Ribla 93 Completo
Ribla 93 Completo
Ribla 93 Completo
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“Cuando mis palabras eran piedras”
- Hermenéuticas solidarias con Palestina
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Revista de Interpretación Bíblica Latino-Americana
Nº 93 - 2024/2
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RIBLA – Revista de Interpretación Bíblica Latino-Americana
Consejo de Redacción Internacional
Carmen B. Ubieta (Espana), Carlos Mesters (Brasil), Elisabeth S. Fiorenza (EUA),
Elsa Tamez (México), Erhard S. Gerstenberger (Alemania), Fernando Segovia
(EUA), Haroldo Reimer (Brasil), Israel Finkelstein (Israel), Jean L. Ska (Italia), Johan
Konings (Brasil), Lauren Fernández (Ecuador), Nancy Cardoso (Brasil), Néstor O.
Míguez (Argentina), Pablo Richard + (Costa Rica), Paulo A. Nogueira (Brasil), Rafael
Aguirre (España), Rainer Kessler (Alemania) Richard A. Horsley (EUA), Sandro
Gallazzi (Brasil), Sharon H. Ringe (EUA), Shigeyuki Nakanose (Brasil), Tércio M.
Siqueira (Brasil), Teresa Okure (Nigeria), Thomas Römer (Francia).
Traducción, revisión y
Diagramación: Centro Bíblico Verbo Divino
ISSN 1390-0374
Mayo 2024
Para pedidos:
SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS EN ECUADOR
Juan Galíndez Oe3-11 y Veracruz
Quito, Ecuador
E-mail: info@sbuec.org
Teléfono: (593-2) 331-7371
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Contenido
Introducción--------------------------------------------------------------------- 7
Sandra Nancy Mansilla, Nancy Cardoso y Larry Madrigal Rajo
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O Pesadelo acordado das crianças palestinas
Leituras em Zacarias 8,1-8---------------------------------------------------- 121
Luiz Alexandre Solano Rossi
Reseñas
- O clamor das pedras: Uma introdução às Teologias Palestinas
em Diálogo com América Latina------------------------------------- 189
Nancy Cardoso
Otros textos
Volverse Palestina-------------------------------------------------------------- 204
Gerardo García Helder
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Nancy Cardoso Pereira / Sandra Nancy Mansilla / Larry Madrigal Rajo
Introducción
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Darwish, Mahmoud, Salmo 3, Poesía Árabe. Disponible en: http://www.poesiaarabe.com/salmos.htm
7
por la tecnología y las comunicaciones todos y todas estamos llamados a levan-
tar una voz urgente: ¡Alto el fuego, ya!
8
de allí a sus antiguos moradores- para contar la historia de la invasión de Pales-
tina y los mecanismos sistémicos de desposesión en nombre de la tierra prome-
tida en la Biblia que, tanto los sionistas cristianos, como los sionistas judíos,
veían en 1948 como otro “éxodo” … el cumplimiento de la profecía bíblica y
de la bendición divina. Dietrich propone el estudio de la perícopa de Génesis
12,1-9, a la luz de las reformas de Ezequías y de Josías, y de la centralización
de la tierra y del poder a partir del uso del libro de la ley. Una lectura liberadora
de la Biblia exige reconocer el colonialismo, el racismo y la violencia genocida
en los textos bíblicos y el enfrentamiento de la violencia legitimada por grupos
fundamentalistas sionistas, judíos y cristianos, así como islámicos.
¿De qué manera el “antiguo Israel” reflexionado en los textos de las
Escrituras sagradas del judaísmo habrían producido, de modo intencional o
no “el apagamiento de la historia palestina”, con su multietnicidad y plura-
lidad cultural? Esta es la pregunta que orienta la reflexión de Pedro Vascon-
cellos Lima y de Rafael Rodrigues da Silva, en el estudio del libro de Josué,
sus cuestiones literarias e históricas, con un importante análisis y crítica del
movimiento deuteronomista. Los autores recuerdan que el libro de Josué fue
abordado e inspiró procesos de invasión y conquista de tierras por ejércitos,
en tendencias imperialistas y colonialistas, en especial en América Latina. Este
uso supremacista de la narración de Josué se reproduce en la historia de la in-
terpretación bíblica y en la arqueología bíblica de libros e informaciones que
continúan disponibles en estudios bíblicos entre nosotros, marcados por buenas
dosis de cinismo de los sionistas judíos y de los sionistas cristianos. La reflexión
de Vasconcellos y Da Silva ofrece una mirada sobre las memorias de clanes de
Canaán/Palestina (gabaonitas em Josué 9 y Rahab en Josué 2 y 6) ofreciendo
una hermenéutica polifónica y con disonancias, características vitales de una
lectura popular liberadora de la Biblia.
Maricel Mena-López toma el aspecto de la venganza colectiva de la in-
tervención militar de Israel en Gaza justificando los crímenes de Hamás del 7
de octubre de 2023, que se saldó con un genocidio salvaje que ha cobrado la
vida de miles de niños y de niñas. Esta es una guerra contra los niños palesti-
nos, afirma la autora. Contrariamente a los usos de la Biblia que legitiman la
violencia contra la población de Gaza, Mena-López toma el texto de 2Samuel
21,1-14 y sitúa de nuevo a Rizpa y Merab ante el rey David, exigiendo al pode-
roso que reconozca su violencia en el pacto de venganza y sangre que destrozó
a sus hijos. Sin ningún artificio mecanicista, la autora proyecta el texto bíblico
sobre la realidad de Gaza y América Latina, recuperando los rituales de duelo
de mujeres que se niegan a parir hijos para la guerra.
Marilú Rojas mantiene la mirada teológica y política sobre las mujeres,
denunciando con su texto que la guerra sionista contra Gaza y Palestina es tam-
bién una guerra patriarcal que mata de manera prioritaria a mujeres y niños: La
guerra del gobierno israelí es descaradamente una Guerra contra las mujeres,
9
los niños y niñas. La autora presenta el término femigenocidio para expresar
esta guerra sistémica contra el cuerpo de las mujeres, que ella caracteriza como
neocolonial-machocrático, que es el régimen de humillación social permanente
de las mujeres. Haciendo una crítica a los textos bíblicos que justifican la guerra
contra las mujeres (Números 31,17-18 y Números 25), la autora ejerce una her-
menéutica feminista que invierte y desautoriza los fundamentalismos religiosos
y el abuso de lecturas bíblicas descontextualizadas. Una invitación para ver con
oídos a los muertos y hacer una lectura feminista de nadie menos.
Jerusalén “ciudad de Dios”: más que un lema es un proyecto político
sionista para imponer el poder israelí en la ciudad y expulsar a sus antiguos mo-
radores árabes. Tirsa Ventura y Luigi Schiavo plantean preguntas que desplazan
los supuestos epistemológicos hegemónicos en los estudios sobre Jerusalén: ¿de
dónde viene la idea de que Jerusalén se defina como una ciudad de Dios? ¿Qué
significa esto concretamente? ¿De qué imagen de Dios estamos hablando?
¿Qué sentido tiene una ciudad de Dios para todos los pueblos? ¿Qué sentido
tiene Dios para todos los pueblos? A partir de los textos de Trito-Isaías, Ventu-
ra y Schiavo retoman la tradición de Jerusalén “madre de todos los pueblos”
formulada en el ámbito y en la disputa de los proyectos de reconstrucción del
templo, de la ciudad y de cierta sociedad judaíta -teocrática y hierocrática- y sus
pretensiones de un acentuado nacionalismo con aspiraciones universales. Ven-
tura y Schiavo concluyen proponiendo: Abrir los ojos a lecturas que fortalezcan
los nacionalismos, a través de plantaciones universalizadoras, que terminen
fortaleciendo prácticas colonialistas y, por tanto, violentas.
Luiz Solano Rossi analiza la tradición profética de Zacarias 8,1-8 como
colección de oráculos que tienen como punto central la promesa de salvación
en torno a la reconstrucción del templo y de Jerusalén, probablemente en el
período persa: Para Zacarias, la característica principal del santuario no era
el altar sacrificial, como en los tempos pre exílicos. El santuario debería ser
el centro irradiador de la verdad y de la justicia. La promesa de salvación se
concretizaría en las plazas de la ciudad se llenarán de ancianos y ancianas, y
de niños y niñas, que jugarán en ella (Zac 8,4-5). Rossi entiende que la política
persa de autorización y apoyo de la reconstrucción de los cultos de los pueblos
dominados configura una nueva forma de dominación, que servía a los intere-
ses del imperio. La profecía ejercita el criterio de validez de la centralidad de
Jerusalén en el proyecto de salvación, condicionando a los niños y ancianos y
ancianas seguros en las plazas, es decir con calidad de vida. Gaza se está convir-
tiendo em un cementerio de niños. Prácticamente todos los niños en la Franja
de Gaza fueron expuestos a traumas que jamás serán curados. Rossi concluye
con una lista con algunos nombres de niños palestinos asesinados por las manos
del ejército de Israel. Ellos no juegan más en las plazas: Abdel Rahman Iyad,
Abdel Rahman Abu Jalal, Abdul Rahman Abdul Aziz, Yahya Al Balawi, Abdu-
llah Ibrahim Khaled, Al-Dali Abdullah Khalil, Abdullah Abu Hayya…
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Sandro Gallazzi presenta la “dualidad” del rosto de un Dios que se re-
vela en los textos, unas veces como divinidad pacífica e pacificadora, y otras
veces como divinidad violenta, amenazadora y castigadora. Gallazzi recuerda
que en los contextos de la antigüedad medio oriental a los que se refieren los
textos bíblicos son de una cultura que no se separaba lo político de lo religioso
por eso todas las guerras eran consideradas “santas” y los dioses hacían las
guerras. La relación entre guerra santa y monoteísmo excluyente revela inte-
reses de dominio universal que se pueden expresar como guerra de exterminio
contra aquellos –grupos sociales y pueblos- que no aceptaban la voluntad del
Dios único y de su pueblo elegido. Aunque no haya eficacia en estas guerras
como acontecimiento, los relatos son un “verdadero lugar teológico”, lugar de
discernimiento de quién es el dios de los poderosos y quién es el Dios de los
pobres (profeta Elías, 1Reyes 18). Gallazzi denuncia el uso de Dios en Cómo
disfrazar de “guerra santa” una brutal venganza personal en un estudio sobre
el libro de los Jueces y la violencia contra los disidentes, especialmente contra
las mujeres jóvenes (Jueces 20 y 21). La conclusión es: ninguna guerra es santa.
Néstor Míguez toma textos del Antiguo y el Nuevo Testamento que, en
ocasiones, nos gustaría evitar porque son extremamente violentos en La exclu-
sión y denostación del otro, de la otra, de la otredad en sí misma, de sus cultu-
ras y modos de vida, llegando a la eliminación total del enemigo, incluyendo
el infanticidio. En una aproximación al libro del Génesis, Míguez se ocupa de
las narraciones de José, que es presentado como ejemplo de astucia y sabiduría
en la capacidad para someter a otros pueblos a la esclavitud. El José que fue
vendido como esclavo, y luego liberado, ahora es presentado como aquel que
esclaviza, cumpliendo la voluntad de Dios. Míguez analiza otros textos del pe-
ríodo de Esdras y Nehemías y la variedad de comprensiones de ‘lo mesiánico’
que se reflejan y actualizan en el Nuevo Testamento. En los escritos de Pablo
y Lucas la alternativa mesiánica de Jesús tomará diferentes elementos de estas
tradiciones y desechará otros, pero, definitivamente, rechazando las posturas
exclusivistas de los conceptos de pureza sino en los de justicia y solidaridad:
¡Dios es amor! Sin ninguna pretensión de supremacía Míguez afirma que tanto
Israel como el cristianismo fueron y siguen siendo e interpretando textos bíbli-
cos para justificar sus violencias, sus odios, incluso sus genocidios.
Mercedes Lópes continúa con textos incómodos, especialmente en el
evangelio de Juan, que a lo largo de la historia de la interpretación bíblica gene-
raron discriminación, antisemitismo, violencias y hasta guerras en nombre de
Dios. Em el pozo, junto con Jesús y la Samaritana (Juan 4), Lópes entra crítica-
mente en el diálogo de las diferencias y las expectativas, e identifica brechas de
superación de las rivalidades alimentadas por narrativas y espiritualidades con
pretensiones de superioridad y exclusividad –con análisis del período de Josías
(2Reyes 23) y Nehemías (Nehemías 1). El evangelio de Juan pone siempre a los
judíos en conflicto con Jesús: Tal interpretación es equivocada y tiene graves
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consecuencias históricas. La autora insiste en remover cualquier tentativa de
reducción del conflicto en una perspectiva étnica y antisemita (¡al final todos/
as eran semitas!). Reposicionar el conflicto al final del siglo primero de la era
común, que contextualiza estas rivalidades entre cristianos y judíos, en el marco
de la violencia imperial romana, no disculpa el texto del evangelio de Juan, pero
deja ver los mecanismos de producción y actualización de los preconceptos de
las lecturas fundamentalistas de la Biblia.
Desde Ruanda y Palestina hasta América Latina, Silvia Regina de Lima
Silva propone una mirada del colonialismo y el genocidio en el doloroso camino
de los pueblos del sur del mundo, muchas veces en complicidad con el texto
bíblico. Silvia Regina señala la necesidad de superar las lecturas espiritualistas,
las teologías sacrificiales que refuerzan el individualismo y se distancian de la
solidaridad y el compromiso con las víctimas. La autora hace un ejercicio de
relectura de la muerte de Jesús en el evangelio de Marcos, con olor a sangre de
Ruanda y Palestina; desde el lugar hermenéutico de los cuerpos de las víctimas,
en una ruptura con cualquier supremacismo del epistemicidio colonial sionista,
y la ruptura con cualquier intento de superar rápidamente la debilidad de Dios
en el abandono, la soledad y el dolor de las víctimas. Hasta aquí, en ese mo-
mento, la muerte tiene la última palabra. Permanezcamos un poco más con el
olor a sangre.
Reseñas
Nancy Cardoso crea una ruta de diálogo y aprendizaje con las teologías
palestinas, que son muchas y necesitan ser conocidas. El texto presenta diver-
gencias estimulantes y nuevos ejes interpretativos desde la teología de la tierra,
desde las teologías contextuales e incluso desde la eología feminista (cristiana
e islámica).
Larry Madrigal presenta el libro editado por Ilan Pappé “The Israel/Pa-
lestine Question” (La cuestión Israel/Palestina) de 2007, disponible en inglés.
Pappé es uno de los llamados “nuevos historiadores” israelíes que ha desa-
fiado la narrativa oficial de Israel sobre su fundación y la posterior expulsión
del pueblo palestino en 1948. Presentando diversas lecturas sobre la cuestión
Palestina, el libro confirma la centralidad del tema de la “tierra” con un último
capítulo que define al pueblo palestino como “Ausentes Presentes” y en “Resis-
tencia Indígena”.
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autora afirma ser palestina exiliada, a pesar de no poseer la lengua de sus ante-
pasados porque: “se comerían la lengua antes de legarle [a sus descendientes]
el estigma de una ciudadanía de segunda”.
Gabriela Miranda García toma la cultura de los exvotos en la religión
popular mexicana como una tradición antigua y resistente, que puede enten-
derse como un ritual y un arte que representa temas existenciales y sociales:
identidad, origen, muerte, enfermedad y sufrimiento. Es también una propuesta
metodológica: articular el mensaje bíblico con un elemento de religión popular
y a partir de ahí hacer una demanda por el botín de la tierra, de la cultura pa-
lestina y de las vidas humanas en manos del espurio Estado de Israel.
Agradecimiento especial
Queremos agradecer a todos los autores y las autoras que han hecho po-
sible este número especial de RIBLA en tiempo récord. Asimismo, a la cordial
disposición de Editorial Verbo Divino, y muy particularmente a nuestro com-
pañero Larry Madrigal Rajo, que colaboró en las revisiones y correcciones de
cada texto.
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María Landi1
Resumen
Una mirada desde América Latina a los seis meses de guerra de Israel contra Gaza
buscando las raíces históricas del proyecto sionista de conquista de la tierra y asen-
tamiento colonial que nunca se detuvo durante siete décadas, pues el genocidio suele
ser inseparable del colonialismo, como el racismo. La comunidad internacional po-
dría haber evitado esta brutal y sangrienta escalada, y décadas de sufrimiento pales-
tino, poniendo algún tipo de freno o sancionando los constantes crímenes de guerra
y contra la humanidad israelíes. Escuchar la palabra palestina es un desafío para la
Teología latinoamericana desde la Teología de la Liberación de Palestina.
Palabras clave: Sionismo; Colonialismo; Genocidio; Tierra; Teología de la libera-
ción palestina.
Abstract
A Latin American perspective on Israel’s six months of war against Gaza seeks to
uncover the historical roots of the Zionist project of land conquest and colonial se-
ttlement, which has persisted for seven decades. During this time, genocide appea-
red inseparable from colonialism, much like racism. The international community
had the potential to prevent this brutal and bloody escalation, as well as decades
of Palestinian suffering, by imposing some form of restraint or sanctioning Israel’s
ongoing war crimes and crimes against humanity. Listening to the Palestinian voice
1
María Landi es una activista de derechos humanos latinoamericana, comprometida con la causa palestina.
Desde 2011 ha sido voluntaria en distintos programas de observación y acompañamiento internacional
en Cisjordania. Tiene un máster en Gender & Peacebuilding (UPEACE, 2005) y escribe sobre la cues-
tión palestina en el semanario Brecha, el portal Desinformémonos y otros medios independientes.
mariamlandi@protonmail.com
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challenges Latin American Theology from the perspective of Palestinian Liberation
Theology.
Keywords: Zionism; Colonialism; Genocide; Land; Palestinian liberation theology.
Introducción
Escribo estas líneas entre el segundo domingo de Pascua y la fiesta de
Eid Al Fitr que marca el final del mes de Ramadán, y cuando se cumplen seis
meses del comienzo de uno de los genocidios más brutales de la historia con-
temporánea.
Durante exactamente medio año, el régimen israelí ha lanzado 250.000
toneladas de bombas (equivalentes a dos bombas atómicas) sobre la población
palestina encerrada en el gueto de Gaza (más de dos millones de personas, la
mitad de las cuales son menores de edad, hacinadas en 360 km2), además de
dispararle con tanques y artillería, desplazarla por la fuerza, destruir sus vivien-
das, sus barrios y ciudades, y someterla a una hambruna letal al prohibir la en-
trada de alimentos, agua potable, medicinas, combustible y ayuda humanitaria
esencial para preservar la vida humana.
Se trata del primer genocidio del siglo XXI televisado en tiempo real:
desde las redes sociales y medios alternativos –y a veces también desde los me-
dios corporativos– estamos viendo cada día los rostros y los cuerpos quemados y
mutilados de niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres palestinos; los hospitales
y las ambulancias bombardeados; las ciudades enteras reducidas a escombros;
el inhumano hacinamiento de dos millones de personas en carpas improvisadas
de nailon, al borde de la Franja de Gaza, en Rafah, o sobre la arena en la playa
de Al-Mawasi, expuestas al hambre, la sed, el frío, la falta de higiene y baño,
las heridas e infecciones contagiosas que no pueden ser atendidas porque los
hospitales están colapsados o destruidos por las bombas, que no cesan de caer.
El genocidio suele ser inseparable del colonialismo, como el racismo.
Según el historiador Ilan Pappé, Israel practica en Palestina un “genocidio in-
cremental”, que en algunos momentos cobra intensidad. Esta fase de la acele-
ración sin precedentes comenzó el año pasado, cuando se cumplían 75 de la
limpieza étnica de Palestina (llamada Al Nakba o “La Catástrofe”, en árabe): la
expulsión en 1948 de la mitad de su población árabe nativa (750.000 personas),
el asesinato de unas 15.000 y la destrucción de 500 localidades por parte de
milicias sionistas integradas por colonos judíos provenientes de Europa. Sobre
sus ruinas se implantó el Estado de Israel, una entidad que desde el primer día
se definió como “Estado judío” exclusivo y excluyente, en el que nunca hubo
–ni hay– lugar para la población árabe nativa, porque la premisa fundamental
del proyecto sionista ha sido siempre: apoderarse del máximo de tierra palestina
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con el mínimo de población árabe nativa –que debe ser sustituida por población
judía traída de todo el mundo–.
Ese proyecto de conquista de la tierra y asentamiento colonial nunca se
detuvo durante siete décadas (los famosos cuatro mapas ilustran elocuentemen-
te el robo del territorio palestino). Hoy asistimos a una fase culminante de ese
proyecto de conquista y colonización –que es también un régimen de apar-
theid2, como han demostrado exhaustivamente informes de las principales or-
ganizaciones internacionales de derechos humanos– en la destrucción de Gaza
y el intento de aniquilación o expulsión de sus habitantes. Pero Gaza es apenas
un ensayo para el objetivo más ambicioso: la total colonización y anexión de
Cisjordania. Al pueblo palestino se le ofrecen tres opciones: someterse, aban-
donar su patria o dejarse matar. El objetivo colonial es siempre el mismo: la
eliminación de la población nativa.
¿De qué sirve dar cifras del horror, cuando cada día se agregan al me-
nos un centenar de muertos y varios centenares de heridos y desaparecidos que
vuelven las cifras obsoletas? Parecería que cuantas más son las víctimas, más
abstractas se vuelven. ¿Podemos imaginar a decenas de miles de niñas y niños
asesinados, mutilados, traumatizados de por vida? ¿Podemos imaginar que más
del 70 por ciento de las personas asesinadas son mujeres, niñas y niños? ¿Pode-
mos imaginar qué significa perder en un minuto a toda tu familia (padre, madre,
cónyuge, hijas, hijos, hermanas, hermanos, abuelas, abuelos, primos, primas,
tías y tíos, ya que en Palestina en un mismo edificio viven tres o cuatro genera-
ciones), o a más de 100 integrantes de tu familia extendida? ¿Podemos imaginar
que cada una de esas vidas sagradas, preciosas y únicas, tenía un nombre, un
rostro, una historia personal, proyectos y sueños, redes familiares, comunitarias,
colegas y amistades?
Quizás es mejor hablar de todos los récords históricos que ha batido en
pocos meses este ataque israelí sobre Gaza, según informan las más altas autori-
dades de la ONU: en ningún otro conflicto bélico desde que existe esa organiza-
ción hasta hoy (casi 80 años) ha habido tal cantidad de población civil (cerca de
40.000 contando a las personas desaparecidas bajo las ruinas), de niñas y niños
(cerca de 15.000), de personal humanitario y de la ONU (más de 200), de perso-
nal médico y socorristas (casi 500) o de periodistas (140) asesinados/as; de fa-
milias numerosas y barrios enteros borrados de la faz de la tierra; de hospitales,
escuelas, universidades, viviendas, mezquitas, ambulancias, edificios públicos,
carreteras e infraestructura civil reducidos a escombros…
“Esta es una guerra contra la niñez de Gaza”, dijo James Elmer, vocero
de UNICEF en la Franja. “Gaza se ha convertido en un cementerio de niñas y
niños”, dijo Antonio Gutierres, Secretario General de la ONU.
“Ningún conflicto de cualquier magnitud en la historia ha sido tan mor-
tal para periodistas, trabajadores de la salud o paramédicos. De hecho, noso-
2
Disponible en: https://www.cjpme.org/apartheid_list Visitado el 10 abril 2024.
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tros y todo nuestro equipo vivimos con el temor constante de que Israel ataque
directamente este hospital, como lo ha hecho con tantos otros”, dijeron los ci-
rujanos3 estadounidenses Mark Pearlmutter y Feroze Sidhwa, que estuvieron en
Gaza en marzo y dieron testimonio sobre su experiencia en el hospital Europa
de Khan Younis. Y agregaron que al llegar “caminamos a través de las salas
e inmediatamente encontramos evidencias de una violencia horrible dirigida
deliberadamente contra civiles, incluso niños y niñas. Un niño de tres años con
un disparo en la cabeza, una niña de 12 años con un disparo en el pecho, una
enfermera de cuidados intensivos con un disparo en el abdomen; todas [heri-
das] por los francotiradores mejor entrenados del mundo”.
Anthony Bellanger, secretario general de la Federación Internacional de
Periodistas, sostuvo: “En Siria, en Irak, en la antigua Yugoslavia no hemos re-
gistrado este tipo de masacres contra colegas”. Michael Fakhri, Relator Espe-
cial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, aseguró ante el Consejo de
DD.HH. de ese organismo que “nunca hemos visto antes en la historia moderna
que una población civil sea hambreada de manera tan total; nunca hemos visto
a niñas y niños empujados tan rápidamente hacia la desnutrición”. Y OXFAM
afirmó que Israel está usando el hambre como arma de guerra.
Los ejércitos coloniales tienen un historial de masacres sangrientas y
hambruna deliberada contra la población nativa, especialmente cuando se trata
de vengarse de alguna humillación infligida por los pueblos “inferiores” que
han sometido. Y para cometer tantas atrocidades a escala masiva es necesario
un largo proceso de deshumanización de esa población, que en el caso de Israel
comienza en el sistema educativo, continúa en el servicio militar y es instigado
a toda la sociedad colona desde las más altas esferas del gobierno. Es por lo que,
a una semana de iniciada la agresión genocida, más de 800 expertos y expertas
en genocidios4, estudios de conflicto y derecho internacional emitieron una de-
claración alertando que los discursos de odio y el lenguaje racista y deshuma-
nizador utilizados por los gobernantes –y replicados por los medios– de Israel
constituían una incitación al genocidio.
¿Quién empezó y quién tiene derecho a defenderse?
El régimen israelí justifica el ataque genocida sobre Gaza en la violencia
cometida por milicianos de Hamas y otros grupos de la resistencia palestina el
7 de octubre de 2023 en comunidades del sur de Israel; una violencia que todo
el mundo lamenta y nadie aplaude. No obstante, esos hechos violentos, en los
cuales murieron más de 1100 israelíes, deben ser puestos en contexto y pers-
pectiva5.
3
Disponible en: https://www.eldiario.es/internacional/cirujanos-eeuu-gaza-atencion-medica-compen-
sar-dano-infligiendo_1_11260838.html Visitado el: 10 abr. 2024.
4
Disponible en: https://twailr.com/public-statement-scholars-warn-of-potential-genocide-in-gaza/ Visitado
el 10 abril 2024.
5
Investigaciones independientes de medios israelíes y estadounidenses, revelaron después que no todas las
víctimas fueron asesinadas por palestinos, sino que muchas cayeron cuando las fuerzas israelíes dispararon
18
Todos los pueblos oprimidos a lo largo de la historia se han rebelado y
luchado por su liberación por todos los medios posibles. Las rebeliones de es-
clavos, las luchas por la independencia en América en el siglo XIX o en África
en el XX fueron acompañadas de mucha violencia; y cuanto más despiadado ha
sido el amo colonial, más violenta se volvió esa lucha. En ocasiones incluso la
violencia fue dirigida contra la población civil de la entidad colonial; no obs-
tante, eso no convierte a quienes la cometen en un grupo terrorista, porque la
resistencia a la dominación colonial o la opresión no es terrorismo. Y como dijo
nuestro gran educador Paulo Freire, la violencia de los oprimidos es siempre una
respuesta a la violencia original, estructural y mucho mayor de los opresores.
Gaza, la prisión a cielo abierto más grande del mundo –y hoy el mayor
campo de exterminio–, ha estado sometida durante 17 años a un férreo bloqueo
israelí por aire, tierra y mar (sin electricidad, ni agua, ni medicamentos ni su-
ministros básicos) y a bombardeos periódicos, todo lo cual ya había creado una
grave crisis humanitaria6. Los menores de 20 años nunca han salido de Gaza,
pero han vivido ya cinco ataques israelíes que devastaron sus vidas y borraron
del mapa familias y barrios enteros7.
Más aún: el 75% de la población de Gaza es refugiada, proveniente de
aldeas cercanas que fueron destruidas durante La Nakba. Los jóvenes que el 7
de octubre rompieron las vallas de la prisión a cielo abierto, donde han llevado
una vida de privaciones sin horizonte ni futuro e invadieron los kibutz vecinos,
vieron por primera vez las tierras que les fueron arrebatadas a sus abuelos; no
es difícil imaginar el resentimiento y la rabia que experimentaron al tratar de
imaginar cómo serían las casas destruidas de sus familias, sobre cuyas ruinas se
construyeron las florecientes comunidades agrícolas israelíes.
En los últimos dos años el pueblo palestino ha visto cómo la comunidad
internacional ha reconocido sin vacilar el derecho del pueblo ucraniano a resistir
la ocupación rusa, le ha dado todo el armamento posible para defenderse y ha
impuesto sanciones draconianas a Rusia desde el primer día, mientras permite
y apoya la prolongada ocupación israelí y condena la legítima resistencia pales-
tina como “terrorismo”. Este doble rasero ignora que incluso la ONU reconoce
el derecho de los pueblos sometidos a dominación colonial o extranjera y a
regímenes racistas a luchar por todos los medios, incluyendo las armas, para
liberarse (Resoluciones de la Asamblea General 3103 de 1973 y 37/43 de 1982,
entre otras).
Además, desde que en diciembre de 2022 asumió el gobierno más racista
y ultraderechista en la historia de Israel, la población palestina en Cisjordania ha
venido resistiendo una escalada de violencia sin precedentes por parte de solda-
desde tanques y helicópteros para matar a los milicianos que se encontraban con ellas.
6
Disponible en: https://www.btselem.org/gaza_strip Visitado el 10 abril 2024.
7
Disponible en: https://obliteratedfamilies.com/en/intro/ Visitado el 10 abril 2024.
19
dos y colonos
armados8, incitada y dirigida desde el más alto nivel del gobierno
israelí, integrado por ministros como Itamar Ben Gvir (juzgado en el pasado
por terrorismo) y Bezalel Smotrich, que impulsa la expulsión de la población
palestina y la expansión colonial. Antes del 7 de octubre, más de 200 palestinos/
as habían sido asesinados/as (incluyendo 48 niños y niñas9), más de 450 vivien-
das10 palestinas habían sido destruidas, comunidades enteras11 fueron desplaza-
das de sus tierras o soportaron verdaderos programas de colonos12 o reiteradas
y sangrientas invasiones13 a populosos campos de refugiados de Cisjordania.
Antes del 7 de octubre, había 5200 palestinos/as detenidos/as (1264 de
ellos sin cargo ni juicio), incluyendo casi 200 niños y adolescentes, arrancados
de sus camas en violentos allanamientos nocturnos. Después del 7 de octubre,
esas cifras se dispararon y no han parado de aumentar: son cerca de 500 las
personas asesinadas en Cisjordania (incluyendo cerca de 120 niños) y las dete-
nidas rondan los 10000; de ellas, 3600 están presas por tiempo indeterminado
sin cargos ni juicio. Las torturas constantes y la privación de comida y atención
médica en las prisiones israelíes ya han llevado a la muerte a por lo menos 15
prisioneros. En Gaza, las personas detenidas con destino desconocido fueron
torturadas –incluso mujeres y hombres sufrieron violencia sexual–, muchas fue-
ron ejecutadas y sus cadáveres entregados en Rafah con signos de violencia y
total irrespeto por su humanidad.
Además, la población palestina ha soportado durante años todo tipo de
abusos y provocaciones en sus fechas y lugares más sagrados, como las incur-
siones de colonos fanáticos protegidos por las fuerzas de ocupación en el recinto
de Al Aqsa14, y ha visto impotente cómo ni siquiera las imágenes del vandalismo
y la destrucción en el interior mismo de su sagrada mezquita durante el mes de
Ramadán suscitaban la sanción internacional. Y la población cristiana15 pales-
tina también ha sufrido un aumento de las agresiones de los colonos fanáticos
en Jerusalén.
Sin embargo, del pueblo palestino se espera siempre que sea una víctima
dócil y paciente. Durante 76 años ha estado esperando que Occidente reconozca
su derecho a luchar para recuperar su patria y retornar a ella. Cuatro generacio-
8
Disponible en: https://www.btselem.org/topic/settler_violence Visitado el: 10 abr. 2024.
9
Disponible en: https://www.dci-palestine.org/israeli_forces_shoot_dead_12_year_old_palestinian_boy_
in_qalqilya Visitado el: 10 abr. 2024.
10
Disponible en: https://icahd.org/2021/04/26/statistics-on-house-structure-demolitions-november-1947/
Visitado el: 10 abr. 2024.
11
Disponible en: https://www.btselem.org/press_release/20230810_killings_pogroms_expulsion_israel_
dispossesses_palestinians_of_their_lands_using_settler_violence Visitado el: 10 abr. 2024.
12
Disponible en: https://www.btselem.org/video/20230824_turmusaya_pogrom_and_the_killing_of_
omar_jbarah#full Visitado el: 10 abril 2024.
13
Disponible en: https://www.btselem.org/firearms/20230704_jenin_refugee_camp_is_home_of_thou-
sands_of_people_not_a_battlefield Visitado el 10 abril 2024.
14
Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2023/4/5/israeli-police-attack-worshippers-in-jeru-
salems-al-aqsa-mosque Visitado el 10 abril 2024.
15
Disponible en: https://www.jpost.com/christianworld/article-753659 Visitado el 10 abril 2024.
20
nes de palestinos y palestinas han visto pasar gobiernos, cumbres y resoluciones
de la ONU sin que ninguna de ellas fuera acompañada de la voluntad política y
las medidas concretas para terminar con la impunidad de los crímenes israelíes.
Han apostado pacientemente a la diplomacia, las negociaciones, las protestas
pacíficas, los foros internacionales. Todos sus esfuerzos fueron respondidos con
mayor violencia por parte de Israel y con indiferencia por la comunidad in-
ternacional. Treinta años después de los tramposos Acuerdos de Oslo, hoy el
pueblo palestino tiene menos libertad, menos justicia, menos igualdad y menos
territorio que antes.
También es necesario recordar que no se trata de una guerra entre dos
pueblos que se disputan un territorio en igualdad de condiciones: hay un ocu-
pante y un ocupado, un colonizador y un colonizado; uno posee el cuarto ejér-
cito más poderoso del mundo (incluso armas nucleares) y el otro es un pueblo
que no tiene un ejército regular ni tuvo nunca un tanque, un avión ni un barco de
combate. Esa inmensa asimetría de poder, sumada a la arrogante impunidad de
contar con el apoyo de las potencias occidentales lideradas por EE. UU. le han
permitido a Israel sabotear sistemáticamente todos los esfuerzos de negociación
y avanzar en su apropiación incesante del territorio palestino y la eliminación
de su población.
Dado que Israel y sus aliados justifican el genocidio en el supuesto “de-
recho a defenderse” de los ataques de la resistencia palestina, conviene señalar
que, según el Derecho Internacional Humanitario –en particular, el IV Convenio
de Ginebra y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional– Israel, como
potencia ocupante, no tiene derecho a defenderse del pueblo al que ocupa y
despoja, sino al contrario: es responsable del bienestar y la seguridad del pueblo
ocupado.
Por todo esto, los hechos del 7 de octubre deben ser entendidos como
la respuesta de una población humillada, hambreada, bloqueada y sometida a
condiciones inhumanas durante 17 años; a las constantes e intolerables provo-
caciones del actual gobierno extremista israelí, así como a siete décadas de vio-
lación de los más fundamentales derechos humanos y colectivos, incluyendo el
derecho a la autodeterminación. Su pecado es no haberse doblegado y persistir
en resistir la intolerable opresión que se le impone. Quienes lamentan la pérdida
de vidas israelíes el 7 de octubre deberían preguntarse qué hicieron antes por
los miles y miles de vidas palestinas que desde hace siete décadas se cobra la
violencia de la ocupación colonial y el apartheid israelíes.
La comunidad internacional podría haber evitado esta escalada brutal y
sangrienta, y décadas de sufrimiento palestino, poniendo algún tipo de freno o
sanción a los constantes crímenes de guerra y de lesa humanidad israelíes. En
cambio, durante más de medio siglo ha permitido que Israel continúe y profun-
dice su ocupación, robo y colonización del territorio palestino con total impuni-
dad, y que imponga un intolerable régimen de apartheid entre el Mediterráneo
21
y el Jordán, denegando los derechos fundamentales a la mitad de la población
que vive bajo su dominio.
Si algo ha quedado claro tras seis meses de genocidio es quiénes protegen
a Israel: las potencias occidentales que tienen un pasado (o presente) colonial,
detrás de la potencia imperial, EE. UU. tienen claro el papel clave que Israel
ha jugado siempre en defender sus intereses geopolíticos en esa región estraté-
gica. Más aún, los países occidentales han demostrado que están dispuestos a
sacrificar el edificio entero del Derecho Internacional construido tras la segun-
da guerra mundial –justamente para evitar la repetición de genocidios como el
perpetrado por el régimen nazi– con tal de proteger y garantizar inmunidad a su
aliado estratégico.
Y la última potencia colonial del siglo XX, que ha vivido en guerra du-
rante sus 76 años de existencia, sabe que cuenta con esa impunidad; por eso ha
cruzado todas las líneas rojas sin siquiera ser objeto de una sola sanción interna-
cional. Parecería que está dispuesta no solo a aniquilar a toda la población pa-
lestina y apropiarse de la totalidad de su territorio, sino incluso a embarcarse en
una guerra regional con lo que considera “el eje del mal”: Hezbolá en el Líbano,
Irak, Siria (cuyo territorio ha bombardeado repetidamente para asesinar a alia-
dos de Hamas), Yemen y por supuesto Irán, contra quien lleva años presionando
para que su principal aliado entre en guerra.
Sin embargo, en los últimos meses han aparecido signos de que podrían
estar abriéndose fisuras en el muro de la impunidad israelí. Por primera vez en
la historia, y gracias a la iniciativa de Sudáfrica, Israel está siendo investigado
en la Corte Internacional de Justicia (el máximo tribunal de la ONU) por la pro-
bable comisión del delito de genocidio (según la Convención para la Prevención
y el Castigo del Crimen de Genocidio, de 1948). Este solo hecho ha generado
dinámicas que hasta ahora no habíamos conocido, como demandas judiciales
en varios países contra sus gobiernos por complicidad en el genocidio o para
que dejen de enviar armas a Israel (Holanda, EE. UU.); países que anuncian la
decisión de suspender la compraventa de armas con Israel (Turquía, España) o
apoyan la demanda de Sudáfrica en la CIJ (Colombia, Brasil, la Organización
de Países Islámicos, la Liga Árabe y más); sindicatos portuarios que se resisten
a cargar barcos con armas para Israel; la acción directa de los hutíes de Yemen
para impedir que barcos israelíes o de sus aliados operen en el Mar Rojo, etc.
A finales de marzo, la Relatora Especial para los DD.HH. en el Territorio
Palestino Ocupado, la jurista Francesca Albanese, presentó ante el Consejo de
DD.HH. de la ONU su informe “Anatomía de un genocidio16”, en el cual afirma
que hay “motivos razonables” para creer que se ha alcanzado el umbral que in-
dica la comisión del delito de genocidio contra la población palestina en Gaza,
y pidió a los Estados miembros que cumplan sus obligaciones e impongan un
16
Disponible en: https://www.noticiasobreras.es/2024/03/anatomia-de-un-genocidio-en-gaza/ Visitado el
10 abril 2024.
22
embargo de armas y sanciones a Israel. “Cuando la intención genocida es tan
conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista,
debemos hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo”,
afirmó. Y sostuvo que negar la realidad y mantener la impunidad y la excepcio-
nalidad de Israel ya no es viable, especialmente a la luz de la resolución vincu-
lante del Consejo de Seguridad17, adoptada el 25 de marzo, que ordenó un alto
el fuego inmediato en Gaza.
Junto con las voces de cada vez más expertas y relatores especiales18 de
la ONU y de organizaciones internacionales de derechos humanos, la moviliza-
ción de la sociedad civil crece en todo el mundo exigiendo un embargo militar
y sanciones económicas, diplomáticas y políticas a Israel. Por primera vez la
presión desde abajo está incidiendo en las campañas electorales y la populari-
dad de los candidatos, como ocurre sin duda en EE.UU.; en gobiernos y altos
jerarcas de la Unión Europea se observa un cambio de discurso e incipientes
movimientos en la dirección de pasar de las palabras a las acciones; sobre todo
porque Israel, fiel a su tradición de incumplir todas las resoluciones de la co-
munidad internacional, tampoco ha cumplido las medidas provisionales19 que
le ordenó la CIJ a fines de enero, ni tampoco ha respetado hasta ahora el alto al
fuego ordenado por el Consejo de Seguridad.
23
Cuando leemos sus documentos o participamos en sus encuentros, las
comunidades palestinas a menudo interpelan a las iglesias de Occidente por su
silencio o –peor aún– su apoyo a Israel, su opresor. También cuestionan a los
grupos cristianos que en sus peregrinaciones a Tierra Santa solo se interesan por
visitar los lugares por donde pasó Jesucristo hace más de 2000 años, pero no
ven ni escuchan a quienes se consideran “las piedras vivas” y las comunidades
cristianas más antiguas del mundo. “Vengan y vean23” es la invitación que reci-
bimos una y otra vez a visitarles, escucharlos, dialogar con ellas y ellos, conocer
de primera mano su situación; y también a leer la teología de la liberación pa-
lestina, o las teologías contextuales o poscoloniales que escriben desde el otro
lado del Muro24, que encuentran a Cristo en el Checkpoint25 y que desafían la
teología del Imperio26.
Y, sin embargo, la teología de la liberación latinoamericana nos enseñó e
invitó a leer la Biblia desde las víctimas de la injusticia, desde los excluidos y
desde los márgenes de nuestras sociedades. En el contexto palestino, ello signi-
fica aprender a leer la Biblia con los ojos de los cananeos27 y los otros pueblos
que fueron masacrados y expulsados por “el pueblo elegido” que llegó a tomar
posesión de una “tierra prometida” que, al igual que la Palestina codiciada por
el movimiento sionista europeo hace más de un siglo, estaba habitada por otros
pueblos autóctonos.
Significa comprender que confundir el Israel bíblico con el actual Estado
de Israel es caer en la trampa del proyecto colonial sionista que, siendo político
y secular, utilizó la Biblia hebrea como el único elemento aglutinador de las
comunidades judías dispersas por el mundo para convertir la fe judía en una
nación que, por lo tanto, requería de un territorio y un Estado. Significa, en de-
finitiva, descolonizar el estudio de la Biblia y cuestionar la teología que se vale
de relatos como la liberación de Egipto y el Éxodo del pueblo de Israel para
justificar el proyecto sionista de conquista y apropiación de Palestina.
Ante el genocidio en curso, resulta incomprensible el silencio ensordece-
dor de las iglesias de Occidente, que tanto se han pronunciado contra la ocupa-
ción y la guerra de Ucrania. Una vez más, parece que el clamor de las iglesias
y comunidades cristianas palestinas no es escuchado; o peor aún: todavía hay
quienes justifican el genocidio como el derecho de Israel “a defenderse”.
En muchos casos, el temor de causar división o rechazo en sus comuni-
dades lleva a los líderes a guardar silencio. ¿En cuántas iglesias se han dado a
conocer los llamados que las comunidades de Palestina han estado emitiendo
desde el 7 de octubre, en particular el documento “Una llamada al arrepen-
23
Disponible en: https://atg.ps/ Visitado el 10 abril 2024.
24
Disponible en: https://www.ivpress.com/the-other-side-of-the-wall Visitado el 10 abril 2024.
25
Disponible en: https://christatthecheckpoint.bethbc.edu/ Visitado el 10 abril 2024.
26
Disponible en: https://orbisbooks.com/products/faith-in-the-face-of-empire Visitado el 10 abril 2024.
27
Disponible en: https://www.libreria-argentina.com/libros/saad-chedid-y-nur-masalha-la-biblia-leida-
con-los-ojos-de-los-cananeos.html Visitado el 10 abril 2024.
24
timiento: carta abierta de las y los cristianos palestinos a los líderes de las
iglesias y teólogos/as de Occidente”28 y sus mensajes con motivo de Navidad
y Pascua? ¿Cuántas personas cristianas supieron que en 2023 las iglesias de
Palestina decidieron suspender las celebraciones de Navidad en Belén, como
señal de duelo y solidaridad con sus hermanas y hermanos que continúan siendo
víctimas del genocidio en Gaza?
A quienes podrían argumentar que Palestina está muy lejos, la respuesta
es clara: el sionismo cristiano29 está presente a lo largo y ancho de nuestro con-
tinente, dentro de las iglesias y de las mentes de muchas personas cristianas de
buena fe. Basándose en lecturas fundamentalistas, literales y ahistóricas de la
Biblia, el sionismo cristiano afirma que el Estado de Israel es el cumplimiento
de la profecía bíblica del fin de los tiempos y el regreso del Mesías, y de este
modo ofrece una justificación teológica al proyecto colonial sionista. En ese
supuesto plan de Dios no hay lugar alguno para el pueblo árabe palestino, ya
sea cristiano o musulmán. De ahí que los sionistas cristianos no duden en apo-
yar a Israel en su “guerra santa de aniquilación”, que además utiliza la retórica
bíblica30 para legitimarse.
Hoy más que nunca, mientras somos testigos del genocidio en curso, es
necesario trabajar para deconstruir la narrativa y la teología del sionismo cris-
tiano desde perspectivas críticas y decoloniales, y desde otros paradigmas que
vinculen la causa palestina con las luchas de los pueblos indígenas de nuestra
Abya Yala, despojados de su territorio por el colonialismo y el extractivismo, y
contra todas las formas de racismo y discriminación. Porque toda tierra es santa,
y todos los pueblos son elegidos.
Referencias
https://www.cjpme.org/apartheid_list
https://twailr.com/public-statement-scholars-warn-of-potential-genoci-
de-in-gaza/
https://www.btselem.org/gaza_strip
https://obliteratedfamilies.com/en/intro/
https://www.btselem.org/topic/settler_violence
https://icahd.org/2021/04/26/statistics-on-house-structure-demoli-
tions-november-1947/
https://www.kairospalestine.ps/
https://www.ivpress.com/the-other-side-of-the-wall
https://christatthecheckpoint.bethbc.edu/
https://www.christianzionism.org/es/inicio/
28
Disponible en: https://www.kairospalestine.ps/sites/default/files/Spanish.pdf Visitado el 10 abril 2024.
29
Disponible en: https://www.christianzionism.org/es/inicio/ Visitado el 10 abril 2024.
30
Disponible en: https://www.jornada.com.mx/noticia/2023/10/30/mundo/convoco-netanyahu-a-una-gue-
rra-santa-de-aniquilacion-en-gaza-1529 Visitado el 10 abril 2024.
25
Nancy Cardoso1
Bíblia e 2
– guerra santa contra a Palestina
- Um problema para a hermenêutica para América Latina
Bible and – Holy war Against Palestine
- hermeneutics Problems for Latin America
Resumo
Esta reflexão pergunta pelo papel da Bíblia na legitimização da guerra contra o povo
palestino em Gaza e na Cisjordânia ao longo de pelo menos 75 anos; procura enten-
der o sionismo que sustenta a Israel na ocupação militar da Palestina e os modos de
comunicação e reprodução desta “ideia-força” na cultura de massas, no campo reli-
gioso em especial nos usos fundamentalistas da Bíblia; a reflexão identifica proble-
mas e desafios para a hermenêutica latino-americana e possíveis críticas necessários
sobre sionismo, colonialismo, militarismo, patriarcalismo e apartheid; o pensamento
que articula diversos níveis de opressão, sem necessidade de hierarquia, oferece so-
lidariedade ativa com a Palestina Livre e as condições de também libertar o texto
bíblico de toda forma de opressão.
Palavras-chave: Sionismo; Palestina; Israel; Bíblia, cultura de massas; Fundamen-
talismo, apartheid.
Abstract
This reflection asks about the role of the Bible in legitimizing the war against the
Palestinian people in Gaza and the West Bank over at least 75 years; seeks to un-
derstand the Zionism that supports Israel in the military occupation of Palestine and
the ways of communicating and reproducing this “idea-force” in mass culture, in the
religious field, especially in fundamentalist uses of the Bible - with experience of
some hermeneutical exercises; the reflection identifies problems and challenges for
Latin American hermeneutics and possible necessary criticisms of Zionism, colonia-
lism, militarism, patriarchalism and apartheid; only thought that articulates different
levels of oppression, without the need for hierarchy, offers active solidarity with Free
Palestine and the conditions to also free the biblical text from all forms of oppression
Keywords: Zionism; Palestine; Israel; Bible, mass culture; fundamentalism, apar-
theid.
1
Nancy Cardoso, professora visitante Universidade Metodista de Angola.
2
palavra árabe - Al Nakba - que significa “A Catástrofe” (referência ao processo de perda do território e
limpeza étnica a partir de 1948 em que quase 1 milhão de palestinos viveram a Catástrofe nas mãos de
israel; esta palavra ainda hoje marca luta pela sobrerania territorial plena da Palestina.
26
A guerra sionista contra a Palestina e seu projeto de poder
Logo no início da intervenção militar em Gaza em outubro de 2023, o
primeiro-ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, respondeu aos pedidos de
cessar-fogo feitos pela comunidade internacional afirmando com Eclesiastes 3:
A Bíblia diz que existe um tempo para a paz e um tempo para a guerra. Agora é a
hora da guerra. A guerra por um futuro comum. Hoje desenhamos uma linha entre
as forças da civilização e as forças da barbárie (Nethanyahu, 2023).
27
israelense significa dar continuidade e aprofundar os 75 anos de desrespeito das
resoluções das Nações Unidas sobre o território e soberania do povo palestino
(Sahad, 2023).
Entendendo que o atual Estado de Israel não tem uma continuidade me-
cânica com as narrativas bíblicas, assim como a Palestina também não (Ferabol-
li, 2012) a reflexão desde a América Latina, e convocada por RIBLA, entende
que é preciso evitar os relatos superficiais – de mídias e lideranças religiosas – e
abordar de modo integrado os temas de colonialismo, imperialismo, militaris-
mo, apartheid e sionismo e os usos que fizeram e fazem do texto bíblico como
lugar de poder no ocidente.
Israel é uma invenção anglo-saxônica, instrumentalizada recorrentemente ao longo
das décadas por EUA e Inglaterra. O sionismo é uma forma da supremacia racial
branca e europeia sobre os árabes. Um instrumento dos interesses capitalistas e
ocidentais sobre o Oriente Médio. É uma variação contemporânea da racialização
do século XIX, visto pelo Ocidente (e os países não ocidentais ocidentalizados, com
uma classe dominante submissa a essa racialização) como meio poderoso de inter-
venção na principal região produtora de gás e petróleo do planeta (Sacramento,
2023).
