Mineria

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Asesor: Abog.

José Alonso Guevara


Colaboración: Licenciado Jesús Zurita

RECOMENDACIONES PARA LA GESTIÓN DE LA MINERIA A PEQUEÑA ESCALA


EN PUEBLOS Y COMUNIDADES INDÍGENAS DE VENEZUELA

Con el objeto de coadyuvar al estado venezolano en el impulso e implementación de estrategias


que apunten a la transición del rentismo petrolero, incrementando la producción y la
productividad de otros sectores de la economía nacional lo supone además esfuerzos sostenidos
y coherentes de gestión pública en torno a la planificación estratégica y estimulo de actores
económicos, políticos y sociales en función de lograr un sistema económico, productivo,
diversificado e integrado funcional y territorialmente; para lo cual se ha considerado el
apalancamiento del sector minero y con el desarrollo de la minería aurífera a pequeña escala
donde los Pueblos y Comunidades Indígenas juegan un papel importante.

Desde el punto de Vista de la Territorialidad y los


Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas
Los pueblos y comunidades indígenas en Venezuela gozan no solo del reconocimiento por parte
del Estado Venezolano, sino también del Derecho a la Territorialidad.

El Convenio N° 169 sobre los Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la


Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue adoptado por Venezuela como país socios
de dicho organismo, con el objetivo de proteger y reconocer los derechos de los pueblos
originarios. Por primera vez, un instrumento internacional, de carácter vinculante para los
Estados miembros de la OIT, reconoce a los pueblos indígenas como sujetos colectivos de
derechos, les otorga el derecho a consulta, participación y autogestión, reconoce derechos sobre
territorios y recursos humanos así como derechos sociales y culturales.
El Contenido de este Convenio es Sostenido y ampliado en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV) donde se señala:
“El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su
organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y
religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y
tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de
vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos indígenas,
demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán
inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con lo establecido
en esta Constitución y en la ley”.

En este sentido queda bastante claro la nueva CRBV de 1999 establece desde su preámbulo no
sólo el carácter multiétnico y pluricultural de la nación sino también confirma, ontológicamente,
la existencia de los pueblos y comunidades indígenas y reconoce sus formas de organización
social y política, sus culturas, costumbres, idiomas, religión, así como sus hábitat y derechos
sobre las tierras que ancestralmente han ocupado. El artículo 119, que expresamente se refiere a
las tierras indígenas, señala tres aspectos importantes de resaltar: el consentimiento oficial de
que existe una correlación entre tierras y continuidad de las formas de vida indígena; la
corresponsabilidad necesaria entre el Ejecutivo Nacional y los pueblos indígenas para la
demarcación (participación indígena directa); y la consideración de que las tierras indígenas son
propiedad colectiva de los pueblos, condición que no es modificable al calificarlas
como inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles.
Además de los cambios constitucionales y en conformidad con los acuerdos internacionales en
materia de derechos indígenas, Venezuela ratifica y aprueba el Convenio 169 sobre Pueblos

