De Rodillas Ante Dios Se Logran Victorias

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Lucas 19:4-6

4
Por eso corrió adelante y, para alcanzar a verlo, se subió a un árbol
cerca de donde Jesús tenía que pasar. 5 Cuando Jesús pasaba por allí,
miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo
que quedarme en tu casa. 6 Zaqueo bajó aprisa, y con gusto recibió a
Jesús.

Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, lo vio, y le


dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose
yo en tu casa”. (Lucas 19:5) Seguramente por su mente pasó la idea: Si
había tantas personas alrededor mío, ¿cómo fue que me escogió y me
llamó por mi nombre? Todos saben muy bien que soy un funcionario que
me hice rico a expensas de ellos. Entonces bajó del árbol y un gozo
inigualable pintaba el rostro de Zaqueo al escuchar estas palabras que
venían de Jesús.
El deseo de Zaqueo, era ver a Jesús, ya sea por curiosidad o por ser
testigo de algún milagro pero sin importar la razón que tuviera lo buscó,
de igual manera nosotros en nuestra necesidad de empleo, de una
restauración familiar y aun económica vamos a buscar a Dios. Pero la
pregunta es ¿Cuán dispuesto está tu corazón para hallarlo y permitir que
Dios lo transforme?

Como los pensamientos de Dios son mayores que los nuestros, Él


escudriña el corazón. Jesús vio el anhelo y la disposición de Zaqueo, lo
que lo llevó a tener a Jesús en su propia casa.
Dios conoce tu corazón y de lejos puede llamar tu nombre para hacer el
milagro que esperas, pero antes Él necesita ver la disposición que hay
en ti, sin ello no podrá hacer nada.

No pierdas la oportunidad, Jesús está pasando por tu lugar y está


mirando el deseo de tu corazón, Él está atento a tu voz, a tu alabanza,
está viendo el anhelo con el que lo buscas, Dios lo está mirando todo.
Aun sin importar los errores que hayas cometido Él desea entrar a tu
casa y cenar contigo, podrá haber gente a tu alrededor que murmure tus
pecados y no acepten la idea de que hoy Jesús desea transformarte y
hacerte un instrumento útil en sus manos. Aun a pesar de ello, ábrele
las puertas de tu casa. Sus planes son perfectos para ti.

Desde el momento en el que Jesús entró a su casa también lo hizo a su


corazón. Fue entonces que decidió cambiar, enfrentar errores pasados y
sus consecuencias, si las hubo; pero todo por agradar al Señor.
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad
de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se
lo devuelvo cuadruplicado. (Lucas 19:8)
¿Estás dispuesto al cambio? Jesús está frente a ti y te dice date prisa,
desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
Tal vez le abriste la puerta y lo hiciste esperar en la sala, pero Él desea
entrar en tu habitación, no tengas miedo y deja de estar viendo desde
un árbol lo que sucede, conviértete en un protagonista y toma la
decisión de bajar, de prepararte porque el Maestro quiere algo contigo
hoy, este es el momento y es necesario que aceptes el reto de que
Jesús entre a tu casa y habite por siempre en ella. Dios está dispuesto
para ti, sin importar tú pasado, quién eres, lo que hiciste o qué piensas.
Sólo déjalo entrar…

Muchos de nosotros conocemos igualmente la historia de Saulo de


Tarso o Pablo de Tarso, un hombre prepotente, cruel con los
seguidores de Jesús, despiadado, que se deleitaba persiguiéndolos, y
creía que pepeaba defendiendo la doctrina Mosaica y las leyes dadas al
pueblo hebreo en el desierto. Dios o necesita que nadie pelee por él, no
quiere nadie, y menos de manera equivocada, luche sus batallas. EL ES
TODO PODEROSO

Saulo se dirigía a Damasco repentinamente le rodeó un resplandor de


luz del cielo; y cayó en tierra…es hay donde lo quería tener el Señor…
en tierra., doblado, sometido a su voluntad. Le estaba demostrando a
Saulo que el es Dios por sobre todas las cosas y que si pensaba que
persiguiendo a la iglesia acabaría con Él, estaba equivocado, pues dura
cosa es dar coces contra el aguijón y Saulo lo comprobó en ese
momento. Ese hombre rudo, ese hombre que humillaba, pasaría a ser
ese hombre que daría todo lo que tenía por causa del evangelio.
Después de estar arriba, tuvo que doblar sus rodillas para ser usado por
Dios y llevar su palabra por el mundo de los gentiles.

Pero hay el caso de dos mujeres. Una la encontramos en Mateo 7:24-30.

Una mujer necesitada de la obra de Jesucristo, su hija estaba enferma y


ella entendía que el único que podía ayudarla y entenderla estaba cerca
de ella. Esta mujer tenía una fe tan grande que aún, cuando Jesús le
colocaba trabas, ella doblego su orgullo y doblo sus rodillas al que todo
lo puede y, él viendo la fe tan grande en esta mujer realizó la obra que
ella le pedía.

Cuantas veces Dios no obra en nuestras vidas por nuestro orgullo,


porque creemos que somos autosuficientes y no necesitamos de nadie
para tener en nuestras vidas lo que necesitamos, ni si quiera lo que
queremos, sino lo que necesitamos. Pero tenemos la oportunidad de
acercarnos a Dios, colocar nuestras coronas y doblar nuestro orgullo,
altivez, prepotencia, dejarla a sus pies para que el obre.

La otra mujer es ya bastante conocida. La mujer con flujo de sangre que


por tantos y tantos años la tenía prisionera, atada y sin paz ni libertad.
Una mujer que pasó por encima de todos los prejuicios de la época, que
no le importó lo que le pudiera hacer el pueblo, a ella le importaba lo
que le pudiera hacer Dios. Hoy que te tiene atado, que prejuicios te
asustan, aun vives del que dirán, de las opiniones de los demás, cuando
lo que a ti te debe importar es lo que vea y opine Dios de ti.

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