Epidemiologia ..

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INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR TECNOLÓGICO

PRIVADA SAN JUAN BAUTISTA “LA SALLE”


CARRERA PROFESIONAL DE FISIOTERAPIA Y
REHABILITACIÓN

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
ENFERMEDADES METAXENICAS Y ZOONOSIS

CURSO:
EPIDEMIOLOGIA

DOCENTE:
MIRIAN RUTH CUTIPA CONDORI

PRESENTADA POR:
SILVANA DEL ROSARIO FLOREZ CONDORI

CICLO: IV Semestre
JULIACA – PERÚ
METAXENICAS

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Melaría
El paludismo o malaria es una enfermedad provocada por el parásito
Plasmodium, un parásito unicelular, que se transmite a través de la picadura de
mosquitos infectados hembra del género Anopheles.
Tal y como indican desde la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y
Microbiología Clínica (Seimc), en el organismo humano, los parásitos se
multiplican en el hígado y después infectan los glóbulos rojos. “Si no se trata, el
paludismo puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera
el aporte de sangre a órganos vitales, y genera un estado tóxico generalizado. En
muchas zonas del mundo los parásitos se han vuelto resistentes a varios
antipalúdicos.

Esta infección es una de las enfermedades más antiguas. Existen datos que
sugieren su presencia en el hombre prehistórico y ya se describe en papiros
egipcios y en los mitos chinos, donde se define como la acción conjunta de tres
demonios. Uno con un martillo (símbolo de la cefalea), otro con un cubo de agua
helada (representativo de los escalofríos) y otro con un horno ardiente (la fiebre).

Causas

Es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes y uno de los principales


problemas de salud para el viajero. El riesgo de infección varía en función del
itinerario, la duración del viaje, la época del año (época de lluvias o la
temperatura), la inmunidad de la población, la distribución de lugares donde se
crían los mosquitos y la prevalencia de las distintas especies.

En el hombre la transmisión se produce por la picadura de mosquitos infectados


del género Anopheles, que pican principalmente desde el anochecer hasta el
amanecer. También se transmite por transfusiones de sangre o por jeringuillas
infectadas. Otra causa, poco probable, es la transmisión en los aeropuertos o los

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alrededores. En esos casos, algún mosquito se puede colar en un avión
procedente de una zona endémica y escapar en una escala donde podría picar en
otros países.

Síntomas

Los primeros síntomas que presenta una persona infectada no se distinguen de


una enfermedad viral leve: fiebre leve e intermitente, dolor de cabeza, dolor
muscular, escalofríos, vómitos y síntomas gripales. En caso de que los síntomas
no se traten, la enfermedad puede evolucionar y provocar complicaciones graves
y, en algunas ocasiones, la muerte.

Las manifestaciones de la enfermedad aparecen transcurridas siete días de la


picadura del mosquito (lo habitual es que aparezcan entre el día 10 y el 15).Desde
la Seimc recomiendan que los viajeros que presenten fiebre en los tres meses
posteriores a una posible exposición lo consideren como una emergencia médica
y acudan inmediatamente al médico para realizar un reconocimiento.

Diagnóstico

El diagnóstico y el tratamiento precoz pueden atenuar la enfermedad, ayudar a


reducir la transmisión y evitar la muerte.

El diagnóstico se realiza durante el examen físico. En él, el médico puede


encontrar una hepatomegalia o una esplenomegalia. Para confirmar la patología el
médico debe realizar un análisis llamado frotis de sangre a intervalos de 6 a 12
horas.

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Tratamientos

La malaria requiere hospitalización por lo que una persona susceptible de haber


sido infectada que presenta síntomas debe acudir inmediatamente al médico.El
tratamiento principal es con cloroquina. Sin embargo, a veces el parásito puede
ser resistente a este fármaco y el paciente requerirá otros tratamientos:

 Combinaciones de derivados de artemisinina, que incluyen arteméter y


lumefantrina.
 Atovacuona-proguanil.
 Tratamiento a base de quinina en combinación con doxiciclina o
clindamicina.
 Mefloquina en combinación con artesunato o doxiciclina.

