordenará la autopsia para establecer cuál es la causa del fallecimiento de la persona.
El artículo 196.2 del CPP señala que en el caso de que la muerte haya sido producida
por accidente en un medio de transporte, o como resultado de un desastre natural, en que
sus causas sean consecuencia directa de estos hechos, no será exigible la necropsia sin per
juicio de la identificación del cadáver antes de la entrega a sus familiares. En todo caso, es
obligatoria la necropsia al cadáver de quien tenía a cargo la conducción del medio de trans
porte siniestrado. En los demás casos se practica a solicitud de parte o de sus familiares(7).
(4) INSTITUTO DE MEDICINA LEGAL Y CIENCIAS FORENSES (1994). Manual operativo de diligencias
especiales del Código Procesal Penal, Lima: Ministerio Público, p. 64.
(5) GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili, p. 226.
(6) Ibídem, p. 227.
(7) GUEVARA PARICANA, Julio A. (2013). El fiscal en el nuevo Código Procesal Penal. Investigación del Ministerio
394 Público y requerimientos fiscales ante el juez penal. Lima: Nomos & Tesis, pp. 117-118.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 196
y, cuando esto no es así, solo bastará la identificación del cuerpo, antes de la entrega a sus
familiares, utilizando los métodos de identificación previstos en el artículo 195.3 del CPP,
es decir, la descripción externa del cadáver, la documentación que posea, la huella dacti
loscópica o palmatoscópica o cualquier otro medio.
Sin embargo, tratándose del conductor del medio de transporte (terrestre, ferrovia
rio), se deberá realizar de manera obligatoria la necropsia, a fin de esclarecer el motivo del
siniestro, pues puede que se encuentre algún tipo de sustancia (orgánica o inorgánica) en
el organismo del conductor, que haya afectado sus facultades psicomotrices, determinando
una conducción defectuosa del vehículo^.
Es importante que la norma adjetiva reconozca la facultad que tienen los parientes de
solicitar la realización de la necropsia, de este modo, se fortalece la posibilidad que tienen
las partes de incidir en la actividad probatoria, lo cual cubre de cierto modo, determina
das omisiones en las que pueden incurrir las agencias oficiales de persecución8 (9).
Siendo la actividad probatoria una actuación dinamizada por las partes, es lógico que
se permita la asistencia de los abogados de los sujetos procesales al acto de necropsia, a fin
de garantizar el derecho de defensa, pudiendo a estos efectos, acreditar peritos de parte,
los cuales podrán coincidir o discrepar de los peritos oficiales(10).
V. Fines de la necropsia
Los fines de la necropsia consisten en establecer la causa de la muerte, los medios que
la produjeron y el tiempo en que ocurrió el deceso.
En efecto, los datos sobre el traumatismo encéfalo craneano, el uso de arma de fuego
-indicando si el disparo fue con mano propia o ajena- o si el arma blanca empleada es
cuchillo, lezna, florete, punzón, etc., son valiosos para establecer la responsabilidad y la
peligrosidad del agente. Si hubo defensa o provocación de la víctima, coparticipación de
otras personas, si la agresión fue ocasional o premeditada, o si el arma empleada fue un
instrumento de trabajo del autor, permitirá que el juzgador pueda determinar las demás
circunstancias calificativas del ilícito penal, así como sus móviles(11). Los objetivos de la
necropsia serían los siguientes:
(8) En ese sentido, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal penal. Lima:
Rhodas, p. 513.
(9) Ibídem, pp. 513-514.
(10) Ibídem, p. 514.
(11) Vid. GARCÍA RADA, Domingo. Ob. cit., p. 227. 395
ART. 196 LA PRUEBA
a) Debe ser metódica, es decir, llevada a cabo con orden para no olvidar compro
baciones que está obligado a hacer. Debe seguirse un método acorde al saber de
cada profesional y a su técnica.
b) Debe ser completa, es decir, debe ser realizada en todo el cadáver, incluyendo vis
ceras laraco-abdominales y encéfalo. Se deben abrir las tres cavidades que señala
la ley y examinar todo lo que sea necesario para establecer la causa de la muerte.
Una autopsia mal hecha difícilmente se reconstruye y los datos omitidos no pue
den descubrirse más tarde. Si por precipitación se hizo mal esta pericia, los datos
no recogidos están perdidos para la justicia, pues la descomposición opera rápi
damente y las partes blandas desaparecen.
c) Debe ser descriptiva, pues se tiene que registrar de manera específica las condi
ciones del cadáver y de los órganos evaluados (forma, color, dimensiones, situa
ción y peso).
d) Debe ser ilustrativa, pues según el caso debe acompañarse toda la documenta
ción que sirva para clarificar al juez o ilustrarlo acerca de la causa de la muerte
como sería el caso de fotos, videos, gráficos, dibujos, etc.
En cuanto a la técnica de la necropsia, esta prueba especial cuenta con los siguien
tes pasos:
396 (12) VALDIZÁN, Hermilio (1929)- Elementos de la jurisprudencia médica. Lima: Empresa Editora Excelsior, p. 96.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 196
También consiste en la descripción de los datos de identificación del cuerpo, los fenó
menos cadavéricos y lesiones que se pueden percibir con la vista. Podemos indicar, enton
ces, que el examen externo del cadáver comprendería lo siguiente:
397
ART. 196 LA PRUEBA
3. Toma de muestras
En algunos casos las muestras se completan con material para estudio de compati
bilidad genética, examen de cabellos, huesos, etc. La toma de muestras comprende a las
siguientes:
a) Muestras histológicas: De casi todos los órganos y las muestras especiales de piel,
médula ósea, huesos y encéfalo, con el propósito de aclarar la edad y la etiología,
en caso de duda, entre infarto y contusión.
• Examen externo.
• Descripción de traumatismos.
• Examen interno.
• Diagnósticos.
• Causa de muerte.
• Manera de muerte.
• Exámenes de laboratorio.
• Circunstancias de muerte.
Aunque el protocolo de necropsia tiene que emplear lenguaje técnico, debe ser acce
sible a los profanos, fácil en su expresión y conciso en su redacción; debe basarse en datos
objetivos y ciertos, no en presunciones. El protocolo, como pieza técnica de contenido
médico-legal, es el aporte científico en la investigación de un ilícito penal para determi
nar el motivo de la muerte.
Esta pericia requiere ratificación en diligencia especial. Es allí donde el juzgador y las
partes procesales -que podrían asistir acompañadas de un perito cada una- pueden pedir
aclaraciones y formular observaciones que los médicos están obligados a contestar. Esta dili
gencia integra el protocolo y lo que en ella se establezca puede modificar sus conclusiones.
Deben analizarse las lesiones que presenta la víctima para establecerse fehacientemente
si se las pudo haber inferido ella misma, también se debe observar el lugar del hecho -si
presenta signos de lucha-, así como el lazo anudado, que en algunos casos podría demos
trar la pericia de la víctima o del victimario en su confección (expertos en nudos como los
marineros, bomberos, boy scouts, etc.).
La muerte por ahorcamiento es otro caso de muerte por asfixia. Su diferencia con
el estrangulamiento radica en que en este la presión es ejercida con fuerza sobre el lazo,
ajustándolo con las manos o bien por medio de un torniquete, mientras que en el ahorca
miento la fuerza la ejerce el mismo cuerpo al quedar suspendido en el aire y colgando del
lazo, el que puede o no hallarse apretado con anterioridad(I6).
Por lo general, la muerte por ahorcamiento se produce por suicidios, existen pocos
casos de accidentes y de homicidios. No obstante, se debe considerar que previamente bien
podría matarse a la víctima por otro procedimiento y luego simular un ahorcamiento para
que parezca un suicidio. Por lo tanto, es muy importante la minuciosa inspección ocular
en el lugar del hecho, con lujo de detalles en croquis, dibujos o fotografías.
La muerte por quemaduras puede producirse por ignición (del latín ignitis, encen
dido; acción y efecto de mantener un cuerpo encendido, si es combustible, o enrojecido
por un fuerte calor, si está compuesto por materias incombustibles), por calor radiante o
por líquidos o vapores de elevada temperatura. El origen del fuego puede ser accidental,
(15) Vid. GASPAR, Gaspar (1993). Non'oww de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad, p. 123.
400 (16) Ibídem, p. 124.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 196
suicida, homicida o provocado, para ocultar otro hecho delictivo, o bien la verdadera forma
en que se ha ultimado a la víctima(I7).
La forma más común, tanto en suicidios como en homicidios, es rociar sobre el cuerpo
un líquido combustible que puede ser nafta, querosén, gasóleo, alcohol, solvente, etc., y
luego encenderle fuego. Las ropas se deben secuestrar y enviar al laboratorio químico, con
la finalidad de determinar la sustancia productora de las quemaduras o, en su caso, la que
ha servido para la ignición.
Cuando la víctima no fuere identificable y aun cuando el cadáver estuviere muy car
bonizado, se procederá por medio del médico a seccionar sus manos para su envasamiento
y su remisión a los peritos en necropapiloscopia. Asimismo, se tratará de rescatar algún ele
mento que pertenezca al occiso y que por su estado pudiera servir para su posterior indi
vidualización. Al respecto, también es imprescindible examinar su cavidad bucal toda vez
que si bien los dientes naturales se desimplantan fácilmente y se toman friables, es decir,
se desmenuzan, las prótesis metálicas o de porcelana no sufren deterioro y pueden ser un
elemento valiosísimo en la identificación del cadáver(19) 20.
En la muerte por envenenamiento, los peritos deben buscar todas las sustancias secre
tadas por el difunto, así como los residuos de alimentos, bebidas o medicamentos que le
fueron suministrados antes de morir, asimismo, los vasos, potes, o cajitas que hayan con
tenido polvos medicinales o de cualquier otra clase, con la finalidad de ser examinados(20\
En el caso de envenenamiento con arsénico, plomo u otros metales se secuestrarán y remi
tirán también pelos, cabellos y vértebras; cuando se trate de alcaloides: lengua y tráquea,
y en el caso de anestésicos: cerebro y médula.
En el infanticidio debe verificarse primero si el niño nació con vida (a través de las
docimasias), las causas de la muerte y si la misma ha sido patológica, criminal, culposa o
accidental, especificándose -si las hubiera- las lesiones que se presentan, con qué posibles
elementos se efectuaron y las pruebas realizadas para las correspondientes comprobaciones,
además del tiempo probable que ha vivido el recién nacido, así como la hora aproximada
de su muerte. En la inspección ocular del lugar donde se presume ha ocurrido el hecho se
deben secuestrar los elementos que pudieron haberse utilizado para consumar la muerte,
así como también las “manchas” que pudieran encontrarse, y que serían las siguientes(21):
• De mecanio, producidas por la primera defecación del niño al haber nacido con
vida.
• De calostro, o sea, la primera leche que dan las mamas de la madre después de
producido el parto.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1998). La prueba en el proceso penal. 4a edición. Buenos Aires: Depalma; GAR
CÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili; GASPAR, Gas
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el ordenamiento jurídico costarricense”. En: Medicina legal de Costa Rica. Volumen 10. N° 2. Costa Rica:
Asociación Costarricense de Medicina Forense.
¿¡ü JURISPRUDENCIA
La solicitud para que se ordene la exhumación de los restos mortales de su cónyuge, es por necesitar el documento para
hacer efectiva la póliza de seguro de vida. En este sentido, al no constituir el hecho materia de análisis un delito, resulta
improcedente iniciar un proceso penal cuya finalidad es distinta a lo pretendido por la recurrente, que es de naturaleza
civil. Exp. N° 2009-05610-25-2001-JR-PE-l-Piura.
Concordancia:
CP: art. 106.
I. Introducción
La convicción que rige la decisión judicial debe ser consecuencia lógica de un exa
men racional de los hechos y de una apreciación crítica de los elementos de la prueba; de
este modo, se pasa de la creencia subjetiva al conocimiento verdadero, objetivo, impar
cial, controlable y comunicable; de empírica se convierte en racional, pero, a diferencia
de la verdad científica que, en sí, exige la certidumbre, la verdad jurídica se contenta con
la verosimilitud.
En efecto, los peritajes son elaborados por expertos en determinada ciencia, oficio,
arte. Su importancia para el proceso radica en que estos dictámenes ilustran a los jueces en
el esclarecimiento de determinadas circunstancias que son materia de investigación y juz
gamiento, reduciendo al mínimo la incertidumbre, la subjetividad o el sentimentalismo.
Esta prueba no consiste solo en un estudio de laboratorio.
(1) VILLALOBOS, Jorge (1994). “El cadáver humano en el ordenamiento jurídico costarricense”. En: Medicina
legal de Costa Rica. Volumen 10. N° 2. Costa Rica: Asociación Costarricense de Medicina Forense, pp. 39-
42 y 41. 403
ART. 197 LA PRUEBA
El médico forense, para cumplir con probidad científica su misión, debe conocer per
fectamente no solo la anatomía normal y las alteraciones cadavéricas generales, sino poseer
además conocimientos de anatomía patológica macro y microscópica y aun de fisiopatología(2).
II. Tanatoconservación
La putrefacción consiste en un proceso de fermentación pútrida de origen bacteriano
que sufre la materia orgánica del cadáver. Los gérmenes responsables se desarrollan en esa
materia orgánica, produciendo enzimas que actúan selectivamente sobre los principios
orgánicos (prótidos, grasa, glúcidos), dando lugar a modificaciones profundas del cadáver
que conducen a su destrucción. Una vez terminado este proceso, solo persisten las partes
esqueléticas de naturaleza calcárea, los dientes, las uñas y los pelos(3). La putrefacción del
cadáver evoluciona en cuatro fases o periodos bien caracterizados^:
Se inicia con la llamada mancha verde, localizada inicialmente en la fosa ilíaca dere
cha, pero que después se extiende a todo el cuerpo. Esta primera coloración verdosa se va
oscureciendo progresivamente hasta llegar un tono pardo negruzco, a veces con un matiz
rojizo por la hemolisis concomitante. Este periodo, que se inicia de ordinario 24 horas des
pués de la muerte, dura varios días, y a él se van añadiendo, poco a poco, los fenómenos
propios de la segunda fase. También en los órganos internos puede comprobarse la colo
ración verde, que se hace primero ostensible en las visceras abdominales y, de modo espe
cial, en el hígado. El inicio de la mancha verde puede adelantarse o retrasarse según las
condiciones ambientales e individuales. Finalmente, la fase cromática abarca la totalidad
del cuerpo, superponiéndose ya claramente con la siguiente fase.
(2) ídem.
(3) CARTAGENA PASTOR, Juan Manuel; DONAT LAPORTA, Emilio; BARRERO ALVA, Raquel; ANDREU
TENA, Eduardo; CARTAGENA-DAUDÉN, Isabel y MIRÓ SEOANE, Alvaro (2016). Manual de medicina
legal para juristas. Santo Domingo: Procuraduría General de República Dominicana, p. 194.
404 (4) Ibídem, pp. 195-197.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 197
• Fetos. Al ser su intestino estéril, la putrefacción es debida a las bacterias que pene
tran desde el exterior por las vías respiratorias; es por ello que la mancha verde se
inicia en cuello, cara y parte superior del tórax.
• Traumatismos internos sin lesión cutánea. Comienza la mancha verde en las zonas
cutáneas próximas a la lesión interna; en esta región hay lo que podría llamarse
un lugar de menor resistencia, que facilita el desarrollo de los gérmenes proce
dentes de la bacteriemia agónica.
Hay otro fenómeno igualmente característico: la red venosa superficial se hace muy
aparente en todas las regiones corporales; se debe a que la sangre es empujada hacia la peri
feria por la circulación post mortem. El resultado es que la red vascular superficial queda
rellena de la sangre cadavérica y se marca a través de la piel en un color rojizo debido a la
trasudación y la imbibición de la hemoglobina. Este periodo tiene una duración de varios
días, a veces hasta un par de semanas.
Los gases se irán escapando y el cuerpo irá perdiendo el aspecto que tuvo en el periodo
anterior. En la cabeza los ojos se hunden, se aplastan las alas de la nariz, se denuda el cráneo
y, más tarde, se destruyen las partes blandas de la cara. El abdomen, que estuvo amplia
mente distendido en el periodo enfisematoso, sufre soluciones de continuidad que dan una
salida hacia al exterior a los gases. Todos los órganos están reblandecidos y dejan escapar
una serosidad. Sin embargo, una autopsia realizada en este momento aún puede propor
cionar numerosas informaciones, por cuanto los órganos permanecen individualizados y
405
ART. 197 LA PRUEBA
Paulatinamente, durante un periodo de hasta cinco años, todas las partes blandas del
cadáver irán desapareciendo a través de su licuefacción y su transformación en putrílago.
Los elementos más resistentes suelen ser el tejido fibroso, ligamentos y cartílagos, por lo
cual el esqueleto permanece unido durante todo este periodo, aunque al final también lle
gan a destruirse estos elementos.
En la cabeza resisten más tiempo las mejillas y las orejas, hasta que llega un momento
en que solo quedan unos residuos en la región malar. La cabeza se desprende del tronco
cuando desaparecen los elementos de unión, lo que tiene lugar al final de este periodo.
(5) PATITO, José Ángel (2000). Medicina legal. Buenos Aires: Ediciones Centro Norte, p. 172.
406 (6) ídem.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 197
La conservación artificial de los cadáveres ya era conocida por los antiguos egip
cios, quienes la efectuaban en cuerpos de reyes y grandes dignatarios. La razón era creen
cias religiosas relacionadas con el mito de la inmortalidad: consideraban que mientras el
cuerpo conservaba su estructura y sus características románticas -en general—, y faciales
-en particular-, no era abandonado por el alma. Al cadáver se le rodeaba de sus armas,
ropas, utensilios caseros y aun de sus servidores y familiares. La técnica, notablemente
evolucionada para la época, ha permitido que hayan llegado hasta nuestros días magnífi
cos exponentes de tal tarea®.
Tres tipos de técnicas eran las corrientemente empleadas por los egipcios, las que se
diferenciaban por el grado de complejidad. La más compleja comenzaba por extraer el cere
bro a través de las fosas nasales mediante ganchos de hierro; luego se inyectaba en el inte
rior de la cavidad craneana aceite de cedro u otra sustancia fuertemente aromática. Con
una piedra especial afilada como cuchillo punzante se ejecutaba un ojal en el flanco del
cuerpo. Se extraía la totalidad de las anzas intestinales y después de ser lavadas cuidado
samente con vino de palma eran cubiertas con fuertes sustancias aromáticas. El interior
de la cavidad abdominal era rellenado con polvo de mirra y casia(9\
(9) ídem.
(10) GUEVARA PARI CANA, Julio A. (2013). El fiscal en el proceso penal. Investigación del Ministerio Público y requeri
mientos fiscales ante el juez penal, Lima: Nomos & Thesis, pp. 118-119.
(11) Se comprenden en este ámbito delictivo, el homicidio simple, asesinato en todas sus modalidades típicas, parri
cidio, infanticidio, homicidio por emoción violenta y el suicidio.
408 (12) ROJAS, Nerio (1982). Medicina legal. 12a edición. Buenos Aires: Librería El Ateneo, p. 137.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 197
• Se inyectan los globos oculares con una solución de parafina en alcohol para evi
tar su hundimiento.
Deben llenarse ciertos requisitos ante las autoridades sanitarias para que autoricen el
embalsamiento. Nunca se podrá hacer este procedimiento sin el certificado de defunción
expedido por un médico graduado y con registro vigente.
A través del embalsamamiento siempre es posible practicar los análisis confiables para
sustancias como monóxido de carbono, fluoruros, estrictina, algunos barbitúricos, fósforo
blanco, arsénico y metales pesados (Pb, Hg y Tallo).
(13) Técnicamente se hace alusión al término “cremación”, consistente -tal como apunta Nerio Rojas- en la des
trucción de un cadáver por obra del fuego, que lo reduce a cenizas mediante la acción de elevadísimas tempe
raturas en hornos especiales. Ibídem, p. 142.
(14) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 514. 409
ART. 197 LA PRUEBA
autorizar la mudanza del nicho, debiéndose otorgar el permiso del Ministerio de Salud,
con el que procede el traslado. Aparte de este caso, solo puede desenterrarse un cadáver
mediante una orden de un órgano jurisdiccional(15). En dos casos procede la exhumación
del cadáver:
En estos casos, la necropsia ofrece pocas posibilidades de éxito, por cuanto la des
composición del cadáver dificultará la investigación.
i) Elementos de identificación.
b) Fotografías y radiografías.
Los motivos por los que se realiza la exhumación son los siguientes:
a) Administrativos:
410 (15) Vid. GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili, p. 229.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 197
Cuando los restos deben ser cambiados de sepultura, cremados o desocupar su nicho.
b) Judiciales:
c) Identificación de la sepultura.
f) Examen de los restos cadavéricos (en una morgue, del mismo cementerio).
se haya dictado sentencia y se encuentre con recurso de apelación; el ad quem podría decla
rar nula la primera sentencia y ordenar que se lleven actos de prueba sobre el cadáver(16).
BIBLIOGRAFÍA
CARTAGENA PASTOR, Juan Manuel; DONATLAPORTA, Emilio; BARRERO ALVA, Raquel; ANDREU
TENA, Eduardo; CARTAGENA-DAUDÉN, Isabel y MIRÓ SEOANE, Alvaro (2016). Manual de medi
cina legal para juristas. Santo Domingo: Procuraduría General de República Dominicana; GARCÍA RADA,
Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili; GUEVARA PARICANA, Julio
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Volumen 10. N° 2. Costa Rica: Asociación Costarricense de Medicina Forense.
Concordancia:
CPP: art. 196.
I. Introducción
Toda muerte sospechosa de criminalidad exige la realización de una necropsia, pero
puede ocurrir que también sea necesaria la práctica de algún otro examen pericial. Como
lo señala el artículo 198.1 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP-, si existen indi
cios de envenenamiento, el perito examinará las visceras y las materias sospechosas que
se encuentran en el cadáver o en otra parte y las remitirá en envases aparentes, cerrados y
lacrados al laboratorio especializado correspondiente.
Podría encontrarse junto al cadáver algún envase con sustancias sospechosas, este ten
dría que remitirse al laboratorio para la realización de la correspondiente pericia toxicoló-
gica, pues podría contener parte de la sustancia tóxica que causó la muerte. En otras oca
siones, al abrir las cavidades del occiso, se podrían encontrar residuos alimenticios mez
clados con sustancias viscosas en el estómago, que pueden contener veneno. En este caso,
los peritos extraerán dichos residuos y los enviarán en frasco al laboratorio(1) 2.
El artículo 198.2 del CPP señala que las materias objeto de las pericias se conserva
rán si fuese posible, para ser presentadas en el debate oral. Sin embargo, puede que ciertas
materias sean susceptibles de descomposición por razón del tiempo transcurrido, en este
caso, su examen deberá efectuarse en la etapa de investigación preparatoria, pero, caute
lando las garantías de los sujetos procesales. Si bien no será posible ser presentadas en el
juzgamiento, pueden ser objeto de debate pericial a partir de los informes, que a este res
pecto se presenten®.
Pese a que las distintas sustancias pueden, según su estado y su cantidad, ser ali
mento, medicamento o veneno, podemos definir a este último como toda sustancia mine
ral, animal, vegetal, química e inorgánica con suficiente aptitud potencial para producir
(1) Vid. GARCÍA RADA, Domingo (1984). Nsanual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili, p. 230.
(2) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exéresis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas,
pp. 515-516. 413
ART. 198 LA PRUEBA
Por visceras se entiende a los órganos internos del hombre que quedan al descubierto
como consecuencia de la apertura de las cavidades en la necropsia. Por lo general es en la
zona abdominal donde se alojan las sustancias venenosas y es allí donde se encuentran los
líquidos que acompañan a su ingestión. Al practicarse la necropsia y hallar alguna sustan
cia tóxica, los peritos las extraerán del cadáver y en formol se colocarán en frascos sella
dos y lacrados para remitirlos al gabinete de toxicología, donde serán examinadas, ano
tando su identidad.
Los técnicos deben poner sumo cuidado en este examen de visceras, porque las intoxi
caciones alimenticias presentan semejanza con ciertos venenos. El examen toxicológico
practicado en la sustancia remitida debe indicar su naturaleza, si fue ingerida con algún
líquido y en cantidad suficiente para causar la muerte; su color y su sabor, para conocer
si fue de fácil ingestión o debió ser mezclada con otra sustancia; su solubilidad, etc. Estos
datos acreditan la preparación y la premeditación de su autor(5).
(3) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2004). Teoría general del proceso y la práctica forense penal. Lima:
Rodhas, p. 334.
(4) ' GARCÍA RADA, Domingo. Ob. cit., p. 230.
(5) Ibídem, p. 231.
(6) Citado por JOFRE, Tomás (1973). Código de Procedimiento Penal de la provincia de Buenos Aires. Buenos Aires:
414 Ediciones Depalma, p. 103-
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 198
Los dictámenes periciales realizados pueden ser ratificados judicialmente. Todos los
peritos tienen la obligación de absolver las preguntas que les formulen las partes procesa
les en dicha diligencia^.
En la diligencia de ratificación, los peritos deberán absolver las preguntas que se les
formulen, así como las aclaraciones que se les soliciten, pudiendo ser citados a la audien
cia. La diligencia puede ser una sola para los peritos de la necropsia y los del laboratorio,
pero el examen debe ser separado para cada uno, por tratarse de materias diferentes(10) 11.
• Asimismo, recolectar platos, vasos sin lavar, sobres y envases de medicina, etc.
• Identificar a la persona que haya estado cerca de la víctima en los momentos pre
vios a la muerte o intoxicación, porque ella puede dar detalles importantes acerca
de los síntomas.
V. Tipos de envenenamiento
Los tipos de envenenamiento son los siguientes:
1. Envenenamiento accidental
2. Envenenamiento suicida
El veneno es el medio por excelencia para suicidarse por la facilidad que hay para
adquirirlo. Los tóxicos más utilizados son el arsénico, el cianuro de potasio y la estrictina,
también se utilizan barbitúricos y otras drogas, debido a la creencia general de que produ
cen la muerte rápida y no dolorosa.
416 (13) GASPAR, Gaspar (1993). Nociones de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad, pp. 131-132
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 198
3. Envenenamiento homicida
Estos hechos eran muy comunes en la antigüedad. Ahora, conociendo las dificulta
des que existen para hacer ingerir a la víctima la sustancia tóxica y que los exámenes de
laboratorio facilitan la investigación del caso, han disminuido. Muy pocos son los homi
cidios cometidos por este sistema y ellos, en su mayoría, con la utilización del arsénico,
que carece de sabor y olor y, por lo tanto, puede ser mezclado especialmente con bebidas
(mate, vino, infusión de té, jugos, soda, etc.). Otra sustancia que se ha estado utilizando
mucho son los raticidas.
VIL Drogas
Droga es toda sustancia de procedencia natural o artificial que, bajo cualquier forma
de administración, causa en el individuo alteraciones fisiológicas, emocionales o de com
portamiento. Se incluye a una larguísima lista de sustancias químicas de diverso ori
gen (naturales, sintéticos o artificiales), que van desde las más conocidas como cocaína,
marihuana, opiáceos, etc., hasta los psicofármacos que pueden ser susceptibles de con
sumo con fines no terapéuticos.
La adicción se relaciona con la dependencia física del usuario con la droga. Cuando
llega a esta etapa el sujeto se enferma si se lo priva de la cantidad de droga que necesita. El
adicto siente la compulsión a continuar usando la sustancia ilícita porque su organismo
requiere la continua presencia de esta para evitar el síndrome de privación o abstinencia(15).
Hay dependencia hacia una sustancia cuando existe una vinculación metabólica y/o con-
ductual entre su consumo y una persona. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
señala que la farmacodependencia es el estado de intoxicación periódica producida por el
consumo repetido de una droga.
La tolerancia a una sustancia se produce cuando se precisa de una dosis cada vez
mayor, para obtener la misma respuesta inicial. Los fenómenos de tolerancia dependen de
la naturaleza de la sustancia, de la vía de administración y las características individuales
de cada sujeto. A continuación, se detallan los principales tipos de drogas:
1. Cocaína
Es un alcaloide estimulante, que se obtiene de las hojas de coca, que por procesamiento
químico dan lugar a la pasta básica de cocaína (PBC) y de esta el clorhidrato de cocaína.
por las terminaciones nerviosas. Afecta el sistema nervioso central alterando la reabsorción
de los neurotransmisores que son sustancias químicas encargadas de trasmitir la informa
ción entre las células nerviosas.
3. Alucinógenos
El término se refiere a un grupo de drogas que afectan el sistema nervioso central pro
duciendo alteraciones en la percepción del tiempo y del espacio, ilusiones, alucinaciones y
delirios, cambios emocionales intensos y variados, distorsión de la personalidad. Muchas
otras drogas producen alucinaciones dependiendo del grado de sensibilidad del usuario.
• LSD (diatilamida del ácido lisérgico): es la droga más poderosa y se tiene la sos
pecha de que puede causar una cantidad anormal de roturas de los cromosomas
de los leucocitos de la sangre que puede influir en el embarazo. Se ha demostrado
que su consumo puede deteriorar la memoria, producir confusión mental y difi
cultad de abstracción.
4. Anfetamínicos
Son drogas estimulantes psicomotoras que se usan como anorexígenos y son capaces
de provocar adicción con tolerancia y síndrome de abstinencia. En la fase de intoxicación,
produce temblor, insomnio, sudoración, midriasis, irritabilidad, intranquilidad, hiperten
sión, taquicardia, extrasístoles, febrículas y autolesiones, convulsiones, coma, colapso cir
culatorio y muerte.
5. Inhalantes
Son vapores que emanan muchas sustancias volátiles, siendo principalmente los meno
res de 12 años los consumidores circunstanciales que se acostumbran al efecto delirante.
Estas sustancias son el thiner, terokal, cemento líquido, hidrocarburos, cetona éter, anes
tésicos y alcohol. El terokal se administra en bolsas de polietileno o botellas de plástico
vacías, absorbiéndose por vía respiratoria, deprimen el sistema nervioso central y crean
dependencia psíquica y tolerancia. Los efectos se presentan a los pocos minutos, duran de
5 a 10 minutos y el acmé es a la hora.
6. Opiáceos
Son compuestos derivados del opio que contienen alcaloides como la morfina y la
codeína, siendo la heroína un derivado de la morfina, que deprime el sistema nervioso
central produciendo sedación y analgesia (narcosis), hipnosis, miosis, hipotermia, depre
sión respiratoria, hasta paro respiratorio y muerte. Se administra como inyectable y se fija
en el riñón, hígado, pulmón, bazo, suprarrenales, tiroides y cerebro. Se excreta por riñón,
bilis y pulmón; crea adicción.
La heroína (morfina diacetílica) es el narcótico con mayor abuso. Es dos veces más
potente que la morfina, se administra vía intravenosa, oral e ¿nhalatoria, crea una adicción
mucho más severa. La heroína se convierte en morfina en el torrente sanguíneo, por lo
tanto, en el laboratorio, la muestra determinará la presencia o no de morfina no de heroína.
La mejor muestra es la orina, pues durante las primeras 24 horas el 85 % de la heroína es
eliminado por el organismo y habrá rastros hasta 72 horas más tarde.
7. Barbitúricos
Son drogas sintéticas depresoras del sistema nervioso central. Producen sueño, como
el fenobarbital, futabarbital, pentobarbital, etc. El interés médico-forense en la intoxicación
aguda es la actitud agresiva y/o destructora, que en caso de mujeres suicidas se logra en
una dosis diez veces más que la hipnótica-sedante, y en adictos no se acuerdan si se admi
nistraron o no, llegando a una muerte accidental por un paro respiratorio. En la intoxica
ción crónica desarrolla dependencia psíquica, adicción y síndrome de abstinencia; se eli
mina por el riñón.
Cuando un ebrio está involucrado en un delito como víctima o autor, tanto el perito
como el juez, tienen como elementos para resolver el caso, las afirmaciones del autor o de
los testigos. Sin embargo, la medicina legal permite la verificación de los hechos mediante
la investigación y la dosificación del nivel de alcohol existente en la persona viva o el cadá
ver (en sangre, visceras, orina, líquido raquídeo)19 (20).
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili; GASPAR,
Gaspar (1993). Nociones de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad; GUEVARA
PARI CAN A, Julio A. (2013). El fiscal en el proceso penal. Lima: Nomos & Tesis; GIMBERNAT ORDEIG,
Enrique (1997). “Causalidad, omisión e imprudencia”. En: Dogmática penal, política criminal y criminología en
evolución. Carlos María ROMEO CASABONA (ed.). Tenerife: Centro de Estudios Criminológicos de la Uni
versidad de la Laguna; JOFRE, Tomás (1973). Código de Procedimiento Penal de la provincia de Buenos Aires.
Buenos Aires: Ediciones Depalma. OPCION (1996). Manual de criminalística. Lima: Tetis Graf., PENA
CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2004). Teoría general del proceso y la práctica forense penal. Lima: Rodhas;
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas.
Concordancias:
CP; arts. 121 al 124-A, 173 al 178-A.
I. Introducción
En la investigación de un ilícito penal, como sería el caso de las lesiones o la viola
ción sexual, las alteraciones en la salud física o mental de la supuesta víctima, o hasta del
propio agente, requieren ser apreciadas pericialmente, a fin de que el juzgador conozca el
grado de incapacidad generada por la lesión y sus consecuencias presentes y futuras, lo que
podría ser crucial de cara a demostrar la comisión del delito materia del proceso.
Sobre lo que debe contener este tipo de pericias, García Rada, haciendo referencia a
la jurisprudencia, señala que los dictámenes médicos deben expresar el tiempo y la clase
de incapacidad en caso de lesiones, y, además de eso, la edad de la agraviada, en casos de
delitos de violación sexual. También indica que los médicos legistas tienen que realizar sus
evaluaciones en forma personal(2). El dictamen debe ser explícito y prolijo dada la impor
tancia que tiene como elemento probatorio.
il) En ese sentido, GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili,
p. 232.
(2) ídem.
(3) SOLÍS CABRERA, Ricardo (1976). Tratado de medicina legal. Tomo I. Lima: Corporación Editora Continental,
p. 218. 423
ART. 199 LA PRUEBA
bien existen vulneraciones psíquicas debido a un choque emotivo que deja una impresión
profunda en la víctima, moldeando en mayor o menor grado su comportamiento.
Se dice que hay lesión, cuando una violencia externa ocasiona un daño o una pertur
bación en la integridad física de una persona o en su equilibrio funcional o mental (con
cepto legal). Es decir, cuando un agente externo ocasiona una vulneración anatómica o
fisiológica en un tejido o en órganos sanos (concepto médico)(4). Puede afectar la anato
mía del ser humano y su funcionamiento (fisiología); en ese sentido, lesión podría ser un
simple rasguño, así como el cercenamiento de un órgano, su debilitamiento o la genera
ción de su mal funcionamiento.
El Derecho Penal tiene por principal finalidad la protección preventiva de bienes jurí
dicos, y estos deben representar concretos elementos de participación social para adquirir
legitimación de tutela penal. En este caso, las lesiones afectan el cuerpo y la salud del indi
viduo, que tiene una triple dimensión valorativa: la integridad corporal, física y mental,
cuya objetivación material tiene una incidencia tipificadora muy importante, al momento
de determinar el grado de lesión inferida(5).
Como se puede apreciar, la morfología de las lesiones sería relevante para establecer
la calificación delictiva, que se erige como un presupuesto esencial para validar el ejercicio
de la pretensión punitiva estatal. Por lo mencionado, el perito en el certificado médico-
legal deberá determinar el tipo de arma o instrumento que ha causado la lesión; v. gr. si
este ha sido un objeto contundente, cortante, punzocortante, arma de fuego, sustancia
explosiva, sustancia inflamable, etc.
El artículo 199.1 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP— señala que en caso
de lesiones corporales se exigirá que el perito determine el arma o instrumento que la haya
ocasionado, y si dejaron o no deformaciones y señales permanentes en el rostro, puesto
en peligro la vida, causado enfermedad incurable o la pérdida de un miembro u órgano
y, en general, todas las circunstancias que conforme al Código Penal influyen en la cali
ficación del delito.
(4) ZEBALLOS ALE, Alberto (1987). El homicidio, el suicidio y las otras muertes. Volumen II. Lima: Policía Nacional
del Perú, p. 249.
424 (5) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal, Lima: Rodhas, p. 516.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 199
cotejados con relación al individuo lesionado, pues no es igual una señal permanente en
el rostro de un boxeador que una desfiguración grave en el rostro de una modelo, es decir,
la intersubjetividad personal de la víctima juega un rol fundamental a efectos de la impu
tación delictiva(6).
Resulta relevante, desde el punto de vista jurídico, si la lesión coloca en riesgo inmi
nente la vida de la víctima, pues permitirá evaluar si se trata de una tentativa de homicidio
o de lesiones dolosas consumadas, para tales efectos se tendrá que tomar en consideración
el medio empleado en relación con la esfera subjetiva del agente delictivo(7).
Según el agente o el arma empleada, la medicina legal clasifica a las lesiones en: a)
contusiones, b) heridas y c) quemaduras:
Las contusiones son el producto de la acción violenta sobre el cuerpo por elementos
que tienen una superficie impactante “roma”, es decir, sin filo ni punta y con peso suficiente
para causar daño. Pueden ser medios naturales de defensa, como sería el caso de puños y
pies; o extraños y de diversa consistencia. Los tipos de contusiones son:
sanguínea al romperse los vasos capilares por acción del agente(10) 11. Por medio del estudio
del color se puede determinar el tiempo de la producción de la equimosis. Empiezan con
una coloración rosada o rojo vinosa y a medida que va transcurriendo el tiempo llega hasta
el color amarillo, para luego desaparecer. A veces son acompañadas de un relieve o edema
y se producen por presión, percusión, pinzamiento o reiteración in situ.
Cuando el golpe es fuerte, provoca una contusión con ruptura de pequeños vasos, con
arteriolas (arterias de pequeño calibre), venillas o vénulas (venas muy pequeñas) y que, al produ
cir emanación de sangre, esta se junta o reúne en los planos subcutáneos más profundos (debajo
de la piel) para luego coagularse, formando un pequeño tumor o levantamiento anormal00.
d) Fracturas y atrición
La fractura es la ruptura de un hueso; se produce por acción violenta o accidental
mente cuando la persona pierde el equilibrio y cae. Son abiertas, cuando hay ruptura de
piel, o cerradas, cuando no lo hay.
Si el agente ingresa a una cavidad natural o en una determinada parte del cuerpo,
estaremos ante una herida penetrante, por ejemplo: una puñalada en el pecho o en los pul
mones, o una herida de bala en la boca o en otra parte del cuerpo, en la que solo se pre
senta un orificio de entrada. Cuando la herida perfora el cuerpo, es decir, lo atraviesa, se
denomina perforante (que produce un agujero, lo horada); por ejemplo: una herida de bala
que tiene orificios de entrada y de salida, una herida ocasionada por un sable, una espada
o bayoneta, cuando atraviesa el cuerpo de la víctima.
i) Heridas cortantes
Se producen cuando se actúa con golpe, cortan con el filo y producen contusión
por el peso que poseen. Tienen aspecto cortante en la superficie, pero contuso en
profundidad; de bordes o márgenes separados, pueden mostrar equimosis, hema
tomas, fracturas, etc. La longitud de la herida cortante no representa la longitud
del filo cortante del arma, suele dar lugar a lesiones graves.
La trayectoria del proyectil nos permitirá orientar la ubicación del agresor frente a la
víctima. Respecto a la distancia, existen cuatro clases de disparos:
i) A boca de jarro, boca tocante o cañón aplicado o bocamina: es con la boca del
cañón en contacto con la piel. Por la velocidad que salen los gases desprenden la
piel, por lo que se forma una bolsa subcutánea, en cuyas paredes se impregna el
carbón de la pólvora quemada.
iv) A larga distancia: son aquellos disparos que por su trayectoria no dejan tatuaje ni
ahumamiento, sean con armas cortas o largas.
(15) Vid. GARCÍA RADA, Domingo. Ob. cit., pp. 231-233- 429
ART. 199 LA PRUEBA
d) Si la lesión fue producida por el acto propio o por acción ajena: Eso significa
determinar si existe probabilidad de que la lesión se la haya producido la propia
víctima. Esto también tendrá que ser deducido por otros peritos, las partes pro
cesales y por el órgano jurisdiccional, teniendo en consideración el lugar de la
lesión y las circunstancias que la produjeron.
La primera comprobación, indica Rojas, es aclarar si hubo o no coito, para ello hay
signos más o menos demostrativos: desfloración, presencia de esperma, contaminación
venérea(19). Al examinarse a la supuesta víctima, el médico legista debe indicar qué desga
rros presenta, en qué hora u horas se determina y el tiempo probable o cierto de haberse
producido el acto sexual (lesiones recientes o antiguas); si denota indicios de enfermedad
infectocontagiosa, determinará su naturaleza y su gravedad; si la víctima presenta evidencia
(16) Así, SALINAS SICCHA, Ramiro (2005). Los delitos de acceso camal sexual. Lima: Idemsa.
(17) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit, pp. 517- 518.
(18) Así en PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006) "La reforma de los delitos sexuales, en el marco
político-criminal de la Ley N° 28251 del 08/06/04”. En: Libro homenaje al profesor Raúl Peña Cabrera. Volumen
II. Lima: ARA Editores.
430 (19) ROJAS, Nerio (1984). Medicina legal. Buenos Aires: El Ateneo, p. 170.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 199
El artículo 199.2 del CPP señala que, en caso de agresión sexual, el reconocimiento
será practicado exclusivamente por el médico encargado del servicio, con la asistencia, si
fuera necesario, de un profesional auxiliar. Solo se permitirá la presencia de otras perso
nas previo consentimiento de la persona examinada(21\
(20) GASPAR, Gaspar (1993). Nociones de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad, pp.
13-14.
(21) Vid. GUEVARA PARICANA, Julio A. (2013)- E/ fiscal en el proceso penal. Lima: Nomo & Thesis, pp. 119-120.
(22) TAPIA RIVAS, Gianina Rosa (2017). “La valoración de la prueba en el delito de violación sexual de menores”.
En: Cómo probar el delito de violación de menores. Lima: Gaceta Jurídica, p. 26
(23) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., pp. 518-519-
(24) CARO CORIA, Dino Carlos y SAN MARTÍN CASTRO, César (2000). Delitos contra la libertad e indemnidad
sexuales. Aspectos penales y procesales. Lima: Grijley, p. 259- 431
ART. 199 LA PRUEBA
médico legal es, en rigor, una pericia y, como tal, destinada al esclarecimiento de los hechos.
Esta pericia, como se sabe, tiende a establecer el perjuicio sexual de la víctima e importa
la revisión de esfínteres y de lesiones sufridas por la víctima”(25).
• El área paragenital: está representada por la superficie interna de los muslos, las
nalgas y la parte baja de la pared anterior del abdomen.
2. Examen vaginal
Existirían tres tipos fundamentales del himen: anular, semilunar y labiado. El anular
tiene un orificio central, más o menos circular. El semilunar presenta la membrana con su
porción más ancha hacia la parte posterior, prolongada hacia adelante en dos lengüetas o
cuernos, delimitando un orificio más o menos oval. El labiado o bilabiado tiene un orifi
cio lineal, anteropos terior(28). De estas derivan otras formas: el multilobulado es con lóbu
los y escotaduras de número variable; el cribiforme presenta muchos orificios; el himen en
puente tiene dos orificios, iguales o no. Está también el imperforado, sin orificio, que es
necesario abrir en la primera menstruación. Debe mencionarse, asimismo, el himen com
placiente, aunque este no es de carácter de forma, y en el cual la membrana muy elástica
permite la introducción del pene sin ser desgarrado, circunstancia que adquiere gran sig
nificación médico-forense(29).
Cada acto sexual produce desgarro del himen, por lo que, en el examen vaginal, el
médico legista determinará la ubicación de dicha ruptura, efectuándose de acuerdo con el
cuadrante del reloj. Así, una ruptura sobre el eje vertical se dice que está a las seis o a las
doce, según ocupe el extremo inferior o superior de dicho eje. La verdadera ruptura del
himen debe llegar hasta el borde de inserción.
(25) ídem.
(26) TAPIA RIVAS, Gianina Rosa. Ob. cit., pp. 26-27.
(27) ROJAS, Nerio. Ob. cit., p. 170.
(28) Ibídem, pp. 170-171.
432 (29) Ibídem, p. 171.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 199
La falta de integridad es un dato valioso en el sentido de que hubo coito, pero ello
tampoco es absoluto, pues la desgarradura puede producirse por otras causas. Entre estas
son fundamentales las maniobras de masturbación, cuerpos extraños, golpes, accidentes,
enfermedades (úlceras, infecciones, etc.), aunque estas últimas son discutidas y negadas
por parte de la doctrina médico-legal30 (31).
La desfloración, que consiste en la ruptura del himen por acción del miembro en
erección, partes del cuerpo u objetos, es un dato importante a considerar, pero no conclu
yente, pues no siempre la víctima será virgen, sea esta un hombre o una mujer, asimismo,
puede haber coito sin ruptura himenal y ruptura sin acceso carnal, al existir un significa
tivo porcentaje de mujeres que cuentan con un himen complaciente (dilatable) en nues
tro país. En el supuesto de acreditarse médicamente la desfloración, debe asimismo deter
minarse la data de este (reciente o antigua), a fin de cotejarlo con la comisión del hecho
objeto de imputación criminal.
• Desgarros completos.
• Desgarros incompletos.
c) Secuelas:
• Enfermedades venéreas.
• Embarazo.
• Lesiones contusas.
• Trauma psíquico.
3. Examen anal
Cuando ingresa el miembro viril en partes del cuerpo u objetos al ano, este hace con
tacto con la línea pirpinea y causa una equimosis perianal, comprometiendo la mucosa anal
y produciendo lesiones que da lugar a la laceración, también se podría provocar el rom
pimiento del esfínter interno provocando una fisura. Si la penetración es muy profunda,
ocasionará un ano hipotónico. Rojas señala que localmente pueden comprobarse pequeñas
lesiones anales y perianales; estas son: relajación de esfínter anal con incontinencia fecal,
deformación infundibuliforme del ano por reflejo producido por el dolor, erosiones del
orificio, desgarradura de la mucosa anal en la línea media, hacia adelante cerca del rafe(34).
Las lesiones causadas en la zona anal se llaman también signo de flogosis y causan
congestión heritematosa. En el examen médico-legal de la vía anal se deberá establecer: el
aspecto de los pliegues radiados, la tonicidad del esfínter anal y los diagnósticos de rup
turas o desgarros(35):
b) Tonicidad del esfínter anal: la consistencia del anillo muscular que cierra el
recto se aprecia mediante el tacto rectal; puede estar conservada o disminuida.
• Ano infundibuliforme.
Este tipo de examen tiene que realizarse en los primeros días de la penetración por su
tendencia a desaparecer rápidamente. Existen, por lo pronto, signos generales de violencia
cuando se ha usado la fuerza, como lo hemos indicado con anterioridad.
4. Examen bucal
La felación (fellatio) es una actividad sexual en la que se coloca el pene del agresor
en la boca de la víctima, la estimulación sexual se logra por la succión en el miembro viril
mientras se mueve dentro y fuera de la cavidad oral. La eyaculación puede o no ocurrir.
No existe consenso aún acerca del mejor método de examen y/o mejor método de
recojo de evidencias, así como del tiempo exacto del mismo. Varios informes de casos han
documentado hallazgos de lesiones del paladar después de la práctica de felación; se han
descrito áreas de hemorragia petequial y áreas de hematoma confluyente en paladar blando
y la zona de unión del paladar duro y blando, en caso de fellatio consentido36 (37). Las lesiones
descritas generalmente son lesiones de 1.0 a 1.5 cm, distribuidas en uno o ambos lados de
la línea media, aunque se han descrito lesiones equimóticas alargadas que pueden traspa
sar la línea media, y que se resuelven en siete a diez días, aproximadamente.
b) Fenómeno de presión negativa: La succión del pene produce una presión nega
tiva en la cavidad oral, que podría contribuir a la ruptura de los vasos sanguíneos
de la mucosa, esta afirmación se afianza en los hallazgos de equimosis petequia
les en niños que tienen el hábito de succionar las bebidas.
Cada vez que se reporten lesiones en la cavidad oral (eritema, equimosis, erosiones,
etc.), deben descartarse las condiciones patológicas (mononucleosis, diátesis hemorrágica,
vómitos frecuentes, etc.) y trauma local; por tanto, el examen debe complementarse con
una detallada historia médica, dental, social y con un exhaustivo examen del rostro, en
busca de lesiones periorales (equimosis en cara y cuello), o lesiones en el frenillo lingual(39).
El coito bucal, cópula oral o bucal podría ser determinado por el médico legista, puesto
que el evaluado podría haberlo recibido o realizado a otro (pasivo y activo). Se deberán
(36) JEFATURA NACIONAL DEL INSTITUTO DE MEDICINA LEGAL (2012). Guía médico legal de evaluación
de la integridad sexual. 2a versión. Lima: Ministerio Público, p. 37.
(37) ídem.
(38) ídem.
436 (39) Ibídem, p. 38.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 199
verificar secuelas como sería el caso de transmisiones de enfermedad sexual o lesiones del
miembro viril por mordedura, por ejemplo.
• Presencia de semen.
• Estado de gestación.
• Tonicidad.
• Presencia de semen.
• Salud mental.
• Examen toxicológico.
En dicha evaluación deberá verificarse la presencia del líquido seminal, que se encon
trará hasta un máximo de 72 horas, restos de sangre y de pelos o vellos, uñas en las que
se aprecien restos de piel del agresor sexual, además de lesiones genitales, extragenitales y
paragenitales.
a) Edad aproximada.
b) Potencia sexual.
c) Salud mental.
d) Pederastería.
e) Enfermedad venérea.
BIBLIOGRAFÍA
CARO CORIA, Dino Carlos y SAN MARTÍN CASTRO, César (2000). Delitos contra la libertad e indem
nidad sexuales. Aspectos penales y procesales. Lima: Grijley; GARCIA RADA, Domingo (1984). Manual de
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ceso penal. Lima: Nomo & Thesis; JEFATURA NACIONAL DEL INSTITUTO DE MEDICINA LEGAL
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ARA Editores; ROJAS, Nerio (1984). Medicina legal. Buenos Aires: El Ateneo; SOLÍS CABRERA, Ricardo
(1976). Tratado de medicina legal. Tomo I. Lima: Corporación Editora Continental; SALINAS SICCHA,
Ramiro (2005)- Los delitos de acceso camal sexual. Lima: Idemsa; TAPIA RIVAS, Gianina Rosa (2017). “La
valoración de la prueba en el delito de violación sexual de menores”. En: Cómo probar el delito de violación de
menores. Lima: Gaceta Jurídica; ZEBALLOS ALE, Alberto (1987). El homicidio, el suicidio y las otras muertes.
Volumen II. Lima: Policía Nacional del Perú.
438 (40) CARO CORIA, Dino Carlos y SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 264.
Artículo 200.- Examen en caso de aborto
En caso de aborto, se hará comprobar la preexistencia del embarazo, los signos demostra
tivos de la interrupción del mismo, las causas que lo determinaron, los probables autores
y las circunstancias que sirvan para la determinación del carácter y gravedad del hecho.
Concordancias:
CP:arts. 114 al 120.
I. Introducción
El artículo 200 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP- señala que, en caso de
aborto, se comprobará la preexistencia del embarazo, los signos demostrativos de su inte
rrupción, las causas que lo determinaron, los probables autores y las circunstancias que
sirvan para la averiguación del carácter y gravedad del hecho.
Etimológicamente, la palabra “aborto” deriva del latín ab: sin y ortbus'. nacimiento.
En medicina legal, se define al aborto como la interrupción del embarazo en cualquier
momento, con la muerte del producto de la concepción, es decir, el fallecimiento de la per
sona por nacer en el seno materno.
El CPP reconoce que los conocimientos científicos pueden ser importantes en la inves
tigación de los delitos contra la vida humana dependiente, por ello, los órganos jurisdiccio
nales deben considerar y evaluar los informes periciales elaborados por los médicos legistas y
patólogos forenses, siempre que sean aportes efectivos para el esclarecimiento de los hechos.
En los delitos de aborto, el bien objeto de protección es el normal desarrollo del fruto
de la concepción. El derecho a la vida lo tienen tanto el feto como el embrión. Este bien
jurídico se protege desde la anidación del óvulo fecundado en la pared uterina y no desde
la fecundación, por lo que todas las sustancias o mecanismos que se utilicen antes de la
anidación no podrían ser abortivos, sino anticonceptivos^. La vida intrauterina no es mera
promesa, sino una realidad en cuanto constituye una etapa en la formación del ser humano.
La tutela de los delitos de aborto se extiende hasta antes del inicio del parto, esto es,
con las primeras contracciones uterinas y su correspondiente dilatación, que cada vez se
hacen más frecuentes e intensas1 (2). Para tratarse de un ilícito penal contra la vida humana
dependiente debe preexistir un feto o embrión, pues, si la conducta criminal se ejecuta
con un feto sin vida, estaremos ante una tentativa inidónea por absoluta impropiedad del
objeto (artículo 17 del Código Penal). El presupuesto esencial para cualquier caso de aborto
sería, como vemos, la preexistencia del embarazo(3).
(1) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rhodas, p. 519.
(2) ídem.
(3) ídem. 431
ART. 200 LA PRUEBA
Según las circunstancias de su producción, Patito realiza una clasificación del aborto,
de acuerdo con lo mencionado a continuación(4):
a) Causas fetales
• Desarrollo anormal del cigoto (el hallazgo morfológico más frecuente en los abor
tos tempranos es una anomalía de su desarrollo).
• Patología placentaria.
b) Causas maternas
• Uso de drogas.
2. Aborto provocado
Es un aborto estimulado por fuerzas externas, bien sea accidental (como consecuen
cia de una acción negligente) o intencionalmente (provocada por el hombre). Se dividen
a su vez en:
440 (4) PATITO, José Ángel (2000). Medicina Legal. Buenos Aires: Ediciones Centro Norte, pp. 306-307.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 200
b) Expulsión violenta del feto: El examen médico deberá acreditar la expulsión vio
lenta del feto a consecuencia de su muerte. Por lo que se deberá examinar a la
mujer y eventualmente al producto de la concepción.
(5) GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili, pp. 234-235. 441
ART. 200 LA PRUEBA
d) Probables autores: La ley adjetiva señala que la pericia deberá indicar “los proba
bles autores” del aborto. Al respecto, sería un error pretender que los peritos iden
tifiquen al autor, lo que sugiere la norma es que, en la pericia, por la forma como
se ha llevado a cabo la operación abortiva, se precise si sus autores son expertos
en la materia, si tienen conocimientos técnicos o solo nociones elementales de la
ciencia médica, o son empíricos, con ignorancia absoluta en estos quehaceres(7).
Al indicar el perito si el aborto ha sido practicado por un médico, un obstetra,
una comadrona, un experto o un empírico, contribuirá a desentrañar el problema
jurídico de la autoría que plantea todo proceso penal.
(6) GASPAR, Gaspar (1993). Nociones de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad, p. 138.
442 (7) GARCÍA RADA, Domingo. Ob. cit., p. 235.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 200
b) Venenos minerales; Rara vez son utilizados con fines abortivos, siendo más fre
cuentes los casos de envenenamientos accidentales o con motivos suicidas. Se inclu
yen: el fósforo, los preparados arsenicales (arsénico blanco por vía oral o introdu
cido por la vagina), el mercurio, el plomo (sales de plomo), los ácidos minerales
(ácido sulfúrico y ácido clorhídrico).
e) Aceites esenciales: Fuertemente irritantes; introducidos por vía oral pueden cau
sar una grave gastroenteritis con vómitos, diarrea e intensos dolores viscerales. El
aborto sobreviene además por la intoxicación del organismo por el consumo de
una elevada dosis.
444
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 200
Las complicaciones son variadas y algunas de ellas pueden llevar a la muerte y depen
den de la técnica que se haya empleado. Las más comunes son las siguientes(9) 10 11:
• Embolia gaseosa.
• Endomiometritis.
• Aborto séptico.
b) Examen interno: Debe prestarse especial atención al examen del aparato genital.
En el cuello uterino pueden observarse los signos provocados por el instrumental
utilizado en las maniobras abortivas. Estas lesiones se acompañan muchas veces
de una exo y endocervicitis.
En síntesis, el examen de los caracteres del cuello uterino puede ser concluyente(13);
en suma, la evaluación en caso de un delito de aborto debe determinar la preexistencia del
embarazo, los signos demostrativos de la interrupción del mismo, las causas que lo deter
minaron^, los probables autores (por lo general un galeno, u otros empíricos de la praxis
médica)14 (15), así como las circunstancias que sirvan para la determinación del carácter y la
gravedad del hecho, en este último caso, el tiempo de la gestación, el estatus funcional del
autor (médico o facultativo de la salud) y otros datos revelan una mayor intensidad de la
antijuridicidad de la conducta(I6).
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA RADA, Domingo (1984). Manual de Derecho Procesal Penal. 8a edición. Lima: Eddili; GASPAR,
Gaspar (1993). Nociones de criminalística e investigación criminal. Buenos Aires: Universidad; GUEVARA PARI-
CANA, Julio A. (2013). Elfiscal en el proceso penal. Lima: Nomos & Tesis; PATITO, José Ángel (2000). Medi
cina Legal. Buenos Aires: Ediciones Centro Norte; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis
del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rhodas; ROJAS, Nerio (1984). Medicina legal. Buenos Aires: El Ateneo.
(14) Los métodos utilizados en el aborto son esencialmente dos: sustancias abortivas y las maniobras o prácticas
médicas que se ejecutan directamente sobre el fruto de la concepción.
(15) Por lo general, las prácticas abortivas se ejecutan en consultorios o clínicas clandestinas, en deprimentes
condiciones de salubridad, lo cual pone en peligro no solo la vida del nasciturus^ sino también la de la mujer
gestante, pues, muchas veces esta muere o es lesionada por infracción de una serie de normas de cuidado.
Desde una perspectiva criminológica, debe apuntarse a la existencia de una cifra negra de la criminalidad
de este delito, pues, son pocos los casos que efectivamente son perseguidos y sancionados punitivamente, la
legislación penal en este caso no ayuda mucho para paliar esta grave problemática.
(16) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Ob. cit., pp. 519-520. 447
Artículo 201.- Preexistencia y valorización
1. En los delitos contra el patrimonio deberá acreditarse la preexistencia de la cosa
materia del delito, con cualquier medio de prueba idóneo,
2. La valorización de las cosas o bienes o la determinación del importe del perjuicio
o daños sufridos, cuando corresponda, se hará pericialmente, salvo que no resulte
necesario hacerlo por existir otro medio de prueba idóneo o sea posible una estima
ción judicial por su simplicidad o evidencia.
Concordancias:
CP:arts. 785 al 288.
“En los delitos de robo, hurto, estafa y en cualquiera otro en que deba hacerse cons
tar la preexistencia de las cosas robadas, hurtadas o estafadas, si no hubiera testigos
presenciales del hecho, se recibirá información sobre los antecedentes del que se pre
sentare como agraviado, y sobre todas la circunstancias que ofrecieren indicios de
hallarse esté poseyendo aquellas al tiempo de cometido el delito”.
Un punto que conviene resaltar además es que, en virtud de los orígenes de esta exi
gencia de acreditación, lo realmente importante en casos de delitos contra el patrimonio
cuyo objeto material sean bienes muebles (como el hurto, el robo, o la estafa) es que se
acredite que el agraviado haya estado poseyendo el bien al tiempo de cometido el delito,
pues esto prueba al mismo tiempo la ajenidad del bien materia de sustracción.
No se trata de acreditar simplemente que algo existió, sino que esa cosa estuvo pre
sente y en posesión del agraviado en el momento previo a su sustracción, que el agra
viado posea un bien, obviamente, no significa necesariamente que tenga que tenerlo en
sus manos o sobre sí, sino que basta para la acreditación dicho vínculo real con el bien
(artículo 904 del Código Civil). Por ejemplo, nadie negaría que una persona no ostenta la
posesión previa del automóvil por el simple hecho de que lo dejó en una playa de estacio
namiento durante todo el día por razones laborales, o que no tiene la posesión del televisor
LED que se encuentra en su casa de playa, porque esta se encuentra deshabitada durante
los días laborables de la semana.
Lo que constituye una exigencia probatoria no puede tomarse como una condición de
procedibilidad. Las condiciones de procedibilidad son impedimentos procesales, en cam
bio, la ausencia o no de un elemento del tipo penal es una cuestión sustantiva, siendo que
la prueba de dicho elemento, no constituye un presupuesto de perseguibilidad in limine.
No debe olvidarse que la necesidad de acreditación de la preexistencia del bien constituye
un presupuesto lógico para demostrar la sustracción del bien del lugar donde se encon
traba. Además de ello, el objeto material del delito es parte de los elementos objetivos del
tipo penal.
siempre es necesaria(1), sino únicamente allí cuando a juicio del órgano instructor (juez o
fiscal) hubiese duda en este extremo1 (2).
Es cierto que la parte agraviada, muchas veces, está en mejor posición para facilitar
los medios de prueba que acrediten la preexistencia del bien; sin embargo, ello no signi
fica que la responsabilidad de recabar los elementos de convicción que prueben cada uno
de los objetivos del tipo penal no sea del Ministerio Público.
En cuanto a lo necesario para tener por acreditada la preexistencia del bien, el Tribu
nal Supremo español ha pronunciado reiteradamente que, según el tenor del artículo 364
de la propia LECrm, es posible admitir cualquier medio de prueba idóneo para tal fin. Se
acepta así, además de la prueba documental y la prueba personal (incluida la declaración
del agraviado), toda información útil sobre los antecedentes del agraviado y prueba indi
ciaría respecto a la posesión previa de los bienes objeto del delito (Cfr. las STS de fechas
(1) De ello da cuenta la STS española 673/2007, del 19 de julio, al señalar que “(...) la regla del artículo 364 de la
ley de Enjuiciamiento Criminal, ha sido muy criticada por la doctrina por considerar que no debería ser la regla
general sino la excepción (...)”
(2) Señala el artículo 762.9 de la LECrim. lo siguiente: “Los jueces y tribunales observarán en la tramitación de
las causas a que se refiere este título las siguientes reglas: "(...) 9a. La información prevenida en el artículo 364
solo se verificará cuando a juicio del instructor hubiere duda acerca de la preexistencia de la cosa objeto
150 de la sustracción o defraudación” (el resaltado es nuestro).
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201
Esta misma doctrina ha tenido eco en el artículo 201 del Código Procesal Penal de
2004 que, a diferencia de lo dispuesto en el derogado artículo 183 del Código de Procedi
mientos Penales de 1940 y el artículo 425 del Código Procesal Penal de 1991, ahora sí se
precisa de manera clara y expresa que la acreditación de la preexistencia de la cosa mate
ria del delito puede hacerse con “cualquier medio de prueba idóneo”. Como no podría ser
de otra manera, pues el principio de libertad probatoria recogido en el artículo 157 del
Código Procesal Penal de 2004 así lo demanda.
Dado que el artículo 245 del Código Procesal Penal de 1991 aún se encuentra vigente
en determinados distritos judiciales del país, la aclaración era necesaria. En tal sentido, el
451
ART. 201 LA PRUEBA
problema relativo al estándar y los medios con que debe ser acreditada la preexistencia de
la cosa objeto del delito se encuentra meridianamente claro.
IV. La determinación del valor económico del bien objeto del delito
En determinados delitos contra el patrimonio como, por ejemplo, el delito de hurto
o el delito de daños, es necesario determinar el monto del valor económico o el importe
de los daños sufridos, pues de lo contrario no sería posible calificar el hecho como delito.
En tal sentido, a falta de una pericia valorativa, es posible demostrar el valor del bien
sustraído o dañado con una boleta de venta, factura u otro comprobante de pago que acre
dite el precio que fue apagado por el bien; asimismo, en caso de la destrucción de bienes
inmuebles también será válido como prueba un contrato de obra o documento similar que
acredite el costo de lo construido. Debemos tener presente que, en el caso de proformas de
construcción, reparación, proformas de venta, etc., si bien estos documentos no demues
tran el costo original del bien, sí son medios de pruebas idóneos para acreditar el importe
del perjuicio o daño ocasionado al agraviado.
(3) Cfr. ESTÉBANEZ IZQUIERDO, José Manuel (2017). “¿Cómo se puede probar la preexistencia de los efectos
objeto de sustracción o defraudación en los delitos contra el patrimonio?”. En: La venta jurídica. Recuperado de
<https://josemanuelestebanez.blogspot.com/2017/02/como-se-puede-probar-la-preexistencia.html> (consultado
452 el 7 de setiembre de 2018).
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201
El archivo de la investigación a nivel fiscal, en este caso, es mucho más difícil de sos
tener en tanto es difícil también aceptar que el Ministerio Público se encuentre impedido
de indagar sobre el valor del bien por la simple actitud pasiva del agraviado. En todo caso,
de ocurrir ello, debemos repetir que el archivo del caso solo podrá fundamentarse en la
falta de una prognosis favorable para incorporar más datos a la investigación, y no así en
el mal entendido de que existe un requisito de procedibilidad, que dependería del agra
viado y que no ha sido cumplido(4).
BIBLIOGRAFÍA
ESTÉBANEZ IZQUIERDO, José Manuel (2017). “¿Cómo se puede probar la preexistencia de los efec
tos objeto de sustracción o defraudación en los delitos contra el patrimonio?”. En: La venta jurídica. Recu
perado de: <https://josemanuelestebanez.blogspot.com/2017/02/como-se-puede-probar-la-preexistencia.
html> (consultado el 7 de setiembre de 2018).
(4) No olvidemos que, según lo dispone expresamente el artículo 4 del Código Procesal Penal, los requisitos de
procedibilidad solo pueden constituir impedimento procesal si es que están expresamente previstos como tales
en la ley. No es este el caso en cuanto a la acreditación de la preexistencia del bien objeto del delito ni de la
determinación de su valor. 453
Artículo 201-A.- Informes técnicos oficiales especializados de la Contraloría
General de la República^
Los informes técnicos especializados elaborados fuera del proceso penal por la Contraloría
General de la República en el cumplimiento de sus funciones tienen la calidad de pericia
institucional extraprocesal cuando hayan servido de mérito para formular denuncia
penal en el caso establecido por el literal b) del inciso 2 del artículo 326 del presente
Código o cuando habiendo sido elaborados en forma simultánea con la investigación
preparatoria sean ofrecidos como elemento probatorio e incorporados debidamente al
proceso para su contradicción.
La respectiva sustentación y el correspondiente examen o interrogatorio se efectúa con
los servidores que designe la entidad estatal autora del informe técnico.
Cualquier aclaración de los informes de control que se requiera para el cumplimiento
de los fines del proceso deberá ser solicitada al respectivo ente emisor.
El juez desarrolla la actividad y valoración probatoria de conformidad con el inciso 2
del artículo 755 y el inciso 1 del artículo 158 del presente Código.
Concordancias:
CPP: art. 326; Ley 27785: art. 22; Ley 30214: art. 1 y jj.
I. Introducción
La corrupción es sin duda uno de los fenómenos que afecta más gravemente las bases
institucionales de nuestra democracia y, al mismo tiempo, genera insatisfacción y des
confianza de la población hacia los funcionarios del Estado. Todo ello se refleja -como
es lógico- en un aumento de la criminalidad común y organizada, incluso transnacional.
Frente a esta situación, el Ministerio Público ha visto la necesidad de contar con fiscalías
especializadas para casos de corrupción, lavado de activos y crimen organizado, que a la
fecha mantienen un aproximado de 130 investigaciones a nivel nacional, a cargo de 142
fiscales. Es previsible que, paulatinamente, el número de funcionarios dedicados a inves
tigar, prevenir y sancionar la corrupción, tanto a nivel de Fiscalía como de la Contraloría
General de la República, -en adelante, CGR- vaya en aumento.
Hoy en día, son efectivamente numerosas las medidas que el Estado está implemen-
tando para hacer frente al lastre de la corrupción, que se extiende a prácticamente todas las
esferas de poder estatal: alcaldes* (1), presidentes regionales, jueces, fiscales, miembros de la
PNP, ministros, congresistas, exmandatarios. Pero la corrupción no solo tiene efectos eco
nómicos, es decir, no solo ocasiona una cuantiosa pérdida de recursos del tesoro público,
también desincentiva la inversión, debilita el ambiente de negocios, genera decisiones que
finalmente perjudican a la población, especialmente a los más pobres.
(*) Artículo incorporado por el art. único de la Ley N° 30214, publicada el 29-06-2014.
(1) Según la Procuraduría Anticorrupción en 2014, el 92 % de los alcaldes del país (casi 1700 de 1841) estaban
siendo investigados por presuntos actos de corrupción vinculados a los delitos de peculado de uso, malversación
454 de fondos, negociación incompatible y colusión.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
Por otro lado, este fenómeno se ha extendido no solo a los supuestos de corrupción de
particulares a funcionarios (delito fin); sino también a delitos cometidos por organizaciones
criminales como vehículo (delito medio) para cometer otros delitos, tales como tráfico ilícito
de drogas, asociación ilícita para delinquir, lavado de activos, trata de personas, etc. La crimi
nalidad organizada nacional y transnacional tiene necesidad de corromper a jueces, fiscales,
congresistas, etc., a fin de continuar con total impunidad en sus lucrativos negocios ilícitos®.
En este segundo tipo de corrupción se hace necesario contar con la cooperación judicial inter
nacional, para luchar eficazmente contra las diversas formas de crimen transnacional, especial
mente en los delitos de tráfico ilícito de drogas, lavado de activos y corrupción.
Sin duda, es el Ministerio Público la institución clave para hacer frente a los nume
rosos casos de corrupción, ahora a través de las fiscalías especializadas. No obstante, tam
bién juega un rol fundamental la CGR como máxima autoridad del Sistema Nacional de
Control, la misma que tiene como función supervisar, vigilar y verificar la correcta aplica
ción de las políticas públicas y el uso de los recursos y los bienes del Estado. Precisamente,
para realizar con eficiencia sus funciones, cuenta con autonomía administrativa, funcio
nal, económica y financiera. Todas estas funciones se encuentran debidamente reguladas
en el artículo 22 de la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la CGR, Ley
N° 27785. De acuerdo con el inciso d) de esta norma, el procurador público de la Contra
loria General o el procurador del sector pueden disponer del inicio de las acciones legales
pertinentes en los casos que en la ejecución directa de una acción de control se encuentre
daño económico o presunción de ilícito penal.
En el marco de las acciones de control que realiza la CGR, son de especial relevancia
los informes que emite tanto a efectos de iniciar las acciones penales correspondientes®
como para probar en el juicio oral la responsabilidad penal de un funcionario público por
un delito contra la Administración Pública.
Sobre la naturaleza jurídica de estos informes se ha discutido mucho, sobre todo a par
tir de la incorporación del artículo 201-A al Código Procesal Penal de 2004 -en adelante,
CPP- mediante la Ley N° 30214 del 29 de junio de 2014, bajo el título informes técni
cos oficiales especializados de la Contraloría General de la República en los siguientes
términos: “Los informes técnicos especializados elaborados fuera del proceso penal por la
Contraloría General de la República en el cumplimiento de sus funciones tienen la cali
dad de pericia institucional extraprocesal cuando hayan servido de mérito para formular
denuncia penal en el caso establecido por el literal b) del inciso 2 del artículo 326 del pre
sente Código o cuando habiendo sido elaborados en forma simultánea con la investiga
ción preparatoria sean ofrecidos como elemento probatorio e incorporados debidamente
al proceso para su contradicción”.
(2) Vid. TOYOHAMA ARAKAKI, Miguel (2015). “Naturaleza jurídica del informe técnico de la Contraloría
General de la República”. En: Actualidad Penal. Volumen 7. Lima: Instituto Pacífico, p. 74 y ss.
(3) Solo en el primer semestre de 2015 los informes de control emitidos por la CGR (informes especiales e informes
de verificación de denuncias) sirvieron como base de denuncias penales y motivaron directamente el inicio de
106 procesos contra funcionarios del gobierno nacional, gobiernos regionales y locales por delitos de colusión,
negociación, peculado, entre otros. Véase: <http://bit.ly/lQZAPGh>. 455
ART. 201-A LA PRUEBA
II. Los informes de Contraloría: alcances del artículo 201-A del CPP
El artículo 22, literal d), de la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y Con
traloría General de la República señala que el procurador de la Contraloría puede dispo
ner del inicio de las acciones legales pertinentes, en los casos que en la ejecución directa
de una acción de control se encuentre daño económico o presunción de ilícito penal. Así
pues, la Contraloría, dentro del ejercicio de sus funciones, ante indicios de la comisión
de ilícitos penales o de responsabilidad civil o administrativa, debe emitir un informe de
control, al que otorga valor de prueba preconstituida(4) para el inicio de las acciones lega
les que correspondan. Estos informes técnicos, a efectos del proceso penal, son diferen
tes a los informes emitidos por otros órganos o entidades públicas como el Instituto de
Medicina Legal o la autoridad ambiental, de ahí que el legislador haya decidido pronun
ciarse sobre los mismos. Sin embargo, debe quedar claro que tales informes se elaboran
al margen de un posible proceso penal, son extraprocesales, pero pueden incorporarse al
proceso a efectos de acreditar la responsabilidad penal del acusado por un delito contra la
Administración Pública.
(4) De este parecer también PLANCHADELL GARGALLO, Andrea (2015). “El valor probatorio del informe
técnico de la Contraloría General de la República”. En: Actualidad Penal. Volumen 7. Lima: Instituto Pacífico,
456 p. 32 y ss.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
(5) La distinción entre los actos de prueba y los actos de investigación es un tema muy estudiado por la doctrina
española. Vid. ORTELLS RAMOS, Manuel (1982). “La eficacia probatoria del acto de investigación sumarial.
Estudio de los artículos 730 y 714 de la LECrim”. En: Revista de Derecho Procesal Iberoamericana. N°s 2-3, p.
365 y ss.; DE LA OLIVA SANTOS, Andrés; ARAGONESES MARTÍNEZ, Sara; HINOJOSA SEGOVIA,
Rafael; MUERZA ESPARZA, Julio y TOMÉ GARCÍA, José Antonio (2007). Derecho Procesal Penal. 8a edición.
Madrid: Ramón Areces, p. 478 y ss. Asimismo, el TC español a partir de la STC 31/81 de 28 de julio estableció
que solo pueden considerarse auténticas pruebas a las practicadas en el juicio oral. Criterio que ha sido reiterado
en numerosas sentencias, entre otras: STC 182/89, de 3 de noviembre; 217/89, de 21 de diciembre; STC 98/90,
de 20; de junio; STC 32/1994; de 31 de enero; STC 199/1996 de 3 de diciembre; STC 40/1997, de 27 de
febrero; STC 141/2001, de 8 de junio; STC 94/2002, de 22 de abril; STC 206/2003, de 1 de diciembre; STC
1/2006 de 16 de enero; STC 108/2009, de 11 de mayo; STC 68/2010, de 18 de octubre.
(6) Vid. NEYRA FLORES, José (2007). “El proceso penal actual”. En: Código Procesal Penal. Manuales operativos.
CALLIRGOS VELARDE, Raúl (dir.). Lima: AMAG, p. 21.
(7) Vid. GIMENO SENDRA, Vicente (2018). Manual de Derecho Procesal Penal. Madrid: Castillo de Luna, p.
415.
(8) Revisión de sentencia N° 27-2008-Arequipa. 457
ART. 201-A LA PRUEBA
se trata de una prueba mediante la cual se trae al proceso una representación ya formada(9).
Debe advertirse, sin embargo, que en el contexto social y jurídico en el que Gómez Orba-
neja elaboró este concepto, la denominada prueba preconstituida está dirigida a convencer
al juez acerca de cuestiones fácticas o jurídicas, o a fijar estas cuestiones incluso sin necesi
dad de convencimiento debido al mecanismo de la prueba legal, a través de una actividad
anterior al proceso y regulada por el ordenamiento jurídico material. Además, el procesa-
lista español estudia la prueba preconstituida en el proceso civil, con relación a las funcio
nes que cumple el documento privado en el Derecho Civil(10).
Los dos autores antes citados se referían a la prueba preconstituida en el proceso civil
y acudían a esta definición para distinguirla de la prueba causal, la misma que normal
mente se produce en el desarrollo del proceso, con la intención de producir un medio de
prueba. En esta línea, la prueba preconstituida normalmente se gesta con anterioridad al
proceso, pero puede luego ser incorporada al mismo por los cauces legítimos, a efectos
de dejar de ser un elemento de convicción o “elemento de prueba”, para pasar a ser ya un
(9) Vid. GÓMEZ ORBANEJA, Emilio (1950). “La prueba preconstituida” En: Anales de la Academia Matritense
del Notariado. Tomo II. 2a edición. Madrid: Editoriales de Derecho Reunidas, pp. 87-115.
(10) Idem.
(11) Cfr. BENTHAM, Jeremías (1847). Tratado de las pruebas judiciales. BRAVO, Diego (trad.) Establecimiento
tipográfico de Don Ramón Rodríguez de Rivera, Madrid: Imprenta de Don Juan, p. 145. Disponible en:
<https://books.google.com.pe/books?id=TRFMkzCl_SQC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summar
y _r&cad=0#v=onepage&q&f = false>
(12) Ibídem, p. 146 y ss.
458 (13) Ibídem, p. 154.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
auténtico medio de prueba, idóneo para -en concurso con otros medios- convencer al
juez acerca de la responsabilidad penal del acusado.
(14) Vid. HERNÁNDEZ GIL, Francisco (1993). “La prueba preconstituida”. En: VV. AA. La prueba en el proceso
penal. Madrid: Centro de Estudios Judiciales. Centro de Publicaciones del Ministerio de Justicia, p. 78.
(15) El Sistema Nacional de Control es el conjunto de órganos de control, normas y procedimientos estructurados e inte
grados funcionalmente, destinados a conducir y desarrollar el ejercicio del control gubernamental en forma descen
tralizada. Su actuación comprende las actividades y acciones en los campos administrativos, presupuesta], operativo 459
ART. 201-A LA PRUEBA
que como resultado de dicho control se emitirán los informes técnicos respectivos con el
debido sustento técnico. En consecuencia, como regla general, los informes de la CGR son
elaborados con anterioridad a cualquier proceso penal de otra naturaleza, en el marco de
una determinada acción de control. Actualmente, todavía son pocos los casos en los que la
CGR realiza un informe a solicitud del Ministerio Público en el seno de una investigación.
y financiero de las entidades y alcanzan al personal que presta servicio en ellas, independientemente del régimen que
las regula. El Sistema Nacional de Control está conformado por los siguientes órganos de control:
a) La Contraloría General, como ente técnico rector.
b) Todos los Organos de Control Institucional de las entidades que se mencionan en el artículo 3 de la
Ley del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría de la República, sean estas de carácter sectorial,
regional, institucional o se regulen por cualquier otro ordenamiento organizacional.
c) Las sociedades de auditoría externa independientes, cuando son designadas por la Contraloría General y
contratadas, durante un periodo determinado, para realizar en las entidades servicios de auditoría econó
mica, financiera, de sistemas informáticos, de medio ambiente y otros.
(16) Vid. JAUCHEN, Eduardo (2006). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni, p.
460 544 y ss.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
También el fundamento jurídico 9 del citado Acuerdo Plenario reconoce que la defensa
del acusado puede atacar: a) el aspecto fáctico o falsedad del informe en cuanto a los hechos
o b) el aspecto técnico o inexactitud del informe de la CGR. En el primer caso, sí sería
necesaria la concurrencia del funcionario de contraloría que elaboró el informe. En cambio,
cuando se trata de un error en el aspecto técnico, será suficiente el análisis del dictamen
pericial y, en su caso, es posible cuestionar su contenido a través de una pericia de parte.
Ahora bien, conforme se desprende también del fundamento jurídico 9 del Acuerdo
Plenario N° 2-2007/CJ-116, si las partes no cuestionan el informe de la CGR (siempre que
hayan tenido acceso a su contenido y a las fuente del mismo, o no solicitan la realización
de una pericia de parte, el juez puede tener por cierto y válido el contenido del informe
especial y, por tanto, puede considerarlo legítimamente como prueba de cargo. Por el con
trario, si las partes solicitan la presencia de los funcionarios de la CGR para explicar, por
ejemplo algunas incongruencias en la descripción de los hechos consignados en el informe,
y estos no concurren, este pierde su eficacia probatoria, salvo que la solicitud de las par
tes sobre la presencia del autor del informe o de algún otro funcionario designado por la
CGR carezca de fundamento.
461
ART. 201-A LA PRUEBA
Debe quedar claro que este informe no es vinculante al Ministerio Público y al órgano
jurisdiccional; por ello, de acuerdo con el principio de exhaustividad, la sentencia debe
motivar como corresponde todos los cargos penales a los que hace referencia el informe
de auditoría y valorar -en relación con las exigencias típicas de los ilícitos acusados- el
mérito del informe de auditoría, de la pericia contable oficial y de las pericias de parte con
relación a la totalidad de cargos materia de acusación fiscal. Aunque haya sido elaborado
por un organismo autónomo como es la CGR, este debe ser sometido a un test de veraci
dad tanto por el fiscal, ya desde la etapa de la investigación preparatoria, como en el juicio
oral, por la defensa del acusado y el juez al valorar su idoneidad probatoria.
(17) Vid. SCHMIDT, Eberhard (1967). Deutsches Strafprozessrecht. Ein Kolleg. Góttingen: Vandenhoeck & Ruprecht,
p. 168 y ss.
(18) Vid. PRIETO-CASTRO, Fernando y GUTIÉRREZ DE CABIEDES, Eduardo (1989). Derecho Procesal Penal.
4a edición, Madrid: Tecnos, p. 336 y ss.
(19) Vid. GIMENO SENDRA, Vicente. Ob. cit., p. 674 y ss.
(20) Sobre esto, Vid. VAZQUEZ SOTELO, José Luis (1984). Presunción de inocencia e “íntima convicción” del Tribunal.
Barcelona: Bosch, p. 271 y ss.; MONTAÑÉS PARDO, Miguel (1999). La presunción de inocencia. Análisis
doctrinal y jurisprudencial. Pamplona: Aranzadi, p. 37 y ss.; MONTERO AROCA, Juan (2008). “Principio
acusatorio y prueba en el proceso penal. La inutilidad jurídica de un eslogan político”. En: Prueba y proceso penal.
GÓMEZ COLOMER, Juan Luis (coord.). Valencia: Tirant lo Blanch, p. 47 y ss.
(21) Vid. FERNÁNDEZ LÓPEZ, Mercedes (2005). Prueba y presunción de inocencia. Madrid: Iustel, p. 119 y ss.
(22) Vid. BACIGALUPO, Enrique (1999). Principios constitucionales del Derecho Penal. Buenos Aires: Hammurabi, p. 13.
(23) Vid. SCHUNEMANN, Bernd (2012). “¿Crisis del procedimiento penal? (¿marcha triunfal del procedimiento
penal americano en el mundo?)”. En: SCHUNEMANN, Bernd. Temas actuales y permanentes del Derecho Penal
462 después del milenio. Madrid: Tecnos, p. 296
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
realización del hecho delictivo por el acusado(24). Conforme al principio de la verdad mate
rial, toda sentencia de condena debe fundarse en la convicción del juez de la responsabi
lidad del acusado con base en los elementos probatorios aportados en el proceso y libre
mente valorados(25). Para dictar una sentencia condenatoria, la verdad que se debe alcan
zar en el proceso es la certeza del juez acerca de todos los elementos objetivos y subjetivos
del delito. Si se excluye alguno de los aspectos fácticos o jurídicos relevantes faltaría una
premisa al silogismo judicial y no se habría alcanzado la certeza necesaria para condenar
al acusado(26). En este sentido, los actos de investigación preparan el juicio en la medida
que sirven de soporte fáctico a la acusación y coadyuvan a determinar los elementos esen
ciales del hecho punible y su presunto autor(27).
Precisamente, esta exigencia de certeza constituye una garantía para el acusado, así
como el respeto de los principios propios del juicio oral, tales como la inmediación, la publi
cidad y la contradicción, que hacen posible un eficaz ejercicio del derecho de defensa(28).
Al mismo tiempo, este requisito condiciona la valoración del Tribunal de los medios pro
batorios presentados por las partes o, en su caso, propuestos de oficio(29), sean estos direc
tos o indirectos, y se encuentre lógicamente vinculada a la garantía jurisdiccional como
(24) En este sentido, vid. DE LA OLIVA SANTOS, Andrés (2008). “Presunción de inocencia, prueba de cargo
y sentencia de conformidad". En: Prueba y proceso penal. GOMEZ COLOMER, Juan Luis (coord.). Valencia:
Tirant lo Blanch, p. 70.
En la Sentencia N° 00728-2008-PHC/TC, de 22 de octubre de 2008, el TC peruano señala que el "juez ordi
nario debe alcanzar certeza sobre la culpabilidad del acusado para dictar sentencia condenatoria. Esa certeza
debe ser el resultado de la valoración razonable de los medios de prueba practicados en el proceso penal”.
(25) Vid. DEVIS ECHEANDÍA, Hernando (2012). Principios fundamentales del Derecho Procesal Penal. Bogotá:
Pontificia Universidad Javeriana, p. 16.
(26) Vid. CLARIA OLMEDO, Jorge (1960). Tratado de Derecho Procesal Penal. Nociones fundamentales. Tomo I.
Buenos Aires: Ediar, p. 445-
(27) Vid. GIMENO SENDRA, Vicente (2004). Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex, p. 347.
(28) Vid. KRAMER, Bernhard (2009). Grundbegriffe des Strafverfahrensrechts. Ermittlung und Verfahren. 7a edición.
Stuttgart: Kohlhammer, p. 277 y ss.
(29) En España la LECrim reconoce al juez este poder; sin embargo, actualmente nos encontramos frente a la
paradoja del aumento de facultades del juez civil, mientras que, por otro lado, se propugna la limitación de
facultades del juez penal. Por un lado, se postula que en materia probatoria debe regir el principio de aporta
ción de parte, por medio del cual se limitan significativamente los poderes del juez con relación a la actuación
de la prueba; mientras que en el proceso civil se defiende que el juez debe asumir un rol más activo. Si bien el
artículo 728 de la LECrim establece que: “no podrán practicarse otras diligencias de prueba que las propuestas
por las partes, ni ser examinados otros testigos que los comprendidos en las listas”, el artículo 729.2 recoge una
excepción que vacía de contenido al precepto antes citado: “Las diligencias de prueba no propuestas por nin
guna de las partes, que el Tribunal considere necesarias para la comprobación de cualquiera de los hechos que
hayan sido objeto de los escritos de calificación”. No obstante, desde los años 80, la jurisprudencia del Tribunal
Supremo ha ido vaciando progresivamente de contenido a este último precepto.
El CPP peruano dispone como regla general el principio de aportación de parte. Las pruebas de oficio tienen,
por tanto, carácter excepcional (artículos 155 y 385 del CPP de 2004).
De otra parte, argumentando la protección del derecho de defensa, la tutela del principio acusatorio y de la
imparcialidad judicial, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha limitado las facultades del Tribunal para
que, respetando los elementos esenciales que identifican la acusación, pueda desvincularse de los demás ele
mentos constitutivos de la acusación. Vid. CORDON MORENO, Faustino (2002). Las garantías constitucio
nales del proceso penal. Navarra: Aranzadi, pp. 108-119. Sobre la paradoja del principio de oficialidad en ciertos
procesos civiles y su neutralización progresiva en el proceso penal a través del “principio acusatorio”. Véase, DE
OLIVA SANTOS, Andrés (2012). El papel del juez en el proceso civil. Erente a ideología, prudentia inris. Pamplona:
Thomson Reuters, p. 29 y ss. 463
ART. 201-A LA PRUEBA
conditio sine qua non de determinación de la realidad del delito y de las penas que corres
ponden al mismo(30).
Ahora bien, si la prueba actuada en la fase central del proceso penal ha producido en
el Tribunal certeza del hecho delictivo y de la responsabilidad penal del acusado, emitirá
una sentencia condenatoria, en cualquier otro caso, está obligado a absolver. Se entiende
que este postulado es consecuencia del Estado de derecho, se prefiere por tanto absolver a
quienes fácticamente pueden ser culpables, pero cuya responsabilidad penal no ha podido
ser acreditada en el juicio oral, que condenar a un inocente(31); toda vez que corresponde a
los acusadores probar que el hecho imputado ha sido cometido por el acusado. Esta carga
de la prueba supone que cuando no concurren pruebas suficientes que sustenten la acusa
ción, el Tribunal debe absolved32*.
b) Es preciso valorar también las pruebas ofrecidas por la defensa que cuestionan el
valor probatorio de los informes y, en todo caso, analizar los argumentos esgri
midos en el juicio oral que tienden a excluir de eficacia probatoria a este medio
de prueba.
Asimismo, en el análisis del valor probatorio de los informes de la CGR, debe aplicarse
el “principio de originalidad de la prueba”, conforme al cual, toda prueba que se presente
en juicio consiste en definitiva en personas o cosas. Desde esta perspectiva, las pruebas se
clasifican en personales y materiales. A su vez, la forma en que la prueba se introduce al
(30) Sobre este rasgo del “proceso penal clásico”, vid. MANZINI, Vincenzo (1951). Tratado de Derecho Procesal Penal.
Tomo I. Traducción de S. SENTÍS y M. AYERRA. Buenos Aires: EJEA.
(31) Vid. MAIER, Julio (2011). Derecho Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Editores
del Puerto, p. 355.
(32) Vid. DE LA OLIVA SANTOS, Andrés; ARAGONESES MARTÍNEZ, Sara; HINOJOSA SEGOVIA, Rafael,
MUERZA ESPARZA, Julio y TOMÉ GARCÍA, José Antonio (2004). Derecho Procesal Penal. Madrid: Centro
de Estudios Ramón Areces (CERA), p. 476 y ss.
164 (33) Vid. JAUCHEN, Eduardo (2006). Tratado de la prueba en materia penal. Buenos Aires: Rubinzal Culzoni, p. 47 y ss.
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
juicio puede ser mediante la asistencia personal del testigo que presenció el hecho en forma
directa por medio de sus sentidos y de los objetos mismos que constituyen las pruebas
materiales, o bien del testimonio de una persona que depone sobre lo que escuchó, decir
a aquel sobre su observación del hecho, y en el otro caso, un dibujo, fotografía, reproduc
ción, filmación, etcétera, de los objetos materiales probatorios. En el primer caso se estará
frente a las “pruebas originales”; en el segundo, a “pruebas no originales” o indirectas(34).
La prueba es, pues, la base de argumentación que cada una de las partes hace valer para
atraer hacia sí la convicción del juez. Así, la originalidad de la prueba no es otra cosa que
la condición subjetiva de la prueba, la presencia en juicio del sujeto intrínseco de la prueba
o, en otros términos, la identidad del sujeto extrínseco y del intrínseco de la misma(35).
Si bien los informes de la CGR son especialmente idóneos para acreditar la responsa
bilidad penal en los delitos cometidos por funcionarios contra la Administración Pública,
ello no implica que tengan un valor probatorio especial o sean prueba tasada. Por ello, en
ningún caso eximen al fiscal de la carga de la prueba. Acudiendo a la metáfora que propone
Mittermaier(36) de una balanza en movimiento, los medios de prueba van produciendo en
el juzgador una inclinación hacia un lado (culpabilidad) o hacia el otro (inocencia o duda
de la culpabilidad del acusado), y los informes especiales de la CGR pueden efectivamente
inclinar la balanza con fuerza hacia la tesis incriminatoria del fiscal. Sin embargo, el peso
del objeto que se coloca en la balanza depende de la solidez de ese medio probatorio, de
tal suerte que este puede producir una presunción, probabilidad o certeza y esta regla no
puede excluirse de ningún medio probatorio, incluso de aquellos que gozan de una pre
sunción de veracidad y han sido elaborados por un organismo oficial como son los infor
mes especiales de la CGR.
BIBLIOGRAFÍA
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Lima: Instituto Pacífico; VÁZQUEZ SOTELO, José Luis (1984). Presunción de inocencia e “íntima convicción”
del Tribunal. Barcelona: Bosch.
¿Ib JURISPRUDENCIA
“(...) una de las garantías que asisten a las partes del proceso es la de presentar medios probatorios necesarios que posi
biliten crear convicción en el juzgador sobre la veracidad de sus argumentos. Sin embargo, como todo derecho funda
mental, el derecho a la prueba también está sujeto a restricciones o limitaciones, derivadas tanto de la necesidad de que
sean armonizados con otros derechos o bienes constitucionales -límites extrínsecos-, como de la propia naturaleza del
derecho en cuestión -límites intrínsecos-. (...) No obstante, es menester considerar que el derecho a la prueba apareja la
166
LOS MEDIOS DE PRUEBA ART. 201-A
posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la Constitución y las leyes reconocen, los medios probatorios
pertinentes que el justiciable esgrime a su favor. Cas. N° 281-2011-Moquegua.
“Si bien es cierto que el examen de Contraloría General de la República, constituye un medio probarlo, esto no puede
considerarse prueba plena y definitiva, puesto que el juez en su condición de Director del proceso puede incorporar otros
medios probatorios a fin de corroborar si fuera necesario, para llegar a una certeza legal para definir la situación
jurídica del imputado Ejecutoria Suprema del 1 de febrero de 2005 recaída en el Expediente R.N.
N° 2554-2004-Arequipa.
“(...) El informe especial de la Contraloría General de la República tiene el carácter de pericia institucional prepro
cesal, y como tal debe valorarse, sin perjuicio de que adicionalmente acompaña la prueba instrumental que justifica
sus conclusiones, por lo que en principio, es apta para enervar la presunción constitucional de inocencia”. Ejecutoria
suprema del 7 de diciembre de 2005 recaída en el Exp. N° 3700-2005-Ucayali.
“(...) Hemos expuesto que este tipo de pericias, típicamente complejas y que demandan un tiempo considerable en su pre
paración, comúnmente tienen un carácter pre-procesal -como es el caso del Informe Especial de Auditoria- o suma
rial -como es el caso de la pericia contable policial- por lo que no son reproducibles en juicio oral; tienen el carácter
de preconsituidas (...). Los informes periciales por su carácter pre-constituidos, son plenamente aceptables y valorables
por el órgano jurisdiccional”. Ejecutoria Suprema del 18 de octubre de 2007 recaída en el Expediente R.N.
N° 1408-2007-Lima Norte.
467
TÍTULO III
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS
Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS
CAPÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
Concordancias:
C: arts. 1, 2 inc. 10; CPP: arts. 8, 254; CP: art. 161; DUDH: art. 12.
a) Como ente regulador de la actuación de las agencias de persecución, las que están
vinculadas a su mandato, a efectos de proceder funcionalmente cuando se toma
conocimiento de la noticia criminal^.
b) Como un efecto regulador de las medidas y los instrumentos que pueden limi
tar o restringir derechos y libertades fundamentales, esto es, solo pueden afec
tar la esfera de libertad del imputado aquellas medidas que se encuentran expre
samente previstas en la ley procesal (lex scripta, lex stricta, lex praevidf^. La ley
procesal debe tipificar tanto las condiciones de aplicación, como el contenido de
(1) La doble dimensión esbozada no excluye de ningún modo una garantía fundamental de este principio en el
proceso penal, concretamente, el nullum crimen nullum poena sine iudicium^ que se deriva sustancialmente de los
principios de presunción de inocencia y el acusatorio. Tomando en consideración la naturaleza instrumental
del Derecho Procesal Penal con respecto al Derecho Penal, y los fines que de cuño se determinan en el proceso
penal: la búsqueda de la verdad y la realización de la ley penal material.
(2) CALDERÓN CEREZO, Ángel y CHOCLÁN MONTALVO, José (2005). Derecho Procesal Penal (adaptado al
programa de las pruebas selectivas para ingreso en las carrerasjudicialy fiscal). 2’edición. Madrid: Dykinson, p. 214;
468 Así, MAVILA LEÓN, Rosa (2005). El nuevo sistema procesal penal. Lima: Jurista Editores, p. 69.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 202
No es correcto, por ejemplo, practicar una diligencia de entrada y registro fuera de los
supuestos establecidos en la ley, interpretados además de forma restrictiva, de acuerdo con
los principios generales que informan nuestro ordenamiento jurídico, teniendo en cuenta
que determinadas infracciones pueden incluso generar la existencia de un delito grave: el
allanamiento de morada(5). Dicho en otras palabras: la previsión legal de estas medidas
supone de plano encadenar a los órganos de persecución al marco normativo que legitima
su empleo, pues cualquier intervención que desborde dichos parámetros legales será cons
titutiva de una infracción por su carácter arbitrario e irracional.
La medida debe resultar, además, indispensable para los fines de esclarecimiento del
proceso, lo cual significa que no debe existir otro medio menos gravoso (subsidiariedad)
para arribar a un determinado grado de certeza y convicción, en relación con el objeto de
prueba, así como suficientes indicios de criminalidad. No debe existir otra vía o forma
para adquirir las fuentes de prueba, los elementos de convicción que son necesarios para
colmar los fines de la investigación.
Por otro lado, la ejecución de la medida restrictiva debe efectuarse con las debidas
garantías del afectado, esto es, que deben hacerse efectivos los principios de defensa, con
tradicción, de acusación, control judicial, a fin de evitar estados de indefensión, susceptibles
de acarrear una nulidad aposteriori. La vigencia de estas garantías adquiere mayor rigor al
tratarse de una afectación considerable al contenido esencial de un derecho fundamental.
Es decir, la norma para ser legítima no solo debe cumplir con el mandato estricto
de legalidad, debe pasar por los filtros de un procedimiento parlamentario, dirigido a su
aprobación y su promulgación, pues si esta implica afectación a derechos fundamentales
debe observar un presupuesto fundamental: la ofensividad o lesividad social de la con
ducta, que solo es aquella que el legislador ha elevado a la categoría normativa de delito.
La lucha contra la criminalidad tiene límites y estos límites son los derechos fun
damentales en su dimensión axiológica y teleológica. Como bien apunta Zúñiga Rodrí
guez, la legitimidad de la actuación política y, por lo tanto, de una determinada política
criminal reside, entonces, no en su capacidad para organizar las respuestas que la socie
dad demanda frente al fenómeno criminal, sino en prevenir dicho fenómeno dentro del
sistema de valores democráticos6 7 (8). Por lo tanto, la actividad legislativa en el ámbito penal,
no puede convertirse en acto puramente decisionista, sino que debe recoger los principios
que legitiman la intervención del Derecho Penal en la esfera de libertad de los ciudadanos.
La ilegitimidad de la norma termina por desencadenar la ilegitimidad de los gobernantes,
(6) BOVINO, Alberto (1998). “Encarcelamiento preventivo y derechos humanos”. En: Problemas del
Derecho Procesal Penal contemporáneo. Buenos Aires: Editores Del Puerto, p. 157.
(7) POLAINO NAVARRETE, Miguel (2004). Derecho Penal. Modernas bases dogmáticas. Lima: Grijley,
p. 205.
470 (8) ZÚÑIGA RODRÍGUEZ, Laura (2001). Política criminal. Madrid: Colex, p. 33.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 202
de la quiebra de la armonía que debe existir entre la sociedad y todo el sistema jurídico-
estatal en su conjunto.
BIBLIOGRAFÍA
BOVINO, Alberto (1998). “Encarcelamiento preventivo y derechos humanos”. En: Problemas del Derecho
Procesal Penal contemporáneo. Buenos Aires: Editores Del Puerto; CALDERON CEREZO, Angel y CHO-
CLÁN MONTALVO, José (2005). Derecho Procesal Penal (adaptado al programa de las pruebas selectivas para
ingreso en las carreras judicial y fiscal). 2a edición. Madrid: Dykinson; GONZALES-CUELLAR SERRANO,
Nicolás (1990). Proporcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal. Madrid: Colex; MAVILA LEON,
Rosa (2005). El nuevo sistema procesal penal. Lima: Jurista Editores; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso
Raúl (2004). “Control de identidad personal: un retorno al estado de policía y ún derecho penal de autor”.
En: ActualidadJurídica. N° 131. Lima: Gaceta Jurídica; POLAINO NAVARRETE, Miguel (2004). Dere
cho Penal. Modernas bases dogmáticas. Lima: Grijley; RUIZ VADILLO, Enrique (1993). “Principios genera
les. Legalidad, proporcionalidad, etc.”. En: La restricción de los derechos fundamentales de la persona en el pro
ceso penal. Cuadernos y Estudios de Derecho Judicial. N° 29. Madrid; ZÚNIGA RODRÍGUEZ, Laura (2001).
Política criminal. Madrid: Colex.
(9) Nos referimos concretamente a los artículos 205 al 210 del Código, referidos al control de identidad.
A mayor abundamiento, ver mi artículo sobre “Control de identidad personal: un retorno al estado
de policía y un derecho penal de autor" (2004). En: ActualidadJurídica. N° 131. Lima: Gaceta Jurí
dica. 471
Artículo 203.- Presupuestos
1. Las medidas que disponga la autoridad, en los supuestos indicados en el artículo
anterior, deben realizarse con arreglo al principio de proporcionalidad y en la
medida que existan suficientes elementos de convicción. La resolución que dicte el
juez de la investigación preparatoria debe ser motivada, al igual que el requeri
miento del Ministerio Público.
2. Los requerimientos del Ministerio Público serán motivados y debidamente sus
tentados. El juez de la investigación preliminar, salvo norma específica, decidirá
inmediatamente, sin trámite alguno. Si no existiere riesgo fundado de pérdida de
finalidad de la medida, el juez de la investigación preliminar deberá correr tras
lado previamente a los sujetos procesales y, en especial, al afectado. Asimismo, para
resolver, podrá disponer mediante resolución inimpugnable la realización de una
audiencia con intervención del Ministerio Público y de los demás sujetos procesales,
que se realizará con los asistentes.
3. Cuando la policía o el Ministerio Público, siempre que no se requiera previamente
resolución judicial, ante supuestos de urgencia o peligro por la demora y con
estrictos fines de averiguación, restringa derechos fundamentales de las personas,
corresponde al fiscal solicitar inmediatamente la confirmación judicial. El juez
de la investigación preparatoria, sin trámite alguno, decidirá en el mismo día o
a más tardar al día siguiente confirmando o desaprobando la medida ejecutada
por la policía o la fiscalía, salvo que considere indispensable el previo traslado a
los sujetos procesales o, en su caso, la realización de una audiencia con intervención
delfiscal y del afectado. La resolución que ordena el previo traslado o la audiencia
no es impugnable.
4. Respecto de la realización de la audiencia, rige en lo pertinente el artículo 8.
Concordancias:
C:arts. 1,2 inc. 10; CPP: arts. 8,254; CP: art. 161.
I. Presupuestos aplicativos
Presupuesto 1
472
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 203
Siguiendo a Pedraz Penalva, diremos que la proporcionalidad es algo más que un crite
rio, regla o elemento de juicio utilizable técnica y asépticamente para afirmar consecuencias
jurídicas; es un principio consustancial al Estado de Derecho con plena y necesaria opera-
tividad, constituyendo su exigida utilización uno de los imperativos básicos a observar en
toda hipótesis en que los derechos y las libertades fundamentales puedan verse afectados(1).
Siendo así, resulta coherente la propuesta de Ruiz Vadillo, quien para evitar una
excesiva y nociva dispersión de criterios judiciales respecto de la proporcionalidad, señala
que sería bueno que la propia ley fijara determinadas pautas o criterios que vendrían a ser
como la legalización de la proporcionalidad^, como pueden ser el marco penal imponible
así como la complejidad probatoria.
Por otro lado, el principio de proporcionalidad no solo debe estar presente en la previ
sión legislativa de limitación al derecho, sino que, además, la resolución judicial que ordene
la medida debe valorar las circunstancias del caso específico, verificando la necesidad de
(1) PEDRAZ PENALVA, Ernesto (2000). Derecho Procesal Penal. Principios de Derecho Procesal. Tomo I. Madrid:
Colex, p. 149.
(2) MAVILA LEON, Rosa (2005). El nuevo sistema procesal penal. Lima: Jurista Editores, p. 69.
(3) BOVINO, Alberto (1998). “Encarcelamiento preventivo y derechos humanos”. En: Problemas del Derecho Pro
cesal Penal contemporáneo. Buenos Aires: Editores Del Puerto, p. 155. GONZALES-CUELLAR SERRANO,
Nicolás (1990). Proporcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal. Madrid: Colex, pp. 160-161.
(4) ASENCIO MELLADO, José María (1989). Prueba prohibida y prueba preconstituida. Madrid: Trivium, pp.
96-97.
(5) RUIZ VADILLO, Enrique (1993). “Principios generales. Legalidad, proporcionalidad, etc.”. En: La restric
ción de los derechos fundamentales de la persona en el proceso penal. Cuadernos y Estudios de Derecho Judicial, N° 29.
Madrid, pp. 155-156. 473
ART. 203 LA PRUEBA
Por un lado, la medida acordada debe ser idónea para obtener el fin señalado respe
tando lo más posible la libertad del individuo y, de otra parte, debe existir una relación
razonable entre el resultado perseguido y los imprescindibles topes a la opción de medios
para la consecución del objetivo(8) ETX. La injerencia en el derecho fundamental debe ser, por
último, proporcional en sentido estricto o propio, es decir, medio y fin no deben perma
necer de forma evidente fuera de proporción*9*.
Las premisas aludidas tienen relación también con el deber que tiene el juez de la
investigación preparatoria de motivar debidamente la resolución que dispone la aplica
ción de la medida, donde se deben exponer las razones que sustentan la medida, su nece
sidad, que no existan otros medios menos lesivos para alcanzar dichos fines, la gravedad
del delito, así como los indicios reveladores de criminalidad.
Debe señalarse también que la adopción de estas medidas restrictivas se sujetan estric
tamente al principio de jurisdiccionalidad, quiere decir que solo el juez competente de la
causa está legitimado para decidir la adopción de estas medidas. A los jueces les corresponde
exclusivamente el ejercicio de la actividad jurisdiccional, juzgando y haciendo ejecutar lo
juzgado; la función jurisdiccional es de carácter exclusivo de los jueces (ius decidere)^. La
(6) CALDERÓN CEREZO, Ángel y CHOCLÁN MONTALVO, José (2005). Derecho Procesal Penal (adaptado al
programa de las pruebas selectivas para ingreso en las carreras judicial y fiscal). 2a edición. Madrid: Dykinson, p. 214.
(7) En palabras de Gonzales-Cuellar Serrano, el principio de necesidad también denominado de “intervención
mínima”, “de la alternativa menos gravosa” o de “subsidiariedad”, es un subprincipio del principio constitu
cional de prohibición de exceso que tiende a la optimización del grado de eficacia de los derechos individuales
frente a las limitaciones que pudieran imponer en su ejercicio los poderes públicos, en GONZÁLES-CUÉ-
LLAR SERRANO, Nicolás (1990). Ob. cit., p. 189; Así, ETXEBERRIA GURIDI, José (1999). Las interven
ciones corporales: su práctica y valoración como prueba en el proceso penal. Madrid: Trivium, p. 228 y ss.
(8) PEDRAZ PENALVA, Ernesto. Ob. cit., pp. 149-150.
(9) ETXEBERRIA GURIDI, José. Ob. cit., pp. 243-244.
(10) Constitución Política del Perú. Artículo 139, inciso 5.
(11) Así, ASENCIO MELLADO, José. Ob. cit., p. 99.
(12) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2002). Comentarios a la legislación anticorrupción. Lima: Ediciones
Legales, p. 26; Así, Asencio Mellado, al sostener, que tanto en aquellos regímenes procesales en que la ins
trucción se mantiene en manos de la autoridad judicial, como en los que se ha venido conferir el mismo al
ministerio fiscal (el caso de nuestra legislación promulgada), los actos limitativos de derechos fundamentales
se encomiendan siempre a los órganos jurisdiccionales los cuales, en principio, se constituyen en los únicos
legitimados para intervenir en el ámbito de protección que al respecto se atribuye a los ciudadanos; ASENCIO
474 MELLADO, José. Ob. cit., p. 93.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 203
intromisión en el ámbito de los derechos personales y políticos debe ser objeto de mono
polio jurisdiccional03*.
Redundando sobre los presupuestos materiales, deben existir entonces indicios reve
ladores de criminalidad, evidencias suficientes que conduzcan a una imputación delictiva.
La “proporcionalidad”, entonces, se vincula a la idea de racionalidad, a la de evitación del
exceso en la actividad persecutoria estatal, tomando como pilar fundamental el contenido
esencial de los derechos fundamentales.
Presupuesto 2
ii) En caso de no existir riesgo en la pérdida del objeto de la medida, el juez, antes
de adoptar una decisión, deberá correr traslado previamente a los sujetos proce
sales, quienes podrán argumentar la impertinencia de aquella.
(13) CALDERÓN CEREZO, Ángel y CHOCLÁN MONTALVO, José. Ob. cit., p. 215. 475
ART. 203 LA PRUEBA
Presupuesto 3
Sin embargo, debe reconocerse que pueden acontecer situaciones excepcionales, donde
el transcurso del tiempo se convierte en un factor negativo para los fines de la investiga
ción, de tal modo que la decisión jurisdiccional al respecto pueda poner en riesgo la eje
cución de la medida, v. gr., la perpetración de un delito en flagrancia o el conocimiento
de su inminente perpetración, importan una reacción inmediata por parte de las agen
cias de persecución041.
Precisamente, estos son los presupuestos que se requieren para que la policía o el
Ministerio Público puedan restringir derechos fundamentales, sin requerir previamente
resolución judicial. Ahora bien, debe precisarse que el Código Procesal Penal de 2004, de
bases acusatorias y garantistas, erige al fiscal como director de la investigación criminal y
garante de la legalidad. Este debe controlar la estricta observancia de las garantías forma
les y materiales de los justiciables en el ámbito de la investigación criminal.
Por lo tanto, la materialidad de estas exigencias presupone la asistencia física del fis
cal en diligencias que pudiesen afectar derechos fundamentales. Siendo así las cosas, debe
hacerse todo lo posible, para que siempre este presente un representante del Ministerio
Público en la ejecución de estas medidas, a fin de garantizar la validez de aquella así como
la proporcionalidad en la medida de la afectación. Al contrario, en un sistema procesal de
garantías debe evitarse al máximo la actuación de la policía sin supervisión fiscal.
^5 BIBLIOGRAFÍA
ASENCIO MELLADO, José María (1989)- Prueba prohibida y prueba preconstituida. Madrid: Trivium;
BOVINO, Alberto (1998). “Encarcelamiento preventivo y derechos humanos”. En: Problemas del Derecho
Procesal Penal contemporáneo. Buenos Aires: Editores Del Puerto; CALDERON CEREZO, Angel y CHO-
CLAN MONTALVO, José (2005). Derecho Procesal Penal (adaptado al programa de las pruebas selectivas para
ingreso en las carreras judicial y fiscal). 2a edición. Madrid: Dykinson; ETXEBERRIA GURIDI, José (1999).
Las intervenciones corporales: su práctica y valoración como prueba en el proceso penal. Madrid: Trivium; GON-
ZALES-CUELLAR SERRANO, Nicolás (1990). Proporcionalidad y derechos fundamentales en el proceso penal.
Madrid: Colex; MAVILALEÓN, Rosa (2005). El nuevo sistema procesal penal. Lima: Jurista Editores; PEDRAZ
PENALVA, Ernesto (2000). Derecho Procesal Penal. Principios de Derecho Procesal. Tomo I. Madrid: Colex;
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2002). Comentarios a la legislación anticorrupción. Lima: Edicio
nes Legales; RUIZ VADILLO, Enrique (1993). “Principios generales. Legalidad, proporcionalidad, etc.”.
En: La restricción de los derechos fundamentales de la persona en el proceso penal. Cuadernos y Estudios de Derecho
Judicial. N° 29- Madrid.
Concordancias:
CPP: arís. I ines. 2 y 4, 413 inc. 2, 4lóa¿ 419.
I. Generalidades
Una interesante reflexión sobre la correcta aplicación del Derecho es, sin duda, aque
lla que tenga que ver con los esfuerzos para concretar la justicia hacia la unidad lógica en
las decisiones judiciales. Cuando el Derecho coacta, o simplemente no tolera la realiza
ción de una determinada acción, lo hace sobre una regla jurídica. Esto como consecuen
cia de una lógica que viene siguiendo desde hace años la labor del jurista, esto es, “[njadie
está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”.
El Código Procesal Penal (en adelante, CPP) tiene consigo múltiples mecanismos
para garantizar al justiciable la protección de sus derechos fundamentales -antes y durante
todo el proceso-. A su vez, también contiene mecanismos para asegurar los fines del pro
ceso, garantizando que este -siempre debido- termine en un plazo estrictamente razona
ble, sin excesos ni arbitrariedades que conviertan al proceso en un medio para torturar a
una persona quitándole legitimidad al ¿uspuniendi. Con la finalidad antes indicada se ha
dotado al proceso penal de un control que garantice la injerencia de este poder, sometién
dolo a los derechos de: i) pluralidad de instancia (artículo 139.6.); y ii) duración necesaria
de las medidas para la realización de las investigaciones (artículo 2.24. f.)
478
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 204
II. La impugnación
La impugnación que desarrolla el artículo 204 del CPP puede concebirse desde dos
formas: a) como un clásico recurso de apelación; o b) como una solicitud de reexamen. El
legislador ha incorporado en el indicado artículo la concreción de dos derechos consagra
dos en la Constitución; estos derechos descansan, por un lado, en el artículo 139.6, refe
rido a la pluralidad de instancia, en tanto principio y derecho de la función jurisdiccional;
y, por otro lado, en el artículo 2.24. f), referente al tiempo de duración de la detención, el
cual no durará más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investiga
ciones, que como manifestación del derecho a la libertad y a la seguridad personal, somete
las restricciones al principio de variabilidad (iuris tantum).
1. El recurso de apelación
Para lograr los fines de esclarecimiento del proceso, el artículo 202 del CPP abre la
posibilidad de dictar medidas que restringen derechos fundamentales. Frente a ello, para
garantizar el derecho a la pluralidad de instancia del justiciable afectado con la medida, el
artículo 204 CPP, en su primer numeral, habilita interponer recurso de apelación dentro
del tercer día: “1. Contra el auto dictado por el juez de la investigación preparatoria en los
supuestos previstos en el artículo anterior, el fiscal o el afectado pueden interponer recurso
de apelación, dentro del tercer día de ejecutada la medida. La sala penal superior absolverá
el grado, previa audiencia, con intervención de los sujetos procesales legitimados”. Este
recurso será resuelto por el superior jerárquico y contará con la intervención de los sujetos
legitimados, esta última referencia, sobre los sujetos procesales legitimados, es importante.
Para que una relación jurídica sea válida, la intervención de las personas dentro del
proceso penal debe ser legítima, lo cual es una de sus características y supone una regla
procesal. El agravio, conocido también como el gravamen o el derecho, es el contenido
que valida cualquier intervención o derecho de acción de las personas. De esta manera, la
nomenclatura entre el gravamen y el derecho de acción terminan consolidando la figura
del sujeto procesal legitimado.
El recurso de apelación que opera en este apartado debe respetar las formas del artículo
405 del CPP; sin embargo, esta exigencia formal nunca debe pasar por encima del dere
cho al acceso a la pluralidad de instancia para el justiciable, que siempre estará garantizado
desde la Constitución Política, en todo caso, el juez, por mandato imperativo del artículo
I del Título Preliminar del CPP, preservando la intervención de las partes para que ejer
zan las facultades y los derechos previstos en la Constitución y en el CPP, deberá allanar
los obstáculos que impidan o dificulten su vigencia. Máxime si lo que está en discusión es
un derecho fundamental, cuya restricción se recurre.
El plazo de tres días que condiciona la interposición del recurso de apelación contra
el auto que se dictó para restringir un derecho fundamental, importa un presupuesto obje
tivo del recurso de apelación. No obstante, el vencimiento del plazo no anula ni reduce a
cero las posibilidades del justiciable para solicitar la impugnación del auto dictado por el
juez. Atendiendo a la naturaleza del agravio que se padece por el auto dictado para la bús
queda de pruebas y restricción de derechos, y su estrecha vinculación al contenido esen
cial de un derecho que goza de tutela constitucional, es perfectamente posible solicitar la
479
ART. 204 LA PRUEBA
anulación de aquel auto, vía nulidad absoluta conforme a los términos del artículo 150
del CPP, emprendiendo así, un nuevo camino para garantizar el derecho a la tutela judi
cial efectiva del justiciable.
2. La solicitud de reexamen
Existe semejanza entre la solicitud de reexamen del artículo 204 del CPP y la solici
tud de cesación de la prisión preventiva del artículo 283 del CPP, esto debido a que ambas
fórmulas normativas condicionan la procedencia de la solicitud a la existencia de “nuevos
elementos de convicción”. Este común denominador -nuevos elementos de convicción-
del accionar del justiciable realza el sometimiento de las restricciones a los derechos fun
damentales y al principio de variabilidad (iuris tantum). La variabilidad de la medida res
trictiva de libertad o de un derecho fundamental, cualquiera sea este, es garantizada por el
“debido proceso” y, por ello, debe tenerse en cuenta que la restricción de un derecho fun
damental, si bien válidamente dictado, no dura más tiempo que el necesario y siempre es
sometido a variabilidad, que tiene como presupuesto el surgimiento de “nuevos elementos
de convicción” o “nuevas circunstancias”.
medida restrictiva, generando un nuevo juicio igual de probable que el anterior, donde
deberá prevalecer siempre el juicio o la convicción que favorezca la libertad del imputado,
así lo ordena, sistemáticamente el artículo VII, núm. 3 del Título Preliminar del CPP.
BIBLIOGRAFÍA
CHUNGA HIDALGO, Laurence (2018). "El derecho a la defensa y el derecho a la impugnación. Cons-
titucionalidad de las regulaciones legales”. En: Gaceta Constitucional & Procesal Constitucional. Tomo 123.
Lima: Gaceta Jurídica.
481
CAPÍTULO II
EL CONTROL DE IDENTIDAD
Y LA VIDEOVIGILANCIA
SUBCAPÍTULO I
EL CONTROL DE IDENTIDAD POLICIAL
Concordancias:
C: art. 1; CPP: arts. 206, 210, Ia disp. final; DUDH: art. 1.
482
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 205
I. Introducción
La constitucionalización de nuestro actual sistema de justicia penal no solo permite
delimitar el rol funcional que tiene el Ministerio Público, la Policía Nacional y el Poder
Judicial en las diversas etapas del proceso; sino también garantizar el respeto por los dere
chos fundamentales adjetivos y sustantivos que le asisten a las partes desde el inicio de las
investigaciones.
Por eso se concibe al proceso penal bajo un modelo eminentemente garantista, esto
es, como un sistema de vínculos impuestos a la potestad punitiva del Estado en garantía
de los derechos de los ciudadanos(1). De ahí que toda actuación represiva de los poderes
públicos encuentre siempre como límite último, la defensa de la dignidad humana en sus
más diversas concretizaciones.
En esa medida, cobra vital importancia el artículo VI del Título Preliminar del Código
Procesal Penal (en adelante, CPP) y los artículos 202 y 203 del mismo texto legal, pues
establecen que las medidas limitativas a los derechos fundamentales se dictan respetando
el principio de legalidad y de proporcionalidad.
Sin embargo, toda vez que la eficacia de esta norma revela un costo traducido en tér
minos jurídicos (la restricción a la libertad personal) es menester hacer una lectura com
patible entre las atribuciones policiales y los derechos y las libertades del intervenido para
impedir una práctica irregular o la pérdida del acervo probatorio recabado.
1. Fundamento jurídico-constitucional
Cierto sector de la doctrina afirma que tal y como está regulada la figura del con
trol de identidad en el CPP contraviene el artículo 2.24.f de la Constitución Política, por
(1) FERRAJOLI, Luigi (1989). Derecho y razón. Teoría del garantismo procesal. Madrid: Trotta, p. 852. 483
ART. 205 LA PRUEBA
cuanto permite la intervención de las personas sin la necesidad de contar previamente con
alguna disposición fiscal o mandato judicial.
2. Operatividad
La policía está facultada para solicitar la identificación de las personas que transitan
en la vía pública en dos supuestos:
Ahora bien, esto no debe entenderse como que nos encontramos ante una potestad
discrecional de la policía a través de la cual queda facultada para detener a los ciudadanos
de manera incausada y requerirles su documento de identidad. Por el contrario, resulta
imperioso que la autoridad policial haya acopiado una serie de indicios que permitan sos
tener razonablemente la comisión del hecho delictuoso en el lugar donde va intervenir.
En otras palabras, a pesar de que la policía no requiere de orden fiscal o judicial para
cumplir esta función, debe existir una justificación fáctica y/o probatoria mínima de la
intervención vinculada con su labor preventiva o investigativa. Ello impediría la realiza
ción de operativos aparentes, ineficaces y distorsionados por actos de corrupción.
Sobre este punto, cabe resaltar lo señalado por la Corte Suprema respecto al accio
nar de la policía:
“(...) [Clon arreglo al artículo 205 del Código Procesal Penal (...), para efectos de iden
tificación cuando se considere que resulte necesario para prevenir un delito u obtener
información útil para la averiguación de un hecho punible debe previamente hacerse
el requerimiento y las comprobaciones pertinentes en el lugar donde se encuentra la
persona intervenida (...)”{3).
En efecto, lo que se pretende evitar es que el ejercicio de dicha atribución legal insti
tuya una mera detención por sospecha o invierta el principio de presunción de inocencia
por uno de culpabilidad. En un Estado constitucional de derecho, basado en la defensa
de los derechos fundamentales y el límite al ejercicio arbitrario del poder público, tales
acciones están proscritas.
Por ello, como sostiene Sánchez Velarde(5), la policía debe actuar en el ámbito de sus
funciones de investigación, es decir, tratándose de algún hecho delictuoso que ha ocu
rrido, una denuncia u operativo policial, sea o no dispuesto por la autoridad judicial, es
decir, las mismas circunstancias de la investigación son las que permiten tomar la deci
sión. No se trata, entonces, de que a cualquier efectivo se le ocurra intervenir a una per
sona y solicitarle los documentos porque sospecha de un delito o que aquella ha interve
nido en cualquier delito.
