Ensayo Nietzche Voluntad de Poder

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

LAS TRES TRANSFORMACIONES COMO CONECTOR ENTRE EL NIHILISMO Y LA

FUERZA ACTIVA DE LA VOLUNTAD DE PODER

Final promocional de Introducción a la Filosofía


UNSAM

ROMÁN EZEQUIEL CARDOZO


43672404
Si hay una idea en la filosofía nietzscheana que destaca por su peso argumentativo, y que es
la base del culmine vitalista que corresponde a la voluntad de poder como afirmación del Ser
selectivo del eterno Retorno, es la idea de las tres transformaciones necesarias del espíritu.
Esta idea, si bien no es tan dramática ni tan visual como la muerte de Dios, es también una
imagen muy representativa; aunque, irónicamente, su uso es parecido al modo en que Platón
utilizaba sus alegorías para explicar su filosofía.
El proceso de las tres transformaciones nace como el siguiente paso lógico luego del fin del
nihilismo, dándole sentido y valor a la muerte de Dios. Pero antes de su muerte y luego de
ella, durante el devenir del hombre a Dios, sólo operaba la cara más débil de la voluntad de
poder. Ésta tiene dos caras: una activa y otra reactiva. Las fuerzas activas de la voluntad de
poder tienen por esencia afirmar, mientras que las reactivas negar. Es así como en el
nihilismo, la voluntad de poder es voluntad de nada, teniendo por esencia la negación y la
vida reactiva y no la creación y la afirmación a la vida. “Se juzgará la vida según valores
llamados superiores a la vida: esos valores piadosos se oponen a la vida, la condenan, la
conducen a la nada; sólo prometen la salvación a las formas más reactivas, a las más débiles y
las más enfermas de la vida” (Deleuze, 2019, p. 28). Estos valores nacientes de la voluntad de
nada, donde la fuerza reactiva ha ganado la pulseada, son los valores de la “moral de
esclavos”. Aquí, la voluntad de nada, establece los valores divinos de la compasión, la
vergüenza, la culpa y la esperanza de creer en que lo que está más allá de la vida es superior.
Con la muerte de Dios, el hombre se asume como su asesino y decide cargar con ese peso. El
hombre deviene en Dios, y con él, se reemplazan los valores. Aún con este cambio, el
nihilismo no acaba, la voluntad sigue siendo reactiva: la moral sustituye a la religión, y los
valores humanos -demasiado humanos- sustituyen a los valores divinos. Es así como se
establecen los nuevos valores reactivos a manos de los “hombres superiores”, quienes
prescinden de Dios y llaman a sus valores como superiores. Pero luego surgen “los últimos
hombres”, quienes siguiendo una voluntad reactiva de manera radical, terminan por
prescindir hasta de voluntad: “¡Más vale una nada por voluntad que una voluntad de nada!”
(Deleuze, 2019, p. 30). De esta manera, las fuerzas reactivas se vuelven en contra de la
misma voluntad de nada y el hombre empieza a apagarse pasivamente. Donde la voluntad
que niega empieza a negar la propia vida que niega, y comienza esta supresión de la doble
negatividad, es donde yace, ya en última instancia y luego de los “últimos hombres”, el
“hombre que quiere perecer”. En este punto, todo está listo para la transmutación.
Al acabar el proceso divino y humano nihilistas, es momento del devenir de las tres
transformaciones, quienes se encargarán de llevar a sus espaldas el fenómeno de la
transmutación, que no es más que una inversión de las fuerzas de la voluntad de poder.
Con la destrucción propia de los hombres, las tres transformaciones no buscan la
reconstrucción de aquellos valores, porque eso sería caer en el mismo error de la
reconstrucción de los valores divinos enmascarados de morales que erigieron los hombres.
Este nuevo proceso no busca más que la creación de nuevos valores de acuerdo a la
afirmación de la vida.
Más allá del hombre que quiere perecer, se encuentra la primera figura que abre paso a la
transmutación, el Camello, que es el animal de carga: Carga los fardos de la educación, la
moral y la cultura. Carga también la tradición y todos los valores establecidos. De esta
manera, el Camello, es un espíritu fuerte, y esta carga que reside en la veneración, conlleva
