Grillone, Juan - El Futuro Ya Llegó
Grillone, Juan - El Futuro Ya Llegó
Grillone, Juan - El Futuro Ya Llegó
Si algo trajo consigo el siglo XXI es la expansión a escala casi planetaria de Internet y,
con ella, la proliferación de plataformas de interacción entre usuarios, lo que coloquialmente
conocemos como redes sociales (RRSS en adelante). Ya entrados en la tercera década de
este siglo, miles de millones de personas alrededor del mundo utilizamos las RRSS para las
más diversas cosas: Algunos para el ocio, otros para ganar dinero (algunos amasan fortunas
subiendo contenido a las redes, otros apenas si logran recuperar lo que invirtieron en ello);
algunos para buscar y encontrar (o no) al amor de sus vidas, otros para transformarse en la
peor de las pesadillas de alguien que alguna vez dijeron amar; algunos para pedirle a otro
habitante de la misma casa que le acerque un vaso de coca sin tener que levantarse de la
cama, otros para conocer a su nieto recién nacido a miles de kilómetros de distancia.
Seguramente podríamos llenar varias páginas con ejemplos de cosas que se pueden hacer
con/a través de/gracias a las RRSS, pero no es la idea.
Por el contrario, el objetivo de este texto es ayudarnos en una tarea muy poco habitual
en nuestro uso de las RRSS: reflexionar sobre ellas y sus efectos a nivel individual y
colectivo. ¿Es lo mismo relacionarse con un otro “cara a cara” que hacerlo por intermedio de
las RRSS?¿Nos comportamos de la misma manera en ambos contextos?¿Existe una
realidad “real” y otra “virtual”, como aspectos antagónicos de la experiencia humana
contemporánea, o todo -virtual y no virtual- es parte del mismo mundo que enfrentamos
desde el instante en que nacemos?¿Qué papel juegan las RRSS en la construcción de esa
realidad?¿Y en la producción de la “actualidad” política, económica, cultural de las
sociedades que transitamos?¿Juegan el mismo papel que siempre jugaron los medios de
comunicación tradicionales en la configuración, desarrollo y consideración social de diversos
procesos políticos?
Empezando por el principio: ¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
Hemos esbozado más arriba una primera aproximación a esta pregunta: por RRSS
entendemos cualquier plataforma alojada en internet que permite y estimula la interacción,
sincrónica o asincrónica, entre sus usuarios independientemente de su ubicación geográfica,
a través de la creación y/o publicación de contenidos que se comparten de manera inmediata
con un grupo determinado de usuarios y que puede, o no, trascender ese grupo primario para
generalizarse dentro del contexto de esa plataforma e incluso fuera de ella.
1
Desde luego, además, cuando hablamos de RRSS estamos hablando de empresas
privadas con fines de lucro (si existe en algún lugar del mundo alguna red social estatal o sin
fines de lucro, su cantidad y penetración es insignificante a los fines de este texto) que, por
ser utilizadas por dos tercios de la humanidad, se han convertido en inmensas y muy
poderosas corporaciones, no sólo en términos económicos, y por eso se suman a esa red
financiera-militar-tecnológica de la que habla Pilar Calveiro como el nuevo control corporativo
de la totalidad de los recursos sociales desde la instauración de la reorganización neoliberal
del mundo1.
Independientemente de lo que exprese a través de la publicidad de sus productos,
siempre el objetivo central de toda empresa privada es la maximización de sus ganancias.
Por más que un banco diga que quiere impulsar nuestros proyectos, o que una automotriz
asegure que su objetivo es que viajemos más rápido y seguros a alcanzar nuestros sueños, lo
que persiguen es ganar dinero, ni más ni menos que eso, y cuánto más dinero ganen mejor
para ellos. Exactamente lo mismo sucede con las empresas propietarias de las RRSS:
Facebook no quiere que compartas la foto del cumpleañitos de tu sobri, así como a Instagram
no le importa lo que estamos a punto de desayunar ni a Twitter le preocupa la discusión que
mantenemos con alguien que está en las antípodas de nuestro pensamiento político. No
quieren, no les importa ni les preocupa nada de eso pero -¡atención!- lo necesitan. ¿Para
qué? Para que pasemos la mayor cantidad de tiempo posible en sus plataformas, para que
más y más personas las usen durante más y más tiempo pues de ello depende la cantidad de
dinero que pueden ganar. ¿Pero cómo, si en su interfaz de acceso Facebook declara que “es
gratis y siempre lo será”? Que sea gratis no quiere decir que no tenga un costo, que no haya
que dar nada a cambio ¿Y qué es lo que damos a cambio? Datos. Nuestros datos:
“En otras palabras, para Facebook, sus casi 2.000 millones de usuarios no
somos más que consumidores y por eso, nuestros datos son utilizados para
capitalizar su negocio, sin importar si estamos o no de acuerdo. Facebook tiene
acceso a nuestros hábitos e ideas: a dónde vamos, dónde almorzamos, con
quién tenemos relaciones amorosas o relaciones cercanas, por cuánto tiempo,
qué compramos, dónde compramos, qué opinión tenemos sobre religión,
política y mucho más”2.
Como parte de los “Términos y Condiciones” que, admitámoslo, todos aceptamos sin leer
al momento de registrarnos en las RRSS, siempre hay una cláusula en la que autorizamos a
la empresa a compartir nuestros datos con sus socios, que son ni más ni menos que otras
empresas que pagan por espacios de publicidad en esas plataformas. En el estadío actual del
modo de producción capitalista en que el comercio en línea se ha transformado en una de las
fuentes principales (cuando no la única) de ingresos para la más grande de las
multinacionales tanto como para el emprendedor que produce artesanalmente en su domicilio,
que miles de millones de personas alrededor del mundo entreguemos libremente nuestra
información personal, gustos, intereses y opiniones a un puñado de empresas privadas
representa para éstas un capital estratégico y rápidamente monetizable.
1
Pilar Calveiro “Violencias de Estado: La guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como
medios de control global”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2012.
2
Juliana Guerra y Steffanía Paola “Facebook no es gratis y nunca lo será” disponible en
https://www.derechosdigitales.org/10704/facebook-no-es-gratis-y-nunca-lo-sera/, 2016. Aclaración:
Lo que afirman en éste párrafo las autoras aplica para todas las RRSS, a excepción de la cantidad
de usuarios que mencionan, que desde luego varían de unas a otras.
2
Por otra parte, ¿solo las empresas que quieren vendernos algún producto tienen acceso a
esa información que entregamos a las RRSS a cambio de poder ver el último “Reel” de
nuestro ídolo? Pues no mi ciela: Gobiernos, agencias de marketing político o de inteligencia
estatal o paraestatal, hackers y demás estafadores de toda calaña configuran apenas una
parte del conjunto de actores sociales a los que jamás les diríamos cuál es nuestra
orientación sexual, nuestra ideología o la escuela a la que asisten nuestros hijos. Y sin
embargo lo hacemos.