28
O que a comunidade internacional chama de apartheid o fundamentalis-
mo sionista chama de eleição exclusiva:
(o pastor) Ferreira, ao final da publicação, lembrou que “cristãos são ensinados na
Escritura Sagrada que Israel é o povo eleito do Altíssimo e sua terra lhes foi dada
pelo único Deus por herança perpétua”, citando a carta do apóstolo Paulo aos
Romanos 11: “Todo o Israel será salvo. [… Pois] quanto à eleição, [os de Israel
são] amados por causa dos patriarcas; porque os dons e a vocação de Deus são
irrevogáveis” (Chagas, 2023).
29
“Complexo de Israel” – o sionismo, militarismo,
apartheid e patriarcalismo é aqui
No Rio de Janeiro, um conjunto de favelas “controladas” por narcotra-
ficantes é conhecido como “Complexo de Israel” – numa referência ao Israel
bíblico. Parece estranho, mas não é: as lideranças deste Complexo usam aber-
tamente referências bíblicas como símbolos de identidade, se autodenominam
“Tropa de Arão” – o irmão do Moisés bíblico - usam a estrela de Davi na marca-
ção do território controlado e está até em um neon no alto de uma caixa d’água
na comunidade Cidade Alta (Mori, 2021).
A autoidentificação com Israel se dá pelo imaginário da terra prometida
ao povo de Deus na Bíblia, de acordo com explicações dos autodenominados
“evangélicos”; lutam pelo controle total do território enfrentando forças po-
liciais e agentes do Estado; lutam pela adesão –pelo bem ou pelo mal– das
populações das comunidades envolvidas; expulsam do território expressões re-
ligiosas dissidentes em nome de Deus.
O imaginário bíblico já não cabe mais nos limites eclesiais. A Bíblia não
circula somente na Escola Dominical, cultos, círculos bíblicos e estudos acadê-
micos. O imaginário bíblico faz parte hoje da cultura de massas sem precisar
necessariamente de um protagonismo religioso explícito: está na música, na
dramaturgia, nos produtos de consumo, nas expressões corriqueira, na disputa
territorial, na disputa eleitoral, no narcotráfico.
Não há novidade na presença da religião nos territórios considerados
“marginais” e em disputa, como é o caso de movimentos de “foras-da-lei” no
Brasil no início do século XX:
Um dos aspectos marcantes do personalidade contraditória de Lampião era a sua
religiosidade, apesar de sua vida de cangaceiro e das influências brutalizantes do
cangaço, Lampião nunca abandonou a sua fé e devoção em Deus, nos santos da
igreja católica, e também no Padre Cícero Romão do Juazeiro do Norte que para
ele, era um homem santo (D´Oliveira, 1999).
30
Pode ser que estes evangélicos no narcotráfico nunca “leram” a Bíblia.
Nem precisa: expressam um fundamentalismo religioso – mágico e extrava-
gante - que espalha seu literalismo por canções, pregações, vídeos curtos e, de
modo especial, nas manifestações públicas da extrema direita… sionista.
O ato em apoio ao ex-presidente Jair Bolsonaro (PL) foi marcado por uma ampla
defesa de Israel. Apoiadores do ex-presidente chegaram à Avenida Paulista, neste
domingo (25 de fevereiro), vestidos com a camisa da seleção brasileira e com ban-
deiras israelenses e dos Estados Unidos (Brasil de Fato, fevereiro 2024).
Uma vez e outra já lemos e oramos com este texto afirmando o Deus da
paz e o fim da guerra. É bonito de cantar, de estampar numa camiseta talvez ou
de anunciar numa celebração contra a violência. Palavra do Senhor. Mas aí vem
a mesma Palavra e esfrega nos nossos olhos:
Transformem os seus arados em espadas e das suas foices façam lanças.
Que até os fracos digam que são valentes!
Joel 3,10 - Nova Tradução na Linguagem de Hoje
3
Kaefer, A arqueologia e a leitura popular da Bíblia, Revista Caminhando v. 20, n. 2, pp. 115-126, jul./
dez. 2015
32
O mesmo imaginário do trabalho na terra é invertido e já não mais anun-
cia um tempo de paz, mas um convite do Senhor do Exércitos à valentia e à
guerra. Entre muitas possibilidades o texto de Isaías 13,4 apresenta Deus como
senhor da guerra, que convoca e organiza um exército para castigar, esmagar os
filhos e assim garantir a paz e a vingança para o seu povo. O estudo contextual
e cuidadoso diria que se trata de um discurso contra os Impérios e suas des-
truições. Mas este contexto não aparece nas pregações e profecias da Bíblia no
projeto fundamentalista: a gritaria é agora!
Ouve-se uma gritaria nas montanhas! São exércitos que estão se ajuntando! Solda-
dos de muitas nações se reúnem para a guerra; o Senhor do Exércitos está preparan-
do um exército para a batalha. - Nova Tradução na Linguagem de Hoje
33
En un principio se hacía de manera selectiva y acrítica con respecto al texto. Se
analizaban textos cuyo sentido liberador era evidente, y aquellos textos que no eran
liberadores eran pasados de largo o, en cierto sentido, maniobrados para obtener
alguna respuesta liberadora o de consuelo a la situación del punto de partida. El
lado violento del texto o del Dios representado en el texto, no era asumido. Los
nuevos sujetos, especialmente las mujeres, echando mano de otras ciencias sociales,
como la antropología y las teorías de género, empezaron a leer de manera crítica el
texto y a rechazar los textos patriarcales (Tamez, 2020).
34
incondicionalmente suas ações e políticas, ainda que sejam consideradas práticas
genocidas em relação aos palestinos, alvo maior da conquista territorial em jogo
(Cunha, 2023).
(…) Amós conhecia a tradição do êxodo. Ela até lhe era relevante. Contudo, ela não
passava de uma tradição nacional israelita equiparável a tradições fundantes simi-
lares de outros povos, no caso de filisteus e arameus (= sírios), os inimigos ao Sul e
ao Norte (cf. 1,3-5.6-8). O evento do êxodo continua tendo sua importância, embora
não se restrinja a Israel. (…) Na denúncia e na ameaça “contra Israel” (Am 1,1),
Amós não reserva lugar especial para Israel. Em sua teologia, Israel — devorado
pelo poder da opressão — não só é equiparável aos povos, é até pior que eles. A
práxis desse Israel não é melhor; sua história não é única (pp.133 e 134).
35
conversar com a gente. Neste momento reafirmar nossa metodologia e espiri-
tualidade é ser solidário com a luta de nosso povo por dignidade e, mais urgente
e necessário, apoiar o fim da guerra, a Palestina Livre e Soberana e a paz justa
duradoura.
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4
Todos os materiais foram acessados nos dia 7 de maio de 2024.
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cariocas;
Nancy Cardoso
nancycptro@gmail.com
38
Sandra Nancy Mansilla1
Martín Federico Giambroni2
Resumen
La teología latinoamericana y su hermenéutica bíblica de liberación ofrecen valiosas
pistas para comprender la lucha del pueblo Palestino, su defensa del propio territorio,
el derecho a su autodeterminación y principalmente a la vida. La experiencia de
nuestra lectura de la Biblia desde la realidad y desde los pobres nos tiende un puente
de solidaridad, de pueblo a pueblo, que es urgente fortalecer.
Palabras claves: Hermenéutica política; Pixley Jorge; Teología Latinoamericana;
Kairós.
Abstract
Latin American theology and its biblical hermeneutics of liberation offer valuable
clues to understand the struggle of the Palestinian people, their defense of their own
territory, the right to self-determination and mainly to life. The experience of our
reading of the Bible from reality and from the perspective of the poor provides us
with a bridge of solidarity, from people to people, which is urgently needed to be
strengthened.
Keywords: Political hermeneutics; Pixley Jorge; Latin American Theologie; Kairós.
Introducción
Desde sus comienzos, RIBLA ha sentado bases firmes en una hermenéu-
tica bíblica de liberación desde las comunidades de lectura en América Latina
y el Caribe. Este enfoque resalta que ninguna interpretación puede considerar-
1
Laica, profesora de teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina, especializada en estudios
bíblicos. Desempeña la docencia en diversas instituciones. Colabora especialmente en la formación de
promotores bíblicos, agentes de pastoral; asesora y animadora de espacios de Lectura Popular de la Biblia
desde las Mujeres. Miembro de la Comunidad Teológica “Rajab” de Argentina.
2
Laico, profesor de teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina. Desempeña la docencia
en diversas instituciones. Colabora especialmente en la formación de promotores bíblicos, agentes de
pastoral; asesora y anima la capacitación sindical a nivel nacional. Miembro de la Comunidad Teológica
“Rajab” de Argentina.
39
se inocente o neutral, ya que siempre está inevitablemente influenciada por el
contexto, la perspectiva y los intereses de la lectura. En este sentido, nuestra
reflexión se enmarca en la tradición de interpretación bíblica latinoamericana,
que encuentra su base en el potencial liberador de la lectura de la Biblia enfati-
zando que la mejor forma de preservar ese potencial es situar la lectura desde el
lugar de las víctimas.
Esta afirmación del maestro Jorge Pixley, tan explícita, nos ha llevado a
sondear sus escritos fundamentales junto a los de otros pioneros que han cimen-
tado el espíritu de RIBLA y de la Teología latinoamericana de Liberación, sobre
bases sólidas y de plena vigencia.
En el texto que citamos, y que recomendamos su lectura completa en RI-
BLA 11 (1994), Pixley nos habla del poder de la Biblia, y también nos advierte
sobre el peligro de quienes pretenden adueñarse del potencial del mensaje bíbli-
co para proyectos voraces de sometimiento y opresión.
Por ejemplo, señala que desde el siglo IV la biblia se usó para legitimar
el poder de los obispos en ciudades imperiales, Roma, Alejandría, Antioquía,
Constantinopla y Jerusalén apoyándose en la legislación del Imperio Romano.
De este modo, pretendían quitar a los rabinos su capacidad de usar el poder de
la biblia, que había sido instituido en Jamnia, cuando expulsaron a los cristianos
de sus sinagogas a fines del siglo I d.C., fijando el canon de su Biblia, y esta-
bleciendo un poder contrario al del imperio romano, que logró extenderse en
Tiberías y Babilonia con apoyo por el imperio persa.
Luego nos recuerda a Tertuliano, cuando en su famoso tratado De praes-
ciptione aereticorum, escrito alrededor del año 200 d.C., a lo largo de 44 ca-
40
pítulos, argumenta que los herejes no tienen ningún derecho de usar la Biblia,
pues no les pertenece, concluyendo que el mensaje de Cristo contenido en la
Biblia pertenece a los apóstoles y a sus sucesores, es decir las comunidades
apostólicas.
Y sigue una lista de casos de usos y abusos que se han hecho sobre este
libro, supeditados casi siempre a proyectos hegemónicos, frecuentemente naci-
dos en alianzas de poder imperial, económico-político-religiosas.
Nuestro repaso crítico sobre los aportes de Pixley nos ha llevado a de-
tenernos sobre dos ejes de su desarrollo: por un lado, el riesgo de considerarse
dueño de la Biblia; y por otro, la amenaza de imponer un punto de vista de lec-
tura para reforzar intereses del propio sector.
41
en base a discriminación religiosa, política y social. Materializando, al decir de
Ilán Pappé (Pappé, 2006), una verdadera limpieza étnica.
Porque en las imágenes y relatos de nuestros hermanos palestinos y pa-
lestinas despojados con crueldad de sus territorios ancestrales, de su historia y
de sus dioses ante la mirada silenciosa del mundo entero desde hace más de 70
años, se actualiza la memoria doliente del colonialismo voraz perpetrado entre
los siglos XV y XIX en América y África por parte de las potencias de la época,
España, Portugal, Inglaterra, Holanda. Y a la vez nos ofrece un prisma para
comprender los desplazamientos forzados de nuestra región, aquellos que viven
los migrantes urbanos, campesinos e indígenas, expulsados por las fronteras del
capitalismo salvaje, por la gentrificación, por el avance de cultivos extensivos,
explotación minera, negocios inmobiliarios, explotación agropecuaria a gran
escala, tala indiscriminada de bosque nativo, privatización de bienes comunes
como el agua y la tierra.
Sin duda, nos debemos la tarea urgente de escribir sobre esta historia de
solidaridad, de pueblo a pueblo, en un despojo ancestral que se remonta hasta
el clamor bíblico de los oprimidos rescatados por el Dios liberador del Éxo-
do, resucitados con Jesús el carpintero de Nazaret, y sostenidos por el Espíritu
insurrecto, a lo largo de los lugares y los tiempos. Y este debería ser nuestro
irrenunciable lugar hermenéutico para hablar sobre el conflicto que atraviesa
hoy Palestina en su lucha por la defensa y derecho a la posesión y goce de su
territorio.
42
Bien sabemos desde este lado del mundo, el sur global, que la justicia que
llega tarde no es justicia; que las reparaciones y las amnistías tardías, frecuen-
temente, significan un nuevo crimen sobre las víctimas; y que no hay olvido ni
perdón posibles ante la doble moral de Occidente, nunca del todo firme en la
defensa de los derechos humanos elementales de las poblaciones subyugadas,
ni mucho menos para la aplicación de la legislación internacional, -que desde la
ONU hasta movilizaciones en todo el mundo- se han pronunciado por un alto
al fuego inmediato en Gaza y en contra de la ocupación ilegal del territorio pa-
lestino. Recién al concluir estas líneas, por primera vez, y luego de incontables
intentos, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas efectuó un llamado en
tal sentido, aunque está por verse si será de cumplimiento efectivo.
y agregaba:
Recuerdo que en una entrevista me habían dicho -cuando aún era diputado- ´Si
ustedes son 2 entre 257, no van a poder hacer nada´. Y ese día mi respuesta fue una
cita del libro de Macabeos 3:19, que dice que la victoria en la batalla no depende de
la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo. Por lo tanto, Dios
bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío.
Una vez más, como decía Pixley, la Biblia es usada para auto referenciar-
se y poner la interpretación a favor de intereses propios y sectoriales, como lo
demuestran los hechos que le sucedieron, ya que este discurso fue acompañado
de una serie de gestos que pusieron en acto la hermenéutica política que Milei
aplicaba al citado texto bíblico:
4 En su viaje a la comunidad Jabad Lubavitch de EE. UU., anuncia que
se lo distinguirá como “embajador de la luz” por su incondicional
apoyo a la política del Estado de Israel y su primer ministro Netan-
yahu.
43
4 En su inmediato viaje a Israel, condena al terrorismo palestino, con-
firmando su apoyo a la invasión de Gaza del régimen de Netanyahu y
anunciando el traslado de la embajada argentina a Jerusalén.
4 Mientras él participaba de la celebración de la Janucá junto a la comu-
nidad Jabad de nuestro país, su ministro de economía anunciaba unos
de los peores programas de ajuste de la historia argentina.
44
moran en ella adoren a la bestia. Engañan a través de grandes señales y hacen
revivir a la bestia, a través de los Bolsonaros y los Mileis, que son los que legi-
timan el poder del imperio. Frente a sus engaños necesitamos volver a pregun-
tarnos ¿quién es nuestro Dios? Y el camino para descubrirlo va de la mano de
otra pregunta, ¿dónde está nuestro Pueblo?”.
El Pastor luterano Munther Isaac, de la comunidad palestina de Belén, lo
decía con crudeza:
(…) Aquí en Palestina, la Biblia se ha convertido en un arma contra noso-
tros, nuestro propio texto sagrado.
(…) Aquí enfrentamos la teología del imperio, convertida en una herramien-
ta poderosa para enmascarar la opresión bajo el manto de la sanción divina.
(…) Hoy, en Gaza, Dios está bajo los escombros. Si Jesús fuera a nacer hoy,
nacería bajo los escombros de Gaza (Isaac, 2023).
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www.religiondigital.org/el_blog_de_juan_jose_tamayo/Teologia-Pales-
45
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12 abril, 2024.
Isaac, Munther. Mensaje navideño del pastor luterano palestino dado en Belén
en vísperas de Navidad de 2023. En: https://www.youtube.com/watch?-
v=CjIG2YZBXpo&t=0s Consulta: 12 abril, 2024.
Los aportes de Sandro Gallazzi y Néstor Míguez pueden verse en el canal de la
Comunidad Teológica Rajab. https:/youtube.com/ctrajab
Sandra N Mansilla
Martín Giambroni
ctrajab@gmail.com
46
Luiz José Dietrich1
A grilagem da Palestina:
A promessa da terra em Gn 12
The Encroachment of Palestine:
The Promise of Land in Genesis 12
Resumo
Esse texto discorre sobre o uso de textos bíblicos – como a promessa da terra para
Abraão em Gn 12 – como legitimação para a invasão e tomada da Palestina, por
diversos movimentos sionistas, e a partir da história da redação do livro do Gênese
conforme a moderna arqueologia e os estudos críticos da Bíblia, mostra a elaboração
dessa promessa como parte do projeto de Josias de tomar as terras do Israel norte,
apontando elementos para uma leitura decolonizada e descolonizadora dessa e de
outras perícopas, de forma a denunciar todos os projetos colonialistas, racistas e
genocidas que usam os textos bíblicos para sua legitimação.
Palavras-chave: Promessa da terra; Sionismo; Colonialismo; Racismo; Gênesis 12.
Abstract
This text discusses the use of biblical texts - such as the promise of the land to Abrah-
am in Gen 12 - as legitimization for the invasion and seizure of Palestine, by various
Zionist movements, and from the history of the writing of the book of Genesis accor-
ding to modern archaeology and critical studies of the Bible, shows the elaboration
of this promise as part of Josiah’s project to take over the lands of northern Israel,
pointing to elements for a decolonized and decolonizing reading of this and other
pericopes in order to denounce all the colonialist, racist and genocidal projects that
use biblical texts for their legitimation.
Keywords: Promise of the land; Zionism; Colonialism; Racism; Genesis 12.
1
Luiz José Dietrich é doutor em Ciências da Religião – História e Literatura do Mundo Bíblico. Atual-
mente é Professor Adjunto e coordenador da Área Bíblica do Programa de Pós-Graduação em Teologia da
PUCPR – Pontifícia Universidade Católica do Paraná. É também assessor do CEBI e do Centro Bíblico
Verbo de São Paulo.
47
181” da ONU – um plano de divisão do que era o então Mandato Britânico da
Palestina para o que seriam os Estados árabe e judeu – que iniciou logo após o
fim da Segunda Guerra Mundial. Embora os árabes palestinos tenham rejeitado
a resolução 181, que atribuía à população judaica menor um território maior, em
1948 Israel usou este plano de divisão para declarar unilateralmente a criação do
Estado de Israel. Neste ano mais de 750 mil palestinos tiveram de deixar suas
casas e terras.
48
Este artigo abordará Gn 12,1-9, como um dos textos bíblicos usado pelo
movimento que impulsionou a criação do Estado de Israel em 1948 – “estabe-
lecido em nome da Bíblia” – que pode ser considerado “um dos grandes crimes
de guerra do século XX”. “O Estado de Israel foi construído sobre antigos sím-
bolos e lendas bíblicas e mitos sionistas modernos, e a reivindicação sionista
da Palestina foi baseada na noção de que Deus havia dado a terra aos judeus.”
(Prior, 1997, pp. 107-119; Massalha, 2007, pp. 1-2).
É importante notar que historicamente, o termo Eretz Yisrael (Terra de
Israel) foi reverenciado por gerações de judeus apenas como um local de pe-
regrinação sagrada e território eclesiástico, mas nunca como um futuro estado
secular. Por quase dois milênios, a tradição e a religião judaicas ordenaram es-
tritamente que os judeus aguardassem a Messias e o “fim dos tempos” antes de
retornar à terra.
É claro que é importante politicamente para os sionistas apregoarem uma presença
judaica constante e duradoura na Palestina e, em particular, na cidade de Jerusalém.
Mas a alegação de que o sionismo político expressa 2000 anos de anseio pela autode-
terminação política e religiosa dos judeus é um mito moderno, inventado na Europa
na metade final do século XIX. A construção de uma nação por meio da invenção
da tradição era uma prática típica da Europa: usar a memória coletiva de forma se-
letiva, manipulando aspectos do passado religioso, suprimindo alguns e elevando e
mobilizando outros, de uma forma totalmente funcional e para fins políticos. Dessa
forma, a memória coletiva mobilizada não é necessariamente autêntica, mas sim útil
politicamente (Masalha, 2007, p. 2).
- Instituto Humanitas Unisinos - IHU (09 de novembro de 2023). Acessado em: 13/04/2024.
49
Palestina: “A Bíblia é o nosso mandato” (Rose, 2004, p. 7). Ben-Gurion era um
sionista não-crente e profundamente secular. No entanto, desde o final do século
XIX, o sionismo judeu secular adotou a doutrina biblicista sionista protestante
da propriedade exclusiva da terra, cuja premissa era que a Bíblia Hebraica for-
nece um sacrossanto “título de propriedade” aos judeus para colonizar a Pales-
tina, e que dá legitimidade moral ao estabelecimento do Estado de Israel e suas
políticas atuais em relação aos palestinos nativos (Masalha, 2007, p. 16).
Assim, parte do sionismo secular judeu, usando a Bíblia mais como “his-
tória” do que como teologia ou fonte de fé (Shindler, 2002, p. 101), junta-se
aos fundamentalistas e, apesar de suas características próprias e sua ideologia
nacionalista – do “retorno” à terra da Bíblia – segue a “trajetória geral dos pro-
jetos colonialistas na África, Ásia e América Latina: A colonização europeia
da terra de outro povo, buscando remover ou subjugar os habitantes nativos da
terra (Ruether, 1998, p. 113).
Estes grupos usam a Bíblia como aqui no Brasil se usa um pedaço de
papel artificialmente envelhecido para reivindicar a propriedade de um terreno
e expulsar dali seus moradores antigos e tomar posse da terra. Esse processo
é conhecido como “grilagem” porque o falso título de propriedade é colocado
dentro de uma caixa juntamente com uma porção de grilos, ali, durante um certo
tempo os grilos roíam partes do papel e depositavam seus excrementos sobre
ele, deixando-o amarelado e roído. O objetivo era deixá-lo com aparência de
um título muito antigo que teria sido feito antes da chegada dos atuais morado-
res ocuparem o terreno. Desse modo, usando estes papéis falsos, além sua for-
ça política e econômica, ou simplesmente a corrupção das autoridades, muitos
construíram enormes latifúndios. Esse tipo de artimanha aparece na alegação
de Ben-Gurion de que a Bíblia era, para o povo escolhido, o sacrossanto título
de propriedade da Palestina “com uma genealogia de 3500 anos” (Ben-Gurion,
1954, p. 100).
A partir do século XIX o paradigma da “terra prometida” ao “povo esco-
lhido” é central também para o sionismo cristão e o protestantismo fundamen-
talista, para o qual a Bíblia é a forma verbalizada e “escrituralizada” que dão
forma às palavras através das quais Deus se deu a conhecer (Barr, 1977, p. 36).
Nas cruzadas, inicialmente os cristãos católicos visavam expulsar os muçulma-
nos da “terra santa”, mas logo seu objetivo passou a ser, na fala do Papa Urbano
II, em 1095. “arrancar a terra do domínio da raça iníqua”. Para os cruzados
“muçulmanos e judeus não tinham ‘direitos religiosos’ em Jerusalém. Eles tam-
bém desprezavam a Igreja Ortodoxa e queriam seus líderes fora do caminho”
(Masalha, 2007, p. 106).
Essa compreensão começa a mudar a partir da fundação do Estado de
Israel em 1948, e especialmente depois da chamada “guerra dos seis dias” em
junho de 1967, quando Israel derrotou muito rapidamente as forças militares
da Síria, Egito, Jordânia e Iraque, apoiados pelo Kuwait, Arábia Saudita, Ar-
50
gélia e Sudão. Nessa guerra Israel triplicou seu domínio territorial: Tomou a
Faixa de Gaza e a Península do Sinai do Egito, as Colinas de Golã da Síria, a
Cisjordania e Jerusalém Oriental da Jordânia, com a conquista da Cidade Ve-
lha de Jerusalém, com grande peso simbólico. O sionismo cristão se aliará ao
sionismo judeu. E depois da derrocada da União Soviética, o surgimento de
correntes islâmicas radicais antiamericanas na Guerra do Golfo (1990-1991), a
proximidade da virada do milênio impulsionaram o dispensacionalismo cristão
americano, ou o “Lobby do Armageddon”. Para eles a Bíblia profetiza a Batalha
do Armageddon (nome grego do monte Megiddo, Har Megiddo/Megiddon, em
hebraico), a batalha final, entre as forças da luz e as das trevas, que assinalaria o
fim desta era e a chegada do reino terrestre de Jesus Cristo (Barr, 1977, p. 190).
Sionistas cristãos, como sionistas judeus, veem 1948 como um outro
“êxodo”, como o retorno à “Terra Prometida”, o cumprimento da profecia bí-
blica e da benção divina. O lobby dos sionistas cristãos juntamente com o lo-
bby dos sionistas judeus, juntamente com os interesses colonialistas britânicos
e estadunidenses foram os responsáveis por moldar a política norte americana
para Oriente Médio (Chomsky, 1983). Suas propagandas nos atingem através de
livros, pregações e mídias, e costumeiramente nos referimos à terra como “Is-
rael”, e não conforme a terminologia usada nos escritórios das Nações Unidas:
“Israel e os Territórios Ocupados”. Essa pequena variação na linguagem escon-
de que Israel com as áreas invadidas e ocupadas na guerra de 1967, constituem
um profundo e violento país dividido (Bowman, 1991, pp. 121-134). Isso tam-
bém se mostra no radicalismo de certos grupos fundamentalistas cristãos evan-
gélicos e ou neopentecostais e judeus que acreditam que é necessário destruir a
o Domo da Rocha, terceiro local mais sagrado para os muçulmanos, construído
no século VII, supostamente sobre a área do “Santo dos Santos” do Templo de
Jerusalém destruído pelos romanos no ano 70 da EC., para então construir ali o
terceiro Templo de Jerusalém. A construção do terceiro Templo em Jerusalém é
considerada necessária para assegurar a volta de Jesus Cristo, o Messias Judeu.
O messianismo sionista judeu vê os avanços militares sobre o território
palestino como parte do processo divino de redenção messiânica de Israel. Um
processo que visa a reconstrução da “santidade e da “totalidade do território
de Israel”, para a construção do terceiro templo e o estabelecimento de uma
teocracia baseada na Halacha (regulamentações e aplicações práticas das leis
da Torá). “A terra de Israel, para o povo de Israel, de acordo com a Torah de Is-
rael”. Entretanto, a compreensão estreita e fundamentalista da Torá, acrescenta
um componente racista à suas propostas e práticas, pois também concebe uma
“radical e incisiva distinção entre judeus e não-judeus”. Eles abraçam a noção
supremacista dos judeus como um “povo escolhido” divinamente (‘am segula),
frente ao qual os palestinos não passam de inquilinos ilegítimos e invasores, e
são uma ameaça ao processo de redenção messiânica. Os direitos humanos e
civis dos palestinos perdem sua legitimidade frente à divina legitimidade do
51
“povo escolhido” e o mandamento religioso (mitzvah) para “conquistar, possuir
e colonizar a Terra Prometida” (Masalha, 2007, pp. 138-139).
Um dos argumentos principais, basilares para estas leituras fundamenta-
listas, que legitimam invasão, colonialismo, racismo e genocídio está baseado
na historicidade da promessa da terra a Abraão: A terra teria sido inclusive esco-
lhida antes do povo. A terra de onde Javé teria feito o primeiro chamado para o
primeiro hebreu: “Saia da tua terra, do meio de seus parentes, da casa de seu pai,
e vá para a terra que eu lhe mostrarei” (Gn 12,1). Por isso agora vamos entrar no
estudo da perícope de Gn 12,1-9.
52
Atualmente nas academias de estudo, que consideram os dados mais re-
centes da arqueologia, trabalha-se com a hipótese de que a história de Israel se
inicia com três ou quatro tribos (Efraim, Manassés, Benjamim e, talvez, Judá),
tendo as demais sendo integradas ao reino do norte (Israel) ou ao reino do Sul
(Judá) paulatinamente ao longo do tempo. O número 12, é um número ideali-
zado, provavelmente simbolizando a totalidade das tribos nos tempos do rei
Ezequias (716-687 a.C.) e do rei Josias (640-609 a.C.). A história de Israel ga-
nha corpo a partir das três tribos do norte, Efraim, Manassés e Benjamim, que
formarão o reino do norte, Israel, conhecido como “a casa de Jacó” (Am 3,13)
ou, às vezes também como “a casa de José” (Js 18,5; Am 5,6.15; Ez 37,16); e
com a tribo de Judá, no sul, a qual incluirá a região de Berseba ou Bersabeia
formando posteriormente o reino de Judá, conhecido como “a casa de Davi”
(1Rs 12,19-20; Is 7,2; Jr 21,12).
Muito provavelmente, só depois de três ou quatro séculos de monarquia,
especialmente após a desestruturação do reino do norte, Israel, a destruição de
Samaria, sua capital, e de sua anexação ao império assírio, é que as tradições
nortistas, referentes aos patriarcas, às tribos e à monarquia nortista serão levadas
para Jerusalém. Nessa época, a invasão assíria fez com que milhares de refugia-
dos israelitas, do Norte, procurassem abrigo em Jerusalém e em outra cidades
de Judá (2Cr 30,25b).
Os estudos arqueológicos e antropológicos mostram que, ao contrário
do que muitas vezes se pensa, Israel era o grande reino da região, enquanto
Judá, econômica-política e militarmente, era bastante insignificante (Finkels-
tein, 2015). Em 2Rs 14,9 expressa-se a diferença entre os dois reinos com a
comparação entre “o cedro do Líbano” (Israel) e “o cardo do Líbano” (Judá).
Os estudiosos estimam que até essa época, 722 a.C., Jerusalém não passava
de uma pequena vila, com algo em torno de 1000 habitantes3, num espaço de
aproximadamente cinco hectares (em grande parte ocupados por templo e palá-
cio). Entre 722 e 700 a.C. o tamanho da cidade passou para sessenta hectares,
e a população passou de 1.000 para 15.000 habitantes (Finkelstein; Silberman,
2018, pp. 248- 251; Grabbe, 2007, pp. 121-122; Liverani, 2008 pp. 195-199;
Zabatiero, 2013 pp. 124-125)4. Será também nessa ocasião que, para acolher os
refugiados da elite do reino do norte, o rei Ezequias ampliará as muralhas e o
abastecimento de água para Jerusalém (2Rs 20,20; 2Cr 32,30). Os números aci-
ma referem-se aos refugiados ricos, acolhidos dentro das muralhas ampliadas
3
Com essa conclusão dos estudos arqueológicos cai um dos últimos pilares da “Teoria Documentária”,
ou “Teoria das Fontes” (Javista, Eloísta, Deuteronomista e Sacerdotal), pelo menos no que diz respeito ao
documento Javista, que teria sido produzido na corte do grande império davídico-salomônico, do qual não
foi encontrado nenhum vestígio arqueológico.
4
Uma estimativa divergente, com números um pouco maiores, é apresentada por William M. Schnie-
dewind, Como a Bíblia tornou-se um livro, pp. 98-106. Porém este autor parece superestimar a importância
de Jerusalém no tempo de Ezequias.
53
para esse fim, mas outros milhares camponeses nortistas, ricos e pobres devem
ter-se integrado a famílias camponesas fora das muralhas, nas terras de Judá.
5
Abandonamos a conceituação de “reforma” para descrever a ação destes dois reis. Reforma seria uma
volta a uma antiga forma. Mas o que estes dois reis fizeram no nível da oficialidade foi impor, de forma
violenta, uma configuração totalmente nova de política: a centralização do culto em Jerusalém e de religião:
a monolatria, o culto unicamente a Javé.
6
Nesse sentido ver: Dietrich, Luiz José; Silva, Rafael Rodrigues da. Em busca da Palavra de Deus. Uma
leitura do Deuteronômio entre contradições, ambiguidades, violências e solidariedades. São Paulo: Paulus,
2020, pp. 25-70.
54
O projeto expansionista de Josias e a “Palavra de Deus” identificada
com um texto escrito
Mas, foi principalmente durante a reforma de Josias (+620 a.C.), que as
imposições políticas e religiosas de Ezequias foram aprofundadas e ampliadas
para toda Judá e também para dentro do território de Israel. que estas narrativas
serão integradas em documentos escritos como a história de um só povo. Bus-
cando ocupar o vácuo de poder deixado com a desocupação do reino do norte,
pela retração da Assíria, em decadência, Josias avança sobre esse território com
o desejo de unificar dos dois reinos (“12 tribos”), em um só reino (sob a dinastia
davídica), um só povo, cultuando somente a Javé e somente em Jerusalém.
É certamente no contexto dessas duas imposições religiosas e políticas
que é constituída, com tradições de Israel, e de Judá, a espinha dorsal de uma
narrativa escrita contendo boa parte dos capítulos 12-50 do livro do Gênesis,
bem como de Êxodo 1-24 e 32-34; do Deuteronômio 4,44-28,68; dos livros de
Josué; Juízes; 1 e 2Samuel; 1 e 2Reis, e certamente também de vários livros
proféticos pré-exílicos, como Amós, Oséias, Isaías, Miquéias e Jeremias7.
Deve-se ter em mente que, além dos nomes dos patriarcas e dos locais
onde viveram e fundaram povoações, a tradição oral nos trouxe pouca ou quase
nenhuma informação histórica do período dos patriarcas e das tribos de Israel.
Os textos sobre as famílias patriarcais têm como pano de fundo a vida dos clãs
nômades que viviam do pastoreio nas áreas semidesérticas da região. Isso, guar-
dadas as devidas precauções, pode dar uma ideia de como viviam as famílias
dos patriarcas e matriarcas. Pastores nômades existem e vivem ainda hoje na
região. Mas nos textos que chegaram para nós, os personagens, Abraão, Ismael,
Isaac, Jacó, Esaú, Labão e outros, na maioria dos casos devem ser vistos como
representantes de povos: Abraão representa inicialmente o reino do sul, Judá,
e na redação pós-exílica, é dado como representante de todo o povo de Israel.
Ismael representa os povos árabes do deserto (16,11-12; 21,18-21; 25,12-18).
Isaac representa o povo que vivia no sul de Judá, em Berseba (26,23-33), depois
incorporado a tribo de Judá. Jacó, e também Israel, representam o reino do norte
(23,24) em sua identidade e relações, ora de alianças e ora de conflito, como
a aliança de não agressão feita com Labão que representa os arameus, sírios
7
Desse modo, apesar de Finkelstein, constatar a significativa ausência de textos escritos advindos das maio-
res cidades do período de Amri/Omri (Finkelstein, 2015, p. 380), de acordo com os mais recentes dados
arqueológicos, em consonância com a crítica bíblica, somos levados a considerar sempre de forma mais
convicta, que de fato a Bíblia começou a ser escrita no reino do norte, em Israel. Veja-se por exemplo, que
dentro do conjunto de textos que se crê elaborados nas reformas de Ezequias e Josias, há um forte predo-
mínio de textos aos quais a crítica bíblia atribui origem nortista: as tradições de Jacó/Israel, de José (seus
filhos são Efraim e Manassés, nomes das duas principais tribos do norte), as tradições sobre o êxodo, o “có-
digo da aliança” (Ex 20,22-23,19), a tradição do “bezerro de ouro” (Ex 32-34), as tradições dos chamados
juízes libertadores, dos santuários de Silo, Gilgal e Betel, de Samuel, de Saul, dos profetas Elias e Eliseu, o
núcleo mais antigo de Dt 12-26, as tradições dos profetas Amós e Oséias, etc., além dos “anais dos reis de
Israel”, e possivelmente ainda outro textos. Estas perspectivas subjazem às introduções e notas aos livros
do Pentateuco na Nova Bíblia Pastoral (2014), e são também apontadas por Israel Finkelstein em entrevista
realizada e publicada pelo Prof. Ademar Kaefer (Kaefer, 2016, pp. 119-126).
55
(25,20; 31,51-54). Esaú representa os edomitas (23,24; 25,30; 33,16; 36,1.8) e
as tensas relações que mantiveram com Israel e Judá (Gn 33).
Assim, para Israel Finkelstein a mensagem dos textos sobre os patriar-
cas, elaborados nos tempos de Ezequias e de Josias
“são essencialmente uma defesa da proeminência de Judá sobre os territórios nor-
tistas articulada pelos escribas do sétimo século a.C. Estes escritores produziram as
narrativas da historiografia bíblica sob o ímpeto da agenda ideológica do expansio-
nismo de Josias” (Finkelstein; Mazar, 2007, p. 38).
Este trabalho quer ressaltar que, para uma leitura descolonizada e desco-
lonizadora do livro de Gênesis, e da própria Bíblia, é fundamental considerar
estes aspectos dos textos elaborados nessa época, especialmente daqueles rela-
cionados ao Pentateuco e à História Deuteronomista. O projeto de Josias, dentro
do qual estes textos foram redigidos, é um projeto de dominação imperialista,
de colonização do norte pelo Sul, e isso precisa ser considerado, especialmente
quando hoje se busca desmascarar da Bíblia para justificar invasões, colonialis-
mos, racismos e genocídios. Pois, as perspectivas colonizadoras e imperia-
listas presentes na teologia de Josias não somente perpassam os textos do Pen-
tateuco e dos livros históricos, mas ainda hoje influenciam teologias e práticas
de diversas igrejas e correntes do cristianismo e do judaísmo. Há também que
se repensar a própria teologia do Antigo Testamento. Há um longo e complicado
processo de formação da teologia de Javé com Deus único do universo (Smith,
1990; 2001; Reimer, 2009). Nesse processo há sem dúvidas aspectos libertado-
res e sagrados, especialmente na origem, quando Javé era a Divindade cultuada
em momentos e circunstâncias que exigiam a defesa e a proteção armada das
famílias, de suas terras, colheitas e das suas próprias vidas. Mas no processo
de centralização do culto em Javé, há também a assimilação de funções de le-
gitimação da monarquia, da concentração de poder e de riquezas, e mesmo da
violência, como a que se deixa ver, por exemplo, no versículo refrão do livro de
Josué “e passaram todos ao fio da espada” (Js 6,21; 8,22-25; Js 10,28-39)8.
Um dos aspectos atuais em que mais se sobressaem os aspectos colonia-
listas e imperialistas, é o conceito que leva a compreender de forma simplista a
Bíblia como Palavra de Deus. É devido à identificação do texto bíblico com a
Palavra de Deus incentivada pelo imperativo de Javé para que Moisés escreves-
se as revelações recebidas (por exemplo Ex 17,14; 34,27) ou da identificação da
revelação com um texto escrito (Dt 28,58.61) são da época de Ezequias, Josias
ou de Esdras. Foi um texto escrito apresentado como “Palavra de Deus” que
legitimou e guiou as reformas e as políticas expansionistas de Josias, e é dessa
raiz que brotam as concepções que apoiam o uso da Bíblia ao longo da história
8
Tais aspectos da Bíblia Hebraica e da teologia bíblica são abordados em livros cujos títulos falam por si,
como Drunk with Blood. God´s killings in the Bible, de Steve Wells (SAB Books, 2010), ou, de Armstrong,
Karen, Fields of Blood. Religion and the history of violence. New York Toronto: Alfred a Knopf, 2014,
entre outros.
56
para legitimar dominações colonialistas e imperiais. E ainda hoje fundamenta
ataques a outras religiões e culturas. Pode ser enriquecedor para o debate a
introdução de uma reflexão do saudoso e sempre muito arguto e instigante teó-
logo, biblista, Pe. Comblin:
“Além disso, há uma evolução nas doutrinas bíblicas. A Bíblia começa com uma
forma de politeísmo e termina com o monoteísmo. Deus não seria o autor das duas
concepções? Não se deve supor uma grande autonomia dos autores, já que os seus
escritos defendem conceitos desmentidos por fases ulteriores da evolução da Bíblia?
Não é aqui o caso de expor a teologia bíblica atual, mas é útil mencionar que a parte
humana da redação aparece cada vez mais claramente. É cada vez mais difícil situar
onde se acha a intervenção de Deus na Bíblia. Esse livro divino é também muito
humano e, por conseguinte, não radicalmente diferente de outros livros religiosos.
Com isso poderíamos caminhar para duas direções diferentes: para uma concepção
que diria que tudo é revelação ou para uma concepção que diria que nada é revelação.
Uma teologia secularizada estaria mais atraída pelo segundo caminho. No diálogo
com as religiões poderíamos ser atraídos pela primeira” (Comblin, 2005, p. 26).
57
e que Abraão, patriarca das tribos do sul viveu em Hebron, onde a veneração
posterior guardou seu nome; enquanto as localidades de Siquém e Betel foram
os locais onde habitaram Jacó/Israel, patriarca – ou talvez, patriarcas – do norte,
Gn 12 nos mostra YHWH prometendo para os descendentes de Abraão, (Judá
e a dinastia davídica) dois dos principais lugares do reino de Israel norte. No
hebraico isso aparece enfatizado pelo apego do pronome demonstrativo “esta”
à palavra terra, que na narrativa refere-se à terra na qual Abraão estaria pisan-
do, terras do Israel Norte. Deve-se notar também que a terra não é prometida a
Abraão, mas a “sua semente”, isto é, aos descendentes de Abraão. É interessante
observar também que a promessa se refere a um pedaço específico, e relativa-
mente pequeno, Siquén e Betel. Diferente de Gn 13,14-17; 15,18-19; 17,4-8;
18,18; 22,17-18; 26,3-4 onde geralmente a promessa refere-se a “toda a terra”,
ou a uma extensão de terra bem maior, como desde o rio Nilo até o Eufrates.
Essa promessa, colocada no início do que seria a parte mais antiga do
livro do Gênesis, capítulos 12-50, faz dela uma legitimação da invasão e tomada
das terras de Israel Norte por Josias, substituindo o império assírio que já não
tinha forças para controlar aquelas terras. É Javé quem teria prometido aquelas
terras para os descendentes de Abraão, principal patriarca de Judá. E isso, con-
forme a glosa no final do verso 12,6, teria acontecido antes de Israel Norte ter se
estabelecido ali: “Nesse tempo os cananeus habitavam a terra”. Nesse momento
Josias, como descendente de Abraão, e seus exércitos estavam usando textos
escritos, talvez os primeiros trechos da Bíblia autenticados e instituídos como
“Palavra de Deus” pela profetisa Hulda (2Rs 22,8-19), para legitimar a invasão
e a tomada das terras de Israel Norte do mesmo modo como os grileiros, com
um documento falso, autenticado por alguma autoridade judicial, ou policial, ou
simplesmente pela força bruta, para tomar terras de famílias camponesas esta-
belecidas há décadas ou séculos naquelas terras, das quais porém não possuem
nenhum tipo de documento cartorial. Pelo que vimos acima, ainda hoje grupos
judeus e cristãos seguem usando a Bíblia do mesmo jeito, legitimando violên-
cias muito semelhantes.
Colocando a promessa da terra para Abraão no início das narrativas, e
colocando Abraão como pai dos patriarcas de outras regiões, a redação josiâni-
ca também faz com que todas as tradições culturais e religiosas do Norte e de
outros povos (Jacó/Israel, Betel, Galaad, José...) fiquem subordinadas às tradi-
ções e instituições sulistas de Jerusalém. Isso também é feito mostrando Abraão
como originário de Aram9 (Gn 12,4b). Jacó tem muito mais relações com Aram
e os arameus. De lá vem suas mulheres, ele faz aliança com seu sogro arameu,
9
Gn 1-11 termina localizando Abraão em Ur dos Caldeus (Gn 11,28 e 31). No entanto, os caldeus somente
aparecem na história por volta do século X AEC. Seu auge é o império neobabilônico, sob Nabucodonosor
II, entre 605-562 AEC. Esta é provavelmente a origem dos grupos de exilados judaítas que voltaram do exí-
lio, a partir de 530 AEC. Ao colocarem Abraão (o patriarca fundador do povo de Israel) no mesmo caminho
feito por eles, os exilados legitimam as transformações políticas e religiosas que serão impostas por eles na
Judá reconstruída, a teocracia e o judaísmo, como um novo começo para Israel.
58
e sua origem arameia aparece em uma das mais antigas orações de Israel Norte
que a Bíblia nos traz: “Meu pai era um arameu errante que desceu ao Egito...
(Dt 26.5-10). Ao colocar Abraão saindo de Aram, a redação josiânica coloca
Abraão como o patriarca “arameu” no lugar de Jacó, o patriarca das tribos do
norte. Tudo pertence à família de Abraão, à dinastia davídica, por direito divi-
no. E todo o relacionamento da divindade com Isaac, Jacó/Israel passa a ser
somente renovação das promessas feitas a Abraão. Deve-se lembrar também do
drástico efeito da noção de que a Divindade pode transferir a propriedade de um
povo para o outro teve e ainda tem na história dos povos colonizados.
A redação final dos textos bíblicos, realizadas pela teocracia/hierocracia
sacerdotal judaíta, após os anos 400 AEC., acrescentará ainda outros elementos
que na leitura fundamentalista, colonialista fornecerão legitimação para outros
tipos de violência: a violência racial. Centrada no Templo, que se estruturava
em torno dos conceitos da Lei, da pureza ritual e racial e do monoteísmo, estas
perspectivas irão enquadrar a história oficial de Israel. Assim, a redação final
de todo o Pentateuco destaca: a lei da instituição do sábado, como dia sagrado
(2,2); a Aliança de Javé com Abraão, a bênção e as promessas para Abraão e
seus descendentes, com destaque para a promessa da terra (12,7; 26,3-4; 28,13;
35,12; 48,4; 50,24); a circuncisão como marca de pertença ao povo da promessa
(17,1-27); a sucessão consanguínea dos patriarcas, dando primazia para Abraão,
fazendo com que todo o povo de Israel seja entendido como descendente de
Abraão (48,15-16); que no conjunto do Pentateuco aparece cultuando exclu-
sivamente a Javé (Ex 20,2-5) como o Deus único (Dt 4,35.39). Isso apoia a
compreensão colonialista dos textos: a terra prometida, ao povo escolhido, de
acordo com a Torá do único Deus que existe, diante do qual todos os direitos e
reivindicações dos povos autóctones podem ser relativizadas ou simplesmente
ignoradas.
A redação josiânica colocou ainda outros textos ligando religião e proje-
tos de dominação colonialista dentro da Bíblia, em momentos importantes da
história de Israel, como
Ex 3,7-8:
Javé disse: ‘Estou vendo muito bem a aflição do meu povo que está no Egito. Ouvi
seu clamor diante dos seus opressores, pois tomei conhecimento de seus sofrimentos.
Desci para libertá-lo do poder dos egípcios e fazê-lo subir dessa terra para uma terra
fertil e espaçosa, terra onde correm leite e mel” ... O lugar dos cananeus, heteus,
amorreus, ferezeus, heveus e jebuseu.
Este trecho contém uma das mais belas e apreciadas descrições bíblicas
do caráter sensível e solidário da divindade para com os oprimidos. Muitíssimas
vezes repetida entre teólogos da libertação e por nós que lemos a Bíblia nos mo-
vimentos sociais e com o povo que luta. Porém a parte final dessa citação, faz
transparecer toda a ambiguidade da teologia oficial de Josias: Javé, a mesma di-
59
vindade que se mostra tão sensível e solidária para com os israelitas oprimidos,
mostra-se violenta e impiedosa com uma dezena de outros povos (cananeus,
heteus, amorreus...), cujas culturas deverão ser destruídas e dos quais será tirada
a liberdade, a terra e a própria vida. Assim, se introduz mais um aspecto terrível
nesta teologia: a violência genocida.
Violências como estas foram praticadas muitas vezes pela cristandade,
com a Bíblia na mão e com esta teologia na cabeça. Ao ler versículos como Dt
11,24-25 e Js 1,3-6.18 quase se pode ver, no lugar de Josué entrando em Canaã,
os espanhóis e portugueses chegando nas Américas:
Dt 11,24-25
Pertencerá a vocês todo lugar onde a planta de seu pé pisar, e seu território irá do
deserto até o Líbano, do rio Eufrates até o mar ocidental. Ninguém poderá resistir a
vocês, porque Javé, o seu Deus, vai espalhar o medo e o terror de vocês em qualquer
terra onde caminharem, conforme lhes falou.
Js 1,3-6.18
Todo o lugar que seus pés pisarem, vou dá-lo a vocês, conforme falei a Moisés.
Desde o deserto e o Líbano até o Grande Rio, o Eufrates, toda a terra dos heteus, e
até o Mar Grande ao poente, será território de vocês. Ninguém poderá resistir a você
durante todos os dias de sua vida. Assim como estive com Moisés, estarei com você.
Eu não o deixarei nem o abandonarei. Seja forte e corajoso, pois você vai fazer esse
povo herdar a terra que prometi dar a seus pais [...]18. Todo aquele que se rebelar
contra suas ordens e não ouvir suas palavras e tudo o que você lhes ordenar, será
morto. Somente seja forte e corajoso.
60
que nele também se fundamentem leituras e práticas colonialistas, imperialis-
tas, racistas e genocidas, semelhantes àquelas elaboradas e institucionalizadas
no uso de partes da Bíblia Hebraica pela monarquia davídica e da Bíblia cristã
e do cristianismo instrumentalizado como religião oficial da longa cadeia de
impérios desde o império romano até os impérios espanhóis e portugueses e o
império norte-americano da atualidade (Peters, 2007, pp. 115-151).
Voltando aos textos bíblicos, nós geralmente não percebemos a violência
presente nestes textos. Não percebemos como estes versículos legitimam e im-
pulsionam atitudes de dominação e colonialismo. Talvez porque não tivemos a
experiência de sermos escravizados, de ter nossas terras tomadas, nossa cultura
e nossa religião atacadas em nome de Deus por outras pessoas. Ou por não
termos tentado ler os textos com os olhos de quem sofreu escravização, a expro-
priação de suas terras ou o desprezo por sua religião e cultura.
Porém, esta é uma leitura necessária para podermos construir teologias e
espiritualidades depuradas de perspectivas colonizadoras, racistas e genocidas.
É necessário colocar-se na perspectiva de quem passou por experiências desse
tipo, e perguntar de onde vêm estes textos? Quem são os sujeitos sócio-po-
líticos e teológicos que estão por trás deles? Porque foram elaborados, quais
suas funções? Sempre é importante a discussão sobre a historicidade de tais
textos, porém aqui, muito mais importante é a discussão sobre as funções que
eles desempenham, pois estão nas Escrituras Sagradas. Por quê estes textos,
estas narrativas, foram elaboradas? Qual é sua função? E especialmente lê-los
na perspectiva dos povos originários deste continente e do continente africano e
de seus remanescentes, e hoje especialmente, dos povos palestinos.