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Indígenas y Tribales de la OIT en 2001 (Ley Aprobatoria, 2001). Sobre las tierras, este
convenio (parte II) señala que los gobiernos que suscriban este acuerdo deben respetar la
importancia que tienen para las culturas indígenas su relación con la tierra, y en especial el
aspecto colectivo de esa relación (artículo 13.1). De igual forma, los Estados deben reconocer el
derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan los indígenas
(artículo 14.1).
Para hacer efectivo el derecho constitucional de los indígenas sobre sus tierras, el Estado decreta
el 12 de enero del 2001 la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los
Pueblos Indígenas (LDTPI 2001) y conforma, según Decreto Presidencial Nº
1392, la Comisión Nacional de Demarcación del Hábitat y Tierras de los Pueblos y
Comunidades Indígenas el 9 de agosto de ese mismo año (Gaceta Oficial Nº 37.257). Esta ley
tiene como objetivo sistematizar y regular la elaboración, coordinación y ejecución de las
políticas públicas relativas a la demarcación de los hábitat y tierras indígenas en el país, y
garantizarles su derecho a la propiedad colectiva (artículo 1, LdtpiI 2001), la cual estará a cargo
del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales. Ella señala, nuevamente, el
reconocimiento y los derechos originarios de los pueblos indígenas sobre sus tierras y la
necesidad de llevar a cabo la demarcación de manera conjunta entre el Ejecutivo nacional y los
pueblos, comunidades y organizaciones indígenas (artículos 4 y 8).
Finalmente, la actual legislación indígena está amparada por la Ley Orgánica de Pueblos y
Comunidades Indígenas (LOPCI) decretada el 27 de diciembre del 2005, que tiene como
objetivo, una vez más, reconocer y proteger la existencia de los indígenas como pueblos
originarios, y garantizar los derechos constitucionales y los convenios internacionales que han
sido ratificados por el Estado. En su apartado sobre hábitats y tierras (título II), la LOPCI
reconoce los derechos originarios sobre las tierras que los indígenas ancestralmente ocupan y la
propiedad colectiva de las mismas para el desarrollo de sus formas de vida. Igualmente, fija los
criterios a seguir para los procedimientos de la demarcación de tierras que incluye la
participación de los pueblos y comunidades indígenas. La LOPCI priva por encima de las otras
leyes decretadas, por lo cual la Ley de Demarcación de 2001 queda sujeta a las disposiciones
establecidas en esta ley orgánica.
Todos estos instrumentos jurídicos sugieren ciertas disposiciones en cuanto a la demarcación de
hábitat y tierras que se resumen en: 1) sin tierras no hay garantía de las formas de vida indígena;
2) la demarcación es un asunto de Estado que se realizará con la participación de los indígenas;
y 3) el objetivo último es la expedición de títulos de propiedad colectiva, que serán inalienables,
inembargables e intransferibles. En suma, estos documentos legales parecieran no sólo
garantizar sino blindar los derechos originarios sobre las tierras que los indígenas
ancestralmente han ocupado.
Más allá de que este proceso de territorialización resulta ser un acontecimiento inédito tanto
para el Estado como para los pueblos indígenas y demás actores sociales, consideramos
indispensable resaltar la necesidad de fortalecer y potenciar:

 La Caracterización no solo socioeconómica, demográfica, de recursos existentes, sino


también de capacidades de los Pueblos y Comunidades Indígenas.
 Las formas de participación indígena y al otorgamiento de grandes extensiones
colectivas de tierras.
 Reimpulsar la Comisión Nacional de Demarcación del Hábitat y Tierras de los
Pueblos y Comunidades Indígenas y por ende las Comisiones Regionales, adecuándola
a los nuevos tiempos, al ordenamiento institucional y la visión estratégica por parte del
Estado para el desarrollo del País y como garantía del derecho a a la Territorialidad.

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Desde el punto de Vista del Derecho al Goce, Manejo y Disfrute de los Recursos existentes
en los Territorios de los Pueblos y Comunidades Indígenas

Es innegable que existe una relación directa entre la continuidad de la vida indígena y el
territorio para el desarrollo de su integridad cultural y por ende el manejo armónico de los
recursos naturales existentes de la mano con el estado venezolano.
El Artículo 120 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV)
señala:
“El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado
se hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los mismos e, igualmente,
está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los
beneficios de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos a esta
Constitución y a la ley”.

Por su parte la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI) decretada el 27


de diciembre del 2005 señala en su Artículo 28 lo siguiente:
Los pueblos y comunidades indígenas tienen derecho al uso, goce, aprovechamiento y a
participar en la administración de su hábitat y tierras, a los fines de mantener sus formas de
vida, promover sus prácticas económicas y definir su participación en la economía nacional.
Sin más limitaciones que las establecidas en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela y demás leyes que rigen la materia.