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Leishmaniasis
La leishmaniasis es una enfermedad de tipo infeccioso causada por un parásito
protozoo del género leishmaniasis, transmitida por la picadura de un flebótomo
infectado. Este mosquito puede resultar perjudicial tanto para personas como para
animales y se localiza en zonas rurales con clima mediterráneo, subtropical y
tropical.

Se han informado de casos de esta enfermedad en todos los continentes a


excepción de Australia. En los países de América del Sur suele ser más común en
zonas como México.

El mayor brote de leishmaniasis humana en España y en Europa se produjo en el


año 2009 en Fuenlabrada (Madrid) en el entorno del Parque de Bosquesur. Este
brote sigue siendo objeto de investigación para la ciencia. En concreto, un equipo

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de científicos dirigido por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha dado
un paso más para esclarecer por qué está afectando también a individuos con
sistemas inmunitarios equilibrados (con buenos niveles de inmunocompetencia) y
no solo a los debilitados.

Los aislados del parásito obtenidos de la captura de flebótomos -los insectos


transmisores- procedentes del citado foco son más virulentos que la cepa
parasitaria convencional. La causa parece estar en la relación del patógeno con
recientes reservorios: liebres y conejos.

El estudio, publicado en julio de 2020 en la revista científica Transboundary and


Emerging Diseases y liderado por el grupo de Infectología Microbiana Veterinaria
(InMiVet) de la Complutense en colaboración con el Laboratorio de Entomología
Médica del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), compara la virulencia de los
aislados recogidos en el brote de leishmaniosis humana en Fuenlabrada con la
virulencia de una cepa convencional de Leishmania infantum. El papel de liebres y
conejos como nuevo reservorio parasitario ya se ha demostrado recientemente en
otros trabajos anteriores.

Ilustración leishmaniasis Fuenlabrada. Autor: Javier Carrión, de la Universidad


Complutense de Madrid.

Representación de la hipótesis de virulencia emergente en los aislados de


‘Leishmania infantum’ procedentes del vector flebótomo (insecto transmisor),
después de su paso por conejos y liebres. (ILUSTRACIÓN: Javier Carrión,
investigador del grupo InMiVet de la UCM).

En nuestro país, la leishmaniosis es una enfermedad zoonótica de declaración


obligatoria causada por L. infantum, transmitida entre animales vertebrados y el
ser humano a través de la picadura de un insecto vector, el flebótomo. Además, la
leishmaniosis canina es endémica, requiriendo “una constante vigilancia
epidemiológica dentro del marco sanitario”, explica Javier Carrión, investigador del
departamento de Sanidad Animal y del grupo InMiVet de la UCM.

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Causas
La enfermedad afecta con frecuencia a las regiones más pobres del planeta y está
asociada a la malnutrición, los desplazamientos de población, las malas
condiciones de vivienda, la debilidad del sistema inmunitario o la falta de recursos.

Además, esta infección está vinculada a los cambios ambientales, como la


deforestación, la construcción de presas, los sistemas de riego y la urbanización.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cada año se


producen 1,3 millones de nuevos casos y entre 20.000 y 30.000 de ellos son
causa de muerte.

Otra fuente de infección son los animales: roedores, perros y diversos mamíferos
salvajes. En muchas regiones del continente africano la enfermedad es endémica
en perros y carnívoros salvajes.

Las personas pueden contagiarse de la enfermedad en estos casos si reciben


picaduras de un flebótomo (insecto transmisor) que haya picado anteriormente a
un mamífero infectado. La enfermedad también puede transmitirse de madres a
hijos y a través de transfusiones de sangre o agujas infectadas.

Síntomas

 En el caso de la leishmaniasis cutánea, los síntomas dependen de dónde


estén localizadas las lesiones y abarcan:
 Dificultad para respirar y para deglutir.
 Úlceras y desgaste en la boca, la lengua, las encías, los labios, la nariz y el
tabique nasal.
 Congestión nasal, rinorrea y hemorragia nasal.
 Llagas en la piel propensas a convertirse en úlceras que se curan muy
lentamente.