61
a pessoa, e não a pessoa para o sábado” (Mc 2,27; Mt 12,12). Assim também
poderíamos buscar uma compreensão da Palavra de Deus mais pela sua função
do que pela sua relação com uma doutrina ou com uma autoridade religiosa.
Ainda no evangelho de Mateus podemos talvez encontrar mais um ele-
mento que nos ajuda a construir uma compreensão libertadora do conceito Pa-
lavra de Deus. Tem a ver com o sujeito que institui um acontecimento, ou um
texto como “Revelação”, ou “Palavra de Deus”. Isso manifesta-se na oração de
louvor, atribuída a Jesus pela comunidade que nos legou o evangelho de Ma-
teus: “Eu te louvo, Pai, Senhor do céu e da terra, porque escondeste essas coisas
aos sábios e entendidos, e as revelaste aos pequeninos. Sim, ó Pai, assim foi do
teu agrado” (Mt 11,25-26).
Do mesmo modo como na história do povo de Israel foram os escraviza-
dos que viram no êxodo a revelação do rosto e da vontade de Deus, no tempo de
Jesus são os “pequeninos”, isto é, aqueles e aquelas que perceberam a vida, os
atos e as palavras de Jesus como palavras que restauravam sua dignidade, que
defendiam e promoviam suas vidas, como uma palavra de solidariedade radical
de Deus com os pobres e excluídos de seu tempo. E enquanto os poderosos
acusam Jesus de heresias e blasfêmias, os pequeninos instituem Jesus como o
enviado, o “Filho de Deus” (Mc), o “Messias, o Cristo” (Mt), o “Salvador do
Mundo” (Lc).
Na mesma direção, mais tarde, ao redor do ano 100, a comunidade Joa-
nina, violentamente perseguida (Jo 16,2), irá um pouco mais adiante. Ela não
somente instituirá Jesus como a Palavra-Verbo de Deus encarnado (Jo 1,1-18)
mas também instituirá Jesus como o próprio Deus (Jo 1,1; 5,17-18; 8,58; 10,30;
14,8-9; 20,28). Repete-se aqui o mesmo processo que levou a compreensão do
êxodo como Revelação-Palavra de Deus.
Um critério descolonizado e descolonizador de “Palavra de Deus” se-
ria então estabelecer que a autoridade última de qualificar a palavra anunciada
como “Palavra de Deus”, cabe a quem a está recebendo, e não a alguma pessoa,
instituição ou poder que a impõe aos outros a partir de sua posição de poder. As-
sim a Bíblia – e, poderíamos acrescentar, qualquer uma das Narrativas e Escritu-
ras Sagradas dos outros povos - é “Palavra de Deus” quando defende, promove
a justiça, a solidariedade, a humanização, o amor, a vida. Pois “a letra mata, mas
o espírito é que dá vida” (2Cor 3,6).
62
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64
Pedro Lima Vasconcellos1*
Rafael Rodrigues da Silva2**
O livro de Josué:
Entre resistências populares e planos supremacistas,
ontem e hoje
The Book of Joshua:
Between Popular Resistance and Supremacist Agendas.
Yesterday and Today
Resumo
O artigo se detém no livro de Josué, fundamental para as discussões que envolvem o
território da Palestina e as disputas por sua posse, ontem e hoje. Destaca inspirações
colonizadoras e supremacistas que ele suscitou ao longo do tempo – em campos
como o da política, da arqueologia e da pregação – e salienta a necessidade de se en-
frentar a questão de sua confecção, pois nele coexistem, de maneira tensa, memórias
populares plurais de povos que viviam na antiga Canaã/Palestina e tentativas de uni-
ficação da história, com a hegemonia de Israel/Judá e os inevitáveis silenciamentos
daí decorrentes.
Palavras-chave: livro de Josué; fundamentalismo; sionismo; História Deuterono-
mista, memórias populares
Abstract
The article focuses on the book of Joshua, which is fundamental to the discussions
surrounding the territory of Palestine and the disputes over its possession, yester-
day and today. It highlights the colonizing and supremacist inspirations that it has
given rise to over time - in fields such as politics, archaeology and preaching - and
stresses the need to confront the issue of its creation, since it coexists, in a tense
way, with plural popular memories of peoples who lived in ancient Canaan/Palestine
and attempts to unify history, with the hegemony of Israel/Judah and the inevitable
silencing that results.
Keywords: Book of Joshua; Fundamentalism; Zionism; Deuteronomistic History;
Popular Memories
1
Mestre e livre-docente em Ciências da Religião, doutor em Ciências Sociais e pós-doutor em História.
Professor da Universidade Federal de Alagoas (UFAL). E-mail: plvascon@uol.com.br.
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Mestre em Ciências da Religião, Doutor em Comunicação e Semiótica e Livre-docente em Teologia.
Professor Adjunto da Universidade Federal de Alagoas (UFAL) e membro da Direção Nacional do CEBI.
E-mail: rafaelsilva@cebi.org.br.
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Há quem argumente que uma história da Palestina nos dois milênios an-
tes da nossa era só pode – e deve – ser realizado sob a condição de se manter
independente das narrativas veterotestamentárias (Masalha, 2023, p. 79). Estas
estariam irremediavelmente comprometidas com uma ideologia – israelita, ju-
daica – que em nada contribuiria para uma apreciação das dinâmicas sociocultu-
rais transcorridas no território em meio ao qual surgiu e se configurou algo com
o nome de Israel há três mil e poucos anos atrás. O fato de este compromisso ter
sido minimizado, na melhor das hipóteses, teria feito com que a pesquisa sobre
os textos em questão acabasse por engrossar um já espesso véu que estes se
encarregavam de estabelecer; em outras palavras, as pesquisas sobre o “antigo
Israel” refletido nos textos das Escrituras sagradas do judaísmo teriam produzi-
do, de modo intencional ou não “o apagamento da história palestina”, com sua
multietnicidade e pluralidade cultural no período em questão3.
Cabe encarar o desafio. Entre os livros sob atenção quando aparecem
questões como estas há aquele que leva o nome do personagem destaque ao
longo de suas páginas: Josué, apresentado como sucessor de Moisés na lide-
rança do povo que, saído do Egito, depois de demorado percurso pelo deserto,
avançava, sob sua liderança, a conquistar a terra que lhe fora prometida. Este
relato, conservado e transmitido por séculos, foi e tem sido abordado com es-
pecial atenção desde quando as escavações arqueológicas começaram a se de-
senvolver no território palestino. Tem sido também discutido porque nele se es-
posaria uma visão geral sobre os modos de instalação israelita no território que,
a despeito sua alargada difusão, não encontraria respaldo em outras passagens
das escrituras judaicas e mesmo de alguns fragmentos encontrados no próprio
livro. Por outro lado, a este (e ao personagem que lhe dá nome) se tem recorrido,
em vários contextos e por múltiplos agentes, em vistas à efetivação do projeto
sionista de implantação do Estado judeu, em chave racista e de limpeza étnica,
agredindo e violando os direitos de uma população presente no território há
séculos, num processo que atravessa o século XX e avança no tempo presente.
Josué, o livro; Josué, o personagem: eis do que se trata neste artigo sob vários
ângulos, tendo como pano de fundo a questão palestina.
1. Profecia popular
Flávio Josefo, o historiador judeu da Palestina (sim, ele em seus escritos
se refere inúmeras vezes ao território com este nome!) conta que, no que seriam
uns dez-quinze anos após a morte de Jesus, nos tempos do governador Fado,
representante do poderio romano na região, um certo Teudas, a quem tomava
por charlatão,
procurou persuadir a uma massa infinita de pessoas que tomassem seus haveres e
o seguissem até o rio Jordão, pois lhes dizia ser profeta, e lhes assegurou que à sua
3
As expressões aspeadas remetem ao título de obra pioneira de Keith Whitelam listada na bibliografia.
66
ordem se abririam as águas do rio, e desta maneira a passagem se lhes abriria facil-
mente. Com essas palavras iludiu a muitos. Mas Fado [...] enviou de surpresa uma
unidade de cavalaria conta eles, que matou muitos e aprisionou outros tantos. Tendo
capturado Teudas vivo, cortaram-lhe a cabeça e a levaram a Jerusalém (Antiguidades
XX, 96-98).
Mais do que uma referência à primordial abertura do mar pela ação divi-
na por meio de Moisés, narrada no Êxodo, o movimento capitaneado por Teudas
deve ser colocado em conexão com outra cisão de águas, agora no próprio rio
Jordão, que se lê em Js 3 e é recriada por Elias e Eliseu em outra oportunidade
(2Rs 2,6-8): Teudas,
ao dividir as águas do Jordão como um novo Josué, pode ser visto como o líder de
uma conquista inversa, uma retirada ao deserto para purificar-se e preparar o cami-
nho do senhor. [... Com isso se estaria] libertando, assim, o povo da escravidão que
lhe era imposta (na sua própria terra) pelos romanos (Horsley e Hanson, 1995, p.
149; para interpretação um tanto divergente, Crossan, 1994, p. 197).
2. Discursos de colonização
Mas a história que o livro de Josué veio fazendo, principalmente após,
como parte das escrituras judaicas, compor a Bíblia cristã, marcou não tanto
grupos populares em aposta por “novos mundos possíveis”. Tomado como o
relato de como o comandante das tribos de Israel conquistou o todo da terra
cananeia, com a destruição (praticamente) total das cidades e populações ali
residentes – por mandato divino –, inspirou processos de invasão e conquista de
terras por exércitos em movimentações imperialistas e colonialistas. Se Crom-
well, nos tempos puritanos e mesmo revolucionários do século XVII, se apre-
sentou como novo Josué na ocupação inglesa da Irlanda, ele não era o único:
missionários recém-chegados ao outro lado do Atlântico viam nas populações
67
daquelas terras reproduções atualizadas dos inimigos fidagais do Israel liderado
por Moisés e Josué (Masalha, 2013, pp. 16-18). E já na abertura das veias do
que seria a América Latina Josué e suas façanhas foram evocados pelo principal
cronista das conquistas espanholas do México, em nome da evangelização e do
combate à idolatria endêmica das populações indígenas:
Os milagres que se fizeram na conquista desta terra foram muitos. O primeiro foi a
vitória que nosso Senhor Deus concedeu a este valoroso capitão [Hernán Cortés] e
a seus soldados que combateram os otomis tlascaltecas (mui semelhante ao milagre
que nosso Senhor Deus fez a Josué, capitão general dos filhos de Israel na conquista
da terra da promissão) (Sahagun, 1938, p. 19).
Ele continua apelando aos brios estadunidenses para que pruridos mora-
listas não impeçam a adesão ao projeto sionista; simpatias por projetos genoci-
das de ontem e de hoje são constitutivos deles (os brios):
nós, americanos, temos talvez menos direito que a maioria das nações modernas,
apesar do nosso genuíno humanitarismo, de julgar os israelitas do século XIII a.C.,
pois [...] exterminamos dezenas de milhares de índios em todos os cantos da nossa
grande nação e amontoamos os restantes em grandes campos de concentração. O fato
de isto ser provavelmente inevitável [!] não o torna mais edificante para os america-
nos de hoje (Albright, 1957, p. 280).
69
o extermínio das gentes “inferiores”). A crítica a que foram sendo submetidos
seus trabalhos pouco notou os vínculos do autor com uma das partes – a mais
forte, e a que angariava o apoio das forças hegemônicas mundiais – do conflito
que dilacerava o território em que exercia suas atividades de pesquisador. Mas
ao estado sionista de Israel postulados como este não passaram despercebidos, e
explicam por que, em 1956, Albright foi homenageado com o título de “cidadão
de Jerusalém”, sendo o primeiro não-judeu a recebê-lo. Afinal de contas, ele
se havia convertido – particularmente após a divulgação dos horrores nazistas
– em ardoroso defensor do sionismo político, apelando ao direito histórico do
povo judeu à terra da Palestina. Justifica-se todo e qualquer esforço por “reviver
Sião”; afinal de contas, aquela terra fora o laboratório “onde os judeus forjaram
três instrumentos fundamentais da cultura ocidental: a Bíblia hebraica, o Novo
Testamento e a Segunda Lei” (citado em Whitelam, 1996, p. 90). Por outro lado,
garantia o missionário-arqueólogo, em passagem a que não faltam boas doses
de cinismo, à gente autóctone da Palestina, supostamente pobre e ignorante, a
chegada de contingentes judeus vindos da Europa representaria ganho, pois que
poderia usufruir de benefícios tecnológicos e culturais trazidos por eles de uma
região infinitamente mais avançada.
4. O Josué do sionista
Relata Meron Benvenisti, político sionista, que em certo dia de julho de
1949 se reuniu no gabinete de Davi Ben-Gurion, primeiro-ministro do Estado
de Israel, um grupo de nove estudiosos de campos como a cartografia, arqueolo-
gia, geografia e história. Eram colegas de longa data, e já haviam trabalhado na
confecção de mapas, associados que eram à Sociedade de Exploração de Israel
(IES), uma entidade tida em alta consideração pelo público judeu. Suas ativida-
des se articulavam à “ambição judaica de reivindicar a pátria ancestral”, com o
objetivo declarado de “desenvolver e avançar no estudo da terra, sua história, e
pré-história, acentuando o aspecto do assentamento e a conexão sócio-histórica
entre o povo de Israel e a Eretz Israel”. Isto exigia documentar concretamente “a
continuidade de um fio histórico que permaneceu incólume, do tempo de Josué
ben Nun aos dias dos conquistadores do Negev em nossa geração”. Tais estu-
diosos aceitaram com entusiasmo a tarefa que lhes foi atribuída, constituídos
que foram membros de um Comitê para a Designação de Nomes de Lugares
na Região do Negev, que deveria nomear em hebraico todos os lugares (monta-
nhas, vales, rios, rotas etc.). Eles não estranharam que uma atribuição como esta
constasse das prioridades do governo iniciado há pouco mais de um ano, dadas
as circunstâncias singulares – para dizer o mínimo – em que a imposição da-
quele Estado transcorria. Sabiam da importância do encargo haviam recebido:
“redigir uma escritura de propriedade judaica de mais da metade do território de
70
Israel” (Benvenisti, 2000, pp. 11-12; o destaque no interior de uma das citações
é nosso; veja também El-Haj, 2001, pp. 91ss).
Josué, livro e/ou personagem, foi inspiração para intervenções sionistas
para muito além da região do Negev4. O próprio Ben-Gurion, em vários de seus
escritos, remete ao tema não poucas vezes para assentar os horizontes do pro-
jeto que tratava de conduzir sobre o território, deslocando populações inteiras,
assentando imigrantes, num processo claro de limpeza étnica. É importante que
Ben-Gurion está longe de ser alguém que que imediatamente se associaria a
alguma forma de fundamentalismo judeu; pelo contrário, é associado a esse
oxímoro que é “sionista – de esquerda”. Esta condição dá ainda mais relevância
a seus recursos a Josué; vejamos. Ao introduzir uma série de escritos produzidos
nos dias decisivos, de intensa atividade bélica, que culminaram na imposição
do Estado de Israel em 15 de maio de 1948, Ben-Gurion asseverava: “A nossa
guerra [pela imposição do Estado] é um ponto de virada na história judaica
como foram as guerras de Josué e dos asmoneus” (Ben-Gurion, 1954, p. 223).
Já na formatura de um grupo de militares, dois anos depois, evocava seu herói
ancestral: “o Exército de Defesa de Israel de hoje é muito jovem, mas a história
militar judaica é antiga. [...] Nosso primeiro general foi Josué [...]” (p. 298).
Outras citações acabavam por desdenhar de todo trabalho de interpretação do
texto sagrado; sua exegese efetiva acontecia no front do combate contra a popu-
lação palestina, contribuindo decisivamente para a consolidação dos “princípios
morais e valores humanos”, escrevia ele em 1951 (p. 399), que fundavam o
estabelecimento do Estado que ele então dirigia: “o Livro é nossa linguagem
toda. Nenhum comentador desvendou os capítulos de Josué como o fizeram os
feitos épicos de nosso Exército” (p. 433). E, um ano depois, ele se expressava
semelhantemente:
comentários e mais comentários foram escritos sobre o livro de Josué. Eles tiveram
seu valor, ao darem clareza e nome a coisas muito obscuras e lugares ignotos. Mas o
comentário dado pelas batalhas da Guerra da Independência, a grande luz que a nova
soberania lançou sobre o nosso passado, ofuscará todos eles (p. 517).
4
O próprio nome Negev usado para designar atualmente a região mais ao sul da Palestina resulta da impo-
sição do termo bíblico (lido em Gn 12,9, por exemplo) sobre o anterior árabe Naqab.
71
os mapas serão refeitos, vilas serão arrasadas (tome-se Deir Yassin como símbo-
lo), despovoadas e repovoadas (Tantura é um dos exemplos mais dramáticos),
populações serão desalojadas, expulsas mesmo, num processo cujos lances mais
recentes assistimos praticamente ao vivo.
5
Pastor e televangelista, Robertson tentou, sem sucesso, ser indicado candidato à presidência dos Esta-
dos Unidos nas eleições de 1988. Chamou a atenção por ter atribuído a doença que atingiu Ariel Sharon,
primeiro-ministro de Israel no início dos anos 2000, a castigo divino devido à disposição que este teria
manifestado em proceder a negociações derivadas dos chamados “Acordos de Oslo”.
72
Algumas fronteiras não foram criadas pelo homem, mas foram decretadas pelo céu.
Estavam sob a areia e só era preciso limpá-las e restaurá-las como na antiguidade. A
nação de Israel jazia tapada pelo pó islâmico, à espera do momento perfeito decidido
por Deus. Quando o alento de seu espírito levou embora a areia, abriu-se um novo
capítulo da história espiritual (Ron Cantrell, pastor evangélico, citado em Barker).
73
25,19-34; Ex 13,5; 23,23; 33,2; 34,11; Nm 13,29; Dt 7,1; 20,17; Js 3,10; 9,1;
11,3; 12,8; 24,11; 1Rs 9,20; 1Cr 1,14-16; 2Cr 8,7; Esd 9,1 e Ne 9,8).
Tomemos, a título de exemplo, Js 11,21-23 e à referência aí encontrada
aos ignotos “anaquins”: quem foram eles? Em Nm 13,28 e Dt 1,28 são asso-
ciados a alguns grupos cananeus e descritos como um povo poderoso, cujas
cidades são fortes e grandes (fortificadas). Em Dt 2,10-12.20-23 também classi-
ficados como povo grande, numeroso e de alta estatura e são listados junto com
outros grupos, entre os quais os horreus (filhos de Esaú). A impressão de que
enaquim ou emim sejam correlatos para implicar a apresentação de grupos que
dominam a arte do ferro (minério) e por isso a descrição de força militar (sua
estatura, poder em número e força) e sua relação com os termos nephilîm (gi-
gantes) e giborîm (valentes, guerreiros). Como se vê, as informações apresenta-
das sobre os anaquins são poucas e delas não é possível extrair muita coisa. Mas
esta é apenas uma das tantas memórias apagadas e da necessidade de revisitar
os textos na percepção de outras histórias subjacentes em cada grupo e etnia.
Em síntese: somos tentados a conceber numa rápida leitura dos livros de
Josué e de Juízes e conceber que tempos diante de nós uma obra unitária que se
compõe ao redor da posse da terra (Js 1-12), da herança e distribuição da terra
(Js 13-Jz 2), das narrativas sobre os juízes (Jz 3-16) e os conflitos acerca do
santuário (Jz 17-18) e da violência com as mulheres (Jz 19-21). Mas se fizermos
uma leitura levando em conta as contradições entre os dois livros e o caráter
diversificado da obra deuteronomista, esta coesão que podemos imaginar existir
só é alcançada, a muito custo, e não sem contradições, na redação final e nos
interesses dos grupos de poder e a defesa de seus interesses e domínio.
Por certo, as memórias mais antigas se encaixam nos ambientes da pro-
fecia e os seus enfrentamentos à política expansionista e os interesses imperia-
listas ditando os projetos dos reis de plantão. Estas memórias encontram eco
na profecia que contesta o poder dos novos ricos que detêm o controle político,
econômico e religioso da terra e, ao mesmo tempo, são silenciadas e persegui-
das pelas tendências daviditas, jerusalemitas e sacerdotais. No período depois
do exílio da Babilônia é que nos deparamos com as intenções concentradoras e
de retomada do poder dos grupos sacerdotais e da lei (projetos de reconstrução
de Esdras e Neemias). Neste ambiente histórico se constrói a noção de Livro
da Lei de Moisés e aos poucos a Lei de Deus equivale à Lei do Rei (do impé-
rio); ressalta-se a superioridade e domínio de Israel sobre as nações vizinhas
ou a destituição de outras etnias. Podemos dizer que a história deuteronomista
no processo de harmonização dos livros de Josué e Juízes tem a tendência de
“israelitização” dos textos e o fortalecimento do judaísmo e suas instituições
(Silva, 2022, pp. 46-47).
Há que considerar que a historiografia apresentada nos livros de Josué
e Juízes sobre o território de Canaã ou a chamada conquista/ocupação da ter-
ra prometida representa a interpretação de grupos diversos em momentos bem
74
posteriores àquele século XIII a.e.c. a que remeteriam os fatos narrados, carre-
gada de interesses políticos, ideológicos, étnicos, culturais e de poder. A com-
pilação interpretativa de corte “deuteronomista”, a partir do século VII a.e.c.,
é inicialmente marcada pelos interesses de poder dos grupos nacionalistas e
daviditas, denominados “povo da terra”, que estão na base do governo do rei
Josias e sua reforma concentradora e centralizadora em Jerusalém. No quinto
século, depois do exílio da Babilônia, desenvolve-se uma tendência exclusivis-
ta, de pureza étnica e defesa da “raça eleita” (cf. Esd 9 e 10). Neste ambiente
se dá também a compilação dos textos do Gênesis ridicularizando moabitas,
amonitas e edomitas.
A redação final das narrativas de conquista, de guerra de ocupação, ex-
pulsão de povos que viviam no território é marcadamente a leitura e interpreta-
ção dos grupos deuteronomistas defensores do estado davidita, da centralização
religiosa no Templo de Jerusalém (Sião), da posse da terra ao povo da promessa
ou povo eleito de Israel. A leitura e interpretação da história consolidou estas
tendências e deixou suas marcas de forma decisiva na constituição geral do livro
de Josué, o que veio a possibilitar as leituras que redundaram na apropriação
sionista desta obra sem maiores dificuldades, conferindo-lhe as cores do funda-
mentalismo, do colonialismo, do racismo e da limpeza étnica.
Mas, ao descosturar as amarras e costuras feitas pelos redatores do livro,
podemos perceber pequenos retalhos de outras histórias, que, justamente por
terem sido escondidas, silenciadas e negadas ficaram registradas, subjacentes e
para além do registro colonizador deuteronomista. Algumas delas são a memó-
ria do clã cananeu de Raab (Js 2,1-21 e 6,22-25), a do clã dos gabaonitas (Js 9).
Mas temos aquela do clã dos cenezeus em Hebron (Js 14,6-15; 15,13-19), do
clã calebita (Js 14,13-14) e ainda a memória recoberta, enfim apagada, de Jael
(cf. Js 11 e Jz 4,17-22; 5,24-27). Estas e outras importantes memórias de clãs de
Canaã/Palestina invisibilizados e silenciados resistiram, apontando que há ou-
tras histórias a que cabe dar atenção, para não simplesmente reproduzir o olhar
e leitura de uma única história contada pelos colonizadores israelitas/judaítas.
Vamos a duas delas.
75
Josué e os conquistadores é uma jogada de mestre dos redatores neste capítulo,
ao exaltar o dominador e, ao mesmo tempo, ridicularizar o dominado. Esta vi-
são da narrativa permanece sem o contraditório, pois lemos o texto com os olhos
do Israel conquistador e colonizador.
No acordo entre Josué e os gabaonitas encontramos os seguintes aspec-
tos:
1. Em vários momentos os gabaonitas se apresentam como “teus servos”
(vv. 8.9.11.24), demonstrando uma posição de submissão e medo;
2. Os israelitas recolheram as provisões trazidas pelos gabaonitas (v.
14), prevalecendo a lógica tributária.
3. O estatuto dos gabaonitas: não são exterminados devido o juramento
com os “príncipes da comunidade” a Deus e se tornam “rachadores de
lenha e carregadores de água para toda a comunidade” (vv. 21.23.27).
É imposta aos gabaonitas a servidão para a comunidade e para o altar.
A expressão “até o dia de hoje” nos conduz para as mãos e interesses
dos redatores que concluíram esta narrativa que entrelaça as ações de
Josué, dos homens de Israel e dos príncipes da comunidade.
4. A paz proposta por Israel tem como base as leis e acordos de guerra
como descritas em Dt 20: com ritual sacerdotal (vv. 1-9) e relatos de
extermínio e a conclusão do acordo de paz consiste que todos que
se encontram na cidade serão entregues ao trabalho forçado e se não
houver acordo serão entregues ao extermínio e ao saque (vv. 10-20).
No v. 17 se diz: “serão consagrados totalmente ao extermínio os he-
teus, os amorreus, os cananeus, os fereseus, os heveus e os jebuseus”
(Lembremo-nos de que, de acordo com Js 9,7, os gabaonitas são cha-
mados de heveus). Também nos remete para Dt 29,10.
76
aliança nos tempos de Saul e Davi, conforme o relato de 2Sm 21. O que mostra
que a Js 9 é uma narrativa construída a partir da perspectiva da monarquia de Is-
rael, dos governos daviditas sobre outros povos e tradições presentes em Canaã/
Palestina. Neste sentido, cabe notar que, se na memória popular, as sandálias
remendadas, pão endurecido, caracterizavam a pobreza presente entre os povos
que migravam e lutavam pela sobrevivência, tais representações foram condu-
zidas pela redação posterior na perspectiva de apresentar os gabaonitas como
enganadores. Sua presença no livro não pôde ser apagada, mas foi utilizada
de maneira caricata, em vistas a legitimar os extermínios de outros povos e os
processos de escravização.
77
segurança nacional, Raab consegue proteger os espiões, que ficam escondidos
junto com os feixes de linho. Esta pode parecer uma informação aleatória, mas,
na memória de grupos de mulheres, este esconder/guardar parte da produção
para sobreviver faz pensar em manobras para escapar ao forte controle tributá-
rio praticado pelos reis, bem como remete a um provérbio profético-camponês:
quem guarda a figueira comerá de seu fruto (Pr 27,18).
Raab propõe aos espiões um compromisso pela vida: ao escondê-los e
enganar os guardas os livra da morte, de maneira em que, na vinda para atacar a
cidade, eles possam se lembrar dela e sua casa. Esta aliança tem uma sequência
convencional: uma apresentação da situação (vv. 9-11); preâmbulo (v. 11); tra-
tativas de ambos os lados (vv. 12-13.18-20); sanções (vv. 18-20); juramento (vv.
14 e 17) e um sinal (vv. 18-20) (Vialle, 2022, p. 8). Esta aliança com os coloni-
zadores de Israel não segue a tradição da lei do Deuteronômio ao tratar de exter-
mínio/sujeição; fundamenta-se na tradição do êxodo, pois sua casa traz a marca
de uma corda vermelha: sinal de aliança e pertença. As mulheres e suas casas
têm estratégias e conhecem bem as ações daquela gente de plantão no poder.
O relato simbólico da ocupação de Jericó aponta para a memória dos
clãs que lutam pela liberdade, no cuidado dos seus corpos. Já na compilação
dos capítulos 2 e 6 os redatores posteriores apresentam Raab como adoradora
da divindade de Israel e conhecedora dos acontecimentos da saída do grupo
de Moisés do Egito. Está bem distante da memória do clã de Raab a descrição
vitoriosa dos colonizadores que saqueiam e armazenam no “tesouro da casa de
Iahweh” (6,24), expressão que afirma projetos concentradores do tributo, no
templo da reforma de Josias ou naquele reconstruído pelos persas.
A memória clânica de Raab está associada às lutas contra as opressões e
não ao projeto colonizador e centralizador da monarquia. Sua memória está dis-
tante dos interesses de quem promove saque e tributação, mas acaba aprisionada
pela redação mais geral do livro em que foi inserida. No entanto ela ali está.
Tanto o rei de Jericó quanto os espiões não têm nome, e a prostituta é a única
a ter seu nome e memória conservados; suas palavras são dignas de crédito, ao
embasarem o relato dos espiões a Josué sobre a terra e Jericó.
Conclusão
A Bíblia, especificamente a TaNaK, é um livro cujos materiais, em sua
maioria, surgem do chão palestino, “multifacetado”, com “uma história de es-
tilos miscigenados e tradições contraditórias” (Masalha, 2023, p. 79), que viu
esforços em vários campos, que vão do militar ao literário e religioso, no sen-
tido de dar a ele uma única e uniforme coloração. Mas justamente as memórias
que, para este fim, foi preciso tratar de apagar sobreviveram fragmentárias, ex-
tremamente fragmentárias, justo ao serem mencionadas. Uma leitura que con-
sidere as bordas e franjas do texto, algumas não tão minúsculas assim, permite
78
perceber como Josué dá testemunho, a contragosto de quem o formatou e lhe
definiu os eixos centrais, de uma Palestina multiétnica, pluricultural, diversa
religiosamente.
Os materiais (transmitidos de forma oral e/ou escrita) de que se terão
servido as redações ditas deuteronomistas na elaboração do livro em boa parte
apontavam na contramão do que poderiam ter sido as intencionalidades que
motivaram estas últimas. Esta é um tipo de complexidade incômodo aos fun-
damentalismos e sionismos e todos os matizes. Mas eis aí uma tarefa em que
avançar; não basta contrapor as memórias populares presentes no texto àquelas
passagens cujo estilo e forma denunciem as intervenções que dariam ao texto
a forma pela qual o conhecemos. Para uma hermenêutica e uma historiografia
polifônicas cabe manter a tensão: nem a recuperação das histórias populares há
de fazer ignorar a redação do livro em seu todo, nem a abordagem deste livro do
Israel da Palestina – como se ele fosse absolutamente coeso e coerente – há de
impedir que poderosas dissonâncias saltem à vista.
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80
Maricel Mena-López1
Resumen
Teniendo en cuenta la intencionalidad de este número de RIBLA que, entre otras
cosas, es una invitación a salir de los fundamentalismos bíblicos que entienden que
la única salida para mediar un conflicto es la guerra santa, aprobada y abalada por
un Dios sacrificial y fratricida. La autora se aproxima a la narrativa de 2Sm 1-14
analizando los pactos de sangre y venganza en contra de la casa de Saúl. Prestando
especial atención a los rituales de duelo de mujeres en la antigüedad a propósito
del caso Rispa y Merab, y, estableciendo un diálogo con la realidad de las mujeres
palestinas hoy.
Palabras clave: Pacto; Venganza; Cuerpo; Territorio; 2Samuel.
Abstract
Considering the intention of this issue of Ribla, which, among other things, is an in-
vitation to get out of the biblical fundamentalisms that understand that the only way
out to mediate a conflict is the holy war, approved and endorsed by a sacrificial and
fratricidal God. The author approaches the narrative of 2Sm 1-14 by analysing the
covenants of blood and vengeance against the house of Saul. She pays special atten-
tion to the mourning rituals of women in antiquity in the case of Rispah and Merab
and establishes a dialogue with the reality of Palestinian women today.
Keywords: Covenant; Revenge; Body; Territory; 2Samuel.
Introducción
El mes de diciembre pasado fui invitada por un colectivo de solidaridad
por Palestina a un conversatorio en la Universidad Federal de Goiás con el tí-
tulo “rueda de diálogo Palestina: formación histórica, territorio y resistencias”.
Estando a las vísperas de la conmemoración del nacimiento del niño Jesús y
bajo el impacto de un genocidio salvaje que ha cobrado la vida de miles de
1
Maricel Mena-López, teóloga y biblista afro-feminista latinoamericana, posee maestría y doctorado en
Ciencias de la Religión. Es docente de Antiguo Testamento en la Universidad Santo Tomás, Bogotá. Orcid:
https://orcid.org/0000-0001-5958-0570. E-mail: maricelmena@usta.edu.co
81
niños y niñas. Esta imagen me sirvió de preámbulo para sensibilizar al público
de la realidad de tantas mujeres palestinas que han perdido a sus hijos en esta
guerra fratricida. No hay explicación teológica que lo legitime más que el deseo
de control y dominio territorial de un grupo que al considerarse heredero de un
pacto eterno e indisoluble con Dios justifica la guerra santa2. El confinamiento y
despojo territorial de sus hermanos ancestrales viene de largas décadas.
La opción de la ONU de 1947 de dividir a Palestina en dos estados no
fue consensuada, pues solamente los judíos estuvieron de acuerdo, mientras que
los árabes no. Al no haber acuerdo de las partes involucradas, la independencia
judía del 1948 provocó varios encuentros bélicos expansionistas. Los constan-
tes actos de violencia, abusos a los derechos humanos, amenazas, disputas te-
rritoriales, nacionalismos han conllevado al exterminio del pueblo palestino. Es
necesario recordar que tanto los judíos, los musulmanes y católicos también son
herederos del pacto ancestral, pues Jerusalén en particular es una ciudad sagrada
para todas estas religiones.
De hecho, la guerra es un invento de los hombres, en este caso referida al sexo mas-
culino. No todos los hombres, por supuesto. Pero a lo largo de la historia se ha im-
puesto un modelo hegemónico de masculinidad, basado, entre otras cosas, en la vio-
lencia a lo largo de la historia, basado, entre otras cosas, en la violencia, afectando a
todos, tanto a las mujeres como a los hombres. (Neuenfeldt & Schinelo, 2005, p. 23)
La imagen también fue una motivación para recordar que, durante el na-
cimiento del niño de Nazareth, muchos niños fueron sacrificados durante la épo-
ca del emperador Augusto, siglo I (Lc 2, 1-7). Muerte y vida parecen ser las dos
2
Aunque en la Biblia no aparezca explícitamente esta expresión “guerra santa”, la asumimos como un tipo
de guerra que se realiza sobre presupuestos religiosos y espirituales. Aunque la actual guerra no sea exclu-
sivamente religiosa y sí político y social, se fundamenta en un legado religioso ancestral que la justifica.
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caras de una guerra que mata sin piedad cualquier posibilidad de reproducción
de la vida. Según recientes noticias de la ONU:
Esta guerra es una guerra contra los niños. Es una guerra contra su infancia y su futu-
ro”, ha dicho el comisionado general de la UNRWA. Philippe Lazzarini ha calificado
de “asombrosos” los últimos datos de las autoridades sanitarias de Gaza que revelan
que al menos 12.300 jóvenes han muerto en el enclave en los últimos cuatro meses,
frente a los 12.193 en todo el mundo entre 2019 y 2022 (ONU, 2024, p. 1).
83
La narrativa de 2Sm 21,1-14 registra un período de hambruna por lo que
David consulta a Yahvé y este le dice que la culpa de esa situación es de Saúl
y de su casa, porque este rey había asesinado a los gabaonitas. Entonces David
pregunta a los gabaonitas qué puede hacer por ellos para aplacarlos y para re-
cibir bendiciones en la tierra de Yahvé, estos replican que la cuestión no es ni
de oro, ni de plata ni de hacer morir a nadie en Israel, argumentando que Saúl
los llevó al exterminio por el celo a Yahvé, y como consecuencia de este acto,
solicitan al rey David que les entregue a los siete hijos de Saúl para despeñarles
frente a Yahvé en Gibea de Saúl.
Atendiendo a los deseos de los gabaonitas, David toma a los dos hijos
que Rispa le había dado a Saúl (Arnoni y Mefibóset) y a los cinco hijos de Me-
rab la hija de Saúl dejando libre a Mefibóset, hijo de Jonathan (2 Sm, 21, 7) por
causa del pacto de amor que Jonathan hizo con David (1Sm18,3), por el amor
que él también le profesaba (2Sm 9,1) y por el supuesto juramento que según
él, Yahvé le había hecho a Jonatán3, y los entregó a los gabaonitas quienes los
despeñaron en el monte de Yahvé en los primeros días de la siega de la cebada.
Rispa tomó una tela de cilicio y la tendió sobre el peñasco, para ser mo-
rada desde el inicio de la cosecha de cebada, finales de abril hasta el inicio de
la lluvia, mes de octubre, es decir, durante casi seis meses, no dejando que las
aves del día ni las bestias de la noche posasen sobre los cadáveres. Fue avisado
al rey David de lo que ella estaba haciendo, y como consecuencia, el rey mandó
a recoger los huesos de Jonatán, hijo Ahinoam, quien había sido colgado por los
filisteos el día que mataron a Saúl en Gelboé. De este modo, los huesos de Jo-
natan y los de Saúl fueron reunidos junto a los huesos del despeñadero y fueron
sepultados en la tierra de Benjamín, en Sebá en el sepulcro de Quis, padre de
Saúl, y después de esto, Dios se aplacó con la tierra.
La primera pregunta que nos surge es sí era necesario que los hijos y nie-
tos indefensos de Saúl mereciesen morir de esta forma y cuál la intencionalidad
del redactor al librar el pellejo de Mefiboset, por 2Sm 4,4 sabemos que se trata
de un hijo tullido de los pies (2Sm 4,4). A primera vista, parece que el gran rey
se ha apiadado de la condición del niño, pues le devuelve sus posesiones y lo
pone a su mesa. Pero creo que debemos desconfiar de esto; Mefiboset, debido a
su condición física, no es una amenaza real para la casa de David.
La segunda tiene que ver con los rituales de duelo de las mujeres que
asisten a la muerte de sus hijos. Estas preguntas serán abordadas en este escri-
to cuya intencionalidad es poner en diálogo a Rispa y Merab con las mujeres
palestinas que hoy viven situaciones semejantes. ¿Qué tienen en común estas
madres y a qué nos invitan?
Para llevar adelante mi objetivo, en un primer momento me aproximo al
texto en su contexto histórico-literario ubicando los puntos álgidos de la narra-
3
No se percebe em la Biblia tal juramento más que el que Jonathan y David se profesaron. Como el rey es
quien sustenta el poder divino se infiere que también el juramento es divino.
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tiva, en un segundo momento, desde la antropología cultural nos aproximamos
a los rituales de duelo de mujeres en la antigüedad para enseguida dialogar con
la realidad de las mujeres palestinas hoy. Para el análisis tendremos en cuenta
la intencionalidad de este número de Ribla que, entre otras cosas, nos invita a
salir de los fundamentalismos bíblicos que entienden que la única salida para
mediar un conflicto es la guerra santa, aprobada y abalada por un Dios sacrificial
y fratricida (Priego, 2018).
David y los gabaonitas: Venganza de sangre contra los siete hijos de Saúl
Antes de entrar en la narrativa conviene decir que estos dos libros de
Samuel, junto con los libros de Josué, Jueces y Reyes hacen parte de los lla-
mados profetas anteriores cuya redacción es atribuida a la obra historiográfica
deuteronomista. Su finalidad es describir la génesis del reinado de Israel y de
Judá durante el período exílico y posexílico (Lengruber, 2008), en estos perío-
dos estos escritores, mayoritariamente funcionarios de la corte y, sacerdotes de
Jerusalén, generan una teología yahvista sobre el presupuesto de la elección de
Jerusalén como ciudad santa para ser la morada de Dios y también de su mo-
narca como custodio y soberano de todo el territorio de Israel y Judá. El libro
segundo de Samuel gira en torno a la sucesión al trono del rey David.
En este contexto situamos nuestra narrativa la que hace parte de un con-
texto literario más amplio que abarca los capítulos 2Sm 21 al 24. Estos capítulos
son habitualmente considerados como complementarios por lo que su contenido
no parece coherente con lo narrado en 2Sm 9-20 (Lengruber, 2008). Inicia re-
ferenciando la situación de hambruna que vive el pueblo, las acciones tomadas
por el rey David contra la casa del rey Saúl (21,1-14) y la guerra de David contra
los filisteos (21,15-22).
Esta guerra se interrumpe por un interludio, se trata de un cántico de
guerra santa en el que David agradece la intervención de Dios en contra de sus
enemigos (22,1-51) en este salmo, duplicado del Salmo 18, David alaba al señor
por librarlo de las manos de sus enemigos. En 23,1-7) hay un oráculo profético
al estilo de Balaam (Nm 24,3-4,15) que ratifica que las palabras y acciones de
este “gran” rey vienen directamente del Espíritu de Dios, siendo fruto de la
misma justicia divina, dando a entender que nos encontramos ante un rey justo
que guarda temor a Dios. Esta es la lección que normalmente se toma de este
“gran” rey, ¿pero de qué justicia y temor hablamos? ¿Del que se complace con
el sacrificio humano?
Termina contándonos las hazañas de cada uno de sus valientes: Isbaal
quien con su lanza hizo ochocientas víctimas (23,9); Eleazar quien mató tantos
filisteos hasta que se le quedó pegada su espada a su mano (v. 10); Samá quien
abatió a los filisteos. Abisay quien enfundó su espada contra trecientos hombres,
Beneas quien mató a dos héroes de Moab, a un león dentro del pozo, a un egip-
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cio, siendo ilustre entre los treinta valientes de David, incluso más que sus tres
hombres de renombre: Isbaal, Eleazar y Abisay, este capítulo finaliza enumeran-
do cada uno de los treinta valientes de David (vv. 20-39).
El capítulo 24 inicia con un censo decretado por David para tener infor-
mación sobre la magnitud de su pueblo y de su territorio (vv. 2-9), en seguida
hay una alusión al arrepentimiento de David por la forma en que reaccionó ante
la peste enviada por Dios y el pedido del perdón divino (vv. 10-25), terminando
con la construcción de un altar (vv. 18-25) dando la idea de quien peca y reza
empata, pues en esta lógica como dice el adagio popular “mata que Dios per-
dona”.
Nuestro relato de 2Sm 1-14 lo podemos estructurar en cuatro partes a
saber:
A. Pacto y venganza de sangre (v. 1).
B. Pacto de David con los gabaonitas (vv. 2-6).
C. Venganza de los gabaonitas contra los hijos de Saúl (vv. 7-9).
D. Rispa: dolor, trauma y vigilia restaurativa (vv. 10-14).
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se convierten en vasallos. En tercer lugar, el hecho de que los crímenes de Saúl
sean “reparados” con la muerte de sus hijos y nietos, pese a la prohibición en la
ley mosaica: “no serán ejecutados los padres por causa de los hijos ni los hijos
serán ejecutados por culpa de los padres. Cada cuál será ejecutado por su propio
pecado” (Dt 24,16).
Recordemos que la prohibición de no sacrificar niños estaba inscrita en la Ley mosai-
ca, ubicada en el capítulo concerniente a las uniones abominables, formado parte del
Derecho de Familia. Recordemos que el principio jurídico de la incontagiabilidad de
la pena es propio del Derecho Penal. También debemos saber que los conceptos de
crimen y pecado sólo fueron separados en la Revolución Francesa. En este período
de la historia, debemos analizar la religión y el derecho de forma conectada. De este
modo, el sacrificio humano se convierte en un problema de derecho y no sólo de
religión antigua (Dos Santos, p. 58).
No obstante, nótese que tanto las leyes como las alianzas o pactos de
sangre pese a ser indisolubles, en muchos contextos son transgredidas, como lo
alude este texto con relación a Saúl. Tal parece que esta es la situación actual
del pueblo palestino, ¿acaso ellos no son también destinatarios del pacto, no son
herederos de estas tierras y de una descendencia numerosa?
Así pues, la imagen de un Dios punitivo que hace alianzas y castiga con
pena de muerte por substitución sacrificial va en contra del principio de incon-
tagiabilidad de la ley mosaica. En este sentido las políticas expansionistas no
pueden ser más justificadas y argumentadas bíblicamente con la imagen de un
Dios que se place con el sacrificio humano.
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via” (Young en Comentario bíblico mundo hispano) En este sentido, se asume
este acto no como venganza y si como un acto de amor (Matthew, 1960). ¿Qué
manera de amar es está? Lo cierto es que, al constar que la alianza de sangre es
quebrada por Saúl, el rey acede al pedido de los gabaonitas. Cabe notar que la
pregunta del rey ¿Qué debo hacer para aplacarlos para que bendigas la heredar
de Yahvé? (v.3) en sí evidencia una preocupación del rey, contener la ira de
los gabaonitas en contra de su reino, él quiere salvar su pellejo y sus deseos de
mando. Por eso su respuesta al pedido es positiva.
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tado. ¿No es esto otro tipo de control y dominio sobre el cuerpo que socialmente
no encaja dentro de ese modelo de normalidad? Lo cierto es que, por su capa-
cidad diferenciada, este niño no representa ningún peligro de desestabilización
del reino.
Una vez puesta su condición, el texto nos presenta a Rispa, hija de Ayá,
como la madre de los hijos de Saúl Armoni y Mefiboset. La otra madre en la
narrativa es Merab hija de Saúl, Saúl había prometido esta hija como botín a
David, pero finalmente se la entregó a Adriel (1Sm 18,17-19). ¿No habría en
esta narrativa la intencionalidad de venganza de David contra el hombre que le
quito a la mujer? Como lo afirma Winters:
Efectivamente, la referencia a las dos mujeres, Rispá y Merab, como madres de los
siete hombres ejecutados, es una alusión bastante explícita a las luchas por el poder
en Israel y la fragilidad del consenso sobre el cual David inició su reino en el norte.
Esos dos nombres dejan entrever que David no era un intermediario neutral en la
venganza de los gabaonitas (Winters, 1992, p. 79).
89
la preparación de los cuerpos de los difuntos estaba destinada a las mujeres, por
estar ellas próximas a la situación de impureza por causa de la menstruación (Jr
9,17-20). El duelo maternal en las antiguas civilizaciones está determinado por
las fronteras geográficas de género. Las plañideras en sus cánticos de duelo re-
saltan problemas sociales más amplios. Por tal motivo, no se trata simplemente
de una madre que llora a sus hijos, sino de un movimiento político de mujeres
que resisten a un modelo sacrificial que cobra la vida de inocentes (Kozlova,
2017).
La colección de leyes en Deuteronomio incluye la estipulación que un criminal ahor-
cado debía ser enterrado el mismo día de su ejecución (Deut. 21:23), pero evidente-
mente no hubo provisión para la sepultura de los siete herederos de Saúl ejecutados
por David y los gabaonitas, y esta omisión parece intencional (Winters, 1992, p. 83).
El verbo usado para referirse a la ejecución de los siete hijos es yq’ usual-
mente traducido como “despeñar”, “ahorcar o “crucificar”, cualquiera de estas
tres formas incluía la exposición pública del cadáver como parte del castigo.
Esta es una de las maneras horrendas de morir ya que los cadáveres, al ser ex-
puestos a los animales carroñeros, no tendrían su ritual de pasaje.
Si las mujeres son las que están presentes en los rituales de duelo y la-
mento, vale la pena preguntarnos por la ausencia de Merab. La narrativa no
responde a nuestra pregunta, posiblemente por ser la hija de Saúl también peli-
gra, o quizá le tocó huir al desierto o fue impedida de ayudarla a pedido del rey.
Como quiera que sea, la narrativa realza la solidaridad de Rispa como viuda,
madre y abuela.
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Rispa protege a sus hijos y nietos de los depredadores. Aquí, vemos una
madre afligida que se niega a que sus muertos sean devorados, su vigilia incluye
el deseo de que sus hijos y nietos tengan el derecho a ser enterrados. Gafney
pinta un vívido retrato de la vigilia de Rispa:
Rispa hija de Ayá observa los cadáveres de sus hijos endurecerse primero, ablandarse
luego, hincharse y hundirse en el hedor de la descomposición... pelea con carroñeros
alados, y animales con garras y dientes, noche y día. Está allí desde la cosecha de pri-
mavera hasta las lluvias de otoño, hasta seis meses desde Nissan (marzo - abril) hasta
Tishrei (septiembre - octubre), durmiendo, comiendo, yendo al baño, protegiendo y
dando testimonio (Gafney, 2017, p. 200).
91
La piedad de Rispa va más allá de los vínculos de consanguineidad, ella
hace duelo por sus hijos y por los de Merab, tal como lo expresa Harab, quien
preocupada por el hambre clama por pan y agua para los niños. Así podemos
entender que la falta de pan y agua no viene de un mandato divino y sí de un
gobernante que impone con violencia una teocracia legitimada y avalada por
hombres de “fe”, que entienden que los actos del rey son frutos del amor incon-
dicional de Dios. Esa es la lógica, para que unos vivan en opulencia otros tienen
que morir. Es una lógica imperialista y colonialista.
Así como Rispa, Harab protege a los niños de los animales depredadores
que están al asecho, dejando en el camino a su madrastra por falta de fuerzas,
sus lágrimas, una manta y un poco de agua, podrían considerarse como símbo-
los de su duelo. No hay más opción seguir caminando para proteger a los niños.
Quizá esta opción también la tuvo Rispa al dejar en el camino a Merab, de cuyo
destino no da cuenta la narrativa de 2Samuel.
Estas narrativas nos remiten a las madres buscadoras de desaparecidos en
América Latina. Son mujeres con un proyecto político bien definido que se nie-
gan a parir hijos para la guerra, pues son ellas las que dan la vida. Son tejedoras
de sueños y esperanzas de paz. Sus voces claman por sus derechos. Sus cuerpos,
sus voces, sus plantones y marchas denuncian las violencias y los racismos
sistémicos naturalizados por los Estados. Sin lugar a duda sus tragedias revelan
la cara infame de la guerra sustentada y auspiciada por gobiernos totalitarios.
Así pues, nuestras voces en este número de Ribla no es más que una protesta y
un sentir desde las entrañas, un deseo sororo, fraterno y solidario. ¡Que pare el
genocidio en Palestina ya!
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Maricel Mena-López
93
Marilú Rojas Salazar1
Resumen
La guerra genocida iniciada por el gobierno de Israel al mando de Benjamín Netan-
yahu del partido Likud de la derecha israelí, es un femigenocidio e infanticidio por
un ‘pacto de conquista’ capitalista neocolonial-machocrático en el cual más de 30 es-
tados son cómplices. El presente artículo analiza los textos bíblicos de Números 31,
17-18 y 1 Samuel 15, 2-3 en un intento por deconstruir aquellos textos que pueden
ser utilizados para justificar las tendencias sionistas y el genocidio descarado. Los
cuerpos de las mujeres y niños asesinados en esta guerra que vuelven a ser cuerpos
territorio de conquista y exterminio, y aunque han querido invisibilizarlos, su llanto
es un clamor de justicia que se escucha en el desierto. Las mujeres del sur global nos
unimos a este clamor y llanto de justicia de las muertas en Gaza para exigir un ¡Alto
al femigenocidio y exterminio!