3. Deberes de la policía
Luego de haber analizado los escenarios que son objeto de la investigación criminal,
corresponde precisar cuáles son los deberes que tiene la policía en el marco de un proceso
de control de identidad:
• Deben brindarse las facilidades necesarias al intervenido para que pueda encon
trar y exhibir su documento de identidad. Si no cumple con ese requerimiento,
podrá ser trasladado a la dependencia policial más próxima para ser identificado.
• Está prohibido ingresar al detenido a las celdas o calabozos, así como ponerlo en
contacto con personas detenidas.
• Se podrán tomar fotografías del imputado, siempre que sea necesario para las
finalidades del juicio o del servicio de identificación. En caso que este se niegue,
se requerirá la orden expresa del fiscal.
• Derecho a retirarse del lugar, una vez exhibida la documentación solicitada por
el agente policial.
5. Cuestiones procesales
Contra el auto dictado por el precitado juez, tanto el fiscal como el afectado podrán
interponer un recurso de apelación dentro del tercer día de ejecutada la medida.
486
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 205
III. Conclusión
El control de identidad es una institución procesal penal que no solo tiene fines pre
ventivos; sino también represivos, pues incide directamente sobre el derecho fundamental
a la libertad personal. Por eso, es importante que los agentes policiales realicen este tipo
de operativos respetando en todo momento las normas del procedimiento y los derechos
del intervenido, tales como el derecho a la presunción de inocencia, derecho de defensa,
derecho al plazo razonable, entre otros.
BIBLIOGRAFÍA
FERRAJOLI, Luigi (1989). Derecho y razón. Teoría del garantismo procesal. Madrid: Trotta; SÁNCHEZ
VELARDE, Pablo (2005). Introducción al nuevo proceso penal. Lima: Idemsa.
487
Artículo 206.- Controles policiales públicos en delitos graves
1. Para el descubrimiento y ubicación de los partícipes en un delito causante de grave
alarma social y para la incautación de instrumentos, efectos o pruebas del mismo,
la Policía -dando cuenta al Ministerio Público- podra establecer controles en las
vías, lugares o establecimientos públicos, en la medida indispensable a estos fines, al
objeto de proceder a la identificación de las personas que transiten o se encuentren
en ellos, al registro de los vehículos y al control superficial de los efectos personales,
con el fin de comprobar que no se porten sustancias o instrumentos prohibidos o
peligrosos.
2. La policía abrirá un libro-registro de controles policiales públicos. El resultado de las
diligencias, con las actas correspondientes, se pondrá de inmediato en conocimiento
del Ministerio Público.
Concordancias:
CPP: arts. 205, 210, Ia disp. final.
I. Introducción
La policía juega un papel fundamental en la investigación del delito a la luz del Código
Procesal Penal (en adelante, CPP), pues participa como órgano técnico que presta auxi
lio y actúa ordenadamente bajo la dirección del fiscal(1), quien -a su vez- tiene a cargo el
ejercicio público de la acción penal.
De esta manera, el CPP le asigna diversas competencias, siendo una de ellas el con
trol policial público en delitos de mayor gravedad, con el objeto de contribuir con la labor
del Ministerio Público, enfrentar los altos índices de criminalidad y resguardar el orden
interno de nuestro país.
Sin embargo, esta tarea no es sencilla, ya que en el intento por esclarecer los hechos
o identificar a los responsables de la conducta ilícita se encuentra con otros bienes jurídi
cos que merecen igual importancia y respeto. Por ello, corresponde a la autoridad policial
conducirse bajo el procedimiento establecido por el legislador sin incurrir en aquellas con
ductas que puedan poner en riesgo los derechos de las personas.
(1) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2005). "Intervención de la Policía Nacional del Perú en la investigación del
488 delito”. En: El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Lima: Palestra, p. 269-
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 206
transitan o se encuentran en tales lugares, registrar a los vehículos y controlar los efectos
personales para comprobar que no porten sustancias o instrumentos prohibidos o peligrosos.
• El informe inmediato del resultado de la intervención con copia del acta respectiva.
(2) Directiva para el desempeño funcional de los fiscales en la aplicación de los artículos 205 al 210 del Código
Procesal Penal. Resolución N° 029-2005-MP-FN, del 8 de enero de 2005, numeral 1.5.
(3) Haciendo un símil con lo que acaece en los gobiernos locales, tanto el Plan de Seguridad Ciudadana de la
Municipalidad de Cieneguilla (2016) y el Plan de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de San Martín de
Porres (2017) establecen a la “homosexualidad” como un problema que debe ser erradicado para garantizar la
seguridad de las personas.
(4) CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (2009). Informe sobre seguridad ciudadana y
derechos humanos. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 57, fundamento jurídico 96. 48S
ART. 206 LA PRUEBA
Por tanto, la autoridad policial está llamada a dar cumplimiento a las normas proce
sales que circunscriben su actuación, garantizando que -en el control policial público- su
participación se enmarque en el contexto de una grave alarma social. Concepto indeter
minado y anfibológico que necesita ser construido con la presencia de elementos fácticos
y probatorios del caso, así como la presencia del fiscal, en tanto defensor de la legalidad.
Finalmente, si como parte del operativo policial público se produjese alguna afec
tación al derecho a la integridad, a la igualdad y no discriminación, a la intimidad, entre
otros, podrá acudirse a las instancias correspondientes para denunciar el ejercicio irregu
lar de la referida atribución o, si la misma -atendiendo a las circunstancias particulares de
los hechos- ha sido realizada de manera desproporcionada por parte del poder público.
III. Conclusiones
El control policial público representa otra herramienta útil de la policía para prevenir
y enfrentar la delincuencia en sus múltiples modalidades. No obstante, su finalidad cons
titucionalmente legítima plantea un escenario de restricción a los derechos fundamenta
les de las personas, el cual debe ser analizado en dos dimensiones: la primera, desde una
perspectiva adjetiva relacionada con los parámetros que regulan su procedimiento; y la
segunda de naturaleza sustantiva, vinculada con la defensa de los bienes constitucionales.
Por eso es necesario que las fuerzas del orden se capaciten constantemente respecto
a las atribuciones asignadas por el CPP, pues en ello reside la eficacia de su labor inves-
tigativa y el acopio de material probatorio suficiente para asegurar el éxito del proceso.
BIBLIOGRAFÍA
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS (2009). Informe sobre seguridad ciudadana
y derechos humanos. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 57; CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2005). "Intervención de la
Policía Nacional del Perú en la investigación del delito”. En: El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales.
Lima: Palestra.
490
SUBCAPÍTULO II
LA VIDEOVIGILANCIA
Concordancias:
C: art. 1 inc. 7; CPP: art. 230 inc. 6,1a disp.final; CP: arts. 152,200, 317; LOMP: art. 5; D. Ley N° 25475:pássim.
I. Introducción
Actualmente, la convivencia social en nuestro país se ha vuelto altamente peligrosa
e insegura, debido a que la delincuencia, con el pasar del tiempo, ha cobrado un impor
tante protagonismo por la forma constante e insospechada en la que se ha venido incre
mentando. Así, tenemos que las tasas de criminalidad se han incrementado de manera
alarmante, sobre todo en los delitos de hurto, robo a mano armada, secuestros al paso y
violaciones sexuales, lo que ha desencadenado que la población viva diariamente en cons
tante amenaza, zozobra e incertidumbre.
491
ART. 207 LA PRUEBA
Es por ello que con la finalidad de evitar que la delincuencia sea cada vez mayor en
nuestro país, se reguló normativamente, con sus aciertos y sus desaciertos, la videovigi
lancia en Perú.
Finalmente, esta institución procesal se encuentra regulada en el artículo 207 del sub
capítulo II (“La videovigilancia”), del capítulo II (“El control de identidad y la videovigi
lancia”), del título III (“La búsqueda de pruebas y restricción de derechos”) de la Sección
II (“La prueba”) del Libro II del Código Procesal Penal (en adelante, CPP).
III. Concepto
En cuanto a su conceptualización, el reconocido maestro Sánchez Velarde(3) señala
que la videovigilancia “constituye otra forma especial de investigación policial para los
casos de crímenes violentos, graves o de organizaciones delictivas, en donde el fiscal auto
riza a que la policía pueda: a) realizar tomas fotográficas o registrar imágenes; y b) utilizar
otros medios técnicos determinados para la investigación u observación del lugar de resi
dencia de la persona investigada (artículo 207.1)”. Asimismo, concluye que “por el empleo
técnico de este acto de investigación policial, su inmediatez, necesidad e irrepetibilidad,
el contenido de las cintas o soportes magnéticos o fotografías o sonidos grabados en dili
gencia de videovigilancia tiene [n] naturaleza de prueba preconstituida”.
Por su parte, San Martín Castro(4) indica que el fiscal por propia iniciativa o a reque
rimiento de la policía y sin conocimiento del afectado puede ordenar la toma fotográfica y
Pues bien, hasta aquí no se encuentra ningún inconveniente respecto al uso de este
medio tecnológico; sin embargo, de acuerdo a la jurisprudencia, los problemas comienzan
a presentarse cuando dicho uso se lleva a cabo afectando derechos fundamentales, tales
como el derecho a la libertad individual, intimidad, vida privada u otros derechos conexos.
Sobre lo mencionado líneas arriba, nos encontramos de acuerdo con la posición del
Tribunal Constitucional; no obstante, es preciso hacer hincapié en que en el caso abor
dado se sostuvo que la cámara tenía como utilidad el resguardo de la seguridad del esta
blecimiento (notaría) alquilado a la demandada y también servía para el resguardo del
acervo documentario que obraba en dicho lugar; es decir, además de no haberse compro
bado la afectación a los derechos supuestamente vulnerados, se advirtió que la utilización
de la cámara instalada por la parte demandada se encontraba debidamente justificada.
Para tal efecto, y a fin de prevenir tales afectaciones, el Decreto Legislativo N° 1218,
ha previsto en su artículo 10 las limitaciones de su respectivo uso, indicando lo siguiente:
“las cámaras de videovigilancia no deben captar o grabar imágenes, videos o audios de
espacios que vulneren la privacidad o intimidad de las personas”. Postura a la cual nos
493
ART. 207 LA PRUEBA
adherimos, en ese sentido, Mestanza García(5) señala que “en la resolución judicial en la
que se autoriza la utilización de la videovigilancia deberá precisarse que debe suspenderse
todo tipo de videograbación cuando se detecten actos que correspondan a la esfera íntima
del investigado, y, en el caso de que se haya procedido a su registro, deberán eliminarse de
manera inmediata los registros audiovisuales realizados”
BIBLIOGRAFÍA
MESTANZA GARCIA, Gerardo (2015). “Necesidad de regular jurisprudencialmente la videovigilancia
domiciliaria”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N° 202. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTIN CASTRO,
César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009).
El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa.
Concordancias:
C: art. 1; CPP: Ia disp. final; LOMP: art. 5; DUDH: art. 1.
Se denomina pesquisas a aquellos actos de indagación que se llevan a cabo para averi
guar la realidad de un hecho delictivo y sus circunstancias. Tratándose de actos de mínima
afectación a los derechos fundamentales, para llevarlas a cabo no es necesaria una auto
rización judicial, a tal punto de que se pueden realizar por propia decisión del Ministerio
Público, así como por la policía, la que deberá dar cuenta al fiscal penal.
Son tres tipos de pesquisas de mínima intervención que regula nuestro ordenamiento
jurídico: i) la inspección ocular de lugares, ii) la inspección de cosas y iii) los registros per
sonales (que abarcan ciertos registros incidentales).
Asimismo, hay que distinguir esta inspección policial o fiscal, de la inspección regulada
por el artículo 192 del Código Procesal Penal de 2004, en esta última, por su posibilidad 495
ART. 208 LA PRUEBA
de ser introducida a juicio como prueba preconstituida, requiere una mínima posibilidad
de contradicción, para lo cual deberá ser necesario el previo emplazamiento a la defensa.
La inspección urgente que se realiza para efectos de recabar las huellas de un delito, ape
nas ocurrido el hecho, por regla general, no es posible de revestirla de contradicción, por
lo que para ser valorada como prueba preconstituida, se deberá demostrar primero la pre
sencia de ciertos requisitos como la urgencia e irrepetibilidad de su actuación.
Respecto a la inspección de cosas, el profesor San Martín Castro(1) nos enseña que:
“Desde una perspectiva amplia o general [esta] comprende todo elemento material que
pueda relacionarse con el hecho investigado y al cual puede acceder directamente el ins
tructor [el Ministerio Público] para observarlo. En este caso, se inspecciónala cosa encon
trada u obtenida en su integralidad, la cual debe ser descrita totalmente, detallándose ade
más las huellas, rastros, anormalidades u otras circunstancias objetivas que se adviertan en
la cosa y se consideren posibles consecuencias del hecho investigado”
En cuanto a los registros personales, al constituir estos una afectación al derecho fun
damental a la intimidad personal, aunque mínima, por cierto, corresponde efectuarse solo
si existe sospecha razonable o “razones fundadas” de que la persona oculta en su cuerpo o
ámbito personal bienes relacionados con el delito.
Para Chiesa Aponte®, los registros personales sin orden judicial son posibles en dos
grupos de casos: i) actuaciones del Estado que no vulneran ninguna garantía constitucional
porque no constituyen propiamente un “registro” en el sentido técnico jurídico y ii) actua
ciones del Estado que, a pesar de constituir un “registro”, resultan válidas por.no ser irrazo
nables o porque el titular del derecho lo renunció (registro consentido).
(1) SAN MARTÍN CASTRO, César (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley, p. 467.
(2) Sobre esta posibilidad existe sólida doctrina jurisprudencial en el ámbito del Derecho angloamericano.
Cfr. CHIESA APONTE, Ernesto (2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos. Volumen I.
Colombia: Fórum, pp. 181-349.
496 (3) Ibídem, pp. 270-271.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 208
En el segundo grupo de casos podemos incluir aquellos registros que resultan razo
nables de realizar sin previa autorización judicial, debido a su escasa afectación a los dere
chos fundamentales y por la urgencia y la necesidad de su realización.
Nos estamos refiriendo concretamente a las intervenciones bajo la doctrina del stop
andfrisk, surgida en el ámbito angloamericano bajo la doctrina contenida en la sentencia
del caso Terry vs. Ohio, que en el caso peruano tiene como uno de sus equivalentes fun
cionales la posibilidad de que la policía disponga la retención temporal de las personas
halladas en el lugar de las pesquisas (artículo 209 del CPP) y surja la sospecha razonable
de que una de las personas posea elementos relacionados con la comisión del delito o armas
que pongan en peligro la vida de las personas presentes en el lugar.
Por otro lado, existe también en este grupo, el registro incidental al arresto; es decir,
el registro que, como consecuencia lógica de la detención, en general, es posible fundamen
tarlo en la sospecha razonable de que el imputado guarda sobre sí objetos materiales que o
bien constituyen objeto o instrumento del delito, o bien son objetos que se relacionen con él.
Así, por ejemplo, explicando la doctrina contenida en el caso United States vs.
Robinson, el profesor Chiesa Aponte señala que la Corte Suprema Federal de Estados Uni
dos ha dejado sentado que basta con que se acredite que la detención del acusado ha sido
válida para que el registro incidental sobre su persona se presuma como también razona
ble. Apunta el profesor puertorriqueño que “al hacerse un arresto, es razonable que el ofi
cial que arresta registre a la persona arrestada para quitarle cualquier arma que esta pudiera
buscar y usar para resistir el arresto o escapar. De otra manera la seguridad del oficial se
pondrá en peligro y se frustraría el arresto mismo. Además, es completamente razonable
que el oficial que arresta busque, y se incaute de, cualquier evidencia en la persona del acu
sado, para evitar así su ocultación o destrucción”(4).
su control inmediato” considerando dicha frase como sinónimo del área dentro de la
que podría hacerse con un arma o destruir una fuente de prueba”(5) (el resaltado nuestro).
Sobre esta doctrina, en el caso New York vs. Belton, la Corte Suprema Federal de
Estados Unidos sentó como doctrina que también cuando se detiene legalmente al ocu
pante de un vehículo, como parte del registro incidental al arresto, es razonable y válido
registrar, sin orden judicial, todo el compartimento de pasajeros del vehículo, incluyendo
cualquier bulto, paquete, envase, carga, ropa, etc., que se encuentra en esa área(6). Como
vemos, la regulación peruana sobre el registro personal no dista mucho de lo comúnmente
aceptado por la doctrina angloamericana.
Solo queda precisar que un último supuesto perteneciente al segundo grupo de casos
que es posible señalar es el registro consentido. En este caso el titular del derecho a la inti
midad renuncia a su protección. Evidentemente, la renuncia debe ser voluntaria, libre de
cualquier tipo de coacción o aprovechamiento de un entorno coercitivo.
En tal sentido, debemos recordar que todas las pesquisas llevadas a cabo, ya sea
durante una inspección ocular de lugares o cosas, o un registro personal, así como todo
observado, recogido o incautado en el lugar de la indagación, deberá ser consignado en un
acta (artículo 120 del CPP) que dé cuenta de todo lo acontecido. De ser posible, según la
ley, se levantarán planos de señales, descriptivos y fotográficos y toda otra operación téc
nica, adecuada y necesaria al efecto.
(5) Cfr. ISRAEL, Jerold; KAMISAR, Yale; LAFAVE, Wayne y KING, Nancy (2002). Proceso penal y Constitución
de los Estados Unidos de Norte América. Casos destacados del Tribunal Supremo y texto introductorio. Tomo I. España:
Tirant Lo Blanch, p. 302.
(6) CHIESA APONTE, Ernesto. Ob. cit., p. 280.
98 (7) Casación N° 253-2013-Puno, fundamento jurídico 2.2.2.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 208
Debe afirmarse además que, en todo registro deberá siempre proceder conforme a lo
establecido en la ley procesal; esto es, antes de la realización de un registro, se invitará a
la persona intervenida a que exhiba y entregue el bien buscado. Tal norma, sin embargo,
se relativiza, en situaciones de flagrancia o persecución, en las cuáles el intervenido posea
o utilice armas de cualquier tipo, para lograr oposición en contra de los agentes de inves
tigación. Finalmente, se expresará al intervenido las razones de su ejecución, y se le indi
cará del derecho que tiene de hacerse asistir en ese acto por una persona de su confianza.
BIBLIOGRAFÍA
CHIESA APONTE, Ernesto (2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos. Volumen I. Colom
bia: Fórum; ISRAEL, Jerold; KAMISAR, Yale; LAFAVE, Wayne; KING, Nancy (2002). Proceso penal y
Constitución de los Estados Unidos de Norte América. Casos destacados del Tribunal Supremo y texto introductorio.
Tomo I. España: Tirant Lo Blanch; SAN MARTÍN CASTRO, César (2014). Derecho Procesal Penal. Ter
cera edición. Lima: Grijley.
¿Jij JURISPRUDENCIA
Las circunstancias narradas en la intervención policial son consideradas de urgencia, de cuya rapidez dependió el éxito
de la operación. En el caso de autos, estando detallado en actas las circunstancias del evento, el recojo de instrumentos
y el registro de los involucrados; al haber sido corroboradas en el juicio oral por las agraviadas, mantienen su valor.
Exp. N° 2008-6652-25-1601-SP-PE-l-Trujillo.
499
Artículo 209.- Retenciones
1, La policía, por sí —dando cuenta al fiscal— o por orden de aquel, cuando resulte
necesario que se practique una pesquisa, podrá disponer que durante la diligencia
no se ausenten las personas halladas en el lugar o que comparezca cualquier otra.
2. La retención solo podrá durar cuatro horas, luego de lo cual se debe recabar, inmedia
tamente, orden judicial para extender en el tiempo la presencia de los intervenidos.
Concordancias:
CPP: Ia disp. final; LOMP: art. 5.
I. Introducción
Los derechos humanos reconocidos en la parte dogmática de la Constitución Polí
tica forman parte del derecho interno y reciben la denominación de derechos fundamen-
tales(1). Ahora bien, en nuestro Estado constitucional, social y democrático de derecho, tie
nen vigencia y se respetan los derechos fundamentales de la persona, empero estos no son
absolutos(2) 3, sino que en algunas ocasiones admiten limitaciones o restricciones, y ello por
cuanto también existen otros derechos fundamentales, con los cuales pueden colisionar, y
lo mismo ocurre con bienes, principios y valores de rango constitucional.
Es necesario resaltar que el hecho de que los derechos fundamentales no sean absolu
tos no significa que el Estado, a través de sus órganos persecutores en materia penal, rea
licen investigaciones con afectaciones y restricciones ilimitadas de derechos fundamen
tales, sino que la búsqueda de la verdad (formal) puede realizarse aún con intromisiones,
empero con observancia de garantías y requisitos previstos ex lege.
(1) GÁLVEZ MUÑOZ, Luis; citado por ARANA MORALES, William (2014). Manual de Derecho Procesal Penal
para operadores jurídicos del nuevo sistema procesal penal acusatorio garantista. Lima: Gaceta Jurídica, p. 122.
(2) El Tribunal Constitucional con motivo del Expediente N° 0019-2005-PI/TC señala que ningún derecho fun
damental es ilimitado (fundamento jurídico 12, 21 de julio de 2005).
(3) El sustento para la adopción de las medidas de restricción de derechos en la búsqueda de pruebas es que agüellas
se encuentren debidamente descritas en la ley, lo que se denomina legalidad procesal. ARBULU MARTINEZ,
Víctor (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 95.
(4) En su sentido más amplio, el principio de proporcionalidad se consagra como principio general del ordena
miento jurídico y tiene como finalidad, básicamente, limitar en cualquier ámbito -especialmente los que se
500 vinculan con el ejercicio de los derechos fundamentales-, la discrecionalidad en el ejercicio estatal de la acti-
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 209
1. Regulación jurídica
• Se haya informado a la persona sobre el motivo de su retención, así como los dere
chos que la legislación reconoce.
• Se hayan precisado las diligencias efectuadas con las personas retenidas, las que
deberán haberse practicado con observación de las disposiciones señaladas en los
numerales 1.1. y 1.2. del ítem 3 de la Directiva.
vidad de control de toda clase de facultades de actuación. Este principio cobra mayor relevancia en el ámbito
penal, ya que es aquí, donde se muestra una mayor injerencia del Estado en el terreno de los derechos funda
mentales. VILLEGAS PAIVA, Elky (2014). La suspensión de la pena y la reserva del fallo condenatorio. Problemas en
su determinación y ejecución. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 82-83. 501
ART. 209 LA PRUEBA
Ahora bien, en los numerales 1.1 y 1.2 del ítem 3 de la Directiva se establece que en
caso de comprobación del estado de personas, lugares, cosas, rastros y otros efectos mate
riales de utilidad para la investigación, dispuestos por el fiscal, el acta deberá contener las
siguientes formalidades mínimas:
2. ¿Qué es la retención?
Para Arbulú Martínez(5), es una detención que solo podrá durar cuatro horas y se rea
liza -agregamos nosotros- con fines de realizar una pesquisa.
Por restricción de un derecho fundamental debe entenderse una limitación que sin
afectar el contenido esencial del derecho haga posible o permita contribuir al esclareci
miento de la verdad, y de ser necesario se haga efectiva la pretensión punitiva del Estado
para no dejar en la impunidad hechos con relevancia penal y a los responsable de estos.
Estos intereses propios del proceso penal tienen estrecha relación con intereses constitu
cionalmente protegidos, tales como: el orden público, la seguridad pública, la seguridad
ciudadana, el interés nacional, etc.(6).
Cabe señalar que la medida de retención de personas con fines de pesquisa puede ser
ejecutada por la policía sin autorización judicial o fiscal, empero la policía debe dar cuenta
-obligatoriamente- al fiscal respecto a la ejecución de la medida.
Ex lege única y exclusivamente la Policía Nacional del Perú está facultada, a través
de sus integrantes, para practicar retenciones de personas con fines de pesquisa. La policía
La policía puede practicar la retención personal motuproprio o por orden del fiscal, en
el primer caso la policía ejerce la facultad de retener si lo estima necesario, pues la norma
es facultativa y no imperativa. En el segundo caso, es el fiscal quien evalúa la necesidad de
realizarse la retención, y a su orden, la policía deberá practicar la retención de personas y
el cumplimiento de la orden fiscal es obligatorio; de no cumplirse la orden fiscal, se afec
taría -eventualmente- la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento del delito (finalidad
de la medida restrictiva) y el efectivo policial incurriría en delito de desobediencia a la
autoridad. Es muy importante, por eso, que cada uno de los sujetos, sea el fiscal o la poli
cía, conozca cabalmente sus facultades previstas legalmente, a fin de ejercerlas conforme
a derecho, y sin extralimitarse, pues ello afectará la investigación y la imagen del Estado
constitucional de Derecho peruano.
Este puede ser solamente una persona natural o física, única, capaz de ser testigo pre
sencial o de referencia. Es necesario precisar que aquellas personas que son imputadas no
son pasibles de retención, sino solo aquellas personas distintas a los imputados. Una per
sona que es imputada es pasible de detención (no de retención) y siempre que se verifique
el plazo para que pueda ser detenida en un supuesto de flagrancia delictiva, conforme a lo
establecido en el artículo 259 del CPP(7).
Lo antes indicado no obsta para que el testigo (que fue pasible de retención perso
nal) ex post pueda adquirir la calidad de imputado, con las consecuencias jurídicas que
este status jurídico genera y acarrea. Además, cualquier persona transeúnte por un deter
minado lugar abierto y que no tiene la calidad de testigo (presencial o de referencia) puede
(7) Existe la flagrancia clásica y se configura cuando el sujeto es sorprendido y detenido en el momento de
ejecutar el hecho delictivo. En todo caso, la flagrancia delictiva se ve, no se demuestra y está vinculada a
la prueba directa y no a la indirecta, circunstancial o indiciaría. La actualidad e inmediatez del hecho y la
percepción directa y sensorial del mismo excluyen de por sí la sospecha, la conjetura, intuición o deducciones
basadas en ello. También llamada flagrancia estricta, se presenta cuando el sujeto es sorprendido y detenido
en el momento de ejecutar el hecho delictivo (ver fundamento octavo del Acuerdo Plenario Extraordinario
N° 2-2016/CJ-116 del 01/06/2016). También tenemos a la flagrancia por identificación inmediata que en
el Acuerdo Plenario Extraordinario N° 02-2016/CJ-l 16 es tratada como flagrancia presunta. Esta flagrancia
tiene como característica principal que el agente no fue descubierto durante la comisión del delito ni después
y ha logrado huir, pero sí ha sido identificado plenamente como autor del hecho. ANGULO ARANA, Pedro
(2010). “La flagrancia delictiva y la ley N° 29569”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima: Gaceta
Jurídica, p. 28; esta flagrancia por identificación inmediata está prevista en el artículo 259.3 del Código
Procesal Penal. De otro lado, tenemos a la cuasiflagrancia que ocurre cuando el agente es descubierto
inmediatamente después de cometido el hecho punible, cuando se encuentra abandonando la zona de comisión
del ilícito penal y resulta percibido antes de que logre alejarse. Finalmente, tenemos a la flagrancia presunta
o ficta que es llamada -también- flagrancia evidencial o flagrancia inferida, que se presenta cuando el agente
no fue descubierto al iniciar la comisión del delito ni durante la comisión de aquel, ni siquiera después de
cometido el hecho delictivo, sino que huyó y logró además “poner pies en polvorosa”. Además, no fue objeto de
grabación alguna ni fue identificado o, por lo menos, no se conoce de ello, cuando fortuitamente resulta siendo
intervenido. Ocurre cuando se le encuentran -al agente- efectos, instrumentos o medios vinculados al hecho
o signos que lo implican con la comisión del delito. 503
ART. 209 LA PRUEBA
ser pasible de retención personal por la policía. Obviamente que esta persona transeúnte
no debe tener la calidad de imputado.
La ley también establece que para efectos de retención y práctica de una pesquisa,
la policía podrá disponer que una persona (la cual ex ante no había sido retenida) compa
rezca al lugar donde se realizará la diligencia, siendo que en dicho lugar, la persona que
dará retenida hasta por el plazo previsto legalmente; ello en aras de lograrse los fines de la
pesquisa indicados supra.
En la ley procesal penal se establece que la retención puede durar solamente cuatro
horas. De este modo se establece un límite temporal conferido legalmente para lograr los
fines de la medida de retención, el cual la autoridad policial no podrá exceder; hacerlo impli
caría una afectación al derecho a la libertad personal y podría dar lugar a que se plantee
un hábeas corpus. Excepcionalmente, el plazo de retención de la persona se puede exten
der por más tiempo, en cuyo caso se deberá recabar una orden judicial. Esta extensión del *
(8) Compartiendo nuestra postura, ARANA MORALES, William. Ob. cit., p. 145; señala que “a diferencia de lo
que ocurre con el ‘control de identidad’ y los denominados ‘controles policiales públicos’ que tienen una fina
lidad preventiva, las denominadas pesquisas tienen una connotación diferente, pues se trata de inspecciones
que se orientan a encontrar rastros de un delito ya cometido, o a encontrar a algún imputado o alguna persona
504 prófuga” (sic.).
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 209
plazo dependerá de la cantidad de personas retenidas y por retener, la naturaleza del delito
y la cantidad de pesquisas a realizar. El plazo de la retención que se disponga debe ser uno
razonable, la policía debe cuidar de no hacer un uso abusivo del plazo, porque de ese modo
se terminaría afectando el derecho a la libertad ambulatoria de la persona.
¿Es inconstitucional la norma que regula la retención de personas con fines de pesquisa?
Al respecto, Moreno Catena(11) señala que “el proceso penal es el instrumento jurí
dico necesario para la aplicación del Derecho Penal, de modo que si se ha de perseguir una
conducta delictiva, el proceso es el instrumento imprescindible para ello. Al propio tiempo,
representa probablemente el principal campo de tensión entre la exigencia ciudadana de
seguridad y el derecho a la libertad de quien se ve sometido al proceso. El proceso penal
sirve para garantizar la seguridad pública, como un valor digno de especial protección,
pues funciona precisamente como el elemento de cierre de la lucha contra la criminalidad
y de las medidas de política criminal que deben adoptar los poderes públicos. Pero tam
bién debe salvaguardar los derechos de la persona que se ve sometida al proceso penal, pues
cuando alguien es llamado como imputado aparece su libertad seriamente amenazada, y
el valor político que representa la libertad, o el conjunto de derechos que conforman las
libertades civiles, se ponen en riesgo, tanto por la definitiva imposición de sanciones en
(9) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). E/ nuevo proceso penal peruano. Teoría y práctica de su implementación.
Lima: Palestra, p. 327.
(10) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor. Ob. cit., p. 109.
(11) MORENO CATENA, Víctor (2008). “Los elementos probatorios obtenidos con la afectación de derechos
fundamentales durante la investigación penal”. En: Prueba y proceso penal. Análisis especial de la prueba prohibida
en el derecho español y en derecho comparado. Valencia: Tirant lo Blanch, pp. 75-76. 50!
ART. 209 LA PRUEBA
En sentido amplio, la libertad sería la capacidad de hacer y no hacer todo lo que esté
lícitamente permitido. En otras palabras, constituye el derecho de toda persona de orga
nizar, con arreglo a la ley, su vida individual y social conforme a sus propias opciones y
convicciones03).
En el artículo 2, inciso 24, de la l'ex legum se establece que toda persona tiene dere
cho a la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia: (...) “b. No se permite
forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos previstos por la ley”.
En principio, está proscrita toda restricción al derecho fundamental a la libertad, empero
existen excepciones a esta regla de no restricción, cuando estén contempladas en la ley y
sin lugar a dudas (principio de legalidad en materia de restricción de derechos fundamen
tales). Estas excepciones la constituyen v. gr. las pesquisas, las retenciones personales con
fines de pesquisas, el control de identidad, los controles policiales públicos. En caso de la
retención de personas, lo que se afecta cuando no es cualquier libertad física en sí, sino
la libertad locomotora de las personas. Este derecho de locomoción también es denomi
nado derecho ambulatorio, libertad de circulación o movimiento, o libertad de tránsito e
incluye cuatro fases diversas de una misma actividad que son: entrar, permanecer, transi
tar y salir del ámbito geográfico del Perú. La libertad de locomoción involucra en suma el
derecho de todos los habitantes a circular libremente.
Ahora bien, cuando se comete un delito se hace indispensable practicar una reten
ción de personas con fines de pesquisa, lo cual debe realizarse con la finalidad de buscar
la verdad (formal) para el esclarecimiento de los hechos. Esta injerencia en el derecho fun
damental a la libertad de locomoción debe ser razonable (justa) y no practicarse por gusto
(12) Señala BINDER, Alberto en ARANA MORALES, William. Ob. cit., p. 120.; que quien quiera construir un
modelo procesal debe dar respuesta al doble problema de la eficiencia y la garantía. En la construcción de ese
modelo aparecerá un punto de equilibrio o perfección que se convierte así en el ideal de su construcción y que con
siste en una máxima eficiencia en la aplicación de la coerción penal, con respeto absoluto por la dignidad humana.
(13) CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, COOPERACIÓN ALEMANA (2017).
Cuadernillo de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos N° 8: Libertad personal. Ministerio de
Relaciones Exteriores de Dinamarca, p. 6 (Nota 52). Recuperado de: http://www.corteidh.or.cr/sitios/libros/todos/
506 docs/libertadpersonal5.pdf
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 209
o en balde por parte de la policía, sino cuando sea estrictamente necesario; no es que la
policía esté habilitada a retener a una persona en cualquier momento o en cualquier lugar
y por el plazo que se le ocurra.
Existen presupuestos que deben observarse para realizar la retención de una per
sona y que han sido analizados sufra. La retención como medida de restricción del dere
cho fundamental a la libertad (locomotora) constituye una de las excepciones a la regla
constitucional de no restricción al derecho a la libertad y su práctica, por tanto, está per
mitida constitucional y legalmente. No advertimos que exista inconstitucionalidad en la
regulación legal de la retención de personas con fines de pesquisas, sino la regulación de
una excepción a la regla de no restricción del derecho fundamental a la libertad; es por
ello que no compartimos la opinión de los destacados autores antes mencionados, quie
nes postulan la existencia de inconstitucionalidad en la regulación de la retención, aun
que sin haber fundamentado debidamente el porqué. Muy diferente es que si la policía,
con motivo del ejercicio de su facultad de retención de personas con fines de pesquisa, se
excede en el plazo de retención o retiene por retener, ello constituirá un abuso de poder
y sin perjuicio del hábeas corpus que corresponda formular, acarreará —eventualmente-
responsabilidad penal.
V. Conclusiones
• La retención es una medida de restricción del derecho fundamental a la libertad
de locomoción.
• La Policía Nacional del Perú es la única legitimada legalmente para realizar reten
ciones de personas con fines de pesquisa.
507
ART. 209 LA PRUEBA
• La policía debe retener a una persona, siempre y cuando sea necesario, y por un
plazo razonable, no pudiendo excederse en el límite fijado legalmente.
BIBLIOGRAFÍA
ARANA MORALES, William (2014). Ntanual de Derecho Procesal Penal para operadores jurídicos del nuevo sis
temaprocesalpenal acusatorio garantista. Lima: Gaceta Jurídica; ARBULU MARTINEZ, Víctor (2015). Derecho
Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica; ANGULO ARANA,
Pedro (2010). “La flagrancia delictiva y la ley N° 29569”- En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima:
Gaceta Jurídica; CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). El nuevo proceso penal peruano. Peoría y práctica de
su implementación. Lima: Palestra; CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, COO
PERACIÓN ALEMANA (2017). Cuadernillo de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Huma
nos N° 8: Libertad personal. Ministerio de Relaciones Exteriores de Dinamarca; MORENO CATENA, Víc
tor (2008). “Los elementos probatorios obtenidos con la afectación de derechos fundamentales durante la
investigación penal”. En: Prueba y proceso penal. Análisis especial de la prueba prohibida en el derecho español y en
derecho comparado. Valencia: Tirant lo Blanch; VILLEGAS PAIVA, Elky (2014). La suspensión de la pena y la
reserva del fallo condenatorio. Problemas en su determinación y ejecución. Lima: Gaceta Jurídica.
508
Artículo 210.- Registro de persona
1. La policía, por sí -dando cuenta al fiscal- o por orden de aquel, cuando existan
fundadas razones para considerar que una persona oculta en su cuerpo o ámbito
personal bienes relacionados con el delito, procederá a registrarla. Antes de su
realización se invitará a la persona a que exhiba y entregue el bien buscado. Si el
bien se presenta no se procederá al registro, salvo que se considere útil proceder a
fin de completar las investigaciones.
2. El registro se efectuará respetando la dignidad y, dentro de los límites posibles, el
pudor de la persona. Corresponderá realizarlo a una persona del mismo sexo del
intervenido, salvo que ello importe demora en perjuicio de la investigación.
3. El registro puede comprender no solo las vestimentas que llevare el intervenido, sino
también el equipaje o bultos que portare y el vehículo utilizado.
4. Antes de iniciar el registro se expresará al intervenido las razones de su ejecución, y
se le indicará del derecho que tiene de hacerse asistir en ese acto por una persona de
su confianza, siempre que esta se pueda ubicar rápidamente y sea mayor de edad.
5. E>e todo lo acontecido se levantará un acta, que será firmada por todos los concu
rrentes. Si alguien no lo hiciera, se expondrá la razón.
Concordancias:
CPP: art. 213, Ia disp. final; LOMP: art. 5.
I. Introducción
Qué mejor manera de formular comentarios al artículo 210 del Código Procesal Penal
que partiendo de problemas detectados en la propia regulación legal, veamos:
1. Regulación jurídica
Lo que sí se regula en la ley de leyes son los derechos fundamentales1 (2) de las perso
nas, tales como, a ser informado de la causa o razones de la detención, y que debe hacerse
efectivo en el acto de la detención policial de un ciudadano (artículo 139.15 de la lex
(1) RUBIO CORREA, Marcial (2008). La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucional. 2a edición.
Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 19-
(2) Para el profesor colombiano Carlos Bernal Pulido, los derechos fundamentales representan, sin lugar a dudas,
la columna vertebral del Estado constitucional. Al igual que su antecesor, el Estado liberal, el constitucional no
se propone como un fin en sí mismo, sino como un instrumento para que los individuos disfruten de sus dere
chos en la mayor medida posible. Por eso los derechos fundamentales son la base del Estado constitucional, el
motor de su acción y también su freno. Sobre esta cita de Robert Alexy, CERDA SAN MARTÍN, Rodrigo y
FELICES MENDOZA, María (2011). El nuevo proceso penal. Constitucionalización, principios y racionalidadproba-
510 torta. Lima: Grijley, p. 20.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 210
superior), siendo que este derecho se deriva a su vez del derecho a la dignidad(3) que es
aquel del cual derivan otros derechos(4) (derecho a la integridad física, a la libertad, etc.).
Se hace referencia a los derechos indicados sufra por cuanto en el artículo 210.2 de
la ley se menciona la dignidad de la persona estableciéndose que “el registro se efectuará
respetando la dignidad (...) de la persona”(5); y la exposición de la causa de la detención
está vinculada a la exposición de la causa por la cual se practica el acto de registro perso
nal a un ciudadano que es detenido; siendo que la cita de estos derechos en el dispositivo
legal indicado para efectos de su observancia constituye una expresión de garantismo a
favor de los detenidos(6).
2. Definición
Una justificación válida para la realización del registro personal está dada por la exis
tencia de motivos o indicios de que en el vestido de la persona existen objetos relevantes a
la investigación o comprobación del delito(7).
(3) La dignidad, conjuntamente con la primacía de la persona, la vida, la separación de poderes, etc., es un
valor material y principio fundamental que da identidad y constituye la esencia del texto fundamental; sin
la dignidad, la Constitución sería un texto formalmente supremo pero, en cambio, materialmente vacío de
sentido (STC Exp. N°s 014-2022-AI/TC y 0489-2006-PHC/TC).
(4) Tal como está regulada la dignidad en nuestro país y en otros países del mundo, puede ser considerada como
fuente de todos los derechos. Los derechos, libertades y garantías personales, al igual que los derechos eco
nómicos, sociales y culturales encuentran su fuente ética en la dignidad de la persona, de todas las personas.
FERNANDEZ SEGADO, Francisco (1995). “Dignidad de la persona, orden valorativo y derechos funda
mentales en el ordenamiento constitucional español”. En: Derechos humanos: instrumentos internacionales y teoría.
Lima: Ministerio de Justicia, pp. 577-578.
(5) La dignidad de la persona es el eje de la Constitución (...) La aplicación del principio de dignidad de la persona
se traduce en el respeto a sus derechos fundamentales. CACERES JULCA, Roberto (2009). Comentarios al
Título Preliminar del Código Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 2009.
(6) No olvidemos que el siglo XX fue de grandes cambios y eventos para la humanidad. Terminada la Segunda
Guerra Mundial, surgió la revolución de los derechos humanos, que impulsó el desarrollo del Derecho Inter
nacional Público y que produjo instrumentos y tratados con gran repercusión en los procesos penales. Se des
tacan de manera primaria la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de 1966. Ambos instrumentos establecen los lincamientos básicos de lo que debe
ser todo proceso en el mundo. Cabe destacar que se prestó especial atención a los derechos del acusado en todas
las etapas del proceso, desde la investigación hasta la extinción de la pena. FONTANET MALDONADO,
Julio (2008). El proceso penal de Puerto Rico: etapa investigativa e inicial del proceso. Tomo I. San Juan: Inter Juris,
p. 10.
(7) ANGULO ARANA, Pedro (2007). La función del fiscal. Estudio comparado y aplicación al caso peruano. El fiscal en
el nuevo proceso penal. Lima: Jurista Editores, p. 562. 511
ART. 210 LA PRUEBA
1. Derecho y realidad
Muchas veces, la realidad y el Derecho caminan por aceras distintas. Mientras que
las normas jurídicas regulan un “deber ser”, la realidad nos muestra que ese “deber ser” no
se concretiza ni se puede concretizar. Esto ocurre porque, muchas veces, el legislador pro
duce la ley de espaldas a la realidad, sin tener en cuenta que con una determinada regula
ción se puede (inclusive) poner en riesgo derechos y bienes jurídicos (v. gr. de un grupo de
sujetos de derecho como los policías) tutelados en nuestro ordenamiento jurídico; inclu
sive, el legislador, reiteradamente, importa leyes cuya aplicación en nuestro medio resulta
irracional en un caso concreto; sin perjuicio de la existencia de muchas leyes vigentes que
son irracionales.
El legislador puede crear cualquier ley, porque existen legisladores legos en Derecho,
pero los fiscales y los jueces no deben aplicarla por el hecho de que la misma exista, sino
que caso por caso, deberán determinar si es de aplicación total, parcial o no; en atención
a criterios de racionalidad y razonabilidad (artículo 200 de la Constitución Política del
Estado). Y es que los fiscales no deben ser meros aplicadores de la ley, sino que deben siem
pre analizar e interpretar la misma conforme a la Constitución y estarán realizando, en
este caso, un acto razonable (justo); y los jueces no deben ser la bouche de la loi, sino que
ante una ley irrazonable y según sea el caso, pueden preferir la Constitución conforme a
los mandatos previstos en los artículos 51 y 138 (segundo párrafo) de la Constitución. En
todo caso, todo magistrado debe defender, principalmente, la Constitución y el ordena
miento jurídico, conforme a lo previsto en el artículo 38 de la Constitución.
(8) GARCÍA MUÑOZ, Pedro (2010). “La actividad policial con incidencia probatoria”. En: Estudios sobre prueba
512 penal. Volumen I. España: La Ley, p. 187.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 210
Como señalamos antes, todos los miembros de la Policía Nacional del Perú deberían
estar adoctrinados, plenamente capacitados para realizar un registro personal y documentar
dicho acto, empero ello no es así. Sí existen casos de miembros de la Policía Nacional del
Perú que saben efectuar un registro personal y documentan dicho acto conforme a derecho;
sin embargo, no siempre ocurre esto. Este es un primer aspecto problemático y se debe a la
falta de adoctrinamiento correcto de algunos integrantes de la Policía Nacional del Perú.
Supra se formulan otras interrogantes: ¿deben observarse todos los pasos procedi-
mentales establecidos en el artículo 210 para la realización del registro personal? ¿Cuáles
son los efectos jurídicos de la inobservancia de los pasos procedimentales previstos en el
artículo 210? ¿Puede hacerse constar en el acta de registro personal, un resumen del pro
cedimiento previsto en el artículo 210 para afirmar que se ha efectuado un registro perso
nal conforme a Derecho? ¿Basta citar el artículo 210 de la ley procesal penal para afirmar
que se ha efectuado un registro personal conforme a Derecho?
(9) GIRAO ISIDRO, Miguel (2012). “Problemas en la relación entre la policía y el Ministerio Público en la
aplicación del nuevo Código Procesal Penal. La lucha por la subsistencia de la policialización de la investigación
penal”. En: ActualidadJurídica. Tomo 221. Lima: Gaceta Jurídica, p. 157. 513
ART. 210 LA PRUEBA
Para que el binomio fiscalía-policía tenga plena vigencia, deben efectuarse labores de
coordinación a fin de que miembros del Ministerio Público como defensores de la legali
dad, adoctrinen a los miembros de la Policía Nacional del Perú respecto a cómo deben rea
lizarse los registros personales y cómo deben documentarse este acto. Solo de esta manera
se podrán contar con actas de registro personal correctas y adecuadas a derecho, que per
mitan exponer la verdad histórica y alcanzar la justicia en el caso concreto.
Este primer aspecto problemático descrito debe solucionarse con continuas capacita
ciones a los miembros de la Policía Nacional del Perú, para cuyo efecto deberá efectuarse
ad exemplum coordinaciones entre esta institución y el Ministerio Público; siendo que los
mismos miembros del Ministerio Público (concretamente fiscales) deben capacitarse (con
tinuamente) para poder capacitar (a su vez) a los policías, debiendo recordar que Ortega y
Gasset enseña que “(...) todo dedicarse, si es verdadero, es dedicar la vida. Nada menos”.
Vamos a formular un ejemplo para una cabal compresión de los problemas que se
suscitan con relación al inciso 4 del artículo 210. Una persona es detenida por el presunto
delito de tenencia ilegítima de arma de fuego y se le practica el registro personal, sentán
dose el acta respectiva. En el acta se indica, solamente, que conforme al artículo 210 del
CPP, al detenido “se le comunicó que tiene derecho a contar con una persona de su con
fianza siempre que pueda ser ubicada rápidamente, siendo que esta persona no fue ubi
cada”, procediéndose con el registro respectivo. En este supuesto, el cuestionamiento que
se presentaría es que en el acta de registro personal no constan los datos de identificación
(nombre, dirección domiciliaria) de la persona de confianza referida por el detenido, ni el
hecho de que un efectivo policial acudió a ubicar a esta persona (de confianza) a un lugar
cercano del lugar donde se encuentra el detenido (no olvidemos que el dispositivo legal
establece que esta persona de confianza debe ser ubicada rápidamente), y ello puede dar
lugar a dudas respecto al cumplimiento de este paso del procedimiento del registro per
sonal; no debiendo olvidarse que quod non est in actis, non est in hoc mundo, y por más
que un funcionario público como lo es el efectivo policial manifieste (al rendir su decla
ración) que este paso del procedimiento fue cumplido y se le permitió al detenido hacer
514
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 210
Ligado al problema antes indicado, tenemos que los miembros de la Policía Nacional
del Perú emplean formatos previamente impresos (de acta de registro personal), donde se
hace constar, por ejemplo, que se procedió conforme al artículo 210 del CPP, describién
dose un resumen del texto legal; y, en algunos casos, se indica que la persona de confianza
del detenido y designada por este no pudo ser ubicada (tal y conforme se expuso suprdy
etc. El problema está ligado (también) al empleo de formatos de actas de registro personal
incompletos e incorrectos; y, si bien es cierto, el empleo de formatos de actas de registro
personal no está prohibido, pues lo no prohibido está permitido (art. 2.24 literal a) de la
carta constitucional), estos deben contener espacios para que el efectivo policial proceda
a dejar constancia de cada paso dentro del procedimiento del registro personal, y de esa
manera, se eviten cuestionamientos al acto y acta de registro personal.
¿Cómo solucionar los problemas indicados supra?. Además del adoctrinamiento a los
miembros de la Policía Nacional del Perú, sugerimos la elaboración de un formato único
de acta de registro personal, que contenga los espacios respectivos para la indicación de
cada paso a observar dentro del procedimiento del registro personal.
El artículo 155.2 del CPP regula las pruebas prohibidas por la ley, y como quiera que
ubi lex non distinguid nec non distinguere debemus, en este dispositivo legal se regula tanto
la prueba ilícita, ilegítima o prohibida, como la prueba ilegal, irregular o defectuosa. En
el caso de la prueba ilegal, el ordenamiento procesal penal peruano no contiene una regu
lación sobre los efectos de la prueba ilegal originaria y derivada, empero ante este vacío,
se debe acudir a métodos de integración jurídica(10): para el caso de la prueba ilegal ori-
(10) Se acude a los métodos de integración jurídica, cuando existen lagunas del Derecho. La laguna del Derecho
puede ser definida como aquel suceso para el que no existe norma jurídica aplicable, pero que se considera que 515
ART. 210 LA PRUEBA
Respecto a la prueba ilegal, debe señalarse que según los lineamientos establecidos en
el tema 3: la prueba ilícita y la prueba prohibida del Pleno Jurisdiccional Superior Nacional
Penal “Problemática en la aplicación de la norma penal, procesal penal y penitenciaria”,
realizado en Trujillo el 11/12/2004, esta se produce cuando se viola una norma de carácter
procesal; en caso el procedimiento previsto en el artículo 210 de la ley no sea observado,
se habrá vulnerado una norma infra constitucional, una norma procesal, y por tanto, nos
encontraríamos ante un supuesto de prueba ilegal (mutatis mutandis acto de investigación
ilegal de encontrarnos en fase preliminar o de investigación formalizada).
“En cuanto al acto de registro personal tal como lo establece el artículo doscientos
diez del Código Procesal Penal (...) antes de su realización debe invitársele a la per
sona a que exhiba y entregue el bien buscado, el registro se efectuará respetando la
dignidad de la persona, asimismo, antes de iniciarse el registro se expresará al inter
venido las razones de su ejecución, y se le indicará el derecho que tiene de hacerse
asistir en ese momento por una persona de su confianza (...); lo cual se establece que
se ha omitido con desarrollar el procedimiento señalado por ley, [lo que ha] (...) per
mitido atentar contra los derechos del referido sentenciado”.
Asimismo, con motivo del proceso signado con N° 01794-2011, seguido contra Juan
Martín Farfán Maza, por presunto delito contra la seguridad pública en la modalidad de
tenencia ilegítima de munición en agravio del Estado, la Segunda Sala Penal de Apelacio
nes de Piura, en la resolución N° 40 de fecha 21/03/2012 (sentencia del adquem), ha seña
lado entre sus fundamentos para absolver al apelante que:
debería estar regulado por el sistema jurídico. RUBIO CORREA, Marcial (1999)- El sistema jurídico. Introduc
ción al Derecho. 8a edición. Lima: Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 286.
(11) En los meses de diciembre del 2011 y marzo del 2012, integraban la Segunda Sala Penal de Apelaciones de
Piura, los jueces superiores Dr. Artemio Daniel Meza Hurtado, Dr. Tulio Villacorta Calderón y Dr. Oscar
516 Wilfredo Alamo Rentería, quienes expidieron las sentencias que se indican en el presente documento.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 210
Hace años, José Antolín del Cueto señaló: “La ley reina, pero la jurisprudencia
gobierna”, empero en Piura, tanto la ley como la jurisprudencia reinan y gobiernan con
relación al acto del registro personal. Jurisprudencialmente, se afirma que debe cumplirse
con la formalidad que se establece ex lege para la realización del acto de registro personal.
No se advierte el empleo del criterio de razonabilidad que se ha indicado supra y desarro
llado infla. Ley y jurisprudencia coinciden en el distrito (fiscal y judicial) de Piura.
(12) Véase STC Exp. N° 0006-2003-AI/TC de fecha 01/12/2003, sobre acción de inconstitucionalidad interpuesta
por 65 congresistas de la república contra el inciso j, artículo 89 del Reglamento del Congreso de la República. 517
ART. 210 LA PRUEBA
Con relación a lo señalado por nuestro Tribunal, el profesor Rubio Correa(13} expresa
que la razonabilidad no se aplica solo al Estado, sino a todo sujeto de derecho:
“[E]l principio de razonabilidad exige que las conductas -o, en términos jurídicos, los
actos-, para dar el significado de contenido voluntario que los sujetos realizan frente
a los hechos y circunstancias, deben cumplir el requisito de ser generalmente acepta
dos por la colectividad como adecuada respuesta a los retos que presenta la realidad
frente al actuar humano jurídicamente relevante” (sic).
Inclusive, hay personas que tratan de rescatar al detenido con empleo de vis maior o
vis compulsiva', lo cual da lugar a que el personal policial obvie este paso del procedimiento
y conduzca al detenido a la dependencia policial inmediatamente, por razones de seguri
dad personal para la vida y la integridad física del personal policial. A las situaciones antes
indicadas, agréguese las circunstancias “de noche” o “de madrugada” y en asentamientos
humanos o en sectores poblacionales considerados de alto riesgo, donde viven personas
de mal vivir como requisitoriados, traficantes de drogas, etc., que no dudarían en atentar
contra la integridad física o vida de los efectivos policiales, como en efecto lo han hecho
en varias oportunidades, tal como se ha podido advertir en los medios de comunicación.
Debe advertirse que en este caso de conflicto, efectuando un balance entre derechos
fundamentales y un derecho legal, los derechos fundamentales deben primar. Esta es la
forma democrática de resolver los problemas planteados supra y en el caso concreto, y sin
perjuicio del adoctrinamiento correspondiente a los miembros de la Policía Nacional del
Perú, conforme a lo indicado supra, debe preferirse siempre la primacía de la Constitución
por sobre encima de la ley, máxime si la ley es en todo o en parte irrazonable y no acep
tada por la colectividad.
No debe esperarse que, para algunos delitos, todos los pasos del procedimiento del
registro personal, sean observados. Si bien el procedimiento del registro personal debe obser
varse plenamente, lo será pero para algunos casos y no para otros, en atención al peligro
para los derechos y los bienes jurídicos del personal policial que practica el registro personal.
A partir de lo antes indicado, esperemos que la ley reine (de mantenerse vigente y tal
como está redactada), pero que la jurisprudencia cambie y gobierne de modo distinto a lo
(14) “El derecho a la vida reconocido en el artículo 2, inciso 1 de la Constitución, tiene tanto una dimensión exis
tencia! como una dimensión material a través de la cual se constituye como una oportunidad para realizar el
proyecto vivencial al que una persona se adscribe. Y es que el derecho a la vida no se agota en la existencia sino
que la trasciende, proyectándose transitivamente en un sentido finalista” (fundamento jurídico 13, de la STC
Exp. N° 0489-2006-PHC/TC). 519
ART. 210 LA PRUEBA
indicado supra, es decir, siendo el criterio interpretativo aquel que se condice con el crite
rio de razonabilidad y respeto a nuestra Constitución.
Finalizaremos este punto señalando que algunas normas jurídicas conformantes del
artículo 210 del CPP, por no ser observadas en la realidad, constituirán una expresión de
Derecho Procesal Penal simbólico, pues el dispositivo legal en su integridad se manten
drá vigente en el papel, empero constituirá letra muerta en algunos casos, pues solo algu
nas prescripciones serán observadas y aplicadas, mientras que otras no (en algunos casos).
La ley ha establecido que solamente la Policía Nacional del Perú está facultada, a
través de sus integrantes, para realizar el registro personal. La policía realiza el registro
personal per se y sin necesidad de autorización fiscal o judicial cuando verifica una situa
ción de flagrancia o con motivo de un control de identidad policial o de una retención de
persona con fines de pesquisa. En estos casos debe dar cuenta al representante del Minis
terio Público. También se advierte de la prescripción legal que la policía debe practicar al
registro personal cuando exista una orden del fiscal, situación que se verifica, por ejemplo,
cuando se realiza un operativo conjunto por parte de policía y la fiscalía. En esta situación,
el fiscal dispondrá que se practique el registro de personas a las que han sido detenidas, de
modo que, única y exclusivamente, la policía tiene reconocida la facultad para practicar el
registro personal en los términos del artículo 210 del CPP.
Ex lege se establece que deben existir fundadas razones para considerar que una per
sona oculta en su cuerpo o ámbito personal bienes relacionados con el delito, veamos.
El resultado de esta diligencia resulta positivo, pues dentro de sus prendas íntimas el
sujeto tenía dos bolsas plásticas con pasta básica de cocaína y, además, se hizo el hallazgo
de la bolsa que fue arrojada, la que, al igual que el resto, contenía pasta básica de cocaína.
Las razones deben ser suficientes para afirmar que una persona podría ocultar bienes rela
cionados con el delito o bienes de naturaleza delictiva. No es que al efectivo policial se le
ocurra practicar el registro personal mecánicamente o como ejercicio rutinario ante cual
quier intervención que realice, sino cuando existan verdaderamente razones suficientes
520
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 210
que den lugar a ello. Si las razones son o no suficientes, ello deberá determinarse caso por
caso, y la policía deberá actuar con buen criterio y con respeto a la ley.
Las razones que conducen al efectivo policial a realizar tal diligencia son los motivos
profesionales que conducen al efectivo policial a realizar el registro personal, la suficiencia
viene dada por la cantidad y, sobre todo, la calidad de información que en ese momento
tiene el efectivo policial para concluir que debe realizar el registro personal. En el ejemplo
propuesto, que el efectivo policial haya visto al sujeto portar la bolsa plástica, que luego
vio arrojar al techo de una casa y haya presenciado la huida del posible imputado; estas
son razones suficientes que motivaron la intervención policial con fines de control de iden
tidad, con registro personal posterior y posterior detención al verificarse un supuesto de
flagrancia delictiva.
La respuesta es afirmativa, veamos: en el artículo 210.1 parte in fine del CPP, se esta
blece como regla que si el bien buscado se presenta o exhibe y se entrega (por parte del
intervenido) al efectivo policial, no procederá el registro personal. Adviértase que la norma
es imperativa y debe cumplirse en estos términos. De modo que, si el bien es puesto a dis
posición de la policía, ante el requerimiento de la autoridad policial, no existe ya la nece
sidad de efectuar el registro personal. Sin embargo, se establece una excepción consistente
en que aun cuando se haya entregado el bien al personal policial, si resultase útil se proce
derá a efectuar el registro personal a fin de completar las investigaciones.
A modo de ejemplo, un sujeto fue detenido por ser presunto coautor del delito de
robo agravado, pues robó equipos celulares a dos damas, el mismo día, en horarios dis
tintos y en la misma zona. El primer celular robado (en horas de la mañana) fue vendido
a S/ 100.00 y la agraviada interpuso denuncia contra el sujeto agente a quien identificó
como un mototaxista (conocido con el alias de buda) de la zona donde se produjo el robo;
cuando el sujeto activo intenta robar el segundo celular en horas de la tarde, es aprehen
dido por personal policial, en situación de flagrancia. El detenido entrega a la policía el
celular que intentó robar y que había guardado rápidamente entre sus partes íntimas y es
conducido, seguidamente, a la dependencia policial. Adviértase que el celular fue entre
gado por el detenido y, en consecuencia, ya no había necesidad de practicarse el registro
personal. Sin embargo, teniendo en cuenta que el detenido ex ante había cometido otro
delito de robo en tempranas horas, la policía, para completar las investigaciones, consideró
útil realizar registro personal. En el interior de la media del pie izquierdo del detenido se
encontró un billete de S/ 100.00 que era producto de la venta del primer celular robado.
Como vemos, la práctica de la excepción a la regla, en este caso, dio frutos para la policía
De otro lado, en el artículo 210.2 parte in fine de la ley procesal penal, se establece
que el registro personal debe realizarlo una persona (policía) del mismo sexo que la per
sona registrada. Y es que no olvidemos que el legislador ha establecido que, al practicarse
el registro personal, debe respetarse el pudor de la persona que será registrada, y es por esto
(15) Enseña Atienza que las reglas son normas que exigen un cumplimiento pleno y, en esta medida, pueden siem
pre ser solo cumplidas o incumplidas. 521
ART. 210 LA PRUEBA
que ha estimado conveniente que el efectivo policial sea del mismo sexo que la persona que
será registrada, lo cual es acertado. Sin embargo, esta regla tiene una excepción, y consiste
en que si no hubiere o no existe al momento de pretender practicarse el registro personal,
un efectivo policial del mismo sexo que la persona a ser registrada, podrá practicar el regis
tro personal, un efectivo policial de sexo diferente; por cuanto el acto de registro personal
se requiere con urgencia y en aras de evitar demora en la continuación de la investigación.
En el artículo 210.3 del CPP se establece que el registro puede comprender -tam
bién- el equipaje o bultos que portare la persona a ser registrada, y hasta el vehículo moto
rizado. De este modo, el registro no comprenderá solamente las vestimentas de la persona,
sino hasta sus bienes antes referidos, todo esto en aras de búsqueda de información de
calidad que permita el esclarecimiento de los hechos que son materia de investigación. Y
es que se ha verificado muchas veces que las personas ocultan bienes de naturaleza delic
tiva en sus maletines o en el interior de sus vehículos. Así, por ejemplo, muchas veces se
oculta mercadería (medicinas) de contrabando en el interior de los vehículos, y a raíz de la
extensión de los registros personales es que se logra incautar estos bienes ilícitos; de ahí la
importancia de la extensión del registro personal, lo cual ha sido un acierto del legislador.
V. Conclusiones
• La Policía Nacional del Perú es la única legitimada legalmente para practicar
registro personal.
• De lege lata al inobservarse cada uno de los pasos del procedimiento del registro
personal previsto en el artículo 210 del CPP, se habrá vulnerado la ley procesal
penal y nos encontraremos ante un supuesto de acto de investigación ilegal.
• Cuando los policías practiquen un registro personal, según cada caso, podrán
obviar las formalidades o pasos del procedimiento de registro personal estatuido
en el artículo 210 del CPP, en resguardo de sus derechos fundamentales a la inte
gridad física y a la vida.
• Debe elaborarse un formato modelo de acta de registro personal que permita una
mejor labor policial y aposteriori evite cuestionamientos al acto y acta de registro
personal.
BIBLIOGRAFÍA
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cal en el nuevo proceso penal. Lima: Jurista Editores; CÁCERES JULCA, Roberto (2009). Comentarios al Título
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Grijley; FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco (1995). “Dignidad de la persona, orden valorativo y derechos
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El sistema jurídico. Introducción al Derecho. 8a edición. Lima: Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica
del Perú; RUBIO CORREA, Marcial (2008). La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucio
nal. 2a edición. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
e2ü jurisprudencia
Sz el registro personal se realizó durante el operativo policial, en un lugar descampado y sin población, dentro de una
balacera producto del intercambio de fuego abierto entre el policía interviniente y los presuntos autores del delito, no era
exigible la presencia del abogado defensor ni del representante del Ministerio Público. Por lo tanto, la audiencia de
estos no invalida dicho registro. Exp. N° 2007-271-Huacho.
524
CAPITULO IV
LA INTERVENCIÓN CORPORAL
Concordancias:
CPP: art. 212; LOMP: art. 3
I. Introducción
El presente capítulo(I), así como los precedentes y los posteriores que conforman este
título denominado “La búsqueda de pruebas y restricción de derechos”, integran un particular
(1) Es adecuado que desde esta parte inicial se recuerde al lector que al tratarse la presente obra colectiva de un
estudio o análisis integral del Código Procesal Penal, es notorio que hasta este apartado en concreto de dicho 525
ART. 211 LA PRUEBA
conglomerado normativo que tiene la virtud no solo de ser uno de aquellos que con inne
gable notoriedad marca distancia tanto formal como material respecto de la antigua regu
lación procesal penal representada por el Código de Procedimientos Penales de 1940, sino
que además, enarbola el ya conocido -y a veces cuestionado- rasgo o carácter garantista
asignado al Código Procesal Penal -en adelante, CPP-, puesto que si bien con lo esti
pulado en dichos capítulos se contempla la posibilidad de afectación de derechos funda
mentales en pro de la investigación, es aún más relevante la preponderancia otorgada a la
morigeración sobre la forma o alcance de tal afectación, a fin de no injerir más allá de lo
exigiblemente soportable en el ámbito de protección del investigado(2). No se trata solo de
afirmar y permitir injerencias en el investigado; se trata más bien de fijar parámetros y cla
ros procedimientos para tales injerencias.
Sirva aquí indicar, y también como criterio general, que cada una de las medidas
reguladas en este capítulo únicamente pueden ser asimiladas en el curso de una investi
gación frente a la comisión de un delito, sin importar si estas ocurren como parte de las
diligencias preliminares o a partir de la comunicación formal de continuación cursada
al juez de garantías. Precisamente por surgir en el curso de la investigación, es posible su
entendimiento genérico como medidas de coerción, lo cual acoge mayor sentido porque la
palabra “coerción” se utiliza para referirse al uso de la fuerza dirigido a limitar determina
dos derechos de las personas con el propósito de alcanzar un fin determinado, legitimán
dose este uso cuando es desarrollado por el Estado a efectos de satisfacer las finalidades
que determinan las normas legales(3). Abona a ello, además, el hecho de que la coerción
procesal denota el aseguramiento de los resultados del proceso evitando el eventual daño
jurídico ante la falencia de elementos indispensables para la averiguación de la verdad(4).
Pues bien, esta relación de coerción procesal -o de las medidas a través de las cua
les se hace efectiva dicha coerción- con las medidas restrictivas previstas en el Título en
alusión, es más notoria si se toma en cuenta que la institución procesal de “las medidas de
coerción” suele agruparse según el derecho fundamental sobre el que recae su injerencia,
al punto de haber sido esquematizadas en doctrina -de la mano de Claus Roxin- según
el siguiente panorama: injerencia sobre la libertad ambulatoria; injerencia sobre la integri
dad corporal; injerencia sobre la inviolabilidad del domicilio; injerencia sobre la propie
dad o disposición de bienes; e, injerencia sobre otros ámbitos de la intimidad(5). Entonces,
cuando se habla de la coerción procesal se está haciendo expresa referencia a los actos
cuerpo normativo, expresiones o instituciones tales como el derecho a la intimidad, el derecho a la integridad,
el principio o derecho de no autoincriminación, el principio de proporcionalidad, el peligro en la demora; así
como otros temas claves que serán objeto de alusión en el presente comentario, han sido ya desarrollados con
exhaustividad en el abordaje de enunciados normativos precedentes, de modo tal que, a fin de evitar una
redundancia o incongruencia en su descripción, únicamente se esgrimirán aspectos o perspectivas específicas
-a veces acabadas y otras veces, en depuración-, ligadas a la institución procesal de la intervención corporal.
(2) Huelga recordar que al integrar el presente Capítulo, el ya señalado Título, no resulta posible soslayar que la
consideración para la ejecución de las medidas allí recogidas debe ir acorde con lo establecido en su primer
Capítulo (“Preceptos generales”), en cuyos iniciales artículos (202 y 203) se estatuyen los presupuestos sin los
cuales no resultan siquiera imaginables las medidas restrictivas objeto de comentario.
(3) BERALDI, Alberto (2006). “Aspectos generales de la coerción procesal”. En: La injerencia en los derechos funda
mentales del imputado. Tomo I. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, p. 95.
(4) CLARIÁ OLMEDO, Jorge (2001). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, p. 351-
526 (5) Vid. ROXIN, Claus (2000). Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Editores del Puerto, p. 250.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 211
procesales de los órganos encargados de la persecución penal que en ocasiones —en su gran
mayoría- suponen injerencias en los derechos fundamentales del inculpado o de un tercero,
denotando tales actos procesales el ir en contra de la voluntad de la persona afectada(6).
Con base en lo anterior -y quizá solo para fines de clasificación o identificación pre
vias al desarrollo-, no se puede desconocer que sí resulta válido considerar a las medi
das previstas en este Título III como “formas accesorias de coerción”(7) o como “medidas
asegurativas”(8), pero enderezadas estas a garantizar la realización de otras medidas coer
citivas principales. Acerca de esta cuestión -y poniendo ya término a la introducción-,
parece útil traer a colación las reflexiones del juez supremo César San Martín, quien res
pecto de estas medidas afirma que se tratan de actos que no solo cumplen una función
de investigación (indagatoria), sino también de adquisición y conservación de fuentes de
prueba, a la vez que de aseguramiento de elementos de prueba (función aseguratoria); de
manera que esta doble función -agrega-, permite enfatizar en que tales medidas: 1) son
coactivas; 2) suponen una incidencia en un amplio espectro de los derechos fundamenta
les; y, 3) son irrepetibles e irreproducibles en el juzgamiento por razones de concentración
procesal o para garantizar el respeto a la dignidad y al pudor del afectado(9).
(6) Frente a ello hay quienes afirman que, a la postre, la rigurosidad de las medidas es enteramente necesaria
debido a que en muchos casos, sin estas no sería posible una persecución penal efectiva. Cfr. CARBONE,
Carlos (2006). “Medidas coercitivas ‘en cuerpo y alma' del imputado frente a la prueba ante la prohibición
de autoincriminación”. En: La injerencia en los derechos fundamentales del imputado. Tomo I. Santa Fe: Rubinzal-
Culzoni, p. 189.
(7) Para esta nomenclatura, vid. por todos, CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso
penal. Córdoba: Lerner, p. 139.
(8) Para esta denominación, vid. por todos, VIADA LÓPEZ-PUIGCERVER, Carlos (1950). Lecciones de Derecho
Procesal Penal. Madrid: Imprenta Alpe, p. 445.
(9) SAN MARTÍN CASTRO, César (2012). Estudios de Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 319-
(10) V. gr., DE LUCA, Javier (2007). “El cuerpo y la prueba”. En: La injerencia en los derechos fundamentales del
imputado. Tomo III. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, p. 43. 527
ART. 211 LA PRUEBA
Por tal razón, teniendo claro lo que atañen los citados derechos, no es extraño otor
gar acierto cuando a nivel doctrinal se afirma que las intervenciones corporales son -tal
vez- las incursiones físicas de mayor idoneidad para agraviar la intimidad de la persona,
por ser el cuerpo el único elemento físico que le es inmanente y el que con mayor inten
sidad se desea preservar de la observación y de la manipulación ajena°4). Pero pese a ello,
es posible también asimilar que los citados derechos no son absolutos y, entonces, estos
pueden ser objeto de cesión; no obstante, solo se cederá ante razones justificadas de interés
general que supongan la presencia de propósitos constitucionales de elevada importancia, y * * * *
(11) VOLK, Klaus (2016). Curso fundamental de Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Hammurabi, p. 121.
(12) SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 318.
(13) Ibídem, p. 319.
528 (14) Ibídem, p. 317.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 211
Y ya que los derechos antes referidos son pasibles de intromisión o injerencia ante
supuestos excepcionales, es el orden constitucional o legal el que implica una reglamen
tación limitativa de los derechos personales que integran el ámbito privado del imputado,
siempre que ello, por un lado, esté encaminado a lograr un esclarecimiento de la verdad
que permita afianzar la justicia, y que, por otro lado, se lleve a cabo sin alterar el contenido
definitorio de los derechos en cuestión (esto también alcanza respecto de la vulneración
del derecho a la dignidad personal que impone la máxima reducción posible de injerencia
estatal en la esfera personal de toda persona jurídicamente inocente). Para tal propósito,
y como cuestión central de esta entidad no vulneratoria, se erige como criterio rector de
la imposición de cualquiera de las diligencias de coerción para la obtención de medios de
prueba, el principio de proporcionalidad, el mismo que, bajo la orientación de sus conoci
dos tres subprincipios, permitirá que la restricción de algunos derechos en el proceso penal
sea llevada a cabo bajo estrictos y obligatorios parámetros(17).
(15) Cfr. ROJAS GÓMEZ, Miguel (2011). Eficacia de la prueba obtenida mediante irrupción de la intimidad. Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, p. 136.
(16) Y -anticipando el parágrafo siguiente-, advierte Miguel Rojas que frente a ello hay que emplear criterios de
razonabilidad y proporcionalidad que hagan predecible dicho juicio de valor. Vid. ROJAS GÓMEZ, Miguel.
Ob. cit., p. 137.
(17) ARMENTA DEU, Teresa (2004). Lecciones de Derecho Procesal Penal. 2a edición. Marcial Pons. Madrid,
pp. 70-71. 529
ART. 211 LA PRUEBA
Con todo, pues, valga referir que es perfectamente imaginable la cantidad y variedad
de casos en que una prueba de fluido corporal constituirá prueba fundamental en un pro
ceso, esencialmente a partir del hallazgo de sus rastros dejados por el autor(18) 19 20. Así, lo que
interesará en estos casos, al menos desde el punto de vista jurídico, consiste en “cómo” y
en “qué casos y condiciones” se realiza la extracción de la muestra con que luego se llevará
a cabo algún estudio. Y en esta situación, trascendencia plena adquirirá el grado de fuerza
a emplear para dicha extracción, la misma que estará determinada -qué duda cabe- por
el citado principio de proporcionalidad; es decir, deberá existir una relación de razonabi-
lidad entre la muestra que se requiere para el resultado que se desea obtener, siguiendo en
ello el criterio del mínimo daño posible en el sujeto del que se recolecta la muestra. De esta
manera, la fuerza a emplearse estará en relación directa con el tipo de examen que corres
ponda realizar, la forma en que se extraerá la muestra para ese examen, y la comprobación
ex ante de que ese estudio y no otro es el que menor injerencia ocasionará en la persona y
los derechos del justiciable(!9).
A partir de lo antes anotado se puede trazar una distinción del alcance dado la garan
tía, la cual alude a que esta solo protege las comunicaciones del imputado -sean verbales,
escritas o gestuales-, ya que en estos casos la prueba está en la mente y, por tal razón, su
exteriorización dependerá de la voluntad del sujeto, de su conciencia y de los procesos de
su razonamiento. En tal sentido, cualquier tipo de coacción tendiente a obtener una comu
nicación de parte del imputado está prohibida, pues en este caso dicho sujeto procesal es
(18) DE LUCA, Javier (2001). “Pruebas sobre el cuerpo del imputado o testigos y las garantías constitucionales”.
En: Garantías constitucionales y nulidades procesales. Tomo II. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, p. 400.
(19) Ibídem, p. 396.
(20) Aunque se trata de principios que deben diferenciarse, el derecho del imputado a una esfera privada libre de
injerencias y la prohibición de la coacción estatal para lograr que el encausado se incrimine a sí mismo, trazan
ámbitos de vigencia que habitualmente se influencian recíprocamente. De este modo lo entiende, por ejemplo,
Roxin, quien luego de diferenciar entre la prohibición de autoincriminación obtenida por el Estado de una
manera involuntaria y el derecho a un ámbito privado, expresa que, en realidad, ambos círculos se interfieren
entre sí porque precisamente la coacción a autoincriminarse, a menudo trae como consecuencia una injerencia
en el ámbito privado del individuo, y viceversa, la injerencia estatal en la esfera personal lleva con frecuencia a
una autoincriminación. Cfr., ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 122
>30 (21) DE LUCA, Javier. Ob. cit., p. 401.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 211
tratado como “sujeto de prueba”, lo cual impide obligarlo a declarar o a aportar prueba
incriminante. En cambio, y por contra a ese supuesto de comunicación, el punto aquí tra
tado difiere notablemente, toda vez que se prescinde totalmente de la voluntad, consenti
miento o aquiescencia del sujeto, denotando ello que la prueba se va a buscar a su cuerpo,
de forma tal que el procesado será tratado como “objeto de prueba”(22), situación procesal
que dará lugar a la posibilidad de otras medidas(23) 24.
Si bien desde los apartados precedentes aquí se ha hecho alusión a la afectación del
derecho a la intimidad; sin embargo, no le falta razón a Julio Maier, cuando enfatiza que
en la mayoría de los casos regulares no parece estar realmente en juego la intimidad sino
que al tratarse de la búsqueda de elementos ocultos por estar dentro de un cuerpo humano,
solo estarían referidos a aquellos que él denomina como “autonomía de decisión personal”,
cuyo respeto integra la dignidad humana protegida jurídicamente(24\ Ahora bien, exclu
yendo esta regularidad de casos, restan variadas intervenciones que reclaman algún tipo
de justificación racional, y, por ello, el argumento múltiplemente utilizado por los juristas
que defienden este ámbito de decisión personal -y tan solo desde esa perspectiva califica
ble de íntimo- no es, de ordinario, el derecho a la intimidad, sino, antes bien, se trata del
derecho a no autoincriminarse, desprendido de la no obligación de declarar contra sí y del
derecho a abstenerse de declarar(25).
Debido a esta premisa es que el reconocido profesor argentino antes citado, afirma que
todo ha quedado reducido a descifrar si en ciertos casos es posible reemplazar la voluntad
negativa del afectado, trayendo a colación para ello a una doctrina extendida(26) que pretende
resolvér la pregunta mediante los criterios contrapuestos de actividad/pasividad; par con
ceptual que se refiere a lo que podría indicarse como “prohibición de la exigencia de
A nivel de doctrina, y como bien indica Rojas Gómez, es posible identificar distintos
tipos de exámenes corporales, siendo conveniente destacar tres modalidades que comparten
algunas características pero que sugieren diferentes niveles de invasión; así se tiene: el regis
tro, la inspección, y la extracción de muestras. El primero puede recaer sobre la indumenta
ria del individuo y los efectos personales que trae consigo, o incluso sobre el cuerpo desnudo,
y en esta eventualidad puede estar acompañado de tocamiento de órganos. Por su parte, la
inspección corporal implica la exploración de los orificios corporales naturales y el interior
del cuerpo a través de tales orificios, siendo por ello esta medida más invasiva de la intimi
dad que la anterior medida, de manera que su realización en ausencia del consentimiento
del titular debería someterse a ciertas exigencias. En cambio, la extracción de muestras com
porta la obtención de segmentos corporales, principalmente de fluidos (saliva, semen, san
gre), denotando así una penetración en la intimidad cuya intensidad dependerá del procedi
miento empleado, de la parte del cuerpo recaída, y del tipo de muestra a obtener(30).
Entonces, aunque hasta este punto ya puede inferirse lo que atañe conceptualmente a
la intervención corporal, conviene traer a colación alguna definición que en doctrina pro
cesal se ha esbozado sobre el examen o intervención corporal. Así, el profesor español José
Asencio señala que por intervenciones corporales ha de entenderse la extracción del inte
rior del cuerpo humano de todo tipo de datos o elementos incorporados a él, tanto cuando
precisen de una intervención quirúrgica como cuando se limiten a una mera extracción de
(30) ROJAS GÓMEZ, Miguel. Ob. cit., p. 135. Por su parte, también a nivel de la hermenéutica peruana, Roberto
Cáceres toma en consideración la citada clasificación de examen corporal para poder fijar a qué supuestos de
esta alude la normatividad del artículo 211 y siguientes del CPP, Vid. CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA
HERNÁNDEZ, Luis (2017). Conducción en estado de ebriedad y drogadicción y delitos conexos. Aspectos penales y
procesales. Lima: Jurista Editores, p. 141. No obstante, es de señalar para fines solo informativos, que hay algún
otro sector doctrinal que realiza la siguiente clasificación: “Inspección corporal: se trata del examen médico
ocular de la persona, sin ninguna clase de auscultación. Registro corporal: este examen trasciende la observa
ción e implica la auscultación por parte del galeno con tocamientos médicos e instrumentos que no implican
una invasión corporal. Intervención corporal: corresponde a los casos de invasión corporal con instrumental
médico o sin él”, vid. BERNAL CUÉLLAR, Jaime y MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo (2013). El proceso
penal. Estructura y garantías procesales. Tomo II. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, p. 318. Pero
además es posible informar de otra clasificación: “Pruebas que recaen sobre el cuerpo. Estas pruebas están
dirigidas hacia el reconocimiento superficial del cuerpo del indiciado o imputado y solo alcanzan al perímetro
corporal y a las ropas del sujeto. Pruebas que implican intervención corporal. Son pruebas que implican una
intervención corporal propiamente dicha. Se relacionan con la extracción del cuerpo de determinados elemen
tos externos o internos para ser sometidos a informe pericial o en exposición a radiaciones”, Cfr. igualmente
BERNAL CUÉLLAR, Jaime y MONTEALEGRE LYNETT, Eduardo, Ob. cit., p. 320 y s.
(31) Vid., SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 326; quien afirma que a los efectos de la delimitación
conceptual, las intervenciones corporales implican: a) la extracción del cuerpo de determinados elementos
externos o internos para ser sometidos a informe pericial; y, b) la exposición del cuerpo humano a radiaciones. 533
ART. 211 LA PRUEBA
sustancias de las aberturas naturales del cuerpo(32) 33> de manera que -y así lo complementa
Moreno Catena- es claro que las intervenciones trascienden del mero examen externo del
sujetoí33). Por lo demás, y quizá pudiendo adicionar que la intervención corporal significa
una injerencia interna en el propio cuerpo u organismo de la persona y por ello, una ver
dadera afectación de sus derechos fundamentales(34), es un factor reiterativo en la doctrina
procesal penal el brindar una definición sustentada o apoyada en los presupuestos legales
de cada ordenamiento, esto es, una definición que emplee los propios preceptos o alcan
ces de la norma que la regula.
2. Presupuestos procesales
(39) Para clarificar este extremo o comprensión de la etapa de investigación, César San Martín señala que no hace
falta exigir para la realización de una intervención corporal la Disposición de Formalización y la respectiva
comunicación al juez competente, sino solo que el fiscal la solicite, para lo cual bastará que estén en curso las
diligencias preliminares (cuyo inicio no está sujeto a formalidad), Cfr. SAN MARTIN CASTRO, César. Ob.
cit, p. 326.
(40) MORENO CATENA, Víctor. Ob. cit., p. 97.
(41) Cfr. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás. Ob. cit, p. 94.
(42) Así lo recuerda San Martín Castro. Vid., SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit, p. 329. 535
ART. 211 LA PRUEBA
de la medida (lo cual variará según sea un tipo de examen corporal u otro), la consecuente
intromisión o injerencia en el imputado estará muy próxima de importar una eventual
afectación para su salud. Por esta razón es que un presupuesto procesal en la ejecución de
la medida radica en que las diligencias deben ser realizadas por un médico o un profesio
nal sanitario, profesional este que procurará en todo momento por la prevalencia y respeto
de la lex artis^ y en condiciones en que se respete la privacidad del acto y no se someta al
afectado a prácticas o maniobras indebidas o claramente violatorias de las reglas que con
figuren la corrección técnica o incluso científica de la diligencia.
(43) Así lo deja clarificado igualmente San Martín Castro, Cfr. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 332.
(44) Dice con acierto Rojas Gómez que “suprimir la voluntad de la persona por medio de la fuerza física para inter
venir su cuerpo no parece aceptable siquiera con la excusa de atender las necesidades probatorias del proceso
judicial, ni aun cuando del examen corporal dependa la defensa de intereses constitucionales prevalentes,
pues la proscripción de los tratos crueles, inhumanos o degradantes, al igual que la de la tortura, es el límite
mínimo que el derecho internacional de los derechos humanos impone a la actividad del Estado como barrera
infranqueable y protectora de la dignidad humana.”. Cfr. ROJAS GOMEZ, Miguel. Ob. cit., p. 169 y s.
(45) Cfr. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás. Ob. cit., p. 95.
(46) Cfr. JAUCHEN, Eduardo (2012). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Santa Fe: Rubinzal Culzoni,
536 p. 839.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 211
mismo sexo o un familiar o persona de confianza, sobre todo cuando se trata de mujeres.
Asimismo, deberá estar presente el abogado defensor, salvo casos de imposibilidad mate
rial o urgencia del examen, en cuyo supuesto se permitirá la presencia de una persona de la
confianza del examinado, debiendo constar todo ello en el acta correspondiente. Es decir,
no solo bastará que la realización de la’ diligencia o medida coercitiva esté a cargo o con
intervención de personal profesional sanitario, sino que, además, estando al propio impacto
y naturaleza de la medida de intervención corporal en concreto, se buscará y velará (en la
medida de lo posible) por que el imputado esté asistido por una persona de su mismo sexo,
de su entera confianza, o de quien defienda sus intereses legales(47).
Con base en ello, se debe tener en cuenta que si bien las intervenciones pueden ser
catalogadas como mínimas o graves, ocurre que como en ambos casos estas deben ser prac
ticadas por el especialista o profesional autorizado, será la apreciación o valoración de este
órgano de apoyo la que determinará si la intervención a realizarse tendrá un carácter cua
litativo de incidencia grave o menor en el cuerpo del afectado. De tal manera, si se deter
mina que la medida a aplicar no reviste peligro alguno para el imputado, es posible que su
realización prescinda o no requiera de la autorización judicial y que únicamente se baste
por la disposición de ejecución expedida por el fiscal. No obstante ello, también la norma
procesal tiene previsto que si el especialista da cuenta de la existencia de un posible riesgo
para la salud frente a esa mínima intervención, y como quiera que se está en una condi
ción de legitimidad del acto, se deberá cumplir con el requisito de orden judicial para su
ejecución, la cual contará necesariamente con previo dictamen pericial.
(47) Acerca de la prescindencia de la presencia del abogado en la diligencia, opina San Martín que en tanto se trata
de un requisito que integra el contenido esencial del derecho constitucional de defensa, habrá que tener en
cuenta que en el análisis de valorabilidad que realizará el juez penal, abordará si el motivo de la prescindencia
es razonable, pues de no ser así la prueba será constitucionalmente prohibida por imperio del artículo 159 del
CPP. Cfr. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 331- En todo caso, es preciso indicar que además de
valorar el motivo de la prescindencia, también será objeto de análisis la conducta desplegada por el abogado
defensor ante el supuesto de que este decida no concurrir o hacerse esperar con el mero propósito de frustrar,
retardar o entorpecer la ejecución de la medida.
(48) Cfr. en este mismo sentido, SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 330. 537
ART. 211 LA PRUEBA
Por su parte, cabe recordar que si la intervención es catalogada como grave (de aque
llas previstas en el artículo 211.1), es aplicable lo ya considerado hasta este punto sobre
la forma de su ejecución, de modo tal que ante estos supuestos siempre se requerirá de la
orden judicial (ya sea autoritativa o confirmatoria), salvo en aquellos casos en que se cuente
con la propia autorización o consentimiento del afectado. Es decir, por regla general, para
las intervenciones mínimas, ya sea que se cuente o no con el consentimiento del afectado,
resultará posible practicar la medida sin necesidad de orden judicial; en cambio, para las
intervenciones graves, siempre se requerirá de orden judicial, soslayándose la misma úni
camente cuando haya un consentimiento expreso del afectado. En cualquier caso, debe
quedar claro que ninguna inspección corporal puede ser llevada a cabo -al menos con
tra la voluntad del afectado- si la operación pone en peligro su vida, su integridad física
o psíquica; este es un límite fijado por la proporcionalidad entre bienes jurídicos, que pre
fiere o antepone la vida o la salud de una persona, frente a la eficiencia del proceso penal
y al conocimiento de la verdad para su conclusión justa(49).
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Concordancia:
CPP.art. 211.
Dice con firmeza Klaus Volk que toda persona no sospechosa por un determinado
hecho sometido a investigación, pero respecto de la cual se presuma la existencia de rastros
o consecuencias de dicho hecho, puede ser inspeccionada sin su consentimiento. La razón
que encuentra en ello el citado profesor alemán, estriba en dos reglas procesales erigidas a
principios a nivel doctrinal: por un lado, el principio del testigo; y, por otro lado, el prin
cipio de los rastros. Acerca del primero, se trata de que solo deben tolerar una inspección
las personas que entran en consideración como testigos, habida cuenta de que existen indi
cios concretos sobre rastros o secuelas en ellos, citando como ejemplo los supuestos en que
el testigo no puede efectuar declaraciones porque fue incapaz de advertir algo (víctimas
del hecho dormidas o inconscientes), a la vez que supuestos en los que el testigo es incapaz
de decir algo. Por su parte, respecto de la segunda regla, se trata de que con la inspección
solo pueden investigarse rastros o secuelas del hecho en un determinado cuerpo (en cuyo
contexto, los rastros son entendidos como alteraciones que admiten conclusiones respecto
del autor o de la modalidad del hecho, mientras que las secuelas son otras alteraciones en
el cuerpo sin ese significado indiciario)(1).
(1) VOLK, Klaus (2016). Curso fundamental de Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Hammurabi, p. 123.
(2) Cfr. SAN MARTÍN CASTRO, César (2012). Estudios de Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 333- 539
ART. 212 LA PRUEBA
Quizá sea precisamente por la prevalencia de aquellos principios, o por el mero hecho
de que la salud e integridad de una persona no pueden ser vulneradas cuando estas entran
en peligro, que el legislador peruano ha estimado que la realización de los exámenes y
la extracción de sangre solo pueden estar a cargo de un médico. En este punto es opor
tuno aludir que diera la apariencia, por la propia enunciación de los numerales 1 y 2 del
artículo 212, que se trata de supuestos distintos y que únicamente en el segundo de ellos
es que opera la exigencia de la necesidad de participación de un médico. Esto es, diera la
apariencia de que solo para la realización de los exámenes de constatación de descendencia
y análisis sanguíneo fuera requisito la presencia y ejecución por parte de un médico; sin
embargo, se debe estimar que si ambos supuestos regulados fueran diferentes (es decir, si
su regulación en incisos aparentemente independientes no es en el fondo complementaria),
(3) ídem.
(4) Ibídem, p. 334.
(5) Vid. MAIER, Julio B. (2011). Derecho Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Edi
tores del Puerto, p. 210, quien además, sobre la aplicación de la intervención corporal a un tercero, estima que
la coerción estatal solo suplantará la autorización de aquel, cuando se trate de un delito grave.
(6) Al respecto, sobre el cuidado en el ejercicio de la coerción, es necesario adicionar que la medida precisará de
que se tenga la seguridad que en el cuerpo del testigo, se encuentran determinadas huellas o secuelas del
delito, no siendo suficiente -a diferencia del caso del imputado- la simple sospecha de ello. Cfr. GALVEZ
VILLEGAS, Tomás (2017). Medidas de coerción personales y reales en el Código Procesal Penal. Conforme a la modifi
cación constitucional y decretos legislativos. Lima: Ideas Solución Editorial, p. 96. En igual sentido opina Jauchen,
al señalar que solo podrá ordenarse esta medida en casos de grave y fundada sospecha o de absoluta necesidad.
Tanto la sospecha como la necesidad —apunta Jauchen— deben ser serias y fundadas en razones que la susten
ten, vid. JAUCHEN, Eduardo (2012). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Santa Fe: Rubinzal Culzoni,
540 p- 839.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 212
Evidentemente, en estos casos, por encima del deber de colaboración con la justicia
y de la exigencia de llegar a la verdad de lo acontecido, se otorga mayor valor al derecho
a la reserva familiar; de tal modo, acreditado el vínculo bastará para rehusarse a la reali
zación de la intervención corporal (concretamente, exámenes o extracciones para análisis
sanguíneos). Incluso, es posible también considerar el otro supuesto de la abstención para
rendir testimonio al que alude el artículo 165; es decir, el supuesto de la reserva profesio
nal o secreto profesional. Ciertamente, diera la impresión que como la diligencia a rea
lizar es una de intervención corporal, tan solo aquellas personas estrechamente vincula
das podrían guardar en sus cuerpos alguna huella o secuela del delito, de modo que dicha
estrechez generalmente apunta a los miembros de la familia; no obstante, la propia rela
ción profesional y el secreto que de ella dimana, pueden ser razón suficiente para que tam
bién se entable entre el imputado y el profesional una ligazón que genere el mismo grado
de confianza en el inculpado. Por ello, desde esta perspectiva, no es del todo inviable que,
en el caso concreto, también esta situación justifique un rehusamiento a la intervención
corporal en terceros.
(7) Vid. en un sentido similar, SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 333, quien expresa que es exagerada
la norma cuándo prescribe que un médico debe realizar la extracción y el análisis sanguíneo, pues afirma que
es aceptable que el análisis se realice por personal médico, pero no es razonable que una simple extracción de
sangre la realice un médico, vista su nula complicación o riesgo para el paciente.
(8) Es César San Martín Castro quien emplea la conjugación del verbo equiparar para realizar el parangón entre
los enunciados de los artículos 165 y 212 del Código Procesal Penal, término que ciertamente resulta idóneo
para la alusión de la situación acaecida. Vid. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 334. 541
ART. 212 LA PRUEBA
Pero esta situación de aparente déficit legislativo deriva de los propios términos emplea
dos por el legislador a lo largo del enunciado del artículo en referencia. Así, si se aprecia el
enunciado del primer inciso del artículo 212, se advierte que en la norma procesal se esta
blece la posibilidad de aplicar exámenes a personas no inculpadas (entiéndase, corpora
les -pues más allá de todo, la nomenclatura o rúbrica del artículo es “examen corporal de
otras personas” -), lo cual fácilmente puede ser entendido como cualquier tipo de examen
corporal, sin restricción alguna o, en todo caso, siguiendo los supuestos paradigmáticos
contenidos en el artículo 211. Sin embargo, ya en el segundo inciso, el legislador estatuye
la necesidad de realizar el examen solo si no existe riesgo de daño para la salud del afec
tado (además de que la medida sea indispensable para la averiguación de la verdad), pero
precisando que esto aplica para aquellos exámenes que tienen como propósito la constata
ción de descendencia y también para extracciones de análisis sanguíneo. Finalmente, en
el tercer inciso -en el cual se establece la posibilidad del reshuamiento-, el legislador úni
camente hace referencia a “los exámenes o extracciones de análisis sanguíneos”. Así pues,
para empezar, es necesario indicar que la expresión “extracciones de análisis sanguíneos”
es desafortunada, y en su lugar deberá entenderse “extracciones para análisis sanguíneos”;
pero, más importante que esta mera situación de inadecuación terminológica, ocurre que
no queda claro si en el artículo 212 únicamente se contemplan como exámenes corpora
les a aplicar los referidos a constatación de descendencia y extracción de sangre, o acaso
es un grupo mayor.
BIBLIOGRAFÍA
GALVEZ VILLEGAS, Tomás (2017). Medidas de coerción personales y reales en el Código Procesal Penal. Con
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fundamental de Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Hammurabi.
(9) El legislador no ha previsto el trámite para dicha decisión judicial, pero, pese a ello, no habría de existir
inconveniente alguno en asumir que el requerimiento para la misma provendría del fiscal, y que, atendiendo
a la propia naturaleza de la medida y a su carácter de urgente, el juez habría de resolver en el día o de manera
inmediata, sin previa audiencia, salvo que por circunstancias especiales considere necesaria su realización. 543
Artículo 213.- Examen corporal para prueba de alcoholemia
1. La policía, ya sea en su misión de prevención de delitos o en el curso de una inme
diata intervención como consecuencia de la posible comisión de un delito mediante
la conducción de vehículos, podrá realizar la comprobación de tasas de alcoholemia
en aire aspirado.
2. Si el resultado de la comprobación es positiva o, en todo caso, si se presentan signos
evidentes de estar bajo la influencia de bebidas alcohólicas u otro tipo de sustancia
prohibida, el intervenido será retenido y conducido al centro de control sanitario
correspondiente para realizar la prueba de intoxicación en sangre o en otros fluidos
según la prescripción del facultativo.
3. La policía, cuando interviene en operaciones de prevención del delito, según el
numeral 1) del presente artículo, elaborará un acta de las diligencias realizadas,
abrirá un libro-registro en el que se harán constar las comprobaciones de aire
aspirado realizadas, y comunicará lo ejecutado al Ministerio Público adjuntando
un informe razonado de su intervención.
4. Cuando se trata de una intervención como consecuencia de la posible comisión de
un delito y deba procederse con arreglo al numeral 2) del presente artículo, rige lo
dispuesto en el numeral 4) del artículo 210.
Concordancias:
CPP: art. 210 inc. 4; CP: art. 274.
I. Aspectos preliminares
Dicen los especialistas que el alcohol, aún ingerido en pequeñas dosis, entorpece la
capacidad del conductor como para resolver problemas en el momento de la conducción.
Las personas bajo la influencia de aquel están más propensas a sufrir accidentes. Una misma
cantidad de alcohol afecta más a unos que a otros, e incluso una misma persona no acusa
los mismos efectos en todos los momentos. Ello dependerá de la capacidad para absorber
el elemento con más lentitud o para quemarlo en el cuerpo con mayor rapidez (también
depende de la ingesta previa, su condición física, etcétera). En general, este elemento afecta
las emociones y reduce la capacidad para tomar decisiones correctas o anticiparse a situa
ciones peligrosas. La persona da rienda suelta a sus emociones, parece estar menos cohi
bida y en estado eufórico, al menos en los primeros momentos; posteriormente, se reduce
la agudeza visual y la capacidad para distinguir los colores, sobre todo cuando el alcohol
se combina con otros tóxicos, como el monóxido de carbono(1).
Así las cosas, ocurrido que fuera algún hecho con relevancia jurídico-penal que lesione
determinados bienes jurídicos como consecuencia de la conducción de un vehículo moto
rizado, o, incluso, presumida que fuera dicha conducción realizada en estado de ebriedad,
la investigación a ser iniciada debe encaminarse a escudriñar y determinar si, y en efecto, *
544 (1) GUZMÁN, Carlos (2000). Manual de criminalística. Buenos Aires: La Rocca, p. 569-
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 213
Factor importante dentro del contexto trazado, es el hecho cierto de que hoy más que
nunca el Derecho Procesal Penal se encuentra en la continua tensión de armonizar el inte
rés de la verdad que reclama la ciudadanía con el interés del imputado en hacer valer sus
derechos individuales. En este sentido, y ante la constante lucha entre estas pretensiones
contrapuestas, sucede igualmente la disyuntiva en que muchas veces la jurisprudencia se
esfuerza en fortalecer la protección del imputado y, por su parte, la legislación otras tantas
veces, se ve tentada de autorizar una continua injerencia en el ámbito privado. Por ello, y
desde la asunción y abordaje de una garantía procesal en particular, ha llegado a prego
narse la necesidad de distinguir entre la prohibición de la autoincriminación obtenida por
el Estado y el derecho a un ámbito privado(2). Tal connotación, y manteniéndose aún la
polémica sobre una salida con mejores resultados, aquí se es de la postura que afirma que
lo único que puede enunciarse como un principio o valor es que toda ocupación del cuerpo
humano debe respetar ciertos aspectos que derivan de la dignidad y demás derechos del
sujeto, así como guardar proporcionalidad con los fines perseguidos.
En cualquier caso, cerrando este apunte preliminar y sirviendo además como comen
tario conjunto al articulado que integra todo el Capítulo de la Intervención Corporal, se
tiene que, tal como afirma Maier, deberían desaparecer de la polémica los casos en los que
la intervención es sencilla (o apreciada como imposible de dañar la salud si es realizada
según su arte), y la injerencia es mínima (por ejemplo, la extracción de una muestra de
sangre menor o el corte de escasos cabellos que ni siquiera incide estéticamente en la per
sona afectada), ya que estos parecen ser deberes tolerables en la vida de relación, sin mayor
sacrificio personal tanto para el imputado como para un tercero. Pero, racionalmente, esas
operaciones son tan tolerables como necesarias, pues disponer de otro modo de realización
significaría liquidar en la práctica ciertas instituciones jurídicas reconocidas según su con
formación por el Derecho positivo, al resultar gravemente difícil averiguar sus elementos
y el soporte real de su funcionamiento: piénsese así -dice Maier- en la innumerable can
tidad de delitos que dependen de esas verificaciones (varios ligados con la conducción de
vehículos motorizados o manipulación de ciertos instrumentos en estado de ebriedad o
(2) CARBONE, Carlos (2006). “Medidas coercitivas 'en cuerpo y alma’ del imputado frente a la prueba ante la
prohibición de autoincriminación”. En: La injerencia en los derechos fundamentales del imputado: Tomo I. Santa Fe:
Rubinzal-Culzoni, p. 188. 545
ART. 213 LA PRUEBA
drogadicción(3) 4); relaciónese ahora -añade dicho autor- el mínimo sacrificio para un bien
jurídico que significan esas acciones{4).
De otro lado, se dice también que las denominadas pruebas de alcoholemia son actos
de investigación de carácter pericial, que suelen presentar dos fases: una primera realizada
por agentes policiales, con un específico instrumento utilizado al efecto; y, una segunda
fase -siempre que resulte positiva la primera (o sin que la espiración de aire sea necesaria
cuando se trate de signos evidentes de intoxicación alcohólica o por otra sustancia pro
hibida)-, realizada por un facultativo a través de una prueba de intoxicación en sangre u
otros fluidos. Entonces, como bien apunta San Martín Castro(7), su valor probatorio en el
primer acto es meramente de detección (indiciaría o de inicio procedimental, sin valor
(3) Es aquí pertinente traer a colación lo relatado por Fanny Quispe cuando, citando históricamente la juris
prudencia norteamericana, señaló que luego del Caso “Rochin vs. California”, con el “Caso Breipthaupy vs.
Abram” se limitó la doctrina del shock the concierne ahí establecida, toda vez que en este caso se causó un acci
dente de tránsito donde murieron cuatro personas, y como el conductor sobrevivió, fue trasladado a un centro
médico, donde estando inconsciente y al detectarse su aliento alcohólico, le fue extraída una muestra de sangre
que corroboró que había conducido en estado de ebriedad. Así pues, la jurisprudencia estadounidense rechazó
aplicar la doctrina de Rochin, señalando que este análisis de sangre no ofendía el sentido de la justicia. Vid.
QUISPE FARFÁN, Fanny (2005). “El registro personal y las intervenciones corporales”. En: CUBAS VILLA-
NUEVA, Víctor et. al. (coord.). El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Lima: Palestra, p. 424.
(4) Cfr., MAIER, Julio B. (2011). Derecho Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Edi
tores del Puerto, p. 203.
(5) Cfr. GALVEZ VILLEGAS, Tomás (2017). Medidas de coerción personales y reales en el Código Procesal Penal. Con
forme a la modificación constitucional y decretos legislativos. Lima: Ideas Solución Editorial, p. 96.
(6) Nótese que la norma procesal en comentario contiene el término "aire aspirado”; sin embargo, sea propicia
la consideración de índole gramatical para recordar que desde una estricta perspectiva semántica, la palabra
aspirar (de la cual deriva aspirado), significa traer el aire exterior a los pulmones, en tanto que la palabra espi
rar (de la cual deriva espirado), denota exhalar o echar de sí un cuerpo de buen o mal olor, o también significa
expeler el aire aspirado. Por tal motivo, resulta más adecuado emplear la expresión aire espirado y no como
literalmente aparece en el enunciado del artículo 213.1 del Código Procesal Penal.
546 (7) Vid. SAN MARTÍN CASTRO, César (2012). Estudios de Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 335.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 213
concluyente), mientras que en el segundo acto se trata de una prueba pericial preconsti-
tuida(8); esta sería, en verdad, una fuente de prueba que debe ingresar al proceso(9) 10 11 no solo con
su efectiva documentación, sino con la declaración de los agentes que participaron en ella.
2. Presupuestos procesales
(8) En este mismo sentido, vid., entre otros, CÁCERES JULCA, Roberto e IPARRAGUIRRE NAVARRO,
Ronald (2017). Código Procesal Penal comentado. 2a edición. Lima: Jurista Editores, p. 639-
(9) Probablemente debido a esa particularidad, Víctor Arbulú la considera como una “prueba privilegiada”. Cfr.,
ARBULU MARTÍNEZ, Víctor (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial. Tomo II.
Lima: Gaceta Jurídica, p. 112.
(10) Vid. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 336.
(11) Cfr. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás. Ob. cit., p. 100. 547
ART. 213 LA PRUEBA
cambio, no lo ampara cuando ella misma es objeto de prueba, esto es, cuando es objeto
investigado(13). Entonces, parece ser que tanto el legislador del orden procesal penal como
el legislador penal, asumen con plena convicción este entendimiento del intervenido en
su condición de objeto de prueba, haciendo prevalecer el principio de pasividad y por ello
asumiendo que la extracción de sangre para la prueba de alcoholemia es una medida que
debe ser soportada por el investigado(14).
Entonces, ya que aquí se ha dejado expresa constancia de adoptar la postura que con
sidera inocua y respetuosa de la garantía de no autoincriminación a la extracción de sangre
para su empleo en la determinación de si el investigado estuvo o no en estado de intoxi
cación alcohólica mayor a la permitida legalmente, ello posibilita responder a la pregunta
ya formulada acerca de la no vulneración de la citada garantía o de algún otro derecho
inherente al proceso penal. Así pues, desde la perspectiva en alusión, corresponde recono
cer legitimidad a la norma del antes citado segundo párrafo del artículo 368 del Código
Penal y, en tal virtud, a partir de dicha norma se podrá sancionar penalmente a quien no
obedezca la orden impartida por la autoridad de ser practicado el análisis de sangre o de
otros fluidos corporales que tenga por fin determinar el nivel, porcentaje o ingesta de alco
hol, drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas en el investigado.
Lo anterior; sin embargo, no obsta para aseverar que como injusto penal per se, la
conducta renuente por parte del investigado no halla fundamento dogmático propio para
asumirla como agravante del tipo base del delito de desobediencia a la autoridad, y menos
aún, ni siquiera habría fundamento jurídico-penal para considerar a tal tipo penal como
(13) MAIER, Julio B. (2002). Derecho Procesal Penal. Fundamentos. Tomo I. Buenos Aires: Editores del Puerto, p. 675.
(14) En esta línea de entendimiento se muestra San Martín, quien con énfasis afirma que nada se opone al estable
cimiento de una obligación personal que implique el deber del imputado de soportar pasivamente injerencias
en su cuerpo. En tal virtud -agrega-, es evidente que la realización de una intervención corporal (en este caso
la extracción de sangre u otras), en tanto solo obliga al imputado a tolerar pasivamente el examen y no le
impone cooperar de modo activo en él, no viola el principio de pasividad, base de la cláusula de no autoincri
minación. Vid. SAN MARTÍN CASTRO, César. Ob. cit., p. 337.
(15) DE LUCA, Javier (2007). “El cuerpo y la prueba”. En: La injerencia en los derechos fundamentales del imputado.
Tomo III. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni, p. 411.
(16) CARBONE, Carlos. Ob. cit., p. 216. 549
ART. 213 LA PRUEBA
uno básico o independiente. Su inclusión únicamente reflejaría una muestra más del ya
instalado Derecho Penal simbólico, cuestión que desde hace algún tiempo viene obte
niendo clara respuesta de rechazo por parte de la doctrina penal, a la cual, por cierto,
aquí se expresa entero acogimiento. Lastimosamente, no constituye materia del presente
comentario llevar a cabo un desarrollo pormenorizado respecto al aludido segundo párrafo
del artículo 368 del Código Penal, pero, pese a ello, no se ha querido aquí dejar pasar la
oportunidad para expresar una primera postura sobre la falta de fundamento en cuanto a
sancionar penalmente a quien se muestra renuente a un análisis de sangre u otros fluidos.
BIBLIOGRAFÍA
ARBULU MARTINEZ, Víctor (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial. Tomo
II. Lima: Gaceta Jurídica; CÁCERES JULCA, Roberto e IPARRAGUIRRE NAVARRO, Ronald (2017).
Código Procesal Penal comentado. 2a edición. Lima: Jurista Editores; CARBONE, Carlos (2006). “Medidas
coercitivas ‘en cuerpo y alma’ del imputado frente a la prueba ante la prohibición de autoincriminación”.
En: La injerencia en los derechos fundamentales del imputado. Tomo I. Santa Fe: Rubinzal-Culzoni; DE LUCA,
Javier (2007). “El cuerpo y la prueba”. En: La injerencia en los derechos fundamentales del imputado. Tomo III.
Santa Fe: Rubinzal-Culzoni; GALVEZ VILLEGAS, Tomás (2017). Medidas de coerción personales y reales en
el Código Procesal Penal. Conforme a la modificación constitucional y decretos legislativos. Lima: Ideas Solución Edi
torial; GUZMÁN, Carlos (2000). Manual de criminalística. Buenos Aires: La Rocca; QUISPE FARFÁN,
Fanny (2005). “El registro personal y las intervenciones corporales”. En: CUBAS VILLANUEVA, Víctor
et. al. (coord.). El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. Lima: Palestra; MAIER, Julio B. (2002). Dere
cho Procesal Penal. Fundamentos. Tomo I. Buenos Aires: Editores del Puerto; MAIER, Julio B. (2011). Dere
cho Procesal Penal. Parte general. Actos procesales. Tomo III. Buenos Aires: Editores del Puerto; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2012). Estudios de Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley.
550
CAPÍTULO V
EL ALLANAMIENTO
Concordancias:
CPP: arts. 68 inc. 1 lits. h y k, 215, 216, 446 inc. 1 lit. a; CP: art. 576.
I. Introducción general
El allanamiento se encuentra regulado en el Título III, Capítulo V, desde el artículo
214 hasta el 217 de nuestro Código Procesal Penal (en adelante, CPP).
Frente a esta definición cabe preguntarnos lo siguiente: ¿Por qué la fuerza pública
puede ingresar a un inmueble ajeno, máxime si nuestra Constitución Política consagra la
inviolabilidad del domicilio (artículo 2, inciso 9), no encontrándose necesariamente todos
los supuestos del allanamiento en las excepciones a este precepto constitucional?
551
ART. 214 LA PRUEBA
El sistema tiene como finalidad garantizar la paz social a través del restablecimiento
de la vigencia de la norma (“no dañar”)(1). Entonces, si el sistema tiene como finalidad
garantizar las condiciones mínimas para la convivencia social, el allanamiento tiene que
encontrar tanto su legitimidad como funcionamiento en lo antes señalado.
• Motivos razonables para considerar que se oculta el imputado o alguna persona eva
dida, o que se encuentren bienes delictivos o cosas relevantes para la investigación.
• Precisión, ubicación del lugar, la finalidad del allanamiento, las diligencias a prac
ticar y el tiempo aproximado.
(1) Para mayor referencia, JAKOBS, Günther (1996). Sociedad, norma y persona en una teoría del Derecho Penal Pun-
552 cional. Madrid: Civitas.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 214
ocultos en el inmueble, o que se encuentren ahí bienes delictivos o cosas relevantes para
la investigación.
Asimismo, sin perjuicio de que el representante del Ministerio Público tiene la obli
gación de ofrecer el acervo probatorio de que los bienes se encuentren dentro del inmueble,
cabe también analizar si los calificativos fueron los adecuados. En efecto, el legislador ha
indicado que el allanamiento procede contra bienes delictivos o relevantes para la investi
gación. El delito -conforme al artículo 344, literal b, del CPP— es una conducta volunta
ria, típica, antijurídica, culpable y punible. Entonces, ¿los bienes que serán objeto de alla
namiento deberían haber estado ligados hasta el momento de la punibilidad respecto de la
conducta del agente? No, necesariamente. Lo correcto es que los bienes estén ligados con
la ejecución del iter criminis y no las fases de la teoría del delito. La redacción adecuada
sería “bienes relacionados a la ejecución de un delito”, pues el agente solo pudo haber
realizado una conducta típica y antijurídica, pero no culpable, y por esta razón el allana
miento y los bienes incautados no carecerían de objeto.
En esa línea, el legislador cuando agrega que el allanamiento procede también con
tra cosas relevantes para la investigación, no hace más que otorgarle discrecionalidad al
representante del Ministerio Público para allanar un inmueble e incautar bienes que no
necesariamente estén ligados con la ejecución del iter criminis, deslegitimándose el alla
namiento conforme a lo antes desarrollado.
BIBLIOGRAFÍA
JAKOBS, Günther (1996). Sociedad, norma y persona en una teoría del Derecho Penal Funcional. Madrid: Civitas.
553
Artículo 215.- Contenido de la resolución
1. La resolución autoritativa contendrá: el nombre del fiscal autorizado, la finalidad
específica del allanamiento y, de ser el caso, las medidas de coerción que correspon
dan, la designación precisa del inmueble que será allanado y registrado, el tiempo
máximo de la duración de la diligencia, y el apercibimiento de ley para el caso de
resistencia al mandato.
2. La orden tendrá una duración máxima de dos semanas, después de las cuales caduca
la autorización, salvo que haya sido expedida por tiempo determinado o para un
período determinado, en cuyo caso constarán esos datos.
Concordancias:
CPP: arts. 214, 216.
• Nombre del fiscal autorizado, la finalidad específica del allanamiento y, de ser el caso,
las medidas de coerción que correspondan, la designación precisa del inmueble, el
tiempo máximo de la duración y el apercibimiento en caso de resistencia al mandato.
De acuerdo a ello, el juez debe señalar en su resolución el nombre del representante del
Ministerio Público autorizado para el allanamiento. Al respecto, formulo la siguiente inte
rrogante: ¿Es posible que el fiscal solicitante no sea el fiscal autorizado? Sí, esto ocurrirá en
tanto el fiscal solicitante lo precise en su requerimiento. Es decir, señale que el no podrá par
ticipar por motivos razonables y se sirva autorizar otro representante del Ministerio Público.
Seguidamente, el juez debe indicar la finalidad del allanamiento, la cual debe estar
en estrecha relación con la mencionada por el representante del Ministerio Público. En
efecto, el representante del Ministerio Público debe señalar la finalidad del allanamiento;
por ejemplo, mencionar que con el allanamiento y detención de esa persona se podrá
tomar sus huellas y compararlas con las que fueron encontradas sobre la occisa, o que con
la incautación de esos bienes se podrá lograr determinar el perjuicio a favor del Estado.
Asimismo, el juez debe recoger en su resolución las medidas de coerción según corres
ponda, el lugar exacto que corresponde al inmueble y el tiempo de duración de la misma.
Finalmente, la orden tendrá una duración máxima de dos semanas, después de las
cuales caduca la autorización, salvo que haya sido expedido por un tiempo determinado o
para un periodo determinado, en cuyo caso constatarán esos datos.
BIBLIOGRAFÍA
GIMENO SENDRA, Vicente (2012). Derecho Procesal Penal. Navarra: Civitas; ROSAS YATACO, Jorge
(2013). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015).
554 ^erec^° Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
Artículo 216.- Desarrollo de la diligencia
1. Al iniciarse la diligencia se entregará una copia de la autorización al imputado
siempre que se encuentre presente o a quien tenga la disponibilidad actual del
lugar, comunicándole la facultad que tiene de hacerse representar o asistir por una
persona de su confianza.
2. Si no se encuentran las personas arriba indicadas, la copia se entregará y el aviso
se dirigirá a un vecino, a una persona que conviva con él, y a falta de ellos, solo de
ser posible, al portero o a quien haga sus veces.
3. La diligencia se circunscribirá a lo autorizado, redactándose acta. Durante su
desarrollo se adoptarán las precauciones necesarias para preservar la reputación y
el pudor de las personas que se encuentren en el local allanado.
Concordancias:
C: arts. 1, 2 inc. 7; CPP: art. 127, 214, 215, 220 inc. 4; DVDH: art. 1.
• Disponer a la Policía Nacional del Perú que la persona no se aleje del lugar antes
de que la diligencia haya terminado, siempre que considere que estas personas
puedan ocultar los bienes delictivos.
BIBLIOGRAFÍA
GIMENO SENDRA, Vicente (2012). Derecho Procesal Penal. Navarra: Civitas; ROSAS YATACO, Jorge
(2013). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015).
Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
556
Artículo 217.- Solicitud del fiscal para incautación y registro de personas
1. Cuando sea el caso, el fiscal solicitará que el allanamiento comprenda la detención
de personas y también la incautación de bienes que puedan servir como prueba o
ser objeto de decomiso. En este caso se hará un inventario en varios ejemplares, uno
de los cuales se dejará al responsable del recinto allanado.
2. El allanamiento, si el fiscal lo decide, podrá comprender el registro personal de las
personas presentes o que lleguen, cuando considere que las mismas pueden ocul
tar bienes delictivos o que se relacionen con el mismo. El fiscal, asimismo, podrá
disponer, consignando los motivos en el acta, que determinada persona no se aleje
antes de que la diligencia haya concluido. El trasgresor será retenido y conducido
nuevamente y en forma coactiva al lugar.
Concordancias:
C: art. 2 inc. 24 lit.f; LOMP: art. 5.
I. Introducción
En el Título III, Capítulo IV del Código Procesal Penal de 2004, bajo el título de
“La búsqueda de pruebas y restricción de derechos”, encontramos en los artículos 214 a
217 del citado cuerpo normativo, al denominado allanamiento y registro domiciliario con
autorización judicial, se precisa que si bien es cierto, ambas diligencias restringen el dere
cho a la inviolabilidad del domicilio, la entrada y registro constituyen dos medidas distin
tas: mediante la entrada se penetra en el domicilio; a través del registro se buscan y reco
gen, en caso de ser hallados, datos útiles a la investigación y fuentes de prueba. Lógica
mente el registro presupone una entrada previa, pero la entrada no siempre se realiza con
el fin de practicar un registro(1), sino también puede comprender la detención de personas
e incautación de bienes.
En este contexto, sabemos bien que el ingreso en el domicilio ajeno y su registro cons
tituyen una intromisión de los órganos de persecución penal del estado en el libre ejerci
cio del derecho a la inviolabilidad domiciliaria, cuya finalidad consiste en lograr la deten
ción del imputado o la aprehensión de cualquier información u objeto que, por su rela
ción con el delito, sea de interés para la investigación o sea útil como fuente de prueba1 (2).
Asimismo, esta diligencia no es más que el desarrollo legal de una de las causas legíti
mas para restringir el derecho a la inviolabilidad domiciliaria que se consagra en el artículo
2 inciso 9 de nuestra Constitución Política(3):
(1) GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO, Nicolás (2005)- “La restricción del derecho a la inviolabilidad del domi
cilio en el proceso penal español”. En: El nuevo proceso penal. Estudios fundamentales. CUBAS VILLANUEVA,
Víctor; DOIG DÍAZ, Yolanda y QUISPE FARFÁN, Fanny (coords.). Lima: Palestra, p. 399-
(2) ídem.
(3) Al respecto, puede revisarse VEGAS TORRES, Jaime (1996). “Prueba ilícita en particular (II): La ilicitud
de la diligencia de entrada y registro en lugar cerrado y sus consecuencias”. En: Cuadernos de Derecho Judicial.
Número 9. España: Consejo General del Poder Judicial, pp. 293-372; MATIA POTILLA, Francisco Javier 557
ART. 217 LA PRUEBA
Tal diligencia se rige por los principios básicos de estas clases de medidas como son:
i) Principio de legalidad, ii) Principio de suficiencia indiciarla, iii) Principio de jurisdic-
cionalidad, iv) Principio de motivación, y v) Principio de proporcionalidad. Asimismo, el
fiscal podrá solicitar al juez competente que el allanamiento comprenda la detención de
personal, e incautación de bienes que puedan servir como prueba o ser objeto de decomiso.
Debemos precisar que existirán casos que el allanamiento puede realizarse sin auto
rización judicial, como cuando nos encontremos en flagrancia delictiva o muy grave peli
gro de su perpetración o ante la existencia de consentimiento del intervenido, sin embargo,
corresponderá al fiscal solicitar inmediatamente la confirmación judicial(4). Estos supues
tos se encuentran legitimados en el artículo 2, inciso 9 de nuestra Constitución Política(5):
(1997). El derecho fundamental a la inviolabilidad de domicilio. Madrid: Me Graw Hill, pp. 163-229; ARIAS
EIBE, Manuel (2001). “La inviolabilidad del domicilio: dimensión constitucional y protección penal”. En:
Revista Jurídica Española de Doctrina, Jurisprudencia y Bibliografía. La Ley. Tomo de Jurisprudencia. N° 4,
pp. 1643-1661.
(4) Lo cual concuerda con lo dispuesto por el artículo 203, inciso 3, del Código Procesal Penal de 2004.
(5) Desde una perspectiva similar, véase, GONZÁLES-TREJI VANO, Pedro (1992). La inviolabilidad del domicilio.
Madrid: Tecnos, pp. 170-171.
(6) Al respecto, revísese PISFIL FLORES, Daniel Armando (2012). “La restricción del derecho a la inviolabilidad
del domicilio en el Código Procesal Penal: especial referencia al allanamiento y al registro conautorización
judicial”. En: La prueba en el Código Procesal Penal de 2004. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 493-522.
(7) Cfr. LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo y RODRÍGUEZ RAMOS, Luis (1989). “La intimidad corporal,
devaluada (comentario a la sentencia número 37/89, de 15 de febrero, del Tribunal Constitucional)”. En:
558 Revista del Poder Judicial. N° 14. Madrid: Poder Judicial, pp. 123-130.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 217
El artículo 214 en sus incisos 1 y 2 del Código Procesal Penal de 2004, establece que
fuera de los casos de flagrante delito o de peligro inminente de su perpetración, y siem
pre que existan motivos razonables para considerar que se oculta el imputado o alguna
persona evadida, o que se encuentran bienes delictivos o cosas relevantes para la investi
gación, el fiscal solicitará al juez de investigación preparatoria el allanamiento y registro
domiciliario de una casa habitación, casa de negocio, en sus dependencias cerradas, o en
recinto habitado temporalmente, y de cualquier otro lugar cerrado, siempre que sea previ
sible que le será negado el ingreso en acto de función a un determinado recinto (es decir,
no exista consentimiento del titular del inmueble).
Tal solicitud consignará la ubicación concreta del lugar o lugares que habrán de ser
registrados, la finalidad específica del allanamiento, las diligencias a practicar, y el tiempo
aproximado que durará; en ese pedido conforme al artículo 217 del código citado, el fiscal
cuando sea necesario, solicitará que el allanamiento comprenda la detención de personas
y también la incautación de bienes que puedan servir como prueba o ser objeto de deco
miso. En este caso se hará un inventario en varios ejemplares, uno de los cuales se dejará
al responsable del recinto allanado.
incidencias deban reseñarse a los mismos fines valorativos. Durante su desarrollo se adop
tarán las precauciones necesarias para preservar la reputación y el pudor de las personas
que se encuentren en el local allanado.
Sobre el presente tema, el profesor argentino Alberto Binder, sostiene que: “la bús
queda de información en estos ámbitos de intimidad o de desarrollo personal solo es admi
sible si se cuenta con una orden de allanamiento o de registro, esto es, una autorización
formal, precisa y circunstanciada del juez -y de ninguna otra autoridad- (...)”. La orden
de allanamiento nunca puede ser una orden genérica, ni en cuanto al tiempo ni en cuanto
al lugar. Debe estar circunscrita temporalmente (esto no significa que deba ser necesaria
mente expedida para un día determinado, pero tampoco puede ser una orden “abierta”, de
validez permanente). Por otra parte, debe determinar con precisión y expresamente el lugar
que puede y debe ser registrado. No solo debe ser una orden circunscrita espacial y tempo
ralmente, sino que, además, debe ser una orden “circunstanciada”. Esto significa que debe
contener una referencia expresa al proceso en el cual ha sido ordenada (no pueden existir
allanamientos “por fuera” de un proceso) y, además, debe indicar qué es lo que se busca(10).