En su Artículo 53 Del uso de los recursos naturales existentes en el hábitat y tierras indígenas
refiere lo siguiente:
“Los pueblos y comunidades indígenas tienen el derecho al uso y aprovechamiento sustentable
y a la administración, conservación, preservación del ambiente y de la biodiversidad. Las
aguas, la flora, la fauna y todos los recursos naturales que se encuentran en su hábitat y
tierras, podrán ser aprovechados por los pueblos y comunidades indígenas para su desarrollo
y actividades tradicionales”

En su Artículo 54 De los recursos naturales propiedad de la Nación en hábitat y tierras de los


pueblos y comunidades indígenas la LOPCI señala
“El aprovechamiento por parte del Estado de los recursos naturales propiedad de la Nación
en el hábitat y tierras de los pueblos y comunidades indígenas, está sujeto a la consulta previa
a los pueblos y comunidades indígenas involucrados, la cual debe ser suficientemente
informada, fundamentada y libremente expresada por dichos pueblos y comunidades
indígenas, conforme al procedimiento de consulta establecido en la presente Ley.

En la ejecución de estas actividades deberán establecerse las medidas necesarias para evitar
su impacto sociocultural y ambiental, así como garantizar la sustentabilidad de los recursos
naturales y el bienestar sobre los pueblos y comunidades indígenas y sus tierras”.

En este sentido cobra vital importancia, el ejercicio del Derecho a la Consulta Previa e
informada por parte de los pueblos y comunidades indígenas, donde su promoción y
divulgación es tarea fundamental y obligación de toda persona y/o institución facilitar el
ejercicio de este derecho de conformidad con el Capítulo II. Artículo 11 de la Ley Orgánica
de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI) referido a la Consulta Previa e Informada y
que señala:
“Toda actividad susceptible de afectar directa o indirectamente a los pueblos y comunidades
indígenas, deberá ser consultada con los pueblos y comunidades indígenas involucrados. La

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consulta será de buena fe, tomando en cuenta los idiomas y la espiritualidad, respetando la
organización propia, las autoridades legítimas y los sistemas de comunicación e información
de los integrantes de los pueblos y comunidades indígenas involucrados, conforme al
procedimiento establecido en esta Ley. Toda actividad de aprovechamiento de recursos
naturales y cualquier tipo de proyectos de desarrollo a ejecutarse en hábitat y tierras
indígenas, estará sujeta al procedimiento de información y consulta previa, conforme a la
presente Ley.

Toda actividad de aprovechamiento de recursos naturales y cualquier tipo de proyectos de


desarrollo a ejecutarse en hábitat y tierras indígenas, estará sujeta al procedimiento de
información y consulta previa, conforme a la presente Ley”.

En este orden el Artículo 12 de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas


(LOPCI referido a las prohibiciones señala: “Se prohíbe la ejecución de actividades en el
hábitat y tierras de los pueblos y comunidades indígenas que afecten grave o irreparablemente
la integridad cultural, social, económica, ambiental o de cualquier otra índole de dichos
pueblos o comunidades”.
En este sentido desde los Artículos 55 al 59 de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades
Indígenas (LOPCI) en torno a la Consulta Previa e Informada señalan:

 La Obligatoriedad del estudio de impacto ambiental y sociocultural (Artículo 55)


 El saneamiento del hábitat y tierras de los pueblos y comunidades indígenas (Artículo
56)
 Los beneficios (Artículo 57)
 Las indemnizaciones y reparaciones (Artículo 58)
 Sobre el incumplimiento de las condiciones de consulta y participación (Artículo 59)
Ahora bien, una vez descrito el marco legal que define el Derecho de los Pueblos y
Comunidades sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias
para desarrollar y garantizar sus formas de vida; así como también el Derecho al uso, goce,
aprovechamiento de los recursos existentes en su territorio, así como a participar en la
administración de su hábitat y tierras, a los fines de mantener sus formas de vida, promover sus
prácticas económicas y definir su participación en la economía nacional y también sobre el
Derecho a la Consulta Previa e informada por parte de los pueblos y comunidades indígenas
sobre toda actividad susceptible de afectarles directa o indirectamente. En este orden, este
marco conceptual y legal nos permiten inferir a continuación con elementos de convicción sobre
los roles de los Pueblos y Comunidades Indígenas en el desarrollo e impulso de la actividad
minera a pequeña escala tomando como referencia el Plan de la Patria Sectorial de los Pueblos y
Comunidades Indígenas, las Líneas de Desarrollo Estratégico de PDVSA y el Ministerio de
Minas, todo ello como aporte a las 7 Transformaciones necesarias para el país con miras al
2030.
Los Pueblos y Comunidades Indígenas y la Practica de la Minería.
Desde tiempos inmemoriales en Venezuela la Región Guayana y su Amazonia han sido
territorios muy apetecidos por sus riquezas minerales, biodiversidad, recursos forestales y
potencial hídrico. La abundante presencia de oro y diamante ha atraído la atención de inversores
extranjeros y nacionales, así como de mineros locales y foráneos. La historia de la explotación
minera al sur del Orinoco se ha vinculado con el fenómeno de la migración, la presencia
extranjera, depredación de los recursos naturales, desplazamiento de poblaciones autóctonas,
violaciones de derechos humanos, extracción y tráfico ilícito minerales y otros patrimonios
nacionales.