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En la leishmaniasis visceral, en el caso de los niños, la infección comienza con
tos, diarrea, fiebre y vómitos. Los adultos generalmente presentan fiebre que dura
entre dos semanas y dos meses, acompañada de fatiga, debilidad que aumenta a
medida que avanza la enfermedad y pérdida del apetito.

Otros síntomas de este tipo de leishmaniasis son:

 Molestia en el abdomen y pérdida de peso.


 Sudores fríos y disminución del volumen del cabello.
 Piel escamosa y oscurecida.

Prevención

Según el Instituto de Salud Carlos III, las medidas de prevención se centran en


evitar la exposición al vector, el diagnóstico precoz y el manejo adecuado de los
casos, tanto de humanos como de animales domésticos que actúen como
reservorio, y medidas de control del vector y del reservorio zoonótico. No existe
vacuna comercializada para humanos, pero sí frente a la leishmaniasis canina.

Se pueden evitar las picaduras de los mosquitos flebótomos de las


siguientes maneras:

 Colocando toldos de malla fina alrededor de las camas y en las ventanas,


en zonas donde está presente la enfermedad.
 Usando repelentes de insectos y ropa protectora.
 A nivel de salud pública, se deben tomar medidas para reducir las
poblaciones de estos insectos y controlar los estanques públicos.

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Diagnóstico

Para diagnosticar la infección el especialista combina la realización de un examen


clínico con pruebas parasitológicas o serológicas. Estas últimas tienen un valor
limitado en la leishmaniasis cutánea y mucocutánea.

Otras pruebas que pueden llevarse a cabo son:

 Biopsia de medula ósea, del hígado o de los ganglios linfáticos.


 Cultivos y análisis de sangre completos, además de otras pruebas para
comprobar los anticuerpos inmunofluorescentes.

Tratamientos

El tratamiento de esta enfermedad debe realizarse bajo control médico. Se utilizan


los antimoniales pentavalentes, como el estibo gluconato sódico o el antimoniato
de meglumina, administrándose por vía intravenosa o intramuscular en dosis única
diaria. Estos tratamientos están contraindicados en personas que padezcan una
insuficiencia renal, hepática o cardiaca y en aquellas afectadas por una
tuberculosis.

Puede necesitarse cirugía plástica para corregir la posible desfiguración que se


haya producido en la piel a causa de las llagas en la leishmaniasis cutánea.

Con poca frecuencia, los pacientes con leishmaniasis viral resistente a los
medicamentos pueden necesitar la extirpación del bazo (esplenectomía).

La OMS señala que la leishmaniasis es una enfermedad que se puede tratar y


curar, pero para ello es necesario un sistema inmunitario competente, dado que

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los medicamentos por sí solos no son capaces de eliminar el parásito del
organismo. De ahí el riesgo de recidiva en caso de inmunodepresión.

Fiebre amarilla

La fiebre amarilla, conocida también como mal de Siam o fiebre de Barbados, es


una enfermedad infecciosa aguda, de rápida evolución, que se transmite por la
picadura del mosquito Aedus aegypti. La gravedad puede ser muy variable;
independientemente de su intensidad, una vez padecida, el paciente adquiere la
inmunidad de por vida. Se manifiesta generalmente en brotes epidémicos de alta
mortalidad en las regiones de África, América Central y del Sur.
El número de infectados por esta enfermedad ha aumentado en las dos últimas
décadas debido a una disminución de la inmunidad de la población, la
deforestación, los movimientos de la población, el cambio climático y la
urbanización.

Causas

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La fiebre amarilla está causada por un virus que se transmite por la picadura de
zancudos. Una persona puede contagiarse si el mosquito se encuentra infectado
por el virus. A pesar de ser una enfermedad que se localiza en países concretos
del mundo (sobre todo en Suramérica y África subsahariana), cualquier persona
puede infectarse, aunque las personas de mayor edad presentan un riesgo más
elevado de alcanzar el estadio grave de la enfermedad.