(8) De tal manera, ASENCIO MELLADO, José María (2008). La prueba prohibida y prueba preconstituida en el
proceso penal. Lima: Inpeccp, p. 136.
(9) MORENO CATENA, Víctor (2008). “Los elementos probatorios obtenidos con la afectación de derechos
fundamentales durante la investigación penal”. En: AA.VV. Prueba y proceso penal. Análisis especial de la prueba
prohibida en el sistema español y en el Derecho comparado. GOMEZ COLOMER, J. (coord.). Valencia: Tirant lo
Blanch, p. 80.
(10) Cfr. BINDER, Alberto M. (2000). Introducción al Derecho Procesal Penal. 2a edición. Buenos Aires: Ad-Hoc,
560 p. 188.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 217
Los motivos que determinaron el allanamiento sin orden judicial constarán deta
lladamente en el acta que se elabore (artículo 214, inciso 3). Al respecto, dichos motivos
conforme a nuestra legislación actual son los siguientes: i) flagrancia delictiva, ii) peligro
inminente de su perpetración, y iii) consentimiento del intervenido, supuestos que están
legitimados siempre y cuando exista urgencia o peligro por la demora. Para todos estos
casos se necesitará la inmediata convalidación judicial (artículo 203, inciso 3 del Código
Procesal Penal de 2004).
2. Otros supuestos
Resulta claro que en otros supuestos, no será necesario la autorización judicial. Por
ejemplo, cuando la policía o fiscal proceden a ingresar a una casa no habitada, o depen
dencias abiertas al público, entre otros supuestos, donde no está en juego el derecho a la
inviolabilidad de domicilio o intimidad. Procediéndose a levantar el acta respectiva.
Debe quedar claro este aspecto, dado que existen casos que al no distinguirse correc
tamente el contenido del derecho a la inviolabilidad de domicilio se ha pretendido amparar
la exclusión de tales pruebas bajo el fundamento de prueba ilícita. Así, en el caso “Carranza
Sánchez” resuelta por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema (Recurso de Nuli
dad N° 3678-2009-Lambayeque), donde se anuló en esta instancia una absolución previa
donde se imputaba a Carranza Sánchez el delito de tráfico ilícito de drogas y tenencia ile
gal de armas. Al respecto se señaló lo siguiente:
“(...) que la sentencia de instancia, luego de glosar los cargos y diversa prueba perso
nal y documental, ha destacado la ilegitimidad del allanamiento y subsecuente regis
tro domiciliario, así como, por extensión la droga incautada (...)
Desde esta perspectiva una casa deshabitada está excluida del concepto de domicilio.
Si el ambiente o recinto en cuestión no constituía una morada de ninguna persona
y al cual se podía ingresar sin restricción alguna un tercero para destinarla circuns
tancialmente a actividades ilegales, no goza de la protección constitucional por care
cer de la naturaleza jurídica de domicilio -falta, por tanto, la idea de privacidad o de
intimidad inherente a todo domicilio- En el presente caso -si se toma en cuenta la
declaración de la propietaria- el imputado solo utilizaba el predio, ante el abandono
del mismo por el inquilino y la ausencia de la propietaria que vivía en otro lugar, y
lo hacía sin restricción alguna, al punto que cuando la policía se constituyó al pre
dio nadie residía en él ni puso obstáculo a su ingreso y registro. Por ello tal predio
no puede considerarse morada de nadie y no puede extenderse al mismo la protec
ción constitucional, ni serle de aplicación de las normas procesales garantizadas de
la inviolabilidad domiciliaria (...)
IV. Conclusiones
• La diligencia de allanamiento y registro domiciliario debe ser autorizada por reso
lución judicial debidamente motivada, y aplicando el principio de la proporcio
nalidad y proscribiendo toda arbitrariedad, teniendo en cuenta que la inviolabi
lidad del domicilio es uno de los derechos fundamentales de la persona humana.
• Los motivos que determinaron el allanamiento sin orden judicial constarán deta
lladamente en el acta que se elabore (artículo 214, inciso 3). Los mismos que
se presentan cuando la autoridad policial o fiscal se encuentran en las siguien
tes situaciones: i) flagrancia delictiva, ii) peligro inminente de su perpetración,
y iii) consentimiento del intervenido, supuestos que están legitimados siempre y
cuando exista urgencia o peligro por la demora. Para todos estos casos se necesi
tará la inmediata convalidación judicial.
BIBLIOGRAFÍA
ARIAS EIBE, Manuel (2001). “La inviolabilidad del domicilio: dimensión constitucional y protección
penal”. En: Revista Jurídica Española de Doctrina, Jurisprudencia y Bibliografía. La Ley. Tomo de Jurisprudencia.
N° 4; ASENCIO MELLADO, José María (2008). La prueba prohibida y prueba preconstituida en el proceso
penal. Lima: Inpeccp; BINDER, Alberto M. (2000). Introducción al Derecho Procesal Penal. 2a edición. Bue
nos Aires: Ad-Hoc; GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO, Nicolás (2005). “La restricción del derecho a
la inviolabilidad del domicilio en el proceso penal español”. En: El nuevo proceso penal: Estudios fundamenta
les. CUBAS VILLANUEVA, Víctor; DOIG DÍAZ, Yolanda y QUISPE FARFAN, Fanny (coords.). Lima:
Palestra; GONZÁLES-TREJIVANO, Pedro (1992). La Inviolabilidad del domicilio. Madrid: Tecnos; MATIA
POTILLA, Francisco Javier (1997). El derecho fundaméntala la inviolabilidad de domicilio. Madrid: Me Graw
Hill; MORENO CATENA, Víctor (2008). “Los elementos probatorios obtenidos con la afectación de dere
chos fundamentales durante la investigación penal”. En: AA.VV. Prueba y proceso penal. Análisis especial de
la prueba prohibida en el sistema español y en el derecho comparado. J. GÓMEZ COLOMER (coord.). Valencia:
Tirant lo Blanch; LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo; RODRÍGUEZ RAMOS, Luis (1989). “La inti
midad corporal, devaluada (comentario a la sentencia número 37/89, de 15 de febrero, del Tribunal Consti
tucional)”. En: Revista del Poder Judicial. N° 14. Madrid: Poder Judicial; PISFIL FLORES, Daniel Armando
(2012). “La restricción del derecho a la inviolabilidad del domicilio en el Código Procesal Penal: especial
referencia al allanamiento y al registro conautorización judicial”. En: La prueba en el Código Procesal Penal
de 2004. Lima: Gaceta Jurídica; VEGAS TORRES, Jaime (1996). “Prueba Ilícita en particular (II): La ili
citud de la diligencia de entrada y registro en lugar cerrado y sus consecuencias”. En: Cuadernos de Derecho
Judicial. N° 9. España: Consejo General del Poder Judicial.
563
CAPÍTULO VI
LA EXHIBICIÓN FORZOSA
Y LA INCAUTACIÓN
SUBCAPÍTULO I
LA EXHIBICIÓN E INCAUTACIÓN
DE BIENES
Concordancias:
CPP: arts. 219, 220, 233; CPC: art. 293; LOMP: art. 5.
I. Nota introductoria
Con relación a este artículo, el primero de este subcapítulo que se ocupa de la exhibi
ción e incautación de bienes, y que regula lo concerniente a la realización de dicha exhibi
ción o incautación en caso de negativa, previa solicitud del fiscal (inciso 1) y de la realiza
ción de dichas diligencias sin autorización, en casos excepcionales como la flagrancia o el
peligro de demora (inciso 2), el autor ha estimado conveniente incluir cuadros ilustrativos
que ayudan a comprender más cabalmente el contenido y alcances prácticos de la norma
objeto de comentario, tal como se aprecia a continuación (nota del editor).
►64
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS ¥ RESTRICCIÓN DE DERECHOS
Forma de ingreso al proceso | Finalidad procesal 1
Bien Asegurar vcsrmo iras contiena
Incautación Entrega Hallazgo Embargo Prueba
resultado
Sustraído z z z X z z Restitución (artículo 93.1) No hay
■ ' .1 protección
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7771:7-.7j777777r < ■ : Devolución salvo que:
' ’7• ' ;: se halle en alguno de los supuestos anteriores, o
Bien necesario para el
z z z X z
ART. 218
X no estándolo, sea un bien intrínsecamente delictivo,
esclarecimiento del delito en cuyo caso se decomisa para su inmediata
'''"'■,'■1■:■'’’•-:
destrucción
I 1 11 1 c 7 7/ 7.
U1
en
ART.218 LA PRUEBA
•
Artículo Ubicación sistemática Bienes sobre los que puede recaer: Factores en común
■'’.fV '.'A í
Libro Segundo (la actividad - bien que constituye cuerpo del delito - Solo en el primer artículo se esta
procesal) blece que (salvo flagrancia) antes
- las cosas que se relacionen con aquel
- Sección II (La prueba) de incautar, ha de haber un reque
las cosas que sean necesarias para rimiento previo (de exhibir y/o de
- Título III: (La búsqueda de prue el esclarecimiento de los hechos entregar el bien o cosa), ante cuya
218 bas y restricción de derechos) investigados negativa recién se habilitará el proce
- Capítulo VI (Laexhibición for dimiento de incautación. Así debería
zada y la incautación) también estar regulado en el segundo
artículo
- Subcapítulo I (La exhibición e
incautación de bienes) Las dos deben hacerse en principio
por autorización judicial
- Libro Segundo (la actividad - efectos del delito Solo en casos intempestivos (fla
procesal) - instrumentos del delito grancia para la policía; peligro en
- Sección III (Las medidas de la demora para la fiscalía), se auto
316 - objetos del delito
coerción procesal) riza que estos operadores procedan
con una incautación no autorizada
- Título X (La incautación)
judicialmente
1. Sobre el inciso 1
En relación con los bienes, el proceso penal peruano persigue fines propiamente
penales y también fines civiles. En esta parte nos ocupamos de los bienes que satisfacen
los fines penales.
(1) Para la institución de la incautación, sin perjuicio del libro de Tomás Aladino Gálvez Villegas que se cita más
adelante, será útil revisar:
CACERES JULCA, Roberto E. (2008). El proceso de pérdida de dominio y las medidas cautelares en la investi
gación preliminar. Lima: Idemsa, pp. 385-388 (ítems 122-134); CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). El
nuevo proceso penal peruano / Teoría y práctica de su implementación. Lima: Palestra, pp. 416-418 (ítem 3-13-3);
JIMENEZ BACILIO, Walter Agustín. "Lo que el VI Pleno Jurisdiccional Penal no dijo sobre la incautación
en el NCPP”. En: http://www.lozavalos.com.pe/alertainformativa/index.php?mod=documento&com=docu
mento&id=1788; NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral.
Lima: Idemsa, pp. 637-638 (ítem 5.6); PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2009). El nuevo proceso penal
peruano. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 92-93; YAIPEN ZAPATA, Víctor (2011). “La incautación como medida
cautelar en el nuevo proceso penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Especial: VI Pleno Jurisdiccional de las
>66 Salas Penales Permanente y Transitorias. Tomo 21. Lima: Gaceta Jurídica.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS
■■ .L' 1- Fundamento
¿Pérdida de
Tipo de afectación
dominio? La afectación recae sobre el: Consecuencia
p-———
•■;'■ ■'V' La sentencia condenatoria dispondrá lo siguiente:
• -'tA’
Objeto del delito Restitución Una persona que tuvo el bien tiene derecho a recuperarlo
¡■SSifffiB
. ....
' *'• •> ■ '• > '/ ■< ' **} ' Decomiso para uso o El delito es en agravio del Estado y el bien es de lícito
reasignación comercio
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Decomiso para su El delito es en agravio del Estado y el bien es de lícito
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■ ’■ < destrucción comercio (intrínsecamente delictivo)
V i '• '’ ■ ■ •’* * :' '/> * *
- ■■ •'■ • > • • ■ ■ '■■ “aun cuando pertenezcan a terceros, salvo cuando estos no
■ Instrumento del delito Decomiso
hayan prestado su consentimiento para su utilización
-? ó- :v-X,4 i ?
ART. 218
í< *¿ ¿ i.’:
necesarias para el Si no se hallan dentro de alguno de los supuestos anteriores, tras su utilización, tales cosas
Temporal No
esclarecimiento de los hechos deben ser devueltas a su dueño
investigados”
en
O">
ART. 218 LA PRUEBA
c) Fuentes extranjeras: “El derecho a no ser sujeto pasivo de revisiones en las cosas que
uno tiene o en su propia persona”, es desarrollado por la legislación comparada:
Por tanto, en los países que hayan acogido la idea recogida en la sexta enmienda,
el derecho a no cooperar con la propia incriminación comprende: i) el derecho a guardar
silencio y, ii) el derecho, en principio, a no entregar muestras biológicas, imágenes, hue
llas, documentos, objetos, que puedan ser usados en su contra. Se dice en principio, por
que ese derecho se pierde cuando un juez, ante una causa probable, da una orden o una
autorización en tal sentido.
se devuelve
se pide su entrega.
Según su respuesta,
se continúa ------------------------- \
en (1) o en (2) el que era el
< _______________ tenedor pierde
■ tenencia y el
propietario
el fiscal dispone pierde propiedad
se realice el fin y
—
previsto para el
bien. Tras ello y en
caso de condena: el bien se devuelve
569
ART. 218 LA PRUEBA
f) Algunas precisiones:
- Sobre el tercero civil: “El tercero civil, en lo concerniente a la defensa de sus inte
reses patrimoniales goza de todos los derechos y garantías que este Código con
cede al imputado” (artículo 113.1). Si bien estos incidentes se dieron en diligencias
570
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 218
preliminares (y, por tanto, no había constituida una persona jurídica de las con
secuencias accesorias -cfr. artículo 91.1-), no se admite que las otras partes acu
sadas, llegada la oportunidad, puedan recurrir en tutela, sino que se postula
claramente que solo el imputado puede recurrir en tutela, lo que supone desco
nocimiento de los artículos 93.1 y 113.1.
En el rubro analizado supra se habló de una improcedencia formal: las personas jurí
dicas intervenidas no son el procesado y solo el procesado puede acudir en tutela (aserto
errado, por lo que se vio). Pero aquí se da una razón de fondo: que la fiscalía pretenda
analizar la contabilidad de una persona del todo ajena al proceso (ajena hasta ese esta
dio del proceso, al menos) no es un acto ilegal. Es verdad que el fundamento no es muy
feliz, pues una situación es la naturaleza del acto (acceso a una determinada información)
y otra es cómo esa información llegará al proceso (testimonio, documento, pericia). De
modo que el que tenga una forma procesal de ingreso no tiene que ver con la índole de la
afectación de un derecho. Para esa lógica también se tendría que decir que el acto de afectar
el secreto bancario y la reserva tributaria hará -al menos usualmente- que ingrese infor
mación por medio de una pericia: generalmente la información preveniente de esas fuen
tes se pasa a un perito, quien analiza e interpreta la información para el juez. Por tanto,
todo aquel que es imputado recibe sobre sí actos de investigación, pero no todo aquel que
recibe sobre sí actos de investigación es imputado (ni siquiera en el sentido amplio que
abarque al tercero civil y a la persona jurídica de las consecuencias accesorias). Un ejem
plo sin duda lo ilustrará:
571
ART. 218 LA PRUEBA
Pero debe recordarse: no porque sea una potestad del fiscal, significa que ella no se
pueda ejercer arbitrariamente ¿Debiera ser la tutela la vía apropiada para ejercer ello? La
respuesta es sin duda que no. Ni la fiscalía ni la policía tienen una potestad “de suyo” para
incautar. Como se ha visto, la fiscalía deber requerir al tercero que exhiba y/o entregue el
bien. Si hay negativa, lo que debe hacer el fiscal es solicitar al juez la orden de incautación
(se asume, con autorización de descerraje en caso necesario -pues la solicitud “contendrá
las especificaciones necesarias”-. Por tanto, lo que afectaría el derecho del tercero no sería
el requerimiento fiscal, sino la resolución judicial. Lo que debe hacerse es, entonces, habi
litar el derecho del tercero para apelar dicha resolución. Si bien no es ningún sujeto pro
cesal en estricto (no es el imputado, ni el agraviado, ni tercero civil, ni persona jurídica de
las consecuencias accesorias -no todavía, al menos-), al verse afectado un derecho, debe
contar con tutela jurisdiccional efectiva para que se analice la corrección de la afectación.
La fiscalía y la policía podrían -como se verá en el análisis del inciso 2—, incautar
por delito flagrante o por peligro en la demora. Allí sí hay un acto que puede ser abusivo,
arbitrario, desproporcionado. Pero tiene una vía (recordar, la tutela es residual, según el
Acuerdo Plenario N° 4-2010/CJ-l 16; solo opera cuando no hay otra vía de protección de
derechos), la cual es la del artículo 222.2, sin perjuicio de que el tercero pueda intervenir
en el pedido de confirmación de la parte final del artículo 218.2.
2. Sobre el inciso 2
572
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 218
Para algunos, hay en esta doble regulación una evidente inequidad: si a cualquier
parte procesal se le vence un plazo sin haber ejercido un acto jurídico procesal que debía
hacerse dentro de tal plazo, queda ya sin poder ejercerlo; pero si al fiscal se le vence un
plazo, solo hay responsabilidad disciplinaria, pero puede seguir realizando tal acto. Dos
cosas hay que decir sobre ello: i) esta pauta solo es inaplicada por los jueces que no han
leído bien el Código(5). Pero es curiosamente unánime que se inaplique para los plazos de
impugnación y ii) recordemos que no solo se “beneficia” al fiscal (ante el juez, una parte
como cualquier otra, con iguales derechos y deberes que cualquier otra parte), sino tam
bién al juez mismo.
Por tanto, este inciso no es parte de un proteccionismo sobre el fiscal (algo sobre lo
que muchos abogados litigantes se quejan, tanto en sus manifestaciones -supuestas o rea
les- legislativas -como sería este caso- y sobre todo, judiciales). Se trata de proteger una
actividad y un interés públicos (la investigación del delito y la postulación de la acción
penal y de sus actos complementarios -en el caso del fiscal- y un pronunciamiento juris
diccional sobre una pretensión que es de interés de la sociedad en general -en el caso del
juez-). Ellos no pueden estar a merced de la diligencia o incuria de los operadores estatales.
BIBLIOGRAFÍA
GALVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2013). Decomiso, incautación y secuestro. Lima: Ideas solución; CACE-
RES JULCA, Roberto E. (2008). E/proceso de pérdida de dominio y las medidas cautelares en la investigación preli
minar. Lima: Idemsa; CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). El nuevo proceso penal peruano / Teoría y práctica
de su implementación. Lima: Palestra; JIMÉNEZ BACILIO, Walter Agustín. “Lo que el VI Pleno Jurisdic
cional Penal no dijo sobre la incautación en el NCPP”. En: http://www.lozavalos.com.pe/alertainformativa/
index.php?mod=documento&com=documento&id=1788; NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual
del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2009). El
nuevo proceso penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; YAIPÉN ZAPATA, Víctor (2011). “La incautación como
medida cautelar en el nuevo proceso penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Especial: VI Pleno Jurisdic
cional de las Salas Penales Permanente y Transitorias. Tomo 21. Lima: Gaceta Jurídica.
(2) Cfr. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2013). Decomiso, incautación y secuestro. Lima: Ideas Solución (ítem
3-6; en mayor medida la página 297).
(3) Cfr. Casación N° 231-2011-Madre de Dios, de la Sala Penal Permanente, del 17 de mayo de 2012.
(4) Cfr. Casación N° 136-2013-Tacna, de la Sala Penal Permanente, del 11 de junio de 2014.
(5) Quienes hubiesen leído bien esta parte y discrepen de su contenido, harían inaplicación por control difuso.
Pero aplicar la misma regla a las otras partes y al fiscal implica que o no se ha leído el artículo 144.2, o -algo
peor- habiéndose leído, no se ha comprendido su significado. 573
Artículo 219.- Contenido de la resolución
1. La resolución autoritativa especificará el nombre del fiscal autorizado, la desig
nación concreta del bien o cosa cuya incautación o exhibición se ordena y, de ser
necesario, autorización para obtener copia o fotografía o la filmación o grabación
con indicación del sitio en el que tendrá lugar, y el apercibimiento de ley para el
caso de desobediencia al mandato.
2. Se aplicará, en lo pertinente, las mismas reglas para la resolución confirmatoria.
Concordancias:
CPP:arts.218,220.
I. Sobre el inciso 1:
Los elementos de la resolución que autoriza la incautación
Para los efectos de realización de la referida diligencia, se estima que no hay problema
con que sea la fiscalía autorizada judicialmente la que la realice, debido a que los fiscales
carecen de competencia(2). Es por esto que entre las causas de nulidad (artículo 150) hay una
interna para los jueces: que el órgano jurisdiccional no sea el que deba ser, o no esté inte
grado por quiénes deba estar (inciso b: “nombramiento, capacidad y constitución de jueces
o salas) y, en cambio, hay una externa para los fiscales: que no participen cuando deben
participar (inciso c: “la participación del Ministerio Público en las actuaciones procesales
que requieran su intervención obligatoria”), sin especificar que sea o no “el competente”.
(1) Esto puede o no estar acompañado de cambio de órgano jurisdiccional, se entiende que sucedió cuando el
órgano jurisdiccional que emitió la orden de incautación no (había sido declarado todavía como que) era
incompetente, dicha orden de tal órgano se puede ejecutar sin inconveniente alguno. Un problema distinto
sucede cuando cambia la fiscalía, sin que ello implique cambio del órgano jurisdiccional. Por la razón que se
explica a continuación en el texto principal, no hay problema en que no exista “efecto espejo”; esto es, que
una fiscalía trabaje con un juzgado que no es “su par”; no existe obligación alguna de que ante un órgano
jurisdiccional ejerza funciones una determinada fiscalía y no otra. No hay competencia fiscal (no en el sentido
judicial del término, que genera nulidad procesal por su vulneración).
(2) i) La competencia es el elemento crucial del juez predeterminado por la ley o el juez natural (las reglas
de competencia hacen que sea el ordenamiento jurídico, y no la voluntad acaso espuria de alguien, lo que
determine quién debe ser el juez de una causa). Por ello, el CPP le dedica 43 artículos (del 16 al 59) a tan
importante cuestión, ii) En cambio, los fiscales tienen apenas una modesta distribución de funciones, que
574 apenas toma un mero inciso (artículo 63.2).
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 219
y ii) no habrá tampoco consecuencias disciplinarias para el fiscal, puesto que -por el con
trario-, habrá impedido que una importante medida pierda eficacia debido a un cambio
imprevisto de fiscalía. Sin embargo, lo que se puede afectar es la llamada corporativiza-
ción de las fiscalías. La idea, sin duda, se puede cifrar con la metáfora del huevo empo
llado por diez días(3). Es decir, como algo hecho imperfectamente, que se manifestará al
haber creado fiscalías corporativas, pero sin cambiar una serie de cosas, sin las cuales la
corporativización no tiene sentido.
Segundo, tiene que haber una dirección centralizada de casos, es decir, una decisión
central, sistemática, de cuántos casos se archivan provisionalmente, a cuántos se les aplica
salidas tempranas, en cuántos se va a juicio oral, etc. Lo contrario es la metodología según
la cual cada fiscal ve qué hace con su caso. Ello no puede conducir a una auténtica corpo
rativización: no habrá una fiscalía corporativa, sino varios fiscales puestos juntos, viendo
cada uno cómo maneja sus casos.
Pero bien, imperfecta y todo, esta vinculación a un fiscal concreto, con nombre y
apellido, no ayuda a lo que de corporativo hay en las fiscalías así organizadas. Se cuentan
con varias razones por las cuales el fiscal que solicita no es necesariamente el fiscal que va
a ejecutar la medida. Entre estas tenemos a las razones comunes: a) muerte, b) vacaciones,
c) licencias y d) remoción del cargo. También están las razones propiamente corporativas:
quien formula el requerimiento es uno, porque ese día dentro de la fiscalía corporativa le
tocaba esa labor; pero el día de la concesión, ese que solicitó ha sido destinado a otra cosa
(digamos, diligencias en el penal). Por tanto, lo que debería establecer la norma (y como
debería interpretarse) es designar a una fiscalía en concreto, pero no a un fiscal que, en
concreto, haga la diligencia.
(3) La metáfora nos dice que un huevo tarda en convertirse en polluelo veintiún días de incubación. Pues bien, a
los diez días, casi la mitad del período, el huevo ya evolucionó de tal manera que ya no sirve como eso (como
huevo), pero tampoco es útil como pollo (que no ha terminado de formarse). Es decir, no sirve para nada, por
que ni se aprovechó toda su potencialidad del estado inicial, ni se hizo una evolución completa que permitiera
su aprovechamiento en el nuevo estado. 575
ART. 219 LA PRUEBA
- Un nivel genérico: las armas utilizadas por el grupo criminal y que se hallen den
tro del inmueble.
- Nivel específico: los 17 revólveres y las 14 pistolas utilizadas por el grupo crimi
nal, entre setiembre de 2014 y marzo de 2018.
- Nivel concreto: los 17 revólveres marca §, modelo § calibre §, con números de serie
§, §, §, §> §, §, §, §, §3 §, §, §, §, §, §, §> §; y las 14 pistolas marca §, modelo§
calibre §, con números de serie §, §, §, §, §, §, §, §, §, §, §, §, §, §.
- Un nivel genérico.
En principio rechazable, pues se supone que para afectar un derecho (la inviolabili
dad de domicilio, sin duda, y no necesariamente un derecho real, pues —al decir de Gál-
vez Villegas-, ello no sería aplicable si se trata de bienes intrínsecamente delictivos), se
espera que el Ministerio Público haga un trabajo solvente de investigación que permita
mayor especificidad.
- Nivel concreto. Con mucha mayor razón se cumple el estándar. Pero ha de seña
larse que es bastante improbable que el fiscal cuente con tanta información como
para sustentar su pedido con tal grado de minuciosidad.
Recordemos que se trata de una medida cautelar, el resultado final del proceso no se
conoce y, por tanto, tampoco sus consecuencias (como el decomiso). No está en juego en
este tema específico la presunción de inocencia, pues no hablamos de la situación penal del
576
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 219
procesado (inocente o culpable), sino de la suerte que correrán ciertos bienes, que pueden o
no haber estado en posesión del imputado, y que incluso -como hemos visto- pueden haber
estado en poder de un perfecto ajeno al caso penal materia de proceso. En consecuencia,
habrá de procederse de la siguiente manera, en nombre del principio de proporcionalidad:
Hay que determinar si el fin que se persigue se puede cumplir con la mera exhibi
ción (sobre todo con el procedimiento del rubro que se analizará a continuación) o si es
estrictamente necesario quitar posesión al actual tenedor o poseedor. Ello es claro cuando
se conjugan dos supuestos: i) el fin que se busca es de averiguación (realizar un acto de
investigación, para determinar si ello puede pasar a ser un acto de prueba); ii) la extrac
ción de información necesaria del bien o cosa se puede hacer en tiempo breve, durante la
exhibición. Pero no hay que cerrarse a la posibilidad de que el supuesto se cumpla en otros
casos. Por ejemplo: i) se tiene la sospecha de que el bien ha sido instrumento del delito, por
haber fuentes de información sobre su utilización durante la ejecución (vídeos, fotos, tes
timonios), ii) no obstante, se requieren de ciertos análisis que se tienen que hacer durante
un tiempo más o menos prolongado. Sin embargo, en lo que al bien se refiere, basta tener
unos datos que se pueden recoger puntual y brevemente durante la exhibición; tales datos
se analizarán pericialmente después y darán un resultado concreto: ese bien fue o no fue
el que se utilizó para ejecutar el delito.
Hay formas de asegurar que el bien no desaparecerá en tanto que salgan los resulta
dos de la pericia.
El análisis anterior explica esta sección: i) la obtención de copia puede hacerse incluso
pese a que el bien se incaute; y ii) puede no poder hacerse en el momento de la exhibición,
sino posteriormente. Sin embargo, su momento apropiado es la exhibición que no se tra
ducirá en incautación, y con lo cual se evita hacer una desposesión, innecesaria por el
momento (y eso incluye la inexistencia de riesgo de desaparición del bien), porque el fin
del proceso se puede cumplir con una medida menos gravosa.
Ha de señalarse que una copia de información puede hacerse bajo forma: i) analó
gica: fotografiar, fotocopiar, grabar (en audio, si correspondiera) o filmar la cosa o bien;
y ii) digital: es producir otro ejemplar de la cosa (copiar el contenido de un disco com
pacto o de una memoria flash, popularmente conocida como USB). (Remarcamos que
aquí nos referimos a tener otro ejemplar de información; no de un objeto en sí, que puede
ser filmado o fotografiado, sin que con ello se esté obteniendo información del mismo).
Se puede producir la extracción del bien del lugar donde el fiscal tenía noticia que tal
bien se hallaba. En tal supuesto, así el fiscal tomara conocimiento del nuevo emplazamiento
luego de emitida la resolución judicial, tendría que tramitar una nueva orden al respecto.
La estructura del tipo de desobediencia a la autoridad impone que: i) haya una orden
emitida por una autoridad pública dentro del ámbito de su función, ii) la orden esté diri
gida a alguien en concreto, iii) ese alguien se entere de la existencia de la orden; y iv) pese
a ello, ese alguien se niegue a cumplir.
No es parte de la estructura del tipo que tenga que advertírsele a la persona que será
procesada por desobediencia a la autoridad(4). Algunos creen, infelizmente, que hay una
diferencia sustancial entre este tipo penal y otros; pero no la hay. Con la “lógica” de que
“no puedo ser procesado porque no me advirtieron que sería procesado por desobediencia”,
habría que permitir que un homicida diga: “no me pueden procesar por haber matado,
porque nadie me advirtió que iba a ser sancionado por homicidio si mataba”.
(4) Cfr. TELLO VILLANUEVA, Juan Carlos (2008). “El 'requerimiento previo’ en el delito de desobediencia a la
autoridad: ¿elemento del tipo, requisito de procedibilidad o cuestión probatoria?’’ En: Gaceta Penal & Procesal
578 penal. Tomo 108. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 95-111.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 219
Los cambios mutatis mutandi harían que la resolución de confirmación judicial quede
estructurada así:
“con indicación dél sitio en el que tendrá lugar” El lugar donde se efectuó la incautación
BIBLIOGRAFÍA
TELLO VILLANUEVA, Juan Carlos (2008). “El ‘requerimiento previo’ en el delito de desobediencia a la
autoridad: ¿elemento del tipo, requisito de procedibilidad o cuestión probatoria?” En: Gaceta Penal & Pro
cesal penal. Tomo 108. Lima: Gaceta Jurídica.
579
Articulo 220.- Diligencia de secuestro o exhibición
1. Obtenida la autorización, el fiscal la ejecutará inmediatamente, contando con el
auxilio policial. Si no se perjudica la finalidad de la diligencia, el fiscal señalará
día y hora para la realización de la diligencia, con citación de las partes. Al inicio
de la diligencia se entregará copia de la autorización al interesado, si se encontrare
presente.
2. Los bienes objeto de incautación deben ser registrados con exactitud y debidamente
individualizados, estableciéndose los mecanismos de seguridad para evitar confusio
nes o alteración de su estado original; igualmente se debe identificar al funcionario
o persona que asume la responsabilidad o custodia del material incautado. De la
ejecución de la medida se debe levantar un acta, que será firmada por los partici
pantes en el acto.
Corresponde al fiscal determinar con precisión las condiciones y las personas que
intervienen en la recolección, envío, manejo, análisis y conservación de lo incautado,
asimismo, los cambios hechos en ellos por cada custodio.
3. Sin perjuicio de lo anterior, si se trata de incautación de bienes muebles se pro
cederá de manera que se tomen bajo custodia y —si es posible— se inscribirá en el
registro correspondiente. Si se trata de bienes inmuebles o de un derecho sobre él,
adicionalmente a su ocupación, se operará de manera que se anote en el registro
respectivo dicha medida, en cuyo caso se instará la orden judicial respectiva.
4. Lo dispuesto en los dos numerales anteriores es aplicable cuando la exhibición o
incautación es realizada por la policía o el fiscal en los casos previstos en el artículo
216.2
5. La Fiscalía de la Nación, a fin de garantizar la autenticidad de lo incautado,
dictará el reglamento correspondiente a fin de normar el diseño y control de la
cadena de custodia, así como el procedimiento de seguridad y conservación de los
bienes incautados.
Concordancias:
CPP; arts. 216 inc. 2, 218, 219,233.
I. Sobre el inciso 1
Se regula aquí la ejecución de la resolución autoritativa (ver cuadro en la página
siguiente).
Algunas acotaciones:
580
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 220
de la diligencia misma, sino por los medios previstos para la impugnación. Ni en una cosa
ni en la otra, la intervención de las partes mismas tiene sentido alguno. Y segundo, para
el respeto del marco jurídico en la ejecución, quien tiene que solicitar que ello se haga es
el abogado, pues la parte en sí no tiene el suficiente conocimiento para saber qué se halla
dentro del ordenamiento jurídico y qué no.
(a) El abogado del imputado tiene derecho a intervenir en toda diligencia (salvo la
declaración de otros imputados): artículo 84.4
(i) La persona jurídica de las consecuencias accesorias tiene los mismos derechos del
imputado (artículo 93.3); y, por tanto, lo acabado de decir sobre el abogado del
imputado se aplica al abogado de esta parte procesal.
(ii) El tercero civil tiene los mismos derechos del imputado (artículo 113-1); y, por
tanto, lo acabado de decir sobre el abogado del imputado se aplica al abogado de
este sujeto procesal.
Sin embargo, sobre el actor civil no se menciona (artículo 104) que su abogado tiene
derecho a intervenir, sino la parte misma. Una correcta interpretación debe privilegiar al
letrado y dejar de lado al actor civil mismo.
En las últimas tres décadas ya se ha ido consolidando que la intervención se da con estric
tos fines de brindar seguridad al desarrollo de la diligencia, y no porque los efectivos hayan de
servir de estibadores. Pero hace medio siglo, por poner un punto temporal, ello no era tan claro.
De hecho, una labor de estibador impediría la vigilancia adecuada que garantice la seguridad.
Es tarea del fiscal analizar con cuidado la magnitud de la fuerza policial necesaria. Desde dos
581
ART. 220 LA PRUEBA
efectivos, hasta todo un batallón de la Guarida de Asalto, con cierre de calles y colocación de
un cerco perimétrico pueden ser necesarios, según las circunstancias.
(i) O el caso se quedaba en sede fiscal y el fiscal era el único que intervenía en las
diligencias, sin participación policial alguna (salvo el rol de seguridad).
(ii) O el caso pasaba a sede policial, en cuyo supuesto, el fiscal dejaba en la práctica
de conducir la investigación y un adjunto (que -en casos de existencia de los
fiscales- ni siquiera era un adjunto del despacho “titular” de la investigación)
pasaba a cumplir funciones notariales de las actuaciones policiales. La razón
de esta exclusividad era el atestado, como documento policial dotado de con
clusiones y de atribución de responsabilidades. La policía aducía que para que
ambas cosas fueran certeras, menester resultaba que ella tuviera toda la inves
tigación, y que no existiera diligencia alguna en la que ella no interviniera^.
Pero el artículo 232 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP- expresa que la
policía no puede hacer ahora ni una cosa (realizar calificaciones jurídicas) ni la otra (atri
buir responsabilidades)®. En consecuencia, se puede hacer una investigación mixta, en la
que la policía sea encargada de algunas diligencias, y la fiscalía en sí haga otras. La gran
interpretación y síntesis la hará la fiscalía (que tendrá ante sí, para ello, sus propias actua
ciones y las de la policía).
¿Qué es “inmediatamente”?
i) La segunda acepción en el DRAE para este vocablo es: “ahora, al punto, al
instante”.
(1) Pero hubo -y en tanto quede en algún sector del país la vigencia del viejo sistema procesal, habrá- una
consecuencia preocupante de ello. Cfr. VILLEGAS RATTI, Jorge (1999). “Estudio analítico y estadístico de
la participación del Ministerio Público en la etapa de instrucción”. En: lus et Praxis. Revista de la Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Lima. N° 30, Lima, pp. 181-199-
Según el gráfico N° 13 de esta excelente investigación, en el 85.71% de casos en que la PNP ha emitido
atestado, el fiscal ha terminado denunciando. Según el gráfico N° 145, en el 74.47% de los casos en que la
Policía Nacional del Perú ha emitido un particular, el fiscal se ha abstenido de ejercer la acción penal. Por su
particular, según el gráfico N° 18, el Poder Judicial, al momento de decidir la apertura de instrucción, coincide
en un 99-17% de los casos con el Ministerio Público (pudiendo decidir que la apertura sea en forma parcial:
sea en cuanto a las personas procesadas, sea en cuanto a los delitos materia de proceso; y desde la modificación
del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales reguladas por el Decreto Legislativo N° 126, en 1981,
pudiendo también devolver la investigación para que se satisfaga algún requisito de procedibilidad). En suma,
quien decidía el curso (al menos inicial) del proceso penal no era el juez, no era el fiscal: era la policía.
582 (2) Parece evidente que la razón es el preocupante dato expuesto en la nota anterior.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 220
(iii) Emprender y concluir otra diligencia que tenga más urgencia que la de
incautación autorizada judicialmente, y en la que está abocado perso
nal sin el cual la incautación no se puede ejecutar.
Estimo que esta fórmula es una buena manera de hacer un equilibrio razonable entre
una urgencia irrealizable, una incuria y lentitud imperdonables. Aunque “inmediatamente”
no pueda ser catalogado como un plazo propiamente dicho, creo que se puede aplicar el
artículo 144.2 del CPP, en el mismo sentido en que se analizó a propósito de la tardanza
fiscal en solicitar la confirmación judicial.
Y, en esa línea, ha establecido en este artículo (incisos 2, 3 y 5) que los bienes incau
tados deben ser sometidos a cadena de custodia. Contrario sensu, los bienes hallados y los
bienes entregados y recibidos no tendrían que tener cadena de custodia. Sin embargo,
el Reglamento de la Cadena de Custodia de Elementos Materiales, Evidencias y Admi
nistración de Bienes Incautados sí tiene una apertura a las otras formas; sus artículos 7
y 8 mencionan el recojo, y al hablar de incorporación dejan abierta la posibilidad de la
entrega / recepción.
BIBLIOGRAFÍA
VILLEGAS RATTI, Jorge (1999). “Estudio analítico y estadístico de la participación del Ministerio Público
en la etapa de instrucción". En: Ius el Praxis. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Uni
versidad de Lima. N° 30, Lima.
Eiüj JURISPRUDENCIA
Que se haya roto la cadena de custodia no significa que la evidencia haya sido cambiada, modificada, deteriorada o
destruida, puede serlo como también puede no serlo; tampoco su ruptura implica descartar de plano la utilidad de aque
lla, pues será el juez quien valore en cada caso su naturaleza y trascendencia, y valide su autenticidad e integridad en
comunidad con los demás medios de prueba actuados en el juicio. Exp. N° 002-2008-Trujillo.
(3) Hay un evidente yerro en la alusión literal al artículo 216.2. Este artículo se refiere a la práctica de un allana
miento sin que se hallen en el inmueble ni el imputado ni el conductor del inmueble (que no necesariamente
son la misma persona). En los demás casos, el fiscal tendrá que solicitar también una orden de allanamiento
para poder ejecutar la incautación. Pero la contingencia descrita en el artículo señalado nada tiene que ver con
la materia de los artículos 220.2 y 220.3. Por lo contrario, sí es necesario establecer qué ha de suceder cuando
se ha procedido sin autorización judicial (en alguno de los dos supuestos autorizados por la ley, claro está). No
veo inconveniente para dejar interpretar sistemáticamente una alusión al artículo 218.2, en vez de al artículo
584 216.2.
Artículo 221.- Conservación y exhibición
1. Según la naturaleza y estado del bien incautado, se dispondrá su debida conserva
ción o custodia.
2. En el caso de la exhibición se describirá fielmente en el acta lo constatado, sin
perjuicio de reproducirlo, empleando el medio técnico disponible.
Concordancia:
CPP:art.2H.
I. Introducción
La incautación y la exhibición constituyen herramientas procesales que, a través de
injerencias en los derechos fundamentales, permiten el aseguramiento y la exposición de
bienes o efectos que hayan servido o que sirvan para la perpetración del hecho punible o
que tengan relación directa con el delito (corpus delictí).
El hecho delictivo se comete por ciertos medios, instrumentos y elementos que deben
ser incautados, a fin de poder esclarecer el objeto de la investigación. Puede también que
existan bienes constitutivos del cuerpo del delito, v.gr., el arma, el vehículo, así como deter
minados documentos que sean relevantes para la probanza de la imputación delictiva(1).
Si estos se encuentran en poder fáctico de ciertas personas -que necesariamente no han
participado en la comisión del delito-, estas serán obligadas a su exhibición. En princi
pio, se procederá a su intimación, y, si se rehúsa a exhibirlos, se procederá a su incautación
mediante los apremios que prescribe la ley(2) 3.
1. Solicitud fiscal
El cuerpo del delito es todo aquel objeto en conexión directa con el ilícito penal que
permite probar una determinada circunstancia derivada del delito. Su importancia radica
en constituir un elemento indispensable en la investigación de los hechos dentro de un
proceso penal. Los abogados defensores eligen con frecuencia desacreditar la originali
dad o fidelidad del elemento material, o alegar la “contaminación” de la evidencia como
estrategia para intentar crear desconfianza y sembrar duda sobre el valor probatorio de
esos elementos{3).
(1) Vid. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rhodas, p. 602
(2) ídem.
(3) Vid. MORA IZQUIERDO, Ricardo y SÁNCHEZ PRADA, María Dolores (2007). La evidencia física y la
cadena de custodia en el procedimiento acusatorio. Bogotá: Editores Gráficos Colombia, p. 190. 585
ART. 221 LA PRUEBA
Los bienes que constituyen el cuerpo del delito son los que configuran la esencia
misma del crimen, o son cosas (objetos) que están relacionados con los hechos objeto de
investigación, como vestigios que pueden manifestarse en ciertos restos de sangre, semen,
etc., en una prenda de vestir. Siendo así, quien tenga el poder jurídico o fáctico sobre la
cosa deberá entregarlo o exhibirlo, previo requerimiento del fiscal(5).
El artículo 218.1 del Código Procesal Penal -en adelante, CPP- señala que cuando
el propietario, poseedor, administrador, tenedor u otro requerido por el fiscal para que
entregue o exhiba un bien que constituye cuerpo del delito y de las cosas que se relacionen
con él o que sean necesarias para el esclarecimiento de los hechos investigados, se negare
a hacerlo o cuando la ley así lo prescribiera, el fiscal, solicitará al juez de la investigación
preparatoria que ordene su incautación o exhibición forzosa. La petición será fundamen
tada y contendrá las especificaciones necesarias.
Como vemos, primero se tiene que apelar a la voluntad positiva del requerido, y luego,
ante su negativa, se acudiría, recién, al ejercicio legítimo de la coacción estatal.
(4) Vid. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 603.
(5) ídem.
(6) Artículo 102 del Código Penal
“El juez, siempre que no proceda el proceso autónomo de pérdida de dominio previsto en el Decreto Legis
lativo N° 1104, resuelve el decomiso de los instrumentos con que se hubiese ejecutado el delito, aun cuando
pertenezcan a terceros, salvo cuando estos no hayan prestado su consentimiento para su utilización. Los objetos
del delito son decomisados cuando, atendiendo a su naturaleza, no corresponda su entrega o devolución. Asi
mismo, dispone el decomiso de los efectos o ganancias del delito, cualesquiera sean las transformaciones que
estos hubieren podido experimentar. El decomiso determina el traslado de dichos bienes a la esfera de titula
ridad del Estado. El juez también dispone el decomiso de los bienes intrínsecamente delictivos, los que serán
destruidos.
Cuando los efectos o ganancias del delito se hayan mezclado con bienes de procedencia lícita, procede el deco
miso hasta el valor estimado de los bienes ilícitos mezclados, salvo que los primeros hubiesen sido utilizados
como medios o instrumentos para ocultar o convertir los bienes de ilícita procedencia, en cuyo caso procederá
el decomiso de ambos tipos de bienes.
Si no fuera posible el decomiso de los efectos o ganancias del delito porque han sido ocultados, destruidos,
586 consumidos, transferidos a tercero de buena fe y a título oneroso o por cualquier otra razón análoga, el juez
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 221
El artículo 218.2 del CPP indica que la policía no necesitará autorización del fiscal
ni orden judicial cuando se trate de una intervención en flagrante delito o peligro inmi
nente de su perpetración, de cuya ejecución dará cuenta inmediata al fiscal. Cuando existe
peligro por la demora, la exhibición o la incautación debe disponerla el representante del
Ministerio Público. En todos estos casos, el fiscal una vez que tomó conocimiento de la
medida o dispuso su ejecución, requerirá al juez de la investigación preparatoria la corres
pondiente resolución confirmatoria.
2. Contenido de la resolución
El artículo 219.1 del CPP señala que la resolución autoritativa especificará el nom
bre del fiscal autorizado, la designación concreta del bien o cosa cuya incautación o exhi
bición se ordena y, de ser necesario, autorización para obtener copia o fotografía o la fil
mación o grabación con indicación del sitio en el que tendrá lugar, y el apercibimiento de
ley para el caso de desobediencia al mandato.
La resolución autoritativa, como vemos, tiene que ser muy específica en su contenido,
más aún si su aplicación importa la afectación a un derecho fundamental^. Por ende, se
necesita la descripción física del bien cuya incautación o exhibición forzosa se ordena. En
caso de tratarse de un bien mueble registrable (automóvil u otro vehículo o maquinaria),
se deberá adjuntar la ficha registral respectiva, determinándose qué tipo de medida se le
aplicará (incautación o exhibición forzosa).
En el caso de que se trate de fotografías, películas, videos, que hayan registrado cier
tas escenas o circunstancias relacionadas con la perpetración del delito, las cuales sean fun
damentales para el esclarecimiento del objeto de la investigación, deberán ser indicadas en
dispone el decomiso de los bienes o activos de titularidad del responsable o eventual tercero por un monto
equivalente al valor de dichos efectos y ganancias”.
(7) Citado por CALDERÓN CEREZO, Ángel y CHOCLÁN MONTALVO, José Antonio (2002). Derecho Procesal
Penal. Madrid: Dykinson, p. 215.
(8) Vid. PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 605. 587
ART. 221 LA PRUEBA
la resolución autoritativa, consignándose para ello el lugar donde se desarrollará, así como
el apercibimiento de ley en caso de desobediencia al mandato(9).
El artículo 219.2 del CPP indica que se aplicará, en lo pertinente, las mismas reglas
para la resolución confirmatoria, en los casos en los que se trate de una intervención en fla
grante delito o peligro inminente de su perpetración (exhibición o incautación ejecutada
por la policía, dando cuenta inmediata al fiscal), o cuando exista peligro por la demora
(exhibición o incautación ejecutada por el fiscal). En estos casos, como ya hemos indicado
con anterioridad, el representante del Ministerio Público requerirá al juez de la investiga
ción preparatoria la correspondiente resolución que confirme su actuación o la de la Poli
cía Nacional.
El artículo 220.1 del CPP señala que, obtenida la autorización, el fiscal la ejecutará
inmediatamente, contando con el auxilio policial. Si no se perjudica la finalidad de la dili
gencia, el fiscal señalará día y hora para la realización de la diligencia, con citación de las
partes. Al inicio de la diligencia se entregará copia de la autorización al interesado, si se
encontrare presente.
El artículo 220.2 del CPP señala que los bienes objeto de incautación deben ser regis
trados con exactitud y debidamente individualizados, estableciéndose los mecanismos
de seguridad para evitar confusiones o alteración del estado original; igualmente se debe
identificar al funcionario o persona que asume la responsabilidad o custodia del material
incautado. De la ejecución de la medida se debe levantar un acta, que será firmada por los
participantes en el acto. Corresponde al fiscal determinar con precisión las condiciones y
las personas que intervienen en la recolección, envío, manejo, análisis y conservación de
lo incautado, asimismo, los cambios hechos por cada custodio.
del bien deberá estar debidamente identificado, a fin de determinar las posibles responsa
bilidades en las cuales pueda incurrir(10) 11.
Finalmente, como toda diligencia que debe ser convalidada a fin de garantizar sus
efectos probatorios, debe contar en el acta respectiva, con la firma de todos los partici
pantes del acto, haciendo constancia de las observaciones u otras incidencias que puedan
sostener las partes.
Corresponde al fiscal determinar con precisión las condiciones y las personas que
intervienen en la recolección, envío, manejo, análisis y conservación de lo incautado, asi
mismo, los cambios hechos en ellos por cada custodio. El representante del Ministerio
Público, como dueño de la investigación criminal, es el llamado por ley a determinar las
personas que participarán de una u otra forma, en la recolección, conservación y análisis
de lo incautado, tomando en consideración los especiales conocimientos de criminalística
que deban estimarse en razón al específico delito materia de investigación^n.
El artículo 220.3 del CPP indica que, sin perjuicio de lo anterior, si se trata de una
incautación de bienes muebles se procederá de manera que se tomen bajo custodia y -si
es posible- se inscribirá en el registro correspondiente. Si se trata de bienes inmuebles o
de un derecho sobre él, adicionalmente a su ocupación, se operará de manera que se anote
en el registro respectivo dicha medida, en cuyo caso se instará la orden judicial respectiva.
Esto significa que tratándose de bienes muebles cuya particular configuración física
amerita una especial custodia, se determinará su posesión o depósito al funcionario o per
sona que asuma esa responsabilidad, y, de ser preciso se inscribirá en el registro de la pro
piedad que corresponda (el registro de la propiedad vehicular, por ejemplo).
El artículo 220.5 del CPP señala que la Fiscalía de la Nación, a fin de garantizar la
autenticidad de lo incautado, dictará el reglamento correspondiente a fin de normar el
diseño y control de la cadena de custodia, así como el procedimiento de seguridad y con
servación de los bienes incautados.
flujograma que ha seguido el bien, cosa u objeto, a través de los diferentes sistemas (poli
cial, fiscal, laboratorio criminalístico, instituto de medicina legal, u otros entes públicos o
privados), hasta llegar a las instancias judiciales.
Esto quiere decir que, dependiendo de las características intrínsecas del bien, se dis
pondrá su conservación a fin de que no se deteriore, por efectos de la custodia, en caso de
tratarse de bienes no fungibles.
El artículo 221.2 del CPP indica que en el caso de la exhibición se describirá fiel
mente en el acta lo constatado, sin perjuicio de reproducirlo, empleando el medio técnico
disponible.
Esto significa que en el caso de que el bien sea exhibido, por quien lo posea, se deberá
describir físicamente con exactitud en el acta que corresponda utilizando el método o la
técnica que sea necesaria para reproducir fielmente su contenido(13). Respecto a lo men
cionado, es importante lo señalado por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en
la Casación N° 70-2010, Lambayeque, de fecha 26 de abril de 2011:
“Décimo octavo. [Respecto] de que las mencionadas actas [de lacrado de billetes]
no fueron firmadas de manera inmediata sino tres días después por el representante
del Ministerio Público, es de recordar que (...) dichas actas no solo fueron materia
de evaluación por la solicitud de tutela de derechos y en materia de nulidad, resul
tando desfavorables para el recurrente, sino también que el Acta de Registro Per
sonal fue confirmada por el Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria. Si bien
el recurrente señala que las actas mencionadas carecerían de valor probatorio en la
medida en que fueron suscritas con métodos intimidatorios y violatorios de la inte
gridad física’, este Supremo Tribunal valora por un lado, el hecho de que el abogado
defensor del recurrente suscribió las actas y, por otro lado, la inexistencia de pruebas
de que fue sometido a lesiones a lo largo del proceso penal”(l4).
La ley procesal, atendiendo a los elevados fines que persigue el proceso (demostrar o
no la comisión de un hecho delictivo), al interés general que implica la administración de
justicia con respeto a las mínimas garantías consagradas en la Constitución Política del
Estado y en la ley, y al interés particular del imputado (que exista certidumbre de la comi
sión del delito para que sea sancionado penalmente, es decir, se respete la presunción de
inocencia), señala como una obligación, para todo aquel que tenga en su poder un bien u
objeto que pueda servir de prueba en un proceso penal, lo presente, lo exhiba o permita
que se conozca su contenido(15).
BIBLIOGRAFÍA
CALDERÓN CEREZO, Ángel y CHOCLÁN MONTALVO, José Antonio (2002). Derecho Procesal Penal.
Madrid: Dykinson; CARO JHON, José Antonio (2017). Summapenal. 2a edición. Lima: Nomos & Thesis;
MARCONE, Juan y MARCONE, Rafael (2003). Derecho Procesal Penal y ciencias auxiliares. Lima: Marcone
editores; MORA IZQUIERDO, Ricardo y SÁNCHEZ PRADA, María Dolores (2007). La evidencia física
y la cadena de custodia en el procedimiento acusatorio. Bogotá: Editores Gráficos Colombia; PENA CABRERA
FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rhodas.
(14) CARO JHON, José Antonio (2017). Summa penal. 2a edición. Lima: Nomos & Thesis, p. 964
(15) Vid., MARCONE, Juan y MARCONE, Rafael (2003). Derecho Procesal Penal y ciencias auxiliares. Lima: Mar
cone Editores, p. 224. 591
Artículo 222.- Devolución de bienes incautados y entrega de bienes sustraídos
1. El fiscal y la policía con conocimiento del primero podrá devolver al agraviado o a
terceros los objetos incautados o entregar los incautados que ya fueron utilizados en
la actividad investigadora, con conocimiento del juez de la investigación prepara
toria. Asimismo podrá devolverlos al imputado si no tuvieren ninguna relación con
el delito. La devolución podrá ordenarse provisionalmente y en calidad de depósito,
ptidiendo disponerse su exhibición cuando fuera necesario.
Los bienes sustraídos serán entregados al agraviado.
2. Si el fiscal no accede a la devolución o entrega, el afectado podrá instar, dentro del
tercer día, la decisión del juez de la investigación preparatoria.
Concordancias:
CPP: arts. 93, 233.
I. Introducción
La incautación es una medida destinada a asegurar bienes u objetos encontrados en
el lugar de los hechos o que puedan servir para probar algo en el proceso penal, a su vez
también tiene la función de resguardar bienes que sean pasibles de decomiso. Esta medida
implica afectar el derecho fundamental al patrimonio, por ello cuando se ponga en acción
deberá ser con autorización del juez de investigación preparatoria a pedido de parte, emi
tiendo una resolución motivada que respete el principio de proporcionalidad y el de legalidad.
(1) Vid. BENAVENTE CHORRES, Hesbert (2010). “La incautación de bienes en el proceso penal. Medida de
búsqueda de pruebas y restricción de derechos y medida cautelar". En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo
592 18. Lima: Gaceta Jurídica, p. 21.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 222
Las agencias de persecución, entonces, están facultadas para devolver aquellos bie
nes que ya hayan cubierto los fines de la investigación, esto es, a partir de una valoración
positiva en términos probatorios, para lo cual deberán poner en conocimiento de esto al
juez de la investigación preparatoria.
Como ya indicamos líneas arriba, los bienes que han sido ilegítimamente desapode
rados de la posesión fáctica de su titular podrán ser devueltos; sin embargo, tendrá que
acreditarse el título que corresponda(5) (derecho real) por el que lo requiera.
El numeral 1 del artículo 315 del CPP reconoce una característica fundamental de
las medidas cautelares que son su variabilidad, pues pueden sustituirse, cesar o variarse
cuando, atendiendo a las circunstancias del caso y con arreglo al principio de proporcio
nalidad, resulte indispensable hacerlo.
“Entonces, se tiene que los vehículos incautados si bien quedan bajo custodia de
la administración aduanera por disposición del fiscal, ello debe ser así hasta que se
expida el auto de sobreseimiento, sentencia condenatoria o absolutoria proveniente
de resolución firme que ordene su decomiso o disponga su devolución; limitándose
la función de dicha entidad a la custodia del bien, no siendo este quien determine
el futuro del bien incautado; sino es el juez quien reexamina y dispone la devolución
del bien, quedando esto como doctrina jurisprudencial”® (Fundamento jurídico 3).
La desafectación solo admitirá títulos indubitables, tales como una ficha registral que
reconoce como propietario a un tercero ajeno al proceso penal. El que pretende desafec
tar tendrá que tener título indubitable.
596 (9) CARO JHON, José Antonio. Ob. cit., pp. 1039-1040.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 222
BIBLIOGRAFÍA
BENAVENTE CHORRES, Hesbert (2010). “La incautación de bienes en el proceso penal. Medida de bús
queda de pruebas y restricción de derechos y medida cautelar”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo
18. Lima: Gaceta Jurídica; CARO JHON, José Antonio (2017). Summa penal. 2a edición. Lima: Nomos
& Thesis; LORENZZI GOICOCHEA, Raúl (2002). Diccionario jurídico Tesauro. Lima: Librería y Edicio
nes Jurídicas; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal.
Lima: Rhodas; RUBIO AZABACHE, César (2013). “La incautación en el proceso penal peruano". En: Las
medidas cautelares en el proceso penal. Manuel Alberto TORRES CARRASCO (dir.). Lima; Gaceta Jurídica.
eSü jurisprudencia
El peticionante no ha cumplido con acreditar que previamente a recurrir a la instancia judicial solicitó al fiscal pro
vincia devolución del bien incautado lo que constituye un requisito de admisibilidad, debiendo cumplir con sub
sanar dicha observación, adjuntando copia de la solicitud de devolución del bien incautado, así como de la dis
posición fiscal y la notificación correspondiente, a fin de efectuar el cómputo del plazo señalado por ley. Exp.
N° 2008-12560-15-0401-JR-PE-3-Arequipa.
597
Artículo 223.- Remate o subasta del bien incautado^
1. Cuando no se ha identificado al autor o al perjudicado, el bien incautado, trans
curridos seis meses, es rematado. El remate se realiza, previa decisión de la fiscalía
que conoce del caso si no se ha formalizado la investigación preparatoria o previa
orden del juez de la investigación preparatoria si existe proceso abierto, a pedido
del fiscal.
2. El remate se llevará a cabo por el órgano administrativo competente del Ministerio
Público, según las directivas reglamentarias que al efecto dicte la fiscalía de la
Nación. En todo caso, se seguirán las siguientes pautas:
a) Valorización pericial;
b) Publicación de un aviso en el periódico oficial o en carteles a falta de periódico.
3. Elproducto del remate, descontando los gastos que han demandado las actuaciones
indicadas en el numeral anterior, será depositado en el Banco de la Nación a la
orden del Ministerio Público si no se formalizó investigación preparatoria y, en
partes iguales, a favor del PoderJudicial y del Ministerio Público si existiere proceso
abierto. Si transcurrido un año ninguna persona acredita su derecho, el Ministerio
Público o el PoderJudicial, dispondrán de ese monto, constituyendo recursos propios.
4. Cuando se trate de objetos, instrumentos, efectos o ganancias de los delitos cuya
titularidad haya sido declarada a favor del Estado mediante un proceso de pérdida
de dominio y en los casos de incautación o decomiso de bienes, efectos o ganancias
establecidos en las normas ordinarias por la comisión de delitos en agravio del Estado,
la Comisión Nacional de Bienes Incautados - CONABI procederá a la subasta,
en la forma y procedimiento establecido por la normatividad de la materia. El
producto de esta subasta pública se destinará preferentemente a la lucha contra la
minería ilegal, la corrupción y el crimen organizado, conforme al reglamento de la
materia^.
Concordancias:
CPPtarts. 220,233, 233.
I. Introducción
La incautación es una medida eminentemente procesal, y no una consecuencia acce
soria del delito; por esta, el titular del bien o derecho queda impedido de transferirlo,
convertirlo, trasladarlo o cederlo, precisamente porque la titularidad del bien o derecho
materia de la incautación, queda sometido al resultado de la resolución final del proceso,
donde puede disponerse el decomiso, la destrucción del bien o la devolución a su titular(1). (*) (**)
(*) Texto vigente de la sumilla según modificatoria efectuada por la única disposición complementaria modifica
toria del Decreto Legislativo N° 1104, publicado el 19-04-2012.
(**) Inciso 4 incorporado por la única disposición complementaria modificatoria del Decreto Legislativo N° 1104,
publicado el 19-04-2012.
(1) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y DELGADO TOVAR, Walther (2009). La acción de pérdida de dominio y otras
98 pretensiones en el proceso penal. Análisis crítico de la Ley N° 29212. Lima: Jurista Editores, p. 181.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 223
Como señala San Martín Castro “debe tratarse de un bien o cosa relacionada con
la investigación cuya ocupación sea indispensable para el éxito del fin de averiguación
impuesto a la autoridad titular de la instrucción”®.
Son diversos los objetos que pueden ser materia de incautación, al respecto, el Acuerdo
Plenario N° 5-2010/CJ-l 16 ha señalado que la “incautación instrumental” (artículo 218
del Código Procesal Penal -en adelante, CPP-) recae contra a) los bienes que constitu
yen cuerpo del delito (además de la persona -el cadáver en el delito de homicidio— com
prende al objeto del delito, es decir, aquel contra el que recae el hecho punible o que ha
sufrido directamente sus efectos lesivos -la droga en el delito de tráfico ilícito de drogas—),
o contra b) las cosas que se relacionen con el delito o que sean necesarias para el esclare
cimiento de los hechos investigados (son tanto las piezas de ejecución: medios u objetos a
través de los cuales se llevó a cabo la comisión del delito, como las denominadas piezas de
convicción: cosas, objetos, huellas o vestigios materiales, que pueden servir para la com
probación de la existencia, autoría o circunstancias del hecho punible). El objeto de esta
medida de aseguramiento es amplio y, por su propia naturaleza investigativa, comprende
una extensa gama de bienes u objetos relacionados, de uno u otro modo, con el delito®.
De otro lado, se hace referencia a los objetos que son materia de la llamada incauta
ción cautelar (artículo 316.1 del CPP que incide en los efectos provenientes de la infrac
ción penal, en los instrumentos con los que se ejecutó y en los objetos del delito permi
tidos por la ley2 3 (4): a) los efectos del delito o producía scaeleris (son los objetos producidos
mediante la acción delictiva, como el documento o la moneda falsa, así como las ventajas
patrimoniales derivadas del hecho punible, como el precio del cohecho, el del delincuente
a sueldo, o la contraprestación recibida por el transporte de droga, etc.), b) los instrumen
tos del delito o instrumenta scaeleris (son los objetos que, puestos en relación de medio a
fin con la infracción, han servido para su ejecución, tales como el vehículo utilizado para
el transporte de la mercancía, los útiles para el robo, el arma empleada, maquinarias del
falsificador, etc.), y c) los objetos del delito (son las cosas materiales sobre las que recayó la
acción típica, como por ejemplo las cosas hurtadas o robadas, armas o explosivos en el delito
de tenencia ilícita de las mismas, la droga en el delito de tráfico ilícito de drogas, los bie
nes de contrabando en dicho delito, etc., para lo que se requiere una regulación específica).
A continuación, procederemos a señalar en qué casos los bienes incautados son rema
tados o subastados, de conformidad con el artículo 223 del Código Procesal Penal, modi
ficado por la única disposición complementaria modificatoria del Decreto Legislativo N°
1104, publicado el 19 de abril de 2012 en el diario oficial El Peruano.
(2) SAN MARTÍN CASTRO, César (2005). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley, p. 594.
(3) Véase SÁNCHEZ CÓRDOVA, Juan Humberto (2014). “Incautación y exhibición”. En: Nuevo Código Procesal
Penal comentado. Volumen I. Lima: Ediciones Legales, p. 781.
(4) Ibídem, pp. 781-782. 59$
ART. 223 LA PRUEBA
Para llegar a esta determinación deben concurrir dos circunstancias: a) debe trans
currir seis meses; y, b) deben haberse agotado todos los medios indispensables para iden
tificar a las personas antes mencionadas, bastando la interposición de una solicitud para
interrumpir dicho plazo(7).
(5) LORENZZIGOICOCHEA, Raúl (2002). Diccionario jurídico Tesauro. Lima: Librería y Ediciones Jurídicas, p. 493-
(6) ídem, p. 551.
600 (7) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rhodas, p. 608.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 223
Nos encontramos ante una norma penal en blanco, donde el procedimiento a seguir
será complementado a través de leyes de carácter administrativo (resoluciones, directivas,
etc.), que para dicho fin deberá sancionar el órgano de gobierno del Ministerio Público.
Deberá procurarse establecer normativamente un procedimiento adecuado a los fines per
seguidos, a fin de dotar de validez y de legitimidad el acto de “remate”, que por su signifi
cación económica debe estar revestido con todas las garantías del caso(8).
El remate supone todo un procedimiento que demanda una serie de gastos, producto
de diversas actuaciones que genera su concreción. Entonces, descontando los gastos que
se hubieran generado, se depositará en una cuenta en el Banco de la Nación el importe
recibido por el remate del bien. En este caso, Peña Cabrera Freyre recalca que la adopción
de este nuevo sistema procesal acusatorio demanda sobre manera una mayor actuación
del Ministerio Público, quien se constituye en el dueño de la investigación criminal. Así
las cosas, es esta institución la que debería recibir por entero la suma recaudada por con
cepto del remate de bienes incautados, el mismo autor señala que no podemos olvidar que
el Poder Judicial, a diferencia del Ministerio Público, recibe una serie de ingresos econó
micos por concepto de recursos propios. En consecuencia, es de la opinión que la norma
en comento debería modificarse de lege ferenda a fin de que el Ministerio Público mono
police estos ingresos(9).
El artículo 2.2 del Decreto Legislativo N° 1104, el cual modifica la legislación sobre
pérdida de dominio, publicado en diario oficial El Peruano con fecha 19 de abril de 2012,
señala lo siguiente:
“Se aplica cuando se trata de objetos, instrumentos, efectos o ganancias de los siguien
tes delitos: tráfico ilícito de drogas, terrorismo, secuestro, extorsión, trata de perso
nas, lavado de activos, delitos aduaneros, defraudación tributaria, concusión, pecu
lado, cohecho, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, delitos ambientales,
minería ilegal y otros delitos y acciones que generen efectos o ganancias ilegales en
agravio del Estado”.
“La pérdida de dominio procede cuando se presuma que los objetos, instrumentos,
efectos o ganancias provienen de la comisión de los hechos delictivos referidos en el
artículo 2 del presente Decreto legislativo y cuando concurran alguno o algunos de
los siguientes supuestos:
b) Cuando el proceso penal ha concluido por cualquier causa, sin haberse desvir
tuado el origen delictivo de los objetos, instrumentos, efectos o ganancias del
delito o su utilización en la comisión del delito.
(10) RUBIO AZABACHE, César (2013). “La incautación en el proceso penal peruano”. En: Las medidas cautelares
602 en el proceso penal. Manuel Alberto TORRES CARRASCO (dir.). Lima: Gaceta Jurídica, p. 154.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 223
evitar su uso indebido o ilícito (Primera Disposición Complementaria final del Decreto
Legislativo N° 1104). En tal sentido, la incautación puede disponerse contra los instru
mentos, efectos y ganancias del delito con la finalidad de lograr su decomiso en la senten
cia o auto correspondiente(11).
BIBLIOGRAFÍA
GÁLVE2 VILLEGAS, Tomás y DELGADO TOVAR, Walther (2009). La acción de pérdida de dominio y otras
pretensiones en el proceso penal. Análisis crítico de la Ley N° 29212. Lima: Jurista Editores; LORENZZI GOI-
COCHEA, Raúl (2002). Diccionario jurídico Tesauro. Lima: Librería y Ediciones Jurídicas; PEÑA CABRERA
FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas; RUBIO AZABACHE,
César (2013). “La incautación en el proceso penal peruano”. En: Las medidas cautelares en el proceso penal.
Manuel Alberto TORRES CARRASCO (dir.). Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CASTRO, César
(2005). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley; SÁNCHEZ CÓRDOVA, Juan Humberto (2014).
“Incautación y exhibición”. En: Nuevo Código Procesal Penal comentado. Volumen I. Lima: Ediciones Legales.
Concordancias:
C: art. 2 inc. 18; CPP: arts. 165 ines. 2 y 3, 225, 229; DUDH: art. 21.
El nuevo proceso penal de 2004, logró un rediseño de lo que hasta ese momento se
entendía por proceso penal. Se dejó de lado la figura del juez instructor por un juez de
garantías que controle los actos de investigación del Ministerio Público como nuevo titu
lar de la acción penal y de toda la investigación. El fiscal abandonó su rol de espectador
del proceso penal, para pasar a ser la persona que diseñe y dirija toda la investigación pre
paratoria. Ahora, todos los requerimientos presentados por el Ministerio Público ante el
juez de garantías, deben ser oralizados, lo cual otorga mayor mayor realce a las moder
nas técnicas de litigación oral, que antes no primaban en el proceso penal escritural del
Código de Procedimientos Penales de 1940. Este nuevo esquema, se entendió como un
paso triunfal hacia el enquistamiento del principio acusatorio, entendido como el reco-
604 nocimiento nítido de la separación de funciones para el desarrollo del proceso penal: al
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 224
(1) CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). E/ nuevo proceso penal peruano. Teoría y práctica de su implementación.
Lima: Palestra, p. 36.
(2) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2010). La etapa intermedia en el nuevo proceso penal acusatorio. Lima: Ara
Editores, p. 36. 605
ART. 224 LA PRUEBA
Uno de los principios que mayor atención ha tenido a lo largo del Derecho Procesal
Penal, es la introducción del principio de proporcionalidad como mecanismo para susten
tar si procede o no restringir un derecho fundamental. El principio de proporcionalidad,
de acuerdo al profesor Cáceres Julca(4), debe verse como un punto de apoyo a partir del
cual se puede establecer en qué casos dos o más principios o derechos fundamentales que
entran en colisión o conflicto deben imponerse sobre otro temporalmente o cuál de estos
principios debe reducir el campo de aplicación del otro, a la luz de la importancia del prin
cipio o derecho determinante. Este principio a la vez se subdivide en tres subprincipios:
a) idoneidad, que exige que la medida a adoptar deba ser cualitativamente apta para alcan
zar los fines previstos, b) el subprincipio de necesidad implica que, en el caso concreto, no
se hubiera podido elegir otra medida menos gravosa y por el último, c) el subprincipio de
proporcionalidad estricta que importa que la intensidad de la lesión sea proporcional a la
gravedad de la infracción cometida(5). Una vez satisfechos, todos estos principios, se enten
derá por bien dada la medida de restricción de derechos.
(3) LANDA ARROYO, César (2015). “La constitucionalización del Derecho Procesal Penal. El nuevo Código
Procesal Penal peruano en perspectiva”. En: Themis. N° 68. Lima: PUCP, p. 182.
(4) CÁCERES JULCA, Roberto (2009). Las medidas cautelares en el nuevo proceso penal. Lima: Jurista Editores, p. 38.
606 (5) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 286.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 224
El artículo 224.1, in fineáei CPP señala lo siguiente: “El agraviado, salvo en los casos
de secreto de Estado, podrá instar la intervención judicial, para establecer si correspondía
la exhibición o incautación de todos los documentos o actos intervenidos por el fiscal”. El
afectado, es decir, la persona que custodia los documentos públicos o en su defecto, el titu
lar de la entidad pública, después y solamente después de haberse llevado acabo la incau
tación de la documentación podrá oponerse instando al juez de la investigación prepara
toria, la devolución de toda la documentación o parte de la documentación; pero jamás en
el momento de la diligencia de incautación que realiza el fiscal, ya que ello conllevaría a
cometer el delito de desobediencia a la autoridad. Solo si el afectado expresa que la docu
mentación contrae un secreto de Estado o secreto profesional, el fiscal deberá suspender la 607
ART. 224 LA PRUEBA
diligencia hasta confirmar dicha información, de no ser así, el representante del Ministe
rio Público procederá a incautar toda la documentación pública.
Como se puede apreciar, esta audiencia tiene similitudes con una audiencia de confir
matoria de incautación, entonces por razones de economía procesal, el juez podría, a soli
citud del Ministerio Público y en la misma audiencia, confirmar la legalidad de la incau
tación. En la redacción de dicho artículo se advierte la omisión, por parte del legislador,
de no haber colocado, la salvedad también del secreto profesional para instar al juez de
investigación preparatoria. Sin embargo, con una interpretación sistemática, del nume
ral 2 del artículo 224 del CPP se entiende que también está incluido como supuesto el
secreto profesional.
Ahora, cuando el afectado invoque secreto profesional o secreto de Estado con el pro
pósito de evitar la incautación de documentación pública, el artículo 224 del CPP regula
para ambos supuestos la vía procedimental correspondiente. Para el primero, el fiscal deberá
realizar sus propias indagaciones en el mismo momento en el que se está llevando a cabo la
incautación a fin de poder determinar si efectivamente la documentación a incautar con
lleva en sí un secreto profesional. Esta indagación preliminar no podrá exceder despropor-
cionalmente al tiempo de horario de trabajo de la entidad pública en donde se incauta la
documentación. Una vez concluida la indagación, si el fiscal considera que efectivamente,
la documentación contiene un secreto profesional, deberá suspender la diligencia e ins
tar mediante requerimiento fundamentado al juez de investigación preparatoria, a la rea
lización de una audiencia, donde se discuta a fondo si efectivamente a ojos del juez existe
un secreto profesional. En caso de ser afirmativa la respuesta y aun así dicha información
resultara de suma importancia para la investigación preparatoria, se requerirá al juez, la
respectiva incautación. Ahora, en el lado opuesto, si el fiscal, en la misma diligencia, con
sidera que la documentación no contiene información pública para ser un secreto profe
sional y aun así, la parte afectada se opone a la incautación, el fiscal deberá instar a una
audiencia pública y contradictoria, mediante un requerimiento fundamentado al juez de
investigación preparatoria, en la cual se decida sobre la incautación de la documentación
pública, a través de una verificación a fondo sobre si el documento guarda un secreto pro
fesional, a la luz de los criterios de la Ley N° 27806, Ley de Transparencia y Acceso a la
Información Pública.
El juez deberá tomar como criterio la gravedad del hecho que se investiga y la nece
sidad estrecha de la documentación pública con el secreto de Estado. Si la documentación
pública con secreto de Estado, son los únicos elementos de convicción que sustentarían la
criminalidad del hecho que se investiga y el juez ordena su no incautación, en la misma
audiencia, deberá ordenar el sobreseimiento del caso.
La parte in fine del artículo 224.3 del CPP, señala que el juez podrá decidir si clau
sura la investigación por existir de por medio un secreto de Estado; dicha facultad es un
criterio errado por parte del legislador peruano, donde se evidencian rasgos vetustos del
juez instructor del Código de Procedimientos Penales de 1940. La potestad de decidir si se
cierra una investigación o no, corresponde por mandato de principio acusatorio, al mismo
fiscal que se encontraba realizando la incautación. Si bien la documentación que se pre
tende incautar tiene un secreto de Estado de por medio, ello no es óbice para que el repre
sentante del Ministerio Público pueda agenciarse de otros medios probatorios para escla
recer la realidad delictiva. Distinto sería si fueran, a consideración del fiscal, los únicos
elementos de convicción que sustenten el caso, entonces así y solo así, a solicitud del fiscal,
el juez tendría que dictar el sobreseimiento del caso por falta de elementos de convicción.
BIBLIOGRAFÍA
CÁCERES JULCA, Roberto (2009). Las medidas cautelares en el nuevo proceso penal. Lima: Jurista Editores;
CUBAS VILLANUEVA, Víctor (2009). El nuevo proceso penal peruano. Teoría y práctica de su implementación.
Lima: Palestra; DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2010). La etapa intermedia en el nuevo proceso penal acusa
torio. Lima: Ara Editores; LANDA ARROYO, Cesar (2015). "La constitucionalización del Derecho Proce
sal Penal. El nuevo Código Procesal Penal peruano en perspectiva”. En: Themis. N° 68. Lima: PUCP; SÁN
CHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa.
609
Artículo 225.- Copia de documentos incautados
1. El fiscal podrá obtener copia de las actuaciones y de los documentos incautados,
restituyendo los originales. Cuando mantenga la incautación de los originales, podrá
autorizar la expedición gratuita de copia certificada a aquellos que los detentaban
legítimamente,
2. Los servidores o funcionarios públicos podrán expedir copias, extractos o certifica
ciones de los documentos restituidos, en original o copia, por el fiscal, pero deberá
hacer mención en ellos de la incautación existente.
3. A la persona u oficina ante la que se efectuó la incautación, debe entregársele copia
del acta de incautación realizada.
4. Si el documento incautado forma parte de un volumen o un registro del cual no
puede ser separado y el fiscal no considera conveniente extraer copia, el volumen
entero o el registro permanecerá en depósito judicial. El funcionario público con la
autorización del fiscal, expedirá a los interesados que lo soliciten, copias, extractos o
certificados de las partes del volumen o registro no sujetas a incautación, haciendo
mención de la incautación parcial, en las copias, extractos y certificados.
5. Los afectados podrán instar la intervención del juez de la investigación preparato
ria cuando la disposición del fiscal afecta irrazonablemente sus derechos o intereses
jurídicos. El juez se pronunciará previa audiencia con asistencia de los afectados y
de las partes.
Concordancias:
CPP:arts. 138,224-
estatal afectada y las que si considere relevante para la investigación, serán enviadas a fotoco-
piar (copias certificadas), para luego remitirlas a la entidad pública afectada con el propósito
de que no quede un vacío de documentación, en caso un ciudadano quiera acceder a dicha
información pública. Esta remisión de copias certificadas a la entidad estatal afectada por
la incautación, será de costo gratuito y deberá ser remitida por conducto formal a la entidad
estatal afectada. El fiscal, cuando haya culminado la diligencia de incautación, deberá dejar
una copia del acta de incautación al custodio de la documentación pública o al titular de la
entidad afectada, con la finalidad de que, si un ciudadano, posteriormente, solicite copias de
dichos documentales, este tome conocimiento de la incautación y que se otorgará las copias,
cuando el Ministerio Público a su costo, remita las copias certificadas a la entidad afectada.
Todo ello en aras de un verdadero acceso transparente y veraz a la documentación pública.
La parte in fine del artículo 225, numeral 4, señala que solo se le otorgará copias al
ciudadano de los documentos que no fueron materia de incautación, siendo dicha redac
ción desafortunada e incorrecta con respecto al derecho constitucional de acceder sin causa
alguna a la información pública del Estado. Puesto que si bien es cierto, en el CPP, existe
el tratamiento legal de que la investigación y todos los actos realizados dentro de ella son
reservados solamente para las partes de la investigación, dicha tratativa no puede aplicarse
a la documentación que tiene naturaleza pública (que no contenga secreto de Estado o
secreto profesional) que fuera incautada por el fiscal en marco de una investigación; ya que
de ser así se perjudicaría a los ciudadanos que quisieran acceder a dicha documentación
pública en su integridad, sin expresión de causa alguna. Dicha regulación infra legal no
puede estar por encima del tratamiento constitucional regulado en el artículo 3, numeral
5 de la Constitución Política del Perú, que declara que todo ciudadano puede solicitar, sin
expresión de causa, la información que requiera de toda entidad pública.
Para otorgar una solución clara a este problema, se debe seguir lo dispuesto por el
mismo artículo en cuestión, en su numeral 5, que prescribe que el afectado podrá recurrir
al juez de la investigación preparatoria para exponer la situación que afecta irrazonablemente
sus derechos constitucionales y el juez en audiencia pública y contradictoria deberá resolver
esta situación. El juez deberá aplicar un control difuso de la norma que afecta el derecho
constitucional del ciudadano, dejando inaplicable la regulación inconstitucional advertida
en líneas ut supra. No solamente el ciudadano afectado por la emisión de copias certifica
das de la documentación pública incautada será el único habilitado para recurrir al juez
de la investigación preparatoria, sino podrá también recurrir a la entidad pública afectada
ante cualquier afectación irrazonable de sus derechos como entidad pública, por ejemplo, el
611
ART. 225 LA PRUEBA
cobro de copias por parte del Ministerio Público hacia la entidad afectada, la demora exce
siva de remisión de las documentales incautadas a la entidad pública que, a criterio del fis
cal, no fueron considerados importantes para la investigación; ubicación inadecuada de la
documentación incautada que genere un desmedro en su integridad, etc.
Existe la omisión del artículo 224 de regular el escenario en el que el ciudadano que
desea acceder a copias certificadas de la documentación pública incautada, ubicada en el
depósito del Poder Judicial, se le recorte irrazonablemente sus derechos ¿Podrá acceder al
juez de investigación preparatoria para resolver dicha afectación, al igual que como puede
acceder cuando el fiscal recorta irrazonablemente sus derechos? La respuesta deviene en
afirmativa, pero de ser el caso, esta deberá ser resuelta por otro juez de investigación prepa
ratoria diferente al que tiene la custodia de la documentación por motivos de objetividad
e imparcialidad. El mismo escenario surgiría cuando los documentos públicos incautados
sean trasladados al juez de juicio oral, debiendo tener una misma tratativa de solución en
caso se genere el recorte irrazonable de derechos del ciudadano que solicita, sin expresión
de causa, información de una entidad pública.
BIBLIOGRAFÍA
SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
612
CAPITULO VII
EL CONTROL DE COMUNICACIONES
Y DOCUMENTOS PRIVADOS
SUBCAPÍTULO I
LA INTERCEPTACIÓN
E INCAUTACIÓN POSTAL
Concordancias:
C; art. 2 inc. 7; CPP: arts. 230 inc. 1, 340; CP: arts. 154, 161.
La interceptación e incautación postal es una medida que tiene por finalidad asegu
rar una fuente de investigación en el proceso penal, toda vez que mediante la restricción
de un derecho fundamental del procesado, se recabará documentación pertinente utili
zada por el fiscal para el esclarecimiento de los hechos investigados y de ser necesario, se
haga efectiva la pretensión punitiva del Estado.
Al respecto, el artículo 202 del CPP establece que cuando resulte indispensable res
tringir un derecho fundamental para lograr los fines del esclarecimiento del proceso, se
deberá proceder conforme a lo dispuesto por la ley y ejecutarse con las debidas garantías
para el afectado.
Asimismo, el artículo 203 del CPP, respecto a los presupuestos para la aplicación de
las medidas limitativas de derechos, tipifica lo siguiente: a) Se deberá aplicar dichas medi
das con arreglo al principio de proporcionalidad y en la medida en que existan suficien
tes elementos de convicción; b) La resolución que dicte el juez de investigación preparato
ria debe ser motivada, al igual que el requerimiento del Ministerio Público; c) Cuando la
policía o el Ministerio Público, siempre que no se requiera previamente resolución judi
cial, ante supuestos de urgencia o peligro por la demora y con estrictos fines de averigua
ción, corresponderá solicitar inmediatamente la confirmación judicial y; d) La realización
mediante audiencia.
Respecto a los presupuestos para la aplicación del citado acto especial de investiga
ción, se puede evidenciar de la lectura de los diversos actos de investigación tipificados en
el CPP que algunos requieren requisitos y/o formalidades más que otros, siendo el caso
que para la aplicación de ciertas medidas se deberá solicitar una autorización previa para
su realización, lo cual sucede en la interceptación e incautación postal; otras medidas de
manera excepcional, pese a requerir de autorización por la necesidad de urgencia o peli
gro de demora, admiten ejecutarse sin ella, con la consigna de ser validadas mediante con
firmación judicial. Por último, también hay medidas que no requerirán de autorización.
Las medidas que requieren autorización judicial previa son las de mayor intensidad y
las que vulneran derechos fundamentales, lo cual sucede en la medida de interceptación e
incautación postal; por ende, si para su aplicación no ha sido tramitada una autorización
judicial previa, esta no podrá ser confirmada ni tampoco los medios de prueba que de ella
se hayan obtenido, por lo que constituirán una prueba prohibida.
Aunado a ello, el numeral 1 del artículo 226 del CPP, menciona que la documenta
ción pasible a interceptación podrá ser la remitida por el investigado, bajo nombre supuesto
o de aquellos de los cuales por razones de especiales circunstancias, se presume emanan de
él; por ende, dependerá de los elementos presentados por el Ministerio Público al momento
de motivar la aplicación de esta medida, ya que conforme se ha señalado en párrafos pre
cedentes, deberá ser indispensable para el esclarecimiento de los hechos.
615
ART. 226 LA PRUEBA
BIBLIOGRAFÍA
SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). E/ nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
616
Artículo 227.- Ejecución
1. Recabada la autorización, el fiscal —por sí o encargando su ejecución a un funcio
nario de la fiscalía o un efectivo policial— realizará inmediatamente la diligencia
de interceptación e incautación. Acto seguido examinará externamente la corres
pondencia o los envíos retenidos, sin abrirlos o tomar conocimiento de su contenido,
y retendrá aquellos que tuvieren relación con el hecho objeto de la investigación. De
lo actuado se levantará un acta.
2. La apertura, examen y análisis de la correspondencia y envíos se efectuará en el
lugar donde el fiscal lo considere más conveniente para los fines de la investigación,
atendiendo a las circunstancias del caso. El fiscal leerá la correspondencia o revi
sará el contenido del envío postal retenido. Si tienen relación con la investigación
dispondrá su incautación, dando cuenta al juez de la investigación preparatoria.
Por el contrario, si no tuvieren relación con el hecho investigado serán devueltos a
su destinatario, directamente o por intermedio de la empresa de comunicaciones.
La entrega podrá entenderse también con algún miembro de la familia del desti
natario o con su mandatario o representante legal. Cuando solamente una parte
tenga relación con el caso, a criterio del fiscal, se dejará copia certificada de aquella
parte y se ordenará la entrega a su destinatario o viceversa^.
3. En todos los casos previstos en este artículo se redactará el acta correspondiente.
Concordancias:
CPP: arts. 226,340.
Tal y como comenta el jurista William Arana Morales respecto a la medida de inter
ceptación e incautación postal, “(...) Dentro de sus características podemos destacar que
se trata de una medida, estrictamente reservada, que lógicamente opera sin conocimiento
del afectado, y que se prolongará por el tiempo estrictamente necesario, sin que su dura
ción pueda ser mayor al periodo de la investigación (..
Cabe señalar que el Código Procesal Penal -en adelante, CPP- establece medidas de
control de correspondencia (como las cartas, postales, faxes, correos, etc.), como también (*)
(*) Texto vigente del inciso 2 según modificatoria efectuada por la tercera disposición complementaria modifica
toria de la Ley N° 30077, publicada el 20-08-2013.
(1) ARANA MORALES, William (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 155. 617
ART. 227 LA PRUEBA
Por ende, una vez obtenida la autorización judicial, el primer paso es la detención
de la correspondencia, la cual consiste en la aprehensión física del soporte que la remite,
bien mediante el transporte del objeto-carta, paquete, así como mediante la transmisión
(2) ABAD YUPANQUI, Samuel (2012). “El derecho al secreto de las comunicaciones. Alcances, límites y desa
rrollo jurisprudencial". En: Pensamiento Constitucional. Año XVI. N° 16. Lima: Pontificia Universidad Cató
lica del Perú, p. 20. Recuperado de: http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/pensamientoconstitucional/article/
618 view/2852/2780
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 227
por vía telegráfica de un mensaje. Con ello, se impide que el envío pueda llegar a conoci
miento de su destinatario, porque si este lo tuviera en su poder habría de ordenarse la dili
gencia de registro de libros y papeles.
En cada uno de los supuestos previamente señalados se emitirá un acta, con la que
se pondrá en conocimiento al investigado de todo lo actuado, quien podrá instar al reexa
men judicial, dentro del plazo de tres días de realizada la notificación.
BIBLIOGRAFÍA
ABAD YUPANQUI, Samuel (2012). “El derecho al secreto de las comunicaciones. Alcances, límites y
desarrollo jurisprudencial”. En: Pensamiento Constitucional. Año XVI. N° 16. Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú, p. 20. Recuperado de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/pensamientoconstitucio-
nal/article/view/2852/278; ARANA MORALES, William (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima:
Gaceta Jurídica.
Concordancias:
226,227, J40.
La Constitución Política del Perú reconoce como uno de los principios de la Admi
nistración Pública, el derecho a la defensa, lo cual es señalado en el numeral 14 del artículo
139 de la referida norma: (...) El principio de no ser privado del derecho de defensa en
ningún estado del proceso. Toda persona será informada inmediatamente y por escrito de
la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con
un defensor de su elección y a ser asesorada por este desde que es citada o detenida por
cualquier autoridad (...)” (el resaltado es propio).
Asimismo, el Código Procesal Penal -en adelante, CPP— reconoce una serie de garan
tías procesales a favor del investigado en el título preliminar, a efectos de que pueda ejercer
libremente su derecho a la defensa, entre las cuales se encuentran: el derecho a un juicio
previo, oral, público, contradictorio; a la presunción de inocencia; a que las resoluciones
sean recurribles; a la legitimidad de la limitación de derechos; entre otras.
>20
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 228
Por lo expuesto, tanto la Constitución Política del Perú como el Código Procesal
Penal, reconocen derechos y garantías a favor del procesado, con la finalidad de que pueda
ejercer libremente su derecho a la defensa en el proceso penal, reconociendo, entre otros, el
derecho de contratar una defensa técnica, de solicitar actividad probatoria y hasta de opo
nerse a los actos de investigación que vulneren alguno de sus derechos.
El CPP ha tipificado en su artículo 228 la figura del reexamen judicial, como meca
nismo utilizado por el investigado para oponerse a las fuentes de investigación obtenidas
por la interceptación e incautación postal realizada en su contra, a fin de ejercer su defensa
en los casos donde dicha medida ejecutada no cumpla con los presupuestos y requisitos
establecidos en la Constitución Política como en el CPP.
BIBLIOGRAFÍA
CÁCERES JULCA, Roberto (2017). El reexamen de los medios de prueba en el juicio oral. Ponencia presentada
en el Pleno Jurisdiccional Distrital Penal y Procesal Penal (Callao). Recuperado de http://www.vmrfirma,
com/pdf/reexamen_juicio_oral.pdf.
(1) CÁCERES JULCA, Roberto (2017). EZ reexamen de los medios de prueba en el juicio oral. Ponencia presentada en el
Pleno Jurisdiccional Distrital Penal y Procesal Penal (Callao), p. 2. Recuperado de: http://www.vmrfirma.com/
pdf7reexamen_juicio_oral.pdf. 621
Artículo 229.- Requerimiento a tercera persona
Si la persona en cuyo poderse encuentra la correspondencia, al ser requerida se niega a
entregarla, será informada que incurre en responsabilidad penal. Si persiste en su nega
tiva, se redactará acta de esta y seguidamente se le iniciará la investigación pertinente.
Si dicha persona alegare como fundamento de su negativa, secreto de Estado o inmu
nidad diplomática, se procederá conforme al numeral 3) del artículo 224 en el primer
caso y se solicitará informe al Ministerio de Relaciones Exteriores en el segundo caso.
Concordancias:
CPP: arís. 224inc.3, 340.
Sin perjuicio de ello, hay quienes consideran que esta conducta también puede cons
tituir otros ilícitos penales como el delito de lavado de activos(2), en caso se tratara de un
paquete que contiene un bien o valor que constituya objeto, efecto o ganancia del delito.
Considerando que en la casuística muchas de estas interceptaciones se centran en los casos
de tráfico ilícito de drogas que utilizan como medio la mensajería postal(3), no habría motivo
para considerar preliminarmente que la intervención de esa tercera persona, y su conse
cuente negativa, solo se restrinja al mero canal de transmisión de un mensaje, sino que es
posible que dicha acción forme parte de una participación en otros ilícitos penales. Ello
deberá ser analizado en el caso concreto, en el cual, se deberá verificar la concurrencia de
todos los elementos típicos de los delitos que se pretendan imputar.
(2) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomas Aladino, RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamikon
(2008). El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, p. 474.
(3) ARBULU MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial.
Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 127.
(4) CARO CORIA, Dino Carlos (2006). “El principio ne bis in Ídem en la jurisprudencia del Tribunal Constitu
cional”. En: Derecho Penal y criminología como fundamento de la política criminal. Estudios en homenaje al profesor
Alfonso Serrano Gómez. BUENO ARÚZ, Francisco, GUZMÁN DALBORA, José Luis y SERRANO MAILLO,
Alfonso (coord.). España: Dykinson, p. 659. 623
ART. 229 LA PRUEBA
constante conflicto y la legitima utilización del test de ponderación para determinar qué
principio debe prevalecer. Cabe la posibilidad de que el juez pueda optar, según la pon
deración que se realice de los intereses comprometidos en el caso específico, por la conti
nuación de la investigación(5).
§5 BIBLIOGRAFÍA
ARBULU MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurispruden
cial. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica; CARO CORIA, Dino Carlos (2006). “El principio ne bis in ídem en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”. En: Derecho Penal y Criminología como fundamento de la polí
tica criminal. Estudios en homenaje al profesor Alfonso Serrano Gómez. BUENO ARUZ, Francisco, GUZMAN
DALBORA, José Luis y SERRANO MAILLO, Alfonso (coord.). España: Dykinson; GÁLVEZ VILLE
GAS, Tomas Aladino, RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2008). El
Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores; NUNEZ RAMOS,
Luisa Fernanda y CIFUENTES SANDOVAL, Germán Eduardo (2016). “Cambio de mentalidad frente a la
inmunidad de jurisdicción”. En: Via Inveniendi et ludicandi. Volumen 11. N° 2. Colombia; REVENGA SAN
CHEZ, Miguel (1988). “Razonamiento judicial, seguridad nacional y secreto de Estado”. En: Revista Española
de Derecho Constitucional. N° 53. España; SOTO LOSTAL, Salvador (2013). Secretos de Estado, nación y Poder
Judicial. Un supuesto sobre el control de actos de gobierno. Tesis para optar el grado de doctor en Derecho Consti
tucional. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide. Recuperado de https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/519.
(5) Para mayor extensión consúltese la tesis: SOTO LOSTAL, Salvador (2013). Secretos de Estado, nación y Poder
Judicial. Un supuesto sobre el control de actos de gobierno. Tesis para optar el grado de doctor en Derecho Constitucio
nal. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide, p. 297. Recuperado de https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/519.
Así también, REVENGA SANCHEZ, Miguel (1988). “Razonamiento judicial, seguridad nacional y secreto
de Estado”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. N° 53. España.
(6) NÚÑEZ RAMOS, Luisa Fernanda y CIFUENTES SANDOVAL, Germán Eduardo (2016). “Cambio de menta-
624 lidad frente a la inmunidad de jurisdicción”. En: Via Inveniendi et ludicandi. Volumen 11. N° 2. Colombia, p. 80.
SUBCAPÍTULO II
LA INTERVENCIÓN DE COMUNICACIONES
Y TELECOMUNICACIONES
(*) Texto vigente de la sumilla y texto vigente del inciso 3 según modificatoria efectuada por la tercera disposición
complementaria modificatoria de la Ley N° 30077, publicada el 20-08-2013.
(**) Texto vigente del inciso 4 según modificatoria efectuada por el art. 6 de la Ley N° 30171, publicada el 10-03-2014. 525
ART. 230 LA PRUEBA
Concordancias:
C: art. 2 inc. 7; CPP: arts. 207, 226 inc. 4, 234; CP: art. 162.
I. Instrumentalización de la intervención
de las comunicaciones y telecomunicaciones
En las constituciones del mundo* (1) y los principales instrumentos internacionales sobre
derechos humanos(2), se ha plasmado con mucho énfasis garantías a favor de la protección
de la privacidad de las personas, siendo una de las más importantes la inviolabilidad de
las comunicaciones. Sin embargo, derechos como los señalados no son absolutos y pueden
ser franqueables cuando se presentan situaciones excepcionales que obliga al Estado a su
flexibilización en virtud de la necesidad de salvaguardar el bienestar público y la paz social.
Sobre el particular, Rodríguez Lainz sostiene que, ante la incesante evolución de las
tecnologías de las comunicaciones, la capacidad del legislador, tanto nacional como supra-
nacional, para hacer frente a las mismas se muestra claramente insuficiente(3). Agrega que,
la ley siempre irá por detrás de los nuevos logros del universo de internet y de las comu
nicaciones electrónicas. Por ello, sostiene que resulta esencial que las leyes reguladoras de
injerencias sobre comunicaciones basadas en un interés público superior sean lo suficien
temente elásticas como para permitir su adaptación a unos esquemas que no hacen sino
(*) Texto vigente del inciso 6 según modificatoria efectuada por la tercera disposición complementaria modifica
toria de la Ley N° 30077, publicada el 20-08-2013.
(1) Ver: Artículo 10 de la Ley Fundamental de Alemania; artículo 18.3 de la Constitución española; artículo 19
de la Constitución de Grecia; artículo 10.1 de la Constitución de Bélgica; IV enmienda de la Constitución de
los Estados Unidos; artículo 18 de la Constitución de Argentina; artículo 28 de la Constitución de Uruguay;
artículo 36 de la Constitución de Paraguay; artículo 19 de la Constitución de Chile; artículo 20 de la Consti
tución de Bolivia; artículo 5, inciso XII de la Constitución de Brasil; artículo 56 de la Constitución de Cuba;
artículo 24 de la Constitución de Costa Rica; entre otras.
(2) Ver: Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; artículo X de la Declaración Ame
ricana de los Derechos y Deberes del Hombre; artículo 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; artículo 11, inciso 2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; artículo 8 del Convenio
Europeo de Derechos Humanos; artículo 7 de la Carta de Derechos Humanos Fundamentales de la Unión
Europea; entre otros.
(3) La importancia que las tecnologías de la información y de la comunicación han alcanzado en los últimos años
es incuestionable. La expansión de redes de telecomunicaciones, y en especial, de internet, como vehículo de
comunicación, transmisión e intercambio de todo tipo de información a gran velocidad, ha originado una
auténtica revolución tecnológica digital, de forma semejante a lo sucedido con la Revolución Industrial del siglo
XIX. Ver: LOPEZ-BARAJAS PEREA, Inmaculada (2011). La intervención de las comunicaciones electrónicas.
626 Madrid: La Ley, p. 21.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 230
pivotar sobre unos mismos principios; y que realmente se diferencias unos de otros, bien
en la definición misma de la nueva herramienta como comunicación amparada por el
derecho al secreto de las comunicaciones; bien en el trasfondo del volumen y cualidad de
la información que transmiten o comparte y su correlación con el fin público prevalente
con el que contrapesa^.
(4) RODRÍGUEZ LAINZ, José Luis (2O11).Ej'Wzoj sobre el secreto de las comunicaciones. Perspectiva doctrinal y juris
prudencial. Madrid: La Ley, p. 40.
(5) MUÑOZ DE MORALES, Martha (2006). “La intervención judicial de las comunicaciones telefónicas y electróni
cas." En: GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO, Nicolás (coord.). Investigación y prueba en el proceso penal. Madrid:
Colex, p. 138. 627
ART. 230 LA PRUEBA
etc.; de otra parte, están los delitos informáticos y los actos terroristas que demandan de
las autoridades atención y monitoreo preventivo para su neutralización inmediata®.
(6) CASABIANCA ZULETA, Paola (2016). Las intervenciones telefónicas en el sistema penal. Madrid: Bosch Editor,
pp. 35-36. z
(7) Cfr. FARFÁN, Francisco (2008) La interceptación de las comunicaciones telefónicas en el proceso penal y disciplinario.
Bogotá: Ediciones Nueva Jurídica, p. 15.
(8) Normas reseñadas por: RIVES SEVA, Antonio Pablo (2010). La intervención de las comunicaciones en el proceso
628 penal. Análisis doctrinal, legislación y jurisprudencia. Barcelona: Bosch, p. 23.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 230
dentro de los derechos inscritos en el artículo 2 de la norma suprema, como son: el impe
dimento de que los servicios informáticos no suministren informaciones que afecten la
intimidad personal y familiar(9); el derecho a la intimidad personal y familiar(10); la invio
labilidad de domicilio00; entre otros. La protección de ese ámbito reservado confiere a la
persona humana el poder jurídico de imponer a terceros el deber de abstenerse de toda
intromisión en su esfera íntima y la prohibición de hacer uso de lo así conocido. De esta
manera, lo que se garantiza es el secreto sobre la propia esfera de la vida personal, exclu
yendo que sean los terceros, particulares o poderes públicos, los que delimiten los contor
nos de nuestra vida privada.
(9) Inciso 6.
(10) Inciso 7.
(11) Inciso 9-
(12) DELGADO MARTÍN, Joaquín (2016). Investigación tecnológica y prueba digital en todas las jurisdicciones. Madrid:
Wolters Kluwer pp. 102-103. Este autor hace referencia a Juan Carlos Ortiz Pradillo, en cuanto a su publi
cación “La investigación del delito en la era digital. Los derechos fundamentales frente a las nuevas medidas
tecnológicas de investigación’’.
(13) ídem. 629
ART. 230 LA PRUEBA
Bajo esta línea argumentativa, Rives Seva sostiene que la tutela del secreto de las
comunicaciones tiene como finalidad principal, aunque no única, la protección de la inti
midad y el respeto de la vida privada personal y familiar, que debe quedar excluida del
conocimiento ajeno y de las intromisiones de los demás, salvo autorización del interesado,
extendiéndose también la protección, superando el contenido estricto de la intimidad a la
libertad de comunicaciones en general, por lo que en el ámbito del derecho al secreto de
las comunicaciones es digna de amparo cualquier información transmitida, afecte o no
la esfera íntima personal07*. Por su parte, Rodríguez Lainz sostiene que la protección del
contenido en concreto, de lo comunicado, es atendida, una vez superada la barrera de la
protección formal, por un segundo nivel de protección constitucional (y supranacional)
que abarcaría otras esferas de derechos, entre las que desempeñan un especial papel los
derechos a la intimidad personal y familia, a la propia imagen y a la protección de datos
de carácter personal. Derechos que podrán permitirnos ejercer una abigarrada defensa
de aquello que queramos preservar completamente fuera del conocimiento ajeno, aunque
hayamos cedido o claudicado en esa barrera de protección. Pero la relación existente entre
secreto y protección constitucional de los distintos ámbitos de la privacidad no pueden ser
obviadas. Cualquier decisión de injerencia de los poderes públicos afectante al derecho al * * * *
(14) ídem.
(15) Ver entre ellos a: LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, Jacobo (1989). Las escuchas telefónicas y la prueba ilegalmente
obtenida. Madrid: Akal; JIMÉNEZ CAMPOS, Javier (1986). “La garantía constitucional del secreto de las
comunicaciones”. En: Comentarios a la legislación penal. Tomo VII. Madrid: Jurídica; MORENO CATENA,
Víctor (1987). “Garantía de los derechos fundamentales en la investigación penal”. En: Jornadas sobre la justicia
penal en España. Número especial III. Lima: Poder Judicial; RODRIGUEZ RUIZ, Blanca (1998). El secreto de
las comunicaciones. Tecnología e intimidad. Madrid: McGraw-Hill / Interamericana de España; entre otros.
(16) Sostienen esta tesis, entre otros: ROMERO COLOMA, Aurelia (1987). Derecho a la intimidad, a la información
y proceso pena. Madrid: Reviews; MARTINEZ DE PISÓN, José. (1993). El derecho a la intimidad en la jurispru
dencia constitucional, Madrid: Civitas; y RIVES SEVA, Antonio Pablo (2008). “La prueba en el proceso penal.
Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo". En: Colección de monografías Aranzandi. Madrid: Aranzadi.
30 (17) RIVES SEVA, Antonio Pablo. Ob. cit., p. 25.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 230
En este contexto, se afirma que la gran diferencia estriba pues en el carácter material
del derecho a la intimidad personal y familiar frente a la naturaleza formal del derecho a
la inviolabilidad de las comunicaciones, criterio que es altamente relevante debido a las
consecuencias prácticas que conlleva la posición adoptada. Así cuando se trate del dere
cho a la intimidad personal y familiar se reduce considerablemente el ámbito de protec
ción de la privacidad personal ya que no todo conocimiento o interés de la vida cotidiana
de las personas es acreedor de la protección constitucional amparada en el inciso 6, del
artículo 2 de la Constitución, sino solo aquellos que, no consentidos por la persona afec
tada, incidan sobre ese núcleo esencial del derecho. Por el contrario, el ámbito de protec
ción en el caso del derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones es mucho mayor por
que el secreto abarca el contenido formal de la comunicación, en el sentido que se predica
que con independencia de su contenido y también de que pertenezca o no el objeto de la
comunicación misma al ámbito de lo personal, lo íntimo o lo reservado; por lo tanto, se
entiende que existe una presunción inris et de iure de que lo comunicado es secreto, en un
sentido sustancial09).
(18) RIVES SEVA, Antonio Pablo (2016). E/ secreto de las telecomunicaciones y su interceptación legal. Adaptado a la Ley
Orgánica 1312015, de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Madrid: Sepin, p. 803-
(19) Sobre el particular ver: MUÑOZ DE MORALES, Martha. Ob. cit., p. 148.
(20) Cfr. JIMÉNEZ CAMPOS, Javier. Ob. cit., p. 8 y ss. 631
ART. 230 LA PRUEBA
(21) LANZAROTE MARTÍNEZ, Pablo (2016). “Intervención de las comunicaciones”. En: La prueba en el proceso penal.
32 Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Tomo II. 6a edición. Pamplona: Thomson Reuters, pp. 236-239-
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 230
g) Es necesario que exista algún medio para que entre en juego el secreto de las
comunicaciones, de manera que en puridad este derecho no protege la conversa
ción directa entre dos personas. El medio utilizado debe ser apto para permitir
una comunicación secreta entre varias personas. Ello lleva a la exclusión del radio
protector de los medios de comunicación en masa.
i) Del derecho al secreto de las comunicaciones son titulares las personas físicas y
las jurídicas, tanto nacionales como extranjeras, mayores o menores de edad. Las
comunicaciones comprendidas en este derecho han de ser aquellas indisoluble
mente unidas por naturaleza de la persona, a la propia condición humana; por
tanto, la comunicación es a efectos constitucionales el proceso de transmisión de
expresiones de sentido a través de cualquier conjunto de sonidos, señales o signos.
(22) Titulares del derecho son cualquier persona natural o jurídica, nacional o extranjera. En efecto, este derecho
protege a cualquier tipo de persona de las injerencias que puedan sufrir por parte de terceros. 633
ART. 230 LA PRUEBA
por terceros, sean estos órganos públicos o particulares, ajenos al proceso de comunica
ción, salvo que debidamente justificado un juez autorice su interferencia.
Siendo así, desde una perspectiva general, el derecho a la inviolabilidad de las comu
nicaciones tiene como uno de sus principales objetos, la protección y el respeto de la pri
vacidad de la persona, quedando con ello, excluida la intromisión de terceros ajenos, salvo
autorización del propio sujeto o por orden de la autoridad judicial durante la investiga
ción de un delito que justifique esta acción. Luego, desde una óptica específica, el derecho
invocado protege implícitamente la libertad de las comunicaciones y, además, de modo
expreso su secreto. De esto último, se desprende que esta garantía presenta una doble
dimensión: a) comprende la libertad de comunicación, esto es, el derecho a poder comu
nicarse con otros sujetos sin interrupción o intervención alguna; y b) el derecho a que ter
ceros no conozcan del contenido de la comunicación. Por lo tanto, aunque el contenido
de la información sea intrascendente y no se exteriorice en ella ningún dato que afecte la
vida privada de quienes se comunican, su interceptación no autorizada representa una vio
lación a la privacidad e intimidad(24).
En tal sentido, para Carbone “la protección constitucional se proyecta sobre el pro
ceso de comunicación misma, cualquiera que sea la técnica de transmisión utilizada y con
independencia de que el contenido del mensaje transmitido o intentado transmitir”(25) 26.
Es decir, los alcances de la garantía legal comprenden a las comunicaciones realizadas
mediante medios postales, telegráficos, telefónicos, correos electrónicos, y otros similares.
Al respecto, resulta importante resaltar que la idea de protección es la comunicación pri
vada, por lo que la esfera de protección se circunscribe obviamente a las comunicaciones
que no son públicas, porque en las comunicaciones públicas tienen un tratamiento dife
rente que se fundamenta como regla básica en principios de transparencia y publicidad,
salvo que se trate de información confidencial o reservada de conformidad con la norma-
tividad que los califique como tales(26\
antijurídicos de las comunicaciones ajenas; y debe ser respetado por todos los terceros aje
nos a la comunicación, no solo el Estado o agentes públicos, sino también los particulares.
El objeto directo de protección es el proceso de comunicación en libertad y no por sí solo
el mensaje transmitido, cuyo contenido puede ser banal o de notorio interés público. Son
titulares del secreto de las comunicaciones: i) las personas físicas y jurídicas; ii) las perso
nas nacionales o extranjeras, y; los mayores y también los menores de edad(27).
Cabe precisar que el concepto clásico del derecho a la inviolabilidad de las comuni
caciones se construyó en relación con las postales, telegráficas y telefónicas; y se está adap
tando a las características propias de las comunicaciones electrónicas a través de las redes
de comunicación. Al respecto, se puede distinguir tres elementos básicos de todo proceso
de comunicación(28):
Sin embargo, y en concordancia con lo expuesto por Muñoz de Morales “el hecho
de que se trate de un derecho fundamental no significa que no pueda ser objeto de limi
tación, la cual será pasible y legítima siempre y cuando se respete el contenido esencial del
derecho y se persiga la salvaguarda de otros bienes constitucionalmente protegidos como
lo sería los bienes jurídicos tutelados por el Derecho Penal”{30). En este sentido, la garantía
de protección de los derechos fundamentales como el de la inviolabilidad de las comunica
ciones y telecomunicaciones tiene como límite que su flexibilización permita contribuir a la
tutela de bienes jurídicos socialmente trascendentales, evitando, por tanto, que los sujetos
activos de los delitos aprovechen de estas garantías para sortear el accionar de la justicia.
En nuestro ámbito, el inciso 10) del artículo 2 de la Ley Fundamental tiene pre
visto que la interceptación o intervención de las comunicaciones prima, facie garantiza
das, puede ser dispuesta mediante mandato judicial, con las garantías previstas en la ley.
Sobre el particular, sostiene el TC, que los alcances de la reserva de ley que contempla el
artículo 2.10 de la Constitución, sin embargo, no deben entenderse como que solamente
las causas por las cuales puede ordenarse una interceptación o intervención en las comu
nicaciones se encuentren expresamente señaladas en la ley. También es preciso que allí se
regulen las garantías que permitan circunscribir el poder discrecional del juez al momento
de autorizar la intervención^1).
Los ejemplos más representativos de lo expuesto, los observamos en los delitos pro
pios de la criminalidad organizada, en cuyo desarrollo las organizaciones dedicadas al trá
fico ilícito de drogas, al lavado de activos, a la trata de personas y proxenetismo, al tráfico
ilícito de armas, a la corrupción, al secuestro y la extorsión, entre otros; han incorporado
dentro de sus estructuras criminales, agentes profesionales que aprovechan los beneficios
que otorga el desarrollo y la modernidad para potenciar sus capacidades delictivas y sor
tear los avances de especialización de los órganos estatales encargados de la investigación,
persecución y sanción de los delitos. * *
Si bien es regla general que se debe velar de que la obtención de las pruebas en el
proceso penal no atente contra los derechos fundamentales como la inviolabilidad de las
comunicaciones, también es cierto que el Estado en determinadas circunstancias permite
la interferencia en este tipo derecho bajo ciertas condiciones y exigencias derivadas del
Bajo el espíritu garantista del nuevo cuerpo normativo adjetivo, la intervención de las
comunicaciones y telecomunicaciones responde a dos presupuestos comunes que se debe
advertir para todo acto que limite en forma intensa algún derecho fundamental(36): el pri
mero de ellos implica la legalidad de la medida, que exige que toda injerencia de la autori
dad pública en la esfera privada debe estar prevista en la ley; el segundo, corresponde a la
jurisdiccionalidad de la medida, que comprende que los jueces son los únicos competentes
para autorizar medidas que impliquen afectaciones intensas o medias a los derechos fun
damentales en el marco del proceso penal (salvo excepciones como la facultad otorgada a
la Policía Nacional para realizar detenciones en los casos de delitos flagrantes); el tercero
que alude a la finalidad legítima; y el cuarto se corresponde con la necesidad. En cuanto
a lo segundo, se ha prescrito que el juez de la investigación preparatoria resuelve mediante
trámite reservado e inmediato la solicitud de intervención realizada por el fiscal, teniendo
a la vista los recaudos que justifiquen el requerimiento, precisándose además que la dene
gación de la solicitud puede ser apelada por el fiscal para que esta sea resuelta por el supe
rior tribunal (artículo 226, inciso 4).
Ahora bien, cuando la norma procesal refiere que la intervención debe ser absolu
tamente necesaria, dicho aserto nos conduce a reflexionar y asentir que la medida tiene
carácter excepcional y no es regla general, de modo que en la motivación de la resolución
autoritativa habrá de expresar las razones que lleven al juzgador a considerar necesaria la
intervención -y resulte así justificada- para obtener datos relevantes en la investigación
penal, siempre con una rigurosa ponderación de los intereses en conflicto y teniendo en
cuenta que la investigación penal no es, desde luego, un valor supremo, y habiendo otras
alternativas menos gravosas para el derecho fundamental o medios de investigación que no
le afecten se habrá de optar por ellos(37). La motivación adecuada, en términos de López-
Barajas Perea(38) (39)constituye un requisito inexcusable para poder realizar el necesario jui
cio de proporcionalidad entre el sacrificio de un derecho fundamental y la causa a la que
el mismo obedece. Se erige en la vía para comprobar que se ha llevado a cabo la necesaria
1. Formalidades
reserva del caso, será mediante oficio y en dicho documento se transcribirá la parte con
cerniente (artículo 230.3 del CPP)(47).
Ahora bien, cabe señalar que la norma procesal anotada no exige que sea preciso acre
ditar cómo se obtuvo el número de teléfono cuya interceptación se pretende. Sobre ello,
encontramos en la jurisprudencia española, la STS 202/2012, de 12 de marzo que precisa:
“no es preciso acreditar la forma de obtención del número de teléfono de un sospechoso
cuando no hay indicios de ilegitimidad en el proceso de obtención de la información, ya
que es exigióle a los poderes públicos que justifiquen que la restricción de un derecho fun
damental se ha realizado con respeto a las reglas, pero no lo es que demuestren que no lo
han hecho (SSTS 509/2009, de 13 de mayo; 309/2010, de 31 de marzo; 862/2010, de 4
de octubre). Y es que no puede admitirse una presunción de ilegitimidad en la actuación
policial cuando no aparecen vestigios serios o rigurosos en tal sentido (85/2011, de 7 de
febrero) ”(48):
Respecto a las exigencias formales, Lanzarote Martínez señala que las mismas deben
ponerse en relación con la naturaleza y características del derecho fundamental afectado y
con las circunstancias en las que se produce su restricción, por lo cual no supone la nece
sidad de una determinada extensión, estilo o profundidad de la fundamentación o la pre
cisión de razonar de una concreta manera, siendo suficiente, en general, con que puedan
conocerse los motivos de la decisión, lo que permita comprender las razones del sacrificio
del derecho fundamental tanto al directamente afectado como a los demás ciudadanos.(49)
Debe por tanto motivarse la necesidad de la autorización, sostenida en razonamiento sufi
ciente a partir de indicios, o, cuando menos, sospechas sólidas y seriamente fundadas acerca
de la concurrencia de los requisitos de hechos, comisión de delito y responsabilidad en el
mismo sujeto pasivo de la restricción del derecho, que no solo cumpla con las exigencias
constitucionales de fundamentación de las resoluciones judiciales sino que, además, per
mita la ulterior valoración de la corrección por parte de los Tribunales encargados de su
revisión, a los efectos de otorgar la debida eficacia a los resultados que pudieran obtenerse
con base a ella por vía de recursos contra la misma(50).
(47) Este numeral fue modificado por la tercera disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077,
publicada el 20 agosto 2013, la misma que entró en vigencia el 1 de julio de 2014.
(48) BALLESTER, María del Campo. Exposición en el taller sobre tráfico ilícito de drogas llevada a cabo en la
Escuela del Ministerio Público del 24 al 28 de octubre de 2016. España.
(49) LANZAROTE MARTÍNEZ, Pablo. Ob. cit., p. 261.
(50) ídem. 641
ART. 230 LA PRUEBA
Cabe precisar que el IMEI o International Mobile Equipment Identy (Identidad Inter
nacional del Equipo Móvil), identifica con su número de serie al equipo. Se puede cono
cer tecleando ‘ asterisco, almohadilla, 06, almohadilla”, sin que para ello sea necesario, ni
por ello implique, el acceso a ningún dato de la memoria de dicho equipo. Tal dato, por
sí solo, solamente permite diferenciar un equipo de todos los demás. Como la numera
ción de cualesquiera aparatos electrónicos o no de uso cotidiano. Con el IMEI se dispone
de información suficiente como para poder solicitar a la autoridad judicial que ordene la
identificación por el operador de los números de teléfono (o MSISDN) que corresponden
a tales datos, y la correspondiente intervención de las conversaciones*50.
• El delito investigado, que debe ser uno sancionado con pena superior a los cua
tro (4) años de privación de libertad si el pedido es conforme al Código Procesal
Penal de 2004; o cualquiera de los delitos previstos en el art. 1 de la Ley N° 27697
y sus modificaciones, si el ordenamiento procesal penal aplicable es el Código de
Procedimientos Penales de 1940, o los previstos en el art. 3 de la Ley N° 30077
y sus modificatorias.
643
ART. 230 LA PRUEBA
• La determinación de los nombres y dirección del afectado sobre los que ha de recaer
la intervención, si se conociera. Se deberá tener presente que esa determinación
no implica que se haya de realizar a través de nombres y apellidos. Se exige úni
camente que con la misma se elimine cualquier duda en torno a su identificación.
Con relación al plazo para resolver la resolución judicial, el Código Procesal Penal
señala que la resolución de auto debe ser inmediata dada la naturaleza de la medida; y,
según la Ley N° 27697, el plazo que tiene el juez es de 24 horas de recibida la solicitud.
El auto será notificado al fiscal que solicitó o requirió la medida, con las debidas
medidas de seguridad y reserva. Asimismo, la comunicación a las empresas de telecomu
nicaciones será de oficio. En el oficio se transcribirá la parte resolutiva del auto por el cual
se autoriza la realización de la medida, y comprenderá la parte pertinente a la empresa (el
número o dato intervenido).
Como se advierte, este sistema de regulación penal tiene por objeto 'evitar que se
extiendan autorizaciones en blanco”, en donde no se precise la identidad y dirección del
investigado, situación que implicaría un riesgo a los derechos fundamentales de las per
sonas, pues al no encontrarse establecido en la autorización judicial o requerimiento fis
cal los presupuestos de identidad para la aplicación de la medida, se deja a los agentes de
investigación la discrecionalidad para decidir sobre lo no regulado lo cual puede condu
cir a frecuentes desbordamientos y vulneración de garantías. Es más, en opinión de Far-
fán Molina “no es posible decretar una intervención telefónica para propiciar el descubri
miento genérico de posibles infracciones penales, con lo cual se prohíbe las interceptaciones
exploratorias, predictuales o de prospección, y en tal sentido no es razonable extender una
autorización en blanco”(52), ello sin perjuicio del hallazgo casual de otras figuras delictivas,
sobre todo conectadas por hechos comunes u homogéneos con la inicialmente considerada.
ilegal. Sin embargo, a pesar de tener plena seguridad de que las comunicaciones tienen un
fin delictivo, le es dificultoso o imposible identificar los datos completos y dirección de los
usuarios de los medios de comunicación, más aún, cuando en este ámbito los integrantes
de la organización delictiva se conocen por pseudónimos y no por su verdadera identidad.
De igual modo, debe fijarse con claridad los medios de comunicación a los que alcanza
la medida, especificando, si se tratara de intervenciones telefónicas, el número de teléfono.
Por lo general se debería intervenir la línea telefónica del imputado, pero nada obsta que
su titular sea otra persona distinta al investigado, como en el caso de los establecimien
tos públicos en las investigaciones por delitos de corrupción. Entonces, la intervención no
puede extenderse a conversaciones ajenas al destinatario. De no tenerse en cuenta lo seña
lado, se podría afectar los derechos fundamentales de personas que no están relacionadas
con la actividad criminal, esta intervención alcanza también a los usuarios de los medios
de comunicación(53).
Según esta regla, no puede utilizarse esta técnica, por ejemplo, para investigar deli
tos informáticos tipificados por Ley N° 30096, que política criminalmente se gestó para
la lucha eficaz contra la ciberdelincuencia, debido a que las penas conminadas no supe
ran los 4 años; es decir no se podría interceptar ninguna red de comunicación electrónica
(correos electrónicos, Facebook, WhatsApp, etc.), utilizada por los delincuentes ciberné
ticos, lo cual resulta paradójico con la decisión política criminal de afianzar la lucha con
tra este tipo de delito.
3. Sujetos investigados
La norma procesal refiere que la orden judicial puede ser dirigida contra los inves
tigados o contra personas de las que cabe estimar fundamentalmente, en mérito a datos
objetivos determinados que reciben o tramitan por cuenta del investigado determinadas
comunicaciones, o que el investigado utiliza su comunicación (artículo 230.2). Según se
aprecia, al redactarse la norma, el legislador consideró establecer que la investigación no
se limite a los investigados, sino que deja abierta la posibilidad de que pueda interceptarse
las comunicaciones de terceras personas que participan en colaboración con aquel o que
facilitan la utilización de los medios de comunicación.
En cuanto a ello, es relevante tener en cuenta que ante la posibilidad de permitir una
intervención en las comunicaciones se deberá tener cuidado en aquellos supuestos en los
que al secreto de las comunicaciones se sume otro tipo de secreto, como el secreto profe
sional, en especial el que se da entre abogado y cliente, máxime si la intervención es del
teléfono de un abogado, pues en este caso podrían ser muchas -y con serias repercusio
nes-las personas afectadas por la ínter vención(57).
que la intervención a las comunicaciones guarde proporción con la complejidad del delito
investigado y, además, exprese los objetivos que se pretende alcanzar con su utilización.
