Efecto Del Panico

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EFECTOS DEL PANICO EN LA EPOCA ACTUAL.

(THE EFFECTS OF PANIC IN THE CURRENT TIME).


“Un ojo sin parpado esta sobre el mundo.1”
Resúmen:
La época actual está regida por mutaciones que se vienen produciendo en el
orden simbólico. Mutaciones que se corresponden con la caída de las figuras
clásicas de autoridad y de ciertos ideales que funcionaban como reguladores de
los lazos sociales, así como con la prevalencia que adquieren los objetos
tecnológicos y de consumo como estímulo fundamental de la vida en la polis.
Prevalecen, en particular, objetos tecnológicos que ponen en juego la mirada,
produciendo una “omnividencia” que interpela la intimidad. Se trata de un “ver
todo- para todos”.
Simultáneamente, nos encontramos con una proliferación de formas sintomáticas
paradigmáticas de esta época, entre las cuales ubicamos ciertas anorexias,
bulimias, toxicomanías, y los así llamados “ataques de pánico”.
Nuestra hipótesis es que hay una relación de causalidad entre la omnividencia
propia de la época y los efectos de pánico que perturban la intimidad corporal y
proliferan como sintomatología actual. Se tratará por lo tanto, en este trabajo, de
verificar la relación entre la presencia de esa mirada omnividente, que interpela la
intimidad y el efecto de pánico concomitante.

Palabras Claves: INTIMIDAD, OMNIVIDENCIA, PANICO, ACTUALIDAD.

Summary:
The present age is governed by mutations that have taken place in the
symbolic order. Mutations that correspond to the fall of the classic figures of
authority and of certain ideals that served as regulators of social ties as well as
the prevalence of technological and consumption things as a fundamental
stimulus of life in the city. Prevailing technological objects that come into play
look, producing a "seeingness" that challenges privacy and fades secret
function in particular. It is an "all-see for all." Simultaneously, we have a

1
proliferation of paradigmatic symptomatic forms of this era, among which we
locate certain anorexias, bulimias, drug abuses, and "panic attacks".
Our hypothesis is that there is a causal link between the own seeingness of the
time and the effects of panic disturbing the physical intimacy and proliferate as
current symptoms. It will be therefore, in this paper, to verify the relationship
between the presence of the all-seeing eye, which in its urgent interpellation of
privacy fading determines the function of the secret, and the effect of
concomitant panic.
Keywords: PRIVACY- SEEINGNESS-PANIC-ACTUALLITY.

____________________________________________________________

1. Introducción
Nuestro punto de partida se apoya en considerar que la época actual está regida
por mutaciones que se vienen produciendo en el orden simbólico. Estas
mutaciones se corresponden con la caída de las figuras clásicas de autoridad y de
ciertos ideales que funcionaban como reguladores de los lazos sociales.
Observamos, al mismo tiempo, que dicha caída muestra su reverso en la
prevalencia que adquieren los objetos tecnológicos y de consumo como estímulo
fundamental de la vida en la polis. J. A. Miller en “El Otro que no existe y sus
comités de ética” propone caracterizar estas mutaciones como consecuencia de
un doble movimiento que implica: el declive del nombre del padre y el imperio del
objeto que asciende al cenit social. Dicha caracterización se sustenta en la
amalgama del discurso capitalista, el discurso de la ciencia y el desarrollo de la
tecnología. Esta novedosa vinculación del capitalismo y de la ciencia produce
efectos en los lazos sociales.: mayor dispersión, identificaciones más lábiles y un
empuje al goce ligado a los mencionados objetos tecnológicos de consumo.
Se pueden condensar estas consecuencias en la observación de una modalidad

