Filosofía

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Grado 10º
FILOSOFIA
Guía Nº 6
Tema: Filosofía escolástica

Introducción

La filosofía que se practica durante la Edad Media en el mundo cristiano occidental,


denominada propiamente filosofía escolástica, o simplemente Escolástica.

(Del latín scholasticus, el que enseña en una escuela) Nombre que se otorga a la
filosofía medieval desarrollada en el occidente cristiano, sobre todo durante los siglos
XI-XIV, conocida también con el nombre de Escolástica. Aunque la filosofía bizantina,
árabe y judía que se desarrollan durante más o menos la misma época pueden ser
también consideradas filosofías medievales y hasta escolásticas, en el ámbito de la
tradición occidental se reserva usualmente el nombre a la filosofía cristiana escrita
en latín, nacida de las «escuelas» palatinas y catedralicias de occidente.

1. La primera escolástica

En el s. XI, según los medievalistas, se ponen los cimientos de lo que será


propiamente el pensamiento medieval: históricamente siglo del enraizamiento del
sistema feudal, de la primera cruzada, de la cuestión de las investiduras, de la
aparición de nuevas órdenes religiosas (cluniacenses, cartujos, cistercienses) es,
desde el punto de vista de la filosofía, la época de las mal llamadas discusiones entre
«dialécticos» y «antidialécticos» y, sobre todo, la época de Anselmo de Canterbury,
considerado uno de los verdaderos iniciadores de la filosofía escolástica, junto con
Abelardo, Bernardo de Claraval y Ricardo y Hugo de Saint-Victor.Las luchas entre
dialécticos y antidialécticos no significan un enfrentamiento entre partidarios de la
dialéctica, los filósofos, y teólogos, sino discusiones entre teólogos que dan, o no,
valor a la dialéctica, a la filosofía, o al razonamiento discursivo aplicado a la teología.
Entre los dialécticos destaca Berengario de Tours (ca. 1005-1088); entre los
antidialécticos, Pedro Damiano (1007-1072) y Lanfranco de Pavía (ca. 1010-1089).
La ocasión de las discusiones la proporciona la distinta manera de abordar cuestiones
teológicas, como la omnipotencia divina o la presencia real en la eucaristía; son los
primeros enfrentamientos importantes entre fe y razón, dogma y dialéctica.A
Anselmo de Canterbury o de Aosta (1033-1109), debe la historia de la filosofía el
conocido slogan escolástico de la «fe que busca entender» (fides quaerens
intellectum), resumen de lo que será llamado método escolástico, teorías sobre el
significado y la referencia (De grammatico) y, sobre todo, el conocido argumento
ontológico, sobre el que discute no sólo la Edad Media, sino también Descartes, Kant,
Hegel y los lógicos modernos.