Hacia mediados de 1990, cuando aún no habíamos llegado siquiera a la prehistoria de las
RRSS y apenas si se estaba expandiendo en los países más desarrollados la red de primera
generación de telefonía celular (1G), Gilles Deleuze aseguraba que “no es preciso recurrir a la
ciencia ficción para concebir un mecanismo de control capaz de proporcionar a cada instante
la posición de un elemento en un medio abierto, ya sea un animal dentro de una reserva o un
hombre en una empresa (collarín electrónico)”.3 Casi tres décadas más tarde, un estudio de la
Universidad de Oxford se suma a la preocupación que hacía años venía siendo desarrollada
por pensadores de las más variadas disciplinas sociales y corrientes ideológicas al expresar
que las RRSS son “el medio principal sobre el que los jóvenes, en todo el mundo,
desarrollan sus identidades políticas y consumen noticias. Sin embargo, las plataformas
de redes sociales, como Facebook y Twitter, también se han convertido en herramientas para
el control social. Muchos gobiernos ahora gastan recursos significativos y emplean a un gran
número de personas para generar contenido, opinión directa y relacionarse con audiencias
nacionales y extranjeras”4.
Al usar las RRSS dejamos huellas de quiénes somos y qué pensamos en cada click, cada
like, cada comentario. ¿A quién podría interesarle eso más que a nuestros “amigos de
Facebook” o a nuestros poquitos followers? A la persona que dirige la estrategia electoral de
un candidato o la que tiene que decidir si nos contrata para un puesto laboral o no (el stalkeo
es algo que excede las relaciones sexoafectivas). ¿Entonces qué, dejo de usar las RRSS?
Plantear eso como “solución” resulta tan ingenuo como no querer salir a la calle o entrar a un
supermercado porque hay cámaras de seguridad que nos observan. El control social lejos
está de ser un invento de internet o de las RRSS, infinidad de autores han descrito con detalle
los diversos métodos con que las élites dominantes lo ejercen desde que la civilización existe.
3
Gilles Deleuze “Post Scriptum sobre las sociedades de control”, Revista L’Autre Journal N°1, París,
mayo de 1990.
4
Samantha Bradshaw y Philip Howard “Tropas, trolls y alborotadores. Un inventario global de la
manipulación organizada de las redes sociales”, Universidad de Oxford, 2007. Disponible en
comprop.oii.ox.ac.uk/wp-content/uploads/sites/89/2017/07/Troops-Trolls-and-Troublemakers.pdf
3
“Nuestra investigación revela que la conexión tiene múltiples facetas. En las
entrevistas se mezclan el placer del encuentro con la culpa por la pérdida de
tiempo, la experiencia de estar al tanto de múltiples contextos sociales con la
sensación de vacío, angustia y hasta muerte frente a la separación -tan solo
temporaria- de dispositivos y redes. No todos los entrevistados expresan
sentimientos extremos, pero muchos transmiten ambivalencia y diversos
grados de pérdida de autodeterminación. Ni la tecnología ni el uso que
hacemos de ella son neutrales”5.
Richard Sennet, Sygmunt Bauman y George Ritzer coinciden en que una de las
características centrales de la Modernidad es la velocidad, o mejor aún, la aceleración. Tanto
el ciclo de reproducción del capital como los traslados de un punto a otro del planeta deben
ser veloces. ¿Y las comunicaciones? Instantáneas, desde luego. Nos molesta el delay, ya sea
en una transmisión televisiva o vía streaming o en una llamada de WhatsApp. Nos exaspera
que el vecino esté recibiendo la televisación del mismo partido de fútbol que estamos mirando
nosotros unos segundos antes y nos enteremos por sus alaridos (y no por la imagen que
estamos observando) que alguien metió un gol.
5
Eugenia Mitchelstein y Pablo Boczkowski “Te amo, te odio, dame más” Revista Anfibia, UNSAM.
Disponible en https://www.revistaanfibia.com/te-amo-te-odio-dame-mas/
6
Mariana Moyano “Trolls S.A. La industria del odio en internet”, Planeta, Buenos Aires, 2019.
7
Graciela Pozzi y Marisa Iacobellis “Las relaciones sociales”, Gran Aldea Editores, Buenos Aires,
2009
4
está conectado, que leyó nuestro mensaje y no se tomó el trabajo de responderlo aunque
más no sea con un “ok”, lo vivimos exactamente igual que si estuviésemos cara a cara con
ese otro y, al hablarle, volteara para mirarnos mientras lo hacemos -es decir, no ignora que le
hablamos- y luego siguiera con lo que estaba haciendo sin emitir gesto ni sonido alguno, una
verdadera afrenta a nuestra subjetividad. Esto no es privativo de los mensajes de WhatsApp u
otras aplicaciones de mensajería. Buena parte de las publicaciones que hacemos en RRSS,
en cualquiera de sus variantes, las dirigimos directa o indirectamente a alguien en particular, y
desde luego esperamos que ese alguien reaccione a nuestra publicación. A veces tenemos
decenas o hasta cientos de likes, visualizaciones o comentarios pero nos falta ESE que
estábamos esperando, y eso nos frustra. Desde luego, no todo es ansiedad o frustración.
Cuando, por el contrario, esa persona a quien iba dirigida nuestra publicación reacciona a ella
vivimos un milisegundo de felicidad, desde que encontramos la notificación hasta que la
abrimos y vemos cómo reaccionó. Si lo hizo como esperábamos, ya no es apenas un instante
sinó que eso nos puede dejar en estado de felicidad por lo que queda del día o más.
Aun en los casos en que nuestra publicación no esté dirigida a alguien en especial, el
efecto de satisfacción, elevación de la autoestima y reconocimiento de los demás se produce
cuando aquello que publicamos cosecha una cantidad de reacciones superior a la habitual, y
mucho más si sucede lo que siempre, en toda publicación que hacemos, esperamos
secretamente: que se viralice. No importa que hayamos publicado un meme, el video de
nuestra mascota haciendo alguna gracia, una reflexión política o una declaración de amor,
cuando los “me gusta”, los comentarios y los RT empiezan a llegar de a decenas, de a cientos
o de a miles nuestro sistema nervioso central libera dopamina, el principal neurotransmisor en
los vertebrados, fuertemente asociado al placer. Estamos, entonces, en las puertas de la
adicción ¿Suena exagerado hablar de una adicción a las redes sociales? Pensemos por un
segundo cuántas veces por día agarramos el celular no ya porque hayamos recibido un
mensaje o una llamada, no porque “necesitemos” buscar un dato -cómo va a estar el clima
mañana, por ejemplo- o usar la calculadora o la linterna, sino porque sí, o porque estamos
aburridos mientras esperamos que llegue el colectivo. El mundo que se despliega ante
nuestra mirada desde la pantalla del celular es mucho más llamativo e interesante que el que
nos ofrece la vereda en la que estamos aguardando. ¿Cuántas son, entonces, las veces que
agarrás el teléfono porque sí durante un día cualquiera de tu vida? ¿Lo pensaste? Hacelo,
dale, tomate unos segundos… ¿Ya está? ¿Son 10, 50, 100? ¡Sorpresa! No lo sabés, no lo
registras, lo hacés sin darte cuenta ¿Casualidad? No lo creo… Sean Parker, creador de
Napster y primer presidente de Facebook lo explicó con claridad en una entrevista el 9 de
noviembre de 2017:
“El proceso de pensamiento que se llevó a cabo para crear estas aplicaciones,
siendo Facebook la primera de ellas, se trató de: ‘¿Cómo consumimos la mayor
cantidad posible de tu tiempo y atención consciente?' Y eso significa que
debemos darte una especie de golpe de dopamina de vez en cuando, porque a
alguien le gustó o comentó una foto o una publicación o lo que sea. Y eso hará
que contribuyas con más contenido, y eso te dará... más me gusta y
comentarios. Es un circuito de retroalimentación de validación social... porque
estábamos explotando una vulnerabilidad en la psicología humana. Los
inventores, los creadores: yo mismo, Mark [Zuckerberg], Kevin Systrom en
5
Instagram, todas estas personas lo entendimos conscientemente.Y lo hicimos
de todos modos”8.