Por otra parte, el plazo obliga a la temporalidad de la medida, resultando irregular y des
medida que este se aplique de forma indefinida. Por esta razón, se ha regulado que, si los
elementos de convicción tenidos en consideración para ordenar la medida desaparecen o
hubiera transcurrido el plazo de duración fijada para la misma, ella deberá interrumpirse
inmediatamente (artículo 230.5). Se agrega, además, que la intercepción no puede durar
más de sesenta días, pudiéndose excepcionalmente prorrogar por plazos sucesivos, pre
vio requerimiento del fiscal y decisión motivada del juez de la investigación preparatoria
(artículo 230.6)(58). Cabe precisar que esta norma no señala cuál es el límite de las prórro
gas. Entendemos que esta no deberá exceder del plazo máximo de las diligencias prelimi
nares (ocho meses) establecidas por las Casaciones de la Corte Suprema N° 02- 2008-La
Libertad y N° 144-2012-Áncash.
(58) Numeral modificado por la tercera disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077, publicada
648 el 20 agosto 2013, la misma que entró en vigencia el 1 de julio de 2014.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 230
A este respecto, encontramos que en España, como señala Joaquín Delgado Martín,
citando a Rodríguez Lainz(60), el artículo 39 de la Ley General de Telecomunicaciones, de
9 de mayo de 2014, establece que los sujetos obligados, esto es, los operadores que explo
ten redes públicas de comunicaciones electrónicas o que presten servicios de comunicacio
nes electrónicas disponibles al público, tienen la obligación de implantar interfaces para
transmitir determinados datos de las comunicaciones al centro de recepción conforme a
formato establecido. Asimismo, se ha implementado el sistema SITEL (Sistema Integrado
de Interceptación de Comunicaciones), que a decir de la STS 250/209, de 13 de marzo,
se articula en tres principios de actuación(61) 62, a saber: Centralización, seguridad y automa
tización^. Sistema que a juicio del criterio jurisprudencia consolidado (SSTS 554/2012,
753/2010 y 250/2009) sí cumple las exigencias, esto es, tiene la capacidad para asegurar la
coincidencia entre lo grabado en el DVD y las conversaciones mantenidas(63).
6. Localización y geolocalización
(59) Numeral modificado por el artículo 6 de la Ley N° 30171, publicada el 10 marzo 2014.
(60) RODRÍGUEZ LAINZ, José Luis, citado por DELGADO MARTIN, Joaquín. Ob. cit., p. 412.
(61) DELGADO MARTIN, Joaquín. Ob. cit., p. 413.
(62) Los tres principios de actuación: 1. Centralización: el servidor y administrador del sistema se encuentra en la
sede central de la Dirección General de la Guardia Civil, distribuyendo la información aportada por las ope
radores de comunicaciones a los distintos usuarios implicados. 2. Seguridad: El sistema establece numerosos
filtros de seguridad y responsabilidad, apoyados en el principio anterior. Existen dos ámbitos de seguridad:
Nivel central: existe un ordenador central del sistema, dotado del máximo nivel de seguridad, con unos ope
rarios de mantenimiento específicos, donde se dirige la información a los puntos de acceso periféricos de forma
estanca. La misión de este ámbito central es almacenar y distribuir la información. Nivel periférico: el sistema
cuenta con ordenadores únicos para este empleo en los grupos periféricos de enlace en las Unidades encarga
das de la investigación y responsables de la intervención de la comunicación, dotados de sistema de conexión
con sede central propio y seguro. Se establece codificación de acceso por usuario autorizado y clave personal,
garantizando la conexión al contenido de información autorizado para ese usuario, siendo necesario que sea
componente de la Unidad de investigación encargada y responsable de la intervención. 3- Automatización: el
sistema responde a la necesidad de modernizar el funcionamiento de las intervenciones de las comunicaciones
dotándole de mayor nivel de garantía y seguridad, reduciendo costes y espacio de almacenamiento, así como
adaptarse al uso de nuevos dispositivos de almacenamiento. ídem.
(63) DELGADO MARTIN, Joaquín. Ob. cit., p. 413. 649
ART. 230 LA PRUEBA
Ahora bien se aprecia que el artículo 230.4 CPP, al establecer el deber de colaboración
de los servicios de telecomunicaciones, señala: “(...) la geolocalización de teléfonos móviles
y la diligencia de intervención, grabación o registro de las comunicaciones que haya sido
dispuesta mediante resolución judicial(64), en tiempo real y en forma ininterrumpida,
las 24 horas de los 365 días del año, bajo apercibimiento de ser pasible de las responsabi
lidades de Ley en caso de incumplimiento (...). Es decir, según esta norma la geolocaliza
ción sería una medida que debiera ser autorizada judicialmente.
Siendo así, se presenta una colisión de normas, entre el artículo 230.4 CPP y el
Decreto Legislativo N° 1182; la primera que reclama la intervención judicial para activar
la medida, y la segunda no requiere tal, generando por tanto problemas procesales, como
bien señala Ricardo Elias Puelles(65), quien sostiene además que la prevención no puede
ser considerada como uno de los objetivos del Decreto Legislativo N° 1182 y, por tanto,
considera que debe ser excluida(66).
BIBLIOGRAFÍA
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Derecho a la intimidad, a la información y proceso penal. Madrid: Reviews.
dUj JURISPRUDENCIA
determinar la procedencia de la medida limitativa de derechos solicitada (intervención de las comunicaciones), se
debe evaluar su proporcionalidad con relación a su utilidad y justificación en la investigación preparatoria, y si resulta
absolutamente necesaria para los fines de esta. Si no guarda relación directa con el núcleo probatorio del delito investi
gado, al tratarse de información referencial y circunstancial, no será indispensable decretar la medida restrictiva para
continuar con la investigación, ni existirá proporcionalidad entre la restricción del derecho y la finalidad pretendida.
Exp. 2008-970-15-1601-JR-PE-l-Trujillo.
651
Artículo 231.- Registro de la intervención de comunicaciones telefónicas o
de otras formas de comunicación
1. La intervención de comunicaciones telefónicas, radiales o de otras formas de
comunicación que trata el artículo anterior será registrada mediante la grabación
y aseguramiento de la fidelidad de la misma. Las grabaciones, indicios y lo eviden
cias recolectadas durante el desarrollo de la ejecución de la medida dispuesta por
mandato judicial y el acta de recolección y control serán entregados al fiscal, quien
dispone su conservación con todas las medidas de seguridad al alcance y cuida que
las mismas no sean conocidas por personas ajenas al procedimiento^.
2. Durante la ejecución del mandato judicial de los actos de recolección y control de las
comunicaciones se dejará constancia en el acta respectiva de dichos actos. Posterior
mente, elfiscal o el juez podrán disponer la transcripción de las partes relevantes de
las comunicaciones, levantándose el acta correspondiente, sin perjuicio de conservar
la grabación completa de la comunicación. Las grabaciones serán conservadas hasta
la culminación del proceso penal correspondiente, ocasión en la cual la autoridad
judicial competente dispondrá la eliminación de las comunicaciones irrelevantes.
Igual procedimiento adoptará el fiscal en caso la investigación no se judicialice,
previa autorización del juez competente.
Respecto a las grabaciones en las que se aprecie la comisión de presuntos delitos
ajenos a los que son materia de la investigación, el fiscal comunicará estos hechos al
juez que autorizó la medida, con la celeridad e inmediatez que el caso amerita.
Las actas de recolección y control de las comunicaciones se incorporarán a la inves
tigación, al igual que la grabación de las comunicaciones relevantes^.
3. Una vez ejecutada la medida de intervención y realizadas las investigaciones inme
diatas en relación al resultado de aquélla, se pondrá en conocimiento del afectado
todo lo actuado, quien puede instar el reexamen judicial, dentro del plazo de tres
días de notificado. La notificación al afectado solo será posible si el objeto de la
investigación lo permitiere y en tanto no pusiere en peligro la vida o la integridad
corporal de terceras personas. El secreto de las mismas requerirá resolución judicial
motivada y estará sujeta a un plazo que el juez fijará.
4. La audiencia judicial de reexamen de la intervención se realizará en el más breve
plazo. Estará dirigida a verificar sus resultados y que el afectado haga valer sus
derechos y, en su caso, impugnar las decisiones dictadas en ese acto.
5. Si durante la ejecución del mandato judicial de intervención y control de las comu
nicaciones en tiempo real, a través de nuevos números telefónicos o de identificación
de comunicaciones, se tomará conocimiento de la comisión de delitos que atenten
contra la vida e integridad de las personas, y cuando se trate de los delitos de terro
rismo, tráfico ilícito de drogas y secuestro, a cometerse en las próximas horas, el fiscal,
excepcionalmente y dando cuenta en forma inmediata al juez competente para su
convalidación, podrá disponer la incorporación de dicho número al procedimiento
de intervención de las comunicaciones ya existente, siempre y cuando el juez en el
mandato judicial prevenga esta eventualidad^. (*) (**)
(*) Textos vigentes de los incisos 1 y 2 según modificatoria efectuada por la tercera disposición complementaria
modificatoria de la Ley N° 30077, publicada el 20-08-2013.
(**) Inciso 5 incorporado por la cuarta disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077, publicada el
652 20-08-2013.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 231
Concordancias:
CPP: arts. 230,234.
El numeral 1 del artículo 231 del Código Procesal Penal (CPP)(1) establece que la
intervención de comunicaciones telefónicas, radiales o de otras formas de comunicación
que trata el artículo anterior será registrada mediante la grabación y aseguramiento de la
fidelidad de la misma. Precisa, asimismo, que las grabaciones, indicios y/o evidencias reco
lectadas durante el desarrollo de la ejecución de la medida dispuesta por mandato judicial
y el Acta de Recolección y Control serán entregados al fiscal, quien dispone su conserva
ción con todas las medidas de seguridad al alcance y cuida que las mismas no sean cono
cidas por personas ajenas al procedimiento.
Según se advierte, dicha norma tiene por objeto garantizar la preservación de los
datos e informaciones concretas que se encuentren almacenados en los medios pertinen
tes, de este modo su posterior aportación como medio de prueba o, en su caso, su análi
sis forense no se verá frustrado por la separación, alteración o deterioro de unos elementos
inherentemente volátiles, como es la comunicación(2).
(1) Numeral modificado por la tercera disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077, publicada
el 20 agosto 2013, la misma que entró en vigencia el 1 de julio de 2014.
(2) Cfr. LANZAROTE MARTÍNEZ, Pablo (2016). “Intervención de las comunicaciones”. En: La prueba en el pro
ceso penal. Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Tomo II. 6a edición. Pamplona: Thomson Reuters,
p. 409.
(3) Numeral modificado por la tercera disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077, publicada
el 20 de agosto 2013. 653
ART. 231 LA PRUEBA
Cabe precisar que el material probatorio son las grabaciones, no las transcripciones.
En todo caso, la transcripción tiene la misión de permitir el acceso al contenido de las gra
baciones mediante la lectura, pero no es un elemento que integre la diligencia con carácter
necesario y legítimo. Por tanto, lo decisivo para el proceso penal es que las grabaciones se
encuentren a disposición(4). Para Casabianca Zuleta, a pesar de la mención que hace este
tipo de normas a las transcripciones de las conversaciones intervenidas, las cintas, un CD
o un DVD constituyen el material probatorio por excelencia y no su transcripción, que es
una guía para hacer más fácil su manejo de su contenido. Como la transcripción no cons
tituye la audición de las cintas en el juicio oral; es una medida que facilita el manejo del
resultado de las escuchas, se admite que la transcripción mecanográfica -total o parcial-
sea efectuada, por alguna de los operadores de justicia intervinientes, con el objeto de ase
gurar su calidad legal. Eso no excluye el hecho de que las transcripciones tienen el carác
ter de documento público y, por tanto, deben ser acordes a lo escuchado(5).
Sobre lo dicho, sostiene Rives Seva que la grabación en cintas de las comunicaciones
telefónicas y su transcripción (manual o mecanográfica) han sido tenidas por la jurispru
dencia española como documento en sentido amplio, en cuanto a la primera (grabación),
por cuanto implica una cosa mueble apta para la incorporación de señales expresivas de
un determinado significado, y con referencia a la segunda (transcripción) por plasmación
o traslado al papel (con caracteres manuales o mecanografíeos) del resultado de la audi
ción del contenido de la cinta(6).
los apartes meramente íntimos debe tener lugar con posterioridad a que la parte afectada
conozca todo el contenido de la grabación. En todo caso, cada afectado con la medida solo
debe tener acceso a sus propios aspectos íntimos(7).
Si bien la regla general es que las comunicaciones solo pueden ser intervenidas mediante
resolución judicial debidamente motivada, este canon constitucional se ha visto atenuado,
con la LCO, que -a través de la cuarta disposición complementaria modificatoria- intro
duce el numeral 5 al artículo 231 del CPP(8), que contempla la posibilidad de que el fis
cal, excepcionalmente y dando cuenta en forma inmediata al juez competente para su con
validación, pueda disponer la incorporación de nuevos números telefónicos, si se tomara
conocimiento de la comisión de delitos que atenten contra la vida e integridad de las per
sonas y cuando se trata de los delitos de terrorismo, tráfico ilícito de dogas y secuestro, a
cometerse en las próximas horas, siempre y cuando se haya previsto esa eventualidad en
el resolución judicial autoritativa de la intervención de comunicaciones de otros números.
Debemos entender que este giro a la flexibilidad guarda correspondencia con la expe
riencia vivida a nivel global con los atentados de gran magnitud (las Torres Gemelas en
Nueva York en el 2001, la Estación de Atoche en Madrid en el 2004 y el atentado en Lon
dres en el 2005), que han puesto en vilo y atención a la administraciones de los diferentes
países para fortalecer la lucha contra el terrorismo.
El fiscal (recolector) dispondrá a la Policía Nacional las acciones necesarias para veri
ficar y perennizar los hechos, a mérito de las informaciones obtenidas de las comunica
ciones intervenidas.
Las empresas de comunicaciones, una vez recibida la orden judicial (de oficio), sin
trámite previo y de forma ininterrumpida, durante 24 horas y los 365 días del año, facili
tarán en tiempo real el control y recolección de las comunicaciones.
Los datos o comunicaciones serán conservados hasta la culminación del proceso penal
correspondiente ocasión en la cual la autoridad judicial competente dispondrá la elimina
ción de las comunicaciones relevantes. Igual procedimiento adoptará el fiscal en caso la
investigación no se judicialice, previa autorización del juez competente.
El fiscal es el único que está facultado para apartar las comunicaciones irrelevantes.
656
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART.231
BIBLIOGRAFÍA
CASABIANCA ZULETA, Paola (2016). Las intervenciones telefónicas en el sistema penal, Madrid: Bosch Edi
tor; LANZAROTE MARTINEZ, Pablo (2016). “Intervención de las comunicaciones”. En: La prueba en
el proceso penal. Doctrina de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Tomo II. 6a edición. Pamplona: Thomson
Reuters; RIVES SEVA, Antonio Pablo (2010). La intervención de las comunicaciones en el proceso penal. Análisis
doctrinal, legislación y jurisprudencia. Barcelona: Bosch.
657
SUBCAPÍTULO III
EL ASEGURAMIENTO E INCAUTACIÓN
DE DOCUMENTOS PRIVADOS
Concordancias:
C: art. 2 inc. 7; CPP: arts. 214 al 217, 233; LOMP: ari. 5.
En las diferentes funciones de investigación que realiza la policía así como la fiscalía,
se encuentran variadas actividades que pueden afectar derechos personales como reales.
Una de estas es la incautación de determinados documentos que pueden tener el carácter
de público o privado. En el primero, se procederá bien a su exhibición forzosa o incauta
ción, mientras que cuando se trate de documentos privados, se tendrá que proceder pri
mero a asegurarlos, en tanto no haya orden judicial de incautación.
Son tres los escenarios en donde la intervención policial o fiscal, puede proceder al
aseguramiento de la documentación privada:
658
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 232
d) Que, el juez resolverá el requerimiento dentro del día presentado, sin trámite
alguno, esto es, el juez con la solicitud, el informe y por supuesto, el acta que dis
pone el aseguramiento, resolverá sin correr traslado y menos aún, ordenar una
audiencia.
BIBLIOGRAFÍA
ROSAS YATACO, Jorge (2018). Derecho Procesal Penal. Lima: Cedes.
659
Artículo 233.- Incautación de documentos privados
1. El fiscal, cuando existan motivos suficientes para estimar que una persona tiene en
su poder documentos privados útiles para la investigación, solicitará al juez para la
investigación preparatoria dicte orden de incautación,
2. La resolución autoritativa se expedirá inmediatamente, sin trámite alguno, y con
tendrá fundamentalmente el nombre del fiscal a quien autoriza, la persona objeto
de intervención y, de ser posible, el tipo de documento materia de incautación.
3. Recabada la autorización, el fiscal la ejecutará inmediatamente. De la diligencia
se levantará el acta de incautación correspondiente, indicándose las incidencias del
desarrollo de la misma.
4. Rige, en lo pertinente, el artículo 218 y siguientes.
Concordancias:
CPR ¿r/j. 278 al 223; LOMP: art. 233.
El artículo en comento señala los pasos o el trámite cuando se tenga que requerir la
incautación de un documento privado, previamente asegurado. Claro está que el fiscal,
para requerir la incautación del documento privado, tendrá que tener motivos suficientes
para solicitar dicha medida, apelando a la razonabilidad y proporcionalidad para estimar
que la persona intervenida, en un evento de inspección o allanamiento, pueda tener en su
poder o se haya encontrado documentación privada, respectivamente, y, además, que la
misma será útil para el esclarecimiento de la investigación.
No está demás decir que esta resolución indicará el nombre del fiscal, quien autoriza la
incautación, el nombre de la persona que es objeto de la intervención (en el registro personal,
la inspección o el allanamiento), así como el tipo de documento a incautarse, de ser posible.
BIBLIOGRAFÍA
660 ROSAS YATACO, Jorge (2018). Derecho Procesal Penal. Lima: Cedes.
Artículo 234.- Aseguramiento e incautación de documentos contables y
administrativos
1. La fiscalía, o la policía por orden del fiscal, cuando se trata de indagaciones
indispensables para el esclarecimiento de un delito, puede inspeccionar los libros,
comprobantes y documentos contables y administrativos de una persona, natural o
jurídica. Si de su revisión considera que debe incautar dicha documentación, total
o parcialmente, y no cuenta con orden judicial, se limitará a asegurarla levantando
el acta correspondiente. Acto seguido el fiscal requerirá la inmediata intervención
judicial, antes de vencidas veinticuatro horas de la diligencia, acompañando un
informe razonado y el acta respectiva, solicitando a su vez el mandato de incautación
correspondiente.
2. Rige, en lo pertinente, lo dispuesto en los artículos 230y 231.
Concordancias:
CPP: arts. 230, 231; LPT: arts. 1,2, 4 y 3; LDA: arts. 1 al 10.
BIBLIOGRAFÍA
ROSAS YATACO, Jorge (2018). Derecho Procesal Penal. Lima: Cedes.
661
CAPITULO VIII
EL LEVANTAMIENTO DEL SECRETO
BANCARIO Y DE LA RESERVA TRIBUTARIA
Concordancias:
C: arts. 2 inc. 5, 97; CPP: arts. 223, 236; CP: arts. 154 al 156; LPT: pássim; LOMP: art. 5.
I. Generalidades
La investigación criminal para ser eficiente como se ha preconizado a lo largo de este
trabajo, necesita adecuar sus diligencias a los principios de celeridad y de oportunidad. En
efecto, el esclarecimiento de ciertos delitos, amerita la averiguación de ciertos datos, datos
(*) Texto vigente del inciso 5 según modificatoria efectuada por la tercera disposición complementaria modificato-
662 ria de la Ley N° 30096, publicada el 22-10-2013.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 235
que no siempre pueden ser conocidos en los documentos públicos o privados, es decir,
cierta información de relevancia se encuentra blindada mediante una protección cons
titucional. Se trata de información que trata sobre la actividad bancaria de una persona
(natural o jurídica), y de su relación con el fisco, concretamente su actividad fiscal que
revela su relación jurídico-tributaria con la hacienda pública. Ambas son informaciones
que se comprenden en la esfera privada del individuo, en la intimidad como aquel ámbito
intersubjetivo que no puede ser objeto de intromisión por tercero, menos por los poderes
públicos. Refieren entonces en una compresión específica de los “documentos privados”
a pesar de que importan en algún caso una relación jurídico-obligacional con el Estado.
Son documentos que hacen alusión sobre el movimiento bancario de un individuo, que
en gran medida, apuntan a su patrimonio, es decir, sobre sus activos y pasivos, cuya rela
ción puede causar perjuicios en la persona de su titular.
(1) Así, SAN MARTÍN CASTRO, César (2002). “El procedimiento penal por delitos contra la administración
pública”. En: Delitos de tráfico de influencia, enriquecimiento ilícito y asociación ilícita para delinquir. Lima: Jurista
Editores, p. 34; al sostener que la Ley N° 27379, de 21/12/2000, ratificó la potestad de investigación autónoma
del Ministerio Público, órgano que conduce desde su inicio la investigación del delito permitiendo a su vez la
posibilidad de requerir al órgano jurisdiccional competente la imposición de determinadas medidas limitativas
de derecho, siempre que se trate -en lo pertinente- de delitos contra la administración pública cometidos
por funcionarios públicos en los que intervenga una pluralidad de personas o cuando el agente integre una
organización criminal (artículo 1.2). 663
ART. 235 LA PRUEBA
adecuado para la imposición de esta clase de medida, en sujeción a los derechos y garan
tías de los justiciables.
(2) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 836.
(3) Conforme a la Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintendencia
de Banca y Seguros (Ley N° 26702)
Artículo 143.- Levantamiento del Secreto Bancario
“El secreto bancario no rige cuando la información sea requerida por:
1. Los jueces y tribunales en el ejercicio regular de sus funciones y con específica referencia a un proceso
determinado, en el que sea parte el cliente de la empresa a quien se contrae la solicitud.
La Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria - SUNAT, sin perjuicio de lo
señalado en el numeral 10 del artículo 62 del Código Tributario, mediante escrito motivado puede solicitar
al juez el levantamiento del secreto bancario en cumplimiento de lo acordado en tratados internacionales
o en las Decisiones de la Comisión de la Comunidad Andina (CAN) o en el ejercicio de sus funciones.
En estos casos, el juez debe resolver dicha solicitud en el plazo de cuarenta y ocho (48) horas contado desde
la presentación de la solicitud.
Dicha información será proporcionada en la forma y condiciones que señale la SUNAT, dentro de los diez
(10) días hábiles de notificada la resolución judicial, pudiéndose excepcionalmente prorrogar por un plazo
igual cuando medie causa justificada, a criterio del juez.
La información obtenida por la SUNAT solo puede ser utilizada para el cumplimiento de lo acordado en
tratados internacionales o en las Decisiones de la Comisión de la CAN o en el ejercicio de sus funciones.
El incumplimiento de lo dispuesto en este párrafo será sancionado por las autoridades competentes como
falta grave administrativa.
2. El Fiscal de la Nación, en los casos de presunción de enriquecimiento ilícito de funcionarios y servidores
públicos o de quienes administren o hayan administrado recursos del Estado o de organismos a los que
este otorga soporte económico.
3. El Fiscal de la Nación o el gobierno de un país con el que se tenga celebrado convenio para combatir,
reprimir y sancionar el tráfico ilícito de drogas o el terrorismo, o en general, tratándose de movimientos
sospechosos de lavado de dinero o de activos, con referencia a transacciones financieras y operaciones
bancadas ejecutadas por personas presuntamente implicadas en esas actividades delictivas o que se
encuentren sometidas a investigación bajo sospecha de alcanzarles responsabilidad en ellas.
4. El Presidente de una Comisión Investigadora del Poder Legislativo, con acuerdo de la Comisión de que se
trate y en relación con hechos que comprometan el interés público.
5. El Superintendente, en el ejercicio de sus funciones de supervisión.
En los casos de los numerales 2, 3 y 4, el pedido de información se canaliza a través de la Superintendencia.
Quienes accedan a información secreta en virtud de lo dispuesto en el presente artículo, están obligados a
664 mantenerla con dicho carácter en tanto esta no resulte incompatible con el interés público”.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 235
una medida de especial injerencia, su adopción no amerita trámite alguno, a fin de garan
tizar su eficacia.
Recibido el informe ordenado, el juez previo pedido del fiscal, podrá proceder a la
incautación del documento, títulos valores, sumas depositadas y cualquier otro bien o al
bloqueo e inmovilización de las cuentas, siempre que existan fundadas razones, indispen
sables y pertinentes para los fines del proceso, aunque no pertenezcan al imputado o se
encuentren registrados a su nombre (artículo 235.2 del CPP). El levantamiento del secreto
bancario, entonces, no agota su utilidad en su revelación, sino que permite al juez-previo
pedido del fiscal- decretar la incautación de todo título valor, documento nominal, suma
de dinero, bonos, acciones, etc., siempre y cuando, tengan relación con el hecho delictivo
objeto de investigación, es decir, deben subyacer indicios verosímiles de que dichos bienes
guardan relación con la imputación delictiva; en caso, de enriquecimiento ilícito, o lava
dos de activos, basta saber que el patrimonio del imputado en primer caso, no es cohe
rente con sus ingresos lícitos. La inmovilización de la cuenta o dígase la incautación del
bien debe resultar indispensable para el esclarecimiento de la investigación, son entonces
fuentes de prueba determinantes para el objeto mismo del proceso.
(4) En ese sentido, M AVIL A LEÓN, Rosa (2005). E/ nuevo sistema procesal. Lima: Jurista Editores, p. 82. 665
ART. 235 LA PRUEBA
(5) Tal como lo estipula el artículo 565 del Código Procesal Civil, el demandado en la contestación de la demanda
deberá acompañar la última declaración jurada presentada para la aplicación de su impuesto a la renta o del
documento que legalmente la sustituye. Asimismo, el artículo 566 del mismo cuerpo normativo faculta al
juez a requerir al banco el movimiento de la cuenta, especialmente abierta para el abono de las mensualidades
alimenticias.
(6) Artículo 10, último párrafo de la Constitución Política, que señala la obligatoriedad de la publicación periódica
en el diario oficial de los ingresos, por todo concepto, que perciben los altos funcionarios y otros servidores
públicos que señala la ley, en razón de sus cargos.
(7) Sección Segunda del Libro I del Código Civil, Títulos I, II, II y IV.
666 (8) Sea por el delito de omisión de actos funcionales o desobediencia y resistencia a la autoridad.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 235
BIBLIOGRAFÍA
MAVILA LEÓN, Rosa (2005). El nuevo sistema procesal. Lima: Jurista Editores; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2002). “El procedimiento penal por delitos contra la administración pública”. En: Delitos de trá
fico de influencia, enriquecimiento ilícito y asociación ilícita para delinquir. Lima: Jurista Editores; SANCHEZ
VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa.
cEb JURISPRUDENCIA
La declaratoria de contumacia al tener como efecto inmediato la conducción compulsiva por la Policía Nacional, tradu
cido en la expedición de requisitorias de captura a nivel nacional, resulta totalmente desproporcionado a la finalidad
perseguida, a partir de su compulsación con el derecho a la no autoincriminación, que prohíbe la obtención de la decla
ración del imputado, a través de medios contrarios a su dignidad, como ocurre en la ejecución del arresto, máxime si el
artículo 253-2 establece que la restricción de un derecho fundamental -como las requisitorias derivadas de la contu
macia o ausencia- se impondrá con respeto al principio de proporcionalidad. Exp. N° 252-2008-Trujillo.
(9) Así, en casos de urgencia o peligro en la demora y con estrictos fines de averiguación, conforme se desprende
del artículo 203.3 del CPP. 667
Artículo 236.- Levantamiento de la reserva tributaria
1. El juez, a pedido del fiscal, podrá levantar la reserva tributaria y requerir a la
administración tributaria la exhibición o remisión de información, documentos y
declaraciones de carácter tributario que tenga en su poder, cuando resulte necesario
y sea pertinente para el esclarecimiento del caso investigado.
2. La administración tributaria deberá exhibir o remitir en su caso la información,
documentos o declaraciones ordenados por el juez.
3. Rige, en lo pertinente, lo dispuesto en los numerales 3 y 4 del artículo anterior.
Concordancias:
C: arts. 2 inc. 5, 97; CPP: art. 235 ines. 3 y 4-
L Introducción
De fuerte raigambre constitucional en nuestro país, el derecho fundamental a la inti
midad personal puede ser, como todos los derechos fundamentales, limitado en sus alcan
ces. Recogido en el inciso 5 del artículo 2 de nuestra Constitución, se consagra a este dere
cho, incluso, como excepción al derecho de requerir y recibir información de entidades
públicas. La intimidad personal, en todas sus dimensiones, prevalece frente a la necesidad/
derecho de solicitar, recibir y procesar información de entidades públicas.
Los montos, las fuentes de las rentas, los gastos y la base imponible de los contribu
yentes es una información que manejará solo la administración tributaria (sea de gobierno
central o local), sin que nadie pueda acceder a ella para indagar cómo se originaron los
ingresos, cuánto es el monto del tributo que debe cancelar, su base imponible, incluso, en
qué gasta su patrimonio el contribuyente. Sin embargo, como adelantábamos, este dere
cho a la reserva tributaria tiene excepciones o límites expresamente señalados en el propio
artículo 85 del Código Tributario.
(1) A mayor abundamiento, cfr. las sentencias del Tribunal Constitucional recaídas en los Expedientes N° 4-2004-
668 PI/TC, 2838-2OO9-PHD/TC y 831-2O1O/PHD.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 236
vistazo al Decreto Supremo N° 20-2017-JUS que, si bien tiene fines diferentes a los busca
dos dentro un proceso penal, también prescribe la vulneración a este derecho.
Por otra parte, el levantamiento de la reserva tributaria, así como el del secreto banca-
rio, la intervención corporal, la incautación de documentos públicos y/o privados, la inter
vención de las telecomunicaciones, la intervención corporal, la videovigilancia, entre otras
restricciones a derechos fundamentales, son tratadas en nuestro CPP, sistemáticamente en
el Título III, desde el artículo 202 hasta el 241.
Así, el artículo 202 del CPP establece que la búsqueda de pruebas y la restricción de
derechos, dentro de un proceso penal, deben ejecutarse con las debidas garantías procesa
les y sustantivas para el ciudadano que se ve afectado con tales medidas. Los presupuestos
para restringir derechos fundamentales a un ciudadano involucrado en un proceso penal
son dos, a saber: la proporcionalidad, en la medida restrictiva y la existencia de sufi
cientes elementos de convicción.
En ese sentido, el artículo 236 de dicho código adjetivo ha determinado que será el
juez penal, a pedido del fiscal penal, quien podrá levantar la reserva tributaria y requerir a
la administración tributaria la exhibición o remisión de información, documentos y decla
raciones de carácter tributario que tenga en su poder, cuando resulte necesario y sea per
tinente para el esclarecimiento del caso investigado. Tal recorte no tiene otro fin, como
lo señala el citado artículo 202 del CPP, que el esclarecimiento de los hechos del proceso,
es decir, encontrar las pruebas idóneas para sostener una persecución penal.
Dentro del proceso penal, la administración tributaria debe cumplir con exhibir o
remitir la información, documentos o declaraciones ordenados por el juez. Si el fiscal así lo
solicita, el juez puede autorizar una pesquisa o registro dentro de los locales de la adminis
tración, así como la incautación de todo lo vinculado al delito que se viene investigando.
Una vez incautados los bienes y, si no se lograse identificar al autor o al perjudicado des
pués de seis meses, el bien deberá rematarse.
Es decir, los dos presupuestos para restringir derechos fundamentales como la reserva
tributaria dentro del proceso penal son, por un lado, la proporcionalidad en la medida res
trictiva y, por otra parte, la existencia de suficientes elementos de convicción. 669
ART. 236 LA PRUEBA
Sin embargo, no solo es obvio, sino necesario entender que los derechos fundamen
tales tienen un alcance bastante más limitado del que se pretendería bajo una interpreta
ción estrictamente literal y hasta teleológica. Es la doctrina constitucional alemana(2) la
que, de manera más esquematizada, ha logrado determinar qué pasos seguir para saber a
qué comportamientos tenemos derecho los ciudadanos y, en definitiva, qué podemos per
mitir como medida restrictiva de un derecho fundamental dentro de un procedimiento
penal. Estos pasos son:
En segundo orden, se debe precisar si una concreta actuación de algún poder público
significa una intervención en el contenido prima facie del Derecho, a través de un man
dato imperativo en forma de ley, acto administrativo, resolución judicial, requerimiento
fiscal o sentencia. En nuestro caso, el juez penal deberá evaluar si el requerimiento fiscal o
la solicitud de la Unidad de Inteligencia Financiera de levantamiento de reserva tributaria
resulta una medida que afecta el mencionado derecho.
(2) Vid. DREIER, Horst (1988). Grundgesetz Kommentar; Tubingen: Mohr Siebeck, 1996, T. 1, Vorbemerkun-
gen vor art. 1 GG, m 78; En: Handbucb des Staatsrechts der Bundesrepublik Deustscland, dirs. Isensee/Kirchhof,
Muller, Heidelberg, T. V, Baden-Baden: Nomos, p. 25 y ss.
(3) Sobre las categorías de los derechos y obligaciones prima facie, véase, ALEXY, Robert (1993). Teoría de los dere
chos fundamentales. GARZÓN VALDÉS, Ernesto (Trad.). Madrid: CEC, p. 292 y ss.
(4) Para mayor detalle, sobre la necesidad de que sea el Parlamento quien otorgue estas normas, véase FERRERES
670 COMELLA, Víctor (Y)9T). Justicia constitucional y democracia. Madrid: CEPC, p. 163 y ss.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 236
En el caso de los Códigos Tributario y Procesal Penal, fueron normas otorgadas por el
Poder Ejecutivo por delegación de nuestro Parlamento, se cumple, por tanto, con el requi
sito de reserva de ley. Ambas normas son claras en autorizar a que el juez penal y el Fiscal
de la Nación levanten tal reserva tributaria dentro de un procedimiento penal, es decir, se
respeta, además del principio de reserva de ley, el de mandato de tipicidad.
Resulta claro, también, que el Reglamento de la Ley N° 27693, Ley que crea la Uni
dad de Inteligencia Financiera, es decir, el Decreto Supremo N° 20-2017-JUS faculta al
juez penal, ante el pedido de la Unidad de Inteligencia Financiera, a ordenar que la admi
nistración tributaria le brinde la información solicitada. Se cumple, por tanto, con el man
dato de tipicidad. Lamentablemente, dicha norma incumple el principio de reserva de ley,
no es una que haya sido aprobada por el legislativo ni mucho menos delegada al ejecutivo.
Respecto a este punto consideramos importante concluir que los jueces penales,
requeridos por la Unidad de Inteligencia Financiera, pueden y deben rechazar tales soli
citudes por basarse en una facultad legal inconstitucional que, si bien ampara el principio
de mandato de tipicidad, no respeta el de reserva de ley. Este tercer paso, es decir, la verifi
cación de la justificación de la medida restrictiva, recoge también una exigencia de fondo,
la cual tiene que ver con el ya famoso principio de proporcionalidad en la medida restric
tiva. Es indudable que, de no cumplir con los requisitos formales de mandato de tipicidad
y reserva de ley, no será necesario verificar la proporcionalidad de la medida.
La necesidad de la restricción tiene que ver con analizar si otras medidas pueden lograr
ganar la lucha contra los grandes delitos económicos como los de corrupción de funciona
rios, lavado de activos, financiamiento al terrorismo, criminalidad organizada, adminis
tración fraudulenta de personas jurídicas, corrupción privada, entre otros. Esta medida, a
diferencia de las otras, señaladas en el Título III del Código Procesal Penal, resulta, com
parativamente, una de las menos lesivas de derechos fundamentales.
(5) Recordemos que el Decreto Supremo N° 20-2017-JUS no cumple con observar las formas establecidas por el
principio de reserva de ley, no debe evaluarse, por tanto, si cumple con el principio de proporcionalidad. 671
ART. 236 LA PRUEBA
Por otra parte, si bien es nuestro legislador quien está llamado a ponderar los bienes
de mayor jerarquía, tal labor, no le está vedada al juez, mucho más al juez penal pues, la
ponderación legislativa queda sometida a un control judicial limitado(7).
En ese sentido, conforme a lo señalado por el artículo 202 del CPP, la proporciona
lidad en la medida restrictiva va de la mano con la existencia de suficientes elementos de
convicción, así también, como lo exige el artículo 236, la medida tiene que resultar nece
saria y pertinente.
La adecuada oportunidad para adoptar tal medida, en clave constitucional para pon
derar adecuadamente la vulneración al derecho a la intimidad económica, de la mano
con suficientes elementos de convicción, resulta ser, en el proceso penal, una vez que el
Ministerio Público haya dispuesto la formalización de investigación preparatoria. El pro
pio artículo 336 del CPP señala que se dispondrá la formalización de la investigación pre
paratoria cuando de los primeros actuados aparezcan indicios de la existencia del delito,
entre otros requisitos.
(6) BERNAL PULIDO, Carlos (2003). El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales. Madrid:
CEPC, p. 760 y ss.
672 (7) FERRERES COMELLA, Víctor (1997). Justicia constitucional y democracia. Ob. cit., p. 179 y ss.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 236
BIBLIOGRAFÍA
ALEXY, Robert (1993). Teoría de los derechos fundamentales. GARZÓN VALDÉS, Ernesto (Trad.). Madrid:
CEC; BERNAL PULIDO, Carlos (2003). El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales. Madrid:
CEPC; DREIER, Horst (1988). Grundgesetz Kommentar; Mohr Siebeck, Tubingen, 1996,1.1, Vorbemerkun-
gen vor Art. 1 GG, m 78; En: Handbuch des Staatsrechts der Bundesrepublik Deustscland, dirs. Isensee/Kir-
chhof, Muller, Heidelberg, t. V, Baden-Baden: Nomos; FERRERES COMELLA, Víctor (1997).
constitucional y democracia. Madrid: CEPC; MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2010-2011). “Imputación
concreta. Aproximación razonable a la verdad". En: Revista Oficial del Poder Judicial, Año 4-5, N° 6 y N°
7. Lima: Poder Judicial.
(8) Cfr. MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2010-2011). “Imputación concreta. Aproximación razonable a la
verdad". En: Revista Oficial del Poder Judicial, Año 4-5, N° 6 y N° 7. Lima: Poder Judicial, p. 85. 673
CAPÍTULO IX
LA CLAUSURA O VIGILANCIA
DE LOCALES E INMOVILIZACIÓN
Concordancias:
CPP:arts. 238 al 241.
1. Concepto y finalidad
A efectos de la norma procesal, la clausura debe entenderse como el cierre del local
con el establecimiento de medidas materiales para impedir su apertura al público.
Esto quiere decir que la clausura implica no solo proceder a cerrar materialmente el acceso
al público de un local, sino que incluye todas las medidas adicionales que, en uso de la
fuerza o coacción pública, el juez o el fiscal (en caso de urgencia) dispone para impedir que
tanto los propietarios como cualquier persona no autorizada puedan ingresar al recinto.
Conceptualizada así la clausura, debe entenderse que cuando la norma procesal señala
que el juez puede disponer de la clausura o la vigilancia temporal de un local, no está
haciendo referencia a dos medidas restrictivas de derechos diferentes sino de la misma,
puesto que una implica la otra. Aquí el uso de la palabra “o”, no posee un sentido disyun
tivo sino únicamente alternativo del lenguaje, en tanto se comprende a la clausura o vigi
lancia temporal como sinónimos. De hecho, es imposible disponer una clausura de local
sin dictar medidas de vigilancia para asegurar que nadie pueda ingresar.
La clausura, por su propia naturaleza solo puede recaer sobre bienes inmuebles, ya
sea que traten de locales abiertos a la atención del público para el ofrecimiento de bienes o
servicios o de locales destinados a servir de vivienda, la norma no hace ninguna distinción
y tampoco existe una distinción ontológica que pueda servir como parámetro de exclusión
a las viviendas u otros ambientes con fines habitacionales.
1. Concepto y finalidad
Dada la existencia de otras figuras específicas para evitar la libre enajenación de bienes
muebles (artículo 310 del Código Procesal Penal), debemos descartar la segunda acepción.
Es decir, la inmovilización a la que se refiere el artículo 237 del Código Procesal Penal es
el simple impedimento de traslado físico de un bien mueble.
Por esta razón, tampoco es posible justificar la inmovilización de un bien mueble sin
justificar la idoneidad, pertinencia y utilidad de dicha medida para los fines de la inves
tigación. No es correcto por ejemplo, disponer la inmovilización de un yate, nave, aero
nave, o un vehículo de enorme dimensiones, que constituyen efecto, objeto o instrumento
del delito1 (2), solo como medio para solicitar posteriormente una incautación de naturaleza
cautelar. En estos casos la incautación debe solicitarse sin más, apenas se obtengan elemen
tos de convicción que sugieran que el bien es un efecto, objeto o instrumento del delito.
Por lo general los bienes muebles que, por su naturaleza o dimensiones, pueden ser
trasladados a un depósito para ser custodiados por la autoridad pública, no requieren que
se mantengan inmóviles en un determinado lugar y sin posibilidad de acceso para su titu
lar; por el contrario, deberían ser simplemente exhibidos, entregados o incautados y devuel
tos cuando ya se hayan agotado las diligencias pertinentes sobre dichas fuentes de prueba.
(1) En sentido contrario, San Martín Castro ha señalado lo siguiente: “En cuanto a las medidas cautelares reales
se ha regulado el secuestro de cosas, la intervención postal y el secuestro de documentos privados, el alla
namiento, la clausura o vigilancia de locales, la inmovilización de cosas muebles y el embargo”. Cfr. SAN
MARTÍN CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online.
Recuperado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pdf. Visitado por última
vez el 07/07/2018.
(2) Que un bien mueble sujeto a inmovilización sea instrumento del delito ya es cuestionable por la propia
naturaleza y dimensión que se supone debe tener el bien para ser objeto de esta medida.
676 (3) Cfr. SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley, p. 708.
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 237
No se dice expresamente, pero se entiende que la prórroga del plazo solo puede con
cederla el juez de investigación preparatoria, pues no se olvide que en general la medida de
clausura o inmovilización es una facultad únicamente del órgano judicial, solo excepcio
nalmente puede ser dispuesta por el Ministerio Público, en casos de urgencia, pero, aun
así, resulta necesaria la confirmación judicial.
Solo queda precisar que, si bien existe un plazo límite de no más de quince días para
la vigencia de esta medida, si las diligencias se han ya culminado en el lugar o el bien
inmueble, el mantenimiento de la medida perderá toda su justificación y deberá levantarse.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley; SAN MARTIN
CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online. Recupe
rado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pdf; CHIESA APONTE, Ernesto
(2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos Bogotá: Fórum.
Artículo 238.- Solicitud del fiscal
El fiscal especificará en su solicitud los fundamentos y la finalidad que persigue, la
individualidad del local o bien mueble objeto de la petición, el tiempo aproximado de
duración de la medida y demás datos que juzgue convenientes.
Concordancias:
C; art. 139 inc. 3; CPP: arts. 122 inc. 3, 237, 239 al 241-
“Cuando el Fiscal, salvo las excepciones previstas en la ley, deba requerir la interven
ción judicial para la práctica de determinadas diligencias, la actuación de prueba anti
cipada o la imposición de medidas coercitivas, estará obligado a formalizar la inves
tigación, a menos que lo hubiere realizado previamente”.
Esto nos lleva a inferir que no es posible solicitar la clausura e inmovilización sin antes
haberse dispuesto la formalización de la investigación preparatoria, pues tratándose de la
restricción de derechos fundamentales, estos solo pueden ser limitados cuando se demues
tre suficiente causa probable de la comisión de un delito (sospecha reveladora).
Además, si bien la norma exige la confirmatoria, esta intervención del órgano juris
diccional no es necesaria para la realización de las diligencias de clausura o inmovilización
en casos de urgencia o peligro en la demora. Nuevamente por interpretación sistemática
del artículo 241 del Código Procesal Penal y del artículo 338 del mismo cuerpo de leyes,
queda claro que no es necesaria en estos supuestos la intervención judicial. Una interpre
tación en sentido contrario, resultaría absurda en atención a los fines de la investigación.
678
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS ART. 238
Estamos de acuerdo, solo parcialmente con este criterio, pues si bien es cierto que en
los delitos de tenencia o posesión, generalmente existe una suerte de permanencia de los
objetos o efectos del delito dentro del recinto mueble (barco, yate, aeronave, etc.) o inmue
ble, lo que no advierte el Tribunal Constitucional es que también es cierto que la urgen
cia está dada fundamentalmente por la posibilidad real de la desaparición, destrucción u
ocultamiento de los bienes delictivos o de las huellas del delito. Puesta así las cosas, el cri
terio determinante para juzgar la urgencia no está en función al tipo de delito sino a las cir
cunstancias reales que en cada caso fundamenten la existencia de un peligro en la demora.
Claro está, que en caso de urgencia y necesidad, también es posible disponer el alla
namiento o registro del inmueble (inclusive la incautación de objetos); pero para que ello
sea legítimo, también deberá tratarse de casos extremadamente urgentes, en donde luego
de la clausura o inmovilización del bien, el allanamiento y registro devengan en meramente
incidentales para evitar la pérdida de la prueba o descubrir armas que puedan poner en
peligro la integridad de los agentes del Estado u otras personas(1).
En todo caso, el registro solo podrá estar restringido a estos fines. Otro tipo de regis
tros, o la ampliación del registro y allanamiento a otros ambientes del local o bien mue
ble, que no estén cubiertos por la razonabilidad de conjurar el peligro inmediato para los
(1) Sobre la doctrina del registro incidental, su justificación y la determinación de causa probable pude verse la
obra de CHIESA APONTE, Ernesto (2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos. Bogotá:
Fórum. 679
ART. 238 LA PRUEBA
agentes que intervienen o para evitar la pérdida o destrucción de pruebas, harían incons
titucional tanto el allanamiento como el registro.
“Una vez arrestada la persona, difícilmente se sostiene el registro de la casa para ocu
par evidencia que pudiera ser destruida en lo que se obtiene una orden de registro,
aunque haya causa probable por motivos fundados para pensar que si no se registra en
el momento la evidencia puede desaparecer o ser destruida. El caso principal es Vale
vs. Lousiana. Aquí los agentes, que tenían orden de arresto contra Vale, lo arresta
ron a la entrada de la casa, pero optaron por registrar toda la casa sin orden de regis
tro temiendo por la destrucción o desaparición de la evidencia (drogas); habría causa
probable para creer que dentro de la casa había drogas. La Corte Suprema resolvió
que el registro era irrazonable y no podía validarse bajo la doctrina del registro inci
dental al arresto. Esta doctrina solo permite el registro del área inmediata al arresto.
Para validar el registro de una casa como incidental al arresto, es condición necesa
ria que el arresto se lleve a cabo dentro de la casa; pero Vale fue arrestado afuera. En
ausencia de circunstancias verdaderamente extraordinarias, la causa probable de los
agentes con relación a destrucción o desaparición de evidencias es insuficiente; com
pete al gobierno establecer tales circunstancias extraordinarias o de emergencia. En
cualquier caso, un arresto en la calle no justifica, como incidental, el registro en la
casa del arrestado”.
Debe entenderse que no es necesario que el extremo mínimo sea superior a cuatro
años, sino únicamente en el extremo máximo de esta.
Como el propio texto legal señala, para disponer este tipo de medidas se requiere
demostrar necesariamente que obviar su realización tornaría en ineficaz la investigación.
Dicho en otras palabras, para determinar la fundabilidad de la medida se debe conside
rar los criterios de necesidad y pertinencia, esto es demostrar la sospecha razonable de que
existen vestigios o huellas del delito en el lugar o sobre el bien mueble que puedan apor
tan al mejor esclarecimiento de los hechos.
Esto es, que no puedan ser entregados para su trasladado y custodia en un lugar ade
cuado por parte de la autoridad pública. En tal sentido, queda descartada la posibilidad
En caso de que la media fuera dictada por el Ministerio Público, se requiere además
demostrar la urgencia de la medida o el peligro por la demora en actuar; es decir, que las
huellas o vestigios del delito puedan desaparecer de esperarse el trámite de la orden judi
cial. Sobre esto ya tratamos líneas arriba.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. ¥ edición. Lima: Grijley; SAN MARTIN
CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online. Recupe
rado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pdf; CHIESA APONTE, Ernesto
(2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos Bogotá: Fórum.
Artículo 239.- Contenido de la resolución
La resolución autoritativa contendrá el nombre del fiscal que solicita, la expresa autori
zación del local o bien mueble, el tiempo de duración de la medida y el apercibimiento
de ley para el caso de resistencia al mandato.
Concordancias:
CPP; arts. 123 inc. 1, 237, 238, 240, 241.
La razón por la cual se exige el nombre del fiscal, es la de individualizar a una per
sona sobre la cual recaerá facultades y obligaciones, a partir de la orden judicial. En efecto,
tratándose de medidas limitativas, la orden no puede ser abierta ni con destinatario anó
nimo, sino que la ley atribuye a determinada persona debidamente identificada, ciertos
deberes, como responsable de la ejecución. Luego, si el fiscal contraviene alguna disposi
ción expresa durante el cumplimiento de la orden, incurre en responsabilidad.
En cuanto al tiempo de duración, se tiene que el artículo 237.1 del Código Proce
sal Penal, prevé “un plazo no mayor de quince días, prorrogables por un plazo igual”; sin
embargo, de la redacción misma del texto normativo, es fácil darse cuenta que se trata de
un plazo máximo legal, por lo que el tiempo no necesariamente debe ser el término del
lapso señalado.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley; SAN MARTIN
CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online. Recupe
rado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pd£; CHIESA APONTE, Ernesto
(2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos Bogotá: Fórum.
¡82
Artículo 240.- Forma de la diligencia
Obtenida la autorización, con citación de las partes y si es necesario con auxilio policial,
se llevara a cabo la medida redactándose acta que será suscrita en el mismo lugar, salvo
circunstancias de fuerza mayor. El fiscal dictará las medidas más apropiadas para la
custodia y conservación de las cosas muebles.
Concordancias:
CPPtarts. 237 al239, 241.
Como en todas las diligencias de este tipo, es necesario levantar un acta en donde
consignar todas las ocurrencias dadas en la diligencia de cierre del local o inmovilización
del bien mueble. Las medidas posibles que el Ministerio Público puede llevar a cabo para
la conservación del bien inmueble es su lacrado, tapiado (dependiendo de la naturaleza del
bien), así como disponer la custodia de las vías de acceso por parte de efectivos policiales.
Para el caso de la inmovilización en concreto, el artículo 327.2 del CPP señala que
el bien deberá ser asegurado conforme a las reglas del allanamiento. Esto implica inter
pretar que este caso será necesario aplicar lo dispuesto en el artículo 216 del Código Pro
cesal Penal, esto es:
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley; SAN MARTIN
CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online. Recupe
rado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pdf; CHIESA APONTE, Ernesto
(2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos Bogotá: Fórum.
683
Artículo 241.- Clausura, vigilancia e inmovilización de urgencia
El fiscal podrá ordenar y ejecutar, por razones de urgencia o peligro por la demora, la
clausura o vigilancia del local o la inmovilización de los bienes muebles, cuando sea
indispensable para iniciar o continuar la investigación. Efectuada la medida, antes de
vencidas las veinticuatro horas de realizada la diligencia, solicitará al juez la resolución
confirmatoria y para el efecto adjuntará copia del acta.
Concordancias:
CPPtarts. 237al240.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César. (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley; SAN MARTIN
CASTRO, César. “La reforma del proceso penal peruano”. Université de Fribourg. Soporte online. Recupe
rado de https: //www.unifr.ch/ddpl/derechopenal/articulos/a_20080527_04.pdf; CHIESA APONTE, Ernesto
(2008). Derecho Procesal Penal de Puerto Rico y Estados Unidos Bogotá: Fórum.
¿SS JURISPRUDENCIA
El fiscal está facultado para inmovilizar un bien mueble, debiendo solicitar la confirmatoria de esa medida al órgano
jurisdiccional dentro del plazo de veinticuatro horas de efectuada la medida. El término señalado tiene efectos perento
rios, y no se advierte la existencia de presupuesto normativo que faculte ampliar el plazo indicado. Evidentemente se trata
de un término legal que no puede ser modificado ni por las partes ni por el juez, teniendo incluso efecto preelusivo. Exp.
N° 2008-01584-23-2301~JR-PE~l-Tacna.
684
TITULO IV
LA PRUEBA ANTICIPADA
Concordancias:
CPP: arts. 29 inc. 3, 136 inc. 1 lit. c, 171 ines. 2 y 3, 173 inc. 1, 182, 189 inc. 3, 325, 350 inc.l lit. c; CPC: arts.
284 al 288. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016.
685
ART. 242 LA PRUEBA
I. Introducción
La prueba anticipada surge de la necesidad de adelantarse a una fundada sospecha
de la imposibilidad de realizar la prueba en el futuro, lo que obliga al adelantamiento de
su actuación. Desde lo anotado en el Código Procesal Penal -en adelante CPP-, es posi
ble distinguir requisitos de urgencia y necesidad (testimoniales y confrontación de perso
nas), de firmeza e irrepetibilidad (reconocimientos, inspecciones y/o reconstrucciones), de
evitación de revictimización (testimoniales de menores de edad) como justificaciones ade
cuadas para dicha prevención. Del modo de redacción del artículo se advierte que se tra
taría de un catálogo cerrado de opciones.
(1) MARCA MATUTE, Javier (2013). “El imputado y el anticipo probatorio”. En: Estudios sobre prueba penal.
Actos de investigación y medios de prueba en el proceso penal: diligencias de instrucción, entrada y registro, intervención
de comunicaciones, valoración y revisión de la prueba en vía de recurso. LLUCH, Xavier; GONZALES, Manuel
686 (directores). Volumen III. Barcelona: La Ley, p. 214.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 242
Los artículos 189 y 190 del Código Procesal Penal sostienen el cómo ha de realizarse
el reconocimiento de personas:
Afirma en el inciso 3) que en el acto debe estar presente el defensor del imputado, o
en su defecto el juez de la investigación preparatoria. Y concluye, que en ese caso, la dili
gencia se atenderá como “un acto de prueba anticipada”.
La propuesta normativa, nos deja muy clara la regulación, por un lado, establece que
el reconocimientos de personas tiene como finalidad asegurar la fuente de prueba, que es
el documento en el que se anotará la información con la que el juez puede decidir el caso,
es decir, su tratamiento es de prueba preconstituida; empero se afirma que, si el juez inter
viene, entonces, se califica como prueba anticipada. Si atendemos al fundamento jurídico
octavo de la Casación N° 03-2007-Huara, que señala que el reconocimiento de perso
nas tiene la calidad de diligencia sumarial -con la que se asegura la individualización del
presunto autor del hecho, desde su apariencia exterior en el momento de su aprehensión,
entiéndase de forma inmediata al hecho denunciado- para evitar que esta sea alterada y/o
sortear la posibilidad del olvido o las distorsiones de los recuerdos. Por tanto, nos encontra
ríamos ante una prueba preconstituida; empero en el momento en que se solicita la inter
vención del juez de investigación preparatoria, este debe asegurar -como se lo exigen las
reglas específicas de la prueba anticipada- la presencia de las partes procesales: imputado 687
ART. 242 LA PRUEBA
y su abogado defensor, desde un extremo y, el fiscal desde el otro lado, con el ánimo de
asegurar el contradictorio; por lo que deberá desatenderse que el reconocimiento de per
sonas pueda efectuarse sin presencia del defensor.
En ese sentido, el inciso 3 del artículo 189 contraviene las exigencias del artículo 244,
inciso 4, en el que la ley le exige, incluso en casos de urgencia -en los que queda liberado
de los plazos- por el peligro inminente de pérdida del elemento probatorio y la realiza
ción inmediata con la designación de un abogado público para garantizar el control del
acto. Incluso, la norma indica que esta designación puede sobrepasar la comunicación al
abogado designado por el propio imputado.
Digámoslo de otro modo, como dice San Martín Castro -anotado líneas arriba- la
prueba anticipada supone que su realización se dé “exactamente igual que si se ejecutara
en juicio”(2), y si en este se requiere de defensa letrada, entonces, corresponderá que al tra
tarse de supuestos de firmeza e irrepetibilidad (reconocimientos, inspecciones y recons
trucciones) no se puede obviar la presencia del defensor.
(2) También esto es afirmado por ASENCIO MELLADO, José María (2010). Derecho Procesal Penal. 2a edición.
688 Valencia: Tirant lo Blanch, p. 259
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 242
BIBLIOGRAFÍA
ASENCIO MELLADO, José María (2010). Derecho Procesal Penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch;
MARCA MATUTE, Javier (2013). “El imputado y el anticipo probatorio”. En: Estudios sobre prueba penal:
Actos de investigación y medios de prueba en el proceso penal: diligencias de instrucción, entrada y registro, intervención
de comunicaciones, valoración y revisión de la prueba en vía de recurso. LLUCH, Xavier; GONZALES, Manuel
(directores). Volumen III. Barcelona: La Ley; OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA
DROGA Y EL DELITO: “El uso del anticipo de prueba para disminuir la revictimización de los niños, niñas
y adolescentes en la República de Panamá”, Opinión Técnica Consultiva N° 001/2014, dirigida al Minis
terio Público de la República de Panamá, en https://www.unodc.org/documents/ropan/Technical_Consul-
tative_Opinions_20l4ZOTC_001_20l4.pdf (revisado en 22 de julio de 2018); XIV CUMBRE JUDICIAL
IBEROAMERICANA (2008). “Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las personas en condición de vulnera
bilidad”. párrafo 37. Brasilia, 4 a 6 de marzo.
(3) XIV CUMBRE JUDICIAL IBEROAMERICANA (2008). “Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las
personas en condición de vulnerabilidad”, párrafo 37. Brasilia, 4 a 6 de marzo.
(4) OFICINA DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA DROGA Y EL DELITO: “El uso del anticipo de
prueba para disminuir la revictimización de los niños, niñas y adolescentes en la República de Panamá”, Opi
nión Técnica Consultiva N° 001/2014, dirigida al Ministerio Público de la República de Panamá, en https://
www.unodc.org/documents/ropan/Technical_Consultative_Opinions_20l4/OTC_001_20l4.pdf (revisado en
22 de julio de 2018).
(5) Cfr. ASENCIO MELLADO, José María. Ob. cit., p. 254. 681
ART. 242 LA PRUEBA
JURISPRUDENCIA
Como se aprecia del requerimiento fiscal, la motivación en que el señor fiscal sustenta su requerimiento de actua
ción de prueba anticipada no se encuadra dentro de ningún supuesto que haga prever la posibilidad de que las dili
gencias de reconocimiento que indica tengan el carácter de irrepetibles, y que por ende, tengan que ser actuadas anti
cipadamente de manera excepcional. Consecuentemente, el no haber logrado practicarlas en sede fiscal por la incon
currencia injustificada de las partes, no constituye mérito alguno para buscar considerarlas como actos definitivos e
irreproducibles y trasladar la carga de la prueba al juez de investigación preparatoria vía prueba anticipada. Exp.
N° 2008-2221-36-1601-JR-PE-l-Trujillo.
690
Artículo 243.- Requisitos de la solicitud^
La solicitud de prueba anticipada se presentara al juez de la investigación preparatoria
en el curso de las diligencias preliminares e investigación preparatoria, o hasta antes de
remitir la causa al juzgado penal siempre que exista tiempo suficiente para realizarla
en debida forma.
1. La solicitud precisará la prueba a actuar, los hechos que constituyen su objeto y
las razones de su importancia para la decisión en el juicio. También indicarán el
nombre de las personas que deben intervenir en el acto y las circunstancias de su
procedencia, que no permitan su actuación en el juicio.
2. La solicitud, asimismo, debe señalar los sujetos procesales constituidos en autos y su
domicilio procesal. El Ministerio Público asistirá obligatoriamente a la audiencia
de prueba anticipada y exhibirá el expediente fiscal para su examen inmediato por
el juez en ese acto.
Concordancias:
CPP: arts. 325, 350 inc. 1 lit. c; CPC: art. 284.
I. Introducción
Las pruebas por excelencia, que vinculan al juez encargado del fallo, son aquellas que
se practican en juicio oral, asegurándose la inmediación -apreciación directa del juez- y
el contradictorio -ejercicio de la acción penal y de la defensa-; entonces, cualquier actua
ción anticipada ha de cumplir de modo estricto los requisitos que la ley plantea. Desde la
doctrina, se reconoce cuatro requisitos indispensables:
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016.
(1) MARCA MATUTE, Javier (2013). “El imputado y el anticipo probatorio”. En: Estudios sobre prueba penal. Actos
de investigación y medios de prueba en el proceso penal: diligencias de instrucción, entrada y registro, intervención de comu
nicaciones, valoración y revisión de la prueba en vía de recurso. LLUCH, Xavier; GONZALES, Manuel (directores).
Volumen III. Barcelona: La Ley, p. 214. También, JAÉN VALLEJO, Manuel. “Los principios de la prueba en 691
ART. 243 LA PRUEBA
El artículo 242 del código adjetivo penal contiene los requisitos para la actuación
anticipada de la prueba, que deben concurrir de modo inexorable, a efectos de garanti
zar su validez:
2. Las personas que deben intervenir en el acto (sea, el órgano de prueba, sean las
partes procesales)
BIBLIOGRAFÍA
JAEN VALLEJO, Manuel. “Los principios de la prueba en el proceso penal español”. Universidad de Fri-
burgo. Recuperado de http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/articulos/a_20080526_l6.pdf; MARCA
MATUTE, Javier (2013). “El imputado y el anticipo probatorio”. En: Estudios sobre prueba penal. Actos de
investigación y medios de prueba en el proceso penal: diligencias de instrucción, entrada y registro, intervención de comu
nicaciones, valoración y revisión de la prueba en vía de recurso. LLUCH, Xavier; GONZALES, Manuel (direc
tores). Volumen III. Barcelona: La Ley.
693
Artículo 244.- Trámite de la solicitud
1. El juez correrá traslado por dos días para que los demás sujetos procesales presenten
sus consideraciones respecto a la prueba solicitada.
2. Elfiscal, motivad amente, podrá solicitar el aplazamiento de la diligencia solicitada
por otra de las partes, siempre que no perjudique la práctica de la prueba reque
rida, cuando su actuación puede perjudicar los actos de investigación inmediatos,
indicando con precisión las causas del perjuicio. Asimismo, indicará el término del
aplazamiento solicitado.
3. El juez decidirá, dentro de los dos días, si acoge la solicitud de prueba anticipada
y, en su caso, si aplaza la diligencia y el plazo respectivo.
4. En casos de urgencia, para asegurar la práctica de la prueba, el juez dispondrá
que los términos se abrevien en la medida necesaria. Si existe peligro inminente
de pérdida del elemento probatorio y su actuación no admita dilación, a pedido
del fiscal, decidirá su realización de inmediato, sin traslado alguno, y actuará la
prueba designando defensor de oficio para que controle el acto, si es que resulta
imposible comunicar su actuación a la defensa.
5. La resolución que dispone la realización de la prueba anticipada especificará el objeto
de la prueba, las personas interesadas en su práctica y la fecha de la audiencia,
que, salvo lo dispuesto en el caso de urgencia, no podrá ser antes del décimo día de
la citación. Se citará a todos los sujetos procesales, sin exclusión.
6. Si se trata de la actuación de varias pruebas, se llevarán a cabo en una audiencia
única, salvo que su realización resulte manifiestamente imposible.
Concordancias:
CPP: arts. 245, 525.
cubierto su derecho a la defensa procesal. En este caso, es posible que la defensa letrada de
libre elección —si su desplazamiento genera demora o es imposible comunicarse con él— sea
reemplazada por los abogados públicos, para la realización de la audiencia.
BIBLIOGRAFÍA
JAÉN VALLEJO, Manuel. “Los principios de la prueba en el proceso penal español”. Universidad de Fri-
burgo. Recuperado de http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/articulos/a_20080526_l6.pdf; MARCA
MATUTE, Javier (2013). “El imputado y el anticipo probatorio”. En: Estudios sobre prueba penal. Actos de
investigación y medios de prueba en el proceso penal: diligencias de instrucción, entrada y registro, intervención de comu
nicaciones, valoración y revisión de la prueba en vía de recurso. LLUCH, Xavier; GONZÁLES, Manuel (direc
tores). Volumen III. Barcelona: La Ley.
695
Artículo 245.- Audiencia de prueba anticipada
1. La audiencia se desarrollara en acto público y con la necesaria participación del
fiscal y del abogado defensor del imputado. Si el defensor no comparece en ese acto
se nombrará uno de oficio, salvo que por la naturaleza de la prueba pueda esperar
su práctica. La audiencia en este último caso, se señalará necesariamente dentro
del quinto día siguiente, sin posibilidad de aplazamiento.
2. Los demás sujetos procesales serán citados obligatoriamente y tendrán derecho a
estar presentes en el acto. Su inconcurrencia no frustra la audiencia.
3. Las pruebas serán practicadas con las formalidades establecidas para el juicio oral.
4. Si la práctica de la prueba no se concluye en la misma audiencia, puede ser aplazada
al día siguiente hábil, salvo que su desarrollo requiera un tiempo mayor.
5. El acta y demás cosas y documentos agregados al cuaderno de prueba anticipada
serán remitidos al fiscal. Los defensores tendrán derecho a conocerlos y a obtener
copia.
Concordancias:
CPP: arts. 244, 325.
La norma procesal insiste en el hecho de que, cualquier otro sujeto procesal deberá
ser citado, empero su presencia no afecta la realización de la audiencia, en la que, además,
se ha de actuar “con las formalidades establecidas para el juicio oral”, con la posibilidad
de realizarla en más de una audiencia. Así mismo se ordena que, las actas -de la audien
cia-, objetos y documentos agregados se remitirán al fiscal, sin perjuicio de las copias a
que tienen derecho el imputado y demás sujetos procesales(1). Es interesante, lo señalado
por el artículo 352, inciso 7: El auto de enjuiciamiento se dictará sin perjuicio de la poste
rior realización de la audiencia de actuación anticipada de la prueba e introducción de los
resultados de esta, pero agrega algo interesante: la actuación probatoria anticipada puede
efectuarse ante alguno de los jueces del tribunal colegiado de juzgamiento.
(1) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial.
696 Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 146.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 245
El tema motiva ámbitos de discusión, pero también de posibilidades. ¿Es posible prueba
anticipada en aquellos procesos en la etapa de juicio donde por la contumacia del acusado,
se archivan provisionalmente? El testigo sabe que debe declarar pero el juicio no se instala
porque el acusado ha huido y, a la vez tiene una oferta de trabajo de largo tiempo en otro
continente ¿podría solicitarse la ejecución anticipada de su testimonial? Consideramos que
sí. De hecho, es el artículo 352, inciso 7, el que posibilita la opción. Corresponderá que la
jurisprudencia defina si, es el juez de investigación preparatoria el que deba autorizar dicha
actuación o si es el tribunal de juzgamiento. Otra alternativa de examen, es la aplicación del
citado artículo para aquellos casos donde el juzgamiento corresponde a un juez uniperso
nal ¿Deberá también en estos casos actuarse la prueba ante un miembro del tribunal cole
giado? Son opciones que la práctica procesal aún no ha tenido la oportunidad de evaluar.
BIBLIOGRAFÍA
ARBULÚ MARTINEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurispruden
cial. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.
6
Artículo 246.- Apelación
Contra la resolución que decreta la actuación de prueba anticipada, que la desestime o
disponga el aplazamiento de su práctica, así como decida la realización de la diligencia
bajo el supuesto de urgencia, procede recurso de apelación, con efecto devolutivo.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4, 325, 352 inc. 7, 413 inc. 2, 416.
BIBLIOGRAFÍA
ARBULU MARTINEZ, Víctor Jimmy (2015). Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurispruden
cial. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.
Í98
TÍTULO V
LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Concordancias:
CPP: arts. 95, 162, 165, 173, 4a disp. final.
El inciso 1 de dicho artículo indica quiénes son los sujetos destinatarios de las medi
das de protección, listado taxativo que engloba a: (a) testigos, (b) peritos, (c) agraviados,
(d) agentes especiales y (e) colaboradores. Además, señala los órganos que pueden dictar
estas medidas de protección: (a) el fiscal, en el decurso de la investigación preparatoria,
que incluye sus dos etapas constitutivas, esto es, las diligencias preliminares y la investi
gación preparatoria formalizada; y (b) el juez.
Cabe anotar que la norma procesal faculta al fiscal, de modo expreso, para la aplica
ción de las medidas de protección durante la investigación preparatoria, pero en lo refe
rente al juez no hace referencia alguna al estadio procesal en el que puede dictar dichas
medidas. Creemos que no estamos ante omisión alguna, sino que ello obedece a las carac
terísticas que imprime un modelo acusatorio con ciertos rasgos adversariales en el proceso
penal; es decir, dada la separación de funciones de investigación y juzgamiento, el direc
tor de cada etapa procesal es quien decide la aplicación de dicha medida, ello aunado al
rol que desempeña. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016. ggc
ART. 247 LA PRUEBA
Dicho esto, el juez de la investigación preparatoria actúa como juez de garantías cuando
dirime los conflictos derivados de la aplicación de las medidas de protección, sobre todo
los relativos al derecho de defensa del investigado; y, en la etapa intermedia, decide la con
tinuación de la medida previamente dictada por el fiscal y su admisión como órgano de
prueba. Por otro lado, el juez penal, personal o colegiado, actúa controlando esta medida,
decide si la mantiene (de ser este el caso, habrá de resguardar su plena eficacia durante el
debate probatorio), modifica o suprime.
Las referidas medidas no son de aplicación discrecional por el fiscal o el juez, sino que
el fundamento, tal como lo señala el inciso 2 del artículo bajo análisis, es que se “(. • •) aprecie
racionalmente un peligro grave para la persona, libertad o bienes de quien pretenda ampa
rarse en ellas, su cónyuge o su conviviente, o sus ascendientes, descendientes o hermanos”.
Con ello, advertimos que el fundamento de toda medida de seguridad descansa sobre
la existencia de “peligro”, al que le son añadidas las notas características de “aprecie”, lo que
se traduce en real; y “grave”, que imprime determinada intensidad en el riesgo existente.
Sin embargo, la existencia de este peligro grave y real viene matizada por el término “racio
nalmente”, lo que importa una graduación, atendiendo al contexto en el cual se produce.
En esa misma línea de evolución nace el Derecho premial, que antes de obedecer a
una nueva concepción de la pena o del proceso se refiere a un conjunto de herramientas 1 2
(1) ROXIN, Claus (1997). Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Madrid: Civitas, pp. 81 y 82.
(2) BARAJAS LANGUREN, Eduardo y TRUJILLO MERCADO, Miriam (2016). Tratado de justicia restaurativa.
700 México: Tirant lo Blanch, p. 126.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 247
Para hacer frente a este fenómeno criminal nuestro ordenamiento jurídico aco
gió el Derecho premial a través de la regulación de herramientas de investigación,
novedosas y eficaces, tales como la reserva de identidad, los colaboradores o los agen
tes encubiertos.
Así, “(...) el empleo del término soplón para referirse peyorativamente a quien delata
los ilícitos o pecados cometidos por otros podría remontarse a la llamada confesión auri
cular’ institucionalizada por la Iglesia Católica a partir de los siglos V y VI en determi
nadas comunidades presbíteros que no usaban la confesión pública sino la solución pri
vada similar a la antigua exomologesis. Primero como necesidad, y a partir del Concilio
IV de Letrán de 1215 como obligación anual, lo cierto es que cada cristiano debía confe
sar sus faltas, no ya a través de la penitenciaría pública sino a solas ante el sacerdote, con el
701
ART. 247 LA PRUEBA
propósito de súplica del perdón y reconciliación de modo que además de susurrar o ‘soplar
al oído’ las propias faltas, también se contarían los pecados ajenos”{3).
Antes de continuar debemos realizar una precisión terminológica, dado que estamos
ante un Derecho Penal normativizado y ante un proceso penal que, al adquirir autono
mía, ha creado instituciones propias, adecuadas a sus necesidades. Del lenguaje común se
extraen palabras que, al incluirlas al plexo normativo, se las dota de un significado técnico
jurídico. Ello ocurre con los términos “arrepentido” y “delator”, que si bien no han sido
incorporados de tal forma en nuestro ordenamiento jurídico, son frecuentemente emplea
dos en la doctrina del Derecho Penal premial.
Es frecuente su uso indistinto para referirse a los colaboradores; sin embargo, creemos
que debe realizarse la distinción entre ellos, por cuanto se someten a un régimen jurídico
distinto. El arrepentido, conforme el diccionario de la Real Academia Española, es defi
nido en su segunda acepción como “dicho de un delincuente: que colabora con la justi
cia, generalmente mediante delación, a cambio de beneficios penales”; el delator, de forma
escueta, es definido como “denunciador, acusador”.
Adecuados estos conceptos al marco del proceso penal, advertimos que el delator es
quien pone a conocimiento de la autoridad competente la comisión de un hecho ilícito o
detalles de este, respecto de los cuales tiene conocimiento. El arrepentido presenta un ele
mento adicional, compatible con la expiación, tendente a borrar sus propias culpas y es que
también tiene conocimiento de un hecho ilícito, pero a diferencia del delator, se debe a que
ha participado en estos. Ello marca la diferencia entre quienes se acogen a una medida de
protección de colaborador eficaz o de testigo protegido.
Ahora bien, el numeral 1 de la norma comentada indica quiénes son los beneficia
rios de la medida de protección, que pueden agruparse en tres grupos: los delatores, que
incluye a los testigos (entiéndase, propios), peritos y agraviados; los arrepentidos, que son
los colaboradores, y los agentes especiales que se rigen bajo su propia normatividad, como
acto de investigación especial contra el crimen organizado.
1. Los delatores
En este primer grupo encontramos al testigo (reiteramos, propio), “el cual constituye
el órgano de prueba, está llamado a deponer sobre hechos que han caído bajo el dominio
de sus sentidos de forma directa (...). Este órgano de prueba puede ser definido en dos
sentidos: de forma genérica, es aquella persona que por medio de sus sentidos ha perci
bido una cosa o suceso determinado. En sentido específico, es aquella persona física citada
o comparecida espontáneamente al proceso con el fin de transmitir con sus manifesta
ciones el conocimiento que tenga sobre un hecho concreto pasado, que ha percibido sen
sorialmente en forma directa o indirecta (es el caso del testigo de referencia) y que resulta
de interés probatorio en la causa”3 (4).
(3) ORTIZ PRADILLO, Juan (2018). Los delatores en el proceso penal. Madrid: Wólters Kluwer, p. 46.
702 (4) NEYRA FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa, pp. 270-271.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 247
Por otro lado, “el perito es una persona con conocimientos científicos, técnicos o
artísticos de los que el juez, por su específica preparación jurídica puede carecer, lla
mada al procedimiento precisamente para apreciar, mediante máximas de experien
cias especializadas propias de su preparación, algún hecho o circunstancia que han sido
adquiridas con autoridad por otros medios de averiguación y sean de interés o necesi
dad para la causa”(5).
Por último, el Título IV de la Sección IV (“El Ministerio Público y los demás suje
tos procesales”) de nuestra norma procesal, regula lo referente a la víctima, cuyo artículo
94.1 define al agraviado como todo aquel que resulta directamente ofendido por el delito
o perjudicado por las consecuencias del mismo.
Dicho esto, en términos jurídicos los testigos propios y los peritos son considerados
testigos cuando comparecen al proceso. Tanto es así que el CPP establece un conjunto
de disposiciones comunes para ambos. La diferencia radica, básicamente, en que los tes
tigos declaran sobre conocimientos empíricos (por su vínculo con los hechos materia de
investigación); y los peritos sobre conocimientos técnicos, compareciendo al proceso con
fines ilustrativos. En el caso de los agraviados, el artículo 96 de nuestra norma procesal les
impone el deber de declarar como testigo en las actuaciones de la investigación.
2. Los colaboradores
Por confidente policial, hacemos referencia a aquellas personas que, de forma habi
tual o espontánea, trabajan con la policía, entregando información sobre la comisión de
delitos. Por lo general, estos confidentes conocen de estos hechos por su vínculo cercano
con el mundo del hampa, lo que genera un ámbito de impunidad que no puede ser ava
lado por nuestro ordenamiento jurídico(6).
En ese sentido, por colaborador debe entenderse “colaborador eficaz”, siendo más pre
cisos, aspirante a colaborador, toda vez que estamos ante un proceso penal especial, por el
que se aporta información de relevancia (de ahí la calificación de eficaz) al proceso, lo que
lo diferencia de la mera confesión o aceptación de cargos.
(5) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales, p. 533-
(6) Crítica al artículo 4.e del Decreto Supremo N° 003-2010-JUS, publicado el 13 de febrero de 2010. 703
ART. 247 LA PRUEBA
3. El agente especial
i) El Código Procesal Penal, en su artículo 341 original, reguló la figura del agente
encubierto, como aquel miembro de la policía que actúa bajo identidad supuesta,
a fin de adquirir y transportar los objetos, efectos e instrumentos del delito y dife
rir la incautación de los mismos(7).
ii) La principal modificación que tuvo este artículo vino con la Ley N° 30077, publi
cada el 20 de agosto de 2013, que lo adecúa a las necesidades de la lucha contra
el crimen organizado.
Con esta definición no solo deben entenderse las medidas de protección como herra
mientas de apoyo a la investigación, sino y más importante aún, estas deber ser concebi
das como instrumentos eficaces que salvaguardan la integridad de aquellas personas que
tienen conocimiento sobre la comisión de un delito, y que de no existir estas medidas, por
(7) Siempre y cuando se trate de actividades vinculadas a criminalidad organizada, trata de personas y de los
delitos contra la Administración Pública, previstos en los artículos 382 al 401 del Código Penal.
704 (8) OR.TIZ PRADILLO, Juan Carlos. Ob. cit, p. 167.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 247
el temor natural de toda persona ante el peligro para sí o para su familia, no acudirían a
declarar o lo harían falsamente.
Consideramos que no puede ser de otro modo, ya que estamos ante una medida cuyo
fin es proteger los bienes jurídicos del testigo, colaborador, agente especial, así como a su
círculo cercano. Esperar que se verifique en la realidad la existencia de violencia o ame
naza anula los efectos preventivos de esta medida, la misma que opera, reiteramos, ante el
peligro. Pero, ¿peligro de qué? De que esta violencia o amenaza se materialice en la reali
dad. No estamos, pues, ante un ocioso juego de palabras, y tan es así que para el caso en
que esta violencia o amenaza se materialice, nuestra legislación reacciona, adicionalmente,
con la persecución penal a través del delito previsto en el artículo 409-A del Código Penal.
La norma procesal requiere de un peligro, el cual debe ser advertido por el fiscal o el
juez, es decir, debe ser real. Además, dicho peligro debe ser grave. ¿Cómo debemos enten
der esto? Debemos analizar el contexto en el que estas medidas son dictadas, ésto es, i)
en el marco de un proceso penal donde se investiga la comisión de un delito, cuyo autor,
qué duda cabe, procura que no se conozca la verdad. De más está decir que ii) en mate
ria penal la prueba testimonial resulta de vital importancia por su fuerza incriminatoria,
lo que iii) genera un riesgo para el testigo, producto de las represalias que pueda tomar el
presunto autor.
¿Este riesgo se presenta con la misma intensidad en todos los delitos? ¿Todos los inves
tigados obstaculizan el actuar de la justicia? No: a mayor riesgo, mayor gravedad del peli
gro; y este análisis debe realizarse siguiendo las máximas de la experiencia, es decir, con
un criterio racional, como señala la norma. Se debe analizar cada caso en concreto para
determinar la intensidad del peligro; sin embargo, limitarnos a este análisis individual no
dice mucho, por tanto, proponemos tres criterios que permiten determinar cuándo se debe
aplicar una medida de protección: i) la gravedad del delito cometido, ii) la situación de
vulnerabilidad del aspirante a dicha medida y iii) el poder o capacidad de influencia que
pueda ostentar el investigado o el presunto autor del hecho denunciado.
BIBLIOGRAFÍA
BARAJAS LANGUREN, Eduardo y TRUJILLO MERCADO, Miriam (2016). Tratado de justicia restaura
tiva. México: Tirant lo Blanch; NEYRA FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II.
Lima: Idemsa; ORTIZ PRADILLO, Juan (2018). Los delatores en el proceso penal. Madrid: Wolters Kluwer;
ROXIN, Claus (1997). Derecho Penal. Parte general. Tomo I. Madrid: Civitas; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
705
Artículo 248.- Medidas de protección
1. Elfiscal o eljuez, según el caso, apreciadas las circunstancias previstas en el artículo
anterior, de oficio o a instancia de las partes, adoptara según el grado de riesgo o
peligro, las medidas necesarias para preservar la identidad del protegido, su domi
cilio, profesión y lugar de trabajo, sin perjuicio de la acción de contradicción que
asista al imputado.
2. Las medidas de protección que pueden adoptarse son las siguientes:
a) Protección policial.
b) Cambio de residencia.
c) Ocultación de su paradero.
d) Reserva de su identidad y demás datos personales en las diligencias que se
practiquen, y cualquier otro dato que pueda servir para su identificación,
pudiéndose utilizar para esta un número o cualquier otra clave. Cuando se trata
de un interno de un establecimiento penitenciario, se comunica a la Dirección
de Registro Penitenciario del Instituto Nacional Penitenciario o la que haga
sus vecesm.
e) Utilización de cualquier procedimiento que imposibilite su identificación visual
normal en las diligencias que se practiquen.
f) Fijación como domicilio, a efectos de citaciones y notificaciones, la sede de la
fiscalía competente, a la cual se las bará llegar reservadamente a su destinatario.
g) Utilización de procedimientos tecnológicos, tales como videoconferencias u otros
adecuados, siempre que se cuenten con los recursos necesarios para su implemen-
tación. Esta medida se adoptará para evitar que se ponga en peligro la seguri
dad del protegido una vez desvelada su identidad y siempre que lo requiera la
preservación del derecho de defensa de las partes.
h) Siempre que exista grave e inminente riesgo para la vida, integridad física o
libertad del protegido o la de sus familiares y no pueda salvaguardarse estos
bienes jurídicos de otro modo, se podrá facilitar su salida del país con una cali
dad migratoria que les permita residir temporalmente o realizar actividades
laborales en el extranjero^.
Concordancias:
CPP: art. 247, 4a disp. final.
(*) Texto vigente del literal d) del inciso 2 según modificatoria efectuada por la única disposición complementaria
modificatoria del Decreto Legislativo N° 1301, publicado el 30-12-2016.
(**) Literal h) del inciso 2 incorporado por la cuarta disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30077,
706 publicada el 20-08-2013.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 248
de protección (o para su círculo familiar cercano), pudiendo ser dictada de oficio o a pedido
de parte; entiéndase por “parte”, no solo al sujeto que sufre la amenaza, sino a todo sujeto
procesal interviniente en el proceso que, advirtiendo la existencia de circunstancias de
riesgo en los términos antes descritos, solicite al fiscal o juez la aplicación de una medida
de protección para salvaguardar la integridad de aquel o de su entorno.
Dicho dispositivo fomenta, como medida de acceso a la justicia y trato justo, que
el Estado deberá implementar mecanismos por los que “6. Se facilitará la ade
cuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de
las víctimas: d) adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las
víctimas, proteger su intimidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así
como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra todo acto de inti
midación y represalia”.
Esta normativa fue sustituida en el 2012, por la Directiva 2012/29/UE del Par
lamento Europeo y del Consejo, de fecha 25 de octubre, por el que establecieron
normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de
delitos.
c) En sede nacional, las medidas de protección previstas en los artículos 247 al 252
del Código Procesal Penal, han sido materia de desarrollo por el Decreto Supremo
N° 003-2010-JUS, publicado el 13 de febrero de 2010, que aprobó el Reglamento
del Programa Integral de Protección a Testigos, Peritos, Agraviados o Colabora
dores que intervengan en el proceso penal.
Esta norma precisa los principios que rigen en toda actuación en materia de protec
ción: consentimiento, pues los beneficiarios deben manifestar la voluntad de acogerse a
este programa de protección; confidencialidad, ya que toda información relativa a la iden
tidad del protegido será de carácter reservada; temporalidad, en tanto estas medidas se
extienden mientras los factores que la originaron subsistan; responsabilidad, que recae
sobre los funcionarios encargados de la aplicación y control de estas medidas; y, funda
mentos de la protección, indicando que todo procedimiento de protección se fundamen
tará necesariamente en la verificación de los nexos entre participación procesal, amenaza
y el riesgo (artículo 3).
Además, realiza un breve desarrollo de las medidas de protección que pueden ser
dictadas: protección policial; reserva de identidad del protegido en las diligencias donde
intervenga; intervención del protegido en las diligencias usando métodos que imposibiliten
su identificación visual; utilización de procedimientos mecánicos o tecnológicos, a fin de
evitar que se ponga en peligro la seguridad del protegido, cuando para preservar el dere
cho de defensa de las partes en la investigación o el proceso penal, fuera necesario revelar
su identidad; y, señalamiento de la sede de la fiscalía competente como domicilio del pro
tegido para efecto de las notificaciones (artículo 18).
Sobre la base de ello, se puede afirmar que existen dos etapas de evaluación del riesgo:
primero, la que realiza el fiscal o el juez para dictar una medida de protección, principal
mente la reserva de identidad, que es enteramente de su competencia; segundo, la evalua
ción que realiza la Unidad Central a fin de determinar el tipo de asistencia (legal, psico
lógico o social) que le corresponde al beneficiario de estas medidas y el control que se rea
liza sobre el cumplimiento de estas.
Cabe agregar que la Fiscalía de la Nación viene trabajando en el Reglamento del Pro
grama de Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos, de septiembre de 2017, cuerpo
normativo integral que destaca por la precisión de su estructura y las funciones de cada
uno de sus componentes (oficinas e integrantes). Corrige algunos errores incurridos por el
Decreto Supremo N° 003-2010-JUS, como considerar colaborador a aquella persona que
en calidad de informante, sin poseer pruebas, aporta aspectos útiles al proceso penal y res
tringe este concepto, asimilándolo a la figura del colaborador eficaz(1).
Otros de los aciertos de este proyecto, es la incorporación de delitos, para los que el
procedimiento de asistencia es obligatorio®. Además, establece criterios de calificación a
ser usados por los fiscales que tienen a cargo el caso penal, a fin de dictar o no, una medida
de protección®.
(1) Proyecto del Reglamento del Programa de Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos
Artículo 11
Es la persona sometida o no a una investigación o proceso penal, o que ha sido condenada, que se ha disociado
de la actividad criminal y se presenta ante el fiscal o acepta la propuesta de este para proporcionar información
útil, procurando obtener beneficios premíales.
(2) Proyecto del Reglamento del Programa de Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos
Artículo 45
En los delitos que a continuación se señalan será obligatoria la incorporación de las víctimas y testigos al
Programa para su asistencia integral y supervisión de las medidas de protección, correspondiendo al fiscal
proceder con la diligencia que el caso amerita: sicariato, feminicidio, delitos contra la libertad sexual, trata de
personas, los delitos en el contexto de crimen organizado.
(3) Proyecto del Reglamento del Programa de Protección y Asistencia a Víctimas y Testigos
Artículo 46
En los casos no contemplados en el artículo anterior, el fiscal a cargo del caso con el fin de disponer o aceptar
la admisión al programa de protección y asistencia de la víctima, testigo o colaborador, deberá tener en cuenta,
entre otros, los siguientes criterios: a) Verificar el nexo entre la participación del beneficiario en la investigación
o proceso penal y los factores de vulnerabilidad, b) Verificar que la víctima, testigo o colaborador se encuentre
en una situación de riesgo comprobado, c) Verificar que el aporte de información de la víctima, testigo o cola
borador revista interés relevante para el esclarecimiento del hecho, d) Contar con el consentimiento expreso del
beneficiario para incorporarse al programa de protección, e) Verificar que el beneficiario cumpla los deberes
del compromiso asumido, f) Verificar la existencia de actos de intimidación o perturbación, o que se produz
can en cualquier etapa de la investigación o el proceso, atendiendo a las características de los agentes y a la
naturaleza del delito, g) Evaluar la situación personal, familiar y procesal del posible beneficiario vinculado a
los casos de violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar. 709
ART. 248 LA PRUEBA
De modo concreto, se alega que las medidas de protección afectan el derecho a inte
rrogar a los testigos. Sostenemos que esta afirmación es incorrecta, por cuanto la norma
procesal atribuye al juez penal, la decisión de mantener, modificar o suprimir todas o algu
nas de las medidas de protección adoptadas por el fiscal o el juez de la investigación pre
paratoria, entre las que se incluye la reserva de identidad. Se entiende, pues, que si el juez
penal ordena que se mantenga dicha medida, es para protegerlo durante el interrogatorio,
siendo que en ese caso se adoptarán las medidas necesarias para que el beneficiario declare
y sea examinado sin que sea revelada su identidad.
Sin embargo, ¿qué ocurre con las declaraciones brindadas a nivel de la investigación
preparatoria por un testigo cuya identidad se mantiene en reserva? ¿Cómo se garantiza el
derecho de los investigados de poder conocer y cuestionar estas declaraciones? Partimos de
la premisa de que ningún derecho tiene carácter absoluto, se admiten restricciones aten
diendo a criterios de racionalidad y proporcionalidad; en este caso se advierte cierta res
tricción del derecho de los investigados de participar en las declaraciones de estos testi
gos. Sin embargo, tal restricción se encuentra fundamentada en la existencia de un peligro
para la integridad y demás bienes jurídicos del declarante y su entorno familiar; y, además,
que el ordenamiento jurídico habilita otra vía para cuestionar este tipo de declaraciones.
Veamos, la ley exige al Ministerio Público actuar con objetividad, esto es, investigar
acopiando elementos tanto de cargo como de descargo, conforme al artículo IV del Título
Preliminar del CPP. Además, el artículo 84.5 del mismo cuerpo normativo reconoce como
derecho del abogado defensor, aportar los medios de investigación y de pruebas que estime
pertinentes, los cuales son canalizados en la investigación preparatoria como una solicitud
dirigida al fiscal a que los lleve a cabo, siendo que con estos, puede válidamente ejercer su
derecho a cuestionar las declaraciones vertidas por los testigos cuya identidad desconoce.
El primero de estos artículos Índica que “[e]n los supuestos de testigos de referencia,
declaración de arrepentidos o colaboradores y situaciones análogas, solo con otras pruebas
710
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 248
que corroboren sus testimonios se podrá imponer al imputado una medida coercitiva o dic
tar en su contra sentencia condenatoria”. Partiendo de ello, incluyen en estas “situaciones
análogas” la figura del testigo protegido, llegando a la conclusión de que para fundamen
tar una medida coercitiva dicha declaración, previamente debe haber sido corroborada.
¿Corroborada de qué manera? Aquí parte el error, cuando se le equipara con el corro
borar que establece el artículo 473.1: “1. Recibida la solicitud, el fiscal podrá disponer el
inicio del procedimiento por colaboración eficaz, ordenando las diligencias de corrobora
ción que considere pertinentes para determinar la eficacia de la información proporcionada.
En estos casos podrá requerir la intervención de la Policía Nacional del Perú para que, bajo
su conducción, realice las indagaciones previas y eleve un informe policial”.
En cambio, el artículo 158.2, está ubicado dentro de la Sección II, denominada “La
prueba”, en estricto, dentro de las reglas genéricas de valoración de todo elemento proba
torio. La “corroboración” que señala este artículo no es, pues, sinónimo de “fase de corro
boración”, sino de “regla de valoración”. Lo que ahora señalamos no es un planteamiento
nuevo, sino todo lo contrario, pues rige desde el año 2005 con el Acuerdo Plenario N° 2-
2005/CJ-116, en cuyo fundamento jurídico 10, requiere como requisito de su sindicación,
la “Verosimilitud, que no solo incide en la coherencia y solidez de la propia declaración,
sino que debe estar rodeada de ciertas corroboraciones periféricas, de carácter objetivo que
le doten de aptitud probatoria”.
Con ello, descartamos que sea necesaria una fase de corroboración sobre la declara
ción de los testigos protegidos. Por tanto, toda declaración requiere necesariamente una
valoración, sea que cuente o no, con una medida de seguridad.
BIBLIOGRAFÍA
SAN MARTÍN CASTRO, César (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Inpeccp-Cenales.
711
Artículo 249.- Medidas adicionales
1. La fiscalía y la policía encargada cuidarán de evitar que a los agraviados, testi
gos, peritos y colaboradores objeto de protección se les bagan fotografías o se tome
su imagen por cualquier otro procedimiento, debiéndose proceder a retirar dicho
material y devuelto inmediatamente a su titular una vez comprobado que no existen
vestigios de tomas en las que aparezcan los protegidos de forma tal que pudieran
ser identificados. Se les facilitará, asimismo, traslados en vehículos adecuados para
las diligencias y un ambiente reservado para su exclusivo uso, convenientemente
custodiado, cuando sea del caso permanecer en las dependencias judiciales para su
declaración.
2. El fiscal decidirá si, una vez finalizado el proceso siempre que estime que se man
tiene la circunstancia de peligro grave prevista en este título, la continuación de las
medidas de protección, con excepción de la reserva de identidad del denunciante,
la que mantendrá dicho carácter en el caso de organizaciones criminales^.
3. En casos excepcionales, el juez a pedido del fiscal, podrá ordenar la emisión de
documentos de una nueva identificación y de medios económicos para cambiar su
residencia o lugar de trabajo.
4. Cuando el testigo o colaborador se encuentren recluidos en un establecimiento peni
tenciario, el juez a pedido delfiscal dispone al Instituto Nacional Penitenciario que
establezca las medidas de seguridad que se encuentren dentro de sus atribuciones^.
Concordancias:
CPP; arts. 247, 248.
(*) Texto vigente del inciso 2 según modificatoria efectuada por la tercera disposición complementaria modifica
toria de la Ley N° 30077, publicada el 20-08-2013-
(**) Inciso 4 incorporado por la única disposición complementaria modificatoria del Decreto Legislativo N° 1301,
publicado el 30-12-2016.
(1) Recurso de Nulidad N° 1346-2011-Puno, del 29 de marzo de 2012, fundamento jurídico 5.
(2) Expediente N° 03997 2013-PHC/TC, fundamento jurídico 3-
(3) El órgano de prueba es la persona a través de la cual se adquiere en el proceso el objeto de prueba; es la persona
que expresa ante el juez el conocimiento que tiene sobre un hecho que se investiga, que aporta un elemento
712 de prueba. Puede decirse que el órgano de prueba actúa como intermediario entre la prueba y el juez. El impu-
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 249
prevención procesal, que garanticen la integridad de las víctimas, testigos, peritos y cola
boradores eficaces, a efectos de evitar inhibiciones, inminentes atentados contra su segu
ridad integral, y la puesta en peligro del adecuado desarrollo de la actividad probatoria.
Este marco de garantías emana de la conclusión de que la sola activación del pro
ceso penal no resulta suficiente para el cese del conflicto latente, dado que, de acuerdo al
correlato fáctico y el alcance de su participación procesal, los sujetos procesales requieren
la implementación de un acertado y eficiente espacio de protección a efectos de generar la
confianza necesaria en ellos y así, lograr su efectiva colaboración.
Bajo esta perspectiva, y asumiendo que los sujetos procesales en mención son según
normativa del CPP, órganos de prueba, no podemos perder de vista que su categoría es
también ser sujetos de derechos y que en tal condición, toda actuación funcional de los
operadores del sistema de justicia debe enmarcarse en el pleno respeto de sus derechos fun
damentales y en el objetivo de evitar su re-victimización o abordaje inadecuado en el trá
mite de las investigaciones o procesos en los que intervengan.
Así, nuestro ordenamiento procesal vigente identifica una serie de medidas adiciona
les de protección bajo un sistema de numerus clausus, los cuales establecen sus presupues
tos materiales en la apreciación racional de un peligro grave para la persona, la libertad o
los bienes del órgano de prueba* (4).
Ahora bien, este ámbito de especial protección cobra puntual relevancia ante los
fenómenos delictivos cometidos por organizaciones criminales, ya que, estamos a la luz de
una nueva macrocriminalidad, la cual actúa realizando acciones de amplio alcance, vul
nerando bienes jurídicos pluriofensivos e impactando sobre víctimas e imputados prácti
camente indeterminados. Ya en el ámbito estrictamente procesal, la dación de la Ley N°
30077 “Ley contra el crimen organizado”, el Decreto Legislativo N° 1301 “Decreto Legis
lativo que modifica el Código Procesal Penal para dotar de eficacia al proceso penal de
colaboración eficaz”, y la Ley N° 27378 “Ley que establece beneficios por la colaboración
eficaz en el ámbito de la criminalidad organizada”, se orientan a fijar las reglas y procedi
mientos relativos a su investigación, juzgamiento y sanción, con la finalidad de esclarecer
los hechos desde una perspectiva penal, no solo con los medios de investigación comunes
bajo la dirección de los jueces y fiscales(5), sino a través de otros medios viables de nuestro
ordenamiento legal. Esto con el objetivo específico de desarticular a estas organizaciones
y bandas criminales, contando para ello con la incorporación de nuevas figuras procesales
conducentes a preservar la integridad y seguridad de los protegidos.
tado, el agraviado, el testigo, son órganos de prueba. (El resaltado es propio). SÁNCHEZ VELARDE, Pablo
(2009)- Nuevo Código Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 231.
(4) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales, p. 587.
(5) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2004). “Criminalidad organizada y procedimiento penal: la colaboración efi
caz”. En: La reforma del proceso penal peruano. Anuario de Derecho Penal de 2004. Perú: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú-Universidad de Friburgo, p. 245. 713
ART. 249 LA PRUEBA
investigación. Por lo que, en atención a la puesta en marcha del binomio “policía- fiscalía”(6),
de manera articulada y sinérgica deberán procurar la cautela y protección de los sujetos
procesales cuya declaración o exposición en diligencias fiscales o judiciales, implique su
puesta en peligro.
En este marco de acción y con la finalidad de dar cumplimiento a las medidas dic
tadas, el Programa en coordinación con el fiscal a cargo del caso y la Policía Nacional del
Perú, supervisan y cautelan la protección integral de los sujetos procesales incorporados
al sistema.
Ahora bien, estas medidas resultan particularmente idóneas para reforzar la seguridad
de los protegidos, el cambio de identidad y el apoyo económico (249.3 del CPP), debién
dose precisar en este punto que a nivel operativo, la primera de las medidas aún no alcanza
un nivel óptimo de concreción a cabalidad, dado que se requiere previamente la realiza
ción de convenios y coordinaciones con diversas instituciones para que, en este nivel de
articulación, se pueda incrementar y expandir el otorgamiento y ejecución de la medida de
cambio de identidad a las distintas especialidades de los despachos fiscales a nivel nacional.
Sobre este mismo punto de las medidas adicionales, el fiscal haciendo uso de su facul
tad discrecional puede decidir si las mantiene, las modifica o suprime -total o parcial
mente-, ya que finalizado el proceso está plenamente autorizado para disponer su subsis
tencia hasta cuando resulte necesaria. Importante es añadir, que en casos de connotación
social y que implique riesgo para víctimas vulnerables, el seguimiento del beneficiario y de
su situación personal, puede proseguir a cargo del Programa y sus equipos de profesionales.
De otro lado, la función principal del proceso judicial radica en determinar la ocu
rrencia de determinados hechos, a los que el Derecho atribuye consecuencias jurídicas y
la imposición de las mismas a los sujetos previstos por el propio Derecho. Por tal motivo,
resulta indispensable que los operadores de justicia en un trabajo articulado con los órga
nos de apoyo cumplan y adopten mecanismos dentro del proceso penal conducentes a pre
servar la seguridad e integridad de las partes, así como la de sus familiares, eliminando
todo acto de intimidación y represalia que se pueda generar a consecuencia de su partici
pación procesal.
BIBLIOGRAFÍA
SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). Nuevo Código Procesal Penal. Lima: Idemsa; SÁNCHEZ VELARDE,
Pablo (2004). “Criminalidad organizada y procedimiento penal: la colaboración eficaz”. En: La reforma del
proceso penal peruano. Anuario de Derecho Penal de 2004. Perú: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú-Universidad de Friburgo; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal.
Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
715
Artículo 250.- Variabilidad de las medidas
1. El órgano judicial competente para el juicio se pronunciará motivadamente sobre
la procedencia de mantener, modificar o suprimir todas o algunas de las medidas
de protección adoptadas por el fiscal o el juez durante las etapas de investigación
preparatoria o intermedia, así como si proceden otras nuevas.
2. Si cualquiera de las partes solicita motivadamente, antes del inicio del juicio oral o
para la actuación de una prueba anticipada referida al protegido, el conocimiento
de su identidad, cuya declaración o informe sea estimado pertinente, el órgano
jurisdiccional en el mismo auto que declare la pertinencia de la prueba propuesta,
y si resulta indispensable para el ejercicio del derecho de defensa, podrá facilitar el
nombre y los apellidos de los protegidos, respetando las restantes garantías recono
cidas a los mismos en este título.
3. Dentro del tercer día de la notificación de la identidad de los protegidos, las partes
podrán proponer nuevas pruebas tendentes a acreditar alguna circunstancia que
pueda incluir en el valor probatorio de su testimonio.
Concordancias:
CPP-.arts. 247 al 249.
716 (1) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cénales, p. 587.
LA PRUEBA ANTICIPADA ART. 250
bien, que corresponde efectuar un análisis responsable y prolijo atendiendo a las circuns
tancias particulares de cada caso.
En atención a este asunto, cabe realizar un análisis sucinto respecto al caso emblemá
tico recogido en el Expediente N° 1555-2011 (Caso Walter Oyarce) -Resolución N° 1681
del 27 de setiembre de 2013- a efectos de evaluar los criterios expuestos por el órgano judi
cial mediante los cuales se denegó la variabilidad de la medida de protección. Al respecto,
durante el desarrollo del proceso penal, los testigos presenciales de los hechos solicitaron
acogerse a la Ley N° 27378 “Ley que establece Beneficios por la Colaboración Eficaz en
el ámbito de la Criminalidad Organizada”. Ahora bien, en cumplimiento con los presu
puestos procesales y antes de dar inicio al juicio oral, los abogados defensores solicitaron
que se revelaran los nombres y apellidos de los testigos; sin embargo, la Sala Penal Supe
rior de Lima rechazó el pedido en base a los siguientes argumentos:
(2) ASTUDILLO MEZA, Guillermo (2012). “Algunas cuestiones acerca del testigo anónimo en el proceso penal
peruano”. En: Ministerio Público y proceso penal. Anuario de Derecho Penal 2011-2012. Perú: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú-Universidad de Friburgo, p. 120. 717
ART. 250 LA PRUEBA
cosas y corresponde ponderar entre ambos la más asertiva que no afecte el debido
proceso del derecho de defensa y la integridad física de los testigos, dando publici
dad y garantizando que estos medios probatorios sean actuados y valorados oportu
namente; bajo dicho criterio, se tiene en cuenta conforme sostiene César San Mar
tín Castro que, ‘(...) la función del juez penal se limita a los actos de comprobación
de la tacha, es decir desarrollar una actividad de averiguación en orden a los funda
mentos de la tacha, la cual por lo demás no impide que se lleve a cabo la testimonial
(..y que toda prueba aportada por las partes en el proceso deberán ser contrasta
das con otros elementos de prueba, que determinen su veracidad en el contradicto
rio y serán apreciadas por el juzgador con el criterio de conciencia que se consagra
en nuestro ordenamiento constitucional; que en el presente caso respetando el prin
cipio de inmediatez, los testigos codificados deberán concurrir al contradictorio con
reserva de su identidad a fin de garantizar su seguridad y poder ser interrogados tam
bién por la defensa del imputado sobre hechos que les constan del evento delictuoso
y poder realizar una valoración sobre sus testimonios, brindando así la oportunidad
a la defensa para repreguntar al testigo (...).
Quinto: Que, siendo así se debe respetar las garantías otorgadas en las disposicio
nes fiscales dándose cumplimiento a la Ley N° 27378-N que establece beneficios
por colaboración eficaz en el ámbito de la criminalidad organizada modificada por
la Ley N° 29542, Decreto Supremo N° 020-2001-JUS, habiéndose brindado dicha
protección en base a preservar la integridad física y moral de los testigos ofrecidos
por el Ministerio Público estando a las características en que se desarrolló el evento
delictuoso, considerándose importantes sus declaraciones para el esclarecimiento de
lo ocurrido, debiéndose por ello mantener las medidas de protección de los testigos,
hasta el término de la etapa de juzgamiento, correspondiendo a dicha institución
-quien propone dicha prueba- mantener las medidas de protección previstas en la
ley, tanto más si tiene la carga de la prueba”.
BIBLIOGRAFÍA
ASTUDILLO MEZA, Guillermo (2012). "Algunas cuestiones acerca del testigo anónimo en el proceso
penal peruano”. En: Ministerio Público y proceso penal. Anuario de Derecho Penal 2011-2012. Perú: Fondo Edi
torial de la Pontificia Universidad Católica del Perú-Universidad de Friburgo; SAN MARTÍN CASTRO,
César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
718
Artículo 251.- Reexamen e impugnaciones
1. Contra la disposición del fiscal que ordena una medida de protección, procede que
el afectado recurra al juez de la investigación preparatoria para que examine su
procedencia.
2. Contra las resoluciones referidas a las medidas de protección procede recurso de
apelación con efecto devolutivo.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4, 247.
En nuestro país, la base legal de la necesidad de establecer medios idóneos para soli
citar el reexamen o impugnación fundamentándose en la decisión tomada por el órgano
jurisdiccional obedece a una exigencia constitucional, que se desprende de manera implícita
del derecho a la tutela judicial efectiva(1), y a la vez, esto traduce el cumplimiento expreso
al derecho a la pluralidad de instancia1 (2). De ahí que, el ordenamiento jurídico peruano,
en aras de garantizar los derechos de los sujetos procesales Íntervinientes, ha establecido la
posibilidad de solicitar un reexamen o impugnar una determinada decisión(3).
BIBLIOGRAFÍA
NEYRA FLORES, José (2010). Manual del nuevo proceso penal y litigación oral. Lima: Idemsa.
Concordancias:
LOPJ: arts. 72, 81; LOMP: art. 4.
Para cumplir sus objetivos, el Programa cuenta con la Unidad Central de Asisten
cia a Víctimas y Testigos(5) como órgano ejecutivo que depende directamente de la Fisca
lía de la Nación y tiene como función primordial dirigir y supervisar el adecuado cumpli
miento de los fines del Programa en todo el país. Asimismo, por encargo de la Fiscalía de
la Nación efectúa todas aquellas coordinaciones internas e interinstitucionales necesarias
a fin de implementar progresivamente el Programa de Protección a Agraviados, Testigos,
Peritos y demás intervinientes del proceso penal(6), proponiendo y ejecutando las políticas
y directrices técnicas que regulen el óptimo funcionamiento de las Unidades Distritales
y las Unidades de Asistencia Inmediata a Víctimas y Testigos conforme a la implemen-
tación progresiva del Código Procesal Penal (en adelante, CPP) en el territorio nacional.
• La protección del usuario posibilita una declaración sin interferencias por facto
res ajenos a su voluntad.
• Los profesionales participan en apoyo al fiscal desde los operativos de rescate (por
ejemplo en los delitos de trata de personas) para el éxito de sus intervenciones.
En tal orden de ideas, se propician e incentivan las líneas de acción y el trabajo directo
con el sistema fiscal en las especialidades que requieren las medidas de asistencia y de pro
tección para cumplir los fines procesales de la investigación, tales como fiscalías penales,
fiscalías de familia, fiscalías contra la criminalidad organizada, fiscalías especializadas en
delitos de tráfico ilícito de drogas, fiscalías especializadas en delitos de corrupción de fun
cionarios, fiscalías especializadas en delitos de trata de personas, etc., lo cual viene forta
leciendo la institucionalidad del Ministerio Público desde una planificación estratégica
basada en acciones específicas de organización, coordinación, monitoreo y supervisión.
BIBLIOGRAFÍA
NEYRA FLORES, José (2010). Manual del nuevo proceso penal y litigación oral. Lima: Idemsa.
722
SECCION III
LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
TÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
Concordancias:
C-.arts. 1, 137; DÜDH: art. 1.
I. Introducción
El artículo 253 del Código Procesal Penal regula los preceptos generales de las medi
das de coerción procesal, que hacen referencia a los principios y finalidad de las medidas
de coerción, principios que son contemplados en tres incisos. El primero de ellos hace refe
rencia a la restricción de los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución Polí
tica y los tratados internacionales relativos a derechos humanos ratificados por el Perú,
restricción que únicamente será aplicada en el marco de un proceso penal con las garan
tías previstas en la ley.
723
ART. 253 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En este marco, se debe tener presente que los derechos fundamentales están compren
didos en los artículos 2 y 3 de la Constitución Política del Perú. Respecto a los tratados
relativos a derechos humanos ratificados por el Perú, algunos son: Carta de las Naciones
Unidas0*; Declaración Universal de Derechos Humanos1 (2), Pacto Internacional de Dere
chos Civiles y Políticos(3), Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civi
les y Políticos(4) 5; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales{5);
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
Racial(6); Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación con
tra la Mujer(7), Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos
o Degradantes(8), Convención sobre los Derechos del Niño(9) 10 *; Protocolo Facultativo de la
Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los con
flictos armados00), Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos
los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares01).
Con relación a la aplicación de las medidas de coerción, sus preceptos generales exi
gen una expresa autorización legal para la restricción de derechos fundamentales, esto es
el pronunciamiento que emite el órgano jurisdiccional competente, cuyo mandato moti
vado debe imponerse respetando el principio de proporcionalidad, existiendo suficien
tes elementos de convicción. En este marco, el Tribunal Constitucional hace referencia a
este principio como una guía metodológica para determinar si un trato desigual es o
no discriminatorio, con el objeto de evitar la arbitrariedad en la toma de decisiones que
afecten la limitación de derechos fundamentales. Al respecto, el supremo intérprete de la
Constitución ha señalado:
Por otro lado, el subprincipio de necesidad. Significa que para que una injerencia en
los derechos fundamentales sea necesaria, no debe existir ningún otro medio alter
nativo que revista, por lo menos, la misma idoneidad para alcanzar el objetivo pro
puesto y que sea más benigno con el derecho afectado. Se trata de una comparación
de la medida adoptada con los medios alternativos disponibles, y en la cual se ana
liza, por un lado, la idoneidad equivalente o mayor del medio alternativo; y, por otro,
su menor grado de intervención en el derecho fundamental.
Por otro lado, Luis Castillo Córdova define el principio de proporcionalidad como
“aquel principio integrado por un conjunto de criterios o herramientas que permiten medir
y sopesar la licitud de todo género de límites normativos de las libertades, así como la de
cualesquiera interpretaciones o aplicaciones de la legalidad que restrinjan su ejercicio,
desde un concreto perfil o punto de mira: el de la inutilidad, innecesaridad y desequili
brio del sacrificio”0 3).
Sin embargo, la libertad no es un derecho absoluto toda vez que, como cualquier
derecho fundamental, tiene límites en su ejercicio, en tal sentido para la limitación de los
derechos fundamentales se exige que la restricción sea indispensable, por el tiempo y en la
medida estrictamente necesaria. Ello implica que se dicte en circunstancias expresamente
excepcionales y no como regla general, sobre lo que también se ha pronunciado el Tribu
nal Constitucional:
“En ese sentido, considera el Tribunal Constitucional que, si bien la detención judi
cial preventiva constituye una medida que limita la libertad física, por sí misma,
esta no es inconstitucional. Sin embargo, por el hecho de tratarse de una medida
que restringe la libertad locomotora, dictada pese a que, mientras no exista senten
cia condenatoria firme, al procesado le asiste el derecho a que se presuma su inocen
cia; cualquier restricción de ella siempre debe considerarse la última ratio a la
que el juzgador debe apelar, esto es, susceptible de dictarse solo en circunstan
cias verdaderamente excepcionales y no como regla general. Ese, pues, es el pro
pósito del artículo 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, según
el cual ‘la prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la
regla general’, y también la interpretación que de ella ha expresado la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos (...)”(15) (resaltado agregado).
Con relación a lo indicado, la doctrina española señala que la ley procesal debe tipi
ficar tanto las condiciones de aplicación, como el contenido de las intromisiones de los
poderes públicos en el ámbito de los derechos fundamentales de los ciudadanos(16). En ese
marco, la norma nacional en comentario cumple con los requisitos a fin de regular la apli
cación de las medidas de restricción de derechos fundamentales.
A manera de conclusión, señalamos que las medidas de coerción procesal, para su dic
tado, requieren de un desempeño meticuloso por parte del operador jurídico dado que al
estar afectando derechos fundamentales sin destruir la presunción de inocencia, es preciso
que la medida cumpla con los parámetros de proporcionalidad y sobre todo de la motiva
ción que justifique la restricción de la libertad de tránsito del investigado a fin de no incu
rrir en demoras y retrocesos en procesos que requieren una respuesta puntual y eficaz de
la administración de justicia.
BIBLIOGRAFÍA
CASTILLO CORDOVA, Luis (2004). “El principio de proporcionalidad en el ordenamiento jurídico peruano.
Especial referencia al ámbito penal”. En: MÁLLAP, J. (editor) Tendencias modernas del Derecho. Trujillo: Nor
mas Legales; GONZÁLEZ-CUÉLLAR SERRANO, Nicolás (1990). Proporcionalidad y derechos fundamen
tales en el proceso penal. Madrid: Colex.
¿"¡3 JURISPRUDENCIA
Los presupuestos de la medida cautelar son aquellos elementos indispensables para obtenerla válidamente, correspon
diendo a quien formula la petición fundamentar su pedido acreditando la concurrencia de los presupuestos admiti
dos por la doctrina y por la jurisprudencia; estos presupuestos son: apariencia del derecho, conocido también como
el fumus boni inris, y el peligro en la demora o periculum in mora. En cuanto al primer presupuesto, el solicitante
de la medida cautelar está obligado a demostrar al juzgador que la pretensión principal que se intenta garanti
zar tiene una razonable posibilidad de que sea declarada fundada, en tanto el segundo presupuesto está relacio
nado con el peligro en la demora de la resolución jurisdiccional en la atención de la pretensión principal. Exp.
N° 2009-01429-25-2001-JR-PE-l-Piura.
728
Artículo 254.- Requisitos y trámite del auto judicial
1. Las medidas que el juez de la investigación preparatoria imponga en esos casos requie
ren resolución judicial especialmente motivada, previa solicitud del sujeto procesal
legitimado. A los efectos del trámite rigen los numerales 2) y 4) del artículo 203.
2. El auto judicial deberá contener, bajo sanción de nulidad:
a) La descripción sumaria del hecho, con la indicación de las normas legales que
se consideren transgredidas.
b) La exposición de las específicas finalidades perseguidas y de los elementos de
convicción que justifican en concreto la medida dispuesta, con cita de la norma
procesal aplicable.
c) La fijación del término de duración de la medida, en los supuestos previstos por
la ley, y de los controles y garantías de su correcta ejecución.
Concordancias:
C: art. 139 ines. 3 y 5; CPP: arts. 203 ines. 2 y 4, 253, 255.
El inciso 1 del artículo 254 establece que las medidas de coerción -personal o real-
serán impuestas únicamente por el juez de la investigación preparatoria y que para ello se
exige la emisión de una resolución judicial especialmente motivada, previa solicitud del
sujeto procesal legitimado. Lo anterior deja en claro que, bajo ningún supuesto, el juez
podrá disponer una medida de coerción de oficio, en todos los casos se requerirá previa soli
citud de la parte legitimada. Así que aquélla decisión -que ocurrió en un solo caso hasta
donde se conoce- de declarar infundada la comparecencia con restricciones e imponer
prisión preventiva sin que la Fiscalía lo haya solicitado fue emitida con desconocimiento
de las disposiciones vigentes sobre la materia®.
(1) Véase, ORÉ GUARDIA, Arsenio (2012). Jurisprudencia sobre la aplicación del nuevo Código Procesal Penal. Volu
men 2. Lima: Academia de la Magistratura, p. 222.
(2) STC Exp. N° 7038-2005-PHC/TC. 72S
ART. 254 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
y necesariamente a todas las medidas de coerción, pues todas ellas, en menor o mayor
medida, vulneran derechos de los justiciables. Y esto es así no solo porque lo dispone el
artículo bajo comentario, sino porque así lo exige el derecho a la motivación de las reso
luciones que se encuentra prescrito en el artículo 139, inciso 5 de la Constitución, “[l]a
motivación escrita de todas las resoluciones en todas las instancias, excepto los decretos
de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos de hecho
en que se sustente”. Este derecho, a su vez, se encuentra comprendido en el artículo 139,
inciso 3, de la Constitución que regula el debido proceso y la tutela judicial efectiva. Esto
significa que la motivación de las resoluciones judiciales no responde a una exigencia legal,
sino a una de carácter constitucional.
Ahora bien, en el inciso 2 del presente artículo se establece que el auto judicial, en el
que se impone la medida de coerción en concreto, bajo sanción de nulidad, deberá con
tener lo siguiente: en primer lugar, la descripción sumaria del hecho, con la indicación de
las normas legales que se consideren transgredidas. La primera afirmación -descripción
sumaria del hecho- resulta clara y, por tanto, no genera mayores problemas. No ocurre lo
mismo cuando se afirma “con la indicación de las normas legales que se consideren trans
gredidas”, pues no se entiende quién transgredió las normas y cuáles son estas.
(3) Respecto a las diferentes finalidades que en la doctrina se le otorga a la motivación, nos permitimos remitirnos
a la interesante obra de Colomer Hernández. A modo de ejemplo, podemos mencionar que son desarrolla
das las posturas de Calamandrei, Punzi, Mendez Vidal, Climent Duran, Diez-Picazo, Nieto, entre otros.
COLOMER HERNANDEZ, Ignacio (2003). La motivación de las sentencias: sus exigencias constitucionales y legales.
Valencia: Tirant lo Blandí, pp. 118-122.
(4) IGARTUA SALAVERRIA, Juan (1998/50). “La dimensión dialéctica (y sus consecuencias) en la motivación
de las sentencias”. En: Revista Vasca de Administración Pública, p. 180.
730 (5) IGARTUA SALAVERRÍA, Juan (2009). E/ razonamiento en las resoluciones judiciales. Lima: Palestra Editores, p. 15.
PRECEPTOS GENERALES ART. 254
En segundo lugar, se prescribe que el auto debe contener la exposición de las finali
dades perseguidas y de los elementos de convicción que justifiquen en concreto la medida
dispuesta, con cita de la norma procesal aplicable. Es decir, lo que este inciso persigue es
que el juez especifique la finalidad que se cumplirá con la medida impuesta -evitar que
se frustre el proceso, por ejemplo-; y, además, es necesario que haga referencia a los ele
mentos de convicción que justifican la imposición de la medida de coerción, y es que no
es, pues, posible que se imponga una medida de coerción sin que hayan elementos de con
vicción que lo sostengan. Finalmente, el juez deberá citar la norma procesal aplicable para
el caso que está resolviendo.
En tercer lugar, el auto debe contener la fijación del término de duración de la medida,
en los supuestos previstos por la ley, y de los controles y garantías de su correcta ejecución.
Esto es así -y tiene sentido que así sea- porque no pueden existir medidas de coerción que
duren de manera indeterminada. El legislador aclara que esto —que el juez fije la duración
de la medida de coerción- solo debe hacerse cuando la ley así lo prescriba; dicho de otro
modo, habrá medidas que no tengan un plazo determinado de duración.
Al respecto, consideramos que sí, efectivamente, existen medidas que, por su pro
pia naturaleza, no pueden tener una duración determinada, por ejemplo, el embargo, ya
que el bien que se embarga no puede serlo solo por unos meses, sino que estará vigente
generalmente hasta la emisión de la sentencia. Lo anterior no significa que no sea posible
dejar sin efecto la medida mencionada. Ello sí es posible en atención a la institución de la
variación -consustancial a todas las medidas de coerción-, la que se aplicará cuando las
circunstancias que determinaron la adopción de la medida hayan cambiado, por ejemplo,
cuando uno de los presupuestos ha sido desvirtuado.
Si bien, como lo acabamos de ver, hay medidas de coerción que no pueden tener una
duración determinada, lo cierto es que en otras sí debe establecerse de manera expresa el
plazo máximo de duración. El ejemplo más claro es el de la prisión preventiva, ya que sus
plazos se encuentran regulados en el artículo 272 del CPP.
(6) En la práctica se entiende que el imputado debe pedir autorización para salir del país, a pesar de que
la disposición parece prescribir que solamente lo comunicará (artículo 288, inciso 2, del CPP). Es pues
evidente que existe una gran diferencia entre comunicar y solicitar. ¿Cuál sería la interpretación más
favorable para el procesado? 731
ART. 254 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
lamentablemente esto no es así, por lo que es importante debatir sobre cuál debería ser el
plazo máximo de duración de la comparecencia con restricciones.
BIBLIOGRAFÍA
COLOMER HERNÁNDEZ, Ignacio (2003). La motivación de las sentencias: sus exigencias constitucionales y
legales. Valencia: Tirant lo Blanch; IGARTUA SALAVERRÍ A, Juan (1998/50). “La dimensión dialéctica (y
sus consecuencias) en la motivación de las sentencias”. En: Revista Vasca de Administración Pública] IGAR-
TUA SALAVERRIA, Juan (2009). El razonamiento en las resoluciones judiciales. Lima: Palestra Editores;
ORE GUARDIA, Arsenio (2012). Jurisprudencia sobre la aplicación del nuevo Código Procesal Penal. Volumen
2. Lima: Academia de la Magistratura.
732
Artículo 255.- Legitimación y variabilidad
1. Las medidas establecidas en este Título, sin perjuicio de las reconocidas a la policía
y al fiscal, solo se impondrán por eljuez a solicitud del fiscal, salvo el embargo y la
ministración provisional de posesión que también podrá solicitar el actor civil. La
solicitud indicará las razones en que se fundamenta elpedido y, cuando corresponda,
acompañará los actos de investigación o elementos de convicción pertinentes.
2. Los autos que se pronuncien sobre estas medidas son reformables, aun de oficio,
cuando varíen los supuestos que motivaron su imposición o rechazo.