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La actividad minera aunque puede considerarse como una actividad No Tradicional de los
pueblos y comunidades indígenas, se ha convertido en una de las actividades que en los últimos
tiempos contribuye con mayor fuerza al sostenimiento de las familias y las comunidades
indígenas.
En tal sentido y en concordancia con los apartados anteriores el Estado Venezolano y sus
Instituciones deben garantizar en los territorios de los pueblos y comunidades indígenas, el
derecho a ser consultado y a participar activamente en los planes tendientes a “Incrementar la
producción y la productividad de la minería aurífera a pequeña escala en el Estado Bolívar,
aplicando procesos tecnológicos de alta recuperación y mínima contaminación ambiental,
complementados con la comercialización a través del Banco Central de Venezuela, a precios
competitivos, generando beneficio económico y mejor nivel de calidad de vida del minero, su
familia y de la población en general”.
En este orden se hace necesario:

 Consolidar la Caracterización no solo socioeconómica, demográfica, sino también de la


vocación minera de los Pueblos y Comunidades Indígenas.

 Promover la Socialización de los Planes de Desarrollo del Motor Minero en los Pueblos
y Comunidades Indígenas para su apropiación y empoderamiento.

 Promover el Registro del Minero Indígena.

 Implementar acuerdos y programas de asistencia técnica y tecnológica en las etapas de


exploración, explotación, procesamiento y producción de oro de la Minería a pequeña
escala en Territorios y Hábitat Indígena, que garantice la articulación progresiva de los
molineros y la pequeña minería con los entes e instancias del estado para su acopio y
comercialización.

 Incrementar y agilizar los programas que promueven la Asistencia Social, de Salud,


Ambiental, Educativa y Seguridad, en el sector de Minería a pequeña escala en pueblos
y Comunidades Indígenas.

 Impulsar en el sector los programas sociales del gobierno nacional: Misión Vivienda y
Misión Piar, así como lograr la Vinculación con otros proyectos de Salud, ciencia y
tecnología como es el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de la Contaminación
Mercurial.

 Establecer por el BCV, con el acompañamiento del MINPPPI, un Fondo monetario


para garantizar el “pronto pago” a los proveedores del oro y el impulso de programas
de desarrollo educativo, de salud, agrícola y pesquero entre otros, en los territorios y
hábitat de los pueblos y comunidades indígenas.

 Promover la organización de los Molineros Indígenas: Constituir la Asociación de


Molineros Indígenas con el objeto de cumplir con las obligaciones tributarias: Licencia
de Actividades Económicas Municipal y otros tributos municipales, ISRL, etc,
aportando a la economía y desarrollo nacional.

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Aunque ciertamente no existe una minería ecológica, el reto es hacerla de la forma más
responsable, sin comprometer la salud de la naturaleza y de los humanos, así como tampoco las
necesidades de las generaciones futuras.

ANEXOS

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Propósitos de Venezuela en el Arco Minero del Orinoco

 Ordenamiento territorial y formalización de la producción minera.