8
Entrevista de Mike Allen a Sean Parker, 9 de noviembre de 2017, disponible en
https://www-axios-com.translate.goog/2017/12/15/sean-parker-unloads-on-facebook-god-only-know
s-what-its-doing-to-our-childrens-brains-1513306792
6
Que no tengamos más opción que delegar en el algoritmo la tarea de filtrado y
jerarquización de la información que recibimos, mediante mecanismos que no conocemos ni
controlamos, significa que determinadas publicaciones -sociales, políticas, económicas, etc.-
que podrían resultarnos cruciales o de importancia, pero que se encuentren fuera de los
parámetros de distribución, nunca nos lleguen. Un estudio de la World Wide Web Foundation
hecho en Argentina a principios de 2018, que consistió en crear seis cuentas fake en
Facebook con idénticas características que se conectaban al mismo tiempo y seguían a las
mismas páginas y cuentas, reveló que apenas el 18% de las publicaciones emitidas por esas
páginas y cuentas aparecieron en el News Feed de las seis fakes. ¿Por qué? Porque dos de
esas cuentas dieron “me gusta'' a posteos del por entonces Presidente Mauricio Macri, otras
dos a publicaciones de la Senadora Cristina Fernández de Kirchner, y las dos restantes no
dieron “me gusta” a ninguna publicación. Es decir, el algoritmo de Facebook decidió qué era
relevante para cada una de esas cuentas falsas, de la misma manera que decide cada día
qué es relevante para cada uno de nosotros. Considerando, además, que las RRSS se han
convertido hace tiempo en la principal fuente de información para la población en general y
muy particularmente para los jóvenes, dejar en mano de poderosas corporaciones con
intereses específicos -que no son los nuestros, desde luego- la selección de la información
que recibimos no es una buena noticia, en lo absoluto:
Así, la curaduría de contenidos que realizan las RRSS viene a reforzar un sesgo cognitivo
propio de todos y cada uno de nosotros, el sesgo de confirmación. Cuando recibimos
informaciones sobre un determinado asunto, solemos dar mayor crédito a aquellas que
coinciden o afirman lo que pensábamos de antemano sobre eso, como parte de la necesidad
que tiene nuestro cerebro de procesar la información rápidamente y con el menor esfuerzo
posible para la toma de decisiones. Este mecanismo imprescindible del funcionamiento del
cerebro humano se potencia exponencialmente con el funcionamiento de los algoritmos de
las RRSS, que hacen la selección por nosotros. Ya no necesitamos ignorar o dar poca
importancia a la información que no coincide con lo que deseamos o creemos, el algoritmo
directamente nos la oculta. Entonces, si estamos sólo en contacto con personas que piensan
como nosotros, vemos únicamente el contenido que nos gusta y consumimos informaciones
que coinciden con lo que pensamos, acabamos armando una especie de burbuja en la que
solo se reproduce el eco de nuestro propio pensamiento. Y eso es un problema, porque
entonces tendemos a creer que nuestra opinión es la de la mayoría, la correcta y, desde
luego, toda otra opinión divergente es minoritaria e incorrecta. Ello nos reafirma cada vez más
en nuestras ideas y convicciones, y tendemos a radicalizarlas. Estamos entonces a un paso
9
Renata Ávila, Juan Ortiz Freuler y Craig Fagan “La mano invisible: el News Feed de Facebook y
nuestra dieta informativa”, World Wide Web Foundation, 2018. Disponible en
https://webfoundation.org/docs/2018/04/WF_ICC_Spanish_Screen_V2.pdf
7
de la polarización. Y es un paso muy corto, que ya fue dado hace algunos años y no por
casualidad.
Las RRSS nos prometen una socialización potencialmente infinita que nos traería
bienestar emocional y afectos por doquier, lo cual parece confirmarse en cada corazoncito
que recibe nuestra nueva foto de perfil. Todo es emocional en las RRSS, no en vano
10
Mariana Moyano, op. cit.
11
Juan Martín Prada “¿Capitalismo afectivo?” en Revista Exit Book N° 15, Madrid, 2011. Disponible
en
https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/121678/mod_resource/content/1/Capitalismo%20afectivo_J
uan%20Martin%20Prada.pdf
8
WhatsApp ahora permite reaccionar a un mensaje con toda su gama de emojis y Facebook
expandió su ya insípido “me gusta” agregándole el “me encanta”, “me importa”, “me divierte”,
“me asombra”, “me entristece” y “me enoja”. Hay una emoción para cada mensaje o
publicación, no vaya a ser que tenga que privarme de reaccionar cuando alguien cuenta algo
desagradable que le ha pasado por lo inadecuado de poner “me gusta” a esa situación pero,
sobre todo, no vaya a ser que ese alguien se pierda del “golpe de dopamina” que requiere
para sentirse acompañado en ese trance desafortunado. De esa emocionalidad a flor de piel
constante, de ese desnudarnos metafórica y literalmente, las RRSS hacen un negocio ultra
lucrativo, pues la emoción y la piel se han convertido en la última y más importante mercancía
que consumir. Es la vida misma, la intimidad, la que trabaja aunque no necesariamente para
quien la expone.