Las causas específicas de la fiebre amarilla son las siguientes:


Transmisión por mosquitos: El virus de la fiebre amarilla se reproduce en los
mosquitos que actúan como vectores. Cuando un mosquito resultó pica a un ser
humano o un primate, el virus puede transmitirse al individuo. La mayoría de los
casos humanos se deben a la picadura de mosquitos.
Ciclo selvático: En las áreas selváticas (silvestres o rurales), la fiebre amarilla se
mantiene en un ciclo selvático que involucra principalmente a los monos y
mosquitos selváticos. Los humanos pueden contraer la fiebre amarilla al entrar en
contacto con este ciclo selvático cuando se adentran en zonas boscosas o selvas.
Ciclo urbano: En áreas urbanas, los mosquitos Aedes aegypti pueden transmitir
el virus de una persona infectada a otra sana. Cuando una persona infectada viaja
a un área urbana donde el mosquito está presente y pica a personas no
inmunizadas, puede desencadenarse un brote en la población local.

Síntomas
Una vez que se contrae el virus y pasado un periodo de incubación de 3 a 6 días,
la infección puede desarrollarse en una o dos fases, dependiendo de cómo
evolucione la enfermedad:
 Primera etapa o fase aguda: En este primer periodo, los síntomas más
comunes son fiebre, mialgias con dolor de espalda intenso, escalofríos,
cefaleas, náuseas o vómitos y pérdida del apetito. Posteriormente, la
mayoría de los pacientes mejoran y los síntomas remiten en un plazo de 3 o
4 días.
 Segunda etapa o fase tóxica: A este estado llegan un 15 por ciento de los
pacientes. En este caso, la fiebre se vuelve más elevada y se ven afectados
distintos sistemas orgánicos.
Después, el paciente comienza a presentar ictericia y se queja de dolor abdominal
con vómitos. Además, pueden producirse hemorragias orales, nasales, oculares o
gástricas, sangre en los vómitos o las heces e insuficiencia renal.

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La mitad de los pacientes que entran en esta fase mueren en un plazo de 10 a 14
días y el resto se recupera sin lesiones graves en sus órganos.

Diagnóstico
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas de
evolución. A veces, puede confundirse con el paludismo grave, el dengue
hemorrágico o la hepatitis viral, además de otras fiebres hemorrágicas, como el
virus Zika.
Los análisis de sangre permiten detectar anticuerpos específicos frente al virus en
las muestras de sangre o en el tejido hepático obtenido en la autopsia. Estas
pruebas requieren personal de laboratorio con gran capacitación, además de
materiales y equipos especializados.

Tratamientos
En lo que respecta al tratamiento, no existe uno específico para la enfermedad.
Sólo se pueden llevar a cabo medidas para combatir la fiebre y la deshidratación.
En el caso de que se produzca alguna infección bacteriana asociada a la fiebre
amarilla podrá tratarse con antibióticos.
En los casos en que los síntomas sean más graves, el tratamiento puede
incluir:
 Hemoderivados para el sangrado severo: Unidad de sangre extraída con un
anticoagulante y bolsa autorizados.
 Introducción de líquidos por vía intravenosa.
 Diálisis para la insuficiencia renal.
 Reposo: Descansar adecuadamente para permitir que el cuerpo combata la
infección y se recupere.

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 Hidratación: Es esencial mantenerse bien hidratado para reponer los
líquidos perdidos debido a la fiebre, vómitos y diarrea.
 Alivio de los síntomas: Medicamentos como el paracetamol se utilizan para
reducir la fiebre y aliviar los dolores corporales y las molestias.
 Atención médica especializada: Los pacientes con casos más graves de
fiebre amarilla pueden necesitar atención médica en un hospital. En estos
casos, se pueden administrar líquidos intravenosos, y otras medidas de
apoyo pueden ser utilizadas para tratar complicaciones.

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ZOONOSIS

Rabia
La rabia es una enfermedad vírica aguda mortal que afecta al sistema nervioso
central, y que se transmite al hombre normalmente por la saliva a través
mordeduras o arañazos de animales domésticos o salvajes que están infectados.
Hasta en el 99 por ciento de los casos por rabia, el virus se transmite por perros
domésticos.
La rabia canina es una enfermedad viral grave y mortal que afecta a los perros y
otros mamíferos, incluyendo a los seres humanos. Es causado por el virus de la
rabia, que se encuentra principalmente en la saliva de un animal causado.
La transmisión de la rabia ocurre generalmente a través de la mordedura o
arañazo de un animal. El virus ingresa al cuerpo a través de heridas en la piel o
membranas mucosas, y luego se propaga a través del sistema nervioso central.