El s. XII representa la entrada en contacto con el mundo del islam. Los traductores
de Toledo introducen masivamente las obras de Aristóteles, Avicena, Averroes y
otros. Los escolásticos asumen la tarea de repensar en cristiano el pensamiento
aristotélico que les llega por vía árabe. Se produce, así, por la introducción de las
obras de Aristóteles sobre todo, el segundo renacimiento medieval del s. XII, que
desembocará, en el s. XIII, en el apogeo de la Escolástica y la configuración de sus
grandes escuelas, el tomismo y el escotismo.
Le precede un interés creciente por la lógica aristotélica, conocida por las
traducciones de Boecio, cuyo uso teológico rechazará la teología mística que se
cultiva en los monasterios. Es época de florecimiento de las escuelas catedralicias.
Los clérigos seculares -ni religiosos ni monjes- se dedican más bien a las artes
liberales. La escuela de Chartres y la de Saint-Victor, en París, cultivan cierto
platonismo, pero no descuidan el quadrivium. En el mismo París nacen escuelas,
situadas a la orilla izquierda del Sena, en las que se cultiva preferentemente la
dialéctica y se sigue la lógica de Aristóteles; entre ellas destaca la de Pedro Abelardo
(1079-11423), discípulo de Guillermo de Champeaux, iniciador de la escuela de
Saint-Victor. Frente a esta figura notable, se alza la no menos importante de
Bernardo de Claraval (1090-1153), severamente crítico con la dialéctica, y la del
propio Abelardo.Pedro Lombardo (ca. 1100-1164) es el iniciador de la manera
sistemática de hacer teología y, por lo mismo, iniciador del método escolástico. Sus
Cuatro libros de las Sentencias constituyen el modelo, o el manual, sobre el que
disertarán todos los escolásticos posteriores. Sin la entrada masiva de obras greco-
árabes a través de las escuelas de traductores, no habría existido el contacto,
transformador para la filosofía medieval cristiana, con las filosofías árabe y judía y, a
través de ellas, con la aristotélica. Los principales centros de traducción surgen en
Toledo, sobre todo, Palermo, Nápoles, Roma y Oxford. Entre los traductores
destacan Gerardo de Cremona, conocedor del árabe y del griego, que se instala en
Toledo de 1167 a 1175; Juan Hispano, sefardí convertido, que además de traductor
es autor de obras originales, que trabaja en Toledo hacia 1130; Domingo Gundisalvo,
que vive en Toledo entre 1130 y 1180 y que traduce directamente del árabe la
Metafísica de Avicena. Miguel Escoto y Guillermo de Moerbecke (1260-1285)
pertenecen ya al s. XIII; el primero traduce a Averroes y se traslada posteriormente
a Nápoles y el segundo, que trabaja en Roma, pone a disposición de Tomás de
Aquino los textos griegos de Aristóteles. Palermo es el centro principal de las
traducciones del griego y, en Oxford, Roberto Grosseteste dirige también un centro
de traducciones.Las obras de Aristóteles conocidas hasta este momento en el
occidente eran únicamente la traducción y los comentarios hechos por Boecio a las
Categorías y al De interpretatione. Hacia 1130 se conocen, ya traducidas, las
restantes obras del Organon: Analíticos primeros, Analíticos segundos, Tópicos y
Argumentos sofísticos. Entre 1150 y 1250 se traducen y conocen en todo el mundo
medieval las restantes obras aristotélicas de física, metafísica, psicología y ética, que
en París se conocen en su globalidad ya desde 1200.

2. El apogeo de la Escolástica

La Iglesia no recibe bien a Aristóteles: pronto va a prohibirse, en París en 1210, leer


en las facultades los libros de física de Aristóteles y, en 1231, el papa Gregorio IX los
prohíbe de nuevo «mientras no se corrijan». La facultad de artes de París, en
cambio, los va a recibir con entusiasmo y obligará a sus profesores a leerlos y
comentarlos. Así nace el averroísmo latino.

El s. XIII contempla los fracasos de la cristiandad en las últimas cruzadas (s.V-VIII)


y su sustitución por la persecución de cátaros y albigenses, la aparición de las
órdenes religiosas de los dominicos de Domingo de Guzmán (1217) y de los
franciscanos de Francisco de Asís (1223), la creación de las universidades, que
desempeñaron un papel crucial en toda la cultura medieval, pero sobre todo en la
filosofía escolástica y el desarrollo del método escolástico de enseñanza, y el
desarrollo y florecimiento de una abundante producción literaria compuesta de
Comentarios al libro de las sentencias, cuestiones, Sumas de teología y otras clases
de obras, sumamente características de la Escolástica. Es el siglo, además, de las
grandes escuelas filosófico-teológicas, de donde han surgido los autores escolásticos
de mayor relieve: Alberto Magno (ca. 1200-1280), dominico, hombre de amplísima
cultura que proyecta la tarea de introducir la filosofía aristotélica en todos los
ámbitos posibles; Buenaventura de Bagnoregio (1217-1274), franciscano, seguidor
de Agustín de Hipona, Avicena y Dionisio Areopagita y fundador de la escuela
franciscana; Tomás de Aquino, discípulo de Alberto Magno, que asume la labor de
cristianizar el pensamiento aristotélico, y cuyas doctrinas la Iglesia católica adopta (a
partir del s. XIV) como las más adecuadas para la explicación de los dogmas
cristianos.