Palabras clave: Femigenocidio; Pactos de Conquista; Machocracia; Llanto; Cla-
mor; Plañir.
Abstract
The genocidal war started by the government of Israel under the command of Ben-
jamin Netanyahu of the Likud party of the Israeli right, is a femigenocide and infan-
ticide by a neocolonial-machocratic capitalist ‘pact of conquest’ in which more than
30 states are complicit. This article analyzes the biblical texts of Numbers 31, 17-18
and 1 Samuel 15, 2-3 to deconstruct those texts that can be used to justify Zionist
tendencies and blatant genocide. The bodies of the women and children murdered
in this war are once again bodies of conquest and extermination, and although they
have wanted to make them invisible, their cry is a cry for justice that is heard in the
1
Marilú Rojas Salazar es Doctora en Teología Sistemática por la Universidad Católica de Lovaina, Bél-
gica. Teóloga Feminista y Profesora de asignatura en el Doctorado de estudios críticos de Género de la
Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y de la Maestría en Teología y Mundo contemporáneo
del departamento de Ciencias Religiosas. Pertenece a TEIFEM (Teólogas e investigadoras Feministas de
México). Directora de la revista Sophias (Revista de reflexión interdisciplinar de teología feminista en
México), miembro fundador de la Academia de teología en México, de la UPM. Ha sido miembro de la
DARE (Discernment and Radical Engagement), que pertenece al Council for World Mission. Es integrante
de la línea de investigación de teología, hermenéutica y praxis de la experiencia religiosa del departamento
de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana y profesora invitada de la Universidad Lasalle,
saroma24@gmail.com.
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desert. The women of the global south join this clamor and cry for justice for those
killed in Gaza to demand a Stop to femigenocide and extermination!
Keywords: Femigenocide; Pact of conquest; Machocratic; Cry; Clamor; Wail.
2
Este concepto lo acuñó Rita Laura Segato en su obra “La guerra contra las mujeres” (2016. p. 109). El
término designa la ejecución cruel y sacrificial no utilitaria, sino expresiva de soberanía, acto en que el
poder exhibe su discrecionalidad y soberanía jurisdiccional.
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Esta realidad nos echa en cara a la sociedad la incapacidad de proteger a
las mujeres y a las niñas, y es el claro recordatorio de una comunidad internacio-
nal feminicida e infanticida que ve pasmosamente el pasar de los acontecimien-
tos en los que las mujeres de Gaza han sido abondonadas a su suerte, y a correr
el riesgo de muerte por inanición. Además de la violencia física y ser asesinadas
en los bombardeos, hay un sesgo de género para acabar con la fuente de la vida
que representan las mujeres.
El genocidio que está aconteciendo tiene rasgos de feminicidio colecti-
vo o femigenocidio como atinadamente lo nombra Rita Laura Segato (Segato,
2016). Esta guerra del señorío o dueñidad patriarcal capitalista neoliberal de una
modernidad tardía pretende apropiarse de todo, aún de la vida y de quienes la
producen a costa de lo que sea para aniquilar la fuente de las generaciones que
son los vientres de las mujeres que gestan. ¿Cómo explicar los miles de cuerpos
de mujeres y niños en la Franja de Gaza, asesinados o muriendo de hambre?
¿Cómo hablar de Dios después de Gaza? ¿Cuál Dios, el Dios de quién en Gaza?
¿De qué teología hemos de hablar después de Gaza?
Por otro lado, en tiempos de crueldad funcional y pedagógica, es en el cuerpo de la
mujer —o del niño— que la crueldad se especializa como mensaje, porque en un
imaginario arcaico no representan la posición del antagonista bélico sino del tercero
«inocente» de las tareas de guerra. Es por eso de que, en ellos, como víctimas sacri-
ficiales, se sella el pacto de complicidad en el poder y se espectaculariza su arbitrio
exhibicionista. Por el carácter público de este tipo de violencia feminicida, que no
puede ser referido a agresiones de fundamento vincular, propongo el término femi-
genocidio (SEGATO, 2016. p. 22).
96
Este texto, que proviene de la escuela sacerdotal y de la época de pos-
texilio, ha servido muchas veces para justificar posturas sionistas extremas que
aluden a un mandato divino: el exterminio de la población ahora de Gaza y antes
de los pueblos que habitaban Canaán. La primera palabra del libro cuarto: «En
el desierto» (bemidbar), que sirve de título en la Biblia hebrea, define bastante
bien su contenido: la estancia de Israel en la península del Sinaí y la Transjor-
dania, durante cuarenta años y la conquista de la tierra. Pierre Buis nos advierte
ante el contexto de la redacción de Números:
El libro resulta complejo porque mezcla relatos y textos legislativos; algunas legis-
laciones van introducidas por relatos, pero otras son totalmente independientes de
su contexto narrativo (así los c. 15; 19; 28; etc.). Según la dimensión narrativa, la
estructura del libro es muy simple; se le puede dividir en tres secciones: 1) final de
la estancia en el Sinaí y últimas disposiciones (1,1-10,10); 2) marcha desde el Sinaí
hasta las llanuras de Moab (10,11-25,18); 3) preparación de la entrada en Canaán
(25,19- 36,13) (Buis, 1993).
97
La meta del libro de los números es Canaán y el texto nos narra la derrota
de los madianitas y la ley sobre el botín de guerra. La orden de exterminio de
las mujeres y los niños viene supuestamente de Moisés y el sacerdote Eleazar
después que los israelitas han vencido a los madianitas y el pueblo esta acam-
pado en las llanuras de Moab (Números 31, 11-13). En Números 31,14 se dice
que es Moisés quién se enoja y da la orden de exterminar a las mujeres porque
los combatientes las han dejado con vida. ¿Cuál es la supuesta razón del exter-
minio de las mujeres? Según el v. 16 Moisés las hace responsables de inducir
a los hombres de Israel a dar culto a Balaam y apostatar contra Yahvé. El texto
recuerda el acontecimiento en Bet-peor: nombre que significa casa (es decir,
templo) de Peor. Lugar de Moab, cercano al monte Pisgá (cf. Jos 13,20), pero
de localización incierta. Este nombre evoca el episodio de Baal-peor, cuando los
israelitas se dejaron arrastrar a la idolatría y rindieron culto al dios cananeo Baal
(Números 25,9; 31,16; Jos 22,17).
¿Era realmente tan grave dar culto a Baal como para dar muerte a las
mujeres y a los niños o es un pretexto religioso para exterminar a un pueblo
que defendía la posesión de su tierra, una tierra querida por los invasores is-
raelitas? ¿estamos hablando aquí de un descarado proceso de colonización y
adueñamiento de la tierra bajo ‘principios religiosos’ antropomórficos? ¿Quién
era Baal y porqué hay una lucha entre dos fuerzas divinas: Baal y Yahvé? El
tema central del santuario y la morada de Dios colocada bajo la imagen de la
nube que habita entre el pueblo y que enfatiza el libro de números es la que me
interesa rescatar para poder hacer un quiebre a este texto, pero antes es necesa-
rio saber quiénes son las deidades de Canaán.
Según Xabier Pikaza “en el principio de Israel había dos grupos signi-
ficativos: el grupo de “sólo Yahvé”, vinculado con los invasores, que vinieron
del desierto del Sur (y/o Egipto), y el conjunto de los habitantes de Canaán,
que tendía a divinizar la tierra y el proceso de la vida. En el primer caso Dios
era Yahvé, poder superior, sin forma ni imagen. En el segundo, era la pareja
formada por Ilu-Elohim (Padre, masculino) e Ilat-Asherá (Madre, femenina),
formando una hierogamia engendradora” (Pikaza, 2013, p. 23).
Pikaza mantiene la idea que la pareja fue relegada y en parte suplantada
por Baal y Anat-Ashtarte. Una suplantación que respondió al proceso de apro-
piación y colonización de la tierra de los cananitas. ¿Por qué eliminar a los o las
baales? Una simple respuesta es la de aniquilar el poder sagrado, y aniquilado
este podía ser más fácil el sometimiento de los habitantes. Sin embargo, tejien-
do más fino habrá que reconocer que Baal eran nada menos que las diosas y su
poder de fertilidad, pues la Athiratu-Asherá, es la madre engendradora o crea-
dora de los dioses (qnyt ilm). Ella recibe el nombre de Ilat, es decir, la diosa por
excelencia. Llamada también Athiratu Ym diosa del mar, quizá el recuerdo de
su origen marino, ella es el reflejo de las aguas primigenias, el origen de la vida.
98
Los cananeos posteriores, igual que los hebreos, la presentan como As-
herá, la gran Diosa Madre Originaria (Pikaza, 2013, p. 24). De tal manera que,
crear y engendrar era una tarea de mujeres, hombres y deidades como parte de
una misma cadena vital horizontal y no jerarquizada. Este culto se mantuvo
hasta la reforma de Josías y el exilio a finales del siglo VI a.C.
Con la llegada de la escuela deuteronomista y de la escuela Yahvista se
intensificó la tarea de erradicar el culto a Asherá y a todas las deidades feme-
ninas que eran representadas por grandes árboles y fuentes, y las figuras de las
diosas madres de grandes pechos. Así como los lugares de culto llamados ba-
mot, lugares altos o pequeñas cumbres o colinas al aire libre, pues este culto iba
en contra de sus proyectos de construir un templo o un santuario en Jerusalén.
Había que destruir los símbolos en los lugares altos que constituían una estela
como señal de lo masculino y una Asherá, signo femenino representado por un
árbol sagrado o una fuente, la fuente de vida y el poder de la descendencia de la
diosa, ambos protectores de los clanes.
La expresión de la totalidad cósmica y la expresión de libertad, así como
la organización horizontal de clanes expresada en las diosas no fue bien vista
durante el reinado de Ezequías (722.698 a. C; 2 Reyes 18, 4), y especialmente
por la reforma deuteronomista de Josías (640-609). Los partidarios de sólo Yah-
vé desautorizaron el culto de los altozanos y centraron el culto en el templo de
Jerusalén con la consecuente pérdida del aspecto femenino de Dios y su vincu-
lación con la tierra (Pikaza, 2013, p. 26).
Así fue como se estructuró un pacto de conquista patriarcal jerarquizado
y violento contra las mujeres y la tierra. Ejemplo de ello es el siguiente texto de
escuela deuteronomista:
Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apia-
des de él; antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a
niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a camellos como a asnos (1Sam 15,2-3) (Bi-
blia de las Américas).
99
de los redactores provenientes de ambas escuelas. No es un mandato
divino, sino humano, específicamente patriarcal y responde al llama-
do ‘pacto de conquista’ de los líderes políticos y religiosos, no de
todo el pueblo. Claro que, si alguien del pueblo osaba desobedecer
tal pacto, era colocado como traidor al pueblo y a su Dios, y corría el
mismo destino de los que intentaba proteger. El ‘pacto de conquista’
de la tierra tiene una lógica depredadora colonial, dominante y una ló-
gica de exterminio, que ahora sigue vigente en los acontecimientos de
Gaza, la invasión no puede sustentarse con los textos y narrativas que
hemos analizado. No hay nada que pueda justificar tales violencias.
4 Una lectura literalista de los textos sustenta las líneas más extremas
de ideologías sionistas de exterminios de ‘los otros’, en este caso de
los habitantes de Gaza, específicamente de las mujeres y las niñas
cayendo a sí en un femigenocidio, el cual denunciamos y nos lleva a
pronunciarnos totalmente en contra del exterminio.
4 El ‘pacto de conquista’ exterminista y femigenocida ahora lo sus-
tentan los líderes políticos que apoyan activamente o con su silencio
cómplice al gobierno de Netanyahu, y me refiero al gobierno de Es-
tados Unidos representado por Joe Biden, además de Francia, Alema-
nia, Reino Unido, Italia, Hungría, y Australia.
4 Los extremos del sionismo, el antisemitismo y la islamofobia están
latentes en los fundamentalismos religiosos y el abuso de lecturas bí-
blicas descontextualizadas, y habrá que tener cuidado de no querer
justificar con estas narrativas ninguna de estas actitudes atribuidas a
‘mandatos divinos’ que ponen en entredicho la experiencia de un Dios
que pide eliminar a unos para que otros vivan.
4 El pacto de conquista capitalista neocolonial responde a lo que María
Galindo llama la machocracia. El lugar de las mujeres en al macho-
cracia no está sujeto únicamente a relaciones de violencia machista
continua, sino que implica todos los aspectos de la vida política y
social. Es el gobierno del machismo como régimen cultural y político
de exterminio de las mujeres.
4 La machocracia es el régimen de humillación social permanente de
las mujeres. Un sistema donde los machistas están matando mujeres
para perpetuar el sometimiento de sus cuerpos, donde se nos prohíbe
relacionar un crimen con otro donde se plantea la serie de crímenes
como la suma inconexa de problemas individuales y o colectivos para
impedir la crítica institucional estructural de la machocracia como
régimen de gobierno (GALINDO, 2016, pp. 211-212). Estos pactos
de conquista patriarcal neocolonial machocráticos formados por los
líderes de muchas naciones son los responsables del femigenocidio
y el infanticidio de Gaza con su complicidad e intereses económicos
100
políticos, pues de qué otra manera podemos explicarnos que estén
como espectadores pasivos.
Ver con los oídos a las muertas: un clamor que sube del desierto
La morada de Dios colocada bajo la imagen de la nube (Ex, 33, 9) que
habita entre el pueblo y que enfatiza el libro de Números como la gloria o ra-
diancia del Dios que camina con su pueblo llamada también shekiná en Levítico
16,2; Éxodo 40,35; Génesis 9,27., es una variante gramatical de la raíz hebrea
skn, que significa morar, vivir, residir, presencia (Sered, 2000, p. 89) y que en
otros textos aparece como la imagen protectora de Dios, según las sabios rabí-
nicos del Talmud y del Midrás afirman que guarda relación con la cercanía de
Dios a la humanidad según comenta la antropóloga judía Susan Starr (Sered,
2000).
El llanto de las mujeres en la Franja de Gaza es un clamor que sube en
medio del desierto, ya que el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte de
Israel no tiene nombre: “Varias oenegés han hecho público un manifiesto en el
que exigen un alto al fuego “inmediato y permanente” y un acceso humanitario
“inmediato, suficiente, seguro, sostenido y sin obstáculos” cuando se cumplen
seis meses después del inicio de la ofensiva israelí en Gaza. Las organizaciones
han lamentado que han enviado “toneladas de ayuda” que “aguarda a pocos
kilómetros de Gaza mientras la gente muere”. Con el lema ‘SOS Gaza’, el texto
--presentado este viernes en la plaza madrileña ‘El Jardín de Palestina’-- denun-
cia el traslado de “toneladas de ayuda que ahora mismo podría estar salvando
más vidas en Gaza”, según las ONG, que acusan al Gobierno de Israel de impo-
ner “importantes y persistentes restricciones” a la entrada de ese material y del
personal humanitario por los pasos terrestres” (Martínez, 2024). El recuerdo del
grito de Agar y el llanto de su hijo en Génesis 21, 14-19 vuelve a resonar desde
el desierto:
Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo
dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y
ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. 1Y le faltó el agua del odre, y
echó al muchacho debajo de un arbusto, y se fue y se sentó enfrente, a distancia de
un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se
sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró.
Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y
le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en
donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de
él una gran nación. 19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue
y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho (Reina Valera, 1960).
101
es escuchado por la divinidad, y me pregunto ¿quién escucha los llantos de
los niños de Gaza? ¿quién consuela a las mujeres que están siendo asesinadas
en medio del desierto de la guerra? ¿quién escucha el clamor de las mujeres y
niños que surge del desierto? Agar padeció maltrato sexual, físico y emocional
en manos de un hombre y una mujer que debían protegerla a ella y a su hijo.
Dos figuras emblemáticas para nuestra fe, pero humanos al fin. Y fue también
vista por el grupo de clanes que seguramente como nosotros hoy vemos pasar
las decisiones tomadas por los líderes patriarcales del mundo ante un ‘pacto de
conquista y exterminio’.
Hay teólogas como Elizabeth Hill (Hill, 2024) que piensan que posible-
mente fueron las mujeres que iban a los pozos a sacar agua quienes se apiadaron
de Agar e Ismael, corrieron los riesgos necesarios para librarles del hambre y la
sed, y nos preguntamos ¿Quién hará justicia?
Ante un hombre padre y patriarca que no se tienta el corazón para conde-
nar a su hijo a la muerte por inanición junto con Agar, ¿Qué pactos patriarcales
están en juego? ¿Cuáles son los intereses de este hombre para establecer un acto
de exterminio?
Las mujeres Latinoamericanas y Caribeñas ¡Clamamos justicia y exi-
gimos el alto al femigenocidio e infanticidio en la Franja de Gaza! Desde la
doloridad (Piedade, 2017) de las mujeres prietas y las mujeres buscadoras de fa-
miliares desaparecidxs, la bastardez de la que somos herederas (Galindo, 2022).
El llanto y el clamor de las y los inocentes es la nube que sube del desierto y ha
de ser escuchada como un reclamo de justicia contra el rampante capitalismo
neoliberal y colonial: un patriarcado colonial de alta intensidad moderno que
está haciendo un proceso de getificación étnica, (Segato, 2016, p. 153) al cual
denunciamos y nos oponemos radicalmente.
Los cuerpos de las mujeres son la primera colonia, que la primera co-
lonia en la historia de la humanidad fue el cuerpo de la mujer. La guerra es
un mandato de masculinidad, la cofradía masculina, la hermandad masculina
entendida como un pacto que necesita de víctimas sacrificiales. La mujer juega
un papel funcional ahí́ por el lugar en el que es colocada. La conclusión es que
el pacto masculino tiene ya en sí la estructura del pacto mafioso, del club, de la
hermandad, de la cofradía de los líderes mundiales, a quienes solo les interesa
las ganancias que puedan obtener de este exterminio feminicida-femigenocida
e infanticida.
El llanto, el clamor de justicia nos hermana a las mujeres de este y otros
continentes que estamos siendo exterminadas por guerras y pactos patriarca-
les que nos invisibilizan, y aunque escuchan nuestros llantos, no quieren ver,
por ello el llamado es a volver la mirada con los oídos, pues a este plañir nos
unimos las mujeres de los sures globales para demandar Justicia, no solo por
nosotras, sino por nuestras generaciones aniquiladas en el deseo descarado y
fálico de la guerra. Las muertas de Gaza son estudiantes, trabajadoras, mamás,
102
amigas, hermanas, hijas, mujeres de todos los oficios y profesiones y de todas
las edades, pero sobre todo mujeres jóvenes, cuyos sueños fueron interumpidos
por la guerra femigenocida. Ninguna muerta asesinada descansa hasta que haya
justicia. “Se quedan rondando para que no las olvidemos para que reclamemos
por su felicidad interrumpida, para que nos agarremos a sus sueños rotos y no
permitamos que nos rompan los nuestros” (Galindo, 2023, pp. 210-211).
Sus susurros ahora son gritos de dolor que suben del desierto y se unen en
un plañir constante de justicia, al cual nos sumamos las mujeres buscadoras de
familiares desaparecidos, las mujeres asesinadas por feminicidios, las muertas
de la guerra, las muertas asesinadas por la violencia machista en medio de un
aire o nube del desierto que nos abraza y hermana en la doloridad de nuestros
cuerpos, nos empuja hacia adelante y nos sacude del letargo para clamar ¡Basta,
alto al fuego femigenocida! Saben que esto es una masacre contra la libertad
de las mujeres y los niños. Las muertas de Gaza ya no son un susurro, sino un
clamor que nos piden a las vivas hacer por sus muertos, para que los que sigan
no sean los nuestros.
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103
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sufrimiento%20de%20las%20mujeres%20en%20Gaza&text=M%-
C3%A1s%20de%20tres%20mujeres%20son,sido%20desplazadas%20
forzosamente%20(OCHA). Visitado el: 7 de marzo, 2024.
104
María Cristina Ventura1
Luigi Schiavo2
Resumen
El profeta Isaías, tradicionalmente considerado como uno de los puntos altos del
Antiguo Testamento, por su apertura universal, revela desde una lectura crítica, pe-
ligrosos elementos nacionalistas que apuntan a un proyecto imperialista y colonial,
presente en la reconstrucción post exílica de Jerusalén. La tendencia a volverse co-
munidad religiosa, alrededor del templo, de la Torá y del culto a Yahveh, acentúa su
percepción auto referencial y universalista con tendencias coloniales, con relación a
los demás pueblos. A partir del diálogo con diferentes autores y autoras, este estudio
se apoya en la postura descolonial que caracteriza el pensamiento crítico latinoame-
ricano, así como en la epistemología feminista, para destacar la importancia de leer
la Biblia desde una propuesta de reconocimiento de las diversidades, proponiendo
proyectos que se alejen de la violencia y promuevan la dignidad y el diálogo entre
los pueblos.
Palabras Clave: Imperialismo; Colonialismo; Violencia; Diversidad, Intercultura-
lidad
Abstract
The prophet Isaiah traditionally considered one of the high points of the Old Testa-
ment, due to its universal openness, reveals from a critical reading, dangerous na-
tionalist elements that point to an imperialist and colonial project, present in the
post-exilic reconstruction of Jerusalem. The tendency to become a religious commu-
nity, around the temple, the Torah, and the cult of Yahweh, accentuates its self-refe-
rential and universalist perception with colonial tendencies, in relation to other peo-
ples. Based on dialogue with different authors, this study is based on the decolonial
1
Profesora-Investigadora. Doctora en Ciencias de la Religión, énfasis en Antiguo Testamento, y Doctora en
Educación, con énfasis en Mediación Pedagógica. Email: tirsa2000@hotmail.com
2
Profesor-Investigador-Teólogo-Filósofo. Doctor en Ciencias de la Religión, énfasis en Nuevo Testamento.
Email: gigi.schiavo57@gmail.com
105
position that characterizes Latin American critical thinking, as well as on feminist
epistemology, to highlight the importance of reading the Bible from a proposal of
recognition of diversities, proposing projects that move away from violence and pro-
mote dignity and dialogue between peoples.
Keywords: Imperialism; Colonialism; Violence; Diversity; Interculturality.
Introducción
La expresión, Jerusalén “ciudad de Dios”, muchas veces puede sonar tan
familiar que resulta difícil mirarla con ojos críticos. Y esto exige transitar de la
aceptación, hacia el ámbito de las preguntas, de la indagación que llama a ir más
allá de las propias palabras. Es una propuesta que busca realizar una lectura de
la Biblia que dé cuentas del contexto de los textos, así como de las implicacio-
nes teológicas, políticas, culturales y sociales de las interpretaciones realizadas.
En este sentido, optamos por una lectura descolonial y feminista y, con ello,
crítica a los fundamentalismos y a la instrumentalización ideológica imperial de
los textos bíblicos.
Con el término “imperialismo” nos referimos a la tendencia que afirma
la centralidad de una nación, en algunos casos basadas en una supuesta superio-
ridad racial y cuyo propósito es su expansión geográfica, económica, cultural
y religiosa sobre otras naciones y que tenga como consecuencia la expoliación
sistemática de sus recursos. Casi siempre el imperialismo se convierte en con-
quista militar, con la aniquilación de la población local y la imposición de un
proceso de colonización. La colonización es, por lo tanto, consecuencia de la
expansión imperialista, y la conquista militar es seguida, generalmente, por la
conquista política, social, cultural, religiosa, racial y patriarcal, entre otras. La
clasificación social viene a naturalizar las jerarquías3. Además, importante es
señalar que la perspectiva universalista se afirma como invisibilización y nega-
ción de la realidad contextual y local, “la globalización se impone relativizando
todas las demás realidades o entidades locales, silenciadas en sus propuestas
alternativas” (SCHIAVO, 2019, p. 85).
Por eso, la importancia de una lectura descolonial y también feminista,
que nos permita sintonizar con una mirada, que no sólo preste atención a las
relaciones de poder patriarcal que se tejen dentro de los textos bíblicos, sino
que preste también, atención a cómo se tejen las relaciones de saber-poder, en
la que los sectores imperiales, colonialistas han construido sus hegemonías y
subalternizaciones en torno a la relación sujeto-objeto. Pero, al mismo tiem-
po, la lectura que proponemos se resiste al propio hábito epistemológico desde
donde se propone la relación dominante (MIGNOLO, 2008; CURIEL, 2015;
MENDOZA-ÁLVAREZ, 2020; LUGONES, 2011)3.
3
Para profundizar, ver autores como autores como Quijano (2000), Mignolo (2003), Dussel (1995), Gros-
106
Necesitamos, por lo tanto, someter a una transformación radical (ya que
debe ir a las raíces), nuestro modelo de convivencia y, como presupuesto, las
subjetividades y las relaciones que lo sostienen. Ello pasa por una profunda crí-
tica de los presupuestos epistemológicos que seguimos manejando y de buena
parte de los paradigmas sobre los que hemos elevado un edificio, el constitucio-
nal, que ha prorrogado la supremacía no sólo masculina, sino también colonial.
Por lo tanto, vale preguntar ¿de dónde surge que Jerusalén sea definida
como ciudad de dios? ¿Qué significa eso, concretamente? ¿De qué imagen de
dios estamos hablando? ¿qué sentido tiene una ciudad de dios para todos los
pueblos? ¿Qué sentido tiene un dios para todos los pueblos?
Somos conscientes que plantear preguntas de este tipo puede generar des-
acomodos teológicos, pero también políticos e ideológicos. Sin embargo, que-
remos atrevernos a desacomodarnos e incomodar, pero, sobre todo, provocar y
convocar a cambios de miradas y pensamientos, que nos posibiliten a cristianos
y cristianas participar, ciertamente, de la construcción de un mundo más justo.
También, reconocemos la centralidad teológico-religiosa del pensar en Jerusa-
lén como ciudad de dios, el lugar santo, tanto para judíos como para islamistas
y cristianos. Sin embargo, dando razón al significado literal del nombre Yerus-
haláim, que se compone de: yeru ( ), (casa) y shalem o shalom ( , paz),
cuyo significado es «casa de la paz» o “ciudad de la paz”.
107
gran unidad cultural que iba desde la frontera egipcia hasta Ras Samra por el
norte. Su riqueza tuvo un marcado declive durante el período de los hyksos. Las
ciudades estaban bien construidas, con fuertes defensas, drenaje y en algunos
casos como Jerusalén, túneles excavados con la intención de asegurar el abas-
tecimiento de agua en caso de asedio. Enclaves cananeos como éste no fueron
tomados, sino hasta el tiempo de David. Al establecerse allí los israelitas, parte
se entremezclaron con los cananeos (Jc 1,21; 2Sm 5,6-10) (BRIGHT, 2003, pp.
189-241).
Jerusalén fue conquistada en el siglo X por el rey David, que la hizo ca-
pital del reino unificado de Israel y donde trajo el arca, dando al gobierno una
legitimación teológica. Sucesivamente, esta ciudad conoció varias conquistas,
destrucciones y reconstrucciones por los varios imperios que se sucedieron en
el panorama internacional (babilónicos, persas, romanos). En época cristiana se
volvió un importante centro religioso de referencia, hasta su conquista por los
califas musulmanes, en el siglo VII d.C. Desde siempre y en los días de hoy, la
ciudad santa es motivo de contención entre las tres religiones monoteístas, que
la consideran, cada una por su parte, el centro de su fe. De hecho, el monte del
templo es lugar sagrado de las tres religiones, porque Abraham habría sacrifi-
cado a su hijo Isaac en ese lugar (Gn 22), siendo confirmado como el padre de
los creyentes.
108
toda la Franja, sin permitir la entrada de alimentos, agua, electricidad y otros
suministros vitales (Público, 2024).
Ante esa realidad, este estudio enfoca la imagen de Jerusalén “madre de
todos los pueblos”, formulada por el Trito-Isaías, después del regreso del exilio
babilónico, en el ámbito de los proyectos de reconstrucción de Jerusalén, del
templo y de la sociedad judaica. El profeta vislumbra la ciudad santa como un
farol desde el cual se irradia la luz de la salvación universal y que atrae a todos
los pueblos y naciones extranjeras. Pero, paralelo a la visión universalista, co-
rresponde un proyecto político de sometimiento y dominación político-econó-
mica, fundamentada en lo religioso.
Buscamos hacer una lectura crítica del texto de Isaías 60, focalizando
el discurso imperialista y colonialista que subyace, para proponer un cambio
de paradigma a partir de la diversidad que considera la paz el resultado de una
actitud intercultural que se expresa en la convivialidad.
4
Con el término “árabe” podría entenderse desde los nabateos hasta los filisteos de Gaza, o sea, toda la
región al sur de Judea, la Idumea, el Negueb y el reino de Edom (Ardilá, 2012, 53)
109
descendiente de judíos residentes en territorio amonita, y era vinculado a la
aristocracia y el sacerdocio de Jerusalén, tenía vastas posesiones en Galaad,
desde el tiempo de Saúl (2 Sm 9,1-13) y era funcionario de la provincia persa
de Transjordania, con capital Damasco. La oposición a la reconstrucción de
Jerusalén era motivada por “una propuesta implícita de nacionalismo y recupe-
ración de la autonomía palestina alejada de la influencia política y explotación
económica ejercida por el imperio de los persas” (ARDILA, 2012, 53). Encon-
traba el apoyo también de mujeres como Ruth y la de Cantares, que configuran
la literatura sapiencial de ese tiempo, contraria a la expulsión de las mujeres
extranjeras por la ley de Esdras (Es 9). Todos ellos se oponen explícitamente a
la política persa de establecer una nueva provincia en Judá, alrededor de Jeru-
salén y de su templo reconstruidos. En específico, la ciudad y el templo, servían
a la recaudación de los tributos para los persas, mientras que para quienes se
oponían era fundamental pensar una sociedad más autónoma y justa desde la
posesión de la tierra.
La restauración posexílica consideraba, teológicamente, Jerusalén el cen-
tro del proyecto. Esa fue también la causa del cisma samaritano, dando vida a
una tremenda expectativa con relación al futuro de esa ciudad. El Trito-Isaías,
probablemente, un discípulo del Deutero-Isaías, consuela su pueblo frente a
las dificultades de la reconstrucción, había atrasos en el cumplimiento de las
profecías del Deutero-Isaías, relativas a la reconstrucción (Is 60-62); la co-
rrupción de los jefes del pueblo es desenfrenada, así como el individualismo
(Is 56,10-11); persistían las iniquidades de muchos (Is 59,1-8); y continuaban
los cultos idolátricos (Is 57,1-13). Había también una postura ambigua en rela-
ción a los extranjeros, de apertura y admisión al culto desde la observancia del
sábado (Is 56,3-7) de aquellos que fueron excluidos por las rígidas normas de
Deuteronomio (23,2-5) y hasta de inclusión de algunos de ellos al sacerdocio y
al servicio levítico (Is 66,21); pero en otros textos se continuaba anunciando un
tremendo juicio contra las naciones (Is 63,1-6; 66,14-16; la diversidad de temas
y de textos del Trito-Isaías es indicadora de un libro complejo que agrega textos
de diversa proveniencia, sea histórica que redaccional.
Encerrado siempre más por los imperios que se sucedían en el escenario
internacional, el judaísmo acababa entendiéndose “como comunidad religio-
sa que se dirigía a sí misma: la comunidad del templo de Jerusalén. En ella
imperaba, con rigurosa exclusividad, el principio de la teocracia, representada
organizacionalmente como hierocracia de los sacerdotes y complementada por
la nomocracía de la Toráh. El propio Dios era el regente de la comunidad, en el
sentido espiritual y en el sentido secular. Ele era representado, en Jerusalén, por
el sumo sacerdote, que pasó a ocupar paulatinamente la función de etnarca: y
la Toráh era considerada la voluntad de Dios que se tornó escrita” (DONNER,
1997, p. 496). De acuerdo con este autor, esta afirmación evidencia una ten-
dencia de cierre religioso que se expresa en otra tendencia política de universa-
110
lización de su propuesta, es decir, imperialismo. Cuanto más se encierra en sí
mismo, más piensa que es el centro del mundo.
El Trito-Isaías hace largo uso de imágenes redundantes (Is 60-62; 65,16-
25 e Is 66,10-14) que apuntan a la importancia universal de Jerusalén, dentro
de un proyecto que sobrepasaba ya los límites de Palestina, para abarcar a todas
las naciones. En este contexto, Jerusalén es descrita como “la madre de todos
los pueblos y naciones” (Is 66,10-12), pieza central del proyecto nacionalista y
universalista del Trito-Isaías.
El tema de la centralidad de Jerusalén no es nuevo, al inicio de este texto
explicamos que desde que David conquistó la ciudad para erigirla en capital de
su reino (2Sm 5), hasta Apocalipsis 21,9-27 que, teniendo como referencia a Is
60,3 la describe como esposa del Cordero, que baja del cielo, la ciudad santa
atrae sobre sí los intereses del pueblo de Israel. En los evangelios canónicos, es
Lucas que considera a la ciudad santa y el templo los puntos de partida y de lle-
gada de la nueva religión: su relato histórico empieza con un culto en el templo,
donde se anuncia el nacimiento de Juan Bautista (Lc 1,5-25) y termina con los
discípulos de Jesús en Jerusalén y en el templo (Lc 24,52-53); para recomenzar
Hechos de los Apóstoles con la Iglesia naciente en Jerusalén (He 1), referencia
futura de todas las Iglesias que irán surgiendo en el mundo entero.
Posteriormente, Jerusalén se volverá central para los cristianos y, más
tarde, también para el Islam. En su obra “La Ciudad de Dios contra los paga-
nos” (De civitate Dei contra paganos, 412-426), Agustín de Hipona compara la
ciudad de Jerusalén, metáfora del ideal cristiano, a la situación de decadencia
del mundo. En la Edad Media, Jerusalén es objeto de guerras y batallas en las
cruzadas, entre cristianos y musulmanes, que, junto a los hebreos, la considera-
ban cada uno el centro de su religión. En estos tiempos, y a los ojos del mundo
del siglo XXI, asiste a una explosión genocida del conflicto donde el pueblo
Palestino está en riesgo de ser exterminado.
111
Versículos 1-3: esplendor de Jerusalén: El tema de la luz (v. 5 y 19)
denota un cambio de perspectiva. Las tinieblas que antes recubrían a la ciudad
ahora dejan espacio a la luz del retorno, de la reconstrucción y de la presencia
de Yahveh, que también retorna para morar en el medio de su pueblo. La luz
de JHWH inunda a la ciudad y se expande hasta las naciones paganas. Hay un
campo semántico relacionado al tema de la luz: por 7 veces se repite el radical
que indica la “luz” ( ), 3 veces, “amanecer” ( zrh), 2 veces “esplendor”
( ngh).
Versículos 4-13: los pueblos van a Jerusalén trayendo tributos: la luz
trae a los hijos dispersos y a los pueblos extranjeros, que, desde su diáspora,
retornan a casa. Son convocados por esa luz que, como farol en la noche oscura,
los atrae y los convida a emprender el camino de vuelta a casa. Traen riquezas
y vienen para reconstruir y vivir bajo su luz. Caravanas del oriente, navíos del
occidente, en una gran peregrinación para la ciudad santa. Todos traen tesoros
y tributos.
Se puede identificar varios tributos: las caravanas que vienen por tierra
desde el desierto, trayendo especies desde Arabia, India, África (Is 60,6); las
ovejas y cabritos de Cedar y Nabaiot (Hijos de Ismael): son los pueblos árabes
que suministran animales para el sacrifico al templo; el oro, la plata de Tarsis y
de las islas del Mediterráneo (España o Cerdeña); el trabajo esclavo o la corvea
de los extranjeros que reedifican los muros de la ciudad (Is 60,10); la madera
preciosa para la reconstrucción del templo, desde el Líbano (Is 60,13). El v. 12
es un añadido posterior, parecido a Zc 14,17-19. Hay una paradoja en esos ver-
sículos: de un lado se afirma, sorprendentemente, que las naciones paganas se
convertirán al Dios de los Israelitas y vendrán a Jerusalén trayendo sus riquezas;
por otro lado, todo el resto del libro de Isaías niega esa incorporación o con-
versión de las naciones, que siempre son juzgadas y condenadas (CROATTO,
2000, p. 58). Esto nos recuerda la crítica al exclusivismo hecha, a partir de Isaías
56, sobre la suerte de quienes se identifican plenamente con el Dios de Israel,
son los elegidos de este los poseedores y que da legitimidad a la superioridad
de unos sobre el otros. Identificados también con los justos y los poseedores
de paz, quienes no serán devorados por las fieras salvajes y los perros mudos
(VENTURA, 2024,9).
Versículos 14-15: Jerusalén, “ciudad de JHWH”: en esa parte hay un
cambio de puestos: Jerusalén, anteriormente humillada, recibirá ahora el honor
de los vasallos. “Ciudad de JHWH” es el nombre que recibe. Una imagen que,
desde las tradicionales interpretaciones, se destaca como positiva, pero que,
desde una mirada crítica al lenguaje androcéntrico, denota posesión. Y esa po-
sesión implica control. De hecho, en los vv. 14-15 domina el tema matrimonial,
donde la esposa no estará abandonada por el marido. El nombre de la ciudad
aparece también en Is 1,26 y 62,4. Diferente a lo que pasaba en el exilio, donde,
al parecer, Yahveh, Jerusalén y el pueblo de Israel habían sido negados, aban-
112
donados, ridiculizados, humillados por los vencedores: ahora, pues, se trataba
de “recomponer la figura de Yahveh, destacando sus atributos de poder, sabi-
duría, sus títulos de creador, formador, redentor, rey, Señor, salvador, liberador,
consolador, convocador, reunidor de la diáspora, y otros. El profeta construye
los atributos de yahveh contraponiéndolos a los de Marduc, el gran Dios del
imperio de Babilonia” (CROATTO, 2000, p. 49). Y con esta contraposición, la
presentación de Yahveh como dios único.
Versículos 16-18: Justicia y paz en la ciudad: en esos versículos, la
ciudad es descrita como quien se alimenta de los otros y, al mismo tiempo,
no se olvida de yahveh. Vuelve el tema de las riquezas, que ahora sirven para
embellecer la ciudad, teniendo como modelo el reino de Salomón (1Re 10,21-
27). Su belleza contrasta con su ruina descrita en el cap. anterior (Is 59). Hay
un cambio radical: si antes era una ciudad abandonada y en ruinas, ahora reina
en ella la paz y la justicia, y también sus muros y puertas cambian de nombre y
de función: serán llamadas, ahora, “Salvación” y “Alabanza” (Zc 2,5-9). Como
afirma Croatto, al comentar los nombres nuevos que serán dados a Jerusalén
(“ciudad da justicia” y “ciudad de fidelidad”, Is 1,26-27), también ese anuncio
puede ser entendido como compensador: “Quien escribe en este tono es alguien
que conoce los desastres de 597 y 586 y necesita imaginar una Jerusalén nueva
también en el orden ético y social”, y todo eso es Yahveh quien se lo trae para la
ciudad, pues es “un dios de mishpat” (Is 30,18b) (CROATTO, 2000, p. 44). Por
eso, se ha interpretado que “su salvación se extiende a todos los pueblos conoci-
dos, para los cuales se habían dispersados los hijos de Israel” (CROATTO 2000,
p. 50). Sin embargo, el tema no es que haya sido reconocido como un dios de
justicia, sino que se haya restringido esa característica sólo para yahveh, dando
lugar al fortalecimiento del monoteísmo y exclusivismo (VENTURA, 2024).
Versículos 19-22: Ciudad de la luz y de la vida: esta última perícopa
vuelve a la primera (1-3). Remarcando la presencia de ese dios único que no
sólo es luz para el pueblo, sino que hará que este brille ante todas las naciones.
No será necesario ningún otro dios. Pues “yo el Señor, seré tu luz eterna, yo tu
Dios, seré tu esplendor. Con esto el lugar se vuelve santo, porque es el lugar des-
de donde resplandecerá esa luz. Y así, se abre paso a las interpretaciones contra
Babilonia y a favor de Sión “las dos ciudades que estuvieron juntas en el mal,
tendrán, con todo, destinos opuestos” (CROATTO, 2000, p. 54).
113
que emana de la “Gloria del Señor”, instalada en su templo y que se expande
hasta los extremos confines del mundo. Por eso, Jerusalén será llamada “ciudad
de YHWH”, “Sion del Santo de Israel” (60,14). El proyecto se define entonces
como una teocracia y una hierocracia: es YHWH quien establece la paz y la jus-
ticia, y él se propone como la luz de Jerusalén y de los pueblos del mundo, para
siempre (60,19). El mismo YHWH será garantía de que eso acontecerá (60,22).
La consciencia de la centralidad de YHWH y de su salvación, se tradu-
ce en relaciones de subordinación para todos los hijos de Israel exilados en el
exterior, como también para los pueblos extranjeros: no hay otro Dios, ni otra
salvación posible, así como existirá solamente la paz y la justicia que emanan
de YHWH. Se trata de una lectura exclusivista de la religión, dogmática, fun-
damentalista e intolerante, que excluye cualquier otra forma religiosa, pues ab-
solutiza su propia divinidad y acaba afirmando una sola verdad y salvación. Tal
postura viene acompañada, generalmente, del etnocentrismo, o sea, de la exclu-
sividad de elección del pueblo de Israel, depositario de una vocación específica
entre los demás pueblos. De esta forma, se plantea una única visión religiosa y
social, que asume características de colonialismo cultural y religioso, en el sen-
tido que son invisibilizadas las diversidades específicas, silenciadas las voces
otras, en nombre de la imposición de una única forma religiosa, centralizada en
Jerusalén y en el culto a YHWH.
Desde una mirada ideológica, YHWH es descrito como un Dios universal
y universalista. De Dios patrono de Israel se transforma ahora en Dios univer-
sal. Su culto deberá ser aceptado por todos los pueblos y naciones, así como
la ciudad de Jerusalén, con al centro el templo a YHWH, será la referencia
religiosa universal. Desaparecerán los otros dioses y religiones, pues todos se
encontrarán alrededor de YHWH. Las leyes de YHWH serán impuestas a todas
las naciones, así como los tributos que ellas deberán entregar a Israel, como se-
ñal de sometimientos político, económico y religioso. Realmente, en la medida
que la comunidad judaica se afirma a través de su fe, se cierra en sí misma y se
considera el centro del mundo.
Económicamente, lo que se explora es el imperialismo político y econó-
mico desde el poder teocéntrico de Judá. El modelo que subyace a lo planteado
por Isaías 60 es el estado tributario del reinado de Salomón (siglo IX). Los
tributos vendrán desde todas las direcciones: por tierra, caravanas y navíos, y
también la construcción de Jerusalén será el resultaos del trabajo forzado de
los pueblos extranjeros. Además, maderas y otras riquezas serán traídas para
embellecer a Jerusalén (Is 60,4-13). El despojo de los pueblos extranjeros apa-
rece en toda su visibilidad y con estruendosa claridad, en la metáfora de Isaías
60,16-17: “Y mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás;
y conocerás que yo YHWH soy el Salvador y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar
114
de piedras hierro; y pondré paz por tu administradora, y justicia por tus opreso-
res”. El verbo tiene el significado de “mamar”, “chupar”.
Llama a la atención que la imagen es como un niño que se alimenta del
pecho de la madre. Y aparece dos veces, en relación con Israel que “mama” la
leche de las naciones y del pecho de sus reyes. Si de un lado Israel es comparado
a un niño, del otro se afirma que vivirá de la abundancia de los otros pueblos.
Entonces, la imagen de la madre amamantando su hijo, acentúa la actitud gloto-
na del hijo, que en su insaciabilidad aprovecha de la abundancia del pecho de la
madre. En este sentido, la madre, que representa las otras naciones es explotada
por Israel. Lo que sigue en el v. 17 es la explicación de la metáfora: impondrá la
paz ( como su gobernador ( ) y la justicia ( ) como su autoridad
suprema ( ). O sea, la paz y la justicia serán impuestas a la fuerza. Sin em-
bargo, esos términos hebreos tienen en su etimología una clara alusión también
a los tributos, lo que hace pensar que paz y justicia serán las consecuencias de
los tributos: quiere decir, que donde no haya pago, la violencia continuará. ¡Esa
es la paz!
En todo eso, entendemos que el profeta visualiza un cambio significativo:
Jerusalén que antes era abandonada y destruida, consecuencia de sus pecados y
de la salida de ella de la Gloria de YHWH, ahora con el retorno de los exiliados
y sobre todo con la instalación de YHWH en su templo, conocerá una nueva
fase de esplendor y será elevada a centro de la salvación y del universo, trans-
formándose en “luz de las naciones” (Is 60,3). Con eso, el Trito-Isaías va mucho
más allá de los profetas anteriores, proyectando sus visiones para una dimensión
universalista que, tal vez, no consideraba suficientemente la realidad histórica.
Es posible que el entusiasmo del retorno y el inicio de la reconstrucción, lo
llevan a soñar más de lo que correspondía a la realidad. Dicho de otra manera:
“nuestro sueño no puede atrapar ni impedir el sueño de los demás”. Por eso, vale
recordar a los diferentes y conflictuantes proyectos de reconstrucción, susten-
tados por los persas y por el grupo de Tobías. Tema que no tenemos espacio de
desarrollar en este texto.
115
La tendencia imperialista se expresa por un acentuado nacionalismo,
cuyo propósito es transformar Jerusalén, el templo y a YHWH en las referen-
cias universales. La idea que subyace es que Israel es central para la historia de
salvación, idea que aparece también en el libro de Jonás, y está presente en el
diálogo de Jesús con la samaritana: “La salvación viene de los judíos” (Jn 4,22).
La misión de Israel en la salvación de la humanidad revela una postura funda-
mentalista y autorreferencial, porque valora su propuesta religiosa y descalifica
a las demás. Además, tiene implicaciones políticas, sociales y económicas, en
la línea de un pensamiento imperialista de Israel sobre el resto de la humanidad,
hasta afirmar que los extranjeros se pondrán a servicio de los judíos y traerán
sus riquezas y tributos a Jerusalén como señal de sujeción al dios de los hebreos
(Is 60, 5-16). Así que debemos concluir que el texto deja trasparecer también
una relación de atadura política, económica y cultural en cambio de una supues-
ta salvación religiosa (MARCONCINI, 2007, p. 203).
Una postura diferente, desde el respeto, habría exigido el fin de un cen-
tro y el paso de la homogenización colonialista, para un pluralismo de centros
desde las diversidades de cada uno. En ese esquema, la paz y la justicia serían
garantizadas por una nueva mirada, donde la diversidad, se transformaría en
instrumento de potenciación, cambios y renovación en favor de la convivencia-
lidad entre diversos (SCHIAVO-VENTURA, 2023, pp. 123-133).
Concretamente, la complejidad cultural, social, política y religiosa de
cada pueblo/nación no necesitaría ser simplificada, reducida y homogenizada
en ningún molde e imposición, sino que debería ser reconocida en todas sus ri-
quezas y potencialidades. Como afirma Mignolo: “pensar a partir de conceptos
dicotómicos en vez de ordenar el mundo en dicotomías “ (2003, XIV). O como
muy bien afirma la afro-feminista Basha Changuerra (2019), en un poema que
denuncia la inclusión aniquiladora de la diversidad: “¿Inclusión? ¡No, gracias!
No puedes incluirme en tu discurso. No puedes agregarme a tu espacio.
No puedes añadirme a tu movimiento.
No puedes meterme en tu saco (ni en ningún otro). No puedes cederme
algo de espacio en tu espacio.
Al incluirme me marcas cómo, me marcas el modelo, me marcas la for-
ma, me marcas el tempo. Cuentas conmigo sí, pero al incluirme el canon
lo impones tú.
A mí no me incluyas, no me des voz, no me cedas espacio y no me pases
el micro. Puedes contar conmigo, desde el respeto a lo que soy.
Reconociéndome como a igual, sin imponer, sin marcar, sin juzgar. Míra-
me, escúchame, pregúntame, reconóceme como soy.
Compartamos en igualdad.
116
uno y cada una de las partes involucradas pueda crecer de forma novedosa,
creativa y constructiva a través de este encuentro. O sea: la relación debe re-
sultar en cambios efectivos y afectivos, originando movimientos de encuentro
y de transformación, que resulten en una relación de convivialidad (SCHIA-
VO-VENTURA, 2023, pp. 37-39). Para esto será necesario el reconocimiento
de las otras naciones y sus derechos. Y cuando esa mirada, pretensión imperial
se desvanezca, entonces, “la dinámica de transformación de lo propio que, te-
niendo su norte en la convivencia, desdogmatiza las diferencias y las convierte
no en puntos de paso sino en puntos de encuentro y de apoyo solidario para el
cultivo de estas como referencias y tradiciones necesarias para vivir en relación
y enriquecernos desarrollando la pluralidad de las relaciones culturales” (FOR-
NET-BETANCOURt, 2011, p. 8).
La interculturalidad es una actitud profundamente ética, porque no pue-
de ser neutral, sino que se entiende desde el lugar que ocupa, piensa y actúa,
o sea, “desde el lugar de aquellos y aquellas a quienes las asimetrías de poder
que caracterizan el mundo de hoy – desde la asimetría epistemológica hasta la
religiosa, pasando por la económica y la política – imponen estar “abajo”, y
bajo la amenaza constante del castigo preventivo para que no osen equilibrar
el mundo con el peso de sus tradiciones y proyectos de realización identitaria”
(FORNET-BETANCOURT, 2006, p. 8).
Es una postura ética porque no se conforma con la inclusión de los que
son excluidos, ni con tolerancia alguna, más exige un sistema diverso que, des-
de las diversidades presentes, construya relaciones entre iguales. Tampoco la
interculturalidad busca la unidad, más “encamina hacia un nuevo tipo de rela-
ciones de convivencia y con ello hacia una universalidad solidaria y comparti-
da; una universalidad en equilibrio, sin ninguna forma de cultura determinada,
porque todo intento de firmarla o de ponerle el sello de una determinada cultura
representaría una forma de desequilibrio y un asalto a lo común, es decir, una
recaída en la violencia y en los hábitos de dominación” (FORNET-BETAN-
COURT, 2011, pp. 13-14). Así entendida, la interculturalidad se transforma en
una auténtica fuerza de cambio, el “imperativo de nuestro tiempo” (PANIKAR,
1998, pp. 20-42), para la construcción de la paz y una alternativa a la violencia,
porque desenmascara la violencia implícita en las relaciones determinadas por
el poder y la dominación (SCHIAVO-VENTURA, 2023, pp. 129-130).
