Cómo Editar Tus Propios Textos
Cómo Editar Tus Propios Textos
Cómo Editar Tus Propios Textos
14 de abril de 2020
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El secreto de un buen texto es la edición. Es lo que diferencia la redacción apresurada, la puntuación al azar y las peroratas
incoherentes de los editoriales y las discusiones sustentados, así como los refritos bochornosos de las novelas aclamadas por
la crítica. Cuando este artículo esté terminado, habré editado y reescrito cada línea varias veces. Aquí te muestro cómo
empezar a editar tus propios textos.
Mi antiguo maestro de redacción, el ensayista y caricaturista Timothy Kreider, me explicó qué era la revisión: “Una de mis
frases favoritas es l’esprit d’escalier, ʻla conciencia de la escalera’, que se refiere a la experiencia de darse cuenta, demasiado
tarde, de lo que habría sido perfecto decir en la fiesta, en una conversación, debate o al estar coqueteando. La palabra escrita
nos ofrece una de las oportunidades poco comunes en la vida de volver a decirlo: corregir y decir esta vez lo que queríamos.
El hecho de que los escritores puedan parecer más inteligentes e ingeniosos que los lectores es solo porque hicieron trampa al
tomarse mucho tiempo en idear lo que querían decir y depurarlo durante días, semanas o, sí, incluso años, hasta que lo
expresaron con la mayor claridad y elegancia posibles”.
El tiempo que inviertes en la edición, la reelaboración y la depuración convierte tu primer borrador en un segundo borrador…
y luego en un tercero y, si sigues así, al final tendrás algo fabuloso. El peor error que puedes cometer como escritor es suponer
que lo que escribiste la primera vez es lo suficientemente bueno.
Algunas de las cosas que aprenderás a identificar (y que siempre tengo que corregir en mi propia redacción) son:
■ El uso excesivo de cierto vocabulario y terminología. Cuando la gente —y yo me incluyo— quiere parecer inteligente, mete
palabras horribles como “utilizar”, “procurar” y “comunicar” (en vez de “usar”, “tratar de” o “decir”). Ese es el estilo contra el
que se manifiesta Orwell en su ensayo. Lo que hace este tipo de redacción es desdibujar la idea que quieres expresar detrás
de una falsa intelectualidad. Como dijo Orwell: “Nunca uses una palabra larga cuando puede servir una palabra corta”.
https://www.nytimes.com/es/2020/04/14/espanol/estilos-de-vida/consejos-edicion-textos.html 1/3
24/3/2021 Cómo editar tus propios textos - The New York Times
■ Los clichés. A los clichés les falta elegancia, pero, por lo menos, es muy fácil deshacerse de ellos. Si no estás seguro de que
algo sea un cliché, lo mejor es simplemente evitarlo. Terrible, ¿verdad? Los clichés son frases anticuadas que han perdido su
impacto y originalidad por el uso tan excesivo que se hace de ellos. En algún momento “Genio y figura hasta la sepultura” fue
una observación, pero ahora es un cliché. Orwell también lo dijo bien: “Nunca uses una metáfora, un símil ni ninguna otra
figura retórica que estés acostumbrado a ver impresa”. Ah, y también los memes se vuelven clichés muy rápido… te lo
advierto.
■ La voz pasiva. En la mayoría de los casos, el sujeto de la oración debe ser la persona o cosa que realiza la acción, no sobre
quien recae la acción. Por ejemplo, “Este artículo fue escrito por Harry” está escrito en voz pasiva porque el sujeto (“Este
artículo”) es la cosa sobre la que recae la acción. La construcción activa equivalente sería: “Harry escribió este artículo”. La
prosa que se escribe en voz pasiva tiende a expresar un distanciamiento y pasividad, por lo que casi siempre es mejor
redactar una oración en voz activa.
■ La divagación. Cuando no estás muy seguro de lo que quieres decir, es fácil divagar en torno a una idea, expresarla de tres o
cuatro formas diferentes y luego, en vez de reducirla a una sola oración concisa, eliminar las cuatro oraciones de un plumazo
y elaborar un párrafo torpe e impreciso. Una sola oración directa casi siempre es mejor que cuatro que se tejen alrededor de
una idea.
Al obligarte a decir las palabras, en vez de solo leerlas en una pantalla de computadora, identificarás más problemas y
sentirás mejor su fluidez. Si tropiezas con algo, es probable que tu lector también lo haga. Algunos escritores incluso
imprimen sus borradores y editan con tinta roja mientras los leen en voz alta.
La regla para la mayoría de los escritores es: “Si tienes dudas, recórtalo”. John McPhee, el escritor ganador del premio
Pulitzer, ha llamado a este proceso “escribir por omisión”. El novelista Arthur Quiller-Couch (y no William Faulkner, quien
quizás popularizó la frase) recomendaba: “Al escribir, debes matar todo lo que aprecias”. Esto se aplica en todos los niveles: si
alguna palabra no es necesaria en una oración, quítala; si una oración no es necesaria en un párrafo, quítala; y si un párrafo
no es necesario, también quítalo.
Repasa lo que has escrito y busca las partes que puedes recortar sin afectar el resto, y elimínalas. Eso hará más riguroso el
trabajo, y lo que tratas de decir tendrá mayor precisión.
Para textos más largos, tendrás que trabajar mucho en la estructura. Los monólogos interiores pocas veces son lecturas
fáciles, además de que por lo general no tienes la opción de dividir todo en segmentos cortos con subtítulos. La narración tiene
que fluir y los argumentos tienen que desarrollarse. Tienes que pensar en lo que estás tratando de decir en cada capítulo,
sección o párrafo, y analizar si está quedando bien, o si es mejor poner esa parte en otro lugar. Es normal (e incluso deseable)
que la estructura de tu trabajo cambie de manera drástica en cada borrador; es una señal de que estás elaborando el texto
como un todo, y no solo corrigiendo los problemas pequeños.
Muchas veces, cuando algo que has escrito “no le gusta” a los lectores, es porque la estructura está mal. Tal vez no puedan
decir cuál es el problema, pero pueden sentir que algo no cuadra.
Grammarly es un asistente de redacción que marca los errores comunes de redacción, gramática y ortografía; es estupendo
para identificar errores sencillos y depurar los borradores de tus textos. Un buen diccionario de sinónimos (o incluso
Thesaurus.com) también es fundamental para encontrar la palabra exacta. Tampoco descartes la opinión de otras personas:
pídeles a tus familiares y amigos que lean tu trabajo. Tal vez ellos encuentren algo que a ti se te haya pasado y puedan decirte
cuando algo no queda bien.
La edición de tu trabajo es tan importante como la redacción, por decir lo menos. Para que algo con el potencial de ser bueno
realmente lo sea, se requieren ajustes, reelaboraciones y modificaciones. No dejes de poner atención en esto.
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