3. La Escolástica tardía

El s. XIV, mal llamado «época de decadencia» o siglo de la «crisis de la Escolástica»,


es más bien tiempo de renovación social, política y filosófica: son las vísperas de un
«renacimiento». Aunque la escuela dominicana, o la filosofía de Tomás de Aquino, se
fortalece de un modo creciente, surge con fuerza una nueva escuela franciscana,
protagonizada por Juan Duns Escoto y Guillermo de Occam, que se opone a ella en
muchas cuestiones. Tomismo y escotismo, escolásticamente enfrentados durante
siglos, escribirán las páginas posteriores de la historia de la Escolástica. El realismo
de Duns Escoto, que supone una interpretación de Aristóteles que no sigue las
pautas trazadas por Tomás de Aquino, y el nominalismo de Guillermo de Occam
resultan de una modernidad sorprendente.Aprovechando la coyuntura (luchas entre
el papa Juan XXII y el emperador de Alemania, Luis IV de Baviera), el averroísmo
latino aplica sus principios al terreno de la política, lo que representa la aparición de
una filosofía política que se plantea los problemas que surgen entre el poder civil y el
poder religioso: Marsilio de Padua, Juan de Jandun y el mismo Guillermo de Occam
teorizan sobre ellos.La física, que se desarrolla tanto a partir del quadrivium como de
las obras de Aristóteles y de la cosmología y astronomía árabes, se bifurca en dos
modelos: 1) el de los calculatores de Oxford, que representan un recurso a las
matemáticas y a los experimentos sólo imaginados, y 2) el de Juan de Buridán (ca.
1300-1358), basado en la física del impetus y en cierta independencia respecto de
Aristóteles; Nicolás de Oresme (ca. 1325-1382) participa de ambos modelos.

Una de las innovaciones medievales de la doctrina aristotélica del movimiento. Esta


teoría describía la causa del movimiento en consonancia con los principios
aristotélicos generales, pero en disconformidad con la manera como Aristóteles
explicaba el movimiento de los proyectiles. Según éste, el motor debía ser siempre
exterior al móvil y haber permanecido en contacto con él. En el caso de los
proyectiles, el motor (la cuerda en tensión) comunicaba movimiento a la flecha a
través del aire interpuesto, sea por sucesión de contacto sea por antiperístasis, o
empuje por la fuerza del aire que aborrece el vacío que el móvil deja al desplazarse.
El alejandrino Juan Filopón, conocido también como Juan el Gramático, criticó estas
soluciones de Aristóteles y concluyó que la causa del movimiento debía hallarse en el
mismo proyectil, debido a una impresión en éste, por el motor del movimiento, de
una fuerza o poder de moverse.

En el occidente latino, donde llegó a través de las traducciones árabes, se denominó


a esta fuerza virtus impressa, pero sólo Juan Buridán, en el s. XIV la sostuvo y
defendió como teoría dinámica, dándole el nombre de impetus, ímpetu o impulso. El
ímpetu se define, a partir de este momento, como una cualidad impresa en el cuerpo
en movimiento, cuya propiedad es mover. Es proporcional al movimiento
comunicado y a la cantidad de materia del cuerpo en movimiento; disminuye según
el peso del cuerpo movido y la resistencia del aire, y es de por sí una propiedad
constante, sólo reducible por la resistencia del medio y la tracción en sentido de la
gravedad, o tendencia de los cuerpos a su lugar natural. Aplicó la teoría al aumento
de velocidad en la caída de los graves, que denominó «ímpetu accidental» o
«gravedad accidental», así como al movimiento de las esferas celestes, que giran
perpetuamente por la ausencia de resistencia, postulando cierta unidad de
explicación dinámica entre el mundo sublunar y el supralunar, que no precisara de
motores o ángeles, según la tradición árabe, que movieran estas esferas.