A modo de síntesis
En el ámbito de lo religioso, tema de este estudio, enfatizamos en el pe-
ligro de una propuesta universalizante, que transforma una forma religiosa es-
pecífica, en nuestro caso, el judaísmo posexílico, en algo metafísico, que está
encima de todos y que sirve a todos indistintamente, a pesar de su tradición
religiosa, cultural, histórica y humana. Sin la referencia a lo situado, lo histó-
117
rico, lo contextual y lo territorial, el universalismo se transforma en un nuevo
colonialismo e imperialismo religioso. Por eso, no puede haber diálogo entre
las religiones sin “recuperar las memorias liberadoras de la humanidad en toda
su pluralidad, sin renunciar por ello a un fundamento normativo vinculante”
(FORNET-BETANCOURT, 2011, pp. 14-15).
En fin, más allá de las religiones, que se definen como un sistema cerrado
de doctrinas, ritos y tradiciones, valdría la pena partir, para un diálogo fructí-
fero, de las experiencias religiosas específicas, que expresan espiritualidades
propias, o sea, maneras distintas de aproximarse a lo sagrado y que van confor-
mándose en éticas diferentes. El fundamento normativo vinculante al que se-
ñalaba Fornet-Betancourt podría coincidir justamente con la intuición religiosa
que se diferencia en general solamente por su expresión cultural, siendo algo
antropológicamente propio de la especie humana.
En este sentido, el estudio realizado nos lanza algunos desafíos como
cristianas y cristianos y para quien sea que esté interesado en la lectura de los
textos bíblicos:
a. Abrir los ojos ante lecturas que fortalecen nacionalismos, a través de
planteamientos universalizantes, que acaban fortaleciendo actitudes
prácticas colonialistas y, por ende, violentas.
b. Disposición a realizar una lectura crítica de los textos que desenmas-
care proyectos imperialistas.
c. Otro desafío está relacionado con identificar los diferentes proyectos
de reconstrucción y los intereses de los grupos que apoyaban o recha-
zaban.
d. Estar atentos y atentas a las interpretaciones de los mismos textos que
se realizan hoy día, cuáles son sus afectaciones, es decir, a quienes
benefician y a quiénes perjudican.
118
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120
Luiz Alexandre Solano Rossi1
Resumo
O artigo procura fazer uma aproximação entre a tragédia de Gaza, que atinge prin-
cipalmente as crianças, e o texto de Zacarias 8,1-8 que apresenta, diante do impe-
rialismo persa, promessas de recomeço a partir do espaço público, que envolve as
crianças. A praça é o local por excelência da presença de Javé. A praça será lugar para
aqueles que eram impedidos de viver: velhos e velhas e meninos e meninas ocuparão
seus espaços na nova cartografia de Jerusalém. Mas para tanto a própria cidade de
Jerusalém precisará passar por uma profunda transformação a fim de se construir e
constituir a partir da verdade e da justiça. Não mais a violência e a morte. Na praça
se respira vida longa às crianças e a todos os que vivem nas periferias da existência.
Palavras-chave: Palestina; Longevidade; Velhos e velhas; Meninos e meninas; Pra-
ça.
Abstract
The article tries to bring together the tragedy in Gaza, which mainly affects children,
and the text of Zechariah 8:1-8, which present, in the face of Persian imperialism,
promises a new start from the public space, which involves children. The square is
the place par excellence of Yahweh’s presence. The square will be a place for those
who were prevented from living: old men and women and boys and girls will occupy
their spaces in the new cartography of Jerusalem. But for this to happen, the city of
Jerusalem itself will have to undergo a profound transformation to be built and cons-
tituted based on truth and justice. No more violence and death. The square breathes
long life into children and all those who live on the peripheries of existence.
Keywords: Palestine; Longevity; Old men and women; Boys and girls; Square.
1
Luiz Alexandre Solano Rossi é pós-doutor em Teologia (FULLER Theological Seminary) e em História
Antiga (UNICAMP), doutor em Ciências da Religião (UMESP) e Mestre em Teologia (ISEDET/BsAs).
Possui mais de 120 livros publicados no Brasil e no exterior. Professor no mestrado e doutorado em Teo-
logia da PUCPR e no Centro Universitário Internacional (UNINTER). E-mail: luizalexandrerossi@yahoo.
com.br
121
Introdução
As crianças da Faixa de Gaza são as principais vítimas do conflito entre
Israel e o grupo palestino Hamas. Assassinato, mutilação e sequestro de crian-
ças seguidos de ataques a hospitais e escolas bem como a negação do acesso
humanitário constituem, de fato e de verdade, graves violações dos direitos das
crianças. Possivelmente certa esteja Butler ao dizer que vivemos em um mundo
“radicalmente empobrecido” (2021, p. 37) e, acrescentaria, radicalmente empo-
brecido num mundo com uma forte capacidade de naturalizar acriticamente a
tragédia da morte anunciada.
Se ao olharmos para Gaza e, em especial para as crianças, encontramos
a humanidade sendo obscenamente degenerada, o texto de Zacarias 8,1-8 apre-
senta uma coleção de oráculos que tematizam a promessa de salvação consubs-
tanciada na reconstrução de Jerusalém ao redor do templo e, ao mesmo tempo,
procurando esboçar uma nova organização sociopolítica. Eram tempos difíceis.
Tempo de exílio e de dor que traziam lembranças por demais desagradáveis
e traumáticas. A partir de lembranças traumáticas e dolorosas o profeta irá se
valer de promessas que elaboram um programa de esperança. Anti-imperialísti-
camente o profeta faz do espaço público o lugar apropriado para o surgimento
da esperança subversiva. Tratava-se de um período de opressão sistêmica que,
de acordo com Armstrong, pode ser descrita como possivelmente “a mais sutil
forma de violência” (2016, p. 22).
O autor parece que está consciente de que o templo era o símbolo da
presença de Deus no meio do seu povo. Mas é necessário levar em considera-
ção o que representaria o templo para o profeta. Para Zacarias a característica
principal do santuário não era o altar sacrificial como nos tempos pré-exílicos.
O santuário deveria ser o centro irradiador da verdade e da justiça. Um binômio
que garantiria vida plena a todos, principalmente para os mais vulneráveis. Aos
olhos do profeta o mais importante era “converter-se. Nesta conversão ocupa
um posto capital o aspecto ético. O culto por si só não basta” (SICRE, 1998,
p. 347). Neste contexto o profeta anuncia que as praças da cidade se encherão
de velhos e velhas e de meninos e meninas, que nelas brincarão (Zc 8,4-5). A
promessa de Deus é que ele resgatará o povo exilado, habitará no monte de Sião
e estará presente no meio do seu povo: Eles serão o meu povo, e eu serei o seu
Deus em verdade e em justiça (Zc 8,8).
Porém, há uma distância abismal entre a promessa de esperança e a rea-
lidade. Crianças palestinas não brincam nas praças, ao contrário, são assassina-
das. Do sorriso nasce a dor e dos jogos e brincadeira impõe-se o luto. Na des-
proporcionalidade do jogo político a tragédia se faz permanente. Said descreve
da seguinte maneira a permanência da tragédia:
A tragédia palestina é territorial na medida em que uma outra pretensão –
mais forte, mais estruturada e mais relevante no que se poderia chamar de jogo
das nações – reclama o domínio não partilhável da terra. Mas também é uma
122
tragédia de negação e, em certo grau, de invisibilidade: a narrativa palestina é
gradualmente apagada, escondida, suplantada por outra que lhe faz concorrên-
cia e, ao mesmo tempo, a substitui por representações reducionistas e caricatu-
rais (2012, VIII).
123
a arrecadação do tributo e a relativa autonomia das regiões e de seu culto reli-
gioso. Ao assumir o poder sobre o antigo reino de Judá, Ciro permitiu a volta
dos exilados e a reconstrução do Templo de Jerusalém. Na verdade, Ciro não
somente permitiu a reconstrução, como também viu nela um passo importante
para a conquista do Egito, o que consolidaria definitivamente o império persa.
A política do novo império previa a restauração dos cultos dos povos do-
minados. Ao patrocinar o culto local, esperava conseguir algum consenso, pelo
menos dos sacerdotes, para a sua administração. É claro que esse conceito de to-
lerância não pode ser levado ao pé da letra. Não se tratava de consideração legí-
tima pelos outros, mas sim da percepção que o império mundial poderia melhor
dominar e ser mais duradouro. Também não significava um regime frouxo. As
rédeas estavam bem seguras pelo poder central. Os assuntos da política externa
e o sistema de tributos permaneciam centralizados firmemente em Pasárgada,
Persepólis, Susa ou Ecbátana. Ações autônomas das províncias que formavam o
império não eram permitidas e, onde aparecessem, eram duramente reprimidas.
Reinava ainda uma ordem hierárquica severa, e seria totalmente errado imagi-
nar os reis como próximos ao povo por causa da tolerância. Eles eram déspotas
diante dos quais todo mundo era tido como escravo. Todavia, nas questões da
vida intelectual e religiosa dos povos subjugados, de sua peculiaridade e tradi-
ção, eles se evidenciavam como tolerantes.
O que parece um bem está, de fato, camuflando perigos insuspeitáveis.
Afinal, a nova forma de política religiosa também se configura numa nova for-
ma de dominação que servia aos interesses do império nascente e ao desequi-
líbrio do poder. Constrói-se um sistema balanceado entre a pseudo-autonomia
local das províncias e o controle eficiente pelo poder central. De fato, o período
persa pode ser considerado uma época de intensa miserabilização.
Zacarias significa “Javé se lembra”. Todavia, não somente Javé é apre-
sentado na perspectiva da memória; também o próprio povo de Deus é convoca-
do ao exercício constante da memória que leva ao encontro dos atos de Javé no
passado. Zacarias viveu em um tempo de crise. A crise de um povo que se viu
destruído, parte dele exilado, habitantes de uma terra arrasada pelos babilônios
e recém-incluída na tributação persa; mas, ainda assim, dispostos a um processo
de reconstrução. Contudo, não se pode falar apenas de reconstrução do Templo,
mas sim também da grande importância que é dada à reconstrução afetivo-so-
cial da vida do povo. A ação de Zacarias pode ser estruturada em dois alicerces:
a construção do templo e um programa de reconstrução afetiva e social do povo
de Deus. Uma tarefa gigantesca, mas não impossível.
124
O profeta como animador da comunidade
Zacarias 8,1-8
1
A palavra de Javé dos exércitos foi dirigida nos seguintes termos. 2Assim diz Javé
dos exércitos: Tenho muito ciúme de Sião; estou fervendo de ciúmes por sua causa.
3
Assim diz Javé dos exércitos: Voltarei a Sião, habitarei em seu meio, Jerusalém.
Jerusalém será chamada cidade da verdade, e a montanha de Javé dos exércitos terá
o nome de Montanha Santa. 4Assim diz Javé dos exércitos: Velhos e velhas ainda se
sentarão nas praças de Jerusalém, todos de bengala na mão por causa da idade. 5Mas
logo as praças da cidade ficarão cheias de meninos e meninas a brincar pelas ruas.
6
Assim diz Javé dos exércitos: Se isso parece impossível aos olhos do resto deste
povo, seria impossível também para mim naqueles dias? Oráculo de Javé. 7Assim
diz Javé dos exércitos: Eu estou libertando o meu povo dos países do nascer e do
pôr-do-sol, 8e vou trazê-los de volta para morar na cidade de Jerusalém. Então eles
serão o meu povo e eu serei o Deus deles, na verdade e na justiça.
O ciúme/zelo que levara Javé a executar seu castigo contra Israel esta-
va agora ardendo para restaurar o elo da aliança. O templo seria novamente a
moradia de Javé, e sua presença contínua e permanente asseguraria a fidelidade
de Israel à aliança. Jerusalém seria chamada de “cidade da verdade”, ou ainda
poderíamos usar a expressão sinônima do profeta Isaías “cidade da justiça” (Is
1,26). A presença de Javé na cidade é a chave para as dez promessas que segui-
rão com o objetivo de encorajar a vida e o trabalho de reconstrução realizado
pelos trabalhadores. De acordo com Stuhlmueller o verbo “sakhan” traz algo de
arcaico e que “nos dias do seminomadismo designava a morada familiar em ten-
125
das e a maneira em que inicialmente vivia Deus em meio ao seu povo e só pos-
teriormente a expressão veio a adquirir a designação de Deus no templo” (1971,
p. 154). No Antigo Testamento Javé é o sujeito do verbo “morar” (sakhan).
Por 43 vezes permite compreender como uma presença graciosa imanente (Ex
24,16; 25,8; Dt 12,11; Sl 74,2; Ez 43,1-9).
Jerusalém é apresentada como o centro e o critério da verdade no meio
da crise. A cidade ideal é insinuada pelo profeta: liberta do domínio estrangeiro,
não precisará de muros de proteção e, nessa região ilimitada, haverá abundância
de gado e de nova população. Segundo Pazdan (2001, p. 165) a presença de
Deus dará origem a um novo nome para Jerusalém, a saber, “cidade da verdade”
e “montanha da santidade”. Mudam-se os nomes porque a relação de Jerusalém
e do templo com o povo pobre e vulnerável também deverá passar por mudança,
ou seja, o que aconteceu com Jerusalém deve se refletir necessariamente nos
espaços públicos a fim de garantir a longevidade e a qualidade de vida.
Quais mudanças a presença de Javé produzirá na cidade? As mudanças
não podem ser consideradas cosméticas. Elas alcançam a profundidade do teci-
do social. A renomeação de Jerusalém demonstra que o caráter de Sião passará
por profunda alteração. Somente Javé tem o poder e a autoridade para alterar a
designação de Jerusalém (Is 62,3-4). Como primeira consequência da presença
de Deus, Jerusalém se tornaria a “cidade da verdade”. Uma expressão caríssima
ao Antigo Testamento pois, segundo Klein (2008, p. 234), trata-se de “uma fra-
se única no Antigo Testamento”. Mas é preciso salientar que o retorno de Javé
somente se concretizará se alguns impedimentos forem enfim desarticulados.
Afinal, como Javé poderia habitar numa cidade e seu templo marcado pela infi-
delidade, injustiça e violência?
As crianças e os velhos nas praças serão um sinal da nova aliança. Teria
Javé ficado com saudade da antiga aliança? Velhos/velhos e meninos/meninas
não precisarão mais ficar trancados e calados nas casas, com medo dos inimi-
gos. A vida não estará mais ameaçada, mas protegida e será plena. Crianças
brincando na praça é um sinal claro de que há segurança. Dessa maneira, o pro-
feta anuncia a chegada de um novo tempo simbolizada em Jerusalém, o centro
do culto a Javé. Velhos com idade avançada, crianças brincando é uma perspec-
tiva de uma população em crescimento, um bom sinal diante da dispersão após
o exílio. Zacarias retoma a mesma perspectiva de Is 54,1-3,13 e de Jr 31,12: a
promessa de crescimento da cidade e o aumento de sua população. As palavras
do profeta se referem a um momento e a um lugar especial para os excluídos, in-
tegrando-os. No projeto de reconstrução socioafetiva, a destruição e a desolação
não têm a última palavra e muito menos marcam o fim da história.
No entanto, vale a pena sublinhar que a presença de Javé trará especial
alegria para tão somente dois grupos muito bem especificados: velhos e velhas
e meninos e meninas (Am 5,16; Lm 2,11-12; Is 65,20; Sl 127,3-4; Jr 30,18-21).
O ambiente urbano está na mente do profeta e se apresenta como essencial:
126
“o contexto para a reflexão a respeito dos tempos bons permanece a realidade
urbana” (Petersen, 1984, p. 300). A revitalização do ambiente urbano somente
se dará a partir dos mais frágeis. Nem a cidade e muito menos o templo terão
algum valor se a vida na praça for negada ou negligenciada.
Se Jerusalém foi desabitada, agora ela terá uma população significati-
va. O autor deste oráculo usa uma técnica de mencionar dois extremos, isto é,
menino e menina e velho e velha, para indicar a totalidade do grupo, ou seja,
a totalidade da população. As performances descritas de cada grupo – descan-
sar e rir/brincar – parecem sugerir uma existência confortável para aqueles que
viviam nas periferias criadas pelos grupos de poder. O oráculo, portanto, pare-
ce-me moldado a fim de discutir as questões relacionadas à qualidade de vida.
Os versos 4 e 5 indicariam um modo de vida construído a partir da qualidade de
vida dos mais fracos de uma sociedade. Nesse caso, a medida da importância
de uma cidade e de sua religião passaria necessariamente pelo modo como elas
tratam aqueles que são menos considerados. O particípio traduzido por “jogar”
é na verdade uma forma de sahaq, um verbo que frequentemente denota sor-
riso (Jó 5,22; 39,7; Sl 2,4; 37,13). Uma variante do verbo aparece em Gênesis
recordando o sorriso de Abraão e de Sara ao ouvir que eles teriam um filho
(Gn 17,17, 18,12.13.15).
A complementaridade sexual também é enfatizada nesta condição futura.
Fala-se não somente de velhos, mas também de velhas. Não registra somente
meninos brincando, mas também meninas. Os dois sexos coexistem em harmo-
nia. E a harmonia surge exatamente numa localização específica. Trata-se da
praça que é mencionada 3 vezes no oráculo (rehobot). Um local muito apro-
priado exatamente porque era nestes lugares abertos que os profetas anteriores
compreendiam que a morte e a destruição ocorriam (Am 5,16; Jer 9,20; Lm
2,11-12). Ela traz a imagem de estabilidade e de prosperidade em contraposição
a outras imagens deturpadas que povoavam o imaginário do povo quando da
conquista dos babilônios. O papel das praças sinaliza uma mudança de papel
na experiência judaíta do 6º século. O que era no princípio um símbolo para a
degradação e derrota se torna símbolo de esperança. A esperança, portanto, se
encontra no profano. Na profanidade da vida é que se deverá encontrar com a
mais viva experiência de Deus. O espaço público é valorizado. Nele crianças
e velhos estão unidos. O princípio e o final da vida se encontram; vitalidade e
experiência; o chão da realidade está impregnado de vida!
Deus convida seu povo para fazer com ele uma nova aliança. Essa nova
aliança está fundada na verdade e na justiça, a força capaz de trazer novamente
a paz e a alegria. Essa aliança possui um duplo alicerce. O primeiro deles tem
como base a verdade. Afinal, a verdade havia desaparecido das praças da cidade
e do portão (Is 57,4; 59, 12-15). O julgamento verdadeiro que deveria pautar as
relações pessoais não estava mais presente. O segundo alicerce tem como base
a justiça. É igualmente uma necessidade fundamental para a unidade do povo,
127
haja vista a injustiça que marcava profundamente a vida do povo. O novo êxodo
anunciado pelo profeta deverá atingir todos os pontos da dispersão. A promessa
está direcionada na perspectiva dos exilados e da diáspora. Assim sendo, para o
profeta a liderança e a hegemonia do projeto de reconstrução cabem aos exila-
dos; é a partir deles que se fará a renovação da aliança.
Isaías 1,21-26 pode ser visto como o contraponto do texto de Zacarias.
Contraponto com aqueles que praticam a injustiça. Eles são chamados de “meus
inimigos” e “meus adversários”. A cidade da justiça e da verdade já não mais
cumpre com seu papel. Nela reside a morte e a violência. Não há mais alegria
nas praças. As palavras acerca de Jerusalém lidas no profeta Isaías são dema-
siadamente fortes: “prostituta”, “cheia de criminosos”, “chefes são bandidos”,
“não fazem justiça”. Todavia, em Zacarias, por duas vezes o profeta utiliza a
expressão “meu povo” nos versos 7 e 8. Penso que são grupos distintos. A litera-
tura bíblica não pensa em todo o povo quando utiliza tais expressões. Os adver-
sários e inimigos são, de fato, aqueles que causam as dores públicas e afastam
as brincadeiras das praças, assassinando as crianças.
Todavia, as promessas que dão forma ao futuro do povo também exi-
gem uma forte prática da justiça no presente. A promessa de futuro melhor está
umbilicalmente ligada à construção do presente a partir da justiça. Promessa
e ética estão em estreita interdependência. No texto de Zacarias encontramos
duas prescrições positivas seguidas de duas prescrições negativas, indicando
que relações francas e de confiabilidade permitem a construção de uma socie-
dade estável. Ao contrário, vingança, ódio e provas falsas apressam a falência
da coletividade e colocam em xeque o futuro. Nesse sentido sigo Sicre (1984, p.
581) ao formular a pregação de Zacarias e demonstrar que o profeta se limita tão
somente aos aspectos sociais: a) julgai com retidão e justiça; b) cada um trate
com afeto e carinho o seu próximo; c) não oprimais a viúva, o órfão, o emigran-
te e o pobre; d) ninguém maquine maldades contra seu próximo.
A destruição da cidade de Jerusalém foi a manifestação da justiça de Javé
diante da desobediência dos pais. No amplo marco da vida diária, Jerusalém
deixou que sua atividade e seus sentimentos não se orientassem para o bem
do próximo. Dessa forma, Zacarias ousa propor e, acertadamente, que a trans-
gressão ao bem do próximo é a única causa da ruína da cidade (Zc 1,2; 7,12).
Todavia, Deus está pronto para fazer o bem e consolar seu povo, mas são neces-
sárias a obediência e a prática da justiça. Dizer a verdade para o seu próximo é
uma maneira de normatizar o relacionamento dentro do clã. Afinal, a injustiça e
a mentira afastam os irmãos e impedem o crescimento da solidariedade. Nesse
contexto, compreende-se por que Zacarias insiste tanto na boa ordem e na paz
social a partir da praça.
128
Novos tempos para ontem e para hoje
A imagem da praça é ainda muito atual. Na promessa anunciada pelo
profeta, praça é um lugar público, aberto, seguro e lúdico. Lugar público onde
as crianças vão brincar e não morar, como acontece hoje, lugar de violência e
não de confiança. Meninos e meninas brincam livremente. A promessa é um
contradito que tem o poder de subverter a escravidão. Aqui brincar tem duplo
sentido de libertação: direito da infância e sinal de liberdade. Neste texto de Za-
carias chama a atenção à linguagem inclusiva, nada comum nos textos bíblicos:
velhos e velhas, meninos e meninas. Desponta a relação entre criança e idoso.
Não são polos opostos, independentes e sim complementares. Grupos que se
exigem para formar o tecido social. Todos os habitantes, mesmo os mais fracos
e indefesos da sociedade (especialmente estes), podem viver seguramente.
Atualmente milhares de crianças palestinas estão privadas de viverem e
crescerem com dignidade. Como encontrar sorrisos em terra tão inóspita e ge-
radora de violência, exclusão social e criadora de periferias? Butler aponta uma
possível direção ao dizer que “o sofrimento dos outros formula a substância da
exigência ética que nos é imposta continuamente” (2021, p. 49).
Seria possível pensar que crianças brincando nas praças seriam sinais vi-
síveis da presença de Deus? A invisibilidade delas impede que vejamos a Deus
e, consequentemente, corrermos o risco de descará-las como dispensáveis. A
distância que mantemos dos idosos e das crianças é um possível reflexo do
quanto já nos esquecemos da advertência de Jesus quanto a isso: “Houve entre
os discípulos uma discussão, para saber qual deles seria o maior. Jesus sabia o
que estavam pensando. Pegou então uma criança, colocou-a junto de si, e disse
a eles: Quem receber esta criança em meu nome, receberá a mim. E quem me
receber, receberá aquele que me enviou. Pois, aquele que é menor entre vocês,
esse é o maior” (Lucas 9,46-50). Jesus também nos surpreende com outra decla-
ração: “Deixem as crianças, e não lhes proíbam de vir a mim, porque o Reino do
céu pertence a elas” (Mt 19,13). Surpreendentemente o Reino é transformado
num playground para crianças. Nessa praça transformada em “parquinho de
criança” a presença de meninas e meninos e velhas e velhos indica a presença
de Deus e, consequentemente, do Reino de Deus.
Numa sociedade em que crianças são friamente assassinadas, a esperança
do profeta Zacarias é mais do que bem-vinda.
Conclusão
Gaza está se tornando um cemitério de crianças. Praticamente todas as
crianças na Faixa de Gaza foram expostas a traumas que jamais serão curados.
Cicatrizes e sequelas que levarão por toda a vida. Sobrevivem, corajosamente,
mesmo com a escassez de alimentos, água e medicamentos. Seja no passado
quanto no presente as forças de ocupação israelenses matam, mutilam, deixam
129
órfãs e detêm centenas de crianças no território palestino ocupado todos os
anos. As mãos dos soldados do exército de Israel estão borrifadas de sangue de
cada criança assassinada.
Mais de 10 mil crianças mortas. Muitas delas antes que pudessem dar
os primeiros passos, foram assassinadas com apenas 1 ano. Em meio ao caos,
o sangue das crianças martirizadas clama por justiça. O rosto de cada criança
carrega sua própria vulnerabilidade e, por isso mesmo, impõe uma obrigação
ética a todos os que o contempla. Para as crianças nominadas abaixo, apenas
uma fração dos nomes das 10 mil crianças, as brincadeiras nas praças jamais
acontecerão.
Abdel Rahman Iyad Abdel Rahman Abu Jalal
Abdul Rahman Abdul Aziz Yahya Al Balawi
Abdullah Ibrahim Khaled Al-Dali
Abdullah Khalil Abdullah Abu Hayya
Abeer Ibrahim Khalil Meema
Adam Bakr Nasr Al-Sarhi
Adam Ezzat Muhammad Warsh Agha
Adam Shawkat Mahmoud Al-Rantisi
Adi Adam Jamal Abu Al-Naga
Ahmed Amin Ahmed Abdel-Al Muharram
Ahmed Mahmoud Ayman Al-Jayeh
Ahmed Mohammed Mohammed Khalifa
Ahmed Mustafa Ahmed Sheikh Al-Eid
Ahmed Nazir Shawqi Shaaban
Ahmed Thaer Sobhi Ghareeb
Ahmed Yasser Ahmed Abu Halhoul
Akram Muhammad Moin Al-Harkali
Al-Baraa Muhammad Samir Abu Taima
Ali Tariq Mahmoud Radwan
Alma Khaled Kamal Rashwan
Alyan Muhammad Alyan Al-Bayouk
Amir Iyad Saeed Al-Naffar
Amir Muhammad Mustafa Othman
Amir Omar Zakaria Al-Astal
Amir Rifaat Omar Abu Shab
Amira Ibrahim Salah Abu Awad
Amira Muhammad Samir Abu Ajwa
Amna Shawqi Rajab Iqdih
Anas Muhammad Mahmoud Al-Derawi
Aseel Ahmed Mahmoud Radwan
Aseel Iyad Nabil Omran
Aseel Muhannad Amin Al Agha
Asia Hassan Hamdi Al-Hinnawi
Atef Mohamed Atef Muammar
130
Atta Mohieddin Atta Darwish
Aya Ahmed Nawaf Al-Najjar
Aya Muhammad Hussein Ashour
Ayla Ahmed Ali Obaid
Ayla Saeed Saleh Abuelaish
Ayman Ahmed Ramadan Al-Masry
Ayman Muhannad Ayman Ismail
Badr al-Din Badr Muhammad al-Amrain
Baraa Mahmoud Nasser Shehadeh
Baraa of Muhammad Walid Abu Shuaib
Basma Muhammad Ibrahim Abu Sharia
Bilsan Noman Suleiman Haboush
Carmel Hamid Khaled Al-Bayaa
Celine Ismail Muhammad Al-Mutawq
...
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www.luteranos.com.br/conteudo/zacarias/8-1-8 acessado em 18/06/2014 às
13h29.
131
Sandro Gallazzi1
Resumo
Guerra santa quer dizer guerra dos deuses. As piores guerras são aquelas feitas em
nome, o de acordo, com um monoteísmo excludente que não aceita nem suporta dife-
renças: é o monoteísmo das religiões que, desde sempre, foi mecanismo de opressão
e de controle das consciências, em vista de um projeto de domínio universal, levado
adiante pelo povo “eleito” que deve converter os outros povos ou, se não se conver-
terem, exterminá-los, entregando-os, assim, a Deus, num anátema sagrado, queiram
eles ou não queiram. Falar em guerra santa, então, quer dizer falar de quem é o
“nosso Deus” cuja violência é narrada e exaltada e, no mesmo tempo, significa dizer
quem é o “povo de Deus” ao lado do qual ele luta e que ele salva. A guerra santa é,
assim, um verdadeiro lugar teológico.
Palavras-chave: Guerra; Violência; Anátema; Justiça; Perdão.
Abstract
Holy war means war of the gods. The worst wars are those carried out in the name
of, or in agreement with, an exclusionary monotheism that does not accept or support
differences: it is the monotheism of religions that has always been a mechanism of
oppression and control of consciences, in view of a project of universal dominion,
carried out by the “elected” people who must convert other peoples or, if they do not
convert, exterminate them, thus handing them over to God, in a sacred anathema,
whether they want it or not. Talking about holy war, then, means talking about who
“our God” is, whose violence is narrated and exalted, and, at the same time, it means
saying who the “people of God” are, alongside whom he fights and whom he saves.
Holy war is, therefore, a true theological place.
Keywords: War; Violence; Anathema; Justice, Forgiveness.
1
Doutor em Bíblia. Formador de lideranças em Comissão Pastoral da Terra y Membro do CEBI Brasil,
gallazzi46@gmail.com
132
Muitas vezes conversei sobre violência, luta, resistência, guerra, com ani-
madores de comunidades, líderes quilombolas, diretores sindicais, movimentos
de mulheres. Lembro que o primeiro artigo que eu escrevi, em 1985, foi a partir
da pergunta de seu Antônio, esposa de dona Raimunda, no Bico do Papagaio,
durante uma formação bíblica promovida pelo mártir Padre Josimo: “Se o fa-
zendeiro mandar seus capangas me expulsar da minha terra, posso meter bala?
O que a Bíblia diz?”. Escrevi, então, o artigo “A mão do Senhor contra o Egito”
(GALLAZZI, 1985, pp. 11-20).
Acompanhando, com a reflexão bíblica, as lutas de ribeirinhos, posseiros,
mulheres, continuei me debruçando sobre o assunto e sobre isso escrevi, junto
com Anna Maria, não poucos artigos, dos quais lembro, por exemplo, “Sal-
mos, uma oração violenta?” (RIZZANTE, 1985, pp. 31-39). Com ela escrevi,
também, o comentário ao livro de Judite (GALLAZZI E RIZZANTE, 2001) e,
com o saudoso Francisco Rubeaux escrevi o comentário ao primeiro livro dos
Macabeus (GALLAZZI E RUBEAUX, 1993): livros de luta, de guerras e até
de guerras santas.
Levei estas reflexões aos encontros de biblistas latino-americanos e fui
convidado a trabalhar o tema da violência nos Cursos Intensivos de Bíblia, pro-
movidos pelo CEBI.
Caminhar junto a tanta gente que lutava contra a exploração e a opressão
dos fazendeiros da UDR (União Democrática Ruralista) e de um agronegócio
que concentra terras e riquezas, devasta o ambiente e expulsa, tortura e mata
quem lhe resiste, fazia ressoar com força, sempre atual, as palavras proféticas:
cobiçam campos e os tomam, cobiçam casas e as roubam; fazem violência a
um homem e à sua casa, a uma pessoa e à sua herança (Mq 2,2); armais uma
guerra para quem vivia tranquilo (Mq 2,8).
Vi que a palavra hamas/violência é sempre associada a opressão, injus-
tiça, exploração, mentira. Violência é sempre dos poderosos: os seus ricos são
cheios de violência e os seus habitantes falam mentiras (Mq 6,12). Violência
é, também, a resposta de Deus que vai punir os poderosos violentos. Quem luta
pelo direito e pela justiça nunca é violento. Ele é forte e corajoso, ela/ele é va-
lente; nunca violento.
133
bastassem os exércitos egípcios, hititas, assírios, babilonenses, persas, gregos,
romanos, cujas lutas envolveram estas terras, havia, também, a realidade interna
desta terrinha que era lugar do cananeu, do heteu, do amorreu, do perizeu, do
heveu e do jebuseu; lugar dos hebreus, das tribos de Israel e de seus vizinhos,
amonitas, moabitas, edomitas, amalecitas e filisteus/ /pelistiim. Todos eles
sempre em conflito, em luta, em guerra entre si, disputando, espaços, produtos,
hegemonia.
Como a gente entende o anseio do povo pelo fim destas guerras:
Converterão as suas espadas em pás e as suas lanças em foices; uma nação não
levantará a espada contra outra nação, nem aprenderão mais a guerra. Mas assen-
tar-se-á cada um debaixo da sua videira, e debaixo da sua figueira, e não haverá
quem os amedronte (Mq 4,3-4; Is 2,4; Jl 4,9-11);
Todo calçado que levava o guerreiro no tumulto da batalha e todo o manto revolvido
em sangue, serão queimados, servindo de combustível ao fogo (Is 9,5);
Quebrarei o arco e a espada e a guerra e os farei deitar em segurança (Os 2,18).
Destruirei os carros de Efraim, e os cavalos de Jerusalém; e o arco de guerra será
destruído, e ele anunciará paz às nações; e o seu domínio se estenderá de mar a mar,
e desde o rio até as extremidades da terra (Zc 9,10).
Ele faz cessar as guerras até o fim da terra; quebra o arco e corta a lança; queima
os carros no fogo (Sl 46,9; 76,3).
134
Violência que se abate contra o povo que se torna infiel, adorando outros
deuses, copiando as “nações”, desprezando a vontade de Deus e provocando
o seu ciúme e o seu furor, como o de um marido traído pela mulher adúltera e
prostituta. Bastaria ler as maldições contidas no capítulo 28 do Deuteronômio
para ver até onde chega a violência divina “se não deres ouvidos à voz do SE-
NHOR Deus, para não cuidares em cumprir todos os seus mandamentos e os
seus estatutos, que hoje te ordeno, então virão sobre ti todas estas maldições, e
te alcançarão” (Dt 28,15).
O grito desesperado das “filhas de Sião” que vivenciaram a violência
de Babilônia contra Jerusalém, ecoa no livro das Lamentações. Quantas lágri-
mas de mulheres estas “guerras” provocaram: seja das mulheres dos derrotados,
como das mulheres dos vencedores!
Numa guerra é impossível conter a violência dentro dos limites estabe-
lecidos pelo mandamento, presente nos três maiores códigos bíblicos, e que
buscava restaurar o equilíbrio social: “se houver morte, então darás vida por
vida, olho por olho, dente por dente, mão em mão, pé por pé, queimadura por
queimadura, ferida por ferida, golpe por golpe” (Êx 21,23-25; Lv 24,18-20; Dt
19,21). A violência da guerra sempre extrapola e pode até chegar ao extermínio
do inimigo2.
Fruto de uma cultura que não separava o político do religioso, todas as
guerras eram consideradas “santas”: quem queria a guerra eram as divindades,
de um lado e do outro; elas garantiam sua presença e sua força e guiavam os
exércitos na hora da batalha.
Pior ainda, hoje, quando a bênção da mesma divindade é invocada sobre
os exércitos de ambos os lados: durante a segunda guerra mundial, nos cinturões
dos soldados alemães estava estampilhado: Gott mit uns / Deus conosco. A mes-
ma divindade é invocada, hoje, sobre os exércitos ucraínos e russos.
Uso a palavra divindade porque não acredito que seja o Deus em que eu
acredito a abençoar e santificar estas guerras.
Não pretendo neste ensaio, falar sobre a guerra santa, sua origem, sua
história, suas características, suas regras, como constam nos textos bíblicos, de
maneira especial em Dt 20; Dt 7,1-5, no livro de Josué e, também, no Rolo da
Guerra dos manuscritos de Qumram. Quem quiser aprofundar pode recorrer às
páginas 297 a 306 do manual clássico de De Vaux (2003).
2
“Cerca de 1.200 é o número oficial de vítimas do massacre de 7 de outubro”, disse o porta-voz do Mi-
nistério das Relações Exteriores de Israel, Lior Haiat, em 10/11/2023.A reação de Israel contra o Hamas,
em Gaza, já provocou 30 vidas palestinas por cada vida israeliana! É um massacre desproporcional e de
uma crueldade impossível de explicar, sobretudo, contra mulheres e crianças que são o 70% das vítimas.
Mesmo que, oficialmente, o estado de Israel nunca tenha falado em guerra santa, as decisões tomadas estão
gerando um verdadeiro genocídio da população palestina, como preconizavam as guerras santas bíblicas.
Nem podemos esquecer os abusos permanentes contra a população palestina por parte do estado de Israel
que provocam discriminações e geram resistência e violências. Nesta realidade quem faz hamas/injustiça,
segundo o pensamento bíblico, é o estado de Israel.
135
Guerra santa quer dizer guerra dos deuses. As piores guerras, porém, são
aquelas feitas em nome, o de acordo, com um monoteísmo excludente que não
aceita nem suporta diferenças: é o monoteísmo das religiões que, desde sempre,
foi mecanismo de opressão e de controle das consciências, em vista de um pro-
jeto de domínio universal, levado adiante pelo povo “eleito” que deve converter
os outros povos ou, se não se converterem, exterminá-los, entregando-os, assim,
a Deus, num anátema sagrado, queiram eles ou não queiram.
Falar em guerra santa, então, quer dizer falar de quem é o “nosso Deus”
cuja violência é narrada e exaltada e, no mesmo tempo, significa dizer quem é o
“povo de Deus” ao lado do qual ele luta e que ele salva.
A guerra santa é, assim, um verdadeiro lugar teológico.
Vejamos alguns dos muitos exemplos presentes nos textos bíblicos.
136
Esta guerra acontecerá nos dias de Eliseu (2Rs 9-10) e será um verdadei-
ro massacre de toda a corte e todas as lideranças. Foi uma chacina brutal e quase
indiscriminada. Um século depois o profeta Oseias avaliará negativamente estes
acontecimentos, quando, por ordem divina, dará o nome ao seu primeiro filho:
“Dá ao teu filho o nome de ‘Jezrael’, pois logo, logo vou cobrar da casa de Jeú
o sangue derramado em Jezrael. Vou acabar com o Reino da Casa de Israel.
Acontecerá, naquele dia, que, no vale de Jezrael, quebrarei o arco de Israel”
(Os 1,4-5).
137
Esta teologia atravessa, também, os livros das Crônicas – últimos li-
vros e ponto de chegada da bíblia hebraica - que se preocupam de “limpar” as
memórias de Davi e de Salomão3. Estes livros apresentam a aliança feita por
Deus com Moisés como só um prelúdio à verdadeira aliança que Deus fez com
Davi.
3
Na narrativa cronista das memórias de Davi não constam os seguintes episódios: o adultério com Betsabea
e o assassinato de Urias; o “incesto” de Amon; a revolta de Absalão; a memória de Semei e de sua crítica; a
velhice de Davi; o complô de Adonias; a articulação de Natã e Betsabea em favor de Salomão; Adonias que
pede perdão. E das memórias de Salomão desaparecem as informações sobre o assassinato de Adonias; a
expulsão de Abiatar; o assassinato de Joab e de Semei; o casamento de Salomão com a filha de Faraó; o jul-
gamento do filho das prostitutas; a edificação dos palácios reais; as 1000 mulheres e a idolatria de Salomão
4
Vale, neste sentido, a declaração do rei selêucida Antíoco III, pouco antes das guerras macabaicas, trazida
por Flávio Josefo: Estou persuadido de que os judeus serão bons guardiões de nossos interesses, por causa
de sua piedade para com Deus e sei que meus antepassados conheceram a sua fidelidade e a sua pronta
obediência às ordens recebidas... a eles prometemos que poderão viver de acordo com suas próprias leis
(AJ 12,147-153).
5
Pouco tempo depois, o filho de Simão, o sumo sacerdote Onias, será morto pelo rei Antioco e terminará
138
A guerra santa será, então, deslocada ao fim da história: será uma guerra
santa apocalítica, conduzida pelo messias enviado, quando as nações todas se-
rão derrotadas e serão definitivamente restauradas as sortes dos “eleitos”, dos
que viveram fielmente, segundo os preceitos da Torah.
Enquanto este tempo não chegar, os ungidos/messias serão os sumos sa-
cerdotes que, em nome e no lugar de Deus, exercem o poder. Até que vieram as
guerras santas religiosas dos Macabeus e dos zelotes.
assim a dinastia sadocita. O texto grego, então, mudará este final da história: Agora, bendizei o Deus do
universo que faz maravilhas em toda a terra, exaltando nossos dias desde o ventre de nossas mães e agindo
conosco segundo a sua misericórdia. Que ele nos dê a alegria do coração e que haja paz em nossos dias,
em Israel, para dias sem fim; e Israel acredite que está conosco a misericórdia de Deus, para nos libertar
em nossos dias.
139
sacerdote, etnarca /chefe da nação e estratego/chefe militar. Só não se chamou
rei, como irá fazer o neto dele, dando início à dinastia dos Asmoneus e ao retor-
no da opressão sobre o povo.
A segunda guerra santa em defesa da religião será a guerra dos zelotes
que, movidos pelo mesmo zelo de Elias e de Matatias, queriam eliminar os
sacerdotes sadocitas, ricos e poderosos, considerados detentores ilegítimos e
indignos desta função sagrada e além do mais, aliados dos romanos que deviam
ser definitivamente combatidos e afastados da terra santa; era preciso purificar,
uma vez mais, o templo de Jerusalém.
Uma guerra santa que terminou, como sabemos, no ano 70, com a des-
truição de Jerusalém, por parte das legiões de Tito e com o extermínio dos ze-
lotes sobreviventes em Massada. Em 132, houve mais uma guerra santa, sob a
condução de Simão Ben Koseba, cognominado Bar Kókeba (filho da estrela)
em alusão à profecia de Nm 24,17. Este chefe, no qual o célebre Rabi Aqiba
viu o Messias, ocupou, com seus partidários, boa parte do país e a sua capital
durante cerca de dois anos. O culto foi restabelecido nas ruínas do santuário.
Roma interveio, então, com quatro legiões. Depois de três anos de combates,
que deixaram muitos mortos de ambos os lados, a revolta foi total e cruelmente
esmagada, em 135. A sorte dos vencidos foi pior do que em 70.
O imperador Adriano proibiu a todo circunciso o acesso a Jerusalém, que
se tornou Colonia Aelia Capitolina.
140
O mesmo Ezequiel nos dirá, muitas vezes, que a violência divina foi
descarregada contra o povo para que ele “conhecesse” que ele é o SENHOR:
E porei a minha face contra eles; do fogo sairão, mas o fogo os consumirá; e
conhecereis que eu sou o SENHOR, quando tiver posto a minha face contra eles
(Ez 15,7). O conhecimento do Senhor salva.
A violência sofrida por Babilônia tem o mesmo resultado da libertação
do Egito: conhecer o Senhor: Eu vos tomarei por meu povo, e serei vosso Deus;
e conhecereis que eu sou o SENHOR vosso Deus, que vos tiro de debaixo das
cargas dos egípcios (Êx 6,7).
Este é o objetivo que santifica a guerra de Deus contra o seu povo e pro-
voca o arrependimento e o perdão.
141
será um dia de ira, dia de angústia e aflição, dia de devastação e ruína, dia de trevas
e escuridão, dia nublado e tenebroso, dia de trombeta e gritos de guerra contra ci-
dadelas fortificadas e torres da muralha. Atormentarei esses indivíduos até fazê-los
andar como cegos, pois pecaram contra o SENHOR. Seu sangue será derramado
como se fosse pó, suas vísceras como lixo. Nem sua prata nem seu ouro serão capa-
zes de livrá-los. No dia da ira do SENHOR, ele incendiará a terra inteira, sim, ele
exterminará todos os que se sentam sobre a terra (Sf 1,7-17).
142
7. Como disfarçar de “guerra santa” uma brutal vingança pessoal
Ao falar de guerra santa, não consigo deixar de trazer a memória a denún-
cia feita pelas mulheres do que significa para seu corpo a relação com o sagrado
que chega até a provocar uma guerra santa para vingar o levita que perdeu a
propriedade do corpo de sua concubina6.
Os absurdos da guerra santa aparecem logo, quando um “levita” confirma
em nome de Deus o projeto dos Danitas de conquistar a cidade de Lais, onde
vivia um povo que “à maneira dos sidônios, vivia tranquilo, sossegado e con-
fiante. Não faltava nada à região, que era próspera. Viviam longe de Sidônia e
não tinham a ver com ninguém” (Jz 18,7). Foi este povo e esta terra que Deus
entregou aos Danitas (Jz 18,10) que “passaram à espada aquele povo sossega-
do e confiante e incendiaram a cidade” (Jz 18,27) e lá ergueram um santuário,
dirigido por um descendente de Moisés e onde colocaram a imagem de escultu-
ra7, roubada da casa de Micas (Jz 18,30-31; 17,17-25).
A narrativa seguinte nos relata uma guerra santa ainda mais absurda. Um
levita foi pegar de volta uma concubina que o tinha deixado. Voltando para
casa, pernoitaram em Gabaá, onde uns “filhos de Belial” quiseram abusar dele.
O dono da casa onde se hospedavam se dispôs a entregar suas próprias filhas,
mas o levita “pegou da sua concubina, e a tirou para fora e eles a conheceram
e abusaram dela toda a noite até pela manhã, e, ao amanhecer, a deixaram” (Jz
19,25). A mulher voltou para casa, mas caiu morta à soleira da porta.
O levita, “chegando à casa, pegou uma faca e, segurando o cadáver da
concubina membro por membro, cortou-o em doze pedaços, que enviou por
todo o território de Israel. Todos que viam comentavam: “Jamais aconteceu,
jamais se viu uma coisa assim desde que os israelitas saíram do Egito até hoje.
Refleti sobre isso, tomai uma decisão e pronunciai-vos!” (Jz 19, 29-30).
É a convocação para a “guerra santa” à qual respondem todas as tribos
de Israel, menos a de Jabes de Galaad, para vingar a honra do levita ao qual
foi tirada a sua propriedade que ele mesmo entregou à violência. A guerra foi
contra todos os benjaminitas que se recusaram de entregar os responsáveis pela
violência feita à mulher.
A narrativa tem todas as características da guerra santa: o compromisso
de participar e combater até o fim (Jz 20,8); a escolha do percentual dos que
irão combater (Jz 20.10); a ida ao santuário para consultar Deus sobre o como
6
Anna Maria e eu já escrevemos longamente sobre este assunto. Nossa hipótese é que os capítulos de 17
a 21 do livro dos Juízes e os capítulos de 1 a 4 do Primeiro livro de Samuel, formassem, na origem, um
livreto de denúncia, por parte das mulheres, dos absurdos do poder sagrado, contra a mulher e seu corpo.
Ver: Gallazzi, Sandro e Rizzante, Ana Maria. “Mulher: fé na vida”. In: Coleção Palavra na Vida, nº35/36,
CEBI, 1990, 58p. “Templo x mulher”. In: Estudos Bíblicos, No. 29. Petrópolis, Vozes, 1991, pp. 64-78. “E
violentaram também sua memória”. In: Ribla 41, Vozes, Petrópolis, 2002.
7
Este texto tem sabor de antiguidade pois esta imagem fundida era do SENHOR. Ainda não vigorava a
disposição de não fazer imagens de fundição.
143
fazer (Jz 20,18). Apesar disso, os israelitas foram derrotados e deixaram 22.000
mortos no campo de batalha (Jz 20,21).
Subiram os filhos de Israel, e choraram perante o SENHOR até à tarde,
e perguntaram ao SENHOR, dizendo: Tornaremos a pelejar contra os filhos
de Benjamim, meu irmão? E disse o SENHOR: Subi contra ele. (Jz 20,23). Fo-
ram novamente derrotados e foram mortos mais 18.000 homens. Segue-se outra
celebração em Betel: choraram perante o SENHOR, e jejuaram até à tarde; e
ofereceram holocaustos e ofertas pacíficas perante o SENHOR... pois a arca
da aliança de Deus estava ali e Finéias, filho de Eleazar, filho de Arão, estava
perante ele naqueles dias (Jz 20,26-28). A presença extemporânea da Arca e
de Finéias tornam este texto um paradigma da guerra santa: Quando a arca da
aliança se punha em movimento, Moisés dizia: “Levanta-te, SENHOR, que se
dispersem os inimigos! Fujam diante de ti os que te odeiam (Nm 10,35).
No dia seguinte, obedecendo à ordem divina e por uma estratégica em-
boscada, Israel, finalmente, venceu a guerra: matou 25.000 benjaminitas, pas-
sando à espada tudo o que encontravam, tanto homens como animais, e também
incendiaram todas as cidades que encontravam (Jz 20,46-48). Por causa da
falsa honra de um levita que entregou sua mulher à morte, foram massacrados,
na guerra santa, mais de 40.000 israelitas e 25.000 benjaminitas!
Mas o absurdo não termina aqui, uma vez que sobraram 600 benjamini-
tas que tinham conseguido fugir. O capítulo 21 de Juízes nos diz que, então os
israelitas voltaram a Betel elevando seu clamor e derramando muitas lágrimas.
O motivo? Ah! SENHOR Deus de Israel, por que sucedeu isto, que hoje falte
uma tribo em Israel? Para que a tribo de Benjamin voltasse a existir era preciso
que os 600 sobreviventes tivessem uma mulher, mas todos tinha jurado perante
Deus: Nenhum de nós dará sua filha por mulher aos benjaminitas.
Outro altar, outros sacrifícios e, finalmente, a decisão: visto que a tribo de
Jabes de Galaad não participou da guerra santa, incorrendo, assim, na pena de
morte jurada a quem não fosse participar da guerra santa, a comunidade enviou
para lá doze mil homens de guerra, ordenando: “Ide, matai à espada os habi-
tantes de Jabes de Galaad, inclusive mulheres e crianças: votai ao interdito/
herem todo homem e toda mulher já casado, mas deixai em vida as virgens”.
Foram capturadas 400 moças que foram entregues aos benjaminitas.
Ainda faltavam 200. O povo continuou com pena de Benjamim, porque o
SENHOR causou um rombo entre as tribos de Israel. Foi, assim, que os anciãos
decidiram que, não podendo dar suas filhas aos benjaminitas, eles seriam auto-
rizados a raptar, durante a festa sagrada, as 200 virgens que faltavam. Os pais
deviam se conformar pois, não havendo eles entregado diretamente as filhas,
não tinham desrespeitado o juramento feito.