De toda la multiplicidad de emociones humanas, hay una en particular que ha encontrado
en la dinámica de funcionamiento de las RRSS el más fértil de los suelos para crecer,
reproducirse y expandirse: el odio. Probablemente sea necesario remontarse a la 2° Guerra
Mundial y sus años previos para hallar un grado similar de desarrollo y penetración en las
sociedades occidentales contemporáneas del odio y sus diversas formas de expresión (enojo,
agresividad, indignación, violencia, y decenas de etcéteras). Ya no es el fascismo estatal su
principal generador ni su más importante medio de circulación, sino el tipo de socialización
que ofrecen las RRSS y que dos tercios de la humanidad hemos aceptado como uno de los
vehículos más importante para relacionarnos con los demás, cuando no el principal de ellos
¿Por qué decimos que la forma de relacionarnos a través de las RRSS son generadoras de
odio, entre otras cosas? No solo por los múltiples ejemplos que cualquiera de nosotros puede
hallar a diario en las plataformas, veamos.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que la comunicación es un proceso complejo
que abarca mucho más que el cúmulo de palabras que forman el núcleo del mensaje que una
persona emite y otra recibe y decodifica para comprenderlo, el contexto juega un rol
trascendente. Cuando nos comunicamos con alguien de manera presencial, tanto el entorno
en que lo hacemos como así también el lenguaje corporal y el grado de conocimiento que
tenemos de la otra persona son puntos básicos en la comprensión del mensaje.
Precisamente, éstos dos elementos (lenguaje corporal y conocimiento del otro) son los que
tienden a desaparecer de la interacción cuando se desarrolla a través de las RRSS. Los
gestos y los tonos e inflexiones de la voz no solo son elementos centrales para una mejor
comprensión del mensaje, sino para percibir el estado de ánimo o la emoción que embarga a
quien nos cuenta algo, o el efecto de nuestras palabras en quien nos escucha, la reacción
que le provocamos. Es decir, para poder empatizar con el otro. Las RRSS borran las marcas
de enunciación de los mensajes, eliminan o minimizan el contexto y exponen lo que
comunicamos ante personas que no tienen la menor idea de quiénes somos o qué pensamos.
La empatía tiene enormes dificultades para desarrollarse en ese marco de despersonalización
generalizada, que por ello favorece la incomprensión, el malentendido, el desacuerdo, el
enojo, la indignación y hasta, en casos tan extremos como frecuentes, el odio.
Además, es válido preguntarse si, en las RRSS, nos relacionamos con personas o con
personajes ¿Qué rastros de humanidad encontramos en @ruben68943 si su foto de perfil -si
es que tiene- es el dibujo de un patito y lo único que hace es dar rt a lo que tuitean otras
cuentas sin agregar una palabra? ¿O en @mica_yael20 si su Instagram y su Tik Tok son un
maravilloso compendio de fotos perfectas y videos de viajes soñados? ¿No tiene opiniones
propias Rubén? ¿Nunca sufre Micaela, nunca la pasa mal? La sensación es que no estamos
conversando con una persona sino con una cuenta, con un avatar. Paradójicamente, el
9
templo del individualismo extremo, ese reino del Yo que son las RRSS es, también, el paraíso
de la despersonalización:
12
Mariana Moyano, op. cit.
10
confían en nosotros y, por supuesto, tampoco son insensibles, también se indignan, también
reaccionan, comentan y comparten. Y así hasta el infinito y más allá, o casi.
“Nos gusta pensar Twitter como un ágora griega que debate ideas, pero cada
vez se parece más a un circo romano donde, con el mismito pulgar de «me
gusta» o «no me gusta», decidimos la suerte del próximo linchamiento. Puede
ser un político, un presunto asesino o un tuitero que fue contra las normas del
buen gusto. Puede ser una periodista, una empresa o una ley. La lista de
objetivos capaces de generar indignación y castigo social en este circo es
extensa. Las razones, también y la metodología se repite: en minutos
decidimos que el acusado (a veces por los periodistas/fiscales, otras por el
mismo jurado popular) es culpable y lo condenamos a la trolleada colectiva más
salvaje que podamos realizar. Como consideramos a la justicia lenta y sin
respuestas, apelamos a la «condena social» como solución instantánea.
Pasamos por alto que resolver los conflictos así nos lleva varios siglos al
pasado, porque ante la primera mención de la presunción de inocencia que
existe en todas las democracias de Occidente dirigimos nuestros cañones al
que creemos que intenta defender al —a todas luces— culpable por
acumulación de retuits colectivos”13.
De más está decir que la violencia en sus diversas formas no es privativa ni exclusiva de
las RRSS. El punto que se intenta señalar, es que determinados elementos inherentes a las
plataformas (despersonalización, saberse al resguardo de la corporalidad ajena, anonimato)
nos incitan a conductas agresivas o violentas impensables en otros contextos. No hay artista
popular, deportista reconocido, influencer o tuitstar que no tenga que lidiar a diario con los
cientos o miles de haters que permanentemente los acosan y/o agreden en las RRSS,
mientras que cara a cara no paran de recibir pedidos para sacarse selfies. Podríamos pensar
que los haters son seres horrendos y llenos de resentimiento que viven encerrados en sus
casas destilando odio a través de una pantalla, mientras que los que andamos por la calle,
vamos a estudiar o trabajar, a recitales o a comprar al chino del barrio somos personas
“normales” (debería poner muchas más comillas para esa palabra) que tenemos nuestros
momentos de enojo, desde ya, pero jamás le diríamos “ojalá te vuelva el cáncer y violen a tu
hija” como le dijeron en Instagram a Daniel Caballero, ex arquero de la Selección Argentina
de Fútbol, tras su error en uno de los goles de Croacia durante un partido de la fase de
grupos del Mundial de Rusia, o cualquiera de las aberraciones que reciben constantementelos
que tienen la “suerte” de tener muchos (pero muchos muchos) seguidores.
¿Y el resto de los mortales que habitamos las plataformas?¿Acaso no hemos sido
agredidos o insultados en ellas casi que por cualquier motivo por personas que no
conocemos? Seguro todos hemos recibido al menos un agravio horrible para poner de
ejemplo. De nuevo… las redes están llenas de personas resentidas, el troll es el otro. Yo no,
obvio, porque yo no digo esas cosas. Mi familia tampoco, ni mi pareja, ni mi compañero de
trabajo ni de facultad, ni mi amigo. Pensar que somos buenas personas que se rodean de
buenas personas es tan tranquilizador como falso, pues todos somos la familia, la pareja, el
compañero o amigo de alguien, aunque ninguno de nosotros esté dispueste a admitir que, al
menos una vez, le dijo en RRSS algo a alguien que jamás le diría en persona. Porque si todos
recibimos agravios horrendos en las RRSS pero nadie los enuncia… es como que las cuentas
13
Mariana Moyano, op. cit.
11
no cierran, ¿no? Entonces, ¿somos las personas, o la forma de interacción que nos proponen
las redes -y las personas aceptamos- las que generan odio? Seguramente sea una
combinación de ambas cosas, pero con clara predominancia de la segunda.
14
Jorge Manuel Casas “Realidad, representación e imaginarios sociales”, Gran Aldea Editores,
Buenos Aires, 2003.
12
lenguaje que construímos todos los que compartimos una comunidad de sentido, una
sociedad: “Eso no depende completamente de ninguno de nosotros individualmente. La
«realidad» tiene una consistencia muy precisa: La «realidad» tiene una consistencia social.
