Mineria
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En este sentido queda bastante claro la nueva CRBV de 1999 establece desde su preámbulo no
sólo el carácter multiétnico y pluricultural de la nación sino también confirma, ontológicamente,
la existencia de los pueblos y comunidades indígenas y reconoce sus formas de organización
social y política, sus culturas, costumbres, idiomas, religión, así como sus hábitat y derechos
sobre las tierras que ancestralmente han ocupado. El artículo 119, que expresamente se refiere a
las tierras indígenas, señala tres aspectos importantes de resaltar: el consentimiento oficial de
que existe una correlación entre tierras y continuidad de las formas de vida indígena; la
corresponsabilidad necesaria entre el Ejecutivo Nacional y los pueblos indígenas para la
demarcación (participación indígena directa); y la consideración de que las tierras indígenas son
propiedad colectiva de los pueblos, condición que no es modificable al calificarlas
como inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles.
Además de los cambios constitucionales y en conformidad con los acuerdos internacionales en
materia de derechos indígenas, Venezuela ratifica y aprueba el Convenio 169 sobre Pueblos
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Indígenas y Tribales de la OIT en 2001 (Ley Aprobatoria, 2001). Sobre las tierras, este
convenio (parte II) señala que los gobiernos que suscriban este acuerdo deben respetar la
importancia que tienen para las culturas indígenas su relación con la tierra, y en especial el
aspecto colectivo de esa relación (artículo 13.1). De igual forma, los Estados deben reconocer el
derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan los indígenas
(artículo 14.1).
Para hacer efectivo el derecho constitucional de los indígenas sobre sus tierras, el Estado decreta
el 12 de enero del 2001 la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los
Pueblos Indígenas (LDTPI 2001) y conforma, según Decreto Presidencial Nº
1392, la Comisión Nacional de Demarcación del Hábitat y Tierras de los Pueblos y
Comunidades Indígenas el 9 de agosto de ese mismo año (Gaceta Oficial Nº 37.257). Esta ley
tiene como objetivo sistematizar y regular la elaboración, coordinación y ejecución de las
políticas públicas relativas a la demarcación de los hábitat y tierras indígenas en el país, y
garantizarles su derecho a la propiedad colectiva (artículo 1, LdtpiI 2001), la cual estará a cargo
del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales. Ella señala, nuevamente, el
reconocimiento y los derechos originarios de los pueblos indígenas sobre sus tierras y la
necesidad de llevar a cabo la demarcación de manera conjunta entre el Ejecutivo nacional y los
pueblos, comunidades y organizaciones indígenas (artículos 4 y 8).
Finalmente, la actual legislación indígena está amparada por la Ley Orgánica de Pueblos y
Comunidades Indígenas (LOPCI) decretada el 27 de diciembre del 2005, que tiene como
objetivo, una vez más, reconocer y proteger la existencia de los indígenas como pueblos
originarios, y garantizar los derechos constitucionales y los convenios internacionales que han
sido ratificados por el Estado. En su apartado sobre hábitats y tierras (título II), la LOPCI
reconoce los derechos originarios sobre las tierras que los indígenas ancestralmente ocupan y la
propiedad colectiva de las mismas para el desarrollo de sus formas de vida. Igualmente, fija los
criterios a seguir para los procedimientos de la demarcación de tierras que incluye la
participación de los pueblos y comunidades indígenas. La LOPCI priva por encima de las otras
leyes decretadas, por lo cual la Ley de Demarcación de 2001 queda sujeta a las disposiciones
establecidas en esta ley orgánica.
Todos estos instrumentos jurídicos sugieren ciertas disposiciones en cuanto a la demarcación de
hábitat y tierras que se resumen en: 1) sin tierras no hay garantía de las formas de vida indígena;
2) la demarcación es un asunto de Estado que se realizará con la participación de los indígenas;
y 3) el objetivo último es la expedición de títulos de propiedad colectiva, que serán inalienables,
inembargables e intransferibles. En suma, estos documentos legales parecieran no sólo
garantizar sino blindar los derechos originarios sobre las tierras que los indígenas
ancestralmente han ocupado.
Más allá de que este proceso de territorialización resulta ser un acontecimiento inédito tanto
para el Estado como para los pueblos indígenas y demás actores sociales, consideramos
indispensable resaltar la necesidad de fortalecer y potenciar:
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Desde el punto de Vista del Derecho al Goce, Manejo y Disfrute de los Recursos existentes
en los Territorios de los Pueblos y Comunidades Indígenas
Es innegable que existe una relación directa entre la continuidad de la vida indígena y el
territorio para el desarrollo de su integridad cultural y por ende el manejo armónico de los
recursos naturales existentes de la mano con el estado venezolano.