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dominante de goce que calificamos como autoerótico, es decir, ajeno al lazo con
los otros. La expresión fenomenológica de esta caracterización se aprecia en la
producción de formas sintomáticas paradigmáticas, entre los cuales ubicamos
ciertas anorexias, bulimias, toxicomanías, y ataques de pánico. Formas
sintomáticas no tan ligadas al sentido, como por ejemplo encontramos en los
historiales freudianos, sino más bien “trastornos vagos y difusos” como nos invita a
nombrar G. Lipovetzky en “La era del vacío”.
Creemos que es apropiado destacar entre estos “trastornos vagos y difusos”
descriptos por el sociólogo, lo que se denomina actualmente como “ataques de
pánico”. Se destacan dentro de la serie sintomática citada como un afecto que
señala la amenaza de la intimidad corporal.
Proponemos establecer una estricta correlación entre el pánico como afecto que
perturba la intimidad corporal y el avance de objetos tecnológicos que promueven
la presencia de una mirada omnividente.
Es notoria la exacerbación de la necesidad casi “vital” de estar conectados a
celulares, facebook, cámaras, pantallas que nos ven y vemos a toda hora. El
reverso de esta adherencia a los objetos escópicos es una intimidad interpelada
que produce un efecto de desvanecimiento de la función de lo secreto. Se trata de
ver todo- para todos.
Nos interesa en esta etapa de nuestra investigación producir una lectura de los
efectos de pánico de la época. Nuestra hipótesis es que hay una relación de
causalidad entre la omnividencia propia de la época y los efectos de pánico que
proliferan como sintomatología actual.
Se tratará por lo tanto de verificar la relación entre la presencia de una mirada
omnividente en nuestra época actual, el desvanecimiento de la función de lo
secreto como producto de una interpelación acuciante de la intimidad y el efecto
de pánico concomitante.
Efectuaremos entonces en primer lugar un recorrido situando el modo en que la
omnividencia de la época perturba la intimidad. Luego haremos un recorrido
teórico por lo que se conceptualiza como “ataque de pánico” tanto desde algunas
perspectivas de la psiquiatría como desde el psicoanálisis; para luego ejemplificar

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con tres breves viñetas clínicas, que nos permitirán elucidar dicha articulación a
través de la referencia de la empiria.

2. La omnividencia actual:
Nuestra hipermodernidad, correlativa del cruce entre el discurso de la ciencia y del
capitalismo ha impulsado el desarrollo de lo que llamamos las nuevas tecnologías:
“Estas nuevas tecnologías han generado maravillosas redes de comunicación que
logran la paradójica condición de mantenernos hiper-conectados al mismo tiempo
que hiper-aislados en nuestras pequeñas, cada vez más pequeñas pero con más
funciones, jaulas virtuales”2.
Estos aparatos de comunicación y sobretodo de goce apuntan a sostener la ilusión
de que “todo” podría ser dicho, visto, comentado, calificado. Una comunidad
cibernética global y omnipresente que nos invita a ver –ser vistos.
Gerard Wajcman nos dice:
“Ver todo, todo visible. Tal es la creencia seminal del mundo hipermoderno. Lo
que dominaba antaño era una cultura del secreto, silencio y ojos cerrados. Los
tiempos han cambiando. Nuestra época es de plena luz. En la nueva civilización
todo debe confesarse enteramente en lo visible, todo debe ser visible y todo lo
visible debe ser visto”3
Que lo singular se transforme en colectivo, compartido y transparente conlleva un
efecto estremecedor de desvanecimiento de lo íntimo. Agrega en su libro
Wajcman:
“El territorio de lo intimo podría definirse de un modo simple, es la posibilidad de lo
oculto. Lo intimo es el lugar en que el hombre no sería ese ser diáfano”4
El empuje a verlo-mostrarlo todo de nuestra era, promueve una a-dicción
desenfrenada, con rasgos vouyeristas-exhibicionistas. Alimenta un imaginario
que aspira a reducir lo real – imposible-, logrando un efecto paradójico de
exponerlo descarnadamente, sin velos ni ocultamientos.
Es un tratamiento de lo real que tiene la pretensión de reducirlo a “lo visible”.
Encontramos en J.C. Milner una formula preciosa para nombrar este rasgo de la
época: “La máquina de arrebatar la intimidad”