En cuanto seres humanos sólo estamos en la realidad por medio del lenguaje; es decir, por
medio de los otros. Y la realidad es una construcción cooperativa que todos construimos y
nada de ello es natural”15. Entonces, volvamos: ¿Qué es la realidad? Una construcción social
que se lleva a cabo a través de las descripciones que desarrollamos valiéndonos de un
determinado lenguaje, el del grupo social que formamos parte.
Por ello, los discursos que circulan al interior de un determinado grupo social son
trascendentes en tanto articuladores de la realidad de ese grupo. Y es precisamente en ese
punto en el que las RRSS cobran vital importancia por cuanto han revolucionado por completo
el modo en que la palabra pública se organiza, se construye y circula.
15
Jorge Manuel Casas, op. cit.
16
Fragmento de “Noticias de ayer” canción de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota publicada
en el álbum “Un baión para el ojo idiota”, compuesta por Carlos Indio Solari y Eduardo Skay
Beilinson y publicada por Del Cielito Records el 9 de mayo de 1988 a pesar que la composición y
grabación del mismo se había realizado durante la segunda mitad de 1987. No casualmente la tapa
del disco es un “idiota” (representado por un “bebote”) frente a una pantalla de televisión siendo
acosado por un perro.
13
1) El soporte. La difusión generalizada y a relativamente bajo costo de smartphones -que
caben en cualquier bolsillo- y conexión a internet hacen que en 2022 haya en la Argentina
1,29 teléfonos celulares con acceso a la web por persona17.
2) El modo en que circulan los discursos. En los medios masivos de comunicación, el
discurso es unidireccional: Un reducido grupo de comunicadores (en su mayoría periodistas)
propalan mensajes disponibles para millones de receptores, pocos medios grandes
audiencias. A pesar que desde siempre los distintos medios buscaron métodos para
incentivar la participación del público (cartas de lectores, mensajes de oyentes, sondeos de la
opinión de los televidentes sobre el desarrollo argumental de las telenovelas y varios
etcéteras), la concentración de la palabra mediática es una de sus características
fundamentales, sobre todo en las últimas décadas con la formación de enormes oligopolios
empresariales. En la Argentina y en casi todo el mundo, unos pocos grupos mediáticos
centralizaron el tráfico de discursos públicos forzando a cualquiera que crea tener algo para
comunicar a vérselas con ellos, ya sea el Presidente de la Nación o cualquiera de nosotros, y
es potestad absoluta de los propietarios o directivos de esos grupos oligopólicos el permitir, o
no, que eso sea comunicado, y cómo. Por el contrario, y a pesar de lo que ya se ha explicado
al inicio de estas páginas en cuanto al tamaño y cantidad de las empresas propietarias de las
plataformas digitales, en las RRSS esa misma circulación es multidireccional y no por ello
menos masiva. Cualquiera de nosotros tenemos la posibilidad de decir algo con la posibilidad
de llegar a miles o millones de personas, aunque habitualmente no suceda. El punto,
precisamente, es esa potencialidad. Un posteo cualquiera en cualquiera de las redes que
usamos que llegue a la para nada viral cantidad de 500 o 600 likes puede alcanzar decenas
de miles de visualizaciones o “impresiones”, algo así como decir algo mientras tomamos unos
mates echados en el sillón del living con la ropa más cómoda que tengamos y que lo escuche
un estadio de fútbol completo. Impactante.
3) La escasísima censura. Que miles de millones de seres humanos tengamos la
posibilidad de emitir mensajes públicos genera que la cantidad de ellos que circulan sea
exorbitantemente grande y, por lo tanto, técnicamente imposible de controlar o censurar. En
RRSS cualquiera puede decir cualquier cosa. Tan maravilloso como terrible: ¡Cualquiera
puede decir cualquier cosa! Volveremos sobre esta cuestión.
Vencedores vencidos
El punto es que cuando allá por 2007 se fundó Facebook como una plataforma en línea en
la cual compartir las fotos de graduación de las universidades más prestigiosas de los
Estados Unidos, nadie pensó que eso iba a desplazar en pocos años a gigantes como la Fox
News, la BBC, la Red O’Globo o el Grupo Clarín del centro de los debates políticos,
económicos, culturales o deportivos. Pero pasó, y es irreversible. Así como hasta la década
de los 80 las disputas políticas se daban principalmente en las calles y como durante la
década de los 90 los actos de cierre de campaña consistían en la presencia de los principales
candidatos en el programa “Tiempo Nuevo” o en los 2000 en “A Dos Voces” (ambos
estratégicamente programados los jueves a las 22 hs.), del mismo modo desde hace poco
más de un lustro las campañas electorales se diseñan y ejecutan pensando en su difusión por
RRSS.
17
Según datos públicos del Ente Nacional de las Comunicaciones (ENACOM) disponibles en
https://datosabiertos.enacom.gob.ar/dataviews/241158/penetracion-nacional-de-la-telefonia-movil-ac
cesos-por-cada-100-habitantes/
14
En el prólogo de su libro “Modernidad Líquida”, Zygmunt Bauman explica que una de las
principales características de las nuevas élites globales es la del anonimato que les permite
rehuir el cuerpo a los conflictos: “La principal técnica de poder es ahora la huida, el
escurrimiento, la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de cualquier
confinamiento territorial y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de
un orden, de la responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de afrontar sus
costos”18. Por eso mismo es que la discusión de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual que se desarrolló en Argentina durante 2009 y los años siguientes, aun con la ley
ya aprobada por el Congreso de la Nación, significó para los dueños del oligopolio dominante
(el Grupo Clarín), junto con el crecimiento de las RRSS, ya no solo la pérdida del anonimato
sino también de otro de sus activos más valiosos, la credibilidad: Durante los acalorados
debates de aquellos años quedó definitivamente claro para el gran público lo que hasta
entonces era una certeza solo para los estudiosos de las comunicaciones, que los medios de
comunicación no son objetivos sino que defienden intereses, los suyos. De pronto, el “Clarín
miente” que bajo forma de graffiti había aparecido en algunas paredes de Buenos Aires
durante la crisis de 2001 ya no sonaba tan sorprendente ni inverosímil como entonces.
Entonces, si los dirigentes políticos o los protagonistas de cualquier otra noticia que fuera de
interés se expresaban en las RRSS y los medios de comunicación defendían sus intereses y
no los del público, la mediación de los medios ya no era (ni es) imprescindible ni deseable, y
eso para muchos fue (y sigue siendo) una excelente noticia:
“La política encontró entonces una ventanita: por un lado, para llegar
directamente a esos mismos usuarios a quienes antes de las redes sociales
lograban acceder solo si los medios se ocupaban de ellos. Por otro lado, para
lanzar una información propia que potencialmente podía llegar a los medios y
seducir para ser fuente de información. No esperar la conquista sino salir a la
caza. Es decir, la dirigencia política comprendió que podían construir su propia
audiencia (...) El tamiz mediático ya no era el único. Había algo más. Los
posteos de los funcionarios y dirigentes lanzados a las redes son hoy material
del que los medios no pueden prescindir”19.
18
Zygmunt Bauman “Modernidad Líquida”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.