Alberto de Sajonia adaptó la teoría del ímpetu para explicar la trayectoria de los
proyectiles en tres fases, mediante «ímpetus compuestos»: una primera fase de
movimiento violento en que el ímpetu domina sobre la gravedad y la trayectoria es
rectilínea; una segunda fase de ímpetu debilitado, en que el movimiento es, a la vez,
violento y natural, dando una trayectoria curva; una tercera fase, en fin, de
movimiento natural de caída, vencido el ímpetu por la resistencia del aire. Tartaglia
resolverá, en 1546, la trayectoria de los proyectiles como una curva parabólica. La
teoría del ímpetu se difundió ampliamente, en los siglos XIV y XV, y es un
predecesor medieval del concepto de inercia de Galileo.

Escolástica, escolasticismo.

(Del latín scholasticus, el que enseña o estudia en la escuela) Término que, desde el
Renacimiento, se aplica al pensamiento filosófico que se desarrolló a lo largo de la
Edad Media. Por Edad Media se entiende, en este caso, el período de tiempo
comprendido entre la caída del Imperio romano de occidente (476) y la conquista de
Constantinopla por los turcos (1453). La Escolástica dominó por entero la vida
intelectual de este período en todo el ámbito conocido de la cristiandad, pero no ha
de circunscribirse históricamente al occidente cristiano, puesto que, además de la
cristiana, existen también, con iguales derechos, una Escolástica árabe y una
Escolástica judía, que se comunican entre sí; en realidad, el trasvase de
conocimientos e influencias se da más bien de las dos últimas a la primera (de las
Escolásticas árabe y judía se trata en las entradas filosofía árabe y filosofía judía).
Por otra parte, aunque la Escolástica aquí considerada se refiera únicamente a la
desarrollada, en el período mencionado, en el occidente cristiano, ha de tenerse en
cuenta que, durante el mismo período de tiempo, se desarrolla en oriente la
denominada filosofía bizantina.

En sentido estricto -y limitando la cuestión al occidente cristiano- se llama


«Escolástica» a la filosofía y la teología que se enseñó durante el período de la Edad
Media, a la denominada filosofía medieval; propiamente, la «ciencia que se enseñaba
en la escuela»: primero las artes liberales y luego la filosofía y la teología. El nombre
proviene del término latino schola, escuela, y de aquí scholasticus, aplicado en un
principio a los que frecuentaban determinado tipo de escuela, como maestros o como
alumnos, y luego a los que se caracterizaban definidamente por utilizar en sus
enseñanzas e investigaciones el método con que se desarrollaba la filosofía medieval.

Toda la filosofía Escolástica se caracteriza por un doble, y problemático, recurso a la


autoridad, representada por los textos sagrados de la Biblia y la tradición de los
Padres de la Iglesia (a la fe, en definitiva), y a la razón, que de manera creciente se
aplica a la interpretación de la autoridad y hasta al libre juego de la reflexión propia.
A lo largo de toda la filosofía medieval se mantuvo el lema, enunciado por Agustín de
Hipona y Anselmo de Canterbury de «la fe que busca comprender», en sus diversas
versiones de intellectus quaerens fidem o de fides quaerens intellectum. Se suceden,
por tanto, períodos en que domina la auctoritas y períodos en que la ratio, apoyada
en la dialéctica, o lógica medieval, y sobre todo con las sucesivas entradas de la obra
de Aristóteles en occidente, florece en un cierto racionalismo que, con frecuencia,
resulta sospechoso a la teología.

La temática de que se ocupa la Escolástica se puede precisar materialmente


recordando los contenidos de las colecciones de sentencias o manuales, cuya lectura
y comentario debían emprender aquellos que querían ser lectores o licenciados (de
«licencia» para enseñar) en teología. La temática general, sin embargo, quedaba
determinada por los encuentros problemáticos entre fe y razón a que aquella
temática en concreto obligaba.
Los estudios eran, claro está, de índole teológica, pero no únicamente, y la mayoría
de cuestiones manifiestamente religiosas encerraban en su explicación y exposición
cuestiones epistemológicas, lógicas, antropológicas, cosmológicas, éticas o
psicológicas. Si el hombre es, para el escolástico, imagen de Dios, nada impide que,
al abordar problemas teológicos sobre la Trinidad, por ejemplo, se trataran también
cuestiones psicológicas del espíritu humano.