cosas graves. La gravedad que reside en su espíritu es la de tener una única voz que sólo dice
“Sí”, la cual es todavía una afirmación nihilista. Esta es una afirmación hacia el deber, hacia
sus amos y hacia quienes tienen compasión. Este “Sí” que no es divino, lo retiene en sus
cadenas y lo ralentiza en el desierto. “Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga
el espíritu de carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su
desierto” (Nietzsche, 2014, p. 55).
Para completar las falencias del Camello, en lo más desolado del desierto, su espíritu deviene
en León, quien aspirará a capturar su libertad, convirtiéndose en señor de su propio desierto.
Pero en este desierto ya hay un señor y un Dios, al cual el León le tendrá que ganar para
convertirse en un ser libre: el gran Dragón. Este milenario ser es quien representa todos los
valores establecidos y quien dice que ya han sido creados todos. El Camello sólo podía
afirmar el nihilismo, pero para esta batalla, que es entre el “deber” del Dragón y el “querer”
del León, el devenir del espíritu ya ha comenzado a transmutar las fuerzas de la voluntad de
poder: el “No” que negaba de forma reactiva en el nihilismo se ha invertido, ha cambiado su
valor. Esta negación, la del León, se convierte en acción, como una instancia al servicio de la
afirmación y la creación. Frente al “Tú debes” del Dragón, ateniéndose a la perpetuación de
los valores establecidos, el León dice “Yo quiero”, negando esos valores reactivos,
invirtiendo el “No”, convirtiéndolo en sagrado y llegando casi a la forma final de la voluntad
de poder (Nietzsche, 2014).
Sin embargo, así como el Camello no podía hacerle frente al deber y sólo lo afirmaba a él y a
sus valores, el León, quien se abrió paso frente a este problema y negó los valores denigrantes
de la vida de la fuerza reactiva, tampoco es capaz de concluir la forma final de la voluntad de
poder por sí mismo. Aunque el León quiera querer envés de deber, todavía no puede concebir
la creación de nuevos valores, sólo erigir su libertad y allanar el paso para su inminente
transformación.
La última figura de las transformaciones es apta para poder crear los nuevos valores, el León
devino en Niño, y aquí la transmutación se completa. El Niño es inocencia y olvido, juego,
creación y afirmación pura. “[...] para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el
espíritu quiere ahora su voluntad, él retirado del mundo conquista ahora su mundo”
(Nietzsche, 2014, p. 55). La transmutación de los valores se completa con el devenir de la
inversión de las fuerzas reactivas a las fuerzas activas de la voluntad de poder. Antes, la
afirmación, como la de los hombres, la de Dios o la del Camello, tenía un valor reactivo;
ahora se ha invertido. De esta manera, la afirmación se vuelve la esencia de la voluntad, es la
voluntad de poder en sí misma, y esta voluntad de poder es la forma más potenciada de
afirmar el Ser selectivo del eterno retorno (Deleuze, 2019).
El culmine vitalista en la filosofía nietzscheana no es más que la afirmación sagrada, “el
santo decir sí”, a la vida. Y esta se da a través del eterno retorno. El eterno retorno es quien
pregunta a la voluntad de poder que es lo que en ella quiere. No es un retorno de lo mismo, en
ella está el Ser selectivo: lo que se quiere, debe quererse de tal manera que se quiera también
su eterno retorno. Todas las formas de negación y afirmación nihilistas son expulsadas por el
eterno retorno, sólo regresa lo que puede ser afirmado con alegría de vida (Deleuze, 2019).
De esta manera, la voluntad de poder en sí misma, en su máxima potencia de afirmación,
funciona recíprocamente con el eterno retorno, su Ser selectivo, gracias a la transmutación
que se dio durante las tres transformaciones necesarias del espíritu, finalmente concibiendo al
ser selectivo que es el Superhombre, dejando atrás el nihilismo.
Bibliografía

DELEUZE G. (2019). Nietzsche. Buenos Aires. Cactus.

NIETZSCHE F. (2014 [1883]). Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie.
Buenos Aires. Alianza.

También podría gustarte