Causas
Es una enfermedad que afecta a diferentes animales domésticos y salvajes, la
infección en humanos se produce por mordedura y/o arañazos.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad advierte que: “cualquier
otro contacto con una especie sensible a la rabia como, por ejemplo, un rasguño
profundo con hemorragia y una lamedura sobre piel y mucosa y en un lugar donde
está presente la rabia debe tratarse con precaución. En los países desarrollados la
transmisión se produce normalmente a través de las mordeduras de los perros”.
Aunque existe la posibilidad de transmisión de persona a persona aún está por
confirmar. Igualmente está pendiente de confirmar la transmisión mediante la
ingestión de carne cruda o de otros tejidos de animales infectados. También es

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raro, pero puede darse el caso de la transmisión mediante el trasplante de
órganos infectados o inhalación de aerosoles que contengan el
virus, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Asia y África en más del 95 por ciento de los casos los perros son los
transmisores de la rabia.
En América del Norte y Sudamérica, Australia y Europa Occidental, son los
murciélagos la principal fuente de infección de la rabia. Respecto a la mortalidad
humana por contacto con zorros, mofetas, mapaches, chacales, mangostas u
otros carnívoros salvajes infectados la OMS indica que son casos muy raros.

Síntomas
Las manifestaciones clínicas pueden variar dependiendo de las distintas formas
que adopte la enfermedad. Generalmente el periodo de incubación de la rabia
suele ser de uno a tres meses, aunque cabe la posibilidad de que oscile entre
menos de una semana y más de un año, esto dependerá siempre del punto
infectado y la carga vírica.

Entre los síntomas más comunes destacan:


 Hinchazón o enrojecimiento.
 Dolor de cabeza.
 Fiebre.
 Malestar en general.
 Náuseas.
Normalmente entre las primeras manifestaciones se encuentra la fiebre.
De entre las diferentes formas que puede tomar la enfermedad, la rabia furiosa,
puede presentar signos de hiperactividad, excitación e incluso a veces aerofobia, y
puede llegar a producirse la muerte a los días por paro cardiorrespiratorio.
En la otra forma, la rabia paralítica que representa un 30 por ciento de los casos
humanos, según la OMS, sigue un curso diferente, aunque generalmente más
prologando en la forma de rabia furiosa. Aquí los músculos se van paralizando
lentamente empezando por los más cercanos a la mordedura o arañazos. Hasta
que el paciente entra en coma y acaba falleciendo.

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Diagnóstico
Según la OMS, actualmente no se dispone de pruebas para diagnosticar la
infección por rabia en los humanos antes de que aparezcan los síntomas clínicos.
Existen diferentes técnicas para confirmar la rabia en vida y posmorten que
permiten detectar el virus entero, antígenos víricos, anticuerpos específicos
presentes en el líquido cefalorraquídeo o ácidos nucleicos en tejidos infectados
(cerebro, piel) y también en orina y saliva.
Aunque el período de incubación de la rabia suele ser de uno a tres meses, pero
puede oscilar entre menos de una semana y más de un año, dependiendo de
factores como la localización de la inoculación y la carga vírica, tal y como indica
la OMS.

Tratamientos
El primer tratamiento recomendado consiste en el lavado conciencia damente de
la herida durante un mínimo de 15 minutos con agua y jabón, povidona yodada u
otras sustancias que maten el virus de la rabia.
Tras la exposición la profilaxis hace que el tratamiento del infectado se inicie
inmediatamente con el fin de impedir que el virus entre en el sistema nervioso
central que provocaría una muerte inmediata. El tratamiento incluye la vacuna
antirrábica y la aplicación de inmunoglobulina antirrábica en los casos en los que
esté indicado.La rabia es una enfermedad viral extremadamente grave y casi
siempre fatal una vez que los síntomas se manifiestan. Por esta razón, la
prevención es fundamental y la vacunación de los perros es la mejor manera de
protegerlos contra la rabia.