La Escolástica se caracteriza preferentemente por su método; justamente del


respeto y cultivo excesivo del método nace el sentido despectivo del término de
«escolástico» con que se conoce la preferencia por las cuestiones formales respecto
de las de contenido. A este sentido desviado de «formalismo» hay que añadir el no
menos peyorativo de estudios oscurantistas propios de un período bárbaro de la
historia, en lo tocante a la ciencia y a la razón, que los ilustrados cargan con exceso
sobre la filosofía medieval cristiana.El método escolástico, que se elabora con el
objetivo primario de ser un instrumento didáctico, alcanza su pleno desarrollo formal
con la llegada de las universidades medievales, entre los siglos XII y XIII. Los
instrumentos fundamentales eran la lectio (lectura de textos) y la disputatio
(discusión pública).

En las facultades de derecho los textos leídos eran los decretos imperiales, el
Decreto de Graciano, las decretales, etc.; en las facultades de medicina se leían
sobre todo textos de Avicena y Averroes y textos antiguos; en las facultades de
artes, convertidas en el s. XIII en facultades de filosofía, se leyeron y comentaron de
forma creciente textos de las obras lógicas y físicas de Aristóteles; en las facultades
de teología, los textos procedían de la Biblia, de obras de los Padres de la Iglesia y
de las colecciones de sentencias llamadas Libros de las sentencias.Los escolásticos
leían estos textos, discutían sobre ellos y predicaban acerca de ellos. La lectura
comentada de textos dio origen a las glosas literales y a los Comentarios sobre los
libros de las sentencias.

Las disputas académicas organizadas sobres cuestiones polémicas eran de dos


clases: la cuestión disputada ordinaria (quaestio disputata), que tenía lugar dos o
tres veces por semana, de una manera regular y que consistía en la discusión de un
tema predeterminado al cual el lector o maestro debía dar una respuesta final, y la
cuestión extraordinaria sobre cualquier tema, de quolibet, llamada también
cuodlibeto, sin ningún orden del día y desarrollada por algún gran escolástico que
discutía públicamente con interlocutores voluntarios.
Las cuestiones que se convertían en escritos se desarrollaban según el siguiente
esquema:

a) Exposición del tema en cuestión en forma dubitativa, o presentación de la


cuestión preguntándose retóricamente por ella («¿Acaso existe Dios?»).
b) Exposición de las razones o de los testimonios en favor o en contra del
planteamiento inicial.

c) Cuerpo de la cuestión, en el que el escolástico responde de manera ordenada a las


razones que no considera fundadas y da, finalmente, su propia opinión
(determinatio). Los Cuatro libros de sentencias de Pedro Lombardo (s. XII) han sido
una obra fundamental en la producción literaria de la Escolástica. Las facultades de
teología lo usaron como libro que todo aquel que se iniciaba en la enseñanza debía
comentar. Dividido en cuatro partes, contiene de forma compendiada y sistemática
las principales «autoridades» de la Biblia y la tradición sobre:

1) Dios.
2) la creación.
3) la redención.
4) los sacramentos.

De los comentarios sobre este libro surgieron las grandes obras Escolásticas
denominadas Comentarios sobre los libros de las sentencias. Las Sumas de teología
son propias del s. XIII y son obras de síntesis y de madurez.

Tomado de
www.calasanz-pereira.edu.co/prueba/html/modules/Filosofia/medieval.htm

Trabajo

1Leer la fase informativa


2. Realizar un cuadro conceptual que resuma la información suministrada
3. Realizar un ensayo filosófico sobre “el problema de Dios y su importancia en la
vida de los seres humanos”

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