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El resultado de “esta maquina” es un saldo inequívoco de lado del sujeto: el afecto
de angustia que desborda el cuerpo. Una angustia generalizada, que ataca sin
dar señal. Angustia intrusiva que la época actual nombra como pánico.
La angustia es respuesta del cuerpo frente al trauma que en un primer tiempo
lógico se vive como invasión, correlativa a lo que Freud llamó el “desamparo” del
viviente (Freud, 1925). Dicha invasión deja una marca. Esa marca permite en un
segundo tiempo lógico que el aparato alertado por la marca –señal pueda
defenderse de la proximidad de nuevos peligros.
En los efectos de pánico observamos la aparición de la angustia en su modalidad
invasiva, intrusiva, dejando al aparato pasivo y por lo tanto experimentando la
angustia como ataque. No se trata en estas circunstancias de la angustia en su
versión instrumental, de señal, como un recurso de defensa sino como un ataque
inmanejable.
Encontramos entonces pertinente correlacionar como lo intrusivo omnivoyeur de
la época irrumpe, dejando inerme al sujeto frente al avance de una mirada
omnipresente que se experimenta como ataque y perfora la función de lo secreto,
de lo intimo produciendo esa experiencia que llamamos “pánico”.

3. Sobre el pánico:
3.1. DSM
La nosografía americana que encontramos en los Manuales Diagnósticos y
Estadísticos de los Trastornos Mentales sitúa dentro de los Trastornos de
Ansiedad, las crisis de angustia a las que también nombra como “Ataques de
pánico”.
Se lo nombra internacionalmente en idioma inglés (panic attack) porque se
aconseja codificar el diagnóstico específico en el que aparece la crisis sin ofrecer
una entidad aislada. Se lo define como "la aparición temporal y aislada de miedo o
malestar intensos iniciados bruscamente que alcanzan su máxima expresión
durante los primeros 10 minutos en el que se evidencian algunas de las siguientes
expresiones somáticas: palpitaciones, sudoración, ahogo, opresión toráxica,
náuseas, vómitos, escalofríos, sofocaciones, parestesias (sensación de

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entumecimiento u hormigueo), además de un profundo miedo a morir o a perder el
control”.
La crisis o ataque de pánico es un período discreto de intenso miedo o desagrado,
en el cual se desarrollan abruptamente cuatro o más de los síntomas enumerados
en la Tabla 2, alcanzando su máxima intensidad en un plazo de hasta diez
minutos.
TABLA 2. Crisis de pánico.
1.-Palpitaciones, latidos intensos, o aceleración del pulso.
2.-Sudoración.
3.-Temblor o calofríos.
4.-Sensaciones de falta de aire o sofocación.
5.-Sensación de ahogo.
6.-Malestar o dolor torácico.
7.-Náusea o malestar abdominal.
8.-Mareo, inestabilidad, "vacío en la cabeza" o desmayo.
9.-Sensación de irrealidad o despersonalización (sentirse despegado de sí
mismo).
10.-Temor a perder el control o enloquecer
11.-Temor a morir.
12.-Parestesias.
13.-Oleadas de frío o calor.
En concordancia con esta perspectiva, podemos subrayar algunos trabajos de
psiquiatras contemporáneos dedicados al tema del pánico. Proponen por ejemplo
algunas caracterizaciones muy interesantes:
-Las personas que han experimentado uno de estos episodios, distinguen que se
trata de una experiencia cualitativamente diferente de la ansiedad que
previamente conocían en cuanto a que no se trata solamente de una mayor
intensidad de los síntomas, sino de la percepción de que se ha perdido - o se está
a punto de perder - la capacidad de ejercer control sobre sensaciones físicas y
emocionales.