 Protección de las comunidades mineras y autóctonas, así como a sus espacios
ceremoniales.
 Combate a los mercenarios que pervierten la actividad minera y esclavizan la clase
obrera.
 Impulso y acompañamiento a la organización de las bases populares que viven de la
minería, para hacer un aprovechamiento de los recursos minerales con absoluta
responsabilidad social y ambiental, así como desarrollar potencialidades conexas.
 Desarrollo de proyectos ecomineros a gran escala que protejan la soberanía del Estado
sobre los recursos naturales, para el beneficio del pueblo.
 Protección de la biodiversidad presente en el Arco Minero del Orinoco y en sus áreas de
influencia directa e indirecta.
 Restauración de los pasivos ambientales heredados de las actividades de la pequeña
minería y de las grandes trasnacionales.
 Protección y resguardo de yacimientos y restos arqueológicos ubicados en el Arco
Minero del Orinoco y sus áreas de influencia directa e indirecta.

Vértices

El proyecto Arco Minero del Orinoco está conformado integralmente por cuatro grandes
dimensiones o vértices. A saber: ambiente, inclusión social y derechos humanos, seguridad y
soberanía y, por último, economía productiva.

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Ambiente: Preservación de la Madre Tierra y remediación de pasivos ambientales.

Inclusión social y derechos humanos: Acompañamiento de las luchas del pueblo minero y
creación de una política de fortalecimiento de derechos humanos en las zonas mineras.

Seguridad y soberanía: Lucha contra las mafias, y fortalecimiento de una política estratégica
para el control soberano del territorio, de la cadena productiva minera y sus actividades
conexas.

Economía productiva: Creación de mecanismos para una producción minera racional y


responsable, que impulsen redes productivas alternativas, generación de divisas y sustitución de
importaciones.

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Diferencias entre formas de proceso social de trabajo y organización de la producción minera

Política de gestión minera tradicional en el Política de gestión minera del Arco


pasado Minero del Orinoco

El Estado nunca cede derecho minero:


mantiene la propiedad en un 100 %.

Participación de empresas estatales,


mixtas y privadas (incluye pequeña
Concesión del derecho minero. minería).

Repartición, a diestra y siniestra, de Alianzas, bajo la figura de empresas


territorios y bienes reales (algunos con mixtas, con compañías nacionales y
carácter sucesoral) a trasnacionales y extranjeras con capacidad técnica y
particulares. responsabilidad ambiental y social. El
Estado venezolano siempre asegurará al
Modelo de
menos el 55 % de las acciones y de la
negocios Saqueo de recursos que redujo a los pueblos junta directiva.
mineros a pueblos fantasmas, en condiciones
miserables de vida y con diversos pasivos
ambientales. 60 % de los recursos provenientes de la
actividad minera retornarán como
inversión social para impulsar el
La mina es una oportunidad de acumulación empoderamiento y la participación
de capital. popular en proyectos socioproductivos.

La mina se ve como una riqueza que


puede dar fortaleza económica al país y
sustentar otras actividades
socioproductivas.

Explotación racional, mediante el uso de


prácticas y tecnologías amigables con el
Explotación indiscriminada y progresiva de ambiente.
la naturaleza, con el único fin de aumentar la
tasa de ganancias. Control soberano de la nación sobre la
cadena productiva del sector minero y
Control del proceso laboral y los medios de sus actividades conexas.
producción en manos de trasnacionales y
otras empresas burguesas. Plan de protección y promoción de los
derechos humanos de la clase
Violación masiva de derechos humanos trabajadora minera.
Base de
contra obreros venezolanos de la pequeña
explotació
minería. Les obligaban a abandonar Protección no promoción de la pequeña
n
completamente sus costumbres y a deshacer minería. Pequeños mineros dejarán de
enteramente sus comunidades. ser esclavos y se convertirán en
trabajadores de la patria.
La tierra, el campesino y el indígena
quedaban en un tercer o segundo lugar frente Cada paso da de la mano con las
a los derechos extractivos de la burguesía. comunidades mineras y los pueblos
originarios.
Violación del derecho a la consulta previa de
los pueblos indígenas. Garantía del derecho a la consulta
previa, libre e informada de los pueblos
indígenas.

Política de Política de saqueo y explotación irracional. Binomio humano-naturaleza.

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Cuido de áreas protegidas y territorios


indígenas sagrados. Se tiene planificado
producció Presencia limitada y distorsionada de la aprovechar menos del 5 % del total del
n figura del Estado como ente de resguardo, AMO.
regulación y fiscalización.
Presencia legítima del Estado, que
proteja, regule y controle.

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