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Leptospirosis
La leptospirosis es una infección causada por uno de los diversos serotipos
patogénicos de la espiroqueta Leptospira. Los síntomas son bifásicos. Ambas
involucran episodios febriles agudos; la segunda fase a menudo incluye el
compromiso del hígado, de los pulmones, de los riñones y de las meninges. El
diagnóstico se establece mediante el cultivo y las pruebas serológicas. El
tratamiento se realiza con antibióticos como doxiciclina o penicilina Las
espiroquetas se distinguen por la forma helicoidal de las células bacterianas. Las
espiroquetas patógenas incluyen Treponema, Leptospira y Borrelia. Tanto
Treponema como Leptospira son demasiado delgadas para observarse con
microscopia de campo brillante, pero se visualizan con claridad con microscopia
de campo oscuro o de contraste de fase. Los organismos Borrelia son más
gruesos y también se pueden teñir y ver con microscopia de campo claro.
a leptospirosis es una zoonosis que afecta a muchos animales domésticos y
silvestres; puede causar una enfermedad no evidente o cuadros graves e incluso
mortales en los seres humanos. Las infecciones humanas son raras en los
Estados Unidos. La leptospirosis es una enfermedad zoonótica causada por
bacterias del género Leptospira. Puede afectar tanto a humanos como a animales

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y prevalece en muchas partes del mundo, particularmente en regiones tropicales y
subtropicales con altas precipitaciones. La enfermedad se asocia comúnmente
con ambientes contaminados con agua, como inundaciones, agua estancada y
áreas donde prosperan animales como roedores.

Signos y síntomas de la leptospirosis


El período de incubación varía entre 2 y 20 días (generalmente, de 7 a 13).
La leptospirosis es característicamente bifásica, aunque algunos pacientes solo
tienen una enfermedad monofásica fulminante. La fase septicémica comienza de
manera abrupta, con cefaleas, dolores musculares intensos, escalofríos, fiebre,
tos, faringitis, dolor de tórax y, en algunos pacientes, hemoptisis. Aparece un
exudado conjuntival en el tercer o cuarto día. Son infrecuentes la esplenomegalia
y la hepatomegalia. Esta fase dura 4 a 9 días, con escalofríos y fiebre recurrentes,
fiebre que a menudo supera los 39° C. Luego, la temperatura baja.
La segunda fase, o fase de inmunidad, se presenta entre los días 6 y 12 de la
enfermedad y se correlaciona con la aparición de anticuerpos en el suero. La
fiebre y los síntomas iniciales disminuyen y puede aparecer una meningitis. Rara
vez aparecen iridociclitis, neuritis del óptico y neuropatías periféricas. El
compromiso pulmonar puede ser grave con hemorragia pulmonar. Esta fase suele
durar de 4 a 30 días.
Si se contagia durante el embarazo, la leptospirosis puede causan abortos, incluso
durante el período de convalecencia.
El síndrome de Weil (leptospirosis ictérica) es una forma más grave, con ictericia y
en general azoemia, anemia, alteración de la conciencia y fiebre continua. La
aparición es similar a la de los cuadros menos graves. Sin embargo, se
desarrollan luego manifestaciones hemorrágicas que se deben a la lesión de los
capilares e incluyen epistaxis, hemoptisis, petequias, púrpura y equimosis y, en
raras ocasiones, progresan a hemorragias subaracnoideas, suprarrenales o
digestivas. Puede haber trombocitopenia. Entre los días 3 y 6, aparecen signos de
disfunción hepatocelular y renal. Las anomalías renales incluyen proteinuria,
piuria, hematuria y azoemia. Él daño hepatocelular es mínimo, y la curación es
completa.