3. Salvo lo dispuesto respecto del embargo y de la ministración provisional de pose
sión, corresponde al Ministerio Público y al imputado solicitar al juez la reforma,
revocatoria o sustitución de las medidas de carácter personal, quien resolverá en el
plazo de tres días, previa audiencia con citación de las partes.
Concordancias:
CPP:arts. 302, 303, 311 inc. 3.
Sin perjuicio de ello, la ley prescribe que es posible que determinadas medidas de
coerción sean impuestas ex officio por el juez, lo que ocurre, por ejemplo, con la compa
recencia con restricciones en determinados supuestos: cuando se declara infundado el
requerimiento de prisión preventiva (artículo 271, inciso 4, del CPP); la excarcelación del
procesado por vencimiento del plazo de la prisión preventiva (artículo 273 del CPP). Lo
anterior debe ser matizado, pues la imposición de esta medida de coerción es como con
secuencia, en el primer supuesto, del debate sobre el requerimiento de prisión preventiva.
En la audiencia el juez tuvo que advertir que, si bien no se cumplen los presupuestos para
la medida requerida, pero sí para la comparecencia con restricciones. No se trata -y esto
sí sería discutible- de que la medida se imponga sin que se haya discutido sobre la adop
ción de una medida de coerción, aunque no haya sido exactamente sobre la comparecen
cia con restricciones. En el segundo supuesto, se varía por una medida menos gravosa, de
manera que tampoco, a nuestro juicio, puede ser entendido, en sentido estricto, como la
imposición de una medida de coerción de oficio.
733
ART. 255 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Los incisos 2 y 3 del artículo en comentario han regulado una característica consus
tancial a las medidas cautelares: la mutabilidad o variabilidad, lo que significa que las mis
mas podrán ser reformadas, sustituidas o revocadas cuando las circunstancias que deter
minaron su adopción hayan variado {rebus sic stantibus). En efecto, una medida cautelar
solo puede mantenerse mientras los presupuestos que habilitaron su imposición se man
tengan o subsistan; contrariamente, si todos o alguno de ellos son desvirtuados, tendrá
que reformarse, sustituirse o revocarse la medida.
BIBLIOGRAFÍA
COLOMER HERNANDEZ, Ignacio (2003). La motivación de las sentencias: sus exigencias constitucionales y
legales. Valencia: Tirant lo Blanch; IGARTUA SALAVERRÍA, Juan (1998/50). “La dimensión dialéctica (y
sus consecuencias) en la motivación de las sentencias”. En: Revista Vasca de Administración Pública} IGAR-
TUA SALAVERRÍA, Juan (2009). E/ razonamiento en las resoluciones judiciales. Lima: Palestra Editores;
ORE GUARDIA, Arsenio (2012). Jurisprudencia sobre la aplicación del nuevo Código Procesal Penal. Volumen
2. Lima: Academia de la Magistratura.
734
Artículo 256.- Sustitución o acumulación
La infracción de una medida impuesta por el juez, determinará, de oficio o a solicitud
de la parte legitimada, la sustitución o la acumulación con otra medida más grave,
teniendo en consideración la entidad, los motivos y las circunstancias de la transgresión,
así como la entidad del delito imputado.
Concordancia:
CPP: art. 279.
Como bien se conoce, las medidas cautelares o coercitivas que pueden adoptarse
durante el transcurso del proceso penal son dos:
Cuando la norma hace referencia a que la medida sustituía o acumulada será la más
grave, quiere decir que esta deberá cumplir (o intentar cumplir) con los mismos objetivos
y fines de la medida materia de infracción.
El artículo 288 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) desarrolla una serie de
restricciones que puede imponer el juez y que solo mencionaremos algunas indistintamente:
Puede parecer, a simple vista, fácil para el juez advertir tal situación y con base en ello
aplicar la figura de la acumulación o sustitución, sin embargo, como bien hace la norma
en señalar, el juez deberá, además, tomar en cuenta el valor, motivo y circunstancia de
la transgresión, así como del delito imputado. A continuación, presentaremos dos ejem
plos para mayor comprensión de lo mencionado hasta el momento:
• En el mes de abril del año 2015, la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema
declaró no haber nulidad del auto de la Sala Penal Nacional que revocó el mandato
de comparecencia restringida contra un imputado por tráfico ilícito de drogas e
impuso prisión preventiva, al considerar que este no solo incumplió la restricción
impuesta, sino que además no concurrió al juicio oral pese a haber sido notifi
cado en varias oportunidades; tanto más si en el curso del proceso se advirtieron
736
PRECEPTOS GENERALES ART. 256
• En el mes de noviembre del año 2017 la ex primera dama Nadine Heredia viajó
a Europa a fin de asumir el cargo de jefa de la Oficina de Enlace de la Organiza
ción de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cuya
sede está en Ginebra (Suiza). Este hecho que suscitó gran controversia (conducta
infractora) en diversos medios periodísticos, así como en la Fiscalía a cargo de la
investigación en su contra, generó que el fiscal a cargo de la investigación solici
tara al juez la revocatoria de la medida de comparecencia con restricciones (sus
titución) por la medida de prisión preventiva (más grave).
Tal y como se observa de ambos casos, la figura aplicada por el juez fue la sustitución
debido a que, para continuar con el proceso, era necesario revocar la medida de compare
cencia con restricciones y en su remplazo imponer mandato de prisión preventiva (medida
más grave y que cumpla con el mismo fin cautelar).
(1) Recurso de Nulidad N.° 2662-2014-Lima, Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, fundamen
tos jurídicos 13 y 14.
(2) ASENCIO MELLADO, José María (1987). La prisión provisional. Madrid: Civitas, p. 45. 737
ART. 256 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
legitiman(3). En otras palabras, la variabilidad supone que las medidas cautelares pueden
ser cambiadas o modificadas.
BIBLIOGRAFÍA
ASENCIO MELLADO, José María (1987). La prisión provisional. Madrid: Cívicas; DEL RÍO LABARTHE,
Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico.
738 (3) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 63.
Artículo 257.- Impugnación
1. Los autos que impongan, desestimen, reformen, sustituyan o acumulen las medidas
previstas en esta sección son impugnables por el Ministerio Público y el imputado.
1. El actor civil y el tercero civil solo podrán recurrir respecto de las medidas patri
moniales que afecten su derecho en orden a la reparación civil.
Concordancias:
CPP: arts. 98, 113.
I. El derecho de impugnación
La labor del juez penal de administrar justicia siempre ha sido un tema de discusión,
más aún si se trata de decidir sobre la responsabilidad o inocencia de una persona. El pro
blema o discusión surge cuando el juez, al momento de emitir múltiples resoluciones, no
toma en consideración los preceptos que se encuentran regulados tanto en la Constitución
como en otras leyes y esto, en consecuencia, provoca que sus decisiones se vean cuestio
nadas por las partes del proceso. Esto se traduce en lo que la doctrina(1) 2 define como “la
falibilidad humana del juez”.
El juez debe seguir los procedimientos que establece la norma con respeto de las garan
tías de los sujetos procesales, cuidando de no cometer ningún vicio o error al momento de
emitir una decisión. Por ello, el ordenamiento jurídico, ante una eventual impunidad o
lamento de las partes de no poder obtener una corrección del agravio y restauración de sus
derechos vulnerados, garantiza a los sujetos implicados la posibilidad de solicitar un reexa
men de la decisión del juez, ya sea al mismo órgano que lo emitió o a un órgano superior.
En esa línea, la impugnación surge como el derecho abstracto de toda persona, parte
de un proceso, a contradecir o refutar las decisiones emanadas por el órgano jurisdiccio
nal, expresando su disconformidad cuando estas no se ajustan a la ley, buscando final
mente su anulación o modificación.
(1) San Martín Castro señala como único fundamento de los medios de impugnación la falibilidad humana.
(2) Casación N° 342-2011-Cusco, Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, fundamento jurídico 4.1. 739
ART. 257 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
II. Fundamento
La impugnación como instrumento legal de las partes para cuestionar la decisión
tomada por el órgano jurisdiccional, posee amparo constitucional, implícitamente así deri
vado a través del derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en el artículo 139.3 de la
Constitución, y del mismo modo, satisface el derecho a la pluralidad de instancia recono
cido en el artículo 139.6 de la Norma Fundamental.
“(...) se trata de un derecho fundamental que tiene por objeto garantizar que las per
sonas, naturales o jurídicas, que participen en un proceso judicial tengan la opor
tunidad de que lo resuelto por un órgano jurisdiccional sea revisado por un órgano
superior de la misma naturaleza, siempre que se haya hecho uso de los medios impug-
natorios pertinentes, formulados dentro del plazo legal”(3).
(3) Cfr. STC Exp. N° 3261-2005-PA/TC, fundamento 3; STC Exp. N° 5108-2008-PA/TC, fundamento 5; STC
740 Exp. N° 5415-2008-PA/TC, fundamento 6; y STC Exp. N° 0607-2009-PA/TC, fundamento 51.
PRECEPTOS GENERALES ART. 257
De esta forma, el fiscal como órgano de persecución, dirige sin interferencia las pes
quisas, planifica y ordena la recolección de elementos de convicción sobre el hecho puni
ble y sus posibles responsables, por ello es él quien solicita -en la mayoría de casos- u
ordena -cuando la ley lo faculte- al juez de investigación preparatoria, la imposición de
una medida de coerción procesal contra el imputado, a fin de asegurar el cumplimiento
de sus funciones.
De ahí que cuando el Ministerio Público advierta que la decisión del juez resulte en
perjuicio de sus objetivos, este también se constituye en un sujeto procesalmente válido
para impugnar tal decisión; esto con base en que la decisión de desestimar, reformar, sus
tituir o acumular una medida nunca podrá asegurar el cumplimiento de los intereses de
todas las partes.
El derecho que tienen ambas partes de impugnar guarda relación con otras facultades
que otorga el CPP al Ministerio Público y al imputado. En el caso del primero, el inciso
1 del artículo 255 señala aquellas medidas de coerción previstas en la norma, que solo se
impondrán a solicitud del fiscal, salvo otras consideraciones05. En cuanto al segundo, el
inciso 3 del artículo 255 menciona que el imputado, y también Ministerio Público, podrá
solicitar al juez la reforma, revocación o sustitución de las medidas de carácter personal.
Como se puede apreciar, en el ámbito de las medidas de coerción, la legitimidad que esta
blece el CPP para ambas partes cumple el mismo sentido de lo que se explicó líneas arriba.
Respecto al actor civil, empezamos por señalar que el artículo 92 del Código Penal
estatuye que la reparación civil se determina en conjunto con la pena, como consecuen
cia jurídica del delito. Esto configura la posibilidad de acumular la acción penal con la
acción civil.
Sobre este tema, la Primera Sala Penal de Apelaciones Nacional, en el caso “Narco-
indultos” recaído en el Expediente N° 323-2013-45, fundamentos jurídicos 208 y 209, de
fecha 15 de agosto de 2016, señala lo siguiente:
“La acción civil, en el proceso penal es de naturaleza civil -en estricto sentido, pri
vada y patrimonial-, en la medida que el delito o la falta no son el fundamento de la
responsabilidad sino el daño ocasionado, entendido como perjuicio particular sobre
el patrimonio del perjudicado, en su más amplia acepción material, moral, etc. (...)”.
Igual definición mantiene Gimeno Sendra cuando menciona que “actor civil es el
perjudicado que ejerce su derecho de acción civil dentro del proceso penal. Es decir, es
quien ha sufrido en su esfera patrimonial los daños producidos por la comisión del delito,
siendo titular, frente al responsable civil, de un derecho de crédito, bien a título de culpa,
bien por la simple existencia de una responsabilidad objetiva que pudiera surgir con oca
sión de la comisión de un delito”(7).
De esta manera, podemos observar que en atención al rol que cumple el actor civil
en el proceso, el CPP también le otorga una serie de facultades, entre ellas, interponer
recursos impugnatorios. Por ello, en el ámbito de las medidas de coerción real, cuando el
actor civil advierta que la resolución del juez de desestimar, reformar, sustituir o acumular
la medida a largo plazo no asegurará que se cumpla con su pretensión resarcitoria, podrá
ejercer libremente su derecho de recurrir.
En cuanto al tercero civil, resulta responsable conjuntamente con el imputado por los
daños ocasionados producto de la comisión del delito. Esta responsabilidad civil, como señala
Al respecto, Moreno Catena manifiesta que “(...) el tercero que aparezca como res
ponsable civil en el proceso penal adquiere esta condición por adoptarse contra él alguna
medida de aseguramiento de la responsabilidad, permitiéndole intervenir tanto durante
la investigación (...) como en el juicio oral (...)”(8).
BIBLIOGRAFÍA
GIMENO SENDRA, Vicente (2007). Derecho Procesal Penal. T edición. Madrid: Colex; MORENO CATENA,
Víctor y otros (2001). Lecciones de Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex; SAN MARTÍN CASTRO, César
(2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
ÉS JURISPRUDENCIA
El artículo 257 del Código Procesal Penal establece que los autos que reformen o sustituyan las medidas de coerción
son impugnables por el Ministerio Público y el imputado. El actor civil y el tercero civil solo podrán recurrir respecto
de las medidas patrimoniales que afecten su derecho en orden a la reparación civil, por lo que se concluye que la parte
agraviada no está facultada para impugnar las medidas de coerción procesal personal. Exp. N° 160-2007-Huacho.
(8) MORENO CATENA, Víctor y otros (2001). Lecciones de Derecho Procesal Penal. Madrid: Colex, p. 141. 743
Artículo 258.- Intervención de los sujetos procesales
En el procedimiento de imposición de una medida prevista en esta sección seguido ante
el juez de la investigación preparatoria y en el procedimiento recursal, los demás suje
tos procesales podrán intervenir presentando informes escritos o formulando cualquier
requerimiento, luego de iniciado el trámite. Esta intervención procederá siempre que
no peligre la finalidad de la medida.
Concordancias:
CPP: arts. 253 al 251.
I. Generalidades
El presente artículo se encuentra regulado en el Título I, Sección III, del Segundo
Libro del Código Procesal Penal (en adelante, CPP), y está referido a la actuación de los
sujetos participantes ante el juez de la investigación preparatoria una vez iniciado el pro
cedimiento para imponer una medida de coerción procesal.
Dada su ubicación en el CPP, está relacionado con los artículos ubicados en la sec
ción que tiene por nomen iuris “las medidas de coerción procesal”, y guarda especial con
cordancia con los que le preceden y se ubican dentro del mismo título; por ello, su inter
pretación debe realizarse de manera sistemática, dado su alcance general para todas las
medidas cautelares.
El actor civil, además de tener la potestad de intervenir luego del pedido fiscal, puede
plantear el requerimiento ante el juez solo cuando se trate de la excepción del embargo y
la ministración provisional de posesión, para ello debe cumplir con los requisitos detalla
dos en el artículo 255 del CPP, que precisa que “[l]a solicitud indicará las razones en que
se fundamenta el pedido y (...) acompañará los actos de investigación o elementos de con
vicción pertinentes”. En determinados delitos, cuyo agraviado es el Estado, es la procura
duría competente la que se constituye en actor civil, alcanzándole los mismos derechos en
la intervención procesal que a las demás partes.
744
PRECEPTOS GENERALES ART. 258
Por su parte, el tercero civil, de acuerdo al inciso 1 del artículo 113 del CPP, está
facultado, al igual que el imputado, para intervenir en lo que mejor crea conveniente, pues
le asisten los mismos derechos y garantías que al imputado.
La exclusividad del fiscal, antes que las demás partes procesales, para solicitar la
medida y el juez para imponerla, responde no solo al principio de jurisdiccionalidad, sino
que es una regulación necesaria dada la naturaleza de las medidas al ser restrictivas de dere
chos y, en el caso de las personales, afectar el derecho fundamental a la libertad personal.
El texto legal puntualiza que la injerencia se realiza una vez iniciado el trámite; es
decir, luego de presentado el requerimiento ante el juez. Incluso, después de emitirse la
resolución que dispone la medida, las partes pueden impugnarla con el recurso que esti
men conveniente. La facultad de intervención reconocida a las partes es la misma a lo largo
de la duración de la medida, dadas las circunstancias de cada caso, cuando se solicite la
reforma, revocatoria o sustitución.
Cuando el Ministerio Público considera que persisten los presupuestos procesales que
motivaron la imposición de la medida, solicita una prolongación, en este caso, al igual que
en el de la variabilidad, se programa una audiencia. En este estadio del proceso, el dere
cho a la intervención de las partes es vigente con las características y requisitos que el CPP 74J
ART. 258 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
prevé en los artículos específicos; por ejemplo, el artículo 274, que detalla también los pla
zos máximos de la medida.
Por otro lado, la defensa del imputado puede solicitar la variación de la medida por
otra menos gravosa o el cese de la misma, con las exigencias que prevé el CPP y en el caso
hayan variado los presupuestos que motivaron su imposición.
En el caso particular del tercero civil, el inciso 2 del artículo 113 del CPP es muy
claro en señalar que “[s]u rebeldía o falta de apersonamiento, luego de haber sido incor
porado como parte y debidamente notificado, no obstaculiza el trámite del proceso (...)”.
Neyra Flores considera a la igualdad de armas como una exigencia fundamental del
principio acusatorio y expresa que “[n]o es suficiente que haya contradicción en el proceso,
sino que, para que esta sea efectiva, se hace preciso también que ambas partes procesa
les, acusación y defensa, ostenten los mismos medios de ataque y defensa, lo que implica
que las partes tengan idéntica posibilidad y cargas de alegación, prueba e impugnación,(1).
746 (1) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa, p. 192.
PRECEPTOS GENERALES ART. 258
El citado principio guarda estrecha relación con todos los demás principios del modelo
procesal acusatorio garantista y adversarial, tales como el principio de contradicción, ora-
lidad, derecho a la prueba, derecho a la imparcialidad, entre otros.
El objetivo de dictarse una medida es claro, así como el respeto por la participación
de las partes en dicho procedimiento; sin embargo, esta intervención no puede perjudicar
la finalidad de las medidas, cuya legalidad ha sido regulada en el artículo VI del Título
Preliminar del CPP. No se puede recurrir al argumento de una vulneración de un derecho,
porque estos le son reconocidos, pero como todo derecho, con las limitaciones respectivas.
BIBLIOGRAFÍA
NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa.
747
TÍTULO II
LA DETENCIÓN
Concordancias:
C: art 2 inc. 24 lits. fy g; CP: aris. 440 al 452; LOMP: art. 10; D.Ley N° 25475: art. 12.
“En sentido amplio la libertad sería la capacidad de hacer y no hacer todo lo que esté
lícitamente permitido. En otras palabras, constituye el derecho de toda persona de
organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y social conforme a sus propias opcio
nes y convicciones. La seguridad, por su parte, sería la ausencia de perturbaciones (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 1 de la Ley N° 29569, publicada el 25-08-2010.
748
LA DETENCIÓN ART. 259
que restrinjan o limiten la libertad más allá de lo razonable. La libertad, definida así,
es un derecho humano básico, propio de los atributos de la persona, que se proyecta
en toda la Convención Americana. En efecto, del Preámbulo se desprende el pro
pósito de los Estados Americanos de consolidar un régimen de libertad personal y
de justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del hombre’, y el
reconocimiento de que ‘solo puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento de
temor y de la miseria, si se crean condiciones que permitan a cada persona gozar de
sus derechos económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y
políticos’. De esta forma, cada uno de los derechos humanos protege un aspecto de
la libertad del individuo.
En concordancia con lo expuesto por la Corte IDH, podemos sostener que una de
las manifestaciones del derecho a la libertad(2), lo constituye la libertad personal (física o
de locomoción(3)), la cual cubre exclusivamente los comportamientos corporales, que pre
suponen la presencia física del titular del derecho y que se expresan normalmente en el
movimiento físico(4).
(1) Corte IDH. Caso Chaparro Alvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y
costas. Sentencia del 21 de noviembre de 2007, párrafos 52 y 53.
(2) Modernamente, la libertad ha sido especializada en muchas libertades: de culto, de tránsito, de pensamiento,
de opinión, de expresión, de asociación, de contratación, etc. No hay que olvidar que todas ellas se reducen
a un núcleo genérico común que tiene el designio de dar al ser humano la libertad de actuar para realizarse
mejor. (RUBIO CORREA, Marcial, EGUIGUREN PRAELI, Francisco y BERNALES BALLESTEROS, Enri
que (2017). Los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Análisis de los artículos 1,2 y
3 de la Constitución. Ia edición, 3a reimpresión. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, p. 642).
(3) El TC en reiterada jurisprudencia ha entendido a la libertad personal como libertad de locomoción, así por
ejemplo ha señalado que: “en cuanto derecho subjetivo el derecho a la libertad personal garantiza que no se
afecte indebidamente la libertad física de las personas, esto es su libertad locomotora, ya sea mediante deten
ciones, internamientos o condenas arbitrarias o ilegales. Los alcances de la garantía dispensada a esta libertad
se extienden a cualquier supuesto de privación de la libertad locomotora, independientemente de su origen y
de la autoridad o persona que la haya efectuado. Garantiza, por tanto, la libertad personal ante cualquier res
tricción arbitraria (artículo 9 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y artículo 7.3 de la Conven
ción Americana de Derechos Humanos)”. Véase, STC Exp. N° 07051-2006-PHC/TC-Áncash, del 4 de abril de
2007, f. j. 2.
(4) Corte IDH. Caso Yvon Neptune vs. Haití. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del 6 de mayo de 2008, párr. 90.749
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Así, desde un enfoque positivo implica la posibilidad de realizar una actividad deter
minada (“la persona puede trasladarse, es decir, ir de cuerpo y alma donde prefiera”(5)) y,
desde una perspectiva negativa, es la prohibición de realizar cualquier acción tendiente a
conminar a una persona a realizar aquello que no quiere. La libertad ambulatoria supone
la posibilidad de que una persona pueda moverse en el espacio sin limitaciones*6) o injeren
cias no deseadas(7), esto es que se dirija al lugar que desee (aspecto positivo) y la prohibición
de conducir a alguien contra su voluntad a otro (aspecto negativo), o para ser más preci
sos, la perspectiva negativa supone la prohibición de la privación arbitraria de la libertad*8).
Sobre ello, García Toma refiere que: “Dicha facultad conlleva al ejercicio del atributo
del ius movendi et ambulandi. Es decir, a desplazarse autodeterminativamente en función a
las propias necesidades y aspiraciones personales a lo largo y ancho del territorio, así como
a ingresar o salir de él. En ese contexto, deviene en una condición indispensable para el
libre desarrollo de la personalidad”*9).
Sánchez Agesta afirma que: “La libertad significa sustancialmente tres cosas, que jue
gan siempre en toda afirmación cierta de una libertad; exención o independencia o autono
mía, por la que se constituye una esfera de autonomía privada, de decisión personal o colec
tiva protegida frente a presiones que puedan determinarla; poder hacer, esto es, capacidad
positiva, para llevar a cabo esas decisiones y actuar eficazmente en la vida social; libertad
de elección, entre hacer o no hacer, o entre varios haceres posibles”*10).
(5) RUBIO CORREA, Marcial, EGUIGUREN PRAELI, Francisco y BERNALES BALLESTEROS, Enrique
(2017). Los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Análisis de los artículos 1,2 y 3 de
la Constitución. Ob. cit., p. 646.
(6) Cfr. MEDINA QUIROGA, Cecilia (2005). La Convención Americana: Teoría y jurisprudencia. Vida, integridad
personal, libertad personal, debido proceso y recurso judicial. Santiago: Facultad de Derecho de la Universidad de
Chile, p. 213.
(7) Cfr. BANACLOCHE PALAO, Julio (1996). La libertad personal y sus limitaciones. Detenciones y retenciones en el
derecho español. Madrid: McGraw-Hill, p. 54.
(8) Cfr. LANDA ARROYO, César (2018). Los derechos fundamentales. Ia edición, Ia reimpresión. Lima: Fondo
Editorial de la PUCP, p. 47.
(9) GARCÍA TOMA, Víctor (2013). Los derechos fundamentales. 2? edición. Arequipa: Adrus, p. 368.
(10) SÁNCHEZ AGESTA, Luis (1980). Sistema político de la Constitución española de 1978. Madrid: Revista de
Derecho Privado, p. 118.
(11) Cfr. REBATO PEÑO, María Elena (2013). “El derecho a la libertad y seguridad personal”. En: GARCÍA
GUERRERO, José Luis (director). Los derechos fundamentales. La vida, la igualdad y los derechos de libertad.
Valencia: Tirant lo Blanch, p. 98; MARTÍNEZ PARDO, Vicente José (2006). “El derecho a la libertad y
posible restricción a través de la detención”. En: Boletín del Ministerio de justicia. Año 60, N° 2018, Madrid:
Ministerio de Justicia, p. 3237.
(12) Cfr. GUERRA PEREZ, Cristina (2010). La decisión judicial de prisión preventiva. Análisis jurídico y criminológico.
750 Valencia: Tirant lo Blanch, p. 39.
LA DETENCIÓN ART. 259
(13) Corte IDH. Caso Servellón García y otros vs. Honduras. Sentencia del 21 de setiembre de 2006, párr. 89-
(14) ZÚÑIGA RODRÍGUEZ, Laura (1994). “Libertad personal, seguridad pública y sistema penal en la Constitu
ción de 1993”. En: Anuario de Derecho Penal-1994. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, p. 30.
(15) Cfr. SALIDO VALLE, Carlos (1997). La detención policial. Barcelona: J.M. Bosch, p. 44.
(16) GIMENO SENDRA, Vicente (2010). Manual de Derecho Procesal Penal. 2a edición, Madrid: Colex, pp. 323 y 326.
(17) Cfr. MORENO CATENA, Víctor (2019). “La detención”. En: MORENO CATENA, Víctor y CORTÉS
DOMÍNGUEZ, Valentín. Derecho Procesal Penal. 9a edición, Valencia: Tirant lo Blanch, p. 316.
(18) Cfr. ASENCIO MELLADO, José-María (2020). “Tema 13. Medidas cautelares personales (I)”. En: ASENCIO
MELLADO, José-María (director). Derecho Procesal Penal. 2a edición. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 281. 751
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
(19) BARONA VILAR, Silvia (2019). “Lección décimo primera: Las medidas cautelares”. En: MONTERO
AROCA, Juan; GÓMEZ COLOMER, Juan Luis; BARONA VILAR, Silvia; ESPARZA LEIBAR, Iñaki;
ETXEBERRÍA GURIDI, José F. Derecho Jurisdiccional. Tomo III: proceso penal. 27a edición, Valencia: Tirant lo
Blanch, p. 280.
(20) DE HOYOS SANCHO, Montserrat (1998). La detención por delito. Pamplona: Aranzadi, p. 23- Por su parte el
Tribunal Constitucional español ha definido a la detención como: “cualquier situación en que la persona se vea
impedida u obstaculizada para autodeterminar, por obra de su voluntad, una conducta lícita, de suerte que la
detención no es una detención que se adopte en el curso de un procedimiento, sino una pura situación fáctica,
sin que puedan encontrarse zonas intermedias entre detención y libertad” (STC español 98/1986, de 10 de
julio). Merece atención el hecho de que el Tribunal se refiera al impedimento de autodeterminar una conducta
lícita, cuando en realidad la detención en sí impide el desarrollo de autodeterminar tanto una conducta lícita
como ilícita; pero, lo más destacable del concepto es que pretende dejar claro que, una de dos: o existe una
situación de detención o existe libertad. La importancia de ello estriba en que las denominadas figuras afines
o fronterizas con la detención deberán incardinarse en una u otra (detención o libertad) de forma necesaria,
dando respuesta a los problemas surgidos en situaciones límite en las que no se observa el estricto régimen
de garantías previstos para la detención. Se considera que no existen zonas intermedias entre la situación de
libertad y la privación de la misma y que, por tanto, a toda situación de privación de libertad le es aplicable el
sistema de garantías previsto para la detención.
(21) NIEVA FENOLL, Jordi (2019). Derecho Procesal III. Proceso penal. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 272.
(22) Así: SALAS BETETA, Christian (2012). “La detención: regulación actual y en el nuevo Código Procesal
Penal”. En: Revista Juridica.com. Año II, N° 2, Lima: Librería y Ediciones Jurídicas, disponible en: <http://
752 www.librejur.com/revistajuridica.html>.
LA DETENCIÓN ART. 259
Como afirma Gimeno Sendra la detención “es una medida cautelar ejecutada en
función de la incoación de un proceso penal, cuya finalidad es la de garantizar la futura
aplicación del iuspuniendi y, de modo inmediato, la de proporcionar al juez el primer sus
trato fáctico para el inicio de la instrucción formal y la adopción, en su caso, de las medi
das preventivas que correspondan”(23) 24.
(...)
(...)
f. Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención no durará
más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investigaciones
y, en todo caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado correspon
diente, dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el término de la
distancia.
(23) GIMENO SENDRA, Vicente (1990). Derecho Procesal. Tomo II. Proceso penal. 3a edición, Valencia: Colex, p. 357.
(24) Cfr. Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia. Casación N° 1-2007-Huaura, fundamento de
derecho quinto, magistrado ponente San Martín Castro. 75:
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Sobre ello, podemos decir que el arresto ciudadano no constituye en stricto sensu una
forma de detención, sino que se trata de una medida de restricción menos lesiva que aque
lla, restricción que encuentra su fundamento constitucional en el artículo 2.24.b de nues
tra Carta Magna, en la cual se prescribe que solo se permiten restricciones a la libertad
personal cuando estén previamente establecidas por la ley.
1. Concepto
(25) Consideran a la detención policial como una medida de carácter precautelar: CÁCERES JULCA, Roberto y
LUNA HERNANDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el proceso penal. Lima: Jurista Editores, p. 152;
ORE GUARDIA, Arsenio (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Las medidas de coerción en el proceso
penal. Lima: Reforma, p. 88.
(26) ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
754 Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 80.
LA DETENCIÓN ART. 259
en los únicos supuestos de flagrancia delictiva, con el fin de asegurar la presencia del sujeto,
descubierto precisamente en flagrante comisión delictiva, ante la autoridad competente y
la efectividad del proceso penal.
2. Finalidad
La detención policial tiene dos finalidades, las cuales consisten en asegurar, por un
lado, la presencia del imputado ante la autoridad competente y, por otro, la efectividad
del proceso penal.
(27) Al respecto se ha dicho que la Policía no está supeditada a obtener ninguna orden emanada de otra autoridad,
pues en estos casos actúa en cumplimiento de su obligación constitucional prevista en el artículo 166 de
la carta fundamental que prescribe que la policía investiga y combate la delincuencia, en tal sentido como
autoridad competente, dispone de la facultad suficiente para realizar el acto de la restricción temporal del
derecho a la libertad ambulatoria dentro de los marcos que le otorga el Manual de Derechos Humanos aplicado
a la función policial, Resolución Ministerial N° 452-2006-IN del 31 de mayo de 2006 y de los artículos 67 y
68 del Código Procesal Penal de 2004, acorde con los artículolO.5, 10.11, 10.14 y 11.4 del Decreto Legislativo
N° 1148. (CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el
proceso penal. Ob. cit., p. 170).
(28) SAN MARTÍN CASTRO, César (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición, Lima: Fondo Editorial del
Inpeccp, p. 449-
(29) Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria de Trujillo. Exp. N° 4943-2008, del 1 de octubre de 2008. 755
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
• Ser asistido desde los actos iniciales de investigación por un abogado defensor.
(30) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo 11. Las medidas de coerción en el proceso
penal. Ob. cit., p. 89.
756 (31) ídem.
LA DETENCIÓN ART. 259
Se debe señalar que en esta diligencia se levantará un acta, que será firmada por el
detenido y la autoridad correspondiente.
3. Flagrancia
En la medida que la detención policial procede en una fase procesal precaria por
su naturaleza, los presupuestos materiales {fumus boni iuris y periculum in mora) apare
cen estrechamente ligados con un instituto en particular: la flagrancia. Por tal motivo, el
análisis sobre dichos presupuestos no solo no puede desvincularse, sino que además debe
basarse esencialmente, en los elementos constitutivos de este último instituto, el cual vere
mos a continuación.
Señala el mismo autor que con relación a esta noción, puede establecerse que la fla
grancia del delito coincide con la posibilidad para una persona de comprobarlo mediante
una prueba directa; lo cual nos puede conducir erróneamente a afirmar que el delito es fla
grante en cuanto constituya la prueba de sí mismo, ello significaría que el delito flagrante
es “... el delito que se comete actualmente”, en este sentido no habría delito que no sea o
que al menos no haya sido flagrante, porque todo delito tiene su actualidad; pero la fla
grancia no es la actualidad sino la visibilidad del delitoí34).
(32) CALDERÓN CRUZ, Edmundo y FABIÁN ROSALES, Ayme (2008). La detención preliminar, Ministerio
Público y control constitucional. Lima: Idemsa, p. 138.
(33) CARNELUTTI, Francesco (1950). Lecciones sobre el proceso penal. T. II. Traducción de Santiago Sentís Melendo.
Lima: Ediciones Jurídicas Europa-América, p. 77.
(34) Ibídem, pp. 77-78. 757
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Acorde con ello es correcto sostener -siguiendo a Rubio Correa(35)- que la situación de
flagrancia se presenta mientras se está produciendo la comisión de la acción delictiva y hasta
que el delincuente desaparece del lugar de los hechos, salvo que huyendo sea perseguido
inmediatamente, caso en el cual la flagrancia permanece hasta que se lo pierde de vista.
En otras palabras, delito flagrante es una continuidad de hecho que va desde el inicio
de los actos ejecutivos del ilícito penal hasta que el delincuente se separa materialmente de
la escena del crimen y eventualmente de la inminencia de su captura si fuera perseguido,
pero existe evidencia indubitable de su intervención en el hecho delictivo.
(35) RUBIO CORREA, Marcial (1999). Estudio de la Constitución Política de 7993. Tomo I, Lima: Fondo Editorial de
la PUCP, p. 497.
(36) STC Exp. N° 05423-2008-PHC/TC, f. j. 10.
(37) Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema. Casación N° 842-2016-Sullana, fundamento de Derecho
758 cuarto (magistrado ponente: San Martín Castro).
LA DETENCIÓN ART. 259
judicial para privar de libertad en los supuestos de flagrancia. Aunque debe quedar claro
que solo retrasa -y no elimina- la intervención judicial.
En ese orden, la detención policial -como medida cautelar- busca evitar la posibi
lidad de fuga o la elusión de los efectos de la justicia ante la demora que pueda justificar
requerir al Poder Judicial la orden escrita y motivada que autoriza la detención(38\ Por ello,
en clave constitucional, la breve privación de la libertad ambulatoria por un agente poli
cial únicamente es legítima cuando exista la imposibilidad de obtener una orden judicial
previa, que ocurre cuando se presenta una situación de flagrancia, que implica pues una
inmediatez temporal y personal con algún suceso delictivo.
Pero al lado de dichas notas sustantivas que distinguen a la flagrancia, se ubican los
presupuestos objetivos de la misma, los que son la percepción directa y efectiva, y la nece
sidad urgente de la intervención policial. En virtud de estas últimas, puede presentarse el
caso de que el delito se esté cometiendo o que el sujeto hubiera acabado de cometerlo (fla
grancia), sin embargo, no será posible la detención si no se ha dado la percepción directa,
y tampoco será posible si no hubiera la necesidad urgente de la intervención policial.
“La flagrancia es un instituto procesal con relevancia constitucional que debe enten
derse como una evidencia del hecho delictuoso respecto de su autor. Así la flagran
cia se configurará cuando exista un conocimiento fundado, directo e inmediato del
hecho punible que se viene realizando o que se acaba de realizar instantes antes, situa
ción en la que, por su particular configuración, es necesaria la urgente intervención
de la Policía para que actúe conforme a sus atribuciones. En este sentido, lo que jus
tifica la excepción al principio constitucional de la reserva judicial para privar de la
libertad a una persona es la situación particular de la urgencia que, en el caso, con
curriendo los requisitos de la inmediatez temporal e inmediatez personal de la fla
grancia delictiva, comporta su necesaria intervención policial”^.
(38) CASTAÑEDA SEGOVIA, Mateo (2009). “Detención policial y configuración de la flagrancia. Análisis de la
STC Exp. N° 03325-2008-PHC/TC”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 22, Lima: Gaceta Jurídica, p. 237.
(39) Véase STC Exps. N° 1923-2006-HC/TC, f£ jj. 2, 4, 5 y 6; N° 1957-2008-PHC/TC, £ j. 6; N° 02194-2009-
PHC/TC, £ j. 5; N° 01871-2009-PHC/TC, £ j. 4; N° 03691-2009-PHC, £ j. 16; N° 0%96-2009-PHC, £ j. 4.
(40) STC. Exp. N° 04630-2013-PHC/TC, £ j. 3.3.4. 759
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
conjeturas o sospechas, sino en la apreciación objetiva del hecho*41). Por ello el Tribunal
Constitucional*42) sostuvo en su momento, que capturar a una persona luego de 10 horas
de sucedidos los hechos no cumple con el requisito de inmediatez temporal exigido para
considerar legítima la detención por flagrancia.
Se puede detener por flagrancia a partir del momento en que el agente da inicio a
actos ejecutivos, pero si se encuentra preparando su plan, entonces en este último caso la
detención será abusiva.
Como señala Meini Méndez*43), la flagrancia es un concepto que, por un lado, abarca
el momento en que el autor o los partícipes están cometiendo el delito, lo que incluye a
todos los actos punibles del iter criminis. De ahí que los actos de inicio de ejecución (aque
llos posteriores a los actos de preparación y con los cuales empieza la tentativa) son actos
que también quedan abarcados por el concepto de flagrancia. La razón es hasta cierto
punto obvia: los actos de inicio de ejecución, a diferencia de los actos de preparación, son
ya punibles, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 16 del CP. Aquellos actos
realizados inmediatamente después de la consumación del delito deben ser igualmente
incluidos en la flagrancia.
Ahora bien, cuando se dice que el policía tiene el deber de detener en caso de fla
grante delito, en realidad lo que se quiere decir, en primer lugar, es que se detuvo a una
persona en el momento de la comisión de la conducta típica: el hecho. El policía ex ante
valora lo que observa, le da un sentido (criminal) al hecho. Solo así se puede decir que ini
cialmente el sujeto ha vulnerado una norma de determinación (prohibición o mandato).
Esta primigenia imputación es uno de los fundamentos de este tipo de detención. En otras
palabras, el mero dato fáctico no es suficiente para detener legítimamente a una persona
en “flagrancia”, es primordial que el policía evalúe el hecho y lo considere -en principio-
típico, que haya infringido una norma*445.
(41) CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el proceso penal.
Ob. cit., p. 160.
(42) STC Exp. N° 06142-2006-HC/TC, ff. jj. 5 y 6.
(43) MEINI MÉNDEZ, Iván (2006). "Procedencia y requisitos de la detención”. En: La Constitución comentada.
Tomo I, Lima: Gaceta Jurídica, p. 294.
(44) ALCOCER POVIS, Eduardo (2011). “La detención en caso de flagrante delito y el Derecho Penal”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 25, Lima: Gaceta Jurídica, p. 302.
760 (45) ídem.
LA DETENCIÓN ART. 259
Como señala la doctrina: “De este modo el investigado debe ser encontrado con el
objeto, instrumento o en el proceso de realización del hecho punible, es decir, cometiendo
el delito o cuando acaba de consumarlo e incluso cuando es sorprendido inmediatamente
después de la comisión del hecho con efectos (con las cosas sustraídas, las huellas, vesti
gios y todo otro medio de confirmación de las consecuencias de la ejecución del delito) o
con instrumentos del delito (cualquier utensilio que fue empleado o que sirva para la eje
cución del delito”(46).
Con respecto a la inmediatez personal, esta no supone ni implica que basta solo haber
estado físicamente por el lugar de los hechos, es decir la simple cercanía al lugar donde
acontece un delito no es por sí misma elemento objetivo que configure la situación de fla
grancia delictiva, pues con semejante criterio, todas las personas, incluyendo autoridades
distintas a la interviniente, estarían inmersas en la pretendida flagrancia, sino que, por el
contrario, tienen que aparecer otros elementos que relacionen a la persona con aquel suceso
delictivo, por lo que no se debe detener por simples sospechas para luego investigar y que,
en un caso así, ni la presencia del Ministerio Público convalidaría el acto de detención(47).
Este criterio implica -como se acaba de decir- una percepción directa, de modo por
ejemplo, que la incriminación de un testigo de oídas o referencial no calza dentro de este
supuesto y, por ende, no podría producirse una detención bajo tal declaración del testigo
de oídas.
Y es precisamente por lo mismo que algunos tipos de flagrancia que recoge el CPP de
2004 que no pueden considerarse como coherentes con este aspecto por lo que no debe
rían tener asidero como formar legítimas de flagrancia delictiva.
(46) CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el proceso penal.
Ob. cit., p. 163.
(47) Véase STC Exp. N° 1324-2000-PHC/TC, f. j. 2. 761
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
penal acarrea y de conseguir la detención del autor de los hechos, necesidad que no exis
tirá cuando la naturaleza de los hechos permita acudir a la autoridad judicial para obtener
el mandamiento correspondiente^.
“[L]a flagrancia es un instituto procesal con relevancia constitucional que debe enten
derse como una evidencia del hecho delictuoso respecto de su autor. Así, la flagran
cia se configurará cuando exista un conocimiento fundado, directo e inmediato del
hecho punible que se viene realizando o que se acaba de realizar instantes antes, situa
ción en la que, por su particular configuración, es necesaria la urgente intervención
de la policía para que actúe conforme a sus atribuciones. En este sentido, lo que jus
tifica la excepción al principio constitucional de la reserva judicial para privar de la
libertad a una persona es la situación de particular urgencia que, en el caso, concu
rriendo los requisitos de la inmediatez temporal e inmediatez personal de la flagran
cia delictiva, comporta su necesaria intervención”(49).
“La intervención urgente sancionada para los casos de flagrancia se justifica consti
tucionalmente respecto de los delitos de consumación instantánea, pues en los deli
tos permanentes no se configuraría, en principio, la situación de urgencia que impida
recabar la autorización judicial correspondiente. Por consiguiente, en los delitos de
tenencia de armas, drogas, contrabando y otros, cuya posesión continuada se indica
como almacenada al interior de un domicilio, se requerirá la previa autorización
judicial; pues, aun cuando puedan presentarse de manera concurrente los requisitos
de la flagrancia delictiva, en los delitos permanentes se presenta el decaimiento del
supuesto de la extrema urgencia”(50).
(48) Cfr. FLORIÁN, Eugenio (1934). Elementos de Derecho Procesal Penal. Barcelona: J.M. Bosch, pp. 236 y 237.
(49) STC Exp. N° 3691-2009-HC/TC, £ j. 17.
(50) STCExp. N° 3691-2009-HC/TC, £ j. 18.
(51) ORE GUARDIA, Arsenio y LOZA ÁVALOS, Giulliana (2011). Las medidas cautelares personales en el proceso
762 penal peruano. Lima: Reforma, pp. 52-53.
LA DETENCIÓN ART. 259
Los citados autores señalan que lo mismo se presenta en los casos de tenencia ilícita
de armas, de drogas y de contrabando, más allá de que lo vulnerado sean bienes jurídicos
de carácter colectivo (seguridad pública y salud pública, respectivamente) e institucional
(correcto funcionamiento de la administración tributaria), pues la ley no hace distingos:
se refiere a la detención de flagrante delito(52).
Por otra parte, del concepto que nosotros hemos adoptado sobre la flagrancia se tiene
que tal definición, por un lado, abarca el momento en que el autor o los partícipes están
cometiendo el delito, lo que incluye a todos los actos punibles del iter criminis. De ahí que
los actos de inicio de ejecución (aquellos posteriores a los actos de preparación y con los
cuales empieza la tentativa) son actos que quedan abarcados por el concepto de flagran
cia, pues los actos de inicio de ejecución, a diferencia de los actos de preparación, son ya
punibles de conformidad con lo dispuesto por el artículo 16 del Código Penal. Aquellos
actos realizados inmediatamente después de la consumación del delito deben ser igual
mente incluidos en la flagrancia. Esto último obedece a razones de política criminal, que
implican que, por ejemplo, los agentes policiales tienen la facultad y el deber de detener a
quienes, habiendo ya asaltado el banco, huyen con el botín(53).
La Constitución Política del Perú de 1993 alude a la flagrancia en los siguientes términos:
“Artículo 2
(...)
24
(...)
f. Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención no durará
más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investigaciones
y, en todo caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado correspon
diente, dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el término de la
distancia (...)”(56).
Por su parte, el artículo 259 del CPP de 2004, conforme a su última modificatoria
efectuada con la Ley N° 29569, publicada en el diario oficial El Peruano el 25 de agosto
de 2010, tiene la siguiente redacción:
La Policía Nacional del Perú detiene, sin mandato judicial, a quien sorprenda en fla
grante delito. Existe flagrante delito cuando:
(56) Texto del literal f) según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 30558, publicada el 9 de
setiembre de 2017.
(57) Texto del artículo según modificatoria efectuada por el artículo 1 de la Ley N° 29569, publicada el 25 de
764 agosto de 2010.
LA DETENCIÓN ART. 259
Con respecto a este tipo de flagrancia no existe problema alguno en servir como fun
damento para la incoación del proceso inmediato, pues la contundencia de la evidencia
(flagrancia) amerita ello.
3.3.2. La cuasiflagrancia
Se presenta cuando el sospechoso inmediatamente después de realizar el hecho ilí
cito, emprende la huida y es detenido. En otras palabras, una persona -por encontrarse
aún dentro de los alcances de la flagrancia- puede ser detenida aun después de que eje
cutó o consumó la conducta delictiva, pero siempre y cuando no le hayan perdido de vista
y sea perseguida desde la realización del hecho delictivo. Este concepto halla asidero en
el inciso 2 del artículo 259 del CPP de 2004, cuando se establece que el agente acaba de
cometer el hecho punible y es descubierto.
(58) Cfr. RODRÍGUEZ SOL, Luis (1998). Registro domiciliario y prueba ilícita. Granada: Comares, p. 116; GON-
ZÁLEZ-CUÉLLAR SERRANO, Nicolás (1993). “Entrada y registro en el domicilio”. En: La restricción de los
derechos fundamentales de la persona en el proceso penal. Madrid: Consejo General del Poder Judicial, p. 112.
(59) Cfr. CÁCERES JULCA, Roberto (2010). “La detención policial”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 7,
Lima: Gaceta Jurídica, pp. 244-251. 765
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
consumando el hecho delictivo, y menos aún ha sido perseguido luego de cometer el ilí
cito, sino más bien que a dicho sujeto se le encuentra con objetos que hacen presumir la
comisión de un delito.
Como se aprecia solo existen datos que hacen factible evidenciar que la persona es el
sujeto activo de la acción, por lo tanto, desde esta perspectiva, al encontrarle en su poder el
objeto robado o el arma usada para la consumación del hecho delictivo, implica una pre
sunción de flagrancia(60\ En tal sentido realmente no es una flagrancia, sino que se trata
de una ficción de la ley para poder detener a una persona que no está comprendida en el
supuesto de flagrancia, a fin de evitar que quede impune el delito. Este abarca a lo estable
cido en los incisos 3 y 4 del artículo 259 del CPP de 2004.
Consideramos que la ley penal debe describir como únicos supuestos para detener los
casos de flagrancia y cuasiflagrancia, a fin de no vulnerar derechos constitucionales, puesto
que la naturaleza del concepto de flagrancia es la inmediatez (en la realización del hecho
delictivo y en la captura o detención del presunto autor) y, con esta nueva definición (fla
grancia ficta) se trastoca su esencia misma{61), pues tales requisitos ya no están presentes,
por lo que para proceder a la detención solo se basa en presunciones.
Como sostiene Oré Guardia: “Resulta difícil afirmar que el supuesto de flagrancia
regulado en el artículo 259.3 del CPP de 2004 -el agente ha huido y ha sido identificado
durante o inmediatamente después de la perpetración del hecho punible, sea por el agra
viado o por otra persona que haya presenciado el hecho, o por medio audiovisual, dispo
sitivos o equipos con cuya tecnología se haya registrado su imagen, y es encontrado den
tro de las veinticuatro horas de producido el hecho punible— se cumpla con los elementos
de la inmediatez temporal y personal, que, por tratarse de la restricción del derecho fun
damental a la libertad, deben ser evaluados con suma rigurosidad, puesto que la posibili
dad de error es muy alta si se confía en la memoria de las personas, así como el riesgo de
la posible manipulación de los equipos audiovisuales u otros. En estos casos lo más reco
mendable sería que se solicite, de ser el caso y en tanto se cumplan con los presupuestos,
una medida de coerción personal contra el presunto responsable del hecho delictivo”60 61 (62).
Continúa señalando el citado autor que: “Los cuestionamientos son mayores cuando
se trata del supuesto de flagrancia regulado en el artículo 259.4 del CPP de 2004 -el agente
es encontrado dentro de las veinticuatro horas después de la perpetración del delito con
efectos o instrumentos procedentes de aquel o que hubieren sido empleados para cometerlo
o con señales en sí mismo o en su vestido que indiquen su probable autoría o participa
ción en el hecho delictuoso-, esto es, de la presunción de flagrancia, dado que supondría
justificar que personas que posiblemente no participaron en el hecho delictivo puedan ser
detenidos bajo el supuesto de flagrancia. Pueden existir muchos casos en los que la persona
tenga bienes de supuesta procedencia ilícita sin que necesariamente hayan participado en
(60) Cfr. SILVA SILVA, Jorge Alberto (1990). Derecho Procesal Penal. México D.F.: Haría, p. 504. En el mismo sen
tido SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 826.
(61) En el mismo sentido PAZ PANDURO, Moisés (2012). “La problemática actual de los delitos contra la libertad
sexual. Violación sexual de menor de edad y supuestos de su flagrancia delictiva”. En: Actualidad Jurídica.
Tomo 218, Lima: Gaceta Jurídica, p. 142.
(62) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). “Estudio introductorio”. En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). El nuevo
766 proceso penal inmediato. Flagrancia, confesión y suficiencia de elementos de convicción. Lima: Gaceta Jurídica, p. 14.
LA DETENCIÓN ART. 259
la comisión del delito, de modo que su detención —al amor de la cuasiflagrancia, no reco
nocida, por lo demás, por nuestra Constitución- sería ilegítima, tanto más si no se cum
ple con la inmediatez temporal ni personal”(63). Debe enfatizarse en que la tenencia de los
efectos del delito no puede considerarse, por sí solo, suficiente para desvirtuar el principio
de presunción de inocencia. Constituye un indicio aislado que no se acredita cómo llega
ron a su poder. Los efectos del delito pueden haberse encontrado en un lugar próximo en
que fueron abandonados por el autor del hecho o haberlos adquirido de este, pero consti
tuye flagrancia del delito por el que se le pretende detener(64).
Estamos de acuerdo con esta postura por cuanto en los supuestos ampliados de fla
grancia se dificulta la construcción de una imputación concreta pues sus fuentes de infor
mación son fuentes indirectas; y su resultado, urgido por la celeridad del proceso inmediato,
será una imputación defectuosa, con directa incidencia en situaciones de indefensión(65).
“Artículo 2
(...)
(...)
f. Nadie puede ser detenido sino mandamiento escrito y motivado del juez o por
las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención no durará más
del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investigaciones y, en
todo caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado correspondiente,
dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el término de la distancia.
(63) ídem.
(64) Cfr. Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. Acuerdo Plenario Extraordinario
N° 2-2016/CIJ-l 16, considerando 8, párrafos 8-10.
(65) MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2016). “Supremos desacuerdos: Acuerdo Plenario N° 2-2016-CIJ-116"
En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). El nuevo proceso penal inmediato. Flagrancia, confesión y suficiencia de elemen
tos de convicción. Lima: Gaceta Jurídica, p. 74. 767
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Aun cuando, con base en el principio de supremacía constitucional, tendría que apli
carse lo estipulado en el artículo 2.24.f) de nuestra Constitución, lo cierto es que con ello
se demuestra que el Legislativo no se tomó el tiempo de analizar todas las posibles conse
cuencias de la reforma constitucional ocurrida, y de la necesidad de tener que acompasar
a dicho cambio constitucional las normas infraconstitucionales, como la hemos citado en
el parágrafo precedente.
Por otro lado, existen dos excepciones al plazo de detención policial por flagrancia
delictiva, uno es el referido al término de la distancia y el otro para casos de espionaje,
tráfico ilícito de drogas, y ahora también para los casos de criminalidad organizada, cuya
duración máxima sería de 15 días.
Cabe señalar en este punto que, de presentarse las hipótesis de concurso ideal (artículo
48 del CP) o concurso real (artículo 50 del CP), e incluso el delito continuado (artículo
49 del CP) que podrán dar lugar a la detención del investigado por no más de quince días
siempre y cuando uno de los delitos en concurso sea de terrorismo, espionaje o tráfico ilí
cito de drogas, o se trate de un delito cometido por organizaciones criminales; para ello
deberá exigirse que la investigación que realiza la Policía Nacional del Perú y por la que el
sujeto permanece detenido, se origine en el delito de terrorismo, espionaje o tráfico ilícito
de drogas, y no en otro u otros delitos que entran en concurso(68).
(66) Texto del literal f) según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 30558, publicada el 9 de
setiembre de 2017.
(67) Artículo 264.- Plazo de la detención
1. La detención policial solo dura un plazo de veinticuatro (24) horas o el término de la distancia.
768 (68) Cfr. MEINI MÉNDEZ, Iván (2006). “Procedencia y requisitos de la detención”. Ob. cit., p. 295-
LA DETENCIÓN ART. 259
tiene que ser puesto a disposición del juzgado, indica que no siempre existirá un juez com
petente ahí donde se produzca la detención.
Por último, debemos mencionar que el segundo párrafo del artículo 2.24.f) de la
Constitución establece que, en los casos citados de terrorismo, espionaje, tráfico ilícito de
drogas y en delitos cometidos por organizaciones criminales, la Policía puede mantener
hasta por 15 días, la “detención preventiva”. Aquí surge la interrogante ¿qué entendemos
por detención preventiva?
Esto es relevante, por cuanto con la anterior normativa procesal penal (Código de
Procedimientos Penales de 1940) tanto la doctrina como la jurisprudencia consideraban
como equivalente las expresiones “detención preventiva” con “prisión preventiva”, por lo
que señala el actual artículo 2.24.Í) de la Constitución, podría llevar a al menos pregun
tarse si se hace alusión a la prisión preventiva o a cualquier otra forma de detención (v. gr.
detención preliminar, detención judicial por flagrancia). Sin embargo, consideramos que
hace referencia a la detención policial, por el contexto en que se haya descrito lo que pres
cribe el tantas veces citado artículo 2.24.f) de la Constitución. De todos modos, hubiese
sido preferible que, por un criterio de precisión conceptual, el legislador hubiera señalado
que se trata de la detención policial, y no de ninguna otra forma de detención.
BIBLIOGRAFÍA
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769
ART. 259 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
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Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
770
Artículo 260.- Arresto ciudadano
1. En los casos previstos en el artículo anterior, toda persona podrá proceder al arresto
en estado de flagrancia delictiva.
2. En este caso debe entregar inmediatamente al arrestado y las cosas que constituyan
el cuerpo del delito a la policía más cercana. Se entiende por entrega inmediata el
tiempo que demanda el dirigirse a la dependencia policial más cercana o al poli
cía que se halle por inmediaciones del lugar. En ningún caso el arresto autoriza a
encerrar o mantener privada de su libertad en un lugar público o privado hasta su
entrega a la autoridad policial. La policía redactará un acta donde se haga constar
la entrega y las demás circunstancias de la intervención.
Concordancias:
Cr art. 2 inc. 24 lit.f; CP: art. 298; DUDH: art. 9-
Arbulú Martínez(2) 3 4 señala que el arresto ciudadano es una figura que en la práctica ya
estaba instalada, aunque en sus versiones más violentas. Solo recordemos las detenciones
en caso de robos o hurtos por parte de las personas de una localidad, al ser prácticas que
podrían tornarse en linchamientos con resultado fatal o con la entrega del detenido muy
golpeado a la Policía. Esos comportamientos, poco acordes con una sociedad civilizada
en los marcos de un arresto ciudadano, tienen que evidenciarse, pues la regla es bastante
clara, los ciudadanos están facultados para detener al presunto delincuente, pero inmedia
tamente tienen que ponerlo a disposición de la Policía.
Asimismo, dentro del desarrollo del referido acuerdo, se tienen en cuenta las notas
sustantivas propias de la flagrancia delictiva, que se distinguen en el siguiente sentido:
a) inmediatez temporal, que la acción delictiva se esté desarrollando o acabe de desa
rrollarse en el momento en que se sorprende o percibe; y, b) inmediatez personal, que el
delincuente se encuentre en el lugar del hecho en situación o en relación con aspectos del
delito (objetos, instrumentos, efectos, pruebas o vestigios materiales), que proclamen su
directa participación en la ejecución de la acción delictiva.
Así también las notas adjetivas que integran el delito flagrante, las cuales son: a) la
percepción directa y efectiva, vista directamente o percibida de otro modo, tal como
material fílmico o fotografías (medio audiovisual) -nunca meramente presuntiva o indi
ciaría- de ambas condiciones materiales; y, b) la necesidad urgente de la intervención
policial, la cual debe valorarse siempre en función del principio de proporcionalidad, de
tal suerte que evite intervenciones desmedidas o la lesión desproporcionada de derechos
respecto al fin con ellas perseguidas (conforme: SSTSE de 28-12-1994 y de 7-3-2007).
Ahora bien, dentro de nuestra realidad nacional, esta práctica ya era reconocida en
tanto existían y existen grupos organizados y reconocidos, tales como las rondas campesi
nas, que tienen reconocimiento constitucional (artículo 149 de la Constitución Política del
Perú), y que fueron promovidas mediante la Ley de Rondas Campesinas (Ley N° 27908,
de enero de 2003), basando su actuación en costumbres propias de su comunidad, lo cual 3 *
(3) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. ¿7 nuevo proceso penal. Lima: Grijley, p. 332.
772 (4) Acuerdo Plenario Extraordinario N° 2-2016/CIJ-lló, Proceso penal reformado. Legitimación y alcances.
LA DETENCIÓN ART. 260
brindó el primer alcance para la creación de rondas vecinales, rondas urbanas, que no tie
nen un reconocimiento similar, pero en la realidad existen; así como la entidad de sere-
nazgo, que forma parte de las municipalidades provinciales. Estos grupos organizados se
crearon por la escasa intervención de las instituciones encargadas de brindar seguridad a
la población en general, como la Policía Nacional, por lo que las personas se reunieron y
formaron estos grupos organizados; sin embargo, el arresto ciudadano no debe ser enten
dido como un medio por el cual un grupo de personas reunidas puedan impartir justicia,
pues el artículo en mención solamente faculta a estas para realizar un arresto, mas no una
detención, en tanto al haberse realizado el arresto de una persona, bajo los supuestos de la
flagrancia delictiva(5), el arrestado debe ser conducido inmediatamente, así como las cosas
que constituyan el cuerpo del delito, a la policía más cercana, quedando totalmente pros
crito el encerrar o mantener a la persona privada de su libertad ambulatoria en un lugar
público o privado hasta su entrega a la autoridad policial; esta última es la que redactará
un acta donde se haga constar la entrega y las demás circunstancias de la intervención.
Entonces, esta medida coercitiva se caracteriza por ser una prerrogativa facultativa al
ciudadano, en tanto depende de la voluntad propia de participar en la aprehensión de la
persona que se encuentra dentro de los supuestos de flagrancia delictiva, y no una obliga
ción, como es el caso de los miembros de la Policía Nacional.
Cabe agregar que en ninguno de los casos se autoriza a las personas que han interve
nido a ejercer algún tipo de violencia, sea física o verbal y menos de realizar algún tipo de
interrogatorio, pues con ello perturbarían el normal desarrollo de la investigación.
BIBLIOGRAFÍA
ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor. Derecho Procesal Penal. Un enfoque doctrinario y jurisprudencial. Lima: Gaceta
Jurídica; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. El nuevo proceso penal. Lima: Grijley.
Concordancias:
C: art. 2 inc. 24 lit. f DUDH: art. 9-
I. La detención
Conforme se señala en el artículo 2, inciso 24, literal f, de nuestra Constitución Polí
tica, nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o por las
autoridades policiales en caso de flagrante delito. Al respecto, el Tribunal Constitucional
ha señalado que “esta norma constitucional debe ser interpretada de manera teleológica,
vale decir, como prescripciones garantistas con la finalidad de tutelar el derecho a la liber
tad individual; desde tal perspectiva, resulta inconstitucional la habilitación de cualquier
supuesto no contemplado bajo estas dos circunstancias”^. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30-12-
2016.
774 (1) STC Exp. N° 01953-2010-PHC/TC.
LA DETENCIÓN ART. 261
(2) GIMENO SENDRA, Vicente (2012). Derecho Procesal Penal. Madrid: Civitas, p. 573.
(3) VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2013). La detención y la prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal.
Lima: Gaceta Jurídica, p. 22.
(4) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales, p. 450. 775
ART. 261 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
este se presenta cuando nos encontramos ante un hecho que reviste un carácter delictivo,
y aunado a ello la probabilidad de participación del imputado; con referencia al segundo
presupuesto nos encontramos ante el peligro procesal constituido por el peligro de fuga
y el peligro de entorpecimiento de la actividad probatoria; y, con relación a la gravedad
de la pena como último presupuesto, nuestro CPP se ha decantado por establecer que se
requerirá de la detención preliminar judicial cuando la pena mínima conminada de delito
imputado sea de cuatro (4) años de pena privativa de la libertad.
Así, pues, de lo establecido en el literal a) del inciso 1 del artículo 261 del CPP, pode
mos apreciar el primer presupuesto antes referido cuando se señala que: “existan razones
plausibles para considerar que una persona ha cometido un delito”, siendo necesario esta
blecer qué entendemos por plausible; así, la Real Academia de la Lengua Española define
el término plausible en dos acepciones: i) que es digno de ser aplaudido o elogiado, ii) que
admite aprobación o justificación; por lo que podemos afirmar que cuando el legislador
estableció que para el dictado de la detención preliminar es necesario que existan razones
plausibles hace referencia a la acepción de razones justificadas. Asimismo, la Sala Perma
nente de la Corte Suprema ha establecido en el fundamento quinto de la Casación N° 001-
2017-Huaura, que: “razones plausibles son sospechas o indicios concretos y determinados
de que una persona ha cometido un delito”.
Por otro lado, el numeral 2 del artículo 261 del CPP señala que para cursar la orden
de detención se requiere que el imputado se encuentre debidamente individualizado con
los siguientes datos: nombres y apellidos completos, edad, sexo, lugar y fecha de naci
miento, es decir, se requiere una necesaria individualización sobre la persona en la cual
recae la medida de coerción, pues, el propósito de esto es evitar posibles detenciones arbi
trarias que se presenten por temas de homonimia(6).
(5) VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2013). La detención y la prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal.
Ob. cit., p. 28.
776 (6) NEYRA FLORES, José Antonio. (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa, p. 155.
LA DETENCIÓN ART. 261
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La detención y la prisión preventiva en el nuevo Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica.
777
Artículo 262.- Motivación del auto de detención
El auto de detención deberá contener los datos de identidad del imputado, la exposición
sucinta de los hechos objeto de imputación, los fundamentos de hecho y de derecho, con
mención expresa de las normas legales aplicables.
Concordancias:
C: arts. 2 inc. 24 lits.fyg, 139 inc. 3.
Así, pues, como se señaló en el análisis del artículo 261 del Código Procesal Penal
(en adelante CPP), si bien el juez de la investigación preparatoria a solicitud del fiscal, sin
trámite alguno y teniendo a la vista las actuaciones remitidas por aquel, dictará mandato
de detención, el cual deberá ser debidamente motivado; ello con la finalidad de evitar arbi
trariedades judiciales, más aún, si a través de este mandato de detención se afectará de
manera temporal la libertad ambulatoria de un individuo, siendo una garantía procesal el
hecho de que la persona sobre la cual recaerá la detención preliminar judicial conozca de
manera clara los fundamentos que justifican la privación de la libertad, a efectos de que
esta persona pueda ejercer su derecho de defensa.
En igual sentido, Bernardo San José ha señalado que “toda resolución judicial que
limite o restrinja el ejercicio de un derecho fundamental ha de estar debidamente moti
vada, de forma que las razones fácticas y jurídicas de tal limitación puedan ser conocidas
por el afectado, ya que solo a través de la expresión de las mismas se preserva el derecho de
defensa y puede hacerse, siquiera sea a posterior, el necesario juicio de proporcionalidad
entre el sacrificio del derecho fundamental y la causa a la que obedece”(1).
Siendo ello, podemos afirmar que por mandato constitucional el auto que ordene la
detención preliminar de un imputado debe ser debidamente motivado, pues como se esta
blece en el inciso 5 del artículo 139 de la Constitución, es una garantía del debido proceso
la motivación escrita de las resoluciones judiciales, con mención expresa de la ley aplicable
y de los fundamentos de hecho en que se sustenta.
(1) BERNARDO SAN JOSÉ, Alicia (2009). “La restricción de los derechos fundamentales en las diligencias de
investigación del proceso penal y las exigencias derivadas del principio de proporcionalidad". En: IUS. Revista
778 del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C. N° 24, p. 10.
LA DETENCIÓN ART. 262
De igual manera, a nivel legislativo, la Ley Orgánica del Poder Judicial establece
coincidentemente lo siguiente: “Artículo 12.- Fundamentación y motivación de resolu
ciones: Todas las resoluciones, con exclusión de las de mero trámite, son motivadas, bajo
responsabilidad, con expresión de los fundamentos en que se sustentan. Esta disposición
alcanza a los órganos jurisdiccionales de segunda instancia que absuelven el grado, en cuyo
caso, la reproducción de los fundamentos de la resolución recurrida, no constituye moti
vación suficiente”.
Por otro lado, es importante resaltar que el derecho a la debida motivación no solo
es aplicable al ámbito jurisdiccional, pues, al ser un derecho fundamental, este también
alcanza a la actividad desplegada por el Ministerio Público, es por ello que conforme se
ha establecido en el artículo 122, numeral 5, del CPP, las disposiciones y los requerimien
tos deben estar motivados; en el caso de los requerimientos, de ser el caso, estarán acom
pañados de los medios de convicción que lo justifiquen; siendo que “el requerimiento res
pectivo realizado por el fiscal a cargo de la investigación, es decir el pedido de detención
realizado por la autoridad del Ministerio Público debe dar cuenta de manera suficiente de
las razones que le llevan a realizar tal requerimiento”^.
BIBLIOGRAFÍA
BERNARDO SAN JOSÉ, Alicia (2009). “La restricción de los derechos fundamentales en las diligencias
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gación constitucional de motivar las resoluciones del Ministerio Público”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Tomo 38. Lima: Gaceta Jurídica; DONOSO CASTELLÓN, Arturo (1993). “El debido proceso y la legis
lación internacional”. En: Biblioteca Edino. Criminología y Derecho Penal. Año II, enero-diciembre. N° 3-4.
(4) CASTILLO ALVA, José Luis (2012). “La obligación constitucional de motivar las resoluciones del Ministerio
780 Público”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 38. Lima: Gaceta Jurídica, p. 317.
Artículo 263.- Deberes de la policía
1. La policía que ha efectuado la detención en flagrante delito o en los casos de
arresto ciudadano, informara al detenido el delito que se le atribuye y comunicará
inmediatamente el hecho al Ministerio Público. También informará al juez de la
investigación preparatoria tratándose de los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico
ilícito de drogas.
2. En los casos del artículo 261, sin perjuicio de informar al detenido del delito que se
le atribuye y de la autoridad que ha ordenado su detención, comunicará la medida
al Ministerio Público y pondrá al detenido inmediatamente a disposición del juez de
la investigación preparatoria. El juez, tratándose de los literales a) y b) del numeral
1 del artículo 261, inmediatamente examinará al imputado, con la asistencia de su
defensor o el de oficio, a fin de verificar su identidad y garantizar el cumplimiento
de sus derechos fundamentales. Acto seguido, lo pondrá a disposición del fiscal y lo
ingresará en el centro de detención policial o transitorio que corresponda. En los
demás literales, constatada la identidad, dispondrá lo conveniente.
3. En todos los casos, la policía advertirá al detenido o arrestado que le asiste los dere
chos previstos en el artículo 71. De esa diligencia se levantará un acta.
Concordancias:
C; ¿r/J; CPP: arts. 71, 259, 260, 261.
I. Introducción
Con el antiguo Código de Procedimientos Penales la Policía Nacional tenía más facul
tades que deberes. No había una regulación clara de cuáles eran los deberes que limitaran
la actuación en la investigación policial; consecuentemente, la Policía Judicial -órgano
encargado de la investigación- tenía carta abierta para utilizar los medios que a su juicio
eran los “más adecuados” para la orientación de su investigación, llegando al extremo de
considerar a la detención como condición sine qua non para alcanzar el éxito de la misma.
(1) Cfr. BERNALES BALLESTEROS, Enrique (1997). La Constitución de 1993. Análisis comparado. 3* edición.
Lima: ICS, p. 705.
(2) Ei inciso 5 del artículo 250 de la Constitución Política de 1979 únicamente señalaba como facultad del Minis
terio Público la de “vigilar e intervenir en la investigación del delito desde la etapa policial”. 781
ART. 263 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
A tal efecto, conforme al artículo 67, la Policía puede realizar las diligencias que ten
gan el carácter de urgente y sobre todo, imprescindibles e irreproducibles en el tiempo.
Siendo así individualiza a los autores, toma conocimiento de las denuncias, reúne y asegura
las fuentes de prueba en dicha urgencia; en todos los demás casos donde no se requiera con
carácter de urgencia y necesidad en la investigación, actuará bajo la dirección del fiscal(4).
Los deberes ineludibles de la Policía Nacional, según el primer numeral del artículo
en análisis, son los siguientes:
(3) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa, p. 224.
(4) ESPINOZA RAMOS, Benji (2018). Litigación penal. Manual de aplicación del proceso común. Lima: Grijley, p. 139-
(5) Consultado en http://www.rae.es/obras-academicas/diccionarios/diccionario-de-la-lengua-espanola, el 21 de
782 noviembre 2018.
LA DETENCIÓN ART. 263
mínimo contenido del mensaje o información -respecto al delito- que la Policía Nacional
debe darle al afectado por la detención para que esta sea considerada válida?
La respuesta a esta pregunta pasa por una revisión obligatoria del respaldo legal y
constitucional de este deber de la Policía -y derecho del detenido(6)- contenidos, respecti
vamente, en el numeral 14 del artículo 139 de la Constitución Política y en el numeral 2
del artículo 71 del Código Procesal Penal, que a la letra señalan:
• Constitución de 1993, artículo 139, numeral 14: “Toda persona será informada
inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de su detención”; y
• Código Procesal Penal, artículo 71, “derechos del imputado”, numeral 2, literal
a): “en caso de detención, a que se le exprese la causa o motivo de dicha medida”.
Pero, ¿puede exigirse imputación necesaria en una etapa tan incipiente como es la
detención por flagrancia dentro de las diligencias preliminares?
(6) Todo deber de la autoridad (policial, fiscal o judicial) con entidad de garantía procesal o procedimental, cons
tituye a contrario sensu un derecho del investigado.
(7) Así, uno de los más importantes difusores de esta teoría en nuestro país, el profesor Mendoza Ayma, señala lo
siguiente: “Un concepto operativo de la imputación concreta, sin mayor pretensión teórica, permite definirla
como el deber de la carga que tiene el Ministerio Público de imputar a una persona natural, un hecho punible,
afirmando proposiciones fácticas vinculadas a la realización de todos los elementos del tipo penal”. MEN
DOZA AYMA, Francisco Celis (2012). La necesidad de una imputación concreta en la construcción de un proceso penal
cognitivo. Tomo VI. Lima: San Bernardo, p. 99-
(8) No cabe discusión el afirmar que estamos dentro de un proceso propiamente solo a partir de la formalización
de la investigación preparatoria y no antes. Este certero anuncio nos lo da el mismo Código Procesal Penal en
el numeral 3 del artículo IV del Título Preliminar, cuando señala que: "Los actos de investigación que practica
el Ministerio Público o la Policía Nacional no tienen carácter jurisdiccional. Cuando sea indispensable una
decisión de esta naturaleza la requerirá del órgano jurisdiccional, motivando debidamente su petición”. 783
ART. 263 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
confirmar que este requisito solo es exigible plenamente en la acusación fiscal, y que lo que
está en discusión actualmente es el nivel de rigor de la imputación en la formalización de
la investigación preparatoria; y así lo ha señalado el profesor Mendoza Ayma: “esta exigen
cia es menos intensa en la FIP, y es más rigurosa en el control de acusación (CA), como
resultado del desarrollo del proceso propiamente de los actos de investigación’’^ (el
resaltado es nuestro).
Por tanto, podemos concluir en este extremo que el contenido del deber de infor
mar o comunicar al afectado por una medida restrictiva de libertad como la detención
por flagrancia -que solo puede ser ejercida por la Policía0 2)-, no es propiamente la impu
tación concreta, entendida esta como la rigurosa precisión de los hechos constitutivos del
delito; sino únicamente los urgentes y verosímiles motivos fácticos que colocan al inter
venido en una situación de flagrancia delictiva. Esto es, un estándar “mínimo” de infor
mación, pero con tal entidad que fundamente la privación de la libertad del detenido en
esta etapa inicial del proceso.
(9) MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2012). La necesidad de una imputación concreta en la construcción de un pro
ceso penal cognitivo. Ob. cit., p. 103-
(10) Ibídem, p. 96.
(11) ídem.
(12) Cfr. Fundamento 13 de la sentencia de vista del 28 de noviembre de 2017, en el Recurso de Apelación N° 26-
2015-NCPP, emitido por la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República.
(13) Protocolo de Intervención en Flagrancia y Garantía de Derechos, aprobado por Decreto Supremo
N° 003-2014-JUS, del 31 de marzo de 2014; y Protocolo de Actuación Interinstitucional Específico para
la aplicación del Proceso Inmediato Reformado, aprobado por el Decreto Supremo N° 009-2018-JUS, del 25
784 de agosto de 2018.
LA DETENCIÓN ART. 263
Esta respuesta de fijación cronológica del deber policial resulta acorde con los pro
cedimientos y circunstancias que rodean a la praxis de la intervención; ya que se tie
nen en cuenta todos los actos que según el Protocolo de Intervención en Flagrancia14 15 16 (17)
debe realizar el policía que detiene, como: 1. La detención propiamente. 2. El registro
personal al detenido e incautación de las especies relacionadas con el delito. 3. El ini
cio del procedimiento de cadena de custodia. 4. La comunicación formal al detenido
del motivo de su detención. 5. La comunicación formal de los derechos que asisten al
(14) Supuesto típico del Código Procesal Penal, vigente desde el 9 de junio de 2009, a través de la Ley N° 29372.
(15) Numeral 2.17 del Título II: Procedimientos generales, del Manual Interinstitucional para la Investigación del
Delito en el Marco del NCPP” del distrito judicial de Lambayeque del año 2010.
(16) Gfr. GACETA JURÍDICA (2018). Directivas y protocolos de actuación para operadores del sistema penal. Tomo II.
Lima: Gaceta Jurídica, pp. 738-739-
(17) ídem. 78
ART. 263 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Conforme al texto de este numeral: “En los casos del artículo 261, sin perjuicio de
informar al detenido del delito que se le atribuye y de la autoridad que ha ordenado su
detención, comunicará la medida al Ministerio Público y pondrá al detenido inmedia
tamente a disposición del juez de la investigación preparatoria. El juez, tratándose de los
literales a) y b) del numeral 1 del artículo 261, inmediatamente examinará al imputado,
con la asistencia de su defensor o el de oficio, a fin de verificar su identidad y garantizar el
cumplimiento de sus derechos fundamentales. Acto seguido, lo pondrá a disposición del
fiscal y lo ingresará en el centro de detención policial o transitorio que corresponda. En
los demás literales, constatada la identidad, dispondrá lo conveniente”.
Este apartado también contempla un deber especifico del juez de investigación pre
paratoria, el cual está referido a que, cuando la detención judicial verse sobre los literales
a) y b) del numeral 1 del artículo 26l(18) 19, el juez de garantías examinará al imputado, en
presencia de su abogado defensor privado, y si no lo tuviera en presencia de un abogado
de oficio, todo con la finalidad de verificar su identidad y su correspondencia con la orden
de detención emitida; así como verificar el cumplimiento de los derechos que como dete
nido le alcanzan. Cumplido este procedimiento por el juez de garantías (y no otro funcio
nario), pondrá al detenido a disposición del fiscal responsable y este, previa coordinación o
con conocimiento del juez, lo ingresará en el centro de detención policial que corresponda.
El texto normativo de este numeral señala que: “En todos los casos, la policía adver
tirá al detenido o arrestado que le asiste los derechos previstos en el artículo 71. De esa
diligencia se levantará un acta”.
Este numeral cierra y sintetiza los deberes más importantes que tiene la Policía Nacio
nal frente al investigado no solo en libertad, sino que por su contextualización en el pre
sente artículo también, y por sobremanera, en estado de privación de su libertad. Dere
chos que además han sido consignados como presupuestos para una legítima actuación
policial y fiscal en el Protocolo de Intervención en Flagrancia y Garantía de Derechos,
que los prescribe de la siguiente manera:
(18) Literales a) y b) del artículo 261 del CPP (detención preliminar judicial):
1. El juez de la investigación preparatoria, a requerimiento del fiscal, sin trámite alguno y teniendo a la vista
las actuaciones remitidas por aquel, dicta mandato de detención preliminar cuando:
a) No se presente un supuesto de flagrancia delictiva, pero existan razones plausibles para considerar que una
persona ha cometido un delito sancionado con pena privativa de libertad superior a cuatro años y, por las
circunstancias del caso, puede desprenderse cierta posibilidad de fuga u obstaculización de la averiguación
de la verdad.
b) El sorprendido en flagrante delito logre evitar su detención.
(19) Protocolo de Intervención en Flagrancia y Garantía de Derechos, aprobado por Decreto Supremo N° 003-
2014-JUS, del 31 de marzo de 2014. 787
ART. 263 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
BIBLIOGRAFÍA
BERNALES BALLESTEROS, Enrique (1997). La Constitución de 1993- Análisis comparado. 3a edición. Lima:
ICS; ESPINOZA RAMOS, Benji (2018). Litigación penal. Manual de aplicación del proceso común. Lima: Gri-
jley; GACETA JURIDICA (2018). Directivas y protocolos de actuación para operadores del sistema penal. Tomo
II. Lima: Gaceta Jurídica; MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2012). La necesidad de una imputación con
creta en la construcción de un proceso penal cognitivo. Tomo VI. Lima: San Bernardo; NEYRA FLORES, José
Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y de litigación oral. Lima: Idemsa.
788
Artículo 264.- Plazo de la detención***
1. La detención policial solo dura un plazo de veinticuatro (24) horas o el término de
la distancia.
2. La detención preliminar dura setenta y dos (12) horas. Excepcionalmente, si subsisten
los requisitos establecidos en el numeral 1) del artículo 261 del presente Código y se
presenten circunstancias de especial complejidad en la investigación, puede durar
un plazo máximo de siete (7) días.
3. En los delitos cometidos por organizaciones criminales, la detención preliminar o la
detención judicial por flagrancia puede durar un plazo máximo de diez (10) días.
4. La detención policial o la detención preliminar puede durar hasta un plazo no
mayor de quince días naturales en los delitos de terrorismo, espionaje, tráfico ilícito
de drogas.
5. El juez penal, en estos casos, está especialmente facultado para adoptar las siguientes
medidas:
a) ' Constituirse, a requerimiento del detenido, al lugar donde se encuentra el
detenido y averiguar los motivos de la privación de la libertad, el avance de las
investigaciones y el estado de su salud. En caso de advertir la afectación indebida
del derecho de defensa o de irregularidades que perjudiquen gravemente el éxito
de las investigaciones, pone tales irregularidades en conocimiento del fiscal del
caso, sin perjuicio de comunicar lo ocurrido al fiscal superior competente. El
fiscal dictará las medidas de corrección que correspondan, con conocimiento del
juez que intervino.
b) Disponer el inmediato reconocimiento médico legal del detenido, en el término
de la distancia, siempre y cuando el fiscal no lo hubiera ordenado, sin perjuicio
de autorizar en cualquier momento su reconocimiento por médico particular.
El detenido tiene derecho, por sí solo, por su ahogado o por cualquiera de sus
familiares, a que se le examine por médico legista o particulares, sin que la
Policía o el Ministerio Público puedan limitar este derecho.
c) Autorizar el traslado del detenido de un lugar a otro de la República después de
efectuado los reconocimientos médicos, previo pedido fundamentado del fiscal,
cuando la medida sea estrictamente necesaria para el éxito de la investigación
o la seguridad del detenido. La duración de dicho traslado no puede exceder
del plazo señalado en el primer párrafo de este artículo y debe ser puesto en
conocimiento del fiscal y del juez del lugar de destino.
6. Dentro del plazo de detención determinado por el juez, el fiscal decide si ordena
la libertad del detenido o si, comunicando al juez de la investigación preparatoria
la continuación de las investigaciones, solicita la prisión preventiva u otra medida
alternativa.
7. Al requerir el fiscal en los casos señalados en los incisos anteriores la prisión preven
tiva del imputado, la detención se mantiene hasta la realización de la audiencia
en el plazo de cuarenta y ocho horas. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30-12-2016. 789
ART. 264 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Concordancias:
C: art. 2 inc. 24 lit. f' CPP: arts. 259,261.
Se debe precisar que el literal “f” del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución y el
artículo 264 del Código Procesal Penal de 2004 regulan el plazo máximo de duración de
la detención. Esto es, el espacio de tiempo máximo dentro del cual una persona puede estar
detenida, sin control judicial alguno. Entonces, no puede confundirse este límite temporal
con otro plazo máximo, que temporalmente es anterior; nos referimos al plazo máximo
que tiene la Policía para capturar al sospechoso de un delito en flagrancia, y que está regu
lado en el inciso 4 del artículo 259 del Código Procesal Penal de 2004, el cual no ha sido
modificado. En consecuencia, el plazo máximo que tiene la Policía para detener a un sos
pechoso en flagrancia sigue siendo de un máximo de 24 horas de ocurrido el delito(1).
La exigencia de que el detenido sea puesto a disposición del juez constituye una garan
tía de un Estado constitucional. En ella se encarna la victoria de la razón sobre la fuerza:
la fuerza de la razón frente a la razón de la fuerza(2) 3; pues, será el juez quien, con base en
la razón del Derecho, decidirá la privación de la libertad de una persona. Es una exigen
cia constitucional, porque ni el policía ni el fiscal tienen atribuida la potestad de admi
nistrar justicia, poder que, conforme al artículo 138 de la Constitución, está reservado
exclusivamente al juez.
Que el poder de privar de la libertad a un ser humano esté reservado al juez es una
decisión fundamentada en la historia de la humanidad. En todas las épocas este poder en
manos del gobernante se ha deformado, utilizándolo para sus intereses políticos o particu
lares. Entonces, las sociedades han decidido que este poder resida en otra autoridad inde
pendiente: el juez. No debe olvidarse que el Derecho Constitucional y el judicial nacieron
justamente para limitar el ejercicio del poder del gobernante0*. No nació la Constitución
(1) Los supuestos contenidos en los incisos 1 y 2 del artículo 259, referidos a la flagrancia clásica y a la cuasi-
flagrancia, no presentan problema alguno, pues en dichos supuestos la detención siempre se realizará “en el
momento o inmediatamente después" del delito; lo dificultoso se presenta en supuestos regulados en los incisos
3 y 4 del artículo 259, referidos a la flagrancia por identificación y a la flagrancia presunta. Para un mayor
desarrollo véase la Cas. N° 842-2016-Sullana y la Cas. N° 692-2016-Lima Norte.
(2) ATIENZA, Manuel. El Derecho como argumentación. Citado por GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y ROJAS LEÓN,
Ricardo César (2017). Derecho Penal. Parte especial. Lima: Jurista Editores, p. 94.
(3) PEREIRA MENAUT, Antonio (2006). Lecciones de teoría constitucional. Madrid: Colex, p. 17. Podemos recurrir
790 a la raíz histórica de la teoría constitucional, la cual se ubica en Inglaterra, que creyó en los derechos y líber-
LA DETENCIÓN ART. 264
en países judicialistas por casualidad, como tampoco fue mero accidente que el constitu
cionalismo francés trajera en su día, como secuela de su no judicialismo, la soberanía, el
régimen administrativo y el estatismo, es decir, un Estado autoritario.
En el siglo XVII emergió el constitucionalismo de la mano de los jueces, por ello, los
orígenes de la Constitución están jalonados de famosos litigios en los que los jueces iban
limitando el poder por medio del Derecho. Así, lapetition ofrights de 1627 dice:
“Y en el vigésimo y octavo año del reinado del Rey Eduardo el Tercero fue declarado
y legislado por la autoridad del Parlamento, que ningún hombre de cualquier esta
mento y condición que sea será (...) detenido ni encarcelado (...) sin ser llevado a res
ponder según el debido procedimiento jurídico”. La arbitrariedad del Rey Juan Sin
Tierra movió el preconstitucionalismo medieval a luchar por el reconocimiento del
derecho a ser juzgado por jueces independientes y competentes, a no ser castigado
sin ser previamente juzgado00.
En este escenario, el literal “f” del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución es modi
ficado con el siguiente texto: “(...) el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado (...)
cades inherentes al ser humano y desconfió del poder político, naciendo así la Constitución como un límite al
poder político; por ese motivo la idea de supremacía de la Carta Magna es connatural con su finalidad debido
a que solo algo superior al poder político podría controlarlo. Por ello, en este documento se recoge principal
mente un límite al poder público para garantizar la protección de la persona humana, que en nuestro trabajo
es la víctima, el detenido y la sociedad.
(4) PEREIRA MENAUT, Antonio (2011). En defensa de la Constitución. Lima: Palestra, pp. 335-336.
(5) Para un mayor desarrollo Véase: ARAYA VEGA, Alfredo (2017). “Flagrancia delictiva y actuaciones policia
les”. En: Actualidad Penal. Tomo 33- Lima: Instituto Pacífico, pp. 197-211.
(6) Indica el fiscal colombiano Mario Nicolás Cadavid Botero que el fiscal, en principio, sí está parcializado por su
condición de parte acusadora, pero por el compromiso que tiene con la verdad histórica debe ser objetivo en
la búsqueda de la verdad. CADAVID BOTERO, Mario (2016). “Rol de la fiscalía en el nuevo Código Procesal
Penal y en el proceso inmediato”. En: Primer Congreso Internacional: la Exégesis del Decreto Legislativo N° 1194 y su
aplicación en América Latina. Recuperado de: http://bit.ly/2cVbqlR.
(7) A diferencia del control de la legalidad de la detención policial que se realiza en los países vecinos, como
Ecuador, que en el artículo 259 de su Código Orgánico Integral Penal regula la "audiencia de calificación
de flagrancia”, y Chile, que en los artículos 131 y 132.1 de su Código Procesal Penal regula la “audiencia de
control de la detención”. MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2017). “Proceso inmediato: audiencia de control
de legalidad de la detención en flagrancia delictiva”. En: Actualidad Penal. Tomo 33. Lima: Instituto Pacífico,
pp. 37-62. 791
ART. 264 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas (...)”. La pregunta es: ¿qué pasará den
tro de las 48 horas? ¿Cesarán las detenciones policiales arbitrarias, los fiscales controlare
mos mejor las detenciones y seremos más céleres en nuestras diligencias, los jueces toma
rán inmediata competencia luego de pasadas las 48 horas? Las respuestas parecen escan
dalosas, y lo son. Frente a esta realidad surge como una exigencia constitucional que se
modifique el texto constitucional del literal “f”, inciso 2, artículo 24, con el siguiente texto:
Literal f - Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del
juez o por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención no
durará más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investigacio
nes. El juez, bajo responsabilidad, debe asumir jurisdicción dentro de las veinti
cuatro horas de la detención, realizando una audiencia de control de constitu-
cionalidad de la detención, con la presencia de los policías que han detenido y
del fiscal responsable del caso. Si en la audiencia el juez advierte que se han vul
nerado los derechos fundamentales del investigado o se le ha detenido en forma
ilegal, sin perjuicio de lo resuelto, remite copias al órgano de control del Minis
terio Público y a Inspectoría de la Policía Nacional del Perú. Sin perjuicio de la
audiencia constitucional, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado,
dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el término de la distancia.
Estos plazos no se aplican a los casos de terrorismo, espionaje, tráfico ilícito de dro
gas y a los delitos cometidos por organizaciones criminales. En tales casos, las auto
ridades policiales pueden efectuar la detención preventiva de los presuntos implica
dos por un término no mayor de quince días naturales. Deben dar cuenta al Minis
terio Público y al juez”(8).
(8) Redacción similar a la contenida en el artículo 266, numeral 4, que regula el control de legalidad de la
792 detención en la audiencia de detención judicial en flagrancia.
LA DETENCIÓN ART. 264
Literal £- Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del
juez o por las autoridades policiales en caso de flagrante delito (...) el detenido debe
ser puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro del plazo máximo de
cuarenta y ocho horas (...) En tales casos [en los delitos cometidos por organiza
ciones criminales] las autoridades policiales pueden efectuar la detención pre
ventiva de los presuntos implicados por un término no mayor de quince días
naturales (..
“18. Los parámetros legales, si bien son válidos para el enjuiciamiento de un caso con
creto en el que haya sido dispuesta la medida, sin embargo, no agotan el contenido
de dicho derecho fundamental, de modo que ni todo el plazo máximo legal es per se
razonable, ni el legislador es totalmente libre en su labor de establecer o concretar los
plazos máximos legales. Aunque no haya transcurrido todavía el plazo máximo legal,
puede lesionarse el derecho a la libertad personal si el imputado permanece en pri
sión provisional más del plazo que, atendidas las circunstancias del caso, excede de lo
razonable. Su duración debe ser tan solo la que se considere indispensable para con
seguir la finalidad con la que se ha decretado la prisión preventiva; por lo tanto, si la
medida ya no cumple los fines que le son propios, es preciso revocarla de inmediato”.
“5. El Juez Penal, en estos casos, está especialmente facultado para adoptar las siguien
tes medidas:
6. Dentro del plazo de detención determinado por el Juez, el Fiscal decide si ordena
la libertad del detenido o si, comunicando al Juez de la Investigación Preparatoria
la continuación de las investigaciones, solicita la prisión preventiva u otra medida
alternativa.
7. Al requerir el Fiscal en los casos señalados en los incisos anteriores la prisión pre
ventiva del imputado, la detención se mantiene hasta la realización de la audien
cia en el plazo de cuarenta y ocho horas”.
BIBLIOGRAFÍA
ARAYA VEGA, Alfredo (2017). “Flagrancia delictiva y actuaciones policiales”. En: Actualidad Penal. Tomo
33. Lima: Instituto Pacífico; ATIENZA, Manuel. El Derecho como argumentación. Citado por GALVEZ VILLE
GAS, Tomás y ROJAS LEON, Ricardo César (2017). Derecho Penal. Parte especial. Lima: Jurista Editores;
CADAVID BOTERO, Mario (2016). “Rol de la fiscalía en el nuevo Código Procesal Penal y en el pro
ceso inmediato”. En: Primer Congreso Internacional: la Exégesis del Decreto Legislativo N° 1194 y su aplicación en
América Latina. Recuperado de: http://bit.ly/2cVbqlR.; MENDOZA AYMA, Francisco Celis (2017). “Pro
ceso inmediato: audiencia de control de legalidad de la detención en flagrancia delictiva”. En: Actualidad
Penal. Tomo 33. Lima: Instituto Pacífico; PEREIRA MENAUT, Antonio (2006). Lecciones de teoría constitu
cional. Madrid: Colex; PEREIRA MENAUT, Antonio (2011). En defensa de la Constitución. Lima: Palestra.
794
Artículo 265.- Detención preliminar incomunicada
1. Detenida una persona por los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de
drogas, o por un delito sancionado con pena superior a los seis años, el fiscal podrá
solicitar al juez de la investigación preparatoria que decrete su incomunicación,
siempre que resulte indispensable para el esclarecimiento de los hechos investigados
y por un plazo no mayor de diez días, siempre que no exceda el de la duración de
la detención. El juez deberá pronunciarse inmediatamente y sin trámite alguno
sobre la misma, mediante resolución motivada.
2. La incomunicación no impide las conferencias en privado entre el abogado defensor
y el detenido, las que no requieren autorización previa ni podrán ser prohibidas.
Concordancias:
C: arts. 1,2 inc. 24 lit. g; CPP: arts. IX, 80 al 85; CP: arts. 296 al 303, 331; LOPJ: arts. 7,284; D.L. N° 25415:
arts. 1 al 6, 8 al 12.
I. Naturaleza jurídica
La incomunicación del detenido tiene la naturaleza jurídica de una medida cautelar
accesoria a la detención preliminar. Es decir, no puede decretarse de manera autónoma,
sino únicamente dentro de la aplicación o ejecución de la detención preliminar judicial®.
Como toda medida cautelar, debe tener un peligro procesal y una apariencia del derecho.
Castañeda Otsu indica que la incomunicación es la medida más grave luego de decre
tada la detención preliminar®.
Literal g.- Nadie puede ser incomunicado sino en caso indispensable para el esclare
cimiento de un delito, y en la forma y por el tiempo previstos por la ley. La autoridad
(1) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 167-168.
(2) CASTAÑEDA OTSU, Susana (2006). “El derecho a no ser incomunicado”. En: La Constitución comentada.
Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, p. 297. 795
ART. 265 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
está obligada bajo responsabilidad a señalar, sin dilación y por escrito, el lugar donde
se halla la persona detenida”.
Además, el detenido podrá leer libros, diarios, revistas y escuchar noticias de libre
circulación y difusión, así como, recibirá sin obstáculos la ración alimenticia que le es
enviada, conforme al artículo 281 del CPP, aplicado extensivamente a la detención preli
minar incomunicada, porque favorece el ejercicio del derecho fundamental a la informa
ción en virtud del inciso 3 del artículo VII del CPP.
El incomunicado puede realizar actos civiles que no perjudiquen los fines cautela
res como lo establece el artículo 214 del Código Procesal Penal Modelo para Iberoamé
rica (CPPMI).
El peligro debe ser acreditado. Es decir, debe existir la certeza, verosimilitud, vera
cidad respecto de la posibilidad de que el detenido pueda obstaculizar la averiguación de
la verdad, como expresión del peligro procesal, que tendrá como consecuencia, la imposi
ción de la medida cautelar personal de detención judicial incomunicada.
(3) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor (2015). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 445. SÁN
CHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 344. DEL RIO LABARTHE, Gon
zalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 234.
(4) Disponible en: <http://del.rae.es/?id=QpTjpsO>.
(5) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). "La privación de la libertad personal en el proceso penal y en el Dere
cho Internacional de los derechos humanos". En: Prisión preventiva. Lima: Instituto Pacífico, p. 136.
796 (6) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Ob. cit., p. 221.
LA DETENCIÓN ART. 265
En dicho sentido, Miranda Aburto expresa que el peligro de obstaculizar debe ser
analizado en cada caso y no de forma genérica(7). Villegas Paiva sostiene que el imputado
debe tener la capacidad de lesionar los elementos de prueba(8). Es decir, se tiene que acredi
tar el peligro de entorpecimiento que genera el detenido en particular. Bovino señala que
la acreditación es difícil por tratarse de un hecho futuro e incierto(9).
Para acreditar el peligro de obstaculización el artículo 270 del CPP establece tres
criterios. Dichos supuestos, si bien se encuentran en el Título III, que regula la medida
cautelar de prisión preventiva, sin embargo, pueden ser aplicados a la medida cautelar de
detención judicial incomunicada, regulada en el Título II.
El primero de los criterios para determinar que existe el verdadero peligro de que el
agente obstaculice la averiguación de la verdad, como peligro procesal que fundamente la
detención judicial incomunicada, es la destrucción que haya o pretenda realizar el impu
tado sobre las fuentes de prueba.
Del Río Labarthe indica que hubiera sido mejor que el inciso 1 del artículo 270 del
CPP utilice el término “fuentes de prueba” en lugar de “elementos de prueba”, atendiendo
a que es en la etapa inicial de la investigación donde usualmente se requieren las medidas
cautelares personalesÍI0).
Peña Cabrera indica que la destrucción puede ser de la vida de las personas; por ejem
plo, cuando un imputado busque eliminar a su coimputado como fuente de prueba(11\ en
razón de que este pretendía acogerse a los beneficios de la confesión sincera, colaboración
eficaz o terminación anticipada.
(7) MIRANDA ABURTO, Eider (2014). Prisión preventiva, comparecencia restringida y arresto domiciliario. Lima:
Gaceta Jurídica, p. 109.
(8) VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2016). Límites a la detención y prisión preventiva. Cuestionamiento a la priva
ción arbitraria de la libertad personal en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica.
(9) BOVINO, Alberto (2015). “Aportas. Sombras y ficciones en la justificación del encarcelamiento preventivo”.
En: Prisión preventiva. Lima: Instituto Pacífico, p. 98.
(10) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Ob. cit., pp. 222-223.
(11) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2013). “La prisión preventiva en el marco de la política criminal de
seguridad ciudadana”. En: Las medidas cautelares en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 22. 797
ART. 265 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Sánchez Ponce señala que la destrucción de fuentes probatorias puede ser de docu
mentos o datos, citando el ejemplo de un delito informático, en el que los conocimientos
especializados del imputado colocan en riesgo la integridad de los elementos de prueba0 2),
pues puede eliminarlos.
2. Destrucción de testimonios
3. Intimidación de magistrados
Como se advierte, este criterio no resguarda a las personas que van a dar testimo
nio en juicio, sino que busca proteger la vida o integridad del policía, fiscal, juez, perso
nal administrativo u otros actores claves de la justicia, teniendo en cuenta la naturaleza
del delito y la repercusión de la condena en otras personas, pero no de amenazas vagas o
(12) SÁNCHEZ PONCE, Lyceth Luisa Flor (2013). “La prisión preventiva: instrumento de la eficacia del proceso y
el rol pasivo del imputado”. En: Las medidas cautelares en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 214,
(13) Disponible en: <http://deI.rae.es/?id=LXkg9ir>.
(14) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2015). “La prisión preventiva: una década después". En: Prisión preventiva.
798 Lima: Instituto Pacífico, p. 196.
LA DETENCIÓN ART. 265
meros insultos051, sino de una posible y real violencia que provenga del imputado o terce
ros vinculados a él.
Cáceres Juica indica, por ejemplo, que este peligro procesal se puede presentar en
los delitos de asociación ilícita, tráfico ilícito de drogas, lavado de activos, secuestro, robo
agravado061, corrupción de funcionarios, etc. En consecuencia, no sería necesario crear
otro criterio de peligro procesal para la amenaza a jueces y fiscales, como concluye Cam
pos Hidalgo071.
2. Proporcionalidad temporal:
duración de la detención preliminar incomunicada
(15) SÁNCHEZ PONCE, Lyceth Luisa Flor (2013). Ob. cit., p. 214.
(16) CÁCERES JULCA, Roberto (2015). “La cesación de la prisión preventiva”. En: Prisión preventiva. Lima:
Instituto Pacífico, pp. 248-249.
(17) CAMPOS HIDALGO, Faviola (2013). “¿Cómo y cuándo solicitar prisión preventiva?: un enfoque fiscal a la
luz de las últimas modificaciones de la Ley N° 30076”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 54. Lima:
Gaceta Jurídica, pp. 39-52.
(18) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Ob. cit., p. 168.
(19) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Ob. cit., p. 236.
(20) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). Ob. cit., p. 335.
(21) Véase: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/detencion-en-regimen-de-inco-
municacion-lo-que-los-ojos-no-ven/. Citada por ARBULÚ MARTINEZ, Víctor (2015). Ob. cit., p. 445.
(22) ARBULÚ MARTINEZ, Víctor (2015). Ob. cit., p. 457. 799
ART. 265 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
La fiscalía puede tener una hipótesis que el abogado no está siguiendo una conducta
neutra, sino que es parte de la actividad criminal, lo que debe ser claramente identificado
con evidencia para que el juez evite el contacto entre el incomunicado con esta persona
que ya no sería abogado, sino sospechoso de vinculación criminal. Como este es un tema
sensible ya que está de por medio el derecho de defensa, se deben tener datos objetivos
para incorporar a este abogado en la investigación. Si esto no es así se debe privilegiar la
comunicación cliente-abogado(25).
BIBLIOGRAFÍA
ARBULÚ MARTINEZ, Víctor (2015). Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica; BOVINO,
Alberto (2015). “Aporías. Sombras y ficciones en la justificación del encarcelamiento preventivo”. En: Pri
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y cuándo solicitar prisión preventiva?: un enfoque fiscal a la luz de las últimas modificaciones de la Ley
N° 30076”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 54. Lima: Gaceta Jurídica; CASTAÑEDA OTSU,
Susana (2006). “El derecho a no ser incomunicado”. En: La Constitución Comentada. Tomo I. Lima: Gaceta
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alternativas. Lima: Instituto Pacífico; MIRANDA ABURTO, Eider (2014). Prisión preventiva, comparecen
cia restringida y arresto domiciliario. Lima: Gaceta Jurídica; ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Pro
cesal Penal Peruano. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2013). “La pri
sión preventiva en el marco de la política criminal de seguridad ciudadana”. En: Las medidas cautelares en el
proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). “La privación de la libertad
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GAS PAIVA, Elky Alexander (2016). Límites a la detención y prisión preventiva. Cuestionamiento a la privación
arbitraria de la libertad personal en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica.
(23) Caso Suárez Rosero contra Ecuador. Sentencia de fondo, fundamento jurídico 51. Citado por: CASTAÑEDA
OTSU, Susana (2006). Ob. cit, p. 302.
(24) Véase: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/detencion-en-regimen-de- inco-
municacion-lo-que-los-ojos-no-ven/. Citada por ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor (2015). Ob. cit., p. 445.
800 (25) ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor (2015). Ob. cit., p. 455.
Artículo 266.- Detención judicial en caso de flagrancia^
1. El fiscal puede requerir al juez de la investigación preparatoria dentro de las doce
(12) horas de producida la detención efectiva por la Policía Nacional, la emisión
del mandato de detención judicial hasta por un máximo de siete (7) días, cuando
por las circunstancias del caso, se desprenda cierta posibilidad de fuga u obstaculi
zación de la averiguación de la verdad. En los delitos cometidos por organizaciones
criminales la detención judicial por flagrancia puede durar hasta un plazo máximo
de diez (10) días.
2. El juez, antes del vencimiento de las veinticuatro (24) horas de la detención, realiza
la audiencia de carácter inaplazable con asistencia obligatoria del fiscal, el imputado
y su abogado defensor. El fiscal dispone el traslado del imputado a la audiencia,
bajo custodia de la Policía Nacional. Rigen los numerales 1, 3 y 6 del artículo 85.
3. Instalada la audiencia y escuchados a los sujetos procesales, eljuez debe pronunciarse
mediante resolución motivada sobre la legalidad de la detención del imputado con
forme al artículo 259, sobre el cumplimiento de los derechos contenidos en el numeral
2 del artículo 71 y finalmente sobre la necesidad de dictar la detención judicial,
teniendo a la vista las actuaciones proporcionadas por el Ministerio Público.
4. Si en la audiencia, el juez advierte que se ha vulnerado los derechos fundamenta
les del investigado o se le ha detenido en forma ilegal, sin perjuicio de lo resuelto,
remite copias al órgano de control del Ministerio Público y a Inspectoría de la Policía
Nacional del Perú.
5. Dentro del plazo de detención judicial, se pone al detenido a disposición deljuez de
investigación preparatoria para determinar si dicta mandato de prisión preventiva
o comparecencia, simple o restrictiva.
6. Si el juez declara improcedente el requerimiento de detención judicial, el fiscal,
vencido el plazo de detención policial, dispone lo que corresponda.
7. El presente artículo no es aplicable para los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico
ilícito de drogas.
Concordancias:
CPP: arts. 286, 287, 291; CP: arts. 296 al 303, 331; D.L. N° 25475: arts. 1 al 6, 8 al 12.
I. Introducción
Es evidente que la nueva regulación del artículo 266 del Código Procesal Penal de
2004 está relacionada con el literal a) del inciso 1 del artículo 446, que establece que: “El
fiscal debe solicitar la incoación del proceso inmediato, bajo responsabilidad, cuando
(...) a) El imputado ha sido sorprendido y detenido en flagrante delito en cualquiera de
los supuestos del artículo 259 (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30-12-2016.
80:
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Al principio, fueron varias las críticas por parte de la doctrina(5), sin embargo, en la
práctica el proceso inmediato demostró resultados tangibles muy positivos para el servi-
(1) BAZALAR PAZ, Víctor Manuel (2015b). "La prisión preventiva dentro del turno fiscal: Una herramienta
constitucional dentro del nuevo Código Procesal Penal”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 75. Lima:
Gaceta Jurídica, pp. 257-286.
(2) BAZALAR PAZ, Víctor Manuel (2016b). "La detención policial por flagrancia delictiva”. En: Gaceta Penal &
Procesal Penal. Tomo 83. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 245-277.
(3) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). “Estudio introductorio”. En: El nuevo proceso penal inmediato. Lima: Gaceta Jurí
dica, pp. 13-14. Cita las sentencias del Tribunal Constitucional N° 1923-2006-HC/TC (f. j.5), N° 5451-2005-
HC/TC, Lima (fundamento jurídico 5), N° 2617-2006-HC/TC (fundamento jurídico 5), N° 6142-2006-HC/TC
(fundamentos jurídicos 4 y 6). PAZ PANDURO, Moisés (2010). “Seguridad ciudadana versus vulneración de
garantías constitucionales. A propósito de la Ley N° 29569”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima:
Gaceta Jurídica, pp. 46-55. Cita las siguientes sentencias del Tribunal Constitucional: STC Exp. N°s 1958-
2008-PHC, 5423-2008-PHCy 1871-2009-PHC.
(4) Para mayor detalle véase: BAZALAR PAZ, Víctor Manuel (2017). “Análisis a la Casación 842-2016-Sullana.
La primera sobre proceso inmediato y flagrancia”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 94. Lima: Gaceta
Jurídica, pp. 69-77.
(5) En dicho sentido, nuestras críticas al proceso inmediato las sustentamos en: BAZALAR PAZ, Víctor Manuel
(2015a). “El proceso inmediato según el Decreto Legislativo N° 1194: especial referencia a la omisión a la
802 asistencia familiar”. En: Actualidad Penal. Tomo 16. Lima: Instituto Pacífico, pp. 34-69. De la misma posición
LA DETENCIÓN ART. 266
En tercer lugar, frente al problema probatorio que sucedía cuando, a pesar de la deten
ción policial en flagrancia -en algunos casos, dentro de las 24 horas- no era posible reca
bar todos los elementos de convicción necesarios para arribar a una sentencia condenato
ria dentro de un proceso inmediato; se postularon varias soluciones, desde aquellas que
proponían ampliar el plazo de la detención policial hasta aquellas que plantean la incons-
titucionalidad del proceso inmediato.
La finalidad era permitir que los órganos encargados de la persecución penal -poli
cía y Ministerio Público- puedan recabar todos los elementos de convicción necesarios
para arribar a una imputación con prueba suficiente, sin perjuicio de la correspondiente
responsabilidad funcional en caso de que se extralimiten y vulneren alguno de los dere
chos fundamentales del detenido.
Debe destacarse la labor de los policías y fiscales que durante su turno no tienen des
canso alguno, incluso, aunque parezca exagerado, a veces no duermen ni comen, pues tie
nen solo 24 horas para decidir el futuro de un ser humano detenido y de las víctimas que
exigen justicia.
son: REYNA ALFARO, Luis Miguel y HURTADO HUAILLA, Ana Cecilia (2015). “El proceso inmediato:
valoraciones político-criminales e implicancias forenses del D.Leg. N° 1194”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Tomo 76. Lima: Gaceta Jurídica, p. 13. VÁSQUEZ GANOZA, Carlos Zoé (2015). “La nueva configuración
del proceso inmediato: supuestos, incoacción y juzgamiento” En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 76. Lima:
Gaceta Jurídica, pp. 31-33. SALAS ARENAS, Jorge Luis (2016). “Reflexiones sobre el proceso inmediato en
flagrancia y otros supuestos en aplicación del Decreto Legislativo N° 1194”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Tomo 79. Lima: Gaceta Jurídica, p. 172. NÚÑEZ NÚÑEZ, Carlos Enrique (2016). “Evolución jurídica de la
flagrancia dentro del proceso inmediato en Costa Rica”. En: Primer Congreso Internacional, la exégesis del Decreto
Legislativo N° 1194 y su aplicación en América Latina. Recuperado de: <http://bit.ly/2cW7AZ8>. MENESES
GONZALES, Bonifacio (2016). “Trámite del proceso inmediato según el Decreto Legislativo N° 1194 y los
protocolos de actuación”. En: Primer Congreso Internacional, la exégesis del Decreto Legislativo 1194 y su aplicación
en América Latina. Recuperado de: <http://bit.ly/2cVbqlR>.
(6) BAZALAR PAZ, Víctor Manuel (2016a). “Análisis al Acuerdo Plenario Extraordinario N° 2-20016: Proceso
inmediato reformado". En: Proceso inmediato. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 433-435. 803
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Literal f.- Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del
juez o por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención
no durará más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las investi
gaciones y, en todo caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado
correspondiente, dentro del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el tér
mino de la distancia.
Ello exigía que el fiscal en solo 24 horas preserve dos derechos fundamentales que,
por ser básicos para la convivencia en una sociedad humana, son constantemente evalua
dos por la sociedad, a saber: la tutela jurisdiccional efectiva que reclaman la sociedad y la
víctima frente al delito, y el respeto al derecho a la libertad personal ambulatoria y dere
cho de defensa del detenido.
Inicialmente, la idea de tener 48 horas detenida a una persona por la sola detención
policial no deja de ser tentadora para quienes perseguimos el delito, pues, los persecutores
tendríamos más tiempo para recabar todos los elementos de convicción necesarios para
lograr una imputación sólida en los tribunales.
Incluso, lo más tentador parece ser la posibilidad de no tener que llegar a una audien
cia judicial para ganar el caso, pues dentro de las 48 horas el detenido y su defensa pue
den doblegarse y acogerse a alguno de los mecanismos de simplificación procesal que les
ofrece el sistema y así concluir rápido la investigación y descongestionar el sobrecargado
804 sistema de justicia.
LA DETENCIÓN ART. 266
Visto de este modo, a los argumentos a favor de las 48 horas de la detención poli
cial sin control judicial alguno no les faltará razones prácticas de eficiencia y eficacia, sin
embargo, debemos preguntarnos si sobre el detenido podemos experimentar medidas prác
ticas de gestión, a fin de solucionar el caos del sistema de justicia. La respuesta, al menos,
pasa por considerar si el detenido en flagrancia es un medio que el sistema puede utilizar
para lograr el fin de la eficacia judicial en el corto plazo o no.
En conclusión, queda claro que las reformas destinadas a ampliar los supuestos y
los plazos de la detención policial por flagrancia se dan en el marco de la reforma proce
sal penal que tiene por finalidad que la víctima y la sociedad vean realizados sus derechos
fundamentales a la tutela jurisdiccional efectiva y a la verdad, con la emisión de una sen
tencia condenatoria. Entonces, de este modo, se restablezca la paz alterada por el delito y
que se resocialice al delincuente y elimine la impunidad.
Es pertinente precisar que, si bien el inciso 1 del artículo 266 del CPP, establece que:
“El fiscal puede requerir al juez de la investigación preparatoria dentro de las doce (12)
horas de producida la detención sin embargo, con la reforma constitucional del
literal f) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución, este artículo debe ser modificado
en el sentido de que al haberse modificado el plazo máximo de la detención policial de 24
a 48 ahora mientras que, hoy en día, el fiscal debería poder requerir la detención judicial,
en casos de flagrancia hasta por siete días, dentro de las 24 horas de producida la deten
ción policial. La modificación es necesaria pues está prohibida la interpretación extensiva
cuando se restringe derechos de conformidad con el numeral 3 del artículo VII del CPP.
805
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Finalmente, si bien el inciso 1 del artículo 266 del Código Procesal Penal de 2004,
establece que: “(...) En los delitos cometidos por organizaciones criminales la deten
ción judicial por flagrancia puede durar hasta un plazo máximo de diez (10) días”, sin
embargo, dicho plazo máximo ha sido modificado por la reforma constitucional del lite
ral f) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Política, que establece que la deten
ción judicial en los delitos cometidos por organizaciones criminales puede durar un plazo
máximo de quince días.
Inciso 2- El juez, antes del vencimiento de las veinticuatro (24) horas de la deten
ción, realiza la audiencia de carácter inaplazable con asistencia obligatoria del Fis
cal, el imputado y su abogado defensor. El Fiscal dispone el traslado del imputado a
la audiencia, bajo custodia de la Policía Nacional. Rigen los numerales 1, 3 y 6 del
artículo 85.
Inciso 3.- Instalada la audiencia y escuchados a los sujetos procesales, el juez debe
pronunciarse mediante resolución motivada sobre la legalidad de la detención del
imputado conforme al artículo 259 (...) teniendo a la vista las actuaciones propor
cionadas por el Ministerio Público (...)” (el resaltado es nuestro).
El inciso 3 del artículo 266 del CPP establece que el juez, antes de pronunciarse sobre
la procedencia de la detención judicial por siete días, debe verificar el respeto al derecho
fundamental a la libertad personal ambulatoria, es decir, debe constatar que la detención
policial se haya en flagrancia, conforme a alguno de los supuestos regulados en el artículo
259 del CPP.
La detención policial por flagrancia delictiva es una institución del Derecho Proce
sal Penal que tiene la naturaleza de una medida cautelar personal y que, en palabras sen
cillas, consiste en que la Policía prive de la libertad a una persona, deteniéndola, a pesar de
que no se le ha sometido a audiencia judicial alguna y no existe mandato judicial para su
detención(7), siendo el único fundamento de la detención que sobre esa persona hay fuer
tes indicios que indican que acaba de cometer un delito.
Como toda medida cautelar, tiene un fundamento sustantivo, apariencia del buen
derecho o fumus bonis inris, constituido por el hecho de que el agente ha sido encontrado
con un fuerte vínculo que lo sindica como responsable del hecho delictivo, lo que se conoce
como flagrancia. En dicho sentido, el Acuerdo Plenario Extraordinario N° 2-2016 (fun
damento jurídico 8, A) establece que “las notas sustantivas que distinguen la flagrancia
(7) Según el principio de jurisdiccionalidad que rige las medidas cautelares, recogido en el inciso III del artículo
IV del CPP, estas solo pueden ser ordenadas por la autoridad judicial dada la especial afectación de los dere
chos de la persona a quien está dirigida la medida cautelar, se reserva al juez la potestad de disponerla. Sin
embargo, se encuentran previstas algunas excepciones a la regla de la jurisdiccionalidad, como en los casos de
detención policial por flagrante delito o en los casos de exhibición e incautación de bienes, atribución otorgada
806 también al fiscal o a la propia policía, conforme a lo previsto en el artículo 316 del CPP.
LA DETENCIÓN ART. 266
son: (a) la inmediatez temporal y (b) la inmediatez personal”. Es decir, la apariencia del
buen derecho se concreta en la intensa relación de cercanía en el tiempo y en el espacio,
que presenta el detenido con el delito; y que configura, el primer presupuesto para que la
Policía pueda detener.
En el mismo sentido, como toda medida cautelar tiene un sustento adjetivo o peli
gro en la demora, periculum in mora o periculum libertatis, que viene a estar constituido
por los peligros que se derivan si no se detiene al encontrado en flagrancia, en dicho sen
tido, el Acuerdo Plenario Extraordinario 2-2016 (fundamento jurídico 8, A) establece que
las notas adjetivas que distinguen la flagrancia son: a) la percepción directa y efectiva y
b) la necesidad urgente de intervención policial; a dichos peligros procesales, podríamos
agregar el peligro de fuga y de obstaculización probatoria; el peligro procesal, configura
el segundo presupuesto para la medida cautelar de detención policial.
San Martín y Burgos Mariños, de manera general indican que todos los casos de
detención policial en flagrancia son casos sencillos en los que siempre se incoará proceso
inmediato(9). Por el contrario, Araya sostiene que no todos los casos de flagrancia son sen
cillos; posición que compartimos porque es más real con la riqueza de la praxis.
(8) BAZALAR PAZ, Víctor Manuel (2016b). Ob. cit., pp. 245-277. REYNA ALFARO, Luis Miguel y HUR
TADO HUAILLA, Ana Cecilia (2015). Ob. cit., pp. 16-17. VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel (2015).
“El proceso inmediato: ¿cuáles son los aportes de las modificaciones contenidas en el Decreto Legislativo N°
1194?”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 76. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 48-49. SALAS ARENAS,
Jorge Luis (2016). Ob. cit., p. 170. REÁTEGUI LOZANO, Rolando (2016). “Cuando el fiscal pierde la facul
tad de incoar y se convierte en obligación en casos de flagrancia. A propósito de la puesta en vigencia del
Decreto Legislativo N° 1194”. En: Actualidad Penal. Tomo 21. Lima: Instituto Pacífico, p. 61.
(9) En dicho sentido, no compartimos las posiciones de los siguientes juristas que sustentan que todos los casos de
detención policial en flagrancia son sencillos: SAN MARTIN CASTRO, César (2016). “El proceso inmediato
(NCPP originario y D. Leg. N° 1194”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 79. Lima: Gaceta Jurídica,
pp. 153-165. SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Instituto Peruano
de Criminología y Ciencias Penales. Centro de Altos Estudios en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, pp.
803-816. BURGOS MARINOS, Víctor Alberto Martín (2016). "Constitución en actor civil y control de acu
sación en el proceso inmediato". En: Primer Congreso Internacional, la exégesis del Decreto Legislativo N° 1194 y su
aplicación en América Latina. Recuperado de: <http://bit.ly/2cODFkb>. 807
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Cadavid Botero ha indicado que, en virtud del principio de legalidad, debe aplicarse
el supuesto de flagrancia por identificación virtual, contenido claramente en el artículo
259 del CPP. Advierte que la definición que se adopta de flagrancia no solo es la clásica
romana de inmediatez personal y temporal, sino que aquella comprende eventos captados
por cámaras de video, supuesto donde no es necesario que haya una persona mirando las
imágenes en ese mismo momento, pues bastará que la cámara esté encendida y la persona
observe ulteriormente las imágenes del delito. En estos casos, para ley peruana como la
colombiana, habrá flagrancia, aun cuando no haya inmediatez personal, al no haber una
persona observando a la otra cometer el delito. Además, conforme a la ley peruana, la Poli
cía podrá capturar al agente después de haber visto el video dentro de las 24 horas, mien
tras que en la colombiana debe hacerlo inmediatamente01).
Angulo Arana señala que el establecimiento de las 24 horas indica un límite que
siempre tendrá pros y contras, sin embargo, el hecho de que el agente hubiera huido no
elimina el que se haya producido la flagrancia (descubrimiento), que quedó configurada
cuando fue percibido y señalado sin dudas como autor del delito. La delincuencia contem
poránea debe ser combatida y los bienes jurídicos protegidos de modo razonable; en dicho
sentido, el Derecho debe adecuarse a los nuevos tiempos con nuevos conceptos adaptados
a la realidad actual y no facilitar premios que incentiven al delincuente a considerar que
el despliegue de su habilidad para escapar ofrecerá como premio la impunidad. En dicho
sentido, extender la posibilidad de la flagrancia respecto a quien ha huido es algo positivo
para la sociedad, en tanto favorece a los intereses de la investigación del delito, que en sen
tido contrario, si renunciara a la persecución le ofrecería al sospechoso tiempo y condicio
nes para ponerse a buen recaudo, eliminar pruebas y presionar testigos, a partir de la con
vicción de que las condiciones para su impunidad no le favorecen. Así pues, tal persona * *
(10) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). E/ nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 331.
(11) CADAVID BOTERO, Mario Nicolás (2016). “Rol del Fiscalía en el nuevo Código Procesal Penal y en el
Proceso Inmediato". En: Primer Congreso Internacional, la exégesis del Decreto Legislativo N° 1194 y su aplicación en
808 América Latina. Recuperado de: <http://bit.ly/2cVbqlR>.
LA DETENCIÓN ART. 266
avisada de las condiciones desfavorables que enfrenta, constituirá un desafío mayor para
los operadores, y la investigación que deban seguir será bastante compleja(12) 13.
En el Código Procesal Penal de 1991 se definió por vez primera la inmediatez tem
poral como “en el momento o momento antes”, sin embargo, dicha norma no llegó a regir;
esta decía, en su artículo 370, que se entiende que hay flagrancia cuando la persona es sor
prendida en el momento de cometer un hecho punible (flagrancia clásica) o cuando es sor
prendida con objetos, instrumentos o huellas, de los cuales aparezca fundadamente que
momentos antes ha cometido un hecho punible o participado en él (flagrancia presunta),
o cuando es perseguida por la autoridad (cuasi flagrancia), o cuando por voces de auxilio
se pide su captura (flagrancia por identificación).
(12) ANGULO ARANA, Pedro Miguel (2010). “La flagrancia delictiva y la Ley N° 29569”. En: Gaceta Penal &
Procesal Penal. Tomo 15. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 13-38.
(13) ARMENTA DEU, Teresa (2010). Lecciones de Derecho Procesal Penal. 5a edición. Madrid: Marcial Pons, p. 293.
NUNEZ NUNEZ, Carlos Enrique (2016). Ob. cit. En Costa Rica adoptan solo la flagrancia clásica.
(14) ANGULO ARANA, Pedro Miguel (2010), Ob. cit., pp. 13-38. 8l
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
(cuasi flagrancia) o cuando es sorprendido con objetos o huellas que revelan que acaba de
ejecutarlo (flagrancia presunta)”.
El artículo 259, original del CPP también establecía que la inmediatez temporal sig
nifica “actual o inmediatamente después”; esta decía que, “existe flagrancia cuando la rea
lización del hecho punible es actual y, en esa circunstancia, el autor es descubierto (fla
grancia clásica), o cuando es perseguido y capturado inmediatamente después de haber
realizado el acto punible (cuasi flagrancia) o cuando es sorprendido con objetos o huellas
que revelan que acaba de ejecutarlo (flagrancia presunta)”.