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- Creen que pueden quedar totalmente paralizados, o, por el contrario, que la
desesperación los llevará a no poder medir sus acciones.
-Es habitual que sientan una opresiva sensación de amenaza contra su seguridad,
aunque no encuentren una explicación lógica para ello.
-Estos episodios se viven como una amenaza real e inmediata a la supervivencia
(sensación de muerte) o a la integridad psicológica (perder la razón o el control
sobre la conducta)
-En la angustia de pánico, a diferencia de la ansiedad normal y de otras formas de
ansiedad patológica, se desarrolla una actitud de expectación constante, por temor
a que las crisis se repitan, la cual se denomina ansiedad anticipatoria. Esta
preocupación genera cambios en la conducta habitual de la persona afectada,
quien intenta en lo posible evitar aquellas situaciones o lugares que asocia con
mayores probabilidades de tener nuevos episodios, o bien con una mayor
dificultad en huir o recibir ayuda oportuna en caso de una nueva crisis.
- No se ha registrado ningún caso en que alguien se comporte agresivamente
durante un ataque de pánico.
- Se produce una respuesta de lucha/huida ya que el propósito primario es activar
al organismo y protegerlo del daño. A esta respuesta se asocian cambios físicos,
mentales y conductuales. Resulta importante destacar que una vez que el peligro
ha pasado, alguno de estos cambios, (especialmente los físicos), pueden
continuar.
-Cuando los síntomas físicos ocurren en ausencia de una explicación obvia, las
personas suelen interpretarlos erróneamente, creyendo que indican un serio
problema físico o mental. En este caso, las sensaciones mismas se vuelven
amenazantes y pueden desencadenar nuevas respuestas de lucha/huida,
equivalentes ahora a crisis de pánico.
-Librado a su evolución espontánea, de no mediar intervención terapéutica, el
cuadro descripto se cronifica, y el temor a las crisis de pánico pasa a formar parte
de la vida cotidiana.
En conclusión, tanto el DSM como algunas perspectivas concomitantes, nos
ofrecen un desarrollo semiológico minucioso de amplio consenso. Subrayan al

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pánico dentro del grupo de los trastornos de ansiedad, teniendo en cuenta que su
manifestación principal se produce bajo la forma de crisis. Y de esta manera nos
permiten establecer un síndrome cuyo tipo alcanza una potente validez
descriptiva de alcance universal.

3.2. El Pánico en la obra de S. Freud:


Es interesante reparar en el siguiente detalle: S. Freud utiliza la palabra “pánico”
en contadas ocasiones a lo largo de su obra. Sin embargo nos lega una
descripción semiológica detallada (que coincide con la propuesta por el DSM), y
nos aporta una explicación epistémica que articula a sus desarrollos sobre el tema
de la angustia.
En este sentido, registramos que en el capítulo 5 de “Psicología de las Masas y
análisis del yo”, menciona que el pánico es utilizado como índice de miedos
colectivos e individuales que se presentan bajo la forma de “exceso” o también en
situaciones donde la explosión de miedo no se encuentra justificada por las
circunstancias. Nos interesa situar allí la idea de exceso, que irrumpe de un modo
desproporcionado respecto de la realidad.
En el mismo texto describe el sentimiento de pánico que produce la caída de un
líder, de una creencia, o de un ideal fundamental. Se trata de ocasiones en que la
multitud se desagrega y el miedo es inmenso. Se disuelve la masa y se precipita
la caída de lo que sostenía las identificaciones entre yoes.
Pero ya unos años antes, en 1895, en el texto “Sobre la justificación de separar de
la Neurastenia un determinado síndrome en calidad de ‘Neurosis de Angustia’,
presenta dentro del grupo de las neurosis de angustia una forma sintomática
caracterizada como “ataque de angustia”. Subrayamos de esta descripción su
modo de presentación bajo la forma de ataque, que irrumpe sin evocación de las
representaciones o bien puede mezclarse con la interpretación mas espontánea
como la aniquilación de la vida, o la de volverse loco. También puede
presentarse sumado a una parestesia cualquiera (semejante al aura histérica) o
incluso con perturbaciones de una o varias funciones corporales: como de la
respiración (falta de aire, estrechez en la garganta), actividad cardiaca (espasmos

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en el corazón), innervación vasomotriz (temblores), actividad glandular (oleadas
de sudor). También nos aclara que cada uno de estos síntomas corporales puede
constituirse en el ataque en si solo.

