Reflexiones Internet Robotizacion Enmierdizacion Contenido
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internet
Internet dio sus primeros pasos el 29 de octubre de 1969 con la primera transmisión de bits
entre la Universidad de California en Los Ángeles y el Instituto de Investigaciones de Stanford,
aunque no era aún conocida como internet sino como ARPANET (Advanced Research
Proyects Agency Network) del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
También en 1969 nacía UNIX como sistema operativo portable y multitarea, creado por
empleados de los Laboratorios Bell de AT&T. Este sistema sirvió de base para lo que hoy se
conoce de forma ubicua como Linux, la versión libre de Unix. Los puristas consideran que debe
llamarse GNU/Linux dado que Linux es solamente el núcleo del sistema. Lo relevante para el
tema de internet es que, aproximadamente el 85% de los celulares modernos utilizan linux de
base, más del 96% del primer millón de servidores que sirven contenido web corren linux.
El contenido web no sería posible sin la contribución de Tim Berners-Lee un físico del CERN
(European Organization for Nuclear Research) donde inventó un lenguaje de etiquetas (HTML)
para compartir de manera más efectiva y automatizada el contenido de las investigaciones. El
30 de abril de 1993 el CERN puso el software World Wide Web en el dominio público.
Toda la gama tecnológica y científica que está contenida en esos pocos hitos no es poca, ahí
está presente la física, la matemática (teoría de colas, topología, cifrado y muchas más), la
química (para los sustratos y semiconductores), la electrónica de estado sólido, protocolos de
telecomunicaciones, lenguajes de programación, etc. El tema de la informática y las
telecomunicaciones es tan grande que una sola de las subáreas es inabarcable hoy en día por
una sola persona.
Internet pasó del mundo militar, al mundo civil académico y luego al comercial. Internet fue
creciendo, comenzó a interconectar áreas cada vez más remotas y en las ciudades aumentó la
densidad, fue posible la comunicación inmediata y muchos procesos, por más burocráticos que
fueran en el pasado comenzaron a sistematizarse en forma de informática, del papel se pasó a
la base de datos y de la ventanilla de atención a la consulta de un sitio web.
La red social más famosa, Facebook, es lanzada en 2004 y ya en esos días se abordaba el
tema del Big Data y las posibilidades que brindaba para los científicos de datos. Los primeros
smartphones con sistema operativo Android eran lanzados en 2008 y con ello un mercado en
contínuo crecimiento. Otras redes sociales con todo tipo de contenido comienzan a cotizarse
para enganchar a usuarios de diversidad de edades, por lo general los más jóvenes, con la
promesa de acercar a la gente en una determinada red social, en un hiperespacio donde hay
libertad para expresarse.
Ahora tomemos en cuenta que la llegada del “smartphone” nos expuso y predispuso como
nunca antes lo habíamos estado. Todos, absolutamente todos los celulares que utilizan
Android como sistema operativo deben inicializarse con una cuenta en Google y es aquí donde
una de las primeras brechas de seguridad es cruzada por una compañía con nuestro
consentimiento. Los celulares con Android y quizá los de otros fabricantes continuamente
envían las métricas y audio ambiental que producimos. No es casualidad que luego de estar
conversando sobre un tema en particular el algoritmo nos ofrece contenido relacionado. Ya no
es necesario siquiera hacer el esfuerzo por buscar, el algoritmo que entre todos los seres
humanos hemos ido entrenando ha hecho el filtrado de lo que quieren que consumamos.
En 2016 el magnífico libro de Cathy O’Neil: Armas de Destrucción Matemática, aborda toda la
problemática relacionada al bigdata y la era del algoritmo, a los sesgos de clasismo, racismo,
xenofobia entre otros problemas muy serios, que lejos de aportar valor a la sociedad, sacan
valor de la sociedad y nos optimizan y segregan cada vez más. No solo es el tema de la
vigilancia permanente debida en parte, a la ubiquidad en la que existe la tecnología en nuestro
entorno, sino a la apariencia de neutralidad con la que se piensa que operan los algoritmos.
Frecuentemente olvidamos que los programas y los matemáticos detrás de todos los cálculos
están hechos por personas y todas las personas tienen sesgos, ya sean conscientes o
inconscientes. En resumen los algoritmos que nos optimizan según la autora tienen tres
características: son opacos, escalables e injustos, y esto pone en grave peligro a las personas,
a la cohesión social y a la democracia.