La noción de inmediatez temporal dentro de las veinticuatro horas fue objeto de una
demanda de inconstitucionalidad que originó la sentencia recaída en el Expediente N° 00012-
2008-PI/TC, de fecha 14 de julio de 2010 comprendiendo tanto al artículo 259 del CPP
(modificado por el artículo 3 del Decreto Legislativo N° 983), como al artículo 4 del
Decreto Legislativo N° 989 (que modificó al artículo 4 de la Ley N° 27934), sostenién
dose que el plazo de hasta veinticuatro horas desnaturalizaba los requisitos de la inmediatez
personal y temporal. Empero, respecto a tal tema, el Tribunal Constitucional no se llegó a
pronunciar por sustracción de la materia, porque ya se había emitido la Ley N° 29372(15).
Paz Panduro argumenta que de haber estado vigente el concepto de inmediatez tem
poral como dentro de las veinticuatro horas, la opinión del Tribunal, en razón de su reite
rada jurisprudencia al respecto(16), probablemente, hubiese sido declarar la inconstitucio
nalidad de las normas que conceptualizaban a la flagrancia en un plazo de veinticuatro
horas; sin embargo, el Tribunal no se pronunció en su parte resolutiva sobre el particular
porque, a la fecha en que resolvió, ya se había solucionado el problema de inconstitucio
nalidad mediante la emisión de la Ley N° 29372(17).
(15) ANGULO ARANA, Pedro Miguel (2010). Ob. cit., pp. 13-38.
(16) Cfr. STC Expediente N° 1958-2008-PHC, N° 5423-2008-PHC o N° 1871-2009-PHC.
(17) PAZ PANDURO, Moisés (2010). Ob. cit., pp. 46-55. 811
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Este tipo de flagrancia tiene como característica principal, a diferencia de los anterio
res, que el agente fue descubierto e identificado durante la comisión del delito o después,
sin embargo, logró huir, pero dentro de las 24 horas ha sido capturado(18).
La detención en flagrancia presunta está regulada en el inciso 4 del artículo 259 del
CPP conocida también como ficta, evidencial o inferida, cuyo sustento físico es la eviden
cia material con la cual es detenido el agente, esto es: “Existe flagrancia cuando: (...) 4.
El agente es encontrado dentro de las veinticuatro (24) horas después de la perpetración
del delito con efectos o instrumentos procedentes de aquel o que hubieren sido empleados
para cometerlo o con señales en sí mismo o en su vestido que indiquen su probable auto
ría o participación en el hecho delictuoso”.
Rosas Yataco indica que la detención por flagrancia presunta se presenta cuando el
autor es detenido por tener objetos (armas, vehículos, botín, fluidos corporales) o huellas
(heridas, marcas) del delito(19).
Ocurre, en este caso, que el agente no fue descubierto durante la comisión del delito
(flagrancia clásica) o después de su realización (cuasiflagrancia) o ha sido reconocido por
ser humano (flagrancia por identificación) o máquina (flagrancia virtual), por el contra
rio, el agente huyó del lugar de los hechos sin ser reconocido, y además, logró ponerse a
salvo, pero tiene en su posesión elementos físicos del delito que lo vinculan intensamente
con el mismo.
Angulo indica que la detención del agente obedece a una situación objetiva y externa
que lo vincula intensamente con el delito, ocurriendo que se le encuentra con efectos, ins
trumentos o medios vinculados al hecho, o signos que lo implica; por ejemplo, tiene en su
poder los objetos sustraídos, tales como dinero, joyas u otros bienes; o tiene en su poder,
los instrumentos de la realización del ilícito, tales como cuchillo, pistola, pieza de madera
o palo, “pata de cabra”, desarmador, alicate, cincel, llaves maestras, etc.; o tiene sobre su
cuerpo o en su vestido, señales de su autoría o participación, tales como manchas de san
gre en la ropa, los nudillos hinchados, las uñas rotas, la ropa sucia y/o rota, con signos de
violencia, heridas o cortes, no explicables de otro modo que por un enfrentamiento cuerpo
a cuerpo, huellas de sangre en el domicilio visibles externamente o en la zona de su inter
vención; signos de violencia en su vehículo, tales como manchas de sangre, cabellos huma
nos, desarreglo, objetos rotos o simplemente que den la idea de haber sido sustraídos hace
poco, entre otras situaciones(20).
Laurence Chunga expone que se trata de una “sospecha de flagrancia, que impone la
necesidad de razonar, de elaborar una presunción”, con lo que, nos encontramos ante una
construcción intelectiva que no necesariamente corresponde a la realidad, sino que más
parece pertenecer a las denominadas ficciones jurídicas(22).
Paz Panduro señala que el legislador se ha decidido por distorsionar el real conte
nido del concepto de “flagrancia”, creando la denominada “flagrancia ficta” o “flagran
cia presunta”, que autoriza a detener a cualquier persona dentro de las 24 horas después.
Indica el autor que no todos los miembros de las fuerzas policiales se caracterizan por su
apego irrestricto al respeto de los derechos humanos; algunos, al contrario, en un afán
por conseguir eficazmente una supuesta “justicia”, vulneran los derechos fundamenta
les de los intervenidos; realidad que, incluso, es anterior a la puesta en vigencia de la Ley
N° 29569. Más aún si tomamos en cuenta los prejuicios policiales y criterios subjetivos
respecto a quiénes son “sospechosos” o “potenciales delincuentes”: ciudadanos con cier
tas características raciales, o de determinado origen o condición social, estudiantes de las
(20) ANGULO ARANA, Pedro Miguel (2010). Ob. cit., pp. 13-38.
(21) CÁCERES JULCA, Roberto (2009). “La detención policial”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 7. Lima:
Gaceta Jurídica, pp. 244-251.
(22) CHUNGA HIDALGO, Laurence (2010). “Los vaivenes de la flagrancia delictiva a propósito de su ampliación
mediante la Ley N° 29569”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 39-45. 81;
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
(...)
El inciso 3 del artículo 266 del CPP establece que el juez debe verificar el respeto al
derecho fundamental a la defensa contenido en el inciso 14 del artículo 139 de la Cons
titución, que establece su contenido, alcance y significación: “Son principios y derechos
de la función jurisdiccional: (...) El principio de no ser privado del derecho de defensa en
ningún estado del proceso. Toda persona será informada inmediatamente y por escrito de
la causa o las razones de su detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con
un defensor de su elección y a ser asesorada por este desde que es citada o detenida por
cualquier autoridad”.
2. Los jueces, los fiscales o la Policía Nacional deben hacer saber al imputado de
manera inmediata y comprensible, que tiene derecho a:
c) Ser asistido desde los actos iniciales de investigación por un abogado defensor;
(25) REYNA ALFARO, Luis y RUIZ BALTAZAR, Carmen (2013). “La libertad de declaración y el derecho a no
autoincriminarse. Contenido esencial y problemas prácticos fundamentales” En: Principios fundamentales del
nuevo proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 213. 815
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
puede ser obligado o inducido a declarar o a reconocer culpabilidad contra sí mismo, con
tra su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de
afinidad”.
El desarrollo de este principio fundamental, son las directrices que rodean la declara
ción del imputado en el proceso penal. En dicho sentido, inciso 2 del artículo 71 del CPP
establece: “Derechos del imputado.- 2. Los jueces, los fiscales o la Policía Nacional deben
hacer saber al imputado de manera inmediata y comprensible, que tiene derecho a: (...) d)
Abstenerse de declarar (...)”(26).
Asimismo, el inciso 2 del artículo 87 del CPP regula las “Instrucciones preliminares.-
(...) Se le advertirá [al imputado] que tiene derecho a abstenerse de declarar y que esa deci
sión no podrá ser utilizada en su perjuicio (...)”; por su parte, el inciso 4 señala que solo
se podrá exhortar al imputado a que responda “con claridad y precisión” a las preguntas
que se le haga, es decir, no se le puede tomar juramento o promesa de decir la verdad, ni
tampoco exhortársele a responder con la verdad.
Sin embargo, se debe precisar que si bien por la sensibilidad humanitaria no se cas
tiga en sí misma la declaración falsa, no puede entenderse de ello, la generación de un dere
cho a mentir, puesto que, tal accionar en ningún caso deja de ser lesivo a los fines concre
tos del Derecho Procesal Penal(28). En dicho sentido, si bien el investigado tiene derechos
y garantías en el proceso, no está habilitado para jugar con el Sistema Procesal Penal(29).
En efecto, si los fines del proceso penal son la averiguación de la verdad y la aplica
ción del Derecho Penal sustantivo, la mentira del imputado es antijurídica, más aún, si el
Sistema Procesal Penal le ofrece al imputado espacio suficiente para abstenerse de declarar
o ejercer una amplia defensa, bajo el principio de la buena fe procesal.
Parte de la doctrina considera que no es posible dar lectura en juicio a las declara
ciones autoinculpatorias brindadas por el imputado en sede de investigación cuando este
decide guardar silencio en juicio, o cuando en el mismo decide cambiar de versión dando
una declaración exculpatoria (derecho a mentir), por cuanto, en juicio el derecho funda
mental al silencio y el derecho a mentir, respectivamente, y en definitiva, el derecho a la
no autoincriminación, han de primar(32); sin embargo, además de la posición legal asumida
por el artículo 376 del CPP, que sí permite la lectura de la declaración autoinculpatoria
en juicio cuando se guarda silencio, soy de la posición que así el imputado decida declarar
en juicio, su declaración en sede de investigación sí puede ser leída y valorada en el juicio,
siempre que ha sido recogida con todas las garantías constitucionales, esto es, con la pre
sencia del fiscal y de su abogado defensor.
(30) MITTERMAIER, C.J.A. (2004). Tratado de la prueba en material criminal. Madrid.: Reus, p. 257.
(31) MAIER, Julio (2011). Derecho Procesal Penal. Tomo III. Buenos Aires: Editores del Puerto, p. 162.
(32) ASENCIO GALLEGO. José María (2015). “El derecho al silencio del imputado”. En: Gaceta Penal & Procesal
Penal. Tomo 77. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 309-325. 81
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En tal sentido, el segundo párrafo del artículo 368 del Código Penal, sanciona a
aquel que desobedece la orden de realizarse un análisis de sangre o de otros fluidos corpo
rales que tenga por finalidad determinar el nivel, porcentaje o ingesta de alcohol, drogas
tóxicas estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, con una pena privativa de la
libertad no menor de cuatro ni mayor de siete años o prestación de servicios comunitarios
de setenta a ciento cuarenta jornadas.
Con respecto a la idoneidad, si la medida cautelar tiene como finalidad evitar la fuga
u obstaculización probatoria que podría realizar el detenido, no hay problema en aceptar
que con detención judicial se cumple en gran medida dicha finalidad; y aunque, la rea
lidad nos demuestra que no siempre asegurará la eficacia de la justicia, se entiende que sí
la asegura en buena medida, de modo que en uno u otro caso puede considerarse que la
medida cautelar, siempre será idónea para la consecución del fin.
El inciso 4 del artículo 266 del CPP establece que si el juez advierte que al detenido
se le ha vulnerado sus derechos fundamentales, sea al momento de su detención o durante
el tiempo que ha estado en la comisaría, remitirá copias a control interno del Ministerio
Público y a inspectoría de la Policía Nacional del Perú.
La detención policial por flagrancia solo dura 24 horas, a cuyo término el fiscal deberá
decidir si ordena la libertad del detenido o requiere la imposición de una medida cautelar,
como prisión preventiva o detención judicial por 7 días.
La Policía detiene frente a hecho jurídico que tiene la apariencia de delito(37). Recuér
dese que el policía no es abogado, por lo cual su capacidad para calificar un hecho jurídico
dentro de un tipo penal es limitada.
(35) VILLEGAS PAIVA, Elky (2016). Límites a la detención y prisión preventiva. Cuestionamiento a la privación arbitra
ria de la libertad personal en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 246.
(36) BURGOS MARIÑOS, Víctor Alberto Martín (2016). Ob. cit.
(37) ANGULO ARANA, Pedro (2010). “La actividad policial en el nuevo Código Procesal Penal”. En: Gaceta Penal
& Procesal Penal. Tomo 10. Lima: Gaceta Jurídica. 819
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En consecuencia, al policía que realiza la detención solo se le puede exigir que advierta
la existencia de un indicio que vincule a la persona con un hecho presuntamente delic
tivo, indicando la norma penal (tipicidad) y verificando que no haya causas de justifica
ción (antijuricidad).
Por esta limitación de capacidad jurídica, el agente policial que detenga por flagrancia,
inmediatamente, tiene la obligación de comunicarse por la vía más inmediata (v. gr. por
teléfono celular), según el inciso 1 del artículo 263 e inciso 3 del artículo 132 del CPP(38),
con el fiscal penal de turno, pues cada segundo es vital cuando hay un ser humano dete
nido, y otro como agraviado, y solo hay 48 horas para resolver.
Será el fiscal quien, desde el primer segundo que la persona está detenida, tendrá
solo 48 horas(41) para establecer, en primer lugar, si la detención policial es constitucio
nal. En segundo lugar, deberá calificar si el hecho imputado tiene o no relevancia penal,
para realizar las diligencias urgentes de investigación(42) y recabar los elementos de convic
ción, tanto de cargo como descargo(43). En tercer lugar, si concurren los presupuestos del
(38) El inciso 1 del artículo 263 del CPP establece que: “1. La Policía que ha efectuado la detención en flagrante
delito o en los casos de arresto ciudadano, informará al detenido el delito que se le atribuye y comunicará
inmediatamente el hecho al Ministerio Público (...)”. El artículo 132 del CPP, sobre comunicación entre auto
ridades, establece que “(...) 3. En caso de urgencia se utilizará fax, telegrama o correo electrónico y, eventual
mente, podrá adelantarse telefónicamente el contenido del requerimiento para que se comience a tramitar la
diligencia, sin perjuicio de la remisión posterior del mandamiento escrito”.
(39) AMESCUA, Anaís (2016). “El proceso inmediato en Francia”. En: Primer Congreso Internacional, la exégesis del
Decreto Legislativo 1194 y tu aplicación en América Latina. Recuperado de: <http://bit. ly/2cODFkb>.
(40) BURGOS MARIÑOS, Víctor Alberto (2016). Ob. cit.
(41) CASTILLO CORDOVA, Luis (2010). “Plazo estrictamente necesario plazo máximo de la detención". En:
Repositorio Institucional Pirhua. Recuperado de <http://bit.ly/2eilnjn>.
(42) El inciso 2 del artículo 330 del CPP establece que: “Las diligencias preliminares tienen por finalidad inme
diata realizar los actos urgentes e inaplazables destinados a determinar si ha han tenido lugar los hechos objeto
de conocimiento y su delictuosidad, así como asegurar los elementos materiales de su comisión, individualizar
a las personas involucradas en su comisión, incluyendo a los agraviados, y, dentro de los límites de la Ley, ase
gurarlas debidamente. 3. El Fiscal al tener conocimiento de un delito de ejercicio público de la acción penal,
podrá constituirse inmediatamente en el lugar de los hechos con el personal y medios especializados necesarios
y efectuar un examen con la finalidad de establecer la realidad de los hechos y, en su caso, impedir que el delito
produzca consecuencias ulteriores y que se altere la escena del delito”.
(43) El inciso 2 del artículo 61 del CPP establece que: el fiscal “(...) 2. Conduce la Investigación Preparatoria. Prac
ticará u ordenará practicar los actos de investigación que correspondan, indagando no solo las circunstancias
que permitan comprobar la imputación, sino también las que sirvan para eximir o atenuar la responsabilidad
del imputado (.,.)”. Sobre la bipolaridad del fiscal peruano, el fiscal colombiano Mario Nicolás Cadavid Botero
ha afirmado que en su país rige el principio de carga formal del fiscal y no el principio de investigación integral
que rige en el Perú; esto es, el fiscal en Colombia no tiene que investigar lo favorable, sino solo desfavorable,
porque, el fiscal colombiano en el sistema adversarial está exclusivamente determinado a la persecución penal,
y consecuentemente a sostener la pretensión punitiva, no hacen investigaciones integrales, sino que recogen
evidencias en "contra de”; lo que no quiere decir que de encontrarse prueba favorable, en el estadio que corres
ponda la deba descubrir a la defensa. En el sistema colombiano tanto el fiscal como la defensa investigan, en
dicho sentido, afirma que el fiscal en el Perú estaría en un problema, porque, al mismo tiempo está regido por
820 el principio de objetividad en su posición como persecutor, y al mismo tiempo, por el principio de imparciali-
LA DETENCIÓN ART. 266
artículo 268 del CPP, redactar y presentar al juzgado el requerimiento de prisión preven
tiva^4* y, si corresponde, conforme al artículo 446, incoar el proceso inmediato por fla
grancia todo dentro de las 48 horas.
El detenido tiene derecho a ser considerado inocente, sin embargo, como se señala
en el trabajo realizado por la fundación Due process oflaw^ en los países sudamerica
nos, se tiende socialmente a equiparar la condición de detenido en flagrancia con la del
preso. Esto es, para el caso de la persona que es detenida por la Policía bajo la institución
del flagrante delito, la ciudadanía ha “naturalizado” la detención en cárcel como la con
secuencia derivada.
Para la sociedad, políticos y medios es suficiente con que la autoridad policial sindi
que a una persona como delincuente para que se acepte el hecho como fehacientemente
probado; en dicha lógica, la negativa fiscal o judicial a usar la prisión preventiva genera
perplejidad, rechazo e incluso sospecha. Esta idea naturalizada es la que lleva a afirmar a
jefes policiales, columnistas de opinión y políticos: " ¿por qué los fiscales o jueces lo pusie
ron en libertad si había sido detenido por haber cometido un delito?”.
Incluso alguno malos fiscales tienen el argumento de requerir las medidas cautelares
para “salvar su responsabilidad”, para que sea el juez quien asuma la carga social de orde
nar la libertad del detenido.
Cadavid Botero indica que en su país, Colombia, la policía está bajo el mando de la
Fiscalía, pues, de no ser así no existiría la posibilidad de darles órdenes imperativamente, y
el fiscal como director de la investigación penal tendría que recurrir a gestiones amigables
dad en su posición de investigador integral de lo favorable también. CADAVID BOTERO, Mario (2016). Ob.
cit.
(44) BAZALAR PAZ, Víctor (2015b). Ob. cit.
(45) “(.••) cuando exista un letargo en la puesta a disposición del detenido a la autoridad que corresponda, procederá
la interposición de un hábeas corpui traslativo (...) mientras el hábeas corpus clásico o principal tiene lugar
en todos aquellos supuestos de detención ilegal donde exista ausencia o insuficiencia del presupuesto material
habilitante de flagrancia delictiva (...)”. VILLEGAS PAIVA Elky (2016). Ob. cit.
(46) Disponible en: <http://bit.ly/22QHPMc>.
(47) BAZALAR PAZ, Víctor (2016b). Ob. cit., p. 249. 821
ART. 266 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
para que dentro de las veinticuatro horas la policía recabe los elementos de convicción(48).
Este autor diferencia la flagrancia ontológica, que es la sospecha fundada de la posibili
dad de autoría y responsabilidad, y que es suficiente para realizar la detención policial, de
la flagrancia axiológica que es la sospecha suficiente de probabilidad de verdad, que es la
exigida para los requerimientos judiciales(49).
(...)
5. Dentro del plazo de detención judicial, se pone al detenido a disposición del juez
de la investigación preparatoria para determinar si dicta mandato de prisión pre
ventiva o comparecencia, simple o restrictiva.
El plazo de los siete días de detención judicial por flagrancia no será necesario en los
delitos citados siempre que el literal f) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Polí
tica, el cual establece que “Nadie puede ser detenido sino (...) por las autoridades policiales
en caso de flagrante delito (...) [En] los casos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de dro
gas (...) las autoridades policiales pueden efectuar la detención preventiva de los presuntos
implicados por un término no mayor de quince días naturales. Deben dar cuenta al Minis
terio Público y al juez, quien puede asumir jurisdicción antes de vencido dicho término”.
VI. Epílogo
Consideramos pertinente que se haya optado por una medida cautelar jurisdiccio
nal que cubra las supuestas detenciones en flagrancia que, dentro del plazo máximo de la
detención, aún carezcan de algún elemento de convicción necesario para lograr el escla
recimiento de los hechos.
En ese sentido, consideramos correcto que el juez cumpla con su deber constitucio
nal de velar por los derechos fundamentales del detenido, porque en la práctica muchos
policías y fiscales, amparándose en reglamentos, protocolos y circulares, no respetan los
derechos que contiene la Constitución Política para las personas detenidas, sobre todo por
el temor a los procesos administrativos de los órganos de control que podrían manchar
sus hojas de servicio. Ahora con la nueva redacción del artículo 266 del CPP, se obliga al
policía, al fiscal y al juez a ser respetuosos de la Carta Fundamental y de los derechos fun
damentales del investigado detenido.
(48) CADAVID BOTERO, Mario (2016). Ob. cit. En dicho sentido, el fiscal colombiano indica que en el nuevo
proceso penal no puede ser que el fiscal esté pidiendo de por favor a la Policía que realice sus mandatos.
(49) ídem.
822 (50) Según fe de erratas publicada el 6 de enero de 2017, en el diario oficial El Peruano.
LA DETENCIÓN ART. 266
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SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; VÁSQUEZ GANOZA, Car
los Zoé (2015). “La nueva configuración del proceso inmediato: supuestos, incoacción y juzgamiento” En:
Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 76. Lima: Gaceta Jurídica; VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel
(2015). “El proceso inmediato: ¿cuáles son los aportes de las modificaciones contenidas en el Decreto Legis
lativo N° 1194?”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 76. Lima: Gaceta Jurídica.
824
Artículo 267.- Recurso de apelación^
1. Contra el auto previsto en el numeral 1) del artículo 261 y los que decreten la inco
municación y detención judicial en caso de flagrancia procede recurso de apelación.
El plazo para apelar es de un día. La apelación no suspende la ejecución del auto
impugnado.
2. El juez eleva en el día los actuados a la Sala Penal, la que resuelve previa audiencia
dentro de las cuarenta y ocho horas de recibidos los autos. La decisión se expide en
audiencia, bajo responsabilidad.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4, 261 inc. 1, 280, 413 inc. 2, 416.
Como no podía ser de otro modo, en atención a lo dispuesto en el inciso 6 del artículo
139 de la Constitución (principio de la doble instancia), se regula que el auto que dispone
la detención preliminar judicial es impugnable; es decir que es procedente la eventual inter
posición del recurso de apelación. Del mismo modo, lo serán las resoluciones que decreten
la incomunicación y detención judicial en caso de flagrancia, conforme a lo previsto en el
inciso 1 del artículo 267 del Código Procesal Penal (en adelante CPP)* (1).
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30-12-2016.
(1) Es necesario mencionar que antes de la modificación de este artículo, mediante el Decreto Legislativo N° 1298,
publicado el 30 diciembre 2016, se hacía referencia a la convalidación de la detención. 8
ART. 267 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
(2) Antes de la emisión del mencionado Decreto Legislativo N° 1298 no se regulaba la realización de una
audiencia, sino de una vista de la causa. Estimamos que esta modificación resulta justificada en tanto que la
realización de una audiencia -y no de una simple vista de la causa— da vigencia de mejor manera al principio de
26 contradicción.
TÍTULO III
LA PRISIÓN PREVENTIVA
CAPÍTULO I
LOS PRESUPUESTOS
DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
Artículo 268.- Presupuestos materiales^
El juez, a solicitud del Ministerio Público, podrá dictar mandato de prisión preventiva,
si atendiendo a los primeros recaudos sea posible determinar la concurrencia de los
siguientes presupuestos:
a) Que existen fundados y graves elementos de convicción para estimar razonablemente
la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo.
b) Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de pena privativa de
libertad; y
c) Que el imputado, en razón a sus antecedentes y otras circunstancias del caso
particular, permita colegir razonablemente que tratará de eludir la acción de la
justicia (peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad (peligro de
obstaculización).
Concordancias:
C: art. 139 inc. 5; CPP: arts. 272, 279 inc.l; CPC: art. 121; LOPJ: art. 12.
Se han realizado interpretaciones “manipulativas” del artículo 268 del Código Pro
cesal Penal (en adelante CPP), para justificar arbitrariedades en la aplicación de la prisión
preventiva; pero es necesario recordar que el límite de la interpretación jurídica es el texto
expreso de la regla procesal, sin adicionar ni restar de manera tácita términos en la regla.
Este es el propósito de la siguiente exégesis:
Solo puede dictarse mandato de prisión preventiva a rogación del Ministerio Público,
ninguna otra parte tiene legitimación para solicitar se dicte este mandato. La información (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013. 827
ART. 268 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Un primer problema a precisar, no obstante la claridad del dispositivo, tiene que ver
con el punto de referencia para discutir los elementos de convicción, esto es la imputación
de “la comisión de un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo”;
en efecto, el debate de los elementos de convicción tiene como base de discusión a la impu
tación concreta, por tanto, es necesario su fijación al momento inicial de la audiencia, pues
constituye el fundamento de discusión que permitirá desarrollar el contradictorio oral y
significativo de los presupuestos materiales.
Por otro lado, se distingue el concepto “elementos de convicción” del concepto “fun
dados y graves” Los “elementos de convicción” no son sino información, sea esta directa
o indirecta; son datos producidos en el mundo de la realidad con aptitud para generar
convicción según sea su cantidad y calidad. Por su parte, el término “fundados y graves”,
corresponde al estándar o medida de la información que se requiere como primer presu
puesto para dictar una prisión preventiva; este estándar objetivo ha sido comprendido
como “fuerte” o “vehemente”, en la idea de reforzar su exigencia.
Un modelo idóneo para determinar si los elementos de convicción son fundados y
graves es determinar: i) si los elementos de convicción hacen plausible solo la hipótesis
de imputación del Ministerio Público o, si ii) los elementos de convicción hacen plausi
ble tanto la hipótesis de imputación concreta del Ministerio Público como la hipótesis de
resistencia de la defensa. Solo en el primer caso se configura el estándar de “fundados y
graves” elementos de convicción, primer presupuesto necesario para discutir lo medular
de la prisión preventiva: el peligro procesal.
Un componente fundamental previsto por este dispositivo es la exigencia de “esti
mación razonable”, que exige la exteriorización de las razones que permitan relacionar dos
juicios: i) el primero, para inferir de los elementos de convicción, y ii) el segundo, para vin
cular al imputado con la comisión del delito; este razonamiento debe ser expreso, pues no
se trata solo de presentar un listado de elementos de convicción, sino es exigible la expre
sión del razonamiento realizado por el juez.
peligro de fuga (artículo 269. 2 del CPP); en efecto, el primero es una valla normativa, en
tanto que el segundo, atiende al efecto que produce afrontar un proceso del que se espera
una pena grave de cadena perpetua, de treinta y cinco, veinte cinco o quince años de pena
privativa de libertad. En ese orden, si bien ocho años supera la valla normativa, no obs
tante, la misma no es grave y puede disponerse de otro tipo de medidas alternativas, como
los grilletes electrónicos, etc.
BIBLIOGRAFÍA
MENDOZA AYMA, Francisco Celis. “La proporcionalidad de la prisión preventiva”. En: Laley.pe. Lima:
Gaceta Jurídica. Disponible en: https://laley.pe/art/7827/la-proporcionalidad-de-la-prisi0n-preventiva; ORE
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
829
Artículo 269.- Peligro de fuga(W)
Para calificar el peligro de fuga, el juez tendrá en cuenta:
1. El arraigo en elpaís del imputado, determinado por el domicilio, residencia habitual,
asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para abandonar
definitivamente el país o permanecer oculto;
2. La gravedad de la pena que se espera como resultado del procedimiento;
3. La magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del impu
tado para repararlo;
4. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro procedimiento
anterior, en la medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal; y
5. La pertenencia del imputado a una organización criminal o su reintegración a las
mismas.
Concordancias:
CPP; art. 293 inc. 1 lit. b; CC: arts. 33 al 41.
Toda persona está arraigada a una localidad por diferentes circunstancias; algunos
de los arraigos son enunciados en el dispositivo materia de comentario, pero existen otros
arraigos como el religioso, académico, deportivos, amical, etc.; que pueden condicionar el
arraigo del imputado en una localidad determinada. Este concepto es dinámico: uno es
el arraigo que presenta el imputado antes de que tenga esa condición; y otro, es el arraigo
que se ve afectado a causa del inicio de un proceso en su contra por un delito que tiene por
objeto una pena grave, por esa razón es preciso una ponderación necesaria entre ambos
aspectos, el resultado será una determinada magnitud de peligro.
Estos arraigos constituyen uno de los criterios que el juez debe ponderar con el cri
terio referido a la gravedad de la pena; estos dos aspectos son los centrales para condicio
nar el peligro concreto de fuga
830 Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 269
La gravedad de la pena regulada en el artículo 269.2 del Código Procesal Penal (en
adelante, CPP) es un criterio distinto a la prognosis de la pena superior a los cuatro años,
(artículo 268.b del CPP), tienen funciones diferentes; esta última, la prognosis de pena
no superior a cuatro años, opera como un límite normativo para la procedencia de la pri
sión preventiva; en tanto que la gravedad de la pena tiene relación con el efecto evasivo
que pueda generar en el imputado. Pena grave es la cadena perpetua, treintaicinco, vein
ticinco, quince y aún diez años de pena privativa de libertad; pero una pena de ocho años
puede ser afrontada por el imputado con otro tipo de medida coercitiva, como los grille
tes electrónicos.
“3. La magnitud del daño causado y la ausencia de una actitud voluntaria del
imputado para repararlo”
La magnitud del daño causado tiene directa relación con la gravedad de la pena; pero
la ausencia de una actitud voluntaria del imputado para repararlo constituye un criterio
civil, que genera problemas de interpretación pues parte de asumir la realidad de un daño
de magnitud causado por el imputado, recién en la etapa inicial del proceso. Este criterio
puede ser interpretado como una expresión de justicia restaurativa, que permitiría apreciar
una voluntad de arraigo en el lugar de los hechos. Sin embargo, una interpretación erró
nea, llevaría a considerar la exigencia de la admisión de los hechos.
Tiene que ver con la conducta procesal del imputado, al haber sido contumaz o
renuente al afrontar otros procesos que se siguieron en su contra.
BIBLIOGRAFÍA
MENDOZA AYMA, Francisco Celis. “La proporcionalidad de la prisión preventiva”. En: Laley.pe. Lima:
Gaceta Jurídica. Disponible en: https://laley.pe/art/7827/la-proporcionalidad-de-la-prision-preventiva; ORE
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales. 831
Artículo 270.- Peligro de obstaculización
Para calificar el peligro de obstaculización se tendrá en cuenta el riesgo razonable de
que el imputado:
L Destruirá, modificará, ocultará, suprimirá o falsificará elementos de prueba.
2. Influirá para que coimputados, testigos o peritos informen falsamente o se comporten
de manera desleal o reticente.
3. Inducirá a otros a realizar tales comportamientos.
Concordancia:
CPP: art. 293 inc. 1 lit. b.
832
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 270
Se trata de que el imputado pueda influir en una persona para que realice una acción
o para que haga algo contrario al objeto de investigación y prueba; esta situación de riesgo
también debe ser concreta.
BIBLIOGRAFÍA
MENDOZA AYMA, Francisco Celis. “La proporcionalidad de la prisión preventiva”. En: Laley.pe. Lima:
Gaceta Jurídica. Disponible en: https://laley.pe/art/7827/la-proporcionalidad-de-la-prision-preventiva; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
83
Artículo 271.- Audiencia y resolución
1. El juez de la investigación preparatoria, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes
al requerimiento del Ministerio Público realizará la audiencia para determinar la
procedencia de la prisión preventiva. La audiencia se celebrará con la concurrencia
obligatoria del fiscal, del imputado y su defensor. El defensor del imputado que no
asista será reemplazado por el defensor de oficio.
2. Rige en lo pertinente, para el trámite de la audiencia lo dispuesto en el artículo 8,
pero la resolución debe ser pronunciada en la audiencia sin necesidad de poster
gación alguna. El juez de la investigación preparatoria incurre en responsabilidad
funcional si no realiza la audiencia dentro del plazo legal. El fiscal y el abogado
defensor serán sancionados disciplinariamente si por su causa se frustra la audien
cia. Si el imputado se niega por cualquier motivo a estar presente en la audiencia,
será representado por su abogado o el defensor de oficio, según sea el caso. En este
último supuesto deberá ser notificado con la resolución que se expida dentro de las
cuarenta y ocho horas siguientes a la conclusión de la audiencia.
3. El auto de prisión preventiva será especialmente motivado, con expresión sucinta
de la imputación, de los fundamentos de hecho y de derecho que lo sustente, y la
invocación de las citas legales correspondientes.
4. El juez de la investigación preparatoria, si no considera fundado el requerimiento
de prisión preventiva optará por la medida de comparecencia restrictiva o simple
según el caso.
Concordancias:
CPP: arts. 8, 278 inc. 3.
Dentro del plazo de cuarenta y ocho horas debe realizarse la audiencia, claro está que
el plazo puede ser menor. En ese orden, se debe verificar la necesidad de plazo que requiera
el imputado para los efectos de preparar una defensa adecuada. La audiencia se debe rea
lizar con la concurrencia obligatoria del fiscal, del imputado y su defensor, pero la presen
cia obligatoria del imputado es exigible cuando este se encuentre detenido por flagrancia
delictiva o por otra razón similar; sin embargo, no es exigible si el imputado tiene la con
dición de ausente o contumaz
Asimismo, queda claro que la audiencia es inaplazable, por esa razón, si el defensor
del imputado no asiste será reemplazado por el defensor de público. Se cumple con la exi
gencia de inaplazable de la audiencia con la instalación de la sesión de esta, pero se debe
otorgar un plazo necesario al defensor público para que prepare su defensa, conforme a
la complejidad o simplicidad del caso. Ya instalada la audiencia, se puede cerrar la sesión
y programar la siguiente para que el defensor público, con tiempo necesario, realice una
defensa eficaz.
la “estimación razonable” exige que el juez exprese -exteriorice- las razones que justifican
el tránsito inferencial de los elementos de convicción al juicio que vincula al imputado con
la comisión del delito. Lo mismo corresponde a la exigencia de “colegir razonablemente” el
peligro procesal, la cual no se cumple con presentar el listado de elementos de convicción.
Este es el aspecto más descuidado en la justificación de los mandatos de prisión preventiva
Ahora bien, sobre la base de que concurran fundados y graves elementos de convic
ción, el juez puede optar por una comparecencia con restricciones, pero si estos no concu
rren no cabe imponerla, pues si el imputado incumple una de las reglas de conducta asig
nadas se tendría que revocar la comparecencia con restricciones y dictar un mandato de
prisión preventiva sin que existan fundados y graves elementos de convicción.
BIBLIOGRAFÍA
MENDOZA AYMA, Francisco Celis. "La proporcionalidad de la prisión preventiva”. En: Laley.pe. Lima:
Gaceta Jurídica. Disponible en: https://laiey.pe/art/7827/la-proporcionalidad-de-la-prisi0n-preventiva; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
835
CAPÍTULO II
LA DURACIÓN
DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
Concordancias:
C: art. 139 inc. 3; CPP: arts. 1 inc. 1, 268, 274 inc. 1.
I. Aspectos generales
Un tópico relevante que debe ser materia de debate y de una adecuada justificación
o motivación en la audiencia de prisión preventiva es el plazo que se solicita deba durar la
imposición de dicha medida. Así lo ha reconocido la Casación N° 626-2013-Moquegua y
el Acuerdo Plenario N° 1-2019/CIJ-l 16.
Bajo estos parámetros, la legislación peruana ha establecido unos plazos legales máxi
mos, sin perder de vista que en cada caso debe analizarse la razonabilidad del plazo solici
tado o requerido por el fiscal. Esta razonabilidad del plazo es sobre lo que girará la discu
sión en la audiencia de prisión preventiva, cuando en dicha audiencia sea el momento del
debate sobre la duración de la prisión preventiva. Así, el plazo razonable puede ser menor
o igual que el plazo legal, pero nunca mayor que este último.
Considero que el plazo legal, es decir el previsto en la normativa procesal penal, res
ponde a un criterio de razonabilidad abstracta de duración máxima de la prisión preventiva,
por eso está enfocado en plazos máximos distintos para tipo de proceso (común, complejo (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016.
36
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Consideramos que este debe ser el criterio a seguir, por los ordenamientos jurídicos
internos de cada país, es más ya la mayoría de códigos procesales penales a los que se les
puede llamar modernos tienen establecida una fecha límite máxima de duración de la pri
sión preventiva, lo cual resulta saludable pues se estaría respetando el principio de legali
dad, el debido proceso, el plazo razonable, entre otros derechos.
(1) Comisión IDH. Informe N° 12/96, Caso 11.245, caso de Jorge Alberto Giménez contra el Estado Argentino,
del 1 de marzo de 1996, párr. 70.
(2) Cfr. PASTOR, Daniel (2002). El plazo razonable en el proceso del Estado de Derecho. Una investigación acerca de la
excesiva duración del proceso penal y sus posibles soluciones. Buenos Aires: Ad-Hoc, pp. 352-353. 837
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
c) La idea del “plazo razonable”; con la incorporación del Derecho positivo interno
al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la limitación temporal de
la prisión preventiva acudió a la razonabilidad del tiempo transcurrido para dic
tar una sentencia definitiva. Se habla simplemente en los pactos internacionales
del “derecho a ser juzgado en un tiempo razonable o ser puesto en libertad”. En
el plazo razonable puede existir el plazo absoluto legal y el plazo relativo estable
cido por los jueces.
El último de los criterios anotados es el que ha seguido nuestro sistema procesal penal;
así el CPP de 2004 establece unos límites legales máximos de duración de la prisión pre
ventiva, estipulados en su artículo 272(4), cuya redacción vigente al momento de elaborar
el presente comentario, regula los siguientes plazos:
(3) REÁTEGUI SÁNCHEZ, James (2006). En busca de la prisión preventiva. Lima: Jurista Editores, p. 268.
(4) Según la modificatoria efectuada por el artículo 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado en el diario
oficial El Peruano el 30 de diciembre de 2016, y que entró en vigencia a nivel nacional a los noventa días de su
838 publicación en el referido diario.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Dichos plazos pueden ser prolongados, según lo previsto en el artículo 274 del CPP
de 2004.
Ahora bien, en lo referente al cómputo del plazo de la prisión preventiva para deter
minar su duración máxima deben computarse de forma acumulativa todos los periodos
de prisión preventiva decretados en la misma causa, no siendo posible rebasarse el plazo
máximo legalmente previsto, alzando e imponiendo sucesivas medidas de prisión provisional.
De lo contrario, sería fácil sobrepasar el plazo legal, para lo cual bastaría acordar
la libertad provisional antes de su vencimiento y, en seguida, ordenar otra vez la prisión,
reiniciando un nuevo plazo, situación que implicaría la duración indefinida de la prisión
provisional. ,
Cabe señalar, finalmente, que en caso se enjuicien varios delitos en un mismo pro
ceso, no se permite que el plazo máximo de duración de la medida se imponga y calcule
por separado respecto a cada delito incriminado, pues, para efectos del cómputo del plazo
de duración de la prisión preventiva en caso de conexión real de delitos, los diversos hechos
enjuiciados forman una unidad y dan lugar a un único plazo de prisión preventiva.
Por otro lado, en cuanto al pedido, por parte del fiscal, de solicitar la prisión preven
tiva en la etapa de juzgamiento, o de requerir su prolongación en esta etapa, surge la pre
gunta acerca de quién es el juez competente para conocer tal solicitud: ¿el juez de juzga
miento o el juez de la investigación preparatoria?(5)
Al respecto, debemos señalar que existe una posición que sostiene que es el juez de
juzgamiento el encargado de resolver el requerimiento de prolongación de prisión preven
tiva, en tanto el CPP de 2004 establece en sus artículos 362.1 y 364.5 que este juez, ya sea
unipersonal o colegiado, tiene la facultad de resolver todas las incidencias que del juicio
oral se derivaren; entonces quien tendría que resolver la incidencia de la prolongación de
la prisión preventiva sería el órgano de juzgamiento. Además de ello, se argumenta que,
con base en el principio de preclusión, el juez de investigación preparatoria pierde toda
competencia sobre la causa penal con la emisión del auto de enjuiciamiento, no teniendo
la posibilidad de resolver cuestiones que sobre el proceso se den.
En esta línea, San Martín Castro ha sostenido que: “Se debate si en la etapa de juz
gamiento puede plantearse la medida de prisión preventiva y de ser factible, ¿qué juez la
resuelve? En primer lugar, desde la propia expresión lingüística del supuesto normativo, es
obvio que puede hacerse en cualquier estado del procedimiento declarativo en primera ins
tancia (art. 279 NCPP), lo que es reflejo de la nota característica de provisionalidad o varia
bilidad. En segundo lugar, si el proceso transcurre por etapas que precluyen, no es posible
que el incidente que se plantea en el acto oral -de naturaleza concentrado- sea devuelto
(5) Cfr. MARTÍNEZ HUAMÁN, Raúl Ernesto (2011). “La prisión preventiva en la etapa de juzgamiento. ¿Quién
es el juez competente para resolver la prolongación de la prisión preventiva en la etapa de juzgamiento? En:
URQUIZO VIDELA, Gustavo (coordinador). Estudios sobre las medidas limitativas de derechos y medidas cautelares
en el proceso penal. Lima: Gaceta Jurídica, p. 393 y ss. 839
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
a otro órgano jurisdiccional. En tercer lugar, es aplicable el artículo 28.3.b del NCPP. En
cuarto lugar, no se produce ninguna pérdida de la imparcialidad porque el procedimiento
se realiza al amparo del principio de contradicción y porque el juicio es de mera probabi
lidad delictiva y se centra además en la peligrosidad procesal”(6).
Sin embargo, por nuestra parte consideramos que quien se debe encargar de resol
ver cuestiones relacionadas a la medida coercitiva de la prisión preventiva en la etapa de
juzgamiento, específicamente la prolongación de la prisión preventiva, debe ser el juez de
investigación preparatoria.
Ello debido a que no resulta acorde con un proceso penal garantista -esto es el que
existe en un Estado constitucional de Derecho- que sea el juzgado unipersonal o cole
giado de juzgamiento el encargado de resolver una cuestión como la prisión preventiva,
debido a que la misma tiene como uno de sus presupuestos el fumus delicti comissi, es decir
elementos que vinculan razonablemente al procesado con los hechos que se le imputan,
lo que podría dar lugar a una vulneración del principio de imparcialidad del juez de juz
gamiento, pues estaría conociendo los hechos que se le imputan al acusado y los elemen
tos que la respaldan en pleno desarrollo del juicio, pues esto último no se condice con la
naturaleza garantista del CPP de 2004, el cual garantiza un juez de fallo lo más imparcial
posible, cuya convicción respecto a los hechos debe surgir del desarrollo del juicio oral y
no de aspectos ajenos a ello. Por lo que, para mantener su imparcialidad, el juez de juzga
miento se encuentra prohibido de examinar los elementos de convicción producidos en la
investigación preparatoria o etapa intermedia, pues ello implicaría conocer los hechos fuera
del juicio oral, afectando el derecho a la imparcialidad del juez en el desarrollo del juicio.
En esa misma perspectiva, al ser la prisión preventiva la medida más extrema con que
se cuenta en el proceso penal, toda interpretación sobre la misma debe hacerse en beneficio
del procesado. Por lo tanto, al no existir dispositivo legal que autorice de forma taxativa
la posibilidad de que el juez de juzgamiento realice audiencia sobre algún requerimiento
fiscal relacionado a la prisión preventiva, y a fin de dejar intangible el principio de impar
cialidad, lo debe realizar el juez de investigación preparatoria.
Es, pues, para mantener la imparcialidad del juez de juzgamiento que no le está per
mitido examinar o revisar los elementos de convicción producidos en la investigación
preparatoria o etapa intermedia, siendo que infringir tal proscripción implicaría conocer
los hechos imputados fuera del juicio oral y vía elementos de convicción, criterio que no
resultaría acorde a un sistema acusatorio, e incluso vaciaría de contenido sustancial a la
división de funciones entre jueces de investigación preparatoria y jueces de juzgamiento,
pues, bajo ese criterio, si los jueces de juzgamiento pueden conocer pedidos relacionados a
la restricción de la libertad personal que son de mayor gravedad, también podrían cono
cer otros pedidos de menor gravedad, en suma podrían desarrollar funciones de investi
gación preparatoria.
Asimismo, tenemos que existen distintos artículos del CPP de 2004 que establecen
de manera literal que el competente para conocer requerimientos relacionados a la prisión
(6) SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Fondo Editorial del
840 Inpeccp - Fondo Editorial de Cénales, pp. 456 y 457-
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
• El artículo 28, inciso 2 del Código Procesal Penal no prohíbe al juez de la inves
tigación preparatoria conocer la prolongación de prisión preventiva en etapa inter
media, e incluso después, en la etapa de juicio oral y también (pese a lo señalado
en el fundamento noveno) cuando expedida la sentencia esta es condenatoria y
se encuentre recurrida.
(7) Sala Penal Permanente. Casación N° 328-2012-Ica, del 17 de octubre de 2013, magistrado ponente: Neyra Flores.
(8) Análisis a dicha doctrina jurisprudencial vinculante de la Corte Suprema, véase: VÁSQUEZ RODRÍGUEZ,
Miguel Angel (2014). ‘‘El problema del juez competente para dictar la medida de prolongación de prisión
preventiva y la Casación N° 328-2012-Ica”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 57, Lima: Gaceta Jurí
dica, pp. 13-20; BURGOS ALFARO, José (2014). “La prolongación de la prisión preventiva en la etapa de
juzgamiento”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 57. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 21-31; MARTINEZ
HUAMAN, Raúl (2014). “El juez de la investigación preparatoria es el encargado de resolver la prolongación
de la prisión preventiva en todas las etapas del proceso penal. Comentarios a la Casación N° 328-2012-Ica”.
En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 57. Lima: Gaceta Jurídica, pp. 32-41; RUEDA BORRERO, Alex
(2014). “¿Qué órgano jurisdiccional es competente para resolver un requerimiento de prolongación de la pri
sión preventiva? Comentarios a la Casación N° 328-2012-Ica. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 57.
Lima: Gaceta Jurídica, pp. 42-48. 84:
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
• Finalmente recuerda que el juez que declara fundado un cese de prisión o su pro
longación, o expida auto por exceso de carcelería, debe poner estas situaciones en
conocimiento de la Sala Penal de Apelaciones.
"De lo expuesto se desprende que nuestra normatividad legal le otorga facultad y com
petencia para resolver los requerimientos de prolongación de prisión preventiva, estric
tamente al juez de la investigación preparatoria, no estableciendo límites a dicha potes
tad, esto es, no restringe en modo alguno a que dicha facultad la realice únicamente a
nivel de la investigación preparatoria; por lo que no existiendo prohibición legal en con
creto, se puede entender, en principio, que es permisible que siga realizando esta función
como juez de garantías, aun si la causa se encuentra en etapa intermedia, juicio oral o
cuando se haya dictado sentencia condenatoria de primera instancia, que se encuentre
recurrida vía recurso de apelación. Al respecto, el inciso dos del artículo veintinueve
del Código Procesal Penal establece como competencia de los juzgados de investiga
ción preparatoria: ‘Imponer, modificar o hacer cesar las medidas limitativas de derechos
durante la investigación preparatoria (...)', de lo que se colige que no hay una prohibi
ción expresa a que realice dicha actividad en otros estadios del proceso.
Ello es entendible, pues lo que se procura es que la dilucidación sobre la prolonga
ción de la prisión preventiva se realice vía una audiencia específica, la misma que se
encuentra normativamente vinculada a la actuación del juez de la investigación pre
paratoria como se ha precisado en el fundamento jurídico anterior. Por tanto, debe
entenderse que es este magistrado el competente para pronunciarse sobre las medi
das cautelares que se solicitan con posterioridad”195.
(9) Sala Penal Permanente. Casación N° 328-2012-Ica, del 17 de octubre de 2013, magistrado ponente: Neyra
Flores, considerandos 5 y 6.
(10) Debemos señalar que en el plano internacional suelen utilizarse indistintamente expresiones como “detención
preventiva” o prisión preventiva, para hacer alusión a esta última figura. Igualmente, el TC peruano en varias
oportunidades habla de detención o prisión preventiva. Hecho que venía avalado por una incorrecta nomencla
tura dada a este último instituto en el CPP de 1991.
(11) Comisión IDH, Informe N° 12/96, Caso 11.245, caso de Jorge Alberto Giménez contra el Estado Argentino,
del 1 de marzo de 1996, párr. 83; Informe N° 2/97, del 11 de marzo de 1997, párr. 23, Informe N° 64/99, Caso
842 11.778, caso de Ruth del Rosario Garcés Valladares contra el Estado de Ecuador, del 13 de abril de 1999, párr. 53-
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Humanos(12). En la primera parte, considera si los criterios aplicados por los jueces para
justificar la medida son “pertinentes y suficientes”(I3). Debe entenderse, eso sí, que la inob
servancia de este recaudo descalifica sin más la medida a la luz de la Convención Ameri
cana, pues solo si la investigación demuestra que se encuentra satisfecho, la Comisión Inte-
ramericana pasará al estudio de la segunda parte del análisis(14). En cuanto a esta última,
se dirige a establecer si la duración de la prisión es razonable o no, vale decir, si el tiempo
transcurrido “por cualquier razón”, ha sobrepasado el límite razonable que convierta al
encarcelamiento en un “sacrificio mayor, en las circunstancias del caso, que el que se podría
esperar tratándose de una persona que se presume inocente”(15).
Este plazo razonable de la prisión preventiva forma parte del derecho fundamental al
plazo razonable de duración del proceso penal en relación con el derecho a la libertad per
sonal; así es, para la Corte Interamericana de Derechos Humanos la duración razonable del
proceso penal posee dos aristas: una referida a la duración del proceso desde el inicio hasta
la expedición de la sentencia, y la otra relacionada con el derecho a la libertad, cuando en un
proceso determinado se ha ordenado la detención o prisión preventiva del sujeto y en gene
ral cuando en un proceso determinado se ha ordenado la afectación del derecho a la libertad.
Como explica Jauchen, esta garantía (plazo razonable) abarca un doble aspecto: por
un lado, el derecho de toda persona sometida a proceso penal a que este se realice con
celeridad, lo que importa que dentro de un plazo razonable el órgano jurisdiccional debe
decidir en forma definitiva su posición frente a la ley y la sociedad; y por otro, el derecho
a que si dentro del plazo razonable no es posible por razones seriamente justificadas ter
minar con el proceso y el imputado estuviere en prisión preventiva, debe otorgársele la
libertad sin perjuicio de la prosecución de la causa, la que a su vez no puede, por el primer
motivo señalado, prolongarse más allá de lo razonable(16).
Derechos y Deberes del Hombre(19) 20 21. Tales disposiciones son aplicables en nuestro ordena
miento jurídico en concordancia con el artículo 55 y la cuarta disposición final y transi
toria de la Constitución. Tampoco olvidemos que de acuerdo con el artículo 3 de nuestra
Carta Magna, este derecho tiene naturaleza de derecho fundamental(20).
Con base en lo dicho se puede sostener que si bien el derecho que tiene todo encau
zado a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable, no se encuentra expresa
mente regulado en la Constitución. Sin embargo, se trata de un derecho que coadyuva al
pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad, subsidiariedad, nece
sidad, provisionalidad y excepcionalidad que debe observar toda prisión provisional para
ser reconocida como constitucional. Se trata, propiamente, de una manifestación implí
cita del derecho a la libertad personal reconocido en el artículo 2, numeral 24 de la Carta
Fundamental; y, en tal medida, se funda en el respeto a la dignidad de la persona humana.
“Tal interpretación que permite reconocer la existencia implícita del referido dere
cho en la Constitución, se encuentra plenamente respaldada por su cuarta disposi
ción final y transitoria, que exige que las normas relativas a los derechos y las liber
tades que la Constitución reconoce se interpreten de conformidad con los tratados
sobre derechos humanos ratificados por el Perú (a los que ya hemos hecho alusión). En
consecuencia, el derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable
forma parte del núcleo mínimo de derechos reconocidos por el sistema internacional
de protección de los derechos humanos y, por tanto, no puede ser desconocido’’^20.
“El contenido del derecho a que la detención (entiéndase prisión) preventiva no exceda
de un plazo razonable se expresa en el adecuado equilibrio entre los dos valores que
se encuentran en contrapeso al momento de aplicar la medida: por una parte, el
deber del Estado de garantizar sentencias penales justas, prontas y plenamente eje
cutables; y, por otra, el derecho de toda persona a la libertad personal (artículo 2.24)
juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad
Artículo 14.3.C.- Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a
las siguientes garantías mínimas: A ser juzgado sin dilaciones indebidas.
(19) Declaración Americana de los Derechos y deberes del Hombre
Artículo XXV.- Todo individuo que haya sido privado de su libertad tiene derecho a que el juez verifique sin
demora la legalidad de la medida y a ser juzgado sin dilaciones indebidas, o, de lo contrario, a ser puesto en
libertad. Tiene derecho también a un tratamiento humano durante la privación de su libertad.
(20) Constitución Política del Perú
Artículo 3.- La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás que la
Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se funden en la dignidad del hombre, o en los
principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de Derecho y de la forma republicana de gobierno.
Cuarta disposición final y transitoria.- Las normas relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución
reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados
y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú.
(21) Este parecer es adoptado por el Tribunal Constitucional en reiterada jurisprudencia, véase solo a manera de
referencia STC Exp. N° 2934-2004-HC/TC, del 28 de diciembre de 2004, ff. jj. 5, 6, 7, 8.; STC Exp. N° 2915-
2004-HC/TC, del 23 de noviembre de 2004, ff. ¡j. 5, 6,7; STC Exp. N° 5259-2005-PHC/TC, del 19 de julio
844 de 2006, ff. jj. 2, 3.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Habíamos indicado que el derecho al plazo razonable abarca dos supuestos, la razo-
nabilidad del proceso en su totalidad, y la razonabilidad de la prisión preventiva dentro
de ese proceso, en este sentido se entiende que el derecho a la razonabilidad del plazo de la
prisión preventiva es distinto -tanto en su contenido como en sus presupuestos- del dere
cho a la razonabilidad del plazo del proceso en su totalidad.
• Plazo razonable del proceso: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debi
das garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial (...)” (artículo 8, inciso 1).
Ahora, debe quedar claro que la duración razonable de la prisión preventiva es nece
sariamente mucho menor que el destinado para todo el proceso(25\ Si se sobrepasó el
tiempo del proceso penal, sin alcanzarse todavía la sentencia definitiva, el proceso penal
debe continuar sin prisión preventiva. “Por tal motivo, -señala Reátegui Sánchez- si se
declara irrazonable el proceso penal, con mucha mayor razón será la prisión preventiva ya
que el plazo de este último siempre será menor. De ahí se entiende la fórmula de la Con
vención Americana de Derechos Humanos (artículo 7 numeral 5 ‘(—) tendrá derecho a
ser juzgado dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que
continúe el proceso (...)’). Y solo podría volver a ser detenido preventivamente si se sus
trae a una citación o cualquier otra obligación impuesta por el tribunal y como solo hasta
el agotamiento del plazo máximo tolerable del proceso penal”(26).
Con todo, no cabe dar a esta distinción una trascendencia excesiva pues, como se
advierte de la consulta a las decisiones de las Comisiones Interamericana y Europea y de
la Corte Europea, los parámetros para evaluar el plazo de razonabilidad del proceso en su
totalidad y los aplicados a igual fin para la prisión preventiva guardan entre sí una marcada
analogía, pero no confusión. La mentada independencia de las normas en juego implica
que el artículo 8.1 de la Convención Americana da lugar a consideraciones más “flexibles
que las que autorizaría el artículo 7.5 sobre prisión preventiva (v. Informe N° 2/97, párr.
111), que impondría un mayor rigor”(27).
Por otro lado, resulta necesario diferenciar la base sobre la que actúan tanto el princi
pio de variabilidad que caracteriza a la prisión preventiva, como la temporalidad o duración
limitada y razonable de esta. Por la variabilidad la prisión preventiva debe cesar o ser refor
mada si en el transcurso del proceso se acredita la variación o desvaluación de la base fác-
tica sobre la cual se adoptó. Constituye la aplicación de la regla rebus sic stantibus, que obliga
a la revisión de los presupuestos que justifican la medida limitativa del derecho fundamen
tal a la libertad personal, en cualquier estado de la causa. En otras palabras, la adopción y
subsistencia de la prisión preventiva requiere de la verificación de determinados presupues
tos materiales que ya hemos analizado, los cuales pueden variar o desvanecerse en el curso
del proceso penal, por lo que de verificarse ello la medida coercitiva tendrá que ser revocada.
(26) REÁTEGUI SÁNCHEZ, James (2006). En busca de la prisión preventiva. Ob. cit., p. 283.
(27) GIALDINO, Rolando (1999). “La prisión preventiva en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos”.
En: Red de Información Jurídica. Comisión Andina de Juristas, disponible en: <www.caj.org.pe>.
(28) CAFFERATA ÑORES, José (2000). Proceso penal y derechos humanos. Buenos Aires: Editores del Puerto,
846 pp. 190-191.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Bajo este último criterio, queda claro que aun cuando los presupuestos que justifica
ron la imposición de la prisión preventiva subsistan en el desarrollo del proceso, la adop
ción de tal medida debe cesar si ha sobrepasado el plazo razonable de su duración, el que
se mide en razón a un plazo máximo legal establecido y a un plazo estrictamente necesario.
“La Corte ha señalado que el artículo 7.5 de la Convención impone límites a la dura
ción de la prisión preventiva y, en consecuencia, a las facultades del Estado para ase
gurar los fines del proceso mediante esta medida cautelar. Cuando el plazo de la
detención preventiva sobrepasa lo razonable, el Estado podrá limitar la libertad del
imputado con otras medidas menos lesivas que aseguren su comparecencia al juicio,
distintas de la privación de libertad. De conformidad con la norma citada, la persona
detenida tiene derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en
libertad’. Por ende, si una persona permanece privada preventivamente de su liber
tad y las actuaciones no transcurren en un tiempo razonable, se vulnera el artículo
7.5 de la Convención”{29).
(29) Corte IDH. Caso Carranza Alarán vs. Ecuador. Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 03 de febrero de 2020, párr. 86.
(30) Comisión IDH. Informe N° 12/96, Caso 11.245, caso de Jorge Alberto Giménez contra el Estado Argentino,
del 1 de marzo de 1996, párr. 67; Informe N9 2/97, del 11 de marzo de 1997, párr. 18.
(31) STC Exp. N° 2915-2004-HC/TC, del 23 de noviembre de 2004, f. j. 11. 847
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Y ¿cuáles son estos criterios? Pues bien, habíamos dicho que los parámetros para eva
luar el plazo de razonabilidad del proceso en su totalidad y los aplicados a igual fin para
la prisión preventiva guardan entre sí una marcada analogía, esto se demuestra cuando la
Comisión Interamericana para evaluar la razonabilidad de la medida cautelar en cuestión
remite a jurisprudencia que contiene un conjunto de criterios que no atañen a la prisión
preventiva sino a la razonabilidad de la duración del proceso, estos elementos contenidos
en los casos Suárez Rosero y Genie Lacayo, de la Corte Interamericana son: la actuación
de los órganos judiciales, complejidad del asunto y la actividad procesal del detenido, ana
licemos más detenidamente cada uno de ellos:
De no tenerse presente ello, una medida que debería ser concebida como cautelar y
excepcional, se convertiría en un instrumento de excesiva aflicción física y psicológica para
quien no tiene la condición de condenado, resquebrajando su capacidad de respuesta en el
proceso y mellando el propio principio de dignidad. En consecuencia, a efectos de deter
minar la razonabilidad del plazo de la prisión preventiva, es preciso analizar si el juez penal
ha procedido con la diligencia especial debida en la tramitación del proceso.
La actuación de los órganos judiciales tiene que estar determinada por una especial
diligencia debida, sobre todo porque lo que se está dilucidando es sobre un imputado que
está preso. Un juez debe tener claro que no es lo mismo tramitar un expediente con “reo
en cárcel” que con “reo libre”. En el primer caso los plazos deben ser reducidos. En gene
ral, es un deber del juez obtener la resolución definitiva -condenatoria o absolutoria- ase
gurando el éxito de la investigación del caso en un tiempo prudencial -porque a través
de la resolución definitiva se está definiendo también su situación coercitiva personal-,
848
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
obrando en todo momento con celeridad, y cualquier demora imputable al juez tendrá
que ser sancionado(32).
Entre las conductas que podrían ser merituadas como intencionalmente dirigidas a obs
taculizar la celeridad del proceso, se encuentran la interposición de recursos que desde su ori
gen y de manera manifiesta estén condenados a la desestimación, o las constantes y premedi
tadas faltas a la verdad que desvíen el adecuado curso de las investigaciones. Es el juez a quien
le corresponderá demostrar en el caso concreto la conducta obstruccionista del imputado.
(32) REÁTEGUI SÁNCHEZ, James (2006). La problemática de la detención en la jurisprudencia procesal penal. Ob.
cit., p. 78.
(33) STC Exp. N° 2915-2004-HC/TC, del 23 de noviembre de 2004, f. j. 26.
(34) STC Exp. N° O376-2OO3-HC/TC, del 7 de abril de 2003, £ j. 9. &
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
mismo instante en que se desvanece la pertinencia de los motivos que sirvieron de funda
mento para el dictado de la medida, esta debe ser revocada(35).
“Es pertinente anotar, respecto de la fijación del plazo de la prisión preventiva, que,
en ningún caso, puede erigirse como causa de justificación las dilaciones indebidas,
ni la sobrecarga de trabajo, protagonizadas por una Fiscalía determinada (salvo que
esa causa sea meramente coyuntural y el Estado prontamente la remedie). Un factor
a examinar es, como se anotó, el comportamiento sinuoso del imputado o su defensa
-actividad de defensa obstruccionista-, como por ejemplo: introducir prueba falsa,
amenazar testigos, destruir documentos, fugarse u ocultarse, no comparecer injustifi
cadamente, cambiar permanentemente de defensores para lograr la demora o cuando
una organización criminal que le protege mediante coacciones constantemente a los
defensores para que renuncien a fin de obstaculizar el proceso, o interponer impug
naciones que, desde su origen y de manera manifiesta, se encontraban condenadas
a la desestimación” (STC N° 4124-2004-HC/TE, del 29 de diciembre de 2004).
Sobre ello, sin embargo, cabe señalar -siguiendo a Guevara Vásquez- que: “[Algu
nos de ellos han sido elaborados en forma un tanto redundante, en el sentido de indicar
la realización de determinadas diligencias, cuando el plazo de la imposición de la prisión
preventiva se debe de referir, en estricto, a aquello que falta aún por llevarse a cabo. Así,
se tiene que el criterio ‘iv’ (las actuaciones de investigación ya realizadas especialmente en
sede de diligencias preliminares) se debe de invertir, toda vez que lo importante son los
actos de investigación que faltan actuarse y que justificarían, con el aseguramiento físico
de la persona del imputado, el tiempo en específico fijado en el auto de prisión preven
tiva. Por su parte, el criterio vii’ (la presencia o ausencia de los imputados en la causa y
el comportamiento procesal de estos últimos), se constituye en realidad como un criterio
para determinar la fijación o no de la medida de la prisión preventiva, pues el cuantificar
el tiempo del plazo de permanencia en la condición de preso preventivo requiere de otros
datos de complementación”(38) 39.
Por otro lado, sobre el cómputo del plazo razonable, en la doctrina y jurispruden
cia se establece que puede realizarse desde la acusación o desde las etapas preliminares al
juicio. Dicho plazo debe ser computado a partir de la fecha en que el inculpado ha sido
privado materialmente del derecho a la libertad personal, lo que, obviamente alcanza a la
detención policial, a la detención judicial preliminar, etc. Ello es así, porque la privación
de la libertad personal producida a nivel de la investigación preliminar no puede, pues,
injustificadamente dejar de ser computada para los efectos de establecer la duración de la
prisión preventiva{39).
(37) Salas Penales Permanente, Transitoria y Especial de la Corte Suprema. Acuerdo Plenario N° 1-2019/CIJ-116,
del 10 de septiembre de 2019, magistrados ponentes: San Martín Castro, Neyra Flores, Sequeiros Vargas,
Chávez Mella y Castañeda Espinoza, £ j. 59, párrafo segundo.
(38) GUEVARA. VÁSQUEZ, Iván (2020). La prisión preventiva en el sistema de audiencias. Lima: Gamarra Editores,
pp. 314 y 315.
(39) STC Exp. N° 0915-2009-PHC/TC, del 24 de junio de 2009, £ j. 5. 851
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
a que se pueda hablar de unos plazos máximos de la prisión preventiva, que son los que
están establecidos en dicho Código y un plazo estrictamente necesario con base en la razo-
nabilidad de duración de la medida, el que puede ser mucho menor que aquel plazo legal.
De ésta forma se tiene que el plazo que establece la ley es un plazo máximo que por
ninguna razón puede dar lugar a uno mayor, pero también existe el plazo estrictamente
necesario de la prisión preventiva. Y es que, aun si la prisión preventiva no hubiera tras
pasado el plazo máximo, ese dato per se no resulta suficiente para evaluar los márgenes
de constitucionalidad de estas, pues esta tampoco puede durar más allá del plazo estric
tamente necesario (límite máximo de la prisión preventiva). Como es evidente, el límite
máximo de la prisión preventiva debe ser establecido en atención a las circunstancias de
cada caso concreto, y tomando en especial consideración los criterios de la complejidad
del asunto, conducta de los imputados y de las autoridades, etc.
(40) Corte IDH. Caso Suárez Rosero vs. Ecuador. Fondo. Sentencia del 12 de noviembre de 1997, Serie C, N° 35,
852 párr. 77.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 272
Pues ya otorgar ante cualquier situación una prolongación del plazo de prisión pre
ventiva, conlleva el grave peligro de ser una pena anticipada, pues el largo tiempo de dura
ción total de la prisión preventiva, en el caso peruano, puede llegar a los cuatro años.
Resulta relevante mencionar el Caso Palamara Iribarne vs. Chile en el que la Corte
luego de reiterar que el principio de presunción de inocencia es base para afirmar la excep
cionalidad que debe regir la privación preventiva de la libertad, se refirió a los supuestos
que deben presentarse para que pueda ordenarse válidamente la prisión preventiva. En
concreto, señaló que:
(41) Cfr. Corte IDH. Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 24 de junio
de 2005, Serie C, N° 129, párrs. 112 a 115.
(42) Cfr. Corte IDH. Caso Bayarri vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
del 30 de octubre de 2008, Serie C, N° 187, párrs. 110 y 111. 853
ART. 272 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
BIBLIOGRAFÍA
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es competente para resolver un requerimiento de prolongación de la prisión preventiva? Comentarios a la
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Editorial de Cénales; VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel (2014). “El problema del juez competente
para dictar la medida de prolongación de prisión preventiva y la Casación N° 328-2012-Ica”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 57, Lima: Gaceta Jurídica.
(43) Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 22 de noviembre
854 de 2005, párr. 198.
Artículo 273.- Libertad del imputado
Al vencimiento del plazo, sin haberse dictado sentencia de primera instancia, el juez
de oficio o a solicitud de las partes decretara la inmediata libertad del imputado, sin
perjuicio de dictar concurrentemente las medidas necesarias para asegurar su presencia
en las diligencias judiciales, incluso las restricciones a que se refieren los numerales 2)
al 4) del artículo 288.
Concordancias:
CPP: arts. 288 ines. 2 al 4, 253, 290, 293 inc. 2.
El artículo 272 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP) establece el plazo de
duración de la prisión preventiva de acuerdo al tipo de proceso de que se trate (simple,
complejo, de criminalidad organizada), mientras que el artículo 273 del mismo cuerpo
legal, establece las consecuencias que acarrea el vencimiento de dichos plazos sin haberse
dictado sentencia de primera instancia.
En tal sentido, en el referido artículo se estipula que si se vence el plazo de prisión pre
ventiva sin haberse dictado sentencia, el juez deberá decretar de oficio y de manera inme
diata la libertad del imputado.
Ahora bien, para evitar cualquier posibilidad de demora en la puesta en libertad del
procesado, la normativa también prevé la posibilidad de que el juez decrete la libertad
ante el pedido de las partes, pues puede suceder que el juez no se haya percatado del ven
cimiento del plazo, razón por la cual la parte interesada deberá ponerle en conocimiento
para que obre conforme a ley.
Debe señalarse que, en razón de proteger la libertad individual del sujeto de forma
célere, es que cualquier parte pueda solicitar que el juez decrete la libertad de aquel, lo cual
incluye al propio Ministerio Público, que en la práctica no suele suceder.
Teniendo en cuenta que en este caso el cese de la prisión preventiva se produce por
el vencimiento del plazo de la misma, y no porque hayan desaparecido los presupuestos
que legitimaron su imposición, el juez siempre deberá imponer aquellas otras medidas que
aseguren la presencia del imputado en el proceso. Tales medidas pueden ser, entre otras:
iii) La prestación de una caución económica, si las posibilidades del imputado lo per
miten. La caución podrá ser sustituida por una fianza personal idónea y suficiente.
BIBLIOGRAFÍA
BURGOS ALFARO, José (2014). “La prolongación de la prisión preventiva en la etapa de juzgamiento”.
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y sus posibles soluciones. Buenos Aires: Ad-Hoc. REÁTEGUI SÁNCHEZ, James (2006). En busca de la prisión
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es competente para resolver un requerimiento de prolongación de la prisión preventiva? Comentarios a la
Casación N° 328-2012-Ica. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 57. Lima: Gaceta Jurídica. SAN MAR
TÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Fondo Editorial del Inpeccp - Fondo
Editorial de Cénales; VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Miguel Ángel (2014). “El problema del juez competente
para dictar la medida de prolongación de prisión preventiva y la Casación N° 328-2012-Ica”. En: Gaceta
Penal & Procesal Penal. Tomo 57, Lima: Gaceta Jurídica.
856
Artículo 274.- Prolongación de la prisión preventiva^
1. Cuando concurran circunstancias que importen una especial dificultad o prolon
gación de la investigación o del proceso y que el imputado pudiera sustraerse a la
acción de la justicia u obstaculizar la actividad probatoria, el plazo de la prisión
preventiva podrá prolongarse:
a) Para los procesos comunes basta por nueve (9) meses adicionales.
b) Para los procesos complejos hasta dieciocho (18) meses adicionales.
c) Para los procesos de criminalidad organizada hasta doce (12) meses adicionales.
En todos los casos, el fiscal debe solicitarla aljuez antes de su vencimiento.
2. Excepcionalmente, el juez de la investigación preparatoria a solicitud del fiscal,
podrá adecuar el plazo de prolongación de la prisión preventiva otorgado a los pla
zos establecidos en el numeral anterior, siempre que se presenten circunstancias de
especial complejidad que no fueron advertidas en el requerimiento inicial. Para el
cómputo de la adecuación del plazo de prolongación se tomara en cuenta lo previsto
en el artículo 275.
3. El juez de la investigación preparatoria se pronunciará previa realización de una
audiencia, dentro del tercer día de presentado el requerimiento. Esta se llevará a
cabo con la asistencia del Ministerio Público, del imputado y su defensor. Una vez
escuchados los asistentes y a la vista de los autos, decidirá en ese mismo acto o dentro
de las setenta y dos horas siguientes, bajo responsabilidad.
4. La resolución que se pronuncie sobre el requerimiento de prolongación de la prisión
preventiva podrá ser objeto de recurso de apelación. Elprocedimiento que se seguirá
será el previsto en el numeral 2 del artículo 278.
5. Una vez condenado el imputado, la prisión preventiva podrá prolongarse basta la
mitad de la pena impuesta, cuando esta hubiera sido recurrida.
Concordancias:
CPP? arts. I, 272 inc.2, 278 inc. 2, 283, 293 ¿nc. 2, 301.
Conforme a este último principio la imposición de la prisión preventiva debe estar sujeta
a plazos determinados; así se habla, por un lado, de unos plazos máximos legales y, por otro
lado de un plazo razonable basado en el principio de proporcionalidad o de estricta nece
sidad; siendo que este último plazo puede ser menor que el plazo legal, pero nunca mayor. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 dei Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016. 35'
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Ahora bien, en relación a los plazos máximos legales de la prisión preventiva se tiene
que conforme a los artículos 272 y 274 del Código Procesal Penal de 2004 se puede hablar
de un plazo ordinario de la prisión preventiva (artículo 272 del Código Procesal Penal de
2004) y de un segundo plazo, denominado como de prolongación de la prisión preventiva
(artículo 274 del Código Procesal Penal de 2004), respectivamente.
Prisión preventiva
Plazo de prisión Plazo de
Tipo de proceso más su
preventiva prolongación
prolongación
Proceso
Hasta 36 Hasta 12 Hasta 48
de criminalidad
meses meses meses
organizada
Entonces, se tiene que para que opere la prolongación de la prisión preventiva deben
concurrir circunstancias que importen una especial dificultad o prolongación de la inves
tigación o del proceso y que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia u obs
taculizar la actividad probatoria, tal como lo establece el inciso 1 del artículo 274.
(1) Salas Penales Permanentes y Transitorias de la Corte Suprema. Acuerdo Plenario Extraordinario N° 1-2017/
858 CIJ -116, del 13 de octubre de 2017, fundamento jurídico. 13.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
“Esta institución está prevista en el numeral 1 del artículo 274 del Código Procesal
Penal, el cual requiere acumulativamente dos presupuestos: i) una especial dificultad
o prolongación de la investigación o del proceso. Por especial dificultad se entiende la
concurrencia de circunstancias que obstaculizan la realización de determinada dili
gencia, la práctica de alguna pericia o alguna circunstancia propia de la conducta del
imputado, elementos de juicio objetivos posteriores al dictado de la prisión preven
tiva primigenia y su impugnación. La ley no establece que deban existir nuevos ele
mentos o actos que sustenten este requisito, pues el juez al momento de determinar el
plazo de prisión preventiva pudo no tener en cuenta en su real dimensión estas par
ticularidades que le dan complejidad al caso; ii) que el imputado pudiera sustraerse
a la acción de la justicia u obstaculizar la actividad probatoria, que no se establece
en función a un reexamen de lo ya resuelto en la prisión preventiva a propósito del
peligro procesal, sino sobre la base del análisis sobre si dichos presupuestos subsis
ten o se mantienen”®.
“El primer presupuesto material requiere que se acrediten, concurran o estén pre
sentes c(- • •) circunstancias que importen una especial dificultad o prolongación de la
investigación o del proceso (...)’. La continuación de la causa, sin riesgos derivados
(2) Salas Penales Permanente, Transitoria y Especial de la Corte Suprema. Acuerdo Plenario N° 1-2O19/CIJ-116,
del 10 de septiembre de 2019, magistrados ponentes: San Martín Castro, Neyra Flores, Sequeiros Vargas,
Chávez Mella y Castañeda Espinoza, f. j. 56.
(3) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema. Casación N° 147-2016-Lima, del 6 de julio de 2016, magistrado
ponente: Pariona Pastrana, considerando 2.4.2 (las negritas son añadidas). En el mismo sentido la ejecutoria
suprema emitida por la propia Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en el R.N. N° 851-2018-Lima,
del 3 de setiembre de 2018, magistrada ponente: Chávez Mella, considerando 7: “El Código Procesal Penal
establece dos referencias a los plazos de la prisión preventiva. Primero, reconoce y regula el denominado
plazo ordinario’ de la prisión preventiva, que tratándose de procesos no complejos, no durará más de nueve
meses. Segundo, admite la posibilidad de un 'plazo prolongado’, adicional al ordinario, que no podrá ser
superior a los nueve meses adicionales en los procesos comunes no complejos (artículos 271, apartado 1, y 274,
apartado 1, literal ‘a’, del Código Procesal Penal). La existencia del plazo prolongado, desde luego, está sujeto
al principio de proporcionalidad, y tiene presupuestos materiales propios, adicionales a los que regulan el plazo
ordinario de la prisión preventiva. Son: a) que concurran circunstancias que importan una especial dificultad o
prolongación de la investigación o del proceso; y, b) que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia
u obstaculizar la actividad probatoria”. 859
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
del periculum libertatis (disponibilidad del imputado a los fines del proceso y tutela
de la actividad de esclarecimiento), entra en crisis cuando en el curso del procedi
miento se presentan sucesos, incidencias, eventualidades, escenarios o inconvenientes
que obstaculicen o enreden seriamente la actuación normal de determinados actos
de investigación o de prueba u otro acto procesal, y que, por consiguiente, impiden
conseguir o ejecutar en el tiempo previsto dichos actos de aportación de hechos o de
ordenación y concreción del trámite procesal.
Debe tratarse de eventualidades que por su propia naturaleza se diferencian de lo
común o general, que están por encima de lo normal o habitual, de suerte que traen
como consecuencia una tardanza o demora en la práctica de tales actos procesales y
la necesidad de su reprogramación o de una actividad procesal adicional no prevista.
Se toman en cuenta las necesidades del momento procesal en que deben dictarse y
las circunstancias que atraviesa la causa”(4).
“Que, en principio, es patente que el Código Procesal Penal establece dos referencias
a los plazos de la prisión preventiva. Primero, reconoce y regula el denominado plazo
ordinario’ de la prisión preventiva, que, tratándose de procesos comunes no comple
jos, no durará más de nueve meses. Segundo, admite la posibilidad de un ‘plazo pro
longado’, adicional al ordinario, que no podrá ser superior a los nueve meses adicio
nales en los procesos comunes no complejos (artículos 271, apartado 1, y 274, apar
tado 1, literal a’, del Código Procesal Penal).
La existencia del plazo prolongado, desde luego, está sujeto al principio de propor
cionalidad, y tiene presupuestos materiales propios, adicionales a los que regulan el
plazo ordinario de la prisión preventiva. Son: a) que concurran circunstancias que
importan una especial dificultad o prolongación de la investigación o del proceso; y,
b) que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia u obstaculizar la activi
dad probatoria. Siendo así, no existe contraposición entre uno u otro plazo, y menos
puede afirmarse que utilizado el máximo de nueve meses permitido por el artículo
272 apartado 1 del Código Procesal Penal ya no puede prolongarse. Precisamente, la
prolongación tiene como prerrequisito el agotamiento del plazo y la necesidad ulterior
de requerirse más tiempo para cumplir con los fines del proceso y evitar que este se
perjudique por un mal uso de la libertad por el propio imputado preso preventivo”(5).
Por otro lado, máxima instancia de la justicia penal ordinaria, he sostenido que la
Pandemia del Covid-2019 no suspende el plazo de la prisión preventiva, así como el hecho
de que la carga laboral no es una razón que justifique por sí sola o aisladamente la impo
sición o prolongación de la prisión preventiva. Así ha dicho que:
(4) Salas Penales Permanentes y Transitorias de la Corte Suprema. Acuerdo Plenario Extraordinario N° 1-2017/
CIJ-116, del 13 de octubre de 2017, magistrado ponente: San Martín Castro, Barrios Alvarado y Cevallos
Vegas, f. j. 16.
(5) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema. R.N. N° 302-2018-Lima Norte, del 19 de abril de 2018,
860 magistrado ponente: San Martín Castro, considerando 5.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
“a) La pandemia del Covid-19 tiene impacto mundial y ha alterado todas las activi
dades humanas, por lo que sus efectos inciden también en el sistema de justicia, con
secuentemente, la suspensión de los plazos procesales deriva de las resoluciones emi
tidas por el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial y por la Fiscalía de la Nación en lo
que corresponde. La inactividad de los fiscales, dispuesta por los órganos de gobierno
desde el 16 de marzo del presente año es una eventualidad que ciertamente ha afec
tado el normal desenvolvimiento de la actividad de investigación en la presente causa.
(...)
b) La carga laboral es una constante en los órganos jurisdiccionales y despachos fis
cales, por ende, no es una razón que justifique por sí sola o aisladamente la impo
sición o la prolongación de la prisión preventiva. En ese sentido, el Acuerdo Plena-
rio N° 01-2019/CIJ-l 16, sobre ‘Prisión preventiva: presupuesto y requisitos’, ha seña
lado que dicha figura no procede cuando la dilación del proceso se debe a una causa
no razonable y ajena al imputado preso preventivo; es decir, a las dilaciones indebi
das y la sobrecarga del trabajo, protagonizadas por una Fiscalía determinada. En ese
mismo acuerdo plenario se incide en que el artículo 7.5 de la Convención Ameri
cana sobre Derechos Humanos posibilita que un individuo sea liberado sin perjuicio
de que continúe su proceso [Informe CIDH 12-96]’.
En esa misma línea de análisis, en el referido acuerdo plenario se incide que el dere
cho a un plazo razonable de prisión preventiva impone al Estado la obligación de
tramitar con mayor diligencia y prontitud aquellos procesos penales en los cuales el
imputado se encuentre privado de su libertad [caso Bayarri vs. Argentina] (funda
mento 56). E, incluso, es expresamente vinculante la parte en que se afirma que si se
prolonga o prorroga [la prisión preventiva] ‘debe mediar una sustentación apoyada
en razones relevantes y suficientes que la justifiquen, a través de una motivación
particularmente convincente [INFORME CIDH, sobre el uso de la prisión pre
ventiva en las Américas, del 30 de diciembre de 2013, párr. 177]’, así como cuando
se afirma que la fijación del plazo de la prisión preventiva en ningún caso puede
erigirse como causa de justificación las dilaciones indebidas, ni la sobrecarga
del trabajo (...) (salvo que esa causa sea meramente coyuntural y el Estado pronta
mente la remedie)’. [Resaltado agregado]. Por la misma razón, el argumento consis
tente en que existió un cambio de fiscalías en la presente causa no es de recibo como
justificación para la prolongación requerida por el Ministerio Público.
861
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
c.l) La gravedad del hecho. Si bien es lógicamente atendible este criterio para la fija
ción del plazo inicial de la prisión preventiva (fundamento jurídico 57 del Acuerdo
Plenario N° 1-2019/CIJ-l 16); no obstante, este aspecto tiene que ser apreciado de
consuno con las características fácticas y jurídicas del caso concreto.
c.5) Faltan realizar importantes diligencias: citar al propietario del equipo móvil
según el testigo Jeyson Walter Murga Segura, buscar un perito oficial, recabar el
informe de la Oficina de Peritajes del Ministerio Público, iniciar el proceso por des
obediencia a la autoridad de las entidades Entel y Bitel que hasta la fecha no han res
pondido sobre el levantamiento del secreto de las comunicaciones, entre otras). La
defensa refirió, en la audiencia de apelación, que todos los actos de investigación eran
conocidos por el Ministerio Público desde el inicio. La Fiscalía no refutó ni realizó
una aclaración suficiente ni mucho menos detallada al respecto.
(...)
(6) Sala Penal Especial de la Corte Suprema. Exp. N° 204-2018-18. Resolución N° 3, del 8 de julio de 2020,
magistrado ponente: Guerrero López, considerando 2.4 (negritas añadidas).
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
Por otro lado, como resalta Gálvez Villegas(7), aun cuando los plazos de prolongación
están establecidos en la ley de acuerdo al tipo de proceso que se trate (simple, complejo o
uno seguido contra organizaciones criminales); lo cierto es que se presentan problemas para
determinar su magnitud (duración del plazo de prolongación) cuando el proceso se inicia
como uno simple y luego se convierte en uno complejo o uno contra organización crimi
nal, o también cuando se inicia como uno complejo y luego se convierte en uno seguido
contra una organización criminal. Esto es, si se inicia como un proceso simple, cuya dura
ción máxima del plazo de la prisión preventiva es de nueve meses (que puede prolongarse
hasta por nueve meses adicionales) y cuando este plazo ya está en curso se determina que
se trata de un proceso complejo, en este caso, al convertirse el proceso en uno complejo, si
se dan los presupuestos podrá operar el plazo de prolongación hasta por 18 meses adicio
nales, pero el plazo inicial (plazo ordinario) que fuera dictado en orden a como era consi
derando el proceso hasta ese momento, esto es proceso simple, no podrá extenderse, por
cuanto la ley no lo autoriza, al no existir una prórroga del plazo ordinario de prisión pre
ventiva. Por lo que, el plazo máximo total, en este caso podrá ser hasta de veintisiete meses
(9 meses de plazo ordinario dictado cuando era considerado proceso simple +18 meses de
prolongación dictados conforme a su nueva calificación de proceso complejo).
Ahora bien, en relación con ello, se presentaría un problema cuando, por ejemplo, el
proceso se inicia como un proceso simple o común y en la secuela de la investigación se
determina que se trata de un hecho cometido por una organización criminal (cuyo plazo
inicial de prisión preventiva es de 36 meses y el prolongación de 12 meses más), no obs
tante, a pesar de la gravedad del hecho y las dificultades que ello implica, la prisión pre
ventiva no podría extenderse más allá de 21 meses (9 meses del plazo inicial y 12 meses
del plazo de prolongación)(8).
Por otro lado, como ya hemos dicho, debe detenerse en cuenta que los plazos de
prolongación de la prisión preventiva son plazos legales máximos, por lo que no siempre
deberán imponerse dichos plazos de prolongación, sino que, de acuerdo con cada caso en
concreto, y de conformidad al principio de proporcionalidad y necesidad, podrá impo
nerse un plazo de prolongación menor al plazo máximo de prolongación establecido en
el artículo en comento.
(7) Véase, GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). “El plazo de la prisión preventiva. Problemas aún
vigentes”. En: lus Puniendi. N° 3. Lima: Ideas, pp. 30 y 31.
(8) Ibídem, p. 31. 863
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Al margen de que dicha duración se vuelve excesiva y en la práctica con ello la pri
sión preventiva ha regresado a ser una pena anticipada, existe otro problema que gira en
torno a la ‘adecuación del plazo de prolongación de la prisión preventiva”, figura instau
rada por el mencionado Decreto Legislativo en el inciso 2 del artículo 274 del CPP de
2004, redacción no del todo clara, que provocó problemas en cuanto a su sentido inter-
pretativo(9), lo cual repercutió en su aplicación, en tanto venía siendo utilizada en su forma
más perjuiciosa para el imputado.
8.1 Que la disposición contenida en el inciso 2, artículo 274 del CPP no tiene la cla
ridad que se desearía, de ahí que admita múltiples y contrarias interpretaciones.
8.4 El hito temporal a partir del cual se van a considerar los hechos para efectos de
determinar si concurren o no circunstancias de especial complejidad, es a par
tir del otorgamiento de la prolongación del plazo de la prisión preventiva, pues
(9) Sobre las posibles interpretaciones que se le podía dar a la figura de la adecuación de la prolongación de la
prisión preventiva véase, REVILLA LLAZA, Percy (2017). “La adecuación de la prisión preventiva: posibles
interpretaciones al artículo 274.2 del CPP de 2004”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 98. Lima: Gaceta
864 Jurídica, p. 28 y ss.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
Se señalaba, además, que se debe considerar que, al optar por la norma a aplicar, debe
buscar el equilibrio entre el derecho a restringir con otras disposiciones constitucionales,
que garantizan otros derechos y bienes constitucionales relevantes, como la seguridad ciu
dadana, el bienestar general, la garantía del sistema democrático, entre otros. Sobre lo ano
tado, el Colegiado no soslaya los graves efectos de la corrupción sistemática en un país, que
afecta directamente derechos fundamentales, por lo que resulta razonable que en los proce
sos en que se investigan delitos de corrupción de funcionarios con delitos conexos graves,
en el contexto de la criminalidad organizada, los plazos máximos de la prisión preventiva
puedan ser mayores a los establecidos para los procesos complejos0
(10) Sala Penal Nacional de Apelaciones Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios, Colegiado A.
Resolución N° 02 / Expediente N° 00160-2014-167-5201-JR-PE-Ol-Lima, del 13 de junio del 2017, ponente:
magistrado Susana Ynés Castañeda Otsu, considerando 8.
(11) Sala Penal Nacional de Apelaciones Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios, Colegiado A.
Resolución N° 02 / Expediente N° 00l6O-2Ol4-l67-5201-JR-PE-01-Lima, del 13 de junio del 2017, ponente:
magistrado Susana Ynés Castañeda Otsu, considerando 10.
(12) Sala Penal Nacional de Apelaciones Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios, Colegiado A.
Resolución N° 02 / Expediente N° 00160-2014-167-5201-JR-PE-Ol-Lima, del 13 de junio del 2017, ponente:
magistrado Susana Ynés Castañeda Otsu, considerando 12.
(13) Véase, VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2017). “La adecuación del plazo de prolongación de prisión pre
ventiva”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 98. Lima: Gaceta Jurídica, p. 26 y ss.
(14) Véase Casación N° 147-2016-Tacna de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, del 6 de julio de 2016,
magistrado ponente: magistrado Pariona Pastrana, considerando 2.2.4. 865
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En tanto esta “adecuación” funciona como una prórroga del plazo, entonces se entiende
que tal adecuación del plazo de prolongación de la prisión preventiva (artículo 274.2) solo
es posible cuando se otorgó un plazo de prolongación menor al máximo permitido por la
ley y luego de ello se presentan circunstancias de especial dificultad que no fueron con
sideradas en el primer requerimiento de prolongación, solicitado antes de la modificato
ria legal. Precisamente, es el plazo de prolongación otorgado lo que se adecúa a otro plazo
mayor o al plazo máximo de prolongación. No se trata de que “mágicamente” el plazo
ordinario de prisión preventiva y el primer plazo de prolongación se conviertan en un solo
plazo, considerándosele como si solo se tratara del plazo ordinario de prisión preventiva,
es decir como si nunca se hubiera pedido la prolongación del mismo(l5).
Siendo así, solo podría haberse adecuado el plazo de prolongación si este plazo de
prolongación hubiera sido de 6 meses, si hubiere sido así, y no se hubiere otorgado el plazo
máximo de prolongación, entonces podría haberse adecuado ese plazo hasta por 6 meses
adicionales, pues en los casos de criminalidad organizada, el plazo máximo de prolonga
ción es de 12 meses, ello debido que el nuevo plazo ordinario de prisión preventiva es ya
muy extenso, siendo de 36 meses.
De esta forma -repetimos- no es correcto entender que el primer plazo (o plazo ordi
nario de la prisión preventiva) y el plazo prologando de aquel deban considerarse como un
solo plazo, esto es como si se tratará del plazo ordinario, y que recién el plazo ampliado de
prolongación sea considerado recién como una primigenia prolongación.
Además, como correctamente sostiene Gálvez Villegas, “[N° se puede sostener que
la nueva norma permite adicionar el plazo de prolongación al plazo inicial de la prisión
(15) VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2017). “La adecuación del plazo de prolongación de la prisión preventiva”.
Ob. cit., p. 26.
866 (16) Ibídem, p. 27.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
preventiva y de la sumaria obtener un único plazo; puesto que una interpretación en este
sentido desborda totalmente el contenido lingüístico de la norma (ello ni siquiera es posible
en el marco de una interpretación extensiva, cuya validez se podría discutir) y con ello viola
el principio de legalidad, y como se sabe, uno de los principios o exigencias para imponer
una medida de coerción es precisamente la observancia de la estricta legalidad. Y si bien
es cierto que para interpretar y aplicar una norma debe considerarse cuál es la finalidad de
la norma y cuál es el sentido subyacente de dicha disposición normativa, ello no autoriza a
desbordar el principio de legalidad; sobre todo si se tiene en cuenta que en estos casos debe
observarse estrictamente el principio de favorabilidad, y con ello se descarta la aplicación
de la nueva norma puesto que establece condiciones más gravosas para el imputadoM(17).
Ahora bien, en este sentido expuesto, y crítico a los argumentos del sistema especia
lizado anticorrupción, sobre cómo debe aplicarse la adecuación de la prolongación de la
prisión preventiva, se ha pronunciado la Corte Suprema en el Acuerdo Plenario Extraor
dinario N° 1-2017/CIJ-l 16, publicado en el diario oficial El Peruano el 26 de octubre de
2017, en donde se señala lo siguiente:
Se adapta -cambia o sustituye- un plazo ya concedido por otro, siempre que opere,
como factor determinante, un supuesto vinculado a la regla de rebus sic stantibus-
compatible con la nota característica de provisionalidad, propia de toda medida de
coerción procesal. Esta, concretamente, se refiere a sucesos o acontecimientos de espe
cial complejidad no advertidas inicialmente. Es decir, a motivos que se sustentan en
la presencia de elementos diversos o sobrevenidos vinculados al contexto del caso,
que determinan un cambio de la situación inicialmente apreciada, los cuales no se
conocían con anterioridad. Por ello mismo, se diferencian de los antecedentes o datos
que se tuvo en cuenta al emitirse el auto de prolongación. Obviamente lo distintivo
o singular son aquellas ‘(...) circunstancias que importen una especial dificultad o
prolongación de la investigación de la investigación o del proceso (...)’, que se han
hecho más complejas por razón de la entidad y dificultad de la causa.
(17) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). “El plazo de la prisión preventiva. Problemas aún vigentes”.
Ob. cit., p. 40. 867
ART. 274 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Otra eventualidad tiene lugar cuando los motivos que permitieron la prolongación
del plazo continúan sin superarse pese al plazo concedido y son otras o nuevas las
circunstancias o escenarios que lo determinan. La base de esta contingencia o impre
visto se presenta cuando el fiscal realizó cumplidamente todas las acciones razona
bles para lograr la concreción de la diligencia, pese a lo cual esta no se llevó a cabo
por acontecimientos que no pueden serle imputables.
Es pertinente resaltar que, como se trata de una simple adaptación del plazo ya pro
longado, el plazo otorgado vía adecuación no se suma al plazo ya acordado anterior
mente al prolongarse la medida de prisión preventiva. No se parte de cero. No se rea
liza un nuevo cómputo. Continúa el viejo plazo’ y, por ende, solo se fija un nuevo
techo a la prolongación anteriormente dispuesta -siempre dentro del plazo legal
mente previsto-. Por ejemplo, si inicialmente se otorgó seis meses de prolongación
del plazo de prisión preventiva, bajo la premisa que era un proceso común; y, luego,
se advierte que el proceso es de criminalidad organizada, el tope sería de hasta seis
meses más, este solo es de doce meses.
Siendo así, queda claro, entonces, que el plazo ordinario de la prisión preventiva y el
primer plazo de prolongación de la prisión preventiva no pueden ser considerados como
un solo plazo, para luego recién aplicar otra prolongación, bajo la fachada de una “adecua
ción”, por lo que lo único que puede ser “adecuado” es ese plazo de prolongación, siempre
y cuando dicho plazo no se haya impuesto en su límite legal temporal máximo superior.
Por último, debemos acotar lo siguiente: si el proceso cambia por ejemplo de simple
a complejo, y el imputado se encuentra con prisión provisional conforme al plazo ordi
nario establecido para los procesos simples, entonces será posible que se solicite la prolon
gación del plazo conforme a los plazos estipulados para el nuevo tipo de proceso, es decir
para este caso sería conforme a los plazos de prolongación que se estipula para un proceso
complejo, pero esta solicitud de prolongación debe realizarse antes del vencimiento del
plazo ordinario de prisión preventiva.
Ahora bien, si el cambio de tipo de proceso (de común a complejo) se produce luego
de que al imputado ya se le haya prolongado la prisión preventiva conforme al plazo de pro
longación previsto para los procesos simples, entonces solo se podrá solicitar la adecuación
de este plazo de prolongación conforme al plazo de prolongación establecido para el tipo
de proceso complejo, siempre y cuando no haya llegado al plazo máximo legal de plazo de
prolongación de prisión preventiva que prevé la ley para este tipo de proceso, de manera que
si ya se impuso el plazo máximo legal de prolongación, ya no será posible la adecuación.
(18) Salas Penales Permanente y Transitoria. Acuerdo Plenario Extraordinario N° 1-2017/CIJ-116, del 26 de
868 octubre de 2017, ff. jj. 21-23 (las negritas son añadidas).
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 274
Lo se acaba de decir puede apreciarse mejor en los casos en que el proceso común
pase a ser uno de criminalidad organizada, pues bien si el cambio se produce cuando la
prolongación de prisión preventiva fue impuesta cuando aún el proceso era considerado
común, y por ejemplo se impuso un plazo de prolongación de 12 meses, entonces al con
vertirse en un proceso de criminalidad organizada, ya no podrá solicitarse la adecuación
del plazo de prolongación de prisión preventiva conforme a uno de criminalidad organi
zada, pues el plazo de prolongación de la prisión preventiva para los procesos de crimina
lidad organizada tiene como tope máximo 12 meses, plazo que ya fue impuesto cuando
el proceso era aún considerado como común, entonces ya no será posible aplicar la figura
de la adecuación.
BIBLIOGRAFÍA
GALVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). “El plazo de la prisión preventiva. Problemas aún vigen
tes”. En: lus Puniendi. N° 3. Lima: Ideas; REVILLA LLAZA, Percy (2017). “La adecuación de la prisión
preventiva: posibles interpretaciones al artículo 274.2 del CPP de 2004”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Tomo 98. Lima: Gaceta Jurídica; VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2017). “La adecuación del plazo
de prolongación de prisión preventiva”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 98. Lima: Gaceta Jurídica
869
Artículo 275.- Cómputo del plazo de la prisión preventiva
1. No se tendrá en cuenta para el cómputo de los plazos de la prisión preventiva, el
tiempo en que la causa sufriere dilaciones maliciosas atribuibles al imputado o a
su defensa.
2. El cómputo del plazo, cuando se hubiera declarado la nulidad de todo lo actuado
y dispuesto se dicte un nuevo auto de prisión preventiva, no considerará el tiempo
transcurrido hasta la fecha de la emisión de dicha resolución.
3. En los casos en que se declare la nulidad de procesos seguidos ante la jurisdicción
militar y se ordene el conocimiento de los hechos punibles imputados a la jurisdicción
penal ordinaria, el plazo se computará desde la fecha en que se dicte el nuevo auto
de prisión preventiva.
Concordancia:
CPP: art. I inc. 1, 142, 143, 290.
En ese sentido, el artículo 275.1 establece, en lo referente al inicio del cómputo del
plazo de la prisión preventiva, que no se tendrá en cuenta el tiempo en que la causa sufriere
dilaciones maliciosas atribuibles al imputado, ya sea que se trate de su propia defensa mate
rial o de su defensa técnica, en la medida que la defensa debe estar basada en la buena fe
y probidad procesal(l), tal como lo señala el artículo 112 del CPP de 2004.
En estos casos se tiene que llegar a demostrar que el imputado o su defensa ha utili
zado diversos mecanismos con la única finalidad de dilatar el proceso penal, justamente
esta actitud observada tiene que ser tomado por el órgano jurisdiccional como el ánimo
del procesado en perturbar el desarrollo del proceso, vulnerando el debido proceso, razón
por la cual este lapso de tiempo no puede ni debe ser considerado en su favor.
En tal sentido, la simple solicitud del procesado para reprogramar algunas diligen
cias de investigación en la que haya sido requerido por el Ministerio Público no puede
ser considerada como una actitud tendenciosa o maliciosa del imputado dirigida a dilatar
injustificadamente el proceso penal.
(1) Sobre el principio de la buena fe en el proceso penal véase, PICÓ IJUNOY, Joan (2013). El principio de la buena
870 fe procesal. 2a edición. Barcelona: J.M. Bosch, pp. 215 y ss.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 275
“8.2. El Ministerio Público como titular de la acción penal conforme al artículo 159.4
de la Constitución Política del Estado está a cargo de la investigación preparatoria;
y, de acuerdo al rol que le asigna el CPP, específicamente el artículo 61.2 le corres
ponde ordenar y practicar los actos de investigación que correspondan, indagando
no solo las circunstancias que permitan comprobar la imputación, sino también las
que sirvan para eximir o atenuar la responsabilidad del imputado.
8.3. Las facultades del Ministerio Público por tanto le permiten conducir la inves
tigación del delito para lo cual está facultado a programar y reprogramar las dili
gencias de acuerdo con la estrategia de investigación que haya decidido; en ese esce
nario la defensa tiene derecho a participar en todas las diligencias programadas por
el Ministerio Público (artículo 84.3 del CPP) y está impedida de recurrir al uso de
mecanismos dilatorios que entorpezcan el correcto funcionamiento de la adminis
tración de justicia; y en función de la naturaleza inaplazable o no de las diligencias
a las que es citado, puede ser reemplazado siguiendo los mecanismos establecidos en
el artículo 85 del CPP.
8.5. El no cómputo de plazos, establecido en el artículo 275.1 del CPP por dilación
maliciosa atribuible al imputado o su defensa han sido considerados como una san
ción a la parte que la provoca y pretende obtener un beneficio de esa circunstancia.
Al respecto Gonzalo del Río Labarthe señala al efecto: cuando el imputado incum
ple su deber de buena fe procesal, el Estado debe reaccionar en defensa de la efica
cia de la administración de justicia, diferenciando los casos de legítimo ejercicio del
derecho de defensa aun cuando comprenda la realización de diligencias complejas y
aquellas que sean meramente impertinentes o inútiles®.
8.6. En el caso que nos ocupa, las disposiciones fiscales que acceden a la solicitud
de reprogramación de diligencias, (...) no contienen una observación o prevención
de tomarse como conducta dilatoria el pedido de reprogramación, menos contienen
un requerimiento de justificación documentada de la razón que motiva la solicitud
de reprogramación, menos observación sobre la naturaleza individual o colegiada
de la defensa. Por lo tanto, las solicitudes de reprogramación que fueron tramitadas
y concedidas sin ninguna observación no pueden ser consideradas como dilación
maliciosa por la jueza de instancia. En el mismo sentido el uso de los mecanismos
(2) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Editorial Instituto
Pacífico, p. 298. 871
ART. 275 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Se agrega que:
(3) Segunda Sala Penal de Apelaciones Nacional, en adición a sus funciones Sala Penal Especializada en Delitos
Aduaneros, Tributarios, de Mercado y Ambientales, a través de la Resolución N° 07, del 27 de octubre de
872 2017, recaída en el Expediente N° 241-2014-37-5001-JR-PE-01, considerando 8 (negritas añadidas).
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 275
“Los motivos de impugnación del recurrente se centran en que este Tribunal se pro
nuncie sobre la procedencia de la aplicación supletoria del artículo 275, inciso 1, del
CPP, referido al cómputo del plazo de la prisión preventiva, a la medida de impedi
mento de salida del país, al existir un vacío normativo respecto a las dilaciones mali
ciosas imputables al procesado o a su defensa.
El artículo 275, inciso 1, prescribe ‘No se tendrá en cuenta para el cómputo de los
plazos de la prisión preventiva, el tiempo en que la causa sufriere dilaciones malicio
sas atribuibles al imputado y su defensa’ En el CPP, el citado artículo se encuentra
ubicado en la Sección III, Medidas de la Coerción Procesal, Título III, referido a la
prisión preventiva, en el cual se desarrollan diversas instituciones, tales como los pre
supuestos para su aplicación, duración, impugnación, revocatoria, incomunicación y
cesación- referidas a esta medida de coerción procesal penal.
De otro lado, la medida coercitiva personal de impedimento de salida del país, com
parte la misma sección de la medida anterior; sin embargo, su desarrollo se encuen
tra previsto en el título VI, artículos 295 y 296, del CPP.
Invoca el recurrente el argumento a fortiori por existir un vacío legal y solicita la apli
cación supletoria del artículo 275, inciso 1, del CPP, al impedimento de salida del
país. Para ello, señala que las dilaciones maliciosas en las que incurrió la defensa de
los acusados se materializó en 2 actuaciones: (i) La recusación planteada contra el
juez supremo de investigación preparatoria, (ii) La nulidad del acto procesal, del 24
de diciembre del 2016.
Ahora bien, es cierto que existe un vacío legal. Para resolver tal pretensión, debemos
señalar que ningún derecho fundamental -como lo es el derecho a la libertad per
sonal-, tiene carácter de absoluto, sino que puede ser limitado en el modo, forma y
garantías previstas por ley. En ese sentido, el CPP ha previsto determinadas directrices g?
ART. 275 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
y reglas al momento de limitar los derechos del procesado, tales como el artículo VII,
inciso 3), del Título Preliminar, el cual prescribe que: ‘La Ley que coacte la libertad
o el ejercicio de los derechos procesales de las personas, así como la que limite un
poder conferido a las partes establezca sanciones procesales, será interpretada restric
tivamente. La interpretación extensiva y la analogía quedan prohibidas mientras no
favorezcan la libertad del imputado o el ejercicio de sus derechos’.
El citado artículo se debe concordar con el artículo 253, inciso 2), del referido CPP,
el cual prescribe que ‘La restricción de un derecho fundamental requiere de expresa
autorización legal, y se impondrá con respeto al principio de proporcionalidad y
siempre que, en la medida y en la exigencia necesaria, existen suficientes elementos
de convicción’.
A criterio de este tribunal, la pretensión antes señalada resulta incompatible con los
dispositivos legales antes reseñados, puesto que en ellos se hace referencia a que para
limitar o restringir un derecho fundamental, como lo es la libertad personal: (i) Se
debe realizar una interpretación restringida de las normas que coacten la libertad; y,
(ii) Debe existir autorización legal expresa.
En los artículos 295 y 296, del CPP, que regulan el impedimento de salida, el legisla
dor no ha previsto que las mencionadas dilaciones puedan aplicarse al impedimento
de salida; esto es, no es un supuesto recogido de manera expresa en la ley, por lo que,
no se puede a aplicar a otros casos no contemplados por el legislador, tal y como pre
tende el Ministerio Público.
Por consiguiente, el tiempo que el Ministerio Público alega ha transcurrido pro
ducto de las dilaciones maliciosas, del imputado y su defensa, no puede ser aplicado
al presente caso, al no permitirse una aplicación supletoria de las normas de prisión
preventiva a la medida de impedimento de salida y al no estar previstas de modo
expreso en la ley”(4).
Por otro lado, tenemos que el cómputo del plazo, cuando se hubiera declarado la
nulidad de todo lo actuado y se ha dispuesto se dicte un nuevo auto de prisión preventiva
no se considerará el tiempo transcurrido hasta la fecha de la emisión de dicha resolución,
según el inciso 2 del artículo 375 que se comenta. Consideramos que se trata de un exceso,
pues si se dispone la nulidad de lo actuado, y no es responsabilidad del imputado, porque
se trata de una irregularidad en la que ha incurrido el órgano jurisdiccional no imputable
(4) Sala Penal Especial de la Corte Suprema. AV. 01-2014 “30”, Wilson Urtecho-Cuaderno de Apelación de la
Resolución que declaró improcedente el cómputo del plazo de impedimento de salida del país, Resolución N°
874 04, del 12 de abril de 2017, magistrado ponente: Pacheco Huancas, considerandos 5-15.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 275
al procesado, motivo por el cual resulta inadmisible que ante una conducta incurrida por
el órgano jurisdiccional el que tenga que sufrir las consecuencias sea el detenido y que su
privación de libertad continúe, sin considerar el plazo que hubiere transcurrido hasta que
se dicte la resolución, máxime cuando se señala expresamente que se debe dictar la prisión
preventiva, es decir, que no se concede la oportunidad para que el juez evalúe las pruebas
o diligencias que se hubieren actuado y que pueden haber variado las circunstancias que
permitieron para que decrete dicha medida coercitiva, vulnerando la garantía constitucio
nal de libertad del imputado, ante defectos que no le son atribuibles(5).
Ahora bien, en lo referente al cómputo del plazo de la prisión preventiva para deter
minar su duración máxima, deben computarse de forma acumulativa todos los periodos
de prisión preventiva decretados en la misma causa, no siendo posible rebasarse el plazo
máximo legalmente previsto, alzando e imponiendo sucesivas medidas de prisión provisional.
De lo contrario, sería fácil sobrepasar el plazo legal, para lo cual bastaría acordar
la libertad provisional antes de su vencimiento y, en seguida, ordenar otra vez la prisión,
reiniciandó un nuevo plazo, situación que implicaría la duración indefinida de la prisión
provisional.
Cabe señalar, finalmente, que en caso se enjuicien varios delitos en un mismo pro
ceso, no se permite que el plazo máximo de duración de la medida se imponga y cal
cule por separado respecto a cada delito incriminado, pues, para efectos del cómputo
del plazo de duración de la prisión preventiva en caso de conexión real de delitos, los
diversos hechos enjuiciados forman una unidad y dan lugar a un único plazo de pri
sión preventiva.
BIBLIOGRAFÍA
AMORETTI PACHAS, Mario (2008). La prisión preventiva. Lima: Magna Ediciones; DEL RÍO LABAR-
THE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Editorial Instituto Pacífico; PICÓ I
JUNOY, Joan (2013). El principio de la buena fe procesal. 2a edición. Barcelona: J.M. Bosch.
(5) AMORETTI PACHAS, Mario (2008). La prisión preventiva. Lima: Magna Ediciones, p. 354.
(6) ídem. 875
Artículo 276.- Revocatoria de la libertad
La libertad será revocada, inmediatamente, si el imputado no cumple con asistir, sin
motivo legítimo, a la primera citación que se le formule cuando se considera necesaria
su concurrencia. El juez seguirá el trámite previsto en el numeral 2) del artículo 279.
Concordancias:
CPP: arts. 279 inc. 2, 290.
Concordancias:
CPP: arts. 275,290.
Esta revocatoria puede darse en cualquier etapa del proceso, por lo que la citación
puede provenir tanto del Ministerio Público como del Poder Judicial. En cualquier caso,
el juez citará a una audiencia, siguiendo los lincamientos del artículo 279 del Código
Procesal Penal, particularmente del inciso 2 de este artículo. En dicha audiencia, el juez
tomará la decisión sobre la revocatoria de la libertad del imputado, habiendo previamente
escuchado a las partes. En este último caso, si el imputado no asiste a esta audiencia y su
defensa técnica no justifica la inasistencia de su patrocinado, la libertad de este último será
revocada inmediatamente^.
876 (1) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa, p. 274.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 277
BIBLIOGRAFÍA
AMORETTI PACHAS, Mario (2008). La prisión preventiva. Lima: Magna Ediciones; DEL RÍO LABAR-
THE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Editorial Instituto Pacífico; SÁNCHEZ
VELARDE, Pablo (2013)- Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa.
877
CAPÍTULO III
LA IMPUGNACIÓN
DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
Concordancias:
CPP: arts. 1 ines. 2 y 4, 9, 268, 271, 274 inc. 3, 284, 296 inc. 4, 309, 315 inc. 2, 319 inc. 3, 413 inc.2, 416.
I. La voluntad de impugnación:
¿es válido reservarse el derecho de impugnar?
1. La regla general. Casación N° 33-2010-Puno
Una práctica común en el litigo peruano, sea por parte de abogados defensores o por
parte de la fiscalía, cuando se trata de una audiencia en la que se emite una decisión de
manera oral, ha sido la de señalar: “Sr. juez, me reservo el derecho” (se entiende de impugnar).
Puede que sea una práctica que aún se mantiene por la aplicación del Código de Pro
cedimientos Penales, puede ser desidia del litigante, o simplemente mantener la necesi
dad de consultar el paso a seguir frente a determinada decisión, ya sea con el cliente, en el
caso de abogados defensores, o con fiscal provincial o fiscal superior, en el caso del Minis
terio Público.
Cual sea el motivo específico, se requiere un análisis sobre si esta práctica es proce
salmente válida en el artículo que comentamos; es decir, si contra el auto que declara fun
dado el requerimiento de prisión preventiva, que obviamente es notificada de manera oral
en la misma audiencia, es posible señalar “me reservo el derecho”, o si necesariamente de
manera expresa debe señalarse que se interpone recurso de apelación.
del Poder Judicial estableció -entendíamos que de manera clara-, que no era válido, frente
a una decisión emitida de manera oral en audiencia, señalar alguna de las partes que se
“reserva” el pronunciamiento o el derecho.
1. No es viable impugnar oralmente una resolución escrita, pues la regla es que esta
modalidad de resolución solo se recurre por escrito y en el plazo previsto por la
ley.
El artículo 405 del CPP establece cuales son los requisitos formales de interposición
de un recurso, señalando en el literal b) del inciso 1:
“Que sea interpuesto por escrito y en el plazo previsto por la Ley. También puede ser
interpuesto en forma oral, cuando se trata de resoluciones expedidas en el curso de
la audiencia, en cuyo caso el recurso se interpondrá en el mismo acto en que se lee
la resolución que lo motiva”.
(1) Casación N° 33-2010-Puno, de fecha 11 de noviembre del 2010, fundamento jurídico 3. 879
ART. 278 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
“Que, el artículo 405 del nuevo Código Procesal Penal, salvo los supuestos especí
ficos, regula los presupuestos subjetivos y formales de los recursos impugnativos en
general (...)”(2) (el resaltado es nuestro).
Es decir, que el literal b) del inciso 1 del artículo 405 del CPP no es aplicable a los
autos de prisión preventiva emitidos de manera oral en audiencia, ya que este supuesto sí
tiene una regulación específica.
Es decir, que frente al auto de prisión preventiva sí sería posible la “reserva” del derecho
a impugnar, realizando una interpretación restrictiva del inciso 1 del artículo 278 del CPP,
permitiendo la reserva en audiencia, pero la expresión de voluntad de impugnación en el
plazo de tres días y por escrito. Esta situación se presentó en la Corte Superior de Justicia
de Huancavelica, cuando la Sala Penal de Apelaciones, el 17 de marzo del 2017, mediante
Auto N° 42-2017, conoció vía queja por denegatoria de recurso de apelación, el caso de
un abogado que se reservó el derecho a impugnar frente a un auto de prisión preventiva.
“[E]l artículo 405.l.b) del CPP, sobre la interposición oral del recurso de apelación,
cuando se trata de resoluciones expedidas en el curso de la audiencia, no resulta apli
cable al presente caso de prisión preventiva, por existir norma específica; por
tanto, no cabe darle a dicha norma interpretación extensiva alguna, para impugnar
la indicada medida, es decir no puede interpretarse que el término ‘El plazo para la
apelación es de tres días’ haga referencia a la formalización o fundamentación del
recurso; con mayor razón si conforme al artículo VII.3 del T.P. del CPP: ‘La Ley que
coacte la libertad o el ejercicio de los derechos procesales de las personas, así como la
que limite un poder conferido a las partes o establezca sanciones procesales, será inter
pretada restrictivamente. La interpretación extensiva y la analogía quedan prohibi
das mientras no favorezcan la libertad del imputado o el ejercicio de sus derechos’”(3)
(el resaltado es nuestro).
Frente a esta situación, el inciso 2 del artículo 278 del CPP intenta señalar una
consecuencia:
“[EJste Tribunal Supremo considera que también debe aplicarse el artículo 392 inciso
3 del Código Procesal Penal para casos de apelación de sentencias, en el sentido que
una vez transcurrido el plazo sin que se produzca el fallo, la audiencia de apelación
deberá repetirse ante otro colegiado, a fin de emitirse la sentencia correspondiente (...)”í4).
BIBLIOGRAFÍA
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Editorial Insti
tuto Pacífico; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
¿¡ü JURISPRUDENCIA
En atención a ello, efectuando una interpretación sistemática del ordenamiento procesal penal, este Tribunal Supremo
considera que también debe aplicarse el artículo 392, inciso 3, del Código Procesal Penal, para casos de apelación de
sentencias, en el sentido que una vez transcurrido el plazo sin que se produzca elfallo, la audiencia de apelación deberá
repetirse ante otro Colegiado, a fin de emitirse la sentencia correspondiente, toda vez que durante la audiencia de ape
lación se observan también las normas relativas al juicio de primera instancia, en armonía con el artículo 424, inciso
1, del citado Código. Competencia N° 12-2017-lca.
(4) Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia del Perú, Competencia N° 12-2017-lca, de fecha 06 de junio del
82 2017, fundamento 3.4.
CAPÍTULO IV
LA REVOCATORIA DE LA COMPARECENCIA
POR PRISIÓN PREVENTIVA
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4, 9, 256, 268, 296 ines. 1 y 4, 319 inc. 3.
a. Revocación por nuevos elementos: por la presencia de nuevos elementos que deter
minen que la comparecencia con restricciones ya no es la medida adecuada, sino
ahora, la prisión preventiva (artículo 279 del CPP).
883
ART. 279 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
El análisis de lo que debe entenderse por “nuevos elementos”, inició por lo menos
en casos en los que el propio Poder Judicial ha denominado emblemáticos, cuando fisca
lía solicitó la revocatoria de la comparecencia con restricciones a la ex pareja presidencial,
Ollanta Húmala y Nadine Heredia.
b. Tiene que tratarse de elementos de convicción que no hayan sido materia de pro
nunciamiento en la medida inicial.
Es decir, la Sala de Apelaciones Nacional solo reconoció del razonamiento del juez de
investigación, que el concepto “nuevos elementos” estaba referido a aquellos producidos
con posterioridad al dictado de la medida inicial, y no aquellos que no habían sido objeto
de pronunciamiento en la medida.
Adicional a ello, la sala reconoce que existe una tercera posibilidad para establecer
cuándo nos encontramos frente a un “nuevo elemento”, señalando que:
(1) Primer Ju2gado de Investigación Preparatoria Nacional, Expediente N° 00249-2015, Resolución N° 03, de fecha 03 de julio
884 de 2017, fundamento jurídico 5.
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 279
Así, para que fiscalía pueda solicitar la revocación de la medida en aplicación del artículo
279 del CPP requeriría de la presencia de nuevos elementos que varíen la necesidad de
adopción de una medida de prisión preventiva por la de comparecencia con restricciones
vigente. Y los nuevos elementos solo podrán ser:
BIBLIOGRAFÍA
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Editorial Insti
tuto Pacífico; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2013). Código Procesal Penal comentado. Lima: Idemsa; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenaies.
dlb JURISPRUDENCIA
En la regulación de la revocatoria de la medida de comparecencia por la de prisión preventiva, debe cumplirse previa
mente con el requerimiento por tratarse de una norma procesal de obligatorio cumplimiento cuya inobservancia afectaría
el debido proceso. Que, en el caso de autos, habiéndose evidenciado el incumplimiento a dicha norma procesal, la revoca
toria de la comparecencia resulta improcedente. Incidente N° 2009-4280-15-2001-JR-PE-l-Píura.
La revocatoria de la comparecencia con restricciones por prisión preventiva requiere del aporte de nuevos elementos que
importen una variación sustancial de las circunstancias. Ello implica tres presupuestos, a saber: a) los nuevos elemen
tos surgidos de la investigación posean contundencia acreditativa de nuevas condiciones; b) la necesidad de una eva
luación actual de la capacidad asegurativa de la comparecencia con restricciones impuesta frente a las nuevas condicio
nes, la que incluye la verificación del cumplimiento por el imputado de las restricciones impuestas; y, c) la determina
ción que dicha medida resulta insuficiente ante el colapso de su capacidad asegurativa frente a las nuevas condiciones.
Cas. N° 119-2016-Áncash.
(2) Segunda Sala Penal de Apelaciones Nacional, Expediente N° 00249-2015, resolución N° 09 de fecha 13 de julio del 2017,
Fundamento 4.1.6. 885
CAPÍTULO V
LA INCOMUNICACIÓN
Concordancias:
C; art. 2 inc. 2 lit. g; CPP: arts. I ines. 2 y 4, ZX, 9, 267; DUDH: art. 5.
En ese sentido, el Código Procesal Penal (en adelante, CPP) contempla el supuesto
de la incomunicación del imputado sobre el cual recayó mandato de prisión preventiva.
Acerca de este es menester realizar algunas precisiones:
886
LA PRISIÓN PREVENTIVA ART. 280
Ahora bien, a pesar de que tanto la Convención de las Naciones Unidas con
tra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos (Convención de
Palermo) y la Ley N° 30077 - Ley contra el Crimen Organizado, realizan una
serie de precisiones de lo que se ha de entender como delito grave para el caso
internacional y nacional, respectivamente, en el supuesto de la incomunicación
en prisión preventiva se necesita realizar un análisis con base en el artículo 265
del CPP, el cual regula la detención incomunicada, dado que ambos contemplan
situaciones de igual naturaleza. El artículo en mención señala como supuestos de
delitos graves a los siguientes:
• Delitos de terrorismo.
• Delitos de espionaje.
Por tales motivos, no puede considerarse como delito grave a otro que no esté
establecido dentro de los supuestos anteriormente descritos, con el propósito de
no desnaturalizar la finalidad de la incomunicación.
iii) El plazo por el cual se impone la medida bajo estudio debe ser estrictamente
proporcional. La norma analizada precisa diez días como límite máximo a la
incomunicación del preso preventivo; empero, este límite superior no debe ser
tomado en cuenta para todos los casos, sino que se ha de buscar el establecimiento
de plazos mínimos sumamente necesarios, realizando en estricto el test de propor
cionalidad, lo cual se condice con la excepcionalidad reforzada que se ha venido
sosteniendo.
(1) Fundamento jurídico 82, de la Sentencia del 18 de agosto del 2000, recaída en el Caso Cantoral vs. Perú.
(2) Fundamento jurídico 127, de la Sentencia del 18 de septiembre de 2003, recaída en el Caso Bulacio vs.
Argentina. 887
ART. 280 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
esta medida se dicta en el marco del mandato de prisión preventiva y, por ende,
debe atender a reforzar los fines de la misma -evitar peligro de fuga y de obsta
culización-; empero, no es lógico que la incomunicación esté dirigida a evitar el
peligro de fuga de quien ya se encuentra recluido en un centro penitenciario; por
ende, lo que ha de perseguir será evitar el peligro de obstaculización de las inves
tigaciones que se realicen dentro del proceso.
Es importante precisar que este tipo de peligro deberá tener un carácter de mayor
intensidad que el que ameritó la medida de prisión preventiva.
vi) Contra la resolución que ordena la medida de incomunicación del preso pre
ventivo procede el recurso de apelación, el mismo que deberá ser impuesto den
tro del plazo de un día, lo que no suspende la ejecución de la medida. Una vez
interpuesto el citado recurso, el juez debe elevar los actuados a la Sala Penal en el
mismo día, la que resolverá la apelación, previa audiencia, dentro de las cuarenta
y ocho horas posteriores a la recepción del auto. La decisión que se adopte deberá
ser emitida en audiencia.