Consideramos que esta descripción responde a lo que llamamos hoy “ataque de


pánico”
Estas crisis de angustia que son caracterizadas como “pánico”, han alcanzado en
el imaginario social una pregnancia tal, que nos obliga a tener en cuenta la
particularidad de un nombre que evidentemente nomina muy bien lo percibido por
los propios afectados. Las crisis de angustia nombradas como “panico” subrayan
la sensación subjetiva de “peligro ante la inminencia de la muerte”.
Podríamos pensar que la sensación de descontrol, pone en juego un cuerpo que
se desanuda, se desborda en sus automatismos biológicos. La habitualidad de la
idea de “tener un cuerpo” se rompe, el cuerpo antes familiar se vuelve extraño, la
cotidianeidad de quien padece estas crisis se ve profundamente afectada
Podemos articular esta perspectiva empírica de “lo familiar que se vuelve
extraño”, con la forma angustiosa que Freud designaba como lo siniestro.
En el texto “Lo ominoso”, S. Freud se aboca a desentrañar el afecto angustioso de
lo siniestro haciendo pie en el análisis del vocablo “heimlich”, vocablo que porta en
su campo semántico tanto lo íntimo, domestico, familiar, como lo extraño y
clandestino.
Freud se vale del uso idiomático y encuentra que la palabra lleva, en si, su
antitesis. “Heimlich” se vuelve “Unheimlich”, designando lo ajeno en el seno de lo
intimo. Podemos servirnos de esto, para ubicar que se demarca en el sujeto una
zona contradictoria, paradojal, que la etimología nos revela. Se trata de una
comunidad entre íntimo y extranjero que Freud califica como “lo siniestro”.
Esta ajenidad en lo íntimo, puede en ciertas circunstancias devenir terrorífica,
ominosa. El efecto terrorífico se produce frente a la intromisión de lo que no
debiera aparecer; es decir, cuando se muestra lo que debía permanecer oculto.
Este levantamiento del velo, esta intrusión en el seno de lo íntimo tiene como
efecto una arista de la angustia que se recorta como inquietante.

9
.
Entonces, el campo fenomenológico del pánico trabajado desde las coordenadas
de la angustia y lo siniestro nos permite los siguientes corolarios:
-La caída del velo de lo secreto expuesta por la exteriorización de lo íntimo.
-Esta exteriorización de lo íntimo se corresponde con lo ominoso.
-Lo ominoso permite articular la perdida de la unidad corporal con la emergencia
de la más íntima determinación del sujeto.

Podemos aplicar lo desarrollado en relación al pánico a la presencia cautivante de


las pantallas en nuestra época.
La cautivación por las pantallas puede dejar preso al sujeto de una experiencia
inquietante corporal. En la experiencia masiva e ilimitada frente al monitor los
sujetos se encuentran por momentos asaltados por su propia imagen
reproduciéndose duplicada, o más bien multiplicada en las redes sociales,
cuestionando su unidad y su dominio.
Al deslocalizarse lo intimo y descorrerse los velos, se produce un efecto ominoso
que guarda relación con el doble que señalara Freud.
En estos casos la intimidad sufre una fractura, el cuerpo familiar se vuelve extraño.
La señal se desactiva, se vuelve inoperante al no orientar a una defensa frente a
lo real. Las fronteras se disipan con un efecto de desborde en lo imaginario, se
fragilizan las barreras y el sujeto queda desamparado.
Esta ligazón entre la invasión escópica y el afecto angustiante nos permite
establecer una correlación muy fecunda para ser investigada entre el imperio de
las pantallas que comanda la vida social con la emergencia masiva del fenómeno
de pánico

4. Clínica:
1-Gloria, de 19 años, consulta porque no está pudiendo salir de su casa. La calle
le da pánico. Especialmente la mirada de ciertos hombres mayores. Siente latidos
acelerados, sudoración, terror frente a esas eventuales miradas.