El proceso de optimización informática busca la manera más eficiente de llevar a cabo una
tarea. Esto es precisamente lo que los algoritmos hacen de manera permanente, pero no solo
con los datos que deberían servir para crear un mundo con políticas más justas, con una forma
de disminuir el hambre, de asegurar bienestar social, sino que los procesos de optimización
están enfocados en optimizar al ser humano, en extraer de nosotros el oro de nuestras minas,
a mi entender la moneda de hoy es una combinación del bit, la métrica y el tiempo.
Cualquiera con un celular puede conocer las estadísticas propias de uso en cada una de las
diferentes aplicaciones que tiene instaladas y podrá observar como literalmente las compañías
han aprendido a engancharnos para que consumamos contenido, lo produzcamos dentro de
redes sociales y de paso interactuar, este enganche es algo que está muy bien documentado
en neurociencia: vía dopaminérgica de recompensa inmediata.
A este escenario es importante agregar a la así llamada inteligencia artificial, que no está de
más aclarar que se trata de un modelo de aprendizaje automático que entre otras funciones,
genera lenguaje natural, como Chat GPT. No olvidemos que GTP sifnigica Generative Pre-
trained Tranformer, lanzado en 2022 por Open AI.
Se estima que a finales de 2020 habían 5.22 billones de celulares, con lo cuál, teniendo en
cuenta que las compañías de Big Tech más grandes:
1. Leen nuestras métricas del celular (sitios visitados, nombre, edad, sexo, posición de la
pantalla, idioma y demás) o las métricas de salud de los wereables (pulseras y relojes).
2. Procuran generar y mantener un ámbito digital que potencie el estímulo que genere las
dosis precisas de dopamina para mantener activo el circuito de recomensa inmediata.
3. Estimulan una interacción en redes sociales basada en la intolerancia y en el odio, dado
que eso genera clics y más interacción tóxica en respuesta. Un círculo vicioso. También
se estimula el entretenimiento por el entretenimiento sin más.
4. Todo el contenido que se genera en internet por personas sirve de alimento para las
diferentes inteligencias artificiales.
Esta circunstancia mundial permite que quienes tienen más poder, inundar el internet con
información que en muchas ocasiones espolea las emociones como el miedo y la ira. Cada vez
se tiene que invertir mayor tiempo en hacer un proceso de filtrado de la información, esto
básicamente porque hay muy poco cuidado de comunicar adecuadamente un hecho, o se
distorsiona a propósito, el contenido y los servicios de internet está enmierdificado y mucho de
ese contenido está generado por inteligencia artificial, que no está de más decir, no entiende
de significados, sino de las probabilidades de ordenar símbolos y que esto le haga sentido a un
ser humano.
Tal como está la percepción del mundo hoy, parece una mezcla entre el Mundo Feliz de Aldous
Huxley y 1984 de George Orwell, el soma de Huxley es destilado por medio de la electrónica, el
algoritmo y el cerebro hackeado de billones de usuarios. El uso de la palabra usuario es a
drede. Las compañías que nos optimizan despersonalizan al interactuante del otro lado del
celular y es únicamente el usuario al que se le debe procurar mantener el mayor tiempo posible
generando clics, interacción, mientras se evalúan y reanalizan sus métricas. Quizá lo más
peligroso es que el terreno fértil de más de 5 billones de pantallas es el hecho de estimular el
odio, sembrar la desconfianza en la democracia, procurar el autoritarismo y el surgimiento cada
día más normalizado de un discurso fascista que pone en la cabeza de las naciones en la
política internacional a actores tan delirantes como nefastos.
Recordemos que el discurso fascista pretende desplazar la verdad para imponer una ficción a
base de repetir constantemente mentiras, al mejor estilo de Goebbles pero con un amplificador
muy grande. Ya no se trata de que cada hogar tenga una radio para escuchar la propaganda
sino del estímulo y manipulación directa de nuestras emociones reactivas en función del
contenido al que estamos apegados y además de manipularnos generan muchísimo dinero
para seguirnos optimizando. Jason Stanley en su libro Facha, nos advierte que “un principio
fundamental de la política fascista es que la oratoria no tiene que convencer al intelecto, sino
influir en la voluntad”.
Esta servidumbre digital me recuerda a la palabra robot proviene del checo robotnik, la cual
literalmente significa trabajador forzado, en una sola palabra: esclavo. La ciencia ficción no
necesita de androides, hemos sido nosotros mismos los que hemos ido cediendo nuestra
libertad a cambio de dopamina, comodidad y conformismo gregario ante una realidad que
nuestros ojos cada vez están dispuestos a recibir solo desde una pantalla. Robots biológicos.
Posiblemente la siguiente revolución no se dé con las armas, ni en las urnas o en las cortes,
sino en los servidores y routers que nos interconectan a todos.
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