Vale mencionar que para que el investigado pueda hacer valer su derecho a impug
nar la decisión judicial, se le debe garantizar la comunicación y las entrevistas
privadas con su abogado defensor, cuestión que es contemplada por el artículo
bajo análisis y ha sido precisada por la Corte Interamericana en el Caso Suárez
Rosero vs. Ecuador, al mencionar que existe una obligación del Estado “a asegu
rar al detenido el ejercicio de las garantías mínimas e inderogables establecidas en
la Convención y, concretamente, el derecho a cuestionar la legalidad de la deten
ción y la garantía del acceso, durante su aislamiento, a una defensa efectiva”®.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
(3) Fundamento jurídico 51, de la Sentencia del 12 de noviembre de 1997, recaída en el Caso Suárez Rosero vs.
888 Ecuador.
Artículo 281.- Derechos
El incomunicado podrá leer libros, diarios, revistas y escuchar noticias de libre circulación
y difusión. Recibirá sin obstáculos la ración alimenticia que le es enviada.
Concordancia:
CPP: art. 280.
Con base en lo expuesto, aquella persona sobre la cual se ha dictado prisión preven
tiva y esté incomunicada por mandato judicial, se encuentra facultada para realizar acti
vidades de ocio y entretenimiento como la práctica de la lectura y la obtención de infor
mación; asimismo, es fundamental que reciba el alimento diario sin ninguna limitación.
(1) NASH ROJAS, Claudio (2009). Alcance del concepto de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y
degradantes. En: Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. Tomo XV. Montevideo, pp. 586-601. 88
ART. 281 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
ciones frente a terceros, por lo que el debate debe girar en torno a si alguna de estas acti
vidades constituye o actos de tortura o actos inhumanos.
En ese sentido, queda claro que las acciones que pueden realizarse en vulneración de
este precepto legal deben ser consideradas como tratos inhumanos o crueles, no pudiendo
ser catalogados como tortura, debido a la finalidad dirigida a obtener información o con
fesión que reviste a esta última.
Por otro lado, sin perjuicio de la vulneración de las normas de carácter supranacio-
nal y la responsabilidad que eventualmente acarrea al Estado peruano, es preciso señalar
que aquel funcionario que, en el afán de no brindar alimentos al preso preventivo, causa
algún perjuicio en la salud del mismo, deberá ser sancionado no solo por las infracciones
administrativas que por su función sean necesarias, sino también por los posibles delitos
que puedan originarse (lesiones, homicidio, etc.).
BIBLIOGRAFÍA
NASH ROJAS, Claudio (2009). Alcance del concepto de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degra
dantes. En: Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. Tomo XV. Montevideo; ORE GUARDIA,
Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTIN CASTRO, César
(2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
890
Artículo 282.- Cese
Vencido el término de la incomunicación señalada en la resolución, cesara automáti
camente.
Concordancia:
CPP: art. 280.
El presente artículo precisa que no será necesario realizar ningún trámite adminis
trativo y/o judicial para que la incomunicación cese al concluirse su plazo; lo regulado en
la norma procesal refuerza el carácter excepcional de la medida, dado que, cumplido el
término de la misma, se requiere su inmediata conclusión, a fin de no restringir los dere
chos del preso preventivo más allá de lo que es necesario.
Ahora bien, ¿qué acciones se pueden adoptar en caso de que no cese la incomunica
ción a pesar de haber vencido el plazo establecido? Ante este supuesto se puede imponer
un hábeas Corpus.
Una vez interpuesta la demanda de hábeas corpus -la misma que según el artículo 26
del Código Procesal Constitucional(1) (en adelante, CPC) puede ser interpuesta por cual
quier persona en favor del, en este caso, preso preventivo, sin la necesidad de que sea repre
sentante de la persona vulnerada en sus derechos, tampoco se requiere que la demanda sea
firmada por algún abogado ni ninguna otra formalidad- el juez resolverá de inmediato,
pudiendo constituirse al lugar en donde se encuentra el preso preventivo, a fin de verificar
la veracidad de lo señalado1 (2); en tal caso no es necesaria la notificación al responsable de
la vulneración para que la resolución judicial se cumpla, esto es, que se disponga el inme
diato cese de la incomunicación.
Es necesario precisar que, según el artículo 28 del CPC, la demanda de hábeas corpus
puede ser interpuesta frente a cualquier juez penal, sin tener en cuenta los turnos del mismo.
En caso de que se compruebe que la vulneración del artículo bajo análisis es respon
sabilidad de algún servidor del sistema penitenciario, se realizarán las investigaciones ten
dientes a imponer las sanciones que se ameritan; en ese mismo sentido, el artículo 45 de
la Ley N° 29709 - Ley de la Carrera Especial Penitenciaria, señala que “[e]l servidor peni
tenciario es responsable civil, penal y administrativamente por el incumplimiento de las
normas legales y administrativas en el ejercicio de la función pública (..
BIBLIOGRAFÍA
ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cénales.
J92
CAPÍTULO VI
LA CESACIÓN DE LA PRISIÓN
PREVENTIVA
Concordancias:
CPP; arto. 214, 286, CPC: art, 612.
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(1) Fundamento 2.7 de la Casación N° 391-2011-Piura, del 18 de junio de 2013, emitida por la Sala Penal Perma
nente de la Corte Suprema de Justicia. 893
ART. 283 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
“La cesación no implica una reevaluación de los elementos propuestos por las partes
al momento en que el Ministerio Público solicitó inicialmente la prisión preventiva y
se concedió por el juzgado de Investigación Preparatoria. Dicha reevaluación se con
figura al momento de la impugnación de la prisión preventiva.
Por otra parte, el numeral segundo del artículo bajo comentario se refiere al proce
dimiento para solicitar el pedido de cesación de prisión preventiva. Conforme establece la
norma, la misma que nos remite al procedimiento aplicable para el caso de la prolongación
de prisión preventiva (artículo 274 del CPP), se requiere la instauración de una audiencia
dentro de los tres días de presentado el pedido de cesación. Se requiere, además, la presen
cia obligatoria del representante del Ministerio Público, el imputado y su defensa técnica.
La norma dispone que el juez de investigación preparatoria resuelva en la misma audien
cia o dentro de las setenta y dos horas siguientes, bajo responsabilidad.
presenten nuevos elementos que determinen que las condiciones para la imposición de la
prisión preventiva no existen más, haciendo necesaria su sustitución por una medida menos
gravosa y, en definitiva, proporcional. Los elementos a los que hace referencia la norma
son, evidentemente, los presupuestos materiales establecidos en el artículo 268 del CPP(3).
Según César Landa(4), son dos las características que debe tener la motivación de la
prisión preventiva: (i) tiene que ser “suficiente”, es decir, por sí misma debe expresar las
condiciones de hecho y de derecho que llevaron a restringir la libertad personal a tal grado;
(ii) debe ser “razonada”, es decir, deben existir argumentos sólidos que respaldan su puesta
en práctica observándose una ponderación adecuada de la aplicación de la medida y los
supuestos concurrentes que justifican su adopción. Estos criterios expuestos pueden, váli
damente, ser aplicados al estándar de motivación para fundamentar la cesación del man
dato de prisión.
“De ahí que toda resolución judicial que ordene una prisión preventiva requiera de una
especial motivación que demuestre de modo razonado y suficiente que ella no solo es
legal, sino proporcionada y, por consiguiente, estrictamente necesaria para la conse
cución de fines que resultan medulares para el adecuado desarrollo del proceso (...)”.
Más adelante, la Sala señaló que el imputado o su defensa deberán, entonces, enfo
carse en acreditar que el total de los tres elementos o alguno de ellos (especialmente, aque
llos que sustentaron originalmente la imposición de la medida) hayan cambiado.
Finalmente, el cuarto inciso del artículo en comentario establece que el juez impon
drá reglas de conducta que garanticen la finalidad de la medida y/o la presencia del impu
tado en el proceso. Se entiende que la norma plantea la imposición de reglas de conducta
en caso declararse procedente la cesación del mandato de prisión preventiva, y su incum
plimiento puede tener como consecuencia la revocación del cese de la prisión preventiva.
BIBLIOGRAFÍA
LANDA ARROYO, César (2009)- Los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Lima: Palestra; ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica;
SAN MARTÍN CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
896 (5) Al respecto pueden revisarse los fundamentos 4.6 a 4.12 de la Casación N° 1021-2016-San Martín.
Artículo 284.- Impugnación
1. El imputado y el Ministerio Público podran interponer recurso de apelación, dentro
del tercer día de notificado. La apelación no impide la excarcelación del imputado
a favor de quien se dictó auto de cesación de la prisión preventiva.
2. Rige lo dispuesto, en lo pertinente, en los numerales 1) y 2) del artículo 278.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4,278 ines. 1 y 2, 4l3 inc. 2, 4ló.
El segundo inciso del mismo artículo nos remite al artículo 278 del CPP(1), en lo que
sea aplicable. Se entiende, en esa medida, que la norma se refiere al plazo de 24 horas para
la elevación de actuados a la sala superior, el efecto devolutivo del recurso de apelación, el
plazo de 72 horas de recibido el expediente para la programación de la vista de la causa, la
presencia obligatoria del fiscal superior y la defensa técnica del imputado, y el plazo de la
Sala Superior para emitir un pronunciamiento, el que puede darse el mismo día de la vista
de la causa o dentro de las 48 horas posteriores a realizada la misma.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales. * 1 2 3
Concordancias:
CPP; arts. 283, 288.
Conforme al artículo 285 del Código procesal Penal (en adelante CPP), la decisión de
cesar la prisión preventiva puede ser revocada. Para que ello proceda debe ocurrir alguno
de los siguientes escenarios:
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
898
TITULO IV
LA COMPARECENCIA
Concordancias:
CPR arts. 266, 268, 288, 291.
Las medidas de coerción procesal y, dentro de ellas, las medidas cautelares, respon
den a ciertos parámetros que, hasta cierto punto, se apartan de las reglas generales propias
del proceso penal común.
Y es que si bien, según las reglas del proceso penal común, toda condena debe estar
precedida del enjuiciamiento, resulta que con las medidas de coerción procesal, paradó
jicamente, los efectos materiales de la condena pueden preceder al enjuiciamiento, bien
para asegurar la realización de esta etapa o bien para discutir en dicha instancia la proce
dencia o no de la condena.
Este divorcio entre la dinámica del proceso penal común y las medidas de coerción
procesal responde al peligrosismo procesal que este último instituto debe procurar, motivo
por el cual resulta justificada la flexibilización de ciertas exigencias que, a la luz del pro
ceso penal común, serían irrenunciables.
De ahí que, además, no sea aconsejable estudiar las medidas de coerción procesal a la
luz de una herramienta metodológica que se concibió a partir de la estructura del proceso
penal -los sistemas procesales tradicionales-, toda vez que, de seguir este lincamiento, se
podrá evidenciar ciertas particularidades privativas de las medidas de coerción procesal
que, por ejemplo, pueden resultar inconsistentes según las reglas de un sistema acusatorio.
Con ello, evidentemente, no se niega la utilidad que tiene el sistema acusatorio para
dar cierto sentido a la configuración legal del proceso penal y de las medidas de coerción
procesal, sino que se destaca el carácter limitado de dicha herramienta metodológica para
explicar todas las particularidades propias de las medidas de coerción procesal* (1), dentro
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013•
(1) Con ello, lo que se pretende es brindar una explicación del funcionamiento de las medidas de coerción procesal 899
ART. 286 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
de las cuales, por ejemplo, la comparecencia ocupa un lugar singular, al advertir que su
aplicación se produce al margen del principio de rogación de parte, es decir, sin necesi
dad de que el Ministerio Público tenga que formular un requerimiento motivado, ni con
vocarse a una audiencia en la que se debata la eventual procedencia de la comparecencia.
Algo, evidentemente, inconcebible a la luz del sistema acusatorio, según el cual toda deci
sión judicial aflictiva de un derecho debe promoverse a instancia de parte legitimada. En
las siguientes líneas explicaremos esta particularidad.
Dada la intensidad de la afectación de los derechos del imputado que importa la apli
cación de la comparecencia, como sostiene Del Pozo®, se puede afirmar que mientras la
prisión preventiva consiste en un estatus de sujeción, la comparecencia se resuelve en un
estatus de obligación. De ahí que, a decir de la Corte Suprema, la aplicación de la compa
recencia, evidentemente, resulte menos aflictiva que la propia prisión preventiva®.
En esta línea, Del Río Labarthe explica que “[l]a comparecencia es la medida, por
antonomasia, alternativa a la prisión preventiva. Cuando se dan los presupuestos necesa
rios para aplicar una medida cautelar, personal, la prisión preventiva es la elección subsi
diaria, y la comparecencia la medida prioritaria, porque sin duda se está ante una medida
-que globalmente considerada- es significativamente menos intensa y cumple los mismos
fines”®. Con esto, se ingresa al estudio de los fines de la comparecencia y de los presu
puestos procesales.
sin necesidad de llegar a razonamientos, explícitos o implícitos, fundados en relaciones de regla-excepción, tal
y como se ha dejado en evidencia en el siguiente fragmento del Expediente N.° 05267-0-2001-JR-PE-2- Piura,
según el cual se ha indicado que “(...) con arreglo al principio acusatorio, no resulta factible exigirle al fiscal
que en los casos de acusación directa se vea obligado a solicitar una medida coercitiva. En todo caso, si no se
señala, resulta de aplicación la regla general establecida en el artículo 286 del CPP, esto es, si el fiscal no soli
cita presión preventiva, la medida es de comparecencia simple”. Expediente N.° 05267-0-2001-JR-PE-2, Piura,
citado por ARBULÚ MARTINEZ, Víctor (2017). Comparecencia restringida: criterios para su adecuada aplicación.
Lima: Gaceta Jurídica.
(2) Por su parte, niega dicha naturaleza cautelar, DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y
medidas alternativas. Lima: Alternativas, pp. 344-353.
(3) En: BARONA VILAR, Silvia (1998). Prisión provisional y medidas alternativas. Barcelona: Bosch, p. 177.
(4) Casación N° 631-2015-Arequipa, fojas 8.
(5) SERRA DOMÍNGUEZ, Manuel, citado por BARONA VILAR, Silvia (1998). Ob. cit., p. 178.
900 (6) DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo. Ob. cit, p. 337.
LA COMPARECENCIA ART. 286
Sin embargo, lo que varía es la forma en la que se busca alcanzar dicho objetivo, toda
vez que, conforme ya se señaló, mientras que con la prisión preventiva se somete al pro
cesado a un estado de sujeción de su persona en sentido corpóreo al proceso a través de la
privación de su libertad, con la comparecencia se genera un estatus de obligación, a través
de los mandatos que el procesado está llamado a cumplir en el tiempo y modo.
De otro lado, la regulación de los mal llamados “presupuestos” presenta cierta incon
sistencia desde el punto de vista de la coherencia que debe mantener la técnica legislativa
adoptada. Y es que, al entender que los “presupuestos” son aquellas exigencias de confi
guración legal cuyo concurso es imprescindible para la generación de un efecto jurídico,
resulta que, para el tema que nos interesa, la procedencia de la comparecencia -esto es,
el efecto jurídico- depende de la no concurrencia de todos o alguno de los presupuestos,
a partir del cual surge la siguiente interrogante: ¿qué presupuesto procesal es aquel cuya
inconcurrencia habilita la imposición de la comparecencia? ¿Aquello que la ley y la doc
trina acordaron denominar “presupuestos” son, en realidad, presupuestos?
Este asunto, que pareciera trivial, se complica cuando la ley contemplada en el último
párrafo del mencionado artículo 286 exige que el juez debe “(...) motivar los fundamen
tos de hecho y de derecho que sustenten su decisión”, se entiende en función de los presu
puestos cuya no concurrencia genera un efecto jurídico (¿?).
Esta falta de coherencia se resuelve al entender que el objeto de regulación del artículo
286, en realidad, se trata de óbices procesales, esto es, impedimentos de configuración
legal cuya concurrencia en un caso concreto impide que el juez pueda decretar alguna
medida*8*. De ahí que el tenor de la mencionada disposición apunte, precisamente, a exi
gir la inconcurrencia de dos supuestos particulares que, al manifestarse en un caso con
creto, autorizan al juez para decretar una medida de coerción alternativa a la prisión pre
ventiva: la comparecencia.
Así las cosas, los mencionados óbices procesales se presentan cuando el fiscal no
requiere la prisión preventiva dentro del plazo previsto en el artículo 266 (artículo 286,
inciso 1 del CPP) o cuando, de haberse formulado el requerimiento de prisión preventiva,
no concurran los presupuestos previstos en el artículo 268 (artículo 286, inciso 2 del CPP).
(7) MANZINI, Vincenzo (1949). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo III. Buenos Aíres: Ejea, pp. 566-567.
(8) Para mayor detalle, véase CHOZAS ALONSO, José Manuel. Los presupuestos procesales en el proceso penal y
su tratamiento procesal. Recuperado de: <http://ruc.udc.es/dspace/bkstream/handle/2183/1900/ AD-1-10.
pdf?sequence=l>. 901
ART. 286 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Con relación al segundo supuesto, tenemos que el juez podrá ordenar la comparecen
cia cuando el requerimiento de prisión preventiva no haya alcanzado los fundados y graves
elementos de convicción del delito materia de investigación, el delito no acarree una pena
superior a los cuatro años o la intensidad del peligro que se busca procurar es muchísimo
menor que la aflicción que el encarcelamiento podría producir con relación al derecho a la
libertad personal del imputado. En cualquiera de estos supuestos, siempre y cuando, ade
más, el fiscal no haya requerido alguna medida de coerción alternativa más aflictiva que
la propia comparecencia o cuando, de haberla solicitado, no hayan concurrido los presu
puestos correspondientes.
Ahora bien, dado que ambos óbices procesales se fundamentan en omisiones por
parte del Ministerio Público no atribuibles en absoluto al imputado, surge la siguiente inte
rrogante: ¿decretar la comparecencia sobre la base de omisiones atribuibles al Ministerio
Público afecta el principio de mínima intervención indiciaría, a través del cual el peligro
procesal que debe procurarse debe estar sustentado en un mínimo estándar probatorio?
Como decíamos al inicio de este comentario, una lectura de las medidas de coerción
procesal a la luz de las pautas generales del proceso penal común nos llevaría a sostener
que, en efecto, la incoación de oficio de la comparecencia y la propia configuración de los
óbices procesales sí violarían el principio de suficiencia probatoria, trastocando, incluso, la
naturaleza cautelar de la propia comparecencia, al hacer depender su imposición directa
mente de la comunicación de la disposición de formalización de investigación preparatoria.
Sin embargo, como hemos venido sosteniendo, conviene señalar que la opción legis
lativa adoptada, al margen de la inconsistencia de la fórmula legal denunciada con rela
ción a los presupuestos, no supone trasgresión alguna al principio de mínima interven
ción indiciaría, toda vez que, en estos casos, el objeto de cautela de la comparecencia va
más allá del peligro procesal que tradicionalmente se busca procurar a través de las demás
medidas de coerción más aflictivas.
(1) En igual sentido, Sánchez Velarde sostiene que la comparecencia se aplica para “(...) casos en donde las nece
sidades de aseguramiento del imputado no son tan rígidas o los delitos no son estimados graves o siendo
de gravedad, no se satisfacen los requisitos para imponer un mandato de prisión preventiva". SANCHEZ
902 VELARDE, Pablo (2009). EZ nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 345.
LA COMPARECENCIA ART. 286
BIBLIOGRAFÍA
ARBULÚ MARTÍNEZ, Víctor (2017). Comparecencia restringida: criterios para su adecuada aplicación. Lima:
Gaceta Jurídica; BARONA VILAR, Silvia (1998). Prisión provisional y medidas alternativas. Barcelona: Bosch;
CHOZAS ALONSO, José Manuel. Los presupuestos procesales en el proceso penal y su tratamiento procesal. Recu
perado de: <http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/1900/AD-l-10.pdf?sequence=l>; DEL RÍO
LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Alternativas; MANZINI,
Vincenzo (1949). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo III. Buenos Aires: Ejea; SÁNCHEZ VELARDE,
Pablo (2009). £/ nuevo proceso penal, Lima: Idemsa.
JURISPRUDENCIA
Con arreglo al principio acusatorio, no resulta factible exigirle al fiscal que en los casos de acusación directa se vea obli
gado a solicitar una medida coercitiva. En todo caso, si no la señala resulta de aplicación la regla general establecida
en el artículo 286 del NCPP, esto es, si el fiscal no solicita prisión preventiva, la medida es de comparecencia simple.
Exp. N° 2009-05267-0-2001-JR-PE-2-Piura.
91
Artículo 287.- Comparecencia restrictiva^*
1. Se impondrán las restricciones previstas en el artículo 288, siempre que elpeligro de
fuga o de obstaculización de la averiguación de la verdad pueda razonablemente
evitarse.
2. El juez podrá imponer una de las restricciones o combinar varias de ellas, según
resulte adecuada al caso, y ordenará las medidas necesarias para garantizar el
cumplimiento de las restricciones impuestas al imputado.
3. Si el imputado no cumple con las restricciones impuestas, previo requerimiento realizado
por el fiscal o por el juzgador en su caso, se revocará la medida y se dictará mandato de
prisión preventiva. El trámite que seguirá el juez será el previsto en el artículo 271.
4. El juez podrá imponer la prohibición de comunicarse o aproximarse a la víctima o
a aquellas personas que determine, siempre que ello no afecte el derecho de defensa.
3. También podrá disponerse, alternativamente, la utilización de la vigilancia elec
trónica personal que permita controlar que no se excedan las restricciones impues
tas a la libertad personal, de conformidad a la ley de la materia y su reglamento
(DEROGADO) f**<
Concordancias:
CPP: arts. 167, 286, 288, 291.
Los artículos 287, 287-A(1* y 288 del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante
CPP), que rigen en todo el país(2), regulan una modalidad de comparecencia más aflictiva
que la comparecencia simple, pero aun así, no más intensa que el impedimento de salida
del país, la detención domiciliaria o la prisión preventiva.
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Numeral 5 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 4-06-2020.
(1) Artículo incorporado por el artículo 4 del Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4 junio 2020.
(2) Ambas disposiciones comenzaron a regir en todo el país desde el 25 de setiembre de 2015, luego de la entrada
en vigencia de la cuarta disposición complementaria y modificatoria del Decreto Legislativo N° 1229.
(3) A decir de Del Río Labarthe, la comparecencia restrictiva sí es una medida cautelar personal del proceso penal
que incorpora limitaciones a la libertad personal, de tránsito o de propiedad. De ahí que esta modalidad de
comparecencia, continúa dicho autor, “(...) persigue los mismos fines que la prisión preventiva: la evitación
de la fuga del imputado e impedir la obstaculización probatoria. Lo que a su vez confirma una idea base
en su configuración: es una medida alternativa a la prisión preventiva -la alternativa por antonomasia-, y
904 en aplicación del subprincipio de necesidad, debe ser utilizada con carácter prioritario, cuando sea capaz de
LA COMPARECENCIA ART. 287
Con todo ello, se tiene que la comparecencia restrictiva, aun cuando no suponga pri
vación de libertad, sí se puede materializar en diversos grados de afectación de la libertad
del procesado, dependiendo de la cantidad y la calidad de restricciones ordenadas por el
juzgador, en función a la intensidad del peligro que deba procurarse.
Ahora bien, toda vez que las restricciones autorizadas por los artículos 287 y
288 del CPP se traducen, básicamente, en mandatos dirigidos al procesado, es pre
ciso destacar que la ejecutabilidad de dichos mandatos debe estar supeditada a la cla
ridad y precisión con que fueron formulados, de modo que solo podrá catalogarse
como incumplimiento de una restricción aquel supuesto en el que la propia restric
ción haya sido accesible para el ciudadano medio, independientemente de su forma
ción intelectual o profesional.
cumplir -con eficiencia- esos (mismos) objetivos”. DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva
y medidas alternativas. Lima: Alternativas, p. 366.
(4) Expediente N° 05698-2009-PHC/TC, Arequipa, fundamento jurídico 9 (caso: Elva Catalina Valdivia Dávila).
(5) Expediente N° 00160-2014-282-5201-JR-PE-01, considerando 1. 905
ART. 287 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
De otro lado, los requerimientos decretados por el juez surten sus efectos desde ese
momento, motivo por el cual no es necesario el emplazamiento fiscal para que el impu
tado recién cumpla con lo ordenado judicialmente. Y es que “(...) admitir lo contrario sería
suponer que este comportamiento omisivo constituye un derecho al imputado, circuns
tancia que desnaturaliza las medidas de coerción procesal y, particularmente, la medida
de comparecencia con restricciones”^.
A través del artículo 287-A del CPP, la vigilancia electrónica es regulada como una
restricción más dentro del catálogo de restricciones de la comparecencia, cuyo objeto con
siste en controlar los imputados respecto del cumplimiento de las demás restricciones que,
se entiende, fueron formuladas en lenguaje llano, sin ambigüedades y de manera explícita.
Así las cosas, en cuanto a la fórmula legal adoptada cabe indicar que esta cumple
una función pedagógica, en tanto explícita los criterios que el juzgador debe evaluar al
momento de decidir imponer la vigilancia electrónica, tales como “(...) las condiciones de
vida personal, laboral, familiar o social, o las condiciones de salud, de la persona proce
sada; si con ella se garantiza en el mismo grado el normal desarrollo del proceso” (artículo
287-A, inciso 1, del CPP).
(6) Expediente N° 08-11416-25 (fundamento jurídico 3.1), pronunciado por la Sala de Apelaciones de Arequipa.
(7) OBISPO GARCÍA, Rosamaría (2012). El sistema de vigilancia electrónica como sustitutivo penal para evitar el haci
namiento de los centros de cumplimiento de condena para la ejecución de penas de prisión. (Tesis para optar por el título
de abogada y notaria). Ciudad de Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala. Recuperado de:
906 <http://biblioteca. usac.edu.gt/tesis/04/04_9785.pdf>.
LA COMPARECENCIA ART. 287
BIBLIOGRAFÍA
DEL RÍO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Alternativas;
OBISPO GARCÍA, Rosamaría (2012). El sistema de vigilancia electrónica como sustitutivo penal para evitar el
hacinamiento de los centros de cumplimiento de condena para la ejecución de penas de prisión. (Tesis para optar por
el título de abogada y notaría). Ciudad de Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala. Recupe
rado de: <http://biblioteca. usac.edu.gt/tesis/04/04_9785.pdf>.
¿«3 JURISPRUDENCIA
En la regulación de la revocatoria de la medida de comparecencia por la de prisión preventiva, debe cumplirse previa
mente con el requerimiento por tratarse de una norma procesal de obligatorio cumplimiento cuya inobservancia afectaría
el debido proceso. Que, en el caso de autos, habiéndose evidenciado el incumplimiento a dicha norma procesal, la revoca
toria de la comparecencia resulta improcedente. Incidente N° 2009-4280-15-2001-JR-PE-l-Piura.
907
Artículo 287-A.- Comparecencia restrictiva con vigilancia electrónica
personal^
L El juez puede imponer la medida de comparecencia restrictiva con vigilancia
electrónica, antes que la medida de prisión preventiva, si de la valoración de las
condiciones de vida personal, laboral, familiar o social, o las condiciones de salud,
de la persona procesada; si con ella se garantiza en el mismo grado el normal desa
rrollo del proceso.
2. El juez puede disponer la cesación de la prisión preventiva por la comparecencia
restrictiva con vigilancia electrónica personal, si, aun cuando subsistan los presu
puestos del artículo 268, la persona procesada acredita que tiene condiciones de
vida personal, laboral, familiar o social, o las condiciones de salud, que permiten
concluir que con esta medida se asegura la finalidad del proceso en el mismo grado.
3. En ambos casos, el juez impone las medidas restrictivas del artículo 288, conjunta
mente con las disposiciones que regulan la vigilancia electrónica personal.
Concordancias:
CPP: arts. 286 al 292
908 (*) Artículo incorporado por el art. 4 del Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4-06-2020.
LA COMPARECENCIA ART. 287-A
(1) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Inpeccp-
Cenales, p. 707.
(2) Así también, se puede señalarse ejemplos tales como: emisores geográficos, sistema de alarmas, indicadores de
movimientos y vigilancia nocturna. ROXIN, Claus y SCHÜNEMANN, Bernd (2019). Derecho Procesal Penal.
Traducción de la 29a edición alemana. Buenos Aires: Didot, p. 454. 909
ART. 287-A LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
También, desde el punto de vista del Derecho Procesal Penal y su relación a las medi
das cautelares (medidas coercitivas personales), la vigilancia electrónica personal implica
un dispositivo o medida alternativa a la prisión preventiva que conlleva a su imposición
conjunta con una serie de restricciones y, por ende, su finalidad esencial es que el proce
sado no deba ingresar a la cárcel como regla general, evitando estigmatizaciones o prejui
cios sociales inútiles en la personalidad del investigado.
(1) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2016). Manual de Derecho Procesal Penal, 4a edición. Lima: Instituto
910 Pacífico, p. 552.
LA COMPARECENCIA ART. 287-A
prisión preventiva pese a que puedan concurrir los presupuestos para la aplicación de la pri
sión provisional; en ese sentido, el juez de investigación preparatoria puede (es facultativo)
imponer comparecencia con restricciones conjuntamente con la vigilancia electrónica; asi
mismo, el juez debe evaluar la vida personal del procesado (cualidades éticas y morales de
vida), circunstancias laborales (relaciones profesionales y de servicios remunerados), fami
liares (relaciones generadas por el matrimonio, uniones de hecho, patria potestad, filiación,
entre otros) o social (circunstancias de representación o mandatos públicos), o las condicio
nes de salud (estado físico y psicológico del individuo), todos estos tendientes a garantizar los
objetivos del proceso penal (presencia del imputado en el proceso, disminución del riesgo o
peligro procesal, y el cumplimiento de la futura y eventual pena).
Una vez concedida la prisión preventiva en contra de un individuo, este puede solicitar
la cesación y su sustitución por una medida de comparecencia con restricciones, debido a que
existen nuevos elementos de convicción que demuestren que no concurren los presupuestos
para que siga vigente la prisión preventiva; sin embargo, y al igual que el inciso anterior, a pesar
de subsistir los presupuestos contenidos en el artículo 268 (presupuestos materiales de la pri
sión preventiva) del CPP, y de acuerdo a las condiciones de vida personal, laboral, familiar o
social, o condiciones de salud del investigado, con la finalidad de asegurar el normal desarro
llo del proceso penal, el juez puede disponer el cese de la prisión preventiva y aplicar vigilancia
electrónica personal conjuntamente con la comparecencia restrictiva.
3. En ambos casos, el juez impone las medidas restrictivas del artículo 288,
conjuntamente con las disposiciones que regulan
la vigilancia electrónica personal
El mencionado precepto legal hace referencia que ante los dos supuestos indicados deben
estar sujetos a las restricciones establecidas en el artículo 288 del CPP, tales como: i) la nece
sidad del imputado de someterse al cuidado y vigilancia por parte de una persona o institu
ción determinada, quien informará periódicamente en los plazos designados; ii) la obliga
ción del imputado de no ausentarse de la localidad en la que reside, además de no concurrir
a determinados lugares o, en su caso, de presentarse ante la autoridad en los días que se esta
blezcan en la resolución correspondiente; iii) la prohibición de comunicarse con personas
determinadas, siempre que no afecte el derecho de defensa; y, iv) la prestación de una cau
ción económica, de acuerdo a las posibilidades del imputado o, en su defecto, dicha caución
podrá ser sustituida por una fianza personal idónea y suficiente.
Ahora bien, otro proceso al cual puede circunscribirse la vigilancia electrónica per
sonal, es el proceso especial de colaboración eficaz, así la Corte Suprema, en el Acuerdo
Plenario N° 02-2019/CJ-l 16, ha manifestado que: “En el proceso de colaboración eficaz,
mientras dure su tramitación, también permitiría la aplicación, como medida de coerción
personal, de la vigilancia personal. Es de tener presente que una de las fases más impor
tantes de este proceso penal especial es la corroboración, de suerte que, durante su inte
rregno, si se cumplen determinado -o todos- presupuestos y condiciones de imposición
de la vigilancia electrónica personal será posible hacer uso de ella”.
BIBLIOGRAFÍA
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso (2016). Manual de Derecho Procesal Penal. 4a edición. Lima: Instituto
Pacífico; ROXIN, Claus. y Schünemann, Bernd. (2019). Derecho Procesal Penal. Traducción de la 29a edi
ción alemana. Buenos Aires: Didot; SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. (2020). Derecho Procesal
Penal. Lecciones. 2a edición. Lima: Inpeccp-Cenales.
912
Artículo 288.- Las restricciones^* (**)
Las restricciones que el juez puede imponer son las siguientes:
1. La obligación de someterse al cuidado y vigilancia de una persona o institución
determinada, quien informará periódicamente en los plazos designados.
2. La obligación de no ausentarse de la localidad en que reside, de no concurrir a
determinados lugares, o de presentarse a la autoridad en los días que se le fijen.
3. La prohibición de comunicarse con personas determinadas, siempre que no afecte
el derecho de defensa.
4. La prestación de una caución económica, si las posibilidades del imputado lo per
miten. La caución podrá ser sustituida por una fianza personal idónea y suficiente.
5. La vigilancia electrónica personal, de conformidad a la ley de la materia y su
reglamento, la que se cumplirá de la siguiente forma:
a) La ejecución se realizará en el domicilio o lugar que señale el imputado, a par
tir del cual se determinará su radio de acción, itinerario de desplazamiento y
tránsito.
b) El imputado estará sujeto a vigilancia electrónica personal para cuyo cumpli
miento el juez fijará las reglas de conducta que prevé la ley, así como todas
aquellas reglas que consideren necesarias a fin de asegurar la idoneidad del
mecanismo de control.
c) El imputado que no haya sido anteriormente sujeto de sentencia condenatoria
por delito doloso podrá acceder a la vigilancia electrónica personal. Se dará
prioridad a:
i. Los mayores de 65 años.
ii. Los que sufren de enfermedad grave, acreditada con pericia médico legal.
iii. Los que adolezcan de discapacidad física o permanente que afecte sensible
mente su capacidad de desplazamiento.
iv. Las mujeres gestantes dentro del tercer trimestre del proceso de gestación.
Igual tratamiento tendrán durante los doce meses siguientes a las fecha de
nacimiento.
v. La madre que sea cabeza de familia con hijo menor o con hijo o cónyuge
que sufra de discapacidad permanente, siempre y cuando haya estado bajo
su cuidado. En ausencia de ella, el padre que se encuentre en las mismas
circunstancias tendrá el mismo tratamiento.
d) El imputado deberápreviamente acreditar las condiciones de vida personal laboral,
familiar y social con un informe social y pericia psicológica (DEROGADO/***.
C oncor dancias:
CPP: arts. 273, 286, 287, 402 inc. 2, 411, 474 inc. 3.
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Numeral 5 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 4-06-2020. 91
ART. 288 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
El artículo 288 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) prescribe las restric
ciones que el juez puede decretar con ocasión de la comparecencia. De ahí que, en cum
plimiento del principio de legalidad en materia de coerción personal, el juez se encuentre
impedido de decretar cualquier otra medida distinta de las establecidas taxativamente en
dicha disposición, evidentemente, sin perjuicio de las medidas que, en virtud del artículo
287, inciso 2, del CPP, está autorizado a ordenar con el objeto de “(...) garantizar el cum
plimiento de las restricciones impuestas al imputado”.
Debido a ello, Gálvez Villegas entiende que sería de mucha utilidad la incorporación
de una disposición legal que reglamente las responsabilidades en que puede incurrir el encar
gado de cuidar o vigilar al procesado(1), aspecto que comparto, sobre todo, dado el princi
pio de legalidad por el cual se rige el régimen de las medidas de coerción procesal personal.
(1) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton
(2009). E/ Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, p. 578.
LA COMPARECENCIA ART. 288
Cabe indicar que estas obligaciones no tienen carácter absoluto, ya que, dependiendo
de las circunstancias, el juez puede autorizar que el procesado se movilice a otros lugares
por razones de salud, trabajo, estudios, familiares, entre otros motivos o que, en cualquier
caso, tales movilizaciones se produzcan previa comunicación recibida por la autorización
competente. La exigencia de cualquiera de ambas modalidades -contar con la aprobación
judicial o bastar con comunicarle a la autoridad competente de la decisión del imputado
de movilizarse- deberá ser precisada por el juez al momento de decretarse la restricción.
Con esta restricción se busca evitar que el procesado pueda influir en la declaración
que brinden ciertas personas, siempre y cuando ello no afecte el derecho de defensa. Así,
el imputado deberá evitar mantener comunicación con los testigos, víctimas, coprocesa
dos o los familiares de cualquiera de ellos, siempre y cuando así lo precise el juez en aten
ción al caso concreto, lo que implica, por ejemplo, que se deba individualizar previamente
a estos últimos.
En el cuarto lugar está la siguiente restricción: “[l]a prestación de una caución eco
nómica, si las posibilidades del imputado lo permiten. La caución podrá ser sustituida por
una fianza personal idónea y suficiente”.
91!
ART. 288 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
BIBLIOGRAFÍA
CREUS, Carlos (1996). Derecho Procesal Penal. Buenos Aires: Astrea; GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Ala
dino; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton (2009). El Código Procesal Penal.
Comentarios descriptivos, explicativos y críticos, Lima: Jurista Editores; GARCÍA RADA, Domingo (2009). Ins
tituciones de Derecho Procesal Penal. 2a edición. Tomo II. Lima: Mercurio Peruano; LORENCES, Valentín
H. (2002). Excarcelación y exención de prisión. Buenos Aires: Universidad; MANZANARES SAMANIEGO,
José Luis (1976). “La caución penal”. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales. Tomo 29. Recuperado
de: <http://diainet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=2789279>.
¿Oj JURISPRUDENCIA
La naturaleza y modo de comisión del delito revisten el contenido apreciable del injusto, lo que conlleva a estimar
la personalidad del agente y forma convicción de que debe extremarse el asegurar el cumplimiento de las obligaciones
impuestas y las órdenes de la autoridad. Exp. N° 2008-01606-15-2301-JR-PE-l-Tacna.
(2) MANZANARES SAMANIEGO, José Luis (1976). "La caución penal”. En: Anuario de Derecho Penal y
Ciencias Penales. Tomo 29. Recuperado de: <http://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo? codigo=2789279>.
En igual sentido, García Rada sostiene que la caución es la garantía que se ofrece para asegurar el
cumplimiento de una promesa pactada o convenida. GARCÍA RADA, Domingo (2009). Instituciones de
Derecho Procesal Penal. 2a edición. Tomo II. Lima: Mercurio Peruano, p. 284.
(3) Por su parte, Creus considera que la caución también puede ser juratoria. CREUS, Carlos (1996). Derecho
Procesal Penal. Buenos Aires: Astrea, pp. 337-342. En la misma línea, LORENCES, Valentín H. (2002).
Excarcelación y exención de prisión. Buenos Aires: Universidad, pp. 634-636.
(4) Si bien el Código de Procedimientos Penales de 1940 y el Código Procesal Penal de 1991 no hacen ninguna
referencia a tales exigencias, entendemos que dichos criterios pueden aplicarse mutatis mutandi en virtud del
)16 principio de necesidad y proporcionalidad que sustenta toda medida de coerción.
Artículo 289.- La caución
1. La caución consistirá en una suma de dinero que se fijará en cantidad suficiente
para asegurar que el imputado cumpla las obligaciones impuestas y las órdenes de
la autoridad.
La calidad y cantidad de la caución se determinará teniendo en cuenta la natura
leza del delito, la condición económica, personalidad, antecedentes del imputado, el
modo de cometer el delito y la gravedad del daño, así como las demás circunstancias
que pudieren influir en el mayor o menor interés de este para ponerse fuera del
alcance de la autoridad fiscal o judicial.
No podrá imponerse una caución de imposible cumplimiento para el imputado, en
atención a su situación personal, a su carencia de medios y a las características del
hecho atribuido.
2. La caución será personal cuando el imputado deposita la cantidad fijada en la
resolución en el Banco de la Nación. Si el imputado carece de suficiente solvencia
económica ofrecerá fianza personal escrita de una o más personas naturales o jurí
dicas, quienes asumirán solidariamente con el imputado la obligación de pagar
la suma que se le haya fijado. El fiador debe tener capacidad para contratar y
acreditar solvencia suficiente.
3. La caución será real cuando el imputado constituya depósito de efecto público o
valores cotizables u otorgue garantía real por la cantidad que el juez determine.
Esta caución solo será procedente cuando de las circunstancias del caso surgiera la
ineficacia de las modalidades de las cauciones precedentemente establecidas y que,
por la naturaleza económica del delito atribuido, se conforme como la más adecuada.
4. Cuando el imputado sea absuelto o sobreseído, o siendo condenado no infringe las
reglas de conducta que le fueron impuestas, le será devuelta la caución con los respec
tivos intereses devengados, o en su caso, quedará sin efecto la garantía patrimonial
constituida y la fianza personal otorgada.
Concordancias:
CPP: arts. 285, 288 inc. 4, 290 inc.3, 318 inc.3, 479 inc.3.
I. Concepto y naturaleza
El Código Procesal Penal de 2004 (en adelante CPP) ha establecido la imposición
de una caución en los casos en que se dicte la medida de comparecencia con restricciones
(art. 296), así como al disponerse la cesación de la prisión preventiva (art. 283 concordante
con el art. 285.4). Igualmente, al imponer la comparecencia sujeta a vigilancia electrónica
(arts. 287.5 y 288.5 concordantes con la Ley de Vigilancia Electrónica, Decreto Legislativo
N° 1229), así como también en la detención domiciliaria (art. 290.6). Asimismo, se hace
referencia a esta figura en los supuestos de devolución de bienes incautados (art. 318.3.a)
y en el proceso especial de terminación anticipada (art. 479.3).
Ahora bien, se tiene que el CPP de 2004 menciona en el artículo 288.4 a la caución
como una restricción (autónoma) que se puede imponer cuando se establezca la medida
ART. 289 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Esta regulación, que resulta -en palabras de Del Río Labarthe(1)- “curiosa”, pone en
evidencia la discusión en torno a determinar cuál es la naturaleza jurídica de la caución.
Esto es, si se trata de una medida restrictiva o, más bien, si se trata de una garantía de
cumplimiento de las medidas restrictivas.
(1) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 379.
(2) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en el proceso penal. Lima:
Ideas, p. 564.
(3) ídem.
(4) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Ob. cit., p. 380.
L8 (5) Ibídem, p. 381.
LA COMPARECENCIA ART. 289
Finalmente, cabe indicar que con la caución, si bien en forma mediata se busca lograr
el aseguramiento de las obligaciones personales del imputado, lo que directamente se garan
tiza o asegura es el cumplimiento de la obligación pecuniaria (subsidiaria) determinada
por el juez a cargo del imputado. Pues, el cumplimiento de las obligaciones personales
del procesado solo se podrá lograr a través de una medida coercitiva de carácter personal
y no patrimonial o económica como la caución. Pero claro, con la obligación económica
impuesta y con la garantía de cumplimiento (caución), indirectamente se busca condicio
nar para que el imputado cumpla sus obligaciones personales y evite evadir la acción de
la justicia; apelando obviamente a la racionalidad económica del imputado, quien podrá
concluir que no le resulta eficiente, en términos económicos, evadir la acción de la justicia
porque ello significaría perder la caución económica(6) 7.
Mientras que la caución real se constituye mediante la afectación de los bienes pro
pios o de terceros como garantía de cumplimiento de las demás restricciones. Este tipo de
caución procede cuando, de acuerdo a las circunstancias del caso, se advierte que la apli
cación de la caución personal es ineficaz para la finalidad que se busca asegurar, además
de que, por la naturaleza económica del delito atribuido, la caución real sea la medida más
adecuada (art. 189.3 del CPP)(8).
Si lo que se otorgó fue una fianza, entonces se obligará al fiador a hacer efectivo el
monto de la obligación pecuniaria garantizada.
(6) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en el proceso penal. Ob. cit.,
p. 565.
(7) ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Tomo II. Lima: Gaceca Jurídica, p. 180.
(8) Ibídem, p. 181. 91
ART. 289 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En esa línea, se entiende que la devolución de la caución con sus respectivos intereses
devengados opera en dos situaciones: i) cuando el imputado sea absuelto o sobreseído, o ii)
siendo condenado no infringe las reglas de conducta que le fueron impuestas.
Ahora bien, por un lado, las denominadas “reglas de conducta” a que hace referencia
este apartado legal no son las “reglas de conducta” que se imponen cuando se emite una
sentencia con la ejecución de la pena suspendida o con reserva del fallo condenatorio. Las
medidas a las que se refiere el artículo 289.4 del CPP son, en puridad, las restricciones que
prevé el artículo 288 del mismo cuerpo normativo.
Y, por otro lado, no parece correcto que aun cuando infrinja las restricciones impues
tas, se le deba devolver la caución, pues ello va en contra de la propia naturaleza de este
instituto que es garantizar precisamente el cumplimiento de las reglas procesales; si estas
son incumplidas, entonces debe operar la ejecución de la caución, al margen del resul
tado del proceso.
De igual manera, si el sujeto fuera declarado culpable, pero no infringió las reglas
impuestas, entonces se le deberá devolver la caución, mientras que si las infringió, entonces
no procederá tal devolución, pues lo relevante no es el resultado del proceso sino el cumpli
miento de las obligaciones procesales que hayan sido decretadas en el desarrollo del proceso.
Al respecto señala Gálvez Villegas: “El cumplimiento de sus obligaciones por parte
del procesado, no depende de si, al final, resulta responsable del delito o no; pues, puede
ser inocente de los cargos imputados, y sin embargo, no haber cumplido con sus obliga
ciones procesales, en este caso de todas maneras se ejecutará la caución y perderá el bien
afectado con la misma; por el contrario, puede ser culpable y sin embargo haber cumplido
)20
LA COMPARECENCIA ART. 289
BIBLIOGRAFÍA
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico.
GALVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en el proceso penal. Lima:
Ideas. ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Pro
cesal Penal. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica.
(9) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino (2017). Medidas de coerción personales y reales en el proceso penal. Ob. cit.,
p. 573. 921
Artículo 290.- Detención domiciliaria***
1. Se impondrá detención domiciliaria cuando, pese a corresponder prisión preventiva,
el imputado:
a) Es mayor de 65 años de edad;
b) Adolece de una enfermedad grave o incurable;
c) Sufre grave incapacidad física permanente que afecte sensiblemente su capacidad
de desplazamiento;
d) Es tina madre gestante.
2. En todos los motivos previstos en el numeral anterior, la medida de detención
domiciliaria está condicionada a que el peligro de fuga o de obstaculización pueda
evitarse razonablemente con su imposición.
3. La detención domiciliaria debe cumplirse en el domicilio del imputado o en otro que
el juez designe y sea adecuado a esos efectos, bajo custodia de la autoridad policial
o de una institución -pública o privada- o de tercera persona designada para tal
efecto. En este supuesto, el juez puede reemplazar la custodia de la autoridadpolicial
o de una institución o de tercera persona, por la medida de vigilancia electrónica
personal, de conformidad a la ley de la materia y su reglamento (***.
4. También podrá disponerse la detención domiciliaria del imputado bajo la utiliza
ción de la vigilancia electrónica personal, de conformidad a la ley de la materia y
su reglamento (DEROGADO/****.
5. Cuando sea necesario, se impondrá límites o prohibiciones a la facultad del imputado
de comunicarse con personas diversas de aquellas que habitan con él o que lo asisten.
6. El control de la observancia de las obligaciones impuestas corresponde al Ministerio
Público y a la autoridad policial. Se podrá acumular a la detención domiciliaria
una caución.
1. El plazo de duración de detención domiciliaria es el mismo que el fijado para la
prisión preventiva. Rige, en lo pertinente, lo dispuesto en los artículos 213 al 211.
8. Si desaparecen los motivos de detención domiciliaria establecidos en los literales
b) al d) del numeral 1), el juez —previo informe pericial— dispondrá la inmediata
prisión preventiva del imputado.
Concordancias:
CPP;¿m.273¿/277.
I. Concepto
El artículo 290 del Código Procesal Penal (en adelante CPP) contempla la figura pro
cesal de detención domiciliaria dentro del Título IV referida a la comparecencia. Y refirién
dose a su procedencia, precisa que se impondrá esta medida restrictiva cuando corresponda
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por la cuarta disposición complementaria modificatoria del
Decreto Legislativo N° 1229, publicado el 25-09-2015.
(**) Texto vigente del numeral 3 según modificatoria efectuada por el art. 5 del Decreto Legislativo N° 1514,
publicado el 04-06-2020.
(*♦*) Numeral 4 derogado por la segunda disposición complementaria derogatoria del Decreto Legislativo N° 1514,
922 publicado el 04-06-2020.
LA COMPARECENCIA ART. 290
Cabe señalar que en pleno estado de emergencia sanitaria generado por el COVID-
19, mediante Decreto Legislativo N° 1514, publicado el 4 de junio de 2020, se adoptaron
medidas sustentadas en la prevención de contagios y el cuidado a la salud de la población.
De ahí que se hizo hincapié en la necesidad de la vigilancia electrónica personal como
medida alternativa frente al problema de hacinamiento en penales.
(1) DEFENSOR! A DEL PUEBLO (2013). Detención domiciliaria y la libertad persona. Informe de Adjuntía N° 010-
2013-DP/ADHPD.
(2) NEYRA FLORES, José Antonio (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa, p. 203. 923
ART. 290 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Además, se deben considerar los dos presupuestos materiales adicionales que la Casa
ción N° 626-2013-Moquegua ha señalado, tales como i) la proporcionalidad de la medida
y ii) la duración. Ello, en concordancia con el deber de motivar las resoluciones judicia
les y requerimientos fiscales, tal como lo exige la Constitución Política en el artículo 139:
“Son principios y derechos de la función jurisdiccional: (...) 5. La motivación escrita de
las resoluciones judiciales en todas las instancias (...)”. De allí que se exija lo propio para
el Ministerio Público, al señalarse en el artículo 203, inciso 2 del CPP que “los requeri
mientos del Ministerio Público serán motivados y debidamente sustentados”. Este dispo
sitivo legal es concordante con el artículo 253 del CPP, que señala en su inciso 2: “que la
restricción de un derecho fundamental requiere expresa autorización legal y se impondrá
con respeto del principio de proporcionalidad”.
Ahora bien, conforme al artículo 290, inciso 1, la detención domiciliaria está condi
cionada además de lo ya señalado en el párrafo anterior, a que se presenten cuatro supues
tos de hecho, relacionados con las características personales del procesado a saber: i) es
mayor de 65 años de edad; ii) adolece de una enfermedad grave o incurable; iii) sufre grave
incapacidad física permanente que afecte sensiblemente su capacidad de desplazamiento;
o iv) es una madre gestante. Aclarando que no deben ser concurrentes o copulativos, sino
que cada requisito es independiente del otro, tal como se ha señalado en el Expediente N°
1622-2016-HC/PJ Lima, “basta con tener uno de ellos, para hacerse acreedor de este dere
cho”. No obstante, puede que se presenten de manera simultánea dos situaciones como,
por ejemplo, la condición etaria y la grave enfermedad.
Esto último, es importante en la medida que a efectos de que se imponga una pena
privativa de libertad -terminado el proceso- el condenado tenga derecho a que se des
cuente lo que corresponda al tiempo que ha pasado privado de su libertad ya sea por pri
sión preventiva o detención domiciliaria, de ser el caso.
Es importante señalar que el artículo 290, inciso 1, literal d) del CPP no discrimina,
pues no hace diferencia en cuanto a la nacionalidad del imputado, siendo irrelevante la
nacionalidad o procedencia del encausado, pues la propia disposición legal reconoce que
la detención domiciliaria puede llevarse a cabo no solo en el domicilio del imputado, lugar
donde debe encontrarse privada de su libertad, sino también en otro ambiente adecuado
que el juez designe, bajo custodia de la autoridad policial o de una institución -pública o
privada- o de tercera persona designada para tal efecto (inciso 3). Empero, un problema
real es la falta de establecimientos que, sin ser el domicilio del procesado, puedan brindar
las condiciones adecuadas para el cumplimiento de esta medida restrictiva de derechos(3).
(3) Al respecto, se sugiere revisar —por ejemplo— el Informe de Adjuntía N° O1O-2O13-DP/ADHPD que en el
año 2013 recomendó, en referencia a la falta de infraestructura y condiciones para el cumplimiento de la
detención domiciliaria, que “[l]a tensión entre el aseguramiento de los fines del proceso y el respeto de los
derechos del ciudadano debe resolverse armonizando ambos intereses. En atención a esta premisa, podemos
señalar que luego de la supervisión efectuada a la Guardia de Prevención del Establecimiento Penitenciario
de Lurigancho, dicho ambiente no reúne las condiciones previstas por la ley para ejecutarse las medidas de
detención domiciliaria dispuestas por los órganos jurisdiccionales”. 925
ART. 290 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Ahora bien, la Constitución Política del Perú de 1993 establece como núcleo y fun
damento de la sociedad y del Estado a la persona humana y el respeto de su dignidad
(artículo 1). Por ello, hombres y mujeres se convierten en el centro de la imputación jurí
dica que limita no solo la acción y el arbitrio de los demás, sino también el ámbito de la
ley como suprema expresión de la voluntad estatal(6).
(4) Resulta importante precisar que en reciente pronunciamiento la Corte Suprema, a través de la Primera Sala
Penal de Apelaciones Nacional Permanente Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios, al
resolver la apelación en el marco del Expediente N° 00019-2018-13-5201-JR-PE-03, revocó la resolución de
primera instancia que declaró fundada la prisión preventiva contra el expresidente Pedro Pablo Kuczynski por
el plazo de 36 meses; y dispuso la detención domiciliaria por ese mismo plazo. Pero, además, dictó reglas de
conducta referidas básicamente a hechos que puedan perturbar el normal desarrollo de la investigación, como
la comunicación con sus coimputados, dar declaraciones, entre otros; y además dispuso que estas reglas de
conducta sean controladas por el Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú, bajo responsabilidad.
(5) SOLIS ESPINOZA, Alejandro (2004). Criminología. Panorama contemporáneo. Tema criminología y criminalidad
femenina. Lima: Editores B y B, p. 303-
(6) MESIA RAMIREZ, Carlos (2004). Derechos de la persona. Dogmática constitucional. Lima: Fondo Editorial del
926 Congreso de la República del Perú, p. 19.
LA COMPARECENCIA ART. 290
Considerar a la imputada gestante es importante pues no solo el artículo 290 del CPP
presenta la adopción de un especial enfoque de género en sus procedimientos. El resultado
es bueno, pues permite darle una perspectiva diferente y fundada en equidad al sistema
garantista que la norma procesal penal lleva como impronta.
De este modo, cuando el CPP alude en el literal d) a la madre gestante, comporta un sig
nificativo cambio con el aún Código de Procedimientos Penales de 1940; y es acorde con las
exigencias internacionales de hacer que los sistemas procesales penales sean garantistas; y no se
exige más que el estado de gravidez; además de los requisitos aplicables para los otros supues
tos, como son el peligro de fuga o de obstaculización. Estos dos últimos presupuestos que se
exigen para la prisión preventiva, además de la exigencia de que el Ministerio Público sustente
en su requerimiento la proporcionalidad de la medida, así como su duración.
Se atiende así que las mujeres son especialmente vulnerables al ejercer sus derechos
como usuarias del sistema penal y más aún si se toma en cuenta que las mujeres procesadas
penalmente se encuentran en situación de mayor invisibilidad y/o vulnerabilidad cuando
están en conflicto con la ley.
BIBLIOGRAFÍA
DEFENSORÍA DEL PUEBLO (2013). Detención domiciliaria y la libertad persona. Informe de Adjuntía N°
010-2013-DP/ADHPD; SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (2004). Criminología. Panorama contemporáneo. Tema
criminología y criminalidad femenina. Lima: Editores B y B; MESÍA RAMÍREZ, Carlos (2004). Derechos de
la persona. Dogmática constitucional. Lima: Fondo Editorial del Congreso de la República del Perú; NEYRA
FLORES, José Antonio (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Lima: Idemsa.
(7) En esta línea, tenemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención Internacional sobre
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención contra la Tortura y otros Tratos
o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (Cedaw) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar
la Violencia contra la Mujer “Convención de Belem do Para”. 927
Artículo 291.- Comparecencia simple
1. El juez prescindirá de las restricciones previstas en el articulo 288, cuando el hecho
punible denunciado esté penado con una sanción leve o los actos de investigación
aportados no lo justifiquen.
2. La infracción de la comparecencia, en los casos en que el imputado sea citado para
su declaración o para otra diligencia, determinará la orden de ser conducido com
pulsivamente por la policía.
Concordancia:
CPP: art. 288.
I. Naturaleza jurídica
En principio, debemos tener en cuenta que las medidas cautelares son en sí mismas
medidas coercitivas; no obstante, no toda medida coercitiva es una medida cautelar. Siendo
así, tenemos que revestirán el carácter de medida cautelar en la medida que sirvan para
salvaguardar los fines del proceso y vendrán a ser coercitivas en la medida que impliquen
una injerencia en los derechos fundamentales del procesado.
Bajo estas precisiones, debemos señalar que la comparecencia simple viene a ser una
medida coercitiva, conforme está regulada por nuestro ordenamiento procesal penal(l).
Asimismo, diversos autores consideran a esta institución como una medida cautelar®; sin
embargo, la comparecencia simple no constituye una medida cautelar, pues para ser con
siderada como tal debe presentar algunas condiciones propias de las medidas cautelares.
(1) La comparecencia simple se encuentra regulada en el libro segundo referido a la “Actividad procesal”, en
la sección III denominada: “Las medidas de coerción procesal”, en el título IV referido a la comparecencia,
específicamente en los artículos 286 y 291 del Código Procesal Penal.
(2) Cfr. REYNA ALFARO, Luis (2015). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico, p. 432; NEYRA
FLORES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 198; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo
(2009). El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa, p. 324; SAN MARTÍN CASTRO, César. (2015). Derecho Procesal
Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
(3) DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico, p. 351.
. (4) Véase, artículo 253, inciso 2 del Código Procesal Penal: “La restricción de un derecho fundamental requiere
expresa autorización legal, y se impondrá con respeto al principio de proporcionalidad y siempre que, en la
928 medida y exigencia necesaria, existan suficientes elementos de convicción”.
LA COMPARECENCIA ART. 291
la medida. Por último, la comparecencia simple tampoco cumple con el principio de roga
ción, el cual se refiere a que las medidas cautelares deberán ser solicitadas por las partes(5).
II. Condiciones
La comparecencia simple está regulada de manera negativa de tal forma que cuando
no se cumplan los requisitos necesarios para la aplicación de otras instituciones como la
prisión preventiva(6) 7, o la comparecencia con restriccionesí7), será obligatoria la aplicación
de la comparecencia simple. A continuación, describiremos las condiciones establecidas
en el artículo 291, inciso 1 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP), para la aplica
ción de esta medida:
1. Sanción leve
El inciso 1 del artículo 291 del CPP establece que se aplicará la comparecencia simple
cuando el hecho punible denunciado esté penado con una sanción leve, no obstante, ¿qué
debemos entender por sanción leve? Algunos autores -en concordancia con lo prescrito
por el artículo 268 del CPP- refieren que deberá entenderse como sanción leve a aquella
sanción no mayor a cuatro años de pena privativa de la libertad.
Sin embargo, desde una interpretación sistemática del ordenamiento penal peruano,
deberá entenderse por sanción leve a la sanción no mayor a dos años de pena privativa de la
libertad, este razonamiento en virtud con lo prescrito por el artículo 68 del Código Penal, el
cual establece que: “El juez puede eximir de sanción, en los casos en que el delito esté pre
visto en la ley con pena privativa de libertad no mayor de dos años (...)”; asimismo, según
lo prescrito por el artículo 52: “(...) el juez podrá convertir la pena privativa de libertad no
mayor de dos años en otra de multa (...)”, de estos artículos podemos notar que cuando
la sanción sea no mayor a dos años de pena privativa de la libertad, se podrá prescindir de
la privación de la libertad por otra alternativa menos restrictiva, por tanto, las sanciones
que tengan como pena máxima los dos años de pena privativa de la libertad, deberán ser
consideradas sanciones leves.
(5) Véase, artículo 255 del Código Procesal Penal: “Las medidas establecidas en este Título, sin perjuicio de las
reconocidas a la policía y al fiscal, solo se impondrán por el juez a solicitud del fiscal (..(El resaltado es
nuestro).
(6) Artículo 286, inciso 1 del Código Procesal Penal: “El juez de la investigación preparatoria dictará mandato de
comparecencia simple si el fiscal no solicita prisión preventiva al término del plazo previsto en el artículo 266”.
(7) Artículo 291, inciso 1 del Código Procesal Penal: “El juez prescindirá de las restricciones previstas en el
artículo 288, cuando el hecho punible denunciado esté penado con una sanción leve o los actos de investigación
aportados no lo justifiquen”. 929
ART. 291 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
esta medida cuando el delito investigado no se encuentre sancionado con una privación
de la libertad, esto en mérito a que el imputado no podrá sufrir durante el desarrollo del
proceso una afectación a sus derechos fundamentales mayor a la que se le aplicaría en una
sentencia firme, entonces, si lo que se pretende evitar es una afectación mayor a la que se
impondrá en la sentencia, debería realizarse una prognosis de la pena valorando las cir
cunstancias personales del imputado, y demás características aplicables al caso particular(8).
Mediante esta condición debemos entender que el juez después de haber realizado
un análisis de las circunstancias presentes en la investigación llega a la conclusión que no
es necesaria la aplicación de una medida cautelar adicional, pues se entiende que no existe
peligro en la prosecución del proceso; es decir, cuando estamos ante la ausencia de un peli
gro procesal el juez aplicará la comparecencia simple.
BIBLIOGRAFÍA
DEL RIO LABARTHE, Gonzalo (2016). Prisión preventiva y medidas alternativas. Lima: Instituto Pacífico;
REYNA ALFARO, Luis (2015). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Instituto Pacífico; NEYRA FLO
RES, José (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2009).
El nuevo proceso penal. Lima: Idemsa; SAN MARTÍN CASTRO, César. (2015). Derecho Procesal Penal. Lec
ciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
Concordancia:
CPP; art. 127.
En primer lugar, debemos señalar que en el texto original del Código Procesal Penal
(en adelante, CPP) se establecía que el órgano encargado de realizar las notificaciones del
mandato de comparecencia y las demás restricciones era la Policía Nacional del Perú; sin
embargo, a partir del año 2007, mediante la Ley N° 28924 se precisó que el Poder Judi
cial, el Tribunal Constitucional, el Jurado Nacional de Elecciones y el Ministerio Público
ya no podrían disponer que los miembros de la Policía Nacional del Perú realicen las dili
gencias de notificación que son propias de sus órganos competentes en dicha función.
Bajo esta precisión, debemos tener en cuenta que según el artículo 155 del Código
Procesal Civil: “El acto de la notificación tiene por objeto poner en conocimiento de los
interesados el contenido de las resoluciones judiciales (...)”. Siendo así, las notificaciones
especiales reguladas en el artículo 292 del CPP tendrán por objeto dar a conocer al impu
tado las restricciones que el juez le ha impuesto.
El artículo 292 del CPP, materia del presente comentario, regula dos supuestos de
notificación:
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 5 de la Ley N° 28924, publicada el 8-12-2006.
931
ART. 292 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
caso, la notificación podrá ser recibida por el mismo imputado o por alguna per
sona que se encuentre en el domicilio y tenga la posibilidad de entregarle la reso
lución judicial.
BIBLIOGRAFÍA
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932
Artículo 292-A.- Comparecencia restrictiva para el Policía Nacional del
Perú(*>
Se impondrán las restricciones previstas en el artículo 288 al Policía Nacional del Perú
que, en cumplimiento de su función constitucional, hace uso de sus armas o medios de
defensa en forma reglamentaria y causen lesión o muerte, quedando prohibido dictar
mandato de detención preliminar judicial y prisión preventiva.
Concordancias:
CPPtarts. 286 al 292.
La redacción de esta norma podría hacer pensar a alguien que existe literalmente una
prohibición absoluta de imponer detención preliminar judicial y prisión preventiva a los
miembros de la Policía Nacional del Perú; sin embargo, como señala acertadamente García
Cavero: “[L]a incorporación del artículo 292-A del CPP tiene un efecto puramente sim
bólico. Si uno lee esta nueva disposición procesal, podrá constatar que no establece una
prohibición absoluta de la detención preliminar o la prisión preventiva para miembros de
la PNP que estén siendo investigados por delitos cometidos en el ejercicio de su función.
Esta prohibición solo procede cuando el agente policial, en cumplimiento de su función
constitucional, haya causado la lesión o muerte de una persona por medio del uso de sus
armas o medios de defensa en forma reglamentaria. En consecuencia, si existen elementos
de convicción graves y fundados de que la muerte o lesión se produjo al margen de la fun
ción policial o mediante un uso indebido de las armas, entonces no habrá ningún incon
veniente para que el fiscal le requiera al juez una prisión preventiva y este la conceda, en
caso de darse, claro está, los otros requisitos del artículo 268 del CPP”(1).
Lo que señala el profesor García Cavero resulta correcto, pues en puridad lo que hace
el reciente artículo 292-A del Código Procesal Penal (en adelante CPP) es normar algo que
ya está regulado por el ordenamiento jurídico; esto es, quien actúa conforme con los pará
metros constitucionales, o aún más, quien actúa cumpliendo con la función que la Cons
titución le asigna, y bajo estos supuestos se tiene que no realiza un comportamiento delic
tivo, es más ni siquiera realiza un comportamiento ilícito, y si es así, entonces, en general
no puede ser sancionado por tal comportamiento, y si no puede ser sancionado, menos
podrán imponérsele medidas coercitivas o medidas cautelares que le priven de sus dere
chos, en particular que le priven de su derecho a la libertad personal con la imposición de
una medida grave como lo es la prisión preventiva.
En el caso en concreto, el reciente artículo 292-A del CPP señala que no podrá
imponérsele detención preliminar judicial ni prisión preventiva al efectivo policial que en
cumplimiento de su función constitucional hace uso de sus armas o medios de defensa
en forma reglamentaria y causen lesión o muerte, esto, en buena cuenta, significa que el * 1
Entonces, con esto último, creo que se prueba lo necesario que resulta que en una
audiencia de prisión preventiva se pueda debatir la posible existencia de causas de atipici-
dad, causas de justificación, inculpabilidad o hasta de punibilidad.
Ahora bien, se debe insistir en que este nuevo artículo del CPP solo hace una decla
ración de algo ya previsto por el ordenamiento jurídico, no implica que no se podrá
imponer prisión preventiva a un efectivo policial bajo ninguna circunstancia, es decir,
que aun cuando exista alta probabilidad de haber actuado fuera del marco constitucio
nal o legal, no se le podrá imponer alguna medida cautelar personal, pues si así fuera
estaríamos ante una clara vulneración al principio de igualdad y, en cierto modo, coad
yuvando con la impunidad de los agentes policiales que presuntamente hubieren come
tido alguna actividad criminal.
Es por todo ello que insistimos en señalar que el artículo 292-A del CPP solo regula
un supuesto reconocido por la Constitución y las leyes infraconstitucionales, esto es, que
no se pueden imponer medidas cautelares que restrinjan a derechos contra personas que
han actuado conforme sus derechos constitucionales.
Lo que sí debe quedar claro, también, es que a ninguna persona que actúa conforme
a sus derechos constitucionales se le pueden imponer medidas que restrinjan sus derechos,
es decir, no solo a los efectivos policiales que actúan en el cumplimiento de su deber, sino
a cualquier ciudadano que actúa conforme a los parámetros constitucionales y legales.
Por otro lado, el mencionado artículo 292-A del CPP prescribe, también, que se
impondrán las restricciones previstas en el artículo 288 del mismo cuerpo legal, esto es, la
medida cautelar de comparecencia restringida al Policía Nacional del Perú que en cumpli
miento de su función constitucional hace uso de sus armas o medios de defensa en forma
reglamentaria y causa lesión o muerte. Este aspecto tampoco resulta correcto, pues la acción
descrita del miembro de la Policía Nacional del Perú, como hemos dicho, se subsume den
tro de una causa de justificación y, por lo tanto, resulta lícita, es decir, estamos ante un
supuesto no delictivo o, por lo menos, ha hecho decaer la fuerza de la imputación y, por lo
tanto, la restricción -en caso de que el proceso penal siga en trámite hasta que se declare
la excepción de improcedencia de acción- debe ser mínima, pues ya no se cumpliría por
934
LA COMPARECENCIA ART. 292-A
falta de uno de los presupuestos (fumus delicti comissí) para la imposición de una medida
cautelar, por lo que la opción sería la comparecencia simple.
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA CAVERO, Percy (2020). “Entrevista sobre la Ley N° 31012 - Ley de Protección Policial”. En:
Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 131. Lima: Gaceta Jurídica; VILLEGAS PAIVA, Elky Alexander (2020).
Prisión preventiva. Fundamentos para el litigio en el sistema de audiencias. Lima: Gaceta Jurídica.
935
TÍTULO V
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA
Concordancias:
CPP: arts. 269, 270, 274 ines. 2 y 3; CP: art. 20 inc.2.
I. Introducción
La internación preventiva es una medida especial de coerción personal que se encuen
tra regulada en los artículos 293 y 294 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP). En
lo esencial, implica el internamiento con carácter preventivo del procesado en un estable
cimiento psiquiátrico para profundizar la investigación pericial de su estado de inimputa
bilidad. Esta medida busca la protección del imputado (que requiere una atención cura
tiva y tutelar), de la sociedad (al evitar que el agente siga cometiendo ilícitos) y del pro
ceso penal (evitándose la fuga del investigado o la perturbación de la actividad probatoria).
(1) Esta opción político-criminal constituye una garantía destinada a evitar la aplicación acumulativa de la
936 pena y de la medida de seguridad, salvo cuando el sentenciado se encuentra dentro de algún supuesto de
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA ART. 293
El artículo 20, inciso 1, del CP recoge una serie de supuestos que dan lugar a un estado de
inimputabilidad: anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o alteraciones en la per
cepción, cuyo efecto sintomático es un juicio acerca de la afectación de la capacidad de interna
ción normativa del agente o su posibilidad de determinarse conductualmente conforme a sen
tido. Sin duda, son estos estados clínicos los que se deben tener en consideración a fin de pro
ceder al internamiento preventivo. Las medidas aplicadas a los menores de edad, abarcados en
el artículo 20, inciso 2, del CP -quienes también son considerados inimputables- son de com
petencia de los jueces de familia, aunque el juez de investigación preparatoria podría ordenar
alguna medida de coerción que no sea desproporcional ni vulneratoria de la integridad física y
psicológica del menor, como veremos más adelante.
II. Definición
El internamiento preventivo es una medida de coerción jurisdiccional de carácter cau
telar o preventivo, mediante la cual se busca neutralizar el peligro que el procesado signi
fica para sí mismo, para terceros o para la regular sustanciación del proceso penal debido
a un conjunto de circunstancias que afectan su capacidad cognoscitiva o volitiva.
inimputabilidad relativa, pues en dichos casos es posible que el juez pueda imponer la pena acompañada de
una medida de seguridad, por ejemplo, de carácter ambulatorio (artículo 76 del Código Penal).
(2) Dentro del concepto de inimputabilidad, excluimos los supuestos de inimputabilidad por minoría de edad (artículo
20, inciso 2, del Código Penal), pues su concurrencia tiene como efecto inmediato la pérdida de competencia del juez
penal y la inmediata remisión de la causa ante el juez o fiscal de familia (artículo 74 del Código Procesal Penal).
(3) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Las medidas de coerción en el proceso penal.
Tomo II. Lima: Reforma, pp. 239-240.
(4) 'Artículo 77 del Código Penal.- Aplicación de internación antes de la pena
Cuando se necesite aplicar una medida de internación a un imputable relativo, o a un toxicómano o alcohólico
imputable, el juez dispondrá que ella tenga lugar antes de la pena. El período de internación se computará
como tiempo de cumplimiento de la pena sin perjuicio que el juez pueda dar por extinguida la condena o
reducir su duración atendiendo al éxito del tratamiento”.
(5) Véase: PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima:
Rodhas, pp. 780-781. 937
ART. 293 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Esta medida se aplica a los imputados que adolecen de una de las causas de inimpu-
tabilidad diferentes a la minoría de edad (en el que el órgano jurisdiccional competente
es el juzgado de familia, como ya lo hemos indicado). Su efecto jurídico es la internación
en un nosocomio especializado mientras dure la patología o estado de inimputabilidad o
mientras sea necesario, de conformidad con los fines de la investigación. Debe entenderse
que habiéndose declarado judicialmente que el imputado sufre de enajenación mental, la
persecución penal no se paraliza, pero adquiere la estructura de un proceso de seguri
dad, regulado en los artículos 456 a 458 del Código Procesal Penal (en adelante, CPP).
Llama la atención que el artículo 293, inciso 2, del CPP prescriba que, en los casos
de minoría de edad, el juez de investigación preliminar informará al juzgado penal com
petente para dictar la decisión final sobre su inimputabilidad e internación, además de
ponerlo a su disposición. Este supuesto (minoría de edad) es un claro ejemplo de falta de
capacidad pasiva para actuar en el proceso penal, en virtud de la cual la causa debe remi
tirse al juzgado de familia(8) 9, conforme se desprende del artículo 74, inciso 1, del CPP que,
textualmente, establece lo siguiente: “Cuando en el curso de una investigación preparato
ria se establezca la minoría de edad del imputado, el fiscal o cualquiera de las partes soli
citará al juez de la investigación preparatoria corte la secuela del proceso y ponga al ado
lescente a disposición del fiscal de familia”(9}. Vale precisar que lo señalado no impide al
juez ordenar alguna medida de coerción que considere indispensable para cautelar, en este
caso, el proceso que se inicie a instancia del juez de familia; siempre y cuando dicha medida
no sea desproporcional ni vulneratoria de la integridad física y psicológica del menor(10).
IV. Finalidad
El artículo 293, inciso 1, del CPP ha destacado la finalidad cautelar de la internación
preventiva, dejando en un segundo plano el fin preventivo de esta medida de coerción. Por
lo que con dicha opción político-criminal se pretendería reducir el ámbito de aplicación
de dicha medida a los fines estrictamente procesales00.
El internamiento preventivo no solo tiene por fin asegurar una eficaz actividad pro
batoria, sino también detenta un factor criminógeno, esto es, de incidencia neutralizante.
Por consiguiente, esta medida de coerción busca proteger a la sociedad ante un agente evi
dentemente peligroso. Ante este estado de cosas, se desprende que esta medida oculta una
intención que trasciende los fines que legitiman la imposición de una medida de coerción
personal. Se supone que estamos ante un agente presuntamente inocente, cuya situación
jurídica aún no se ha esclarecido. Vendría a constituirse, entonces, en una medida preven
tiva inocuizadora, propia de una caracterización positivista, donde la reacción jurídico-
penal se determina por conceptos subjetivos y probabilísticos como el factor “peligrosidad”.
Dicho de otro modo, los fines del internamiento preventivo no tienen que ver exclusiva
mente con el objeto del proceso penal y con una ratio de consideración humanista, sino
que refleja en la perspectiva político-criminal del legislador una necesidad defensiva de
la sociedad. Percepción asegurativa, que, si en el caso de la medida de seguridad es fuer
temente cuestionada, más aún lo será en el caso de una medida de coerción personal045.
indispensable para asegurar la actuación efectiva de la ley penal. El Estado no tiene otro título
jurídico para restringir el derecho subjetivo de la libertad personal. Por la misma razón antes
señalada, esta medida cautelar solo se concibe cuando el delito que se imputa está reprimido con
pena privativa de la libertad. Es elemental. En caso contrario no se puede encarcelar a una per
sona a título de cautela, pues la prisión preventiva no tendría entonces fundamento alguno”(,6).
Es preciso indicar que la libertad debe otorgarse al afectado por un trastorno mental
permanente o transitorio o al inmaduro psicológico en cualquier momento, si el médico
lo estima pertinente. En tales casos esa libertad es vigilada y revocable. De este modo, el
internamiento preventivo, como medida de coerción, constituye un mecanismo que mate
rializa el principio de proporcionalidad, ya que la prisión preventiva, la detención domici
liaria o la comparecencia restringida -para los que padecen de alguna anomalía psíquica-
suponen afectaciones no necesariamente idóneas o proporcionales para la neutralización
provisional de la peligrosidad del agente. En el caso de la prisión preventiva, porque su
ejecución puede agravar el estado en el que se encuentra el procesado, debido a los efectos
propios del ingreso en un establecimiento penal que la ejecución de esta medida de coer
ción supone; en el caso de la detención domiciliaria y la comparecencia restringida, por
que las obligaciones o reglas que se desprenden de su aplicación -por la especial condición
del agente— no serán mayormente observadas07).
La racionalidad del sistema penal en su conjunto apunta a que las consecuencias jurí
dicas del Derecho material, así como las medidas de coerción personal preventivas, sean
acordes a las características psicofísicas del condenado o del imputado. Consecuentemente,
si la pena presupone un autor penalmente responsable, la prisión provisional admite por su
parte un imputado también penalmente responsable en términos estrictos de culpabilidad0 8).
V. Presupuestos materiales
Los requisitos legales que deben observarse para la aplicación de esta medida, como
ya hemos indicado, son similares a los requeridos para la medida coercitiva personal de
prisión preventiva (artículo 268 del CPP16 17 18 (19)). El juez de investigación preparatoria podrá
ordenar la internación preventiva del imputado en un establecimiento psiquiátrico, previa
comprobación, por dictamen pericial, de que sufre una grave alteración o insuficiencia de
sus facultades mentales, que lo tornan peligroso para sí o para terceros, cuando medien el
fumus comissi delicti (artículo 293, inciso 1, literal a), del CPP) y el peligro procesal (artículo
293, inciso 1, literal b), del CPP)(20).
1. Fumus comissi delicti (artículo 293, inciso 1, literal a), del CPP)
El artículo 293, inciso 1, literal a), del CPP señala como presupuesto de la inter
nación preventiva “la existencia de elementos de convicción suficientes para sostener,
(16) CLARIÁ OLMEDO, Jorge A. y VÉLEZ MARICONDE, Alfredo (1993). “Uniformidad fundamental de
la legislación procesal de América Latina”. En: Revista Temas de Derecho Penal colombiano. N° 9. Medellín:
Colección Pequeño Foro, pp. 62-63.
(17) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Ob. cit., p. 240.
(18) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 780.
(19) Tal como lo indica PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Ob. cit., p. 1643.
940 (20) Véase: PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., pp. 782-783.
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA ART. 293
Esto quiere decir que se podría inferir, sobre la base de elementos o indicios de con
vicción, que existe una relación relevante del procesado con el hecho punible, es decir, que,
de tales medios, el órgano jurisdiccional competente razonablemente asuma que el impu
tado es el posible autor o partícipe del hecho delictivo que se le atribuye y que resulta pro
bable la aplicación a este de una medida de seguridad de internación.
El artículo 293, inciso 1, literal b), del CPP señala que la existencia de una presunción
suficiente de que el procesado no se someterá al procedimiento u obstruirá un acto con
creto de investigación. Rigen análogamente los artículos 269 y 270 del Código adjetivo(24). * 1 2 3 4 5 * * * * *
Esto quiere decir que se debe advertir la presencia de un riesgo procesal trascendente
que haría necesaria la medida de internación preventiva para poder controlarlo. La ley pro
cesal alude a una presunción suficiente de que el imputado no se someterá al procedimiento
o que pueda obstaculizar u obstruir un acto concreto de la investigación. Dicha presunción
puede construirse sobre la base del “peligro de fuga” y el de “obstaculización de la activi
dad probatoria”, es decir, sobre indicadores objetivables que aluden a factores relativos al
arraigo del imputado, a la sanción penal probable o conminada, así como a opciones de
afectar la actividad probatoria. Tal como lo sostiene Peña Cabrera Freyre, deben revelarse
en la conducta del imputado-enajenado un peligro de fuga y una posibilidad obstruccio
nista de someterse a la persecución penal. Mas debe precisarse que estos juicios de valor no
pueden dejar de considerar que se trata de un incapaz de discernimiento, lo que de cierta
forma relativiza la posibilidad de que el imputado puede adoptar dicha conducta procesal(25).
VI. Procedimiento
El CPP ha precisado que el incidente de internación preventiva se inicia solo a pedido
del fiscal. Lo afirmado se deriva de una interpretación sistemática de los artículos 293 in
fine y de los incisos 2 y 3 del artículo 274, en virtud de los cuales se colige que el incidente
se inicia luego de interpuesto el requerimiento fiscal(28) y que el juez deberá emitir la reso
lución que corresponda, previa realización de una audiencia dentro del tercer día de pre
sentado el requerimiento. Esta se llevará a cabo con la asistencia del Ministerio Público, no
será necesaria la concurrencia del imputado -quien podrá ser representado por un fami
liar- si su estado de salud no lo permite, pero es obligatoria la presencia de su abogado
defensor. Una vez escuchados a los asistentes y a la vista de los autos, el juez decidirá en
ese mismo acto o dentro de las 72 horas siguientes, bajo responsabilidad. Contra la deci
sión que resuelve el incidente de internación preventiva procede recurso de apelación, por
lo que la tramitación en segundo grado solo puede iniciarse a pedido de parte.
El dictamen psiquiátrico realizado al imputado debe ser apreciado por el juez tomando
en cuenta criterios objetivos como la firmeza, concreción y solidez de los fundamentos en
los cuales se basa y un factor subjetivo, la idoneidad de los peritos, amén de que debe con
trastarlo con los demás elementos de persuasión existentes en el proceso.
El primer párrafo del artículo 293, inciso 2 del CPP señala que: “Si se establece que
el imputado está incurso en el artículo 20, inciso 2 del Código Penal, el juez de investiga
ción preliminar informará al juzgado penal competente para dictar la decisión final sobre
su inimputabilidad e internación y lo pondrá a su disposición”. Vemos que el legislador ha
incurrido en error material en la ley al considerar la condición de un imputado conforme
al artículo 20, inciso 2 del CP (inimputabilidad por minoría de edad), mezclándolo con
medidas aplicables solo a procesados adultos en quienes concurren causales psicobiológi-
cas de inimputabilidad. Es más, se alude también a un juez de la investigación preliminar,
el cual conforme a la estructura del sistema judicial penal que propone el CPP no existe
(artículo 16 del CPP)(30).
De acuerdo con el artículo 75, inciso 1 del CPP, “cuando exista fundada razón para
considerar el estado de inimputabilidad del procesado al momento de los hechos, el juez
de investigación preparatoria o el juez penal, colegiado o unipersonal, según el estado de
la causa, dispondrá, de oficio o a pedido de parte, la práctica de un examen por un perito
especializado”. En su inciso 2 señala que: “Recibido el informe pericial, previa audiencia,
con intervención de las partes y del perito, si el juez considera que existen indicios suficien
tes para estimar acreditado el estado de inimputabilidad del procesado, dictará la resolu
ción correspondiente instando la incoación del procedimiento de seguridad”(31), regu
lado por los artículos 456 a 458 del código adjetivo.
(29) AGUDELO BETANCU, Nodier (1991). E/ trastorno mental transitorio como causal de inimputabilidad penal.
Bogotá: Linotipia Bolívar, p. 92 y ss.
(30) PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Ob. cit., p. 1643.
(31) El resaltado es nuestro.
(32) “Artículo 274.- Prolongación de la prisión preventiva
(...)
2. Excepcionalmente, el juez de la investigación preparatoria a solicitud del fiscal, podrá adecuar el plazo de
prolongación de la prisión preventiva otorgado a los plazos establecidos en el numeral anterior, siempre que
se presenten circunstancias de especial complejidad que no fueron advertidas en el requerimiento inicial. Para
el cómputo de la adecuación del plazo de prolongación se tomará en cuenta lo previsto en el artículo 275.
3. El juez de investigación preparatoria se pronunciará previa realización de una audiencia, dentro del tercer
día de presentado el requerimiento. Esta se llevará a cabo con la asistencia del Ministerio Público, del 943
ART. 293 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
VIII. Duración
El internamiento preventivo no se encuentra limitado a un plazo determinado en la
ley procesal. Sin embargo, dada su condición de medida restrictiva de la libertad ambula
toria del imputado, no podría prolongarse más allá de los plazos señalados para la medida
de prisión preventiva o el que demande la sustanciación del proceso penal, sin perjuicio
imputado y su defensor. Una vez escuchados los asistentes y a la vista de los autos, decidirá en ese mismo
acto o dentro de las setenta y dos horas siguientes, bajo responsabilidad (...)”.
(33) PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Ob. cit., p. 1644.
(34) ídem.
(35) “Artículo 274.- Prolongación de la prisión preventiva
1. Cuando concurran circunstancias que importen una especial dificultad o prolongación de la investigación
o del proceso y que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia u obstaculizar la actividad
probatoria, la prisión preventiva podrá prolongarse:
a) Para los procesos comunes hasta por nueve (9) meses adicionales.
b) Para los procesos complejos hasta dieciocho (18) meses adicionales.
c) Para los procesos de criminalidad organizada hasta doce (12) meses adicionales. En todos los casos, el fiscal
debe solicitarla al juez antes de su vencimiento".
“Artículo 272.- Duración
1. La prisión preventiva no durará más de nueve (9) meses.
2. Tratándose de procesos complejos, el plazo límite de la prisión preventiva no durará más de dieciocho (18) meses.
3. Para los procesos de criminalidad organizada, el plazo de la prisión preventiva no durará más de treinta y
seis (36) meses".
944 (36) PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Ob. cit., pp. 1644-1645.
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA ART. 293
de que el juez deba realizar una constante evaluación en función de la cláusula rebus sic
stantibus y a los principios de necesidad y de proporcionalidad07*.
Como las normas sobre internación preventiva no han fijado criterios para la cesación
de esta medida coercitiva, supletoriamente deberá utilizarse el Capítulo VI del Título III
de la Sección Tercera del Libro Segundo del CPP, dedicado a la cesación de la prisión pre
ventiva (artículos 283 al 285). Por consiguiente, cualquier solicitud de cesación de la inter
nación preventiva deberá evaluarse sobre la base de las reglas de variabilidad y proporcio
nalidad, que son las que rigen a toda medida coercitiva08*. Prado Saldarriaga09* considera
que la duración de la internación preventiva debe descontarse del plazo de ejecución de la
medida de seguridad de internación que se aplique al procesado. Señala que esta interpre
tación es coherente con lo que establece el artículo 492, inciso 1 del CPP: “Las reglas esta
blecidas en esta sección regirán para las medidas de seguridad privativas de la libertad en lo
que sean aplicables”. Al respecto, es pertinente señalar que, en la sección aludida, el artículo
490, inciso 2 del mismo cuerpo normativo establece lo siguiente: “Producida la captura, el
juez de la investigación preparatoria, una vez que esté plenamente acreditada la identidad
del condenado, realizará el computo de la pena, descontando de ser el caso el tiempo de
detención, de prisión preventiva y de detención domiciliaria que hubiera cumplido
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Concordancia:
CPP: ari. 172.
I. Introducción
El internamiento previo regulado en el artículo 294 Código Procesal Penal (en ade
lante, CPP), es una medida restrictiva de la libertad personal y ambulatoria, ordenada por
el juez de investigación preparatoria en contra del procesado -por un término limitado-,
con la finalidad de que se le realicen exámenes y un peritaje que determine la concurren
cia de alguna de las causales de inimputabilidad consagradas en el artículo 20, inciso 1,
del Código Penal (en adelante, CP), es decir, una anomalía psíquica, una grave alteración
de la conciencia o una alteración de la percepción.
Esta medida solo podría ser utilizada para los presumiblemente responsables de espe
cial gravedad, a quienes ya se sabe o se intuye en fase de investigación que estarán exentos
de responsabilidad penal y serán acreedores, en todo caso, de una medida de seguridad
no fundada en la culpabilidad o reprochabilidad de su conducta, sino en la eventual peli
grosidad a futuro, por más que el fin que legitime la adopción de tal medida, de acuerdo
con el Código adjetivo, sea el aseguramiento de una eficaz actividad probatoria, pues su
aplicación tiene como objetivo que los peritos competentes determinen el grado de inim
putabilidad del procesado.
946
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA ART. 294
Como vemos, la norma indica que los peritos pueden solicitarle al juez de la inves
tigación preparatoria, mediante un informe motivado, que se disponga el internamiento
previo del procesado en un hospital psiquiátrico del Estado, con la finalidad de practicarle
exámenes complementarios necesarios para emitir un dictamen sustentado sobre condicio
nes psíquicas®. Formulada la solicitud, la autoridad judicial citará a las partes para deba
tir y resolver el pedido. Si el juez se decide a favor del internamiento previo, este se ejecu
tará; sin embargo, el mismo no podrá durar más de un mes, de acuerdo con el artículo
294, inciso 3, del CPP. La ley no alude a ninguna posibilidad de prórroga, lo cual resulta
acertado ya que el límite fijado es bastante razonable para el carácter complementario de
las pruebas que deben realizarse®.
Así, pues, dadas las causas que originan la inimputabilidad el juzgador requiere de la
asesoría del experto en psiquiatría que, con base en sus especializados conocimientos, de
manera clara y comprensible, emita su opinión respecto al cuestionario que en iguales tér
minos le ha de formular el funcionario judicial. El examen ha de comprender lo orgánico,
valga decir, es menester la referencia a los aspectos morfológicos y fisiológicos que interesen
al descubrimiento de la constitución individual del agente. Así, conviene establecer peso,
edad y las medidas antropométricas, como también el funcionamiento del sistema ner
vioso, del gastrointestinal, del metabólico, del glandular, los órganos de los sentidos, etc.1 2 3 4 (5).
(1) Véase: LLEDÓ GONZÁLEZ, Carlos Luis (2006). “Medidas cautelares a tomar en fase de instrucción respecto
del enfermo mental presunto autor de una infracción penal”. En: MARTÍNEZ PÉREZ, Fernando, (dir.). Enfermo
mental y proceso penal. Especial referencia a las medidas cautelares. Madrid: Consejo General del Poder Judicial, p. 106.
(2) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 784.
(3) PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto (2014). “El proceso de seguridad en el Código Procesal Penal de
2004”. En: CLAROS GRANADOS, Alexander y CASTAÑEDA QUIROZ, Gonzalo (coords.). Nuevo Código
Procesal Penal comentado. Volumen 2. Lima: Ediciones Legales, p. 1646.
(4) ídem.
(5) CALDERON CADAVID, Leonel (1996). La inimputabilidad en el Derecho Penal y en el procedimiento. Santa Fe de
Bogotá: Temis, p. 138. 947
ART. 294 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
De acuerdo con el artículo 294, inciso 2, del CPP, para ordenar el internamiento
previo, el juez de investigación preparatoria deberá tomar en consideración la existencia
de elementos de convicción razonables, que adviertan una sospecha vehemente de haberse
cometido el injusto penal, y que tengan al imputado como autor o partícipe del mismo.
Datos de criminalidad que deben hacer referencia a un delito meridianamente grave, que
tenga como consecuencia jurídica una pena de alcance significativo o la medida de segu
ridad de internamiento(7).
III. Requisitos
Los requisitos formales para la procedencia del internamiento previo son algo simi
lares a los de la internación preventiva. En tal sentido, se requiere(8):
(6) ídem.
(7) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob. cit., p. 784.
)48 (8) Véase: PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto. Ob, cit., p. 1646.
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA ART. 294
IV. Duración
El artículo 294, inciso 3, del CPP señala expresamente que el internamiento previo
no puede durar más de un mes, esto es, como medida previa para la observación y exa
men de los peritos, el internamiento detenta un tiempo limitado, que a efectos de alcan
zar el carácter de permanencia (internación preventiva), deben concurrir los presupuestos
comprendidos en el artículo 293 del código adjetivo, es decir, la existencia de elementos de
convicción suficientes para sostener, razonablemente, que es autor de un hecho punible o
partícipe en él y probablemente será objeto de una medida de seguridad de internación, y la
existencia de una presunción suficiente de que no se someterá al procedimiento u obstruirá
un acto concreto de investigación (rigen análogamente los artículos 269 y 270 del CPP).
BIBLIOGRAFÍA
CALDERON CADAVID, Leonel (1996). La inimputabilidad en el Derecho Penal y en el procedimiento. Santa Fe
de Bogotá: Temis; LLEDO GONZALEZ, Carlos Luis (2006). “Medidas cautelares a tomar en fase de ins
trucción respecto del enfermo mental presunto autor de una infracción penal”. En: MARTINEZ PEREZ
Fernando (dir.). Enfermo mental y proceso penal. Especial referencia a las medidas cautelares. Madrid: Consejo
General del Poder Judicial; PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl (2006). Exégesis del nuevo Código Pro
cesal Penal. Lima: Rodhas; PRADO SALDARRIAGA, Víctor Roberto (2014). "El proceso de seguridad en
el Código Procesal Penal de 2004”. En: CLAROS GRANADOS, Alexander y CASTAÑEDA QUIROZ,
Gonzalo (coords.). Nuevo Código Procesal Penal comentado. Volumen 2. Lima: Ediciones Legales.
(9) ídem.
(10) LLEDÓ GONZÁLEZ, Carlos Luis. Ob. cit., pp. 98-99- 949
TITULO VI
EL IMPEDIMENTO DE SALIDA
Concordancias:
C: art. 2 inc. 11; DUDH: art. 13-
I. El impedimento de salida
El Título VI trata sobre las medidas cautelares reales. La medida cautelar es un insti
tuto jurídico por medio del cual se garantiza la efectividad de la sentencia a dictarse en un
proceso frente a los riesgos derivados de la demora del mismo. Existen medidas cautelares
que regula el Código Procesal Penal (en adelante CPP) en diferentes escalas, siendo la más
gravosa la prisión preventiva y las menos gravosas la comparecencia, la detención domici
liaria y el impedimento de salida. Al respecto, se entiende que por medio de esta medida
cautelar-personal se busca asegurar en la praxis la presencia del procesado durante la etapa
estelar, que vendría a ser el juicio oral; sin embargo, realizando la exégesis del artículo 295
del CPP vemos que señala que durante la etapa de la formalización de la investigación
preparatoria el representante del Ministerio Público solicitará esta medida cautelar en los
delitos sancionados con pena privativa de libertad mayor a tres años, siempre que resulte
indispensable la indagación de la verdad -entendemos por indagación de la verdad a la
recopilación de información probatoria-. “Para la aplicación de las medidas cautelares se
debe realizar un razonamiento total, eficaz y eficiente que tenga como sustento circuns
tancias objetivas y no meras conjeturas, caso contrario la medida cautelar, en especial la
prisión sería arbitraria, debe existir una amenaza efectiva o sería ilegítima”(1).
La Constitución Política del Perú, en el artículo 2, inciso 11, regula los derechos de
residencia y libre tránsito y a la letra dice lo siguiente: “A elegir su lugar de residencia, a tran
sitar por el territorio nacional y a salir de él y entrar en él, salvo limitaciones por razones de
950 (1) UNIVERSIDAD CATÓLICA NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN. Revista Jurídica. Latín Dex, p. 610.
EL IMPEDIMENTO DE SALIDA ART. 295
sanidad o por mandato judicial o por aplicación de la ley de extranjería”. Debemos enten
der que el derecho de libre tránsito consiste en que el ciudadano tiene el libre albedrío
de poder movilizarse en el territorio de un país. Sin embargo, “el derecho de residencia
y libre tránsito no son derechos absolutos porque pueden ser limitados por diversas razo
nes, entre otras, por sanidad, mandato judicial o aplicación de ley de extranjería de cada
país (...)”. Tiene que existir causa razonable o motivos fundamentales para impedir que a
un ciudadano se limite el derecho de salir del territorio nacional; el pasaporte representa
un documento idóneo para salir libremente de cualquier país, pero gracias a los tratados
internacionales algunos conciudadanos pueden transitar libremente de un país a otro solo
portando el documento de identidad.
El Código Penal vigente regula a partir del artículo 106 en adelante los diferentes
tipos penales y sus sanciones respectivas. El artículo materia de comentario menciona que
en los delitos que tengan sanción penal superior a tres años es aplicable el impedimento
de salida siempre y cuando resulte indispensable la indagación de la verdad -entiéndase
verdad procesal en el sentido de que la presencia del investigado en los actos de investiga
ción es imprescindible para su desarrollo-, medida que también es aplicada a un testigo
importante (respecto a la prueba testifical o testimonial constituye un medio de comprobar
judicialmente la veracidad de los hechos que se debaten en un litigio o causa criminal)(2}.
Hoy en día, frente a los últimos acontecimientos que vienen ocurriendo en la actuali
dad, más aún al existir testigos presenciales sobre actos de corrupción a alta escala y a fin de
garantizar el éxito de las investigaciones del Ministerio Público, es relevante la solicitud de
impedimento de salida de un testigo importante; sin embargo, el citado artículo no señala
a qué tipo de testigo lo denomina testigo importante, más aún cuando la limitación de la
libertad de tránsito de un testigo no constituye una medida cautelar personal del proceso
penal y al restringir algunos derechos fundamentales de un testigo no se estarían cum
pliendo las garantías procesales reguladas en el artículo VI del Título Preliminar del CPP.
En el artículo 253 del CPP se regula de manera genérica cuáles son las finalidades
de la coerción procesal: prevenir el riesgo de fuga y el ocultamiento de bienes, entre otros
hechos; también la obstaculización de la averiguación de la verdad y, al ser el impedimento
de salida una medida cautelar menos gravosa, está específicamente circunscrita a la averi
guación de la verdad por parte del Ministerio Público, no delimitándose cuál es el estadio
(2) OSORIO, Manuel (2018). Diccionario de ciencias jurídicas políticas y sociales. Buenos Aires: Heliasta, p. 971. 951
ART. 295 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
correspondiente para que el defensor de la legalidad pueda solicitar ante el órgano jurisdic
cional competente esta medida coercitiva. Respecto a ello, en recientes requerimientos for
mulados por las fiscalías provinciales corporativas especializadas en delitos de corrupción
de funcionarios, se discutió respecto a cuál sería la etapa para solicitar la misma, toda vez
que los recientes requerimientos presentados por el Ministerio Público se formularon en
la investigación preliminar -la misma que es la génesis de la investigación-, razón por la
cual somos del planteamiento que debe solicitarse el mencionado pedido en cualquier esta
dio de la investigación preliminar o del proceso propiamente dicho, más aún cuando en la
Casación N° 02-2007-Piura, la Corte Suprema de la República estableció como precedente
vinculante que las diligencias preliminares forman parte de la investigación preparatoria.
Como lo señalara Bobbio citado por Mendonca: “una parte importante de la filosofía
jurídica está destinada a explicitar y clarificar los presupuestos de la ciencia del Derecho”(3).
En este sentido, el actual proceso penal al regular, en el artículo VI del Título Prelimi
nar del CPP, la legalidad de las medidas limitativas de derechos, señala que la orden judi
cial debe sustentarse en suficientes elementos de convicción en atención a la naturaleza y
finalidad de la medida y al derecho fundamental objeto de limitación, así como respetar
el principio de proporcionalidad. Al realizar la interpretación de la petición que el Minis
terio Público debe realizar ante el juzgado competente, se debe tener en cuenta que la
medida debe ser necesaria, entendiéndose por ello que deben existir suficientes elemen
tos de convicción respecto de los hechos que se van a investigar y también respecto de la
relación entre la vinculación y los hechos imputados. Existe una duda abierta respecto a si
realmente tiene como finalidad la indagación de la verdad o si se restringe la libertad por
el peligro de fuga, siendo al respecto aplicable el artículo 269 del CPP.
De otra parte, la idoneidad corresponde al examen que debe realizar el juez respecto
al requerimiento presentado por el Ministerio Publico, debiéndose entender que se trata
de una limitación de derechos fundamentales que supondrá la restricción del libre tránsito
(entrar y salir del país, movilizarse con total libertad dentro del país y sus diferentes loca
lidades); en tal sentido, al mencionarse el impedimento de salida de la localidad donde se
domicilia, no encontramos una idoneidad y razonabilidad respecto a que el investigado o
el testigo importante pueda tener restricción alguna de movilizarse dentro del país; resulta
ilógico porque es imposible cautelar dicha medida, toda vez que no existen los mecanis
mos idóneos para hacerla cumplir.
952 (3) MENDONCA, Daniel y GUIBOURG, Ricardo (2004). La odisea constitucional. Madrid: Marcial Pons, p. 16.
EL IMPEDIMENTO DE SALIDA ART. 295
BIBLIOGRAFÍA
OSORIO, Manuel (2018). Diccionario de ciencias jurídicas políticas y sociales. Buenos Aires: Heliasta; MEN-
DONCA, Daniel y GUIBOURG, Ricardo (2004). La odisea constitucional. Madrid: Marcial Pons; UNIVER
SIDAD CATÓLICA NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN. Revista Jurídica. Latín Dex.
® JURISPRUDENCIA
La finalidad específica de esta medida de impedimento de salida no es necesariamente contrarrestar o conjurar el riesgo
de fuga que podría verificarse, sino tratar de alguna u otra forma conforme a la investigación que el Ministerio Público
inicie, tratar de asegurar la averiguación de la verdad. Exp. N° 36-2017-1-Líma.
El impedimento de salida del país es una medida cautelar personal o coercitiva que requiere ineludiblemente de una
orden judicial dictada al interior de la investigación preparatoria formalizada. Cuando el fiscal, durante la fase
de las diligencias preliminares -salvo las excepciones previstas en la ley- requiera la intervención judicial para la
imposición de dicha medida coercitiva, está obligado a formalizar la investigación preparatoria. Exp. N° 01091-
2010-4-Trujillo.
95:
Artículo 296.- Resolución y audiencia***
1. La resolución judicial también contendrá los requisitos previstos en el artículo
anterior. Rige lo dispuesto en los numerales 2 y 3 del artículo 219.
2. La medida no puede durar más de cuatro (4) meses en el caso de testigos importantes.
3. Para el caso de imputados, los plazos de duración son los fijados en el artículo 212.
4. La prolongación de la medida solo procede tratándose de imputados, en los supues
tos y bajo el trámite previsto en el artículo 214. Los plazos de prolongación son los
previstos en el numeral 1 del artículo 214.
3. En el caso de testigos importantes, la medida se levantará luego de realizada la
declaración o actuación procesal que la determinó.
6. El juez resolverá de conformidad con lo dispuesto en los numerales 2 y 3 del artículo
219. Para lo dispuesto en el recurso de apelación rige lo dispuesto en el numeral 2
del artículo 218.
Concordancias:
CPP: arts. 9, 274, 278 inc.2, 279 ines. 2 y 3, 295.
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1307, publicado el 30-12-2016.
954 (1) VV.AA. Diccionario Hispanoamericano de Derecho (2008). Bogotá: Grupo Latino, pp. 2007-2008.
EL IMPEDIMENTO DE SALIDA ART. 296
IV. Conclusiones
• Queda claro que la finalidad del impedimento de salida es la indagación de la
verdad, entendiéndose ello como la verdad procesal en el marco de una verda
dera investigación eficaz por parte del Ministerio Público; no solamente tratar
de buscar con esta medida coercitiva asegurar la presencia del imputado en todo
el proceso penal, sino garantizar que el investigado no se sustraiga de la investi
gación fiscal.
BIBLIOGRAFÍA
VV.AA. Diccionario Hispanoamericano de Derecho (2008). Bogotá: Grupo Latino; OSORIO, Manuel (2018).
Diccionario de ciencias jurídicas políticas y sociales. Buenos Aires: Heliasta; MENDONCA, Daniel y GUI-
BOURG, Ricardo (2004). La odisea constitucional. Madrid: Marcial Pons; UNIVERSIDAD CATÓLICA
NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN. Revista Jurídica. Latín Dex.
955
TÍTULO VII
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA
DE DERECHOS
Concordancias:
CPP: arts. 297, 298.
I. Introducción
Con la entrada en vigencia del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante CPP)
se dieron modificaciones e innovaciones en el proceso penal, siendo una de las más resal
tantes el otorgarle al fiscal la conducción de toda la investigación. Ante ello, en el CPP se
establecen diversos tipos de medidas de coerción que puede solicitar el fiscal con la fina
lidad de asegurar la presencia del imputado en el proceso -prisión preventiva-; asegurar
el pago de la reparación civil -embargos-; asegurar la averiguación de la verdad -impedi
mento de salida—; y, procurar la protección del imputado ante una grave alteración o insu
ficiencia de las facultades mentales -internación preventiva-.
956
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA DE DERECHOS ART. 297
Además, de acuerdo con lo establecido en el artículo 297 del CPP, solamente puede
imponerse cuando: i) existan suficientes elementos probatorios de la comisión de un delito
que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo, y ii) cuando exista peligro
concreto que el imputado, en atención a las específicas modalidades y circunstancias del
hecho o por sus condiciones personales, obstaculizará la averiguación de la verdad o come
terá delitos de la misma clase de aquel por el que se procede.
Finalmente, los artículos 298 y 299 del CPP establecen las clases de medidas de sus
pensión preventiva de derechos, así como su duración, temas que se abordarán al comen
tar dichos artículos.
De otro lado, también es importante mencionar que la doctrina distingue dos tipos
de medidas cautelares: personales y reales. En cuanto a las medidas cautelares reales, estas
“tienen por misión asegurar un conjunto de bienes en los cuales posteriormente se hará efec
tiva la responsabilidad pecuniaria que se derive del delito”®; en cambio, la medida cautelar
personal “tiene por objeto asegurar la presencia del inculpado en todas las fases del pro
ceso y, singularmente, en la de juicio oral, así como en la eventual de ejecución de la pena
impuesta, lo que se logra mediante la restricción, más o menos intensa, de su libertad”®.
(1) MONROY GÁLVEZ, Juan (1990). “El juez nacional y la medida cautelar”. En: Revista de Derecho & Sociedad.
N° 2. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 42.
(2) MARÍN, Juan Carlos (2004). “Las medidas cautelares reales en el nuevo Código Procesal Penal chileno”.
Revista de Estudios de la Justicia. (4). Chile: Facultad de Derecho. Universidad de Chile, p. 77.
(3) FLORS, José. Medidas cautelares personales. Tirant lo Blanch, p. 13. 957
ART. 297 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Del tenor de lo establecido por el artículo 297 del CPP, considero que la suspensión
preventiva es una medida cautelar aplicable a los imputados, como autor o partícipe de
un delito con pena de inhabilitación o cuando exista peligro de reiteración delictiva, y de
carácter personal debido a que limita las libertades personales, de trabajo o civiles de los
investigados.
1. El juez, a pedido del fiscal, podrá dictar las medidas de suspensión preventiva de
derechos previstas en este Título cuando se trate de delitos sancionados con
pena de inhabilitación, sea esta principal o accesoria o cuando resulte nece
sario para evitar la reiteración delictiva” (el resaltado es nuestro).
Respecto a este primer requisito, debo precisar que la única parte procesal que puede
solicitarlo es el fiscal, siendo el juez quien decidirá si acepta o no el pedido realizado por
el representante del Ministerio Público.
Ahora bien, dentro de este requisito se señala que el primer supuesto para poder soli
citar esta medida cautelar personal es cuando se trate de delitos sancionados con pena de
inhabilitación, debiendo entender esta última como “la privación, suspensión o incapa
citación de uno o más derechos políticos, económicos, profesionales y civiles del penado.
A través de esta pena se sanciona a quien ha infraccionado un deber especial propio de su
cargo, función, profesión, comercio, industria o relación familiar; o a quién se ha preva
lido de su posición de poder o de dominio para delinquir”^.
La inhabilitación accesoria, por otro lado, está regulada en el artículo 39 del mismo
texto. Esta se extiende por un plazo de tiempo igual a la pena principal que acompaña;
sin embargo, el Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116 señala expresamente que “la inhabi
litación accesoria no puede ser superior a 5 años”. Cabe resaltar que este tipo de inhabili
tación es la más usual de encontrar en nuestro Código Penal.
Respecto a este segundo requisito, debo precisar que la medida de suspensión pre
ventiva de derechos requiere dos elementos: i) suficientes elementos probatorios de la comi
sión de un delito que vincule al imputado como autor o partícipe del mismo, y ii) el peli
gro concreto de que el imputado, en atención a las específicas modalidades y circunstan
cias del hecho o por sus condiciones personales, obstaculizará la averiguación de la verdad
o cometerá delitos de la misma clase de aquel por el que se procede.
Ahora bien, en cuanto al inciso a), debemos recordar que en las modificaciones que se
establecieron para el CPP, una de las más importantes es que existiría un proceso común,
que se encontraría divido en tres etapas: i) la investigación preparatoria; ii) la etapa inter
media; y, iii) el juzgamiento.
En ese sentido, considero que el momento desde el cual el fiscal podría solicitar las
medidas establecidas en el artículo 298 del CPP es en la etapa de “investigación prepara
toria propiamente dicha”; es decir, una vez formalizada la investigación preparatoria, pues
en este momento tendría los suficientes elementos probatorios para vincular al imputado
con la comisión del hecho delictivo. Por el contrario, en la etapa de diligencias prelimina
res solo se cuenta con una sospecha simple, la cual sería insuficiente para poder pedir esta
medida limitativa de derechos ante el juez de investigación preparatoria.
En cuanto al inciso b), este hace referencia al “peligro procesal”; al respecto, es impor
tante señalar que “el peligro procesal hace alusión alpericulum in mora, que constituye un
presupuesto de toda medida cautelar que hace referencia a los riesgos que se deben pre
venir para evitar la frustración del proceso derivados de la duración de su tramitación”(7).
Asimismo, el peligro procesal se encuentra representado por: i) el peligro de fuga, y por
ii) el peligro de obstaculización.
(7) PÉREZ LÓPEZ, Jorge (2014). “El peligro procesal como presupuesto de la medida coercitiva personal de
960 prisión preventiva”. En: Derecho & Cambio Social. Año 11, N° 36. Lima, p. 5.
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA DE DERECHOS ART. 297
perturbar el resultado del proceso penal, aspectos de obstaculización del proceso que el
juzgador debe apreciar en cada caso en concreto, ya que de contar indicios fundados de su
concurrencia deberá ser merecedor de una especial motivación que la justifique”(8).
BIBLIOGRAFÍA
Concordancias:
CPP: arts. 298, 299; CC: arts. 466, 469, 470; CNA: arts. 75, 78.
Concordancias:
CPP: arts. 297, 298.
(*) Texto vigente del literal a) del inciso 1 según modificatoria efectuada por la quinta disposición complementa-
962 fia modificatoria de la Ley N° 30963, publicada el 18-06-2019.
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA DE DERECHOS ART. 299
“En caso de que el agente tenga hijos con la víctima, además será reprimido con la pena
de inhabilitación prevista en el inciso 5 del artículo 36” (el resaltado es nuestro).
En este caso, cumpliendo una vez con los requisitos, el fiscal podría solicitar esta clase
de medida y el juez deberá evaluar si procede o no su solicitud.
Respecto a la restricción de aplicar esta medida en los cargos que provengan de elec
ción popular, esto tiene una relación directa con el “principio democrático de representa
ción” que es el pilar de la democracia representativa y del sistema constitucional^, siendo
este el fundamento por el cual los legisladores han tipificado esta prohibición. En ese orden
de ideas, el Presidente de la República, los congresistas, los alcaldes, los gobernadores y los
regidores (elegidos por elección popular) son ejemplos de funcionarios públicos a los cua
les no se les podría aplicar esta medida.
Un ejemplo de la posible aplicación de esta medida se puede dar cuando nos encon
tramos frente a un médico, obstetra, farmacéutico u otro profesional sanitario investigado
por realizar un procedimiento abortivo, ilícito regulado en el artículo 117 del Código
Penal, el cual establece que:
Este tipo de medida podrá ser aplicable respecto a la suspensión temporal de la auto
rización para conducir cualquier tipo de vehículo o arma de fuego, cuando mediante la
utilización de estos se ha realizado el hecho ilícito.
“El que, por culpa, ocasiona la muerte de una persona, será reprimido con pena pri
vativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de servicios comunitarios de
cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas (...) La pena privativa de la libertad será
no menor de cuatro años ni mayor de ocho años e inhabilitación, según corres
ponda, conforme al artículo 36 -incisos 4), 6) y 7)- si la muerte se comete utili
zando vehículo motorizado o arma de fuego, estando el agente bajo el efecto de
drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, o con presencia
de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, en el caso de trans
porte particular, o mayor de 0.25 gramos litro en el caso de transporte público de
pasajeros, mercancías o carga en general, o cuando el delito resulte de la inobservan
cia de reglas técnicas de tránsito” (el resaltado es nuestro).
964
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA DE DERECHOS ART. 299
“Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años el que mata
a una mujer por su condición de tal, en cualquiera de los siguientes contextos:
1. Violencia familiar;
(...)
Ante ello, el fiscal podrá solicitar ante el juez de investigación preparatoria la pro
hibición de que el imputado pueda aproximarse a la víctima, la suspensión temporal de
visitas o —en el supuesto más drástico— el abandono del hogar por parte del investigado.
“2. La resolución que imponga estas medidas precisará las suspensiones o prohibi
ciones a los derechos, actividades o funciones que correspondan”.
1.- Las medidas no durarán más de la mitad del tiempo previsto para la pena
de inhabilitación en el caso concreto. Los plazos se contarán desde el inicio de
su ejecución. No se tomará en cuenta el tiempo transcurrido en que la causa
sufriere dilaciones maliciosas imputables al procesado o a su defensa.
• De seis meses a diez años cuando se trate de los supuestos contemplados en los
incisos 1, 2, 3, 4, 5, 8, 10, 11, 12 y 13 del artículo 36 del Código Penal.
• De cinco a veinte años cuando se trate de los delitos previstos en los artículos
382, 383,384, 387, 388, 389, 393, 393-A, 394, 395, 396,397, 397-A, 398,399,
400 y 401 del Código Penal.
Asimismo, respecto a la inhabilitación accesoria, esta dependerá del plazo que con
temple la pena principal, debiendo recordar que el plazo máximo es de cinco (5) años,
conforme a lo establecido en el Acuerdo Plenario N° 2-2008/CJ-116.
Como podemos apreciar de los plazos descritos, existe un supuesto donde la sanción
impuesta es de inhabilitación perpetua. En este caso considero que existe un vacío legal,
pues no se podría determinar la duración de la medida al ser la inhabilitación de carácter
indefinido. Un ejemplo de un delito con inhabilitación perpetua sería delito de peculado
agravado, ilícito penal regulado en el tercer párrafo del artículo 387 del Código Penal.
2.- Las medidas dictadas perderán eficacia cuando ha transcurrido el plazo sin
haberse dictado sentencia de primera instancia. El Juez, cuando corresponda,
previa audiencia, dictará la respectiva resolución haciendo cesar inmediata
mente las medidas impuestas, adoptando los proveídos que fueren necesarios
para su debida ejecución
Respecto a este inciso, debemos entender que esta institución procesal al ser una
medida temporal no puede tener de carácter indefinido, motivo por el cual se señala que
dicha medida perderá eficacia si ha transcurrido el plazo sin haberse dictado sentencia de
primera instancia.
III. Conclusiones
1. La suspensión preventiva de derechos es una innovación del CPP, al tratarse de
una medida cautelar personal aplicable al imputado, debido a que limita tempo
ralmente las libertades personales, de trabajo o civiles de los investigados.
3. De acuerdo con el artículo 298 del CPP, existen varios tipos de medidas que puede
solicitar el fiscal al juez de investigación preparatoria, entre las que podemos men
cionar la suspensión temporal de la patria potestad, la suspensión temporal en el
ejercicio de un cargo o función pública, la suspensión temporal de ejercer activi
dades profesiones, entre otras.
4. Respecto a la duración de esta medida, el CPP menciona que esta podrá ser, como
máximo, la mitad de la pena de inhabilitación en el caso concreto. No obstante,
nuestra legislación encuentra un vacío legal en los casos de reiteración delictiva
o cuando nos encontramos ante una pena de inhabilitación perpetua. En ambos
casos, el juez no cuenta con un plazo determinado a fin de establecer la duración
de la medida de suspensión preventiva de derechos.
BIBLIOGRAFÍA
967
Artículo 300.- Sustitución o acumulación
El incumplimiento de las restricciones impuestas al imputado, autoriza al juez a sus
tituir o acumular estas medidas con las demás previstas en el presente Título, incluso
con las de prisión preventiva o detención domiciliaria, teniendo en cuenta la entidad,
los motivos y las circunstancias de la transgresión.
Concordancia:
CPP.art. 256.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
968 CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
Artículo 301.- Concurrencia con la comparecencia restrictiva y trámite
Para la imposición de estas medidas, que pueden acumularse a las de comparecencia
con restricciones y dictarse en ese mismo acto, así como para su sustitución, acumulación
e impugnación rige lo dispuesto en los numerales 2) y 3) del artículo 214.
Concordancias:
CPP: arts. 274 ines. 2 y 3, 287.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
969
TÍTULO VIII
EL EMBARGO
Concordancias:
CPP: art. 303; CPC: arts. 612, 644.
Las diligencias preliminares tienen por finalidad realizar actos de indagación urgen
tes e inaplazables, que permitan recabar los elementos de la escena del hecho, determi
nar el carácter delictuoso del hecho investigado e individualizar a los presuntos autores.
Al final de las diligencias preliminares, el fiscal puede -dependiendo del caso- archivarlo
definitivamente, reservarlo provisionalmente, aplicar criterios de oportunidad o disponer
la formalización y continuación de la investigación preparatoria; para esto último nece
sita recabar indicios reveladores y a sospechosos individualizados que le permitan plan
tear una imputación concreta, no siendo exigible que esta se encuentre acaba ni probada.
(1) El Código Procesal Penal, a partir del Libro Quinto, regula los siguientes procesos especiales: el proceso inme
diato, el proceso por delitos de función, el proceso de seguridad, el proceso por delito de ejercicio privado de la
970 acción penal, el proceso de terminación anticipada, el proceso por colaboración eficaz y el proceso por faltas.
EL EMBARGO ART. 302
El artículo 302 del CPP nos coloca en la etapa de investigación preparatoria, tanto
en la subfase previa al proceso judicial (diligencias preliminares) como en la subfase judi-
cializada (investigación preparatoria formalizada) para determinar que el fiscal (director
de dicha etapa) a su propia iniciativa o ante la solicitud del agraviado o del actor civil está
facultado para indagar, a través de solicitudes de información patrimonial del investigado
y/o del tercero civil, consultas a los propios investigados y demás diligencias, sobre la exis
tencia de bienes libres o derechos embargables, con la finalidad de asegurar las consecuencias
971
ART. 302 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
%..)
1. Promover de oficio, o a petición de parte, la acción judicial en defensa de la lega
lidad y de los intereses públicos tutelados por el derecho.
4. Conducir desde su inicio la investigación del delito. Con tal propósito, la Poli
cía Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el
ámbito de su función.
6. Emitir dictamen previo a las resoluciones judiciales en los casos que la ley contempla.
Por su parte, el artículo IV del Título Preliminar del CPP señala que:
“1. El Ministerio Público es titular del ejercicio público de la acción penal en los deli
tos y tiene el deber de la carga de la prueba. Asume la conducción de la investi
gación desde su inicio, decidida y proactivamente en defensa de la sociedad.
“El Ministerio Público es el organismo autónomo del Estado que tiene como funciones
principales la defensa de la legalidad, los derechos ciudadanos y los intereses públicos,
la representación de la sociedad en juicio, para los efectos de defender a la familia, a
los menores e incapaces y el interés social, así como para velar por la moral pública;
la persecución del delito y la reparación civil. También velará por la prevención del
delito dentro de las limitaciones que resultan de la presente ley y por la independen
cia de los órganos judiciales y la recta administración de justicia y las demás que le
señalan la Constitución Política del Perú y el ordenamiento jurídico de la Nación”.
Hechas estas precisiones, queda claro el rol que desempeña el Ministerio Público en
el proceso penal, tanto como director de la investigación, como parte acusadora en el juz
gamiento, pero también como representante de los intereses del agraviado por el delito.
En el sistema acusatorio -al cual tiende el CPP- el Ministerio Público es un actor fun
damental, ya que el proceso penal (en los delitos perseguibles por acción pública) se ini
cia a solicitud del fiscal, quien señala a la persona y el hecho punible que investigará for
malmente y, posteriormente, a través de la acusación, solicitará ir a juicio oral, para que
el juez penal (unipersonal o colegiado) determine la responsabilidad penal del acusado e
imponga la sanción correspondiente.
Sin acusación fiscal no cabe posibilidad de juzgamiento, “no hay juez sin acusador”,
de ahí proviene la denominación de este sistema. El rasgo esencial del sistema acusatorio
radica en la delimitación de funciones de los sujetos intervinientes en el proceso penal. En
este contexto, el Ministerio Público, como titular del ejercicio público de la acción penal,
tiene el deber de la carga de la prueba, asume la conducción de la investigación desde
su inicio, está obligado a actuar con objetividad, indagando los hechos constitutivos de
delito, los que determinen y acrediten la responsabilidad o inocencia del imputado, con
duce y controla jurídicamente los actos de investigación que realiza la policía y, en el jui
cio, asume su rol acusador, sustentando su posición y empleando sus medios probatorios
en busca de una sentencia condenatoria. Adicionalmente, ante la ausencia del agraviado,
el Ministerio Público asume la pretensión civil encaminada a obtener una reparación civil
a favor de la víctima del delito.
De conformidad con el artículo 11 del CPP, el ejercicio de la acción civil derivada del
hecho punible corresponde al Ministerio Público y, específicamente, al perjudicado por
el delito. Si el perjudicado se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Ministerio
Público para intervenir en el objeto civil del proceso. Su ámbito comprende las acciones
establecidas en el artículo 93 del Código Penal e incluye, para garantizar la restitución del
bien y, siempre que sea posible, la declaración de nulidad de los actos jurídicos que corres
pondan, con citación de los afectados.
haber indagado acerca de los bienes libres o derechos embargables del investigado y del
tercero civilmente responsable destinados a garantizar el futuro pago de la reparación civil
que pueda determinarse judicialmente. En atención a ello es que en el literal g) del inciso
1 del artículo 349 del CPP, se establece que la acusación fiscal será debidamente motivada
y contendrá “el monto de la reparación civil, los bienes embargados o incautados del acu
sado o tercero civil que garantizan su pago, y la persona a quien corresponde percibirlo”.
Es en base a este sustento legal que, el artículo 302 del CPP faculta al fiscal para que,
de oficio o a pedido de parte (agraviado o actor civil) indague acerca de la existencia de
bienes libres o derechos embargables del investigado y del tercero civilmente responsable,
con la finalidad de asegurar la efectividad de las responsabilidades pecuniarias derivadas
del delito o el pago de las costas.