19
Mariana Moyano, op. cit.
15
construir/defender la imagen pública digital del dirigente, candidato o partido quelos contrata
interviniendo en las RRSS para generar un determinado mensaje que se repite, según la
lógica estética/comunicacional de cada plataforma, haciendo creer que hay un humor social
que parte desde abajo, desde la base, desde internautas comunes y silvestres, instalando # y
TT. Y si bien eso sucede con relativa frecuencia (en Argentina el caso paradigmático de
instalación de un tema como agenda pública nacional a pesar de la reticencia inicial de los
medios masivos y del partido de gobierno, surgió con una pregunta: “¿Dónde está Santiago
Maldonado?”), lo habitual es que los temas de conversación predominantes en las RRSS
surjan de una agencia de publicidad (privada o estatal, o privada con financiamiento estatal,
formal o no) que a través de su call center maneja cientos o miles de cuentas. No en vano los
“Presupuestos de Gastos y Cálculo de Recursos” de todas las agencias estatales asignan
cada vez mayores partidas presupuestarias a los gastos en “Publicidad y Propaganda” y/o
“Comunicación”, incluso a veces mayores a los gastos en infraestructura escolar u
hospitalaria. Por supuesto, las empresas privadas no se quedan atrás. La agenda periodística
tradicional partía de la separación entre información y publicidad. Y aunque en las últimas
décadas ese límite se debilitó ostensiblemente, en las redes esa separación es mucho más
difícil de percibir. Ya desde lo gráfico podemos comprobarlo: las publicaciones informativas y
las publicidades lucen exactamente igual en redes como Facebook, Twitter o Instagram, ya se
trate de publicitar una medida de gobierno o una gaseosa.
Claramente, las RRSS son un campo minado de desinformación, fake news y operaciones
políticas en el que poco importan los escrúpulos, lo central es el impacto, alimentar la
indignación que provoque la viralización de ciertos contenidos para así, y apelando al sesgo
de confirmación como aliado fundamental, ligar lo falso con lo real y crear sentido desde allí.
Entonces, desde que las redes se transformaron en el principal vehículo de circulación de
esos discursos públicos que configuran la realidad social que todos habitamos, que en ellas
se pueda decir cualquier cosa posibilita la construcción de la realidad desde múltiples
discursos, donde ya no hay un marco normativo (formal o informal) que regule cuáles de esos
discursos pueden circular y cuáles no, ni cuáles son verdaderos o cuáles falsos. Además,
poco importa discernir si un enunciado que se lanza a las RRSS es verdadero o falso, lo que
importa es el poder de crear efecto de verdad que tiene. De allí que Esteban Dipaola pueda
proponer una hipótesis disruptiva: El troll nunca miente.
“La dinámica de trolleo, por ser masiva, tiene consigo la disposición del ataque
con la pretensión de producir significaciones que se confirmen como virales en
la circulación de Internet y que, por esto mismo, invadan la vida cotidiana. El
troll es, así, un certero productor de imaginalidades, es decir, de imágenes que
producen algo en la vida social y configuran experiencias de lo cotidiano. De
este modo, no se trata de la valoración moral de la verdad o la mentira, sino de
las producciones de vínculos que propician. Cuando un troll interviene,
cualquiera sea la idea que haya sido expresada en la virtualidad de una red
social, lo que afirma se vincula con lo real como algo falso”20.
20
Esteban Dipaola “Decir la verdad: El troll y la producción de lo público”, Revista “Sociales en
Debate”, Facultad de Ciencias Sociales - UBA, disponible en
https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/socialesendebate/article/view/3240/2664
16
Que el escenario de las luchas políticas es cada vez más el de las RRSS y no el de la TV,
y la dinámica de esa contienda que acabamos de describir en los dos párrafos previos, lo
entendieron primero y mejor los espacios o partidos políticos conservadores o de derecha, y
sacaron partido de ello. Por el contrario, los movimientos de izquierda o progresistas recién
ahora parecen estar haciendo intentos más o menos serios de dejar atrás la lógica
argumentativa de desarrollos conceptuales complejos que, por eso mismo, requieren de una
extensión que nadie tiene tiempo ni ganas de mirar o leer en RRSS. El largo hilo en Twitter
que escribe un dirigente puede ser interesantísimo y estar plagado de certeras observaciones
sobre la actualidad política o económica de la Nación, pero pierde irremediablemente contra
la selfie, el meme y la consigna superflua, emotiva e impactante. Además, si hay algo que
está polarizado al extremo en el contexto de las plataformas es la discusión política, que ha
dejado de ser una discusión o debate de propuestas para convertirse en una verdadera
batalla donde las fake news y las descalificaciones personales son las armas fundamentales.
Casi ya no hay lugar para los argumentos y las ideas. Acorde con la emocionalidad reinante,
se apela a “los valores” vaciándolos de contenido al tiempo que se los niega en la acción.
Acusar al adversario de las propias falencias (cuando no de las propias miserias o hasta
delitos) es moneda corriente, el cinismo se expande por doquier. En ese contexto, de una
orilla (habitualmente, la derecha) de “la grieta” se lanza una fake news, un improperio o hasta
una amenaza y de la otra (habitualmente, la izquierda) se comete el error de salir a desmentir
o repudiar. ¿Por qué es un error salir a desmentir una información falsa o repudiar una
agresión? En primer lugar porque se le da entidad, en segundo lugar porque quien desmiente
se pone a la defensiva en vano pues el ataque siempre genera un mayor “efecto de verdad”
pero, sobre todo, porque así solo se logra alimentar ese “efecto de verdad” al viralizar el
ataque pues el algoritmo liga los temas. Lo explica con claridad Mariana Moyano, a quien
hemos citado varias veces ya, tal vez demasiadas:
“Los que responden viralizan contenidos y propagan las fakes que creen estar
desmintiendo. Facebook, la red más grande del mundo y donde está la masa,
así como Twitter, son redes sociales en las que el algoritmo entrega más sobre
un contenido cuando uno se refiere a ese tema, independientemente de si se
afirma o se niega. André Janones lo ejemplifica así: ‘Ellos (los bolsonaristas)
crearon la fake news de que Lula iba a cerrar iglesias. Si uno pone en
Facebook que Lula NO va a cerrar iglesias el algoritmo solo entiende que Lula
y cierre de iglesias es un tema relevante y luego va a empezar a entregar más
contenido entre Lula y el posible cierre de iglesias, esa es la lógica de las
RRSS’”21.
¿Quién es André Janones? Diputado Federal por el Estado de Minas Gerais y Doctor en
Derecho de la UBA, Janones fue nombrado enemigo digital del Presidente Bolsonaro y de sus
hijos por el mismísimo Lula Da Silva a través de YouTube, y fue el responsable de conducir la
campaña en RRSS del Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones presidenciales que
volvieron a consagrar a Lula en 2022. Comprendiendo mucho mejor la lógica de las RRSS
que el resto de los dirigentes del PT y de todos los partidos políticos “progresistas” o “de
izquierda” de América Latina, Janones entiende que lo peor es pasarse el día desmintiendo
las fakes news, que la regla N° 1 de la contienda digital es que tenga que desmentir el
adversario, que sea el otro el que deba ponerse a la defensiva, y que la mejor respuesta a los
21
Mariana Moyano “Lula se zambulló en el océano digital: Su gurú André Janones”, podcast “Es al
revés” para Radio 10 disponible en Spotify y YouTube.