Punidos por terem violentado uma mulher, os benjaminitas, agora, eram
liberados para tomar 200 garotas e durante a festa de Deus em Silo.
144
Para que houvesse tanta violência, nos repetem as mulheres, não foi pre-
ciso esperar os abusos da monarquia: Naquele tempo não havia rei em Israel;
cada qual fazia o que lhe parecia melhor (Jz 17,6; 18,1; 19,1; 21,25).
Ao santuário de Silo são associadas mais memórias de violência, sobretu-
do por parte dos filhos do velho sacerdotes Eli, verdadeiros “filhos de Belial que
não conheciam o SENHOR” seja porque abusavam das ofertas dos sacrifícios
rituais, seja porque abusavam das “mulheres que serviam à entrada da tenda da
congregação” (1Sm 2,12-22).
O contraste é dado por Ana que, no templo. proclama a memória do SE-
NHOR come era guardada pelos pequeninos, pelas mulheres e pelos pobres
(1Sm 2, 1-10). Um Deus cuja causa é a causa dos fracos, dos famintos, das mu-
lheres estéreis; um Deus que “levanta o pobre do pó, e desde o monturo exalta o
necessitado, e o faz assentar entre os príncipes, o faz herdar o trono de glória;
porque do SENHOR são os alicerces da terra, e assentou sobre eles o mundo”.
Um Deus que quebra o arco dos fortes e despreza os arrogantes e os ricos.
Samuel, como mais tarde Jesus, serão criados por suas mães nesta verda-
deira teologia.
O culto oficial do templo não tem serventia nenhuma e a narrativa termi-
na com mais uma “guerra santa” quando Israel “saiu em guerra contra os pelis-
tiim” (1Sm 4). Israel é derrotado e são mortos 4000 homens. Precisa, então, que
a guerra seja santificada: Vamos trazer de Silo a arca da aliança do SENHOR, e
venha no meio de nós, para que nos livre da mão de nossos inimigos”. Quando
chegou a arca do SENHOR DOS EXÈRCITOS, explodiu a alegria no meio do
povo e o pavor no meio dos pelistiim que, conhecendo as antigas façanhas deste
Deus, temiam a derrota. A presença da arca não adiantou. Foram mortos 30.000
israelitas, entre eles os sacerdotes filhos de Eli. Os pelistiim se apoderaram da
arca de Deus.
Ao saber do acontecido morreu, também, o sacerdote Eli, caindo do trono
e batendo a cabeça e morreu de parto a mulher de um dos filhos de Eli, dando ao
recém-nascido o nome de Icabod: foi banida a glória de Israel.
8
Sugerimos, para completar esta reflexão, a leitura do nosso artigo “Eu vos entrego o shalom/prosperidade”
publicado em RIBLA No. 88.
145
Amai, pois, a vossos inimigos, e fazei bem, e emprestai, sem nada esperardes, e será
grande o vosso galardão, e sereis filhos do Altíssimo; porque ele é benigno para com
os ingratos e malvados (Lc 6,35).
9
Há quem diga que Judas, ao beijar Jesus, queria provocar uma sua reação messiânica, como faria entender
o texto de João ao nos dizer que Jesus espontaneamente se deixou prender, depois de ter demonstrado a sua
força: Sabendo, pois, Jesus todas as coisas que sobre ele haviam de vir, adiantou-se e disse-lhes: A quem
buscais? Responderam-lhe: A Jesus Nazareno. Disse-lhes Jesus: Sou eu. E Judas, que o traía, estava com
eles. Quando, pois, lhes disse: Sou eu, recuaram, e caíram por terra (Jo 18,4-6).
147
O gesto de Jesus curando a orelha cortada nos fala de outras escrituras,
as que o crucificado que vive para sempre fez questão de nos dizer desde a
Galileia, como disseram os dois homens às mulheres que tinham ido ao me-
morial: Lembrai-vos do que ele vos falou, quando ainda estava na Galileia: ‘É
necessário que o Filho do Homem seja entregue nas mãos dos pecadores, seja
crucificado e, no terceiro dia, ressuscite’. E elas se lembraram de suas pala-
vras” (Lc 24,6-8).
Aos dois que estavam indo a Emaús e que não acreditaram nas mulheres,
foi o próprio Jesus a falar: “Insensatos e lentos de coração para crer tudo o que
os profetas falaram! Não era necessário que o Cristo sofresse tudo isso e en-
trasse na sua glória?” E, começando por Moisés e por todos os Profetas, inter-
pretou lhes, em todas as Escrituras, o que a ele diziam respeito” (Lc 24,25-27).
É o que Jesus terá que repetir aos demais discípulos ainda assustados:
“São estas as palavras que eu vos falei quando ainda estava convosco: era ne-
cessário que se cumprisse tudo o que está escrito sobre mim na Lei de Moisés,
nos Profetas e nos Salmos”. Então abriu-lhes a mente para que entendessem as
Escrituras, e disse-lhes: “Assim está escrito: o Cristo sofrerá e ressuscitará dos
mortos ao terceiro dia, e no seu nome será anunciada a mudança de pensamen-
to, para a remissão dos pecados, a todas as nações, começando por Jerusalém.
Vós sois as testemunhas disso (Lc 24,44-48).
É isso e só isso que vale a pena tomar de todas as escrituras.
É o que fizeram, Dorothy, Josimo, Santo Dias, Margarida Alves, Ade-
laide, Ezequiel, Gringo, Rose, Romero, Angelelli e a multidão das e dos que
“branquearam suas vestes no sangue do cordeiro” (Ap 7,14) e que continuam
presentes em nós, conosco e por nós, como o Jesus vivo.
Bibliografia
De Vaux, Ronald, Instituições de Israel no antigo testamento, Editora Teológi-
ca, 2003.
Gallazzi, Sandro, A mão do Senhor contra o Egito (Uma reflexão sobre as dez
pragas). In: Estudos Bíblicos, No. 6. Petrópolis, Vozes, 1985, pp.11-20.
Gallazzi, Sandro e Rubeaux, Francisco (1993), Primeiro Livro dos Macabeus.
Autocrítica de um guerrilheiro. Comentário Bíblico. Ed. Vozes, Metodis-
ta, Sinodal, Petrópolis, 263p.
Gallazzi, Sandro e Rizzante, Ana Maria (2001), Judite: a mão da mulher na
vida do povo. Comentário Bíblico. Ed. Vozes e Sinodal, Petrópolis, 143p.
Gallazzi, Sandro e Rizzante, Ana Maria (1990), Mulher: fé na vida. In: Coleção
Palavra na Vida, No. 35/36, CEBI, 1990, 58p.
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29. Petrópolis, Vozes, 1991, pp. 64-78.
148
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41, Vozes, Petrópolis, 2002.
Instituto Metodista de Ensino Superior, Ciências da Religião No. 2: “Os excluí-
dos”, São Bernardo, 1996.
Pastoral Universitária UNIMEP, Violência e paz. Uma conversa a partir da
Bíblia com Jorge Pixley e Sandro Gallazzi, Piracicaba, 2000.
Rizzante, Ana Maria, Salmos. Uma oração violenta? In: Estudos Bíblicos, No.
6. Petrópolis. Vozes, 1985, pp. 31-39.
149
Néstor Míguez1
Resumen
A lo largo del tiempo de composición bíblica surgieron distintas trayectorias teoló-
gicas en Israel. Entre ellas, propuestas de justicia y paz, pero también una corriente
claramente excluyente, etnocéntrica, endogámica y agresiva hacia los pueblos cir-
cundantes. En tiempos del ‘segundo Templo’ el judaísmo retornante elaboró una
‘teología de la pureza’ que, sin embargo, mantenía una alianza de hecho con los
sucesivos imperios que se instalaron en la región. Vemos en esa trayectoria ‘de la
pureza’ antecedentes de la política genocida que hoy despliega el estado de Israel.
Esa corriente fue hegemónica en tiempos del surgimiento del cristianismo –que bus-
có instalar una ética del amor y la justicia— y su principal opositor. Este artículo
procura, en una visión a vuelo de pájaro, mostrar esa trayectoria y la respuesta del
mesianismo de Jesús.
Palabras clave: Judaísmo; Etnocentrismo; Prejuicio racial; Pureza; Ética de la jus-
ticia.
Abstract
Throughout the time of biblical composition, different theological trajectories emer-
ged in Israel. Among them calls for justice and peace, but also a clearly exclusionary
current, ethnocentric, endogamous, and aggressive towards the surrounding peoples.
At the time of the ‘Second Temple’, returning Judaism elaborated a ‘theology of pu-
rity’ which, however, maintained a de facto alliance with the successive empires that
settled in the region. We see in this trajectory of ‘purity’ precursors of the genocidal
policy that the state of Israel deploys today. This current was hegemonic at the time
of the emergence of Christianity – which seeks to install an ethic of love and justice
– and is its main opponent. This article attempts, in a bird’s-eye view, to show that
trajectory and the response of Jesus’ messiahship.
Keywords: Judaism; Ethnocentrism: Racial prejudice; Purity; Ethics of justice.
1
Néstor Oscar Míguez. Nacido en Rosario, Argentina. Doctor en Teología (Nuevo Testamento) y Magister
en Antropología Social. Profesor emérito en las áreas de Nuevo Testamento y Teología Sistemática. Con-
ferencista a nivel internacional y autor de numerosos artículos y libros. Ex-Presidente de la Federación
Argentina de Iglesias Evangélicas y Presidente honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos, nestormiguez@gmail.com
150
Introducción y contexto
“Dios es amor”, dice la Primera carta de Juan (4,8) … pero pareciera
que no siempre. Al menos a lo largo de los textos bíblicos nos encontramos, así
como llamados al amor, la justicia, la paz y la concordia, también con textos
discriminatorios, condenas plenas de prejuicios, enemistades y anatemas, vio-
lencias y exclusión. Esta tensión se manifiesta más abiertamente en los textos
de la Biblia hebrea, aunque no desaparece totalmente en el Nuevo Testamento.
Y ciertamente, a lo largo de la historia podemos ver que tanto Israel como el
cristianismo han protagonizado (y lo siguen haciendo) esa ambigüedad, como
se han mostrado proclives a citar e interpretar textos bíblicos para justificar sus
violencias, sus odios, incluso genocidios. Nuestra América puede proveernos
abundantes ejemplos de ello, desde los días de la conquista hasta hoy2. Esta
tensión se sigue manifestando en múltiples formas, sea en temas propiamente
religiosos como también en políticos, económicos y étnicos. Toda la llamada
“cuestión Israel/Palestina”, y el actual genocidio que sufre la población palesti-
na en Gaza nos muestra la conjunción de todos estos factores en la construcción
de las dinámicas de venganza, la desmesura de la violencia desatada y los dis-
cursos de odio.
Por ello no es ocioso explorar en los propios textos bíblicos los ante-
cedentes de cómo se formulan y desarrollan las argumentaciones y dinámicas
con que se encienden estas pasiones destructivas. La exclusión y denostación
del otro, de la otra, de la otredad en sí misma, de sus culturas y modos de vida,
llegando a la eliminación total del enemigo, incluyendo el infanticidio, forman
parte de esos textos que muchas veces nos gustaría ignorar, pero que están ahí,
y que sin duda han sustentado ideológica y políticamente empresas imperiales,
conquistas a sangre y fuego, opresiones y explotación, persecución, someti-
mientos crueles y cautiverios. Ambigüedad más dolorosa aún porque nos mues-
tra a quienes los han padecido ejerciendo esa misma práctica destructiva sobre
otros, haciendo a otros y otras lo que sufrieron y no quisieran que les volviera a
ocurrir. A ir en la venganza más allá del “ojo por ojo, diente por diente y vida por
vida”, y desatando saña homicida e infanticida sobre inocentes y población in-
defensa. Lo mismo que condenan cuando lo sufren lo exaltan cuando lo aplican.
Sin pretender abarcar la totalidad de los textos que nos muestran esta
tensión, tomaré algunos pasajes del Antiguo Testamento y algunos del Nue-
vo donde se ponen en juego estos dispositivos de negación del prójimo, y los
contrastaré con aquellas expresiones, quizás más recurridas, que nos invitan a
superarlos en la construcción de una humanidad solidaria.
2
Las “teologías de la conquista” han hecho uso y abuso de textos bíblicos, especialmente de la ‘conquista
de Canaán’, para auto justificarse. Lo hicieron los ‘peregrinos’ reformados que invadieron lo que hoy es
Norteamérica, exterminando a los pueblos originarios de esa región tanto como el catolicismo ibérico en
la parte Sur del continente. También fue argumento de la conquista de África por parte de los imperios
europeos, base posterior del ‘apartheid’.
151
La violencia contra los hermanos: algunas lecturas del Génesis
Desde sus páginas iniciales la Biblia nos muestra episodios de violen-
cia fratricida. El episodio de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín
(Gen 4) inaugura una cadena de muertes violentas, exclusiones, desencuentros
y odios que no cesan hasta el propio Apocalipsis. Violencias condenadas, pero
también, en muchos casos sustentadas y justificadas, hasta demandadas, por una
cierta comprensión de lo divino. No es mi intención en este acápite dar cuenta
de todos estos hechos de violencia ni hacer un análisis de la etiología de los
pueblos en estos primeros pasos de la narrativa bíblica. Menos aún inmiscuirme
en la discusión sobre los orígenes de Israel y la historicidad o verosimilitud
de la cronología de los hechos3. Mi interés aquí es mostrar como el texto que
tenemos ha construido, imaginado, sentado las bases y propuesto una narrativa
canónica sobre ello, y las diversas corrientes teológicas que lo informan. Lo que
muestran algunos de estos textos, madurados durante el exilio/posexilio4, es
como se marcan los caminos de cierta violencia excluyente, del etnocentrismo
elitista, la endogamia y la xenofobia que caracterizará a una vertiente histórica,
una trayectoria, una cierta teología y ciertas líneas de pensamiento del judaísmo
posterior.
Hay una violencia ya en el propio concepto de sacrificio en esas prime-
ras ofrendas que presentan Caín y Abel: lo que se ofrece a la divinidad es un
‘holocausto’ (todo quemado), es decir, muerte5. Von Rad llega a señalar que la
ofrenda de Abel es preferida por ser “una ofrenda de sangre”6. La idea de que
el sacrificio de sangre es lo que redime se verifica en los textos bíblicos, en los
rituales prescriptos en el culto israelita, especialmente en el libro del Levítico, y
aparece en la argumentación de la Epístola a los Hebreos (9,22). Aunque, cabe
reconocer, esto será cuestionado en algunos textos proféticos, fundamentalmen-
te en Isaías, y también en el Salmo 50.
Esa primera “ofrenda de sangre” aceptada, convoca a otro derramamien-
to de sangre, el del homicidio. Caín mata a su hermano, y esa sangre derramada
en tierra es la que alerta a Dios. Posiblemente detrás de este relato mitológico
3
Hay una amplia discusión sobre cuándo y cómo datar los orígenes de Israel, una verdadera ‘historia de
la historia de Israel’. Un buen resumen sobre estas discusiones puede verse en Julio Trebolle: “Origen de
Israel: ciencia y mito”, accesible en https://www.revistadelibros.com/origen-de-israel-ciencia-y-mito/
4
El análisis histórico-crítico buscó, como principal interés, distinguir las fuentes detrás de la actual compo-
sición del Pentateuco, y especialmente en el Génesis. Las tensiones, incongruencias y las diversas trayec-
torias teológicas que configuran el texto son inescapables. Sin embargo, más allá de que hacer estas distin-
ciones ayuda a una buena exégesis, lo que hoy tenemos es un relato unificado, y es también imprescindible
para una buena hermenéutica tomar el texto como se nos presenta actualmente. La integridad de estos tex-
tos, y cómo fueron ubicados en la redacción final, el modo en que se entretejen y la dinámica narrativa que
proponen es indicativa del momento y tendencia dominante al momento de la construcción final, canónica,
y la proyección de estos en la continuidad histórica.
5
Sobre la relación violencia-sacrificio, y el derramamiento de sangre como expiación, ver R. Girard: La
violencia y lo sagrado, Barcelona: Editorial Anagrama, 2006
6
Von Rad, G.: Genesis. A Commentary. Philadelphia: The Westminster Press, 1961, 101: “The only clue we
can find in the narrative in that the sacrifice of blood is more pleasant to Yahweh”.
152
se encuentra la lucha entre pastores y agricultores. En los hijos de Lamec se
inician otros oficios, pero unos pocos versos más adelante la llamada “canción
de Lamec” (4,23-24) exalta nuevamente la acción vengativa, llevándola a su
máxima expresión. Hay como un crescendo de la violencia: la soberbia de que-
rer ser como dioses lleva a la expulsión y la enemistad con la tierra de la cual el
ser humano fue creado (Adam/adamah), luego el sacrificio cúltico, el fratricidio
primario que derrama sangre sobre esa misma tierra, y luego la desmesura de
la venganza.
No será el único fratricidio, tanto material como simbólico. La exclusión
del hermano será una figura que se repite en la narrativa hebrea. Lo veremos en
la sucesión abrahámica y en la sucesión davídica. Para afirmar una descenden-
cia unívoca de la herencia, tanto material como emblemática, una y otra vez se
niega la sucesión a los hermanos, a través del engaño, desconociendo el derecho
de primogenitura, o abiertamente eliminándolos.
La descendencia de Noé explica el origen y ordenamiento de las nacio-
nes que posteriormente entrarán en contacto con Israel. La extensa genealogía
que propicia las etiologías étnicas (Gen 9-11) tiene por objeto destacar el lugar
de los semitas –la descendencia de Sem– y de alguna manera circunscribir, y
eventualmente desconocer, o condenar a las otras naciones. Es en ese contex-
to (donde hay ciertas inconsecuencias en la trama narrativa) que los hijos de
Noé maldicen a su hermano Canaán y le auguran una perpetua esclavitud (Gen
9,24-27). Por otro lado, los descendientes de Jafet aparecen vinculados con los
reinos expansivos de Egipto, Asiria y Babilonia, aquellos que se constituyeron
en opresores de Israel.
El desconocimiento, la denostación o exclusión de los otros pueblos se
profundiza a medida que avanza el relato. Enumera los otros descendientes de
Sem (11,10-31) pero sólo se nombran a los ascendientes de Abram. La genea-
logía culminará con Terah y su descendencia para introducir la figura emblemá-
tica de Abram, y abrir el particular estatuto privilegiado de sus descendientes.
Pero no de todos. Así, mientras en la bendición abrámica se augura una
amplitud “para todas las naciones de la tierra” (12,3), la secuencia se centra ex-
clusivamente en su descendencia directa… pero no toda. La primera exclusión
es la de Lot, su sobrino, a quien se lo presenta como alguien pendenciero, y se
lo pone en la condenada Sodoma, para ser el origen incestuoso de moabitas y
amonitas (19,33-38). De esa manera aparecen en la narrativa bíblica estos pue-
blos, luego considerados enemigos e impuros.
Agar e Ismael serán las próximas víctimas de esta visión excluyente que
una larga tradición etnocéntrica nos acostumbró a tomar como normalizada. Ya
el anuncio del ángel adelanta una visión negativa de los ismaelitas (16,11-12).
Agar, la esclava, y su hijo Ismael son expulsados, incluso con el dolor del pro-
pio Abram (Gen 21). El capítulo 25 de Génesis nos señala el supuesto origen
de otros pueblos vinculados con la descendencia del patriarca, así como una
153
pluralidad de descendientes de Ismael. Descendencia plural pues al renombrar-
se como Abraham se anuncia que de su seno saldrá una multitud de pueblos
(17,4-8). Después de la muerte de Abraham, ya que a su sepultura aún concurren
conjuntamente Isaac e Ismael, así como sus otros descendientes (Gen 25), esa
diversidad será desconocida, a medida que el relato se centra en un único here-
dero, Isaac, y se establece una enemistad que se profundiza.
Una nueva exclusión se da en la sucesión de Isaac, con el engaño en la
bendición de la primogenitura (Gén 27). La “bendición” que se le reserva a
Esaú (27,39-40) contempla nuevamente un proceso de dificultades, conflictos
y esclavitudes. Las amenazas que continúan y el mandato endogámico del cap.
28 no hacen sino mostrar la profundización de esos conflictos y las formas de
las sucesivas alianzas bélicas. Desde estos relatos de la formación de pueblos ya
se percibe un escenario de los sucesivas exclusiones, odios, guerras y matanzas
que marcarán un aspecto inescapable de la narrativa bíblica, una narrativa nece-
sariamente parcial y parcializadora.
Sin embargo, no terminan allí los conflictos entre hermanos. Los hijos
de Jacob planean matar a su hermano José, y si bien no ejecutan el asesinato
lo venderán como esclavo a los ismaelitas (37)7. Aquí los hermanos mayores
esclavizan a su hermano menor y lo presentan a su padre como muerto. En tér-
minos actuales, lo ‘desaparecen’. La consecuencia final, destacada al principio
del libro de Éxodo, será su propia esclavitud.
7
El texto presenta ciertas incongruencias, pues por un lado señala a los madianitas (descendientes de
Abraham y Cetura) y por el otro a los ismaelitas como quienes compran a José y lo venden en Egipto (Gen
37,28.36). En todo caso, son siempre sus ‘primos’.
154
Pero antes de eso, José mismo hará de Egipto y del Faraón la potencia esclavi-
zadora, propiciando la grandeza de Egipto.
José, en tanto favorito y administrador del Faraón, y a partir de la revela-
ción de los sueños del rey, diseña la estrategia económica mediante la cual saca
provecho de esta posibilidad de conocer anticipadamente las condiciones veni-
deras en la producción agrícola. En primer lugar, acumula toda la producción en
los graneros del Rey adquiriéndola en los años de bonanza (Gen 41,48-49), para
posteriormente recuperar el dinero mediante su venta (Gen 41,56-57). Luego,
en sucesivos pasos (Gen 47,13-26)8, mediante la extorsión del hambre, al ha-
berse acabado la provisión de dinero (literalmente ‘plata’ – –Gen 47:14)9,
se apropia del ganado de los pueblos que constituían la población del espacio
denominado, en términos amplios, Egipto— .
Siguiendo ese mismo esquema, al año siguiente se apropia, para el Fa-
raón, de toda la tierra de las comunidades y pueblos que las habitaban y los
reduce a esclavitud. Quedan exceptuadas las tierras de los sacerdotes, mostran-
do efectivamente la distribución de tierras y sometimientos propios del tiempo
llamado ‘Imperio nuevo’ en Egipto (siglo XVI - siglo XI a.C.). Así, la gestión
de José aparece como el instrumento mediante el cual, a través de la conquista
económica, y no bélica, se sometió a esclavitud por parte de Egipto a la pobla-
ción circundante y la corona faraónica se apropió de sus territorios.
Lo llamativo para nosotros, en nuestra lectura posterior del relato en su
conjunto, es cómo se presenta como un acto de astucia y sabiduría la capacidad
de someter a otros pueblos a esclavitud. El José que fue vendido como esclavo
al Faraón y liberado por el favor divino, es ahora el instrumento mediante el
cual el Faraón esclaviza a otros pueblos y se apropia de sus recursos, ganados,
tierras, gentes, y establece el sistema impositivo que en realidad es un ‘doble
diezmo’. El que será el Dios liberador de Israel aparece aquí como el mentor del
autor de otras esclavitudes.
155
II-X a. C. Es probable, como señalan los estudios de G. Mendenhall10 y N. Got-
twald11 que lo que se encuentra por detrás de estos relatos es un largo proceso de
conformación social, cultural, religiosa e ideológica, que no necesariamente es
unívoco. Entre otras variantes, puede considerarse una rebelión campesina y de
tribus nómades frente a las ciudades-estado feudales de la región. Pero también
da cuentas de alianzas, acuerdos, la formación de ciertas ‘federaciones’ par-
ciales, algunas sumamente transitorias y otras más duraderas, algunas con una
continuidad que dio lugar a ciertos sincretismos en la formación de las deidades,
pactos e identidades de lo que luego se denominó Israel (GOTTWALD, 67-71).
Es plausible que nos encontremos nuevamente con otro conflicto ances-
tral: el de las poblaciones rurales con los enclaves urbanos. Ya en el relato del
Génesis Caín, el homicida, será visto como el constructor de la primera ciudad,
exponiendo otra enemistad: la del mundo rural y los enclaves urbanos. Es claro
que a través de este trasfondo mítico pone en evidencia un conflicto posterior,
que toma cuerpo en la llamada ‘conquista de Canaán’. El control militar por
parte de las ciudades y sus fortalezas sobre el entorno rural, el llamado feuda-
lismo asiático cananeo, generaría un malestar y principio de rebelión, que al
confluir con los grupos nómades de los ‘apiru habría desencadenado una serie
de alzamientos que, a lo largo de cierto tiempo, modificó la composición social
de la región, y dio lugar a nuevas formas de organización, probablemente más
igualitarias y donde las tribus, que en realidad incluirían sectores variados de
población, gozaban de cierta autonomía. Esto se habría prolongado hasta que
adviene el proceso de la monarquía y la creación de Israel como ‘estado’12.
Esta confrontación es lo que seguramente estará a la base del anatema a
las ciudades-estado en la conquista de las tierras canaanitas “que fluyen leche
y miel” (Josué-Jueces)13. Y si bien el libro de Jueces reconoce que no todo el
territorio queda bajo el poder israelita, que subsisten los otros pueblos, y que
hay una exogamia y sincretismo religioso (Jue 3,1-6), esto es para “probar a Is-
rael” y eventualmente justificar sus derrotas por “la ira de YHWH”. Pero lo que
quiero llamar la atención es el nivel de violencia y destrucción que supone y que
hemos naturalizado y justificado teológicamente. Esa violencia aparece como
una virtud, una forma de fidelidad, que se aplica tanto a las ciudades feudales
conquistadas como en las luchas inter tribales en el propio Israel.
Josué 10 es el punto culminante de esta historia de conquistas y destruc-
ción, con prácticas crueles y sanguinarias, tortura y humillación de los derro-
tados y donde una y otra vez se repite que “mató a todo lo que en ello tuviera
10
The Tenth Generation: The Origins of the Biblical Tradition. Johns Hopkins, 1973.
11
Gottwald, N. Las tribus de Yahveh. Barranquilla: Seminario Teológico Presbiteriano y Reformado de la
Gran Colombia, 1989.
12
Para el proceso de la formación de Israel como un estado, ver mi artículo: “Surgimiento del estado mo-
nárquico en el Israel Antiguo. Aproximación desde la antropología política”, en Cuadernos de Teología,
Vol. XXVI, 2007.
13
Ver Gottwald, 253 y 568-570.
156
vida”. Claramente marca una mirada que desconoce la realidad de la presencia
de los otros pueblos, sino que asume una victoria total de Israel, su derecho de
conquista. Es posible argumentar que eso refleja las dinámicas bélicas de aque-
llos tiempos. Pero el punto en el que quiero hacer énfasis es que todo esto es
atribuido a la voluntad de YHWH, quien es el verdadero protagonista de estos
actos, quien los promueve y aprueba, o rechaza y “enciende su ira” cuando no se
cumplen exactamente según este ritual destructivo. Cuando, siglos después, al
darle redacción final en los tiempos exílicos y post-exílicos se registra y canoni-
za esta teología, no es un acto inocente, o de simple “respeto por la memoria”:
es como todo acto de memoria, una construcción de sentido, una manera de
entender el origen y la identidad judía, la forma de la relación del judaísmo con
su deidad, con la tierra, con los otros pueblos.
157
No es desacertado destacar que esta política se desarrolla con el favor
y cierta alianza con el imperio persa. Sin ese sostén, y sin las negociaciones y
concesiones llevadas a cabo con el poder imperial no sería posible la supuesta
pureza étnica y cultual, la identidad ritual y la confrontación con sectores inter-
nos y los otros pueblos; todo ello se apoya en el acatamiento de los mandatos
imperiales. Para mantener la ‘pureza’ identitaria hay que renunciar a la autono-
mía política y aceptar los condicionamientos de la potencia imperial de turno.
Más adelante, aunque no examinaré esto con profundidad en este mo-
mento, algo similar ocurrirá con el movimiento macabeo. Se inicia como un
movimiento de purificación, agrediendo en primer lugar a los propios judíos
que amenazan la pureza a través del sincretismo cultural. Pero al final del ciclo
terminan acordando y forjando alianzas con las fuerzas romanas. Una vez más,
un ciclo purificador étnico y doctrinal, dogmático, se vuelve instrumento de la
presencia imperial. Esa será la realidad que encontraremos en los tiempos del
surgimiento del movimiento de Jesús. El fariseísmo y los saduceos mantienen el
culto y la pureza mediante negociaciones con los poderes imperiales. La propia
muerte de Jesús, al estar de los evangelios, será el resultado de esa confluencia
de fuerzas.
Cabe reconocer que no toda la teología israelita16 surgida en estos tiem-
pos tiene ese mismo carácter. De hecho, encontraremos una distancia crítica a
esta teología y a las prácticas cultuales del posexilio en el llamado Trito Isaías
y las tradiciones proféticas que inspiraron las líneas de una religiosidad ‘de los
justos’ en el campo religioso judaico posterior, especialmente en el ámbito ru-
ral17. Por otro lado, lo que podemos llegar a conocer de otros movimientos que
se dieron en el judaísmo posexilio y diaspórico nos muestra una gran dispersión
teológica, en algunos casos, siguiendo el esquema de la pureza, pero con una
fuerte impronta apocalíptica, o, como en el caso de Filón de Alejandría, acer-
cándose a un cierto diálogo con la cultura greco-romana. O, ampliando a todo
Israel, también en las teologías samaritanas, cuya influencia podría percibirse,
por ejemplo, en el Evangelio de Juan18.
16
Aunque sé que es discutible, distingo la teología judía de la ‘israelita’. Si bien, como he afirmado, la
reconstrucción de la escritura proto-israelita y del tiempo monárquico se hace en tiempos posexílicos, es
posible verificar la existencia de una serie de diversas trayectorias, como claramente puede verse en el con-
traste entre la ley del Deuteronomio con la de los textos sacerdotales. Mientras que la construcción posterior
sostiene un remanente exclusivamente de las tribus de Judá y parcialmente Benjamin, desechando a ‘los
samaritanos’ no por ello desaparece la idea de la reconstrucción de un Israel total. Ejemplo de la persisten-
cia de una expectativa del restablecimiento del todo Israel es visible en Ezequiel.
17
Ver mi propuesta sobre este tema en: “Cristianismo Primitivo: ¿Sinagogas rurales cristianas?”, en Zuru-
tuza, H. Botalla, H. y F. Bertelloni (comp.) El Hilo de Ariadna. Del tardoantiguo al tardomedievo, Homo
Sapiens, Rosario, 1996 pp. 19-35 (accesible en https://nestormiguez.com/wp-content/uploads/conferen-
cias/Sinagogas-cristianas-rurales.pdf). Sobre la pluralidad de tradiciones israelitas en tiempos de Jesús:
“Contexto sociocultural de Palestina”, en RIBLA No. 22, 1996.
18
Ver, por ejemplo, Pietrantonio, R. El Mesias Asesinado. El Mesias ben Efrain en el Evangelio de Juan,
Buenos Aires: ISEDET, 2004.
158
En nuestro caso nos interesaba hacer este recorrido, aunque sea a vuelo
de pájaro, porque nos encontraremos con la fuerte presencia de estas teologías
de la pureza, etnocéntricas, y justificatorias de la violencia y el asesinato como
parte del judaísmo hegemónico en tiempos de Jesús, pero también en ciertos
sectores del judaísmo actual, que ocupan el gobierno del estado de Israel en el
presente. También las podemos encontrar en ciertos sectores del cristianismo,
especialmente en el fundamentalismo norteamericano, que constituye su princi-
pal aliado estratégico imperial.
La alternativa mesiánica
Entre las distintas corrientes de las teologías judaicas de fines del pe-
riodo del ‘segundo templo’, hay por cierto una variedad de comprensiones de
‘lo mesiánico’. Si bien se ha popularizado la idea de que el judaísmo esperaba
un mesías guerrero liberador, hoy sabemos que las distintas vertientes teológi-
cas alimentaban una variedad de concepciones de la mesiánico, algunas con un
fuerte tono apocalíptico. Como es posible ver en las variantes traídas a la luz en
los textos de Qumrán, son en sí mismas plurales en este sentido19. También están
aquellas otras vertientes que se construyen con desatención a las figuras mesiá-
nicas, con una casi total oposición entre la prioridad de la ley y la expectativa
mesiánica. Los saduceos y los fariseos deben inscribirse fundamentalmente en
esta última variante.
Con Jesús de Nazaret nace una forma de mesianismo distinta, lo que he
llamado el mesianismo ‘a la Jesús’. Este movimiento del mesías (justamente
será llamado ‘mesiánicos’– cristianos, Hch 11,26) tomará diferentes elementos
de estas tradiciones y desechará otros. A su vez se diferenciará por característi-
cas propias, y de alguna manera elegirá más claramente con cuáles establecer la
mayor distancia y oposición. Y es claro, especialmente en el Evangelio de Ma-
teo, que esa polémica se establece con el movimiento fariseo, que aparece desde
el principio como quienes cuestionan y se oponen a Jesús, y a su vez a quienes
Jesús señala como los principales adversarios de sus enseñanzas y misión (Mt
23). En el Evangelio de Juan ya se extiende esta generalización y quedan mar-
cados dentro de la expresión “los judíos” 20, indicando que ellos representan la
totalidad de los que se entiende, al tiempo de la redacción de este Evangelio,
como la postura dominante en el judaísmo.
De esa manera se enciende una nueva postura conflictiva que dejará sem-
bradas semillas de discordia que luego brotarán en algunos de los más crimina-
les prejuicios. También dentro de la comunidad de los seguidores de Jesús nacen
19
Ver, entre otros, Barreda, J.J.: La comunidad de Qumrán y los dos Mesías: esperanzas mesiánicas en
los textos del Mar Muerto. Buenos Aires: Ediciones La Aurora, 2020. También el mencionado texto de R.
Pietrantonio sobre el Mesías Ben Efraim.
20
Ver, entre otros: R. Pietrantonio: “Los ‘ioudaioi’ en el Evangelio de Juan”, en: Revista bíblica, Vol. 47,
No. 1-2, 1985, pp. 27-41.
159
tensiones, y las cartas de Juan nos muestran cómo se generaron diferencias y
exclusiones, tanto por cuestiones éticas como doctrinales, si bien es claro que, al
menos en ese primer momento, no se buscará resolverla mediante la violencia.
En los escritos de Pablo y de Lucas en el Nuevo Testamento se nos ofre-
ce una lectura del mesianismo de Jesús que constituye una alternativa a estas
teologías. Y si bien no podemos ignorar que, como señalaremos, hay nuevos
conflictos y tensiones, se puede decir que se procura desarmarlos a través de una
ética que ya no pone su fuerza en los conceptos de pureza sino en los de justicia
y solidaridad.
21
Mantenemos por convención el nombre de Lucas para el autor (autores) de los textos del Evangelio que
lleva ese nombre y el libro de los Hechos. Más allá de las diferentes teorías redaccionales sobre estos escri-
tos, lo que es consenso es que son escritos desde una mirada gentil y para un auditorio mayormente gentil.
160
en este caso, en función de los textos precedentes, debe entenderse no solo por
los doce sino por toda la ‘multitud de sus discípulos’ (cf. Lc 19, 37; Hch 6, 2).
Son palabras dirigidas sin eufemismos a quienes padecen (pobres, hambrientos,
afligidos, perseguidos) equiparándolos con los profetas. Pero, además, en otra
divergencia con la versión mateana, Lucas agrega los ‘ayes’ (vv.24-26), también
en segunda persona, con lo cual marca su percepción de los contrastes económi-
cos y su ubicación social. Las diferencias no son étnicas ni de pureza ritual, sino
en cuanto a la ubicación económica y al estatus de poder, señalando así al sen-
tido de justicia, entendida esta como compensación equitativa. Se verifica aquí
el alcance que toma el propio ministerio de Jesús según Lucas lo da a entender
en su discurso en Nazaret (4,16-21). La variante económica en cuanto a la com-
prensión de la justicia del Reino de Dios es fundamental en todo el evangelio22.
Este contraste con la teología de la pureza y su correlato en la cons-
trucción del enemigo se acentúa aún más en la continuidad de este ‘sermón’:
“Pero les digo a ustedes que me oyen: Amen a sus enemigos, hagan el bien a
los que los odian” (Lc 6,27). Es de notar que también en este caso la aplicación
casuística del precepto pasa inmediatamente al plano económico: la vestimenta,
la dádiva, el préstamo. En el contexto marcado anteriormente por el contraste
entre ricos y pobres, entre poderosos y vulnerables, estas recomendaciones to-
man un sentido particular: no es la pasividad frente a la agresión, sino que es
convocatoria al gesto solidario, a la construcción de un ethos comunitario que
busca desmontar las agresividades y remediar las desigualdades: no se presta
solo a quienes pueden devolver (v. 34), circunscribiendo el circuito económico
dentro de la misma clase social, sino de establecer una corriente empática con
los otros, porque esa es la actitud divina (v. 36)23.
Esa actitud de superar el prejuicio económico es seguida inmediatamente
en el relato lucano por la superación del prejuicio racial: el siguiente episodio
que nos trae el evangelista es la curación de un esclavo de un funcionario gentil
(Lc 7,1-10), que además ha establecido una relación de empatía con los judíos24.
En la evaluación final del episodio (v. 9) el Jesús de Lucas destaca la confian-
za (pistis) que ha encontrado en este militar romano. Hay en esta actitud una
puesta en práctica de lo que había indicado anteriormente, el amor al enemigo,
la bendición de los que se oponen. Nuevamente se marca, como lo hará todo
el evangelio, una estrategia de no-poder como forma de poder. No está de más
destacar que justamente lo que pone en juego Jesús es su poder de curar, frente
al poder de oprimir que tiene el centurión. Y que quien es beneficiado, si bien es
22
Ver R. Krüger: Dios o el Mamón. Análisis semiótico del proyecto económico y relacional del Evangelio
de Lucas. Buenos Aires: LUMEN, 2008.
23
Aquí Lucas emplea el adjetivo οἰκτίρμων, que significa compadecerse, sentirse afectado por el padeci-
miento ajeno.
24
Si bien esta ‘empatía’ puede visualizarse como una actitud amigable por parte del centurión, no debe
ignorarse que eventualmente puede también verse como parte de una política clientelar destinada a condi-
cionar a la dirigencia sinagogal de Capernaún.
161
el centurión, lo es también el esclavo, una persona que no era considerada como
tal en el mundo romano. Más adelante también puede verse esta ponderación de
la fe de un samaritano (17, 11-19).
De esa manera la narrativa lucana busca introducir en el mundo gentil
la figura mesiánica como una figura superadora de las injusticias sociales y de
las enemistades étnicas. La pistis puede habitar en los discípulos, pero también
en un centurión romano (el caso se repetirá en Hechos con Cornelio) y en los
samaritanos (Hechos 8:4-17) lleva a superar las barreras étnicas y sociales, no
solo como prejuicio sino como práctica solidaria.
Excede las posibilidades y el espacio de este artículo entrar en profundi-
dad en la continuidad-discontinuidad de esta temática en la totalidad de la obra
lucana, abarcando el libro de Hechos. Pero resulta claro, y es consenso entre
casi todos quienes han comentado esta obra, que al darle continuidad al relato
de la vida de Jesús a través de la expansión de la iglesia ‘hasta los confines de
la tierra’ (Hch 1, 8) se busca superar el confinamiento étnico de la propuesta
mesiánica. Se cumple así la profecía de Simeón consignada como proyecto me-
siánico al principio del evangelio, que el niño presentado en el templo será: “luz
para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel“ (2,32).
No en vano será Pablo el artífice de los capítulos centrales de la segunda
mitad de la obra.
162
Pero, en esa dinámica, Pablo no deja de reconocer las dificultades y aún
las enemistades que se producen según las distintas percepciones culturales de
‘lo mesiánico’. Es que la superación de ciertos conflictos trae nuevos conflic-
tos, pues se tata de deconstruir percepciones arraigadas que han sustentado los
prejuicios. Pablo encuentra esto a través de los ‘partidos’ que se han formado
en Corinto26. Entre los diversos problemas que enfrenta el que parece indicar
las mayores diferencias étnico-culturales tiene que ver con los sacrificios de los
cultos locales y la carne que proviene de ellos (1Co 8-10).
Sin embargo, la condena a la idolatría no debe verse simplemente como
un problema ‘religioso’ en torno del Dios único, sino que marca una división
política: la llamada idolatría, es decir la adoración a las divinidades imperia-
les –incluido el César– y la participación en las festividades que las celebran,
así como el consumo de la carne ofrecida en ellas, aparece como una forma de
adhesión al imperio27. Esta actitud produce un quiebre en la comunidad, entre
quienes se mantienen solo en el plano ritual, y quienes, precisamente, toman
conciencia de lo que significa esta participación como instancia sociopolítica.
No se trata de pureza y doctrina, sino de las proyecciones simbólicas y de las
relaciones de poder. Son estas relaciones de poder, esta asimetría manifestada
en las deidades imperiales las que ponen en entredicho la solidaridad comuni-
taria. El enemigo no desaparece en una abstracción: sigue poniendo su fuerza
destructiva en el seno de la comunidad. Solo que no se lo combate mediante la
confrontación violenta o la exclusión, sino, por el contrario, convocando a una
solidaridad que revierte las divisiones imperiales: los ídolos que la sostienen no
son nada28.
El problema también aparece en la Carta a los Romanos, y si bien uno
puede apreciarlo en el sustrato de toda la argumentación, espacialmente al ver la
ley como un ‘dispositivo de captura’29, se hace evidente en la argumentación de
los capítulos 14-15. Es necesario romper la doble captura, tanto de la ley judaica
como de la imperial romana. Es la misericordia y el mutuo reconocimiento lo
que permite superar las divisiones impuestas por los poderes gobernantes o las
tradiciones rituales: “nada es impuro por sí mismo” (Ro 14,14). Sin embargo,
es la autolimitación el camino de la solidaridad (v. 21). Esa solidaridad debe
ser también activa y económica, interétnica, como lo muestra el esfuerzo por
la ofrenda a favor de los pobres de Jerusalén (2Co 8-9; Gl 2,10, Ro 15,25-29).
26
Un estudio detallado de estos conflictos, sus raíces y significación en Irene Foulkes: Problemas pastora-
les en Corinto, San José de Costa Rica: DEI, 1996.
27
Además del estudio que nos ofrece Irene Foulkes sobre este tema, ver E. de la Serna: “La idolatría, una
clave de interpretación de 1 Corintios. La militancia de la fe y sus adversarios”, en RIBLA No. 20, 1995.
También Pablo M. Ferrer: Imperio interno. Discurso, antropología y política en 1º Corintios 10. Tesis doc-
toral; Buenos Aires: IUISEDET, 2008.
28
“Notamos que Pablo expresa que ‘para nosotros’ la realidad de la idolatría no existe, Pablo y su grupo se
sustraen del poder imperial desde su creer diferente”. Ferrer, Imperio interno…, 168.
29
Ver mi artículo ““Entre la libertad y la justicia: de Gálatas a Romanos”. Revista Bíblica, Año 81/1-2,
2019, pp. 137-153.
163
También la participación en la Cena (1Co 11,17-33) se ha transformado
en un espacio de distinciones que ponen en riego ‘el cuerpo del Señor’ y los
conflictos que se suscitan a partir de allí cuestionan la solidaridad social y eco-
nómica en la comunidad30.
Es en el plano simbólico, pero luego también en el económico, que se
hacen sentir estas diferencias, y ambos deben ser superados por la actitud de
lo que hoy llamamos solidaridad (que para Pablo tiene el peso de la justicia).
La argumentación se continua con la metáfora del cuerpo para culminar con la
llamada al amor del capítulo 13.
Pero, sin duda, la mayor y más directa expresión del conflicto que trae la
superación del prejuicio la encontraremos en el episodio narrado en el capítulo
2 de la carta a los gálatas. Allí es donde más claramente aparece la continuidad
de la teología de la pureza al interior de la comunidad mesiánica, a partir del
grupo ‘de Jacob’, al pretender separar a los fieles judíos de la parcialidad gentil.
El enfrentamiento es claro: “se lo dije a Pedro en su propia cara” (2,14). Lo que
está en juego es ni más ni menos que los dos elementos que para Pablo son cen-
trales en el mensaje mesiánico: la libertad frente a la ley y la justicia que es por
la fe. Donde persiste una separación ritual, étnica, social o de género la totalidad
del mensaje y acción mesiánica queda en entredicho: todas han sido superadas
en la dimensión mesiánica (3,27-29). Allí todos son parte de la bendición abra-
hámica. Las divisiones elaboras en el devenir histórico del judaísmo deben ser
superadas en una nueva concepción de la justicia, que ya no será por la ley.
La libertad es, fundamentalmente, una liberación del pecado y la muer-
te que instalan el prejuicio y la agresión. No son meros conceptos abstractos:
los propios cuerpos se transforman en instrumentos de justicia (Rom 6), o, en
espacios de mutuo servicio: esa es la completa manifestación de la libertad (Gl
5,13-15). Los cuerpos deben ser preservados de las agresiones, tanto físicas
como simbólicas, pues son los espacios e instrumentos de la manifestación del
Espíritu (1Co 6). La ‘solidaridad posible’31 es el nuevo espacio donde se mani-
fiesta la nueva humanidad, la nueva creación (2Co 5,17).
30
Ver P. M. Ferrer: “Cena del Señor”, RIBLA No. 61, 2008.
31
El concepto de ‘solidaridad posible’ como superación de las divisiones de clase, étnicas, de género y la
destrucción ecológica es desarrollado por G. Rieger en: Theology in the Capitalocene: Ecology, Identity,
Class, and Solidarity, Fortress Press, 2022.
164
El actual gobierno de Israel ha optado por las trayectorias que se nutren
de la agresión y la guerra. También lo han hecho algunas facciones palestinas.
En ambos casos han apoyado sus opciones bélicas en sus interpretaciones re-
ligiosas. Y en el caso de Israel, en su alianza imperial. Para ello ha construido
una teología de la exclusión, que remeda a aquella teología de la pureza farisea.
Al hacerlo desconoce su propia afinidad étnico-cultural de los pueblos que lo
circundan. Después de todo, según el propio texto hebreo, muchos de estos tam-
bién son descendientes de Sem, de Abraham. Al ‘apropiarse’ del concepto de
‘antisemita’ como equivalente de antijudío, no hacen sino dar lugar a una nueva
forma de antisemitismo, al negar los vínculos míticos que los religan y el común
derecho a la tierra y al gobierno propio (o compartido, según las propuestas que
en 1947 consideró las Naciones Unidas para la creación del estado de Israel y el
estado Palestino, esta última sin ejecución aún). Y lo más trágico es el desmesu-
rado costo en vidas y la tragedia humana y ética que desencadena.
Pero como contraparte no podemos ignorar que eminentes filósofos del
judaísmo, como Martín Buber y Emanuel Levinas, por citar solo dos entre mu-
chos, nos han provisto algunas de las más valiosas reflexiones sobre el otro, los
otros y otras, la otredad, y la relación humana de projimidad. Ejemplos como el
de la amistad de Daniel Barenboim y Edward Said, y sus propuestas artísticas
y políticas, nos muestran que hay alternativas posibles para una convivencia
pacífica y más justa, solidaria32. Entendemos que una lectura del mesianismo de
Jesús como las que hemos expuesto aquí va en ese sentido.
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32
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Néstor O. Míguez
Abril 2024
166
Mercedes Lopes mjc1
Resumo
Este artigo oferece informações sobre o contexto de alguns textos bíblicos que ao
longo da história geram preconceitos e discriminações. Leituras fundamentalistas
da Bíblia, que interpretam estes e outros textos fora dos seus contextos, justificam e
estimulam rivalidades, gerando preconceitos, violências e até guerras em nome de
Deus. O artigo apresenta também algumas buscas e experiências de superação de
preconceitos a partir do evangelho de João.
Palavras-chave: Fundamentalismos; Preconceitos; Contextos; Superação.
Abstract
This article offers information about the context of some biblical texts that,
throughout history, generate prejudice and discrimination. Fundamentalist readings
of the Bible that interpret these and other texts outside their contexts justify and en-
courage rivalries, generating prejudice, violence and even wars, in the name of God.
The article also presents some searches and experiences of overcoming prejudice,
based on the Gospel of John.
Keywords: Fundamentalisms; Prejudices; Contexts; Overcoming.
1
Mercedes Lopes é brasileira, freira das MJC. Desde 1980, participa e contribui com a Leitura Popular
da Bíblia nas CEBs, grupos de mulheres e Congregações Religiosas. É licenciada em Teologia pelo SBL
da Costa Rica, diplomada em Espiritualidade pela PUComillas de Madrid, Espanha, mestre e doutora em
Ciências da Religião, na área de Literatura e Religião no Mundo Bíblico, pela Universidade Metodista de
São Paulo - Brasil. É autora de livros e artigos. mercedeslopes302@gmail.com”
167
a ousadia daquele judeu que, sozinho, se aproxima dela, uma mulher desco-
nhecida, samaritana e sozinha e lhe dirige a palavra. Será que ele não conhece
os costumes do seu povo? Ela se pergunta e o desafia: “Como é que tu, sendo
judeu, pedes de beber a mim, que sou uma samaritana?” (Jo 4,9).
O diálogo entre os dois continua tenso. Cada um vai se revelanando aos
poucos, intervindo na conversação com questionamentos, na tentativa de se afir-
mar. A Samaritana escuta. Ela abre uma brecha no muro de preconceitos do seu
ambiente para escutar a um judeu desconhecido. Jesus se apresenta e lhe oferece
o bem mais importante para a sobrevivência de um povo que vive naquele clima
árido da Palestina. Ele diz: “Quem beber a água que eu lhe der nunca mais terá
sede” (Jo 4,14).
Esta oferta de Jesus é uma boa notícia para a Samaritana. Mas, na reali-
dade, seu anúncio é simbólico. Esta “água viva” que Jesus promete vai jorrar do
interior de quem a bebe, de quem escuta e acolhe sua Boa Nova. Mas, o desejo
da Samaritana é muito concreto, cotidiano e existencial. O que ela mais deseja
é não precisar mais ir buscar água em pleno meio dia, naquele antigo e distante
poço. Sonha e procura também ser respeitada e reconhecida pelo seu próprio
valor de mulher da Samaria.