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Con el transcurrir de las sesiones se van recortando otros síntomas, la anorexia, la
dificultad para vestirse y mostrarse mujer, su permanencia en una virginal
evitación del encuentro sexual con algún muchacho.
La madre ha revelado hace muy poco que solo uno de los tres hijos que ha tenido
es del hombre con el que convive y al que, hasta entonces, creían padre.
El pánico de Gloria ante la mirada de hombres mayores pareciera revelarse con
el contenido del secreto expuesto.
Sin embargo, lo que embrolla verdaderamente a Gloria, hasta producir lo que ella
describe como pánico, no es la omisión-ocultamiento de la madre, sino su
reverso: el actual empuje de su madre a decirlo-mostrarlo todo.
Paradójicamente, lo que la traumatiza es la falta de velo, la posición de “sin
secretos” de su madre.
Gloria no pone en duda a su padre, quien la crío y adora; lo que Gloria no soporta
es el empuje de la madre “a decirlo-mostrarlo todo”: Desde lo que hace en los
encuentros con el padre, hasta lo que hace con otros. Gloria queda atrapada en lo
materno-obsceno sin poder salir.

2-Transcurridas las dos primeras semanas de clase de primer grado, los papás de
Hernán realizan una consulta. Relatan que los llamaron para retirarlo antes de la
escuela porque Hernán chillaba aterrorizado. Estaba todo transpirado y se había
hecho pis. El pediatra les dijo que Hernán tiene “ataque de pánico” e indicó la
consulta psicológica.
Ante las preguntas del analista, se logra situar el punto de inicio de este estado de
cosas: Hernán iba a la escuela sin problema alguno. Entre los padres de la sala se
había conformado un grupo de watsapp. Una contingencia confrontó a Hernán con
una versión sobre su mal comportamiento escolar que circuló en dicha cadena. A
partir de ahí comienza la negativa angustiosa a concurrir a la escuela.
Podemos pensar la negativa del niño como un decir que no, a una situación que
lo deja sin semblante y expuesto a todas las miradas y a la vergüenza de los
padres. Allí el inicio del pánico.

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3-Luciana tiene 17 años. Llega a la consulta luego de haber sufrido sensaciones
de ahogo, palpitaciones. Las llama “sensaciones horribles”. Dice: “Siento que me
muero, no puedo salir de mi casa”.
Relata que últimamente se había hecho habitual salir con amigas a bailar y
consumir alcohol. Hubo algunas veces que tomó demasiado, y este exceso queda
localizado en la siguiente situación: “Me levante en la casa de un chico que
apenas conocía. No me acordaba de casi nada de lo que pasó a la noche. Ni
siquiera sabía si había pasado algo con él”.
Queda muy angustiada por este suceso, por el olvido, por no saber que pasó. La
situación que desemboca en el pánico y, finalmente, en la consulta surge cuando
unos días después, al abrir su facebook, se encuentra “etiquetada” en un video
donde se ve a si misma en la situación de intimidad sexual con el joven con el
que pasó esa noche.
Queda conmocionada y aterrorizada. Se “desetiqueta” de inmediato, sacando el
video de su facebook, y le pide al joven que retire la publicación. Luciana no sabe
quien lo ha visto hasta el momento, ni si aparecerá nuevamente a pesar de su
voluntad. En los siguientes días pasa de vigilar todo el día el facebook, a no
querer conectarse en absoluto a las redes sociales. Es presa de angustia. Le
acometen entonces “esas horribles sensaciones” y se siente incapaz de ir al
colegio, de salir de la casa o de “chatear” con amigos.
Se le juega allí un acontecimiento imprevisto que la hace toparse con su imagen
de un modo ominoso, cuando aparece ante la mirada lo que no debería aparecer.