17
ataques y la desinformación, además de ignorarlas, es la superposición de narrativas: “No hay
que desmentir fake news, hay que superponer narrativas, entonces si ellos dicen que Lula va
a cerrar iglesias yo voy a decir que Bolsonaro va a acabar con el auxilio emergencial, que no
es una fake news. Hay que usar las mismas herramientas que usan ellos pero sin usar
mentiras, sin usar fake news”. Si tenemos en cuenta que las plataformas digitales influyeron
en el voto del 45% del electorado en la campaña de 2018 que puso a Bolsonaro al frente de
una nación de más de 215 millones de habitantes que es la primera economía de América
Latina y la undécima del mundo22, y que el balotaje 2022 se definió por menos de 2 puntos
porcentuales (1.8% a favor de Lula, algo más de 2.100.000 votos de diferencia para el
candidato del PT), vemos que es más que importante analizar mínimamente la estrategia en
redes implementada por el PT bajo la dirección de Janones. La misma se dividió en tres
aspectos bien diferenciados. Por un lado, la figura descollante del propio candidato a
presidente y su esposa se enfocó en mensajes positivos, a futuro e informales: Lula apareció
con los anteojos de estrellas típico de Tik Tok, interactuó con los usuarios de las RRSS y
administró él mismo un Spaces de Twitter, todo en un tono coloquial, relajado, hasta chistoso
por momentos. El lado más formal o institucional estuvo a cargo de su candidato a
vicepresidente, Geraldo Alckmin; sus publicaciones en redes tenían que ver con reuniones
formales, con empresarios y diversas instituciones de la sociedad civil, siempre elegante y
correcto. Por último, el propio Janones fue el encargado de “meter los pies en el barro”,
replicando memes y todo tipo de publicaciones que buscaban causar impacto, provocar
directamente a Bolsonaro ignorando a sus seguidores u otros dirigentes de menor relevancia,
todos sus cañones apuntaron al Presidente. El otro punto común de las tres formas de
comunicación digital del PT, además del tono positivo/propositivo y de la brevedad y
contundencia de los mensajes emitidos, es que buscaron evitar a toda costa dirigirse a los
convencidos poniendo el foco en quienes terminarían definiendo la elección, los indecisos.
Dijimos anteriormente que a fines de la década de 2010 en Argentina quedó claro que los
medios de comunicación no eran neutrales ni objetivos, que defendían sus intereses en todos
y cada uno de los mensajes que emitían. Intereses que, por tratarse de grandes
conglomerados empresarios solían (y suelen) coincidir con los partidos políticos de derecha o
conservadores. Pues bien, las RRSS son aún más grandes, más poderosas que los medios, y
también juegan su propio juego de intereses en el que la neutralidad y la objetividad no tienen
espacio. Un buen ejemplo de ello es el estudio llevado a cabo por la World Wide Web
Foundation mencionado anteriormente. Otro, es el informe realizado por la mismísima red del
pajarito azul sobre la amplificación algorítmica de los tuits de funcionarios electos en 7 de los
países más desarrollados económicamente del planeta (Canadá, Francia, Alemania, Japón,
España, Reino Unido y Estados Unidos). En ese informe de octubre de 2021, Twitter
reconoce que “en seis de siete países, todos menos Alemania, los tuits publicados por
cuentas de la derecha política reciben más amplificación algorítmica que la izquierda política
cuando se estudian como grupo” al tiempo que “los medios de comunicación de derecha,
según lo definido por las organizaciones independientes enumeradas anteriormente, ven una
mayor amplificación algorítmica en Twitter en comparación con los medios de comunicación
de izquierda”23. “¡Oh, qué sorpresa!” dijo nunca nadie.
22
«Fondo Monetario Internacional, según reporte del World Economic Outlook Database (2021)»
(en inglés). FMI. Disponible en
https://www.imf.org/en/Publications/WEO/weo-database/2021/October/weo-report?c=
23
Luca Belli “Examinando la amplificación algorítmica de contenido político en Twitter”, octubre de
2021, disponible en https://blog.twitter.com/en_us/topics/company/2021/rml-politicalcontent
18
A modo de cierre
Hemos recorrido a través de estas páginas apenas un puñado de cuestiones relativas a las
RRSS y su impacto en nuestra vida cotidiana tanto a nivel individual como colectivo. Hay
muchas, muchísimas más. Hemos visto la centralidad que tienen en aspectos cotidianos, casi
banales, y en la configuración de procesos a gran escala que influyen en el destino de
millones de personas. Ha quedado claro que las plataformas representan para cada uno de
nosotros una enorme gama de posibilidades de expresión hasta hace pocos años inexistente,
al tiempo que un conjunto de amenazas a nuestra libertad, nuestra intimidad y nuestra
autodeterminación. Por todo ello es que hemos pensado este trabajo no como una exaltación
de sus virtudes ni una denuncia de sus riesgos, sino como una invitación a reflexionar sobre
ellas, una exhortación a no ser meros usuarios de las redes sino activos analistas que ejercen
un juicio crítico sobre este fenómeno, que se revela esencial en la construcción de nuestra
realidad. Y lo hemos hecho con la certeza del carácter transitorio de estas palabras pues, si
algo caracteriza a las sociedades contemporáneas en general y a las RRSS en particular, es
la velocidad con la que evolucionan. Porque el futuro… El futuro ya llegó ¡Hace rato!
Diciembre de 2022
Post festum
A pocos días de haberse terminado de escribir estas páginas sucedió un hecho
trascendente, de esos que quedan grabados en la memoria colectiva, que impactan en la vida
de cada uno de nosotros y, por supuesto también, en las RRSS: La Scaloneta (también
conocida como la Selección Nacional de Fútbol Masculino) se consagró Campeón del Mundo
en el Mundial Qatar 2022. Habiendo superado ya el estado de embriaguez (metafóricamente
hablando, por supuesto *guiño guiño*) correspondiente a semejante suceso, señalaremos
apenas 3 de los miles de hechos que sucedieron en torno a la Copa del Mundo que se
relacionan con los temas tratados aquí, a modo de anecdotario ilustrativo:
PF1: El inicio del camino del combinado nacional en el torneo fue con una inesperada
derrota ante Arabia Saudita por 2 a 1. A los pocos minutos de terminado el partido comenzó a
circular en RRSS una foto del ex Presidente de la Nación Mauricio Macri, observando dicho
encuentro rodeado de hombres con túnicas blancas y kufiyyas, el tradicional pañuelo árabe.