Através deste bonito e expressivo diálogo, cheio de sentimentos e signi-
ficados, a Samaritana vai descobrindo que Jesus tem uma notícia boa para sua
vida e também para a caminhada do seu povo samaritano. Então, ela faz uma
pergunta que revela seu desejo ainda mais profundo: a superação dos preconcei-
tos religiosos que dividem judeus e samaritanos: “Senhor, vejo que es profeta!
Os nossos pais adoraram a Deus nesta montanha. E vocês judeus dizem que é
em Jerusalém o lugar onde se deve adorar” (Jo 4,20).
Por trás desta observação da Samaritana aparecem vários problemas cria-
dos por opções de poder a séculos atrás. Um deles foi a centralização do culto
a Yahweh no Templo de Jerusalem, pelo Rei Josias (2Re 23,8-14). Esta opção
levou os sacerdotes levitas do interior a ficaram sem trabalho e a serem rebaixa-
dos na estrutura religiosa do templo. A Samaritana questiona esta concentração
religiosa e financeira que mantém um poder religioso central, para garantir a
cobrança de tributos, os privilégios da corte, os rituais do culto e as guerras.
Na resposta de Jesus há uma relativização do templo de Jerusalém como
único lugar para adorar a Deus: “Vem a hora em que os verdadeiros adoradores
adorarão o Pai em espírito e em verdade, pois tais são os adoradores que o Pai
procura” (Jo 4,21). Embora Jesus tenha manifestado uma visão anti-templo,
próxima da mentalidade dos samaritanos, sua postura de superioridade apresen-
ta aspectos dos preconceitos dos judeus contra os samaritanos. Um dos motivos
desses preconceitos se remonta ao tempo do pós-exílio, quando os samaritanos
quiseram contribuir na construção do Segundo Templo e os judeus não permi-
tiram (Ne 1,3s; 3,33-37). Depois, os samaritanos se opuseram à construção das
muralhas da cidade de Jerusalém. Séculos depois, no tempo de Jesus, ainda
168
encontramos preconceitos dos judeus em relação aos samaritanos : “Essa gente
que não conhece a Lei é maldita” (Jo 7,49). Na conversa entre a Samaritana e
Jesus, estes preconceitos não desapareceram, mas foram relativizados.
Depois do diálogo com Jesus, a mulher vai contar aos seus vizinhos da
Samaria a grande novidade do seu encontro com um judeu junto ao poço de
Jacó. Ela narra, com muita alegria, que encontrou uma pessoa que lhe fez re-
velações importantes. Ela acha que ele poderia ser o Tahed, o salvador que
os samaritanos esperavam. Esta notícia comunicada pela mulher despertou a
curiosidade dos seus vizinhos samaritanos, que foram depressa ao encontro de
Jesus e o convidaram para vir passar um tempo com eles, na Samaria (Jo 4,40).
Jesus aceita sem problemas, porque, para ele, não pode haver preconceitos que
impeçam as relações de aproximação e diálogos na construção da paz.
O Reino de Deus supõe a participação livre e solidária de todos. Para
Jesus, nas famílias e comunidades todas as pessoas devem ser acolhidas e abra-
çadas, com atenção. Seu anúncio do Reinado de Deus carrega um sonho de que
os pobres vão acolher e valorizar suas diversidades, formando uma grande roda.
De mãos dadas, assumirão em conjunto as ações necessárias e urgentes para
defender a vida fragilizada, desprezada, oprimida.
Aquela mulher samaritana, uma palestina, já faz parte desta roda há mui-
to tempo. Ela animou os samaritanos a entraram nesta roda. Depois que fizeram
a experiência, eles disseram à mulher: “Já não é por causa do que tu falaste que
cremos. Nós próprios o ouvimos e sabemos que ele é verdadeiramente o salva-
dor do mundo” (4,42). Desta maneira, a mulher samaritana tornou-se a primeira
evangelizadora da Samaria.
169
A expressão “os judeus” que aparece 70 vezes repetida no Evangelho de
João se refere aos fariseus que dirigiam as sinagogas locais e tinham dificulda-
des na relação com as comunidades joaninas da mesma cidade. Não se tratava
de todos “os judeus”, mas das autoridades farisaicas das sinagogas locais. Esta
polêmica entre as autoridades farisaicas das sinagogas e a comunidade joanina
começou a partir da década de 70, quando as sinagogas locais passaram a ter
maioria de fariseus na sua coordenação.
Para entender esta situação, vamos resgatar um pouco da história da
“Grande Revolta Judaica”, iniciada em 66 d.C. e encerrada em 70 d.C., com a
destruição total de Jerusalém pelo general Tito e as poderosas tropas romanas.
Mesmo assim, a luta foi se prolongado até 73 d.C., com a tomada da fortaleza
de Massada. Imediatamente depois do final desta guerra, os sobreviventes or-
ganizaram uma Assembleia em Jamnia, para definir estratégias de retomada do
judaísmo iniciado na Judeia, depois da volta do exílio da Babilônia.
Com a destruição de Jerusalém no ano 70, os fariseus elaboraram um
plano para reconstruir o judaísmo. Uma das estratégias foi colocar os fariseus,
que tinham uma visão muito restrita da Lei de Moisés, na direção das sinagogas.
Este esclarecimento é importante tanto para conhecer a comunidade joanina e
situa-la no seu contexto sócio-religioso, como para estimular nossa visão crítica
da história e ver melhor as realidades que estão por trás dos textos bíblicos.
Muitas vêzes não percebemos que, por trás de guerras e extermíneos, tem
uma visão de Deus poderoso, dominador, castigador, que discrimina e justifica
dominações, violências e guerras em seu nome. Esta imagem de Deus mantém
e justifica a concentração das riquezas e do poder e dá suporte teológico a sis-
temas religiosos e sociais patriarcalistas e excludentes. Assim, em nome desse
Deus, o Estado de Israel esmaga palestinos indefesos.
Através das redes sociais, estamos assistindo imagens terríveis da Guerra
de Israel em Gaza, contra os Palestinos, através da internet. Como assistir a este
massacre de Israel sem fazer perguntas? “De onde veêm estas armas tão pode-
rosas? Os países que fornecem estas armas o fazem com que interesse? No caso
de Israel, que imagem de Deus está por trás desta absurda e covarde matança?
Que antigos preconceitos motivam e justificam este ódio?
Já vimos que o conflito tão repetido no Evangelho de João entre Jesus e
“os judeus” não era entre etnia judaica. Os conflitos eram entre a comunidade
joanina e os líderes fariseus da sinagoga local. Agora, podemos ler o Evangelho
de João e desconstruir os velhos preconceitos contra os judeus, fazendo pergun-
tas que mostram a realidade que está por trás do texto:
- Jesus era judeu e não iria dizer “tua lei” (8,17; 10,34) ou “vossos pais”
(Jo 6,49). Expressões como “Páscoa dos Judeus” (2,13; 11,55), “a festa dos
Judeus” (Jo 5,1) ou “a purificação dos Judeus” (2,6) também são posteriores
ao tempo de Jesus e manifestam a mistura cultural presente na composição da
comunidade joanina. Tais expressões manifestam que a comunidade do discí-
170
pulo amado tinha uma diversidade de participantes. Nem todos eram de origem
judaica.
No Evangelho de João o judaísmo aparece como um bloco, o que de-
monstra uma situação posterior aos anos 70. Antes desta época, o judaísmo
se caracterizava por uma diversidade de grupos, como os fariseos, saduceos,
escribas, sacerdotes e doutores da Lei. Depois que os fariseus são apresentados
como autoridades nas sinagogas locais (Jo 9,13-17; 7,32,45; 11,45-47,57), as
diversidades desaparecem. Em cada cidade onde se formavam pequenas comu-
nidades cristãs, seus participantes também iam aos sábados na sinagoga. Quan-
do os fariseus se tornam autoridade nas sinagogas locais, começa a discussão
entre autoridades sinagogais e seguidores/as de Jesus Cristo, que acabam sendo
expulsos das sinagogas.
As autoridades judias eram tolerantes com as comunidades cristãs que
proclamavam a ressurreição de Jesus (At 5,33-42), porém não aceitavam a críti-
ca que as comunidades faziam ao Templo de Jerusalém. Também não aceitavam
que apresentassem Jesus como igual a Deus, nem violassem o descanso sabático
(Jo 5,16;7,19.22-24). Havia algumas restrições em relação à Eucaristia (6,52).
Tema que está por trás do discurso de Jesus sobre o sentido da Eucaristia como
“pão da via”, no capítulo 6 do Evangelho de João.
Em João 8 encontramos uma longa discussão entre fariseus e Jesus na das
mulheres do Templo de Jerusalém (Madrigal Rajo, 2023). Jesus estava anun-
ciando a Boa Nova ao povo, quando um grupo de opositores trouxe uma mulher
que, segundo eles, foi encontrada em flagrante adultério. Já sabemos que esta
ação era uma cilada para condenar a Jesus, por não cumprir a Lei de Moisés.
Para aqueles homens religiosos, a mulher tinha que morrer apedrejada porque
pecou.
Eles queriam que Jesus desse a sentença da pena de morte, entrando
em contradição com seu projeto. Jesus se cala, os fariseus insistem. Jesus diz:
“Quem não tiver pecado atire a primeira pedra” (8,7). Aqueles homens foram
saindo e Jesus ficou em silêncio. Quando ele levantou os olhos, viu a mulher
sozinha, de pé. Jesus se dirige a ela e pergunta. “Onde estão eles? Ninguem
te condenou?” Jesus quer que a mulher se expresse e espera sua resposta. Ela
disse: “Ninguém, Senhor”. “Então pode ir e não peques mais, diz Jesus” (8,11).
Depois disso, Jesus continuou anunciando a Boa Notícia: “Eu sou a luz
do mundo” (Jo 8,12; Ex 31; Sl 27,1; Is 9,1; 60,19). Os fariseus reagiram: “Não
dizíamos com razão que es um samaritano e tens um demônio? (Jo 8,48). Esta
crítica dos fariseus nos ajuda a ver que havia a participação de samaritanos na
comunidade joanina. Também pode Jesus mostrar a idêntidade semita comum
na Região, ou faz parte de um preconceito religioso, é difícil saber. Cerca de
50 anos depois da morte de Jesus, os fariseus ainda identificam Jesus com os
samaritanos. Mostra, também, uma difersidade de procedências entre os parti-
cipantes da comunidade. Algo novo, diante do ódio do passado, porque o tex-
171
to mostra nestas diversidades, uma comunidade cristã aberta. As pessoas são
atraídas às comunidades, porque nelas há pessoas com dons de curar, escutar,
acolher e amar em tempos muito sombrios. Era o final do século 1 e o imperador
era o terrível Domiciano.
Mas, uma leitura fundamentalista do Evangelho de João gerou precon-
ceitos contra os judeus e causou muito sofrimento ao povo judeu ao longo dos
séculos. As interpretações contaminadas com o fechamento dos cristãos, para
se defenderem do imperio romano não ajudaram a perceber esta novidade. Esta
interpretação da expressão “os judeus” como raça judia teve dramáticas con-
sequências na história, sobretudo durante a Segunda Guerra mundial. Esta in-
teerpretação não foi a causa do “holocausto”, mas deixou as igrejas cristãs da
Europa indiferentes ou passivas diante da tentativa de Hitler acabar com o povo
judeu. Ao longo dos séculos uma leitura literal e equivocada da Bíblia tomou
formas de anti-semitismo e também de anti-sionismo, justificando absurdas ex-
clusões, violências e guerras.
Neste momento de absurda guerra entre o Estado de Israel e o Hamas,
em Gaza, nos deparamos com a mais cruel matança de um povo indefeso. Além
de um chamado à solidariedade com os PALESTINOS, esta absurda guerra nos
desafia a desconstruir junt@s os preconceitos que nos tornam insensíves e alie-
nados diante da dor, dos sofrimentos, da fome, sem discernir as causas destas
situações.
Desconstruindo preconceitos podemos caminhar juntos, intercambiando
esperança. Mas, para semear esperança profética precisamos superar a insensi-
bilidade diante do massacre do governo de Israel a um povo empobrecido e sem
nenhuma saída política. Seria interessante fazermos uma pergunta sobre o que
leva outros governos a aceitarem silenciosamente esta absurda guerra?
Uma leitura fundamentalista da Bíblia pode nos impedir de acolher a
Palavra de Deus sendo vivida e anunciada em nosso tempo. Uma postura mais
evangélica de abertura e escuta dos pobres, empobrecidos, sem terra, trabalho
e teto seria a boa nova libertadora e atraente (Gebara, 2023). Tem muita notícia
boa para ser partilhada. Uma delas é o despertar das mulheres como protagonis-
tas de um novo tempo de solidariedade e luta por justiça. Como uma contribui-
ção para este despertar, retomo a pessoa da Maria Madalena.
173
viam saído sete demônios” (Lc 8,2) ? Esta expressão, que aparece somente em
Lucas e no apêndice de Marcos (Lc 8,2; Mc 16,9), criou uma série de precon-
ceitos contra Maria Madalena. Mas para o Evangelho de Lucas, a possessão não
significa pecado e sim doença. O número 7, sempre simbólico, parece indicar
a gravidade da situação. Dentro do contexto de Lucas, podemos interpretar que
Maria Madalena padecia de uma grave doença nervosa ou psicossomática. No
encontro com Jesus, ela recupera a harmonia interior e entra em um processo
de crescimento e amadurecimento pessoal até atingir a plenitude do seu ser na
experiência pascal.
Curiosamente, a Igreja Oriental nunca a identificou Maria Madalena
como uma prostituta, mas honrou-a ao longo da história como ‘a Apóstola dos
Apóstolos’. Este título tem a ver com a experiência de Paulo. Segundo ele, o
que dá base para a missão e a autoridade do apóstolo é o encontro com Cristo
Ressuscitado e o fato de ter sido enviado por ele a uma missão específica. É com
este argumento que Paulo reivindica seu título e sua função de apóstolo (1Cor
4 9,1 e 15,8).
Termino afirmando que Maria Madalena é apóstola e que ela tem prima-
zia entre os apóstolos, pois foi a primeira a ver o ressuscitado e a ser enviada por
Ele com a mensagem da ressurreição para os Onze. Sua mensagem dá base para
todo anúncio sucessivo. Se a tradição da discípula e apóstola permanecesse,
haveria o perigo de que as mulheres descobrissem a sua importância nas origens
do cristianismo e se sentissem animadas a assumir com autoridade, dignidade e
pleno direito seus espaços de reflexão e de decisão, lutando também pelo direito
ao ministério ordenado das igrejas cristãs. Que acham?
174
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Mercedes Lopes
175
Silvia Regina de Lima Silva1
Resumen
El artículo introduce al tema del colonialismo y el genocidio como claves de lectura
de la realidad de Palestina y de los textos bíblicos. Parte de un breve recuento del
genocidio en Ruanda (1994), para luego mencionar las raíces coloniales del genoci-
dio en Palestina. El dolor, el sufrimiento, los asesinatos, la sangre, más que palabras,
son realidades que atraviesan los cuerpos y nos desafían a releer el texto de la muerte
de Jesús en el Evangelio de Marcos. Una lectura que apunta hacia la necesidad de
superación de lecturas espiritualistas, teologías sacrificiales que refuerzan el indivi-
dualismo y se distancian de la solidaridad y del compromiso para con las víctimas.
Palabras-clave: Genocidio; Colonialismo; Ruanda; Palestina; Evangelio de Marcos.
Abstract
The article introduces the theme of colonialism and genocide as keys to reading
the reality of Palestine and the biblical texts. It starts with a brief synthesis of the
genocide in Rwanda (1994), and then mentions the colonial roots of the genocide
in Palestine. The pain, the suffering, the murders, the blood, more than words, are
realities that pierce the body and challenge us to reread the text of the death of Jesus
in the Gospel of Mark. A perspective that points to the need to overcome spiritualistic
readings, sacrificial theologies that reinforce individualism and distance themselves
from solidarity and commitment to the victims.
Keywords: Genocide; Colonialism; Rwanda; Palestine; Gospel of Mark.
Introducción: Despertar
7 de abril de 1994. Ruanda se despierta con la noticia: ¡mataron al pre-
sidente! La primera pregunta que surge: ¿Quién fue el asesino? La pronta res-
puesta: “Fue asesinado por un Tutsi”. El mundo duerme. Siguen las noticias: “Si
encuentran a un vecino, que sea Tutsi, deben asesinarlo. Si ve a un desconocido,
1
Silvia Regina de Lima Silva. Directora del DEI, Docente de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Re-
ligión - Costa Rica. Email: siljai2006@yahoo.es
176
solicite la cédula de identidad, si es un tutsi, mátenlo. Se multiplicaron las ar-
mas, básicamente palos y cuchillos, que pasaron a ser distribuidos por personas
del gobierno. La orden es matar. En occidente se sigue durmiendo. “Todos los
que encuentren a un Tutsi deben asesinarlo”. En las calles, grupos de personas
huyendo, buscando donde refugiarse. Un lugar seguro, ¿Cómo y dónde encon-
trarlo? Podría ser en las iglesias, allá donde llegamos a orar, a congregarnos
los domingos. Sucede que sólo en el templo de Ntarama, 5000 personas fueron
asesinadas. Una de las tácticas utilizadas por los asesinos, era conducir a las
iglesias y a los estadios, las personas que serían asesinadas alegando que así
quedarían protegidos de la violencia que se extendía por el país. Horas o días
después estos lugares eran atacados por la misma policía y milicia que supues-
tamente debían protegerlos. Esa era la típica táctica de los genocidas de Ruanda.
Y así pasó por nuestros ojos uno de los más crueles episodios del pasado
siglo XX: el genocidio de Ruanda, donde el 85% de la población hutu2 buscó
exterminar al 15% tutsi, en un lapso de 3 meses, entre abril y julio de 1994. En
100 días más de 800.000 personas fueron asesinadas, tutsis y hutus moderados,
la mayoría mujeres y niños/as. Las mujeres y niñas sufrieron múltiples for-
mas de violencia relacionadas específicamente con su género, como: violación,
mutilación genital, amputación de pechos, esclavitud sexual, aborto forzado,
matrimonio forzado (Mediavilla, 2024)3. La violencia sexual contra las mujeres
y niñas fue parte central de la estrategia genocida. El genocidio, una catástrofe
que además de los muertos, resultó en más de dos millones de refugiados (Via-
na, 2024).
En dado momento, se rompe el silencio con voces que se levantan del
occidente para presentar sus juicios e interpretaciones: ¿genocidio? No. Fue una
guerra civil. Fueron disputas, conflictos entre ellos. Salvajes. Se matan entre
ellos mismos. A lo mejor la enemistad siempre había existido.
Hace algunos meses, visitando el museo de la Memoria del Genocidio, en
Kigali, Ruanda, me preguntaba: ¿Dónde estaba cuando todo eso sucedió? ¿Qué
pasaba en mi vida en ese tiempo? ¿Cómo me enteré o ya me había olvidado?
¿Qué hice? ¿Qué reacciones surgieron en este otro lado del océano que separa
América Latina de África? Yo, el mundo, seguíamos durmiendo, fuimos indife-
rentes a ese genocidio que avergüenza la historia de la humanidad. Sí, porque es
testigo de la humanidad que somos.
2
Los batwa (en singular: twa) son uno de los más antiguos de África Central; pueblo pigmeo que tiene
como principal oficio la alfarería y la agricultura de subsistencia y representa cerca de 1% de la población
de Ruanda. Los hutus habitan en Burundi, Ruanda y República Democrática del Congo. Físicamente, los
hutus tienen una estatura media en relación con los twa (tradicionalmente bajos) y tutsis (altos); tradicional-
mente ha sido un pueblo de agricultores y constituye el 85% de la población de Ruanda. Los tutsis fueron el
último pueblo que se asentó en Ruanda y Burundi. Representan aproximadamente el 15% de la población.
Siendo pastores alcanzaron cierta hegemonía política y contaron con el apoyo de Bélgica.
3
Mediavilla en Amnistía Internacional, España. Conmemorando 30 años del genocidio en Ruanda (1994-
2024) (amnesty.org)
177
30 años después – abril 2024
Hoy, 30 años después, se reconoce la pasividad cómplice internacional
que se manifestó durante el genocidio de Ruanda. El genocidio fue planificado.
La misma Amnistía Internacional reconoce que el gobierno hutu exacerbó las
tensiones existentes, demonizó deliberadamente a la minoría tutsi e instrumen-
talizó el odio sembrado, con el objetivo de exterminar a ese grupo étnico y man-
tenerse en el poder. Las máximas autoridades no sólo toleraron esas matanzas
sistemáticas de tutsis, sino también los ataques a hutus que se opusieron. Los
tutsis en general se convirtieron en sinónimo de enemigos y sufrieron ataques
por el simple hecho de pertenecer a este grupo étnico. Los extremistas hutus
crearon una emisora de radio, RTML (Radio Televisión Libre de las Mil Coli-
nas) y periódicos que hacían circular propaganda y discursos de odio contra los
tutsis, instando a la gente a “eliminar las cucarachas”, es decir, matar a los tutsis.
La ONU consintió las matanzas durante semanas. El 20 de febrero de 2004, el
secretario general de la ONU, Kofi Annan, recordó que “los acontecimientos
ocurridos en Ruanda hace diez años fueron particularmente vergonzantes. Evi-
dentemente, la comunidad internacional tenía capacidad para prevenirlos, pero
no supo complementarla con la voluntad necesaria” (MEDIAVILLA, 2024). En
2014, 20 años después, reconocieron públicamente su tardía intervención y emi-
tieron una disculpa internacional a las víctimas. Más recientemente, en marzo
de 2024, un informe elaborado a partir de archivos oficiales concluyó que París
tuvo “responsabilidades, fuertes y abrumadoras“, al implicarse durante “largo
tiempo al lado de un régimen que alentaba las masacres racistas” (MEDIAVI-
LLA, 2024).
El cuadro de las responsabilidades internacionales se completa con Bél-
gica quien administró el país entre 1920 y 1962. Su administración dejó mar-
cado su sello discriminatorio apoyando su gestión en las estructuras locales
basadas en un poder feudal de derecho divino dominado por el mwami, que
significa rey, soberano. Misioneros católicos que llegaron a Ruanda, muchos de
ellos impregnados de ideologías raciales, impusieron las “categorías étnicas” e
implementaron políticas de discriminación que instauraron conflictos entre la
población ruandesa. Esta política discriminatoria era parte de un colonialismo
distinto ejercido por Bélgica que creó un sistema burocrático pensado para di-
ferenciar a los hutus de los tutsis, a través de carnés de identidad. La posesión
de este carné étnico garantizó favores y privilegios a este sector minoritario
de la población. A priori no existían rasgos físicos que permitieran distinguir a
un tutsi de un hutu, las diferencias se impusieron. Lo que antes se manifestaba
como diferencias entre un grupo de agricultores y otro de ganaderos, ahora, bajo
la presencia colonial, se transformaba superioridad de unos sobre otros, donde
los tutsis se convirtieron en los transmisores del poder colonial disfrutando de
privilegios sociales como el acceso a la educación y el poder político. Alema-
nia, que fue la primera potencia colonial, ya a finales del siglo XIX dividió a
178
la población indígena en diferentes “razas” llevando a Ruanda el mito de los
“hamitas”, una “raza” más próxima a la “raza blanca”. Los alemanes considera-
ban que los tutsis eran “hamitas” que habían inmigrado del norte de África, por
tanto, a los tutsis se les consideraba más desarrollados que la raza “negroide”.
Esta narrativa persistió durante mucho tiempo y se convirtió en la perdición de
los tutsis. “Me sorprendió darme cuenta de que no fue un error inocente de las
potencias coloniales. Había una intención sistemática de difundir esta ideología
y dividir a la gente. Trabajaron duro para hacer creer a los ruandeses que ellos
eran realmente diferentes” (FRICKEL, 2024). Los colonizadores no sólo tra-
zaron unas fronteras artificiales, sino que también importaron unas teorías de
superioridad racial que dividieron a los pueblos y debilitaron el tejido social de
la sociedad ruandesa (KAGAME, 2002).
Como sucede en las relaciones coloniales, por detrás de los conflictos
está el interés por los recursos, en este caso, los recursos minerales y la posición
estratégica del país que llevaron los países europeos anteriormente menciona-
dos a manifestar el apoyo y la financiación a distintas etnias en función de la
política que ha estado presente en las relaciones colonialistas, una política de
divide y vencerás (VÁZQUEZ, 2017, p. 713). Para analizar este factor es ne-
cesario recordar que, en 1885, en la Conferencia de Berlín, se realizó el reparto
colonial de África. A los alemanes se les adjudicó Ruanda, un lugar que en
principio no despertaba ningún interés entre las grandes potencias, pero que
luego, desarrollaría un papel esencial como base de operaciones por su ubica-
ción geográfica. Más tarde, los belgas sustituyeron a los alemanes al ocupar el
territorio y brindaron su apoyo a los tutsis, lo que originó un elevado grado de
discriminación hacia los hutus y resultó en el genocidio de 1994.
179
lugares que alimentan sus silencios, recogen siempre de nuevo sus lágrimas,
lugares de oración, de llorar sus muertos, donde se llega a limpiar las fosas co-
munes como expresión de cariño y recuerdo eterno.
Tantas líneas dedicadas al Genocidio de Ruanda. Quizá sea un acto de
reparación, de reconocimiento y una forma de honrar este lugar, esta parte del
mundo, esa gente que “también soy yo”. Pero es más que eso. Es decir, con toda
la indignación que el corazón puede soportar, “Genocidios Jamás”. No más ge-
nocidios, no más Memoriales y Centros de Memoria 10, 20 o 30 años después
de ocurridas las masacres. Recordar y honrar a los asesinados en Ruanda es asu-
mir la actitud crítica y valiente de desvelar los discursos, las palabras que encu-
bren la realidad, minimizan y legitiman las violencias. Es decir, ahora mientras
suceden los hechos, Palestina-Israel no es un conflicto, no es una guerra, no es
una disputa religiosa, aunque se busque justificar con argumentos religiosos,
nos es una batalla de “la civilización contra la barbarie”, como afirmó Netan-
yahu en un mensaje de navidad (2023) dirigido a los cristianos. Es Genocidio,
es Aparthaid, es colonialismo.
4
Ver: Nardi, J.B. Sistema colonial e tráfico negreiro: novas interpretações da História Brasileira. Campi-
nas-SO: Pontes, 2002.
180
dominación y la explotación, un razonamiento oculto por detrás de discursos
como de la salvación, el progreso, la modernización y el bien común, como
afirma Mignolo (MIGNOLO, 2007, p. 32).
En colonialismo ejercido por Israel sobre Palestina se presenta en un for-
mato distinto al colonialismo latinoamericano. Para comprenderlo es necesario
ser sensible al hecho de que existen estas diferentes formas de gobierno colonial
y que hay diferencias consistentes que deben ser reconocidas entre el “colonia-
lismo en el que el colonizador establece una base en la tierra colonizada y go-
bierna desde afuera” y “el colonialismo de los colonos”, en el que el colonizador
coloca un número significativo de sus ciudadanos en el territorio colonizado y
esa población de colonos regula el territorio desde adentro. Es lo que Patrick
Wolfe (2006) define como el “colonialismo de los colonos” y propone que los
fundamentos para examinar los procesos de esta forma de colonialismo están
definidos por la “lógica de la eliminación”. No se trata de un evento singular.
Es una estructura, un conjunto amplio de acciones, una manera profundamente
radicada de ver y actuar sobre el mundo que naturaliza el deseo del colono so-
bre las tierras del pueblo que está siendo colonizado, que define a este pueblo
como dispensables y plantea la necesidad de reemplazarlos (Woolford, 2013,
149). Y como define Moses (2008), esta forma de colonialismo está enfocada
en “la ocupación de sociedades en términos que les roban su “línea histórica de
desarrollo” y las transforma de acuerdo con las necesidades e intereses de los
gobernantes coloniales. El colonialismo es totalizador y más que una totalidad;
es expansivo y por lo tanto siempre incompleto en sus aspiraciones y proceso.
Se difunde a través de regiones y tiempos en una manera frecuentemente irre-
gular y variada, adaptándose a las redes locales que ayudan a darle su forma
(WOOLFORD, 2013, p. 148).
Este análisis reafirma que el relato y marco explicativo son fundamenta-
les no solo para entender una situación, como también para posicionarse políti-
camente. El colonialismo en sus diferentes formas de manifestación es uno de
los fenómenos políticos, sociales, económicos y culturales que más ha configu-
rado el mundo desde la época moderna hasta la actualidad (TOLOSA, p. 143).
Tolosa comparte estos últimos planteamientos y además nombra esta for-
ma de colonialismo como “colonialismo de asentamiento”5 (TOLOSA, 2021).
El colonialismo de asentamiento es un fenómeno relacionado y debe entender-
se dialécticamente con el colonialismo de metrópoli, pero al mismo tiempo es
diferente y cuenta con sus propias especificidades. El colonialismo de metró-
poli comporta la explotación y el dominio económico, epistémico y cultural
del territorio y de los sujetos colonizados a través de relaciones asimétricas y
5
“Tener en cuenta que los casos modernos y contemporáneos más estudiados de colonialismo de asen-
tamiento, sin olvidar que existen otros muchos y con una diversidad interna importante, han sido los de
Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Sudáfrica. En este último caso, cada vez es mayor el
número de investigaciones que establecen una comparación histórica entre el colonialismo de asentamiento
bóer y el sionista, y entre el apartheid en Sudáfrica y el apartheid en Palestina-Israel” (Tolosa, 2021, p. 145)
181
concepciones racistas. En su mayoría se relaciona con la anexión o el control de
territorios no europeos por parte de Estados europeos. Por su parte, el colonia-
lismo de asentamiento añade más elementos a los del colonialismo de metrópoli
y se centra en otros distintos. El propósito principal del colonialismo de asen-
tamiento es el establecimiento por parte de Estados, movimientos o grupos de
colonos, sobre todo europeos, pero no solo, de una sociedad o patria colonial
propia que intenta excluir, sustituir, desplazar y/o eliminar a la población nativa
o a su mayor parte. En este modelo de colonialismo la “invasión es una estruc-
tura, no un acontecimiento”, afirma Tolosa, citando a Patrick Wolfe (TOLOSA,
2021 p. 144).
Como en otros procesos de colonialismo de asentamiento, la tierra y la
población son clave. La búsqueda de un Estado “judío”, como era concebido por
la mayor parte de los líderes políticos sionistas, se concretó a través del colo-
nialismo de asentamiento (Tolosa, p. 143). La estrategia judía fue la aceptación
de una porción territorial para más tarde colonizar la mayor superficie posible
con el mínimo de población no judía. Esto fue sintetizado en varios momentos
por el gran líder histórico del movimiento sionista David Ben Gurión. En 1937,
el dirigente sionista escribió: “Tenemos que expulsar a los árabes y ocupar su
lugar [...] y si hay que usar la fuerza [...] contamos con la fuerza necesaria”6
(TOLOSA, 2021, p. 142).
182
instituciones políticas y sociales, de la cultura, de la lengua, de los sentimientos
nacionales, de la religión y de la existencia económica de los grupos nacionales,
y la destrucción de la seguridad, la libertad, la salud, la dignidad e incluso de las
vidas de los individuos que pertenecen a ese grupo. El genocidio está orientado
contra el grupo nacional como una entidad y las acciones involucradas están
dirigidas contra individuos no en función de sus capacidades individuales sino
como miembros de un grupo nacional. Al analizar la relación entre colonialis-
mo y genocidio, al buscar los actores múltiples y cambiantes de los genocidios,
concluimos que los genocidios no se refieren a una intención genocida locali-
zable en las declaraciones de los líderes o los perpetradores del mismo. Por esa
razón, es importante trazar la destructividad del colonialismo en el movimiento
de la historia y rescatar la resistencia en el marco del proceso genocida, dado
que el genocidio nunca es conducido contra una población enteramente pasiva
(WOOLFORD, 2013). Se trata de una resistencia que no ha sido suficientemen-
te visibilizada, una historia no escuchada desde la palabra y el grito de quienes
la viven y la construyen. Tolosa (2021) enfatiza que tantas personas palestinas y
árabes llevan décadas ofreciendo estudios y testimonios escritos, gráficos y ora-
les sobre lo ocurrido en su historia reciente, como los relatos palestinos sobre La
Nakba, hito fundamental en la memoria colectiva palestina. Pero la ratificación
de gran parte o de prácticamente todos los relatos palestinos sobre este aconteci-
miento ha sido por investigaciones provenientes de la comunidad colonizadora,
en este caso israelíes (de la historiografía revisionista israelí). Estos han conse-
guido validar en numerosos ámbitos académicos internacionales las narraciones
y versiones palestinas de 1948. En numerosas ocasiones, a la hora de abordar o
comprender la cuestión de Israel-Palestina se ha eludido, minimizado o negado
su principal, aunque no único origen, que es un proceso sionista activo de colo-
nialismo de asentamiento (TOLOSA, 2021, p. 142).
No hay duda de que lo que presenciamos en Palestina es un genocidio,
concebido como un proceso histórico y llevado a su expresión máxima que es
la eliminación de vidas. Mujeres, hombres, niñas, niños, jóvenes, ancianos, son
cruelmente asesinados, padres y madres corren gritando por las calles con sus
hijas/os en los brazos, ensangrentados o muertos. Y silencian estos gritos, ma-
tan sus narrativas e historias. Cuerpos asesinados, historia sepultada. ¿Quiénes
escuchan y acompañan a la resistencia Palestina? ¡Y el mundo duerme!
183
tan cercana del genocidio en Palestina. Es el olor de las ropas ensangrentadas,
guardadas en aquel Memorial de las víctimas, en la Iglesia de Ntarama (Kiga-
li, Ruanda). Paredes marcadas por la sangre, huesos, calaveras, cráneos, todo
“de verdad”, ollas, cuadernos y juguetes de niñas y niños que se escondían en
aquella iglesia protegiéndose de la muerte, los machetes y palos utilizados para
matar, quedan como testigos de la violencia sufrida, de los gritos y de los silen-
cios, del miedo y de la complicidad. Es desde este lugar, de la muerte, desde la
sensibilidad y el compromiso con la sangre que hoy riega la tierra Palestina que
nos acercamos para leer el relato de la muerte de Jesús, en Marcos 15, 22-16,7.
El Evangelio de Marcos es el que primero presentó el relato de la pasión
y muerte de Jesús y lo hizo de una forma inesperada y novedosa para aquel
tiempo. El evangelio surgió como un cuestionamiento y una crítica a los dife-
rentes cristianismos primitivos del primer siglo (VAAGE, 1998). El ministerio
de Jesús se presenta en oposición al templo y como una crítica fuerte a las cos-
tumbres y tradiciones judías (Mc 2,16; 2,18; 7,1-5) representadas especialmente
por el grupo de los fariseos. Su ministerio causa escándalo, provoca, desinstala,
rompe prejuicios. Los milagros no presentan un valor soteriológico, sino que
buscan el bienestar y la liberación de las personas afectadas por enfermedades
que además del malestar, las alejaba del convivio comunitario (5,1-20; 5,25-
34). Su práctica buscaba reconstruir el tejido social dañado por las políticas
coloniales, imperiales. La concepción de este género literario, el “evangelio” y
la forma como Marcos lo desarrolla, expresa la urgencia de este anuncio7. Un
anuncio centrado en la proclamación del Reino de Dios que conllevaba la crítica
con respecto a la teología imperial, ideología legitimadora que sacralizaba las
estructuras coloniales del Imperio Romano, divinizaba al imperador y absolu-
tizaba la Pax Romana. Esta se encontraba por todas partes: en las monedas, en
las inscripciones, en los monumentos, en las festividades y en las obras de los
grandes autores (AGUIRRE, 2002).
Un ejercicio de deconstrucción
Entrar a leer los textos de la pasión y muerte de Jesús implicaría un ejer-
cicio de recuperación de la historia o parte de la historia interpretativa de este
texto. Eso por los usos, los abusos, las violencias que se ha cometido, los si-
lencios impuestos y por as teologías que todavía transitan en nuestras iglesias
y comunidades que utilizan el texto para invisibilizar el dolor, justificar las ini-
quidades, juzgar las/los que pensamos diferente y encubrir muertes injustas y
genocidios.
7
La utilización del presente mismo para referirse a hechos pasados, el modo dramático y directo de los
relatos, la utilización de la partícula kai, unida al uso del participio, imprimen una velocidad a la narrativa
y a los eventos, sin posibilidad de descanso. (VAAGE, 1997, p. 26).
184
Abramos el texto dejándonos guiar por la memoria del olfato, el olor a
sangre y por la solidaridad para con las víctimas.
En el contexto de las primeras comunidades de seguidoras y seguidores
de Jesús, la pasión y muerte de Jesús no ocupó un lugar central8. Las tradiciones
más primitivas como el Evangelio de Tomás y la Fuente “Q” no incluyen textos
relacionados a su pasión y muerte. Para el Evangelio de Tomás la memoria de
Jesús se relaciona con la vida que él ofrece. Y en los dichos de la fuente “Q”,
la mención que se hace a la cruz (Q 14,27) se refiere a las consecuencias, a
las dificultades del seguimiento y al destino de los profetas (Q 6,22-23; 11,47-
48.49-51; 13,34-35). En este caso Jesús sería visto como un profeta más. Si-
guiendo con las fuentes más antiguas, encontraremos que en 1 Tesalonicenses
se menciona la muerte de Jesús (2,15;4,14;5,19) pero no se le atribuye ningún
sentido soteriológico. Será en otros escritos paulinos, como 1Corintios (1Cor
1,23-25), 2Corintios (5,16), Gálatas y Filipenses (Fp 2,8 y 3,18) y Romanos
(3,35; 6,4) donde se menciona el Jesucristo crucificado, pero sin profundizar en
la experiencia de Jesús en la cruz.
Para Marcos, el relato de la pasión y muerte (Mc 14,1-15,47), fue el me-
canismo narrativo utilizado para introducir su propuesta interpretativa frente
los diferentes discursos cristianos primitivos acerca de Jesús. Una pregunta que
surge en la lectura del texto es, como encontrarnos en el relato con los aspectos
que más nos acerca a la experiencia misma de su pasión y muerte. Relacionado
a estos últimos momentos de su vida, lo que sabemos es que Jesús sufrió y mu-
rió. El relato, presentado por el primer evangelio, es una construcción literaria,
como los demás evangelios, que retoma textos de tradición judía, buscando dar
un significado a la crucifixión (VAAGE, 1998). Sabemos que su muerte fue con-
secuencia de su vida, en palabras de Pikaza, su muerte hace juego con su vida. Y
este es quizá el mayor descubrimiento teológico de Marcos: vincular el mensaje
de Galilea, con el camino hacia Jerusalén, demostrando que son inseparables,
(Pikaza, 1998). La muerte de Jesús de Nazaret en una cruz sobre el Gólgota es el
dato más indiscutido de su vida. Eso sabemos, y nada más. Los primeros versí-
culos del capítulo anterior, Marcos 14 son una evidencia de su fuerza, del lugar
y del estatus público, estatus de honor entre los que lo conocían. Jesús enfrentó
las fuerzas del colonialismo, eso no se ha ocultado. El proceso por el que pasó
al final de su vida, su juzgamiento, condena, la forma de muerte son parte de un
ritual de degradación de su estatus, es tratado con desprecio, es humillado (Fl
2,6-8). Especialmente en este evangelio, Jesús sufre torturas. Marcos incorpora
salmos de lamento y referencias a los pasajes del “siervo sufriente”. El Jesús de
Marcos grita en agonía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
(15,34), lo que presentará variaciones en los demás evangelios.
8
Para este apartado, asumimos los estudios y aportes de Leif E. Vaage (2004).
185
Con olor a sangre
Pero, rehacemos la pregunta, de nuevo dejándonos guiar por la memoria
del olfato, el olor a sangre y por la solidaridad para con las víctimas. ¿Cómo
el texto de la muerte de Jesús puede desinstalarnos, movernos, inquietarnos,
indignarnos en un tiempo de tantas muertes, por pandemia, por guerras, y por
genocidio, específicamente frente el genocidio en Palestina? En el breve espacio
de este texto, frente la premura del tiempo, la urgencia de una palabra, aunque
sea incompleta, dicha por la mitad, quisiera compartir algunos desafíos que nos
dejan esta inconclusa reflexión.
Tal como los relatos del genocidio en Ruanda, las narrativas sobre la
indignante realidad de Palestina, los textos sobre la muerte de Jesús necesitan
ser rescatados del secuestro colonialista, de interpretaciones espiritualistas, tan
manipuladas desde el poder religioso, teológico, académico, que lo que hicieron
fue presentar una lectura donde el texto es tan violentado, amansado, domado,
aquietado. Una muerte que como otras muertes injustas claman por dignidad
y justicia, se ha transformado en justificación del sufrimiento y del dolor, de
silencios e indiferencias de los que siguen creyendo y proclamando que esta
muerte fue deseada por Dios, parte de un plan, de un camino de salvación. Son
interpretaciones que legitiman las iniquidades de un sistema asesino, que vive,
que se alimenta de sus víctimas.
Del texto de Marcos, recuperamos el grito de Jesús en la cruz. “Jesús
grita y rodeado por su propio grito, emite otro grito, expira y muere. Un grito
pidiendo compañía, clamando la presencia de Dios y que vuelve en el momento
en que expira y muere (15,33.37). Entre el grito y la muerte, está el silencio, el
silencio de Dios. “Jesús llama, pero no escucha la respuesta de parte del Padre.
“Llamando al padre muere, como un justo derrotado” (Sab 2; Sl 22). De esta
forma asume el destino universal de los que sufren sobre el mundo y así acaban
aplastados, oprimidos, fracasados, sin respuesta (Pikaza, p. 216). Las palabras
que Marcos pone en la boca de Jesús, sea construcción literaria o no, hay mo-
mentos en que eso importa menos, nos impacta y nos mueve, sí nos mueve saber
que él gritó. Gritó por el dolor, pero también por la soledad, por el abandono. Y
debe haber sido así, abandono de Dios, que no fue cómplice de este asesinato,
tenía que ausentarse, no dio su consentimiento, no aprobó lo que pasó en ese
momento, tenía que ser así, ese era el único camino para que siguiera siendo el
Dios, la Divinidad que está a favor de la justicia, de la vida, y defiende hasta
donde puede la vida de las/los que son cruelmente asesinados. El abandono
duele, no hay dudas, ¡en eso estamos de acuerdo Jesús!
Me pregunto por otras tradiciones, otras versiones de esta historia sobre
la muerte de Jesús. Tenía que haber, quizá de alguien que haya estado un poco
más cercana a aquel momento tan duro, de tanta soledad. Y me encuentro con
ellas, un grupo de mujeres que acompañaron, presenciaron todo de lejos. Me
encuentro con la tradición de las mujeres, que sobre la muerte no me dicen
186
mucho, pero lo suficiente, allí estaban. Quizá no las veía, Jesús, ellas estaban un
poco lejos. Pero insisto, ahí estaban. Y no solo ahí, en el momento de su muerte,
habían seguido y apoyado a Jesús en su ministerio en Galilea, y lo acompañaron
hasta Jerusalén (Mc 15,40-41). Y la vida es así, sigue siendo así, mientras unos
duermen, otras caminan, acompañan, quieren ver, están y no se van, permane-
cen hasta ver donde lo entierran. Un hombre se preocupa en enterrarlo. Y las
mujeres siguen, hasta después de la muerte. Cuidan el cuerpo del muerto, lo
que es parte de una tradición cultural, pero también expresión de valentía y de
afecto. Como nos ha compartido Elisabeth Schüssler Fiorenza, es difícil probar
qué tradición fue primaria, la de la “tumba vacía” asociada con las mujeres o la
de la “experiencia de visión” que autorizaba a los hombres. Tampoco podemos
saber si el relato narrativo de la muerte, entierro y resurrección de Jesús fue-
ron articulados y transmitidos originalmente por mujeres. Pero sí, esta tradición
nos posibilita, nos inspira en nuestra propia construcción de sentido frente a la
violencia y las matanzas de hoy. Siguiendo con las reflexiones de Fiorenza, en-
contramos que esta tradición celebra a las mujeres como testigos fieles que no
abandonan su compromiso y solidaridad con los que caen en la lucha en contra
de los poderes deshumanizadores (SHÜSSLER-FIORENZA, 2000).
Después de hablar de la muerte de Jesús salta inmediatamente la nece-
sidad, el deseo de mencionar la resurrección9. A los cristianos y cristianas nos
incomoda la muerte, los asesinatos, el olor a sangre. Preferimos pasar rápida-
mente estas páginas, para llegar al alegre domingo de la resurrección. Pero hoy
no. Hasta aquí, en ese momento, la muerte tiene la última palabra. Permanez-
camos un poco más con y olor a sangre. Una sangre que no salva. Una sangre
que nos condena por nuestra complicidad, por nuestro silencio e indiferencia.
Quedemos aquí, con el olor a sangre.
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de Barcelona - Universidad de Manitoba, Canadá, 2013.
188
RESENHA
189
A extrema direita global tem tido essa identificação de apoio irrestrito ao Estado
de Israel e às políticas israelenses com relação aos palestinos quase que como
uma pauta identitária. (…) Há uma aproximação estratégica do Estado de Israel
com partidos de extrema direita na Europa, que possuem um histórico de antisse-
mitismo, agora reciclado em islamofobia (Campos, 2024).
190
Neste sentido é preciso considerar o aspecto de minoria da teologia
cristã palestina, mas ao mesmo tempo o caráter internacionalizado
e capacidade de socialização, com vozes teológicas em diferentes
partes do mundo;
2. A Teologia Latino Americana não trata especificamente da questão
nacional: trata das lutas de soberania dos povos, mas numa perspec-
tiva de classe social e cultural e num horizonte comum latino-ame-
ricano. Neste sentido a opção pelos pobres na América Latina é uma
questão de classe. Para Kuruvilla (2014, p.3)
na Palestina, todos os palestinos são oprimidos; falar de “classe social” na
Palestina tem o foco na diferença entre cidade e moradores de aldeias nos
Territórios Palestinos, e diferenças sócio-religiosas entre árabes muçulmanos,
muçulmanos beduínos, drusos, árabes cristãos e outros grupos muçulmanos
não árabes.
3. O Êxodo é central na teologia latino-americana; Kuruvilla chama
atenção para o fato de que o paradigma do êxodo não se aplica à Pa-
lestina: os palestinos são as pessoas despossuídas, de quem se toma
a terra, o que coloca dificuldades e um diferencial na leitura da Bí-
blia hebraica; a terra é tema central e comum nas teologias da liber-
tação com enfoques diferentes e vem exigindo autocrítica constante
na América Latina; este é um ponto de diálogo difícil e necessário
com o protagonismo camponês de rostro mestizo, indígena, negro,
feminino… (Cañaveral Orozco, Gutiérrez & Silva, 2023). O desafio
que se coloca é de ler o Êxodo desde as populações cananéias, dos
povos do lugar.
El segundo libro de la Torá hebrea – Éxodo– es leído por la teología de la
liberación como un texto paradigmático de la ruptura con la esclavitud. Más
allá de las discusiones interdisciplinarias en las que arqueólogos e historiado-
res niegan el hecho histórico del éxodo de Egipto allí narrado, la concepción
crítica de la esclavitud destaca en la lectura de sus páginas. Para el Éxodo la
servidumbre es coyuntural, temporaria, y siempre fija sus miras en la recupe-
ración de la libertad (Rabinovich, 2018).
4. La teologia palestina, de acordo com Kuruvilla, não tem suporte teó-
rico no marxismo como a teologia latino-americana pode ter (Kuru-
villa, 2010); para a teologia palestina o marxismo é uma forma es-
tranha de análise; existe um diálogo expressivo da teologia palestina
com as teorias ocidentais, mas o desafio da teologia palestina é dia-
logar com o oriente do sul global (Sul da Ásia, do Extremo Oriente
e sub-África sub-Saariana, por exemplo).
Este estranhamento com os possíveis usos do marxismo também na
América Latina existe e vem sendo e recolocado numa perspectiva
decolonial e selvagem, para além do ocidente (Tiblé, 2013). Arti-
191
cular a radicalidade profética da teologia com a luta por um futuro
decolonizado e soberano para a Palestina exige que críticas estrutu-
rais sejam feitas para além dos impasses de projetos reformistas da
comunidade internacional
A inclusão de palestinos como dignos de direitos e liberdade segue aprisionada
por retóricas vazias a partir de uma solução de dois Estados que, em vez de
construir caminhos de descolonização, faz parte do arcabouço de normaliza-
ção das relações com Israel, de fato, um estado único colonial (Huberman;
Fernandes, 2023).
5. O autor identifica diferentes abordagens de diferentes grupos de teo-
logia na Palestina com semelhanças e divergências de acordo com
a relação entre teologia e política: o movimento de teologia contex-
tual ‘Al-Liqa’, o movimento de teologia da libertação ‘Sabeel’ e o
movimento educacional, intercultural e ecumênico do ‘Diyar’ que
tem, entre seus nomes, Mitri Raheb 1995-2023 expressiva liderança
política e teológica que reflete sobre a decolonização de conceitos
teológicos - Israel, a terra, eleição divina e povo eleito. A seguir
apresento brevemente algumas destas possibilidades traçando uma
trajetória de diálogo.
192
2. Comissão Islâmica dos Direitos Humanos - Em junho de 2005, a
Comissão Islâmica dos Direitos Humanos convocou uma conferência de aca-
démicos(as), teólogos(as) e pesquisadores(as) intitulada “Rumo a uma Nova
Teologia da Libertação: Reflexões sobre a Palestina”, cujos documentos sub-
metidos constituem o conteúdo do livro: Towards a new liberation theology:
reflections on Palestine (Merali; Sharbaf, 2009).
Na introdução do livro há uma extensa discussão sobre Teologia da
Libertação, teologia latino-americana (pp. 11 a 13) e a necessidade de uma
teologia da libertação na Palestina.
A contribuição deste livro é a de trazer autores e autoras que não lemos
na América Latina, teólogos(as), historiadores e sociólogos(as) de origem no
Oriente Médio, de Universidades no Líbano, Irã, Israel entre outros. A insis-
tência em uma “teologia da libertação universal” merece atenção e cuidado:
o livro discute a libertação da Palestina a partir de realidades e debates fora do
eixo ocidental a que estamos acostumados(as).
3. Sabeel - Sabeel Ecumenical Liberation Theology Center (Centro
Ecumênico de Teologia da Libertação) - é um movimento ecumênico de base
da teologia da libertação entre os cristãos palestinos. Sabeel significa em ára-
be ‘o caminho’ e também ‘um canal’ ou ‘primavera’. Fundado em 1989 sob
a liderança de Naim Ateek, 1999 sacerdote anglicano palestino, e autor de
Justiça, e somente Justiça, uma Teologia Palestina da Libertação (1989) e
outros livros.