El Artículo 120 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV)
señala:
“El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado
se hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los mismos e, igualmente,
está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los
beneficios de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos a esta
Constitución y a la ley”.
En su Artículo 53 Del uso de los recursos naturales existentes en el hábitat y tierras indígenas
refiere lo siguiente:
“Los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho al uso y aprovechamiento sustentable
y a la administración, conservación, preservación del ambiente y de la biodiversidad. Las
aguas, la flora, la fauna y todos los recursos naturales que se encuentran en su hábitat y
tierras, podrán ser aprovechados por los pueblos y comunidades indígenas para su desarrollo
y actividades tradicionales”
En la ejecución de estas actividades deberán establecerse las medidas necesarias para evitar
su impacto sociocultural y ambiental, así como garantizar la sustentabilidad de los recursos
naturales y el bienestar sobre los pueblos y comunidades indígenas y sus tierras”.
En este sentido cobra vital importancia, el ejercicio del Derecho a la Consulta Previa e
informada por parte de los pueblos y comunidades indígenas, donde su promoción y
divulgación es tarea fundamental y obligación de toda persona y/o institución facilitar el
ejercicio de este derecho de conformidad con el Capítulo II. Artículo 11 de la Ley Orgánica
de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI) referido a la Consulta Previa e Informada y
que señala:
“Toda actividad susceptible de afectar directa o indirectamente a los pueblos y comunidades
indígenas, deberá ser consultada con los pueblos y comunidades indígenas involucrados. La
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consulta será de buena fe, tomando en cuenta los idiomas y la espiritualidad, respetando la
organización propia, las autoridades legítimas y los sistemas de comunicación e información
de los integrantes de los pueblos y comunidades indígenas involucrados, conforme al
procedimiento establecido en esta Ley. Toda actividad de aprovechamiento de recursos
naturales y cualquier tipo de proyectos de desarrollo a ejecutarse en hábitat y tierras
indígenas, estará sujeta al procedimiento de información y consulta previa, conforme a la
presente Ley.
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La actividad minera aunque puede considerarse como una actividad No Tradicional de los
pueblos y comunidades indígenas, se ha convertido en una de las actividades que en los últimos
tiempos contribuye con mayor fuerza al sostenimiento de las familias y las comunidades
indígenas.
En tal sentido y en concordancia con los apartados anteriores el Estado Venezolano y sus
Instituciones deben garantizar en los territorios de los pueblos y comunidades indígenas, el
derecho a ser consultado y a participar activamente en los planes tendientes a “Incrementar la
producción y la productividad de la minería aurífera a pequeña escala en el Estado Bolívar,
aplicando procesos tecnológicos de alta recuperación y mínima contaminación ambiental,
complementados con la comercialización a través del Banco Central de Venezuela, a precios
competitivos, generando beneficio económico y mejor nivel de calidad de vida del minero, su
familia y de la población en general”.
En este orden se hace necesario:
Promover la Socialización de los Planes de Desarrollo del Motor Minero en los Pueblos
y Comunidades Indígenas para su apropiación y empoderamiento.
Impulsar en el sector los programas sociales del gobierno nacional: Misión Vivienda y
Misión Piar, así como lograr la Vinculación con otros proyectos de Salud, ciencia y
tecnología como es el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de la Contaminación
Mercurial.
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Aunque ciertamente no existe una minería ecológica, el reto es hacerla de la forma más
responsable, sin comprometer la salud de la naturaleza y de los humanos, así como tampoco las
necesidades de las generaciones futuras.
ANEXOS
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Vértices
El proyecto Arco Minero del Orinoco está conformado integralmente por cuatro grandes
dimensiones o vértices. A saber: ambiente, inclusión social y derechos humanos, seguridad y
soberanía y, por último, economía productiva.
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Inclusión social y derechos humanos: Acompañamiento de las luchas del pueblo minero y
creación de una política de fortalecimiento de derechos humanos en las zonas mineras.
Seguridad y soberanía: Lucha contra las mafias, y fortalecimiento de una política estratégica
para el control soberano del territorio, de la cadena productiva minera y sus actividades
conexas.
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