Hora Santa Reparacion Mundial Sagrado Corazon de Jesus
Hora Santa Reparacion Mundial Sagrado Corazon de Jesus
Hora Santa Reparacion Mundial Sagrado Corazon de Jesus
DE JESÚS Y MARÍA
HORA SANTA
I. INTRODUCCIÓN
En éste día deseamos pedir perdón y reparar a los Sagrados Corazones de Jesús
y María por nuestros pecados y los del mundo entero, y en especial por las
siguientes intenciones:
2. Por las heridas provocadas a nuestra Santa Madre Iglesia: Cuerpo Místico de
Cristo, por causa de nuestros pecados.
3. Por las blasfemias, ultrajes y sacrilegios con que es ofendido nuestro Señor
Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, y por aquellos que lo reciben en la
Sagrada Comunión con frialdad o indignamente.
4. Por los bautizados, que permaneciendo alejados de los Mandamientos y los
Sacramentos, rechazan continuamente a Dios, exponiéndose a la condenación; y
por no agradecer el gran tesoro que es nuestra Santa Madre Iglesia.
6. Por los ataques que se cometen contra el Sacramento del Matrimonio y contra
la vida, especialmente el aborto y la eutanasia.
8. Por las guerras, fruto del pecado de no amarnos como Jesús nos ha amado; y
por los que desesperan y rechazan la infinita Misericordia de Dios.
10. Por las ofensas y blasfemias dirigidas contra el Inmaculado Corazón de María
en su Inmaculada Concepción, Virginidad Perpetua y Maternidad Divina. Por
aquellos que la insultan en sus Sagradas imágenes e inducen en los corazones
de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia Ella.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y Os amo. Os pido perdón por los que no creen,
adoran, esperan y no Os aman. (3 veces).
(El día del Sagrado Corazón de Jesús, asistiendo a este acto de desagravio y
letanías del Sagrado Corazón, en una iglesia ante el Santísimo solemnemente
expuesto, se obtienen 7 años de indulgencia o indulgencia plenaria si se confiesa,
comulga y se reza por las intenciones del Papa)
¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago,
de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados
ante Vuestro Altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad
indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren Vuestro
amantísimo Corazón.
Más recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal
indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo,
obtener para nuestras almas Vuestra Divina Misericordia, dispuestos a reparar,
con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de
aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad,
o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del
Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de Vuestra Ley.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre!
Mas, entretanto, como reparación del Honor Divino conculcado, uniéndola con la
expiación de la Virgen Vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os
ofrecemos la satisfacción que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la Cruz al
Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de
todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra
gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas
hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la
observancia perfecta de la Ley Evangélica, sobre todo de la caridad, mientras
nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos
podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
V. MEDITACIONES
Padre Eterno, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?... Lo hiciste poco
inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad… todo lo sometiste bajo
sus pies…
Breve pausa
Mas Tú, movido de aquel mismo y encendido amor, le dijiste: “Con amor eterno
te amé, por eso prolongué mi misericordia para contigo”, y determinaste
reconciliar el alma que te había movido a guerra, para que esta se convirtiese en
paz.
Nunca dejaste de amarnos y a través del profeta Isaías nos diriges, también hoy,
estas palabras: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener
compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te
olvidaré…”
Breve pausa
Habiendo Tú previsto desde toda la eternidad la ruina del género humano por la
transgresión de Adán, decretaste llevar a cabo la obra de Tu Misericordia por
medio de la Encarnación del Verbo.
Para ello, elegiste y señalaste, desde el principio y antes de los tiempos, una
Madre, para que Tu Unigénito fuese hecho carne de Ella, en el seno de tu amado
pueblo Israel, que quisiste formarte como propiedad.
Cuando tus hijos estaban como esclavos en Egipto, hiciste grandes maravillas,
liberándolos del faraón con mano poderosa... Los instruiste con Tu Ley y les diste
una tierra en heredad, … Y aunque ellos no dejaban de traicionarte, jamás se
agotó Tu Misericordia, pues siempre de nuevo los llamabas a que volvieran a Ti.
Breve pausa
¡Oh, Abismo de Caridad, qué corazón hay tan duro que no se ablande al ver que
de tanta altura bajaste a tan grande bajeza! Nosotros somos tu imagen, y Tú la
nuestra, por la unión que hiciste con el hombre, ocultando tu Eterna Divinidad.
Canto
Meditación
Fue a través de María que fue posible tal locura de amor… En tanto grado la
amaste por encima de todas las criaturas, que en sola Ella te complaciste con
señaladísima benevolencia y la colmaste de la abundancia de todos los
celestiales carismas, lo que fue convenientísimo para proporcionar un total
triunfo de la antigua serpiente.
Por Ella, tu Hija predilecta, pudimos por fin contemplar tu Rostro en la imagen
perfectísima de tu Hijo, como Él mismo nos dijo: “Quien me ha visto a mí, ha
visto al Padre”.
Por eso, hoy estamos aquí, Padre, para darte gracias, porque sólo Tú eres bueno,
porque es eterna Tu Misericordia. Pues en esto se manifestó Tu Amor: en que
enviaste al mundo a tu Unigénito como víctima de propiciación por nuestros
pecados.
Breve pausa
Éste amor no fue únicamente espiritual, como Dios que eres, sino que también
comprende los sentimientos de un afecto humano.
Pues no tomaste un cuerpo ilusorio y ficticio, sino que eres «Perfecto en la
Divinidad y Perfecto en la Humanidad». Te uniste un corazón de carne, que es
ahora el Corazón de Dios…. Un corazón semejante al nuestro, dotado de todos
los sentimientos que le son propios…. Un corazón capaz de sufrir y de ser herido,
capaz de morir por amor en una Cruz.
Canto
Nos relata el Evangelio de San Lucas que aquellos dos discípulos de Emaús,
caminando junto a Ti, ya Resucitado, no fueron capaces de reconocerte, hasta
que, sentados a la mesa, tomaste el pan y, pronunciando la bendición, se los
diste. En ése momento, sus ojos se les abrieron ante tan insondable misterio de
amor… ¡Qué dicha más grande encontrarse Contigo, reconocerte!
Hoy queremos pedirte perdón y repararte por aquellos que te rechazan, por
aquellos que desesperan de Tu Inmensa Bondad. Concédeles a ellos y a cuantos
no te conocen, la gracia de la conversión. Y a nosotros, pobres siervos tuyos,
reconocerte en cada momento, en cada lugar… y en cada Santa Eucaristía.
Breve pausa
Divino Jesús, ya lo has dado todo: te has dado a Ti mismo… ¿Y nosotros? Sólo
queda que respondamos a Tu Amor.
Es un amor tan grande el Tuyo, que ningún pecado podrá jamás agotar Tu
Misericordia. Sólo hay una condición: arrepentirse, pedir perdón… y presto
acudes a abrazarnos. Queremos amarte, pero sabes que nada podemos sin Ti.
Por eso te suplicamos, como aquel ciego sentado al borde del camino: ¡Jesús,
Hijo de David, ten compasión de nosotros!...
Canto
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros
Oh, Señor, sé Rey no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino
también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la
Casa Paterna para que no perezcan de miseria y de hambre.
Sé Rey de aquellos que por seducción del error o por espíritu de discordia viven
separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para
que en breve se forme un solo rebaño, bajo un solo Pastor.
Canto final