A metodologia teológica de Sabeel tem as seguintes características e
motivações (Fosna, s/d): É uma teologia contextual. da libertação, ecumênica;
inter-religiosa faz política a partir de uma perspectiva de fé; faz uma leitura
da Bíblia a partir do contexto de uma teologia da terra contrariando o mau
uso fundamentalista da Bíblia, em especial a leitura do sionismo cristão; É
uma teologia da não-violência como caminho em direção à justiça e à paz
autênticas.
A equipe de Sabeel organiza conferências teólogicas criando um espa-
ço importante de articulação de teologias da libertação. Em 2024 o tema será
“Desafiando o Apartheid e o Extremismo Religioso”, a ser realizado de 17 a
21 de novembro em Belém e online (para mais informações envie um e-mail
para visit@sabeel.org).
4. Kairos Palestine (2009) – em dezembro de 2009 um grupo de cris-
tãos palestinos representando uma variedade de igrejas e organizações emitiu
um manifesto pelo fim da ocupação da Palestina por Israel, conhecido como
Documento Kairos Palestina: Um momento de verdade: uma palavra de fé,
esperança e amor vinda do coração do sofrimento palestino.
Declaramos que a ocupação militar das terras palestinas constitui um pecado con-
tra Deus e a humanidade. Qualquer teologia que legitime a ocupação e justifique
193
os crimes perpetrados contra o povo palestiniano está longe dos ensinamentos
cristãos.
O Documento articula diversas questões teológicas a partir da realidade concreta
num esforço de síntese e comunicação com outras partes do mundo para que haja
uma interação não só teológica mas de solidariedade concreta com a Palestina,
também com lideranças e teologias judaicas e mulçumanas que partilham a mesma
visão de que cada ser humano foi criado por Deus e recebeu igual dignidade.
194
Maria, como mulher de cultura patriarcal, que engravidou antes do casamento,
como mulher cujo papel passou a ser o de mãe que foi definido pelo filho, ela
entendeu o que significa invisibilidade… Hoje, ao lermos a história da encarna-
ção, não podemos deixar de afirmar que as mulheres de Gaza são “Marias”…
Semelhante a Maria, sob opressão, enquanto desenterram as crianças debaixo dos
escombros, a última palavra que sai da sua boca é “Alhamdulillah” , Louvado
seja Deus…Esta é a história da encarnação (Sarji, 2023).
Por enquanto
Escritas nas pedras do território e nas lutas pela libertaçáo, as teologias
palestinas merecem nossa atenção, diálogo e tradução. Esta apresentação in-
trodutória quer ser uma contribuição no esforço de RIBLA por uma herme-
nêutica libertadora da Bíblia e por uma solidariedade ativa e sentipensante
com a Palestina.
195
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198
LARRY JOSÉ MADRIGAL1. Las claves del exterminio: rompiendo la
historia tradicional. Pappé, I. (Ed) La cuestión Israel/Palestina. London
-New York, Routledge, 2007. Segunda edición. 304 páginas.
The Keys to Extermination: Breaking the Traditional Narrative. Pappé,
I. (Ed) The Israel/Palestine Question. London -New York, Routledge, 2007.
Second edition. 304 pages.
“Este año formativo [1948], personifica para los israelíes el punto más
milagroso de su historia nacional, mientras que, para los palestinos, 1948 es el
año más trágico y catastrófico en su historia. La mayoría de los mitos funda-
cionales israelíes giran en torno a la guerra y sus consecuencias. Desafiar estos
mitos es más que sólo un debate histórico, arroja dudas sobre algunas de las
principales suposiciones morales y percepciones que dominan la agenda nacio-
nal israelí”2. Este párrafo, incluido en la introducción del libro de Ilán Pappé,
no sería extraño de encontrar entre la literatura académica occidental o latinoa-
mericana que sigue el conflicto, pero a los ojos latinoamericanos sorprende que
venga de un autor judío, exprofesor de la Universidad de Haifa en Israel.
Este libro, en su segunda edición de 2007, está escrito en inglés, con
traducción pendiente al español y ya en portugués. Ilan Pappé es un historiador
y académico israelí nacido en Haifa en 1954. Es conocido por su trabajo crítico
sobre la historia moderna de Israel y el conflicto palestino-israelí. Pappé es uno
de los llamados “nuevos historiadores” israelíes que han desafiado la narrativa
oficial de Israel sobre su fundación y la consecuente expulsión del pueblo pales-
tino en 1948. Pappé ha escrito numerosos libros sobre el tema, incluyendo “La
limpieza étnica de Palestina” y “Los orígenes del conflicto árabe-israelí: 1881-
1947”. Pappé es profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios
Palestinos en la Universidad de Exeter, Reino Unido.
El trabajo de Pappé ha generado controversia y debate tanto en Israel
como a nivel internacional, ya que ha resultado fundamental para entender las
claves históricas y estructurales de la actualidad de la guerra y el exterminio
palestino a manos de Israel. Su trayectoria vital como hijo de perseguidos po-
líticos de los nazis y su servicio en los Altos del Golán como parte las fuerzas
israelíes de defensa son pistas importantes para ubicar sus eventuales desarro-
llos. Varias de sus opciones políticas, por ejemplo, el haber sido candidato por
el partido Hadash, de orientación comunista y pronunciarse públicamente con
su disenso sobre la historia oficial israelí, le han valido condenas del parlamento
(Knesset) y amenazas de muerte que le hicieron dejar Israel. En su quehacer
1
Maestro en Teología, Diplomado de la Escuela Bíblica Arqueológica Francesa de Jerusalén. Docente uni-
versitario, Investigador y formador en el Programa de Masculinidades del Centro Bartolomé de las Casas
de Centroamérica (Email: larryjose@gmail.com).
2
This formative year epitomizes for the Israelis the most miraculous point of their national history, while,
for the Palestinians, 1948 is the most tragic and catastrophic year in their history. Most of the Israeli foun-
dational myths revolve around the war and its consequences. Challenging these myths is more than just
historical debate; it casts doubt on some of the principal moral assumptions and perceptions dominating the
Israeli national agenda (Traducción propia, Introducción, p. 5).
199
académico ha apoyado documentación sobre masacres de palestinos en 1948,
con no pocos debates y dudas desde el oficialismo. Todos estos datos de intensa
trayectoria aumentan el valor de sus perspectivas sobre Palestina, considerando
su biografía.
El libro que comentamos está organizado en cinco partes, cada una de
las cuales contiene aportes de varias personalidades y eruditos palestinos e is-
raelíes, especialistas en Medio Oriente y el conflicto. Esto es muy importante
porque ilustra el deseo de revisitar la historia del conflicto por parte de historia-
dores pertenecientes a las partes en conflicto. El libro también presenta trabajos
con desarrollos historiográficos más amplios e interdisciplinarios, así como una
saludable visión escéptica de las narrativas históricas, oficiales y más tradicio-
nales de las elites.
La Introducción, “Nueva Orientación Historiográfica en la Investigación
sobre la Cuestión Palestina”, de Pappé, vale cada palabra y está completamente
actualizada, siendo en sí misma una guía fundamental para la compleja historia
y política del Medio Oriente.
El propósito del libro es “introducir una metodología interdisciplinaria
en la investigación, así como inyectar una visión más escéptica de las narrati-
vas históricas escritas bajo las poderosas influencias de las élites y las ideolo-
gías nacionalistas”. Historia, sociología y ciencia política se entrelazan en esta
perspectiva. Para las personas que no están familiarizadas con las historias del
conflicto entre Palestina e Israel, las obras anteriores de Pappé, A History of
Modern Palestine y The Ethnic Cleansing of Palestine3 serían un buen lugar
para comenzar, ya que la primera sección de esta colección de ensayos puede ser
una lectura difícil si no se cuenta con algún conocimiento previo de la situación.
Una de las primeras preguntas abordadas es la identidad nacional palesti-
na ubicada dentro de la geografía del Imperio Otomano. El primer ensayo ana-
liza los escritos sobre “Palestina” concentrándose en la necesidad de examinar
problemas básicos a nivel del pueblo, que típicamente han sido previamente ig-
norados, en lugar de hacerlo a través de los registros oficiales otomanos durante
los siglos XVIII y XIX. Esto rompe con la visión “orientalista eurocêntrica” (es
decir, la modernidad versus decadencia/tierra vacía, rescatada por los judíos) y
las disculpas israelíes sobre su propia historia cultural en la región. El ensayo
es un resumen político de eventos en el siglo XIX que ayudaron a dar forma a
las ideas de una nación de palestinos. Esto resulta muy diferente a la idea hege-
mónica en occidente de ver a Palestina como una reacción política para frenar/
obstaculizar la posterior inmigración judía.
La historia que presenta el libro es diferente: había una fuerte presencia
palestina en la tierra desde el siglo XIX, antes de la llegada organizada de judíos
europeos. Un arreglo de ‘apartheid’ fortalecería la presencia judía y el creciente
control colonial.
Eventualmente, la necesidad de adquirir y mantener tierras, y excluir o
eliminar a la población indígena, llevó a muchas leyes en vigencia en el Israel
3
“Una historia de la Palestina moderna” y “La limpieza étnica de Palestina” (traducción nuestra).
200
moderno (leyes matrimoniales, leyes de vivienda y zonificación, propiedad de
la tierra, derechos de movimiento y transferencias, ley militar, y muchas otras
hasta las declaraciones ideológicas sobre un “estado judío teocrático” exclu-
yente).
La sección intermedia explora los problemas que rodean las acciones de
1948, ubicadas en su contexto histórico general con el diseño del movimiento
sionista sobre la tierra. La visión cultural mítica contemporánea es que los pales-
tinos resultaron hostiles a un plan razonablemente mandatado por la ONU para
compartir el país. Aparece el mito de una población judía superada en número
y superada en poder que milagrosamente venció probabilidades tremendas para
derrotar a los ejércitos árabes combinados que los habían atacado. Finalmente,
el tercer gran mito es que los palestinos abandonaron sus ciudades y pueblos por
instigación de sus propios líderes, dejándolos vacíos para la ocupación israelí.
Los tres ensayos que discuten estos mitos los deconstruyen para presentar una
imagen significativamente diferente.
Merece hacerse notar la parte III, en su aporte: “Revisitando la resolu-
ción de partición de la AGNU [Asamblea General de Naciones Unidas]”, Walid
Khalidi primero examina la amnesia histórica con respecto a los eventos antes
de la partición, eventos que demuestran que La Nakba (La Catástrofe) no fue
el origen del “problema” palestino sino una catástrofe importante que se había
estado construyendo desde hacía mucho tiempo. Khalidi se refiere al Programa
de Basilea en el Primer Congreso Sionista en 1897, donde la “agenda oculta”
se “explica con brutal franqueza y en un estilo imperialista clásico”. Cronoló-
gicamente, se refiere a la era del dominio británico en la que “el principal país
democrático occidental suspendió la democracia en Palestina para facilitar, con
bayonetas, el establecimiento de la infraestructura del poder sionista”. Conteni-
do dentro de eso está la “desesperada rebelión nacional palestina” contra el in-
forme de partición británico (conocido como Informe Peel, de 1937) que resultó
en la consecuente destrucción de todas las organizaciones políticas y militares
palestinas efectivas”.
Siguiendo estos eventos iniciales, convenientemente ‘olvidados’ en la
amnesia de la historia, Khalidi desarrolla aún más los datos históricos reales so-
bre el terror judío contra los británicos, la creación de planes de guerra, el apoyo
de los EE. UU., la falta de legalidad del plan de partición de la ONU de 1947
(enfatizando que no hay “compromiso” cuando un lado está superado en núme-
ro y armamento) y su distribución desigual de tierras agrícolas fértiles y acceso
al agua, todo a favor de los sionistas en el territorio palestino. El escenario para
La Nakba estaba establecido mucho antes de la declaración de independencia
de Israel. Pappe analiza La Nakba a partir del caso “Tantura”, una masacre de
aldeanos palestinos, perpetrada por fuerzas de defensa israelíes, acaecida en
1948 en el poblado de Tantura. Dos ideas principales surgen de la discusión. La
primera es que La Nakba debería examinarse desde el paradigma de la limpieza
étnica, en lugar de como parte de la historia militar”, ya que “Tantura se destaca
como un caso típico de la realidad de la limpieza étnica”. El segundo punto rela-
cionado se refiere a la validez de la historia oral, con el punto de que “la historia
201
oral se utiliza extensamente en la historiografía israelí del Holocausto, pero se
deslegitima por completo cuando es intentada por historiadores palestinos que
reconstruyen La Nakba”. Pappé ve la historia oral “no como un sustituto del
material de archivo”, sino como un medio para “llenar vacíos” de los registros
oficiales o validados por la historiografía tradicional.
Las partes que pueden resultar más novedosas para el público latinoame-
ricano lector de RIBLA vienen en la Parte 4: “Historia de las Mujeres”, donde
Mahmoud Yazbak contribuye con: “Matrimonios de menores” y Khiyar Al-Bu-
lugh con “Palestina Otomana: Una nota sobre las estrategias de las mujeres en
una sociedad patriarcal”, para cerrar con “De los salones a los comités popula-
res: mujeres palestinas, 1919–89”, por Islad Jad.
En esta parte, se revisa el papel que jugaron las mujeres dentro de la
sociedad palestina y dentro del movimiento nacional, llegando a la conclusión
de que, aunque las mujeres fueron activas en un papel político durante la pri-
mera intifada, y aunque se hicieron conscientes de los problemas sociales, “la
división de género existente en el trabajo continúa colocando a las mujeres en el
extremo inferior de la jerarquía familiar”.
La última sección presenta discusiones sobre la población árabe israelí
y las diversas fuerzas políticas y legales que se les imponen. En “Crimen y
Control Legal”, la visión criminológica israelí de la población árabe palestina
requerirá “cierto grado de revisión”. Alina Korn (Universidad Hebrea, Israel)
argumenta que el Régimen Militar impuesto a los ciudadanos árabes palestinos
de Israel resulta en una tasa criminal atípicamente alta dentro de la población, el
“sistema legal israelí fomenta el control político selectivo de la población árabe
[aumentando] las posibilidades de que la minoría cometa delitos”. Muchas de
las leyes fueron “diseñadas para controlar el movimiento de árabes dentro del
dominio del estado” y “para controlar la entrada de árabes al estado, o su salida
de este, y que definían su estancia dentro de sus fronteras como ilegal”. Estas le-
yes vuelven de nuevo al término estándar de “control de tierras” ya que las auto-
ridades militares, que controlaban las áreas pobladas por árabes, usaban restric-
ciones de viaje y áreas militares cerradas para alienar a la población de su tierra
y prevenir cualquier organización de protesta. En esencia, la mera existencia del
pueblo árabe constituía una amenaza para el estado israelí: el gobierno militar
situaba “a toda la población árabe como actuando por definición en el ámbito
de la seguridad; sus movimientos eran sospechosos y sus vínculos con la tierra
recibían un significado amenazador de peligro para la seguridad nacional”.
La naturaleza etnocrática del estado de Israel presentada por As’ad Gha-
nem (Universidad de Haifa) identifica la ideología sionista prevalente como la
que impide que los ciudadanos palestinos tengan derechos iguales a los disfru-
tados por los judíos. Aunque Israel puede tener los fundamentos institucionales
físicos de la democracia, su lógica étnica niega la igualdad y la democracia a los
ciudadanos árabes. No hay posibilidad de igualdad ya que la definición misma
del estado indica un “estatus preferencial” para la población judía, resultando en
una “discriminación legal básica a favor de los ciudadanos judíos en detrimento
de los ciudadanos palestinos.” La conclusión de Ghanem es directa: “un régi-
202
men etnocrático gobierna en Israel, no uno democrático. Tal régimen se sitúa en
un continuo con el régimen del apartheid en Sudáfrica y no puede considerarse
como un régimen democrático normal”, incluso mientras la academia israelí
“trabaja arduamente para promocionarlo en Occidente como una democracia”.
El problema del control de la tierra regresa en el último capítulo “Ausentes Pre-
sentes y Resistencia Indígena” de Nur Masalha (St. Mary’s University College,
Reino Unido), tema que surge bajo la Administración Militar y que “existió
solo en las áreas en las que residía la mayoría de la población árabe de Israel”.
La definición de “ausente presente” coloca al propietario de tierras palestino en
una situación de doble vínculo ya que “la mayoría de los desplazados internos
se han convertido en ausentes presentes por virtud del hecho de que se les con-
fiscaron propiedades; muy pocos de ellos han recuperado alguna vez propiedad
alguna”. La tierra, una vez confiscada, reside en perpetuidad con el pueblo ju-
dío. Superficialmente diseñada para “proteger” la propiedad de los propietarios
ausentes, la Ley de Propiedad de Ausentes (1950) ha confiscado millones de
dunums4 de tierra y miles de millones de dólares en propiedades.
Habiendo resumido los principales hallazgos de este libro, se vuelve muy
evidente, que las acciones israelíes, la ley israelí, las instituciones israelíes están
diseñadas para acumular tierras para la población judía y al mismo tiempo con-
trolar a las poblaciones árabe-palestinas dentro del estado etnocrático de Israel.
La mera existencia del pueblo palestino -desde la primera escritura preparada
por el Congreso Sionista de 1897, pasando por La Nakba de 1948 y las leyes
resultantes de expropiación, hasta las luchas actuales por encerrar a los palesti-
nos en regiones de apartheid cada vez más pequeñas- ha sido una amenaza para
la causa sionista judíaa. Es la existencia del pueblo palestino, la que, con sus
dolores, resistencias, tierra dividida y su no poder bajo los bombardeos lo que
estorba. Allí están las raíces del exterminio, entre más pronto mejor para enton-
ces hablar de una solución de los dos estados o con la que se está escuchando
de nuevo de “un sólo estado, compartido e inclusivo”, pero manchado de sangre
y olvido.
Finalmente, para el público lector en lengua portuguesa, este estupendo
trabajo se encuentra disponible, con traducción de Ana Saldanha, en Editorial
Caminho (Portugal).
4
“Dunums” se refiere a una medida de área utilizada en Palestina, Israel y otros países. Un dunum equivale
aproximadamente a 1,000 metros cuadrados o 0.1 hectáreas y suele medir la superficie de tierras agrícolas
o de cultivo.
203
Gerardo García Helder1
Volverse Palestina
Become Palestine
Resumen
Este artículo pretende ser un tímido acercamiento al sufrimiento de tantas personas y
pueblos que en la actualidad buscan esclarecer y defender su identidad y autonomía,
y no lo consiguen. La literatura profana reclama hoy de los creyentes solidaridad,
respeto y comprensión de tantas víctimas del egoísmo humano. Tal vez hoy se alzan
más voces proféticas por fuera de las estructuras religiosas que dentro de ellas: nos
conceda Dios la gracia de saber descubrirlas y valorarlas. “El mismo Señor me
ha dado una lenga de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una
palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un
discípulo” (Isaías 50, 4).
Palabras clave: Identidad; Límites; Autopercepción; Fundamentalismo; Palestina.
Abstract
This article aims to be a timid approach to the suffering of so many individuals and
peoples who currently seek to clarify and defend their identity and autonomy, yet do
not succeed. Secular literature today demands solidarity, respect, and understanding
from believers towards the many victims of human selfishness. Perhaps today, more
prophetic voices arise from outside religious structures than within them: May God
grant us the grace to recognize and value them. “The Lord GOD has given me a
well-trained tongue, that I might know how to speak to the weary a word that will
rouse them. Morning after morning he opens my ear that I may hear; And I have not
rebelled, have not turned back” (Isaiah 50,4).
Keyswords: Identity; Boundaries; Self-perception; Fundamentalism; Palestine.
1
Gerardo García Helder, argentino, laico, casado, padre de dos hijas y abuelo de un nieto. Teólogo y
psicólogo. Coordinador para América latina y el Caribe de la Federación Bíblica Católica (FEBIC LAC).
Magister en Sagradas Escrituras (ISEDET) realiza seminarios en vista a obtener el Doctorado en Estudios
de Género (UBA). Es miembro de la Asociación Bíblica Argentina (ABA); pero sus intereses son más
propios del ámbito pastoral/espiritual que del académico. Vive en Ciudad Autónoma de Buenos Aires; pero
acompaña a personas e instituciones de diversos países. Sus temas preferidos, tanto en el ámbito teológico
como psicológico, son la inclusión, la comprensión, la conversión (continua) y el acompañamiento de
procesos discipulares, ggh.amico@gmail.com
204
Introducción
Al enterarme que se estaba preparando un número de RIBLA centrado en
Palestina, recordé de inmediato un libro que leí ni bien se publicó en español:
“Volverse Palestina”2, Meruane, 2013 libro que ha pasado a ser la primera parte
de “Palestina en pedazos”, publicado recientemente, en 2023.
En realidad, mi interés por la lectura de esta obra no tuvo que ver con la
realidad geopolítica de Palestina, ni con la escalada de violencia en el conflicto
bélico de esa región, sino con mi aprecio por la literatura del género relato
autobiográfico que generalmente da cuenta de la identidad del personaje central
como una laboriosa y conflictiva construcción psicosocial que solo termina con
la muerte.
Pero en estas circunstancias históricas particulares quiero compartir algo
de mi lectura con la esperanza de que a alguien le pueda servir como estímulo
para leer ese libro y solidarizarse con el sufrimiento injusto de tantos hermanas
y hermanos nuestros, que lo mismo que nosotros aseguran que “mi padre era un
arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero
luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa” (Deuteronomio
26,5).
2
Las citas que aparezcan en este artículo irán con el número de página entre paréntesis.
205
Volverse Palestina
La autora de “Volverse Palestina”, Lina Meruane, es una chilena nacida en
1970, Doctora en Literatura Latinoamericana (New York University), que vive
y trabaja como docente en EE. UU., pero que también ha vivido en Santiago de
Chile y en Berlín. Ha publicado cuentos, novelas, ensayos, notas de periodismo
cultural y crónicas; digo crónicas ya que en el epílogo de “Volverse Palestina”
a su relato de viaje la autora lo denomina “crónica” (p. 69). Por esta basta obra
ha recibido premios importantes sobre todo en territorio americano; pero el
reconocimiento de sus escritos también se nota en que han sido publicados en
más de una docena de idiomas.
Calificar de relato autobiográfico a esta obra sería algo reductivo. Yo diría
más bien que la autora es al mismo tiempo la protagonista del relato, que usa
su nombre propio como si fuera un seudónimo literario. Y en su escrito ofrece
generosamente a los lectores retazos de su trabajo personal de construcción
identitaria al tiempo que acerca al drama de los exiliados y los migrantes.
Tal vez, Meruane conciba todos sus recuerdos como “dar una vuelta de
despedida por la noche para terminar este viaje como empezó. En la oscuridad.
En el puerto desolado. Repasando todas las contradicciones” (p. 67). En tal
sentido la recreación de la propia identidad sería una tarea imposible ya que a
uno “no le contaron suficiente o no prestó atención o lo que le llegó era material
demasiado reciclado, dudoso” (p. 13).
Sin dudas el relato fragmentado o la tortuosa memoria de la propia
historia (sea esta individual o colectiva: la de una nación, por ejemplo) está
comúnmente llena de olvidos (inconscientes o consientes: malvados, culpables,
inocentes o piadosos), de cientos de agujeros negros que certifican que el “yo” o
el “ser nacional” suele ser la más escandalosa de las certezas y la más peligrosa
de las ilusiones y que el pasado es una de las realidades que más cambian. Para
mí la identidad es un modelo estallado y el pasado una ficción hecha de muchos
recuerdos fragmentarios y de un sinnúmero de olvidos.
En una entrevista que le realizaron a la autora para una revista cultural
argentina, en 2012, aseguró que: “es cierto que una no es nunca la persona que
escribe. Una está parada en un lugar y lo que sucede en los libros es otra cosa.
Una está y no está en sus libros”3. Por eso cuando describimos algo, incluso
a nosotros mismos, podemos debemos dejar un margen a la duda ya que en
realidad: “no sé si recuerdo o me he imaginado” (p. 22).
Porque los relatos nunca son objetivos ni lineales; uno de ningún modo es
lo que los otros dicen que somos ni tampoco lo que nosotros creemos ser. En tal
sentido, la autora-personaje, entra en pánico cuando su presunta pariente-que-
vive-en-Palestina le dice que en realidad ellos (Lina y su clan) no son Meruane
sino Saba y se pregunta angustiada: “Si yo no soy Meruane entonces esta mujer
3
https://www.clarin.com/literatura/lina-meruane-entrevista_0_SJw4oShvmg.html.
206
que dice ser mi pariente no es nada mío. Pero hay algo aun peor: si nosotros no
somos Meruane, entonces, quién soy yo” (p. 52).
Todo relato del pasado resulta ser “la incursión en un tiempo que ya no
existe. La excursión del presente” (p. 17) y podemos asegurar que “no quedan
de esos lugares ya más que imágenes arrugadas que no hay modo de planchar”
(p. 15).
Los individuos vamos construyendo nuestra identidad en la medida que
vamos creyendo nuestros propios relatos, los vamos convirtiendo en nuestra
naturaleza. “Mis tías se han encargado de relatarla [a la historia familiar] tal
como se la oyeron a su madre, y como se lo han escuchado las unas de las otras
a lo largo de los años” (p. 18). Pero toda reconstrucción fidedigna es imposible
y como ante la casa del abuelo paterno hay que afirmar que “la puerta está
cerrada con una llave que ya no nos pertenece” (p. 22). Solo queda nostalgia
del paraíso perdido o ilusión del “yo” porque irremediablemente: “Se vendió lo
que quedaba de esa casa cuando tu tata, dice [el padre], evitando el cierre de la
frase” (p. 15).
El título Volverse Palestina habla del trabajoso desarrollo reflexivo de la
crisálida humana que no puede reducirse a la cadena retorcida de ADN de mi
hermano-el-menor, mi tía-la-primogénita, o la-del-medio. El personaje Hamza,
que en principio se presenta como jordano, se presenta luego como “un palestino
nacido en el exilio” (p. 34); pero esto no lo vive como algo determinante sino
como algo condicionante porque él lo quiere así; al mismo tiempo se apropia de
elementos que vienen de otras partes, por ejemplo, de “un inglés tomado como
préstamo de algún libro” (p. 34).
La protagonista del relato no acepta, como si fuera una víctima pasiva, la
sentencia del taxista: “Usted es una palestina, usted es una exiliada” (p. 28). Ella
se irá haciendo palestina a pesar de no hablar el idioma porque sus antepasados
“se comerían la lengua antes que legarles [a sus descendientes] el estigma de
una ciudadanía de segunda” (p. 20). Y llega a convencerse de que su identidad
es una mezcla de azar y de elecciones y que su “vida pudo ser esta [similar a la
de la palestina-esposa-del-escritor-judío que vive en Palestina/Israel]. Con o sin
pañuelo. Con o sin hijos. Con o sin tierras, o armas” (p. 60).
Pero Lina no se resigna y sigue buscando algo de donde aferrarse. Aunque
no logre certezas absolutas no acepta el “Les dije que no tenía sentido” (p. 22)
de su padre que ni siquiera quiso volver a pisar suelo patrio.
Hacernos Palestinos
Al asomarnos al drama palestino uno se pregunta: ¿Qué es, en realidad,
Palestina? ¿Cuál es el nombre verdadero de cada cosa? ¿Esta ciudad es Yalo,
Yalu o Jaffa? ¿Este pueblo se llama Ramla o Ramallah? ¿Pueden convivir dos
naciones en un mismo territorio? Cuando alguien dice Palestina “a qué Palestina
207
se refiere, a qué trocito de esa tierra fracturada” (p. 34). ¿Por qué no aceptar que
cada uno de nosotros se parece de algún modo a ese misterioso y mítico ombligo
del mundo, a esa Urbe que es “una ciudad que no es una sino muchas” (p. 50)?
Límites artificiales, impuestos, territorios ocupados, zonas arrasadas,
franjas, muros, realidades superpuestas, más muros, nuevos muros a veces
invisibles y roles y comportamientos que hay que asumir: ser palestino, ser
israelí; ser varón, ser mujer, coincidir y comulgar con una geografía hecha de
desiertos y de mares, de planicies y de altos. “Jerusalén atravesada por un muro
que a trozos es de alambre, que a veces divide entre israelíes y palestinos y a
veces entre palestinos y palestinos de un mismo barrio” (p. 50).
Dejarse franquear por la “sutil distancia de la que nunca se hablaba pero
que vivía entre nosotros como un pájaro” (p. 24) y tomar consciencia de que
eso condiciona nuestro modo de ver y de verme, de entender y de entenderme.
Como confesaba el ex sionista con quien Lina se encontró en Palestina: “Fui
educado de una manera, en Chicago, y desde lejos esas convicciones eran
fáciles. Pero vine a Israel, y vi lo que estaba pasando, y entonces desperté”
(pp. 63-64). Opinar desde lejos siempre es fácil, poner los pies en el barro es
tarea no siempre posible.
Se consuela la autora-protagonista diciendo al final de su viaje y de
su relato: “Mañana regresaré a la tranquilidad de mi sillón a escribir sobre la
intranquilidad de Palestina” (p. 65). No creo que fuera de la ficción lo haya
logrado. Y espero que nosotros tampoco nos contentemos con solo opinar desde
lejos.
Cuando ve acercarse a su parienta Maryam Abu Awad, a pesar de no
ver aflorar sentimientos de emoción, decide “representar el rol para el que he
viajado de tan lejos y responda a ese beso suyo, a ese apretón y la siga hacia su
casa” (p. 51)
Conclusión
En cierto modo todos somos como el fallecido abuelo inmigrante de la
protagonista/autora de este libro, cuyo nombre han puesto a una calle. “Las
letras [del cartel] anuncian, también blancas pero gastadas, no una calle sino
apenas un pasaje que resulta la palabra justa para nuestro abuelo nómade”
(p. 25). Todos somos apenas un pasaje, “pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo
caminos, caminos sobre la mar” (como dijo Antonio Machado popularizado
por Joan Manuel Serrat). Y cada uno de nosotros andamos errantes como los
ultrajados palestinos, expulsados de lo que consideran su tierra por los turcos que
los supusieron una herética avanzada de Occidente. Lanzados a la buena de Dios
con pasaporte otomano que hacía que los que los recibían –fundamentalmente
en América– los consideraran “turcos” a pesar de ser, en realidad, árabes.
Por eso hoy, conscientes de los desmadres de la historia pasada y, sobre
208
todo, reciente, hay que denunciar el atropello y el peligro en lecturas religiosas
fundamentalistas que sustentan el reclamo de una posesión territorial no
legítima. La mítica promesa: “Yo soy el Señor que te hice salir de Ur de los
caldeos para darte en posesión esta tierra” (Génesis 17,7) no puede servir para
avalar atrocidades que cercenan vidas. Refutar esas lecturas por otras lecturas
fundamentalistas que no aceptan que pueda reunirse Israel en esa tierra hasta
que el Mesías no se haga presente tal vez no sea el remedio; o puede ser un
remedio peor que la enfermedad.
En nombre de Dios, y de una promesa hecha a Abram y a su prole,
busquemos la paz a toda costa. Así todos los pueblos de la tierra sentirán la
bendición de Dios y lo bendecirán por siempre jamás.
Bibliografía
Meruane, Lina. Volverse Palestina, Literal Publishing, USA & Conaculta,
México. 2013.
https://www.clarin.com/literatura/lina-meruane-entrevista_0_SJw4oShvmg.
html. Visitado el: 16 abr. 2024.
209
Gabriela Miranda García1
Resumen
El genocidio en Palestina es ya innombrable y el argumento bíblico que acompaña
esta invasión y por lo tanto, esta guerra es inadmisible. El horror es tanto que cada
vez hay menos formas de expresar este dolor y esta rabia, y hay poco que parezca
significativo ante tal brutalidad y sufrimiento. Este escrito es una mínima forma de
expresar el repudio, pero también de dejar la ternura, la solidaridad y formas de
resistir para honrar la lucha y la firmeza del pueblo palestino. Es también una pro-
puesta metodológica: hacer de un elemento de la religiosidad popular, como lo es
el exvoto mexicano, un lugar de denuncia y resistencia. Es una metodología que
permite hacer una demanda por el despojo de la tierra, de la cultura palestina y de las
vidas humanas en manos del estado espurio de Israel. La relevancia del exvoto está
en lo accesible de su mensaje y también en recuperar su memoria y uso. Hacer un
exvoto para Palestina, significa hacer notar la voz de todas las personas que han sido
obligadas al silencio y al despojo.
Palabras clave: Religiosidad popular; Palestina; Resistencia; Tierra y territorio
Abstract
The genocide in Palestine is already unspeakable, and the biblical argument that ac-
companies this invasion, and therefore, this war, is inadmissible. The horror is such
that there are fewer and fewer ways to express this pain and anger, and there seems
to be little that appears meaningful in the face of such brutality and suffering. This
writing is a minimal way of expressing repudiation, but also of leaving tenderness,
solidarity, and ways of resisting to honour the struggle and steadfastness of the Pales-
tinian people. It is also a methodological proposal: to turn an element of popular re-
ligiosity, such as the Mexican ex-voto, into a place of denunciation and resistance. It
is a methodology that allows for a demand for the dispossession of land, Palestinian
culture, and human lives at the hands of the spurious state of Israel. The relevance of
the ex-voto lies in the accessibility of its message and also in reclaiming its memory
and use. Making an ex-voto for Palestine means highlighting the voice of all those
who have been forced into silence and dispossession.
1
Gabriela Miranda García. Mexicana. Teóloga feminista latinoamericana y marxista. Educadora popular.
Realizó estudios en México y en la UBL, Costa Rica. Su quehacer teórico y de formación está enfo-
cado en los aprendizajes disciplinarios que tenemos sobre el amor romántico, la sexualidad y el cuerpo
y sus consecuencias. Vive en Guatemala. Dedica tiempo a la elaboración de artesanías y a escribir poesía.
gmirandagarcia@yahoo.es
210
Keywords: Popular religiosity; Palestine; Resistance; Land, territory.
Introducción
El conflicto histórico por la tierra es una de las razones de las guerras de
la humanidad. Y su expresión máxima es el despojo de esta. Lo que tenemos en
Palestina es despojo y es invasión. Para que haya paz, la tierra tiene que devol-
verse a quienes la habitaron y la habitan porque nunca se fueron de ella. Una
lectura equivocada, colonial y tendenciosa de la Biblia, nos hace creer que esa
tierra le pertenece por derecho divino al Estado de Israel. La tierra en la Biblia
es un tema constante, aparece como sustantivo, referencia o metáfora en más de
2500 veces, esto revela su importancia en la historia y la memoria.
La apropiación de las tierras palestinas comenzó en 1948. El 78% del
territorio ancestral Palestino conformó el Estado de Israel. Desde 1967, el 22%
está ocupado por el ejército israelí, por lo que en realidad ese restante es un terri-
torio ocupado, cercado y hacinado. Las personas palestinas han tratado de hacer
su vida, pero la hostilidad del territorio es permanente. La situación se agrava
constantemente. El 7 de octubre de 2023, ocurre una nueva respuesta de Hamas,
la contraofensiva de Israel ha sido inaudita, desmedida.
Una de las grandes preocupaciones es la justificación de la invasión a la
tierra Palestina y aún de la guerra, usando el texto Bíblico. La idea de la Tie-
rra Prometida al Pueblo Elegido ha significado una serie de abusos históricos.
Oponerse a este discurso es un deber planetario y una obligación desde la fe y
la esperanza.
Hacer un exvoto para Palestina, significa una reflexión subalterna, desde
la mirada de las personas ofendidas, y también desde las preguntas y las expe-
riencias populares, es la posibilidad de entrar en una conexión entre el mensaje
divino y la resistencia popular. Es sobre todo una propuesta metodológica para
releer el texto bíblico y llevarlo a la experiencia comunitaria, barrial, popular y
por supuesto de resistencia. El exvoto que aquí se propone, se convierte en un
recurso propio, rescatado y resignificado. Pero en este momento, se convierte en
un poema, en un cariño, en una caricia para el pueblo Palestino, desde América
Latina con amor y digna rabia.
1. ¿Qué es un exvoto?
Un exvoto es un pequeño objeto que testifica la fe, la esperanza y la grati-
tud por un milagro o protección, es un ofrecimiento a la divinidad bienhechora.
La cultura popular religiosa es su principal apoderada. Son ofrendas, principal-
mente, de la piedad del pueblo empobrecido. Cuando para la mayoría de las
personas no hay forma de tener asistencia hospitalaria digna, asesoría legal,
justicia, lo único que queda es el milagro. Hay muchos tipos de exvotos, hay los
que son pequeñas piezas de latón o de barro, trenzas de cabello, fotos, títulos
211
universitarios, medallas y que se dejan en las iglesias al pie de las imágenes
sagradas. Pero en México, los exvotos son también pequeños dibujos, hechos
por artistas populares en láminas de latón, tela o madera, y con una breve des-
cripción, cada uno es la constancia de lo ocurrido y es una forma de agradecer
el milagro o la protección, también se llaman retablos. En un exvoto o retablo,
se pinta el milagro en el acto mismo en que está ocurriendo: salvarse por gracia
de una divinidad de una enfermedad grave, de un ataque violento, de una caída
en el trabajo o de un incendio en la cocina.
En un exvoto aparecen tres elementos fundamentales: una rústica epifa-
nía con la imagen del santo, el cristo o la virgen a quien se le atribuye el mila-
gro; la ilustración que relata lo ocurrido y un breve escrito del testimonio y la
gratitud. Abarrotado de significados y sin perspectiva espacial, todo ocurre casi
en un mismo plano, la distinción entre los elementos un tanto más evidente, es
en la epifanía. En este único plano conviven la deidad y la gente común. Incluso
su diseño es siempre horizontal, a diferencia de una imagen vertical en donde el
arriba y el abajo es evidente y esto permite distinguir el cielo de la tierra, no, el
retablo del exvoto reclama por la semejanza. Y aunque a veces hay un segundo
momento en donde la persona socorrida aparece dando gracias, casi siempre es
como una breve historieta de una sola viñeta2.
212
consideraría que la expresión de un exvoto es arte porque como dice André Mal-
raux, “el arte es una rebelión contra el destino” (El Ciudadano, 2014) y eso hace
este ícono: su relato, la certeza del milagro o la protección muestra su rebeldía
ante la muerte inminente y su modo de testificar se revela a criterios académicos
y teológicos. Por eso su validez no depende del ojo externo, ni de su curaduría,
sino de su testimonio.
El exvoto del que hablamos rompe con dos premisas: el arte es para los
artistas y la confirmación del milagro para los teólogos doctos. Por eso, el exvo-
to desde su sencillez rasga, casi sin pretenderlo, con estas grandes obligaciones
ilustradas. Tal vez porque no se trata de una reconocida obra de arte, o porque
su mensaje es un bien comunitario y no personal, rompe con la premisa de la
autoría. Un exvoto es tan jovial en su textura y confección y en sus materiales,
que parece que cualquiera podría pintarlo, tan es así que no lleva autoría, contra
la modernidad misma, que desarrolló el tema del autor y en contra del capitalis-
mo, que alienta el copyright, el exvoto no tiene autor, a diferencia de una pin-
tura, mala o buena, pero pintada por un autor reconocido. El relato del milagro
tampoco cuenta con un sustento del Vaticano, las personas sobrevivientes se
apropian de su propia experiencia y la confirman.
El relato de un exvoto puede resultar inverosímil, la imagen también, ni
aun cuando se trata de un hecho sobrenatural resulta creíble, es más bien sospe-
choso. Pero al ser un testimonio de fe, el exvoto se apropia de la verdad. Esto es
muy significativo en un mundo en donde la verdad está en propiedad de la cien-
cia, la ley, las cúpulas religiosas o de quienes construyen la hegemonía. Como
afirma Ana Paulina Gámez, “El cuidado de los detalles es otra característica de
estas obras, como si al plasmar los pormenores no se dejara duda de la veraci-
dad del milagro.” (2013). Es, entonces, que estos retablos son poderosamente
realistas y descriptivos.
También rompe otra premisa: la desigualdad ontológica entre el cielo y
la tierra, entre la deidad y la humanidad. Como ya dijimos su diseño es siempre
rectangular y horizontal, lo que obliga al santo, al cristo o a la virgen a colocarse
en un único plano y dejar su verticalidad a un lado, ya que en la verticalidad es
fácil exponer el arriba y el abajo. La horizontalidad y el rectángulo, permite dar
relevancia al relato, pero no a la distinción entre el arriba y el abajo. A diferencia
de un ícono, en el exvoto las personas son parte de la imagen y del relato, con la
discreción de colocar a la imagen epifánica en un lugar más destacado: un poco
más arriba o un poco más grande o ataviada. Pero la divinidad es cercana, te-
rrena, popular. Y la narración siendo una narración sagrada, está elaborada con
un lenguaje comprensible y cotidiano. Es decir, que, en el exvoto, la distancia
entre el cielo y la tierra, o lo sagrado y lo profano, se diluyen, o al menos, se
acortan. En realidad, para un ojo criminalizador esto es un atrevimiento o una
irreverencia.
213
También el realismo de la imagen contrasta con el relato milagroso. No
tiene nada de sublime, es más bien indecoroso, el uso de la sangre, las armas, el
desnudo o el dolor de los pequeños protagonistas hacen que la combinación de
un relato realista y una experiencia portentosa parezca otra forma de realismo
mágico que constituye la filosofía y la historia latinoamericana. Es una com-
binación arbitraria y turbadora de elementos. Lo que rompe de nuevo con otra
premisa: los relatos de las deidades son para hacer de ellas protagonistas y son
armoniosos, sublimes y estáticas, en cambio acá se comparte el protagonismo,
siempre en medio de la precariedad, el polvo de los senderos, y la poca luz de
las casitas. Los relatos místicos de los exvotos se parecen más a los de mártires
cercenadas: hay sangre, sustos y golpes, no hay un paisaje totalmente glorioso.
Finalmente, ya dijimos antes, que lo que un retablo como estos registra
las historias de las personas de sectores empobrecidos, aquellas historias que
más que aparecer en libros de historia o en revistas de moda aparecen en la nota
roja. Para muchas personas, la nota roja, es el lugar del populacho, del mal gusto
o del morbo y está plasmado en periódicos baratos. Y puede que este género
periodístico se aproveche y abuse de la noticia, sin embargo, es también el lugar
en donde se registra las historias de las personas comunes, sus palabras, su lugar
de vivienda, su entorno y sus desgracias. En la nota roja se registra lo que queda
en el olvido. Lo mismo ocurre con los exvotos: registran las desgracias antes
de que queden en el olvido, fuera de las estadísticas o del registro oficial. Pero
a diferencia de la nota roja, las gentes redactan su propia historia. La memoria
de los sectores excluidos de la historia oficial y publicable, de las mujeres vio-
lentadas, de las prostitutas, de las trans, de los suicidas, está en la nota roja, y
sus milagros en los exvotos, ese es el registro de su memoria y esto es también
resistencia.
Para mí, todo esto es una producción epistémica desde la precariedad y
es un ejercicio contrahegemónico seguramente no proyectado ni calculado. Es
el marco de esta irreverencia, que pintar un exvoto para Palestina es un acto de
reclamo de justica. Porque en realidad los exvotos tuercen la historia oficial,
tuercen la ciencia, tuercen la belleza, tuercen el idioma y colocan su relato con
total validez y dignidad. Ninguno de ellos pasa por un canon, ni por una curadu-
ría: se pintan, se teologizan, se redactan y se sitúan con toda familiaridad en el
ámbito cercado de lo religioso.
3. Pasos que podemos dar para hacer un exvoto con otra mirada del
texto bíblico
La idea con rehacer el mensaje bíblico usando el exvoto, es dar relevan-
cia al contexto, releer el texto bíblico y resignificarlo, dar protagonismo a las
personas involucradas y a la finalidad del mensaje, todo esto basado en un acto
sencillo de ilustrar y escribir, al alcance de todos. Así que las características
214
principales del exvoto mexicano o retablo, una herramienta que ya de por sí es
tan audaz, transgresora, autónoma y contrahegemónica, se usarán para enmar-
car el texto bíblico
215
Es como si la tierra entera fuera el marco de este texto, ni hay un templo, lo que
hay son campos de flores. Como dice Alzir Sales Coimbra, citando a Humberto
Eugênio Maiztegui, “Quizás algunos de estos poemas fuesen ya “cantados en
el reino de Israel, en una época de fuerte influencia cananea y sus rituales de
fertilidad” (2005, 80). Por eso es importante usar este texto: por su poesía, por
su crisol cultural y por la importancia de reconstruir una tierra fértil.
Es un texto lleno de influencias de varias culturas mediterráneas, es decir
que no es un texto meramente hebreo, sino que es un texto que da cuenta de
un territorio en donde conviven muchos pueblos. Se cree, por el vocabulario,
que existe influencia persa y del periodo helenista, se usan arcaísmos, algunos
monárquicos e incluso anteriores. (De Paula y Nakanose, 2000, p. 59) Esto nos
lleva a pensar que es un texto que recoge diversos elementos y diversas formas
de habitar el mundo en tiempos y espacios diversos.
Pero sobre todo es un texto en donde las mujeres se expresan, expresan su
deseo, sus pasiones, sus decepciones. “Cantares es el único texto bíblico donde
la mujer habla por sí misma. Narra sus sentimientos, habla de sus pensamientos
y de sus actos. Más aún: dos veces habla en lugar de su amado (2,10-14 y 5,2)
y éste en ningún momento habla por ella” (De Paula y Nakanose, 2000, p. 60).
Este texto contiene todo lo que puede dañar a la guerra: la fertilidad, la
alegría, la diversidad, el placer y la voz levantada de quienes se les obliga al
silencio. Son elementos convivientes con lo que hemos hablado de los retablos.
Lo sagrado en ambos casos es la capacidad de seguir adelante y de estar pre-
sentes. Al igual que en el exvoto, el Cantar de los Cantares, rompe con la des-
igualdad que hemos creado entre el cielo y la tierra, lo sagrado habita esta tierra.
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que segura ahora estará destruido. Para Vivien Sansour, la mejor forma de re-
sistencia es “rechazar el discurso de tu opresor y responder ‘no soy basura y no
voy a comer tu basura’. Creo que todos podemos decidir hacer nuestra vida un
poco más soportable en este momento. Porque seremos libres; no ahora, pero
lo seremos. Me siento libre cuando tengo estas semillas en las manos”. (Gui-
marães y Paq. 2019)
Los muros en Palestina. “La construcción del Muro comenzó en 2002
para impulsar las políticas de anexión de Israel y perfeccionar su régimen de
apartheid sobre el pueblo palestino. No se limita a rodear la Cisjordania ocu-
pada, sino que se adentra profundamente en el territorio ocupado, ampliando el
robo de tierras y recursos palestinos por parte de Israel.” (Stop the Wall, 2017).
Los muros cercan a la población palestina para asegurar que no se integren el es-
tado de Israel, sus funciones son la segregación y el control de la movilidad. Las
personas palestinas se acumulan en áreas cercadas, hacinadas e insostenibles.
Los muros tienen su propia historia, como cercos de propiedad, como separa-
ciones, fronteras, límites o como prisiones. Son espacios en donde se percibe el
peligro y la vulnerabilidad. De hecho, en el propio libro de Cantares dice, “Me
hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; me quita-
ron mi manto de encima los guardas de los muros.” (Cantar de los Cantares 5:7).
Se puede ver el horror de este versículo, el abuso a las mujeres y la denuncia
que se hace, no se guarda silencio ante estos hechos. Estos muros son parte del
paisaje palestino, ese cercamiento es su contexto cercano y permanente.
La kufiya. La kufiya se ha convertido en un símbolo de la resistencia
palestina. Es una prenda tradicional, usada por los pastores nómadas. Tiene pa-
trones geométricos y en genera es blanca con bordados en rojo o negro. Dalia
Jacobs, dice usar la kufiya en el extranjero es “como llevarla a casa sobre mis
hombros” (Sottile, 2023)
La tórtola. Las tórtolas cantan bajito, para escucharlas se requiere de si-
lencio y de prestar atención, el ruido de una guerra no lo permitiría. Llama la
atención, que el texto de Cantares se refiera una sola tortolita, ya que se sabe que
son animalitos siempre emparejados. Ur, ur, urrr, hace ella, quedito, bajito. La
imagen de la tórtola está tomada directamente del texto de Cantares 2:12, “en
nuestro país se oye la voz de la tórtola”. Tal vez se refiera a una especia de tórto-
la que llega sin falta a tierras Palestinas al inicio de la primavera, en un tiempo
propicio en donde los campos son fértiles. Sin embargo, en Palestina existen
varias especies silvestres, por lo menos en otro tiempo, abundaban.
En realidad, ningún exvoto tiene un aparato crítico para explicarse. Los
elementos son tan cotidianos y realistas que se explican a sí mismos y el remate
del texto que lo explica, casi siempre colocado en la parte baja, termina por
hacer que se comprenda todo el retablo. En realidad, el texto es una reiteración
de la imagen o viceversa.
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d. A pintar sin miedo
El último paso es pintar, este suele ser un gran temor. Se debe a que se
nos ha hecho creer que es una actividad exclusiva para quienes tienen talento.
Pero ya vimos que no ocurre así en los exvotos, porque no exigen un
trabajo erudito o educado. Podría hacerlo cualquiera. Al final se pinta cada letra
y cada palabra, se requiere de un trazo más fino, pero siempre se puede usar
cualquier cosa antes que un pincel.
Figura 1: Exvoto
para Palestina: Levántate,
Justa de Palestina, la más fe-
cunda, nos echas tu manto de
flores y tallos para cubrirnos
del fuego, y tus sandías nos
dan agua y comida. Porque
he aquí ha terminado el ho-
rror, se ha mudado la lluvia
de bombas. A pesar de la
guerra se han mostrado los
brotes en nuestra tierra. El
tiempo de la cosecha ha ve-
nido y en nuestro país se oye
la voz de la tórtola que can-
ta, que grita y que murmura: resistencia, rebelión, desobediencia, líbranos. La higuera ha
echado raíces, nos levantamos y andamos sin muros (Cantares 2:11b-14ª). Autora: Gabriela
Miranda García, 2024.
Bibliografía
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www.amigosmap.org.mx/textos/exvotos-narradores-de-milagros/. Visi-
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li-contra-multitud/7508359.html. Visitado el 2024.
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