Para ello, el proceso penal requiere del empleo de otros instrumentos denomina
dos “medidas coercitivas”, razón por la cual se las conoce como “instrumentos del instru
mento”. A nivel de doctrina hablar de “medidas coercitivas” es referirse a “medidas caute
lares” o “medidas de aseguramiento”, con las disquisiciones correspondientes. Las medidas
de coerción procesal tienen una función aseguradora en relación, primero, con la conducta
del procesado durante la tramitación del proceso, esto es, que están destinadas a evitar que
el procesado se sustraiga de la acción de la justicia, perjudique la actividad probatoria o
altere su patrimonio; y, segundo, en relación a la eficaz ejecución de la sentencia final que
determine condena y/o reparación civil.
dicha resolución produzca sus efectos en la práctica o los produzca en forma menos útil
que la debida”®. Por su parte, Gimeno Sendra afirma que “las medidas cautelares están
dirigidas a garantizar el cumplimiento efectivo de la sentencia. La etapa instructora puede
dilatarse en término de tiempo, durante el cual el imputado podría ocultarse a la activi
dad de la justicia, haciendo frustrar el ulterior cumplimiento de la sentencia. Para garan
tizar estos efectos o la ejecución de la parte dispositiva de la sentencia surge la convenien
cia de adoptar, hasta que adquiera firmeza, las medidas cautelares”®.
En el Perú, Sánchez Velarde indica que las medidas coercitivas “constituyen medidas
judiciales que tienen por finalidad garantizar la presencia del imputado al proceso penal
y la efectividad de la sentencia”®. Asimismo, añade que “[s]e trata pues de una medida
judicial de aseguramiento de los objetivos del proceso, de aplicación taxativa, excepcional
y bajo el rigor de los principios de necesidad y proporcionalidad”®. Por su parte, Rosas
Yataco señala que “las medidas coercitivas son todas aquellas restricciones al ejercicio de
los derechos (personales o patrimoniales) del inculpado o de terceras personas, que son
impuestas o adoptadas en el inicio y durante el curso del proceso penal tendiente a garan
tizar el logro de sus fines, que viene a ser la actuación de la ley sustantiva en un caso con
creto, así como la búsqueda de la verdad sin tropiezos”®. Peña Cabrera Freyre asevera que
“las medidas de coerción procesal son todas aquellas que tienen por finalidad asegurar la
eficacia de los fines del proceso (civil y penal), que según su naturaleza intrínseca, pueden
consistir en la afectación de la libertad personal del imputado, así como una afectación de
la libre disponibilidad de sus bienes. Las medidas de coerción procesal, por lo tanto, cum
plen un rol fundamental para garantizar la eficacia de las instituciones procesales, medi
das que no se pueden adoptar de forma arbitraria, pues su utilización se encuentra condi
cionada a la concurrencia de una serie de presupuestos”®.
(2) ORTELLS RAMOS, Manuel (1978). “Para una sistematización de las medidas cautelares en el proceso penal”.
En: Revista Jurídica de Legislación y Jurisprudencia. Madrid, p. 445.
(3) GIMENO SENDRA, Vicente (1990). Proceso penal. Tomo II. Reimpresión de la 3a edición. Valencia: Tirant lo
Blanch, p. 353.
(4) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 729.
(5) Ibídem, p. 731.
(6) ROSAS YATACO, Jorge (2003). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Grijley, p. 466.
(7) PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. (2007). Exégesis del nuevo Código Procesal Penal. Lima: Rodhas, p. 681.
(8) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y litigación oral. Lima: Idemsa, pp. 487-
488 y 491. En el fundamento jurídico 16 del Acuerdo Plenario N° 7-201 l/CJ-2016. 975
ART. 302 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Así, tenemos que las medidas de coerción en el proceso penal encuentran su razón
de ser en el tiempo que requiere su propio desarrollo. Pasar por una etapa de investiga
ción, atravesar la etapa de control, llegar a juicio oral, la revisión de la causa por el supe
rior y que la sentencia definitiva adquiera firmeza, importa un margen temporal durante
el cual pueden darse circunstancias que conviertan en ineficaz la sentencia condenato
ria que pudiera imponerse al final del proceso penal. En ese contexto, es razonablemente
posible que un imputado, ante la posibilidad de ser condenado y perder su libertad o de
perder parte de su patrimonio, pueda sustraerse o sustraer sus bienes del alcance de la jus
ticia, consiguiendo con ello que toda la labor desarrollada durante el proceso devenga en
inútil, convirtiendo en ineficaz la sentencia, generando impunidad y, peor aún, que la víc
tima del delito no sea reparada oportuna e integralmente.
b) Legalidad: Las medidas de coerción procesal serán dictadas por el juez, en tanto
se encuentren previstas expresamente en la ley. No se puede imponer una medida
limitativa o restrictiva de derecho que no se encuentre previamente establecida en
la ley procesal. Las circunstancias, requisitos, presupuestos y plazos de las medi
das coercitivas están previstos en la ley procesal. Esta exigencia es aplicable, sobre
todo, al caso de medidas de carácter personal.
976
ELEMBARGO ART. 302
97
ART. 302 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
2 El peligro que puede generar el transcurso del tiempo para los fines del proceso.
Tal como hemos señalado, la misma tramitación del procedimiento importa el
transcurso del tiempo y este, a su vez, genera la posibilidad de que el imputado
pueda perjudicar los fines del proceso. En este sentido, el peligro para el proceso
puede verse desde tres perspectivas: a) que el imputado fugue, sustrayéndose de
la acción de la justicia; b) que el imputado pueda entorpecer la búsqueda de prue
bas; y c) que los bienes del imputado sean ocultados o transferidos por él o por
terceros. Tales situaciones son las que se buscan evitar a través de la imposición
de las medidas de coerción procesal.
Debemos tener claro que el periculum, en lo civil, tiene una configuración obje
tiva propia: no se requiere, necesariamente, que se haya producido cierto com
portamiento del imputado, ni menos una intención de este de causar perjuicio al
actor. El peligro se materializa en las posibilidades del responsable civil durante
el tiempo del proceso, de dedicarse a distraer, dilapidar u ocultar sus bienes, real
o ficticiamente, para hacer impracticable la satisfacción de las consecuencias jurí-
dico-económicas que imponga la sentencia. Si la solvencia, honestidad y arraigo
del imputado -siempre en el plano civil y no penal- estuvieran acreditados, decae
y no se justifica la imposición de las precitadas medidas. El inciso 3 del artículo
303 del CPP, al respecto estipula: “... por las características del hecho o del impu
tado, exista riesgo fundado de insolvencia del imputado o de ocultamiento o des
aparición del bien”(10) 11.
Conforme establece el CPP, las medidas de coerción personal son: 1) Detención poli
cial en flagrancia, regulada en el artículo 259 del CPP y la Ley N° 29372; 2) Arresto ciu
dadano, artículo 260 del CPP; 3) Detención preliminar judicial, artículo 261 del CPP; 4)
Prisión preventiva, artículo 268 del CPP; 5) Comparecencia simple y restringida, artículos
286 y 287 del CPP; 6) Detención domiciliaria, artículo 290 del CPP; 7) Internación pre
ventiva, artículo 293 del CPP; 8) Impedimento de salida del país o de la localidad, artículo
295 del CPP; y 9) La suspensión preventiva de derechos, artículos 297 y 298 del CPP.
El Acuerdo Plenario N° 7-201 l/CJ-2016 resume las cinco medidas de coerción real:
1) inhibición; 2) embargo -el primero y el segundo, inmovilizan bienes del patrimonio
del imputado o responsable civil-; 3) incautación; 4) medidas anticipativas; 5) medidas
preventivas contra las personas jurídicas. Indica la Corte Suprema que, se trata, pues, de
medidas anticipativas. Ahora bien, aun cuando el CPP solo reconoce las medidas antici
pativas genéricas (artículo 312 del CPP), e incorpora algunas medidas anticipativas espe
cíficas: desalojo preventivo y pensión anticipada de alimentos (artículos 311 y 314 del
(10) ídem.
(11) Ibídem, fundamento jurídico 17. 979
ART. 302 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
CPP), no existe obstáculo -indica la Corte Suprema- a partir del poder cautelar genérico
del que está investida la autoridad jurisdiccional y de aplicación supletoria de la ley pro
cesal común: el Código Procesal Civil, de incorporar también para los casos de lavado de
activos -entendemos para todos los casos- las denominadas medidas innovativas y de no
innovar, que apuntan a provocar un cambio de la situación existente al tiempo de peti
cionarlas. Como precisa la ley, las primeras reponen el estado de hecho o de derecho cuya
alteración sería el sustento del delito cometido en agravio de la víctima; y, las segundas,
conservan la situación de hecho de derecho presentada al incoarse el proceso (artículos
682 y 687 del Código Procesal Civil)(12\
VIII. El embargo
Sánchez Velarde precisa que el embargo “constituye una medida cautelar patrimonial
útil para asegurar el pago de la reparación civil si al final del proceso se dictara sentencia
condenatoria; supone la retención preventiva de los bienes del investigado”12 (13). Conforme
prescribe el artículo 302 del CPP, el embargo puede solicitarse en las diligencias prelimi
nares o en la investigación preparatoria para asegurar la responsabilidad económica deri
vada del delito y el pago de cosas. El fiscal, de oficio o a solicitud, indagará acerca de los
bienes o derechos embargables del imputado o del tercero civil. Una vez hallados, el fiscal
o el actor civil podrán solicitar al juez de la investigación preparatoria que dicte la medida
de embargo, precisando el patrimonio específico a afectar, el monto del embargo y la forma
de la medida. La posibilidad de solicitar la medida de embargo en la subfase de diligencias
preliminares dependerá de que esta se encuentre abierta contra la persona individualizada
y al momento de la solicitud se cuente con elementos de convicción acerca de su vincu
lación con el hecho. En ese contexto, es perfectamente posible que se acuda al juez de la
investigación preparatoria para que dicte la medida, bajo los mismos sustentos procesales
que hacen factible ello en el caso de la medida de incautación. Si se está frente a diligen
cias preliminares “contra los que resulten responsables”, sin tenerse investigadas a perso
nas determinadas, no será posible la solicitud de la medida ante el juez.
Con la medida de embargo se busca afectar el patrimonio lícito del investigado y/o del
tercero civilmente responsable y apunta al objetivo de asegurar el futuro pago de las con
secuencias pecuniarias de la responsabilidad penal (como la pena de multa) y de la repara
ción civil por el daño causado. Estas características son las que diferencian al embargo de
la incautación, pues esta última busca obtener y asegurar los bienes utilizados o vincula
dos a la comisión del delito, con la finalidad de retirarlos del circuito comercial y pasarlos
a propiedad del Estado, no siendo idóneos para pagar la reparación civil.
En conclusión, al comentar el contenido del artículo 302 del CPP hemos tenido que
pasar por el desarrollo de las diligencias preliminares e investigación preparatoria forma
lizada, el rol del fiscal, la finalidad de aseguramiento en el proceso penal; las medidas de
coerción procesal en el proceso penal, las características de las medidas de coerción pro
cesal, los presupuestos de las medidas de coerción procesal, los tipos de medidas coerci
tivas en el CPP, la medida de embargo y la indagación de bienes con fines de embargo.
BIBLIOGRAFÍA
GIMENO SENDRA, Vicente (1990). Proceso penal. Tomo II. Reimpresión de la 3a edición. Valencia: Tirant
lo Blanch; NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y litigación oral. Lima:
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proceso penal”. En: Revista Jurídica de Legislación y Jurisprudencia. Madrid; PEÑA CABRERA FREYRE,
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sal Penal. Tomo I. Lima: Grijley; SALAS BETETA, Christian. (2010). Trascendencia de las técnicas de litiga
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ceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica; SANCHEZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal
Penal. Lima: Idemsa.
382
Artículo 303.- Embargo
1. Identificado el bien o derecho embargable, el fiscal o el actor civil, según el caso,
solicitarán al juez de la investigación preparatoria la adopción de la medida de
embargo. A estos efectos motivará su solicitud con la correspondiente justificación de la
concurrencia de los presupuestos legalmente exigidos para su adopción, especificará el
bien o derecho afectado, precisará el monto del embargo e indicará obligatoriamente
la forma de la medida. Las formas de embargo son las previstas, en lo pertinente,
en el Código Procesal Civil.
2. El actor civil debe ofrecer contracautela. Esta no será exigible en los supuestos pre
vistos en el artículo 614 del Código Procesal Civil.
3. El juez, sin trámite alguno, atendiendo al mérito del requerimiento y de los recaudos
acompañados o que, de ser el caso, solicite al fiscal, dictará auto de embargo en la
forma solicitada o la que considere adecuada, siempre que no sea más gravosa que
la requerida, pronunciándose, en su caso, por la contracautela ofrecida. Se adop
tará la medida de embargo, siempre que en autos existan suficientes elementos de
convicción para sostener razonablemente que el imputado es con probabilidad autor
o partícipe del delito objeto de imputación, y por las características del hecho o del
imputado, exista riesgo fundado de insolvencia del imputado o de ocultamiento o
desaparición del bien.
4. La prestación de la contracautela, cuando corresponde, será siempre previa a
cualquier acto de cumplimiento o ejecución del embargo acordado. Corresponde al
juez pronunciarse sobre la idoneidad y suficiencia del importe de la contracautela
ofrecida.
5. Rige, para el actor civil, lo dispuesto en el artículo 613 del Código Procesal Civil.
6. Aun denegada la solicitud de medida cautelar de embargo, podrá reiterarse la
misma si cambian las circunstancias existentes en el momento de la petición.
7. Si se ba dictado sentencia condenatoria, aun cuando fuere impugnada, a solicitud
de parte, procede el embargo, sin necesidad de contracautela ni que se justifique
expresamente la probabilidad delictiva.
Concordancias:
CPP:arts. 302, 310; CPGarts. 613, 614, 642, 643; LOMP: art. 95 inc. 2.
(1) SALAS BETETA, Christian (2011). El proceso penal común. Lima: Gaceta Jurídica, p. 181. 983
ART. 303 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
las medidas de coerción procesal reales “son aquellas medidas procesales que recaen sobre
el patrimonio del imputado o en todo caso sobre bienes jurídicos patrimoniales, limitán
dolos, con la finalidad de impedir que durante el proceso, determinas actuaciones daño
sas o perjudiciales por parte del imputado, afecten la efectividad de la sentencia con rela
ción a las consecuencias jurídicas de carácter económico del delito o en cuanto a la pro
pia eficacia del proceso”(2).
En esa misma línea, la Corte Suprema de la República, a través del VII Pleno Jurisdic
cional, ha sentado -como doctrina legal- diversos criterios que compartimos y que pasa
mos a transcribir. Una de dichas conclusiones es que la finalidad de las medidas de coer
ción reales “(...) estriba en asegurar el futuro cumplimiento de las responsabilidades civi
les derivadas de la comisión del hecho punible, y de las penas pecuniarias y consecuencias
accesorias, amén de las costas; es decir, de las responsabilidades pecuniarias que en defini
tiva pueden declararse procedentes. Las notas características o elementos de las medidas
de coerción real son las comunes a todas las medidas de coerción (.. .)”(3).
Las medidas de coerción en el proceso penal son personales y reales. Entre las medi
das reales tenemos a la que es materia de nuestro comentario, el embargo. Sánchez Velarde
precisa que el embargo “constituye una medida cautelar patrimonial útil para asegurar el
pago de la reparación civil si al final del proceso se dictara sentencia condenatoria; supone
la retención preventiva de los bienes del investigado”(4). En las siguientes líneas desarrollare
mos todos los aspectos vinculados a la tramitación de esta medida de coerción procesal real.
(2) NEYRA FLORES, José Antonio (2010). Manual del nuevo proceso penal y litigación oral. Lima: Idemsa, pp. 487-
488 y 491.
(3) VII Pleno Jurisdiccional sobre medidas de coerción procesal real y lavado de activos, emitido por las Salas
Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de la República, Acuerdo Plenario N° 7-201 l/CJ-116,
fundamento jurídico 16 (6 de diciembre de 2011).
(4) SÁNCHEZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 836.
(5) Artículo 94 del CPP:
“1. Se considera agraviado a todo aquel que resulte directamente ofendido por el delito o perjudicado por las
consecuencias del mismo. Tratándose de incapaces, de personas jurídicas o del Estado, su representación
corresponde a quienes la ley designe.
2. En los delitos cuyo resultado sea la muerte del agraviado tendrán tal condición los establecidos en el orden
sucesorio previsto en el artículo 816 del Código Civil.
3. También serán considerados agraviados los accionistas, socios, asociados o miembros, respecto de los deli
tos que afectan a una persona jurídica cometidos por quienes las dirigen, administran o controlan.
4. Las asociaciones en los delitos que afectan intereses colectivos o difusos, cuya titularidad lesione a un
984 número indeterminado de personas, o en los delitos incluidos como crímenes internacionales en los trata-
EL EMBARGO ART. 303
investigación del delito y titular de la acción penal pública. Ello significa que la partici
pación del agraviado y su colaboración con el esclarecimiento de los hechos es admisible,
en tanto no afecte las atribuciones propias de la fiscalía. Debemos tener en cuenta que, en
el nuevo modelo procesal, “[l]a víctima tiene derecho a la verdad, la justicia y la repara
ción, para ello la ley le debe garantizar —y las autoridades materializar- los derechos a la
información, protección física y jurídica, petición, intervención y reparación integral”^.
“(..■)
(...)”
Y para cuando el proceso penal se haya instaurado, esto es, comunicada la disposi
ción fiscal de la formalización y continuación de la investigación preparatoria al órgano
jurisdiccional, el agraviado tiene la opción de intervenir en el proceso penal para reclamar
el resarcimiento por el daño causado y, de no estimarlo conveniente, el agraviado tendrá
expedita la vía civil para hacerlo, no obstante, solo puede optar por una de las dos vías,
pues una excluye a la otra una vez elegida6 (7).
dos internacionales aprobados y ratificados por el Perú, podrán ejercer los derechos y facultades atribuidas
a las personas directamente ofendidas por el delito, siempre que el objeto social de la misma se vincule
directamente con esos intereses y haya sido reconocida e inscrita con anterioridad a la comisión del delito
objeto del procedimiento”.
(6) SALAS BETETA, Christian (2011). Ob. cit., p. 19.
(7) Artículo 12 del CPP.- Ejercicio alternativo y accesoriedad:
“1. El perjudicado por el delito podrá ejercer la acción civil en el proceso penal o ante el orden jurisdiccional
civil. Pero una vez que se opta por una de ellas, no podrá deducirla en la otra vía jurisdiccional.
2. Si la persecución penal no pudiese proseguir, ya sea que se disponga la reserva del proceso o se suspenda
por alguna consideración legal, la acción civil derivada del hecho punible podrá ser ejercida ante el orden
jurisdiccional civil”.
Artículo 106 del CPP.- Impedimento de acudir a la vía extra - penal:
“La constitución en actor civil impide que presente demanda indemnizatoria en la vía extra - penal. El actor
civil que se desiste como tal antes de la acusación fiscal no está impedido de ejercer la acción indemnizatoria en
la otra vía”. 985
ART. 303 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Tal como lo indica el inciso 1 del artículo 11 del CPP: “[e]l ejercicio de la acción civil
derivada del hecho punible corresponde al Ministerio Público y, especialmente, al perju
dicado por el delito. Si el perjudicado se constituye en actor civil, cesa la legitimación del
Ministerio Público para intervenir en el objeto civil del proceso. (...)”.
Queda claro, entonces, que la acción reparatoria en el proceso penal solo podrá ser
ejercitada por quien resulte perjudicado a consecuencia de un hecho ilícito, en tanto se
haya constituido como actor civil, es decir, conforme al artículo 98 del CPP, “por quien
según la ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los daños y per
juicios producidos por el delito”. A diferencia de la antigua concepción de la reparación
civil, esta ya no deriva del delito, sino del daño causado. Del delito solo devienen conse
cuencias penales, no civiles.
Pues bueno, el actor civil, sin perjuicio de los derechos que le corresponden como
agraviado, podrá deducir la nulidad de actuados, solicitar actos de investigación, ofrecer
elementos de convicción, participar en los actos de investigación y en la actuación de la
prueba, intervenir en el juicio oral, interponer recursos impugnatorios, intervenir -cuando
corresponda— en el procedimiento para la imposición de medidas coercitivas y restricti
vas de derechos y formular solicitudes en salvaguarda de sus intereses. Adicionalmente,
conforme al artículo 105 del CPP, el actor civil también podrá colaborar con el esclare
cimiento del hecho delictivo y la intervención de su autor o partícipe. Pero, sin duda, el
actor civil es la parte procesal que tendrá por finalidad esencial acreditar su pretensión civil.
Para que dicha acción civil pueda ser incorporada al proceso penal, el Código Adje
tivo ha establecido una serie de requisitos(9) y un trámite(10). Así, tenemos que la acción
civil se ejerce al momento en que el agraviado solicita su incorporación al proceso penal,
(8) “En tal sentido Gómez Colomer expresa que una vez aceptada la existencia de la permisibilidad de la acu
mulación al proceso penal de uno civil, toca determinar el objeto del proceso civil acumulado, que no es otro
que la pretensión y la resistencia, siendo el contenido de la referida pretensión, casi siempre, de naturaleza
patrimonial {Derecho Jurisdiccional III. Proceso Penal. El objeto del proceso. 12a edición, Editorial Tirant lo Blanch,
Valencia, 2003, p. 110)”. (Acuerdo Plenario N° 5-2011/CJ-lló, fundamento jurídico 10).
(9) Artículo 101 del CPP.
986 (10) Artículo 102 del CPP.
EL EMBARGO ART. 303
esto es, su constitución como actor civil(11\ El agraviado solicitará su constitución en actor
civil mediante escrito, precisando:
• La prueba documental que acredita su derecho, conforme al artículo 9811 (i2) (sea
la partida de nacimiento, el testamento o sucesión intestada o, en el caso de las
procuradurías, la resolución ministerial que designa al procurador).
Conforme al artículo 101 del CPP, la constitución en actor civil deberá efectuarse
hasta antes de la culminación de la investigación preparatoria. Si se presenta el escrito
con posterioridad a la conclusión de la investigación, la procuraduría no podrá participar
en el proceso con las facultades conferidas en el artículo 104 y será el Ministerio Público
-ante la ausencia de actor civil(13)- quien, en la etapa intermedia, deberá de señalar una
pretensión civil, conforme a la exigencia del literal g del inciso 1 del artículo 349 del CPP.
(11) “Actor civil es el perjudicado que ejerce su derecho de acción civil dentro del proceso penal. Es decir, es quien
ha sufrido en su esfera patrimonial los daños producidos por la comisión del delito, siendo titular, frente al
responsable civil, de un derecho de crédito, bien a título de culpa, bien por la simple existencia de una respon
sabilidad objetiva que pudiera surgir con ocasión de la comisión de un delito [Vicente Gimeno Sendra, Ibídem,
p. 181}. Dicho de otro modo, en palabras de San Martín Castro, se define al actor civil como aquella persona
que puede ser el agraviado o sujeto pasivo del delito, es decir, quien directamente ha sufrido un daño criminal
y, en defecto de él, el perjudicado, esto es, el sujeto pasivo del daño indemnizable o el titular del interés directa
o inmediatamente lesionado por el delito, que deduce expresamente en el proceso penal una pretensión patri
monial que trae a causa de la comisión de un delito [Derecho Procesal Penal, 2a edición, Editorial Grijley, Lima,
2003, p. 259]”. (Acuerdo Plenario N° 5-2011/CJ-l 16, fundamento jurídico 11).
(12) Artículo 98 del Código Procesal Penal.- Constitución y derechos:
“La acción reparatoria en el proceso penal solo podrá ser ejercitada por quien resulte perjudicado por el delito,
es decir, por quien según la Ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los daños y
perjuicios producidos por el delito".
(13) "El Código Procesal Penal de 2004 establece que el ejercicio de la acción civil derivada del hecho punible
corresponde al Ministerio Público y, especialmente, al perjudicado por el delito; además, estipula que si este
último se constituye en actor civil, cesa la legitimación del Ministerio Público para intervenir en el objeto civil
del proceso: artículo 11, apartado 1), del citado Código adjetivo. En tal virtud, la participación del Ministerio
Público será por sustitución, esto es, representa un interés privado. Por ello, su intervención cesa definitivamente
cuando el actor civil se apersona al proceso”. (Acuerdo Plenario N° 5-2011/CJ-l 16, fundamento jurídico 7). 987
ART. 303 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En este punto, es pertinente dejar sentada nuestra posición, pues no toda solicitud
de constitución en actor civil debe de ser resuelta en audiencia, en tanto no exista oposi
ción de otra parte. Claro está que de existir una oposición, habrá que debatir la solicitud
en audiencia en atención al principio de oralidad y al de contradicción, pero eso no será
necesario si dicha oposición no existe, pues, la audiencia se limitaría a un “informe” del
solicitante frente al juez y generaría un costo innecesario al Estado.
“1. Las medidas establecidas en este Título, sin perjuicio de las reconocidas a la policía
y al fiscal, solo se impondrán por el juez a solicitud del fiscal, salvo el embargo y
la ministración provisional de posesión que también podrá solicitar el actor
civil. La solicitud indicará las razones en que se fundamenta el pedido y, cuando
corresponda, acompañará los actos de investigación o elementos de convicción
pertinentes.
2. Los autos que se pronuncien sobre estas medidas son reformables, aun de oficio,
cuando varíen los supuestos que motivaron su imposición o rechazo.
88
EL EMBARGO ART. 303
resolverá en el plazo de tres días, previa audiencia con citación de las partes” (el
resaltado es nuestro).
“1. Los autos que impongan, desestimen, reformen, sustituyan o acumulen las medidas
previstas en esta Sección son impugnables por el Ministerio Público y el imputado.
2. El actor civil y el tercero civil solo podrán recurrir respecto de las medidas
patrimoniales que afecten su derecho en orden a la reparación civil” (el resal
tado es nuestro).
Por lo que, en el nuevo proceso penal, el actor civil puede solicitar medidas de coer
ción procesal de carácter patrimonial, tales como el embargo. Ello, en atención a que, en
el proceso penal, lo que el actor civil persigue es la reparación civil y no la imputación
penal de los procesados, pues esta es labor propia del Ministerio Público. Pero lo dicho no
implica que el actor civil pueda comunicar al Ministerio Público acerca de cualquier cir
cunstancia que importe la necesidad de una medida coercitiva personal contra el investi
gado, a fin que aquel solicite su imposición al juez.
Por su parte, del análisis del artículo 11 al 15 del CPP se concluye, como se ha seña
lado anteriormente, que: 1) Una vez que el proceso penal se haya instaurado, esto es,
comunicada la disposición fiscal de la formalización y continuación de la investigación
preparatoria al órgano jurisdiccional, el agraviado tiene la opción de intervenir en el pro
ceso penal para reclamar el resarcimiento por el daño causado y, de no estimarlo conve
niente, el agraviado tendrá expedita la vía civil para hacerlo, no obstante, solo puede optar
por una de las dos vías, pues una excluye a la otra una vez elegida(14); 2) En el supuesto
en que el agraviado decida perseguir su pretensión civil en el proceso penal, deberá pedir
su incorporación al mismo, solicitando al juez de la investigación preparatoria su consti
tución como actor civil. Tal como lo indica el inciso 1 del artículo 11 del CPP: “[e]l ejer
cicio de la acción civil derivada del hecho punible corresponde al Ministerio Público y,
especialmente, al perjudicado por el delito. Si el perjudicado se constituye en actor civil,
cesa la legitimación del Ministerio Público para intervenir en el objeto civil del proceso”;
3) Entonces, la acción reparatoria en el proceso penal podrá ser ejercitada por quien resulte
perjudicado a consecuencia de un hecho ilícito, es decir, conforme al artículo 98 del CPP,
“por quien según la ley civil esté legitimado para reclamar la reparación y, en su caso, los
daños y perjuicios producidos por el delito”. A diferencia de la antigua concepción de la
reparación civil, esta ya no deriva del delito, sino del daño causado, pues, queda claro que,
del delito solo devienen consecuencias penales, no civiles.
(15) "Actor civil es el perjudicado que ejerce su derecho de acción civil dentro del proceso penal. Es decir, es quien
ha sufrido en su esfera patrimonial los daños producidos por la comisión del delito, siendo titular, frente al
responsable civil, de un derecho de crédito, bien a título de culpa, bien por la simple existencia de una res
ponsabilidad objetiva que pudiera surgir con ocasión de la comisión de un delito [Gimeno Sendra, ibídem, p.
181]. Dicho de otro modo, en palabras de San Martín Castro, se define al actor civil como aquella persona que
puede ser el agraviado o sujeto pasivo del delito, es decir, quien directamente ha sufrido un daño criminal y,
en defecto de él, el perjudicado, esto es, el sujeto pasivo del daño indemnizable o el titular del interés directa o
inmediatamente lesionado por el delito, que deduce expresamente en el proceso penal una pretensión patrimo
nial que trae a causa de la comisión de un delito [Derecho Procesal Penal, 2a Edición, Editorial Grijley, Lima,
2003, p. 2591” (Acuerdo Plenario N° 5-2011/CJ-l 16, fundamento jurídico 11). 991
ART. 303 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
(16) Al respecto, la Corte Suprema, enfocando su análisis a las medidas de coerción reales, desarrolla este primer
presupuesto indicando que el fumus delicti comissi consiste en la existencia de indicios racionales de criminalidad
-es la denominada “apariencia y justificación del derecho subjetivo”- que en el proceso penal importa, como
acota Gimeno Sendra, una “...razonada atribución del hecho punible a una persona determinada” [Derecho
Procesal Penal, 2da. Edición, Editorial Colex, Madrid, 2007, p. 501]). Ha de existir, pues, una imputación
formal contra una persona determinada. El juicio de probabilidad delictiva es mencionado específicamente
por el artículo 303-3 del NCPP, aun cuando se refiera solo al embargo y, por extensión expresa, a la orden de
inhibición. El fumus debe referirse, de un lado, a un delito que haya ocasionado un daño o perjuicio material
o moral; y, de otro, a que los referidos indicios —ciertamente, “procedimentales”— evidencien una relación de
causalidad con el sujeto contra el que se adoptan: imputado o tercero civil. No es necesaria una acreditación
específica cuando se dicte sentencia condenatoria, aun cuando fuera impugnada (Fundamento jurídico 18 del
Acuerdo Plenario N° 7-2011/CJ-l 16).
(17) Respecto al periculum in mora, la Corte Suprema, con referencia a las medidas de coerción reales, explica que el
peligro o daño jurídico derivado del retardo del procedimiento consiste en el riesgo de daño para la efectividad
de la tutela judicial pretendida en el proceso principal. Se debe acreditar la concreta probabilidad de que se
produzcan, durante la pendencia del proceso, situaciones que impidan o dificulten la eficacia del procedi
miento penal y civil de condena, que pueda incorporar la sentencia penal -peligro de infructuosidad-. En el
proceso penal ello se concreta por el “peligro de fuga” o de ocultación personal o patrimonial del imputado
[Gimeno Sendra, Ibidem, p. 592]. Lo relevante del periculum es la comprobación de la extensión del daño cau
sado por el imputado como consecuencia del delito perpetrado. Pero, también, el tiempo que dure el proceso,
cuyo retraso puede hacer ineficaz la respuesta jurisdiccional si no se adoptan medidas tendentes a mantener
la situación presente, o a evitar maniobras lesivas para los derechos de la víctima -en el caso del lavado de
activos, al Estado- derivadas del comportamiento del imputado [Agustín-Jesús Pérez-Cruz Martín y otros.
Derecho Procesal Penal, Editorial Civítas, Madrid, 2009]- Es de tener en claro que el periculum, en lo civil,
tiene una configuración objetiva propia: no se requiere, necesariamente, que se haya producido cierto compor
tamiento del imputado, ni menos una intención de este de causar perjuicio al actor. El peligro se materializa
en las posibilidades del responsable civil durante el tiempo del proceso, de dedicarse a distraer, dilapidar u
ocultar sus bienes, real o ficticiamente, para hacer impracticable la satisfacción de las consecuencias jurídico-
económicas que imponga la sentencia. Si la solvencia, honestidad y arraigo del imputado -siempre en el plano
civil y no penal- estuvieran acreditados, decae y no se justifica la imposición de las precitadas medidas. El
artículo 303-3 del NCPP, al respecto estipula: “.. .por las características del hecho o del imputado, exista riesgo
fundado de insolvencia del imputado o de ocultamiento o desaparición del bien” (Fundamento jurídico 19 del
992 Acuerdo Plenario N° 7-2011/CJ-l 16).
EL EMBARGO ART. 303
transcurso del tiempo para los fines del proceso. La propia tramitación del pro
cedimiento importa el transcurso del tiempo y este, a su vez, genera la posibili
dad de que el imputado pueda perjudicar los fines del proceso. En relación a la
medida de embargo, el peligro consiste en que los bienes del imputado sean ocul
tados o transferidos por él o por terceros. Tal situación es la que se buscan evitar
a través del embargo. La sustentación de estos presupuestos permitirá al juez veri
ficar la existencia de suficientes elementos de convicción para sostener razonable
mente que el imputado es con probabilidad autor o partícipe del delito objeto de
imputación y por las características del hecho o del imputado es latente el riesgo
fundado de insolvencia del imputado o de ocultamiento o desaparición del bien.
3) Precisará el monto del embargo que se solicita: Este dato será evaluado, com
parando la cifra económica que se plantea embargar versus el daño aproximado
generado por la conducta ilícita planteada por el solicitante y que es materia de
investigación. La afectación del patrimonio del investigado o del tercero civil no
puede ser mayor al presunto daño generado, pues ello tornaría en desproporcio
nal la medida. A fin de proporcionarle al juez este dato, el solicitante debe de sus
tentar debidamente la magnitud, circunstancias y gravedad de los hechos y vin
cular su comisión con la generación del daño. Sin ello no será posible formular
una proyección del monto de la reparación civil.
4) Precisar el tipo de embargo que solicita: Este requisito nos remite a las medidas
contempladas en el Código Procesal Civil, cuerpo normativo que prevé embargo
en forma de depósito, embargo en forma de secuestro, embargo en forma de ins
cripción, embargo en forma de retención y embargo en forma de intervención.
5) Contracautela ofrecida por el actor civil: Según el artículo 613 del CPC, la
contracautela tiene por objeto asegurar al afectado con una medida cautelar, el
resarcimiento de los daños y perjuicios que pueda causar su ejecución. La admi
sión de la contracautela, en cuanto a su naturaleza y monto, será decidida por
el juez, quien podrá aceptar la ofrecida por el solicitante, graduarla, modificarla
o, incluso, cambiarla por la que considere pertinente. De conformidad con el
artículo 614 del CPC, los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministe
rio Público, los órganos constitucionales autónomos, los gobiernos regionales y
locales y las universidades están exceptuados de prestar contracautela; asimismo,
está exenta la parte a quien se le ha concedido auxilio judicial. Así, por ejemplo,
una procuraduría pública especializada está exonerada de presentar contracautela
cuando solicite la medida de embargo ante el juez de investigación preparatoria.
993
ART. 303 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Así, una vez presentada la solicitud de embargo, el juez, sin trámite alguno, aten
diendo al mérito del requerimiento escrito y de los recaudos acompañados o que, de ser
el caso, solicite al fiscal, dictará auto de embargo en la forma solicitada o la que considere
adecuada, siempre que no sea más gravosa que la requerida, pronunciándose, en su caso,
por la contracautela ofrecida.
BIBLIOGRAFÍA
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EL EMBARGO ART. 303
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995
Artículo 304.- Ejecución e impugnación del auto de embargo
1. Cualquier pedido destinado a impedir o dilatar la concreción de la medida es
inadmisible,
2. Ejecutada la medida se notificará a las partes con el mandato de embargo.
i. Se puede apelar dentro del tercer día de notificado. El recurso procede sin efecto
suspensivo.
Concordancias:
CPP:arts. 309, 413 inc. 2, 4ló.
Este artículo nos coloca en el periodo comprendido entre la emisión del auto que dictó
la medida de embargo y la apelación del mismo de parte del afectado. Tal como dijimos
anteriormente, la razón de ser de que la solicitud de embargo fuera resuelta por el juez de
manera rápida y con el solo mérito del requerimiento y sus anexos, sin audiencia previa y
sin conocimiento del afectado era evitar que el sujeto afectado pueda ocultar o desaparecer
su patrimonio con anticipación a la decisión jurisdiccional. Ese mismo sustento es el que
emplea el legislador para rechazar cualquier pedido que se presente entre la expedición del
auto que aprobó la medida de embargo y el momento de su ejecución, pues en ese trans
curso de tiempo, es posible que, valiéndose de maniobras dilatorias el afectado aproveche
para disminuir su patrimonio a fin de no pagar la futura reparación civil. Asimismo, se
rechaza cualquier pedido destinado a impedir la ejecución de la medida de embargo, toda
vez que el Código Procesal Penal (en adelante, CPP), le permite al afectado solo realizar
el recurso de apelación contra el auto como mecanismo de defensa frente a la imposición
de la medida de embargo.
De conformidad, con el artículo 406 del CPP, el impugnante deberá tener en cuenta
que para la admisión del recurso se requiere: 1) que sea presentado por quien resulte agra
viado por la resolución, tenga interés directo y se halle facultado legalmente para ello;
2) que sea interpuesto por escrito y en el plazo previsto por la ley; y, 3) que se precise las
partes o puntos de la decisión a los que se refiere la impugnación, y se expresen los funda
mentos, con indicación específica de los fundamentos de hecho y de derecho que lo apo
yen y formulando una pretensión concreta.
BIBLIOGRAFÍA
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997
Artículo 305.- Variación y alzamiento de la medida de embargo
1. En elpropio cuaderno de embargo se tramitará la petición de variación de la medida
de embargo, que puede incluir el alzamiento de la misma. A este efecto se alegará
y en su caso se acreditarán hechos y circunstancias que pudieron tenerse en cuenta
al tiempo de su concesión. La solicitud de variación y, en su caso, de alzamiento, se
tramitará previo traslado a las partes. Rige, en lo pertinente, el artículo 611 del
Código Procesal Civil.
2. Está permitida la sustitución del bien embargado y su levantamiento previo empoce
en el Banco de la Nación a orden del juzgado del monto por el cual se ordenó la
medida. Efectuada la consignación la resolución de sustitución se expedirá sin
trámite alguno, salvo que el juez considere necesario oír a las partes.
3. La resolución que se emita en los supuestos previstos en los numerales anteriores es
apelable sin efecto suspensivo.
Concordancias:
CPP: arts. 303 inc. 3, 309; CPC: art. 617.
establece que, a pedido del titular de la medida y en cualquier estado del proceso, puede
variarse la misma, sea modificando su forma, variando los bienes sobre los que recae o su
monto, o sustituyendo al órgano de auxilio judicial. La parte afectada con la medida puede
efectuar similar pedido, el que será resuelto previa citación a la otra parte. Para resolver
estas solicitudes, el juez atenderá a las circunstancias particulares del caso, y la decisión es
apelable sin efecto suspensivo.
BIBLIOGRAFÍA
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99$
Artículo 306.- Sentencia firme y embargo
1. Firme una sentencia absolutoria, un auto de sobreseimiento o resolución equivalente,
se alzará de oficio o a petición de parte el embargo adoptado, y se procederá de ser
el caso a la determinación de los daños y perjuicios que hubiera podido producir
dicha medida si la solicitó el actor civil,
2. Firme que sea una sentencia condenatoria, se requerirá de inmediato al afectado
el cumplimiento de las responsabilidades correspondientes, bajo apercibimiento de
iniciar la ejecución forzosa respecto del bien afectado.
Concordancias:
CPP;¿rtj.398j399.
I. Sentencia absolutoria
La sentencia absolutoria es el acto de autoridad del juez con el que concluye la ins
tancia y la cual declara la no responsabilidad penal del acusado, puesto que del juicio se
tiene que no existen elementos probatorios que acrediten la responsabilidad penal, el hecho
no se ha realizado, no es atribuible al acusado, ha prescrito y/o se tiene duda razonable.
II. Sobreseimiento
Cabe mencionar que mediante el requerimiento de sobreseimiento que ha sido decla
rado fundado por el juzgador, al emitir la resolución correspondiente, el procesado a nivel
de investigación preparatoria no llega a juicio oral porque se ha concluido el proceso al no
acreditar la responsabilidad penal del investigado; por lo que también carece de sentido
privar un derecho fundamental como es el caso de la propiedad por actos de los cuales
tampoco se acredita la responsabilidad penal.
Si en este caso los daños y perjuicios fueron ocasionados por el actor civil se proce
derá a determinar la indemnización a efectos de resarcir dichos daños y perjuicios a favor
del afectado; sin embargo, la norma procesal penal no especifica la vía procedimental que
1000
EL EMBARGO ART. 306
correspondería, por lo que a mi criterio deberá entenderse que puede tramitarse tanto en
la vía penal como en la vía civil.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
10(
Artículo 307.- Autorización para vender el bien embargado
1. Si el procesado o condenado decidiere vender el bien o derecho embargado, pedirá
autorización al juez.
2. La venta se realizará en subasta pública. Del precio pagado se deducirá el monto
que corresponda el embargo, depositándose en el Banco de la Nación. La diferencia
será entregada al procesado o a quien él indique.
Concordancia:
CPC; 747.
El juez deberá autorizar la venta del bien embargado analizando las circunstancias
del caso concreto, actuando con justicia y sin excesos de poder, puesto que supone la pri
vación de la propiedad a través de la venta por subasta pública.
Según la doctrina, la venta pública de bienes o alhajas se hace al mejor postor, regu
larmente por mandato y con intervención de un juez o de otra autoridad. En realidad, no
se entiende el motivo de que en esa definición se haga una mención a las “alhajas”, como
si ellas no fuesen asimismo “bienes” La subasta, conforme al concepto expresado, puede
ser judicial o privada, pero contrariamente a lo que dice la doctrina la primera forma no
es la más corriente, ya que en la actualidad la venta de bienes en subasta privada, sobre
todo muebles y semovientes, es más frecuente que la otra. Pero el mayor error de la defi
nición doctrinaria es haberla limitado al contrato de venta de bienes, cuando la subasta
puede aplicarse a otros contratos, como son los de arrendamiento, de aparcería, de opción,
de uso. La doctrina también señala que subastar es vender efectos o contratar servicios y
arriendos, en pública subasta. Se hace también por subasta la contrata (v.) de los servicios,
obras y suministros públicos, aun cuando esa clase de subasta es más conocida por licita
ción (v.). Couture equipara la subasta al remate y dice de este que es la venta o subasta de
bienes mediante puja entre los concurrentes, bajo condición implícita de aceptarse como
precio la oferta mayor(1).
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; OSORIO, Manuel.
Diccionario de ciencias jurídicas políticas y sociales. Guatemala: Datascan; SAN MARTÍN CASTRO, César
(2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
LOO 2 (1) OSORIO, Manuel. Diccionario de ciencias jurídicas políticas y sociales. Guatemala: Datascan, p. 912.
Artículo 308.- Desafectación y tercería
1. La desafectación se tramitará ante el juez de la investigación preparatoria. Procede
siempre que se acredite fehacientemente que el bien o derecho afectado pertenece
a persona distinta del imputado o del tercero civil, incluso si la medida no se ha
formalizado o trabado. Rige, en lo pertinente, el artículo 624 del Código Procesal
Civil.
2. La tercería se interpondrá ante el juez civil, de conformidad con el Código Procesal
Civil. Deberá citarse obligatoriamente alfiscal provincial en lo civil, que intervendrá
conforme a lo dispuesto en el inciso 2) del artículo 113 de dicho Código.
Concordancias:
CPP: arts. 113 ¿nc. 2, 309; CPC: art. 624; CPMP: art. 341.
A efectos de abordar el examen del artículo 308 del Código Procesal Penal, distin
guiremos los dos numerales en que está estructurada esta norma, siguiendo en su análi
sis el mismo orden.
Así también, el legislador repara en una condición subjetiva, en tanto que se estima
que el solicitante debe actuar de buena fe en la desafectación (por ser ajeno al proceso y
verse perjudicado con esta medida), puesto que de comprobarse la mala fe, la norma señala
que se le impondrá al peticionante una multa no mayor de treinta unidades de referencia
procesal, además de poner en conocimiento al Ministerio Publico el hecho para el ejerci
cio de la acción penal correspondiente.
Para su admisibilidad, la demanda, como casi todas las que se tramitan en la vía civil,
debe reunir los requisitos previstos en el artículo 424 del Código Procesal Civil; siendo
también necesario para su admisión que el tercero (demandante) pruebe su derecho ale
gado con documento público o privado de fecha cierta o con garantía suficiente que a crite
rio del juez pueda responder por los daños y perjuicios que la tercería irrogaría a las partes.
Como también se ha precisado, la tercería debe ser actuada de buena fe, pues cuando
hubiere contubernio entre el tercerista y el demandado para defraudar al Estado, se impon
drán a estos y también a sus abogados, de forma solidaria, una multa que será no menor a
cinco ni mayor de veinte unidades de referencia procesal, más la indemnización de daños y
perjuicios que se ocasionarían, así como también las costas y costos. Para ello se remiten los
actuados pertinentes al Ministerio Publico para el ejercicio de las acciones que correspondan.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
>04
Artículo 309.- Trámite de la apelación en segunda instancia
Las apelaciones respecto de las resoluciones contempladas en los artículos 304, 305.3 y
308.1 se tramitarán, en lo pertinente, conforme al artículo 278.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4, 278, 304, 305 inc. 3, 308 inc. 1, 413 inc.2, 416.
En el Título VIII de la Sección III del Código Procesal Penal (CPP) se contemplan
las resoluciones de embargo, la variación y el alzamiento de este, así como la desafectación
y tercería del bien embargado; estas medidas, evidentemente, pueden afectar intereses de
alguna de las partes, por lo que, con la finalidad de salvaguardar el derecho a la plurali
dad de instancias contemplado en el artículo 139, inciso 6, de la Constitución Política{1),
pueden ser apeladas por la parte afectada.
§5 BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN
CASTRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
Concordancias:
CPPtarts. 302 al 309.
En primer lugar, resulta conveniente anotar que la medida cautelar real de inhibi
ción de bienes tiene como primer antecedente normativo al artículo 2, inciso 4, de la Ley
N° 27379, del 20 de diciembre de 2000, bajo el siguiente tenor literal:
(...)
4. Embargo u orden de inhibición para disponer o gravar bienes, que se inscribi
rán en los Registros Públicos cuando correspondan. Estas medidas se acorda
rán siempre que exista fundado peligro de que los bienes del investigado, contra
quien existan elementos de convicción de que está vinculado como autor o par
tícipe en alguno de los delitos indicados en el artículo 1 de la presente ley, pue
dan ocultarse o desaparecer o sea posible que se graven o vendan, frustrando de
ese modo el pago de la reparación civil. No puede durar más de quince días y,
excepcionalmente, podrá prorrogarse quince días más, previo requerimiento del
fiscal provincial y decisión motivada del juez penal”.
En el año 2004, con la dación del Código Procesal Penal (en adelante CPP), mediante
el Decreto Legislativo N° 957, el artículo 310 recogió la medida de orden de inhibición
de bienes, pasando a habilitar su aplicación no solo en la fase de diligencias preliminares,
sino en cualquier estadio procesal posterior.
Ahora bien, en lo atinente a las exigencias para disponer esta medida, se percibe en el
artículo 310 del CPP un precepto de reenvío hacia la norma procesal que regula los requi
sitos del embargo (artículo 303 del CPP), suscitándose la interrogante acerca de si deben
cumplirse todos los presupuestos de dicha medida o solo los más esenciales.
cuando correspondan. Estas medidas se acordarán siempre que exista fundado peligro de que los bienes
del investigado, contra quien existan elementos de convicción de que está vinculado como autor o partí
cipe en alguno de los delitos indicados en el artículo 1 de la presente ley, puedan ocultarse o desaparecer
o sea posible que se graven o transfieran, frustrando de ese modo el pago de la reparación civil. No puede
durar más de quince días y, excepcionalmente, podrá prorrogarse quince días más, previo requerimiento
del fiscal provincial y decisión motivada del juez penal".
(2) CLARIÁ OLMEDO, Jorge (1963). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo V. Buenos Aires: Ediar, pp. 393 y
394. 100
ART. 310 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Por otro lado, una arista adicional, que es objeto de discusión en el análisis de la
“orden de inhibición de bienes”, estriba en si esta medida se puede imponer en el estadio
de diligencias preliminares o si se requiere que se haya formalizado la investigación pre
paratoria para dichos fines.
Bajo ese derrotero, estimamos que esta medida cautelar, al no afligir considerable
mente el derecho de propiedad u otro derecho real y combatir riesgos de desaparición del
patrimonio para evitar el posible pago de la reparación civil, resulta plausible de dictarse a
nivel de diligencias preliminares, más aún cuando su antecedente normativo en la legisla
ción procesal penal nacional, el artículo 2, inciso 4, de la Ley N° 27379, del 20 de diciem
bre de 2000, habilitaba dictarla en la primera subetapa de la investigación preparatoria,
esto es, en la investigación preliminar.
“[D] entro de las funciones del proceso penal, no solo está la investigación de los posi
bles hechos ilícitos punibles penalmente y la determinación de la responsabilidad
penal de sus autores y partícipes, sino también el reconocimiento y la indemnización
de los perjuicios materiales y morales que dichos ilícitos hayan ocasionado a las víc
timas de los mismos o sus herederos o familiares (acción civil en el proceso penal)’.
Esta última función es la que explica el artículo 321.1 del CPP, el cual ha incorpo
rado una norma general de la investigación preparatoria, según la cual, esta también,
persigue determinar ‘la existencia del daño causado’. En ese orden de ideas, si esta es
la finalidad de la investigación preparatoria -que por ser norma general alcanza sus
dos subetapas— no es de recibo interpretar que la finalidad de las diligencias prelimi
nares esté limitada sólo a la preparación de la acción penal, sino que también tiene
por objeto la preparación de la acción civil para determinar ‘la existencia del daño
causado’. Esta finalidad se consolidad con la norma contenida en el artículo 302 del
CPP, que permite que en el curso de las primeras diligencias’, de oficio o a solicitud
de parte, el fiscal indague sobre los ‘bienes libres o derechos embargables al imputado
y al tercero civil, a fin de asegurar la efectividad de las responsabilidades pecunia
rias derivadas del delito’. En esa línea, una interpretación sistemática de los artículos
321.1, 310 y 302 del CPP nos llevan a concluir que las diligencias preliminares tam
bién tienen por objeto preparar la acción civil y, en consecuencia, es perfectamente
posible implementar medidas cautelares reales en dicha sede”.
1008
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 310
BIBLIOGRAFÍA
CLARIÁ OLMEDO, Jorge (1963). Tratado de Derecho Procesal Penal. Tomo V. Buenos Aires: Ediar; ORÉ
GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Lima: Gaceta Jurídica; SAN MARTÍN CAS
TRO, César (2015). Derecho Procesal Penal. Lecciones. Lima: Inpeccp-Cenales.
10C
Artículo 311.- Desalojo preventivo^
1. En los delitos de usurpación, el juez, a solicitud delfiscal o del agraviado, ordenará
el desalojo preventivo del inmueble ocupado en el término de veinticuatro horas,
ministrando provisionalmente la posesión al agraviado, siempre que exista motivo
razonable para sostener que se ha cometido el delito y que el derecho del agraviado
está suficientemente acreditado. El desalojo se ejecuta dentro del término de setenta
y dos horas de concedida.
2. La Policía Nacional, una vez que tenga conocimiento de la comisión del delito, lo
pondrá en conocimiento del fiscal y llevará a cabo las investigaciones que el caso
amerita. El fiscal, sin perjuicio de disponer las acciones que correspondan, reali
zará inmediatamente una inspección en el inmueble. El agraviado recibirá copia
certificada de las actuaciones policiales y de la diligencia de inspección del fiscal.
3. La solicitud de desalojo y ministración provisional puede presentarse durante las
diligencias preliminares o en cualquier estado de la investigación preparatoria. Se
acompañarán los elementos de convicción que acrediten la comisión del delito y el
derecho del ofendido.
4. El juez resolverá, sin trámite alguno, en el plazo de veinticuatro horas. Contra la
resolución que se dicte procede recurso de apelación. La interposición del recurso
suspende la ejecución de la resolución impugnada.
5. El juez elevará el cuaderno correspondiente dentro de veinticuatro horas de presen
tada la impugnación, bajo responsabilidad. La Sala se pronunciará en el plazo de
tres días, previa audiencia con notificación de las partes. Si ampara la solicitud de
desalojo y ministración provisional de posesión, dispondrá se ponga en conocimiento
del juez para su inmediata ejecución.
Concordancias:
CPP; arts. 1 ines. 2 y 4, 413 inc. 2, 410; CPC: arts. 585 al 595; CP: arts. 202 al 204-
I. Antecedentes
El desalojo es una figura que tiene una gran trascendencia jurídica y una evidente pre
sencia dentro de los márgenes del Derecho Civil; no obstante, ha sido trasladada con gran
acierto al Código Procesal Penal (en adelante CPP). De esta manera, el desalojo preventivo
se constituye en una facultad del agraviado de solicitar ante el órgano jurisdiccional la des
ocupación de su inmueble que está siendo ocupado de manera ilegal por parte de un tercero.
Sabemos que nuestro Código Penal (en adelante CP) protege la posesión legítima
de los bienes inmuebles mediante el tipo penal denominado usurpación, que se encuentra
regulado en los artículos 202 al 204.
010 (*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 de la Ley N° 30076, publicada el 19-08-2013-
OTRAS MEDIDAS REALES ART.311
A fin de dar solución a este problema, el Decreto Legislativo N° 312, del 12 de noviem
bre de 1984, establecía que cuando el poseedor no ejercite el derecho que le confiere el
artículo 920 del Código Civil y se inicie un proceso penal sumario por el delito de usur
pación, el agraviado puede solicitar al juez que se le otorgue la denominada “ministración
provisional” del bien, previa diligencia de inspección ocular.
Para ello, el juez instructor debía hacer una valoración previa y considerar que existía
cierto grado de verosimilitud sobre la comisión del delito de usurpación, así como que este
se haya producido dentro del año anterior a la apertura de instrucción y que el agraviado
haya demostrado fehacientemente su derecho. Atendiendo a que dicha medida tiene que ser
autorizada judicialmente, ante su incumplimiento será ejecutada por la fuerza pública, esto
con la finalidad de impedir que se le siga causando un perjuicio innecesario al agraviado.
Es así que el presente comentario tiene como finalidad efectuar un análisis referente a
la trascendencia y las implicancias del desalojo preventivo, determinar cuáles son los suje
tos legitimados para solicitar la imposición de esta medida real, en qué etapa del proceso
se puede solicitar, cuáles son los presupuestos que deben existir y los principios procesales
que van a normar su imposición.
1. En los delitos de usurpación, el juez, a solicitud del fiscal o del agraviado, orde
nará el desalojo preventivo del inmueble ocupado en el término de veinticuatro
horas, ministrando provisionalmente la posesión al agraviado, siempre que exista
motivo razonable para sostener que se ha cometido el delito y que el derecho del
2. La Policía Nacional, una vez tenga conocimiento de la comisión del delito, lo pon
drá en conocimiento del fiscal y llevará a cabo las investigaciones de urgencia que el
caso amerita. El fiscal, sin perjuicio de disponer las acciones que corresponda, rea
lizará inmediatamente una inspección en el inmueble. El agraviado recibirá copia
certificada de las actuaciones policiales y de la diligencia de inspección del fiscal.
4. El juez resolverá, sin trámite alguno, en el plazo de cuarenta y ocho horas. Con
tra la resolución que se dicte procede recurso de apelación. La interposición del
recurso suspende la ejecución de la resolución impugnada.
Como premisa inicial, debemos tener claro que esta figura se aplica única y exclusi
vamente a los delitos de usurpación, esto es, cuando el agraviado es víctima del despojo de
la posesión de un bien inmueble, y tiene como finalidad evitarle el perjuicio que la dura
ción del proceso penal le puede generar, restituyéndole la posesión del inmueble hasta la
culminación de aquel.
Para que el juez disponga la aplicación del desalojo preventivo y otorgue la minis
tración provisional al agraviado, deben cumplirse con determinados presupuestos, dentro
de ellos los siguientes:
1. Presupuestos formales
En efecto, el artículo 311, inciso 2, del CPP impone al Ministerio Público la obliga
ción de realizar de manera inmediata una inspección en el inmueble(3).
(3) “La Policía Nacional, una vez tenga conocimiento de la comisión del delito, lo pondrá en conocimiento del
fiscal y llevará a cabo las investigaciones de urgencia que el caso amerita. El fiscal, sin perjuicio de disponer las
acciones que corresponda, realizará inmediatamente una inspección en el inmueble. El agraviado recibirá copia
012 certificada de las actuaciones policiales y de la diligencia de inspección del fiscal”.
OTRAS MEDIDAS REALES ART.311
De esta manera, las funciones del Ministerio Público tienen una vinculación directa
con el presupuesto en análisis, toda vez que el fiscal, como titular de la acción penal, quien
tiene la carga de la prueba y es el director de la investigación, será el encargado de recabar
la información y documentación necesarias para determinar si solicita el desalojo preven
tivo o si apoya la solicitud que en su momento efectúe la parte agraviada.
“En este punto lo que cabe dilucidar es si la petición de constitución en actor civil
puede hacerse en la fase de diligencias preliminares -que integra la investigación
(4) BERIZONCE, Roberto (1998). "La tutela anticipatoria en la Argentina (estado actual de la doctrina y ante
cedentes legislativos)”. En: Lexis Nexis online\ ALVAREZ, Pablo Daniel (2008). Tutela anticipada. Santa Fe:
Alveroni, p. 82 y VILELA CARBAJAL, Karla (2008). “La verosimilitud de la pretensión y el prejuzgamiento
en las medidas cautelares y medidas anticipadas”. En: Revista de Derecho, Volumen 8-2007, p. 41, citada por
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Derecho Procesal Penal. Lima: Reforma, p. 327.
(5) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio (2003). Estudios de Derecho procesal Penal. 2a edición. Tomo II. Lima: Grijley. 1
ART. 311 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Conforme puede advertirse, la constitución de actor civil solo se puede darse una vez
que se haya formalizado la investigación preparatoria. Por su parte, la solicitud de desalojo
preventivo, conforme lo establece el código adjetivo, puede presentarse durante el desarro
llo de las diligencias preliminares o en cualquier estado de la investigación preparatoria.
De esta manera, surge una controversia que consiste en determinar si el agraviado puede
solicitar o no el desalojo preventivo durante las diligencias preliminares, teniendo en con
sideración que aún no puede constituirse en actor civil.
Ante ello, debemos tener en cuenta que la finalidad del desalojo preventivo es evitar
la permanencia y prolongación del delito de usurpación, así como sus efectos lesivos hacia
el agraviado. En efecto, en aras a cumplir con las finalidades de esta medida de carácter
tuitivo, consideramos que no existe mayor problema en permitir que durante las diligen
cias preliminares esta medida sea solicitada por el agraviado.
Ahora bien, ¿ante quien tendría el agraviado que solicitar el desalojo preventivo? La res
puesta sería que ante el juez penal de turno, por cuanto en la fase de las diligencias prelimi
nares el Ministerio Público aún no ha formulado la inculpación formal a través de la respec
tiva disposición fiscal, esto es, no ha promovido la acción penal ante el órgano jurisdiccional.
2. Presupuestos materiales
Cabe señalar que esta medida será aplicable siempre y cuando se cumplan los presu
puestos que acabamos de señalar, porque también se debe tener en cuenta el principio de
presunción de inocencia, garantizado por la Constitución como un derecho fundamen
tal del imputado.
Aunado a este hecho, resulta importante indicar que el desalojo preventivo tiene efec
tos reversibles, pues de otro modo constituiría un verdadero adelantamiento de sentencia,
lo cual atentaría contra las garantías y los principios del proceso.
Este principio establece que el desalojo preventivo solo puede ser ordenado por la
autoridad judicial, a pedido del Ministerio Público o de la parte agraviada. Se reserva esta
potestad al juez, debido a las implicancias que envuelve la afectación a los derechos de la
persona hacia quien está dirigida esta medida.
2. Excepcional idad
Este principio tiene una relación directa con el presupuesto fumus boni iuris -apre
ciación de buen derecho, que en el proceso penal se traduce en que un hecho investigado
tenga carácter de delito y la probabilidad de que el imputado hubiese participado en su
comisión-, toda vez que para su aplicación se requiere de la verosimilitud del derecho de
posesión, así como también se manifiesta en la exigencia de suficientes elementos proba
torios de la comisión de un delito doloso que vincula al imputado.
3. Proporcionalidad
Recordemos que este principio cuenta con determinados subprincipios, dentro de
ellos tenemos la idoneidad, necesidad y proporcionalidad en sentido estricto. En ese sen
tido, este principio señala que para la imposición de esta medida se deberá tener suficientes
fundamentos que acrediten el derecho de posesión por parte del agraviado. De lo expre
sado se advierte que la intervención del Derecho Penal en estos casos será legitima solo
cuando las conductas que afecten el ejercicio de dichos derechos reales revistan un alto
contenido de dañosidad social.
4. Variabilidad
Hace alusión a que este tipo de medidas son susceptibles de modificación o variación,
lo que dependerá de la subsistencia de las causas o razones que motivaron su imposición. 101!
ART. 311 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Sin embargo, como hemos señalado, el artículo 255, inciso 1, del CPP establece que
tanto el embargo como la ministración provisional de posesión solo podrán ser solicitados
por el fiscal y el actor civil, para lo cual, conforme a lo indicado en líneas anteriores, San
Martin Castro ha dado una explicación al respecto. Asimismo, como hemos señalado en
párrafos anteriores, durante las diligencias preliminares el desalojo preventivo puede ser
solicitado por el agraviado, toda vez que aún no puede constituirse en actor civil.
En ese sentido, será necesario que los diferentes actos de investigación estén dirigi
dos a obtener diversos elementos de prueba con la finalidad de acreditar la verosimilitud
del derecho invocado y determinar la procedencia o no de esta medida real.
Un hecho que llama la atención es que una vez que el juez de la investigación prepa
ratoria tenga conocimiento de la solicitud, no será necesaria la realización de una audien
cia que garantice el derecho de defensa del imputado, el derecho de igual de armas o de
contradicción para ambas partes, tampoco se correrá traslado de la solicitud a las partes,
sino que el juez resolverá sin trámite alguno en el plazo de 24 horas.
Una vez que se efectué el desalojo preventivo, tendrá lugar la ministración provisio
nal del bien inmueble a favor del agraviado, quien ostentará la posesión y administración
del referido bien hasta la emisión de la sentencia que ponga fin al proceso. En caso de que
la sentencia sea condenatoria, la ministración tendrá el carácter de definitiva.
El artículo 311, inciso 4, del CPP señala que contra la resolución que se dicte procede
recurso de apelación, así como también indica que la interposición del referido recurso sus
pende la ejecución de la resolución impugnada, esto es, que tiene que quedar firme para
que realmente se ejecute el desalojo preventivo.
1016
OTRAS MEDIDAS REALES ART.311
esta segunda instancia advertimos que el tribunal, para emitir su resolución, tiene que rea
lizar una audiencia con participación de las partes procesales.
VI. Conclusiones
Como puede advertirse, el desalojo preventivo, al ser parte de las medidas de
carácter tuitivo, no tiene como finalidad el asegurar la ejecución de la sentencia,
sino que está destinada a evitar la continuación o permanencia del estado antiju
rídico creado por un hecho del que se presume constituye el delito de usurpación.
El desalojo preventivo es una medida real que será aplicada únicamente por el
juez de la investigación preparatoria, ante la solicitud presentada por el fiscal o el
actor civil.
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ, Pablo Daniel (2008). Tutela anticipada. Santa Fe: Alveroni; BERIZONCE, Roberto (1998).
“La tutela anticipatoria en la Argentina (estado actual de la doctrina y antecedentes legislativos)”. En: Lexis
Nexis online\ GÁLVEZ VILLEGAS, Tomas Aladino; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRI-
GOSO Hamilton (2009). El Código Procesal Penal. Lima: Jurista Editores; LOYOLA FLORIÁN, Manuel
Federico (2010). “El desalojo preventivo y la ministración provisional de posesión en el Código Procesal
Penal de 2004”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima: Gaceta Jurídica; ORÉ GUARDIA, Arse-
nio (2014). Derecho Procesal Penal. Lima: Reforma; SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio (2003). Estu
dios de Derecho procesal Penal. 2“ edición. Tomo II. Lima: Grijley; VILELA CARBAJAL, Karla (2008). “La
verosimilitud de la pretensión y el prejuzgamiento en las medidas cautelares y medidas anticipadas”. En:
Revista de Derecho, Volumen 8-2007.
(6) LOYOLA FLORIÁN, Manuel Federico (2010). “El desalojo preventivo y la ministración provisional de posesión en
el Código Procesal Penal de 2004”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. Tomo 15. Lima: Gaceta Jurídica, p. 301. 10'
Artículo 312.- Medidas anticipadas
El juez, excepcionalmente, a pedido de parte legitimada, puede adoptar medidas anti
cipadas destinadas a evitar la permanencia del delito o la prolongación de sus efectos
lesivos, así como la ejecución anticipada y provisional de las consecuencias pecuniarias
del delito.
Concordancia:
CPG* art. 618.
Al margen de las medidas cautelares que regula nuestro Código Procesal Penal (en
adelante CPP), las cuales están encaminadas a garantizar la efectividad de la sentencia(1), es
decir, el cumplimiento de lo que se decida en la culminación del proceso penal, y las medi
das destinadas a asegurar los medios de prueba (secuestro, clausura o vigilancia de local),
existen otro grupo de medidas reales que son consideradas por la doctrina como medidas
de carácter tuitivo(2) 3 4 que, contrariamente a las medidas cautelares, están orientadas por sí
mismas a evitar una situación desfavorable o propiciar un mejoramiento de la situación
del agraviado a causa de la realización de determinado hecho delictivo. En otras palabras,
su finalidad es amparar o proteger al agraviado o -de ser el caso- a terceros que pudie
ran ser perjudicados con la duración del proceso o la permanencia del estado antijurídico
causado por el delito{3). Es por ello que estas medidas buscan evitar la continuación o per
manencia del delito o evitar el mantenimiento o incremento del daño generado por este.
En este grupo de medidas se hallan las denominadas “medidas anticipadas”, las cua
les se encuentran reguladas en el Libro Segundo, Sección III, Título IX del CPP, cuyo fun
damento reside en la necesidad de que la justicia sea más rápida, lo cual se deriva del prin
cipio de celeridad procesal^. Estas medidas se encuentran también reguladas en el Dere
cho Procesal Civil, pues en el artículo 618 del Código Procesal Civil (en adelante CPC)(5) 6
están reguladas las medidas anticipadas estableciendo que: “Además de las medidas cau
telares reguladas, el juez puede adoptar medidas anticipadas destinadas a evitar un per
juicio irreparable o asegurar provisionalmente la ejecución de la sentencia definitiva”^;
(1) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley, p. 1033.
(2) Véase: GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton
(2012). El Código Procesal Penal. Comentarios descriptivos, explicativos y críticos. Lima: Jurista Editores, p. 629;
IPARRAGUIRRE, Ronald y CÁCERES JULCA, Roberto (2017). Código Procesal Penal comentado. Decreto Legis
lativo N° 957. 2a edición. Lima: Jurista Editores, p. 361.
(3) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Ob. cit.,
p. 625.
(4) CHIRINOS ÑASCO, José Luis (2016). Medidas cautelares en el Código Procesal Penal. Lima: Idemsa, p. 298.
(5) Regulación que tiene su origen en el Código Procesal brasileño, que en su artículo 273 regula las medidas
anticipadas como disposiciones genéricas de los procesos de conocimiento. GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás y
GUERRRERO LOPEZ, Susana (2009). Consecuencias accesorias del delito y medidas cautelares reales en el proceso
penal. Lima: Jurista Editores, p. 336.
(6) “Artículo 618 del CPC.- Medida anticipada
Además de las medidas cautelares reguladas, el juez puede adoptar medidas anticipadas destinadas a evitar un
1018 perjuicio irreparable o asegurar provisionalmente la ejecución de la sentencia definitiva.
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 312
Las medidas anticipadas en el Derecho Procesal Penal tienen carácter tuitivo, cuya
finalidad se agota en sí misma®. Estas medidas están dirigidas a: i) evitar la permanen
cia del delito (estado de antijuricidad); o, ii) evitar la prolongación de sus efectos lesivos
(continuación del daño)®; así como, iii) la ejecución anticipada y provisional de las con
secuencias pecuniarias del delito que abarca tanto la reparación civil como el pago de días
multas que se podría imponer en la sentencia penal(10), última finalidad que, a considera
ción de Chirinos Ñasco, está destinada para “casos en los que se requiere tutela urgente,
en especial en los delitos de resultado, por ejemplo un homicidio o lesiones graves o delito
omisión a la asistencia familiar (...) siempre que han sido ofrecidos en forma directa por
el hecho punible perpetrado o se encuentren imposibilitados de obtener el sustento de sus
necesidades conforme a las medidas que están previstas en forma expresa en el artículo
314 del Código Procesal Penal”(ll).
En ese sentido, se puede señalar que las medidas anticipadas son establecidas de forma
genérica, a través de las cuales el juez, en estricto cumplimiento de los principios que rigen
la imposición de medidas cautelares (el principio de excepcionalidad, proporcionalidad
y necesidad de las medidas), deberá disponer la medida anticipada específica a imponer
con relación a la naturaleza y consecuencias comisivas de determinado hecho delictivo(12);
situación que ha sido válidamente advertida en el Acuerdo Plenario N° 7-201 l/CJ-116, al
señalar que: “(...) Si bien el CPP solo reconoce las medidas anticipativas genéricas (artículo
312 del CPP) e incorpora algunas medidas anticipadas específicas: desalojo preventivo y
pensión anticipada de alimentos (artículos 311 y 314 del CPP), no existe obstáculo, a par
tir del poder cautelar genérico de que está investida la autoridad jurisdiccional y de apli
cación supletoria de la ley procesal común: el Código Procesal Civil, de incorporar las
denominadas medidas innovativas(13) y de no innovar(14), que apuntan a provocar un cam-
A este efecto, si una medida se hubiere ejecutado sobre bienes perecibles o cuyo valor se deteriore por el
transcurso del tiempo u otra causa, el juez, a pedido de parte, puede ordenar su enajenación, previa citación
a la contraria. La enajenación puede sujetarse a las estipulaciones que las partes acuerden. El dinero obtenido
mantiene su función cautelar, pudiendo solicitarse su conversión a otra moneda si se acreditara su necesidad.
La decisión sobre la enajenación o conversión es apelable sin efecto suspensivo”.
(7) ídem.
(8) GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton. Ob. cit.,
p. 629.
(9) IPARRAGUIRRE, Ronald y CÁCERES JULCA, Roberto. Ob. cit., p. 361.
(10) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio (2001). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley, p. 889.
(11) CHIRINOS ÑASCO, José Luis. Ob. cit., p. 299.
(12) ídem.
(13) “Artículo 682 del CPC.- Medida innovativa
Ante la inminencia de un perjuicio irreparable, puede el juez dictar medidas destinadas a reponer un estado de
hecho o de derecho cuya alteración vaya a ser o es el sustento de la demanda. Esta medida es excepcional por
lo que sólo se concederá cuando no resulte aplicable otra prevista en la ley”.
(14) “Artículo 687 del CPC.- Prohibición de innovar
Ante la inminencia de un perjuicio irreparable, puede el juez dictar medidas destinadas a conservar la situa
ción de hecho o de derecho cuya situación vaya a ser o sea invocada en la demanda y, se encuentra en relación
a las personas y bienes comprendidos en el proceso. Esta medida es excepcional por lo que se concederá solo
cuando no resulte de aplicación otra prevista en la ley". 101$
ART. 312 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Ahora bien, de esta regulación genérica que establece nuestro CPP se pueden citar los
siguientes ejemplos de medidas anticipadas: i) impedimento de participar en una asam
blea societaria para contrarrestar la coacción de un delito contra la libertad; ii) pago de
una remuneración en un delito contra la libertad de trabajo(16); iii) protección policial en
un delito de extorsión; iv) desalojo preventivo (artículo 311 del CPP); v) pensión antici
pada de alimentos (artículo 314 del CPP); vi) la suspensión de actividad contaminante en
los delitos contra el medio ambiente (artículo 314-C del Código Penal(I7))> etc.
(15) Acuerdo Plenario N° 7-2011/CJ-l 16, delito de lavado de activos y medidas de coerción reales, del 6 de diciem
bre de 2011, fojas 18.
(16) Véase: GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALACIOS, William y CASTRO TRIGOSO, Hamilton.
Ob. cit., p. 629.
(17) “Artículo 314-C.- Medidas cautelares
Sin perjuicio de lo ordenado por la autoridad administrativa, el juez dispondrá la suspensión inmediata de la
actividad contaminante, extractiva o depredatoria, así como las otras medidas cautelares que correspondan
(18) “Artículo 11.- Modifícase el artículo 2 de la Ley N° 26332, de acuerdo al siguiente texto:
Artículo 2. Los cultivos de plantas de Género Papaver, Papaverum Somniferum (Amapola) así como los de
Cannabis Satiba (Marihuana), serán destruidos in situ por la Policía Nacional, por cualquier método siempre
que no atente contra la conservación del medio ambiente, bajo el Control y responsabilidad directa del Piscal
Provincial, levantándose a tal efecto el acta correspondiente (...)’*’.
(19) “Artículo 66.- Serán decomisadas las drogas, insumos, fábricas, laboratorios, alambiques, implementos y
enseres empleados en la producción y fabricación ilícita de drogas.
Los cultivos serán destruidos en presencia del Juez Instructor, de un representante del Ministerio de Agricul
tura y Alimentación y otro representante de la Policía de Investigaciones del Perú, levantándose a tal efecto el
acta correspondiente. Además, serán incautados los equipos de trabajo y otros bienes de uso directo que hubie
ran sido utilizados para el cultivo y explotación ilícita de la coca (...)”.
(20) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. Ob. cit., p. 1059.
1020 (21) ídem.
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 312
Finalmente, tal como de su regulación se desprende, las medidas anticipadas son soli
citas ante el juez de la investigación preparatoria por la parte legitimada, es decir, el fiscal
o actor civil, hasta antes de la emisión de la sentencia correspondiente. La solicitud debe
ser realizada en cumplimiento de los siguientes supuestos: i) permanencia del delito o pro
longación de sus efectos dañosos; y ii) la apariencia en el derecho(22).
BIBLIOGRAFÍA
CHIRINOS ÑASCO, José Luis (2016). Medidas cautelares en el Código Procesal Penal. Lima: Idemsa; GAL-
VEZ VILLEGAS, Tomás y GUERRRERO LÓPEZ, Susana (2009). Consecuencias accesorias del delito y medidas
cautelares reales en el proceso penal. Lima: Jurista Editores; GALVEZ VILLEGAS, Tomás; RABANAL PALA
CIOS, William y CASTRO; TRIGOSO, Hamilton (2012). El Código Procesal Penal. Comentarios descripti
vos, explicativos y críticos. Lima.: Jurista Editores; IPARRAGUIRRE, Ronald y CACERES JULCA, Roberto
(2017). Código Procesal Penal comentado. Decreto Legislativo N° 957. 2a edición. Lima: Jurista Editores; SAN
MARTÍN CASTRO, César Eugenio (2014). Derecho Procesal Penal. 3a edición. Lima: Grijley; SAN MAR
TÍN CASTRO, César Eugenio (2001). Derecho Procesal Penal. Volumen II. Lima: Grijley.
eÜJj JURISPRUDENCIA
Si bien el NCPP solo reconoce las medidas anticipativas genéricas (artículo 312 CPP) e incorpora algunas medidas
anticipadas específicas: desalojo preventivo y pensión anticipada de alimentos (artículos 311 y 314 CPP), no existe obs
táculo, a partir de poder cautelar genérico de que está investida la autoridad jurisdiccional y de aplicación supletoria
de la ley procesal común: el Código Procesal Civil, de incorporar las denominadas medidas innovativas y de no inno
var, que apuntan a provocar un cambio de la situación existente al tiempo de peticionarlas. Las primeras, reponen el
estado de hecho o de derecho cuya alteración sería el sustento del delito cometido en agravio de la víctima; y, las segun
das conservan la situación de hecho de derecho presentada al incoarse el proceso (artículos 682 y 687 Código Procesal
Civil). Acuerdo Plenario N° 7-2011/CJ-116.
Concordancia:
CP:arts. 111, 124; CPP.arts. 297 al 301, 313; CPC: art. 618. (*)
(*) Artículo incorporado por el art. 2 del Decreto Legislativo N° 1190, publicado el 22-08-2015.
1022
OTRAS MEDIDAS REALES ART.312
I. Introducción
Hasta antes del 22 de agosto del 2015, fecha de la publicación en el diario oficial El
Peruano del Decreto Legislativo N° 1190, que incorporó el secuestro conservativo, nuestro
ordenamiento jurídico procesal penal no contemplaba esta figura jurídica en el catálogo
de medidas cautelares; de ahí que, evidentemente, su incorporación en la Sección III (Las
medidas de coerción procesal), Título II, del Código Procesal Penal de 2004 (en adelante
CPP), representó la necesidad de contar con una herramienta procesal que procure mayor
efectividad en la ejecución de las decisiones judiciales en materia de delitos de homicidio
culposo y lesiones culposas graves, que corresponden a los tipos penales que específica
mente esta norma procesal ha limitado en su aplicación.
Este marco contextual era vivo reflejo de lo apuntado por el profesor Priori Posada, al
señalar que: “De esta forma, el tiempo que toma el dictado de la providencia jurisdiccio
nal solicitada por el titular de la situación jurídica de ventaja que se encuentra lesionada o
amenazada puede terminar por premiar a quien produjo la lesión o mantiene la amenaza
y por perjudicar a quien el ordenamiento jurídico desea proteger (.. .)”(2).
De manera que siendo incongruente con la esencia del proceso como instrumento
de protección, partiendo de la premisa que el proceso, como toda creación humana, no
es un instrumento perfecto, “(...) sino por el contrario, tiene una serie de imperfecciones,
de las cuales es necesario ser conscientes con la finalidad de hacerles frente y evitar que
(1) “La necesidad de transitar por un proceso judicial para obtener razón no debe convertirse en un daño para
quien tiene la razón” Eduardo J. Couture.
(2) PRIORI POSADA, Giovanni (2005). “El derecho fundamental a la tutela cautelar: fundamentos, contenido y lími
tes”. En: bis et Veritas. Tomo 30. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 173. 102-
ART. 312 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Este derecho, en realidad, quedaría inerte si únicamente nos limitamos a las mani
festaciones del “acceso a la jurisdicción” y la observancia de “garantías mínimas” como
de una lectura literal nos sugiere su definición, pues de nada nos serviría transitar por un
proceso en tales condiciones si finalmente la resolución que le diera fin no pudiera ser efec
tiva, esto es, materializada en la realidad.
En este marco constitucional, el secuestro conservativo no viene a ser más que uno
de los instrumentos para concretizar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, pues cla
ramente lo establece la norma del que se desprende, esto es, el artículo 312 del CPP, que a
la letra prevé: “(...) El juez, excepcionalmente, a pedido de parte legitimada, puede adop
tar medidas anticipadas destinadas a evitar la permanencia del delito o la prolongación
de sus efectos lesivos, así como la ejecución anticipada y provisional de las consecuencias
pecuniarias del delito. (..
De tal suerte, esta figura jurídica se inscribe en los “(...) mecanismos que neutralizan
las amenazas al normal desempeño de la actividad procesal, incidiendo sobre la efectividad
de la misma, verificada en el momento crucial de la relación procesal: la expedición de la
decisión de mérito que pone fin al proceso. De nada sirve una sentencia formalmente justa,
es decir, realizada en base a un razonamiento jurídico impecable y sustentado en medios
probatorios determinantes, si su contenido no es pasible de ser concretado en la realidad.
Resulta injustificado que al cabo de un periodo considerable de tiempo y luego de un
-nada desdeñable- desgaste económico, psíquico o de otra índole, propio del indeseable
drama que significa ser parte de un proceso judicial, el sujeto favorecido con la senten
cia se vea afectado por factores externos que provocan la infructuosidad del proceso”(6).
Sobre lo mismo, el maestro Juan José Monroy Palacios nos ilustra: “Precisamente una
nueva concepción del proceso, sustentada en la incorporación de los principios de instru-
mentalidad y de efectividad, determinó la necesidad de aumentar las previsiones tradicio
nales de la tutela ordinaria, así como de sus manifestaciones clásicas. Cuando se empieza
a apreciar el proceso desde la perspectiva de su compromiso con hacer efectivos los distin
tos derechos materiales que, como ya se expresó, habían desarrollado otras manifestacio
nes que exigían fórmulas procesales más expeditivas, es cuando aparece la llamada tutela
jurisdiccional diferenciada”^.
Los vertiginosos cambios que nuestra sociedad atraviesa en la actualidad exigen que
los instrumentos jurídicos respondan a estas situaciones, así “surge la tutela de urgencia
para asegurar la tutela efectiva en la oportunidad adecuada; conduciéndonos así a la bús
queda de nuevas y diversificadas técnicas adaptadas a las características y exigencias parti
culares de ciertas situaciones para las cuales el proceso de cognición común resulta estruc
tural y funcionalmente, inadecuado”{9).
De este modo, la doctrina comprende dentro de la tutela urgente, además de las medi
das cautelares y las autosatisfactivas, a la tutela anticipada, cuya nota distintiva la consti
tuye su finalidad de satisfacción inmediata, total o parcial de la pretensión contenida en
la demanda, cuando de la insatisfacción pueda derivar un perjuicio irreparable. La reso
lución obtenida, en vez de garantizar la futura realización de un derecho (característica
propia de la medida cautelar), lo realiza de manera inmediata antes de la culminación y
firmeza de la sentencia00*.
Al remitirnos al texto literal del artículo 312 del CPP: “(...) El juez, excepcional
mente, a pedido de parte legitimada, puede adoptar medidas anticipadas destinadas a evi
tar la permanencia del delito o la prolongación de sus efectos lesivos, así como la ejecu
ción anticipada y provisional de las consecuencias pecuniarias del delito. (..aprecia
mos que la redacción es muy similar al artículo 618 del Código Procesal Civil que, bajo
el tenor de medida anticipada, establece: “Además de las medidas cautelares reguladas,
el juez puede adoptar medidas anticipadas destinadas a evitar un perjuicio irrepara
ble o asegurar provisionalmente la ejecución de la sentencia definitiva” (el resaltado
es nuestro); y bajo esta premisa puramente textual no cabe duda que el secuestro conser
vativo previsto en el artículo 312-A del CPP constituye una forma de tutela anticipada;
sin embargo, también posee notas peculiares de las medidas cautelares y autosatisfactivas
que lo distinguen de las clásicas medidas anticipadas en materia civil.
Hemos adelantado que el secuestro conservativo, aun cuando constituye, desde una
perspectiva normativa, una manifestación de “tutela anticipada”, posee matices relativos
a las “medidas cautelares” y las “medidas autosatisfactivas”, de modo que los presupuestos
comunes que en la doctrina se exigen para la procedencia de las medidas anticipadas no
concurren en su totalidad en nuestro caso. Esta “mixtura” en su configuración debemos
entenderla como un intento de dotar a los justiciables (Ministerio Público y parte agra
viada o actor civil) un mecanismo más dinámico y flexible a los fines que pretende amparar.
posible obtener en esta etapa inicial de investigación un nivel de certeza provisional mayor
al que contempla la verosimilitud del derecho.
Por otra parte, en lo que respecta a otro de los presupuestos de la tutela anticipada
referida a “(...) b. La concurrencia de una suerte de plus del justiciable sobre el peligro en
la demora corriente en las medidas cautelares. Se exige, pues, la existencia de una situación
conexa que aqueje al justiciable, la verificación de un riesgo de sufrir un perjuicio irrepa
rable o de difícil reparación o la circunstancia de que resulte ser víctima de un abuso de
derecho de defensa por parte de la contraria. En otras palabras, la probabilidad de una
eventual ineficacia de la futura sentencia final a dictarse”12 (13) sí confluye en la naturaleza
del secuestro conservativo que es objeto de estudio.
2. Asimismo, aun siendo evidente es pertinente acotar que esta medida se encuen
tra librada a la decisión judicial, por lo tanto, constituye una facultad de juez.
Este aspecto se recalca en la medida que es muy frecuente, sobre todo, en los dis
tritos judiciales donde aún el CPP no ha entrado en vigencia por completo, que
los fiscales con la sola constatación de la presunta comisión de delitos de homi
cidio culposo o lesiones graves disponen la “custodia” de vehículos en las depen
dencias policiales hasta la culminación de la investigación preliminar, que con
suerte puede durar meses, sin que exista siquiera un sustento basado en la “apa
riencia de derecho” y “peligro en la demora” y menos aún un mandato judicial.
5. Su ejecución opera de inmediato, así lo sanciona el inciso 3: “El juez, sin trámite
alguno, atendiendo al requerimiento y de los recaudos acompañados, dictará auto
de secuestro conservativo sobre el vehículo identificado, designando a un cus
todio, no pudiendo recaer tal designación en el propio imputado o tercero civil
mente responsable”.
1028
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 312
6. Se dicta “inaudita et alterapars\ esto es, sin traslado o contradicción del afec
tado con la medida, lo cual no excluye el conocimiento que deba hacerse de la
misma, solo de esta manera puede operar lo establecido en el inciso 4, que prevé:
“La resolución que dispone el secuestro conservativo puede impugnarse dentro
del tercer día de notificada”.
BIBLIOGRAFÍA
ARIANO DEHO, Eugenia (2002). ‘Algunas reflexiones sobre la denominada tutela anticipatoria y sobre
las medidas de satisfacción inmediata”. En: Proceso & Justicia. Tomo 2. Lima: Fondo Editorial de la Pontifi
cia Universidad Católica del Perú; MONR.OY PALACIOS, Juan José (2004). La tutela procesal de los dere
chos. Lima: Palestra Editores; PRIORI POSADA, Giovanni (2005). “El derecho fundamental a la tutela
cautelar: fundamentos, contenido y límites". En: lus et Veritas. Tomo 30. Lima: Fondo Editorial de la Pon
tificia Universidad Católica del Perú; ROSARIO DOMÍNGUEZ, Juan Francisco (2006). “Aproximacio
nes al estudio de la tutela anticipada: doctrina, legislación comparada y su aplicación en el Derecho Proce
sal peruano". En: Foro Jurídico. Tomo 6; SUMARIA BENAVENTE, Ornar (2015). “Estudio y análisis de la
tutela urgente o diferenciada”. En: lus et Patio. Tomo 1. Huancayo: Universidad Continental.
102
Artículo 313.- Medidas preventivas contra las personas jurídicas
1. El juez, a pedido de parte legitimada, puede ordenar respecto de las personas jurí
dicas:
a) La clausura temporal, parcial o total, de sus locales o establecimientos;
b) La suspensión temporal de todas o alguna de sus actividades;
c) El nombramiento de un administrador judicial;
d) El sometimiento a vigilancia judicial;
e) Anotación o inscripción registral del procesamiento penal.
2. Para imponer estas medidas se requiere:
a) Suficientes elementos probatorios de la comisión de un delito y de la vinculación
de la persona jurídica en los supuestos previstos en el artículo 105 del Código
Penal;
b) Necesidad de poner término a la permanencia o prolongación de los efectos lesivos
del delito, peligro concreto de que a través de la persona jurídica se obstaculizará
la averiguación de la verdad o se cometerán delitos de la misma clase de aquel
por el que se procede;
3. Estas medidas no durarán más de la mitad del tiempo previsto para las medidas
temporales establecidas en el artículo 105 del Código Penal. En los delitos ecológi
cos la suspensión o la clausura durarán basta que se subsanen las afectaciones al
ambiente que determinaron la intervención judicial.
Concordancias:
CP.arts. 705, 304 al 314.
I. Introducción
La incorporación de la persona jurídica como sujeto procesal pasivo en el Código Pro
cesal Penal de 2004 (en adelante CPP), tuvo como objeto resolver diversos problemas que
se producían durante el procesamiento sustanciado bajo la vigencia del Código de Proce
dimientos Penales de 1940. Uno de ellos fue, precisamente, llenar el vacío legal existente
a partir de la falta de regulación de las medidas de coerción procesal destinadas a procu
rar la disminución del peligro que pueda subsistir o producirse durante la tramitación del
procesamiento en torno de la persona jurídica.
Así, mientras la medida precautelar tiene como “(...) fin asegurar la efectividad del
proceso que va a iniciarse o ya está incipientemente iniciado, amén de la sentencia que en
su día se dicte”(1), la medida cautelar se decreta con el objeto de neutralizar el peligro que
se produzca con ocasión de la sustanciación del proceso penal principal a efectos de ase
gurar la efectividad de la sentencia, a la vez que las medidas preventivas se caracterizan
por estar dirigidas a “(...) prevenir la comisión o reiteración del mismo delito -prevención
especial- o (...) asegurar el control social, la seguridad ciudadana”(2).
Dicho esto, a la luz de la fórmula legal adoptada en el artículo 313 del CPP, resulta que
las medidas a imponerse contra las personas jurídicas tienen una naturaleza híbrida, toda
vez que en algunos casos pueden tener un carácter cautelar y, en otros casos, uno preventivo.
Las medidas a dictarse contra la persona jurídica al interior del proceso penal tienen
carácter cautelar cuando estas se decretan a efectos de poner término al “(...) peligro con
creto de que a través de la persona jurídica se obstaculizará la averiguación de la ver
dad”, esto es, cuando la particular configuración de la persona jurídica o la actividad que
desempeña crea las condiciones necesarias para entorpecer la investigación penal. Nótese,
en este punto, evidentemente, el marcado carácter instrumental inherente a toda medida
de coerción procesal con fin cautelar, cuya imposición, precisamente, “(...) supone un
vínculo relacional en virtud del cual las medidas de coerción no constituyen un fin en sí
(1) BARONA VILAR, Silvia (2006). “¿Una nueva concepción expansiva de las medidas cautelares personales en
el proceso penal?”. En: Revista del PoderJudicial. Tomo 19, p. 258.
(2) Ibídem, p. 259.
(3) Ibídem, p. 260.
(4) ídem.
(5) Ibídem, p. 261.
(6) ídem. 1031
ART. 313 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
Por ejemplo, este es el caso de la caución que, no obstante recaer sobre el patrimonio
del imputado o de un tercero -y, por tanto, ser aparentemente de carácter real-, su imposi
ción responde a la necesidad de neutralizar el eventual peligro de fuga en que pueda incu
rrir el imputado. Esta particular situación nos lleva a sostener que una medida de coerción
real también podría imponerse con la finalidad de evitar la fuga del imputado, lo que, por
definición, constituye un error.
(7) ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal Penal.
Lima: Gaceta Jurídica, p. 45.
(8) MUÑOZ MUÑOZ, Sheila; BELLIDO PENADÉS, Rafael y MEDRANOI MOLINA, Josep Manuel (2005).
"Medidas cautelares”. En: El proceso penal en la doctrina del Tribunal Constitucional (1981-2004). Navarra: Thom-
032 son- Aranzadi, p. 402.
OTRAS MEDIDAS REALES ART.313
En el otro extremo, una medida de coerción procesal tendrá carácter real cuando su
imposición “(...) tiende a garantizar con carácter general la responsabilidad civil dima
nante del delito o, lo que es lo mismo, el contenido meramente civil de la sentencia de con
dena, y también ciertos contenidos penales del mismo, concretamente la pena de multa y
las costas procesales”(9) 10 11.
Este carácter personal debe ser asumido en su sentido más amplio posible. Y es que,
si se entiende por tal a aquellas medidas que restringen la libertad personal o ambulato
ria, resultará a todas luces que la afirmación sostenida no tendría sustento alguno. De ahí
que sea preciso entender el carácter personal a partir de la limitación que la imposición de
la medida de coerción procesal supone respecto del ejercicio de ciertas libertades que, en
el caso de las personas jurídicas, se traduce en la limitación del derecho fundamental de
asociación, el derecho de fundación o a la libertad de empresa en el marco de la economía
de mercado, entre otros(12).
(9) MORENO CATENA, Víctor (2000). El proceso penal. Volumen II. Valencia: Tirant lo Blanch, p. 1778.
(10) NEIRA PENA, Ana María (2015). La persona jurídica como parte pasiva del proceso penal. (Tesis para obtener el
grado de doctor). La Coruña: Universidade da Coruña, p. 611.
(11) En igual sentido, aunque partiendo de un criterio distinto: GASCON INCHAUSTI, Fernando (2012). Proceso
penal y persona jurídica. Madrid: Marcial Pons.
(12) NEIRA PENA, Ana María. Ob. cit., p. 612. io:
ART. 313 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
persona jurídica. Opción legislativa que, a su vez, encuentra respaldo en el literal a) del
inciso 2 del mencionado artículo, según el cual la procedencia de estas medidas de coer
ción precisa del concurso de “Suficientes elementos probatorios de la comisión de un
delito y de la vinculación de la persona jurídica en los supuestos previstos en el artículo
105 del Código Penal (...)”.
Dicho esto, las medidas autorizadas por ley para imponer a la persona jurídica son
las siguientes:
De lege lata, esta medida autoriza al juez a impedir el ejercicio de alguna o todas las
actividades que regularmente ejerce la persona jurídica, sin necesidad de delimitar el local
dentro del cual se ha de producir tal inhabilitación.
Sin embargo, en virtud del principio de proporcionalidad que rige las medidas de
coerción procesal, resulta imperativo que el juez deba motivar especialmente los alcances
de la inhabilitación en función del peligro procesal que se busca procurar.
de un deber a la persona jurídica -o al órgano de gestión que corresponda- para que cum
pla con mantener informado al juez de las actividades que regularmente realiza.
Con esta medida se busca dificultar las posibilidades que tiene el imputado para des-
patrimonializar a la persona jurídica, al escindirla o fusionarla con otra. Para ello, el legisla
dor ha facultado al juez para difundir, a través de los registros públicos, la situación proce
sal por la cual está pasando la persona jurídica, al estar comprendida en un proceso penal.
V. Presupuestos
La procedencia de las medidas de coerción procesal contra las personas jurídicas está
sujeta al concurso de un presupuesto general y otro específico, cuya naturaleza varía depen
diendo del objeto de aseguramiento.
Dentro de este punto, la parte legitimada también puede instar la imposición de cual
quiera de las medidas previstas en el artículo en referencia a efectos de evitar la obstaculi
zación de la averiguación de la verdad.
VI. Plazo
Una preocupación del legislador fue poner límites al poder de cautela concedido al
juez a través del artículo 313 en contra de las personas jurídicas.
1035
ART. 313 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
En el caso de los delitos ecológicos se ha establecido una regla especial, según la cual
la suspensión y clausura durarán hasta que se subsanen las afectaciones al ambiente que
determinaron la intervención judicial.
BIBLIOGRAFIA
BARONA VILAR, Silvia (2006). “¿Una nueva concepción expansiva de las medidas cautelares personales
en el proceso penal?”. En: Revista del Poder Judicial. Tomo 19; GASCÓN INCHAUSTI, Fernando (2012).
Proceso penal y persona jurídica. Madrid: Marcial Pons; MORENO CATENA, Víctor (2000). El proceso penal.
Volumen II. Valencia: Tirant lo Blanch; MUÑOZ MUÑOZ, Sheila; BELLIDO PENADES, Rafael y
MEDRANO I MOLINA, Josep Manuel (2005). “Medidas cautelares”. En: El proceso penal en la doctrina del
Tribunal Constitucional (1981-2004). Navarra: Thomson- Aranzadi; NEIRA PENA, Ana María (2015). La
persona jurídica como parte pasiva del proceso penal. (Tesis para obtener el grado de doctor). La Coruña: Univer-
sidade da Coruña; ORE GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al
Código Procesal Penal. Lima: Gaceta Jurídica.
036
Artículo 313-A.- Medidas cautelares en casos de responsabilidad adminis
trativa autónoma de personas jurídicas^
En los supuestos previstos en la ley que regula la responsabilidad administrativa autó
noma de las personas jurídicas por el delito de cohecho activo transnacional, el juez, a
pedido de parte legitimada, puede ordenar, además de las medidas establecidas en el
numeral 1 del artículo 313, las siguientes:
a) Prohibición de actividades futuras de la misma clase o naturaleza de aquellas con
cuya realización se habría cometido, favorecido o encubierto el delito.
b) Suspensión para contratar con el Estado.
La imposición de las medidas señaladas en el primer párrafo procede siempre que
existan suficientes elementos probatorios sobre la responsabilidad administrativa de la
persona jurídica por el delito de cohecho activo transnacional y que fuese indispensable
para prevenir los riesgos de ocultamiento de bienes o de insolvencia sobrevenida o para
impedir la obstaculización de la averiguación de la verdad.
Estas medidas cautelares no duran más de la mitad del tiempo fijado para las medidas
de carácter temporal previstas en el artículo 5 de la ley que regula la responsabilidad
administrativa autónoma de las personas jurídicas por el delito de cohecho activo
transnacional.
Concordancias:
105, 304 al 314.
La fórmula legal prevista en esta disposición permite deducir que las medidas de coer
ción a imponerse contra la persona jurídica comprendida en el proceso por haber incurrido
en algún supuesto de responsabilidad penal por la presunta comisión del delito de cohe
cho activo transnacional son: i) la prohibición de actividades futuras de la misma clase
o naturaleza de aquellas cuya realización se habría cometido, favorecido o encubierto el
delito; ii) la suspensión para contratar con el Estado; o, iii) cualquiera de las medidas pre
vistas en el artículo 313, inciso 1 del CPP.
(*) Artículo incorporado por la segunda disposición complementaria modificatoria de la Ley N° 30424, publicad,
el 21-04-2016. 103
ART. 313-A LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
actividades futuras o la suspensión para contratar con el Estado se pueden imponer cuando
la responsabilidad penal de la persona jurídica está en cuestión, resulta que tales medi
das no podrían decretarse en aquellos supuestos donde la persona jurídica fue instrumen
tada para la comisión de un delito, esto es, cuando se discuta la posibilidad de imponerle
una consecuencia accesoria según los términos del artículo 105 o 106 del Código Penal.
Así las cosas, la fórmula legal adoptada constituye, evidentemente, un desacierto den
tro de la política legislativa destinada a dotar de mayor efectividad a los medios de coer
ción que el juez puede disponer para neutralizar el peligro procesal o evitar la reiteración
delictiva, independientemente del título de imputación por el cual la persona jurídica es
comprendida en el proceso penal.
Fuera de ello, llama la atención que las medidas de coerción a imponerse bajo el
amparo del artículo 313-A del CPP no responden únicamente a la necesidad de evitar el
riesgo de obstaculización de la verdad, sino también prevenir los riesgos de ocultamiento
de bienes o de insolvencia sobrevenida.
A partir de tal opción legislativa, las medidas a decretarse de acuerdo al artículo 313-A
del CPP no tienen por finalidad neutralizar la permanencia o prolongación de los efectos
delictivos, ni mucho menos evitar la reiteración delictiva, lo que lo diferencia del artículo
313 del mencionado cuerpo normativo.
Estas medidas de coerción materia de comentario, como cualquier otra que se dicta
al interior del proceso, se rigen por el principio de temporalidad. Por tanto, su ejecución
no deberá ser mayor que el establecido legalmente o del plazo judicialmente decretado en
función del principio de proporcionalidad.
Así las cosas, las restricciones a imponerse a las personas jurídicas involucradas por
la presunta comisión del delito de cohecho activo transnacional deberán ser, como regla,
no menor de tres meses ni mayor de un año, lo que, nuevamente, le quita toda la efica
cia a esta institución cautelar en aquellos casos donde la sustanciación del proceso penal
demanda un plazo mayor.
038
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 313-A
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código Procesal
Penal. Lima: Gaceta Jurídica.
103
Artículo 314.- Pensión anticipada de alimentos
1. En los delitos de homicidio, lesiones graves, omisión de asistencia familiar prevista
en el artículo 150 del Código Penal, violación de la libertad sexual, o delitos que
se relacionan con la violencia familiar, el juez a solicitud de la parte legitimada
impondrá una pensión de alimentos para los directamente ofendidos que como con
secuencia del hecho punible perpetrado en su agravio se encuentran imposibilitados
de obtener el sustento para sus necesidades.
2. El juez señalará el monto de la asignación que el imputado o el tercero civil ha
de pagar por mensualidades adelantadas, las que serán descontadas de la que se
establezca en la sentencia firme.
Concordancias:
CP.'tfrtf. 150, 173, 174, 177 a 178-A; CPC: art. 560 al 572; CC: 472 al 487; CNA: arts. 92 al 97.
Dado el contexto dentro del cual está regulada esta medida de coerción, la ley tam
bién ha previsto el concurso de otros supuestos cuya observancia, si bien no garantiza su
fundabilidad, sí condiciona su admisibilidad. De este modo, la solicitud de pensión anti
cipada de alimentos será admisible únicamente dentro de los procesos cuya imputación
verse sobre los delitos de homicidio, lesiones graves, omisión de asistencia familiar prevista
en el artículo 150 del Código Penal, violación de la libertad sexual, o delitos que se rela
cionan con la violencia familiar. A partir de ello se tiene que no cabe admitir esta medida
de coerción al interior de procesos penales incoados por otros delitos.
(1) LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2008). Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo.
.040 Tomo III. Lima: Gaceta Jurídica, p. 302.
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 314
Ahora bien, se advierte que la imposición de esta medida de coerción procesal debe
ser especialmente motivada, así como debe sustentarse en el principio de instrumentalidad,
variabilidad y proporcionalidad, lo que importa que su imposición no constituye un fin
en sí mismo, sino que se justifica en el hecho de que la dilación propia del proceso puede
agravar la situación de precariedad del directamente ofendido por el delito.
BIBLIOGRAFÍA
LEDESMA NARVÁEZ, Marianella (2008). Comentarios al Código Procesal Civil. Análisis artículo por artículo.
Tomo III. Lima: Gaceta Jurídica
10'
Artículo 315.- Variación y cesación. Trámite y recurso
1, Las medidas previstas en este Título podrán variarse, sustituirse o cesar cuando
atendiendo a las circunstancias del caso y con arreglo al principio de proporciona
lidad resulte indispensable hacerlo.
2. La imposición, variación o cesación se acordarán previo traslado, por tres días, a las
partes. Contra estas decisiones procede recurso de apelación. Rige, en lo pertinente,
lo dispuesto en los numerales 2) y 3) del artículo 278.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4,278 ines. 2 y 3-
Desde esta perspectiva, el artículo 315 del CPP acierta al sostener que las medidas de
coerción procesal pueden variarse, sustituirse o cesar cuando, atendiendo a las circunstan
cias del caso y con arreglo al principio de proporcionalidad, resulte indispensable hacerlo,
lo que da cuenta del carácter dinámico del objeto a asegurar, toda vez que si este agudiza
el peligro procesal, el juez queda autorizado, dentro del procedimiento correspondiente,
a intensificar la medida de coerción impuesta. O, de lo contrario, si el peligro procesal
disminuye, el juez queda obligado a disminuir la afectación inherente a la imposición de
cualquier medida de coerción procesal.
Así las cosas, la variación, también denominada mutabilidad, “(...) supone que las
medidas de coerción procesal pueden ser cambiadas, modificadas o sustituidas tanto en
l042
OTRAS MEDIDAS REALES ART. 315
relación a la misma medida o en relación al objeto sobre el que recaen sus efectos, a la vez
que también se puede proceder con la revocación”(1).
Por su parte, el cese importa el término de las medidas de coerción procesal. Este
puede producirse de dos formas: cuando se agota el plazo legalmente establecido, dentro
del cual el juez tuvo que precisar el plazo judicial correspondiente y sin que se haya solici
tado las prórrogas correspondientes; o, en ausencia del plazo, cuando el peligro que motivó
la imposición de las medidas de coerción haya fenecido.
BIBLIOGRAFÍA
ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Manual Derecho Procesal Penal. Las medidas de coerción en el proceso penal.
Tomo II. Lima: Reforma. * II.
(1) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Manual Derecho Procesal Penal. Las medidas de coerción en el proceso penal. Tomo
II. Lima: Reforma, p. 58. 1043
TITULO X
LA INCAUTACIÓN
Concordancias:
CPP: art. 317 inc. 2; CP: arts. 102, 103.
I. Introducción
El desarrollo exitoso de una investigación penal (aseguramiento de prueba) requiere,
muchas veces, de la afectación de derechos fundamentales. Es el caso de la incautación, sea
en flagrancia o durante la búsqueda de las fuentes de prueba, o por mandato judicial -con
fines instrumentales o cautelares-; lo cierto es que para concretar la incautación se hace
necesario afectar derechos fundamentales como la libertad personal, la inviolabilidad del
domicilio, la propiedad, entre otros. La incautación es una medida que la realiza, en pri
mer término, la policía o la fiscalía, pero a continuación requiere de la decisión confirma
toria del juez de la investigación preparatoria, por lo que su aplicación debe sujetarse al
cumplimiento estricto de las reglas procesales.
Según la Corte Suprema “[1]os objetos del delito son las cosas materiales sobre las que
recayó la acción típica, como por ejemplo las cosas hurtadas o robadas, armas o explosivos en
L044
LA INCAUTACIÓN ART.316
el delito de tenencia ilícita de las mismas, la drogaen el tráfico ilícito de drogas, los bienes de
contrabando en dicho delito, etcétera, para lo que se requiere una regulación específica”(1).
En el primer contacto con el delito, la autoridad deberá describir la relación del bien
u objeto a incautar con el delito, luego el fiscal deberá calificar si se trata de un instrumento,
cuerpo o efecto del delito, a fin de definir si la incautación será con fines instrumentales o
cautelares. Debe tomarse en cuenta que tal definición dependerá de las características del
caso concreto. Así, por ejemplo, un arma de fuego puede ser cuerpo del delito en el delito
de tenencia ilegal de armas, pero también puede ser instrumento del delito en un caso de
robo agravado1 (2).
LainmediatezenlasolicituddeconfirmatoriaesnecesariaparaqueelMinisterio Público
pueda acreditar sus requerimientos con aquellos objetos incautados que constituyen elemen
tos de convicción. Así lo señala la Corte Suprema cuando afirma que “no es posible utilizar
como evidencia lo obtenido a través de la incautación mientras no se ha cumplido con el
correspondiente control jurisdiccional”^. En estos casos, para decidir acerca de una peti
ción concreta derivada o vinculada a la incautación, la autoridad judicial debe realizar, con
carácter previo, pero en ese mismo acto, una evaluación de la legalidad de la incautación.
De no ser posible el aludido examen por la necesidad de un debate más amplio, será del
caso rechazar provisoriamente el requerimiento o la solicitud que, como dato esencial, se
sustentó en la incautación a fin de definirla anticipadamente y, emitida la decisión respec
tiva, recién pronunciarse sobre su mérito(5).
Esto significa que cuando en un caso de prisión preventiva por un delito, por ejem
plo, de tenencia de armas, para que pueda ser valorada el arma incautada y ser conside
rada como grave y fundada, debería ser previamente objeto de confirmatoria. Para ello,
la defensa podría oponerse a que se valore lo incautado, lo que nos conduce a que en la
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova; RESTREPO MEDINA, Manuel (2005). El nuevo sistema acusatorio. Bogotá: Intermedio; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2a edición actualizada y comentada.
Lima: Grijley; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia
de la Magistratura.
¿2b JURISPRUDENCIA
El artículo 316 del Código Procesal Penal establece como requisito indispensable para la incautación de un bien, la
existencia de peligro en la demora, aspecto que, además de la confirmación judicial de la medida, merece pronuncia
miento debidamente motivado por el juez, conforme lo dispone el inciso 5 del artículo 139 de la Constitución. Exp. N°
2008-01706-25-2301-JR-PE-l-Tacna.
(ó) CAFFERATA ÑORES, José (1983)- Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova, p. 125.
(7) Casación N° 136-2013-Tacna, de fecha 11 de junio de 2014, fundamento jurídico 3.8.
(8) Tratándose del decomiso por motivos de seguridad, moralidad y salud pública, las cosas decomisadas pueden
ser destruidas. En este sencido, el decomiso es la pérdida definitiva del bien, sin derecho a indemnización
alguna, ya que en estos casos la propiedad privada no se toma para destinarla a uso público. Por ejemplo,
videos con pornografía infantil o que afecten la intimidad personal, un muro a punto de desmoronarse, un
L046 animal rabioso o explosivos, medicamentos, insumos, alimentos en mal estado o adulterados, droga, etc.
Artículo 317.- Intervención judicial
1. Si no existe peligro por la demora, las partes deberán requerir al juez la expedición
de la medida de incautación. Para estos efectos, así como para decidir en el supuesto
previsto en el artículo anterior, debe existir peligro de que la libre disponibilidad
de los bienes relacionados con el delito pueda agravar o prolongar sus consecuencias
o facilitar la comisión de otros delitos.
2. Rige el numeral 3 del artículo 316.
Concordancias:
CPP: art. 316 inc. 3; CP: arts. 102, 103.
Para la afectación de los derechos fundamentales debe contarse con mandato judicial
especialmente motivado, de ahí que el Código Procesal Penal exija que, para la validez de
la prueba, se cuente con una orden judicial previa cuando se trata de obtener las fuentes
de prueba a través de la incautación. Solo en los casos de urgencia y peligro en la demora
no se requerirá previa orden judicial, es decir, cuando exista el riesgo fundado que de no
incautarse o secuestrarse un bien o cosa delictiva haría ineficaz la averiguación de la ver
dad -obstrucción de la investigación y del proceso en general- y, en su caso, las medidas
de ejecución penal pertinentes.
Se entiende con claridad que el juicio sobre la urgencia y el peligro por la demora,
en principio, le corresponde a la policía y al Ministerio Público, quienes tienen que eva
luar la perentoriedad, necesidad urgente y apremiante de la incautación, al constatar un
alto riesgo de desaparición del bien o cosa(1). Si no existe dicha situación fáctica, la poli
cía deberá informar al fiscal a fin de que se solicite en el más breve plazo la orden judicial,
caso contrario, se correrá el riesgo de que la incautación no sea confirmada por el juez,
perdiéndose la prueba del delito.
Debe tenerse en cuenta que, aun en los casos de flagrancia, se hace necesario una pre
via orden judicial. Pues, si bien la policía está legitimada para ingresar al domicilio, solo
lo hará si su intervención se convierte en necesaria para impedir: “a) la consumación del ilí
cito penal, b) la fuga del delincuente, o c) la desaparición de los instrumentos que facilita
ron la concreción del acto delictivo”* (2). Este tipo de flagrancia, que autoriza la intromisión
domiciliaria de la policía, solo se justifica constitucionalmente en los casos de delitos de
consumación instantánea, mas no en los delitos permanentes como los casos de delitos de
tenencia de armas, drogas, contrabando y otros, cuya posesión continuada se indica como
almacenada al interior de un domicilio. En estos casos, según el Tribunal Constitucio-
(1) El “peligro por la demora” debe estar fundamentado en hechos referidos al caso concreto, porque meras espe
culaciones, estimaciones hipotéticas o presunciones independientes del caso o basadas únicamente en la expe
riencia criminalística no son suficientes, según SAN MARTIN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal.
Tomo I, 2a edición actualizada y comentada. Lima: Grijley, p. 534.
(2) STC recaída en el Expediente N° 04085-2008-PHC/TC. Disponible en: < http://www.tc.gob.pe/
jurisprudencia/2009/04085-2008-HC.html>. 104
ART. 317 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
nal, se requerirá la previa autorización judicial, puesto que en los delitos permanentes se
presenta el decaimiento del supuesto de la “extrema urgencia”(3); en el mismo sentido, la
Corte Suprema, a través del Recurso de Nulidad N° 3182-2012-Callao, del 7 de mayo de
2013(4), ha llegado a establecer como prueba ilícita cuando la policía ingresa a un domi
cilio donde se expende o almacena droga sin una previa orden judicial, pues en esos casos
ya no hay la urgencia que justifique la intrusión domiciliaria policial, ya que se trata de un
delito permanente y no instantáneo.
Finalmente, el hecho deque la incautación necesite una previa orden judicial no signi
fica que no exista necesidad ni urgencia en la incautación; siempre está presente el riesgo
de que se destruyan o pierdan los instrumentos o efectos del delito, y también el peligro
de que el investigado o terceros dispongan de los bienes relacionados con el delito; o peli
gro de que se agraven o prolonguen sus consecuencias o sirva para facilitar otros delitos.
Por ello, el Código Procesal Penal ha establecido que la incautación judicial la solicitan las
partes, es decir, quienes tienen la teoría del caso; el fiscal, el actor civil (procurador público),
principalmente, sin desconocer la posibilidad de la solicitud del imputado y del tercero civil
mente responsable.
En el caso de la solicitud del imputado, esta puede estar referida a bienes, objetos o
documentos en poder de otros coimputados, del agraviado o de terceros, que resultan rele
vantes para el esclarecimiento del delito y de su situación jurídica. Y en similar sentido,
para el caso del tercero civilmente responsable, cuando se requiera de información para
determinar la responsabilidad civil. Si bien la incautación judicial puede ser requerida por
cualquiera de las partes, la ejecución de la incautación siempre estará bajo la dirección del
Ministerio Público y con el auxilio policial.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova; RESTREPO MEDINA, Manuel (2005). El nuevo sistema acusatorio. Bogotá: Intermedio; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2a edición actualizada y comentada.
Lima: Grijley; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia
de la Magistratura.
Concordancias:
CPP: Ia disp. mod. y derog.; LOMP: art. 4.
Según el Código Procesal Penal, los bienes pueden ser incautados con fines instru
mentales o cautelares y, según sea el caso, cuando se ordene judicialmente la incautación,
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 del Decreto Legislativo N° 983, publicado el 22-07-2007.
1041
ART. 318 LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
el fiscal tiene la obligación de registrar con exactitud y de forma individualizada los bie
nes objeto de incautación, e iniciar su cadena de custodia.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova; RESTREPO MEDINA, Manuel (2005). El nuevo sistema acusatorio. Bogotá: Intermedio; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2a edición actualizada y comentada.
Lima: Grijley; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia
de la Magistratura.
1050
Artículo 319.- Variación y reexamen de la incautación^
a) Si varían los presupuestos que determinaron la imposición de la medida de incau
tación, esta será levantada inmediatamente, a solicitud del Ministerio Público o
del interesado.
b) Las personas que se consideren propietarios de buena fe de los bienes incautados
y que no han intervenido en el delito investigado, podrán solicitar el reexamen de
la medida de incautación, a fin que se levante y se le entreguen los bienes de su
propiedad.
c) Los autos que se pronuncian sobre la variación y el reexamen de la incautación se
dictarán previa audiencia, a la que también asistirá el peticionario. Contra ellos
procede recurso de apelación. Rige, en lo pertinente, lo dispuesto en el numeral 2)
del artículo 278 y en los numerales 2) y 3) del artículo 279.
Concordancias:
CPP: arts. I ines. 2 y 4,278 inc. 2,279 ines. 2 y 3.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova; RESTREPO MEDINA, Manuel (2005). El nuevo sistema acusatorio. Bogotá: Intermedio; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2a edición actualizada y comentada.
Lima: Grijley; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia
de la Magistratura. (*)
(*) Texto vigente según modificatoria efectuada por el art. 3 del Decreto Legislativo N° 983, publicado el 22-07-2007. J051
Artículo 320.- Pérdida de eficacia de la incautación
1. Dictada sentencia absolutoria, auto de sobreseimiento o de archivo de las actuacio
nes, los bienes incautados se restituirán a quien tenga derecho, salvo que se trate de
bienes intrínsecamente delictivos. El auto, que se emitirá sin trámite alguno, será
de ejecución inmediata.
2. La restitución no será ordenada si, a solicitud de las partes legitimadas, se deben
garantizar -cuando corresponda- el pago de las responsabilidades pecuniarias del
delito y las costas.
Concordancias:
CPPtarts. 344, 398.
Laincautacióndevieneenineficazcuandolainvestigaciónesarchivadaanivel preliminar,
es sobreseída en la etapa intermedia o es objeto de sentencia absolutoria. En estos casos, la
incautación será dejada sin efecto de forma inmediata y los bienes serán restituidos al afec
tado o a quien tenga derecho, sin trámite alguno, bajo el principio de ejecución inmediata.
Aun cuando se apele el auto o sentencia, se procederá a la entrega de los bienes incautados.
BIBLIOGRAFÍA
CAFFERATA ÑORES, José (1983). Medidas de coerción en el proceso penal. Córdova: Marcos Lerner / Editora
Córdova; RESTREPO MEDINA, Manuel (2005). El nuevo sistema acusatorio. Bogotá: Intermedio; SAN
MARTÍN CASTRO, César (2006). Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2a edición actualizada y comentada.
Lima: Grijley; TALAVERA ELGUERA, Pablo (2009). La prueba en el nuevo proceso penal. Lima: Academia
de la Magistratura.
L052
INDICE
GENERAL
índice general
Colaboradores.......................................................................................................................... 5
Autores de este tomo .............................................................................................................. 7
Abreviaturas........................................................................................................................... 13
LIBRO SEGUNDO
LA ACTIVIDAD PROCESAL
SECCIÓN I
PRECEPTOS GENERALES
TÍTULO I
LAS ACTUACIONES PROCESALES
CAPÍTULO I
LAS FORMALIDADES
CAPÍTULO II
LAS ACTAS
CAPÍTULO III
LAS DISPOSICIONES Y LAS RESOLUCIONES
CAPÍTULO IV
LAS NOTIFICACIONES Y CITACIONES
CAPÍTULO V
COMUNICACIÓN ENTRE AUTORIDADES
CAPÍTULO VI
LA FORMACIÓN DEL EXPEDIENTE
FISCAL Y JUDICIAL
TÍTULO II
LOS PLAZOS
TÍTULO III
LA NULIDAD
SECCIÓN II
LA PRUEBA
TÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
TÍTULO II
LOS MEDIOS DE PRUEBA
CAPÍTULO I
LA CONFESIÓN
CAPÍTULO II
EL TESTIMONIO
CAPÍTULO XII
LA PERICIA
CAPÍTULO IV
EL CAREO
CAPÍTULO V
LA PRUEBA DOCUMENTAL
CAPÍTULO VI
LOS OTROS MEDIOS DE PRUEBA
SUBCAPÍTULO I
EL RECONOCIMIENTO
SUBCAPÍTULO II
LA INSPECCIÓN JUDICIAL Y LA RECONSTRUCCIÓN
SUBCAPÍTULO III
LAS PRUEBAS ESPECIALES
TÍTULO III
LA BÚSQUEDA DE PRUEBAS Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS
CAPÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
CAPÍTULO II
EL CONTROL DE IDENTIDAD Y LA VIDEOVIGILANC1A
SUBCAPÍTULO I
EL CONTROL DE IDENTIDAD POLICIAL
SUBCAPÍTULO II
LA VIDEOVIGILANCIA
CAPÍTULO III
LAS PESQUISAS
CAPÍTULO IV
LA INTERVENCIÓN CORPORAL
CAPÍTULO V
EL ALLANAMIENTO
CAPÍTULO VI
LA EXHIBICIÓN FORZOSA Y LA INCAUTACIÓN
SUBCAPÍTULO I
LA EXHIBICIÓN E INCAUTACIÓN DE BIENES
062
ÍNDICE GENERAL
SUBCAPÍTULO II
LA EXHIBICIÓN E INCAUTACIÓN
DE ACTUACIONES Y DOCUMENTOS NO PRIVADOS
CAPÍTULO VII
EL CONTROL DE COMUNICACIONES
Y DOCUMENTOS PRIVADOS
SUBCAPÍTULO I
LA INTERCEPTACIÓN E INCAUTACIÓN POSTAL
SUBCAPÍTULO II
LA INTERVENCIÓN DE COMUNICACIONES
Y TELECOMUNICACIONES
10<
ÍNDICE GENERAL
SUBCAPÍTULO 111
EL ASEGURAMIENTO E INCAUTACIÓN
DE DOCUMENTOS PRIVADOS
CAPÍTULO VIII
EL LEVANTAMIENTO DEL SECRETO BANCARIO
Y DE LA RESERVA TRIBUTARIA
CAPÍTULO IX
LA CLAUSURA O VIGILANCIA DE LOCALES
E INMOVILIZACIÓN
TÍTULO IV
LA PRUEBA ANTICIPADA
TÍTULO V
LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN
SECCIÓN III
LAS MEDIDAS DE COERCIÓN PROCESAL
TÍTULO I
PRECEPTOS GENERALES
106!
ÍNDICE GENERAL
TÍTULO II
LA DETENCIÓN
TÍTULO III
LA PRISIÓN PREVENTIVA
CAPÍTULO I
LOS PRESUPUESTOS DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
L066
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO II
LA DURACIÓN DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
CAPÍTULO III
LA IMPUGNACIÓN DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
CAPÍTULO IV
LA REVOCATORIA DE LA COMPARECENCIA
POR PRISIÓN PREVENTIVA
CAPÍTULO V
LA INCOMUNICACIÓN
Artículo 280 Incomunicación
Cristhian Alexander Cerna Ravínes
Judit Maribel Purizaca Sánchez................................................. 886
Artículo 281 Derechos
Cristhian Alexander Cerna Ravines
Judit Maribel Purizaca Sánchez................................................. 889
Artículo 282 Cese
Cristhian Alexander Cerna Ravines
Judit Maribel Purizaca Sánchez................................................. 891
1067
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO VI
LA CESACIÓN DE LA PRISIÓN PREVENTIVA
TÍTULO IV
LA COMPARECENCIA
TÍTULO V
LA INTERNACIÓN PREVENTIVA
TÍTULO VI
EL IMPEDIMENTO DE SALIDA
TÍTULO VII
LA SUSPENSIÓN PREVENTIVA
DE DERECHOS
TÍTULO VIII
EL EMBARGO
TÍTULO IX
OTRAS MEDIDAS REALES
i TÍTULO X
LA INCAUTACIÓN
1070
Este libro se terminó de imprimir
en octubre de 2021 en los talleres gráficos
de Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto N° 201, Surquillo
Central: 242-2281
Lima, Perú