5- Conclusiones:
En los tres ejemplos que planteamos nos encontramos con un desvanecimiento de
la función de lo secreto, con perdida de intimidad.
La madre de Gloria cuenta “todo”, impúdicamente, desestimando el valor de lo
secreto. Lo que hace Hernán en el ámbito escolar es comentado por cantidad de
padres en una red virtual. Luciana se encuentra con su intimidad sexual expuesta
en un video en las redes sociales.

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Resulta pertinente que evoquemos en relación a esta fenomenológica la propuesta
de L. Gorostiza sobre un nuevo tipo de hombre: “El hombre sin secretos":

“Ante este nuevo tipo de hombre que ya se anuncia, el psicoanálisis tiene una
misión: recordar que en tanto experiencia eminente de lo singular, lo más íntimo
de la subjetividad nunca podrá ser traducido totalmente en términos de saber; y
que siempre, el núcleo opaco del síntoma de cada uno, deberá persistir como
refugio ante la crueldad de una mirada entronizada –como el panóptico de Jeremy
Bentham- en nombre del bien de todos.”5

Este empuje virtual-adictivo-a mostrar-ver todo deja evidenciado como su reverso


la función de lo secreto. Podríamos definir que el verdadero “secreto de lo secreto”
es preservar lo velado, tanto en el sentido del deseo como del goce. Lacan ha
elucidado lo velado como corazón vital del sujeto, que deviene aterrador si se
presenta descubierto.
La articulación establecida entre lo visible y lo íntimo nos permite aludir a la
heterogeneidad constitutiva del sujeto.
Somos exiliados de nosotros mismos por ese extranjerismo que nos habita.
Fractura constitutiva en la intimidad, que agita dentro de nosotros en el hecho que
no somos idénticos a nosotros mismos.
Si la función del velo es la de transformar el vacío en algo, lo secreto entonces es
un modo de hacer algo con ese vacío.
La actualidad reflejada en el empuje al todo, y su revés de angustia que llega
hasta el pánico, se refleja en el recorte de los casos que decidimos presentar.
Señalamos como la intervención analítica apunta a restablecer la función del velo:
En el caso de Gloria se interviene instituyendo un límite a lo que se puede
escuchar-ver preservando el velo de lo indecible. En relación a Hernán se sostiene
como crucial la respuesta sintomática del niño como modo de preservar la
intimidad vulnerada. En el caso de Luciana se construye la interrogación por un
modo de consumo que la llevó a la extrañeza y el descuido de lo más intimo.

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Estas intervenciones analíticas introducen la función de lo pudoroso y tienen un
sesgo común muy bien sintetizado por Jean-Claude Milner quien enuncia:

“En esta época, en la que los sujetos son llamados a no guardar ningún secreto
y a volverse totalmente transparentes ante el impulso imparable de la evaluación,
el derecho al secreto en las prácticas "psi" constituye una opción ética y política:
La opción de resistir a que lo íntimo e inconmensurable que habita en cada sujeto
sea reabsorbido en las clasificaciones de las tipologías generales y en las
equivalencias que animan el pobre saber de los cuestionarios.” 6

Consideramos entonces que la posición del analista se sigue orientando en


relación a la propuesta de Lacan de preservar el lugar de lo real. Sin embargo en
esta época de la omnividencia, lo real como imposible pretende ser tratado por la
imaginarización y la mostración obscena y totalizante que avasalla el lugar del
sujeto.
La confluencia entre la mirada omnivoyeur, la caída de lo secreto y el efecto de
pánico, nos permite elevar a la máxima potencia la ética analítica: preservar la
intimidad de lo indecible.
La media luz…es entonces, la orientación que ordena al deseo del analista.

14
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1
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2
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3
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4
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5
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6
Milner, J. C. “La politique des choses”, Ed. Navarin, transcripto por L. Gorostiza en op. cit.

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