Diagnóstico de la leptospirosis
 Hemocultivos
 Pruebas serológicas
 A veces PCR (polymerase chain reaction)

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Otras enfermedades que pueden causar síntomas similares son la
meningoencefalitis viral, la fiebre hemolítica con síndrome renal debida a
hantavirus, otras infecciones por espiroquetas, gripe y hepatitis. El antecedente de
enfermedad bifásica puede ayudar a distinguir la leptospirosis.
Debe considerarse este diagnóstico en pacientes con fiebre de etiología
desconocida que hayan estado expuestos a leptospiras (p. ej., inundación por
agua dulce) Los pacientes en los que se sospecha una leptospirosis deben
estudiarse con hemocultivos, títulos de anticuerpos en las fases aguda y de
convalecencia (3 a 4 semanas), hemograma completo, análisis completo de
química sanguínea y pruebas de la función hepática.
Los síntomas meníngeos son indicación para una punción lumbar; el recuento
celular en líquido cefalorraquídeo suele ser de 10 a 1.000/mcL (0,01 a 1 × 109/L) y
(generalmente, < 500/mcL) (< 0,5 × 109/L), con predominio de células
mononucleadas. La glucosa en líquido cefalorraquídeo es normal; el valor de
proteínas es < 100 mg/dL (1 g/L).
El recuento leucocitario en sangre periférica es normal o levemente elevado en la
mayoría de los pacientes, pero puede llegar a 50.000/mcL (50 × 109/L) en
pacientes muy graves con ictericia. La presencia de > 70% de neutrófilos ayuda a
diferenciar a la leptospirosis de una enfermedad viral. La bilirrubina sérica se
encuentra elevada, en desproporción con el aumento de las aminotransferasas.
En pacientes con ictericia, la bilirrubinemia suele ser < 20 mg/dL (< 342
micromol/L), pero puede llegar a 40 mg/dL (684 micromol/L) en los casos graves.
cefalorraquídeo sean positivos durante la primera semana de la enfermedad,
cuando las leptospiras pueden estar presentes y antes de que los títulos de
anticuerpos sean detectables; es probable que los urocultivos sean positivos
durante la semana 1 a 3 de la enfermedad. Debe notificarse al laboratorio que se
Le leptospirosis puede confirmarse con alguno de los siguientes elementos:
 El título de anticuerpos de aglutinación contra Leptospira e aumenta ≥ 4
veces (prueba de aglutinación microscópica en muestras pareadas
obtenidas con ≥ 2 semanas de diferencia).
 Cuando solo está disponible una muestra, el título es ≥ 1:800 en pacientes
con síntomas y signos típicos (o ≥ 1:200 o incluso ≥ 1:100 en regiones
donde la prevalencia de leptospirosis es baja).
Los ensayos moleculares, como la PCR, también pueden confirmar el diagnóstico
rápidamente durante la fase temprana de la enfermedad.Un ensayo de
inmunoadsorción ligado a enzimas IgM (ELISA) detecta infecciones en 3 a 5 días
(al inicio de la infección cuando la terapia con antibióticos es más eficaz), pero los
resultados positivos deben confirmarse mediante pruebas definitivas (p. ej.,
cultivos, prueba de aglutinación microscópica, PCR).

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Tratamiento de la leptospirosis
El tratamiento suele implicar el uso de antibióticos como la doxiciclina o la
penicilina, especialmente cuando se administran en las primeras etapas del curso
de la enfermedad. La atención de apoyo, como líquidos por vía intravenosa y otras
medidas para controlar las complicaciones, puede ser necesaria en casos graves.
 Penicilina
 Doxiciclina
La terapia antibiótica es más eficaz cuando se inicia tempranamente.
En la enfermedad grave, se recomienda uno de los siguientes fármacos:
 Penicilina G en dosis de 1,5 millones de unidades IV cada 6 horas durante
7 días
 Ampicilina 500 a 1.000 mg IV cada 6 horas durante 7 días
 Ceftriaxona 1 g IV cada 24 horas durante 7 días
En casos graves, también es importante el tratamiento de los síntomas, con la
administración de líquidos y electrolitos y a veces terapia de reemplazo renal y/o
transfusión de sangre.

En casos menos graves, uno de los siguientes puede administrarse:


 Doxiciclina 100 mg por vía oral cada 12 horas durante 5 a 7 días
 Ampicilina 500 a 750 mg por vía oral cada 6 horas durante 5 a 7 días
 Amoxicilina 500 mg por vía oral cada 6 horas durante 5 a 7 días
No es necesario el aislamiento de los pacientes, pero su orina debe manipularse y
eliminarse con cuidado.

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