Casi de inmediato y al ritmo de la viralización frenética que sucede en eventos de
trascendencia como un mundial de fútbol, dicha foto fue acompañada con el hashtag
#MacriMufa acusando al ex mandatario de ser el responsable de la derrota por su sola
presencia en el estadio. Más allá de supercherías o incredulidades, desde luego más allá de
toda racionalidad, pero con la lógica abrumadora de las RRSS que hemos descrito,
#MacriMufa se mantuvo en la cima de las tendencias de Twitter Argentina durante todo el mes
en que se desarrolló la competencia. Extrañamente, la primera respuesta de los seguidores
de Macri no podría haber sido peor: Tras la victoria argentina por 2 a 0 ante México en el
segundo partido, intentaron contrarrestarlo con otras dos fotos que demostrarían que el ex
Presidente estuvo nuevamente en el estadio pero sin reparar en que eran evidentemente
antiguas. En una se veía el resultado del partido entre Argentina y Honduras en los carteles
del estadio (correspondía a un amistoso jugado meses antes) y la otra era de algún otro grito
de gol mundialista y en Buenos Aires, pues todos en la foto -incluído Macri- estaban
generosamente abrigados (recordemos que el de Qatar fue el primer mundial de la historia
que no se jugó durante junio). Los denodados esfuerzos de adherentes macristas, desde
simples internautas hasta dirigentes de primera línea pasando desde luego por sus
“periodistas” adictos y su ejército de trolls y bots, por demostrar que Macri no es mufa no hizo
19
más que dejar en claro que el tema lo afectaba profundamente. Hace años -no menos de 20-
que Macri viene siendo acusado de las más diversas cosas, y no solo pudo convivir con ello
sino que construyó una carrera política fulgurante. Jamás ninguna de esas acusaciones lo
desestabilizó (a él ni a sus seguidores) tanto como el #MacriMufa. El kirchnerismo lo notó
rapidísimo e impulsó el # por todos los medios a su alcance, por fin habían encontrado algo
que a sus “enemigos” les pegaba debajo de la línea de flotación. Hasta que alguien, no
sabemos quién, entendió que era en vano intentar comprobar que Macri no es mufa y le
indicó cómo usar eso en su favor: dejando de establecer cualquier tipo de relación con la
Scaloneta o sus integrantes y, sobre todo, “mufando” a sus rivales. Y allí fue Macri a sacarse
un foto con varias glorias de la Selección de Brasil, que al partido siguiente quedó eliminada
de la copa contra Croacia que así accedió a las semifinales del torneo justamente contra
Argentina ¿Qué hizo Macri? Salió a decir que Croacia era el mejor equipo del Mundial
elogiando su mediocampo y sobre todo a su figura, Luka Modric. Y la selección le dio una
lección de fútbol ganándole 3 a 0 con una actuación brillante de, oh casualidad, su mejor
jugador. Pero lo mejor se lo guardó para la Final: “Francia llega también muy bien porque
viene en esa convicción de que no le vas a hacer un gol y ellos te hacen un gol en cualquier
momento, eso es lo que ellos te transmiten. También han tenido un componente de suerte"
dijo Macri tres días antes del partido. Y a esos convencidos de que nadie les hacía un gol
Argentina les hizo tres y, en la definición por penales, la suerte ya todos sabemos de qué lado
estuvo. En definitiva, todoslos macristas que durante semanas vivieron mortificados por las
burlas kirchneristas, finalmente pudieron decir que salimos campeones gracias a su líder.
Brillante, sencillamente brillante.
PF2: Todos, absolutamente todos los argentinos amantes del fútbol que conocimos el
mundo sin internet ni RRSS, alguna vez hemos atesorado el diario (en papel, físico, concreto
y palpable) del día posterior a la consagración de nuestro equipo (la selección o el club, da lo
mismo). Muchos inclusive han enmarcado y colgado de una pared la tapa, esa tapa del diario
que confirma y recuerda que sí, que un día alcanzamos la gloria, que un día fuimos los
mejores, los campeones. A sabiendas que el porcentaje de personas que aún conservan esa
costumbre es minúsculo, los dos diarios de mayor tirada en la Argentina, Clarín y La Nación,
decidieron que la victoria ante Francia era el momento perfecto para demostrar que defienden
sus intereses económicos y no, nunca, jamás, los de sus cada vez más escasos lectores
¿Qué hicieron? Mientras casi todos los diarios del mundo pusieron en sus tapas la foto de
Lionel Messi alzando la Copa del Mundo acompañada por un título celebratorio, Clarín y La
Nación eligieron para la tapa del día en que Argentina era Campeón del Mundo y en que
Lionel Messi alcanzó la cima de la historia del fútbol… ¡Una publicidad de cerveza!
PF3: La argentina es una sociedad movilizada, que sale a la calle con frecuencia para
participar de los procesos políticos tanto como para manifestar su enojo o procesar
colectivamente sus alegrías y frustraciones. Pero lo que sucedió entre el domingo de la
coronación y el martes siguiente cuando el plantel celebró el logro con el Pueblo, sobrepasó
todos los antecedentes históricos. Se estima que 5 millones de personas salimos a las calles
a festejar, por lo cual desde luego los motivos de tamaña movilización no pueden no ser
múltiples. Y hay una razón en particular que a nosotros nos llama la atención: la “cercanía” de
los jugadores con los hinchas. Puede parecer extraño hablar de cercanía cuando todos los
futbolistas menos uno (Franco Armani, de River) juegan en ligas extranjeras y viven una vida
que en nada se parece a la de los millones que fuimos a recibirlos, pero no lo es. Las RRSS
permitieron una conexión mucho más cercana, cotidiana, espontánea entre unos y otros, una
identificación mucho más al alcance de la mano con jugadores que ya no son mostrados
como superestrellas por los medios sino como tipos sencillos por ellos mismos. Lo explica
20
Iván Schuliaquer, politólogo de la Universidad Nacional de San Martín, en un hilo de Twitter:
“Parte del clima que se armó con la selección tiene que ver con que gran parte de la narrativa
ya no la manejan los medios y los periodistas, sino los jugadores desde sus redes. Desde ahí
producen los contenidos más relevantes, marcan tonos, exhiben sus vínculos. Por supuesto,
lo central son los resultados, el fútbol, el talento, la conducción y el espíritu de grupo, pero sin
dudas la representación que hay sobre la selección y sobre los jugadores pesa e influye sobre
la mística, el equipo y la hinchada. Si los que manejan la narrativa son los jugadores (con
muchísimos seguidores y con comunicación menos mediada) para los periodistas llevarse
bien con ellos y cuidarlos como fuentes es aún más importante que antes”. Los streams del
Kun Agüero cargando al Papu Gómez por haberle pedido a su peluquero que le haga el
mismo corte que a David Beckham, las fotos y videos que los propios jugadores subieron a
sus redes tomando vino con pomelo en una botella de plástico mal cortada son dos de miles
de situaciones que ellos eligen comunicar asemejándose a cualquier grupo de amigos en
cualquier rincón del país.
21